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A sesenta años de la Revolución Cubana.

Las Mujeres en la Revolución Cubana1

Lic. y prof. Julieta Astorino.

A la hora de reflexionar sobre los alcances y el legado de un proceso revolucionario (cualquiera que
este fuera), se suelen considerar (fundamentalmente) variables económicas, sociales y políticas. Dicho
de otra forma, qué aspectos de las sociedades se vieron modificados, sus estructuras sociales, el
sistema político, el modelo económico-productivo, entre otros.

En este sentido, la Revolución Cubana significó un rotundo cambio de las estructuras sociales, políticas
y económicas del país. Mucho se ha dicho y escrito sobre estos aspectos pero en esta oportunidad
resulta necesario dar cuenta del rol que desempeñaron las mujeres en el proceso revolucionario y los
impactos de la revolución en la vida de las mujeres cubanas.

Para ello, presentaremos una breve biografía de algunas mujeres que desempeñaron un papel muy
destacado en los sucesos revolucionarios (y que no son muy recordadas a la hora de estudiar el tema) y
dejaremos algunos interrogantes respecto a las mujeres y la sociedad cubana en la actualidad.

Haydee Santamaría, Melba Hernández y Vilma Espín

Haydée Santamaría Cuadrado (Villa Clara, 30 de diciembre de 1923 - La Habana, 28 de julio de 1980)
fue una guerrillera y política cubana, heroína de la República de Cuba. El 26 de julio de 1953 participó
en el asalto al Cuartel Moncada, acción por la cual fue encarcelada junto a Melba Hernández. Tras su
liberación, fue parte de la fundación del Movimiento 26 de Julio, del que integró su dirección nacional.
Apoyó al destacamento guerrillero que dirigía Fidel Castro en la Sierra Maestra, y este le encomendó
que obtuviera fondos y armas y aglutinara a los revolucionarios en el exterior. Regresó a Cuba al triunfar
la Revolución y fundó el Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba y, posteriormente, el Partido
Comunista de Cuba. Trabajó en el Ministerio de Educación. Luego fundó y dirigió la Casa de las
Américas de 1959 hasta su muerte (suicidio) en 1980, desde donde influyó decisivamente en la política
cultural del país.

Melba Hernández Rodríguez del Rey (Cruces, Las Villas 28 de julio de 1921 – 9 de marzo de 2014)
era una política cubana y diplomática. Fue embajadora cubana en Vietnam y Camboya. Hija única de
una familia mulata conservadora que residía en los modernos apartamentos de la calle Jovellar en
Vedado, distrito de La Habana. Graduada en derecho por la Universidad de la Habana en 1943. Trabajó
como abogada de Aduanas para el gobierno de Carlos Prio. Fue una de las dos mujeres (junto a
Haydée Santamaría Cuadrado) que participaron en 1953 en el Asalto al Cuartel de Moncada.
Sentenciada a 7 meses de cárcel será más tarde declarada "Heroína del Moncada".

1
Presentación realizada en el segundo cuatrimestre de 2019 en el marco de un conversatorio realizado por la cátedra
de Historia Social Latinoamericana.
Fue Diputada en la Asamblea Nacional del Poder Popular hasta 1993 (ella anteriormente lo había sido
de 1976–1986) representando el municipio de 10 de Octubre. Hernández era miembro de Comité
Central del Partido Comunista de Cuba desde 1986. También fue Secretaria General de OSPAAAL
(Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, Latinoamérica & de África).

Vilma Espín Guillois (1930-2007) fue una dirigente política de la Revolución Cubana, donde participó
activamente como miembro del Movimiento 26 de Julio. Ingeniera química de formación, en la
universidad participó activamente en las manifestaciones en contra del gobierno dictatorial de Fulgencio
Batista.

Fue a México para entrevistarse con Fidel Castro y recibir órdenes y mensajes para la preparación del
alzamiento rebelde en contra del gobierno de Batista. En ese viaje conoció a Raúl Castro, con quien se
casaría después del triunfo de la Revolución. Bajo el mando de Frank País participó en el alzamiento de
Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, como apoyo a los expedicionarios del Granma,
preparando su desembarco. El cuartel general del movimiento revolucionario de Santiago quedó
ubicado en su vivienda. En 1958 se sumó al Ejército Rebelde, donde fue parte de la coordinación del
movimiento clandestino de Oriente con el territorio del Frente y del II Frente Oriental Frank País.

Tras el triunfo revolucionario fue la encargada de reorganizar las diferentes organizaciones femeninas.
De dicha reorganización nació la Federación de Mujeres Cubanas, de la que fue presidenta. Fue
miembro del Comité Central del Partido, desde su fundación en 1965, condición que se mantuvo hasta
su muerte al ser ratificada en todos sus congresos. En el congreso de 1980 fue nombrada miembro
suplente del Buró Político y en el siguiente fue miembro efectivo. Se mantuvo como miembro del
Politburo del Partido Comunista de Cuba hasta 1991.

Fue diputada de la Asamblea Nacional, en su primera legislatura, y miembro del Consejo de Estado
desde su constitución. Presidió varias comisiones de la Asamblea Nacional como la Comisión Nacional
de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez.
Encabezó la delegación cubana al Primer Congreso Latinoamericano sobre Mujer y Niños que se
realizó en Chile en 1959. También encabezó las delegaciones cubanas a las Conferencias de la Mujer
realizadas en México, Copenhague, Nairobi y Pekín.

Las mujeres y la revolución, 60 años después

Ya desde los primeros años de la Revolución cubana, la equidad de género en el desarrollo social se va
a establecer como objetivo primordial de la nueva estructuración política (Caram León, 2005: 1). La
rápida puesta en marcha de una serie de medidas tendentes a eliminar las barreras que mantienen a la
mujer en posiciones sociales subordinadas supone la primera fase de un intento de transformación
integral. La creación en 1960 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) significará un importante
paso en el proceso organizativo de sus propuestas y necesidades llegando incluso a convertirse, en
opinión de diversos autores, en una de las instituciones más activas y transformadoras que han existido
en la historia contemporánea de Cuba en función de los sustanciales logros obtenidos en su complicado
ámbito de actuación y en la transversalidad con otros sectores (López Vigil, 1997). Para otros analistas
más críticos, sin embargo, la lucha por los derechos de la mujer en la Revolución no va a conseguir
superar en estas décadas la dependencia de los hábitos culturales heredados de la tradición mientras la
masiva incorporación laboral de las ciudadanas cubanas, uno de los cambios más significativos, habría
respondido no tanto a una lectura de igualdad de derechos como a la necesidad estratégica de la
dirigencia del país de “ampliar la fuerza de trabajo” (Bunck, 1995: 427).

De acuerdo al desglose en niveles del concepto de empoderamiento, definido por UNICEF en 1998, la
FMC ha logrado avances en todas las áreas contempladas: bienestar, acceso, concientización,
participación y control‐ejercicio del poder (Caram León, 2005). Pero, simultáneamente, a la FMC le ha
costado mucho aceptar la perspectiva de género siguiendo los postulados de un PCC que no la ha
asumido durante décadas. Para el Partido Comunista, “lo femenino” (al igual que cualquier otro ámbito
reivindicativo sectorial) queda disuelto en “lo social”, consecuencia directa de que todo análisis sobre la
realidad cubana está supeditado a “la perspectiva de la unidad nacional y revolucionaria” (López Vigil,
1997: 29). Teóricamente, no existe otro posible marco referencial. La práctica de estos últimos años nos
señala, sin embargo, que la limitación del carácter omnímodo del Estado, consecuencia directa entre
otras razones de la crisis abierta en los años noventa del pasado siglo, ha propiciado la aparición de
nuevos territorios de articulación donde, con más o menos consecuencias, han ido prodigándose otros
espacios, propuestas y reflexiones.

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