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Francia en América. Presencia en el Caribe en el siglo XVII.

El Caribe fue una zona muy difícil de defender para los españoles, y fue inevitable que muchas
islas fueran cayendo en otras manos, especialmente inglesas y francesas.

Mientras a ingleses y franceses lo único que les preocupó fue mantener comercio con las
provincias hispanoamericnaas, las islas por ellas ocupadas carecieron de gobierno fuerte y
ejército regular. Recurrieron mucas veces para su defensa a piratas y bucaneros, lo cual tiñó de
violencia y anarquía gran parte del siglo. Más adelante las potencias europeas decidirán colonizar
y explotar racionalmente los territorios, mediante tratados que acordaban eliminar a los
elementos perturbadores, que muchas veces eran tan osados, y tenían tanto espíritu
independiente, que llegaron a atacar incluso a barcos de su país “protector”, y no solo a los
españoles que se suponía que eran los enemigos. El único que tuvo una actitud distinta con los
malhechores fue Francia, que muchas veces le otorgó la ciudadanía a éstos, porque eso le iba a
permitir después reclamar para sí algunas tierras ocupadas por ellos, como por ejemplo la isla de
La Tortuga y el territorio occidental de La Española (que se iba a llamar Saint Domingue y luego
Haití). (Gutiérrez Escudero, p. 795-796)

La colonización francesa del Caribe va a ser más lenta que la inglesa debido a la supremaciía del
intervencionismo estatal frente a la iniciativa privada. Durante los primeros 30 años del siglo
XVII no hay un plan concreto y los pocos proyectos iniciados chocan con la belicosidad de los
indígenas. (Gutiérrez Escudero, p. 803).

A partir de 1635, Richeliu pone en marcha una política, para dominar algunas de las pequeñas
Antillas, el objetivo era que abastecieran a la colonia de Canadá, con graves crisis de
subsistencia. Se crea la Compañía de las Islas de América, empresa colonizadora y comercial, la
cual comienza la ocupación en dura pugna con los indígenas.logran en 1638 controlar Saint
Croix, Martinica, María Galante y Guadalupe, y en 1642 el control es sobre 14 islotes. La
poblaación francesa en las islas es de 7.000 personas además de los esclavos. En 1647 se
disuelve la Compañía y las islas pasan a manos de un reducido grupo de ricos propietarios solo
atentos a las ganancias a obtener. (Gutiérrez Escudero, p. 803-804).

Se utilizaba mano de obra forzada, y si bien al principio la economía era de subsistencia, terminó
predominando el cultuvo azucarero al igual que en muchas colonias holandesas. Era la época del
esplendor holandés, por lo tanto estas colonias francesas y sus habitantes dependían mucho de
los holandeses en cuanto al comercio de sus productos y su colocación en los mercados europeos
y también en el apoyo técnico. Esto fue así durante gran parte de ese siglo XVII hasta que el
resto de las potencias decidió marginar a los holandeses, para de esa manera ser ellos los que se
queden con las grandes ganancias. (Gutiérrez Escudero, p. 804).

Es importante la figura de Colbert quien es nombrado ministro de Luis XIV en 1661. Reorganiza
las colonias en 1665, basado en principios mercantilistas. En 1664 crea la Compañía de las
Indias Occidentales, financiada en parte por el gobierno, para administrar las posesiones de
Francia en América y eliminar a los holandeses del comercio colonial francés. Esta medida al
principio fue rechazada por los colonos pero desde 1674 fue aceptada ya que el control total de la
Compañía era del monarca. En 1679 se crea una Compañía con el fin de abastecerse de esclavos
negros. (Gutiérrez Escudero, p. 804).

La introducción del azúcar en las islas francesas se da gracias a los inmigrantes holandeses
procedentes de Brasil que se establecen en Martinica y Guadalupe. La lucha contra los indios
impide el rápido desarrollo del cultivo hasta que en 1654 varios cientos de holandeses se
trasladaron a estas dos islas. El desarrollo del cultivo fue lento por varias razones, una de ellas
fue la escasez de mano de obra. Se recurrió al sistema de “engagés” que era una especie de
esclavitud temporal, en la cual tras finalizar los años de servicio el individuo (en general joven)
quedaba en libertad, la colonia debía cederle tierras y su antiguo señor algunas herramientas para
iniciar las labores agrícolas. Pero este sistema tampoco se podía aplicar demasiado ya que el
cultivo de azúcar necesita grandes extensiones y eso va en contra del pequeño propietario, y
además, estamos hablando de islas, por lo cual el espacio es acotado para conceder tierras es
acotado. (Gutiérrez Escudero, p. 805)

Así que finalmente la falta de mano de obra se iba a solucionar recurriendo a esclavos africanos.
En 1687 la población de las islas francesas era de 18.000 blancos y 27.000 negros. En 1701 ya
los negros eran 44.000. (Gutiérrez Escudero, p. 806)

La posesión más importante de Francia en el Caribe: Saint Domingue.


Francia nunca había tenido la posibilidad de dominar una amplia extensión territorial en la zona
del Caribe. Cuando vio la chance, puso todas sus energías en juego. Incluso tuvo que admitir
como súbditos a piratas y bucaneros, no dudó en hacerlo.

La parte occidental de La Española había quedado abandonada en 1605 cuando el rey Felipe III
de España decide devastarla para impedir el comercio que las ciudades portuarias de esa zona
tenían con otras naciones europeas, no respetando el monopolio hispano. Esta zona estuvo
abandonada hasta 1629. Ese año, tras la guerra en la que los españoles logran arrebatarle a
ingleses y franceses las islas de San Cristóbal y Nieves, personas que escapaban de ese conflicto,
en su huida, llegaron a estas desiertas costas de La Española donde comprobaron la existencia de
abundante ganado cimarrón. Muchos se establecieron allí y otros en la isla La Tortuga, una
pequeña isla que se encuentra al norte, pero muy cerca de La Española. Desde esos dos lugares
se empezó a abastecer a navíos ingleses, franceses y neerlandeses de carne, tabaco y cueros.
(Gutiérrez Escudero, p. 806-807).

En 1635 se da la primera intervención de España ante esta situación, logran expulsar a todas las
personas no hispanas de esa zona, pero cometten el error de no dejar ningún destacamento para
la defensa del lugar, por lo tanto quienes escaparon al castigo pudieron volver a reactivar sus
actividades. En 1638 vuelve a suceder lo mismo. Los aventureros que se encontraban allí eran
fundamentalmente ingleses y franceses. En 1640 toma la autoridad como máximo dirigente el
francés Levasseur, enviado por De Poincy, gobernador general francés en las islas caribeñas.

A estos aventureros de la costa occidental de La Española se los empezó a llamar “bucaneros” ya


que se dedicaban a cazar el ganado para vender la piel y ahumar la carne (proceso llamado
bucán). Además de los bucaneros estaban los “filibusteros” o “hermanos de la costa” eran una
“sociedad” que había nacido en La Tortuga en la cual no había prejuicios de religión ni
nacionalidad, y se basaba en los objetivos de ayuda mutua entre los proscritos y la unión para
conseguir mejores botines y presas. Lo cierto es que eran todos individuos sedentarizados,
algunos dedicados más al cultivo y otros al ganado. (Gutiérrez Escudero, p. 807). Tras la muerte
de Levasseur, asume la autoridad Fontenay, quien favoreció la llegada de nuevos forajidos y la
fundación de 20 pequeñas aldeas agrícolas en la española.

Por fin en 1653-1654 llegó la reacción de España ante todo esto. Se desalojó La Tortuga, se
castigó a los pobladores, y se dejó un destacamento que impidió su regreso. Pero en 1655 tras un
ataque inglés a la ciudad de Santo Domingo (ciudad de la zona este de La Española) obligó a que
las tropas ubicadas en La Tortuga tengan que ir allí para auxiliarlas, y al abandonar esas tropas
españolas la isla de La Tortuga, los aventureros regresaron. En 1665 eran 300 en La Tortuga y
800 en La Española, todos franceses. Los ingleses se habían ido a Jamaica. ((Gutiérrez Escudero,
p. 808).

La verdadera colonización de la futura Saint Domingue la va a comenzar Bertrand d’Ogeron, un


antiguo cultivador de Martinica y Jamaica, nombrado gobernador de La Tortuga por la
Compañía Francesa de Indias Occidentales. Diversificó la producción alentando cultivos de maíz
y cacao, solicitó el urgente envío de “engagés” y favoreció la llegada de prostitutas para casarlas
con los filibusteros obligándolos así a sedentarizarse.

En 1670 en Madrid y 1673 en La Haya se firman tratados por los cuales Inglaterra, España y
Holanda deciden hacerle la guerra a los piratas y bucaneros. Francia no toma partido ya que
gracias a proteger a estos hombres va a conseguir obtener los territorios ocupados por ellos. Pero
luego hay un elemento que va a hacer cambiar la actitud de los franceses y es que Luis XIV
intuye la posibilidad de heredar las posesiones españolas o nombrar directamente al sustituto del
rey Carlos II, enfermo y sin heredero. Ahí deciden buscar una mejor organización administrativa
para la zona occidental de La Española.

En 1680 hay conversaciones entre representantes españoles y franceses de la isla para establecer
límites. Se establece como límite el río Rebouc (Guayubín) pero nunca lo respetan los franceses.
Los españoles intentan defenderlo utilizando las “cincuentenas”, lanceros a pie y a caballo de
métodos expeditivos y radicales (quema de haciendas y matanza de ganado).

Mientras tanto el proceso colonizador francés continúa, en 1684 el gobernador es Tarin de


Cussy, y los cultivos cada vez son más: añil, algodón, azúcar y cacao, además de la cría de
ganado vacuno, caprino y ovino. Necesitaban ampliar el territorio para el desarrollo de las
plantaciones y para hacer eso no van a tener problema en superar los límites que habían pactado
con los españoles. Todo crecimiento del suelo iba a ser un aumento en las ganancias. Si era por
los franceses, se quedaban con La Española entera.

En dos ocasiones los españoles pudieron expulsar a los franceses de la isla, en 1691 y 1694 pero
por distintos motivos no lo hicieron.

En definitiva con un nuevo gobernador, Jean Baptiste Ducasse, se va a terminar de asentar Saint
Domingue como colonia francesa. En 1697 se firma en Europa el Tratado de Ryswick, mediante
el cual se reconoce oficialmente la presencia francesa en La Española, lo cual le daba
posibilidades de producir artículos que le iban a brindar cuantiosos beneficios. Ducasse forzó a
los bucaneros a abandonar La Tortuga y estasblecerse en Saint Domingue, como agricultores o
ganaderos. Siguió con la implementación de los “engagés”. Al inicio del siglo XVIII continuó la
expansión de esta colonia en todo sentido, siendo en esa época la posesión tropical más valiosa
del mundo en relación con su tamaño (Gutiérrez Escudero, p. 810-811).

La otra presencia francesa en América: Guayana Francesa.


Dos compañías de Francia se asentaron allí en 1633, pero no pudieron mantenerse por las
fiebres, epidemias y el rechazo indígena. En 1651 se crea una nueva compañía pero tampoco
logra el objetivo. Luego en 1664 sí, la Compañía Francesa de las Indias Occidentales consigue el
afianzamiento. La Guayana Francesa sigue en la actualidad perteneciendo a Francia.

El proceso de la independencia de Haití.


Tras la firma del Tratado de Ryswick, Saint Domingue comienza su desarrollo como como
colonia de plantación tropical. En la década de 1780 era la colonia de plantación más importante,
lo cual hacía que enormes intereses económicos se concentraran allí. Los principales productos
que se plantaban eran café, añil, algodón y cacao. Todo gracias a la mano de obra esclava que era
de 47.000 personas en 1720, con un aumento hasta 450.000 en 1789, aproximadamente. Las
reexportaciones en toda Europa de los productos coloniales aseguraban a Francia una balanza de
pagos positiva (von Grafenstein, 41). Saint Domingue era llamado “la perla de las Antillas” y
también comerciaba con otras potencias y sus colonias a través del contrabando.

Un hecho particular es que en Saint Domingue no todos los propietarios eran blancos. Mucha
gente de color, descendientes de matrimonios entre amos y mujeres esclavas, podían obtener
fácilmente su libertad e incluso ser administradrores o propietarios de importantes plantaciones
(von Grafenstein, 42).

En los años previos a la revolución, la gran mayoría de la población eran esclavos de origen
africano, con un alto porcentaje de recién importados, llamados bozales, y un porcentaje más
pequeño de esclavos criollos.

Pero los esclavos no eran los únicos descontentos en la época. Ni tampoco los descontentos
comenzaron en 1789 con la revolución. Los propios colonos-plantadores se habían enfrentado
con armas en mano al aparato burocrático-militar y a las imposiciones administrativas y
comerciales de la metrópoli, primero en 1722 y luego en 1768. La corona francesa solo logró
calmar las aguas a través de enfrentamientos militares. (von Grafenstein, 43).

Los esclavos desarrollaron diferentes formas de resistencia. Lograron realizar algunas prácticas
que les dieron cierta identidad común y les permitieron conservar algunas manifestaciones de su
cultura original, como ritos religiosos, bailes, formas de vestir, técnicas de cultivo en las parcelas
que tenían a disposición, y técnica de pesca. De todas maneras, fueron sometidos en general a un
ritmo de trabajo excesivo, como lo indican las altas tasas de mortandad y la corta esperanza de
vida. Los esclavos del campo eran más explotados, mientras que los domésticos o los que
aprendían algún oficio estaban menos expuestos a los malos tratos.

Hay que mencionar el fenómeno del cimarronaje. Los esclavos fugitivos se escondían en lugares
poco accesibles y en algunos casos lograban crear pequeñas comunidades estables que se
dedicaban a la agricultura y a la caza, y también asaltaban plantaciones cercanas para robar
alimentos, animales e instrumentos de trabajo. Tenían que tener cuidado ya que existía un cuerpo
policial denominado “maréchaussée” que estaba encargado de su persecución.

La influencia de la Revolución Francesa, suceso originado en la metrópoli pero


seguido con interés desde la colonia.
En 1789 se forma en Francia la Asamblea Nacional Constituyente la cual comienza a tomar
poder, haciendo efectiva la Revolución francesa que iba a terminar con el poder de la nobleza y
el clero, es decir, con el antiguo régimen.

Todos en Saint-Domingue siguieron los acontecimientos, con el fin de cumplir viejas


aspiraciones, u obtener soluciones a problemas que los aquejaban en la colonia.

En 1788 se formó en París la Sociedad de Amigos de los Negros, a la cual se adherirán


importantes figuras de los libertos, residentes en la metrópoli, pero también revolucionarios
franceses como Brissot, Mirabeau, Condorcet y La Fayette, entre otros. Un primer objetivo de
ellos era la abolición de la trata, pero cuando vieron que esto no era posible se fijaro como
objetivo obtener la igualdad jurídica de la gente de color libre.

Los propietarios constituyeron tres asambleas en Saint Domingue, correspondientes a las tres
provincias (Norte, Oeste, Sur). Allí se defenderían los intereses de los colonos-plantadores, tanto
blancos como de color, en París. En tanto, los colonos blancos crearon la Sociedad
Correspondiente de los Colonos Franceses y los de color la Sociedad de Colonos Americanos.

Por su parte, los pequeños blancos, autodenominados patriotas, constituyeron en abril de 1790 la
Asamblea General en Saint-Marc, puerto en el oeste de la isla. Esta asamblea, de pequeños
plantadores blancos, empezó a tomar medidas sin autorización de la metrópoli, medidas con el
fin de darle autonomía a la colonia en diversos aspectos. El radicalismo de estos patriotas alarmó
a los grandes blancos (fieles a la metrópoli) y a la Asamblea Nacional Constituyente, que mandó
dispersar el grupo de Saint-Marc en octubre de 1790. En su lugar se eligió una nueva asamblea
colonial, dominada por colonos-plantadores. (Von Grafenstein, p. 45-46).

Mientras se daban estos hechos, por su parte la gente de color libre prosiguió en la metrópoli,
Francia, su lucha por la igualdad política. A estos efectos la Asamblea Nacional Constituyente
emitió dos decretos, el 8 y 28 de marzo de 1790, en los que se establece que todos los
propietarios mayores de 25 años podrían participar en la elección de las asambleas coloniales,
pero no especificaron si los mulatos libres estaban comprendidos. Aparece la figura de dos
importantes mulatos libres, Vincent Ogé y Jean Baptiste Chavannes, quienes exigen al
gobernador de la colonia, Peynier, la aplicación del decreto, incluyendo a los libertos. Se
encuentran con una negativa y por lo tanto se inicia una revuelta armada en la provincia del
Norte, pero esta es reprimida, por lo cual estos dos mulatos huyen al este, donde son
extraditados y ejecutados en 1791.

El 15 de mayo de 1791 se emite un nuevo decreto donde se declara que los hijos de los mulatos
libres gozan de todos los derechos civiles, pero luego el 24 de setiembre se revoca. Estallan
conflictos armados en el Norte y en el Oeste Pero hay diferencias entre las dos regiones.

En el Norte los esclavos dominan muy pronto, ya que había muy pocos mulatos libres con
intereses de grupo propios. En cambio en el Oeste los negros libres eran numérica y
políticamente importantes, y también era notorio el peso de los pequeños blancos, los “patriotas”,
con actitudes racistas y aspiraciones de autonomía. También estaban los grandes plantadores
blancos, contrarrevolucionarios y conservadores. Los esclavos de esta región del Oeste aún no
habían tomado las armas en defensa de sus propios intereses, sino que eran utilizados por los
anteriores grupos para combatir a sus enemigos.

Los negros libres en el Oeste luchan por la obtención de la igualdad jurídica. Tienen varios
líderes: Pierre Pinchinat, Beauvais, André Rigaud que llega desde el Sur, Lambert que viene
desde Martinica donde nació. Además tienen el apoyo de unos 300 esclavos armados de la región
de Cul de Sac, conocidos como “los suizos”. Se confederan todos en unas tropas que enfrentan a
un ejército de pequeños blancos al cual vencen fácilmente en setiembre de 1791.

Entra en acción un plantador conservador, Hanus de Jumécourt, opuesto a los patriotas que
controlaban la capital. Este conservador acuerda con los confederados garantizar el decreto del
15/5/1791. Luego se extiende a todos los mulatos y negros libres. Esto se explica por la aversión
de los grandes blancos a los blancos patriotas, y por el temor a un levantamiento generalizado de
los esclavos, cada vez más inquietos e insumisos. Los grandes blancos veían como esencial el
apoyo de los negros libres.

Pero cuando ya estaba pronto el acuerdo entre Hanus de Jumécourt y los negros y mulatos libres,
para ser enviado a la Asamblea Nacional Constituyente y al rey, para su sanción, se da un giro
inesperado. Se incluyó en el acuerdo, a pesar de la oposición de parte de líderes mulatos, la
abominable decisión de deshacerse del ejército de “los suizos” que había sido clave en los
enfrentamientos entre la gente de color y los pequeños blancos. Esto terminó con el asesinato de
280 de los 300 esclavos. Esto, más la noticia de que el decreto del 15/5/1791 fue revocado en
setiembre, generó que se reanuden las hostilidades y se caiga el acuerdo. Se generó una abierta
guerra civil entre mulatos y blancos, con la participación activa ya de los esclavos en esta zona
del Oeste.

Revolución de agosto de 1791 en la provincia Norte.


Un grupo de 200 esclavos tenían influencia sobre las masas. Después de meses de reuniones
clandestinas, el 14 de agosto fijaron el inicio de la rebelión para el 22. Uno de los grandes líderes
era Boukman Dutty quien exhortaba a tomar las armas en venganza de los crímenes cometidos
por los blancos y “escuchar la voz de la libertad que está en los corazones de todos nosotros”. Se
tuvo disciplina, se guardó hermetismo y se logró el efecto sorpresa. En 8 días los esclavos
destruyeron 7 parroquias y 184 plantaciones de azúcar. En menos de un mes llegaron a 200
plantaciones de azúcar y 1.200 de café. Los esclavos eran unos 1.500 en los primeros días y en
solo cinco días aumentaorn a 10.000. Además de Boukman, lideraban Jean-Francois, Georges
Biassou y Jeannot Bullet.

La metrópoli tomó medidas. enviaron una serie de comisiones de pacificación en 1791 y 1792.
Por otro lado en la Asamblea Nacional se decidió otorgar plenos derechos políticos a la gente de
color libre para acabar con la guerra civil. Pero todo iba a cambiar tras la proclamación de la
República francesa y la ejecución del rey Luis XVII en enero de 1793. Se desató una guerra
internacional, de las monarquías europeas contra la Francia republicana, denominada Primera
Guerra de Coalición, la cual se trasladó al Caribe. Saint Domingue fue invadido por tropas
españolas e inglesas que ocuparon territorios en el noreste, oeste y sur.

La abolición de la esclavitud y la paulatina autonomía que va tomando la


colonia de la mano de Toussaint Louverture.
Dentro de las comisiones de pacificación que habían llegado desde la Asamblea Nacional de la
República francesa, estaba la figura de Sonthonax, quien combatió a los blancos, y bajo el
argumenot de que representaban a los realistas, los mandaba a asesinar o los expulsaba (Von
Grafenstein, p. 48). Sonthonax logró expulsar a Galbaud, líder de los realistas, el 24 de junio de
1793. Esta victoria de los republicanos se dio en gran medida por el apoyo de los negros a
quienes Sonthonax prometió su libertad si lo apoyaban. Esta libertad se termina proclamando el
29 de agosto en el Norte y en setiembre en el Oeste y sur. En febrero de 1794 se declara
oficialmente la abolición de la esclavitud en todas las colonias francesas.

A pesar de esta victoria el poder de Sonthonax estaba amenazado por las invasiones de España e
Inglaterra que controlaban una importante parte de la colonia. Incluso en ese momento, los
españoles habían logrado incorporar en sus filas a varios importantes jefes militares negros con
sus tropas, como Biassou, Jean Francois y Toussaint Louverture. Pero luego de la abolición de
la esclavitud, Toussaint regresó a las filas republicanas y se transformó en un gran líder, el cual
va a marcar en gran medida lo que sucedió en los siguientes años del proceso revolucionario, por
su gran talento político y militar. Antes de ser un importante líder, había pasado 30 años en la
esclavitiud, aunque en condiciones no tan malas como otros esclavos. (Von Grafenstein, p. 50).

En los años siguientes Toussaint peleó y venció a los españoles mientras el líder mulato André
Rigaud peleaba contra los ingleses. Toussaint buscaba la hegemonía interna en la colonia, en
paralelo de su pelea con los invasores externos. España se retiró en 1795 e Inglaterra fue vencida
en 1798. (Von Grafenstein, p. 51).

Entre 1799 y 1800 se genera una cruenta guerra civil entre Toussaint y Rigaud, ambos
secundados por un número imporante de jefes militares. Ganó Toussaint quien tenía como
principales intenciones incorporar la parte este a la colonia, y promulgar una constitución, la cual
fue sancionada en 1801. Sin embargo, algunos autores señalan que este líder, a pesar de su gran
habilidad para reconstruir y reorganizar la colonia, tuvo un defecto, que fue la extrema
concentración de poder en su persona, lo cual quedó patentado tras esa constitución de 1801,
según la cual sería el gobernador vitalicio con derecho a designar a su sucesor, entre otros
beneficios. Por otra parte, ese documento constituye un paso importante en el camino hacia la
autonomía de la colonia. Si bien la declaró “parte del imperio francés”, sentó las bases para un
gobierno interno independiente. (Von Grafenstein, p. 52). Para el gobierno francés, a esa
altura ya liderado por Napoleón Bonaparte desde 1799, que el líder negro haya
promulgado una constitución significó una provocación abierta.

En esa constitución quedaron establecidas, además, la abolición de la esclavitud y la ciudadanía


francesa de los habitantes de la colonia, la igualdad ante la ley, y la posibilidad de acceder a
todos los empleos sin consideración del color de piel. Sin embargo, se veía en esos momentos a
nivel de las constituciones francesas una “tendencia hacia un regreso al antiguo orden” en las
colonias, en lo referente a la población negra y de color. Por eso es que Toussaint buscaba crear
un marco legal independiente de los cambios en la política colonial de Francia.

Toussaint controló toda la isla durante un breve tiempo, en el cual obtuvo grandes logros
administrativos, a nivel de finanzas, impuestos, y hasta abrió escuelas públicas. Los éxitos más
grandes fueron a nivel de la producción y exportación de azúcar, café y algodón. (von
Grafenstein, p. 53). Tras casi una década de destrucción y abandono la colonia se recuperaba
económicamente. Esto se logró gracias a severas condiciones de trabajo. La jornada era de 12
horas, de las 5 a las 17. Se castigaba a quienes no trabajaban, se prohibía a los que abandonaban
su plantación y se dispersaban los agrupamientos “rebeldes”. También se tomaron medidas para
conservar las grandes propiedades, consideradas indispensables para una alta producción sobre
todo de azúcar. Lo más positivo para los trabajadores era que se prohibía el maltrato hacia ellos y
se estipulaba una remuneración fija que consistía en el reparto de un cuarto de la producción total
de la plantación. Toussaint buscaba evitar la huída de la mano de obra a las montañas, y la
proliferación de una economía de subsistencia, a la cual tendían los “nuevos libres” en un intento
de liberarse de las nuevas condiciones de trabajo, que muchas veces eran tan extenuantes como
en la época de la esclavitud. Esta actitud conciliadora de Toussaint con los antiguos propietarios
franceses, en aparente contradicción con la línea popular-radical de la revolución, tiene una
explicación, aceptada por la mayoría de los analistas: la consolidación de su proyecto requería a
largo plazo de la autonomía financiera que, a su vez, se encontraba en relación directa con la
capacidad exportadora de la colonia. (von Grafenstein, p. 54).

Guerra contra Napoleón e independencia de Haití.


En 1802 Napoleón manda un ejército a Saint Domingue, que estaba en peligro de ser sustraída de
su autoridad por Toussaint. Ese ejército llega en febrero con 20.000 hombres al mando del
general Víctor Leclerc, cuñado de Napoleón, quien lo designó capitán general de la colonia, por
lo cual debían obedecerlo. El objetivo era restituir la esclavitud, aunque no lo decían a viva voz,
sino que lo escondían. Toussaint y los suyos se resisten a obedecer a la “nueva autoridad” y
estallan las hostilidades. Los negros utilizan la táctica de “guerra de guerrillas” que complica a
los blancos, quienes además no estaban acostumbrados al clima y también sufrían de la fiebre
amarilla. Leclerc informa de esto a Napoleón a través de cartas. (von Grafenstein, p. 55)

Pero las fuerzas de Toussaint también se debilitan. La principal razón es la falta de adhesión de
los negros hacia su líder, el cual tenía mucha oposición debido a la política agraria que venía
desarrollando. Además Toussaint no se decidía a decir abiertamente la palabra “independencia”,
y por otra parte Leclerc escondía sus verdaderos intereses, lo cual llevaba a que la población
dudara acerca de cuál era la autoridad legítima. Esto, además del estancamiento en el terreno
militar, hizo que muchos líderes negros se rindieran. También Toussaint aceptó la tregua
propuesta por Leclerc. Al poco tiempo acude a una invitación del general francés Brunet para
discutir atropellos cometidos por tropas francesas. Allí es arrestado y llevado preso a Francia,
donde no se le juzga sino que es expuesto a grandes carencias que no resiste, y muere en abril de
1803, posiblemente de pulmonía.

La lucha se reanudó en Saint Domingue en octubre de 1802. En noviembre muere Leclerc por la
fiebre amarilla, y es suplantado por Rochambeau quien pasará a la historia por ser uno de los más
sangrientos perseguidores de los negros. El año 1803 será el decisivo. En enero se reúnen los
líderes negros, y Jean Jacques Dessalines pasa a ser quien mande. En mayo se da el Congreso de
Arcahaie, ciudad del oeste del país donde se especifican los objetivos de la lucha: independencia
total y creación de un Estado basado en la alianza de negros y mulatos. En ese verano de 1803 se
suceden una tras otra las derrotas militares de los franceses. La batalla decisiva es en noviembre
en Vertiéres, cerca de El Cabo haitiano. Rochambeau se rinde y abandona la isla junto a sus
tropas. El 1 de enero de 1804 se proclama la independencia del segundo estado soberano de
América, con Jean Jacques Dessalines como primer gobernante. (von Grafenstein, p. 56).
Impacto y consecuencias de la independencia de Haití.
Todo este proceso generó logros inauditos para la época como lo fueron sin dudas la derrota del
sistema esclavista y el acceso a la independencia.

La destrucción material y humana que se generó en la isla les sirvió a otras colonias vecinas para
incrementar su producción y colocar sus productos en el mercado europeo. La que más se
benefició fue Cuba, que tuvo un “boom azucarero” desde fines del siglo XVIII, y durante el siglo
XIX en el que fue el primer productor mundial. También se beneficiaron Puerto Rico, Jamaica,
Martinica, Guadalupe, y dentro del continente, Luisiana, Venezuela, Nueva España, en la
producción de azúcar, añil, café y algodón. Las oligarquías regionales se beneficiaron al
desaparecer la posesión más productiva del Caribe.

A todos esos lugares llegaron muchos propietarios franceses, introduciendo esclavos, dinero,
pero sobre todo sus conocimientos en el cultivo y procesamiento de los productos agrícolas
mencionados. Se estima que a Cuba llegaron 20.000 inmigrantes, aunque muchos de ellos
tuvieron que abandonar la isla en 1809 al decretarse la expulsión de los franceses de las
posesiones españolas (von Grafenstein, p. 57).

A todo esto, las cortes europeas y sus autoridades de sus colonias tomaron medidas para evitar el
“contagio”. Prohibición de entrada de franceses, aumento de fuerzas militares, censura de
noticias que se podían filtrar vía gacetas, folletos y libros, estricta vigilancia de poblaciones
esclavas y de color. De todas maneras, igual se iban a conocer en todos lados los acontecimientos
de la revolución. Gente de Saint Domingue y luego de Haití participó en rebeliones en Puerto
Rico y Venezuela, y más tarde en los movimientos de independencia de Nueva España (actuales
países México, todos los de Centroamérica y Cuba, y algunos más), Venezuela y Nueva Granada
(actual Colombia). Incluso están atestiguados en documentos las ayudas del propio Jean Jacques
Dessalines y sus sucesores.

El joven Estado tuvo múltiples dificultades en su vida independiente. Su proceso de


independencia fue el más radical, el que significó la ruptura más grande con su pasado. Destruyó
desde sus raíces el modelo económico imperante, desapareciendo la antigua clase dominante
blanca, pero también la infraestructura existente, con el retiro de los capitales, la destrucción de
ingenios y sembradíos, obras de riego y caminos. (von Grafenstein, p. 59). El escenario también
fue difícil en lo social y político, con rivalidades entre mulatos y negros en el seno de la clase
dominante que hacían difícil el crecimiento del país.

Además tuvo serias dificultades para relacionarse en el ámbito internacional. No era fácil ser
gobernado por antiguos esclavos en un mundo en el que la esclavitud tardaría décadas en
desaparecer y la presencia de las potencias europeas en el Caribe estaba intacta. El aislamiento
diplomático hizo difícil su inserción internacionlal. Francia le dio su reconocimiento oficial en
1825 a cambio de 150 millones de francos. Estados Unidos estableció las relaciones diplomáticas
en 1862. Incluso en los primeros años hubo intentos de reconqujista, pero la emancipación de la
“república negra” fue irreversible. (von Grafenstein, p. 59-60).

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