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Había una vez unos niños que habían jugado mucho y

estaban tan cansados que se acostaron a dormir una siesta.


Cuando ya estaban dormidos soñaban que eran unos
conejitos que tenían un despertador que cuando sonó los
hizo saltar de la cama.
Los conejitos querían salir a jugar, se pusieron sus
pantalones y sus pequeñas camisetas.
Se fueron al baño, agarraron su cepillo de dientes y
cepillaron sus dientes de arriba y luego sus dientes de abajo,
otra vez los dientes de arriba y otra vez los dientes de abajo.
Los conejitos estaban listos y se fueron saltando por el
camino.
Llegaron hasta un río y se pusieron a saltar por las rocas
para poder cruzarlo.
Pero oh no! Los conejitos se han caído y quedaron todos
embarrados.
Para limpiarse sacudieron todo su cuerpo.
Y continuaron su camino saltando.
Entonces, se les ocurrió una idea: Vamos a buscar
zanahorias!
Los conejitos se pusieron a cavar en la tierra…
Encontraron unas zanahorias y entonces empezaron
a tirar de las zanahorias para sacarlas de la tierra.
Tiraron fuerte, muy fuerte, muy fuerte con todos sus
músculos y sííí lograron sacar las zanahorias del suelo.
Se comieron la parte del medio, se comieron la parte
de arriba de la zanahoria y qué parte falta, también se
la comieron.
Después de comer, estaban tan contentos que se
pusieron a bailar…
Viendo que se hacía tarde, volvieron a casa, saltando
para cruzar el río de vuelta.
Ya cansados los conejitos se tiraron al suelo para dormir.
Cuando se despertaron, se dieron cuenta que no
eran conejos, sino unos niños(as) hermosos(as).

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