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Gina Cabana
La posibilidad de ponernos una vacuna este año nos permite tener una sorpresa positiva en
términos de crecimiento, más allá del repunte estadístico que naturalmente se produciría
tras comparar el nivel de actividad económica en 2021 con el nivel en 2020. La respuesta
de las autoridades colombianas modero algunos de los efectos adversos de la pandemia en
hogares y negocios. Evidentemente, el avance del sistema económico en las últimas dos
décadas nos ha permitido afrontar esta complicada situación con mayor margen de
maniobra.
Ahora bien, para esta reactivación económica es evidente que se requieren reformas
económicas como se necesitan ajustes urgentes en los asuntos laborales y financieros, y las
reformas en estas áreas serán difíciles de pasar en la polarización social y política que vive
el país. En materia laboral, el país no puede permitirse mantener el costo del empleo formal
al nivel actual y más de la mitad de los ocupados están excluidos del empleo formal. La
reforma laboral no solo es una necesidad urgente para fortalecer la recuperación
económica, sino también una obligación de excluir a gran parte de la población de los
contratos formales.
En segundo lugar, una vez que la pandemia ha afectado negativamente las cuentas fiscales,
es fundamental abordar la sostenibilidad de las finanzas públicas. El Grupo de
Investigación Económica predice que los enormes déficits fiscales (9,0% y 7,3% del PIB
respectivamente) en el 2020 y 2021 harán que la deuda total del gobierno central alcance el
67% del PIB este 2021, si bien el país mantuvo su grado de inversión en 2020, aún existe el
riesgo de perder ese grado de inversión este año. La confianza de los inversionistas y las
agencias calificadoras en la gestión macroeconómica de Colombia es uno de los activos
más importantes del país y protegerlo debe ser una prioridad absoluta.