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GERARDO BOTERO ZULUAGA

Magistrado Ponente

SL1371-2019
Radicación nº. 48336
Acta 10

Bogotá, D.C., veinte (20) de marzo de dos mil


diecinueve (2019).

Decide la Sala el recurso de casación interpuesto por


la parte demandante, contra la sentencia dictada el 30 de
septiembre 2009, por la Sala Laboral de Descongestión del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, en el
proceso ordinario laboral que instauró el menor JOSÉ
DAVID RODRÍGUEZ ROJAS, a través de su representante
legal RUBI ESPERANZA ROJAS, contra la sociedad
TECNICONTROL S.A.

I. ANTECEDENTES

El accionante, en su condición de causahabiente de


CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN, demandó en
proceso ordinario laboral de primera instancia a la sociedad
TECNICONTROL S.A., con el fin de que sea condenada al
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pago de la tercera parte de la prima de servicios,


compensación en dinero por vacaciones, auxilio de cesantía,
intereses, indemnización por pago tardío e indemnización
moratoria del Art. 65 del CST, causadas en vida por su
padre; subsidiariamente reclama la indexación de las
sumas adeudadas.

Fundamentó las aludidas pretensiones en que su


progenitor prestó servicios profesionales, para la convocada
a juicio, en Bogotá y Chincha (Perú), cumpliendo funciones
de supervisor en la construcción del gasoducto Camisea,
ubicado en el vecino país, desde el 2 de septiembre de 2002
hasta el 1º de agosto de 2003; que entre el 2 de septiembre
de 2002 y el 30 de abril de 2003, recibió una remuneración
mensual de mil ochocientos dólares (US $1.800,oo); que a
partir del 1º de mayo de 2003 y hasta el 1º de agosto del
mismo año, devengó la suma de dos millones setecientos
mil pesos ($2.700.000,oo), de los cuales convinieron que
$2.050.000,oo, no constituirían salario.

Agrega que el 1º de agosto de 2003, CARLOS


ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN, sufrió un accidente, en
la República de Perú, que le produjo la muerte; aduce su
legitimación en la causa por ser hijo del causante y de RUBI
ESPERANZA ROJAS PARRA, habiendo nacido el 29 de abril
de 1999, pero que además le subsisten como herederos de
su padre fallecido, ANA MARÍA Y CARLOS ESTEBAN
RODRÍGUEZ PRADO.

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Afirma que la demandada, incumplió su obligación de


consignar en un fondo de cesantía el auxilio
correspondiente al año 2002, adeudando la indemnización
prevista en el Art. 99 de la ley 50 de 1990, así como los
intereses del auxilio de cesantía, la prima de servicios
causada en el año 2002 y 2003, y la correspondiente
compensación en dinero por concepto de vacaciones.

Dentro del término legal, el actor reformó la demanda,


indicando que, para la construcción del gasoducto Camisea
en Chincha (Perú), la demandada constituyó en dicho país
un consorcio con la sociedad CEGA y que Carlos Orlando
Rodríguez Garzón trabajó al servicio de la demandada en
las labores que ésta desarrolló consorcialmente, entre el 4
de septiembre de 2002 y el 1º de agosto de 2003, para lo
cual anexó copia de dicho contrato laboral y de la
liquidación final de beneficios sociales efectuado por el
citado consorcio después de la muerte del causante.

La sociedad TECNICONTROL S.A., al dar respuesta a


la demanda se opuso a las pretensiones; respecto de los
supuestos fácticos que respaldan las reclamaciones,
manifestó que suscribió con el ingeniero Carlos Orlando
Rodríguez Garzón, en razón a sus calidades profesionales,
un contrato civil de prestación de servicios profesionales
entre el 2 de septiembre de 2002 y el 11 de diciembre del
mismo año, cuyo objeto fue la supervisión de la
construcción del gasoducto Camisea en el Perú, pero que
entre el 12 de diciembre de 2002 y el 30 de abril de 2003,
no hubo ninguna relación contractual; admite que a partir

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del 1º de mayo de 2003, existió un contrato de trabajo


hasta la fecha de su fallecimiento el 1º de agosto siguiente,
ejerciendo funciones de «inspector utility», vinculado al
proyecto de construcción del gasoducto de Camisea
ejecutado en la República del Perú.

En cuanto al contrato de prestación de servicios,


indica que durante su ejecución entre el 2 de septiembre de
2002 y el 11 de diciembre del mismo año, el contratista
desarrolló en el Perú su objeto contractual en forma
independiente, y recibió por concepto de honorarios la
suma de U$1.800 dólares mensuales, los cuales eran
convertidos a pesos colombianos. En relación con la
remuneración del contrato de trabajo celebrado el 1º de
mayo de 2003, afirma que además del salario de
$650.000,oo y $37.500,oo, por auxilio de transporte, se
pactó el pago mensual de una prima extralegal de esfuerzo
suplementario por valor de $2.050.000,oo, con el objeto de
contribuir a los gastos en aras de lograr un mejor y eficiente
desempeño de sus actividades y especial dedicación al cargo
asignado, suma que no constituía salario, conforme a los
artículos 128 de CST y 17 de la ley 344 de 1996.

Alega que, el haber celebrado un contrato de trabajo


varios meses después de haber terminado el contrato de
prestación de servicios, no significa que este también
hubiere sido de trabajo; manifiesta que cumplió, en vida del
trabajador, con el pago de sus salarios y de las acreencias
laborales a los tres hijos menores que se presentaron a
solicitarlas, pero que estos adicionalmente recibieron un

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seguro de vida extralegal tomado por la empresa, conforme


a la legislación de la República del Perú. Propuso las
excepciones de buena fe e inexistencia de las obligaciones
reclamadas.

En respuesta al escrito de reforma de la demanda,


manifiesta que para la supervisión de la construcción del
gasoducto de Camisea, se constituyó en Perú y bajo la
legislación peruana, el Consorcio TECNICONTROL S.A.
CEGA GROUP CC G04; y que, entre el 4 de septiembre de
2002 y el 1 de agosto de 2003, el trabajador fallecido
celebró y ejecutó en el Perú un contrato de trabajo con el
citado consorcio, de conformidad con las leyes laborales de
ese país; advierte que no se puede confundir ese vínculo
contractual con el celebrado por la enjuiciada, conforme a
las leyes colombianas entre el 1º de mayo de 2003 y el 1º de
agosto del mismo año, para lo cual se remite a los
documentos aportados por la demandante en los que se
acredita la liquidación final de beneficios sociales por
concepto de servicios prestados en el Perú por el trabajador
al consorcio TECNICONTROL-CEGA. Concluye que una
cosa son los servicios prestados por el causante a la
sociedad TECNICONTROL S.A., y otra los ejecutados al
Consorcio TECNOCONTROL-CEGA en la República del
Perú, bajo la jurisdicción y legislación laboral peruana.

II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

El Juzgado Once Laboral de Descongestión del


Circuito de Bogotá, mediante sentencia del 28 de marzo de

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2008, absolvió a la sociedad demandada, de todas las


pretensiones incoadas en su contra, pues consideró que la
parte demandante no acreditó los extremos de la relación
laboral, lo que impidió tener por demostrada la existencia
de un contrato de trabajo.

III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

La Sala Laboral de Descongestión del Tribunal


Superior del Distrito Judicial de Bogotá, mediante sentencia
del 30 de septiembre de 2009, confirmó el fallo del a quo; y
mediante auto del 4 de agosto de 2010, rechazó el incidente
de nulidad formulado por la parte demandante.

El Tribunal, para resolver los puntos de apelación


relacionados con la existencia de un solo contrato de
trabajo con la demandada entre el 2 de septiembre de 2002
y el 1º de agosto de 2003, así como lo de la carga de la
prueba de los extremos de la relación laboral y el salario
devengado por el causante, circunscribió el problema
jurídico a determinar la naturaleza de la vinculación que
unió a las partes, su duración, especialmente frente al lapso
comprendido entre el 12 de diciembre de 2002 y el 30 de
abril de 2003, el cual consideró relevante frente a la
pretensión de que se declarara una sola relación laboral
entre el 2 de septiembre de 2002 y el 1 de agosto de 2003.
El ad quem, después de analizar los contratos de trabajo
suscritos por la demandada con el causante, arribó a la
conclusión de que en virtud del principio lex loci solutionis y
por haberse ejecutado el contrato de trabajo en la República

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de Perú, las normas llamadas a gobernar la relación laboral


eran las del vecino país, indicando que:

Del recuento probatorio que se ha destacado en


precedencia, fluye con total claridad, que si bien es cierto el actor
celebró con la sociedad demandada dos contratos uno de
prestación de servicios profesionales y otro como contrato de
trabajo, la ejecución del mismo no se llevó a cabo en nuestro
territorio Colombiano, sino en Camisea PERU, por lo que las
normas que gobiernan esa relación laboral son las de dicho país,
atendiendo la tesis de la territorialidad absoluta conforme al
principio denominado “lex loci solutionis”, según la cual, la ley
aplicable es la del territorio en donde se ejecuta el contrato de
trabajo.

En efecto, si bien la vinculación laboral del demandante, se


produjo en nuestro territorio, y aquí se suscribieron los
respectivos contratos (fls. 71 y 86), esa circunstancia no conlleva
que deban solucionarse las controversias surgidas con ocasión
de dicho vínculo, con apego al ordenamiento jurídico interno, pues
el hecho de que la prestación de los servicios a los que se
comprometió el demandante se hubieran desarrollado en su
totalidad en el exterior, esa es razón suficiente para negar las
pretensiones formuladas, por no ser aplicable en este caso
nuestro estatuto del Trabajo.

El juez colegiado, luego de valorar los contratos


celebrados entre la demandada y el causante, encontró que
los servicios fueron prestados en su totalidad en el exterior,
por lo que a su juicio no le es aplicable el régimen laboral
colombiano, por lo cual decidió confirmar la sentencia de
primera instancia y negar las pretensiones de la demanda,
invocando lo expuesto por esta Sala CSJ SL 25 nov. 2004,
rad. No.22.455.

IV. RECURSO DE CASACIÓN

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Interpuesto por el apoderado de la parte demandante,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, se
procede a resolver.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Solicitó casar totalmente la sentencia del Tribunal y,


en sede de instancia, revocar íntegramente el fallo
absolutorio del a quo, para en su lugar, acceder a las
pretensiones de condena formuladas en la demanda inicial.
Con tal propósito formuló tres cargos que fueron replicados
por la demandada.

VI. PRIMER CARGO

Acusó la sentencia impugnada de ser violatoria, «por


infracción directa, de los artículos 31, 32, 66A, 77 y 145 del C.P.T.S.S.,
97, 98, 99, 100, 140, 142, 143, 144, 305 y 306 del C.P.C. y 29 de la
Constitución Política, infracción que produjo como consecuencia la
aplicación indebida de los preceptos sustanciales contenidos en los
artículos 2º, 19, 22, 23, 24, 25, 26, 56, 58, 60, 61, 64, 65, 127, 128,
186, 189, 249 y 306 del C.S.T., 1º de la Ley 52 de 1.975, 5º, 6º y 99 de
la Ley 50 de 1990, 8º y 9º de la Ley 995 de 2.005, 8º y 17 de la Ley
153 de 1887, 1613, 1614, 1615, 1616, 1617, 1626, 1627 y 1649 del
C.C.»

Señaló que el ad quem, decidió un asunto que no


había sido objeto de litigio ni materia de impugnación, y
explica que al resolver el recurso de apelación invocando la
tesis de la inaplicabilidad de la ley colombiana, sin que se
hubiera propuesto como excepción o plantearse como punto

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de apelación, «infringió frontalmente y en forma directa el artículo 29


de la Carta Política, así como los artículos 31, 32, 66A, 77 y 145 del
C.P.T.S.S. y los artículos 97, 98, 99, 100, 140, 142,143, 144, 305 y

306 del C.P.C.», pues no solamente le impidió demostrar que

la relación de trabajo del causante y la demandada se regía


por la legislación colombiana, sino que la enjuiciada nunca
cuestionó ese tema, y que por el contrario, liquidó las
prestaciones sociales con aplicación del ordenamiento
laboral colombiano; además complementó su raciocinio
indicando:

En efecto, si la propia sentencia había partido del


supuesto según el cual las únicas excepciones propuestas por
la demandada contra las pretensiones del actor habían sido las
de "inexistencia de las obligaciones demandadas y buena fe"
(fl. 228) y si la materia de apelación se limitaba a establecer la
naturaleza de los contratos que celebraron las partes, su
duración y el salario que devengó el actor (fl. 230), mal podía
el Tribunal estudiar y decidir a sabiendas sobre un asunto
que ni había sido objeto del litigio ni materia de la apelación,
cuál era el de si a la relación de trabajo que vinculó a la
demandada con el causante de mi representado se le aplicaba
o no la ley colombiana. Y al hacerlo así el sentenciador acusado
infringió frontalmente y en forma directa el artículo 29 de la
Carta Política, así como los artículos 31, 32, 66A, 77 y 145 del
C.P.T.S.S. y los artículos 97, 98, 99, 100, 140, 142,143, 144,
305 y 306 del C.P.C.

Puntualizó la equivocación del juez de alzada, en los


siguientes términos: «Si el Tribunal Superior no hubiera incurrido
en la infracción de medio que se ha demostrado, ineludiblemente
habría revocado el fallo de primer grado y, en su lugar, condenado a la
demandada a pagar al actor los reajustes de las prestaciones que se
solicitaron en la demanda inicial del proceso y que se reiteran en el
alcance de la impugnación de la presente demanda de casación».

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Agregó, a manera de alegatos de instancia, que en el


expediente aparece acreditado que el causante, prestó sus
servicios personales a TECNICONTROL S.A. desde el 2 de
septiembre de 2.002 hasta el 1º de agosto de 2.003,
inicialmente a través de un aparente contrato civil de
prestación de servicios profesionales y, a partir del 1º
de mayo de 2.003, mediante un contrato de trabajo; que
desde el inicio de la prestación del servicio, el 2 de
Septiembre de 2.002, se ejecutó una relación de carácter
laboral en cumplimiento del cual desempeñó idénticas
funciones como Inspector Utility en la Construcción del
Gasoducto Camisea (Perú), trabajando siempre en forma
personal, bajo la continuada subordinación de la
accionada; que para el cumplimiento de las funciones de
trabajador, la sociedad llamada a juicio le suministró
siempre al padre del demandante los elementos de
trabajo, los medios de transporte, así como los
campamentos en los cuales pernoctaba.

Reiteró, la forma y monto de la remuneración pagada


al padre fallecido del demandante, y que la cláusula en la
cual se estipuló que la «prima de esfuerzo complementario», no
era constitutiva de salario, resultaba ineficaz, por cuanto
desconoce lo establecido en el artículo 127 del C.S.T. sobre
la naturaleza salarial de los pagos que retribuyen el « trabajo
suplementario», razón por la cual la accionada debe ser

condenada a pagar los reajustes de prestaciones y la


indemnización por mora, pues considera que no actuó de
buena fe.

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VII. SEGUNDO CARGO

Acusó la sentencia impugnada «por infracción directa, de


los artículos 32, 77 y 145 del C.P.T.S.S. y 302 del C.P.C, y por
aplicación indebida de los artículos 31 del C.P.T.S.S., 97, 305 y 306 del
C.P.C., en relación con los artículos 96, 100, 140 y 144 del C.P.C.,
infracción que determinó la aplicación indebida de las normas
sustanciales y de alcance nacional contenidas en los artículos 2º, 19,
22, 23, 24, 25, 26, 56, 58, 60, 61, 64, 65, 127, 128, 186, 189, 249 y
306 del C.S.T., 1º de la Ley 52 de 1.975, 5º, 6º y 99 de la Ley 50 de
1990, 8º y 9º de la Ley 995 de 2.005, 8º y 17 de la Ley 153 de 1887,
1613, 1614, 1615, 1616, 1617, 1626, 1627y1649 del C.C.».

Inicia la demostración del cargo, manifestando que


aun en el evento en que las partes del contrato hubieren
pactado privar de competencia territorial al juez laboral
colombiano del conocimiento para dirimir las controversias
que surgieran del mismo, es claro que la sociedad
enjuiciada no propuso la excepción previa de falta de
competencia, prevista en el artículo 97 del CPC, la cual no
podía ser objeto de resolución de fondo en la sentencia de
segunda instancia; fundamenta su tesis en una sentencia
del 15 de enero de 2010, proferida por la Sala de Casación
Civil, indicando que las precisiones allí contenidas son
aplicables al procedimiento laboral. Sobre las
consecuencias de haber resuelto el juzgador de alzada la
excepción previa de falta de competencia, indica:

La infracción de los preceptos legales que le impedían


decidir en la sentencia de fondo la excepción previa de falta de
competencia determinó que el Tribunal Superior incurriera de
manera consecuente en la infracción de los demás preceptos
legales que se individualizan en la proposición jurídica. Si el

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Tribunal no hubiera incurrido en la infracción de medio que se ha


demostrado, habría condenado a la demandada a pagar al actor
los reajustes de las prestaciones que se solicitaron en la
demanda inicial del proceso, previa la revocatoria del fallo de
primer grado, tal como se indica en el alcance de la impugnación.
El censor, nuevamente en tono de alegaciones de
instancia, insiste en las circunstancias de tiempo, modo y
lugar, dentro de las cuales se desarrolló la relación laboral
del causante, reiterando el carácter salarial de la prima de
esfuerzo suplementario y la ausencia de buena fe por parte
de la demandada en la ejecución del contrato de trabajo,
razón por la cual solicita condenársele al pago de reajuste
de prestaciones sociales e indemnización moratoria.

VIII. LA RÉPLICA

En relación con los dos primeros cargos, el opositor


afirma que son inadmisibles, pues los conceptos de
infracción directa, aplicación indebida e interpretación
errónea son diferentes e incompatibles, conforme fueron
formulados. Agrega que, en la demostración de las
acusaciones, no se explica en qué consistió la aplicación
indebida, y que al escoger la senda de la vía directa, debía
aceptar las conclusiones fácticas de la sentencia atacada,
sin que le sea permitido estructurar el cargo con base en
supuestos diferentes a los contenidos en ella, pero que en el
presente caso se rebela contra ellos, pues mientras el
Tribunal encontró acreditados tres vínculos contractuales
de diferente tipo, el recurrente insiste en la existencia de un
solo contrato de trabajo entre el 2 de septiembre de 2002 y
el 1 de agosto de 2003; sobre este punto, concluye:

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Si en los dos primeros cargos se alega que realmente estos


tres contratos fueron uno solo de trabajo y con TECNICONTROL
S.A. como empleador, se desconoce claramente los supuestos
fácticos del fallo del Tribunal y por tanto tales cargos no tienen
vocación de prosperidad sobre la base de una violación directa
de la ley que, como se ha explicado, debe partir de la aceptación
de las conclusiones fácticas de la sentencia atacada.

Frente al reparo, según el cual el fallador de segunda


instancia declaró de oficio la excepción previa de falta de
competencia, no propuesta por la pasiva, considera que una
cosa es declarar de oficio dicha excepción y otra diferente es
pronunciarse sobre el fondo de la demanda, argumentando
la inaplicabilidad de la legislación colombiana como
fundamento para confirmar el fallo absolutorio.

IX. CONSIDERACIONES

La Sala estudiará conjuntamente los anteriores cargos


propuestos, dado que se encuentran soportados en el
quebrantamiento de las mismas disposiciones legales y
buscan los mismos objetivos. Sin embargo, previo a su
análisis de fondo, se procederá a resolver las objeciones
formales endilgadas en la réplica a la demanda de casación.

A juicio del opositor, los conceptos de infracción


directa, aplicación indebida e interpretación errónea son
modalidades de violación diferentes e incompatibles,
conforme fueron formulados. Para la Sala, tal reproche debe
desestimarse, por cuanto el defecto que es destacado, se
presenta al plantear los submotivos de casación en un
mismo cargo y respecto de las mismas normas que
conforman la proposición jurídica, lo cual no sucede en el

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presente caso; pues no se advierte la transgresión de dichas


reglas lógico-jurídicas por parte del censor, en tanto en el
primer ataque, al escoger la vía directa para casar la
sentencia, la acusa de infringir directamente disposiciones
del Código Procesal del Trabajo y Código de Procedimiento
Civil, pero la acusación por indebida aplicación se
encuentra referida a normas nacionales de carácter
sustancial. En consecuencia, los cargos por infracción
directa y aplicación indebida no resultan incompatibles, por
cuanto no se están formulando sobre las mismas
disposiciones legales.

De otra parte, es indiscutible que las acusaciones, al


estar encaminadas por la vía del puro derecho, deben
ceñirse a lo estrictamente jurídico, lo cual requiere admitir
los aspectos fácticos acreditados en el proceso. En el sub
lite, se aprecia que en la sustentación de la demanda de
casación se entremezclan aspectos jurídicos y fácticos,
endilgando al ad quem erradas valoraciones probatorias,
para derivar de allí su equivocación respecto al régimen
laboral aplicable a la controversia. No obstante, debe
precisarse que en el recurso de casación, la inclusión de
supuestos fácticos como respaldo a los planteamientos
netamente jurídicos, no descalifican por sí mismo la
acusación, conforme lo ha venido sosteniendo la Sala, para
lo cual basta mencionar lo dicho por esta Corporación en la
sentencia CSJ SL4986-2018:

Ahora bien, en cuanto a las falencias atribuidas al cargo


en su argumentación, es dable precisar que la misma guarda
relación con la vía elegida, pues si bien se hace mención a

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situaciones fácticas, ellas solo sirven como soporte para delinear


el marco de interpretación de los aspectos netamente jurídicos
controvertidos. Ello por cuanto, es claro que con la modalidad
aludida, el recurrente admite las conclusiones probatorias a las
que arribó del Tribunal.

Respecto a la aplicación indebida de normas de


carácter sustancial, se queja el opositor de haberse omitido
en el recurso extraordinario, la debida argumentación, pues
considera que no explicó en qué consistió tal infracción.
Para la Sala, esta objeción no tiene asidero, por cuanto el
censor expresa claramente que sí el tribunal no hubiera
desconocido las normas procesales, hubiera condenado a la
demandada a pagar el reajuste de las prestaciones sociales
correspondientes, con lo cual explica en forma suficiente las
consecuencias derivadas del presunto desacierto en la
aplicación de la ley que gobierna la controversia.

Así las cosas, los referidos desatinos se tornan


superables, y en modo alguno comprometen la viabilidad
del estudio sobre el fondo del recurso, ni impiden que la
Sala se pronuncie sobre el mismo. En el presente caso, los
cargos, por la vía de puro derecho, fueron formulados bajo
la modalidad de «violación de medio», lo que, a juicio del
recurrente, se produjo por la infracción directa de normas
procesales, que conllevó al desconocimiento de
disposiciones de carácter sustantivo.

En tránsito a resolver sobre la legalidad de la


sentencia acusada, debe tenerse en cuenta que el Tribunal,
con fundamento en el principio de lex loci solutionis, desató
el recurso de apelación, concluyendo que el régimen laboral

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colombiano no era el llamado a resolver la controversia; el


censor por su parte, luego de acusar la providencia gravada
de violar el principio de consonancia y debido proceso,
expresa que en atención al lugar de celebración del contrato
de trabajo, sus cláusulas y las normas laborales aplicadas
en la liquidación de las prestaciones sociales, la legislación
aplicable es la colombiana, razón por la cual solicita a la
Sala casar la sentencia de segundo grado y, en sede de
instancia, acceder a las pretensiones de la demanda.

En punto a resolver la controversia delimitada en


precedencia, la Corte deberá determinar sí la sentencia
gravada vulneró el principio de consonancia y debido
proceso, al haber concluido que la relación laboral no
estaba regida por las leyes laborales colombianas y omitir
pronunciarse sobre los puntos objeto de apelación.

Para resolver lo antes planteado, es menester recordar


lo dispuesto en el artículo 66A del CPTSS, el cual consagra
el principio de consonancia: «Artículo 66 A. Principio de
consonancia. La sentencia de segunda instancia, así como la decisión
de autos apelados, deberá estar en consonancia con las materias
objeto del recurso de apelación».

Esta garantía procesal, al igual que el principio de la


no reforma en perjuicio, constituye una limitación a la
competencia funcional del juzgador de segunda instancia,
pues la providencia que resuelve el recurso de apelación
debe circunscribirse a los reparos formulados por el
recurrente contra el auto o la sentencia de primera

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instancia; esta institución jurídica propende, no solamente


por lograr una mayor eficiencia de los jueces de alzada en lo
laboral, sino respetar el debido proceso en general y el
derecho de contradicción en particular, por cuanto
garantiza que en segunda instancia quedarán incólumes
aquellos asuntos que no fueron objeto de inconformidad o
materia de controversia por las partes.

Lo anterior, en armonía con lo preceptuado en el


artículo 55 de la Ley 270 de 1996, conforme al cual «Las
sentencias judiciales deberán referirse a todos los hechos y asuntos

planteados en el proceso por los sujetos procesales», y con lo

establecido en el inciso 2º del artículo 306 del CPC, hoy


artículo 282 del CGP, aplicable al procedimiento laboral por
remisión del artículo 145 del CPTSS, el cual señala lo
siguiente: «Si el juez encuentra probada una excepción que conduzca
a rechazar todas las pretensiones de la demanda, podrá abstenerse de
examinar las restantes. En este caso, si el superior considera
infundada aquella excepción resolverá sobre las otras, aunque quien la
alegó no haya apelado la sentencia».

También moderan el principio de consonancia, lo


dispuesto en las sentencias CC C-968 de 2003 y C-070 de
2010, según las cuales debe entenderse que las materias
objeto del recurso de apelación contra autos o sentencias,
incluyen los derechos laborales mínimos e irrenunciables
del trabajador, siempre que hayan sido discutidos en el
juicio y estén debidamente probados.

Sobre el entendimiento que esta Sala viene dando al


principio de consonancia, la sentencia SL5171-2017, lo

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resumió en los siguientes términos:

[…] la interpretación que le ha venido dando la


jurisprudencia de la Corte al denominado principio de la
consonancia, previsto en el artículo 66A del Código Procesal del
Trabajo y de la Seguridad Social es que aun cuando es una
“clara y perentoria restricción a la competencia del Tribunal para
revisar la decisión del a quo, no solo en cuanto a la necesidad de
individualizar los puntos objeto de reproche, sino además,
exponer los motivos por los cuales considera que una
determinada condena debe revocarse”, ello no significa que
“el ad quem quede en total imposibilidad de aportar
razones adicionales o distintas a las que adujo el
apelante en su oportunidad legal para sustentar el
recurso, pues tal postura implicaría una absurda
limitación a la función jurisdiccional de que es titular”
(CSJ SL 6. Mar. 2012, radicación 41439).” (Subrayado y
resaltado fuera de texto original)

El anterior despliegue normativo, establece el marco


dentro del cual el juez laboral de segunda instancia ejerce
sus competencias en la resolución del recurso de apelación,
erigiéndose el principio de consonancia como regla general,
pero sin desconocer otras reglas jurídicas orientadas a
garantizar la autonomía judicial, el debido proceso y otros
derechos fundamentales de quienes intervienen en el
proceso.

La sentencia acusada identificó los reparos contra la


decisión de primera instancia expuestos por el actor en el
recurso de apelación, resumiéndolos de la siguiente forma:

La parte demandante expresó su desacuerdo con el fallo


proferido, para lo cual argumentó que dentro del proceso se
demostró que desde el mes de septiembre de 2002, hasta el mes
de julio de 2003, la sociedad demandada le pagó la
remuneración al causante; que no era cierto que entre las partes
se hubiera suscrito dos tipos de contratos, uno de naturaleza
civil y otro laboral puesto que el demandante siempre ejecutó la
misma labor desde el 2 de septiembre de 2002 hasta su

18
Radicado No. 48336

fallecimiento; que se desconoció que en virtud del art. 24 del


C.S.T., era la demandada quien debía desvirtuar la existencia de
un contrato de trabajo, demostrando la autonomía del
trabajador. Que dentro del proceso quedó establecido que el
causante siempre desempeñó las mismas funciones en la
república del Perú; que para el cumplimiento de sus funciones la
sociedad demandada le suministró los elementos de trabajo y
transporte; que percibió siempre un salario. Que incluso de
tenerse por probada la existencia del contrato de trabajo solo
entre el 1° de mayo y el 1° de agosto de 2003, se debió condenar
teniendo en cuanta que el salario fue de $2.700.000 y no de
$650.000.oo y en consecuencia accederse a las pretensiones de
la demanda (fls.203).

El ad quem, con el propósito de resolver uno de los


puntos centrales de la apelación, relacionado con los
extremos temporales del pretendido vínculo, consideró axial
determinar la existencia de la relación laboral entre el 12 de
diciembre de 2002 y el 1º de agosto de 2003, pues, a su
juicio, el demandante argumentaba que dicho lapso hacía
parte de un mismo contrato de trabajo ejecutado con la
demandada entre el 2 de septiembre de 2002 y el 1 de
agosto de 2003, mientras que la accionada negaba tal
afirmación. Después de precisar el lugar de ejecución del
contrato de prestación de servicios y del contrato de trabajo
celebrado con la demandada, así como el contrato signado
por el causante y el Consorcio peruano TECNICONTROL-
CEGA, el Tribunal concluyó, que dichos servicios no fueron
prestados en el territorio nacional, por lo que no era el
régimen jurídico colombiano el llamado a dirimir la
controversia, sino que, en virtud del principio lex loci
solutionis, debía aplicarse la legislación laboral peruana, por
ser el país donde el progenitor del demandante prestó sus
servicios.

19
Radicado No. 48336

Lo anterior indica, que los reparos formulados por el


actor en el recurso de apelación, no fueron ignorados por el
ad quem, sólo que antes de resolver cada uno de los puntos
de apelación, juzgó razonable estudiar preliminarmente el
principio de territorialidad previsto en el artículo 2º del
CST, cuyo análisis no resultaba extraño a la controversia,
pues la sociedad llamada a juicio en el escrito de respuesta
a la reforma de la demanda, alegó en su defensa, que el
contrato laboral celebrado por el causante con el consorcio
TECNOCONTROL-CEGA, se regía por la legislación laboral
peruana y que adicionalmente se trataba de una persona
jurídica diferente a la enjuiciada (f. 123), explicando que
dicho contrato no podía generar simultáneamente
acreencias sociales, conforme a las leyes laborales
nacionales, constituyéndose en un argumento de fondo
orientado a enervar la pretensión de declaratoria de un solo
contrato de trabajo entre el 2 de septiembre de 2002 y el 1
de agosto de 2003, es decir, sin plantearlo expresamente, la
demandada estaba formulando un argumento exceptivo
frente al nuevo hecho esgrimido por el actor, el cual no fue
objeto de estudio en la sentencia de primera instancia,
como tampoco materia de apelación, pues la decisión
absolutoria de primera instancia se edificó sobre otros
fundamentos.

La Sala no advierte vulneración del principio de


consonancia por parte del Tribunal, pues, si bien la tesis
sobre la aplicación territorial de la ley laboral no fue
considerada en la sentencia de primera instancia, como
tampoco punto de apelación, el ad quem se apartó de las

20
Radicado No. 48336

excepciones con base en las cuales el juez desestimó las


pretensiones de la demanda, y en su lugar, acudió al
principio de lex loci solutionis para confirmar la sentencia
absolutoria apelada, decisión que desde el punto de vista
formal tiene fundamento en el inciso 2º del artículo 306 del
CPC, ahora artículo 282 del CGP, pues reconoció
oficiosamente, pero con mayor precisión jurídica, el
argumento exceptivo invocado por la pasiva, consistente en
objetar la aplicación de la legislación laboral colombiana al
contrato de trabajo celebrado y ejecutado por el causante
con otra persona jurídica en territorio peruano, orientado a
enervar la afirmación del actor sobre la existencia de un
solo contrato laboral entre el 2 de septiembre de 2002 y el 1
de agosto de 2003.

En este puntual aspecto, el Tribunal no se sometió ni


a la forma ni a la calificación jurídica, conforme la
demandada formuló la excepción; por el contrario, como
resultado de su juicio de adecuación normativa y libre
convencimiento, concluyó que eran otras las disposiciones
jurídicas que debían gobernar la controversia, confirmando
la decisión de primera instancia.

En el segundo cargo, alega el censor que la sentencia


acusada resolvió la excepción previa de falta de
competencia, sin que hubiese sido formulada por la
demandada y contrariando el entendimiento que la Sala de
Casación Civil, en providencia del 15 de enero de 2010, le
había dado al artículo 306 del CPC.

21
Radicado No. 48336

Es necesario precisar, que el juez de apelaciones no


declaró probada la referida excepción previa como lo afirma
el recurrente, pues la tesis del despacho giró en torno al
principio de territorialidad de la ley laboral, concluyendo
que a las relaciones laborales entre el causante y la
demandada no le era aplicable el Código Sustantivo del
Trabajo, por no haberse cumplido las obligaciones laborales
en territorio nacional, hechos que fueron debatidos y
probados en primera instancia.

En la misma línea argumentativa, con base en la cual


se resolvió el anterior cargo, sobre los linderos
competenciales de los jueces de instancia, esta Sala ha
sostenido que los argumentos empleados por el apelante
para la defensa o negación de un derecho, no impiden que
la providencia que resuelve el recurso pueda estar
cimentada sobre otras premisas normativas. Este criterio
fue expuesto en la sentencia SL4028-2017, en los
siguientes términos:

[…] si por razón de que el Juez del trabajo es autónomo al


momento de la calificación jurídica de los hechos debatidos y
demostrados en juicio, de modo que, no está limitado por las
normas que invoquen las partes como fundamento de sus
pretensiones, ya que quien debe aplicar el derecho es el
operador judicial y es esta su función principal en la que, goza
de completa autonomía conforme al artículo 230 de la
Constitución que establece claramente que «Los jueces en sus
providencias solo están sometidos al imperio de la ley […].

Sobre este mismo tópico, la sentencia SL2808-2018,


rememoró el criterio de la Sala, en la que sostuvo:

22
Radicado No. 48336

Esta Corporación, en múltiples oportunidades ha


enseñado que el deber del juez de segundo nivel de pronunciarse
respecto de las materias objeto del recurso de apelación no se
cumple mediante el estudio estricto y apegado de los argumentos
empleados por el impugnante para defender o combatir la
procedencia de determinado derecho o condena.

Lo anterior, responde a que el superior jerárquico se


encuentra habilitado para estudiar un tema que se haya
sometido a su análisis, sin restricciones argumentativas, como
quiera que su única limitación, a la luz del artículo 230 de la
Constitución Política, es la observancia de la Constitución y la
ley en el ejercicio de su actividad judicial.
Desde esta perspectiva, se tiene que le basta al
impugnante llevarle al juez de apelaciones las «materias» objeto
de inconformidad, para que este quede habilitado para aplicar
las normas que estime regulan el asunto y apreciar libremente
las pruebas, máxime si de cara al ordenamiento procesal laboral
la sustentación del recurso de apelación no requiere de fórmulas
sacramentales ni su carga argumentativa está sujeta a
determinados parámetros. De ahí que, no necesariamente las
consideraciones de la sentencia de segunda instancia deban
coincidir o ser un calco de los argumentos vertidos por el
apelante (SL3210-2016).

Las anteriores consideraciones, son suficientes para


concluir que la jurisprudencia de esta Sala admite que el
juez de segunda instancia, al estudiar y resolver los reparos
contra la sentencia impugnada, puede sustentar su
decisión en valoraciones probatorias o premisas normativas
que pueden o no coincidir con los vertidos en el recurso de
apelación. En el presente caso, el censor recrimina que el
juzgador de segundo grado resolvió una excepción previa
que no fue objeto de formulación por la demandada; sin
embargo, el Tribunal no le otorgó tal calificación jurídica,
pues de haberlo hecho hubiera significado la declaratoria de
nulidad del proceso, conforme lo establecía el último inciso
del artículo 144 del CPC., pero en cambio su decisión de
fondo fue la de desestimar las pretensiones de la demanda,
previa valoración del acervo probatorio que acreditaba el

23
Radicado No. 48336

lugar de ejecución del contrato laboral.

Desde el punto de vista formal, el juez de segunda


instancia resolvió el recurso de apelación, concluyendo que
la controversia no podía dirimirse a la luz del ordenamiento
laboral colombiano, raciocinio y decisión acorde con el
entendimiento que esta Sala le ha dado al marco dentro del
cual el juez de segunda instancia debe abordar las materias
que son objeto de la alzada, en armonía con lo dispuesto en
el derogado artículo 306 del CPC, ahora artículo 282 del
CGP.

Los anteriores fundamentos son suficientes para


desestimar los cargos formulados por la vía directa.

X. TERCER CARGO

Acusa la sentencia por la vía indirecta «por aplicación


indebida, de los artículos 5°, 31, 32, 77 y 145 del CPTSS, 96, 97, 98,
99, 100, 101, 305 y 306 del CPC, 1º y 15 de la Ley 1149 de 2007 y 29
de la Constitución Política por aplicación también indebida de los
preceptos sustanciales contenidos en los artículos 2º, 19, 22, 23, 24,
25, 26, 56, 58, 60, 61, 64, 65, 127, 128, 186, 189, 249 y 306 del
CST, 1º de la Ley 52 de 1.975, 99 de la Ley 50 de 1990, 8º y 9º de la
Ley 995 de 2.005, 8º y 17 de la Ley 153 de 1887, 1613, 1614, 1615,
1616, 1617, 1626, 1627 y 1649 del C.C.».

Sostuvo que la transgresión del referido elenco


normativo, se produjo por haber concluido que, a la
relación laboral que existió entre la demandada y el
trabajador fallecido, no le era aplicable la legislación laboral

24
Radicado No. 48336

colombiana, no obstante, las partes pactar lo contrario;


para lo cual enlistó los siguientes errores fácticos:

1º- Dar por demostrado, contra la evidencia, que a la


relación laboral que existió entre TECNICONTROL S.A. y
CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN le era inaplicable el
Código Sustantivo del Trabajo Colombiano.

2º- No dar por demostrado, estándolo evidentemente, que


la relación laboral que existió entre TECNICONTROL S.A. y
CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN, por disposición
expresa de las partes de esa relación, estuvo regida por el
Régimen Laboral Colombiano.

3º Dar por demostrado, contra la evidencia, que la


demanda inicial de este proceso se fundamentó en el contrato
celebrado en el Perú entre CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ
GARZÓN y el CONSORCIO TECNICONTROL CEGA.
4º.- No dar por demostrado, estándole evidentemente, que
la demanda inicial de este proceso tuvo su causa en el contrato
de trabajo celebrado en Colombia entre TECNICONTROL S.A. y
CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN.
5º.- No dar por demostrado, estándole evidentemente, que
el contrato celebrado en el Perú entre CARLOS ORLANDO
RODRÍGUEZ GARZÓN y el CONSORCIO TECNICONTROL CEGA
de ese país, se liquidó y canceló en el Perú invocando la
aplicación de la ley peruana.

6º.- No dar por demostrado, estándole evidentemente, que


el contrato de trabajo celebrado en Colombia entre la sociedad
demandada y CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN se
liquidó por la sociedad demandada invocando de manera
expresa la ley colombiana.

7°. - No dar por demostrado, estándolo evidentemente, que


la demandada siempre aplicó el ordenamiento laboral
colombiano al contrato de trabajo que la vinculó con CARLOS
ORLANDO RODRÍGUEZ GARZÓN, así como a las obligaciones
surgidas con motivo de la terminación de dicho contrato.

Relacionó como medios de convicción indebidamente


apreciados, la demanda, adición y su contestación, los
documentos incorporados a folios 22, 23, 29, 30 a 39, 71 a

25
Radicado No. 48336

98 y 101 a 106, 108 y 119; así como el interrogatorio de


parte absuelto por el representante legal de la demandada.

En la demostración del cargo, manifestó que el


Tribunal valoró en forma equivocada la contestación de la
demanda inicial y su reforma, por cuanto no advirtió que la
demandada afirmó, con alcance de confesión, que el
contrato de trabajo que existió entre ella y el padre del
demandante, se ejecutó y liquidó bajo la legislación laboral
colombiana, y que también bajo ese régimen se liquidaron y
pagaron las prestaciones sociales que, según la misma
demandada, se habían causado a la muerte del trabajador.

En relación con el interrogatorio de parte, indicó que


el representante legal de la demandada, aceptó la aplicación
del régimen laboral nacional, pues afirmó que en el contrato
de trabajo suscrito el 1 de mayo de 2003, se estipuló que la
«prima por esfuerzo suplementario» no constituiría salario, de
conformidad al artículo 128 del C.S.T.; y que, al contestar la
séptima pregunta del interrogatorio, confesó igualmente que
entre la demandada y el causante existió un contrato de
trabajo que se ejecutó concomitantemente con otro que éste
había celebrado «con la persona jurídica denominada CONSORCIO
TECNIPETROL - CEGA constituido como ente jurídico de acuerdo a las

leyes del Perú» (fl. 148).

Adujo que, en el contrato de trabajo suscrito a partir


del 1º de mayo de 2003, por la demandada con el difunto
padre del demandante (folios 25 a 28 y 86 a 89), y al cual se
refiere el representante legal de la demandada en las

26
Radicado No. 48336

respuestas que dio a las preguntas séptima y décima cuarta


del interrogatorio de parte (fs. 148 y 149), se estableció en
sus cláusulas que el régimen legal bajo el cual se ejecutaría,
sería el Código Sustantivo del Trabajo de Colombia; sostiene
que el Tribunal apreció el citado documento para acreditar
el cargo que desempeñaría el causante, pero no así para
determinar el régimen jurídico que regiría la relación
laboral.

Endilga, a la sentencia de segunda instancia, una


errada apreciación del contrato de trabajo de personal
extranjero suscrito en el Perú el 4 de septiembre de 2.002
(folio 106), entre CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ y el
CONSORCIO TECNICONTROL-CEGA, en el cual las partes
establecieron que la jurisdicción competente y la legislación
aplicable a dicho vínculo era la peruana, al respecto
sostiene:

Sobre este documento estructuró el Tribunal Superior toda


su sentencia para concluir que la vinculación entre el padre de mi
representado y la sociedad demandada escapaba a la legislación
colombiana. Cómoda conclusión, pero altamente irresponsable la
del Tribunal Superior.

En primer término, no observó el Tribunal que el contrato


celebrado en el Perú el 4 de septiembre de 2.002 no tenía nada
que ver con las pretensiones del demandante por las cuales
instauró el presente proceso. En segundo lugar, tampoco observó
el Tribunal que el dicho contrato firmado en el Perú el 4 de
septiembre de 2.002 fue anterior al que sirvió de base para
que mi representado instaurara su demanda que es el que
suscribieron TECNICONTROL y CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ
GARZON el 1º de mayo de 2.003 y que figura a folios 25 a 28 Y
86 a 89.

A folios 108 y 119 obra el documento correspondiente a la


liquidación que el CONSORCIO TECNICONTROL CEGA efectuó en
el Perú por el contrato que vinculó a dicho Consorcio con el padre
de mi representado. En dicho documento, que inexplicablemente

27
Radicado No. 48336

el Tribunal Superior pasó por alto, consta la "liquidación final de


beneficios sociales" por la cual el mencionado Consorcio efectuó
el cálculo de remuneraciones y beneficios correspondientes al
trabajador fallecido, nada tienen que ver ni con las prestaciones
sociales que establece la ley colombiana y por consiguiente con
ninguna de las pretensiones por las cuales mi representado
instauró la demanda inicial de este proceso.

Si el Tribunal hubiera apreciado el documento de folios 108


y 119 habría observado que el contrato que el padre de mi
representado celebró en el Perú con el CONSORCIO
TECNICONTROL CEGA y su correspondiente liquidación de
beneficios sociales, era por completo extraño a las pretensiones
sobre las cuales versó la demanda inicial del presente proceso y
los hechos que constituyeron su causa petendi.

Reprocha igualmente, la errada valoración del Tribunal


de la liquidación final de prestaciones sociales (fs. 29 y 90)
del contrato de trabajo suscrito a partir del 1º de mayo de
2003, pues para determinar cada uno de sus rubros,
claramente aparece efectuada conforme a la legislación
colombiana, con alusión expresa a la Ley 50 de 1990, para
efecto de la liquidación del auxilio de cesantía. En igual
sentido, se refiere a la liquidación de prestaciones sociales
que fueron pagadas al hijo menor del causante, ahora
demandante, la cual corrobora que la relación laboral
estuvo regida por la legislación laboral colombiana (folios 30
a 33).

Manifiesta que el juez colegiado, a partir de unas


cuentas de cobro incorporadas a folios 77, 79, 82 y 85,
dedujo que el trabajador fallecido había prestado sus
servicios al Consorcio TECNICONTROL-CEGA en el Perú,
agregando que:

28
Radicado No. 48336

Inexplicablemente , el sentenciador acusado no cayó en la


cuenta de que: 1º) los pagos a que se refieren las citadas
cuentas fueron todos hechos con anterioridad a la suscripción
del contrato de trabajo de folios 25 a 29; 2º) que correspondían
al contrato que de manera "concomitante", con el de Colombia (fl.
148) celebró el padre de mi representado con el consorcio
peruano; y 3º) que, no obstante, esos pagos también fueron
hechos en Colombia mediante depósito o consignación en la
cuenta de ahorros que CARLOS ORLANDO RODRÍGUEZ tenía en
Davivienda.

El censor, a manera de colofón, afirma que el juez de


segunda instancia, de no haber cometido los referidos
yerros, hubiera aplicado la legislación laboral nacional y
reconocido los reajustes prestacionales demandados, así
como la indemnización moratoria, conforme los
pronunciamientos de esta Corte en las sentencias CSJ SL,
26 sep. 1994, rad. 6773 y SL, 22 abr. 1998 rad. 10461,
entre otras.

Concluye, que en el expediente aparece probado, que


la relación laboral del causante con la demandada inició el
2 de septiembre de 2002 y terminó el 1 de agosto de 2003,
inicialmente a través de un aparente contrato de prestación
de servicios, y a partir del 1 de mayo de 2003, a través de
un contrato de trabajo, desempeñando funciones de
inspector utility, en la construcción del Gasoducto Camisea,
Perú, bajo su continuada subordinación, recibiendo una
remuneración mensual de 1.800 dólares entre el 2 de
septiembre de 2002 y el 30 de abril de 2003 y de $2
´700.000, a partir del 1 de mayo de 2003 y hasta el 1 de
agosto siguiente, la cual se pagaba a través de una cuenta
bancaria radicada en Colombia, empleando los elementos
de trabajo, medios de transporte y alojamiento

29
Radicado No. 48336

suministrados por el empleador. Sobre la cláusula de


exclusión salarial en la que se pactó una prima de esfuerzo
suplementario por valor de $2´050.000, insiste en su
ineficacia por desconocer el artículo 127 del CST, hecho con
el cual califica la conducta de la enjuiciada como de mala
fe, al haber excluido del salario el 80% de la remuneración,
con el único propósito de eludir el pago de las prestaciones
sociales.

XI. LA RÉPLICA

Afirma el opositor, que varios de los errores fácticos


son conclusiones jurídicas sobre la legislación aplicable y
que existe una contradicción cuando manifiesta que no se
dio por demostrado que hubo un contrato de trabajo entre
la demandada y el causante, celebrado y liquidado bajo las
leyes peruanas, pues es evidente que el a quo (sic), dio por
probada esa relación contractual, y que a su juicio, lo más
incoherente es que se pretenda contabilizar el tiempo de
servicios relacionado con dicho contrato, que existió con
una persona jurídica peruana diferente a la demandada,
como parte integrante de un único y supuesto contrato de
trabajo de acuerdo a la ley colombiana.

Aduce el opositor, la improcedencia de condenar,


«según reiterada jurisprudencia de la Sala Laboral de la H. Corte
Suprema de Justicia, al pago de indemnizaciones moratorias a favor de

los herederos de un trabajador fallecido». Adicionalmente, resalta

la buena fe de la demandada, la cual encuentra respaldo en


la aceptación que en vida hiciera el trabajador de los

30
Radicado No. 48336

documentos que se suscribieron. Concluye, solicitando no


casar la sentencia impugnada.

XII. CONSIDERACIONES

Desde el punto de vista fáctico, la acusación sostiene


que la indebida apreciación del acervo probatorio condujo al
Tribunal a la aplicación indebida de disposiciones
procesales y sustantivas, al haber concluido que las normas
laborales nacionales eran inaplicables al contrato de trabajo
entre el causante y la demandada, así como al entender que
la demanda inicial se fundamentó en el contrato celebrado
en el Perú entre el Consorcio TECNICONTROL-CEGA y
Carlos Orlando Rodríguez Garzón (causante), de lo cual
deriva los yerros que enlistó. En este contexto, corresponde
a la Corte precisar el alcance del principio de territorialidad
de la ley laboral consagrado en el artículo 2 del CST, y luego
dilucidar el régimen jurídico aplicable, para de ser
necesario, definir los efectos respecto a las normas
sustanciales denunciadas como infringidas.

Para dar respuesta al problema jurídico formulado, de


antemano la Sala encuentra que quedan fuera de
controversia los siguientes supuestos fácticos: (i) Que
simultáneamente, entre el 4 de septiembre de 2002 y el 1
de agosto de 2003, Carlos Orlando Rodríguez Garzón,
prestó sus servicios al Consorcio peruano TECNICONTROL-
CEGA, empresa con la cual lo ligó un contrato de trabajo
celebrado en Perú, bajo su jurisdicción y legislación laboral,
cuyo objeto era el de brindar servicios especializados de

31
Radicado No. 48336

inspección en la construcción del gasoducto de Camisea


(Perú), pactando una remuneración mensual de $2.760
nuevos soles peruanos y una gratificación cada seis (6)
meses de $1.500 nuevos soles peruanos; (ii) Que entre el
causante y la demandada suscribieron en Colombia el 1º de
mayo de 2003, contrato de trabajo por duración de la obra o
labor contratada, para cumplir funciones de inspector
utility, para el «Proyecto de Gasoducto de Camisea Consorcio
Tecnicontrol-Cega Group CC G04, República del Perú», pactando un

salario mensual de $650.000 y una «prima de esfuerzo


suplementario» por valor de $2.050.000 mensuales, no
constitutiva de salario, conforme al artículo 128 del CST;
(iii) que Carlos Orlando Rodríguez Garzón, en desarrollo de
sus actividades laborales, falleció 1º de agosto de 2003, en
un accidente de tránsito ocurrido en Perú; (iv) Que la
enjuiciada, en desarrollo del contrato de trabajo, pagó en
vida del trabajador, salarios, prestaciones sociales y la
prima extralegal pactada, y a su compañera permanente,
así como a sus tres hijos menores sobrevivientes, la
liquidación definitiva de acreencias laborales, de
conformidad con las normas laborales nacionales; (v) Que
de conformidad con la documental aportada por el
demandante, el consorcio TECNICONTROL-CEGA, con
motivo del fallecimiento de Carlos Orlando Rodríguez
Garzón, liquidó, de conformidad con la legislación laboral
peruana, beneficios sociales por la suma de $6.821,93
nuevos soles peruanos, y en favor de la señora Rubi
Esperanza Rojas Parra, madre del actor, la suma de
US11.122,94 dólares americanos, por concepto de

32
Radicado No. 48336

transacción por beneficios y demás pagos por el


fallecimiento del trabajador.

Conforme a la demostración de los errores fácticos


endilgados por el censor a la sentencia impugnada, debe
decirse que la razón está de su parte, pues la apreciación de
los medios de convicción que hiciera el Tribunal, con base
en los cuales dedujo que la relación laboral objeto de
controversia estaba gobernada por la legislación laboral
peruana, resulta contraria a la realidad procesal, conforme
lo demostró el recurrente y en armonía con las reglas
decisionales sentadas por la jurisprudencia de esta
Corporación, en relación con el principio de territorialidad
de la legislación laboral nacional, previsto en el artículo 2º
del CST.

El ad quem decidió confirmar la sentencia absolutoria


de primera instancia, a partir del principio lex loci
solutionis, como parámetro de interpretación del principio
de territorialidad de la ley laboral nacional, el cual señala
que en materia laboral la jurisdicción competente y la
legislación laboral aplicable, es aquella vigente en el lugar
de prestación de los servicios o de ejecución del contrato
laboral. En esa línea interpretativa, el ad quem, al verificar
que la relación laboral se cumplió en la República del Perú,
concluyó que era la legislación laboral de ese país la que
debía aplicarse, sustrayendo el régimen laboral colombiano
como normatividad rectora de la controversia. Sin embargo,
ese criterio defendido por el Tribunal no es coincidente con
el sentado por la Sala en materia de régimen jurídico

33
Radicado No. 48336

aplicable a las relaciones laborales transnacionales, pues el


juzgador de alzada pasó por alto los casos exceptuados por
la jurisprudencia.

Sobre el particular, la Sentencia SL1976-2018,


rememoró lo esbozado en la sentencia CSJ SL0240-2017,
rad. 39747, que al analizar un caso de aplicación de la ley
en el espacio, sostuvo:

Para dar respuesta al tema planteado por el recurrente,


debe advertirse que esta Sala de la Corte, frente a la aplicación
de la ley en el espacio, ha indicado que por regla general, y de
conformidad a lo señalado en el artículo 2.º del Código
Sustantivo del Trabajo, la legislación colombiana no aplica a
servicios prestados en el exterior, siendo su excepción la
inequívoca continuidad de la subordinación desde Colombia, o
que las partes hubieran convenido al respecto, posición que se
reitera nuevamente en esta oportunidad, en la medida que no se
observan razones atendibles que conlleven a variarla. (Negrillas
fuera de texto original). En efecto, en sentencia CSJ SL, 10 feb
2009, rad. 31301, que reiteró la sentencia CSJ SL, 28 jun 2001,
rad 15468, se dijo:

Como lo destaca el cargo, en la aludida sentencia explicó


la Sala:

“Conviene precisar que conforme a la jurisprudencia


mayoritaria de la Corte sobre aplicación de la ley en el espacio,
el principio general es que con arreglo al artículo segundo del
Código Sustantivo del Trabajo la legislación colombiana no se
aplica a servicios prestados en el exterior, salvo que sea
inequívoca la continuidad de la subordinación desde Colombia o
que las mismas partes dispongan expresamente el sometimiento
a la legislación colombiana durante ese lapso, caso en el cual el
empleador contrae un deber cuya fuente es su propia voluntad,
sin que nada impida que se obligue a ello, preservándose así los
principios de autonomía de la voluntad, buena fe y lealtad.

Cuestión distinta es cuando las partes – como ocurre en el


caso aquí debatido – acuerdan expresamente lo contrario, esto
es, que los servicios prestados por un trabajador en el exterior no
se tengan en cuenta en Colombia para fines de salario o de
prestaciones sociales, porque de conformidad con el precitado
artículo segundo del código del trabajo esa estipulación es lícita,
también desarrolla los postulados de autonomía de la voluntad,

34
Radicado No. 48336

buena fe y lealtad, y por tanto no le es dable a ninguna de las


partes rebelarse contra ella ni desconocerla”.

La impugnación parte de un equivocado entendimiento de


la jurisprudencia respecto de las excepciones a la aplicación del
principio de territorialidad establecido en el artículo 2º del Código
Sustantivo del Trabajo, particularmente de los criterios jurídicos
vertidos en la sentencia arriba transcrita. Y ello es así porque es
cierto que ha considerado esta Sala que la regla que se ha dado
en denominar lex loci solutionis, contenida en el artículo 2º
aludido y que es fiel desarrollo del principio de territorialidad de
la ley, no es absoluta y admite algunas excepciones a su
aplicación, que permiten que, pese a que el contrato de trabajo
no se ejecute en Colombia, se aplique la legislación laboral del
país.

Por lo tanto, en virtud del principio de territorialidad


previsto en el artículo 2º del CST, la Sala ha establecido
como regla general que la legislación laboral aplicable es la
del país donde se desarrolló la relación laboral, salvo que
sea inequívoca la continuidad de la subordinación desde
Colombia o que las mismas partes dispongan expresamente
el sometimiento a la legislación colombiana durante ese
lapso. En el presente caso, el contrato de trabajo suscrito,
entre la sociedad demandada y el padre del demandante, el
1º de mayo de 2003, y que estuvo vigente hasta el 1ºde
agosto del mismo año, fecha de fallecimiento del causante,
se cumplió en la República de Perú, pero de no haberse
acordado expresamente que dicha relación estaría regida
por el régimen laboral colombiano, el régimen jurídico
aplicable sería la jurisdicción y legislación de dicho país.

La realidad procesal plantea otro escenario, pues


conforme lo asegura la censura, ninguna de las
pretensiones condenatorias tienen origen o fundamento
en el contrato de trabajo celebrado y ejecutado en el

35
Radicado No. 48336

Perú entre Carlos Orlando Rodríguez Garzón y el


Consorcio TECNICONTROL-CEGA, allegado al proceso
con la reforma de la demanda (f. 99), como puede
apreciarse claramente en el escrito primigenio y su reforma;
ello por cuanto, en sus apartes se advierte petición para
derivar efecto jurídico alguno. Lo anterior, demuestra que la
decisión del Tribunal de desestimar la aplicación de la
legislación nacional a la controversia sometida a su
consideración, estuvo fundamentada en un medio
probatorio que resultaba ajeno para acreditar las condenas
reclamadas por el actor.

Se encuentra fuera de discusión que el contrato de


trabajo celebrado en Colombia el 1º de mayo de 2003, entre
el causante y la demandada, se ejecutó en la República de
Perú, cumpliendo por parte del trabajador funciones de
inspector utility. Sin embargo, del texto del mismo contrato
(fs. 25 a 27), en cláusulas quinta y séptima, las partes
acordaron regular su ejecución con base en normas del
Código Sustantivo del Trabajo; igualmente, en el adendo del
citado contrato (f. 28), en el que se pactó la prima de
esfuerzo complementario como factor no salarial, se acordó
que se establecía de conformidad con lo previsto en el
artículo 128 del CST. Finalmente, en la contestación de los
hechos de la demanda (f. 60), y en la respuesta a la reforma
de esta (fs. 123 a 123), la enjuiciada precisa que dicha
relación laboral estuvo regida por la legislación laboral
nacional.

Así las cosas, sin la menor hesitación se encuentra

36
Radicado No. 48336

acreditado, que los servicios personales prestados por el


causante, en desarrollo del contrato de trabajo admitido por
la demandada, se cumplieron en la República de Perú, pero
igualmente aparece demostrado que las partes en el
documento que formalizó el nexo contractual, establecieron
expresamente que su relación laboral estaría gobernada por
la legislación laboral nacional. Por lo tanto, se equivocó el
ad quem al haber dado por demostrado que la controversia
debía resolverse ante la jurisdicción y conforme a la
legislación laboral peruana, pues soslayó el acuerdo de
voluntades entre empleador y trabajador para que sus
relaciones laborales fueran reguladas por el CST.

Los anteriores razonamientos resultarían suficientes


para casar la sentencia del Tribunal; sin embargo, actuando
como juez de instancia, y a partir del análisis de las
pruebas que militan en el expediente, la Sala llegaría a la
misma decisión absolutoria a la que arribó el juzgado, pero
por las siguientes razones.

Conforme al escrito inaugural, el actor aduce la


existencia de una sola relación de carácter laboral a partir
del 2 de septiembre de 2002 y hasta el 1 de agosto de 2003,
entre la sociedad demandada y el padre fallecido del
demandante, para lo cual sostiene que el contrato civil de
prestación de servicios vigente entre el 2 de septiembre de
2002 y 12 de diciembre del mismo año, era aparente por
cuanto cumplía las mismas funciones que las asignadas en
el contrato de trabajo celebrado el 1º de mayo de 2003, y
que las actividades las ejercía en forma subordinada,

37
Radicado No. 48336

recibiendo de la empresa los elementos de trabajo y medios


de transporte.

La Sala no comparte la referida deducción, pues para


su análisis es fundamental tener en cuenta que, coetáneo
con el contrato civil de prestación de servicios, el señor
Carlos Orlando Rodríguez Garzón, tenía una relación
laboral con el Consorcio TECNICONTROL-CEGA, vigente
entre el 4 de septiembre de 2002 y 1º de agosto de 2003, la
que debía desarrollarse en forma permanente en la
República de Perú, conforme lo estipulaba la cláusula
Cuarta del referido contrato de trabajo (f. 102 Cuaderno
principal), al fijar una jornada laboral semanal de 48 horas,
y cuyo plazo de duración se pactó por doce meses (f.
103 cláusula Séptima), acuerdo que entre otras cosas,
fue aprobado por parte del Ministerio de Trabajo y
Promoción de Empleo del Perú, conforme se infiere del
documento que milita a folio 107, suscrito en Lima el 3
de diciembre de 2002, por esa dependencia, lo que
constituye prueba incuestionable de la permanencia de
tiempo completo del trabajador en ese país a fin de dar
cabal cumplimiento al vínculo laboral que lo unía a
dicha sociedad.

Por su parte, en el contrato de prestación de servicios


suscrito en Colombia y que inició el 2 de septiembre de
2002, los contratantes acordaron en la normativa Quinta
que el lugar de cumplimiento del contrato sería la ciudad de
Bogotá y en Chincha, Perú «de acuerdo con los requerimientos» (f.
72 Cuaderno del juzgado).

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Radicado No. 48336

Luego, aceptar que el contrato de prestación de


servicios profesionales era aparente y que encubría una
verdadera relación laboral, nos llevaría a concluir que, como
trabajador del consorcio peruano, cumplía una jornada
laboral de 48 horas semanales en Perú, y simultáneamente,
para la demandada, también acataba uno horario o unidad
de tiempo de trabajo en Colombia para la ejecución de sus
actividades de manera subordinada, lo que no resultaría
lógico ni humanamente posible, dada la distancia geografía
que existe entre uno y otro lugar donde debían ejecutarse
en parte las labores contratadas.

En cambio, emerge razonablemente posible la


simultaneidad de relaciones laborales cuando se cumplen
en el mismo lugar y sobre idéntico objeto contractual, que
es el caso de los servicios prestados en desarrollo del
contrato de trabajo firmado con la demandada el 1º de
mayo de 2003, en el que acordaron como sitio de trabajo la
República de Perú (f. 25 cuaderno principal), cumpliendo
funciones semejantes de supervisión acordadas en el
contrato de trabajo con el Consorcio peruano
TECNICONTROL-CEGA, es decir, que la actividad
desarrollada y su lugar de ejecución son los mismos.

Esta diferencia en la forma como se pactó el lugar de


cumplimiento de los servicios no permiten equiparar el
contrato de prestación de servicios con el de trabajo para
deducir que ejecutaba las mismas funciones, pues para que
el causante pudiera cumplir con la jornada horaria pactada

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Radicado No. 48336

en el vínculo laboral que suscribió con el consorcio


extranjero en Perú y con las obligaciones del contrato de
prestación de servicios, por lo menos en la ciudad de
Bogotá, debía tener flexibilidad y autonomía para
desarrollar este último, condiciones que no pueden
predicarse de una relación subordinada y dependiente como
pretende hacerla ver el promotor.

Respecto del suministro de formatos y el pago de


servicios de transporte por parte de la empresa contratante,
son acuerdo de voluntades que válidamente pueden pactar
los contratantes, pero que en sí mismos no tienen la
potencialidad de convertir un contrato de prestación de
servicios en uno de trabajo.

En este orden, la labor de «Supervisor Civil», objeto del


contrato de prestación de servicios suscrito por el señor
Rodríguez Prado con la hoy enjuiciada el 2 de
septiembre/02, en el que se obligó a «aportar sus conocimientos»
para la empresa contratante (f. 72, cláusula tercera del
contrato), se muestra como propia de las profesiones
liberales, sin que se avizore estar presente en su
ejecución el elemento subordinación y dependencia,
propio del contrato de trabajo, lo que conduce a que no
prosperen las pretensiones que de allí se procuraban
derivar, teniendo en cuenta que con dichas situaciones
se logra desvirtuar la presunción consagrada en el
artículo 24 del CST.

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Radicado No. 48336

En relación con la «prima de esfuerzo suplementario»


pactada entre la demandada y el causante por la suma de
$2´050.000, la Sala se remite a los propósitos reseñados en
la Cláusula Adicional del Contrato de Trabajo (f. 28
Cuaderno principal), según la cual «Esta prima tiene por objeto
contribuir a los gastos en que debe incurrir el trabajador por sus
actividades y especial dedicación al cargo asignado, en aras de lograr

un mejor y más eficiente desempeño de sus labores» . Conforme a

ese texto, el objeto de dicha prestación económica no es


extraña a las circunstancias dentro de los cuales debía
desarrollarse la relación laboral, si se tiene en cuenta que el
domicilio del causante era la ciudad de Bogotá y el
cumplimiento de sus funciones en otro país, esta
circunstancia entrañaba gastos adicionales que pretendían
ser morigerados conforme lo informa la cláusula. Luego,
más que retribuir el servicio o incrementar el patrimonio del
trabajador, estaba dirigida a compensar sus gastos y de esa
forma evitar una desmejora en la calidad de sus servicios
profesionales. Sobre este tópico, la Sala en la SL1798-2018,
dijo:

En este punto, juzga prudente la Sala recordar que por


regla general todos los pagos recibidos por el trabajador por su
actividad subordinada son salario, a menos que: (i) se trate de
prestaciones sociales; (ii) de sumas recibidas por el
trabajador en dinero o en especie, no para su beneficio
personal o enriquecer su patrimonio sino para
desempeñar a cabalidad sus funciones; (iii) se trate de
sumas ocasionales y entregadas por mera liberalidad del
empleador; (iv) los pagos laborales que por disposición legal no
son salario o que no poseen una propósito remunerativo, tales
como el subsidio familiar, las indemnizaciones, los viáticos
accidentales y permanentes, estos últimos en la parte destinada
al transporte y representación; y (v) «los beneficios o auxilios
habituales u ocasionales acordados convencional o
contractualmente u otorgados en forma extralegal por el
empleador, cuando las partes hayan dispuesto

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Radicado No. 48336

expresamente que no constituyen salario en dinero o en


especie, tales como la alimentación, habitación o vestuario, las
primas extralegales, de vacaciones, de servicios o de navidad»
(art. 128 CST). (Subrayado y resaltado fuera de texto
original)

Con fundamento en lo anterior, la Sala tampoco


encuentra procedente esta reclamación, y por ende, habría
lugar a confirmar la decisión de primer grado, pero por las
razones aquí expuestas.

Sin costas en el recurso extraordinario por cuanto el


tercero de los ataques es fundado.

XIII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia en
nombre de la República y por autoridad de la ley, NO CASA
la sentencia proferida el 30 de septiembre de 2009, por la
Sala Laboral de Descongestión del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Bogotá, en el proceso que instauró
RUBI ESPERANZA ROJAS en representación de JOSÉ
DAVID RODRÍGUEZ ROJAS contra TECNICONTROL S.A.
Sin costas.

Notifíquese, publíquese y devuélvase al Tribunal de


origen.

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Radicado No. 48336

RIGOBERTO ECHEVERRI BUENO


Presidente de la Sala

GERARDO BOTERO ZULUAGA

FERNANDO CASTILLO CADENA

CLARA CECILIA DUEÑAS QUEVEDO

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

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