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Hagamos patria, amemos la escuela

Hoy conmemoramos un nuevo aniversario de aquel 25 de Mayo de 1810, momento


fundamental de nuestra historia en el que los cabildantes reconocían la autoridad de la Junta
Revolucionaria y formaban de esta manera el primer gobierno patrio, dando inicio al proceso
independentista de nuestra nación.

De aquella junta convocada hace 210 años, quisiera rescatar a un personaje fundamental para
entender el proceso revolucionario y con él, algunas de sus ideas que deben interpelarnos e
inspirarnos. Este personaje es Mariano Moreno, artífice intelectual de la Revolución. Moreno,
hijo de padre español y madre criolla, formado intelectualmente bajo los preceptos de la
entonces ponderada Ilustración, tenía la plena convicción de un derecho natural con el cual
nacían todos los hombres: la Libertad, por eso se indignaba al ver la explotación de los indios
nativos por parte de los españoles y replicaba: “el capital más preciado de un reino siempre es
su pueblo”.

Cuando hacía referencia al pueblo se remitía a la comunidad que lo constituye, las personas
que comparten algo en común. Moreno era un comunalista, es decir, concebía a la sociedad
como un cuerpo, un colectivo; él creía que lo que nos une como sociedad es la virtud,
entendida ésta, como la cualidad que conduce a ceder una parte de la energía y del interés
personales para ponerlos al servicio del bien público. De aquí, surge su ideal republicano que
representa la unión comunitaria de todos los ciudadanos y todos los valores, entre ellos, la
preciada libertad. Fueron estos principios y valores los que nutrieron intelectualmente aquella
incipiente revolución.

Ahora les invito a pensar cuántos de estos valores mantenemos vivos en nuestra escuela:
¿Construimos comunidad? ¿Habitamos la escuela como el espacio en común donde se exalta el
compromiso, el respeto y la solidaridad con nuestros compañeros y compañeras? ¿Hacemos
ejercicio de la virtud? ¿Somos capaces de ceder nuestros intereses para ponernos al servicio del
otro?

Nunca debemos olvidar que la escuela no sólo es un espacio de formación intelectual y


cultural, sino que nos forma para el ejercicio pleno de la ciudadanía, que no es más que la
participación en la construcción del país que queremos. Hagámoslo inspirados en aquellos
valores que nutrieron a nuestro pueblo en la lucha por la independencia, hagamos ejercicio de
nuestra libertad guiada por la virtud para hacer comunidad, hagamos Patria.

Prof. Etchart L.M.

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