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“La libertad es el derecho que cada hombre tiene para emplear sin traba alguna sus
faculta des en el conseguimiento de su bienestar y para elegir los medios que
puedan servirle a este objeto”
El libre ejercicio de las facultades individuales no debe causar extorsión ni violencia
a los derechos de otro.
No hagas a otro lo que no quieras te sea hecho:— la libertad humana no tiene otros
límites.
Donde puede ser vejado e insultado por los sicarios de un poder arbitrario.
Donde sin haber violado la ley sin juicio previo ni forma de proceso alguno, puede
ser encarcelado o privado del uso de sus facultades físicas o intelectuales.
Donde se le impone una religión y un culto distinto del que su conciencia juzga
verdadero.
Donde se le obliga a tomar las armas sin necesidad absoluta y sin que el interés
general lo exija.
Un punto de partida
[América] “Ella no está bien; está desierta, solitaria, pobre. Pide población,
prosperidad.
¿De dónde le vendrá esto en lo futuro? Del mismo origen de que vino antes de
ahora: de Europa.”
Lo salvaje y lo civilizado
“Todo en la civilización de nuestro suelo es europeo; la América misma es un
descubrimiento europeo.
[…] Nosotros, los que nos llamamos americanos, no somos otra cosa que europeos
nacidos en América.
[..] En América todo lo que no es europeo es bárbaro: no hay más división que ésta:
1. el indígena, es decir el salvaje; 2., el europeo, es decir, nosotros los que hemos
nacido en América y hablamos español […].“
Lo que vendrá
Cómo, en qué forma vendrá en el futuro el espíritu vivificante de la civilización
europea a nuestro suelo? Como vino en todas las épocas: Europa nos traerá su
espíritu nuevo, sus hábitos de industria, sus prácticas de civilización, en las
inmigraciones que nos envíe. Cada europeo que viene nuestras playas nos trae más
civilización en sus hábitos que luego comunica a nuestros habitantes, que muchos
libros de filosofía.
[…] Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de nuestras masas
populares, por todas las transformaciones del mejor sistema de instrucción: en cien
años no hareís de él un obrero inglés que trabaja, consume, […].
El idioma inglés, como idioma de la libertad, de la industria y del orden, debe ser
aun más obligatorio que el latín k.]. Nuestra juventud debe ser educada en la vida
industrial [.1. El tipo de nuestro hombre sudamericano debe ser el hombre formado
para vencer al grande y agobiante enemigo de nuestro progreso: el desierto, el
atraso material, la naturaleza bruta y primitiva de nuestro continente.
[…] La industria es el calmante por excelencia. Ella conduce por el bienestar y por
la riqueza al orden, por el orden a la libertad: ejemplos de ello Inglaterra y los
Estados Unidos.’
Los grandes medios de introducir Europa en los países interiores [.1 para obrar un
cambio portentoso en pocos años, son el ferrocarril, la libre navegación interior y la
libertad comercial.”
[…]“Es preciso traer las capitales a las costas, o bien llevar el litoral al interior del
continente. El ferrocarril y el telégrafo eléctrico, que con la supresión del espacio,
obran este portento
Él hará a la unidad de la República Argentina mejor que todos los congresos. […]
Sin el ferrocarril, no tendréis unidad política en países donde la distancia hace
imposible la acción del poder central.”
Los siguientes fragmentos pertenecen a diversos libros escritos por Sarmiento entre
1845 y 1853.
Proyectos
Cuando haya un gobierno culto y ocupado de los intereses de la nación, qué de
empresas, qué de movimiento industrial!
[…] cien mil por año harían en diez años, un millón de europeos industriosos
diseminados por toda la República, enseñándonos a trabajar, explotando nuevas
riquezas y enriqueciendo al país, con sus propiedades.
Un modelo
‘Dios ha querido al fin que se hallen reunidos en un solo hecho, en una sola nación,
la tierra virgen que permite a la sociedad dilatarse hasta el infinito, sin temor a la
miseria; el hierro que completa las fuerzas humanas; el carbón de piedra que agita
las máquinas; los bosques que proveen de materiales a la arquitectura naval; la
educación popular, que desenvuelve por la instrucción general la fuerza de
producción en todos los individuos de una nación; la libertad religiosa que atrae a
los pueblos en masa a incorporarse en la población; la libertad política que mira con
horror el despotismo y las familias privilegiadas; la República, en fin, fuerte,
ascendente como un astro […] y todos estos hechos se eslabonan entre sí, la
libertad y la tierra abundante; el hierro y el genio industrial; la democracia y la
superioridad de los buques.”
{…] la producción hija del trabajo, no puede hacerse hoy en una escala provechosa,
sino por la introducción de los medios mecánicos que ha conquistado la industria de
los otros países; y si la educación no prepara a. las venideras generaciones para
esta necesaria adaptación de los medios de trabajo, el resultado será la pobreza y
la oscuridad nacional […]. Un crecido número de emigrantes de otras naciones que
no sean la española, la única que nos es análoga en atraso intelectual e incapacidad
industrial, traerá por consecuencia forzosa la sustitución de una sociedad a otra,
haciendo lentamente descender a las últimas condiciones de la sociedad a los que
no se hallen preparados ppr la educación de su capacidad intelectual e industrial
[.1.’
“Una fuerte unidad nacional sin tradiciones, sin historia, y entre individuos venidos
de todos los puntos de la tierra, no puede formarse sino por una fuerte educación
común que amalgame las razas, las tradiciones de esos pueblos en el sentimiento
de los intereses, del porvenir de la nueva patria.”
La matanza estaba concluida a las doce, y la poca chusma que había presenciado
hasta el fin se retiraba en grupos [.. .1 Mas de repente la ronca voz de un carnicero
gritó: —¡Allí viene un unitario!— y al oír tan significativa palabra toda aquella chusma
se detuvo E…]
—Es un cajetilla.
—La tijera!
—A que sí E…]
Que nobleza de alma! iQué bravura en los federales! Siempre en pandillas cayendo
como buitres sobre la víctima inerte!
Capítulo 1 (vol. 2)
“Es imposible dar a conocer, en los rasgos fugitivos del romance, la situación pública
de Buenos Aires después de la retirada del ejército libertador. E…] Todavía se
esperaba, en cada semana, en cada día que pasaba, la vuelta del general Lavalle
[…]. Y esta esperanza era sostenida por los periódicos y por las cartas de
Montevideo, que llegaban de contrabando dos o tres veces por semana.
[…] Pero todo caía vencido por el terrorismo. Rosas, poseedor del secreto de su
triunfo real, ya no pensaba sino en vengarse de sus enemigos y en acabar de
enfermar y postrar el espíritu público a golpes de terror. El dique había sido roto por
su mano y la Mazorca se desbordaba como un río de sangre.
La sociedad estaba atónita [..]. En menos de ocho días, la ciudad entera de Buenos
Aires quedó pintada de colorado. Hombres, mujeres, niños, todo el mundo estaba
con el pincel en la mano pintando las puertas, las ventanas, las rejas […]. La dudad
se había convertido en una especie de cementerio de vivos. […] La entrada de la
Mazorca en una casa representaba la combinación infernal de ruido, de brutalidad,
de crimen, que no tiene ejemplo en la historia de los más bárbaros tiranos. Entraban
en partidas de ocho, doce o más forajidos. E..] Y en medio del llanto, del susto y de
la muerte, a los reflejos del puñal de la Mazorca, leyó el pueblo de Buenos Aires el
bárbaro decreto del 16 de septiembre de 1840, que arrojaba a la miseria, al hambre,
a cuantos eran o quería Rosas que fuesen unitarios. De un momento a otro, millares
de familias pasaron de la opulencia a la miseria […].
[…] Pero la emigración decía bien alto que los orientales argentinos tenían derecho
a ser ayudados por la Francia hasta terminar su cuestión con Rosas, invocando la
justicia, el honor y la conveniencia. […] En esa alianza, como en muchas otras, los
poderes que la contrajeron iban a un fin común, aunque por diversos motivos e
intereses. Buscaba la Francia un tratamiento justo para sus nacionales e
indemnizaciones a ellos causados; querían los orientales la destrucción de un poder
que había atacado sus libertades y derechos, que los amenazaba constantemente
[…]; los argentinos por último, buscaban el aniquilamiento, en su patria, de un
sistema de explotación y de sangre; la destrucción perdurable del sistema
dictatorial, o de ‘facultades extraordinarias’ L. .1 querían, por fin, asentar el imperio
de la civilización y de las leyes sobre el sitial de la barbarie y la voluntad sangrienta
de un solo hombre.”
Para los hombres del 37, los males de su país se reducían principalmente a tres: la
tierra, la tradición española y los grupos étnicos locales. Solo la transformación
previa de estos factores conduciría al triunfo del progreso; por eso, de su análisis
surge también una serie de soluciones para enfrentar los problemas planteados.
Para la nueva generación, el primer mal de la Argentina era la tierra, “el desierto”,
de donde surgía el espíritu de la montonera, la banda armada que seguía al caudillo,
lo elevaba al poder y condicionaba el destino político del país.
La mejor manera para erradicarlo era desarrollar las comunicaciones, poblar las
vastas extensiones del territorio nacional y multiplicar los centros urbanos. La
solución se centraba en el fomento de la inmigración, solución que quedó
inmortalizada en la famosa frase de Alberdi “gobernar es poblar”.
La función otorgada a la inmigración también estaba orientada, para los integrantes
de la Generación del 37, a cumplir un lugar de importancia en lo concerniente a la
transformación social, en la medida que los grupos étnico de la Argentina (gauchos,
aborígenes, mestizos y españoles) fueron considerados incapaces de impulsar un
verdadero desarrollo industrial. De esta manera, la introducción de inmigrantes
anglosajones fue proclamada como la mejor forma para remediar esa realidad y con
posibilidades de provocar la modificación de los hábitos costumbres tradicionales.
La herencia colonial también fue señalada por los jóvenes del 37 como otro factor
de atraso para el desarrollo del país. Esta herencia, mantenida con vigor por las
masas rurales y los grupo conservadores, había conducido —según ellos— la
tiranía rosista, verdadera traición al espíritu revolucionario.
-Influencias europeas del patriota italiano Mazzini y del socialista utópico Saint
Simón.
Fuente Consultada:
Historia Argentina de Luchilo/Romano/Paz Capítulo 12 (Vol. 2)
e Historia La Argentina Contemporánea de Felipe Pigna y otros
Tau Anzoátegui, Víctor y Martire, Eduardo. Manual de Historia de las Instituciones
Argentinas.