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MARTA GEREZ AMBERTÍN

Imperativos del superyó


' TESTIMONIOS CLÍNICOS

'
lb, Lugar Editorial
150.195 Gerez Ambertín, Marta
GER Imperativos del superyó: testimonios clínicos.-
1ª. ed . - Buenos Aires: Lugar, 2003.
288 p.; 23x16 cm.

ISBN 950-892-078-5

l. Título - 1. Psicoanálisis
A los analizantes, pacientes,
supervisados y discípulos
con quienes realizamos
SEGUNDA EDICIÓN
la enigmática travesía por la
experiencia psicoanalítica.

Motivo de tapa:
El etomo de la llama
RENÉ MAGRITIE

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"'
JSBN: 950-892-078-5
<0 2003 Lugar Editorial S. A.
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Indice
PRÓLOGO DE NÉSTOR BRAUNSTEIN 7

PROEMIO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

l. INCÓGNITAS, DISPUTATIO Y RESPUESTAS . . . . . . . . 23


Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

II. SUPERYÓ Y FOBIAS ............... 49


l.A11g11stiayfobioe11/os11dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
2. El artificio de la fohiu en el análisis de un niiio:
el coso Daniel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
3. El cus.o Arpad ("el pec¡ue110 l,ombre gofio"!
y el envés de la /iJbia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
/J. Co11trap11nto clínico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85

III. SUPERYÓ Y NEUROSIS OBSESIVA . . . . . . . . . . . . . 87


l. La obsesión:
entre los riesgos colculudos y los riesgos del supe1)1Ó . . 89
2. Escenarios en !u obsesión: proeza y acting-out ........ 100
3. Un caso de neurosis obsesiva: del imperativo al acto ... 108

IV. EL SUPERYÓ EN UNA "NEUROSIS DEMONÍACA" ... 125


l. lntroducción a la c11estió11 del supe1yó
en 1111a '"neurosis demoníaca" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
2. Ubicación del caso: Documentos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
3. Los padecimientos de Jol,u.1111 C!,ristopl, Haitzmann .. V30
4. Posesión demoníaca y d11elo m.a!ogrado.
El Diablo en la obra de Freud ...................... 1:32
5. Due/,o, aiioranza del padre y me!ancolización ........ 1:l!i
6. Ambivalencia y parricidio:
d e '"" JI/. " a "II na d emononeuros1.s
1 o·¡em y _r,a 1
7
· ." ........... 1 1"
1 .,,

7. Lo femenino en Hailzmann . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1,1 7


8. Las t 1icisitudcs del Edipo en Hoilznwnn ...... . ..... l!i!l
9. La s11slil11ció11 del padre: tentativa y /i·uct11ra is:¡
10. D('/irio e !,isleria en Tiaitz11/Cl1111 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . l!i:>
11. Para co11c/11ir . . . . . . . . . . . . . . ................ l(j 1

V. SUPERYÓ E HISTERIA ..... ](;3


l. Más u/leí del Ec/ipo en 1111 caso de l,isteria ......... Hi!i
2. E11111ascoru111ie11/os fil 1111 caso dr !,isluia ...... . . . .. 17:¡
:J. Frie/o Kal,/o:
/u dehili<i(I(/ del s11¡w1:1•u en 1111 mito que f!Ílllo . . .. lH!i
VI. SUPERYÓ, SUICIDIO Y SACRIFICIO ............... 191
(Los suicidios encubiertos) ........................ 193
Prólogo
VII. SUPERYÓ Y PSICOSIS ....................... 205
l. La clínico de Lacun y el s11p<'1yó:
"El caso Marg11erite Jeanne (AiméeJ" ......... .. .... . 207
2. Un caso de psicosis y su e.c;tabilizació11 ............. 254 POR NESTOR A. BRAUNSTl~IN

VIII. ELLO E INCONSCIENTE, Y SUPERYÓ ...... 263


l. Ello e i11co11scie11/e: 11110 disyunción fre11diu11a ....... 265
2. lnconscienle y superyó .......................... 276
odría decirse que desde su bautismo en 1923, es decir, en
3. Co11sec11e11cius clinicas ........... ...... ....... . 281
P 75 años de existencia, el superyó ha sido un tema perma-
nente y recurrente de la bibliografía psicoanalítica. Con los mo-
dernos medios de búsqueda electrónica, por ejemplo, podría de-
cirse -y es verdad- que hasta 1994 el superyó fue mencionado
5.375 veces en la literatura de las 6 principales publicaciones de
In especialidad en inglés y se podría llegar a la conclusión de que,
siendo tan usado, es un concepto claramente definido y que los
autores saben muy bien de qué hablan y también cómo lo aplican
c'n su reflexión clínica.
Pero no pequemos de optimistas. Si tomamos sobre nosotros el
penoso trabajo de explorar esas referencias constatamos que los
autores más serios se quejan de la dificultad para pensar al su-
peryó en las distintas entidades clínicas, de lo ambiguo del con-
cepto y, lo más interesante, de un 1 ·agresivo descrédito de la no-
ción que acompaña a la decadencia del pensamiento rnetapsicoló-
gico y a las críticas sucesivas a la segunda tópica.
Bien podríamos decir que eso es lo que sucede entre los auto -
res extraños al pensamiento de Lacan y que otra es la situaciún
c'ntre los que seguimos el rigor clínico derivado de su ensei'í.nnzn.
PC'ro otra vez caeríamos en el abismo de un optimismo irref1<'X i
vo. Porque Lacan sostuvo a lo largo de su vida ideas difercnt<·s
sobre este tema, porque terminó diciendo que sus tres no eran los
tres de Freud y, finalmente, porque, habiendo dicho tanto de' l'I,
algún día de marzo de 1971, diez años antes de morir, dijo "el<' lo
único que nunca traté es del hiperyó", con lo que dejó a aucliton•s
y IC'ctores en el desconcierto más absoluto.
De modo que ni la iclc'n ni el uso del concepto tan usado y ahu -
sndo estaban clnros. l Iast.1 que' ltc,gó Marta Gcrez Ambertín y or-
d<•nó el cnmpo. En l'Í<'clo, <·11 :111do <•11 l!J!);{ y <'n rdicioncs Man:111 -
t.ial n¡wrC'ci<Í Los 1•1w1•s 1frl .\ /1/11'11 •11 ,·11 lo 1-lr11ico ¡Jsicou11ul1tic·u y
8 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
~)

en el malestar en la cultura, pudimos los psicoanalistas tener por de Lacan, tomando como extensión al pequeño Arpad de Ferenczi,
primera vez una obra orgánica que sistematizaba las referencias y añadiendo casos reveladores de su propia cosecha, consigue
y mostraba todos los argumentos con los que se había jugado por Marta Gerez Ambertín mostrar la invasión superyoica en las dife-
décadas. En ese libro señero nuestra autora mostraba que Freud rentes estructuras clínicas. Con este nuevo libro tenemos también
había atisbado desde los inicios mismos de su experiencia la exis- una nueva clínica: la clínica del deseo desde la cual es posible, a
tencia de una voz interior maligna y maldicente que perturbaba veces, negociar con la intrusión superyoica, aspecto insalvable en
los caminos del principio del placer. Con una rigurosa minuciosi- Loda consideración de un cáso psico-analítico. Desde ahora habrá
dad indicó a lo largo de 68 trabajos de Freud todos los puntos en que preguntarse siempre por el acto (y sus pasajes); en suma, por
los que se fue gestando, se evidenció la necesidad y se sacaron las la presencia del "arsenal nuclear" del superyó tanto en las psico-
conclusiones ineludibles de la existencia de esta vociferación de- sis como en las perversiones y las neurosis. Ninguna considera-
vastadora en el interior del sujeto. Nadie nunca había hecho una ción de un caso vivido en el psicoanálisis podrá considerarse inte-
revisión similar. Su investigación era espléndida tanto por los re- grada si no es después de definir cómo han incidido las voces del
sultados a los que arribaba y la claridad que arrojaba sobre el te- superyó en la estructuración del material dicho en un análisis.
ma como por el método empleado que podía servir de modelo a to- Desde hoy habrá que volver siempre a tomar en cuenta los impe-
do analista ávido de penetrar en la conceptualidad freudiana. rativos del superyó en la clínica psicoanalítica. Pocas veces se ha-
Con esa primera parte de su obra podía ella darse por satisfe- brá dicho con tanta razón, viendo lo que se logra con el segundo li-
cha y todos los lectores por agradecidos. Mas no quedó ahí. Agre- bro con respecto al primero, que este libro hacía falta y que viene
gó una segunda parte con un itinerario tan minucioso como el pri- a llenar un vacío en la materia.
mero sobre los 40 escalones en los que Lacan fue refinando una Ahora sí el material está completo ... a menos que Marta Gerez
teoría del superyó hasta culminar en una incógnita: ¿qué quiso Ambertín decida otr~'cosa y nos sorprenda con un nuevo aspecto del
decir cuando afirmó que nunca lo había tratado si estaban esos superyó al que habíamos desatendido. Lo que es seguro es que des-
40 textos que desde la tesis de 1932 hasta 1977 -¡45 años!- ha- pués de estos dos libros el superyó ya nunca más será lo que era. Y
bían mostrado sucesivamente los registros imaginarios, simbóli- en consecuencia los psicoanalistas tendremos que reordenarnos.
cos y reales de esta instancia freudiana?
Bien. Podía decirse que quedaba Las voces del superyó como DR. NÉSTOR BRAUNSTEJN
el texto de síntesis del tema que daba las indicaciones que per- México, D.F., junio de 1998.
mitían orientarse en el campo minado de la cuestión y que aho-
ra sí los analistas teníamos una referencia a la cual atenernos,
un punto firme desde donde escuchar la cacofonía reinante, esa
que tan bien se aprecia con las cinco mil y pico referencias de las
que hablamos al principio. Hubiera sido suficiente. Pero tampo-
co quedó ahí.
Y así nació Imperativos del supe,yó (Testimonios clínicos). Una
vez trabajado el concepto con todas las acepciones e incidencias
teóricas planteadas por los dos creadores del psicoanálisis encon- ~

tró Marta Gerez Ambertín que había aún una tarea fundamental
por realizar: que había que demostrar cómo func'ionaba y para qué
servía el concepto de superyó en la clínica psicoanalítica, eso que
los autores más objetivos dentro de la internacional psicoanalítica
r0conocen (]U<' cstú foltando. Volviendo sobre los casos de Freud y
11

Proemio

"La batalla y la gloria son fucilidodes; mcís


ardua que la empresa de Napoleón
fue la de Raskólnilwu. "
,J. L. RORCES

El resultado del seguimiento del superyó a lo largo de la obra


fre udiana indica que dicha instancia no sólo avasalla al supuesto
dominio del yo y a las ingeniosamente cifradas formaciones del
inconsciente, sino que comanda insensatamente e impele del go-
ce a lo peor.
Aun muchos años antes de su nominación en 1923 la clínica in-
dica a Freud que es preciso atender, y referir de alguna manern,
a ese "cuerpo extraño y traumático" que, enquistado en lo más ín -
timo de la subjetividad, hostiga implacablemente. La figura de la
autopunición resultó apropiada para pre-nominar al superyó y
ciar cuenta de los actos de fracaso que inexorablemente emer-
ge n desde lo más íntimo y -a la vez- lo más ajeno del sujeto.
La causalidad psíquica que inaugura el discurso freudiano d(;jn el<·
lado, de esta manera, la pura exterioridad que antaño dominaba :1 l:1
s ubjetividad e implica, por fin, al sujeto en su destino. No será, así, 1111
mero resultado de una causalict3-d exterior que lo maneja sino (]lH',
d0sde la causalidad psíquica, está implicado en sus deseos, sus :1etos
y sus claudicaciones. Los actos de fracaso a los que precipita el supe•,·
yó, o la rebelión contra ellos imputable al deseo inconsciente, no srni
el resultado de perturbaciones del sistema nervioso en lo que se cono
ce como ataxia, ni de un quimismo mal-humorado, ni de posesio1ws
demoníacas, ni de manipulaciones del oráculo, o de extravagnntc's
embrujos, o resultado del movimiento de los astros, o del puro azar.
Paradojas del descubriinie'nLo f'rcucliano, mientras proclrnnn ni su
j<'f,o del inconsciente' :11 q11<• le• <'011C·i<·riH' por un lado un s:ibc'r no s:1hi
MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPJ,ll.AT!VOS DEL SUPERYÓ J:l
12

do, asevera, al mismo tiempo, que hay una responsabilidad que cabe 11uevos rostros, nuevas aristas, nuevos ardides se presentan como
a ese sujeto en su acto y su decir; el destino, por tanto, no le es ajeno. obstáculos a la clínica psicoanalítica y en estos obstáculos el su-
Obviamente no estoy planteando la autonomía del sujeto, sino, peryó tiene un lugar privilegiado. Los casos que presento aquí: d('
más bien, su responsabilidad de involucrarse en sus dichos y en l•'reud, de Lacan, de Ferenczi y los de mi propia práctica clínica
sus actos; en última instancia, de subjetivizarlos, interrogando el dan cuenta de esas sorpresas y de las respuestas a las que es po-
lugar que le cabe en relación a ellos pese a su incertidumbre sub- sible apelar desde la clínica psicoanalítica.
jetiva o, más claramente expresado, interrogando desde esa mis- A manera de introducción, y como un llamado para que el lector
ma incertidumbre las encrucijadas de sus deseos y goces. pueda sopesar la incidencia de la temible instancia, tomaré de Psi-
Es en esa encrucijada que la formulación del superyó se impo- rnpatología de la vida cotidiana (Freud, 1901) uno de los ejemplos
ne a Freud a partir de los atolladeros que este le genera en tanto que considero configuran el paradigma de las consecuencias clíni-
desbarata incesantemente el campo la clínica. cas de la autopunición. Extrañamente, no es uno de los lugares co-
munes a los que suele recurrirse en Freud para tratar la cuestión
II dd superyó, sin embargo, ya en 1901 traza desde allí su ABC.
Al ocuparse en ese texto de las torpezas -uergreifen- enfatizt1
Ya en el nacimiento del psicoanálisis es la clínica la que indi- que algunas de ellas no tienen graves consecuencias, pero otras
ca a Freud que "la histeria de terror" del cincelador Augusto P. pueden hacer peligrar la vida misma del sujeto. Traza entonces
(1886) está íntimamente vinculada a las auto-represalias que se una íntima correlación entre las "autolesiones semideliberadas" y
enquistan en la semiparálisis que sufre el cuerpo de aquel joven; lns "autoaniquilaciones semideliberadas" las que muchas veces son
que el destino de persecución y de ser notado de los paranoicos <·ncubiertas atribuyéndolas al resultado del "azaroso infortunio".
(Freud, 24/1/1895) se vinculan con hostigantes reproches; que la Aunque resulte sorprendente no podemos dejar de resaltar
"escrupulosidad de la conciencia moral" (Freud, 1/1/1896) de los que las torpezas, en su dimensión de autolesiones o autoaniqui-
obsesivos surge de los autorreproches y que los delirios de hiper- luciones semideliberadas, no son sino otro nombre del superyó en
culpabilidad de los melancólicos tienen su fuente, también, en fa- la obra freudiana. Asimismo, debemos puntualizar que, nueva-
tídicas autoinculpaciones. Todos tienen en su raíz un factor co- 111pnte Freud, aquí, pone el acento en la responsabilidad que •le
mún que los promueve y que Freud inicialmente referirá desde la rnmpete al sujeto de interrogarse por sus torpezas y las conse-
autopunición y el castigo para darles luego el nombre de impera- C"uencias de las mismas. La causalidad psíquica otra vez es pues-
tivos del superyó (Freud, 1923). ta sobre el tapete: los "accidentes" no son efectos ni del azar ni el<'
los oráculos. Si "accidente" -del latín accidere- es eso que cae on
Nadie está libre de los azotes del destino, o mejor dicho, de cima del sujeto, "lo que cae" no es ajeno a él, no responde a unn
los azotes del superyó que asume, en la clínica psicoanalítica y pura causalidad extrínseca. De una u otra manera el sujeto ('sL:i
en la psicopatología de la vida cotidiana, los más diversos ros- i11volucrado, ya sea desde el f ampo del deseo inconsciente o dC'S ·
tros, los más disímiles semblantes; sin embargo, convergen en de el campo del goce superyoico.
un observable clínico común: el fracaso. Superyó y fracaso
configuran esa aciaga confluencia que anida en la subjetividad. III
Freud, Lacan, Klein han respondido desde su teoría y desde su
clínica a esta explosiva combinación que convive en nosotros, a Un pequeño ejemplo clínico de Freud ilustra claramente la in-
esa parte de nuestra vida que, corno dice Lacan, "no quiere cu- cidencia de los imperativos del superyó en lo que conocemos como
rarse" e impele al malestar. C'I campo de las torpezas o los accidentes. Es aquí cuando se pro-
Pese a los quince años que he dedicado a su estudio, el super- duce un viraje en lo que atañe a la posición del sujeto, pasaje dos -
yó no dej8 de sorprenderme-lo real nunca deja de sorprendernos-, (k In posición de simple víctim.i :1 In do rc'sponsable allí done!('
ll\ll'EllATIVOS OEL SUPERYÓ 1f)
14 MARTA GEREZ AMBERTÍN

puede subjetivizar su acto, y es lo que puede resaltarse a partir c·1011 es porque algo hay en ese significante que, imperativo, re-
del ejemplo que brinda Freud: suena como imposición. Necesariamente el castigo debe recaer
so bre ella y en sus piernas las que, sin duda, le deparaban activi-
"Una joven seíiora se quiebra los huesos de una pierna al vol- d;1des placenteras ... en principio el baile y algo más ya que la im-
car un carruaje, de modo que debe guardar cama durante sema- putación dice: "Has vuelto a portarte como una puta", es decir,
nas; llama la atención la falta de manifestaciones de dolor y la 11110 uez más, lo que claramente remite a otra escena fantasmáti-

calma con la cual sobrelleva su desgracia. Ese accidente es el ('il que la incrimina más allá del baile.
prólogo de una larga y grave neurosis, de la que finalmente sanó La paciente de Freud no cuestionó la inculpación. No puso en
mediante psicoanálisis. En el tratamiento me enteré de las cir- 111ovi miento la dialéctica de la cadena significante y su múltiple
cunstancias concomitantes de aquel accidente, as[ como de cier- «'Í<'C'to de significación en la dirección del deseo insatisfecho. En
tos sucesos que lo habían precedido. La joven seiiora se encontra- Lodo caso, aisló la imputación en el campo de un enunciado inar-
ba con su marido, hombre muy celoso, en la finca de una herma-
na casada y en compaiiia de sus restantes y numerosos hermanos
111onico y hostil y, en una dimensión traumática, el castigo auto-
y hermanas, con sus respectivos cónyuges. Cierta velada, hizo ga- provocado la pacificó de su crimen pues tomó con verdadera cal-
la en ese circulo intimo de una de sus habilidades: danzó el can- 111:1 , casi se diría con agrado, su desgracia.
cán de acuerdo con todas las reglas, con gran aplauso de sus pa- En suma, no llegó a dialectizar la imputación por las vías de
rientes, pero escasa satisfacción de su marido quien después le l:1s formaciones del inconsciente: un síntoma como simulacro y
cuchicheó: <Has vuelto a portarte como una puta>. La palabra s ustitución -v. gr. una parálisis pasajera-, un suefi.o, una inhibi-
dio en el blanco: si la causa fue el baile mismo o algo más, dejé- <·1011 transitoria, es decir, un posible montaje por donde circulara
maslo sin resolver. Esa noche durmió intranquila; a la maiiana <·I significante "puta". Significante desarticulado de la cadena sig-
siguiente anhelaba dar un paseo en coche. Pero ella misma eligió
nificante que arremetió en la dimensión de imperativo cruel del
los caballos, rechazó una yunta y pidió otra. La hermana másjo-
ven quiso que su bebé viajara en el coche en brazos de su nodri- s upC'ryó y disparó contra su cuerpo, contra sus piernas. La pa-
za; ella se opuso con energía. Durante el viaje se mostró nervio- ('it'tlle sólo pudo apelar al castigo bajo los dardos de una autoani-
sa, avisó al cochero que los caballos se asustarían, y cuando los qu ilación semideliberada que, extrañamente, la pacificó tempora-
inquietos animales realniente opusieron en un momento algunas ria mente, a la manera de: ¡Has recibido lo que te merecías!
dificultades, aterrorizada saltó del carruaje y se quebró la pier-
na, en tanto que los que permanecieron adentro resultaron in- IV
demnes. Si tras descubrir estos detalles no podemos ya dudar de
que este accidente fue en verdad una escenificación no dejaremos
Porque considero que la clínica suele poner en jaque a la teo-
de admitir la destreza con que el azar fue constreiiido a impartir
un castigo tan adecuado a la culpa: durante largo tiempo estuvo ya que por un lado la interroga en lo que no dice, y por otro
f'lil ,

impedida de bailar cancán." (Lo subrayado es nuestro) (Freud, configura el escollo ante el cual la teoría trastabilla, he querido
1901, pp. 176-77). <~11 este libro jerarquizar los impasses de la clínica psicoanalíticn
;111tC' los imperativos del supefyó .
En el ejemplo, esa "palabra que dio en el blanco", es un impe- Cnda uno de los casos clínicos aquí construidos y desarrolla-
rativo del superyó que domina, comanda y sitia. Esa palabra dis- dos, los de Freud, Lacan, Ferenczi y de nuestra propia práctica,
pone sobre la subjetividad de la dama bailarina, y como una fle- n'quirió de la re-invención del psicoanálisis ya que, uno a uno, po-
cha acusa: ¡Puta! Obviamente la acusación va más allá del baile, 111an en jaque no sólo a la teoría psicoanalítica, sino al analista
pero logra sentar a la dama en el banquillo de los acusados para 111ismo en tanto lo arrojaban contra las cuerdas del deseo, del úni-
que ella misma busque un castigo proporcional a su culpa. co deseo que anima al acto psicoanalítico, el de analizar apostnn-
Si el cuchicheo del marido logra convertirse en una acertada do al deseo inconsciente en la neurosis y al trabajo por las vías
acusación -generando un inmediato sentimiento de autoinculpa- dc'I delirio en el tratamiento posiblC' d<' In psicosis.
16 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMl'EHATIVOS DEL SUPEHYÓ

Pero he aquí que los imperativos del superyó operan destru- n•nl hace obstáculo a la clínica e instila en ella el malestar del que'
yendo la dialéctica del deseo inconsciente en neurosis y el traba- 110es posible librarse porque es consustancial a la subjetividad.
jo del delirio que pone límites a los fenómenos elementales en la
psicosis. ¿Cuál, entonces, el recurso al que es posible apelar en la Los imperativos del superyó no son sino imperativos de goce•
clínica psicoanalítica frente a los imperativos crueles del superyó? <'ll los que el sujeto se abisma más allá del deseo inconsciente. Ln
Esa, exactamente esa es la pregunta que sobrevuela cada uno de <'I i nica psicoanalítica, clínica del deseo, encuentra en este su brú-
los casos y la que intentamos responder desde el trabajo analíti- .1uln y los resortes para negociar con la espinosa instancia qul'
co en ellos. :i(.(•11ta contra todo sostenimiento de la dialéctica significante y
Los imperativos del superyó tienen múltiples consecuencias ob- conLra la pervivencia de la subjetividad. El imperativo de goce su-
servables que recorren de un extremo a otro la experiencia clínica p<'ryoico precipita hacia la desubjetivización, en tanto lo real acc>-
bajo diferentes nombres -fracaso, neurosis de destino, empeora- l'lrn pnra degradar al sujeto a la condición de objeto, ora descn
miento en la cura o reacción terapéutica negativa, culpas estrafa- 111:ircando al fantasma en la neurosis, ora arrojándolo hacia C'I
larias que precipitan en la autopunición o el suicidio, "delirio de :1v¡1snllamiento de un Otro gozador en la psicosis.
ser notado" en paranoia, "delirio de insignificancia" en melancolía, Cnda uno de los casos que presentamos en este libro dice que'
rasgos de carácter, sueños autopunitivos y pesadillas, hiperrepro- <·s dC'sde la clínica del deseo desde donde se vislumbran las pisLns
che e hiperculpabilidad en obsesión, sometimiento sacrificial en :d <•ndiendo la singularidad de cada caso- a seguir para regn
histeria, "debilidad del superyó" en las mujeres, satisfacción ma- 11•n r deseo por goce, esto es, regatear desde la lógica del signifi-
soquista en perversión, necesidad de castigo, compulsión de repe- rnn t.c, ante los avatares de lo real a la que someten los imperaLi-
tición, duelos no tramitados (impedidos, congelados, patológicos), vos discordantes o interrumpidos del superyó.
sometimientos, y crímenes insensatos, humor negro etc.-, pero,
fundamentalmente le cabe un nombre: envés del deseo. V
Plantear al superyó como envés del deseo inconsciente permi- l•:n el Cap. I (Introducción) presentamos los enigmas que sur-
te centrar la cuestión de la relación de los imperativos del super- g<•11 desde la teoría y desde la práctica clínica en relación al super-
yó con la clínica psicoanalítica. Y es que la clínica psicoanalítica
yo; cfpsandamos ciertos lugares comunes de una sub-versión semio-
está del lado del deseo, no opera sino desde el deseo, y por ello se
f 1cializada que distorsionó el concepto trazado por Freud; puntun-
enfatiza en transferencia, lo cual da la verdadera orientación a la 1 izamos nuestras hipótesis fundamentales en torno a la cuesLión
dirección de la cura o al tratamiento posible de la psicosis. El de-
clt•I superyó en Freud y Lacan y, finalmente, damos cuenta de nucs
seo hace al proceso de la tramitación de la cura en tanto promue- "' lógica de procedimiento y éLi
1rn concepción acerca del lugar, valor,
ve el decir y el acto.
<'n que aLañe la presentación del caso clínico en psicoanálisis.
"Si el análisis tiene un sentido, el deseo no es más que lo que sos-
tiene el tema inconsciente ... " (Lacan, 1959-60, Sem. VII, p. 380). 1•:n el Cap. II dedicado a "Superyó y fobia" abordamos la in
cidPncia de los imperativos del superyó en las vicisitudes de l:1
Deseo e inconsciente, axis fundamentales de la clínica psicoa- nngusLia y de la fobia en niños, a la vez que desarrollamos nues
nalítica, pero, ¿qué del superyó, escoria de las formaciones del in- Lrns premisas básicas acerca del lugar que le cabe al niño corno
consciente y envés del deseo? ¿Cómo plantear en la clínica una s ujPLo en la experiencia analítica. A partir de allí presentamos In
instancia que, precisamente, corroe al inconsciente estructurado consLrucción del caso de un niño desde nuestra práctica clínica,
como un lenguaje, por ende al lazo social y, por tanto, obstruye y <'. ti d que damos cuenta de la formación del artificio de la fobia en
destruye la transferencia? Sin duda, como aquello que desde lo <'I t.rnnscurso de un aná lisis. El "caso Dnnic,J" nos permitió dcsLn -
18 MARTA GEREZ AMBERTÍN 11\11'1•: lt/\TIVOS Dl, L SUPERYÓ rn

car a la fobia como "Tótem negativizado" según la teoría freudia- dianas sobre el caso dan cuenta de la relación entre el duelo sus-
na y verdadero envés de los imperativos del superyó. p<'rHlido y el superyó. La locura de posesión demoníaca del pintor
La construcción del "caso Arpad" de Ferenczi, que Freud pos- 110 <'s sino uno de los semblantes de la histeria en su versión mc-
tulara como un caso de "totemismo positivizado" en un niño, per- l:111colizada. Las vicisitudes del Edipo, el desfallecimiento de la
mite descubrir que, para él, el totemismo positivo en un niño no f'1111ción de los Nombres-del-Padre como consecuencia del duelo
es sino otro nombre del superyó, al tiempo que da cuenta de los s 11spc'ndido, y las peculiaridades del delirio histérico, permiten di-
obstáculos que presentan a la clínica los imperativos del superyó fi·n'nciar la estructura de la neurosis de la estructura psicótica y
en un caso de neurosis infantil no decidida, lo cual me animó a 1·011( rnponer su posición subjetiva con la del presidente Schreber.
realizar un contrapunto clínico entre el caso Daniel y el caso Ar-
pad con el propósito de destacar el posible regateo desde el goce En "Superyó e histeria" -Cap. V- presentamos dos casos de
fálico y desde el deseo inconsciente con los imperativos del super- 1111<'stra propia clínica y un ensayo sobre Frida Kahlo. En cada
yó en el primero, y del fracaso parcial de tal negociación en Arpad 11110 ele los casos, y desde una modalidad diferente, los riesgos ck
que, de alguna manera, queda entrampado en una rir1a con el pa- 1:, intrusión superyoica determinaron que se privilegiara, en la
dre priuador que no parece encontrar límites ni pacificación. dirc'cción de la cura, algunos derroteros en desmedro de otros a
l'fi ,ctos de no precipitar la estabilidad del marco fantasmático
El Cap. III dedicado al "Superyó y la neurosis obsesiva" p1•rmanentemente amenazado por los imperativos de goce super-
precisó, en primer lugar, establecer nuestras premisas teórico-clí- voico . Sabemos del empeño de la histérica en su intento por sal-
nicas sobre el deseo imposible en la obsesión y la relación de ese v:i r al padre aun al precio de ofrecer su propia castración imagi-
deseo con lo que llamamos los riesgos calculados que contrapone- 11 :1ria con tal de mantenerlo inmune a cualquier estocada de la
mos a los riesgos del superyó, lo que llevó a analizar el asedio de r:, s tración. En suma, si al Otro le falta algo, será ella quien esta-
los imperativos del superyó en la neurosis obsesiva. Asedio que, r:i dispuesta a cubrir esa falta identificándose a la falta del Otro
por lo demás, es preciso diferenciar en los escenarios de la obse- ( id<'ntificación histérica). Sin embargo, en su tentación de goce, y
sión: los de la proeza y los del acting-out, imposibles de abordar 111ns allá del deseo insatisfecho, se ofrece como objeto a para cu-
sin tener en cuenta los peligros abismales del pasaje al acto. l>ri r la falta del Otro, punto donde el s~rificio histérico se aliena
Esa introducción auspició la construcción de un caso clínico de tr:is el imperativo de goce superyoico, y desborde donde la histé-
neurosis obsesiva en el que los imperativos del superyó -que en- rirn arriesga más allá del deseo insatisfecho en un goce que la de'
sordecían el deseo del analizante- requirieron de más de una as- j:i sin coartadas para engañar al llamado de la pulsión.
tucia en la dirección de la cura a efectos de no ceder a las tram- Trazamos estos derroteros a través de dos casos: el primero (caso
pas que los riesgos del superyó tendían en las extravagantes de- l•:ly) da cuenta de un fin de análisis donde la histérica, por los wri
mandas del analizante, esto es, pedidos y sanciones por los sen- <'ll<'tos de la travesía del fantasma, logra ir más allá del Edipo 11u11
deros del acting-out. En el pasaje de los imperativos superyoicos q11<', es preciso puntualizar, no sin riesgos. El otro (caso Raqu<'I l
a la formación de síntomas y en la dirección del acto analítico, 111:mticne prácticamente una dirección de la cura contraria a la 1111
discurren las vicisitudes de un análisis que en función de los re- l<'rior, porque allí donde lo real aparecía escandalosamente era J>I'<'
cursos del deseo del analizan te, puesto finalmente en ju ego, devi- 1·1so recurrir a un enmascaramiento por los caminos de los NombrC's
no un viraje de su destino. d<'I Padre y bajo los semblantes del amor, precisamente donde el ob-
jl'lo u insistía en acosar al cuerpo desde los imperativos del su¡wry<Í.
El Cap. IV sobre "el superyó en una <neurosis demoníaca>: l ,:i sintomatización, o los recursos de las formaciones del inconscic'n
Haitzmann o una melancolización histérica" -pese a las limi- 1<', hicieron posible cifrar el goce poniendo limites a la estrafalaria
taciones del material a partir del cual Freud construye dicho caso- :ipuesta al sacrificio. Sin embargo, lo real estableció límites a unan;\
es de incalculable valor teórico-clínico en tanto las hipótesis freu- lisis (lll(', vc'rcladcrnnwnt<', <'11 Lodos sus l.r;in10s fu(' inospc'rado.
20 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMl'J•;1wnvos D8L SUP8RYÓ 21

El ensayo sobre la Kahlo ubicado luego de la presentación de do a realizar un recorte especifico de las mismas. Desde ese
dos casos clínicos de histeria fue apenas una tentación -que ob- LPxto mantenía una deuda en lo que atañe a despejar, y al mis-
viamente no tiene el estatuto de caso clínico- de escribir sobre 1110 tiempo complejizar, el alcance de esos conceptos. A su vez,
Frida. Y es que tal aliciente tiene que ver con los recursos de la <'orno es el capítulo que concluye un trabajo que trata sobre la
pintora para encontrar la coartada femenina por excelencia para cl1nica psicoanalítica, entendí conveniente dar cuenta de las
desasirse de los imperativos del superyó. <'onsccuencias clínicas de dichas disyunciones, tanto desde los
Ln's de Freud (Yo, Ello y Superyó; y lo inconsciente desde lo es-
En "Superyó, suicidio y sacrificio" -Cap. VI- abordo el cos- LrncLural, dinámico y descriptivo) como desde los tres de Lacan
tado más enigmático del suicidio: el de "los suicidios encubiertos"; ( l{<',d, Simbólico e Imaginario). Una lectura de los casos clínicos
esto es, aquellas muertes achacadas a las torpezas o actos sinto- nq u í presentados teniendo en cuenta las consecuencias clínicas
máticos en los cuales el sujeto queda reducido a la mera condición d<' la disyunción entre Ello e Inconsciente y Superyó e Incons-
de víctima de la casualidad. Considero que, desde la clínica psicoa- <'i<'tlle hace posible establecer una propuesta más sólida y un
nalítica no es posible sostener esa posición de víctima, pues si como p11c'nLe entre la teoría que dice y la clínica que increpa, pero hace'
sujeto responsable se involucra en sus actos subjetivizándolos, re- ,d decir. Este libro arriesga justamente ese decir.
husa entramparse en la fascinación de las "acciones sacrificiales"
que lo objetalizan. Por último quiero destacar mi reconocimiento hacia un lector
Del seguimiento de la lógica sacrificial en Freud y en Lacan se i 111 placable y crítico que me acompañó con su lectura, sus pro-
arriba a la correlación entre esa lógica, el superyó y el suicidio. p11pstas, sus comentarios y sus witz durante la escritura de cada
Un fragmento de un caso clínico de Freud permite trazar las coor- uno de estos capítulos, al mismo tiempo que supo estimular ama-
denadas clínicas que remiten a sacrificio, suicidio y superyó. l>l<'mente mi anhelo de no ceder en mi deseo de decir desde la clí-
nica eso que la teoría no dice. Néstor Braunstein fue un infatiga-
En "Superyó y psicosis" -Cap. VII- trabajo dos casos, uno de 1>1<' compañero de ruta en esta travesía por los laberintos de los
la clínica incipiente del Dr. Lacan que reconozco como el "caso Mar- imperativos del superyó en la clínica.
<'\
guerite Jeanne (Aimée)", y otro, de una estabilización psicótica to-
mado de nuestra clínica. En ambos los "imperativos interrumpidos
del superyó" revelan las voces extraviadas que deambulan como
parásitas en la subjetividad del psicótico y son la manifestación clí-
nica de la beligerancia del goce del Otro, a cuya arbitraria merced
queda el psicótico.
Los recursos del delirio en ambos, a pesar de sus marcadas di-
ferencias, permiten reconocer la estabilización de la psicosis, una
apuesta a su tratamiento posible aun cuando no pueda hablarse
Ueferencias Bibliográficas
en ellos de cura psicoanalítica.

Finalmente, el capítulo dedicado a "Ello e Inconsciente, y 111( 11d. S. ( 1886b) Obs en,ac ión ele 1111 cnso scL1ero ele heminneslcsia en 1111 11w (111
0

Superyó" -VIII- me permitió trabajar, fundamentalmente /1islérico. l. Bs.As.: Amorrorlu. 1982.


l· 1rnd . S. [24/1/1895) Manuscrilo 11. l. Bs.As.: Amorrorlu. 1982.
desde el texto freudiano, las diferencias entre Ello e Incons-
I· n·11<l. S. [ I / 1/ 1896) Man use rilo K. l. Bs. As.: Amorrorlu. 1982.
ciente y desde allí las diferencias entre Superyó e Inconsciente, l· r<' 11cl. S. ( 1901) Psicopuloloyín ele lo 11idn colidiann. VI. Bs.As.: Amorrorlu. l 97(i.
0

categorías que provocaron algunas confusiones en mi libro Las i'ffllCI. S. (1923) El yo y el !:'llo. XIX. lls. As. : Amorrorl11. 1979.
uoccs del superyó ya que verdaderamente no me había dedica- L,H·,111. ,J. ( 1959 60) Seminario Vil. /,<1 í'/irn riel Psicorm(disis. Bs.As.: l'c1iclós. l!JHH.
..

Capítulo I
1

Incógnitas,
1
disputatio y respuestas

~~. -

4l

11 1,

,. . ... . . ,. . .,. .,. .,·,.. ··· ·········· · · ·,. ·,. ,. _,, ,., ,. .:· · ., . . . . . J
1M 1'1-:HATIVOS DEL SUP8RYÓ 25

l ntroducción
"Yo habla comprendido hace muchos wfos
que no hay cosa en el mundo
que 110 sea germen
de un Infierno posible."
J. L. BORGES

l•:NIGMAS EN TORNO AL SUPERYÓ

1,:, cuestión del superyó abre innúmeros interrogantes desde la


11•11n: 1y desde la clínica psicoanalítica, y los enigmas en torno al tema
l 11•1H'll como punto de partida la compleja y frondosa obra freudiana.
Son múltiples las paradojales formulaciones freudianas en re-
l.l<'io11 al superyó, pero fue el mismo Freud quien transmitió que,
.,,ti,<· l:1s paradojas, los psicoanalistas no deben retroceder sino
¡u,, · <'I contrario, se puede sacar partido de ellas si nos animamos
:1 d1:il1•ctizar sus formulaciones e interrogar los efectos de verdad
q I I<' <'S posible hallar tras las contradicciones.
Si una paradoja presupone que dos consecuencias opuestas de
111111 nii sma premisa son verdaderas, Freud ha demostrado, en nu-
1111 •rosos tramos de su teoría y de su clín~a que, muchas veces, el
pH11·0:in ,1lisis hizo sus progresos no sólo soportando el tránsito a
1, :1v1•s ele paradojas, sino espoleando a las mismas para producir
11111 •vos hallazgos teórico-clínicos.
1,;,, contraste con esto, una de las sorpresas con la que tropeza-
11H1:- 1 al trabajar los desarrollos en torno al concepto realizados por
,,,,whos de los postfreudianos es, justamente, que soslayaron las
p:11·: 1dojas freudianas o las desplegaron descuidando su dialéctica
p:i rn Lerminar ofreciendo una versión oficial y uniforme que, pre-
l 1 'l td iC'ndo mostrar coherencia, borraba las huellas de las parado-
1,1i,, la riqueza que guardaban las mismas y renunciaba, por tan-
111 , n sncar fruto de la complejidad que ellas abrían . .
l•:s ta dificultad se hace patente en una serie de reduccionismos
.il q11c• fue degradado el concepto; trataremos varios de ellos más
:1d< l:1nLe , por ahora resaltaremos dos, acaso por ser los más cono-
1

' ,dos y de mayor circulación en la literatura psicoanalítica.


1>or un lado se insiste con la aseveración: el superyó es el resulta-
i/11 de• lo iclentificoció11 pu tema. Si 1:1 misnrn fuera apropiada, el abor-
1~11 'EHi\TIVOS J)l(J, SUJ>l-:RYÚ
26 MAKTA GEREZ AMRERTÍN 2

daje del superyó en la clínica no presentaría la tremenda dificultad 1>or otra parte, los textos freudianos insisten en la relación en-
que se advierte en la experiencia analítica día a día: la clínica de las 1n• suppryó y formación del carácter, ¿por qué, entonces, la mayo-
identificaciones -que se soporta en la dialéctica del significante- 11:1 <i<· los autores toma el tema del carácter desvinculándolo del
mantiene una distancia abismal con los obstáculos que la cuestión ,, 111 ><·ryü y centrándolo sólo en las identificaciones y el Edipo? ¿Por
del superyó impone a la clínica desde lo real. Y por ello entendemos q111· al trazar las diferencias entre "la formación del carácter" y la
que, entre las hipótesis referentes al superyó y las referentes a las "fi,nnación del síntoma" acentúan la cuestión identificatoria dan-
identificaciones, se abre un campo de complejidad que es preciso in- <1<1 p1·<·Pminencia al yo y excluyen la cuestión del superyó?
dagar para lo cual resulta imprescindible adentrarse en él.
Por otro lado se afirma: el superyó es heredero del complejo de /\si mismo, la práctica clínica nos enfrenta día a día al apego de
Edipo haciendo caso omiso a la otra herencia que Freud resalta 1111wilos pacientes a actos de fracaso, a su atrincheramiento en
implacablemente -la del Ello-, con lo cual tanto se parcializa un 1111 :1rnmpulsión de repetición siempre conducente a lo peor, lo que
enunciado, como se deja sin respuestas las aseveraciones de 11<1 d:i sino pensar que una parte de su ser se amarra a aquello
Freud relativas al efecto traumático de das Ding en el niño; el es- 1111<· l•'r<'ud anunciaba como una de las consecuencias clínicas dc'I
trecho lazo que vincula los conceptos de superyó, inconsciente, 11p1•ry6: el apego no sólo a la enfermedad sino al empeoramiento
pulsión de muerte y masoquismo; las de Melanie Klein sobre el d, • l:1 <·nfermedad.
Edipo temprano y el superyó primordial; y las de Lacan referidas
a los imperativos de goce del superyó. 'l!ldos estos enigmas tienen, a su vez, repercusión en el campo
Estos reduccionismos tienen, a su vez, consecuencias clínicas d1 • l:1 L0cnica psicoanalítica: ¿Cómo incide el superyó en el análi-
que llevan a la confusión. Así, en lo relativo a las estructuras clí- i:."' ;.Cómo en la transferencia? ¿Cuál el lugar del analista en la
nicas, restringir el superyó exclusivamente a una herencia del d I r<·<Tión de la cura? ¿podría encarnar la figura feroz del superyó?
Complejo de Edipo deja fuera de su incidencia a la psicosis y, en- ,., 1111• consecuencias tendría esto en un psicoanálisis? Por lo demás,
tonces, se abre una encrucijada: ¿el concepto abarca o no abarca y l«•ni<'ndo en cuenta la "resistencia" del superyó -que Freud lla-
a la psicosis? En este último caso el modelo teórico del aparato 111 :1 n•acción terapéutica negativa- ¿cómo ~frentar dicha resis-
psíquico de Freud quedaría invalidado en tanto excluiría al con- 11 1lf'itt? y ¿qué lugar otorgar a la misma en relación a la culpa y a
1

junto de sujetos que responden a la estructura psicótica. 111 111•<·<•sidad de castigo? ¿es posible desculpabilizar en la cura?
<.C'uül la relación del superyó con el síntoma, con el acting, con el pa-
Se agrega a esto que el lugar del superyó en las estructuras clí- 1.w :il ado? Más aún, ¿cuál el emplazamiento del superyó en el análi-
nicas neurosis - perversión - psicosis resulta impreciso. ¿Por qué ,,,, 1·rn1 niños? ¿tiene acaso un lugar distinto al del análisis de adultos?
algunas orientaciones desechan no sólo la incidencia del superyó
en la psicosis sino también en la perversión? El perverso es defi- l<'i11almente, en la transmisión del psicoanálisis, y en lo que'
nido ora careciendo de superyó, ora poseyendo un superyó débil. 11111·1• a la formación de los analistas, se presentan verdaderas di
Nuevamente el enigma: si algunas estructuras clínicas son ajenas ri,·11 It adc>s cuando de transmitir la compleja conceptualización
a la incidencia del superyó en la subjetividad, entonces, o el mode- lr1•11diana y lacaniana del superyó se trata. Un leit motiu parece'
lo freudiano no puede generalizarse a toda estructura psíquica de 1·11 ~;o rdPcer a la mayoría de quienes hacen su formación: ya saben
la subjetividad, o Freud refiere la incidencia del superyó sólo a la q111• c•I superyó es condición de normativización del sujeto y resul-
nP.urosis y, desde allí, intenta aplicarla a las otras estructuras !o l.1do dP la identificación con los padres. ¿Cómo ha logrado impo-
cual supondría un forzamiento del concepto. Pero, si es así, debe 11<•rs<· una versión cuasi oficial y no freudiana del concepto? Algu-
replantearse todo el modelo del aparato psíquico freudiano de la 11:1 t rndición genealógica de lectura seguramente ha calado muy
segunda tópica, esto es, yo - ello - superyó, en cuanto resultaría l1ondo en su formación para encontrar este estribillo en muchos
insuficiente para ser aplicado a todas las estructuras clínicas. 1111:distas en formación tanto c'n PI pnís como en el exterior.
28 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1M l'EHATIVOS DEL SUPERYÓ 29

2. DISPUTATIO E INCÓGNITAS RESPECTO AL SUPERYÓ e) heredero del Complejo de Edipo, da cuenta de la realidad.
Representante de la realidad exterior y normativizante;
Se impone un recorrido sobre la producción teórica relativa al d) ajeno al carácter;
superyó en los psicoanalistas postfreudianos para indagar, a par- (') "amoral" que debe ser domesticado;
tir de allí, sus consecuencias en la práctica clínica y en la técnica. f) ausente o debilitado en perversión;
Advertimos que los desarrollos teórico-clínicos de Melanie u) asimilado al síntoma;
Klein y Lacan se mantienen muy próximos a las complejidades h) aliado de la transferencia;
conceptuales y a las paradojas que la formulación del superyó i) ,nasculino o femenino;
presenta en la teoría freudiana. En otros autores -de diversas j) asegurador del éxito;
orientaciones-, en cambio, la conceptualización se simplifica y to- f.,) ausente en el niño o simplemente expulsado del aparato psíquico.
ma cuerpo una versión cada vez mas parcializada. Las referen-
cias al superyó parecen apoyarse - como bien dice Elida Fernán- a.- El superyó es benévolo, amoroso y protector
dez (1987)- más en la invocación a Freud que en la lectura de
Freud, lo que deviene una referencia errónea o, en el mejor de los "El superyó es el heredero de los padres, no sólo como fuentes de
casos, parcial y simplificada. Toda la teorización sobre el superyó amenazas y castigos; sino también como fuente de protección y como
corre el riesgo de tornarse una simple vulgarización en tanto se aquel que posee un amor resguarclaclor". (Fenichel, 1966, p. 129).
hace un empleo poco riguroso de ella. Riesgo bastante alejado de
"El hecho ele complacer al superyó en sus exigencias, no sólo
la aspiración freudiana. procura un alivio, sino también sensaciones definidas ele placer y
seguridad del mismo tipo que el niiio encuentra en los suministros
Resultaría sobremanera extenso detallar aquí las lecturas que externos ele amor". (Fenichel, 1966, p. 129).
de una u otra manera son el basamento de nuestros trabajos en la
indagación del tema y que derivaron finalmente en las hipótesis "Cuando el supe1yó benigno provoca una expansión del yo, lo hace
que sostenemos sobre el superyó y en la dirección seguida para la porque en el mundo interno del individuo su r<Jjación con sus padres
escritura de este libro. Entendemos que una base no es sólo lo que bondadosos está preservada y mantenida, esto es, el yo ha asimilado
se ha tomado, es también y quizá fundamentalmente, lo que se ha sus objetos buenos y crece como resultado de esa asimilación".
desechado luego de crítica y disputatio. Por esa razón mencionaré (Heinwnn, 1962, p. 128).
brevemente las conceptualizaciones que o erróneas o parciales o
"J. Rosen (1946) describió una técnica de acercami,ento a pacientes
deficientes o incoherentes o inconclusas permitieron, posibilita- con excitación aguda, catatónicos, que se sentían perseguidos por
ron, aun más, auspiciaron a su modo las que por último adopté y fig uras amenazantes. Establecía contacto <asumiendo deliberada -
que me llevaron a jerarquizar los textos de Freud y Lacan. m ente la identidad (o identidades) de las figuras que al paciente
Son las investigaciones que han precedido a la nuestra, en las aparecían amenazantes y le aseguraba al mismo que, lejos de perse-
que de uno u otro modo abrevamos, para coincidir, para refutar, g uirlo, habrían de amarlo y protegerlo>". (Rosenfeld, 1972, p. 189).
para ampliar, para desechar o para continuar. Es lo que entende-
mos por investigar en psicoanálisis. "Es sólo cuando los temores de castración se integran a las fiwcion<>s
g uiadoras y de autocrítica de estructuras supe,yoicas en desarrollo,
Entre los autores consultados hay distintas líneas de diver-
que el supe,yó como un sistema independiente adquiere existencia.
gencia y confluencia. Los agruparemos según puntos de conver- Este sistema funcional gradualmente reemplaza la "moral arcaicu"
gencia referidos a su concepción del superyó como: representada por los temores de castración, con las "se11ales de culpo"
a) benévolo, amoroso y protector; / .. . / y los afectos depresiPos (el caslif{o por calamidades pasadas ya
b) resultado de la identificación con los padres, sexuado, consumadas, reales o fcullu sco<los!, liwulos no sólo a la cu/pu y
con{llndido con el Ideal del yo y dom,inado por el yo; re11wnlimiento, sino lru11hi< ;11 o lo ¡¡¡·,•1w11pllCÍ<Í11 sobre 1111 corroído
30 MARTA GEREZ AMBERTÍN
l~tl'l•:l<ATIVOS DEL SUPERYÚ 31

sentido de bonhomía, evocados por estructuras superyoicas integra-


"(Los diferentes mecanismos de defensa son los) determinantes
das. Estas estructuras superyoicas en desarrollo proveerán, a partir
!{Clrantizados por el yo, que contribuyen a la elaboración del super-
de entonces, funciones guiadoras y directrices progresivamente com-
yó". (Hartman11 y Lowenstein, 1.964, pp. 639-40).
plejas, e introducirán una dimensión de defensas "reparatorias" en la
conducta del núio de un orden más diferenciado, que conjuntamente
"Mediante el tratamiento psicoanalítico promovemos una fit-
lo aliviarán y protegerán, ahora sí, de la amenaza de castración y cas-
sión instintiva (Eros - Ideal del Yo con Tá11atos - Superyó) que da
tigo". (Garza Guerrero, 1989, p. 67).
lugar a una modificación del Ideal del Yo. Como consecuencia,
los aspectos exigentes del Ideal del Yo manifiestan una disminu-
"Este énfasis puesto por Freud en el aspecto severo y cruel del
l'ión del nivel de aspiració11 y un mejor equilibrio entre necesida-
superyó, determinó que se tendiera a relacionar el término "super-
<ll's y posibilidades en el individuo. Simultáneamente el Superyó
yó" casi exclusivamente con un significando persecutorio y sádico.
se hace más benévolo". (Líberman et al., Z96R, p. 285).
Si bien esto es válido para explicar la génesis de las neurosis y psi-
cosis, como así también la particular gravedad que pueden alcan-
"O, para ser nicís preci.so lo diré de este modo: "Ideal del Yo" y
zar las mismas debido al carácter sádico del Superyó, se debe te-
"Supe,yó" probablemente designan o, para decirlo apelando a la ter-
ner en cuenta la existencia de otros aspectos positivos y protectores
111inología de la lingiiística denotan una misma instancia. Ella es
del Superyó que son de suma importancia en la evolución del in-
su referente. Pero la connotan, vale decir, la dibujan y califican con
dividuo para su buen desarrollo mental y su salud psíquica".
un perfil diferente. Este es su significado". (Abadi, 1.98.'1, p. 513).
(Grinberg, 1972, p. 58).
"Es sólo cuando los temores de castración se integran a las
b.- El superyó como resultado de la identificación con los padres, /i1nciones guiadoras y de autocrítica de estructuras superyoicas
sexuado, confundido con el Ideal del yo y dominado por el yo en desarrollo, que el supe,yó como un sistema independiente
adquiere existencia. Este sistema funcional gradualmente rel'm-
"El superyó normal es, por regla general, un objeto introyecta- plaza la "moral arcaica" representada por los temores de castra-
do, del mismo sexo". (Fenichel, 1966, p. 483). ción, con las "seiiales de culpa"/ ... / y los afectos depresivos (el
castigo por calamidades pasadas ya consumadas, reales o fanta -
"El superyó se forma por la identificación del núio con los pa- seadas), ligados 110 sólo a la culpa y remc!tdimiento, sino tam-
dres idealizados (normalmente, con el padre del mismo sexo)./ ... / bién a la preocupación sobre un corroído sentido de bonhomía,
El Ideal del Yo corresponde a lo que el individuo debe ser para res- evocados por estructuras superyoicas integradas. Estas estruc-
ponder a las exigencias del superyó." (Lagache, 1973, pp. 40 y 41). turas superyoicas en desarrollo proveerán, a partir de e11tonces,
/irnciones guiadoras y directrices progresivamente complejas, <'
"El supe1yó es un sistema de relaciones intersubjetivas y de introducirán una dimensión de defensas "reparatorias" en lo
identificaciones. Freud reconoció la complejidad de ese sistema y conducta del niiio de un orden más diferenciado, que conjunta
la multiplicidad de las identificaciones. Pero no profundizó el pro- me11te lo aliviarán y protegerán, ahora sí, de la amenaza de c·us
blema de la estructura interna del superyó; se puede decir que se /ración y castigo". (Garza Guerrero, 1989, p. 67).
limitó a unir a la bisexualidad original y al predominio del com-
ponente masculino o femenino, la importancia relativa en las ,•. El superyó es heredero del complejo de Edipo, da cuenta de la
consecuencias estructurales del conflicto edípico, de la identifica- rc•alidad. Representante de la realidad exterior y normativizant(•.
ción paterna y de la identificació11 materna". (Lagache, 1992, p. 39).
"El yo sólo puede vivir a condición de ser amado por el super-
Más allá de la parcialidad de esta afirmación cabe agregar que yó. La reconc;fiación con el 3uper:vó, co:no salida de la cura anal,
Lagache no solamente no dio respuesta al problema de la estruc- tica es un hecho que da la experiencia". (Green, 1975, p. 212).
tura interna del Superyó sino que termina invirtiendo la afirma-
ción freudiana al afirmar "el yo -dice Freud- debe hacerse inde- ll<'conoce la incidencia ckl sup0ryó <'n PI psicótico, pero adscri-
pendiente del Superyó". l1<1 :ti sup0ryó la rcpr<'senlaci<Ín <k l:1 r<•tdiclacl <'xlcrior.
32 MARTA GEREZ Al\IBERTÍN 1~11'1.;itATIVOS DEL SUPERYÓ 33

"(El superyó) no sólo existe en ellos, sino que son muy intensos, que los aspectos normativos de la conducta son los que se incluyen en
los sentimientos de culpabilidad, sentimientos que reflejan la ten- C'I concepto del supe,yó. Este último representa el conju!lto integrado
sión entre el Ello y el Superyó, representante de la realidad exte- ele valores de la personalidad". (Bleger, 1974, p. 273).
rior". (Gorma, 1983, pp. 497-8).
"El haber referido la prueba de realidad al Supe1yó no es tan
"El superyó, el representante de la sociedad en nuestro aparato errado como parece a primera vista, ya que en el hombre "llorma/"
psíquico". (Pichón-Riviere, 1966, p. 74). adaptado a la cultura convencional, es el Supe,yó quien detenni -
na lo que el Yo debe considerar como real o no en fimción de los va-
"El miedo a la muerte -dice Freud- que surge en la melancolía lores preponderantes en dicha cultura". (Avenburg, 1975, p. 54).
se explica únicamente suponiendo que el yo se abandona a sí mis-
mo porque en lugar de sentirse amado por el superyó se siente per- "A cierto nivel, las acciones pueden consistir en satisfacciones del
seguido y odiado por él. Vivir equivaldría para el yo a ser amado C'!lo / ... / mientras que a otro nivel, en relación al yo y al superyó,
por el superyó, que aparece aquí como representante del ello (conw cumplen propósitos de adaptación social". (Roazen, 1968, p. 211).
heredero del complejo de Edipo).
El superyó ejerce la misma función protectora y salvadora que "El Superyó ocupa el lugar desde donde se interpretan y valoran
antes ejerció el padre y luego la providencia o el destino. la realidad externa e interna. Lugar donde, cada uno a su nwnera,
Cuando el yo se ve amenazado por un grave peligro del que no interioriza la normatividad cultural. Lugar privilegiado desde el
cree poder salvarse por sus propios medios, se cree abandonado cual cada individuo crea o recrea su realidad en la medida en que
por todos los poderes protectores (herederos de los padres y del su- la significa y la resignifica". (Mayer, 1983, p. 573).
pe,yó); entonces se deja morir". (Pichón-Riviere, 1946, p. 154).
"El Superyó definido como el heredero d el complejo de Eclipo se
"Freud ya había comparado la manía con la fiesta totémica. Y /imna por la internalizución de las exigencias y prohibiciones pa-
se ve que durante ella el supe,yó es "absorbido" por el yo. Esta iden- rentales". (Yampey, 1983, p. 597).
tificación con el superyó, de carácter hostil, tiene por finalidad su
"El supe,yó aparece como U/la instancia que encarna una Ley y
destrucción y la asimilación de las partes útiles dentro del propio
prohibe su transgresión. Se forma a medida que declina el complejo
yo con el fin de adquirir omnipotencia. El sentimiento de culpabi-
de Edipo / ... / El establecimiento del Superyó puede considerarse
lidad se atenúa por la desaparición del superyó, y digo se ate/lúa
como un caso de identificación lograda con éxito con la instancia
porque su presencia puede advertirse aun en el maníaco, ya sea en
su conducta como en sus sueíios". (Pichón-Riviere, 1946, p. 159). parental". (Cardozo de Suárez, 1983, p. 638).

"(El superyó) es el reservorio de todos los impulsos, el superyó ,1.- .El superyó como ajeno al carácter
es una parte que condensa las normas y exigencias, mientras que
el yo es la parte de la personalidad que responde a la realidad ex- "El carácter J... / constituye necesariamente la función de aquella
terior y adapta la personalidad a la misma, así como distribuye y parte de la personalidad persistente, organizada e integradora,
controla el ello y el superyó./ ... / este esquema/ ... / es la única base c¡ue es el yo". (Fenichel, 1966, p. 522).
segura de una psicología concreta. Yo y superyó son organizacio-
nes funcionales de la conducta o abstracciones que se refieren a ca- ,Jc•nn Bergeret, además de dedicar tres extensos capítulos de su
racter(sticas concretas de la conducta. El ello no tiene el mismo ca- lil,ro al carácter, no sólo desvincula al superyó de este sino que afir-
rácter, pues Sll origC'n está dado por las exigencias conceptuales del 111 : 1, para el llamado "rasgo de carácter autopunitivo", lo siguiente:
mecanicismo de las teorías freudianas, en el sentido que separó las
fuerzas, como entes autónomos, de la totalidad de la collducta. "Las actitudes autop11nitivas se interpretan a menudo C'II el
Toda collducta tiene llfl aspecto instrumefltal y otro normativo, sentido de ww sanción que el sujeto se in/linge a si mis1110 ¡mm
que pueden sufrir todas las altemativas propias de elemefltos de un satis/ócer a un Super-yo d,,111osi(l(lo <'XiM<'llt<'. Sin emba,"R<>, en la
proceso: disociación, predominio, contradicción, etcétera. Todos los !inC'a de pensamiento co1111111 o tocio<'-""' truh(ljo, nos c•11cu11truno111<>s,
aspectos instrumentales ele la conducta son los que se incluyen en el ul oc,•ptur esto inl<'rJJrC'tu,·1011, 1·C111 lu 111wui11 e/('/ .'-iu¡J<'r-yu, la /,e
concepto de yo: percepción, motilidad, memoria, etcétera, mientras rc•nc·iu del Ecli¡)(), v por ,·,ufc, fu un 1u11 d,• lu l1h1r/u, ¡101 fu 1¡1t<' nos
34 l\fAHTA GEREZ AMDERTIN l\11'1•: H,\'l'!VOS DEI. SlJl'lcl{YÚ 35

parece más riguroso limitar, en este parágrafo, la noción ele wrácter ciones del supe1)'Ó con su componente fundamental de agresividad".
de autopunición, a los aspectos pulsionales ogresiuos, sin interfe- (8c,,~fer, 1959, p. 7:JJ.
rencia al menos en el plano teórico, de los elementos genitales".
(Be,~!{eret, 19HO, p. :J.'J6). 1.- El superyó como masculino o femenino

e.- El superyó como "amoral" que debe ser domesticado "Otro temo y otra difere11cia que fueron planteadas es el del
s11pe1y<Í femenino y masculino/ ... / El Superyó masculino tiene como
"(El supe1yó! es una modificación del yo por i11teriorizació11 ele niracterística c¡11e es una estructura del orden ele las abstracciones.
las fuerzas represit•os que el individuo ha encontrado durante su / ... / En cambio paro los n111jeres hobrio una estructura diferente,
desarrollo". 1·01110 di/eren te es s11 se.r11oción. Ohserucnws, especialmente, C'I C'S-
Y agrega ¡wá/ico papel del 11orcisis1110". (Sa/uc/jio11, 1.98.'J, p. 65:J).

"Si lo cducucián es armoniosa, si se hoce co111prensit 0, 111cís que


1 k El superyó como asegu1·ador del éxito
represit•o, el s11pe1y<Í será "elo111esticoelo" poco o poco, y controlodo
por las apreciaciones ele uno uoluntod que instauro u110 libre res- 1,:,1 cuanto a lo que se ha dado en llamar las conductas patológi-
ponsabilidad". (Chorrier, 1.970, pp. 39-40!. 1•:i s d(•l superyó, se nlude ni tipo "Don Juan de éxito" de la siguiente
lll'lll('ra:
"Quizás esté pe,:111itido insistir en el hecho ele que el supc1yó es
inconsciente. Así, c/urc111te la infoncia se constituye 111w i11sto11cio "Algunas personas pagan tributos al supe1yó. 110 en fór11w de
"111ora/" que es a lo uez inconsciente y amorol, puesto c¡uc lo uerc/u- s u /i ·i111 ien to sino de éxito". (Fe11 ichel, 1.966, p. Mil).
dera 111oralic/ac/ implica o lo uez rcsponsabilidacl, y por lo tonto
conocimiento y lihertcuJ". (Chorrier, 1.970 p. :m, nota J. 1,.- El superyó como ausente en el niño o simplemente
1•:,.pulsado del aparato psíquico
Franca equivocación que confunde "represión freudiana" con repre-
sión social, y aspira a clomesticar al yo, al superyó y al inconsciente. "Al co111ie11zo e/el c!csarrollo, en el 11i110 peque,10, la 011se11eia Je/
s11pe1yó y la i11111cHl11rcz del yo son responsables del desequilibrio
f.- El superyó como ausente o debilitado en perversión ,•.ristente". (I(ris, 1.96.'J, p . .'55).

En referencia a los "caracteres impulsivos" se puntualiza: l ,;1 npurosis es un conflicto y perturbación

"El s11perv<Í 110 se halla ausente, sino c¡11e es i11co111pleto o pato- ''( ... / del yo C'll los que el "ello" sólo desempeiio un papel secundo-
lógico." (Fenic/1el, 1.966, p. 4:2 l). no o, en todo caso, menos cleter111i11011te, y el "supe1yó" tal como
Freud lo ha descripto, 110 existe porque el individuo 110 hu olca11zodo
"El psicápata es/ ... /, un indiuiduo que no se preocupa de rcpri111ir .1<1111cís el estadio necesario para su for111aci(m". (Cuex, 1965, pp. 7-H!.
sus deseos infántiles y que se comporta como si 110 tuuiero superyó".
(Pérez-ScínchC'z, 1977, p. 90). :i , 1,/\. HECUSACIÓN AL MOLDE DEL SUPERYÓ

g.- El superyó como asimilado al síntoma 1,;1 d('nominador común Je todas esLas aseveraciones ele psicoa
"El 111odelo Je /ón11oci<í11 del Supervó 110 difiere del modelo del 11 , il is(ns que, directa o inclirectamente, mucha influencia han LP
111eca11is11w de /ón11oció11 de síntomas ele la neurosis". (Aragonéz, 111do ('ll la formación ele los analistas argentinos e hispanohablantes,
198:J, p. 642!. , qtr(' t rnnc:;itnn por el riesgo de ir encerrando en un mismo mole/e
;il <·one<•pto el(' superyó. No se deslizan hacia la complejidad ele la
h.- El superyó como aliado de la transferencia l111'111ul,1ción freucliann dt'l conc('pt.o, rd)('lcle al molde, clispu('sl:1
i<•111pn' n nu('Vos y mús rigurosos giros, o n dar cuenta de las p:1-
"El amor "auténtico" está constituido pri111ordiu/111e11te por las
proyecciones del yo-ideo/; el "umor tronsfáencial", por los proycc- 1". 1do,i;1s d<' su mismn l<'ori;,,;1cio11 l"r(•11d, qtt<' no t'('Ln>C('dió ,lllt<'
36 MARTA ÜEREZ AMBERTÍN 1~I l'i.:i<A'l'lVOS llEL SUPERYÓ 37

las paradojas -al contrario, fueron ellas las que hicieron crecer la h. !\liado de la transferencia: absurdo. Para Freud el superyó
teoría-, se preocupó siempre por diferenciar si sus formulaciones 1l1•1d:1 contra la transferencia y es el causante de la resistencia
eran paradojales o si se trataba de la manera compleja a través 111 1111 indomable en la cura.
de la cual iba creciendo la teoría. i. Masculino o femenino: inadecuado. No es posible sexualizar
Advirtió, asimismo, sobre la necesidad de usar con precisión 1 1:i 111sLancia, en todo caso podrá hablarse del superyó en el hom-
los conceptos para evitar la confusión. Porque una cosa es usar l 11,. o Pn la mujer, conjugado -como lo hace Freud- con las vicisitu-
los conceptos negligentemente y otra reconocer y atisbar las difi- d1 d<•I Edipo.
cultades que van presentándose en su uso, atendiendo a la com- 1 !\segurador del éxito: ¡¡¿¿Cómo??!! Freud demuestra que
plejidad del campo al que se hace referencia. 1•11 11pl•ryó está vinculado al empuje hacia el fracaso, sólo exceptúa
El molde del superyó hace "obstáculo epistemológico" porque il1 • 1•110 ni "hun1or negro".
desemboca en premisas que, apoyándose supuestamente en Freud, k Ausente en el niño o rechazado del aparato psíquico: des-
terminan encubriendo de lugares comunes, más proclives a circular t•11lwllado. Rechazarlo del aparato psíquico es forcluir el mode-
por la doxo del superyó que por su episteme. 1111'11•11diano, y excluirlo en los niños es negar su incidencia pre-
t' •1 /, l•'n•ud no abonó este rumbo y sus textos han de despejar esta
Veamos el conjunto de aquellas referencias:
1111 1•1 t id umbre.
1

a.- El s11pe1yó y su foz benigna, amorosa y protectora: des-


concertante. Freud insistió en la faz aniquilante del superyó. l. l.i\ INDAGACIÓN TEÓRICO-CLÍNICA
Cuidó en resaltar su único costado amoroso, el del humor. Una in- 1\ H1 como Lacan afirma que "el psicoanálisis sólo obtiene su
vitación para revisar sus textos. !·111111 ,s t.(•ncia del texto de Freud" (Proposición del 9 de octubre de
b.- Resultado de la identif¡cación con los padres, sexuado, 1:Jf:7 ), considero importante investigar cuál es la incidencia del
confundido con el Ideal del yo y dominado por el yo: ridículo. En 11 p1_•ry<í en la clínica de Freud y en la de Lacan.
la obra de Freud el superyó no se reduce ni a la identificación con
los padres ni se confunde con el Ideal del yo y, mucho menos, pa- 1,:1 objetivo de mi contribución es desuponer el saber sobre
rece postrarse ante el yo al que Freud siempre asignó el lugar de 1·' 11'11cl y Lacan e interrogar sus textos, poner la lupa en los luga-
vasallo. Es preciso volver a los textos originales. ¡-, , 11H •11os comunes de su producción y también en los más comunes
c.- Heredero del Complejo de Edipo, da cuenta de la realidad. Re- ! 11 111 l<·íclos sin reduccionismos ni etiquetas. Esa lectura debería
presentante de la realidad exterior y normativizante: incierto. ¿No di- ¡,r11cl11<'ir una nueva mirada, para ratificar lo que conocíamos, o
ce acaso Freud que es abogado del Ello y Heredero del Complejo de 1, wl i 11cnrlo, y para confrontarlo con la práctica-clínica.
Edipo, a la vez que hostiga más allá del principio de realidad? ¿Po- e '011 vista a ese objetivo persigo los textos en sus insistencias,
dría así normativizar? Es preciso confrontar los textos freudianos. , 11111 •l w<'s, hesitaciones y persistencias, convencida como Chesterton
d.- Ajeno al carácter: aberrante. En Freud carácter y superyó , p 11 • ''Si 111 iras una cosa 999 veces, estarás perfectamente a salvo, si
están íntimamente soldados. /,, 11111·os por milésima vez, corres el riesgo espantoso de verla por
e.- "Amoral", debe ser domesticado: insólito. Para Freud el ¡ 11 1111 eru uez ".
superyó es el representante de todas las restricciones morales. No S(' trata de analizar a Freud o a Lacan sino que, en el tra-
f.- Ausente o debilitado en las perversiones: desatinado. Para 11njo ,-; obr0 sus textos y en pos del concepto de superyó procuramos
F1·2ud el superyó comanda .n,ás allá del principio del placer, más 1111 cl<·s<·cho.r ni las po.ro.dojas de sus enunciados, ni d deseo y las
allá donde el perverso abona su "plus" de satisfacción no sin ética. ,·1111cliciones de su enunciación. En todo caso la posición de anali-
g.- Asimilado al síntoma: incoherente. Freud parece haber 1dos <'S la nuestra.
sido muy cuidadoso en diferenciar la formación de síntomas de la l•: s t(' libro, que tro.ta sobre los imperativos del superyó en
irrupción superyoica. Será preciso indagarlo. 111 <·l111ica psicoanalítica y, refieren la p0culinr manera que tiene
38 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1~11'1
•:HAT!VOS DEL SUPERYÓ 39

el analista de involucrarse en la experiencia analítica y en ese p11«·slns de N. Braunstein). Si el caso no respeta una lógica, en la
campo de la clínica psicoanalítica que se basa no sólo en lo que se 1111<· s<' apoya y transmite desde los conceptos teóricos, se ve redu-
dice en un análisis, sino en el acto analítico mismo que va más ' ido ni simple relato de una vida. No es lo que hizo Freud; tampoco
allá del decir. Es esta la razón por la que otorgo preeminencia a 111 <pi<' Lacan testimonió desde sus casos. La presentación del caso
la clínica, no podría haberme limitado a la teoría, ya que, en psi- 1'11111c·o debe preservar el anonimato del paciente y dar preeminencia
coanálisis, la teoría sin la clínica carece de sustento y, por otra 1 L1 logica del caso que desde sus conceptos permite la transmisión
parte, si la clínica pone en jaque a la teoría interrogando lo que y In puesta en "cuestión" de la teoría y la clínica. Se trata de la ge-
esta no dice, es la investigación en el campo de la experiencia 111 •111 lidad de la teoría aplicada a la singularidad del caso. De ese
analítica la que permite el crecimiento del psicoanálisis. , 1111 «•cruzamiento puede surgir el caso como paradigma, pero si no
11lil 11 ·1H' este estatuto no se trata de un caso clínico.
5. EL CASO CLÍNICO EN PSICOANÁLISIS: LÓGICA Y ÉTICA 1,:1 "caso" borra los detalles personales en procura de las líneas
11111:idigmáiicas de la teoría y la clínica. La metapsicología freu-
La presentación del caso clínico plantea un problema ético y ilL111n, y sus modelos del aparato psíquico, ofrece las bases con-
un problema de procedimiento. Para Freud la clínica psicoanalí- r,•pt 11,des para trazar la lógica del caso. Lacan, por su parte, con-
tica no es sin ética: es preciso preservar la privacidad y el secreto l I rl111yP con la estructura de los cuatro discursos, con maternas y
del analizante hasta sus últimas consecuencias. Ningún analista 1111111,,los lógicos para la construcción y transmisión del caso clínico.
puede alejarse de esta posición ética. Sin embargo, y en aparente \1111,os aportan, desde su propia práctica analítica, la conceptua-
contradicción con lo anterior, Freud insistió en que el futuro del 11 ;1ril>n de la lógica del caso y de la lógica de la cura.
psicoanálisis descansaba en el testimonio que los analistas hicieran < '11nndo un analista presenta un caso también lo hace de la ló-
de su práctica clínica. La confrontación de la teoría con la clínica 1· 11 -;1 d<' la cura, del camino atravesado en ella: por qué eligió una
abona el desarrollo del psicoanálisis porque lleva a la teoría hacia 11111 •:t y no otra, y cuáles las consecuencias de su elección. Es la ló-
los márgenes que convocan a un nuevo decir. 1'11'" d<'I procedimiento que seguimos en cada uno de los casos que
Es preciso resolver este aparente impasse que se presenta en- t111 •s<•ntamos en este libro.
tre lo que exige la ética y lo que exige el porvenir del psicoanáli- l•:st.a es la razón por la cual los analistas volvemos una y mil ve-
sis. Entendemos que proseguir la veta abierta por Freud es la lí- , ·, •H n los casos de Freud y Lacan transformados en paradigmas.
nea más sensata. La presentación del caso clínico -a la manera 11 11,v allí una lógica que siempre ofrece una nueva articulación con
en que Freud presentaba sus casos- se propone cotejar la teoría 111 t1•oría y que permite, a la vez, compararla con la lógica del caso
con la práctica-clínica para confrontar la consistencia y los tro- que• los analistas construimos. Más allá, está el respeto por los pa-
piezos de los conceptos fundamentales del psicoanálisis, así como 1•11 11ic's que desde sus enunciados y actos hicieron posible elevar
los aciertos y escollos con que se topa el analista en su práctica. 1111 tratamiento analítico al estatuto de caso clínico. Mantengo la
Práctica que no es cualquiera puesto que implica una incidencia il1p1·i1c,sis de que cuando un analista construye un caso clínico, es
psicoterapéutica realizada en un campo determinado, el de la ¡11,rqt1<' en ese caso se topó con un obstáculo teórico-clínico: los ca-
"situación analítica". :1,~. qtH' presento fueron aquellos que pusieron efectivamente en la
De esa manera, la presentación del caso clínico ha de despren- ¡ii1•11t n mis conceptualizaciones sobre el superyó y que, de una u
derse de la obscenidad indiscreta de un anecdotario anamnésico. 1111 ·1 1 !llanera, demandaron no sólo retornar a los textos sino tam-
El caso clínico no puede reducirse ni al relato biogr::ífico de m1a l,i1~11 dPLerminaron una modificación de la propia técnica, tal cual
historia ni a los datos singulares de un sujeto. El trazado del caso 11, d< _'lll lll'Stro en la presentación de cada uno de ellos.
clínico, de la clínica que se reconoce en psicoanálisis como clínica l<'innlnwnte, consid<'ro 1wc<'snrio desarrollar algunas líneas
en transferencia, procura dar cuenta de los niveles más paradig- ,11:,_·rT:1 cid m<'Lodo clínico, <'s d<'C'ir, done!<' un caso es trabajado des-
máticos (en el sentido aristotélico de paradigma según las pro- il1• dist in Los conc<'plos ele' l:1 t Ponn c·on 1111 prnpósiLo c¡uc' tiene en
40 MARTA GEREZ AMBERTÍN
I Ml'l•: HATIVOS DEL SUPERYÓ 41

cuenta la cuestión de la cura en la neurosis y el tratamiento po- ,·1111 s('Cuencias y los que optaron por maquillar, refutar o reducir
sible de la psicosis. Desde este punto de vista el psicoanalista es ,,1 :dcance del concepto. En suma, aquellos que reconocen que
un investigador y es un operador, investiga y opera con sus ins- 11. 1_v u na inconsistencia en la ley que regula el lazo social en la ci-
trumentos conceptuales en el campo de la clínica en transferencia. vi lización; y aquellos que desde el anhelo de un ilusorio porvenir,
De eso se trata cuando presenta un caso clínico. 1i¡n111lan a un conjunto armónico donde todo es curable, razona-
1,11 •, interpretable. Estos leen en el superyó una promesa freudia-
No desconocemos que "clinos" proviene de lecho y, por lo tanto, 1111 dt• rPgulación y hasta de garantía del ¡¡buen neurótico!! Para
hay una vertiente que vincula a la clínica con la medicina. La ubi- 1, 1H primeros -Freud, Lacan, Klein, Reik, Alexander entre otros-
cación .clínica de la medicina alude a una generalización que se 1·1 t-, t1¡)(~ryó es uno de los conceptos freudianos que, encabalgado
u / rfr pulsión de muerte, deja un trazo incurable en la subjetivi-
aplica a cada caso singular. Se dice en medicina: "no hay enferme-
dades, hay enfermos" y, precisamente, el pasado médico de Freud ' hui , <' S el resultado de la intrusión -lenguaje mediante- del ma-
se hace sentir en el método clínico, pero con una variante: la teoría /1 ,/11,- en la cultura. En esta orientación nos ubicamos y es por
psicoanalítica logró construir estructuras clínicas desde el campo ,,lln qu e este libro tiene como objetivo recuperar el peso teó-
propio del psicoanálisis. La ubicación del sujeto hablante en esas 1•ic:o-clínico del concepto freudiano del superyó, sólo así
11 1., posible darle el lugar que le cabe en la clínica psicoanalíti-
estructuras es lo que realza la generalidad, pero atendiendo siempre
1•; 1 l:1caniana.
a una clínica bajo transferencia que da preeminencia a la "asociación
libre" del analizante y a la "atención flotante" del analista; allí no Nos proponemos mostrar la incidencia del superyó en la expe-
es posible desatender la singularidad. Es esto lo que aleja al psi- l'll 'll<'ia psicoanalítica, y contribuir destacando los recursos a los
coanálisis del campo médico. La clínica psicoanalítica es una "clí- q1H • 1•s posible apelar en la clínica para negociar ante su asedio.
nica del caso por caso", pero que se sostiene en los pilares paradig- l lq: 11 negociar y no curar al sujeto del superyó, pues, si "En todas
/11, /imnas de enfermedad psíquica debería tomarse en cuenta la
máticos de las estructuras clínicas freudianas.
,'11//(l11 cta del superyó" es porque el superyó es una instancia del
6. PROPUESTAS E HIPÓTESIS FUNDAMENTALES SOBRE EL SUPERYÓ 1¡,,1r:1Lo psíquico y, en tanto estructural al sujeto, incide en todas
111H 1•s Lructuras clínicas freudianas y en los "rasgos de carácter",
Tanto la teoría freudiana como la lacaniana son de una com- 11111!.o on niños como en adultos.
plejización creciente. Sus conceptos no aparecen de entrada cla- C,, .rndo Lacan traza la formalización del inconsciente al
ramente delimitados, van tomando una determinación múltiple, 11111il.11 a lizar que "el inconsciente está estructurado como un
y es que el objeto y el campo al que se refieren también es apre- l, ·1, g1i;1j e", deja establecido de esa manera que el lenguaje pro-
hendido siguiendo esa complejidad. En Freud, por ejemplo, el su- d 111·1· la división del sujeto del inconsciente, con lo cual tanto
peryó aparece primero como una noción desde 1886 que ni siquiera 11, •tünca la cuestión teórica, como la del método psicoanalítico
i 11 yo procedimiento se aplica al sujeto de la enunciación en el
1
es nominada como superyó y que circulará, a partir de allí, por toda
la obra con antelación a su nominación efectiva en 1923. il 1.c; pos itivo analítico".
Precisamente, es de 1923 una advertencia freudiana que expre- /\llora bien, la teoría del inconsciente no sólo señala la escisión
sa: "En otros puntos, por ejemplo los referidos al origen y al papel d,d s 11jeto, sino que precisa, además, que esa división es contra sí
del superyó, mucho es lo que permanece oscuro y sin respuestas. En 1111 f1 1no. Postulado que dice a las claras de la relación entre in-
todas las formas de fmfPrmedad psfquica debería tomarse en cuen- consciente y superyó.
ta la conducta del supe,yó, cosa que no se ha hecho todavía". 1,;1 concepto de superyó se incorpora a la teoría porque Freud
El radicalizado concepto freudiano de superyó ha generado, 111•< '<'s iLa establecer que el inconsciente no sólo remite a la regula-
desde su formulación, la bifurcación de los psicoanalistas: los 1·id :1d de leyes establecidas (desplazamiento y condensación) que
que avanzaron en la teoría y la clínica soportando el peso de sus p,q·111iLen su interpretación, sino también a lo que perturba esa re-
42 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1~11 •1: itS IJ \'OS ll"I. SlJ l'ElffO 43

gularidad, un "más allá del principio del placer". Si el sueño y su l•:st.:1s consecuencias observables en la clínica y en la vida cotidiana
texto -como modelo de las formaciones del inconsciente- "es cum- il, 1 lc> <Jll(' Freud llamó "constelación superyoica" -para diferenciarla del
plimiento de deseos", la instancia superyoica, en cambio, introduce 11111 ·ryo propiamente dicho- tienen un denominador común: la búsque-
un límite, pues, sueños autopunitorios, pesadillas y "necesidad de 1111 c> pn'cipitación al fracaso, nn "más allá del principio del placer".
castigo" -que configuran parte de la constelación su peryoica- son /\ in considerado el superyó hace obstáculo a la clínica porque
la excepción de aquel cumplimiento. 1l111'11H' 11La y coacciona al sujeto. En ambos instila el malestar,
Podemos afirmar entonces que, tanto en la teoría de Freud co- 111ilc •s lnr que no es posible desalojar porque es estructural a la
mo en la de Lacan, el superyó da cuenta de la versión intrusiva y 1il1wt ivid ad. Los tres de Freud (Ello, Yo y Superyó) y los tres de
no regulada -como cuerpo extraño y traumático- del inconsciente 1, 11 ·1111 ( Real, Simbólico e Imaginario) lo aseveran.

que constriñe al sujeto. Intersección de inconsciente y superyó que,


a su vez, marca el punto de la teoría en que el concepto de superyó 11 ,1, 111 PÓTESIS EN TORNO AL ITINERARIO FREUDIANO
precisa articularse al de pulsión de muerte. Es una de las razones SOBRE EL SUPERYÓ
de peso que conducen a Freud a reformular la teoría del incons-
ciente para terminar en la 2ª tópica (Ello, Yo y Superyó) -1923- in- l\l:1nle nemos la hipótesis que en la obra de Freud, la concep-
l 11 ili zación del superyó plantea escollos porque no hay una teoría
cluyendo al superyó como una de las instancias que oprime al yo, y
1 pl1 ciLa del superyó, aunque sí un andamiaje conceptual que no
como una de las denominaciones de lo inconsciente desde lo estruc-
tural, y que conducirá a Lacan, al final de su teoría, a ubicarlo en 111 11 vo en sistematización. Entendemos que no es admisible forzar
lo real como una de las formas del objeto a. Ampliamos estas ase- 11 11:1 s islematización teórica del superyó en Freud. En cambio, es
veraciones en el Capítulo VII. p11Hil>I P puntualizar la convergencia de ciertos nudos conceptuales
Nuestra búsqueda no persigue sólo respuestas en la teoría, desde 1pw , aLendiendo a ejes paradigmáticos y sintagmáticos, permiten
ella interrogamos la clínica y el malestar de la vida contemporánea. l111 111ula r un conjunto de hipótesis que muestran el itinerario
Así como toda la construcción teórica sobre el deseo inconsciente en- 1·1·1·11diano en torno a la instancia.
cuentra sus más claras manifestaciones clínicas en la psicopatología
de la vida cotidiana: en el witz, el sueño, el lapsus, las torpezas en el l ,:1 conceptualización freudiana que desemboca en 1923 en la
hacer y el decir y el síntoma; las del superyó se encuentran en los ¡impuesta del aparato psíquico (2ª tópica) ubica al superyó como
actos y compulsiones que oprimen la vida cotidiana y que conducen 1111 11 in sta ncia que es, al mismo tiempo, ''heredera del Ello" y "here-
al fracaso: compulsiones irrefrenables, coerciones inexplicables, es- il1 •1:1 del Complejo de Edipo". Lo que complejiza su configuración
trafalarias culpas que precisan castigos, obediencias masoquistas, q11 <' responde, por un lado a la pulsión y, por otro, a la prohibición
1, 11 p11 0sla por la ley paterna. Esto nos permite plantear que: toda
"rasgos de carácter" indelebles, prácticas autodestructivas silencio-
sas o estrepitosas, actos expiatorios y sacrificiales ligados a culpas ,•1111r(• plualización del superyó precisa tener en cuenta que es a la
infundadas, estruendosos fracasos como respuestas al triunfo, extra- ,.,. "eco del Ello" y "eco del Complejo de Edipo" y, en su gula, vuel-
ños empeoramientos en momentos de franca mejoría, delitos perpe- 111• ,, encontrarse lo que debía mantenerse separado: prohibición,
trados para obtener castigos que apacigüen oscuras culpas, crímenes t,·11/oción y pulsión. De allí su opresión mortificante. En relación a
inmotivados, fenómenos de transmisión del pensamiento, delirios de 111 <' tt al ha menester considerar un riesgo que se corre en la indaga-
influencia, delirios de observación, etc. En suma, inclemencias en- 1·ic>11 del andamiaje conceptual sobre el superyó en Freud, y que es
sambladas a un destino de padecimiento y de fracaso; o recurso del d, ,..., prender los conceptos de la esfera en la que h an surgido y desa-
sujeto que permite escapar de los dardos de tal destino. Esto último 1rnllado. Acaso la máxima expresión de eso se da, precisamente,
, ·011 d s uperyó el cual , aunque saldo de la hostilidad de la ley de la
se encuentra, para Freud --dentro de la constelación superyoica- sólo
en el humor -única arista amorosa- que libera del asedio mortífero ,·1dt.urn en la singularidad del sujeto, no puede en manera alguna
al que convoca el superyó por la apelación a lo cómico. ,:1•1H'ralizarse hacia un supueslo "s upC'ryó cultural coleclivo". El su -
44 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1~11'1-:Hi\TIVOS DEL SUPERYÓ 45

peryó no hace masa, ni conjunto, ni lazo social. No admite colecti- dt•I IWo y heredero del Complejo de Edipo marca en la encruci-
vización. Aunque Freud aluda al superyó cultural en El Malestar 1.1d11 de esa intersección las vicisitudes sufridas durante y hasta
en la Cultura (1929), es preciso corregir esa expresión que se con- l.1 1ramitación de esa doble herencia, lo que hace posible desta-
tradice con sus hipótesis . Tal supuesto "superyó cultural" se ubica ' 11 r su incidencia en todas las estructuras clínicas freudianas y
en el campo de las insignias ideales -es decir del Ideal del Yo en n11 los "rasgos de carácter".
tanto instancia- y, exaltante, convoca a unidades cada vez mayores.
Ideal del yo que se aborda desde la dialéctica de las identificaciones, 41 ,I,. IIIPÓTESIS EN TORNO AL ITINERARIO LACANIANO
a diferencia del superyó que excede a dicho campo por su compro- SOBRE EL SUPERYÓ
miso con la pulsión de muerte y el masoquismo.
En la instauración del superyó hay comprometido mucho más Sostenemos que Lacan, apoyándose en los conceptos freudianos,
que una sirnple identificación, la crueldad desplegada por su eró- p11do dar mayor precisión a sus formulaciones sobre el superyó.
tica mortífera supera con creces cualquier modelo identificatorio. t\1111que sus contribuciones no desembocan en una teoría acabada
La conceptualización del superyó encuentra sus soportes teóricos cl1•I mismo -en contraste con lo que ocurre con su teoría del incons-
y clínícos más allá de la dialéctica de las identificaciones, ya que ,_, j,qd,ti y de los Nombres del Padre- logra producir una clara deli-
en el superyó del padre se trata, pero no de su mera identi- 111il:1ción conceptual. Su delimitación desde 1962 es precisa. En
ficación. Y es que el concepto de superyó en Freud está vinculado l I l'/'L. ratifica:
-de una u otra manera- desde 1895 a 1913 al padre, pero no a la
faz legislante del padre, sino a la aniquilante. En 1934 esto se rea- "El supe,yó es el imperativo de goce. ¡Goza!" (Lacan, 1.972-73,
firma: el superyó es definido como el saldo nefasto del "progreso de Se111. XX, p.11).
la espiritualidad" lo que nos permite resaltar: el superyó es sal-
do nefasto de la falla de la ley del padre. La espiritualidad, l 'roponemos que, si bien el superyó como mandato de goce
conquista humana de acceso al universo simbólico, es el resultado •'t- 11hicado en lo real como una de las formas del objeto a,
del progreso de la cultura y de la ley que regula el ingreso a la mis- , ,q 11 preciso abordarlo en la clínica teniendo como referente orde-

ma, pero su costo es la mortificación masoquista -superyó- inex- 11 11ilor al sign ificante de los Nombres del Padre.
tinguible en la subjetividad. Espiritualidad y superyó mantienen < '.oordinado al goce, y no al deseo, el superyó es un llamado a

una insoportable convivencia que el fin de siglo corrobora. El pro- 111 110 castración y, en tanto tal, residuo de la ley, herencia del de-
greso de una acentúa el comando mortificante e insensato del otro. 11rrt•glo de la ley del padre, aquello que escapa a su legislación.
No proclama qué de muerto hay en el padre -que sólo es tal- si-
Situar al superyó más allá de la dialéctica de las identificacio- 1111 presentifica un resto vivo como incidencia sádica.
nes permite a Freud vislumbrar una topología original. La ins- 1 1:11 la obra de Lacan, manteniendo como eje ordenador al sig-
tancia no consolida un mero exterior que se hace interior, sino 1ii lim nte de los Nombres-del-Padre, es posible abordar al super-
una exterioridad íntima y una interioridad ajena. Desde ~895 y,·, t 11 la clínica diferencial neurosis, perversión y psicosis. Este
1

-Proyecto de Psicología para neurólogos- a 1938 -Esquema del 1~11• pNmite diferenciar los imperativos de goce en cada una de las
psicoanálisis- el superyó, aunque se configure interior, incide , ,1 n1duras clínicas.
siempre en la subjetividad como un íntimo extranjero, co- /\ partir de esa brújula -el significante Nombre del Padre y sus
mo un presente que es pretérito. Las ':oces descarriadas que Ldlns podc111os co11scguir una orientatio en la clínica diferencial,
torturan a los psicóticos, la fidelidad con la que el perverso aca- "" ,·1 LraLamiento posible de la psicosis y la perversión, y en la di-
ta las ordenes que lo humillan, el eco de los pensamientos que , 1·1·,·ion de la cura del neurótico.
oprimen a los neuróticos, son observables clínicos que dan testi- l ,11 clínica diferencial jerarquiza la posición del sujeto ante lacas-
monio del "sonido y la furia" de las voces del superyó. Heredero l 1,1<·ion, üs decir, ante 01 deseo o goce del Olro. En dicha clínica es
46 MARTA ÜEREZ A~ll3ERTÍN l ~i l 'l :11,\TIVOS DEL SUl'EHYÚ
47

11 ,·,111vt'rgencia en el objeto a como voz y mirada que da preerni-


posible indagar por la incidencia del goce superyoico diferenciando
la neurosis (sostenida en el eje deseo y significante de los Nombres- 111 111·¡¡1 al registro de lo real por encima de lo simbólico y lo imagi-
del-Padre), de las psicosis (sostenidas en la forclusión de los Nom- 11,11·io, sin embargo, no es posible realizar la lectura del concepto
bres-del-Padre). El neurótico tiene estructuralmente recursos para 11 11 l ,;1c,ll1 sin tener en cuenta los tres registros. De una u otra
negociar con los imperativos de goce superyoico a través de la ape- 111 ,111,•r,1, Lacan abordó siempre al superyó desde lo real, lo simbó-
lación a la demanda al Otro aunque, cuando tal recurso fracasa, 111•11 y lo imaginario. Que le haya dado al final de su obra preemi-
hace eclosión el goce del síntoma, el pasaje al acto y la desubjetivi- 111 •11,·ia a lo real no implica que se pueda desatender, en esa deli-
zación: riesgos del desenmarcamiento del fantasma y eclosión de la 111il rl<'i(m, por un lado a lo incomprendido-hueco de lo real-de la
furia superyoica. El psicótico, por su pasividad frente al goce del 11 ,v ,-i rnbólica y, por otro, a las feroces figuras imaginarias que ese
Otro, carece de aquellos recursos pnra la negociación, y es allí donde 11111 ·1·0 convoca. Los casos clínicos que presentamos en este libro
el goce superyoico hace estragos; sus avatares más escandalosos se 1111 •rnn, efectivamente, analizados siguiendo esta consideración.
revelan en los "fenómenos elementales", el crimen o el suicidio. Sin l·:~ t<' conjunto ele hipótesis es lo que nos ha permitido ordenar
embargo, un recurso para el tratamiento "posible" de la psicosis 11111 •,,t ra indagación pnra abordar, en la clínica psicoanalítica, los
será la apelación al trabajo por los senderos del delirio. i1111H·rntivos del superyó.

En cuanto al superyó en la clínica diferencial neurosis-perver-


sión y jerarquizando la posición del sujeto ante la castración, pode-
mos sostener que: son las vicisitudes de la d emanda al Otro (neu-
rosis) y la voluntad de goce (perversión) las que dan cuenta de
l,', ·fi' rencias Bibliográficas
una posición diferente. Como objeto a el superyó toma distintos des-
tinos: causa de deseo y objeto de goce, con las consecuentes manifes-
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,1

rl
1!1

1~
.J
1~11 ·11,,\'II\OS ni,; 1, SUl'l•:ln'O 51

/ I I. Angustia y fobia en los niños

"YrJ traf,, ele explicarle


1¡11e e::;a rapsodia de 1•oces incune.ras
era precisamC'nle lo contrario
de 1111 sisfC'111a de 1111111eració11 ".
,J. L. BüRGI·:s

I J,,f u1·oso de lo Cosa o los formociones del inconsciente.


f •, ,11 •;f<Íí'rociones pre/ i III i no res

< 'llnsidcramos fundamental, antes de introducir la incidencia


!l, 1 •, 1qwryó en los casos de nifios que han atravesados de una u
1!11':i 111anera la experiencia analítica, hacer algunas puntuacio-
111 pl'(' liminares en lo referonte al lugar del nit10 en la estructu-
1 1d,•I deseo, lo que nos permitirá dar cuenta de las vicisitudes de
1 1 11, , ~ustia y la fobia y de la incidencia del superyó en esos casos.
I•:...; importante reconocer, desde nuestra práctica, que si hay
1111:1 clínica a jerarquizar en el trabajo psicoanalítico con niüos, la
1111 111a discurre por los entornos de la angustia. ¿Dónde encontra-
11 lll , <'11 Freud el ABC para sostener una clínica psicoanalítica en
111 111f:mcia?; ¿acaso en su texto de l909Aná/isis de lo fobio de 1111
1111w de cinco años? No. Ese texto no alcanza sin el fundamento
,p11· lo complementa: Inhibición, síntomo y angustia -de 1925-,
11111<1uc debería puntualizarse que, si ponemos en serie estos con-
1·11plos fundamentales, en la infancia debería marcarse Angustio
i11hihición - síntomo, y no estoy planteando una cuestión evolu-
t l\' ;1 , sino, específicamente, una cuestión de estructura en torno a
1.i !': tita del Otro, tal como intentaré demostrarlo.
11:11 la clínica con el sujeto adolescente, o el sujeto adulto, pode-
111<>s <'ncontrar en la primera entrevista, el desborde de la angustia,
111·1·0, <'S cierto también que, muchas veces, al comienzo del análisis
litt<'<' obstúculo la antesala opaca de la inhibición o, en el mejor de
I()~ casos, la apertura de dicha entrada se hace por la formación del
i1itonrn estructurado como un lenguaje. Sin embargo, en la clínica
rnn niiios, la angustia, la angustia no perimetrada, la angustia cles-
1,nrdanlc, es la que encamina a los padres, o al entorno familiar, a
l:1 l>usquodn d<' un sabor qu<' dr r0spul'stas a ese desborde. A veces,
ln s n•s¡HH stas pu< <kn bus<·ars<' <·n <'I psiconnnlisis.
1 1
52 MARTA GEREZ AMBERTIN 1~11•1:1</\'J'IVOS DEL Sl.lPEHYO
/í:3

"<Malcriar> al niiio pequáio tiene la indeseada consecuencia 1 In :t<T('ccntar el peligro de dejarlo a merced de "uor etwas", ese
de acrecentar, por encima de todos los demás, el peligro de la pér- 11111• algo" de la Cosa que a-Cosa, lo que favorece entonces que el
dida de objeto -siendo este la protección frente a todas las situaciones
1111.lividuo se quede en la infancia, de la que son característicos el
de desvalimiento-. Favorece entonces que el individuo se quede en
d1• ,v:ilimiento motor y físico. Por tanto, malcriar al niño es preci-
la infancia, de la que son característicos el desvalimiento motor y
el psíquico". (Freud, 1925, p. 156). ¡iil 11·10 hacia el punto del falta la falta allí donde la falta, como
, 1111d1ción de estructura, es inherente al Otro, al deseo del Otro;
¿Por qué pone en peligro esa pérdida de objeto? Porque el objeto 11 H11ma, precipitarlo hacia ese punto de "el nada": el objeto a.
como perdido, el que se puede perder, esto es, el objeto libidinal, in- As1 como hay dos textos freudianos fundamentales para abor-
vestido libidinalmente es una garantía de protección en tanto en- d,11 In cuestión del psicoanálisis con niños, no es posible avanzar,
mascara y perimetra a das Ding y hace sustitución de investiduras (111 l ,:1can, sobre la cuestión sino desde el Seminario X (1962/3) en
1
por el camino de la facilitación, del objeto mismo que resta de lo ¡ 1 1 11al replantea, en relación a esto, su posición de los Seminn
simbólico, la Cosa, "el inmutable". Para decirlo freudianamente: 1111 1V, V, VI y VII. Desde 1956 a 1963, desde Las estructuras fi·e11
tl1,111us en la relación de objeto a La angustia la lectura que La
"El ataque de vértigo, el espasmo de llanto, todo ello cuenta con el •'/ 111 hace de Juanito, por ejemplo, cambia. No al punto de dcci,.
otro, pero las más de las veces con aquel otro prehistórico inolvidable, q 111 · <'S otra lectura; pero, en todo caso, hay una mayor precisión
a quien ninguno posterior iguala ya". (Freud, 6/12/1896, p. 280).
1111 lo que a la cuestión del deseo del Otro se refiere. Recién en es
11 H,•minario de 1962/3 Lacan puntualiza que el objeto a aparece-
No hay duda que la pérdida de objeto en la angustia supone,
1 1 donde -<p falta. La castración imaginaria adquiere, entonces,
en Freud, perder al objeto perdido (sic), investido, para encontrar,
1111,1 clara especificidad en tanto marca de la falta, señalización
detrás de las vestiduras, lo real que acosa. En este punto es pre-
11 1 borde que pone límites y circunscribe al objeto a.
ciso despegar de una remanida tradición que intenta separar ta-
,\si, la ausencia de -<p -remarcada como falta la falta- pone en
jantemente las aguas entre la definición freudiana de la angustia
111 ·ligro de ruptura a ese borde. La eclosión, el des-borde de la an-
como "falta de objeto" y la lacaniana como "presencia de objeto" lo
¡¡11 sl ia, presencia ante La Cosa que a-cosa. Tal la afirmación freu-
que, a su vez, tiene lamentables consecuencias para la clínica de
d11111:1 para el ataque de vértigo y el llanto espasmódico.
la angustia que, de esa manera, se pretende bifurcar entre la clí-
l•:s posible avanzar un poco más en este punto:
nica lacaniana y la freudiana de la angustia. Hay una clínica de
la angustia, la psicoanalítica, y esto porque Freud y Lacan no di-
"Las enigmáticas fobias de la primera infancia merecen ser citadas
vergen en la formulación de la angustia:
/ ... /. Algunas de ellas -soledad, oscuridad, personas extraiias- po-
- para Freud la angustia es ante algo. Tal su especificación drían comprenderse como reacciones frente al peligro de la pérdida
en el primer parágrafo del punto B de la Addenda: del objeto/ .. ./. Cuando tales fobias infantiles se fijan, se vuelven
más intensas y perduran hasta una época posterior, el análisis
"La angustia tiene un ineqnívoco vínculo con la expectativa; es demuestra que su contenido se ha puesto en conexión con exigencias
angustia ante algo (vor etwas)" (Freud, 1925, p. 154); libidinales, ha devenido también la subrogación de peligros
internos". (La negrita es nuestra) (Freud, 1925, p. 157).
- para Lacan la angustia no es sin objeto. En todo caso da es-
pecificidad a Freud sobre ese "uor etwas", ese ANTE ALGO que Sumamente interesante esta afirmación de Frcud: la fobia como
precipita en la angustia, que no es cualquier cosa sino, más bien, 1111 subrogado, como sustitución del acecho de los peligros inter-
la cosa que a-Cosa, y por eso la angustia provoca -yo diría con- 11us, del acoso pulsional -acoso del ello y del superyó que provoca
lleva- la certeza que a-Cosa. 111 :111gustia-; la fobia como un logro posible que permite, desde los
Leamos, bajo estas puntuaciones, la cita de Freud de esta ma- 1'1•c111·sos del sujeto, perimetrar lo real y seünliza, no sólo la lfn('a
nera: 'Malcriar' al niño pequeño tiene la indeseada consecuencia tpH· pone> contc>nción al objeto o, sino tambi6n sc'11alizn y localiza
54 MARTA GEREZ Al\IBEHTÍN 1~11'1·'1!,\'l'l\'OS llEL SllJ'ERYÚ 55

la angustia en torno al objeto de la fobia que, así, funciona como 1i, l .1 No es el analista el sátiro que abre las puertas de la castración,
señuelo (-<p) y logrado engaño neurótico a la pulsión. n ,,1 ni110 quien trae en su angustia, inhibición o síntoma, una res-
No hay consulta que se haga a la entrada un análisis si no es 11111•:--.ln posible a la falta del Otro ya que, esa falta, es inherente a la
atravesando la compuerta misma del desborde angustioso del niño , 1rt 1<'Lura: la falta, la grieta, la falla (homologada por Lacan a la falla
que puede a veces virar hacia la coartada de la fobia. Basta para , ,·11logica), no es una cuestión que impone el analista, es estructural
afirmarlo seguir a Freud en el texto de 1925. El pasaje inaugural , , ... 1•sp el gran enigma que Lacan ubica como el deseo del Otro.
hacia la neurosis en el niño es vía la fobia, supone, desde la pro-
puesta de Lacan, la sustitución del objeto a, tal su posibilidad de lí- ;¡ Si tomamos el esquema R de De una cuestión preliminar a to-
mite. Y si como afirma Michel Silvestre "es preciso dejar que el niño ¡/,. lmlwniento posible de la psicosis (1958) advertimos que el Edipo
haga tranquilo su neurosis", podríamos agregar... es preciso dejar 1111 , •s sino una estructura topologizada por la articulación de cuatro
que haga su fobia. En suma, no hay neurosis infantil sin fobia en 1, •11111110s que enmarcan dicho esquema: Madre - Padre - Ideal y fa-
tanto esta intersecta angustia y castración y la posibilidad que el 1,, 1 )l('hos términos están distribuidos en tres zonas que son lo ima-
inconsciente, estructurado como un lenguaje, logre producir un saber 11111.1 rio, lo simbólico y la realidad entre ambos -realidad superpuesta
no sabido que circunscriba la cuestión de la sexualidad. ti ,·n1npo imaginario sostenido en lo simbólico y que enmascara lo
1, •; d . Esto permite diferenciar la realidad de lo real. Mientras la
No podemos avanzar sin puntualizar algunas premisas que, 1, •¡ tl1d:1d recubre el campo de lo real por el entrecruzamiento de lo
entendemos, son fundamentales en el análisis con niños y que da- i111rigi11ario y lo simbólico; lo real, en cambio, rechaza toda significa-
rán cuenta de nuestra posición desde la teoría freudo-lacaniana 1111111 La realidad pues, enmascara lo real por la textura que lo sim-
en torno al tema: 1H ilil'o y sus efectos imaginarios revelan a la percepción.

1:11 esa topología combinatoria de los complejos materno y pa-


1

1.- Plantear al niño desde el discurso analítico como un anali- l ,.,·110, que se anudan en el complejo Nodular Edípico, se constata
zante con pleno derecho debe movernos a instaurar tal derecho , 111, • 1nadre y padre no son considerados personajes sino operado-
en la lógica del sujeto que se sostiene, a su vez, en la estructura 1, .. , l<>gicos y, así, el niño tampoco lo es, sino que es considerado un
del deseo. Visto así, podemos escuchar al niño sin los escollos que 1111 ·t.o de la estructura. Simplificamos, atendiendo a nuestros pro-
pretenden hacer transitar su discurso sólo por los vericuetos del ¡ 111111 1os, la presentación del esquema R de Lacan manteniendo só-
entorno médico, escolar y familiar. Lacan acentuó siempre la es- 111 l:1 nomenclatura de los vértices y la denominación de las fran-
tructura, más allá de lo fenoménico, ya que el cachorro humano 111 " pnra las que empleamos letras cursivas. Allí puede leerse: M
encontrará su lugar, su ser y su deseo en ella. Dirá al respecto: i 111:1dre); P (Padre); A (Otro); I (Ideal del yo) y (<p) como falo. A su
Vi• hay tres franjas : I (Imaginario); S (Simbólico) y R (realidad).
"Lo que determina la biografía infantil, su instancia y su moto,~
<p M
no son más que la manera en la que se han presentado en el padre y
en la ,nadre el deseo, por consiguiente esto nos incita a explorar no so-
lamente la historia, sino el modo de presencia bajo el cual cada uno
de estos tres términos: saber, goce y objeto a, han sido ofrecidos efecti-
vamente al sujeto ndio". (Lacan, 1968-69, Sem. XVI /2115/ 1.969/).

2.- El niño, como sujeto, se recuesta en el lecho del lenguaje y des-


de allí emerge su singularidad en lo que hace al deseo, al goce y al
p
saber. Así, la dirección de la cura-en niños y adultos- será ese sinuo-
so lugar del Otro castrado S (A), sometido al significante y a la cas- t•:11 pi ('squema R, los op<?radores son disimétricos, entre ellos
tración, lugar de separación que dice "no" al goce. El tope de la cas- 1111 ll:1y simetría alguna; el Pad,·c>, como o¡)('rndor, posibilita la ins-
tración, visto así, no es una posibilidad que queda en manos del ana- l 1111r.1ción de b mPtúío1·a ckl suj<•t.o, c'slo <'S, de un nombre y de
56 MARTA GEREZ AMBERTÍN
l~llºl ll,\IIVOS m;L SUPERYÓ 57

una legalidad; la Madre, la instauración de un deseo (hueco en lo


l<:11 otro texto -Las voces del superyó (Gerez Arnbertín, 1993)-
real encubierto por la realidad); el falo instaura un efecto de sig-
\1 i 1'111:ilmmos: "El imperativo superyoico se incrusta en la subjeti-
nificación; y el Ideal, el efecto del nombre que propone un punto
' ííl,/1/ s111 la mediación de la metáfora paterna", esto es, el superyó,
de estabilización del sujeto.
El resultado de este esquema se plasma en la metáfora paterna, ¡1111H> puro capricho sin ley, está íntimamente ligado al deseo de
111 111;1drc'. Lenguaje, desvalimiento y dependencia configuran para
de la que Lacan dirá:
1 1ul la base del superyó que anida en la subjetividad como la
1
\ ,

"La significación del falo, hemos dicho, debe evocarse en lo ima- 111(1 ~ í11Lima exterioridad. La obra de Melanie Klein retoma de
ginario del sujeto por la metáfora paterna". (Lacan, 1958, p. 538). 1·,·,•11d <'l costado traumatizante del goce materno de lo que Klein
lrn •1111ilo como "el supe,yó temprano o primitivo" y cuya insistencia
Y es que la significación fálica (-<p) adviene como resultado de 1,,, p11(•dc negarse en la clínica.
la operatoria del Nombre del Padre que reemplaza al enigmático ( 'll1110 operador lógico, el lugar de la madre sin el tope que pone
deseo de la madre y, al producir la metáfora, opera un plus de sig- 1 ,i¡u•r,Hlor Nombre del Padre, se desliza por una vertiente esca-
nificación, lo cual abre la posibilidad del destino sexuado del niño. l,l1·i:111LP pues el niño tiene su ser en la posición que ocupa para
Posibilidad de dar respuesta a la pregunta sobre el significado del il 111 :1r el deseo de la madre, es decir, mantiene una alienación
deseo de la madre. 1, ,1 ! il rnn aquella en tanto no puede ubicar su posición sino a merced
Dice Lacan, al trabajar el artificio del Nombre del Padre, que d, 1 p111·0 capricho materno ... donde no hay elección posible. Allí
por tal se entiende un significante sustituido a otro significante: ,/ U1111-; no se distingue aún como malo:
efecto de metáfora que produce un plus de significación. En De
"Puede gemir, estallar, maldecir, no comprende -nada se arti-
una cuestión preliminar... (Lacan, 1958, p. 539) la presenta así: cula aquí, ni siquiera por metáfora". (Lacan, 1959-60, Sem. VII,
/'!.'f/12159/p. 91).
Nombre del Padre Deseo de la madre
•> Nombre del Padre (A/Falo) 1,:1 sujeto queda a merced de esa demanda absoluta que, como
Deseo de la madre Significado al sujeto 1qu·rv<í, impone el arbitrario antojo materno. Superyó que ha de
c¡wd:1r como resto aun habilitada la metáfora paterna, ya que es-
Fórmula de la metáfora paterna que funciona, como toda metá- i11 1ui lodo legisla.
fora, por la operación de la sustitución del Nombre del Padre al De- 1,:1 11ii10, frente al deseo materno, queda, dirá Lacan recurrien-
seo de la madre y su elisión. La Metáfora paterna establece que, cl11 ,1 1111 símil, casi como el compañero de la "mantis religiosa"
sin la operación del significante del Nombre del Padre sobre el De- l11 ·11ilira, esto es, acoplándose a ella pero desconociendo sus cos-
seo de la madre, la pregunta del niño por el deseo de la madre que- 1111,ilm•s, desconociendo su intencionalidad y allí no hay pregunta
daría sin respuesta, pues, desarticulada de aquel operador, lo úni- ¡111 d1k del ¿Qué me quiere? Por eso la sustitución del deseo de la

co que la madre quiere de él (Deseo de la madre/ x) es su apego. El 111 111ir<' por el significante Nombre del Padre produce la elisión de
niño debe ser el todo que colma a la madre como objeto y, por tanto, 1,¡11<•lla y un plus de significación que permite poner límites, bordes
queda a merced de su goce mortífero. De ahí que el deseo de la ma- i 1n1 rnpricho, otorgando chances de elección abierta.

dre mantenga el lugar del hijo como pura incógnita, inerme y sin Volvic>ndo al símil de la "mantis" diremos que, quien conoce
recursos para producir un efecto de significación, a menos que el 11 1, rnsLumbres, tendrá posibilidades de elegir qué hacer con ella

significante Nombre del Padre haga posible su sustitución y elisión. y, ,1 :dgo hace, será elegir las coartadas para no ser devorado.
De lograr la operación de la metáfora instaurar la variedad y la se- Anos más Larde, en la sesión del 11/03/70 del Seminario XVII
rialidad, el sujeto adviene a un destino sexuado diverso que va más l ,11(·:111 punLunlizará, al aludir a la metáfora paterna, que es el
allá de la exigencia de colmar el deseo materno. 1, 1,•11rso <¡LH' traba que' e1I de1se10 de In madre engulla al hijo, inter-
111>111(•11<10 ('[ falo c'n su boca vornz. l•:stC' sc'11nlamicnLo pone en
58 MARTA GEREZ fü\tBERTiN l ~ll'l i ll.Vl'IVOS lll,L SUPERYÓ 59

limpio que, con el advenimiento de la metáfora paterna, no sólo 1ll'scle esta topología lacaniana del sujeto interroguemos la
se produce la significación fálica (<p), también habilita la operatoria tli1•111nción freudiana: la angustia es ante algo, es preciso interrogar
del significante fálico ($), significante, para Lacan, que designa ,..;,• "por etwas", ese algo que, llamativamente, Freud vincula al
el conjunto de los significados pues, en tanto razón armónica, l,; I In, y desde allí, Lacan a das Ding.
es el ordenador que permite a los sujetos ser legislados desde una
medida regulable para todos. 1,; 1 l~llo inconsciente -como lo nombra Freud en El yo y el ello,
w!c• contundente "no determinable" resaltado como etwas -algo, es-
Hasta aquí la lógica de los operadores padre y madre para La- 111, .ilguna cosa-, es silencioso; en él reina el silencio pulsional, que
can de acuerdo al esquema R y su correlato, la metáfora paterna 1111 linbla, que no piensa, pero que mantiene su lógica, la del objeto
según sus formulaciones de 1958. Pero, a los fines de nuestro tra- , , l.1 d<' la letra. En el Ello inconsciente prima la letra, es silencioso
bajo, es preciso llevar esa lógica más allá, hasta los Seminarios ¡1111q11<' en él hay acefalía subjetiva, y tiene al superyó como abo-
VII (La ética) y X (La angustia). 1110. 1:n cambio, en las formaciones del inconsciente o el incons-
1

En el Seminario VII (1959/60), y a partir de una lectura de 111•111<' reprimido, el sujeto habla en tanto las formaciones del
Proyecto de psicología ... de Freud, relaciona al Otro materno con i 111•1111sciente hacen escritura. Esta disyunción entre el ello incons-
"lo das Ding" (/a Cosa), ese Otro gozador que exige la muerte del 1111 1 1II <' silencio pulsional- y las formaciones del inconsciente per-
sujeto y que preanuncia la formulación del objeto a. La madre, co- 11ii l1• interrogar con mayor precisión la cuestión de la angustia.
mo das Ding, queda extranjera de lo simbólico, salvo que, el Nom- l 1111·q11<' si la Cosa a-Cosa al sujeto es porque la barrera que puede
bre-del-Padre, posibilite que ese goce materno pueda disolverse 11111111H'Lrar al objeto a desde el Nombre-del-Padre desfallece ... y
en goce fálico y relacionarse con el deseo del Otro. Pero, siempre tll1 <'I golpe de angustia. Freud decía en 1899 "el sueiío es una rea-
ha de quedar un resto que se mantiene fuera de cualquier signi- lt::.1l<'io11 de deseo", pero en 1932 -en la Conf. Nº 29- se rectifica y
ficación y como marca inolvidable del goce. ilir,na: "los sue11.os son un intento de realización de deseos·'. A esa
En el Seminario X ( 1962/63) retoma la vinculación de la madre 11•1·1 ilicación lo llevan los sueños autopunitivos vinculados al
con la Cosa y de ésta con el objeto a, al relacionar el deseo con la 11¡H·ryó que derivan en pesadillas, porque cuando ese intento de
angustia. Sólo la intervención del Nombre-del-Padre puede poner 11 •;ilización de deseo fracasa en su tramitación -vía el enlace aso-
límites al Otro gozador materno, lo cual permite la inscripción de c·L il ivo- , se debe a la presentificación de lo traumático; es decir, lo
la falta del Otro y demarca el borde perimetral que contiene al a. 1c•:il, lo no tramita ble fijado a das Ding como satisfacción; precisa-
Por ello Lacan dirá que la angustia aparece allí donde falta la falta, 1111•11(<', lo que desarticula la trama de la formación del inconsciente.
allí donde se rompe la barrera que, desde el Nombre del Padre, H11 producto puede ser la pesadilla, el terror y la angustia.
permite que el objeto quede enmascarado. 11:sLa es la línea a seguir para constatar, tanto la configura-
Entonces, jerarquizando el lugar del deseo del Otro y la falta 1 11111 de la fobia en la neurosis infantil, como su labilidad; excepto

en el Otro - que en Lacan se reconoce en el Seminario X como S i¡111•, el trabajo analítico, permita que las enigmáticas y lábiles
Uü lsignificante del Otro tachado]-, es posible situar al niño en l11l>ias infantiles se configuren en síntoma cristalizado y, como
la estructura de la falta desde donde se abre la posibilidad de 1,il , y a pesar del deseo prevenido, hagan posible la apertura
que, tras los interrogantes por el deseo del Otro y su falta -¿Qué de• una pregunta al Otro, al analista ubicado como sujeto su-
me quiere el Otro? ¿puedes perderme?-, el sujeto niño sitúe sus p11PsLo al saber.
errigmas -¿ De dónde vienen los ni:1os?; ¿Mamá y papá se pegan ¡,Cuáles son los limites para indagar en el niño la cuestión de las
por la colo?; ¿qué desea mi madre?- y las posibles respuestas que ¡H·saclillas y cuál la cautela?; porque si la pesadilla implica estar al
surgen en las teorías sexuales infantiles. Será atravesando esos IHird<' de lo que circunscribe al objeto a, supone el limite de la de-
desfiladeros que él configurará su neurosis. Punto privilegiado ,11l~j<'tivización, y allí el analista debe trabajar con extremo cuida-
del pasaje de la angustia a la fobia. tl11, i11Lc>11Lando cnrnnrcar y pcrinwLrnr, P<'rn no dPsdc su inventiva,
60 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1~11 '1:li/\'l'IVOS DF:L SUPERYÓ 61

sino desde los recursos del sujeto para apelar a las formaciones del // ..'2. El artificio de la fobia en el análisis de
inconsciente, en una clínica que tiene su pivote en la transferencia. .-
Cabe agregar que, mientras el superyó es apenas una dé- " 11 n ino
bil coartada a la angustia; la fobia, en cambio, su artificio-su-
1 1, e IA80 DANIEL
plencia, en tanto está emparentada a las vicisitudes de las forma-
ciones del inconsciente. Las explosiones de angustia en el niño no
se aligeran por la intrusión superyoica, sino todo lo contrario. El 1:s mi propósito dar cuenta -desde una exposición fragmentaria
1

superyó, en lugar de separar al niño de la Cosa que a-Cosa, man- , 1, l ;11inlisis de un niño, y atendiendo a las formulaciones teóricas antes
da hacia el objeto, precipita a su encuentro. Exigirle a un niño , pl1cil.adas- de la conformación de la neurosis por las compuertas
que no duerma con la luz encendida, condenarlo a penitencias in- d, l:1 fobia en lo que Freud destaca como "el tótem negatiuizado".
sensatas o amenazarlo vanamente no apacigua su angustia, como
veremos más adelante en el caso Arpad. 1, 1,i\S PESADILLAS
Con estas premisas como referentes, trabajaremos dos casos
clínicos de niños. Uno -Daniel-, el de un niño que, a partir del l >:miel es traído por sus jóvenes padres hacia el final de sus 4
análisis, logra la configuración de la fobia y, así, pone límites al 11111 1 Están preocupados por sus terrores nocturnos acompañados de
desborde de la angustia. Otro -Arpad-, donde no se logra perime- 1111ilo c'spasmódico, hiperkinesia y una más que excesiva tendencia
trar la Cosa y no adviene, por tanto, la cristalización de un síntoma 1 111111per y tirar todo ... cuando no a romperse él mismo. Los padres
como formación del inconsciente. t 111111•nLan que a los dos años de Daniel hubo un problema que no se
i,, 1•lo nunca al niño, pero suponen que de eso Daniel algo captó. Cul-
11 d ,il izados preguntan ¿pudo, "aquel accidente", haber influido en el
111l1•nLo cambio subjetivo del niño? Se trataba de la pérdida de un
l11 111 • ele siete meses que nació ahogado con el cordón umbilical. La
111 uln' era quien, fundamentalmente, revelaba una gran culpabili-
,1 1d por "ese accidente" que se reprochaba explicitando, al mismo
l 11•111po, que eso la apegó demasiado al niño de quien tenía serios
, il, 11:1culos para "despegarse y andaba siempre corriendo por detrás".
No indagué respecto al accidente y simplemente pregunté si
1111 il;1bían pensado tener otro bebé, a lo que respondieron con bal-
1111, 1•os y evasivas.
l ,:i llegada de Daniel a mi consultorio provocó muchas corridas.
n11 iliperkinesia era desmesurada y, debo confesar, en poner fin a
, 11 ,1_1 , P instaurar la transferencia, colaboró -como suele suceder en
Referencias Bibliográficas
p-.ii1·oanálisis de niños- un acompañante inesperado: un lorito que
11 ,illllaba en el patio de un vecino. Convencida que correr tras
FREUD, S. (6/12/1896) Carta 52. l. Bs.As.: Amorrorlu, 1982. 1>1111iC'I induciría en el niño los mismos efectos angustiantes que
FREUD, S. ( 1925) Inhibitió11, si11/0111a y angustia. XX. Ds. As.: Amorrorlu, 1979. pl'c>v1a:aba el apego de su madre, y ayudada pcr el anirn.nlito que
GEREZ A~IBERTÍN, M. (1993) L((s voces del s11pe1yó. I3s. As.: MananLial. wi1 ,d>n del otro lado de la tapia provocando su inusitado interés,
LACAN, ,J. (1958) De una c11estiú11 preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis.
di.11• a Daniel que pretendía hablar y jugar con él; tras lo cual tra-
Escritos II. Bs.As.: Siglo XXl, 13" ed., 1985.
LACAN, J. (1959-60) Seminario VII. La ético del psicoanálisis. Bs.As.: Paidós, 1988. d• ,•11 C'I patio (el entorno del consultorio no contenía a Daniel) un
LAC'AN, J. (1968-G9) Seminario XVL De 1111 Otro al otro. JnédiLo. 1•1n·11 lo que dclimiLaba "p] ('Spacio para conversar". Uno de los bor-
62 MARTA GEHl,Z A~113EHTIN P ,ii'l 11,\1 ll' <lS 111,; 1, Slli'l-:HYO
63

des de ese espacio lindaba con la pared detrás de la cual habitaba 1,; l. A HTI FICIO DE LA FOBIA
el "parlanchín" lorito.
Las entradas y salidas del niüo del circulo trazado fueron inter- 1 l.i11i<·l rC'torna 15 meses después. Pide venir porque, aunque
minables y sostuve la negativa a salir de él mientras durara su 111 ,·,111<·111T('ncin al Jardín de Infantes se ha desarrollado normal-
tiempo de sesión que al principio fue muy variable. Salía, entraba, 11111111<'. de, golpe se instaló en él el miedo a permanecer en el Jardín
traía y llevaba cosas hasta que poco a poco y en tanto mantuve mi 11 11 • 1•r l'Xpulsado de él, pensé-. Al mismo tiempo sus padres me
posición de no correr tras él, dejó en el lugar un gato y un osito de 1111111111;111 que están a la espera de un bebé que nacería en poco
felpa, una pelota, sillitas, papeles, lápices de colores, tizas y plasti- 111 11,¡H> 1n:1s. Daniel me dice que pidió "a sus papis que lo traigan
linas. Al principio hablaba como el torito, una serie ininterrumpida ,,,. ,¡11,· oigo camhicí e11 él ... ahora soy un chico malo con mi nwmi ...
de palabras, hasta que me propuso armar en el espacio delimitado 1111 /NH'n 1110/o con mi papi".
una casita a la que rodeó con sillas para que nadie entrara ... a lo que \1 pr<'guntnrle en que consistía esto de ser malo me dice "le
le agregué: "o saliera". ,,.,, n111 cnsas, Lo amenazo, le saco la lengua, le digo que me uoy
En ese perímetro rompió todo lo que pudo, pero también me in- , 11 ir 1•11 otra ciudad con mi padre, y ... cuando ya 110 tengo
1

terrogó -cada vez más tranquilo- "si allí también entrurían ... " o 111, •,!11 1 0/ueré y estaré bien con mami y con él". A su vez, y co-
1

si él podía caerse fuera del circulo. Para abreviar diré que su temor 1111, 1'<·í'iriéndose a algo que no tiene mucha importancia, me
por los que pudieran entrar hacía referencia a los "11wstron" 111 1 111 :1 su malestar en el Jardín, su miedo a permanecer allí,
(monstruos) que saltaban hacia él en las noches. Habiendo cons- 1111,·do ,d que liga, de alguna manera, a su preocupación: "ser
tatado que se trataba del relato de una pesadilla que lo atormen- /1111 1111110 con su mc1111i''. Cuando le pregunto porqué se volvió
tabn, y atendiendo los argumentos explicitados en el punto anterior 111 ,ilfl l 'on la mamá me dice: "será que ella me hace cosas, me hace
sobre el asedio del superyó, no dije nada de ello. 11!/'rlr ugua en los oídos y e11 la boca cuando me baiia, entonces
Nuestra charla sobre otros ternas, menos angustian tes, derivó ll111r1 ,, le digo que no uny a comer, y os{ soy un chico malo". Pre-
en la propuesta de un juego con las sillas: tirar algunas cosas ha- 1111! o si hay algo más y dice que sí, por un lado "su mami ne-
cia afuera y pedirme de asujetario para que él no cayera hacia •"Ú lu ahora mucha ayudo del papi porque no está bien", y por
afuera del espacio perimetrado. Luego, lrnblando de una y otra 111 11 rd'icre a su hermanito: "el lzer11w11ito que estcí por uenir, y
cosa, inventó un nuevo juego dentro del perímetro donde, ahora, 111 11111111cí se internará pronto en la clínica para que venga el
él era el "mostroo" y yo quien se asustaba y viceversa, el "mos- /11 1·1111111ito ... ", y agrega "en la clínica te ponen uocunas, mi 111a-
lroo" estaba del lado de la analista y quien se asustaba era él. 111u 1111· dice que me pondrán uac11110s en la clínica, yo le tengo
Poco a poco el lugar del "mostroo" lo ocupó un osito y quienes 1111, ·rl() o los agujas porque son {{randes, pero si mi mamá se ua ...
se asustaban eran él y un gatito de felpa que huían del "oso ma- , 1:111·() que le pido a 111i papó que me haga poner los uac1111as y
lo". Singular juego que posibilitaba una sustitución mínima a su 1·/ 11u· uyudaró a que no tenga miedo co1110 en la pileta cua11do
pesadilla. ,,,,,, o nadar con mi papá 110 tengo miedo ... bueno no tengo tanto
El juego y sus modificaciones ya implicaban una metonimia 11u·rl(/. 1\1.i mamá se pone como loca cuando se enoja, me agarra
y la instalación de una metáfora que ponía, en una mínima se- ¡/, , los brazos y esas cosos y está así pon¡ue será que ua a nacer
rie sustitutiva, el recurso del -<p que engaíi.a a la pulsión, y que 1111 l1l'n11a11ito. ;Será que ua a nacer? Yó le pregu11to si lo ua a
le calmó por un tiempo. Allí sugerí que podíamos interrumpir 1¡11,·r1•r 111ás a él que a mí y me dice que eso 110 se pregunto y que
rluestras entrevist<1s y que, cu:1ndo le parecicrn 11cccst1.rio, vol- 1 !fJ ,': r·l:icos que JJre/;untan e.c;o l)Íene un t icjito cnn ho/:_;a.'; qllc se
1

viera para que conversáramos. Se despidió de mí y del lorito /l, ·111 los chicos malos."
1

del vecino de quien dejó un dibujo muy colorido al que llamó "El 1L1y un cambio de posición subjetiva entre el pasaje ele sus te-
picazo", aludiendo al gran pico del animalito que tanto atraía 1'1<n'1's nocturnos, hip<'rkinesin y golp<'s, n esta nueva construcción
su atención. d,• :,;11 fobia al Jardín ... d<' lnf'nnL<'S.
64 MARTA GEREZ AMBERTÍN
1~I 1'1-;HJ\TIVOS DEL SUPERYÓ 65

1•HLÍ rircunscripto y, sobre todo, puede ser nombrado: un signifi-


En la primera etapa de su análisis la pregunta por el deseo de
'11111 <' que hace borde, hace límite entre el exterior y el interior.
1

su madre no encontraba anclaje ni significación ... su madre desea


\',•rdadero pasaje hacia la configuración de las formaciones del
su nada, su desaparición, como la del bebé que un buen día "de-
1111·011sciente desde las cuales advendrán otros síntomas y otros
sapareció y el mostroo lo ahogó". En aquellas vicisitudes tremen-
1, •1 11 rsos para hacer límite. Dice Lacan de la fobia:
damente angustiosas, no era la ausencia de la madre lo que pro-
ducía su terror, sino su exceso de presencia, que podía -encarnando
"Aquí está su función más profunda -juega el papel de una re-
al superyó- chuparlo, aspirarlo o devorarlo. Ahora, en cambio, al
.JO de arado, con la función de refundir nuevamente lo real". (La-
interrogante: ¿Qué desea su madre, cuando desea otra cosa de él, <'all, 1956-57, Sem. IV /8/5157/, p. 307).
más allá de él? hay dos respuestas posibles: a su padre o a su her-
manito. Daniel puede pasar del dos al tres, esto es, pasar de una l ,as angustia n tes pesadillas situaban a Daniel como una nada en
aprehensión imaginaria fálica de la relación a la madre, a una ¡,1,•:- 1 <•ncia misma del objeto. Confrontación con el deseo de la madre,
percepción castrada de las relaciones, al conjunto de la pareja pa- 11 l<•1Tor era a ser engullido, chupado, ahogado -como el bebé de 7
rental, y responder por el significado del deseo de la madre: Allí 111, •:- 1 <·s que nació muerto-. Pero, ahora Daniel, gracias al artificio de
busca al padre privador como agente de la castración, pero 11 íi,liia, procura un padre real, ese que Lacan resalta en la opera-
transfiere el lugar del padre al Conserje de la escuela, viejo de la ' 11111 simbólica de la castración: alguien de quien tener miedo ... pero
bolsa que se lleva a los niños que preguntan. Viraje de la castración 1, ·111•r miedo a alguien que vacuna y de quien se mide el tamaño de
materna, a la propia, y a la amenaza de castración paterna. 11 11guja no es lo mismo que la angustia desmesurada ante la madre,
La angustia de castración que se sitúa en el niño, en una di- 1 que -también ahora- puede ahogar al nuevo bebé, esa que no
mensión francamente fálica, resignifica ahora las iniciales angus- , 'I ,orla las preguntas. Allí la emergencia del odio.
tias de devoración materna:

"los fantasmas de deuoración / .. ./dela/ ... / tan temida deuoración 11Pro hay que diferenciar el odio a la madre, de la rivalidad con
materna (son una) consecuencia lógica y cronológica del fantasma de 1d pndre. Ese padre que, pese a todo, se ocupa de su mujer, que no
castración-fl,agelación paternal/ .. ./. " (Braunstein, 1994, p. 162). , ¡i111•n• acompañarlo al campo porque, supone, "quiere quedarse para
11111l11r de la mamá y del bebé que va llega r" y que debe, sin duda,
La angustia de castración que, para estos momentos, gira en ¡1111u•r muchas vacunas. Daniel pasa de la castración materna, del
torno al padre, logra resolverse tras el artificio de la fobia al por- ¡,t· m de una madre que puede ahogarlo -le hace entrar agua por los
tero, con lo cual el niño no sólo esquiva el conflicto de ambivalen- ,í,lus y la boca-, a la castración propia y a la amenaza de castra-
cia con su padre sino que logra permutar ' 11111 paterna por la rivalidad, con el padre, con el portero que está
, 11 In puerta del Jardín de Infantes. De allí que no se trata de dar
"un peligro pulsional interior por un peligro de percepción ex- ,, 1•s<· significante -Jardín de Infantes- una significación, se trata
terior". (Freud, 1925, p . 120).
,In ligar ese significante con otros para hacerlo girar... circular. En
,11.1, consiste el trabajo en torno a la fobia en el niño: posibilitar la
La fobia al Jardín de Infantes es un gran paso; es una respues-
¡,,w,nuLación de un significante con otro desde el cual resulte posi-
ta más allá de la angustia ... ante la madre. La fobia, protección y
1,J,. 111sLaurar un nombre que configure metáfora del sujeto.
escudo contra la angustia es, en este niño, el efecto de la metáfo-
l{,•cordemos que Tótem y tobú resalta que en las fobias de los
.r::: paterna, un reaseguro contra 1a Cosa. Recurso que hace escri-
1ii11os se produce, de alguna manera, un equivalente al totemis-
tura en torno al Jardín, el Jardín donde "crecen infantes". El miedo
1110 <·on sello negativo, esto es, la función paterna opera como
en el Jardín, miedo a entrar por temor a no poder salir, finalmente
1111 <•111 que sostiene el sistema de prohibiciones lo cual produce un
se concentra en el portero, un portero perfectamente ubicable. La
11 Ido clínico de pacificación en los niños. Tal como efectivamente
angustia es al vacío -a un real-; en cambio, el portero del Jardín
66 1~11'1•'.IU\'l'IVOS DEL SU PERYÓ 67
MARTA GEREZ AMBERTÍN

funciona la fobia para Daniel. Ese portero está delante de la /l..'/. El caso Arpad ("el pequeño hombre gallo'')
puerta y es el reaseguro para el niño: para que pueda mantener
una regulada distancia con la madre, para preservarse del asedio
\',·/envés de la fobia
feroz del superyó, y lograr un lazo más pacífico con el padre.
1NTIWDUCCIÓN
Esta entrada a la neurosis infantil por la puerta de la fobia otor-
ga un reaseguro, el tránsito del niño como abonado al inconsciente
l•:11 1913 en Tótem y tabú, Freud alude a la
vía sus formaciones; pero no dice, aún, que la posición de su deseo
prevenido ante la falta del Otro sea definitiva. Si la neurosis es la
"excelente observación aislada de un caso que sólo admite la de-
posición del sujeto ante la falta del Otro vía la demanda, y si el de- signa ción de totemismo positivo en un niíio". (Freud, 1913, p. 132).
seo insatisfecho dice de la histeria, el imposible de la obsesión y el
prevenido de la fobia, el pasaje hacia la neurosis infantil a través HPfiérese al pequeño Arpad, caso que le relatara Ferenczi y
de la fobia no asegura su permanencia en el deseo prevenido. Es ,p11•, más allá de los limites impuestos por su carácter de "obser-
preciso dejar al niño hacer tranquilo su neurosis y, en la línea de la 1,·1011 aislada", creemos importante trabajar en tanto se contra-
permutación, no sabemos hasta dónde llegará. Así, no puedo res- ¡'"' H • a los casos de formación lograda de fobia en niños, como el
ponder por la futura posición de la neurosis de Daniel, su fobia es ,l,d l:rmoso Juanito o el de Daniel en los que se trata del totemis-
ya una posición de la elección de su deseo; para indagar por su elec- 11111 negativo en los niños. Dicho de otra manera, en el totemismo
ción del fantasma será preciso esperar que se interrogue ¿Qué co- , "' 1 sP llo negativo, el tótem sostiene las prohibiciones y un siste-
sa es una mujer? y ¿qué cosa es un padre? En suma, enigmas que 111 1dP legalidad que regula la relación del sujeto con la madre, así
aún no puede vislumbrar. Hasta aquí pudo interrogar por el deseo l1111ciona para Juanito el caballo, el cual, por las vías de la fobia
de la madre, e ir más allá de su goce por la constitución de la fobia , 111110 síntoma, demarca un límite, un contorno a la invasión del
como una suplencia de los Nombres-del-Padre. ! 11 ro materno. Como dice Lacan:

"con ayuda de la fobia, instaura un nuevo orden del interior y


el exterior, una serie de umbrales que se ponen a estructurar el
mundo". (Lacan, 1956-57, Sem. IV{20/3/57/, p. 247).

l•:n Arpad, en cambio, el tótem positivizado, exige ir mús ,rl In


d1 • rnalquier ámbito y en lugar de prohibir, empuja a traspo1wr
111 1 limites, lo que deja a Arpad a merced del goce superyoico. As,,
"lotcm positivizado", es otro nombre del superyó.

l '<•se a ser "una observación aislada" Freud da relevancia :1 1 caso


1111 1:into ejemplo de tótem positivo el cual se contrapone a la consLrnc
Referencias Bibliográficas 1•i1111 lograda de las fobias en la infancia caracterizadas, prccis;1m< 111

1, , por la negativización del tótem, esto es, el lugar que toma el tótvm
1111110 sostén del sistema de prohibiciones. Suplencia posible del Nom
BRAUNSTE[N, N. (1994) Freudiano y lacaniano. Bs. As.: Manantial. l1r1 • d<•l Padre que pone limites al goce caprichoso de la madre.
FREUD, S. (1925) Inhibición, síntoma y angustia. XX. Bs.As.: Amorrortu, 1979. Sandor Ferenczi envía -1912- a Freud (su maestro y analistn)
LACAN, J. ( 1956-57) Seminario IV La relación de objeto. Barcplona: Paidós, 1994. 1111-1 observaciones que publicada en 1913 con el título Un peq1H'110
68 MARTA GEREZ AMBERTÍN l~ti 1 1!,\11\'0S llEL SUl'ERYÚ 69

gallo o, de acuerdo al alemán, Un pequeño hombre-gallo -Ein kleiner 11 ii11 , l'or Lnnto la "observación aislada del caso" impone ciertos lí-
Hahnemann- (Ferenczi, 1913). El envío, de alguna manera, obe- 1111 1, •H 11 mwsLras puntualizaciones y conjeturas sobre el mismo.
decía a la propia demanda de Freud quien en la Introducción al
historial de Juanito -1909- incitaba a sus discípulos a reunir ob- 1'. I, ,\( 'ORRALAMIENTO:
1

servaciones sobre los niños. Freud decía expresamente: 1:N' l'IC E LA INHIBICIÓN Y LA ANGUSTIA DE CASTRACIÓN
"suelo yo, desde hace años, instar a mis discípulos y amigos pa-
ra que compilen observaciones sobre esa vida sexual de los niños tJl1 i« 'II concitó la atención de Ferenczi es conocido como Arpad y
que la más de las veces se pasa hábilmente por alto o se desmien-
te adrede". (Freud,1909a, p. 8). "se había desarrollado hasta la edad de tres años y medio rc-
1: 11/onn ente, tanto física como mentalmente había sido un nil'io
Obtiene varias respuestas, entre ellas la de Ferenczi que indi- ¡wrfi,ctam ente normal, hahlaha fluidamente y demostraba co11si -
ca en una nota al pie de página del artículo que publica sobre Ar- 1frruhle inteligencia". (Ferenczi, 1913, p. 31).
pad, que Freud le ha comunicado que utilizará el material en un
\ ,,:-;; 1 edad, Arpad, que residía en Budapest, es llevado de va
próximo trabajo en !mago sobre el totemismo. Se tratará de Tó-
,11 11111< 'S a Austria, donde sufre un brusco cambio subjetivo. Col'r'('
tem y tabú donde, efectivamente, está consignada su observación
11 ! 1ll .\ s u fa milia se instala en la misma residencia de un balneario
y agradecido el aporte. En el Cap. IV -"El retorno del totemismo
n1•· t 11 :1<·0 que había ocupado un aüo antes. Allí, sólo el gallinero
en la infancia"- Freud ofrece breves ejemplos referidos a niños y,
h11 p,t l io de esa casa de veraneo es lo que interesa al niño. Desde
en cierta forma, confronta la zoofobia de Juanito con la peculiar
t111i 1p1·:i 11 as horas de la maf'1ana se instalaba en el corral y
zoofilia de Arpad.
Asimismo, en la frondosa correspondencia Ferenczi-Freud, el
"observaba las aves con incansable interés, imitaba sus sonidos
primero alude al caso en las cartas: Nº 268 del 18/01/1912 y 276 1• 111ou imientos y lloraba cuando era sacado por la fuerza del !{alli -
del 07/02/1912; recibe agradecimientos y comentarios de Freud 11,·rn ". (Ferenczi, 1913, p. 31 ).
en las: 270 del 23/01/1912; 271 del 27/01/1912; 275 del 01/02/1912
y 312 del 18/07/1912. \1111 f'u era del corral, cloqueaba, cacareaba y contestaba las
Es interesante agregar que, en la 275, Freud pide a su discí- ¡ 1!,11:1111t.as imitando los sonidos de las aves; la madre comenzó n
pulo que demore la publicación del caso: lli ,•,11· 11parse temiendo que perdiera el habla. Todo el comporLn -
t11i, 'l tl <> dül niño había sufrido un enorme cambio. Mientras anü's
"Comencemos por su hombrecito-gallo. Es un regalo y tendrá 11tl« 'l'C 'Sa ba por "todo lo que sucedía dentro y fuera" del corrnl,
un gran porvenir. Espero que no vaya a creer que quiero simple- d1111 ·11 loda su atención estaba concentrada exclusivamenLc' <'11 <'l
mente confiscarlo para mi; eso sería una bajeza de mi parte. Pero tll111C 'J'O . Singular inhibición y peculiar demarcación de un.1 Z011:1
no habrá que publicarlo antes que yo haya podido sacar el retorno
q11, 11111cita ba todo su interés y que posiblemente le permiLí:1 <'ott
infantil del totemismo, a fin de que allí, entonces, me refiera a
eso". (Freud-Ferenczi, 1908-1914). 1111111 :11·sc con algo fundamental.

ll1 • n 'greso a Budapest retoma la lengua materna - el húngaro ,


Una pequeña primicia de la que Freud no quiso prescindir.
¡tt' i'111, 11 monotema de conversación e interés son los gallos, las ga
Ferenczi recibió el caso de una ex paciente la cual, quizás, cono-
1111 1;1: y los pollos a los que, a veces, suma patos y gár..sos. R0 p¡L,',
ciendo la solicitud de Freud a sus discípulos, supuso que sería de in-
r1111 RI:111!t'me nte, un juego: reducía un periódico a la forma de gn
terés para su psicoanalista. Ferenczi se interesó en el caso y entre-
1111:1 y g: tllinns ofrecié ndolos a la venLa , tomaba algún objeto como
vistó al niño una vez, pero declinó la observación y las entrevistas a
111iil <1<! un cuchillo, ponía a su "gallo" en la pileta donde hnbi
su ex paciente que, a la sazón, era vecina y amiga de los padres del 1,1 ,tl11H •11k nrnLaban realmcnLc lns avc's y 1(, corLabi\ <'l p<'SC:ll<'ZO .
70 l\1ARTA GEREZ AMBERTÍN
il"ll,\1 IVOS Dl•:L SUPERYÓ 71

Exhibía como su gallo sangraba y con su gesticulación y su voz 111111s pin zas de rizar/ ... / y gritó: <Ahora voy a clavar esto en los
hacía una muy buena imitación de la agonía que precede a la 11¡os ciegos del ave muerta>. La matanza de aves era un festival
muerte. Cuando se ofrecían en venta aves de corral, el nifio se in- ¡1uru ('l. Podía bailar por horas alrededor de los cuerpos de los ani-
quietaba e insistía hasta que su madre compraba alguna: 111<t!l's, en 1111 estado de intensa excitación. Otra vez alguien, se1ia-
lu11clo wz ave sacrificada le preguntó: <¿Te gustaría que volviese
"Quería presenciar cuando la mataban; sin embargo tenía mu- ,, despertar?> <Me gustaría un cuerno. La volvería a matar yo
cho miedo de los gallos vivos". (Ferenczi, 1913, p . 32). 1111s1110>". (Ferenczi, 1913, p. 36).

Ante la peculiaridad de un juego no exento de compulsión de re- \,·uso esa pregunta tocaba el temor mismo del nifio: "el am-
petición, cabe preguntarse ¿qué "acorrala" al nifio en el gallinero? i!1il " \'n lvcría una y mil veces a revivir para amenazarlo.
Si el ritual del juego, y aun la matanza misma, no apaciguan a Ar-
pad es porque, de algún modo, el gallo al que teme no acaba de mo- "El supe,yó, voz y prohibición, es también esa figura obsC<'llCt
rir y, como vivo, se impone al nifio. De ahí que Fukelman afirme: ,¡11,· manda hacia el objeto. ¿Por qué esa figura es figuro de animal?
/ / ¡Y están vivos! Esta exactitud del animal es lo que podemos lla-
"El problema de Arpad se mo nifiesta en un juego que aparece 11,u r exceso, y la figuro del superyó es el lado estructu roúo de ese ex-
como ilimitado". (Fuhelman, 1984, p. 19). ,.,•so ". (Jinhis, 1984, p. I2).

Nuestro interrogante se sitúa, precisamente, en ese punto: 1111 ritual y un juego que no logran pacificar al nii'ío revela que
¿qué logra circunscribiendo su mundo al gallinero? ¿por qué no 1¡ ,, 110 se logra en la operación metafórica, en suma, un ritual y
puede salir, qué lo apresa, qué lo "acorrala" allí? 1111 ¡111•go que no alcanzan a constituirse como tales, lo cual refiere
Ferenczi arriesga: es la amenaza de castración la que circuns- il 111, 11•1-to enmascaramiento del objeto de la pulsión, ya que -y es
cribe su mundo al gallinero y, a pesar de la limitación que impone J I l:1 hipótesis freudiana- ese tótem está demasiado vivo y, por
esa inhibición, será dentro de ese límite donde el nifio se enfren- 11111\11, 110 cumple su verdadero papel de tótem y de interdicción. El
te a la angustia de castración cuya causa se ubica en la amenaza 1lil111 S(' caracteriza, fundamentalmente, por representar al ani-
paterna. Arpad está en vías de franquear las puertas del Edipo y, lli il 11111Prto (efecto de metáfora) y "rigirse en sostén del sistema
en ese pasaje, surgen las dificultades de la travesía que lo con- 11 · prohibiciones. La pregunta '¿ Te¡, staría que volviera o desper-
frontan al complejo de castración, pero, no hay estructuralmente 1 :,parece como una amenaza porque es eso, precisamente, lo
otra coartada para escapar al asedio del goce materno. Más aú n, ¡11,1 ,111•1-roriza al nifio. Aquello del tótem que debería tornarse
lo que podría poner límites al asedio del goce materno lo enfrenta, 1u11111 Io, simbólico y sustitutivo ostenta demasiada presencia, no
también, a la amenaza de castración pero que, en este caso, tiene k1111i11:1 de morir y, como retorno de un real, amenaza superyoica-
como agente al padre privador. l!!l ·, 11111 Es allí donde algo se despega de la integración simbólica
Arpad queda enfrentado al padre terrible, imagen bruta del p11•d lil1· del proceso de castración.
padre que llega a ser aplastante y, por eso, más allá de la posición
de desafío en la que se coloca el nifio al identificarse con ese pa- l',1r:1 ubicar la angustia de castración y el lugar amenazante
dre ideal, no puede escapar al "eco de la amenaza de castración" 11, ·1 p:1drc que el nifio desplaza al gallo, Ferenczi elabora una
de un padre vociferante, que no legisla como el padre muerto -el 111 l 111cción. De su texto se desprende que trabajó con los pa-
de la ley- sino amenaza desde la ferocidad superyoica. il 11 1'1 ci<'l pequefi.o e indagó en la posible relación entre el aconte-
Quizás ese padre, del que se hace un desplazamiento hacia el l111i,·1d1> de los ;J aüos y n1edio de Arpad con el del año ante(ior.
gallo, no termina nunca de morir. Cuenta Ferenczi: !111, 1rng,Hlo por sus padres relata, finalmente, que durante la
pr111u•rn ('staclín -en 1909- en la casa dPl balneario austríaco (tenía
"Una vez estaba jugando en la cocina con un ave recién sacrifi· t!11 ", 111-10 y nwclio) y en oporLunid;id <'n qu<' S<' había metido en un
cada por la cocinera. De pronto fue a la habitación uecina, recogi,i ill11H1ro y orinaba un nido, n'<'iliio 1111 pirntazo de un gallo "de
72 MARTA GEREZ AMBERTIN
hll'I 11/\IIVOS llEL SUPERYÓ 73

plumas amarillas -a veces decía marrones-" en el pene. A conse- 1


l '1•n•11czi ordena como tiempos lógicos tres secuencias:
cuencia de esto la empleada Ilona vendó su pene herido y cortó I" 1,:1 niño orina el nido, recibe el picotazo del gallo en el pene,
el pescuezo al gallo. 111 i111-1I ti utriz lo venda y decapita al gallo.
1
La madre recordaba el incidente, pero, como era de esperarse, " 1>di ido a su masturbación y goce autoerótico Arpad recibe la

su versión es otra, mucho menos traumática que la evocada por 11i11111.1w - indudablemente del padre- que, de persistir en ese
Arpad. Relata que escuchó gritar al niño y que Ilona le había co- f Hn,:11, "ha de cortarle" el pene.
mentado que un gallo había querido picarle el pene; conjetura :I" l•:n su retorno al balneario de Austria, Arpad se atrinchera
que, quizás, Ilona lo había vendado sólo para calmarlo. 11'1 >1 rnla en el gallinero. Intenta así poner un limite -precario
¡1t11 11<'rto- a la amenaza de castración. Identificado al padre

Ferenczi reconoce la equivalencia que pudo existir para el ni-


11, ·,, tl . :ti padre privador, imagen bruta del padre, queda ante ese
1111d11• <'ll posición de desafío, en posición de 'gallito' dispuesto a la
ño entre husmear y curiosear el nido amoroso de los padres y el
t 1f111 y;i que, desde el lado paterno, la amenaza se configura para
del gallinero. Orinar el nido no deja de tener una connotación in-
1 11i110 ('n un llamado a la riña.
cestuosa significada "apres coup", y la respuesta del gallo padre,
1,:1 111andamiento de prohibición de la masturbación no prospe-
con un picotazo en el pene, dice que no está dispuesto a tolerar la
1n ,\1 11H1ue surge el intento de preservar al órgano de la amena-
intrusión incestuosa del niño.
, d1• c·nstración como premisa narcisista, esto no se enlaza con la
La dedicada y devota respuesta de la institutriz -que desplaza
111, 1gc•ncia del tótem negativizado. Aquí, en cambio, es positivi-
a la de la madre- tiene fuerte significación en el niño: el amoroso 11111 porque el gallo no termina de morir y, en tanto vivo, amena-
vendaje de su pene debió dejar en él una secuela de excitación que 1. l 11•11ta, excita. Ferenczi puntualiza:
se encadena al oscuro goce de asistir al descabezamiento del gallo.
A partir de esto Ferenczi articula dos momentos: el primero "Ahora comprendemos mejor esa rabia inextinguible hacia el
ocurrido a los dos años y medio en el gallinero de la casa del bal- J~(l llo que había querido hacer con su mie,nbro lo que los adultos
neario de Austria y del que el niño asevera haber recibido el pico- /l(fhían amenazado hacerle, y ese temor por ese animal sexual que
se' atrevía a hacer todo lo que le aterrorizaba; también comprende-
tazo de un gallo en el pene por orinar su nido; el segundo un año
111os los crueles castigos que se aplicaba a sí mismo (a causa del
después, en esa misma casa, donde se despierta un compulsivo onanismo y las fantasías sadistas)". (Ferenczi, 1913, p. 40).
interés y temor por las aves de corral, y su adicción al cloqueo.
Entre el primer acontecimiento, su latencia y la emergencia del \rnrralado en el montaje imaginario de la amenaza de castración
segundo, Ferenczi conjetura que debió ocurrir algo que explique t ,·I p:1dre privador Arpad se regocija por la compulsión de repetición
un cambio tan abrupto en el niño. Pregunta a los padres si, entre i i1111l:1da de la matanza del gallo porque no puede hacer duelo por
el primer acontecimiento y el segundo, el niüo había sido amena- 1 1, 1•'4 1o es, no puede liberarse del "gallo terrorífico" para que est0 OJ)('

zado con la sección de su pene a causa de la masturbación. No sin i, , 111110 un significante (tótem negativizado) que cambie la configu
molestia los padres responden afirmativamente, habían adverti- 1111 wn imaginaria de peligro de la amenaza de castración. P:1r:1
do y hasta castigado al niño por su jugueteo y alguien quizás, en A, p.td, el padre es un peligro exterior amenazante y vigilante, ap<'n:ts
tren de broma, había amenazado con cortárselo. 1i11 l11111mizado en la figura del gallo. Como no tiene el hiperpoder d<'I
Castigo y amenaza de castración permiten a Ferenczi abro- p;11ln•, opta por hostigarlo, lo que no es sino una peculiar manera d(•
char los dos momentos: ,11111'!<'rse a él. El desafío es una manera de someterse al acoso dPI
p 11111• privHdor, una manera de enfrentarse a la amenaza de castra
"fi,e la amenaza experimentada en el ínterin, la que había ex- 11i",11 para inLentar, vanamente, circunscribirla, controlarla.
1

citado tanto al núio al volver a la escena de lo terrible primera ex- lkrnrrmnos, nuevamente, a la conceptualización lacaniana
periencia, en la que el bienestar de su miembro había estado en pe- ¡,111•11 dif'Nenciar la o¡lC'racicín dP la privación de la castración y
li!{ro de 111odo similar". (Ferenczi, 7.913, pp. :J:J/:34). 1111111 llitlizar por qué> Arp:id q11c•cl:1 arnrrnléldo a la privación.
74 MARTA GEREZ AMBERTIN
~11'1·'. H/\'l'IVOS
1 D~~L SUPERYÓ 7f'>

Lacan traza las diferencias entre castración y privación en el se- t•:se padre ideal es ambivalente para Arpad, al mismo tiempo
minario IV -La relación de objeto- al precisar las formas de la "falta ,p11• amado y admirado -por despojar a la madre del falo- surge tc-
de objeto". No hay homogeneidad en las dimensiones de la falta. t'rnrtfico y odiado en tanto se presenta como autor y dueño de la IC'y:
Mientras la privación como 'falta real' de un objeto simbólico (et>) tie- 1111 gil llo con "cresta" al que no queda más remedio que sometcrs<'
ne como agente al padre privador; la castración, en cambio, implica 11 clPsnfiar. Al desafiarlo, arroja su odio contra él aunque ese odio
la 'falta simbólica' de un objeto imaginario (-<p) cuyo agente es el pa- q11<' puede matarlo- lo dejaría en orfandad de padre. Para salva-
dre real. En la privación el objeto es simbólico (et>) porque sólo lo sim- g11nrdar su amor, entonces, el niño vuelca contra sí todo el odio qu<'
bólico puede dar cuenta de una totalidad cuando algo no está en su ni aba destinado al padre. Arista fundamental del superyó; el odio
lugar y puede ser dañado o agujereado. Hay, entonces, la suposición , ¡t H' pstaba dirigido contra el padre retorna contra sí mismo.
de un conjunto que puede ser fisurado: agujero producido como un 1,;1 padre privador, como padre ideal, enaltecido y demoníaco,
real. Si algo puede faltar eso surge como amenaza, y por eso la ame- 11ri\stra un talante que impone, desde su consistencia sádica, un
naza de castración sólo se torna eficaz si recae en la concepción de un 1•1><'<' masoquista en el pequeño Arpad. Viraje desde el Otro pri
conjunto, que no es sino la identificación narcisista del niño armada 11,ordial materno hacia el apronte a someterse y hostigar al pa
sobre una estructura de a dos con la madre. ti r<' que acaba en hostigamiento contra sí. Degradación del pnd n'
Esta diferencia que establece Lacan entre privación y castración 1cl1,al hacia su versión maligna; degradación del hijo que, en su
es importante, y conviene tenerla en cuenta en el caso tratado ya ., 1crificio, está dispuesto a ceder al goce masoquista con tal de no
que, clínicamente, los efectos de una y otra operación son distintos. Jll'rder a ese padre gigantesco que, de alguna manera, le ascgu-
Mientras que la castración tiene un efecto pacificante para el
1.1 amparo.
sujeto, y es en su travesía donde Arpad tropieza; la privación, que Atendiendo a nuestro propósito, resulta importante ahora, trn-
entrampa al "pequeño hombre-gallo", en cambio, tiene efectos ..ir las diferencias entre Arpad, como una neurosis no decidida y
hostigantes de amenaza y pérdida. ,•11 pleno franqueo del complejo Edípico y de castración, y el caso
El agente de la privación, el padre imaginario, es aquel que pri- 1,ianito, una neurosis decidida vía la fobia, lo que aportará im-
va a la madre de su producto imponiendo, así, la separación de la portantes elementos clínicos.
madre con el hijo. El surgimiento de ese padre en Arpad, como con-
dición necesaria para el pasaje del dos al tres -hacia la dialéctica Arpad es diferente a Juanito quien resigna la agresión hacia
de la terceridad-, coloca al niño en el segundo tiempo del Edipo rn padre y su sustituto, el caballo, por la angustia de castración;
donde el padre funciona como privador e ideal al mismo tiempo. '\rpad, en cambio, mantiene su desafío y hostilidad al sustituto
paterno, esto es, al gallo. La amenaza de castración -pueden cor-
Sin embargo, la operación de privación es el pasaje necesario tarlo de un picotazo- exacerba, en el "pequeño gallo", su talank
del niño hacia el tercer tiempo del Edipo (castración simbólica) 1H1idor y, así, vuelve una y otra vez al gallinero porque, parndo
pues permite poner una barrera entre el capricho materno -el de- j:dmente, allí encuentra un marco para delimitar de dónde vÍ<'tll'
seo absoluto de la madre-y el niño como objeto de éste. Pese a las l:1 amenaza de castración. Una vez delimitado el gallinero, lo con
lamentables vicisitudes de Arpad, ese padre ideal al que queda viPrte en campo de batalla y desafío: a la moción hiperinll'nsn por
confrontado, no es sino el punto de partida a la accesión al lugar s11 madre; a la moción pasiva y tierna por su padre -que npar<'Ct'
del padre como terceridad. Por eso la privación, en Arpad, es la rnn más poder que aquella (la cresta del gallo marca su hi pNpo
condición del Edipo más no s u declinación en tantc el niño no dPr)- y a lo. moción hostil. Esta última es necesaria para (¡U(' PI
arriba a la castración simbólica donde hubiera, efectivamente, 11i110 pueda sostener su masculinidad.
construido una fobia al gallo. Por eso, también, sólo podemos de-
cir de Arpad que está en camino de construir su neurosis, pero "El varón adulto. w/1111ru<fo ¡wro fu111hié11 temido, s<' sifuo e11 fu
ella, aún, no está decidida. misma serie que el 011111/(tf 111·u111fto o 1¡ui1•11 se• c11111clio /JOr fu11fu s
76 MARTA ÜEREZ AMBERTÍN 1~11·1rn,vr1vos DEL SUPERYÚ 77

cosas, pero ante el cual uno se ha puesto en guardia porque puede a. 1.A INCIDENCIA DEL SUPERYÓ EN ARPAD
volverse peligroso". (Freud, 1925, p. 99).
<:on las observaciones trasmitidas por su "ex paciente", y lo
Para Arpad -en un asomo de "pequeño gallito homicida"- el pa- , porLado por los padres de Arpad, Ferenczi formula algunas hipó-
dre se vuelve peligroso por los anhelos incestuosos del hijo de mear-
! e •sis sobre el brusco cambio de comportamiento del niüo. Munido
le el nido.
ele• <'llas entrevista a Arpad. Desde el comienzo el niño concentra
Arpad ubica el peligro de castración en el gallinero, y su temor sur-
t 11do s u interés en un pequeño bronce de un gallo de montaüa que
ge en relación al gallo que desafia. Aunque con ese movimiento de
e• hallaba entre varios objetos. Lo pide. Analista al fin, Ferenczi
descentramiento logra sustituir al padre por el animal, le hace falta
t' lo niega y a cambio ofrece lápiz y papel. El niño dibuja con ha-
controlar al gallo para quedar exento de peligro y angustia. Por eso
liil ,ciad un gallo. Ferenczi pide que le cuente la historia del gallo,
entendemos que, el primer paso de Arpad es vía la inhibición, queda
¡H'ro Arpad nada dice y, aburrido, quiere volver a sus juguetes. Fe-
encerrado en el gallinero en el intento de localizar allí el temor y pe-
, e •1 H'zi no puede ir más allá, pese a considerar al niño mentalmen-
rimetrar su angustia. El gallo surge de la angustia y, lo que produce,
1e• alerta y con talento. Cede en su deseo en aquellos años en que
es miedo. Conviene especificar que el miedo refiere a algo articulable,
"' :111álisis de niños era incipiente:
ubicable y nombrable: un gallo que puede picotear, cacarear, agonizar.
Pero Arpad no logra configurar una fobia en torno al gallo, porque "Dado que la investigación psicoanalítica directa era imposi-
-ya mencionamos la cita freudiana- la fobia, como proyección, "susti- hle, tuve que limitarme a lograr que la dama interesada en el ca-
tuye un peligro pu!sional interior por un peligro de percepción exte- so, que era vecina y amiga de la familia y que lo podía observar
rior". El desplazamiento que hace Arpad aunque le permite guardar- muchas horas seguidas, anota.<;e sus gestos y comentarios curio-
se de un peligro exterior -al demarcarlo como surgiendo del gallo-, no sos". (Ferenczi, 1913, p. 34).
lo protege frente al peligro interior. Su hostilidad hacia el sustituto
paterno lo lleva a desafiar y hostigar y, por tanto, queda a merced del l•~l analista deja la observación del niño a su ex paciente la cual
castigo de castración. Si bien su angustia se reduce, su estratagema e• autorizó a mucho más que eso y llegó a hacer algunas interven-
con el gallo no lo sustrae definitivamente de la angustia, la cual, por ' iones que, de algún modo, produjeron interesantes efectos en el
111110. Ferenczi, en cambio, no tomó lo que el discurso de Arpad le
el hostigamiento del superyó, se realimenta incansablemente.
111'n,cía. Durante esa única entrevista y ante la negativa del galli-
Arpad impone una limitación a su yo para eludir un peligro exte-
1<> de bronce y el ofrecimiento, a cambio, de lápiz y papel, Arpad
rior, pero, al quedar acorralado, dispara hacia ese peligro: incidencia
n•sponde con el dibujo de un gallo, dibujo que en su textualidad in-
del superyó que, una vez más, como abogado del ello, comanda hacia
ll'nLa, en cierto modo, trazar un borde entre el gallo vivo y el gallo
el peligro que a-Cosa. De allí que no sea lo mismo temer al caballo
q11e surgía como creación. Pero .. . Ferenczi no se autorizó a jugar,
(Juanito), o al portero (Daniel), que ser "el pequeíio hombre-gallo", es
:i t.rnzar la ley del juego que hace lugar al Otro simbólico a partir
decir, ocupar el propio lugar del odiado animal-padre temido.
cl1• <'Se gallo del dibujo. Delegó la tarea terapéutica en la ex paciente
Arpad no consigue evitar la hostilidad del superyó, queda pre-
q11<', como él mismo marcaba, tenía más tiempo, paciencia y deseo
sa de él, a merced del
p:,ra observar e intervenir en el quehacer y decir del niño. Quizás
"eco del castigo de castración" (Freud, 1925, p. 122): l•'<•renczi, causado en su interés hacia el niño por su propio analista
~- Freud-, siguió los pasos de este quien delegó la intervención
el peligro est:i interiorizado y no pu ede proyectarlo definitiva- ro11 Juanito en su padre.
mente afuera. Al no lograr negativizar el tótem confrontado al tó- La terapeuta-corresponsal informa que Arpad cloqueaba todas
tem vivo, no puede sustraerse a los mandatos y prohibiciones y, l:1s maüanas como un verdadero gallito, despertando y llamando
desafiándolos, queda prisionero de ellos. De allí la relación, en la aLención de toda su familia. Pero Lambién informa de nuevos
Arpad, entre la angustia de castración y la angustia de muerte. j11<•gos y nuevas susLitucioiws. Arpad gusLnba de la música, can-
1~l l 'IWATIVOS DEL SUPERYÓ 79
78 MARTA GEREZ AMBERTÍN

111 :d<>s, se vinculan al padre quien, pese a ser un animal temibl0


taba canciones populares en referencia a gallos, gallinas o aves q11< profiere amenazas, no deja, al mismo tiempo, de ser amado.
1

similares. Cuando entonaba esas canciones parecía perder su ta- <'onsidera


lante agresivo: "<Pollo, pollo, ven, ven, ven> y <Bajo la ventana
hay dos pollos/ dos gallitos y una gallina>". "el deseo de desplumar y cegar a los animales como simboliza11
Dibujaba muy hábilmente aunque se limitaba a pájaros de lar- do intenciones de castración". (Ferenczi, 1913, p. 37).
go pico. Los padres, con el tiempo y por mediación de la dama de-
legada-terapeuta, fueron aceptando sus hobbies y le compraron va- La ambivalencia hacia el padre tiene que ver con las resLric-
rios pájaros de juguete hechos de un material irrompible que le 1 1C>lles sexuales que aquel impone, el temor a los gallos con la
permitía embarcarse en juegos fantasiosos. También papas y zana- .1 nwnaza de castración proveniente de él.
horias eran cortadas en pequeños trozos con un cuchillo y se afana-
ba en tirar al suelo los vasos que tuvieran figuras de aves pintadas. "La vida nos es dada junto con la castración. Hay entonces u11
En sus sueños abundaban gallos y gallinas; algunas veces tomaban segundo nacimiento que impone, no la separación de la carne de /u
giros pesadillescos. madre como el primero, sino la separación del goce de ella/ ... / y es
Todo este pasaje da cuenta de un intento de sustitución, de po- to por la interposición de la palabra que es látigo que fustiga y bis
ner límites al gallo que ataca. Sin embargo, la dureza de su rasgo turí que amputa en lo imaginario". (Braunstein, 1994, p. 158).
de carácter ligado al desafío ("difícilmente lloraba, no pedía per-
dón"), su propensión a vivir asustado, y sus "pavores nocturnos" di- Cuando Freud refiere al caso en Tótem y tabú indica que el ga-
cen que la angustia no había encontrado los bordes suficientes pa- llo representa al padre, un gallo que tiene el valor de un Tótem,
ra poner límites a lo real que lo acosaba, y desde donde incide la fe- pPro, paradójicamente, de este emanan amenazas y no prohibi-
rocidad superyoica. ciones. Por ello -dirá Freud- se trata de un tótem positivizado, de
La "dama delegada" registró, entre los juegos de Arpad, una < 1 no surgen proscripciones sino conminaciones. En lugar de le-
1

cierta preferencia repetitiva en sus fantasías relativas a la cruel gislar y regular la distancia del niño con el cuerpo incestuoso de
tortura de aves de corral -ver supra-, sus sueños frecuentes con la madre -lazo del niño con la ley-, no hace sino potenciar la an-
gallos y gallinas muertas, y uno de sus dichos característicos: gustia porque no legisla desde la palabra sino vocifera amenazan-
u,mente. El gallo-tótem no acaba de morir y, en tanto vivo, obsta-
"<Me gustaría tener un gallo vivo desplumado>!. .. / <No debe culiza el lazo pacificante con la ley impidiendo la circulación del
tener plumas, ni alas, ni cola, sólo la cresta, y tiene que poder ca- deseo ... impone el goce desde su vociferación.
minar así>" (Ferenczi, 1913, pp. 35-36), Sabemos que sólo el padre muerto permite legislar y hacer cir-
<'ular la prohibición de incesto y parricidio. Un padre vivo no es
esto es, debe poder caminar desplumado, pero vivo. guardián de la ley, convoca, en cambio, al goce superyoico que hos-
Más allá de la crueldad desplegada, que no es sino consecuen- tiga desde sus insensatas amenazas. Para Arpad el padre quedará
cia de los efectos de retaliación, Ferenczi resaltará la ambivalen- ubicado mucho más como rival -"imagen bruta del padre"-que como
cia que se exterioriza en sus juegos. Por un lado la crueldad en legislador.
sus dichos,.. incluso en algunos de sus actos contra gallos y galli- Es sumamente interesante la puntualización de Ferenczi de
nas; por otro, el alimentar con ternura a su gallo de madera, o be- que en Arpad:
sar y acariciar al anim::il muerto. En una oportunidad, ya que no
podía romperlo, tira su gallo de madera al horno, pero luego losa- "El trabajo de represión todavía no era capaz de ocultar total-
ca inmediatamente, lo limpia y acurruca. mente el significado de sus peculiaridades; la cosa original, las
tendencias reprimidos, todavía podían discernirse en su charla ... "
Siguiendo las hipótesis freudianas Ferenczi conjetura que, (La negrita es nueslm) (Ferenc:zi, 191."i, p. 37).
tanto la hostilidad como la ternura amorosa que dirige a esos ani-
80 MARTA GEREZ AMilERTÍN 1~11 'l·:HATIVOS DEL SUPERYÓ 81

En suma, Arpad aún no acaba de poner bordes a la Cosa origi- ,•,11t10 rival que como garante de la ley; por eso queda a expensas
nal que a-Cosa, por ello no puede hablarse aquí de la conforma- d,•I goce superyoico. Ferenczi cuenta que, luego de enunciar sus
ción de un fobia infantil; una fobia, precisamente, es el envés 111lil'los canibalísticos, le sobrevenían "ataques de remordimien-
mismo del padecimiento de Arpad. '" '1'11 los cuales, masoquísticamente, se procuraba crueles casti-
1:11'., "Querer ser quemado", "Romperme un pie y ponerlo en el fue-
"El mecanismo de la fobia presta buenos servicios como medio de "·· o "Me voy a cortar la cabeza", "Me gustaría cortarme la boca
defensa y exhibe una gran inclinación a la estabilidad". (Freud, ,, / 110 la tengo". Quemarse, romperse, cortarse. Impulsiones su-
1925, p. 121). 1'' '' yoicas como vuelta contra sí mismo de aquello que pretende
l,.11 ·1,r al gallo-padre; pero también la enunciación de un anhelo de
Es la configuración misma, desde las formaciones del incons- u, /1111-{-out que es un pedido de auxilio al Otro de la ley, un recla-
cientes, de la envoltura formal del síntoma que pone barreras algo- 11111 por un padre que ponga bordes y en ejercicio su función, esto
ce pulsional y enmascara, así, lo real del objeto que a-Cosa permi- ,•1, IC'vante barreras a la invasión del goce materno y permita una
tiendo la reducción de la angustia y la pacificación del nifi.o. Pasa- 1,:11ificación fálica para que el niño no quede expuesto al goce ca-
je desde lo pulsional, esto es, desde el silencio del ello y las voces l'' 1l'hosos del goce del Otro. Para que logre, de algún modo, cifrar
insensatas del superyó, hacia las formaciones del inconsciente. nrcunscribir el goce para que no recaiga superyoicamente con-
Tótem y tabú refiere sin precisión la "perversión del gallinero del 1, a PI cuerpo del niño.
pequeño Arpad", por lo cual no estamos autorizados a decir que Ar-
pad sea un perverso ya que, las hipótesis freudianas de TI·es ensa- 1 DESLIZAMIENTOS EN ARPAD, DEL GALLINERO
yos ... de 1905, definen a la perversión infantil como perversión po- AL TEMPLO DE DIOS
limorfa estructural de la infancia. Pero sí podemos afirmar que,
atendiendo al citado polimorfismo, se juega en Arpad un goce que Aun manteniendo nuestra hipótesis de que en Arpad se trata de
aún no fue cifrado. Acaso sería preciso decir, con cautela, que Ar- 11,omentos de construcción de una neurosis infantil, no podemos
pad estaba construyendo su neurosis, pero no sabemos hasta dón- d1·<·ir que no hubo progresos y que la intervención de Ferenczi -con
de llegó a construirla. Por el material que ofrece la "observación 1, 1:, padres y el niño, y por medio de la "dama delegada"- cayó en
aislada", a partir de la cual Ferenczi construye el caso, podemos co- , 1<·0 roto. Por un lado aparecen los esbozos de su novela familiar,
legir que el nifi.o queda demasiado expuesto a la intrusión de la Cosa ,1, , su mito familiar. Puede ir, poco a poco, creando la ficción en tor-
y a merced del superyó. 110 a sus padres y a sí mismo tras la analogía del gallinero. El mi-
Precisamente, Ferenczi no deja de aludir a los juegos y dichos l o clC' s u propia familia es puesto a andar desde el gallinero, dice:
del niño ligados al entorno materno:
"Mi papá es el gallo"
"<Me gustaría comer una ,nadre a la cacerola> (por analogía y <'ll otra oportunidad:
con ave a la cacerola): <tienen que poner a mi mamá en la cacero-
la y cocinarla; entonces sería una madre a la cacerola y yo lapo- "<.Ahora soy pequeiio, ahora soy un pollito, cuando cn'<'<'<I s,•
dría comer> (mientras grwiía y bailaba). <Le cortaría la cabeza y ré un pollo, cu.ando sea más grande aún seré un gallo, y CIICl/1(/u
me la comería de este modo> (haciendo movimientos comn si co- sea el más grande de todos seré cochero.> (El cochero q11e guia hu
miese algo con un cuchillo y un tenedor)". (Ferenczi, 1913, p. 38). el carruaje le impresionaba aún más que su padre!". (Ferenczi,
1.913, p. 38).
La enunciación canibalística del anhelo de hacer algo con el
Otro materno poniendo bordes a la-Cosa original está. Pero no J\I fin, alguien que conducía. Puesta en marcha de ln sNÍ('
consigue hacer "guiso de madre", no halla diques, para frenar la 1cl1' nlificatoria y del inLPnlo de la identificación al rasgo con aqu('l
invasión del otro materno, en la palabra del padre ubicado más ,pt<' puede conducir, <'so qtt<' !'aliaba Pn configurnrsP para Arpad.
82 MARTA GEREZ AMBERTÍN 83
1M l'~:H.AT!VOS DEL SUPERYÓ

Es acertada la hipótesis de Ferenczi de que en el gallinero Ar-


1orna diabólicamente amenazante, pues "se lleva los niños muertos
pad podía observar los secretos de su propia familia, los secretos
u/ cielo". Relación entre angustia de castración y de muerte, pun-
de la alcoba y del nido conyugal, aquellos sobre los que un niño
l 11 ,llizada por Freud en El yo y el ello. La angustia de muerte, como
no puede interrogar, secretos ligados a la escena primaria desde 111Lrusión de lo real del padre, sólo puede reconocerse encabalgada
las fantasías sexuales infantiles. Todo esto insinúa, de alguna .1 la angustia de castración donde la amenaza imaginaria del padre
manera, que un borde comienza a gestarse, pero un borde que privador encuentra un sustrato y un semblante que da razón de esa
aún no alcanza a cernir la Cosa. ;1 menaza imaginaria; lo que, desde la subjetividad del niño, se ins-
Hay en Arpad un progreso en el intento por negativizar al Tó- 1·ribe como culpa. Sólo porque de alguna manera Arpad se conside-
tem y ligarse pacíficamente al padre muerto, esto es, al sistema rn un pequeño homicida (véase Freud: Los que delinquen por culpa)
regulado de las prohibiciones simbólicas; y si bien hasta allí no t>s que entiende que la amenaza del padre puede caer sobre él.
llega, empiezan a producirse y reproducirse una serie de cons- La "delegada dama-terapeuta" aporta una nueva observación
trucciones míticas cuyos elementos corresponde discernir y dife- qu e indica otro desplazamiento y sustitución de la gallina y el ga-
renciar, ya que no es lo mismo "el gallo" al que teme, que los llo, esta vez hacia "viejos judíos barbudos" ligados, en última ins-
"viejos judíos barbudos" (Ferenczi, 1913, p. 40) 1nncia, a Dios y a su creencia religiosa:

los cuales, aunque le imponen temor también le imponen res- "Para completar el cuadro, por así decir, más tarde comenzó a
peto. En estas circunstancias pregunta a la "dama delegada" por ocuparse grandemente con pensamientos religiosos. Viejos judíos
la muerte y por Dios. Peculiar manera de interrogar en torno a la barbudos lo llenaban de una mezcla de respeto y temor. Rogaba a
su madre que invitase a esos mendigos a su casa. Sin embargo,
castración y a la existencia del Otro del deseo: cuando realmente uno fue, se escondió y lo miraba a una distan-
"<Dinie, ¿por qué muere la gente?> (Respuesta: porque enveje- cia respetable; cuando uno de ellos se iba, el niño dejaba que su ca-
cen y se cansan). <¡Hum! ¿Así que mi abuela también era vieja? beza colgase hacia abajo y decía <Ahora soy un ave mendiga>. Los
¡No! Ella no era vieja y sin embargo se murió. Oh, si hay un Dios, judíos viejos le interesaban, decía, porque vienen <de Dios> (del
¿por qué siempre deja que me caiga y por qué la gente tiene que templo)". (Ferenczi, 1913, p. 40).
morir?>" (Ferenczi, 1913, p. 39).
El raro embrollo de temor y respeto que esos "viejos judíos
Interrogantes y respuestas que intentan trazar bordes, aún in- barbudos" que venían de Dios (del templo) le provocan marca, en
suficientes pese al progreso de la operación significante que per- rierto modo, un deslizamiento y algún cambio. Los viejos judíos no
mite al niño hacer nuevos desplazamientos y sustituciones de los <·onvocan en él, como el gallo, una posición desafiante ni un llama-
gallos y las gallinas, a los "ángeles y las almas". Pero el entorno do a la "riña". No obstante, faltaba algo para el establecimiento de
familiar no lo ayuda ya que responde que aquellos son "sólo cuen- una integración simbólica pues no terminaba de inscribir el Tótem
tos" allí donde el niño precisaba, justamente, que le sostuvieran negativizado garante de la prohibición del incesto y del parricidio.
un sistema de ficciones. Quizás por eso "los ángeles y las almas" Un día le dijo a la dama:
quedan, nuevamente, del lado amenazante. Arpad dice:
"Me casaré con Ud . .Y su hermana y mis tres primas y la coci
"<Hay ángeles. He visto uno que lleva los niíios muertos al cielo> nera; no, en lugar de la cocinera más bien con mi mamá". (Ferenc
Entonces preguntó horrorizado: <¿Por qué mueren los niños?>
zi, 1913, p. 40).
<¿Cuánto puede vivir unu?> Súlu cu// grun dificultad ::;e calmó".
(Ferenczi, 1913, p. 39). Retorno, en esta enunciación, a un punto donde "la Cosa orif.{i-
11al" no se contornea definitivamente y Arpad queda sin poner
Intento de deslizamiento del sistema significante hacia lo sagra- distancia; en suma, todavía la madre de Arpad no se constituye
do y simbólico del Tótem vía el ángel, aunque también el ángel se
l'n un tabú para el ni 1w.
84 MARTA GEREZ Ar.rnERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 85

Como "un verdadero gallo en el gallinero" quiere gozar de todas, 11.4. Contrapunto Clínico
no circunscripto aún a la ley de prohibición del incesto que dice que
para gozar de algunas es preciso, al menos, renunciar a ser el úni-
co del gallinero; lo que demuestra que no se ha instaurado en él la Atendiendo a los fines de nuestro desarrollo es posible deslin-
ley que demarca la falta del Otro y, por tanto, su propia falta. dar, ahora, las diferencias clínicas de los casos expuestos, a pesar
de la cautela que impone la "observación aislada" del caso Arpad.
Al momento de la lectura del manuscrito de este libro, el Dr. Mientras Daniel logra ingresar a la neurosis con la creación
Néstor Braunstein nos hizo conocer que Ferenczi le contó a Geza del artificio de la fobia ubicándose corno Ju anito en lo que Freud
Roheim (quien lo publicó en 1943) que Arpad, de adulto, acabó co- llama el "totemismo con sello negativo"; Arpad, en cambio, se
mo ... ¡propietario de una granja avícola! Extraños destinos los mantiene en una neurosis no decidida (hasta donde sabemos del
que depara la neurosis infantil. caso) donde la positivización del tótem lo instala bajo el asedio de
la intrusión superyoica.
Mientras Daniel puede circular por un sistema de legalidad
que regula desde el goce fálico tanto la relación del niño con su
madre y su padre, y pone límites a la gula del superyó; Arpad
queda dentro del sistema del tótem positivizado, a merced del
goce superyoico que le exige traspasar los límites tanto en el lazo
con la madre como con el padre.
Daniel encuentra, en su artificio con el portero del Jardín de In-
fantes, un reaseguro que lo preserva de la angustia y traza un lí-
mite a su lazo con la madre y el padre; Arpad, en cambio, no logra
encontrar en el gallo un reaseguro sino todo lo contrario: en lugar
de un sistema de legislación, el gallo, como tótem positivizado, lo
obliga, lo ahoga, lo azuza, lo empuja hacia el objeto y lo acorrala en
un espacio superyoico que siempre lo insta a traspasar los límitc•s.
Daniel teme al portero del Jardín de Infantes y no se confunclt> co11
él, el portero es un mojón que instala la suplencia del significn11I<'
Nombre-del-Padre que pone distancia con el goce de la Coso qu<'
Referencias Bibliográficas a-Cosa y con lo terrorífico del padre privador. Arpad, al contrario, s<'
confunde con el gallo y, tal como lo nombra Ferenczi, es un "p{'(JlH 110-
1

hombre gallo" que queda apresado allí sin conseguir crear el nrLili<..:io
BRAUNSTEIN, N. (1994) Freudiano y laca11ia110. Bs.As.: Manantial.
FERENCZI, S. (1913) El peq11e1io ho111bre-ga llo. Sexo y Psicoanálisis, Bs . As.:
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FRELTD, S. ( 1925) Inhibición, sí11to111a y u11g11stia. XX. Bs.As.: Amorrortu, 1979.
FREUD-FERENCZI ( 1908-1914) Correspondance. París: Calmann-Lévy, 1992.
en adoptar un rasgo de ellos: es un "gallo mendigo" condensando, así,
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,JINKIS, J. ( 1984) ¿Por qué los animo/es? Conjptural 5, Bs.As.: Sitio. nos", que vienen de la "casa dr Dios", auspicien un vuelco hacia el
LA( 'AN, ,J. ( 19/56-57) S<!minario IV. La relución de objeto. Barcelona: Paidcís, 1994. totemismo con sdlo 1wgat ivo. P<'rn aquí <'I caso encuentra un tope.
86 MARTA GEREZ AMBERTÍN

Por otra parte, mientras Daniel hace una apuesta decidida a la


neurosis vía la fobia, que le pennite franquear sin mayores costos
subjetivos las compuertas del Edipo y la castración; Arpad presenta
Capítulo 111
una neurosis no decidida en difícil franqueo del Edipo y la castración.
Daniel logra resignar el apronte agresivo hacia su padre y su su-
brogado, el portero del Jardín de Infantes, por la angustia de cas-
tración; Arpad mantiene su posición de desafio y de riña con el ga-
llo; la amenaza de castración lo torna verdaderamente hostil, en
una entrampante hostilidad donde el goce superyoico se exacerba.
Es atendible, entonces, que Ferenczi lo llame "pequeño hombre-ga-
Superyó
llo" y no "pequeño niño-gallo" pues su apronte a la riña y el desafio
es un "como si" fuera un hombre y no un niño que aún precisa el
y neurosis obsesiva
amparo paterno; recurso, en cambio, con el que cuenta Daniel.
En el "pequeño hombre-ga1lo" el conflicto de ambivalencia aún
no encuentra resolución; en Daniel el artificio de la fobia pacifica
bastante a ese conflicto.
Mientras Daniel hace el pasaje desde la operación de la priva-
ción a la castración donde el padre amenazador vira hacia el pa-
dre real, a ser un padre como "cualquiera" pero que puede legis- ~~
lar; Arpad, contrariamente, queda acorralado en la operación de la
privación y a merced de un goce masoquista que se revela en sus
tendencias autopunitivas.

Acaso, este contrapunto, nos permita aseverar con Lacan que


la fobia es la
primera estructuración simbólica de la realidad" (Lacan,
1956-57, Sem. IV, /314/57} p. 284),

estructuración a la que -por lo que sabemos del caso Arpad- el ni-


ño no llega.
Finalmente, pese al entusiasmo y deseo que me promovió tra-
bajar cada uno de estos casos y su confrontación, entiendo que es
preciso detenerse aquí, dejando abierta las líneas de trabajo que
el lector pueda encontrar.

Referencias Bibliográficas

LACAN , ,J. (1956-57) SPminario IV. La relación de objeto. Barcelona: Paidós, 1994.
" ...
uuc1 ,i::m , . --····---····-··--
:m:c»~~,c,.~i, -*'w~-¡¡Qí~¡g,, 1 ; ,· - · • ~
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IMl 'l.;HATIVOS DEL SUPERYÓ 89

lll.1. La obsesión: entre los riesgos calculados


y los riesgos del superyó

"(. .. / en la neurosis obsesiva/ ... / el superyó,


que proviene del ello, 110 puede sustraerse de la regresión
y de la desmezcla de pulsiones alli sobrevenida.
No cabría asombrurse si a su vez se volviera
más duro, martirizador y desamorado/ ... /".
(FREUD, 1925,p. 110)

1. LA ASTUCIA DEL OBSESIVO: EL SITIO AL OTRO

Cuando la hora del deseo suena para cada uno de nosotros, el


OLro agazapado desde la falta, marca su compás en lo que Freud
dd ine como castración y Lacan ubica desde el materna de la fal-
1;1 en el Otro [S(A)l. Compás de espera, de suspenso, trepidante o
<'a lmo, pero la partida (partida en su doble sentido, como división
y como juego) comienza siempre, invariablemente se reanuda, no
pu ede no comenzar, no puede ser evitada.
Las vicisitudes del sujeto están atadas al carro triunfal del de-
HC'O del Otro, carro que se remolca desde el objeto a como causa.
1>cro he ahí la trampa. El complejo de castración, según Freud,
condena al neurótico a encadenarse a las alas del deseo. Ni las as-
tucias del demonio pueden evitarlo.
El demonio y sus astucias. Astucias a las que debe recurrir
como lo hace saber Cazotte en El diablo enamorado- cuando se
trata de gustar y seducir; cuando se trata de ofrecer el "Che
Vuoi?" -¿qué me quiere?- "¿Bajo qué forma deberé prese11tom1c'
¡10 ra lograr agradaros?"
Pero, ¿cómo enfrenta el neurótico esa pregunta que le hace'
cuestión ya que como puntal enigmático del deseo lo confronLn
con la falta? Sin los atributos del demonio, ¿cuál su artimafia?
En el interrogante "¿qué me quiere el Otro?" se bifurcan deseo
y :, uperyó en télntc supone responder por la relación entre Gl dt1-
HC'O y la ley: ¿qué legalidad abriga el Otro ?, ¿dónde desfallece eso
l<'golidad?, ¿hasta dónde hay gamntías en la cuestión del desear(
; (-'<í mo haberlas si la ley que pende del significante Nombre c!C'I
!'odre deja siempre 1111 uuc ·10, 11110 (o/lo por donde se cuelan deseo
1~ll'EIU\TIVOS DEL SUPERYÓ 91
90 MARTA G8REZ ÁMBERTÍN

obediencia; lo que en lugar de redituar en eficacia lo acorrala y


y goce? Paradoja de la ley del padre que no todo regula y deja co-
de,sborda ... como dice Freud: "se ve constreñido a un cavilar incc-
mo saldo ese pecado (falta) en la estructura por donde se cuela,
:-.n nte" al servicio de la despiadada crueldad superyoica.
indefectiblemente, no sólo la falta de garantías del deseo, sino
Pero, recrear de esta manera al amo, alimentarlo a ese costo,
también la ley insensata del superyó que asedia al deseo.
110 puede sino tener como consecuencia la acumulación de un
Sin embargo, en las lides del deseo, y ante las peligrosas corni-
sordido odio que se arrastra tras la ambivalencia. Sostiene al
sas que ostenta la falta del Otro, el neurótico encontrará su arti-
amo, pero también anhela su destrucción. Y así, mientras cons-
maña: replicará y repicará reduciendo el deseo a la demanda. Este
lruye ese amo, también espera su muerte alimentando contra
ardid le permite ubicar algún punto en el Otro para ordenar las
:1quel un goce sádico que, finalmente, revierte contra sí mismo
barajas en la cadena significante y organizar la partida. Partida
<'n goce masoquista.
eternamente reiniciada, partida sin fin, interminable a menos que
En su afán por responder cabalmente al Otro se ofrece como su
algo se descuelgue y caiga de la cadena significante. Sólo así es po-
:iyudante para lo cual hace alarde de algún saber que sólo é l en
sible la emergencia del acto ante el objeto a que permite -travesía
tiende como tal desde su vanidosa erudición. Debe hacerse saber
del fantasma mediante- la fundación de un nuevo significante,
al Otro. Lo escuchamos con frecuencia en las sesiones: cuenta,
que no es cualquiera.
informa, actualiza, siempre tiene la última ... Enciclopedia de·
Remarquemos este punto: si el neurótico desea y goza es por-
saberes, hace de su relato goce.
que se confronta a la castración, y es la falta en el Otro lo que le
Pero para alardear hay que sabérselas a todas y, para sabérselm;
hace asumir posiciones de astucia. No sólo el demonio recurre a
a todas, hay que estar en todas partes. Por esto Lacan dirá que el ob-
ellas, también el neurótico tiene su ingenio. Ante un ardid es po-
sesivo tiene la avidez de estar en todas partes, para no estar justa-
sible responder, a veces, con un ardid mejor. Esta es una coarta-
mente en ninguna. Es la ubicuidad y la nuliubicuidad del obsesivo.
da recurrente del neurótico. Por eso dirá Lacan que la clínica de
El diablo sabe por diablo, el obsesivo por nuliubicuo. Tendrú
las neurosis es una clínica de las respuestas. De las respuestas al
que llenar cualquier vacío, cualquier falta del Otro, aún antes de
deseo y al goce del Otro, situadas como pantomimas que hacen
su emergencia misma. Deberá constituirse en fiador del Otro. En-
aparecer su estructura de verdad tras una apariencia de ficción.
tonces todo riesgo se aplacará. El aislamiento (!solieren) es para
Desde esa "clínica de las respuestas" ¿cuál, entonces, la astu-
Freud (véase Inhibición, síntoma y angustia) uno de los mecanismos
cia del neurótico allí donde la respuesta al deseo del Otro devie-
de defensa del yo frecuente sobre todo en la neurosis obsesiva,
ne obsesiva? Incapaz de soportar la falta que el deseo del Otro
que se caracteriza por el bloqueo de toda representación o actividad
presentifica, recurre a la picardía de ofrecerse como esa garantía
que ponga en peligro la fortaleza del yo. Se trata de un corte, cll'
imposible al Otro, ya que del lado del Otro nada es seguro, salvo
un suspenso impuesto entre el nexo que liga las representacio1ws
que él oculta, que él cubre al objeto, es decir al objeto a.
y los actos y que fortalece la escisión del yo. Pero Freud tarnbie'n
El obsesivo, un sujeto que no sabe por su falta-en-ser, pretende
advierte que como no es posible mantener con éxito tal bloqtH'O,
excluir el no saber y la falta del Otro ofreciéndose a tapar esa falta
las conexiones suspendidas emergen desordenadamente en los
tras la fortaleza de su yo. Procurando rechazar la castración del
momentos más imprevistos, provocando el descontrol; punto donde•
Otro, abogará por su consistencia al precio de su propia castración
al obsesivo le escapan pensamientos, palabras y actos apnrenÜ'
erigiéndolo como amo que tiene el saber y garantiza sus actos. Cons-
mente inconexos, aunque de sentido francamente opuesto a lo
truye un tirano que lo bastardea y al cual se ofrece como sometido
que pretende controlar. Lado obsceno del aislamiento que tennin.i,
esclavo. Trabaja para eso, ,,ive para eso. Está dispuesto n con1placer
nsí, emparentado con la insensatez superyoica o compulsión; l'I
a ese amo, a responderle obedientemente munido de toda una enci-
aislamiento pues, hará metástasis en toda la estructura, logrn r.í
clopedia de saberes.
constituirse en el ayudante-garante del Otro, un ayuda.nt<? ex ul)('
Construye ese Otro a la medida de la perfección intentando,
rnnLe, casi un Otro dl'l Otro.
vanamente, responder con exce lencia, sometiéndose a la debida
92 MARTA GEREZ AMBEHTIN IMPERATIVOS DEL SUPERYO
9;¡

Es preciso preguntarse, ¿cuál más omnisciente, él mismo o el Lo en su propio juego, sitiado en la inhibición, sitiado en el síntomn
Otro para quien trabaja denodadamente? Al constituir un Otro a o desbordado por la angustia.
su medida, su astucia parecería haber encontrado la carta de Decir que está sitiado por la parodia de otorgar consistencia al Otro
triunfo; pero, la construcción no acaba nunca y será preciso bus- implica afirmar que, desde la "ubicuidad-nuliubicuidad", el obsesivo
car siempre una otra carta de triunfo, y otra, y otra, y otra ... al in- no hace discurso. No existe el discurso del obsesivo, no puede penstír-
finito, reforzando cada vez más la exigencia por el recurso del selo ni desde el discurso del amo ni desde el universitario. Decir que el
sobreinvestimiento de la actividad del pensamiento y al costo sub- obsesivo está sitiado supone el sitio al sujeto, el aislamiento del discur-
jetivo de la voracidad del superyó. Lacan recurre, para ejemplifi- so y la anulación de los actos que complotan, finalmente, contra él 011
carlo, a las figuras del mito: la nuliubicuidad. Grave riesgo que se abate sobre el obsesivo cuando
queda en suspenso su entrada en el campo del significante como
"... pago siempre renovado en un íwmtísfacible tonel de las Da- sujeto, en tanto es retenido más allá del Otro por un inclemente•
naides". (Lacan, 1968-69, Sem. XVI /2115/69/). mandato superyoico que exige cada vez más y más perfección.

El obsesivo siempre esperará encontrar, siempre estará a pun- 2. LA PARTIDA CON EL OBSESIVO
to, siempre en el "casi pero ... " siempre donde debe postergar el ac-
to para que la partida con el Otro no cese, re-comience constante- Es difícil jugar una partida con el obsesivo. ¿Cómo hacerlo con
mente. El "casi lo tengo" lo llevará de una anulación retroactiva alguien que hace inoperante el riesgo de cualquier justa? Dice Lacan
hacia otra y hacia otra. Aclaremos que, para Freud, la anulación que la astucia del obsesivo, manejada por el inconsciente, retien0
retroactiva (U11geschehe11nwchen) es uno de los mecanismos de al sujeto y aun le arrebata fuera de combate haciéndole estar
defensa del yo mediante el cual el sujeto intenta borrar represen- siempre en el Otro. Esto es lo que se conoce como instalación en
taciones, palabras o acciones pasadas y, a tal efecto recurre a otras <'l Otro o localización de su sitio en el Otro; es decir, se retirn d0l
que tengan un sentido opuesto. Freud llama a este mecanismo que juego para operar desde donde supone no corre riesgo. Paradójica
pretende que algo no haya acontecido: "magia negativa" que operación que, intentando escabullirlo del riesgo que implica 011-
presupone dos tiempos: el segundo borra al primero; a un pensa- frentarse con la falta del Otro, lo precipita, por el eclipsamiento
miento o acontecimiento le sucede otro de sentido opuesto. Así, la del deseo, al arriesgado asedio superyoico.
anulación colabora con la compulsión de repetición. Los ceremo- ¿Cómo jugar con quien, procurando el riesgo calculado, se corn'
niales obsesivos se alimentan de este mecanismo, y cuanto más del riesgo? Recordemos que para Lacan el obsesivo dejará en la
insistente el intento por anular aquello que convoca a la tentación, partida sólo una sombra de sí mismo (el yo), para anular de nn -
más se potencia su opuesto de manera tal que aquello que se tc>mano tanto ganancia como pérdida al abdicar de su des('O <'ll
intenta borrar contamina a su contrario. Punto donde se produce juego. Deseo imposible-sitiado: todo aquello que pueda encenclN
la emergencia de la desmesura superyoica en la obsesión. Siempre <'I deseo será anulado.
habrá menester un cálculo más exquisito, postergar la última par- He ahí la estratagema del obsesivo: para procurar el riesgo calrn
tida y calcular esa carta de triunfo perfecta que, obviamente, no lado, jugar sin jugar. ¿Su astucia? la nuliubicuidacl, el deseo imposi
llegará nunca ya que no es posible cubrir la inconsistencia del ble, el asesinato del deseo y el sitio al Otro que termina sitiando ni
Otro y asegurarse contra el riesgo que revela el deseo. Por eso el sujeto. Allí su baluarte, su fortificación. Una astucia tal que si0mpn•
nhc::esivo, con sus respuestas, sólo busca sitinr al Otro -para asesi- dd,e ganar espacio a la inconsistencia del Otro, esto es, a.següí ,ii sv
nar el deseo- en su intento por situarlo y garantizarlo valiéndose ante el riesgo de que aquel se revele como desean te. Ninguna chisp.t
de una extravagante magia. Y justo allí emerge su descontrol. dc>l deseo debe tocarlo y por eso su deseo se torna imposible.
Ese sitio al Otro fracasa, deviene sitio al obsesivo cerrándole Así, la obra del sujeto es dedicada al Otro de manera que jamás
toda salida posible al acto. El supuesto-astuto queda, así, envuel- 1•stani en ln misnw . No <'s 01 obsesivo, estrictamente> hnblanclo,
94 MAl!T/\ (;,.;,n,:z /\Mlll~HTIN
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
D;i
un proletario; no vende su fuerza de trabajo, la cede (la regala) en
la multiplicidad de sus hazañas, en el vano esfuerzo por lograr la ¿Cómo se las arregla el obsesivo con su saber de la ciencia secn,
invulnerabilidad. ta de las probabilidades y el azar ante una partida de cartas? ¿C<i
El ardid del obsesivo es recrear el mundo con la instauración mo logra escabullirse y evitar el riesgo para procurar la invuliwrn
exuberante de supuestas ciencias secretas que tampoco está dis- bilidad? ¿Cómo hace para no ganar ni perder? ¿Dónde se insLal¡¡?
puesto a trasmitir, pero que, a veces, en el intento por colmar al Nos interesa la pregunta pues con la partida de naipes parodi,1
Otro, puede llegar a comentar en análisis. Si el Otro falló como mos el dispositivo analítico. ¿Cómo abrir el juego del análisis ante, la
oráculo, ¿por qué no ofrecerse él a construirlo? Conocerá la com- nuliubicuidad y el sitiamiento del sujeto y del Otro? Quien no ck
binación de la fórmula química que hasta ahora falló como antí- manda obtener un lugar en el deseo del Otro, mal puede ser de ni 11
doto del cáncer pero ... ; sabe de la construcción del último circuito guna partida, y menos de la analítica. Pueden, así, pasar muchos
electrónico para lograr mejorar el último satélite pero ... ; logró años donde uno cree que se abre el ju ego y el otro hace creer. ¿An,1
despejar la última ecuación de matemáticas para rectificar los lisis interminable? No, obstáculo al análisis. En estos casos no prn,:1
errores de computación pero ... ; descubrió nuevos discursos a partir nada: "uno se identifica al espectáculo y el otro hace ver", dice Laca 11 .
de los Cuatro formulados por Lacan pero ... Inexplicable pasaje
del campo de la ciencia al de la magia, y de cuyo acceso sólo él En principio, para evitar el riesgo, el obsesivo está en la pnrti
-ostenta- tiene la llave. da a condición de 'jugar" para el Otro. Tal su abdicación. Así no
¡Cuánto atesoramiento de saber tiene el obsesivo! Un saber corre el riesgo, se corre del riesgo y anula tanto ganancia como
que no puede compartir con nadie. Religiosos de distintas religio- pérdida. Se sitúa en el Otro, el sitio asesina al deseo pero tambié>n
nes ... Si alguien pregunta ¿por qué no comunicarlo? sabrá, con acorrala superyoicamente al sujeto.
una retórica impecable, la razón de su secreto. Lacan, en La carta robada, señala que el recurso de todo jugador
Entre esos saberes ocultos podemos mencionar el manejo de la sólo se encuentra en la apelación a alguna ley que presida la sucesión
ciencia secreta de los números y la anulación del azar. La famosa de las jugadas propuestas. Sin embargo, el riesgo de todo ju ego es lo
"máquina de pensar" -a la que alude Lacan en La carta robada- más impensable, aquello que hace tan riesgoso el juego de la vida, aquc>llo
de una vez debió contar con ingenieros obsesivos que procuraban su que emerge a pesar de la regla y la legalidad que preside como deLc'r
construcción. El obsesivo se las ingenia para dirigirse contra las leyes minación simbólica a las vicisitudes del azar, es decir, lo real.
del azar, la expresión lacaniana es clara: "riesgos calculados". Ningún jugador puede escabullirse de la pregunta al azar y¿¡
Las matemáticas se han aproximado al azar a partir del cálcu- que deberá jugar con él:
lo de probabilidades que, en su versión más simple, dirá: "si jue-
gas es probable que llegues a ganar o a perder"; y más complicada "¿Qué eres, figura del dado que hago girar en tu cncuentm
dirá: "una probabilidad se define como la razón de todas las even- con mi fortuna? (Lacan, 1955, p. 33).
(rvx17)

tualidades favorables respecto a todas las eventualidades". Es de-


cir, si tiramos al aire una moneda, tenemos 1/2 de probabilidad de Así, deberá fiarse de la ley de los promedios, del azar, Jo qu<·
que salga cara o cruz; si tenemos 40 cartas tenemos 4/40 de pro- hace de éste un Otro-supuesto-saber ante el cual el jugador 110
babilidades de tener un as y 1/40 la probabilidad de obtener un as tiene más remedio que instituirse desde un cierto no-saber.
de espadas. El cálculo se va complicando si consideramos el nume- Según René Tostain (1978) el jugador otorga al azar un sab<'r.
ro de jugadores y !a cantidad de curtas que recibe cada uno de Fiarse del azar es soportar la pregunta lanzada al Otro. Pero, s<·
ellos en cada vuelta. Además, el cálculo de probabilidades se atie- S[lbc que una reglo., pnra ser tal, de be tener al menos una cxccp
ne a la ley de los promedios, esto es, a esperar que las monedas ción: existirá siempre por lo menos una jugada no conLcmplnd:1
den cara aproximadamente la mitad de las veces, o que las buenas por la regla, existirá por lo menos una jugada que someta al ju
manos alternen, en una partida de naipes, con las malas. gador al error (acaso la pasión del juego supone Lal acaLamiP11Lo).
El obsesivo no reconoce esa excepción, burlará la emergencia d<•I
MARTA GEREZ AMBERTÍN IMl'l,HATIVOS DEL SUPERYÓ !)7
96

deseo del Otro (del azar) con sus jugadas de riesgos calculados. La única manera de meterlo en la partida será la emergencia
Su astucia es instalarse en ese punto ubicuo de la regla del juego. del deseo del Otro. Sólo esa jugada desbarataría su noria que hnc'<'
Sólo le interesa ser fiador del azar. Ni ganar ni perder, sólo bara- del significante signos. La falta de un significante que lo reprcS<'ll
jar y verificar el cumplimiento eficaz de las reglas y de la ley de Le hará trastabillar su orden, cálculo de la partida y operación d<· I
los promedios. Habrá estudiado exhaustivamente todas las posi- juego: allí descubrirá que el Otro despierta. Estará jugado. El siLio
bles excepciones y se ofrecerá para darle consistencia al azar. De ha de romperse, la nuliubicuidad se tornará ineficaz y el sujeto d<'S-
este modo está fuera de juego, y su tarea será hacer cumplir im- follecerá metiéndose en la partida. Deberá arriesgar la "carte fór-
placablemente la ley del juego. c·ée", naipe obligado, obligación a la que nadie puede escapar. Parn -
Lo hemos visto en alguna mesa: lápiz, papel y reglas en ma- doja de esa carta que rompe con el sitio obediente para hacer tran -
no atento a que sus supuestos compañeros cumplan con lo pro- sitar al sujeto en torno a los enigmas del deseo del Otro, y para qut',
gramado. No le interesará ganar o perder, siempre estará más <·n lugar de pavonear al yo en el análisis, pueda ofrecer su síntomn
allá de esas mundaneidades y dedicándose a elucubrar de ante- i nLerrogando al deseo. Pero no hay recetas, sólo caso por caso po
mano toda posible sorpresa de manera tal que lo impensable n o clrá establecerse la estrategia en la dirección de la cura.
ocurra nunca y para probar que la máquina que dirige el azar Hay que aclarar: no es el analista el sátiro que abre las puer
puede existir gracias a sus forzadas hazañas. Su lugar en el jue- Las de la castración. El tope de la castración no es una posibiliclncl
go es el de un veedor-verificador que quiere más y más partidas qu e está en manos del analista, sino en la estructura misma de l
para obtener cada vez más saber. Algún día, cuando pueda ma- ne urótico. Por otra parte, si el obsesivo no accede a interrogar (' I
niobrar con todas esas elucubraciones ... ganará. Algún día el deseo del Otro, corre severos riesgos en tanto que, como sujeLo
amo morirá ... mientras tanto, ofreciéndose como aval, él espera, siLia do, se empeña en un riesgo calculado que puede producir un
abdicando de su deseo, para que el Otro le sea incondicional. l'focto contrario a aquel del cual pretende precaverse: su despeífo -
Habrán soñado todos los obsesivos del mundo -sin hacer lazo miento subjetivo al convertirse en víctima de la "severidad des-
social- obtener un mundo incondicional que los torne invulne- pi a dada" del superyó.
rables, allí donde todo es posible, sin riesgos, sin deseo ... En suma, el ardid de la nuliubicuidad tiene un límite y un
d c cto de rebote, y es que no estar en ningún lado - del deseo- exi-
3. LOS LÍMITES DE LA PARTIDA: gt' el pago de una obediencia incondicional al Otro que se torna
ENTRE LA NULIUBICUIDAD Y EL SUPERYÓ cada vez más voraz. Maquinizarse al costo de someterse a l co-
mando insensato del superyó.
Entonces, ¿cómo meterlo en la partida? La respuesta es de La- Resulta muy clara la puntualización que al respecLo hn<·<·
can: hacer que ocurra lo impensable. He ahí la treta del analista. ll' re ud en 1925:
Sería imbécil hacer cumplir la regla fundamental a pie j un tillas
"Los síntomas de la neurosis obsesiva son en general de dos <"111
y asegurarle un "setting" como continente. Cualquier analista que
ses, y de contrapuesta tendencia. O bien son prohibiciones, lll<'i/i
haya intentado esto recibirá el sesgo de la anulación con que re- das precautorias, penitencias, vale decir de naturaleza neguliuu, ,,
plicará la astucia del obsesivo. por el contrario son satisfacciones sustitutivas, hartas veces 1·011
Si la única carta bajo la manga que el obsesivo se guarda, la disfra z simbólico". (Freud, 1925, p. 107).
del cálculo estricto del juego desde el reglamento por él avalado,
para evitar lo impensable, y nunca arriesg3 c::rrta alguna que Extraña 1:1 coo.rtado. de lo. for1nación de sínton1u s en la nc;.,ro-
pueda despertar al Otro, entonces es preciso que éste despierte, s is obsesiva que logra ligar "la prohibición con la satisfacción",
penetre las fortificaciones yoicas, a la manera del caballo de Tro- qu e aproxima la prohibición del goce pulsional a la satisfacción
ya, y muestre su inconsistencia para sacudir el sitio del obsesivo, pul sional misma haciendo del mandato superyoico - que prohib<'
para que éste pueda finalmente jugar la carta del acto. gozar-, el goce mismo; punLo clondP la corrosiva instancia vc'nc<·
ll\Il'J•: Jl.i\'J'J\'OS ))),;). SU l'Jmvo
98 MARTA GEREZ AJ\1BEHTÍN !)!)

el límite de la defensa y donde el obsesivo goza de más al preten- ya que no puede hacerse cargo de sus tentaciones. El P<'dido d1•
der, precisamente, huir de ese goce. castigos retoma la posta de sus exigencias ... y también de su go<'<'.
Estos dos tiempos del síntoma obsesivo y su efecto pueden des- Reiteremos la afirmación de Lacan:
tacarse de la siguiente manera:
"La única cosa de la que se puede ser culpable es d<' /l(t/wr ,.,,
Sntisfacción de la prohibición
dido en su deseo". (Lacan, 1959-60, Sem. VII, p. 382).
Naturaleza negnliva •> Naturaleza positiva H

Rechaza In satis facción•> Satisface (suslitutivnnwnte) •> (goce supe ryoico l


pulsionnl
Si la culpa está tan emparentada al goce, hacer que ocuJTél lo in1 -
pensable, meter al obsesivo en la partida del deseo del Otro, (]U<' fHI<'
Paradójicamente, el neurótico obsesivo, queriendo hacer del yo da soportar su partición como sujeto del inconsciente, es el n'tu rso
una fortaleza viviente, termina cediendo al asedio pulsional por para su entrada en análisis vía la histerización, y la alternaLivn pn·
la vía del reforzamiento cada vez más implacable de la prohibi- raque el superyó pueda negociar con los Nombres del Padn', lo q11<·
ción, y es allí donde el superyó toma su revancha. implica embarcar al sujeto en los interrogantes de su incertidund>r<•
subjetiva por los caminos de las formaciones del inconsciente'.
"Parálisis de la voluntad del yo, quien, para cada decisión se ¿Cómo hacer entrar al obsesivo en la partida de la cura y prnd11
encuentra con impulsiones de pareja intensidad de un lado y del cir el florecimiento del síntoma como demanda al Otro? Aquí la ;1s l 11
otro". (Frelld, 1925, p. 113). cia del analista. El diablo sabe por diablo, el analista por despn 11 l <, .
Punto donde la máquina se descontrola. Singularidad de la
ambivalencia en la neurosis obsesiva, juego en dos tiempos del
síntoma cuyo resultado es que el sujeto queda a merced de una
severidad despiadada donde, finalmente, encuentra satisfacción
el goce sádico hacia el Otro que vuelca contra sí, masoquística-
mente, en la vertiente superyoica. Todo el esfuerzo realizado pa-
ra preservarse de lo reprimido (incesto y parricidio), termina in-
citándolo hacia formaciones reactivas que, cuanto más severas en
sus imposiciones, más lo aproximan hacia aquello de lo que anhe-
la escapar. Queda acorralado en el cerco del goce superyoico que
exige más y más renuncias y donde, tras esa descomunal exigen-
cia, se cuela una insólita y solapada satisfacción pulsional.
Preguntemos ahora, nuevamente: ¿puede el obsesivo, mante-
niéndose como nuliubicuo, hacer del juego de la vida una jugada
correcta? ¿Cuál es el costo de esta pretensión? Freud es tajante: su
intento de quedar al margen, como un mero verificador, lo saca del Referencias Bibliográficas
ruedo del deseo y lo precipita en el riesgo atroz de la impulsión su-
peryoica. Su cruzada para proscribir cualquier vestigio de tenta-
ción, lo lleva a reforzar, más y más, la proscripción; lo que puede l•' 1mu o, S. (1925) lnhibició11 , sintuma y ang ustia. XX. Bs.As.: i\111orrorl 11 , l!l'i!J ,
desembocar en una potenciación de la anulación que hace de la LACAN, ,J . (1955 J Lo corta robado. Escritos l. Bs. i\s.: Si g lo XXI, J:l" <·d ., l!l,":1
conciencia moral del obsesivo una marmita hirviente de proscrip- LACAN , J. (1959-60 ) SE•mitrnrio Vll. La ética del psicooll(ílisis. México: l',1idos 1!)HH
f,A CAN, J. (1968-69) Seminario XVI. De 1111 Otro al otru. Inédito.
ciones. Así, a mayor exclusión, mayor exigencia del superyó, por
ToSTAIN, R. ( 1978) El jugador. E11 soyo psicoww!itico. Lo pen •ersión . Bs . /\ s.· 'l'1wl1
tanto, el sujeto se autoinculpa más y más. Un culpable inocente,
100 J\IARTA Glsi!EZ /\MBElfflN 11\11'1.;J{ATIVOS DEL SUl'EHYO 101

III.2. Escenarios en la obsesión: las regresiones y en las clasificaciones psiquiátricas; en tt!Lim:1


Proeza y Acting-out instancia, permite reposicionarnos en la clínica freudiann para
r ecuperar sus descubrimientos.
l. PROPUESTAS Plantear una clínica del sujeto escindido ante el deseo dd Ot.rn
tiene un alcance que trasciende una mera formulación teúric:1,
Es mi propósito hacer algunas observaciones acerca del deseo impone también efectos en la práctica del psicoanálisis: no es po
en la neurosis y, específicamente, en el dialecto obsesivo en lo que sible atenerse a estandarizaciones.
se conoce en la clínica freudo-lacaniana como la práctica de las Hay, pues, serias consecuencias que derivan de una clínica <Jll<'
escenas, que no gira sólo en torno a lo imaginario y simbólico, si- jerarquiza la posición del sujeto ante el deseo del Otro o el Goct> clPI
no que compromete, también, a lo real: un más acá y un más allá Otro. Una de ellas marca una dirección que invita a no confundir los
de los límites del espejo donde se involucra el goce superyoico. comportamientos, incluso típicos, con las posiciones subjetivas, lo
Poniendo énfasis en la clínica procederé a confrontar la escena que evitará recrear una mera clínica del comportamiento stand:ml
de la proeza obsesiva con la escena del acting-out, mostrando su o del síntoma que sólo operaría como un sistema clasificatorio varn>
orientación disímil respecto al deseo del Otro y, por tanto, plan- Lacan insistió en que "la estructura no es la forma" y que ac¡u(•ll:1
teando en la clínica bajo transferencia un posicionamiento distinto se define como un conjunto ca-variante donde el significante cohr:1
del analista en ambos casos. preeminencia, pero, al reiterar la suplementariedad de la estructur:1,
2. RECORRIDO no olvidó otorgar preeminencia al objeto a como resto. Las operacio-
nes de alienación y separación que dan cuenta de la relación del su -
Para arribar al meollo de mis propuestas realizaré un breve jeto con el Otro no podían dejar de lado al ser del sujeto.
recorrido a través de dos ejes fundamentales: 1) El deseo en las Si el significante representa al sujeto para otro significante, <'11
estructuras freudianas y 2) El deseo imposible en la obsesión. esa alienación se establece su alcance en la estructura, que no 0s si ·
2.a. El deseo en las estructuras freudianas no estructura de discurso, y que, en tanto tal, no puedejerarquiwr·
se sólo por el lado significante, también cabe hacerlo por el lado cid
Es necesario insistir en la especificación del deseo en las es- ser. Recordemos que Lacan advertirá: si nos inclinamos por d Indo
tructuras freudianas por cuanto, en Freud, histeria y obsesión no del ser, el sujeto se nos escapa; pero, si escogemos el significantP co
pueden reducirse sólo a un sistema clasificatorio de orden sinto- rremos el riesgo de apresar al sujeto y automatizarlo; el sujeto
matológico pues, en 1895 -Psicoterapia de la histeria-, procuraba
"un mecanismo psíquico" para establecer la cura. Así, cuando "aparece por un lado como sentido, producido por el sig111/im11 ·
Freud reposiciona a histeria y obsesión en el campo de las neuro- te, por el otro aparece como afanisis" (Lac:an, 19(i4, Sem. XI, p. 2 f(iJ ,
sis, jerarquiza -más allá de los hechos y fenómenos- una clínica
del sujeto escindido que soporta el golpe de la castración. Será menester, entonces, procurar posicionar al sujeto desde a111-
Lacan, lector de Freud, recupera para el psicoanálisis una clí- bos lados.
nica del sujeto desde las estructuras freudianas, las que quedan Es así que, insistir que el sujeto desentona con el cuadro cl1111<·0,
claramente delimitadas en Inhibición, síntoma y angustia donde es desechar su automatización por la mera captura desde la cli:1
tienen, como articulador central, a la castración. En Lacan, es- léctica del significante; desde algún lado resulta posible visl11111 -
trnct uro y castración se :rnudan y nombran desde SU\): signifi brar lo que remite a su causación, lo real -el objeto a- . Sin cmb:1rgn
cante de la falta en el Otro. - y he ahí una paradoja de nuestra clínica-, es aprehensible si <'s-
De este modo, la ubicación del sujeto en relación a la castra- tñ representado por lo que dice, ya que ello permite situarlo en la
ción, permite rescatar una clínica cuya eficacia se había perdido estructura.
en las meras sinuosidades del síntoma, en las defensas del yo, en Lo de situarlo en la estructura remite al deseo.
l\1ARTA GEREZ AMBEHTIN
102 IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 10:J

"En el análisis existe el Otro y nos damos cuenta del modo en 2.b. El deseo imposible en la obsesión: los escenarios
el cual por relación al Otro se plantea el problema del deseo". (La-
can, 1964-65, Sem. XII {16-6-65/). Jerarquizaré el deseo imposible en la obsesión para centrarme lLH'
El deseo es tal en tanto capturado por el significante, y en es- go en un punto muy peculiar del mismo: la práctica de las escenns.
ta premisa se asienta el axioma lacaniano "el deseo es el deseo del El deseo imposible en la neurosis obsesiva nos aleja de una
Otro", punto de Arquímedes de la castración freudiana que tiene mera clínica del síntoma, de los estadios de la libido que recrean
su expresión en el materna lacaniano S(A). Allí emerge el Che la analidad como estación terminal de todo obsesivo, para permi.
Vuoi? -¿qué me quiere?- del neurótico, que más que una pregun- tirnos referir al modo de estructuración del sujeto, esto es, su po-
ta es. una respuesta anticipada: el sujeto se ve confrontado a su sición ante la castración. En suma, al sujeto dividido que inscribe
deseo y el "me" le otorga un lugar dentro de la estructura. a la obsesión como dialecto de la histeria.
Distinta la respuesta del psicótico que en su forma: "¿Qué com- El deseo imposible hace al obsesivo intentar abdicar su deseo <'ll
plota el Otro?" no hace sino lugar al Goce-Otro, y si hay algo don- juego para construir un Otro del Otro, un Otro consistente. No que'
de el "me" posiciona al sujeto, es en el "¡¡me goza!!" en cuanto riendo saber de su división ni de su alienación al Otro, está enfr<'ll
complota contra mi: tado a un problema de existencia: ¿Estoy muerto o estoy uiuo? Es l¡1
pregunta del gran obsesivo del teatro universal, el ser o no ser el<·
"él mismo (Schreber) se ofrece como soporte para que Dios o el
Otro goce de su ser pasiuizado, mientras se abandona al pensar-
Hamlet a quien las cavilaciones sobre la muerte atormentan.
na.da". (Lacan, 1966b, p. 29). Será preciso, desde la posición del sujeto dividido, marcar ni
guna direccionalidad en la clínica sobre el síntoma el que no es
En la neurosis esa pregunta-respuesta del sujeto al Otro no es sin sino efecto de estructura y una respuesta al Otro tal como Lacan
angustia. La confrontación al deseo del Otro precisa de maniobras lo representa en el Grafo del Deseo. Así, el síntoma en la neurosis
para soportarla, estrategias que han llevado a Lacan a plantear la y, específicamente, en la obsesión, es el conjunto del dispositivo
neurosis como la clínica de las respuestas, de las respuestas al deseo que permite mantener para el sujeto el deseo como imposible.
del Otro. Tales operaciones mantienen el factor común de reducir el Peculiar encrucijada al síntoma en psicoanálisis ya que, su valor,
deseo a la demanda; el neurótico es un demandante por excelencia, pende del deseo y el goce y, así ubicado, dejará de ser paradójico
su empeño procura borrar la falta en el Otro -punto de su angustia- plantear el síntoma de la duda en la histeria o el síntoma de la
para sostener un Otro completo. Sin embargo, la especificidad del conversión en la obsesión. Ruptura del cerco al síntoma en función
deseo en histeria y obsesión toma posiciones distintas en esa cons- de la estructura deseante.
trucción del Otro: deseo insatisfecho en la primera -la neurosis fun- En la obsesión, las pantomimas para construir un Otro compl<'l,o
damental-, y deseo imposible en la segunda -dialecto de la histeria-. - un Otro como lugar de código y fiador de la verdad- aparecen co1110
El neurótico soporta el golpe de la castración pero a condición un efecto de la estructura y muestran al obsesivo como un trabajador
de ofrecerse como artífice respecto a la falta del Otro -se trata de esclavo por excelencia. Pero un trabajador singular, ya que ccd<' s11
hacer que el Otro aparezca como completo-. El obsesivo procura fuerza de trabajo, la regala al Otro en su afán por sitiarlo en el m11I
erigir un Otro consistente, se ofrece como esa garantía imposible tiple juego de sus hazañas que no procuran sino la invulnernbilidnd.
al Otro. El histérico, en cambio, opera en forma distinta con esa En relación a estas pantomimas, interesa plantear un pu 11 Lo
falta, su estratagema llevará a cambiar el acento en el orden de ligado a las proezas en lo que atañe a la dirección de la cura dc'I ob
la falta, no se trata de una falta en el Otro, sino de lograr, con la sesivo. El ardid apunta a una posición subjetiva, el obsPsivo
eficacia de la demanda, que al Otro le falte algo: punto de la iden- monta su teatro para hacer del Otro un Otro totalmente calculilbl<'.
tificación histérica, porque de esa forma conseguirá que el Otro Se ha insistido mucho en psicoanálisis acerca del teatro o dc 1:i
1

surja como completo, aunque sólo a condición de ser quien oficie escenografía histérica descuidando el gran teatro del obsc'sivo
de artífice en esa hazaña; y allí el impacto de su seducción. quien otorga al Otro sólo un lugar: s0r espectador d0 su propio
104 MARTA GEREZ AMBERTÍN lMPERATlVOS DEL SUPERYÓ
1O[i

debate intersubjetiva. Es por ello que, enigmáticamente, el teatro "la suerte del yo, por su propia naturaleza, es hallar siRmpre su r<'
obsesivo es menos seductor que el histérico, pero no menos inge- flejo frente a sí, reflejo que lo desposee de todo lo que desea alcanwr.
nioso. Desde la escena el obsesivo provoca la demanda del Otro a Esa especie de sombra que es a la vez rival, amo, o esclavo llegado"'
condición de que no emerja su deseo. Construye un Otro a medida, caso, lo separa esencialtnente de aquello que está en juego, a saher, l'I
reconocimiento del deseo". (Lacan, 1954-55, Sem. II / 8-6-55 /, p. :J.%').
se hace interlocutor del Otro, pero un Otro lleno de pensamiento,
que no aporta para nada. Ahí es donde toma relevancia el monó- Pero no se trata sólo de las fantasías de proezas del obsesivo,
logo en la obsesión, y el tedio y aburrimiento del analista cuando sino de las proezas efectivamente realizadas y llevadas como tah•s
ocupa el lugar de código. al análisis en calidad de mostraciones que hacen-ver al analista
Mostrándose como un trabajador obediente el obsesivo debe allí donde no está en juego el deseo del sujeto y, si el analista se'
trabajar para el Otro no dejándole nada que desear. Y es así entrampa en esto con su demanda, el "hacer ver" puede conducir
que nada tiene que ver con la descripción que hacen de él la a un infinito, un infinito de no análisis, porque el analizante nuncn
psicología y la psiquiatría. Ni abúlico, ni tranquilo, ni pausado, estará allí: nunca en el acto, sí en los senderos del goce.
por el contrario, despliega una gran actividad -de ahí su ago- Las proezas son llamativas, extravagantes ... juegan la fantasía d< l 1

tamiento, basta recordar a Hamlet-, trabaja todo el tiempo pa- héroe. Tomo algunos ejemplos de las supervisiones clínicas; "Ser ol gi
ra ofrecerse como garante al punto que, procurando evitar el necólogo que atiende más de 5 partos diarios"; "ser el más cogedor el<·
riesgo, procastina; pero, paradójicamente, vive de riesgo en la barra"; "ser el que obtiene la mayor cantidad de horas cátedra";
riesgo, de hazaña en hazaña: debe sostener el lugar del héroe. "ser el que obtiene el mayor número de trofeos en las competencias
Un héroe que evita exponer el único punto que lo precipita en deportivas ... " Estas "máximas" están, además, dedicadas siempre a
la angustia: su deseo. De allí las proezas que no siempre con- alguien que está en el palco, porque la ubicación de su identificación
cluyen en un riesgo calculado, sino en un sometimiento al puro narcisista no está situada en un lugar que es el del semejante, sino
riesgo por la incidencia del goce superyoico -tal como lo expli- exactamente en el lugar donde el Otro tiene una falla y, entonces, co-
citamos en el capítulo anterior-. locando la imagen ahí, completa al Otro. Son marcas máximas dedi-
Esas proezas, más allá del síntoma, configuran un debate sub- cadas al Otro y para cubrir su falta, pero son también "marcas máxi-
jetivo. Según Lacan, la proeza en la neurosis obsesiva implica mas" las que, al pretender huir del riesgo, lo precipitan en la verfüm-
una escena y una identificación con alguien que la contempla des- te del goce superyoico que siempre exige más y más proezas ... hasta
de el palco y a quien va dedicada. Ese alguien mantiene un com- el punto de desbarrancado hacia lo real. Momento en el cual la proc 1-

promiso narcisístico con el yo del obsesivo, lo que permite a éste za corre el riesgo de pasar del registro simbólico-imaginario al real.
sostener la consistencia del Otro.
"El obsesivo, he dicho en alguna parte, está en algo del ord1'11
La eficacia de esa proeza, para sostener el deseo imposible, resi-
de la rana que quiere hacerse tan poderosa como el buey. Se twlw11
de en que encubre cualquier posición del acto, pues el espectáculo los efectos ... ". (Lacan, 1975-76, Sem. XXIII {18-11-75}).
que da a ver lo mantiene alejado de la escena en que se libra el com-
bate, dejando en su lugar una sombra de sí mismo y abdicando su Estas máximas también son traídas a sesión. Máximas de Sll<'
deseo. Esto nos remite a lo que Lacan designa como ubicuidad-nu- ños, de lapsus, de chistes, de novelas familiares, etc. A veces d<·s
liubicuidad del obsesivo. El esbozo de la fórmula del fantasma del colocan por la supuesta fama del neurótico obsesivo como impro
obsesivo en el Seminario VIII da cuenta de ello: A• <p (a' a" a"'). La ductivo, y se tiende a tomar la proeza como una histerizaci!,n
pB.ntomima intentará lograr, ante la angustia suscitada por el Otro cuando en realidad es todo lo contrario. Lo que aquí interesa <'S
inconsistente, un Otro completo, procurando tapar la angustia con cuál es la posición del analista ante este teatro o escena del obsP-
el falo imaginario o con el desdoblamiento narcisístico. De una u sivo que no procura sino la procastinación del acto.
otra manera, se probará siempre como falo salvaguardado. El dispositivo analítico está armado a las maravillas para que,
Ya en el Seminario II Lacan advierte sobre esta posición: el analista represente al Otro completo, el paciente obsesivo colo-
106 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 10

ca ahí la imagen que tiene en su palco y desarrolla las infinitas ra Lacan el acting-out tiene un acento demostrativo, es de una
historias de estas escenas; si el analista interpreta las escenas publicidad un tanto escandalosa y de clara orientación hacia el
nunca pone en juego el punto clave del paciente: su deseo. Y una Otro. Pero lo que se muestra en el acting es
interpretación que no involucre al deseo es nada.
"esa otra cosa de lo que es" (Lacun, 1962-63, /25-1-631),
Si el analista se aferra al dispositivo analítico tradicional: se-
siones fijas, tiempo standard, honorarios fijos, interpretaciones ese algo vinculado al objeto a, por eso todo acting expone algo el<'
pr@t-a-porter etc., efectivamente ocupa un lugar de código donde la causa del deseo, expone el resto, el objeto a que puede arras
el obsesivo paseará su yo, sacará brillo al significante, pero no de- trar al sujeto en su caída si el Otro no le da una mano y lo sostiC'
jará asomar su deseo. ne otorgándole un lugar en su deseo; en suma, si no se constitu-
El analista no puede prestarse de espectador de estas proezas, ye el Otro el acting-out puede arrojar al sujeto más allá del Otro,
deberá recurrir a cuanta astucia sea posible para que suene la ho- hacia los desbordes de lo real tras el goce del superyó.
ra del Otro, para romper el sitio al Otro. Plantear el escenario de la proeza obsesiva como acting llevn n
La estrategia de Lacan es meter al obsesivo en la partida de la la cura a caminos inciertos puesto que puede presumir una pro
cura, "hacer que ocurra lo impensable". El analista, para desalojar cura en el deseo del Otro ahí donde esa procura está canceladn .
el lugar de un Otro a medida, deberá ingeniarse para confrontar Por ejemplo, tal como se planteaba la proeza en el médico de los
al sujeto obsesivo con el deseo del Otro; lo cual entraña riesgos, 5 partos diarios, no había dimensión de acting sino más bien for
porque si el Otro no está muerto y desea, se produce un temblor taleza del yo. Es preciso indagar siempre la posición subjetiva an
de tierra que a veces aterra, algo se mueve en la zona del objeto: tes que dejarse llevar por secuencias típicas.
golpe en el orden del fantasma que no es sin consecuencias. E inversamente, ubicar un acting como proeza obsesiva, también
Como envés de lo dicho, quiero plantear ahora otro punto que, nos arrastra a peligrosas incertidumbres, ya que si el acting es una
a veces, es descuidado en la clínica de la neurosis obsesiva lo apelación al Otro, la no intervención efectiva ante apelación tal puede'
cual puede producir funestos resultados. Se trata de la confusión derivar en un "caer fuera de escena", es decir, en un pasaje al acto.
del teatro o escenificación obsesiva en pos de sus proezas, con Entendemos que esto es importante y digno de tenerse en cuenta
otro escenario que es la contrapartida de aquel y que, por lo ge- en lo atinente al deseo en la clínica de la neurosis obsesiva. La "ex-
neral, se produce en los puntos de la histerización del obsesivo periencia psicoanalítica" debe llevarnos a debatir sobre sus cons<'-
como vía a la instalación de la transferencia. Me refiero al esce- cuencias en el orden de la posición del sujeto, más allá de la tipifica
nario del acting-out que es, en oposición al anterior, un llamado, ción del síntoma.
una apelación al Otro. Con el acting-out el analizan te procura un
lugar en el deseo del Otro, procura la instalación del Otro en el
punto en que la pantomima obsesiva desfallece, no puede soste- Referencias Bibliográficas
ner ni instaurar un Otro completo. El acting-out es uno de los ca-
minos más frecuentes de entrada en análisis del obsesivo, y el no
LACAN, J. (1954-55) Seminario II. El Yo en la teoría de Freud y en la /c•c111rn
registrarlo así puede depararnos sorpresas. El caso clínico que psicoanalítica. Barcelona: Paidós, 1983.
presentamos a continuación da cuenta de estas vicisitudes. LACAN, J. (1962-63) Seminario X. La angustia. Inédito.
Confundir el escenario de la proeza con el escenario del acting LACAN, J. (1964) Seminario XI. Los 4 conceptos fundamentales del psitoall(1l1s1s.
lleva al análisis por caminos peligrosos. Las escenas en cadn uno Barcelona: Barral, 1977.
LACAN, J. (1964-65) Seminario XII. Problemas cruciales para el µsicoa11a/i.m;
de ellos son diferentes: el primero evita la emergencia del deseo; en
Inédito.
el segundo, en cambio, grita el deseo. En todo caso, como plantea LACAN, J. (1966) Presentación de la traducción francesa de las memorias dl'I
Lacan en los Seminarios X y Xrv, el acting-out está más emparen- Presidente Schreber. Intervenciones y Textos 2. Bs.As.: Manantial, H)88 .
tado con el síntoma como manifestación de verdad y con el acto. Pa- LACAN, J. (1975-76) Seminario XXIlT. Le sin/home. Inédito.
108 MARTA GEREZ AMBERTIN ] Ml'Elu\TIVOS DEL SllPERYÓ 1O!)

III.3. Un caso de neurosis obsesiva: tra, una vez más, el acierto de la aseveración freudiana de la Con I'.
del imperativo al acto 31: "El superyó del niiio no se ediftca según el modelo de los padrl's,
sino según el supe1)'Ó de aquellos". La madre ofrenda a su hijo mayor
Muerto el abuelo, el joven debe cubrir ese lugar vacante.
El padre, a su vez, no sólo no interfiere con el funesto destino
l. INTRODUCCIÓN que la madre depara para su hijo, sino que replica desde su propio
fantasma y refuerza el mandato, "debe estudiar medicina en 1\1cu-
Entre las múltiples líneas posibles a seguir para trabajar la mán", "debe ser médico" como el abuelo paterno erigido en ideal.
cuestión del superyó en la neurosis obsesiva hemos destacado, El padre de Carlos es un ex-marino -retirado por un acto d<·
por un lado, los riesgos a los que conduce el deseo imposible -des- desobediencia- que se dedica a defender militares sancionados,
de los "riesgos calculados", y su envés: los riesgos del superyó-; y para lo cual monta una empresa que tiene la misión de restaurnr
por otro, los escenarios de la proeza y el acting ~n aquella neuro- el semblante perdido por aquellos. La empresa funciona bien e('o
sis -ambos amenazados por la irrupción superyoica- lo que nos nómicamente, pero no tiene el éxito social que el padre ansía.
permite abordar, ahora, las vicisitudes del análisis de un pacien- Carlos dice que su padre siempre esperó demasiado de é l. No
te ubicado, justamente, ante la falta del Otro, como obsesivo. soporta su abulia y desinterés por el éxito social y económirn.
El pedido de análisis se hizo pasando por la extravagante Abulia que se intensifica en proporción directa a las exigencias
puerta del acting-out y con la ostentosa petición de castigos y san- paternas. Hizo escuchar su mandato al enviar al hijo a 'Tucuman:
ciones que revelaban el desfallecimiento de su deseo por el acoso "serás médico cirujano o cadete limpia pisos", "volverás a caso e<>
superyoico. nw médico o como cadete". Ubicado, por ese mandato, entre la <'S-
Vamos a desarrollar las dificultades que deparó hacer posible pada y la pared del padre, se refuerza el lugar de objeto cedible
la entrada en análisis, la emergencia del síntoma y los caminos del joven: debe salvar el honor, la degradación y la orfandad de:1
seguidos en la dirección de la cura. padre, "debe" ser médico cirujano como el abuelo paterno; deb<'
Primero expondremos algunos datos importantes del paciente, saldar las deudas y pecados de sus padres a cualquier precio.
luego jerarquizaremos las maniobras de la transferencia en tres La expectativa paterna lo erige salvador sacrificial que, parn
secuencias que precisamos fundamentales por sus efectos. borrar los pecados del padre, ha de cargar con el peso aplastanL< 1

de los ideales paternos convirtiéndose en héroe, pero también,


2. DEL ANALIZANTE con la culpa de no poder serlo, a riesgo de convertirse en un L,1-
pón "cedible", objeto del goce paterno.
Al momento del pedido de análisis Carlos tiene más de 20 Ser héroe o "tapón cedible" no es una elección halagüefi.a. GP
años. Padres y hermanos están radicados en Buenos Aires. Las neralmente es estrecho el margen que separa -y vincula- al id<'al
familias de origen de sus progenitores -caracterizadas por em- del yo con el superyó: no siempre los ideales son auspiciosos pnra
blemas oligárquicos en decadencia- residen en 'Tucumán donde el sujeto; cuando se tornan implacables, como en este caso, arn ·
Carlos es enviado a vivir hacia el declinar de su adolescencia. ban ahogándolo superyoicamente.
La madre desea que resida con su abuela materna, luego de la Pero los ideales son aún más asfixiantes . Los padres no solo
muerte del abuelo. El joven debía responder a ese mandato ubi- desean un "médico cirujano", desean un "cirujano plástico". Si la
cándose como "cadete de la abuela" y cumplir, además, la extrava- cirugía plástica puede proporcionar prestigio y dinero, üii hijv ri
gante misión de repararla de su vejez y viudez. Debe pagar la coy famoso paga cualquier deuda y borra cualquier mácula. Pu<'
desconocida deuda de su madre con su madre, oficiando de tapón de restaurar los ideales oligárquicos destituidos de su famili.1,
"cedible" -objeto a- en un pago materno no efectuado antes y que, las máculas de la degradación militar del padre y reparar a ln
sin duda, tiene que ver con el fantasma de su madre. Se demues- misma abuela.
IMl'Elli\TIVOS DF~L SUPERYÓ 1 11
MARTA ÜEREZ A.MBERTÍN
llO
el joven lo fue convenciendo de su "espantosa perversión", c>I pro-
Demasiado peso el de este arsenal de expectativas que se acu- fesional hizo una intervención arriesgada y sugirió que el muclw
mulan sobre un incipiente joven. Insignias simbólicas y manda- cho se alojara en una pensión por su "enfermizo comportamit>11to
tos superyoicos se enlazan a la deuda de filiación y genealogía y con ella". Aunque sorprendida por el diagnóstico la abuela prnpi
abonan siempre la hipoteca del hijo. Se adeuda la vida y el don ció este traslado, indicando, sin embargo, que podía ir a CotlH'r
simbólico ofrecido con ella -dirá Freud-, pero, en este caso, el peso con ella los fines de semana. Esto abonó las elucubracio1ws d<'
de la deuda resulta insoportable. El análisis permitirá a Carlos Carlos: la anciana se había dado cuenta de "su perversión". Mnn .
-una vez atenuada la presión superyoica- interrogarse por su tuvo desde entonces visitas dominicales a la abuela, cuya proxi ·
propio deseo y preguntarse por qué debía pagar tan caro. midad lo angustiaba en demasía.
El mandato paterno: "¡volverás como médico o cadete limpia
pisos!" tenía el antecedente de las vacaciones previas al envío a Todas estas circunstancias lo hacen vivir bajo un regmwn d('
Tucumán, cuando ante la respuesta de Carlos de que "lo que quería amenazas y castigos, a lo que se suma la respuesta de sus padn's
ser en la vida era nada" lo empleó como "cadete" en los oficinas de al enterarse de "sus" novedades: no dan señales de preocupncio11,
un militar retirado. Una de sus tareas era la limpieza de pisos. viajan a Tucumán para encontrar un lugar para Carlos y en abso
Si al padre le avergonzaba que su hijo dijera que quería ser !uta contradicción con su modo de vida burgués en un excclt'llf<'
"nada", pretendiendo enmendarlo apelando al rigor -amenazán- barrio porteño, eligen una precaria pensión de un barrio marginnl.
dolo con ser "menos que nada": "limpia-pisos", "cadete"- incre- Carlos no se opuso, por el contrario, lo registró como un cast.i
mentaba la abulia de Carlos. El mandato paterno lo acorralaba: go a su "abominable comportamiento". Es en estas circunstancias
para no ser cadete debía ser "cirujano plástico", lo cual, pese a las cuando decide consultar, por primera vez, con alguien no sugC'ri
insignias ideales, también lo ubicaba al servicio del padre impi- do por la familia. Pasando al azar frente a mi consultorio y des
diéndole que allí se jugara su deseo. Para volver a vivir con su fa- cubriendo una placa que anunciaba mi actividad, pide una enln'
milia en Bs.As. debía enfrentarse permanentemente a la amenaza vista. A partir de ese momento se producen las tres secuencias ckl
del imperativo superyoico de sus padres, lo que lo acorralaba en análisis que desarroilo a continuación.
un entrampamiento sin salida, potenciando la irrupción de la
angustia y, en el mejor de los casos, del acting-out. 3. SECUENCIAS CLÍNICAS
Con el antecedente de las pres;ones mencionadas, la instala-
ción de Carlos en casa de su abuela materna se hace complicada; r secuencia: Angustio-Fantasia-Acting.
y es que, allí, la dimensión simbólica de la ley del Nombre del Pa- La ubicación en el signif'icante
dre, desfallece. Debe responder a un mandato que lo precipita
más allá del Otro y... no atina respuestas. Su estado oscila entre Carlos irrumpe en las entrevistas preliminares con una fontn
la abulia, la inhibición, la impotencia y la angustia. Casi no tiene sía: "coger con la abuela", la que se hace insistente y monóL011:1.
amigos, la relación con las mujeres es pésima. Estudir medicina "soy un degenerado porque me excito y masturbo con la i111og<'II di'
-que no le interesa- como un autómata y poco a poco su abuela mi abuela de 80 ai10s, ¡costígueme!" Pide castigos, sancio1ws y s1•r
de 80 años empieza a convertirse en su pasión. Vive encerrado en denunciado a la policía. Junto a ello presenta un largo circuito di.'
la casa y pendiente de ella, la espía cuando se baña e "intenta" to- inhibiciones: impotencia e imposibilidad de trabajar, de esLudi,1r,
carla cuando la observa mientras duerme, aunque verdadera- de divertirse, de salir.
mente nunca lo hizo. Inició varios tratamientos "psi" con profe~io- En el momento inicial de las entrevistas, el despliegue dC' sus
nales sugeridos por la abuela con los que fracasó. Durante varios estrafalarios ardides para producir un espectáculo que horroric('
años se trató con un psiquiatra que sostuvo el lugar del Otro sim- al Otro -de quien demanda castigos y penalizaciones-, logra pa
bólico que el joven precisaba, pero que, con el tiempo se asustó de ralizarmc. Cuando C'l desconcierto pasa, puedo interrogar solJn,
la certidumbre de Carlos en su pasión por la abuela. Poco a poco
112 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1 1:1

esa extravagante demanda con miras a plantear una estrategia Cuando el clima de acting-out vino a agregarse a la pantomima,
para la dirección de la cura. fue imprescindible efectuar una maniobra para la "entrada en
¿Cómo vencer este escollo al análisis? ¿Para qué estas panto- análisis". La misma no apuntó a desprenderlo del significante, como
mimas? ¿Cuál es la cuestión que se juega en ellas? La angustia suele ser por lo general el ingreso a un análisis en un obsesivo, sino
de Carlos era insoportable y la fantasía con la que intentaba en- a situarlo en el significante para posibilitar el pasaje de a baria
mascararla vacilaba, no tenía recursos para hacerla más florida, -<p. Su fantasía, con la que lograba sostener -<p, vacilaba, el obj<'lo
no había posibilidades para la metonimia. a se desenmascaraba cada vez más y no había recursos sufici0n-
Era preciso dejar escuchar sólo la fantasía, dejar de entre-te- Les para la metonimia.
nerse en ella y atender a "lo otro" que había en la demanda por el En Carlos la maniobra imponía la reinstalación en la dimen-
lado del castigo. La solicitud de sanciones corroboraba la posición sión del Otro simbólico. El circuito "angustia-fantasía-angusLia-
neurótica del paciente, un perverso sólo hubiera disfrutado de la fanLasía-acting" así lo determinaba. La fantasía con la abuela Lu-
fantasía. paba su angustia radical (surgimiento del a), era el recurso con el
Podría decirse que al languidecer los emblemas paternos de que respondía a la vacilación de la referencia al Otro simbólico y
Carlos en Tucumán, y ante la ferocidad del mandato superyoico desfallecido en Tucumán, porque en este caso no se trataba de la
("¡serás médico o cadete!"), la turbación lo desestabiliza. Lacan falta del Otro, sino que, efectivamente el Otro faltaba. Era preciso
ubica la turbación (Emoi) en la coordenada del movimiento (La- reinstalar la función vinculada con el significante que permiLiern
can, 1962-63. Sem. X) como una pérdida de potencia, un signifi- una mayor ligazón al -<p, esto es, una relación con el falo que olor
cante en menos que se instaura al instalarse en Tucumán para ser gara un sustento más sólido a la fantasía. Por ello, la fantasía
también "cadete de la abuela". El escenario desde el cual hacía ver "coger con la abuela" iba insistentemente acompaüada de pedidos
su abulia carece ahora de referentes simbólicos para recrear sus de sanciones, castigos, denuncias a la policía y los jueces. Al no ob-
deslizamientos imaginarios. tenerlas, las demandaba por medio del acting-out: habla paseán-
De la turbación al acting, y con la direccionalidad de la angus- dose frenéticamente por el consultorio, en sus enojos arremet('
tia, el orden de lo decidido se precipita. Ahora su puesta en esce- contra las paredes y amenaza hacerlo con los muebles, a veces
na procura la instalación del Otro, aquel que ya no puede soste- rompe algún vidrio, trae, además, libros de Psiquiatría para leer
ner, ni instaurar, ni irritar, sólo hace estrafalarias mostraciones y y confirmar que "es un perverso". El acting-out, situado en la emer-
pide sanciones. gencia del a siempre indica la necesidad de encontrar un lugar en
Dado que el castigo -o su amenaza- no entran en la cura 01 Otro. Carlos mostraba esa fantasía, la única que tenía, en un
analítica -lo cual hubiera implicado, como lo hacían el psi- show excesivo, lo rodeaba de un carácter mostrativo y pedidos de
quiatra, su abuela y padres, alimentar el goce superyoico-, era sanciones. En esta cuestión Lacan marca una dirección precisa:
preciso escuchar el otro lado de la demanda: ser colocado bajo dada la relación del acting con el objeto a, esa relación
el significante. Este corrimiento resultaba fundamental para
estatuirlo en la dimensión de la ley del significante Nombre "puede ser para el sujeto el superyó más incómodo". (Lo('(/11,
del Padre. Aunque hay en Carlos inscripción emblemática, es- 1962-63, Sem. X /23-1-63/).
ta desfallece. Al mismo tiempo, la posición de la abuela en su
fantasía, si bien pasa por una condición erótica, no deja de in- ¿Cómo vencer los escollos de esta desbordante arremetida, ('ll
sinuar al objeto a, momentos en los que el paciente es invadi- lo que se espcr::i.b fuera un corn.icnzo de análisis? ¿Qué hncer con
do por una angustia ingobernable. Sólo el vacilante fantasma este "amago de la transferencia"? ¿Cómo dirigir una cura allí don
"coger con la abuela" taponaba angustia tan tremenda, pero d<' el Otro falLa y el sujeto corre el riesgo de ser expulsado el<' In
este intento de lograr -<p fracasaba, no siempre era posible melena significante? ¿No sería, acaso, todo este escenario del
imaginarizar a. <t<·tin¡.;-out un angustianLe llamado a punto de desfallecer?
114 MARTA GEREZ AMBERTÍN
1M l'EJ{ATJVOS DEL SUPERYÓ
I IG
Mis intervenciones para instaurar el lugar del Otro de la ley
-aquello que Carlos demandaba desesperadamente a todos- ope- veces busco que me castiguen, que mi falta no pase desaperci
raron estableciendo una serie de condiciones para poder escu- bida, quizás tenga la manía de hacerlo notar. Yo rompí lo l'i
char lo que le pasaba: sentarse, hablar sin dar alaridos, abste- driera, y ahí soy el culpable y el soplón, el que se manda fu cu
nerse de traer libros etc. Si él accedía sería posible escucharlo gada y el que denuncia ... eso empezó desde que estoy en T11c11
para hacer algo con su sufrimiento, al que se daba crédito. Aque- mán, desde allí se fue agudizando y estoy peor que 111111co. /)<'
llas intentaban funcionar como "condiciones simbólicas" aún chico no hacía eso, me ponían una nota baja y escondía el hu
vacilando ante la posición de Lacan respecto a las mismas en el !etín, ahora lo exhibo ... " ¿Cómo no registrar la ostentación cul
acting. En efecto, el 23/1/63, y en torno al acting-out, Lacan se posa del pedido de castigos de la obsesión, tras lo cual borra la
pregunta, ¿cómo actuar con el Acting? y responde: No es posible verdad de su pecado? ¿Cómo no registrar el pedido de insLala
interpretarlo, ya que hay que ocuparse del resto; no es posible ción del Otro?
prohibirlo, ya que el acting es el signo que al sujeto en acting se
le impide demasiado y, por último, no es posible dar una explica- Carlos acataba obedientemente al mandato superyoico d<' sc'r
ción sobre el mismo al sujeto porque eso sería operar por la vía "cadete de la abuela", lo que lo exponía al riesgo de ser arrasLra
del reforzamiento del yo. En suma, ante el acting sólo es posible do por el objeto a como objeto cedible. Era preciso, allí, una inlt'r
aguzar el ingenio y ocuparse del resto. Si lo que el acting mues- vención que lo alejara del riesgo. Lacan puntualiza:
tra es "otra cosa de lo que es", muestra algo de la causa del de-
"¿Qué es la angustia/ ... / ::;ino / ... / tentación, no pérdida de ol?ieto si
seo, del objeto a que puede arrastrar al sujeto en su caída si no
no justamente su presencia por el hecho que el objeto no faltar Ypam
obtiene un lugar en el deseo del Otro. pasar a la etapa siguiente, la del amor del supe,yó, del que se e11tie11de
Finalmente no se registraron como imposiciones del amo, si- que ha de fJOll<'r en el camino llamado del fracaso, ¿qué quiere decir es
no como condiciones simbólicas que le otorgaron un lugar ante to sino que lo temido es el éxito, que lo temido es siempre el <e1:;o no ful
el deseo del Otro y le permitieron su articulación a la cadena ta>?" (Lacan, 1962-63, Sem. X /5-12-62/).
significante, lo cual hizo posible su entrada en análisis con la
posibilidad de sostener la asociación libre en clínica bajo trans- Entonces, si la angustia emerge en la tentación del encuenLro
ferencia. No era por el lado del saber que debía instaurarse un con el objeto, como "éxito del superyó", la ubicación de Carlos an-
significante de dominio, sino que, al darle un lugar en el deseo te el significante, al posibiliLarle su instalación en el deseo ci('l
del Otro, permitía una ordenación del sujeto respecto a los sig- Otro, permitía un enmascaramiento más efectivo del objeLo o,
nificantes amos. una relación más estable con -cp. El deseo metonímico puesto <'ll
Estaba muy claro que con lo que no se podía responder era con funcionamiento hacía que, en la fantasía, la abuela fuera poco a
descalificaciones y penalidades. El acorralamiento del deseo de poco desplazada por otras mujeres.
este joven acosado por los mandatos superyoicos indicaba que, Efectivamente, mientras se ubicaba más cómodamente con Jn
para lograr la instalación del Otro, era preciso, al menos, hacerle abuela, recuperando un lazo pacífico con ella, el interés por las
un lugar en el deseo, abonando una creencia en su sufrimiento otras mujeres aumentaba. EstaLuir la promoción del Otro simb<>
que lo desalojara de su "certidumbre perversa". lico lo ubicaba en relación al significante y al sostenimienLo dc'I
pasaje hacia -cp por el cauce del deseo metonímico, que lo llcvnr;í
Es común que el obsesivo despliegue :..:n esccninio perverso, de la abuela hacia otras minas.
y resulta más que peligroso entramparse en él. Dice: "Entro y La maniobra produjo un efecto. Ubicado en el lugar de la fo!t:1
salgo ofuscado de aquí. Uno viene cuando tiene un dolor que ya simbólica, el -<p, que antes sólo se insinuaba, borra el vesLigio el('!
no aguanta y no ve más. Ando quejándome, temo hacerme un objeto a y esLo permite un trabajo analítico que se situará, luego,
pequeño tajo ó hacerme uno niuy grande. Debo reconocer que a en la inhibición (la impotencia) y el síntoma (la duda). El circui-
to: angusLia - fantasía - acting, cesa.
116 MARTA GEREZ A~IBEHTIN IMl'El<ATIV08 DEL 8UPERYÚ 117

2ª secuencia: La dimensión del sintonw: Atraviesa un periodo en el que, nuevamente, se instala In CPr
la duda y la pregunta al Otro tidumbre de que sea ese el único recurso para encontrar poL('t1ci,1
con su sexo, a lo que se agrega la insistencia de que debe SPr r,1s
La intervención analítica posibilitó a Carlos ubicarse en la ca- tigado por perverso.
dena significante en relación al Otro, lo que apaciguó su angustia Sin embargo, su fantasía, como la de cualquier neurótico ol>s<·
y permitió que la transferencia se instalara. sivo, está planteada desde la lógica fálica. "Mujer en posición em
En su fantasías desplaza a la abuela por otras mujeres, aun- tica" supone para el paciente "abierta de piernas y como haciendo
que esto está presidido por la impotencia (cf. Freud, Inhibición, un coito contra natura. La mujer está de frente, pero semi-sentado .
sin toma y angustia Cap. I). Intenta cierta aproximación a las "mi- El pelo es largo, negro y lacio, no tiene rostro".
nas", pero falla; busca el contacto con las prostitutas, pero fraca- Vista así esa fantasía no ubica al paciente en una posición per-
sa, no tiene erección; tampoco hay éxito con las "minitas", las versa-fetichista, sino en una posición neurótica que exige del ob
chicas serias, potenciales novias, no puede abordarlas, no puede jeto de elección una condición fetiche; condición, por otra part<',
hablarles. La imposibilidad se hace extensiva a todas las mujeres presente en toda elección de objeto según la propuesta freudinna.
y no puede apelar a la disociación que marca Freud en La degra- Es obvio que con esta fantasía se imagina como un perverso parn
dación de la vida erótica, no logra armar el cuadro: "con unas sí" defenderse de la emergencia dE!l deseo del Otro, pero, en tanto
con "otras no". A la vez, comienza a hacer lazo social con algunos instaurado el Otro, no logra constituir el goce perverso.
compañeros de Facultad que "sí pueden coger con minas", y a
quienes odia sordamente. Respecto a la condición fetiche, Lacan insiste en su carád('r
Es en estas vicisitudes cuando surge otra fantasía, la que por significante, ligada más al registro fálico que el objeto a. Dicha
momentos se hace tan insistente como la anterior. Se trata de la condición se define desde el ángulo fálico. De tocios modos aga/1110
fantasía "matan a la mujer" con la que desplaza a la de la abue- (el a incluido en -<p) es lo que da brillo al objeto, pero se trata dl'
la. Entiendo que lo que importa es el pasaje de una fantasía a otra un brillo que viene de lo fálico y no del objeto a, agalma en sí no
y no la temática de la misma. En todo caso, hay que señalar que, es concebible sino en relación con el falo, con su ausencia y con la
con esta última, enmascara ·con más recursos al objeto a. a ngustia fálica como tal.
El goce autoerótico se concentra en un dibujo. Se masturba Esa fantasía "Matan a la mujer" se torna poco a poco más luju -
tres o cuatro veces al día cada vez que termina el trazado compul- riosa, se hace movediza y comienza a inquietarlo; y es que al estar
sivo de una mujer. "Dibujo una mujer en posición erótica, en el situado en -<.p puede iniciar una serie de equivalencias simbólicas
mismo dibujo esa mujer resulta violada y perforada en los pechos en la serie "mina del dibujo", "minón", "minitas", que le permiten,
o el estómago con un objeto largo, cuchillo o estaca". poco a poco, interrogar la castración femenina y la suya propia.
Corresponde apuntar que, esta fantasía, está también situada Puntualiza que con la mina del dibujo puede, pero con "la 111i
en el orden de -<p, pero, a diferencia de la anterior, tiene un carác- nón, la super mina" no; tampoco con las "minitas".
ter más lujurioso que, a pesar de los pedidos de condena con el Corno neurótico obsesivo que es insiste con las pantomimas, las
que, a veces, acompaña el relato, no deja de ser apaciguadora, ya que esta vez lo llevan por otros caminos en el análisis. Plantea que
que lo protege de la angustia. el dibujo "matan a la mujer" está situado en el campo de "lo i m
Cada vez que termina el trazado del dibujo -siempre con lá- propio". "¿Qué impropiedad es esta de andar trazando y excitándn
piz-, se masturba y ey;:iculn "por la. calentura que le provoca la se con esos dibujos?" Para él "fo impropio" es "lo poco w,1wl y fu uj1
mina del dibujo", aunque aclara que no sobre el dibujo. "Si no". La pantomima intenta desviar la cuestión hacia la falta de
bien es una porquería lo que hago y debería mandarme en ca- singularidad de su propiedad -de lo que le compete a su deseo ,
na por eso, no soy tan perverso como para andar eyaculando hacia la impropiedad que le sirve para abdicar de su deseo en juego.
sobre papelitos". Posición, además del deseo imposible, para que el Otro tenga
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 11!)
118 MARTA ÜEREZ AMBF.RTÍN

que anular su deseo en una posición de decir que no, "no haga Es a partir de esto que inaugura en el análisis una eLapa <JU<'
eso", lo que le confirmaría que su deseo le es impropio. se caracteriza por feroces demahdas, en las que exige cierLa fij<·
La dramatización no es sino una posición que le permite cer- za del dispositivo analítico, vive pendiente del análisis y en pl('1l:1
ciorarse del Otro ubicándose como "nuliubicuo", lleno de "impro- transferencia. El control a la analista es muy estricto.
piedades". Treta del obsesivo: ostentando su impropiedad intenta Mientras que en la primera secuencia fue necesario instaurar la
abdicar del deseo y goce que se juega en su fantasía. transferencia, ahora se requiere alguna maniobra en la transÍ<.'r<'11
Insiste que con "la minón" no puede, pero con las "minitas" tal cía. Ella no debía surgir de las resistencias de la analista -reganar
vez sería posible. Desdobla la mujer en dos y co_µ dos quiere hacer lo porque pide demasiado o condescender a su rígidas exigencias ,
una, pero aún esto no tiene creencia en él. En sus asociaciones sino, desde algún lugar del deseo. Un lapsus mío alertó sobre qu<',
desliza que "la minón" es la super-mina -"mujer pura teta, puro algo en el manejo de la transferencia, debía cambiar. Fue así <Jll<'
culo, puro sexo, inabordable"- , en suma, la que tiene el falo. "Las dejó de tener días y horarios fijos de sesión, se decidían al final el<·
minitas", en cambio, son aquellas que lo remiten a la castración cada una. Las sesiones se hicieron más cortas y con tiempo csc,111
femenina, las que hacen saber de su deseo: "Con una minita es dido. El inicio de cada sesión sufría cierta variación, por lo que Car
complicado, uno no sabe con qué te pueden salir, qué te pueden los esperaba siempre un poco.
pedir". Acercarse a ellas también lo siente, por ahora, como impropio Todo esto, que pudo practicarse en ese momento del arnílisis
y, mientras tanto, continúa con su dibujo, su goce autoerótico, lo porque la transferencia estaba instalada, tuvo sus efectos. Si <·1
que, esporádicamente, acompaña con pedidos de castigos. paciente quería cerciorarse del Otro verificando y evitando as1 i 11
Sin embargo, pese a lo compulsivo de su acto, y en los intervalos terrogar el deseo del Otro y por lo tanto el propio, era preciso
en que decaen sus pedidos de sanciones, comienza tenuemente a in- que se diera la emergencia del deseo. Carlos, ubicado ahora en la
teITogarse: "¿qué me pasa?, ¿cuál es mi enfermedad?, ¿por dónde pa- cadena significante, estaba en condiciones de afrontarlo. Era 1w
sa mi sufrimiento?, ¿por qué, si puedo ser potente con la mina del di- cesario romper cualquier fijeza del Otro modificando las condicio
bujo, no puedo ser potente con "las minitas" que me gustan y calien- nes del análisis de tal manera que la inconsistencia del OLro s<'
tan?" Las asociaciones que hace sobre las "minitas" lo conducen de revelara. Las maniobras de la transferencia, en este caso, raLili
un lado a las mujeres y del otro al "grafito", a la mina del lápiz que caron que es preciso recrear la clínica desde la singularidad ele
traza con el recurso de su arte. A veces se queja: "Hoy no pude tra- cada analizan te y desde cada momento de las vicisitudes de un
zarla, se rompió la mina del lápiz, me quedé sin mina". Doble efecto análisis, sin descuidar, por eso, los fundamentos del psicoanúlisis.
de significación del significante "mina": la del grafito y la mujer de La pregunta de Carlos -¿qué me quiere el Otro?- no tardó <'11
su arte. Arte de dibujar y arte de su goce masturbatorio que se apo- surgir y se acompañó con la aparición del síntoma. Poco a poco, la
ya en el ingenio de aquellas creaciones -porque carece de recursos duda fue sustituyendo la certidumbre de que sólo en el dibujo <·11
para comprar las revistas a las que recu1Ten los jóvenes para convo- contraría "perversamente" algún placer o goce sexual. El cld>nt1•
car sus fantasías eróticas-. Recurso de sus "bellas artes" para nego- fálico se instaló con fuerza, llevándolo más allá de la i mpro¡Jil'rlurl
ciar con el mandato de sus padres, para zafar de esa insoportable po- de sus dibujos, para preguntarse por su posibilidad, su posil>I<· po
sición de ser un "voluntario cadete" al servicio de los otros. tencia: ¿podría algún día ir más allá de la mujer del dihujor, ;t,·11
También comienza a preguntarse, con mucha más cautela, so- dría chance con la minita? Comienza una ronda para "reloj< :1r" d1•
1

bre su fracaso en medicina. Por varios años rinde muy poco, y lejos a las minitas, más que eso, por ahora, no hace. Aún no pu<·
~uar,do lo hace, generalmente es aplazado. Mantiene una concu- de abordarlas, y recuerda con vergüenza sus fracasos éinlvi iul vs
rrencia irregular a las clases para no ser "dejado libre", lo que pro- La duda crece, toma cuerpo, se instala en él. Con el dibujo el<· 1:t
vocaría la ira de su padre. De todos modos los interrogantes son mujer, de la mina, comienza a aparecer, según su expresión, In di
esporádicos, ya que el gran tema que gana espacio en su decir es mensión de la "creencia". Insiste en la cadena asociativa con "lo
el de "las minas", el de su "trazo" y el de su goce autoerótico. m i4ier que creo", que marca un deslizamiento significan Le hacia "lo
120 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1MPERAT!VOS DEL SUPERYÓ 1:¿ 1

creación" y hacia la "creencia". ¿Cuál creencia? Comienza a inte- Ahora comienza a inquietarse, a interrogarse por su relaciún
rrogarse: si le atraen las minitas acaso pueda hacer algo con ellas. con la medicina y el tipo de vida que hace "descolgado de La /<11111
La duda es una creencia, pero también es una pregunta que lia, en Tucumán". Pone en cuestión el mandato paterno "con /u
implica siempre al Otro. En A propósito de un caso de neurosis ob- medicina ¿qué voy a hacer?", "¿por qué tengo que ser médico(' J\
sesiva (1909) Freud considera que con la duda pesar de eso, y de reconocer que la medicina no le gusta, rinck
exitosamente varias materias, "aquellas que no tengan que uc·,
"el obsesivo ha descubierto el punto débil en la certidumbre". con la disección de cuerpos". Lo que no está dispuesto es "a cortur
(Freud, 1909b, p. 189).
cuerpos"; con cirugía se revela. De esa manera rinde Psicologw
Si su ardid era el "riesgo calculado" sitiando al Otro, la duda Médica, Psiquiatría, Clínica y Radiología. Resulta asombroso el
rompe con ese riesgo. ¿Cómo calcular si el Otro es imprevisible? levantamiento de la inhibición; pero en cirugía encuentra un
¿Cómo pretender sitiar al Otro si es incalculable? punto límite. A partir de ese tope comienzan los planteas que Jo
La duda toma en este caso un valor sintomático, pues no se enfrentan a los ideales paternos; no está dispuesto a jugar la fan
trata de vacilaciones centradas en cosas insignificantes o en fal- tasía del héroe para sostenerlos e hipotecarse para "saldar" lns
sos debates para distraer al Otro -"¿soy o no soy perverso?"-, con deudas del padre.
la duda Carlos se indica como sujeto deseante interrogando, no
sólo por las mujeres, sino también por la carrera, por el tipo de vi- "En la relación del sujeto con el otro de la autoridad, el Ideal
del Yo, siguiendo la ley de gustar, lleva al sujeto a 110 gustar¡;e, al
da que desea. La duda lo ubica del lado de la incertidumbre sub- capricho del mandamiento". (Lacan, 1960, p. 651).
jetiva y le permite alejarse cada vez más del acoso superyoico.
Como resultado de su debate en relación a las minitas, levan-
En Carlos la constelación de insignias ideales era tan aplas-
ta la inhibición y, desde la lógica fálica, recupera su instrumento.
tante que quedaba desacreditado, a merced del capricho del man-
Finalmente puede transitar por el campo de la castración simbó-
dato superyoico. El borde que separa la idealización del someti-
lica que le permite, no siendo el falo, tenerlo y usarlo. Lo que le
miento aniquilante del superyó es siempre frágil; el lado amable,
había permitido el dibujo -gracias a sus "bellas artes"-, ahora se
del ideal del yo puede virar siempre, intempestivamente, hacia el
desplaza hacia una "minita de Bellas Artes".
costado cruel del imperativo superyoico.
El desplazamiento del objeto, como objeto de elección, cobra
La incertidumbre subjetiva y el interrogarse sobre su desc•o,
más movimiento. Lo que en un principio lo inmovilizaba en torno
permiten que Carlos despliegue el mito sobre el héroe paterno qu<'
a la abuela pasa a la mina del dibujo, a la mina del lápiz y del
grafismo. De aquí se desliza hacia una "minita" que estudia Be- de alguna manera también era el suyo- y desconstruya la epop<'
ya. Se trata del lugar de veneración en que coloca a Guillermo 'IH 1
llas Artes en Tucumán a la que puede abordar, enamorar, y en-
contrar con ella la potencia. Se trastoca la inhibición en el pasa- -héroe legendario suizo-. Relata que Guillermo Tell se distingul(>
je a una posición deseante. Carlos, ahora histerizado, está muy en las luchas por la independencia de Suiza de Austria al 1wgnrs1•
lejos de tentarse en ocupar el lugar de un objeto cedible y cada a descubrirse ante el sombrero ducal. Fue condenado a atrnv<'s:tr
vez se hace más difícil para él claudicar de su deseo. con una flecha una manzana puesta en la cabeza de su hijo, y 'IHI ,
consumado arquero, salió airoso. El paciente recuerda el orgullo
3ª secuencia: El acto y el punto de lo real: la cirugía con que solía contar y recontar esta historia en la que confund1:1 a
la figura de Guillermo con la de su padre. Sin embargo, dcscons
El levantamiento de la inhibición y la recuperación de la poten- truida la misma en análisis, da un vuelco a la historia y dice qu<'
cia permiten a Carlos una mejor ubicación en su masculinidad. su padre no es un héroe sino un cobarde que no pudo luchar por sus
Tiene el falo y puede usarlo, puede usar el instrumento, primero cosas. Que en realidad no hizo nada para salvarse, ni salvar su fo
con la creación del dibujo y luego con la mina de Bellas Artes. milia y menos para salvar la cabeza de su hijo, a la que puso siPm-
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1:¿: ¡
122 MARTA GEREZ AMBERTÍN

pre en vilo. Carlos se interroga si debe seguir ofreciéndose sacrifi- medicina, estudiará Artes; y en Buenos Aires cerca de la otra "mini
cialmente para cubrir los pecados del padre al riesgo de vivir con La", su nueva enamorada-de Bellas Artes-radicada en Bs.As. Tnm
una cabeza siempre asediada y amenazada. Es en ese punto donde poco quiere seguir "pensionado" como un pobre diablo, en 'l\1cu111,i11,
queda en suspenso. Dice: "Estoy en suspenso, estoy entre ... la mina quiere recobrar el lugar que le corresP.onde en su grupo familiar y <'o
de Bellas Artes y la Medicina". Puede abordar a la mina y rendir mono desea circular como cadete, trabajará para pagarse sus c st 11 1

materias de Medicina que hace tiempo no podía, pero con cirugía dios. Tiene posibilidades laborales en un estudio de diseño gráfico.
no puede. En suspenso entre la mina de Bellas Artes y la cirugía, El análisis operó en la dimensión simbólica-imaginaria parn quc 1

con esta última falla, decide no efectuar la disección en el examen algo cayera del ideal; a nivel simbólico para que, desde el síntoma,
y abandonar la Medicina para estudiar Artes._En la posición del no sostuviera su masculinidad y resolviera, no sólo un problema vocacio
con cirugía, con el horror al corte, en esa angustia hay algo del or- na!, sino, y fundamentalmente, el de su destino: poder plantarse de'
den del objeto a que empieza a jugar y que pone un tope. seantemente ante los imperativos del superyó. La cura permitió u11:1
Ese cuerpo de cirugía produce el efecto de un acto: le encuadra reinstalación de la dimensión de la castración y de la falta del OLrn.
el objeto real. Desecha el proyecto de "médico-cirujano" y al des- Pero, entonces, parecía marcarse un punto de interrupción dc I 1

prenderse del mandato del padre, encarnado en los ideales se en- a nálisis. ¿Cuál es aquí la posición de la analista? ¿Analizar un c1rt o
frenta a la falta del Otro. Desgarramiento del ideal del yo y, por imposible de analizar o propiciar su partida? El Acto analíLico opc•
tanto, pacificación del superyó. A partir de esto ya puede encon- ró desde lo segundo, proponiendo una derivación para proseguir c•I
trar sus significantes amos. Es interesante el viraje de la "cirugía a nálisis en Buenos Aires. El proceso de la cura había llegado hast.t
estética", a la estética de las artes. No va a cortar para hacer es- allí luego de varios años. No era posible pretender llevar a este 1111.1
tética con los cuerpos, va a diseñarlos con estética. lizante a un final de análisis; la derivación era necesaria. La analis
Carlos se traza un proyecto de vida en el que decide que no pre- La debía pagar con su deseo en ese punto preciso del análisis: la po
cisa cumplir la orden: "cadete o médico". Por no ser médico no ter- sibilidad de sostener el discurso del analista ya que a se insinuaba .
minará siendo cadete, posición de voluntario que, sin dudas, sos- Carlos no podía quedarse en Tucumán sólo para proseguir su anú
tenía para tapar la falta del Otro, ofreciéndose como su garante. lisis, el punto de certeza del acto así lo requería. Se las ingenió, con
Ahora se plantea estudiar Bellas Artes y, si fuera posible, en Bue- s u acto, para obtener la respuesta esperada : "Ud. debe partir a bus-
nos Aires. Su palabra es contundente : "Si mi viejo quiere tener un car lo propio", respuesta que esperó siempre de sus padres, porque'
hijo médico, es un problema suyo. La medicina no me gusta, voy a no podía seguir quedándose "impropio" para pagar deudas ajenas.
estudiar Arte". Su decisión no es ni un acting-out, ni una inhibi- La respuesta, desde el análisis, tuvo dimensión de acto analítico.
ción, ni un síntoma, es un acto. La regla analítica fundamental... también exige no atarse n las
Entiendo que el punto de cirugía no es analizable, él no lo trae reglas sino al fundamento mismo del deseo inconsciente, cuyn
al análisis como una duda, lo trae como una decisión tomada que, respuesta sólo puede provenir de lo real.
además, marca un cambio en su vida. Se desprende del mandato
paterno y produce una ruptura con los ideales y con los manda-
tos superyoicos. Quiere volver al grupo familiar para lograr otra Referencias Bibliográficas
ubicación. Reconstituye su posición deseante. Hace un acto a par-
tir de esto y saca de él la certeza que no constituye síntoma. Ha-
ce una nueva elección vocacional, un nuevo estilo de vida y cam- F'HE UD, S. (1909b ) A propósito de 1111 cerno de neurosis obsesiua. X. lls . /\ :-;
bia su imaginario. Destituye al padre privador e ideal en tanto Amorrortu, 1980.
LACAN, ,J. ( 1960) Obs<'ruación sobre el informe de Doni<'I Lagache. Escritos 11
que puede interrogar al deseo del Otro.
l3s. As .: Siglo XXI, 18" ed.,1985.
Carlos trae al análisis dos decisiones que dicen de su posición sub- LM'AN , ,J. ( 1962-G:3) Seminario X. Lo ang ustia. [n0dilo.
jetiva. Ambos tienen la dimensión de acto: no seguirá estudiando
Capítulo IV

§
El superyó
1 en una
11 "neurosis demoníaca"
1

1 1
11
11§

1 ~~.
1
11

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. .. . . . . .
.~~~:i:;;:~ :ii:::s:. l% ~; _ o ~ ·--------·
~ =~-«~;ii.q
¡,; ~;::
ll\IPERATTVOS DEL SUPERYÓ 127

Haitzmann o una melancolización histérica

"/ ... / la muerte de su padre era lo 1í11irn


que había sucedido en el 111u11(/o
y seguiría sucediendo sin /111".
,J. L. l30T{CES

l. INTRODUCCIÓN A LA CUESTIÓN DEL


SUPERYÓ EN UNA "NEUROSIS DEMONÍACA"

En nuestra propuesta de indagar la incidencia del superyó Pll


la clínica psicoanalítica resulta imprescindible realizar un segu i-
miento de esa instancia en los casos trabajados por Freud pues,
siendo estructural a la subjetividad, ¿podría alguien escapar a Jos
dardos del superyó?
Freud da cuenta -aunque bajo otras nominaciones- de la in-
cidencia del superyó desde los primeros casos -1886 a 1900- fun-
damentalmente en torno al parricidio, a la -por entonces nocional-
"conciencia moral" y a la autopunición.
Veintidós años después, en el estatuto de caso clínico que da-
rá a los testimonios del pintor Johann Christoph Haitzmann o
Haizmann -Una neurosis demoníaca en el siglo XVII ( 1922 )- so-
bresale, nuevamente, la cuestión del parricidio y la "añoranza clc'I
padre" a través de la obediencia con efecto retardado {nachlm{-II i
cher Gehorsam). Llama la atención que este texto, escrito C'n los
últimos meses de 1922, omita la referencia a la instancia críLir:1
la cual surge en la misma época en que Freud tenía listo su 111:1 -
nuscrito sobre el El yo y el ello en el que nombraba, por pri 111<'1'11
vez, al superyó como la instancia responsable tanto de aqu<'ll:1
obediencía, como de una de las más crueles opresiones al yo.
Pero el superyó, aunque innombrado en 1922 en c'I "c:1so"
Haitzmann, está presente bajo los nombres de "a u tocos/ igos ",
"mandatos", "posesión" y vinculado al duelo patológico.
Freud ya había relacionado al duelo con la "tristew pctf,J!t;gic <1" y
la instancia punitiva en el Hombre de las Ratas-1909-. Quizás, lo so
bresaliente del "miserable" {uerlwmenen} pintor poseído, sen su due-
lo suspendido por el padre muerto. En el caso construido por Freud
es esa muerte, sin signos específicos de exterioriznción de> dolor, lo qu<'
128 MARTA GEREZ AMBERTÍN
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 129

precipita a Haitzmann en, la inhibición, en la locura de posesión, en cellense (Trofeo de Mariazcll), el cual le fuera ofrecido por el Dr.
la búsqueda de amparo-ora del Diablo ora de Dios-, en el sometimien- Payer-Thurn de la Biblioteca Imperial de Viena quien, sumamen-
to a la orden de los Hermanos Hospitalarios [Frailes ignorantes], en te interesado en el caso, consulta a Freud sobre la psicopatolog1n
la coartada del alcohol y, finalmente, en la consunción y la muerte. del mismo.
Sorprende que hasta ahora se haya dado tan poco peso, en este ca- El manuscrito narra que un joven bávaro, Johann Christoph
so, a la cuestión que lo atraviesa de "cabo" a "rabo": el duelo patoló- Haitzmann, en 1668, luego de la muerte de su padre, cayó en gra-
gico por la muerte del padre vinculado a la voracidad superyoi- ve abatimiento y aseveró haber firmado pactos con el Demonio.
ca que arroja como resultado un destino de fracaso. Señalemos, como El documento (TI·ofeo de Mariazell, 1981, p. 75 a 116) fue escri
antecedente de nuestra aseveración, las hipótesis de Geza Roheim re- to por el Reverendísimo Señor Francisco, abad de San Lamberto
lacionadas con la incidencia del superyó en Haitzmann, pese a que no y de Mariazell.
coincidimos con aquella que ubica al pintor como melancólico: Destacamos las partes que lo componen para facilitar la ubica-
ción del lector en la historia del caso:
"La perturbación comienza con melancolía; es decir, con vio-
lentos ataques del supe,yó contra el yo. Esta situación aparece 1.- Una portada con una pintura y ocho dibujos de Haitzmann.
después de la muerte del padre, y el paciente se siente culpable a 2.- Una introducción sobre vida, enfermedad y curación mila
ca usa de sus deseos de muerte. Se siente inferior co1110 artista grosa del poseso.
(complejo de culpa e inferioridad) y promete ser llll buen hzjo del
3.- Copia de los pactos sellados con el Diablo.
sustituto del padre si él (el sustituto del padre o supe,yó) alivia
la presión y no inhibe la actividad del yo. La lucha e11tre el yo y 4.- Carta de presentación, escrita por el párroco de Potten-
el supe,yó concluye cuando las puertas del monasterio se cierran brunn, que permite a Haitzmann su ingreso a Mariazell.
tras él. Ahora está a salvo, y una madre protectora lo cuida. 5.- Observación del compilador sobre la intervención milagro-
También aquí presu111imos la existencia de una predecesora ma- sa de la Santísima Virgen María.
terna del superyó paterno. En una de sus visiones los ángeles 1/euan 6.- Testimonio del abad Francisco, del Convento de San Lam-
tres platos de alimentos y bebida a un anciano que estuvo sesen- berto y de Mariazell, fechado el 12 de septiembre de 1677.
ta c111os en una caverna. Agréguese a esto que el de111011io tiene pechos,
y que la "buena madre" (La Virgen María) rescata a nuestro
7.- Diario de Christoph Haitzmann, precedido de una brevísima
hombre de la "mala madre", y creo que este Sllpuesto se justifica- nota del compilador. El diario, redactado en alemán, abarca el pe
rá plenamente. ríodo entre su llegada a Viena -octubre 1677- hasta enero de 1678.
Cuando observamos que el Diablo da a los seres humanos al- 8.- Breve informe del monje compilador sobre la milagrosn n'
go durante un tiempo y luego los destruye, advertimos que estas cuperación de Christoph luego de que se recobrara el segundo
son precisamente las· cosas que los seres humanos quisieran tener pacto bajo exorcismo.
-si no lo impidiese La oposición activa del supe,yó-. Por consi-
9.- Carta del Rvdo. Padre Provincial del Convento de los 111'1'
guiente, el pacto con el Diablo es en realidad un pacto con el su-
peryó, no para ayudar a los seres humanos a conseguir esas cosos, manos Hospitalarios en Viena, fechada el 8/07/1714, en la q111' Ht'
sino para dejar de impedir que las consigan. Pero después de un hace referencia a la posterior vida de Haitzmann como l1<'rn1:111n
tiempo el pacto pierde validez, se acumulan los sentimientos de Crisóstomo dentro de la Orden de San Juan de Dios, lw:-;I.:, HII
culpa y el superyó destruye al hombre de éxito". (Roheim, 1973, muerte en 14/03/1700.
p. 628). 10.- Nota final del compilador firmada con las inicialc's P./\ . 1•:.
seguida de una breve biografía suya.
2. UBICACIÓN DEL CASO: DOCUMENTOS 11.- Certificado final del abad Kilian, con fecha 9/11/1729, autP11
tificando la coincidencia del texto y de las pinturas del manuscrito co11
Freud escribe Una neurosis demoníaca ... tomando como base los originales conservados en el archivo del convento. Cabe punLunli
un manuscrito de los siglos XVII/XVIII: el Trophaeum Mariano- zar que una parte del ''Trofeo" está escrito en latín y otra en nl0m:ll1.
130 MARTA GEREZ AMBERTÍN ]MPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1:J 1

3. LOS PADECIMIENTOS e) Movida por las profundas súplicas y por la caridad cristiana, la
DE JOHANN CHRISTOPH HAITZMANN* Ilustrísima Condesa de Pottenbrunn hizo posible que pudiera vi1\jttr.
f) Resaltamos de aquella carta lo siguiente: "[. .. ] pongo bajo s11
La historia de Johann Christoph que reza en el manuscrito amparo a este hombre despojado de todo auxilio[. . .}", en sumn, e•s
es breve: presentado como un pobre hijo huérfano-desamparado, signifi-
Nacido en Traunstein (Baviera) en 1652, sufre un cambio sub- cante con el que se representa.
jetivo a los 16 años por la muerte de su padre que lo deja sumido Freud deduce que la "melancolía" en la que se sume el pintor es
en el fracaso: no puede obtener su sustento ni pintar como pare- tá relacionada con la muerte de su padre, y es su gran "depresión''
ce era su vocación. Intentando salir de su abatimiento declara ha- la que lo lleva a firmar el pacto con el Diablo esperando, de ese mo-
ber firmado dos pactos con el demonio, uno con tinta y, más tar- do, verse liberado de ella. Extravagante recurso, aunque habitunl
de, otro con sangre. en su época, para encontrar una cura. Cura arriesgada, pues In
Luego de sufrir 7 apariciones sucesivas y de tremendos ataques ene:rucijada presentaba dos vías: el exorcismo o la hoguera.
cotidianos -convulsiones, agitaciones y desmayos (la sintomatolo- Con el propósito de recuperar el pacto inicialmente declarado
gía hace presumir hístero-epilepsia)- Haitzmann es conducido, el - escrito con sangre y firmado en 1669- a partir del día sigui en u,
5 de septiembre de 1677, con una carta de presentación del párro- de su llegada a Mariazell, Haitzmann es exorcizado durante 3 díns
co Juan Leopoldo Braun de la aldea de Pottenbrunn (hoy baja y 3 noches por el exorcista Padre Sebastián Mitinger. En la medin
Austria) a Mariazell, lugar de peregrinación muy conocido sito a noche del 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de María y es
130 Kms. al sudoeste de Viena. En esa carta consta que: tando presente el mencionado exorcista y los Padres Henrico,
a) Encontrándose por algunos meses en Pottenbrunn dedicado a Leopoldo y Basilio, "y después de proferidas las conjuraciones,
su arte, el domingo 29 de agosto de 1677, y hallándose en la Iglesia, durante las cuales el penitente fue agitado por varias y graves con
fue presa de un ataque y agitado por extrañas convulsiones, lo que vulsiones y ansiedades" según el documento firmado por Francisco,
produjo horror en los presentes. El joven tenía entonces 25 años. abad, el joven poseso
b) Luego del acceso se confesó y tomó la comunión pacificándo-
se tenuemente aunque, después, los ataques se renovaron y man- "vio a través de una peque1Ia ventana al mismo Demonio en el
tuvieron hasta el día siguiente de modo muy severo. Santísimo Altar de Zcll, en el lado de la Epístola, con una lu¡jo el<'
c) Luego de algunos interrogatorios confesó ante el Prefecto papel; se precipitó a ese lugar, escapando de las manos de los Pocln•s
de la Señoría de Pottenbrunn que 9 años antes, habiendo caído que lo sostenían, y arrancó la hoja, la cual está conservada pam lu
memoria del honor y de la gloria de la Santísima 1hnidacl y di' lu
en abatimiento y temiendo por el progreso y los beneficios de Santísima Madre Milagrosa". (Trofeo de Mariazell, 1981, p. 901.
su arte se encontró en el bosque con el Demonio quien, bajo el
aspecto de un anciano, le propuso que se entregara a él. Luego Para confirmar los hechos esta devolución del pacto fue' c'x:1111i -
de haberse rehusado 9 veces accedió a ello y firmó un pacto nada y comprobada por 3 testigos y firmada el día 12 de SC'pLiC'111l>n_•
por 9 años. de 1677. Pasados unos días regresó a Pottenbrunn y de 11111 111nn:lit,
d) Explicita que sólo puede obtener la liberación de su pacto en a Viena donde se instaló en la casa de su hermana y su {'1111:1d11
donde se halla la Santísil11a Virgen María de Zell en Styria. El ven- los que participaron como espectadores, testigos y cómpl irc's di'
cimiento del pacto (el declarado 1º) sería el 24 de septiembre de 1677. los posteriores ataques del pintor.
A partü- del 11 de octubre (estando en Viena en CCt:in ek st, In:,
,:, Complementamos los datos sobre Haitzmann con los trabajos de G. Vandendriessche: mana), y hasta mayo de 1678, tiene nuevas convulsiones, apnri
La bisexualité dans le cas l laitzmann. Revue Francoise de Psychanalyse. XXXIX,
ciones extrañas y, una vez, parálisis en las piernas. Describe' de•
(5/6). París, 1975. pp. 999-1013 y Ambivalence et anti-ambivalence dans le cas
llaitzmann de Freud. Revue Francoise de Psychanalyse, XLII (5/6), París, 1978. tenidamente esos estados en su Diario redactado hasta <'I 1:3 d<'
pp. 1081-1089. enero de 1678 al quC' ilustra con un tríptico y ocho dibujos que• son
MARTA GEREZ AMBEHTÍN 1M l'El!.J\'l'IVOS DJ,;L SlJPERYO 1:i:1
132

figuraciones de sus visiones y alucinaciones, y un intento de dar vincu lado a la posesión demoníaca. Freud acentúa, en la introcluc
testimonio de sus fantasmagorías y padecimientos. ción, que se trata de un caso de neurosis (más adelante did hist< 1

Regresa luego a Mariazell donde se queja de la reiteración de ria), de una ne urosis con vestidura demonológica -no hay que olvidar
los "ataques del mal espíritu" los que atribuye a un pacto anterior la creencia en la época de los poderes del Cielo y del Infierno :
al antes declarado firmado en 1677; esta vez dice que el primer
"E11 nuestra época, una histérica podía estar casi tan ::;eg11r<1 rfr
pacto estaba escrito con tinta. que la considerarían una simuladora, como lo estaría en siglos <111
Luego de la repetición de los exorcismos recupera ese pacto el teriores de ser condenada por bruja o posesa". (Freud, 18R6, p. 11 !.
9 de mayo hacia las 9 de la noche.
Poco después se hace religioso de la Orden de los Hermanos Pero, aclarará, en esta dernononeurosis la inhibición enmasca
Hospitalarios o Hermanos de la Caridad u Orden de San Juan de rn una gran tristeza; se trata , específicamente, de un duelo sus
Dios o Frailes Ignorantes. pendido y acota que Charcot había localizado

"Un tal Juan/ ... } por cuya vida exterior rigurosa se le adjudicó el "formas de ma11if'estació11 de la tristeza en las f1g11racio11es <fr
nombre de Juan de Dios, fue el fundador de esa Orden ... Un sermón la pose::;ió11". (Freud, 1.922, p. 7:]J.
produjo tanto efecto sobre él que se arrancó los cabellos y se golpeó el
pecho de una manera espantosa/ ... } la gente, tomándolo por loco lo Acaso sea ese duelo malogrado, encubierto en las formas ck In
llevó a un manicomio donde fue encerrado. Tiempo después fue libe- inhibición, primero, y de la posesión, después, lo que caraderic<'
rado, dirigiéndose en peregrinación a Nuestra Señora de Guadalu- funda mentalmente al caso Haitzmann. Aflicción vinculada a una
pe. / .. ./ Estos frailes se visten con una estrecha capucha y llevan una imprecisa tanto como oscura culpa que se advierte en el Diario
cartera sobre los hombros, en su núsión de ir rogando por los pobres, del pintor. Culpa que no ostenta los ribetes obsesivos de El Hornbn 1

los enfennos y los prisioneros". (Trofeo de Mariazell, 1981, p . 115). de las Ratas a nivel de la autoacusación sino, más bien, el recurso
de la queja histérica: Haitzmann se presenta como una víctima
Murió a los 48 años, el 14 de marzo de 1700 en Neustadt, a ori- inocente: la culpa es del padre que muere; del Diablo que lo asedia,
llas del Moldava. La reseña que le consagra el Provincial, de lo tienta, lo seduce, lo hostiga; de Dios que lo atormenta con man-
acuerdo con una información de 1914, menciona una vida regular datos y condicionamientos; de los Hermanos de la Orden religiosa
pese a la tentación maligna que lo acosaba de tiempo en tiempo de Mariazell que no consiguen curarlo; y de los hermanos Hospi -
de hacer un nuevo pacto con el Diablo. Tentación que lo asediaba talarios que tampoco logran apartarlo de la tentación de seguir
cuando "había bebido un poco más de vino". pactando con el demonio.
Recordemos la contribución de Hugo Heller en la reunión d<'I
4. POSESIÓN DEMONÍACA Y DUELO MALOGRADO. 27/1/1909 de la Soc. Psicoanalítica de Viena. Para Heller, el Diablo y
EL DIABLO EN LA OBRA DE FREUD la evolución de su imagen en los mitos cristianos, muestra dos carns
"el acusador (como en el Libro de Job )"
Si hay un lugar donde Freud trata sobre el duelo suspendido, y
sobre la desgarradora rebeldía a la tramitación del duelo, es en Una "te11tador que insufla deseos y pulsiones en el hombre" (/1<·/us
neurosis demoníaca ... Allí, sorprendentemente, pone en serie la de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, 1.980, p. 116).
cuestión del superyó con el duelo: parricidio, añoranza del padre,
cbdiencia con efecto retardado, duelo patológico, ambivalencia, po- El Diab1o de Haitzmann acusa tentando, pero su Lei1La~¡,,,1
sesión diabólica, culpa y autocastigo. Parte de esta serie ya había si- no logra insuflar deseos y pasiones -los que aparecen como tC'r-ro
do trabajada en Tótem y tabú (1913), Duelo y Melancolía (1915), ríficos para el joven poseso-. Christoph, con el pacto, se propon<'
Consideraciones de actualidad sobre la guerra y la muerte (1915) y conseguir un referente paterno que permita, por este estrafalario
Lo perecedero (1916), pero lo novedoso es el lugar que ocupa el duelo medio, su sostenimiento como hijo.
MARTA GEREZ A~lBERTÍN IMl'EHJ\TIVOS DEL SUPEllYÓ 1;¡¡¡
134

Sin embargo, tras las tentaciones de pactar con Satán, se agi- De eso se trata en la posesión demoníaca en Haitzmann: rclorno
ta un fondo autoacusatorio grave. Pensemos que Haitzmann se de la pulsión -pero a través del superyó-, fracaso de las formacio1ws
arriesgaba a un juicio por posesión diabólica -por tanto, a ser del inconsciente para hacer de barrera a la satisfacción pulsionnl.
quemado en la hoguera- en su ostentosa exhibición de pedido de Puede, entonces, pensarse en un significante forcluido que no ('S c•I
auxilio. Pero no hace una melancolía. Aunque su fantasía maso- del Nombre del Padre. Ya especificaba Freud en esta época ('11 <·I
quista de posesión toma ribetes delirantes no alcanza a configurar manuscrito de El yo y el ello- que el superyó es el abogado d<·I
un delirio psicótico de indignidad. ello. Al no poder perderse en la satisfacción del ello, Haitzmann n'
cibe los azotes del padre como "eco" del castigo de castración. Su
¿Qué lugar da Freud al Diablo? El Diablo búsqueda de una barrera se advierte en las demandas a los herma
nos de la Iglesia; sin embargo, el marco de los Hermanos, tan ima
"es nada más que una fantasía colectiva, elaborada según los li-
ginario, con tanta fascinación especular y tanta necesidad ele cons
neamientos del delirio paranoico, y que contiene una fantasía de jus-
tificación. Las masas, que no pueden tolerar la contradicción existente tatar los beneficios del exorcismo, resultó inoperante. Haitzma1111
entre las exigencias de fa doctrina cristiana y sus sentimientos per- necesitaba barreras contra la inundación de das Ding, del acoso d!'
sonales, excusan con ello la inclinación del hombre hacia el pecado. la Cosa; pero su duelo suspendido, que sólo puso en cienws l:1
A la vez, sin embargo, fa característica de autopunición es bien evi- apelación a los Nombres-del-Padre, lo impidió.
dente en fa persona del diablo (viene en búsqueda del pecador, etc.)". Freud asevera que la inhibición, el duelo suspendido de IJaiLz
(Actas de fa Sociedad Psicoanalítica de Viena, 1980, p. 120). mann, están vinculados al anhelo parricida que fracasa donde•
Dostoievski triunfa, esto es, la identificación punitiva al padn•
Si el Diablo es una fantasía de justificación, justifica el pe- anudada a la identificación al rasgo. En el pintor la muerte cl<'I
cado y la falta, puede ser un buen camuflaje de la pulsión ... aun- padre deja en carne viva el agujero de la privación y, en torno n
que a veces el camuflaje fracase -como en el caso que nos ocupa- ese agujero, no adviene "otra cosa" vía el recurso del enmascarn
en tanto la fantasía es insuficiente para encubrirla y asume, por miento y la sustitución, no hace identificación a través del síntoma,
eso, ribetes francamente delirantes. no puede apropiarse del rasgo "hombre bien vestido", tampoco
"Los demonios son/ ... } deseos malos, desestimados (esto puede hay creación y queda, en cambio, expuesto a lo peor de la idcnLi
también traducirse como forcfuidos. M. G. A.), retoiios de mocio- ficación punitiva por incorporación, a merced de los hostigami0ntos
nes pulsionafes rechazadas, reprimidas". (Freud, 1922, p. 73). del Diablo. Un "pobre Diablo", al fin, que no opera como Nombn'
del Padre (por tanto, no atempera el goce de "la Cosa"). TenLndor
Lo que también puede leerse: acusador martiriza y abandona a Haitzmann inerme, a nwrcc'd
de su pecado: el parricidio y la concomitante autopunición vi nrn
''Los demonios son deseos malos, forcluidos, retoiios de mocio-
nes pulsionales rechazadas y reprimidas. /"Die Diimonen sind uns lados a la ferocidad superyoica.
vose, verworfene Wünsche, Abkommlinge abgewiesener, verdriing-
ter Triebregungen"/". (Henrich, 1993, p. 107). 5. DUELO, AÑORANZA DEL PADRE Y MELANCOLIZACIÓN

A partir de esta traducción Heinrich plantea que en el caso del Freud acentúa, de Haitzmann, su inhibición y complicacion
pintor operó la represión sobre las mociones pulsionales, pero hubo ("no podía, no quería") para trabajar y procurarse el sustcnLo: <'I
un paso má8 Estos "deseos malos" han sido forduidos además de joven profundamente abatido uu vuJía pintar ni re::;puldarsv
reprimidos. Piensa la forclusión como un mecanismo que se agrega económicamente:
a la represión en el caso. La forclusión puede operar sobre un signi-
ficante reprimido -con lo que estoy de acuerdo- siempre que se acla- "vale decir: depresión melancólica con inhibición del trahajo y
re que el significante forcluido no es el del Nombre del Padre. preocupación Uustificada) por su futuro". (Freud, 1.922, p. t/2).
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ L:.1
136 MARTA GEREZ A~IBERTiN

Entonces, los hermanos de Mariazell o el Diablo o Dios o los


La muerte del padre del pintor -'accept, aliqu, pusillanimitate
hermanos de la Caridad ¿se configuran en sustitutos del padre'?
ex marte parentis' ("recibió con resignación la noticia de la muer-
Diríamos que no, son intentos de sustitutos, sustitutos precarios,
te de su padre")- lo precipita en el padecimiento de convulsiones,
unos por dobles imaginarios y los otros por su vertiente superyoi -
visiones y delirios en los que refiere al acoso del demonio.
ca y, así, aunque Johann Christoph se pacifique un tiempo, man
Llamativamente, en los 2 pactos, Haitzmann se ofrece como "hi-
tiene siempre la tentación de volver a pactar con el Diablo - vino
jo carnal" de Satanás para "pertenecerle por 9 aiios" lo cual, aten-
mediante- y muere de consunción, consumido.
tos a la referencia de Freud a Charcot, muestra una equivalencia:
Apoyándonos en el Cap. III de Tótem y tabú --"El Diablo como sus-
su tristeza, pertrechada tras la inhibición, precipita la figuración
tituto del padre"- podemos aseverar que ese intento de sustitución no
de posesión.
está presidido por la ley simbólica pues esa ley desfallece en el duelo
Ahora bien, Freud escribe esta historia clínica en 1922 y, en esta
suspendido. Pero podríamos incluso ir más allá y preguntar qué inci
época, ya había diferenciado el duelo de la melancolía. No se entien-
dió en esa fractura y en qué litoral de la sustitución quedó el Diablo.
de, entonces, por qué insiste en decir, por una parte, que el pintor
A Freud le llama la atención que en el "pacto" no se incluy,111
sufre de tristeza patológica por la muerte de su padre y, por otra,
obligaciones de las dos partes; sin embargo, en su florida fantasí.1,
que sufre de una depresión melancólica. En efecto, Freud ya tenía
Haitzmann sí incluye una obligación -aunque tácita- que atai1(' ni
preparado el manuscrito de El yo y el ello en el que afirmaba que,
demonio: el pintor se compromete a ser "hijo carnal del Diablo" y
en la melancolía,
a pertenecerle por completo tras la muerte; pero, el Diablo dcbP
"el supe,yó hiperintenso / ... /se abate con furia inmisericorde ser el padre carnal del pintor por 9 años. Tan carnal será ese pa-
sobre el yo" (Freud, 192:J, p. 53); dre que triunfará sobre la dimensión simbólica que de él se espe-
ra. Sin duda, aunque no está forcluido el Nombre del Padre, su
la melancolía resulta un padecimiento donde la furia del superyó
función desfallece porque se impone "el resto vivo" del padre que'
se arroja, cruelmente, contra el yo hasta la destrucción; y el yo del
hostiga con sus crueles mandatos y en su dimensión superyoicn.
melancólico, cual marmita narcisista de sufrimiento, no hace de-
Envés del Nombre-del-Padre en una neurosis que hace obstáculo
manda al Otro. Pero, en Una neurosis ... , el joven apela y hace de-
a l trabajo de sustitución y fija al sujeto al goce del superyó.
manda al párroco de la aldea de Pottenbrunn, a la Ilustrísima Si "los pactos" tienen la dimensión de "fantasía neurótica"
Condesa de Pottenbrunn, a los hermanos de Mariazell, a los Her- con claro tinte delirante es porque, según Freud, con esa fanta -
manos de la Caridad. sía el joven intenta tapar o velar el agujero en lo real - priva
Haitzmann apela al Otro, por eso Freud lo ubica, finalinente, ción- en que lo deja la muerte de su padre. El pacto intenta <'ll
como un histérico, porque hay demanda, estrepitosa como la del contrar un sustituto del padre en el Maligno ... pero este r0s1ilt il
acting-out, provocada por un duelo suspendido bajo el rostro de la insuficiente para configurar dimensión de Nombre del Pacl re• o
inhibición, pero demanda al fin. Es una melancolización histéri- padre. Muerto. Freud se pregunta: ¿por qué pretender al Di:tllln
ca equivalente a lo que, en 1909, había nombrado como "tristeza
como sustituto del padre? Y ratifica, desde el caso HaiLznrn1111,
patológica", no reconocida, diferenciada del duelo normal.
muchas de las hipótesis de Tótem y tabú donde afirmab.1 1p11• ,
Para Freud, en el duelo, es posible la sustitución del objeto
por un lado, Dios es sustituto del padre enaltecido (idcnliz.1clol,
perdido pese a las cicatrices que deja su tramitación y la cuota de
y el Diablo la versión degradada de aquel. El antiguo id<',d d<'I
sacrificio que implica; en la melancolía, en cambio, esa sustitu-
padre creó a los dioses y, a su envés: el Diab1o. Freud i"vu11t11L v
ción no es posible porque no hay trabajo de duelo. Pero en este ca-
que el demonio maligno
so no podemos pensar en una melancolía, sino, más bien, en una
melancolización histérica en tanto lo que hace obstáculo es un "es pensado como contraparte de Dios, aunque estú muy C<'r< '(I
duelo suspendido, un duelo pendiente que busca salida por el ca- de Su naturaleza" (Freud, 1.922. p . 87),
mino de la posesión, del exorcismo y de la devoción.
138 MARTA GEREZ AMBEHTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÚ 1:H)

y agrega: (Diablo)
4ª) El 16 de octubre, nuevamente, las tentaciones: la sala lujo-
"No hace falta mucha agudeza analítica para colegir que Dios y
sa, piezas de oro y plata, una corona real y un cetro, "Caballeros
Demonio fi1ero11 originariamente idénticos, una misma figura que
más tarde se descompuso en dos, con propiedades contrapuestas. En
lujosamente vestidos" y el caballero que le ofrecía ser rey. Al con
las épocas primordiales de las religiones, Dios mismo poseía aún to- juro de: "¡Jesús, María!" recobra el conocimiento, lo que indica
dos los rasgos espantables que en lo sucesivo se reunieron en una con- que las visiones se acompañaron de un desvanecimiento.
traparte de él". (Freud, 1922, p. 88).
(Dios)
Esta ambivalencia -el desdoblamiento en sagrado e impío- de- 5ª) El 20 de octubre, entre 6 y 7 a. m., en medio de un fulgor,
muestra que el padre amado e idealizado, del que se espera am- tuvo una aparición divina que le anunció "¡Ama a Jesús!" Cayó en
paro, es también degradado, odiado, temido y, por eso, cabe éxtasis por 3 horas y 1/2.
aguardar de él castigo y aniquilación:
(Dios-Diablo)
"cuando el uaroncito dibuja monigotes y caricaturas está escar-
neciendo a su padre ... " (Freud, 1922, p. 88).
6") El 21 de octubre, al atardecer, apareció en medio de un fulgor
la misma persona de la 5ª aparición reclamándole su atracción por
Yesjustamente esto lo que revela Haitzmann que, en un frag- los placeres mundanos y ordenándole que llenara su corta vida en
mento de su diario íntimo, declara que luego de recuperar el pac- este mundo de pesares para disfrutar después la bienaventuranza
to (firmado con sangre) sufre las siguientes apariciones (Trofeo de de su alma. Especifica esto como una "orden de Dios" que le mostró
Mariazell, 1981, pp. 92 a 114): un infierno del que salían llamas y desoladores lamentos y gemidos
(Destacamos la figura prominente en la aparición, Diablo o y en el que el Demonio vertía resina hirviente en los gimientes. Re-
Dios, y la secuencia de horarios) conoce haber estado en éxtasis más o menos una hora: Johann Ch-
ristoph no mostraba ninguna señal de vida, solo la respiración.
(Diablo)
l") El 11 de octubre, entre las 11 y 12 horas p.m. se le presen- (Dios)
tó "un bien ataviado caballero" y le reclamó por su ingreso a la 7ª) El 1º noviembre -Día de Todos los Santos- al retornar de b
hermandad de Rosacruz y le recordó que "había sido abandona- Iglesia a las 7 p. m. y mientras rezaba el rosario con otras pcn;o
do por todos". Le reclamó que rompiera su pacto con Dios tentán- nas, apareció la misma figura luminosa (de la 5ª y 6ª aparici6n),
dolo al pacto con el Maligno. "cayó en éxtasis y se desvaneció". Todos gritaban. "No podía :w11 f ir
ni tampoco oír nada". La aparición luminosa lo trasladó a unn lwr
(Diablo) masa pradera "donde había un lirio que tenía 3 fiares, en 1111(1 s,•
2ª) El 12 de octubre, entre las 2 y 3 a. m., asedio de las tentaciones leía Padre, en la otra Hijo y en la tercera Espíritu, pero en <'I tul/u
del Diablo: salón lujoso, caballeros "magníficamente vestidos", hermo- estaba escrito Dios. Mientras leía escuchaba una voz que I<' <ll'l'l<t .
sas mujeres, y la oferta de dinero a cambio de abandonar su fe. <confía, cree y edifica, así lograrás la bienaventuranza etemu! ·"

(Diablo) (Dios)
3ª) El 14 de octubre, entre 3 y 4 a. rn., insisten las tentacio- 8ª) El 6 de u.o·,iembre, a la ü.oche, apareció la persor,a fülgur,rnt<·
nes: manjares exquisitos, salón lujoso, caballeros bien vestidos, que lo llevó a la ciudad; en sus calles la gente peleaba y se mnLnba,
"caballero bien ataviado" y una dama. Allí ya aparece una me- surgían bromas de prostitutas y se consumaban prácticas irnpúdi
tamorfosis, se convierten en larvas ante su grito: "¡¡Jesús, Ma- cas, paradójicamente, había jubilo entre "los hijos de la perdicicín"
ría y José!!" a los que no debía mirar. Por contraste, lo llevó a una pradera vrnk
140 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 141

donde había cabañas de ermitaños que tenían cestas de raíces y (Diablo)


hierbas para alimentarse: el alimento lo proveía Dios. Tuvo la vi- 12") El 2 de enero, estando con su hermana se apoderó de él un
sión de un ermitaño y un ángel que lo alimentaba y la Virgen de escalofrío y seis espíritus malignos quisieron "atacarlo y despedazar
Mariazell que le hablaba con amor. Despertó del éxtasis (gracias al lo". Al conjuro de "¡Jesús, María y José!" se defendió por una hora.
agua bendita que le aIToja su hermana) pero cayó nuevamente en
él y vio un ángel con un crucifijo en el que Cristo estaba vivo y le (Diablo)
dijo: "Este, mi hijo, ha sufrido tanto por ti, a pesar que él es inocen- 13ª) El 7 de enero tenía su lección en la hermandad de Jesús,
te y no ha hecho el mal, cuanto más sufrirás tu, en este mundo por- María y José. Al confesarse no pudo rezar "a pesar de iniciarla 4
que eres un pecador". La Virgen lo condena por pecador y el ángel veces". El sacerdote le ayudó a completarla. Confesándose "vino
lo manda a ser ermitaño: "llevando 6 años esa vida luego recobra- dos veces el maligno enemigo y me torturó durante la confesión".
ría sus sentidos". Como no estaba todavía dispuesto el ángel lo Ese día lo atacaron nuevamente los Espíritus Malignos toda la
amenazó "si no quería obedece,~ algo me acontecería, de tal modo tarde y toda la noche hasta la mañana siguiente. "Uno de ellos es-
que yo y la gente estamos obligados a creer (en Dios), así Dios no lo tuvo sentado sobre mi lengua, de manera que con una mano pude
abandonaría". El ángel desapareció y volvió a recobrar sus senti- arrancar al Espíritu Maligno". Alude a los testigos, tuvo siempre'
dos. Decidió obedecer "la orden Divina". Desde ese momento no testigos -logró suscitar la mirada del Otro-; "Entre tanto, muchas
sintió tentaciones ni padeció apariciones. personas me vigilaban, estaban horrorizados, se sentían enfermos
y fantaseaban".
(Dios/ Dios y Diablo)
9ª) El 26 de diciembre a la tarde, rezando en la Catedral de (Diablo)
San Esteban, miró a un señor "bien ataviado" y una robusta 14ª) El 13 de enero, mientras pintaba, el Maligno enemigo se
muchacha y pensó que le gustaría ser como él y estar bien ata- sentó en la mesa, pero su hermana lo alejó tirándole agua bendi-
viado. Omitió lo de la muchacha que, obviamente, lo había im- ta. Su hermana está con él en cada uno de sus ataques.
pactado. Al regresar, y mientras rezaba, escuchó un trueno, En este recorrido se demuestra por un lado, la serie de secuen-
descendió sobre él una llama deslumbrante y perdió el conoci- cias de tiempo y espacio con orden y, por otro, se puede captar ln
miento. Su hermana y un señor intentaron ayudarlo. "Sensa- doble valencia del padre: el espíritu divino y el maligno. Sin
ción de estar echado sobre fuego y hediondez", (ser una mierda) embargo, hay un hecho particular: ambos amenazan, ordenan y
no podía estar parado, se arrastró hasta que manó sangre de su acosan con mandatos insensatos. Es necesario, para trabajar esto,
boca y nariz; la hermana ya no puede hacer nada y solicita au- retomar algunas premisas de Tótem y tabú y conjugarlas con lrn,
xilio de los sacerdotes que algo lo pacifican pero, al quedar so- del duelo.
lo, el objeto voz, "algo" a su lado le habló: "mereces este sufri- Respecto al duelo en Haitzmann, Freud remarca:
miento por tener tantos pensamientos inútiles, tantos pensa-
mientos vanidosos". "Debía consentir y convertirme en un e,:,ni- "No es nada insólito que un hombre contraiga por la 11111,·rt,· il, ·
taiio", tal el mandato de Dios. "Luego me levanté de la silla co- su padre una depresión melancólica y una inhibición pum,.¡ lrn
mo si nada hubiese sucedido". bajo. lnferirenws que estuvo prendado de ese padre co11 1111 11111111
particularmente intenso, y recordaremos cuán a men1u/o s,• ¡111·
(Dios) senta como forma neurótica del duelo hasta una melo11ml1<1 ~n,
ve." (Freud, 19i2, p. 89).
10ª y 11") Los días 2 y 30 de enero, "dos Espíritus me tortura-
ron con sogas" y sintió el dolor en sus piernas hasta 2 días des- Pero es preciso recusar este supuesto continuum desde un duplo
pués, dijeron que la tortura se repetiría diariamente hasta que neurótico hacia una melancolía grave, porque en 1915 había difi,
ingresara en la orden de los ermitaños. renciado: Duelo o Melancolía (disyunción excluyente) lo cual J><'r
142 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1MPEHATIVOS DEL SU PERYÚ 111:1

mite diferenciar clínicamente el duelo de la melancolía. La me- legal- presupone un pacto simbólico comandado por el padre Jllll('r
lancolización queda emparentada al duelo, es decir, como un Lo. Si se cumple con sus preceptos y prohibiciones -incesto y pnrrici
accidente posible en un duelo suspendido y, en este sentido, dio- podrá esperarse de él amparo, providencia e indulgencia.
Haitzmann es un histérico melancolizado, no un melancólico. Surge una "obediencia de efecto retardado (nachtraglischer g<'
horsam)" del asesinato del Uruater: el muerto se vuelve más ÍLI('r
6. AMBIVALENCIA Y PARRICIDIO: Le de lo que era en vida.
DE TÓTEM Y TABÚ A UNA DEMONONEUROSIS Pero no todo en la culpa es amor, también es odio al hipcrpo-
der del padre asesinado y temor a su retaliación:
En Una neurosis demoníaca ... Freud indica, pese a las diferen-
cias que ya había trazado en Duelo y Melancolía siete años antes, "Si uno se regocUa por la matanza del tótem/ ... / ¿por qué ha -
que el duelo por la pérdida del padre se trasmudará en melanco- ría duelo por él?" (Freud, 1913, p. 142).
lía cuanto más fácilmente haya estado el vínculo bajo el signo de la
ambivalencia: Para apropiarse de sus marcas: ya sea desde la identificacion
Padre Sagrado-Idealizado o Padre Degradado-Temido por incorporación (resto inasimilable y no dialectizable), o dPsd<'
el amor, esto es, sosteniéndolo desde el sistema totémico. Lo cu:d
u u da cuenta de que no todo el-padre-terrible es sustituido en Pn -
Amor u Odio dre-Ley. En el pacto con los hermanos queda un resto inasimiln
ble, un envés del padre muerto que amenaza retornar. Ese reslo
Con miras a esclarecer las paradojales formulaciones freu- del padre que no logra inscribirse en lo simbólico da cucnla ck
dianas habrá que revisar la cuestión de la ambivalencia -en un residuo de lo real: superyó.
tanto vínculo estructural padre e hijo- según lo trazado en Tó- Si es necesario el duelo y la fiesta totémica es porque no-Lodo-
tem y tabú. el-padre-terrible quedó hecho sistema. Cual agujero en la ley S<'
¿De qué acusan -Dios o el Demonio- a Haitzmann? ¿Cuál es el plasma lo maligno del padre e impele en dirección contraria n In
reproche? ¿Cuál su culpa? prohibición: ¡Fornica! (falla al incesto) y ¡Mata! (falla al parricidio)
Y ¿cómo trabajar estas categorías de reproche y culpa sin es su imperativo superyoico. Paradojas de la ley del padre: proL< 1

vincularlas al superyó o con lo que Freud nombra, hasta esta ge y preserva la vida en la dirección del deseo, y atemoriza y co
época, como conciencia moral? manda hacia asesinato o suicidio. Tal su incidencia como moeion
Más allá de las vicisitudes de los sentimientos, la ambivalen- maligna superyoica.
cia está ligada al Complejo Paterno: sostener o aniquilar al padre: Tótem y tabú refiere el tabú de los Muertos como pnrl.<' d,,¡
Padre sagrado (idealizado) duelo y pregunta: ¿por qué los muertos son poderosos sol><·rn
Padre degradado (temido)
nos?, ¿por qué los muertos son poderosos enemigos? El lnli11
ll ll de los muertos se vincula, así, a las consecuencias que PI tonl:w
Sostenerlo - Amor to con los muertos trae consigo. En el duelo esto se lrnC(' pn•s1•11
Aniquilarlo - Odio
te desde dos vías:
En el mito de Tótem y tabú los hijos, coligados por el odio al des- a) si se rechaza al duelo, el ghost asalta de una manera Lprronfi('n
pótico animal, a! Uruater -antes-del-padre-, lo asesinan por odio a b) si se tramita el duelo, no es sin dolor y sin incidencia de! ¡;hosf
su desmesura y, una vez muerto, lo lloran corno un retorno de su
amor. Este retorno de amor al padre muerto -ahora hecho ley sim- De una u otra manera el ghost (espectro) retorna. Por ('SO, <'ll
bólica- instaura el arrepentimiento y la culpa que hace lazo social relación al trabajo de duelo, Freud remarca las prescripciones dP
entre los hermanos. Así, el sistema totémico --equivalente al sistema reconciliación, restricciones tabú, expiaciones, culpa y lns C('n'
144 l\L\RTA GEREZ A.MBERTÍN 1MPERAT!VOS DEL SUPERYÓ
1tlf>

monias (ritos). Todo ello destinado a calmar al espíritu del muer- La cólera del "espíritu del padre" cae inmisericorde sobre•
to, o, mejor dicho, tiene el propósito de "velar", de recubrir ese ex- Haitzmann, sea como restricciones -inhibición en el trabajo parn
ceso real ante el cual queda expuesto todo deudo. Exceso de real ganarse el sustento- sea como "histeria de terror". Todo esto se
que se cuela por el agujero de la privación y que precisa ser "ve- confirma clínicamente en sus manifestaciones físicas: desmayos,
lado" en la apelación a lo simbólico del ritual. convulsiones, vómitos, parálisis en las piernas; sus visiones y <·I
El difunto provoca miedo, el retorno del espíritu (ghost) del di- carácter "oniroide" de sus alucinaciones; su invención delinulL<·
funto atemoriza. Freud admite, citando a Wundt, que ese retorno vía la fantasía de los pactos con el Diablo; su búsqueda de ampa
es "demoníaco", es el retorno de esa ro bajo los ropajes "píos" de los Hermanos de la Caridad; en el al-
cohol, en la enfermedad o en la muerte.
"... alma devenida demonio". (Freud, 1913, p. 64).
Tótem y tabú incluye, como parte del duelo patológico, "el te-
mor a la tentación", Johann Christoph tenía demasiadas ten-
De ese demonio los sobrevivientes sólo pueden esperar "hostili-
taciones. Alude a ellas en sus visiones: la ambición por el oro y las
dad y malas disposiciones". ¿Por qué? ¿Por qué los muertos más que-
riquezas; la lujuria, el anhelo por bellas mujeres y por ser "un ca
ridos han de transformarse en demonios? ¿A quién pertenece esa
ballero bien ataviado"; la voluptuosidad y, fundamentalment<', In
maldad atribuida a los espíritus? ¿Qué de la culpa del deudo?¿ Por
fantasía de ser rey: un más allá del padre verdaderamente V<' -
qué ante la muerte de un ser amado sus deudos son presa de dudas dado al carenciado pintor.
y reproches obsesivos por sus posibles negligencias o imprudencias
La ínfima sustitución malograda del padre, el empobrecido
en esa muerte? El tormento, los autorreproches, las quejas y la cul-
desplazamiento y condensación, revelan que la función Nombr<'
pa son expresión del duelo, los que deberían ir atenuándose con el
del-Padre fracasa. Pese a ello, no se trata de una psicosis, no
tiempo. Pero, ¿cuáles son los secretos motivos de ese padecimiento?
hay forclusión del Nombre del Padre, y el duelo patológico deri-
Estos anidan en el deseo inconsciente de esa muerte, deseo vincula-
va en una melancolización. El joven está dominado por la intru-
do a la hostilidad "disimulada tras el tierno amor", es decir, la clási-
sión de lo peor-del-padre. Ni Dios ni el Diablo cumplen la función
ca ambivalencia que queda como resto tras la disolución del Edipo.
Nombre del Padre, antes bien, son su envés: superyó que sólo
La hostilidad, achacada al alma del difunto vuelto demonio aco- ordena gozar.
sante, no es sino la propia hostilidad del deudo hacia el muerto-"sus
quejas son querellas" dirá Duelo y Melancolía-, lo que se transforma "El muerto está inerme, y ello no puede menos que estimular u
en la agresión del deudo a sí mismo ya que el odio contra el muerto satisfacer en él las apetencias hostiles, tentación esta que es pn•c·,
retorna contra sí. Se proyecta sobre el muerto aquella hostilidad y se so contrariar mediante la prohibición". (Freud, 1913, p. 67).
imputa a su espíritu una gula demoníaca de venganza.
En el caso que nos ocupa los castigos y restricciones son La tentación en Haitzmann es tan ostentosamente parriridn
achacados por Haitzmann al Demonio; sin embargo, es claro que -tener el cetro y ser rey- que cae preso de los mandatos t<'rribl(•s
están relacionados con la muerte de su padre al que no pudo "ve- de Dios: ¡¡serás un ermitaño!! o del Diablo ¡¡serás mi hijo-esc/01•11/I
lar". Verdadero duelo patológico en la vertiente del duelo suspendi- Con esta operación de coerción contra sí mismo el suj<'l.o d(•I
do. No sorprende, entonces, que las dos versiones con las que el duelo pretende liberarse de su anhelo parricida:
pintor intenta suplir al padre, esto es, Dios y el Diablo, sean tan re-
criminadoras, y el intento por lograr una versión espiritualizada "No somos nosotros los supérstites, quienes nos ale{{ramos alw
no pacifique y se torne tan temible como la del Demonio: ordena, ra por habernos librado del difunto; no, nosotros hacemos duelo
manda, acusa. Finalmente, ambos son hostiles, y por hostiles lo por él, pero él asombrosamente se ha convertido en un de11w11io
reenvían al primitivo lazo materno: busca amparo en la Santa Vir- maligno a quien satisfaría nuestra desgracia y busca in/liMimos
la muerte; los supérstites no tienen más remedio, entonces, (fll<'
gen, amparo que no prospera.
protegerse de ese enemigo mali&no; se han aligerado de la opr,,sid11
146 MARTA GEREZ AMBE!ffÍN IMPlcRATIVOS DEL SUPERYÓ
147

interna, pero no han hecho más que trocarla por una apretura des-
de fuera". (Freud, 1913, p. 68). Nombre-del-Padre- no se produjo: se refugió tras los Hermanos
Hospitalarios, tras el vino, pero no se liberó de la tentación de
Hay un tránsito de la opresión exterior a la coerción interior volver pactar con el Diablo y murió de consunción.
(superyó). La incidencia del superyó hostiga a Haitzmann y de- En los momentos más desesperantes de sus visiones -en la 9"
expresa:
vasta los recursos del deseo, porque la tramitación del duelo está
suspendida: él no llora a su padre, en todo caso, lamenta la inde-
fensión en que su padre lo ha dejado. "tuve la sensacwn de estar echado sobre fuego y hediondez"
(Trofeo de Mariazell, 1981, p. 107)
Freud adjudica ese padecimiento a una degradación del padre
luego de su muerte, y a la hostilidad contra sí mismo por esa de-
gradación que se expresa en la mortificación a la que es sometido ardiendo en mierda, o sea, tirado como mierda, como desecho, pun-
por el demonio y -agreguemos- por Dios. to donde se revela su fantasma masoquista, punto donde hace estra-
Freud, empero, demasiado cauteloso en la cuestión de la ambiva gos la voz que comanda: "mereces este sufrimiento". Sin embargo, C'H<'
lencia en Johann Christoph, se pregunta por los momentos y ocasio- mandato es posible no sólo de significar, sino, también, de desplaznr
nes en que tuvo razón para temer y odiar a su padre. ¿Cuáles son los y por eso ubicamos a Haitzmann como neurótico, pero -reiteremos
motivos del odio tan frecuente en el lazo padre e hijo? Los busca por un neurótico (histérico) melancolizado. La voz comanda insensata
el lado del trabajo aunque, quizá, se circunscribe demasiado allí. Co- mente: "¡debes ser ermitaño!", pero Haitzmann puede otorgar signi
lige la posibilidad que el padre se haya opuesto al deseo del hijo de ser ficación a ese deber, lo cual resultaría imposible al psicótico.
pintor y que su inhibición en ese arte sea una "obediencia con efecto Ese objeto al que acata -la voz- y donde se juega su fantasma
retardado"; sin embargo, las dificultades de Haitzmann no se limitan masoquista, remite al superyó, al superyó mortífero. Voz que re-
al arte o a ganar el sustento, son más amplias, llegan al extremo de bela el peor costado del padre en su dimensión gozadora, y a la
hacerle engorroso vivir: sus fantasías diurnas, delirios, visiones y que Haitzmann se ofrece en sacrificio
apariciones dan cuenta de ello. Esas dificultades dicen de una año-
ranza del padre vía el sacrificio. Ante el abandono en el que se ve 7. LO FEMENINO EN HAITZMANN
postrado responde con la obediencia extrema a órdenes insensatas: la
"obediencia con efecto retardado" toma una dimensión superyoica: En torno al lazo de Haitzmann con el padre y Haitzmann con
el Diablo Freud aborda la cuestión femenina en el pintor liga
"una exteriorización del remordimiento y un cumplido autocas- da al fantasma masoquista de Pegan a un niño (1919).
tigo". (Freud, 1922, p. 90). Teniendo en cuenta las versiones de los pactos con el Dinblo, <'I
papel del número 9 y la figuración que hace de la imagen de' l>in
Freud refiere a esta faz del duelo cuando dice: blo -que sufre la metamorfosis que va de Gran Señor a Diablo <·011
a tributos femeninos (pechos)- Freud refiere la "actitud ft'Jll<'II i
"El duelo tiene una tarea psíquica bien precisa que cumplir; está
na" del joven ante el Maligno,
destinado a desasir del muerto los recuerdos y expectativas del su-
pérstite. Consumado ese trabajo, el dolor cede y, con él, el arrepenti-
miento y los reproches; por tanto, también La angustia ante el demo- "que culmina en la fantasía de parirle un hijo". (Freud, 1922, ¡> ..') I ).
nio. Ahora bien, a estos mismos espíritus, primero temidos como de-
monios, les espem la destinación más benigna de ser venerados como El duelo p3tolégico por el padre muerto, ese duelo su spendido,
antepasados e invocados como auxiliadores." (Freud, 1913, p. 71). a ctivaría, en el pintor, la fantasía de seducción al padre, como
fantasía de embarazo.
En el caso Haitzmann, este pasaje del demonio temido al an- En El problema económico del masoquismo (1924) trabaja la
tepasado protector e invocado como auxiliador -vía la función del cuestión de lo femenino en el hombre. Mnsculinidnd y Í('minidnd
148 MARTA GEREZ AMBERTÍN [MPEl{ATIVOS DEL SUPERYÚ
1'1!)

son dos posiciones subjetivas vinculadas a la lógica atributiva del El masoquismo femenino es propio del hombre, y desde all1
falo y a las vicisitudes simbólicas de la castración. Sin embargo, lo pueden trazarse dos vertientes del masoquismo femenino:
femenino, diferenciado de la feminidad, atañe al masoquismo que a) en la neurosis, la posición femenina del hombre alimenta 1•1
descubre en el hombre; lo que puede colegirse si se cruzan las hipó- fantasma masoquista de ser tratado como un niño díscolo, lo cual
tesis de El problema económico del masoquismo con las de Pegan a puede llevar a una dimensión de acting-ou.t y de pasaje al acto;
un niño. En la génesis del fantasma masoquista, si el sujeto termi- b) en la perversión, la posición femenina alimenta el goce de
na por aspirar a ser maltratado, pegado como un niño díscolo y ca- convocar al Otro vía la humillación y el maltrato.
prichoso, es para ser tratado "como" la mujer del padre. Dirá: Freud indica, en los textos mencionados, que el enigma d0 lo
femenino -diferente del enigma de la feminidad- está referido al
"La fantasía de paliza / .. ./ (son) precipitados del Complejo de
Edipo / ... / cicatrices que el proceso deja tras su expiración". desamparo infantil en el hombre, a la angustia de separación qu<•
(Freud, 1919, p. 190). se exterioriza en el interrogante "¿puedes perderme?" -dirigido al
padre- que deja como saldo un resto incurable.
Más allá de la eficacia simbólica que deja como saldo la prohi- Ahora bien, Haitzmann, ante el duelo suspendido, reactualizn
bición del incesto, la fantasía de paliza -la fantasía, y no la acción y "regresa" a una "actitud femenina" en el Complejo Paterno. 1•~11
que entra en el campo de la pasión- "ser pegado por el padre", que su fantasía no sólo revela el anhelo de parirle un hijo al padre', si
se esconde bajo el goce de ese fantasear anónimo "pegan a un ni- no que se ofrece pasivamente a ser castigado.
ño", supone ubicarse ante el padre como un niño ingobernable que Si degrada al padre debería recibir los golpes por esa ignomi
obtiene su atención y amor suscitando su violencia. Doble opera- nia. Su versión caricaturesca e injuriada producida por el amor,
ción: concitar el amor y el castigo por esa vertiente perversa de un el temor y el odio, retorna en la imagen feminizada de un "Diablo
lazo que toca las puertas de incesto y parricidio. Así, la "fantasía con pechos", lo que habla de una figura mancillada, lujuriosa y, al
de paliza", relacionada con el amor del padre, es fantasía de amor mismo tiempo, odiada y amedrentadora.
y, también, de humillación por el goce masoquista que convoca. En especial atención a esa denigración, y a los "pechos del Din
Paradójicamente Haitzmann, que se lamenta por un "abandono" blo" Freud destaca dos cuestiones:
-muerte de su padre-, intenta encontrar un sustituto en el Diablo a) Lo femenino en Haitzmann debió caer bajo los efectos d<'
o en Dios y sus suplentes: los hermanos de Mariazell o de la Cari- la represión pues, competir con una mujer por el amor del rrn
dad; pero se enlaza a ellos vía el remordimiento y el castigo. En dre, tiene como consecuencia la amenaza de castración: la p(•r
sus visiones, tanto el Diablo y sus esbirros como Dios y sus delega- dida del genital masculino. Pero, su rebelión contra la posicion
dos, lo hostigan, recriminan, maltratan y amenazan. ¿Por qué debía femenina utiliza la coartada de proyectar, en el sustituto pnt1•r
ser tan cruel su convocatoria a los malogrados sustitutos? no, esa propia posición femenina. Intento que no llega a IH1< 11 1

Quizás El problema económico del masoquismo ofrezca algunas puerto porque el Demonio asume una versión cruel, hostig1111t1•
respuestas. Cuando Freud diferencia tres masoquismos: "erógeno, y Haitzmann queda, finalmente, en posición femenina, a 1111•r-
moral y femenino" dirá del último que ancla en la erogenización de la ced del maltrato de Dios y del Diablo feminizados, degradados ...
posición femenina en la cual, el sujeto, recibe pasiva, sexualizada y pero temibles.
sometidamente la marca del padre; "eco" de la cicatriz de castración. b) La otra significación refiere a la ternura transferida ck In
Así, masoquismo femenino es la expresión "del ser de la mu- madre al padre, y ancla en una fuerte fijación a la madre qui1\11
jer" y forma femenina en ei hombre: es responsable, en parte, de la hostilidad hacia el padre. D\ algu -
0

na manera, esa fijación incestuosa a la madre se traslada 11 su


"ser amordazado, atado, golpeado dolorosamente, azotado, hermana y luego a la Virgen María de Zell.
maltratado de cualquier modo, sometido a obediencia incondicio- Como dijimos, hay en este duelo s11;;pendido desfallecimiento
nal, ensuciado, denigrado". (Freud, 1924, p. 168). de la metéí.fora palcrna. La función Nombre dPl Padre fallé\ (;;in
1MPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1/)1
MARTA GEREZ A.MI3ERTÍN
150
do, una dama, y un perrito que juguetea. Del otro, en cambio, pi
estar forcluida) y sólo quedan los rastros de su envés en la ver- Diablo se interpone entre el perro y la dama, la que, extrañamcn
sión demoníaca del superyó: te, ya tiene el papel del pacto en sus manos.
En la 2'1 y 3ª aparición menciona las tentaciones del Diablo, cnLn'
"Si lo renuencia o aceptar la castración imposibilita a nuestro
las que destaca caballeros "magníficamente vestidos y hermosas m1~je
pintor tranútar su a,iuranzo del podre, es bien comprensible que
se vuelva a la imogen de la madre en busca de ayuda y salvación. res" a los que, luego, aludirá en forma singular: "caballero bien atavia-
Por eso declara que sólo la Sonta Madre de Dios de Mariazell pue- do y una dama". En el registro de la 9" aparición"[. ..] miró a un sciior
de salvarlo del pacto con el Diablo, y recupera su libertad el día . bien ataviado y a una robusta muchacha y pensó que le gustaría ser
del Notolicio de la Madre (8 de septiembre)". (Freud, 1922, p. 92). como él y estar bien ataviado", nada dice, en cambio, de lo que provo-
ca en él la muchacha mostrando, claramente, un efecto de negación.
8. LAS VICISITUDES DEL EDIPO EN HAITZMANN Cuando Johann Christoph deviene huérfano de padre queda a
merced tanto de las tentaciones de los placeres mundanos, como
Si afirmamos que la posición subjetiva de Haitzmann es neuró- de los anhelos incestuosos, precariamente desplazados en la li -
tica es porque atravesó el Edipo: la función paterna hizo efectiva la nea madre-padre-hermana-Diablo-Virgen de Mariazell.
prohibición de la madre y la operación de la castración, por lo cual Las referencias en su diario íntimo, sus pinturas y las deman-
los anhelos incestuosos devienen reprimidos. En tanto el padre es das a la Virgen no dejan dudas del estrecho enlace con su madn',
el portador de la ley prohibe a la madre y al padre mismo como ob- reemplazado, luego, por el lazo con su padre, aunque esta ligazón,
jeto de amor. Operación que, aunque pacifica, deja en el varón por dada la reticencia de tramitación del duelo, se torna odio-enamo-
un lado un resto de rivalidad y odio al padre, y por otro una nostal- ramiento con el padre, odio no sin ambivalencia, no sin amor, des-
gia por el goce materno que, en Haitzmann, en virtud del duelo mesurado amor que encubre odio.
suspendido, arrasa con el sistema legislante de las prohibiciones. Tótem y tabú especifica que, si el muerto deviene soberano
En suma, si hay melancolización histérica en Haitzmann es poderoso, es porque se lo ama y se lo odia. El supuesto demonis-
porque la patogenia del Edipo se encarna en él. Rasgos patógenos rno de los muertos ancla en la hostilidad proyectada al muerto.
que hacen eclosión en los impasses de su melancolización. La proyección participa del proceso de defensa; no es el deudo el
Recordemos la afirmación freudiana vinculada a la amenaza que tiene hostilidad hacia el muerto, sino el alma del muerto la
de castración y la angustia de castración: que se torna adversa. Las privaciones y restricciones que el deu-
do se impone no son sino una manifestación de la incidencia del
"lo pérdida del núenibro viril tiene por consecuencia la imposibili- superyó: los ataques provienen del deudo contra sí mismo.
dad de reunificación con la madre o con su sustituto en el octo sexuol. Tal como afirma Freud en el Manuscrito N de las Cartas a
Les menciono de pasada que la tan frecuente fantasía de regreso al se- Fliess, el histérico se castiga volcando sobre sí los mismos pade-
no materno es el sustituto de ese deseo de coito". (Freud, 1932b, p. 81). cimientos que antes deseó a sus padres. De ahí que el "ataque de
terror" no es sino una autopunición, semejante a la de] caso del
El anhelo de Haitzmann de ser salvado por la madre-virgen no an-
cincelador Augusto P. (Freud, 1886b).
cla en el intento de zambullirse en el infinito goce materno a lama-
El "odio-enamoramiento" al padre transitará en Haitzmann a
nera psicótica, sino en un anhelo incestuoso que, a pesar del desfalle-
través de la fantasía de ser pegado, fantasía de paliza derivada
cimiento de la metáfora paterna, reconoce como interdicto. También
de la fijación incestuosa con aquel. En esa fantasía, el eco del cas-
1:'S incestuoso el anhelo que lo liga y separa de su hermana, en proxi-
tigo de castración presentifica un goce que convoca a lo real del
midad a la cual sufre los más grandes ataques de locura histérica.
padre, quien, desde su sadismo, precipita al goce masoquista.
Además, las referencias a la triangulación edípica aparecen
En su fantasía, al concitar el goce sádico del padre, está en po-
resaltadas en la portada de la única pintura que preside la serie
sición femenina, esLo es, pasiva, como un niño díscolo que provo-
de 8 dibujos del Trofeo: de un lado hay un caballero bien atavía-
152 MARTA GEREZ AMBEHTIN
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1G:I

cando violencia concita, así, atención y amor. Doble operación: 9. LA SUSTITUCIÓN DEL PADRE: TENTATIVA Y FRACTURA
convocar al amor y al castigo del padre en ese trazo perverso que
aproxima al litoral de incesto y parricidio. El Diablo no consigue ocupar el lugar simbólico de la funcion
Esa grotesca versión con la que Haitzmann intenta sustituir al Nombre-del-Padre, es apenas un intento de sustituto, no logr;1
padre, ese Diablo feminizado con un par o doble par de grandes efecto de metáfora y, por ello, la eficacia simbólica de la castra
pechos revela su lucha y su abatimiento, al tiempo que denuncia ción desfallece en el pintor.
el lugar de impotencia en el que coloca al padre. En la figuración delirante de los dos pactos se ofrece como hi -
jo carnal (Freud, 1922, p. 95):
"Es que Haizmann se encuentra en un impasse subjetivo. No
acepta la castración ni del lado masculino, retrocediendo ante el Primer pacto (escrito con tinta) Segundo pacto (escrito con sangre)
enfrentamiento con el padre, ni del lado femenino, retrocediendo "Yci, Christoph fíoiz111a1111, 111e "Christopli lloizma,111. Yo 111e co111pm111('/o
ante la implicación de una posición femenina en relación al padre" suscribo con es/<! Seiior: u ser su con este Satán a ser su /11}0 carnal \' 11
(la negrita es nuestra). (Brunú P, 1986, p. 107). liUo carnal por 9 a,ios pertenecer/e en el 11o<•e110 wio en 1·111'1'/N'
y a/111a"
Ese impasse subjetivo se revela en inhibición y cesión del de-
seo de pintar. En su melancolización, la búsqueda, la meneste- 1669 -debería ser 1668- 1669
rosa búsqueda que emprende, no halla salida, no posee suficien-
tes recursos para recrear la mediación paterna imprescindible En ambos pactos se remarca "Sein leibeigent sohn" ("su /11.10
para sostener el deseo y escapar al asedio del Diablo, al asedio carnal, su hijo de su cuerpo"), y Freud sindica al Diablo como sus
del superyó al que se rinde. tituto del padre l"Vatereratz"l, pero, en ese punto, entendemos <¡U<'
Acordamos con P. Brunó que: el Diablo no llega a ocupar la función Nombre-del-Padre sino, m;ís
bien, su envés, dada la dimensión superyoica que alcanza.
"El episodio decisivo de esta rendición es relatado por el mis- En virtud de la privación que sufre por la muerte del padn',
mo Haizmann en su diario. El 26 de diciembre de 1667, llegado y a consecuencia de su malogrado duelo procura, en la íigurn
a la iglesia de St. Etienne para rezar, se cruza con una joven y ción delirante de sus pactos con el Diablo, obtener el beneücio ck
bella dama acompaiiada de un elegante seíior, lo que le hace
otro padre. Al fracasar en el intento tratará de obtener el cstntu
"imaginar" que él mismo es "este seíior y que está tan bien vesti-
do como él". Esta sustitución al hombre como objeto de amor a to de hijo amparándose en la orden de los Hermanos de In Mis<'
una ,nujer, lo hubiese sostenido como hombre deseante, identifi- ricordia u orden de los Frailes ignorantes.
cado al rasgo unario "bien vestido". Sin embargo es en esto don- La tentativa de hacer metáfora vía el Demonio fracmm porq111•
de fracasa: golpeado por "un trueno y una llamarada" renuncia este ni ofrece seguridades ni pacifica, antes bien, lo mart i l'lí'.:1
definitivamente a asumir su rivalidad hostil con el padre". (Bru- Igual destino tiene su pretensión de enlace con Dios qui<'11 l:1111
nó P, 1986, p. 108). bién asume una dimensión amenazante. En el pasaje
Brunó relaciona esta cobardía con la de otro histérico al que, "del uno /el Diablo/ al múltiple (los Hermanos de lu Co11.1:n·nr1
también, Freud otorga la categoría de caso clínico: F. Dostoievski. ció11)" (de Certeau, 1993, p. 286!
Sin embargo, entendemos que ambas posiciones son distintas: en
Dostoievski, pese a la cobardía, no hay cesión de su deseo, surge existe la procura de sustitución -que puede apacigunrlo corto
el creador literario; Haitzmann, en cambio, cede y queda pivotean- tiempo-, pero se trata de una sustitución no lograda. Su cl11< lo 1

do entre el padre impotente (pobre Diablo) y el padre terrible. Po- suspendido atraviesa los caminos del acting out y el sacrificio. St'1-
bre despojo, pobre objeto a expensas de la voz del superyó a cuyo lo su cuerpo, sus inhibiciones y su delirio dan cuenta ckl sufri -
goce se ofrece. miento. Sin dudas, quiere poner en palabras ese padccirnit'nto, or:1
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ J/'5:i
154 MARTA GEREZ AMBERTÍN

con el recurso de la escritura del diario, ora con la pintura y los di- ("señor bien vestido") ni como padre (de sus pinturas). Cede su dcsc'o
bujos. Tentativa de trazar una barrera contra la intrusión de lo y es dominado por el imperativo de goce superyoico, porque
real. Sin embargo, el escenario imaginario hiperdimensionado de
los padres de María de Zell -que hacen de Haitzmann un trofeo- "es más cómodo padecer la interdicción que exponerse a la rns
tración". (Lacan, 1959-60, Sem. VII, p . 365).
y los Frailes Ignorantes que lo convierten en un caritativo renun-
ciador ignorante del mundo, complotan contra ese atisbo de crea-
Fracasa como artista, como hombre mundano y como hijo, no
ción y anudamiento. Como el pacto con el que se consagra a la orden
puede ir más allá del padre y, sin embargo, aún en esa posición ck
de los Frailes Ignorantes es también insuficiente para hacer lazo
"pobre Diablo" (Armer Teufel) que ostenta trata de convocar al dc'-
con el Otro de la ley, de vez en cuando, y en estado etílico, se tienta
seo del Otro y, a su estrafalario modo, concita el interés del párroco,
a firmar un nuevo compromiso con el Diablo.
Los frailes, siempre a la pesca de un milagro, caen en la trampa de la Condesa de Pottenbrun, de los hermanos de María de Zell, ele
su hermana y cuñado, de los Frailes Ignorantes, del doctor Payer
del fracasado pintor. Lacan advierte que un cierto modo de manejar
Thurn, de Freud y de muchos otros ... aún hoy hace hablar de él.
la transferencia

"consiste en autentificar lo imaginario (v provoco) el desenca- 10. DELIRIO E HISTERIA EN HAITZMANN


denamiento bastante rápido de un delirio". (Lacan, 1955-56, Sem .
III, p. 28). "¡Pero entonces esto sería un fraude y no una neurosis, y el pin
tor, un simulador y un falsario, no un enfermo poseso!" Es Freud
Haitzmann fue autentificado en lo imaginario lo cual agudizó su quien lanza, a partir de esta boutade, las pistas más claras parn
melancolización. sostener la posición histérica del pintor.
Por tanto, si hablamos de sustituciones, para ser precisos, debe- Recordemos que en 1893 había definido, como claves de la his-
mos especificar: "intentos de sustituciones" del padre muerto, de teria, al deseo insatisfecho y la seducción, desechando totalmen -
ese Nombre-del-Padre que desfallece por el duelo suspendido que se te la correspondencia establecida entre simulación e histeria.
rebela a su tramitación. El conflicto de Haitzmann es reabsorbido en Si el pintor recurre a la mentira histérica en la invención es-
forma religiosa en ese escenario imaginario desmedido que es parte trafalaria y delirante del "pacto" es para procurarse un lugar en
del discurso religioso de la época pero que, pese a su estatuto simbó- el deseo del Otro. El pacto no es un fraude, es un llamado. En su
lico, no otorga un marco legislante ni posibilita el trabajo de duelo. diario aparece una queja: "nadie quiere creerle", ¿qué?: su abnLi
Es obvio que Haitzmann aspiraba a pactar. Un pacto implica la miento, orfandad y desamparo. Allí donde la muerte de su padn•
garantía de tener lugar en el deseo del Otro, un pacto garantiza - privación en lo real- deja un agujero, Haitzmann arma su dc•li
rio del "pacto".
"una <seguridad de existir> a todo el que <aplique> una ley".
(de Certeau, 1993, p . 287), Freud diferencia dos secuencias en esa estrafalaria cJprn,111<1:1
1) La puesta en escena del "pacto con el Diablo y la rede11cin11 ",
pero Haitzmann queda preso de la versión imaginaria-real de la pactos escritos en un "estado particular" -en otro lugar dijo "0111
ley que sólo tiene el rostro temible de Dios, del Diablo, o la ascé- roide"- similar al de sus visiones. Esto es, la actuación de sus f"an
tica estricta de los Hermanos de la Misericordia. t a sías aún en esa dimensión tan estrafalnria da a ve r r.1 OLro co
Si convoca al Diablo y/o a Dios después de la muerte de su pa- mo testigo una parte de su verdad presentándola como engaüo .
dre; a los Hermanos de la Misericordia después de haber expul- 2) La escritura del diario íntimo, que entrega a los saccrdoL<'s
sado al Diablo; y si en esa convocatoria se queda con lo peor de en su segunda estancia en Mariazell, en mayo de 1678, en el (]ll<'
ellos es porque no puede sostenerse ni como hijo-hombre de mundo se desliza, más claramente, su delirio neurótico.
156 MARTA GEREZ füllfü:RTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ ]fj

Ambas secuencias testimonian sus fantasías de tentación, re- orden donde es posible observar una correlación entre el avnnc<'
levadas luego por las ascéticas y, finalmente, por la primacía de de los días y de las horas que recién se desordena hacia las úlLi
fantasías de castigo. En su mostración utiliza un simulacro, apela mas visiones. Llama la atención que, en delirios, visiones y cl<•s
a la delirante mentira histérica, exterioriza y actúa sus fantasías mayos, contabilice el tiempo en días y horas, y registre, exncLa
para hacerse escuchar. mente, el tiempo que duran sus padecimientos : "[. .. ] sintió dolor
Las figuraciones del pacto con el Diablo no tienen el estatuto en sus piernas hasta dos días después"; "[. .. ] se defendió por 11110
de un delirio psicótico porque hay cierta significación fálica pese hora"; "[. .. ]cayó en éxtasis por 3 horas y 112".
al desfallecimiento del significante Nombre-del-Padre. Así lo se- Si bien el duelo suspendido por la muerte del padre reactiva su
ñala Freud respecto a su fantasía masculina de procreación: fantasía masculina de procreación, esa fantasía es, también, un
intento de represión del anhelo incestuoso. La rebelión a la posi
"Aquello contra lo cual se revul'lve es la actitud femenina hacia ción femenina busca una coartada en la proyección de su propia
el padre, que culmina en la fantasía de parirle un lujo (nueve posición femenina en el sustituto fallido del padre. Es la intcrpn'
a,ios). / ... /Con el duelo por el padre perdido, con el acrecentamie11-
tación de Freud a los "pechos" con los que adorna al Diablo, y a l,1
to de su a1ioranza de él, se reactivó en 11uestro pintor también la
fa11tasía de embarazo, hacía tiempo reprimida, de la cual se ve for- degradación y humillación de ese "pobre Diablo".
zado a defenderse media11te una neurosis y u11a degradació11 del En Haitzmann, por tanto, puede hablarse de un delirio en re•
padre". (Freud, 1922, pp. 91-92). lación a la posesión, los pactos y el asedio de Dios y el Diablo, p<'
ro debe especificarse que se trata de un delirio histérico y no d<•
La fantasía de parir un hijo, vinculada a las fantasías bise- un delirio psicótico.
xuales histéricas, es interpretada por Freud apoyándose en los Tracemos las diferencias clínicas entre uno y otro: mientras c•11
9 años fijados en los dos pactos con el Diablo, en las 9 negaciones el delirio psicótico, por la forclusión del significante Nombre del Pa
antes de ceder al demonio, en los 9 cuadros donde se representa dre, hay destrucción de la cadena significante e inoperancia nwta-
la historia de posesión -1 pintura y 8 dibujos-, en la devolución fórica; en el delirio histérico de Haitzmann, ante una vacilación dPI
del pacto y la "supuesta curación milagrosa" que acaecen en el no- significante Nombre del Padre, falla la operación de la represión,
veno mes del año -septiembre- y en la recuperación del pacto fir- pero no hay destrucción de la cadena significante, y es posible c'n-
mado con tinta el día 9 de mayo a las 9 de la noche -destaquemos, contrar cierta lógica fálica que remite a otras significaciones en u 11
por nuestra parte, que las fantasías han comenzado 9 años des- discurso que puede historiarse, pese a la exuberancia imaginarin y
pués de la muerte del padre-. No se trata de una interpretación asedio de lo real.
caprichosa que hecha mano a un simbolismo reduccionista, se Freud vincula el delirio histérico con los delirios oníricos (d'.
trata de advertir que, si el pintor lleva tan minuciosamente la La Gradiua de Jensen). Aunque la figura de los pactos s<•a 1111
cuenta, es porque la misma se sostiene en una lógica fálica. disfraz estrafalario la proyección delirante sobre el Diablo n•v()-
Y es la conjetura de una ordenación fálica la que permite a la algún recurso sustitutivo; no hay forclusión del Nombn• dc•I -
Freud relacionar ese "nueve", que aparece con tanta reiteración, Padre, si así fuera, no se encontraría significación fálica alg11 nn
con los "nueve meses" de embarazo. El Cap. V a) 'Lo reciente y lo en su delirio.
indiferente en el sueño' de La interpretación de los sueiios expli- Si el aforismo freudiano "el histérico sufre de reminisc<'ncins"
ca la lógica de desplazamiento y condensación. En esa transfor- es válido, esas reminiscencias se revelan en Haitzmann müs all.i
~~dón de 9 años en 9 meses mientras el número se conserva, el de los caminos del síntoma, por los de la alucinación y el dc·l;rii1
denominador cambia. Y esa interpretación es válida si Haitz- respetando alguna lógica fálica. Según Maleval:
mann tiene algún registro posible de las equivalencias.
Del mismo modo -y por esto lo remarco-, en el fragmento del "E11 la proyección del delirio histérico se reconocen los 111eca11is11ws
diario íntimo (ver supra) relata las apariciones del Diablo en un de proyección del sue,10, a saher: el desplazamiento (la meto11in11ct!
158 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPEHYO l!i!J

y la condensación (la metáfora)./ ... / el primero está lejos de faltar 5º es más horripilante aún, la cara tiene pico de paJaro, u nn
en el delirio disociado; en cambio, la segunda implica que el sig- serpiente en la cabeza, alas de dragón y hacia los genitalc's
nificado delirante puede revelarse ligado con significantes latentes". masculinos se observa un gran pene que termina en forma d1•
(Maleual,1991, p. 39).
serpiente; en el 6º toma nuevamente una versión muy fenwn i
Tal la significación, en el delirio de posesión de Haitzmann, de na y ridícula, saca la lengua y porta dos serpientes en la cabe•
las fantasías de tentación, ascéticas y de castigo; achaca al Dia- za; en el 7º tiene pechos simples y una gran cola que terminn
blo sus propias tentaciones, mundanas e incestuosas, como tam- en dos puntas; finalmente, en el 8º se presenta bajo la forma de'
bién sus reproches y sojuzgamientos. un dragón alado con una gran cola y lleva los papeles del pac
Maleval, en referencia al delirio histérico, apoya sus hipótesis to firmado con sangre.
en las de Freud y recuerda que Lacan en De una cuestión preli- En esta secuencia es posible advertir la metamorfosis que su
minar... desecha la proyección de los mecanismos psicóticos, vin- fre el Diablo desde "burgués bien vestido" a "dragón alado" don
cula la proyección con lo imaginario que se relaciona, empero, con de la degradación (feminización) y el horror van tomando consis
la represión. A partir de allí Maleval sostiene que la proyección tencia en un desplazamiento que se inclina, cada vez más, lwri:1
delirante en la neurosis es una defensa menos eficaz que la repre- una versión de lo peor del padre.
sión, pero vinculada a ella. ¿Qué, de la ligazón del fracasado pintor con ese Diablo ora fr•rlli
Freud, a propósito de Haitzmann, utiliza el concepto de pro- nizado ora terrorífico? ¿Es que se ofrece -como Schreber- a sc'r In
yección -proyección histérica- y caracteriza a los demonios como mujer del Diablo? ¿Se juega aquí la cuestión del "empuje a la mu
proyección de creaciones psíquicas en el mundo exterior. Proyec- jer" propia de la psicosis? Freud compara a Haitzmann con Schn•
ción que abrevó en la ideología religiosa del siglo XVII el más im- ber y podemos colegir que mientras el se11atsprasident de Sajoni:1
portante si a caza de brujas, aquelarres y posesiones se refiere. se estabiliza siendo la mujer de Dios, Haitzmann, a pesar de su po-
Proyección que la ideología médica recrea con la hipocondría y sición femenina ante el padre, rehusa el trazo incestuoso de su dcsc'o.
los padecimientos del cuerpo por los microbios, las ondas, las ci- El recurso de Schreber para lograr su estabilización es ofrecerse C'n
rugías y los cuerpos perfectos y la ideología cientificista-tecnoló- su delirio como la mujer de Dios y es en el significante "la rnujc•r"
gica que este fin de siglo proyecta desde la "realidad virtual", los donde halla una posible suplencia del Nombre del Padre forcluido.
OVNIS, los extraterrestres y la clonación. Sólo de esa manera consigue pacificar el goce de Dios que, como
Acaso esa proyección de su posición femenina -como lazo con goce del Otro, se presenta desmesurado e intolerable.
el padre- permite a Haitzmann endilgar al Diablo -padre nu- En Haitzmann, en cambio, lo femenino está del lado clc•I 1)i:1
tricio- pechos de mujer. En la serie de pinturas y dibujos del blo y la estratagema de tornar femenino a ese cuasi sustituto d1•I
Monumento Trophaeum Marianocellense, en la pintura de la padre es la de un anhelo edípico, la del Edipo completo: ll:1c·,, ,I<'
portada el Diablo aparece bajo la forma de un burgués "bien tuar al Diablo dos papeles, el suyo y el del padre, no sólo <'11 l:r <' H
vestido" con bastón y acompafiado de una elegante dama, un cena en que el Diablo le devuelve el pacto firmado con sangr,•, s i
perrito contempla la escena; en el primer dibujo un burgués no también en las visiones y alucinaciones referidas en su d i:1 ,·io
con bastón está con un perro negro de mirada temible; en el 2º íntimo y en las figuraciones de su pintura y dibujos.
dibujo hay un Diablo antropomórfico semidesnudo con bastón, En esa proyección histérica sobre el Diablo hay un intc,nto d,,
grandes pechos dobles y pezufias en manos y pies; en el 3º el defensa contra la actuación de la fantasía de incesto con ol pnclr,• ,
Diablo sostiene un libro de hechicería y magia negra (el saber lo que ya dice de la operación de la represión y del rnc01n11., imiv1i -
del amo), está casi desnudo, con pechos, pezufias en manos y to de la prohibición de incesto y parricidio, aun desfallecido C'I sig-
pies pero con alas de dragón; en el 4º la cara del Diablo es abo- nificante Nombre del Padre. En su proyección histérica 1laiLz
minable y su cuerpo, si bien mantiene pechos dobles, es muy mann endilga al Diablo lo femenino, sus ansias y nmbiciorH's
fornido, lleva una gran bolsa amarilla llena de ducados; en el mundanas y tentaciones odípirns; pNo tnmbién, la conclc'na y <·I
l\ilARTA ÜEREZ AMBERTIN ]MPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1(j 1
160

castigo. Por ello Freud lo ubica del lado de la neurosis, de la de- y por eso la figura de la impotencia toma en él ribetes tan estra-
mononeurosis o de una histeria exótica melancolizada. falarios; en cambio, con el segundo, el padre terrible, sólo retorna
Haitzmann actualiza, en su fantasma histérico de embarazo, la en la vertiente del superyó y timonea su destino de fracaso.
pregunta histérica atribuida por Lacan al hombre: ¿Soy o no capaz
de procrear? Pregunta dirigida al Otro pues los referentes de la 11. PARA CONCLUIR
propia sexualidad están sostenidos en el reconocimiento simbólico. A pesar de las limitaciones del material a partir del cual Freud
Y ese reconocimiento hace que el sujeto encuentre allí su lugar construye el caso clínico de Haitzmann, este es de incalculabl<1
valor teórico-clínico en tanto sus hipótesis dan cuenta de la rela-
"que instaura la ley en la sexualidad. Y esta ley sólo le permite
al sujeto realizar su sexualidad en el plano simbólico. El Edipo ción entre el duelo patológico y el superyó.
quiere decir esto." (Lacan, 1955-56, Sem. III, p. 242). Si Haitzmann no hizo trabajo de duelo el agujero dejado por
la privación en ese duelo suspendido provocó el desfallecimiento
Pregunta histérica de Haitzmann: ¿Quién soy, un hombre o una de la función Nombre del Padre y, en su lugar, la posesión d<'l
mujer? en relación al "¿Soy capaz de engendrar?" que encubre su in- Diablo no es sino una versión del superyó.
terrogación respecto a la función viril, esto es, la función de padre A partir de la importancia del duelo suspendido es posible dPs
que el joven pintor no alcanza pues queda aherrojado en el signifi- tacar en el caso, a modo de síntesis, lo siguiente:
cante hijo ... y su escaso desplazamiento hacia el significante Herma- • Las diferencias en el duelo patológico entre melancolía y nH:·
no ... de la Misericordia detrás del cual, finalmente, se abroquela. lancolización histérica.
Peculiar estratagema -la que vehiculiza el fantasma de emba- • La relación entre duelo suspendido, privación y superyó con
razo- para interrogar ¿Qué es una mujer?, pregunta histérica no la melancolización histérica.
ajena al neurótico masculino. Sin embargo, aunque el interrogan- • La "añoranza del padre", la obediencia por efecto retardado,
te es el mismo en el hombre que en la mujer-en tanto roza el meo- y la ambivalencia en el duelo suspendido, y sus efectos superyoi-
llo de la castración en ambos-, hay que marcar las diferencias re- cos en la neurosis.
lacionadas con el problema del padre castrado según se lo plantee • El vínculo que traza Freud en el caso entre el Diablo, el pa-
de un lado o del otro. Coincidimos en este punto con Brunó: dre muerto, el Ghost y el superyó.
"Desde la vertiente mujer, el padre es castrado porque no podrá • El enigma de lo femenino en el hombre ligado al Complejo el<'
jamás, salvo muerto, alcanzar el goce absoluto al que apunta. Ella Castración y el fantasma masoquista.
se introduce así, directamente, sin desafíos, en la función del Nom- • Las diferencias entre el delirio histérico y el delirio psicótico.
bre-del-Padre, y realiza la esencia de su propio deseo como deseo • La ubicación de Haitzmann en la patogenia del Edipo.
insatisfecho, que ningún padre viviente podría saturarlo. La dia- • La queja histérica respecto al padre impotente, pobn' 1)ia -
léctica del deseo se inscribe según la secuencia: padre castrado blo al que Haitzmann pretende enmendar con los pactos, no tie -
-padre muerto-padre real-. Desde la vertiente hombre, el padre ne límites. No logra encontrar un ancla simbólica en su i nt<•1tl o
muerto 110 abre el acceso a la función del padre real: por un lado de fabricar sustitutos del padre. Sus ensayos fracasan, son ntrn
reenvía al padre castrado como impotente, por el otro al padre real
vesados por lo real y lo imaginario. Surgen copias del pad n• (do
como padre terrible. O sea que desde ambos lados tenemos que vér-
nosla con la imaginarizoción del padre, escindido en las dos figu- bles imaginarios: su hermana, su cuñado, los frailes) o inlromi
ras del impotente y del implacable, a las que el histérico hombre siones desde lo real (sus alucinaciones).
se identifica por turno". (Brunó P., 1!:186, p. llU!. • Las diferencias entre Haitzmann y Schreuer. El paJre quL'
crea el delirio neurótico del primero oscila entre un Diablo ridícu
Haitzmann hace del degradado "pobre Diablo" un padre impo- lo y un Diablo temible. El padre del delirio de Schreber, en cam
tente y del temible Diablo, que exige su carne y su sangre, el padre bio, tiene un sólo cariz: el de un Otro absoluto, omnipotente y go
terrible. Puede identificarse con el primero, con "el pobre Diablo", zador que complota contra él.
MARTA GEREZ AMBERTÍN
162

Referencias Bibliográficas
Capítulo V

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a: 1 : : :o : : ---A·-~
·~:,:::::::»JOOO.: ,,::,i;:;;::::a:c:c:n:
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ lGfi

V.1. Más allá del Edipo en un caso de histeria

Referiré tres momentos del análisis de una mujer de casi 80


años cuya respuesta al deseo del Otro se ubica en la histeria. M('
propongo dar cuenta, con ellos, de la lógica en la dirección de la
cura y las razones por las cuales privilegié ciertos derroteros en
desmedro de otros ante los riesgos de la intrusión superyoica por
los que atravesó la analizante. Para el momento que remarcamos
han transcurrido más de cuatro años de análisis.
Resaltaré, antes, algunas referencias complementarios, que
me parecen importantes para el seguimiento del caso:
a) Ely llega al análisis presentándose como dispersa, con sevc 1
-

ras dificultades para concentrarse y con la expresión "soy 1111 su-


po de otro pozo".
b) En el inicio de la transferencia, el síntoma producido en an:íli
sis es un leve vértigo: "angustia a caer... " Recordemos que para Frc'tHI
"El ataque de vértigo, el espasmo de llanto, todo ello cuenta con el
otro, pero la más de las veces con aquel otro prehistórico inolvidable,
a quien ninguno posterior iguala ya". (Freud, 6/12/1896, p. 280).
c) A partir de ese síntoma analítico relata una fobia de su ni-
ñez: fobia a los sapos y sapitos que están en todos lados ... también
en los aljibes y en los pozos.

1º MOMENTO: VICISITUDES DE LA IDENTIFICACIÓN


HISTÉRICA, LA IDENTIFICACIÓN AL PADRE

Ely es la mayor de tres hermanos. Comparte la profesión rnn


uno de ellos y con su padre. Alrededor de éste, al que ama y l'<'rn
noce deberle todo lo que tiene y es, construye -según sus pnlalH·:1:-;
el "eje" de su "vida".
El lema en su profesión es: ¡"levántate y lúcete!" (palnbrm, rn11
las que su padre la incitaba, en la infancia, a recitar y Loc:1 r In
guitarra para eventuales invitados, aunque admite que sú lo lo
hacía para él). El éxito en su profesión se basa, sobre todo, <'ll ('I
diestro manejo de una hcrrarnienta, acaso el logro más ir.acc(':;i -
ble a su padre.
Su madre, gruñona como la "esfinge" -sobrenombre que !( 1

otorga Ely-, le resulta insoportable. Típica ama de cnsa, u:-;


apática, hosca, opaca, sin inLereses intelcctualc's ni soci:dC>s.
166 l\1ARTJ\ GEREZ AMBERTÍN h!PERATJVOS DEL SUPERYÓ W7

Ha hecho varios intentos de suicidio. Cuando chica, esta madre 2º MOMENTO: EL DESVANECIMIENTO
solía usarla de confidente para revelarle el asco y rechazo que DE LA FICCIÓN FÁLICA
le provocaba la vida sexual con el padre (" ... de noche ella gruñía
para que la dejara de tocar... "). También le confesaba su cólera El trabajo analítico encaminado en la dialéctica del deseo rcv('
por no haber podido concretar todos los abortos, impedidos por lará un momento en que se fracturan las identificaciones imagina-
el padre. rias y se produce un desvanecimiento de la ficción fálica, lo que se'
La vida profesional de Ely es un éxito, la amorosa un desastre. manifiesta en los impasrns en la profesión: las relaciones con los
Sólo va a la cama con hombres que no le interesan (en general sus clientes se ven perturbadas porque no cumple como antes y desfa-
colegas) y con los que sexualmente "la pasa bien"; pero el que le in- llece, a veces, en el manejo de su herramienta de trabajo. Mani-
teresó ·y verdaderamente la conmovió, el hombre que amó, sólo le fiesta signos de cansancio y aparecen pequeñas enfermedades por
deparó desdicha, descontento, padecimiento, decepción y un cierto las que debe guardar cama. La dificultad para seguir sosteniendo
asco que no dejó de perturbarla. El asco -según la puntuación de el falo se hace notable.
Lacan- se vincula tanto a la atracción que convoca el goce del Otro En los síntomas, torpezas y sueños, no sólo se revela la desLi
como a su repulsión. Doble movimiento hacia la Cosa y rechazo tución del falo sino también algo más ... Su hermana, máxima ri
por la Cosa. De allí la relación que traza en el Seminario V entre val, tiene un hijo, lo que le provoca interrogantes que podrían rc 1

vértigo, nausea y asco. El vértigo está relacionado con la atracción sumirse en los freudianos: "¿de dónde vengo?, ¿a dónde voy?" En
que produce el goce del Otro; el pudor y el asco, con su rechazo. El suma, nacimiento y muerte.
asco revela lo que atrae hacia el encuentro traumático con la Cosa Tiene, en relación a esto, un sueño de los llamados por Freud au-
y la repulsión por esta atracción: topunitivos en el que aparece "descuartizando" al bebe. Atendiendo
a las indicaciones de Freud -Conf. 29 (1932)- sobre los sueños auto-
"Es en este corte esencialmente vertiginoso, esencialmente nau- punitivos derivados en pesadilla por efecto del superyó, y que no se
seoso, para llamarlo por su nom,bre, que se sitúa la dificultad de
acceso en el abordaje del deseo sexual. En algún lado Freud hace
incluyen entre los "sueños como cumplimiento de deseos", no pedimos
alusión de la forma más precisa al síntoma que, en la histérica, se en este momento asociaciones ni hacemos interpretación alguna por
manifiesta bajo la forma de la náusea y el asco, acercándolos a fe- entender que la pesadilla -que no es una formación del inconscien-
nómenos de vértigo/ ... 1la discordancia, las sensaciones ópticas y te-- la exponía en demasía y con una muy frágil cobertura al "fantas-
motrices que yacen como resorte esencial de ése fenómeno "laberin- ma del cuerpo desmembrado". Recibimos las asociaciones en silencio
to" que se manifiestan y vienen dibujándose en series: vértigo, náu- esperando que la metonimia permitiera una sustitución más eficaz,
sea y asco". (Lacan, 1957-58. Sem. V /715158/). como efectivamente produjo en otro sueño que trabajaremos luego.
Relata que despertó de aquella horrible pesadilla con angustia in-
El amor e identificación al padre estructura su relación con el tensa y tremendo odio hacia su madre; puede entonces recordar que
mundo. Esa identificación con el que lleva el pene tiene una inci- en su infancia "odiaba inmensamente al menos una vez por se mano"
dencia fundamental en su vida amorosa y se manifiesta también a esa madre esfinge que devora, estrangula y descuartiza, esa ma-
en su profesión en el uso de la herramienta "con la que logra cap- dre que confesaba desear los abortos, esa madre como Otro primor-
turar, aprehender imaginariamente, lo que no logra simbolizar", dial que había querido su propio desmembramiento y muerte.
es decir, el enigma "¿qué es una mujer?" -¿cómo aceptarse como La pesadilla abre dos cuestiones fundamentales que debieron
objeto del deseo de un hombre?-, enigma que le hace dirigir sus esperar su tiempc lógicc para ser tratados en el análisis:
pasos hacia hombres casados con mujeres a las que ella conoce a) De la hermana rival, hacia el enigma de la "otra mujer" ...
(hombres compartidos con mujeres conocidas) manteniéndose así, por los caminos del deseo.
para usar su expresión, como un "sapo de otro ... ", siempre (apa- b) De la madre a la cuestión del Otro prehistórico materno ...
rentemente) ajena. por los caminos del goce.
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1fü)
168 MARTA GEREZ AMBERTÍN

sirve el néctar, objeto valioso que provoca el deseo de su padre y de Los


La cura enlaza ambas. No era aconsejable avanzar por la segunda
hombres. Tal su posición en la vida: al sostener el deseo de los hom-
sin pasar antes por la que daria apoyatura al despliegue del fantasma:
bres como objeto permite el funcionamiento del goce fálico para qut'
"Este drama[. .. / es de esencia -dirá Lacan- pues el deseo viene las parejas se sirvan y funcionen. Posición prestigiosa porque es una
del Otro, y el goce está del lado de la Cosa. posición que causa, pero también es desecho: debe excluirse para
Lo que el sujeto recibe por ello de descuartiza.miento pluralizan- causarla. Es la que sirve el néctar, pero es también la sierva exclui-
te, a eso es a lo que se aplica la segunda tópica de Freud. Ocasión da que se ofrece al goce del Otro. Es causa de los acoplamientos, pe-
de más para no ver lo que debería saltar allí a los ojos: que las iden-
tificaciones se determinan allí por el deseo sin satisfacer la pulsión. ro permanece excluida de ellos; queda sola, con su herramienta dt'
Esto por la razón de que la pulsión divide al sujeto y al deseo, trabajo, fuera de la circulación sexual, como un "sapo de otro pozo".
deseo que no se sostiene sino por la relación que desconoce de esta En aquel sueño e interpretación se revela su coartada con el
división con un objeto que la causa. Tal es la estructura del fa.n-
hombre casado y la esposa conocida, esta se sirve de lo que efü1 re-
tasma". (Lacan, 7-12 / 1 / 64, p. 832).
nuncia. Descubrimiento que le provoca vacilación subjetiva, tris
La estrategia de la cura obtiene su dirección en los conceptos de teza y un cambio de posición con el padre y el "amigo". Dirá: "M<•
este enunciado atendiendo las incidencias por las que atraviesa la cansé de los reclamos de mi viejo por mi vieja, si se jode porqu<' 11<1
analizante entre deseo y goce, y es por eso que adopta como brúju- puede mandarla a la puta que la parió, ¿por qué tengo que jod<·r
la la cuestión de "la otra mujer", orientador simbólico después de me yo bancándole boludeces?, ¿para qué ser la preferida? ¿para <'S
todo, ya que es uno de los referentes del N.omb.rrn--F~- to? En realidad soy una <ayudante de segunda categoría>".
Malaventura del deseo en el momento de caída de su identifica-
ción al falo. Ahí, dificultades en el romance con un colega casado con Con el amigo se produce un distanciamiento que la apena. La
una mujer conocida. Por primera vez, y a pesar del amor que ese revelación de haber abandonado un lugar que hacía lucir a la
hombre le suscita, rehusa acostarse con él porque la presencia de la otra, la rival, la entristece. Descubre la otra cara del mandato pa-
esposa, entre ambos, la incomoda, al tiempo que comienza a hablar terno, la variación del "¡¡levántate y lúcete!!" es "¡¡levántese, lúce-
de ella en el análisis con embeleso y buena dosis de competitividad. se y tírese!!" Eco de la voz en el fantasma y punto de riesgo de de-
Emerge un sueño fundamental: "Hay una carna redonda ... están senmarcamiento (fantasmático) de aquel; tentación a obedecer la
mis viejos ... me siento muy cerca de papá, mi mamá está furiosa voz del superyó para precipitarse hacia el pasaje al acto suicida.
porque él me murmura palabras que sólo yo puedo entender: la Como antídoto al imperativo superyoico en sus recursos por ne-
sirvo a ella, aunque ... te prefiero a vos". gociar deseo y goce se suceden una serie de fantasías diurnas (sue
El deseo y su interpretación evidencian en este sueño no sólo el ños también) donde se enamora y acuesta con tipos que llama "nwr
trazo edípico sino también su estrategia con el hombre casado: si es ginales": camioneros, mecánicos, verduleros. Momento de hallnzgo
la preferida no importa lo que pase entre las parejas, "que se sir- de su sexualidad que emerge como enigma porque la condici6n <'I"<>
van", ella las sostiene, mientras el padre le dirige su deseo. Hacien- tica que pone a esos hombres es la de cochinos, brutos y desC'ahll'H.
do un particular juego con los significantes de su nombre, produce Exigencias de la vida amorosa ligadas a su degradación. Recunms :1
un "sobre-nombre" donde se designa "la que escancia el néctar a los los que apela en su fantasía para desidealizar a la serie de los ho111
dioses". Sirve el néctar a su Dios-Padre para provocarle su juven- bres que se abre por la ruta de su amor "incondicional" al padre.
tud y potencia. Si ubica al padre como protector e ideal es a costa
de la castración de la cual, a pesar de todo, ella se hace causa. 3º MOMENTO: DEL GOCE MATERNO AL
Este sueño abrocha sus posiciones frente a la función fálica y fren- DESCOMPLETAMIENTO DEL OTRO: UN MÁS ALLÁ DEL PADRE
te al objeto. En la cama redonda "se sienta cerca del padre" y es de su
Lleva al análisis lo que provoca una verdadera estocada en su fan-
lado que se coloca en la vida: más cercana al padre y a los hombres.
tasma y que, sin embargo, se tramita por sus vías. En la Universidnd
Pero también revela su posición de objeto del deseo del Otro, es la que
170 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 171

se abre un concurso .:m el cual podría lucirse en el manejo de su herra- 'Buscar hombres que están bien casados con su síntoma'. Sínto~
mienta de trabajo. Su amigo (el del impasse amoroso) participa en ca- ma en el que ella no entra para nada, está excluida.
lidad de jurado. Pero antes de la prueba le escucha decir:" ... toda la vi- Sostener a ese costo su deseo insatisfecho la conduce 1rn1s allá
da es preferible la otra, servirá mejor que Ely". Luego de esto no se lu- del principio del placer: "queda sierva" y bajo la fatal tentación d< 1

ce en el manejo de la herramienta y gana una joven rival. Afirmación convertirse en el "sapo del pozo" lo cual la arroja a los desfilaclt'-
del falo del lado del hombre que prefiere a "la otra", lo que la muestra ros superyoicos donde busca siempre "otro" y "otro" y "otro pozo"
como una pobre cosa traicionada por el Otro, que desea sin ella. en los que corre el riesgo de precipitarse (o desbarrancarse) bajo
Es evidente que lo que aduce haber escuchado hace irrupción en el empuje de la compulsión de repetición. Tentarse a ser el "sapo
su fantasma, es la realización misma del fantasma. La falla en el del pozo" indica su nostalgia, la nostalgia por el objeto perdido,
concurso la trastorna y pide sesión. Emerge un recuerdo infantil: ese Otro inolvidable, la Cosa hostil e íntima*.
el padre discutía con la Esfinge (su madre) y quedaba jodido y mal Por eso el síntoma del vértigo es cara y contracara de su tc>n
parado. Ella le pregunta: "¿por qué la aguantás?" A lo que el padre tación a tirarse al pozo; el vértigo la retrotrae a una declaración
responde"... me jodo porque la quiero, ¿qué sería yo sin ella ?" fundamental** que hace a su madre "Me puedo tirar" parn
Ubicación del padre como padre uxorial (véase referencias al pa- preservar a aquella del suicidio- pues es vértigo al abismo ma -
dre uxorial en Seminarios VII [16-3-60]; XI [22-1-64] y XIII [16-6- terno, es vértigo a algo que puede caer. Angustia (pesadilla),
69]) aquel que Lacan designa como el hombre que "ama a su mujer", vértigo y fobia dicen, en el fin de esa serie, de la erección ele u11
un hombre casado con su síntoma -¿qué hace al síntoma del hom- significante como reja puesto justo en el borde del agujero. H,<'
) bre sino "una mujer"?- lo cual permite, por otra parte, que su hija curso contra el abismo de su "goce primario", y a su vez, con
tenga como destino la neurosis pues ¿qué ruptura de la ley hubiera frontación con ese goce que Lacan refiere como "aversión" en <'I
significado que ese padre consagrara todo su amor a esa hija? Seminario de La Etica.
La respuesta del padre lo muestra en su impotencia, desnuda "Si el fin de la acción especifica que apunta a la experiencia el<'
su castración al tiempo que invierte el enunciado del sueño edípi- satisfacción es reproducir el estado inicial, volver a encontrar a das
co: igual que la frase de su "amigo del concurso" no expresa como Ding, el objeto, comprendemos muchos modos de comportamiento
en Dora "mi mujer no es nada para mi", sino todo lo contrario; lo neurótico. La conducta de la histérica, por ejemplo, tiene como oh
que le revela su lugar en la dialéctica del deseo. Ahora se puede jetivo recrear un estado centrado por el objeto, en tanto ese ol~jeto,
avanzar en la cura por el lado del fantasma vislumbrando la das Ding, es, como escribe Freud en algún lado, el soporte de 11110
emergencia del goce materno. aversión. En tanto el objeto primero es objeto de insatisfaccion s1•
ordena el Erlebnis específico de la histérica". (Traducimos Erll'h111s
Si su padre no podía dominar a "la esfinge" y hacer que su ley pu- como "memoria de vida"). (Lacan, 1959-60, Seni. VII, p. (i.<JJ
siera límites simbólicos a la Cosa codiciada, era ella la que se consa-
graba a esa tarea para sostener el deseo y el goce del Otro: "Mi viejo se Agradezco a Eric Laurent la comunicación transmitida, a propósito el<' la d1sc11s1011 d1•
jodió porque no pudo mandarla a la puta que la parió ... como yo". A lo este caso, sobre la tentación que acosaba a Ely de identificarse al pC'rsonaJI' d1• ( :, ,
que podemos agregar que puede comenzar a enunciar las condiciones bouille. Al respecto dirá Lacan en el Seminario V (5-3-581: "[ ... J la ick11tific·a<'11111 ,1 1· ,
te personaje de Gribouille de un cuento de Andersen quien se va hacia una c·111111•11l1•
de su goce ... más allá de la supuesta garantía del padre todo-amor.
de agua y termina por llegar a una lejana orilla, transformado en rala muc•rla, l'S d1· ,
Entonces puede atisbar su lugar en esa estrategia de elegir cir en las formas menos humanamente constituidas de este dolor de la rxisll'1H·111"
hombres comprometidos con mujeres conocidas: tiene como guía ''"'' Luego del 3er. momento se11alado en la presentación , y respetando rl lirmpo llig1t'11 d1•
e:: lo. vida "otras mujeres", las que le sirven de "rosa de los vien- !a pncicntc, se hizo posible In ::anslrucción del fantasn1a que sin despleganH\ dig-iL1ha
tos" para la elección de sus hombres, pero, finalmente, sólo obtie- su vida. En el viraje hacia los confines drl goce del Otro, del gocr materno, su rg1• 111111
ne de esos hombres lo mismo que obtuvo de su padre. revelación "cuando la Esfinge rugía", para calmarla, Ely amrnazaba con l irnrsP a 1111
pozo (aljibe) muy profundo ele la casa de campo. Punto drl sacrificio al (JU<' aho11ah:1 s11
Esos hombres le confesarán, tarde o temprano, que están ca- fantasma: "una niña es limeta a un pozo". Tal el axioma fantasm;ílico Pn < 1qui' p111'd1•
1

sados con su mujer lo que la deja en una posición de repetición: desprrndNse rl obj!'to r, como voz.
172 lV[ARTA ÜEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 17:1

Esto enlaza la cuestión de su sumisión al padre, su anhelo por


rehabilitar al padre ideal y omnipotente como una estratagema
V.2. Enmascaramientos en un caso de histeria
que no aspiraría sino a colmar el abismo abierto de la castración
materna. La "servidumbre" al padre no es sino una traslación de En este caso los recursos del enmascaramiento y del humor
aquella que dedicaba al goce materno. hicieron posible que el deseo de la analizante primara sobrP los
Caben, en este caso, las reflexiones de Catherine Millot referi- imperativos obscenos del superyó. Puntualizamos las secuencias.
das a la histérica:
1" SECUENCIA: LA PERPLEJIDAD ANTE EL CÁNCER,
"Sostener al padre y gozar de la madre poseen así, el mismo va-
lor fantasmático. Las paradojas del superyó, que prohibe el goce y LAS ENTREVISTAS PRELIMINARES
al mismo tiempo lo impone, son,/ ... ! igualmente articulabies con
este nudo". (Millot, 1988, p. 35). Casi me niego a escuchar a esa hija que preguntaba si pocl1n
atender a su madre, si el psicoanálisis podría llevarle alguna n's
Escudriñar la falta del padre y las condiciones que la adhieren puesta (¿a ella?), si podría recibirla (¿a quién y para qué?). Era l:i
al goce primario en complicidad con la madre abre en Ely la alter- primera vez que me enfrentaba a una demanda de ese tipo.
nativa de correrse del lugar de "sierva" y dejar de alimentar el "po-
Había que deslindar el lugar de la demanda del pedido, <11,I
zo" materno a su costa, para no ser siempre, y obligatoriamente,
mandato superyoico, o de la derivación. Era preciso indagar rnnl
"sapo de otro pozo". Débil coartada histérica que la encierra en el
iba a ser mi ubicación en esas alternativas.
Edipo paterno y la sitúa excluida de la vida amorosa ... siendo de
La joven relata que en su madre el cáncer estalló de golpe. Vio
ningún pozo. Camino en la dirección de la cura que apunta a una
lentamente hizo metástasis en las glándulas mamarias a niv<'I
disyunción entre el ideal y el objeto a efectos de levantar la censu-
profundo. Agrega: "No lo puedo creer, mamá tan fuerte, tan sana,
ra de la verdad puesto que, persistir en completar al Otro, era pa-
tan jouial. Mi padre y yo somos médicos. Y no podemos hacer nado,
ra no perder el objeto, aun al costo de su incapacidad de amar.
no podemos enfrentar esto, no sabemos cómo ayudarla y tampurn
Viraje desde "la otra mujer" y de la frase "gozo cada noche de
queremos decirle la uerdad, ¿cómo decirle que se ua a morir, <¡11<'
lo que soy privada" al Otro gozador. Revelación de una relación
tiene cáncer?"
entre ese Otro gozador con el goce de su madre, lo que otorga una
dirección a la cura: la necesidad de trabajar sobre este goce para Escuchaba y me preguntaba -no sin angustia-: ¿Qué me qui('r('?
que aparezca el Otro como descompletado. Es menester descom- Cuál la demanda de esta hija que aparentemente solicitabn urrn
pletar a ese Otro, ese Otro gozador que el neurótico precisa para analista para su madre que tenía cáncer y que-según ella- morinn
escapar a la castración en esa idea que el Otro goza de ella. ¿Qué pedía? ¿Era una suprema demanda de amor o un manclnto
superyoico?: "¡Restaure a mi madre!", o "¡Procúrele uno 111111•1/,•
digna y sobria!... pero inodora e indolora, que no resquebro.i<' <'I 1111
cleo familiar ... acaso que no moleste y que tampoco nos e11/i·< 11/r· u
1

la impotencia, a nuestro saber médico en su punto de detcriom \'


Referencias Bibliográficas sufrimiento."
Era importante trabajar las resistencias de esta hija en su d<·
manda y en sus desesperadas órdenes, su miedo a la muert0 o, 111,ÍH
FREUD, S. (6/12/1896). Carta 52. I. Bs.As.: Amorrortu, 1982. bien, a la enfermedad de su m:::i.drc con la que se sentía dob!rnwnl<·
LACAN, J. (1957-58) Seminario V. Las for111acio11es del i11co11scie11te. Inédito.
LACAN, J. (1959-60) Seminario Vil. La ética del Psicoanálisis. Bs.As.: Paidós. 1988.
culpable: como hija y como médico y, además, porque vivía ('n u11:1
LACAN, J. (7-12/1/64) Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista. Escritos ll. provincia lejana. Sin embargo, era la única que había pedido 111111
Bs. As.: Siglo XXI, 13ª ed., 1985. analista para su madre en nombre del grupo familiar. Ni su padn>,
MILLOT, C. (1988) Nobodaddy. La histeria e11 el siglo. Bs.As.: Nueva Visión. ni sus hermanos -conformes con su propuesta- atinaron a nndn.
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 17!",
174 MARTA GEREZ AMllERTÍN

madre muy grande, nace su segunda hermana, con una diÜ'n'n


Explicité mis sospechas, aceptó algunas y entre ellas una de-
cia de 15 años, de la que se debe ocupar y a quien declara qu<'n'r
rivación analítica en su lugar de residencia. Sin darle demasia-
mucho ... muchísimo.
das respuestas y, con ciertas vacilaciones, le dije que sugiriera a
El otro problema es su marido al que dice amar apaciblcnwn
su madre llamarme para concertar una entrevista.
te, pero a quien, también, debe atender y cuidar como a un nino :
En ese momento me asaltaron dudas y resistencias. Mi deseo
"Es un buen tipo, un buen médico, pero sé que debo sostenerlo 1•11
era puesto en la picota, ¿sería analizable?, ¿se moriría?, ¿soporta-
muchas cosas y me hace sentir que sin mi se derrumbaría."
ría su muerte? y la pregunta más cruel e imbécil de todas: ¿la
Habla detenidamente de sus hijos (el preferido es el segundo,
muerte visitaría mi diván?
también médico), de sus nueras a las que alaba -sospechosanwn
te- en demasía, de sus nietos y de cómo "cree" sostener la casn d<•
2ª SECUENCIA: LA DOBLE FARSA:
cada uno de los miembros de su familia: de su madre y la emJH'('Scl
CÁNCER-INCURABLE + INCURABLE-SIN CÁNCER
de ella, de su hermana, de sus hijos. Queda fuera de tanto sostP11i
miento su hija menor, más independiente. Agrega: "A pesar di' fo
En las primeras entrevistas con Raquel campeó el discurso
dos estos líos estoy feliz con la familia que tengo y orgullosa ele <'llo "
universitario, el que me impedía escuchar el suyo. Esperaba un
Pero hubo otra sorpresa, específicamente en la cuestión di' l:1
pobre despojo, solo resto. Desde el lugar dominante en que me
transferencia, que estuvo instalada desde tiempo atrás. El u 11 i
ubicaba, de ese pobre otro yo sabía todo: se iba a morir y tal vez
mo empujón lo dio su hija cuando sugirió un análisis. Dice halH·r·
como muerta la esperaba -igual que su familia- para que no pu-
leído publicaciones mías en periódicos locales y haberme escudw
diera sorprenderme; en suma, la ubicaba casi en el mismo lugar
do en algunas conferencias. En sus tiempos libres escribe algunos
que su familia, los médicos y la sociedad. Que enferme, que mue-
cuentos y ensayos que nadie conoce. Tenuemente vislumbra que'
ra, pero que no sorprenda. ¡Vaya defensa y estupidez! Sólo los "no
algo de la escritura le hace cuestión.
incautos yerran" -les non dupes errent- reza un seminario de
Deja, siempre, el tema de su salud para el final y, no vamos c1
Lacan confundido con los Nombres del Padre (les Noms du Pere)
negarlo, allí me desconcierta.
y acaso esa mera asociación rompía mi resistencia, aunque pude
Sus problemas comenzaron 8 años atrás, luego de la muNLe
significar esto sólo tiempo después y no sin alguna errancia.
del padre que padecía cáncer de estómago. El primero fue u na
Fue insólito o, más bien, inesperado. Raquel no se dejaba
torcedura de pierna aparentemente inofensiva que deriva en una
aplastar por tanta sabiduría. Con 58 años, inquietudes, amores y
seria operación que la postra 6 meses en cama. Al poco tiempo Jp
desamores, venía a hablarme de su vida, de los impasses de su vi-
descubren quistes en los ovarios y la simple operación para <'xti r
da como cualquier analizante y, entre otras cosas, de su enferme-
parlas deviene una histerectomía. Se vivió vaciada.
dad. Mientras los demás la representaban con el significante "en-
Hace muy poco le diagnostican tuberculosis, lo quP <'1H·1ilm•
ferma", ella se representaba con otros significantes.
-desde la familia- el cáncer de mamas.
Desde el discurso universitario en el que comencé por situarme
En suma, es posible decir que desde el discurso hisLC'ri('(), li :1
corría el peligro de entramparme con el discurso médico y las pa-
blaba en nombre de la impotencia para alcanzar la detern1i11 :w1c', 11
radojas del discurso de su familia y el de la sociedad. Un cierto saber
de un cierto saber, y la verdad, por momentos, se hacín pn•s<• 11l1 •
del cuerpo imaginarizaba la posibilidad de estar vacunada contra
como angustia.
la sorpresa: "Si se muere en sesión no podrá sorprenderme porque
Raquel interrogaba sobre ella y sus seres queridos, :-,ul,; , . su
sé qu.e se va a morir" -sólo los no incautos Jrerrnn- y, sin en1bargo,
deseo, su vida y sus dolores. Se negaba a ser domesticada por 11 i 11 -
quería munirme de cautela, prepararme para el desengaño.
gún saber, ningún significante amo podía aplastarla.
Entre esos ruidos escuché que el problema de su vida fue una
Por momentos, y casi fracturando el discurso univPrsit:1rio
madre que nunca la atendió, una dictadora que la engendró cuan-
tras el que me había atrincherado, emergía el discurso del annlis -
do era jovencita y la dejó al cuidado de domésticas. Siendo esa
176 MARTA GEREZ MIBERTIN lMPrnATIVOS DEL SUPERYÓ 177

ta, ubicando-me como resto. Comienzo a perder la cautela: "sólo La angustia por esos interrogantes se desliza hacia su cuerpo y
los no incautos yerran"; perder la cautela es soportar que Ra- las transformaciones que empieza a sufrir: la caída del pelo, el en-
quel procure un analista y, aunque todavía no sabía para qué -co- negrecimiento de las uñas, el deterioro de la piel y la enuresis. Co-
mo con cualquier analizante-, era preciso escuchar el semi-decir menta que le resulta insoportable compartir la aplicación de las dro-
del inconsciente para que de alguna manera algo funcionara co- gas con adolescentes que tienen cáncer. "Ellos -dice- tienen cáncer
mo causa de deseo: específicamente el lugar del analista hace po- y se van a morir." Comienzo a soportar el enigma y digo: "¿será?"
sible el alojamiento del sujeto del inconsciente. Desde mi escucha es otro el material que empiezo a interrogar;
En una de las sesiones me asalta un mal olor, comienza a flotar de ella varios puntos hacen enigma, es mucho más que una enfer-
en la sesión un mal olor: olor a cadáver, a cuerpo putrefacto. No ma y es ese "mucho más" y, en todo caso también su enfermedad,
siendo posible ese mal olor, el semi-dicho enuncia: "la cosa comien- lo que hace cuestión en su análisis.
za a tener mal olor, algo raro eme,ge", tal la escucha analítica que A esta altura no había dudas que transferencialmente estaba im
puede hacerse a esa altura. Algún mal olor -más allá de lo imagina- plicada en la farsa, pero ¿cómo? Y ahí, de pronto, me deslicé haci.1
rio- insta a despojarse de la supuesta certeza que pretendía expulsar la otra acepción de farsa que ella misma arroja en sesión. Raquc I 1

la angustia y soportar que el enigma comenzara a flotar en sesión. había escuchado una conferencia donde se decía de una farsa: "unn
Habla de su marido, de ese extraño amor aparentemente apacible pieza cómica breve", "un relleno". Prosigue dándome la solución n In
de tantos años, pero, ¿lo ama? Fue su primer novio, el único y ¿por dirección de la cura: una farsa, un enmascaramiento de lo cómi-
qué el único si se reconoce fisicamente agraciada? ¿Se casó con él por co donde es preciso despejar algo; sólo algo, y no todo, porqu('
amor o para escapar de la cárcel de su madre? Y hoy ¿qué pasa con de lo contrario la pieza breve y cómica se desarma. Raquel daba
él? Siente cierta intranquilidad porque lo nota taciturno, callado y, a pruebas de ser una combatiente contra la ferocidad superyoica por-
veces, hosco. Agrega: "Hasta ahora creí que era un libro abierto para que no se dejaba vencer en el campo de su deseo inconsciente, ni por
mi (..) de pronto lo miro y pienso que de ese honibre no se nada." Ig- los sopapos de lo real, ni por los desatinos de su analista. Demuestra
norancia de "ese hombre", de ella misma y del deseo del Otro. estar bien abonada al inconsciente y no hace concesiones al silencio
Interroga también sobre la fidelidad de ambos, ¿lo son? Por pri- pulsional que los tremendos sufrimientos de su cuerpo podrían
mera vez irrumpe el significante farsa. ¿Y si todo fuera una farsa? haber convocado. A pesar de su angustia no apela a la certeza, sino
Ese significante se desliza también hacia la enfermedad. Ra- al significante y al enmascaramiento (engaño) que hace soportabl('
quel necesita "creer" lo que le diagnosticaron, pero duda de esa la vida; en suma, como asevera C. Millot:
tuberculosis porque las drogas que le aplican son las mismas que
le aplicaron a su padre que no tenía tuberculosis sino cáncer. Re- "la universalidad del significante, (es) lo único que permite des
lata que con él se jugó una doble farsa porque se ocultaban mu- prenderse al deseo humano de los imperativos obscenos y feroces
tuamente información. Pensé: ¿no es acaso lo que se juega en la del superyó". (Millot, 1988, p. 11).
sesión, con su marido, con sus hijos, su familia y amigos?, pero
¿convenía desenmascarar la farsa? ¿Qué hubiera generado de- El camino estaba planteado: el de la farsa como pieza cómica ck
cirle: es posible que su marido la engañe y que Ud. tenga cáncer? la que había que despejar algo, y ser una incauta ... momento po
¿Compete a un analista esta enunciación? sible de desprenderse de la cautela y dejarse sorprender por la
En este punto arroja también sus enigmas en torno a: ¿qué es errancia del inconsciente y su saber. Acaso de Raquel y de su hu -
ur..;:: mujer? al aludir a sus amigas, lo elegante y seductoras que mor recibí una enseñanza: cualquier paciente puede morir... l:\m
son. Se cree: "bien vista" pero no seductora, eso es cosa de pu- bién cualquier analista ... no es fácil tolerarlo, pero no hay seguro
tas ... ; sin embargo, emite casi con vergüenza "¿y por qué no?" Su de vida ... tampoco es posible ignorarlo. No hay dirección de la cu
rivalidad imaginaria se centra en dos amigas de las que afirma: ra sin ese riesgo del duelo, del que Freud nunca dejó de advertir y
"son muy bellas y seductoras, pueden hacer muchas conquistas". de advertirse. No hay vacunas para las inconsistencias de la vida.
MARTA GEREZ i\MUtRTIN
178 IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 17!>

En La transitoriedad (1915) Freud dirá que el duelo es un Si así no fuera la vida carecería de significación; pero supofü', a
gran enigma del que todo sujeto prefiere apartarse; pero no es po- la vez, la paradoja de que en la vida soportamos los duelos prcpn
sible sostener una cura con ese horror a la transitoriedad. rándonos para la muerte ... del otro. Es importante resaltar que tal
afirmación freudiana posibilitó sostener sin cobardía y sin forza
Raquel plantea un saber que no sabe, y habla desde la parado- mientos la farsa que marcaría la dirección de la cura en Raqu0I.
ja de Epiménides: ''Yo cada vez que abro la boca, miento", lo que
denuncia la falla del alma bella. Si Raquel está implicada en la 3ª SECUENCIA: LA TRANSFIGURACIÓN Y EL SUEÑO
pieza breve que sostiene de relleno -en la farsa- es porque desde DE LA VECINA MUERTA
€sa farsa interroga. Discurso de la histérica que en ese desplie-
gue busca un saber. Mientras recibe los cachetazos de lo real En estos vaivenes, y en torno al significante farsa, transcurrio
plantea la farsa y dice: "Cuando me aplicaban las drogas vi una más de un año de análisis durante el cual abordó la farsa de su
igual a la que le aplicaron a ,ni padre, pero no quise ver más, lue- matrimonio, los interrogantes acerca de su fidelidad y la de su
go pregunté a mi esposo y me d~je: No sólo una sino todas son marido, la farsa de sus hijos con sus nueras y de éstas con elln y
iguales. Entonces pensé: <serán las mismas pero no tengo cán- las de su hija con todos. No silenció su enfermedad a la que a v<'
cer.>" O sea, "no sé que sé", supuesta ignorancia de un saber no ces nombraba como tuberculosis y, otras, como fallido; "cáncer".
sabido. Saber que abre las compuertas del inconsciente y desde la Hacia el final de esta época sobrevino un agravamiento, tanto
escisión del sujeto plantea su enigma. de su enfermedad como de su posición subjetiva, un cierto riesgo
De a poco va desatando significantes que antes parecían solda- de desenmascaramiento fantasmático y fue preciso apelar a mu-
dos: "Cáncer-curable-incurable: puede ser incurable pero no es chos ardides para sostener el deseo de la analista de analizar y
cáncer, si es incurable no ,ne muero, pero me moriría si es cáncer". sostener la dirección de la cura.
Y así lo incurable aparece escindido en dos campos: "lo incurable
del cáncer que es mortífero" - "lo incurable que no es cáncer". En la apertura de una sesión expresa: "La transfiguración se
acelera. El sábado perdí los últimos mechones de pelo y ya no ten-
¿Cuál la dirección de la cura? ¿La empatía humanista? ¿La ex- go en qué agarrarme. Me saqué la peluca, me despinté las uiias ...
plicación científica? ¿Tenía sentido decirle que no todo cáncer es ¡que me vean, que me vean enferma!, ¿por qué tengo que aguantar
mortal, espetarle una verdad que ella no puede saber -no hay yo sola esto ... todo esto?"
inscripción de la propia muerte en el inconsciente- o dar lugar a Me pregunté: "¿De qué transfiguración habla?" Algo de la far
la farsa para que circule? Momento de vacilación. Opté por lo se- sa se había desenmascarado, pero ¿en qué y hacia quién? Raqu<'I
gundo: ella en su trabajo analítico había preparado el camino. rompe el pacto de silencio y el de las buenas formas de una fami
lia burguesa en la cual lo "bien visto" era priorizado. Encara con
Quisiera detenerme un momento en esto de que "no hay ins- su marido la cuestión de la infidelidad, de su impotencia y de las
cripción de la propia muerte en el inconsciente." ganas de serle infiel. También aborda en sesión esa presión fáli
ca de ser el sostén de todos y ubicarse al mismo tiempo como ob
"Hemos manifestado la inequívoca tendencia a hacer a un la-
jeto causa en todo, ¿podría ella encontrar sostén en otros? Esl.t
do la muerte, a elinúnarla de la vida. Hemos intentado matarla
con el silencio / ... / La muerte propia no se puede concebí r; tan
caída fálica no es sin duelo en un momento en que debe enfr<'II
pronto intentamos hacerlo podemos notar que en verdad sobrevi- tar angustiosamente cierto desenmascaramiento.
vimos como observadores./ ... / En el fondo nadie cree en su pro- Nuevamente la pregunta por el lugar del análisis: ¿facilitar ('Sil
pia muerte, o, lo que viene a ser lo mismo, en el inconsciente cada caída? ¿hasta qué punto? ¿cuál los riesgos de una desubjetivizacion?
uno de nosotros está convencido de su inmortalidad". (Freud, Raquel habla: "A pesar de todo estoy tranquila de no sostencr lo
1915b, p. 290). farsa, aunque lo único que me embromó fue una pesadilla, hic<' 1111
180 MARTA ÜEREZ AMBERTIN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
181

pasaje de los sueños eróticos a la pesadilla: Soiié que estaba en la ¿Qué desenmascaramiento se precipitaba? ¿su muerte, la rup-
casa de una vecina mía que a los 30 años murió de cáncer a la matriz. tura de la farsa, su negación a continuar siendo el falo de su rn;1 -
La veía, ella estaba en el cajón, la estaban velando. Los hermanos dre? Punto fálico que hacía serie en cuanto a otros sosLcrws: s11
no sabían qué hacer para que no se le notara la, pelada, arreglaban hermana, su marido, sus hijos, sus nueras y sus amigas.
los tules blancos que hay en el cajón para taparle la cabeza, para Pero, más allá del falo, había una tentación a ofrecerse nwso
que la gente no la viera en el cajón pelada. Pero cuando yo me acerco quísticamente como objeto a para abonar lo de "mandamás" cl( s11 1

al cajón, no es la muerta la que está en el cajón sino soy yo, soy yo madre, para abonar el imperativo superyoico que ordenaba "js<·
con un mechón de pelo, o sea, a diferencia de la muerta a mi me rás rascaollas!" Vislumbrar ese goce de su fantasma ¿no atcntn
quedaba un 1nechón de pelo.[. .. } No sé porqué s01ié esto -continúa- . ba contra el desenmascaramiento del mismo? ¿Posibilitaba <•I
Mi vecina era una chica muy hennosa y la gro n preocupación de los tiempo lógico de su análisis avanzar hacia allí?, ¿no implicaba <'so
hermanos era que no se notara que estaba pelada. Yo la vi pelada el riesgo de una desubjetivización?
una vez y me impactó muchísimo. Sufrí mucho su muerte y pensé: Tomar en la dirección de la cura el camino inverso ofrccia, <•11
por qué a los hermanos les preocupaba tanto taparle la cabeza. cambio, menos riesgos. Apoyándose en la lógica fálica era posililo
Pienso si esto no tendrá que ver con mi revelación de todo el oculta- discurrir en torno a los puntos probables de amarre que pusi<·r:111
miento que estaba haciendo. [... } Es mi rebeldía, decidí mostrarme tope a la cuestión del objeto y del goce del Otro. Los recursos si 1t1-
pelada, que me vean, que se las aguanten conw me las aguanté yo. bólicos de Raquel así lo permitieron. Ella abrió las vías focLilil!'s
La transfiguración se acelera, no puede haber tanta coniedia. [. .. } ofreciendo una brújula en las rutas de la cura en pos de In "l•:s
Ya no tiene sentido seguir ocultando tantas cosas... esto de estar trella de David".
ocultando tantas cosas lo hemos hecho siempre con mi hermana. La
diferencia es que yo soy la "rascaollas" de la familia, mi hermana, 4" SECUENCIA: EL ENMASCARAMIENTO
en cambio, es la profesional. Pero somos las dos mujeres potentes de "BAJO" EL NOMBRE-DEL-PADRE
la familia ... sostén de mi madre".
Aquí era preciso no despistarse. ¿Se trataba acaso de una pesa- Raquel está en una encrucijada. El trabajo sobre el sueño ,111
dilla de la cual dice Freud en Adición metapsicológica ... : "es casi tes citado demuestra que se ubica entre la "mujer potente" (<I>) y
una realización de deseo"? De ser así no convenía hacer interpre- la "rascaollas" (a); en suma, entre la que sostiene el falo y la qu<'
tación alguna. Tomando en cuenta estos recaudos, son sus mismos puede caer, precipitarse identificada al objeto a. Insisto en las 11
comentarios los que advierten el camino a seguir. Comenta que del neas asociativas del sueño que pueden sostenerla desde las for
sueño dijo "pesadilla" no porque se haya despertado sobresaltada maciones del inconsciente. Retornan sus interrogantes y di('(• ·
o porque le haya impedido dormir, sino más bien por la angustia "¿Por qué soñar con esto si nosotros los judíos no tenemos <'I c·o.1u11
que le suscitó, una vez despierta, pensar en ello, o, más bien, en- abierto? Mi vecina no era judía. Nosotros los tenemos tapados rn11
frentarse a la angustia que le provoca la caída del pelo. un sudario y si se respetara la tradición no existiría ni el rn.1011 / 1,'/
sudaáo tiene la Estrella de David. (Hace un largo silencio). C11011
Desde la metapsicología freudiana no es posible pensar en ese do pienso en tejer mi sudario pienso si voy a hacer la Es! re/1(1 ,fr
sueño como una pesadilla, sino que la elaboración secundaria del David o no. Pero es como una tradición ... además a noso/ ros 11"s
mismo la enfrentaba, inevitablemente, con sus "pérdidas". De todos ponen en tierra ... rascamos la tierra más que los cristianos".
1UDr:!os, no puede negarse que hay algo mortífero y de cuño masoquis- Raquel intenta eI.tramparme en puntos de angustié,, nu J., lo
ta en este sueño ... era preciso avanzar con cuidado. Ciertas aristas gray compara mis respuestas a las de su marido e hijos. "/,c•s c·o11
de autorreproches derivadas del superyó alertaban sobre el riesgo en té el sueiio, ellos estaban aterroriz ados y se pusiero11 peor c11011clo
la tramitación de la farsa y de algún acoso de lo real que ponía en pe- les dije: ¡Che! ¿cuándo uomos o comprar los terre11os en el n•1111•11
ligro la apelación a las formaciones del inconsciente en el análisis. terio judío? No será lo tierra prometido de• lo que tanto /l(th/uh(I
182 MARTA GEREZ AMl3EllTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
18:¡
mi padre, pero algo de tierra es ... de la misma manera que es im-
ciado y que ahora, recuperada de su cobardía, la conducía a indn-
portante comprar los terrenos en la montaña para la casa de fin gar por la tierra: la prometida por su padre.
de semana".
Repentinamente aparecía una cadena que ofrecía salidas y Como por un efecto de borde va hilvanado un discurso que t<'.i<·
la historia como la del sudario. Tejer una historia de amor p;ir:i
coartadas contra el desenmascaramiento. Esto fue puntuando ba-
asir los límites -apelando al significante Nombre del Padre , lo~
jo interpretación: poner en tierra-rascaollas-rascatierra-aterrado-
puntos de impasses, de sin salida que muestran a lo real de su g<><'<'
terrenos-tierra prometida (representada por la Estrella de David).
escapando a la trama significante. Por ese entretejido la historia
Respecto a tierra aparecía una dimensión de rascar para que
de amor que teje le permitirá vestirse de la imagen de sí con una
no quedara nada atrás -tentación de goce masoquista- ligado a
mirada reflejada en el espejo del Otro, en el espejo deseante dP In
lo de ser "la rascaollas": rascar y rascar para que algo caiga. Ten-
mirada amorosa de David. Punto de recomposición de [i (a)J.
tación a caer como objeto y satisfacer el goce materno ("manda- Pero atraviesa por allí un peligro.
más"). Sin embargo, el punto de aterrado no era de su marido y
sus hijos (en su desdoblamiento imaginario) sino de ella misma, "Puedo contarles un cuento, el de una cotorra que estaba <'IIU ·
y recurre a un referente para salir de allí: la tierra prometida morada de Picasso. ¿En qué se notaba? En la manera como le 111111
ofrecida por la "Estrella de David". David, uno de los nombres de disqueaba el cuello de la camisa y las solapas de la chaqueta . 1~·11
su padre. Redoblamiento significante de la función Nombre del efecto, la cotorra estaba enamorada de lo que es esencial al !1<>111
Padre que pone límites al goce voraz materno, que pone el falo, bre, su atuendo. Esa cotorra era como Descartes, para q11ie11 l11s
el rodillo, en las fauces del goce materno. hombres eran trajes que ... paseaban. Los trajes, cuando se les d,•
ja vacantes, prometen bacantes. Pero esto no es más que llll 111it11
Y en ese punto la transferencia interpelaba: era preciso sostener
/ .. . / Gozar de un cuerpo cuando no hay traje deja intacta la pre'
el lugar en el dispositivo analítico para el despliegue de la farsa y gunta acerca de lo que configura al Uno, es decir la de la ide11ti/i'
el enmascaramiento, ahora apelando al significante "Estrella de cación. La cotorra se identificaba con Picasso vestido".
David". "Pasa lo mismo en lo tocante al amor. El hábito ama al moiúc•,
porque por eso no son más que uno. Dicho de otra manera, Lo <¡IIC'
5" SECUENCIA: LOS TRAJES VACANTES, hay bajo el hábito y que llamamos cuerpo, quizás no es más que l'S<'
LAS BACANTES Y LA ESTRELLA DE DAVID resto que llamo objeto a". (Lacan, 1972-73, Sem. XX, pp. 13-14).

Raquel insiste con la vecina muerta; de ailí parte a desenmas- En suma, si la imagen narcisista [i(a)J se desvanece y cae, a s<•
precipita sin paréntesis: la desubjetivización se aúna con el goce,
carar la farsa sostenida con su hermana: tuvo que ser la "rascao-
llas" para que la otra fuera la profesional, la exitosa, la que luce, la demoníaco de la Bacante. Riesgo de la emergencia del goce dP lo
bella. Tal el enredo sostenido con su hermana, el amor por ella fue real donde la Bacante muestra ese esplendor del desprendimiC'nt.o
del cuerpo. En cambio, un sudario hecho Nombre y proyecto la <'ll
la gran comedia manipulada por una madre dictadora. Comenza-
ba a reconocer no haberlas "bancado" nunca y vivir con muy poca vuelve y sintomatiza por el lado del amor (tuvo un amorcito) y vi
sita, para sorpresa y escándalo de la familia, la tierra pronwt.id11.
culpa ese plus de goce actual de ver, por primera vez, sufrir a su
madre porque "una hija no le puede salir fallada ... pelada, enfer- En la despedida del viaje dice: "No puedo segu;r qucjcí11dn1111·
ma, descascarada." Posición de objeto ofrecido a la Gran Dictado- como una mujer histérica, tengo que esperar que el pelo uu<'lo<r "
crecer y con algunos tratam;entos cosmetológicos la piel se uo/11,·
!"~. Allí se pregunta intempestivamente: "¿acaso papá no disfrutó rú a e:-stiru r."
cuando murió? porque ¿se puede aguantar a semejante mujer?"
Reconocimiento de su goce. Ni se puede aguantar a esa mujer Viajó, regresó y retomó su análisis, por entonces yo 'incauta -
mente' había dejado de esperar su muerte.
ni se puede aguantar someterse siempre a ella para no declarar
el amor por el padre. Ese amor por su padre al que había renun- Sobre este viaje escribió notas verdaderamente interesantes <JU<!
revelaban una faz hasta ahora inhibida en ella, la de la escritura.
184 MARTA GEREZ AMOERTIN
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 18!')

[... ]
V.3. Frida Kahlo, la debilidad del superyo
Cuando Raquel murió quedé como objeto causa de deseo de- en un mito que pinta:,,
sencausada y constaté, una vez más, que llorar a un analizante
va más allá de la contratransferencia y toca un punto nodal del
deseo del analista. Ahora, cuando visito "la tierra" de Raquel, ten-
go mucho para agradecerle, aunque no puedo ocultar el reproche "La música, los estados de felicidad,
de que, verdaderamente, su muerte me sorprendió y dolió. Sólo fa mitología, fas caras trabajadas por el tiempo,
los "no incautos yerran". Mi falta de cautela no pudo vacunarme cierffJs crepúsculos y ciertos fugan•s,
ni contra las sorpresas de un análisis que llegó más allá de lo es- quieren decirnos algo, o algo dijeron que no
h11biérw11os debido perder, o están por decir algo,
perado ni contra los laberintos del duelo que supo concitar; sin
esta inminencia de una reuelaciun,
embargo, mi errancia sin cautela fue lo único que permitió ajus- que 110 se produce, es, quizá, el hecho esfcitirn. ··
tarme al discurso analítico, aunque este relato asevere que ¡¡no J. L. 13011<:Jo:H
basta ser incauta para no errar!!
Se dice que una historia de amor, a veces, recrea una vida si
hace de ella una metáfora. Es acerca de tal recreación el ensayo
de Elena Poniatowska: Diego, no estoy sola: Frida Kahlo. El ti-
tulo dice bastante y es suficientemente elocuente en la vehemen-
cia de una demanda de amor: no estar sola supone hacerse reco-
nocer por el Otro, el amado. Pero la 8.legoría del título va más
allá, llega hasta las primeras márgenes de la historia de amor y
sufrimiento que es la vida de Frida Kahlo, alcanza hasta el amor
del padre, el que puso en sus manos pincel y pintura. El amor d('I
padre y el amor al padre tienden una pasarela entre lo real ck'I
sufrimiento, la muerte y el cuerpo desgarrado, y la sublime bt'
lleza de una mujer que se propuso conquistar a todos, seducir al
mundo, hacerse amar pese a un cuerpo tan poco "amable".

¿Cuál fue el secreto de sus numerosas conquistas? Dirá Fr<'11<I


que ni hombres ni mujeres pueden responder el acertijo: ¿qu<' ,•s
una 1n14jer?, bien ... algunos hombres y algunas mujeres, porq111•
hay quienes logran responder con invención a la pregunta. Quiz:í
la clave del acertijo radique en que no es posible contestar sin p:1
Referencias Bibliográficas sar por una invención, por una creación singular. Frida Kahlo li.1
lló su respuesta: una mujer es una pintura compuesta dcsd<' In
mirada amorosa del padre.
Luego de la presentación de dos casos clínicos de histeria cuyo
FREUD, S. (1915b) De guerra y muerte. XIV. Bs.As.: Amorrortu, 1979. análisis deparó no pocos obstáculos, me dejo tentar por el cks<'<>
LACAN, J. (1972-73) Seminario XX. Aun. Barcelona: Paidós, 1981.
MILLOT, C. (1988) Nobodaddy. La histeria en el siglo. Bs.As.: Nueva Visión.
"' Todo texto pntre comillas es cita lPxtual de EIPna Poniatowska.
186 MARTA GEREZ AMBERTÍN
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ HI

de escribir un breve ensayo -que obviamente no tiene el estatuto En general rechazo la posición de los psicoanalistas que pre
de caso clínico- sobre Frida. Y es que esta tentación tiene que ver tenden interpretar, merodear y escarbar en la vida de un creador
con el sostenimiento inquebrantable del deseo insatisfecho de la para que ella explique una obra que debe explicarse por sí mis
Kahlo. A pesar de haber recibido gol pes brutales desde lo real ella ma; por lo demás, sólo es posible interpretar a un pacienLC' en
da cuenta, desde su estrepitosa vida y desde su maravillosa obra, análisis, pero creo sí, que nos está permitido tomar una enseñan -
que la disolución inconclusa del Edipo del lado de las mujeres la za de los creadores, procurar acaso un saber y una verdad de su
mantiene, sin los riesgos de los avatares incestuosos, ligada en misterio y elevar desde allí -y a puro riesgo de quien escribe ,1
amoroso lazo al padre de quien espera un resarcimiento o un don. una dimensión paradigmática ciertos aspectos abordables de lns
Así, y en procura de conservar ese amor, queda más ligada a la pasiones de esos grandes que imprimen su marca en el siglo.
demanda del Otro y, por tanto, aplacada de la exigencia superyoi-
ca. Coartada femenina por excelencia para desasirse, con más fa- Frida, "un martillo y una mariposa clavada en vuelo", hace de su
cilidad que la de los hombres, de los imperativos del superyó. pintura la causa de su vida, pero esa pintura que la en-causa pudo
sostenerla porque brotó de la mirada amorosa de un padre que ci110
La conciencia moral de Frida es sobornable y flexible -salvo en en torno a ella el único corsé que la envolvió sin dolor y sufrimi(,11
política-, su deber no es tan kantiano y su ética le permite levi- to: el corsé labrado con pinceles, con amorosos pinceles que el fot.o
tar cuando es necesario escapar al imperativo del deber para con- grafo Guillermo Kahlo puso en las manos de su hija, el que le supo
descender a la transgresiva invención. contornear el gesto que enmascara a la amada y al amante, el que•
Me animó a escribir de ella el excelente trabajo de Elena Po- le crea el atributo y el don de hacerse amar por lo que carece.
niatowska que mágicamente llegó a mis manos (Diego: I am not
alone: Frida Kahlo). Una vez traducido** me deleité en su lectu- Hay un "diario" de Frida, el que escribe desde sus pinturas, su
ra, devoré nuevamente varias biografías pero en ninguna encon- historia se anilla desde las "notas de amor" que traza el pincC'l,
tré el vuelo metafórico que contiene ese texto de Elena. Así surgie- envoltura necesaria para cubrir y encubrir tanto dolor, tanta
ron estas ideas, precipitadas por el deseo de hablar, una vez más, traición del cuerpo y de la vida, tantas pequeñas misceláneas d<>I
de Frida Kahlo. desamor materno. Frida pintó un cuerpo de mujer sobre un cuC'r
po despedazado: pintó sus labios, sus cejas, su pelo, sus ojos, su
¿Cómo pensar algo nuevo, qué decir que ya no se haya dicho de cintura, sus pechos, su columna, su sexo, sus piernas y su cora
esta Frida castigada por la polio a los 6 años y por un feroz acciden- zón. Dibujada por la mirada amorosa de Guillermo Kahlo mu('
te que en la flor de la adolescencia desarmó su columna y su sexo? ve los pinceles que prolongan sus dedos. "Quiero que todos cstc;11
Condenada por el desmembramiento del cuerpo (al que llama "mi ju- allí y que se vuelvan a mirarme, yo existo en la luz reflejacln d('
das" por la traición infligida) y por su sexo (que la trajo mujer allí los otros". Inventa y traza sobre las telas una otra Frida, In q111·
donde se esperaba un hombre) Frida, sin embargo, recrea el embru- concita el amor y la mirada de hombres y mujeres fulgurn11t.t•s;
jo de la femineidad, desmiente toda posición narcisista de la mujer y se hizo ver osada, bella, brava, rebelde, militante, lúcida y en•:,
ofrece lo que no tiene para hacerse amar. Dibuja la mujer, la mujer dora donde bullía un infierno.
posible que tiene dentro y pinta su cuerpo resquebrajado concitando Atesoró el reflejo de los otros y lo devolvió en sus pinturns. 11:,
sobre él, sus envolturas y su obra, la mirada del mundo; un mundo lló sustitutos para Guillermo Kahlo: su primer amor, Alc~jn11dro
que no ha cesado de admirarb y hablnr de ella. Frida Kahlo se cons- Gómez Arias, y el segundo, casi único -para el que tamLif.n ,-,t,po
tituye, para hombres y mujeres, en el fantasma femenino por exce- encontrar sustitutos-: Diego Rivera. Diego que sostiene nmorosn
lencia: se las ingenia para hacerse amar en su falta y su fragilidad. mente -no siempre- los pinceles de Frida, pero que se convi<'l't.<·
en demasiados momentos en segundo Judas, Judas anwngundo
'"' Traducción del inglés de Rcgina /\zubel.
por el amor, es cierto, pero no exento de traición.
188 MARTA GEREZ AMUEl{TJN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ tmJ

Frida no centró toda su vida en Diego. Pretendía ser adorada, glo amoroso, del convite amoroso, pero, ¿con qué recursos? Con el
aspiraba a que "el mundo cayera perdidamente enamorada de Ni- deseo de ser amada no por su perfección sino por sus imperfeccio-
ña Frida", que los otros la acogieran en el seno de su reflejo ama- nes. Al final, lo que Freud y Lacan revelan no es sino eso, que lns
torio para capturar ese reflejo, un espejo que le permitiera mirar- mujeres existen en tanto que para hacerse amar hacen de su faltn
se amablemente. Nadie ama a una enferma --::lo sabía-, acaso la tentación deseante. Con el juego entre el enmascaramiento de
pueda experimentarse compasión; amor no. Pero piedad y compa- sus fallas y la falla misma las mujeres promueven el deseo en el
sión eran sentimientos que repelía. otro sexo, ofreciendo como señuelo el don de su carencia y hacien-
do de ello acto de creación.
"En la cárcel y en la cama se conocen los amigos". Frida ideó
las estrategias para hacerse amar mostrando, desde sus telas, lo No dudaría en resaltar de Frida su posición subjetiva de histé-
que no tenía, lo que perdía, lo que anhelaba tener y lo que la ador- rica, una de las más divinas histéricas del siglo. Si el mayor
naba para tentar a los otros. "Cuando yo tenía siete años, ayudé descubrimiento freudiano es que sólo la histérica conduce en su
a mi hermana de quince Matilde, a fugarse con su amante. A par- invención la respuesta al enigma de la mujer, Frida descifró ese
tir de entonces, he creído en el amor. Los balcones deben abrirse enigma y, allí, encontró la fuerza para convivir con lo peor de sus
para que las mujeres vuelen hacia afuera. Yo volé tras Diego. He miserias lanzándolas al mundo a través de sus pinturas. Necesi-
volado detrás de todos los hombres y mujeres que me han atraí- taba hacer conocer sus respuestas a su padre, a sus amantes, a
do". Balcones y mujeres, las mujeres conocen que los balcones tie- sus amigos, a sus admiradores, porque el deseo de la histérica no
nen rejas y Judas, pero cada una inventa un modo de volar más es satisfacer el suyo sino mediado por otros, porque es ahí donde
allá de ellos para tentar ser amadas. Frida, con sus heridas, con- se origina y, por eso, una mujer que se precie -una mujer como
vive con las ataduras del cuerpo y la traición y aun así crea una Frida Kahlo- ofrece sus fracturas y fallas envueltas en velos y
mujer-niña Frida adorada por los que la conocieron. Ante la am- pinturas procurando más ser amada, que amar. Presenta sus he-
putación de la pierna exclama: "Pies, para qué los necesito si tengo ridas. No dice, soy perfecta sino te ofrezco eso de lo que carezco,
alas para volar". desde eso, ámame.

Cuando se casó con Rivera sintió una "cálida felicidad", la niña Realizando una creación, una invención amorosa, más allá del
Frida sedujo al niño Diego, su "rey-rana", aunque intuía que él es- narcisismo, supo aceptar una imagen incompleta sin hacer del amor
taba mucho más embrujado por su pintura que por lo que su cuerpo una mistificación. Ir más allá de esa mistificación es lo que torna n
y deseo podían brindarle; sin embargo, no dudó en convertirse en la creación amorosa tan difícil y a menudo imposible, por la exigen-
una "mujer devoradora". De la distinguida dama Doña Frida Kah- cia de garantía de duración. Frida soportó haciendo de su vida una
lo de Diego Rivera viraba hacia la fogosa Frida, la amante de Ri- creación vía la pintura, el amor y la militancia; sólo exigió aquello
vera. "Me volví una exhibicionista, quiero parecer espectacular en que demanda una mujer histérica ... un hombre que pueda amarla,
todos lados, pero en lo profundo, cada paso que daba era jodida- a sabiendas que puede perderlo; o él puede perderla ... mañana.
mente duro [.. .]. El diablo en mi interior estallaba en raptos de risa
para no llorar de dolor. Soy realmente una puta hábil". Apostó a seducir y a enamorar al mundo. Las exposiciones ('n
EE.UU. le conquistaron "gringolandia" y la primera en París, que'
¿Cómo se captura en esa imagen desde su cuerpo recortado, bal- organizó André Bretón, concitó tar.ta atención en su obra como t·ll
dado, destrozado? ¿Cómo renace de sus tres abortos y la secuela de su figura. Mientras se debatía duramente con y contra su cuerpo,
tristeza que le dejó la muerte de Guillermo Kahlo y las mil y una mientras sus corsetes -de cuero, de yeso, de acero- lo hacían in
traiciones de Diego? La clave acaso pueda hallarse en el discurso soportable, los diseñadores franceses lanzaban la "Robe Madame
femenino; de él se ha dicho que es un canto a la esperanza del arre- Rivera" y Vogue le dedicaba sus tapas.
190 MARTA GEREZ AMBERTiN

Sí, a pesar de esos feroces corsetes se hizo mirar "extravagante-


mente hermosa" y ¡con qué recursos! cuando todo su ser estaba acon-
gojado por esa herida profunda de transitar la vida atravesada de
dardos: treinta y dos operaciones en treinta años. En la última per-
r
,i
Capítulo VI
dió una pierna.
Frida tiene ingenio para hacer surgir el espectro del don vía la
demanda, el pedido, la llamada al Otro ... y es que el don es el úni-
co objeto que se constituye en el nivel de la demanda de amor. El
don de amor es precisamente el don de lo que no se tiene y es la
solución femenina a la falencia de la completud amorosa. Dar lo Superyó,
que sobra es fácil, dar lo que se tiene es posible, pero dar lo que no 1
se tiene -vía el don- requiere de una verdadera creación, específi- i·¡ suicidio y sacrificio
camente, de una sublimación. Por ello Lacan ubica a la lógica
amatoria de la mujer del lado de la creación ex-nihilo, crea de la
nada y se tienta tentando, por ello la mujer es un mito que habla
y... ¿no es acaso la Kahlo un mito que pinta? Un mito que pintó
a niña Frida y que sigue dejando las claves, para quien pueda leer-
las, del enigma de la femineidad: inventarse a pedazos o desde sus
pedazos, desde sus cortes, desde las líneas amorosamente traza-
das por la mirada de su padre y desde los trozos de la fragilidad
~~
- -

de su cuerpo. La niña que inventó y creó el mito de la mujer.

"Una Frida se ha ido, la otra está aquí. La que queda tiene un


rostro puro, labios llenos, y una profunda mirada. Nadie ha sido
más cobarde que ella, nadie más valiente. Nunca habrá una
mujer más vital, nunca una mujer tan abandonada, tan cruel, y
también tan generosa. Friduchita, Friduchita, Frieda, la pequeña
niña Fisita".

Ese misterio de amor y femineidad consiguió seducir porque se


abandonó al embeleso del encanto-trovador de la voz modulada
del padre y de los sustitutos de este, voces que, de algún modo,
enmascararon la voz átona del eco del castigo de castración: puer-
ta abierta al deseo que le impidió deslizarse en demasía por el
usufructo del goce superyoico. '

t~ l __ ... _ l W&::S.... Qll ;q.. u JU t .... : ~ : ; - - - - -· ~


. __ .._...
IMPERATIVOS DEL S UPERYÓ 19:3

Los suicidios encubiertos


l. SUICIDIOS: TORPEZAS, ACCIDENTES Y SUPERYÓ.

He tratado en otras oportunidades el suicidio vinculado al acto,


al pasaje al acto y al acting-out (Gerez Ambertín, 1993), quisiera
ahora detenerme en un punto que si bien tiene su vínculo con aque-
llos destinos de la angustia, no es frecuentemente vinculado al sui-
cidio. Se trata del sacrifk_io, tema del que Freud se ocupara des-
de el comienzo (1886)éJ finl 1938) de su obra y que Lacan trabaja
exhaustivamente desde el Seminario II al XVIII, otorgándole un
tratamiento relevante en el inconcluso de noviembre de 1963 Los
Nombres del Padre.

Sorprende, tanto en Freud como en Lacan, el vínculo que esta-


blecen entre sacrifici_Q_,_parricidio y superyó donde la cuestión del
suicidio se de_iprende como uñ residuo inasimilable de goce.
Me interesa este costado de la cuestión del suicidio porque consi-
dero que si bien en psicoanálisis no es posible universalizar una teo-
ría sobre el suicidio, tampoco es posible despegarlo de la incidencia
del superyó. Acaso porque este toma distintas versiones en cada sub-
jetividad corresponda, más bien, hablar de suicidios y procurar una
lectura particular caso por caso, siempre y cuando ello sea posible.
Pese a que desde el psicoanálisis se ha insistido en no genera-
lizar con una teoría sobre el suicidio, en los últimos tiempos, es-
pecialistas del campo "psi" - alguno~ bastante poco especializa -
dos- inundaron los inedia de elucidaciones y teorías explicativas
acerca de la "razón" (sic) de ser del suicidio, de manera tal qu,,
parte de nuestra población quedó convencida que puede hab('r 1
una teoría que marque una clara relación causa-efecto entre PI ,
trágico acto de quitarse la vida y una posición "psicopatológica" )¡
específica del sujeto que atraviesa esa tragedia. La muletilla d('
la categoría depresión, ya vaciada de significación por habers(• 1
transformado en un "úsese-para-todo" circuló hasta en algunos
claustros universitarios.
Acaso resulte posible abrir el campo de interrogantes en Lunto 11
las múltiples incógnitas qué plantea tan desgarrador acto comcLido,
paradójicamente, entre los puntos extremos de la vida (y sus ,un
plios matices intermedios): el abatimiento del fracaso y la eufo-
ria del éxito .
194 MAHTA GE1rnz /\~IIU-:l<'l'IN lMl'i,;H.ATIVOS DEL SUPERYÓ 195

Que el fracaso pueda motorizar al suicidio es mucho más en- Freud traza una íntima correlación entre torpeza, sacrificio,
tendible y digerible que sea la euforia del triunfo la que dispara suicidio y superyó. En esos suicidios casi desapercibidos como ta-
hacia éL Sin embargo, sabemos que esta posición es a veces tan · les, que todos pretenden reducir a un accidente del destino o a
insoportable que precipita a lo que, freudianamente, puede pun- una causalidad extrínseca, el sujeto es reducido a la mera condi-
tualizarse como "suicidarse al triunfar". ción de víctima (obviamente no responsabfe) der azar, del infortu-
No es directamente este el camino que tomaremos, pero lo in- nio, de la casualidad. Pero no es posible aceptar esto, ya que la
volucra. La polarización expuesta sólo pretende ser una pequeñí- causalidad psíquica que inaugura el discu:r:_so freudian9 deja de
sima muestra de las innúmeras lecturas que pueden hacerse de lado la pura exterioridad que antaño dominaba a la subjetividad
una acción tan inclasificable o ~n-enca§fJ.!!{/_t: como el suicidio; y comQromete al sujeto con su destino. No se tratará, entonces, de
con el agravante que ese trágico acto de qm arse la vida deja al un-vulgar resultado de causas externas a las que está alienado y
sujeto en .la _po~ición de un puro signo, objetalizado_1 sin signifi- que lo digitan cual marioneta; por el contrario, causalidad psíqui-
cantes que lo representen en su subjetividad: ca es implicación en los deseos, actos y claudicaciones. Los actos -
cl.efracaso a los que preci¡nta elsuperyó, o la rebelión contra ellos
"El es abolido, es ,nás signo que nunca, por la sencilla razón de imputable al deseo inconsciente, no son el resultado de perturba-
que es precisamente a partir del momento en que el sujeto está ciones fisiológicas, químicos, manipulaciones de la "superestruc-
muerto que se vuelve u_'!:. signg e_~~rnopara los demás, J' los sui<;:_idas tura ideológica, cultural o política" o el mero azar. El psicoanáli-
más que otros. Es precisamente por eso que el suicidio tiene a la vez
esa belleza aterradora que lo hace tan terriblemente condenado por sis propugna, contrariamente a lo que hace circular la vulgariza-
los ho,nbres, y esa belleza contagiosa que hace que las epidemias de ción grosera que suele practicársele, la responsabilidad que com-
suicidios sean algo que en la experiencia es todo lo que hay de más pete al sujeto en sus -actos, de allí que su destino no le sea ajeno.
dado y de más real". (Lacan, 1957-58, / 12-2-58/).
El psicoanálisis da un gran paso en lo atinente al respeto a la sub-
Y es por esto que me interesa trabajar la cuestión de los miste- jetividad al rechazar la posición del sujeto como víctima y al sostener
rios del suicidio, vinculándolo, en esta oportunidad, con el sacrifi- que mientras aquel se reconozca responsable de sus actos no cedien-
cio. No todo suicidio es un ofrecimiento sacrificial, sin embargo, do en su deseo, tanibién se corre de la posición de víctima, rehusa en-
cuando Freud abre las puertas de la relación entre las torpeza$ tramparse en la fascinación sacrificial para interrogar por su deseo, y
(vergreifen) con "las autolesiones semideliberadas" o las "autoani- por el de los otros; lo que ya es también un límite al goce propio y al
quilaciones semideliberadas" dirá que, muchas de ellas, desembo- de los demás que jamás cesan de participar "complicentemente" del
can en suicidios encubiertos o accidentes graves que son achacados festín sacrificial. Festín propiciado, de una u otra manera, por las
al azaroso infortunio. masas artificiales y el amo atroz al que esas masas sacralizan.
Para nuestra sorpresa, es en Psicopatología de la vida cotidia-
na donde Freud destaca, como una variedad de las torpezas, las au- 2. LA CUESTIÓN DEL SACRIFICIO Y LA IMPIEDAD DEL PADRE
toaniquilaciones que no son sino otra cara del superyó. Nuevamente,
aquí, pone el acento en la responsabilidad que le compete al sujeto Ya en 1938 Lacan hace una afirmación que no es sino el resul-
de interrogarse por sus torpezas y las consecuencias de las mismas. tado de la prosecución de sus hipótesis de la tesis de 1932 -De la
La causalidad psíquica es puesta sobre el tapete: os 'accidentes' no psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad-. En El
son efectos ni del azar ni de los oráculos. Eso que caet?nclrna acci- in::;lintu de muerte afirma:
dere) del sujeto no le es ajeno, no responde a una pura causación
externa, muy por el contrario, el sujeto está involucrado, ya sea \ , _"/ ... /es cierto que en el dominio de lo biológico, el hombre se dis-
de1,de el campo del de$e._o inconsciente, o desae el ca~o del goce tingue, en tanto que es un ser que se suicida, que tiene un superyó.,.
superyoico. ~ (Lacan, 1938, p. 11).

L-:"
196 J\,lAHTA GEHEZ AMBEHTIN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 197

Y es que ya en la mencionada Tesis ubicaba a algunas formas 3. FREUD: SACRIFICIO, PARRICIDIO Y SUPERYÓ.
de suicido entre los "crímenes del superyó", crímenes que procuran,
vía la autopunición, la aníqui1ación de un enemigo interior: un Fn,ucl trnza los ejes fundamentales del sacrificio en Tótem y
mortificante extranjero interior al que años más tarde ubicará como tolHí y <'ll Moisés y la religión monoteísta. En 1913 afirma que el
objeto a -voz y mirada- que, correlato de la no castración, impe- sacri fiC'io no es sino una celada al padre_ en tanto implica cesión
le al goce. de n'spot1sé1bilidad en el asesinato: es el Otro el que lo pide, loor-
Esto tiene sus antecedentes en la obra freudiana; en 1907 al , denu o lo <'xige. En la alianza culpósa los hermanos han quedado
establecer Freud que la renuncia a las pulsiones es una condición libn•s el<' C",1rgo y responsabilidad respecto al anhelo parricida.
que impone el desarrollo de la cultura, puntualiza: Conw i nLento de pacificar a Dios Padre por el crimen cometido
contr,1 <~l. c•I sacrifico muestra el lazo de alianza y reciprocidad que
"Una parte de esta represión de lo pulsional es operada por las u1w a t111 sujeto, a un grupo o a un pueblo con la divinidad. Pero
religiones, que inducen al individuo a sacrificar a la divinidad su al clc'posit.;u· en Dios el pedido de un sacrificio, lo que se intenta es
placer pulsional. 'La venganza es potestad mía' dice el Se,ior. En impliC'.1rlo en un deseo que aplaque la deuda imposible de saldar:
el desarrollo de las religiones antiguas uno cree discernir que mu- l goce' parricida. No son los hijos, en efecto, los responsables del
cho de aquello a que el hombre había renunciado como "imp ie-
dad" fue cedido a Dios y aún se lo permitía en nombre de EL, de sacrificio, PS Dios padre quien lo ha ordenado e instituido.
suerte que la cesión a la divinidad fue el camino por el cual el ser Sanificio, pecado y parricidio. En clara referencia al pecado
humano se Liberó del imperio de las pulsiones malignas, pe,judi- origi n,11 (parricidio) Freud agrega:
ciales para la sociedad. Por eso en modo alguno se debe al azar
que a los antiguos Dioses se les atribuya todas las cualidades hu- r '"/. .. / /111 asesina lo sólo puede ser expiado por el sacrificio de otra
manas -con los desaguisados que de ellas se siguen- en una medi- uiclo; el autosacrificio remite o una culpa de sangre. Y si ese sacri-
da ilimitada, ni es una contradicción que a pesar de ello no estu- ..,,.. /1cio de la propia vida produce la reconciliación con Dios Padre, <!I
viera permitido justificar la propia impiedad por el ejemplo divino." crimen así expiado no puede haber sido otro que el parricidio."
(Freud, 1907, p.109). (Fre11cl, 1913, p.155).

A esa impiedad contra sí mismo la referirá, primero como au- Enlace de sacrificio y culpa. Demanda amorosa (de reconciliación)
topunición, y luego como superyó, y no retrocederá ante la cobar- al Padre, y también, ofrenda de aniquilación, porque la culpa de san-
día de la mayoría de los humanos que prefieren hacer responsa- grC' no puPde ser expiada sino con la autodestrucción. Destinos posi-
ble de esa impiedad a los dioses, los demonios, el destino o el azar. bles del sacrificio: dentro del sistema simbólico como don y deuda (que
Es importante destacar que a partir de los desarrollos de Freud, reencnusa alianza e intercambio); o por los desbordes mismos del sis-
Lacan pudo fundamentar que, justamente, en la impiedad de Dios, tema corno deuda de sangre que sólo puede saldarse con la vida.
del Demonio o del Destino se juegan ora los Nombres del Padre, ora En 1938 -Moisés y la religión monoteísta- las paradojas de la
el goce del superyó -el que no deja de ser uno de los nombres perver- ley del padre conducen a Freud, nuevamente, a las del sacrificio:
sos del padre-. Lo que le permite afirmar que el acto sacrificial otor- aquel que vehiculiza la ley de la palabra, convoca, por la inconsis
ga consistencia al Otro; es más, hace existir al Otro, porque si el sa- tencia de esa misma ley, al cruel sometimiento. Este clesnrreglo
crificio permite al sujeto constatar que puede apaciguar al Otro es incurable del padre conlleva al goce superyoico desde la intersc'C'
porque hay un Otro que existe y pide algo del sujeto. Extraño pero ción dP culpa y sc1c-rifido.
imprescindible testimonio de la presencia del Otro y su deseo, la La culpa, Emlazada al sacrificio, da cuenta de un rebroLe pul-
ofrenda de un objeto sacrificial, de un objeto caro al sujeto, su vida sional El sometimiento a la voluntad de Dios-Padre, de alguna
misma o lo más amado por él (un hijo o una hija o cualquier otro pre- manera, degrada el progreso en la espiritualidad pues "sirue a los
ciado tesoro), eso que se ve obligado a perder para cederlo al Otro. secretos propósitos del castigo", esto es, al goce masoquista qut'
198 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 1!)~)

muchas veces conduce al sujeto y a los pueblos a su aniquilamiep- 4. LACAN: EL SACRIFICIO Y LOS DESARREGLOS
to bajo la hórrida convicción de que así lo pide el amo impío. DE LOS NOMBRES DEL PADRE.
/ A pesar del "progreso de la espiritualidad" y de la ley subli-
be del padre, siempre surge un remanente de goce ... procura Lacnn reformula los desarrollos de Freud desde su teoría sobre
de sangre que parte del Dios padre y encuentra en él las coar- los goces y el objeto a. Hace al respecto un adelanto de sus formu-
tadas de la lógica sacrificial de sus seguidores. Constantemen- laciones en el Sem. VII. Allí el objeto a tiene un antecedente que
te la inmolación al acecho por una deuda con el padre que se se nombra como "das Ding", el que está ligado al goce, disyunto del
paga, en lo simbólico, con la palabra y sus sucedáneos de la deseo, y vinculado a las paradojas del Nombre del Padre. Dice:
~
permutación; y en lo real con un ofrecimiento que implica al "Todo ejercicio del goce entraiia algo que se inscribe en el Libro
cuerpo y su goce. J di! la deuda de la Ley. Más aún, es necesario que algo en esa regu-
Doble inscripción del padre y de la deuda: una, trawnática como lación sea o paradoja o lugar de algún desarreglo". (Lacan, Sem.
fijación; y otra pura espiritualidad en la dimensión de sustitución. VII, p. 214).
Paradojas del padre que conducen a las del superyó; a ese saldo de
la espiritualidad que siempre presentifica el retorno pulsional. El sacrificio está indisolublemente ligado al Nombre del Padre
También la culpa, en ll'l variedad de sus registros (Real, Simbó- y sus desarreglos. En suma, la conjunción de la ley con el deseo
lica e Imaginaria), arrastra esa dualidad del lazo amoroso y de la no discurre sino encabalgada a "la suposición del goce puro del
tentación sacrificial como retorno pulsional que invierte la tenta- padre". El padre fall9 , falla en su goce al ceder el Nombre y falla
ción parricida: no es el hijo el que anhela su muerte, es el padre el en el Nombre al ceder al goce -falla como fallo de Juzgar y como
que exige la muerte sacrificial del hijo, o de los hijos de su hijo. falla de pecado-. Tal su enunciación en el Sem. XI:
/ Formulaciones freudianas del superyó que encuentran su ne-
xo en la culpa reveladora del ofrecimiento sacrificial al padre, re- "El padre, el Nombre del Padre, sostiene la estructura del de- _\,

verso mismo del anhelo parricida. El sometimiento del yo al su- seo con La Ley, pero la herencia del padre, que nos designa Kierhe -
peryó implica una renuncia pulsional cuyo saldo no se traduce gaa rd es su pecado". (Lacan, 1.964, p. 46). ü
.) ""
en pacificag_ón sino en hostigamiimto pues, justamente, la po-
\
tencíación de esa renuncia deviene retroalimentación. La culpa Si la herencia del padre es su pc •cado hay manera de_cubrir su
se hace sometimiento y la alianza amorosa con el padre troca en falla vfa el sacrificio. La.can relacio1;1a al sacrificio con el deseo
temor y ofrecimiento sacrificial -saldo masoquista inevitable- del Otro, con la falta en el Otro. En este sentiáo el sacrificio in-
que puede derivar en atentados, autoinmolaciones parciales o en tenta ser no sólo una "ofrenda de reconciliación" con el Otro des-
suicidio. El sacrificio testimonia la presencia de un padre-Dios tinada a apaciguar su deseo, sino también una manera de ali-
brutal y malvado; pero también, procura hallar los signos de su mentar su goce. Así, eLsacrificio pretende en un sólo movimiento
deseo para intentar pacificarlo a cambio de un pedazo del cuer- dos operaciones: captar la falta del Otro, y al mismo tiempo tapo-
l po o de la misma vida. nar dicha falta, dicha inconsistencia o, extremando nuestra posi-
Freud no se engaña. Un pecado que para ser expiado necesita crón, la inexistencia del Otro. Es una garantía de que el Otro exis-
de ~acrificio tal sólo puede haber sido un asesinato; y es por esta te y que el sujeto no le es prescindible. Esto es, hay Otro, el suje-
vía que enlaza el sacrificio del hijo al pago del anhelo parricida. . to tiene un lugar posible en el deseo del Otro y, a su vez, ese Otro,
Saulo de Tarso advierte en la culpa el padecimiento por la muer- puPde ser apaciguado o, mejor dicho, colmado vía el sacrificio.
te de Dios-padre y reconoce, también, que con el sacrificio del hijo Sacrificamos entonces en el Nombre del Padre, ¿por qué y qué>
es posible la redención: "Cordero de Dios que quita los pecados del estatuto tiene este sacrificio en relación al goce y al deseo del Otro?
mundo": Singular trueque que retrotrae a la ley del Talión de Exo- Del Seminario inconcluso se deduce una posición estructural: todos
do: "alma por alma". Una vida se ofrece para expiar el asesinato. somos tentados por el sacrificio; sin embargo, en 1964 afirmará que
200 MARTA GEREZ AMBERTiN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
201

sólo algunos se abisman en él ofreciendo su vida. Me parece crucial 5. RETORNAR A FREUD: SUICIDIO Y SACRIFICIO.
descifrar esto, porque si todos estructuralmente somos presa
potencial del sacrificio, unos pueden decir que no y otros, en cam- No sin asombro retorno a Psicopatología de la vida cotidiana,
bio, se ofrecen gozosamente a él. ¿Qué tiene que ver esto con Los texto en el cual se encuentra la mayor casuística sobre el suicidio en
Nombres del Padre? la obra freudiana, a la vez que despliega su insistencia en relacio-
nar las "autoaniquilaciones semideliberadas" -en suma, el superyó--
"Se trata de algo profundamente enmascarado en la crítica de con el suicidio enmascarado. Y en esta relación no deja de estar pre-
la historia que hemos vivido. Se trata, presentificando las formas sente la lógica sacrificial. No se trata del suicidio deliberado se tra-
más monstruosas y pretendida mente superadas del holocausto, del ta, más bien, de una variedad de las "torpezas" que desembocan en
drama del nazismo. suicidios solapados y reducidos a la condición de accidentes fortui-
Sostengo que ningún sentido de la historia, basado en las premi- tos e inmotivados.
sas hegeliano-marxista, es capaz de dar cuenta de ese resurgimien-
to, por el que He revela que la ofrenda a los dioses oscuros de un ob- Sorprende el adelanto de Freud en 1901 a la cuestión de lo que
jeto de sacrificio es algo a lo que pocos sujetos pueden 110 sucumbir, denomina "la acción sacrificial" ligada al parricidio, la cu] pa y la
en una monstruosa captura. necesidad de castigo que se resume en el proverbio allí citado que
La ignorancia, la indiferencia, la desviación de la mirada, pue- no podemos dejar de destacar : "Quien cava la tumba de otro, él
de explicar bajo qué velo sigue todavía oculto este misterio. Pero mismo se entierra" que proviene de Eclesiastés 10:8.
para cualquiera que sea capaz de dirigir hacia ese fenómeno una Freud incluye, entre las acciones sacrificiales, tanto la autoani-
valerosa mirada -y, una vez más, poco hay de seguro para no su- quilación, el atentado contra la propia integridad, contra la propia
cwnhir a la fascinación del sacrificio en HÍ mi1;mo- el sacrificio sig-
vida, como la tentación de transferir la aniquilación a la vida de
l!
nifica que, en el objeto de nuestros deseo, intentamos encontrar el
testimonio de la presencia del deseo, de e1;e Otro que aquí llamo el los otros, por lo general seres queridos, lo que da cuenta del des-
Dios oscuro". (Lacan, 1964, pp. 277-78). plazamiento en la acción sacrificial: ofrecer lo más preciado del su-
jeto. En relación a ello Freud comunica el fragmento de un caso:
Si sólo es posible plantear el deseo del Otro {[S(.A )] •>a} por la
inscripción de lo real, en el sacrificio se da la conjunción de lo real "Acepté hacer algo por la vida conyugal de un hombre muy in-
y los Nombres del Padre, entre el objeto a y el campo del Otro. teligente, cuyas desavenencias con su joven esposa, que lo amaba
Así, el sacrificio está ligado a la falta y a la castración, pero tam- tiernamente, podían invocar unos fundamentos reales, si bien es-
bién a lo real (a), entrecruzamiento entre la inconsistencia del tos no las explicaban c;lel todo, cómo él mismo admitía. Lo ocupa-
ba sin cesar la idea de separarse, que tornaba a desestimar una y
Otro y la culpa del sujeto: falta del Otro y falta del sujeto: Ay $.
otra vez porque amaba con ternura a sus dos hijos pequeii.os. No
En la intersección de esas dos faltas se sitúa el objeto a, y el sa- obstante, siempre volvía sobre ese designio, y a todo esto no busca-
críficio es un intent0 de dar cuenta de esa intersección que deja ba medio alguno de dar un sesgo más soportable a la situación.
al sujeto en el desfiladero posible de un viraje hacia el deseo o el / ... / El hombre me narró cierto día un pequeño episodio que lo ha-
' goce del Otro. En suma, entre el recubrimiento de las dos faltas bía aterrorizado en extremo. Andaba 'correteando' {'hetzen '} con su
(del sujeto y del Otro) lo que resta es el objeto a, y el sacrificio ope- hijo mayor, claramente su preferido, lo echaba por lo alto y lo de-
ra sobre ese valor de goce. jaba caer; en una oportunidad lo hizo desde un sitio tal, y tan al-
Intervención de las operaciones de alienación y separación en to, que el núio casi se dio de cabeza contra la pesada lámpara de
gas ahí colgada. ¡Casi, pero no de verdad; poco le falto! Al niíio 110
l;:i ruestión del sacrificio que no trataré, aunque conviene resal- le pasó nada , pero se .mareó con el susto. El padre, espantado, que-
tar la insistencia de Lacan en relacionar y diferenciar el deseo dq de pie con el niiio en los brazos, la madre tuvo un ataque histé-
del Otro con el goce del Otro y ambos con el desarreglo del padre, rico. La singular destreza de este movimiento impensado, la vio-
del padre no-impecable en lo que concierne al Libro de la Deuda lencia de la reacción de los padres, m e sugirieron considerar esta
de la Ley. contingencia como una acción sintomática destinada <1 1•x¡>n•.w11·
202 MARTA UEHEZ J\MlrnRTIN lMPlm.ATIVOS l>EL sur~:HYÓ ~w:i

un mal propósito hacia el hijo amado. Pude cancelar la contra.dic- apenas hay un paso. En la clínica lo constatamos con harta frecurn-
ción que significaba la ternura actual de ese padre hacia su hijo. - cia, pese a la insistencia de los analizantes en reducir y minimizar
retrotrayendo el impulso que sentía a hacerle daiio hasta la época esas acciones sacrificiales a meros accidentes casuales.
en que este hijo era el único, y tan pequeíio que el padre acaso no Respecto al caso de Freud, no quisiéramos finalizar sin puntua
había cobrado un interés tierno por él. Entonces me resultó fácil
suponer que este hombre, poco satisfecho de su esposa, tuvo en
lizar que, en La feminidad afirmará que nadie puede morir sin qu<'
aquel tiempo la siguiente idea o designio: 'Si este pequeño ser, de se crea que fue asesinado por otro (en este caso el padre) y que, a
quien nada me importa, nutriera, yo quedaría libre y podría divor- su vez, la muerte de un familiar muy próximo produce la autoin-
ciarme de mi mujer'. Por tanto, debía de persistir inconsciente un criminación de estar implicado en esa muerte. Sabemos también,
deseo de que este ser, ahora tan amado, muriera. Desde ahí era fá- por los testimonios del mismo Freud respecto a la muerte de su
cil descubrir el camino hacía la fijación inconsciente de ese deseo. hermano Julius, que la muerte de un hermano deja la advertencia
Un poderoso determinismo surgió realmente del recuerdo infantil amenazante de que es posible sufrir por retorsión la misma muer-
del paciente, sobre la muerte de un hermanito varón, que la madre
te. No se trata de una culpa de sangre que se vincula a la tensión
achacaba a desidia del padre y había provocado unas violentas
querellas entre los progenitores, con amenaza de divorcio. El de- agresiva con el hermano, se trata de vindicar un acto achacado al
rrotero ulterior del matrimonio de mi paciente confirmó mi supo- autor de la muerte del hermano -el padre-. En suma, se trata de
sición también por el éxito terapéutico." (la negrita es nuestra). la tentación parricida que pendía como espada de Damocles sobre
(Freud, 1901, pp. 184-5). el pacicnt(' de Freud y que lo empujaba, desde la lógica sacrificial,
a terminar con su matrimonio, con su hijo y con él mismo. Versión
Con este fragmento Freud nos permite trazar las coordenadas modPrna, en este caso, del "sacrificio de Abraham" cuya ofrenda en
clínicas que vinculan la lógica sacrificial con los riesgos del suici- holocausto de su hijo Isaac bordea el litoral de la lógica sacrificial
dio, la culpa y el parricidio. Una primera lectura superficial de la y el de la lógica del deseo . .
motivación para desear la muerte del hijo amado indicaría que el Nuestra práctica psicoanalítica recibe día a día los testimonios
paciente, de esa manera, podía liberarse del matrimonio. Sin em- de estos "accidentes" mortales o casi mortales. El trabajo de cul-
bargo, Freud indaga mucho más y el recuerdo infantil lo lleva ha- pabilizar responsabilizando a los actores de estas torpezas, no es
cia las pistas de la muerte de un hermanito por la negligencia del sin c>scollos, pues constatamos, generalmente, que ofrecerse al
padre. Falta y pecado del padre que no podía dejar de despertar ( >Lrn como víctima es mucho más "cómodo" y gozoso que interro-
el anhelo parricida de venganza el que, empero, llevó por otros gar sobre' lo que le compete a cada uno en tales actos.
derroteros el odio hacia el padre. Por un lado contra el paciente,
que atentó permanentemente contra su matrimonio, esto es, con- He querido enfatizar en estas líneas la responsabilidad subjetiva
tra sí, ya que en verdad la cuestión del "divorcio" era heredada; y que compete a todo sujeto en los actos de su destino, reconozco que
a la vez, ofreció sacrificialmente a su hijo a un "accidente casi esto puede prestarse -porque el significante es esquivo- a más de
mortal" que de haberse concretado también hubiera arrastrado al una lectura y es por ese reconocimiento que quisiera dejar abiertas
paciente a la muerte. La marca del desarreglo del Nombre del Pa- lns vías para trabajar, en otro momento, el otro lado de esas trage-
dre insta superyoicamente a conducir el destino de ese hombre a d1:,s, esto es, las supuestas torpezas de aquellos que, implicados en
lo peor, a menos que se haga responsable de su herencia de ge- t111 gor0 criminal, verdaderos verdugos, se presentan bajo el velo
nealogía, filiación, deseo y goce. La posibilidad abierta de un aná- "i111111p11table" de las "imprudencias o las negligencias". No son po-
lisis hizo que eso fuera posible. cos l11g.trc•s donde se asiste a escalofriantes actos de este tipo.
Reducir suicidio Y. crimen a la casualidad es complicitarse con
También llama la atención el que este sea uno de los pocos casos ellos, indagarlos C'S nuestra responsabilidad.
que da Freud como ejemplo de "autoaniquilaciones deliberad'as" que Los desarreglos de los Nombres del Padre avanzan hacia pi
no derivan en muerte aunque en todos, del "casi", al trágico final, cksvarío de los goces en una macabra progresión geométrica.
204 MARTA GEREZ i\MBERTÍN

Referencias Bibliográficas
Capítulo VII
FREUD, S. ( 1901) Psicopatología de la vida cotidia11a. VI. Bs.As.: Amorrortu, 1976.
FREUD, S. (1907) Accio11es obsesivas y prácticas religiosas. IX. Bs.As.: Amorrortu,
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GEREZ AMBERTÍN, M. (1993) Las voces del supe1yó. Bs.As.: Manantial.
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LACAN, J. (1957-58) Seminario V Las for111acio11es del inconsciente. Inédito.
Superyó y psicosis
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Barcelona: Barral, 1977.

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IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 207

VII.1. La clínica de Lacan y el superyó:


"El caso Marguerite Jeanne (Aimée)"

"Y no quiero dejar de rendir 1111 homel/(IJ<'


a esa enferma que llamé Ainli'<',
que por supuesto 110 era su nombr<> / ... /
fue gracias a quien fui aspimdo
hacia el psicoanálisis."
(LACAN, 197 J-72 .
Sem. XIX. [06/01/19721)

l. PRELIMINARES. TIRANÍA Y EMBOSCADAS


DEL SUPERYÓ EN EL "CASO AIMÉE"
Los crímenes del superyó -de los que daremos cuenta desde el
"caso Aimée"-, que investigará a partir de la delimitación clínica
de la paranoia de autocastigo, abren el camino a la indagación d<'
los textos freudianos al joven psiquiatra Lacan. Lo reflejará en su
tesis: De las psicosis paranoicas en sus relaciones con la persona
lidad (1932).
Es en el campo del "crimen inmotivado" -de esta tesis de psi ·
quiatría de 1932- donde el superyó, como "mecanismo autopuniLi
vo", preludia las posteriores primacías que otorgara a la instancia :
imaginaria hacia 1936, simbólica desde 1950 y real desde 1959.
Las vicisitudes del caso Aimée: estallidos del delirio, pasaje' 111
acto (el atentado), y la sorprendente estabilización demuC'sLra11
que, para la paciente,

"Matar al tirano [. .. } era matar la enfermedad" (Cirnu<I,


1989, p. 93)

o, según nuestra lectura que sigue los trazos lacanianos: matar In


tiranía superyoica era matar la enfermedad.
Y es que esa tiranía superyoica tiene consecuencia directa <'ll
Aimée, castigada por una sombra interior hostil cuya voracidad
va más allá de cualquier especularidad y de las imágenes id<'Hl<-H
en las que se encabalga.
208 MARTA GEREZ AMBERTIN IMPERATIVOS DEL 8lTl'lfüYO :¿()!)

Esa sombra interior hostil es tratada como ajena, exterior: El pasaje al acto de Aimée se ubica entre los crímenes dt>l su
"en el momento mismo en que unos instantes antes la enferma pcryó, ligado al delirio de autocastigo (paranoia de auLopuniciún ).
pensaba todavía que iba a trasladarse para ver a su hijo, lleva a El delirio de interpretación atenuó y demoró, en este caso, 01 al<'ll
cabo el acto fatal de violencia contra una persona inocente, en la Lado homicida, pero, cuando desfallece el delirio, la pacicnLe ap<'
cual hay que ver el símbolo del "enemigo interior", de la enferme- la, como último recurso, al atentado, con el objeto de aniquilar 11111
dad misma de la personalidad". (Lacan, 1932, p. 216). cho más a un "enemigo interior" que a una perseguidora cxL<'t'ior.
Según Giraud en los homicidios inmotivados o crímenes clc-1
El texto de Giraud Los homicidios inmotivados al que se remi-
Ello lo que el sujeto quiere matar es al lwhón (el mal), p<?ro l,,1
te Lacan es de 1931 y alude al intento de algunos pacientes de
can hará extensiva la cuestión del kahón a las psicosis auLopuni -
"suprimir el kakón, para emplear la expresión de Von Mona- Livas vinculadas al complejo de autocastigo.
kow de Mourgue." (Giraud, 1989, p. 93). En la génesis de las funciones de autocastigo ubica -dcsd<' la
Liberarse del kakón (el mal), es liberarse de la enfermedad, del Lerminología freudian~- al superyó, al que definirá
"enemigo interior". Lacan recurre a la distinción que, para expli- "como la reincorporación al yo/ ... / de una parte del nwll(/o c•1
car los crímenes inmotivados, hace Giraud entre los crímenes del terior. / ... /reincorporación/ ... / de esos objetos que resumen en si /11
Yo -incluye los llamados crímenes de interés en los cuales el in- das las constricciones que la sociedad ejerce sobre el sujeto u 1wu
dividuo actúa con plena voluntad y con la ilusión de libertad- y los padres y sus sustitutos". (Lacan, 1932, pp. 295/296).
los crímenes del Ello -crímenes puramente pasionales, en ciega y El término constricción, alude -ya en esta primera dcfini
silenciosa obediencia al Ello donde ción lacaniana del superyó- a esa incorporación obligatoria y
"el Yo permanece como un espectador asombrado, pasivo y a ve- compulsiva de los padres y la sociedad que opera desde denLro <il-1
ces resistente". (Giraud, 1989, p. 92). sujeto y contra sí. Dirá:
Lacan agregará los crímenes del Superyó que intentan aniquilar "el sujeto queda aliviado de la tiranía de los objetos exteriorC's
un enemigo interior, procuran la autopunición y son frecuentes en en la medida en que se realiza esta introyección narcisista, pem
los delirios de autocastigo y querulancia. Crímenes del superyó que también, por otra parte,/ ... / debido a esa introyección mismo , C'I
sujeto reproduce esos objetos y les obedece". (Lacan, 1932, p. 2.CJ(i).
recuerdan a los del tipo de carácter "los que delinquen por culpa" y
"los que fracasan al triunfar" establecidos por Freud en 1916. Aunque Lacan, al referirse a la introyección narcisista, apun
En la Tesis de psiquiatría Lacan afirma que el delirio, a diferen- ta al lazo entre el Superyó y el Yo, no deja de acentuar el compro
cia del sueño, no precisa interprétación porque él mismo es una in- miso del Superyó con el Ello ya que en el Superyó se juega, siem
terpretación. Por eso pone énfasis en la significación del delirio, don- pre, alguna satisfacción pulsional y es lo que da a la función <I<'
de la trama delirante presta sentido a la irrupción de los fenómenos autocastigo y a la tendencia autopunitiva su ligazón con la cal.<'
elementales que atentan contra el sentido. Es la nueva significación goría freudiana de necesidad de castigo.
que otorga a los delirios de interpretación cuya denominación se Es congruente, por tanto, que Lacan haga extensiva la cuesl.ion
apoya en la clasificación de los psiquiatras franceses Sérieux y Cap- del kakón (el mal) al complejo de autocastigo y a la tendencia au
gras que diferencian los "delirios de interpretación" de los "delirios topunitiva, esto es, al superyó; lo que puede constatarse en las r<'
de querulancia o reivindicación". Para Lacan los primeros se mani- ferencias que hará del kahón en los trabajos posteriores a 19:32:
f..estan en las psicosis de auto<.:astigo donde las impulsiones auLopu-. • 1935: intervención en la Sociedad Psicoanalítica de París en
nitivas del superyó se dirigen contra la subjetividad y, por ello, retar- el caso del Dr. Schiff:
dan, atenúan o desvían la ejecución de los actos homicidas; en cam-
bio, en los segundos, la impulsión agresiva y el odio se dirigen hacia "Hay casos donde la realización del lwkón es incomprensibl<',
un objeto exterior, lo que precipita a los actos homicidas. otros en los que se comprende. El caso ele Aimée está calcoclo suhrl'
210 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1MPERATIVOS DEL S UPERYÓ 211

el de Schiff Se trata pues, verdaderamente, una neurosis paranoi- cosis cuando especifica que el superyó es el extraño que se encarna
ca, no una psicosis en la que la agresión adquiere la significación como íntimo:
de un esfuerzo para romper el circulo mágico, la opresión del
mundo externo" (la negrita es nuestra). (Lacan, 1935, p. 8). "Ese extranjero, / .. .} es el verdadero dueiio de casa, y le dice'
tranquilamente al yo: 'A Ud. le toca salir de ella'/ ... 7es el yo expul
• 1946: Acerca de la causalidad psíquica: sado [. .. } de casa, mientras el tu queda dueíio de las cosas". (La
can, 1955-56, Sem. III, p. 395).
"Con todo, (Aimée) sólo puede escapar de la actualidad gracias
a la virtualidad. Su ser se halla, por tanto, encerrado en un círcu- La formulación más consistente se da en el Seminario La éti-
lo, salvo en el momento de romperlo mediante alguna violencia en ca del psicoanálisis donde lo plantea como objeto extímico; y se
la que, al asestar su golpe contra lo que se le presenta como el de- delimita, finalmente, en el Seminario XVI:
sorden, se golpea a sí mismo por vía de rebote social . Y f. .. / Giraud
/ ... / se afana en reconocer que lo que el alienado trata de alcanzar "él es el que cosquillea das Ding desde el interior/. .. / y como el
en el objeto al que golpea no es otra cosa que el kakón de su propio objeto a que tiene más de una forma[ ... /: el objeto oral, el anal, el
ser". (Lacan, 1946, pp. 162 y 165). escoptofílico, y el satlo-masoquista o superyó". (Lacan, 1968-6.9,
Sem. XVI /12/0311969/).
• 1948: La agresividad en psicoanálisis retorna a la cuestión
del "circulo mágico" y a la formación original del superyó: En suma, el kakón no deja de ser un objeto éxtimo ya que el
ajeno, el extraño, al que asesta el golpe en lo exterior, no es sino
"Así se seria de manera continua la reacción agresiva, desde la
explosión brutal tanto como inmotivada del acto, a través de toda
un extraño íntimo, un enemigo interior que oprime en un "círcu-
la gama de las formas de las beligerancias, hasta la guerra fría de lo mágico de malignidad". EL kakón, pues, es uno de los antece-
las demostraciones interpretativas, paralelamente a las imputa- dentes del superyó como objeto a.
ciones de nocividad que, para no hablar del kahón oscuro al que Llamativamente, luego de 1948, Lacan no mencionará más al kakón.
el paranoide refiere su discordancia de todo contacto vital, se su- Adherimos, en este punto, a S. Tendlarz quien postula:
perponen desde la motivación, tomada del registro de un organis-
mo muy primitivo, del veneno, hasta aquella otra, mágica, del ma- "También el término hahón desaparece de la obra de Lacan / ... /
leficio, telepática, de la influencia, lesiona[, de la intrusión física, Pienso que Lacan necesitaba nombrar de alguna manera lo que en
abusiva, del desarme de la intención, desposesiva, del robo del se- esa época quedaba fuera de su teorización (que integraba sobre to-
creto, profanatoria, de la violación de la intimidad, jurídica, del do lo simbólico y lo imaginario), es decir, lo real del goce". (Tend -
prejuicio, persecutoria, del espionaje y de la intimidación, presti- la rz, 1987, p. 22).
giosa, de la difamación y del ataque al honor, reivindicadora, del
da,io y de la explotación". (Lacan, 1948, p. 103). Ahora podemos ratificar nuestra afirmación inicial: el superyó, for-
mulado como "mecanismo autopunitivo" en el casoAimée, preludia:
Reiteración de las marcas clínicas del superyó en la subjetividad • la cuestión imaginaria que le otorgará Lacan al vincularla a
en general y en los padecimientos de Aimée. Además, y en decidi- los ideales y al Estadio del Espejo desde 1936 y hasta 1950,
da referencia al superyó: • alrededor del kakón, la incidencia de lo real -formulado a
"Al mostrarnos lo primordial de la "posición depresiva", el ex- partir de 1959- en ese enemigo íntimo que complota desde den -
tremo arcaísmo de la subjetivación de un hahón, Melanie Klein tro contra el sujeto:
hace retroceder los límites en que podemos ver jugar la función "ese lugar central, esa exterioridad íntima, esa extimidad, qu 0
subjeüua de la identificación, y nos permite particular.mente si-· es la Cosa [... J." (La.can, 1959-60, Sem. VII, p. 171).
tuar como absolutamente original la primera formación del super-
yó". (Lacan, 1948, p. 108). 2. AIMÉE, SU NOMBRE ERA... MARGUERITE JEANNE

Está a la vista, pues, la relación que traza Lacan entre el lwkón, el Jaques Lacan, y la paciente que presentará como Aimée, se en-
enemigo interior y el superyó. Lo reitera en el Seminario Las Psi- cuentran en la clínica del Asilo de Sainte-Anne (París) el 18/6/1931,
212 MARTA GEREZ AMBERTiN IMl'~: RATIVOS DEL SUPE:RYÓ 21:3

desde ese día, y durante un año consecutivo, el joven psiquiatra El 10/12/1890 muere a los 5 años y 2 meses la primogénita en
mantiene entrevistas con la enferma y algunos miembros de la fa- un confuso accidente hogareño, tragada por las llamas de un hor-
milia, y construye "el caso Aimée". no. Según Lacan muere "bajo los ojos de su madre", según Didier
Dos meses antes del encuentro, el 18 de abril de 1931, aquella mu- Anzieu la que muere es la menor de las tres hijas estando al cui-
jer de 38 años, había atacado con un cuchillo a la famosa actriz de ci- da do de su hermana Élise. De una u otra manera, cuidase quien
ne y teatro Huguette ex-Duflos en el pasillo de entrada de artistas del cuidare a la pequeña, la responsabilidad de ese accidente recae en
teatro Saint-Georges. La actriz se había defendido y sólo resultó he- los padres. Jeanne, embarazada antes o luego del accidente, dará
rida en la falange de un dedo de la mano derecha; la agresora fue de- a luz 7 meses después (12/7/1891) un niño que nace muerto. Doce
tenida, llevada a la Comisaría y luego a la cárcel de Saint-Lazare. Allí meses más tarde, el 4 de julio, nace Marguerite Jeanne destinada,
se debatió en la trama de su delirio el que se eclipsa en apenas 20 según su hijo, a reemplazar o, más bien, diríamos, a velar (vela-
días. Luego de esta sorprendente estabilización es internada en el asi- r e ) a la primogénita difunta y encubrir tanto aquella muerte atroz
lo de Sainte-Anne el 3 de junio de 1931, donde permanecerá hasta como el fracasado nacimiento del hermano que la precedió.
1938 para ser hospitalizada en el asilo de Ville-Evrard hasta el 24 de En 1894 nace Guillaume, primer varón nacido vivo de los Pan-
noviembre de 1943 en que obtiene su externación y va a vivir con la taine, que llevará el nombre del hermano menor del padre. En 1899
familia de su hermana menor. Estuvo internada doce años y 7 meses.
nace Abel Marcel Pantaine y, finalmente, en 1902, nace Guillaume
Como veremos más adelante el atentado está íntimamente
Clovis, el menor de los hermanos que lleva, él también, el nombre
vinculado al delirio -en el que la actriz tiene un importante pa-
de su tío paterno.
pel como perseguidora- y con su estabilización.
Entonces, de los ocho embarazos de Jeanne nacen siete hijos,
El caso Aimée de Lacan recoge varios ecos en la versión que de
mu ere la primogénita y el cuarto es nonato.
él hacen la historiadora E. Roudinesco ( 1994), y los psicoanalis-
Sorprende que en Sauf uotre respect, su segunda novela, Mar-
tas Didier Anzieu (1991) y J. Allouch (1995). Nuevas fuentes y
g uerite Jeanne diga, aludiendo a la familia de la protagonista
testimonios se van revelando desde el trabajo de los dos primeros
a partir de los cuales sale a luz, entre otros importantes hallaz- principal que refleja plenamente la suya:
gos, el verdadero nombre de "Aimée"; a su vez, la versión de J. "nosotros ocho lo rodeamos" (Lacan, 1932, p. 175),
Allouch amplía y corrige, con verdadera minuciosidad, otros de- como si a pesar de todo el rechazo del saber que se instaura res-
talles del caso. pecto a esas muertes, hubiera algún registro que incluyera a los
Aimée era en realidad Marguerite Jeanne Pantaine nacida el hermanos perdidos.
4 de julio de 1892 de un padre un tanto tiránico, Jean-Baptiste El lazo de "Aimée" con su madre Jeanne fue de un apego exce-
Pantaine, y de una madre, sospechada de delirante, Jeanne Don- sivo. Funcionó más como "amiga", y el sentimiento de pertenecer-
nadieu. En 1917 se había casado con René Anzieu. De allí que se le predominó a tal punto que se sentía de su propiedad.
reconozca a la paciente ora como Marguerite Jeanne Pantaine, Los desvaríos y comportamientos extravagantes de la madre
ora como Marguerite Jeanne Anzieu. determinaron que Élise asumiera las tareas del hogar y la crian-
za de su hermana más pequeña y acabara funcionando como ma-
Sus abuelos paternos fueron Marguerite Martín y Frarn;oise dre s us tituta de "Aimée" entre los seis y catorce años de esta. PP
Pantaine y los maternos Marguerite Maisonneuve y Jean Don~ ro Élise, en 1901, debe ir a trabajar a casa de su tío Guillaunw
rn:idieu. Esto es importante porque la primogénita de los Pantai- Pantaine quien 5 aüos m á s tarde la tomará por esposa.
ne, nacida el 19/10/1885 y muerta más tarde, llevará el nombre Al mismo tiempo que Jeanne deja a la pequeña Marguerite
de su madre y de sus dos abuelas; repetición que insiste en la ,Jeanne al cuidado de Élise, aparentemente la posiciona como su
quinta hija (Aimée). Al nacimiento de la primera niña le seguirán preferida en tanto le otorga prebendas y privilegios extraordina-
el de Élise -23/9/1887- y el de María -15/10/1888- . rim;. Es la hija en la que dc>posita s us mayon's ambiciones - In quería
214 MARTA CEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
21fi

institutriz-, de la que más espera, tanto por sus brillantes éxitos La relación de Aimée con su hermana Élise, que ofició de rna
escolares como por el lugar privilegiado en que la había colocado dre sustituta y la recibió en el hogar que formaba con el tío Gui
frente a sus hermanos. lla ume, es sumamente importante. Cuando su alojamiento con
Quizás esta excesiva demanda materna es la que la hace fra- ellos tiene la primera aventura amorosa y su primera relación se
casar cuando intenta ingresar a la Escuela Normal de Institutri- xual. Se trata de un joven que figurará, en la historia clínica de la
ces. Luego de ese fracaso se aleja del domicilio familiar. Es por paciente, como el "poetastro". El enamoramiento de ese "Don Juan
esa época (16 años) que aparecen en ella los primeros signos de de poblacho" durará tres años pese a que es trasladada, a poco
alteración psíquica y, a su vez, se ve confrontada con la muerte de tiempo de iniciado el romance, a un pueblito perdido de provincia.
una compañera de infancia, una muy querida amiga que muere Pasados los tres años, y al descubrirse burlada, aquel amor CH<'
brutalmente de tuberculosis. Nuevamente una muerte signa su en descrédito y deviene odio. Sin embargo, ese amor fracasado y PI
partida, pero también da consistencia al horror a la partida. primer encuentro sexual han de configurar su "jardín secreto"
Apegarse a la madre es mortífero, pero alejarse de ella es ame- el que mantendrá en total reserva, aún con su más íntima amiga .
nazante. Finalmente se va. Inicia una búsqueda laboral menos En 1913 es traslada a Melun (próximo a París) donde conocp n
ambiciosa y encuentra, en la Administración de Correos, un lugar quienes serán su íntima amiga, "C. de la N." y su futuro esposo,
René Anzieu.
como empleada. Toma un respiro del acoso materno alojándose
un tiempo en casa de Élise para entonces ya casada con su tío A los 21 años Aimée es deslumbrada por C. de la N., una aris
Guillaume Pantaine. tócrata venida a menos que alimenta los sue·ños bovaristas de la
La relación de Marguerite Jeanne con su padre fue de perma- campesina ávida de un mundo nuevo. Esta mujer, a la que Lacan
nente enfrentamiento. Jean-Baptiste quedó ubicado como tiránico- llama "intrigante refinada", captura todo el interés de Aimée y
autoritario, pero, condescendiente a su esposa. No pone límites a prácticamente dirige su vida. Lacan acentúa el lazo de "erotoma-
las posiciones de privilegio en la que la coloca Jeanne ni su palabra nía homosexual platónica" que la liga a esa amiga.
establece distancia en el lazo madre-hija. Está más del lado del que Entre 1914 y 1917, Aimée mantiene, acaso influenciada por C.
pega que del que ama. Aimée no recibe de él ni "las tablas de la ley" de la N., una serie de aventuras amorosas sin consecuencias con
ni un espejo amable que le permita verse amada a los ojos de los amigos casuales. Pero, precipitadamente, decide casarse con Re-
otros hombres. né Anzieu, su compañero de trabajo en la Administración de Co-
Esto llega a tal punto que es él, precisamente, quien se opone al rreos. C. de la N. se entromete excesivamente en la relación de la
casamiento de Aimée aduciendo que "no estaba hecha para el matri- pareja e insta a la realización de suntuosos gastos para la boda,
monio''; acaso, con este anatema, la posicionaba, una vez más, apega- a la que no asistirá pues es trasladada a otra ciudad. La amistad
da a su madre y sin posibilidades de un destino exogámico. Margue- decae y sólo se alimenta de intercambio epistolar.
rite Jeanne debe ser cómplice del duelo impedido de sus padres -al El 30 de octubre de 1917, a los 25 años, Aimée contrae matri -
que los ha arrojado la muerte prematura de dos hijos-, y del rechazo monio con René Anzieu, un hombre práctico, sencillo y amantP dn
del saber sobre esas muertes. Tiene que permanecer como resguardo las cosas cotidianas que ejercía con placer sus funciones el<' i ns
de su madre, ocupando el lugar de un objeto que tapona el agq.jero de pector en Correos, era querido por sus vecinos, amaba a su mu
la privación y el vacío dejado por la muerte de la primogénita Mar- jer.. . no ambicionaba mucho más.
5~crite, de la cual Aimée no será la reemplazante, sino su camuflaje. El c011tra:,;Le entre este homurn y Marguerite Jeanue e8 e11or
Veremos, a lo largo de este Capítulo, el lugar fundamental que me. La afición por las lecturas, las ambiciones desmedidas por
tiene el duelo impedido en los padres y en Marguerite Jeanne, tan- otro tipo de vida, las veleidades por lo artístico y lo intelectual ,
to en el desencadenamiento de su psicosis como en el delirio y en el las ensoñaciones -vinculadas a su "bovarismo"- eran marcada
pasaje al acto. mente incompatibles con el modo de vida que pretendía Rcn&. A
216 MARTA GEREZ AMBERTÍN
IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ
217

esta incompatibilidad se suma, además, la "frigidez sexual" de rio de interpretación de contenido persecutorio; imputa a C. de la
Aimée y los mutuos celos de la pareja por la vida que cada uno N . la autoría de esa muerte, interrumpe los lazos epistolares que
llevó antes de conocerse. mantenían, y la convierte en odiada perseguidora.
Ocho meses después de la boda llega a la casa de los Anzieu, Lacan considera que "la cristalización hostil" parece haberse
Élise, ahora viuda de Guillaume Pantaine y con sus anhelos de in stalado allí, igual que su ruptura con la religión.
maternidad frustrados por una histerectomía total sufrida a los Un segundo embarazo dispara, nuevamente, el delirio de in-
ocho años de matrimonio. Sin recursos, se instala en Melun y po- Lerpretación de contenido persecutorio. El 8 de julio de 1923 na-
co a poco ocupa los vacíos que Aimée deja en el hogar. CP en Melun Didier Anzieu al que dedica un ardor apasionado, al

Consideramos conveniente resaltar el lugar que tuvo Guillau- Li cmpo que se vuelve cada vez más interpretativa y hostil; afirma
me Pantaine y su muerte en la historia de la paciente. qu e todos amenazan a su hijito.
Es llamativo el lugar que Jean-Baptiste Pantaine otorga a su Pero, así como se dedica con amorosa exclusividad al ni110,
hermano menor Guillaume, de quien lo separan 22 años: le entre- hay momentos en los que tiene verdaderos descuidos que lo po-
ga en matrimonio a su hija Élise, y llama a dos de sus hijos con nen en riesgo. Es entonces cuando Élise -tía y madrina del ni
su nombre. Intento de ceder el lugar paterno a Guillaume que és- no- la sustituye, lo que no deja de humillarla. La relación de las
te no puede sostener ni con su mujer (Élise) ni con la familia de hermanas deviene sumamente conflictiva. A la inversa, el lnzo
su hermano por su prematura muerte (a los 44 años) acaecida a afectivo por su madre se mantiene intacto, en reiteradas ocasio-
consecuencia de las heridas recibidas en la guerra nes se reclama por no haber permanecido a su lado. Cabe pun-
La muerte de Guillaume frustra a Jean-Baptiste y sus esperan- tualizar que, hacia esta época, Jeanne Pantaine había dado cla-
zas quedan invertidas: no es Marguerite Jeanne la que encuentra ras señales de ser una "interpretativa".
un lugar junto a su hermana y tío; es Élise, ahora viuda, la que de- Hacia 1924 Marguerite Jeanne está más peleadora y buscaplei-
be cobijarse en el reciente hogar formado por Aimée y Anzieu. Pero tos, aumentan sus interpretaciones y sufre de fenómenos de adivi-
esta vez la proximidad de Élise Pantaine a la vida de Marguerite nación del pensamiento. Renuncia a la Administración de Correos,
J. no promete sostener nada. El intento de Élise de oficiar de madre qu e la pone en disponibilidad, y solicita un pasaporte para viajar a
sustituta cubriendo los vacíos que dejaba Aimée -que francamente América donde espera ser novelista de fama. Le aceptan la solici-
descuidaba su hogar-, como lo había hecho mucho antes -cuando Lud ante lo cual Anzieu y Élise toman la decisión de internarla en
cubría los de su madre- acaba en violentos enfrentamientos entre <'l Sanatorio Épinay-sur-Seine. Permanecerá allí 5 meses.
las hermanas. Este alejamiento del hogar produce la interrupción del ama -
El estrago, instalado entre ellas, impide ahora a Marguerite mantamiento del niño -que había durado 15 meses-. A petición
Jeanne recibir nada de Élise a quien -y luego del nacimiento de de su marido -que la lleva a Melun- sale de la clínica mejoradn
Didier- dirige un odio que aquella devuelve con la misma inten- pero no curada. Es entonces cuando erige a Élise en la persegui -
sidad. Odio jamás pacificado y de importante papel en el restable- dora de su delirio.
cimiento de Aimée en tanto pudo transferir el odio congelado e Descansa un tiempo, vuelve a ocuparse de su hijo y en agosto
impedido a su irreprochable madre Jeanne, hacia su hermana- cf p 1925, acuciada por temores y delirios en torno a la "amenaza
madre Élise. qu e pende sobre su hijo", solicita en su trabajo el traslado a Pmís
y abandona el hogar conyugal dejando a, Didier a cargo de René y
El embarazo de julio de 1921 precipita perturLaciones psí4ui- l•: Jise. Desplaza la "persecución" desde Elise a misterioso.:, 1x~n,P-
cas, acusaciones delirantes y pasajes al acto: revienta a cuchilla- g- uidores que la obligan a abandonar Melun. Se instala en una ha-
das las gomas de la bicicleta de un compañero de trabajo. En l>iLación de hotel, hace su trabajo de empleada de Correos y clc's-
marzo de 1922 da a luz una criatura de sexo femenino que nace pliega su delirio y sus sueños diurnos, toma clases particulnr0s
muerta, ahogada por el cordón umbilical. Esto exacerba su deli- ck idiomas y fr0cu('nLa las biblio(c'cns .
MARTA GEREZ AMBEHTÍN 1Ml'ERATIVOS DEL SUPERYÓ 2HJ
218

Por esa época la producción del delirio comienza a sistematizarse. Lacan hizo caso de ella, la historia que traza Elizabeth Roudi-
Una serie de factores confluyen para que, en París, elija a la actriz 11c'sco perfila una sub-versión del caso, Silvia Tendlarz trabaja el
Huguette ex-Duflos como la perseguidora por excelencia que es ubi- rnntexto psiquiátrico de la tesis de Lacan (Tendlarz, 1989), el libro
cada como la que anhela la muerte de su hijo y, por tanto, su destruc- el(' entrevistas de Didier Anzieu con Gilbert Tarrab alude al caso
ción. La actriz, como indicaremos más adelante, tenía por esta época cl<'sde la novela familiar de Anzieu quien en 1990 advierte que su
mucha prensa en virtud de sus sonados pleitos. A la vez, el nombre madre para él jamás fue un caso sino una persona; finalmenlt'
del escritor Pierre Benoit, a quienAimée leía con fruición desde joven, también Jean Allouch hace caso de Marguerite. Versiones y sub-
se asocia al de la actriz Duflos quien interpretó en cine y teatro algu- versiones del caso Marguerite Jeanne (Aimée) ¿quien puede separar
nas de las novelas del escritor. Benoit se incorpora al delirio de lapa- t'stos nombres ahora? Por cierto no todos hacen caso al caso pero,
ciente, primero por el lado erotómano y luego como perseguidor. ¿,es posible llenar todos los agujeros de la trama de una vida?
Lacan, Roudinesco, Anzieu no cuestionan el diagnóstico de pa-
Desde 1926 a 1930 otros personajes del teatro, las letras y el ranoia y la incidencia del superyó en la misma. Lacan, en sus
periodismo se incorporarán a su delirio como perseguidores, a la post-versiones del caso.(1946, 1950, 1951 y 24/11/75) puede retro-
vez que recae en el Príncipe de Gales (a quien asedia con corres- ceder ante la paranoia de autocastigo, pero no ante la incidencia
pondencia) el lazo erotómano. del superyó en la paranoia. J. Allouch, sin embargo, lleva el caso
El abanico de los perseguidores se abre hacia Sara Bernhardt, hacia un sendero que se bifurca dentro mismo de la paranoia, ha-
Colette y reconocidos periodistas parisinos. Entre agosto y di- cia la "folie a deux"; pero, más allá del minu~ioso recorrido, y de
ciembre de 1930 escribe dos novelas que luego comentaremos. El la folie a deux, no es posible desvincular la cuestión del superyó
extravío de Aimée va in crescendo . Como suplemento del delirio que, como objeto a, devasta. Verdadero punto de interrogante so-
aparecen rasgos paranoicos de reivindicación y amenaza vengar- bre la versión que presenta Allouch la cual, sin duda, es ya 'otro
se de todos a través de la pluma. Presenta denuncias a la Policía caso' con bastante distancia del de Lacan.
contra Pierre Benoit y la editorial Flammarion. Más allá de versiones, sub-versiones y post-versiones de Mar-
En noviembre de 1930 agrede físicamente a una empleada de guerite Jeanne (Aimée), la contribución de Lacan marca el hallaz-
Flammarion que le comunica la negativa de publicación de su pri- go clínico de la incidencia del superyó en la paranoia que no
mera novela; por esa agresión debe pagar una indemnización. En puede cerrarse aún, sin ser suficientemente interrogada o, más
enero de 1931 decide divorciarse y planea nuevamente viajar a osadamente, sin ser suficientemente usufructuada en el trata-
Estados Unidos, esta vez, con su hijo. Mantiene serios altercados miento posible de las psicosis, pues no se trata de una mera con-
con Élise que, a la sazón, se ocupa de Didier. Crece su temor a que cepción sino de una nueva dirección para la clínica de las psicosis.
Didier sea atacado y, por ello, lo visita diariamente en Melun. Su
estado provoca altercados con René y Élise. En marzo de 1931, ca- 3. LA CREACIÓN DELIRANTE Y LOS ESCRITOS
si un mes antes del atentado, compra un gran puñal de cazador. Marguerite Jeanne (Aimée) había amenazado que si conseguía
El 15 de abril de 1931 poco después del estreno en el Saint-Geor- publicar sus novelas sus enemigos retrocederían espantados.
ges de la obra Tout va bien donde la Duflos tenía el papel principal, Efectivamente, en ellas se revelan, de alguna manera, sus rrcur
Aimée es vista rondando frente al teatro. El 18 de abril a las 19 hs. sos para poner límites al goce del Otro, así como su impulsión n
se prepara para ir a Melun a visitar a su hijo; sin embargo, su ex- convocarlo. La decepción por la negativa de Flammarion de publi
travío la lleva hasta la entrada de artistas del teatro y su pasaje al car· Le Dét,"u<.:iutr precipitó unu Je los pasajes al actu ( 1S/llí1930)
acto se precipita. que precedieron al atentado contra la Duflos.
Es difícil nombrar hoy a Marguerite Jeanne Pantaine o Margue- En la construcción que hace Lacan utiliza los escritos -brindn-
rite Jeanne Anzieu despojada de la sombra de Aimée. Por eso pre- dos por la paciente- donde se evidencia muy nítidamente su posi-
fiero llamarla a partir de ahora Marguerite Jeanne (Aimée). ción de "garante del orden del mundo" y el "idealismo altruista".
220 MARTA GEREZ AMBERTÍN 11\1 J'El{J\TIVOS DEL SUPERYÓ
221

En la primera novela, Le Détracteur (El Detractor), escrita en- "Ella se pasa los días en su tina de bmio, y luego en cubrirse de
tre agosto y septiembre de 1930 y dedicada al Príncipe de Gales, cosméticos; ella se muestra, intriga, maquina".
la protagonista principal se llama "Aimée" y aunque su autora Y continúa el ritmo de su delirio de interpretación con
dirá que trata del "idilio" tiene como tema central la amenaza y la
muerte. Lacan toma el nombre de la protagonista de esta novela "cuchicheos, cloqueas, apartes, complotes".
para hacer caso de Margue rite Jeanne (Aimée). Esto confirma, una Y una reveladora afirmación:
vez más, el lugar de Otro testimoniante que ocupó Lacan para la
"Verdaderamente el mal está alrededor de ella, pero no en ella".
paciente, a pesar del saldo erotómano que dejó su relación. (Laca n, 1932, p. 171).
El tema de la novela es muy simple y está dividido en cuatro A esta altura David y Aimée son novios y ella despliega, por
partes que se corresponden con las cuatro estaciones: momentos, sentimientos de celos.
Cap. I. La primavera. Trata del "idilio" y de la supuesta armo- Cap. III. El otoíio. La desgracia se cierne sobre Aimée:
nía de todos con todos, pero amenazados por el mal. Alude a la re- "La madre está e,~ferma, los niíios nerviosos, fuera de la casa
lación paradisíaca de los nifios entre sí, de los niños con su her- los sarcasmos llueven".
mana mayor -Aimée-, con sus padres, con los animales y la na-
Pero "la heroína" se refugia en una elevación del alma. A pesar
turaleza. Los padres son dichosos y aman a sus hijos y a la tierra de ello retorna el peligro:
que tienen. La hermana mayor, protagonista principal -Aimée-,
piensa en el novio desconocido, a la vez que se presenta como ga- "¿Seréis atravesados por ese bólido de fuego que se aplasta en
rante del cuidado de los niños: "con ella los peligros de la vida tierra para nunca revivir". (Lacan, 1932, pp. 171-72).
campestre serán evitados". Cap. IV. El invierno. Nuevamente reaparece lo bucólico, pero
El protagonista, David -futuro novio de Aimée-, el huérfano, ya asediado por el peligro, lo que despierta los temores de Aimée:
ha regresado al campo desde el regimiento.
"¿qué hacer con este corazón ardiendo, con este corazón ávido
Hay imágenes bucólicas donde todos parecen ser muy felices, que sin cesar estaría persiguiendo sombras? ¿Y por qué contener
sin embargo, asedian el peligro y el daño "chicos y grandes se durante toda la vida sus impulsos? ¿Por qué no confesar, 110
arrancan las uíias en el trabajo". También amenazan la tempestad amar?" (Lacan, 1932, p. 172).
y el incendio.
Nuevamente lo que la constriñe, el "circulo mágico":
"Cuando la tempestad sopla y abate los nidos encumbrados de- "El fenómeno de la muda se perpetúa a través de las edades.
masiado arriba, yo me arremolino como ella. Vestido para vencer al Todos los reinos susceptibles de vida sufren sus sacudidas, su agi
cielo, vuelvo a dar calor a esos náufragos, ellos viven, yo los salvo, tación desordenada que desgarra para liberar o para esclavizar".
porque amo el huracán con su venida perturbadora, sus secretos, (Lacan, 1932, p. 173).
sus temblores, su espanto, y, tras de su partida, sus efluvios de po-
len derramado. Yo les he avisado cuando el incendio ha estallado No es casual que este pasaje la haya tenido "embotellada", va-
en el bosque(. .. /". (Lacan, 1932, p. 169). rada por tres semanas, mientras todo el escrito sólo insumió 8
días. Cuando puede destrabarse escribe: "¿Seria algún castigo
Cap. II. El verano. Poco a poco el clima se vuelve tenso pro- por venir, alguna culpa por temer... " Y desliza una enigmática
du(:iéndose una transmutación de la dicha a la sevicia y el com-. frase: "El remordinúe,·,to los hostiga ... ", ¿a quienes?, no lo dice.
plot. Aparecen seres extraños, perseguidores, cuya influencia La novela finaliza con la muerte de Aimée y con el tema de los
seductora va a perturbar la supuesta armonía de esa inocente, sentimientos de la madre ante la niña muerta.
"un desconocido" y "una cortesana" -referencia a Duflos y a
"¡Oh niíia!, ¡oh muchachas que mueren!, flores blancas derriba
Benoit-: das por una guaduiia sorda, riente ojo de agua secado, ocultado
222 MARTA GEREZ AMBERTÍN f MPERATIVOS DEL SUPERYÓ
223
por el negro y sublime misterio del globo, paloma caída del nido y "Abrazo a un núio que tiembla junto a mi puerta / Tan fuerte es
que hila su sudario sobre el suelo asesino, frágil pecho de pájaro ex-
el abrazo que hacemos uno solo/ La vieja, con moco en la nariz/ .. ./
pirante en el pico ensangrentado del gavilán, negra visión, ¡cómo Infecta, sórdida me abruma de cuchufl,etas / Sigue la multitud de las
sois amadas!" (Lacan, 1932, p. 173).
mujeres ebrias/ Hocicos sangrantes o lenguas asesinas/ ... / ¡Y nadie
Lacan resalta ese grito singular con que termina la visión de quiere ser testigo!" (la negrita es nuestra). (Lacan, 1932, p. 177-78).
la muerte "¡¡cómo sois amadas!!" (¡que l'onvous aime!). ¿Acaso sólo Desliza su debate delirante "Ser libre o morir, han añadido ... /
como muerta puede ser amada la protagonista? Pero no se puede ser libre [. .. }".
La segunda novela, Sauf votre respect (Con el perdón de Usted), Se precipita luego hacia un discurso que lanza invectivas
escrita en diciembre de 1930 y también dedicada al Príncipe de Ga- contra la gente de letras y del periodismo "enemigos de la felici-
les, es una sátira que muestra el cuadro de escándalos y miserias dad"; los reyes, en cambio, "aman al pueblo". Arremete después
de su tiempo, y aspira a un estado mejor. En última instancia, dis- contra París:
curre entre el malestar de la cultura y el porvenir de una ilusión
de la enferma. Según Lacan, se acrecienta la exaltación intelectual "isla habitada por bestias monstruosas y horribles". (Lacan,
1932, p. 178). .
y la fuga de ideas de manera episódica, hay un exceso de palabras
extraídas del diccionario que ella, "una enamorada de las palabras" Retornan las alusiones al crimen implicando a culpables "anóni-
usa, más por su valor sugestivo y sonoro que por su alcance signi- mos". Más adelante, en medio de fuga de ideas y de una metonimia
ficativo. Abundan impulsiones mentales y palabras embutidas. insistente, algo que incluye a su madre Jeanne y a ella misma:
Los temas que trata son los de su delirio. La novela se divide
"No se tome el trabajo de tratar de conocer la verdad, no
en tres partes: hable nunca de sus hijos, es decir ignore la meta de su destino, vi-
a) partida del hogar hacia París; b) llegada y estadía en París va en la indiferencia" (la negrita es nuestra). (Lacan, 1932, p. 180).
y c) retorno al hogar. Pululan las acusaciones contra "el filibustero" y la "cabra sali-
da del teatro francés" a la que acusa:
a) Partirá a París con su capa y su espada en un asno:
"Digo adiós a los seres a quienes amo; estamos muy unidos y no "¡Es demasiado crudo, seiiora!, pero Ud. prefiere hacerlo que
he conocido con ellos más que generosidad, amistad y deferencia". confesarlo". (Lacan, 1932, p. 181).

Pero se encuentra con la muerte de un hijo: Un reproche que, podríamos conjeturar, esta dirigido contra
riuguette ex-Duflos, pero, en última instancia a su madre Jeanne.
"Una adulta gime por la muerte de su hijo en la guerra y
pregunta si no habría modo de evitarla" (la negrita es nuestra). c) El final, el retorno a casa:
(Lacan, 1932, p. 175).
"La familia está de pie alrededor de mi, consternada, ansiosa,
Este tema se vincula, a la vez, con el de una bestia horrorosa nos cogemos por el cuello todos a la vez, llenos de espanto del Rei-
y maligna que provoca las muertes: nado de la Vergüenza". (Lacan, 1932, p. 182).
"En el camino encontramos una bestia horrorosa, que tiene por El idealismo altruista de la paciente intenta arrojar fuera lo
no,nbre alw. Envía proyectiles en todos los sentidos, nadie queda que reina en el seno de su propia familia, la vergüenza, de la que,
indemne con él". (Lacan, 1932, p. 175). sin embargo, nadie se hace cargo.
b) En la "llegada a París" reLorna el tema Je persecución d·el
delirio de interpretación en relación al "filibustero" (Benoit) y la '1. EL "CIRCULO MÁGICO" Y EL APEGO AL "IDEAL
"cabra salida del teatro francés" (Huguette). El escrito revela in- DE MALIGNIDAD". EL ESTRAGO INFRANQUEABLE
tuiciones delirantes y sentimientos episódicos de adivinación del Dice Lacan que el atentado de Marguerite Jeanne (Aimée) tie-
pensamiento. Resurge el tema del niño: ne un carácter demostrativo y un valor de advertencia:
224 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 225

"que debe permitir muchas veces la prevención de otras reaccio- elido. Es un intento de quebrar la complicidad del cepo que la ha-
nes más graves[. . .]. Se ve finalmente que[ ... } la reacción criminal ce permanecer apegada a su madre como un custodio fiel que ase-
va a agredir un objeto que no lleva más que la carga de un odio
gura el rechazo del saber de la muerte de otros hijos.
varias veces transferido". (Lacan, 1932, p. 273).
Hay una constante tentación en Marguerite Jeanne (Aimée) a
En 1935 agregará que la agresión no fue sino el intento de ubicarse del lado del "ideal maligno" que reprocha a sus persegui-
romper con el "circulo mágico" que la oprimía. dores: su vanidad va unida a lo que Lacan llama su "bovarismo":
frialdad, abandono de sus deberes maritales, indiferencia para
Teniendo en cuenta esto considerarnos importante despejar,
con el marido y descuidos reales con el hijo -duda en abandonar-
en la construcción del caso, cuál la demostración, cuál la adver-
lo en su primer proyecto de viaje a EE.UU. y, más de una vez, lo
tencia, cuál el objeto herido y cuál la rotación en la serie en la que
expone al peligro-.
se hace la transferencia del odio.
Una pista importante para entender su apego al "ideal de ma-
Una cuestión ligada a la temática principal del delirio en tor-
lignidad" y a la imagen de la "vedette de teatro o de libro" está da-
no a la amenaza de muerte que pende sobre su hijo, tiene que ver
da por las ambiciones que la incitan al primer proyecto de viaje
con la imagen de "la vedette de teatro o de libro", una de las ver-
a EE. UU. -octubre de 1924-:
siones modernas que convocan a la participación social; pero, esa
imagen, en una campesina desarraigada, sirvió de "tiene deseos de ir a buscar fortuna en los Estados Unidos: va
a ser novelista. En cuanto al núio, confiesa que hubiera tenido que
"motivo común a su ideal y a su odio". (Lacan, 1932, p. 289). abandonarlo". (Lacan, 1932, p. 145).

Sobre ello retornará Lacan en Acerca de la causalidad psíqui- Esto se contradice con las invectivas que lanza contra
ca (1946) al destacar entre los puntos de estructura del caso: "el descuido de las madres fi-ívolas" (Lacan, 1932, p. 151),
"La estirpe de las perseguidoras que se suceden en su historia
repite casi sin variaciones la personificación de un ideal de malig-
ese descuido que termina reproduciendo ella misma, de igual
nidad contra el cual su necesidad de agresión va en aumento". manera que encarna el "ideal de malignidad" contra sí. Extraña
(Lacan, 1946, p. 159). manera de congelar el odio a su madre preservándola del recla-
mo por la muerte de la Marguerite que la precedió.
Es importarte resaltar que el "ideal de malignidad" se vincula
al superyó, se reproduce en cada uno de sus perseguidores que Paradojalmente, ese "ideal de malignidad" al que se apega, y
debe encarnar tal rasgo sádico cuya crueldad busca y azuza la que precisa encontrar en sus perseguidores -vedettes de su dra-
paciente, y que, en el orden de especularidad que se coloca, ter- ma y motivo común de su ideal y de su odio-, sólo desfallece lue-
mina encarnándolo contra ella misma y contra su hijo: go del atentado y la sanción que adviene desde el Otro de la ley.
¿Cuál es el lugar que otorga a estos "perseguidores", protagonistas
"ha buscado permanentemente el favor y, con ello, las sevicias de
personas que encamaban ese tipo entre aquellas que le eran accesi- principales en su historia? ¿qué papel juegan en su delirio de interpre-
bles en la realidad, sino que además tiende en su conducta a realizar, tación? ¿qué relación mantienen con la historia de Marguerite Jean-
sin reconocerlo, el mal mismo que denuncia: vanidad, fi·ialdad y ne (Aimée)? y ¿en cuál "perseguidor" confluye el conjunto de ellos?
abandono de sus deberes naturales". (Lacan, 1946, p. 1.59).
Tan adherida está a ese "ideal de malignidad" que llega a encar-
Así, para escapar nl "círculo mngico" que la apresa, Margueri- narlo contra sí. A la vez, no tieue 111ás remedio que ser cÓlllf.Jlice de
te Jeanne (Aimée), pese al recurso creacionista del delirio, hace el su madre; de no hacerlo dejaría de ser parte del encubrimiento del
pasaje al acto homicida y recurre a la violencia para producir un duelo impedido de sus padres por la muerte "accidental" de la pri-
corte con el círculo que la apresa al ideal de maldad. Un corte al mogénita y puede llegar a correr la misma "suerte". Tiene que cargar
circulo superyoico opresivo íntimamente vinculado al duelo impe- una muNta, ll<'v,tr una culpa siltmciosa y muda que no se inscribe
226 MARTA GEREZ AMl3ERTIN 1Mi'Ell.J\TIVOS DEL SUPEl{YÓ 2'27

del lado del saber inconsciente sino que es rechazada del lado del "hostilidad impracticable a través de la efectiva agresividad"
saber. Así, está condenada a alimentar el goce del Otro maligno que (Chatel, 1994, p. 69)
complota contra ella. Tal el precio que debe pagar para sostener la será lo que la precipita a la psicosis y a la creación de su deli-
terrible complicidad de silencio con su madre. rio, pero también lo que promueve el pasaje al acto homicida con-
Puede entenderse, entonces, esa obligación, a la que está so- tra la actriz Duflos.
metida, de transferir el odio, hacer serie metonímica de un odio Hay un duelo impedido que queda congelado, hay un odio em-
traspasado a esas estrellas perseguidoras que debe hacer brillar balsamado que torna intransitable la hostilidad contra la madre.
a costa de su sacrificio. La cara obscena del sacrificio -señala Marguerite Jeanne (Aimée) debe taponar, como muerta-viva el pe-
Lacan en el seminario interrumpido Los Nombres del Padre cado de su madre. Hacer lugar al odio y enrostrarle la culpa es poder
(23/11/63)- es "un intento de apaciguar el goce del Otro", intento dirigirle el reproche por su descuido, por los "accidentes" que, de
que se renueva incesantemente en Marguerite Jeanne (Aimée). una u otra manera, promovió: la primera hija -Marguerite-, quP
Para Freud el odio aparece en la zona de lo hostil, lo exterior- muere abrasada por las llamas de un horno, nace antes de los ocho
rechazado. Para Lacan se trata de una pasión correlativa a la ex- meses de la boda lo que supone que fue engendrada "prenupcial-
pulsión de das Ding, que deja como resto mente"; el hermano que precede a Marguerite Jeanne (Aimée) nace
muerto a los siete meses de embarazo.
"el displacer como borde entre el placer y el más allá (y en este El reproche y la manifestación del odio hubieran abierto las puer-
sentido!/ ... / el odio es una pasión que afecta al ser". (Lowenstein y
Salman, 1990, p. 112!. tas para que la niña ingresara al Complejo de Edipo e hiciera el lla-
mado al padre; pero ella, tan apegada al goce materno, no puede ha-
Así, el odio no es sólo un afecto sino, también, una posición sub- cer el reproche, no puede imputar culpabilidad a su madre, tampoco
jetiva, una barrera defensiva contra el goce, un rechazo muy primi- apelar al padre cómplice, por lo demás, en esos "accidentes".
tivo a todo estímulo insoportable. Por eso al sujeto el odio le 'viene'
bien. Coincidimos, dentro de esta línea, con Mario Fischman: Freud trabajó la hostilidad en la relación madre-hija en La Fe-
minidad, La Sexualidad Femenina, Algunos tipos de carácter... ,
"El odio en tanto respuesta subjetiva es un modo de afectación del El sepultamiento del Complejo de Edipo, Un caso de paranoia que
sujeto en relación a la causa, a lo real, es decir al goce imposible. Es- contradice la teoría psicoanalítica y Análisis terminable e inter-
te goce que se pierde, una y otra vez, por el solo hecho de hablar, es- minable. En La Feminidad indica que la intensa ligazón madre-
te goce inasimilable por el significante, este goce fuera-de-simbólico
que se únaginariza como Goce del Otro". (Fischman, 1994, p. 23).
hija tiene como destino su destrucción para dejar lugar a la liga-
zón de la niña con el padre; y especifica:
En suma, no hay separación con el objeto sin odio concomitan-
"El extra,iamiento respecto de la madre se produce bajo el si{{
te. La separación permite la constitución del objeto amoroso en no de la hostilidad, la ligazón-madre acaba en odio". (Freud,
quien se ama, precisamente, lo que no tiene, es decir, la falta. Pe- 1932c, p. 113).
ro, ¿qué pasa cuando ese odio no termina de contornearse y que-
da encapsulado? Acaso, allí, el amor, el supuesto amor, se dirige Lacan retoma esta cuestión bajo los términos del "estrago" en la n'
a un objeto del que se espera todo, lo absoluto; supuesto amor sin Jación madre-hija. Ya en el Seminario V, al plantear la necesaria con
faltas que adviene en la psicosis como frontación -en la niña- entre la "ley incontrolada del capricho maLcr
no" y la "metáfora paterna", señalaba el necesario desgarro hecho C'S
"amor muerto". (Lacan, 1955-56, Sem. III. Las Psicosis, p. 363). Lrago del lazo hija-madre como condición de ingreso al Complejo Edí
En Marguerit~ Jeanne (Aimée) no hay rastro alguno de odio ma- pico. Pero es en el Seminario XVII en el que especificará claramente:
nifiesto hacia su madre Jeanne, tampoco de esta hacia su "hija prefe- "El deseo de la madre no es algo que pueda soportarse tal cual,
rida". Este odio embalsamado, consecuencia del duelo imposible, esta que pueda resultarles indiferente. Siempre produce estragos. Es
228 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPERYÓ 229

estar dentro de la boca de un cocodrilo, eso es la ,nadre. No se sa- Ahora bien, la hostilidad o el estrago no se instaura entre Mar-
be qué mosca puede llegar a picarle de repente y va y cierra la bo- guerite Jeanne (Aimée) y Jeanne. La hija queda entrampada en
ca. Es el deseo de la madre. 1m odio que no llega a un desenlace que la desligue de la madre,
Entonces traté de explicar que había algo tranquilizador / .. ./
Hay un palo, de piedra por supuesto, que está ahí, en potencia, en
y no puede ingresar al Edipo. Aquí la afirmación freudiana es ina-
la boca, y eso la contiene, la traba. Es lo que se llama el falo . Es el pdable en cuanto al diagnóstico: paranoia:
palo que te protege si, de repente, eso se cierra/ .. .] fue en este nivel "ya en este período preedípico se descubre, referida a la madre,
como hablé de la metáfora paterna". (Lacan, 1969-70, Sem. XVII la angustia de ser asesinado o envenenado, que más tarde puede
/11/3/707,pp.118-119). constituir el núcleo de una paranoia". (Freud, 1932c, p. 111).
Posteriormente, en L' etourdit dirá:
El rechazo del saber que produce el duelo impedido conduce
"la elucubración freudiano del Complejo de Edipo, en la que la :1 la hija al apego materno y la imposibilidad de cristalizar la hos-
mujer es en él pez en el agua, por ser la castración en ella inicial Lilidad por los caminos del odio. El saldo en la subjetividad es la
(Freud dixit), contrasta dolorosamente con el estrago que en la paranoia. Es el precario recurso de Marguerite Jeanne (Aimóe)
mujer, en la mayoría, es la relación con la madre, de la cual pare-
para mantener, de algún modo, abiertas las fauces del cocodrilo
ce esperar en tanto mujer rnás subsistencia que del padre, lo que
no pega con su ser segundo en este estrago". (Lacan, 1972, p. 35). dado que, por la forclusión del Nombre del Padre, no puede ape-
lar al falo que garantizaría que aquellas fauces no se cerraran. A
A su vez, de ese estrago, del primero, por no decir del primor- falta del falo la frágil creación para decir no, para rechazar ese
dial de la relación hija-madre, Lacan volverá a ocuparse en la apego materno, será el delirio cuyo tema central es la amenaza de
Conferencia en Yale: muerte que pende sobre su hijo, delirio que, aunque tiene una di-
"la niiia se halla en estado de reproche, de desarmonía, con ella rección centrífuga, no deja de implicarla: amenaza ofrecer su hijo
/ su madre/. Tengo bastante experiencia analítica para saber cuán en sacrificio, amenaza ser sacrificada ella misma por no denun-
devastadora puede ser la relación madre/ hija. No es gratuito que ciar el infanticidio perpetrado por los padres. Después de todo,
Freud decida acentuarlo y erigir toda una construcción a su alre- Lambién su madre Jeanne Pantaine ofreció en sacrificio a Mar-
dedor". (Lacan, 1975). guerite (la primogénita muerta) y al niño nonato, a su propia madre:
"Hostilidad" en Freud, "estrago" en Lacan, aluden a la liqui- Marguerite Maisonneuve.
dación del lazo con el deseo materno, y al odio concomitante que deja El odio, como expulsión de das Ding y mínima garantía de que-
como saldo esa operación que prepara el camino para el acceso a la dar fuera del asecho del goce materno, no se instaura; la vuelta
feminidad y la maternidad. Tal como lo destaca M.-M. Chatel el del odio y del reproche contra sí deja a Marguerite Jeanne (Ai-
mée) a merced del goce del Otro, del goce superyoico. El odio des-
"insuperable reproche de la hija a la madre. Anticipo que para Linado a la madre vuelve contra la hija.
que una mujer ocupe la posición de madre respecto de su hija es Pero había una madre sustituta, Élise Pantaine, a la que po ·
necesario que haya estrago entre ellas". (Chatel, 1994, p. 70).
día imputarse el odio. Esa imputación permite el movimiento 011
A su vez, para que una hija acceda al lugar de mujer y de madre, In estructura psicótica y su singular despliegue en el enjambr0 el<·
este estrago tiene que haberse constituido. Estrago que, imprescin- los "perseguidores". Esta transferencia intenta, tímidamente, bo
dible para posibilitar en la mujer la demanda de amor al padre -y rrar las huellas del objeto original ai"que el odio debía dirigin-;c•:
dP.sde este a los hombres-, desalienta toda esperanza de reencuen- ,Jc!nnne P:rntaine.
tro, reparación o amistad con la madre. Freud puntualiza: Élise funcionó como ortopedia de la madre (Jeanne) y como ri -
"Ese odio puede ser muy notable y perdurar toda la vida, pue-
vnl materna y, el estrago que se juega entre ella y Margul'riL(•
de ser cuidadosamente sobrecompensado más tarde; por lo común ,Jeanne (Aimée), hizo posible que esta no quedara a expensas del
una parte de él se supera y otra permanece". (Freud, 1932c, p. 113). puro capricho materno.
230 MARTA GEREZ AMBERTÍN I MlfütATIVOS DEL SUPERYÓ 231

Sin embargo, hay una tercera función que Élise no pudo soste- In N.a Élise y, así como antes imputaba a la amiga todas las perse-
ner: la del Nombre-del-Padre. Aunque interpuso distancia entre cuciones de las que se sentía víctima, ahora las imputa a su hermann.
Marguerite Jeanne (Aimée) y Jeanne, se ocupó de la dirección Como esta respuesta delirante es insuficiente está obligada a
moral de su hermana menor y posibilitó el lazo de filiación con los r<'alizar nuevos rodeos y buscar nuevos enemigos, más grandio-
Pantaine, su operación no pudo llegar más allá. Había demasia- :-ws, a quienes transferir su odio referido al infanticidio. El deli-
dos obstáculos. Por un lado, todas las excepciones que permitió 1·io, después de numerosas vueltas, encontrará otra figura persc-
Jeanne a su Marguerite complotaron para que esta escapara de <'lltoria, Huguette ex-Duflos.
la ley del padre; por otro, la complicidad de Jean-Baptiste con IIuguette ex-Duflos era famosa por ser actriz, bella y por los
Jeanne, apenas enmascarada por su tiranía, impedía cualquier wnados pleitos que mantenía con la Comédie-Franvaise y con su
regulación posible de la ley al goce materno. 111arido. El proceso de la Comédie-Franc;aise contra Huguette
Élise se había ocupado como una madre de su hermana menor, por incumplimiento de contrato- se desarrolló a partir de junio
la sostuvo en el inicio de su primera relación amorosa y sexual y en el<' 1928 y los periódicos abundaban en noticias del proceso.
el emprendimiento de su salida laboral, pero cuando Élise se ins- A la vez, el ju_icio contra su ex-marido -Raphael Duflos- se rno-
tala en Melun, en 1918, la situación entre las hermanas ha varia- 1,vaba en la separación y en que la actriz había apelado a la Justi-
do considerablemente respecto a la de antaño cuando mantenían el <'Ín para continuar llamándose Madame Huguette ex-Duflos: un
lazo de hermana-hija y hermana-madre. Élise está estéril, viuda, ,wmbre propio que lleva la marca de un divorcio (ex), pero que le
apesadumbrada y anhela un hijo. Marguerite Jeanne (Aimée) lle- p<'rmitía seguir usufructuando el nombre con el que se había hecho
va otro apellido, el de casada -Anzieu- y espera un hijo. Como fu- í:11nosa, algo así como una "Marca Registrada". Pero, un nuevo jui-
tura madre ya no está en condiciones de recibir de su hermana-ma- c·,o entablado por el ex-marido la obliga a abandonar el apellido
dre cuidados maternales. En este punto Marguerite Jeanne (Ai- 1>uílos. En los periódicos de la época, que le dedicaron importantes
mée) soporta, no sin estrago, la orfandad. Dirige su hostilidad con- c•spacios, y en los cartelones que anunciaban sus actuaciones, se la
tra la esmerada Élise que la "humilla" no sólo porque puede ocu- llamaba ora Huguette Duflos, ora Huguette ex-Duflos, ora simple-
parse con más diligencia de las tareas del hogar, sino porque 1110nte Huguette.
La creación del delirio de Marguerite Jeanne (Aimée) se inge-
"esta hwnillación se objetiva en la reprobación, muy real, que 11ia para reconocer tres grandes personajes públicos. Uno protec-
su hermana le impone sin cesar por sus actos, sus palabras .Y has-
ta sus actitudes". (Lacan, 1932, p. 211). 1or: el Príncipe de Gales; otra perseguidora principal: Huguette
c•x-Duflos -"tiene la sartén por el mango del complot"-; y un per-
Lacan destaca que, aun así, la paciente no puede reaccionar con- :H•guidor cómplice de aquella: el escritor Pierre Benoit.
tra Élise en una directa "actitud de combate", es necesario transfe-
rir el odio más lejos de Élise, y la destinataria será C. de la N. r,. FASES DEL DELIRIO Y SU RELACIÓN
Cuando en 1922 da a luz una niña que nace muerta: CON LOS PERSEGUIDORES

"imputa la desgracia a sus enemigos; bruscamente, parece con- Destaquemos las tres fases del delirio ligadas a la rotación de'
centrar toda la responsabilidad de esta desgracia en una mujer 1-11 ,s "perseguidores":
que durante tres arios ha sido su mejor amiga./. .. / La cristaliza- P: La fase aguda-julio 1921-. Surgida luego del desencadenn
ción hostil parece haberse iniciado allí". (Lacan, 1932, p. 144). 111it>nto psicótico donde la paciente experimenta algún alivio vía el
cl<·lirio al identificar ("identificación sistemática") a C. de la N. co-
De todos modos, la hostilidad apenas consistió en cortar toda
rno perseguidora dominante. El segundo embarazo (Noviembre ck
correspondencia con ella.
1!)22) determina un nuevo impulso y giro al delirio. Culmina en el
Posteriormente da a luz a Didier Anzieu con lo que se acrecienta rnomento de amamantar a su hijo y da lugar a la primera hospita-
el "delirio de interpretación". Nuevamente desplaza el odio de C. de l,zación en octubre de> 192'1 . Allí C'omi0nza la segunda fase.
232 MARTA GEREZ AMBERTÍN
1~11'1':IU\T!VOS DEL SUPERYÓ 2:i:1

guida ... Yo protesté, diciendo que era una puta. Seguramente por
2ª: La "meditación delirante" en la que está cada vez más eso la traía contra mí". (Lacan, 1932, p. 147).
interpretativa, hostil y peleadora casi con todos. Se plantea
nuevamente su obsesión: "una amenaza pende sobre su hijo, La intuición delirante cobra certeza y se establece inmedia-
¿de quién viene?" Es ahora cuando intenta hacer pública su 1';1 mente en la identificación sistemática de Huguette como perse-
cuestión -"llevar el asunto a los tribunales"-. Acaso un intento g11idora principal. Hacia fines de 1925 ve a la actriz en el teatro
de apelación al Otro de la ley que no prospera. Durante esta fa- y <'11 el cine. Lacan supone que se trata del filme .Koenismarh ba-
se toma la decisión de ir a América para ser una novelista de s:1da en la célebre novela de Pierre Benoit.
fama. Élise y René intervienen y es internada en la clínica Épi- El pasaje del odio hacia Huguette ex-Duflos constituye, en la
nay-su.r-Seine. Aunque Élise es ubicada como perseguidora los construcción delirante, un relevo para C. de la N. quien fue la
giros del delirio buscan transferir el odio a otro lado, más ale- qu e, por primera vez, le habló de la actriz. El desplazamiento del
jado del entorno familiar, más grandioso y majestuoso. Argu- odio desde C. de la N. a Élise era peligroso; en cambio hacia Hu-
menta que sus g uette, le viene bien: es una figura famosa, da que hablar, "es una
puta", poderosa, frívola e intocable. Pero, en tanto encarna su
"perseguidores la obligaron a irse de la ciudad (Melun). ¿Quié- id eal, quisiera también ser famosa como ella, llevar una vida lu-
nes eran los enemigos misteriosos que parecían estar persiguién- josa y tener muchas influencias (ser poderosa). En fin, HuguetLe
dola? ¿No tenía ella un alto destino que llevar a cabo?" (Lacan, concita el ideal de malignidad del Otro gozador, a la vez que des-
1932, p. 146). pista sobre el odio hacia Élise y J eanne.

Con este interrogante diluye de la red de perseguidores a Éli- (i. LOS TEMAS DEL DELIRIO, SU ORGANIZACIÓN
se, y parte a París en busca de respuestas donde se decidirá, de al- Y EL PASAJE AL ACTO
guna manera, su vida. En París están las "luces" y las "estrellas" El primer tema de su delirio de interpretación es la persecu-
que encandilan (las vedettes) pero también la sabiduría, los que ción contra su hijo y la perseguidora principal es Huguette. Es en
saben, hombres y mujeres de letras (aquí se juega algo distinto a relación a ella que incorpora el tema de la grandeza a la perse-
Emma Bovary): Pierre Benoit, Colette; actrices: Huguette ex-Du- cución. Huguette es más poderosa que C. de la N., tan poderosa
flos, Sarah Bernhardt; periodistas, duques y príncipes. En torno a como Jeanne lo es para Marguerite Jeanne (Aimée), un Otro to-
ellos teje su delirio. do poder. Entonces, el delirio de persecución, inicialmente centrí-
3ª: Organización y sistematización del delirio. Se inicia en fugo, ya no sólo recae en Didier, se torna también centrípeto: la
agosto de 1925 -tiene 33 años- cuando se traslada a París. Allí implica. No será perseguida sólo por su condición de madre, tam-
reencausa el hilo de su delirio ligado a la primera sistematización. bién lo será por su condición de mujer. Tal el lazo que teje entre
Desplaza el odio hacia nuevos perseguidores y encuentra nuevos el escritor Pierre Benoit y Huguette: el uno sabe todo de ella, re-
rostros para su "ideal de malignidad". Todo confluye en Huguette vela su vida privada en sus libros y la injuria; la otra, que insti-
ex-Duflos que concentra ese ideal y se erige en la enemiga íntima ga al escritor para husmear en su vida privada, interpreta esas
en tanto "anhela" la muerte de Didier y, por ello, su destrucción. obras, "la remeda" y ridiculiza. En las declaraciones posteriores
al atentado, P. Benoit declarará en Túnez:
''Un día -dice Aimée- estaba yo trabajando en la oficina, al mis-
mo tiempo que buscaba dentro de mí, como siempre, de dónde po- "La desdichada pretendía ser aludida en uarias de mis obms,
dían provenir esas amenazas contra nu hijo, cuando de pronto oí cuyo argumento me había sido sugerido, afirmaba ella sin cesar,
que mis colegas hablaban de la Sra. Z. (Huguette) . Entonces com- por Huguette ex-Duflos". (Allouch, 1995, p. 392).
prendí que era ella la que estaba en contra de nosotros. Algún
tiempo antes de esto, en la oficina de E., yo había hablado mal de ¿Qué implica la imputación que hace a Huguette: "puta"? ¿Qué
ella. Todos estaban de acuerdo en declararla de fina raza, distin- conlleva esto de "la puta" sino la frivolidad desvergonzada de unn
234 MARTA G [;;r[EZ A~ll3ElffÍN l~11'EHATIV0S DEL SUPERYÓ 2:Jr,

mujer dispuesta a todo, y aún más allá de lo sexual, dispuesta al El tema central de Alberte está íntimamente relacionado con Jo
crimen mismo? q11c', precisamente, está en la base del delirio de Marguerite Jean
Jeanne, Élise, C. de la N. y Huguette son mujeres que humi- 11<· (Aimée): el asesinato de una hija urdido, en última instancia.
llan a Marguerite Jeanne (Aimée) según Lacan. A su modo cada por una madre frívola y puta en complicidad con un hombre anrn-
una es poderosa y la trama del delirio, de alguna manera, concen- do por ambas mujeres pero que prefiere a la madre. Lacan resaltn
tra a todas en Huguette quien aglutina la identidad imaginaria qu<' Marguerite Jeanne (Aimée) declara: ''.yo era c1 la vez esa modre
de los temas de grandeza y persecución. ,, ,•so hUa'', declaración de la doble posición ante su madre Jearnw:
La principal perseguidora, en el sistema delirante, es la actriz, dc,nuncia y encubrimiento. Es la hija que teme a su madre; que pn -
es ella quien sugiere los argumentos al escritor -corno los había g:1 con su psicosis el duelo impedido, el asesinato y el pecado de los
sugerido su madre Jeanne a su padre J0an-Baptiste-. P. Benoit padres. Se pone en juego, allí, la imputación de un goce matC'rno
salle todo de Margueritc Jeanne (Aimée) a través de su musa ,•xtremo, el goce del "descuido de las madres frívolas" (Lacan, 1.932,
(oráculo femenino)' inspiradora y cómplice: Huguette informada, ¡,. 151), con la complicidad de un hombre que colabora en el crinwn.
a su vez, por C. de la N. Es de este modo como se cortan las refe- l Jn padre que no pone la razón de la ley entre madre e hija.
rencias a tlise y ,Jeanne. Podemos colegir, entonces, que el hombre, aunque sea persP-
guidor, no podrá experimentar jamás la dimensión del goce dC'I
Hay, sin embargo, una pieza importante a reconstruir: el in- OLro como puede hacerlo una mujer: el goce de una madre, frívo-
greso de Pierre Benoit en el delirio de Marguerite Jeanne (Aimée). ln, despreocupada y puta (Jeanne). Transferencia del odio hacia
Lacan dice que no puede precisarlo, aunque hay pistas muy claras lluguette ex-Duflos ubicada en esa posición gozadora, y razón por
que lo ubic8n en 18 fase aguda del delirio. Durante su estancia en l,1 cua l la pufialada estuvo dirigida a ella y no a Benoit.
Melun leía al escritor y llega a confesar que se reconocía "su he- El Príncipe de Gales, a quien dedicó sus dos novelas, relev8 n
roína", lo que pudo haber tornado como un "llamado amoroso" de Benoit en la posición erotomaníaca del delirio. Marguerite Jean-
Benoit para ser "su amada": posición erotomaníaca inicial con ne (Aimée) sen:i "la amada" del Príncipe, nuevamente como recur-
el escritor. so contra la persecución.
Primer recurso erotomaníaco para clefendersP tras el hombre El amor que -en el delirio- le dirige su Alteza es un intento d<'
de letras de las persecuciones contra su hijo. Será luego de un n'ducir esa excesiva persecución de los enemigos a su hijo y, por
tiempo de su estada en París (1926/7) que aquel para quien era tnnto, a ella. Sin embargo, la erotomanía - tentativa de disolver
"amada" ("Aimée") se convertirá en perseguidor aliado de Hu- C'I delirio ele p<'rsecución- fracasa y se torna mortífera, lo que dl'-
guette. El amor transmuta en odio. Lo mismo había sucedido con .ia paso al delirio de reivindicación.
"el poetastro" de su iniciación amorosa. Llegados a este punto, no me detendré en el enjambre c!P
Marguerite Jeanne (Aimée) acusa a Benoit de revelar su vida otros perseguidores porque, aunque van variando en el delirio,
privada, tomarla como heroína e inspirarse en ella para alimentar no usurpan el Jugar central que ocupa Huguette que tiene: "la
sus obras, plagiar sus novelas y su di8rio íntimo. Lacan reconoce sarté n por el mango del complot'·. En virtud del lugar preclomi
haber leído una de las novelas de Benoit, A!bcrte -en la que la pD - nante que ocupa es ella la atac8da en una demostración (Jll<'
ciente asegura lrnberse reconocido- y en la Tesis ofrec<' un resu-
men de In misma, que criteriosanwntP Alloucb corrig0, allí donde ·'procura citral!r sobre s11 caso lo ute11ció11 di! los autoridudc·s··.
1Lurn11, !.9.'32, p. 24.9).
Lacan confunrle una novia con una esposa. Se trata de b traición
de una madre a la hija , a la que desp<~ja de su novio. Este, enamo- Pero la demostración no estaba dirigida sólo a las autoriclad<'s,
rado de la madre trama un atentado contra la hija y la mata. La sino, y fundamentalmente , 8 su madre Jeanne. Intento de rn1n
madre, 10 ai'ios después , decepcionadn en su amor, descubre el cri- 1wr, pf-iníticamente, el círculo mágico y C'scapar de su enemig,1 111 -
men cometido, se> castiga y el amant<" S<' entn,ga ~da justicia. t i ma, d<> su ideo/ de 1110/ignidud .
236 l\]Al:TA G El{J!Z J\~InERTIN 1~11'1,;J!/\TIVOS llEL Slll'EílYÓ 237

Un dato importante del saber referencial en torno a los estra- 110 hace un tratamiento psicoanalítico, encuentra un Otro testi-
gos de la guerra -que ella no podía desconocer- se vincula en su 111oniante que la escucha y hace un lugar a su palabra.
delirio a la certeza que "la amenazR de muerte'' que p<-'nde sobre
Muchos años después Lacan dirá que es el lugar de "Otro tes-
su hijo se relaciona con la guerrn. Fue la guerra la que mató a su
ti rnonümte" el que le cabe al mrnlista en la psicosis. Quizás no sea
tío Guillaume Pantaine, que cierU-1 garantía de resguardo le ofre-
c:1sual que, aunque el delirio de Marguerite J. (Aimée) "pasa a re-
cía; tampoco hubo duelo por él. Puede llegar a colegirse que aunó
1H•1va" -como acertadamente establece ,J. Allouch- veinte días
los descalabros de la guerra con los descalabros familiares y ma- d(•spués del atentado, y la enfcrnrn se estabiliza bastante bien en
ternos. Advierte, y declara - lrncia 10:30- como un hecho inminen-
<'I Asilo, sólo demandará salir de él en 1943, tiempo después de la
te: "Ilorcín morir o mi lujo C'II lo p1errn, lo horán butirse en due- 111uerte de sus padres. Jfa estado internada por más de 12 ai'los.
lu '', lo que provoca hilaridad de qui('Jll'S Jn rodean ya que su hijo En síntesis, el tema central del delirio de Marguerite ,J. (Aimée)
apenas tiene siete ai1os. Sin embargo, es posible qu<> ati1w a vin- s<' relReiona con el motivo de la persecución: la amenaza contra
culRr que, así como la guerra se llevó a su tío, también se llevó a su hijo, la cual, si bien tiene un sentido cent.rífugo, ha de vinculnr-
la otra Marguerite, aunque en Sc111f' uotre rcspcct acuse: "Uno S(' a uno centrípeto. Hay llll~l nm01rnza de muc1t0 que pesa sobre
odulta gime por lo muerte de su hijo en lo guerrr/', y rnús adelan- 1)idi0r; 1wro también una que pPnde sobre ella. Los temas se com-
te se permita, en el escrito, la impuü1ción a "la bestia horrible y binan: erotomanía y meg~lomanía surgen con miras a atenuar
maligna, alw, lo que envío proyectiles ante los cuales naJie quc- la persecución. Sin embargo, un nuevo giro desplaza la amenaza
du indemne'' que alude a esa fiera que es para ella su madre, fi- <h'sde el hijo hacia la madre. entonces logra dirigir el oclio hacia
gurn fundamental de urni guerra congclmla que no puede decla- 111111 reivindicación. Ahora ya no es sólo perseguidn, se> torna
rar directamente y, entonces, desplaza hacia Huguette. vPngaclora. A partir de allí el delirio, que en su prinwrn y segunda
De allí que el atentado sea clemostrnción, pero también, impu- fase la preserva del pasnje al acto, la precipita a la agresión a la
tación oblicua del "odio impracticable'' hacia su madre; odio que pc>rseguidora que, seg1'111 ella, comandR el complot.
recae superyoicamente sobre Marguerite J. (Aimée): El costo del p::isnje al acto no de;ja de afectarb. Aterrada por el
.. Tcmfu 111111-/10 por lo 1,icfo de 111i lujo -escribe la c11fcr111u-. si 110 J)<'SO c!PI goce del Otro hacP el 1x1.s,1je al acto y queda expuesta a la
le sucedrn 11110 clcsgra<:iu u hora. Ir! suceder/a más torde. a cuu,:;u ele irrupción de aquel goce, sometida R la invnsión de lo real ya no puedP
mí y yu sería 1111a madre cri111i11al''. U,01·011. J.9.-.J2, p. 148). npelar al delirio como límite. El Otro absoluto 18 nrrolla, la deja sin
cnul'.e, dc~venida pum desborde. Enfrentada al vacío significante que-
La pregunta es simple: ¿por qué, si el puñal de sus persegui- da separnda de la caclPn::1 que basta ahora le permitía un engarce po-
dores caía sobre Diclier, ella se convertía en una madre criminal? sible gracins a la creación delirante. La absolutización del goce c!Pl
¿por "no saber defender a su hijo''? ¿No esconde esto la imputa- Otro, que la domina, precipita ese acto indomable el cual, empero,
ción que no puede hacer a Jeanne, la quP podría ser construida de tiene el valor de advertencia. El pasaje al acto la arrastra a la eva-
esta manera: Tengo mucho miedo por 111i cicla, si no me llega la sión dP. la escena de•] mundo, identificada con el o~ieto n y sin ningún
cles¡:;rociu ohora, será más turde, u cousu ele mi nwdre ... <:'llu es enmascarnrniento <h~ producción delirante que la contenga. Extrae b
unu modrc crimino! ( C<'rlem de h ang-ustin y arrcnwt.P. pero, aunq11e el pasa.ir-' a) Reto tie1w
Imputación que no logra h,1cer y vuelve contra ella, por lo qu0 PI valor de urn1 aclw•r!enci,1, tnmhi{>n supone la c8ícia de l:1 paciente.
Lacan clin 6 nostic8 "paranoic1 de autocas(igo". Imputación que se
P:xtr:wú1 ~' encuPntrn una salida en 0l nten1 ado qw pone en nlr>r- 0
"el pa:-:u_jc ol udu, !','-' ('// r..!ucicí11 a la rc¡wtició11, 111/l/ especie de
ccrfr11g111111p, co1;fi'su,/<1 ... rl,urnn, J.<JG7 -68, .Se111. .XV /:.!S-2-68/).
ta al Otro de In ley que interviene. l:i encarcelR, Je tonrn cledRrn-
ciones. hace un lugar a su tPstimonio. le irnp01w sanciones leg·is- l l:t.v <'11 ~l, cier1 :=i.mPnte. :1]_Q·o n'ch:izado que se proclrunn y con-
ladas, la interna en un Asilo pnra enü.~rmos mPntales. y designa fies:1, JH'ro no clc>jn dP S<'r ci<·r1o q111' si el Ot1·0 soci:11 no hubic•rn
un psiqui:1tra lLncan) con Pl qu<'. aunque Marguerit.e J. (J\imt'P) ,1<·us,1<io l;1 :1rlvt•r(<•1wi.1 v ;111((• s,•11H'.i:111t,, <'s(nllido <·I dispositivo
238 MARTA GEREZ AMBERTIN 1~l l'EHJ\TIVOS DEL SUPERYO 2:l9

111i<'nto, sentimientos de influencia, falsos reconocimientos (errores


ritual de la ley simbólica no hubiera operado como continente d<' la memoria), estados oniroides, trastornos de incompletud d<'
-un enmarcamiento que oficia de prótesis-, hubiera sido imposi- l:1 percepción, pesadillas y estados de sueüo que se mezclan con
ble Pl retorno que permitió rc>cupernr éll sujeto de su desUtución. 111 nct.ividad interpretativa diurna.
En el atentado de Margu<-'rite <J. tAünée) el Otro de la ley se cons-
tituyó inmediatamente he hizo d e ortopedia simbólica. Su pasaje al H. DUELO IMPEDIDO: PRIVACIÓN Y DESl\iENTIDA
neto no quedó inimputable, lo que 1n hul>iPra arrojado hacia una pe-
ligrosa desubjetivización. Al ser "imputadn"' recibe la sanción Jegis- Duelo impedido y rechazo de saber. Lacan traza su relación en el
Jante del Otro, cesa de opf'nu- 1n voracid:id superyoica y se produce S('minario VI (1958/59) al emparentar la privación del duelo con la
lc1 estabilización de la paciPnte que obti0ne un lug::ir en el Otro tes- li1rclusión del Nombre del Padre en las psicosis. Asimismo, en el Sc-'-
iin1-0niante. Si ella tiene el derecho a ser juzgada y asistidct por la 111inario X (1962/3) especificará: "sólo se puede hocer duelo por oc111el
Justicia que le pide cuenL1s por el extrnvío ele su acto, también tiene ('//yo ["alto {11i11ws". Si aceptamos esto, alguien en duelo queda como
derecho a ser amparada, por esa misma ,Justicia, contra los excesos '<'a usa perdida'·, como o/ mo en JNIIO, como bala perdida, corno en J>l'-
de su madre. La instancia jurídica jugó el papel de mediación, esa 1ia. Una "causa que ya no causa a rn1clie" es una causa que puede dP-
mediación que acertadamente reclama Legendre para :-,(•nmascararse en un puro real y arrastrar al doliente tras ese o qu<'
<t pe'nn. Posible riesgo ele falla en la operación de separación qu<' pue-
"orclc11ar lu socia lización de la representación suhjetil'a". de' derivar en la operación de sacrificio e inmolación dedicada al Otro
(Lege11clre, 1.4.94, p. !i5).
d('l goce. Por eso, un sujeto en duelo es siempre un sujeto de mucha
l'ragililbd subjetiva en Ja medida que estú expuesto al objeto como
7. EL DELIRIO SISTEMATIZADO Y LOS FENÓMENOS ELEMENTALES
r<'al: privación que supone falta en lo real de un objeto simbólico.
El delirio de Marguerite ,J. (Airnée) es un delirio sistemntizado En el Seminario VI, y en relación al concepto de privación , La
por la conexión organizada de sus diferentes temas: persecu- rm1 ya adelantaba las hipótesis del trabajo del duelo: una parti -
ción, erotomanía, megalomanía y, finalmente, reivindicación. C'Ubr forma de identificación con el ob.ieto, aunque aún no espc-
Esos tPmas tien0n como objeto común un perseguidor que se fue rif'icaba que el objeto en jue'go es el objeto o como cnusa. D<' :di,
construyendo poco a poco h:1sta alcanzar clara delimitación: quie- qu<' PI duelo sea un trabajo de sPparación y, 81 mismo tiempo, dl'
ren daüar a Margucrite J. (Aimée) destrnycndo a su hijo. La per- ;1sujetamiento con el objeto perdido para consumar en una sogun-
seguidora máxima es Huguette, informada por C. de la N. Todos da vuelta (o tercera, o quinta) la pérdida , para sostener en deta -
los hilos de la trama delirante se conectan allí, los temas se suce- llP los lazos con el objeto perdido y modificar -y por tanto ser mo -
den unos a otros manteniendo una coherencia lógica. dificados- nuestro lazo con él.
El delirio no es una sin rnzón, es la introducción de un sentido En el duelo el Rgujero real convoca a lo simbólico porqw' con
ante ese Otro del goce, ese Otro caprichoso sin sentido que se le im- voca al folo y se encuentra con el agujern real. Empore11to111i"11/n,
pone. El trabajo del delirio es una operación distinta a la de los fenó- alli. del duelo y la fon:lusión del Nombre' del Padre. Mientras ('II
menos elemcntalc>s, es un trabajo para clar cuentn de lo que pasa del <'sta d agujero en lo simbólico convoca a Jo real. en <:>l duPlo <'I
lado del Otro del sin sentido; es, n su manera, una creación y una in- :1gujt;rn real convoca a lo ~imbólico, moviliza al significante sit•J11
terpretación que reintroduce 01 senti do ante la irrupción de lo 1n1l. p1·(• y cunndo haya trabajo de duPlo y apelación al rito socinl.
Los fenómenos elemenia]e¡,¡, en cmnhio, aquellos q11e impo- E] duelo. por la cuestión <le la privación. estri engarzado n In
nen Ja certezR quP acompaiin nl sin sentido ele los fenónwnos do psico:-;is nbí donrl<' no s0 curnplf' un trabnjn cl0 duPlo y se' prod11
Jc:1 p<'rcepción o el ¡wnsnmiento. por el hueco de Jo real. Pncuen- re• un rPtorno del renl. En ese vacío pu]ul,111 los alucinn<'iOlll'S lI
tran un tope en la construcción dPlirante. En el ca~o de la p;1- o1 rns fénónwnos; av,1lanl'lrn de tl'l'teza:-; que ,H·ornpHfwn ;11 :-;i11
cientc-> e~os fenómenos se presentan en alucinaciones, inLuicionPs s<·11tido de> los frnónwnos dP la p<'rcepción o <'l ¡wn~nmiunt o.
dc>lirnntes. sentimientos de l~xtrafwzu y adivinación dl'J ¡wnsa- l•:Ji.,ct II ario 11, <' n Io n':il , d <·1 si g n ifi C':111 t <' q ll l' f'alt :1 p ue~ J;1 i Jl(' 1'1
240 MAHTA GE HEZ A~IBERTÍN 1Ml'l-:HATIVOS DEL SUPEilYÚ 241

cacia de lo simbólico, ahora agujereado, no consigue cifrar el l':tusa y que retrocesa ese objeto desde la voracidad superyoica.
goce en cuestión. l•:sto ya lo había especificado Freud:
"Eso que está reclwzaclu en lo si11ilJ11/icu debe ser foca/i z([ do en el "Todauía 110.Y, en 111uc/1os estrotos de nuestra población, 110 pue
campo subjetivo en alg1111a parte para 1•0/uer a aparecer en un ni- de morir nadie sin que se crea que /11r asesinado por otro/ ... /)' fu
vel correlativo en fo real". (L([C([II, 1966-67, Se111. XIV,/ 7:!,/516'7/). reacción neurótica re~u/or ante la muerte de 11110 persona o!lep,D
do, es, tr1111hi(;II, la autoinculpación de que 11110 mismo fw cu11
Importancia otorgada en el duelo, y en el trabajo del duelo, :=d re- sudo e,c;a muerte" Ou 11e1vita es nuestra). (Freud, J.9.'32c, p. 114).
curso al rito como apelnción al Otro y movilización del significante.
Pero, ¿qué pasa cuando es1::' recurso, cuando esa apelación a lo Saldo superyoico de todo duelo, una marca incurable en la
simbólico, esa movilización ~ignificante se n ~ impedida porque .,ubjetividad.
no hay recurso al rito? ¿,Y si de lo que se trata es de la muerte dt~ un niüo? ¿cuál la inci-
"E! rito, a tro¡,é; ele! cual dwnos satisfacción a lo rne111oria del d<·ncia en la subjetividnd de aquellos que lo sob1·eviven, padres, hcr-
muerto, es fa interue11óó11 púh!iu1, de todo el juel{u sig11i/1wnte"'. 11wnos, etc.? Freud dejn algunas pistas en las cartas a Fliess rela-
(Lcu:an, 19!5H-5.9. Sem. \11, /:!,2/4/59/J. cionadas con la muerte de su hermano Julius: "matar u/ hermano,
111undarlo ul infierno, padecer la a menuza de sufi-ir por retorsión /u
Lacan coincide con Freud: el duelo normal se atraviesa por los
111i:-;111a suerte". Pese a todo, hay allí una figura de b culpa incons-
senderos del acting: se trata de una puesta en escena (el acting cic1nte, hay un semblante que permite b. tramitación del duelo.
está dirigido a Otro) al mismo tiempo que un llamado al Otro; de Mucho más graves consecuencias tienen aquellas muertes dC'
un escenario con público que permite enmarcar, disfrazar, velar l1t1rmanos ocultadas, manLenidas en silencio aún en el mito fami-
al objeto u. Ese hueco 0n PI sc>r 4ue nos deja la muerte d0 alguien linr y donde el lugar que ha de ocupar el ni110 por advenir es el de'
cuyo deseo cau¡:;amos, para enmnsc:warlo con el mínimo manto cle un objeto que debe recubrir el hueco de lo real abierto por la
cobertura agalmútica, prPcisa de ese escenario ritualizado, públi- muerte de un hermano. No hay memoria de una muerte, no hay
cmncnte Jegisbdo que pc>rmite que u se recubra. Con ello el deu- ril ual que pennit.n recordar la muerte del rival, sólo 1n obligación
do muestra que es Ja n1cíxinrn causa del objeto muerto y, c>n esa d<· recncarnnrlo, de velarlo (velare) sin velatorio.
mostración, con ese escennrio, con ese público, consigue cfü,frazar
al objeto u, enmascararlo, tal su posibilidad de "velarlo". "La muerte de 1111 prójimo es subjetiuizada sea como crimen,
Ahora bien, un duelo ¡:;ilcncioso y anónimo, que expulsa todo ,c;ea co1110 suicidio o incluso ambos. Par a11adid11ra, cuando el ser
querido es 1111 11i1io pequeiiu, dependiente de la respunsubilidod de
saber sobre la muerte, sin rito, sin testimonio, sin testigos, sin so-
sus padres, muerto ac<.:ide11ta!me11te y 110 por otra cu usa/ ... /, el oc-
porte legislado por el Otro social. deja al deudo ante el rC'torno del cidente muestra que siempre es 1111 accidente por 11el{lige11cia de los
objeto a desde el muerto hacia él, expuesto al riesgo del desen- padre/::. Este acto sólo puede ser to111udo cumo un acto fal!ido, efec-
marcamiento fantasmático. o de la psicosis por el agujero creado to del de1,eo de los padres, rechazado en tal sentido a !u s11l~jetiui-
en la existencia, porque si la desaparición de alguien es desmen- zacicí11 por aquellos. Es imposible reconoc<'l"se el o.<:esi110 del niiio
tida, se produce el duelo "no sati¡:;fecho··, "no se sat.isfacP lé:i memo- <JIU' !unto SI' ama. excepto 111edia11/e 1111 rechazo de saber. Las pa

ria de] muerto··, esto es, el duelo impedido. to!o~íos que re.c::11/ton de esto inc¡JOsihi!idad teslimonia11 este n•c11 -
11wi111iento 110 sohido''. (Chote/, 7994, pp. 48-49).
"'A lgo resulta /'o!lido o elidido; o rechu z uJo en lo ::.ot isfi1cci,í11 o
la 111e111uriu d el m 11e1 to .. ! Lurn 11, 1.968-5.9. S,•111. \TI. I :22-4-!i.<J /),
!l. "PADRE. ¡,NO VES QUE ESTOY ARDl ENDO'?"
no ¡;e cumplt> con él~·, por Urnto, intervención dP Jo¡; fa11t.asrnas
y es¡wctrus en el vacío dt'.iad(J por el defecto dPJ rito siµ:11ificante. En torno ,d mist<•rio mús ,rngustiantc' que unen un padre• con
l Jn muerto sin memoria PS un muerto sin memorinción. un muerto ~, 1 hijo muc>rto, en J 964 volvc•r:í L:iC'an :11 s11c>110 Lrnb:1j:1do por
no sepultado, un muerto que rt' l'J11bols~1 el objeto u libl'rndu como F1·<•1td ('11 ],o i11t< •r¡J1·1 ·t<wio11 d<' los s11,•11ns:
242 MAHTA GEREZ A~mERTÍN 1~11'1•:Hi\TIV()S IJEL SUI'EBYÓ 243

"El padre sucumbiendo al cansancio ve swgir la imagen del hi- l1•11ciosa complicidad con sus padres, encuentra una muerte
jo, que le dice -Padre, ¿no ves que e::;toy ardiendo? Ahora bien, el 11111y particular, la de la psicosis paranoica de la que, sin em-
11i11o está ardiendo en lo realidad, en lo hubitación de et! lado./. .. / li:1rgo, puede salir. Para ella su delirio, sus escritos y el pasaje
qué secreto co111partido por el padre y ese h¿jo que i•iene para de-
:il acto no han sido sin consecuencias.
cirle -Podre. ¿no Pes que estoy ardi<'ndo? ¿De qué arele? -sino/ ... /
del peso de los pe!Cados del podre/ ... / El padre, el No111bre-del-Padre,
l~l rechazo del saber deja a Marguerite J. (Aimée) a merced
sostiene la estructura del deseo con la de la ley -pero la herencia d,•I goce del Otro proclamando una certeza psicótica: "Su hijo está
del padre/ .. ./ es su pecado''. (Law11, 1964, Sem. Xl, pp. 45-46!. . ,menazado'', ese es el castigo. Sobre él recae el peligro. De esta
11l>licua manera recibe su merecido porque no cumplió su misión.
¿Cuál es e] pecado de Aim6e?, ¿,cuál su-111isi611? ¿'velar' sumisa- 'l ;,cuál era "su misión" sino silenciar el pecado (asesinato-extra-
mente a In muerta y silenciar el pecado de sus padres y el suyo v io) de sus padres sobre una hija verchderamente amenazada,
propio?, ¿cuál ln dimensión de su culpa?, ¿por qué debe ser casti- 111uerta, castigada y sacrificnda? ¿No es acaso la psicosis 1wra-
gada?, ¿qué pecado de sus padres preserva con su culpa muela? 11oica de Marguerit.e J. (Aimée) un intento de tramitar y denun-
¿Ja inexistenda de sus padres -imposible de denunciar- como l'iar esa misión imposible de un duelo impedido, y la sistemati-
fundamento de una Ley quP está condenada a padecer y silenciar ',:1ción de su delirio una manera de proclamarla? Hély en ella una
desde su psicosis? ¿no es acaso en In paranoia donde va a reple- 1·t•1teza respecto al Otro del goce, una certeza que es mucho mc'ís
garse el duelo congelado de sus pndres y de Plla misma? l'i_ja que un saber, porque un saber siempre puede ser cuestionado
¿No reclama , también, desde su delirio: No ven. que estoy ordien- por otro. sustituido por otro; contrariamente, una certeza psicó-
dof Porque si no l1:1y misterio más angustiante que el que une a un 1i<'n no se modifica, no se cuestiona, no es clialectizable. La cer-
padre con el cadáYer de su hijo muerto, no lo es menos el que une 1t•zn psicótica es ajena al saber no sabido del inconsciente porque
ese misterio a una hija que ha de convertirse en espectadora cóm- t•n t>ste el sab0r se articula como un lenguaje; en aquella. en
plice, cuasi-sustituta de ese cadáver -camufloje de una muerta-, t':trnbio, hay lenguaje pero no hay estructura de discurso quepo-
sin poder dimensionar ese duelo congPlndo que Jeja a los padres co- :--ihi lite el lr:1zo social.
mo maldicientes -maldecidos- y cnrg:1 a la bija con el peso de unn J\born bien, en este punto, ¿cuúl es el verdadero agujero en la
maldició11 que debe llevar en silencio no sólo sobre :--í, sino contrn sí t•:--1 rnctura que~ recone la subjetividad de lVIarguerite J. (Aimée)?
y, aun, expuesta :11 riesgo de sacrificar a su propio hijo. 1)iremos sin ambages: forclusión del Nombre-del-Padre .
Si alguna intuición genial --germen de posteriores desarrol1os- La boca de la madre se cerró sobre su primera hija Marguerite:
tienen las puntualirnciones teórico-clínicas de Lacan respecto a Mnr-
"un w:ciúe11te trágico que le costó lo viúa a la mayor de los hi -
guerite J. (Aimée) (la paranoü1, b culpa mu<la, la autopunición y el
jos, la cual, a la i•isto úe s11 111aclre se cayó en lo boca ubicrta úe 1111
superyó) es la correlación que trazn entre la cristalización del delirio, horno arúiendu y murió 11111y rápidamente de q11e111od11ras gro u<'-"·''
el pasaje al acto, el castigo y el l..n·usco eclipsamiento del delirio como (Laca 11, 7.9.']2, p. 15.9).
consecuencia del pasaje, desde el pun1o incomprendido de b lc'y al
castigo de la Ley; castig;o que opern como corte entre la culpa muda El deseo de la madre siempre produce estragos, pero, ¿qué pas,1
de Marguerite J. (Aimée) y la culpn silenciada de sus padres. <·11rnHlo no hay "registro del estrago'· y de la hostilidad que prnvocn
Genealogía del pec3do y la culpa ligada a la genealogía y la fi- :--u anhelo devorador? ;,Qué pasa cuando no hay registro del odio
liación q11e se 0111.roncan con el concepto prínceps de Lacan: los _v sí, Pn su lugnr, goc<> cómplice parn rechazar el saber sobre el p<'
NumbrPs-del--Pndn?. <':tdo ele los padres?
.M arguerite J. (Aimée) tÜ-'JW una hermana muerta. ¿A qué "71)(/o el delirio de Ai111(;<', por el r·o11/rurio . !·Wi:!fÍII lo h<'IIIOs lwd/()
th-'scuiJo sucumbieron sus p:Hlres?, ¿qué los extrnvió riel deseo P<'I". ¡;11ecl(' e11tc11<fcrsl' co111n 11110 tros¡wsil'i,ín coda 1•ez 111ás ce11tn
de preservar la \·ida de esa hija? Una hija, 13 primogénita, "ª fi1go de 1111 odio 1·11vo ol~jeto <lir<'<'fo s1' reh11.w1 ella a n•,·r,,1on•r''.
:1! encuentro de la mLll'rtP. la otra . destinada a "velarla'· <'n si- IJAIN/11, f.9:/:2. /1. :lfi(i).
244 1\1.ARTA GEREZ AMBERTÍN IMPf,RATIVOS DEL SUPERYÓ 245

Para no acusar a sus padres y sustitutos debe pagar sacrifi- Para Lacan el sentido del delirio expresa la tendencia al auto-
cando a su hijo y a sí misma. Doble enroscamiento de un duelo castigo:
congelado: el de sus padres y el de ella por deber ocupar, compul-
"Las persecuciones amenazan al hi:Jo 'para castigar a lo madre',
sivamente, el lugar de la hermana muerta.
<que es una maldiciente, que no hace lo que debe> etc." (Lacan,
¿Respecto a la filiación de Marguerite J. (Aimée)'? Padres que 1932, pp. 228-29).
no han tramitado el duelo ni subjetivizado su culpa y responsabi-
lidad para con esa hija primogénita muerta; una madre que sin En lo que es posible leer un desdoblamiento:
los límites del falo puesto por los Nombres del Padre engulle a • Las persecuciones amenazan a la hija (Aimée) para castigar
una hija que se camuflaga por otra (no puede hablarse de susti- a la madre (Jeanne), que es una maldiciente, que no hace lo que
tución porque no hay registro de la falta) que queda, así, expuesta se debe: cuidar y amar a sus hijos.
al goce irrestricto del capricho materno; un padre que tampoco • Las persecuciones amenazan al hijo (Didier) para castigar a
tramita, ni aquella muerte ni su responsabilidad en ella, un pa- la madre (Aimée), que es una maldiciente lnna maldecida! que no
dre que no sostiene el falo: sólo la amenaza de castigo. Marguerite hace lo que debe: cuidar y amar a sus hijos.
J. (Aimée) responde con su delirio y pasaje al acto a los agujeros A la pregunta
a los que queda expuesta desde el goce del Otro.
"¿ Por qué creía Ud. que su hijo estaba ame1wzoclo? I111pulsiua -
10. CULPA MUDA, PARANOIA Y SUPERYÓ m ente ella responde: -Para castiganne. ¿Pam castigarla de qué?/ ... /
-Porque yo 110 estaba cumpliendo mi misión". (Lacc111, 1932, p. 229).
Algo que llama la atención en el caso "Marguerite J. (Aimée)"
es el súbito eclipse del delirio, lo cual produce un verdadero giro Encontramos en torno a este eje las claves que permiten abrochar
subjetivo en la paciente. lns dos puntas de la historia. La culpa humana universal (la del hi-
La víctima del atentado -Huguette ex-Duílos- sólo recibió una jo) es condición de estructura, y si la culpa recae sobre el hijo es pa-
herida en la mano derecha; la agresora, en cambio, con ese acto ra preservar al padre del peor de sus pecados: su inexistencia como
"ha realizado su castigo"', afirmará Lacan. Es trasladada a la po- funda mento de la ley. En suma, respuesta del hijo para <lis-culpar
licía y de allí a la cárcel rlonde recibe no sólo la sanción del Otro ,11 padre de ser tan-peor: su castración y su pecado. Concesión dC'I
social en los representantes de la ley, sino que pierde la custodia sujeto a soportar la falta del Otro y hacerlo un ser-sin-falta.
de su hijo, y obtiene la reprobación de los suyos al ser sancionn- Ahora bien, desde una cuestión estructural, mientras el neu -
da como delincuente. Como tal deberá cohabitar en la cárcel con rótico quita la falta del Otro para cargarla a sus costas usufruc -
delincuentes que le inspiran profunda repulsión. tuando, sin embargo, el recurso de apelar y demandar ante CS<'
Otro -modo de negociar su goce vía la demanda amorosa-; el psi -
"Lo que Aimée c;o111pre11de, entonces, e::; que se lw agredido u si cótico, en cambio, hace existir al Otro del goce sin recurso de a¡w
núsnw, y paradcíjicm11c11te, :::;ó/o entonces experimenta el uliuio afec- ]ación. No es posible regatear el goce con la certeza de que el OLrn
tivo (llanto) y lo cuída brnsw del d elirio ". !Lacc111. 1.932, p. 227!.
es gozador. En la paranoia, específicamente, el Otro gozn <'11
Ese enigmático eclipse del delirio estará vincularlo a la cuestión tanto complota contra el sujeto, se trata de un Otro perseguidor,
del castigo - función openrnt.e ele la Ley- que pone límites al autocas- avido de goce. Así, la dimensión de la culpa en la pnranoi;i e:-. nll1
tigo que pende de la voracidad superyoica. El snper.vó pennüe a La- cln, no se siente culpable sino perseguido: Aimée no se si0ntt, c1il
can dar cuenta de los 11wcnnisrnos del ¡rntocast.igo porque encucntrc1. pable sino acosada. En la panrnoia ha.v culp:1, pero no lrn,v culp:1
su tope en la incidencü=t rlPI Otro social. El Otro social Ps el que hace bles (en el sentido de subjetivizar una falta), hay p0rseguido1·<'S .V
efr,etiva la legislación de una sanción que toca, a pesar de los límites ¡>('rseguidos. Lo per.srcuci<Ín puesta como ca usa del Otro, dt>l ( )1 rn
de la psicosis, las cuerdas suqjet.ivas de fr1 culpabilidnrl, culpabilidad lllaligno, que solo qui<'r<' Pl mnl y la destrucción <'S, ('n la pnr:1
que, de ese modo, obtiene un semblante para enmascarar lo real. noia, <-'] <'nv6s d<' In <'ulp:tliilid,1d 1JH'ln11rnlirn . Es:1 p<·rs<·cuci1111 d:1
246 MARTA GEREZ AMBERTÍN 1Ml'ERATIVOS DEL SUPERYÓ 247

subsistencia y existencia al Otro mientras la culpabilidad queda dusión del Nombre del Padre -rechazo de la regulación fálica y
muda y sólo se exterioriza como "necesidad de castigo". Aimée se de la castración- ha dejado a Marguerite J. (Aimée) expuesta al
ubica como castigada y ubica al Otro como perseguidor-castiga- goce del Otro y a su persecución.
dor. De ahí que no haya en ella malestar culpable, hay malestar
pero en la dimensión persecutoria de castigo. Tampoco se ubica, 11. UNA "MUJER LOCA", UNA "MUJER VIVA"
en los primeros tiempos de su delirio, en una posición querellan- ¿Por qué situar, luego del pasaje al acto, la remisión del delirio
te, reivindicadora, sino que transita atravesada por el delirio de y la estabilización de Marguerite J. (Aimée)? Su psicosis está vin-
interpretación: "las flores del mal deben caer sobre ella", la ino- cu lada al duelo impedido de sus padres. Debe cubrir el agujero que
cente Aimée, la castigadél, la ingenua, la piadosa, la idealista. dejan un hijo nonato y una bija muerta presa de las llamas; muer-
Aunque, ciertamente, su ostentación de castigada inocente esconde tes silenciadas, carentes del rito del duelo y su rememoración. El
la asunción de la culpabilidad del goce del incesto, del parricidio, sacrificio que ofrece Jeanne con la muerte de un hijo (in útero) y de
lo cual incide en la cuestión del filicidio. una hija muerta frente a sus ojos no ha sido suficiente; aquella des-
Esa culpa muda exteriorizada en necesidad de castigo lleva a Linada a resucitarlos -Marguerite Jemme (Aimée)- también deberá
Aimée hasta los umbrales del crimen inmotivado; su delito (pa- pagar con el sacrificio de su psicosis. Un funesto destino la ha per-
saje al acto) obtiene finalmente el castigo (no hubo sólo uno) efectivo seguido aun antes de su nacimiento, y el nombre de las abuelas,
(encierro y despojo de su hijo) que, paradojalmente, le procura que cual sombra de "mal agüero" revolotea sobre las "Marguerites",
un verdadero alivio y viabiliza la tramitación de la culpa, un acaso aluda a una culpa muda de generaciones que pagan con la
asentimiento de su falta y la del Otro. De ahí que Lacan la sitúe muerte de los hijos. "El supe,yó del nifío no se edifica sC'gún el mo-
entre "los espléndidos tipos de heautontimoroumenoi" (Locan, 1932, delo de los padres, sino según el supe1yó cfr ellos".
p. 230). Allouch indica al heautontimorúmenos como "el que se Lacan destaca el "lazo afectivo intensísimo" que la unió a su
castiga" (Al/ouch, 1995, p. 701). madre. Marguerite J. (Aimée) declara: "Eramos dos amigas". Con
Aimée, y la construcción de su caso, abre a Lacan las puertas Lristeza y lagrimas confiesa la pena de su madre:
del psicoanálisis y el acceso al espacio analítico para dar respues-
tas sobre los crímenes inmotivados del superyó en lo que denomi- "Debía hoherrne quedado al lado de ella". (Locan, J.9:12, µ . 200).
na la paranoia de autocastigo. Este rechazo de la culpabilidad en Ese autorreproche: "debí haberme quedado ...., impele como
Aimée está ligado ¡;¡ la forclusión del Nombre del Padre, su- una obligación, sin embargo. también da cuenta de una fractura
pone la imposibilidad de admitir, en lo simbólico, a las significa- que quedó trunca. Quizás podamos conjeturar que la psicosis de
ciones que conformarían la huella de fiUación y genealogía y la su madre, que se pone más en evidencia durante el primer emba-
implicación de su subjetividad. Imposibilidad de dar cuenta de su razo de Marguerite J. (Aimée) y ante los signos de psicosis de su
falta y de su goce, pero, fundamentalmente, de dar cuenta del pe- hija, indique que en esa relación mantenida tantos a11os sin es-
cado y goce filicida de sus padres. La culpabilidad, así forcluida, trago algo comenzaba a deteriorarse.
le vuelve de ::ifucra en la forma de reproclws -y amenazas que los
otros le dirigen, Jo que culmina en la persecución R su propio hijo De la psicosis de Jeannc hay antecedentes, tenía sus extrava-
cuya muerte quieren sus "perseguidores". gancias. Resulta relevante un dalo de la tesis c..lel Dr. Lacan:
En suma, la culpabilidad forcluida provoca que, en su lugar. lo
"fu Jl1Cl(lre habia dudo se1iulcs desde 1111,cho tie111po utnís e/(' ser
que cunda sea la nmenaza del Otro y la exposición a los ¡wrsegui- 1111r1 i11terpretati1•0 / ... / /1uhlu11dn snhr<' uno dt' sus a11i111uli's e11/i'n11n.'-'.
dores, es decir, estar a merced del castigo del Otro malvado. Pero unu Pffina le ha predil'ho (Jll<' 110 sanará; lu madre , por pri11('i¡Jio
ello posibilita que proclmne tRnto su propia inocencia corno la de de c11e11fas, resiste m11c/l() la u111c11u zr1 i111p/frilu de estus J)(ffuhrus.
sus pRdres. Ll::irnativamente aquí -a diferencia de Dostoievski- y fu ¡wrc.:ihe como 11110 o menu za lll<í,i.¿icu; e11seg11ido s1• 11111esfro <·011
hay crímenes pero no h8y culpables ... hay perseguidores. La for- l'('ll<'idu (Í(' c¡ue hay <'11 lo l '<'(' II/U 1111u uo/1111/oc/ de ¡w1:f11clin1rlu,
248 MARTA GEREZ AMBERTIN
1MPJ•:HATJVOS DEL SUPERYÓ 249

después sospecha que ella ha emponzoii,ado al animal( .. ,} Esta


rnsponsabilidad, también encubre aquellas muertes y deja conge-
disposición, antigua y reconocida, se ha precisado desde hace rnás
de diez mios en un sentimiento de ser espiada y escuchada por los lndo el duelo. Razones suficientes como para que retribuya y re-
vecinos", (Lacan, 1932, pp, 200-201), lenga en exclusividad amorosa a la hija que tomó como coartada;
pero también, para que explote plenamente su psicosis cuando lo
Antecedentes de la intuición delirante en Jeanne que remiten que testimonia su hija se hace público, interviene el Otro de la ley
a dos di111ensiones de su delirio interpretativo, Por un lado una vi- y todo lo que debía silenciarse queda expuesto a cielo abierto.
da corre peligro: "un animal emponzoñado por una vecina"; es
esta la que produce el grave perjuicio, ¿Lazo de Jeanne con suma- Marguerite J. (Aimée) está destinada a recubrir el hueco que de-
dre Marguerite Donnadieu a la que ya ha ofrecido en sacrificio dos jan los hijos muertos, ocupar el lugar de los muertos sin dejar vesti-
hijos muertos? Por otro, la lectura que de esto puede hacer Mar- gios de que allí hubo unas muertes. Por eso debía apegarse tanto a
guerite J, (Aimée): su hijo puede ser emponzoüado por esa vecina ,Jeanne y ser su m~jor amiga. Pero, al fracasar en su ingreso a la es-
íntima y atroz -su madre- de la que no termina de separarse. Por cuela de institutrices, alejarse del hogar, casarse y embarazarse, deja
ello asume el pecado materno: "si a su hijo le pasa algo, ella será de cumplir su misión y abre un boquete que debía permanecer tapa-
una madre criminal". Encubrimiento del pecado, odio desplazado do aún a costa de permanecer como muerta-viva, al lado de Jeanne.
en el entretejido del delirio y, finalmente, hostilidad que se hace Jeanne impide a Marguerite J. (Aimée) no sólo tener un lugar
presente en el pasaje al acto. En la "ponzoüa" de Huguette, la de como hija sino también como mujer, y esta responde con el "empu-
Marguerite J. (Aimée) y la de Jeanne hay un trazo muy fuerte de je a la mujer" que, como empuje al asesinato, es incitación al cri-
la marca del odio. Marguerite J. (Aimée) está emponzoiiada por su 1nen, pero también, intento "loco" de recuperar un lugar del que fue~
madre, pc--iro no puede odiarla, se hace cargo, en todo caso, de volcar privada para escapar del "circulo mágico de malignidad". A Mar-
contra sí misma esa hostilidad y el sitio superyoico se torna funesto. guerite J . (Aimée) le es preciso diferenciarse no sólo de la hernrnna
Se confirma, una vez más, la conjetura freudiana: muerta, también de esa Jeanne demasiada "avivada" de goce. En
"La actiuidad scxuol de la nilio hacia la madre, tan sorpren- :-;u singularidad, preservarse como ·'viva" es mostrarse como "loca".
dente/ .. . / A veces nos salen al poso como transfáencias al poste- Con el embarazo de su primer hijo rechaza, en cierto modo, el
rior ol~jeto-padre, de donde n.o son oriundas/ ... / Hallamos Los de- anhelo materno. algo se quiebra en el "circulo mágico". Muestra su
seos ogre:;ivos orales y sádicos/ ... ) como angustia de ser asesina- :-;exualidad femenina, deja de aparecer "neutra". Su misión, aque-
da por la madre, a su vezjustifieatoria del deseo de que la madre
l la que le asignó Jeanne, comienza a correr el riesgo de fracasar.
n111era, cuando este deuiene consciente. No sabemos indicar cuán
a menudo esta angustia fi·ente a la madre se apuntala en una lws- Allí la relación entre el delirio, su misión y el pasaje al acto. Mar-
tilidad inconsciente de la madre misma, colegida por la niiicr". guerite J. (Aimée) declara que lo que quiere es hablar con Huguet-
(Fre11d, 1931, p. 23R). 1t' ex-Duflos, hacerla declarar. ¿Declarar qué? Si la actriz amena-
za la vida de su hijo y lo mata, Marguerite J. (Aimée) "será consi-
Circulación metonímica del animal ernponzoüado al hijo nona- derada una madre criminal". ¿Por qué esta traslación de la inten-
to, de ese a la primera Marguerite, de esta a Marguerjte J. (Ai- ción maligna desde la perseguidora hacia ella?, ¿por qué repliegn
mée) y, finalmente, de esta a su propio hijo. Asimismo, el tiempo :-;uperyoicamente contra sí lo que rlebería imputar a "otr:=i mujer"?,
pasado que utiliza en su discurso para referirse a su madre: "Era- ;,por qué la amenaza recae sobre su hijo y sobre ella? Declarar que
mos dos amigas", "Debí haberme quedado ol lodo de ello'' alude a < 11:=i no es una madre criminal implica imputar a otra. Si ella no
1

un intento de ruptura que quedó trunco, que no se cumplió. Es <'S, entonces ¿quien? Tocio conclucP a Jeanne Pantaine. A través de
tan amenazante alejarse de la madre como quedarse a su lado. (':-;e oblicuo camino de pretender que Huguette declare, de herirla,
Jeanne se aferra a Marguerjte J. (Airnée) con apego excesivo dirige la acusación, hace pública su acusación contra Jeanne.
psra tapar, enmascarar lo que rechaza saber: la responsabilidad Pero hay otra imputación de Marguerite J. (Aimée) a Huguet-
por la muerte de dos de sus hijos. De este modo no sólo elude su 1<' que tiene que ver con su ''jardín secreto", su feminidad. Recor-
250 MARTA GEJmz AMBERTIN ll\ll'ERATIVOS DEL SUPEHYÓ 2/) 1

demos que nunca exteriorizó nada de su "aventura sexual" con el 12. PARA CONCLUIR
"Don Juan de poblacho", guardó su "jardín secreto" sexual como
su más preciado tesoro. La expectativa de Jeanne era que Marguerite J. (Aimée) accp
Sj Huguette es atacada es porque en tanto es "perseguidora" tara encarnar la escenn ele Lázaro: una Marguerite viva resucita a
detenta dos saberes que Marguer:ite J·. (Aimée) quiere rechazar: la muerta y servía como "objeto-trofeo" (no como falo) para tapar l.1
• la frivolidad de las madres que matan a sus hijos. boca de los agravios ele la otra mujer : "la vecina", la madre MHr
• la sexuahdad femenina exuberante y exhjbicla. guerite Donnaclieu. Pero Marguerite J. (Aimée) no responde pun
Si hay algo que Marguerite J. (Aiméel no puede mostrar es su tualmente al capricho materno, se va, huye y encuentra un lugar,
"jardín secreto", su feminidad debía quedar "neutra", "neutraliza- primero cerca de su hermana-madre sustituta Élise y el esposo de'
da" bajo el apego a Jeanne. esta Guillaume Pantaine. Luego se casa y embaraza teniendo as1
Entre la madre criminal y la madre puta Marguerite J. (Ai- que ocupar el Jugar de mujer y madre que, finalmente, no podrú
mée) traza un vínculo. Con el atentado pretende "locamente" sostener. Conjunción de ser hija y ser madre que no puede separnr
poner término a esa sexualidad femenina que se prostituye y porque repliega sobre sí la relnción hija-madre que mantuvo con
mata, lo que le permitiría recuperar la suya. De esa manera Jeanne, relación caracteriwda por el odio congelado.
dos cuestiones se anudan en el pasaje al acto: el asesinato de Entre Marguerite J. (Airnée) y Jeanne no huho el necesario es
una niüa , y una mujer que lastima a otra. Ambas dirigidas a t rogo que hubiera permitido romper la "estrecha amistad" hija
Je::r nne, esa nrndre que imputa a una vecina perseguidora la madre, por tanto, la posición materna resultó catastrófica para la
muerte accidental de la hija muerta y que a la sazón gozaba hija. El delirio de Margueríie J. (Aimée) da cuenta de su debc'r
con esa muerte. Así, el goce sádico ele la ''otra mujer'' prueba obligatorio de continuar encerrada en el 'circulo mágico', de res
constituir un vínculo entre la temática del asesinato del hijo y pond er superyoicarnente corno hija ahí donde le correspondín Jrn
la de la sexualidad de la nrndre puta, que goza con la "muerte cerio corno mujer y madre, pero, al mismo tiempo, revela los r<'-
de los nü'los". cursos a los que apela para intentar escapar al circulo denunciando,
Hay un extravagante lazo entre Mnrguerite Jeanne (Aiméc) un tanto estrafalRriamente, la cuestión del infanticidio.
y su madre: amennza y protección. Sólo será protegida si se Marguerite J. (Aim&e) debía ser la coartada de su madre que'
mantiene 'velando' (velare) una muerta, lo que asegura que no permitiera desmentir las muertes. Los fatales accidentes no po
hay muertes. no hay accidentes, no hay responsables. Sólo "ve- dían ser evocados, recordados o rememorados. Marguerite J. (J\i-
lando'' y sirviendo de camuflaje a una muerta será protegidn al mée) era la pieza necesaria para que el tablero de Jeanne se man
precio de transitar sin estragos el lúgubre lazo con la madre. El tuviera intacto: ni asomo de privación ni castración. Así el valor de'
intento por escapar ele ese "círculo mágico", aún a costa de su Marguerite J. (Aimée) no ern fálico (el falo da cuenta de una fi1l
psicosis, deja abierto un hueco que su madre le había predesti- ta) tenía, más bien, el valor de un objeto que aseguraba el n'eli:1 ~
nado cubrir. zo del saber sobre una muerte.
Dejar abierto <.>l hueco que obt11raba ocupnndo el lugar de la En ese sentido sólo nosotros podemos llamar a Margu<'ril(• ,J .
hija muerta, por una lado devuelve a la madre la responsabilidad (Aiméel Marguerite segunda. Para su madre, en ese rechazo sisl<·
que le cabe, ya no puede imputársela a "la vecina''; por otro lado mático del saber, cm Margue1·ite Jeanne, la primera, la única. No
da cuenta que no esU1 totalmente dispuesta a permanecer "como tiene el lugar de una rf'empbznnie, no hace sustitución n In lwr
muerta·· respon<liP1Hlo al goce de h:1 nrndre sino que. "corno viva'' mana muerta, ya que la sustitución de.ia la huella de lo sustil u ido
y acaso por eso mismo "como loe¡:¡", corno una "mujer loca", pre- y en una sustitucion hay pérdida; aquí, en cambio, no dPbía (]tl('(l;1r
t.f'ndc acceder a J:1 sexuRlidad femenina y n la maternidad, y co- ninguna resto. De esa manera era cómplice, estaba al servicio dvl
mo loca se precipita al pa:-aje al acto que por sus consecuencias le rechazo del saber de su madri> y debía pennanec<:'r C'Ü'l'Jlanwtll(•
1wrmite romper con f'I Otro materno. "hija", sacrificando su fi•minidad - quedando 1wutrn y su malvrni
252 ]'v]ARTA GEREZ A~IBERTÍN lMPimATIVOS DEL SUPERYÓ 253

CHATEL, M.-M. (1994) A falta de estrago, una locura de la publicación. Litoral,


dad -perdiendo a su hijo-. Sólo los recursos precarios del estrago
Córdoba: E.D.E.L.P. S.A.
de la ligazón madre-hija con Élise le permiten una toma de distan- FISCIIMAN, J\L (]994) El despecho. /,o::: rostros de la /m11sfere11cia. Bs.As.: Manantial.
cia. Marguerite J. (Aimée) se aleja de Jeanne, se liga a un hombre, FHEUD. S. (1931) Sobre la se.rnafidud fe111e11ino. XXI. Bs.As.: Amorrortu. 1979.
se casa (pasa a ser Anzieu) y se embaraza. Este último acto, resul- Frmun, S. (19:32c) Con[ :33. La fe111i11idod. XXII. Bs.As.: Amorrortu. 1979.
tado de los anteriores, dice a Jeanne que no está dispuesta a 'velar' GrnAUll, P. (]989) Los ho111icidios in111otiuuclos. MRlt•ntendido (5), fü,. As.
LACAN, ,J. (1932) De la µsicosis µom11oica en s11s relar·ion<'S con lo personalidad.
por siempre a una muerta, pero, al mismo tiempo carece de recur-
J\Jóxico: Siglo XXI. '.3" ~.d .. Hl84.
sos para sostener esa distancia, carece del significante Nombre del LACAN, ,J. r19:-35) El crimen pumnoirn. lntervenciones y Textos. l3s. As.: J\lanantiRI.
Padre para sortear la falta de estrago. Comienza la producción de- ]985
lirante en torno al filicidio que desemboca en el pasaje al acto. LAC,'\N, J. ( 194G) Are rea de lo N111sulidad psír¡11im. Escritos T. Bs.As.: Siglo XX],
Al atacar a Iluguette ex-Duílos reactúa el primer acto infantici- ]:3" ecl .. 1985.
da, el de la muerte de la hermana, y demuestra y advierte de su LACAN, ,J. (]948) Lo ogresil'i<lwl e11 psico([11ólisis. Escritos l. Bs.As.: Siglo XXI ,
1:1" ed., ]98!).
odio. No está dispuesta a permanecer apegada al capricho mater-
LAC/\N. ,J. (195()) ]11/rod11cció11 teórirn ([ los funciones del psicoonálisi::; en crinli-
no y a l:=i. sombra de una muerta. Por la intervención del Otro de la nologia. Escritos l. Bs.As.: Siglo XXI, 13º ecl., 1985.
ley tras el atentado su delirio entra en hibernación y su locura po- LACAN, J. (195]) S0111e reflecliones on /he Ego. lnternational Journnl off\,ychoa-
ne distancia con el acio infanticida y el matricidio, se conforma con nalysis. a4!)_ Londres. 19:';:t Tn{•dito en castellano.
advertir de su odio y se siente reconocida por el Otro de la Ley que LAC,\N, J. (1955-56) Semina1·io lll. /,os Psicosis. Barcelona: Paicló:c:, 1984.
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la imputa -acotando así su goce superyoico-, la interna y l:1 juzg:1 y
L..\CAN. ,J. (]%9-oOl Seminario VII. /,a étirn del Psicoanálisis. Bs. A"-.: Paidós. ]988.
Je ofrece un trntarniento que abre un Jugar posible para qu e su pa- LAC'AN, ,J. (l!JG4) S('minario XI. Los ,¡ rnnceµlos f1111du111cntu/es del ¡Jsicor1111ílisis.
labra sea escuchad:=i. Barcelon;1 : Darral. 1977 .
LAC,\N, J. ( 19(;G-G7 ) Scminario XIV La lógirn del fcwf([s1110. Inédito.
Lacnn no se propuso ht:icer un trabnjo psicoanalítico con Mar- LAt:1\N, J. (]9G7-G8) Seminario XV. El ocio psicoonalitico. Inédito.
guerite J. (Aimée), sin embargo Jo hizo, ocupó el lugar del analis- LA('AN. ,J. (]9(i8-69J Seminario XVJ. De 1111 Otro al o/ro. Inédito.
LACAN, ,J. ( ID69-70l Stominario XVII. ]{I l"ff<'l"SO del I'sic-ounálisis. fü;. As.: Paidó1-;.
ta en la psicosis, el del "secreüirio del alienado"' y recibió el testi-
1992
monio del delirio de ln paciente, hizo "caso de ell,l'' pnra que n uc- L.\CA N. ,J. ( HJ71-72) Seminario XIX .... O peor. lnédito.
vas y otras versiones desconstruyan y construyan la suu-versión LAC1\N, ,J. (]972) El Atnlondrndicho. Escansión l. Bs.As.: Paiclós . ]984.
del caso. Marguerite Jeanne (Aimée) nunca müs foe internada. LACAN , ,J. (24/11/75) E11tre11ista c11 lus 111liuersidudes 11orlea111criN111as. lnfalito en
Luego de sus 12 aúos de encierro llevó una vida independiente, se castellRno. Scilitct ((j/7).
LA CAN , ,J. 0975) Conferencia en Ya/e. Jn6ditR en castellano. Scilicei (6/7)
volcó nuevamente hacia la relig·ión, guardó siempre una gran cu-
LEc;ENDHE, P. ( 1994) El cri111r11 del calw Lortie. Lecciones Vlll. Mt,xito: Siglo XXI.
riosidad intelectual y continuó escribiendo. Un afio antes de ¡;;u LO\\"ENSTE IN, A. - SALMAN, S. (]990) Aµ11ntes sobre el odio. Escansión 2 NuPva
muerte proyectaba escribir un ensayo sobre los mujeres de la Bi- SPric·. B s. As.: J\lanantial.
blia. Murió en 1981, el mismo aüo de la muerte de Jacques Lacan. ROl 'D INESCO. E. (1994) Lumn. l':shozo de 1111u l'ido , historio <Í<' 1111 .~is/e,na d,,
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Si'.H IEI':>;. l'. Y C 1\1'(:HAS.,J. (E)Dc\J /,es fi1/ies miso11nw1tes. Les dr,lire d'i11f<'l"JJl"élolio11 .
El delirio e11 lo elí11irn fiw1cesu. J\Jadrid: Dnrsa.
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ALUJI 1 n 1. ,J. (] 9!J5) Morg11aile. l,ur·u II fu llu11whu Ai 171<'<'. J\l(•xir:o: l 'sirn,111;ilí1.irn


dP la Lct r;1, A. C.
ANZJEI 1, n. (] 991) l /11(' f)<'(l/1 /J0/1/" les j)l'I/S('('S. En/ re/ ie11s Ul'<'C C:il/J,,,.¡ Turmh. T'a1·í;;:
Apsyg<'-0.
254 rvl:\l{Tf\ GEREZ A~lHERTIN ] ~!PEP>ATI\'OS DEL SUPERYÓ 2!i!i

VII.2. Un caso de psicosis y su estabilización del discurso del Otro y su precariedad subjetiva corre siempn' PI
riesgo de desencadenarse ante lo real. Real que en el caso de ür
lando lo invade como desecho vociferante que "ruge", "rugido'· irn
Transmitiré aquí sólo algunas secuencias y maniobras en la di- puesto bajo la forma de los imperativos interrumpidos del sup<'ry<'>.
rección de la cura de un "tratamiento posjble" de una psicosis a Cabe reiternr, porque es lo que dará direccionalidad a nuestrns i11
efectos de interrogar sobre la cura y las posibilidades de ü1terven- tervenciones, que para la clínfra lacaniana, la ::ilucinación no es ('O
ción analítica en el fenómeno psicótico que hace estragos en la mo para la psiquiatría clásica una "percepción sin objeto" sino un
subjetividad del sujeto que padece la jntrusión del goce del Otro fenómeno ligado ,1 la estructura ele lenguaje y. por tanto, al signifí
en la psicosis. cante. Acorde con Pilo resultaba imperioso apelar y convocar el dt'('ir
En la psicosis, la invasión del ob,ieto a como voz. sólo posibilita de Orlando a ("')foctos de intentar una recupernción posible de In tr:i -
la instalación de un significante element/:1] que no permite In arti- ma del lengu~iP, lo que sin duda incidiría p;:icificando al pacientt'.
culación de la demancb nl Otro sino más bien la ubicación ante el
Otro gozador que lo deja a merced del goce, sienclo ''Lodo oídos .. a Dndn que ln alucinación tiene que ver con lo subjetivo, ya qu<'
su vociferación. Sólo los recursos de la estabilización apelando ;:il allí donde se hubiera conformado el sujeto de la enunciación solo
trabajo del delirio abren C'l camino a un tratamiento posible. (JUPda 1n. remisión de una ext0rioridad no simboliz<Hb -"rugido''
que afecta al yo desde afoern, era preciso intentar suplir esa im
Orlando llega a mi consultorio encapsulado en la "camisola posibifül;:id de cmi=icterísticas metonímicas para el advenimiento
química". Es traído por un familiar y prácticamente sacado a la de un posible remiPndo - de un delirio- que enmascararo, d<' nl-
fuerza del Hospital Psiquiútrico en el que dfa a dfo fue alcanzan- guna manera, lo renl.
do un estado qu<~ oscibba entre una "bestia'· y un "vegetal ..... ta-
les las palabras de su esposa. Jª MANIOBRA
La primera impresión que tuve de él fueron sus ojos, sus gran-
des ojos claros de mirada perdida. El cuerpo era apenas un saco va- Ante nnda resultaba imprescindible quitar la camisola quími
cío con movimientos automáticos, pero en sus ojos, por momentos. en. obviamente no toda. Pido a la familia de Orlando consulL;.r a
surgían destellos de furia que se apagaban tan rápido como se en- un psiquiatra con formación an;:ilítica que vaya "des-quimiquizan
cendían. Fuernn precisamente esas ráfagas que atravesaban su do''. "dcs-alopidizc111do" y "des-artanizando.. a este paciente qu<·
mirada las que me decidieron a emprender una serie de entrevis- había sido bombardeado de psicofarmacos para reducir sus aluci-
tas que luego, y por varios aflos, se convertirían en un "tratamien- naciones, acallar su posible delfrio y su palabra, acaso los únicos
to" ... ¿psicoanalítico? recursos con los que contaba para su cura. El resultndo de Pst:1
Orlando es perseguido por alucinaciones auditivas desde su ju- primr->ra intervención, que insumió varios meses, fue que Orln11
ventud. En el intento fracasado de una relación sexual un ruido do comenzó a hablnr y luego, a veces, a hablarme. Su cueqJo, po
muy fuerte - un "rugido"- lo interrumpe: únic:1 huella sonora del ro a poco. va coordinando los movimientos. aunque no pi0rd<' l:1
significante paterno que retorna en lo real como llamado a ese mal apariencia el<> un "robot feroz", salvo por s11 h11nrnnizada mirndn .
encuentro, como llamado del superyó que presiona sobre él como Primero de sus ojos.>' Ju ego de su bo('rt. brnt<i el S.O.S.: "d1,j:1r
"una cos::i'·. d(, sufrir .. , '·d('_jnr d(' padecerlas todo el tiempo .. .'· SP rPfc,1fo n las
La psicosis se descncndena desde allí. ~' es que efectivamente vocc•s que Je rugí,H1 sin j¡1l<'JT11pci0n. Clllllo f'l ,,i1°nto dc•l mo11I<'
allí se pone e11 evidencia que si el discurso provien e riel Otrn -como (]llt' "IJochinclwn .. dw y noclw. ')C'ó1110 lo pc11Y11/l0S 1111 rolo, ¡1m/i•
afirma Lacan en el Semitrnrio lII-. el psicótico no puede apropiRr- sorut· Pn-'/2: Lrnla qur' dabn cuenta de un :1v¡¡nc1J. PregunLn <JU(' p<·
se ele él y subjetiviznrlo; es lo que lo diforencin d(-'l 11i>urótico. Por día auxilio. Es todo 01 estatuto quf' lt> do~· :i <'l'"l' momP11!0 f'und:i
ln forclusjón del significante Nombre-d<>J-]Jadrc qm'da suspendido ment:ll. No ¡.;ahía :iun si Jt, otorgahn s:1b1 'r :il Otro, ;1u1HJlH' pn·v!'i:,
h!PEP.ATJVOS DEL SUPERYÓ '2f>7
MAHTA Gmn:z A~rnE1rnN
256
producía poi la imposibilidad de lograr un efecto de significación
que no era del lado del saber que convenía ubicarme. Orlando ya desde el Otro: lo que "está forcluido en lo simbólico retorna en lo
estaba demasiado atormentado por un Otro que sabía demasiado real'" y por eso los significantes se ponen a zumbar solos. Orlando
y lo comandabn (S •>o ). Era preciso no competir con ese Otro que tiene certeza de estar comandado por estas ráfagas de voces, P<'-
2
complotabn contra él aturdiéndolo, invadiéndolo. ro, tal es el vértigo tormentoso de las mismas que no sabe qu<; or
Debía indagar si el pnciente trataba de respond<:'r a estos fenó- denan ni hacia dónde lo conducen.
menos psicóticos que lo invadían como rugidos, a este real en li- Atendiendo a esos estragos de lo real debo afrontar otro gran riPs-
bertad con el cual no tiene relación, si de alguna manera él trota- go. Orlando está a merced de un Otro del que pende abusivamenl('.
ba o podía crear 11110 reloción. El bombardeo de psicofánnacos ha- Ocupar como analista el lugar de quien hace contrapunto a tul oLro
bía impedido, hasta ahoni, toda producción, y Orlando respondía sería mortífero, tanto para el paciente como para el analista, puPs
'·¡presente!"; presente al llamado innombrable que se incrusta di- precipitarfa la <.>rotonrnnía tortuosa. "Digo sus sentencias" -incitaba
rectamente sin anudars<'. Es "todo oíuos·· a la intromisión vocife- Orlando-, "combato el mgiclo del viento del monte". "Al viento negro"
rante del superyó, voz del Otro que por momentos toma la dimen- de ]o peor-del-padre, pensaba desde mi lado, rehusándome a tomar
sión de objeto a, del u como caído que se adueüa de la subjetividad el lugar del superyó, lugar 111111c<1 propicio :=tl analista.
de Orlando y lo nniquila. Me niego u sentenciar o ::i. pulsear con el saber gozoso del Otro.
Lo que lo invad"e le rnge, está obligado a escucharlo, a dejarse Mant<.>ngo una c:rntelosa posición; ni sentencio ni interpreto. Por
pasivizar y a excluirse, descontándose de la cadena significante en otra parte, ¿qué interpretar cuando lo forcluido aparece "in-a lte-
un más a1ln del Otro allí donde no es posible encontrar significa- ro", sin máscara? ¿cómo interpretar nllí donde no hay contenido
ción. No existe entre su cuerpo (lo imaginario) que le es extrai'i.o ]atente ni formaciones sustitutivas? Para Lacan lo forcluido, lo
-<·11erpo ele uno bestia- y el "ntgido del uiento" (lo real J. algo que ec excluido de lo simbólico, reaparece en otro lugar (lo real l, sin
el inconsciente (lo simbólico) y que en él que<ló suc~lto provocando máscara. en suma. sin entramado metafórico.
la desunión de lo i111ugi11orio y lo reo! versus lo si111b1ílico. En sumn, Si , tal corno puntualicé antes, Orlando pende abusivamente
queda excluido del inconsciente y a merced del goce <lel Otro. Or- del goce del Otro. un subterfugio posibl<.> para escapar de aquel es
lando, como todo psicótico, es un desabonado al inconsciente apelar en su dc,cir al Lralrnjo del delirio. Falsa costura que en In
(fornu-iciones del inconsciente) y carece de los recursos d<' ennrnsca- sutura de lo simbólico y lo imaginario supone un saber-hacer con
ramiento de aquellas formaciones, por tanto carece de IR posibilidad esos fenómPnos alucinatorios si pudiera producirse una significa-
de interponer barreras simbólicns contra el capricho del Otro: allí ción (delirante) que los ordenara. Suplencia a la dimensión que se
donde el inconsciente es rechazado (inconsciente reprimido) impera soltó , metáfora delirante que, como costura, es preciso renovar,
el superyó asociado al acoso pulsional. reinventar continuamente. Invento y creación que quedaron n
cargo de Orlando y de la dirección del trntamiento posible del quP
2ª1\1.ANIOBRA soy responsable.
Las alucinaciones auditivas ernn una prueba irrefutable de No puPde desconocC'rse que lrny una n!IAción entre la alucino
un Otro qt1e cornplotn y comanda contra Orlando. Las "rcí{ogos ción y el delirio. Mientras la primern d:. cuenta de un aguj<.>ro <'ll
bochincheros del uiento del monte'· lo aterrorizaban y enfurecfrrn. lo re:=d y de un PmpobrPcido recurso metonímico, el delirio, C'll
Su estrafalaria manifestación en frases o pnlabras desgajnd::i.s o cambio, es un intt•nto de restauración ya que los entretejidos qtl('
incomprensibles Jo sitiaban superyoicamentc. siempre al cnpri- puC'clPn logTarsc, por los caminos dPl signiJicante y IR significaciún
cbo de un Otro que monarquiwhn sus pensamientos y acciones. t.ienckn :. IJc,nm· PI :-1gujero rlPsgflrrfldo dP Jo real en lo simbólico.
Fue clif:íciL por ésta época, saber :=t1go de C'stas voces; sí de lo (]Lle Si bien p] df'lirin --n l decir ele Lacnn- es como una plomada Pll J;i
implirnban. IvL'ls ::dlá del comentario d<" sus gPstos o netos por los red del dif;nirso. ,,:-; tnmbién la posibilidad de rehabilitar ese' dis-
que Orl::rndü se sentí::i. conrnndaclo y acompnñaclo terroríficanwn- curso aún d<' 111w rn,11wrn n'nwndi1<l:1. p:1rn r<'cubrir lo n'al.
te, el "bramido'· reve>laba el rumbo perdido de esas voces que SC'
J~1PEHATIV0S DEL SUPERYO "fi!l
258 l\IARTA GEHEZ ÁMDEHTIN

Bajo estas premisas, y apelando al decir del paciente, hago es- La insistencia delirante iba desplegándose. ''Era el hzjo <Í<' 1111
pacio al delirio por advenir ubicándome como un Otro-testigo (un gato montés, y su madre, una campesina, lo vendió a su her111r111<1
otro de] Otro), un otro testimonionte: que no sabe, qu<> no goza. pero que 110 podía tener h(ios."
que abre un espncio para que Orlcrndo pueda coJocm allí su testi- Segunda vuelta de] relato: "El marido (padre biológico) d<' s11
monio y recibir de vuelt.a Jo testimoniado; en suma, hago lugar a madre real, no lo reclamó nunca, pero su padre vercladero, <'I g,1 -
un otro testimoniante-relator: Secretaria de un paciente psicóti- to del monte, lo llama, lo busca. Ninguno ele sus dos padres - ho111 -
co. Lacan propone que el lugar del analista en la psicosis es el de bres- hizo nada por él. El adoptivo, el esposo de su nrndre ndop -
tiva sólo se ocupó de llevarlos a la ciudad y darles casa, cornidc1 .v
"::;ccr!'lorio del alic11wlo·' (Lacan, J.9!56-!56, Se111. Ill, p. 2.%),
escuela. Borracho y perdido, poca presencia tenía en la casn".
propuesta que es rn't.:Psariu instaurar y recrear en cada il'ata- Como puede verse, avanzamos mucho en el trabajo "convc'rsil
miento posible dc,J p:-::icótic:o. dor" sobre el Monte {uno de los apellidos d<~ sus pndres es MonÜ'll<'
Por otr:1 parte. oper~mdo como prótesis al sistema de prohibi- gro). Parn ese entonces ya habían transcurrido varios aüos dP s11
ción faltante. me niego a ser cómplice de una operación que a su análisis, y aquí se:> presentó otra sorpresa que requirió de un movi
pedido. y avnlada por lfl fomi lin y los médicos, pretendía una co- miento singular.
cleuccto111ío para prnducir su total sordera: intento extraviado ele Orlando no tenia otro remedio que fabricar significación, <'st o
acallar las voces que provenían de lo rea] de su monte. Entendí es, fabricar padres o someterse a Jo real. La fon:lusión del No111
que lo real ya habÍ3 hecho dPmasiados descalabrns como para bre-dcl-Padre produjo la fuga de lo simbólico donde nada pod1n
avalar una inien·ención qut> lo precipitaría a un goce total, quP responder por el padre. El psicótico, por la forclusión del Nombre•
colocaría a Orbndo a la absoluta "merced'' de la ferocidad del cid-Padre, no ingresa al Edipo razón por ]a cunl queda ajeno n l;1
Otrn. sordo n cualquier anudamienLo o remiendo de anudnmien- trama de filiación y genealogía, sin novela familinr.
to posible entre lo imaginario y lo simbólico. Lo simbólico desecho no anudRbn lo imaginnrio y lo real. P<'l'o
con la producción delirante fue factibJ<? poner en continuidad si111
3" l\IANIOBHA l>úlico e inrn.ginario. Producción de sentido que produce la suturn
Aquí propongo a Orlando 111i estrategia. Ni sentencias para ha- <'11ire imaginario y n'aJ que, así anudados, p0rmiten ]a suplc-nC'ia
cer cuntrnpunLo a sus voces <'xtr:wiadas, ni cirugía para la nbl:i- d(' la falta de padre y que hace, cual burd,1 costura, las vecc's d<'I
ción del Otro de Ja pc1Jaur;1. "] Iablmé del 'monte· y Ud., cuando Nombre-del-Padre. Simbólico e imaginario ~e sostienen d<·sd<'
pue<fo, dirri nlgo de él''. ApuPsta a la probable prnducción de una una inventiva particular para hacer 111etáforo def iro11t<', noml>r<'
metúfora deliran1 e cost u rada n purn invención. Intento de re- ckl padre de remiendo, conexión posible entre cuerpo li( a ll y fl'
nH,'rnlar la falla de un sujeto excluido del inconsciente apelando a 110menos Rlucinatorios (rugido del viento del monte) en un sis(<'
la instauración de una prótesis. 111n PStRble de significaciones {el cleliriol.

Es sabido que el anudamiento simbólico-imaginario puede Rlber-


I " MANIOBRA
gai· significaciones ernHicas. en sus¡wnso: pero esos ¡wqueúos-otros
lüall que ibnn surgiendo Je provefon una significnción subjdiva que Orlando se prcsentn con un invPnto. L1s ''rrífogos del 1'Í<'nln <Id
comc,nz,1ba a desplegarse: prirn0ro en una sola insisiencia: "Em el 111u111e·· se hnbínn apngado bastnn1P. pero, por nhí, r0iorn:ili;111.
lnjn d!' 1111 /..(ufo nwntés y su modre, 1111u campesino. lo ohu11do11<í l'll /\liorn no l'S un "rugido·· o un '·1Jr:1mido". sino npPnns vocc's C}lll' s<·>
el !/1,111te". Esta crención delirnntc, podrfo ser ol~jc:>Lo de unc1 larµ;a ex- lo to111:1n <'l c'stat 1110 de dictarle cic>rtns accinn<'s que> c>I n,ali:;;1 ;111
posición; ¡wrn sólo remarcarP h:1cin dónde se fue desplegando en es- tn111,tlin111wntl'. Ln intromisi(>n del Oiro. como sup(•ryo, s<· li;H't'
tP aJ1;ílú-:is que me mantPnía cunl relutoru-testimo11io11te. El d(']irio. ;il1or;1 pn 'S<'ll1<' C'n I;¡ forrnn de mnndntos ~' C'X Íg<' IWins Psi r;1faL1r1;1 s.
cuonlinadu a los elatos de la biogrnlfa infontiJ que me brindú un her- /\s1 lns cos¡¡s, un dí,1 Ol'lando ;1p:1r<'<"<' <'ll <'I consultorio C'Oll 1111
mano, se ngoJpó 011 torno a los ap('Jliclos de sus padrC:'s. 1( 1<1//1111<111 . D<'.io dl' Indo In so1·prPs;1 y 1tl<' :1p1<'stn ;1 1111 llll<'VO 111<>v1
Wl
260 MARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS DEL SOPEHYÓ

miento. Me dice: "con esto puesto ya no me joden más". Trato de ban, ahora hay el recurso de hacer precarias significaciones y, ad(•
ubicarme ente esta jugada. Me dice: "hable del monte", mientras más, con otro con el que "sintoniza" al mismo tiempo que es s u rT
tanto él me escuchará a veces, otras no porque sube el volumen del curso para precaverse del probable resurgimiento del goce del Otro.
walkman. Así me apresto a sostener una "conversación" con al- En la etapa que va desde el 1uallmwn a la radio aprendió todos
guien que a veces me escucha, otras no, pero que se pacifica consi- los mensajes de locutores, políticos, curas, periodistas y, obvin
derablemente con jugada tal. Del "Monte"-"Negro" hablamos, del mente, jingles y canciones. Entre la repetición de estas y un poco
"Monte"-"Grande" también. Del gato-del-monte "que bramaba" ... de locución, pronósticos del tiPmpo y partidos de fútbol, continua
pocas veces. Ser "secretaria del psicótico" implicaba sostener, aun mos hablando del "n1ont<.>" y los "montes": "negros" y "grnnch•s".
bajo esta forma extravagante, ese lugar de un otro testimoniantP. Despliegue de los padre!? en las sup lencias del Nombre.

5"MANI0BRA 6"MANJ0BRA

En otro tramo de la construcción del delirio, acompañado de un Orlando me comunica la posibilidad ele cambio de provincia por
gran efecto de pacificación construye el ''mito de su deuda": "uendido el traslado de trabajo de su mu.iec'r. Era prioritaóo que la acomp:1
por el padre (biológico) que, /Znalmente, es cómplice de la entrego de Jiara. A su vez, surge allá la posibilidad laboral estable al fin: "/o
su madre (biológica) a La hermana (la madre adoptiva) por un peda- ('Ufor de 11110 de las rodios 111rís i111porto11tes de eso provincio". !wn
zo de monte". Así, la carencia del padre no circula sólo en lo re:11, tam- lo Lodos los pedidos con el compromiso de visitarme una vez al nws.
bién en lo imaginario se hace presente como queja y, en lo simbólico, Nuestnls conversaciones espaciadas se han mantenido por
el fracaso paterno lo deja como un "deudor insolvente" a merced de a11os. Los encuen1 ros dejaron dt· S(:'J" analíticos ... ¿dejaron? ... Cuan
la falta en lo real del padre, a merced "del gato del monte". El texto do Orlando sabe de mi actividad profesional en su provincia nw
del delirio comienza a funcionar abrochando algo, estabilizando la !mee alguna entrevista acompa11aclo de un periodista puPs llegó n
relación significante-significado. Es decir, comienza a esbozarse una la conclusión de que sólo puede ser un buen "locutor". Perioclisl.n
neoformación que, si bien es precaria, produce algún anudamiento ''ps un riesgo que no le conviPne'·. Allí apoyo, entiendo que hny 1111
que tiene efectos pacificantes en la ·subjetividad del paciente. límite a 1a invención.
Quiero remarcar que el significante ''.gato dr!l monte" puede ser
considerado un neologismo compartido\ esto es, un significante con Para i 1=rminar, un interrogante: ¿puede hablarse aquí de sintho
vacuidad de significación que surge en un momento determinado me? Sin durla se trata de una es1abilización porque mientras el sin !
del análisis de un psicótico. Tal significante tiene la propiedad de re- borne como invención logra un lugar en el gran Otro -no olvidomos
presentar al delirio, a algo de la historia subjetiva y, a la vez, sirve la aspiración de Joyce "300 años hará hablar al Otro de él"-, en In <'S
de vínculo lingüístico con la analista sellando así la transferencia. tabiliwción, en cambio, sólo se logra un lugar en el Otro que so m:111
En lo simbólico e imaginario, Orlando inventa al padre al pro- tiene apPnas como un 01ro tPstimoniante. Secretario-escriba de' una
ducir la pregunta sobre su condición de "deudor insolvente". ¿,Có- historia -del "gato del monte""- que se hizo locución tras <'l d<'spl1c·
mo pagar dando senüclo a su vida y a su destino? El recurso dP gue do In significación por los s0ncleros ele la metáfora dolirnnl<·
invención se hace presento.
Las sorpresas con Orlando en su anudamiento no terminan. lln
día llega, saca una pequei'la rnclio y b pone en el escritorio. Ef:pc>n1
m.i mirada de asen1imiento y le digo: "Ahnro esrurho111os lo 111is1110··.
Asiente. Ya no hay las voces, ]ns voces superyoicas que lo pa:--iviza- Referencias Bibliográficos

' Ag,wlezco r~t:1 rnmunie:wirm n lo~ Dn•:-. l\l;iri,1 Fi:-rhm;in v i\nih:11 C:nlrlc-hluk r¡11i1·1H'.'· n
l,\( ',\N .. J. 1 l!l:>:>-fí(1) S(•mi11:1rio 111. /,us l 'sim.~is. Bnn:l'lonn: 1':1ido!-<, l!)H4.
su wz. fu Pron di~cut idorC's-c·1JmP111 :1don•s clr• <'S(P trnb,1_jo rn l'l l lospitnl Horda c•n 1!l9:J.
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1~11 'l•:l<ATIVOS DEL SUl'EHY<i 2(,R

I. Ello e inconsciente: una disyunción freudiana

El subtítulo que propongo deparará, tal vez, asombro a más de'


1111 lector teniendo en cuenta que, para la mayoría de los postfr<·u
d1anos, el ello no es sino sinónimo de inconsciente. Sin embargo,
1•stas categorías no son fácilmente homologables ni en la teoriH ni
«•11 las consecuencias clínicas que se derivan de sus diferencins.
l\1r tanto, entiendo que es fundamental especificar a qué alud<·
l•' re ud cuando se refiere a Jo inconsciente cuando de ello se trata,
v a qué cuando Jo refiere como campo de lo reprimido. "Ello in-
rnnsciente" y "reprimido inconsciente" son dos categorías gu<·
('Onfiguran una verdadera disyunción en la formulación freudin
na que será preciso rastrenr n lo largo <le su obra.

Dirá Freud en Más allá del principio del placer: "El psicuancí
lisis era sobre todo un arte de inte,pretoción", el era no implicn
que no siga siéndolo sino que, en 1920, encontramos a Freud mucho
mtis cauteloso y riguroso desde su nueva formulación del dualismo
pulsional (vida-muPrte), y es que ya no se trata, como escribió al -
guna vez a Fliess, que sus neuróticas Jo habían engafindo, sino
que el desengaf10 proviene nhora de su misma invención, el in
con.w·icntc fi·eudiono. ln\'ención que d<.>ja <le brindarle las rc>s -
puestas que precisa para sortear escollos teó1·ico-clínicos, como
por ejemr 1o aquellos que prPcipitan la compulsión de repetición,
brazo armado de Jn ficcional - pero no menos hostigant.e- pulsión
de muerte.

"En aquello é¡Joco //a del inconsciente de lu J" tápirn), l!! 111c;di
co dedicado uf Clll(Í/isi1:, 110 podía tcnl'/' utrn uspirnció11 c¡uc la de co
legir, reconstruir y comunicar en el 1110111e11to opor/11110 lo incons
ciente oculto pum el c11fer1110''. (Fre11d, J.920, p. lHI.

SP procuraba Jo que del psicoanfilisis Jl('gr'i a ser m:ís difundid() :


hacer consciente lo inconsciP11Lt:>. en sumn. lo ·'uo snbido incon:-;ci<•11
l<' .. podía advenir "sabido·· YÍH la inlerprelnción por la o¡wr:1ció11 d«·I
analista una vez inst:1lada Jn trnnsfrr«'t1l'Ül. ~in <'mhargo. di1 :1
Freud, es preciso "su/1•<11· 1111 desocierfo de 1111c•stru ff'r111i110/og10",
porque• m:1:-; nll{t de' los jlJ'()ll'gónwnos dt> ('SP d«•s,H·i<•r1 o <'11 torno :1
Jo conscien t.e <· i rn·ons<·ient ,, . nl yo colwn'llÜ' :v lo r<'prim ido y a 1 1111
cl00 tl<•l yo- <'l d<':-;,1ci(•rto f'1111d:111wntnl girn <'ll torno n 1:1 lt'rmi110
266 l\1ARTA GEREZ AMBERTÍN lll!PEHATIVUS IJEL f:UPERYÓ 267

1ogía que atañe al inconsciente. Atendiendo a lo desarrollado en la tos del ello donde se estrella el decir para nombrarlo finalrnenLC'
lª tópica resultará una verdadera sorpresa que ese genial sistema como "núcleo de lo inconsciente", un ello inconsciente, esto es,
de transcripciones regulado por leyes propias requiPra, desde la 2ª agencia psíquica de la pulsión. Tal su expresión hacia el final el<'
tópica, otra conceptualización; en todo caso una rectificación y una aquel texto:
mayor precisión, la que producirá virajes importantes en la teorfa
"El ello/ ... / nn tiene medio al{;uno pam testimoniar amor 11
y la clínica. No todo lo inconsciente es interpretable, y lo reprimido odio al yo. Ello no puede deár lo que e.'lo q11i<'r<' / ... /Eros y p11/sio11
inconsciente que aparecía en sus formaciones (suef10s, lapsus, sín- de 11111ertr luchon en <'I ello/ ... / Podrímnos figurarlo como si el ello
tomas, chistes ... ), si bien representa la vía regia del deseo incons- estuviera bqjo el imp<'rio de las mudos pero poderosos pu/sioncs
ciente, no configura -tal la expresión de Moisés y lo reli¡.;ión mo110- de 11111erte, que tie11e11 reposo y querr(an llct111ar a reposo a Eros. el
tdsto- "lo inconsciente genuino" (Freucl, 1934, p. 93); justa- perturbador de la puz, siguiendo las se1ias del principio de placc•r".
mente lo que no es "olcanzoclo por la tmducció11", esto es, reducto (Freud, 192:1. p. 5.'n.
mismo "dentro del ello" ele lo que no es apalabrado.
CabP, destacar que F'rf'ud. en su segunda ficción del aparato
Primer trayecto de nuestro itinerario que es preciso recorrer
psíquico da un paso importante para arribnr a In disyunción qu0
ahora con ciertas bifurcaciones y apoyándonos en otros desarro-
procuramos establc>cer, In que a su vez muestra el profundo des-
llos freudürnos. Sin eluda, y atendiendo a la n~currcncia con que
garrón del yo que, ajeno n cualquier posición de dominio, resulL1
Freud cita a Goethe (en Análisis tenninahle t! i11ten11i11ah!e ): "Es vasallo de tres poderosos amos:
preciso que interucnga In brujo. La bruja 111etapsimlogíu ... ", lo
cual servirá de soporte para deslindar entre Ello inconsciente '"p11/:;io11orlo por el ello, a¡mda<lo por el supc1yú, rcpelicfo por /u
(''inconsciente genuino") e inconscicnte reprimido. reulidud'' IFrcucl, l.9."i2u, JJ. 7:J).
Ahora debemos retornar desde 1937 n 1!)15. En Lo i11w11scic11-
En suma, un yo causado siempre desde otro lugar, esto es, un yo
te Freucl remarcaba:
alter:-1do (alter\, sil'mprc producto, siempre efecto, nunc::i. agentl>.
'"Tudo lo reprimido tiene que per111a11r<·cr i11co11scie11tc. pero
qurre111os dl'.iar sentado <lcscle el comienzo q11e lo reprimitf,¡ no re-
Aclenfrémunus ,1hora 011 ese m,~s nllá del inconsciente reprimi-
cubre todo lo inconsci('llf<'. Lo i11<;u11scic:1t,· abo1n1 el rodio 1111ís do al que Fr<'lHl S(' refiere ("ll J 92:3:
uasto; lo reprimido es una parte de lo incm1,q·ic11/c ¡De c¡u/ modo 'P"ro 111<i:-: s11Sf((11fi1 ;os oún son los conscc;11e11cios poro 111u•s
podemos l/ep:c11· a conocer lo i11co11scie11te? De.--de /uegu, lo ,·011occ- tro co11cepci,í11 de lo i11co11scie11tc. La C"('11:-:ideroció11 cli11ámicu
111us sólo como co11scie11te, después que ha e.,peri11u,,1tur/u una tros- nos uportcí lo primero ('11111ie11Ja; 1(/ i11telecció11 estructural lru,•
posición o trad11ccilÍ11 a fu consciente. El trobujo psicounalítico nos la scgu11c/(J. Disceminws que lo lc:c no coincide con lo reprimido:
brinda todos lus días lo e.,;pcriencio <Ít' que c:;o truducció11 es posi- sigue sicnJo currcdu que todo reprimido es ice. pero 110 todo he,
bleº'. (Freucf. Wl5a, p. 161!. es, por serlo. reprimido. También una porti> del yo, Dios sulw
Queda daro que Freud asevera un mcís ol/cí de lo r0primido cuú11 i111portu11te. puede ser ice, es seg11ro11ic11tc ice. Y esto lec <Íl'I
pEtra lo inconsciente, JJL'ro es evidPnte que> dPsd1· 1D'.20 ya no len'- yo no e.-- latc11te <'11 ,·/ sentido de lo l'rr-c. JJlll'S si ((SÍ fuero 110 JJ(}
<Ir/o .~er ucfil'c11/u sin rf, ,1·e11ir ce, .r el lwccrlo <·011scie11te 110 dl'JJU
sultarfi tnn f{1cil ligar lo inconsciente> con un si:-::lenrn de traduc-
rorÍCI di/icultc1,les tun grandes. Puesto ,¡11c IUJS t•e111os as, C<Jlls
ción posible. y así, d<.'sde el Etforismo lacauiano: "el inconsciente lrc11icln.•; o es totuir un tercer he, 110 npri111ir/o / ... /'". (Fr/'11,/,
está estruc:turndo como UJl lt'nf!u:=1j1~··, podríruno~ col1,gir, no todo. 1 y2:1. jJ/J. l .LJ-:20).
J ,¡;;t;1mC'nü~ sobn,' PSC' "no todo". qm' Fn,ud t:~mbii"n nombra como
inconsciente, imposible> de transcripción :=ilguna, recién porlrá dar ColegimtJf' C'n1 uncc•s que\ d('slindnndo 11> di 11:1 mico ele• lo ('Strn1·
cuenta en J 92:3. turnl. Fr<>tHI JHH•dt>, final11wnte, planlPnr t>s1.1' 1Pl"CC'r inconsc·i1'nl1•
En El yo y el ello nos conduce desde los 1aberü1tos del inconf'- allende> lo n'primido; <'11 sumn al Ello kc dond<> rein:1 el sik11C'io
ciente -que opera por ligazón y posibilita el decir- a los laberin- Je Lis pulsio11<'s. < ',11><' n s:d1,1r, <'11 <'I l<'X1u nn1c•s citado, ];1 dif<,
268 MAf:TA GEI:F:Z AMílERTÍN IMPERATIVOS DEL SUPEHYÓ :¿(i!)

rencia en el uso de las abreviaturas: mayúsculos para la referen- "Lo inconsciente es la cualidad que gobierna de manera e.H"/11
cia tópica y ,ninúsculas para la dinámica. Lo descriptivo, en tan- siva en el interior del ello. Ello e inconsciente se co-pertenecen de·
to fenoménico, perderá especificidad cada vez más, pese a lo cual manera ton íntima como yo y preconsciente, y aún la relacio11 c's
Freud no dejan~ de usarlo generando, tal uso. innumerables ma- en el primer casu mcís excluyente aún. Uno visión l'Cirospecfi¡•c1 so ,
bre la historia ele desarrollo de la persona y su aparato ps1q111,·o
lentendidos, cuando por ejemplo refiere al ello inconsci<:>nte y al
nos permite comprobar u11 sustantivo distingo en el interior ,/rol
superyó inconsciente en este último sentido. ello. Sin duela que en el ol'if{en todo era ello; el yo se ha desal'ro!/u
Pues bien, no corresponde entrar aquí en disquisiciones, como do por el continuado in(/11,io del mundo exterior sobre el ello. /)11
en las que se abismó Ferenczi, acerca de "los distintos inconscien- rcmte ese lal'go desarml/o, cirrlo~ contenidos del ello se nwdul'o/1
tt>s'·, no se trata de un primer, segundo o tercer inconsciente -como al estado preconscie11te, y así fueron recogidos en el yo. Otros /Jl'I
por :1hí se extravía en llamarlos Freud-, sino, más bien, reconocer manecieron inmutaúus dentro del ello como su núcleo, de dificil
acceso". (Freud, 19."38, p. 160).
que a esta al1 ura dt> sus desarrollos -1923- Freud se ve compeli-
do a precisar las uifcrencias entre Jo inconsciente reprimido y el Esta afirmación freudiana precisa leerse tomando nota de> su
Ello lec -"esto Ice del yo·'-, un contundente "no dPterminable·· re- constante invitación a diferenciar una lectura descriptiva, di-
saltado como "etwas" (algo, esto, alguna cosa). Y es que en verdad ná11iica Y. estructural en torno al inconsciente'i'. De esa mélll('-
no se trata de un tercer inconsciente, sino del uso del término bajo ra, cuando afirma que "ello e inconsciente se ca-pertenecen" es
una uiferente significación. En suma, la 2ª tópica, como sistema, tá aludiendo al inconsciente genuino o estructural, núcleo dt>I
permitirá a Freµd delimitar el núcleo de lo '·inconsciente'', el Ello, ello; cuando alude, en cambio, a esos contenidos que sufrieron
agencia psíquica de la pulsión y diferenciarlo del Ello inconsciente una mudanza, se refiere a lo reprimido inconsciente. Asi
(reprimido), aquello que puede ser susceptible de un sis(1'mn de mismo advierte:
transcripción.
"Importa poco que 110 siempre podamos distinguir de ma11c'ro
Sin dudas, lrncia 1931, tantas dificultncles Je dep,m1 esta termi- tajante entre estas dos catr{?orías en el interior del ello". (Freud,
nología que en la Conferencia 31 parece decidido a abandonarla: 1.938, p. J(j] ).

"Vemos que 110 tenemos 11i11glÍn derecho a /lamur 'sist<'lllll lec' uf


Dos categorías que pueden ser especificadas corno Ello Incons
ámbito unímiw ajeno o/ yo, pues !u condición de i11co11scic11te 110
es 1111 carácter exc/11sit•ame11te suyo. E11/011ces, yu no 11san:111os 111ás
ciente, 1 Bferido al inconsciente estructural, y Ello inconscienLl',
'inco11sáe11le' en el ::;entido sir;tcmcítico y darc'1110.,; 1111 110111bre me- referido a lo reprimirlo inconsciente (dinámico); y como una ge1w
jor, libre ele malentendidos, a lo que hasta ahora dcsigncíhamos ralidad podría habJarse del ello inconsciente en el sentido c!Ps
aRí. Ap1mtalcí11do11os en el uso idiomático de Nietz.',che, y siguien- criptivo (de aquellos que se mudaron al estado preconscicnl(').
do una incitación de GemJ{ Groddech / 192:3/. 1'11 lo suceRiuo lo lla- Del resultado de estas puntunciones, esbozamos el siguiente cuadro
maremos <el e/lu>"'. (Frcud. 19."?2a, p. 67).
• Consickrnmos irnporl,111tr rspccilkar la posición frr11diam1 rcspeclo al 1·011c1·plo ci1·
Un nuevo intPnto por clr>1imitar 1:=i terminología por JJ,1l"ll' de i11co11scic11tr s(·QC111 s11 ('Olll'<'pció11 dl'scripl i\·;1. rl i11ú111ica :v esl rucl mal o lopica st·g1111
Freud y que acnso bubi0ra evitc1do muchos malentendidos. Sin sus p1111I 11,1rion('S l'll El yo 1¡ el ello. l;i ConL N" :11 ~' /J csqw't11n riel p.~icow1(1/isi.,.
embargo, las excelentes intenciones freudianas 110 llegan a buen Desde lo clescripl il·o es lodo ('Ullll'11ido 110 prescnlt' t'n el campo dc la ('01H' i(·1wi;i v
puerto. Recurrentcmente, después dP h CuJJJ'. ~:ll n~Loma las ex- q11e puede !ornarse co11s1 ·il'lll('.
presioiws dP '·ello lec··, "núc1c,o inconscil'nt<' ... ··i11<.-onsci0n1t' ¡Tem;i- Desde lo din,i!llico. y scg/111 l,1 :2" (rjpic1. lo rcprilllicl11 t·s el modclo ele lo i11<·011s1 it 111, ·
que opl'rn por "l'sf11c11.o cll' cles,il11jo" de l;is 1cp1Tsl' 1li ;l('io11cs lig;id¡¡s ,1 !;1 p11lsi1111
no·· o simplemen1C' "inconsciente'· para ,iludir ~d Ello. Es a,.:í como
Desde lo sistélllil'o o I si rtl('l 11 r,11 dl'sch- 192:l . lo i11< ·011st·i¡·11ll' s1· 1·1l<"ll'l' ;il ril>1 ilo "
del Ahriss sel<'ccionc1mos el siguienü· pa1·úg1 .1fo dond<'. IIU<-'V<'l- cualidad. Si l1i1 ·11 se ;1pli(·;1 '-Ol>n· tocio ;JI dio (t llo Ir<') . l ,11111Ji1·11 r,ililirn 1111¡¡ p;11 ll" el, •!
meute, el inconsciente rPfiere al ello. claro q11c> allí cabe especifi- supcryc'J y del ~-o. Así en la :2·• lc'ipi"a lo 111< ·011sd1 ·11I¡· 110 sc"ilo l ''- l,!l('ll(l' _v 1<"pri1111do.
car que se trata del inconsciente genuino - estructural-: sino que picnil" l'I ,,1lor (k i11:-.l;i11< ·i¡¡ q111 · 1¡·111.i 1·11 l,1 1" lopil',I.
270 MARTA GEHEZ At-IBERTÍN 1MPERATIVOS DEL SUl'EHYO

teniendo en cuenta que, si nos apoyarnos en los fundamentos de yunción traza dos caminos que, sin embargo, encuentran en la grn
la disyunción, podernos resaltar del lado del inconsciente el de- mática del fantasma el nexo entre la causa (Ello) y sus formacio1ws
seo, su cumplimiento e insatisfacción; y del lado del Ello fa pul- (inconscientes) que hablan de "eso" desde un sujeto representado
sión que no deja de insistir y pugnar por su satisfacción, una sa- que no habla sino por "eso"- e indetermina<lo, cuyo decir se pi,;( l'I'
tisfacción siempre pendiente; en síntesis, una paradoja! satisfac- lla a veces contra "Ello" crnrndo se deshace su tramado en 1n de'grn
ción nunca satisfecha -que es lo que diferencia definitivamente a dación del silencio pulsional que comanda la acefalía subjetiv,1.
la satisfacción de la necesidad, de la de la pulsión- . De esa satis- ¿Qué de este Ello, ese "algo psíquico'· -etwas- donde rcinn <·1
facción dirá Juan C. Cosen tino: silencio pulsional, que no habla, que no piensa ... pero que mt1n
tiene una lógica? La "triebentmischung·' (<lPsmezcla pulsion:11) dn
·'Siendo parcial en relación u lo bio!ágico, se satisfuce pero ,w cuenta de una mixtura y asf el Ello impersonal hace circulnr clc's
alrnnza su fin". (Cosenti110, J.9R7. p. 56!.
de su lógica una Hnarqufo mús que ordenada ... no creo que' lrnyn
que escandalizarse por el oxímoron.
Consideración estructural Consideración dinámica
• Ello inconscil'nlr gpnuino • JnconsciPnte reprimido
"El Ello es un co11j1111to de elcll7entos grcí/1cus, gromátil'us, 11u
.<;0111etidos u II i 11g11 na jeru rqu ía or,gu II izocionnl, totulm<'n te co111¡Ju
• N uclro inconsciente dPI ser •Legalidad qul' ancla <'ll PI 8dipo mhl<'s e i11terca111hiah/cs entre sí, ajenos a lu controdicci<Ín lcí.~i('(/
• l'u lsión y su sat i'.~faccion • Dl'sro incnns(·ipn(P: rPmitP a la sustitución o dialéctica/ ... /". (Bro1111stei11, 1.9.90, p. 1:35).
•Satisfaccion sih·ncio~a: ello no hahla • El d<'Sl'O l'sta articulado
•HPfierP n lo no ligado •fü,ficn' a lo lig,Hlo: lo sustituiliiP
En la 2" tópica Freud especifica que el Ello es el "almácigo el<'
las pulsiones·' y en el Esc¡11e1110 ... agrega:
•Acllwsi,ín dr la libido: fijación •CirculaC'ion dé' l:i libido: transcripciún
•Compul,i<in de n'petición t'I'ychrl •i\utomatisn10 dP rep<'tición !Aulonrnlonl "El 11/Íclco Je nuestro ser <'Sfcí constituido, pues, por el os1·1110
•SujPto lacr f'alo ) dt' la pulsión. mudo •Sujeto clPI incon~cic,ntr flUP hace discurso ello, que 110 comercia Jirccta111e11fl> con el 1111111do exterior y. ucle
más, sólo es usequihle u 1111eslra 11oticia por la medioció11 de ()frn
• lk;:istrncia ::; dt>I PIio y dt•I superyo • lle~i~lcncias de n'prcsion ~· dP transferencia
i11sto11cia". (Freurl, J.9,'38, p. J.9.9).
En la mitología freudii:rna "el silencioso ello" es una construccio11
Entendemos que, más allá de los posibles malentendidos deri- que nace por oposición al inconsciente reprimido, y es quC' In din
vados a veces del uso ambiguo de los términos, la ''bruja metap- léctica de las formaciones del inconsci0nte le acercan el hilo el<'
sicología" freudiana deja el camino abierto para trazar las dife- Ariadna para su diferenciación. Lacan ratifica esto cuando en W<,.,
rencias entre el Ello como inconsciente genuino -almácigo mismo en el Seminario XIV, no sólo afirma que el Ello es "resto de est n1c·
de las pulsiones y su silenciosa satisfocción UJ/!fi·iedigung)- de un tura·,, sino también que decir e/lo /l(Jh/a es un error y un contrrn,<'.11
lado; y del otro, del inconsciente que opera por represión -uno de ticlo. ¿Cómo podría acceder el decir si en tal ficción el sujeto e's ne<'·
los destinos de las vicisitudes de pulsión- y. por tanto, circula por falo? Es preciso entender que si Freud afirma desde lo cstrud 11-
los caminos del deseo desde la dialéctica edípica y su pivote: la le,v ral qu0 el Ello es lec es porque se tratn de un inconsciente, 11111d11 y
paterna, procurando el cumplimiento de deseo. en ac(,folín subjetiva, que no habla, pern que revela unn leígi<·,1 q111•
Se procl uce así la bifurcación en dos senderos: el de la satisfac- C'mpujn h,1cia In concurrencia siempre idéntica, esto es, In <·0111p1il
ción pulsional por un lado ,v el de las formaciones del inconsciente sión a In rep<'tición.
por o1ro que, sin embnrgo, tienen en el Ello i-Li causa no exentA ele Q11C'da claro que Freud no pucc.k formular su ficción de' b 2' to¡n
lógica, y en las formaciones del inconscic--'nte su trama estructura- ca sino npoyándose en los andaminjcs ele la ]ª. pues si Pl Ello S<' d,•
da como un lenguaje. Aquel encuentrn su formación en la lógicn y duce él partir dC' 1n dinúrnica ck,l inconsciente PS porqu<' ct1,111d()
gn11ntíticc1 del fantasma; el otro extiende sus recles discursivas en Fn,ucl se in1 c->rroga, en 1928, por c>I "d11'os" !";<"ó1110 algo d<'1,ie11c ,·1111.~
las formaciones ele síntomas, lapsus, sueüos, chistes, etc. Tal dis- ciente u, 1110:,; <'SIJ<'C'Í/icc1111<'11le d"sde !u di11on1i<"o , /Jl'C'<"un.•wie11f<'r")
272 MARTA GEREZ AMBERTÍN lMl'ERATIVOS DEL SUPERYÚ 27:l

es porque ese sistema de lenguaje que tiene en "el algo" su causa, disyunción que jerarquizamos: el inconsciente reprimido como dirni-
también encuentra en él un "más allá" que pone en peligro el enca- mica y el Ello inconsciente como instancia. Esta disyunción no <'S
denamiento asociativo, su trama asociativa y sus nexos. En suma, y sin consecuencias para ... la bruja metapsicología, y para la clínicn .
paradójicamente, Ello corno causa no sólo pulsiona al yo alLer-ado, Ahora bien, cabe resaltar que en la exposición de su más nlta
también comanda su decir y a veces su silencio. Ello, Yo y Superyó, ficción en torno al Ello Freud deja el camino abierto para enL<>n
aparato psíquico freudiano y tópica del sujeto que se fomrnla en tor- der que, en su formulación, el Ello impersonal hace circular d<·s
no a un vacío: "núcleo del ser". En síntesis, como lo resalta Masotta: de su lógica una pseudoanarquía. Aunque reconoce la paterniclnd
del nombre a Georg Groddeck, no deja de diferenciarlo de su for
"11110 parte no cletcrminable de 1111 continuo c¡ue invagina al su-
mulación (Carta del 18/06/1925):
jeto'' (Mosotto, 1984. pp. 268/69).
''En su Ello 110 reconozco comn <'S natural a 111i Ello, civilizwlu,
En El yo y el ello Freud responde que sólo por la conexión con hu,gués, despqjado de misticismo". (Freud-GroddCl"ll, 1977, p. J l:2.1.
las correspondic>nLc>s representaciones-palabras es posible que
"algo'' advenga inconsciente reprimido (ice) parn luego devenir Pero ...
preconscicnte. Sin dudas, y nuevamente, ubica la dinámica in- A pesar de esto Freud, que había leído cuidadosamente al im
consciente discurriendo en torno al lenguaje: pcLuoso e impredecible Groddeck -obviamente más que todos sus
discípulos-, no podía hacer caso omiso a algunas de sus m:1s
"Si tul es el cc1111i110 por el cual oigo en sí inconsciente deviene
avanzadas 11severaciones:
preco11scie11tc, lo prep,nta por el modo en que podemos hacer (pre)
co11:-wic11te alJ.!,o reprimida {esforzado al deso/r!}o} ha de responder- "Le escrihí_ra uno i•ez que es dificil hablar sobre el El/u. E11 rl'
se: restoblecie11do, mediante el trabajo analítico, aquellos eslabo- lacián con él, todas las palohras y conceptos se P11elucn di/i1sus,
nes intermedios prcc. Por consiguiente, la co11cie11cio permanece en pues, por naturulezo, está llevado a implicar en coda deno111i11u
su lugar, pero tampoco el lec ha trepado, por así decir, hasta la ción, es más, en cada acci611, tuda 1111a serie de símhulos y o tratur
Ce". (Frcud, 1923, p. 23). ideas de otros campos, a asociar, de modo que lo que resulta 11111,v
sencillo a la inteligencia es 11111y complicado paro el Ello. I'ara l'I
Entonces podemos afirmar que si hay la dinámica inconsciente Ello no l1ay conceptos claralllente dl'lin1itodos, más bien truht(JU
es porque su estofa es una estructura de lenguaje que posibilita con complejos enteros de ideos, con complejos que se originan u
la escritura: traués del imperotivn a la formación de símbolos y a la osociu
ción ''. (Groddech, 1981 , p. 8:3).
"Los procesos del pensar, y lo que pueda serles análogo en el in-
terior del ello, son en sí inco11scie11tes y se conquistan el acceso o lo Wittgenstein con Groddeck podrían encontrarse a partir de ost os
cunci<'ncia mcclianf<' su enlace con restos mnémicos de percepcio- enunciados. De esta cita queremos resaltar dos expresionos <JlH'
nes uisuales y auditil'as por la L'Ía de la función del lenguaje".
nos parecen contundentes: "complejos enteros de ideas" y "compl<:jos
(Freud. 1938, p. 94!.
que se originan a través del imperativo·', porque si el EJJo freudiano
Consistencia de la formulación freudiana del inconsciente (di- es inconsci0nLe es porque se trata de un inconsciente silencioso <JlH'
númica l vía la trama icleativa. presente en su obra desde Psimte- no habla ni piensa pero donde es posible descubrir una lógirn q111•
mpio di! lo histeriu -1895-, coherencia en el sostenimiento de la comanda hacia encuentros idénticamente repetidos. ¡,Qu<' dc• l:1
·'vía regia" por donde discurre ese snber no sabido, un saber sin compulsión a la repetición sino esto? El Ello freudiano, sin <'mh;11po,
ct~i~ocimiento y de un sujeto incierto que arriesga en el cifrado t>l dbechn Jos o priuri y la su bsLr-mci ulización -0s, 111nt u cun 11, I; 1 p1 il ·
enigma de su verdRd. quP sólo tiene en el sujeto de la enunciación sión, un artificio para pouer dar cuenta de la legalidad que> rigc• l;1
al responséible de tal producción. suhjdividad-, pero su mitología rPV<'la una lógica cloncl<' no todo 1•s
Entre la condición de lo inconsciente (el lenguaje) y su c::tus11 caos? rnrnrquía. Si ignora PI principio ck no cont.rndicción (t'(J1110
tEllo) Lodo el itiner:=lrio freudiano de la l" a la 2" tópica. El saldo, la buc'n burgué->s (JII<' c•s) dc i In logicH formnl, no por c>sto d<'S<'Cha ot rn
MARTJ\ GEREZ A.!11BERTÍN l~Il'F:RJ\TIVOS DEL SUPERYÓ '27:)
274

tipo de lógica; Lacan insiste en que es preciso leer a Wittgenstein El nexo posible entre el Ello -dominado por la virulencia
para responder a las abstrusidades que plantea el Ello "civilizado" muda de las pulsiones- y lo reprimido inconsciente estará da-
de Freud. Tal vez la lógica de los operadores pueda abrir un buen clo por la gramálica del fanlasnrn y la dinámica inconscienU•.
·c amino porque, si no, ;.cómo entender en Freud lo no ligado sino co- Esla última se sostiene en los eslabones de conexión, las rcpn'
mo lo opuesto a lo ligado?, ¿la mezcla de las pulsiones opuesta a su sentaciones inconscientes - lo ligado-, es decir, represenlacio
desmezclct? lo que conforma, indudablemente, un principio de ex- nes-palabras:
pulsión y, por tant.o, un orden posible. "Por su 111ecliaciá11, los procesos i11ter11os de pc11sa111ienlo son
Aunque para Freud el Ello obedece a un mns allá del principio convatiJo.<: en percepciones ''. (Freud, 7.923, p. 25).
del placer esn obediencia no es sin lógica, pues no podemos negar
que comanda al sujeto d('I inconsciente - dP ahí su emparenlarnien- Pero del ''saco" freudiano nos falla resallar la cuestión del ll'n -
lo íntimo con el superyó-. Y así el Ello, como uu reslo de estructu- guaje presente como núcleo del superyó, el <.:asquele acústico o n•
ra, no sólo t'S envés de las formacione~ ele! inconsciente, sino, tam- <.:eptivo -I-lórhCTpJJe-, en suma, lo que permite el arlificio grama
bién, su c,w¡.:a. lical de la pulsión: lrazo primario, n .'sLos <le palabra, voz ignota,
Pero es preciso, aún. resalt.nr algo más. Si de Groddeck se po- almúcigo de reslos de palabras, voces y mullilud indeterminada ...
pularizó el aforismo: ·'somos vividos por poderes ignotos, ingober- retazos de voces, murmullos incomprensibles de innumerables
nables'', resulta necesario recuperar el peso de su sentencia para existencias-yo. Diferenciar el montaje gramalical del Ello (como
1n leorfo. Freud le quit.a cualquier misticismo cuanc.Jo hacia el fi- montaje vacío) permite discriminarlo del juego significante y sus
nal del capí1 ulo 111 de El yo y el ello afirma: leyes; dP af]_uel !Rdo el Ello inconsciente como instancia, de l'SÜ'
otro, en cambio, el i11co11srie11te como for1110Ó<Ín. Finalmentf'
"lJe l'Sft> n;odo. el ello hereditario ulbel/~'t"f en su interior los res·
tos ele i1111u111crohles exisle11cios-yo, y c11a11do el yo exime del ello "Y es por el hecho de que c>stú el i11rn11scie11te que ya en lo que el
(lu fiierza paro} su ,'-'IIJ)CTVÓ, quizá 110 liup:u sino sacar de 1111euo a dice, hay 1111ns co.-:os que hal'en nudo, que ya hay <Íc>cir, si especi/1
lo lu z fig11m .'!, ¡Jlas11wcio11cs yoi<:(ls más 011tig11u..:;, procumrlcs u11u can,os el d el'ir por ser lo l/11<' hace 1111Jo''. (Lacc111, 1974-75, .Se111 .
r<'st11'l'cr·ci,í11 ''. (Fn•tl(I, 7.92.'J, p ..f O). )._,"Y_lJ, /17 /0:2/75/1.

En la cuestión de las "iigurns J ... l más antiguas·· se esboza la En los tramos finales de esta primera parle en lorno a la brnjn
problemática de la genealogía y In herencia simbólica trabt:1,iil.da rnelapsicología queremos puntualizar que no desconocemo8 la
desd<! la identificación primaria por incorporación que queda plas- obstinación ... aquella que quiere hacer dt>l Ello un mero sub~
mada en ese "núcleo del ser", almácigo pulsional donde también se lralo biológico, sin embargo, nada más incongruente con la for
abona superyó y yo escindido. Todo eslo dice, en la ficción freudia- mulaciún freudiana. En El yo y el ello se resalta que: desva li-
na, que el conflicto no es enlre las instancias, el confliclo anida en miento y dependencia del ser humano, por su prolongada i 11
el almácigo mismo de las pulsiones, en ese núcleo de lo Ice o Ice ge- fancia, ponen al sujeto ::i merced del Otro. Encuentro fundacional
nuino ... insistencia del ''et1uos ··· que vive al su,ieto: lc1 ('Oso que o-Cn- con la demanda dPI Olro donde pulsión y demancfa engarz¡¡n
su. Freud esboza, así. u nn figuración de la tópica de las instancias (S5+D J, y por donde es posible ahora ab1·ir n uestrns consid('rncio11<·s
- llam[ld:J por Lac~rn "gt,onwtría del s,1co'"- qu<' le permite tanlo :-;ubJ'c vl SUlWJ'yÚ.
dar cuenta de sus relaciones y difon,ncias, como del anudnrniPnto 1-f omos transitado dt.'sde los laberintos del Ello n los lnl)l'rinto~
. ~' pas:1je alter-ado cJp] in-dividuo al sujeto Jcl inconscil'llll': dPl inconscie11lP. difcrcncinrlos penni1c• nn Pxtr11vian.:" t!e11 1 :1~i;1
do en HlS par,1do.inl<'S forrnulacio1ws :n1nque nlgún ('Xlravio ~<';1
"Un i11 -dil'id111J (lndi1·id1111m} es oltnrn JJClm 110,<.:o/ros 1111 ello n<'CesHrio par,1 qu<· "All1 donde Ello crn, <'I <ks<'O inronsci<'Id <·
psí1¡11icu. 110 ,·onncido (110 discer11i<io} r i11co11scil'11fc . sohrc l'I /'IWI,
put'da ndn:'11ir"... no totlo. porytH ' e>I rpsto hnc<' a LI c:wsa dl'l d<· ·
c·o1110 1111u superf'icie. S<' osien/P el yo. desarrollnclo desde el sisl<'IIICl
St'O y (' J go('( •.
P como si fiteru ,'-'ll 111ícl, ·o··. (F'rcud, J.92.'1, pp. 2!5-261.
276 ]\lARTA GEREZ AMBERTÍN IMPERATIVOS m;L Sl1l'EHYÓ 277

Ahora bien, Freud asevera que el único que tiene el privilegio


2. Inconsciente y superyó de ser genuinamente inconsciente (inconsciente estructural) es el
ello, y si el superyó, que debería oponerse al destino del ello, tam-
El recorrido realizado nos allana el camino p::in1 abordar la es-
bién acab:1. sucumbiendo al mismo en la desmezcla pulsional, en-
pinosa cuestión del debatido terna de inconsciente y superyó.
tonces no sorprende que comparta, por una complicidad de goce,
Lo anterior aclara que, para iniciar cualquier discusión en tor-
aquel nefasto privilegio del ello inconsciente. Esto es posible, si se
no a inconsciente y superyó, es preciso establecer de antemano, si
permite la metáfora, por el origen bastardo del superyó. Ha sido
referimos al inconsciente desde Jo estructural, lo dinámico o lo
procreado f>n el oscuro e ilegítimo entrecruzamiento entre pulsión
descriptivo.
y complejo de Edipo. El almácigo del superyó se abona en el ello
Por otra parte, y teniendo en cuent::i las paradojales formula-
y asienta en lo auditivo, lo cual permite el montaje pulsional. Las
ciones freudianas se oponen --sf>gún el trnzado de El yo y el ello-
condiciones de su inscripción son desvalimiento y lenguaje que
por lo general dos versiones del superyó, una que denominamos
colocan inicialmente al sujeto a merced del Otro, del prójimo (ne-
maligna que vincula, sin duda, al superyó con el ello inconsciente
óenmensch J, del extranjero (ichfremd), ese extraño que acaba si-
(estructural) y otra mesurada que lo vincula con las formaciones
tiando dec;sde dentro la casa subjetiva y es uno de los amos que
del inconsciente (dinámico).
"oprime·' al yo. Dirá Freud:
Versión maligna del superyó Versión mesurada del superyó ''A1cdiante su i11stit11ción, el yo se apodero del co111plejo de Edi'-
pu y ::;im11ltcí11i,ome11tc ::;e so111ete, él mismo, al ello. Mientras que el
• Abogado del ello • 1neonsriente: heredPro dPl C'. de Edipo
yo es <'Sf't1ciul111entc repre,:;entante del mundo Pxtcrior, de la reoli-
• Rrsto mn~mico dl' la palab1·a que pulsiona •,Juicio crítico de la conci<'ncia moral
dud, el supe1:wí se le enfi·enta como abogado del 11u111do interior, del
• Nl'CP~idad de ca~ligo •Culpa incmi.~cil'n(p ello'·. (Freud., J.</2:,J, p. 37).
• Desmezcla pubional: hipermoralidad como • DPsmczcla pubional: la murnl como juicio
impn:11ivo t¡Goza 1) dP condeun Pesada hipoicc:=i b que deja al sujeto la tramitación del Com-
plejo de Edipo quP nrrn.stra como secuela una adhesión cómplice
drd superyó al e1lo; lo cual lleva a Freud a afirmar:
Tal corno venirnos reitenrnc!o por lo general, cuando Freud
afirma que el superyó es inconsciente, lo hace vinculándolo con el "El s11pe1yó nace del ello./ ... / descender de los primeros inues-
el1o inconsciente (estructural) ya que las más de las veces el su- tidum,:; de ol~jeto del ello, y por tantu d.el complejo de Edipo signi
fica / ... ) puro el ::;upc1yó / ... / fpo11er.,w) en r<'loción con los adq11isi-
peryó opera como bastión de la pulsión de muerte, rompe los ne-
cio11cs filogcnéticas del ello y lo convierte en ree11carnació11 de (111-
xos lógicos de la trama asociativa y se constituye en campo mina- teriore::; fórmuciones yoicas, que han d<'.jado sus scdi111entos en el
do de lo que está estructurado como lenguaje. Desde esa operato- ello'·. (Freud, 1.92.'5, p. 49!.
ria el superyó inconsciente es abogndo del ello y resto mismo de
la palabra oída que pulsiona pues tiene su alm:í.cigo en el Incons- De esta nrnnera. entonces, el superyó, por su íntima vincula-
ciente genuino donde reina el silencio pulsional. ción con el el lo inconsciente (estrud urnl) --de qui0n jarn:'is ha d('
Así concebido, opera contr:1 el principio de realid8d, disuelve el dc,sv incu brsc--
principio del placer y destruye los hilos lógicos de la trama aso- ··¡wr111011<·(·e en ,1.J,m11 J)(trfc i11conscie11te'· (Fre11d, 1.92.'i, Ji. ,/{))
ciativa. Complota contrn toda formación del inconsciente pues
opera comancbndo mns allá del principio del plP!cer y transita y nllí se trntn. ~in d11d:1. ch,] inconscic•nk gn1uino. Frl'ud ;1hn'.
carcomiendo Jo articulable del deseo inconsciente. Los sueüos pu- así, los Sl'nderos d('I sup<'(VÓ que se bifu1T1111, unos íntimamc•nt<'
nitivos, la necesidad de castigo, la necesidad de frnc:1so, el goce v inrnlado1-, ¡:i] ello incnnsciPnt l' ( inconsciente est rncturnl ), y otro:,;,
del síntoma y la reacción terapéutica negativa m.. T.N.) en la tu- lwcia <'l donwi'lalJI<' rnmpo de Jo reprimido inconscÍ('nie (incons
ra, son testigos mudos dt> esns vicisitudes. ei<'nl<' dinrímirn).
278 MAHTA GEREZ AMDJ<:RTÍN lr-!PERATIVOS DF,L SUPERYÓ 279

Un recorrido por lns consecuencias clínicas de los efectos del su- ciencia de culpa. Considera que el precio del progreso de la cul-
peryó -que rC1sponcle al inconsciente estructural- permite a Freud tura se paga con la instauración, en la subjetividad, del superyo
afirmar en El yo y el Ello que, el superyó decide la gravedad ele los y su constelación:
cuadros clínicos tal como lo demuestra t.:~1 pormenorizauo análisis de
su incidencia en ln neurosis obsesiva, en la hist<'ria, en la melancolía, • Culpa y angustia. En su máxima expresión, disolvente y silC>n-
en los tipos de caráder y en ese escollo a la cura que es la reacción cioso, el superyó se une a la angustia y a la culpa muda (necesidad
terapéutica negativa (lLTN.). De todos modos, obstáculo que no im- de castigo), ambas ligadas a una falta de objeto a investir, a un real
plica que pueda tentars<' su tramitación por las vfas ele lo reprimido; que las sitúa en unc1 misma dimensión topológica: pecado original
posibilidad de la quP dn pruebas el trab,1.ío en tomo a la culpa in- (de sangre) al que precipitó, desde sus máculas, el padre originnl.
consciente.
Lc1 angustia del superyó sólo se hace escuchar como necesidad el<·
castigo y, única1rn~nte, la negociación deseante por el lado del amor
Otra cuestión que muestra la extrnfw alianza dPl superyó con puede hacerla condescender a la dimensión demandante de la cu 1
el ello inconsciente (estructura]) pasa por In hipermoralidad del pa inconsciente, bajo la forma de lc1 conciencia moral.
superyó que se produce por el efodo de una desmezcla pulsional.
En la des0xualizc1ción, que l'lrroja como resto l..-1 figura terrod- • Culpa y pulsión. A partir de angustia y culpa, Freud. S('
íicn del superyó mu,v ligada al ello y a lo pulsional (mortífero), SC' desliza hacia el establecimiento de la conexión entre culpa y
des-inviste al objeto ele J¡.-¡ identificf1ción, permitil!1Hlo emerger al pulsión. Cuando se fracasa en una satisfacción pulsional agre-
resto de lo Cosa quC> im¡wle corno ohjC>to rausn Je deseo u objeto siva se potencia la culpR, lo que podría traducirse: toda sofoen-
de goce. Moción cual resto que en-causa, que empuja, vaciada dt> ción, en la consumación de la "agresión de venganza·', aunwn
SC'nti<lo y signific[1LÍ\'Ídad. Así diró Freud: ta la culpa. Clara muestra del doblez de la culpa; por un lado
revela el amor (en la renuncia a la venganza), y por otro, reveb
.. su lucliu co11tro lo libido lo expone al pet,:s¿ro del maltruto y <le el odio que buscc1 su destrucción. Diferencias entonces entre:
lu muerte. Si el yo poclece o u1111 .<:11cumh,, bc(io !u agresión del s11-
La 0111.[11stia 11n ligodo -IR angustia como necesidad dC> cnstigo-
pcrwí. :-:11 destino es 1111 corr<'spondie11te del de los protistus. 1¡11e pe -
recen por los ¡>rod11<·fus i·utuhálicos que ellus 111isn1u1, /ion creudo. y !u rrng11stio ligoda -corno mudo autorreproche-.
En el sentido cconó111ico, fu moral oc:t11a11te e11 el :::u¡wrvú nos u¡Ju -
rece como 111w ele c1,tos productos cotabólicos ". /Fr<'url 1.92:J, ¡1. 571. • Lo conciencio moral es función al servicio del supel'yó y n s11I 1

tado de él. Corno angustia ligada cumple con el enjuiciamiento y vi


l\Toral despqjada d<,] amor, moral que cu:rnto más se cumplo gilancia de acciones y propósitos del yo ejerciendo una acción C<'ll
müs atenaw 3] sujeto. llipótesis que retnnrnní <>11 lnliibición, sín - sorn. Freud diforem:ia, finalmente, a la acción censora (ejercid11
toma y an{{11stio cuando reafirma quC>, si el sup0ryó provien0 del desde la conciencia moral) del censor mismo (superyó), cuyo traba
ello, no puede sustra(>rse ni a la regresión ni a la clesmezcla pul- jo es verdaderamente silencioso, mudo y corrosivamente catab(>li
sional que se producp como resultado do 0lln. Arnsn por cstn. razón co. La acción de la censura, ni menos -yR hemos aludido a sus t'ÍC'C'·
se produce ese ensnmhJc, entr<' la resistC>nci;1 del l'!lo y b resisten- tos en lo inconscic'ntP- hace saber sus movimientos c1 las formncio
ria d<'L supc,~wí, sin duda las rC>sistencias m:ís l<'rnihlos C>n la curn. nes del inron:c:cirnte nPgociando, de est.n manera, deseo y goce•.
L:=i. conciE:•n(·ia mornl frt-tHliana difiere d<' la kaniinnn en Jn cu:11
En El n1<rlc:-:tor de lo <'llltura insistP en la importnn<'ia de se- la voz intrrior pend0 c]p un principio ohjc,tiYo y de vnlid('Z univ<'r
pilrnr las consenH>ncins clinic¡;¡s de la incidenria del supery<Í. sal, es absoluta P inrnbornable; la frpudi:rnn, en cambio, por su
tanto del lado del ello incoJlsciente genuino como las del lauo dP relación con el d<'St>o inconsciPnt.P. pLH'dP 1wgoci,u· y tornnrs<' so -
Jo inconsciente reprimido, a lo que porlría agre1~;1rse. tnmbién, al- bornablr. El 1wurotico conocr el n•curso dc•I eng,1110 y In nwntirn
gun:is mnnifostnciones del inconsciente ckstTiptivo, como la con- (solirr iodo 1'1 l,ist.<•ri('()): modo privil<'gi:1do d<' ;m10roso soborno.
280 MARTA ÜEREZ Ai\113EHTIN 1~ll'ERATIVOS DEL SUPERYÓ 28)

Freud admite, también, en la conciencia moral, un punto de per- gustia vinculada al superyó que conlleva una fuerte dosis d<> cer-
cepción: al yo (polo percepción-conciencia) le consta el accionar de teza inamovible.
la conciencia moral por la tensión entre sus aspiraciones y los re- Deslindar el superyó propiamente dicho, de una de lastra-
clamos del superyó. Diferencia, además, la conciencia moral, co- zas de su constelación -la conciencia moral-, nos permite in-
mo función del superyó, de la angustia superyoica que se exterio- sistir que opera como eco del Ello aliado a lo pulsional desde'
riza, ora como pura angustia, ora como necesidad de castigo. el inconsciente genuino y, desde allí, se hace causa; en cfün-
bio, la conciencia moral, se hace escuchar por los meandros de'
• La culpa, como vía de exteriorización de las exigenci;:is del las formaciones del inconsciente, esto es, desde lo reprimido
superyó, que A.parccc> en sus variaciones: inconsciente
l.) La culpa preuio a la instauración del superyó se exteriorirn
como "angustia social" y, junto con el arrepentimiento - por deso-
bedecer la autoridad externa-, emerge en el circuito: Otro exte-
3. Consecuencias clínicas
rior, desamparo, amenaza de pérdida cfo amor. angustia, reclamo
Ser eco d<'I ello y del Edipo coloca al superyó en una posición
y procura de amor. <'xtímica en 1n subjetividad. Queriendo rechazar lo pulsional de l
2.) La culpa co1110 a11g11stia frente a la "autoridad interna'·.
<'llo Ice, se hace eco del ello en su despiadada severidad; al mis-
Culpa muda que impPle corno "nece~idad de castigo" mostrando
mo tiempo, se hace eco del E<lipo en tanto es correlato de lacas-
claramente el excedente pulsional que la compone. Es muda , no
i rnción y pugna por desvincularse dP la tentación que lo pulsio-
dem,1nda, no hace lazo con las formas del inconsciente y la "con-
nal convoca. Doble:> faz del superyó, abogndo del ello y corrc:>lato
ciencia de culpu".
de la castración que reúne los influjos del pasado y del presente,
3.) La culpo i11conscie11te y el se11ti111ie11fo de culpa (consciente).
1111 presente que es pretérito y un pretPrito que está siempre prf'-
Lado amable de b culpa que circula negociando con el deseo in-
sente. Entonces , como eco del ello responde al inconsciente ge-
consciente a pesar de su enlace al goce.
nuino y es rebelde ;:i la operación sustitutiva, a la vez que, corno
No conforme con c:>st.él diferenciación Freud retornará, en la
l'CO del Complejo de Edipo y de J;i castración, puede, a vecc>s, ope-
Conf. 31, a plantearse el interrogante ¿Cuál, la negociación
rar por las víns sustitutivas a través del trabajo de la represión;
posible entre deseo y superyó? EncuentrR respuestas en algu-
<'ll este último caso, cabe hablar del superyó inconsciente en sen-
nas de las funciones que adscribe al segundo: conciencia moral tido dinámico.
(angustia ligada), culpn consciente e inconsciente e idealización,
Superyó. eco del ello, eco del Complejo de Edipo y, por eso, eco
más allá de ellas, el imperio silencioso de la necesidad de castigo,
de la castración. En suma, Edipo-tenfación-pulsión vuelven a
la culpa "de sangre" y la angustin de muerte, generalmente escapan
Pncontrarsc eil la gula superyoica:
a toda tramitación posible. A la vez, se preocupa por diferenciar
al superyó propiamente dicho, que responde al ello (inconsciente "Por <'So ;;11 lt ipersc1·eridod 110 re:-po11dC' o un a rquctipu o~jC'tivo,
genuino), de la conciencia mor3J como inconsciente dinámico. lo sino ,¡11e currespo11dc a lo i11te11sidod de la defc•11sa gastada contra
que entendemos corresponde reiterar: la conci<•ncia moral tie- la te11faci,i11 del cun1ph:jo de Edipo''. !Fre11cl, J.'}.'¡8, JJ. 20R!.
ne su gt'•1wsis f'n el su1wryó pero nq el mismo estatuto mctflpsico-
lógico. Mientras la instancic1 ancln en la infp1·secci611 ello-mundo PrecisamPn1c>, ir t:'!1 In fo1rnubción d1~I superyó más afüi dP la
exterior y se extPriorizn prinrnrimnente en 11ngust.i:1 nnte lo re81. dinJ1,ctica dl' las id<·ntificar·ioiws 1wnuiic a Frcud vis] umbrnr un;:i
l:=i conciencia mornl. como función de In '·constc:>lación s11peryoica". iopologw y :t <'>. J)ll('Sla Pn <'i mod,•lo del homúnculo de El yo y el
élpoya la activi1bdjudicntiva Pn la tramitnción dP !ns fnrmacionns 1'//o ! nomin:1do por Lnc:lll "gt><>m<'tri:1 dl'I s,ico .. l. La inst:rncia no
del inconsciente. J)p ahí quP la angustié, de 111 conciPncia moral es consolid:1 un Jll! ' J'o l'XIPJ'Íor (]ll( ' :w hnc·p inkrior. PI "casquete
npnlabrable, sustitt1iblc:> y, por Jo tanto. f'OhornablP; no así la an- ;111dit ivo .. , ('<i1no I l':lí'o (•11t 1·1, 111t111<lo 1·.\(1'rior 1' intvrior <¡lH' S(' n'-
MARTA GEREZ AMBERTÍN 1M l'EHATJVOS DEL SUPERYÓ 28:l
282

presenta en el superyó, revela en él un exterior-interior, una Conc,·p,·ió11 rstrnrtnral C011cepció11 di11ú1nkr1 Concepción rlrsrripl iva
exterioridad íntima y una intimidad ajena. Porque
Inconsciente genuino Reprimido inconsciente Susceptible de concie'n cia
"aunque haya devenido una pieza del mundo interior" (Freud,
1938, p. 208)
S11¡wryú i1wo11sric:11tr Superyó i11r011sdrutr (reprimido) Superyó i1H·o11scil'!ltl'
llltTin1do y reo riel rilo) l lrr"dtTO dl'i C. de Edipo
el superyó incide siempre en la subjetividad como un íntimo
extranjero, como un presente que es pretérito. Las voces desca-
<'011serrn·rn·i:-is di11iras C011sr<·11r11cias cli11icas
rriadas de los psicóticos, el eco de los pensamientos en los neuró- CmlS(TIH'IJC'irlS dí11icas

ticos, dan su testimonio clínico. Heredero del ello y del complejo


N, ·cr·sid;-ul de c;.-1sl ié;o C11lpa i1ic·rn1scic11tl' Sc11ti111ic11to de culpa
de Edipo, marca en la encrucijada de ambas herencias las vicisi-
l',·,adillas Stlt'i"10~ p1111itorios At JI OITl 'fJrOC'I H'
tudes sufridas durante y hasta su tranútación . l,.T.N. l{csis1t~1H"ias de rC'prcsió11 C;111,111da dl' la c·1 lli'r111cdad
Por último corresponde especificar que, siendo el superyó eco Fon11ilció11 dd (';irúrtcr For111acki11 de si11trn11ns Forl ilkaciúu dd yo
del ello, es pertinente aludir al superyó inconsciente (estructural) So11w1 i111it·nto sacrilkial Si11trn11r1s s<11Tilkirllt's Ca11;..111C'ia de la c'11lí'n11cdr1d
S11idclio y 111C'lm1rolia !Ju<'ios itttpcclidos Apatia. r11Juni111il'11to. trisll'za
allí donde es rebelde a la tramitación por las vías sustitutivas de
la metáfora. Sin embargo, la posibilidad de la mediación, por la l'ri111acía dr lo real ILé1ca11} Pri111,1l'ia dt· lo si111húlit·o (Laca11) Primacía de lo i111.-1gi11:1rio (1,;.1C·;111)
operación de la represión en los caminos de las formaciones del
inconsciente no está definitivamente cerrada, como lo ha demos-
trado Freud en el campo de la clínica. Si el superyó es, también,
eco del Edipo y la castración, no puede ser totalmente ajeno a la
posible apelación de la ley del Nombre del Padre que permite la
tramitación por las vías de la represión; y allí cabe nombrar al su-
peryó inconsciente (dinámico).
Además, reconocer que los ecos del superyó -que se hacen
oír, por ejemplo, en la autoinculpación y el autorreproche- cir-
culan por las vías de lo que conocemos como inconsciente des-
de lo descriptivo no es novedad en una clínica psicoanalítica Referencias Bibliográficas
que descubre que, por la incidencia del superyó en la concien-
cia, esta siempre tiene el mote de "mala conciencia" pues en
ella no habita la paz espiritual sino el pecado, la tentación, la BRAUNSTEIN, N. (1990) Goce. México: Siglo XXI.
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tural, dinámico y descriptivo es una larga tarea que intentamos FHEUD, S. (1923) El yo y el ello. XIX. Bs.As.: Amorrortu, 1979.
realizar no sólo desde la teoría, sino también desde la clínica. FREUD, S. (1932a) Conf. 31. La descomposición de la personalidad psíquica .
Agregamos, ahora, un cuadro con el que pretendemos ordenar XXII. Bs.As.: Amorrortu, 1979.
los resultados de nuestro desarrollo, no sólo los de este capítulo, F1muo, S. (1934) Moisés y la religión 1110110/eísta. xxm. Bs.As.: Amorrortu, 1980.
sino también de los anteriores. Especificamos las diferencias per- FREUD, S. (] 938) Esc¡ue111a del Psicoanálisis. XXlU. fü;. As.: Amorrortu. 1980.
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e incluimos -sin arrogarnos la exhaustividad- las consecuencias LACAN, ,J. (1974-75) Seminario xxn.
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Este libro se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2003 en
Impresiones SUD AMERICA , Andres Ferreyra 3769. Bs.As. Argentina

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