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Curso: Introducción a la Sagrada Escritura

Capítulo I: CONSIDERACIONES HISTÓRICAS ACERCA DE LA FE DE LA IGLESIA EN LA


PALABRA DE DIOS
¿Cuál es el marco teológico más adecuado para el estudio de las Sagradas Escrituras?
Esta es la pregunta que podemos hacernos para acercarnos a la Sagrada Escritura desde como ha sido vista en la
Tradición. Podemos considerar al respecto 2 modelos, en Oriente (Orígenes) y en Occidente (San Agustín).
Líneas maestras de la lectura patrística de la Sagrada Escritura
1. Orígenes de Alejandría (185 – 254)
Discípulo de Clemente de Alejandría y su sucesor en la dirección de la escuela de Alejandría. A los 19 años era
ya un erudito en ciencias filológicas y en el estudio de la Escritura. Llamado por León XIII como “el primero
entre los grandes orientales”
1.1 Sentidos de la Sagrada Escritura:
Propone la triada de sentidos de la Escritura. Los 3 sentidos que atribuye a la Escritura son: (Esquema
tricotómico)
1. sentido corporal: la letra como alimento para el cuerpo, la escritura es alimento para el cuerpo del
hombre. La lectura penetra en la mente y corazón y anima la vida del hombre. (lectura, letra)
2. sentido psíquico: mensaje y contenido; la Escritura es pauta y lección para la inteligencia del hombre,
encamina su entendimiento y su obrar.
3. sentido espiritual: la Iglesia discierne el misterio de Cristo presente en toda la Sagrada Escritura
elevando el cuerpo y la mente hacia la contemplación de las cosas divinas. El sentido espiritual es el
sentido culminante de la Sagrada Escritura, el sentido más elevado, pleno.
Estos tres sentidos se pueden presentar en un binomio más simple: letra y espíritu. (esquema dicotómico)
1. sentido literal (= corporal )
2. sentido espiritual (= psíquico y espiritual)
En sus comentarios, anotaciones y homilías privilegia el sentido espiritual al que denomina también en
ocasiones alegórico: la comprensión del misterio de Cristo en toda la Sagrada Escritura, descubrimiento de su
misterio en toda la Sagrada Escritura, ya que toda ella nos habla de Cristo. El sentido alegórico es el
descubrimiento de la presencia de Cristo y de su pascua en toda la Escritura.
En la lectura de la Sagrada Escritura hay una enseñanza para el recto obrar (s. psíquico) pero hay también un
encuentro con Cristo y descubrimiento de su misterio (s. alegórico, espiritual). La Sagrada Escritura lleva al
hombre al encuentro con el Padre por medio de Cristo. Se da un acercamiento a Dios por medio de la Escritura.
Sin embargo los 3 o 2 sentidos son co-existentes. La Escritura siempre es letra, mensaje y ostensorio de Cristo.
La distinción no se hace para construir una catalogación de textos sino que señala tres dinamismos del
encuentro del creyente con la Escritura.
En la predicación de la Escritura, lo que ha de mostrarse de modo fundamental es cómo esa Palabra lleva al
creyente a elevarse al encuentro con Dios.
Plantea lo que podríamos llamar una lectura cristocéntrica de la Sagrada Escritura.
Orígenes hace también una búsqueda de referencias textuales de la Escritura. Discierne las referencias bíblicas
que había en su entorno. En su obra Hexaplas discierne cuál es la traducción más exacta y cuál sirve para hacer
una exégesis mas seria de la Sagrada Escritura. En sus distintas traducciones del griego comparaba las
versiones de la Sagrada Escritura.
1.2 Aspectos
- Hay una preocupación por una visión literal de la Sagrada Escritura.
Para Orígenes, el sentido literal fundamenta el sentido alegórico. La letra es muy importante, no se puede
interpretar lo que no es la letra. La letra es constitutiva de la interpretación.
- Necesidad de la afirmación de la fe

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Existe una necesidad de la fe como búsqueda y obediencia, como presupuesto de toda aproximación a la
Sagrada Escritura. El sentido de la Escritura no corresponde al discernimiento del intelecto sino a la disposición
de fe del corazón de aquel que busca a Dios. “El padre” (Orígenes) plantea los fundamentos de la teología y de
lo que será la lectio divina (lectio, meditatio, oratio), la lectura eclesial de la Sagrada Escritura. Se precisa la
disposición del creyente a encontrar en la Escritura no un encuentro intelectual sino un encuentro contemplativo
de la comunidad. El creyente se encuentra con Dios en el seno de la Iglesia, no de manera independiente. Si la
fe es el presupuesto para la lectura de la Escritura, la Iglesia es el espacio para esta lectura.
2. San Agustín de Hipona (354 – 430)
Padre occidental. Desde su experiencia de vida tiene una percepción especialmente aguda de la Sagrada
Escritura como expresión de la sabiduría de Dios, del poder de Dios, que exige del creyente una actitud humilde
y suscita en él un camino de conversión.
Da gran importancia a la fe eclesial en la interpretación de la Escritura. La Escritura abre la puerta de la Iglesia
y a la vez la Escritura es ya un acercamiento eclesial, una experiencia eclesial. En el itinerario de la fe que
propone, la Escritura ocupa un lugar central.
Para él hay 2 elementos de la lectura escriturística fundamentales en la experiencia de fe:
1 la humildad del corazón y
2 la fe eclesial, la Iglesia es la regla de fe que enseña al creyente a aproximarse a la Escritura, sólo en ella se
percibe su verdadero sentido: encuentro con la Iglesia y con la Trinidad.
El camino de santidad brota de un acontecimiento por medio de la Palabra con la Iglesia y con la Trinidad
divina.
Funda la interpretación que realiza en la búsqueda del sentido literal de los textos sagrados, esto es indicador en
la búsqueda de este sentido.
Conocedor de la literatura latina, descubre ciertos patrones retóricos en la Sagrada Escritura y así sugiere la
presencia de géneros literarios.
Posee la concepción de que todo lo que constituye la Escritura, hasta el Antiguo Testamento (hasta antes de
Cristo) es anuncio, preparación y figura de Cristo y tras su venida es proclamación del mismo. Pero no sólo del
misterio de Cristo sino también de la Iglesia unida a Él. Hay una unidad indisoluble entre Cristo y su Iglesia.
3. Consideraciones sobre el pensamiento de Orígenes y San Agustín:
¿Cómo leen los padres las Sagradas Escrituras a partir de los autores vistos?
-dimensión eclesial de la Sagrada Escritura: lo realmente normativo en la Escritura es la fe de los apóstoles,
fuera de esta dimensión no es posible respirar el aroma de la Sagrada Escritura.
-distinción de los sentidos de la Escritura: sus diversas nomenclaturas que son reflejo de la conciencia clara
implícita de que el texto sagrado no es sólo obra humana; lo que unifica la Sagrada Escritura es que toda ella es
testimonio de Cristo, toda ella nos habla de Cristo. En la escritura el Padre nos da testimonio de su Hijo. Ese
testimonio unifica toda la Escritura.
-Si la Escritura es expresión de Cristo, si la Escritura es vehiculo de la revelación divina hay una estrecha
relación entre Revelación y Escrito Sagrado. La Escritura es un canal dentro de la Revelación; si se abstrae la
Escritura del concepto de Revelación, pierde consistencia.
- La Escritura debe ser leída en la tradición de los apóstoles.
- Orientación eclesial de la Escritura: La Sagrada Escritura no es un escrito neutro, sino que da testimonio de la
fe de la Iglesia y por tanto es a la Iglesia a quien compete la interpretación de su sentido y sus sentidos, pues ha
sido confiada a ella. La fe eclesial es la atmósfera donde el creyente se encuentra con la Escritura.
- Seriedad con la que se considera el sentido literal de la Escritura: la letra misma tiene un sentido
determinante en la vida de la Iglesia. Existe un equilibrio entre el sentido literal y espiritual que libra del
fundamentalismo, del espiritualismo y de la herejía.
- La percepción que los Padres tienen sobre la Escritura es teológica, más aún es cristológica. Toda ella se
contempla desde el prisma del misterio pascual de Cristo.

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- En tanto ellos se saben testigos de la fe eclesial, son conscientes de que la profundidad de la Escritura es más
basta de lo que ellos pueden asimilar. La Palabra de la Escritura no se agota en un tiempo y lugar
determinado, no se agota su interpretación en una época de la historia; por tanto, la lectura de la Palabra es
siempre una lectura en estado de camino. Ej. se sacia la sed del siervo, pero la fuente no se agota.
4. Teología monástica (VIII-XII)
Se podría entender como la reflexión acerca de la fe característica de los incipientes monasterios que nacieron
en el Occidente y Oriente cristianos. En sentido estricto, se refiere como término a la reflexión de tipo más
académica que a partir de la lectura de la Palabra se desarrolla en las abadías y grandes monasterios entre los
siglos VIII y XII. Esta forma de pensamiento monástico es precursora de lo que después serán las escuelas
catedralicias, en donde se instruye a los fieles en el conocimiento de la palabra de Dios. Es precursora de las
escuelas propiamente dichas de teología de 2 órdenes importantes: la dominicana y la franciscana. La reflexión,
el estudio, es como una especie de prolongación de la lectio divina, lectio in sacra pagina.
El neoplatonismo es una herramienta indispensable en el pensamiento y estudio de los Padres (San Agustín y
los Padres capadocios), y la herramienta filosófica más importante. La importancia dada a la lectura retórica y
dialéctica de la Escritura va orientando esta forma de reflexión en la línea de un estudio de tipo más filosófico
de la Escritura; esto es previo al auge del aristotelismo.
En el contexto monástico se percibe 2 orientaciones divergentes aunque en cierto sentido complementarias:
a. un orden lógico: La lógica (disputatio, discusión) caracterizada por la escuela de Hugo de San Víctor y el
maestro de las sentencias Pedro Abelardo. (Las sentencias son afirmaciones sistematizadas, asimilación del
alumno acerca de los contenidos comentados)

b. aproximación más espiritual a la lectura bíblica: cuyo representante es San Bernardo de Claraval, “el sentido
profundo de la Escritura corresponde más a la plegaria que a la lógica”. El misterio más oculto de la Escritura
se descubre con la plegaria más que con la discusión.
Un elemento representativo del Monaquismo es el equilibrio maduro entre ambas posturas que evita el
logicismo, racionalismo y una visión excesivamente alegorizante de la Escritura. A esta época corresponden los
primeros antecedentes de las desviaciones en la predicación y la enseñanza de la Palabra: “la Escritura habla
por sí misma, no hace falta por tanto una iniciación escolar para percibir su sentido y su valor”, intuición
peligrosa que combate el papa Inocencio III en Francia.
La lectura monástica tiene un espíritu más académico mientras que la lectura patrística es más para la
predicación, la catequesis. En la teología monástica se produce un cambio significativo, la lectio in sacra pagina
está al servicio del estudio y reflexión teológica; se plasma el recurso a los elementos lógicos y retóricos en la
enseñanza.
5. Teología escolástica (XIII – XIV)
Se da una percepción más académica de la Escritura. Al comienzo hay aproximación de corte lógico y espiritual
que toman distancia con respecto a la aproximación de la Escritura, debido al contexto mundial por las
siguientes causas:
1. en la época se busca un saber enciclopédico, sistematizar el conocimiento: Esta postura es más receptiva
a las líneas de interpretación lógica. Las sentencias sirven como base para las Sumas.
2. se da el auge del aristotelismo, conocido en primer lugar por la lectura árabe de las obras de Aristóteles,
conocimiento a partir del cual se vuelve a proponer la enseñanza de este filósofo en las universidades,
primero de manera tímida y luego con mayor intensidad, en el pensamiento cristiano.
Estos acontecimientos hacen que en el equilibrio entre la línea espiritual y lógica, se privilegie la lectura lógica;
de esta manera el contacto directo entre el estudiante y la Escritura tiene una mediación de una estructura de
características claramente filosóficas. La Escritura es leída de una manera mediata, porque lo que se estudia son
las sentencias o sumas, ya no es un contacto directo sino indirecto con la Escritura.
La consecuencia inmediata es que la sacra pagina se convierte, de ser fundamento de la predicación, en marco
probatorio de las tesis teológicas, de las sentencias. Se da también en esta época el surgimiento de las escuelas
vinculadas a las grandes órdenes que de una manera representativa se adecuan a determinado molde de
comprensión y exposición de la teología, e interpretación de la Escritura. Los franciscanos siguen el platonismo
agustiniano con San Buenaventura a la cabeza, mientras que los dominicos siguen el aristotelismo teniendo
como representante a Santo Tomás de Aquino.

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Con lo cual el equilibrio se convierte en un acento filosófico, retórico y lógico de la comprensión teológica, una
teología de corte más universitario. La racionalidad del hombre inquieta la Palabra. No es ya la Palabra la que
interpela el corazón del hombre.
En la Escolástico de Oro se percibe como una realidad el equilibrio que existe y debe existir entre la
aproximación espiritual a la Escritura y la aproximación racional a la misma. (Ej. Santo Tomás de Aquino) En
el ocaso de esta época se percibe que ese equilibrio se rompe. Es en los s. XV y XVI donde se fragua la crisis
más importante de la Iglesia en la historia con el protestantismo.
6. Siglo XV- primera mitad del s. XVI: panoramas hacia el Concilio de Trento
Con la decadencia de la Escolástica se percibe la ruptura de este equilibrio al que nos hemos referido. La causa
de esta ruptura entre otras se debe a la falta de destreza en el manejo de la herramienta filosófica de tipo
predominantemente aristotélica y también la atmósfera cultural de Europa con el auge de las ciencias de la
naturaleza, lo cual llevará al método científico.
A diferencia de la Metafísica, que se pregunta por el ser y sus causas, las ciencias de la naturaleza se ocupan del
quehacer, su comprensión no es universal sino naturalista e individual. El método científico sigue el estudio del
individuo en su comportamiento, en su contexto; se puede hacer abstracción de lo individual pero no existe lo
universal, sólo lo individual existe. Incluso antes del nominalismo de Ockham, ya el maestro Eckhart a
mediados de s. XIII y XIV adopta este individualismo.
Una tercera causa es la exaltación de la voluntad, que eleva la compresión del hombre como individuo. Se pasa
a entender la voluntad como una voluntad individual que esta indeterminada, abierta a lo desconocido, abierta a
la libre determinación mediante la cual el hombre se construye. Esto ocurre en la segunda mitad del s. XV y
hereda los planteamientos del pensamiento de Ockham.
Ockham rechaza la existencia de los universales como realidades metafísicas y exalta la primacía de lo
individual; aquí tiene su raíz la exaltación de la fe como sentimiento individual y como actitud de la voluntad
del hombre. Si la fe es un acto de la voluntad y si lo que prima es la vida del hombre, en su individualidad
concreta, la fe se convierte en el acto que salva al individuo: fideísmo. La verdad del hombre se determina en su
relación con su realidad individual, en donde tienen lugar preponderante los sentimientos, las emociones y las
ideas particulares. Se abre con este planteamiento la brecha entre el individuo y la comunidad, la historia
personal y la tradición humana. Se comienza a plantear una oposición entre libertad y tradición. Se dan
movimientos de renovación filosófica como el iluminismo, renacimiento, romanticismo, etc.
Se ha adquirido un carácter logicista, rígido y externo a la realidad concreta del hombre. El siglo XVI, tiempo
del cisma protestante, es un siglo que hereda estas corrientes de pensamiento filosófico y las desarrolla a su
vez. En los siglos XVI y XVII el mundo se ha atomizado. Se dan divisiones políticas territoriales, en todas
partes hay monarcas y reyezuelos y han entrado en una pugna política y económica irrefrenable. Guerras
sangrientas entre pequeños estados sacuden el pueblo de entonces, constituyen una atmósfera de caos y división
y falta de identidad cultural en un mundo que hasta entonces era mayoritariamente católico.
7. El cisma luterano
En sentido estricto no es propio hablar de una reforma pues se constituye en una realidad distinta
confesionalmente separada de la Iglesia, lo que existe es una separación.
Los principios de esta nueva realidad distinta separada de la Iglesia son:
- la concepción de la Iglesia como una institución exclusivamente humana, que lejos de servir a la transmisión
de la fe y la Palabra divina estorba esa transmisión. Por cuanto es humana puede ser cambiada, por cuanto
estorba debe ser eliminada. Lutero concibe a la Iglesia como una realidad que esta bajo las garras de una
cautividad babilónica presidida por el Papa y en la que no queda otro remedio que escapar.
- Lutero propone la exclusividad absoluta de Dios en la fe del creyente (solus Deus), ninguna autoridad se
puede erigir fuera de la Palabra de Dios “que nadie me hable del Papa y de los Padres sino me explican cómo
ellos hablan de la Palabra de Dios” por tanto no hay Magisterio, no hay tradición (sola Scriptura). La Escritura
se basta a sí misma y de su lectura en la fe deviene en pura interpretación. Las mediaciones humanas estorban
la comprensión fiel de la Escritura, esas mediaciones humanas son las que tienen cautivo al pueblo de Dios y al
creyente de una enseñanza que no viene de Dios sino de los hombres.

Por esta exclusividad de Dios y de la Escritura el hombre no tiene y no puede hacer nada más que creer en la
gracia. No sólo no debe hacer nada, sino que no puede hacer nada más que esto.

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