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HISTORIA Y HUMANIDADES

El problema mente-cerebro (I):


fundamentos ontoepistemológicos
Fermín Goñi-Sáez, Javier Tirapu-Ustárroz

Unidad Docente Multiprofesional Introducción. La ciencia y la filosofía han abordado a lo largo de la historia del pensamiento y desde diferentes perspecti-
de Salud Mental (F. Goñi-Sáez).
Fundación Argibide (J. Tirapu-
vas epistémicas el problema mente-cerebro. La primera de ellas acota áreas específicas de la realidad y construye hipóte-
Ustárroz). Pamplona, Navarra, sis de corto alcance y múltiple conectividad intercientífica con el objetivo de validar modelos teóricos; la segunda extiende
España. su arquitectura sistémica al conjunto de lo real (incluida la actividad científica).
Correspondencia: Desarrollo. La complejidad del problema mente-cerebro exige generar un vínculo de conexión disciplinar entre la filosofía
Dr. Javier Tirapu Ustárroz.
Fundación Argibide. Iturrama, 7.
y la ciencia; nuestros presupuestos ontoepistemológicos se erigen, por lo tanto, en el marco de una filosofía orientada
E-31007 Pamplona (Navarra). científicamente (filosofía científica). Se defiende el materialismo emergentista como solución filosófico-científica coheren-
te y contrastable en contraposición a otras propuestas desarrolladas desde diferentes modelos ontológicos (por ejemplo,
E-mail:
javitirapu@ono.com dualismo interaccionista, funcionalismo, teoría de la identidad, epifenomenalismo...).
Aceptado tras revisión externa: Conclusiones. La respuesta al problema mente-cerebro sólo es factible desde una neurociencia cognitiva fundamentada
10.05.16. filosóficamente: el materialismo emergentista –postulado ontológico– afirma que la mente es una propiedad emergente
Cómo citar este artículo:
(novedad cualitativa) del cerebro; el realismo científico –postulado epistemológico– sostiene que la neurociencia cogniti-
Goñi-Sáez F, Tirapu-Ustárroz J. va es la herramienta teórico-experimental básica que posibilita el acceso cognoscitivo tanto al cerebro como a sus proce-
El problema mente-cerebro (I):
sos neurocognitivos. Consideramos que a partir de esta fundamentación filosófica, la neurociencia cognitiva adquiere le-
fundamentos ontoepistemológicos.
Rev Neurol 2016; 63: 130-9. gitimidad epistémica para acometer el estudio del proceso mental más genuinamente humano: la conciencia.
© 2016 Revista de Neurología Palabras clave. Filosofía de la ciencia. Filosofía de la mente. Materialismo emergentista. Mente-cerebro. Neurociencia
cognitiva. Realismo científico.

Introducción cionismo darwinista, el conductismo ontológico...)


formula una respuesta de evidente cariz ontológico
El presente artículo –cuyo marco de reflexión está ante los dos grandes interrogantes que genera el su­
constituido por el análisis de los fundamentos filo­ sodicho problema: la existencia de lo mental y su
sóficos de la neurociencia cognitiva– constituye la interacción con el cuerpo/cerebro.
primera parte de un trabajo multidisciplinar que se Si bien desde un punto de vista filosófico el siglo
completa con un segundo artículo en el que se abor­ xx puede ser definido –con los evidentes sesgos
da, desde la asunción por parte de los autores de los que tal reducción implica– como el siglo del len­
presupuestos filosóficos aquí expuestos, la plausi­ guaje (giro lingüístico) [3], gran parte de la produc­
bilidad epistémica del estudio neurocientífico de la ción filosófica del siglo xxi dirige su discurso re­
conciencia. flexivo al cerebro y a la mente [4]. No en vano la
De entre los problemas-cuestiones que verte­ compleja cuestión ha generado una producción in­
bran la historia del pensamiento occidental en su telectual extraordinariamente fecunda –desde un
confluencia epistemológica entre filosofía y ciencia, punto de vista cuantitativo– y heterogénea –desde
uno de los más antiguos, fascinantes y rocosos es el un punto de vista cualitativo–, cuya consecuencia
problema mente-cerebro (alma-cuerpo en su deno­ epistémica más notoria ha sido la emergencia de un
minación precientífica) [1]. Al revisar de forma muy novedoso marco de reflexión: filosofía de la mente
somera los sistemas filosóficos elaborados por las [5]. En tan multidisciplinar área de estudio se inser­
grandes figuras intelectuales –desde los griegos ta un ingente número de especulaciones (algunas
hasta la actualidad– con el objetivo de explicar la de ellas con innegable orientación científica), cuya
realidad in toto, descubrimos que la gran mayoría temática pivota velis nolis sobre la conjunción men­
de ellos [2] (p. ej., el dualismo platónico, el hilemor­ te y cerebro y se inserta en los vacíos cognoscitivos
fismo aristotélico, el dualismo cartesiano, el empi­ que se advierten al explorar los recovecos concep­
rismo británico, el materialismo francés, el evolu­ tuales de la psicología clínica, la neurociencia, la

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Problema mente-cerebro

neuropsiquiatría, etc. Algunas de las teorías elabo­ las hipótesis enunciadas. La ontología y la episte­
radas desde la filosofía de la mente se centran en la mología configuran dos de las ramas más relevan­
naturaleza de lo mental, la interacción mente-cere­ tes –desde un punto de vista histórico– de la cons­
bro, el estatus epistémico de las ciencias de la ‘salud trucción filosófica. La primera de ellas podría defi­
mental’, la validez plus validación de la semiología y nirse como el estudio de la realidad y de sus carac­
nosología neuropsiquiátricas, las reflexiones filosó­ terísticas más generales [8,9], y ensaya responder a
ficas sobre las técnicas de neuroimagen, etc. [6]. preguntas del tipo: ¿existe un mundo independien­
En este primer artículo, defendemos dos hipóte­ temente de nuestro pensamiento?, ¿qué entidades
sis que se constituyen a partir de un presupuesto son reales?, ¿es la mente una entidad real o un mero
fundacional que sostiene (revisado en el siguiente constructo? La segunda rama constituye el estudio
apartado) la necesaria convergencia –consilience en de la cognición, el conocimiento y los constructos
la terminología de Edward Wilson [7]– entre cien­ (objetos conceptuales) con los que representamos
cia y filosofía: el mundo [10-12]; la pregunta nuclear de la episte­
– El materialismo emergentista es la propuesta on­ mología ha sido, es y –muy probablemente– segui­
tológica más coherente, sólida y fructífera de ca­ rá siendo: ¿es posible, factible, plausible el conoci­
ra a promover programas de investigación teóri­ miento sobre el mundo exterior?
co-experimentales en las ciencias del cerebro. En Nuestros presupuestos ontoepistemológicos se
lenguaje más estrictamente filosófico, diríamos erigen en el marco de una filosofía orientada cientí­
que el materialismo emergentista es la condición ficamente. En aras de la sencillez, emplearemos la
de posibilidad ontológica de la neurociencia cog­ fórmula filosofía científica para hacer referencia a
nitiva. una determinada interpretación del vínculo cien­
– Los resultados experimentales, teorías y mode­ cia-filosofía que impone al pensamiento filosófico
los conceptuales elaborados desde la neurocien­ (construcción de sistemas racionales que ensayan
cia cognitiva confirman (realismo científico) la explicar la realidad) dos condiciones de estricta ob­
validez de la propuesta ontológica del materia­ servancia: compatibilidad con el conocimiento cien­
lismo emergentista como respuesta al problema tífico validado y contrastabilidad indirecta –vía cor-
mente-cerebro. pus científico– de sus modelos filosóficos [13].
La diferencia entre las dos epistemes presenta un
Los tres pilares conceptuales de nuestro discurso son, valioso matiz de complementariedad; mientras que
por lo tanto, el materialismo emergentista, el realis­ la ciencia acota áreas específicas de la realidad y
mo científico y la neurociencia cognitiva. construye-genera hipótesis de corto alcance y múl­
Antes de finalizar esta breve introducción, pre­ tiple conectividad intercientífica con el objetivo de
sentamos una definición preliminar del cerebro que validar modelos teóricos, la filosofía extiende su ar­
ensaya armonizar una visión cualitativamente dife­ quitectura sistémica al conjunto de lo real (incluida
rencial de tan compleja y singular realidad (recogi­ la actividad científica); ambas se demarcan y forta­
da, por ejemplo, en una revista de notorio conte­ lecen a través de un continuo que halla en la reali­
nido teológico como Scripta Theologica) con una dad su criterio ontológico de corroboración y en el
interpretación estrictamente naturalista, y promo­ conocimiento falible, progresivo, perfectible, repli­
verla como guía básica de la presente exploración cable y validable su objetivo cognitivo último [14].
teórica: el cerebro es un órgano biológico que: a) El filósofo (de la mente) contemporáneo está obli­
recibe información consciente e inconsciente del gado a responsabilizarse intelectualmente de la ma­
medio interno (cuerpo) y externo (ambiente), b) los duración de la actividad productiva de la comuni­
integra entre sí y los une con mis experiencias sub­ dad científica a la hora de formular sus hipótesis
jetivas, c) generando un patrón cognitivo y emocio­ ontológicas; es decir, sus construcciones conceptua­
nal (proceso mental) para d) emitir una respuesta les deberían encajar (ser compatibles) con los cono­
y que e) en la actualidad puede ser observado con cimientos validados por la neurociencia cognitiva
técnicas científicas. [15,16]. El neurocientífico está obligado a reflexio­
nar críticamente sobre las condiciones de posibili­
dad (de existencia real) de las entidades, propieda­
Desarrollo des y procesos que están insertos en sus modelos y
teorías, y sobre la viabilidad de su disciplina para
En este primer artículo, centraremos nuestro dis­ describir, explicar y predecir estados presentes y fu­
curso en la exposición y análisis de los presupuestos turos de su objeto de estudio [17,18]. Consideramos
ontoepistemológicos que vehiculan la defensa de que la convergencia ciencia-filosofía proporciona

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F. Goñi-Sáez, et al

un inspirador contexto de trabajo intelectual que ce tal interacción no han alcanzado por el mo­
promueve el progreso interdisciplinar en la empresa mento un estatus epistémico suficientemente co­
común y fascinante de descifrar la realidad. herente como para incardinarse en algún modelo
neurocientífico. A pesar de no contar con aval
Soluciones planteadas ante científico alguno, el dualismo interaccionista per­
el problema mente-cerebro manece inserto de forma nervuda en las raíces
ideológicas de nuestra Weltanschauung [31].
Todas las respuestas filosófico-científicas que se han
enunciado a lo largo de la historia del pensamiento Por su parte, el monismo ha sido concretado en las
se incardinan velis nolis en uno de los dos grandes siguientes concepciones:
modelos ónticos de la realidad: el monismo [19] (la – Idealismo: toda la realidad es mental/ideal. Esta
realidad está compuesta por una única sustancia) y tesis es indefendible desde un enfoque científico;
el dualismo [20] (existen dos entidades ontológicas si fuera asumida como verdadera, los físicos ató­
diferentes y –en principio– independientes: lo men­ micos, por ejemplo, se verían obligados a estu­
tal y lo material). Iniciemos este breve recorrido diar, analizar y explorar ideas (el constructo áto­
por los diferentes tipos de dualismo: mo) en lugar de objetos materiales (las propieda­
– Dualismo platónico/animismo: la entidad espiri­ des y el comportamiento del átomo). La obra fi­
tual (alma-mente) controla, anima, causa y/o losófica que recoge de forma más exacta y ex­
afecta a la entidad material. No en vano, si bien haustiva el dictum idealista es La fenomenología
lo material tiende a perecer, el alma, como narra del espíritu de Hegel [32].
Platón –vía Sócrates– en el diálogo Fedón, pue­ – Monismo neutral: la realidad está constituida
de retornar al mundo de las ideas y seguir exis­ por una sustancia neutral. La ambigüedad con la
tiendo [21]. La tesis presenta un evidente cariz que se enuncia la tesis nuclear de este modelo
místico-teológico. ontológico [33] bloquea velis nolis su traducción
– Paralelismo psicofísico: la mente y la materia son a enunciados teórico-experimentales. No en vano,
dos entidades totalmente disímiles, autónomas e la reconocible claridad expositiva y argumental
independientes, cuya actuación se da en paralelo de Bertrand Russell [34,35] se torna opaca y os­
y de modo sincronizado (no existe interacción cura cuando el lógico-filósofo británico plantea la
real entre ellas). Entre los siglos xvii y xviii, el validez de la hipótesis del monismo neutral [36].
filósofo-matemático Gottfried Leibniz defendió – Materialismo eliminativo o conductismo filosófi-
esta concepción al postular que alma y cuerpo co: los enunciados sobre lo mental carecen de
no sólo existen de forma independiente, sino que sentido, o bien porque tal entidad (mente) no
están gobernadas por leyes distintas [22,23]. No tiene existencia real –nada es mental– (conduc­
resulta viable formular una hipótesis neurocien­ tismo ontológico), o bien porque al no ser posi­
tífica empíricamente contrastable con la defensa ble emitir un juicio sobre su existencia (conduc­
de este supuesto. tismo metodológico) la ciencia debe evitar hacer
– Epifenomenalismo: todo suceso, estado o proce­ uso de enunciados que la asuman como objeto
so mental es un epifenómeno (fenómeno deriva­ de estudio. Watson y Skinner promovieron el
do o dependiente) de un suceso, estado o proce­ desarrollo de la psicología científica sobre este
so cerebral [24,25]. Uno de los primeros y más pilar ontológico [37-39]; sin embargo, su modelo
ilustres defensores del epifenomenalismo fue el quedó sesgado ab initio al ser incapaz de con­
biólogo evolucionista T.H. Huxley [26]. La forma ceptualizar los procesos neurocognitivos [40].
en la que se relaciona el fenómeno dependiente – Materialismo fisicalista o teoría de la identidad:
(mental) con el hecho (cerebral) del que depende la mente es el cerebro. Los conceptos mente y
es un misterio todavía sin resolver [27]. cerebro hacen referencia a una misma y única
– Dualismo interaccionista: la mente y el cerebro entidad que presenta –al igual que toda entidad
son dos sustancias diferentes y autónomas que real– una estructura exclusivamente física. Al
tienen la potencialidad de interactuar entre sí. Si reducir la realidad in toto a una sola dimensión
bien la primera formulación sistemática de esta (física), el materialismo fisicalista no explica, por
propuesta se la debemos al filósofo francés René ejemplo, los procesos evolutivos legaliformes
Descartes [28,29], su actualización contemporá­ que han provocado la emergencia de distintas
nea ha sido articulada por el filósofo de la ciencia –más relacionadas– especies biológicas [41]. Los
Karl Popper y el neurofisiólogo John Eccles [30]. trabajos que más fielmente ilustran la teoría de
Las hipótesis que ensayan explicar cómo aconte­ la identidad pertenecen a los filósofos australia­

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nos U.T. Place y J.J.C. Smart, y al filósofo alemán objeto en la realidad que pueda ser identificado
H. Feigl [42-44]. como referente del objeto conceptual ‘mente’.
– Funcionalismo (algunos autores lo incluyen en la El monismo materialista de Bunge estratifica la
clase ‘dualismo’ [45]): los estados mentales son realidad (exclusivamente material) en diversos ni­
estados funcionales; su acontecer es indepen­ veles: físico, químico, biológico, social... [9]; por lo
diente de los estados cerebrales concretos que tanto, si bien todo lo real es material, no todo lo real
los provocan. Es decir, esa función (software) es físico (contra la postura reduccionista del fisica­
puede ser implementada por otro soporte físico lismo).
–no cerebral– (hardware). El funcionalismo pri­ El corolario del primer postulado es: la mente
ma la función cognitiva y obvia –de forma acien­ –para tener existencia real– o es un objeto mate­
tífica– el estudio del sistema nervioso central [41]. rial (hecho incompatible con el conocimiento ac­
Los principales autores son H. Putnam, J. Fodor tual de la neurociencia) o pertenece –como compo­
y D. Lewis [46-48]. La asunción ad litteram de nente o propiedad– a un determinado objeto mate­
esta tesis obligaría a los neurocientíficos a susti­ rial. Aceptaremos por el momento la segunda op­
tuir el estudio del cerebro humano por el estudio ción sin más concreción.
de sistemas computacionales abstractos.
– Emergentismo: la mente ha emergido de la evo­ Segundo postulado
lución del cerebro [49-51]. De entre todos los ‘Todo objeto real es un sistema o un componente
autores que con diferentes modelos han elabora­ de un sistema’. Si el primer postulado negaba la po­
do una solución emergentista al problema men­ sibilidad de que la mente fuera un objeto real, en
te-cerebro (v. gr., J. Searle, J.L. Pinillos, J. Monse­ este segundo se niega –por argumento deductivo–
rrat…), hemos elegido como guía ontológica de que sea un sistema [9,14].
nuestro proyecto científico-filosófico el materia­ Bunge emplea el concepto ‘sistema’ para repre­
lismo emergentista de Mario Bunge, porque aúna sentar ‘una cosa compuesta de partes que no son
en una sólida construcción sistémica las dos epis­ mutuamente independientes; que, por el contrario,
temes de la filosofía científica. se encuentran interconectadas’ [9]. Los distintos
niveles de la realidad posibilitan la existencia de di­
Materialismo emergentista ferentes tipos de sistemas: físicos, químicos, bioló­
gicos, sociales... Una pregunta que surge de forma
Si bien el sistema filosófico construido por Mario súbita al analizar la definición de Bunge es cómo
Bunge tiene como objeto de estudio la totalidad de podemos distinguir un sistema de una mera acu­
la realidad [8-12,52-55], en este artículo nos centra­ mulación de elementos: según el filósofo, la condi­
remos exclusivamente en la solución que ofrece el ción más significativa que permite su identificación
materialismo emergentista cuando se enfrenta al precisa es que todo sistema posee al menos una
problema mente-cerebro [4,56]. Revisaremos con cualidad –propiedad– nueva y diferente a las ya po­
cierta minuciosidad los tres postulados capitales de seídas por sus componentes [57]. Por ejemplo, un
la ontología científica del filósofo argentino. determinado sistema de redes neuronales corticales
–denominado ‘cógnito’ por el neurólogo Joaquín
Primer postulado Fuster [58]– posee al menos una cualidad (proceso
‘Un objeto es real (tiene existencia real independien­ mnésico) que no posee ninguno de sus componen­
temente de la actividad cognitiva del observador) si tes aislados (neuronas).
y sólo si es un objeto material. Ergo la realidad es el Como veremos en el siguiente y último postula­
conjunto de todos los objetos materiales’ [8,9]. Iden­ do, a las propiedades nuevas de un sistema deter­
tificado un objeto X, podemos afirmar que o bien es minado se les llama propiedades emergentes.
un ente real –objeto material– (por ejemplo, cere­ El corolario del segundo postulado es: si la men­
bro), o bien es un objeto conceptual dependiente de te no es ni un sistema (por ejemplo, sistema de re­
la actividad cognitiva de un ser humano (por ejem­ des neuronales) ni un componente de un sistema
plo, modelo teórico sobre el cerebro). (por ejemplo, neurona) sólo resta la posibilidad de
Este primer postulado –de evidente carácter ma­ que sea una propiedad de un sistema.
terialista– refuta a fortiori el dualismo psicofísico
esgrimido por el interaccionismo, el epifenomena­ Tercer postulado
lismo, el paralelismo psicofísico y el animismo. No ‘Todo sistema posee al menos una propiedad emer­
es ontológicamente viable la defensa de una mente gente’. Advertimos en el postulado segundo que la
inmaterial que tenga existencia real; no hay ningún emergencia es una categoría ontológica, es decir, es

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un proceso a través del cual se originan las innova­ ce [60]. El funcionalismo yerra tanto al aislar y en­
ciones cualitativas (por ejemplo, procesos menta­ capsular la actividad neurocognitiva como al pri­
les) y que posibilita que un conjunto de elementos mar una analogía epistemológica (cerebro-ordena­
(por ejemplo, neuronas) pueda diferenciarse como dor) por encima de una entidad real (cerebro qua
sistema (por ejemplo, red neuronal) [41,49,56]. sistema neurobiológico producto de la evolución).
En relación con el problema mente-cerebro, de­
fendemos que ‘lo mental’ no es una propiedad de Antes de presentar la propuesta epistemológica
una mente inmaterial, sino un conjunto de propie­ (realismo científico) que constituye nuestra segun­
dades emergentes (novedad cualitativa) de sistemas da hipótesis fundacional, dedicamos el siguiente
neurobiológicos altamente complejos producto del apartado a describir tres experimentos mentales di­
proceso evolutivo (hecho que obvia el reduccionis­ rectamente relacionados con las soluciones arriba
mo fisicalista). Al constituirse existencialmente co­ planteadas y originados desde la reflexión de la filo­
mo propiedades de un objeto real-material, son pro­ sofía de la mente.
piedades materiales; sin embargo, no son propieda­
des físicas [56]. Las propiedades neurobiológicas Experimentos mentales en filosofía de la mente
tienen una estructura legaliforme singular que no
puede reducirse a las leyes de la física. Implica un El experimento mental es una herramienta metodo­
sofisma epistémico el intento de explicar la estruc­ lógica de naturaleza lógico-conceptual que tiene dos
tura legaliforme de un nivel determinado de la rea­ objetivos nucleares [61]: investigar –desde la pura
lidad –por ejemplo, neurobiológico– con las leyes abstracción– las dimensiones de lo real, y generar
de otro nivel –por ejemplo, cuántico–; conceptos –mediante razonamiento lógico– un experimento
como ‘cerebro cuántico’ suponen un acto epistémi­ exclusivamente teórico-conceptual (irrealizable a
co fallido; cometeríamos el mismo error argumen­ nivel práctico) cuyas consecuencias pueden ser ar­
tal si explicáramos los conflictos sociales (nivel de güidas como prueba –indirecta– para defender o
sistemas sociales) vía la interacción electroquímica refutar la validez de teorías elaboradas desde dife­
de las neuronas [57]. rentes disciplinas (por ejemplo, física, matemática,
Por tanto, los estados mentales son propiedades filosofía...). Algunos ejemplos paradigmáticos que
emergentes de cerebros altamente evolucionados nos ha legado la historia del pensamiento occidental
(proceso ontofilogenético); no pueden ser identifi­ son: La posición original, de J. Rawls, y El contrato
cados indistintamente con el cerebro. Contra la teo­ social, de Rousseau (teoría política); Cerebro en una
ría de la identidad, defiende Bunge que no podemos cubeta, de H. Putnam, y Mito de la caverna, de Pla­
equiparar mente y cerebro; cometeríamos el mismo tón (teoría del conocimiento); El gato de Schröndin-
error que si identificáramos como iguales: estóma­ ger y La paradoja de los gemelos, de Einstein (física
go y digestión, pulmones y respiración, etc. [41,56]. teórica); El dilema del tranvía –varios autores– y El
El corolario del tercer postulado es: todos los es­ violinista, de J.J. Thomson (ética); etc.
tados, sucesos y procesos mentales son estados, su­ En las siguientes líneas expondremos brevemen­
cesos y procesos en los cerebros de vertebrados te tres célebres experimentos mentales que han ge­
superiores; estos estados, sucesos y procesos son nerado (y siguen generando en la actualidad) un
emergentes con respecto a los de los componentes número ingente de discusiones, debates, refutacio­
celulares del cerebro [8,9,41,56]. El materialismo nes, confirmaciones, comentarios... Los tres expe­
emergentista armoniza en su teorización la defensa rimentos asumen como principio impulsor de su
de una única sustancia autónoma (materia/cerebro) génesis la singular relevancia del problema mente-
con la demostración –científicamente contrastada– cerebro: la máquina de Turing, la habitación china
de distintas propiedades emergentes (como dirían de Searle-Penrose y el murciélago de Nagel.
los materialistas clásicos, diferentes formas de dar­
se el ser). Algunas de éstas –como correctamente La máquina de Turing
ha modelizado la neurobiología evolutiva– son no­ El matemático y lógico inglés Alan Turing planteó
vedades cualitativas evolutivamente desarrolladas en un célebre artículo publicado en la revista Mind
de sistemas biológicos concretos (por ejemplo, fun­ en el año 1950 una tan inquietante como herética
ciones ejecutivas). Sus leyes –no transferibles ni cuestión [62]: ¿pueden pensar las máquinas? Antes
intercambiables con otros niveles de la realidad– de enunciarla abiertamente ante la comunidad cien­
son uno de los objetos de estudio primario tanto de tífica, había dedicado gran parte de su reflexión in­
la Evolutionary Developmental Biology (Evo-Devo) telectual a idear un dispositivo de computación
[59] como de la Evolutionary Cognitive Neuroscien- –‘máquina de computación lógica’– que fue bauti­

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zado como Turing machine; según el genio británi­ pensar), entonces tal actividad-proceso no puede
co, la máquina universal de Turing sería capaz de ser exclusiva ni del ser humano ni del cerebro de
implementar cualquier algoritmo. éste, y puede ser implementada por un computador
La pregunta formulada en el artículo de 1950 artificial [63].
promovió el debate intelectual sobre la validez de
atribuir a un dispositivo computacional (no huma­ La habitación china de Searle-Penrose
no) una propiedad-capacidad que había sido identi­ El desafío intelectual lanzado por Turing a la tesis
ficada históricamente como patrimonio exclusivo de la ‘singularidad cognitiva’ de nuestra especie
(o casi exclusivo) de nuestra especie. Turing era puede ser acotado en la siguiente pregunta: ¿es la
consciente de que los dos conceptos sobre los que mente humana (los procesos mentales) equivalente
pivota la cuestión son extremadamente complejos –desde un punto de vista ontológico– a un progra­
(pensar y máquina); por tal motivo, propuso un jue­ ma de ordenador (software)? Si la formulación se
go –el juego de la imitación– conocido como el test originó a partir de un experimento mental (test de
de Turing, que posibilitaba –según el matemático Turing), la consiguiente respuesta halló su plasma­
inglés– formular de forma indirecta la cuestión ini­ ción lógico-conceptual en otro ilustre experimento
cial-nuclear de si pueden pensar las máquinas [62]. mental: la habitación china (desarrollado origina­
El juego consta de tres jugadores: un hombre (H), riamente por el filósofo John Searle [64] y populari­
una mujer (M) y un interrogador/juez (I) –hombre zado por el físico-matemático Roger Penrose [65]).
o mujer–. Condición preliminar: I no ve a los otros La idea nuclear que subyace al experimento sos­
dos jugadores; de hecho, recibe las respuestas de H tiene que la simulación de un proceso mental –rea­
y M escritas a máquina. Objetivo del juego: I debe lizada por un computador X– no puede ser iguala­
decidir acertadamente –con la única información da eo ipso al proceso mental –producto de un cere­
que le aportan las respuestas a sus preguntas– bro humano Y– simulado.
quién es el hombre y quién es la mujer. Detalle rele­ Describimos a continuación los elementos más
vante: M intenta ayudar al interrogado; H trata de significativos de la habitación china [64].
engañarle. – Primera parte del experimento. a) Un grupo de
La modificación sustancial que plantea Turing ingenieros informáticos ha creado un programa
en este juego de la imitación consiste en sustituir a que permite a un computador simular que en­
H por una máquina (Ma). Este cambio permite a Tu­ tiende chino. Si al computador se le formula una
ring equiparar la pregunta original (¿pueden pensar pregunta (input) en chino, producirá –tras cote­
las máquinas?) con la pregunta secundaria: ¿el inte­ jar la información recibida con su base de datos–
rrogador se equivoca con la misma frecuencia respuestas (output) adecuadas a tales preguntas;
cuando juega Ma que cuando juega H? La conclu­ b) Las respuestas del computador son tan bue­
sión en lenguaje de Turing sería: si la frecuencia de nas como las de un hablante nativo chino. Pre­
errores del interrogador es sensiblemente la misma gunta de Searle: según a y b, ¿entiende chino el
en la situación A (cuando se enfrenta a una máqui­ computador?; ¿entiende literalmente chino, de la
na ‘engañadora’) que en la situación B (cuando se misma forma que lo entienden los hablantes del
enfrenta a un hombre ‘engañador’), entonces la má­ idioma chino?
quina puede pensar; porque I no es capaz de dife­ – Segunda parte del experimento. Imagine el lec­
renciar entre H y Ma. tor que Searle propone encerrarnos (a usted y a
Otra versión de este juego consiste en que el mí) en una habitación en la que podemos encon­
juez/interrogador –mediante el mismo método ex­ trar diversas cestas llenas de símbolos chinos;
plicado en las líneas anteriores– logre diferenciar llamémosla la habitación china. Se nos propor­
entre un ser humano y una máquina un número ciona (dando por supuesto que ni usted ni yo en­
significativo de veces (por ejemplo, X > 70%). tendemos el idioma chino) un manual de reglas
La reflexión de Turing generó algunas especula­ en castellano para manipular esos símbolos chi­
ciones interesantes en torno a la cuestión mente- nos. Estas reglas detallan de manera puramente
cerebro, al tiempo que estableció las bases teóricas formal (en términos de su sintaxis, obviando la
del funcionalismo [46]. Si un ser humano –juez– semántica) cómo deben manipularse los símbo­
no es capaz de diferenciar a un ser humano de una los. Supongamos, dice Searle, que a nuestra ha­
máquina en una actividad-proceso que pondría ser bitación llegan del exterior símbolos chinos nue­
definida como pensar (tendríamos que acordar –he­ vos al tiempo que se nos proporcionan reglas
cho que no resulta nada sencillo– que lo que hacen adicionales para devolver al exterior símbolos
la máquina y el ser humano es inequívocamente chinos. Usted y yo lo desconocemos, pero los

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símbolos chinos nuevos son preguntas (input) El murciélago de Nagel


formuladas por personas que se encuentran fue­ Terminamos nuestro sucinto repaso por los experi­
ra de la habitación, y los símbolos que nosotros mentos mentales en filosofía de la mente con la
devolvemos son respuestas (output) a tales pre­ contribución de Thomas Nagel [66] al debate sobre
guntas. Coincide que los informáticos son tan la viabilidad del estudio científico de la conciencia
buenos al diseñar los programas y usted y yo so­ (objeto de reflexión de nuestro segundo artículo).
mos tan buenos manipulando los símbolos que Inicialmente, Nagel se pregunta qué es lo que
nuestras respuestas son indistinguibles de las de hace genuino y único el problema mente-cerebro;
un hablante nativo del idioma chino. advierte que el hecho de no haber respondido co­
Asumiendo los cuatro puntos arriba detallados, rrectamente a esta cuestión ha provocado la comi­
resulta plausible afirmar que ni usted ni yo sión de un número ingente de errores por parte de
aprenderemos nada de chino manipulando esos las diferentes aproximaciones ensayadas. El ele­
símbolos formales. Sin embargo, desde el punto mento clave sobre el que pivota la argumentación
de vista de un observador externo, usted y yo del filósofo estadounidense es el carácter subjetivo
nos comportamos –a pesar de no entender nada de la experiencia; si afirmamos que un organismo
del idioma chino– exactamente como si enten­ tiene experiencia consciente, estamos asumiendo
diésemos chino. a fortiori que hay algo que es ser como ese orga­
– Conclusión del experimento. Infieren Searle y Pen­ nismo. Esta singularidad no ha sido exitosamente
rose que si ni usted ni yo entendemos chino –tras abordada por los análisis reduccionistas (fisicalis­
nuestro paso por la habitación china–, entonces tas) de lo mental, incapaces –según Nagel– de ex­
ningún computador (del tipo que sea) podrá en­ plicarnos cómo es tener una experiencia consciente
tender chino [64,65]. Todo lo que el software del determinada.
computador tiene, como también teníamos us­ Con el objetivo de promover un acercamiento
ted y yo en la habitación, es un programa formal intuitivo a su argumento, el filósofo idea un experi­
para manipular símbolos chinos no interpreta­ mento mental brillante. Tratemos de imaginar (us­
dos. En palabras de Searle, ‘un computador tiene ted y yo) cómo es ser un murciélago. Podemos rea­
una sintaxis, pero no una semántica’ [64]. lizar un esfuerzo ímprobo por recrear –con el co­
nocimiento objetivo que tenemos– nuestra existen­
La traducción a lenguaje lógico-argumental de la cia qua mamífero alado: sus sensaciones, procesos
habitación china sería: mentales, percepciones ‘ecolocalizadoras’, emocio­
– P1: los programas informáticos poseen una es­ nes, experiencias, etc. Sin embargo, al llevar a cabo
tructura formal (sintáctica). este proceso cognitivo como homínidos y no como
– P2: los procesos mentales tienen contenidos (sig­ murciélagos (dado que no lo somos), el acceso a la
nificado, semántica). experiencia subjetiva de ser un murciélago nos está
– P3: la sintaxis por sí misma no constituye el sig­ vedado: nuestras experiencias no son como las del
nificado ni es suficiente para dar lugar al mismo. murciélago. El lúcido ejemplo le permite a Nagel
– Conclusión: los programas informáticos simulan diferenciar entre el acceso a lo objetivo frente al ac­
(pero no son) procesos mentales. ceso a lo subjetivo [66]. El primero de ellos exige
una reducción sistemática y metódica que posibili­
Ni Searle ni Penrose se oponen a la posibilidad de te acotar el objeto de estudio (el conocimiento cien­
construir la máquina de Turing [64,65]. Sin embar­ tífico que tiene un experto en quirópteros); el se­
go, ambos objetan que el test de Turing sea una gundo, sin embargo, escapa por su propia naturale­
prueba válida para atribuir pensamiento a un dis­ za a la restricción objetivista (la experiencia de ser
positivo computacional: es posible –como se ha de­ un quiróptero). La traslación de su ejemplo a la ex­
mostrado en el experimento de la habitación chi­ periencia humana completa el argumento del filó­
na– ‘salvar’ exitosamente un test conductual sin la sofo estadounidense: no podemos aproximarnos a
emergencia de procesos mentales (ejecutando ex­ la naturaleza real de la experiencia humana obvian­
clusivamente un programa formal). Los autores ar­ do el punto de vista (subjetividad) que constituye su
guyen que tener estados mentales supone tener cualidad diferencial y genuina.
algo más (y algo distinto) que tener un conjunto de La pregunta final que clausura el experimento de
símbolos formales más plus un algoritmo de com­ Nagel es tan precisa como desconcertante: si se ex­
putación; supone tener una interpretación o un sig­ cluye lo subjetivo para alcanzar lo objetivo, ¿qué
nificado añadido a esos símbolos, algo que ni un queda de la experiencia? [66]. Ensayaremos respon­
computador ni la habitación china tienen. der al reto intelectual en nuestro segundo artículo.

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Problema mente-cerebro

Conclusiones Con algunos matices relevantes que por razones


ya esgrimidas en párrafos anteriores no considera­
Una vez desplegada la ontología científica del mate­ mos oportuno incluir aquí, la mayor parte de los
rialismo emergentista, nuestro proyecto filosófico- realistas científicos (M. Devitt, R. Giere, M. Bunge,
científico exige una breve incursión en el campo de W. Sellars, R. Boyd, K. Popper, I. Niiniluoto, R. Tuo­
la filosofía de la ciencia para proporcionar una in­ mela, etc.) defienden las siguientes tesis que com­
terpretación –coherente con nuestros presupues­ pletan nuestro proyecto científico-filosófico [72-76]:
tos– de las teorías, modelos y conceptos defendidos – La realidad es ontológicamente independiente
por la neurociencia cognitiva. Hemos decidido no de la actividad cognitiva del sujeto cognoscente
abordar por extenso (requeriría ampliar excesiva­ [72,73]. Tanto el cerebro de un sujeto X como los
mente el contenido del artículo) el apasionante de­ procesos neurocognitivos emergentes de ese ce­
bate actual [67] que acontece entre las dos filosofías rebro son independientes –ontológicamente– de
de la ciencia que con mayor éxito argumental ensa­ la actividad cognitiva de un sujeto Y; es decir, su
yan explicar la relación entre el conocimiento cien­ existencia de facto (como realidad) no depende
tífico y el mundo exterior: realismo científico frente de que el sujeto Y piense en ellos. Esta primera
a instrumentalismo científico. tesis refuta el dictum fenomenológico del filóso­
La tesis vertebradora del instrumentalismo cien­ fo irlandés George Berkeley: ‘esse est percipi’.
tífico afirma grosso modo que el objetivo nuclear de – La verdad es una relación semántica entre el len­
la teorización científica consiste en ‘salvar los fenó­ guaje y la realidad [74]. El realismo científico in­
menos’ mediante constructos teóricos que exhiban tegra una versión actualizada de la teoría de la
la mayor simplicidad posible [68]; es decir, el objeti­ correspondencia del lógico-matemático Alfred
vo de la empresa científica es el éxito empírico en la Tarski [77] con la convicción de que la metodo­
predicción, el descubrimiento o la intervención en logía científica es la mejor guía en la búsqueda
la naturaleza [69]. Las teorías, los modelos y los con­ sistemática de la verdad. La neurociencia ha ido
ceptos de la ciencia no describen/representan la corrigiendo y afinando su lenguaje (teorías y
realidad [70]. La verdad es inalcanzable e innecesa­ modelos) a medida que iba obteniendo –vía mé­
ria a nivel teórico [71]. Si no hay representación al­ todo científico– información empírica sobre su
guna de la realidad y no es viable la aproximación a objeto de estudio (realidad). La condición teóri­
la verdad, entonces queda invalidada la posibilidad co-experimental de la disciplina posibilita la re­
del progreso científico, más allá de la antirrealista y lación lenguaje-realidad.
‘ateórica’ praxis exitosa (pragmatismo). El represen­ – Los conceptos de verdad y falsedad son en prin­
tante más brillante de esta heterogénea escuela es el cipio aplicables a todos los productos concep­
filósofo estadounidense de origen holandés Bastiaan tuales de la actividad científica: leyes, modelos,
van Fraassen, quien sostiene un tipo de antirrealis­ teorías... [72-74]. Las proposiciones sobre la
mo denominado empirismo constructivo [68-71]. existencia de las entidades teóricas (por ejemplo,
Nuestra elección del realismo científico como cerebro, mente, lóbulo frontal...) tienen valor de
concepción válida del conocimiento (neuro) cientí­ verdad (pueden ser verdaderas o falsas). Por
fico responde a que el encaje epistémico entre el ejemplo, la afirmación ‘la mente existe indepen­
materialismo científico y la construcción teórico- dientemente del cerebro’ es falsa en el marco del
experimental de la neurociencia sería inviable sin la conocimiento neurocientífico actual.
defensa de sus tesis. Si llevamos a cabo una reductio – La verdad es un objetivo esencial de la actividad
ad absurdum de los principios teóricos del instru­ científica [72-74,76]. La neurociencia aspira a que
mentalismo científico, el neurocientífico tendría sus modelos, teorías y conceptos sean (aproxi­
que –una vez aceptados estos principios– aplazar madamente) verdaderos; nos digan algo verda­
sine die su respuesta ante la pregunta ¿existe el ce­ dero sobre cómo es la realidad.
rebro? Dado que sus teorías, modelos y conceptos – La verdad no es fácilmente accesible o reconoci­
tienen como meta epistémica ‘salvar los fenómenos’, ble [72-74]. Incluso nuestras mejores teorías pue­
tanto ‘cerebro’ como ‘mente’ serían categorías onto­ den ser falsas. Un repaso a la fascinante historia
lógicas vacías; por lo tanto, no estaría legitimado del estudio del sistema nervioso central nos apor­
para emitir un juicio científico sobre su existencia. ta un número ingente de ejemplos que ilustran
De tal argumentación podemos inferir que la enti­ este punto [78].
dad ‘cerebro’ se diferencia de la entidad ‘mente’ ex­ – ¿Cómo podemos explicar el éxito práctico de la
clusivamente por su utilidad, no por su ajuste a la ciencia (único elemento relevante para el prag­
realidad. matismo y el instrumentalismo científico)? Asu­

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F. Goñi-Sáez, et al

miendo que las teorías científicas son de facto 17. Gazzaniga M, ed. The cognitive neurosciences. Cambridge, MA:
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y modelos neurocientíficos actuales se aproxi­ 19. Schaffer J. Monism: the priority of the whole. Philos Rev 2010;
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ma– que el uso sistemático de métodos científi­ 22. Leibniz GW. Discurso de metafísica. Madrid: Alianza; 1982.
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Respaldados por esta concepción de la ciencia en 26. Huxley TH. On the hypothesis that animals are automata,
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555-580. Reprinted in Method and Results: Essays by Thomas
dedicamos un segundo artículo (segunda parte de H. Huxley. New York: D. Appleton & Co.; 1898.
este primer acercamiento filosófico-científico) a 27. Lyons JC. In defense of epiphenomenalism. Philos Psychol
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The mind-brain problem (I): onto-epistemological foundations

Introduction. Throughout the history of thought, science and philosophy have addressed the problem of mind-brain from
different epistemic perspectives. The first covers specific areas of reality and constructs hypotheses with limited scope and
multiple inter-scientific connectivity with the aim of validating theoretical models; the second extends its systemic architecture
to all that is real (including scientific activity).
Development. The complexity of the mind-brain problem requires the generation of a link connecting the disciplines of
philosophy and science; our onto-epistemological presuppositions therefore fall within the framework of a scientifically-
oriented philosophy (scientific philosophy). Emergentist materialism is defended as a coherent and verifiable philosophical-
scientific solution, as opposed to other proposals developed on the basis of different ontological models (for example,
interactionist dualism, functionalism, theory of identity, epiphenomenalism, and so on).
Conclusions. An answer to the mind-brain problem is only feasible if based on a philosophically grounded cognitive
neuroscience: emergentist materialism –an ontological postulate– holds that the mind is an emergent property (qualitative
novelty) of the brain; scientific realism –an epistemological postulate– holds that cognitive neuroscience is the basic
theoretical-experimental tool that allows cognitive access to both the brain and its neurocognitive processes. We consider
that on the basis of this philosophical reasoning, cognitive neuroscience acquires epistemic legitimacy to be able to
undertake the study of the most genuinely human mental process: consciousness.
Key words. Cognitive neuroscience. Emergentist materialism. Mind-brain. Philosophy of science. Philosophy of the mind.
Scientific realism.

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