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Miedo a Volar

Olaf Hendricks, un hombre de negocios de 51 años de edad, acude a una consulta de


psiquiatría diciendo que es incapaz de viajar en avión. Su única hija acaba de dar a luz y,
aunque deseaba con todas sus fuerzas conocer a su primera nieta, se sentía incapaz de
cruzar el océano Atlántico para ir a verla.
El miedo a volar del paciente había comenzado 3 años antes, cuando viajaba en un avión
que tuvo que aterrizar en medio de una ventisca. Llevaba sin volar 2 años, y dijo que había
llorado al despegar y al aterrizar.
Había ido con su esposa a un aeropuerto en otra ocasión, 1 año antes de la evaluación,
para acudir a la boda de su hija. A pesar de haber bebido una cantidad considerable de
alcohol, al Sr. Hendricks le entró el pánico y se negó a subirse al avión. Después de aquel
intento fallido, tendía a presentar mucha ansiedad incluso ante la idea de volar, ansiedad
que le había llevado a rechazar una promoción laboral y una oferta de trabajo en el
exterior porque en ambos casos habría tenido que viajar.
El Sr. Hendricks refirió tristeza y remordimientos desde que había surgido esta limitación,
aunque negó tener los demás síntomas neurovegetativos propios de la depresión.
Había aumentado su consumo de alcohol a uno o dos vasos de vino por las noches para
poder “desconectar”. Dijo que no había tenido problemas a causa del alcohol ni síntomas
de abstinencia. También dijo no tener antecedentes familiares de problemas psiquiátricos.
Explicó que no sentía ansiedad en ninguna otra situación, añadiendo que, en el trabajo,
los compañeros lo consideraban un hombre de empresa enérgico y eficaz, capaz de hablar
en público “fácilmente” ante cientos de personas. Al preguntarle en concreto, dijo que sí
podía identificar otro miedo, siendo niño, la idea de que pudiera atacarlo un animal
salvaje lo tenía “petrificado”. Este temor le había impedido ir con la familia a acampar e
incluso dar paseos largos por el campo. De adulto ya no le preocupaba que lo atacaran
animales salvajes, pues vivía en una ciudad e iba de vacaciones en tren a zonas urbanas;
sin embargo, evita a toda costa zonas rurales o el campo o lugares donde podrían
encontrarse animales salvajes, solo se siente cómodo en ciudades.

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