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La vida que realmente prospera

Salmo 92: 12,13

El justo florecerá como la palmera; Crecerá como cedro en el Líbano.


13 
Plantados en la casa de Jehová, En los atrios de nuestro Dios florecerán.

Es muy interesante observar que nuestras vidas son comparadas con la palmera datilera y el
cedro del Líbano. La palmera datilera es conocida por dar hasta cien frutos al año, siendo
de gran beneficio para nuestra salud. Llega a vivir hasta los trescientos años, posee un
hermoso follaje y una impresionante altura. Además, posee fuertes raíces que llegan hasta
los seis metros de profundidad. El cedro del Líbano es un árbol grande y corpulento que
puede alcanzar los 30 a 50m de altura. Su raíz se profundiza entre las rocas más grandes y
duras, envolviéndose sin detenerse en busca del preciado líquido que lo hace crecer, el
agua.
Usted puede tener hoy una vida sólida, firme, creciente, profunda y fructífera, así como la
palmera y el cedro del Líbano. Quizás se pregunte, ¿De qué manera? Cuando decidimos
“plantarnos en la casa de Jehová.”
El autor nos enseña que florecemos y crecemos cuando tenemos comunión con Dios. Pero
esta comunión debe caracterizarse por ser: continua, creciente y profunda. Así como las
raíces de la palmera y del cedro son profundas, fuertes y buscan el agua, del mismo modo
usted debe anhelar con todo su corazón buscar a Dios pues él es el único que satisfará su
alma sedienta. Quizás se pregunte nuevamente, ¿Cuál es la importancia de plantarse en
Dios?

Si cultiva una comunión continua, creciente y profunda con Dios por medio de la oración y
de la lectura de su Palabra, usted podrá tener la total seguridad que algo maravilloso
ocurrirá y su vida cambiará. Su fe estará más enraizada en la Palabra, y cuando vengan los
huracanes del miedo, del estrés y de la angustia su vida no caerá, sino que permanecerá
firme y sólida en el amor, cuidado y protección de nuestro amado Padre Celestial.
Asimismo, manifestará en su vida el precioso fruto del Espíritu Santo, Gálatas 5:22-23
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
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mansedumbre, templanza…” Usted experimentará todo esto y más, pues la Palabra se lo
asegura. El salmista dijo en una ocasión:
“…Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche.3 Será
como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja
no cae; y todo lo que hace, prosperará” Salmo 1:2-3.
Nuestro amado Padre Celestial anhela tener comunión con nosotros. Desea que su Palabra
sea su delicia de día y de noche. Y en el tiempo indicado usted verá la bendición de Dios en
cada área de su vida. Jesús dijo en una ocasión “ 17  Así, todo buen árbol da buenos frutos,
18 
pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol
malo dar frutos buenos.

Cuando anhelamos con todo el corazón cultivar una comunión con Dios por medio de la
oración y su Palabra, el precioso Espíritu Santo desarrollará su fruto en nosotros. Este
precioso fruto es la vida de Cristo reflejado en nosotros. Atrás quedará todo fruto malo
producto del pecado. Usted gozará de una vida sólida, firme, creciente, profunda y
fructífera porque estará plantado en Dios.

Declare la Palabra:
Plantado en Dios floreceré y creceré
Para un estudio más completo:
Salmo 1:1-4

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