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período de la Prehistoria
La metalurgia del bronce fue, al igual que pasó con la del cobre (véase Calcolítico), una
innovación más entre todas las que se produjeron en tales períodos. La gran diferencia es que la
primera se desarrolló en contextos desprovistos de minerales, mientras que la segunda lo había
hecho en regiones ricas en yacimientos de cobre.
La división tripartita de la Edad de los Metales prima el cambio tecnológico por encima de los
de tipo social o económico, al contrario de lo que sucede con el Neolítico. Ello está basado en el
supuesto de que la metalurgia provoca la transformación de las sociedades que la utilizan,
generando una intensificación del comercio a larga distancia, una cierta especialización laboral
y el aumento de la diferenciación social.
La Edad del Bronce es claramente histórica en buena parte del Próximo Oriente,[3] pero, al no
haber ningún tipo de ruptura entre las sociedades prehistóricas e históricas de esta parte del
mundo, en este artículo se incluye también una síntesis de los procesos que se dieron en ella.
Fue en Sumeria donde comenzó a usarse el bronce a finales del IV milenio a. C. Esta región es
considerada frecuentemente como la cuna de la civilización,[4] ya que (basándonos en los datos
actuales) en ella se produjo la intensificación agrícola, se desarrolló el primer sistema de
escritura, se inventó el torno cerámico, se establecieron los fundamentos de la astronomía y las
matemáticas, se crearon gobiernos centralizados y códigos legislativos, apareció la
estratificación social, el esclavismo y la guerra organizada. Todo lo cual llevó a la formación de
las primeras ciudades estado conocidas, que después se convertirían en reinos más extensos y
desembocaron finalmente en imperios.[cita requerida]
Uruk fue la ciudad sumeria más grande conocida en la transición del IV al III milenio a. C., con
una superficie de 5,5 km² y varios templos de carácter monumental, entre los que destacaba el
dedicado al dios An y a la diosa Inanna. Conocían ya la rueda, el arado, la navegación, el sello
cilíndrico y la escritura.[6]
Posteriormente prevaleció, durante siglo y medio, el Imperio acadio. Tras su caída se produjo un
renacimiento sumerio durante el cual la III dinastía de Ur tuvo un papel dominante. Los
soberanos de Ur fueron considerados reyes de las cuatro regiones, creando un potente aparato
burocrático que controlaba los tributos de todas las provincias y ciudades sometidas. Durante
esta época se levantó el enorme zigurat de Ur.[7]
Babilonia la reemplazaría durante el Bronce final. La referencia más antigua sobre Babilonia
procede de una tableta datada en el siglo XXIII a. C., correspondiente al reinado de Sargón I de
Acad. En el siglo XVIII a. C., durante el reinado de Hammurabi, Babilonia alcanzó su máximo
esplendor: utilizando la fuerza y la diplomacia extendió sus dominios a toda Mesopotamia, que
administró de manera centralizada mediante una compleja burocracia y un completo código
legislativo (Código de Hammurabi).[8] Para esta época, la lengua de uso oficial era el acadio, de
origen semítico, mientras que el idioma sumerio se usaba ya solo para ritos religiosos y
actividades científicas. Babilonia jugó un papel fundamental como centro cultural durante todo
el Bronce y el Hierro inicial, continuando así incluso cuando cayó bajo dominio externo.
Del Levante mediterráneo destacaron dos ciudades-estado cuya economía fue básicamente
comercial: Ebla y Ugarit. La primera, situada en el norte de la actual Siria, es famosa por las
veinte mil tablillas cuneiformes halladas en un palacio de los siglos XXV-XX a. C. escritas en
eblaíta y en sumerio. Su desarrollo estuvo ligado al comercio con Mesopotamia, aspecto en el
que rivalizó militarmente con Mari. Fue destruida por los acadios durante el siglo XXIII a. C., pero
resurgió de sus cenizas viviendo un nuevo período de esplendor entre los siglos XIX-XVII a. C.
Aunque de Ugarit hay evidencias neolíticas, la primera fecha datable de su existencia es fruto de
sus contactos con Egipto: un abalorio de cornalina identificado con el faraón Sesostris I, el
segundo de la dinastía XII (1956-1911 a. C.). La ciudad portuaria de Ugarit mantuvo estrechos
lazos comerciales no solo con Egipto, sino también con Siria, Anatolia y Chipre (denominada por
entonces Alasiya).
A partir del siglo XVIII a. C. Anatolia vio surgir el imperio hitita, que tenía su capital en el norte de
la península, en Hattusa. Hacia el siglo XIV a. C. llegó a su clímax, abarcando todo el centro
anatólico, el sudoeste de Siria hasta Ugarit y la alta Mesopotamia. Simultáneamente, las
confederaciones de Arzawa y Assuwa reunieron, respectivamente, a una serie de reinos
anatólicos del sur y del oeste que, a lo largo de todo el período, unas veces se enfrentaron y
otras fueron reducidos a vasallaje por los hititas. A su vez, Mitani fue un estado que ocupó el
sudeste de Anatolia y el norte de Siria entre el 1500-1300 a. C., estableciendo alianzas
alternativas con sus principales rivales, Egipto y los hititas, aunque fue sometido a vasallaje
finalmente por los asirios.
El Mediterráneo oriental se convirtió en una importante vía de comunicación y comercio entre
Anatolia, Siria-Palestina, Egipto y el mar Egeo. Así lo atestiguan la relevancia de ciudades
costeras como Ugarit o Biblos y pecios como los de Ulum Burum y Gelidonya (sur de la actual
Turquía), datados hacia el Bronce final. La primera embarcación, de 17 m de longitud, contenía
varias toneladas de lingotes metálicos y en la segunda, de 10 m, se halló cerca de una tonelada
de lingotes, productos ya acabados como hachas o punzones y abundantes herramientas de
herrero, lo que hace suponer que se trataba de una especie de taller flotante.[9]
En el Antiguo Egipto el bronce comenzó a usarse durante el Protodinástico, hacia el 3150 a. C.,
aunque nunca llegó a sustituir del todo a la piedra como elemento básico para la fabricación de
artefactos (debido a la escasez de materia prima).[10] Poco tiempo después, sobre el 3100 a. C.,
se produjo la unificación del Alto y el Bajo Egipto, dando comienzo la Época Tinita que
comprende la I y II dinastías. La capital se trasladó de Nejen (Alto Egipto) a una nueva ciudad,
Menfis, edificada en los límites entre el Norte y el Sur. Fue en esta época arcaica cuando se
adoptaron los símbolos y se establecieron los mecanismos administrativos que se reprodujeron
como una constante a lo largo de toda la historia egipcia.
El Magreb recibió algunas influencias de los grupos culturales del Bronce europeo, como lo
demuestran los hallazgos relacionados con las tradiciones del vaso campaniforme encontrados
en Marruecos. A pesar de ello, la región no produjo su propia metalurgia hasta la colonización
fenicia (hacia el 1100 a. C.).
El África subsahariana, como se ha dicho más arriba, permaneció ligada a las formas de vida
neolíticas hasta que se desarrolló la metalurgia del hierro en la cuenca del río Níger (sin pasar
por las del cobre y bronce)...
Al menos eso se creía hasta antes de las excavaciones
arqueológicas del inglés Thurstan Shaw en los yacimientos de Igbo Ukwo, Igbo Richard, e Igbo
Isaiah en Nigeria en 1959; donde halló multitud de bronces (collares, cráneos y figuras de
leopardo, rostros escarificados, entre muchas otras) elaboradas su mayoría con la técnica de la
cera perdida. Tales hallazgos se dataron más o menos hacia el siglo IX o X d. C.
El estudio del Egeo se ha subdividido tradicionalmente en tres zonas bien diferenciadas, pero
interrelacionadas entre sí:
Creta: Minoico
Las red de intercambios calcolítica siguió propiciando el desarrollo conjunto de toda la región
egea. Se mejoraron las técnicas constructivas navales, lo que permitió aumentar las
capacidades de carga y la autonomía de los viajes. Estas mejoras condujeron a la colonización
de islas con pocos recursos y a la creación de emporia, en los cuales la riqueza acumulada
provocó la aparición de grupos privilegiados que la acapararon para su disfrute y perpetuación
como tales. Así, una serie de ciudades-estado independientes comenzaron a imponer sus reglas
del juego a las comunidades agrarias periféricas, esquema que se mantuvo durante el posterior
desarrollo clásico del Egeo. Sobre el 2500-2400 a. C., muchos asentamientos fueron destruidos
por incendios, tras los cuales, solo los de Creta consiguieron mantener su nivel de complejidad
anterior, mientras los centros cicládicos y continentales comenzaron a estar supeditados cada
vez más a los minoicos.[11]
Doble hacha de bronce minoica. Ajuar del Tholos abovedado de Messara, Creta (Grecia)
La civilización minoica hundía sus raíces en el Neolítico preindoeuropeo. Su economía era
mixta, agraria y comercial, basada en los cereales, la arboricultura (olivo y vid) y una ganadería
de ovicaprinos. Sus divinidades eran mayoritariamente femeninas y no se han encontrado
estructuras defensivas en sus asentamientos; ambos datos nos indican que se trataba de una
sociedad poco beligerante. Asimismo, la ausencia de defensas y la abundancia de elementos
religiosos en los palacios ha llevado a interpretarlos como monasterios-capital, en los cuales
conviviría el poder religioso y el secular. Es una de las primeras culturas europeas con
evidencias de escritura: pictogramas similares a los egipcios (pero sin descifrar) en estos
primeros momentos.[12]
Aparecen también los tholoi, que son construcciones de planta circular, cubiertas por una
bóveda o una falsa cúpula. Mientras, en las islas Cícladas se usaban cistas con forma
trapezoidal, con inhumación individual y en Grecia continental, el rito funerario consistía en la
inhumación colectiva en tumbas de cámara.
En el Egeo se estableció un área de intenso comercio con el metal de Chipre, donde existían
minas de cobre; el estaño se traía incluso de las islas británicas. Según algunos autores, hasta
el 2300 a. C. no se consiguió en Creta producir verdadero bronce, la aleación del cobre con el
estaño.[13] Con respecto a la cerámica, en las islas Cícladas predominaban las decoraciones
impresas e incisas, mientras que en Grecia continental la cerámica llevaba un engobe rojo y en
Creta la decoración más frecuente era la pintada.
Enterramiento en cista típico de la primera fase de la cultura de El Argar, final del Bronce Antiguo.
El tránsito entre el Calcolítico y el Bronce se manifiesta a través de unos signos de crisis que se
producen durante la segunda mitad del III milenio a. C. y que son, entre otros:
Sustitución de los enterramientos colectivos por otros individuales, que pasaron a situarse en
el interior de los poblados.
Copa argárica en terracota procedente del sureste de la península ibérica. II milenio a. C. (Bronce Pleno).
Todo ello prueba la existencia de un alto grado de especialización laboral y de una compleja
organización de la distribución de la producción, unidas a un acceso desigual a la riqueza,
constatado en los ajuares funerarios. Estos, durante el Argar A, aparecen en enterramientos
individuales en covachas o cistas rectangulares excavadas en el piso de las mismas viviendas y
presentan una gran diversidad tanto cuantitativa como cualitativa, lo que ha permitido
establecer la existencia de varias clases sociales y de asentamientos que funcionarían como
centros directivos (El Argar, por ejemplo).[14]
La utilización del vaso campaniforme como objeto de lujo y ligado al mundo funerario perdura
durante estos momentos iniciales del Bronce aunque su uso es más frecuente en el norte que
en el sur de la península.
En estas etapas iniciales el bronce se usaba poco, predominando todavía la metalurgia del
cobre. La agricultura y la ganadería seguían siendo las bases económicas principales. La
producción se incrementó con el uso del carro y del arado, lo que aumentó los excedentes. Gran
parte del comercio se desarrollaba en canoas que remontaban los cursos fluviales y las costas,
relacionando las regiones del norte de Europa con las mediterráneas. Los asentamientos solían
ser de dos tipos, según su localización geográfica:
En el este y el sur, eran hábitats situados estratégicamente, a veces con sistemas defensivos.
El bronce fue introducido hacia el año (1800-1600 a. C.). Destacan dos grupos culturales:
Unetice o Aunjetitz y Otomani.
Los grupos de Unetice abarcaban el área de la actual República Checa, Alemania centro-sur y
oeste de Polonia. Basaban su economía en la cría de bueyes, caballos y cerdos, así como el
cultivo de cereales. Explotaban minas de cobre, estaño y oro, y establecieron amplios contactos
comerciales que abarcaron desde el Báltico hasta la Grecia micénica y las islas británicas.
Vivían en aldeas situadas sobre colinas y rodeadas de empalizadas de madera. Practicaban la
inhumación individual en fosas y cistas generalmente, pero también en tinajas o en túmulos.
Los grupos de Otomani se desarrollaron en los Balcanes, Hungría y Eslovaquia. Sus poblados
presentan grandes fortificaciones y sus ajuares tienen una mayor proporción de armas que de
útiles, lo cual les confiere un claro carácter guerrero. Parece que disponían de una gran
movilidad, facilitada por el uso del caballo y el carro. El rito funerario era inicialmente de
inhumación individual bajo túmulo.
Europa Atlántica
Capa de oro de Mold, hallada en Mold, Flintshire, Norte de Gales. Realizada entre 1900-1600 a. C.
Ésta ha sido tradicionalmente una zona rica en minerales. En ella destacan las cronoculturas de
Wessex y de los Cultura de los Túmulos armoricanos.
Egeo
Península ibérica
Vaso trípode argárico, hallado en el yacimiento de El Oficio, en Cuevas del Almanzora, Almería.
Durante el Bronce Medio o Argar B los enterramientos siguieron efectuándose dentro de las
casas, pero depositando los cadáveres dentro de pithoi. Los ajuares denotan una mayor
jerarquización que en la etapa anterior, habiéndose llegado a establecer hasta cinco clases
sociales. Se ha comprobado la generalización de la herencia y una mayor esperanza de vida
para las clases sociales superiores.
A partir del 1650 a. C. se ha constatado una desestabilización de la sociedad argárica en la cual
confluyeron factores como el agotamiento de los campos y bosques, la modificación de los
sistemas productivos y posibles conflictos internos. Todo ello condujo a una decadencia
irreversible y el abandono de los poblados hacia 1500 a. C.[17]
También los yacimientos ligados al Bronce Manchego tienden a desaparecer a partir del
1500 a. C. Se ha supuesto que los grupos meseteños de Cogotas tuvieron algo que ver, ya que
se ha encontrado cerámica de ellos en las fases finales, pero es posible que también se
produjera un deterioro climático.
Europa central
• Espada de lengüeta
• Hacha de talón.
El bronce medio abarca en esta región entre 1600-1200 a. C. y se identifica con la cultura de los
Túmulos, caracterizada por los enterramientos individuales bajo túmulos. Estos solían ser casi
siempre de inhumación, aunque también hay constatadas incineraciones, y denotan un alto
grado de estratificación social. Esta costumbre funeraria se extendió desde el Rin hasta los
Cárpatos occidentales y desde los Alpes al mar Báltico, ocupando aproximadamente el área de
los anteriores grupos de Unetice, de los cuales son herederos. Los asentamientos excavados
son poco abundantes, ya que estaban construidos con madera y materiales perecederos, por lo
que no se ha conservado casi nada. No eran muy grandes y estaban situados tanto en zonas
altas con defensas naturales como en el llano. A veces, los primeros se encuentran rodeados de
murallas de madera y tierra, con uno o más fosos, siendo sus viviendas de planta rectangular o
trapezoidal. Los túmulos tenían planta redonda u ovalada, y estaban rodeados exteriormente por
un círculo de piedras. Los ajuares estaban claramente diferenciados por sexos, siendo de armas
para los hombres y con adornos para las mujeres, casi siempre en bronce. Es frecuente
encontrar depósitos de restos óseos animales en los enterramientos, al igual que la existencia
de enterramientos dobles.[18]
Europa nórdica
La explotación del ámbar permitió conseguir, a través de las redes comerciales que existían
desde el Neolítico el cobre y el estaño necesarios. Existen algunos talleres locales de fundición
y recibieron influencias funerarias de los grupos de los Túmulos: las sepulturas son tumulares,
agrupadas en necrópolis y situadas a veces a lo largo de vías naturales de comunicación. Los
ajuares funerarios son ricos y en ellos prevalecen claramente las armas.
Mediterráneo central
Europa Atlántica
Los ajuares son más pobres que en épocas precedentes. En Francia la producción metalúrgica
fue de poca entidad, destacando la fabricación de hachas. Las Islas Británicas mantuvieron una
relación intensa con el continente; en ellas el rito funerario era de incineración en urnas con
escasos metales en los ajuares.
El cataclismo producido por la llegada de los Pueblos del Mar tuvo como consecuencia, a
finales del Bronce Reciente, que el Mediterráneo oriental experimentara cambios que
afectaron a los Imperios, Estados, reinos y ciudades desde el Mediterráneo central hasta la
Alta Mesopotamia, al mismo tiempo que aparecían pueblos como los Filisteos, Arameos, el
asentamiento de Israel, los reinos de Moab y Edom, etc., que tendrán un mayor protagonismo
en los siglos posteriores.[21]
Egeo
Espadas de bronce micénicas (1300-1100 a. C.)
Estos ajuares, con abundantes metales preciosos, nos hablan de una élite poco numerosa, que
acumulaba la riqueza en sus manos y era la clase dominante. La sociedad micénica estaba muy
jerarquizada, con una clara diferenciación en las sepulturas de soberanos, aristocracia,
trabajadores y artesanos. La cerámica se caracteriza por tener pintura brillante de colores rojo o
negro sobre fondos claros.
Hacia el 1200 a. C. esta sociedad desapareció bruscamente y con ella todo rastro de escritura,
entrando la región entera en la llamada Edad oscura. Pero no hay una ruptura, ya que se puede
establecer una clara continuidad cultural con las época arcaica y clásica posteriores sobre la
base de documentos como la Ilíada y la Odisea, cuyos argumentos remiten directamente al
mundo micénico del II milenio a. C.[22]
Península ibérica
Cerámica decorada con boquique relleno de pasta blanca, San Román de Hornija, Valladolid (Cogotas-I, 1100-800 a. C.)
Tras el declive de los grupos del Argar y Las Motillas en la etapa anterior, durante el Bronce
Tardío destacó en la Meseta la cultura de Las Cogotas, sociedad fundamentalmente ganadera
(bóvidos y ovicápridos) y con una cerámica decorada con boquique y escisiones, cuyo uso fue
extendiéndose paulatinamente a la periferia mesetaria. Aunque los asentamientos no son bien
conocidos, denotan una clara continuidad desde finales del Neolítico, estando situados cerca de
los ríos, en sus cuencas medias y bajas. Se supone que debían estar formados por cabañas
hechas con materiales perecederos, que dejan pocas huellas arqueológicas, y albergarían unas
pocas decenas de individuos. Los enterramientos se efectuaban en fosas o silos localizados en
el mismo poblado y eran individuales, dobles o triples, con ajuares que incluían ofrendas
animales.[24]
Europa Central
A partir del siglo XIII a. C. comenzó a extenderse la costumbre funeraria de la incineración, con
el consecuente depósito de las cenizas en unas características urnas de cerámica, que se
enterraban en hoyos practicados en la tierra, formando extensas necrópolis. Estos rasgos
fueron típicos de los grupos de los campos de urnas, que llegaron a difundirse desde el Danubio
y el Báltico, por oriente, hasta el mar del Norte y el nordeste de la península ibérica en occidente.
Pero estos grupos no formaron ningún ente cultural homogéneo, sino que simplemente
asimilaron una moda, manteniendo en muchos casos sus estrategias económicas y sociales
anteriores.[25]
En su área central de distribución solían vivir en poblados con defensas artificiales o naturales;
en ocasiones ambas. Las casas se realizaban mayoritariamente en madera y barro, con forma
rectangular y trapezoidal. Lo común era el rito de incineración, aunque hubo también otras
variantes:
Fosas grandes
La deposición y orientación de los cuerpos inhumados es también muy variada. Los ajuares
eran muy sobrios y homogéneos en comparación con las épocas anteriores y posteriores,
consistiendo en cerámicas o metales, que, como mucho, alcanzaban las seis unidades. A veces,
una o varias urnas estaban delimitadas por fosos, creando unos recintos de planta circular o
cuadrangular que se suponen rituales.[26]
Se han encontrado en abundancia molinos de piedra, azuelas de bronce y hoces, así como
algunos graneros. Se detecta una clara proliferación de oficios y cierta especialización
artesanal. Con respecto al comercio, se intensificaron las relaciones comerciales y mejoraron
los transportes, con el uso del carro y del caballo como animal de tiro. Se comerciaba con la sal
y se inició la producción de vidrio. La cerámica y la orfebrería experimentaron un gran auge,
multiplicándose también los centros metalúrgicos.
Europa nórdica
Esta región se la ha identificado con los grupos de Montelius, continuadores de las tendencias
anteriores. Los poblados se ubicaban a veces en zonas de fácil defensa, estando formados por
casas de barro o de madera, con planta oval o rectangular. Los enterramientos se agrupaban en
grandes necrópolis, generalizándose el rito de incineración. Se han encontrado vasos y otros
objetos de oro.
Europa Atlántica
Aunque se acentuó la influencia de los campos de urnas, sobre todo en las armas, también se
han detectado diferencias regionales, así como ciertas influencias fenicias.
La economía era
agrícola y los caballos tenían una doble función: como elementos de prestigio y como animales
de tiro.
Mediterráneo Central
En el sur de la península itálica se dio un importante comercio con Grecia y con el norte de la
propia península. Hay necrópolis de incineración, con cremaciones individuales. Los
asentamientos solían situarse en lugares elevados que se fortificaban mediante murallas. La
cerámica estaba hecha a mano.
Mientras, la guerra de Babilonia contra Asiria y Elam provocó la disolución de la dinastía casita
en 1154 a. C.; unas décadas después, Elam volvió a desaparecer de la historia tras el saqueo de
Susa, su capital. Hacia 1050 a. C., Asiria también se sumió en el silencio durante más de un
siglo. Los escasos testimonios finales hablan de interminables escaramuzas fronterizas
mientras los reyes intentaban contener las migraciones masivas de arameos y mosji.
Los sucesos son conocidos solo a partir de un puñado de fuentes, como las Cartas de Ugarit y
los relatos egipcios sobre los "pueblos del mar". Pasado el año 1050 a. C., desaparecen los
escritos, y todo el período de 1050 al 934 a. C. es considerado como una época oscura. Pero tal
colapso habría que redefinirlo, ya que una época oscura es básicamente un período de tiempo
durante el cual la élite social deja de producir monumentos y documentos escritos.
En el subcontinente indio los objetos de bronce aparecieron con la eclosión de la cultura del
valle del Indo, durante la cual los habitantes de Harappa y otras ciudades de la región
desarrollaron nuevas técnicas metalúrgicas que les permitieron fundir cobre, bronce, plomo y
estaño. La cronocultura de Harappa (entre 1700-1300 a. C.) coincide en parte con la transición a
la Edad de Hierro (Periodo védico), por lo que resulta difícil datar el Bronce adecuadamente.
Gefuding gui, bronce con dos asas correspondiente a la dinastía Shang (1600–1046 a. C.).
En la actual Tailandia (en Ban Chiang) han sido descubiertos artefactos de bronce datados
hacia el 2100 a. C.[29] En la península de Corea el bronce apareció hacia el 1000 a. C. por
influencia de las culturas de Manchuria, aunque consiguió adoptar caracteres específicos en
tipologías y estilos, sobre todo en los artefactos rituales.[30] También han salido a la luz
tambores de bronce pertenecientes a la cultura Dong Son, originada alrededor del delta del río
Rojo, abarcando el norte de Vietnam y sur de China, donde se produjeron a partir del 600 a. C.
Véase también
Bronce Manchego
Civilización micénica
Civilización minoica
Cultura argárica
Cultura de Unetice
Referencias
16. The Armorican Tumuli of the Early Bronze Age, A Statistic Analysis for Calling the Two Series
into Question, Mareva Gabillot et al.
21. Pérez Largacha, Antonio (2003). «El Mediterráneo Oriental ante la llegada de los Pueblos del
Mar» (http://revistas.ucm.es/index.php/GERI/article/view/GERI0303120027A/14184) .
Gerión. Revista de Historia Antigua (Universidad Autónoma de Madrid) 21 (1): 27. ISSN 1698-
2444 (https://issn.org/resource/issn/1698-2444) . Consultado el 7 de agosto de 2017.
28. Shang and Zhou Dynasties: The Bronze Age of China Heilbrunn Timeline (http://www.metmus
eum.org/toah/hd/shzh/hd_shzh.htm) Consultado 13-05-2010
29. Museum.upenn.edu (ed.). «Bronze from Ban Chiang, Thailand: A view from the Laboratory» (ht
tps://web.archive.org/web/20110427023505/http://penn.museum/documents/publications/e
xpedition/PDFs/43-2/Science.pdf) . Archivado desde el original (http://penn.museum/docu
ments/publications/expedition/PDFs/43-2/Science.pdf) el 27 de abril de 2011. Consultado
el 17 de enero de 2010.
Bibliografía utilizada
Blasco, Mª Concepción (1993). «El Bronce final». Madrid (primera edición) (Editorial Síntesis).
ISBN 84-7738-195-X.
Eiroa, Jorge Juan (1996). «La Prehistoria. La Edad de los Metales». Madrid (primera edición)
(Ediciones Akal). ISBN 84-7600-981-X.
— (2010). Prehistoria del mundo (primera edición). Barcelona: Sello Editorial. ISBN 978-84-
937381-5-0.
Kinder, Hermann; Hilgemann, Werner (2000). «Atlas histórico mundial. (I) De los orígenes a la
Revolución Francesa» (https://archive.org/details/atlashistoricomu00kind) . Madrid
(vigésima edición) (Ediciones Istmo). ISBN 84-7090-005-6.
Bibliografía adicional
Lull, Vicente; González Marcén, P.; Risch, R. (1991). Arqueología de Europa, 2250-1200 A.C.: Una
introducción a la Edad del Bronce. Madrid: Editorial Síntesis, S.A. ISBN 978-84-7738-128-0.
Hernández Alcaraz, Laura; Hernández Pérez, M.S., eds. (20 al 22 de abril de 2002). «La Edad
del Bronce en tierras valencianas y zonas limítrofes». Jornadas celebradas en Villena.
ISBN 9788477844402.
Enlaces externos
Edad del
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