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La brecha digital y su impacto en la educación.

Si bien cada adelanto tecnológico puede leerse en primera instancia como un progreso social,
ese progreso no llega a todos los estamentos sociales por igual. Siempre, inicialmente o a veces
por un largo período, hay sectores sociales a los cuales esos adelantos no benefician, y la
diferencia entre los que sí están integrados a esa nueva tecnología y los que no, marca
desniveles en el acceso, uso y beneficios que esas nuevas tecnologías suponen para la sociedad.
Con Internet se repite la historia. Sin embargo, la escuela puede cambiar la tendencia en la
medida en que jóvenes de distintos sectores sociales accedan a esas tecnologías.

1. La teoría de la brecha de desniveles de conocimiento

La teoría del knowledge-gap, o de desniveles de conocimiento fue planteada por Tichenor-


Donohue y Olien en 1970, y está constituida por una serie de estudios sobre la difusión de
conocimientos, campañas informativas y la difusión de innovaciones en el ámbito de las políticas
sociales, particularmente en los países en vías de desarrollo. El planteo de la teoría es que: "la
difusión a gran escala de las comunicaciones de masas se interpreta generalmente como un
indicador de modernización, de desarrollo social y cultural, vinculados a movimientos
informativos disponibles para la libertad y la equidad".(1) Sin embargo, "los media (medios
masivos) reproducen y acentúan desigualdades sociales, son instrumentos del incremento de
las diferencias, no de una atenuación de ellas, y hacen surgir nuevas formas de desigualdad y
de desarrollo desigual".(2) Este planteo echa por tierra a todas las posiciones apologistas de los
medios, que plantean que éstos -por su sola existencia e implementación- introducirán mejoras
en la sociedad. También cuestiona la concepción muy generalizada de neutralidad de la
tecnología. Justamente, si los medios de comunicación representan avances tecnológicos, esos
avances no son generalizables: siempre van a tender a beneficiar a unos sectores sociales sobre
otros. Como dice George Landow, "una tecnología siempre confiere poder a alguien. Da poder a
los que la poseen, a los que la utilizan y a los que tienen acceso a ella".(3) Derribado el mito de
la neutralidad tecnológica, podemos deducir a quiénes beneficia la introducción de todo nuevo
medio: "en cuanto aumenta la penetración de los media de información en un sistema social,
los segmentos de población con el estatus socioeconómico más alto tienen tendencia a adquirir
la información más rápidamente que los estratos de nivel socioeconómico más bajo, así que el
desnivel de conocimiento entre estos dos segmentos tiende a aumentar en lugar de disminuir".
(4)

De acuerdo a la teoría del knowledge-gap, esta diferencia en la adquisición de información tiene


que ver con dos factores y que aquí agruparemos de la siguiente manera:
a) el nivel adquisitivo para acceder a esas nuevas tecnologías. "La innovación tecnológica y
sus modalidades de comercialización y de entradas al mercado constituyen claramente unos
vectores que reproducen algunos desniveles de conocimiento que a lo mejor se estaban
cerrando en referencia a las tecnologías de comunicación más antiguas".(5) Encontramos un
perfecto ejemplo en Internet: si hasta hace unos años se podía decir que se había cerrado un
poco la brecha en cuanto al acceso a una tecnología como la televisión, hoy podemos ver que
Internet introduce una nueva diferencia entre quienes tienen acceso y quienes no.

b) el nivel cognitivo: "la familiaridad con una tecnología incrementa la disponibilidad y la


competencia hacia las otras nuevas tecnologías".(6) Es decir, aquellos segmentos sociales que
estén familiarizados con una nueva tecnología (pongamos por caso el ordenador personal)
estarán más abiertos a recibir otras innovaciones tecnológicas porque ya tienen un conocimiento
de tecnologías similares.

Los dos niveles señalados se articulan en forma complementaria con el papel de la oferta de
productos electrónicos, ya que los fabricantes de PC, al no poder apuntar a un público tan
universal debido a las diferencias en el nivel adquisitivo de los distintos segmentos sociales,
apuntarán a esos sectores que ya vienen consumiendo tecnología. Al respecto, Mercier, Plassard
y Scardigli apuntan: "el crecimiento del porcentaje de equipamiento de los hogares en
electrónica de ocio (alta fidelidad, televisión en color, etc.) le imponía a la industria encontrar
una forma de ampliar ese mercado que estaba a punto de saturarse. Y dado que el progreso
técnico permitía precisamente reducir de forma considerable el coste y el tamaño de los
ordenadores, eso les hacía aptos para el consumo de los hogares."(7) Esta lógica de la oferta
también apunta a la sobreoferta de productos a un mismo segmento social: lo que conocemos
como la carrera tecnológica, de acuerdo a la cual es necesario actualizar periódicamente el
ordenador, con las últimas versiones de software y los últimos adelantos en hardware. La oferta
sigue apuntando al mismo segmento social que ya tiene una idea formada sobre la "necesidad"
(necesidad siempre impuesta por la oferta pero no siempre considerada imprescindible por la
demanda) de esos productos.

2. Una división sin matices

Al hablar de la brecha digital (digital divide) o de conectados o no conectados a Internet, o de


cantidad de horas que los usuarios permanecen online, estamos dejando de lado otro tipo de
variables no menos importantes. Al respecto, un grupo de investigadores que realizaron un
estudio sobre este tema en Los Ángeles (EE.UU.), afirman que: "la metáfora de la divisoria
digital proporciona una oportunidad para identificar las desigualdades entre los poseedores y no
poseedores de tecnología. La traslación de la metáfora entre una comparación dicotómica entre
propietarios y no propietarios de computadoras, o la comparación de aquellos con o sin acceso a
Internet, es apropiada para estudios que se ocupan sólo de la difusión de tecnología.
Comparaciones tan dicotómicas, sin embargo, no son suficientes cuando se discuten las
consecuencias sociales de la difusión de la tecnología. Cuando el énfasis exclusivo está puesto
en la posesión de computadoras o en el acceso a Internet usando esa comparación dicotómica
de tener/no tener, la suposición es que todos los propietarios van a incorporar la tecnología en
su vida cotidiana de la misma manera y en el mimo grado, o que la diferencia en la calidad de la
conexión a Internet entre los que tienen acceso no es importante. En otras palabras, estas
mediciones introducen un elemento de determinismo tecnológico que ignora el contexto social
en el cual la tecnología es incorporada."(8) En este sentido, los autores citan el concepto de
habitus ("esquemas comunes de percepción, concepción y acción") desarrollado por Bordieu:
"aplicando este concepto en el contexto de la relación individual con la tecnología, el habitus
puede ser entendido como un principio que estructura las formas en las cuales los individuos se
conectan a una tecnología de la comunicación con diferentes metas, gustos, actitudes o
expectativas."(9) En resumen, el habitus de cada usuario que se conecta a Internet no puede
ser generalizado en esquemas como conectados o no conectados, dueños o no dueños de
computadoras personales, sino que hay muchas otras variables que escapan a esta
categorización limitada y que sirve sólo a fines estadísticos. En este capítulo no nos
detendremos en este tipo de uso definido como habitus, sino que nos basaremos en el concepto
general y abarcador -con todas las limitaciones antedichas- de inforricos e infopobres.

3. "Inforricos" e "infopobres"

Los efectos de la brecha digital (digital divide) han producido lo que muchos autores de habla
hispana denominan la división entre "inforricos" (aquellos que tienen acceso a un gran caudal de
información) e "infopobres" (quienes permanecen marginados de ese acceso a la información.
Esta división no aparece en las visiones optimistas como la del ideólogo del MIT Nicholas
Negroponte, para quien la red provocará con el transcurso de los años una democratización en
otras áreas de la sociedad. Para Negroponte, "las fuerzas que determinan la difusión del uso de
la computación no es social ni racial ni económica, sino generacional. Los pobres y los ricos son
tanto jóvenes como viejos."(10) Es decir, la brecha sería más generacional que económica. La
postura de Negroponte -basada en un determinismo tecnológico que supedita el progreso social
al progreso tecnológico, lo que lo lleva a afirmar que "cada generación es más digital que la
anterior"- ignora otros factores sociales que se tienen que dar antes que el acceso a estas
nuevas tecnologías (las necesidades básicas de alimentación, el acceso a la electricidad o al
teléfono, por nombrar algunas), factores que tienen marginados a numerosísimos segmentos
sociales en todo el mundo. Para ilustrar el tema, basta con observar los datos arrojados por las
últimas encuestas sobre la cantidad de conectados en el mundo.
Fuente: http://www.isc.org/solutions/survey#otherdoc

La empresa IPlingence demostró que los Estados Unidos concentran el 55,9% de los números IP.
El estudio World Map 07 muestra en detalle cómo se concentran los usuarios de la web alrededor del mundo, siendo
Europa en su conjunto la región que le sigue a los EEUU con un 21,5% de internautas.
En tercer lugar quedó Asia con el 14% de los usuarios, seguida por América del Sur, que representa 3,5% de números IP
activos. Oceanía ocupa el cuarto lugar con un 2,8 por ciento.
Este estudio demuestra que no hay una relación entre la concentración de población y número de conexiones, como era de
esperar, pero sí de nivel de vida y acceso a Internet.
Fuente: http://www.ipligence.com/worldmap/

Podemos ver cómo el continente africano, así como el Medio Oriente, permanecen marginados
de esta nueva tecnología. Pero no se trata de algo nuevo: en África, un alto porcentaje de la
población adulta jamás hizo un llamado telefónico.
Según datos de la Unesco pertenecientes al año 2000, en algunos países de ese continente hay
un analfabetismo que supera el 50% de la población adulta, y -como dice Castells, "antes de
pasar a la electrónica, África necesita un suministro fiable de electricidad (...) Hay más líneas
telefónicas en Manhattan o Tokio que en toda el África subsahariana."(11) Este fenómeno se
inscribe en un proceso mucho más global, descrito también por Castells de la siguiente manera:
"el ascenso del capitalismo informacional global se caracteriza por el desarrollo y el
subdesarrollo económico simultáneos y la exclusión y la inclusión sociales.(..) Existe
polarización en la distribución de la riqueza a escala global, una evolución diferencial de la
desigualdad de la renta en el interior de los países y un aumento sustancial de la pobreza y la
miseria en el mundo en general y en la mayoría de los países, tanto desarrollados como en vías
de desarrollo".(12)

Para enmarcar aún más el fenómeno, basta con citar algunos de los datos más relevantes del
Informe sobre el Desarrollo Humano 2003 del Programa de las Naciones Unidas para el
desarrollo (PNUD), que marca una tendencia claramente negativa en la década de los noventa y
lo que va del siglo XXI:

- alrededor de 54 países son ahora más pobres que en 1990

- en 21 países se ha incrementado el número de personas que pasan hambre

- en 14 países mueren más niños menores de 5 años

- en 12 países están descendiendo las matriculaciones en la escuela primaria

- en 34 países ha disminuido la esperanza de vida


- en 21 países se ha producido un descenso del Indice de Desarrollo Humano (este indicador
resume las
tres dimensiones del desarrollo humano: disfrutar de una vida larga y saludable, recibir
educación y
tener un nivel de vida digno)

Volviendo al tema que nos ocupa, Alejandro Piscitelli decía por 1998 que "la distancia que
separa a los alfabetizados tecnológicos de los analfabetos tecnológicos crece brutalmente en
Latinoamérica y otras regiones"(13). La situación -como se observa en el cuadro de conectados
en el mundo- no ha variado mucho en estos 4 años. Diego Levis también ataca la definición de
Internet como una democracia perfecta, sostenida por Negroponte: "un particular concepto de
democracia que excluye a todos aquellos que no tienen acceso a las redes y que
inevitablemente recuerda a la democracia ateniense concebida sólo para una minoría de
"ciudadanos" libres."(14) Levis, a su vez, explica los orígenes comerciales de esta visión
optimista sobre el impacto de la tecnología sobre la sociedad: "salvo contadísimas excepciones,
los teóricos del futuro telemático y los gurús del ciberespacio son activos usuarios de las redes.
Sin embargo, esto no impide que su optimismo, muchas veces desmedido, coincida en lo
fundamental con los argumentos propagandísticos de las grandes corporaciones industriales
cuyo interés principal consiste en crear mercados dinámicos que les permitan incrementar sus
beneficios."(15) Otra de las razones para tanto optimismo también tiene que ver con un
fenómeno que está generando no poca preocupación en muchos países: el control social a
través de la red. Levis escribe: "el optimismo desmesurado que acompaña al crecimiento de
Internet nos obliga a hacer referencia una vez más a la contradicción que existe entre el
potencial tendencialmente liberalizador de las tecnologías de la información y el riesgo de
control social inherente a la propia naturaleza matemática de la informática."(16) Piscitelli
también alerta sobre el fenómeno: "Jean Gusnel mostró en guerras en el Ciberespacio cómo los
servicios secretos de las distintas potencias se entrometen en las redes, vacían las bases de
datos y espían los correos electrónicos y los foros de discusión, de los otros y de las agencias
rivales, con la más absoluta impunidad." (17) Roger Fidler también comenta que "el
mantenimiento de la confianza y la privacidad en el ciberespacio se convierte cada vez más en
un problema al expandirse por el mundo las redes de CMO (Comunicación Mediada por
Ordenador) y hacerse cada vez más comerciales".(18)

En síntesis, en forma paralela al desarrollo de una creciente brecha digital entre los países
centrales y los periféricos, no hay que perder de vista otra tendencia creciente que es el uso de
Internet con fines de vigilancia y control social. Ambos factores opacan las visiones utópicas u
optimistas de la red y su influencia sobre la democracia en las sociedades.

4. La brecha digital y su incidencia en la educación: un caso argentino

Los dos factores relacionados con la adquisición de la información y desarrollados al principio de


este artículo, quedan evidenciados en la siguiente afirmación de Dominique Wolton: "el riesgo
de desarrollo de una concepción menos democrática de la información que descansa sobre una
especialización por nivel de conocimiento y capacidad financiera es real."(19) Esto quiere decir
que para llegar a un acceso realmente democrático de la información no sólo se necesita de un
nivel adquisitivo determinado, sino un nivel de conocimiento que de lugar a una alfabetización
tecnológica adecuada. Estos dos factores se pueden apreciar en los resultados de una
investigación realizada por el Instituto de Comunicación Social, Periodismo y Publicidad de la
Universidad Católica Argentina (ICOS) en el año 2000, tomando como base a seis colegios
secundarios de Capital Federal (dos de nivel socioeconómico alto, dos de nivel medio y dos de
nivel bajo). El estudio midió el nivel de integración de los chicos a las nuevas tecnologías,
entendiendo integración como la disposición de información para codificar y decodificar
mensajes y conocimientos específicos relacionados con hardware y software de diversa
complejidad.

CUADRO 1: Nivel de integración de los jóvenes a las nuevas tecnologías según


nivel económico social de la familia
Integración de los Nivel económico social
hijos a las nuevas Medio Medio Total
Medio
tecnologías bajo alto/alto
47 13 9 69
Poco y nada integrado
44.3% 11.9% 14.5% 24.9%
Medianamente 39 36 14 89
integrado 36.8% 33.0% 22.6% 32.1%
Integrado/totalmente 20 60 39 119
integrado 18.9% 55.0% 62.9% 43.0%
106 109 62 277
Total
100.0% 100.0% 100.0% 100.0%
Fuente: ICOS

Cuanto mayor es el nivel económico social familiar, más alto es el nivel de integración de los
jóvenes con las nuevas tecnologías. Mientras que el 44,3% de los jóvenes de nivel medio bajo
están poco o nada integrados, el 62,9% de los de nivel medio alto y altos están integrados o
totalmente integrados

4. 1. La diferencia entre acceso y uso

Para marcar un matiz en la integración de los jóvenes a las nuevas tecnologías, es preciso
distinguir el acceso del uso. En este sentido, el estudio de la UCA determina que el nivel
económico social condiciona más el acceso que el uso de las nuevas tecnologías, lo cual se
refleja en los siguientes cuadros.

CUADRO 2: Acceso a nuevas tecnologías según nivel económico social


Nivel económico social
Acceso a nuevas
Medio Medio Total
tecnologías Medio
bajo alto/alto
63 15 5 83
Bajo
57.8% 13.3% 7.8% 29.0%
37 44 24 105
Medio
33.9% 38.9% 37.5% 36.7%
9 54 35 98
Alto
8.3% 47.8% 54.7% 34.3%
109 113 64 286
Total
100.0% 100.0% 100.0% 100.0%
Fuente: ICOS

Mientras el 54,7% de los hijos provenientes de familias de nivel económico social medio alto y
alto tienen un alto nivel de acceso a las nuevas tecnologías, el 57,8% de los que provienen de
familias de nivel socioeconómico bajo tienen un bajo acceso a ellas.

CUADRO 3: Uso de nuevas tecnologías según nivel económico social


Nivel económico social
Uso de nuevas
Medio Medio Total
tecnologías Medio
bajo alto/alto
19 12 11 42
Esporádico
17.9% 11.0% 17.7% 15.2%
52 56 27 135
Moderado
49.1% 51.4% 43.5% 48.7%
35 41 24 100
Asiduo
33.0% 37.6% 38.7% 36.1%
106 109 62 277
Total
100.0% 100.0% 100.0% 100.0%
Fuente: ICOS

La conclusión a la que llegaron los investigadores de la UCA es que "jóvenes de bajo nivel
socioeconómico con un alto grado de motivación podrán mostrar el mismo nivel de
conocimiento y de desarrollo de habilidades que jóvenes de alto nivel económico
social igualmente motivados. La motivación, indicada por el uso, estaría demostrando
la posibilidad de achicar brechas entre los más pobres y los más ricos, cuando se ha
resuelto la posibilidad de acceso".(20)

5. Conclusiones

Se puede concluir entonces que las variables señaladas al principio como nivel adquisitivo
(variable socioeconómica relacionada con el acceso) y nivel cognitivo (variable de integración
relacionada con el uso o habitus), si bien se presentan en la realidad en forma paralela
dibujando en el mundo el mapa que divide a inforricos de infopobres, pueden funcionar de
manera independiente en la medida en que los sectores más empobrecidos de la población
mundial accedan a las nuevas tecnologías aunque la variable socioeconómica no acompañe
plenamente ese proceso. En este sentido, la escuela puede cumplir un rol fundamental en la
medida en que acerque a los jóvenes a las nuevas tecnologías, dado que -una vez enfrentados a
ellas- pueden desarrollar capacidades cognitivas importantes más allá de que esos jóvenes
pertenezcan a distintos niveles socioeconómicos.

BIBLIOGRAFIA

1- Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, (Buenos Aires), Paidós, 1994, pág.77

2- Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, (Buenos Aires), Paidós, 1994, pág.78

3- Landow, George, Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la


tecnología, (Barcelona), Paidós, 1995, pág. 211

4- Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, (Buenos Aires), Paidós, 1994, pág.78

5- Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, (Buenos Aires), Paidós, 1994, pág.79

6- Wolf, Mauro, Los efectos sociales de los media, (Buenos Aires), Paidós, 1994, pág.79

7- Mercier, P.A., Plassard, F. y Scardigli, V., La sociedad digital, (Barcelona), Ariel, 1984, pág.
59.

8- Jung, Joo-Young, Linchuan Qiu, Jack, Kim, Yong-Chan, Internet Connectedness and
Inequality, Communication research, Vol. 28 Nº 4, August 2001, pp. 507-535
9- Jung, Joo-Young, Linchuan Qiu, Jack, Kim, Yong-Chan, Internet Connectedness and
Inequality, Communication research, Vol. 28 Nº 4, August 2001, pp. 507-535

10- Negroponte, Nicholas, Ser digital, (Buenos Aires), Atlántida, 1995, pág. 206

11- Castells, Manuel, La era de la información: economía sociedad y cultura. Fin de milenio. Vol
III, (Madrid), Alianza, 1998, pág. 117.

12- Castells, Manuel, La era de la información: economía sociedad y cultura. Fin de milenio. Vol
III, (Madrid), Alianza, 1998, pág. 107.

13- Piscitelli, Alejandro, Postelevisión. Ecología de los medios en la era de internet, (Buenos
Aires), Paidós, 1998, pág. 193

14- Levis, Diego, La pantalla ubicua, (Buenos Aires), La Crujía, 1999, pág. 107

15- Levis, Diego, La pantalla ubicua, (Buenos Aires), La Crujía, 1999, pág. 108

16- Levis, Diego, La pantalla ubicua, (Buenos Aires), La Crujía, 1999, pág. 107

17- Piscitelli, Alejandro, Postelevisión. Ecología de los medios en la era de internet, (Buenos
Aires), Paidós, 1998, pág. 197

18- Fidler, Roger, Mediamorfosis.Comprender los nuevos medios, (Buenos Aires), Granica, 1998,
pag. 287.

19- Wolton, Dominique, Internet, ¿y después? (Barcelona), Gedisa,2000, pág. 106


20- Borgaminck de de la Torre, Lidia, Baquerin de Riccitelli, María Teresa, Los jóvenes y las
nuevas tecnologías, investigación realizada por el Instituto de Comunicación Social, Periodismo
y Publicidad de la Universidad Católica Argentina (ICOS) en el año 2000.

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