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Tras la máscara del aya huma

Junio revela los mejores atardeceres del año. El azul del cielo se enciende y el magenta envuelve
a las nubes en una danza de colores. No es solo porque el verano ha llegado, junio es el mes que
marca la fiesta mayor del calendario andino, es el tiempo dedicado al festejo por la maduración
de la tierra. Cada 21 de este mes, el sol se coloca en su punto más alto sobre el planeta y produce
el día de mayor duración del año.

Dentro del pensamiento andino se trata de una jornada de máxima energía, de una fiesta en la
que se celebra la conexión con los elementos de la vida. Ese festejo al sol o Inti Raymi está
comandado por un personaje majestuoso, lleno de vigor y colorido: el Aya Huma. 
El espíritu que guía 

Aya se traduce como espíritu y huma significa cabeza. Por ello, este es un ser que guía, un
orientador, no solo de la fiesta sino de la vida. Iván Chanatasig, docente de la Escuela de Arte
Pacha Callari, del barrio La Ferroviaria de Quito, explica que este personaje es la representación
de la espiritualidad andina. La cosmovisión de los pueblos de la mitad del mundo refiere que
todos los seres están compuestos de energía y ante la necesidad de personificar esa fuerza surgió
un ser en cuyas características se reflejan en el poder de la naturaleza. 
La unidad en la diversidad

Lo que más llama la atención del Aya Huma es su máscara, compuesta de varios colores. Iván
cuenta que en ella confluyen las tonalidades del arco iris, cuyo significado es la unidad en la
diversidad. Es decir, el mundo está compuesto de seres diferentes, cada uno con una
particularidad, aquello produce una riqueza cultural enorme, pero su valor se encuentra en la
unidad, en la habilidad de crear en conjunto. 

Sobre la cabeza, el Aya Huma lleva una corona que representa a la 'Sara ñusta'; es decir, a la flor
del maíz en su máximo esplendor. Recordemos que en junio se celebra la maduración de la
Madre Tierra y todo su potencial creador. Pero en el proceso de sincretismo, esas flores fueron
interpretadas como cuernos, de ahí que se empezara a llamar a estos personajes como diablos
humas, aún cuando su presencia no tiene relación con lo diabólico. 

La máscara tiene dos caras, que se interpretan como la dualidad, pero sobre todo se asocian con
la concepción del tiempo y de la construcción histórica en los Andes. La palabra 'ñaupa' significa
en kichwa antepasado y su comprensión va más allá de aquella persona que nos antecedió, se
trata de la forma de construir el presente aprendiendo del pasado, por eso el Aya Huma mira
hacia atrás, se enriquece de esa sabiduría y luego mira hacia adelante. 
También tiene cuatro especies de orejas: al frente, atrás y a los dos costados de la máscara, que
representan los cuatro puntos del planeta, los cuatro direcciones, los cuatro elementos
indispensables para la vida y a los que se les rinde homenaje en cada fiesta: agua, aire, fuego y
tierra. 

El resto de la indumentaria ha evolucionado con el paso del tiempo. Pero otra señal de la
identidad del Aya Huma es su baile, un zapateo que se hace en tres tiempos y que es una forma
de conectarse con la trinidad que forma el Sol, la Tierra y la Luna. La danza de este espíritu es
vigorosa y magnética. Es imposible no sentir que las piernas se mueven al son de las flautas y
tambores. 

Así que si este año decide participar en una ceremonia del Inti Raymi, ya puede reconocer todo
el simbolismo que encarna un Aya Huma. Para que usted y su familia disfruten de esta gran
fiesta del sol a la derecha ofrecemos una agenda con algunos actos que se realizarán durante la
semana. Pero si no puede asistir, recuerde que este es un tiempo de agradecimiento por los frutos
maduros, por la vida, el 21 de junio, salga a su patio, cierre los ojos y déjese abrigar por el astro
rey.

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