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Sofia Bernal – DNI 42101938 – Comisión Gandini

Consigna 1
El dialogo entre Atahualpa y el Fray Vicente de Valverde, ocurrido el 16 de
noviembre de 1532, es el primer choque entre oralidad y escritura en la región andina.
En la relación El descubrimiento y la conquista del Perú de Miguel de Estete 1 y en
Historia General del Perú del Inca Garcilaso de la Vega, podemos encontrar dos
maneras de relatar el hecho según el posicionamiento que le es dado a la Biblia 2 como
escritura que legitima el poder y dominación de los españoles por sobre los Incas.
En la relación de Estete, Valverde proclama que debe haber paz y que Atahualpa
“mirase lo que Dios mandaba”, entregándole el libro. Atahualpa lo mira, lo arroja y
exclama que “satisfagan y paguen lo que han hecho en la tierra” (1987: 296). Corriendo,
Valverde vuelve con el resto de los españoles y autoriza atacar a los indios. En cambio,
la relación de Garcilaso de la Vega relata una historia completamente opuesta: niega lo
sucedido y cuenta que ocurrió una serie de confusiones donde el Fraile se asusta con los
gritos de los indios y corre a pedir que “no hiciesen mal a los indios” (1916:80), cosa
que los españoles no escucharon.
Siguiendo a Cornejo Polar cuando explica que

la escritura ingresa en los Andes no tanto como un sistema de comunicación sino


dentro del horizonte del orden y la autoridad, casi como si su único significado
posible fuera el Poder. El libro en concreto, como queda dicho, es mucho más
fetiche que texto y mucho más gesto del dominio que acto de lenguaje. (2003:
41)
Se puede apreciar que esta diferencia en el relato obedece a lugares de enunciación
distintos donde la escritura está actuando en formas distintas: en la relación de Miguel
de Estete, la escritura es central y aparece como un objeto a ser entendido por el Inca y,
cuando es arrojada, habilita la matanza de los indios; puesto que no hay un problema de
entendimiento, Atahualpa es plenamente consciente y “Al ignorar la letra, Atahuallpa
está ignorando a la vez al rey y a Dios: doble ignorancia que, en la época, se confunde
en un solo pecado imperdonable” (Cornejo Polar, 2003: 31). Así, la escritura sagrada es
motivo y justificación de la matanza, la cual es vista inclusive como una victoria en
honor a Dios (Estete, 1987:297) y una demostración del poder español.

1
Es un texto atribuido y la autoría es muy debatida.
2
Varía según la fuente si es una biblia o un códice con fragmentos de los evangelios. He elegido llamarla
en el trabajo “biblia” por practicidad.
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En la relación del Inca, por el contrario, hay un desplazamiento de la centralidad del


libro: se niega que se le haya ofrecido a Atahualpa el libro y lo que ocurre es que al
fraile Valverde se le cae del regazo, siendo la afirmación de que el Inca lo arrojó una
confusión historiográfica. Así, se diluye la presencia de la escritura para “poder
imaginar una alternativa de conciliación entre el orden andino y el español” (2003: 37),
donde no se dé una lógica de dominación sino de entendimiento. Sin la presencia de la
escritura, lo que cobra relevancia es la oralidad: la Sagrada Escritura se ubica en la
oratoria de Valverde que, pese a ser “seca y áspera” (1916:74), trasmite los saberes
bíblicos. Desligado de la escritura, estos saberes cristianos pierden su componente de
dominación y pasan a ser parte de un discurso donde la cristianización no es una
imposición, sino que es aceptada libremente por los indios, idea que Garcilaso de la
Vega busca reflejar en el texto (Cornejo Polar, 2003:36).
En conclusión, la relación de Miguel de Estete posiciona a la Biblia, en tanto
escritura y palabra sagrada, como gesto de dominio español frente a la cultura andina,
legitimando su poder y accionar; mientras que la relación escrita por Garcilaso de la
Vega niega la aparición de la escritura en la escena y traslada las palabras religiosas de
la escritura al discurso de Valverde, intentando borrar de la cristianización una marca de
dominación. A su vez, mientras una relación busca la ponderación del poder español por
sobre la sociedad andina, la otra busca una alternativa de conciliación que permita el
entendimiento entre dos culturas que se rechazan pero que han de convivir en el espacio
andino.

Bibliografía
 Cornejo Polar, Antonio, “Introducción” (pp. 5-17) “El comienzo de la
heterogeneidad en las literaturas andinas: voz y letra en el ‘diálogo’ de
Cajamarca” (pp. 19-43) “Las suturas homogeneizadoras: los discursos de la
armonía imposible” (pp. 81-90), Escribir en el aire. Prólogo de Mabel Moraña.
Bibliografía de Jesús Díaz-Caballero, Centro de Estudios Literarios "Antonio
Cornejo Polar"/Latinoamericana Editores, Lima-Berkeley, 2003;
https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/3111761/mod_resource/content/1/Escri
bir-en-El-Aire-Antonio-Cornejo-Polar.pdf
 Estete, Miguel de, “El descubrimiento y la conquista del Perú”, en Crónicas
iniciales de la conquista del Perú, Edición A. M. Salas; M. A. Guérin, J. L.
Moure, Buenos Aires, Plus Ultra, 1987, pp. 288-297.
 Inca Garcilaso de la Vega, Cap. XXII, “La oración que el Padre Fray Vicente de
Valverde hizo al Inca Atahuallpa”, Cap. XXIII “Las dificultades que hubo para
no interpretarse bien el razonamiento de Fray Vicente Valverde”, Cap. XXIV
“Respuesta de Atahuallpa a la oración del religioso”, Cap. XXV “De un gran
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alboroto que hubo entre los indios y españoles”, Historia General del Perú
(1617).
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Consigna 2
En 1493, Colón escribe una carta a Luis Santángel, quien fue su financista y nexo
con la corona, desde las tierras que él consideraba parte de las Indias. Sabiendo que todo
descubrimiento está constituido por el acto mismo de descubrir y, a su vez, por una idea
previamente construida de aquello a descubrir (Sousa Santos, 2009:70), se aprecia en la
carta una construcción discursiva de los nativos como una otredad dócil y sumisa,
basada en la necesidad de mostrar un descubrimiento útil en términos de recursos.
La carta, en tanto género discursivo, siempre cumple una función comunicativa cuyo
principal rasgo es ser un dialogo diferido en el tiempo (Barrenechea, 1990: 53). En el
caso de las cartas de relación de descubrimiento, esta comunicación está delimitada por
la relación vertical entre emisor y receptor: Se escribe por obligación para dar cuenta de
lo descubierto buscando la aprobación del receptor, que tiene más autoridad (Mignolo,
1982:61). Por este motivo, la carta tiene una clara impronta descriptivista y utilitaria
donde busca detallarle a Santángel las riquezas del lugar. En este sentido, cabe destacar
que una de las primeras menciones de los habitantes de estas tierras es junto con la
descripción de un producto de alta explotación: “en estas tierras ay muchas minas de
metales e hay gente instimabile numero” (Colón, 1982:141). Esto ya marca una pauta,
que luego será constante en los relatos de la conquista, sobre la construcción del otro:
estos no poseen otro valor más que en términos de su utilidad, solo funcionan como “un
recurso o una vía de acceso a un recurso” (Sousa Santos, 2009: 74).
Esta construcción del otro como recurso para la Corona moldea la descripción
durante todo el relato: Colón ocupa la mayor parte de la descripción en recalcar que son
inofensivos, amorosos y tan bondadosos que “davan lo que tenían como bestias”, junto
con la aclaración de que “no tienen fierro ni azero ni armas, ni son para ello; no por no
sea gente bien dispuesta y de fermosa estatura, salvo que son muy temerosos a
maravilla” (1982:141). Estas descripciones buscan desestimar frente a La Corona la
posibilidad de que los pobladores del lugar sean una amenaza para la expedición
comercial, además de generar una visión de docilidad que los posiciona como un
recurso provechoso.
Respecto a la descripción cultural de estas comunidades, se detalla

no vide mucha diversidad de la fechura de la gente, ni las costumbres, ni en la


lengua, salvo que todos se entienden que es cosa muy singular para lo que espero
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que determinaran Sus Altezas: para la conversión d’ellos a nuestra sancta fe, a la
cual son muy dispuestos” (Colón, 1982:143).
La aparente homogeneización presente en la población permitiría establecer
estrategias de cristianización e introducción de la cultura europea, resultando muy
positivo para los planes que la Corona tuviera con las nuevas tierras. Se presenta,
entonces, una construcción discursiva subordinada a la funcionalidad: no es un punto a
destacar cuál es la lengua de los pobladores sino el hecho de que es una sola y esto
permitiría una facilidad a la hora de convertirlos. Por el otro lado, el hecho de que estén
“muy dispuestos” a dicha conversión vuelve a posicionarlos en una condición de
sumisión y docilidad.
Por último, pese a que se intenta construir una imagen de los nativos como
inofensivos, subsiste una amenaza en los espacios aun no descubiertos: Colón no
encontró “ombres mostrudos” (1982:144), pero hay una isla con feroces de cabello
largo que comen carne humana, otra isla habitada completamente por mujeres y otra
solo por pelados y hombres con cola. Estas descripciones responden a ciertas ideas
míticas tradicionales sobre los salvajes (Bartra, 2011), pero se posicionan en un
horizonte lejano donde no es necesario contactarlos y, por tanto, no representan una
amenaza más que en un posible encuentro fortuito.
En conclusión, se puede ver en “Carta a Luis Santángel” una construcción discursiva
del otro como un recurso sumiso, cuyo desarrollo responde a la necesidad de Colón de
mostrar como un descubrimiento provechoso y no conflictivo para los objetivos
económicos de la Corona a quienes podrían ser una amenaza.

Bibliografía
 Barrenechea, Ana María, “La epístola y su naturaleza genérica”, Dispositio, 15,
39, 1990, pp. 51-65.
 Bartra, Roger, “Prólogo”, “Etnografía del salvaje medieval”, El mito del salvaje,
México, Fondo de Cultura Económica, 2011
 Colón, Cristóbal, “Carta a Luis Santángel” en Textos y documentos completos
(Edición de Consuelo Varela). Madrid, Alianza, 1982, pp. 139-146.
 Mignolo, Walter, “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la
conquista” en L. Í. Madrigal, ed., 1982, Historia de la Literatura
Hispanoamericana. Época Colonial, Madrid, Cátedra, 1982, pp. 57-117.
 Sousa Santos, Boaventura de, “El fin de los descubrimientos imperiales”, Una
epistemología del Sur, México, Siglo XXI-CLACSO, 2009.

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