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Título

El título Escribir en el aire alude a unos versos de España, aparta de mí este cáliz de César Vallejo:

Solía escribir con su dedo grande en el aire

Papel de viento […]


Pluma de carne […]
¡Viban los compañeros
a la cabecera de su aire escrito!
Y volvió a escribir con el dedo en el aire:

“¡Viban los compañeros!” Pedro Rojas3

Allí, Vallejo se esmera por “un lenguaje a caballo” entre escritura y oralidad y que, como afirma
Cornejo Polar, es un lenguaje que “se escribe”, es cierto, pero en “el aire”, sobre un “papel de
viento” y cuyo instrumento –como en la voz- es la materia del cuerpo (el “dedo” convertido en
“pluma de carne”).4

Capítulo I

El primer capítulo analiza la relación entre oralidad y escritura al margen de la filología, partiendo
de la crónica de Cajamarca. El encuentro entre el Inca Atahualpa y Vicente Valverde registrado en
la crónica de Cajamarca designa, para Cornejo, el grado cero de la interacción entre lo oral y lo
escrito y pone de manifiesto un antagonismo patente hasta la actualidad en la naturaleza
dislocada de la literatura latinoamericana. El génesis de la heterogeneidad literaria andina queda
documentada en el diálogo entre Atahualpa y el padre Valverde en Cajamarca. Allí se describe la
tensión generada por el encuentro de dos mundos completamente discordantes; por un
lado América y por el otro España, por un lado la tradición oral representada en la palabra
proveniente de la voz del supremo Inca y por el otro la tradición escrita representada en el libro
sagrado de occidente y el simbolismo de la ley allí contenida. Como señala Cornejo, este episodio
en la historia de la conquista española tuvo múltiples implicaciones de variada índole y sirvió como
referente a crónicas y otros textos posteriores.

El diálogo entre Atahualpa y Valverde, mediado por la ruptura en la comunicación, describe una
escena bilingüe en la cual Valverde en representación del imperio hispano demanda al Inca la
sujeción a la fe católica y, simbólicamente, a la corona española. Con el detalle de un mal
intérprete de por medio, surge el acontecimiento que desencadena la acción: el rechazo de
Atahualpa al libro por considerar que este es incapaz de hablarle. El gesto de resistencia que
supone arrojar el libro (autoridad) al suelo es clave para entender la complejidad del carácter
heterogéneo de las letras y la vida social de América Latina. Cornejo Polar recopila varias versiones
testimoniales del encuentro en Cajamarca las cuales transcribe partiendo de la versión más
antigua: La carta […] a la Audiencia de Santo Domingo escrita por Hernando Pizarro en 1533. A
partir del relato de Pizarro surgen un sinnúmero de versiones; unas ampliadas, otras estilizadas,
generadas gracias a la carga simbólica de este suceso que reclama una constante escritura.
Proceso de homogeneización

Pasando por las versiones de Zárate y Gómara, que aportan al discurso evangelístico; la versión
estilizada de Benzoni; la crónica “objetiva” de Cieza de León; la versión critica de Cabello de
Balboa, y la más objetiva de Martín de Murcia, Cornejo apunta al asunto de la representación de la
reacción del Inca ante el libro. También se mencionan las versiones de Pedro Pizarro como la más
corta y la de Xerex como la más elaborada donde Atahualpa se maravilla de la escritura. La única
versión del encuentro narrada por un indígena –o desde la óptica indígena- es la de Guamán Poma
de Ayala que hace énfasis en el enfrentamiento entre la voz y la letra evocando la oralidad de
forma casi obsesiva. La del Inca Garcilaso se presenta como una de las versiones más fieles,
cuidando de evidencias la validez de sus fuentes y a la vez refutando las versiones comunes –entre
ellas la de Pedro Pizarro. Garcilaso se alinea con Guamán Poma al restar importancia al libro e
instalar “el drama de Cajamarca en el horizonte de la pura oralidad.”5

Señala Cornejo que lo sucedido en Cajamarca fue un ritual de poder representado en el libro y su
condición escrita cuyo propósito dialógico no se cumplió ya que requería establecer una relación
de sumisión sobre la oralidad-es decir, que simbólicamente Atahualpa aceptara sin resistencias
someterse a los intereses que representaba Valverde. Ante la desobediencia del Inca, la escritura
irrumpe de manera violenta en el nuevo mundo, no como respuesta a una necesidad de
comunicación sino como un símbolo de orden y autoridad cuyo significado está muy ligado al de
Poder. En este orden de ideas, pues, el libro adquiere una dimensión más fetichista que textual
pues se erige más como un gesto de dominio que como un acto de lenguaje6 y deja fuera de toda
materialidad a la oralidad indígena. Como lo señala el crítico peruano, “el triunfo inicial de la letra
es en los Andes la primera derrota de la voz.[cita requerida] Lo que en el fondo Escribir en el aire pone
de manifiesto es la posibilidad de invertir el énfasis hacia el fracaso del libro como un acto
lingüístico.

La derrota de la oralidad no adquiere el sentido de tragedia hasta cuando se descubre el


verdadero carácter de la conquista. El punto central en el argumento de Cornejo Polar se articula
alrededor de la afirmación de que en los márgenes del discurso sobre la muerte de Atahualpa y
fuera del mismo se acumulan una diversidad de versiones, con frecuencia contradictorias, que
evidencian la variabilidad cultural de las conciencias históricas. Esta variedad en la forma de
recordar el suceso, otorgándole legitimidad por el hecho de ser recordado, es la manera en que se
manifiesta el carácter heterogéneo de las literaturas andinas y en general, hispanoamericanas
pues no se limitan a la narración escrita sino que recurren a menudo a las danzas rituales o
teatrales. La lectura que de estos textos hace Cornejo Polar es la de “sujetos enfrentados entre sí
dentro de un proceso cuyas etapas más cercanas no invalidan del todo las anteriores. Señala
Cornejo Polar que en estos textos funcionan dinámicas que provienen de la oralidad o de fuera del
marco de la escritura. Por lo tanto en estos discursos escénicos se concluye que la escritura no ha
desplazado del todo las normas de la expresión oral.

El pensamiento central que cruza el texto de Cornejo Polar es que el lenguaje escrito se asocia
desde el comienzo de la historia literaria latinoamericana firme, rápida y consistentemente con el
poder. Por consiguiente, se puede deducir que Escribir en el aire intenta evidenciar una
incompatibilidad radical entre oralidad y escritura como marco global de la representación de los
sucesos de Cajamarca. Incompatibilidad que se expresa en una agresividad mutua que inaugura el
espacio de contradicción en que confluyen las dos y que determinan lo latinoamericano. En "La
literatura peruana: realidad contradictoria" (1983), Cornejo Polar había afirmado que “la historia
que comienza en Cajamarca es […] la historia de una contradicción” y que la totalidad histórica y
discursiva “está tejida por y con contradicciones.”7

Capítulo II

La segunda parte de Escribir en el aire examina el discurso de la homogeneidad de –o intento de


homogeneizar- la literatura latinoamericana. El discurso emancipador proponía una comunidad lo
suficientemente integrada como para imaginarse a sí misma como nación . A partir de Garcilaso y
su autodefinición como Inca (indio) hay un reconocimiento de la alteridad, conciencia de
heterogeneidad que se propone acabar abruptamente con el discurso independentista. Como lo
define Andrés Bello, “si la nación pretende existir como tal requiere del papel homogeneizador del
idioma como productor de la imagen socializada de la comunidad."8 Ricardo Palma, uno de los
escritores andinos incluidos en el estudio de Cornejo Polar, escribe dentro de esta finalidad
propiciadora de una comunidad nacional. El discurso de Palma intenta diluir las contradicciones
que atentan contra la unidad nacional(o contra la idea de nación), creando, a través del lenguaje,
espacios homogéneos dentro de una realidad que, como señala Cornejo Polar, “es
abrumadoramente heterogénea.”

Escribir en el aire pone en evidencia la preocupación de las primeras obras de la novelística


latinoamericana por un orden social concerniente a las nacionalidades y las relaciones de familia
cuya trama se puede leer como una alegoría de la nación. Novelas como Cumandá, Aves sin
nido y Juan de la Rosa afirman el deseo por una literatura homogénea, metáfora de la nación que
sin embargo evidencia un problema de base: el de la identidad aún no resuelta. En Cumandá,
Cornejo problematiza la oblicua figuración de la nación en las aventuras que su autor, Juan León
Mera, narra. En Cumandá los problemas en la constitución de la nación ecuatoriana no se aluden
sino que su enfoque es el conflicto entre civilización cristiana y salvajismo. La diferencia entre la
oralidad y la escritura es clara: la escritura pertenece a los blancos mientras que la oralidad
pertenece a los salvajes. La familia, núcleo social básico común a las literaturas de este periodo y
el incesto como uno de los problemas dentro de la misma, aparecen como elementos altamente
homogeneizadores. En Aves sin nido, se analizan elementos igualmente alegóricos de la nación y
sus problemas a través de la imagen conflictiva de la familia y “las relaciones interpersonales que
la fundan y la rodean."9

El mestizaje así como el incesto, cumplen una función homogeneizante y este último evidencia el
asunto de un orden mal constituido, según Cornejo Polar. Juan de la Rosa de Nataniel Aguirre es,
según Cornejo, la obra que aborda más abiertamente el tema de la formación de las naciones
andinas. Juan de la Rosa constituye una historia ejemplar como forjadora de la independencia
de Bolivia y alegoriza la nacionalidad mediante las relaciones de parentesco. De nuevo el mestizaje
funciona como marco a la idea de nación. El mestizo es en tanto que elemento homogeneizador,
la prueba viviente de una “síntesis cultural”, intermediario entre criollos e indios. Afirma el crítico
que el mestizo se constituye en espacio de convergencia; espacio de homogeneidad y de
armonía.10

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