Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Y de las Correctoras
QUADS OF
GALAFRAX 1
COSMIC BOUNTY
Sinopsis
Una pequeña multitud se reunía alrededor del puesto de un vendedor. Gol podía
escuchar gritos elevados, lo que llamó la atención de Hul y la de él.
Gol podía ver el oscuro triángulo de cabello entre sus piernas. Las similitudes
visuales entre sus especies eran evidentes. Gol apostaría que ella sería
compatible sexualmente con ellos.
Lo que llamó la atención de Gol fue la manera molesta en que rodó sus
grandes y cautivadores, claros ojos verdes, mientras los aliens tiraban de
ella entre ellos. El brillo de inteligencia era obvio. Las bandas alrededor
de sus muñecas le impedían moverse o contraatacar, y había un inhibidor
vocal presionado contra su garganta.
¿Por qué la silenciaron?
―No se puede superar mi apuesta por la mujer después de que mi oferta
fue aceptada―, gruñó el Kalen. ―¿De qué sirve una criatura como esta
para un Piclar?― El Kalen tiró con fuerza sobre la parte superior del
brazo de la cautiva. La vio hacer una mueca de dolor antes de tropezar,
derrumbarse pesadamente en el sucio piso del mercado.
La ira rodó en Gol más rápido que una tormenta de fuego. Tomaría medidas
antes de perder el delicioso premio que tenía ante él. Avanzando hacia adelante,
empujó a los alienígenas que se peleaban fuera del camino y recogió a la
hembra. Sus ojos se abrieron en pánico. Ella luchó en sus brazos. ―Tranquila,
pequeña, estoy aquí para ayudarte―, susurró cerca de su oreja. Un claro
escepticismo brilló en su mirada, mientras lo miraba fijamente, pero ella calmó
sus forcejeos, colgando contra él. Gol dirigió su atención al vendedor en el
puesto.
―Vendedor―, le espetó al Jorval. Su robusto cuerpo se apresuró a ir hacia
adelante, sus orejas se elevaron por encima de su cabeza y se crisparon sus
nervios, lo que indicaba su angustia. Los Jorval eran conocidos por ser los
carroñeros de las galaxias. Muchos de los puestos en el mercado eran
administrados por ellos.
―Soy Norp, dueño de la mascota―, dijo el Jorval, dándole una rápida
reverencia de respeto.
Gol respiró su olor; nunca había olido nada tan fresco y dulce en todos sus días.
Sus brazos se apretaron alrededor de la pequeña y temblorosa hembra.
―Dispérsense, no hay nada más que ver aquí―, ladró Hul a los que todavía
miraban. La multitud se apresuró a volver a sus asuntos, aunque algunos todavía
les lanzaban miradas persistentes.
Gol se volvió hacia el vendedor, no deseoso de dejar a la mujer en sus brazos.
Su pequeño cuerpo era suave, pero muy cálido.
―Quiero deshacer sus uniones―.
―Mi señor, tal vez debería advertirle...―
―¿No oíste su orden, vendedor?―, Espetó Hul.
Cada uno y todos los demás estarían sobre el hielo. ¡Controlate! Tenía que
mantener el control por su bien y por el suyo. Todavía no tenían idea de esta
hembra, su especie o incluso si ella podía tomarlos como amantes. Pero el
simple hecho de pensarlo lo hizo sentir dolorosamente duro.
Ella les dio una expresión de esperanza. ―Entonces, ¿por casualidad vas a
llevarme de regreso a mi planeta?―
―Tranquilízate, estás a salvo con nosotros―. Gol quería que se sienta segura.
Quería hacerla sentir segura y atesorada, tanto como él quería enterrar su
dolorosa vara profundamente en ella y cabalgarla con fuerza hasta que ella
gritara de placer. Pero, aún no sabía si ella sería capaz de tomar un macho
Demos. Ella suspiró y se balanceó peligrosamente sobre sus pies. ―Lo siento,
muchachos, muchachos rojos, casi me muero de hambre por un idiota
alienígena. Tendrás que despertarme más tarde―. Katrina palideció aún más.
Él vio que sus párpados se agitaban y su cuerpo se hundía hacia el suelo. Gol se
adelantó rápidamente, tomándola en sus brazos mientras ella se derrumbaba.
―Tengo en mi mente matar al Jorval por su maltrato―, gruñó Hul, mirando por
el hombro de Gol, estudiando a la mujer ahora inconsciente. La preocupación
de Hul por ella era evidente. ―Debemos llevarla de regreso a la nave; la
alimentaremos y haremos pruebas. Quiero saber todo sobre nuestra nueva y
pequeña mascota―. Hul asintió con la cabeza. Sin perder otro momento,
llevaron su compra de regreso a las principales bahías de atraque.
Capítulo Dos
La pesadilla de alguna manera se había convertido en un delicioso sueño
erótico. Atrás quedaron las extrañas criaturas, reemplazadas por gloriosos y
musculosos tíos, cuya piel roja querías lamer, solo para ver si era dulce de
manzana.
Oh, ¿cómo se llamaban de nuevo, Gol y Hul? Sí. ¿Cómo podía olvidar a los
enormes alienígenas de dos metros trece de alto y piel roja, con pelo negro y
ojos del color del oro fundido? Hmm, un sueño rico y húmedo si alguna vez
hubo uno.
Recordó los uniformes sin mangas que llevaban, que mostraban una gran
cantidad de músculos, que le contaban su inmensa fuerza. Y allí estaba, la
pequeña Katrina Greendale, a su merced. Ahora mismo debería estar
absolutamente aterrorizada de lo que iban a hacer con ella, sobre ella. Pero la
mirada en los ojos de Gol de alguna manera sacó todo su miedo, haciendo que
deseara confiar en él, a pesar de todo.
―Todos los escaneos son positivos. Físicamente, ella difiere muy poco de
nuestras propias mujeres, a excepción de sus montículos del pecho demasiado
grandes―.
―Considero que sus montículos son muy atractivos. Me gusta cómo se sienten
en mis manos―.
Obviamente, él había tenido un buen toque de sus pechos mientras ella había
salido de cuentas. Por alguna razón, no se sintió repelida por la idea.
El otro alienígena sonaba igual que Gol, pero podía oír una pequeña diferencia.
Aun así, era una conversación extraña para estar despertando. Kat mantuvo los
párpados cerrados, deseando escuchar todo lo que pudiera antes de enfrentar la
realidad y abrir los ojos.
―¿Podemos montarla?―
Kat sintió que su estómago se apretaba ante su palabra 'montar'. Estaba claro
que querían tener sexo con ella. Su sexo se apretó ante la sola idea de eso.
Maldita sea, ¿por qué su cuerpo hambriento de sexo tenía que alegrarse con la
idea? Incluso si, mentalmente, la asustaba, bueno, un poco.
―Ella tiene una estructura ósea frágil; si se intenta realizar el montaje, debe
hacerse con cuidado. No queremos causarle angustia o incomodidad―.
Con cuidado. Al menos les importa mi comodidad. ¿Tal vez no sería tan malo
después de todo? Kat quería devolverle a su cerebro cordura.
―¿Qué hay de hacerla nuestra Sheraz? Pagué más que el precio requerido por
una novia requerida. Ella ya nos pertenece―.
―Sabes tan bien como yo, que una Sheraz tiene que ser una mujer libre, no una
propiedad. Deben elegir al conjunto de quad al que desean unirse. Además, no
sé si ella es genéticamente capaz de tomar nuestra descendencia. Ella es
demasiado pequeña y delicada para gestar quads―.
―Me temo que, si la liberamos, ella puede no elegirnos, pero la quiero tanto.
Ya monté el jodido droide dos veces. No estoy nada cerca de satisfecho.
Alértame cuando ella se recupere―.
Kat ahora sabía que era la mano de Gol la que la había estado acariciando,
haciendo que su cuerpo hormigueara.
Al oír pasos y un zumbido de la puerta, Kat esperó que estuviera sola, pero por
el movimiento que la rodeaba sabía que no era así. Esto la excitó y la puso
nerviosa.
Respiró profundamente y abrió un poco los párpados, complacida de ver que las
luces no eran brillantes y cegadoras, sino suaves. Parpadeó varias veces para
aclarar su visión, enfocando la misma cara hermosa y roja del alienígena, que la
había comprado en el mercado.
Sus ojos dorados la miraron con una mezcla de curiosidad y calor crudo.
Su lengua salió para lamer sus labios secos; ella estaba desesperadamente
sedienta. Ella también notó que su mirada siguió su movimiento. Tragó saliva,
pero terminó tosiendo, inclinándose sobre la cama en un intento por aclararse la
garganta.
―Tranquila, pequeña mascota, aquí―. Gran hombre rojo Alien levantó la
cabeza, presionando el borde de un recipiente. Líquido dulce se precipitó sobre
su lengua y en la parte posterior de su garganta. Se encontró agarrando la botella
y tragando el líquido con avidez.
―No mucho, me temo que lo saques para fuera―. Había humor en su tono
profundo y rico. Respirando pesadamente y con ligera irritación por su
diversión, le devolvió la botella roja.
―Eres demasiado pequeña para nuestras sillas. Estarás más cómoda de esta
manera. Adelante, come hasta el cansancio―.
No fue difícil dirigir su atención a la gran fuente de comida que tenían delante.
No tenía idea de qué era nada, pero no le importaba, agarrando los extraños
utensilios que había junto al plato. Ella recogió una sustancia pálida y amarilla
que se parecía mucho a huevos revueltos. Sabía a carne de res y coco. Extraño,
pero la comida era comida.
Ella comió la mitad del plato antes de que su estómago se sintiera estirado y
satisfecho por completo.
―Esto está bien―, murmuró, tratando de no hablar con la boca llena.
―Me complace que lo disfrutes. Mi hermano me dice que te llamas Kat y eres
de un planeta llamado Tierra―.
―Hermano―, la palabra rebotó en la mente de Kat. ―¿Qué hermano eres?―
―Creo que ya conociste a Gol y Hul. Soy Ric, designado curandero del
Quad―.
Su cabeza latía con el conocimiento, cuatrillizos, cuatro... uno, dos, tres...
―Entonces, ¿eres como el médico de familia? ¿Son todos idénticos?―
Su sonrisa fue amistosa. ―Sí, soy el médico de la familia, y sí, todos los quads
nacidos en Galafrax son idénticos―.
―Todos los cuatros, ¿cuántos cuatros nacen en tu mundo?―
―Todos los machos nacen en quads, solo las hembras nacen singulares―, Ric
le informó, con total naturalidad.
Si bien no parecía importarle, se sentía muy importante para ella. Era un
concepto difícil de entender, pero demonios, después de ser secuestrada por
aliens y vendida en un mercado alienígena, comenzaba a darse cuenta de que su
conocimiento del universo era extremadamente limitado y que casi todo era
posible.
―Cuéntame sobre tu mundo, pequeña mascota. ¿Cómo fue que el Jorval logró
capturar a una pequeña tan hermosa como tú?―
Kat debería haberse sentido ofendida por seguir llamándola "mascota", pero en
cambio estaba encantada de que la llamaran bella. Una mezcla de ira y pena la
recorrió, pensando en su secuestro. No es que su vida haya sido un granero de
felicidad en la tierra tampoco.
Kat agarró su maleta de su auto y caminó hacia el helicóptero, solo para darse
cuenta por el tamaño y la forma de la nave, que era diferente a todo lo que había
visto alguna vez. Sin mencionar que las criaturas que surgieron la hicieron gritar
y correr en la otra dirección. Los pequeños bastardos rata la golpearon con una
especie de arma paralizante.
Cuando la sacaron de su sucia jaula, ella pasó por todo tipo de emociones;
conmoción y negación de ser secuestrada y de que existían alienígenas y que no
eran amistosos; dolor y culpabilidad, preguntándose si había algo que podría
haber hecho para evitar ser secuestrada; y luego reflexionando sobre su vida,
cómo y dónde había ido tan mal. Finalmente, se hundió en un pozo de
desesperación, su hambre creciendo y sin comida próxima.
Pero en el fondo de su mente, no abandonó la esperanza de que de alguna
manera encontraría un camino de regreso a casa y tener un poco de venganza
por quienes la tomaron.
―Estaba sola y varada; me disparó con algo, y no pude moverme. Luego puso
un collar alrededor de mi cuello―.
Ric asintió en comprensión.
―¿Tu familia te dejó sin protección?―
―No tengo ninguna familia. Estaba viajando a un nuevo trabajo cuando se
averió mi automóvil―.
―¿Sin familia? ¿Quién te protege?―.
―Las mujeres en mi planeta no tienen protectores. Bueno, yo no. Tenía un
marido, pero ya no―.
―Tienes un mundo extraño, si las mujeres están desprotegidas. Veo lo fácil que
es capturarlas―.
―¿Eso significa que me llevarás de regreso a la Tierra?―
No había forma de que Kat tuviera esta conversación con la enorme erección de
Ric metiéndose en su trasero.
Ella se empujó de su regazo, sus pies descalzos tocando el metal vibrante del
piso de la nave espacial. Él no hizo ningún movimiento para detenerla, solo la
miraba.
Sus piernas estaban débiles, pero ella las cerro para mirarlo, feliz de que todavía
tuviera puesta su ropa en este punto.
No había forma de que Kat pudiera discutir eso, bueno, con casi todo. ―¿Y
quién puede decir que no va a ser tan malo como cualquiera de esos otros
alienígenas? Es grande, gigante rojo comparado conmigo―.
―No, no es así, pero eres realmente grande y yo soy tan pequeña. Podrías
lastimarme―.
Kat podría haberse reído de llamarse pequeña. En una escala humana, ella tenía
sobrepeso y era poco atractiva. Pero aquí, al lado de este gigante rojo, ella era
pequeña. Se sentía delicada y muy femenina junto a su masculinidad dura y
tonificada.
Ric se levantó a su altura y dio un paso adelante. Kat tomó uno de nuevo hacia
atrás.
Podía discutir hasta que su cara fuera azul, pero no cambiaba el hecho de que
estaba atrapada aquí y dependía de estos aliens Demos para su supervivencia.
Esperaba que pertenecer a ellos no fuera tan malo.
Espera, ¿pertenecer a ellos? Algo aquí no estaba del todo bien.
Capítulo Tres
―Entonces, pertenezco a Gol, ¿no?―, Preguntó ella, después de un momento
de vacilación, queriendo ser clara, y medio aceptando el hecho de que era
'propiedad'. Pero eso no significaba que tuviera que acostarse y tomar lo que
fuera que iban a repartir.
―Tú nos pertenece a todos nosotros; ninguno de nosotros tiene una posesión
solos. Todas nuestras acciones impactan en nuestros hermanos. Cuando él te
compró, te compró para todos―.
―Bueno, sí, estuve casada una vez, pero... pero... ¡no puedes esperar que tenga
sexo con todos ustedes!―
―Sé que eres frágil. Instruiré a mis hermanos para que sean amables contigo.
Prestaré un juramento solo para darte placer, y sé que mis hermanos lo
cumplirán, como soldados y somos Demos, hombres de honor―.
Desde luego, Kat era certificable de estar pensando en tener relaciones sexuales
con uno, y mucho menos con cuatro alienígenas. Ella se apartó para mirarlo.
―¿Cómo funciona, um, en tu mundo, teniendo solo una mujer? ¿Se toman
turnos?―
―Sí, uno de nosotros está siempre con nuestra mujer. Ella nunca está sola,
nunca está desprotegida, y hay momentos en los que compartimos el placer―.
―Nunca me dejaran sola, ¿alguna vez?―
Kat luchó con el concepto de nunca quedarse sola. Podría volverla aún más loca
de lo que ella misma creía.
―¿Qué pasa si me niego a tener relaciones sexuales con alguno de ustedes?―
La perversa sonrisa que serpenteaba en la cara de Ric hizo que su pulso se
duplicara.
―¿Quién dice que podrías rechazarnos?―
Otra acometida de pánico la golpeó. ―¿Me obligarías?―
El calor calentó sus mejillas. Ella quería negar sus palabras, enojada por la
traición de su propio cuerpo. ¿Era realmente loco querer al alienígena sexy y
rojo? ¡Dios, cuatro de ellos!
―No me temas. Quiero aprender cuán receptiva eres, pequeña mascota―, sus
labios murmuraron sobre su piel, antes de colocar besos suaves y abiertos en su
garganta. La cabeza de Kat se inclinó hacia atrás, permitiéndole un mejor
acceso. Su mano se deslizó por su cabello, tomando impulso con fuerza
mientras movía sus labios sobre los de ella. Ella gimió suavemente, sus manos
se deslizaron sobre sus hombros, cerrándose en puños, mientras agarraba el
material de su camiseta sin mangas, oscura. Él lamió y mordió su labio inferior.
Cualquier hilo de la realidad se hizo añicos cuando selló su boca sobre la de ella.
¿A quién demonios le importaba si era un alien? Podía besar como si nada le
importara.
En el fondo de la verdad de todo, ella había dejado que la sedujera. Podría haber
luchado más y haber hecho que se mantuviera lejos, pero realmente no quería.
Estaba sola y asustada, y él había sido la mejor cosa que había encontrado desde
su secuestro. Su mirada ardiente hablaba de un hombre o un alien que realmente
la deseaba.
―Hummm, veo el atractivo que tendrían para los hombres humanos. Los
vientres de nuestras hembras permanecen ligeramente hinchados después del
parto. Tienen una glándula del cordón, a la cual los bebés están unidos dentro
del útero. Secretan fluido nutritivo durante seis ciclos lunares. ¿Cuándo termina
el lactante humano?―
Él movió su mano hacia su otro pecho, pellizcó el otro pezón. Ella gimió,
arqueando su espalda.
―Aaah, alrededor de uno a dos años de edad...― logró decir.
―¿Tus machos disfrutan de tus montículos?―
Kat gritó cuando él bajó la cabeza, tomando el pezón del que se había estado
burlando en su boca. Su lengua se arremolinó alrededor del brote, saboreando,
explorando. Él chupó con fuerza, haciéndola jadear y retorcerse, cada tirón
tenía una conexión directa con su clítoris.
―Maldición en las Llanuras de Hielo, ¿por qué soy siempre el último en saber
las cosas? ¿Por qué nadie me dijo que Gol compró una mujer en los
mercados?―
Capítulo Cuatro
Kat se quedó sin aliento ante la intrusión, luchando por agarrar las sábanas rojas
y sedosas de la litera sobre la que yacía, cubriendo la parte superior del cuerpo.
―Bien sabes por qué. Eres el más joven―.
―Aun así, me gustaría saber algo primero para variar―, refunfuñó la viva
imagen de Ric.
―¿Él te dejó para descubrir esto? ¿Por qué no la has montado todavía?― El
quad se movió alrededor de la litera para mirarla.
―La pequeña mascota está asustada y confundida. Fue maltratada por el
comerciante Jorval―.
―Alguien tiene que darles una lección a esos Jorval―, gruñó el otro hermano
con demandante amenaza.
Antes de que pudiera protestar, Div arrancó la sábana de sus garras, mirando
ávidamente sus pechos.
―Impresionante, ¿qué especie dijiste que era?―
―Humano, de un planeta que ella llama Tierra. No se lo conoce en el Sector
Hellious, ni más allá de lo que yo sé, de todos modos―. Todavía le agarraba la
mano y tiraba de ella hacia adelante.
Kat logró apartar su mano de su agarre y trepar a la cama, mirando a los dos
hombres. ¿Cómo se atrevían a tratarla como... como una propiedad?
―Si me llamas mascota una vez más, voy a gritar―. Bueno, ella podría
amenazar con cortar algo vital, pero dudaba por su tamaño y fuerza obvia de
que nunca sería capaz de llevarlo a cabo. ―Tengo un nombre, es Katrina, ¡así
que úsalo! Puede que tenga que aceptar que tu hermano me compró, pero eso no
significa que puedas tocar, y no me importa si están acostumbrados a compartir.
No estoy acostumbrada a ser compartida―.
La expresión de asombrada sorpresa en el rostro de Div no tenía precio. Ric, que
estaba apoyado contra el borde de la mesa en la que había comido, se estaba
riendo.
―Oh, hermano, puedo haber omitido mencionar que nuestra pequeña Katrina
tiene una mente propia. Los dejaré a ustedes dos para que se conozcan. Ten
cuidado con ella. A pesar de su comportamiento feroz, es frágil. Y recuerda que
no puedes montarla hasta que Gol la tenga―.
Ric se enderezó y se dirigió hacia la puerta.
―¿A dónde vas?― Div preguntó, ahora mirándola con cautela.
―A encontrar al jodido droide, y dejar que Gol sepa que... um, la humana está
despierta y aquí contigo, solos―.
―Se llaman senos y lárgate de mí. Solo porque Ric...― Maldición. Ella se
sonrojó, avergonzada de casi admitir lo que Ric había hecho. ―No es asunto
tuyo―.
―Oh, ahí es donde te equivocas. Los negocios o el placer de mis hermanos son
nuestros. Déjame adivinar, ¿vienes de una raza donde todo es de a dos? ¿No
estoy acostumbrada a ser compartida? Bienvenida al mundo de los quads, linda
Katrina, todo se comparte. No hay secretos, no se guarda nada para uno mismo.
Y solo porque Gol te montara primero, no significa que no pueda jugar contigo
de antemano. Creo que es un motivo de orgullo ver si puedo hacerte venir aún
más duro que mi hermano―. Su sonrisa era pura travesura, mezclada con un
deseo ardiente en sus ojos dorados.
―Apuesto a que te metiste en muchos problemas cuando eras niño,
¿verdad?―. Su declaración salió como un jadeo entrecortado, mientras se
resignaba a la exploración de Div.
Kat gritó y se rió mientras él enterraba su rostro entre sus pechos. Donde Ric era
un explorador lento y seductor, Div se lanzaba directamente, lamiendo sus
pezones, chupando cada seno a su vez en la boca con gusto apreciativo.
Ella se retorció y jadeó bajo su atención. ―¿Div?―
―¿Sí, Katrina?―
―Puedes llamarme Kat, pero ¿tienes baño?―
Él levantó la cabeza. ―Ciertamente―,
Soltando su pecho, él grácilmente se bajó de la cama y la tomó en sus brazos.
―Sabes que puedo caminar―.
Él mostró una sonrisa de malcriado. ―Lo sé, pero ¿dónde estaría la diversión
para mí, si te lo permitiera?―
―Oh, está bien―. Tenía mucho que aprender. Sus entrañas volvieron a
hundirse al recordarle cuán fuera de sí estaba en este mundo extraño.
Div se rió, llevándola a un baño enorme y lujoso, con una bañera grande, toallas
mullidas y más objetos que no pudo identificar.
―Wow, no hacen nada a medias, ¿verdad?―
Él se rió entre dientes. ―Esta es la cabina del alto comandante. Mis hermanos y
yo somos comandantes de los Lords sobre el ejército permanente de Demos―.
Kat parpadeó sorprendida. ―No lo sabía. Hay tanto que no sé―. Una sensación
de sentirse fuera de su profundidad la inundó. ―Comparado contigo, no soy de
una raza muy avanzada. Hay tanto que no sé―.
Él le dio un pequeño apretón de consuelo y la puso de pie. ―No temas, pequeña
Kat, mis hermanos y yo te enseñaremos todo lo que necesitas saber―.
―Gracias, ¿podrías empezar diciéndome dónde estoy?―
Ric lo miró con una media sonrisa. ―Tenía hambre, así que la alimenté y
descubrí los placeres de sus montículos en el pecho. Es muy sensible y
receptiva, solo con chupar uno de sus brotes y un pequeño toque de su sexo, la
llevé a término en mis brazos― La jactancia de Ric habría molestado a Gol, si
no hubiera sido por Ric frotando su vara a través del material de sus pantalones,
luciendo aún más incómodo.
―Entonces, ¿no la montaste?―
―No he roto rango, maldita sea, hermano de los Llanos de Hielo. Ella es algo
excepcional. Estuve muy tentado. Si Div no hubiera entrado, creo que la habría
montado primero. No puedo volver allí. Por el bien de toda nuestra sanidad, es
mejor que te apures en montarla. En segundo lugar, no dejaría a Div solo con
ella demasiado tiempo, o él seguramente la montará primero―.
Desde el momento en que Gol la vio golpear las entrañas del Jorval, supo que la
pequeña humana de feroz corazón era la que habían estado buscando.
Todavía quedaba un miedo. ―¿Qué pasa si la liberamos y ella no nos elige?―
Ric lo miró con una media sonrisa. ―¿No somos Demos? ¿Qué hacemos mejor
por nuestras mujeres? Con una tan receptiva, la complaceré tan a fondo que
ningún otro quads entrará en su mente. Es posible que hayamos comprado su
cuerpo, hermano, pero tenemos que ganar su corazón―.
******
Una vez que le mostró el baño, le explicó que estaban en una nave de batalla,
uno utilizado para transportar tropas hacia y desde guerras y batallas. Cuando
ahondó más, descubrió que los soldados Demos trabajaban para algún tipo de
Consejo Intergaláctico, que estaba compuesto de todo tipo de razas. A menudo
se los llamaba para mantener la paz galáctica en su sector del espacio Hellious.
―Oh... ooh eso es muy bueno, un poco más duro... mmmm ¡sí, allí mismo!―
Kat estaba segura de que no podía sentirse mejor de lo que lo hizo en este
momento. Ella sonrió ampliamente al hermoso alien rojo masajeando sus pies,
mientras se empapaban en extremos opuestos de una versión alienígena de un
baño de burbujas. El agua estaba teñida de azul, y vaya figura, las burbujas
jabonosas eran rosadas. A pesar de ser un pícaro y encantador, Div también era
dulce y estaba ansioso por ver todo lo que quisiera.
―Sé que Gol me compró, incluso si ese Jorval no tenía derecho a venderme,
pero ¿qué tipo de futuro puedo esperar o no? Y por favor, se totalmente honesto
conmigo―.
Ella no pudo evitar hacer la pregunta más obvia.
―Ric me dijo que Sheraz era como una esposa―. Ella se erizó aún, no le
gustaba que fuera simplemente 'propiedad'. Sin embargo, sus acciones y
palabras a su alrededor la hicieron sentir como si fuera algo más que una cosa
para ellos.
―Ella es el corazón y el alma de los hermanos quad, son suyos para complacer,
y será quien lleve a sus hijos, y si los dioses bendicen a los hermanos, una
hija―.
―Entonces, no tengo ninguna esperanza de convertirme en Sheraz de alguien,
porque soy propiedad―.
Div parecía pensativo, mientras sus manos fuertes y dedos ágiles continuaban
frotando la planta del pie derecho.
―No, podrías convertirte en un ciudadano Demos, pero eso significa que
primero tendríamos que liberarte, entonces tendrías que ser adoptada por una
unidad familiar establecida―.
Kat se lamió los labios y se encontró con su mirada dorada, con una pregunta
muy importante en su lengua. ―¿Crees que alguna vez seré liberada?―
―Por mi cuenta, no puedo darte una respuesta. Mis hermanos y yo tendríamos
que discutir ese asunto. Valoramos a nuestras mujeres en Demos, libres o no―.
Él puso su pie a un lado, y el agua chapoteó mientras avanzaba, colocando su
cuerpo sobre el de ella, presionándola contra la pared de la bañera, su rostro
flotando a una pulgada de distancia. Sosteniéndola, dijo: ―Eres una visión,
como nunca antes había visto. Pertenecernos, como verás, no es una prueba,
sino un placer para disfrutar. Pero ¿disfrutarás de todo lo que tenemos que
ofrecer?―
Kat no vio otro recurso más que aceptar lo que ofrecían. Seguridad contra los
daños y cuatro hermanos cachas para adorarla. Diablos, ¿dónde estaba la
desventaja de eso?
Ella vislumbró su polla dura de color rojo oscuro; decir que era enorme habría
sido una subestimación. También tenía una serie de crestas lisas, siguiendo su
longitud, y su cabeza parecía una flecha roma. Señalando directamente hacia
donde quería ir.
El calor se fusionó con las mejillas de Kat. Div sonrió, se hundió en el agua,
extendió la mano sobre la bañera y la agarró del pie. La sensación de sus dedos
masajeándola la hizo derretirse. Maldita sea, él era bueno.
Ahora, ella envolvió sus brazos alrededor de su pecho. Él lanzó un gemido de
aprobación. Su brazo rodeó su cintura; el agua se deslizó de su cuerpo cuando la
levantó, sin darse cuenta de que se había movido de la bañera.
―Shhh, pequeña Kat, cierra los ojos, disfruta―. Ella obedeció su orden y él se
apartó para hacerla girar sobre el agua que fluía desde arriba de sus cabezas. Su
toque fue acariciante, mientras rozaba sus grandes manos por todo su cuerpo,
limpiando las burbujas del baño.
Sus manos la dejaron por un momento, antes de regresar, Kat frunció el ceño,
sintiendo algo diferente al tacto de Div. Cuando ella trató de darse la vuelta, él
la sostuvo en su lugar.
Era como si sus manos la tocaran por primera vez, deslizándose sobre su piel en
una acalorada exploración.
―¿Algo se siente diferente, Div?―
―Tan suave, tan hermosa―. Inmediatamente, Kat sabía que este no era Div, ni
era Ric. Entonces eso solo dejó dos hermanos para elegir.
Su toque era exigente, posesivo.
―Gol?―
Las palabras que Div le dijo acerca de que Gol llegaría para tener su primera
respuesta regresó rápidamente.
Ya muy excitada por el contacto de Div, se inclinó hacia Gol cuando él la atrajo
más cerca. Ella levantó la cara para encontrarse con su beso.
Se maravilló de la fuerza que se necesitaba para mantenerla allí. Ella no era una
pequeña mujercita. Estos hombres Demos la hicieron sentir delicada y
femenina.
Kat jadeaba por aire cuando él se echó hacia atrás, dejando besos sobre su cuello
y hombro, mordiendo y lamiendo su piel recién lavada.
―Katrina ..― Él levantó la cabeza. ―No eres una esclava. Te doy una
elección. ¿Estás segura de que quieres esto? Porque cuando comencemos, no
nos detendremos, no hasta que todos te tengamos―.
Ella pensó que era dulce que le estuviera dando una elección. Su cuerpo
temblaba con miedo y excitación ante la idea de tomar a los cuatro hermanos.
Una vez tomada la decisión, audazmente deslizó su mano por su estómago y
envolvió sus dedos alrededor de su larga y gruesa polla, viéndolo silbar
suavemente y sus ojos se oscurecieron con pura lujuria.
―Quiero esto―.
Capítulo Seis
Las palabras le fallaron a Kat, mientras la sacaba de la cascada de la ducha. Gol
y Div trabajaron en equipo para secarla rápidamente, antes de que Gol la llevara
de regreso a la cabina principal, tumbándola en la cama grande.
―Sé que no estás al tanto de nuestras prácticas sexuales. Si hacemos algo para
asustarte, o en cualquier momento tienes dolor, dínoslo y nos detendremos―.
Ella estaba profundamente conmovida por su preocupación, pero a esta altura
ardía de lujuria por él, lo que la sorprendió y conmocionó. Demasiado para
buenos modales, Kat era de huesos grandes. Se sentía más como la tigresa
ansiosa por complacer a sus tigres rojos.
―Lo haré―, susurró.
Ahuecó su pecho derecho, jugando con él, y luego bajó la cabeza para tomar el
brote en su boca. Ella gimió cuando la probó, moviendo su lengua sobre el
pezón hinchado, antes de chuparlo completamente en su boca. Su otra mano
acarició su estómago, por encima de sus muslos, y luego otra vez.
Ella gimió y se arqueó hacia atrás, sintiendo el pulso de cada tirón de su boca,
hasta el centro. Se puso más húmeda y no creía poder hacerse más exigente,
hasta que un segundo par de manos se unió a Gol. Div acarició su cuello,
colocando besos húmedos y calientes a lo largo de su escote y sobre su hombro.
Su mano palmeó su otro pecho.
―Estos montículos son una delicia, ¿verdad, hermano?― Div proclamó, antes
de bajar la boca, chasquear la lengua sobre el brote. Entre ellos, chupaban,
golpeaban y mordisqueaban su pecho, una y otra vez. Ella jadeaba y gemía,
completamente insensata por la necesidad.
Una mano se ahuecó entre sus muslos; de cual, ella no sabía y no le importaba.
Los dedos se deslizaron entre sus pliegues mojados, acariciando su clítoris.
Ella abrió los ojos y siguió sus miradas; ambos hombres estaban estudiando sus
pliegues.
―Su klei está en su cuerpo en el exterior―, Gol gruñó. Kat miró hacia abajo
para verlos estudiar su clítoris.
―¿Tus mujeres no tienen clítoris?―
―Sí, pero está justo dentro del cuerpo, aquí―. Gol hundió un dedo grueso en su
lloroso calor, doblando su dedo hacia arriba para golpear justo en su punto G.
Kat gimió con una ola de placer puro que la envolvió, cuando su dedo se frotó
contra él.
―Oh Dios, eso es lo que llamamos el punto G―, logró jadear.
Sobrecargada de sensaciones crudas, echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos
al tiempo que se venía.
Duro.
Kat apenas registró las palabras de Gol, pero sintió algo más grande que solo un
dedo conectando con la boca de su sexo. Ella gimió suavemente mientras él
lentamente se presionaba dentro de ella. Su carne cedió, estirándose alrededor
de su circunferencia. Se retiró un poco, solo para deslizarse más profundo,
repitiendo la acción hasta que estuvo asentado profundamente dentro.
Kat nunca antes había experimentado una polla tan larga y gruesa dentro. Podía
sentirlo en la entrada de su útero.
―Pequeña belleza, háblame. ¿Estás bien? Fui demasiado rudo; eres tan
pequeña y frágil―.
Gol fulminó con la mirada a Div, queriendo arrancarle la cabeza por ser tan
insensible a su... la palabra 'Sheraz' y 'nuestra' estaba estampada en su cerebro.
Ella podría ser nada más.
Sus ojos se abrieron, mirando a Hul. ―Hola―, murmuró, y luego gimió cuando
él se empujó dentro. ―Hola, pequeña mascota―.
Div, quien aún luchaba por controlar su respiración, se rió entre dientes cuando
ella gruñó e intentó golpear el pecho de Hul.
Gol notó cómo sus músculos se tensaron y sus ojos se oscurecieron, mientras
arqueaba las caderas para encontrarse con las embestidas de Hul. Pensamientos
e ideas interesantes se formaron en su mente, unos que debería probar en una
fecha posterior.
―Shhh, pequeña, todo estará bien―. Ric se arrodilló sobre sus talones y giró a
Kat, levantándola y plantando sus rodillas, antes de montarla por detrás. Div
ahora se unió a Gol, viendo a Ric follarla con golpes fuertes y constantes.
―Ella es nuestra Sheraz, ¿verdad?― El entusiasmo en la voz de Div era obvio.
Gol comprendió que la pequeña mujer los había embrujado hasta el punto de la
obsesión, y que no habría marcha atrás.
Capítulo Siete
El término "ser follada a ciegas" ahora tenía sentido completo para Kat. Respiró
hondo e hizo una mueca ante sus doloridos y tiernos músculos, protestando por
cada movimiento. ¡Hacía tiempo que no tenía relaciones sexuales, y mucho
menos había tenido relaciones sexuales con cuatro hombres extraterrestres
tremendamente musculosos, extremadamente fuertes, apuestos y con largas
pollas del tamaño de grandes pepinos! Ella luchó contra el impulso de reírse
histéricamente. Era como estar atrapado dentro de un extraño sueño, uno del
que no quería despertar.
Se desmayó después de su último clímax con Ric y no tenía idea de cuánto
tiempo estuvo dormida. A pesar de eso, nunca se había sentido tan saciada y
extrañamente contenta. Pequeños pitidos electrónicos le hicieron saber que ella
no estaba sola en la habitación.
Su cuerpo se sentía limpio y la cama en la que ella yacía también olía fresco,
libre del olor a almizcle del sexo. Obviamente, se habían ocupado de ella. Abrió
un ojo y vio que las luces de la cabina se atenuaban. Se dio la vuelta y echó un
vistazo a los cuartos.
Al otro lado de la sala se sentaba uno de los hermanos, estudiando una especie
de cuadro tridimensional, que estaba sobre la mesa. Ella observó, fascinada,
mientras él usaba su mano para manipular la imagen, volteando las cosas y
eliminando algunas cosas, antes de hablar suavemente a la computadora para
agregar algo.
Kat se sentó y se estiró, atrayendo la atención del hermano hacia ella.
―Hola, pequeña mascota―.
Kat apretó los dientes. ―Hul, sabes que no me gusta que me llamen así―.
―¿Es la modestia algo común en tu planeta?― Hul preguntó desde el otro lado
de la habitación. Él había abierto un panel del tamaño de un microondas en la
pared.
―Sí, lo es―."
―Creo que tendremos que curarte de eso, tarde o temprano―.
Kat frunció el ceño, preguntándose qué más planeaban hacer con ella.
Hul habló al panel de pared abierto. Ella parpadeó, aturdida cuando la máquina
zumbó y una bandeja de comida con una taza apareció en una neblina brillante.
―No diría demasiado rudo. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve relaciones
sexuales y ustedes cuatro no son exactamente de un tamaño pequeño, en
comparación con los hombres que lo son―. Deslizó sus piernas sobre el borde
de la cama, con los pies colgando. Cada mueble de aquí fue construido para
acomodar una altura más alta. Ella se sentía frágil y pequeña en comparación.
Hul todavía vestía el mismo uniforme forrado en negro y rojo, botas gruesas en
los pies, pantalones ajustados con lazos y aros, sin duda para atar las armas. Su
chaleco superior mostraba su sinfonía de abultados músculos rojos de los
hombros. Una serie de correas rojas a lo largo de los lados y debajo de sus
brazos se unían a las dos piezas del chaleco.
Hul se volvió, se movió a lo largo de la pared y agitó su mano. Kat se dio cuenta
de que todo el mamparo era una gran área de almacenamiento.
Abrió otro panel y buscó un instrumento largo, plateado y cilíndrico. Luego le
tendió la mano. ―Ven―, ordenó con firmeza, en un tono que no tenía poder
para discutir.
Ella vaciló, todavía no estaba segura de este hermano, pero dejó la duda en el
fondo de su mente. Puso sus pies sobre el frío suelo de metal e inmediatamente
sintió las vibraciones de la nave deslizándose por sus piernas, a través de su
cuerpo.
Caminó por el cuarto y colocó su mano pálida y temblorosa en su profundo
color rojo.
La mano de Hul se cerró sobre la de ella. Él la tiró hacia la silla. Ella jadeó
cuando él la levantó, colocándola en el asiento, sus piernas colgando unos
centímetros del suelo. Hul se arrodilló frente a ella, empujando hacia arriba el
dobladillo de su vestido de verano. Ella se tensó, mirándolo, insegura de su
intención.
―Relájate―, dijo en un tono bajo y ronco. ―Esto te hará sentir mejor―.
Unos segundos más tarde, la incomodidad que sintió se alivió hasta desaparecer
por completo. Bajó su falda tomándola de las manos y poniéndola de nuevo en
pie. Ella se estiró y se sintió bien. Él debió haber visto la pregunta en sus ojos.
―Es un inhibidor del dolor―, explicó.
―Oh, um, gracias―.
―Puedo alimentarme por mí misma, sabes―, gruño bajo, cruzando los brazos a
su frente. Su cuerpo se movió rápidamente, la irritación se apoderó de él.
Algo en el cerebro de Kat hizo clic. Sin pensarlo, se inclinó hacia adelante y dio
un mordisco, masticó y tragó. Ella jadeó, y luego comenzó a toser y ahogarse,
agitando violentamente sus brazos, cuando la horrible salchicha le prendió
fuego en la boca y la garganta.
Lágrimas llenaron sus ojos. ―Agua―, jadeó en un pánico ciego.
Un borde de taza presionaba contra sus labios; ella lo aprovechó, tragando dulce
y fresca agua.
―Tranquila, pequeña mascota―. Hul la levantó y la sentó en la cama,
rápidamente volviendo a llenar la taza. Pero el agua hizo poco para aliviar la
quemadura.
Kat se esforzó por llevar aire a sus pulmones, tratando de toser al mismo
tiempo, las lágrimas ahora corrían por sus ardientes mejillas.
Hul murmuró por lo bajo, mientras Ric le secaba las lágrimas de la cara. Un
momento después sintió otra taza sobre sus labios. Tragó una leche dulce,
espesa y con sabor a coco.
Ric tenía razón; la leche cubrió y calmó su boca y garganta ardientes, como un
bálsamo sanador.
―Gracias―, logró susurrar, antes de mirar a Hul. ―Si no lo supiera, juraría
que estaba tratando de matarme―.
Hul se levantó, luciendo formidable con las piernas separadas y los brazos
cruzados sobre el pecho, mirándola.
―Nuestro planeta es cálido. No del sol, sino de los grandes lagos de fuego que
arden noche y día. Veré si puedo tener una ropa similar hecha para ti, y ¿qué
deberíamos hacer con tu melena?―
Las manos de Kat volaron hacia su cabello, mortificadas. Su cabello debía ser
una masa absoluta de enredos.
―Um, tengo un cepillo de pelo en mi bolso, ¿si todavía tienes mi bolso?―
Empezó a trabajar en los nudos, alisando su cabello mientras Ric observaba con
evidente fascinación.
―¿Tus mujeres no tienen el pelo largo?―
―Así no. Fuera de la tradición, el cabello es corto, mejor para luchar. Incluso
nuestras mujeres lo mantienen corto, por lo que no hay necesidad de cuidarlo
más que de lavarlo―.
―En la Tierra, el cabello puede ser la gloria suprema de una mujer, o eso he
escuchado. Nos gusta hacer todo tipo de cosas con él, usarlo de muchas maneras
diferentes―.
Ella estaba un poco confundida por su acción hasta que la giró levemente sobre
la cama, haciéndose cargo de la tarea de cepillar su largo cabello.
Ella suspiró al ver lo maravilloso que se sentía.
―Hul me dijo que tienen que pelear por las mujeres en Demos. ¿Es eso
cierto?―
―Es cierto, las mujeres Demos tienen altos estándares. Cuando una mujer está
lista para convertirse en Sheraz, a menudo elegirá a uno de tres conjuntos de
quads que consideren dignos. Entonces les corresponde a ellos demostrarse en
el combate y en la cama lo valiosos que son para proteger y cuidar sus
necesidades―.
Otra ola de nostalgia y tristeza la recorrió, al sentir la diferencia en sus culturas.
―Ya veo, pero esa no será una opción para mí. Después de todo, sigo siendo
solo una propiedad―. Kat luchó por contener las lágrimas.
―Gol puede muy bien destrozarme por decirte esto, pero eres una criatura
inteligente y mereces saberlo―. Ella se tensó en sus brazos, preguntándose qué
era lo que Gol no quería que supiera.
―Oh, dulce pequeña Kat, qué equivocada estás. Todos queremos mantenerte,
desesperadamente, y es por eso que te estamos liberando―.
―Pero, pero... no entiendo―.
Ric se rió entre dientes. ―¿De qué otra forma podemos hacerte nuestra
Sheraz?―
De repente ella se dio cuenta. Su mandíbula se abrió y la sonrisa de Ric se
ensanchó. Su corazón comenzó a derretirse junto con su cuerpo, mirando la
ardiente mirada de Ric.
―¿Por qué quieren hacer eso?― Su voz sonó baja y ronca, incluso para sus
oídos. ―¿Por qué no nosotros? En este universo, cuando encuentras algo raro y
especial, lo sujetas y nunca lo dejas ir―.
―¿Crees que soy rara y especial?―, Preguntó ella, incrédula. ―No sabes nada
de mi raza, aparte de lo que has visto de mí. Yo podría ser la mujer más fea de la
Tierra, por lo que sabes. Mi propio marido no me quería porque mi cuerpo
estaba demasiado gordo para su gusto―. Las palabras brotaron de su boca antes
de que pudiera detenerlas.
La frente roja de Ric se arrugó. Maldita sea, era hermoso incluso cuando la
miraba con el ceño fruncido. Eran tan humanos, si no fuera por su piel roja y
enormes cuerpos.
Las lágrimas brotaron detrás de los ojos de Kat ante las entrañables palabras de
Ric. Tocó una cuerda profunda en su corazón. Cada momento que pasaba con
uno o todos los hermanos, el cariño que sentía por ellos aumentaba. Nunca
nadie, o mejor dicho, "nadie", la había hecho sentir tan querida, tan especial.
―Eso es muy dulce de tu parte, pero... ¿por qué Gol te haría pedazos por
decírmelo?―
―Una vez que eres libre y se completan los trámites de adopción, muchos otros
hermanos competirán por ti para que seas su Sheraz. Gol teme, como todos
tememos, que no nos elegirás―.
Capítulo Ocho
¿Encontraría ella otra ronda de cuatro hermanos más atractivos que las que ya
tenía? De alguna manera, lo dudaba mucho. La situación le dio un gran poder.
Bueno, una vez que ella fuera libre.
―Creo―, dijo lentamente, girando en los brazos de Ric para enfrentarlo, ―que
todos tenemos que sentarnos y tener una charla. Si voy a ser parte de tu mundo y
de sus vidsa, entonces quiero saber todo al respecto―.
******
Ric no pudo evitarlo cuando se trataba de esta hembra en sus brazos. ¡Ella lo
besó! Nunca una mujer lo había besado o iniciado el primer toque. Era el
hombre que debía dar el primer paso.
Su oh-tan-suave-forma se sentía tan bien presionando contra los planos más
duros de su cuerpo. No quería dejarla salir de sus brazos. Incluso por su menor
estatura, encajaba perfectamente con él y sus hermanos. No había nada en su
mujer que no pudiera ver como perfecto; su disposición, algunas palabras de su
elección y toques tiernos, y se derretía en complacer. ¡Perfecta!
Le gustaba la facilidad de Katrina, en comparación con lo mucho que tenían que
trabajar para atraer a una mujer Demos a sus camas. A pesar de un poco de
disputas de vez en cuando, por diferencias culturales, no tenían que demostrar
su fuerza y capacidad para darle placer. Las mujeres Demos no estaban
obligadas a levantar un dedo cuando se trataba de placer. Era su obligación
tocarla, probarla, besarla y llevarla a término. Entonces, incluso después de todo
el esfuerzo, no garantizaba que ellas aceptarían ser su Sheraz.
Miedo rodó a través de Ric. Agarró a Kat con más fuerza, gruñendo suavemente
ante la idea de otros quads descubriendo lo hermosa y complaciente que era. No
quería que ningún otro quad tocara lo que era suyo. Emociones crudas y
posesivas se apoderaron de él. Él y sus hermanos se asegurarían de que ningún
otro pudiera alejarla de ellos. ¡Ella era de ellos!
Gimoteos suaves y femeninos penetraron su cerebro borracho de lujuria. Su
vara estaba tan dura que estaba seguro de que podía golpear remaches
espaciales con ella. Quería estar dentro de ella otra vez. El recuerdo de lo bien
que se sentía, la forma en que su calor caliente y húmedo envolvía su larga y
dolorida vara. Fue pura dicha en una escala que nunca antes había sentido.
Apartó su boca de la de ella para probar su dulce y salada piel a lo largo de su
línea de mandíbula y garganta. Encontraba cada parte de ella adictiva. Sintió
que sus pulmones se expandían en un profundo y desesperado aliento.
―Oh, Ric―, fue su suave súplica, ―quítate esto, déjame tocarte―. Estaba
tirando de la parte superior de su uniforme.
―Cualquier cosa por ti, mi pequeña Kat―. Se apartó para ver sus ojos, oscuros
con la misma pasión. Ella lo quería a él. Ninguna mujer lo había mirado con
tanto deseo.
En un tiempo récord, se quitó la parte superior del uniforme. Le tomó todo su
autocontrol no zambullirse en ella, cuando ella sacó su pequeña lengua rosa,
dejando un rastro de humedad húmeda en sus labios rosados, llenos y carnosos.
Sus pequeños dedos se arrastraron. Él gimió ante la sensación de sus manos
corriendo por encima de su hombro, a través de su pecho, hasta su estómago
inferior.
―Tienes un cuerpo increíble; todos lo tienen ―.
No era una demanda, solo una solicitud amable, que estaba más que feliz de
cumplir.
Ella trepó a la cama, sus ojos fijos en él, sus profundidades casi coincidían con
el hambre que sentía en su interior.
―Acuéstate, por favor, en tu espalda. ¿Me dejarás explorar, como tú? ―
Él encontró su mirada cálida y verde. Casi podría matarlo, pero en las Llanuras
de Hielo, valdría la pena.
Ella movió su cuerpo sobre el suyo, su pelo cayendo sobre su hombro, rozando
su estómago, mientras ella lo tocaba cuidadosamente, explorando su piel.
Quemaba más caliente que los pozos de fuego más profundos, y gimió cuando
bajó la boca, lamiendo el pezón de su pecho. Tuvo que apretar las sábanas, para
no agarrarla y voltearla, enterrando su vara en su apretada vaina.
―Tann delicioso―. Su voz vibró contra su piel. Ella desvió su atención hacia
abajo. Nuevamente ella tomó su vara en su mano, examinándola.
―En la Tierra, el chocolate es mi dulce favorito. Pero creo que tú eres mi nuevo
favorito―. Su voz envió vibraciones a través de su eje. Ella lo tomó
profundamente en su boca, chupando con ardiente fiebre. La succión caliente y
húmeda fue increíble; cuando ella lo tomó por la garganta y tragó contra su eje,
casi se vino.
―Maldita sea, nunca pensé que pudieras saber tan bien―, dijo después de un
momento.
Ric se esforzó por levantar la cabeza, tan poderoso había sido su liberación. Se
sentía saciado, letárgico. Cada momento que pasaba con Kat revelaba nuevas
experiencias, como la sensación de absoluta satisfacción.
Tomando una respiración profunda, él la alcanzó, tirando de ella en sus brazos.
―Me impresionas; nunca me he sentido tan... tan feliz―.
Ella arqueó una delicada ceja. ―¿Nunca has tenido una mamada?―
―¿Mamada?―
Ella soltó una risita y le dio un beso en el pecho. ―Algo que espero que nunca
descubras. Me encanta tu gusto y te chuparé, a todos, si quieren que lo haga―.
―¡Oh, pequeña Kat, una vez que mis hermanos se enteren de esto, lo
exigirán!―
Su sonrisa de repente cayó, sus ojos se abrieron, y rápidamente se sentó. ―¡Oh,
Dios, soy un idiota!―
―¿Qué pasa?― Preocupado, se sentó.
Kat giró su cuerpo para mirar a Div. Ella soltó una risita y se sonrojó
hermosamente.
Div se quitó la parte superior y la dejó caer sobre la silla mientras se dirigía a la
cama. ―Es una cosa muy buena que hice para remediar el descuido de Ric―.
Sonrió diabólicamente.
―Le he dicho la verdad, hermano―, dijo Ric mientras llegaba a la cama.
Div se congeló. Su respiración se detuvo, sus manos descansando sobre la
abertura de sus pantalones, como si esperara algún tipo de respuesta de ella.
―Creo que es muy dulce de todos ustedes―.
―¿Nos elegirás?―, Preguntó Div.
Ella le dio una sonrisa descarada. ―Humm, tal vez necesito un poco más de
persuasión sobre por qué debería elegirte a ti y a tus hermanos―.
―Oh, ustedes dos, no hay sexo hasta que hayamos tenido esa charla. Y todavía
tengo hambre―. La expresión de Div se volvió triste. ―Pero, mi querida Kat,
¿vas a dejarme así?― Señaló hacia abajo el obvio y grande bulto en los
pantalones de su uniforme. Ric la vio salir de la cama y pararse frente a Div. Ric
continuó mirándolos, sonriendo.
―Oh, está bien, entonces ven...― Chilló cuando Div la levantó. Ric rodó desde
la cama y se puso de pie.
Ric negó con la cabeza, todavía sonriendo mientras Div rápidamente obedecía.
El gemido de Div llenó el aire, y la vara de Ric recuperó su atención,
conociendo la sensación de su ardiente boca en su vara. Con un suspiro, se dio
vuelta para limpiar los restos de comida que Hul había dejado. Sí, ahora que
tenían a su Kat, la vida era casi perfecta.
Capítulo Nueve
¿Qué, en las malditos Planicies de Hielo, estaba mal con él? Hul pisoteó como
un niño malhumorado a través de la nave. A través de la conexión que
compartía con sus hermanos, podía sentir el eco del placer que les brindó su
nueva y pequeña compañera.
¿Por qué no podría ser más como Ric y Div? Querer complacer y disfrutar sin
tener que controlar todo. Como soldado, necesitaba estar al mando de su mente,
su cuerpo y, sin duda, los que estaban bajo su mando. Cuando se trataba de la
hembra, ¿se esperaba que simplemente olvidara su condición de guerrero y se
doblegara y rasguñara a su antojo? Él no podía hacerlo.
La voluntad de Kat de cumplir con sus deseos le hizo olvidar todas las lecciones
que le enseñaron sus padres. Quería abrazarla, doblegarla a su voluntad,
mientras la follaba a ciegas. Él quería hacer que ella lo amara. Poco sabía, que
su corazón y su alma ya yacían en sus manos suaves y frágiles. En su mente ya
no podría haber otra.
Aun así, actuó como un bruto. Kat era frágil y preciosa. Debería haber s abido
mejor que ser tan contundente con ella. Ella ya estaba abierta y dio mucho de sí
misma. Hul se comprometió a suavizar su camino en el futuro y tratarla con el
respeto que se merecía, incluso si lo mataba. Quería retenerla tanto como sus
hermanos y haría cualquier cosa por ella.
******
Kat se enteró de que todos los buenos hermanos Demos hacían lo que su Sheraz
ordenaba. Gol explicó que, como altos señores, tenían que dar el ejemplo al
resto de la población de Galafrax. Estaban decididos a mostrarle lo bueno que
era pertenecerles. Todo lo que tenía que hacer era dar una orden y saltaban para
cumplir todos sus caprichos. La única orden que realmente los ofendió fue la
solicitud de regresarla a su planeta de origen. En este momento, Kat no tenía
ningún deseo real de regresar a la Tierra, en cualquier caso. La elección de una
vida larga y solitaria en la Tierra, o una vida llena de hombres extraterrestres
adoradores y mimosos. No era pan comido. Les pertenecía y ellos a ella, un
hecho que fácilmente aceptó.
Contuvo la risa cuando finalmente preguntó por este droide que a menudo
escuchaba mencionar. Le mostraron un video rápido, en la pantalla holográfica
del humanoide informe cubierto en el mismo tono de piel roja, de pie solo unos
centímetros más pequeña que un hombre Demos. Le recordó a Kat las muñecas
hinchadas que algunos hombres usaban en la Tierra. Solo que estos eran robots.
Un juguete inventado para ayudar a aliviar las necesidades sexuales de los
Demos. Los cuatro hermanos juraron que nunca volverían a utilizar un jodido
droide, una vez que notaron su decepción. Le aseguraron que satisfacía sus
deseos, como ninguna otra lo había hecho, o lo haría alguna vez.
Cuando describió los vibradores y los juguetes sexuales que alguna vez había
tenido en la Tierra, se quedaron en silencio aturdido, hasta que Gol declaró que
no podía vibrar, pero que podía complacerla mucho mejor que cualquier juguete
que alguna vez haya tenido. Kat se rió con ganas, acordó que nunca había estado
más satisfecha en toda su vida.
El apetito sexual de los cuatro hermanos era insaciable. Entre comer, dormir,
bañarse y aprender sobre Galafrax, la tomaron a posiciones que no sabía que
existían. Ellos preferían que ella chupara a uno de los hermanos, mientras que
otro hermano la follaba por detrás hasta que se viniera. Lo tomaban como un
desafío para ver quién podría llevarla a término más rápido. Los cuatro
hermanos trabajaban como una máquina bien engrasada. Aprendiendo de su
cuerpo y haciéndola gemir y gritar en éxtasis, antes de que ella colapsase de
cansancio, demasiado saciada para moverse más.
Kat sabía que necesitaba resolver sus problemas, y antes había acordado con
Gol tener un tiempo a solas con Hul. Gol le dio un asentimiento aprobatorio a su
pedido. Se mordió la lengua para no reír, cuando Gol marchó hacia las
comunicaciones de la nave y ladró, ordenando a Hul que entrara en sus
habitaciones, como si fuera una cuestión de vida o muerte.
―Gracias―. Tiró de su gran alfa por un beso de gratitud. Ella gritó, cuando sus
fuertes brazos se envolvieron alrededor de su cintura, levantándola de sus pies.
¿Alguna vez se acostumbraría a la facilidad con la que sus muchachos la
recogían, como si fuera una muñeca de trapo? Ella seguramente esperaba que
no. Gol devastó su boca, dejándola sin aliento y con ganas cuando él la puso de
pie, liberándola de sus brazos.
Antes de que ella pudiera protestar por la pérdida de sus brazos seguros, le
guiñó un ojo, caminando hacia la puerta. Se abrió para mostrar a Hul en el otro
lado.
―Tengo trabajo que hacer, protege a Kat―, le espetó a Hul, mirándolo furioso
mientras pasaba junto a su hermano.
Kat sofocó otra risita ante la expresión confundida de Hul.
Cuando Hul entró por la puerta, Kat vio su encantadora piel roja brillando en un
brillo de sudor. La puerta se cerró y él volvió su mirada curiosa hacia ella.
―¿Has estado ejercitándote?― Kat rompió el silencio primero.
―En entrenamiento―, corrigió.
―Me gustaría verte entrenar alguna vez; ¿Permitirías eso?―
―Lo que quieras, Sheraz―.
Enojada con su respuesta frívola, frunció los labios y lo miró. En los últimos
ciclos, Hul se desvió de su camino para asegurarse de que no estaría a solas con
ella. Se paraba de pie rígidamente, mientras ella se acercó, y la miró con una
expresión de hambre.
―Sí, lo hay―. Se acercó a la mesa. ―Que dejes de ser un asno y me digas cuál
es el problema―.
Kat sonrió y negó con la cabeza. Ella podía ver en sus ojos que luchaba con el
esfuerzo por mantenerse bajo control. Qué extraño que una simple salchicha
pueda causar tal problema.
Ella se acercó más y le puso la mano en el brazo. El leve toque la atravesó. Ella
sintió la tensión sexual en el aire.
―No se trata de quién está a cargo o quién no; se trata del equilibrio en una
relación―.
―Físicamente, estamos lejos de ser iguales. Está claro que tienes una
tecnología superior, de lo que estoy acostumbrada, pero eso no significa que no
pueda aprender. Me encanta que seas más grande y más fuerte. Me da una
sensación de seguridad. Cada acción que has tomado, desde que me rescataste
del Jorval, ha demostrado cuánto te importo. A pesar del Ossisso, sé que solo
querías compartir tu comida y cuidarme―.
―No se lo digas a los demás, pero me gusta cuando estás al mando y a cargo.
Me enciende―.
―Kat―. Su nombre sonó con un profundo gemido. Él extendió la mano,
ahuecando su rostro en su gran mano. ―Para alguien tan pequeño, ¿cómo sabes
tanto de nosotros? Traes alegría a mi corazón, como nunca creí posible ―. Sus
ojos buscaron los de ella. ―Prometí siempre ser amable contigo; No confío en
mí mismo para no lastimarte. No es el modo Demos para nosotros someter a
nuestras mujeres a nuestros caprichos―.
―Confío en ti, Hul, y eso es todo lo que importa. Y creo que ya has notado que
no soy una mujer Demos. Incluso si aprendo tus caminos, siempre seré humana.
No siempre voy a ser obediente, pero tampoco estoy exigiendo. Mientras los
tenga a ustedes cuatro, soy una mujer feliz. Hace semanas, me habría reído de
cualquiera que pensara que la vida más allá de las estrellas existía, y mucho
menos la idea de que terminaría casada con quads alienígenas. Pero ahora, creo
que todo es posible. Y quiero que también lo creas y, sobre todo, que creas en ti
mismo―.
Con una mano, sujeto ambas muñecas juntas, antes de inclinarla hacia atrás
sobre su brazo. Él la levantó, dándole más espacio para empujar hacia ella,
mientras la tiraba hacia abajo, empalándola una y otra vez.
Su orden la hizo abrir los ojos; sus miradas se enfrentaron. Sus ojos eran un
ardiente y fundido dorado de intensa pasión. Él aplastó su boca contra la de ella
en un beso brutal; su gruñido fue bajo en su garganta, y su cuerpo tembló.
En el siguiente momento, se estremeció y ella sintió su caliente semen inundar
su interior.
La empujó hacia adelante, soltando sus muñecas. Kat colapsó contra él,
chupando oxígeno que tanto necesitaba en sus pulmones. Permanecieron juntos,
ni inclinados a moverse.
―¿Estás bien? ¿Te lastimé?― Su profunda voz rompió la felicidad post-sexual.
Kat obligó a sus brazos a moverse, envolviéndolos alrededor del cuello de Hul.
Ella levantó la cabeza de sus hombros, sonriendo ampliamente.
―Mejor que bien. Puedes hacerme eso cuando quieras, mi gran chico―.
La sonrisa que dividía su hermoso rostro hizo que su corazón se derritiera. Sí,
ella definitivamente estaba condenada.
Capítulo Diez
Tres semanas con los hermanos fueron el momento más maravilloso de su vida.
Quién sabría que al ser secuestrada se enamoraría. Los cuatro hermanos se
desvivieron por asegurarse de que ella tuviera todo lo que deseaba. Cuando
declaró que la estaban mimando, los hermanos se unieron, sonrieron y besaron
sus protestas.
Cuando estuvieron todos juntos durante una comida, fue un disturbio verlos
interactuar, burlarse y molestarse mutuamente. Los hermanos estaban más que
felices de contarle historias de sus grandes victorias en batalla.
Tres de sus hombres estaban sentados a su alrededor en la cama, mientras Hul
estaba de servicio. Su espalda descansaba en el frente de Gol mientras
explicaban el proceso de adopción. En sí mismo, era simple y rápido, pero para
hacerlo oficial, tenía que irse a vivir con su familia adoptiva durante dos
semanas en Galafrax. Una semana en Galafrax igualaba a ocho días terrestres.
Después, se le otorgaría la ciudadanía completa y se le otorgarían los mismos
derechos que cualquier mujer Demos.
―Ahí es cuando tenemos permitido cortejarte―, explicó Gol.
Ella sonrió. ―¿Qué tan romántico es, y cómo hacen eso? ¿Citas para cenar y
baile?―
Kat alzó una ceja ante eso. ―¿Tiene qué? ¿Qué pasa si nadie quiere cortejarla,
entonces qué hace ella?―
―En la larga historia de Galafrax, esto nunca ha sucedido. Los machos siempre
han superado en gran medida a nuestras hembras. Nuestro deseo de tener
relaciones sexuales y de reproducirnos es un fuerte instinto―.
―Bueno, puedo ver por qué, pero todavía puedo elegir. No me veré obligada a
aceptar otro grupo de hermanos, si azotan sus culos―, ella bromeo.
Kat se sentó ante las palabras de Gol. ―No tengo que dejar que nadie más me
toque, ¿verdad?― Se giró para mirar a Gol. ―No quiero que nadie pruebe si
pueden complacerme. Son todo lo que quiero, todo lo que necesito―.
Los hermanos se miraron el uno al otro antes de que Gol la tomara en sus
brazos.
―No permitiremos que nadie te toque. Nos perteneces. Esto es simplemente
una formalidad que debemos atravesar. Nos elegirán para que primero lo
disfrutemos, luego de esa noche, declare a los oficiales que estás satisfecha con
nuestro desempeño y nos has elegido. Los otros nunca tendrán una oportunidad.
Entonces habrá terminado y podremos tener, como dices, nuestra boda―.
Kat se relajó contra Gol. ―Uf, me tenías preocupada por un momento―.
―No sabes lo mucho que nos agrada oírte decir que no quieres a otros―.
Aturdida, ella le sonrió. Ahora, feliz en su papel de boba cachonda, Kat se sintió
fortalecida por lo mucho que sus hombres siempre la querían y ella a ellos.
―En la próxima rotación, llegaremos a Galafrax―, interrumpió Ric, sacándola
de los brazos de Gol y poniéndola sobre su regazo. Automáticamente, ella
envolvió sus brazos alrededor de su cuello. ―Sugiero que hagamos lo mejor de
nuestro tiempo, antes de tener que separarnos de ti―.
―Pero solo por un corto tiempo, ¿cierto?―
―Entonces nos pertenecerás por el resto del tiempo―, declaró Gol. Los otros
gruñeron en acuerdo, más deseosos de amar a Kat hasta que una vez más no
tenía huesos y carecía de sentido.
Desde la pantalla holográfica frente a ella, que estaba conectada a la pantalla del
puente delantero, Kat tuvo una visión clara del planeta, que se convertiría en su
nuevo hogar. Era un planeta remolino con rojo, negro, marrón, amarillo y
toques de verde. Uno de los extremos estaba cubierto de blanco y azul, como
glaseado como un pudín de ciruela. En las áreas más oscuras, los puntos de luz
brillaron e iluminaban desde el lado oscuro del planeta, mostrando una gran
población. Era exótico y misteriosamente hermoso.
―¿Qué piensas?―
Miró a través de la pantalla holográfica a Div, que había ganado el sorteo para
quedarse con ella hasta que el barco atracara. ―Muy diferente de mi mundo
natal, pero es magnífico―.
La sonrisa de Div era de orgullo. ―Con el tiempo, te sentirás como en casa aquí
como nosotros―.
La nave se estremeció bajo sus pies. Div se levantó y agarró la ropa que usaría
una vez fuera de la nave. ―Ven, vamos a prepararte―.
Kat suspiró y dejó que Div envolviera la pesada tela alrededor de su cuerpo,
colocándose la capucha de la capa sobre su cabeza, casi bloqueando su visión.
La puerta se abrió bruscamente y el resto de los hermanos esperaban.
―Permítenos llevarte a casa―. Gol lo atravesó, ofreciéndole su mano.
Podía ver a otros quads alineándose para abordar las lanzaderas de transporte,
todos mirándola con curiosidad.
No había asientos, solo correas colgando de los barrotes encima de ellos. Cada
soldado se acercó, agarrando una correa. Pero no había forma de que ella
pudiera alcanzar esa altura. Un fuerte brazo rodeó su cintura, tirando
firmemente de ella contra uno de los cuerpos duros del hermano. Levantó la
vista para ver a Hul mirándola, una pequeña sonrisa jugando en sus labios.
―No te alarmes por la caída. Te tenemos y no te dejaremos caer―.
Luchó contra el creciente pánico de tantos soldados grandes en un espacio
pequeño. Si se volcaran como fichas de dominó, sin duda ella sería aplastada en
el proceso. No había otra opción que confiar en que sus quads evitarían que eso
sucediera, y nadie más parecía estar preocupado.
Sin previo aviso, la puerta del transbordador se cerró. Escuchó un zumbido, y
luego hizo exactamente lo que Hul dijo, cayeron. Kat chilló alarmada, girando
en el abrazo de Hul para envolver sus brazos alrededor de él, tratando de evitar
que su estómago terminara en su cabeza. Enterró su rostro en el uniforme de
Hul, aferrándose a él para salvar su vida, esperando a que se detuviera la
sensación de desgarro.
―Tranquila pequeña mascota―, le susurró al oído, dándose cuenta de que la
levantó de sus pies, acunándola contra su pecho. ―Terminará pronto―.
―¿Vas a revelar lo que tienes, Lord Gol? Toda la nave sabe que has estado
manteniendo a una esclava alienígena en tu alojamiento. Queremos saber qué
especie es ella―.
Kat se sintió aliviada cuando volvió a caer el silencio, pero aún podía sentir las
pesadas miradas de los hombres a su alrededor. Hul la apretó contra él.
La lanzadera aterrizó con un ruido sordo, las puertas se abrieron y los cuatro
soldados salieron, dejándolos hasta el final.
Kat miró con asombro. Las calles estaban bordeadas de tonos tierra de rojo y
marrón; las casas y los edificios eran una mezcla de estructuras pirámides de
diferentes tamaños. Las calles se colocaban uniformemente, una detrás de la
otra y se extendían por millas, rodeando una pirámide central. Kat estaba segura
de que sería cinco veces más grande que las pirámides de Giza en Egipto.
―Tenemos ese tipo de edificios en la Tierra―.
―Edificios-Qyi?― Hul cuestionó.
Esta era la primera mirada apropiada de Kat a una mujer Demos. Era casi tan
alta como los hombres, pesados con un pecho plano. No era extraño que sus
hombres estuvieran tan cautivados con sus pechos, ahora que lo pensaba. Su
cabello negro estaba teñido de matices grises, al igual que los hombres mayores
que la flanqueaban. Aparte de la forma del cuerpo, sus rasgos eran más
delicados y femeninos. Sus ojos eran de un dorado más claro, casi de color
amarillo claro, mientras miraba fríamente a Kat.
―Es un placer, pequeña humana―. Tev habló primero.
Kat recordó que por lo general siempre era el mayor que era el vocero.
―Habla en voz muy baja―, dijo Sarrbeem audazmente con el ceño fruncido,
mirando críticamente sobre ella, haciendo que Kat se sintiera cohibida, casi
como un error en la pantalla. ―Y muy pálida. No esperaba que fuera tan pálida;
se ve frágil. ¿Están seguros de que es adecuada para ser una Sheraz?― Se
dirigió a Gol y Hul.
―¿Raro?― Kat parpadeó confundida. ―Lo siento, pero estoy encontrando que
su mundo y sus costumbres son confusas. En mi planeta, es una cortesía común
ser amables el uno con el otro, sin importar el género―.
―Has estado faltando en educar a tu ser humano, Gol―, dijo Tev, antes de
volver a dirigirse a ella. ―Las mujeres Demos pueden hablar, actuar y hacer lo
que quieran, y es nuestro deber ver que se cumplan todas sus demandas―.
―¿Incluso si ofenden a todos los que los rodean?―
―Aprendemos a nunca ofendernos por lo que nuestras mujeres dicen o
hacen―, dijo Oul.
Se giró y miró a sus hombres. ―Ustedes cuatro. ¿Por qué no me dijeron eso?―
Los cuatro hermanos parecían avergonzados, mirándose el uno al otro.
―Te atesoramos por tus rasgos humanos, Kat. Pensamos que si supieras...―
comenzó Gol.
―Te gustaría ser como ellas―, terminó Ric.
Kat negó con la cabeza. ―Soy lo que soy, y no puedo ser nada más. Me lástima
que no hayan confiado en mí lo suficiente como para decirme la verdad―. Ella
enganchó sus manos en su cadera. ―¿Realmente pensaron que me convertiría
en una perra de primera clase?―
―Vemos claramente el afecto que tienes por tus elegidos. Nos esforzaremos
por terminar el proceso lo más rápido posible, para que ella pueda ser su
Sheraz―.
―Lo apreciamos. Cuídenla por nosotros; ella es nuestro tesoro―, dijo Gol,
dándole a Tev y a su hermano una reverencia respetuosa.
―Tenemos que dejarte ahora, pero regresaremos en unos días. Será peor
separarse de ti que enviarnos a las llanuras de hielo―, le dijo Ric.
Ella asintió con la cabeza, sin embargo, todavía luchaba por mantenerse quieta y
luchar contra las lágrimas, ya que cada uno se despidió de ella antes de darse la
vuelta para irse.
Permaneció allí por un momento mirando fijamente la puerta por la que sus
hombres se habían ido, deseando desesperadamente correr tras ellos.
Kat casi saltó un metro cuando una mano le tocó el hombro. Ella se giró.
―Será un honor hacer una comida para ti―. Tev desapareció rápidamente a
través de otra puerta de la habitación central.
―Tendrás que disculparme, hija mía―, dijo Riv, ―debo volver a mis
deberes―.
―Oh, no dejes que te retenga, por favor; um, ¿debería llamarte papá, padre o
algo así?―
La sonrisa en los tres hombres mayores se amplió.
―¿La palabra 'papá' es otro término para padre?―
―Sí―. Ella le devolvió la sonrisa. Qué fácil era hacer felices a estos hombres.
―Papá se usa como un término de afecto―.
―Pero Gol nos dijo que estabas desprotegida y te robaron los comerciantes
Jorval―.
―Algo que me gustaría olvidar―, dijo con un triste suspiro. ―Gol y Hul me
rescataron de un destino peor, estoy segura―.
Los tres hermanos restantes se miraron el uno al otro, como si no supieran qué
hacer o decir. Probablemente estaban acostumbrados a manejar a su grosera y
exigente Sheraz.
Esto aún estaba por verse. Kat no pudo evitar la idea. Ella no quería preocupar a
sus nuevos papás.
Papás.
Ella sostuvo una risita. Apenas tenía uno en la Tierra y aquí estaba ella con
cuatro. Cómo habían cambiado las mareas.
―Sí, gracias, si tienes que irte, papá―, se enfrentó a Tev, ―por favor ve―.
Eran apuestos cuando sonrieron. Tev asintió y rápidamente salió por la misma
puerta que dejaron sus hombres, dejándola con Yuv y Oul.
―Por aquí, Hija―. Oul sonrió, guiando el camino hacia otra puerta corredera.
Todos se veían muy parecidos. Se deslizó en la abertura, revelando un largo
corredor con algunas otras puertas, de nuevo con el mismo tono de amarillo.
―Estos son los dormitorios. Nuestros hijos van por ese otro lado―. Oul señaló
hacia la izquierda. ―Están fuera por el entrenamiento y no volverán hasta la
próxima semana. Nuestra cámara está junto a la de ellos y la tercera es la de
Sarrbeem. Esta habitación, hija mía, es tuya―.
Entró en una habitación enorme y opulenta; el centro estaba hundido con una
cama grande. Estaba cubierto por las mismas sábanas rojas y amarillas que en
las habitaciones de sus hombres en su barco. También había una sala de estar
con un cómodo sofá negro, una gran pantalla en la pared, que sabía que era el
dispositivo de comunicación. Había una pequeña mesa con una silla aún más
pequeña, y cerca del otro extremo había una sola ventana, que se elevaba desde
el suelo, metro ochenta de altura y un metro de ancho.
―Wow, podrías caber toda mi casa en la Tierra en esta habitación individual―.
―¿Estás contenta, entonces?― Dijo Yuv detrás de ella, mientras paseaba por la
suite.
Ella le sonrió. ―No todos ellos. Nos gusta construir enormes y grandes para
aquellos que pueden pagarlo. Y sí, gracias, estoy muy contenta―.
Se movió hacia la ventana para mirar las luces de la ciudad. ―Es hermosa―,
murmuró asombrada. No había visto gran parte de la ciudad cuando sus
hombres la condujeron hasta allí, a su familia adoptiva en un transporte aéreo
sin ventanas, que parecía una lanzadera en forma de frijol gigante y negra.
―La sala de baño está por allí―. Oul dejó su maletín sobre la mesa, mirándolo
inquisitivamente.
Kat se acercó, abrió la cremallera de su bolso y lo abrió para dejarlos mirar.
―Estas son las únicas ropas que tengo. El comerciante de Jorval fue lo
suficientemente considerado como para tomar mi bolso cuando me secuestró―.
Parecía que los gastos de Sarrbeem eran un problema, por la irritación que veía
parpadear en su expresión.
―No necesito mucho, realmente. Estoy feliz con lo que tengo. Tu familia está
siendo más que generosa al adoptarme―.
Sospechaba que estaban esperando que ella comenzara a exigir cosas y ser
mandona.
―No deseo insultarlos, si eso es lo que quieren―.
―Lo que queremos es que seas feliz con nosotros. Puedes tener todo lo que
desees―.
Kat negó con la cabeza y sonrió. La confundió ver cómo estos soldados grandes,
fuertes y dominantes eran tan azotados por sus mujeres.
―Lo que quiero es que no complazcan mis deseos. Mientras tenga lo que
necesito, estoy feliz. Sean hombres, por el amor de Dios. Estoy acostumbrada a
que los hombres sean exigentes, no cuestionen todo. ¿No son guerreros,
formidables en el campo de batalla?―
―Lo somos―. Se pararon más erguidos y orgullosos.
―Haré un trato con ustedes. Trátenme con el mismo respeto y cortesía que a un
hombre en Galafrax y haré lo mismo a cambio―.
Los hombres dudaron. ―Hablemos primero con nuestros hermanos―.
Kat asintió. Riv entró con una bandeja grande, llena de alimentos y una gran
jarra de líquido.
―Dejaremos que te instales. Uno de nosotros siempre estará aquí para ver
tú...― Oul hizo una pausa. ―Tus necesidades. Nunca dudes en
pedir cualquier cosa―.
―Gracias―. Kat sonrió. Los hermanos le dieron un extraño asentimiento
simultáneo antes de darse la vuelta, siguiéndose el uno al otro.
Por primera vez desde que fue comprada por Gol y Hul, estaba sola. Se había
acostumbrado tanto a que uno o más de sus hombres estuvieran a su alrededor,
sintió su pérdida agudamente.
Dos semanas en Galafraxian, ella entendió que eran ocho días para la Tierra
siete, iban a ser un infierno en su cuerpo. Los hermanos la habían hecho adicta a
tener relaciones sexuales varias veces al día y en la noche. Kat caminó hacia la
mesa, olfateando la deliciosa comida.
Sin duda, dos semanas no serían tan malas. Ella podría hablar con sus hombres,
tocarlos y follarlos, antes de que pasen las dos semanas, ¿no?
Capítulo Doce
Dos días más tarde, Kat sintió el peso de ser una alienígena de piel pálida entre
una masa rojo, cuando todos los ciudadanos de Demos que pasaron se
detuvieron para mirarla. Oul y Riv la escoltaron a través de la ciudad hasta el
edificio Qyi de la autoridad civil. Ella entendió que era similar a las cámaras de
nacimientos, muertes y matrimonios. Parecía que este consejo también
manejaba otras cosas, como las adopciones.
―Sarrbeem desea llevarte a los mercados del sur para comprar ropa nueva. Ella
y los otros ya están allí esperando nuestra llegada―.
―Oh, está bien, mejor no hacer que esperen―.
Tev ordenó al auto que los llevara al mercado sur. Kat respiró profundamente.
Con suerte, la distracción de un mercado la ayudaría a sentirse mejor; después
de todo, a qué mujer no le gusta comprar.
El mercado era una masa de piel roja y cabello negro. Se agitaba con voces que
gritaban, motores que rechinaban y música extraña que venía de detrás de
puertas cerradas, cuando pasaban. Deliciosos aromas de cocina flotaban a
través del aire caliente. Pasaron lo que Kat supuso que era la versión Demos de
bares y restaurantes. Vio a las mujeres de Demos reunidas en grupos, en las
mesas hablando, riendo y bebiendo, mientras los hombres se paraban a su
alrededor, feroces y protectores.
Kat aún no había visto a nadie, que no fuera el equipo médico, con ningún tipo
de mangas. Llevaba su vestido amarillo de verano, ya que el clima variaba de
cálido en la noche a sauna durante el día.
Kat no pudo evitar mirarlos. A su vez, la miraron fijamente, muchos hermanos
quads le dedicaron toda su atención, algunos incluso llegaron tan lejos como
para seguirlos por un momento, para ver mejor.
Afortunadamente, los cuatro de sus padres salieron con ellos, dos delante de ella
y dos detrás de ellos.
Los dos hermanos sonrieron cálidamente. ―No eres un problema, hija. Elije lo
que necesitas; los otros no regresarán por un tiempo. Los Krindlic deben ser
atrapados y asesinados frescos―.
―Um, está bien―. Kat tan segura como el infierno no quería saber qué era un
Krindlic, si era necesario atraparlo y matarlo para que se alimentaran de él.
―Eres una fiesta para los ojos, bonita mujer―. Los ojos del vendedor estaban
clavados en sus pechos. ―Nunca he visto esta especie de mujer tan generosa.
¿Eres una mujer sin pareja? Para ti, crearía la ropa que desearas―.
Los ojos del hombre se abrieron de par en par y miraron a su hermano, antes de
asentir respetuosamente. Kat notó que el vendedor observaba los emblemas en
la ropa de Yuv y Tev. Hizo una nota mental para preguntarles sobre eso más
tarde.
Insegura, Kat miró a Yuv y Tev. ―Si es lo que necesitas, hija―. Sus padres
adoptivos sonrieron con genuina calidez.
―Sí, es lo que necesito. Me siento como un pulgar dolorido en esto―. Ella hizo
un gesto hacia su vestido amarillo.
Tev frunció el ceño con preocupación. ―¿Te has lastimado el dedo?―
Kat soltó una risita. ―No, significa que me destaco, solo una expresión
humana. Tenemos muchos dichos tontos―.
―¿Moonush?―
Yuv señaló sus pies.
Kat sonrió. ―Zapatos―.
―Zapatos―, repitió Tev en inglés, viendo sus labios coincidir con la palabra.
―Estoy más que feliz de ayudar. Hay tanto que todavía tengo que aprender.
Pero todavía no estoy segura de lo que se espera que haga en su planeta―.
―Pronto serás declarada Demos femenino. No se espera que hagas nada, aparte
de proporcionar hijos y una hija―.
Tev se reunió con ellos y reanudaron un ritmo pausado pasando por otros
puestos del mercado. Prestó poca atención a las extrañas mercancías, pensando
en lo que sus padres le contaron.
Kat vio una lanzadera frijol abierta y flotante que bajaba por la calle. Dentro de
ella, una mujer Demos se sentaba con cuatro hombres. La mujer sonrió con aire
de suficiencia, mientras pasaba a toda velocidad. Detrás, a paso rápido,
marchaban dieciséis hombres, cuatro conjuntos de quads de aspecto orgulloso,
cada uno engalanado como un gladiador con correas de cuero.
―Detrás del crucero de aire están los quads que desean reclamar a la mujer. Se
dirigen hacia el Centro Qyi, el Gran Palacio de los Altos Señores y los
gobernantes de Galafrax. Dentro del palacio está la arena donde lucharán,
demostrando su valía para reclamar a la mujer elegida―.
―Cada mujer Demos pasa por ese derecho. Sí, tendrás que hacer esto también;
es un gran honor, y cuantos más quads sigan en la batalla, mayor será el
honor―.
A Kat no le gustaba la idea de ser paseada por la calle, pero soportaría cualquier
cosa con su conjunto de quads. Los echaba de menos, deseando estar en el
mercado con ella, ayudándola y enseñándola a aprender sobre su mundo. Algo
extraño la golpeó mientras estudiaba a los hombres y mujeres que la rodeaban.
―Yuv, ¿qué pasa si un hermano muere y ya no son un conjunto de Quads?―
―Tenemos la banda de hermanos perdidos. Si uno o más se pierden en una
batalla o guerra, buscan y adoptan más en una familia. Aprendimos temprano en
nuestra civilización, no nos las arreglamos bien sin nuestros cuatros―.
―Nunca deberíamos haberla dejado en manos de otros. Somos los únicos que
podemos protegerla adecuadamente. Si algo le sucede, te juro que destruiré a
toda tu familia―.
―¿No crees que también siento enojo? En este momento, tenemos que
mantener la calma. Regresaremos a nuestra vivienda y activaremos el bio
rastreador. Ric no nos dejó sin medios para encontrarla, si esto ocurría alguna
vez―.
Hul levantó su cabeza, mirando a los ojos de su hermano. ―Sabías que esto
sucedería, ¿verdad?―
―No, recé para que no fuera así, pero ella es exótica y no es como nuestras
mujeres. Una vez que se corriera la voz de que una mujer así llego a Galafrax,
temía que otros intentaran robarla―.
Dondequiera que la trajeron, hacía más calor que en cualquier otro lugar desde
su llegada a Galafrax. Su sudor corría por la parte posterior de su cuello y
también desde su frente.
Tenía la garganta seca por intentar respirar a través de la tela podrida del saco,
ahora afortunadamente eliminada.
―¿Qué premio tan delicioso has traído esta vez? ¿Qué sabrosa de piel veo,
blanco cremosa como la leche de lirio?―
Kat entrecerró los ojos para ver mejor al hombre gordo, rojo, Demos que
descansaba en una gran silla acolchada de color rojo. Detrás de él, en las
sombras, había dos hombres más, solo podía adivinar que eran sus hermanos.
―Escuché de uno de los soldados quad regresados que una nueva belleza de
piel pálida había llegado a Galafrax. Pasé por los mercados hoy y allí estaba,
protegida por dos. Fue una captura fácil―.
Ella giró la cabeza para mirar a sus secuestradores. Extraño que solo parecían
tres de ellos, no cuatro.
―Lástima de aquellos que no pueden proteger adecuadamente a sus mujeres.
No se lo merecen―. El jefe rojo sonrió.
Kat se lamió los labios.―No sé quién diablos eres, pero si no me llevas ahora
mismo, mis hombres te van a arrancar de una extremidad a otra―.
―Ella tiene el mismo fuego que uno de los nuestros. ¿Cuál es tu nombre,
pálida? Yo soy el Gran Abeto, o también conocido como la Lágrima Oscura de
Galafrax. Me ocupo del lado oscuro de la vida, satisfaciendo ciertas necesidades
de los machos Demo―.
―Personalmente no me importa quién eres. Obviamente no tienes idea de a
quién me robaste―.
―Solo estabas protegida por los servidores de clase baja de los Altos Señores
de Galafrax―. Sus secuestradores resoplaron.
La ira hervía en sus venas. Rápidamente, se puso de pie y todos dieron un paso
atrás, cuando señaló con su dedo índice a uno de sus secuestradores.
―¿Para quién crees que me estaban protegiendo? ¿Alguna vez te has parado a
pensar en eso, idiota sin cerebro? Me han prometido a los Altos Señores X'Hani,
y sé que no se detendrán ante nada para recuperarme―.
―¡Silencio, mujer! No importa a quién fueras prometida. Lo que importa ahora
es cuán rico seré. Sin duda, alcanzarás el precio más alto en la historia de
nuestra pequeña operación. Para entonces, estarás lejos de aquí, resguardada y
nunca más se te encontrará―. Fir sonrió malévolamente.
―¿Qué está tomando tanto tiempo?―, Se quejó Ric, sus ojos explorando el
entorno, mientras se adentraban en un territorio oscuro, hogar del elemento
criminal de la ciudad de Galafrax.
―Hay mucha interferencia en la señal; Supongo que la llevaron a algún lugar
subterráneo―. Gol golpeó el escáner.
―¿Estás recibiendo una señal o no?― Exigió Hul.
―Lo estoy, sin embargo, es débil―.
Detrás de ellos, los seis grupos de Ejecutores Quad los siguieron, esperando sus
órdenes, mientras marchaban decididamente a través de las calles negras y
sucias.
El ardiente sol de Galafrax se estaba poniendo, pero el calor de esta parte de la
ciudad aún permanecía, el aire era asqueroso.
La tensión de enojo, espesando el aire a su alrededor, hizo eco entre sus mentes,
y sabían que no se resolvería hasta que Kat fuera encontrada y segura en sus
brazos.
―Por aquí―. Gol tomó el punto, apresurándose por las calles estrechas. Ojos
dorados asomaron por detrás de las cortinas. Otros se apresuraron a cerrar sus
puertas y ventanas, y oyeron el ruido bajo y uniforme de los pasos de los
soldados detrás de ellos.
Gol sonrió triunfante cuando la señal se hizo más fuerte. Su ritmo se aceleró, y
habría chocado contra una pared si Hul no lo hubiera agarrado, deteniéndolo.
Gol levantó la vista. ―Ella está más allá de estas paredes―. Una gran puerta de
metal uiron2, se interponía para impedirles el paso.
2 Uiron es una clase de metal, por lo que hace ver la Autora es extremadamente fuerte
―Debería haberlo sabido―. Hul sacó su Phase Disruptor 3 . ―Esta es la
fortaleza de los Hermanos de las Lágrimas Oscuras. El guardia de la casa
sospecha desde hace tiempo que se trata de un mercado clandestino de mujeres
Demos secuestradas―.
―Si el escáner dice que Kat está allí, entonces tenemos todo el derecho legal de
hacer una búsqueda forzada―, dijo Hul.
―Debemos tener cuidado. Si ella está allí, entonces pueden tratar de matarla
para encubrir el secuestro―. La cara de Div era una máscara de inquietud por la
seguridad de Kat.
―Lo sé, hermano, ella es el regalo de las llamas. El destino nos la entregó, y no
podemos estar sin ella―. La voz de Hul era solemne.
3 Comunicador.
―Entonces, estamos de acuerdo―. Gol asintió, antes de mirar a cada uno de
sus hermanos a los ojos. ―Si la han perjudicado de alguna manera, nada
impedirá que les separemos, extremidad por extremidad sangrientamente―.
Capítulo Catorce
No habría importado si ella solo estuviera peleando contra uno de ellos, ¿pero
tres? Ella tiró del collar alrededor de su cuello, tratando de encontrar algún
vínculo débil. Gruñó de frustración y se rindió con el cuello. En cambio,
comenzó a tirar de la cadena. Ellos unieron la cadena en el extremo de un poste
de la cama.
No había forma en el infierno de que fuera a caer sin luchar. Justo cuando
pensaba que había encontrado algo de estabilidad en su vida, desde su secuestro
de la tierra, esto tenía que suceder.
Un arma. Todo lo que tenía eran sus palabras, y si la liberaban por un segundo,
también usaría el cuchillo.
Fir entró en la habitación, flanqueado por sus dos hermanos. Sus miradas
hambrientas y llenas de lujuria la hicieron estremecer de disgusto.
―Qué amable de tu parte haber esperado―. Fir se rió de su propio chiste.
Ella lo miró furiosa. ―Última advertencia, mis hombres te despellejarán vivo,
si me pones un dedo encima―.
―Pensé que los hombres de Demos venían en grupos de cuatro; sin embargo,
solo hay tres de ustedes―.
―¿Alguna vez has visto esto antes, mi pequeña pálida? Son puños gravísimos,
más útiles cuando tenemos a personas como tú a quienes les gusta luchar. Los
hombres de Demos están tan acostumbrados a luchar para obtener placer de las
mujeres. Es un lujo raro que no puedan hacerlo―.
Él pusó dos esposas alrededor de sus tobillos, antes de colocar las otros dos en
sus muñecas. En el momento en que estuvieron en su lugar, los hermanos de Fir
dieron un paso atrás. Una pequeña sonrisa jugaba en sus caras normalmente
inexpresivas.
Ella giró su cabeza para ver a Fir con un pequeño dispositivo de control en la
palma de su mano.
Él se echó a reír al ver cómo la depositaban de nuevo en la cama, incapaz de
moverse, con los miembros extendidos, hasta que yacía extendida sobre la
cama, con el pecho agitado por el esfuerzo de respirar. La lucha era
completamente inútil.
―Grita todo lo que desees, nuestra recámara está insonorizada―, dijo Fir,
subiendo sobre la cama. Puso su mano sobre su pierna y la deslizó, agarrando el
dobladillo de su vestido y llevándolo con él.
Abrió su mano y uno de los hermanos colocó una hoja brillante y afilada en su
palma.
Ella apretó sus dientes contra su toque, pero se quedó sin aliento cuando sus
bragas fueron repentinamente arrancadas de ella. Kat giró la cabeza hacia atrás
para ver a uno de los hermanos mirando su sexo expuesto.
―Por favor, detente, no puedes hacer esto―, suplicó. ―Soy humana y más
frágil que tus hembras Demos―.
―Entonces nos haremos cargo. Es una buena nota para pasar en el mercado de
compradores―. Fir se puso de pie y comenzó a quitarse la bata. Sus hermanos
hicieron lo mismo. Los tres hombres estaban desnudos alrededor de la cama.
Su corazón latía en su pecho, tanto en miedo como en pánico. Oh, Dios, esto era
todo. Iban a violarla, y no había nada que pudiera hacer para detenerlos.
―Están en problemas ahora―. Kat sonrió, al ver las expresiones feroces de Gol
y Hul, cuando esquivaron el primer golpe de puños. Las cuchillas en sus manos
cortaron fácilmente a los hermanos.
Fir, obviamente sabiendo que estaba en problemas, golpeó con una palanca las
esposas, y de repente ella se liberó de la fuerza, solo para ser tomada. Fir la
arrastró contra su cuerpo. Sintió la fría nitidez de la hoja presionada contra su
garganta.
Hul y Gol se detuvieron cuando Div y Ric entraron, levantaron sus armas y
apuntaron a la cabeza de Fir. Su mirada fija volando hacia ella y hacia la hoja
que el Abeto sostenía en su garganta.
―Entonces, ella dijo la verdad. Los Altos Señores de Galafrax; den un paso
más y su adorable y pequeño premio ya no existirá―.
Fir maldijo. Ella dejó caer su peso, hundiéndose bajo su brazo, lejos del cuchillo
y en el suelo.
Un agudo sonido de trino le atravesó las orejas. En el momento siguiente, Fir
cayó al suelo junto a ella, con los ojos muy abiertos, y un gran agujero le
recorría el cráneo.
Afuera, escuchó los profundos ruidos de sus voces, mientras sus hombres
comandaban una flota de soldados. Kat suspiró y se consoló al escuchar el ritmo
constante de los latidos del corazón de Div.
―Kat, mi amor, ¿estás herida? ¿Ellos lo hicieron?―
Ella levantó la cabeza para mirar a la mirada preocupada de Hul.
Ella tragó saliva. ―Estoy un poco magullada y dolorida, pero no, no llegaron
tan lejos. Vinierón por mí justo a tiempo―, susurró. ―Iban a venderme. Hay
otras mujeres en el lugar, en alguna parte―.
―Lo sé, amor, las hemos encontrado. ¿Ves?― Hul señaló a un grupo de
soldados quads, llevando con cuidado a varias mujeres Demos en sus brazos.
―Por mucho que me gusten los hermanos P'lala, no quiero regresar. Por favor,
quiero quedarme con ustedes―.
―Sí, pero no así. No les he exigido nada, y he aceptado que nunca volveré a ver
mi planeta de origen y mi vida está aquí con ustedes―.
―Queremos que te sientas a gusto―, dijo Div.
―Sí, solo queremos que seas feliz con nosotros―.
―Es lo que más nos gusta de ti. Sea lo que sea que quieras, haremos que
suceda―. La esquina de los labios de Ric se inclinó hacia arriba en una sonrisa
que derretía el corazón, haciendo que quisiera derretirse en un charco de baba
caliente.
―Ric, por favor, todos ustedes, déjenme terminar―.
Se miraron el uno al otro, pero cumplieron con su deseo.
―Mis demandas son simples. Si vamos a ser una familia, entonces no voy a ser
sometida a ningún desfile público por las calles. Además, no me sentaré y
miraré a nadie pelear, tratando de ganarme. Simplemente da falsas esperanzas a
los otros pobres hombres. Son mi elección, simple y llanamente―.
Fue recibida con cuatro idénticas y satisfechas sonrisas de satisfacción.
―En segundo lugar, sé que no es mucho, pero significa mucho para mí, una vez
que tengamos nuestro matrimonio o ceremonia de unión, no quiero ser llamada
por ustedes como su Sheraz, pero ustedes me llamaran su mujer y yo les
llamaré mis maridos. Es el camino de mi gente, y me gustaría tener un poco de
mi casa conmigo, aquí con ustedes―.
Ella abrió los brazos y Hul estaba allí, entrando en ellos, envolviendo sus
grandes y fuertes brazos alrededor de ella.
―Te amo siempre, hasta el fin de los tiempos―. Div se movió para girar la
cabeza y rozar sus labios con los de ella.
―Te hemos extrañado, amor. ¿Puedes tomarnos de nuevo?―
Ella gimió cuando el calor de Gol se apretó a lo largo de su espalda. ―Sí,
también te he echado de menos, por favor―. Ella gimió cuando Ric colocó
besos calientes y húmedos a lo largo de su cuello expuesto.
Se dejó caer pesadamente contra él, la intoxicante euforia de pasión que ardía en
su interior, dejándola sin aliento con una sensación de anticipación.
La decepción la llenó cuando él se detuvo, pero levantó sus manos nuevamente
con la misma caricia ligera como la de antes, moviéndolas con más calor
cuando se detuvo para masajear sus pechos una vez más. Ella levantó la cabeza
para encontrarse con la mirada de Hul y vio el deseo y el amor allí. Bajando la
cabeza, rozó sus labios ligeramente, casi burlonamente sobre los de ella,
haciéndolos hormiguear con una gran sensación, incluso antes de que él los
pellizcara, intensificando las sensaciones y haciendo que su corazón golpeara
contra su caja torácica. Él levantó un poco la cabeza, se encontró con su mirada
por un latido del corazón y luego se cubrió la boca, empujando con fuerza la
lengua dentro, acariciándola hambrientamente a lo largo de la suya.
Sus rodillas se convirtieron en agua. Ella se habría vuelto hacia él, pero la
sostuvo, una mano en su mejilla, su brazo se apretó en la parte superior de sus
pechos, la sostuvo y la aprisionó al mismo tiempo.
Lanzando un gemido, ella le devolvió el beso, y luego levantó su boca una
fracción de la suya, cubrió su boca otra vez, una y otra vez hasta que su deseo se
convirtió en un intoxicante en su sangre.
Otra mano ahuecó primero un seno, y luego el otro, masajeándolos. Ella apartó
sus labios de Hul para mirar a Ric y a Div, mirándolos bajar la cabeza mientras
cada uno chupaba un pezón en su boca. Las sensaciones de debilitamiento
agudo la atravesaron, mientras sentía el calor de sus bocas cerca de los brotes
tensos. Lanzó un gemido, cuando Hul empujó su mandíbula hacia arriba otra
vez y se cubrió la boca, inhalando los suaves sonidos.
Si no la hubieran estado sosteniendo, se habría derretido en un charco crepitante
en el piso, antes de sentir los dedos agarrando sus piernas por encima de sus
rodillas. Gol levantó su cabeza, y ella se movió cuando sacaron sus pies de
debajo de ella. Ric y Div soltaron sus pezones y levantaron sus cabezas, cada
uno deslizando una mano debajo de sus hombros, levantándola más. Sus piernas
se separaron hasta que pudo sentir los labios de su parte sexual. Borracha de
placer ya la golpeaba, sintió manos acariciar sus labios inferiores y abrirlos de
par en par. El aire fresco barrió su hendidura. Hul estaba de pie entre sus
piernas, su mirada dorada ardía por la necesidad, centrándose en su sexo.
Sintió el calor de su aliento, mientras se inclinaba más cerca, colocando una
mano en su montículo y usando sus dedos para extender sus pliegues aún más.
Ella gimió más fuerte, sintiendo la punta de su lengua deslizarse hacia arriba y
sobre su raja.
Se le puso la carne de gallina cuando sintió que la textura de su lengua se
rasgaba sobre su clítoris. El calor de su boca la invadió, incluso antes de que él
cubriera su clítoris con su boca y chupara la pequeña protuberancia.
―Oh, Gol―. Respiró hondo, acariciando con las manos los contornos de su
duro cuerpo, sintiendo que lentamente comenzaba a moverse dentro. Exquisitas
oleadas de placer la atravesaron, pero no fue suficiente; necesitaba sentir que la
atravesaba.
Ella movió sus caderas. ―Por favor, Gol―, susurró, sin aliento. Ella levantó
sus piernas, envolviéndolas alrededor de su cintura y cerrando sus tobillos
juntos, él respondió cuando se empujó dentro de ella más rápido, llevando su
placer hacia arriba a nuevas alturas. Luego aún más rápido, su propio placer
aparentemente lo llevó a una búsqueda sin sentido de liberación, hasta que la
golpeó a un ritmo furioso.
―Se siente tan bien dentro de ti, pequeña mascota―, murmuró con voz ronca y
reclamó sus sorprendidos labios separados antes de que pudiera hablar. Empujó
su lengua profundamente en su boca y empujó su polla en su paso, apretando su
ingle contra su clítoris. El efecto de la doble penetración fue la aniquilación
total de sus sentidos. Ella gimió, chupando su lengua cuando él se retiró
levemente y se hundió profundamente dentro una y otra vez, marcando un ritmo
al hablar de una necesidad desatada y salvaje.
Kat sintió que su cuerpo respondía a otra llamada. La acumulación vino tan
rápido, que no tuvo tiempo de saborear las sensaciones, no tuvo tiempo de
saborear su posesión, antes de que su cuerpo alcanzara su crescendo, cogiéndola
totalmente por sorpresa. Ella apartó su boca de la suya, gritando.
No fue hasta que ella yació jadeante, luchando por recuperar el aliento después
de eso, que notó que Div y Ric se movían sobre ella, retirando el pesado peso de
Hul de ella. La voltearon suavemente y la colocaron sobre sus manos y rodillas.
Div mantuvo sus caderas firmemente mientras Ric presionó su miembro
hinchado contra sus labios. Div penetró en ella desde atrás, mientras ella
succionaba a Ric en su boca, amando el estallido de sabor agridulce en su
lengua. Un gemido crudo se escapó de Ric, mientras ella acariciaba y bombeaba
con su lengua y su boca. Fue empujada hacia adelante por las embestidas de Div
y gimió alrededor de la polla de Ric, enviando una ola de exquisita sensación a
través de ella. Div envolvió un brazo alrededor de su vientre, deslizando sus
dedos a través de los pliegues de sus labios inferiores, acariciando su capullo
excesivamente sensible. Sus hábiles, dedos gruesos acariciaron y pellizcaron su
clítoris entre ellos, detono un nudo duro de éxtasis comprimido dentro de ella
con una fuerza que arrastró un grito de sus labios.
Una ráfaga de fuego llenó sus venas y le fritó el cerebro. Comenzó a chupar y
acariciar a Ric febrilmente, mientras su cuarto clímax la golpeaba.
Kat se rió. ―Muchas veces, y no, no puedes tener un turno, hasta que sean un
poco mayores. Necesitan que la leche se haga más fuerte―.
El gemido de Ric se mezcló con los gritos de hambre de Adelaide.
Sus cabellos, suave y negro azabache, contrastaba contra la piel rosada, con sus
ojos una mezcla de manchas doradas verdes y brillantes. El nacimiento de las
gemelas fue proclamado como un milagro en todo Galafrax.
Gol les informó que muchos Quads querían saber dónde podrían conseguir una
mujer humana. El Alto Consejo de Galafrax envió un mensaje, proclamando
que las hembras humanas ya no eran una especie vendible y ahora están bajo la
protección de Galafrax y la gente de Demos.
La puerta se abrió bruscamente y Gol y Hul, con sus túnicas oficiales, entraron.
La dureza que vio en sus rostros se desvaneció, suavizándose en una de
devoción y amor, viendo a sus bebés amamantando sus pechos.
―Traigo noticias, bella esposa. Una banda de comerciantes de Jorval ha sido
atrapado con muchas hembras humanas, robadas de la tierra―.
―Oh, no, ¿están bien?― La preocupación la atravesó. Sabía que era una
experiencia angustiosa ser secuestrada por los comerciantes de Jorval. ―Pobres
mujeres―.
―Los Jorval fueron arrestados y las mujeres están siendo tratadas y están en
camino a Galafrax, mientras hablamos. Estábamos esperando que con otro
rostro humano amistoso para encontrarlas les ayudara a aliviar sus miedos―.
―Gol, esa es una gran idea, pero ¿y si las mujeres no quieren quedarse aquí? No
todas las mujeres estarán abiertas a la idea de tener más de un marido. ¿Qué
pasa si algunas de ellas ya están casadas?―
―Vamos a resolver ese problema cuando lleguen aquí. Llegarán al final del
octavo día, el próximo ciclo. Si ninguna realmente quiere quedarse con
nosotros, entonces, como ahora tenemos las coordenadas para tu planeta,
podemos enviarlas a casa―.
FIN
ANGELA CASTLE
QUADS OF
GALAFRAX 2
GALACTIC
TREASURE
TRADUCTORA
CORRECTORA
Sinopsis
Los hermanos Fire Bond, Bir, Zay, Tev y Niz han sido
contratados para proteger a un embajador alienígena,
pero obtienen más de lo que esperaban con la aparición
de una mujer bien formada, y pelirroja. Ella es
propiedad del embajador.., pero no por mucho tiempo si
se salen con la suya.
―Juro que Tev usa esa cosa más que Zay― Bir se reclinó en el asiento de
comando, rascándose la barbilla.
―Lo que necesitamos es una mujer real―. Niz nunca levantó la vista de la
consola de navegación.
―Sí, hay muchas hembras Demos alineándose para vivir en una vieja nave
transportadora para vivir y deambular por la Galaxia Hellious, de trabajo en
trabajo―. Bir se aseguró de que su tono se llenara de sarcasmo.
Niz levantó la cabeza para mirarlo.
―Los androides sexuales son nuestra única opción. Si queremos una mujer,
tendríamos que regresar a Galafrax. Tomará meses, tal vez incluso años
encontrar a una mujer, luego realizar los rituales de cortejo, compitiendo
contra docenas de otros quads de Demos. Si logramos ganar su favor en la
arena y en el dormitorio, es una vida de servicio para satisfacer todas sus
demandas. Acéptalo, Niz, ninguna mujer Demos siquiera miraría a una
banda de hermanos rotos como nosotros―.
128
Aseguró un fuerte vínculo entre ellos, como si hubieran nacido hermanos, en
lugar de venir de diferentes familias. También ayudó a aliviar el dolor,
pesado en sus corazones.
La puerta se abrió y entró Tev, con un bulto largo y uniforme, cubierto con
una piel sintética de textura roja diseñada para imitar a una mujer Demos. El
androide sexual se estremeció y el procesador vocal, gimió un bucle bajo de
'aauuh... eee... auuuh... eee... auuuh... eee...'
―Me alegro de no haber tenido mi vara dentro cuando hizo eso―. Zay
bromeó desde la entrada, con los ojos fijos en el androide sexual inmóvil.
―Esto es tu culpa, querer probar todas esas posiciones diferentes, sin
mencionar que has sido demasiado rudo con eso―. Tev apuntó con su dedo
hacia Zay.
―Estuvo bien la última vez que lo usé. ¿Cómo en las llanuras de hielo iba a
saber que le provocarías un corto circuito?―
Bir vio cuando Tev dio un paso amenazante hacia su hermano, echando hacia
atrás el brazo. Bir negó con la cabeza. Todos sabían muy bien que Zay era un
experto en tácticas de combate cuerpo a cuerpo. Él evadió el golpe de Tev y
arremetió hacia el estómago de su hermano menor, ambos gruñeron. La
espalda de Tev golpeó el piso de metal de la nave, justo al lado del androide
ex-sexual.
129
―Es una misión de cinco días, vigilar al Embajador y llevarlo y recogerlo de
las negociaciones comerciales de Hellious Inter-galáctica―.
Los machos Demos son famosos en toda la Galaxia Hellious como soldados
formidables y máquinas de combate. Por lo general, el ejército Demos
generalmente solo aparecía cuando el mantenimiento de la paz requería
mucha fuerza bruta. No se involucraban en negociac iones comerciales de
poca importancia, a menos que afectaran directamente a Galafrax y a la
gente de Demos.
Esto hizo que el servicio de Tev, Zay, Bir y Niz fuera aún más solicitado.
Después de su implante de vinculación y la baja del ejército de Demos,
habían unido sus créditos y compraron una vieja clase T-201, barco de
transporte de tres cubiertas. Con algunos créditos prestados, la equiparon
para satisfacer sus necesidades, con algunas armas adicionales y unidades de
replicación de alimentos más modernas. Crearon los Servicios de Seguridad
de Fire Bond Brothers.
―Créditos fáciles, a los Plicars les gusta tener tantas cosas coloridas a su
alrededor como sea posible. Estoy feliz de quedarme cerca con un aspecto
bonito, no sé lo que el resto de ustedes le aportan".
Bir rodó los ojos ante el ego inflado de Zay. A pesar de su alegre manera de
ser, Zay sabía más de unos cientos de maneras de matar solo con sus propias
manos.
―Tev, ¿todo según las especificaciones?― Bir subió los esquemas del
cronograma del Embajador a la pantalla holográfica.
―Por supuesto. Hice una verificación del inventario hace menos de media
hora. Todo está en perfecto orden, más de lo que puedo decir de esto―. Tev
se agachó, agarrando los tobillos del androide sexual. ―Dudo que pueda
arreglar su circuito esta vez―. Tev miró a Zay antes de arrastrar al androide
fuera del puente.
130
Niz estaba estudiando a su hermano con una sacudida de cabeza. Niz, el
sanador de los cuatro, y también uno de los mejores pilotos de navegación en
la historia de Demos, no había mucho que no pudiera hacer con su vieja
nave. Raramente hablaba sin algo importante que decir. Siempre en control
tranquilo de todo lo que hacía y decía.
****
Ruby miró a la criatura gris cabeza de pez; sus ojos se hinchaban en la parte
superior de su delgada cabeza. Todos los peces extraterrestres en esta nave
espacial se veían iguales, sus pieles de un color gris apagado. Casi todos
ellos tenían la misma altura, con los mismos ojos saltones que giraban en
cualquier dirección, lo que le daba escalofríos a Ruby. ―Sí lo haré―.
―Entonces mascota, permitiré que tus brazos estén libres, pero debes
mantenerlos a los lados―.
Una sonrisa astuta se retorció en sus labios. Dos veces, cuando la vendieron
por primera vez al feo hombre pez, ella había intentado escapar, lisiando a
dos de sus guardias al darle con el codo en el medio a uno y pateando al otro
en su obvio órgano sexual, después de lo cual había caído en el suelo en
agonía.
131
Para alguien que solía ridiculizar todas esas extrañas historias de secuestro
cuando todavía estaba en la Tierra, ahora estaba muy lejos de reírse.
―¿Bien?― Preguntó su dueño, sacudiendo su mente de vuelta al presente.
Con un suspiro ella asintió con la cabeza. ―Manos a los lados―. No es que
eso haga la diferencia. Su mirada se posó en las brillantes túnicas coloridas
del hombre pez. Sabía que el control remoto de los engañosamente dorados
puños en sus muñecas y tobillos, y el collar alrededor de su cuello, estaba
escondido en el bolsillo.
La cabeza del hombre pez se inclinó con desaprobación. ―Con ese insulto,
te has ganado esto―.
Rebuscó en uno de sus muchos bolsillos y sacó el inhibidor vocal. Ruby se
encogió.
―¿Vas a permanecer en silencio también?―
El infierno se congelaría sobre toda esta extraña galaxia y haría sushi de sus
entrañas, antes de que estuviera voluntariamente en silencio.
―Tuve un pez mascota una vez. Cuando murió, lo tiré por el inodoro. En la
primera oportunidad, amigo, ¡te estoy tirando por el inodoro, vivo o
muerto!―
Ella bajó la vista hacia sus grises patas de rana cuando dio un paso adelante,
antes de empujarla hacia la esquina, pero no había escapatoria.
―Levanta la cabeza, mascota; no lo hagas difícil para tí―.
Después de varios días de ser 'mascota' de este pez alienígena, Ruby había
aprendido rápidamente a reconocer signos de su ira. Gorgoteó como lo haría
132
un ser humano después de haber sido sumergido en el agua y no poder
respirar.
―Tantos colores, todo en un solo lugar, un premio que eres en verdad. Seré
la envidia de cada delegado en la sala―.
El hombre pez y todos los demás peces alienígenas tenían una obsesión por
las cosas coloridas. Salpicaduras de color estaban en todas partes de su
nave. Se vestían con ropas multicolores. Incluso habían vestido a Ruby con
un corsé rojo con piedras preciosas, que brillaba cada vez que se mo vía, y
una falda de cuentas muy corta que le recordaba más a un borde de lámpara
que a una falda. Todo lo demás estaba desnudo. Lo que la hizo sentir muy
consciente de que se veía toda su piel; con un tamaño dieciocho, había
mucho que mostrar, pero eso era lo que el hombre pez quería. Mostrar su piel
pálida como la leche, manchada con pecas de color rosa pálido. Los
133
sirvientes entraban dos veces al día para cepillar su pelo hasta la cintura y
asegurarse de que estuviera bañada y vestida.
Cada vez que ella protestaba, lanzaba insultos y luchaba contra ellos.
Rápidamente la paralizaban y la silenciaban.
Hablando con las mujeres, una cosa que tenían en común era que todas
habían sido secuestradas por la noche y en lugares remotos de la Tierra.
Para Ruby, ella había estado caminando hacia su casa desde la estación de
tren en su pequeño pueblo, después de asistir a una conferencia de libros en
la ciudad, con sus bolsas llenas de nuevas compras para su pequeña librería.
En un abrir y cerrar de ojos ella había estado paralizada y noqueada. Cuando
despertó, estaban lejos de la Tierra y de la miserable vida que una vez llamó
suya.
Ruby miró hacia abajo, viendo sus puños apretados, y se dio cuenta de que
había soltado el collar de control. Ella dejó escapar un suspiro, relajó los
hombros y desató los puños. Incapaz de hablar, ella lo miró y al mismo
tiempo asintió.
134
humillación de esta vida en la que había sido empujada groseramente.
Honestamente, ella no sabía cuánto más de ser la mascota de un pez podría
tomar. Pero tenía que hacerlo, tenía que sobrevivir.
Tenía que haber una salida a este lío. De una forma u otra, estaba decidida a
encontrarla.
135
Capítulo Dos
Los Piclars se desviaron del camino mientras los hermanos caminaban en
parejas, y su marcha rítmica resonó por los pasadizos. Atravesaron la bahía
de atraque y entraron en cuartos diplomáticos. Zay siguió un mapa mental a
través de los curvos corredores hacia los aposentos del embajador.
El olor de la estación era húmedo, lo cual no era nada nuevo para una
estación Piclar, siendo una especie principalmente acuática. A pesar de que
podían vivir fuera del agua, necesitaban grandes cantidades para mantener
sus cuerpos hidratados y pieles húmedas.
Cinco días a mil créditos por día, el Embajador estaba consiguiendo una
ganga, considerando que habían sido contratados para simplemente quedarse
parados, nada más que hacer juego con los adornos. Para los Piclars,
cualquier cosa de color rojo natural era un signo de buena fortuna.
―Estamos aquí para ver al Embajador. Creo que se nos espera―. Bir dio un
paso al frente.
136
―Aaah, mis guardias, ¿no dije que había contratado a los mejores?― Un
Piclar bastante grueso se jactó con su amigo. Alrededor de su cuello el
embajador llevaba el amuleto de su planeta.
―Soldados Demos, estoy impresionado, Rageelna―.
Bir se cruzó de brazos, mirando al otro Piclar. ―No mientras estuvo bajo
nuestra protección―.
137
El cuerpo de Zay reaccionó y se endureció en un instante, y ni siquiera la
había visto completa. Demonios, él ni siquiera sabía qué especie era. ¿Qué
en las llanuras de hielo me pasa?
Todo en Zay le gritaba que actuara, que empujara a todos fuera del camino
para llegar hasta ella. Sus dedos hormigueaban en anticipación de cómo se
sentiría cuando la tocara. ¿Sería tan suave como parecía? Él quería, no,
necesitaba averiguarlo.
Con una mirada de medio lado a Bir, vio que su hermano también estaba
mirando hacia donde la pequeña criatura había desaparecido. Todos la
habían visto.
―Embajador, ¿podemos ver esa mascota suya?―
Zay notó que Bir estaba haciendo todo lo posible para ocultar el borde duro
de su tono. El frío y tranquilo hermano fue sacudido. ―Para ver lo que vale
la protección de ella―.
138
―¡Ruby, ven aquí ahora!―, Ladró el embajador, su borboteo burbujeante
mostrando su molestia, pero aún así ella no respondió.
Me gusta esta mujer, más de lo que debería.
―Perdónenme, mi mascota todavía está entrenando y tiene mucho que
aprender―.
Zay vio como el Embajador sacaba una unidad de control de uno de sus
bolsillos, y sus ojos se entrecerraron con disgusto. Miró hacia arriba para
encontrarse con la mirada de Tev, sí, sabía exactamente lo que era. Los
collares de control estaban prohibidos en la mitad de la galaxia. La mujer de
repente se puso de pie, mirando furiosamente al Embajador.
Ella no era una mascota dispuesta, sino una esclava. La esclavitud también
fue prohibida para cualquier especie que viviera en la Galaxia Hellious. No
había duda de que no cayó dentro de la jurisdicción Hellious. Zay maldijo
interiormente. Legalmente, no podían hacer nada.
Todos los instintos de protección en Zay le dijeron que agarrara los
controles, que lo bajara por la garganta del Embajador, antes de romper el
cuello del Piclar. Luego recoger a la hembra y regresa a su nave, donde
tardaría horas en explorar cada centímetro de su suave piel, susurrando
promesas de placer y seguridad.
Bir captó su mirada, el mensaje alto y claro. No. Zay apretó los puños y la
mandíbula. Nunca se había visto abrumado por un deseo tan fuerte,
obligándolo a luchar por la razón.
139
―La especie es familiar, pero no puedo ubicarla―, continuó Bir, en un tono
engañosamente tranquilo.
140
Bir se acercó, colocando una suave mano debajo de su barbilla, y levantó la
cabeza. Con la otra mano, él rápidamente retiró el inhibidor vocal y
suavemente acarició con un dedo su mejilla. Todos observaron su
estremecimiento en respuesta al toque de Bir.
Quiero tocarla. Zay luchó por controlarse, apretando su mandíbula tan
fuerte que le dolió.
Bir dejó caer su mano pero mantuvo sus ojos cautivos. ―Te mantendrás en
silencio, y solo responderás sí y no a alguna pregunta, ¿está claro?―
―S-sí, señor―.
Su voz era suave y dulce, aunque temblaba como un transbordador que entra
a la atmósfera de un planeta.
―¿Eres humana, Ruby?―
―Si señor―. su voz se hizo un poco más fuerte.
―¿Has estado dando problemas a tu amo, mascota?―
141
Una vez más, el impulso de arrancar la mano del Embajador y que se la
comiera, se hizo dolorosamente fuerte.
Bir se volvió hacia la puerta. Zay miró una vez más en dirección a la
escondida Ruby, antes de obligarse a sí mismo a girar y seguir a Bir.
****
La suavidad bajo sus dedos era indescriptible. Él solo la había tocado para
ofrecerle a la pequeña la comodidad que podía, tratando de comunicar sin
palabras, que no quería hacerle ningún daño.
142
respiración. Quería reemplazar su mirada de miedo con deseo y pasión,
mientras se hundía lentamente en sus profundidades.
―Ella es... suave―, era todo lo que Bir podía manejar.
―Si no me equivoco, un grupo de Lores Quads de Galafrax ha tomado a una
mujer humana como su Sheraz―. Zay lo siguió de cerca.
Él no iba a discutir con Zay. Siendo el mayor de los hermanos quad, sabía
que la tendría primero, si alguna vez la alejaban del agarre del Embajador
Piclar.
―Podemos ofrecerle comprarla―.
―Siempre puedo negociar con esto―. Zay puso su mano sobre la pistolera
de su arma láser, unida a su cinturón. ―Quiero arrancarle ese collar de
control, agarrar al Embajador y empujarlo dentro, donde la luz de las
estrellas no brilla. ¿Cómo se atreve a tratar a una mujer así?―
Bir no podría estar más de acuerdo. Por primera vez, estuvo tentado de
cancelar el contrato y simplemente tomar lo que estaba frente a ellos, pero
era muchísimo más complicado que eso. Por buenos que fueran, arrebatarla
y correr alertaría a la seguridad de la estación, y los encerrarían más rápido
de lo que podrían regresar a su nave.
―Basta, Zay, estamos aquí para hacer un trabajo, y vamos a hacerlo―. Bir
vertió tanta fuerza en su tono como pudo reunir. Zay solo resopló.
―No hagas ese truco de control de mando sobre mí, hermano. Puedo sentir
lo que estás sintiendo. La quieres tanto como yo, todos lo hacemos―.
143
Bir irrumpió en la sala de control y, en un despliegue de ira poco
característico, se volvió y golpeó con el puño el mamparo metálico. El dolor
que irradiaba por su puño y su brazo era un alivio bienvenido para el dolor en
su vara.
Zay se cruzó de brazos, mirándolo mirar su puño ensangrentado.
―¿Te sientes mejor ahora? Sé que nunca has usado el, ahora roto, androide
sexual, pero si no hacemos algo al respecto pronto, dudo que ninguno de
nosotros pueda pensar racionalmente―.
Sabía que Zay tenía razón, y respiró hondo, dejándolo salir lentamente.
―Lo sé y también la quiero, pero vamos a tener que ser inteligentes sobre
esto. El Embajador no la dejará ir sin luchar―.
―¿No es eso lo que hacemos mejor?―
―Sí, pero esta pelea tendrá que ser encubierta y sigilosa, y cuidadosamente
planificada. Creo que también sería mejor ganar su confianza antes de
adquirirla―.
144
―Solo la quería fuera del dolor y del inhibidor vocal―. La ira se encrespó
como una serpiente lista para atacar. Todavía no sabía cómo mantuvo una
fachada fría frente al Embajador.
Su mano comenzó a latir.
―Lo sé, y funcionó. Solo esperemos que siga así y ella se comporte―.
―Vi el fuego en sus hermosos ojos azules, haciendo juego con su pelo rojo.
Tiene un espíritu fuerte―. La admiración en la voz de Zay le dijo a Bir que
Zay ya había caído profundamente por ella.
145
Capítulo Tres
¿Su corazón alguna vez dejaría de latir? Ruby se sintió débil y se negó a
mirar a los dos enormes hombres rojos que estaban de pie junto a la puerta.
Cuando vio por primera vez a los altos alienígenas de color rojo oscuro, se
sorprendió de lo humanos que se veían.
El otro grupo de gemelos tenía una mirada más áspera y de chico malo,
recordándole a su actor favorito Gerard Butler. Bueno, si fuera un alienígena
musculoso de dos metros trece. Con ojos dorados y líquidos, los cuatro la
habían mirado como depredadores hambrientos y ella era la presa débil,
mansa y pequeña. Todo sobre estos guardias 'Demos' gritaban poder y
sexualidad masculina.
El control detrás de la voz del Comandante Bir, ella no pudo evitar obedecer
sus órdenes. Pero su mirada caliente fue una también de preocupación y
bondad.
146
Apretando sus ojos, rezando para despertar de este extraño sueño. Ella
pellizcó su brazo con fuerza y murmuró: ―No hay lugar como el hogar, no
hay lugar como el hogar, allí...―
―¿Qué estás haciendo, pequeña mascota?―
Tev ladró a carcajadas. ―No, lo que sea que digas en estancias privadas es
privado. Juro por todo lo que consideramos sagrado, no repetiremos nada de
lo que digas a cara de pez―.
¿Era él de verdad? Sólo hay una forma de averiguarlo.
―Me estaba pellizcando a mí misma―.
Tev frunció el ceño. ―¿Por qué?―
―¿Nunca has tenido una mala pesadilla de la que quisieras despertar?―
―¿Pesadilla?―
147
―Bien, bienvenido a mi pesadilla"―. Levantó la mano y señaló su cuello,
puños y la habitación a su alrededor.
―No puedo comprender lo que sería ser robado de tu mundo, pero no temas,
pequeña mascota. La justicia llegará a aquellos que la merecen. Tienes
cuatro amigos aquí ahora―.
Tev envolvió su mano dentro de sus dos más grandes. La calidez de su toque
le envió hormigueos por su espina dorsal, haciendo temblar su vientre bajo.
Ella apretó los muslos, tratando de aliviar el dolor repentino y floreciente,
pero solo empeoró las cosas.
¿Que en el infierno? ¿No era suficiente que se excitara ante la voz del
Comandante Bir y su simple toque? Tev parecía tener un efecto aún más
devastador sobre ella.
Él miró su mano, deslizándose para sostenerla por la muñeca, mientras él
trazaba su piel con sus dedos.
―Nunca he tocado a alguien tan suave como tú, Ruby―. Oyó el asombro y
la fascinación en su tono profundo y suave. Ella tragó saliva cuando le pasó
el pulgar sobre su palma, luego sobre su muñeca. Madre santa, su respiración
se aceleró, y las señales de peligro pasaron por su mente. Ella se retorció,
sintiendo sus jugos fluir entre sus muslos.
¿Está tratando de seducirme? No, no es posible, solo tiene curiosidad, eso
es todo. Si el Piclar me considera una especie exótica, entonces estos
guardias Demos pensarían lo mismo.
148
Con un esfuerzo extremo, tiró de su mano. ―Déjame ir por favor―.
Parecía reacio, pero la soltó.
―Tev, tres segundos―. La voz de Niz hizo que ella fijara su mirada en la de
él.
Ella miró hacia abajo a su cuerpo con sobrepeso con disgusto. Seguro que
ella se encontró con algunos hombres en la Tierra a los que les gustaban las
mujeres grandes, pero ninguna de sus relaciones duró más de unos pocos
meses. Siempre hubo una excusa. Tu cabello es demasiado rojo, Ruby, eres
una buena dama, pero demasiado libre para mi gusto. Ruby, tienes que
soltarte y vivir un poco. Ruby, eres demasiado gélida en el dormitorio... la
149
lista era interminable. Al final, era mejor renunciar a las citas y disfrutar de la
atención dedicada de sus dos gatos. Esperaba que estuvieran bien.
Ella tragó saliva, ¿estarían interesados en ella sexualmente? Miró por encima
de su hombro, obteniendo un guiño y una sonrisa de Tev. Ella echó la cabeza
hacia atrás y mantuvo la mirada baja, tratando de ocultar el rubor caliente
que se extendía por su cuello y mentón. Maldita sea su herencia Celta. La
piel pálida y el pelo rojo habían corrido en su familia por generaciones.
Había pocas opciones, así que tenía que intentarlo. Era eso o estar atascada
como una mascota de un cara pez por el resto de su vida.
Ahora, ¿cuál de los hermanos sería el mejor para seducir?
****
―Hola, Ruby―. Niz no pudo resistir correr su mano a través de sus suaves
rizos rojos. Se movió ligeramente y abrió la boca para bostezar. Él sonrió.
Movió sus dedos para quitar suavemente el cabello de su cara, pero ella giró
la cabeza y le acarició la cara con la palma de la mano, en una dulce acción
150
inconsciente, como si supiera que estaba a salvo. Él inhaló su suave aroma
femenino. Si su vara se hiciera más dura, podría golpear remaches espaciales
con ella.
¿Cómo puede una pequeña criatura afectarme tan profundamente?
―Realmente eres hermosa―." Sus exuberantes labios rosados se curvaron
en una sonrisa, sus pestañas rojas se abrieron. Sus insondables ojos azules se
concentraron en él.
―¿De verdad lo crees?― Su voz ronca de sueño lo empujó al borde del
control.
―Nunca he visto tanta belleza, dulce―.
No había mucho tiempo antes de que llegaran a la Estación Zarnak. Con
Tev al frente con el Embajador, Niz estaba en custodia de la mascota.
Durante seis horas la había visto dormir, saboreando cada suave aliento, cada
pequeño suspiro y movimiento mientras dormía.
151
Su acción y palabras diezmaron el temor de que ella no lo encontrara
atractivo por el daño en su rostro.
Niz tragó duro, su mano temblaba mientras trataba de evitar hacer lo que
realmente quería hacer.
Gruesos, suaves, y oh tan dulce, cuando sus labios se separaron con su suave
gemido, él empujó su lengua en su boca, saboreando su exótico y adictivo
sabor.
Por las llanuras de hielo incluso amaba la forma en que su nombre sonaba
como una oración reverente y sin aliento. Moriría como un hombre Demos
feliz por escucharla decir su nombre así por el resto de su vida.
―Sabes, siempre son los más tranquilos a los que tienes que vigilar―, dijo
una voz divertida desde la entrada.
152
Los ojos de Ruby se abrieron con sorpresa cuando su cabeza giró. Niz se
apresuró a taparle la boca, y le puso una mano por la cintura antes de que ella
gritara e intentara escabullirse de su regazo.
Ella asintió y él retiró su mano. Su pecho estaba agitado y sus labios estaban
ligeramente hinchados por su beso.
―Por mucho que quiera mi turno, tenemos diez minutos hasta que
atraquemos en la Estación Zarnak. El Embajador vendrá por ella en sesenta
segundos―.
Con renuencia, dejó ir a Ruby y ella se bajó de su regazo.
Se puso de pie, mirando hacia abajo con horror. Niz se puso de pie para
ajustar sus pantalones demasiado apretados, no es que sirviera para nada. Al
menos el estar en un uniforme negro más suelto ayudaría a ocultar su estado
endurecido.
Sus ojos eran del tamaño de pequeños asteroides. Ella miró entre él y Tev.
―Pero ten piedad de lo que le has hecho a nuestro pobre Niz. Él tiene que
caminar así durante las próximas horas hasta que nuestro turno termine―.
La mirada de Ruby se posó en la entrepierna de Niz y de nuevo la pálida piel
de su pecho y rostro floreció en un rojo sonrosado.
―Treinta segundos―.
153
Niz volvió a tomar su lugar junto a la puerta, donde debía estar en lugar de
sentarse junto a Ruby mientras ella dormía. Ruby se dejó caer sobre su
almohada para mascotas.
―Lo siento, belleza―.
Él se encontró con su mirada confundida.
―¿Por qué?―
―Porque hay algunas cosas que tenemos que explicar antes de que alguno
de nosotros vaya más allá―, Tev intervino, mientras tomaba posición al otro
lado de la puerta.
Su mirada se dirigió a Tev. ―¿Nosotros?―
―Dulzura, no sé cómo es de dónde vienes, pero somos hombres Demos, no
venimos solos. Tú no eliges a uno de nosotros, tú nos eliges a todos―.
Ella parpadeó, su confusión clara en su ceño fruncido. ―¿Vosotros dos?―
―No―, interrumpió Niz. ―Somos quads. Tienes que tomarnos a los cuatro.
154
Capítulo Cuatro
Ruby se paró en terreno peligroso con las piernas temblorosas mientras
seguía de cerca a cara de pez a través de la atestada estación espacial
intergaláctica.
―Yo, um, yo...― Diablos, no podía admitir que uno de los hombres la había
encendido como una bombilla, y sus pechos se sentían pesados. Tampoco
podía decirle lo vergonzosamente húmeda que estaba entre sus muslos. ―Lo
siento, Maestro, no me siento muy bien, todos estos, eh, alienígenas y está
apretada ropa, me están haciendo sentir mareada―.
Ella bajó los ojos, esperando que cara de pez no viera su mentira. También
sentir las miradas de los hombres sobre ella no la ayudó en nada con su
temblor.
―El banquete no será hasta dentro de unas horas, en el que querré mostrarte
a algunos de los delegados comerciales más prominentes. Zay, ¿llevarás a mi
mascota a mi alojamiento y ver que no la molesten? Tengo reuniones
consecutivas con Morax―.
―Será un honor, Embajador―. Zay aceptó la correa de cara de pez.
155
―Descansa mascota. Te veré en unas horas―.
―Sí, maestro―. Observó al resto de ellos alejarse.
―¿Puedes caminar o te llevó?―
Ella miró a Zay y frunció los labios.
―Puedo caminar, gracias―.
Ella sintió que la subida de calor inundaba sus mejillas. ―Y sabes que es de
mala educación señalar tales cosas a una mujer―, dijo en una mezcla de
irritación y preocupación. ¿Realmente podrían oler su excitación?
―Si conozco a mis hermanos, lo cual hago, uno de ellos te ha dicho o hecho
algo―.
156
Maldito sea el hombre, ella quería darle una palmada a la sonrisa presumida
de su hermoso rostro.
―No es de tu incumbencia―.
―Oh ahí es donde estás equivocada, pequeña roja. Los quads Demos no se
guardan secretos el uno del otro―. Él se acercó más, deslizando un brazo por
su cintura, de repente atrayéndola hacia el calor de su costado. La cercanía de
su cuerpo, el aroma almizclado masculino que flotaba en sus sentidos, estaba
cerrando rápidamente su proceso de pensamiento racional. ―Es bastante
simple. Lo que es mío es de mis hermanos, y lo que es de mis hermanos es
mío. Entonces dime, ¿cuál te tocó?―
―Niz, él... él me besó―.
Zay se rió entre dientes. ―El furtivamente te beso y su beso te dejó,
¿'indispuesta'?―
―Um―, su cara ardía por el calor, y no podía mirarlo a los ojos.
―Entonces debo continuar donde él lo dejó y cuidarte mientras mi hermano
no puede―.
Él se inclinó y la tomó en sus brazos como si ella no pesara nada más que una
almohada grumosa.
―¡Oye, bájame!― Ella luchó en sus brazos.
―¿Dónde estaría el disfrute en eso? Quédate quieta, pequeña roja, he
querido hacer esto desde que te vi por primera vez―.
Ella resopló, pero obedeció, mirando su petulante sonrisa. ―Te lo tienes
merecido si te rompes la espalda con mi peso―.
157
nunca, bueno, no desde que tenía tres años, cuando su madre rápidamente le
dijo que ahora era demasiado grande para ser cargada.
―Mmm no―.
―Entonces tendré toda la suerte―. Su sonrisa tuvo un efecto contagioso
sobre ella, y se encontró que sus labios temblaban en las esquinas.
Ella sacudió su cabeza. ―¿Por qué querrías abrazarme?―
―¿Por qué no? Y me complace confirmar que eres tan suave como pareces,
y apuesto a que, si profundizo más, encontraría mucha más suavidad―.
Santa Madre, primero Niz y Tev, ahora Zay. ―¿Es verdad lo que tú y Niz
dijeron?―
―¿Que dijo él?―
―¿Que ustedes, um, comparten a sus mujeres?―
―Dijiste que naciste como quads idénticos, pero no eres idéntico a Niz y
Tev―.
158
―No, Bir y yo nacimos en una serie de quads, al igual que Niz y Tev. Los
ocho de nosotros éramos soldados en el ejército de Demos, y durante una
campaña en particular, cada uno de nosotros perdió a dos de nuestros
hermanos―.
Zay se detuvo y ella miró para encontrar que ahora estaban en una gran
habitación opulenta. Su corazón se hundió cuando se dio cuenta de que
estaban otra vez en los cuartos de cara de pez. Él la puso de pie, pero no la
liberó de sus brazos, obligándola a inclinar la cabeza hacia atrás para
encontrarse con sus ojos de oro fundido, ardiendo con el mismo deseo ella
había visto en Niz y Tev.
―Diría que tenemos toda una buena hora antes de que regrese el Embajador.
Cerré la puerta del dormitorio principal. Nadie puede tener acceso excepto el
Embajador. Bir me avisará cuando regrese. Lo que significa, pequeña roja, tú
y yo estamos solos, por ahora―.
Un temblor recorrió el centro de su cuerpo haciendo temblar su estómago.
Ella había percibido un ligero lado juguetón de Zay, pero la ardiente forma
en que él la miraba, le dijo que era tan peligroso como sus hermanos.
159
Se apartó mirando alrededor de la habitación, casi igual que la de la otra
estación espacial, paredes grises apagadas, solo que a cara de pez le gustaba
poner tantas cosas coloridas como fuera posible. El olor húmedo se debía a la
cama de agua de cara de pez, que básicamente era una gran bañera de aguas
poco profundas. Vio su cama en el rincón más alejado de la habitación.
Parecía sólida y cómoda.
―Creo que debería descansar―. Ella hizo una retirada apresurada hacia su
esquina. Necesitaba espacio para aclarar su cerebro confuso y respirar, lo
que parecía tener dificultades de hacer desde que los hermanos Demos
habían entrado en las habitaciones de cara de pez.
―Sabes que es mi deber cuidar de ti―.
Ruby resopló. ―Cara de pez te pagó para protegerme, nada más―.
―Um, sí―. Su voz ahora sin aliento cuando su otra mano se deslizó entre
sus cuerpos.
―No podemos tener eso ahora. Este top debe ser demasiado ajustado para
ti―.
160
carne de gallina, y ella se estremeció, mientras él se arrodillaba detrás de
ella. La sensación de sus cálidos labios contra la parte posterior de su
hombro izquierdo hizo que su pulso se acelerara.
―¿Tengo una opción? Eres mucho más fuerte que yo. Tienes el poder―. La
amargura se unió a su tono entrecortado.
161
―Sí lo haré―.
―Pequeña roja, no sabes lo bien que me hace sentir dentro oírte decir eso,
ahora―. Su mirada volvió a caer sobre sus pechos. ―Tus montículos en el
pecho―.
―¿Mis senos?―
―Senos―. Probó la palabra en su lengua. ―Me gusta esta palabra, senos―.
Oh, Buen Dios. ―¿Las hembras Demos no los tienen?―
¡Santa Madre! ¿No tenía idea de lo bien que se sentían sus manos en sus
pechos?
―Uh... aparte de los hombres mirarlos y jugar con ellos, se llenan de leche,
para alimentar a los bebés cuando las mujeres los tienen―.
162
―Sí, ¡oh, Dios, sí!― La frustración se encendió. Si él no chupaba sus
pezones, maldita sea pronto ella empujaría su cabeza hacia abajo.
Era bueno que Ruby fuera una ávida lectora de libros, incluidos aquellos
sobre la sexualidad femenina, en lugar de extraer de su experiencia, o más
bien decepcionante falta de ella. Todos los hombres con los que alguna vez
había estado y con los que nunca había tenido sexo, nunca se habían
molestado en encontrar su clítoris, y mucho menos en saber qué era una zona
erógena.
Una de sus manos rozó su feo vientre y se deslizó entre los rizos de su monte.
Separó sus labios externos, uno de sus gruesos dedos se deslizó a través de
sus húmedos pliegues. Ella saltó cuando su dedo entró en contacto directo
con su clítoris.
―Nunca he sabido que una mujer sea tan sensible y receptiva.
Vamos a deleitarnos en encontrar todas las formas de brindarte placer―.
Oh Dios, estoy tan condenada.
163
muslos, abriéndola para su mano, exploradora. Su otro brazo sostuvo su
espalda, manteniéndola en su lugar en su regazo.
Ella gimió mientras él acariciaba su clítoris. Ella miró hacia abajo a través de
sus párpados medio cerrados, y vio que sus ojos se abrían con sorpresa.
―Clit-or-us, esto es lo que llamamos klei, un lugar de placer femenino, pero
esto está profundo en sus cuerpo, no tan abierto y accesible como el tuyo.
Cuanto más descubro sobre ti, pequeña roja, más me duele por poseerte―.
―Maldita sea en las llanuras de hielo, sabes tan bien―. Sus ojos se abrieron,
su mirada chocando con la de ella.
164
Nunca le dio tiempo para meditar sobre sus extrañas palabras; ella inhaló,
respirando la esencia almizclada del hombre que tenía delante. Zay enredó
sus labios sobre los de ella, esparciendo lo último de su razón y resistencia.
165
Capítulo Cinco
A diferencia de Niz, Zay pellizcó juguetonamente sus labios, burlándose de
ella con su lengua, antes de deslizarla en su boca, saboreando con gentil
reverencia.
Ella no sabía quién les había enseñado a estos hombres Demos a besar, pero
estaba muy agradecida. Nunca la habían besado así, tanta pasión se vertía en
cada golpe de su lengua y la burla de sus labios. Ella ardió más,
retorciéndose contra él. Sus caderas se movieron por su propia voluntad.
Usando su rodilla para abrir sus piernas, una cayó sobre el costado del catre,
pero no le importó cuando su mano se deslizó para frotar su clítoris, mientras
él continuaba con su ataque contra su pecho. La doble acción la empujó al
borde del abismo a la velocidad de la luz.
166
Su cuerpo estalló en un brillo de sudor, y cada músculo se apoderó de una
fracción de segundo antes de que la galaxia estallara, temblando con el
movimiento de cada terminación nerviosa inundada de éxtasis.
Su mano se acercó y mordió sus nudillos para luchar contra el grito que
quería liberarse.
―Pequeña roja, no hay nada en el mundo que quiera más que buscar mi
placer en tu calor―. Él la tomó en sus brazos, moviéndose de manera que su
espalda yacía contra el mamparo, besando la parte superior de su cabeza,
mientras sus manos continuaban vagando sobre su piel todavía sensible.
―No es tan simple como eso, cuando tomamos a una mujer por primera vez,
los Demos Quads tienen protocolos. Soy el segundo mayor después de Bir.
Lo que significa que tiene los primeros derechos en ti. Te tomaremos en
orden de edad, pero después de eso, cualquiera de nosotros podrá disfrutar de
tus delicias, sin rango, mientras estés dispuesta―.
Cuatro grandes alienígenas rojos, la idea de que cada uno tomara su turno
hizo que su sexo vacío se apretara.
****
167
Zay no podía apartar sus manos de ella, rastreando los pequeños puntos que
corrían por su garganta y sobre su pecho superior. ¿Alguna vez se cansaría
de tocarla? No, ni siquiera si los pozos de fuego de Galafrax se congelaran.
Sus palabras lo hicieron detenerse.
―¿Dejarme así?―
Ella luchó por salirse de sus brazos, y con renuencia, la dejó ir. Ella se sentó
y se giró, sentándose sobre sus piernas. Sus grandes ojos azules, aún
brillantes por su clímax, parpadearon hacia él. Zay sintió que su pecho se
hinchaba de orgullo, sabiendo que había sido el primero en darle placer.
Maldita sea, si no iba a frotarlo en las caras de sus hermanos.
Sus labios se curvaron en una sonrisa, y su cabello colgaba como una cortina
roja brillante. No pudo resistirse a deslizar los dedos por los sedosos
mechones.
―Por qué sí―. Sus labios rosados, hinchados por sus besos, se curvaron en
una sonrisa sensual. ―El placer debería ser una cosa mutua―. Su mirada
descendió por su cuerpo.
―Yace en tu espalda para mí, por favor―.
Cambió su peso, maldito si podía rechazar una petición tan dulce. Además,
tenía curiosidad sobre lo que iba a hacer.
Era algo peligroso lo que ella le pedía, y luchaba con fuerza, para no romper
la cadena de mando fraternal y tomarla primero. ―Pequeña roja, puede que
no sea sabio. Solo hay muy poco lo que un hombre Demos puede tolerar―.
168
Oh, maldita sea en las llanuras de hielo, al diablo las consecuencias, Bir lo
tendría en servicio de depuración durante el próximo mes, pero habrá valido
la pena.
Buscó a tientas el cierre, dándose cuenta de lo mal que temblaban sus manos.
―¡Oh! ¿Tu pene se lubrica por sí mismo? Ella levantó su mano, frotando sus
aceites entre sus dedos.
―No, tus jugos son únicos. Me gusta tu calor húmedo, pequeña roja, y sé
que mis hermanos también lo harán―.
169
Ella ladeó la cabeza hacia un lado. Deseó poder ver dentro de su mente en ese
momento, de su sonrisa seductora.
―Nunca he hecho esto antes, pero he leído sobre ello, y con tu, um, aceites,
debería hacerlo más fácil―.
Ella bajó su cuerpo y envolvió su vara entre sus pechos antes de empujarlos
juntos. El calor suave que rodeaba su polla era indescriptible. Él gimió
cuando ella la deslizó por la caverna de sus montañas como almohadas,
presionando arriba y abajo.
―¡Grandes demonios de fuego!―
170
―¿Estás bien?― Él logró levantarse. Ella asintió, levantando su mano para
quitar algo de su semilla, chupando su dedo cubierto en su boca,
sacudiéndole las llanuras de hielo.
Quería besar la tristeza que llenó sus ojos y decirle la verdad. Pronto les
pertenecería a ellos, no al Piclar.
A pesar de que los Piclars tenían poco sentido del olfato, no quería
arriesgarse a que la habitación oliera a sudor y sexo.
Maldita sea, abrió las puertas, echó un vistazo alrededor de la sala de estar
principal, viendo una pila de ropa colorida colgada sobre una de las sillas. Lo
recogió, lo llevó de vuelta a la cámara de dormir y lo colocó en la cama para
que Ruby lo encontrara.
171
estaba bien. Maldita la llanura de hielo. Pasarían cuatro largos días antes de
que pusieran en práctica su plan.
Una sonrisa curvó sus labios, mientras la imagen de sus suaves montículos
con su vara deslizándose entre ellos se reprodujo en su mente. No podía
esperar para contarles a sus hermanos sobre los placeres de los pechos de
Ruby.
172
Capítulo Seis
Ruby fue arrastrada por su correa durante lo que parecieron horas. Obligada
a soportar la humillante exhibición ante tantas especies alienígenas
diferentes, hizo que su cabeza girara. Pero lo había soportado, bajo la atenta
mirada de Niz y Tev, siempre a unos pocos metros de ella y cara de pez.
Cara de pez fluía con elogios hacia algunos y ofrecía comentarios discretos a
los demás. Así era la naturaleza de la política intergaláctica. Él era
especialmente amable con dos criaturas altas y nervudas, con grandes
cabezas calvas color crema y grandes ojos negros, el resto de sus caras se
veían bastante humanoides. Cara de pez los llamó los Morax y si fueran más
delgados, podrían haber sido confundidos fácilmente con farolas.
Ruby luchó por contener sus insultos, cuando cara de pez se jactó de sus
logros y colección de cosas coloridas, incluida ella.
Para superar todo eso, dejó que su mente divagara, repasando las cosas
maravillosas que Zay le había hecho ese día. No fue difícil recordarlo, ya que
podía sentir las miradas de Niz y Tev sobre ella. A menudo levantaba la vista
para verlos mirándola.
173
todos supieran así, fácilmente podría convertirse en su nuevo pasatiempo
favorito.
174
―Ven, Ruby―. Su voz áspera, casi parecida a la de Zay, pero ella notó la
leve diferencia en su tono.
―Lo sé. Zay fue muy informativo de lo pequeña y suave que eres para
llevar. Ha estado caminando con su cabeza metida en el culo desde que
regresó a la nave. Quería participar en el placer―.
El pauso. ―¿Por qué dices tal cosa? Nunca desees morir, Ruby, eres
demasiado valiosa para nosotros. Si alguien intentara dañarte, ningún lugar
en la galaxia será seguro para ellos―.
Ella levantó la cabeza ante sus acaloradas palabras. ¿Por qué le importaría
hasta ese punto?
175
Ruby presionó sus labios en una delgada línea, la rabia se encendió en la
forma en que todos parecían preocupados, pero aún no hacían nada.
―No lo entiendo. Por qué cara de pez y los Jorval que, si alguna vez lo
vuelvo a ver, voy a clavar un atizador al rojo vivo en su culo, y ver el vapor
salir por sus grandes orejas- ¿se les permite vender seres obviamente
sensibles? Soy humana. Puedo hablar y pensar por mí misma. ¡Sin embargo,
nadie parece sorprendido de que sea una esclava y una mascota de un
maldito monstruo con cara de pez! Nadie ha levantado un dedo, aleta o
tentáculo para ayudarme―.
Él la agarró del brazo, tirando para detenerla y hac iéndola girar para
enfrentarlo. ―Eso no es verdad. Nos importa, lo haces, desde el momento en
que te vimos escondiéndote detrás de esa silla. Todos sabíamos que
habíamos encontrado algo especial―.
176
―No es tan simple como eso. Cara de Pez tiene la ley de su lado. Eres de su
propiedad y si tratamos de llevarte ahora... No terminaría bien para ninguno
de nosotros―.
Él se acercó más, acariciando la parte posterior de sus dedos por su mejilla.
Ella negó con la cabeza y se alejó.
―Pequeña roja, por favor confía en nosotros, tenemos que encontrar el
momento adecuado para... También es difícil para nosotros, ahora que te
hemos encontrado, todos queremos estar contigo, tomarte cuidarte y hacerte
feliz―.
―Mucho más que eso, Ruby. Ninguno de nosotros debía decírtelo todavía.
Íbamos a esperar hasta que llegara el momento, pero para aliviar tus temores,
lo haré. No hay nada que no hagamos para que seas nuestra Sheraz―.
"Sheraz". Había escuchado a Zay usar ese término, el corazón de su hogar.
―Nos sometemos a una ceremonia una vez que nuestra mujer elegida nos
acepta. Nos une por el resto de nuestras vidas. Entonces, en términos de tu
Tierra, sí, queremos que te cases con nosotros―.
―Santa Madre―. Ruby se tambaleó mientras su mente intentaba procesar
esta nueva información. ¿Podría casarse con cuatro grandes hombres rojos,
sexo, alienígenas?
El calor de Bir la rodeó cuando la tomó en sus brazos otra vez. Su estómago
también eligió ese momento para quejarse.
177
―Estás en necesidad de comida. ¿El embajador no te ha proporcionado las
comidas adecuadas?―
****
―Oooh Dios mío, esto es tan bueno! Por favor, ¿puedo tener algo más?―
Bir contuvo un gemido de pura lujuria mientras los jugos corrían por su
barbilla, y su lengua rosa emergió para deslizarlos hacia dentro. La forma en
que ella disfrutaba de algo tan simple como una buena comida lo mantenía
completamente cautivado. Él se deleitó en alimentarla de su mano. La forma
en que aceptaba con impaciencia cada bocado, todavía no la había tocado,
aparte de tenerla en su regazo. Se contuvo, especialmente después de su
discusión en el pasillo. Ella no había dicho nada acerca de su confes ión de
querer convertirla en su Sheraz.
178
―Pe-cas―. Le gustaban sus palabras humanas para las cosas, incluso
aquellas de las que Zay le había hablado. Pechooss y clit-or-us. Sus dedos
ansiaban explorar, pero no la tocaría íntimamente, no hasta que estuviera
lista.
―Son las cosas más bellas que he visto en una criatura―.
Ella se retorció en sus brazos, mirándolo. Todavía tenía un poco de leche de
yolick endulzada en su barbilla. Incapaz de ayudarse a sí mismo, se inclinó y
lo lamió. El sabor ligeramente salado de su piel combinado con el yolick lo
empujó al borde del control. Pero aún así, no podía obligarse a quitarla de su
regazo. Disfrutaba demasiado de abrazarla.
―¿De verdad? Siempre pensé que eran feas, junto con mi pelo rojo. Cuando
tenía siete años, lo corté y traté de teñirlo de negro―.
La aberración de que hiciera tal cosa lo sorprendió. ―¿Por qué?― Pasó sus
dedos por su suave cabello.
179
Bir se sintió repentinamente agradecido por el comerciante Jorval, robándola
de una sociedad tan degradante.
―¿Otras hembras humanas no son suaves como tú?―
―No―. Ella se retorció en sus brazos, tratando de alejarlo y escapar de su
regazo, y él se arriesgó y apretó con más fuerza.
―Incluso si hubiera disponibles docenas de hembras humanas, ninguna se
compararía con tu suavidad o tu pálida y ardiente belleza―. Eso era un
hecho simple.
Ella calmó sus luchas y se derritió en sus brazos. Lo miró por debajo de las
pestañas de una manera tímida que le hizo hervir la sangre. Él tembló por el
esfuerzo de contenerse.
―No estás diciendo eso solo, para que yo tenga sexo contigo, ¿o sí?―
Ella parpadeó. Él daría cualquier cosa por saber qué estaba pasando por su
mente en ese momento.
―¿Cuánto tiempo crees que tenemos antes de que regrese el embajador?―
Se tocó el comunicador de su oído. ―Tev, ¿tiempo?―
―Actualmente varias horas, te avisaremos si cambia―.
―Afirmativo―.
Ella se revolvió en su regazo otra vez, y esta vez la dejó ir. ―Tenemos unas
horas máximo―.
180
Ella selló su boca sobre la suya.
Ahora entendía de lo que Zay y Niz habían estado hablando. Ella sabía tan
dulce, caliente y femenina; lo mareaba de necesidad. Por propia voluntad, su
mano se acercó para ahuecar su pecho, probando la suavidad como almohada
en su palma.
Por las planicies de hielo, nunca tendría suficiente de tocarla. Las mujeres
Demos no podían compararse a ella. Él le demostraría lo mucho que su talla
era perfecta para todos ellos.
Bir gruñó en voz baja, necesitando más control y desesperado por ver si lo
que Zay le había contado sobre su sensibilidad era cierto; que no necesitaba a
los cuatro hermanos para hacerla alcanzar su punto máximo.
Empujando entre sus cuerpos, buscó su núcleo, gruñendo bajo en su garganta
cuando la encontró caliente y húmeda. El pequeño clí-to-ris sensible era fácil
de encontrar con sus dedos gruesos.
181
Ella jadeó, temblando en sus brazos mientras pasaba el dedo sobre él. Su
espalda se arqueó en su toque.
―Oh, oh, sí, Bir, por favor―.
Él se deslizó más abajo y empujó un dedo dentro. Oh, no tendrían problemas
para unirse, con sus jugos derramándose libremente combinados con los
aceites naturales de su vara. Su calor interior se apoderó de él; por las
llanuras de hielo, ella estaba apretada.
Sus dedos se apretaron en sus brazos mientras sus ojos se cerraban, y ella
emitía pequeños y excitantes ruidos y jadeaba. Él bajó la cabeza, capturando
uno de sus senos en su boca, chupando el endurecido brote, enrollándolo con
su lengua.
Pero Ruby se aferró a él. Envolvió sus brazos alrededor de ella y la levantó,
bajándola al largo sofá. El atuendo que había usado ahora estaba agrupado en
su cintura.
182
Bir no perdió tiempo en quitarse el uniforme, tirando sus armas a un lado.
Ruby abrió sus increíbles ojos azules para mirarlo. Su corazón se llenó de
orgullo ante el asombro que vio en su mirada.
Cayó sobre ella, sosteniendo su peso con los brazos para no aplastarla y
ajustando sus cuerpos.
Él pauso. ―¿Estás bien, princesa?―
―Sí, no pares, necesito sentirte dentro de mí―.
Por las llanuras de hielo, estaba tan caliente y apretada a su alrededor. Sacó
una fracción antes de hundirse más profundamente.
Ella echó la cabeza hacia atrás. ―Oh Dios, eres grande―.
―Oh, no, no te atrevas a parar, quiero todo de ti dentro de mí. Estoy decidida
a tomarte incluso si tenemos que conseguir una palanca para que entres―.
―¿Palanca?―
Su pecho se sacudió con una risa sin aliento. ―No importa, simplemente no
pares, por favor, Bir, estoy bien, de verdad―.
183
Capítulo Siete
Santa Madre, nunca en su vida se había sentido tan llena. La polla de Bir
estaba tan profundamente dentro, que apenas sabía dónde terminaba y
comenzaba. Él se movió, saliendo y empujando hacia dentro, lentamente al
principio y luego más rápido. Todo su mundo se inclinó sobre su eje
mientras una oleada tras otra de placer intensa la recorría.
Ella luchó por contener sus gritos, así que presionó su rostro contra su
hombro para amortiguar los gemidos que llenaban la habitación.
Solo con dos hombres se había acostado en su vida, y sus pollas nunca se
habían sentido tan bien como la de Bir. Él acarició cada terminación nerviosa
dentro de ella. La punta de su polla se deslizó sobre su punto G, una y otra
vez.
―Lo siento, Ruby―.
Se las arregló para abrir los ojos ante su disculpa tensa, ¿qué demonios
sentía?
184
Abrió los ojos para mirar las increíbles profundidades doradas fundidas de
Bir. La preocupación por ella era evidente en su hermoso rostro. ―¿Estás
bien? ¿Te lastimé?―
―Oh Dios, te mordí―. Pasó su mano sobre las marcas, para calmar
cualquier dolor.
―Sé fuerte, belleza, no serás esclava del Embajador por mucho más tiempo,
porque pronto, si lo deseas, serás parte de nosotros en su lugar. Somos tus
devotos quads hermanos―.
185
****
Toda la noche había soñado con el toque de Bir y Zay, el intenso beso de Niz,
y se había preguntado si Tev haría algo diferente. Hasta ahora, todos
parecían individuos únicos, incluso si se parecían.
Sus hombres. Las dos palabras giraron en su mente una y otra vez;
haciéndola preguntarse si debería aceptar sus planes para que ella sea su
esposa.
Cara de pez se estiró para tomar un mechón de su cabello rojo y frotarlo entre
sus dedos palmeados. Ruby apretó los dientes y se resistió al impulso de
apartar su mano.
―¿Eso significa que quitará esto ahora?― Tiró del collar de control, con
esperanza. ―Podrías ponerme uno diferente―, sugirió cuando cara de pez
frunció el ceño.
186
¡Puedes poner tu lealtad en tu culo de pez! Se giró para ocultar su mirada
enojada.
La puerta sonó, admitiendo otros dos Piclars. Ella los había visto antes en la
estación Piclar.
―Ah Wazzm, Ragn, ¿está hecho?― El interés de Ruby se asomó.
―Sí, Embajador, está hecho. En los próximos ciclos, verás los resultados por
ti mismo―.
¿Qué estaba queriendo el cubo de baba ahora? Ruby lo miró por debajo de
sus pestañas.
Cara de pez se puso de pie. ―Ve, me reuniré con el Morax en unos minutos.
Quieren llevarme en un viaje misericordioso por su planeta, con la esperanza
de que podamos ayudar a poner fin a su sequía. Por supuesto que estoy
interesado en cualquier cosa que me ayude a obtener una ventaja sobre
ellos―.
Ruby se cubrió la boca para contener su bufido. Los políticos eran todos
iguales, besaban a los bebés y robaban sus piruletas.
187
―Lo siento, mascota, tendrás que quedarte aquí hoy. El Morax solo deseaba
alojarme a mí y no a mis mascotas, y no deseo ofenderlos, especialmente con
las negociaciones tan cerca―.
―Está en buenas manos con nosotros, Embajador―, retumbó Bir. Ella captó
el guiño de Bir cuando se dio la vuelta para salir antes que cara de pez,
seguido por Niz.
Una sonrisa ilumino la cara de Zay cuando la puerta se cerró. Como si los
resortes estuvieran pegados a sus piernas, Ruby saltó y se lanzó sobre sus
brazos.
Sus labios se cerraron sobre los de ella, y saqueó las sedosas profundidades
de su boca. Ella gimió, dando vueltas hasta que su espalda golpeó la pared
cerca de la puerta. Presionó su longitud caliente en su forma más suave,
inmovilizándola contra el mamparo.
Dio una palmada con su mano sobre el panel cerca de la pared, el que
enganchaba las cerraduras. Él capturó su boca en un beso caliente hasta que
su cabeza giró y su cuerpo ardió por la necesidad. Manteniendo sus manos en
sus caderas, Zay se dejó caer sobre sus rodillas, y colocó sus piernas sobre
sus hombros.
188
Teniendo que luchar para contener sus fuertes gruñidos y gemidos, se
mordió el labio, moviendo la cabeza de un lado a otro mientras se venía,
tirándole del pelo y arañándole los hombros.
Sin aliento y rellena más llena que un pollo asado, Ruby no pudo evitar
sollozar cuando él se retiró y empujó de nuevo, lentamente acelerando el
paso hasta que ella estaba incoherente por la necesidad. Una mano se movió
para apretar su pecho a través de la tela de su vestido.
Una risita retumbó desde su pecho. Gimió cuando él tiró de ella, todo su
cuerpo aún estaba hipersensible.
―¿Puedes pararte?―
189
―Eso creo, a duras penas―.
Por lo general odiaba ser llamada tesoro, ya que era como cara de pez la
llamaba a menudo, pero por Zay, sonaba sincera, perfecta.
Agradecida por la pared contra la que apoyarse, lloró por la pérdida del calor
de su cuerpo mientras él se alejaba y se metía la polla semirrígida en los
pantalones.
―Sé que no puedes evitar llamar la atención, con tanta belleza, pero al
menos no tienes que lucir como si acabara de maltratarte―.
Una risita burbujeó. ―Me gusta que me maltrates―.
Él se rió entre dientes. ―Entonces juro por los fuegos sagrados de Galafrax,
que siempre te maltrataré, cuando quieras. Quédate aquí―.
No había ninguna razón para no confiar en él, así que ella puso su mano en la
suya. Miró hacia abajo a su mano de color rojo oscuro que encerraba la suya
pálida. Se veía y se sentía bien. Él abrió la puerta y ella trotó a su lado
mientras la sacaba.
―¿A dónde vamos?― Ella mantuvo su voz baja.
190
―Pensé que te gustaría ver nuestra nave. ¿Alguna objeción?―
A pesar de que no tenía muchas opciones, era dulce que preguntara, sin
mencionar que quería ver mucho su nave.
Ella captó el guiño de Zay. Diablos, no querría escapar de él. Ella negó con la
cabeza, pero sonrió. Parecía que más sexo estaba en la agenda de hoy. Guau,
de cero a la diosa del sexo en cuestión de días. Para Ruby, se sentía bastante
bien.
Su amplia sonrisa decía mucho, pero aún había secretos detrás de su mirada
dorada.
No vayas allí, chica. El amor era una emoción que ella necesitaba mantener
bajo control. ¿De qué le serviría, de todos modos, enamorarse de cuatro
hermanos alienígenas?
191
Capítulo Ocho
Tumbado sobre su espalda, Tev pasó su escáner por los circuitos, revisando
cada interruptor. Pitó en la sección media. Cerró el escáner y tomó la llave
láser.
―Que suerte la mía de quedarme atrapado en tareas de mantenimiento―. Él
movió la llave y arregló el interruptor suelto. ―Le mostraré a Zay lo que
pienso de él cuando le ponga mis manos encima―.
Todos los quads eran enseñados por sus padres en el arte de complacer a una
mujer Demos. Aprendían cómo tocar en los lugares correctos para ayudar a
excitarla, para que les permitiera montarla. Follarla por el mayor tiempo y lo
más fuerte posible, para llevarla a su pico. Si llegaba en el momento en que
era el turno del cuarto hermano, era un trabajo bien hecho. De lo contrario,
nunca tendrían ninguna esperanza de obtener una mujer y una familia propia.
La mujer había sido dura, grosera, sin mencionar el hecho de que había
luchado, lo cual era normal para una mujer Demos.
192
Pero siendo jóvenes y su primera vez, hicieron todo lo posible por
complacerla. Había llegado a su punto máximo, pero aun así no parecía ser
suficiente. Ella les gruñó para que salieran y la dejaran en paz.
Tev y sus hermanos habían abordado la nave de las tropas al día siguiente,
cambiando sus vidas para siempre.
Pero estar unido a Bir y Zay no era tan malo. La conexión entre ellos se
sentía tan real como si hubieran nacido quads. Pero, aun así, Tev quería
patear a Zay a las llanuras de hielo y de regreso, solo una vez.
193
Él reclamó sus labios en un duro y exigente beso. Así que a diferencia de una
mujer Demos, Ruby se derritió contra él, envolviendo sus brazos alrededor
de su cuello y besándolo.
Por los dioses, sabía increíble, cálida, dulce y tan acogedora. Suavizando su
beso, tratando de recordar que ella no era Demos, sino más suave y redonda.
La almohada de su cuerpo contra él, nada se había sentido tan bien ni tan
bueno.
Necesitando tocar más, deslizó sus manos sobre su espalda hasta su cuello,
encontrando el collar de control. Casi lo había olvidado; la marcaba como
propiedad de otra persona, pero no por mucho tiempo.
Tev se echó hacia atrás y la miró a la cara. Una cosa tan hermosa, su piel
enrojecida por el color, sus labios húmedos e hinchados por su beso, sus ojos
cerrados en dicha. Sus párpados se abrieron y su corazón se detuvo, mirando
las comisuras de sus labios curvarse en una dulce sonrisa.
―Bueno, es una mejor bienvenida a bordo que la que Zay me dio―.
Tev escuchó el bufido de Zay, pero lo ignoró.
―La tenemos por unas pocas horas al menos. Ya le enseñé la mayor parte de
la nave. Esperaba que hicieras algo con ese maldito collar de control―.
Sí, era una muy buena idea. ¿Por qué no pensé en eso? Porque, estás
demasiado ocupado queriendo deslizar tu vara en Ruby, es por eso.
―¿Puedes hacer eso?― Su corazón se tensó en su pecho, viendo la
esperanza en sus adorables ojos azules. Quería darle toda la maldita galaxia.
Ella era su preciosa princesa.
Tev dirigió una mirada fulminante hacia el sonriente Zay. ¿Por qué en las
llanuras de hielo siquiera pensaría en tener un androide sexual ahora, cuando
tenían a la cálida y hermosa Ruby? Volvió su atención a ella.
―Puedo replicar uno falso, hasta que podamos eliminarlo del todo―.
194
La sintió suspirar, y necesitando consolarla, la abrazó con fuerza. ―No te
preocupes, princesa, no pasará mucho tiempo hasta que nos deshagamos de
él para siempre. Al menos, el Embajador no podrá hacerte daño de nuevo―.
―¿Así que todavía tengo que jugar a ser una buena mascota para cara de pez
un poco más?―. Se encontró con su mirada.
Tev se movió. Era difícil moverse con su vara formando una casa de
campaña en sus pantalones y doliendo como rocas congeladas. Pero no había
forma de que la dejara ir ahora que la tenía en sus brazos.
Le tomó todo su autocontrol para no tirarla al piso y follarla. No, ella merecía
mucho más que eso.
―Tengo que lidiar con algunas cosas―. Ruby miró a Zay mientras hablaba.
―Cuida a nuestra mujer―.
La mirada llena de lujuria de Zay barrió sobre ella una vez más antes de darse
la vuelta, saliendo de la bahía de mantenimiento.
Feliz de tener tiempo a solas con ella, su sonrisa se amplió, mientras cosas
maravillosas y perversas recorrían su mente. Sin perder más tiempo, se
inclinó y la tomó en sus brazos.
195
―Oy―". Ella enganchó sus brazos alrededor de su cuello; le gustaba su
peso en sus brazos, nada pesada en absoluto, su suavidad se apoyaba contra
él. Por las planicies de hielo, ella se sentía bien.
―Es mi turno, ahora―.
****
―Oh Dios, eso se siente tan bien―. Ruby se frotó el cuello, el aire frío
soplando libre alrededor de su piel otra vez. Ella miró el collar en la mano de
Tev con disgusto.
196
Con mucho gusto, ella colocó su muñeca en su mano, y sus dedos se
enroscaron alrededor de su carne pálida, girándola. Pasó un dispositivo
dorado tipo pluma sobre el sello, y se abrió. La pulsera de oro cayó en la
palma de Tev. Su pálida piel había sido lastimada por las rozaduras de las
bandas.
―Voy a matarlo―.
―Está bien, Tev, por la forma en que lo veo, podría haber sido peor. Hay
otras mujeres que fueron vendidas. Podrían estar sufriendo mucho más que
yo―.
Era fácil ver que Tev era el más cariñoso de los hermanos. Él llevaba su
corazón en la manga. Ruby no era inmune, cuán fácilmente los hermanos se
habían metido debajo de su piel, en tan poco tiempo.
Ruby observó mientras colocaba las bandas sobre la mesa antes de hurgar en
un cajón.
―Niz es nuestro sanador, pero como está fuera con cara de pez, lo haré lo
mejor que pueda―.
197
sentía mal estar ansiando a Tev, justo después de que dos de sus hermanos la
follaran por completo.
Tal vez sus hormonas estaban fuera de control, pero en este punto, no le
importaba.
―Gracias―.
Él le inclinó la cabeza hacia atrás y aplicó el resto de la crema alrededor de su
cuello.
Wow, ¿de qué tipo de mundo extraño venían? Sus mujeres sonaban como
perras ásperas. ¿Tener que pelear con una mujer solo para tocarla?
―Entonces tus mujeres están locas por no querer que un hombre como tú las
toque. Me gustas y el toque de tus hermanos; Me gusta cómo me hacen
sentir―.
198
Eso sonó, simplemente mal. ―¿Así que nunca harían esto?―. Se inclinó y le
dio un suave beso en los labios antes de que ella se apartara para estudiar su
reacción.
Ella le echó los brazos al cuello, lo acercó y entrelazó sus labios con los
suyos, besándolo con un fervor hambriento.
―Oh, Tev, por favor―. Ella jadeó cuando se retiró para dejarla respirar.
―Hazme el amor. Quiero sentirte profundamente dentro de mí―.
Zay le había dado un recorrido por la nave, y sabía que Tev la llevaba hacia
el alojamiento personal de la tripulación.
La puerta se abrió y él entró. Ruby se las arregló para mirar las paredes
azules y el pequeño baúl de metal en el extremo de una cama larga y ancha,
empujada contra la pared más alejada.
199
Pero su atención se desvió de la decoración para centrarse en Tev, quien se
quitaba la ropa a un ritmo apresurado. Se humedeció los labios ante la
exhibición de maravillosos músculos rojos ondulantes, hombros fuertes,
bíceps abultados, y su pecho y sus abdominales. Olvídate del paquete de seis,
tenía fácil ocho, estos hombres Demos estaban seriamente construidos.
En su cadera estrecha, vio una larga cicatriz oscura. Ella extendió la mano y
la tocó. ―¿Conseguiste esto en la guerra?― Él miró su mano, colocando la
más grande sobre la de ella.
―Muy pocos de nosotros salimos de esa guerra sin cicatrices. Si no te
gusta…―
Una vez más sintiendo esa oleada de poder, ella deslizó su mano audazmente
arriba y abajo de su eje, deleitándose cuando se estremeció bajo s u toque.
Impresionada por el hecho de que podía hacerlo temblar tanto como él le
hizo a ella.
―Por las llanuras de hielo, dulzura, no puedo...― Él la empujó hacia atrás,
cubriéndola con su cuerpo, tomando su boca. Con las manos rozando, la
200
apartó lo suficiente como para ahuecar sus pechos, apretándolos al mismo
tiempo que los saqueaba con su boca.
Ella dejó que sus manos vagaran, tocando cada parte de él que podía
alcanzar, su cuello, los hombros y brazos... a lo largo de su pecho. Su suave y
flexible piel se sentía bien debajo de las yemas de sus dedos.
―Oh Dios―. Él sin piedad frotó su yema, una y otra vez. Ruby se revolvió y
gimió, aferrada a sus bíceps mientras la empujaba hacia el acantilado de la
dicha.
Él se detuvo, y ella gimió en desacuerdo. La apartó, y ella abrió los ojos para
mirar hacia abajo. Sus manos rojas sobre sus pálidos muslos, las empujaron
de par en par, su mirada se clavó en su sexo abierto y expuesto.
Empujándose sobre sus codos, miró por encima de su cuerpo para ver qué
estaba mirando Tev. Sus rizos rojos brillaban con jugos, sus pliegues
rosados, hinchados y tan sensibles.
―Increíble, tan hermosa, tengo que probarte―.
Ella solo captó su sonrisa maliciosa antes de que él hurgara entre sus muslos.
La ligera bocanada de aire fue toda la advertencia que recibió, antes de que
su cálida lengua se deslizara por sus pliegues, haciendo que sus caderas se
sacudieran en respuesta.
201
Puso una mano sobre su vientre inferior y la empujó hacia el colchón,
sosteniéndola sin esfuerzo mientras continuaba su ataque. Él dio una larga
lamida por su abertura vaginal, sobre su clítoris y luego volvió a bajar, antes
de presionar su lengua profundamente.
202
Su enfoque se volvió borroso cuando él bombeó más fuerte, mientras la
sangre le golpeaba en los oídos. La llama volvió a la vida como un fuego
salvaje, y no había forma de detener la tormenta que se aproximaba.
Una vez más, uno de los hermanos la había dejado inútil, flácida, respirando
con dificultad, su corazón latiendo con fuerza. La cabeza de Tev descansaba
en el hueco de su cuello, mientras él también luchaba por controlar su
respiración.
―Empujare al maldito androide por una cámara de aire―.
Ruby parpadeó, confundida por sus palabras. ―¿Perdón?―
203
Capítulo Nueve
Todavía respirando profundamente, Ruby lentamente se sumió en la
consciencia, escuchando las voces bajas de Tev y Zay. Ella estaba de cara a
la pared de los cuartos de Tev, por lo que no sabían que se había despertado.
La curiosidad la hizo contener la respiración y escuchar su conversación.
―¿Estás seguro de que el Embajador no notará la diferencia?― Reconoció
el tono susurrante de Zay.
―No quiero poner esto en ella tampoco, pero Bir nos ha dado nuestras
órdenes. Dos días más y ella es nuestra para siempre―. Ruby sabía que se
referían al collar y las esposas. No pudo evitar el suspiro. Luego se calmó
nuevamente cuando ambos hombres se callaron.
Había algunas preguntas para las que ella necesitaba respuestas, pero por lo
que podía ver, no había inconveniente en ser una diosa del sexo desenfrenada
con varios maridos devotos.
Ella sonrió ante el anhelo en el tono de Zay. ―No más maldito androide
sexual para mí. Lanza la cosa a la unidad de reciclaje"―
Tev resopló. ―Eso viene de ti, después de que lo rompiste―.
―No rompí la maldita cosa. Fuiste el último en usarla―. Ella pudo oír la
diversión en la voz de Zay.
―Oh, no, hermano, lo usaste por última vez, nunca llegué a usarlo en
absoluto, antes del cortocircuito―.
Intrigada por su discusión, no pudo quedarse quieta por más tiempo y se dio
la vuelta.
204
Tev, sin camisa, tenía los brazos cruzados y miraba a Zay. A pesar de que no
eran hermanos por nacimiento, actuaban como hermanos que riñen.
―¿Es un androide sexual lo que creo que es?―
Dos pares de ojos dorados se volvieron hacia ella.
―Estas despierta―.
―Uh, huh―. Se sentó, sin vergüenza por su cuerpo desnudo, y levantó una
ceja inquisitiva a sus hombres. Sus hombres, sí, a ella le gustaba eso.
―Oh no, solo una polla de goma que vibra para que las mujeres puedan
llegar a sus propios clímax. No todos los hombres humanos son tan buenos
como ustedes―.
Zay resopló. ―Bueno, es algo que nunca necesitarás otra vez. Siempre nos
haremos cargo de tus necesidades. No tendrás ganas de ningún tipo de
juguete vibrador humano―.
Ruby gimió cuando Zay pellizcó su pezón. ―Tus senos son algo de lo que
nunca tendré suficiente―.
205
―O tocando tu suavidad―. Zay la rodeó con sus brazos, atrayéndola hacia
él. Tev movió su cortina de cabello hacia un lado y continuó su prueba por su
espina dorsal.
Estar atrapada entre los dos al mismo tiempo causó estragos en sus sentidos,
ya que solo había tenido un hermano a la vez hasta el momento. No estaba
preparada para el efecto devastador que cuatro manos y dos bocas tenían en
su cuerpo.
―Mi turno otra vez―. La voz de Zay rompió su neblina erótica.
Ella parpadeó, mirando a Zay, pero cuando Tev se alejó, ella gimió en señal
de protesta.
―Espera, ¿pensé que eran quads y hacían las cosas juntos?―
―Sí, pequeña roja, pero tú no eres una mujer Demos. No nos necesitas a
todos para darte placer―.
La mente de Ruby corrió. ―No, pero me gusta tenerlos a los dos aquí, me
gusta que me toquen los dos. Y por turnos―. Su sonrisa se volvió perversa.
"Ambos me pueden tener al mismo tiempo".
Podría haberse reído por la expresión perpleja en la cara de Zay.
―¿Cómo?― Tev deslizó su mano por su espalda.
―Nos volvemos creativos, por supuesto. Retrocedan, los dos―.
206
Ya resbaladiza con los jugos y el semen de Tev, ella tomó el pene de Zay en
su mano, levantó su cuerpo y lentamente se dejó caer sobre su grueso eje.
Los gemidos de placer de ambos llenaron la habitación mientras él estiraba
sus paredes interiores abriéndolas.
Ella levantó la cabeza, viendo a Tev mirando, el fuego en sus ojos, y su pene
duro y prominente diciéndole cuán necesitado estaba.
―Ven a mí―. Ella le hizo señas con su dedo a Tev, que se movía como un
hombre en trance. Su polla estaba a una altura perfecta, mientras ella se
sentaba en Zay. Ella colocó una mano sobre su cadera y envolvió la otra
alrededor de su miembro hinchado, inclinándose hacia adelante para lamer
su punta.
Sus caderas se sacudieron hacia ella.
―Por las llanuras de hielo, dulzura―. Ella lo lamió otra vez, amando el
oscuro sabor a chocolate. Sin dudarlo, lo llevó a su boca, chupando como un
niño haría una piruleta.
El olor del sexo y el sudor llenó el aire, junto con el sonido de sus gemidos y
gruñidos cuando Tev empujó más de su longitud en su boca. Ella intentó
tomar todo lo que pudo en su garganta, pero era tan largo y grueso, ella
bombeó con la mano lo que no podía caber.
207
―Oh por las llanuras de hielo, pequeña roja―, gimió Zay mientras se
sentaba para acariciar sus pechos, antes de que una mano serpenteara
alrededor de su cuerpo, hurgando entre sus piernas, concentrándose en su
clítoris, frotándolo en círculos firmes.
Zay volvió a caer sobre la cama, tirando de ella hacia abajo. Tev colapsó al
otro lado de Zay. Tev se acercó, tirándola de Zay y a sus brazos.
****
Nunca el paso de dos días pareció tan terriblemente lento. Bir y Zay estaban
de guardia fuera de las habitaciones de cara de pez. Sin duda, Zay le estaba
dando a Bir un resumen completo de todo lo que le habían hecho y lo que ella
les había hecho. Ruby estaba demasiado aburrida, y la única cosa que le
impedía volverse totalmente loca era revivir todos los maravillosos
recuerdos y experiencias que sus hombres le habían dado. Ella suspiró,
dándose cuenta de que Niz aún no había tenido su turno con ella. No es que
importara, planeaba saltar sobre él, o sería él quien asaltara sobre ella, a la
primera oportunidad que tuvieran.
208
Miró hacia donde cara de pez revolvía algunos documentos comerciales de
su planeta, un planeta que ella esperaba nunca tener que ver. Se tocó el
cuello, recordó lo reacio que estaba Tev a ponerle el falso. Zay se mostró aún
más reacio a llevarla de vuelta a los alojamientos de cara de pez antes de que
Bir y Niz escoltaran al embajador de regreso.
Maldita sea, él era un buen actor. Una vez que todos se habían ido, cara de
pez le había dado algo de comida, y luego se había acurrucado y dormido
profundamente.
209
salpicó un poco de agua en su rostro y enderezó su ropa. Al menos eran un
poco más modestos que los últimos atuendos que cara de pez le había dado,
un top color albaricoque y una falda más larga, ocultando sus muslos
regordetes.
Suspiró sabiendo que no podría esconderse para siempre aquí. Uno o dos de
los hermanos llegarían pronto. Su corazón latía con fuerza al pensar en
verlos de nuevo, y la expectación vertiginosa la aturdía.
Santa Madre. Ella se había convertido en una idiota enamorada. ¿Amor? Oh,
no, no, no... era lujuria. Los hermanos satisficieron una necesidad carnal que
se había estado perdiendo durante mucho tiempo. Eso era todo. Y la iban a
rescatar, ¿o no?
Maldita sea, ¿por qué las dudas siempre tenían que colarse y arruinar las
cosas? Estúpido cerebro, deja de pensar. Quieren casarse contigo.
¿Pero por qué? Porque ella era una exótica, porque siempre podían tener
suerte. En el fondo, Ruby sabía lo que realmente anhelaba. No solo su
atención, necesitaba su amor.
210
Ambos Piclars se rieron, pero la risa de cara de pez era más siniestra,
revolviendo el estómago de Ruby con disgusto. Se movió en silencio para
sentarse en las almohadas, escuchando atentamente todo lo que decían.
―Irán al consejo de comercio e informarán sobre usted―.
―Oh, me he asegurado de eso. Fue bastante fácil pagarle a alguien para que
probara que no eran dignos de confianza. El Embajador de Morax me rogará
firmar mi contrato. También ayuda a mi causa que la mayor parte de su
planeta se encuentre en sequía severa y que necesite créditos para comprar
unidades de reproducción de alimentos para alimentar a su gente. Las horas
que simpatizamos ayer con su difícil situación han ayudado mucho a nuestra
causa. Tendré los contratos firmados muy pronto. Están en camino aquí
mientras hablamos―.
Ruby contuvo su bufido. No podía dejar que eso le pasara al Embajador
Morax o a su gente.
―Buena suerte para ti, entonces. Avísame cuando esté hecho―.
―Tengo toda la fortuna que necesito con mi mascota roja. Rageelna fuera―.
No si puedo evitarlo. Ella se aseguraría de que la fortuna de cara de pez se
convirtiera en la peor suerte de su vida.
211
―Embajador Rageelna, a la luz de los recientes acontecimientos, después de
una buena discusión con los gobernantes de Morax, hemos decidido aceptar
su oferta de explotar nuestro asteroide para extraer el frillian. Los créditos y
los moduladores de alimentos son muy necesarios―.
Cara de pez se volvió hacia ella con una mirada furiosa. ―No preste
atención a mi mascota, Embajador. Es una nada sin cerebro―.
Ruby se puso de pie, la mano en las caderas, mirando a cara de pez.
―Sin cerebro no, oye, así que sin cerebro ¿no te escuché diciéndole a tu
amigo Piclar cómo planeaste que los otros embajadores parecieran indignos
de confianza? ¿O soy tan estúpida como para decirle al Morax cómo planeas
desmantelar su asteroide tan rápido, que no lo sabrían hasta que sea
demasiado tarde, y que venderás todos los depósitos de frillian al mejor
postor?―
―Ruby, detente, ¡ahora!―
Ella ignoró a cara de pez. ―Incluso si los Morax intentan llevarte a la corte,
¿tienes suficiente poder para mantenerlo atado durante años y años?―
212
―Lo siento, Embajador Kipkalya. Soy un ser inteligente, fui secuestrada de
mi planeta y forzada a la esclavitud. No tengo nada que perder, y no puedo
quedarme sentada y dejar que sean engañados por esta forma inferior de vida
pantanosa, si lo haces, tú y tu gente se arrepentirán.―.
Cara de pez agarró un puño de su cabello, tirándolo tan fuerte, que lágrimas
brotaron de sus ojos. ―¡No eres un buen dugngaha!― Él la arrastró
rápidamente del cuarto. Ella luchó, pero cara de pez era demasiado fuerte. Él
la arrojó sobre su cama.
Santa Madre, estaba en problemas. Ella tenía que escapar. Dios sabía lo que
le haría ahora. Corrió hacia la puerta, esperando huir, pero estaba cerrada.
Maldita sea, sin duda cara de pez se aseguró de que no pudiera usar la cosa de
la computadora.
Le temblaban las manos, sabiendo que cualquier cosa que cara de pez
planeara hacerle no sería buena. Respiró hondo, tratando de calmar su pulso
errático, mientras su miedo lo hacía saltar. ¿Pero qué hacer? ¿Para rse y
luchar o correr y esconderse?
Levantó la vista hacia las salidas de aire sobre ella. Ruby resopló, seguro que
no puedes meter tu trasero gordo en ningún conducto de aire. Piensa otra
vez. El baño estaba abierto con una bañera y poca privacidad.
―Bueno, parece que tendré que luchar hasta que llegue la ayuda―.
213
Otra búsqueda rápida de los cuartos. ¿Qué tenía ella para armarse? Un
cepillo de dientes y una lámpara encendida.
―Sí, eso les servirá, limpiará sus dientes y alegrará su día―.
La puerta se abrió. Ella dio un paso atrás cuando cara de pez y sus dos
guardias Piclar originales entraron.
Con una mano temblorosa, agarró el cepillo de dientes. ―Te atreves a
dañarme y habrá un infierno que pagar―.
―Vendrán a por mí, y cuando lo hagan estás en una gran mierda, ¡cara de
pez!― Respirando con dificultad, detuvo su lucha cuando se dio cuenta de
que era inútil. Pero sus ojos se agrandaron cuando, desde atrás de la espalda
de cara de pez, apareció una cosa larga y brillante, que se parecía mucho a un
látigo.
―¡Mis hombres te convertirán en sushi y te volarán poco a poco al
espacio!―
214
―Oh, creo que no―. La amenaza malvada detrás de sus palabras le heló la
sangre. ―Has sido muy mala, mi mascota. Ahora debes pagar el precio.
Denle la vuelta, sostenla contra la pared. Siempre quise probar el látigo láser.
Ahora tengo la oportunidad―.
215
Capítulo Diez
Un temblor recorrió la espina dorsal de Niz. Había estado inquieto desde que
el Embajador los despidió por la noche. ―No me gusta esto―. Niz se paseó
por el puente de su nave. ―No estamos allí para protegerla―.
―Mis amigos, no soy yo quien necesita su ayuda ahora mismo. Debo dar las
gracias a la pequeña humana del Piclar. Ella me ha rescatado de hacer un mal
trato con el Embajador Rageelna. Es una especie inteligente y no debería
estar a merced del Piclar. Estaba muy enojado con ella cuando me fui. Si se
preocupan por la humana, recomiendo su remoción inmediata―.
Ignorando los gritos de Zay, Niz salió corriendo del puente, a través de la
nave hacia la cámara de aire. Escuchó pasos detrás de él.
216
―¿Listos ya?― La impaciencia lo montó.
―Sí―, Bir asintió. ―Lo que sea necesario, la traemos de vuelta, y esta vez
no la dejaremos ir―.
Maldita sea, jodidamente correcto.
****
Zay se encargó de los dos guardias Piclar fuera de los aposentos del
Embajador. Incluso antes de que pudieran sacar sus armas, los había dejado
inconscientes.
El pulso de Tev estalló en los cerrojos del cuarto. Cuando la puerta se abrió,
Bir entró corriendo, seguido de cerca por Niz, Zay y Tev.
Niz se precipitó a buscar el resto de los cuartos mientras los demás rodeaban
al Piclar.
―¿Dónde está ella? ¿Qué le has hecho?― Niz se acercó al Piclar y puso la
prenda ensangrentada en su cara.
217
―Respuesta incorrecta, ella es nuestra y no nos detendremos hasta que la
encontremos. Dime dónde está o Niz aquí felizmente comenzará a cortar
aletas―, dijo Bir mientras Niz sacaba una larga espada de su cinturón.
El Piclar chilló.
―Transporte, la puse en un transporte de regreso a Piclar―.
―Considera nuestro contrato terminado. El pago por nuestra protección es
Ruby. Si te atreves a tratar de contrarrestar eso, no habrá lugar en la galaxia
en el que puedas esconderte de nosotros. Zay, si quieres―.
Bir y Niz dieron un paso atrás permitiendo a Zay hacer lo que quería hacer
desde el principio. Hizo girar su hombro hacia atrás, y el crujido de su puño
conectado con el cráneo del Piclar fue muy satisfactorio, junto con la mirada
de cara de pez que se derrumbó en el suelo en un montón inconsciente.
―Maldición, eso se sintió bien―.
―Tev y Zay, cojan a los dos guardias del corredor, y atenlos, junto con el
Embajador. Pasarán unas horas antes de que sean descubiertos―, ordenó
Bir.
―Solo observé dos naves saliendo de la estación en las últimas horas―. Niz
volvió a enfundar su espada.
Bir miró a Tev.
―Tendré que buscar rastros del motor, pero deberíamos poder alcanzar el
transporte dentro de una hora. Me aseguré de que los motores estén en las
mejores condiciones―.
****
218
Cada vez que ella se retorcía o se veía obligada a moverse, el dolor ardiente
residente de su espalda se irradiaba por el resto del cuerpo. No había alivio.
Después de que se desmayó la primera vez por los azotes del látigo láser
sobre su piel, cara de pez le había inyectado algo para asegurarse de que su
cuerpo permanecería despierto, para sufrir aún más.
¿Por qué no vinieron? 'Porque no sabían, idiota. Bueno, al menos el dolor
no había confundido su ingenio. Pero estaba en una nave que se dirigía a un
mundo extraño. ¿Sabrían ellos, les importaba?
Los tres Piclars la ignoraron, sus ojos fijos en la puerta. No pudo evitar
mirarla también. Se sacudió cuando la puerta de repente se desprendió de sus
goznes. Ella se agachó cuando por poco le da en la cabeza, golpeándose
contra el mamparo trasero con un ruido fuerte ¡Swaack!
El dolor se volvió tan fuerte que su cabeza giró y se sintió enferma. Oh Dios.
Sonidos profundos y fuertes golpeaban el piso de metal. Empujó a través de
la sensación nauseabunda en su estómago, cuando la esperanza se disparó
repentinamente.
219
La vista de un gran hombre rojo vestido con un ajustado uniforme negro la
hizo sonreír a pesar del dolor.
Otro hermano se colocó detrás de Bir. Niz, ella vio la cicatriz en su rostro.
Bordeó a Bir, su mirada se encontró con la de ella.
―Oh, belleza, ¿qué te han hecho?―
Él debió de haber visto su espalda ensangrentada.
Incapaz de soportar el dolor por más tiempo y tan aliviada de verlos, estalló
en lágrimas. ―Zay, tráeme mi paquete de medicamentos ahora mismo.
Nuestra Sheraz ha sido lastimada, muy mal―.
―C... Cara de pez lo hizo...― se atragantó. ―C... cuando yo... arruiné su...
trato―.
―E... él me dio a... algo... para mantenerme despierta, para que s... sintiera
más d... dolor―.
Un golpeteo rítmico sonó a través de la nave, cuando Zay irrumpió en la
habitación. Bir se hizo a un lado antes de que Zay corriera dentro. Tenía los
ojos muy abiertos cuando se posaron en ella, pero pronto se encogieron de
ira.
Dio dos pasos hacia ella, entregándole la bolsa a Niz.
220
―Niz, apúrate, estamos justo en el borde del espacio Piclar. Tev ya ha
señalado que hay naves en camino para interceptar―.
Poniéndolo de vuelta sacó uno diferente de la bolsa. Esta vez, después del
siseo, el dolor en su cuerpo comenzó a desvanecerse. Ella suspiró con
absoluto alivio.
―Oh Dios, gracias―.
―No, no quiero eso―, dijo arrastrando las palabras, sin estar muy segura de
lo que estaba diciendo. ―Los amo a todos, sin renunciar a sus vidas. ¿Está
bien?― Mientras se quedaba dormida, podría haber jurado que oyó a Niz
diciéndole que la amaba. ¡Qué sueño tan maravilloso!
****
―Estuvo cerca. Más tiempo, los Piclar War Scuttlers habrían estado en
nuestros culos―. Tev estudió el panel de vuelo que tenía delante.
Niz ahora atendía las heridas de Ruby en su pequeña bahía médica. Era obvio
que el daño a su espalda había sido hecho por un látigo láser. Tanto por ser la
mascota preciada del Embajador.
221
Bir agarró la silla de mando con fuerza, luchando contra el impulso de bajar
y ver cómo estaba. Al entrar por primera vez en la nave, al verla allí
tumbada, su hermoso rostro retorcido de dolor y su espalda ensangrentada,
casi destrozó cada onza de su autocontrol. Quería asesinar a los Piclars con
sus propias manos, pero también sabía que el responsable no estaba en la
nave de transporte.
Bir ahora planeó vengarse de cara de pez. Cara de pez, soltó un bufido, su
insulto era demasiado amable. Él convertiría al bastardo en polvo espacial,
después de que lo hubiera destruido.
―Sé lo que estás pensando, Bir, todos lo hacemos. Quiero tomar el maldito
látigo láser y meterlo en el Piclar...― El comunicador zumbó.
―Puedo sentir la tensión incluso aquí abajo. Ruby estará bien. La he tratado
de nuevo y afortunadamente, su piel es más fácil de reparar que la nuestra.
No habrá cicatrices. La he puesto a dormir. Ella necesita tener un largo
descanso para que su cuerpo se cure apropiadamente―.
Bir escuchó el suspiro de alivio de Tev, reflejando el suyo.
―Bien, de ahora en adelante, nunca estará sola. ¿Entendido?―
Niz guardó silencio, pero podían sentir la ira de su hermano. Su dolor era
profundo en más de un sentido. Bir esperaba que su preciosa Ruby
devolviera la luz al oscuro mundo de Niz.
222
―Lo sé, pero se merece lo mejor. ¿No estás de acuerdo?―
Tev negó con la cabeza. ―Dudo que puedas comprar su afecto, hermano―.
Cierto, la culpa por no estar allí, lo carcomía, una profunda roca de hielo en
sus entrañas. ―Lo sé, Tev. Solo quiero que se sienta cómoda con nosotros.
Luego la llevaremos a casa, para hacerla oficial como nuestra pareja―.
Tev lo estudió durante un largo momento, antes de girar, sus ágiles dedos
trabajando en el panel. Bir podía sentir la inclinación en la nave cuando
cambió de dirección.
Caminó alrededor del puente revisando todos los instrumentos. ―Ve a pasar
tiempo con ella. Tomaré el mando aquí por unas horas―.
Tev asintió y se puso de pie. ―No pongas toda la culpa en tus hombros. Si
alguien tiene la culpa es el maldito Piclar. Echarte la carga no te hará ningún
bien ni a ti ni a ella―.
Bir solo asintió, mirando a su hermano salir por la puerta. El hecho era que él
tenía la culpa de no actuar cuando tuvieron la oportunidad. Rezó a los dioses
del fuego, que la mujer que amaba más que su propia vida, algún día lo
perdonara .
223
Capítulo Once
Una cálida manta de confort la envolvió, Ruby suspiró de satisfacción,
mientras se elevaba a la superficie de la conciencia. La sensación de un
aliento caliente en su cuello y un brazo apretado alrededor de su cintura la
sacaron más de la tierra del sueño. Abrió los ojos, parpadeó rápidamente solo
para mirar fijamente una simple pared gris. Ella frunció el ceño, antes de
mirar hacia abajo para ver un brazo musculoso rojo a su alrededor.
Los recuerdos de ser azotada, el dolor y el sufrimiento se convirtieron en la
vanguardia de su mente. Estaba felizmente libre de dolor, y en su lugar sintió
algo reconfortante y cálido apretado contra su espalda.
De a poco recordó que habían venido por ella, pero no mucho después de
eso.
Ella sintió que sus labios se crispaban en las esquinas. ―Yo igual, eres
guapo, sexy y me salvaste de cara de pez―.
―No, deberíamos haber estado allí antes de que el Piclar te hiciera daño. Lo
siento mucho, Ruby. Haremos cualquier cosa para compensarlo―.
224
Ah, entonces el ceño fruncido de Niz era de culpa y autocompasión.
―¿Harías cualquier cosa?―
―Sí, lo juro, haremos cualquier cosa por ti―.
―En ese caso, hay dos cosas que quiero―. Ella se sentó y miró hacia abajo
por su cuerpo. Ella se sintió un poco arenosa.
―Oh, Ruby, belleza, no―. Se dejó caer de rodillas, cubriendo sus pequeñas
manos con sus grandes rojas. ―Nunca una esclava para nosotros, te
queremos para nuestro Sheraz. El corazón que late para nosotros y solo
nosotros. Preferiríamos cortarnos las manos y arrancar nuestros corazones
antes de permitir que alguien, incluso nosotros mismos, te haga daño―.
225
―Niz, quiero ser suya, pero no si alguno de ustedes va a estar en un viaje de
culpa por algo que no tenían idea que sucedería. Estoy aquí, estoy a salvo y
estamos juntos. ¿No es eso lo único que importa?―
Su asentimiento fue lento. Él le soltó las manos e intentó retroceder. Pero ella
rápidamente agarró su mano para detener su retirada, extendiendo la mano
para ahuecar el lado cicatrizado de su rostro.
―¿No estás olvidando algo? ¿No eres el único hermano que falta por
hacerme el amor?―
Solo alrededor de sus hombres ella era así. Habiendo aprendido la criatura
sexual que era, lo aceptó y ahora anhelaba su contacto.
―Ruby, belleza, te quiero, sí, pero puede que no sea una buena idea sin mis
hermanos, me temo que te lastimaré. Prefiero morir antes de que eso
suceda―.
Él suspiró. ―Solo necesito cosas diferentes, desde... desde que perdí a mis
hermanos... He necesitado algo más, tengo impulsos oscuros―.
Ella tenía trabajo con sus hombres. Los amaba muchísimo, pero venían con
cicatrices por dentro y por fuera.
―Niz, realmente creo que nunca me harías daño. Creo que necesitamos
hablar de esto un poco más. ¿Podemos hacer esto mientras tomo un baño?
Oh, ¿tienen baños en su nave?―
226
La sonrisa de Niz aligeró su corazón. ―El Pájaro de Fuego solía ser un
transporte de tropas, el cuartel del comandante, que Bir tomó para sí mismo,
tiene de todo. Si lo que quieres es un baño, entonces te darás un baño―.
Él se puso de pie, se inclinó sobre ella y la tomó en sus brazos.
****
―Oh, eso es celestial―. Suspiró cuando el calor del agua calmó sus
doloridos músculos. Las fuertes y firmes manos de Niz frotaron sobre sus
hombros, pura dicha. ―¿Vas a hablar conmigo sobre esta 'oscuridad' que
mencionaste? Necesito saber a qué te refieres. Si quieres que sea tu Sheraz,
entonces al igual que con tus hermanos, no debe haber secretos para tu
esposa―.
―¿Esposa?―
―Nuh, eh, no cambies el tema. Por favor, Niz, háblame, dime qué
sucedió―.
227
―Siempre fui el más joven, y significaba que tenía pocas responsabilidades
y generalmente me divertía más como el más pequeño de mis hermanos
quad. Como hacen todos los jóvenes quads, ingresamos al ejército. Cuatro
años de entrenamiento antes de que nos consideren listos para entrar en la
batalla. Los soldados Demos, cuando no protegemos nuestros propios
intereses, podemos ser empleados por otras razas como guardianes de la paz
o ser enviados para terminar rápidamente con otros conflictos, en interés de
la paz universal―. Respiró y se sentó en el borde de la bañera, una mirada
distante en sus ojos.
228
―Pero me di vuelta a tiempo para ver explotar la bomba de plasma, me
salvé, pero la explosión golpeó a mis dos hermanos mayores. Estaba
impotente, al ver cómo les quitaba la carne de sus cuerpos, escuchaba sus
gritos, mientras ellos se convertían en nada más que en átomos. Fue peor que
un cuchillo láser cortándome por la mitad, sintiendo la vida de mis hermanos
dejándonos, nuestra conexión cortada a la mitad, dejándonos menos de la
mitad de lo que fuimos una vez. Fue completamente debilitante―.
―Con todo mi corazón, lo siento por lo que has sufrido, pero no fue tu
culpa―.
―Mi tontería causó la muerte de mis hermanos. Nunca sabrás lo que es estar
tendido allí completamente incapacitado, incapaz de hacer cualquier cosa
mientras mi cuerpo y mi mente gritan de dolor por la pérdida. El médico de
la nave vino y nos recogió, en la misma nave, iban Bir y Zay―. Sus manos
se deslizaron por sus brazos.
―Fue Bir quien nos salvó. Siempre lo recordaré sentado sobre mí. Zay se
asentaba herido a su izquierda, y me agarró del brazo y el hombro. Fue
extraño. Sentimos el dolor del otro. Fue nuestra pérdida y dolor lo que nos
juntó. "Nos necesitamos el uno al otro, a través de la pérdida, el fuego y el
dolor nos uniremos", dijo. No pasó mucho tiempo después de que los cuatro
formamos nuestro nuevo vínculo y nos convertimos en Fire Bond Brothers.
Pero fue algo más, porque en el fondo yo había cambiado―.
―Nunca más volví a ser el tonto o estar fuera de control. Me obsesioné con
la necesidad de tener el control de mí mismo y de todo lo que me rodea. Sin
eso ya no me siento completo―. Él inclinó la barbilla hacia atrás, su mirada
girando con intensa emoción. ―Si me aceptas, esto es lo que soy. Quiero
más que cualquier cosa darte placer, pero necesito hacerlo a mi manera.
Necesito controlar todo lo que te haga. Para una mujer Demos, eso es
inaceptable. Ellas tienen que estar a cargo―.
Ella bufó. ―¿Me veo como una mujer Demos para ti?―
―No, no eres nada como ellas, suave, hermosa y tan especial. Es por eso que
no confío en mí mismo. Temo perderme en ti―.
229
―Oh, dulce Niz, no creo que eso sea algo malo―. Se levantó, presionando
su cuerpo mojado contra él. ―Déjame decirte lo que pienso sobre tu
problema de control. Confío en ti con mi corazón, cuerpo y alma. Entonces,
lo que sea que necesites, quiero dártelo. Si quieres ejercer tu dominio sobre
mí, entonces, eso es lo que quiero también. Tus hermanos ya han sido muy
directos con lo que quieren. Y me gusta, me excita. Muchas mujeres
humanas aman que sus hombres estén a cargo en lo que respecta al sexo,
pero no dejaré que me des ordenes todo el tiempo―.
Una sonrisa se extendió por su rostro. Una mano se deslizó hacia abajo y
ahuecó su culo mojado, apretando. ―¿Estás segura? No quiero hacerte
daño―.
Ella sonrió. ―Bien, porque si paras, llamaré a tus hermanos. Ellos pueden
encargarse de mí, en tu lugar―.
Él se rió entre dientes. La primera vez que ella escuchaba algo parecido a una
risa de él, haciendo que su corazón se brincara de placer. Era la mujer más
afortunada en todas las galaxias, por encontrar a cuatro hombres alienígenas
guapos y extravagantes. Suspiró, resignada por completo a su destino de
pertenecer a los Fire Bond Brothers, pero lo más importante era que ellos le
pertenecían a ella.
230
Cuando él se echó hacia atrás, ella gimió por la pérdida, pero sonrió
encantada cuando se quitó su uniforme negro. Se lamió los labios cuando su
mirada se posó en su gran erección, señalando en su dirección mientras él
trepaba por el borde de la bañera.
―Sé que quieres mantener el control, pero a veces dejarlo ir también puede
ser bueno para ti―.
Sus manos se deslizaron entre sus cuerpos, sus dedos encontraron fácilmente
su protuberancia hinchada, pellizcándola entre dos dedos gruesos. Ella se
231
estremeció cuando la sensación de dolor/placer la atravesó. Él estableció un
ritmo cariñoso, y ella se meció contra él, deseando, necesitando más.
―Pon tus manos detrás de tu espalda―. La orden gruñida hizo que echara la
cabeza hacia atrás, y a su cerebro ebrio de lujuria le tomó un momento para
entenderlo. Él detuvo su mano, y ella gimió, pero obedeció. ―Buena chica,
cierra las manos sobre los codos―.
Él la frotó más fuerte con su palma moliendo contra su clítoris. Ella no tenía
esperanza ya que la empujó hasta el borde. La abrazó rápido, lamiendo su
pezón derecho y mordiéndola mientras se venía, gritando.
232
La sensación envió otro orgasmo desgarrándola, oscureciendo su visión.
Confusamente, sabía que estaba lejos de haber terminado con ella. Con su
agarre casi dolorosamente apretado, la levantó antes de golpear de nuevo. El
agua chapoteaba sobre el costado de la bañera. Niz se adaptó a un ritmo duro
y rápido. Todo lo que podía hacer era tomar cada gramo de placer que Niz le
daba. Él agarró la parte posterior de su cuello, reclamando sus labios, su
lengua presionando, al ritmo de su pene empujando. Dios, ¿podría mejorar?
Iba a morir por haber sido sexuada, pero qué diablos, qué forma de irse.
233
Capítulo Doce
La sonrisa en la cara de Niz valía más que cualquier cosa que le hubieran
comprado en los últimos días en Dankuara. El planeta entero era un enorme
centro comercial. No había nada legal o ilegal que no pudieras comprar allí.
Aunque Ruby había sido vendida en una estación espacial y no en un
planeta, el número de comerciantes Jorval que la miraban la puso nerviosa.
Con sus hombres, tres de ellos, el cuarto quedándose atrás para cuidar la
nave, se sintió segura mientras la protegían celosamente, mientras escogía
ropa, sandalias para sus pies, peines para el cabello y lociones de olor dulce
para frotar su piel y sales de baño.
Zay parecía tener un sentido pervertido. Cuando trataba de conseguir ropa
interior, siempre escogía ropa escasa, ajustada y transparente. Mientras Niz
gruñía y decía que no debería usar nada en absoluto. Tev tenía el mejor gusto
en colores y la forma en que ciertas prendas se adaptaban para el efecto más
favorecedor en la forma de su cuerpo. Bir, cuando eligió unirse a ellos, no
tenía ninguna opinión, solo insistía en que tomara cualquier cosa que
deseara.
Un día después, con los pies cansados, estaba acurrucada en el regazo de Tev
mientras se sentaban alrededor del comedor para cenar.
―Tenemos que ir al Alto Consejo para que nuestro apareamiento sea oficial,
y tener nuestras vacunas de anticoncepción revertidas, para que podamos
hacer crecer a nuestros niños en ti―.
234
―Oh no, pequeña roja, en la adolescencia cada hombre se pone una vacuna
para evitar que impregne a una mujer. Cualquier mujer puede elegir un
conjunto de quads para complacerla en cualquier momento. Mantiene las
cosas menos complicadas―.
―Es como un revestimiento de goma que cubre una polla para contener la
semilla del macho―.
Los tres hombres arrugaron la cara con disgusto.
―Noción ridícula cubrir una vara con tal artilugio. ¿Cómo los toleran los
machos de la Tierra?― Niz solo negó con la cabeza.
―No es tan malo, supongo. Sé que la mayoría de los hombres humanos
tienen, bueno, varas más pequeñas que ustedes―.
235
Se giró en el regazo de Tev, haciéndolo gemir, pero la dejó ir. El piso de
metal de la nave era frío y vibraba cuando los motores zumbaban. Ella
caminó directamente hacia Bir, tomando su mano.
Él negó con la cabeza, la ira chispeando en sus ojos. Ruby luchó por
mantener la sonrisa en su rostro.
―No, me preocupo por ti, yo...―
―¿Me amas, Bir?―
236
―Sí, más que nada en el universo―.
―Entonces, ¿quieres servirme, cuidarme y amarme?―
Y pensó que las mujeres tenían inseguridades profundas. Los hombres eran
igual de malos, pero simplemente lo escondían detrás de una pared de culpa
y ceños auto impuestos.
―Tus sentimientos son los mismos que tengo por ti y tus hermanos. Los
quiero a todos, por lo que me hace sentir necesitada, amada y útil servir y
cuidar de tí como lo haces conmigo. El amor significa aceptar a alguien por
lo que es y hasta lo que hace o no ha hecho. Tienes que entender, Bir, nunca
te culpé por lo que sucedió y nunca lo haré. Por toda esta culpabilidad que
llevas aquí―. Ella colocó su mano sobre su fuerte corazón palpitante,
amando el ritmo punzante que podía sentir bajo su toque. ―Me duele tanto
como a ti. Por favor, Bir, déjate llevar, ámame como se supone que debes
hacerlo―.
Ella tragó saliva y se movió para retroceder. Su mano salió disparada para
agarrar su brazo con fuerza.
237
―Ya era hora de sacarla de estas cosas―. Zay continuó desnudándola,
mientras los besos de Bir la mareaban por la falta de aire.
Ruby gimió cuando su piel caliente entró en contacto con el frío de la robusta
mesa de metal. Cuatro pares de manos la acariciaron. Sin dejar ni una
pulgada de su piel sin tocar, haciéndola retorcerse sobre la mesa. Cuando
extendió la mano para tocar a uno de ellos, alguien la agarró de las muñecas
y se las colocó sobre su cabeza, inmovilizándola.
Instintivamente, ella supo que era Niz. ―Prueben sus pechos, hermanos. Bir,
abre sus muslos y disfruta de sus jugos―.
Bocas calientes se cerraron sobre sus picos, y la doble succión hizo que su
clítoris pulsara y su coño se apretara mientras la humedad fluía; necesitaba
desesperadamente una polla para llenarla. Sus piernas fueron abiertas de par
en par y los dedos de Bir se deslizaron por sus pliegues, antes de que su
lengua se deslizara sobre su clítoris. Lamiéndola como un gato con crema
cien por cien pura.
―Oh, Dios―. Solo había tenido dos hermanos al mismo tiempo, esto era
casi demasiado. Cerró los ojos con fuerza, mientras sus funciones cerebrales
se cerraban y su cuerpo se derretía en un charco sobre la mesa.
Niz encadenó sus muñecas con una mano, antes de deslizar su mano libre por
su cuello y tirando de su cabeza hacia atrás, capturando sus labios y sus
gritos apasionados. Devastando su boca mientras sus otros hombres hacían
estragos en su cuerpo.
238
La gruesa cabeza de la polla de Bir entró en su cuerpo. Ella gimió cuando se
empujó con fuerza, estirando sus paredes, sin detenerse hasta que llegó lo
más lejos que pudo.
Él se retiró y volvió a entrar.
―Zay, sube sobre ella y usa sus pechos―.
―¡Ahora estás hablando, hermano!―
―Oh, me encantan tus pechos, pequeña Roja, te sientes tan bien―. Zay
gimió.
El empuje de Bir se hizo más rápido, cuando ella comenzó a subir de nuevo
hacia su cima. La transpiración cubrió su piel. Nunca se había sentido tan
usada y tan desvergonzada, deseando todo lo que sus hombres podían darle,
hacer con ella y más.
―Te encanta esto, ¿verdad, belleza?― El tono ronco de Niz agregó
combustible a su fuego. ―Ser tomada, ser amada por todos nosotros―.
Oh, Dios, sí, ella lo hacía. Gimió más fuerte alrededor de su polla, chupando
con renovado esfuerzo, deseando que se viniera en su boca, queriendo que
Zay se corriera sobre sus pechos y necesitaba que Bir acabara en su coño...
pero que de...
239
Las palabras de Tev fueron su perdición. Ella alcanzó su punto máximo,
gritando alrededor de la polla de Niz. Bir se sacudió, rugiendo su liberación
mientras la llenaba con su semilla.
Zay apretó el paso, apretando más los pechos, antes de gruñir ruidosamente.
Su semen caliente salpicó su cuello y su pecho. Todavía jadeando,
cuidadosamente se bajó de ella y la mesa. Bir salió de su coño.
****
Cuando se trataba de placer, todo el mundo estaba bien con Niz queriendo
dirigir y controlar. Bir siempre había sabido que era algo que el más joven de
sus hermanos quads necesitaba, sin mencionar que era muy bueno para
medir lo que Ruby podía tomar físicamente de ellos, ya que era muy
diferente a una mujer Demos. Tenían que tener especial cuidado de no
dañarla con sus tamaños más grandes.
Bir se movió de entre sus muslos, y pasó su mano sobre su suave piel pálida,
palmeando su pecho. Zay estaba del otro lado, asegurándose de que la
acariciara y excitara, incluso cuando su cuerpo se sacudió cuando Tev
empujó su vara dentro de ella. ―¿No es hermosa, hermano?― Zay palmeó
el otro pecho antes de bajar la cabeza y tomar su globo en su boca,
amamantando con avidez.
Estaba hecha para esto, hecha para el sexo y, lo que es más importante,
estaba hecha para ellos. Tan generosa y amorosa, mostrándole lo estúpido
240
que había sido; la culpabilidad no era propicia para la felicidad de Ruby. Y
haría cualquier cosa para verla feliz. Maldito sea cualquiera que se atreva a
tratar de interponerse en su camino.
―Oh, belleza, sí, mi Sheraz―. Niz gimió ruidosamente, cerró los ojos y su
puño se agarró a su cabello. Su rostro era una máscara de éxtasis y su cuerpo
temblaba mientras derramaba su semilla en su garganta.
―Gracias, mi amor―. Se inclinó para besar sus labios. Tenía los ojos
vidriosos mientras su cuerpo todavía se balanceaba cuando Tev entró en ella
una y otra vez.
―Oh Dios―, ella graznó.
Bir hizo todo lo posible para calmarla y despertarla. Sí, quería verla venirse,
disfrutar de la forma en que se ruborizaba cuando se venía.
―Aprieta su clí-to-ris―. Tev, haz que vuelva a su clímax, hazla gritar para
nosotros, una vez más―.
Los dedos de Tev se deslizaron entre sus muslos, obedeciendo la dirección
de Niz.
Ella echó la cabeza hacia atrás, gritando a los cielos mientras su cuerpo se
convulsionaba. Tev gimió. Bir conocía la sensación de ser incapaz de
aferrarse a ella, cuando se trataba de estar dentro de sus profundidades
calientes. Tev derramó su semilla dentro.
Él, Bir y Zay se apartaron, acariciando suavemente su piel cuando Tev salió
de sus profundidades.
241
―Te amo, a todos ustedes―. Tev se movió para levantarla en sus brazos, y
todos asintieron. Era el mejor para ayudarla a limpiarse y asegurarse de que
descansara.
―Lo sé―, dijo Zay. ―Estoy pensando lo mismo. Y hay muchos lugares en
la nave donde aún no le hemos hecho el amor―.
242
Capítulo Trece
La alarma sonando a través de la nave la hizo levantarse.
―Tranquila, Ruby―. Los brazos de Tev se envolvieron alrededor de ella,
tirando de ella contra su pecho, mientras sus manos acariciaban su espalda
desnuda.
―Nuestra nave ahora, dulzura, lo que es nuestro es tuyo―. Ella negó con la
cabeza, pero no pudo evitar sonreír ante las palabras de Tev.
Ahora vestida, Zay la miró críticamente.
243
―En cualquier otro momento estaría de acuerdo, pero no cuando me
enfrente a los soldados Demos. Si crees que fuimos demasiado sexuales...―
―Oh. Pero soy su Sheraz, su esposa―.
―Te amamos también. Nos perteneces. Pero, pase lo que pase, si alguien
intenta tocarte, sé agresiva, exigente. Como lo haría una mujer Demos―,
aconsejó Tev.
Zay sacudió lo que parecía una sábana negra de su cama y la envolvió
alrededor de sus hombros.
Sabía que eran más que capaces, pero aún así, no quería que ninguno de sus
hombres se lastimara.
Zay se encogió de hombros. ―Espero que no, tan pronto como sepamos la
razón por la que hemos sido detenidos y aclaremos el asunto, nos pondremos
en camino―.
La puerta se abrió y Zay salió al pasillo. Ruby observó, con los ojos muy
abiertos por el horror, cuando un destello brillante golpeó de repente a Zay
en el pecho, impulsándolo hacia atrás para golpear la cubierta con un fuerte
golpe.
―¡Zay!― No temiendo por su propia vida, se arrojó por la puerta sobre Zay.
―¡Ruby, no!― El grito de Tev llegó demasiado tarde cuando algo la golpeó
en la espalda. Ella se sacudió hacia delante, cayendo sobre el cuerpo de Zay
antes de que todo se volviera negro.
244
****
―Tú y tus hermanos rotos están bajo arresto―, declaró el comandante del
grupo.
****
245
Bir observó mientras arrastraban a Tev y Zay a la celda opuesta y activaron
el campo.
Los soldados resoplaron ante la promesa de Bir. ―Todos los informes dicen
lo contrario. ¿No sabías que las hembras humanas se han convertido en una
especie protegida bajo la ley de Galafrax? Por orden de Lord Gol X'Hani de
Galafrax. Todo el mundo sabe que han tomado a una mujer humana como su
Sheraz y recientemente ha dado a luz hembras gemelas―.
Había escuchado esa noticia, pero no que las mujeres humanas estuvieran
ahora bajo la protección de Galafrax. Esta era una buena noticia, pero ¿por
qué diablos habían sido atacados? ―Ruby nos pertenece. Ella ha aceptado
convertirse en nuestra Sheraz―.
Los soldados se miraron, la ira cruzó sus rostros. ―Estoy seguro de que la
hiciste creer eso. Ahora es libre y será atendida―.
―¿De qué diablos estás hablando? La rescatamos Ella era una esclava antes
de que la encontráramos. No hemos hecho nada más que protegerla y
cuidarla―.
―No de los informes que hemos recibido. Y pagarás por lo que has hecho.
Como si alguna vez considerara un quads de hermanos rotos como
ustedes―.
Las manos de Bir temblaron cuando la furia se disparó por sus venas. Él
golpeó su puño contra el campo de fuerza. Se encendió un poco antes de
establecerse de nuevo. ―No hemos hecho nada más que amar y cuidar a
nuestra mujer. ¡Déjanos salir ahora!―
Pero los dos lo ignoraron, alejándose. ―Me pregunto si ella nos considerará
como pretendientes. Hemos tenido mucha práctica en dar placer―.
246
―Cálmate, hermano, también estoy enojado, pero debes tener en cuenta un
factor muy importante―.
―Nuestra Ruby, por supuesto. ¿Crees que se mantendrá ociosa y dejará que
cualquier otro grupo de hermanos la seduzca?― Las palabras de Niz lo
hicieron detenerse.
―Tienes que preguntarte, ¿cuánto confías en nuestra Sheraz?―
Bir ni siquiera tuvo que pensar en eso. ―Con mi propia vida y alma―.
****
Ruby gimió. ¿Por qué se sentía como si hubiera sido golpeada por un camión
Mack?
―Tranquila, bonita. Vas a estar bien―.
Ruby frunció el ceño. Esa no era una voz que reconociera. Abrió los ojos,
entrecerrándolos a causa de la luz brillante en su cara.
247
Dos manos se posaron sobre sus hombros, evitando que se tambaleara. ―Sé
que has pasado por una experiencia traumática, pero todo va a estar bien.
Estás a salvo, bonita humana―.
Ella lo miró inexpresivamente. ¿Bonita humana? Con gran esfuerzo, se
obligó a concentrarse. ¿Dónde están mis hombres?
―Aquí, esto ayudará con el dolor. Fue desafortunado que te golpearan con
un neutralizador junto con tus captores―.
―¿Mis captores?―
―Nuestro informe proviene de una fuente confiable. Una mujer humana fue
secuestrada y estaba siendo abusada por estos hermanos. Déjame llamar al
comandante―.
―Sí, haz eso―. Se cruzó de brazos y miró con enojo, mientras él caminaba
hacia una consola en la esquina de la habitación.
248
―Comandante, la humana está despierta y parece haber algo de
confusión―.
―Estoy en camino―, respondió una voz inconexa.
Ella se apartó de la cama alta, aterrizó sobre sus pies. El hombre Demos fue
rápido para atraparla cuando tropezó levemente. Abofeteó sus manos. ―No
me toques. Solo mis hombres pueden tocarme―.
Se dirigió hacia él, con las manos en las caderas. ―¿Estás a cargo aquí?"―
Sus labios se tensaron en la esquina, ―Sí, pequeña humana, soy el
Comandante Loz, a tu servicio. Cir dijo que hay algo de confusión―.
―Bueno, primero, quiero saber ¿por qué diablos asaltaste la nave de mis
hombres? ¿Por qué nos disparaste y quiero saber dónde están ellos ahora?―
249
―Un miembro del Consejo Intergaláctico Hellious―.
De repente la golpeó, la única persona que hubiera hecho tal cosa. ―Cara de
pez, ese bastardo rata conspirador―. El comandante y su hermano se
miraron el uno al otro en clara confusión. ―Déjame adivinar, fue el
Embajador Piclar―.
―¿Cómo lo sabes?―
―Los humanos están protegidos bajo la ley de Galafrax. Ahora es ilegal que
sean comprados y vendidos como esclavos. Bien, gracias a Dios por las
pequeñas misericordias. Pero Loz todavía parecía impasible ante su
despotricamiento.
250
Loz asintió con la cabeza al hermano a su derecha. ―Tos, ve a ver si el
Comandante Bir puede confirmar su historia―.
251
Capítulo Catorce
―¡Ruby!― Zay se enderezó, mirando frenéticamente. Tev gimió y rodó
sobre sí mismo.
―Los soldados la tienen―. Bir les informó mientras los veía darse cuenta de
dónde estaban ahora.
Echaron un vistazo al campo de fuerza.
―Parece que tienen la impresión de que hemos secuestrado y hemos estado
abusando de nuestra mujer―, agregó Niz.
―No es de extrañar que nos asaltaran―. Tev se levantó. Los efectos
posteriores de un neutralizador nunca eran bonitos. Después de haber sido
golpeado en el pasado, Bir sabía que las cabezas de sus hermanos latirían con
un dolor sordo. Fue por eso que se rindió fácilmente, queriendo mantener su
ingenio, en lugar de quedar inconsciente.
Bir se paró frente a él, y asintió con respeto. ―¿Ruby está bien? Estoy muy
preocupado de que haya sido lastimada después de ser golpeada con un
neutralizador―.
Los labios de Tos se crisparon en una sonrisa. ―Ella está bien y saludable.
He oído que las hembras humanas son pasivas, pero es tan exigentes como
las nuestras―.
252
Bir se esforzó por estudiar su rostro, evitando sonreír. Su princesa estaba
levantando el infierno.
Todos sus hermanos esperaban que hablara. Podía sentir sus miradas y
anticipación tensa.
****
―Tengo curiosidad por saber por qué elegirías un quads de hermanos rotos,
¿Por qué no quads están completos?―
―¿Por qué los llamas rotos? Son maravillosamente completos para mí,
gracias. Creo que tu actitud apesta. El hecho de que no sean idénticos no los
hace menos hombres, o menos míos―.
253
―Pero podrías tener todo un planeta de quads para elegir―.
Ella no creía que intentara ser grosero, pero aún así, iba demasiado lejos.
Entrecerró los ojos hacia él. ―Eso no es de tu incumbencia―.
―Estoy de acuerdo con mi Sheraz, Comandante, no es asunto suyo―.
Allí, en la puerta, estaba Bir, y luego arribaron Tev, Zay y Niz. Ella se detuvo
ante la magnífica vista de sus hombres. Se puso de pie, corriendo hacia ellos.
Niz empujó a los otros, y ella saltó a sus brazos. Él la aplastó contra su
pecho, su nariz en su pelo, respirándola dentro.
―Oh mi belleza―.
―¿Estás bien? ¿Alguien les lastimó?― Ella se apartó para mirar a sus
hombres a los ojos.
―Por favor, acepten mis disculpas por este malentendido. ¿Hay algo que
pueda hacer para ayudar?―, Dijo Loz detrás de ellos. ―El afecto de esta
familia es claro. No hay abuso―.
―No puedo culparte, Comandante Loz. Está claro que fuiste engañado por
el Piclar. ¿Pero tal vez podrías ayudar a acelerar nuestro estado oficial de
apareamiento cuando lleguemos a Galafrax? Queremos hacer de Ruby
nuestra Sheraz lo antes posible―. Bir la apartó de los brazos de Niz y se la
llevó a los suyos.
254
El tono del Comandante Loz era melancólico, y ella sintió lástima por él y
sus hermanos. ¿Sería realmente difícil conseguir una mujer para ellos?
Sus hombres rugieron en acuerdo. Suspiró, su corazón se llenó del amor que
tenía por los cuatro. Ella soltó una risita, teniendo cuatro esposos sexys
dedicados a hacerla feliz. La vida nunca iba a ser aburrida.
255
Epílogo
Ruby abrió los ojos, cuando escuchó el suave silbido de la puerta al abrirse.
Ella empujó su cara en la almohada. Desde la ceremonia oficial de su
matrimonio en Galafrax, sus esposos habían sido aún más diligentes al
querer hacerla feliz. Querían tomar un trabajo en Galafrax, para que no
tuvieran que vagar por la galaxia. Pero después de una reunión familiar
franca, quería que fueran tan felices, y ser sus propios jefes los hacía felices.
―Pero nosotros estamos saliendo del negocio de seguridad―, declaró Bir.
―Estamos entrando en transporte y carga. La paga vale la pena también. No
pondré a nuestra familia en peligro―. Había dibujado una línea dura, y ella
lo había aceptado.
―Sé que estás despierta, belleza―. Ella miró a Niz, encontrando su mirada
dorada. Se apoyó en la gran cama. Habían convertido una habitación más
grande en una habitación familiar donde todos podían dormir. Su mano
cálida corrió a lo largo de su espalda desnuda, enviando hormigueos eróticos
a lo largo de su espina dorsal, haciendo que sus dedos de los pies se curvasen.
La puerta se abrió con un siseo, y se volvió para ver a Tev y Zay pasar,
expresiones expectantes escritas en sus rostros.
Ella sonrió cuando comenzaron a quitarse la ropa, hasta que estuvieron
desnudos y orgullosos frente a ella. Su mirada bajó a sus gruesas y
temblorosas pollas. Ruby suspiró de placer al deleitarse con la deliciosa piel
roja y los músculos ondulantes. Sabían que le gustaba su exhibición, su
confianza arrogante la hacía sonreír. Todo su cuerpo se calentó de deseo. Sus
pechos, aunque un poco sensibles, se hincharon, sus pezones se endurecieron
y los jugos fluyeron de su coño.
―¿Estás lista para nosotros, belleza?―
No fue realmente una pregunta. Ella siempre estaba lista para ellos. Tev y
Zay tomaron sus pollas en sus manos, acariciándolas desde la raíz hasta la
punta.
Ella rodó sobre su espalda, sacando la fina sábana de seda. Se encontró con
cada una de sus miradas acaloradas, dándoles a sus maridos una sonrisa de
―vengan aquí―.
256
Niz se levantó de la cama, desnudándose rápidamente y se unió a sus
hermanos al final de la cama, en su estado desnudo.
No hubo espera, mientras él cubría su coño con su boca. Echó la cabeza hacia
atrás, gimiendo mientras chupaba sus lisos pliegues e hizo sonidos de sorber
y gemidos de placer mientras lamía su crema.
Ella lo sintió deslizar su lengua entre sus labios y girar su lengua sobre su
clítoris. Metió dos dedos profundamente en su coño y comenzó a bombear
sus dedos dentro y fuera de su funda, frotando ese punto dulce. Zay se había
vuelto muy hábil con su lengua y dedos, ya podía sentir su clímax en
aumento. Él levantó su cabeza de entre sus muslos, mirando por encima de
su cuerpo hasta que encontró su mirada.
―Mantén tus ojos abiertos, pequeña roja. Me encanta mirar tu cara cuando
alcanzas tu punto máximo― Ruby gimió cuando bajó la cabeza una vez más
y chupó su clítoris en su boca y metió sus dedos en sus profundidades. Podía
sentir los jugos que se escapaban de su cuerpo cuando se combinaban con la
saliva de Zay. La cama se hundió a cada lado de ella y supo que Niz y Tev se
habían unido. Levantaron sus hombros, sosteniéndola sobre unas almohadas.
Cerró los ojos cuando cada uno se inclinó sobre ella y se llevaron los pezones
a la boca. ―Abre los ojos, belleza―, exigió la voz amortiguada de Niz,
alrededor de la boca llena con su seno. Ruby solo podía ver la parte superior
de las cabezas de Niz y Tev y se encontró con los ojos dorados de Zay con
los suyos mientras chupaba su núcleo. Entonces se estrelló contra ella. Gritó
cuando su cuerpo sufrió un espasmo, atormentado por el placer.
―Mantén tus ojos abiertos, belleza―, exigió Niz. Ruby abrió los ojos y lo
miró. ―No creo que pueda soportar más―.
257
―Sé que puedes. Tev te llevará a tu punto máximo y luego es mi turno. Una
vez que todos hayamos probado tu deliciosa crema, todos te haremos el
amor―. La voz de Niz tenía un toque sexy.
―Te amamos, dulzura―. Tev le sonrió y bajó la cabeza. Ruby mantuvo sus
ojos en los suyos, luchando por mantenerlos abiertos. Niz y Zay se
inclinaron sobre ella y chuparon y jugaron con sus pezones. Ella gimió al
sentir la lengua de Tev deslizándose profundamente en su coño y no pudo
evitar su grito de placer. Su sexy esposo sonrió, pero empujó su dedo
profundamente, frotando contra su punto G. Ella empujó sus caderas en
respuesta, empujando su coño en la boca de Tev.
Tev levantó la cabeza y sonrió. ―Me encanta cómo sabes, dulzura, podría
hacer esto durante horas y horas―. Su lengua salió disparada, lamiendo los
jugos brillantes de su cara, mientras la miraba a los ojos.
Ruby gimió cuando Tev y Niz intercambiaron lugares. Niz tenía el control
firme como le gustaba ser, y sabía que nada lo influiría en cómo dirigía su
juego. Así que se relajó sobre las almohadas para disfrutar del placer que le
daban sus maridos.
―Cierra los ojos y relájate, belleza―, dijo Niz mientras frotaba con sus
manos arriba y abajo en sus muslos. Las únicas veces que le decía que se
relajara sería cuando haría algo más exigente.
258
ligeros de su lengua, pero empujó sus dedos dentro y fuera a un ritmo
furioso. Él retiró sus dedos y los deslizó hacia su ano.
Solo Niz había utilizado esa parte de su cuerpo. Nunca la follarían allí, sus
pollas eran demasiado grandes, pero eso no impedía que Niz usara otras
cosas en ella, como dedos y juguetes delgados, sabiendo cómo intensificaba
su clímax.
Sintió que él cubría su pequeño frunce con sus propios jugos y luego la
penetraba con uno de esos dedos. Ella lo sintió girar su dedo y deslizar dos de
nuevo en su coño. Ruby levantó sus caderas tratando de meterlo en su coño
más profundo, pero él no sería controlado. Él se movería a su propio ritmo,
lentamente empujando más lejos en su culo y su coño mientras su lengua aún
movía sobre su clítoris con ligeros toques. Ella gimió cuando lo sintió
deslizarse más y más con cada movimiento de sus dedos. Todo su cuerpo
estaba en llamas, y no creía poder tomar mucho más. Entonces sintió que él
enganchaba sus dedos a la pared superior dentro de su coño, y los retorcía en
su punto G.
―Eres tan hermosa, Ruby. ¿Sabes que te amamos?― Niz acarició un lado
de su garganta.
―Los amo... también―, Ruby logró jadear, sus palabras arrastradas. Sus
maridos se rieron. Ella vio sus pechos inflarse con orgullo por su estado
débil. Ella rodo los ojos en blanco y dejó que se cerraran de nuevo.
259
Ruby se movió, sus ojos se abrieron. Ella era tan sexy mientras le sonreía
adormilada. La vara de Bir presionó contra su pantalón, dolorosamente
apretada, y le dolieron las bolas, exigiendo que se hundiera en su suavidad.
―Nos han enviado un informe desde el límite del espacio de Morax. Parece
que nuestro amigo cara de pez, después de que trató de robar el asteroide
Morax lleno de frillian, se encontró con un desafortunado accidente―.
Niz resopló. Bir sabía tan bien como Niz, que lo que sucedió no fue un
accidente.
Ella miró de reojo a Niz. ―Esto fue obra tuya, ¿no? ¿Ese día en la nave del
Comandante Loz?―
FIN
260
261
ANGELA CASTLE
QUADS OF
GALAFRAX 3
PRECIOUS
STARLIGHT
262
Esta traducción llega a ti
gracias al esfuerzo no
remunerado del staff de
SDBKS
Todos los derechos
reservados a su respectivo
Autor
263
TRADUCCIÓN
CORRECCIÓN REVISIÓN
264
Sinopsis
¿Las cosas pueden empeorar para Daisy Putter?
Secuestrada y transportada a través de la galaxia,
todo lo que puede hacer es esperar a ser vendida por
extraterrestres codiciosos.
265
Capítulo Uno
No importaba cómo Daisy Putter lo viera, no era un escenario de
ganar-ganar. De hecho, parecía ser todo perder-perder. No sabía qué era
peor: que las habían secuestrado extraterrestres, junto con un grupo de otras
mujeres, o que las dos mujeres que quedaban en las jaulas a cada lado de
ella eran total y completamente tontas.
Claro, ella sentía simpatía por ellas. ¿Quién en su sano juicio disfrutaba
siendo secuestrada por extraterrestres, o puestas a la venta en el espacio, a
millones de años luz de su hogar? En este momento, todo lo que podían
esperar era ser compradas por alguien lo suficientemente amable como para
no lastimarlas. ¿La posibilidad de ser rescatadas alguna vez? De cero a
ninguna.
―Está claro que soy hermosa. No soy baja ni gorda, como algunas
personas―. Su mirada se deslizó hacia Daisy quien puso los ojos en blanco,
ignorando el insulto directo. ―Las personas perfectas son siempre
objetivos más altos para el secuestro. Entonces, ¿por qué la tomarón a
ella?―
―Stacy, hablamos de esto antes. Son nuestros colores Tiene que ser la
razón por la que nos eligen, no solo porque somos más atractivas que otras,
o nos hubieran secuestrado―, dijo Peta, haciéndole señas a Daisy. ―No
todas podemos ser perfectas. Tienes un precioso cabello dorado. Tengo un
rico color chocolate. Las otras tenían cabello negro y rojo. Pero no tengo
idea de cómo llamar a su color―.
266
no tenía ningún color. Sus padres la llamaron Daisy cuando nació con el
pelo blanco y la piel pálida. Intentar broncearse, además de con una botella
de spray, siempre la dejaba manchada y roja. Simplemente tenía que
aceptar el hecho de que era incolora, lisa y tenía sobrepeso.
Stacy resopló de una manera no propia de una dama. ―Aún así, las
personas gordas no deberían tener ninguna oportunidad siendo...―
―¿Secuestrada? Oh, créeme, rubita. Amaría que te diviertas. Regresar a la
Tierra, levantar los pies y tomar una taza y una dona caliente―.
El estómago vacío de Daisy eligió al mismo tiempo protestar al no tener
nada, con un fuerte gruñido. Stacy arrugó la cara hacia Daisy. ―Eres
asquerosa―.
267
Daisy no sabía lo que tenía que hacer para ser vendida, pero estaba
dispuesta a intentar cualquier cosa si eso la alejaba de Stacy, la mimada
reina del salón.
¡BOOM! La cabeza de Daisy se sacudió cuando el suelo debajo de ellas
tembló violentamente. Sus ojos se agrandaron cuando la puerta, que
conducía a la sala de subastas, explotó en una espectacular bola de fuego.
Se estremeció cuando restos ardientes se lanzaron hacia afuera y llovieron
sobre sus jaulas.
Daisy hizo una mueca, tapándose las orejas cuando Peta y Stacy gritaron en
un tono que podía romper el cristal y licuar los órganos internos.
Los grandes hombres rojos retrocedieron. Daisy era más curiosa que
temerosa, e inclinó la cabeza y parpadeó. ¿Estaba viendo doble, triple
incluso? ¿Por qué tantos hombres se parecían? ¿Eran clones o algo así?
Uno de los no clones le entregó su arma a uno de los cuatro clones que
estaba justo detrás de él, antes de acercarse a las jaulas y arrodillarse.
―Todo irá bien, mujeres bonitas humanas. No estamos aquí para hacerles
daño, sino para rescatarles―.
268
sacarlas a todas de esto― Loz se puso a trabajar en la cerradura de la jaula
de Daisy mientras que otros dos, que acompañaban a Loz, trabajaron en las
de Stacy y Peta. Abrieron las puertas y Loz tendió su mano hacia Daisy.
Menos que impresionada con su adulación, ella resopló, pero estaba feliz
de salir de la jaula. No se perdió la forma en que las miradas de los
hombres Demos se deslizaron sobre sus cuerpos antes de que estuvieran
cubiertas con mantas, que aparecieron de la nada.
―Todos los soldados Demos son fuertes. Eres tan pequeña. Me han
ordenado mantenerte a salvo, y hay escombros ardiendo en el suelo. No
permitiré que lastimes tus pies―.
269
La llevó a través de la puerta, y ella miró a su alrededor para ver a los
soldados Demos en todas las direcciones. Sus miradas se volvieron,
cayendo sobre ella cuando el Comandante Loz los pasó.
―Nacen singulares―.
Ella soltó una risita, sintiéndose bastante ridícula. De hecho, todo por lo
que había pasado era completamente ridículo.
De acuerdo, ahora sabía que estaba alucinando. Daisy estalló en una risa
histérica hecha y derecha, cuando se dio cuenta: una mujer, cuatro
hombres.
*****
270
―Bex―.
La primera tenía cabello dorado claro con piel bronceada. Ladeó la cabeza
por la forma en que sus huesos parecían sobresalir a través de su piel.
Extraño cuán demacrada parecía, incluso con los montículos de los pechos
llenos y maduros. La nariz de Bex se arrugó y negó con la cabeza. Ella se
parecía demasiado a una mujer Demos para su gusto.
Otra tenía el cabello oscuro con una piel morena más oscura. Le gustaba el
brillo de su largo cabello castaño rizado, pero también era pequeña, de
cintura estrecha y montículos de pecho más pequeños.
Su mirada voló a su rostro, sus labios llenos y rosa pálido, y lamió los
suyos en anticipación de lo dulces que sabrían cuando la besara.
―La quiero a ella―. Todo el cuerpo de Bex palpitó al sentirla debajo de él,
su miembro se alargó hasta que su dureza era casi abrumadora y dolorosa.
Oh sí, ella es nuestra.
Cir miró por encima del hombro a la mujer humana de cabello pálido. Sin
duda, su hermano no estaba no afectado por su radiante belleza. Él lanzó un
profundo suspiro.
271
―Pero podemos tenerla, ¿podemos, después de que se haya recuperado?―
Bex miró a su hermano expectante, dándole su mejor mirada de ―soy el
más joven, así que soy mimado―.
―Las hembras humanas están bajo nuestra protección y tienen los mismos
derechos que las hembras Demos. Las respetarás de todas las maneras. ¿Ha
quedado claro?―
―La trajiste aquí, así que, ¿cómo se sintió en tus brazos? Ella se ve tan
suave. Su piel es suave, ¿verdad?― Bex se movió para pararse junto a Loz.
Los tres la miraron fijamente.
La ceja negra de Loz se curvó, pero Cir resopló. ―Lo que él quiere es
meterse en sus pantalones―.
―No tiene sentido, Cir. Ella no tiene pantalones para poder meterme―.
272
Los labios de Loz se arquearon. ―Muy bien, muéstrate como un guardia
capaz, incluso si se trata de deberes serviles―.
―¿Qué? ¿No crees que soy capaz de ser un guardia serio?― Bex sabía que
debería sentirse ofendido, pero se encogió de hombros.
―Muy bien. Resguardalas, a las tres. Tomarás turnos con Roy y Bra, Hep
y Non. Estamos limitando su contacto con la tripulación. Ha habido
demasiadas quejas en el fallo sobre los soldados que toman a las hembras
humanas como su Sheraz incluso antes de que lleguen a Galafrax. Una vez
que hayamos rescatado a las otras hembras humanas, estoy decidido a
entregar la mayoría de ellas sin unión a Galafrax―.
En su mente, Bex se frotó las manos con completo regocijo. ‘La mayoría de
ellas’ no significaba que no pudiera tratar de persuadir, a este pequeño rayo
de luna, él y sus hermanos podrían tener su propia Sheraz. Bex aplaudió.
Loz solo rodó los ojos, giró sobre sus talones y salió por la puerta.
―Sabes, solo por esta vez―, Cir levantó su dedo medio, una pequeña
sonrisa en sus labios, ―puede que tengas razón―.
273
Capítulo Dos
Daisy se lamió los labios secos, gimiendo cuando se dio vuelta, y agarró la
adorable almohada perfumada, tratando de acurrucarse más abajo en las
cálidas mantas. En sus días libres de la panadería, le gustaba dormir hasta
tarde y pasar el rato en su apartamento, con sus pantuflas peludas. Además,
le encantaba leer romance erótico en su Kindle mientras bebía chocolate
caliente.
Sí, entonces ella no tenía vida, y había renunciado a las citas. Con su figura
regordeta y pequeña, casi todos los hombres miraban por encima del
cabello blanco a las mujeres más altas y atractivas. Demonios, una de sus
citas incluso la había llamado un fenómeno pálido. A lo que ella le arrojó
una bebida en la cara y llevó su gordo culo a casa.
Mmmm, chocolate caliente. ¿Era su día libre? No podía recordar más allá
de las pesadillas de ser secuestrada por extraterrestres y luego rescatada por
extraterrestres grandes, sexys, parecidos a los humanos, con piel roja como
manzana acaramelada. Mmmm, manzana acaramelada. Maldita sea, ella
estaba hambrienta.
Eran Demos, recordó por la breve conversación que había tenido con el
comandante Loz, quien había estado sospechosamente ansioso por llevarla.
Agarró la sábana, tirando de ella alrededor de su cuerpo como una toga,
antes de moverse al borde de la cama alta, ancha y deslizarse al suelo.
Ligeras vibraciones zumbaron y supuso que estaban en una nave espacial
de algún tipo.
274
―Señorita Daisy, ¿está bien?―
Diablillo astuto, ella no había notado a nadie acercarse donde estaba parada
mientras miraba la conmoción. Inclinando la cabeza para ver su altura y
apariencia, se dio cuenta de que era una versión idéntica de ese comandante,
Loz, pero había algo diferente. No había bordes duros en su rostro, sino
rasgos más suaves, llenos de preocupación mientras la miraba.
Su mirada contempló su uniforme negro. ¿Qué pasó con la cosa sin mangas?
Es cierto que los músculos de sus hombros estaban enfatizados en negro
sobre la piel roja y elegante. Yum: No la defraudó en sus anchos hombros,
caderas estrechas y piernas largas y gruesas. Para ser aliens, eran
malditamente apuestos y construidos.
Aun así, las líneas bien definidas de su rostro, los pómulos altos y
simétricos y los labios carnosos en una sonrisa engreída lo convertí an, en la
escala caliente, en un diez perfecto. Su nariz era larga y angular, pero se
adaptaba a su rostro. Pelo negro como la tinta enroscado alrededor de sus
hermosas orejas. Sus ojos, como oro fundido, tenían una amabilidad, lo que
la hacía desear confiar en él. Dudaba que hubiera un solo punto feo en este
hombre Demos.
―Ven por aquí, y a ellas las dejaremos a cargo de otro personal médico―.
Tuvo la clara sensación de que, tanto como ella, no quería estar cerca de las
mujeres que gritaban, y siguió a Cir.
275
Uf, ¿ella quería que lo hicieran? No, debería centrarse en llegar a casa, no
en encontrar un novio alien, o cuatro para el caso.
Dios, amaba lo fuerte que era y que no pronunció una sola queja sobre su
peso. Por el tamaño de estos hombres Demos, alguien como ella parecería
más pequeña, más ligera. Ella se deleitó con la sensación de ser pequeña
por una vez. Una vez en casa, podría volver a ser desaliñada, pequeña e
incolora Daisy.
Sacudió la cabeza y se sentó frente a ella. ―Es una maravilla tener cinco
mujeres en una familia―.
276
muchachos―.
―Con un historial de producir hembras, ¿es más que probable que tengas
descendencia femenina también?―
El tono "de echo" de Cir hizo que Daisy se ahogara con la bebida que
acababa de tragar, medio asfixiándose. ¿Descendencia femenina? Oh
diablos. Él rápidamente se alejó, corriendo hacia la otra habitación,
regresando tan rápido cuando ella balbuceó.
―Lo siento―, murmuró. Si no fuera por su piel roja, habría pensado que
se sonrojó. ―No estoy acostumbrado a, eh, hablar con mujeres humanas―.
―Oye, no te preocupes. Debería agradecerte y a tu gente por salvarme de,
bueno, ser vendida como un mueble―.
Era un amorcito, y Daisy sonrió. ―¿Así que estoy realmente atrapada aquí?
¿Hay alguna posibilidad de regresar a la Tierra?―
―Lo siento mucho, señorita Daisy, si hubiera una forma de regresarlas con
seguridad, lo haríamos. Lo que el Jorval arriesgó al traerles a través de los
portales negros...― El pauso. ―Es un delito, y el viaje de regreso no
justifica el riesgo de ninguna de sus vidas―. Sus ojos dorados se
oscurecieron con ira.
277
Daisy tragó saliva, intentando presionar el miedo que crecía en su interior.
―¿Tu gente puede pararlos? Recuerdo que Loz dijo que las mujeres
humanas estaban protegidas por tu gente―. Daisy no se había dado cuenta
de que había acurrucado sus dedos alrededor de él hasta que bajó la vista.
Ella aclaró su garganta y retiró su mano.
278
―¡Sí! Veo que eres inteligente y hermosa―.
Bex pestañeó y la risa de Cir la calentó hasta los dedos de sus pies y le hizo
cosquillas en las partes ocultas de color rosa. ―No tenía idea de que las
hembras humanas fueran tan divertidas―.
Cir suspiró y se puso de pie. ―Será mejor que vaya a verlas. Soy jefe de
sanadores, después de todo. Señorita Daisy, ¿tiene alguna sugerencia sobre
cómo ayudar a las otras mujeres a adaptarse a sus nuevas circunstancias?―
―Tu otra amiga, ¿cómo se llamaba?―, Inquirió Bex, aún de pie allí, sin
duda planeando su próximo movimiento.
―Ruby MacTavish―.
―¿Ruby? Creo que la hemos conocido. Estuvo a bordo justo antes de que
nos enviaran para rescatar a las hembras humanas restantes que vendían los
Jorvals―.
La sorpresa rodó a través de ella. ―¿De Verdad? ¿Ella está bien? Recuerdo
que la vendieron a una criatura parecida a un pez―.
―Ella está bien. Ruby fue rescatada por un equipo de seguridad hace
muchos días. Se han convertido en una familia emparejada y están en
Galafrax haciendo oficial su vinculación―.
279
Bex asintió. ―Como la vi, feliz de ser la Sheraz de sus quads―.
Daisy frunció el ceño. ―¿Qué es una Sheraz?―
Uh, oh.
Daisy resopló. ―Como si eso fuera a suceder. Entonces, Bex, supongo que
puedo llamarte así, ¿o hay algún título como tu hermano mayor?―
―Solo por los informes que he leído, y viendo a Ruby de cerca cuando la
trajeron a la bahía médica de Cir―.
―¿Que eres mucho más hermosa de lo que ellas son?―, Afirmó Bex con
tono práctico.
Daisy se ahogó más con su bebida. Maldita sea, tendría que dejar de beber
líquidos por completo si seguían haciendo que se atragantara.
280
―No, no...― Ella lo despidió con la mano. ―Estoy bien, de verdad―.
Tomó varias respiraciones lentas mientras su respiración volvía a la
normalidad.
Si esa era la percepción que Bex tenía de ella, ¿quién era para cambiarla?
Estaba contenta de que estos hombres no tuvieran la noción preconcebida
de que las mujeres debían ser flacas y hermosas.
―Por supuesto―.
Oh chico…
Daisy suspiró, sabiendo que este hermano quads iba a ser el chico malo.
Ella ocultó su estremecimiento ante lo malo que podría llegar a ser.
Mente sucia... ¡sácala de tu cabeza, mujer!
281
Capítulo Tres
El comandante Loz se ajustó la parte delantera de los pantalones del
uniforme por... maldita sea, había perdido la cuenta de cuántas veces lo
había hecho. No, él no quería saber. El hecho fue que su miembro se
negaba a obedecer y desinflarse.
Incluso cuando había ido a ver cómo estaba y trató de advertir a Bex que no
tuviera ninguna idea, había cedido, por sus propias razones egoístas,
alentando pasivamente el afán de Bex por tener una mujer humana para
ellos. El hambre por su propia mujer humana suave y con curvas,
montándola cada día que pasaran en Galafrax, especialmente después de
conocer a la adorable Ruby.
Era tonto despertar sus esperanzas, y lo último que necesitaba era comenzar
a comportarse como Bex. Sin duda su hermano menor estaba tramando un
pequeño plan para mantener su preciosa luz de estrella a bordo con ellos...
y entre ellos. Bex no la follaría, pero eso no le impediría tocarla en otros
lugares.
282
Tienes que dejar de pensar así: ella no es para nosotros. Daisy, junto con
las otras mujeres, necesitaban ser entregadas de manera segura e intacta a
Galafrax, donde serán cortejadas por una serie de quads Demos de alto
rango y privilegiados.
La idea hizo que su estricto control fuera empujado a sus límites ante la
idea de alguien que no fuera él o sus hermanos tocándola.
―Saludo a la estación―.
Cualquiera que viva dentro de la Galaxia Hellios sabía que nunca te metías
con los soldados Demos. Nunca perdían una batalla o retrocedían en una
pelea, y siempre dejaban a sus enemigos en total ruina.
283
―¡Elige, ahora!―
Pánico que deberían tener, si Loz alguna vez los tuviera en sus manos por
comprar hembras humanas. Les arrancaría el pelaje de sus cuerpos.
Con eso no tenía ningún problema, pero la pequeña y suave mujer humana
que estaba bajo el cuidado de sus hermanos menores...
No, cuanto antes terminara esta misión y sacara a las hembras de su nave,
antes las cosas volverían a la normalidad. Bex podía gimotear todo lo que
quisiera, era hora de que el más joven creciera y se convirtiera en un
verdadero soldado.
―Bien. Una vez que estén seguras a bordo, escanea la estación Kalen. No
quiero dejar a ninguna atrás. Luego ve a la siguiente parada. Todavía faltan
tres hembras humanas más―.
284
*****
Él se rió entre dientes. ―Bueno, no sé cómo más enseñarte la nave, sin que
te atrapen―. Suspiró y se sentó en la enorme cama de los cuartos aún más
grandes a los que había sido escoltada.
Imitó el tono más profundo y autoritario del Comandante Loz. Wow, fue
algo extraño. Por un momento, Loz casi podría haber estado parado en la
habitación. Dejó su bebida recién amada y fue a unirse a Bex en la cama
alta, pero luchó por subir. Él se inclinó, la agarró del brazo y la ayudó a
levantarse con suma facilidad.
285
cuando lo miraba demasiado tiempo. Cuando lo hacía, la enviaba a un
"trance de hombre sexy" y su cuerpo comenzaba a arder de adentro hacia
afuera.
―En pocas palabras, Rayo de luna, las mujeres humanas son altamente
deseables y raras. Mi hermano está bajo las órdenes de los Altos Concejales
para liberarte intacta, para que los ricos y poderosos puedan tener la
posibilidad de que te conviertas en suya―.
286
Aparentemente, Bex era un completo genio de la avanzada tecnología
informática de Galafrax, o eso había dicho cuando le preguntó qué hacía a
bordo del barco. Ella le preguntó por qué estaba allí con ella en lugar de
hacer su trabajo, y supo que había cambiado los turnos para poder ser su
guardia. Ser un hermano quads del comandante de la nave tenía sus
ventajas.
Él abrió la boca, y ella podía ver sus ojos dorados rebosantes de curiosidad,
pero ella levantó su mano para detener sus preguntas y continuó
explicando.
―Tu Tierra suena como un lugar increíble. Tan enojado como estoy con
los Jorval por tomarte, también estoy feliz de que lo hayan hecho, o nunca
hubiera podido conocer a alguien tan maravillosa como tú―.
―Bex, tu turno ha terminado, Roy y Bra están ahora afuera. Recién hemos
rescatado a cuatro hembras humanas más. Tendré que atenderlas. Y por
287
amor de madre, no dejes que nuestros hermanos mayores te vean así. Tos te
quiere en tecnología avanzada. Los bioescáneres externos necesitan volver
a calibrarse. No están funcionando correctamente―.
Bex asintió tristemente, lanzándole una mirada anhelante antes de salir por
la puerta.
Estudió los ojos preocupados de Cir. ―Bien Cir, estoy bien. ¿Hay algo que
pueda hacer para ayudar a las recién llegadas?―
Pero ahora, ¿qué tenía? Nada. Con una sensación de vacío residiendo en su
pecho y nadie aquí para presenciar su debilidad, se arrastró hasta la cama
suave, bajó la cabeza y dejó que las lágrimas cayeran mientras silenciosos
sollozos sacudían su cuerpo.
288
Capítulo Cuatro
El segundo al mando, Tos se detuvo ante los dos guardias que estaban fuera
de los aposentos de la mujer humana, Daisy. Bex había despertado un gran
interés en ella, y no era difícil darse cuenta de la incómoda marcha de su
hermano y comandante de sus estados excitados.
Aún no había puesto los ojos en esta hembra. De todos los informes que
salían de los médicos, todas las otras hembras humanas demostraron ser
difíciles. Una vez que se les explicó que ningún daño les harían y los
hombres Demos estaban a su entera disposición, las demandas empezaron a
fluir a gran velocidad. Además de la piel pálida y una estatura más baja,
Tos no vio diferencia entre ellas y las mujeres Demos.
Sin embargo, ni pío de esta. Ella estaba callada: demasiado tranquila para
su gusto. ¿Estaba escondiendo algo? ¿Era una amenaza para su hermano o
Galafrax?
La idea era una total tontería. ¿Cómo podría una pequeña humana ser
una amenaza para mis hermanos y para mí? Puso la palma de su mano
sobre el panel, otorgándole la entrada a los cuartos.
Tos tragó, sin preparación para encontrarse con una mujer llorosa. Estaba
acostumbrado a que fueran directas y exigentes. Incapaz de detenerse, Tos
se encontró inclinado sobre la cama, extendiendo la mano para acariciar su
cabello. Los hilos se deslizaron entre sus dedos, tan suaves. ¿Sería el resto
de ella así? Sobresaltada, se volvió, sus ojos llorosos se abrieron y sus
pálidos labios rosados se abrieron con sorpresa.
289
Tos estaba completamente desprevenido para el golpe en su tripa, mientras
permanecía de pie mirando fijamente su adorable cara surcada de lágrimas.
Respiró profundamente, tratando de sacudirse las sensaciones que lo
atacaban.
―Shhh, está bien. Soy Tos―. Se inclinó más hacia abajo, inhalando su
aroma femenino y único. Ella lo miró fijamente. ―¿Me abrazas, Tos? Me
siento muy... sola, en este momento―.
Los suaves labios debajo cedieron tan dulcemente, y su cabeza giró más
fuera de control mientras él la saboreaba, sus labios entreabiertos le
permitían acceder a la caverna de seda de su boca. El sabor dulce de ella lo
hizo gemir, su vara palpitando con la necesidad de hundirse en sus
profundidades calientes. Ella se arqueó debajo, su gemido lo espoleó para
deslizar sus manos hacia abajo y ahuecar la plenitud de su pecho. Nada
como una mujer Demos. Ansiaba más, mucho más y tomaría, poseería a su
pequeña estrella.
MÍA, nuestra.
290
―Tos, ¿estás fuera de tu encantadora y fría mente?― De repente ella se
había ido, Tos navegando hacia atrás, agarrado por sus hermanos mayores
y menores.
―¡Mía!―, Gruñó, luchando contra sus hermanos. En la cama, vio los ojos
de Daisy abiertos de par en par cuando Tos fue arrastrado más
atrás. ―¡Mía!―, Rugió más fuerte, pero la puerta se cerró y el dolor
recorrió su espina dorsal cuando su hermano lo golpeó con fuerza contra el
mamparo.
―¡De todos los hombres de Demos, pensé que tenías más maldito control
que atacar a una mujer humana indefensa!― Loz continuó su diatriba.
―Yo... no... ella... no estaba...― Oh, por las llanuras de hielo. La realidad
llegó a su cabeza cuando se dio cuenta de que se había aprovechado de su
estado emocional, pero se sintió impotente para detenerse. ―No la ataqué,
fue solo un beso―. Malditos los Hielos Demos, sonaba como un cuarto
niño quejumbroso.
¿Dónde estaba su legendario control? ¿Su cabeza fría bajo presión? ¿No
había venido a hablar y ver por qué había atraído a sus hermanos? Sin
embargo, su belleza lo había deslumbrado por completo y su corazón se
derritió al ver sus lágrimas.
―Iré a ver si ella está bien. Esta humana no se ha comportado como las
demás. Ella es diferente, ella es...―
―Especial―.
Los tres gimieron cuando Bex se acercó a ellos. ―No hagas eso, no soy el
tonto que crees que soy―.
291
―Besó a Daisy―, Cir proveyó provechosamente, haciendo que Tos
gruñera. Las cejas negras de Bex rozaron su cabello en sorpresa.
Bex se cruzó de brazos y vio a Loz con una mirada dura que Tos no tenía
idea de que Bex fuera capaz de hacer. Aquí estaban ocurriendo muchas
cosas... las emociones y la tensión sexual se estaban agotando, y todo
debido a una pequeña y suave mujer, con luz estelar. ―Estamos bajo
órdenes de entregarlas a los Altos Concejales en la Tercera Ciudad en
Galafrax―.
Bex resopló. ―¿Y me llamas el irresponsable? ¿Vas a dejar que algo raro y
especial se te escape entre los dedos?―
292
Fue completamente ridículo cómo él y Loz se asomaron a su habitación,
ambos guerreros endurecidos vibrando con una nueva sensación de miedo
por lo que encontrarían. Sus hombros se relajaron aliviados al encontrar la
habitación vacía.
―Y antes de que comiences―, Bex miró a Loz, quien aspiró aire en sus
pulmones, como si se estuviera preparando para ladrar sus órdenes
habituales, ―ya le pedí que se convirtiera en nuestra Sheraz―.
―Sí, y a veces es todo lo que se necesita. Habla con los hermanos Fire
Bond o los Altos Señores acerca de sus hembras humanas. He aprendido de
ellos, todo lo que se necesita es una mirada para saber que ella nos
pertenece a nosotros―.
Tos arqueó una ceja hacia Bex. ―Nunca creí que fueras estúpido, Bex,
solo un poco irresponsable. Tú eres, después de todo, el más joven―.
―Y tú eres todo un montón de varillas rígidas, y no en el buen sentido...
bueno, aparte de Cir―.
293
Bex sonrió a Cir. ―De nada. Mira, Loz, tenemos otras seis hembras
humanas para satisfacer las demandas de los Altos Consejeros, así que, si
tomamos a Daisy como nuestra, tus órdenes se cumplirán. ¿O quieres que
otros Demos quads cortejen a Daisy, la besen y pasen sus manos por su
suave piel?―
―¡Joder, no!― Espetó Tos. Hizo una mueca, pero no pudo hacer
retroceder el dominio absoluto de posesividad hacia la pequeña mujer
humana.
―La quiero también―, interrumpió Cir. ―Sé que podré cuidar de su salud
y no quiero que nadie más la toque―.
―¡Bex tiene razón!― Añadió Tos. ―Por una vez en mi vida, voy a decir,
joder las órdenes. La quiero―.
Tos casi se atragantó con su propia saliva. Joder con los remaches del
espacio, su barra dura podría minar malditos asteroides. Su piel pálida se
destacaba en la parte superior negra que se extendía sobre sus generosas
curvas. Su cabello húmedo colgaba suelto alrededor de sus hombros,
enmarcando su dulce rostro, ojos azules muy abiertos mientras miraba a
cada quads. Los labios rosados que había probado se separaron ligeramente
cuando ella tomó aire, haciendo que su pecho se levantara y cayera.
294
―Bex me dijo por qué no nos dejas salir de nuestros aposentos. Nos estás
manteniendo encerradas, para ser vendidas a los ricos de tu planeta. Eso
esta tan mal como lo que hizo el Jorval al secuestrarnos en primer lugar―.
―Estoy bajo órdenes, Daisy―. El tono de Loz era débil, poco convincente.
El comandante estaba empezando a vacilar. Bien.
―Y eso es todo, seguirás las órdenes―. Daisy miró a Loz con una ceja
interrogante. ―¿Todas las mujeres humanas están atrapadas con eso y no
tienen voz en el asunto? Personalmente, no creo que un conjunto de quads
sea tan bueno como el otro―.
―Daisy, dulce. Ven aquí, por favor―. Bex abrió los brazos y le hizo señas
para que fuera hacia él.
Tos quería eso, y sabía que nunca lo conseguiría, no con una mujer Demos.
Ella era una posibilidad y todos serían tontos si la dejaban pasar. ―No te
preocupes por Loz―, murmuró Bex en su cabello, acariciando con su
mano su brazo. Tos no se perdió su pequeño escalofrío, cómo ella cerró los
ojos relajados. Claramente, Bex ya se había ganado su confianza.
Ella miró a Loz y le susurró en voz baja a Bex: ―¿Qué demonios trepó por
su culo y murió?6―
6 Una forma muy particular de preguntar -¿Por qué estás tan malhumorado?-
295
Bex estalló en carcajadas y Cir se rió entre dientes... incluso su comentario
hizo que los labios de Tos se curvaran en una extraña sonrisa.
―Creo que Loz no quiere que lo dejen afuera, incluso si es... ¿Cómo diría
un humano?―
―¿Un pija?―
Bex se rió entre dientes. ―Sí, él está siendo un pija al respecto. Amo tus
dichos―.
―Te tendré primero―. Loz dio un paso hacia ella. Sus tres hermanos
querían abofetear al hombre como lo haría una mujer.
Loz gruñó bajo, pero ella no mostró un atisbo de miedo. Bex la apretó
suavemente. Loz cayó de rodillas. ―¿Por favor?―
Su sonrisa era radiante. ―Por supuesto, pero... no sé cómo funciona
esto―.
296
después del otro. Eso es porque se necesitan cuatro hombres para llevar a
una mujer Demos a su punto máximo. Sin embargo, como no eres como las
hembras Demos, sugiero que vayamos de a uno por vez en lugar de los
cuatro juntos―.
Ella palideció visiblemente. ―Yo, uh, creo que Cir tiene razón. Uno a la
vez por favor―.
El por favor deshizo a Tos. Cerró los ojos, saboreando, sabiendo que pronto
llegaría a poseerla, pero sabía que no se contentaría con solo su cuerpo. Tos
se lamió los labios con avidez, ya que él quería todo: corazón, mente,
cuerpo y alma. Nuestra.
297
Capítulo Cinco
Oh nena, en su cabeza sonaba como una idea fantástica bajo el rocío
caliente de la ducha, lavando las huellas de sus lágrimas y preparándose
para enfrentar a los hombres que podía oír hablando justo detrás de la
puerta del baño.
Tan loco como parecía después de tan poco tiempo, ella se sentía segura
con estos hermanos quad. Si tuviera que establecerse con un grupo de
quads y comenzar una nueva vida, ¿por qué no ellos?
El único amante que ella había tenido, aunque había sido agradable y
bastante perezoso, no fue más que una absoluta decepción. Tuvo la
sensación de que él solo estaba saliendo con ella para obtener un suministro
gratuito de dulces horneados.
Que se joda la Tierra y su actitud 'si no eres un cero, entonces eres cero'.
Aquí había hombres que parecían poder devorarla en el acto, incluso
después de ver y conocer a Stacy y Peta. Por otra parte, conocer a esas dos
podría cambiar la opinión de cualquiera, una vez que las conocieran más
profundamente.
298
―¿Estás intacta?― Los cuatro preguntaron a la vez, y fue algo raro cuando
lo hicieron.
―Las mujeres como Stacy y Peta son las que los hombres humanos
encuentran atractivas―.
―Y más delgadas, más duras con más masa muscular. Lo entiendo desde
una perspectiva de estándar genético, pero por lo que he visto de las
hembras de tu planeta, tienen una gran diferencia en tamaños y formas.
Aún así, eres más atractiva que las demás a bordo―, afirmó Cir.
―Ellas no son suaves. No quiero una mujer que no sea suave. Soy duro―.
Tos golpeó su musculoso pecho. ―Eres suave y bonita, y un contrapeso
perfecto para lo que somos. Estoy de acuerdo contigo y Bex: los hombres
de la Tierra son tontos y pijas―.
―Gracias, Tos... esa es la cosa más dulce que alguien me haya dicho―.
El asintió. ―Haré trizas con mis propias manos a cualquiera que se atreva
a decir que no eres hermosa―.
―¿No te molestó?―
299
mejor―. Tos le lanzó a Loz una mirada sucia. ―¿Ves? No la ataqué. A
ella le gustó―.
Ella gritó por el cambio repentino y la cara de Loz apareció por una
fracción de segundo cuando se encontró a horcajadas sobre su regazo, sus
fuertes brazos se unieron a ella y su mano en su cabello, agarrándolo con
fuerza mientras su cabeza se hundía. Este no fue un beso tierno, ya que
tomó su boca, para una franca posesión.
Ella echó la cabeza hacia atrás lo suficiente como para quejarse: ―Olvídate
de las citas. Te quiero ahora―.
Casi se había olvidado de eso, pero era difícil pensar cuando estaba
envuelta en fuertes brazos con una boca sexy que bajaba por un lado de su
garganta, haciendo que sus ojos se volvieran hacia su cabeza cuando
succionó la unión de su cuello y hombro.
300
Eso respondió a esa pregunta cuando Loz la levantó de un solo golpe,
llevándola de regreso a la cama, y colocándola suavemente sobre ella.
Desde atrás, a lo lejos, podía oír a los hermanos de Loz hablando de cubrir
turnos para darles tiempo a solas.
―Oh, voy a mostrar y demostrar cuánto―. Sus labios tomaron los de ella
otra vez en otro beso adicto, su mano ahora trabajó para quitarle la larga
camisa que había estado usando. Él se retiró y la sentó con gracia sobre sus
rodillas mientras la quitaba de su cuerpo, dejándola abierta y expuesta a su
mirada.
301
Sus grandes manos ahuecaron sus pechos. ―Nuestras mujeres no están tan
llenas, con estos picos abundantes―. Pasó sus manos sobre ellos. Si ella
hubiera estado usando bragas, ahora estarían demasiado mojadas. ―He
escuchado lo sensibles que son las hembras humanas―. Él jugueteó con
los dedos en sus pezones antes de inclinarse sobre ella. Ella sintió su cálido
aliento en su sensible carne.
―Tan caliente y húmeda, luz de las estrellas... ¿esto es normal para las
mujeres excitadas?―
Su primer amante ni siquiera se había molestado con ella allí, solo hurgó
con su pene hasta que encontró un agujero. Wham! Una punzada de dolor
y no más virginidad. Se había preguntado por qué y cómo la gente alguna
vez tenía relaciones sexuales más de una vez. Pero ahora, todo su cuerpo
era un bulto enorme de palpitante necesidad de que la tocara y la explorara.
302
Ella chilló ante el impacto del primer toque y sintió que su coño se contraía,
empapándose bajo su toque.
―Sí―, siseó ella. ―Por favor, más―. Ella jadeó. Su sonrisa fue
sencillamente salvaje, cuando bajó la cabeza y comenzó a lamer su nudo
palpitante.
303
Duh, tan borracha de lujuria estaba que no se dio cuenta de que él todavía
estaba vestido y lo vio desnudarse en cuestión de segundos, arrojando la
ropa al azar.
Gimió cuando su cabeza se hundió dentro, sosteniéndose allí hasta que dejó
de retorcerse.
―¿Estás bien?―
304
Sus gemidos se elevaron en la habitación mientras él entraba y salía, y
repetía. Daisy respondió tratando de levantar sus caderas, pero él no la dejo.
Agarrando sus caderas y sosteniéndola hacia abajo, comenzó un ritmo lento
de bombeó.
Cada empuje creció más y más rápido hasta que él conducía su pene tan
profundo y duro que sus bolas golpearon contra su culo. El fuego se
acumuló dentro de ella otra vez, alcanzando lugares que ningún otro había
estado nunca.
Si todos los hombres volaban su mente, como acababa de hacer Loz, Daisy
sabía que estaba completamente condenada.
305
Daisy sintió su risa retumbar en su pecho. La atrajo para un beso más lento
y prolongado, y ella quedó inerte como un conejo de juguete.
―Por favor, no le digas a Bex o nunca escucharé el final, pero tenía razón:
eres especial y perfecta para nosotros. No hay forma de que podamos
dejarte ir. Me alegro de que me hiciste ver el sentido de esto―.
306
Capítulo Seis
―Soy una puta―.
Sin duda ella los usaría muchísimo más. Uno abajo, tres hermanos más por
ir.
Daisy sintió que le ardían las mejillas. ―Uh, bueno, alguien que, bueno, le
gusta tener sexo con muchos hombres―.
307
Él ladeó la cabeza con perplejidad. ―Eso haría que cada mujer Demos sea
una puta. ¿Ésto es una cosa buena?―
―Pero no estás allí ahora, eres ciudadana Galafrax... así que no hay
necesidad de que te sientas mal por permitirnos cortejarte y complacerte―.
Suspiró ante la dulzura de Cir. Ella quería comérselo y eso la hizo lamerse
los labios. ―Lo sé, pero cuando te han enseñado y lo has creído durante
tanto tiempo, es difícil no pensar en cosas negativas―.
Ella soltó una risita. ―¿Por qué tienen sexo en orden de edad? Parece,
bueno, divertido―.
―¿Te hace pensar en qué más debes comenzar a cuestionar, tal vez?―
Cir se echó hacia atrás, estudiando su rostro. ―Tú, cariño, tienes una
mente hermosa y brillante. Por lo cual estoy agradecido―.
308
―Entiendo que te gusta porque soy diferente a tus mujeres. Sin embargo,
sinceramente, ¿por qué los Demos las soportan si son difíciles de tratar?―
―Una vez más, siempre nos han enseñado a atesorar, cuidar y proteger a
nuestras mujeres. Ellas son nuestra única fuente para asegurar que nuestra
raza sobreviva. A todos los quads se les enseña cómo tratar con las
hembras Demos―.
Pasó de estar sentado a estar de pie con ella todavía abrazada en sus brazos,
el espectáculo de su fuerza la hacía sentir una vez más liviana y pequeña.
Él la llevó al enorme baño antes de bajarla a una bañera de agua caliente,
ayudándola a calmar sus dolores.
Daisy hizo lo que le pidió, permitiéndose un respiro de alivio. Sí, una vida
había quedado atrás y echaría de menos a sus hermanas. Pero aquí, con
estos hombres, ella se sintió más liberada que nunca en la Tierra. Cualquier
pena que pueda haber sentido por su vida anterior se escapó con la promesa
de algo aún mejor.
*****
309
Los hermanos Tev y Zay de Fire Bond asintieron con la cabeza, sonrisas en
sus caras. ―Todo lo mejor con tu nueva Sheraz. Nuestra Ruby estará
encantada de saber que a su amiga le está yendo bien―. Tev saludó antes
de que la pantalla se quedara en blanco.
Bex se volvió para mirar a Tos, cuya cara todavía permanecía inexpresiva.
Bex luchó contra el impulso de poner los ojos en blanco ante Tos. Sin duda,
la información que compartieron los hermanos Fire Bond fue precisa.
―¿Ahora me crees?―
―Sí, y ella es nuestra. Pero tengo miedo de lastimarla. ¿Qué pasa si pierdo
el control y soy demasiado rudo?―. La preocupación estropeó la cara de
Tos. ―Pero estoy agradecido de que nunca más tengamos que tratar con
una mujer Demos―.
Tos negó con la cabeza. ―Solo quieres que me dé prisa y la folle, así estará
más cerca de ser tu turno―.
Desde que Loz ascendió a comandante, con Tos siguiéndolo de cerca, Tos
tomó su posición de jefe de seguridad en serio. Bex sintió que su
camaradería fraternal se desmoronaba lentamente a medida que se
enfocaban demasiado en sus carreras. No era mejor que él se perdiese en su
mundo de la electrónica y crear avances tecnológicos.
Ahora, con Daisy en medio de ellos, Bex se sentía optimista de que era ella
quien los unía. Ella era el vínculo para mantenerlos cerca del corazón del
otro.
310
Anhelaba la unidad de la familia y, con Daisy como su único foco que
estaba a su alcance. Por supuesto, ayudó a que fuera completamente
hermosa y endurecía sus miembros con la sola idea de tocar su carne
exuberante y suave.
*****
―No me importa el tipo de ropa que uso, Cir―. Se giró para mirarlo,
gateando hacia arriba y sobre su regazo. Dejó caer el peine mientras sus
brazos se posaban en su cintura, tirando de ella más cerca. ―El dinero, la
riqueza y el poder no son nada. Mientras tenga estos a mi alrededor―, le
acarició el bíceps, ―y esto para siempre será mío―, ella presionó su mano
sobre su pecho, sintiendo los fuertes latidos de su corazón, ―seré una
mujer muy feliz―. Se empujó, presionando sus labios contra los suyos en
un suave beso. Él gimió, su lengua tocando la orilla de sus labios. Se abrió
para él, dejándolo profundizar…
311
Se cruzó de brazos y se enfrentó a la expresión seria de Tos y la lujuriosa y
astuta sonrisa de Bex. Ella tragó saliva cuando Bex se acercó. Al mismo
tiempo, su cuerpo hormigueó de anticipación. El beso con Cir despertó su
apetito por, oh, mucho más.
―Te veré más tarde― Cir presionó un breve beso en sus labios antes de
ponerse de pie. ―No creo que tenga mucho control para sentarme y esperar
mi turno. Ustedes dos la tratan con cuidado―. Cir gruñó su advertencia.
―No temas hermano, lo haremos―, le aseguró Bex. Cir asintió y, con una
sonrisa de despedida, salió de su habitación.
―Bien. Desnudate―.
312
Bex avanzó, inclinándose sobre ella, su boca caliente, dura y exigente,
devorando la de ella, dejándola jadeando cuando él se echó hacia atrás.
Ella chilló cuando sus grandes manos fácilmente la voltearon.
Daisy estaba agradecida de estar boca abajo para que ni él ni Tos pudieran
ver su brillante cara roja por estar tan expuesta.
Levantó sus rodillas, así que ahora su culo se asomó más y su sexo estaba
en exhibición.
Bex estaba lejos de haber terminado cuando extendió sus rodillas tan
anchas como su cuerpo podía acomodarse.
Daisy dudaba de que pudiera excitarse más con esto, pero poco sabía que
estaba a punto de demostrar que estaba equivocada.
Daisy gimió su respuesta y Tos agregó una ligera presión a sus muñecas,
haciendo que su espalda baja se arqueara en una curva cuando trató de
retorcerse, su sexo abierto y en exhibición para que lo vieran.
―Sí, y pensar que si probamos esto con una mujer Demos, nos cortarían
nuestra varas. Nuestra Sheraz es un verdadero premio para ser atesorado―,
retumbó la voz de Tos en un tono ronco.
313
El abanico de aliento caliente sobre su sexo fue toda la advertencia que
recibió antes de que la lengua de Bex se deslizara entre sus pliegues
goteantes.
―Tóma una probada, hermano, pero mantenla ya que puedo ver que a ella
le gusta que la lleven así. Llevala a lo alto otra vez y luego follala
profundo―.
―¿Es esto lo que quieres, Luz de luna?― Tos acarició la parte superior de
su cabeza.
―Sí... más... por favor―, se las arregló para jadear, ya que le habían
robado la capacidad de completar oraciones.
―¿A quién perteneces, Daisy?― Él bajó por su cuerpo, solo una de sus
manos necesitaba mantenerla cautiva.
314
El ronco gemido de placer de Tos mientras la comía se mezcló con el de
ella.
Borracha, asintió, lamiendo sus labios ante la mera idea de tener su polla
roja en su boca.
Tos se apartó cuando su cabeza giró y su cuerpo se puso flácido. Tos liberó
sus manos y cayeron a los costados mientras él sostenía firmemente sus
caderas. La cabeza bulbosa de su pene empujó, rompiendo lentamente su
entrada mientras su cuerpo todavía tenía espasmos.
―Eso es, mi rayo de luna, siénteme dentro de ti. Por los dioses del fuego,
eres tan caliente, húmeda y mi nuevo hogar―.
―¡Eso es todo, oh, qué bien, no te detengas, rayo de luna!―, Animó Bex
entre sus propios jadeos.
315
Retirar, empujar, retirar, empujar... una y otra vez él la follaba. La polla de
Bex se engrueso en su boca.
―Me voy a venir―. Bex trató de retroceder, pero ella se agarró a su pierna
superior, manteniéndolo en su lugar, deseando que él entrara en su boca,
queriendo saborear su esencia.
Ah, sí, su puta interior bailaba libre e iba a morir como una mujer feliz.
316
Capítulo Siete
Loz se paró rígido frente a la pantalla de visualización en su oficina privada.
Tos, inexpresivo como siempre, esperó mientras los Altos Consejeros
R'galas, los actuales gobernantes de la tercera ciudad, emitían sus órdenes.
Tos parecía más relajado de lo que Loz lo había visto en mucho tiempo.
Compartieron una sonrisa de conocimiento: deleitarse en el placer de Daisy
era suficiente para alegrar a cualquier hombre. Ella brillaba con belleza y
vida, su naturaleza suave y generosa que querían capturar y mantener
oculta solo para ellos mismos.
Por un lado, sería un alivio tener a las hembras más difíciles fuera de su
nave, además de que había estado aumentando la tensión entre los soldados,
que querían saber por qué no podían tener acceso a ellas para cortejar.
Loz asintió con la cabeza hacia la pantalla que mostraba el alto Consejo de
317
la ciudad Beta Galafraxian.
Loz sintió que Tos se tenso mientras su hermano se paró detrás de él.
―No puedo hacer otras promesas que no sean su seguridad. Saben que son
ellas quienes eligen quién las corteja. Si ella está comprometida con
ustedes, entonces no necesitan preocuparse―.
Que se joda el alto consejero Demos. Tos sabía tan bien como lo hacía Loz,
en cada oportunidad estaría expuesta a quads solteros y ricos ansiosos por
una belleza sumisa como ella. Intentarían todo lo que esté en su poder para
conquistarla.
―Entendido, Alto Consejero. Loz fuera―. Loz podía sentir la ira que
vibraba de su hermano. Apretó el botón antes de que su hermano pudiera
explotar.
318
―Ese idiota intentará robar nuestra Daisy―.
Loz sonrió y, por una vez, no le importó. Eran familia, hermanos quad
unidos con Daisy como su corazón. No importaba lo que sucediera, nunca
cambiaría.
*****
―¿Cuánto tiempo?―
319
―Una vez que la misión haya terminado, volveremos por ti. Comprende lo
importante que es detener al Jorval. Por cada pocas mujeres que atraviesan
de forma segura a través del conducto eléctrico que utilizan, hay quienes no
lo han hecho―.
―Por supuesto que entiendo. No soy soldado, pero esos Jorval deben ser
detenidos. Pero aún así... les voy a extrañar, estar en un nuevo planeta,
sola―.
Su ceño fruncido era feroz. ―No quiero a nadie más que a ustedes. Por
más que lo intenten, no tendrán éxito; ustedes son mi único conjunto de
quads―.
Como debía ser. El pecho de Cir dolió ante la idea de separarse de ella.
320
―¿En serio?― Cir no pudo resistirse, levantándola en la cama y
empujándola hacia abajo, amando los pequeños chirridos que salían de ella.
―¡Matón!― No había convicción detrás de su protesta, solo afecto, y eso
hizo que su corazón se hinchara de orgullo por lo complacido que estaba y
lo feliz que los hacía. ―Bueno, tal vez a veces sea un poco fácil, pero solo
para ti―.
Todavía no podría tenerla, pero tan pronto como estuvieran juntos otra vez,
nada lo detendría de tomarla.
Bex dio un paso atrás. ―Mantén ese pensamiento. Ustedes tres, asegúrense
de que la lanzadera no se vaya hasta que regrese―.
321
―Nuevamente tienes razón, no podríamos estar el uno sin el otro, y ahora
nunca podremos estar sin ti en nuestra vida―.
―Oye, todos volveremos a estar juntos antes de que te des cuenta. Vamos,
y vayamos a prepararte. Estoy pensando que deberías estar usando más de
lo que tienes ahora―.
―De acuerdo―. Asintió Tos. Poco después, Cir pudo ver que Daisy
trataba de no reírse mientras miraba hacia abajo en lo que la habían
envuelto. Cir pensó que era adecuado para ella estar completamente
cubierta, incluido su cabello blanco más hermoso que la luz estelar.
―Ya es hora―. Todos sintieron que el peso de tener que irse solo se hacía
más pesado cuanto más se acercaban a la bahía de la lanzadera.
Bex esperaba justo ante de la entrada. Él la tomó en sus brazos con un largo
beso. ―Estoy sosteniendo este recuerdo hasta que podamos hacerlo mejor,
hermosa rayo de luna. Hasta entonces, toma esto―.
Él presionó algo en su mano. Cir estiró su cuello para ver qué era cuando
abrió la palma de su mano para estudiarlo.
―Esto es activado por voz, configurado solo con tu tono de voz. Si dices
'activación de emergencia' se activará y enviará una señal, así podremos
encontrarte no importa dónde. Si no puedes y necesitas enviarnos un
322
mensaje, presiona el botón azul, y grabará tu mensaje y nuevamente lo
enviará. Esto es solo en caso de que algo salga mal―.
―En caso de que algo salga mal. Entendido... gracias, Bex. Amo tu mente
tanto como lo hago con tu gran cuerpo sexy―.
Bex se rió entre dientes y, con un último beso lastimosamente breve, los
cuatro la escoltaron hasta la lanzadera que esperaba con las otras mujeres
que ya estaban a bordo.
Cir asintió en silencio, ya que lo único que podía curar el repentino dolor
en su pecho era tener a Daisy de nuevo en sus brazos.
323
Capítulo Ocho
Mientras aguantaba un vuelo de cinco horas a alta velocidad con Stacy
charlando, Daisy estaba lista para arrancar las cuerdas vocales de la mujer.
Aún así, se sentó allí e imitó lo que Stacy hacía mejor cuando se trataba de
ella: negarse a reconocer que Daisy existía. Las otras mujeres se encerraron
en sí mismas, acurrucadas juntas, con una gran cantidad de miedo en sus
ojos. ¿Quién sabía lo que estas mujeres habían pasado desde que fueron
secuestradas, vendidas y luego rescatadas? Esperaba al menos que
encontraran tranquilidad y seguridad en Galafrax.
Daisy parpadeó, mirando alrededor para ver quién había hablado. Peta la
miraba furiosa. Daisy se encogió de hombros. No quería molestarse en
hablar con ellas si solo atacaban verbalmente, como lo habían hecho
mientras estaban encerradas en las jaulas.
―Pensar que tendré la opción de elegir a los hombres más ricos y guapos
de Galafrax. Por supuesto, como es su costumbre, tendré que hacerles
probar que son mejores que los demás para tenerme―.
―Uh, estoy tan feliz por ti, Stacy. Te mereces lo mejor―, dijo Daisy
débilmente.
324
―¿Qué quieres decir con eso? No es como si alguien, alguna vez, te
prestará atención. Pálida, vaca gorda―.
Una cosa es cierta, Stacy realmente encajaría en este planeta por lo que
Daisy sabía sobre las mujeres Demos. Suspiró, conteniendo su réplica y
volvió a mirar por la pequeña ventana, las estrellas pasaban tan rápido que
parecían rayas blancas. Cuantas menos complicaciones, mejor.
Los labios de Daisy se arquearon. Hombre, ella podría divertirse con ese
nombre. ―Estos son mis hermanos: But, Myl, y Lik R'galas―.
Oh querido…
―Les hemos dado todos los cuartos y asistentes para atender todas sus
necesidades mientras estén bajo nuestro cuidado. Esperamos que conozcan
y amen Galafrax tanto como nosotros, y lo consideren realmente su hogar.
Habrá muchas fiestas en su honor donde podemos presentarle algunos de
los quads más elegibles en Galafrax―.
325
Sí, bueno, eso no estaba sucediendo. Daisy cruzó sus brazos, su humor
desapareció. Observó a Stacy y Peta arreglarse.
Uh, oh. Ella se colocó detrás de las otras cinco mujeres, manteniéndose
fuera de la vista lo más posible. ―Sus asistentes ahora le mostrarán sus
habitaciones. Pregunten sobre algo y haremos todo lo posible para
asegurarnos de que se satisfagan sus necesidades―.
―Señorita, por aquí―. Daisy se volvió hacia los que claramente eran sus
asistentes. Ella les sonrió cálidamente.
―Dirijan el camino―.
Sus asistentes soltaron un suspiro de alivio. Ella los siguió a través de los
majestuosos y hermosos pasillos. ―Entonces, ¿cuáles son sus nombres, y
cómo quedaron atascados en este trabajo?―
*****
326
Los Altos consejeros Pot y But la miraron, con sus gruesos brazos cruzados,
haciendo que sus bíceps se hincharan. Daisy no estaba impresionada.
―Todas las otras mujeres están asistiendo. Sería descortés que no asistas.
¿Por qué perder el tiempo aquí y con esto?― Pot señaló todo el papel de
plástico y las libretas de datos que había pedido para aprender sobre
Galafrax. Lo había traducido fácilmente al inglés una vez que había
importado el alfabeto romano a la computadora. Sus asistentes estaban más
que deseosos de conseguirle lo que quisiera.
Pot asintió. ―Por supuesto, sabes que tus necesidades siempre se satisfarán,
siempre se cuidarán. Puedes tener todo lo que quieras―.
Daisy se levantó de la silla y cruzó los brazos. ―Mira, amigo, esa línea
puede funcionar con las otras mujeres, pero prefiero usar mi cerebro en
lugar de dejar que alguien piense por mí. No soy una imbécil estúpida a la
que tienes que mimar―.
327
planeta para ayudar a sentirte más como en casa, todas las solicitudes
llegarán por nosotros ahora―.
―¿Por qué? ¿Qué pasa con mis asistentes? Están haciendo un gran
trabajo―. Daisy no quería perder a sus nuevos amigos. Los hermanos Arifi
eran dulces, habladores y le hacían compañía cuando se sentía sola,
extrañando a sus hombres.
―Por lo que escuché, apenas necesitas que te atiendan, y casi los has
dejado sin trabajo―. But desplegó sus brazos.
―Uh, gracias―. Ella se sentó de nuevo, mirando a los hermanos hacer una
breve reverencia antes de girar y salir de su habitación.
―Arr, ¿crees que podría dar un paseo por los jardines del palacio?―
Sonrió cuando entró en la habitación.
―Por supuesto, todo lo que quieras―. Iré a llamar a Lis y ambos te
acompañaremos―..
*****
328
ausencia de Daisy. Lo único que hacía que su humor fuera mejor durante
un rato era verla en la pantalla.
―Oh, ustedes son los únicos―. La expresión aburrida del hombre Demos
hizo que Bex quisiera golpearlo. Tos vibró con ira casi incontrolable.
329
ahora. Mientras más nos mantengamos trabajando y ocupados, mejor será
para nuestro estado de ánimo―.
―¿El Jorval sigue siendo obstinado?― Preguntó Bex, viendo como Tos
respiraba hondo varias veces, poniéndose bajo control.
―Han reunido poder de fuego en casi todas las carreras que conocemos.
No es una pelea en la que quiera meterme, ya que será larga y duradera si
lo hacemos―.
―Hermano, tienes que pensar como un Jorval. Lo único que les importa es
obtener ganancias. Codiciosos y egoístas, lo son, así que lo usamos para
nuestro beneficio. Si simplemente ofrecen comprar la tecnología que usan
para recorrer la distancia, entonces podemos destruirla―.
330
Capítulo Nueve
Algunas coincidencias ella podía ignorarlas, pero después de una semana se
estaba volviendo completamente ridículo. Cada paseo por el jardín, uno o
dos de los altos consejeros aparecerían. Sonriendo y oh, tan cortés, le
hacían preguntas sobre la Tierra y sus costumbres.
Después del sexto intento de esa semana, se dejó caer en su silla. Llamaron
a la puerta. Por lo general, solo tocaban sus asistentes, por lo que no prestó
mucha atención hasta que los cuatro Altos Consejeros abrieron las puertas
de la sala de su habitación y entraron.
331
Myl compartió una mirada con Pot y Lik. ―Te lo advertí, hermano―,
sonrió Lik.
―Daisy, ven con nosotros. No has visto nada de la ciudad donde ahora
vives. Al menos déjanos mostrarte algunas de las maravillas de Galafrax―.
Aún así, ella tenía un problema que abordar. ―No puedo llegar a mis
quads. ¿Saben algo sobre eso?―
―Lo siento, Daisy, pero no. Los quads están ocupados y en una misión
importante para mantener a todas las mujeres humanas a salvo. Puedes
intentar contactarlos nuevamente cuando regresemos―. No confiaba en la
sonrisa de Pot.
―No puedo decir que no a eso. Quiero aprender más, pero esta no es una
cita y no estamos cortejando―.
La sonrisa de Pot era amplia, sin embargo, ella veía el cálculo en sus ojos
dorados. Por ahora ella se lo sacudió. Tenía que tratar de hacer lo mejor
posible hasta que sus hombres regresaran.
332
Cuanto antes mejor.
*****
―¡Oh, por los Dioses del Fuego! Tiene que haber algún error. Ella nunca
voluntariamente nos haría esto―.
―No podemos mostrarle esto a Tos―. Cir negó con la cabeza, el dolor
arremolinándose en sus ojos. Bex todavía luchaba por creer que ella los
traicionaría.
333
*****
Arr irrumpió en su habitación sin llamar. Daisy, vestida con sus zapatillas y
su bata, con una taza caliente de Purrt en la mano, saltó asustada. El
líquido se derramó por el frente.
―No puedo leer esto todavía, Arr―. Ella empujó su mano de su pecho
cuando se deslizó demasiado alto.
―No acepté ser su Sheraz. ¡Esos jodidos lo sabían, se los dije! ¿Por qué,
esos sucios y furtivos deshonestos...?―
―No pensé que lo hicieras, es por eso que llegué aquí tan pronto como
pude esta mañana. Te escuché hablar sobre tus quads. Sé lo mucho que los
amas―. Arr se recostó contra el sofá, olfateando el resto de Purrt.
334
Amor. La palabra detuvo a Daisy al darse cuenta de que nunca les había
dicho que los amaba. Se sentó junto a Arr y reclamó su bebida, terminando
de un trago.
―Nunca les dije que los amaba. ¿Qué pasa si leen esto y...― Oh, Dios. Su
corazón se cayó, y ella acunó su cabeza en sus manos.
Arr hizo una mueca. ―¿Puedo sugerir que te vistas antes? Dudo que
muchos te tomen en serio con tu bata y tus zapatillas peludas―.
―Esta noche, ella será nuestra completamente. No hay forma de que pueda
resistirse y nadie sabrá la diferencia―.
335
―¿Obtuviste la droga entonces, Lik?―
―Por ahora, los informes de las noticias habrán llegado a la nave del
comandante Loz y se rendirán de tenerla como suya. Para entonces, ya será
demasiado tarde―.
―Dos horas. No puedo esperar para hundir mi vara en Daisy, luego verla
crecer con nuestra descendencia―.
Daisy se dio una palmada con la mano temblorosa sobre la boca para evitar
que su jadeo de terror sonara.
―Daisy, estas tan pálida. ¿Qué pasó?― Los ojos de Arr se llenaron de
preocupación.
336
trataban de drogarla, violarla y atraparla en una relación que no quería.
Oró a cualquiera de los dioses para velaran por personas como ella en un
planeta extraño, y respondieran. En este momento, necesitaba toda la ayuda
que pudiera obtener.
337
Capítulo Diez
Loz y Cir sostuvieron a Tos inmovilizado en el piso. ―No te hará ningún
bien perder la cabeza. Cálmate―, gruñó Loz. Tos siempre tuvo un
problema de temperamento, desde la primera infancia. Se metió en muchas
peleas con otros quads durante su escolarización y temprano entrenamiento
militar.
―Llamé a esta reunión para ver qué podemos hacer, no para dejar nuestro
temperamento fuera de control. Comportate y escucha la voz de la razón.
Incluso si sentimos que todo está mal ―, dijo Cir.
Loz no podría estar en desacuerdo con eso. ―Lo sé, hermano―. Sintió a
Tos calmarse y tomar una de sus respiraciones profundas para controlarse.
Aflojó su agarre y se alejó. Cir siguió, antes de ayudar a Tos a ponerse en
pie. Una luz verde parpadeante en la banda del cinturón de Bex atrapó la
mirada de Loz. ―¿Que es eso?―
Bex miró hacia abajo, con los ojos muy abiertos. ―¡Daisy! Hermanos, lo
sabía, algo anda mal, envío un mensaje de emergencia―.
Corrió hacia la puerta, los tres hermanos rápidamente pisándole los talones.
Los aposentos de Bex estaban llenos de artilugios con los que había estado
jugando durante años. Se sentó frente a su computadora, activándola con
ágiles dedos manipulando los controles hasta que la cara preocupada de
Daisy apareció en la pantalla.
338
hablar sobre drogarme y tomarme a la fuerza para ser su Sheraz. Pero
tengo ayuda. Mis amigos me sacarán pronto y me esconderán lo mejor que
puedan. Los necesito. Activaré la señal en unas horas para que puedan
encontrarme. Por favor, vengan tan rápido como puedan―.
―Loz, Tos, Cir y Bex, los amo chicos. Por favor, créanme, hemos caído en
una trampa y fuimos separados. Tengo que irme ahora antes de que nos
descubran―.
Tos corrió hacia la puerta, Cir siguiéndolo a un ritmo más lento. Bex agarró
el hombro de Loz antes de que pudiera irse. ―Antes de irnos, creo que
debemos prepararnos―. Loz lo estudió por un momento. ―¿Qué quieres
decir?―
―Bex, tienes libertad para hacer lo que necesites, pero prepárate para irte
en los próximos quince minutos―.
La sonrisa de Bex era una que Loz conocía bien. Estaba tramando algo.
Loz depositó una confianza absoluta en su hermano más pequeño, sabiendo
que estaban todos allí el uno para el otro y para Daisy.
*****
Parecía que habían pasado horas desde que la habían metido en el reducido
espacio del carrito de suministros, Arr y Lis la sacaron del Palacio, sin que
nadie se detuviera a interrogarlos. Pasaron algunos momentos de aguantar
la respiración, ya que varios guardias del palacio los interrogaron, pero los
muchachos tenían sus documentos de identidad preparados.
339
Lis abrió el panel lateral y los olores rancios de las viejas y estrechas calles
detrás del palacio Tri-Qui bombardearon sus sentidos. Ella respiró hondo
en un intento de adaptarse rápidamente.
―Me he puesto en contacto con Ael, por lo que sabe que vamos a ir.
Tenemos que volver a estar de servicio en los próximos veinte minutos
para evitar sospechas todo lo que podamos, para asegurarnos de que estés a
salvo donde nadie pueda encontrarte―.
―Date prisa―. Arr tomó su mano, tirando de ella por el callejón detrás del
340
Palacio. Trotó para seguirle el ritmo mientras la conducían por calles largas
y serpenteantes, sabiendo que nunca encontraría el camino de regreso sola.
Arr sonrió. ―Verás, tengo buenas ideas de vez en cuando. Usar grasa de
cascara casi la hace lucir como nosotros―.
No había manera de que ella quisiera saber qué era la grasa de cáscara, por
su propia cordura y no quería hacer una mueca de dolor o ponerse
completamente femenina con el conocimiento de que algo totalmente
asqueroso estaba manchando su rostro.
Jaw se abrió de par en par, ella caminó a su lado. ―¿Cómo es ese lugar
donde no me encontrarán?―
―Ya lo verás―.
341
―Está bien, no es tan raro como piensas―. Guy se encogió de
hombros. ―Pero gracias por preocuparte―. Una sonrisa triste levantó las
comisuras de sus labios. ―Todavía no entiendo por qué no me buscarán en
el lugar de tus padres―.
―Daisy, si alguna vez quieres dejar a tus hombres Demos, ten corazón y
considéranos―. Guy le apretó la mano.
―¿Sabes qué?―, Respondió ella. ―No es que eso ocurra alguna vez, pero
si algo les sucede a todos mis hombres, entonces tienes un trato―.
A ella realmente le gustaban Arr, Ael, Guy y Lis, pero más como hermanos
que como atracción romántica. Ella confiaba en ellos, lo que significaba
mucho. En momentos como este, tener amigos en quienes poder confiar era
algo que realmente necesitaba.
*****
342
Al menos tenía algo para mantener sus manos ocupadas, agarrando el
pequeño dispositivo de ubicación, su mirada se dirigió a la pantalla,
esperando que la señal se activara.
Bex levantó su mirada por un momento para mirar a Cir. Estaba un poco
más pálido que lo que Daisy llamaba 'manzana roja acaramelada'. Él no
sabía lo que era una manzana de caramelo, pero le había asegurado que era
uno de sus dulces favoritos.
P
or los Dioses del Fuego, le dolían los brazos y el cuerpo con la desesperada
necesidad de abrazarla, inhalar su dulce aroma y asegurarse de que estaba a
salvo, y con ellos. Todos sintieron la anticipación, mezclada con la
desesperación por llegar a su amada Sheraz.
―¿Nada aún?―
Loz asintió. ―Nos han autorizado a aterrizar, por lo que todavía no hay
señales de problemas. Espero que los Altos Consejeros no hayan sido
alertados de que estamos por llegar. Le dije a Landing Control que lo
mantuviera en silencio el mayor tiempo posible―.
―¿Qué vamos a hacer con los Altos Concejeros? Intentaron robar a nuestra
amada―. Cir miró a cada uno de ellos.
343
―Un simple desafío en la arena―. Los ojos de Tos se entrecerraron y
brillaron con sed de sangre.
―Tos tiene un punto―, coincidió Loz. ―No pueden salir de una pelea en
la arena sin parecer débiles, especialmente cuando haremos saber que
intentaron robar lo que nos pertenece. Perderán su posición de poder y ya
no podrán aprovecharse de nadie―.
Cir suspiró. Todos sabían que no le gustaba pelear, pero podía defenderse
contra casi todos. ―Para mantener a Daisy como nuestra, aceptaré la
pelea―.
―Es más que una simple pelea, hermano―, señaló Bex. ―Es una
reclamación: nadie puede ni debe atreverse a tomar lo que es nuestro―.
Era decisión unánime, ahora todo lo que tenían que hacer era volver a
poner a Daisy a salvo entre ellos.
Hubo una repentina sensación de inquietud cuando Bex siguió a Cir sobre
una plataforma de aterrizaje oscurecida. Justo cuando Loz se unió a ellos,
listo para dirigirse al rayo de transferencia más cercano, se encendieron
brillantes luces cegadoras. Una voz fuerte retumbó en un altavoz.
344
―¡Hermanos Stormstrong, están bajo arresto! Resístanse, y serán
ejecutados en el acto―.
―¿Por qué? ¿Con qué cargos, y por quién?― Loz cuestionó mientras
obedecía, levantando los brazos en señal de rendición.
―Por mi―. Desde las sombras, el concejal But se adelantó con varios
guardias quads. ―Revísenlos, luego llévenlos a las cárceles del Palacio.
Son traidores, mentirosos, y serán juzgados y sentenciados lo
suficientemente pronto―.
Tos gruñó, pero Cir lo agarró antes de que pudiera acusar al concejal.
Malditos escrotos demoníacos, Bex rápidamente miró alrededor tratando de
encontrar un lugar para esconder el rastreador, pero ya era demasiado tarde,
lo agarraron y le quitaron el rastreador de la mano. Apretó la mandíbula
cuando el guardia llevó el rastreador al Alto Consejero.
345
Capítulo Once
―Yo comandé el orgullo de la flota de Galafrax, deberías haberlo visto, un
crucero de guerra nuevo desde los muelles espaciales, más brillante que tu
encantador cabello, redondo y lleno de potencia de fuego. Todo el
armamento que un joven grupo de soldados quads recién promocionados
podría desear al alcance de su mano―, se jactó Vup, su pecho todavía
bastante musculoso hinchado de orgullo. Sus ojos dorados se vidr iaron por
un momento antes de volver a enfocarse en ella. ―¿Otra vez, qué especie
dijiste que eras?― Era la sexta vez que se lo preguntaba en las últimas
horas.
Daisy, sentada entre los ancianos Demos mientras charlaban con ella,
sonrió amablemente. Le habían dicho que la memoria de Vup era como un
colador y siempre hacía las mismas preguntas una y otra vez.
―Humana, ¿eh? Bueno, de hecho, eres encantadora para ser una mujer
alienígena―. Daisy negó con la cabeza. ―Gracias, Vup, y puedo decir que
eres un tipo guapo para un hombre Demos―. Ella le guiñó un ojo.
A Vup no le quedaban hermanos y Daisy pensó que era tan triste ver lo que
les hacía perder a un hermano en condiciones de unión a un hombre de
Galafrax. Vup era una cáscara vacía de lo que una vez fue sin sus hermanos.
Rompía el corazón de Daisy. Si no fuera por lugares como este para cuidar
a los ancianos de Galafrax, estos serían arrojados a las calles. Solo el amor
de sus hijos los mantenía protegidos, vestidos y alimentados mientras
trataban de proporcionarles una calidad de vida. Había formas en que los
quads rotos podían unirse a otros quads que habían perdido uno o más de
sus hermanos quads, pero el procedimiento para injertarlos genéticamente
para volver a unir a los cuatro era algo que las clases bajas de Galafrax no
podían permitirse.
346
Ella deseaba poder hacer algo para ayudar a los hombres Demos, hacer
algo más que simplemente sentarse y ser un oído comprensivo. También le
hizo pensar en sus hombres. Haría todo lo que estuviera a su alcance para
amarlos, cuidarlos y protegerlos. Arrancaría una parte de su propia alma
perder a alguno de ellos.
Ael le explicó su situación a Pia, cuyo recuerdo era mejor que el de sus
hermanos. Gruñó su desaprobación por los consejeros y los llamó a todos
malditos Demos. Daisy estuvo de acuerdo.
―¡No pueden entrar aquí!― Vup se puso de pie, solo para ser derribado.
La sangre en las venas de Daisy llegó a un punto de furia por cómo trataron
a Vup. Ella se puso en pie de un salto, se dirigió hacia el soldado armado y
le empujó el pecho, haciéndolo retroceder unos pasos, con los ojos abiertos
de sorpresa.
347
―¿Estás bien, cariño?―
―Eres una linda mujercita―. Vup parpadeó, otra vez olvidando quién era
ella. Suspiró y colocó a Vup antes de volverse hacia la banda de hombres
que había irrumpido en el hogar de ancianos.
―Señorita Daisy, tiene que venir con nosotros―. Otro de los soldados dio
un paso adelante, su mandíbula se estableció en una línea firme.
―Te tenemos ahora, Daisy, y tus hombres nunca vendrán. Nos perteneces
y no hay escapatoria, así que acostúmbrate, nuestra pequeña flor pálida―.
Sí, Daisy estaba hasta el cuello de mierda, y el remo no estaba a la vista.
*****
348
―Sabes que mirar al campo electrificado no lo debilitará―, dijo Bex con
calma, sentado en el banco junto a Tos. Apenas se abstuvo de golpear a su
hermano pequeño. Solo el hecho de que todos estuvieran juntos en esta
situación le impidió herir a Bex.
Tos volvió su mirada hacia Bex. ―¿Cómo puedes estar tan tranquilo,
sabiendo que podrían estar lastimándola en este momento mientras estamos
aquí, sin poder hacer nada al respecto?―
―No confundas mi calma exterior con lo que siento dentro por nuestra
Sheraz, Tos. Estoy de acuerdo. Si se atreven a hacerle daño, obligarla a
cualquier cosa, mantendré al demonio en su lugar y podrás hacer lo peor.
Pero, a diferencia de ti, pavimente nuestro camino futuro antes de tiempo.
Alguien tiene que asegurarse de que tengamos un terreno firme para
caminar o estaremos, como ha dicho Daisy, ―hasta el cuello de mierda sin
un remo―. Tenemos piedras sólidas para pararnos. Solo espero que esas
piedras aparezcan pronto―.
349
Tos se puso en pie de un salto mientras dos hombres Demos ricamente
ataviados caminaban entre las celdas de la mazmorra del palacio Tri-Qui.
El reconocimiento instantáneo de dos de los Altos Señores de Galafrax lo
hizo detenerse y mirar con incredulidad.
―Las rocas son firmes y siempre fuertes, mis Señores―, sonrió Bex con
astucia, ―y aunque me encantaría sentarme a hablar sobre metáforas de
rocas, nuestra Sheraz humana está en peligro en este mismo momento―.
―Ya estoy en ello―, Lord Gol asintió con la cabeza a su hermano Hul.
Desactivó el campo de fuerza que los sostenía. ―Cuando recibí su mensaje
de que una mujer humana estaba siendo abusada por un grupo de nuestros
altos consejeros designados, llegamos tan pronto como pudimos―.
―¿Cómo les contactó Bex?― Loz se puso al mismo ritmo que Gol
mientras salían rápidamente de la zona de las mazmorras y subían por la
vieja escalera de piedra negra. Tos quería saber eso también, ya que
finalmente se hundió en él nunca subestimar a su hermano menor. Bex
tenía más trucos de los que nadie sabía y planeaba cada movimiento con
astucia.
―Como Demos con una esposa humana que atesorar, pensé que era mejor
que nuestra esposa tuviera otras mujeres con quienes hablar y compartir,
para que no sientan lo que nuestra Kat llama nostalgia―, dijo
Gol. ―Entonces hablamos con los hermanos Fire Bond. Nuestras esposas
ahora son buenas amigas―.
350
Las caras de Gol y Hul cayeron, con el ceño fruncido. ―Entonces debemos
apurarnos. Escuché que la ceremonia de reclamo está a punto de comenzar.
Si esta drogada como creo que es, entonces ella está a su merced. Sin
mencionar, que viola la ley de Galafrax, no darle a la mujer libertad de
elección―.
*****
Lik bajó su cuerpo de dos metros y medio para encontrarse con su mirada.
La lujuria brillaba en sus ojos dorados, pero le hacía desear vomitar en
lugar de derretirse como lo hacían las miradas de sus hombres.
¿Cabecear?
351
El pánico reemplazó a la rabia cuando But la tomó del brazo, llevándola a
una habitación dominada por una gran cama. Los hermanos trabajaron
juntos para despojarla de su ropa. Su corazón latía con miedo mientras sus
ojos dorados se oscurecían y pasaban sus manos sobre sus desnudas curvas.
―Tan pronto como termine la ceremonia, esto es nuestro para disfrutar―.
Los consejeros se sonrieron el uno al otro con absoluta satisfacción. El
concejal Pot se centró en ella. ―No creas que vendrán por ti, Daisy... los
hemos encerrado y acusados de traición contra Galafrax. Muy a menudo, la
pena es la muerte―.
Habla de una que…, o más bien de una boda drogada. Gritó en silencio
para que ocurriera cualquier tipo de desastre natural, o que sus hombres
acudieran en su rescate, pero ¿quién iba a rescatarla?.
Lik colocó zapatillas delicadas en sus pies. Satisfechos con sus preparativos,
la rodearon como los cuatro jinetes rojos de la fatalidad, llevándola fuera de
sus habitaciones. Con cada segundo que se adentraban más en el Palacio,
más perdía la esperanza de poder escapar.
352
por una gran reunión de Demos Quads y entre ellos algunas mujeres
Demos. Todos charlaban, claramente aquí para la ceremonia, mientras sus
miradas se volvían hacia ella y los consejeros que la enjaulaban.
No le creas, por favor, mira la verdad, ella suplicó con sus ojos.
Gilipollas.
353
El oficial aplaudió, llamando la atención de la multitud. ―Demos quads de
Galafrax, qué ocasión más feliz es vincular a los Altos Consejeros R'galas
de nuestra Tercera Ciudad con esta encantadora mujer humana. Antes de
comenzar, ¿hay alguna objeción o desafío por esta mujer que ha elegido a
estos hombres como suyos?―
―Sí, ¡objetamos!―
Varios de la multitud se quedaron sin aliento ante las palabras de los Altos
Señores.
Oh infiernos, sí ... ¡Por favor, ayúdame! Trató de abrir la boca para luchar
contra la droga, solo para que su cuerpo temblara aún más. Ella parpadeó,
¿estaba viendo más de lo habitual quads? Las cosas estaban un poco
borrosas y parpadeó nuevamente para tratar de aclarar su visión.
354
―No, no te acusamos―.
Levantó la vista hacia las caras apretadas de los Altos Consejeros y sonrió.
Ustedes chicos están tan jodidos.
Desafío. Su mente sombría apenas registró que era una pelea de algún tipo.
―¡Daisy!― Notó que Cir corría, con los ojos muy abiertos en pánico
inequívoco, pero ¿por qué estaba inclinándose hacia un lado? Oh, sí... no
era él moviéndose de costado, ella estaba cayendo. Daisy perdió el
conocimiento.
355
Capítulo Doce
Ver a Daisy caer hizo que el corazón de Loz saltara a su garganta. Cir logró
empujar a los Altos Consejeros fuera del camino justo a tiempo para
atraparla.
―Esto es absurdo. No hicimos tal cosa. La has hecho desmayar con estas
alocadas acusaciones... Los hermanos Stormstrong están bajo arresto por
traición. ¡Guardias! Han escapado de la prisión, captúrenlos y que sean
devueltos―, But gritó.
Por mucho que quisiera sostener a su Sheraz en sus brazos, para consolarse
a sí mismo de que ella estaría bien, ahora Cir la abrazaba firmemente para
protegerla y cuidar de su salud. En este momento, sus hermanos y él tenían
otros problemas con los que lidiar.
356
Loz estaba orgulloso del fulgor de muerte que Bex dirigió luego a los Altos
Concejales. ―Estoy de acuerdo con mi hermano, un desafío en la arena.
Tomarón lo que era nuestro y defenderemos nuestro derecho sobre ella―.
―Sí, pronto tendré tu sangre corriendo por mis manos, entonces todos
sabrán que nadie toma lo que es nuestr―", siseó Tos, moviéndose para
ponerse de pie al lado de Bex.
*****
―Eso es todo, mi amor, abre tus hermosos ojos para mí―.Daisy parpadeó
contra la luz. Todo su cuerpo hormigueaba y palpitaba, especialmente su
sexo, resbaladizo y adolorido con necesidad cruda que nunca antes había
sentido.
357
Daisy gimió y se retorció, tratando de enfocarse al mismo tiempo en la voz
que conocía tan bien.
358
luchaban por el dominio. Una de sus manos se deslizó hacia arriba y
ahuecó su pecho, su dedo pulgar cortando su endurecido y dolorido pezón.
Un rico gemido burbujeó desde su garganta mientras continuaba frotando
su dedo sobre su endurecido nudo. Ella apartó su boca, jadeando. ―Dios,
Cir, sí... tócame, pellizcame... No seas gentil. Te necesito, ahora―. Ella
gimió en desesperación necesitada, pero no le importó si sonaba como una
niña mimada exigiendo.
359
sus labios buscando su pezón, chupando la carne en su boca, pasando la
lengua por ella. Más humedad inundó su sexo y se filtró, sin duda haciendo
un buen lío. Enloquecida por las atenciones de Cir sobre su pecho, a ella no
le importaba nada. Ella se inclinó, buscando y envolviendo su mano con su
dura y caliente longitud, y él se sacudió y gimió cuando ella lo apretó y
luego lo acarició.
La levantó, los giró a los dos y dejó su cuerpo sobre la cama, con las
piernas a cada lado de su gran cuerpo, dándole el control sobre su placer.
Ella miró amor y lujuria girando en la mirada de Cir. Él se sostuvo de sus
caderas mientras levantaba su cuerpo, extendió la mano y colocó su polla
en su entrada.
360
sobre ella. Él se movió y, en un movimiento suave, su espalda golpeó la
cama del médico y parpadeó el pecho musculoso, sobre ella. Él la penetró
violentamente, haciéndola alcanzar su punto máximo por tercera vez. Sin
control, sollozó su nombre, su cabeza se agitó de lado a lado mientras
prolongaba su éxtasis. Su cuerpo comenzó a temblar, su polla se engroso y
palpitó profundamente dentro de ella mientras su semilla caliente marcaba
sus paredes internas.
Emocionada como estaba por verlos, Tos y Loz, quienes cerraron la puerta
detrás de ellos, lamentablemente carecía de la fuerza para saltar a sus
brazos. Cir se separó y ella vio el sentimiento de culpa en su mirada
mientras la observaba.
Ella entornó los ojos, una mezcla de ira y alivio luchando dentro. Dio paso
a ambas, arremetiendo contra su angustia por todo lo que había pasado,
abofeteando a Loz en la cara. ―¡No vuelvas a enviarme lejos nunca
más!―
361
cuerpo contra el suyo. ―Perdóname, mi Sheraz, por favor. Nunca te
enviaré de nuevo lejos, lo juro por mi vida, nunca más―.
―¿Qué no es justo?― Tos se movió para dejar entrar a Bex que la tomó en
sus brazos, abrazándola.
―Tuve que darle Grippa para contrarrestar lo que los concejales le habían
inyectado―. Cir se subió los pantalones.
Al levantar la vista de debajo de sus pestañas, juró que Cir se sonrojó. ―Vi
por sus necesidades―.
―Todavía estás ardiendo, ¿verdad, Rayo de Luna?― Bex besó la parte
superior de su cabeza.
362
bahía médica, incluso si no pudiste resistirte―.
―¿Batalla?―
―¿No crees que dejaríamos que los ahora ex consejeros se salgan con la
suya haciendo esto? No solo pensaron en abusar de ti, ¿qué más han hecho
en el pasado y qué harían en el futuro? Lo mejor es que se los saque del
poder―.
―Gracias por venir y por ayudar―. Daisy sonrió débilmente a los apuestos
Lords. Podía ver por qué cualquier mujer humana podía caer fácilmente por
estos Demos: irradiaban poder y atractivo sexual, aunque nada podía
compararse con sus hombres.
363
Daisy sintió a Bex encogerse de hombros cuando la sostuvo cerca de su
cuerpo. ―No hay nada que no haga para mantener a nuestra Sheraz a salvo.
Solo podía desear, mis Señores, que sintieran lo mismo―. El sexo de Daisy
latía entre sus piernas. Ella se retorció débilmente, escondiendo su rostro
contra los hombros de Bex.
Bex se estremeció. ―Lo sé―, dijo, con voz apretada por el deseo. Él la
levantó más alto, dándole un mejor acceso a su garganta donde mordisqueó
su piel salada. Bex gimió. ―Daisy, amor, yo...―
―Está claro dónde está el afecto aquí. Será mejor que se vayan antes de
que Bex lo pierda en sus pantalones―. Gol y Hul rieron entre dientes.
―Eres tan hermosa. Daisy, ha sido una agonía estar sin ti―, respiró,
bajando la cabeza para besarla larga y profundamente. A pesar de su
cansancio, ella se retorció debajo de él. Lentamente, desenvolvió la manta
de su cuerpo, levantando su cabeza para mirarla. ―Me robas el aliento,
rayo de luna―.
Ella levantó su mano, deslizándola hacia abajo y encontrando fácilmente su
miembro sobresaliente, agarrándolo a través de sus pantalones. Bex gimió.
Incapaz de ayudar a la cálida oleada de emoción, le encantaba que lo
hubiera excitado, y saber que afectaba a todos sus hombres la ponía aún
más húmeda.
Su mirada bajó a sus pechos, lamiendo sus labios como si ya los saboreara.
364
―No es justo, Bex, estoy desnuda y tú no lo estás―. Su voz era ronca y
desesperada. Bex se bajó la cremallera del uniforme y se lo quitó.
―Oh, sí, Bex―, gimió deslizando dos dedos dentro de ella sin esfuerzo.
Su pulgar al instante encontró su clítoris y masajeó su hinchazón en
pequeños círculos hasta que ella estuvo chillando.
―Hay tanto que quiero hacerte, explorar, probar y burlar. Y lo haré, pero
ahora sé cuánto me necesitas―. Sus dedos se habían ido y en su lugar
sintió la punta de su hinchada erección estirando su coño mientras se
presionaba dentro de ella.
365
Todavía temblando por su orgasmo, sus paredes se apretaron alrededor de
él, haciéndolo gemir mientras entraba, empujando más profundo hasta que
la llenó por completo.
―¡Oh, por los dioses del fuego!― Él gimió sin aliento. ―Eso es todo, mi
amor, toma todo lo que tengo que dar―. Daisy gimió y, cuando su coño se
cerró con fuerza alrededor de él, pulsó repetidamente, vaciándose dentro.
La electricidad recorrió todo su cuerpo mientras temblaba debajo de él y
luego se hundió en un completo agotamiento, el sueño oscureció los límites
de su mente, apenas consciente de que Bex caía hacia adelante,
encerrándola, lloviendo besos en su cara y cabello.
366
―No puedo…. mantenerme... despierta―.
Sus labios se curvaron en una sonrisa soñolienta, y Daisy suspiró con total
satisfacción mientras dejaba cerrar su mente, sabiendo que estaba a salvo
con Bex y con todos sus hombres.
367
Capítulo Trece
Bex levantó la vista de la pantalla en la habitación que le habían
proporcionado cuando sus hermanos entraron sin previo aviso. Pensó que
no se mantendrían alejados por mucho tiempo y estaba agradecido de que
le hubieran permitido estar a solas con ella.
―De tu sonrisa solo puedo suponer que está maquinando de nuevo―. Cir
se movió a la cama donde Daisy todavía estaba durmiendo, sentándose y
pasando el escáner médico sobre ella.
Qué natural era gravitar hacia ella, necesitando estar cerca, como una flor
que necesita calor del sol.
B
ex resopló ante las palabras de Loz. ―¿Por qué necesitamos estrategias
cuando los tenemos?― Inclinó la cabeza hacia Tos. ―Es como tirar una
granada en un pozo con hombres que no tienen blindaje―.
368
―Como si me importara―. Tos resopló esta vez.
―Aún así, las reglas requieren una batalla cuádruple. Todos deben
participar o perder el derecho―.
Tos lo miró.
Bex no iba a discutir. Hacían una fuerza inmensa, trabajando juntos que
separados.
369
―Irrumpiendo en el sistema de comunicaciones del palacio―. Bex
mantuvo su tono informal, ya que siempre hacía algo que no debería hacer.
Esta vez sus hermanos ni siquiera parpadearon. Tos le sonrió. ―¿Que
encontraste?―
―El sistema aquí había sido redirigido, yendo directamente a las cámaras
de los consejeros. Todos sus intentos de contactarnos, y hay bastantes
registros aquí, fueron bloqueados por ellos―.
―Malditos―gruñó Cir.
―¿Qué?―
*****
370
completaban con cuatro estatuas cuádruples talladas en cada esquina. Cada
estatua sostenía una gran espada tallada en ángulo sobre la arena y los
combatientes. Pudo haber sido un fantástico set de películas épicas en el
que algún director habría gastado miles de millones de dólares en la
construcción. Si no fuera por todo lo que ya había pasado, Daisy fácilmente
podría haber creído que todo era un gran sueño irreal.
No se podía permitir que los consejeros se salieran con la suya con lo que
habían hecho, y justicia tenía que ser servido al estilo de Galafrax. Por una
buena tradición del culo.
―Lo siento, Daisy, debe tener un final. Tus hombres saben tan bien como
nosotros, que las cosas que te hicieron no pueden quedar sin solución. Esta
batalla es tanto para tus hombres como para todo Galafrax, o los demás
quads, comenzarán a abusar de sus hembras―.
―¿Sabes qué hacer una vez que el desafío haya terminado?― Gol la miró.
371
Sus hombres habían dejado clara esa parte antes de entregársela a Hul y
Gol. ―Sí, debo bajar los escalones y aceptar o rechazar a los ganadores, a
mi discreción―. No es que tuviera la intención de rechazar a sus hombres.
Son míos.
Guau…
Ella se lamió los labios. Sí, iba a hacer que se pongan eso más adelante.
Aunque físicamente imposible, ella quería arrojarse a los cuatro y tenerlos
en su forma extra-perversa.
Internamente, suspiró, sabiendo que era la mejor sensación del mundo ser
tan adorada y atesorada por los hombres que amas igualmente. Hombres,
plural... qué normal sonaba ahora. Nunca quería volver a su vida solitaria
372
en la Tierra. Aquí ella pertenecía, y se quedaría, incluso si tenía que salir a
la arena y patear los culos de esos Consejeros ella misma.
Una pequeña risita histérica se liberó, haciendo que Hul la mirara, su frente
se hundió en perplejidad.
―No, solo pensando lo loco que es todo esto, y lo casi irreal que se siente,
ser humano y todo―.
Tomaron el centro del escenario, uno al lado del otro. Ella conocía a Loz y
Tos por sus expresiones más duras. De pie a la izquierda de la pareja estaba
Cir y él miró hacia donde ella estaba sentada. Incluso decorado listo para la
batalla, estaba tratando de consolarla con su sonrisa hermosa y
tranquilizadora. Bex, de pie a la derecha de los dos más grandes, le dio un
beso en la mano y movió las cejas. Daisy luchó para no negar con la cabeza
ante sus travesuras, sabiendo la seriedad de la pelea que tenían por delante.
Su corazón se hinchó de orgullo, sabiendo que estos hombres eran suyos,
aunque al mismo tiempo estaba llena de miedo de que se lastimaran.
373
Bex dijo algo haciendo que los labios del R'galas se estrecharan en una
línea apretada y sus ojos se convirtieran en clara ira.
Él la miró a los ojos y luego señaló a los hombres que luchaban. ―Está
claro que los hermanos R'galas carecen de resistencia practicada. Tus
hombres les están haciendo perder energía y fuerza. A veces una pelea no
se trata solo de demostrar tu poder sobre otro, sino de la resistencia al
final―.
Los ojos de Daisy volvieron a la lucha. Mirando a los hombres R'galas, ella
vio que sus pechos se agitaban bastante y la luz se reflejaba en un delgado
brillo de sudor en sus cuerpos más suaves, mientras que sus hombres
apenas parecían en absoluto molestos, ni sudor, ni aliento laborioso.
Ella sonrió, amando lo inteligentes y fuertes que eran. Sintió que sus
hombros se relajaban aliviados de que tenían un plan, hasta que Cir fue
atrapado por un fuerte golpe que lo hizo caerse de espaldas. Loz,
claramente enfurecido por la caída de su hermano, rápidamente golpeó a su
oponente. Mientras tomaba con firmeza el brazo que se balanceaba en su
cabeza, Loz conectó una poderosa patada frontal a la parte media del otro
Demos, enviándolo hacia atrás, y Loz corrió para proteger a Cir mientras
este se ponía de pie. Sus cuatro hombres asintieron entre ellos y ella sabía
que estaban tramando algo.
374
Hul tenía razón, sus hombres los habían desgastado. Fue una exhibición
impresionante, mucho mejor que una película de artes marciales de acción.
Ella dejó escapar un suspiro cuando su Tos saltó y giró en una patada
giratoria, haciendo que su oponente volara hacia atrás y aterrizara con tanta
fuerza que dejó un profundo surco en la arena. Sus muchachos tenían
algunas habilidades serias.
Tos, lleno de obvia lujuria de batalla, saltó lejos del cuerpo inconsciente de
su oponente y empujó a Bex a un lado, aplastando brutalmente al ex
oponente de Bex hasta que él también cayó inerte.
Daisy se preguntó por la ira reprimida que Tos mantenía dentro. Su hombre
Demos tenía algunos problemas con los que lidiar. Ella hizo una nota
mental para hablar con él sobre eso más tarde.
Bex echó un vistazo alrededor del área mientras se ponía de pie, su pecho
ahora se agitaba, y, maldición, se veía, oh, tan sexy, todo sudado y
desorientado por la pelea. Un segundo cuerno sonó, haciéndola saltar en su
asiento mientras se agarraba su pecho. ―Está hecho―. Gol le dio una
palmadita en el hombro. ―Tus quads son los vencedores―.
―¿Qué les sucederá ahora, a los quads R'galas?― Gol la acompañó por el
corto pasillo hasta la parte superior de las escaleras. Su mirada estaba fija
en sus hombres mientras se reagrupaban, acurrucados juntos teniendo algún
tipo de pow-wow7.
375
―Ahora los llevarán a juicio y los sentenciarán de acuerdo con sus
crímenes―. La ayudó a bajar los escalones tallados más grandes. Hul la
siguió detrás mientras caminaban hacia la arena.
Su corazón se aceleró mientras sus hombres estaban uno al lado del otro,
sus ojos dorados ardían de hambre carnal, le temblaban las entrañas y
contaban los segundos hasta que pudieran estar a solas. Ella sintió una
emoción acelerada de excitación. Estos maravillosos hombres son todos
míos.
Daisy quería hacer un baile feliz en la arena. Esposos. Ella estaba casada.
376
Sus hombres la miraron tras otro. ―¿Nos darías un momento para discutir
esto?―
377
Un destello cegador de azul la golpeó desde atrás, un dolor agonizante
rasgó su cuerpo. Ella cayó, pero no lo hizo, manos la sostuvieron cuando
gritos de enojo y pánico estallaron. No podía entender nada, ya que todo
estaba distorsionado.
378
Capítulo Catorce
El corazón y la respiración de Loz se congeló ante el grito, el inconfundible
estallido azul de un arma de fotones, parpadeó, y Daisy cayó flácida entre
ellos.
Tos rugió de rabia cuando Cir se inclinó sobre ella, gritando por su botiquín
médico. Loz se volvió para ver la sonrisa de locura en el quad de R'galas,
aún sosteniendo el arma en su mano. Se encontró con la mirada del otro
hombre Demos. Levantó una ceja desafiante. Sin otro pensamiento más que
matarlo, Loz reaccionó. Sus botas se retorcieron en la arena mientras giraba
y cargaba contra el loco macho Demos, sin importarle si levantaba su arma
para disparar de nuevo.
Tos saltó, su patada hizo que el arma volara fuera de su alcance antes de
que pudiera descargarla por segunda vez.
Loz sabía que nada impediría que su hermano matara a los cuatro. Por el
rabillo del ojo, vio a los guardias y médicos corriendo hacia donde Cir
sujetaba a Daisy, con Bex, su rostro reflejando su apretada mandíbula,
retorcido en un gesto de desesperación.
Loz hizo su elección. Si Daisy moría, entonces no tenía nada por lo que
vivir de todos modos. Se unió a Tos en su ataque, con la necesidad de
vengar y tomar justicia. ¿Cómo se atrevían a intentar matarla? ¿Cómo se
atrevían a intentar tomar la vida de la que necesitaban más que su propia
existencia?
*****
―Vamos, rayo de luna, respira por nosotros... solo respira―. Las manos de
Cir presionaron su pecho.
379
―Bex, ayúdala a respirar. Te he enseñado cuidados básicos para el campo
de batalla. Necesito mantener su corazón en marcha―.
Bex de repente quería devolverlos a la vida para que pudiera tener el placer
de ver su sangre gotear a través de sus manos.
―Daisy nos necesita―. Cir ahora lo arrastró hacia la salida. Sí, ella nos
necesita, pensó y se apresuró después por Cir. ¡Ella tiene que vivir, tiene
que hacerlo!
*****
―Ve a lavarte la sangre, ¿qué tan bueno será si ella se despierta y estás
todo sucio?―
380
Tos gruñó al anciano sanador del centro médico Tri City, avanzando
amenazadoramente hacia el hombre. No había forma de que él dejara el
lado de Daisy.
Diez horas y aún no había abierto sus hermosos ojos azules. Algo que
necesitaba, pero temía, después de que no había podido protegerla.
Sus tres hermanos fueron necesarios para abrazarlo cuando supo que ella
había muerto en la arena. Quería desenterrar a los hermanos R'galas de sus
tumbas y matarlos de nuevo.
La bendición de que Daisy fuera humana y tan frágil trabajó a su favor con
el hecho de que su cuerpo fue fácil de reparar. La vaina había logrado
reiniciar su corazón antes de que el equipo la llevara rápidamente al centro
de curación, donde el mejor equipo médico trabajó con ella durante horas.
Lograron reparar casi todo el daño en su espalda.
Pero el equipo les informó que su piel siempre quedaría cicatrizada y que
no estaban seguros si sus órganos reproductivos funcionarían
correctamente, ya que la energía destructiva del arma de fotón le había
golpeado la parte inferior de la espalda.
Una vez que se había calmado, lo dejaron ir, siempre y cuando pudiera
permanecer a su lado, ver cada subida y caída de su pecho, tranquilizándolo
con cada respiración y latido de su corazón, ella vivía y continuaba
viviendo.
Tos asintió, sin apartar los ojos de ella. ―Vamos, Cir, Bex, vamos a
limpiarnos―.
381
―¿De qué te sirvo? Dos veces he fallado en protegerte. Oh, mi dulce Daisy.
No merezco tu amor―. Apoyó su cabeza junto a la suya, una tristeza
apretando su corazón. ―Lo siento, lo siento. ¿Puedes perdonarme alguna
vez, mi dulce amor?― Sus ojos se cerraron mientras él escuchó su
respiración y el suave pitido de la máquina flotando sobre la cama. Incluso
simplemente acostada aquí con ella, lo calmaba. ¿Cómo podría renunciar a
eso?
Quería ser el Demos que se merecía, no la media criatura que sentía él que
era. Acarició su cabello hacia atrás. ―Mi Sheraz, te escucho. Juro ser todo
lo que necesitas por el resto de nuestros días―.
*****
382
Ella entendía su sobreprotección, querían resguardarla y protegerla del
resto del universo. Pero también se aseguró de que entendieran que no los
culpaba por lo sucedido. Aun así, sus cuatro esposos la trataban como si
estuviera hecha de vidrio, mientras la mimaban y la adoraban hasta el punto
de hacerla querer gritar.
Ahora todos sus hombres estaban vestidos con sus túnicas oficiales,
luciendo malditamente sexys para la ceremonia de juramento. Ahora bien,
estos eran Altos Consejeros dignos del título. Honestos, inteligentes,
fuertes y, lo más importante, todos de ella. ―¿Estás segura de que estás
cómoda y te sientes bien?―
Ella apretó los dientes. ―Cir, te amo, pero si me lo preguntas una vez más,
voy a gritar―. Ella sonrió dulcemente a través de su furia.
Cir dejó caer su mano, sus labios se curvaron en una sonrisa tímida,
adoradora y su ira se derritió. Ella nunca podría permanecer enojada con
ellos por mucho tiempo. ―Ve a buscar tu broche de posición. Estaré bien
aquí. Especialmente con esos hombres mirando―. Ella colocó un pulgar
sobre su hombro, indicando los dos grupos de guardias quads que formaban
parte del paquete, sus hombres ahora eran Consejeros. Por supuesto, les
habían ordenado cuidarla.
Cuando ella le preguntó por qué y quién le había disparado, Loz explicó en
silencio cómo la pérdida de la posición de los hermanos R'galas, la
humillación de ser derrotados y una clara inestabilidad mental entre ellos
los había empujado más allá del punto de la razón. No tenían nada que
perder, así que arremetieron contra lo que los hermanos Stormstrong
consideraban más preciado: ella. Hubiera sido una venganza apropiada. Un
pequeño escalofrío recorrió su espina dorsal, sabiendo lo cerca que habían
llegado al éxito.
Daisy, que nunca había pensado en esas cosas, hizo todo lo posible por
apartarlo de su mente y concentrarse en lo que tenía delante. Una vida
increíble, incluso en un planeta alienígena, con hombres maravillosos.
383
Mucho que esperar. Si tan solo pudiera hacer que la tocasen más
íntimamente. Los sanadores le habían dado el alta médica, y Cir sabía
malditamente que podía tener relaciones sexuales. Sin mencionar que ahora
sus esposos habían recibido inyecciones anti estériles mientras ella todavía
estaba en el hospital de Galafrax.
―Lo diremos muchas veces más antes de que se ponga el sol rojo esta
noche―, agregó Tos, inclinándose para besar la parte superior de su
cabeza.
384
No estaba seguro de cómo logró mantener la cara seria, sabiendo que sus
hombres eran hombres de sangre roja con necesidades carnales, no
tardarían mucho, con ella pavoneándose desnuda, antes de que sus instintos
naturales tomaran el control. Ella parpadeó inocentemente hacia sus
maridos.
Cir estaba sobre ella en un instante. ―Daisy, ¿estás bien... más dolor?―
Ella sacudió la mano mientras la bajaba por su espalda, buscando una
lesión.
―No, solo un poco rígida―. Lo que ella necesitaba eran los suaves toques
eróticos de sus maridos para crear nuevos recuerdos felices.
385
―Quiero que me den hijos, y para eso necesito que todos me vuelvan a
hacer el amor―.
―Daisy, sabes que te amamos, pero hay algo que no te contamos sobre los
efectos de la energía del fotón―. Cir miró a sus hermanos, mientras Loz
asentía. Bex parecía dolido. ―Los sanadores no están seguros de sí serías
capaz de concebir. Te revolvieron el interior y no están seguros del daño
celular―.
―Daisy, no, por supuesto que no―. Loz dio un paso al frente, capturando
su mano. ―No importa. Te queremos y lo significas todo para nosotros―.
―Tengo cuatro maridos. Creo que las probabilidades son aún mejores a mi
favor. Tal vez tendrán que intentar más duro entonces―.
386
Ella obtuvo la sonrisa completa y lujuriosa de Bex. ―Cuenta conmigo,
rayo de luna, incluso si mis hermanos son un poco lentos―. No perdió más
tiempo. En un abrir y cerrar de ojos, se movió y la tomó en sus brazos,
pasando sus manos por su culo mientras inclinaba la cabeza. ―Estoy
preparado para el desafío de impregnar a nuestra esposa, incluso si ellos no
lo están―.
Bex se movió hacia sus pechos ahora expuestos, moviéndose para dejar
entrar a Tos mientras cada uno tomaba un pezón en sus bocas. Temblaba de
deseo, el fuego líquido al rojo vivo se encendía, haciendo temblar su
estómago inferior y el sexo.
―Sí, los amo, mis maridos, demuestren cuánto me aman, háganme el amor
y nunca se detengan―.
―Oh, nuestra preciosa luz de luna, juramos por los dioses del fuego, nunca
lo haremos―.
387
Epílogo
Cuatro años después…
Sus cabellos rizados eran una mezcla de blanco, negro y gris, sus ojos de
un dorado pálido y, oh, tan hermosas. El orgullo y la alegría de su familia.
Aún recordaba las lágrimas de sus maridos cuando sostuvieron a sus
pequeñas criaturas en sus brazos por primera vez.
―Veo que ustedes dos han mantenido ocupada a su madre―. Cir entró,
inclinándose para ayudar a Daisy a ponerse de pie, antes de tomarla en sus
brazos por un beso profundo y pausado.
Ella se echó hacia atrás, mirando a sus ojos dorados ardiendo con deseo
carnal. Se separaron para dejar que Bex le entregara a sus hijas, y para
tomarla él en sus brazos por el mismo tratamiento de bienvenida al hogar.
388
―El tío Arr y Lis vendrán pronto a quedarse con las chicas. Tenemos la
noche para nosotros―, Bex murmuró contra sus labios antes de besarla
más profundamente, más hambriento, y hacer que sus dedos de los pies se
curven mientras se derretía más contra él.
Suspiró cuando Bex se echó hacia atrás, girando la cabeza mientras Loz y
Tos entraban a grandes zancadas, como ella pensaba, tan guapos en sus
túnicas de Altos Consejeros.
Él movió sus negras cejas. ―¿Y desde cuándo te has quejado de mis
planes?―
―No―. Él levantó su falda, sus grandes manos rojas alisando sus pálidos
muslos. ―No lo has hecho. Has sido más que maravillosa, el corazón de
nuestros corazones―.
389
―La calma para mi tormenta―. Se volvió para mirar a Tos.
―Aquí―. Bex le dio algo a Tos, y ella sintió que la tela sedosa descendía
sobre sus ojos, y su respiración se atrapó mientras la ataba detrás de su
cabeza, siempre gentil, sin dejar que su largo cabello tirara.
De hecho, todos sus encuentros más eróticos e intensos con sus maridos
provinieron de las intrigas de Bex. Se encontró deseosa de lo que harían a
continuación, amando cómo superaban sus límites. Le hizo anhelar más y
más su dominio sexual.
Ella fue levantada y llevada, y pudo sentir las firmes manos de Loz
alrededor de ella. Qué bien conocía los toques, voces e incluso miradas de
sus hombres. Pueden parecer idénticos desde el exterior, pero ella conocía
cada latido de sus corazones tan bien como los de ella misma.
Juraron nunca estar separados de ella o perder el tiempo que tenían juntos.
Le dieron todo lo que quería o necesitaba. Lo que siempre necesitaría era el
amor de sus hombres.
Escuchó la risa baja de Tos. Ella giró la cabeza hacia el sonido. ―Eras el
peor de todos―.
Se enfureció con ellos por tratarla como una flor frágil. Lo que ella quería
de sus maridos, siempre lo conseguía, y estaba encantada con sus
ingeniosas formas de complacerla sin dañarla a ella ni a sus bebés.
―Átale las manos por encima de la cabeza, con las piernas abiertas―.
Suspiró feliz, ya que incluso si su cuerpo se retorcía, los jugos fluyeron
entre su montículo sin pelo. Sus piernas fueron abiertas de par en par y se
aplicaron más lazos suaves.
390
Los sonidos de desgarros la hicieron jadear, y aire más frío besó su piel
caliente. Era bueno que sus hombres fueran ricos y mantuvieran su
guardarropa abastecido.
―Espero que no estén tan apretados esta vez―, advirtió Cir a sus
hermanos.
―¿Las niñas?―, Preguntó, recordando que Cir las había sacado de la sala
de juegos.
―Están bien. Arr y Lis les están contando historias―. Sintió el calor de su
cuerpo arrastrándose sobre el de ella. ―Te amo con este aspecto: suave,
hermosa y nuestra―. Su boca descendió y ella respondió, besándolo con
pasión.
Bex había estado jugando lentamente con ella durante un tiempo durante el
sexo, lentamente estirándola con juguetes hechos a medida. Le asustaba
tener una de sus grandes pollas en el culo y se había resistido. ―Si ganas,
puedes decir que no, y aún te amaremos y te llevaremos a tu punto máximo
una y otra vez, tantas veces como puedas―.
―Bex, no sé si...―
―Lo sé―, susurró. Ella los quería en todos los sentidos, sin contener
nada. ―Sí, trato―.
391
―¿De quién es la mano, Daisy?―
El aliento caliente se abanicó sobre su piel antes de que una boca húmeda
se cerrara sobre su pecho, chupando su pezón y sacudiendo el nudo
endurecido con su lengua. Su mente se confundió por la perversa sensación
que recorrió su cuerpo. Dios, ella lo amaba.
Bex se rió entre dientes. Ella jadeó cuando los dedos se empujaron en su
resbaladizo calor.
―Está empapada―.
Dos bocas en sus pechos, usando sus dientes para tirar de sus pezones,
bordeando el dolor. Al mismo tiempo, una polla la atravesó, hundiéndose
hasta la empuñadura, hac iéndola arquearse fuera de la cama, su cerebro
completamente cortocircuitado.
392
―¿Quién te está follando, Daisy?―
La polla salió y golpeó en ella, rebotando sus tetas, incluso mientras eran
succionadas y mordisqueadas.
―¿De quién es esta vara ahora, Daisy?― Bex sonó sin aliento, y más
cerca.
―¡Bex! ¡Oh, sí, Bex, jódeme más fuerte!― Ella gimió. Quería que el
juego se detuviera, quería que nunca terminara. Un dedo grueso comenzó a
masajear su clítoris.
S
u cabeza se sacudió, tiró de sus ataduras. ―¿A quién perteneces, Daisy?―
―¡Tú ganas! Sí, ¡jode mi culo también! Todo lo que soy es tuyo Por favor,
déjame venir―.
393
El familiar aceite caliente se deslizó sobre su roseta y supo que era el dedo
grueso de Bex el que empujaba hacia ella.
Bex agregó otro dedo, estirándola. Los dedos de Cir se deslizaron dentro y
fuera de su coño en un lento deslizamiento. Fue muy difícil dividir su
enfoque.
394
―¡Entonces apúrate!―, Gruñó Tos.
―Oh, no dudes que lo haré, amor―. Comenzó a mover sus caderas más
rápido. Sabía que ella se había adaptado y no tenía que ser amable por más
tiempo. Él tiró de sus caderas hacia atrás y luego empujó hacia delante con
un gruñido, deslizándose hacia ella con un solo golpe. Daisy gimió ante el
increíble placer que desgarraba cada molécula de su cuerpo, los sensibles
nervios zumbando y haciendo ping con tanto placer. Cir continuó chupando
su hinchado y sensible clítoris.
―Oh, por los Dioses del Fuego, Daisy, me voy a venir―, Bex gimió en
señal de advertencia.
395
Los suspiros de alivio se encontraron con sus oídos mientras las manos
acariciaban su cuerpo.
―No si te vas a desmayar otra vez―. Bex se inclinó y la besó. Ella levantó
la cabeza y gimió.
―Sé que todavía no han terminado―. Echando un vistazo a sus varas aún
duras, ella extendió la mano, agarrando la polla de Loz,
acariciándolo. ―Prometiste siempre hacer el amor conmigo―.
―Ella nos tiene allí, hermanos―, Cir suspiró felizmente, su mano ahora
amasando su culo.
―Más bebés―.
Se rió cuando Tos empujó a sus hermanos fuera del camino. Él la giró
sobre su espalda, arrastrándose entre sus piernas sin preámbulo, hundiendo
su polla dura en ella, haciendo que ambos gimieran. ―Bueno, soy un
Demos de acción, sin palabras. ¿Vamos a apuntar a los niños esta vez?―
Ella le sonrió, levantando su cabeza para besarlo. ―Sí, vamos―.
FIN
396
Página 397 de 590
Página 398 de 590
ANGELA CASTLE
QUADS OF
GALAFRAX 4
CELESTIAL
BEAUTY
Página 399 de 590
TRADUCCIÓN
CORRECCIÓN REVISIÓN
Página 401 de 590
Sinopsis
Capítulo Uno
―Maldición, malditos Hielos de Demons, ¡no otra vez!― Loc se agarró a la
barandilla, saltando sobre el borde, cayendo un metro y aterrizando con un
golpe en el piso de la sala de máquinas.
A pesar del aullido de la sirena de emergencia del motor, el ruido de las
pesadas pisadas de su hermano, se sumó a las vibraciones de su vieja y
temblorosa nave.
Arrebatando la llave inglesa que mantenía cerca del núcleo principal del
motor, hizo una mueca cuando el motor resopló y chisporroteó. Los temblores
empeoraron por un segundo, amenazando con romper la nave.
―¡Loc!― El bramido de Zeb, su hermano mayor, no hizo nada para calmar
los latidos del corazón de Loc mientras se dejaba caer al suelo, usando sus
botas para deslizarse entre los paneles del núcleo de poder principal. Ató la
llave a la válvula de entrada manual y tiró, usando toda su fuerza. Sus
músculos ardieron mientras cerraba lentamente la válvula, justo lo suficiente
para hacer que el temblor se detuviera.
―¿Qué es esta vez?― Exigió Zeb. Ese era el problema. Una y otra vez algo
salía mal, y estaba empezando a costar más en reparaciones que lo que valía la
maldita nave.
Un gruñido frustrado vibró desde el pecho de Loc al mismo tiempo que las
sirenas de advertencia se detenían, dejando un zumbido en sus oídos.
Una patada en su bota le alertó de que Zeb todavía estaba de pie junto a él,
esperando la respuesta de Loc, soltó un suspiro de alivio momentáneo.
―¿Además de necesitar una nueva maldita nave?― La voz de Loc estaba
medio amortiguada por los motores aún zumbantes.
―¿Qué ocurre en las llanuras de hielo?― La voz de Kue sonó hueca a través
del sistema de altavoces de la nave espacial. ―Cada panel en el puente se ha
iluminado como una tormenta de fuego en Barrinan―.
Página 403 de 590
―Dile que golpee el panel principal con el puño―. Loc salió del metal
desgastado. Levantó la vista hacia Zeb, con la cara hacia abajo en uno de sus
típicos ceños fruncidos. Raz se encogió de hombros y le ofreció su mano,
ayudando a Loc a ponerse de pie. ―Pero no demasiado, las vibraciones del
acoplamiento Reisin están desgastados y sin duda ha sacudido todos los
malditos circuitos fuera de calibración. Tendré que reparar todo―.
―Te escuché―. Un golpe seguido por la maldición de Kue llenó los
altavoces. Claramente golpearía el panel más duro que las instrucciones de
Loc.
―No es lo único que nos sacudió―. Raz señaló el desastre húmedo de su
camisa. ―Esta nave, que es más antigua que nuestro planeta, me hizo
derramar mi bebida―.
Loc puso los ojos en blanco, volviendo a Zeb, centrándose en lo que tenía que
hacer. ―Tenemos que establecernos en algún lugar y cerrar toda la nave para
reparar esto. Y necesitamos un nuevo acoplamiento Reisin o simplemente
vamos a estar a la deriva―.
Zeb se frotó la frente arrugada. ―Estamos justo en el borde de la Galaxia
Hellious, el puerto espacial más cercano está a varios días de Galafrax desde
nuestra ubicación actual. Y solo hemos llenado un tercio de nuestra reserva―.
―Y si no conseguimos ese acoplamiento, tomará tres años Galafraxianos
para llegar a casa, no las pocas semanas usuales a alta velocidad―, señaló
Loc.
Si es posible, el ceño fruncido de Zeb empeoró. Rescatar era un negocio
altamente competitivo, y se habían aventurado hasta aquí más por rumores
que por hechos. Había bastantes naves viejas naufragadas que otros
consideraban demasiado peligrosas para salvar.
Desde que se jubilaron, parecía que corrían más hacia el peligro que durante
sus días de soldados. Los hermanos Nova se reían ante el peligro. Altamente
entrenados y mortales, habían servido en el ejército de Demos durante mucho
tiempo como especialistas, haciendo los trabajos más duros, más peligrosos y
a menudo secretos de los Altos Señores y el gobierno de Galafrax.
Página 404 de 590
****
Poco tiempo después, habían terminado de asegurar los restos que habían
rescatado e hicieron una caminata por el viejo carguero. Zeb estiró su espalda
notando el leve crujido a lo largo de su espina dorsal, haciendo que su frente
se hundiera en un ceño fruncido. Maldita sea, necesitaba volver a entrenar
seriamente. Dos años lejos del ejército Demos trabajando como salvador de
naves espaciales lo habían ablandado.
―Te estás poniendo viejo, hermano. ¿Necesitas una siesta?― Lo pinchó Raz
mientras Zeb tomaba su lugar en la silla de comando y miraba a Raz.
Desde la esquina de su visión, Zeb vio que Kue negaba con la cabeza, pero sus
dedos permanecieron en los controles, trabajándolos con gracia y facilidad.
La molestia se alzó en Zeb, y aplastó el impulso de golpear su cara presumida.
―Y necesitas ir a una caminata espacial sin traje. Todavía puedo superarte en
una pelea cualquier día―.
En sus quince años de carrera, no solo pelearon contra sus enemigos sino que
luchaban entre sí. Sus niveles de habilidad igualadas, tanto en precisión como
en exactitud mortal. Desde que ingresaron por primera vez en la academia
militar Demos, habían estado tratando de ganar la delantera en el otro. Nadie
realmente ganó sus pequeñas batallas, pero nadie perdió tampoco, cada uno
saliendo solo sin aliento, adolorido y más decidido.
Página 406 de 590
****
El choque.
Mi culpa.
error”, ella misma había aprendido a usar. Decidió que era mejor que
permaneciera oculta y simplemente observara hasta saber exactamente con
qué tipo de criaturas estaba tratando.
****
Zeb apretó los dientes cuando cada hueso de su cuerpo se sacudió mientras la
nave finalmente se posó, más fuerte de lo que había esperado.
―Bienvenidos a nuestro nuevo hogar durante las próximas semanas―. Loc
sonrió. Alegremente, se desabrochó y se puso de pie, se movió para sentarse al
lado de Kue, quien todavía estaba presionando los controles. ―Dejo la
energía auxiliar funcionando para las funciones básicas, comida y baño. Ah, y
mientras estemos aquí podríamos limpiar los propulsores externos―. Loc
miró a su hermano mayor con una sonrisa.
Raz gimió. ―Joder en las Planicies de Hielo, ¿tengo que hacerlo?―
―Kue y yo trabajaremos para recalibrar todos los sensores de la nave, así que
sí, los ayudaremos tan pronto como se haga ese trabajo―.
―¡Es una nave Jorval!― La cabeza de Kue se levantó, mirando a cada uno de
sus hermanos.
―¿De Verdad? No son conocidos por chocar, y siempre recuperan sus
propias naves―. Zeb se empujó de su silla de mando, moviéndose para
pararse sobre el hombro de Kue, mirando los datos.
―También tienen tecnología que nuestro gobierno y muchos otros planetas
han tratado de controlar durante años―, señaló Raz. ―¿Pero qué estaban
haciendo tan lejos aquí?―
Kue se encogió de hombros. ―Tu conjetura es tan buena como la mía,
a menos que...―
Página 411 de 590
Loc los saludó con la mano antes de desaparecer por la puerta, sin duda su
cabeza ya se había perdido en el trabajo que tenía que hacer.
―Bien entonces―. Raz se frotó las manos. ―Cañones de cadera, creo, que
saben qué peligros acechan allí afuera―.
Zeb rodó los ojos. ―¿Y desde cuándo nos detuvo eso?―
Un brillo en la mirada de Raz ante la perspectiva de un poco de peligro y
aventura. Zeb ya sabía la respuesta a su pregunta.
Nada jamás.
****
Raz siguió a Zeb mientras caminaba a través del pantano, antes de adentrarse
en el agua turbia. La nave Jorval estaba medio incrustada en un terraplén. Uno
al lado del otro, miraron hacia el suelo desde su posición. ―Ahora estoy
empezando a sospechar que hay un sobreviviente―, dijo Zeb, mientras los
dos inspeccionaban varios montículos amontonados prolijamente con rocas.
Claramente, alguien había enterrado a los muertos. Zeb sacó un bio escáner de
su bolsillo al pie de la primera pila. ―Tres cuerpos Jorval―. Pasó al
siguiente, y el escáner emitió un pitido. ―Tres especies desconocidas―.
―¿Qué crees que significa esto?― Raz se acercó para examinar las piezas de
metal recuperado más o menos juntas, formando una cruz en la parte superior
de cada una de las tumbas desconocidas.
―Significa algo para el que los enterró. Estas tumbas indican a alguien con un
sentido de empatía, pero no tengo idea del significado de estas cruces―. Zeb
se metió el escáner en el bolsillo y se dirigió hacia la nave.
―O eso o lo hicieron para no atraer a los depredadores―, agregó Raz como
una ocurrencia tardía.
Empatía e inteligencia. Raz sacó su propio escáner y estudió las lecturas.
―¿Tenemos las actualizaciones para nuestros escáneres con los nuevos datos
de especies?―
―No―, dijo Zeb, casi en la parte trasera rota de la nave Jorval, que estaba de
lado. Toda la parte inferior había sido abierta.
―¿Entonces nuestros escáneres no podrían decir si la especie no identificada
era un ser humano?―
Zeb hizo una pausa y se volvió para mirar a Raz. ―Dos formas de
averiguarlo, verificar los registros Jorval o...― Zeb asintió hacia los
montículos. Zeb sabía que Raz no querría desenterrar los túmulos funerarios,
ni él tampoco. Zeb dirigió su atención a la nave Jorval. Zeb había
desaparecido por el lado de popa. Necesitaba encontrar los registros de datos
de los Jorval para saber dónde habían estado y qué habían hecho. Ignorando la
persistente sensación de ser observado, Raz se puso de pie y corrió tras su
hermano.
Página 414 de 590
Capítulo Dos
¿Hombres rojos? Celeste dejó los binoculares. Parecían altos, en una
suposición, más de un metro noventa y nueve. Extremadamente guapos con
un corte limpio, caras simétricas, labios carnosos y narices aguileñas. Sus
cuerpos estaban fuertemente construidos. Sus chaquetas negras no hacían
nada para ocultar los músculos bien definidos de los hombros y brazos. El
cabello negro de uno colgaba más largo que el del otro, pero podía ver
claramente que eran gemelos idénticos.
Un aire de peligro letal flotaba a su alrededor, con armas atadas a sus
cinturones, mientras miraban a su alrededor con relucientes ojos dorados e
inteligentes. Se detuvieron y parecían utilizar algún tipo de dispositivo sobre
las tumbas que había cavado. Sí, ella incluso había enterrado a sus
secuestradores, sin querer que nada quedara para atraer a ningún tipo de
carroñeros del planeta. Además, era lo correcto, incluso si ella había sido la
causa de sus muertes.
El que tenía el cabello más largo se detuvo para levantar su mirada y ver a su
alrededor. Celeste contuvo la respiración cuando su mirada pasó sobre ella. Si
la había visto, entonces no mostró signos de ello, y se movió después de que
su gemelo desapareció por el rasgado y abierto vientre de la nave estrellada.
Ella recogió sus gafas alienígenas de nuevo y miró hacia atrás a su enorme
nave. ¿Había otros como ellos? La indecisión la llenó. ¿Le harían daño si se
revelaba? ¿Podría seguir viviendo sola en este planeta?
Desparecieron en la nave por un largo tiempo, antes de volver a surgir,
hablando entre ellos. El que tenía el cabello más largo sacó algo de un bolsillo
de su pantalón, abrió un paquete y le dio un mordisco grande.
El estómago de Celeste gruñó al ver al hombre rojo comiendo lo que podría
haber pasado por una barra de chocolate. Tenían comida, y ella necesitaba
comida. Nuevas posibilidades surgieron en su mente. ¿Tal vez podría
persuadir a uno de ellos para que le diera comida? Juntos eran más peligrosos
que separados. Averigua por qué están aquí ¿y si todo lo demás falla? Ella
simplemente dispararía y correría, se escondería hasta que se fueran.
Página 415 de 590
****
****
Él se desmayó.
****
lagartija enorme, mitad peluda, mitad con escamas. Derribándolo, ella volvió
corriendo a la seguridad de su refugio en las cuevas.
No era la cena de nadie o esclava para el caso. Miró al gran hombre rojo, y
recogió su enorme cuchillo mirando por encima de la delicada voluta el
mango. Era una hermosa espada. Sacudió su cabeza. Era sensato estar armado
aquí. Ella era el menor de los peligros que corrían por este jodido planeta.
Deslizó la espada en su cinturón improvisado, antes de agacharse y acercarse
con cuidado, en caso de que estuviera jugando a la zarigüeya.
Joder, iba a ser un gran alienígena cabreado una vez que se despertara. Sin
duda, su hermano gemelo también lo estaría cuando se diera cuenta de que
algo andaba mal y la persiguiera.
¡Lo has vuelto a hacer, idiota! Echando la cabeza hacia atrás, maldijo el
cielo. ¿Por qué nunca aprendes? Déjalo y corre.
Fue uno de los mejores pensamientos que tuvo hoy. En cambio, ella levantó
su temblorosa mano y colocó sus dedos contra su garganta. El calor quemó su
dedo, hormigueando por su brazo. Lo ignoró, esperando que sus similitudes
con los humanos fueran más que superficiales. Dando un suspiro de alivio al
sentir su fuerte pulso, retiró su mano. Se quedó mirando su rostro hermoso y
limpio, relajado en su estado inconsciente. Era más guapo de cerca, y sus
pestañas negras estaban llenas contra el alto ángulo de sus pómulos. Su
mirada se movió a sus labios llenos y sensuales. Apuesto a que estos gemelos
eran un éxito para sus mujeres en cualquier planeta del que provengan.
Figúrate. Encontrar al hombre más atractivo que había visto y lo había
noqueado. Sacudió su cabeza. No dejes que su apariencia te engañe. Es un
alienígena peligroso, así que mejor él que yo. No era difícil pasar por alto la
forma en que él y su hermano se habían movido con gracia letal a través de la
marisma, merodeando con conciencia en cada uno de sus pasos mientras se
dirigían hacia la nave accidentada. Sin duda sabían que estaban siendo
observados, por la forma en que seguían escaneando su entorno. Estaba medio
sorprendida de que hubiera caído en su pequeña trampa. Supuso que su éxito
se debía al hecho de que había usado parte de su ropa desgarrada para
distraerlo. Ella había permanecido escondida hasta el último segundo,
Página 420 de 590
****
****
pero no soy algo que puedas reclamar o salvar. Te lo diré en este momento,
comandante Zeb, ¡prefiero morir antes que meterme en otra jaula!―
Una mezcla de ira y compasión lo inundó ante sus palabras. Él entendía.
Temía que fuera como los Jorval, que maltrataban a las hembras humanas que
secuestraban.
―No estamos aquí por ti. Rescatamos naves dañadas y no teníamos idea de
que estuvieras aquí. Créeme, teníamos problemas en el motor y teníamos que
hacer reparaciones. Mi gente sabe mucho sobre las mujeres humanas, porque
ellas...― Desde detrás de ella vio a Raz, pero antes de que pudiera negar con
la cabeza en señal de advertencia, Raz saltó sobre su objetivo.
Un grito se desgarró de su garganta cuando el pesado cuerpo de Raz se estrelló
contra ella, derribando el arma con un grito sofocado y quedando debajo de él.
―Raz, idiota, sal de ahí. ¡Ella es una mujer humana!―
****
El bramido del comandante Zeb hizo que el hombre rojo encima de Celeste se
congelara.
―¿Mujer humana?―, Repitió el que se llamaba Raz, antes de hacer lo que
solo podía describirse como un push-up, levantándose de ella, al mismo
tiempo, inmovilizando sus brazos en el suelo. Sus amplios y curiosos ojos
dorados la miraron.
Ella jadeó para respirar. Su peso y su repentino tacleo la habían dejado sin
aliento y en estado de shock, y partes de su cuerpo palpitaban de dolor.
Él soltó sus muñecas y se sentó sobre sus talones. Desde su posición de
cuclillas, su mirada dorada y fundida la recorrió de la cabeza a los pies.
Página 424 de 590
―Una mujer humana, y aquí estaba pensando que alguna bestia de este
planeta estaba planeando hacer de ti una comida, hermano―. Él sonrió,
volviéndose hacia su hermano. ―¿Estás herido?―
Un parpadeo de irritación apareció en la mirada de Zeb mientras miraba a
Raz.
―Difícilmente, se necesita más que un neutralizador para hacerme daño―.
¡Preocúpate más por ella, cerebro de hielo! El comandante Zeb seguía sentado
junto a la roca que ella había logrado apuntalar con lo que parecía un cuerpo
de cien toneladas. Se frotó las muñecas, que ahora estaban libres de sus
ataduras. Podría haber jurado que estaban apretadas. Tragó saliva, al darse
cuenta de que había subestimado su fuerza, y que ni una vez había tenido el
control de la situación.
Joder, estoy realmente jodida ahora.
Ella levantó la vista y se quedó sin aliento. Giró la cabeza y vio otra cara
idéntica. Por su visión periférica, vio a Zeb y Raz de pie. La cara de Raz
estaba ligeramente pellizcada, y él estaba frotándose donde ella le había dado
una patada.
―¿Trillizos?― Ella resopló, todavía tratando de llenar sus pulmones de aire.
―Quads en realidad―. Apareció otro hombre rojo idéntico, y él enfundó el
arma en su mano. ―¿Es realmente una mujer humana?― El cuarto la miró,
sus ojos brillaban con gran interés.
―Paren ustedes dos. ¿No ven que está muerta de miedo?―, Espetó Zeb,
todavía irritado.
Raz resopló. ―¿Ella está asustada? La pequeña demonio intentó hacerme un
no Demos. Mi pobre vara nunca volverá a ser la misma―. No parecía
enojado, más bien divertido.
―Cualquier criatura arrinconada y temiendo por su vida ataca. Tercera ley de
la naturaleza. Endurécete Raz, ella apenas te tocó―. Zeb empujó el hombro
de Raz y se movió hacia donde el otro todavía la sostenía.
Ella luchó, el pánico la inundó. Iban a vengarse de ella y lastimarla.
―Tranquila, hermosa, no vamos a hacerte daño. Lo juro por mi honor como
un soldado Demos―. Zeb inclinó su cabeza ligeramente, su rostro se relajó en
una hermosa sonrisa.
―Técnicamente ya no somos soldados―, dijo el cuarto hermano, y él
también le sonrió. ―Hola, bonita, soy Loc, y él es Kue―.
Miró con los ojos muy abiertos a Kue, cuyas manos en sus brazos parecían
bandas de acero.
La cabeza de Celeste giró, sin saber qué hacer con las bromas de los quads.
Era como una pesadilla que se había transformado en una extraña rutina de
comedia.
―Semántica, Loc. El juramento sigue en pie, una vez soldado Demos,
siempre lo seremos. El hecho es que somos hombres de palabra y prometemos
Página 426 de 590
que no te haremos ningún daño―. Zeb señalo con la mano a sus hermanos.
Por lo que ella podía ver, todos tenían características idénticas, aparte de su
ropa y cortes de pelo. Su nariz se arrugó. Estaba aún más confundida, no por
la promesa de Zeb de que no la lastimaría, sino porque seguía llamándola
bella.
¿Por qué no la lastimarían después de haber drogado a uno y pateado al otro?
¿Qué iban a hacer con ella ahora que fue atrapada?
―Tranquila. Respira profundo y calmado, no te preocupes por Raz. Él estará
bien. No hiciste nada mal. Solo estás asustada―, dijo Zeb tomándola de los
brazos de Kue y gentil pero firmemente girándola para enfrentarlo. ―Maldita
sea, estás temblando, pequeña. Por favor, no nos temas. Somos amigos, no
enemigos, ¿entiendes?―
Finalmente, sus palabras comenzaron a filtrarse en su cerebro empañado por
el miedo. ¿No me van a hacer daño? ―¿A-amigos?― Balbuceó sintiéndose
más tonta con cada momento que pasaba.
La sonrisa de Zeb fue amable y comprensiva, aliviando algunos de sus
miedos. Ella calmó sus forcejeos y respiró más profundo y más despacio.
Miro a los cuatro hermanos. ―¿No van a ponerme en una jaula?―
Las cuatro caras se oscurecieron ante sus palabras, sus ojos brillando con el
mismo peligro letal que había notado en los dos primeros hermanos, en el
momento en que los había visto, incluso desde lejos.
―No, hermosa, sin jaulas. No me importaría matar a los que sí lo hicieron―.
Los ojos de Zeb brillaron con una promesa mortal.
―Lo que sí tenemos, encantadora, son baños calientes y comida, camas
blandas en nuestra nave, incluida nuestra promesa de seguridad. Nuestra nave
es vieja y necesita arrojarse al montón de chatarra, pero mis hermanos de
vientre suave no pueden prescindir de sus comodidades―. La media sonrisa
de Raz lo hizo parecer más pícaro.
Celeste parpadeó con incredulidad. ¿Está coqueteando conmigo incluso
después de que le pateé las pelotas?
Página 427 de 590
―No estás enojado conmigo por...― Sintió que el calor le subía por el cuello
y bajó los ojos.
―No, encanto, voy a estar dolorido por un tiempo, pero entiendo. Lo siento,
salté sobre ti y te asusté. ¿Estás herida de alguna manera?―
Ella sacudió su cabeza. ―Yo... no lo creo―.
―Solo queremos cuidar de ti, lo juro por la vida de mi comandante―. Raz
movió sus oscuras cejas juguetonamente, pero ella solo lo miró.
¡Él está coqueteando conmigo!
necesidades―. Podía ver por qué Zeb era comandante, y los demás asintieron
con la cabeza como si estuvieran acostumbrados a seguir sus órdenes.
La sonrisa de Kue fue de deleite cuando él le tendió la mano para que la
tomara. Vacilante, levantó la mano y dio un paso hacia adelante, gritando
cuando un dolor agudo le subió por el pie. Sintiendo miedo y adrenalina con
respecto a su situación absolutamente extraña, y desconcertada por estos
cuatrillizos Demos, ni siquiera se había dado cuenta de que se había lastimado
el tobillo. Ella se desplomó, pero no golpeó el suelo. Los brazos de Kue se
dispararon, como un relámpago, envolviéndola antes de tomarla en sus
brazos. Demostrando una impresionante fuerza. Eran fuertes, duros, ex
soldados acostumbrados a lidiar con situaciones difíciles, en una galaxia muy
extraña. No habían sido más que indulgentes y amables desde que la
descubrieron. Frunció el ceño incluso cuando dejó que su brazo se enganchara
en el cuello de Kue. Le molestaba tener que admitir su necesidad. Sintiéndose
a sí misma al final de su tensión y resistencia, sobreviviendo en este planeta,
quería confiar en ellos; solo el tiempo diría si realmente eran fieles a su
palabra.
―¡Maldita sea, Raz, le hiciste daño cuando atacaste!― Bramó Zeb a Raz,
sorprendiéndola aún más que cuando Raz la había atacado.
―Y la estás asustando ahora―. Raz devolvió la mirada a Zeb, acercándose a
su hermano, pero se detuvo y se volvió hacia ella. Kue se había movido,
acunándola como si fuera un tesoro precioso que acababa de encontrar.
―Lo siento mucho, preciosa, por hacerte daño―. Su mandíbula se abrió al
escuchar su sincera disculpa, haciéndola sentir aún más culpable por patearlo.
Ella sintió que sus mejillas se calentaban de nuevo.
―Oh no, no. Lo siento por, eh, patearte―. Su mirada se giró hacia Zeb. ―Y a
ti por... el eh, dardo. Oh, tu cuchillo―. Se agitó en las manos de Kue para
sacar el cuchillo de su cinturón, sosteniéndolo, manejándolo primero.
La cara de Zeb se suavizó al instante y dejando atrás al comandante que
ladraba y que había visto un segundo atrás. Cogió el cuchillo, lo colocó en una
funda del cinturón y sonrió.
Página 430 de 590
Capítulo Tres
―Entonces, ¿cuál es tu plan, oh gran comandante?― Raz estaba tratando de
plantar su puño en la cara ceñuda de Zeb por sus tácticas de alto rango de
antes. Celeste. A él le gustaba tanto su nombre como la mirada salvaje y
desconcertada en su encantador rostro redondo y rosado y sus grandes ojos
azules pálidos y acuosos. Medio sonrió al ver que ella los había sorprendido a
él y a Zeb, algo que no era fácil de hacer. Ella tenía fuego y lucha. Incluso si su
ropa era un trapo y su cara un poco sucia por vivir a lo bruto, todavía era una
exótica belleza exuberante. No es de extrañar que las hembras humanas
tuvieran tanta demanda en Galafrax. Eran tan diferentes de las mujeres de su
especie.
Frunció el ceño, pensando en su condición, frágiles hembras humanas,
tratadas como nada más que cargamento para el Jorval. Medio quería
reanimar a los traficantes muertos solo para matarlos de nuevo. El dolor, el
miedo y el completo cansancio que vio en los ojos de Celeste se habían
sentido como un gran estallido láser en su pecho.
Se relajó un poco, sabiendo que Kue se aseguraría de que estuviera bien
cuidada. Su hermano menor, a pesar de ser tan mortal como cualquiera de sus
otros hermanos, tenía un lado profundo y tierno, uno que Raz sabía que su
hembra humana fácilmente aceptaría.
Después de tener un sabor muy amargo de lo que las mujeres Demos eran
capaces de hacer, nunca quería tratar con ellas de nuevo. Celeste abría una
nueva gama de posibilidades, dándole un nuevo sentido de esperanza y
propósito.
Mía, nuestra
―Para Celeste, cerebro de hielo―. Él rechazó el insulto que Zeb había usado.
Zeb frunció el ceño mientras miraba hacia arriba desde el otro lado del
acoplamiento.
―No hay un plan. Quítate de la cabeza tu jodida vara, ¿o has roto el droide
sexual otra vez?―
Raz dejó el cortador láser, apretando el puño. ―¿Qué quieres decir con
ningún plan? Tenemos una mujer humana muy hermosa―.
―¿Y que?―
―¿Eres tan estúpido? La mantenemos, por supuesto―.
―No―. Zeb ni siquiera se molestó en mirarlo.
Raz se movió alrededor del motor Jorval y se plantó frente a su hermano
mayor.
―¿Qué quieres decir con que no?― Raz no pudo evitar el gruñido de su tono.
Zeb eligió ignorarlo, y continuó tirando del acople ahora aflojado. ―Ella es
una mujer, y no necesitamos otra complicación en nuestras vidas. Cuidamos
de ella, la tratamos con respeto y luego la llevamos a salvo a las autoridades
galafraxianas más cercanas―.
Hermano mayor o no, Zeb era jodidamente estúpido para dejar que sus
prejuicios contra la última hembra que compartieron se interpusieran en el
camino de ver la oportunidad abierta justo en sus frentes.
―Celeste no es Demos―.
―No importa. Las hembras son hembras Solo porque no puedas mirar más
allá de tu vara, no significa que yo también deba hacerlo―.
―¡Esto no se trata solo de follar!― Raz había alcanzado el umbral de
tolerancia para su estúpido hermano mayor.
Zeb claramente anticipó su golpe, agachándose antes de que el puño de Raz se
conectara con su cara. Bailó hacia atrás. ―Yo ordeno en esta nave, no tú―.
Página 433 de 590
****
Página 434 de 590
―¿Qué te hace pensar que eres una carga? Confía en mí cuando digo que los
cuatro de nosotros nunca hemos estado más contentos de que te hayamos
encontrado. Es un honor cuidar de ti y de ninguna manera eres una carga―.
Su visión se volvió borrosa, y los cálidos rastros mojados se quedaron en sus
mejillas mientras sus lágrimas se derramaban sobre el borde de sus ojos. ―No
sabes lo que he hecho. No merezco esto, eres tan amable―.
―Dudo mucho que hayas hecho algo para hacerme pensar diferente. ¿Me
dirás por qué piensas esto?―
Ella no pudo contenerlo por más tiempo. La necesidad de confesar su crimen
estalló. ―P-porque maté a todos en esa nave―.
―De alguna manera lo dudo, ¿pero me contarás todo lo que puedas
recordar?―
Ella cerró los ojos, su mente volviendo a ese horrible momento en la nave
Jorval. Nunca debería haber caminado aquella noche de luna llena.
****
¿Qué derecho tenían para hacer esto? ¿Pero quién estaba allí para detener a
las criaturas con tecnología altamente avanzada? No su especie, que tenía
problemas incluso para llegar a la luna.
Fue un hecho difícil de tragar. Ella, junto con las otras tres, se alejaban de la
Tierra y nunca vería el cielo azul ni respiraría el aire humano nuevamente.
Aun así, no detuvo la mente de Celeste, constantemente pensando en escapar
y vengarse.
Pasaron horas interminables con nada más que agua, y se debilitaron. Su
mente se inclinaba más hacia darse por vencida como las otras mujeres.
En este punto ella sopesó las posibilidades en su mente. ¿Dónde estaría
mejor? ¿De vuelta en la Tierra, sufriendo a manos de su ex idiota, siendo
constantemente ignorada y diciéndole lo inútil que era? En la Tierra, al
menos, tenía ropa y comida. Aquí estaba desnuda, medio muerta de hambre,
con un destino desconocido a manos de criaturas alienígenas. Era una broma
cósmica completa.
Tragó saliva y se apoyó contra la puerta, jadeando cuando se abrió. Se giró,
sentándose sobre los talones, mirando la grieta abierta durante un largo
momento, tratando de entender si esto era real o una alucinación.
Tentativamente, ella extendió la mano y la abrió más. No, no era una ilusión
en absoluto. ¿Era esta la señal por la que había estado orando? Debió haber
sido un descuido de parte de sus captores cuando metieron agua en su jaula.
Echó un vistazo a las otras mujeres, durmiendo irregularmente en la
oscuridad, antes de salir gateando. Le dolían las extremidades y la espalda, y
las extendió lentamente, de pie en toda su altura, con las piernas débiles y
tambaleantes. Las vibraciones de la nave la estremecieron desde las plantas
de sus pies hasta la parte superior de su cabeza.
Miró nuevamente a las mujeres más jóvenes y delgadas. Parecían tan frágiles
¿Sobrevivirían a lo que estos alienígenas tenían reservado para ellas?
Habían sido amistosas, solo unas con otras para consolarse a través de esta
prueba. Sin duda estarían tan débiles, si no más, después de morir de hambre
por lo que parecían días. Echó un vistazo a su desnudo y amplio cuerpo y sus
Página 437 de 590
pechos más grandes. Sin duda, sus reservas de grasa la estaban ayudando a
pasar este período de hambruna. Tomó una respiración lenta y dio unos
pasos hacia adelante.
No, ella no las despertaría. Necesitaban descansar. Además, ¿por qué darles
falsas esperanzas cuando ella misma no tenía ninguna? Una o más de sus
amigas podrían estallar en otro ataque de histeria y traer de vuelta a los
alienígenas de orejas grandes y arrugadas para someterlas con más drogas.
Ella no podría arriesgarse.
Pero, ¿ahora qué? Tenía que estar lejos, una forma de detenerlos antes de
que llegaran más lejos de la Tierra. La ira renovada disparó a través de ella.
Incluso estar desnuda no la detendría. Ganando impulso, arrancó una
pequeña cubierta negra de una caja de metal de carga cercana y la envolvió
alrededor de su cuerpo en una toga improvisada. Ella lo amarró con fuerza,
pero no tanto como para inhibir sus movimientos. El brillo de varias
herramientas dispersas llamó su atención, y tomó un pesado objeto cilíndrico
plateado, bastante similar a una llave inglesa grande. En un extremo tenía
varias luces parpadeantes.
Golpeó su palma sobre el panel de la puerta, como había visto a las criaturas.
La puerta siseó cuando se abrió y le dio acceso a un pasillo muy corto. Se dio
cuenta de que la nave espacial alienígena no era tan grande, y sospechó era
como del largo de un autobús de pasajeros, solo que más ancho y de color
extrañamente gris, con naranjas en tonos pastel y salpicaduras de color
verde. Olía a sucio y rancio.
Negó con la cabeza para eliminar sus pensamientos curiosos, y se centró en
lo que era importante. ¿Por dónde? Por las vibraciones que venían de un
extremo, supuso que era su sala de máquinas.
No había otro plan lógico que detenerlos, detener la nave. Si causaba
suficientes problemas, ella tenía la sartén por el mango. Podría exigir que
girasen la nave y las devolvieran a la Tierra. ¿O dejar que ella y las otras tres
mujeres vayan a algún planeta seguro y amigable?
Página 438 de 590
Le tembló la mano y cerró los ojos. Sabía que había sufrido la mayor parte de
su vida adulta y, a pesar de mantenerlas desnudas y en una jaula, estos
alienígenas no las habían lastimado, ni las habían vencido. Este era el primer
sabor real de libertad que había tenido, pero ¿por cuánto tiempo? Si solo
fueran carga, ¿a dónde las llevaban? ¿Serían vendidas en algún mercado
alienígena, convertidas en nada más que esclavas?
¡Que se jodan todos! ¡De ninguna manera mi vida terminará así! En el
espacio exterior, a manos de alienígenas. Nunca dejaría que otra persona
tenga poder sobre ella, para controlar, manipular y abusar.
Asintió, más por la seguridad en sí misma, y sus palmas comenzaron a sudar
cuando apretó más la llave extraterrestre.
La puerta siseó abierta, olores calientes de extraños aceites y otros perfumes
mecánicos llenando el aire. Paneles iluminados rodeaban el mamparo de la
nave mientras que un sistema de burbujas ovales y naranjas centrales batía
un ritmo de estilo tecno mientras aceleraban a través de las estrellas.
Destruye el motor. El pensamiento fuerte estalló en su cerebro, pero ¿cómo?
Ella lo miró, pero pensó que era demasiado suave. Sus ojos volvieron a los
brillantes paneles de la pared. Ahora que podría hacerle algo de daño. Dio
tres pasos hacia adelante, luego se detuvo. ¿Qué pasa si daño su soporte de
vida?
Dos opciones, párate aquí y no hagas nada o arriésgate y comienza a
aplastar. No había nada realmente que perder. Con un gruñido, ella balanceó
su arma y la derribó con un pesado “PUM”. Partes y chispas volaron a todas
partes. Oh, se sintió bien. Ella giró una y otra vez, sin perder ni una pulgada
de los controles mientras se movía. Toda su angustia reprimida se derramó y
golpeó una y otra vez.
¡No más, no más, no más!
Las luces rojas ahora centelleaban y sonaban fuertes alarmas, pero no le
importó, incluso cuando algunas de las chispas calientes cayeron sobre su
piel, chamuscándola.
Página 439 de 590
Oh, ¡a la mierda con todo! Se tambaleó sobre sus pies cuando toda la nave de
repente se estremeció violentamente, antes de sacudirse salvajemente,
arrojándola contra uno de los paneles.
La puerta se abrió, y extraterrestres de ojos grandes con expresiones de
pánico llegaron a la habitación.
―¡Tomen eso, estúpidos cabrones! ¡Aprendan a secuestrar humanos!―
Enfatizó sus palabras agitando la llave inglesa hacia ellos.
―¡Has destruido nuestra nave y nuestros propulsores! ¡Nos vas a matar a
todos, terrícola tonta!― Bramidos enfurecidos llenaron el aire mientras
cargaban hacia ella. Giró violentamente, pero la nave giró repentinamente,
arrojando a todos los ocupantes que luchaban en la habitación contra los
paneles. Más chispas volaron cuando estalló un incendio. El humo negro
llenó el aire.
Celeste retrocedió, tropezando con su ropa improvisada, y el dolor explotó en
la parte posterior de su cabeza, justo antes de que ella se desmayara.
****
****
Una vez que había logrado limpiarla, su pálida piel brillaba, y su cabello largo
hasta los hombros era suave y brillante. Con toda la suciedad desaparecida,
ella era aún más adorable de lo que había pensado en un principio. Incluso
luchó por mantener las cosas profesionales y simplemente cuidarla, cuando
todo lo que quería hacer era besar sus labios llenos y rosados, y explorar toda
su suavidad, y protegerla del universo. Todavía no estaba seguro de cómo se
sentirían sus otros hermanos, pero sin duda quería conocerla mejor por dentro
y por fuera. La experiencia de vida le había enseñado a Kue que nada era tan
simple como parecía.
Kue levantó la vista de su plato hacia Raz, sacándolo de sus pensamientos
sobre Celeste. Él estudió el ceño fruncido de su hermano.
―¿Dónde está ella?― Raz miró alrededor como si esperara que estuviera allí.
―Durmiendo, estaba agotada. La pobre belleza se durmió en la bañera. Se
habría ahogado si no hubiera estado allí. La metí en mi cama―.
―¿Por qué tu cama?―
Kue rodó los ojos hacia Raz. ―Fue mi cámara de lavado―.
―¿Cómo se ve desnuda?―
Kue se cruzó de brazos. Típico Raz, siempre pensando en su polla.
―Atractiva, suave, pero no la toqué más que para ayudarla a limpiarse. Yo no
soy tú, hermano. Necesitaba cuidado, no ser follada―.
Raz asintió tomando asiento a su izquierda. ―¿Qué piensas sobre persuadirla
de ser nuestra?―
Directamente al grano, Kue sabía que esto llegaría tarde o temprano de su
hermano mayor, al menos lo que respondió a su preocupación inicial. Raz
quería retenerla, y él también. Dos abajo, dos para ir.
―Estoy a bordo. Estoy muy atraído por ella. Me dijo lo que sucedió para que
la nave Jorval se estrelle, pero me temo que hay más. Si queremos que Celeste
sea nuestra, tendremos que pisar con cuidado. ¿Ya has hablado con Loc o Zeb
sobre esto?―
Página 442 de 590
Como si fuera una señal, Loc, viéndose limpio, entró, su mirada también,
buscando a la mujer, la misma pregunta en sus ojos.
―Está agotada y durmiendo, así que no te molestes―, dijo Kue antes de que
Loc pudiera preguntar.
―¿Es esto una reunión familiar entonces para decidir cómo vamos a
cortejarla?― La esperanza brillaba en la mirada de Loc.
Kue no pudo evitar su sonrisa. ―Tres de cuatro―.
―Podrías decir eso―. Se concentró en Raz cuando Loc tomó el asiento
derecho. ―¿Has hablado con Zeb?―
La apretada mandíbula de Raz y la ira que rodaba de él dijeron más que
palabras. Lo había hecho, y no había ido bien.
―Comandante hielo-en su-cerebro está en contra de eso. Pero no me importa
Si tengo que romper con él y la tradición, y tomar el primer rango, entonces
que así sea. También significa que la tomaré primero. Él puede mantener al
maldito robot sexual por compañía por todo lo que me importa―.
―¿Él está contra Celeste?― Loc miró a Raz. ―Pero ella es tan... tan
pequeña, suave y bonita―.
―Zeb es un imbécil, y sigue haciendo referencia a Nazzara. Como si nuestra
Celeste alguna vez fuera igual a ella―. Raz se sentó cruzando los brazos,
irritado, con su ceño fruncido.
Ah, Nazzara, su ahora ex Sheraz. Zeb, más que el resto de ellos, la había
considerado la mejor opción para su atención. Habían seguido su ejemplo y
habían hecho todo lo que se esperaba de los jóvenes quads exitosos. Ganaron
las batallas, la complacieron hasta la satisfacción, le entregaron todos sus
caprichos, todas sus demandas. Fue una devoción ciega por parte de Zeb.
Todos habían hecho todo lo posible para que las cosas funcionaran, pero el
resto de ellos había visto demasiadas grietas inestables en la personalidad de
Nazzara como para comprometer su corazón completamente como lo había
hecho Zeb.
Página 443 de 590
Kue sintió algo muy diferente cuando miró y sostuvo a Celeste, su cuerpo
suave y dócil en sus brazos mientras se aferraba a él y lloraba. Sabía que
nunca querría dejarla ir. Quería traerle solo sonrisas a su cara y borrar su
dolor. Estaba seguro de que los cuatro, bueno los tres de ellos podrían hacer
eso.
Nazzara había sido demasiado rápida para ir corriendo a los brazos de otros
quads, mientras que él y sus hermanos estaban fuera en misiones. Sus
vergonzosas acciones los habían enojado. Pero nada de lo que dijeron o
hicieron cambió su comportamiento desleal y egoísta. Al final ella se paró
frente a ellos y les dijo que solo los había elegido por su posición ascendente
en el ejército de Galafrax y que en realidad nunca los había deseado. Los
había cortado profundamente, pero en retrospectiva, Kue estaba agradecido
de que hubiera terminado antes de poder hacer concebir con Nazzara, como
Zeb había querido. Estaba convencido de que la habría ayudado a calmarse.
No, si se hubieran convertido en padres, se habría vuelto muy complicado.
Después, se habían lanzado al trabajo, Zeb los guiaba en cada misión mortal
que se les ofrecía. Luchando por la causa de nadie y descuidando lo que
realmente importaba, su vínculo de hermandad. Es evidente que Zeb aún tenía
que seguir adelante, al igual que sus hermanos.
―Aconsejo que no nos movamos demasiado rápido, hasta que esté seguro―.
Kue se retiró del pasado para dirigirse a sus hermanos otra vez.
―¿De qué?― Raz le ganó a Loc al preguntar, pero ambos lo miraron con
expectación. Él había pasado la mayor parte del tiempo con ella hasta ahora.
―Ella está sufriendo―.
―¿No la sanaste adecuadamente?― Gruñó Loc, su mirada se entrecerró
sobre él.
―No, ella es más como Zeb. El dolor está adentro―. Kue tocó su pecho para
enfatizarlo. ―Si ella fuera un hombre Demos, diría que sufrió una gran
pérdida y que se separó de sus hermanos―.
Página 444 de 590
Capítulo Cuatro
Los dolores por hambre en el estómago de Celeste la sacaron de un sueño
profundo y sin sueños. Rodó desde su costado sobre su espalda, frotándose los
ojos antes de enfocarse en el techo sobre ella. Gris claro, metal rayado miró
hacia atrás. Se sentó en una momentánea confusión, mirando alrededor de la
habitación que parecía cómoda. La sábana se deslizó revelando su piel rosada
desnuda. El calor le infundió las mejillas cuando aparecieron borrosos
recuerdos de Kue bañándola y llevándola a esta habitación. Ella no recordaba
su voz tranquilizadora y brazos reconfortantes a su alrededor.
¿Rescatada? ¿O era esto una jaula dorada? Una forma de averiguar si
realmente era prisionera o no. Al ver algo de ropa que colgaba sobre el borde
de la cama, la agarró y tocó el suave material antes de darse cuenta de que era
un top negro, al igual que los quads, pero este tenía mangas más largas. Era
mucho mejor que las cubiertas de carga, que ella había usado para hacer su
ropa. Eran duros, rígidos y le hacían rascar la piel, pero era todo lo que tenía.
La parte superior inundó su estructura más pequeña. Había bajado bastante de
peso desde que quedó varada en este planeta alienígena. La camisa cayó justo
encima de sus rodillas.
Recordando un truco que había visto en Internet, sacó los brazos de las
mangas para que el cuello de la camisa quedara justo encima de su pecho.
Luego se ajustó las mangas y se lo colocó alrededor de su cuerpo antes de
atarlo por la espalda. Sonrió ante su obra. Ahora se veía como un pequeño
vestido de algodón negro, y también la hacía sentir más cómoda, más humana.
Con solo sus dedos para un peine, se los pasó por el pelo antes de
acercarse a la puerta. Ella tuvo que alcanzar las pequeñas perillas iluminadas
con la mano, pero estaba contenta de que se abriera con un pequeño siseo. En
este momento, su estómago ahora controlaba sus acciones. Salivando solo con
pensar en la comida, con un giro a la izquierda o derecha para elegir, ella
eligió la derecha y la siguió hacia abajo pasando por otras puertas hasta que
llegó a un callejón sin salida.
Página 446 de 590
una dama y comer con más delicadeza, para que Raz no la considerara un
cerdo, fue abandonada. Arrancó la carne, masticando y tragando lo más
rápido que pudo, tratando de calmar el hambre ardiente.
―Tranquila, te pondrás enferma. Toma un trago entre bocado y bocado―.
Colocó una taza alta, claramente hecha para sus manos más grandes, frente a
ella. Celeste se obligó a seguir su consejo y aminoró la velocidad, pero al
tratar de rodear la taza con una sola mano, casi la deja caer.
―No, esto no servirá―. Raz se sentó junto a ella. Ella habría jadeado si su
boca todavía no estuviera llena de comida, cuando la levantó en su regazo y
sacó el tenedor de su mano. ―Mejor si te ayudo, Kue me arrancará tiras de
piel si te dejo enfermar―.
Estaba demasiado aturdida por el shock como para protestar, él cortó su
comida y la alimentó con el tenedor que le había quitado de la mano. Antes de
darse cuenta, había terminado la mitad del plato antes de que su estómago
finalmente se apaciguara.
Apartó su mano cuando trató de alimentarla más. ―Estoy llena, gracias―.
No acostumbrada a sentarse en el regazo de un hombre, y mucho menos en el
de un alienígena atractivo, no sabía muy bien qué hacer. ―Um, puedes
bajarme ahora. Estoy segura de que puedo manejarme de aquí en adelante―.
―¿Estás incómoda?―
Ella lo evaluó, su brazo suavemente acariciando arriba y abajo de una manera
reconfortante. Ella no estaba incómoda. Simplemente se sentía raro.
―No, pero no estoy acostumbrada a estar sentada así―
―¿Ayudaría decir que me gustas tal como eres? Suave y dulce en mis
brazos―
La declaración de nuevo la sobresaltó, y ella levantó la vista para estudiar su
rostro, la sospecha entraba sigilosamente. ―¿Por qué dices eso?―
Página 450 de 590
―¿Por qué no? Nunca he hablado con nada más que la verdad. Me gustas
aquí, me gusta cómo te sientes, y me gusta la forma en que me siento cuando
estoy contigo―.
―Pero no me conoces, y yo no te conozco―.
―¿Qué te gustaría saber sobre mis hermanos y de mí? Pregunta cualquier
cosa, y responderemos con toda la verdad. Realmente nos gustaría llegar a
conocerte, Celeste―.
Aún confundida, ella se movió de su regazo, encontrando su propio asiento
desde el cual mirarlo, su mente un tornado de confusión.
―Estoy agradecida de que me hayan rescatado, y sé que probablemente
nunca volveré a ver mi hogar, pero sé sincero, ¿qué es lo que realmente
quieres de mí?―. Ella abrió los brazos. ―Soy solo un ser humano una don
nadie sin ninguna consecuencia. He hecho cosas de las que no estoy orgullosa,
estoy segura de que Kue ya te dijo eso. De todos modos, el comandante Zeb
me dijo que me entregarían al puesto de avanzada Demos más cercano―.
Perdió su sonrisa, y su mirada se encontró con la de ella. Ella podía ver su
mente funcionando, procesando todo lo que le había dicho.
―Primero, no escuches nada de lo que dice el comandante―. Celeste tragó
saliva en el duro tono de su voz y se abrazó. ―Segundo, ¿es eso lo que crees
de ti misma, que no eres nadie?―. Él negó con la cabeza. ―Las hembras
humanas son raras y más atesoradas en nuestro planeta que incluso nuestras
propias hembras. Te convierte en la persona más valiosa de toda la Galaxia
Hellious―.
―No, yo... ellos...― Las emociones y los recuerdos la inundaron. No valgo
nada, nada más que una puta gorda, alguien a quien usar. Debería haber
muerto en este planeta, sola. Lágrimas punzantes pincharon la parte posterior
de sus ojos. ―Solo soy una mercancía para ti―.
―Cariño, no…―. Él le arrebató las manos antes de que pudiera poner más
distancia entre ellos. ―En el momento en que vi tu hermosa cara, estaba
Página 451 de 590
****
y lo hizo tambalearse hacia atrás. Celeste fue arrebatada de sus brazos por
Kue.
―¡Idiota!―, Le gritó Raz. Loc estabilizó sus pies mientras se frotaba la
mandíbula, sus ojos se centraron en su premio perdido, y luego en un
enfurecido Raz. Los ojos de Celeste estaban muy abiertos, en claro estado de
shock, mirándolo fijamente, mientras estaba acunada en los brazos de Kue.
―¡Había una buena razón por la que la besé! ¡No significaba que tenías que
cometer un error y actuar como un primordial come mierda!―
****
―Oh, está bien―. Pero la pregunta que no pudo evitar dejar escapar. ―¿Por
qué lo hicieron?―
―Oh, sé por qué―. La voz de Kue se redujo a un gruñido bajo, que envió
renovados escalofríos por su espina dorsal.
―Tenía una maldita buena razón―. Raz empujó a Loc fuera de él, acechando
hacia ella, haciendo que la mano descansara sobre la solapa de Kue de su parte
superior. ―Mis hermanos y yo somos muchas cosas y hemos hecho muchas
cosas en nuestro tiempo, pero una cosa que nunca hacemos es decir
mentiras―. Su mandíbula cayó ante las palabras feroces de Raz.
―Lamento perder los estribos, pero cuando dijiste que no eras encantadora,
tenía que mostrarte la verdad, incluso si no lo creías―.
―Solo quería mi turno―. Loc sonrió pícaramente. ―¿Cómo puedo resistir a
una mujer tan hermosa?―
El hielo se deslizó por sus venas cuando de repente quedó muy claro lo que
querían. Tres hombres grandes, sin duda muy sexuales, también. Ella no era
más que un trozo de carne para ser utilizado por placer. ―Bájame―.
Necesitaba espacio entre ella y estos hombres. Alien o no, seguían siendo
hombres, caminando por ahí buscando cualquier cosa que les sirviera para
meter sus pollas. Por lo que ella podía decir, era la única falda disponible en su
nave.
Kue obedeció su orden, colocándola cuidadosamente sobre sus pies, su ceño
aún fruncido en preocupación, mientras continuaba estudiándola.
La cólera hervía en sus venas, y su temperamento se elevó. Había tenido
suficiente gente en su vida usándola como si no fuera nada, y de ninguna
manera ella creía que el hermoso discurso de Raz sobre que la besaba porque
ella no creía que fuera encantadora.
―Veo muy claramente, todo lo que ustedes quieren es joder con cualquier
hembra disponible. ¡Bueno, todos pueden irse a la mierda! No soy ese tipo de
mujer, ¡así que vayan a buscar a otra persona para meter sus pollas!―
Página 455 de 590
Capítulo Cinco
Zeb se detuvo en la rampa de la nave. Celeste se sentaba en la cima de una
roca, con la espalda encorvada. Admirando la curva de la forma femenina de
Celeste, sentada cruzada de piernas, mostrando el blanco cremoso de sus
piernas. Gruñó mentalmente ante su díscola vara al alargarse y endurecerse al
verla. Empujó los pensamientos en el fondo, incluso si su cuerpo se negaba a
cooperar.
¿Qué estaba haciendo ella aquí, en lugar de dentro de la seguridad de la nave?
¿Por qué ninguno de sus necios hermanos la estaba cuidando? Él frunció el
ceño, asumiendo que tenían que haber hecho algo para sacarla de la nave.
Con sigilo practicado, se movió para pararse detrás de ella. La luz del sol que
se desvanecía recogía ricos reflejos de oro y rojo en su cabello limpio, y su
cuello pálido inclinado hacia un lado, mostrando una gracia elegante. Ella
miró hacia la distancia, claramente perdida en sus pensamientos. Su pecho se
sacudió en un triste suspiro.
No queriendo asustarla, se aclaró la garganta. Ella se puso rígida. Su cabeza se
levantó, la cortina de su pelo ondulándose mientras se volvía para mirarlo. Sus
hombros se relajaron visiblemente, y ella giró la cabeza. Sí, sus hermanos
habían hecho algo para hacer que quisiera abandonar la nave.
****
****
Página 460 de 590
****
Loc entornó los ojos. Enfurecido por haber sido manejado tan bruscamente, se
apartó de Zeb, antes de que Loc echara un vistazo alrededor.
―Dónde está―
―Ella está de vuelta en la cabina de Kue, descansando. La traje de nuevo
adentro después de encontrarla afuera, sola y sin protección―. Una clara
preocupación instantáneamente reemplazó la indignación de Loc.
―No estoy de humor para jugar juegos, Loc. Reúne a los demás ahora―.
―Se trata de Celeste, ¿está bien?―
―No, se trata de las jodidas rocas en este maldito planeta―.
Loc puso los ojos en blanco, pero se movió para cumplir. ―Mantén tus
malditas botas puestas―. Loc se alejó, frunciendo el ceño.
Satisfecho de que sus órdenes se estaban llevando a cabo, Zeb regresó a la sala
de comida, pidió una bebida del replicador de alimentos antes de sentarse a
esperar.
No pasó mucho tiempo antes de que se escucharan las pisadas de todos sus
hermanos, justo antes de que la puerta se abriera. Raz lo fulminó con la mirada
cuando entró primero, luego se dirigió hacia Zeb. Los otros dos entraron y
retrocedieron esperando con expresión pensativa.
―Si le has hecho algo a Celeste...― comenzó Raz.
Zeb se puso de pie, empujando a Raz hacia atrás. ―¡No te atrevas a nada
después de lo que le hiciste!―
La confusión frunció el ceño de su hermano. ―¿Lo que hice? Hice lo que me
pidió: lo que ella quería era que la dejaran en paz―.
―Viniste como tromba y la besaste―, agregó Kue.
―Y soltó que quería que fuera nuestra Sheraz―, dijo Loc.
―Lo que hiciste fue asustarla, hacerle creer que todo lo que quieres hacer es
follarla. Y al dejarla sola, dejó la nave sin protección―, les informó Zeb.
La boca de Raz formó una O de sorpresa, antes de que su frente se sumergiera
en preocupación. ―No sabía que dejaría la nave. ¿Está bien?―
Zeb asintió y dio un paso atrás. ―Hablé con ella y la traje de vuelta
adentro―. Los hombros de Raz se desplomaron de alivio.
―Pero ella no está bien―. Kue se movió a uno de los asientos. ―Es lo que he
intentado decirles antes de que los dos dejaran que sus pollas gobernaran sus
cerebros―. Kue miró entre Raz y Loc. ―Mientras que es fuerte en el exterior,
sobreviviendo sola en este planeta como lo ha hecho, Celeste tiene profundas
heridas, aquí y aquí―. Señaló su pecho y luego la cabeza.
Zeb asintió. ―Aunque al principio pensé que era una mala idea tener otra
Sheraz, después de hablar con ella, he cambiado de opinión. Sé que Celeste
no se parece en nada a Nazzara―. Zeb se tomó un momento para analizar sus
sentimientos, y la amargura y la ira de la traición de Nazzara parecían mucho
más distantes, fundiéndose en un pasado que ya había empezado a
desvanecerse, ahora él había llegado a querer a Celeste como suya. ―La
quiero tanto como todos ustedes, pero también me siento protector y quiero
ayudar a sanar el dolor y la desconfianza. Vi sus ojos. Su vida ha sido
claramente dura, al punto que se ve a sí misma como menos que su verdadero
valor. Kue tiene razón al decir que está herida―.
Raz abrió la boca, pero Zeb lo miró furioso. ―Celeste no es un jodido droide,
una fantasía o solo una moda que puedes usar y simplemente descartar. Basta
de tu manera, Raz. Esta vez hacemos las cosas a mi manera y nos unimos
como debería ser. Si perseguimos a Celeste, entonces es para siempre. Este es
un compromiso total, y no habrá placer si tú o ella no están completamente
comprometidos. No olvides que somos machos Demos mayores y en pleno
derecho, y ya hemos tenido una Sheraz―.
Sus hermanos entendieron alto y claro. Si alguno de ellos la complacía corrían
el riesgo de implantarla con su semilla.
Página 464 de 590
Los labios de Kue se curvaron en una sonrisa, junto con todos sus
hermanos, ante la mera idea de que Celeste cargara a sus crías, y sus ojos
brillaron con una nueva determinación.
―Nunca comencé esto con otra cosa que la intención de hacerla nuestra. Si
podemos implantarla con nuestros bebes...― Raz asintió.
Zeb le lanzó una mirada de "no vayas ni siquiera allí". Raz simplemente
sonrió en respuesta. ―Ah, tienes un plan, ¿no? No convocarías una reunión
como está a menos que ya lo tengas―.
Zeb asintió, manteniendo su rostro perfectamente derecho. ―Estoy
estableciendo varias reglas. Rompe una de ellas y te encontrarás en el
bergantín durante un largo mes de Galafraxian―.
―No tenemos un bergantín―. Loc frunció el ceño a Zeb.
―Voy a construir uno si tengo que hacerlo―.
Raz levantó sus manos en señal de rendición. ―No voy a discutir, ya que el
objetivo final dará como resultado que Celeste sea nuestra y este redonda con
nuestros bebes. ¿Crees que también tendremos hijas gemelas?―
Zeb rodó los ojos. ―Céntrate en lo que es importante primero―.
―Sí, ¿cómo vamos a curarla y hacer que se vea a sí misma tal como la vemos,
absolutamente hermosa?― Kue se deslizó en el largo asiento del banco,
esperando.
―Exactamente, y tengo una idea sobre cómo podemos hacer eso―.
―Entonces, poderoso comandante―, Raz se sentó junto a Kue. ―¿Cuál es tu
gran plan para ganar nuestra belleza celestial?―
Esta vez Zeb dejó escapar su sonrisa. ―Ella no es Demos, así que vamos a
tener eso en cuenta. No tenemos que actuar de acuerdo con las reglas de
cortejo Demos, así que podemos usar tácticas completamente diferentes―.
Zeb asintió con la cabeza a Loc. ―Mejor toma asiento, hermano, y
escucha―.
Página 465 de 590
Capítulo Seis
Celeste se sentó al sonido de llamar a su puerta. Había estado al borde de la
conciencia, la cómoda cama caliente hacía que le fuera demasiado fácil caer
en un sueño sin sueños, a diferencia de la cueva dura como una roca y el suelo
de la jaula donde la obligaron a dormir en las últimas semanas. No estaba
exactamente segura de cuánto tiempo había pasado desde que la habían
sacado de la Tierra. Los golpes sonaron de nuevo, así que sacó la sábana roja
de la cama cuando se levantó, se la colocó alrededor de su cuerpo y se dirigió
hacia la puerta. Al menos demostraron que se preocuparon lo suficiente como
para llamar en lugar de irrumpir. Era su nave, y podían hacer lo que quisieran,
si lo deseaban. Buscó la liberación de la puerta que se abrió para revelar a uno
de los hermanos. Tardó un momento en darse cuenta de que era Kue. Su
cabello estaba recogido hacia atrás como si siempre usara su mano por peine,
y había bondad en sus ojos. Él sostuvo un bulto de ropa en sus manos, pero
cuando sus ojos recorrieron su cuerpo cubierto de sábanas, la mirada cambió,
y él audiblemente tragó.
―Eh, estos, eh, para ti―. Él le arrojó la ropa. ―Tu informe estará en diez
minutos en el comedor―. Dio un paso atrás, sus ojos volvieron a encontrarse
con los de ella. Se mordió el labio inferior, para evitar jadear ante el crudo
calor carnal en sus ojos, como si quisiera abalanzarse sobre ella y devorarla.
¿Realmente me ve hermosa y me desea?
¿Qué había dicho él de nuevo? Ella negó con la cabeza tratando de recordar
por qué había venido. Oh sí. ―Um, ¿un informe?― La confusión la recorrió.
―Ahora formas parte de nuestro equipo y se espera que ayudes en esta vieja
nave. Zeb quiere informarte sobre tus deberes―.
Ella parpadeó sorprendida. ¿Esperaba holgazanear y no hacer nada? Por
supuesto que no. Su pedido fue muy sensato, pero ¿qué tipo de trabajo se
esperaba que hiciera, sin saber nada sobre la tecnología de esta especie?
―Gracias, Kue, estaré allí―.
Página 466 de 590
No era la primera vez que escuchaba que el "nosotros". Claro, antes, con ella
siendo solo una mujer en la nave, su sospecha creció, y pensó que había más
en el negocio de "nosotros" de lo que había pensado al principio.
―Uh, ¿qué quieres decir, nosotros?―
―Los quads Demos hacen todo juntos. Estamos unidos; lo hacemos y
compartimos todo, incluidos las amantes―.
―¿Compartir, como tú compartiendo con otras cuatro mujeres?―
―No, siempre ha sido una unidad cuádruple para una mujer―. Su rostro era
completamente estoico, como si estuviera acostumbrado a dar este tipo de
noticias a mujeres alienígenas.
Correcto, cuatro hombres corpulentos para hacer el amor con una sola mujer.
¿Yo? Oh, no, no, no. Caramba, sus mujeres debían ser construidas duras para
manejarlo. Un escalofrío recorrió su espina dorsal, mezclando emociones de
miedo y excitación arremolinándose dentro de su cabeza. El pensamiento
echó raíces en su mente, cuatro juegos de manos tocándola, cuatro bocas
sensuales besándola, cuatro cuerpos duros con cuatro largas, duras...
¡Oh Dios, no vayas allí, no vayas allí!
Aun así, su mente vagó. ¿Cómo sería tener estos deliciosos, aunque algo
locos, hombres extraterrestres, tocándola? Diablos, ¿cómo funcionaba eso?
Ella tragó y aplastó la idea, tratando de controlar el aleteo en su vientre
inferior.
―Uh, está bien―.
―Me alegra que hayamos aclarado ese asunto. Ahora es el momento de
comer, antes de tu primer turno con Kue. Él te llevará a hacer un recorrido por
nuestra nave y te explicará lo que hacemos. Entonces lo ayudarás a reparar el
sistema de circuitos de la nave ―.
―Pero no sé nada sobre su tecnología. ¿Cómo podría?―
―Te enseñará lo que necesitas saber―. El tono de Zeb era definitivo. Aquí
estaba el comandante acostumbrado a ser obedecido y no cuestionado.
Página 468 de 590
―Una vez que Kue termine contigo por un día, debes comer y descansar,
antes de tu próximo turno con Raz. Tomarás una rotación de trabajo con cada
uno de nosotros hasta que la nave esté reparada y lista para partir. Pero tengo
una estipulación que debes obedecer―.
―Por supuesto―. Ella esperó, aún más emocionada de aprender y trabajar
con los hermanos.
―Si en algún momento te sientes cansada o el trabajo es demasiado, debes
decirle a la persona con la que estás trabajando. Sin ocultar la verdad, sin
pretender. Si tienes alguna pregunta, preguntas. Trabajamos en equipo en esta
nave y no guardamos secretos el uno para el otro, y esperamos lo mismo de
ti―.
Sin secretos. La orden la sobresaltó. Ella parpadeó y respondió con una
respuesta automática. ―Sí, señor―. La culpa inmediata la inundó. Había
tantos secretos profundos y oscuros que ella tenía dentro. Bajó los ojos,
repentinamente asustada de que su penetrante mirada dorada la viera
directamente.
―Bien, y, Celeste...―
Ella levantó la vista hacia la sorprendente y repentina dulzura en su tono, sus
ojos se encontraron con los de él.
―Lo creas o no, hay una cosa que nunca hacemos. Nosotros nunca mentimos
Eres hermosa para nosotros, y te queremos, pero solo cuando estés lista―.
Ella parpadeó ante sus palabras cuando su cuerpo se volvió hacia el
comandante. Él ya había dado media vuelta, marchando a través de la
habitación hacia la máquina de hacer comida, dejando su boca boquiabierta
por la sorpresa.
―Ven aquí, Celeste. Te mostraré cómo operar la unidad de modulación de
alimentos―.
****
Página 469 de 590
―No me gusta esto. Va en contra de todo lo que nos han enseñado―. Raz
pasó por encima de los restos Jorval y se metió en la nave, una vez más,
mirando la espalda de su hermano mayor cuando pisó el metal irregular. Zeb
no respondió, su mirada fija en su pequeño monitor de pitido. Desde su
nacimiento, sus padres, luego sus tutores, e incluso su entrenamiento a través
de la milicia Demos, les habían enseñado que las mujeres debían ser
apreciadas, protegidas, cuidadas y satisfechas sin importar el costo. Su futuro
estaba en complacer a las mujeres Demos para que pudieran criar la futura
generación Demos.
Zeb hizo que Celeste se uniera a la tripulación y trabajara como un hombre
común Demos, se sentía mal. Deberían estar cuidándola, mimándola, y
lentamente seduciéndola para que finalmente pudieran tocar y besar cada
centímetro de su piel cremosa, antes de hundir su polla profundamente en su
suave cuerpo. Quería verla llegar a su punto máximo y que gritara su nombre.
¿Sería muy diferente de una mujer Demos? ¿Cuántos hombres tomaba para
llevarla a su punto máximo? El rumor en Galafrax era que era menor que el
esfuerzo de equipo requerido de cuatro hermanos.
Zeb chasqueó los dedos frente a la cara de Raz. Raz frunció el ceño a su
hermano cuando la imagen de los senos de Celeste desapareció de su mente.
―Enfócate en el trabajo, no en tu polla, Raz. Los humanos no son Demos, y
son una sociedad singular. Mi plan funcionará. Sabes que hemos tenido que
adaptarnos a muchas situaciones diferentes, con diferentes misiones. Dejar
que ella nos ayude no es diferente. La vigilaremos cuidadosamente para que
no se canse―.
―¿Qué te hizo ser tan experto en humanos, y mucho menos en hembras
humanas?―
―A diferencia de algunos, de hecho, leí los nuevos informes de nuestro
planeta, en lugar de pasar todo mi tiempo en el comedor ganando peso―.
Página 470 de 590
Raz resopló por la implicación de Zeb de que todo lo que hacía era comer.
―Soy un espécimen más fino de hombre Demos, hermano. He estado
entrenando más que tú―.
―Follar con el droide sexual no es entrenar―. Regresaron a través de los
restos a la sala de máquinas, conectando faros de elevación a cierta parte del
mamparo a medida que avanzaban.
―Estás gruñón porque no lo has estado usando en absoluto―.
Zeb, en su forma habitual, lo ignoró, centrándose en su trabajo. Recuperar una
nave de los Jorval era una oportunidad que no iban a dejar pasar. Raz sabía
que Zeb tenía el ojo puesto en el premio escondido dentro de la nave. Si
podían tomar la bitácora espacial y las coordenadas para el planeta humano,
sería alcanzar un alto rango en Galafrax, y también poner a los Jorval en una
gran desventaja.
―El objetivo de tener a Celeste trabajando con nosotros es que ella se sienta
cómoda y nos acepte. Le ayudará a encontrar su lugar y valor en sí misma―.
Raz suspiró, sabiendo que el punto de su hermano era más que válido. Lo
había echado a perder, frustrado por lo mal que se veía a si misma Celeste
comparada con la forma en que la veían. Pero el recuerdo de sus labios suaves
y su cuerpo presionado contra el de él, no ayudaba a la causa de inte ntar
mantener su cuerpo bajo control. Dudaba seriamente que lo hiciera hasta que
pudieran complacerla apropiadamente. Lamentablemente, era una de las
reglas, sin tocar hasta que ella les concediera permiso. Pero eso no significaba
que no pudieran usar palabras, miradas y otras formas de convencerla y
seducirla.
―Ella es hermosa―. En más de un sentido.
Zeb asintió y colocó otro gancho elevador en una viga de estructura. ―Lo sé,
y la ayudaremos a verlo, incluso si nos lleva el resto de nuestra vida. Admito
cuando me equivoco. A diferencia de Nazzara. Sé que las cosas serán muy
diferentes con Celeste. Será mejor―.
Página 471 de 590
Mejor era una subestimación. Iba a ser jodidamente fantástico, estaba seguro.
Raz le dio una palmada en el hombro a su hermano, y le gustó el hecho de que
Celeste ya estaba ayudando a recuperar su vínculo de hermandad, uniéndolos
en un objetivo singular. Para hacer de Celeste suya, para siempre.
Página 472 de 590
Capítulo Siete
Celeste no tenía idea de cómo iba a sobrevivir sin quemarse. Implacable era la
única palabra que podía encontrar para describir a los hermanos en los últimos
días. La alabanza fluía libremente en sus esfuerzos por absorber y retener todo
lo que enseñaban. Bondad y paciencia si cometía un error. Se arrastró a través
de las tuberías y ayudó a realinear brillantes circuitos de naves alienígenas.
Ayudó a Raz a restregar los enormes cilindros en el exterior de la nave,
incluso si le preguntaba cada pocos segundos si estaba cansada o si estaba
haciendo demasiado. Cuando alguno de los hermanos trabajaba, se
desnudaban y ella no tenía más remedio que mirar. Era difícil no babear sobre
el físico rojo, musculoso y masculino, doblándose y flexionándose,
estirándose y sudando. Cuatrillizos de naturaleza cuidadosa y sonrisas sexys,
y estaba peleando una batalla perdida. Los hermanos la tenían sofocándose y
su vientre inferior revoloteando. Ni siquiera quería pensar en la humedad
entre sus muslos. No hacía falta ser un genio en biología para darse cuenta de
que su excitación en torno a estos hombres crecía con cada encuentro
sudoroso y trabajador.
Esto se combinó con las palabras de Zeb que se repetían una y otra vez en el
fondo de su mente. Cuatro hombres grandes rojos musculosos, una mujer.
Todos podrían ser míos.
No, no seas estúpida.
Ella amablemente le recordó que tenía la misma edad que sus hermanos quad.
Él replicó que ella era peor que Kue, que siempre señalaba lo obvio.
Kue era muy dulce. Su preocupación con ceño fruncido rápidamente se
convirtió en sonrisas orgullosas mientras trabajaba con él en el centro de
comando de naves, aprendiendo las herramientas que usaba. No era
demasiado esfuerzo arrastrarse en los espacios más pequeños bajo su
supervisión y pasar los instrumentos por encima de los brillantes cables
azules, rojos y verdes.
Se rio ante la expresión confundida de Kue cuando gritó por su éxito,
haciendo que el panel se iluminara por encima. Ella se arrastró y levantó su
mano para chocar los cinco. Una vez que había entendido y respondido
gentilmente, había transmitido el conocimiento. Hasta que cada pequeño éxito
fue un choque de cinco.
Loc era parlanchín, en la sala de máquinas, con grasa de la nave espacial
manchándolo en distintas partes de su delicioso cuerpo, haciéndolo
irresistible y todo más atractivo para ella. Le habló sobre la vida en su planeta
natal, los grandes edificios Qui, que por su descripción parecían ser en forma
de pirámides. Le contó sobre los quads con familias, que vivían en unidades, y
una esposa se llamaba Sheraz. Finalmente entendió lo que significaba la
palabra. Recordando cuando habían hablado de tenerla como su Sheraz.
Esposa, ¿me quieren como esposa?
Sin secretos. Las palabras de Zeb resonaron en su mente como un cuerno. Ella
lo miró por un largo momento. ¿Confiaba en él, en ellos, lo suficiente como
para compartir sus pensamientos internos? Nunca había confiado en nadie
antes. Quizás es hora de empezar. Incluso después de un inicio difícil, no
han mostrado nada más que bondad estable y honesta.
tienen mujeres humanas viviendo en su planeta. ¿Cómo funciona eso, eh, con
ellas?―
Loc se encogió de hombros. ―Por todos los informes y rumores, muy bien.
Las hembras humanas son muy deseadas, ya que son fáciles de complacer.
Pero no puedo hablar por experiencia―. Sus labios se convirtieron en una
sonrisa traviesa. ―Eso es, por supuesto, a menos que quieras intentarlo, tú y
nosotros―.
Ella recordó las palabras de Raz de hace unos días. Las hembras humanas
son raras y más atesoradas en nuestro planeta que incluso nuestras propias
hembras.
El calor regresó a sus mejillas, y estaba segura de que su rostro podía
combinar con el color de su piel.
―Me encanta cómo te da sombra la piel. Yo, por supuesto, no tocaré ni haré
nada sin tu permiso, así que no temas―.
Ella negó con la cabeza, sintiéndose lo suficientemente a gusto con Loc para
dar un poco de vuelta. ―Eso no te detuvo hace unos días―.
―Cierto, pero conociendo a mi hermano mayor como lo hago, realmente
construirá un bergantín y me empujará dentro durante un mes entero―.
La risa burbujeó y se liberó. ―Creo que tienes razón. A veces se ve muy
severo. Pero también estoy agradecida por todo lo que hizo―.
―Entonces me creerás cuando digo que, a ninguno de nosotros nos gusta
verte triste, bonita. Por mucho que queramos complacerte, es más importante
que encuentres algo de paz y felicidad mientras estés con nosotros―.
Ella asintió con la cabeza, su corazón era una mezcla de emociones
beligerantes, y de querer abrirse más sobre sí misma a estos hombres
realmente maravillosos. Ya, al dejarla aprender y ser útil, la hicieron sentirse
mucho mejor y confiar en ellos mucho más. Ella se encontró con los ojos
dorados de Loc.
Página 476 de 590
―Las palabras tienen poco significado para mí. Cualquiera puede decir que
ama y hacen promesas que no tienen la intención de cumplir―. Cínica, sí, ella
no creía en el amor real. Era una fantasía de cuento de hadas, compuesta por
autores románticos y directores de cine.
―Entonces, ¿cómo vamos hasta ahora?―
―Tendría que decir... mejor que nadie que haya conocido... hasta ahora―.
Sabía que sus palabras revelaban mucho. Por un lado, todavía no confiaba
plenamente en ellos, pero al mismo tiempo sus acciones le hablaban más
fuerte que las palabras. Desde la distancia pensativa en los ojos de Loc, estaba
segura de que lo entendía. Eran hombres Demos muy astutos.
Se alejó de la pared. ―Bueno, aprendiz de ingeniero, ¿qué dices si vamos a
atacar el modulador de alimentos?― Ella se rio, contenta de no haber
presionado el tema. ―¿Cómo se puede atacar el modulador de alimentos?―
―Créeme, con el apetito de Raz, siempre me sorprende que tengamos
partículas para modular cualquier cosa―.
Ella tomó su mano ofrecida cuando subió la escalera fuera del pozo primero.
A ella le gustaba cómo la levantaba fácilmente, sin gruñir o incluso sin
aliento. Cuanto más conocía a los hermanos, más se ablandaba su corazón
hacia ellos.
****
Zeb sonrió mientras su hermano se reía con ella. Ahora esto era como debería
ser. Tal cambio en solo unos pocos días, claramente se sentía a gusto entre
ellos, y el orgullo se hinchó en su pecho por ver cuánta más confianza en sí
misma tenía. La hacía aún más hermosa. Loc vio a Zeb de pie junto a la
puerta, asintiendo a modo de saludo. La risa de Celeste se convirtió en
pequeñas risitas cuando tomó la dirección de la mirada de Loc y se giró en su
asiento.
Zeb se enorgullecía de su firme autocontrol, pero al ver el brillo de su sonrisa,
sintió que su control se deslizaba. Apretó las manos y respiró profundamente
para evitar marchar por la sala de comida, estrecharla en sus brazos y besarla
sin sentido. Más que nada, la quería debajo de él, gimiendo y retorciéndose de
placer mientras hundía su polla entre sus suaves muslos.
Ella debió haber captado su mirada carnal cuando su sonrisa cayó y
rápidamente apartó la vista. Raz levanto una ceja hacia él, "¿qué jodidos?"
Mientras se movía dentro de la habitación dirigiéndose hacia el modulador de
comida, sintiéndose menos de metro y medio de alto por sus pensamientos
traviesos.
Zeb los había guiado en innumerables misiones, y esta misión actual de
ayudar a Celeste a encontrar la confianza en sí misma estaba funcionando
perfectamente. ¿Cómo iba a hacer en las Planicies de Hielo para que ella los
aceptara como algo más que amigos? Dudaba que dejar escapar su intención
ayudaría. Simplemente la asustaría nuevamente y la obligaría a retirarse. Zeb
ladró su elección de comida a la máquina y esperó.
Kue retomó la conversación. ―No todos esos días fueron divertidos, pero
todos sobrevivimos―.
―¿Por qué rescatar chatarra? Son claramente muy inteligentes. ¿No había
otros mejores trabajos que podrían hacer?―
―En ese momento teníamos muchas ofertas, pero queríamos algo lejos de
estar al mando de otros. Este viejo carguero fue una oportunidad para una
especie de libertad―, respondió Kue.
Página 478 de 590
―Eso tiene sentido. Estoy segura de que sé lo que se siente al ser ordenado
como un inútil. Quiero decir, sé más o menos lo que quieres decir, estar a
merced de los demás―.
El agarre de Zeb en su bandeja de comida se tensó al escuchar las palabras d e
Celeste. Echó un vistazo a sus hermanos, queriendo saber de quién era la
misericordia a la que había sido sometida. Quería destrozar a los que la habían
hecho sentir fea y sin valor. Ninguno de los hermanos la presionó por más de
lo que ella ofreció.
Raz le sonrió, travesura en sus ojos mientras miraba a Zeb. ―Si no fuera por
nuestra elección, encantadora, entonces no habría tenido el placer de ver a Zeb
finalmente derrotado―. Zeb gruñó, poniendo los ojos en blanco.
―Esos dos―, Loc señaló señalando entre Raz y Zeb, ―han estado tratando
de mejorarse en combate desde que ingresamos al entrenamiento militar de
Galafrax, cuando éramos jóvenes―.
La curiosidad llenó su mirada mientras ella lo miraba, haciendo que su
estómago se apretara. Manteniendo la compostura, empujó a Raz para que se
deslizara por el banco.
―¿Combate?―
―Todos tenemos diferentes habilidades. Somos evaluados por nuestras
fortalezas en el entrenamiento, y trabajamos en esas fortalezas hasta que
llegamos a ser los mejores. Fue desafortunado que tanto Zeb como Raz se
destacaran en el combate cuerpo a cuerpo―.
―¿No puede ser todo en lo que sobresalieron? ¿Y tú, Loc y Kue? ¿En qué
sobresalieron?―
―Um, bien tecnología de armas e ingeniería espacial―, Loc ofreció primero.
―Nada de naves espaciales, no puedo volar, y me especialicé en biología―,
dijo Kue.
―Combate cuerpo a cuerpo y entre especies―. Raz se encogió de hombros.
―Tácticas de combate y liderazgo―, redondeó Zeb.
Página 479 de 590
vio la oportunidad y la iba a agarrar, rezando a los Dioses del Fuego que no la
asustara.
―Tienes razón, hermosa―. Zeb se encontró con su mirada, que se levantó
para encontrarse con la de él cuando habló. ―Todos decimos la verdad aquí.
Somos tuyos Todo lo que debes hacer es tomarnos, pero solo cuando estés
lista―.
Página 481 de 590
Capítulo Ocho
Celeste suspiró por enésima vez y se giró en su cama. Su piel estaba caliente,
por lo que se quitó la ropa para refrescarse, pero no hizo nada para aliviar el
dolor, la pesadez en sus pechos o la humedad entre sus piernas. La excitación
simplemente se negó a irse.
Su mente se volvió hacia mañana, un día entero con Zeb. Grande, fuerte, a
cargo, Zeb. El mayor, entonces él sería el primero en hacerle el amor.
―¡Auugh!― Ella se dio vuelta agarrando la almohada, empujándola sobre su
cabeza. Mis hombres, mis hombres, mis hombres rojos, sexys y protectores.
―Puedo hacer esto. Me quieren y los quiero. Esta es una manera de devolver
algo por su generosa bondad―. Fue una discusión sólida, y ella asintió y se
dirigió a la puerta. ¿Por qué era más difícil que cuando había encontrado la
puerta abierta en su jaula? Ella había tenido coraje alimentado por la ira.
Esto fue... ¿qué era? Asegurando un futuro e intentando encontrar algo de
felicidad. Necesito comenzar a escucharlos en lugar de a mí misma. Me ven
como bella, deseable, así que seré como dicen.
El corredor estaba oscuro cuando entró. Entrecerró los ojos, tratando de
recordar qué dirección tomar a la habitación de Zeb. Ella estaba en el
alojamiento de Kue, y Kue había dicho que tomaría otras habitaciones, ya que
había muchas en este nivel. Recordó que él había señalado dónde estaba cada
una, en caso de que quisiera algo durante el ciclo de descanso. Zeb, por lo que
Kue había refunfuñado, habitaba los cuartos del viejo comandante, el más
grande y el mejor de la nave. Como si sus pies ya supieran a dónde ir, no tardó
en encontrarse frente a la puerta de Zeb. ¿Por qué parecía más grande e
imponente en la iluminación tenue que durante la gira de Kue?
Porque estoy aquí para tener sexo y me está asustando. Sería más que solo
sexo. Estaba poniendo más que solo su cuerpo en la línea.
―Esto es estúpido ¡Estoy siendo estúpida!― Su coraje huyó, y se volvió para
irse al mismo tiempo que la puerta se abría.
―¿Hay algo que necesites, Celeste?― La profunda y aterciopelada voz de
Zeb envió un escalofrío por su espina dorsal, renovando los últimos rescoldos
de su excitación.
―Yo eh...― Se giró para mirarlo solo para tener su mandíbula caída. ¡Santa
vaca! Estaba casi desnudo, a excepción de la toalla negra envuelta alrededor
de su cintura. Las gotas de agua aún se deslizaban sobre los contornos
ondulados de su pecho esculpido. Cuando sus ojos se volvieron hacia abajo,
vio varias líneas levantadas, y lo que parecía haber sido alguna vez heridas
crueles. Sus cicatrices no le restaron nada a su sensualidad. No, agregó una
capa más profunda de letalidad a este hombre alienígena. Había peleado,
había sido herido y había sobrevivido, muchas veces, por las múltiples
Página 483 de 590
Sus labios se curvaron en una sonrisa. ―Es lo que sucede cuando te bañas―.
―E-eres el mayor. Loc dijo que tienes que ir primero...― ¿Se había
equivocado todo este tiempo? Quizás él no la quería después de todo. Su
corazón se hundió cuando un dolor repentino la atravesó.
―Oye, ahora, no hay cara triste―. Su voz se suavizó, y él pasó su mano por
su brazo, capturando su mano para sostenerla en la más cálida. ―No estas
equivocada. Loc te informó correctamente. Créeme, te quiero más de lo que
siempre he deseado a una mujer, y no solo por placer―.
Su corazón golpeó contra su pecho, haciéndola sentir mareada mientras se
acercaba, y el aire a su alrededor se sintió sobrecalentado. ―Me dijiste que
viniese a ti cuando estuviese lista. Estoy tan lista como nunca lo estaré. No
podría soportar otro día mirando a todos sin poder tocar. Pero también estoy
asustada―.
El asintió. ―Nunca debes temer de mí ni de mis hermanos, pero sé que, si me
aceptas, Celeste, me haré cargo. Haré lo que quieras para darte placer, y
aceptarás todo lo que diga y haga―. Se dejó caer de rodillas, llevando su
pecho directamente al nivel de sus ojos. Levantó la vista, y casi se quedó sin
aliento ante los remolinos de su dorada intens idad, deseo, necesidad que ardía
dentro de ellos.
―Lo que debes saber, siempre, dañarte nunca será mi objetivo. Estás a salvo
conmigo, siempre. Necesito que confíes en eso en mis manos, a nuestro
cuidado...― Pasó su gran mano derecha a lo largo de su brazo, haciendo que
su piel hormigueara y su respiración se acelerara ante el contacto, como lava
ardiente a través de sus venas ya calientes. ―Serás protegida y atesorada. Los
únicos gritos serán de éxtasis, nunca de dolor. Esto no es una fantasía pasajera
Te queremos como nuestra Sheraz, nuestra esposa. Haremos nuestro mejor
esfuerzo para darte todo lo que necesitas y deseas, por el resto de nuestras
vidas―.
Celeste estaba dividida entre querer llorar por las palabras que derretían su
corazón y arrojarse en sus brazos gritando, sí, sí, ¡sí! ¿En qué parte del
universo ella encontraría nunca a uno, sino a cuatro hombres tan maravillosos
y devotos?
Página 485 de 590
Tragó saliva y asintió. De alguna manera, ya sabía que no había marcha atrás,
desde el momento en que salió de su habitación. ―Acepto y confiaré. No es
fácil para mí confiar en nadie, así que te pido paciencia―.
Se acercó más, su profunda voz como seda sobre su piel. ―Por supuesto, no
vamos a ir a ningún lado. Estamos aquí para ti, siempre, hermosa―.
―Yo... no tengo a nadie, nada en la Tierra, y quiero que mi nueva vida esté
contigo, Raz, Loc y Kue―.
Él se puso de pie. Su altura y la intensidad de su mirada la hacían temblar, dio
un paso atrás, atrapándose contra la pared. Él apoyó un brazo sobre ella.
Luego, él bajó la cabeza, con los labios cerca de su cuello, y cuando sintió el
calor de su respiración y su cuerpo tan cerca, inhaló profundamente.
Luchó para no gemir mientras los escalofríos eróticos corrían por su columna
vertebral, y todavía no la había tocado. Su cuerpo respondió como una perra
en celo. Dios, ella lo deseaba, pero todavía estaba desesperadamente tímida,
asustada por tocarlo.
―Tú eres...― Él se acercó más, sus dedos rozando contra el interior de su
pierna, haciéndola estremecerse. ―Tan hermosa. Necesito una cosa más de ti,
Celeste. ¿Puedes, me darás lo que deseo?―
Ella levantó la vista, confundida por lo que quería decir. Ella no te nía nada
para dar, sin embargo, ella tenía todo. ―Yo... sí, sí puedo darlo―.
Su hermoso rostro era impresionante cuando sus labios se curvaron en una
sonrisa sensual. ―¿Me darás el control total sobre ti?―
Control total, ya había prometido nunca hacerle daño... pero rendirse a él en
todos los sentidos, confiar plenamente en él. Su mano se deslizó más arriba, y
su otra mano tomó su muñeca levantándola lentamente por encima de su
cabeza, como dándole la oportunidad de decir que no. Pero ella lo dejó
sostenerla en el mamparo, sintiendo el poder en su fuerza dominante. La
derritió aún más, haciéndola querer todo lo que tenía que dar, entonces ¿por
qué no debería dar todo a cambio?
―Sí―.
Página 486 de 590
―Entonces, ¿qué estás esperando?― Ella deslizó sus manos sobre sus
caderas. Su desafío volvió a encender el fuego carnal en sus ojos. Con
demasiada facilidad la empujó hacia abajo con una mano.
―Oh, no, belleza, estoy en el asiento del piloto aquí. Necesito que te relajes y
me dejes dominar―.
―Con gusto, comandante―. Ella soltó una risita, tratando de saludar. Él
sonrió ampliamente, inclinándose para robarle un beso. ¿Quién hubiera
pensado alguna vez que el sexo sería tan placentero como divertido? Supuso
que nunca había estado con el hombre correcto, alguien que estaba dispuesto
y queriendo complacerla en lugar de encontrar algo para meter la polla hasta
que se viniera.
Su sonrisa cayó cuando él abrió sus piernas, su miembro hinchado entre sus
piernas y presionando contra su agujero. Mierda que polla. Él era grande, y
ella tragó saliva tratando de relajarse mientras su coño ardía, estirándose para
acomodar su circunferencia.
Al darse cuenta de su incomodidad hizo una pausa, se inclinó arqueándose
sobre ella para acariciarla con besos en su cuello, antes de tomar sus labios en
un beso profundo y duro. ―Te estoy lastimando―, susurró contra sus labios.
―Sí, pero solo un poco, por favor, yo... no quiero que te detengas―. Si los
cuerpos de las mujeres podían empujar bebés, ella podría dejar que la
penetrara con su pene. Más que eso, quería sentirlo todo el camino dentro
suyo. ―Bésame, distráeme, haz que me desespere por ti―.
La obediencia fue instantánea, su boca sobre la suya con lentos besos, sus
manos se deslizaron en su pelo, manteniendo su cabeza cautiva mientras le
mordisqueaba los labios con sus afilados dientes. Ella jadeó cuando sus
dientes rompieron la superficie de su piel, y al mismo tiempo empujó una
buena mitad dentro de ella, casi forzando a su cuerpo a tomarlo.
Él chupó la pequeña herida, calmando la picadura y de nuevo alejando su
mente de estar tan estirada. Él sacudió su cabeza hacia atrás y gimió. ―Tan
ardiente y apretada, hermosa, no sé si duraré mucho más...― La tensión
Página 490 de 590
apareció en su rostro, y ella tuvo que hacer algo para sacarlos a los dos de su
miseria.
Metió los dedos entre ellos y acomodó las caderas, obligando a su cuerpo a
tomar el resto de su longitud. Sus ojos se abrieron cuando él la miró, y sus ojos
se encontraron. Ella podía ver su desesperación salvaje, sus dos cuerpos en
llamas. ―Deja que mis hermanos me maten si te hago daño, hermosa, pero no
puedo parar ahora―.
―Si te detienes, dejaré que tus hermanos te maten―, gruñó, sorprendida por
su propia audacia.
Se retiró antes de deslizarse dentro de ella lentamente, al principio, pero
pronto ganó velocidad, con fuertes y potentes embestidas. La quemadura se
había ido, su vientre dolía de adentro hacia afuera cuando un tipo diferente de
presión comenzó a acumularse a partir de la fricción constante. El
deslizamiento de su polla pareció golpear las sensibles terminaciones
nerviosas dentro de ella, haciéndola gemir en voz alta y agarrarse fuertemente
a él. Apenas podía creer cuánto estaba dentro de ella, llenándola, al mismo
tiempo acercándola a su pecho, mientras sus caderas trabajaban, una y otra
vez.
Qué maravilloso se sentía, rodeada de Zeb mientras la follaba completamente
sin sentido, y ahora que sabía lo maravilloso que era el orgasmo, se sentía
codiciosa por otro. Pero el que se estaba construyendo se sentía mejor, incluso
más fuerte.
―Sí, oh sí Zeb, ¡por favor, más rápido!― Su cuerpo comenzó a retorcerse de
nuevo, y ella se sintió como una diosa siendo follada por un ángel.
―Eres tan hermosa―, jadeó, sus ojos se abrieron, cerrándose con los de ella,
cuando su cuerpo comenzó a temblar. ―¡Te sientes tan bien, muy bien,
Celeste, mi Celeste!―
Sus ojos se movieron hacia atrás en su cabeza mientras la follaba tan fuerte y
rápido que pensó que moriría por la sobrecarga de placer. Él gimió, y ella se
estremeció en ola tras ola de completa dicha, haciendo que su cuerpo se
contrajera. La sensación de presión y calor dentro de ella, coincidiendo con su
Página 491 de 590
Capítulo Nueve
―Ooh―. Las partes doloridas del cuerpo de Celeste la ayudaron a alejarse de
la dicha del sueño, y rodó sobre su espalda sintiendo cada pequeña punzada
mientras se movía. El sexo con un tipo tan grande y caliente la dejaba
adolorida. A pesar de ello, sonrió cuando los recuerdos de la noche anterior
bailaron en su mente. Finalmente, teniendo una experiencia positiva y
maravillosa, se lamió los labios, de repente codiciosa de más. ―Ah―. Ella
hizo una mueca de nuevo. Bueno, tal vez después de que se haya recuperado.
―Bienvenida en esta mañana, encantadora―.
Su grito de sorpresa hizo que Raz se sobresaltara de su posición en el borde de
la cama, cayendo sobre su trasero mientras ella gateaba agarrando la sábana
contra su pecho desnudo.
Las pisadas golpearon, y la puerta se abrió, admitiendo a Kue y Loc,
preocupados por su expresión mientras miraban a Raz ahora en el piso.
―¿Qué le hiciste?― Loc y Kue miraron a Raz.
―Nada―. Raz se puso de pie y sonrió de nuevo.
―Me sobresaltaste―. Agarró la sábana con fuerza, su corazón aún latía en su
pecho.
―Oh, encantadora, tienes que empezar a acostumbrarte a que estemos aquí
cuando te despiertes―. Raz volvió a sentarse. ―No olvides que has aceptado
no solo a Zeb, sino a todos nosotros―.
En el fondo de su mente sabía que tendría que enfrentarse a los demás, pero no
se dio cuenta de que sería más temprano que tarde.
―¿Estás herida?― Preguntó Kue antes de poder responder la declaración de
Raz.
―Ella lo está. Escuche sus gemidos de dolor―.
Página 493 de 590
Ella frunció el ceño a Raz, levantando sus piernas para hacer una mueca.
―No estoy gimiendo. Sí, estoy un poco adolorida, no herida―.
―Entonces, ¿estás complacida con Zeb?―, Preguntó Loc, y todos la
observaron expectantes.
El calor le infundió la cara. Raz tenía razón. Tendría que acostumbrarse a
tener cuatro hombres, no solo uno. Ella asintió con un susurro, ―sí―.
―Mira, te dije que no nos tomaría a todos darle placer a ella―. Loc sonrió a
sus hermanos con satisfacción.
―Así que, encantadora―. Raz alcanzó la sábana y comenzó a tirar. El breve
tironeo terminó con ella desnuda y avergonzada, cubriendo sus pechos con
sus manos. ―Eres nuestra esposa, recuerdas, así que no sientas vergüenza.
Queremos verte, belleza―. Él le tendió la mano, haciéndole señas para que se
alejara de la esquina.
Aspiró profundamente. Ella había ido voluntariamente a Zeb, y la había visto
desnuda y él amaba su cuerpo. Levantó la mirada observando a los tres
hermanos, estudiando sus rostros hambrientos e intensos. Era difícil romper
viejos hábitos y acostumbrarse a cosas nuevas. Hasta el momento había
sufrido muchos cambios, pero este cambio al menos era para mejor. Todos
eran igualmente apuestos, y no se volvían atrás en mostrar cuanto la deseaban.
Retiró sus manos de sus pechos, moviéndose a través de la cama grande para
colocar su mano confiadamente en la de Raz.
―Es difícil acostumbrarse―, admitió.
El calor se movió a través de su brazo cuando una mano más grande envolvió
a la más pequeña, su mirada recorrió su cuerpo desnudo. ―Majestuoso, ¿no
es así, hermanos?―
―Eres belleza suave y pálida―. Loc pasó la lengua por sus labios.
―Absolutamente cautivadora―. Kue le sonrió hambriento por sus pechos.
Página 494 de 590
Raz tiró de ella hacia adelante, y chilló cuando perdió el equilibrio y cayó
hacia sus brazos que esperaban, antes de que la levantara contra él,
acunándola protectoramente.
―Gracias por permitir esto. Sé que es difícil, pero te ayudaremos paso a paso.
Confía en nosotros para cuidar de ti. Entonces, ¿cómo suena un baño caliente
y algo para calmar tu dolor?―
La sorpresa la hizo pestañear y se rio entre dientes. ―¿Crees que somos
salvajes hambrientos y exigiríamos nuestro turno contigo?―
―Bueno, yo...― Ella asintió, ahora sintiéndose tonta. ―Un baño caliente
suena bien. No pensé que su nave tuviera baños―.
―Puedes culpar a Zeb por poseerte. No se limitó a tomar los cuartos del viejo
comandante por su tamaño. Viene con un área de baño―.
Ella se agarró a los hombros de Raz mientras se levantaba, llevándola con él.
El simple esfuerzo que tomó levantarla la dejó asombrada. Wow, realmente
tengo hombres fuertes. Obtuvo su primera mirada real alrededor de la
habitación mucho más grande de Zeb. Había sillas de mesa, una gran estación
de trabajo y una segunda puerta frente a la entrada.
―Buscaré el inhibidor del dolor. Solo recuerda las órdenes de Zeb―. Kue
miró a Raz por un segundo antes de darse vuelta.
―Iré a por la comida de la mañana―. Loc le guiñó un ojo y siguió a Kue
fuera de los aposentos de Zeb.
―Um, ¿no debería volver a mi habitación? Realmente no tienes que hacer
todo esto por mí. "Ella se movió un poco en los brazos de Raz. "Se supone que
debo estar de servicio con Zeb―.
―Hoy no, y debes saber, ahora que has aceptado ser nuestra, que las reglas
anteriores ya no se aplican. Lo que queremos hacer más en todo este universo,
en lugar de darte placer, es cuidarte. Entiende que es lo que cada Demos quad
está entrenado para hacer desde el nacimiento. Anhelamos encontrar a alguien
especial a quien cuidar, y, encantadora, cuidarte es una alegría total―.
Página 495 de 590
Ella lo miró sin saber qué decir cuando la puerta silbó detrás de ellos. La
habitación estaba distribuida de forma sencilla, con la bañera con un
semicírculo negro oscuro atornillado a la pared y una escalera que subía y
bajaba por el borde del agua turbulenta. Parecía celestial. Solo acéptalo.
¿Cuándo más en tu vida vas a experimentar alguna vez que alguien te cuide
y realmente quiera hacerlo? No soy una carga aquí, con mis hombres.
Cuanto más se lo decía a sí misma, más lo aceptaba, solo un poco, rompiendo
las paredes que había construido alrededor de sí misma y su corazón.
―En ese caso, Sr. Raz, no me gustaría quitarles ninguna alegría―.
Él se inclinó para besar la punta de su nariz. ―Sabía que lo verías a mi
manera, pero los otros dudaron de mí―.
―¿Soy tan desagradable?―
Su hermosa ceja roja se arrugó en un ceño fruncido, y era tan lindo.
―¿Persona desabrida?― (La palabra en inglés es Sourpuss, que significa
desagradable, desabrida, poco afable, etc.… es por eso su confusión.)
Ella soltó una risita. Había algunas expresiones humanas que dejab an
desconcertados a los hermanos, y reconoció que se reía un poco al explicarles.
―No―.
Página 496 de 590
enfrentar a sus hombres. Era hora de probar algunas otras teorías que se
arremolinaban en el fondo de su mente.
No mucho antes de que el Jorval la tomara, ella había estado creando
lentamente una nueva vida, lejos de todas las influencias negativas de su
pasado. Quedó impresionada en el momento en que se despertó en esa jaula,
pisoteando su recién encontrada libertad en el suelo frío y sin emociones de la
nave espacial. No más. No era solo confianza. Sus maravillosos Demos le
habían dado una nueva oportunidad y esperanza de una vida muy diferente y
positiva, y tal vez... una con amor.
Respiró profundamente, sintiéndose cautelosa y en control. Silenciosamente
se movió hacia la puerta, tocando suavemente el botón de apertura.
****
―¿Qué estás haciendo aquí?― Loc llevando una bandeja llena de comida y
un tazón humeante de purrt, frunció el ceño a Raz. ―¿Le hiciste algo para
que ella te echara?―
Raz rodó los ojos. ―No, hermanito, ella es tímida para aliviarse frente a los
demás―.
―Oh―. Loc se quedó allí por un momento sosteniendo la bandeja, esperando
con Raz.
―¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?― Kue entró a zancadas a los
aposentos de Zeb. ―Han hecho algo para ofender a Celeste, ¿verdad?―
Señaló el inhibidor de dolor acusándoles.
―No claro que no. Celeste es tímida―. Loc golpeó a Raz con la explicación.
Kue ladeó la ceja confundido. ―¿Acerca del baño?―
―No, la otra cosa―.
Página 498 de 590
―Oh―. Kue se unió a los otros dos a la espera, y los tres se quedaron en
silencio por un momento.
―¿Cuánto tiempo necesita?―, Preguntó Loc.
―Le di tres minutos―. Raz se cruzó de brazos.
―¿Es suficiente? ¿Cuánto tiempo necesita una mujer humana para tales
cosas?― Kue reflexionó tocando el inhibidor contra su muslo.
Raz se encogió de hombros. ―Eres el experto en biología, dinos―.
―¿Cómo no sabíamos esto antes?―, Cuestionó Loc de nuevo.
―No debería importar. Mira cuánto hemos progresado hasta ahora, así que, si
ella necesita un poco de privacidad, lo respetamos―.
―¿Y en cualquier otro momento?― Loc balanceó la bandeja con una mano,
tomando un pedazo de pan flava replicado y mordiéndolo.
Raz sonrió. ―No es una posibilidad, ella es nuestra ahora, y lo más
importante, es mi turno con ella―.
Loc y Kue pusieron los ojos en blanco con un gemido. ―No la canses. Soy el
próximo―.
―Así que así es como lo hacen, ¿están parados y discutiendo quién está a
punto de follarme?―
Todos ellos saltaron al sonido de la voz de Celeste. Ella estaba parada allí con
una toalla negra envuelta alrededor de su cuerpo haciendo que su piel pálida
fuera aún más atractiva, como un regalo esperando ser desenvuelto. Loc casi
derriba la bandeja de comida, y Kue agarró su inhibidor con fuerza.
―No es una discusión. Es solo la forma de hacer las cosas―. Raz asintió con
la cabeza preguntándose cómo en las Llanuras de Hielo ella había logrado
acercarse sigilosamente a ellos. Suponía que no era tan difícil cuando todas
sus mentes se centraron en sus barreras.
Página 499 de 590
****
Por las tres miradas en blanco, pensó que nunca se les había hecho semejante
pregunta. Pero Loc sonrió. ―El universo no se derrumbará en lo más mínimo.
Mira, incluso te traje algo de comida. Levantó la bandeja―.
Celeste negó con la cabeza, pero sonrió.
―Gracias, Loc―.
―Loc, baja aquí. Tenemos que trabajar en conectar el acoplamiento para que
podamos salir de este maldito planeta―. La voz inconexa de Zeb rugió a
través de los altavoces, y la sonrisa de Loc cayó y pareció muy apenado.
Con un suspiro dramático se dirigió a la mesa y dejó la bandeja. ―El deber
llama, pero no esperes demasiado. Necesitas comida, y se enfriará―.
―Gracias, Loc―. Ella sonrió con aprecio.
Sus ojos estaban puestos en ella mientras retrocedía hacia la puerta, con los
labios abiertos en una sonrisa mientras barría su mirada ansiosamente sobre
su cuerpo. Estuvo a punto de golpear el marco de la puerta, y su sonrisa se
volvió ridícula antes de desaparecer.
―Antes de que hagas eso, ven aquí―. Kue la tomó de las manos y la llevó a
la cama, levantándola fácilmente para que se sentara en el borde.
Página 500 de 590
mirando sus intensos oscuros dorados. Sus labios se curvaron en una sonrisa
de complicidad.
―Dime lo que quieres, mi belleza, toma el control de tu placer―, susurró, a
solo una pulgada de su boca. ―Somos tuyos tanto como nos perteneces a
nosotros―.
―Trato―. Raz cayó de rodillas. ―Tienes razón. Zeb nos contó muchas
cosas, y cuando nos contó esto, he querido hacerlo―. Un grito sin aliento
sonó en la habitación cuando Raz se apoderó de sus caderas, arrastrándola con
fuerza hacia el borde de la cama. Empujó sus piernas hacia atrás y enterró su
cara entre sus piernas, su lengua arremetió para lamer entre sus pliegues. Su
espalda se arqueó, sus manos automáticamente se dirigieron a su cabeza
mientras lamía y chupaba su clítoris, antes de sumergirse en su canal,
lamiendo sus fluidos jugos. Sus gemidos se elevaron en el aire. Media loca
por Raz entre sus muslos, saboreando su tierna carne, alzó la vista para
encontrar las manos de Kue rozando su torso, tocando sus pechos antes de
inclinarse para tomar un brote en su boca, amamantándose como Raz estaba
haciendo con su clítoris. La sobrecarga la golpeó de repente y con fuerza, y en
segundos su cuerpo se convulsionó cuando el relámpago líquido hizo que
cada terminación nerviosa chisporrotee y cante.
Raz se echó hacia atrás, y todo su cuerpo se relajó, haciendo que ambos se
detuvieran. ―¿Viste lo rápido que alcanzó su punto máximo?― Se habría
reído del orgullo en su voz, si no estuviera simplemente tratando de rellenar
sus pulmones con oxígeno.
―Quiero intentarlo. Muévete―. Kue se movió de la cama para sacar a Raz de
entre sus muslos.
Incluso aturdida, se dio cuenta de lo que estaba por suceder. ―Oh Dios,
Kue...― No tenía ninguna experiencia real en tríos, y no tenía idea de qué
hacer, cómo comportarse, y decidió que era una buena idea ser guiada por
ellos.
―¿Estás herida, preciosa?― Raz estaba inclinado sobre ella ahora, una de sus
palmas ya ahuecando su pecho.
Ella sacudió su cabeza. ―No, yo solo... no sé si puedo venirme tan pronto―.
Él sonrió maliciosamente. ―Quiero ver si puedes. Dijiste que confiabas en
nosotros―.
Página 505 de 590
―Esfuerzo en equipo, uno folla duro y rápido para ayudar a construir su cima.
Luego intercambiamos y continuamos hasta que alcanza su punto máximo,
pero tú no eres Demos―, respondió Kue. ―¿Qué está mal?―
―Nada, pero todo. Raz, ayúdame, quiero tenerlos a los dos, no solo uno a la
vez, por favor―.
Los hermanos intercambiaron una mirada, ambos aparentemente
confundidos, pero aun así Raz obedeció. Él se sentó sobre sus talones,
tomándola de los brazos para ayudarla a sentarse, su furiosa polla oscilando y
dura entre ellos.
―¿Qué es lo que necesitas?―
Pasó su mano sobre su pecho, sus mejillas se pusieron rojas. Era difícil hablar
de sexo, pero fueron muy pacientes con ella, esperando con impaciencia las
instrucciones. Le habían dicho que se hiciera cargo de su placer, y esta era su
intención. ―¿Te pondrías detrás de mí y me tomarás de esa manera, para que
pueda complacer a Kue al mismo tiempo?―
Ella enterró su cabeza en el pecho de Raz para ocultar su vergüenza. Raz solo
se rio, acariciando su espalda. ―No es algo que hayamos hecho alguna vez,
pero no hay límites. Ven entonces―. Él la jaló hacia atrás, y todos se
reposicionaron en la cama. La espalda de Raz estaba contra la pared, y ella
estaba acostada de costado frente a él. Su enorme cuerpo acunó el suyo, y sus
grandes manos rojas comenzaron a vagar por su piel mientras colocaban
besos sobre sus hombros y a lo largo de su cuello.
―Me gusta esto―. Los brazos de Raz se volvieron para jugar con sus pechos,
una mano serpenteando entre sus muslos. ―Tanto que puedo alcanzar desde
esta posición―. Ella siseó cuando sus dedos acariciaron a lo largo de su
hendidura, encontrando su clítoris y jugando con el brote endurecido.
―Todavía tan húmedo por nosotros, ¿verdad, preciosa? Tú y tu cuerpo son
una maravilla de la que nunca tendremos suficiente―.
Levantó su pierna izquierda y la suya, y esta vez no perdió el tiempo,
deslizándose en su calor húmedo. Ella gimió ante la sensación de estar
estirada y llena.
Página 508 de 590
Raz apenas había terminado, jadeando en su oído. Ella jadeó cuando fue
arrancada de sus brazos y arrojada sobre su espalda. Kue estaba ahora sobre su
cuerpo, gruñendo cuando él entró en ella con tanta fuerza que le quitó el aire
de los pulmones, retomando donde Raz no había podido terminar. Follada con
tanta ferocidad, no podía hacer nada más que tomarlo. La incesante fricción la
inclinó sobre el borde, y su cuerpo estalló por dentro.
Su espalda se arqueó, y ella gritó en silencio mientras luchaba por recuperar el
aliento, sus paredes interiores apretaban su polla. Kue gimió, su cuerpo
temblando cuando él también se derramó dentro de ella.
Celeste se dejó caer en la cama, completamente exhausta, pero una cosa que
no pudo evitar fue la sonrisa de felicidad en su rostro. Kue colapsó sobre ella,
su peso era una media frazada de bienvenida, medio aplastándola.
―Aléjate de ella, idiota. No puede respirar―.
―Belleza, ¿estás lastimada?―
―Miii, estoy biennn―.
Echó un vistazo a sus risas etéreas, y consciente lo suficiente como para ver
sus sonrisas y puñetazos. La movieron entre ellos. Se acurrucó contra Raz, y
él le acarició el pelo cuando Kue le acarició el brazo.
―Descansa ahora, nuestra Sheraz. Te mantendremos a salvo, para
siempre―.
Nada había sonado tan bien.
Página 510 de 590
Capítulo Diez
Loc sostuvo la pieza de tecnología alienígena. ―Apostaría mi turno con
Celeste, los Jorval no inventaron esta tecnología, y no sé quién lo hizo. Desde
el viaje grabado, cada vez que lo usaban para saltar de una galaxia a la otra
causaba daño a los amortiguadores de integridad―.
Zeb tomó el dispositivo. ―¿Funcionaría con la tecnología de Galafrax?―
―No sin poner en peligro nuestra nave y nuestra vida. También me hace
preguntarme cuántos no han sobrevivido―.
―No hay forma segura de saltar galaxias, ¿verdad?―
―Tenemos que comunicar esto a los expertos en Galafrax. Si no pueden
hacer algo para mejorarlo, entonces debemos detener las actividades de los
Jorval. Está claro que no van a dejar de secuestrar mujeres humanas―.
Zeb asintió. ―Mantenlo seguro. Saquemos esta basura del planeta y al
hogar―.
Loc suspiró y miró su reloj. ―¿Crees que esos dos ya terminaron con ella?―
Zeb sonrió. ―Los pasé por el salón de comidas hace poco tiempo. De todos
modos, creo que es su turno de volver a trabajar contigo―.
A Loc no le tomó demasiado tiempo esconder el dispositivo y salir. Justo
cuando Zeb había dicho que había encontrado a Celeste en el comedor,
sentada junto a Kue bebiendo su purrt. Mantuvo un exterior tranquilo a pesar
de la emoción que lo recorría. Era su turno con ella. Todos sus hermanos
estaban caminando con sonrisas engreídas en sus caras, compartiendo cuánto
placer estaban disfrutando de su delicia femenina.
Una vez que Loc la hubiera tomado, entonces se cumpliría el orden del
primero y no importaría quién la complaciera después.
Ordenando su comida, se movió para unirse a ellos. Ella levantó la vista y le
sonrió. Por las Llanuras de Hielo, era hermosa, y sus ojos brillaban con tanta
confianza.
Página 511 de 590
―Oye, Loc, ¿qué hay en la agenda hoy?― Le encantaba lo ansiosa que estaba
de ayudar. Su belleza no era solo su cara bonita y sus ojos azules; su belleza
brillaba desde su corazón.
―Deberíamos terminar de realinear el último de los circuitos, entonces
podemos encender el motor. He terminado de conectar el acoplamiento
Reisin―.
****
Celeste sintió que los motores cobraban vida. Vibraba cada parte metálica,
incluido el escalón en el que le habían ordenado que se sentara mientras Loc
Página 512 de 590
a su alrededor. Había logrado sacar una silla de algún lado, y la levantó para
acunarla en su regazo.
―¿Cómo... cómo sobreviví? ¿Por qué no morí con los demás?―
―Lo he pensado un poco, aparte de la intervención divina, entregándote a
nosotros―. Su sonrisa, derrite-corazones, se mezcló con un toque de
arrogancia. ―Lo único que se me ocurre es que fuiste arrojada al foso del
motor y el acoplamiento de trabajo restante colocó una barrera a tu alrededor
y al motor. Entonces, lo qué debería haberte matado, en realidad te ha salvado
la vida. Por los grandes Dioses del Fuego, te agradezco que lo hicieras. Mis
hermanos y yo todavía seríamos miserables náufragos sin ti―.
Una risa instantánea estalló ante sus palabras. ¿Eran náufragos miserables?
Parecía difícil de creer. Hombres extraterrestres fuertes, maduros y
trabajadores, sexy como el infierno.
―Mi vida no era un lecho de rosas antes de que los Jorval me tomaran. Fue
duro, violento. Yo... yo era miserable. Estaba huyendo para comenzar una
nueva vida cuando me llevaron. Supongo que realmente encontré una nueva
vida después de todo―. Se tragó el nudo en la garganta, sus emociones
rebotando por todo el lugar. Ella encontró su mirada fija. Él -no, todos ellos-
merecían saber sobre su pasado, tanto como ella quería aprender todo sobre
ellos.
―No sé lo que es un lecho de rosas, pero entiendo tu significado. ¿Estás más
feliz ahora, con nosotros?―
Se giró en su regazo, para mirarlo mejor, sonriendo ante sus palabras. ―Sí, y
lo digo desde el fondo de mi corazón―.
―Un corazón humano tiene cuatro cámaras. ¿A qué parte de eso te
refieres?―
Ella sonrió, dejando que sus manos se alisaran sobre su pecho bien definido,
hacia su cuello e imitando su movimiento anterior de ahuecar su cabeza entre
sus manos y presionar su frente contra la de ella. ―Lo digo con todo lo que
soy. Tú y tus hermanos me han salvado, en más de un sentido. ¿Qué tengo
Página 516 de 590
****
pero esta era una posición en la que nunca había estado antes. Ella no estaba
exigiendo nada, solo preguntando, con su voz suave y sedosa.
Era el deber de un hombre Demos hacerse cargo y complacer a la mujer, y no
al revés. Ella no es Demos. Ella era aún mejor, y haría todo lo que pidiera,
incluso esto.
―Quítate la ropa, por favor, Loc―. Ella mordió su barbilla, plantando
pequeños besos a lo largo de su mandíbula. Deseoso de cumplir, se deshizo de
todo en un tiempo récord.
Ella se lamió los labios, la lujuria brillaba en su mirada mientras rozaba su
cuerpo. ―Guau, sus cuerpos son tan increíbles. Tan en forma, tan masculino
y sabroso―. Ella se inclinó, lamiendo su pecho. ―Soy una mujer muy
afortunada―. Sintió el peso de su mirada.
Saber que lo encontraba atractivo, incluso con sus cicatrices de batalla, lo
llenaba de orgullo. Él gimió llegando a agarrar sus hombros, de repente
necesitándola debajo de él. Quería que sus cuerpos se deslizaran unos contra
otros. Pero se contuvo, ya que ella quería tener el control. ―Celeste, por
favor, me estás matando aquí―.
―Acuéstate, guapo―. Ella tiró de él, se movió y se dejó caer de espaldas.
Ella se arrastró sobre él y se acomodó entre sus muslos. ―Tus hermanos son
maravillosos, están a cargo y me hacen sentir como nunca antes. Pero esta vez
quiero mostrarte cómo puedo complacerte tanto como ustedes a mí―.
―Sí, lo que quieras―.
―Gracias, Loc―. Besó su pecho, sacándose el mameluco de trabajo, dejando
que sus senos se liberaran. Él se humedeció los labios ante la carne pálida y
rosada. Ella se inclinó, dejando que sus senos rozaran su pecho, y lo besó
suavemente. Sus manos acunaron su rostro mientras profundizaba el beso, su
lengua deslizándose a lo largo de su boca. Él extendió la mano hacia ella
mientras sus lenguas bailaban y luchaban por la supremacía. Deslizó su mano
por su espalda, empujando el resto de su traje sobre su culo redondo y
completo. Ella se sentó y llevo el traje sobre las piernas y lo arrojó a un lado,
antes de sentarse sobre él y reanudar el beso. Incapaz de ayudarse a sí mismo,
Página 518 de 590
Fuegos del Infierno, debería ser el único con toda la gratitud, no ella.
Loc levantó la cabeza y observó cómo examinaba su vara, deslizando sus
dedos sobre la piel pre-lubricada y delicada, y se tensó por un momento.
―Después de probar a tu hermano, sé que serás igual de sabroso―. Se lamió
los labios con impaciencia, y todo su cuerpo se relajó mientras ella hundía la
cabeza en su entrepierna. Él no podía ver a través de la cortina de su cabello,
pero sintió su húmeda lengua deslizarse sobre su vara, antes de ser engullida
por el calor de su boca.
Sus ojos se volvieron hacia su cabeza, gimiendo ruidosamente, sus dedos
agarrados al colchón desnudo debajo de él para detenerse de alcanzarla,
volteándola y hundiéndose en el calor entre sus muslos. Los hombres Demos
eran conocidos por su aguante y resistencia, pero con su ardiente boca
succionando su polla, su lengua girando alrededor de la punta sensible, no
había forma de que este o el próximo fuera a durar. El placer total fue más de
lo que jamás había experimentado.
―¡Belleza!― Jadeó. ―¡Si sigues... oh, sigue haciéndolo, voy a alcanzar el
punto máximo! Necesito darte placer primero―.
Levantó la cabeza y sus ojos azules brillaron con lujuria. ―Bobadas, no hay
regla para decir que no puedo darte placer primero. Además, tienes un sabor
increíble―.
―Pero voy a mancharte la boca con mi semilla―.
Las vibraciones de su risa enviaron picos de placer erótico a través de su polla
y todo su cuerpo. ―Quiero probarlos a todos ustedes, Loc. No me lo niegues
ahora―. Ella volvió a trabajar en su polla, con tirones más fuertes, y donde su
boca no llegó, su mano se deslizó hacia arriba y hacia abajo. Oh por los cielos,
su sangre hervía en sus venas y su cuerpo temblaba mientras ella lo
succionaba y lo empujaba al borde. Gimió en éxtasis cuando alcanzó su punto
máximo, derramando su semilla en su boca dispuesta, escuchando sus
gemidos de placer cuando finalmente se rindió a lo que ella quería.
Página 520 de 590
notando cómo sus pezones se endurecían bajo su toque. Qué fácil era de
complacer y satisfacer.
****
Capítulo Once
Celeste gritó, levantándose. Los brazos de Loc la rodearon, abrazándola
fuertemente. Ella parpadeó hacia Zeb parado sobre ella y Loc. Un momento
de culpa corrió por su cuerpo como si hubiera estado engañándolo. No, son
todos tuyos, no importa quién te haga el amor.
―¿Quienes son?―
La pantalla cobró vida, haciendo que Celeste se quedara sin aliento al ver por
primera vez tres naves amenazantes y bastante grandes.
―Tres buques de guerra Jorval contra una nave de rescate de chatarra―. Raz
miró la gran pantalla parpadeante. ―Apenas parece justo―. Le lanzó a
Celeste una pícara sonrisa. ―Para ellos―.
Jorval. Todo su cuerpo comenzó a temblar. ―¿Están aquí por mí?― Ella
levantó la cabeza para mirar a Zeb a los ojos.
Él la tomó en sus brazos. ―Hermosa, ¿crees que dejaríamos que te lleven
lejos de nosotros?―
―Raz puede ser un idiota el ochenta por ciento del tiempo, pero está en lo
correcto, debes confiar en nosotros―, agregó Kue.
―Lo hago―.
Kue sonrió. Ella sabía que él estaba tratando de tranquilizarla. Kue y Raz
miraron a Zeb.
―Están bloqueando las comunicaciones salientes y nos están llamando―.
Kue miró hacia atrás a su panel.
―Tácticas estándar, si nos hubieran querido muertos, ya habrían disparado.
Abre las comunicaciones. Ya sabemos lo que quieren, pero es bueno tener su
punto de vista de lo que piensan que quieren―.
Celeste se presionó contra el mamparo cuando la pantalla cambió a la cara de
un Jorval. Se tapó la boca con la mano para evitar que su voz se escuchara.
Vio imágenes de pesadilla de su captura y de estar en esa nave, metidas en
jaulas con nada más que agua. Los gemidos y las lágrimas de sus compañeras
cautivas. Una mano en su brazo la hizo saltar, y se volvió para ver a Loc de pie
allí, con los ojos llenos de preocupación. Ni siquiera lo había notado entrar al
puente, pero silenciosa y suavemente, la tomó en sus brazos, abrazándola
fuertemente mientras temblaba.
―Shh, belleza, te tenemos―, susurró. ―No ellos y nunca lo harán―.
―Este es el comandante Zeb de la nave de salvamento Reclaimer. ¿Cómo
podemos ayudarte hoy? ¿Tienes algún rescate que desees intercambiar?― El
tono de Zeb era tranquilo y parejo.
―Soy el Comandante Reedip de la nave protector Jorval Kiff. El naufragio
que rescataste en el planeta abajo nos pertenece. Si tus vidas valen, lo
entregarás―.
―La ley intergaláctica Hellious establece que los salvadores con licencia
tienen todo el derecho a tomar restos no reclamados. ¿Te importaría ver
nuestra licencia, Reedip?― Incluso agregó una leve sonrisa. Celeste miraba
con total fascinación. Claramente, Zeb sería un gran jugador de póquer.
Página 532 de 590
―No fue no reclamado. Es propiedad Jorval. Eres solo una nave de remolque,
no son rival para nuestros buques de guerra. Si no vas a entregar nuestra
propiedad, entonces lo destruiremos―.
―Vamos, comandante, dudo que haya algún beneficio en la destrucción de
nuestra preciosa carga. Puede que te interese saber que salvamos algo más que
metal en este planeta inútil. Dime, ¿qué vale ahora una mujer humana en los
mercados clandestinos de esclavos?―
La mirada de Zeb se deslizó hacia donde Loc la tenía en sus brazos, y él
asintió hacia Loc.
―No rompemos la ley intergaláctica. Soy consciente de que las hembras
humanas ahora están protegidas por tu especie―.
―Estás mintiendo. Los Jorval venderían a sus propias madres para obtener
ganancias―. Loc siguió susurrando comentarios.
―Soy tan comerciante como tú, y algunas leyes, bueno, no me interesan tanto
como otras, cuando no hay ninguna ganancia en ellas. Hablemos y lleguemos
a un acuerdo beneficioso mutuo―.
―No necesito negociar contigo cuando puedo simplemente tomar lo que
quiero, o destruirte―. La piel cremosa del alienígena de orejas grandes se
enrojeció de ira.
―Oh no, entonces si nos destruyes estarás destruyendo miles en créditos.
Celeste, ven aquí―. Zeb extendió su mano hacia ella, sus ojos se encontraron,
suplicando silenciosamente que confiara en él.
Wow, ella realmente entendió algo de la comunicación silenciosa que ellos
hicieron.
―Juega, belleza. Confía en nosotros, esto es solo para mostrar. Si no
podemos probar que tenemos algo de valor, simplemente nos matarán.
Necesitamos jugar con su codicia―. Loc le susurró al oído antes de empujarla
hacia adelante.
Página 533 de 590
―No tienes que decir nada ahora mismo. Tenemos que enfocarnos en nuestra
situación. Hermanos, ejecutemos el plan gamma catorce. Loc, toma el mando,
y Celeste, sé que eres fuerte, pero necesito saber si puedes manejar esto,
siendo nuestro cebo y enfrentando a los Jorval―.
―Puedo hacerlo. Sé que no dejarás que me pase nada. Estoy totalmente de
acuerdo con todo lo que necesites hacer―. Se enderezó, sintiendo que su
valor aumentaba. Diablos, con estos cuatro hombres a su espalda, ¿quién no
sentiría que podían enfrentarse a cualquiera y vencer?
―No te haría esto a menos que no tuviera otra opción. Lo que necesito es que
seas nuestra mujer indefensa y enojada. Vamos a dejar que te lleven. Pero no
sin estar preparados. Kue, ve a prepararla y explícale―.
Kue intercambió una mirada con Loc, agarrando su mano, y no perdió el
tiempo en tirar de ella detrás. Trotó con Kue y Raz mientras marchaban por el
pasillo, girando hacia un lado y a otro. Perdió la orientación hasta que se abrió
una puerta y la condujeron a una habitación completamente vacía. Raz marcó
un código junto a la liberación de la puerta y de repente las paredes se
abrieron. Ella parpadeó contra las brillantes luces y todo el equipo de
comando alienígena de aspecto elegante.
―Wow―. Respiró, su ritmo cardíaco aún más fuerte. Kue comenzó a agarrar
una armadura corporal, armas, cuchillos y unirlos a varias partes de su cuerpo.
―Bien, preciosa―. Raz sacó unas correas largas, salpicadas con lo que
parecía una envoltura de burbuja negra, y las sostuvo con una sonrisa.
―Déjame explicarte qué es gamma catorce―.
Página 536 de 590
Capítulo Doce
Debido al tamaño más pequeño y redondeado de Celeste, Raz y Kue tuvieron
que hacer modificaciones rápidas en las correas y bolsillos ahora escondidos
debajo de su ropa. Raz no quería nada más que envolverla en sus brazos y
quitar la preocupación en sus grandes ojos azules. Tan valiente para seguir su
plan, iba a ser una madre fantástica, tan pronto como la semilla germinara en
su cuerpo. Lo que le preocupó más que su misión actual fue su reacción de
sorpresa y casi de pánico cuando todos confesaron sus profundos afectos.
Raz y Kue estaban equipados con trajes especiales de sigilo que habían
guardado de misiones pasadas. Las ventajas de ser una vez lo mejor en lo que
hiciste, algunos juguetes debes conservarlos. Ahora esperaban que Zeb y Loc
se unieran a ellos.
―Hey―.
Ella lo miró.
―Todo va a estar bien. No dejaremos que te pase nada―.
Respiró profundamente. ―Lo sé, pero ¿quién impedirá que les suceda algo a
alguno de los cuatro?―
Totalmente preciosa, valía más que mil mujeres Demos en Galafrax, se
preocupaba por ellos. No tenía que decir nada. Sus acciones y la preocupación
en sus ojos decían más de lo que las palabras podían. Pensó en lo que podría
decirle para aliviar su miedo.
―Durante unos pocos millones de años de Galafraxian, nuestra genética ha
determinado que cada hombre Demos nazca en grupos de cuatro. Pero nuestro
vínculo fraternal va más allá de la genética. Es algo más fuerte que no se
puede romper. Por eso debemos cuidarnos, protegernos unos a otros. Si
perdemos incluso a un hermano, es un dolor peor que la muerte. Debido a
nuestro vínculo y nuestra necesidad de cuidarnos unos a otros, hace que
nuestra especie sea una de las razas de combate más formidables de la Galaxia
Hellious―.
Página 537 de 590
algo. Por otro lado, sabía que su tiempo había terminado ahora que Zeb y Loc
se habían unido a ellos.
―¿Todos listos y saben qué hacer?― Zeb los miró uno a uno.
―Estamos retirados, no muertos―. Raz no pudo evitar molestar a Zeb,
tratando de aclarar lo que estaban a punto de hacer.
En resumen, los Jorval los amenazaron no solo a ellos sino a su nueva familia,
y él se encontró con las miradas de sus hermanos y entendió. Los Jorval
pagarían.
―Celeste, abordaremos la nave Jorval. Trata de mantener la pretensión de ser
una humana asustada por nosotros―.
Ella se encogió de hombros. ―No necesito fingir. Estoy asustada en mi
mente, pero más de perderlos a que me pase algo―.
―Gracias, hermosa―. Zeb se inclinó, y ella levantó la cabeza para aceptar su
beso, sonriéndole, antes de tomar las muestras de afecto y seguridad de los
demás.
―La nave de Reedip está atracando. Raz y Kue han explicado tu parte?―
****
Página 539 de 590
Dejaron a Loc y Zeb uno al lado del otro y la arrojaron contra la pared. Ella
gruñó cuando el dolor subió por su brazo.
Reedip, que los había seguido, apretó un botón y se levantó un escudo,
atrapándolos dentro.
―¿No es lindo, la hembra humana y dos de sus amantes?― Los labios
purpúreos de Reedip aparecieron en una sonrisa malvada, el color que
combinaba con sus ropas rojas y moradas. En una muestra de riqueza, gemas
en sus dedos y cadenas alrededor de su cuello brillaban, incluso a la luz más
opaca del área del bergantín. Él se paró frente a su celda, mirándola.
―Siempre quise ver los efectos de romper un enlace cuádruple. Escuché que
se vuelven locos de pena. Me pregunto qué te van a hacer en su estado de
locura―.
La única forma en que podría suceder era si uno de sus hombres moría.
Reedip chasqueó los dedos, y una pantalla parpadeó cobrando vida,
mostrando una vista distante del barco de sus quads. La boca del estómago se
le cayó y el hielo se deslizó por sus venas al darse cuenta de lo que estaban a
punto de hacer.
―Disparen a voluntad―. Hizo un gesto con la mano hacia la pantalla,
retrocediendo para dejarle una clara visión de la pantalla.
Ella saltó a las primeras luces rojas brillantes que se dirigían hacia la nave.
¡Boom! Los ojos de Celeste se abrieron de par en par con horror cuando
golpeo en la nave y estalló en miles de millones de pedazos que dispersaron en
una luz azul que envió una onda expansiva al espacio.
Kue, Raz! ¡Oh Dios, oh Dios no! Los sollozos se liberaron de su garganta, y
ella se arrojó por encima de Loc, aferrándose a Zeb.
¡No, no, no, esto no puede estar pasando! Prometieron que todo iba a estar
bien. Habían jurado que la protegerían y a los demás.
Se levantó de un salto. ―¡Maldito bastardo, pagarás por esto!― Ella rebotó
en el escudo y tropezó con los pies de Zeb, aterrizando en su culo.
Página 543 de 590
El comandante Reedip se rio. ―Tal lealtad, pero no importará una vez que te
liquiden―.
Celeste cerró los ojos sintiendo como si una parte de su alma fuera arrancada,
al perder a Raz y Kue, recordando lo que le contaron acerca de los quads que
perdían incluso a uno de sus hermanos. Era algo peor que la muerte para ellos.
―Eh, no será divertido hasta que se despierten. Establezcan un curso al
hogar. Este será un buen premio para entregar a nuestro Gran Maestro.
Realmente valdrá una gran ganancia―.
El comandante Reedip giró sobre sus gruesas botas de tacón negro y salió del
bergantín seguido de todos sus lacayos. Celeste rompió en sollozos de
profundo dolor en el pecho de Loc. Entre lo que quedaba de sus hombres, era
el único lugar desde donde podía consolarla, y no había manera de que
pudiera renunciar a lo que quedaba de su nueva familia. Si los quads
enloquecían por la pérdida de un hermano, entonces ella sería la que los
ayudaría a salir de allí. Haría lo que fuera necesario. Por la forma en que lo
pensó, había dos objetivos principales. Uno era vengarse del Jorval por haber
asesinado cruelmente a los hombres que amaba, y dos, por tratar de
enloquecer a Zeb y Loc. Una cosa que Celeste hacía bien era sobrevivir, y
ahora tenía que hacerlo por lo que quedaba de su nueva familia.
Era su turno de ser fuerte por ellos. Ella nunca se daría por vencida y nunca se
rendiría.
Página 544 de 590
Capítulo Trece
Las cerraduras magnéticas de Kue se engancharon, inmovilizándolo al
segundo crucero de guerra Jorval. Observó con disgusto cómo su nave se
reventaba en un impresionante destello de luz azul y naranja. Los restos
carbonizados y fragmentados pasaron a su lado. Respiró profundamente su
aire compacto. Odiaba el sabor, pero estos trajes especiales solo le
proporcionaban requisitos básicos, y era mejor que nada de aire.
―Nunca he estado tan feliz de ver desaparecer ese pedazo de basura, pero
bastante molesto porque no fui yo quien disparó los láseres de fase―. La voz
de Raz sonó en su oído.
―Zeb dio un noventa y ocho por ciento de posibilidades de que lo harían―,
murmuró Kue, ocupado en localizar los puntos en la nave que necesitaba para
llegar.
―Celeste no va a estar feliz de que no le hayamos dicho la posibilidad de que
esto pudiera suceder―, dijo Raz.
―Loc estará aún más molesto después de todo el trabajo que hemos realizado
en los últimos ciclos―, señaló Kue.
―Al menos llegó a experimentar el paraíso entre sus suaves muslos antes de
este desastre. No puedo esperar para tener mi turno de nuevo―.
Kue ignoró el primer comentario de Raz, incluso si estaba de acuerdo.
―Celeste nos perdonará, pero el tiempo invertido en ayudar y cortejar a
nuestra Sheraz valió la pena―.
―No puedo discutir con una lógica simple. Suena bien ¿no? Pertenecer a
ella―. Kue no dejó de notar el tono feliz y soñador de la voz de Raz.
Sí, todos eran adictos a su pequeña y dulce mujer. Malditos demonios de
fuego, ahora me estoy saliendo de la pista. Kue suspiró, sacando una carga y
uniéndolo al costado del crucero de guerra. ―Deja de soñar en el espacio.
Necesitamos hacer esto y realizar un rescate brillante, antes de que decidan
que es hora de abandonar el área―.
Página 545 de 590
―¿Cuál es tu apuesta?―
―El siguiente en dar placer a Celeste―.
―Difícilmente es un desafío, pero estás en camino―.
Página 546 de 590
****
Zeb gruñó, y sus ojos se abrieron. Contuvo la respiración cuando sus ojos
vidriosos se aclararon y se enfocaron en ella flotando sobre él. Dijeron que era
un dolor peor que ninguno, perder a uno de sus hermanos. Él extendió la mano
ahuecando su rostro, pero ella no podía ver ninguna señal de dolor o angustia,
solo preocupación mientras la miraba.
―¿Estás bien, hermosa?―
Ella sofocó un sollozo. Estaba preguntando por ella cuando sus hermanos
acababan de volar en pedazos. Las lágrimas borraron su visión y rodaron por
sus mejillas. ―E… volaron tu nave. Raz y Kue, están muertos―.
Él se sentó y tomó su rostro entre sus manos. ―Oye, ahora, todo está bien. Lo
hubiera sentido inmediatamente si hubieran sido asesinados. Le di un noventa
y ocho por ciento de posibilidades de que destruirían nuestra nave de
rescate―.
Tardó un momento en asimilar las palabras de Zeb. ―¿Lo sabías?―
―No sería un gran estratega si no tuviera en cuenta muchos escenarios
diferentes basados en las situaciones. No quería decírtelo porque te
preocuparía. Tenemos lo suficiente para tratar aquí―.
Él limpió sus lágrimas con la yema de su pulgar. ―Kue y Raz estarán aquí lo
suficientemente pronto. Hasta entonces, vamos a despertar a Loc―.
Ella asintió con la cabeza y se recostó mientras sacaba el dispositivo de su
pecho y lo colocaba en Loc. Zumbó como lo había hecho en Zeb, antes de que
los ojos de Loc se abrieran. Él se enderezó.
―¡Celeste!―
Su grito de pánico la hizo reír. Su cabello normalmente limpio, torcido, se giró
para mirarla confundido. Sus ojos dorados parpadearon, y de repente estaba
de vuelta en ella. ―¿Te lastimaron, belleza?―
Ella se movió hacia el acogedor abrazo de Loc. ―No, cariño, estoy bien.
Estaba más preocupada por ti. No fui noqueada por los Jorval. Ustedes dos,
si―.
Página 548 de 590
****
Poco tiempo después, Celeste jadeó, su piel se sonrojó y su cuerpo ardió por
aire, mientras Loc la tiraba hacia él por tercera vez. Miró hacia abajo y le
guiñó un ojo, antes de tomar su mano y arrastrarla. No solo estaba caliente por
correr, agachándose y esquivando las ráfagas de plasma que les disparaban.
Los Jorval luchaban como los cobardes que eran, a distancia, siempre tratando
de bloquearlos o dispararles o arrojarles algo, en lugar de luchar cara a cara.
Cualquier valiente que intentara luchar contra Zeb o Loc quedaba
rápidamente inconsciente.
El calor de su excitación provenía del hecho de que seguían utilizando sus
cuerpos calientes y sudorosos como escudos, apretándose contra ella,
intercalados entre Loc o Zeb y el mamparo. Estaba completamente mal estar
excitada al ver a sus hombres flexionarse y pelear, pero no podía evitar las
reacciones de su cuerpo. Sí, eran rudos, y ella los amaba.
¡Mis hombres, mis hombres, míos, todos míos!
Página 551 de 590
Zeb sabía a dónde ir, siguiendo un mapa en su mente, uno que le había dicho
que había memorizado justo antes de embarcarse en esta peligrosa misión.
Los techos de la nave de guerra Jorval eran bajos, y sus hombres de casi dos
metros trece se agachaban constantemente y caían de rodillas cuando
disparaban hacia atrás con precisión mortal, a diferencia de los intentos
fortuitos de los Jorval de someterlos.
Al igual que la nave comerciante, había paneles de diferentes colores en las
paredes y artilugios que parecían haber sido forzados, en lugar de
personalizados para adaptarse a la nave.
Raz había tenido razón. Los Jorval no habían tenido oportunidad contra sus
hombres. Su excitación se sentía totalmente equivocada en medio del caos,
pero su mente seguía vagando, soñando con tirar a uno o ambos en el suelo y
follarlos sin sentido. Tener relaciones sexuales y pertenecer a un conjunto de
quads le despertó una libido furiosa que nunca creyó posible.
―Ya casi llegamos―. Loc la miró fijamente. ―¿Estás bien?―
Ella asintió ansiosamente, sin confiar en su voz. Él sonrió, ofreciéndole su
mano. Una vez puesta en su mano, él la tiró fuertemente contra él,
inclinándose para susurrar, ―Puedo oler tu excitación, belleza. Pronto―.
Prometió, y ella tragó, con fuerza. ―Una vez que el polvo se asiente,
cuidaremos de ti―.
La levantó en sus brazos mientras pasaba por encima de varios cuerpos
inconscientes o muertos de los soldados Jorval.
―Sala de máquinas principal justo delante―. Zeb los miró con una sonrisa.
Su cara se sonrojó casi hasta el color de su propia piel. Si Loc pudiera olerla,
entonces también Zeb podría olerlo. Suspiró y pensó que no tenía sentido
luchar o negar el hecho. Ella los amaba y los quería.
****
Página 552 de 590
―No puedo soportar toda esta mierda―, se quejó Kue, dirigiendo una mirada
fulminante a Raz, cuyas manos todavía estaban libres, de pie sobre otro
cuerpo Jorval. Cambió la pila de armas que les había quitado.
―Solo bótalos en alguna parte―, dijo Raz distraído, respirando un poco
fuerte. Acababan de atravesar por al menos treinta Jorval. Raz apoyó su brazo
derecho, que sufrió una quemadura de plasma menor en una pelea de fuego
cruzado después de que habían entrado a través de la cámara de embarque.
―Necesitamos encontrar un nuevo negocio al que entrar. Recolectar no nos
está pagando tanto como debería, y somos demasiado viejos para asumir
misiones como esta―. Raz pasó por encima del cuerpo, mirando a la vuelta
de la esquina, levantando una mano para indicar que estaba claro.
―Ahora no es el momento de pensar en esto. Tenemos que lidiar con otra
mierda―. Kue arrojó las armas a un armario de almacenamiento cercano,
cerrándola de golpe.
―Oh, solo estás adolorido porque gané la apuesta―.
―Solo por una jodida mano―. Kue examinó los cuerpos para ver quién
todavía estaba vivo, antes de arrastrarlos a un casillero separado.
―¿No quieres poder proveer adecuadamente a nuestra Celeste?―, Continuó
Raz.
Kue reprimió su gemido, sellando cada casillero con su codificador de
códigos. ―¿Podemos por favor enfocarnos en una cosa a la vez? Como llegar
al puente y ayudar a los demás a hacerse cargo de esta maldita nave―.
Corrió detrás de Raz, quien desapareció a la vuelta de la esquina. ―Solo digo
que deberíamos pensar un poco, después de que volvamos a Galafrax, eso es
todo. Quiero decir que habrá quads mucho más ricos y jóvenes que querrán
cortejarla―.
―Acabamos de pasar una semana conociendo a nuestra Celeste. ¿Crees que
es el tipo de mujer que se preocupa por la riqueza o lo que podemos darle
materialmente?―
Página 553 de 590
Raz se detuvo al darse la vuelta cuando Kue lo miró. ―No, por supuesto que
no, pero ellos no lo saben―.
―Entonces tendremos que hacer todo lo que esté en nuestro poder para
hacerles saber que ella es nuestra―.
La sonrisa de Raz nuevamente se convirtió en una de maliciosa intención.
―Como hincharla con nuestros bebes. Ella ya podría estarlo. ¿Es fácil o
difícil impregnar a las mujeres humanas? No importa, estoy con ella ahora, así
me aseguraré de que sea mi semilla la que sea más dominante dentro―.
Kue continuó mirando a Raz mientras él divagaba, preguntándose cómo este
idiota podría incluso estar relacionado con él.
―Si alguna semilla echara raíces primero sería la de Zeb, lo sabes,
¿verdad?―
―Dítelo a ti mismo si eso te hace feliz, pero no voy a dejar de intentarlo―.
Kue resopló. Sí, tampoco él. Había leído los mismos enlaces de noticias desde
casa. No era necesario que los cuatro hermanos impregnaran a una mujer
humana. ―Siempre he querido una hija para echarla a perder. Con Celeste,
¿crees que también tendremos gemelas?―
Como no quería alentar a Raz, Kue decidió no responder. Juntos se acercaron
a las puertas del puente, ambos callaron, enfocándose en la tarea de asaltar el
puente. Raz tomó la posición de guardia cuando Kue comenzó a trabajar en
las cerraduras. En serio, un Demos podría recoger esta mezcolanza de
diferentes tecnologías, baratas o robadas.
Señales de mano para la cuenta atrás.
Tres, el corazón de Kue palpitaba.
Dos, sus armas estaban listas.
Una, las puertas se abrieron y cargaron adentro.
Página 554 de 590
Capítulo Catorce
Los ojos de Celeste se deslizaron hacia los de Zeb, que permanecían
inmóviles observándola, en previsión de su reacción. Loc le había dejado
pedir prestado el auricular para hablar con Raz y Kue, pero antes de que
pudiera decir nada, había escuchado su conversación bastante sincera. Ella
tomó un lento aliento dejando que su aturdida sorpresa se desvaneciera antes
de quitarse el auricular, y reunir su ingenio.
Las emociones mezcladas giraron dentro de ella mientras contemplaba cómo
tomar esta noticia. Por el ceño fruncido de Zeb, él también. Todos sabían que
existía la posibilidad de que pudieran embarazarla. Soy una tonta. Había
estado tan ensimismada, no tenía que detenerse para pensar en el embarazo.
Es lo que generalmente sucede cuando tienes relaciones sexuales sin
protección, idiota.
―Entonces, ya podría estar embarazada, ¿o sí? ¿Por qué no me dijiste que eso
era una posibilidad? Me dijiste que no mentirías―.
―Y no lo hice―.
Loc hizo una pausa en lo que estaba haciendo para mirar entre ellos.
Ella se cruzó de brazos para mirarlo. ―Una omisión es solo una forma
diferente de mentira, Zeb―.
Él dio un paso más cerca, elevándose sobre ella. Pero ella se negó a encogerse.
Ella no tenía miedo.
―También recordarás que dije que esto no era de pasada, te queremos como
nuestra Sheraz, nuestra esposa. Tener hijos es simplemente una parte natural
de nuestra relación. Si es algo que temes, entonces lo siento―.
Ella se acercó a él y lo golpeó en su pecho musculoso. ―No tengo miedo de
tener hijos. Lo que no me gusta es que me dejen afuera y me mientan. Ya tuve
suficiente de eso en la Tierra. Necesito que ustedes, todos ustedes, hablen
conmigo y me digan qué está pasando. Entendido, ¿chico grande?―
Página 555 de 590
****
de la criatura. ―Ahora ordenarás a todos los que estén bajo tu mando que
junten a los que están conscientes, o aún vivos y los lleven a las vainas. O eso
o enfrentaran la muerte a manos de mis hermanos y yo―. Raz se colocó a su
altura amenazante y avanzó hacia el tembloroso Reedip.
―Estoy seguro de que encontrarás en el planeta de abajo, un lugar bastante
agradable. Es decir, si las bestias y los insectos no te comen vivo primero ―.
Agregó Kue para un efecto adicional.
―Trataste de tomar lo que es nuestro. Hiciste explotar nuestra nave y ahora te
quitaremos todo. Oh, vivirás, y probablemente incluso serás rescatado...
eventualmente. Pero aprenderás ¡Nunca, nunca jodas con un Demos y su
Sheraz!―
****
Suspiró y esperó hasta que Kue terminó y la puso de pie. Giró sus ojos azules
hacia Raz, y se quedó sin aliento.
―Personalmente lo haría sufrir―. Dijo Zeb, y ella le dio una palmada en el
brazo.
―Si todos estamos en esto juntos, entonces debo ser capaz de tomar
decisiones informadas. Sufrí lo suficiente en la Tierra, de aquellos que
trataron de quitarme mis opciones y tratarme como si no fuera nada. Necesito
saber qué está pasando. Necesito poder opinar en decisiones importantes
como tener hijos―.
El corazón de Raz sintió como si se rompiera en su pecho por sus doloridas
palabras. Su boca estaba seca.
―Lo siento, Celeste. No quise decir... fue solo...―
Ella salió de Kue y se acercó a él. ―Está bien, porque a diferencia de mi
pasado, esta vez confío en que quieres lo mejor para mí y para todos
nosotros―.
La esperanza lo llenó, y se sintió un poco mareado por eso. Era una sensación
tan poco común, prefería pelear que tener que lidiar con el dolor en los ojos de
Celeste.
―¿Entonces no estoy en la perrera?―
Su sonrisa lo derritió de adentro hacia afuera. Malditos cada Planicie de Hielo
Demos. No había nada que él no hiciera por ella.
―No, no puedes evitar ser quien eres, y te amo por ello. Los amo a todos por
ser tan maravillosos y cariñosos, por ayudarme a encontrar valor y un
propósito cuando pensé que no tenía ninguno―.
Los cuatro se congelaron ante sus palabras. Era la primera vez que decía las
palabras en voz alta. Sus ojos azules brillaban con expectación, y no había
forma en esta vida, o en la próxima, que él o sus hermanos alguna vez la
defraudarían. ―Sé que tuvimos que tomar el control de esta nave, pero
Página 559 de 590
¿podemos llegar a donde vamos lo más rápido posible? Sigue siendo una nave
Jorval, y me da escalofríos―.
―Hermanos, escucharon lo que dijo nuestra esposa, y no podría estar más de
acuerdo. Vamos a casa y a la mierda con la nave―.
El corazón de Raz latió más rápido mientras su mirada se deslizaba sobre
todos ellos en reverente adoración. Él ya no podía controlarse a sí mismo.
Arrebatándola, jaló su suave cuerpo contra el suyo y la besó
apasionadamente.
****
―Bien hecho, Comandante Zeb, usted y sus hermanos han logrado lo que
hemos estado tratando de hacer desde hace un tiempo. No pasará
desapercibido, y serás recompensado por esto―.
―Eso no es necesario. Obtuvimos más de lo que esperábamos de esto―, dijo
Zeb. De alguna manera, ella sabía que estaba hablando de ella.
―Traigan la nave a la base lunar, y serán interrogados tan pronto como
desembarquen―.
―Alto comandante, solo dos de nosotros estaremos en la sala de informes.
Tenemos nuestra Sheraz para cuidar―.
El alto comandante agitó una mano desdeñosa. ―Si ha esperado tanto por
ustedes...―
―Alto comandante―, espetó Zeb cortando al otro hombre Demos. ―Nuestra
nueva esposa es humana. Dos de nosotros estaremos con ella todo el tiempo.
Ella fue una de las cautivas Jorval―.
La sorpresa reemplazó la irritación del alto comandante al ser interrumpido
por Zeb.
―Necesitamos que se forje nuestro vínculo―.
―Debido a los acontecimientos recientes, nuestros Altos Señores aprobaron
una nueva ley por la que todas las mujeres humanas deben someterse a
pruebas y ser liberadas de cualquier influencia biológica que puede afectar su
decisión de vincularse con un conjunto de quads―.
Los hermanos se miraron el uno al otro, sorprendidos por la noticia.
¿Qué significa eso para mí?
―El proceso se explicará una vez que hayan atracado. Su humano será puesto
bajo custodia protectora hasta entonces―.
Se quedó sin aliento por las palabras del Alto Comandante. ¿Me van a alejar
de mis hombres?
Página 561 de 590
Celeste suspiró sabiendo que tendría que conceder. ―Está bien, estoy de
acuerdo―.
Zeb asintió. ―También estamos de acuerdo, pero como ella dijo, es mejor
que sea un marco de tiempo corto. Atracamos dentro de una hora―.
La pantalla se quedó en blanco. Cuatro pares de ojos dorados, relucientes de
amor y lujuria, se volvieron hacia ella. ―También te queremos, hermosa―.
Sabía que Zeb hablaba por todos.
―No sé sobre los demás, pero quiero asegurarme de que no nos olvides ni por
un segundo cuando estemos separados―. Raz se acercó para rodearla con su
lado izquierdo.
―Oh―. Bromeó, sintiéndose alegre y juguetona. ―¿Cómo te propones hacer
eso?―
Estando demasiado ocupados manejando su nave Jorval robada, nadie la
había tocado sexualmente en lo que parecía una eternidad.
Confiaba en su atrevido y magnífico Raz para hacer de abogado del diablo.
Ella estaba más que dispuesta a jugar. Sus hermanos dieron un paso atrás, y la
atrajo hacia él, su dura polla metiéndose en su suave barriga. ―Quiero
marcarme en tu piel y en tu cuerpo para que nunca olvides cómo te hacemos
sentir―.
Se estremeció ante su imaginería. Le rodeó el cuello con sus brazos,
susurrando roncamente: ―Sí, hazlo, márcame―.
―Tenemos un máximo de cuarenta minutos hasta que atraquemos―. Zeb
siempre fue la voz de la razón. Solo sus ojos brillaban con tanto hambre como
los de los demás.
―Entonces será mejor que no pierdas el tiempo, comandante―.
―Voy a poner la nave en piloto automático―. Loc arrastró los pies hasta el
asiento del piloto, y ella se volvió y alcanzó a Zeb. Él no la decepcionó,
robándola de los brazos de Raz, levantándola a los suyos. Gimió sintiendo su
boca sobre la suya, una pasión hambrienta entre ellos. Sus labios y dientes se
Página 563 de 590
enfrentaron cuando ella lo besó con igual ferocidad. Sus dedos se clavaron en
su cabello, sosteniéndolo apretado en una exhibición dominante, y se derritió
en rendición.
La tensión sexual en el puente a su alrededor se espesó. Su cuerpo ardía de
deseo, hasta le picaba la piel, volviéndola loca de necesidad. Su corazón se
aceleró ante la mera idea de que la tocasen de golpe. Y luego lo hicieron, sus
manos tirando de su ropa. Con tres de ellos trabajando juntos, la desnudaron
en cuestión de segundos. Adivina, el trabajo en equipo tenía beneficios
después de todo.
Más ropa cayó al suelo, y no pasó mucho tiempo antes de que todos estuvieran
tan desnudos como ella. Había pasado demasiado tiempo desde la última vez
que vio a cualquiera de sus maravillosos y musculosos de piel roja, desnudos.
Cada fuerte bulto y ondulación era una absoluta perfección a sus ojos. Tal
fuerza a su disposición, tal placer.
Crearon un nido debajo de ella, con la ropa desechada. Zeb rompió el beso y la
acostó en la pila. Las manos rozaron su torso, acariciándole los pechos y
pellizcando sus pezones. Más manos se unieron en la refriega, y era difícil
seguir de quién eran las manos.
―Kue, prepárala para nosotros―, retumbó Zeb, antes de agarrar un pecho,
chupando con fuerza, haciendo que su espalda se arqueara y gimiera. Siempre
el comandante, y lo amaba estando a cargo. La hacía sentir más caliente, más
húmeda. Loc siguió la iniciativa de Zeb, inclinándose para mamar y tomar el
pecho izquierdo. Kue se movió entre sus piernas, doblando sus rodillas para
extenderla ampliamente. Jadeó cuando él no perdió tiempo buceando entre
sus piernas para lamer y chupar.
Kue gimió de placeres mientras su lengua se movía para lamer sus fluidos y
jugos antes de moverse para amamantar su clítoris.
―¿Cuántos puedes tomar?― La pregunta de Zeb se filtró en su cerebro, y ella
levantó la vista, parpadeando confundida. Su cuerpo se estremeció, y se
retorció debajo de ellos cuando Kue la acercó al borde.
―¿Tomar?―
Página 564 de 590
Raz salió de su boca y se bajó de ella. Jadeó al ver que Kue se tiraba de entre
sus piernas, moviéndose, empujando a su hermano fuera del camino para
besar tiernamente sus labios. Estaba lejos de haber terminado, y su cuerpo
ansiaba más. Como un asador, sus hombres cambiaron de posición. La
levantaron, voltearon su cuerpo y la colocaron sobre Raz, a horcajadas sobre
sus caderas, y él alineó su gruesa polla con su cuerpo y la empujó hacia abajo.
―Por los dioses, siempre estás tan apretada alrededor de mi polla―. Él la
agarró por las caderas y bombeó, fuerte y rápido. Otra polla presionó sus
labios, y levantó la vista para ver a Zeb, sabiendo que solo Zeb y Raz eran a
quienes ella no había chupado todavía. Sin duda querían experimentar lo que
tenían sus hermanos. Ella ansiosamente chupó su pene en su boca caliente, su
otra mano se sujetó a su cadera, dejando que otra mano jugueteara con sus
pelotas gruesas, triunfante, haciendo que Zeb gimiera de placer. Loc y Kue
ayudaron a mantenerla estable con las manos en la espalda y los senos,
acariciando su piel sensible al mismo tiempo. Raz la follaba tan salvajemente
como Kue, solo que se sentía más animalista, más rudo, y le encantaba,
gimiendo alrededor de la gruesa polla de Zeb. Raz nunca había sido superado
por ninguno de sus hermanos, así que alcanzó y frotó su clítoris mientras los
golpes en su cuerpo se volvían más rápidos, más duros.
Su placer aumentó, pero su grito repentino fue amortiguado por la polla de
Zeb. Los gritos de éxtasis de Raz llenaron el puente cuando él se vino y se
vació dentro de ella. Él jadeó durante un largo momento antes de retirarse, y
ella era medio consciente de Zeb y Loc volteándola sobre sus manos y
rodillas, mirando por encima, amando cada segundo de eso.
―¡Sí, oh sí, oooh!― Zeb comenzó a gemir, el sudor bañaba sus cuerpos. Él
comenzó a jadear. Ella sintió que él comenzaba a hincharse dentro. La fuerza
la golpeó, haciéndola gritar cuando el tsunami de placer la inundó en cada
terminación nerviosa, estallando en completa dicha que alteró su mente. Zeb
dejó escapar un rugido animal. Él le soltó las piernas y se dejó caer sobre ella
mientras se venía, el calor se extendió por su vientre.
Apenas podía pensar, y mucho menos hablar. Zeb se retiró, soltó sus muñecas
y se dejó caer a su lado. Se sentía como una muñeca de trapo floja y mal
Página 566 de 590
Capítulo Quince
Su cuarentena duró dos largos días. Ver a sus hombres dar media vuelta y
marcharse casi hizo que sus ojos lloraran, pero todos la besaron
profundamente y le aseguraron que pronto volverían a reunirse.
Las piernas de Celeste se balancearon desde la mesa de examen. Ella no había
podido hablar con sus hombres, por la cuarentena. Su médico, Pat, sonrió.
―Felicidades, todo está claro, y no hay señales de drogas o coacción―.
Ella se cruzó de brazos. Era difícil estar enojada con los quads que eran tan
dulces. ―Se los dije, la única coacción que he sufrido desde que fui rescatada
por mis quads es estar separada de ellos y forzada a soportar todas estas
pruebas―.
―Lo sentimos, Celeste, pero te explicamos por qué―.
Sí, lo hicieron. Aparentemente, una pobre mujer humana había sido drogada y
casi obligada a casarse con un grupo de quads que ella no quería. Fue
rescatada a tiempo por los quads que había elegido. Fue bueno que pusieran
estas protecciones en su lugar. Celeste también supo que había hasta veinte
mujeres humanas viviendo en Galafrax, una de ellas incluso con los Altos
Señores, algo así como los reyes del planeta.
A Celeste en realidad no le importaba. Mientras tuviera con sus hombres,
estaba más que feliz.
―Otra cosa, los resultados de la prueba revelaron algo que deberías conocer.
Aconsejaré a tus quads cuando los vea, para que te cuiden muy bien―.
Sus piernas balanceándose se detuvieron mientras lo miraba fijamente.
―¿Por qué?―
―Llevas la próxima generación Demos―.
Tardó un momento en comprender lo que quería decir, antes de que la
golpeara. ―¿Estoy embarazada?― Su voz se elevó con súbita sorpresa.
Página 569 de 590
El médico se tensó, y se acercó para tomar sus manos entre las suyas,
mirándola a los ojos. ―¿No es bienvenida esta noticia? ¿Estás segura de que
no te obligaron a aparearte con ellos? No temas decirme la verdad, Celeste. Es
un alto crimen impregnar a una mujer no dispuesta. Tal como están las cosas,
es algo raro de hacer, porque hasta que te apareas todos los quads tienen
semen anti-fértil. Entonces ninguna mujer puede quedar embarazada sin una
unión. Tus quads son diferentes al haber estado previamente unidos―.
Ella frunció el ceño ligeramente. Loc había mencionado algo sobre eso hace
unos días, pero había otros asuntos más importantes con los que lidiar.
―No, no, no, estaba dispuesta. Todo lo que hicimos, yo lo quise. Estoy
sorprendida. Quiero decir que sabía que esto podría pasar, y quiero tener hijos
con ellos, pero no tan pronto. ¿Estás seguro? Quiero decir que solo ha pasado
una semana desde que comenzamos―. Sus mejillas se enrojecieron.
―No conozco muchos avances médicos humanos, pero en Galafrax podemos
decirlo en cuestión de días―. Soltó sus manos y se movió para tocar su
pantalla. ―¿Estás segura de que estás bien?―
―Oh sí, estoy mejor que bien, grandiosa realmente. No puedo esperar para
dar la noticia a mis quads. ¿Cuándo puedo volver a verlos?―
―Todo está seguro. Tus guardias te acompañarán a tu casa ahora mismo si lo
deseas―.
La emoción burbujeó dentro de ella mientras asentía con entusiasmo. ―Sí―.
Saltó de la mesa de examen con demasiada ansiedad por estar de vuelta con
sus hombres. Los extrañaba con cada latido de su corazón. Tenían tanto de
qué hablar y mucho para planificar.
Su grupo de guardias la recibió en la puerta. No había aprendido sus nombres,
ya que estaba demasiado ansiosa por volver con sus hombres.
―Ella está completamente segura. Llévenla con sus quads―. El médico Pat
asintió con la cabeza a los guardias, quienes asintieron en respuesta.
Perdida en sus propios pensamientos y excitación, no prestó demasiada
atención a dónde la llevaban, a través de los corredores y por un largo tramo
Página 570 de 590
las puertas y salió a la calle. Allí se detuvo, mirando hacia atrás. Tal vez
debería regresar y hablar con ellos, ver si esto era realmente el caso. Pero
parecía no poder darse la vuelta y regresar a la casa.
Toda su vida había sido nada, nadie. Ahora, acababa de demostrar lo
perdedora que era en realidad, permitiéndose no solo confiar sino dejarse
amar. Su corazón se rompió en un millón de pequeños pedazos. Sigue
avanzando. Era la forma en que se las arreglaba en momentos como este.
Caminó por las oscuras calles, preguntándose cómo el mejor día de su vida se
había convertido en el peor en cuestión de minutos. Descubrir que estaba
embarazada y reunirse con sus hombres, darse cuenta de que no era más que
un error. ¿Por qué querrían una estúpida chica humana sobre su especie? Una
solitaria lágrima cayó por su mejilla, antes de que se la quitara
obstinadamente.
Nunca más, nunca más, nunca más.
Había sobrevivido al abandono de su madre, había sobrevivido a todas esas
casas de acogida, había sobrevivido a su ex abusivo, había sobrevivido a ser
secuestrada por Jorval, había sobrevivido al accidente y vivió en un duro
planeta alienígena. Su corazón y su mente se balanceaban al borde del colapso
total.
¡No! Ella aspiró profundamente. Voy a sobrevivir a esto, también.
No tenía idea a dónde ir o qué iba a hacer. Se detuvo para orientarse, su
mirada hacia el alto y brillantemente iluminado palacio-Qui. Si los humanos
estaban protegidos por los Demos, tal vez estos Altos Consejeros ayudarían a
protegerla y a su hijo por nacer. No era un gran plan, pero era todo lo que
tenía. Al pasar a los hombres de Demos en la calle, algunos en parejas, se
detuvieron para mirarla. Un hombre fuerte Demos en uniforme se acercó a
ella.
―No es seguro para una mujer humana vagar por las calles. ¿Puedo ser de
ayuda, bonita humana?―
Ella lo miró, forzando una débil sonrisa.
Página 573 de 590
Nunca más, nunca más, nunca más. ―¿Podrías acompañarme al palacio por
favor? Deseo hablar con los Altos Concejales―.
Ofreció su brazo, y su otro hermano se movió en su otro lado. Se asintieron el
uno al otro, y ella reconoció el brillo de esperanza en sus ojos. Ella nunca
dejaría que nadie volviera a acercarse a su corazón. ―Yo soy Ben, y este es
mi hermano Pep. Será un honor acompañarte al palacio―.
****
―Esto está completamente jodido, ¿dónde está ella?― Raz lo empujó más
allá y se condujo por el camino.
―No lo sé, pero no puede haber ido muy lejos. Consigue a nuestros
hermanos, date prisa, extiéndete y haz una búsqueda en la grilla―.
Media hora después, los cuatro se encontraron en su domicilio. ―Varios
Demos me dijeron que vieron a una bonita mujer humana caminando por la
calle, pero que fue rápidamente escoltada por dos hermanos en uniforme―,
informó Kue, su cuerpo tan tenso por la preocupación y el pánico como todos
ellos.
―¡Ella fue capturada!― Los ojos de Raz brillaron con sed de sangre ante la
idea de que le arrebataran a Celeste. Pero su teoría no encajaba, aunque debía
tenerse en cuenta.
―Tenemos que llamar a los guardias de la ciudad. Quienquiera que la haya
tomado morirá por nuestras manos―, escupió Loc al unirse al miedo
creciente de Raz. Kue solo frunció el ceño, perdido en sus propios
pensamientos oscuros.
―Tranquilos hermanos―. Zeb puso sus manos sobre los hombros de Raz y
Loc.
―No podemos seguir actuando irracionalmente. No nos beneficiará a
nosotros ni a nuestra Celeste. No creo que ella haya sido tomada. La teoría de
que atrapo el final equivocado de nuestro rechazo a Nazzara es más probable.
Si es así, estará lastimada, si cree que la traicionamos―.
―Nunca lo haríamos―. Kue habló con demasiada calma para el gusto de
Zeb, y se encontró con la mirada de Zeb. ―Los Demos dijeron que caminaron
en dirección al Qui-Palace. Sería lógico que buscara la protección de los Altos
Consejeros―.
Zeb asintió con la idea de Kue. ―Vayamos al palacio y recemos que Kue
tenga razón. Para el otro...―. Miró entre Loc y Raz. ―Esperemos que no sea
cierto―.
Página 577 de 590
―Sin embargo, no importa―, dijo Kue, ―El punto es que ella es nuestra.
Nos pertenece, y todos ustedes saben que no hay nada que no hagamos para
reclamarla―.
Todos asintieron, unidos como hermanos en total acuerdo. Celeste era la
sangre de su propia vida, el aire que respiraban, y la necesitaban de vuelta
donde pertenecía, con ellos cuatro.
Página 578 de 590
Capítulo Dieciséis
Un rayo de luz apareció en la habitación de Celeste, despertándola de su
sueño, pero no se movió, no quería alertar a quien estaba en la puerta de su
dormitorio que estaba despierta.
―Ella ha estado dormida por casi diecinueve horas. Se veía tan triste y
perdida cuando entró, mi corazón duele por ella―. La suave voz de Daisy le
susurró a su hombre, y Celeste se relajó.
―Amor, no deberías preocuparte por eso, y necesitas descansar con nuestros
bebes tan cerca de venir al mundo―. El profundo estruendo vino de uno de
sus maridos.
Después de llegar al Qui-Palace, los guardias habían ido a buscar a los Altos
Consejeros, y ella fue rápidamente conducida a su casa, donde su adorable
Daisy, su esposa de cabello blanco y muy embarazada, le dio la bienvenida.
Celeste les había dicho que no podía quedarse con sus hombres por más
tiempo. La habían lastimado, y ella no quería volver a verlos nunca más. Ella
había enfatizado las palabras "nunca más".
Los Altos Consejeros le aseguraron que estaba bajo su protección y que nunca
más sería perjudicada. Lo cual era más fácil decirlo que hacerlo, cuando el
dolor profundo que palpitaba en su corazón se negaba a disminuir o irse.
Daisy le había dado comida y luego la había llevado a una habitación de
invitados donde se había acostado y había dormido profundamente sin
sueños.
Hubo un estruendo de uno de los Altos Consejeros, no estaba segura de cuál
era, a pesar de que habían sido presentados. Su voz profunda devolvió su
mente al presente. ―El medico nos ha informado que Celeste está
embarazada. Ella necesita descanso y los nutrientes adecuados―.
―¿Pero ¿qué hay de sus hombres? ¿Has hablado con ellos? ¿Qué hicieron
para lastimarla tanto?―
Página 579 de 590
****
Una vez que despejaron el Palacio, la trasladaron a una posición más cómoda,
llevándola acunada en los brazos de Kue. Debió haberse quedado dormida
mientras caminaba por las calles oscuras. Era extraño, porque si no quería
verlos, ¿no estaría más tensa e incapaz de relajarse tanto?
La mirada de Loc se volvió hacia Zeb y Kue, que se inclinaron sobre ella, Kue
comprobando sus signos vitales.
―Su ritmo cardíaco y respiración están bien―.
Ya habían eliminado los enlaces y el inhibidor vocal.
―Tenemos que aclarar este desastre rápidamente―. Incluso Zeb sonaba
forzado.
Loc contuvo el aliento, sosteniéndola mientras Kue acariciaba suavemente la
mejilla de Celeste, llamándola por su nombre. Loc dejó escapar el aliento
cuando ella abrió los ojos.
Echó un vistazo alrededor tomando nota de dónde estaba y con quien. Sus
bonitos ojos se movieron de un hermano a otro, antes de levantarse y sentarse
contra la cabecera de la cama principal. Ella se lamió los labios, obligando a
Loc, y sin duda a sus hermanos a contener un gemido de deseo.
―No entres en pánico, ¿sabes que no te haríamos daño físicamente,
Celeste?―
Sus ojos se volvieron hacia Zeb, quien se sentó en el borde de la cama, su
mirada siempre vigilante. Lentamente, ella negó con la cabeza. ―Sé que no
me lastimarías. Yo... solo...―. Lágrimas llenaron sus ojos. ―Tengo la
sensación de que reaccioné de forma exagerada y lo arruiné―.
―No, hermosa, primero cuéntanos lo que viste y oíste―, exigió Zeb.
Loc quería gruñir a su hermano mayor. Él estaba jodiendo las cosas.
―Estaban con su ex, y parecía que no me querías sino a ella―.
Zeb había tenido razón. Ella había escuchado y visto parte de su encuentro
con Nazzara. Loc se apartó de la pared. Era hora de dejar las cosas claras, y
Página 583 de 590
como había sido el único que había hablado con Celeste sobre su ex hasta
ahora, sabía que le correspondía a él explicar las cosas.
―Belleza, ¿recuerdas cuando hablamos justo antes de dejar ese planeta?
Descubriste que nosotros habíamos sido lastimados por una mujer Demos.
Esa mujer era Nazzara. Egoísta y codiciosa, descubrimos que los quads con
los que nos engañaba eran más ricos y de mayor rango. Nunca fue sobre el
amor o la familia con ella. Se trataba de riqueza y prestigio. Ella siempre tuvo
nariz para olfatear la riqueza―.
La nariz de Celeste se frunció levemente.
―Pero no son ricos, ¿verdad? Recuerdo que tú también me lo dijiste―.
―Nuestro Loc aquí es un quad muy inteligente―, dijo Raz con una pequeña
sonrisa. ―Logró transferir unos pocos millones de créditos de las cuentas
Jorval a la nuestra. Te sorprenderíamos, pero ahora somos bastante ricos. Este
gran domicilio en el que nos encontramos ahora, lo compramos para ti―.
Ella parpadeó y miró a Raz, tragando saliva. ―¿Para mí?―
Raz asintió tranquilizadoramente. ―Hacemos todo por ti, preciosa―.
―No sabemos cómo, pero de alguna manera nuestra ex se enteró de nuestra
riqueza recién adquirida, y esa perra pensó que podía entrar y exigir que la
volviéramos a tomar―, agregó Zeb. ―Dinos, ¿oíste la parte en la que le dije
que no era más que un error, y no queríamos tener nada que ver con una mujer
egoísta y consentida? ¿Viste cuando Kue y Loc la echaron?―
―¿O cómo mordió y araño, cuando hizo una rabieta, cuando supo que nunca
volverá a ser parte de nuestras vidas?― Murmuró Kue, frotándose el brazo
donde Nazzara le había puesto algunos arañazos.
―Incluso cambié la seguridad para nunca permitirle la entrada a nuestro
domicilio―, agregó Loc por si acaso.
Celeste se quedó quieta, tratando de absorber todo lo que le habían dicho.
―¿Podría tomar algo para beber, por favor?―
Página 584 de 590
abrazarla, secándole las lágrimas mientras sollozaba entre ellos, hasta que
yacía acurrucada en el regazo de Loc. Él le acarició el pelo, y sus sollozos
disminuyeron.
―Yo... no sé si les dijeron―, susurró ella, ahora en calma y emitiendo suaves
suspiros.
Capítulo Diecisiete
―Celeste, deja de caminar y ven a sentarte. Zeb sabe lo que está haciendo―.
Cuando ella no obedeció, Kue le agarró la muñeca y la arrastró hasta su
regazo. Su mano se deslizó automáticamente sobre su vientre suave. Aún lo
tenía impresionado por el hecho de que sus crías yacían en su interior.
―¿Y Raz?― Ella arqueó una adorable ceja hacia él, y Kue sonrió.
―Él sabe que no debe abrir la boca y dejar que Zeb maneje las cosas―.
―Es mi culpa que estén en este lío―.
―Hemos hablado de esto. Sin culpa, ¿recuerdas? Accidentes y errores están
destinados a suceder, pero es solo la forma en que tratemos con ellos lo que
importa―.
―Me gustaría tratar con tu perra ex―.
―Por los dioses, me encanta lo combativa que eres, al mismo tiempo
deliciosamente dulce. Tiene todo el derecho de reclamarnos tal como nosotros
lo hacemos. Toma posesión de lo que es tuyo―. Incapaz de ayudarse a sí
mismo, él se aprovechó de su posición, ahuecó su cuello y la atrajo hacia un
beso largo y adictivo. Su mano se aferró a su parte superior cuando finalmente
tuvo el suficiente sentido común para separarse. Ninguno de ellos la había
tocado desde la noche del secuestro. Ella rápidamente les explicó a los
oficiales lo que había sucedido y que todo había sido un gran malentendido.
Le habían permitido quedarse con ellos, pero enfrentarían una acción
disciplinaria por su descarada decisión de entrar en el Qui-Palace y robarla.
La puerta se abrió, y Celeste se revolvió de su regazo, pero aún se aferró a su
mano cuando Zeb, Raz y Loc salieron, seguidos por dos de los Altos
Concejales de Second City.
Kue no estaba seguro de qué hacer con las expresiones de desconcierto en los
rostros de sus hermanos. Los Altos Concejales se acercaron y Celeste le
apretó la mano con fuerza.
Página 587 de 590
―Por mi poder como Alto Consejero, y frente a estos testigos, les anuncio
que están unidos. Felicitaciones a sus nuevos esposos, Sra. Celeste Nova.
Cuiden de ella, Demos. Todos los humanos son preciosos aquí en Galafrax―.
Con eso Tos se alejó. Los otros volvieron a lo que estaban haciendo.
―Estamos casados, ¿así?―
―Sí―, dijo Zeb mirando al Alto Consejero.
―¿No deberíamos tener una fiesta o una celebración? Yo, uh, quiero decir
que no todos los días alguien se casa y tiene un nuevo trabajo el mismo día―.
―Supongo que no―, dijo Raz pensativamente. ―Deberíamos celebrar―.
Ella respiró hondo dejándolo salir lentamente. ―¡Vayamos a casa y
celebremos!― Se acercó furtivamente a Zeb, pasando sus manos por su
pecho. ―Entonces, comandante, ¿podemos celebrar en cada parte de nuestro
nuevo hogar, desnudos?― Ella se lamió los labios, agitando los párpados. Los
cuatro gimieron de hambre sexual.
Ella chilló cuando Raz la robó de Zeb, levantándola en sus brazos y
caminando hacia la salida. ―Puedes perder tu tiempo embobado, pero yo no.
¡Tenemos un nuevo hogar y una nueva esposa con quien celebrar!―, Gritó
por encima del hombro.
Kue negó con la cabeza mientras se apresuraba a alcanzarlo, amando la
manera en que la risa de Celeste era despreocupada. Sí, las cosas ciertamente
estaban mejorando.
****
Por más que Kue protestara, apenas se había cerrado la puerta, Raz estaba
sobre ella como un sarpullido, quitándole la ropa, deslizándose entre sus
muslos y tomándola fuerte y rápido en el piso del pasillo. Los otros lo
asistieron. Sus hermanos besaron y lamieron su cuerpo hasta que se sacudió y
Página 589 de 590
gritó su placer. Raz rodó sobre ella, y los dos jadeaban en el piso con una gran
sonrisa.
―Wow, ¿muchas ganas?― Jadeó, abriendo los ojos para mirar a los demás.
―¡Mi turno!― Loc tomó sus manos, ayudándola a levantarse.
―Uh, esto no dañará a nuestro bebe ¿lo hará, follarla todos?― Zeb se volvió
para mirar a Kue, como si supiera todas las respuestas.
Kue se encogió de hombros. ―Tendré que preguntar a la asistencia
médica―.
―Por supuesto que no―, intervino Celeste. ―Tenía una amiga embarazada
que tenía relaciones sexuales regulares hasta que rompió fuentes. De hecho,
nunca me he sentido más sexy, o más cachonda―. Pasó sus manos sobre su
cuerpo desnudo. Cuatro pares de ojos dorados siguieron sus manos.
―Ten misericordia, dulzura―, gimió Kue, acariciando su hinchada polla
roja. Ella se lamió los labios, ansiosa por más. Se giró, dejando que sus
desnudas caderas se movieran mientras caminaba por el pasillo, lanzando una
mirada de despedida por encima del hombro.
―Entonces, mis apuestos maridos, ese era el pasillo. ¿Cuántas otras salas hay
para hacer el amor?―
―¿Qué hacemos cuando nos quedemos sin habitaciones?― Loc la siguió.
Ella sonrió maliciosamente. ―Comenzamos todo, nuevamente―.
Zeb gruñó, empujando a sus hermanos y tomándola en sus brazos. ―Yo, por
mi parte, como manda la tradición. Quiero atarla en nuestra cama―.
―Solo porque se está volviendo blando en su vejez―, bromeó Raz, ahora
poniéndose de pie.
―No es tradición atar a ninguna mujer, tampoco―, dijo Kue inútilmente.
Pero a ella también le encantaba eso de él, y soltó una risita.
―Podemos comenzar nuestras propias tradiciones―. Le dio un beso a Kue, y
él sonrió.
Página 590 de 590
Fin