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¿POR QUÉ LE SIGUEN ROBANDO EL BORRADOR A MI HIJO?

Alexandra Romero Patiño

29 de September de 2020

Comprender que el individuo desarrolla su capacidad de entendimiento y práctica de los

valores con el transcurso de unas etapas que son de ocurrencia en toda persona, como lo

discrimina Kohlberg (1992), nos advierte la posibilidad de que, ante la ruptura de cualquiera

de esos “eslabones”, Ordóñez Fernández, se dé al traste con la persona misma. Por lo anterior,

es necesario revisar dos instantes en que es ostensible la ruptura de la que se habla y se da

origen a la involución o corrupción del ser humano, a saber, los valores de la primaria

corresponden a los de la familia y, el miedo a la pena, a la cárcel, a la coacción efectivamente

ejercida en la etapa adulta nos devuelve al estadio de dependencia de la autoridad y

obedecimiento por causa del miedo al castigo de la etapa de la niñez.

Para desarrollar el primer instante anotado es preciso entonces comenzar aludiendo a

Kolbergh (1992) cuando refiere la teoría de las etapas del desarrollo moral, siendo estas,

comunes para todos, las cuales se relacionan a continuación:

Kohlberg, denomina al primer estadio de ese desarrollo “obediencia y castigo”; en esta

etapa los niños descubren las reglas y tienen una obediencia ciega a las mismas. El segundo

estadio, denominado, “individualismo e intercambio”, los niños se dan cuenta que existen

unas reglas, pero también desarrollan su propio punto de vista. En el tercer estadio, el de las

“relaciones interpersonales”, los niños procuran adecuarse en su actividad a la moral del

grupo en el que viven. El cuarto estadio, es el del “mantenimiento del orden social”, el objeto

de la moralidad sería mantener el orden social. El quinto estadio, es denominado como


“contrato social y de derechos individuales”; en esta etapa la persona se da cuenta que ante

un hecho existen diferentes puntos de vista morales por parte de la gente y, también asumen

que las leyes son importantes para el mantenimiento de la sociedad. El último estadio, este es

el sexto, sería el de los “principios universales”.

Adriana Agudelo Jaramillo

Mientras que algunos afirman que es la escuela primaria la generadora de valores: “El

profesor que se propone transmitir valores se convierte en un mediador necesario entre la

sociedad y el individuo y no es un mero transmisor de contenidos” (Cerillo, 2003, p.61). Se

piensa, por el contrario, que los valores esenciales y cimientos tienen que provenir de una

enseñanza ejemplificante desde el hogar. Usted pensará que es raro que en las escuelas se

enseñen valores, pero es lo primero que se inculca. El buen saludo, la puntualidad, el respeto

por la persona y la propiedad ajena son básicos. Pero entonces, ¿por qué le siguen robando el

borrador a mi hijo? Precisamente porque, en contravía de la propuesta de Agudelo (2013), al

afirmar que “la manera como se enseñe en la escuela debe ser coherente con los valores

inculcados en la familia”, como se enseñe en la familia debe ser coherente con los valores

enseñados en la escuela. Los padres pensamos que en la escuela se corrige el comportamiento

de los hijos, pero solo se corrige lo que mal se ha enseñado. Cuántas veces hemos escuchado a

un padre o a una madre decirle a sus hijo o hija que no le preste el corrector a sus compañeros

porque se lo acaban, o que coma donde no lo o la vean porque le pueden pedir, o simplemente

acceder a todo requerimiento hecho por su hijo o hija sin siquiera poner en consideración que

hay falta de dinero, por ejemplo, y aun así, se termina haciendo lo que sea por acceder a

cualquier capricho; o cuántas veces se deja que los hijos hagan lo que deseen en pretexto de
que “son cosas de niños” y no se admite en el fuero interno por culpa de la simple pereza, que

hay algo malo, que hay que actuar, que hay que corregir, que se debe advertir que habrá

castigo pero que hay motivo suficiente, y que se castiga es por esos motivos y no por gusto, y

por supuesto, se olvida que la corrección debe adoptar alternativas al comportamiento

corregido. “No corras porque es resbaloso, en pisos como estos siempre debes caminar, es lo

correcto, a menos que sea urgente y vital”.

Entonces, mientras trascurre el tercer estadio moral de acuerdo con Kolbherg, es decir, el

momento en que los niños procuran adecuarse en su actividad a la moral del grupo en el que

viven (Agudelo 2013), lo cual ocurre durante la escuela primaria, el niño o niña harán lo que

les sea afirmado en la casa, no lo que les sea dicho por un desconocido como un profesor. Los

educadores cumplen con el deber de manifestar que las cosas se deben hacer con la mediación

de los valores, que hay que entregar las tareas a tiempo, que hay que agradecer, que hay que

trabajar entre compañeros sin pelear, pero si todo ello no tiene un contenido sustancial de

fondo adquirido en el hogar al ver el ejemplo diario de los padres, hermanos y demás

familiares, no hay materia prima alguna con la que el profesor pueda fortalecer el iter moral de

esa persona, peor aún, es común encontrar a padres haciendo de alcahuetes de sus hijos y

poniéndose en contra del educador cuando este hace llamados de atención. Es entonces que la

educación de casa se traduce en la escuela, y no la de la escuela la que se traduce en casa. la

crianza es responsabilidad entera de los padres. Así, el enfoque no es el crecimiento de los

hijos, es la manera de enseñar de los padres y el contenido de lo que se les inculca a las nuevas

generaciones.

La ruptura del eslabón de la niñez contribuye a la ruptura de la sociedad en etapas morales


posteriores. Por un momento pensemos en el desarrollo de la quinta etapa (“contrato social y

de derechos individuales”) conforme a lo explicado por Kolbherg, aquí aprendemos a aceptar

reglas de convivencia social complejas, a ser conscientes de derechos y por supuesto de

obligaciones para con nosotros mismos y para con los demás. Aquí, no es nuestro hijo la

victima de robo del borrador, lo normal es que sea el estado el objetivo sin dolientes del

descalabro financiero. Y es que la corrupción no es solo robarle al estado, “hay corrupciones

muy distintas. No es lo mismo la pequeña corrupción, aunque sea masiva, como cuando se

generaliza la práctica de ciudadanos que ofrecen dádivas para agilizar trámites o evitar

sanciones, que la macrocorrupción por la captura de segmentos del Estado por redes de

corrupción, como cuando se generan alianzas corruptas entre funcionarios y empresas

privadas para la obtención de grandes licitaciones. Y también es distinta la corrupción

derivada de economías ilícitas, que llevó en ocasiones a que ciertos fiscales regionales o

ciertos sectores de la Policía en ciertos periodos hubieran estado totalmente al servicio de

una organización criminal o que haya banqueros que contribuyan al lavado masivo de

dineros ilícitos. Y también puede tener una lógica específica la corrupción política, de

empresarios que financian ilegalmente a los políticos con chances de ganar la elección, o de

aquellos políticos que controlan toda una maquinaria electoral para hacerse elegir”

(Rodrigo Uprimny, Revista Semana, 2017)

Corrupción es sinónimo entonces de “normalidad”, y es obvio, cuando las personas han

trastabillado en alguna de las etapas morales, cuando el hogar no fue suficiente o ni siquiera

fue, entonces el resultado, hablando de cómo se comportará la sociedad, se vuelve previsible.

El colombiano busca el facilismo, el quiebre, hacerle la vuelta a la ley. ¿Por qué? Porque se

acostumbró a robarle el borrador a su compañero, pero más que en una simple analogía, la
respuesta puede hallarse en un hecho insostenible y, por poco, insospechado. Si de acuerdo

con Kolbherg las etapas de obediencia ciega y miedo al castigo ya fueron superadas, por qué

existe esa involución de la sociedad al querer regresarnos a la etapa inicial ya estando en edad

adulta. Tener miedo al castigo y obedecer a la autoridad es algo que se quedó en nuestro

subconsciente, como una marca de agua que nos acompaña en el trascurrir de las etapas

morales para la cual existe una reacción mediada por el facilismo, la pereza y otras

“destrezas” aprendidas en esas etapas, el quiebre. Buscarle el quiebre al asunto es el sinónimo

de robarle el borrador al compañero, si no se corrigió al niño, no se corregirá al adulto, al

menos no sin la coerción y la coacción institucionales. Fácil es entonces inferir que si

fuéramos bien criados no hubiera la necesidad de leyes que regulen el comportamiento social,

pero eso también es facilista y cae en la misma práctica corrupta de no comprender y no

corregir en absoluto. Se parte entonces de un presupuesto, ya hay corrupción, no se puede

hacer la combinación “Ctrl + z” para deshacer la sociedad como la conocemos. De qué

depende la existencia de la corrupción, del entendimiento de la quinta etapa moral, pues, si ya

pasamos por la edad de tener miedo a la autoridad so pena de castigos debido a la

desobediencia, qué hay que hacer para que el adulto responda a las necesidades de una

sociedad que clama transparencia sin necesidad de atragantar el medio con el espejismo de

lograrlo todo a punta de la construcción de más cárceles. A ley hecha, ley violada. Es el

momento sociológico del cambio de paradigma, del cambio de la corrección y es el momento

en que el estado se obligue, de una vez por todas, a enseñar. ¿Que por qué le siguen robando

el borrador a mi hijo? Pregúntele en orden a los siguientes: a usted mismo y al estado.


En conclusión, el hombre se forja en casa, el maestro no es culpable de la mala educación del

hogar, y no hay que atemorizar a la población para que cumpla la función de existir en

armonía, la población lo hará de manera natural mientras esté bien educada.

BIBLIOGRAFÍA

- Kohlberg, l. (1992). Psicología del desarrollo moral. Bilbao: Desclée de Brouwer

-Agudelo, A. (2013). Aporte ético de la familia y el sistema educativo a las organizaciones.


Horizontes Pedagógicos, 15, 104-116.

-Cerillo, M. (2003). Educar en valores, misión del profesor. Tendencias Pedagógicas, (8), 59
-68

-Revista Semana (2017). ¿En qué momento se acabó la ética en Colombia? Edición virtual.
https://www.semana.com/nacion/articulo/seis-academicos-reflexionan-sobre-la-crisis-
etica/531795/

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