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Para comparación con las teorías criminológicas

Con estos datos, tomados, insistimos, de una muestra de conveniencia muy reducida, nos
encontramos con que el perfil se ajusta a varones, inconformistas, inquietos e inteligentes,
que comienzan su itinerario delictivo entre la adolescencia y la juventud, criados
mayoritariamente en el seno de familias que podrían considerarse “normales” dentro de la
sociedad de cada época (a pesar de ciertas desestructuraciones). Llega un momento en
su desarrollo en que rompen con los estándares sociales y destacan por sus habilidades,
lo que les hace pasar aún en minoría de edad – no a todos – por centros correccionales,
lo que no consigue alejarlos del delito si bien son conscientes de las consecuencias que
les deparan sus acciones.

Se observa como durante el período estudiado se mantiene un tanto el objetivo de


hackear para aprender, origen de la filosofía hacker, pero mayoritariamente tan sólo en
los comienzos. Con el paso del tiempo la tecnología ha acelerado su desarrollo, se ha
universalizado y ha ido calando en la sociedad que a su vez le ha exigido un
funcionamiento más intuitivo sin preocuparse de cómo funciona “por debajo”, matando la
curiosidad que movía a esos primeros hackers. Al mismo tiempo, esa universalización
despreocupada ha ido siendo aprovechada por los delincuentes para convertir la
tecnología en una nueva herramienta que les ha permitido perfeccionar la comisión de
delitos clásicos aportándoles numerosas ventajas, lo que han perfeccionado las últimas
generaciones de ciberdelincuentes, que buscan un beneficio económico fácil y abundante.

A la vista del perfilado obtenido de los individuos estudiados y comparado con las
principales teorías criminológicas nos encontramos con una lógica dificultad para que la
conducta delictiva encaje completamente con alguna de ellas, mostrando, como era de
esperar, coincidencias parciales con ¿todas y cada una de ellas?

Según la teoría del control social la conducta de los individuos estudiados encajaría en la
definición de conducta desviada (aquel comportamiento de un individuo que se aparta de
los estándares sociales) que deriva en daño o perjuicio para la sociedad; por el contrario,
no encajaría en esta teoría el hecho de que todos ellos se han criado en el seno de
familias más o menos normales de clases media o medio-baja, y han asistido a la escuela
llegando incluso a formación universitaria, cuyas formas de comportamiento deberían
haber adoptado al estar sometidos a esos controles sociales informales. Pero no es así,
ya que se apartan del buen camino: esta teoría no explica los motivos que les impelen a
ello, por lo que se hace necesaria otra explicación.
Podríamos recurrir a la teoría general del delito o de auto-control, que establece la
existencia de una fuerte relación entre el comportamiento criminal y la edad, y como
nuestro perfilado muestra que el inicio en el delito se dio entre la adolescencia y la
juventud encontraríamos una posible explicación. Pero tampoco se ajusta por completo,
ya que los sujetos no se han criado solos hasta los diez años, aproximadamente, aunque
alguno lo haya hecho en el seno de una familia desestructurada, si bien la conducta
parece mostrar mejoría con la edad. A pesar de ésta última afirmación, la teoría resta
importancia a las influencias del círculo cercano de conocidos, lo que nos llevaría a
descartar también la teoría de las subculturas criminales, que en principio podría ser la
que más se ajustase a lo mostrado por el grupo estudiado. Pero de nuevo nos
encontramos con que nos falta el decisor que empuja a elegir un nuevo grupo de
referencia cuando aparece la frustración al no poder conseguir los mismos objetivos que
el resto de la sociedad.

Esa frustración tampoco se ajusta por completo a los postulados de la teoría de la


frustración, aun cuando un divorcio de los padres, malas experiencias en la escuela o
haber sufrido abusos son consideradas fuentes de frustración, y la válvula de escape
podría haber sido el delito. Pero, de nuevo, nos encontramos con que esas acciones no
son consideradas delictivas por la Autoridad hasta pasados unos años, y que desde su
comienzo la motivación que les movía no era sino el afán de aumentar su conocimiento, lo
que no percibían como delictivo en modo alguno.
TEORÍAS:

- de la asociación diferencial, de Sutherland

- del aprendizaje social, de Akers

- del control social,

- de la acción situacional

- de las subculturas criminales, de Cohen

- general de la frustración, de Agnew

- de la anomia, de Durkheim

- general del delito, o del autocontrol, de Hirschi y Gottfredson


Control social

Se entiende por control social la influencia que ejercen determinados elementos


componentes de una sociedad en la forma de comportarse de sus asociados siendo los
principales controles sociales que analiza la criminología la familia, la escuela, la iglesia y
el gobierno. Según esta teoría el ser humano que nace y se desarrolla en un ámbito
familiar tiende a adoptar como propias las formas de comportamiento de los demás
miembros de la familia, para posteriormente recibir la influencia de la educación recibida
en la escuela. Estos se denominan controles sociales informales, que van disminuyendo
su efectividad con el aumento de complejidad de la sociedad, aumentando la influencia de
los controles sociales formales: los oficiales, los dictados por las leyes. El individuo que
se aparta de los estándares habituales de conducta para la sociedad en que se encuentra
inmerso, poniendo en peligro la cohesión social y estabilidad del grupo, mostraría una
conducta desviada, que pasaría a ser una conducta delictiva (robo, asesinato, daños…).
Así, la criminología estudia la conducta desviada de la persona, cuyo resultado deriva en
daño o perjuicio para algún componente de la sociedad.

Asociación diferencial

Defiende que las personas pueden llegar a cambiar su conducta (a desviada o no


correcta) cuando se relacionan con terceros y demuestran un comportamiento aprendido
que no respeta la ley y que además fomenta su violación. Define nueve postulados que se
resumen en que se da un aprendizaje de la conducta en contacto con otras personas
dentro de un círculo reducido, quienes contribuyen a la mejora de las habilidades
criminales del sujeto, que las pondrá en práctica mientras sus interpretaciones
desfavorables a la ley prevalezcan sobre las favorables. Este comportamiento criminal no
puede ser explicado como la manifestación de un conjunto de valores y necesidades
generales adquiridos durante la formación, ya que éstos también dan lugar a
comportamientos no criminales. Así, la comisión de delitos de cuello blanco, que esta
teoría equipara a los delitos informáticos, no pueden explicarse ni por pobreza, ni por falta
de hogar, ni por carencia de actividades de ocio, ni por bajo nivel educativo, ni por poca
inteligencia ni por inestabilidad emocional.

General del delito, o de auto-control

Defiende que el factor principal que hay tras la conducta criminal es la falta de auto-
control del individuo. Estableciendo la fuerte conexión entre el comportamiento criminal y
la edad, sugiere que las personas que se criaron solas antes de cumplir los 10 años
desarrollan menos autocontrol que quienes fueron mejor criados. Esto mejora con la edad
como resultado de muchos factores: cambios biológicos, socialización, aumento de los
costos de oportunidad de perder el control. Se relaciona también con el principio de placer
y el principio de realidad, respecto al deseo de gratificación inmediata y la demora de la
gratificación. Autocontrol sería la capacidad de demorar la gratificación inmediata con el
fin de alcanzar objetivos alternativos de mayor envergadura. Resta importancia a las
influencias de los propios compañeros. Enfrentada a la del aprendizaje social.

Aprendizaje social

Sostiene que los individuos aprenden nuevos comportamientos a través del refuerzo, el
castigo y el aprendizaje observacional: si se obtienen resultados positivos de
determinadas conductas se es propenso a imitarlas o adoptarlas.

Método importante para comprender la naturaleza del desarrollo criminal, en particular


durante la juventud: se aprende a delinquir por asociación con otras personas. Familia y
amigos desempeñan un papel fundamental para alentar las conductas delictivas.

Los modelos que alientan el modo de comportarse son el refuerzo diferencial, las
creencias y los modelos.

Subculturas criminales

Toda acción humana responde al resultado de una serie de esfuerzos realizados para
solucionar problemas de adaptación. (esto se ajusta como un guante a nuestros sujetos).
Si la solución elegida es la adopción de una conducta desviada los motivos deben
buscarse en los grupos de referencia primarios que tienen alrededor. Si estos no pueden
dar solución al problema, se busca otro grupo de referencia que se adapte más a las
soluciones permitidas.

Cuando un elevado número de personas con problemas de adaptación similares no


encuentran grupo de referencia para solucionarlos suelen unirse formando lo se se
denomina subcultura, entendida como un grupo en el que pueden solucionar aquellos
problemas de aceptación social al ser aceptados por el propio grupo, que se convierte en
su nuevo grupo de referencia.

Acción situacional

Las personas no cometen delitos por sus atributos, éstos no pueden ser las causas. Las
personas cometen actos delictivos porque perciben y eligen (de forma habitual o tras una
deliberación) una clase de acto delictivo como alternativa de acción en respuesta a una
motivación específica. Los delitos son acciones morales, acciones que violan las reglas de
conducta establecidas en la ley.
Las personas hacen lo que hacen debido a quienes son y a las características del
ambiente en el que intervienen.

Anomia

La anomia, definida como discrepancia en el énfasis entre objetivos y medios, es


prevalente en ciertas esferas sociales y genera frustración a nivel individual. Puede
producirse cuando todas las personas comparten unos mismos objetivos, pero carecen de
idénticas oportunidades. En este contexto, es más probable que aquellos que vean
bloqueadas sus vías de acceso a unas metas definidas culturalmente recurran a medios
ilegítimos para conseguirlas.

Según el concepto de anomia propuesto por Durkheim y Merton los sujetos encuentran a
motivación necesaria para en la presión que la sociedad ejerce sobre ellos.

Durkheim señala que el ser humano es “insaciable en sus ambiciones”. Las necesidades
o satisfacciones alcanzadas estimulan nuevas necesidades, lo que genera una
permanente situación de “inquietud dolorosa”. Por lo tanto, requiere de una “fuerza
exterior” que limite sus ambiciones, necesita que sus“pasiones” estén acotadas para que
puedan estar “en armonía con sus necesidades”. Ese poder regulador pertenece a una
autoridad colectiva, esto es, la sociedad. Por lo tanto, “toda rotura de equilibrio social”, en
la que la sociedad pierde transitoriamente su poder regulador y su capacidad de limitar
deseos individuales, condena a las personas a un “perpetuo estado de descontento”. Este
fenómeno social representa la versión durkheimiana de anomia entendida como ausencia
de normas.

Durkheim, deseaba explicar que el comportamiento humano no sólo depende del libre
albedrío, sino que se encuentra al menos en parte determinado por fuerzas que se
encuentran fuera de su control y que incluso tienen una naturaleza social, o sea
independientemente de su persona. La tesis es que existen fuerzas sociales que influyen
en el comportamiento humano.

Frente a sociedades básicamente agrícolas europeas anteriores al siglo XIX, en el mundo


moderno se producen cambios muy rápidos y radicales que hacen que la gente ya no
pueda confiar en las normas por las que han regido su conducta a lo largo de su vida, ni
tampoco mantener sus expectativas, su visión del mundo, etc. Se produce una especie de
sentimiento de provisionalidad en el que ya no está claro el sentido de la vida ni cómo
conducirse por la misma. El debilitamiento de todo un sistema de valores morales (en
especial la religión) también desempeña un papel en este escenario, puesto que ahora ya
no puede moderar y controlar tales disfunciones: el malestar que sufrimos… angustia, no
sólo una miseria económica crecida sino una alarmante miseria moral.

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