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Cristina Rosso La familia como generadora del delito

EQUIPO FEDERAL DEL TRABAJO –


Facultad de Ciencias Sociales-UNLZ-
Año I Número 3 (2005),pp 25-28 www.eft.org.ar
ISSN 1669- 4031

La familia como generadora del delito


Titulo:
Las familias como generadoras de delincuentes
Autora:
Cristina Rosso
Resumen:
En un número trascendental de casos el delito se origina en
el seno familiar
Palabras claves: Delincuencia, Ámbito familiar
Resumo:
Num número transcendental de casos o delito se origina no
seio familiar
Palavras chaves; Delinquência, Ambito familiar
Abstract
In a transcendental number of cases the crime is originated
in the familiar sine
Key words: Delinquency, familiar place.

A modo de introito dejaré establecido que el enfoque dado a


esta exposición es absolutamente objetivo, sin ánimo de
crítica negativa, muy por el contrario, posee un interés
exclusivamente esclarecedor de una realidad que
automáticamente y sin razonamiento negamos,
obedeciendo a la idea errónea de que nuestra conducta es
cabal y correcta, cuando queda demostrado después de
mucha investigación, análisis y observación que, la realidad
arroja exactamente lo contrario. Nos prestamos a un
autoengaño queriendo negar las circunstancias que día a
día se hacen más fehacientes. Acaso sacando las vendas
que nos ciegan, podamos dar con el problema enraizado,
reconociendo de una vez su origen.
Cuando entramos en el análisis de la delincuencia y su
origen, de lo cual existen diversas y variadas teorías,
observamos que en un número trascendental de casos el
delito se origina en el seno familiar, apoyo mi hipótesis en
que es de la naturaleza humana responder a los estímulos
ya sean positivos entonces positivamente, o negativos
negativamente, cuando el niño no recibe los límites
necesarios para generar una mente diferenciadora de lo
correcto y permitido de lo que no lo es, formará un adulto
poseedor de valores alterados, distorsionados o ambiguos,
esto provoca una conducta que transita por un camino no
señalizado, lo que resulta sumamente negativo y
devastador.
Las familias generadoras de delincuentes, permiten y hasta
promueven desde la infancia, transgresiones que irán
aumentando en función de determinados ejemplos que
señalarán que todo está permitido, y que los derechos
ajenos carecen absolutamente de valor, dejando así de lado
los vínculos fundamentales que hacen a una sociedad de
derecho, para solo atender intereses propios y a cualquier
precio, además de esos ejemplos permisivos, encontramos
muchas otras fallas de igual importancia que harán al todo
final.
En las escuelas y establecimientos educativos ya no existe
la disciplina necesaria que hace al respeto hacia la
autoridad del docente, hacia las personas, la sociedad, las
instituciones, el orden establecido, etc., trayendo esto
aparejado, mas inobservancia a la conducta apropiada y
debida. Todos sabemos que si el docente reprende al
alumno, se enfrentará, en la mayoría de los casos, a la furia
familiar, que no entiende la educación como puesta
necesaria de límites, sino que rotundamente niega la falta
del niño enfrentándose con fiereza al educador que osó
corregir al joven, lo que paulatinamente fue llevando a la
flojera en la disciplina educativa, permitiendo que el niño
haga lo que desea o como premisa psicológica, que pasó de
la protección mental del infante al liberalismo conductual de
los niños, como forma de evitar problemas con los
progenitores, mencionaba dificultades que pueden llegar
hasta la violencia, no ignoramos casos de agresión física
hacia el docente por parte de los padres, pero también
conocemos demasiados casos de violencia hacia el
pedagógico, por parte de los educandos. Esta forma laxa de
educación, para los que tienen la suerte de ser obligados a
asistir a la escuela, está instituyendo futuros adultos
peligrosamente desobedientes a la moral y las buenas
costumbres.
Asimismo, se entrelazan cuestiones tales como el
acercamiento a camaradas fijos o esporádicos que están a
su vez desbandados, entre quienes existe un lenguaje, un
modo de vida y una manera de ver la inconducta como algo
natural y común denominador entre los mismos, quienes
comparten de esta forma un ambiente, un estrato social, o
simplemente las mismas aspiraciones y perspectivas, con
esto quiero significar que para adherirse entre sí, las
personas necesitan definitiva y excluyentemente parecerse,
de lo contrario perderíamos el hilo conductor que los une y
agrupa.
Las ambiciones frustradas son otro ingrediente y una fuerte
motivación para el ingreso al mundo delictivo, ya que el
deseo de poseer bienes materiales no es privativo de nadie,
solo que algunos buscan la forma correcta de realizar sus
expectativas y otros solo siguen con los lineamientos que
han mamado durante su infancia y adolescencia,
continuando de este modo con una forma de vida que para
ellos es absolutamente normal, y que a su vez, transmitirán
con incremento a sus descendientes, y esto provocará, con
el paso de los años un efecto geométrico sobre la población,
este efecto mencionado ha comenzado a hacerse notar
cuando comienza en nuestra sociedad el mal endémico de la
inseguridad, ya que esta es provocada por el aumento
delictivo.
La falta de oportunidades es otro componente fundamental
que genera la desviación hacia el delito, puesto que mucho
podría evitarse si se pusieran en práctica planes reales de
salida laboral digna para todos y en la medida de la
preparación de cada uno, lo que obligatoriamente traería
aparejada la sana ambición de la autosuperación para lograr
una vida mejor, pero lógicamente esto tiene que ver
directamente con los “premios” que cualquier sociedad que
se digne de ser evolucionada tendría incorporados a su
sistema social.
Pero quiero volver sobre los ejemplos familiares y los
permisos, poniendo como muestra sencilla que cuando un
niño presencia una trasgresión a la conducta debida, el
resultado directo es la falta de respeto agravado, ya que el
niño lo interpretará como permiso, si papá o mamá lo hacen
seguro es lo correcto.
En muchas teorías a cerca del delito se afirma que el
delincuente viene al mundo de esta forma, como si la
genética, que ha actuado favorablemente a lo largo de
miles de años haciendo una selección natural, y
produciendo solo evolución positiva en todos los seres
vivos, fuera ella sola responsable de la conducta o
inconducta de individuos pensantes. Otras teorías afirman
que el delincuente es generado por el estrato social sórdido
donde se desarrolla, esto tampoco lo comparto, ya que es
sabido por todos que aún en los ambientes mas hostiles y
paupérrimos se generan, además, individuos ciertamente
decentes, honrados y honorables, decisivamente, una vida
humilde no es factor determinante para la generación de
delincuencia.
Como corolario debo remarcar que en mi opinión no es
necesario que se den simultáneamente los presupuestos
mencionados para que se incurra en el delito, esto no quita
que también existe en justa medida quienes padecen
alteraciones psicológicas que los llevan a no medir
determinadas consecuencias, pero esto está previsto como
todos conocemos en el Art. 34 C.P.N. que se extiende sobre
la imputabilidad. Pero el tema que nos ocupa es la familia y
la importancia del cuidado, de los ejemplos, de los permisos
y de los límites que les demos a nuestros retoños, es esta y
solo esta en realidad, la fórmula generadora de adultos que
respeten las normas que se establecen para poder vivir en
sociedad, y que, tal vez en un futuro no muy lejano, nos
permita sobrevivir al caos que se avecina.
Antaño la educación familiar era extremadamente estricta,
hoy es holgadamente inconsistente e indiferente, como
todos sabemos los extremos se tocan y son nefastos, queda
en nosotros ciudadanos de un mundo cambiante y
complicado, formar a los niños en la inteligencia del saber
vivir para no pagar en el futuro las consecuencias de los
ejemplos que nosotros mismos generamos en el presente.
Tomemos conciencia de los tiempos que se avecinan, que
queden tranquilos todos aquellos que educan en el sentido
del bien, tratando de sembrar en las jóvenes mentes los
parámetros que todo ser humano que se precie de tal debe
obligatoriamente observar, pero no dejemos de
preocuparnos y ocuparnos de todos aquellos que lo hacen
en el sentido de la indignidad.
Con el profundo deseo de que todos los Argentinos
podamos vivir en una sociedad donde vuelvan a existir los
valores morales, las buenas costumbres, el respeto hacia
nuestros congéneres, donde nuevamente nos miremos sin
ese dejo de recelo y aprensión que nos aqueja, y que
renazca al fin, abriéndose camino, el valor del honor que
históricamente nos destacó en el mundo. Bendiciones
sinceras a todos los hombres y mujeres de bien que habitan
el glorioso suelo
Argentino.

Para citar este artículo:


Cristina Rosso (2005), La familia como generadora del
delito Equipo Federal del Trabajo, Año I, Revista nº 3 ,
págs. 25-28
URL de la Revista: http://www.eft.org.ar/

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