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Índice

Sipnosis.
Capítulo 1: Capítulo 2: Capítulo 3:
¿Me Conoces? Sonrojarse De Más. Ser Agradable.
Capítulo 4: Capítulo 5: Capítulo 6:
Ni Una Sola Vez. ¿Qué Está Pasando? En Mi Mente.
Capítulo 7: Capítulo 8: Capítulo 9:
Viviendo El Momento. Sintiendo Miedo. Él.
Capítulo 10: Capítulo 11: Capítulo 12:
Buscando Pistas. Di Lo Que Quieras. No Me Importa.
Capítulo 13: Capítulo 14: Capítulo 15:
Rose. ¡Sorpresa! Primeras Veces.
Capítulo 16: Capitulo 17: Capítulo 18:
Eres Especial. Todos Tienen Un Pasado. Declaraciones.
Capítulo 19: Capítulo 20: Capítulo 21:
El Baile. Nuestro Lugar. Momentos.
Capítulo 22: Capítulo 23: Capítulo 24:
La Charla. Peligro. Viva.
Capítulo 25: Capítulo 26: Capítulo 27:
Noticias. Tortura. Alivio.

Capítulo 28: Capítulo 29: Capítulo 30:


Decidida. Horror. Trauma.
Capítulo 31: Capítulo 32: Capítulo 33:
Intriga. Revelación. Halloween.
Capítulo 34: Capítulo 35: Capítulo 36:
Ilimitadamente. La Mujer. La Niña Secuestrada.
Capitulo 37: Capitulo 38: Capítulo 39:
El Discurso De Bodas. Pensando Demasiado. Bienvenida A
Nápoles.
Capítulo 40: Capítulo 41: Capítulo 42:
Magia. Nápoles. La Cena.
Capítulo 43: Capitulo 44: Capítulo 45:
Amor. Hasta Pronto. Navidad.
Capítulo 46: Capítulo 47: Capítulo 48:
Regalos. ¡Año Nuevo! Bebés.
Capítulo 49: Capítulo 50: Capítulo 51:
Cumpleaños. Aniversario. Universidad.
Capítulo 52: Capítulo 53: Capítulo 54:

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Actuar Distinto. Intranquilidad. Amistad.
Capítulo 55: Capítulo 56: Capítulo 57:
Ruptura Falsa. No Lo Creo. Atención.
Capítulo 58: Capítulo 59: Capítulo 60:
Preocupación. Desesperación. Fuerza.
Capítulo 61: Capítulo 62: Capítulo 63:
Paciencia. Ansiedad. Lo Usual.
Capítulo 64: Capitulo 65: Capítulo 66:
Compromiso. Felicidad. Final.
Capítulo 67: Agradecimientos. Sobre la autora.
Epílogo.

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Sinopsis.

Meredith es una chica sencilla, que trata de llevar una vida común, como
cualquiera otra adolescente. Cuando conoce a Adam, un chico un poco mayor que
ella, atractivo y con un futuro brillante, empieza a sentir cosas por él y él por ella.

Juntos comienzan una relación y de pronto no les importará nada más, solo serán
ellos dos en su burbuja irrompible.

Pero no se puede conseguir todo en la vida.

Pasarán muchas cosas en sus vidas y de pronto todo será riesgos y seguridad,
Meredith no es tan sencilla y Adam se ha enamorado de ella. Algunos los quieren
separados, pero ellos no están dispuestos a separarse, no cuando se siente tan
bien estar con el otro y sin importar si sus vidas están en peligro. Ninguno de los
dos quiere separarse y nada ni nadie podrá contra eso.

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¿Me Conoces?

Nunca me ha gustado hacer esto. Ir a pagar las cuentas de mi hermana que está
estudiando periodismo en Nueva York, pero esto valdrá la pena. Bueno, le pido a
Dios que esto valga la pena, si nélpues, Dios se apiade de ella. Esto tiene que
valer. Estoy segura que sí, mi hermana no es sólo elocuente y bella, sino que
también tiene un sexto sentido para hacer de una noticia ordinaria, a una noticia
bomba. Seguro ella trabajará para un buen periódico, o tal vez para algún
noticiero como el CNN. Me la imagino porque no tengo otra cosa que hacer sino
fijarme en el camino por donde piso, no tengo otra manera para desperdiciar mi
tiempo, así que me imagino a mi hermana mayor cumplir sus sueños.

No tengo un auto. Aunque tengo dinero como para comprarme diez. Primero,
porque mi mamá no confía en que puedo ser una conductora responsable.
Segundo, porque mi padre murió hace dos años en un accidente de auto y ella no
quiere que me pase lo mismo. Tercero, porque piensa que me escaparé en medio
de la noche y me iré a una fiesta, cosa que no hago y no pienso hacer, así tenga
diecisiete años, no soy muy fiestera. Esas son mis razones, por lo que de camino a
casa tomo un atajo por el bosque, reconozco el camino porque muchas personas
pasan por aquí, me gusta mirar los árboles, hay unos más grandes que otros,
algunos tienen fores, lindos de admirar, pero yo me paso un poco más de tiempo
viéndolos. Y hasta a veces, me salgo un poco del camino, pero creo que hoy me
pasé un poco más de lo normal. Por salirme del camino ya no se en donde estoy,
ni como volver al camino. Y todo por mirar unos insignificantes árboles de los
cuales ni siquiera se sus nombres o clases.

Maldición. ¡Deja de distraerte!

Alguien viene y me paralizo, lo sé por el sonido de las ramas crujir al ser pisadas.
Miro hacia todos lados pero no veo a nadie, no son imaginaciones mías porque se
siguen escuchando las pisadas, cada vez más cerca hasta que se detienen y solo
escucho algunos pájaros y el latido de mi corazón martilleando fuerte contra mi
pecho.

–¿Estás perdida?–dice una voz masculina muy profunda a mis espaldas que me
hace sobresaltar, me giro y me encuentro con un chico, muy apuesto y muy bien
vestido, un violador no se vestiría con jeans oscuros, una camisa con mangas
enrolladas hasta los codos y zapatos de cuero, casi nadie usa zapatos de cuero.
Anulo mi plan de correr a toda velocidad en caso de que quiera atacarme. Aunque

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tengo más planes por si me equivoco.

–Puede que sí.–murmuro, él me mira con curiosidad, como si tuviera visión de


rayos x y estuviera examinandome.

–El camino está por aquí.–señala con la mano la dirección correcta.

–Gracias.–digo y paso a un lado de él y retomo el camino.

Miro la hora en mi reloj de pulsera y me apresuro, si no llego en diez minutos, mi


mamá pensará que me secuestraron y entonces no me dejará salir. Tampoco es
que salga mucho, pero de vez en cuando salgo con Lux (mi mejor amiga desde los
diez años), y me gusta divertirme de vez en cuando.

El chico me sigue y camino un poco más rápido.

–¿Alguien te está esperando?–pregunta y me detengo. ¿Por qué le importa si


alguien me espera? Me giro hacia él.

–No suelo dar explicaciones a desconocidos.–digo él alza las cejas.

–Soy Adam Stynson.–dice estrechando su mano.–Ahora ya no soy un desconocido–


¿Y éste quién se ha creído?

–Eso no quiere decir que te vaya a decir si alguien me espera o no. Por lo tanto
seguiré siendo una desconocida para ti.–digo y él sonríe y miro sus ojos, son tan
azules como el cielo, su cabello es negro azabache y su piel es muy clara, casi
blanca. Pero lo más llamativo son sus ojos, es un azul chispeante, brillante,
hipnotizantes y hermosos.

–¿Sigues aquí?–dice y yo parpadeo.

–¿Qué?–digo y el se ríe, divertido.

–¿Sigues aquí?–señala el piso y luego todo alrededor.–Parece que te volviste a


perder.

–Claro que sigo aquí.–bueno físicamente, mi mente y subconsciente se fueron de


vacaciones.

–¿Cuántos años tienes?

–No te diré mi edad, ¿para qué quieres saber?–se encoge de hombros.

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–Sólo curiosidad, me pareces familiar.–dice como si fuera lo más casual, ¿familiar?
¿Dónde?

–La curiosidad mató al gato.–digo en cuanto ya salimos a la calle, ignorando el


hecho de que dijo que le parezco familiar, nunca antes lo había visto. Nunca antes
había visto a un chico tan atractivo como él.–Gracias por ayudarme a encontrar el
camino, pero desde aquí me sé mi camino.–él asiente y me sonríe, es una sonrisa
blanca, perfecta y relajada.

–Fue un placer, ¿puedo hacerte una pregunta?–dice y yo me cruzo de brazos.

–Ya hiciste una y no contestaré otra.

–De todas maneras la haré–empiezo a decir algo, pero el habla primero–¿Nos


volveremos a ver?–alzo las cejas y encuentro una respuesta interesante.

–¿Crees en el destino?–él asiente y yo continuo.–Pues, si el destino quiere que nos


volvamos a ver, pasará.–me giro para seguir mi camino, y entonces se me ocurre
otra cosa.–Pero no tientes tu suerte.–me vuelvo para seguir caminando, ya perdí
cinco minutos y sólo me faltan unas pocas cuadras para llegar a mi casa.

En cuanto cierro la puerta mi mamá me llama desde la cocina.

–¿Meredith? ¿Eres tú?–ruedo los ojos, ¿quién más podría ser? ¿El Chupa Cabras?

–Sí, mamá.–me quito mi abrigo y lo cuelgo junto a mi bolso en el perchero del


recibidor y voy hasta la cocina.

–¿Por qué llegas tan tarde?–dice mirando su reloj.

–Ehm, me entretuve–me sirvo un vaso con agua y ella me examina el rostro.

–¿Con qué te entretuviste?–suspiro y me siento frente a ella.

–Botas. Sabes que me gustan las botas, y mucho más las de tacón grueso.–en
realidad, no es una mentira, vi muchas botas de camino a casa, y no pude
detenerme a echar un vistazo, además no le voy a decir que me metí en el
bosque y me encontré un chico sexy al que no le quise dar mi nombre. Eso le
daría un ataque.

–Pero si tienes demasiadas botas. ¿Por qué quisieras otras?

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–Mamá, me encantan las botas.–me encojo de hombros.

–Bien, ¿algo más? ¿No hiciste nada interesante?–niego con la cabeza y ella sigue –
¿Conociste a un chico?–vuelvo a negar pero ella sigue.–Sí lo hiciste.

–No, mamá. No lo hice.–digo y ella empieza a hablar otra vez pero la interrumpo –
¿Qué hay para cenar?–me levanto y reviso el refrigerador.

–Lo que tú quieras comer.–responde.

–Bueno, me gustaría comer una hamburguesa.–digo después de revisar el


refrigerador.

–De acuerdo.–ella se levanta y saca comida del refrigerador.–Hace tiempo que no


comes como debe ser. ¿A qué se debe éste cambio?

–A que si no como, ¿moriré?–digo y ella rueda sus ojos.–O, ¿me volveré anémica?

–La verdad, no entiendo cómo no te haz enfermado cuando comes tan poco.

–Yo tampoco entiendo. Pero estoy bien, y me siento bien.–me encojo de hombros y
me masajeo el cuello, estoy un poco sudada y considero que es asqueroso.–Me
voy a dar una ducha.

–Bien.–dice un poco distraída sacando unos tomates rojos de su cesta de tomates.


Tomo mi bolso del perchero y subo hasta mi habitación, que es el ático
remodelado.

Saco mi teléfono del bolso y lo reviso, tengo varios textos, de Lux, de mi prima
Dove y de mi prima Beth. Notificaciones de Facebook y de Instagram. Subí una
foto con mi madre en la tarde y como siempre, mis abuelas, comentan la foto o
les dan "me gusta". Reviso los "me gusta" y la amiga de mi mamá, Clara Stynson
le gustó la foto. Pero no es que le haya gustado la foto lo que me llama la
atención. Su apellido, me suena familiar.

"Soy Adam Stynson". Miro el perfil de Instagram de Clara y busco en sus fotos
hasta que encuentro una en la que sale con él.

"A mi hijo le encanta tomarse fotos conmigo. ¡Es tan parecido a mí!". Es lo que
dice sobre la foto, que es una selfie, él tiene un brazo rodeando sus hombros. Y
son demasiado parecidos, sólo que ella es rubia platinada, pero sus ojos son
idénticos, el mismo azul hipnotizante y chispeante, las facciones de sus rostros
parecen copiadas, pero Adam tiene la nariz más perfilada.

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No me imagino lo que diría mi mamá si le digo que me encontré con Adam
Stynson, el hijo de su amiga del alma Clara Stynson, y no le dije mi nombre
cuando el quiso saberlo. Mamá me mataría, literalmente.

Luego de una ducha rápida y de cambiarme por ropa un poco más ligera. Bajé a la
cocina para ayudar a mi madre con nuestra cena.

–¿Qué ves?–dice mi mamá y la miro, estaba mirando el Instagram en mi teléfono,


bueno, estaba mirando el Instagram de Clara.

–Instagram.–digo de inmediato.

–Esa foto que nos tomamos más temprano, es realmente linda.–dice y asiento.

–Ajá.–digo distraídamente mientras veo más fotos de Clara, tiende muchas con
una chica rubia idéntica a ella, abro su perfil, se llama Rose Stynson.

–Tengo una así con tu hermana.–sigue diciendo mi madre pero no le presto


atención.

–Ahmm...

–Yo nunca me tomé una foto así con mi madre, todas las fotos eran instantáneas y
no sabíamos de las selfies, pero si nos tomábamos muchas fotos. Tus tías, Stella y
Lisa, también se tomaban muchas fotos con nuestra madre, pero a papá no le
gustaba mucho tomarse fotos...

Dejo de escuchar a mi madre y miro un poco asombrada la galería de fotos de


Rose Stynson, tiene más de mil y no sólo hay fotos de ella, también hay varias con
su madre y con otro chico de cabello negro y ojos azules, hay una muy graciosa.
En la foto está ella en medio de dos chicos, uno de ellos es Adam y el otro es
parecido a ellos, creo que es otro hermano de él. Rose sale sacando su lengua al
estilo Miley Cyrus, Adam sale colocándose el cabello de Rose como bigotes y el
otro chico sale haciendo una mueca graciosa. Me rio por un rato viendo la foto y
mi mamá me ve como si me hubiera vuelto loca y espera a que me calme.

–Bien, ¿qué es tan gracioso?

–¿Éstos son los hijos de tu amiga Clara Stynson?–digo mostrándole la foto, ella se
ríe un poco.

–Sí, esos son, Adam, Rose y Blake.–dice señalándolos.–Son encantadores.

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–Encantadores, ¿cómo Clara?–digo y ella me echa una mirada.

–Sí, muy agradables, Adam es el más interesante de los tres.–dice y alzo las cejas.

–¿Interesante? ¿En qué sentido?

–Bueno, él, aparte de que es muy guapo, ninguna chica ha llegado a conocerlo
realmente.–dice y frunzo el ceño.–Ha tenido muchas novias, pero Rose dice que
todas fueron sus novias por su dinero. Los Stynson's, son una de las familias más
adineradas del estado de Wisconsin y aunque, el señor Stynson, el suegro de
Clara, está vivo y vivirá por muchos años más. Adam es joven y trabaja con su
padre, ganando muchísimo dinero comprando empresas en quiebra y
reformándolas.

–Oh, eso es muy interesante.–digo.

–Por cierto. ¿Por qué lo preguntas?–dice haciendo una pausa para hacer otra.–¿Por
qué estás repentinamente interesada en los hijos de Clara? Jamás me habías
preguntado sobre ellos, y vivimos aquí hace ocho años.

–Bueno, yo... Ehm.–vacilo entre decirle la verdad a mi mamá o buscar una mentira
creíble.–Puede que hoy me haya encontrado con Adam.

–¿... Y?

–Que, no quise presentarme.–digo pero ella parece confundida.

–¿Cómo que no quisiste presentarte?

–Bueno, él me dijo su nombre, pero yo no le dije el mío.

Mi madre pone los ojos como platos y luego me fulmina con su mirada verde
esmeralda.

–¿Qué?–dice y sigue.–¿Qué no le diste tu nombre a un buen chico que quiso saber


tu nombre? ¿Dónde dejaste tus modales?–parece realmente molesta.

–Mamá, sabes que yo no ando dando mi nombre por ahí a desconocidos, mucho
menos en la calle.–digo y ella saca su teléfono.–¿Cómo iba a saber yo si es un
buen chico o no?

–No importa, seguro le pareciste familiar, pero no está muy seguro de que si

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realmente eras tú. Haz cambiado mucho desde hace unos meses.–dice mientras
escribe algo en su teléfono.–¿Te parece que un chico malo te hubiera dejado
seguir tu camino a casa sola?

–¿Qué haces?

–Le digo a Adam que la chica que no quiso darle su nombre hoy, es mi hija
Meredith. Ahora él estará seguro de que eras tú.–coloca el teléfono sobre la mesa.

–Oh, Dios.–digo y niego con la cabeza.–Mamá, no tenías porqué hacer eso.

–Será tu castigo.–dice y la miro confundida.–Tú y Adam, serán amigos. Lo quieras


o no –ahora sí que mamá se volvió loca.

–Pero qué.., mamá estás siendo poco razonable.

–¿Poco razonable? Sólo quiero que salgas más, no sólo con Lux y tus primas,
deberías de conocer chicos y salir con ellos.–su postura es recta, como si
estuviera discutiendo con alguien mayor, de un problema grave.

–Mamá.–digo lo más plana posible.–Sabes que no se me da muy bien eso de


socializar con chicos.–hago una pausa.–No suelo ser muy agradable, a nadie le
gusta mi odiosidad.

–No eres odiosa siempre. ¿Fuiste odiosa con Adam?–su teléfono vibra en la mesa y
ella lo agarra rápidamente, sonríe al teléfono y luego me mira.–Al parecer a él no
le pareciste odiosa, dice que pensó que eras tú, más no estaba muy seguro de si
lo eras.

–Y ahora gracias a ti, él sabe quien soy... A propósito, ¿cómo es que él pensó que
era yo? Yo no sabía quien era él...

–Tu padre y yo teníamos una estrecha relación con los Stynson's, ahora sólo yo
tengo una estrecha relación con los Stynson's.–ella se detiene y sacude la
cabeza.–El caso es, que Clara y yo siempre hemos sido amigas y ella sabe quienes
son mis hijas. Y posiblemente, ella les habrá hablado de ti a sus hijos...

–¿Y por qué nunca me hablaste de sus hijos?–ella ladea la cabeza y estrecha sus
ojos.

–Traté, de hablarte de ellos, pero nunca quisiste escucharme. Siempre me decías


que no estabas interesada en la vida de los hijos de mis amigas.–comienzo a
hablar pero ella me detiene.–Sé lo reservada que eres, hija mía. Yo era

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exactamente igual a tu edad, siempre fui una chica difícil para hablar. Pero tú,
eres profunda y eso es algo maravilloso. Y creo que mereces salir con alguien que
pueda entender todo lo que dices.

–Mamá, eso es lindo de oír.–digo llevándome la mano al pecho simulando que me


ha inspirado.–¿Tú crees que ese alguien es Adam?

–Podría ser, él te pareció apuesto ¿cierto?–pongo los ojos en blanco.

–A cualquier chica en este mundo con buen gusto le parecerá apuesto él, eso es
obvio.–ella sacude su cabeza.

–Hasta los chicos más a puestos a ti te parecen aburridos.–ella me estudia un


momento.–Él tiene algo que te dejó cautivada, todavía no me haz dicho que te
parece un completo imbécil.

–Sus ojos.–las palabras salen de mi boca sin que yo pueda detenerlas.–Sus ojos,
tiene esa mirada que volvería loca a cualquier chica. Es hipnotizante, es el tipo de
todas pero no muchas lo pueden tener, ojalá no lo hubiese visto nunca.

–Okey.–dice mi mamá después de un rato de silencio, ella parece asombrada.–


Nunca te había escuchado hablar así de un chico.

–Yo... Ni siquiera sé que dije.–me levanto de la silla.–Me iré a dormir.

–Yo también.–dice ella y salimos juntas de la cocina, ella sube delante de mi por
las escaleras y me abraza deseandome buenas noches antes de entrar a su
habitación.

Entro a mi habitación y antes de acostarme me cepillo los dientes, como de


costumbre. No tengo sueño todavía, así que salgo por la ventana y me siento en
el techo a observar las estrellas, siempre me ha gustado ver las estrellas, y más
cuando hay luna llena. Pero hoy sólo están unos pocos puntos brillantes en el cielo
y un cuarto creciente de la luna.

En realidad, me sentí demasiado atraída hacia Adam cuando lo vi, y después no


quería volver a verlo porque me resulta adictivo y lo menos que necesitó ahora es
obsesionarme con alguien que no voy a tener. Pero, ahora mi mamá le ha dicho
quien soy y no me voy a poder librar de verlo la mayoría de las veces que mi
mamá me arrastre hasta su casa para cenar, hasta puede que los invite a
desayunar, estoy acabada.

Vuelvo a entrar a mi habitación por la ventana y entro a mi armario para

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cambiarme por un pijama e irme a dormir. Cuando el sueño comienza, lo único
que veo, son dos ojos azules que botan chispas y luego la imagen se aclara más
hasta que un rostro sonriente me mira, no es cualquier rostro. Éste es hermoso
como un ángel y a la vez atractivo y sexy, él me sigue sonriendo pícaramente y
yo intento no derretirme bajo su mirada hipnotizante, pero fracaso y termino
perdiendome en el mar de sus ojos.

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Sonrojarse De Más.

Me despierto por el sonido de mi despertador, estiro la mano hasta que lo alcanzo


y de un golpe lo apago. Me levanto estirandome como un gato y entro a mi cuarto
de baño, suspiro al verme en el espejo, mi cabello siempre es un desastre en las
mañanas, de modo que tengo que lavarlo todos los días y aplicarme cremas
hidratantes. Es largo castaño oscuro y está en el punto medio entre rizado y
ondulado, casi nunca está como yo quiero.

Entro en mi armario, que es del tamaño de un cuarto de baño normal, buscando


una blusa de color que me favorezca, siempre visto de negro, es mi color favorito,
aunque técnicamente no sea un color. Me decido por una blusa azul turquesa, de
cuello V y ajustada en la cintura. No soy una chica de mucho busto, pero no soy
una tabla, y no me quejo tanto. No todo es acerca del físico, me digo todos los
días.

Bajo a la cocina para encontrarme con mi alegre y canturrona madre, ella tiene
una taza de café en su mano derecha y una tostada en su izquierda. Alza la vista
en cuanto me ve y sonríe ampliamente. Su cabello se ve brillante, es un rubio
claro que le cae como una cascada sobre los hombros.

–Buenos días.–ella inspecciona mi ropa, como hace todos los días.

–Buenos días, mamá.–me sirvo mi taza de café y coloco unas cuantas tostadas en
mi plato, me siento frente a mi madre.

–Te ves muy bien ésta mañana. ¿Desde cuando no vestías de color?

–Desde hace algún tiempo.–digo encogiéndome de hombros.

–Pues se te ve muy bien, me gusta tu cabello hoy, está rizado. Recuerdo cuando
yo lo usaba así, ahora lo tengo lacio.–ella se pasa los dedos por su hermoso
cabello distraídamente.

–Gracias mamá.

–¿Quieres qué te lleve a la escuela?–ella se termina su café y se levanta.

–No estaría mal.–ella enjuaga su taza mientras yo como mi tostada.

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–Te esperaré en el auto, no tengo que llegar tan temprano. Aston, no me ha
informado de ningún accidente por los momentos, no hay muchos pacientes de
trauma.–ella se va por la otra puerta de la cocina, hacia la cochera.

Desde que mi padre murió en un accidente automovilístico, mi madre tomó un


puesto en el hospital como asistente social de pacientes con traumas graves, ella
ayuda que las personas no enloquezcan mientras se están recuperando. Ella es
psicóloga, pero dice que es mejor que escuchar a las personas hablar de sus vidas
amorosas como por ejemplo, una paciente que sólo hablaba de los tres novios que
tenía y no le podía decir nada a su esposo que la golpeaba y la ha dañado
mentalmente. Yo pienso igual.

Durante el trayecto de casa a la Preparatoria de Madison, mi madre habló sobre


un paciente que solo repetía lo mismo una y otra vez, la cosa era que nadie
entendía que era lo que el hombre quería decir, hasta que por fin descubrieron lo
que le pasaba al hombre y todos pudieron respirar. También habló de Aston Fisher,
el doctor residente de traumas, yo tengo tiempo pensando que mi madre está un
poco interesada emocionalmente por él, pero no me dice nada porque cree que
me lo tomaré mal y pensará que creo que está traicionando al amor por mi padre,
la verdad es que yo quiero que ella sea feliz de la forma que ella quiera, mi padre
murió hace dos años ya y aunque lo eche mucho de menos, tenemos que seguir
con nuestra vida. Ella está enfrascada en su conversación mientras esperamos en
un semáforo, ella se detiene de repente mirando a la ventana de mi lado.

–¿Ese no es... Adam?–dice y miro al otro lado, una moto está estacionada al lado
de la cera y un chico alto, de cabello negro y piel clara está parado al lado de ésta
hablando por teléfono, tiene el casco protector en la otra mano.

Mi madre baja el vidrio del lado de mi ventana.

–¿Mamá, qué haces?–digo pero ella ya está hablando.

–¡Oye Adam!–dice mi mamá tan alto que me tapo los oídos. Miro a Adam, él ya ha
colgado la llamada y guardado su teléfono en su bolsillo, se acerca a nosotras con
una amplia sonrisa en su rostro.

–¡Buenos días!–dice en un tono tan alegre que salto, se inclina en la ventanilla y


me sonríe.–Así que tú eres Meredith.–tiende su mano y yo la tomo, en cuanto
nuestras pieles se tocan, siento un raro cosquilleo en mi mano, él en vez de
sacudir mi mano, me da un pequeño beso en mis nudillos y me suelta, parpadeo y
medio sonrio.

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–Pues sí.–digo encontrando mi voz.–Un gusto.–él sonríe y sus ojos encuentran los
míos, aparto la mirada rápidamente y veo el semáforo, estaba en rojo y se volvió
verde–¡Mamá! ¡No vamos a llegar nunca a la escuela!–digo más alto de lo que
pretendía.

–Calmate, Dios.–ella le sonríe a Adam a modo de disculpa.

–Lo siento.–digo.

–Fue un gusto verte, Meredith. Espero que nos volvamos a ver en otra ocasión.–yo
sonrio forzadamente, sé que si no lo hago, mi mamá me castigará, seguramente
dándole mi número de celular a él.

–Igualmente.–parezco demasiado educada.–Pero no tientes tu suerte.–digo y él


asiente.

–Te juro que no esperaba verte, ni tan pronto, ni tan temprano.–dice pero no lo
dice en serio, la sonrisa divertida en su rostro me dice que esperaba lo contrario.–
Así que fue bueno verte.–se despide de mi madre y me guiña un ojo alejándose
para subirse a su moto con elegancia. Va vestido de una forma muy casual,
aunque su chaqueta me encanta, debe de ser porque es negra y de cuero.

Mi madre acelera y me encuentro a mi misma girando mi cabeza mientras nos


alejamos, me falta es pegarme al vidrio. Me revuelvo en mi asiento y miro a mi
mamá que sonríe mucho.

–¿Qué es lo que te tiene tan sonriente?–digo y ella me mira.

–Te sonrojaste.–es lo único que dice.

–¿Me sonrojé?–me miro en el espejo que tiene mi mamá en la guantera, mis


mejillas están de un color rojo brillante.

–Sí, y de hecho, estoy segura de que ayer también estabas un poco roja...

–Ayer no estaba roja.–empiezo pero ella me ignora.

–Es más, nunca antes te habías ruborizado en la presencia de un chico.–abro la


boca para decir algo, pero no se me ocurre que decir, guardo el espejo y me
dispongo a ver por la ventana hasta que llegamos a la escuela.

–¿Pasarás a buscarme?–pregunto antes de bajar.

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–Claro, que tengas un lindo día.

–Tú igual.–me bajo y me abro paso entre las decenas de estudiantes que están
siempre afuera, entran cuando suena la campana, pero siempre que llego ellos
están afuera bromeando con los demás y quizás planeando a quien hacerle una
broma pesada.

Llego a mi casillero y saco mi libro y mi cuaderno de notas para biología, a unos


pocos metros de mi, se encuentra una parejita de estudiantes de segundo año
besándose salvajemente, los miro de reojo, ellos no parecen darse cuenta de que
todas las personas que pasan a su alrededor los miran o no les importan que los
miren, cierro mi casillero de un golpe y ellos se separan bruscamente. Me rio por
lo bajo y paso al lado de ellos.

–Hola, Liz.–digo a mi compañera de mesa en cuanto me siento al lado de ella, la


conozco desde que estábamos en la primaria y hemos tenido clases juntas desde
siempre y éste último año nos tocó biología y literatura.

–Hola, te ves bien hoy.–dice examinando mi ropa como hizo mi mamá está
mañana. Ella se detiene en mis botas de tacón grueso de ocho centímetros de
altos, color caoba con broches dorados.–Oh, me encantan tus botas.

–Son lindas, ¿no?–digo cruzando las piernas.

–Lo son, las mías no son tan bonitas.–miro sus botas, son negras y de tacón con
cierre.

–¿De qué hablas? Son geniales, a mi me gustan.

–Porque son negras, y te gusta mucho el negro.–dice mofándose.–Por cierto, hoy


no estás de negro, más bien estás muy.. Colorida, o azul. ¿Acaso estás tratando de
cambiar?

–No, es sólo que me quise vestir diferente.–digo.–Tengo mucha ropa de color que
tengo que usar.–hago un gesto con la mano para restarle importancia.

–Oh, bien. Pero esa blusa me encanta.

–Yo creo que me hace falta tener tetas, para que se vea realmente bien.–digo y
ella pone los ojos en blanco.

–Por favor, se te ve bien así... Yo tampoco es que tenga tetas grandes.

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–Pero sí más que yo.–ella ladea la cabeza.

–¿Por qué estamos hablando de tetas?

–No lo sé. El tema salió de repente.–me encojo y ella se ríe.

–Bueno, estamos en biología, no creo que tenga algo de malo hablar sobre
pechos, es una parte importante del cuerpo humano.–ella alza las manos a la
altura de los hombros.

–Tienes un poco de razón.–suena la campana y el profesor entra al aula haciendo


callar a todos.

–Bien clase. Busquen la página ochenta de sus libros de prácticas.–dice y yo busco


la página en mi libro, mientras que Liz suspira.

Puedo decir que Liz, odia la clase de biología, lo único que le gusta de la clase, es
tenerme como compañera de mesa y así no se aburre tanto. Generalmente, ella
sabe la mayoría de las cosas que veremos en clase, la llaman sabelotodo y ella
también odia eso.

❤❤❤

En el almuerzo me senté donde siempre, no tengo muchas amigas, pero me llevo


genial con algunas que conozco desde que me mudé y siempre fueron muy
amigables conmigo, aunque no sea como todas las demás. Pero siempre en el
almuerzo me siento con Lux, Jane Phillips con la cual me siento en la clases de
matemática y atletismo, Lydia Anderson con ella veo historia y literatura, Liz y mi
prima Beth con la cual veo ciencias. Las chicas hablan sobre lo que harán el fin de
semana y ésta vez no me invitan porque saben mi respuesta, no saldré éste fin de
semana. Mientras ellas hablaban y yo dejé de escucharlas, empecé a pensar en
Adam y en lo que dijo mi madre acerca de que debo de salir más y que salir con
Adam sería una gran idea. En realidad no sé si sea buena idea o no, lo que si sé,
es que él es completamente atractivo y es el tipo de todas.

Mamá pasó por mí después de la última clase y tomó un camino diferente, uno
que no lleva a casa.

–Mamá. ¿A dónde se supone que vamos?

–A casa de Clara.–dice y la miro confusa.

–¿Qué haremos en casa de Clara?–ella suspira.

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–A visitarla.–alzo las cejas, ya se a donde quiere ir con esto.

–Bueno, me podías haber dicho que ibas a visitarla, me podía haber ido a casa en
autobús.

–Sabía que dirías eso, así que por eso preferí no decírtelo antes.–me cruzo de
brazos y me hundo en mi asiento.

Mamá condujo hasta la zona residencial de casas más grandes que yo podía
haber visto jamás en Madison. Se detuvo frente a un portón negro de rejas, que
dejaba ver la casa que se encontraba un poco más allá, un vigilante salió por una
pequeña reja que estaba al lado del portón y en cuanto vió a mi mamá, accionó el
portón y éste se abrió. Mi mamá lo saludo con la mano al pasar.

Bajé del auto a regañadientes, dejé el bolso en el auto, me llevé el teléfono en el


bolsillo de mi chaqueta. El jardín estaba lleno de rosas de varios colores y
arbustos redondos entre ellas, subí tras mi madre los tres escalones hasta la
puerta de madera y cristal y ella tocó el timbre. Mi mamá me mira y junta sus
cejas.

–Cambia esa cara.–fue lo único que dijo.

Relaje mi rostro y suspire, la puerta se abrió y una mujer alta, esbelta, con un
espectacular cabello rubio platino y ojos de un azul espectacular, nos recibía con
una gran sonrisa en su rostro.

–¡Ana!–sus ojos pasan de mi madre a mí.–Y tú debes de ser Meredith, ¿cierto?–yo


asiento y ella sigue–¡Cómo haz cambiado! ¡Pasen!–ella abre más la puerta y se
hace un lado para que pasemos.

Una vez que cruzamos la puerta, Clara la cerró y pasó delante de nosotras para
guiarnos por el corto pasillo del recibidor, hasta la sala. Nuestros tacones
resonaban en el suelo de mármol. Cuando entramos en la sala me detuve, las
paredes eran de color crema, a un lado se alzaba una escalera caracol y las
paredes estaban decoradas con marcos familiares y repisas con decoraciones de
arte contemporáneo hechas de acero, en medio de la sala había un juego de
muebles y una mesa para café de cristal, los muebles eran de un gris plomo que
hacía juego con las decoraciones, había una gran ventana con cortinas gruesas de
color crema con un estampado de fores plateadas que brillaban un poco. Era la
sala más elegante que había visto.

–¿Admirando los muebles?–la cálida voz de Clara me sacó de mi ensoñación,

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seguramente tenía cara de hipnotizada.

–Bueno, me encanta la estancia, es la sala más elegante que haya visto.

Me giro y mi mamá y Clara me miran sonrientes

–¿Quisieras ver el resto de la casa? Tu madre me dijo que sabes mucho sobre
decoración de interiores.–dice Clara.

–Suena bien.–digo.

–Espera aquí.–dice antes de desaparecer por el otro pasillo con mi madre y entrar
a lo que supuse, era la cocina.

Avancé hasta las repisas para mirar las fotografías enmarcadas que habían de Los
Stynson's de vacaciones familiares o eso era lo que pensaba yo. Graduaciones
escolares, una de Clara y su esposo en su boda, individuales de cada uno. Agarré
el marco de una foto de Adam y sus hermanos para verla más de cerca. Ellos
estaban parados uno al lado del otro, la chica en el medio de ellos dos, estaban en
Las Cataratas del Niagara. Volví a colocar la foto en su lugar, una voz me
sobresaltó y casi derribe los marcos más cercanos. Sí, estaba siendo torpe.

–No esperaba verte, otra vez.–era Adam, me giré para verlo y sonreí a modo de
disculpa acomodando un marco.

–Yo tampoco, mi madre me arrastró hasta aquí.–me encojo de hombros y él sonríe.

–Me dijo mamá, que querías ver el resto de la casa.–dice y asiento.

–¿Vas a ser de guía turística?–pregunto un poco divertida.

–Supongo que soy un buen guía.–dice sarcásticamente.

–Pues entonces, enseñame la casa. Muestrame el camino.–él alza un poco las


cejas, luego índica con la cabeza que lo siga y subimos las escaleras hasta el
último piso, me dijo que su habitación, antes era el ático, pero lo volvieron a hacer
para que fuese su habitación, me quedé viendo un momento su cuarto. Todo el
lugar gritaba la palabra “Hombre” Las paredes eran blancas y azul oscuro, la
cama, de tamaño king, tenía sábanas azules como las paredes, frente a ésta
estaba un televisor plasma en la pared, tenía su cuarto de baño y su propio
armario.

Lo único en lo que pensaba era que mi habitación, también era el ático y que

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también lo había remodelado para que fuera mi habitación. Lo único era que la
mía gritaba la palabra “Chica Reservada”. Sonaba ridículo, pero así era.

–Es grande, mi habitación también era el ático.–digo y salgo de su habitación, él


pasa por delante de mi y bajamos al segundo piso, está dividido en dos partes.

Hacia la derecha están las habitaciones de Rose, Blake (su hermano menor), y la
de sus padres, cada una tiene su propio cuarto de baño. También había un
pequeño armario, donde escondían cosas a menudo. Y hacia la izquierda, están
los cuartos para invitados, cuatro en total y dos baños con duchas. Las
habitaciones contaban con una cama individual, una mesita con cajón y un closet
de madera empotrado en la pared.

–Wow, lindas habitaciones para invitados.–digo al cerrar la puerta de la habitación


y bajar detrás de él hasta el primer piso, hasta la sala, pasamos por otro pasillo y
entramos al salón, me quedé boquiabierta al ver todo, las paredes eran de un
color amarillo tostado con una franja caoba en las esquinas de las paredes, había
un mueble de color marrón de forma cóncava en medio, frente al mueble había
una chimenea real, también una biblioteca llena de todos tipos de libros, pasé mis
dedos por los lomos de los libros, sintiéndome como en casa, me encanta leer y el
lugar se veía perfecto para instalarse a leer por siempre.

–Te gusta leer, ¿cierto?–dice cerca de mí, muy cerca.

–Ajá –camino un poco lejos de él y me giro para verlo.–Siempre.

–Sé que te sientas en el techo de tu casa a leer.–dice y me paralizo.

–¿Cómo sabes eso?–digo bruscamente.

–Tu padre.–dice simplemente, lo miro incrédula y continua.–Tu padre dijo una vez
que te sentabas en el techo, que salias por la ventana de tu habitación.

–Mi padre.–digo y entonces lo entiendo–¿Por qué mi padre contaría eso sobre mí?–
digo para mi misma.

–Una vez, mamá le preguntó a tu padre lo que más hacías, y el dijo que casi todos
los días, él te encontraba en el techo leyendo.

–¿Y desde entonces sabes eso sobre mí?

–Eso y otras cosas–dice con su mirada fija en la mía.–Sé de ti más de lo que


imaginas.

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¿Más de lo qué imagino?

–¿Qué quieres decir?–digo cruzandome de brazos.

–Que, sé cosas sobre ti. Aunque no me conozcas.–me quedé mirándolo por un


tiempo.

–De igual manera no me conoces.–murmuré.–¿Terminarás de ser mi guía?

–Todavía hay algunas cosas que quiero mostrarte.–con un movimiento rápido me


toma la mano y salimos del salón, volvemos a la sala y pasamos por otro corto
pasillo y entramos a la cocina, nuestras madres dejan de hablar y yo trato de
soltarme de su mano pero él la aprieta.

–Bueno...–empieza mi mamá, pero Adam ya está hablando.

–Ésta es la cocina.–dice haciendo un gesto con la mano a todo en general.

No me digas...

La cocina es grande, mi madre y Clara están sentadas en dos taburetes frente a la


barra de desayuno y tienen tazas de cafés frente a ellas. Las paredes son de
mármol blanco, los cajones y las alacenas son de madera y de color caoba, el
refrigerador está en medio de las alacenas y unos pocos metros a la derecha está
la cocina de seis hornillas y del lado opuesto de la pared, hay dos hornos y un
microondas. Y al fondo hay otra puerta que es el cuarto de lavado.

–Ya veo.–digo y entonces salimos de ahí y entramos al comedor.

Una mesa cuadrada de cristal y madera, está en medio de todo, tiene diez sillas
de madera con cojines marrón oscuro y las paredes son de color beige, hay una
ventana con cortinas de seda, del mismo color de la pared, pero brillan
intensamente, es la única decoración que abarca el lugar.

–Es una decoración simple comparada con el resto de la casa, pero es linda.–digo
y él me mira juntando las cejas.–¿Qué? Valoro la simplicidad.

–Bien.–dice y salimos de ahí, para pasar por otro pasillo y salir afuera.–Este el
patio, trasero.

–Me doy cuenta.–murmuro, el patio es bien espacioso, hay una parte de cemento
y lo demás es sólo césped, hay una piscina grande y rectangular con pequeñas

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cascadas a los costados. Hay un camino de piedra que lleva hasta dos columpios
de madera y un poco más allá hay un lago. Del otro lado, hay un cobertizo y cerca
de éste, unas puertas de madera pintadas de blanco.–Esto es algo así como la
casa de mis sueños.

–Esta es la casa de los sueños de mi madre. Le ha llevado muchos años construir


este lugar.–dice mirando nuestras manos y luego a mí.–Con la ayuda de tu padre,
es obvio.

–Oh, ya veo porqué me gusta tanto la casa.

–Tu padre hablaba mucho sobre ti. Ya que tu hermana venía a veces con tu madre,
pero ella se entendía mejor con Rose.

–¿Qué cosas dijo sobre mi?–él vuelve a mirarme de esa forma divertida.

–Bueno, dijo que eres habladora y obstinada, también muy inteligente y que
querías ser como él.–frunce el ceño y continua.–Pero no dijo que te sonrojabas
mucho.–abro la boca para hablar, pero las palabras se quedan atascadas en mi
garganta, me quedo en silencio y miro a otro lado.

–No me sonrojaba.–fue lo único que dije.

Caminamos por la orilla del lago hablando de cosas simples, como los árboles y el
océano y lo profundo que era. A medida de que más hablábamos más tarde se
hacía y yo ya quería volver a casa, porque mientras más tiempo pasaba junto a él,
más atraída me sentía.

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Ser Agradable.

Mamá aceptó quedarnos a cenar, por lo que pasé el resto de la tarde con Adam,
aunque él estaba en silencio, mientras yo tomaba un café latte. Estábamos en la
cocina y nuestras madres en la sala conversando, todavía. Él no hablaba mucho,
pero sí me lo encontraba mirándome fijamente, como si me estuviera estudiando
mis movimientos y gestos, y yo me estaba tomando un simple café. Yo no tengo
nada de increíble, soy más bien muy sencilla, no soy muy alta, demasiado
delgada para el gusto de mi madre, mis ojos son grandes y oscuros, mi piel es
clara y mi cabello es largo y castaño oscuro.

Así que yo no entendía, porqué Adam me miraba de esa forma, no iba a encontrar
nada mirándome, y tampoco es que le iba a contar todos mis secretos. Aunque
me sentía incómoda, la manera en la que me miraba era misteriosa y debo
admitir que nadie nunca me había mirado así, era casi...

–Aterrador.–susurré y él me miró confuso.

–¿Qué dijiste?

–Es aterradora la manera de cómo me miras.–digo y el alza un poco las cejas.

–Lo siento, no quería incomodarte.–dice y yo termino de beber lo que me quedaba


de café.

–Pues lo hacías. ¿No te enseñaron cómo debes de ver a una chica si quieres
conocerla? ¿O ese es tu método de conquista?

–Ehm, no. No es mi método de conquista. Me enseñaron a ser agradable.

–Entonces. ¿Cuál es tu forma de conquistar?–empujé la taza vacía hacia un lado y


puse los codos sobre la mesa.

–Generalmente, no me hace falta hacer muchas cosas para conquistar a una


chica.–él sonríe y sigue.–Basta y sobra con mi físico.

Ruedo los ojos dramáticamente. Eso es tan superficial.

–¿En serio?–digo y lo miro ceñuda.–O sea que, las chicas salen contigo sólo porque
tienes un buen físico.–él se encoge de hombros y yo sigo.–Bueno, eso es

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predecible.

–¿Predecible?–parece ofendido.

–Sí, las chicas que han salido contigo, deben de ser tan superficiales, que no creo
que les importe si tienes una carrera universitaria o no. Eres el tipo de todas. Eso
es algo que cualquier chica como yo espera de alguien como tú.–digo y parece
que le hubieran echado un balde de agua fría encima.

–¿Cómo eres?–dice después de un largo silencio.

–Soy lo que ves.–me encojo de hombros.

–Quiero conocerte.–dice seriamente.–Tengo que conocerte de verdad. Tienes algo


que me intriga.

–Vaya, veo que tienes mucha confianza en ti mismo, eso es bueno. Pero eso no
bastará...

–¿Qué tengo que hacer entonces?–dice y yo sonrio maliciosamente.

–Tendrás que aprender otros métodos. Y si me llegas a conocer en realidad, verás


que soy insoportable...

–Yo también soy un poco insoportable.

–¿Un poco insoportable? Eres insoportable, yo sólo estoy siendo agradable.–


parece que mi comentario no le importa porque hace otra pregunta.

–¿Alguna vez haz tenido un novio?–hasta interesado parece...

–No tengo que decirte nada...

–Por qué no haz tenido un novio aún, ¿cómo es eso posible?

–¿A qué te refieres?

–Bueno, eres guapa. Podrías tener a cualquier chico.–dice y de inmediato me


ruborizo, ¿me llamó guapa?

–Eso es, bien, creo. Pero yo no quiero a cualquier chico.–suspiro y en ese momento
se abre la puerta de un golpe y una chica rubia frena en seco, mirándonos a
ambos con una expresión divertida en su rostro, tardo dos segundos en darme

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cuenta que es Rose.

–Ehm, yo lamento interrumpir.–dice sonriendo.–Pero mi madre me dijo que


hablabas con una chica en la cocina y que esa chica es la otra hija de Ana.–ella se
acerca hasta donde estoy y me tiende la mano.–Soy Rose.

–Y yo Meredith.–tomo su mano y la sacudo una vez.

–Conozco a tu hermana, no te pareces mucho a ella.–dice y yo me rio una vez.

–Conozco a tu hermano y te pareces mucho a él.–digo señalando a Adam con una


mano.

–Genial, eso lo escucho siempre.–ella se sienta en el taburete de al lado.–Bien, me


alegro de que no seas rubia.–dice y la miro confusa.

–¿Qué significa eso?

–Lo entenderás después.–hace un gesto con la mano como queriendo restarle


importancia a eso.–Ahora, hablame sobre ti.–dice y yo vacilo, tengo que ser
cautelosa con los Stynson's, quieren saber todo de ti y nunca se rinden.

–¿Qué quieres saber?–digo y miro a Adam.

–Cualquier cosa que me haga pensar que eres una chica rara-normal que pueda
ser mi amiga.–dice y suelto una risita, nunca había odio la palabra rara-normal en
una frase.

–Bueno, las botas me encantan, pienso que nunca tienes suficientes botas para
tantas ocasiones.–ella baja su mirada hasta mis pies.

–Oh, me encantan tus botas.

–Tengo veinte pares de botas, todas son diferentes. Me encantan las botas desde
que tenía cinco.

–A mi me encantan las plataformas, aunque sea alta y me vea mucho más alta.–
nos reímos y Adam nos mira un poco sorprendido y muy desconcertado.

–Ustedes se conocen como desde hace diez segundos y ya se llevan muy bien.

–Se le llama ser agradable.–dice Rose mirándolo.–Nuestros padres nos enseñaron


a ser agradables con los que fueran agradables con nosotros, ¿ya olvidaste cómo

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se hace?

–No, más bien creo que es cosa de mujeres, lo de llevarse bien a la primera.

–Te equivocas.–hablamos las dos al mismo tiempo y yo sonrio.

–Por lo menos, ella no me aterra y no se me queda mirando como si yo fuese un


bicho raro.–digo y Rose alza las cejas.

–¿Desde cuándo no sales con una chica, Adam?–dice ella burlonamente.

–Eso no es tu problema...

–¡Ya sé! No sabes cómo tratar con una chica inteligente y morena, ¿cierto? Porque
las que caen rendidas a tus pies son las rubias sin cerebro, ¿no?–dice ella riéndose
y Adam la fulmina con la mirada.

–Rose... No es eso. Además, tu eres rubia, ¿lo olvidas? –dice y Rose deja de reírse.

–Lo soy, yo si tengo cerebro, sabes que si Meredith se vuelve mi amiga tienes
prohibido salir con ella.

–De igual manera no iba a salir con él.–digo y ambos me miran ceñudos.

–Oh, claro que sí lo harás.–era mi mamá, había entrado a la cocina y ninguno de


los tres nos dimos cuenta.–Sí él te llega a invitar a salir, tu aceptas.–dice ella en
tono autoritario.

–Pero mamá...

–Nada de peros.–dice ella.

Rose, que estaba muy callada desde que mi mamá entró en la cocina, me agarró
del brazo.

–Meredith, me encantaría que vieras éstas botas nuevas que tengo en mi


habitación. ¿Vienes?–dice ella y la miro confusa, ella mira rápidamente a Adam y
luego me vuelve a mirar.

–Oh, claro. Vamos.

Salimos rápidamente de la cocina y subimos hasta su habitación, es grande como


la mía y es de color naranja, la alfombra es de color caoba y las cortinas son de un

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blanco hueso claro. Su cama es grande con dosel y tiene sábanas amarillas y un
edredón naranja. La habitación estaba tan ordenada que no parecía la habitación
de una chica como Rose, esperaba más desorden y que fuera toda rosa.

Ella prácticamente, me sentó en su cama y ella se sentó a mi lado, algo así


hacíamos Lux y yo cuando teníamos una noticia que contar o algún chisme
picante.

–Linda habitación.–digo y ella sonríe.

–Sí, lo sé. Mira te traje aquí para que pudiéramos hablar a solas. Nuestras madres,
han sido amigas por tanto tiempo, que desean que sus hijos se relacionen
también.–ella hace una pausa.–Tu hermana fue muy amiga mía durante el tiempo
que estuvo aquí, pero nuestras madres querían que se relacionara con Adam, ya
que son de la misma edad. Pero a ella no le van los chicos como Adam y a Adam
no le gustó tu hermana, como nuestras madres quisieran que se gustaran. La
cosa ahora es, que nuestras madres quieren que salgas con Adam. Aunque él no
lo sepa...

–Oye, oye, espera... eso suena de locos.–la interrumpo sin poder resistirme, era
cómo si me estuviera contando la trama de una vieja telenovela.

–Lo sé, pero mamá está harta de las novias que ha tenido Adam y tu mamá dice
que necesitas salir, y creen que uniéndolos serán la pareja perfecta o algo así.–
dice y nos quedamos en silencio, mientras que yo proceso lo que Rose me acaba
de decir.

–Pero, yo sólo tengo diecisiete años y él tiene veintiuno. ¿Cómo pueden creer que
seríamos la pareja perfecta?–digo, por muy atractivo que sea Adam, yo no estoy
lista para tener una relación con él, ni con él ni con nadie. Acabo de recuperarme
totalmente. Pero eso no quiere decir que valla a lanzarme a todas las cosas que
me propongan.

–No lo sé. Tal vez es por eso que quieren que salgan, a ver si combinan como
pareja. Sólo tienen que salir unas pocas veces.–ella se encoge de hombros. Yo me
rio.

–Esto es de locos.–estaba empezando a pensar que esto era un sueño.

–Sí, bueno.–ella se levanta y camina hasta su armario.–Éstas son las botas que
quería mostrarte.

Me levanto y me acerco hasta su armario, ella está sosteniendo un par de botas

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altas, de tacón grueso y que llegan hasta las pantorrillas, son negras con broches
y cierres dorados. Chillé y me tapé la boca con una mano, eran las botas más
lindas que había visto.

–¿Dónde las compraste?

–En una tienda exclusiva en Milwaukee. Las compré hace una semana.

–Hiciste una buena compra.–digo y ella vuelve a colocar las botas en su lugar,
junto a varios pares de botas y más arriba, habían varias repisas que sostenían
sus incontables pares de zapatos, zapatillas y sandalias, altos y bajos.–Tienes
muchos zapatos.

–Apuesto a que tú tienes más.

–Tengo veinte pares de botas, cinco pares de zapatillas, seis pares de tacones,
ocho pares de sandalias y cuatro pares de zapatillas de deporte. Sin contar mis
pantufas, de esas tengo muchas.–ella se ríe.–De ninguna manera tengo más
zapatos que tú.–me encojo de hombros.

–Bueno, pero sí tienes más botas que yo, y seguro son más bonitas.–pongo los
ojos en blanco.

–¿Qué hay de tu otro hermano?–digo cambiando de tema y ella me mira un poco


confundida.

–¿Qué hay con él?–dice saliendo del armario y cerrando la puerta.

–Es que nunca lo mencionan...

–Ah, es porque Blake es un idiota. Puede que sea muy bueno en matemáticas, los
tres somos buenisimos en matemáticas. Pero tiene tanta sensibilidad como una
roca.–ahora soy yo la confundida.–Me refiero a que no es muy bueno tratando con
las chicas, es muy pesado. Ya lo sabrás cuando lo conozcas.–ella habla con
indiferencia, como si fuera algo de lo que no tenía que interesarme mucho.

–Bien, entiendo.

Pero no lo entendía realmente, en cierto modo, Adam también era algo pesado y
ella también lo era, hablaba demasiado y no se cansaba, me preguntó todo tipo
de cosas y yo no sabía si responder o cambiar de tema.

Media hora después de un intenso interrogatorio sobre mis gustos más

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estrafalarios, Rose y yo volvimos abajo y le dijo a todos que supuestamente me
había estado hablando de Adam, y yo simplemente me ruboricé un poco bajo la
hipnotizante mirada que él me estaba dando.

Blake llegó un poco más tarde y se presentó directamente, él quería charlar y lo


hizo, habló como por quince minutos, yo empecé a ignorarlo cuando apenas
llevaba treinta segundos hablando, para que no se diera cuenta, yo asentía,
negaba, sonreía, alzaba las cejas o fruncía el ceño. El esposo de Clara, el señor
Kyle Stynson, era alto como Adam y su cabello era negro con algunas pocas canas
visibles, sus ojos eran azules pero no tanto cómo los de Clara, Rose y Adam, los
de Kyle eran brillantes y un tono más oscuro, como los de Blake. No paraba de
decirme “señorita” cada vez que me preguntaba o decía algo.

Yo por mi parte, trataba de no hablar mucho y estaba más concentrada en


observar a los demás, ni siquiera sabía lo que estaban hablando, yo sólo no
miraba mucho al frente, Adam estaba sentado frente a mí y él me miraba mucho.
No estábamos siendo muy agradables el uno con el otro, no nos habíamos dicho
ni una palabra desde que me había ido a la habitación de Rose. Pero yo no tenía
nada que decirle, y él estaba muy ocupado hablando con su padre, mi madre me
codeaba de vez en cuando para que prestara más atención cuando me hablaban.

–¡Deja ese teléfono!–era mi mamá, había susurrado a través de sus dientes y me


había codeado tan fuerte que supuse que ya tenía un moretón en las costillas. Ya
nos habíamos terminado el postre y yo estaba ensimismada con mi teléfono. Miré
a mi mamá que me hizo señas para que mirara a Adam y luego los miré a todos
con cara de disculpas.

–Lo siento, ¿decías?–dije mirando a Adam.

–¿Te gustaría dar un paseo?–dice y yo primero miro a mi madre y luego a él.

–Claro.–me levanté de la silla y seguí a Adam fuera del comedor y salimos al


patio.–¿Y bien?–digo después de un corto silencio, yo caminaba a su lado
abrazandome para protegerme del frío, era una noche fría de abril.

–Bueno.–él suspiró y me miró mientras caminábamos.–Sólo quería decirte que, me


gustaría conocerte realmente, no pareces ser cómo la mayoría de las chicas...

–Porque no lo soy.–nos habíamos detenido, tenía que alzar mi cabeza un poco


para poder mirarlo bien.

–Y además, eres interesante.–dice sonriendo y yo alzo mis cejas.

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–¿Soy interesante?

–Lo eres.–él asintió y pasó sus largos dedos por mi mejilla, me congele por dos
segundos.–Quisiera conocerte realmente. Y si no lo hago...

–Tendrás que conformarte con lo que yo te muestre sobre mí.–asintió y colocó un


mechón de cabello que tenía en la cara detrás de mi oreja.–Yo también quiero
conocerte, porque tú sí que pareces interesante.–digo sin pensarlo dos veces.

–Hagamos un trato. Nos conoceremos el uno al otro de la misma manera, hasta el


punto de saber tantas cosas del otro que no vamos a poder contarlas.–dice, suena
ridículo pero es algo simple.

–¿Me contarás tus secretos?–pregunté algo entusiasmada con la idea.

–Sólo si tú me cuentas los tuyos.–vacilé un momento, si quería conocerlo


realmente, teníamos que tener confianza, asentí y él alzo el meñique derecho, yo
hice lo mismo y unimos nuestros dedos.–Sé que eres una chica reservada, pero
entiendo que no seas como las otras.–yo rezaba porque fuera así, sentía que cada
vez que lo tenía cerca debía de contarle todo sobre mí. Así que me estaba
controlando muy poco.

–Y yo sé que te mueres por saber cómo soy en realidad, dejame decirte, que no
soy gran cosa.–digo bromeando y él junta las cejas.

–Eso no lo sabes, y yo estoy dispuesto a averiguarlo.–dice tan seguro de si mismo,


jamás pensé que conocería a una persona con tanta seguridad.

–No tientes tu suerte.–sonreí, me estaba empezando a gustar esa frase y por lo


visto, a él le divertía.

–Creo que lo haré. Cada vez que tiento la suerte tú apareces.–dice y yo empiezo a
hablar pero él me calla.–Lo sé soy irresistible.

–¡Eso no era lo que quería decir!–me defiendo y él se ríe.

–Sólo bromeaba, fueras visto tu cara.–estreché la mirada pero me reí, que creído
era.

–Eres un engreído.–digo y él sonríe.

–Me lo dicen mucho, pero no es lo que siempre me dicen.

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–Ya veo.–murmuro. No quería imaginarme lo que siempre le decían.

–Volvamos adentro, nuestras madres ya deben de haber hecho demasiadas


divagaciones acerca de nosotros.–dice y yo asiento, tiene razón nuestras madres
son muy mal pensadas.

32
Ni Una Sola Vez.

–Entonces, ¿sólo tienen que ser amigos?–dice Lux haciendo una pequeña parada
apoyándose en un poste, habíamos salido a correr como de costumbre y yo le
había contado todo lo que pasó el viernes.

–Para probarles a nuestras madres que podemos buscar nuestras propias


parejas.–digo, eso me lo había dicho después de entrar a la casa y nuestras
madres ya estaban sacando sus propias conclusiones.

–Pero, ¿y si no pueden ser sólo amigos? ¿Qué pasaría si uno de los dos se interesa
más en el otro y quiere más que una amistad?–dice y yo vacilo antes de contestar,
eso no lo había pensado y ahora parece algo por lo que debería de interesarme y
concentrarme.

–Eso no pasará. Cuando nuestras madres vean que sólo somos amigos, se
calmaran y
nosotros dejaremos de vernos tanto.–me encojo de hombros y estiro los brazos.
Puedo estar un poco equivocada, tampoco era que no me sentía atraída por él, al
contrario, el nivel de atracción estaba alcanzando el punto de peligro.

–¿Cómo puedes estar tan segura? ¿Cómo sabes que él no te gustará ni un poco?–
me muerdo el labio inferior y suspiro.

–Esperemos que no pase, ¿bien? Mientras no me guste, estaré bien.–retomamos


nuestro camino y caminamos rápido.

–Si tu lo dices... Yo no lo creo mucho, mira tú eres una chica linda e inteligente y
estás llena de endorfinas, y él es un chico muy guapo y muy sexy que muere por
conocerte. Uno de los dos terminará enamorado, o los dos terminarán
enamorados, uno nunca sabe, además, es bueno cuando tienes a una persona
especial a tu lado.–la miro arqueando una ceja, habla demasiado.–Y estoy
hablando en serio, nunca haz tenido un novio, ni una sola vez haz salido con un
chico a más de tres citas.

–¿Qué te hace creer que necesito un novio? Y, ¿qué es eso de las endorfinas?–
pregunto cruzada de brazos.

–Me refería a las hormonas, y no es que lo necesites, sólo que no estaría mal si
tuvieras uno.–se encoge de hombros.

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–Más bien, creo que eres tú la que está llena de hormonas y necesita un novio.–
me rio y ella me da un leve golpe en el brazo.

–No me quejaría.–me sigo riendo y damos la vuelta para volver a casa.

Después de una larga ducha, me arreglé para salir, tendría mi primera cita con
Adam. Escogí la ropa casi al azar y me gustó la combinación que hice, agarré una
blusa de mangas largas y con botones transparentes de color ciruela, uno de mis
mejores jeans ceñidos azul claro rasgados al frente y mis botas negras altas de
tacón con cierre, tomé uno de mis abrigos negro de lana, y me maquille lo más
simple que pude. Mi cabello estaba ondulado y brillaba, estaba controlado.

Tomé mi bolso y bajé cuando escuché a Ava llamándome al pie de las escaleras
diciendo que alguien me buscaba.

–Hola.–dije cuando llegué a la puerta donde él me estaba esperando, iba vestido


tan informal como yo y eso me alegró, llevaba una camisa azul oscuro con las
mangas enrolladas hasta los codos, vaqueros oscuros y zapatos oscuros.

–Te ves bien.–dijo sonriendo y me despedí de Ava.

–Gracias.–salimos y cerré la puerta a mi espalda, me detuve un segundo cuando


vi su auto, un DBS plateado, ¿en serio me subiría a un Aston Martin? El sostuvo la
puerta para que subiera y lo hice medio anonadada, me coloqué el cinturón y miro
cada detalle del interior del auto, ni una sola vez me imaginé, que en mi vida me
subiría a un carrazo como este.

–Un dólar por tus pensamientos.–él ya había arrancado el coche y yo seguía


embobada viendo el auto por dentro y adaptándome a la idea de que en realidad
iba dentro de un auto que está valorado en cientos de miles de libras.

–¿Cómo es que tienes éste auto?–digo, de todas las cosas que podía decir, se me
ocurrió ésta.

–Pues, teniéndolo.–dice y tengo que contenerme para no poner los ojos en blanco.

–¿Desde cuando lo tienes?–ahora lo miraba a él, pero él tenía la vista fija en la


carretera.

–Desde el año pasado. ¿Por qué no tienes auto?

–Ah, bueno, porque...–empecé pero no encontraba las palabras adecuadas, no

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podía decirle que soy una adicta a la velocidad cuando se trata de autos y que ya
había tenido un accidente en el que casi muero.–Porque a mamá le gusta llevarme
a todos lados y yo no salgo mucho como para necesitar un auto, pero creo que ya
me estoy retractando.

–¿Eres buena conduciendo?–dice y yo arqueo una ceja.

–No es que quiera ser presumida, pero soy demasiado buena conduciendo.–digo
sonriendo con suficiencia y él se ríe.

–Si tu lo dices...

–¿Y tú en que eres bueno?–digo, me interesa hablar más sobre él que sobre mí.

–Pues, en muchas cosas...

–Dime una.–digo mirando por la ventanilla.

–Conquistando chicas.–dice después de un breve silencio y ruedo los ojos.

–Mmm, ¿qué tan bueno eres?

–No lo sé, tengo diez conquistas. Aparte de las que se conquistaron solas.–dice y
me giro bruscamente hacia él exaltada.

–¡Diez conquistas! ¿Por qué tantas? ¿A qué edad tuviste tu primera novia?–mi voz
salió tan alta que me sorprendí y bajé un poco mi tono.

–A los quince años.–alzo las cejas por un segundo y luego las junto.

–¿Y desde ahí tuviste una novia por un período de tiempo, hasta que te hartaban y
buscabas otra?–mi mente empezó a hacer un conteo de cuánto tiempo había
estado con una chica antes de terminar y después en cuánto tiempo estaba con
otra, diez novias en seis años, eso es demasiado.

–No tanto como eso, pero se le acerca un poco.–dice y al ver mi cara de confusión,
continua.–Ellas eran las que se hartaban de mí.

–Estás queriendo decir que... ¿Ellas rompían contigo?–digo y por su cara, puedo
ver que es así, me rio un poco.–¡Eso es lo que Tom quisiera que le pasara!

–¿Quién es Tom?–dice frunciendo el ceño de repente.

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–Mi mejor amigo.

–¿Tienes un mejor amigo? ¿Desde cuándo?–dice completamente interesado.

–Desde los cinco años.–mi voz ahora suena aburrida.

–¿Y dónde está él?–dice y comienzo a pensar que hace demasiadas preguntas.

–En Nueva York.–digo y él me mira.

–Cierto, no recordaba que eras de Nueva York.–casi me sentí insultada.

–Oye, soy de Nueva York, nací allá y viví allá hasta los diez. Voy cada año en las
vacaciones y tal vez vuelva a mudarme cuando inicie la universidad.–digo
rápidamente y él alza las cejas.

–Lamento si te ofendí. Pero como ahora vives aquí, en este lindo lugar, en ésta
linda ciudad...

–Sí, pero, no hay nada como Nueva York, ¿sabes?–digo y él sonríe, estaciona el
auto frente a una heladería, McCarren's, es la más concurrida del centro de
Madison. He estado muchas veces en ésta heladería, pero nunca he tenido una
cita en esta heladería.

–Eso he oído.–dice y bajamos del auto.

–¿Nunca haz ido a Nueva York?–digo y por lo que veo, estoy en lo cierto.–¡Nunca
haz ido a Nueva York!

–Bueno, no he estado en muchos lugares de Estados Unidos.–dice tomando mi


mano y entramos a la heladería. De repente parezco nerviosa por su tacto, mi
mano hormiguea y mi corazón parece acelerarse.

Calmate, Meredith. Respira e ignora lo bien que se siente sostener su mano.

–Ehm, ¿te parece si busco una mesa? Éste lugar siempre está lleno, así sea un
domingo.–digo y él asiente, pero sin soltarme la mano.

–¿Cuál es tu sabor favorito de helado?

–¿Qué tal si lo adivinas? Sorprendeme.–me suelto de su mano y me abro paso


entre las mesas buscando una libre, encuentro una de mueble semi circular junto
a la ventana y me siento. Adam vuelve con dos conos de chocolate, eso fue

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demasiado fácil.–Gracias.

–El chocolate te encanta, ¿no?–dice sentándose frente a mí.

–Más que cualquier otra cosa.–digo.–Y bien... ¿Viajas mucho?

–A veces, viajo con mi padre.–dice encogiéndose de hombros.

–Mi madre me dijo que, tu trabajo era comprar empresas en banca rota y
mejorarlas para que puedan ser más eficientes. ¿Cómo es eso en realidad?

–Bueno, hoy en día hay muchas empresas grandes y pequeñas en crisis, los
dueños no tienen otra opción que venderlas o perderlas por el banco si no pagan
todas sus deudas a tiempo. Mi padre y yo, nos reunimos con los dueños y
negociamos.–dice y asiento.

–Pero, ¿las personas conservan sus trabajos, cuándo ustedes compran las
empresas?

–Sí, excepto los que no sean comprometidos con su trabajo. Cuando compramos
una empresa, nos convertimos en los dueños y jefes, de los antiguos dueños y
jefes.–dice con suficiencia.

–Mi padre tenía su propia empresa arquitectónica, ahora es nuestra y después


será mía. Mamá es psicóloga, mi hermana será periodista y yo seré...

–Arquitecta, lo sé. Tu padre hablaba mucho sobre ti, ¿recuerdas?–dice y yo


asiento, hablaba mucho sobre mí, demasiado para ser exactos.

–Lo raro, es que él nunca me habló sobre ti. Creo que es porque nunca le
preguntaba sobre las reuniones de amigos a las que asistía con mi madre.–digo
encogiéndome y en ese momento, suena la campanilla que está sobre las puertas
de cristal de la heladería, un grupo de chicas veinteañeras, muy bien vestidas,
altas como modelos y hermosas de rostro, entran como neblina al lugar y miran a
todas partes. Una de ellas me mira, es rubia y es la que más resalta del grupo,
ella pasa su mirada hacia Adam y arquea una ceja.

–Seguro, porque si te hubiera hablado sobre mí, ya estuvieras detrás de mí hace


tiempo.–dice en tono burlón y yo entrecierro los ojos.

–Eres tan confiado en ti mismo...

–Es lo que me dicen, todo el tiempo. Eso es lo que enloquece a las chicas.–dice

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inclinándose un poco sobre la mesa y me rio.

–Ya entiendo por qué las novias que haz tenido se hartaban de ti.

–Y yo no entiendo lo que quería decir tu mamá cuando me dijo que eras odiosa.

–Lo soy, pero me caes bien.–digo y se ríe.

–Le caigo bien a muchas, al principio y después me odian.

–Que raro, ¿por qué será eso?–digo sarcásticamente.

–Me pregunto lo mismo, soy fastidiosamente adorable.–me rio y niego con la


cabeza.

–Estás loco ¿sabías?–asiente y se pasa una mano por su cabello despeinándose un


poco.

–Loco por alguien.–dice y las chicas que habían entrado hace un momento, se
sientan en una mesa grande que está cerca de la nuestra.

–¿Cuál es tu mayor sueño?–digo aclarandome la voz.

–Casarme contigo.–dice sonriendo.

–Ja, ja. Muy gracioso.–digo y él se ríe un poco más.

–Ahora, es tu turno de decirme tu mayor sueño.–vacilo antes de contestar.

–Ser feliz.–digo y él alza las cejas.

–¿No eres feliz?–lo miro un poco molesta, no es que no sea feliz ahora, pero
quisiera sentir ese tipo de felicidad que te hace pensar que todo es posible en la
vida, que es difícil.

–No tanto.–respondo y él hace una mueca, como si no le gustara lo que le acabo


de decir.

–¿Por qué?

–No lo sé, siento que falta algo... Pero no sé que es.–me encojo de hombros y
decido cambiar de tema, miro hacia la mesa de las chicas que se ríen, menos una,
la rubia que me había mirado antes está muy seria y mirando a Adam.–¿Por qué la

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chica rubia de la mesa de al lado te mira de esa forma?–pregunto en voz baja e
inclinandome sobre la mesa para que pueda escucharme bien. Él mira
disimuladamente y de repente parece disgustado.

–Bueno, es mi ex. Mi última novia.–dice y yo me quedo helada, su ex, ¿pero qué


demonios? Su ex es bellísima en comparación conmigo, ella es alta, esbelta,
rubia, podría tener a quien ella quisiera, cuando quisiera.

–Bien, no me haz dicho por qué te mira así.–digo y él suspira pesadamente.

–En realidad, no lo sé. Ella fue la que terminó conmigo.–murmura indignado y mis
cejas salen disparadas hacia arriba, esperaba más, esperaba que me dijera que él
terminó la relación porque ella era muy obsesiva y sólo estaba interesada en su
dinero.

–Oh.–digo y lamo mis dedos que están llenos de crema derretida de chocolate.–
Entonces, está un poco loca.–trato de lamer todo el helado derretido para que no
caiga sobre la mesa, al final me como toda la crema de arriba.

–Eso dice Rose.–dice él mirándome comer mi helado con tantas ganas que me lo
acabo en un santiamén.

–Bueno, Rose tiene razón.–me encojo de hombros y miro a la ex de Adam otra vez,
ella está un poco seria y no deja de darle vueltas a su batido de frutas.

–¿Te gustaría ir a otro lugar?–pregunta y me vuelvo hacia él, se ve incómodo.

–Claro.–me levanto y él también lo hace, entonces la ex de Adam se levanta como


una exhalación y derrama su batido encima de mí y me pongo histérica. Ahora sí
que me puse histérica.–¿Qué mierda haces? ¿Acaso eres idiota?–le grito y ella
pasa una servilleta por mi blusa arruinada, empeorándolo.

–¡Lo siento! Ay, no sé que me pasó.–dice y me dan ganas de ahorcarla, pero Adam
la aparta bruscamente y ella se tambalea hacia atrás lanzándole una mirada
asesina.

–Siempre lo arruinas todo.–dice él, tan serio y enojado que da miedo. Yo salgo
corriendo fuera de la heladería, temblando como un fan de la rabia extraña que
estoy sintiendo. Trato de calmarme tomando varias respiraciones, hasta que Adam
aparece a mi lado y me agarra con suavidad el brazo. Yo no soy así, ¿qué pasó?

–Esa.. Perra.–empiezo pero él pone un dedo sobre mis labios haciéndome callar.

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–Te llevaré a casa, y luego podemos ir a otro lugar.–dice y yo acepto. Nuestra
primera cita, y ya alguien tiene que arruinarme la existencia, sé que estoy roja
cómo un tomate de la vergüenza, no sólo me echaron un batido encima, sino que
también me altere demasiado y muy rápido, no suelo ser así. Mierda.

Adam me llevó de nuevo a la casa y me cambié toda la ropa, no sólo manchó mi


blusa y abrigo con su maldito batido dulce, sino que manchó hasta mis jeans, tuve
que echarme agua en mi abdomen y piernas. Tuve que volver a ducharme
rápidamente y hasta cambiar mi ropa interior. Me puse una blusa verde menta
que tiene una bonita abertura en la espalda y unos jeans ceñidos oscuros, me
puse unas botas marrones de tacón y agarré otro abrigo, pero éste es gris oscuro,
menuda combinación de colores.

Bajé de nuevo con expresión de querer matar a alguien y volví a salir con Adam,
él estuvo callado mientras conducía distraídamente por las calles de Madison y yo
me dispuse a ver por la ventana, conocía la ciudad, vivo aquí desde hace ocho
años, me sé todas las rutas y todos los atajos que hay y conozco su historia, pero
sigo con que no hay nada como Nueva York.

–¿Estás bien?–pregunta él después de un largo silencio. Me vuelvo para mirarlo,


está más calmado y sus ojos vuelven a tener ese brillo que lo caracteriza.

–Estoy bien, no muy contenta, pero bien.–sonrio y él asiente lentamente.

No dijimos nada más. Él condujo hasta su casa, que estaba extrañamente vacía,
sólo estaba Alec, el chef de la familia. Nos sentamos en el patio, en el columpio de
madera, uno al lado del otro, mirando al frente y sin decir nada.

–¿Por qué ella hizo eso?–pregunto de repente.

–Porque a ella le gusta humillar a las personas y más si la persona está conmigo,
le gusta hacerme enojar así ya no tenga nada con ella.–lo miro, está calmado pero
su voz suena amarga.

–Es una perra.–digo sin pensar.–El físico no lo es todo, ¿sabías?–él me mira y se


hunde un poco para que su cara quede a la altura de la mía, así puedo ver las
pequeñas pecas que tiene en el puente de la nariz.

–Lo sé, siempre me pasa algo así con algunas chicas, pero tú, eres diferente.
Dices lo primero que se te viene a la mente.–dice dándome un toque con el dedo
en la frente y yo me rio.

–No ando dándole vueltas a las cosas a menudo.

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–Lo sé, actuaste demasiado rápido en la heladería. Me sorprendiste un poco.–dice
y yo alzo las cejas.

–No esperabas que me echara a llorar, ¿cierto?–digo pero él deja de mirarme y


abro la boca protestando.–¡No es cierto! ¡Esperabas que me echara a llorar!

–La mayoría de las chicas hacen eso, pero como eres única en tu especie...

Me echo a reír y él también lo hace, “única en tu especie”, que cosas. Él estira las
piernas y acomoda los pies en el columpio de al frente, mis pies no llegan hasta
los de él por lo que ni siquiera me molesto en levantar las piernas.

–No me podía echar a llorar, no delante de todo el mundo, ya estaba más que roja
y mi ropa se veía como si alguien me hubiese vomitado encima.–digo y él se pone
serio.

–Lo siento por eso.–dice mirándome fijamente.

–No tienes por qué disculparte, no hiciste nada por lo que tengas que pedir
disculpas.–digo y él mira al frente, pensativo. Saco mi teléfono del bolsillo trasero
de mis jeans y jugueteo con el, hasta que Adam vuelve a hablar.

–Tengo algo de culpa, de todas maneras si no hubieras estado conmigo en la


heladería, y fueras ido con otra persona, ella ni siquiera se habría molestado en
mirarte.–dice y me mira con el ceño fruncido, acerca su mano hasta mi cara y
quita algo de mi mejilla. Una pestaña.

–Bueno, por lo menos no me quedé callada cuando me lanzó su batido light


encima.–digo riendome y él también se ríe. De repente empieza a hacer brisa,
miro el cielo y éste se está cargando con nubes grises que amenazan con una
futura lluvia, relampaguea y me estremezco. No me gusta cuando relampaguea.

–Parece que va a llover.–dice y yo asiento, la brisa aumenta, haciendo volar mi


cabello que va a parar a la cara de Adam y él cierra los ojos rápidamente y yo
aparto mi cabello de su cara, me mira divertido y justo cuándo voy a hablar me
entra algo en el ojo izquierdo, lanzo una exclamación y me llevo una mano a la
cara para taparme el ojo.

–¡Ay! ¡Mierda!–tengo el ojo lloroso y con una sensación de tener algo como una
piedra pequeña dentro, Adam me quita la mano del ojo para mirar lo que tengo.

–Tranquila, dejame ver.–dice y yo abro los ojos y él mira con atención mi ojo

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lloroso y seguramente chorreado de rímel, me coloca sus manos a cada lado de
mi cara, acerca su boca a mi ojo y sopla con fuerza, yo pestañeo y no siento la
molestia, pero él sigue sujetandome la cara.

–Gracias.–susurro y entonces él me suelta, me limpio la cara y me miro en la


pantalla de mi teléfono, no se ve tan mal como pensaba.

–No es nada.–responde y sonríe, el cielo truena y miro hacia arriba.

–Sería mejor si volvemos adentro, no valla a ser que nos caiga la tormenta
encima.–digo y él asiente, nos levantamos al mismo tiempo y volvemos a la casa
recorriendo el césped rápidamente y como si es que no he tenido suficiente show
por el día de hoy, el cielo se abre y empieza a llover fuertemente y yo echo a
correr, pero no soy demasiado rápida con tacones en césped mojado.

Adam me agarra por la cintura alzandome y yo lanzo un chillido de sorpresa,


cruzamos el césped a una velocidad inimaginable y de un momento a otro
estamos dentro de la casa, él me baja y yo me arreglo la blusa que se me había
subido en cuanto él me agarró.

–Bueno, por lo menos no nos mojamos tanto.–digo y él se ríe, tenemos el cabello


empapado y la ropa mojada hasta la cintura.

–Vamos, te daré algo seco.

Lo sigo por las escaleras hasta su habitación, me quedo plantada en medio


mientras el entra a su vestidor y busca ropa para cambiarse, vuelve vestido con
un jersey azul oscuro y con una toalla y algo para ponerme, me lo da y yo entro a
su vestidor y me seco a la velocidad de un rayo y me coloco el suéter que me ha
dado, me queda ridículamente grande, tengo que enrollar las mangas varias
veces para que no me tapen las manos.

Salgo de su vestidor con mi ropa mojada doblada y él me mira curiosamente.

–¿Qué?–pregunto y él niega con la cabeza.

–Vamos al salón.–dice y me quita las prendas de las manos.–Yo me encargo de


esto.

Empiezo a hablar pero el ya ha salido de la habitación y me deja ahí como una


piedra pensando en lo que hará con mi ropa húmeda por la lluvia, al final decido
seguirlo y corro por las escaleras, él es mucho más rápido que yo, logro ver que
entra a la cocina. ¿Qué va a hacer con mi ropa en la cocina? Entro a la cocina y no

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lo veo por ninguna parte, entonces veo la puerta que lleva al cuarto de lavado y lo
entiendo. Salgo de la cocina y entro al salón y me recuesto en el mueble dejando
los pies en el piso.

La ventana está abierta y escucho la lluvia salpicar con fuerza afuera, que día
más raro he tenido hoy. Saco mi teléfono y me miro en la pantalla, mi cabello
sigue húmedo y mi maquillaje se corrió y estoy hecha un desastre, Adam vuelve y
aparta mi cabello para no sentarse sobre él.

–Ésta ha sido la cita más interesante y rara que he tenido.–dice y me rio.

–También lo ha sido para mí.–digo y él me mira.

–¿Cuántas citas haz tenido, Meredith?

–Cuatro, pero todas fueron muy aburridas, uno de ellos era gay.–digo como si tal
cosa y él frunce el ceño.

–¿Era gay?–dice y yo asiento.

–Lo ayudé a salir del closet, soy una buena amiga.–digo y él se ríe.

–Bueno, conmigo no tendrás ningún problema para resolver dudas acerca de mis
gustos. Soy cien por ciento heterosexual.–dice y yo trato de contener la risa.

–Es bueno saberlo, no creo que sea capaz de volver a pasar a algo como eso, fue
agotador.–digo y él se ríe.

–Bueno...

–¿Hace cuánto tiempo terminaste con tu ex la de la heladería?–pregunto


interrumpiéndolo.

–Eh, hace seis meses. ¿Por qué lo preguntas?

–¡Hace seis meses y ella actúa así! Eso es raro.–digo mirándolo.–No entiendo por
qué reaccionó así en la heladería y ensuciar mi ropa con su batido y luego pedir
disculpas riéndose tan maliciosamente como lo hacía.–él piensa un rato lo que dije
y luego se aclara la garganta.

–Eso es porque las chicas suelen obsesionarse conmigo.–lo miro alzando una ceja,
es tan arrogante.–Todas menos tú, a ti no te importa nada lo bien que me vea, tú
no estás pendiente de eso, más bien, ni siquiera pareces atraída por mi.–dice y

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miro a otro lado, claro que me siento atraída, nunca antes me había sentido tan
atraída por alguien en mi vida, pero no soy capaz de decírselo, su ego ya está en
su límite de alto como para que venga yo a aumentarlo y hacer de él más
arrogante y presumido de lo que es.

–Sinceramente no entiendo mucho a esas chicas, yo no me obsesionaría contigo


sólo porque eres, apuesto. Conozco muchos a chicos guapos y eso solo me ha
enseñado que las apariencias engañan.–digo y a lo último bostezo y cubrí mi boca
con la mano.

–Yo tampoco entiendo mucho, porque siempre dicen ser algo que no es y luego
quieren que des todo de ti, como si tu vida dependiera de ello.–dice y pienso un
momento antes de volver a hablar. Obviamente he pasado por esa situación
muchas veces.

–Es una situación horrible cuando eso pasa.–digo pensativa mirando el techo.

–¿Te ha pasado?–pregunta y lo miro.

–A todos alguna vez le ha pasado eso.

–Tienes razón. Lo importante es que uno aprende una lección y es que hay que
aceptar a las personas como son y nunca hay que tratar de cambiarlas.–dice y yo
asiento.

–Aunque también, a veces está el caso de que la persona cambia por voluntad
propia y luego la decepcionan.–digo y él se queda pensativo un momento.
Seguimos con el tema, luego hablamos sobre el clima y después hablamos
trivialidades comunes y varias veces me dio por bostezar.

–¿Tienes sueño?–dice y yo me encojo de hombros.

–Estoy un poco cansada, me dormí tarde y me levanté temprano, salí a correr.–


hago un gesto con la mano restándole importancia.

–¿Quieres que te lleve a casa?–miro la hora en mi teléfono, son apenas las cuatro
de la tarde.

–No.

–¿Qué quieres hacer?

–No lo sé...–pienso en algo para no quedarme dormida en éste mueble con

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Adam.–... ¿Qué tal si jugamos a las veinte preguntas?

–Ni una sola vez he jugado ese juego, pero de acuerdo.–dice y yo sonrio, no sabe
las preguntas locas que puedo hacerle.

Me acomodo en el mueble mientras pienso en la primera pregunta que le haré, sin


duda tengo muchas, pero tengo que escoger bien la primera, no juego muy a
menudo a las veinte preguntas, y tengo que controlar mi impulso por ser curiosa
al punto de insoportable. Pienso en todas las preguntas que tengo en mi mente
desde el día en que lo conocí y empiezo a formular otras y otras hasta que mi
mente en un torbellino de preguntas de todo tipo y yo no puedo escoger una
apropiada.

Tomo aire y lo miro.–¿Alguna vez haz perdido una apuesta?–digo y él alza las
cejas, no es una pregunta muy común, pero fue lo mas sencillo que pude
preguntar, no creo que preguntar “¿cuál es tu color favorito?” y “¿cuál es tu
comida favorita?”. Hagan de éste un juego interesante.

–Sí, una vez perdí una apuesta.–dice pero yo me quedo intrigada, voy a tener que
controlarme para poder hacer veinte preguntas interesantes, pero ahora es su
turno de preguntarme. Se aclara la garganta antes de preguntar.–¿Te gusta
disfrazarte en Halloween?–me rio un poco, me gusta disfrazarme, pero me gusta
usar disfraces diferentes a los que las chicas comúnmente llevan.

–Sí, me gusta disfrazarme en Halloween, ¿cuál es tu película de ciencia ficción o


fantasía favorita?–pregunto y él me mira entre confundido y divertido, tengo una
película favorita por cada género y lo mismo hago con los libros.

–Bueno, no sé si tengo una película de ciencia ficción favorita, pero E.T siempre
me ha gustado.–se encoge de hombros y yo sonrio, también me gusta esa
película.–¿Tienes alguna fobia?

–Claustrofobia, cualquier espacio cerrado sin ventanas me da pavor.–digo y miro


sobre mi hombro a la ventana cerrada, la lluvia salpica fuertemente sobre ella.–
¿Alguna vez te haz mojado en la lluvia, con una chica?–la pregunta estaba
rondando por mi mente vagamente y no fui capaz de determe a hacerla y no soy
capaz de mirarlo ahora, así que miro mis manos.

–No, aunque debería de decir, sí.–dice y lo miro, él está sonriendo.–Puede que nos
hayamos mojado un poco bajo la lluvia ahora, pero ninguno tenía la intención de
hacerlo, así es un tal vez.–echo mi cabello sobre mi hombro, sigue húmedo, sonrio
internamente, me estoy empezando a sentir rara.–¿Alguna vez haz golpeado a un
chico?

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–No, físicamente, pero psicológicamente sí.–él me mira y yo lanzo mi pregunta
rápidamente.–¿Sabes tocar algún instrumento musical?

–No, pero sé dibujar.–se encoge de hombros mientras yo pienso que me pasa


exactamente lo mismo, no se tocar ningún instrumento musical, pero se dibujar
muy bien.–¿Alguna vez haz tenido algo de mucho valor, pero qué lastimosamente
ya no lo tienes?–es una pregunta extraña y sólo me hace pensar en una cosa: Mi
padre. Él no era una cosa, era mi todo y lastimosamente ya no lo tengo, ignoro el
nudo de mi garganta para poder responder.

–Tal vez, ¿cuándo te das cuenta de que una chica de verdad te gusta?–digo y él
parece dudar para contestar, no pude resistirme, con esas novias, cualquiera
preguntaría.

–Bueno, la miro a los ojos...–dice mirándome fijamente.–... Y busco en su mirada


algo que me reconforte, pero nunca lo he encontrado, por lo que solamente me
obligo a pensar que me gusta esa persona.–él sigue mirándome, quizás buscando
algo que lo reconforte en mis ojos, y yo no puedo dejar de mirar los suyos, son
muy intensos.

–¿Crees en las almas gemelas?–digo y rompo la conexión de nuestras miradas.

–No lo sé, no he encontrado a la mía, ¿crees en la reencarnación?

–Sí, me gustaría saber cuántas vidas he vivido. ¿Cuál fue la apuesta que
perdiste?–digo recordando la respuesta que me dio.

–Fue idea de Rose, ella me desafió a rapear como Eminem y yo la reté a cantar
como Britney Spears, si yo ganaba ella tendría que disfrazarse de Gatubela, cosa
que ella odia, y si ella ganaba, yo tendría que disfrazarme de striptease
profesional y bailar en la fiesta de Halloween que haríamos aquí.–dice y sacude la
cabeza riéndose.–Rose ganó la apuesta y yo tuve que vestirme como desnudista y
bailar frente a un montón de chicas llenas de hormonas, y una madre exaltada
por lo que pasaba.–dice y me mira, estaba segura de que mi mandíbula llegaba al
piso, por lo que cerré la boca y me reí.

–Ehm, ¿tienes fotos?–pregunto un poco avergonzada por preguntarle eso, pero la


curiosidad me mata y quiero ver con mis propios ojos.

–No. Pero Rose tiene un vídeo.–dice y yo trato de no reírme.

–Seguramente fue el momento más vergonzoso de tu vida, ¿no?–digo y él asiente.

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–Eso fue hace dos años. ¿Que disfraz usaste el Halloween pasado?

–Ehm, me disfrace de la Mujer Maravilla.–digo recordando mi último disfraz, él alza


sus cejas y sonríe.

–¿En serio?–dice y yo asiento lentamente.

–Sí, mamá no estaba muy contenta con que yo llevara aquel traje pero ella admite
que me veía bien.–me encojo de hombros.

–Ah, ¿no tienes fotos?

–No te voy a mostrar fotos.–digo de inmediato, no tengo el valor para mostrarle


esas fotos, aunque están en Instagram.

–Seguro Rose encontrará una foto.–dice sonriendo y yo me contengo para no


golpearlo.

–No te vayas a reír cuando la veas, si te ríes, te golpearé.–digo y él levanta la


mano derecha.

–Juro que no me voy a reír. Si lo hago, no me vayas a pegar tan fuerte.–dice y me


rio.

–No me hago responsable de nada que te pase, si te golpeo alguna vez, es porque
me hiciste enfadar demasiado y olvidé el control sobre mi cuerpo.–digo riendome
y él se ríe.

–¿Sabes cómo de defenderte?

–¿Quieres qué te lo demuestre?–digo alzando una ceja y él se levanta del mueble


y yo también me levanto. Lo miro desafiante y entonces me giro para ir a la
biblioteca, él pone una de sus manos en mi hombro y yo aprovecho la oportunidad
para derribarlo, agarrando su muñeca doblándola y luego con un movimiento
rápido lo lanzo sobre mi hombro y él cae de espaldas en el piso, me agacho y él
me mira sonriente.

–Vaya que eres buena, tengo el doble de tu tamaño y aun así me derribaste y eso
que no te estaba atacando.–dice y lo ayudo a levantarse halándolo del brazo.

–Ahora sabes que no debes meterte conmigo.

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–No me metería contigo, al menos no en éste sentido. Pero en el otro...–miro a
otro lugar, aunque no sirve de nada porque ya me puse roja.

–Eso fue bastante inapropiado.–suelto su brazo y me vuelvo a sentar en el


mueble, le hago señas para que él se siente también.–Todavía tengo preguntas.–
digo sonriendo.

En realidad le hice como quince preguntas más de las que él esperaba y cuando
nos dimos cuenta de la hora, ya estaba haciéndose tarde y ya había dejado de
llover, no sabíamos si su madre o si alguien más estaba en la casa, por lo que,
cuando me vieran se llevarían una gran sorpresa, Adam nunca había tenido una
primera cita en el salón de su casa. Clara iba a enloquecer.

Pero no fue Clara la que entró primero al salón. Fue Rose.

–Me pareció haber oído tu dulce voz, Meredith.–dice abrazandome.

–Y yo no escuché nada cuando llegaste.–digo soltándola y volviendome a sentar.–


¿Cómo estás?

–Bien.–se sienta a mi lado.–Aunque mamá y yo estuvimos atrapadas en el tráfico


por dos horas, hubo un accidente triple y las calles estaban congestionadas. Fue
horrible.–dice y alzo las cejas.

–Oh, entonces mi madre tendrá mucho trabajo entonces.–digo, aunque lo digo


más para mi misma. Cuando ocurren accidentes trágicos, mamá se queda en el
hospital para hablar con los familiares de las víctimas. Rose mira el suéter de
Adam que cargo con el ceño fruncido y después me mira.

–¿Este suéter es de Adam?

–Sí.–decimos Adam y yo al mismo tiempo.

–Un momento, ¿ustedes no iban a salir hoy? Hoy tendrían su primera cita ¿cierto?–
dice mirándonos.

–Pues sí.–digo y ella parece entusiasmada.

–¿Están teniendo su primera cita aquí?

–Es un lindo lugar.–digo y me encojo de hombros, ella sonríe y se levanta.

–Entonces yo me voy a otro lugar, no quiero ser una lámpara más.–sale del salón

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contoneándose.

–Eres la primera que le cae bien a mi hermana.–dice él y yo lo miro.

–¿La primera?

–Sí, la primera. Rose es muy... Alegre y a muchas chicas les parece pesada.–dice y
tiene razón, Rose siempre parece estar a punto de explotar de la alegría y vaya
que sí es pesada, pero es muy agradable y es una buena chica.

–Bueno, Rose me cae bien. Tiene una personalidad fuerte.

–Le ha tocado vivir con los dos chicos más insoportables en el mundo.–dice y me
rio.

Luego de que Clara me suplicara para que me quedara a cenar, y ver la colección
de libros de Rose en la biblioteca y hablar durante una hora sobre la Saga Hush
Hush, que es la favorita de Rose. Adam me llevó a mi casa y como supuse, mamá
ya estaba en el hospital, así que estaría sólo con Ava, me preguntaba si a Lux la
dejarían venir a quedarse, pero mañana tenía que ir a la escuela y no podía darme
muchos gustos.

Adam me acompañó hasta la puerta, todavía cargaba su suéter y mi ropa se había


quedado en su casa ya que Clara no quería que me llevara la ropa mojada, más
bien yo creo que ella estaba contenta de que yo llevase el suéter de él.

–Hoy me divertí.–digo sacando las llaves y metiéndola en la cerradura.

–También yo.–dice y yo sonrio.

–Gracias.

–¿Por qué?

–Por la mejor primera cita que haya tenido.–digo y sus ojos se iluminan mientras
él sonríe.

–De nada.–dice y entonces ésta es la parte que no me gusta de las citas, las
despedidas, no soy de las que besan en las primeras citas y de ninguna manera
besaré a Adam hoy, no todavía y menos en la puerta de mi casa. Así que me
pongo de puntillas y lo abrazo, me abraza con fuerza, aunque no quiero tener
nada serio con nadie, se siente bien estar entre sus brazos. Y él se merece un
beso de despedida, lo suelto y le doy un beso en la mejilla.

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–Buenas noches, Adam.–digo entrando y sacando la llave de la cerradura, me giro
y me quedo en la puerta.

–Buenas noches, Meredith.–dice y se va hasta su auto, me quedo en la puerta


hasta que su auto acelera y se pierde en una esquina.

Subo a mi habitación y me quito las botas para descansar los pies, llevar botas
altas es agotador, verse bien es agotador. Me quito el suéter de Adam y lo huelo,
es como tenerlo aquí, aunque no estoy muy segura si sería buena idea tenerlo en
mi habitación a éstas horas de la noche.

Me pongo un camisón y me lavo los dientes. Me acuesto en la cama con el


extraño presentimiento de que algo va a cambiar y no se si será algo bueno o
algo malo.

50
¿Qué Está Pasando?

Salgo de casa poniéndome mi chaqueta de jean y tomando mi bolso, hoy es


viernes y mis primas programaron una salida junto con mis amigas, para hablar
sobre cierto chico apuesto de veintiún años de cabello negro y ojos azules. Yo no
les había dicho nada, pero Lux sí les dijo y ahora tengo que ir a la heladería donde
tuve mi primera cita con Adam y su ex me echó un batido encima, sólo que no le
he contado a nadie que fue lo que pasó en la heladería y eso que ya han pasado
cinco días desde eso.

Mamá no está en casa por lo que me voy caminando, tan rápido como mis botas
altas me dejan, mi teléfono suena en mi bolso y trato de sacarlo del desastre que
hay dentro. Me detengo al oír un chirrido y luego un golpe tan fuerte que salto y
miro en la dirección del sonido, dos autos chocaron, uno de ellos se volcó y el otro
quedó destrozado en la parte de atrás, varias personas están alrededor llamando
a emergencias y asomándose dentro de los autos para ver a los heridos, me
acerco sólo por curiosidad pero me detengo al ver un cuerpo encima del capó del
otro auto, es un hombre, tiene los ojos abiertos, sin vida, hay sangre por todas
partes y una mujer llora, ella tiene heridas en la cabeza y en los brazos. Retomo
mi camino con la imagen sangrienta en mi cabeza y trato de pensar en un sinfín
de cosas para borrar la imagen de mi mente.

Mi teléfono vuelve a sonar y esta vez me paro para sacarlo, es Lux la que me
llama, pongo los ojos en blanco y contesto.

–¿Dónde. Demonios. Estás?–dice y suena un poco molesta.

–Ya voy, ¿recuerdas qué no tengo auto?

–Sí, y por eso te pregunté si querías que te llevara, pero eres demasiado
testaruda.–ella suspira y al otro lado de la línea escucho voces de chicas, las
demás ya están ahí, lo que significa que voy tarde.–Pediremos por ti, así que
mueve tu trasero hasta acá.–cuelga y me quedo viendo el teléfono, lo vuelvo a
meter en el bolso y sigo caminando.

Cuando llego a la heladería estoy jadeando de lo rápido que caminé y


rápidamente localizo a mis amigas. Jane está un poco distraída, Liz está hablando
con Beth, ella se ve tan bien como siempre, Lydia está hablando con Dove que se
unió a la reunión hoy, ella también se ve realmente bien, sonríen en cuanto me

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ven pero Lux me mira entrecerrando sus almendrados ojos.

–Lamento la tardanza.–me siento al lado de Dove.

–¿Estás bien, Meredith?–dice Lux y la miro frunciendo el ceño.

–Estoy perfectamente.–digo tomando mi batido de triple chocolate con galletas de


chocolate y malta, siento que vuelvo a la vida en cuanto tomo un sorbo.

–Pues, estás algo pálida.–dice ella y les cuento lo del accidente y la sangre.

–Bueno, no creo que hayas programado esta salida para vernos las caras ¿no?–
digo dirigiendome a Lux.–Anda, pregunta lo que quieras.–digo animándola, si ella
cree que no le diré nada, está equivocada, no tengo nada que ocultar. Aunque no
le contaré muchos detalles, soy muy reservada.

–Bueno, si tu lo dices.–ella coloca los codos en la mesa.–¿Qué tal fue la cita?

–Bien, supongo.–digo como si tal cosa.

–¿Te divertiste?

–Sí, mucho.

–¿De qué hablaron?

–De muchas cosas, las cuales no recuerdo muy bien ahora mismo.–me encojo de
hombros y tomo un poco de mi batido.

–¿Tendrán otra cita?–dice y me detengo a pensar, me he encontrado a Adam tres


veces desde el domingo, en el supermercado, en el camino hacia la escuela y
ayer cuando salí a correr y tropecé con él y Rose que estaban saliendo de una
ferretería. Y me ha escrito textos, me ha llamado a altas horas de la noche, pero
no hemos acordado una segunda cita.

–No lo sé, no hemos hablado de eso.

–Entonces, ¿qué tal es él?–me tomo mi tiempo para responder revolviendo mi


batido, porque quiero decir muchas cosas sobre él, pero no quiero parecer
ilusionada con alguien que acabo de conocer.

–Él es bien, es insoportable, es intenso, guapo, inteligente, adorable, agradable.


Me cae bien.–digo sonriendo desde que dije “adorable”.

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–Bueno, ¿no sientes nada por él?

–No, solo hemos tenido una cita.–digo y ella frunce el ceño.

–Oh, Meredith. Tienes que sentir algo, ¿no?

–No tengo por qué sentir algo, Lux. Lo conozco hace una semana y me conoces,
me conoces muy bien Lux, sabes que no suelo enamorarme de cada chico que
voltea en mi dirección. Además, Adam y yo estamos saliendo porque nuestras
madres insisten en que seremos la pareja perfecta, mi madre insiste en que salga
con él porque no salgo mucho y Clara está cansada de las novias que ha tenido
Adam.–digo mirándola.–Deberías de preguntar como me siento al respecto con
esto.

Se hace un silencio en nuestra mesa, todas me miran y yo sólo evito sus miradas
concentrandome en mi batido, no suelo hablar tanto. Cuando alzo la vista, ellas
me miran curiosas. Nunca habían visto este tipo de reacción por mi parte, siempre
he sido de las que dicen, sí o no en una conversación normal. Pero es que ya no
puedo seguir callada y éste chico está empezando a encender algunos
interruptores que tenía prohibido tocar.

–Lo olvidé.–dice Lux.–Olvidé lo complicada que eres, Meredith y tienes razón, tal
vez no sientas nada por Adam ahora porque apenas lo conoces, pero si llegaras a
sentir algo por él ¿lo reconocerías?

–Pues claro, sabes que no soporto las mentiras, porque la verdad tarde o
temprano sale a la luz y además, soy honesta conmigo misma, si tuviera que
describir como me siento ahora, diría que me siento agobiada.

–¿Agobiada? ¿Cómo así?–dice Beth que no había hablado nada desde que llegué.

–Porque, no quiero involucrarme sentimentalmente con Adam, pero a la vez quiero


conocerlo y sentir algo por primera vez en mi vida y no quiero decepcionarlo, él
parece realmente interesado... No lo sé, no sé como sentirme en realidad.–ellas
asienten como si comprendieran perfectamente como me siento, a lo mejor
saben, ellas han tenido más experiencia con chicos que yo y eso que yo soy
mayor que ellas, sólo por unos meses, pero Dove tiene dieciséis y ya ha tenido
dos novios por lo menos. Que no han durado mucho, pero por lo menos los tuvo.

–Porque, no quiero involucrarme sentimentalmente con Adam, pero a la vez quiero


conocerlo y sentir algo por primera vez en mi vida y no quiero decepcionarlo, él
parece realmente interesado... No lo sé, no sé como sentirme en realidad.

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–Los chicos también tienen sus dudas, por lo menos cuando creen que una chica
les gusta, ellos deciden entre si les gusta porque es caliente o porque realmente
les gusta esa chica.–dice Jane.

–Exactamente.–dice Liz y toma un trago de su batido.–No sólo nosotras nos


hacemos preguntas.

–¿Y el consejo que tienen que darme es...?–digo y ellas se miran.

–Sigue saliendo con Adam.–dice Lydia animandome.

–Sí, pero sal con él porque quieres, no porque sientas la presión de tu madre sobre
tus hombros.–dice Beth.

–Y sobre todo, siempre deja claras tus intenciones. Porque lo que tiene que ser
será.–dice Lux y yo hago una nota mental de lo que me acaban de decir.–Ojalá
que sea.–me rio por eso último.

–Gracias, son de gran ayuda.–digo sonriendo.

El resto de la tarde hablamos sobre muchísimas cosas, sirvió para distraerme.


Sobre todo cuando fue el turno de Beth decir si salía con alguien y por error de
ella dijo que si estaba saliendo con alguien y ya tenían tiempo saliendo.

Lux me iba a llevar a casa y así aprovechaba y se quedaba, ella vivía la mitad del
tiempo con su padre, su madrastra y sus dos medios hermanos y la otra mitad
con nosotras ya que Ava vivía en la casa. Lux aprovechaba cualquier oportunidad
para quedarse en casa con nosotras.

Nos detuvimos en un semáforo, eran pasadas las seis de la tarde y estábamos


riéndonos de algo que vimos en la calle, escuché el motor de una moto a mi
derecha y giré mi cabeza, ahí estaba Adam y le hice señas a Lux para que mirara.

–¿No tiene un auto?

–Tiene un Aston Martin.–digo y ella se queda boquiabierta. El semáforo cambió y


Lux aceleró justo cuando él miraba en mi dirección, lo saludé con la mano
mientras él sonreía y nos alejábamos.

–Vaya, se alegró de verte, ¿no tendrá un primo para mí?–dice y le doy un codazo
en las costillas.

–No sé, pero le preguntaré.–digo y ella se ríe.

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Llegamos a casa y Lux fue a saludar a su mamá mientras que yo fui a mi
habitación y me quité las botas para ponerme un par de mis incontables pantufas
y bajé a la cocina, Lux estaba comiendo un pan blanco mientras hablaba con su
madre y mi mamá no había llegado todavía. Me senté al lado de Lux con mi
teléfono, al rato llegó mi mamá y cenamos.

No tenía más nada que hacer, me cambié y me senté en la sala a navegar en mi


teléfono. Puede que sea viernes y debería de salir a divertirme con algunos
amigos como cualquier adolescente normal, pero no, yo me recuesto en el sofá
con mi teléfono y busco cualquier cosa para entretenerme y luego irme a dormir o
sentarme en el techo afuera de mi habitación. No sé cuanto tiempo pasa, pero me
siento con sueño y bostezo varias veces, estoy por irme a mi habitación cuando
suena el timbre y me sobresalto, miro el reloj de la sala, son casi las nueve de la
noche, ¿quién podría ser? Escucho las puertas de las habitaciones de Ava y mi
mamá abrirse y me acerco a la puerta.

–¡Yo abro!–digo y escucho un ok de mi madre. Abro la puerta y me sorprendo al


ver a Adam parado con las manos en los bolsillos de sus jeans, mi corazón da un
salto, sonríe en cuanto me ve a los ojos y nos quedamos así por lo que parece una
eternidad.–Hola, ¿qué haces aquí?–consigo decir y no sé cómo.

–Yo... sólo pasaba a visitarte, ¿estás ocupada?–dice y niego, su mirada recorre mi


cuerpo y se detiene en mis pies, en mis ridículas pantufas fucsias con puntos
blancos.

–Ehm, no. ¿Quieres pasar?–digo abriendo más la puerta.

–Claro, lindas pantufas.–dice al pasar a mi lado y yo cierro la puerta.

–Gracias.–digo y lo hago pasar a la sala, se sienta en el mueble como si estuviera


en su casa y me siento al lado de él cruzando las piernas.–¿Cómo estás?

–Bien. ¿Y tú?–dice y yo lo miro. Me preparo para examinarlo y lo veo algo distinto.

–Perfectamente. ¿A qué debo tu visita, Adam?–pregunto con tranquilidad y él gira


su rostro hacia el mío.

–Quería verte.–dice encogiéndose de hombros.

–Me hubieses avisado y me fuese puesto más presentable.–digo, en realidad


estaba demasiado informal, cargaba un pantalón de algodón negro, un suéter azul
y mis pantufas, sin contar el moño que me hice en lo alto de mi cabeza y sin una

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gota de maquillaje en mi rostro, aun así, Adam me seguía mirando cómo si nunca
antes me hubiese visto.

–Nah, y perderme verte vestida así, ni hablar. Venir aquí esta noche sin avisar es
la mejor decisión que he tomado hoy.–dice y sonríe, lo miro más detalladamente,
se ve cansado y parece que estuvo estresado todo el día.

–Admite que te gustan mis pantufas.–digo y me rio, tratando de parecer casual.–


No haz dejado de mirarlas desde que llegaste.

–Admito que pensé que nunca te quitabas tus botas.

–Oh, claro que me las quito, no sabes lo incómodas que pueden ser a veces.–digo
y él asiente.

–Dame un par de botas y me las pondré por todo un día, así sabré lo incómodas
que son, pero sin duda me voy a ver genial.–dice y me rio.

–No creo que te vallas a ver genial con un par de mis botas.–digo tratando de no
reírme.–No combinarían contigo ni porque fueran las botas más fabulosas del
mundo.

–¿Por qué no combinarían conmigo?

–Bueno, es obvio, eres demasiado hombre como para usar unas botas con
broches brillantes.–digo y él me mira divertido.

–¿Soy demasiado hombre?–dice y yo entrecierro los ojos.

–No lo volveré a decir, y me escuchaste bien.–digo y recuesto mi cabeza hacia


atrás en el reposa cabezas del mueble y cambio de tema.–¿Qué tal tu día?–él
suspira y mira al techo.

–Bien, supongo.–dice haciendo una mueca, no parece que le haya ido bien.–¿Qué
tal el tuyo?

–Ajetreado, caluroso, congelado y...–iba a decir traumático, todavía no superaba lo


que había visto en la tarde y la imagen se repetía una y otra vez en mi cabeza.–
Bien.

–¿Congelado?–pregunta divertido.

–Se me congeló el cerebro tomando mi batido de chocolate helado alto en

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calorías.–digo y él se ríe.

–Entiendo, entiendo.–dice sonriendo y alza sus manos, las tiene rojas y cuando las
deja caer, los nudillos de su mano izquierda están morados y con cortes llenos de
sangre seca.

–¿Qué te pasó en la mano?–digo tomándosela y examinándola, lo miro cuando no


responde y hace una mueca.

–Rompí una ventana.–dice y yo junto mis cejas.

–¿Por qué?–él suspira y mira al frente.

–Estaba en casa de un “amigo”, él había hecho una pequeña reunión de amigos


de la secundaria y unos tipos estaban hablando mal de Rose a mis espaldas.–me
vuelve a mirar afigido.–Los golpeé, pero entonces uno de ellos me empujó hacia
uno de los ventanales y lo rompí con mi puño para protegerme el resto del
cuerpo.–suspira y me quedo perpleja unos segundos, sacudo la cabeza
recuperando la compostura, golpeó a otros hombres sólo para defender a su
hermana. No puedo evitar sonreír internamente ante su gesto. Aunque debió
haber usado toda su fuerza para romper el ventanal solo con su puño.

–¿Quieres qué... te limpie las heridas? Porque sé hacerlo.–digo y entonces mira su


mano más de cerca haciendo una mueca.

–Debí haber ido al hospital, pero primero quería verte. Puedo ir después.–confiesa
y yo sonrio sonrojandome.

–Entonces te ayudaré, tengo experiencia.–me levanto, camino hasta la puerta de


la cocina y me detengo.–Quedate ahí.–digo y él asiente, bueno, no es que se valla
a ir así como así, pero lo digo por si las dudas. En la cocina busco el botiquín de
primeros auxilios bajo el fregadero y lo reviso en caso de que me haga falta algo,
por fortuna, está todo y vuelvo a la sala, él está viendo los retratos familiares y
fotos mías cuando era más joven, cuando todavía era una niña.

–Hay varias fotos tuyas viejas, así era como te recordaba.–dice mostrándome una
foto, tenía catorce y estaba en Nueva York visitando a mi amigo Tom,
específicamente, estábamos en el Central Park, comiendo unos hot dogs.

–Hay fotos mías hasta los quince, de ahí en adelante ya no me tomaron más fotos
en ningún lugar.–digo sentándome en el mueble, le hago señas a él para que se
siente también y lo hace, coloco el botiquín en la mesa de al frente y saco lo que
voy a utilizar.

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–¿Por qué no te tomaron más fotos?–pregunta, siento su mirada en mí, pero yo
sólo veo lo que tengo al frente, me pongo unos guantes de látex y agarro su mano
apoyándola en mi pierna, con una pinza le quito los restos de vidrio que tiene
incrustados dolorosamente en su mano.

–Mi padre murió.–digo sin mirarlo respondiendo a su pregunta.

–Y... ¿Después no te gustaron más las fotos? ¡Ay!–exclama y se queja, sujeto su


mano con fuerza antes de que la quite, tenía un pedazo de vidrio muy enterrado y
lo saqué de golpe en cuanto hizo la pregunta. Lo miré.

–Lo siento, y no es que no me gustaron más las fotos, a mi padre le gustaba


tomarnos fotos siempre y después de que murió, ya no hubieron más fotos. Hasta
que descargue Instagram.–digo concentrada en su mano. Saco una bola de
algodón y la mojo con agua oxigenada para limpiar de su mano la sangre seca y
la nueva que está saliendo debido a que saqué los pedacitos de vidrio, él se tensa
pero yo sujeto su mano más fuerte y lo miro alzando las cejas.

–Arde.–dice a regañadientes y sonrio comprensivamente. Aún no le he aplicado el


antiséptico y el alcohol. Para ser tan grande, Adam es muy sensible.

–Lo sé.–digo tomando otro algodón y ésta vez lo lleno de alcohol.–Esto arderá
mucho y te va a escocer, pero te ayudará a mantener las heridas limpias.–tomo su
mano y sin piedad presiono el algodón en sus heridas y él trata de cerrar la mano
pero se la tomo más fuerte y niego con la cabeza sin poder evitar reírme.

–¿Cómo sabes tanto sobre esto?

–Porque me ha pasado un par de veces, la diferencia es que a mi no me quedaron


cicatrices.–paso el algodón un par de veces más y luego le aplico una crema
antiséptica para evitar que se le infecte.–Te quedará una o dos cicatrices, debes
aplicarte esta crema a diario para que no se infecte la herida.–agarro la gasa y la
envuelvo alrededor de su mano, la pego a un lado.–Ya está.–lo miro y él sonríe, me
quito los guantes y vuelvo a guardar todo excepto lo que echaré a la basura y me
vuelvo a levantar para ir a la cocina. Me lavo las manos y me las observo, hace un
tiempo, en un ataque de histeria, rompí el espejo de mi habitación rompiéndolo
en miles de pedazos, mi tía Stella me curó las heridas y me enseño a hacerlo yo
misma en caso de que volviera a pasar. La segunda vez, rompí la ventana de mi
habitación en un día de frustración y me curé yo misma las heridas, lo mejor de
todo fue que no me quedó ni una cicatriz.

Vuelvo a la sala, Adam está guardando el pequeño tubo de crema que le di en el

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bolsillo de su chaqueta y con la otra revisa su teléfono, niega con la cabeza un par
de veces, me siento junto a él de nuevo y deja el teléfono en medio de los dos, lo
agarro por curiosidad y me doy cuenta que es el mismo modelo que el mío, lo
último de iPhone salvo que el mío tiene un forro negro brillante, y el suyo tiene un
forro azul oscuro.

–Gracias, ahora me siento mejor.–dice y yo sólo asiento.–¿Te gustaría salir?–lo miro


confusa, ¿salir? ¿a ésta hora? Bueno, es viernes y pasan de las nueve de la noche,
debería salir. Pienso en decir que no, pero no lo siento y entonces es mejor decir
que sí, no tengo nada que perder y seguro a mamá le encantaría saber que estoy
actuando como una adolescente normal.

–¿A dónde iremos?–pregunto levantandome.

–Daremos un paseo. Te doy diez minutos para que te arregles.–dice y de


inmediato mira su reloj, me mira al ver que todavía sigo ahí parada y sonríe,
divertido.–Nueve.

–No sé si sea buena idea que salga, no sé si mamá me dejaría.–digo fingiendo y él


sólo sonríe, sabe que mi mamá me dejará ir.

–¡Ocho!–dice y subo corriendo las escaleras hasta mi habitación, me quito la ropa


en tiempo récord y me pongo lo primero que consigo, un suéter marrón de cuello
v, un jean ajustado azul claro y mis botas de tacón bajo. Agarro una chaqueta azul
y me la pongo rápidamente metiendome en el baño para cepillarme los dientes y
peinarme el cabello. No agarro bolso ni nada, bajo hasta la habitación de mi
madre para avisarle que voy a salir.

–Mamá, voy a salir.–ella mira mi ropa y luego mira la hora.

–¿Con quién?

–Con Adam.–ella alza las cejas asombrada y trata de no sonreír.

–Está bien, diviertete. Lleva tus llaves y tu teléfono.–dice tratando de estar seria,
se ve que le cuesta.

–¿No me vas a poner una hora de llegada?

–No, mañana es sábado.–ella sonríe satisfecha.

–Bien, me voy entonces. Te quiero.–le lanzo un beso desde la puerta y bajo hasta
la sala, agarro mis llaves y mi teléfono y antes de salir, apago las luces de la sala

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y la cocina.

–¿Lista?–dice y yo asiento abriendo la puerta, él sale primero y espera a que yo


cierre la puerta con llave y me abre la puerta para que suba a su auto, después él
sube y arranca.

Estuvimos recorriendo las calles de Madison por mucho rato, con las ventanillas
abajo, el viento alborotaba mi cabello, pero me gustaba la sensación de la brisa
fría en mi rostro, Adam estaba mirando la calle, pero de vez en cuando se
volteaba a verme, las calles no estaban completamente solas, los restaurantes
estaban llenos y varias parejas caminaban agarradas de la mano por las aceras.
Me pregunto si un día yo iré así de la mano con alguien, nunca antes me ha
pasado, pero siempre lo he pensado. Aunque no me hago mucho la idea, ya no
me hago la idea, cuando tenía quince años lo pensaba todo el tiempo fantaseaba
con tener una vida como salida de una novela romántica.

Ahora, pienso que debería de tener una vida más normal, sin nada ficticio, con
malas decisiones y muchos problemas para resolver, estudiar la carrera que me
gusta y ejercerla es mi mayor meta a lograr hasta ahora, después será
independizarme y enamorarme de un idiota al que más tarde seguro dejaré y
viviré sola con una casa inmensa casa en la playa. Eso es lo que planeo por ahora,
si algo llegase a cambiar en mi vida, insistiría con tener mi casa en la playa, como
mi papá había dicho que tendría.

Recuerdo ese día como si hubiese sido ayer. Todos los recuerdos de mi padre los
mantengo vivos en mi mente, repitiéndolos una y otra vez, no quiero olvidarlo
nunca y lo tuve por muy poco tiempo, no todas las personas que conozco han
perdido a algún ser amado, yo perdí a mi padre tres meses antes de cumplir los
dieciséis años, el día que nos dijeron que había muerto también lo recuerdo
demasiado bien. Y su funeral también lo recuerdo claramente, mantuvimos el
ataúd abierto y todos los que quisieron despedirse de él lo hicieron y los que
lloramos hasta quedar sin lágrimas lo hicimos. Me siento derecha en el asiento, yo
lo recuerdo. Recuerdo a Adam, pero él era... diferente, no era tan alto y no era tan
musculoso, y obviamente, yo lo habría encontrado guapo en ese tiempo. Lo
encuentro irresistible ahora, pero no me siento preparada para iniciar algo, no
todavía.

–¿Te sientes bien?–dice Adam notando mi cambio de postura.

–Sí, es sólo que recordé algo.–digo volviendo a recargarme en la ventanilla.

–¿Qué recordaste?–pregunta y me vuelvo hacia él.

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–A ti.–digo y él junta sus cejas.–Pensé que nunca te había visto en mi vida, y
resulta que si te había visto varias veces.–él sonríe como si esperaba que eso
pasara.

–Lo sé, soy inolvidable.–dice y yo ruedo lo ojos.

–Eres tan creído.–me rio y recuesto mi cabeza en el marco de la ventanilla. Lo


escucho suspirar y escucho la radio, está a un volumen bajo pero reconozco la
canción, es A Sky Full Of Stars de Coldplay, le subo el volumen y tarareo la
canción con los ojos cerrados.

No se cuándo me quedé dormida y mucho menos el por qué. Sólo sé que cuando
despierto, estoy con la cabeza recostada en la puerta del auto y definitivamente
ya Adam no está conduciendo, no se a donde me trajo, pero parece un mirador. Él
está parado a unos metros lejos del auto viendo las luces parpadeantes de la
ciudad, parece perdido en si mismo y en nada al mismo tiempo. Bostezo y salgo
del auto para pararme al lado de él, le coloco una mano en el hombro y me mira,
ni siquiera se dio cuenta cuando salí del auto y caminé hasta él.

–¿Estás bien?–digo y él asiente.–¿En dónde estamos?

–Fuera de Madison, eso de ahí es Milwaukee.–dice y contemplo la ciudad mas


poblada de Wisconsin, jamás había visto algo tan bonito, aparte del amanecer y el
ocaso en la playa.

–Oh vaya. Es tan... Hermosa desde aquí.–digo abrazandome los codos


protegiendome de la brisa fría que sopla el viento.

–Lo es.–dice él quitándose su chaqueta y poniendomela sobre los hombros, no me


preguntó si quería su chaqueta, o si tenía frío, él sólo se la quitó y me la puso sin
siquiera darme tiempo para negarme. Mientras que él se queda con su camisa
manga larga color verde menta.

–Gracias. ¿Vienes muy seguido aquí?

–A veces.–murmura y yo asiento lentamente, nos quedamos en silencio por


mucho tiempo hasta que vuelvo hablar.

–¿Por qué me trajiste aquí?–me giro hacia él y me mira, sus ojos se ven muy
azules, pese a la poca luz, su mirada es ansiosa y un poco cansada, vuelve a
mirar al frente sin responder y suspiro, me paro frente a él, no es que yo sea muy
grande y vaya a tapar su visión de la ciudad, pero puedo llamar su atención.

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–Quería que vieras esto.–dice y junto mis cejas, ¿sólo eso?

–Sigo sin entender. ¿Haz traído a otras chicas aquí?

–No, eres la única.–dice mirándome fijamente, esa es la mirada que me hiela la


sangre y hace que mi corazón empiece a latir demasiado rápido para mi gusto.

–¿Piensas lanzarme por la colina o qué?–digo y no sé porqué lo dije, suena loco


pero ya no parezco controlar lo que digo. Él se ríe y sacude la cabeza.

–Si quisiera lanzarte por la colina, lo hubiera hecho cuando estabas dormida. Y,
como puedes ver, no te traje aquí para eso.–dice y yo vuelvo a mirar la ciudad.

–Gracias entonces.–digo y miro la hora en mi teléfono, abro los ojos de par en par,
las tres de la mañana, y mi mamá ni siquiera se ha molestado en llamarme o
preocuparse porque no he llegado, resoplo. Ella debe de estar dormida, además
yo nunca le di razones para que se preocupara cuando salía, siempre me quedaba
en casa y cuando salía llegaba temprano.

–¿Quieres volver?–dice y yo asiento mirando la ciudad todavía.

Cuando llegamos a mi casa no faltaba casi nada para el amanecer. Hablamos


durante todo el camino, me reí como nunca antes me había reído y él parecía
contento con eso, me habló más sobre su adolescencia y yo le hablé de mi
infancia. Él me acompañó hasta la puerta y me dio un beso fugaz en la mejilla, le
devolví su chaqueta y me dijo que me llamaba más tarde para volver a salir, así
no tuviera ganas. Entré a la casa en silencio y subí las escaleras cuidadosamente
para no despertar a nadie, mamá siempre se despertaba a las siete y todavía eran
las cinco.

En cuanto llegué a mi habitación, me quité la ropa y mientras buscaba otro


pijama, me encontré con el suéter que Adam me dio el día de nuestra primera
cita, no se lo he devuelto y él no me lo ha pedido, claro eso no quiere decir que no
se lo vaya a dar nunca y me lo quede para mí sólo para olerlo cada vez que lo
agarro. Pero es algo que no puedo evitar, porque es algo común en una chica. Y
yo soy una chica y me gusta oler el suéter de Adam, su fragancia es
embriagadora, podría olerla siempre.

Me acuesto en mi cama con su suéter en mis manos y me quedo dormida


pensando en la cara que tenía cuando llegó y en la cara que tenía cuando se fue,
creo que está empezando a gustarme pasar tiempo con él. ¿Qué está
pasándome? O mejor dicho, ¿qué está pasando? Primero no quiero tener nada
pero él aparece y entonces hago todo lo contrario.

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En Mi Mente.

El fin de semana salí dos veces con Adam, fuimos a la pista de patinaje sobre
ruedas y a dar un paseo por el bosque, las dos veces la pasé genial y quería
volver a salir con él. Mamá estaba súper contenta, no me dijo nada el sábado
cuando desperté al mediodía, sólo me sirvió el almuerzo y me preguntó que tal lo
había pasado, como si tal cosa la hiciera todos los días.

El lunes no quería levantarme para irme a la escuela, pero me animé cuando Lux
pasó por mí, así no tenía que caminar. Pero la desventaja era que ella quería
saber todo sobre las tres citas que tuve con Adam en tres días y no me quedó otra
que contarle como la había pasado.

Estuve muy distraída toda la semana, Liz lo notó y me preguntó que me pasaba
muchas veces pues yo siempre he estado muy atenta a todo pero yo no dejaba de
pensar en Adam, no podía sacarlo de mi mente y mucho menos cuando me
enviaba un texto en la noche preguntando cómo había sido mi día, o me
preguntaba cómo estaba. Es insignificante, pero que él preguntara cómo me
encontraba significaba algo para mí, no todos los hombres quieren saber como les
fue en el día a una mujer. Y eso era lo primero que él preguntaba.

El viernes, mamá llamó a la hora del almuerzo para decirme que no podía pasar a
buscarme, no me preocupé, podía irme caminando tranquilamente y despejar mi
mente. Cuando salí, él me estaba esperando, junto con Rose, estaban apoyados
en una Silverado roja y todo el mundo los miraba. Rose sonrió en cuanto me vió,
muchos se voltearon a verme, Adam miraba a los que me miraban con el ceño
fruncido, pero se relajó en cuanto me vió.

Rose me abrazó y me preguntó como estaba, él me dio un beso en la mejilla y


también me abrazó, podía sentir la mirada de todos sobre mí. Casi todos sabían
quienes eran los Stynson's, lo sabían por sus fiestas y obras de caridad, además
ellos estudiaron en la misma escuela en la que yo estudio. Subí a la parte de
atrás, Rose me dijo que mi madre la había enviado a buscarme porque ella sabía
que yo era capaz de irme caminando hasta la casa.

–Me gustan tus botas hoy.–dice Rose, y yo miro mis botas, son de tacón grueso y
gamuzados en color azul rey.

–Gracias.–me senté en el asiento de atrás en medio de los dos, así Adam me

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miraba con solo girar un poco su cabeza. Lo que hacía mucho pues Rose era la
que conducía.

Me llevaron a casa y se quedaron el resto de la tarde conmigo, luego a Rose le


dieron ganas de comer muchos dulces y fuimos a la dulcería de la estación de
servicio que estaba sola para ser un viernes a las seis y media de la tarde. El
señor Phillips, el dueño de el taller mecánico que estaba al lado de la gasolinera
estaba afuera revisando un auto, yo lo conocía porque era un viejo amigo de mi
padre y su hija es Jane, trabajaba en la dulcería por las tardes. Lo saludamos al
pasar, Adam se quedó hablando con él mientras que nosotras entrábamos a la
dulcería, no había nadie, ni siquiera veía a Jane. Junté mis cejas confundida, Rose
también tenía la misma expresión que yo. Tenía un mal presentimiento.

–Iré a buscar los malvaviscos y el chocolate.–dice ella y yo asiento.

–Yo iré por las malteadas.–digo y nos separamos, ella va hacia la izquierda y yo
hacia la derecha, la dulcería es conocida por ser la más grande del condado. El
área de bebidas está en el último pasillo hacia la derecha que es hacia donde me
dirijo. Me detengo justo cuando llego al último anaquel que da al último pasillo,
escucho un gemido de dolor y un golpe sordo contra el piso, lentamente miro
hacia el pasillo, grito del horror en cuanto me doy cuenta de lo que mis ojos ven,
grito tan fuerte que estoy segura de que me escucharon en todo el país. Jane está
tirada en el piso en un charco de sangre, corro hacia ella y le doy la vuelta con
cuidado, sus ojos están abiertos y ella aun respira pesadamente, me arrodillo y
coloco su cabeza en mis piernas, tiene un gran corte en su estomago de donde
sale sangre a borbotones, trata de decir algo y me acerco a su rostro.

–Meredith.–dice con un hilo de voz.–Dile a mis padres, que los amo.–dice con voz
quebrada.–Dile a las chicas que fueron, fueron las hermanas que no tuve.–hace
una pausa, tiene la boca llena de sangre, pero ella se ve furiosa.–Quien me hizo
esto, fue una chica, una chica rubia.–me sorprendo cuando lo dice tan claramente,
hace una mueca de dolor y continua.–Fuiste una buena amiga. Espero que las
cosas vayan bien con Adam.–dice y yo trato de sonreír y decirle que estará bien
pero no puedo, asiento porque es lo único que puedo hacer. Estoy muda y las
lágrimas se agolpan en mis ojos.

Ella me mira un momento y al final sus ojos pierden la luz y deja de respirar.
Adam, Rose y el señor Phillips llegan hasta el pasillo y observan la escena, a Rose
se le cae lo que llevaba en sus manos y se las lleva a la boca, el señor Phillips se
arrodilla para agarrar a su hija y Adam se acerca a mí diciéndome algo que no
logro escuchar. Todo mi cuerpo tiembla y no puedo moverme y separarme de
Jane, Adam me agarra suavemente por el brazo, me levanta, me lleva unos
pasillos lejos de la escena y me abraza, escondo mi cara en su pecho mientras

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lloro, sollozo y tiemblo como nunca me ha pasado en mi vida. No puedo creer lo
que acaba de pasar, vi a una de mis amigas morir y no hice nada para ayudarla.
Mi mente es un caos y no puedo pensar claramente, todo lo que pienso tiene que
ver con Jane, una mujer le hizo esto pero ¿quién? Tardo un buen rato en
tranquilizarme, aunque mis manos aun tiemblan y las aprieto juntas en la espalda
de Adam, él me acaricia la espalda una y otra vez.

Me sentía segura en sus brazos, pero yo aún seguía llorando. Jane había muerto
en mis brazos, me dijo sus últimas palabras y vió quien la asesinó. Tenía que
hablar con la policía, ella merece justicia y la maldita que hizo esto lo va a pagar,
la muerte de Jane es todo un acontecimiento y estaba más perturbada que nunca.
Ella me dijo que había sido una buena amiga, tengo que hacer algo para poder
creer que lo fui. Primero debería de dejar de llorar, Jane detestaba a las chicas
lloronas y le caía bien porque yo no lo era. Me separo un poco de Adam
secandome las lágrimas y mirando su camisa que está mojada en donde yo pegué
mi cara para llorar. Él me hace levantar la vista agarrando mis mejillas.

–¿Te sientes mejor?–dice y yo niego.–¿Quieres hablar?–vuelvo a negar y él


asiente.–Está bien, pero la policía está aquí y ya que fuiste la primera en ver el
cuerpo... quieren que des tu declaración.–dice y yo sigo muda.–Pero si quieres
esperar un momento más, está bien.

–No.–digo encontrando mi voz.–Hablaré ahora.–tengo que hacerlo, por Jane.

–Está bien, vamos.–dice asintiendo, rodea mis hombros con su brazo y me lleva
fuera de la tienda, donde unos policías hablan con Rose. Ella me ve y trata de
sonreír pero no lo logra del todo, le dice a los policías que fui quien encontró el
cuerpo de Jane y se hace a un lado.

Le cuento a los oficiales lo que vi y lo que Jane dijo, ellos anotan todo en una
pequeña libreta, cuando termino de hablar ellos se van a hablar con el señor
Phillips que parece perdido y fuera de sí. Me acerco a él y le digo lo que Jane me
dijo, luego vuelvo con Adam y miro a mi alrededor. Hay policías, reporteros, una
ambulancia y gente alrededor.

–Esto es horrible.–digo y Adam me aprieta un poco más. Parece una maldita


pesadilla, de la cual no puedo despertar.

–Lo sé, vamos te llevaré a casa.–me ayuda a subir y lo mismo hace con Rose, ella
pidió que la llevara a casa primero y que me llevara a mi después y así lo hizo él.
Al llegar a mi casa me fui a mi habitación, con la mente en otro lugar y realmente
perturbada, mi mamá entró después. Ella se había enterado, y ella conocía a los
Phillips desde que era una niña, ella dijo algo sobre que se sentía muy mal por los

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Phillips y por mí por haber encontrado a Jane.

–¿Quieres hablar sobre eso?–me negué y ella asintió.–Cuando quieras hablar, te


escucharé.

–¿Dónde está Adam?–digo y ella parpadea un par de veces.

–Está abajo, ¿quieres que le diga que suba?–asiento y ella me da un abrazo.–Le


diré que suba.

Me quedé inmóvil en la esquina de mi cama, estaba realmente afectada por lo


que había visto, estuve peor con la muerte de mi padre. Pero era mi padre. En
cambio Jane, era una amiga, la conocía desde que llegué a ésta ciudad, era amiga
de Lux y ahora la había visto morir. Adam se sentó junto a mí y sin más, me
estrechó contra su pecho mientras acariciaba mi cabello. Yo no entendía por qué
alguien mataría a Jane. Ella era una buena chica, ni siquiera tenía novio en estos
momentos, trabajaba para pagar sus propias cosas y así ahorrarles dinero extra a
sus padres y era hija única, eso es lo que más dolor ajeno me causa, sé lo que se
siente cuando pierdes a alguien que amas repentina e injustamente. Lo de mi
padre fue un accidente, lo de Jane fue un asesinato cruel, macabro, no encuentro
el término adecuado.

–¿La conocías bien?–pregunta y yo asiento.–Lo siento.

–Yo también.–digo y me separo un poco de él para mirarlo.–Adam, no sé que me


pasó, pero esto me aterro, me perturbó. Nunca antes me había sentido así.–
sacudo la cabeza y miro el piso mordiéndome el labio.

–Tal vez, es porque nunca antes habías visto a una persona morir y mucho menos
a alguien que conocías.–dice y lo miro, ¿él ha visto a alguien morir?

–¿Tu haz, visto a alguien, morir?–pregunto cautelosamente y él asiente


lentamente con una mirada triste.

–Mi abuelo materno murió frente a mis ojos. Tuvimos un accidente y yo no pude
hacer nada.–dice y yo me llevo las manos a la boca, tratando de no volver a llorar,
su mirada es tan triste que creo que me siento peor, coloco una mano temblorosa
en su mejilla.

–Oh Dios, Adam. Yo lo siento tanto, no tenía idea de nada.–digo y él me pega un


poco más a él, rodeo su cintura con mis brazos.

–Fue hace dos años, al igual que tu padre, sólo que yo si sobreviví. Ese año fui a

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dos funerales.–dice y yo vuelvo a mirarlo, él me mira, su mirada es pura tristeza y
dolor, no puedo evitar sentir lo mismo, recuerdo que mis padres fueron a un
funeral a mediados de enero, ni en un millón de años hubiera dicho que mis
padres habían asistido al funeral del abuelo de Adam, del padre de Clara, ella se
debe de haber sentido como yo o peor.

–Creo que puedo sentir tu dolor.–digo después de un breve silencio y es que en


realidad es como si lo sintiera, como si estuviera conectada a él de alguna forma.–
Sé lo que se siente perder a alguien amado y la sensación no es nada agradable.

–Y menos cuando piensas que es tu culpa.–dice y lo miro juntando mis cejas.

–¿Por qué piensas eso?

–Porque yo dejé que mi abuelo manejara, la carretera estaba resbaladiza y nos


volcamos cuando chocamos contra otro auto, él...–se detiene un momento y luego
se aclara la garganta.–él se dio un golpe muy fuerte en la cabeza y se desangró
en cuestión de minutos, frente a mi, y yo no pude hacer nada.–siento un inmenso
nudo en la garganta y mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas que corren por mis
mejillas y no me molesto en secarlas.

–Eso debió haber sido horrible, Adam. No sabes cuanto lo siento.–digo con voz
quebrada y lo siento negar con la cabeza.

–Aprendí a sobrellevar su muerte, lo que pasó fue como una cruel lección de vida.

–Pero una muy cruel lección de vida.–digo y él me seca las lágrimas con sus
pulgares.

–Fue duro, pero ya eso pasó y no se puede volver atrás en el tiempo y cambiar las
cosas. Sólo Dios sabe por qué las hace, a nosotros no nos queda de otra que
aceptarlas.

–Sí, pero no entiendo por qué asesinaron a Jane, si yo hubiera llegado antes al
pasillo tal vez la habría podido ayudar un poco. Pero cuando llegué, ella apenas
respiraba, me dijo algunas cosas, vió quien la asesinó. La vi respirar su último
aliento y no pude decirle que aunque no eramos las mejores amigas, ella fue una
buena amiga.–me limpio las lágrimas otra vez.–Ella era amiga de Lux, no sé si ella
ya está enterada, pero creo que enloquecerá cuando se entere.

–Yo tampoco lo entiendo, no creo que el señor Phillips tuviese enemigos, él es


muy responsable con su trabajo, es puntual con las entregas. No tiene sentido que
la asesinaran de esa forma, tan horrorosa.–nos quedamos pensativos lo que

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parece una eternidad, no creo que valla a poder dormir ésta noche, no después de
lo que presencié. Ella no merecía la muerte, ni siquiera tenía dieciocho todavía y
era una genio en las matemáticas. No entiendo nada, simplemente no puedo
dejar de pensar en eso.

–No creo que valla a dormir ésta noche.–digo después de un rato separándome un
poco para mirarlo y saco mi teléfono del bolsillo de mi chaqueta sólo para
checarlo. Son las ocho y media de la noche, el tiempo ha pasado lentísimo.

–¿Necesitas una distracción?–pregunta y lo miro.

–¿Cómo cuál?–digo y me inclino hacia abajo para quitarme las botas.

–Ehm, no lo se. ¿Algo que te haya distraído ésta semana?–dice y yo me detengo,


él me ha distraído toda la semana, y ahora él está aquí en mi habitación que, por
cierto, no me he molestado en encender las luces y él está muy cerca de mi en
estos instantes.

–Pues. Tú.–digo sonrojandome por mi sinceridad. No me atrevo a mirarlo y además


estoy quitándome las botas.

–Entonces, me quedaré hasta que te duermas.–dice y lo miro.

–¿Y si no me duermo?

–Pues te miraré toda la noche.–alzo las cejas y después me rio.

–Eso suena descabellado, pero si tu lo dices...–me levanto y me quito mi chaqueta


dejándola en el vestidor, luego vuelvo, Adam está acostado en el lado derecho de
la cama mirando el techo así que me acuesto del lado izquierdo en la misma
posición que él.

–Entonces, ¿te mantuve distraída toda la semana?–dice y lo miro, él está


mirándome igual pero con una sonrisa en su hermoso rostro.

–Sí, no sabes lo molesto que es pensar en una sola persona.–digo bromeando.

–Oh, sí que lo sé. Yo pienso en ti todo el tiempo.–dice y sonrio.

–¿En mi o en mis botas?–pregunto divertida.

–En las dos, claro.–dice y niego riendome.

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–Ah bueno, digamos que me gustan tus chaquetas y por eso pienso en ti todo el
tiempo.–digo sarcásticamente.

–¿De verdad?–asiento y me rio.–Entonces, nunca dejaré de usar chaquetas,


aunque ahora no la lleve puesta.–me rio un poco más, obviamente se quitó la
chaqueta para poder estar más cómodo, pero eso no cambia que yo no pueda
dejar de mirarlo. Pasamos mucho rato así, hablando trivialidades hasta que de
verdad me dio sueño y por lo visto a él también, se iba a ir pero tenía miedo de
que si se iba, yo no pudiera dormir y pasaría la noche en vela pensando en Jane.
Así que se quedó, le di la espalda y él me pegó a su pecho rodeándome
protectoramente, dándome calor y realmente me sentí cómoda en esa posición, a
pesar de que nunca antes había dormido con un chico.

Cuando desperté, todavía estaba en sus brazos y el sol entraba por mi ventana
iluminando toda la habitación, lentamente me di vuelta para mirarlo, estaba
profundamente dormido. Que afortunada era.

Estaba más tranquilo de lo que una vez lo había visto, sus largas y oscuras
pestañas rozaban la piel bajo sus ojos, sus labios se veían completamente
apetecibles y su cabello estaba revuelto, me dieron ganas de pasar una mano
para sentir lo suave que debía ser y lo hice, lentamente peine su cabello y pasé
mi mano por su mejilla, apenas tenía barba, él se movió un poco y luego se
despertó, parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz y entonces me
vió con esos asombrosos ojos azules. Sonreí y él me dio un beso en la frente.

–Hola.–dice sonriendo.

–Hola, Adam.

–¿Dormiste bien?–pregunta y yo asiento, nunca había dormido tan bien en mi


vida. Ni siquiera tuve una pesadilla a pesar de los acontecimientos de ayer.

–Sí, ¿y tú?

–De maravilla, soñé con muchas cabras saltando una cerca.–dice y yo me rio
fuertemente.

–Que cosas dices, yo en cambio no soñé.–digo y él junta sus cejas.

–¿Por qué no soñaste?

–Porque estabas conmigo y así no tenía nada con que soñar.–digo mostrándome
más sincera de lo que alguna vez he sido con él. Sí, él me gustaba y demasiado y

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ya no quería seguir fingiendo que no lo hacía.

–Entonces, no pude hacer que soñaras con las cabras, es una pena.–dice
sarcásticamente y me rio.–Pero me alegra saber que a veces estoy en tus
sueños.–sus ojos tenían un brillo especial, que no entendía del todo.

–Pues sí, digamos qué, tus chaquetas hacen todo el trabajo.

–Ahora que lo recuerdo, las cabras tenían puestas tus botas, por eso me gustó el
sueño.–dice y me rio más fuerte, definitivamente, loco es la palabra que lo define
en este momento.

–Definitivamente. ¡Estás loco!

–Un poco loco, nada más, todo el mundo sueña con cabras.–dice haciéndome reír
un poco más. Y niego varias veces con la cabeza, él me está haciendo reír porque
en un momento se tendrá que ir y me quedaré sola en casa y quien sabe si me
volveré a entristecer como anoche, más le vale dejarme otra cosa para distraerme
todo el día hasta que lo vuelva a ver.

Su teléfono suena, está en mi mesita de noche junto al mío. Lo agarro y se lo


paso, Rose es la que lo llama, seguro preguntando por su camioneta.

–Hola Rose...–dice y rueda los ojos.–Sí, no te preocupes, yo te la llevaré en un


momento...–me mira y sonríe.–Está bien...–junta sus cejas y suspira.–Eso no es
gracioso, Rose.–hace una pequeña pausa y luego se relaja.–Nos vemos en un
rato.–cuelga y deja el teléfono a un lado.

–¿Qué te dijo Rose?–pregunto curiosa.

–Preguntó como estabas y como estaba su camioneta.

–¿Ya te vas?–pregunto y él asiente.

–Aunque no quisiera, pero Rose necesita su camioneta. Puedo volver después y...

–No, está bien.–digo interrumpiéndolo y levantándome.–Te acompañaré abajo,


pero primero tengo que ir al baño.–sonrio y entro al baño cerrando la puerta y
pegandome a ella. Me miro en el espejo y veo que estoy hecha un desastre, tengo
los ojos un poco hinchados y el rímel que se seco por las lágrimas que derramé
ayer aun sigue ahí. Me lavo la cara y me la seco con una toalla, me recojo el pelo
con una coleta y salgo.

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Él ya se puso la chaqueta y los zapatos, se levanta en cuanto salgo del cuarto de
baño y salimos de mi habitación, la casa está en total silencio, ni siquiera escucho
a Ava limpiando o acomodando cualquier cosa, junto mis cejas y voy a la cocina,
encima de la encimera hay una nota para mí de Ava: “Mi niña, salí a hacer las
compras de la semana, en el horno microondas te dejé el desayuno, tu mamá
salió mas temprano, vuelvo antes del mediodía. Ava”. Dejo la nota en el mismo
lugar y acompaño a Adam hasta la puerta y me detengo antes de abrir.

–¿Volverás más tarde?–pregunto girandome.

–Si tu quieres, puedo venir cuando quieras.–dice y me acerco un poco más a él


para abrazarlo.

–Gracias, por quedarte anoche, significo mucho para mí.–digo pegada a su pecho
y él me besa la frente.

–De nada.–dice y me separo de él abriendo la puerta, sólo puedo ver la camioneta


roja de Rose que brilla demasiado, tanto que pienso que puedo quedar ciega en
cualquier momento. Pero rápidamente recuerdo la sangre a Jane, sus ojos sin vida
y muerdo mi labio inferior mirando mis pies. Adam se da cuenta de mi reacción y
se para frente a mí, levantando mi cara con sus manos.–Hey, ¿vas a estar bien?
Puedo ir a dejarle la camioneta a Rose y volver, no tardaré mucho.–dice y yo
niego.

–Estaré bien, es sólo que, recordé. Eso es todo.–digo mirando sus ojos fijamente.

–Lo sé, pero no quiero que pienses en eso, porque parece que te vas a desmayar
en cualquier momento, te haz vuelto a poner pálida como ayer.–dice poniéndose a
mi altura, su cara está a centímetros de la mía.

–No es nada.–murmuro y él sonríe.

–Eres tan testaruda.–dice y roza sus labios con los míos rápidamente, me quedo
paralizada, me da un beso en las comisuras de mi boca, se aleja mientras que mi
respiración se vuelve irregular, quería que me besara.–No te besaré ahora, porque
me sentiría como si me estuviese aprovechando de tu momento de debilidad.
Pero si lo haré, puede que lo haga mañana o en una semana, pero cuando lo haga
no va a ser para mantenerte distraída todo el día. Lo haré para marcarte para
siempre.–dice y besa mi frente, lo miro entornando los ojos, se sube a la
camioneta y se despide con la mano y yo aun no puedo creer que casi lo dejé
besarme y él no lo hizo porque sabía que era lo que me distraería. Ya
prácticamente me conoce, ni yo me había dado cuenta de que quería besarlo
hasta que rozó sus labios con los míos. Estoy decepcionada, de él por no haberme

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besado y de mí por querer que lo hiciera.

Estoy a punto de entrar a la casa cuando escucho que me llaman, me volteo y veo
a Lydia, ella camina hasta donde estoy, se ve que ha estado llorando. Jane y ella
eran muy unidas también.

–Hola, Lydia.–le doy un fuerte abrazo.

–Dijeron que tú... tú la encontraste.–dice y yo asiento, sus ojos se llenan de


lágrimas y ella las aparta rápidamente.

–Fue horrible, no sé por qué alguien le hizo eso a Jane.–digo y abro la puerta para
que entremos. La hago pasar a la sala y nos sentamos en el sofá largo.

–Yo tampoco lo entiendo, ella no tenía problemas con nadie, íbamos a comprar los
vestidos para la fiesta de graduación la próxima semana y entonces llega un
maldito y la asesina. ¡Y lo peor es que nadie tiene ni idea de quien fue el que lo
hizo!–dice desesperada y enojada, y está un poco equivocada, fue una mujer
quien la mató.

–Tengo que contarte algo.–le digo lo que Jane me dijo y vuelvo a llorar porque
Lydia no deja de hacerlo y no soporto ver a las personas llorar.

–Ay Dios, ¿y si nosotras estamos en peligro también?–pregunta y yo pienso un


momento. Si la asesina anda suelta por ahí y mató a una de mis amigas, ¿irá tras
nosotras? ¿Habrá visto las noticias? Si las vió ya me puedo dar por muerta.

–Esperemos que no, de todas maneras, mi tío Ray es detective, tal vez él pueda
investigar el caso, con eso estaríamos más seguras.–digo y ella asiente. Hablamos
durante un rato sobre eso hasta que ella se dio cuenta de la hora.

–Tengo que volver, dejé a Matt solo y si no vuelvo posiblemente destruya la casa,
aunque todavía es muy pequeño.–sonrio comprensivamente.

–Claro, te acompaño a la puerta.–me levanto y ella sale recordando que tenemos


una tarea pendiente de literatura que hacer junto con Liz y que ya me llamará
para que nos organicemos.

Me comí la mitad del desayuno que me guardo Ava, no tenía casi hambre. Primero
estaba pensando en Adam y en lo que me dijo después de casi besarme. Segundo
en lo que Lydia me dijo y en Jane. Todavía estaba afectada por lo que había visto,
tanta sangre y sus ojos vacíos y sin vida. Un golpe en la puerta me hizo saltar y
salí de la cocina para encontrarme con Lux tratando de sacar su llave de la

72
cerradura, me acerqué a ella y la ayudé a sacar la llave. Estaba completamente
desaliñada. Su cabello lo tenía trenzado y varios mechones los tenía sueltos, no
llevaba maquillaje a pesar de que ella siempre se arreglaba. Tenía los ojos llorosos
y un aspecto alarmantemente pálido, la abracé como si fuera mi hermana y la
llevé a la cocina, se sentó en un taburete y dejó sus cosas en la encimera.

–Prepararé un poco de té.–digo colocando la tetera de aluminio con agua a hervir.

–Está bien.–dice ella con voz quebrada.

–¿Quieres hablar?–digo sentándome junto a ella y coloco una mano en su hombro.

–No. Pero tu sí puedes hablar. Puedes contarme lo que viste.–dice y yo suspiro, no


es que sea muy fácil hablar sobre encontrar a tu amiga muriéndose. Pero de todas
formas le cuento todo haciendo pausas tratando de no llorar o temblar como una
gelatina. Lux escucha todo con el ceño fruncido y retorciéndose las manos,
cuando termino de hablar ella vuelve a juntar sus cejas y me mira.

–¿Qué sucede, Lux?–pregunto cuando se queda callada.

–¿Cómo es que estás tan tranquila?–dice y yo me dispongo a preparar los tés.

–Bueno, Adam me ayudó a tranquilizarme un poco, no es que esté tranquila, Lux.


Estoy horrorizada, lo que vi, no creo que lo pueda superar fácilmente.–coloco una
taza con té frente a ella y preparo otra para mí.–Adam se quedó conmigo toda la
noche y compartimos nuestro dolor.–digo recordando la noche anterior, me
sonrojo al recordar cuando le pedí que se quedara y como si fuese la cosa más
normal del mundo me abrazó contra su pecho haciéndome sentir cómoda y
segura por primera vez en años.

–¿Pasó algo entre ustedes?–pregunta muy interesada alzando una ceja


cuestionadora.

–Ehm, no. Sólo nos acercamos un poco más. Me hizo sentir un poco mejor.–digo y
ella asiente, recuerdo lo que hizo hace un rato cuando no me besó y sonrio
inconscientemente por lo engreído que fue y lo desconcertada que estaba cuando
se fue.

–Parece que sí pasa algo entre ustedes.–dice mirándome un poco divertida.

–No. Bueno, un sentimiento está creciendo en mí.–digo honestamente y ella alza


las cejas.

73
–Nunca te había oído hablar así. ¿Vendrá más tarde?–dice y yo asiento, ella me
sonríe un poco más alegre que hace un rato y me cuenta lo que hizo en la
mañana.

Fue a la casa de los Phillips a ofrecer sus condolencias y la señora Phillips, la


mamá de Jane, le pidió que me dijera, que hiciera un retrato de Jane, que la
dibujara para colocarlo en su funeral ya que ella amaba los dibujos que yo hacía,
me dio una foto de Jane para que la dibujara, el funeral sería el miércoles en el
gimnasio de la escuela.

Hablamos durante mucho tiempo, divagando nosotras mismas con la duda de


quien podría ser la asesina y porque mató a Jane de esa forma tan espantosa y
sádica. Al rato llegó Ava y yo me fui a mi habitación, me di una ducha y luego me
puse a dibujar el retrato de Jane, quería hacerlo perfecto, ella adoraba cada dibujo
que yo hacía y éste sería el último que haría sobre ella. No necesitaría una foto
para recordarla, Jane siempre estaría en mi mente.

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Viviendo El Momento.

El funeral de Jane fue como todos los funerales, todo el mundo está serio, los que
tienen que llorar, lloran, pero toda la escuela asistió a su funeral. Eso sólo sucedía
si alguien importante moría y sin duda Jane lo era. Ella era la primera de todas las
clases, se iba a graduar con honores y todos los profesores la querían. Su urna
estaba abierta, todos podíamos mirarla y acercarnos para despedirnos, aunque yo
no entendía muy bien por qué teníamos que despedirnos de su cuerpo, aunque
ella ya no estaba, siempre estaría en nuestros recuerdos y corazones. Hice una
corona de girasoles que coloqué al lado de su retrato junto a su urna, los girasoles
eran los favoritos de Jane y seguro ella habría amado ese retrato y las fores. Lloré
los dos días que estuve dibujando y nunca había hecho un dibujo mas perfecto.

Lux, Liz, Lydia y yo estábamos sentadas en la fila que nos asignaron al frente,
pues la madre de Jane dijo que habíamos sido como hermanas durante mucho
tiempo, la mayoría de las personas vestían de negro, algunas vestían de blanco o
gris, pero nadie se atrevió a llevar alguna prenda de color al lugar. Yo estaba como
de costumbre, vestida de negro, me puse un suéter negro de cuello alto, unos
pantalones ceñidos, mis botas negras altas y una chaqueta negra. No estaba de
ánimos de nada, no me maquillé, ninguna de las chicas lo hizo, mi cabello ni
siquiera parecía tener vida, estaba liso lo cual solo me frustró más pues nunca se
alisaba por sí sólo, estuve con la mente en blanco todo el día. Me fui cuando la
enterraron, no podía seguir ahí. Demasiados recuerdos vinieron a mi mente, el
funeral de mi padre, como me sentí, lo que hice después, lo frustrada que estaba,
lo molesta que estaba y lo mucho que me costó recuperarme, para que ahora me
sintiera algo similar. A veces las lágrimas llegaban solas y no podía detenerlas, no
cuando sentía un agujero en mi pecho.

Ahora, tres días después del funeral de Jane, estaba encerrada en mi habitación,
era sábado y los últimos dos días de escuela la pasé horrible. Adam estuvo
conmigo todo el tiempo, tratando de hacerme sentir mejor pero necesitaba estar
sola y él lo entendió perfectamente. Mamá estaba ocupada dándole sesiones de
terapia a los Phillips hoy y yo estaba sola en casa. Veía un programa de televisión
mientras me limaba las uñas para pintarlas con un esmalte negro escarchado que
había comprado más temprano en el centro. Cuando terminé dejé secar mis uñas
y luego escuché la puerta abrirse, pensé que había llegado mamá. Pero era Ava,
ella se había ido el jueves a San Francisco a visitar a su madre y hoy había vuelto.
Entró a mi habitación.

75
–Hola, mi niña.–ella siempre me ha llamado así y en realidad me gusta mucho.–
¿Cómo estás?–dice sentándose a mi lado en la cama.

–Bien, ¿cómo está tu mamá?

–Como siempre, quejándose de todo.–ella se ríe y yo sonrio.–¿Necesitas algo?

–No, me acabo de pintar las uñas.–digo mostrándole una mano y ella asiente
levantándose.

–De acuerdo, cualquier cosa que necesites me avisas.–asentí y ella salió cerrando
la puerta. Me acosté de medio lado, pensé en tomar una siesta para después
llamar a una de las chicas y saber como estaban, traté de dormir, no pude así que
cerré los ojos por un buen rato, hasta que escuché el timbre y los volví a abrir. De
inmediato mi corazón se aceleró y pensé en Adam. De alguna manera u otra nos
sentimos unidos el viernes pasado cuando encontré a Jane muriéndose y al día
siguiente cuando casi me besó, me hizo querer necesitarlo y estar con él aunque
yo no quisiera, él me atraía demasiado y todos mis interruptores estaban
encendidos. Me gustaba demasiado. Escuché pisadas fuertes en las escaleras y
esas eran las de Adam, eso explicaba el golpeteo de mi loco corazón. No me moví
cuando abrió la puerta, más bien me hice la dormida, el colchón se hundió cuando
se acostó y me abrazó pegando mi espalda a su pecho.

–Sé que estás despierta.–dice en mi oreja y me rio.

–Eso no es justo, trataba de dormir.–digo dándome la vuelta para mirarlo.

–Pues, sé también que no duermes por la tarde.–dice y yo peino su cabello,


siempre está despeinado y mis intentos por peinarlo son en vano. De todas
maneras me gusta la textura de su cabello en mis dedos.

–Vaya, ahora me conoces lo suficiente como para saber mi itinerario.–digo


bromeando.

–Lo suficiente como para saber que ya pasó tu tiempo de estar sola, ahora
daremos un paseo.–dice levantándose y llevándome con él por lo que también me
levanto.

–¿A dónde iremos?–digo dirigiendome a mi armario.

–Al mirador.–dice y yo asiento, ésta sería la cuarta vez que me lleva al mirador,
realmente me gusta ese lugar.

76
–Bien, deja que me cambie.–digo y él sale de mi habitación no sin antes
dedicarme una de sus sonrisas paralizantes, sacudo la cabeza y me cambio.

En el camino hablamos, como de costumbre cosas sin sentido, cosas que me


hacen reír. En fin, cuando llegamos al mirador ya era casi de noche, bajamos del
auto y nos alejamos un poco, casi nunca había gente en ese lugar y era como si lo
tuviésemos sólo para nosotros en el momento que quisiéramos. Me paré al lado
de él, pero él me rodeó los hombros con un brazo y se apoyó como si yo fuese una
pared, lo hacía a propósito, le di un codazo en las costillas y se enderezó riéndose.
Seguimos hablando, de lo que hizo los dos días que estuve aislada de todo, viajó a
Minnesota a visitar a sus abuelos paternos, también compró una empresa
pequeña de la cual tenía tiempo negociando y pensó en mí todo el tiempo, lo que
me hizo rodar los ojos pero al mismo tiempo en mi interior sonreía. En cambio yo
fui a la escuela, las chicas y yo todavía no nos acostumbramos a estar sin Jane y
en el almuerzo todo el mundo miraba la silla vacía de nuestra mesa. Volví a casa
esos dos días caminando y no dormí casi en esos dos días, por lo que hoy estoy
muerta de sueño.

Caminamos más allá y nos sentamos en el tronco de un árbol, descansé mi


cabeza en su hombro y él me rodeó con sus fuertes brazos, estuvimos mucho
tiempo así, y me gustaba, de verdad me gustaba la sensación de sus brazos a mi
alrededor y de el calor que me producía su cuerpo pegado al mío. Tenía mis
brazos rodeando su cintura, cualquier persona que nos viera pensaría que somos
una pareja con tiempo juntos, pero no, nosotros nos conocíamos hace unas
semanas y eramos como una tostada y la mantequilla en estos momentos.
Eramos totalmente diferentes, difíciles y con cierto carácter cada uno, pero lo fácil
es aburrido. Mientras que Adam es arrogante, engreído, divertido, atractivo y muy
responsable en lo que hace, yo soy reservada, odiosa, terca, seria, sarcástica y a
veces ignorante a algunas cosas, con él me volvía otra, reía, pensaba cosas que
no eran, pensaba demasiado las cosas, mi corazón se ponía a mil... Él despertaba
una parte de mí que no sabía que podía tener. No me imaginaba que pasaría si
me llegara a besar, moriría literalmente. ¿De verdad me dejaría marcada de por
vida sólo por darme un beso, como había dicho?

–¿Adam?–digo alzando la vista para mirarlo, él me mira y me da un beso en la


frente con dulzura. Me gustaba cuando hacía eso.

–¿Sí?

–¿Qué querías decir el otro día, con lo de marcarme con sólo besarme?–digo un
poco avergonzada por preguntarle eso, pero el fue más atrevido al decirlo.

–Bueno, pues porque cuando te bese, será el mejor beso que jamás te hayan

77
dado.–dice sonriendo y yo lo miro entrecerrando los ojos, sigue siendo súper
seguro en si mismo.

–Lo dudo.–digo tratando de sonar sincera pero me rio y fracaso conmigo misma.

–Eres un caso serio, ¿sabías?–dice apretándome un poco más contra él.

–No, y es verdad, no sé cómo un beso puede marcarte de por vida, eso está como
“el beso de amor de verdad despertará a la princesa del sueño eterno”, no creo
mucho en esas cosas de niñas.–digo y él se ríe.

–Tú eres casi una niña, y no es que te valla a despertar de un sueño.–dice mirando
al frente, a las luces parpadeantes de Milwaukee.

–¿Ah no? ¿Y entonces qué?–pregunto de lo más inocente como si tal cosa. Y por lo
visto a él le divertía todo esto.

–¿De verdad quieres saberlo? O ¿quieres averiguarlo?

–Olvidalo, a veces me paso de curiosa.–me aparto de él y me levanto estirando las


piernas entumecidas por estar tanto tiempo sentada, me estiro lo más que puedo
y cuando termino me giro para ver a Adam, él está, como anonadado,
impresionado, no lo sé, pero junto las cejas.–¿Qué?

–¿Nunca te han dicho lo atractiva que eres?–dice y yo niego sonriendo, me han


dicho que soy linda, guapa, pero atractiva jamás y yo tampoco lo había pensado.
Yo no me encuentro tan atractiva. Para nada.

–No.–respondo con rotundidad.

–Pues, lo eres, demasiado en realidad.–dice levantándose para quedar justo al


frente de mí, tengo que alzar la vista para mirarlo a los ojos. Tendría que usar
unos tacones al estilo Lady Gaga para poder estar a su altura.

–Si tu lo dices...–digo y entonces escucho un crujido en el bosque, trato de ver si


hay algo pero está demasiado oscuro como para poder ver, Adam se coloca en
frente de mí dándome la espalda de modo protector y esperamos a ver que hay
detrás de los árboles, los crujidos se hacen más fuertes y a la final sale una ardilla
y resoplo, ¿una ardilla? ¿en serio? Cuando conocí a Adam estaba en una situación
similar, lo que me hace reír.

–¿Qué es tan gracioso?

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–Cuando nos conocimos fue algo así, ¿recuerdas? Yo escuché un crujido tras otro
hasta que tú apareciste.–digo y él sonríe recordando.

–Recuerdo que no me quisiste dar tu nombre. Y que me miraste un momento


como hipnotizada.–dice y yo me sonrojo.

–Pues sí, no te iba a decir mi nombre por muy atractivo que me parecieras.

–¿Te parezco atractivo?–dice y yo asiento.

–Sí.–murmuro.–No estoy ciega, Adam.

–No me refiero a eso, me refiero a que, ¿te gusto?–dice acercándose a mí.

–Pues.–muerdo mi labio inferior, ¿qué si me gusta? Pues sí, me gusta, me atrae,


me tiene loca.–Sí. Me gustas y mucho.–respondo mirándolo fijamente, él da otro
paso hasta quedar justo en frente de mi y se inclina de modo que su cara está a
diez centímetros de la mía.

–¿Hasta que punto te gusto?

–Hasta el punto de volverme loca.–digo, mirando sus labios y sus ojos, no sé cual
de los dos mirar y no quiero bajar la mirada mostrando mi timidez después de
haber dicho eso, sería ridículo. Solo quiero que me bese. ¡Ya!

–Bien, porque tu también me gustas, desde el primer momento. Pero todavía


tengo una pregunta.–dice, y yo estoy perdiendo la paciencia.

–¿Cuál?–susurro.

–¿Quieres intentarlo? ¿Quieres que seamos algo más?–dice y yo asiento.

–Sí, no tengo nada que perder.–digo y sonrio sorprendida de mi misma, no creí


que pudiera responder. Él en cambio me agarra el rostro y poco a poco va
acortando la distancia de nuestras bocas, como si esperase que yo me echara
para atrás y me retractara, pero eso no iba a pasar, nunca antes había deseado
que me besaran y ahora estaba con todos los sentidos a mil.

En cuanto sus labios rozan los míos, y me besa lenta y apasionadamente, siento
que voy a caerme en cualquier momento, las piernas me tiemblan y le rodeo el
cuello con los brazos mientras que él me rodea la cintura con un brazo
sujetandome fuerte contra su pecho mientras me besa y yo le respondo abriendo
mis labios, nos besamos con ansiedad, como si no hubiera un mañana. De pronto,

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él me alza en sus brazos y mis pies dejan de tocar el suelo, me aferro en sus
hombros mientras nos besamos con todas las ganas de nuestros cuerpos. Es
increíble, sus labios son increíbles y saben increíbles, a esto se refería con
marcarme de por vida. Ya antes me habían besado, pero no estaba muy
consciente cuando sucedió y no los disfruté mucho. En cambio esto es muy
distinto, puedo sentirlo todo, cada vez que cierra sus labios alrededor de los míos,
enredando nuestras lenguas, nuestras respiraciones agitadas, mi corazón a punto
de estallar. Siento que voy a colapsar en cualquier momento, parece que él lo
nota porque me besa más despacio, succionando mi labio inferior de vez en
cuando, normalizando nuestras respiraciones y cuando se detiene apoyando su
frente en la mía, yo sigo con los ojos cerrados.

–El mejor primer beso de los mejores primeros besos de la historia, lo has tenido
tú.–dice y yo me rio, puede que tenga razón, no puedo ni hablar y estoy segura de
que mis labios están hinchados.–Y más afortunado soy yo, por haberte besado yo.
Y ahora que lo he hecho, lo quiero hacer muchísimas veces más.–dice y yo abro
los ojos para encontrarme con la mirada más hermosa de todas y de color azul
intenso, chispeante e hipnotizantes como ninguna otra mirada en el mundo, pero
lo que más me gusta es que esa mirada es para mí y sólo para mí.

–Adam...–digo y le doy un beso tras otro.–Eres increíble.

–Tú, eres la increíble.–dice dándome otro beso.–Dios, sabes demasiado increíble.–


me da otra ronda de besos y luego besa mi nariz, mis mejillas y mi frente.

–Pues, que bien. Estamos en las mismas, por lo que ésta conversación no tiene
ningún sentido.–digo y él me baja.

–Tienes razón, pero tienes que saber que he fantaseado con tus labios desde que
te conocí.

–¿No era con mis botas con las que fantaseabas?–digo bromeando y me da otro
beso, sí, esto será así de ahora en adelante. No me cansaré nunca de hacerlo.

–No, contigo he fantaseado mucho, y muy pocas fantasías se hacen realidad.–dice


y yo sonrio.

–Bien, ahora tienes que llevar a tu fantasía a comer, porque sino besarás cabras
en vez de a mí.–digo bromeando y él se ríe.

–¿Qué le gustaría comer a mi fantasía?–dice mientras nos encaminamos al auto.

–Primero, tengo nombre. Y segundo, me gusta la pizza así que vamos por ella,

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tigre.–digo y él se ríe más fuerte.

–Está bien, Mere. A mi también me gusta la pizza y lo sabes.–dice y lo miro


divertida, ¿me acaba de poner un sobrenombre? Si es así me gusta como suena,
Mere.–¿Te parece bien si te llamo así? No es que no me guste tu nombre, me
gustas completamente como eres, pero...–coloco un dedo en sus labios haciéndolo
callar.

–Está bien, me gusta como suena.–él sonríe y prende el motor.

Fuimos a una pizzería en Madison, yo no dejaba de sonreír como una boba en todo
momento. Cuando estábamos comiendo, Clara llamó para saber de nosotros, él le
dijo que estábamos comiendo y que luego pasaríamos por la casa, yo quería ver
la cara de nuestras madres cuando vieran que estábamos juntos ahora, sería una
gran sorpresa. Ya que Clara daba por sentado que nosotros no pasaríamos de
amigos, ya que yo no parecía interesada, pero soy una experta ocultando mis
sentimientos a todos menos a él, él sabe cuando miento, sabe hasta cuando estoy
fingiendo estar dormida y saber como hacerme reír de verdad es su mayor
descubrimiento, porque más nadie sabe como soy en realidad.

Cuando llegamos a su casa, entramos con las manos entrelazadas al salón donde
estaban nuestras madres, sus hermanos y su padre, todos se quedaron
congelados un momento y Clara fue la primera en hablar y preguntar si de verdad
estábamos juntos o les estábamos jugando una broma, les dije que sí, pero Rose
dijo que no estaba siendo muy convincente, así que agarré a Adam por el cuello
de la camisa, lo acerqué a mi rostro y lo besé como había hecho hace un rato. Sin
darnos cuenta y es que cuando juntábamos nuestros labios nos olvidabamos de
todo alrededor, Rose nos tomó una foto y la subió a las redes sociales
etiquetándonos, al rato mi teléfono iba a explotar de tantos mensajes que había
recibido. Pero, nuestras madres estaban muy contentas, tanto que Clara y mamá
se dignaron a beber vino y luego whisky, y después ron añejado. Tuve que
conducir el auto de mamá a casa y ayudarla a cambiarse y la acosté en su cama
tapándola con sus mantas. Cayó rendida de inmediato.

Le escribí a mi ahora novio para decirle que mamá ya estaba dormida y que yo
me preparaba para hacer lo mismo, él en cambio me pidió que descansara y que
al siguiente día nos veríamos y nos besaríamos hasta más no poder, que él no
dejaría que nadie se metiera conmigo y con nuestra relación, que iríamos al paso
que yo marcara. Y yo estaba contenta con eso. Me acosté pensando en nuestro
primer beso, lo mucho que lo disfruté y lo mucho que lo ansiaba. Al día siguiente,
desperté y bajé a la habitación de mamá, ella estaba contenta a pesar de que
tenía una horrenda resaca y todavía tenía ganas de dormir, le llevé el desayuno a
la cama y después ella siguió durmiendo. Me quedé con Ava en la cocina

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hablando, ella también se había enterado, todo el mundo vió esa foto.

Que yo tuviese un novio era como un gran acontecimiento, ya que era mi primer
novio y casi nadie podía creer que yo, la chica más cerrada y reservada en la faz
de la tierra tuviese un novio como Adam. Era simplemente otra cosa, ya que me
sentía diferente, una estúpida sonrisa no abandonaba mi rostro. Estaba más
ansiosa que nunca y cada vez que recordaba nuestro beso se me ponía la piel de
gallina, mis palmas sudaban y mis mejillas se calentaban y enrojecían
violentamente. De todas maneras me gustaba la sensación, significaba que por
primera vez en mucho tiempo solo estaba siendo como una adolescente normal.

Lux vino en la tarde, me sonrió con picardía y siguió con que le preguntara a
Adam si no tenía un primo para ella, al final acepté y le dije que le conseguiría un
primo de Adam para ella. Él llamó antes del mediodía y me dijo que Clara se
encontraba en las misma situación de mi mamá, estaban de pedo. Me reí por eso,
le avisé que en la tarde iría para su casa con Lux.

Ahora la que tenía que darse prisa era ella, se había cambiado tres veces la blusa
y se había peinado tres veces también, yo mientras, estaba en la sala mirando
una revista de farándula, me levanté cuando escuché que ella bajaba las
escaleras.

–Al fin, ¿por qué te cambiaste tantas veces para volver a ponerte lo que te habías
puesto al principio?–digo abriendo la puerta.

–No lo sé, pensé que era broma cuando dijiste que le dirías a Adam si tenía un
primo para mí.–dice y yo niego riendome.

–Te dije que le diría. Y no es broma, un primo de nuestra edad está justamente en
este momento en su casa y él y tú pueden ser amigos.–digo subiendo al asiento
del copiloto.

–Eso depende, si es un idiota, puede olvidarse de mí de inmediato, pero si es un


idiota inteligente, puedo ser su amiga.–dice guiñando y poniendo en marcha el
motor del auto.

Lux, tiene confianza en sí misma, ella a pesar de que lleva una vida muy ajetreada
por sus padres separados, la escuela, su trabajo de medio tiempo en la cafetería
del centro. Pero aún así ella no paraba, iba de aquí para allá como un tornado
arrasando con todo a su paso, se ganaba la amistad de muchos, la envidia de
algunos, hablaba siempre con la verdad y nunca se quedaba callada. A diferencia
de mí, ella es de tez bronceada o media clara, su cabello es castaño pero un tono
más claro que el mío, sus ojos son de color de las almendras al igual que su

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madre, ella se parece mucho a Ava, ambas somos de la misma estatura, pero Lux
tiene un cuerpo curvilíneo y torneado que podría detener el tráfico si se lo
propone. Aparte de eso, Lux es como la hermana de no sangre que tengo, nos
hemos protegido como unas madres sobreprotectoras la una a la otra, nos
contamos todo, ella es la única que sabe todo lo que oculto, sabe por lo que he
pasado y entiende todas mis razones para hacer las cosas.

La cara de Lux al llegar a la casa de Los Stynson's era de admiración total, estuvo
con la boca abierta por un rato y yo divertida por su expresión se la cerré.

–¿Aquí vive tu novio?–pregunta y yo asiento, el portón se abre y avanzamos, nos


estacionamos detrás de un Mustang rojo que no había visto antes aquí.

–Es hermosa la casa, ¿no?–digo y ella asiente sonriendo.

–Es un sueño.–dice en cuanto bajamos.

–Es un sueño hecho realidad, ¿sabes quién estuvo a cargo de la remodelación?–


ella niega y subimos los tres escalones hasta la puerta.–Papá.–digo y ella alza las
cejas, toco el timbre y unos pocos segundos después se abre la puerta, es Adam
quien abre, yo sonrio.–Hola.–digo y él me abraza dándome un suave y corto beso.

–Hola, Mere.–dice y me separo para que salude a Lux.

–¿Recuerdas a Lux?–digo y él asiente.

–Claro, ¿cómo estás?–dice él sonriendo hacia ella.

–Bien, ¿y tu?–responde ella y entramos a la casa, Lux mira todo asombrada, como
cuando yo vine la primera vez.

–De maravilla.–dice él entrelazando su mano con la mía.

Pasamos a la cocina, y me sorprendo un poco al ver a Liz, ella nos salta encima
prácticamente en cuanto nos ve.

–Liz, vaya. ¿Qué haces aquí?–digo y ella sonríe.

–Bueno, digamos que soy como familia, nuestras madres son primas.–dice
señalando a Adam y yo alzo las cejas asombrada. ¿Por qué no me lo dijo antes?

–Oh, que bueno.–digo y entonces me doy cuenta de que otro chico está sentado
en uno de los taburetes de la cocina, es alto, rubio, atractivo y me parece haberlo

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visto en otro lugar.

–Meredith, él es mi primo Drake.–dice Adam y entonces caigo en cuenta, Drake es


el capitán del equipo de baloncesto de la escuela, está en el último año al igual
que nosotras.

–Hola.–me acerco un poco a él y estrecho su mano, él me sonríe y mira a Lux que


se ha quedado petrificada.–Un gusto, ella es mi amiga Lux.–digo haciéndola dar
un paso al frente para que se presenten.

–El gusto es mío, Meredith.–dice él y luego vuelve a mirar a Lux sonriendo, en vez
de estrechar su mano, le dan un beso sobre sus nudillos haciendo que ella se
ponga colorada.–¿Qué tal, Lux?–dice y yo miro a Lux, está muda y parece que se
congeló o está hipnotizada, le doy un codazo y ella da un respingo, volviendo a la
realidad.

–Todo bien.–dice ella recuperando la compostura, sonríe abiertamente.–Creo que


te he visto en otro lugar.–dice ella juntando sus cejas un momento, luego
chasquea los dedos y lo señala.–Eres el capitán del equipo de baloncesto de la
escuela, ¿cierto?

–Sí.–dice él y ella se sienta en un taburete junto a él, ésta es la Lux que conozco.

–Yo iré a ver que hace Rose.–dice Liz saliendo de la cocina y yo me giro hacia
Adam.

–¿Y tu madre?–digo y él me jala hasta él.

–Está en el patio con Rose.–dice y yo escucho a Lux reírse, pero reírse de verdad,
me giro para verla, ella se sostiene con una mano en la barra de del desayuno
mientras se ríe por algo que Drake seguramente le dijo y seguramente era muy
gracioso.

–Iré a saludarla.–digo saliendo de la cocina tomándolo de la mano. Salimos al


patio y rápidamente localizo a Clara, Rose y Liz, están en el columpio de madera.
Nos acercamos a ellas y nos sentamos al lado de Clara, ella me da un abrazo y
sonríe. Aun con una resaca ella se ve brillante.

–¿No ibas a traer a una amiga?–dice ella y yo asiento.

–Sí, se quedó en la cocina hablando con Drake.–digo y ella asiente, era de


esperarse.

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–¿Y cómo está Ana?–pregunta, a diferencia de ella, mi mamá se quedó durmiendo
porque la obligué a que siguiera durmiendo o no me iría hasta que ella
descansara, lo necesitaba, estuvo toda la semana manteniéndose serena y
ayudando a los demás para que sobrellevaran la muerte de Jane.

–Se quedó descansando, pero tiene una horrenda resaca.–digo y ella se ríe.

–Sí, nos pasamos anoche. Cuando eramos más jóvenes y ninguna de las dos
planeaba casarse. Íbamos a muchas fiestas y bailabamos hasta ya no sentir las
piernas y llegábamos al amanecer a hurtadillas a nuestras casas.–ella hace una
pausa recordando y sonríe.–Pero casi nunca nos emborrachabamos, y cuando lo
hacíamos, era porque empezábamos con el vino y después seguíamos con algo
más fuerte hasta quedar de pedo.–dice riéndose y todos nos reímos también.–Y
nuestros novios que eran, Kyle y tu padre, trataban de controlarnos lo que más
podían, pero nosotras eramos muy activas y no descansabamos nunca.

–Vaya que sí, a mamá le encantan las fiestas y yo creo que en realidad nunca
descansa, siempre anda de aquí para allá como una máquina sin botón de
apagado.–digo y ella se ríe.

–Exacto, ella y yo crecimos juntas, fuimos a la misma escuela, nuestras familias


eran unidas, pero eramos sólo mujeres, yo tengo dos hermanas al igual que ella y
siempre estábamos juntas, hasta cumplimos año el mismo mes.–dice y yo la miro
sorprendida.

–¿De verdad? ¿Qué día?–digo, mamá y yo cumplimos en el mismo mes también,


en junio.

–El quince, tenemos quince días de diferencia de edad.–dice y yo asiento


pensativa.

–Yo los cumplo el dieciocho.–digo y ella asiente.

–Eso ya lo sabía. Visité a tu madre en Nueva York cuando naciste, ¿sabías?–dice y


yo niego.–Yo había tenido a Blake casi un año antes y tu madre me visitó en cada
uno de mis partos.–dice sonriendo.–Siempre fuimos grandes amigas, eramos casi
hermanas, el detalle estaba en que tu mamá es un poco más baja y tiene esos
penetrantes ojos verde esmeralda que volvían loco a todos en la escuela,
mientras que yo soy la alta y de ojos azules que volvieron locos a otros azules y
de ahí tuvimos tres pares de ojos más.–dice y me rio mirando a Adam, él también
se ríe de lo que acaba de decir su madre.

–Bueno, cumplimos en el mismo mes, lo que significa que habrán tres pasteles

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por comer en junio.–digo y todos se ríen.

El resto de la tarde la pasamos solos en el columpio, el subió sus piernas y yo


crucé mis rodillas sobre el asiento, hablamos de muchas cosas y le pregunté por
su cumpleaños, es el quince de marzo, mi padre murió el treinta de marzo, un
sábado, un día en el cual no trabajaba y por sólo complacerme con un capricho,
salió a la carretera para ir a Milwaukee y comprar una caja de bombones, nuestros
favoritos, veríamos una película en la noche, pero ese día llovió como nunca y la
carretera estaba resbaladiza, un conductor borracho perdió el control y se estrelló
contra él. Mi padre ni siquiera pudo llegar a comprar los bombones y murió
instantáneamente. Desde ese día cambié drásticamente, pero fue muy difícil
sentirme bien de nuevo y seguir con mi vida con normalidad o eso creía yo.

Ahora mientras me reía con él y me besaba una y otra vez, me preguntaba en


dónde había estado toda mi vida y por qué había estado a punto de enloquecer en
los dos pasados años. Y ahora estaba tranquila, dándome una oportunidad de
sentir algo sin sentirme mal, sólo viviendo el momento. Porque la vida es una sola
y hay que aprovecharla al máximo.

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Sintiendo Miedo.

Los comienzos del mes de mayo le dieron paso al estrés de las últimas semanas
en la escuela para mí, estaba ajetreada con los deberes y los exámenes, ya sabía
que estudiaría en Nueva York y sin duda lo haría, pero de igual forma me sentía
presionada. Nunca fui foja en la escuela, siempre estuve al día con todas las
asignaciones, incluso cuando murió mi padre, estuve deprimida ese año, pero mi
promedio seguía siendo excelente, aunque claro, no era como Jane, yo era la
tercera de la clase y estaba conforme con eso. Con el paso de los días yo estaba
cada vez más apretada, me relajaba el fin de semana con Adam. Hablábamos
durante horas y muchas veces me quedé dormida en sus brazos sin darme
cuenta, cada vez que despertaba, encontraba una nota en mi almohada acerca de
lo hermosa que me veía dormida entre sus brazos. Yo le reclamaba porque no me
despertaba y no lograba despedirme como se debía, pero él sólo me escuchaba y
cuando terminaba de hablar, él me abrazaba y luego me decía que no hacía falta
que me despidiera porque el siempre volvería y tiene razón, lo veía todos los días,
lo besaba y acariciaba todos los días. No me imaginaba todavía como sería
cuando se acabaran las clases y empezaran las vacaciones de verano. Estaríamos
pegados todo el día o eso creía yo. Después, tendría que irme a la universidad y
no quería hablar de eso.

Un viernes, cuando faltaban dos semanas para acabar el mes. Tenía un mal
presentimiento, así como cuando ocurrió lo de Jane, estaba inquieta y nerviosa.
Ese día, después de la escuela, teníamos el ensayo de una obra que sería la una
evaluación de literatura. En mi grupo estaba Liz, Lydia y Drake, no me había dado
cuenta de que teníamos literatura juntos hasta que me saludó en la clase un día.
La trama era de detectives, yo sería la detective, Liz sería la víctima, Lydia la
testigo y Drake el sospechoso, lo ambientamos a la antigua. Nos vestiriamos
como en los años 50, usaría un cardigan con grandes botones, un sombrero,
zapatos de tacón grueso y tendría una lupa.

Llegué a casa para buscar el guión que ya habíamos hecho y yo corregí un poco,
Adam llegó justo cuando me iba a la casa de Lydia, ella tenía que cuidar a Matt y
no tuvimos problemas en ir a su casa, el Mustang rojo de Drake estaba
estacionado al frente, él y Lux estaban hablando amigablemente a un lado del
auto. Le dije a Adam que me esperara dentro de la casa, podía charlar con mamá
si quería, hasta podía dormir en mi habitación. Cuando por fin pude dejarlo en mi
habitación suspiré y corrí a la casa de Lydia, la prueba sería el lunes y no

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habíamos ensayado ni una vez el guión.

Nos instalamos en la cocina, el hermano de Lydia veía televisión arriba en su


habitación mientras nosotros nos preparábamos para empezar a ensayar. Nos
llevó mucho tiempo poder hacer las cosas bien, primero no podía dejar de reírme
de mi misma cada vez que me tocaba hablar, segundo los demás no dejaban de
reírse cuando nos equivocabamos y teníamos que volver a empezar. Rápidamente
se hizo de noche y ya todos nos sabíamos nuestras líneas y hablábamos con
fuidez para que pareciera más real la actuación.

–¿Usted dice que no vió quién entró a su casa pero si vió sus ojos?–digo dando
vueltas alrededor de Liz que estaba sentada en una silla y actuaba como si
estuviese nerviosa. Cuando yo era la que estaba nerviosa en realidad.

–Bueno, eran unos ojos muy bonitos. Usted sabe, de esos que jamás se olvidan.–
dice ella retorciéndose las manos y pestañeando varias veces tal y como decía en
el guión.

–Entonces, ¿usted está queriendo decir qué no vió el rostro del maleante? ¿Cómo
espera usted qué yo le ayude a investigar su caso si no tengo ni un indicio para
buscar?–digo situándome frente a ella con la lupa en la mano.

–Pues, usted es la mejor detective de todas.–dice mirándome, como le había


dicho, con ojos suplicantes.

–Lo soy, pero necesito que me diga algo más convincente. ¿No tiene algún testigo
que halla visto algo más?–digo y de repente escucho un ruido que viene del patio
trasero, Lydia no tiene perros, ni gatos, ni nada, me asomo por instinto y vuelvo
mi atención a Liz, he estado nerviosa todo el día sin ninguna razón y el mal
presentimiento con el que desperté está mañana no me ha abandonado.

–Mi vecina vió algo, tal vez ella sí vió a ese hombre que trató de matarme, si no
fuera sido por mi perro...–dice y en ese momento hacemos un cambio de escena,
ahora es Lydia la que está sentada en la silla y yo giro alrededor de ella.

–Cuenteme exactamente lo que vió.–le digo y ella se aclara la garganta.

–Escuché unos ruidos en la casa de al lado y salí a asomarme, un hombre de como


un metro ochenta o más salía a hurtadillas de los arbustos de la señora Swan,
tenía el cabello rubio y corto, no logré ver muy bien su cara, pero tenía la nariz
perfilada.–dice ella y yo me golpeteo la lupa en la palma de mi mano.

–Bien. ¿Qué complexión tenía el hombre?–digo y vuelvo a escuchar otro ruido, me

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giro pero no hay nada, Dios, estoy actuando como paranoica.

–Era atlético.–dice y entonces volvemos a hacer un cambio de escena en donde


yo voy caminando y me tropiezo con un hombre que rápidamente tomo por
sospechoso, Drake se sienta en la silla y lo miro con actitud intimidante.

–Muy bien, señor Creed.–digo metida en mi papel de detective.–¿Qué hizo la


noche del sábado pasado?

–Bueno yo, ehm.–dice pareciendo estar nervioso.–Escuché mi programa favorito


en la radio, luego cené y me fui a acostar.–dice asintiendo como tratando de sonar
convincente.

–¿Está seguro? Porque pusieron una denuncia en la policía acerca de una invasión
a la propiedad e intento de homicidio. Y según las características que dio la
víctima, usted se parece mucho al atacante.–digo y él pestañea varias veces ante
la acusación.

–¿Qué le hace decir eso?–dice y yo sonrio.

–Sus ojos. Además, tiene un rasguño poco común en su mano. ¿Cómo se lo hizo?–
digo y escucho otro ruido, ésta vez más fuerte y junto mis cejas. Antes de que
Drake diga su línea, las luces se apagan y todos nos quedamos en silencio, miro
en todas direcciones, pero hay muy poca Luz en la habitación, Drake se levanta
desconcertado y de repente algo entra por la ventana rompiéndola en miles de
pedazos, miramos al piso y rápidamente nos alarmamos, es una granada, no
perdemos más tiempo, nos movemos rápido al otro lado de la inmensa cocina de
Lydia y nos agachamos detrás de la encimera. Justo cuando Drake nos cubre a
todas con un brazo protector, la granada explota y todo se sacude, cierro los ojos
con fuerza, los escombros nos caen encima lastimándonos a todos, siento que mis
oídos pitan y me levanto mareada mirando al patio. A pesar del humo, puedo ver
una silueta negra y una larga melena rubia. Mi piel se eriza y todos mis sentidos
están en alerta, lo primero que viene a mi mente es que tenemos que salir de
aquí lo antes posible, la cocina está en llamas.

–¡Tenemos que salir de aquí!–grito y Lydia corre saliendo de la cocina y subiendo


las escaleras. Salimos hasta la puerta principal y de repente las ventanas explotan
haciéndonos tambalear hacia atrás, Drake trata de abrir la puerta pero ésta está
trabada. Lydia vuelve cargando a su hermano y escuchamos otra explosión
proveniente de afuera, la casa está en llamas y Drake y yo tratamos de abrir la
puerta dándole patadas y empujándola con nuestros hombros al mismo tiempo,
rápidamente nos cansamos y busco otra salida, desesperada y con la respiración
agitada veo que una de las ventanas no está rota y corro para abrirla, en cuanto

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la abro, todos salimos y corremos en la oscuridad hasta el otro lado, cruzamos la
calle y nos tumbamos en el césped frente a mi casa, nos echamos para atrás y
entonces todo se ilumina con una ultima explosión que destruye completamente
la casa de Lydia, nos quedamos ahí tosiendo y respirando con dificultad. Escucho
las sirenas de la policía y los bomberos cerca.

Unas manos me agarran suavemente los brazos haciéndome levantar, es Adam,


lo sé por su olor que me es tan familiar ahora, las lágrimas se agolpan en mis ojos
y sin poder detenerlas dejo que caigan por mis mejillas, él me abraza mientras
que respiro pesadamente y lloro pegada a su pecho, noto que él también respira
agitadamente pero no puedo dejar de llorar y temblar. Ni siquiera entiendo por
qué estoy llorando tanto. Tal vez sea porque estuve a punto de morir calcinada y
el mal presentimiento que tuve todo el día se volvió real y no estaba siendo
paranoica. Lo que significa que alguien realmente está tratando de asesinarnos y
no sabemos quién malditamente está tratando de hacerlo. Me separo de Adam
cuando uno de los paramédicos me atiende colocándome oxígeno y me cura las
heridas que me hice en el rostro y en los brazos, nada grave de que preocuparse
y que desaparecerá en unos días, a diferencia de los demás, fui la que tuvo más
heridas y la que más callada estaba. Cuando la electricidad vuelve después de un
rato y nos sentamos en los muebles de mi casa, Liz y Lydia no dejaban de hablar
entre ellas y Drake hablaba con Lux, estaban muy cerca el uno del otro. Estaba
sentada junto a Adam, tenía mi cabeza recostada en su pecho mientras los demás
hablaban sin parar sobre lo ocurrido. Los padres de Lydia hablaban con mi mamá
en la cocina, todavía no podía creer lo que había pasado. Todos estábamos
cubiertos de hollín, teníamos los rostros sucios y yo por lo menos tenía cortes
alrededor de las cejas, en las mejillas, en los brazos y manos. Después de que
todos se fueran y nos quedamos solos, nos fuimos a mi habitación, él esperó
mientras yo me daba una ducha larga en la que permanecí un buen rato bajo el
agua caliente quitándome todo el sucio que tenía, pero el frío que estaba
sintiendo desde hace rato no se iba. Me sequé el cabello con mi secador y me
puse una de mis pijamas, lista para acostarme, pero no lista para dormir.

Salí del baño y él estaba acostado en el lado donde suele hacerlo, el derecho, y
revisaba su teléfono de forma distraída, me acosté junto a él, pegando mi mejilla
en su pecho y rodeando su cintura con un brazo. Él puso su teléfono en la mesita
de noche y me abrazó.

–Estás fría.–dice pasando su mano por mi brazo.

–Y eso que me duché con agua caliente.–digo y él junta sus cejas.

–¿Por qué estás tan fría?

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–Porque tengo miedo, Adam.–digo y entonces él me mira.

–¿De qué tienes miedo?–dice pasando su dedo con delicadeza por mis cortes.

–Tengo miedo de morir. Hoy me salvé por los pelos y sin duda alguien quiere
verme muerta, al igual que a mis amigos.–digo y él hace una mueca de disgusto
al oír mis palabras, pero es verdad, alguien quiere vernos muertos a todos y tengo
que averiguar quien es, yo tengo que saber. Así tenga que disfrazarme de
detective voy a averiguar quien está haciendo todo esto, lo único que sé ahora es
que tiene una larga melena rubia.

–No voy a perderte, no vas a morir y tus amigos tampoco morirán. Si alguien
quiere meterse contigo pues se las va a ver conmigo.–dice y me besa sellando su
promesa.

Cuando sus labios tocan los míos siento una descarga eléctrica recorrer mi
cuerpo, mi corazón se acelera y todos mis sentidos se despiertan y siempre que
me besa, me olvido de todo y sólo existimos él y yo en nuestra burbuja irrompible.
No hemos llevado las cosas más lejos de los besos y las caricias, y es porque no
me siento preparada para eso, para el sexo, además creo que no llevamos tanto
tiempo juntos como para adelantarnos hasta ese paso. Pero mientras nos
besamos aprovecho para disfrutar sus labios y cuando comienza a besarme el
cuello, las orejas, la clavícula y cualquiera otra parte visible de mi cuerpo, es
cuando realmente empiezo a disfrutarlo, porque cada vez que me marca con sus
labios, siento algo que nunca sentiré por otra persona ni porque me borren de la
memoria a Adam, el sentimiento crece cada día más, junto con mi testarudez y su
habilidad para hacerme acceder a casi todo lo que me pida.

Claro que peleamos, como el otro día peleamos por un tema de economía,
nuestras peleas terminan en besos y abrazos casi siempre y cuando estoy
molesta de verdad, me voy y le digo que le marco después. Lo que él me dice es
que soy difícil, pero no imposible, por lo menos para él que nunca se da por
vencido y no lo hará hasta conseguir lo que quiere y estoy segura que él quiere
que yo lo quiera, como él me quiere a mí. Eso no quiere decir que yo no lo quiera,
aunque no se lo he dicho, yo lo quiero a mi manera.

Después de un rato de habernos calmado un poco, la sensación de frío había


desaparecido de mi cuerpo y estaba apoyada en su pecho mientras veía el
Instagram en mi teléfono, ya eran pasadas las once de la noche, mi mamá ya se
había ido a acostar y Adam se quedaría conmigo por si no podía dormir, mañana
era sábado y no trabajaba.

–¿Te haz leído todos esos libros, Mere?–pregunta de repente mirando la hilera de

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libros sobre una repisa que recorre mi habitación.

–Sí, y esos no son todos.–digo levantando la mirada, él está algo asombrado.

–¿Eres rápida leyendo?–vuelve a preguntar y yo asiento.–¿Podrías leer algo?–dice


y yo pienso antes de responder, se leer y muy bien, no me tropiezo mucho con las
palabras y entiendo todo casi de inmediato, pero leerle a él es algo como que muy
íntimo, nunca le he leído a alguien, pero vale la pena intentarlo.

–¿Qué quieres que lea?–pregunto levantandome y buscando entre los libros uno
que le guste, pero no se cuál podría gustarle, así que por eso le pregunto.

–Lo que tu quieras leer.–dice y yo me giro para verlo divertida, lo que leo
comúnmente son novelas de romance, drama, no creo que él quiera que le lea
una novela de esas.

–¿Sabes que la mayoría de los libros que leo son ridículas historias de amor y todo
eso?–digo riendome un poco por eso, por mi actitud no parezco una chica que lea
ese tipo de libros, ya que no parezco risueña y no me ando con cuentos chinos.

–¿En serio? Pero debes de tener alguno que sea interesante, ¿no?–dice
levantándose y caminando hacia la repisa, agarrando libros y volviéndolos a
colocar en su sitio, buscando uno que le guste, al final parece que uno llama su
atención.–Las Ventajas De Ser Un Marginado.–lee el título en voz alta y me mira
dándome el libro.

–Como quieras.–digo sonriendo y volvemos a la posición que estábamos en la


cama, mi cabeza sobre su pecho y él rodeándome la cintura con un brazo,
empecé a leer y de vez en cuando levantaba la vista para verlo, él me animaba a
seguir leyendo y de vez en cuando se reía por algo que leía. Dejé de leer cuando
ya estaba casi dormida y apenas podía mantener mis ojos abiertos, él me quitó el
libro y lo puso en la mesita de noche, apagó la lámpara y me abrazó mientras yo
caía profunda y todo el miedo que sentí se desvaneció cuando vino el sueño.

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Él.

Despierto entre sus brazos, no puedo decir la hora que es porque las cortinas
están corridas y no sé a que hora me quedé dormida, ni cómo. Sólo sé que él
sigue durmiendo profundamente y me está abrazando como si yo fuese su
prioridad, sigilosamente me giro para poder verlo, es algo que me gusta hacer,
verlo dormir con el cabello revuelto, técnicamente siempre está revuelto pero
igualmente me encanta, los labios entreabiertos que me hacen recordar las veces
que me ha besado, él respira lenta y pausadamente, el otro día le dije que ronca
cuando duerme y él me respondió diciéndome que yo babeo cuando duermo.
Definitivamente, con él no se puede bromear, porque bromea peor.

Acaricié con ternura su cabello y él se movió acomodándose sobre su espalda y


siguió durmiendo, pegué mi mejilla en su pecho y suspiré. Un movimiento en la
puerta de mi habitación me llamó la atención y levanté la mirada, mi mamá
asomaba su rubia cabeza y me miraba con curiosidad, sonrió en cuanto me vió
despierta y me hizo señas diciéndome que iba a salir y luego alzó los pulgares y
me guiñó un ojo antes de irse. Miré mi despertador, eran las diez de la mañana,
me acomodé en el pecho de Adam y él me abrazó, dormido todavía, me reí ante
su gesto y cerré los ojos tratando de volver a dormir, pero es casi imposible, si me
despertaba después de haber dormido unas cuantas horas, se me hace difícil
volver a dormir.

Los acontecimientos de ayer vienen a mi mente de golpe y me estremezco, en


ese momento me doy cuenta de que mi hombro duele y tengo rasguños en las
manos y los brazos, incluso tengo un corte en la muñeca. ¿Cómo es qué no me di
cuenta de esto ayer? ¿Cómo es qué nada me dolía ayer? Lo único que sentía era
miedo, mucho miedo, he estado al borde de la muerte en otras ocasiones y nunca
sentí tanto miedo, claro que me asusté y seguí con mi vida, pero anoche, ni
siquiera sentí cuando me corté, sólo escuchaba mis oídos pitar y mis pulmones
gritaban por aire, estaba completamente aturdida, lo peor de todo fue cuando vi
esa cabellera rubia correr por el patio, pensé en Jane y en lo que dijo de que su
asesina era una chica rubia y tenía razón en las cámaras de seguridad sólo
lograron ver una larga cabellera rubia, el resto del cuerpo lo tenía cubierto con
ropa negra. Y eso fue lo que logré ver, a pesar de la oscuridad y el humo. Pero,
¿por qué alguien quiere asesinarnos a todos? Si lo que somos es un grupo
insignificante de estudiantes de preparatoria. ¡Por Dios! ¡Yo ni auto tengo! Apenas
estoy teniendo mi primer noviazgo, yo era casi invisible para el resto del mundo.

A pesar de todo me sentí segura en los brazos de Adam, él me reconforta, me

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brinda paz, me da seguridad con sólo sonreír, él está sacando partes de mí que yo
ni siquiera conocía, me está haciendo sentir como nunca imaginaría sentirme y lo
más relevante es que por mucho que trate de negarme, siempre termino
cediendo a lo que sea que él me haga sentir y es que hasta mi cuerpo me
traiciona. Cada día soy un poco más suelta de lo que era cuando lo conocí, él
quiere sacar a la vieja yo que enterré en el fondo de mi ser y nunca pensé que
alguien se esforzaría en conocerme más de lo que muestro, Adam no es de los
que se conforman con lo que ven y obviamente no está conforme con lo que
muestro, así que él trata de ir más allá para conocerme mejor, hasta
preguntándome cosas de mi pasado y haciéndome recordar quien era y en lo que
me he convertido. En el poco tiempo que tenemos juntos, él ha despertado en mí
millones de sensaciones y sentimientos, es algo así como una descarga de
corriente eléctrica que recorre mi cuerpo entero cada vez que me besa y me toca
con suavidad, mi corazón se vuelve loco antes de que él se acerque a mí, mis
sonrisas salen con facilidad cuando estoy con él y no puedo evitar pensar que
antes de conocerlo, todo me parecía ridículo, estúpido e infantil. Estaba
equivocada.

Pero lo que más me importa, es que él me acepta por lo que soy ahora y sobre
todo por como soy ahora, y yo también lo acepto por lo que es y no por lo que
otros quieren que sea, es raro, yo siempre pensé que era la oveja negra de la
familia, siempre fui la reservada, la callada y cuando me hacían enojar, era la
altanera, pero resulta que mi papá tenía la misma actitud y en cierto punto mamá
también es reservada. Y Adam, es el serio, es responsable, es amoroso con su
familia y es el que nunca rompe un plato, y no sé que es lo que esperan de él,
pero hay veces en las que algunas personas lo juzgan por su pasado, lo que hizo y
lo que debió hacer, su familia no le recrimina nada como es de esperarse, todos
hemos cometido errores y a veces cuesta remendarlos de la mejor manera posible
y no todos aceptan las disculpas que tratamos de dar. Él es diferente de todos los
chicos que he conocido, es atento, divertido cuando tiene que serlo, las pocas
veces que lo he visto enojado evita a cualquier persona que aprecie a toda costa,
lo hace porque no quiere lastimar a nadie verbalmente así que las pocas veces
que lo he visto en la primera fase de Hulk, le doy su espacio y espero a que se
calme y no le pregunto sobre el tema, solo empiezo a hablar de otra cosa. Por lo
menos a él no le dan ataques de histeria como a mí cuando las cosas se salen de
control.

No me doy cuenta, pero me vuelvo a quedar dormida y cuando despierto miro el


despertador, ya es mediodía y nosotros seguimos durmiendo. ¿A qué hora me
quedé dormida? ¿Desde cuándo duermo tanto? No recuerdo la última vez que
dormí más de ocho horas. Me levanto y corro las cortinas, es un día muy soleado,
Adam parece no querer despertar, como si no hubiese dormido en días y de
verdad necesitara el descanso. Él está en la misma posición en la que lo dejé al

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levantarme pero ya debe despertar, me acuesto a su lado y acaricio un lado de su
cara, él nunca se deja crecer la barba por más de un día por lo que su piel es
suave y tersa y no se despierta con eso. A ver, ¿con qué otra cosa puedo
despertarlo sin gritarle o pegarle? Porque esa es mi táctica para despertar a
alguien y no voy a gritarle cuando él me ha despertado con caricias.

Me decido por besarlo, porque me encantan sus labios y lo que producen en mí


cada vez que los toco con los míos, además no tengo nada que perder. Tomo su
cara con ambas manos y lentamente me acerco por si se despierta y no lo hace,
sonrio y rozo mis labios en los suyos, no se mueve así que tomo uno de sus labios,
luego otro hasta que responde al beso y me alejo riendome.

-Haces trampa.-digo y él sonríe abrazandome y volviendome a besar


ansiosamente.

-A ti te gusta que haga trampa.-dice y yo sonrio levantandome.

-Claro que no. Vamos, tengo hambre y ya es mediodía.-digo dándole una mano
para que se levante, cuando lo hace me siento como una hormiga, él es tan alto.

-¿Por qué no me levantaste antes?-pregunta siguiéndome por la escalera.

-Parecías muy profundo en tus sueños.-digo entrando a la cocina y como era de


esperarse, está impecable, como siempre que Ava no está y nos toca cocinar y
ahora se me ocurre una idea.-¿Cocinas conmigo?-pregunto un poco divertida.

-¿Tú cocinas?-pregunta él un poco asombrado.

-Pues claro que cocino, ¿qué creías? ¿Qué cuando Ava no está sólo como comida
enlatada o tengo que esperar a que mamá me haga comida?-digo abriendo el
frigorífico y buscando algo de pollo.

-No, pensé que no cocinabas, tu mamá dijo que no te gustaba estar metida en la
cocina todo el tiempo, igual que ella.-dice con una media sonrisa y yo saco
milanesas de pollo del frigorífico.

-Bueno, sí, pero soy muy buena cocinando.-digo agarrando unos tomates de la
cesta de tomates de mamá.

-Entonces yo te ayudo, sé cocinar también.-dice colocándose junto a mí.

Hicimos emparedados de pollo entre los dos, tardamos más cocinando que
comiendo. Estábamos famélicos Cuando terminamos de recoger todo y volver a

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dejar la cocina impecable, me di una ducha y me vestí porque íbamos a su casa y
él quería cambiarse de ropa también. Traté de maquillarme lo más simple que
pude, aunque quería tapar todas mis heridas del rostro, se veían peor que ayer y
el cuerpo entero me dolía a causa del esfuerzo del día anterior pero tenía un buen
aspecto. Todo debido a él. Llegamos a su casa y él de inmediato se fue a dar una
ducha, no es que oliera mal ni nada, sino que él quería ducharse como cualquier
persona normal, así que me senté con Rose en el patio y ella de inmediato
empezó a hacer preguntas sobre lo que había pasado y que había estado muy
preocupada y cuando vió el corte que tenía en mi muñeca se horrorizó y empezó
a maldecir a quien quiera que fuese la asesina, es que el corte se veía como si yo
misma me lo hubiese hecho, estaba claro que Rose me apreciaba, porque cada
vez que yo iba a su casa ella me recibía como si yo fuese su hermana y era algo
así ya que ella no tenía hermanas y la mayoría de sus primas estaban en otro
lugar del país mientras que los primos que tenía aquí eran hombres y ella se había
criado con hombres y por eso ella se alegraba de verme, la mayoría de sus
amigas de la universidad eran unas falsas como ella decía y muy pocas eran las
que sí nombraba, como a Astrid Fisher la hija de Aston Fisher el doctor de traumas
del hospital y amigo de mi mamá, él era viudo al igual que mamá, pero la
diferencia está en que su esposa tenía cáncer, de igual forma murió después de
que murió papá y dejó a dos hijas huérfanas con la misma edad que tenemos mi
hermana y yo, eso era una casualidad de la vida.

Después de un rato Adam bajó vistiendo unos jeans gastados y una camisa negra
de algodón, se unió a nosotras y Rose cambió de tema, luego de un rato llegó
Clara y me miro por mucho rato mis heridas en el rostro hasta que la miré y ella
fingió una sonrisa. No entendía la preocupación de Clara y Rose, el accidente ya
había pasado y ni siquiera mi mamá estaba tan preocupada cuando la vi esta
mañana y Adam tampoco me veía preocupado, él me seguía viendo como
siempre y me sonreía como siempre. Más tarde Blake se sentó con nosotros y
empezó a bromear sobre mis heridas, decía que la batalla había estado fuerte
pero que pude mantener el equipo con vida y que para la próxima estaría más
preparada y los aniquilaría a todos, eso me hizo gracia solo a mi.

-¿Por qué Clara y Rose están tan preocupadas por mí?-pregunto en cuanto nos
quedamos solos, él me mira algo desconcertado y junta sus cejas.

-Bueno, la verdad es que a ellas le parece muy extraño esto de la asesina y el


incendio y todo lo que está pasando no tiene sentido para nadie. Que alguien esté
tratando de asesinar a un grupo de jóvenes estudiantes es muy raro, ¿quién
querría hacer eso? Porque para todo hay una razón y yo no consigo una
convincente.-dice y yo me quedo pensando un momento, la asesina es rubia, eso
lo tengo claro, yo no le he hecho algo malo a alguien como para merecer morir y
no creo que Jane haya lastimado a alguien al punto de merecer una venganza,

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tampoco lo creo de Lydia, ella siempre anda en su mundo y Liz apenas sale de su
casa. Así que yo tampoco entiendo nada y obviamente todo es extraño para mí,
me siento agobiada con esto. Tengo que investigar un poco.

-Yo tampoco entiendo, yo no le he hecho nada a nadie como para que alguien me
quiera hacer daño.-digo y ahora él es el pensativo, tal vez hay alguien que no nos
quiera juntos pero eso no significa que otras personas salgan lastimadas hasta el
punto de la muerte, ni siquiera tenemos tanto tiempo como novios y si es una ex-
novia celosa, yo misma la meto en prisión.

-Lo que me extraña es que es una mujer y es rubia, no entiendo por qué se deja
ver sólo el cabello.-dice y yo asiento.

-Sí, es muy raro.-digo y él se levanta.

-Vamos a dar un paseo.-dice tendiendome una de sus manos, la tomo sonriente y


entrelazamos nuestros dedos mientras caminamos hasta el lago.

❤❤❤

El lunes tuvimos la presentación de nuestra obra y por lo menos la hicimos mejor


de lo que esperábamos, a todos les encantó nuestra presentación y es que de
verdad nos esforzamos mucho en hacerlo bien, yo ya no tenía cortes en el rostro,
sólo el de la muñeca y lo ocultaba bajo las mangas de mi cardigan, me hice ondas
en el cabello y me lo arreglé de un lado, pinté mis labios de un tono rojo oscuro y
compré otra lupa, las chicas usaban chaquetas y vestidos que llegaban un poco
más abajo de las rodillas, se peinaron un poco parecido a mí y se maquillaron un
poco parecido a mi también. Drake usó un cardigan oscuro sobre un traje viejo,
Lux le peinó el cabello hacia un lado, se veía tremendamente apuesto y todas las
chicas de la clase parecían embobadas viéndolo. Le pedí a una de las chicas de la
primera fila que grabara la obra con mi teléfono para mostrársela a mi mamá y a
ella le fascinó. También se la mostré a Adam ya que mamá insistió en que se la
mostrara y él se burló de Drake y su vestimenta pero dijo que somos buenos
actores. Lo que me hizo preguntarme si yo podría ser una actriz todo el tiempo y
volverme una espía, haría como en las películas y buscaría la forma de entrar en
la comisaría para robarme algunos archivos sobre el caso y buscar alguna pista y
poder encontrar a la asesina rubia, ahora todo el mundo la llamaba así.

Rápidamente se acabó el mes de mayo y empezó junio con el cumpleaños de mi


mamá. Ella no lo sabía pero Ava y yo le preparamos una fiesta sorpresa, llamamos
a sus amigos más cercanos, hicimos muchos bocadillos y Ava hizo un pastel de
dulce de leche, que es el sabor de dulce favorito de mamá y la ocupamos todo el
día, yo misma le pedí a Aston que mantuviera a mamá lejos de casa en todo el día

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y él lo hizo, de hecho la invitó a almorzar a un lindo restaurante. Adam y Rose me
ayudaron a preparar algunas cosas, a decorar la casa con globos dorados y
plateados, mamá adora lo brillante, hasta pasamos la aspiradora cuando
terminamos. Cuando mamá llegó, todo el mundo se escondió, ella venía con Aston
hablando de lo más casual y cuando entró por la puerta, todos salimos gritando:
"¡Sorpresa!". Y mi mamá pegó un brinco que hizo reír a muchos, me dio las
gracias y yo discretamente le di las gracias a Aston a lo que él respondió guiñando
un ojo. Ese mismo fin de semana, Rose hizo una fiesta en su casa, invitó a una
cantidad exagerada de personas, ella estaba aprovechando que Clara y Kyle se
habían ido a visitar a los padres de Kyle en Minnesota y ellos le dieron permiso
para hacer la fiesta, pero con la condición de que cuando ellos regresaran la casa
estuviera impecable. Así que cerramos con llave las habitaciones, la cocina, el
salón y los baños de arriba, las llaves las tenía Adam y él se estaba encargando
de mantener el control de la fiesta que se hizo en el patio trasero, yo llevé a mis
primas a la fiesta y después de un rato ya no las vi más, ellas se estaban
divirtiendo más que yo, pero las fiestas no son lo mío, me gusta bailar solo de vez
en cuando y aunque la música estaba buena, no estaba bailando. O eso era lo que
estaba haciendo, después de un rato Adam me sacó a bailar no le importó que
pusiera resistencia y me quejara de mis botas estuvieran matandome los pies, él
me pidió que dejara lo terca a un lado y empezara a disfrutar la fiesta. Bailamos
como por una hora y es que mis pies ya no aguantaban más y me fui a sentar
mientras que él se aseguraba de que nadie estuviera tratando de incendiar la
casa.

Rose me encontró sentada sola y de inmediato me llevó para que conociese a una
amiga suya, su nombre era Trina y hablamos las tres por un rato, me di cuenta
que Rose y Trina estaban cortadas con el mismo patrón, la diferencia era que Trina
tiene el cabello castaño, los ojos verdes y es más baja que Rose, como de mi
tamaño y es un poco más expresiva. Pero lo que más noté es que Rose no dejaba
de beber, desde que llegué ella ya tenía un vaso con vodka y jugo de arándano,
mientras que yo sólo había bebido un par de cervezas y el resto de la noche sólo
tomé coca cola. No me dio tiempo de descubrir por qué Rose quería
emborracharse porque la llegada de unas chicas captó mi atención. Era Amy, la
ex de Adam que me echó aquel batido encima en nuestra primera cita, Rose se
levanta bruscamente en cuanto la ve y junta sus cejas mientras camina hacia ella
sin tambalearse en sus tacones, parece que se le quitó la borrachera de un
momento a otro. Trina y yo la seguimos por si se pone fea la cosa y nos
detenemos una a cada lado, yo a su derecha, a pesar de que Amy es alta, Rose es
una cabeza más alta y eso que las dos cargan tacones altísimos.

-¿Tu que haces aquí?-pregunta Rose de brazos cruzados y alzando la barbilla.

-Es una fiesta, ¿no?-responde tajante, Amy.

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-Lo es, ¿quién te invitó? Mejor dicho, ¿quién te dejó entrar?-Rose está furiosa, está
claro que no tiene una buena relación con su ex cuñada.

-Están dejando pasar a todos.-responde Amy haciendo un ademán con la mano


señalando a todos alrededor que ahora algunos nos miran.-Si ellos pasan yo
también puedo.

-No eres bienvenida aquí.-dice Rose con un gruñido.-Quiero que te vallas. Ahora.-
ella casi grita pero sólo aprieta la mandíbula y Amy se ríe amargamente.

-Oh, vamos. Es una fiesta, no querrás perderte la diversión que puedo traerte.-
dice ella y Rose rueda los ojos.

-No quiero ver que hagas una escena justo en el césped de mi casa, quiero que te
vayas.-dice Rose acercándose un paso más hasta ella.

-A mi no me vas a estar insultando, perra. Eres tan ingenua, que hasta te dejas
golpear por un hombre.-dice y Rose da un paso atrás cerrando las manos en
puños y con la mirada llena de ira, no sé por qué, pero intervengo antes de que se
agarren por los cabellos.

-A ella no le hables así.-digo colocándome frente a Rose, Amy me mira y junta sus
cejas.

-Niña, ve a meterte con alguien de tu tamaño y deja que los adultos resuelvan sus
problemas.-dice con una sonrisa burlona y yo cierro fuertemente mis manos.

-¿Niña? ¿Crees que soy una niña? Pues ésta "niña" es más bienvenida en esta
casa que tú y si ella te dice que te vallas, te vas. Si no, te saco a patadas y listo.-
digo y ella alza un poco las cejas, da un paso adelante y yo doy uno para atrás,
que me llegue a tocar y de aquí se va a ir con la dignidad por el suelo.

-¿Crees qué eres muy valiente? ¿Por qué te estás echando para atrás?-dice dando
otro paso y yo instintivamente doy otro, a menos de dos pasos está la piscina y si
ella sigue probablemente la tire al agua.

-¿Crees que me das miedo?-digo burlonamente y ella entrecierra los ojos, dando
otro paso.

-Debería de darte miedo, pero te gusta jugar a la valiente.-dice dando otro paso,
miro hacia la puerta para entrar a la casa y de repente aparece Adam y mira
desconcertado la escena, antes de que pueda decir algo, la muy estúpida me

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lanza al agua, llego hasta el fondo pero rápidamente salgo y la agarro por el pie
haciéndola caer en el agua y yo rápidamente me salgo, toda empapada y
avergonzada. Recuerdo que la blusa que cargo se transparenta y echo a correr
hacia dentro de la casa, con el mayor esfuerzo que puedo hacer ya que mis botas
se sienten como si pesaran una tonelada, le arrebato las llaves a Adam
escuchándolo llamarme y corro por las escaleras hasta su habitación y de ahí me
meto al baño pegando mi espalda en la puerta. ¿Qué acaba de pasar?

De un momento a otro se acaba la música y luego de un rato él entra a la


habitación, lo sé porque conozco sus pisadas y porque toca la puerta del cuarto
de baño insistentemente.

-Meredith, abre la puerta.-dice y yo me seco las lágrimas del rostro, estaba


llorando y ni siquiera me di cuenta. Me levanto del piso y tardo un rato en abrir
mientras que él está enloqueciendo al otro lado. Abro la puerta lentamente
mirando al piso, me siento súper avergonzada además mi blusa es tan
transparente ahora que se puede ver con claridad mi sujetador de encaje rosa
claro. Él no dice nada, me envuelve en una toalla el cuerpo y con otra toalla más
pequeña me seca el rostro y el cabello, me abraza cuando empiezo a temblar y
nos quedamos ahí mucho rato.

-Lo siento.-digo pegada a su pecho.

-¿Por qué?-me separa un poco para poder verme el rostro.

-Bueno, no sé, por lanzarla al agua tal vez.-respondo encogiéndome de hombros y


él se ríe.

-No tienes porqué pedir disculpas, ni a mí ni a nadie. Ella te lanzó primero y tu le


diste una cucharada de su propia medicina.-dice dándome un beso en la frente.

-¿Y Rose?

-Está con Blake sacando a todo el mundo de la casa, la fiesta acabó.-dice y yo


asiento, ya era de madrugada de todas formas.

-Ella dijo algo sobre Rose, dijo que era ingenua por dejarse golpear por un
hombre.-digo recordando lo que dijo Amy. ¿Rose tiene un novio que la golpea?
Porque soy incapaz de pensar que Adam o Blake o su padre la golpea. Él junta sus
cejas y me mira desconcertado.

-¿Que ella dijo qué?-dice él molesto.

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-Eso fue lo que le dijo a Rose.-respondo y entonces Rose entra a la habitación
apartándome de Adam y abrazandome.

-Gracias por lo que hiciste allá, esa perra se lo merecía.-me dice apretándome en
un abrazo de oso y meciéndome de lado a lado.

-No tienes porqué agradecerme Rose, la que me la hace me las paga.-digo medio
bromeando, ella deja de abrazarme y me da una muda de ropa de ella.

-Bueno, de todas maneras estuvo bien, la pusiste en su lugar.-dice ella y mira a


Adam, él la mira con sus cejas juntas y con una mano sobre la barbilla, como
queriendo ver si es verdad que Rose se deja golpear por un hombre.-¿Por qué me
miras así?

-Quiero saber por qué ella dijo que te dejas golpear por un hombre.-dice y Rose
abre los ojos como platos.

-Yo no... No sé de donde sacó eso. Serán inventos de ella, sabes que es una
mentirosa.-dice ella y de pronto parece nerviosa.

-Si no me estás diciendo la verdad Rose, yo me encargaré de averiguarla por mi


mismo.-dice después de un momento de silencio y ella se encoge de hombros
queriendo parecer casual y como si le diera igual.

-Haz lo que quieras, siempre lo haz hecho. A mi me dejas en paz.-dice ella


alejándose para irse, de repente Adam le agarra el brazo deteniéndola, ella se gira
sobresaltada, miro a Adam igual de impresionada que ella.

-Eres mi hermana. Y si descubro que ese imbécil con el que sales te está haciendo
daño, no respondo Rose.-dice soltándola y ella parpadea un par de veces antes de
pararse derecha, llegando al tamaño de él, aunque ella es rubia se parece mucho
a él, está en la forma que mira, es como si pudieran atravesar todo lo que ven.

-No estoy ocultando nada.-dice ella toscamente y sale de la habitación. A mi me


parece que Rose si oculta algo, pero obviamente no quiere que nadie se entere, si
ella sigue actuando así, Adam no tardará en descubrir la verdad y no sé si yo
quisiera saberla también. Él me mira y descubre que estoy pensando lo mismo
que él, miro la ropa que tengo en mis manos y luego de vuelta a él.

-¿Te importaría si me quedo?-digo tratando de aliviar la tensión que hay en la


habitación. Él medio sonríe y yo me acerco a él, me paro sobre las puntas de mis
pies y lo beso, él me responde al beso colocando una mano en mi nuca
pegandome más a él y profundizando el beso. Me separo un poco para poder

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respirar y él me besa el cuello, la base de la garganta y tengo que aferrarme a él
para no caerme porque lo que está haciendo hace que mis piernas parezcan
gelatina, luego vuelve a mis labios y me los devora hasta que están hinchados de
tanto besarnos.

-Me importa mucho que te quedes, estarás conmigo, en mi cama.-dice en mi oreja


y yo lo miro con los ojos entrecerrados cuando se separa, me quito la toalla de los
hombros que ya está muy mojada y se la doy importandome poco si se me ve el
sujetador o no y me meto en su vestidor para cambiarme. Él sale de la habitación
y cierra la puerta.

Me quito la ropa mojada y me seco con una toalla de algodón, Rose me prestó un
pantalón de pijama de color azul oscuro y una camiseta de manga corta de color
lila, el pantalón me queda bien y la camiseta es un poco larga pero me conformo,
me doy cuenta de que he agarrado carne desde hace un tiempo, mis nalgas están
un poco más gordas, tengo las piernas un poco más gruesas. Aún así sigo siendo
delgada y de vientre plano, como siempre me ha gustado estar. Salgo de la
habitación y llevo mi ropa mojada al cuarto de lavado, no he llegado a la cocina
cuando Rose me quita la ropa de las manos y se la lleva sin dejarme hablar si
quiera, ella sólo me ordena que valla a acostarme y lo hago. Dejaré que ella
juegue a ser una madre sobreprotectora.

Vuelvo a la habitación de Adam y me acuesto en el centro de la cama mirando el


techo, me quedo así por un rato hasta que él vuelve y se mete al baño, escucho el
agua contra el piso de la ducha por lo que asimilo que se está tomando una
ducha, busco mi teléfono en mi bolso que lo había dejado en un sillón de la
habitación y me vuelvo a acostar revisándolo hasta que él sale y se mete al
vestidor, coloco el teléfono en la mesita de noche y me acomodo de lado
esperando a que él salga y no tarda mucho en acostarse a mi lado y yo pego mi
mejilla en su pecho que, por cierto, no se puso ninguna camisa y puedo sentir su
tibia piel con mis manos. Levanto la cabeza para mirarlo, pero él tiene los ojos
cerrados, como si estuviese durmiendo, sé que no está dormido porque no se ve
del todo relajado y sé como arreglarlo porque no hay nada como un beso de
buenas noches. Comienzo a besar su pecho con dulzura y asciendo hasta su
cuello, luego su barbilla, sus mejillas y de último su boca, él me hace rodar hasta
pegar mi espalda en el colchón con él encima de mí, y nos seguimos besando
hasta que ya no puedo respirar y tenemos que separarnos antes de que todos mis
sentidos se saturen y perdamos el control y la razón. Él me da un último y largo
beso y volvemos a acomodarnos para dormir, abrazados como nos gusta.

102
Buscando Pistas.

No faltaba mucho para mi cumpleaños y para que la escuela terminara, yo me


preguntaba que me regalaría mi madre en mi cumpleaños ya que ella me había
dicho que me encantaría lo que me había comprado y yo lo que tenía era intriga y
ansiedad, no tenía ni la menor idea de lo que mamá había comprado y ni siquiera
me dio alguna pista de lo que era, así que pasé toda la semana preguntándome
una y otra vez lo que sería mi regalo, ya hace tiempo yo quería un auto y no
estaba segura de si mamá había accedido a mis suplicas de que me comprara un
auto por fin.

Estaba depilando mis cejas cuando escuché pasos apresurados en la escalera y a


Adam llamándome.

–¿Mere?–dejé la pinza y el espejo en la mesita y me levanté justo cuando él


entraba en mi habitación.

–¿Qué pasa?–digo acercándome a él y sonríe.

–Es una sorpresa, acompañame a afuera.–dice tomando mi mano, bajamos


rápidamente las escaleras y yo cada vez estoy más intrigada por su actitud. En
cuanto llegamos a la puerta de la casa él se coloca a mi lado y tapa mis ojos con
una de sus manos y la otra la coloca en mi espalda baja para guiarme, ¿qué se
trae entre manos?

–Adam.–digo pero él me pide que espere unos segundos y que mantenga los ojos
cerrados, espero pacientemente hasta que quita su mano de mis ojos y la coloca
en mi cintura con delicadeza.

–Ahora, abre los ojos.–dice y yo lentamente los abro.

Me quedo petrificada.

Mi madre me compró un auto. Un auto no, una camioneta.

Mamá está apoyada en una Explorer negra todoterreno que tiene un inmenso lazo
rojo encima, ella le está dando vueltas a las llaves en sus dedos y me mira
sonriendo. Miro a Adam y él también me mira sonriendo, me acerco a mi mamá
todavía asombrada y ella me pone las llaves en las manos.

103
–¿Te gusta?–dice y yo asiento.–Ya lo sabía, vamos a dar un paseo.–dice ella
dándome un pequeño empujón para que suba a mi nuevo medio de transporte, lo
hago observando todo y ajustando el asiento un poco hacia adelante y meto la
llave en el contacto, en cuanto la enciendo quiero gritar de la alegría. Justo lo que
yo quería y lo mejor es que nunca le dije a mamá el tipo de auto que quería, eso
dice que me conoce demasiado bien.

Ella se sienta en el asiento del pasajero y Adam se sienta atrás en el medio,


después de comprobar algunas cosas, retrocedo hacia la calle y luego acelero
hasta el centro. Manejo con precaución y en el límite de velocidad, recorremos
muchas calles y volvemos a casa media hora después. Le doy las gracias a mamá
como veinte veces y la abrazo como por cinco minutos enteros. Ella sólo me dice
que sea prudente y que maneje con precaución siempre. Pero el hecho de que
tenga la camioneta implica muchas cosas. Cosas buenas y malas.

Cosas buenas:

Primera: Puedo ir a todas partes sin tener que esperar nada.


Segunda: Puedo viajar los fines de semana a Milwaukee sola.
Tercera: Me veo genial en mi camioneta.
Cuarta: La llamo Linda porque lo es.
Quinta: A Adam le encanta como conduzco.

Cosas malas:

Primera: Puedo tener un accidente en la carretera, como ya antes me había


pasado.
Segunda: La asesina sigue suelta así que no puedo andar sola.
Tercera: A veces me sobrepaso de los límites cuando estoy muy estresada.
Cuarta: Me puedo escapar a California en cualquier momento que me sienta mal
conmigo misma y no quiera que nadie se meta en mis asuntos.
Quinta: Me sirve para ser espía, cosa muy mala en realidad. Tengo pensado ir a la
comisaría y entrar a hurtadillas a la oficina de mi tío Ray, cuando el gordo Ralph
se quede dormido en su silla en la noche mientras se supone que vigila la jefatura
de policía.

Soy pequeña, delgada y sigilosa, en cualquier momento puedo entrar y buscar en


los archivos de su computadora, puedo hackearla y hacer como si nada hubiese
pasado, pero primero necesito una excusa para no estar una noche con mi novio,
él me ve todos los días en la noche y yo no podría decirle que no quería verlo un
día, él me conoce y sabe cuando estoy mintiendo y cuando estoy tramando algo.
Necesitaba un plan y a alguien que me ayudara, necesitaba un cómplice. Y tal vez
alguien quisiera serlo.

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El fin de semana antes de mi cumpleaños estaba con Lux en mi habitación, le
contaría mi plan y le pediría su ayuda, con ella podía contar siempre, pero estaba
un poco nerviosa por lo que le iba a pedir y ella me estaba mirando con atención.

–¿Qué te sucede? Haz estado todo el día actuando raro.–dice ella y yo me siento
frente a ella.

–Necesito que me hagas un favor.–digo y ella me mira con intriga.

–Dime.–dice con cautela.

–Bueno, es algo complicado... Necesito que me ayudes a entrar a la oficina de mi


tío Ray en la comisaría hoy en la noche.–digo rápidamente y ella junta sus cejas
confundida.

–¿Por qué quieres entrar a la oficina de tu tío hoy en la noche?–dice después de


una corta pausa.

–Porque, no me ha dicho nada sobre el caso y lo poco que me ha dicho no me


convence. Necesito buscar en sus archivos confidenciales, necesito saber si hay
sospechosos, si la búsqueda de la asesina sigue, yo quiero ver lo que tiene mi tío
en su computadora...

–Espera, espera, espera.–dice ella deteniendome colocando un dedo sobre mis


labios.–¿Quieres colarte a la oficina de tu tío en la comisaría para ver en sus
archivos? ¿Cómo se supone que vas a entrar a una comisaría de policía en medio
de la noche?

–Sí, quiero ver que ha obtenido investigando hasta ahora. Y entrar es lo de menos,
el gordo Ralph es quien hace la guardia de la noche y él siempre se queda
dormido en su silla. Lo que necesito es que me ayudes a ir y venir, si me voy en la
camioneta llamaré la atención de mamá y ella sabe que no conduzco de noche,
no puedo decirle lo que voy a hacer porque es arriesgado, la he dejado creer que
todo este tema de la asesina me tiene sin cuidado pero es mentira, no dejo de
pensar en lo que le pasó a Jane y en lo que pasó con la casa de Lydia.–hablo
rápido y muevo las manos a medida que hablo, Lux me mira alzando un poco las
cejas.–¿Acaso tú no quieres saber quién asesinó a tu amiga?

–Claro que sí, pero ¿estás segura de que quieres jugar a la espía esta noche?–dice
y yo asiento.–Entonces, ¿cuál es el plan?–dice sonriendo y yo la imito.

Le cuento el plan que he estado haciendo desde hace días. Lux será mi medio de

105
escape, tanto de la casa como de la comisaría, saldré por la ventana a las once de
la noche y Lux me estará esperando afuera, atrás de la casa mejor dicho y me
dejaría a una cuadra de la comisaría, después de ahí dependía todo de mí.

Así que cuando faltaban cinco minutos para las once, cerré mi chaqueta y abrí la
ventana para salir y con mucho cuidado salí dejándola entreabierta con la ayuda
de un libro, sigilosamente bajé hasta el patio con la ayuda de la tubería y corrí
hasta el otro lado del patio saltando la cerca de madera, caí sobre mis pies
tambaleandome un poco y miré mi reloj de pulsera, de inmediato el auto de Lux
apareció en mi campo visual y me subí rápidamente.

–Te tomaste muy en serio lo de ser espía, ¿no?–dice ella mirando mi ropa, me
vestí completamente de negro.

–Pues sí, todo el tiempo me visto así no le veo nada de malo.–respondo


encogiéndome de hombros.

–Tienes razón.

En poco tiempo llegamos al lugar donde Lux debía esperarme, a una cuadra de la
comisaría, me bajé y me moví entre las sombras hasta que llegué a la puerta
abierta del edificio y entré sin hacer ruido, el gordo Ralph estaba roncando en su
silla, tal y como había imaginado, caminé hasta él y le quité la tarjeta de acceso
de las puertas, entré sin ninguna dificultad a la oficina de mi tío y busqué en su
ordenador lo que buscaba, me llevó un rato encontrar algo y cuando lo hice, lo
copié rápidamente en una memoria que me llevé en la chaqueta. Cuando terminé,
eliminé cualquier prueba de que había estado ahí, salí y volví a dejar la tarjeta en
el bolsillo de Ralph, éste se movió y yo me paralizé por un momento, siguió
roncando y me relaje saliendo del edificio a hurtadillas y corriendo hasta el auto
de Lux, ella quitó el seguro y subí un poco agitada, en cambio ella parecía
nerviosa.

–¿Encontraste lo que buscabas?–dice y yo asiento.

–Sí, ahora volvamos a casa.–digo y ella enciende el motor.

Pero cuando estábamos volviendo, vi a Adam en su moto, ya estábamos cerca de


la casa por lo que le pedí a Lux que acelerara. Lo más seguro es que él se dirigiera
a mi casa en estos momentos, por lo que yo debería de estar leyendo o viendo
algún programa de televisión, en menos de un suspiro volvimos a la calle de atrás
de mi casa y me bajé dándole las gracias a Lux y diciéndole que la llamaría
mañana. Salte la cerca y caí de espaldas al otro lado, me levanté de un salto y
corrí como alma que lleva el diablo hasta la tubería, me alarmé cuando escuché

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una moto y subí más rápido de lo que alguna vez he subido por ésta tubería, entré
de un salto por la ventana y me metí en el vestidor quitándome la ropa
rápidamente, escuché el timbre y me apresuré a quitarme las botas y los
pantalones para cambiarme por un short y una camiseta de tirantes. Por alguna
extraña razón, Ava se quedó este fin de semana y mamá seguía despierta,
siempre se dormía tarde los viernes en la noche, a ella no le importaba tanto que
Adam me viniera a visitar tan tarde, ella lo adoraba y estaba feliz por ver como yo
sonreía cada día más, y es que mis sentimientos por él crecían cada día más y él
ni siquiera me daba un descanso, nos veíamos todos los días y hablábamos hasta
hartarnos. Me acosté mirando el techo, la puerta de mi habitación estaba
entreabierta para que él pasara adelante como solía hacer la mayoría de las
veces.

Cuando escuché sus pasos en la escalera, traté de calmarme un poco, estaba


agitada y un poco nerviosa también, cerré los ojos y él entró a mi habitación.

–¿Mere?–dice sentándose a mi lado y tomando mi mano para besarla. Abrí los ojos
y lo miré sonriendo

–Hola.–digo sentándome y acercándome a él para darle un beso de bienvenida.

–¿Estás bien?–dice mirándome con los ojos entrecerrados y yo junto mis cejas.

–Perfectamente.–digo sonriendo.

–¿Por qué estás tan agitada?–dice y me quedo paralizada, ¿tanto se nota?

–¿Agitada?–digo fingiendo indiferencia.

–Pues sí, parece que estuviste corriendo un momento.

–No, pues hoy no he corrido nada.–digo y él junta sus cejas mirándome fijamente,
con su mirada de rayos x, yo mantengo la mirada en sus ojos hasta que se relaja
y me sonríe.

–Bueno, entonces estuviste esperando a que yo llegara dando vueltas por la


habitación, supongo.–dice bromeando y yo me rio.

–Tal vez.–digo y acerco su rostro al mío.–Me estaba volviendo loca, pensé que no
ibas a venir.–digo y él me besa negando con la cabeza.

–Eso nunca, puedo llegar un poco tarde, pero de que vengo, vengo.–dice y yo
sonrio al escucharlo.–Sería capaz de hacer cualquier cosa sólo para verte todos los

107
días.

–¿Solo para verme?–digo haciendo un leve puchero y él se ríe besándome.

–Y besarte.–dice dándome otro beso.–Y hacerte reír.–dice besando mi cuello y


garganta.–Y abrazarte.–me pega más a él y me da un beso fugaz en los labios que
me deja loca y yo llevo mis manos hasta su cuello.

–Yo cómo que te quiero.–digo rozando sus labios con los míos y sus ojos se
iluminan en cuanto escucha mis palabras, estoy siendo sincera, honesta. Lo
quiero, es la primera vez que se lo digo a alguien que no es un familiar cercano.

–Yo te quiero más.–dice y sonrio antes de volver a besarlo lenta y


apasionadamente. Nunca me imaginé en una situación como ésta, siempre pensé
que yo era la única que podía llegar a querer a alguien, en este caso él me quiere
más que yo a él y eso no es justo.

Cuando mis labios están hinchados de tanto que nos hemos besado y terminamos
recostados en el colchón, él se dedica a repartir besos alrededor de mi cuello, en
mi clavícula, en mis hombros y en las orejas, haciéndome sentir viva, llena de
energía y despierta. Yo no sabía si causaba lo mismo en él, pero él decía que yo lo
enloquecía cada día más. Así que quería saber si él también se sentía tan vivo
como yo y para eso, tenía que hacer lo mismo que él me hacía. Eso sería fácil
porque con él me sentía capaz de hacer cualquier cosa. Metí mis manos bajo su
camisa en su espalda y lo comencé a acariciar mientras él seguía besándome el
cuello y la garganta, en cuanto lo toqué, se tensó bajo mis manos y me dio un
pequeño mordisco en el cuello que me hizo gemir, mis manos fueron subiendo por
su espalda hasta que le saqué la camisa con un movimiento rápido y él volvió a
buscar mis labios con insistencia.

Estaba sobre mí y mis manos recorrían cada pulgada de su piel con suavidad pero
con toques firmes, en un movimiento rápido rodó en el colchón y me puso sobre
él, comencé a besarlo en el cuello y fui bajando hasta su marcado abdomen,
luego ascendí hasta volver a sus labios y besarlo con locura y pasión, a veces yo
solía perder el control y él tenía que detenerse para no ir más lejos y hacer algo
que todavía no estaba lista. Pegué mi frente en la suya mientras los dos
respiráramos agitados, seguía sobre él y realmente me sentía cómoda, como si tal
cosa fuera lo más natural del mundo. Lentamente me fui alejando hasta que
quedé sentada sobre él, eché mi desordenado cabello hacía atrás y contemplé al
único hombre que ha podido hacerme feliz y a la vez enojar y hacer que eso sea
algo maravilloso. Él se sentó conmigo aún encima y me rodeó la cintura
sonriendo, crucé mis brazos sobre sus hombros y escondí mi cara en su cuello.

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–¿Qué estás haciéndome?–pregunta y no entiendo muy bien a que se refiere.

–¿Qué quieres decir?–pregunto todavía escondida en su cuello.

–Tú. Estás haciéndome sentir cosas que pensé que nunca sentiría.–dice y yo
sonrio.

–¿Cosas buenas o cosas malas?–pregunto y él me hace salir de mi escondite para


mirarlo.

–Cosas maravillosas.–dice y mi corazón se detiene un segundo con sus palabras.

–No eres el único que siente cosas.–digo mirándolo fijamente.–Eres el primero que
me hace sentir, prácticamente todo.–hago un ademán con la mano haciendo
referencia.

–¿Todo?–pregunta acercándose peligrosamente a mis labios y yo asiento con mi


mirada en su boca.

–Sí, puedo sentir demasiadas cosas a la vez, cosas que ni siquiera tenía idea de
que podía sentir.–digo rozando sus labios con los míos.

–Eres muy importante para mí, ¿lo sabes?–dice peinando mi cabello con sus
dedos.

–¿Qué tan importante?–pregunto haciendo lo mismo con su cabello.

–Tan importante, que dejaría todo lo que tengo sólo por estar contigo.–dice
tomando mi cara entre sus manos y yo sonrio abiertamente.

–Eso es mucho.–digo y lo vuelvo a besar, como si no lo hubiese hecho hace un


momento.–Te quiero, ¿lo sabías? Te quiero como nunca he querido a nadie en mi
corta vida.–vuelvo a estampar mis labios en los suyos y él me recibe con su
lengua.

–Yo también te quiero, más de lo que imaginas.–dice pegandome a su pecho.

–¿Te quedas conmigo ésta noche?–digo respirando su aroma y guardándolo en mi


memoria.

–Claro, por eso me traje un poco de ropa.–dice y yo alzo un poco las cejas.

–Bueno, si gustas cambiarte ya sabes donde puedes hacerlo.–digo aún pegada a

109
su pecho.

–Cuando tu me sueltes lo haré.–dice en tono burlón y yo me separo de él a


regañadientes y me acuesto en el centro de la cama, él se levanta y agarra un
pequeño bolso que puso en el mueble de la esquina del cuarto, se mete en el
vestidor sólo empujando la puerta que queda entreabierta y vuelve un poco
después usando solo unos shorts. Se acuesta y me abraza pegando mi espalda en
su pecho, entrelaza sus manos con las mías y besa mi cabello una y otra vez que
me hace reír por lo tierno que está siendo.

–No apagaste las luces.–murmuro y él resopla antes de levantarse para apagar las
luces menos una lámpara que está en mi mesa de noche y cerrar las cortinas
hasta que la habitación queda casi en las penumbras, se vuelve a acomodar bajo
las mantas a mi lado y yo apago la última lámpara.

–Buenas noches, Meredith.–dice en mi oreja.

–Buenas noches, Adam.–digo y espero a que se quede dormido. Suspiro


profundamente cuando lo hace, y comienzo a pensar en lo que puede haber en
los archivos que he robado sin que nadie se diera cuenta.

Estoy ansiosa por saber cual es el misterio de este caso, porque mi tío todo el
tiempo evade mis preguntas diciendo lo mismo de siempre: “Están haciendo todo
lo posible por conseguir a la culpable”. Eso no es suficiente, para Jane no es
suficiente, para Lydia no es suficiente, para mí no lo es tampoco. Quienquiera que
sea la autora de todos estos hechos, debe de tener alguna razón para hacerlo y
yo no consigo ninguna, ni siquiera puedo inventar una y espero que no vuelva a
atacar a nadie más. Ahora solo quiero disfrutar de la seguridad que me brinda mi
novio al abrazarme de ésta forma mientras él está dormido. Le dije que lo quería,
cosa que nunca había hecho, ni siquiera con mi mejor amigo Tom he sido tan
directa y eso que a él le cuento todo sobre mi vida, ésta misma mañana hablé con
él y lo puse al tanto de los hechos más recientes. A mis padres y a mi hermana
siempre les dejé claro mi amor por ellos, a mamá siempre le he dicho que la amo
y a papá se lo decía siempre, y lo amaré por siempre. A Leigh Anne también se lo
he dicho, pero ha sido algo así como: “Te quiero hermana, cuidate ”. Pero decirle a
un hombre que lo quiero, es como si no estuviese siendo yo misma. Me quedo
dormida media hora después de pensar y pensar en la memoria que está en el
bolsillo de mi chaqueta.

Despierto y lentamente abro los ojos, es temprano todavía porque no se ve


mucha luz en la ventana, me giro para verlo, él está profundamente dormido, así
que decido levantarme con cuidado de no despertarlo y entro al armario buscando
mi chaqueta, anoche me quité la ropa tan deprisa que la dejé en el suelo tirada,

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saco la memoria del bolsillo de la chaqueta y salgo del armario pensando en las
opciones que tengo para ver los archivos sin que nadie me vea. Mi única opción
es el despacho de mi papá que está al lado de la sala.

Bajo silenciosamente las escaleras hasta la sala y entro al viejo despacho de mi


padre, es una habitación pequeña, con un escritorio con ordenador, sillas de
madera, muebles grandes y una biblioteca con libros míos. Me siento en la silla
detrás del escritorio y enciendo el ordenador, meto la memoria en el lector y
espero a que los archivos carguen.

Al principio sólo es información que ya sabía, la escena del crimen, el cuerpo de


Jane sin vida en la dulcería, mi testimonio y lo que esperaba ver, el vídeo del día
del asesinato. Busco unos audífonos en uno de los cajones del escritorio y lo
conecto al ordenador colocándome uno en el oído derecho. Le doy reproducir al
vídeo y espero. Jane está acomodando unos dulces en un anaquel frente a las
neveras de las bebidas y de repente una figura alta y oscura con una larga
cabellera rubia, camina con decisión hasta donde está Jane y la hace girar
colocando una mano en su hombro, ella la mira desconcertada y en un abrir y
cerrar de ojos saca un inmenso cuchillo y se lo clava a Jane en el estómago, luego
lo saca y se va por el pasillo del que salió, Jane cae al piso mientras su sangre la
rodea y entonces escucho mi propio grito, aparezco yo agarrando a Jane y
sosteniéndola en el último momento de su vida, Adam y el señor Phillips aparecen
unos segundos después y Adam me saca de ahí agarrandome por el brazo, Rose
se para al lado del señor Phillips que está abrazando al cuerpo sin vida de su hija,
ella saca su teléfono y lo coloca en su oreja mientras habla rápidamente. Miro
todo el vídeo con lágrimas en los ojos y reproduzco otro, es de cuando Rose y yo
entramos en la tienda y miramos a todas partes buscando a Jane, hay otro de la
parte trasera de la tienda en donde se ve cuando la asesina entra forzando la
puerta.

No hay más vídeos que quiera ver, encuentro una carpeta con expedientes de
posibles sospechosas, una cantidad innumerable de mujeres rubias con veinte
años que viven entre Madison y Milwaukee, creo que tardaría un año en ver todos
los expedientes, pero me llama la atención un expediente, el nombre de la mujer
es Ashley Reed, de veintiún años, y con residencia en Australia. Que raro, ¿por
qué hay un expediente de una chica que vive en Australia? Me sorprendo cuando
veo las familias con las cuales está relacionada, Los Stynson's y hasta la mía
tienen relación con su familia. Hay una nota al final que dice: “La señorita Reed
volvió al país tres meses antes del asesinato y su madre alegó que no la ve desde
hace dos meses, encontramos una hebra de su cabello en la escena del crimen
por lo que la hace sospechosa. No ha sido posible ubicarla ni en el condado ni en
Australia”. Junto las cejas un poco confundida con esa nota, ¿cómo es que no han
podido encontrarla todavía? Ella podría ser la asesina, tiene las mismas

111
características señaladas, la estatura y hasta encontraron un cabello suyo en la
escena del crimen. De todas las sospechosas, ella es la única que no ha dado una
declaración. No entiendo, no puedo entenderlo, es difícil de comprender. ¿Por qué
mierdas la policía no ha hecho nada para dar con ella? ¿Por qué mi tío no me dijo
nada de esto a pesar de que le pregunté mil veces?

Me quedo un rato pensando, descansando la barbilla en mi puño. Tienen pruebas


como para arrestarla e interrogarla, es inocente hasta probar lo contrario. La
próxima vez que vea a mi tío le preguntaré si ha investigado más a fondo sobre la
extraña desaparición de Ashley Reed, que tiene una pinta de niña rica y
malcriada, como la ex de Adam... Adam, lo dejé solo hace mucho rato y no tardará
en despertar, son las siete, tal vez pueda volver a dormir. Desconecto la memoria
y la meto en el ultimo cajón, bajo unos papeles, nadie entra aquí, solo yo y es
cuando quiero estar sola, mamá no entró aquí más nunca después de la muerte
de papá y Ava a veces limpia el polvo que se crea. Pero del resto, soy la única que
entra aquí de vez en cuando. Salgo en silencio de la oficina y subo las escaleras
con cuidado de no hacer ruido, a pesar de que estoy descalza. Suelto un suspiro
de alivio al comprobar que él sigue dormido, ni siquiera parece que se fuera
movido, rodeo la cama y me acuesto colocando sus brazos alrededor de mi
cintura, él de inmediato me pega más a su pecho respirando en mi cabello, me
siento mal porque quiero contarle lo que he hecho, pero no sé si le va a agradar
saber que estoy siendo imprudente, él cree que yo ya superé lo del incendio, pero
a veces todavía me embarga esa sensación de miedo. Mi búsqueda de pistas me
dejó un poco pensativa.

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Di Lo Que Quieras.

El sábado la pasamos bien, él se despertó antes que yo, pues me volví a quedar
dormida, me despertó por medio de besos y caricias en mis brazos y hombros,
cosa que no tardé en sentir. Luego desayunamos con mamá, Ava y Lux que me
dio una mirada cómplice. Más tarde le conté lo que había visto y ella juntó sus
cejas al final, estaba confundida al igual que yo, la policía no estaba haciendo el
mayor de los trabajos buscando a la mayor sospechosa, más bien estaban muy
tranquilos mientras que nosotras seguíamos pidiendo justicia, no entendíamos,
tenían pruebas para por lo menos interrogarla, si por alguna otra razón ella había
ido antes a la tienda y por causalidad de la vida una hebra de cabello suyo cayó
en el suelo en el mismo lugar donde asesinaron a Jane y de paso es rubio como el
de la asesina, ya debería de haber testificado que no tenía nada que ver con ese
homicidio y que si habían encontrado un cabello suyo ahí sería también porque
había ido antes, eso lo podían confirmar si mirasen las cámaras de seguridad de
la tienda. Por lo que, como ella ni siquiera ha aparecido, nos hace sospechar más
de ella.

Ahora lo que no entendemos.

¿Por qué una mujer que proviene de una buena familia y que tiene suficiente
dinero como para nadar en él, asesinaría a una chica que ni siquiera tenía algún
problema con alguien? Porque yo no me explico, no encuentro una razón para por
lo menos justificar su asesinato, porque no la hay, no la hay y no la habrá, sólo
alguien con mente retorcida y criminal haría algo así.

A la final no terminamos de entender, ni siquiera teníamos una idea hipotética,


Jane era de las que siempre decía las cosas en la cara sin miedo a las
consecuencias, era clara y directa con todos, súper atenta a sus clases y amistosa
con los que de verdad apreciaba. Su muerte merecía justicia desde el primer
momento y nosotras no podíamos dormir en paz hasta que eso sucediera. Lux se
fue más tarde diciendo que tenía cosas que hacer, cosa que dudé, ella siempre se
quedaba en casa los fines de semana, hablábamos millones de cosas hasta morir
y ella luego se iba a dormir toda la tarde y después volvía a dormir en la noche,
ella amaba dormir. Aunque ahora no lo hacía mucho, hasta se despertaba
temprano, de hecho, cuando le pregunté por Drake, ya que se la pasaban todo el
tiempo juntos pero no eran nada todavía, evadió el tema y me preguntó por mi
relación con Adam.

Le dije que estaba preguntándome qué tan seria es mi relación con él. Porque hay

113
veces en las que lo trato como amigo, como cuando nos conocimos, hay veces en
las que lo trato como si fuese mi vida, con mucho cariño cosa que no es muy
normal en mí, yo no soy cariñosa con nadie que no me nazca y con él me nace mil
veces más de lo normal, hay veces en las que lo quiero matar y hacer que
desaparezca cuando me pone histérica y hay veces en las que no quiero que
nuestra relación se acabe, no lo sé, se ha convertido en una persona muy
importante para mi en estos meses.

A media mañana a mi mamá le dio por hacer un día de piscina, así que la
ayudamos con todo, llamó a mis tías para que viniesen, a mis tíos, y a Clara.
Adam se fue un momento a buscar más ropa y volvió un poco después cuando yo
me estaba dando una ducha, me había probado varios trajes de baño y a la final
me decidí por un bikini negro con franjas blancas en la parte de arriba, la parte de
abajo era negra. Me puse un vestido playero encima y bajé buscando a mi novio.
Lo encontré en el patio sentado en una tumbona al lado de mi mamá, ellos
hablaban de forma casual, pero no era eso lo que yo veía. Él estaba vestido solo
por unos shorts de playa de color azul, se me secó la boca, me quedé parada en
el umbral de la puerta de cristal que da al patio mirando su torso definido y
marcado por unos irresistibles abdominales que me volvían loca. Sonreí
recordando la noche pasada cuando le arranqué su camisa y dormí pegada a él.

Como si sintiese mi presencia, él giró su rostro y me miró con esos ojos


hipnotizantes y que ahora se veían más azules que nunca, me estudió de abajo
hacia arriba mientras caminaba hasta él y me senté a su lado sonriendo.

–¿De qué hablan?–pregunto y mi mamá sonríe.

–De que hace tiempo que no hacemos un día de piscina.–dice ella mirándonos por
detrás de sus lentes de sol con curiosidad.

–Ah, sí no recuerdo cuando fue la última vez.–digo pensativa, la verdad que no


recuerdo.

–El año pasado hice una, pero te fuiste a Nueva York y no estuviste.–dice y yo
muestro los dientes.

–Cierto, bueno ésta vez sí estoy aquí.–digo y ella asiente lentamente con su
mirada perdida en algún punto de la piscina. El timbre suena y ella vuelve a la
realidad irguíendose en la silla.

–Apuesto a que es Stella.–dice.

–Tía Stella siempre es la primera en llegar.–digo y un segundo después, mi tía

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Stella y Dove salen por la puerta sonriéndonos, me levanto y al mismo tiempo se
levantan mi mamá y Adam. Dove casi me salta encima cuando me abraza, y mi
mamá y mi tía se abrazan fuertemente.

–¿Cómo estás? Te ves increíble.–dice ella abrazandome todavía.

–Ehm, bien. Gracias.–digo alejándome y ella mira a Adam que está detrás de mí y
casi se le cae la boca al verlo.–Ah, ¿recuerdas a Adam?–digo y ella parpadea, la
jalo hasta donde está él.–Adam, no sé si recuerdas a mi prima Dove.–él asiente y
le sonríe a ella, Dove parece paralizada, congelada.

–Mere me ha hablado mucho de ti.–dice y ella junta sus cejas mirándome.

–¿Mere?–dice confundida y yo me rio un poco.

–Él me llama así.–digo y él me rodea los hombros con un brazo.

–Ah, mi prima me ha contado sobre ti también.–dice ella sonriendo como


cómplice.

–Lo imagino, sabía que se lo ibas a contar a todas tus amigas.–dice


sarcásticamente y le doy un codazo en las costillas cuando Dove se ríe por lo que
ha dicho.

–¿Ves lo creído qué es?–le digo bromeando a Dove y ella asiente riéndose.

–Vaya que sí. Pero creo que eso es lo que te vuelve loca, ¿no? Algo así me dijiste
la semana pasada.–dice ella y yo niego riendome.

–No creo que sea eso lo que haya dicho específicamente.–digo con una mano en
mi barbilla haciéndome la pensativa.–Creo que dije que me vuelve loca lo intenso
que es.–digo y él se ríe. Nos sentamos en las tumbonas y hablamos de
trivialidades, sobre el trabajo de Adam, sobre los ensayos del coro de Dove y lo
estresada que la pone ya que ella es la solista y clasificaron para las nacionales.
Más que todo, ella nos miraba sonriendo por como estábamos sentados, no
teníamos distancia entre nosotros, su brazo me rodeaba por la cintura y mis
manos estaban sobre su rodilla, de vez en cuando le daba pequeños golpes a
medida que iba hablando y me daba pequeños besos en el cabello, pero no
superaba la mirada de ternura que Dove nos daba a través de sus ojos esmeralda
como los de mi madre. Ella es más que una prima, como una hermana, yo tenía la
ventaja de llevarme bien con todas mis primas, que sólo eran tres ya que somos
una familia pequeña, mi mamá tiene dos hermanas y cada una solo tuvo una hija,
Dove y Lexi y mi papá tiene dos hermanos y sólo uno tiene tres hijos, Carl, Zack y

115
Beth que son mellizos, por fortuna, ellos también se llevaban bien con mis primas
era como si también fuesen sus primas, ya que la esposa de mi tío John es hija
única.

Minutos después ya habían llegado más familiares, mi tía Lisa y mi prima Lexi,
que se sorprendieron al ver a Adam, Lexi se unió a la conversación, mi tío John
llegó con mi tía Lucy y mis primos, para mi sorpresa, Adam y Carl ya se conocían
y empezaron a hablar como si fuesen viejos amigos y es que cursaron toda la
secundaria juntos, Zack empezó a bromear como siempre, él y Beth eran tan
distintos, tanto física, como mentalmente. Carl y Beth tienen los mismos ojos de
su madre, de un azul clarísimo, grandes y redondos, de facciones finas y cabello
castaño rojizo, mientras que Zack era más como mi tío de ojos marrones oscuros
y cabello castaño oscuro como todos los Hannigan eramos. Un poco después llegó
Clara, Kyle, Rose y Blake. Ellos dos, de inmediato se unieron a nosotros y
empezaron conversación sin problema, más que todo Blake y Dove, ellos
hablaban con soltura y Dove se reía mucho, mientras que Rose hablaba de
trivialidades con Carl, que parecía hechizado por ella y como no, si el mismo
poder lo tenía Adam y los había usado conmigo desde el primer momento en que
nos vimos. Sólo que yo me resistía a sus encantos.

El resto de la tarde la pasamos entre bromas, fotos con mis primas, bailando
alocadamente jugando en la piscina, comiendo bocadillos, bebiendo sodas,
caricias y besos entre Adam y yo que sorprendió mucho a todos, por mi forma de
actuar cuando él está cerca, es como si fuésemos uno solo. Pero aparte de eso,
me extrañaba que Lux no esté aquí. Ella adora los día de piscina y yo la llamé en
cuanto mamá se dispuso a arreglar todo, dijo que en un rato llegaría y ya habían
pasado horas desde eso, la noté un poco ausente toda la semana. Cuando todos
se calmaron un poco y se dedicaron a murmurar entre ellos, habíamos estado
riendo y corriendo por todo el lugar jugando a la mancha como niños pequeños,
entré a la casa para preguntarle a Ava por Lux, mamá y el resto de los adultos
estaban adentro en la cocina y corredor hablando entre ellos. Ava estaba en la
cocina hablando con mi tía Stella, me acerqué a ellas y las dos me miraron con
curiosidad.

–¿Haz sabido algo de Lux?–pregunto y ella asiente.

–Está en su habitación, mi niña.–dice haciendo una mueca.–Dijo que no tenía


ánimos de nada, la he sentido rara últimamente. ¿Sabes qué le pasa?–pregunta
preocupada.

–No, la verdad yo también la he notado ausente, iré a hablar con ella.–digo


saliendo de la cocina y subo corriendo las escaleras hasta la habitación de Lux,
toco un par de veces y ella me da permiso de pasar.

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–Hola.–saluda ella en cuanto me ve, está sentada en el marco de la ventana
mirando a la calle frente de la casa, me acerco a ella y la miro más de cerca,
parece haber estado llorando.

–¿Qué pasó?–digo captando su atención, ella de inmediato niega y pierde otra vez
la mirada en la calle.–Lux, mirame, ¿qué pasó?–digo tomándola de la barbilla para
que me mire a los ojos.

–¿Por qué todo tiene que ser complicado?–dice ella al fin con voz quebrada y yo
junto mis cejas, muy pocas veces ella se muestra vulnerable y eso es cuando
alguien está interfiriendo en su vida: su padre.

–¿Qué te dijo ahora?–pregunto un poco molesta, el padre de Lux si bien ha sido


responsable con ella, no ha sido el mejor y el más cariñoso con ella, en cambio la
ha menospreciado en varias ocasiones y se ha dedicado a crear otra familia, por
eso, ella es como mi hermana, porque mis padres la trataron como a una hija
siempre.

–Él se va a ir a Florida, dice que quiere llevarme con él ya que cree que mamá no
podrá hacerse cargo con todo ahora que tengo que iniciar la universidad, pero yo
no me quiero ir, no con él y la bruja de su esposa que me trata como a una
esclava y esos niños bochornosos que no los paso por nada en el mundo. Él solo
quiere que yo estudie lo mismo que él pero yo no quiero, yo quiero ser como
mamá. Además... yo..–dice rápidamente y a lo último se detiene cerrando los ojos,
una lágrima se escapa por su mejilla y ella rápidamente la aparta, noto un
moretón en su brazo y la miro atónita.

–¿Quién te hizo eso?–digo tomando su brazo y ella aprieta los labios.

–Esa maldita arpía.–dice con los dientes apretados.

–¿Te golpeó? ¿Y él no hizo nada?–digo molesta y ella asiente lentamente.

–Él me ha... golpeado antes, solo por defenderla a ella.–dice bajito pero con voz
quebrada y yo parpadeo asombrada y molesta.

–¡¿Qué?!–casi grito y ella da un respingo antes de volver a asentir.

–Lo ha hecho un par de veces en las que he tenido fuerte discusiones con ella y la
he insultado sin poder evitarlo y luego ella se lo cuenta a él y bueno, por no
disculparme, me ha golpeado.–murmura ella afigida y con la cabeza gacha, yo
cada vez me voy enfureciendo un poco más. En mi vida mi padre nunca nos

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golpeó ni a mi ni a mi hermana y a mi madre, nosotras eramos su vida y él jamás
nos lastimó, y mamá tampoco me golpeó nunca, a pesar de todos los dolores de
cabeza que le causé.

–¿Se lo haz dicho a tu madre?–cuestiono adivinando la respuesta y es que si Ava


supiera sobre esto ella no seguiría viviendo con su padre.

–No.–admite ella mirándome.

–¿Por qué no?

–Porque tenía miedo.–dice y yo la miro desconcertada, ¿miedo de qué?

–¿De qué?–ella suspira y vuelve a mirarme con los ojos vidriosos.

–De que él me separe de mamá otra vez, dice que puede separarme de ella con
solo mover un dedo si no hago lo que él dice. Y yo no quiero perder a mamá, no
cuando ella ha trabajado duro por nosotras, no cuando ella estuvo dispuesta a
dejar su sueño por tenerme.–dice y yo asiento comprendiendo.

–Pues te quedaras aquí, ésta también es tu casa hemos crecido juntas, además no
falta tanto para que cumplas la mayoría de edad y puedas mandar al demonio a
tu papá con la abusiva de su esposa. Vivirás con tu madre y la mía, podrás
estudiar la carrera que te gusta y hasta podrías intentar algo con Drake.–cuando
digo lo último ella me mira perpleja, si ella creía que yo no sabía que entre ellos
dos no pasa nada, se equivoca. He visto como se miran y como actúan los dos
cuando están juntos.–Sé que tú y él se gustan.

–¿Tanto se nota?–pregunta y yo asiento sonriendo.

–Pues si uno se fija con atención, sí. Se miran de una forma poco común.–digo y
ella se sonroja un poco de repente.–¿Por qué esa cara? ¿Qué hiciste?–pregunto
haciendo que me mire, la conozco demasiado como para saber cuando a hecho
algo fuera de lo normal.

–Lo besé.–dice y yo abro los ojos de par en par.

–¿Y él que hizo?–pregunto intrigada, ella se ríe y sacude la cabeza.

–Me correspondió el beso.–responde tapándose la cara y yo junto las cejas, no


entiendo su actitud, yo estaría emocionada y no sé un poco más alegre.

–¿Entonces? ¿Cuándo ocurrió eso?

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–Hace un rato, antes de venir para acá. Él estaba parado frente a la cafetería y yo
iba a decirle a Cissy que trabajaría mañana todo el día, no quiero volver a esa
casa y estaba muy alterada. Bueno, después de salir, él se acercó notando que
estaba un poco llorosa, me dijo que contaba él para lo que sea ya que él sabe que
las cosas en casa de mi padre no están del todo bien, me abrazó cuando me
iba...–ella sonríe, evocando el momento, seguramente.–Lo besé importandome
poco si alguien nos veía, si él no lo aceptaba, pero para mi sorpresa, me besó
como nunca antes me han besado y de verdad disfruté el momento.–dice
sonriendo como boba y yo niego rodando los ojos.

–¿Qué hiciste después de eso?–pregunto y ella enseña los dientes con expresión
culpable.

–Le dije que olvidara lo que había hecho y me fui.–dice y yo me contengo antes de
darle un puñetazo, a veces a Lux hay que abrirle los ojos.

–¡¿Te volviste loca?!–digo tan fuerte que creo que me escucharon en todo el
condado.–¿Por qué hiciste eso?

–No lo sé, me sentía mal y pensé que me estaba aprovechando de eso para estar
con él ya que lo he estado evitando todo el tiempo desde la semana pasada.–dice
y yo vuelvo a juntar mis cejas.–No me mires así, es que somos de mundos
distintos, él lo tiene todo, sus padres y su hermano darían la vida por él, sus
primos lo adoran y no se diga de sus primas, es inteligente, guapo, el capitán del
equipo de baloncesto y además no tiene tantos prejuicios. En cambio yo soy todo
lo contrario a él...

–Para, para, para.–la detengo con las manos y ladeo la cabeza.–No eres contraria
a él, tu también eres inteligente, atractiva, un poco prejuiciosa. Y muchos te
adoramos Lux, papá lo hacía, ¿lo recuerdas? Le gustaba cuando tu le preparabas
ese emparedado de jamón y huevo que tu haces, y mamá, ni se diga, ella siempre
adoró que tu fueses mi amiga, Leigh Anne te cuidó como una hermana mayor, tu
mamá te ama, yo te quiero mucho y las chicas también lo hacen, Jane lo hacía,
hasta mis primos te quieren, eres como su prima postiza.–digo tomando sus
manos, hablando con sinceridad, si hay alguien que conozca todos mis secretos
esa es Lux.–Así que como lo buena amiga que soy, llamaré a Drake y le pediré que
venga y te de un beso que te haga entrar en razón de una maldita vez. Ésta no es
la Lux que conozco, mi amiga es un torbellino que siempre va de aquí para allá
llenando de energía todo a su paso.–digo sacando el teléfono para marcarle a
Drake, pero antes de que lo encienda, ella me lo quita.

–Yo lo llamaré, no te preocupes.–dice regresandome el teléfono.–Le diré que venga

119
y hablaremos.–sonríe y yo asiento.

–Bien, yo volveré abajo, todos deben de estar preguntándose en donde me metí.–


digo y ella se ríe.

–Bajaré en un momento.–dice cuando yo ya estoy saliendo, cierro la puerta y en


vez de bajar, voy a mi habitación. Me siento en la esquina de la cama y paso mis
manos por mi cara con frustración.

No puedo creer que Lux esté pasando por esto y nunca lo sospeché, ella siempre
sonreía, se preocupaba por los demás, le iba bien en la escuela, nunca ha faltado
a un compromiso y es puntual. Y que su padre la haya golpeado solo por defender
a su esposa es algo muy bajo, yo ya le fuera puesto una denuncia y una orden de
restricción para que no se me volviera a acercar más nunca en su vida. Pero como
Lux está acostumbrada a verle el lado bueno de las cosas, oculta sus temores y lo
que la acongoja, nunca ha demostrado cuando está lastimada y ese ha sido su
peor error ya que así su padre se aprovechó de su coraza y su miedo
chantajeándola con llevársela lejos de aquí. Lux vivió los primeros diez años de su
vida un poco alejada de su madre, Ava quedó embarazada de ella cuando se
graduó de la universidad de gastronomía con honores aún así ella no pudo irse a
cumplir su sueño de trabajar en un gran hotel de turismo y tuvo a su hija, después
tuvo que buscar un trabajo porque no le alcanzaba lo que había ahorrado por
años, no tenía a nadie para que cuidara de Lux y entonces tuvo que llamar a su
ex, él le dijo que se haría cargo de pagar una guardería y así lo hizo, Ava no
pasaba tanto tiempo con ella porque trabajaba todo el día y cuando la veía
aprovechaba cada segundo para disfrutarlo con ella, porque después de que ella
nació, ya nada fue igual, luego cuando Lux inició la primaria, su padre se la llevó
porque Ava no podía estar llevándola y trayéndola, su trabajo no le daba ni un
respiro y ella ya estaba al borde, así que Lux se fue a vivir con su padre, la veía
solo los fines de semana y Ava sentía que cada día perdía a su hija un poco más y
decidió buscar un mejor empleo, consiguió uno de cocinera principal en un café
restaurante, no era tan pesado por lo que a veces Lux se quedaba y ella la llevaba
a la escuela, poco a poco fue recuperándola hasta que conoció a mi mamá. No
solo encontró un mejor trabajo con dos días libres, un techo para vivir y un buen
salario, encontró la oportunidad de recuperar a su hija ya que cuando mamá supo
que tenía una hija de la misma edad de la suya, no le vió ningún problema al
caso, le pareció fantástico. Conocí a Lux el primer día que llegué aquí y de
inmediato nos hicimos amigas, tanto que llegábamos juntas de la escuela y
pasábamos toda la tarde jugando, así Ava recuperó a su hija y yo obtuve una
amiga.

Lux puede vivir aquí, tiene su habitación y pues Ava puede costear sus estudios
sin problemas ya que ha estado ahorrando desde que Lux nació para que ella

120
pueda ir a la universidad, Ava se emocionó bastante cuando Lux le dijo que quería
estudiar gastronomía, desde ese momento ella se dedico a guardar dinero para
que a ella no le faltase nada nunca jamás. Y así sería, aunque yo me fuese a
Nueva York.

Me acerco a la ventana y pierdo mi vista en el exterior, dicen que para poder


amar hay que sufrir y yo no sé hasta que punto se debe sufrir para poder ser
completamente feliz. Todos tenemos una historia, algunos sufrimos más que
otros, estamos los que nos mostramos indiferentes por fuera pero por dentro
estamos destrozados de muchas maneras, están los que les gusta el drama y
hacerse las víctimas todo el tiempo y solo logran lastimar a las personas de su
alrededor, y los más valientes son los que sufren pero viven la vida al máximo y
siempre están dando lo mejor de sí mismos porque no les gusta decepcionar a
nadie. Como quisiera ser como esas personas que viven sin miedo a mostrarse, a
ser juzgados, a volver a salir lastimados y que siempre andan con la cabeza en
alto y cuando aman, aman con locura. Pero a mí, me tocó ser indiferente,
reservada, odiosa, directa, sarcástica y con un muy buen gusto por la moda. Eso
último es lo mejor de todo. Pero, siempre hay peros, creo que estoy un poco
cambiada debido a él, de alguna u otra forma él ha ido avanzando en su misión de
conocerme tal cual de manera rápida, derribando barreras que he construido por
años y haciéndome olvidar todo lo malo que he hecho alguna vez.

Su olor me llega antes de que sus brazos rodeen mi cintura y me da un beso en la


mejilla, me giro en sus brazos y pego mi mejilla en su pecho suspirando.

–¿Qué haces aquí sola?–pregunta y me encojo de hombros.

–Nada, sólo acabo de hablar con Lux y ella no se sentía muy bien.–digo pegada a
su pecho.

–Lo que sea que le hayas dicho la hizo sentir mucho mejor porque traía una
enorme sonrisa en su rostro cuando bajó a saludar.–dice y yo asiento.

–Le ayudé con algo.–digo y el besa mi cabello, alzo el rostro para verlo y sonrio.

–Todos abajo preguntan por ti.–dice y me alzo sobre las puntas de mis pies para
quedar más cerca de su rostro.

–Entonces debemos bajar, porque mis primos son unos pervertidos.–digo antes de
besarlo con fiereza y llevo mis brazos a su cuello para sostenerme porque sino me
caigo.

Solemos tener este tipo de encuentros, ya sea porque de repente me dieron

121
ganas, o porque a él le dieron ganas, cuando hay mucha tensión entre nosotros y
no podemos resistirnos mucho más y nos besamos como si no hubiese un
mañana, pero siempre nos detenemos antes de que las cosas se salgan de
control, justo como hacemos ahora, pero no es porque las cosas se estén saliendo
de control, no, Rose está parada en la puerta de mi habitación mirándonos con la
boca abierta y las cejas alzadas. Me separo un poco y arreglo mi vestido que se
había subido un poco.

–Siento interrumpir.–ella es la primera en hablar, está un poco sonrojada, en


cambio yo ni sé que color debe de tener mi rostro.–Pero se están perdiendo de la
diversión allá abajo, claro, no es que aquí no se estén divirtiendo.–señala con una
ceja alzada y una sonrisa malévola.

–Sí, bueno, ya bajamos.–digo y ella asiente saliendo de mi habitación, no sin antes


guiñar un ojo. Miro a Adam y él me sonríe tomando mi mano y entrelazando
nuestros dedos.

–Vayamos antes de que piensen que estamos haciendo otra cosa, conociendo a
Rose, seguro ya les dijo a todos que estamos teniendo nuestra propia fiesta aquí.–
dice él sonriendo y una risa escapa de mis labios.

–Conociendo a mi familia, pensarán que no es una fiesta apta para todos.–digo


saliendo de mi habitación y cerrando la puerta, él se ríe y bajamos las escaleras
hasta el patio, donde todos nos miraron por un segundo y después siguieron con
lo que estaban haciendo, algunos jugaban dominó y los demás observan con
atención, rodé los ojos cuando Rose nos miro alzando las cejas un par de veces y
se rió para después concentrarse en el juego ya que ella estaba jugando.

Cuando se hizo tarde, todos volvieron a sus casas excepto Lux que se quedó,
definitivamente no iba a volver a su casa, yo la acompañaría al siguiente día a
empacar todo, ya le había dicho a Ava que no quería seguir con su padre y tanto
ella como mi mamá se pusieron felices, está vez no la dejé tomar, la última vez
estuvo con una horrible resaca y no volvería a pasar, así que se pusieron a
cocinar. También iba a ir con Lux al centro comercial para comprarle un regalo a
Clara por su cumpleaños que sería el lunes, mamá me había dicho que a Clara le
gustan los discos de vinilo y las perlas. Todavía no sabía cual de las dos cosas
regalarle.

En la mañana Lux y yo fuimos a la casa de su padre en mi camioneta, entramos


sin más y de inmediato la esposa de su padre, Iliana una mujer de estatura
mediana, rubia y delgada, salió de la cocina, iba a hablar pero me vió y se limitó a
saludarme con gracia, hipócrita, después de lo que le hizo a Lux no soportaba
verla, la saludé fríamente y subí junto con Lux a su habitación y empezamos a

122
empacar todo en unas cajas que llevamos y otras maletas que Lux tenía bajo la
cama, como ella vivía en dos lugares, fue fácil empacar todo y antes del mediodía
ya estábamos guardando todo en mi camioneta. Cuando Iliana vió lo que
hacíamos, empezó a protestar y a amenazar a Lux, tuve que intervenir antes de
que perdiera la cordura.

–¡Que ni se te ocurra tocarla!–casi le grité cuando le alzó la mano a Lux y me puse


frente a ella, me veía más alta gracias a mis botas.

–¿Tú quién te crees?–brama ella echando humo por todas partes.

–Yo, soy su mejor amiga, su hermana. Y no voy a dejar que la toques.–digo seria
pero furiosa.–Tú la tocas y te hundo, ¿comprendes, Iliana? Ella se viene conmigo y
con su madre, que es donde debe estar. Ya es hora de que te busques a otra
esclava, porque ésta, ya es libre.–y con eso la dejamos ahí, yo esperé en la
camioneta mientras que Lux terminaba de acomodar algunas cosas, después
agarró sus llaves, sacó la copia que tenía de esa y se la lanzó a los pies de Iliana.
Ella las agarró estupefacta y miro a Lux con clara molestia.

–Si él te pregunta en donde estoy, le vas a decir que me largué y que ahora pude
hacer con su vida lo que le venga en gana contigo y tus mocosos, no quiero saber
nada de ustedes, ni siquiera quiero volver a verlos ni en pintura. Si lo hacen, ya se
las verán conmigo y mi madre.–dice ella subiendo al asiento del copiloto, yo
enciendo la camioneta y ella se asoma por la ventana cuando acelero.–¡Por cierto,
no eres la única perra con la que se acuesta!–grita ella cuando nos alejamos y yo
miro a Lux con los ojos como platos.

–¿Él tiene una amante?–pregunto y ella arruga la nariz.

–No solo una.–responde ella y hace una mueca de disgusto.–Hace un tiempo lo vi


saliendo de un motel en Milwaukee con una pelirroja operada, luego lo vi con una
morena besándose en su auto un día que yo conducía en la noche hacia tu casa.
Bueno la verdad no me importa, porque no le hizo nada a mi mamá nunca, ni
siquiera la amó y salió embarazada de mí por un descuido de ambos. Y mamá
tampoco lo amó, sólo se acostaron porque quisieron pero después de eso, se
mandaron a la verga cada uno, pero las cosas dieron un giro cuando nací, le
complique la vida a mi padre y llené de luz y vida la de mi madre, las decisiones
que ella tomó conmigo las hizo por mi futuro y bueno ahora la estoy empezando a
pasar bien.–dice y se ríe.–Voy a dejar de estresarme y voy a empezar a vivir mi
vida. Los demás pueden decir lo que quieran.

123
No Me Importa.

El domingo por la noche estábamos cenando en la cocina, Lux, Ava, mamá y yo.
Hablábamos sobre la última semana de clases y que mi cumpleaños es el jueves,
no quería hacer nada grande a pesar de que cumpliría la mayoría de edad, no me
gusta hacer tanto alboroto por mi cumpleaños. Quería ir a Nueva York el fin de
semana para visitar a Leigh Anne antes de su graduación, las dos tenemos
nuestra graduación este año y estábamos felices la una de la otra, también quería
visitar a Tom, según él pues ya no tengo tiempo para nada porque tengo novio y
me he olvidado de mi mejor amigo. Mamá se empeñó en acompañame, cree que
después no voy a querer volver, como me pasa siempre porque Nueva York es el
mejor lugar del mundo, pero estoy empezando a creer que el mejor lugar del
mundo es otro.

Adam vino más tarde y nos sentamos en la cocina a charlar de cosas sin sentido
en realidad, nos reíamos, nos besábamos y nos volvíamos a reír durante un largo
rato. Hasta que escuchamos una pelea de gritos en la sala. Automáticamente salí
de la cocina corriendo hasta la sala para ver que pasaba, últimamente mi vida
estaba siendo un poco escandalosa, frené en seco cuando vi al padre de Lux en la
sala, él me daba la espalda y Ava y Lux estaban frente a él, Ava tenía a Lux detrás
de ella de forma protectora, inmediatamente entendí lo que pasaba, Adam se
detuvo atrás de mí y observo la escena con el ceño fruncido.

–¡Cómo te atreves a llevarte a Lux sin mi consentimiento!–brama furioso él y Ava


alza una mano para que deje de hablar.

–Primero en principal, me bajas el tonito, y yo me puedo llevar a mi hija a donde


me de la gana, ¿qué te pasa? Antes no soportabas tenerla, ahora te ahorré esa
carga. Te podrás ir a Florida con tu esposa y tus hijos y de nosotras no volverás a
saber, no te preocupes.–dice Ava en tono pausado y con calma, mi mamá baja las
escaleras al haber escuchado tanto alboroto y se coloca a mi lado, intrigada.

–¡No! No vas a poder pagar su universidad y todo lo que ella desee porque nunca
haz podido. Siempre he tenido que hacerme cargo y...–Ava lo vuelve a interrumpir
con su mano.

–¿Quién te crees tú para decirme que no puedo pagar los gastos de mi hija? Yo fui
la que la tuvo nueve meses en el vientre, yo fui la que sacrificó todo por tenerla.
Que tu hayas querido hacerte “el responsable” no quiere decir que puedas hacer
lo que quieras con ella, porque ella no es feliz a tu lado, porque tu esposa la trata

124
mal, porque la crees niñera de tus hijos y la chantajeas con separarla de mi lado.–
dice ella y veo como él aprieta las manos en puños.

–Eso no es verdad.–dice con la quijada tensa.

–¿Cuál es tu insistencia de tenerla?–pregunta ella cruzándose de brazos.

–Es mi hija.–responde él secamente.

–La tienes como esclava.–dice ella molesta.

–¿Quién te dijo eso?

–Nadie, yo sólo lo sé y conozco a mi hija lo suficiente como para saber que le


pasa.

–Lo único que le pasa, es que conoció a un imbécil que le partirá el corazón. Por
eso no quiere seguir viviendo conmigo, porque le dije que no lo vería más.–dice y
Lux se coloca al frente de su madre furiosa.

–¡No es ningún imbécil! Y para tu información, lo sigo viendo todos los días y no lo
dejaré de ver por un tiempo, digas lo que digas.–dice ella con los puños apretados
a los lados.

–No te atrevas a levantarme la voz, si no...

–¿Si no qué? ¿Me vas a golpear? Adelante hazlo, o es que sólo porque no hay una
puta aquí para defender no lo haces, ¿es así?–dice ella y él alza la mano, antes de
que nadie se dé cuenta me pongo frente a él alzando las manos. Ni en sueños. A
Lux no la vuelve a tocar pero ni con el pétalo de una rosa, menos en mi casa.

–Tú la tocas y yo me encargaré de que pierdas tu trabajo, Peter Harper.–digo y él


parpadea mirándome, con ira en sus ojos.

–No te metas en asuntos que no son tuyos.–dice y me agarra el brazo clavando


sus dedos y hago una mueca de dolor. Adam aparta su mano de mi brazo y me
jala hacia él. Peter mira a mi novio un momento y trata de contenerse.–Señor
Stynson, no sabía que estaba aquí.–dice fingiendo que no ha pasado nada y Adam
niega con la cabeza ante su hipocresía.

–Señor Harper, le voy a agradecer, que se vaya y deje a éstas mujeres en paz, si
no, la oportunidad de su vida, será el peor fracaso de su vida.–dice él en un tono
que jamás había escuchado en él.–No se lo digo sólo como su jefe, se lo digo

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también como hombre, es bajo lo que está haciéndole a su hija, si ella no quiere
seguir viviendo con usted y no se quiere ir a Florida con usted, es mejor que la
deje. Cuando uno obliga a alguien a hacer algo contra su voluntad, nunca salen
bien las cosas. Así que le pido que se valla y siga con su vida, si no, se las verá
conmigo, ¿queda claro?–dice él, no sólo lo está amenazando sin que él se dé
cuenta, está pidiéndole educadamente que se vaya después de que vió el tipo de
persona que es y como nos trató, sobre todo como me agarró, todavía sentía sus
dedos en mi brazo.

–Sí señor.–dice él y se va sin mirarnos siquiera.

Cuando la puerta se cierra y escuchamos su auto alejarse, Lux y Ava abrazan a


Adam y él las abraza un poco desconcertado, luego ellas me abrazan a mí y yo
sonrio cuando él alza las cejas un par de veces y luego se encoge de hombros.
Lux y Ava se van hacia la cocina y mi mamá las sigue, Adam me abraza, besando
mi cabello una y otra vez por un largo rato.

–No sabía que eres su jefe.–digo y lo siento sonreír.

–Trabaja para mi y para mi padre, él trabaja en la oficina de estadísticas. Él es


eficiente en su trabajo, pero tenemos a más personas trabajando en ese puesto,
por lo que en la oficina de Orlando se necesita uno y lo escogimos a él. Fue fácil,
él aceptó de inmediato.–dice y yo asiento comprendiendo.

–Gracias a esa oportunidad, Lux podrá estar en paz.–digo y me arrastra hasta uno
de los muebles, me sienta sobre sus piernas y escondo mi cara en su cuello.

–¿La golpeaba?–pregunta y yo asiento, sintiéndome molesta de nuevo.

–Lo hacía cuando Lux peleaba con su esposa y él por defenderla la golpeaba en
sitios donde no podríamos ver los golpes, pero ayer, ella tenía un moretón en su
brazo y decidió contarmelo todo para después tomar una decisión, ésta mañana
fuimos a su casa y nos llevamos todas sus pertenencias, obviamente su esposa no
estaba muy contenta, ya que ella disfrutaba molestar a Lux y dejarla de niñera
siempre, pero yo tuve que intervenir, porque ella también la ha golpeado.–digo y
él niega varias veces con la cabeza.

–Dios... ¿Y le había prohibido ver a Drake?–pregunta y yo salgo de mi escondite


para mirarlo.

–Eso no lo sabía hasta que lo dijo, porque ella no dejó de verlo, más bien ellos
están juntos ahora o eso creo.–me encojo de hombros y él besa mi nariz.

126
–No tenías que intervenir, pero aún así lo hiciste. Creo que es una cualidad tuya
que no conocía, aunque él te hizo daño.–dice mirando mi brazo, tres dedos se
marcaron en mi piel y es que me agarró muy fuerte el muy cabrón mal nacido.

–Estoy bien.–digo entrelazando nuestras manos.–Él no puede herirme.

–Nadie te hará daño jamás.–dice él y yo niego.

–Solo tú, puedes hacerme daño.–murmuro y él hace una mueca.

–Pues, tu también eres la única que puede destruirme. Pero yo no te haré daño,
preferiría cortarme una mano antes de hacerte sentir mal.–dice besando mis
dedos con ternura.

–No sabemos si esto va a durar mucho tiempo, Adam. Pero sí sabemos que si se
llega a terminar será duro para los dos, y que de una u otra manera saldremos
lastimados los dos.–digo y él me mira juntando su cejas.

–Tienes razón, por eso es que todavía hago el intento de conquistarte cada día.–
dice y yo me rio negando con la cabeza.

–¿Cada día?–pregunto fingiendo estar asombrada.

–Cada hora, cada minuto y cada segundo de cada día.–dice y me da han beso
fugaz en los labios.–Hasta cuando no estoy contigo.

–Pero es que ya no soy tan difícil, no creo que pienses en mí todo el día para
poder conquistarme.–digo medio bromeando. Ya me ha conquistado.

–Eres difícil pero no imposible, ya te lo he dicho y te lo seguiré diciendo. Y esa es


una de las cosas que más me gusta de ti.–dice y yo junto mis cejas.

–¿Por qué si soy tan difícil, quieres conquistarme por completo? No te haz puesto
a pensar que tal vez cuando ya no tengas más nada que buscar en mí, vas a estar
muy cansado de mí y me vas a dejar, ¿no se te ha cruzado por la mente eso?–digo
separándome un poco de su cuerpo para verlo de frente, el junta sus cejas y niega
serio.

–No. La verdad es que nunca había pensado en eso, y es porque nunca me


cansaría de ti. La razón por la cual me empeño en conquistarte cada día es
porque eres interesante, eres inteligente, eres una maravillosa persona, eres
hermosa.–dice quitando un mechón de cabello de mi rostro y deja su palma en mi
mejilla.–Es cierto que no sabemos cuanto durará ésta relación, pero si podemos

127
disfrutarla al máximo y tratar hacer que dure así no tengamos ni idea de como
hacerlo, porque definitivamente yo no quiero terminarla.–sonrio antes de besarlo
dulcemente y pegar mi frente en la suya.

–Entonces yo también estoy dispuesta a seguir intentando que lo nuestro


funcione.–digo separándome un poco de su rostro.–Así a alguien se le ocurra
tratar de separarnos, así peleemos a veces, me estreses a veces... Te quiero a ti.–
me encojo de hombros sonriendo con inocencia y él me besa otra vez, de pronto
recuerdo en donde estamos y me separo riendome un poco.

–Y yo te quiero a ti.–dice besándome otra vez y yo me vuelvo a apartar.

–Adam.–digo a modo de advertencia y él me mira intrigado.

–¿Qué?–pregunta juntando sus cejas.

–Estamos en la sala de mi casa.–digo señalando todo a nuestro alrededor.–No


puedes besarme así en la sala de mi casa.–él se ríe me acerca a su cara
agarrando mi barbilla.

–Yo te puedo besar como quiera en donde quiera. No puedes pedirme que no te
bese cuando me encantan tus labios.–dice y se me corta la respiración de
escucharlo y aparte me besa otra vez con más intensidad, sin dejar que me
separe de él, importándole poco que mi mamá nos vea así. Yo creo que él sabe
que a mi mamá no le importa que estemos todo el tiempo juntos. En cambio si mi
padre estuviese vivo, ni siquiera creo que los dos estuviésemos aquí sentados
besándonos de ésta manera.

❤❤❤

Clara haría una fiesta por su cumpleaños, invitó a mucha gente conocida, incluso
a mis tías, Stella y Lisa, a Ava, y a mi tío John. Lux y yo nos fuimos en mi
camioneta ese día a la escuela, cuando llegamos Drake la saludó besándola frente
a todos y se sentó con nosotras en el almuerzo, el asiento de Jane seguía vacío,
nadie se atrevía a sentarse ahí por respeto y a veces podía imaginar que ella
podría estar ahí sentada comiendo papas fritas con kétchup y riéndose de
cualquier cosa. Más tarde cuando estábamos en casa, hablé con mi hermana por
teléfono, y con mis abuelos paternos que estaban de viaje, en ese momento
estaban en Acapulco y después viajarían a la Ciudad de México, hace más de un
año que no los veía y era así porque ellos decidieron viajar por el mundo, una idea
de mi abuelo que terminó convenciendo a mi abuela y ella a nosotros de dejarlos
ir, mi papá siempre me decía que mi carácter lo heredé de mis abuelos, ya que
ellos son más tercos que la palabra misma.

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Antes de que se hiciera de noche nos arreglamos para irnos a la fiesta de Clara,
que por cierto cumple cuarenta y cinco años y todavía se veía de treinta, al igual
que mi mamá, yo no sabía si era porque las dos siempre han sido hermosas, o
porque tienen un secreto mágico para verse así a esa edad, apenas se le veían
arrugas en el rostro y de cuerpo pues las dos eran súper modelos. Mamá me pidió
que nos fuéramos en mi camioneta y cuando llegamos Clara abrió la puerta,
abrazó a mi mamá, abrazó a Ava, abrazó a Lux y me abrazó a mí como si fuese su
hija también, habían bastantes personas en la sala, en la cocina, en el patio donde
estaba una mesa larga con sillas cómodas. En cuanto Lux vió a Drake se olvidó de
nosotras y fue a abrazarlo, él se encontraba con tres personas, una era una mujer
rubia parecida a Clara y supuse que era su hermana, la mamá de Drake, otro era
un hombre de cabello castaño claro, alto y que tenía su mano en la cintura de la
mujer así que era su padre y el otro era un chico no muy mayor pero idéntico a
Drake, ese sería su hermano. Drake en cuanto vió a Lux, se alejó un poco de su
familia y recibió en sus brazos a Lux, después se la presentó a sus padres y Ava se
acercó a ellos después.

Busqué a Adam por todas partes, Clara me dijo que debía de estar en su
habitación cambiándose ya que había llegado un poco tarde del viaje que hizo
hasta Milwaukee con su padre. Subí las escaleras, pasando desapercibida y llegué
hasta la puerta de su habitación, estaba cerrada así que toqué un par de veces
antes de que él me dejara pasar. Entré lentamente y lo busqué con la mirada,
estaba sentado en una esquina de la cama con un cuaderno sobre sus piernas y
hablaba por teléfono, anotaba algo mientras hablaba, su cabello lucía algo
despeinado y se veía húmedo, lo que significaba que había tomado una ducha
hace poco, lo observé un rato y esperé a que terminara parada con mi espalda
apoyada en la puerta.

–¿Te vas a quedar ahí parada toda la noche?–pregunta y lo miro, no me di cuenta


cuando colgó y mucho menos cuando se levantó, me había puesto a ver el piso y
me olvidé de donde estaba.

–Depende.–respondo ladeando la cabeza y sonrio cuando se detiene frente a mi y


se inclina hasta quedar unos centímetros de mi boca.

–¿De qué?–coloca una mano en la puerta al lado de mi cabeza y se inclina un poco


más.

–De ti.–digo antes de que me bese y me pegue a su cuerpo de esa forma que me
encanta.

–Te ves preciosa.–dice separándose y tomando mi mano para que de una vuelta,

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me puse una falda corta de media campana, una blusa de botones, no usaba
botas, cargaba suecos de color verde agua que hacían ver mis piernas torneadas
y más largas.

–Gracias, tú, estás algo despeinado, como siempre.–digo y él se ríe, le arreglo el


cabello con mis manos y le doy un tierno beso.

–Definitivamente tú no estás despeinada.–dice y trata de despeinar mi cabello


pero agarro sus manos rápidamente.

–¿Qué crees que haces?–digo y aprieto sus manos cuando intenta hacer que lo
suelte.

–Nada.–dice sonriendo y corta la distancia que hay entre nuestros cuerpos. Lo


empujo hacia atrás hasta que sus piernas chocan con un sillón y se sienta
llevándome con él, me quejo y suelto sus manos levantándome.

–Adam.–me jala y me siento sobre él porque no me queda más remedio. Me


arreglo la falda y tiro del dobladillo hacia abajo lo más que puedo.–No podemos
quedarnos toda la noche aquí, es el cumpleaños de tu madre.–le digo cruzando
mis brazos sobre mi pecho.

–Podemos quedarnos un rato.–dice y trato de bajarme pero él me agarra por la


cintura deteniendome, lo miro entornando los ojos.

–¿Qué pensarán las personas allá abajo? Hace rato que subí y tu madre sabe que
estoy aquí.–digo y él se ríe negando con la cabeza.

–No me importa lo que digan. Solo me importas tú.–dice acercándome a su rostro


y apoyo mis manos en sus hombros.

–Sí, pero eso no quiere decir que nos vamos a quedar mucho rato aquí en tu
habitación.–digo tratando de alejarme, si me besa no creo que salgamos de aquí
nunca. Él junta sus cejas y no me deja alejarme.

–¿Qué pasa?–dice y yo niego, no le voy a decir que me siento incómoda e


intimidada con él en ésta posición.–Dime, ¿qué está mal?

–No es nada, es sólo que no creo que esté bien que yo... que estemos aquí así,
mientras que allá abajo están tus padres y mi madre. ¿Sabes lo que algunos
pueden pensar? Soy nueva en todo esto, Adam.–digo y él deja que me aleje, me
levanto y arreglo mi falda. Me dispongo a salir su habitación, pero él me agarra
con suavidad y me pega a su pecho abrazandome.

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–No te sientas mal por esto, yo no quiero que te sientas incómoda conmigo, eres
mi novia y te quiero, y no voy a aprovecharme de ti, tú te mereces mucho más
que solo eso.–dice mientras acaricia mi cabello y mi espalda.

–Lo sé, es solo que, no sé.–digo y me rio.

–Lo sabes, pero no lo sabes, sí, te entiendo.–dice y alzo la vista para verlo, sonríe
y besa mi nariz.

–No sé como explicarme, en realidad lo único que quiero es a ti.–me encojo de


hombros y sonrio.–Pero no sé como hacer las cosas, es casi lo único en lo que soy
inexperta.

–Nadie es experto en las relaciones, todo depende de las personas, en la forma en


la que se den las cosas y como se lleven. Tú y yo nos llevamos bien desde el
principio, aunque a veces me quisieras matar pero no puedes porque me quieres
y eres demasiado testaruda como para discutir de eso ahora.–dice y yo ruedo los
ojos.–Llevamos una relación tranquila, no nos precipitamos y te gusta pelear de
vez en cuando y siempre ganas. No sabemos si es así que todas las relaciones
son, pero la nuestra no tiene que ser igual, tiene que ser de la manera en la que
los dos estemos bien y felices.

–Estoy bien así.–digo abrazándolo con fuerza.

–Yo también, pero debemos bajar antes de que vuelvas a pensar en el que dirán
de las personas que están allá abajo, te repito que la única que me importa eres
tú, lo que pienses de nuestra relación y tu felicidad es lo único que me importa.–
dice y yo hago una mueca, estaba pensando en los demás y no en nosotros.

–Me gusta nuestra relación, y soy más feliz de lo que era antes de conocerte.–le
digo presionando mis manos en su espalda.

–Nunca pondría tu felicidad en juego, así que haré lo que me pidas si hace falta
para que seas feliz.–dice y me alejo un poco.

–¿Lo que te pida?

–Lo que tú quieras.–dice y yo sonrio.

–Entonces besame.–no duda en hacerlo, me besa como nos gusta a los dos, lenta
y apasionadamente, sin dejarnos llevar mucho y sin marcar un ritmo, sólo uniendo
nuestros labios y nuestras lenguas. Estoy presentando muchos cambios de

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humor, de repente digo una cosa y pienso en otra, quiero algo y a la vez no lo
quiero. Es algo así como esas personas que dicen ser bipolares cuando no lo son,
bueno, me estoy convirtiendo en una perra bipolar que piensa demasiado las
cosas.

Unos golpes en la puerta nos detiene y nos separamos un poco, él deja pasar a la
otra persona, que resulta ser Clara que nos sonríe como si fuésemos un pastel
gigante de chocolate.

–¿Qué hacen aquí arriba?–pregunta ella sin dejar de sonreír, cosa que me pareció
rara, se veía como si estuviese congelada.

–¿Mamá, estás bien?–preguntó Adam, él también notó el gesto de su madre. Clara


dejó de sonreír y resopló sentándose en la punta de la cama de su hijo.

–Amanda Reed y Ashley Reed están abajo, no las he saludado y por mucho que
las deteste no puedo ser tan mala.–dice y yo junto mis cejas, Ashley Reed es la
primera sospechosa del asesinato de Jane.

–¿Qué hacen aquí? ¿Ella no estaba en Australia?–dice él y ella niega, me mira un


segundo y luego mira a su hijo. Algo en su mirada me dijo que la situación podría
ser incómoda.

–Ella había vuelto hace unos meses pero no estaba aquí, al parecer estaba en
Miami o algo así.–ella se levanta y camina hacia la puerta.–Deberían de bajar
conmigo.

–Está bien, aunque aún no me haz dicho porqué están aquí.–dice con tono irritado
bajamos las escaleras detrás de ella, él está algo molesto y Clara parece
disgustada, no entiendo. En la sala hay más personas que cuando subí y algunas
nos miran y hablan entre ellos, Rose aparece frente a nosotros con una cámara
colgando de su cuello.

–¡Sonrían!–dice ella y nos toma una foto antes de que me dé tiempo de sonreír
siquiera, ella sacude la fotografía y la mira frunciendo sus labios pintados de un
color rojo claro.–No, salieron muy serios. ¡A ver otra!–pongo los ojos en blanco y
sonrio al tiempo que ella toma la foto y quedo ciega por unos segundos.–¡Esta sí
quedó!

–Dejame verla.–digo cuando ella se queda mirando la foto, me la da y se la


muestro a Adam.

–Me la quedo.–dice él y yo niego.

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–¿Por qué?–hablamos Rose y yo al mismo tiempo y él nos observa divertido.

–Porque sí.–dice y hago un puchero.

–Pero yo me la quería quedar.–digo y él se ríe regresandome la foto.

–Espero verla en uno de esos marcos que tienes en tu mesa de noche.–dice y me


da un tierno beso a la vista de todos, y Rose tomó otra foto.

–Definitivamente estudiar fotografía es lo mejor que he podido hacer.–dice ella


observando la foto que nos acaba de tomar.–Me la quedaré y puede que la use
después para mi proyecto.–la guarda en el bolsillo de su chaqueta y se va a
tomarle fotos a otra persona posiblemente.

Estuvimos hablando entre nosotros en una esquina al lado de la ventana, yo


simulaba prestar toda mi atención a lo que decía pero en realidad miraba de vez
en cuando buscando a Ashley, quería ver su cabello y confirmar si era el mismo
que había visto el día del incendio, estaba ansiosa e intrigada por la actitud de
Adam hacia ciertas personas que me miraban de arriba a abajo buscando algún
defecto en mí o tratando de averiguar quien era. Me paralicé cuando la vi, vestía
un vestido que se pegaba a su esbelto cuerpo, tacones altos, su cabello estaba
suelto y liso, caminaba en nuestra dirección y Adam miró hacia atrás cuando me
quedé callada, su cabello era un verdadero dilema, era claro y lo llevaba liso,
largo hasta su cintura. No podía decir si era la misma cabellera, la luz era distinta
y la veía demasiado cerca y la maldije un millón de veces por eso, ella se detuvo
frente a nosotros y le sonrió a Adam, una sonrisa forzada de dientes perfectos y
blancos, hice una mueca de disgusto cuando me di cuenta de su cara cubierta de
maquillaje, y de sus pechos operados excesivamente.

–Hola, estaba buscándote.–dice con una voz chillona y sin mirarme siquiera.

–¿Ah sí? ¿Para qué me buscabas?–dice él rodeando mi cintura y pegandome a él,


en un gesto posesivo, como si estuviese protegiendome de ella que observa el
gesto con las cejas alzadas y vuelve a forzar una sonrisa.

–Para hablar.–dice y él resopla. Lo noto molesto e irritado, algo inusual y


desconcertante en él.

–Habla.–dice secamente y ella junta sus cejas.

–No nos vemos en cinco años y, ¿así me tratas?–ella cruza los brazos bajo sus
pechos levantándolos más y Adam hace una mueca de disgusto.–No es justo.

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–¿Cómo quieres que te trate? Ya no tenemos diecisiete años.–dice y ella niega.

–¿No podemos hablar a solas?–dice mirándome un segundo y luego lo vuelve a


mirar a él.

–No, ¿para qué? No tenemos nada de que hablar.–dice él y ella resopla frustrada.

–Eramos amigos.–dice y por un segundo pienso que se va a echar a llorar.

–Y tu me traicionaste, entiende que cuando lo hiciste, todo lo que teníamos murió.


Creí que ya lo habías superado, ya que vas a casarte, ¿no?–dice él dirigiéndole
una mirada asesina a ella que rápidamente me mira y luego fexiona su mano
izquierda donde puedo ver un enorme anillo de compromiso.

–Fuiste mi primer amor, mi primer novio, yo nunca quise traicionarte. Sólo quiero
que seamos amigos.–dice ella al borde de las lágrimas, y yo de inmediato
comprendo algunas cosas, así que ella fue su primera novia. La revelación me cae
como un balde de agua fría en la cabeza. Menuda..., novia.

–Pero no el mío y yo nunca te guardé ningún rencor, porque de todas formas


estabas al otro lado del mundo disfrutando de la vida. Lamentablemente no
podemos ser nada.–dice y ella se limpia algunas lágrimas antes de que corran por
su rostro.

–¿Por qué no?–dice y él sonríe de esa forma que hace que me derrita, me mira y
me da un beso fugaz en los labios, algo desprevenida respondo al beso, escucho
un suspiro de asombro.

–Porque a mi novia no le gusta que sea amigo de mis ex-novias, y lo que a ella no
le gusta a mi me importa.–dice y ella bufa juntando sus cejas.

–Podemos ser amigos los tres.–dice y yo me rio, sin humor, si ésta cree que seré
su amiga está bien loca.

–¿No tienes amigos en Australia?–pregunto captando su atención, ella me mira de


arriba a abajo frunciendo los labios.

–¿Y tú quien eres?–dice y yo abro la boca para hablar pero ella habla primero.–Ah,
ya sé. Tú eres la otra Hannigan, ¿cierto? La que estaba oculta todo el tiempo,
¿cómo es que lograste salir de ese encierro en el que te tenían tus padres?–dice y
yo suelto una carcajada de nuevo, lo que dijo sonó tan ridículo que tardo un buen
rato en recomponerme.

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–Para tu información, yo no estaba oculta y mis padres no me tenían encerrada.
Nada de aquí me llamaba la atención, ¿sabes? Cuando eres de Nueva York y estás
acostumbrada a ver tantas cosas de valor y de muy buen visto, ya después todo
te aburre, no te impresiona y te da igual. Así como tú, te vistes igual que muchas,
eres como todas y te crees lo mejor de lo mejor, no entiendo porqué de repente
estás aquí hablándole a mi novio que definitivamente no te quiere ni ver y tú
insistes tanto siendo una mujer comprometida en ser su amiga de nuevo, y peor,
pretendes ser mi amiga, debes de estar loca, chica.–digo y a lo último bostezo
tapándome la boca.–Ya me diste sueño y todavía es temprano.

–¿Cuántos años tienes?–pregunta ella ignorando lo que le acabo de decir, ruedo


los ojos tratando de contenerme de arrastrarla hasta la puerta. Comienzo a
odiarla y no la conozco.

–¿A ti qué mierda te importa?–digo y ella parpadea ante mi lenguaje.

–¿Cómo es que es tu novia? Cuando estábamos juntos no soportabas que dijera


malas palabras.–dice ella y él se ríe apretando su mano en mi cintura.

–Eso es lo que me encanta de ella, no te dice lo que quieres escuchar, es directa y


le importa una mierda lo que los demás piensen sobre su lenguaje.–dice él y ella
niega con la cabeza.

–Después de mí fuiste de mal en peor en las relaciones, eramos la pareja ideal,


todos decían eso y sólo porque yo me fui tú te olvidaste de todo, estuvimos dos
años juntos, fuimos felices.–dice y él junta sus cejas.

–Para ti todo se trataba del físico, eres demasiado superficial, mirate. Me tenías en
la palma de tu mano haciéndome lo que tu querías, cambiándome porque no te
gustaba totalmente como era, tú fuiste la que se olvidó de todo cuando se fue, yo
no fui realmente feliz por si no lo sabías. Y sí, puede que no me halla ido tan bien
en mis últimas relaciones amorosas, hasta ahora, que me va de maravilla.–dice y
ella se cruza de brazos nuevamente.

–Ella es demasiado sencilla para ti.–dice y yo bufo.

–Y tu demasiado común.–replico con hostilidad y dejando que la rabia que está


creciendo dentro de mí se filtre en las palabras.

–Te atreves a hablarme.–dice y yo aprieto mis manos en puños.–No eres más que
una niña.

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–Y tu una puta.–suelto sin poder contenerme y su rostro se contrae por la rabia. A
ninguna chica le gusta que la llamen puta, excepto las que si lo son y les importa
una mierda si se se lo dicen.

–¿Qué dijiste?–pregunta lentamente y yo muestro una sonrisa maliciosa.

–Escuchaste bien, ahora, si te importa o no, largate de mi vista antes de que de


verdad sepas como soy en realidad. En estos momentos estoy siendo un amor y
mi paciencia se agota rápido.–digo con indiferencia, como si me diera igual,
cuando en realidad lucho por mantener mi liberación y sujeto a Adam tan fuerte
que posiblemente deje marcas, pero es la única forma de contenerme, porque
quiero golpear su maldito rostro extremadamente maquillado.

–Les deseo la mejor de las suerte y felicidad en su relación.–dice al final con una
voz tan amarga y más falsa que sus pechos. Se da media vuelta y se abre paso
entre las personas.

Expulso el aire contenido y miro a Adam, libero la presión sobre su brazo y paso
mi mano con delicadeza, mis dedos quedaron marcados en torno a su muñeca,
pero al pasar mi mano varias veces la marca se desvanece. Su mano se entrelazó
con la mía.

–Sospecho que ella se trae algo entre manos.–dice él y yo lo miro juntando las
cejas.

–¿Cómo qué?–pregunto y él se queda pensativo un momento.

–No lo sé, ella siempre se tiene algún plan malévolo en su mente.–él seguía sin
mirarme, estaba concentrado en algún punto en el piso o en una pared mientras
los engranajes de su cerebro trabajaban a toda máquina, yo sentía la garganta
seca y tenía sed.

–Iré por algo de beber, ya vuelvo.–me deshice de su agarre y crucé la sala hasta el
salón abriéndome paso entre las personas, en cuanto llegué a una mesa donde
había una fuente de soda, me alegré un poco.

Me serví en un vaso plástico la bebida y tomé un sorbo, el frío liquido de la soda


bajó lentamente por mi garganta enfriandome el cuerpo, en la mesa habían
algunos bocadillos que se veían apetitosos, estaba por agarrar uno cuando una
voz femenina me sobresaltó un poco.

–¿Tú eres Meredith?–me giré un poco para ver a la chica que estaba parada a mi
lado, ella era un poco más alta que yo, mayor que yo debía de tener unos veinte,

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su oscuro cabello le llegaba a los codos, vestía un lindo vestido de cóctel color
azul marino, pero su mirada oscura me puso alerta.

–Sí, ¿tú quién eres?–pregunté pasando saliva, ésta chica daba miedo, no tenía
ninguna expresión en su rostro, salvo sus ojos que me miraban con, ¿odio?

–Yo soy Carly.–dice algo insegura de repente, cruza los brazos sobre su pecho y
me mira fijamente.–Soy ahijada de Clara.

–Eso es genial.–digo sin saber que más decir, porque de todas maneras, ¿quién es
esta chica y que quiere?

–¿Qué tienes con Adam?–pregunta de repente y yo alzo una ceja cuestionadora.

–¿Te importa mucho?–digo tomando otro sorbo de mi soda, ella sonríe fríamente y
sacude la cabeza.

–Claro que me importa, es el hijo de mi madrina, lo conozco desde siempre.–dice y


yo junto mis cejas.

–Bueno, es mi novio y no tiene porqué importarte mucho lo que yo tenga con él.–
digo sonando un poco irritada.

–¿Desde cuándo?

–¿Y a ti que te importa? Él es el hijo de tu madrina, no es nada tuyo.–dejo el vaso


sobre la mesa y cruzo mis brazos sobre mi pecho.

–Pues me importa porque me gusta, me ha gustado desde siempre pero él nunca


se fijó en mí, yo pensé que era por el hecho de que soy morena, y ahora él se fija
en ti, y tu no tienes nada que yo no tenga, más bien eres casi una niña, me
pregunto qué fue lo que le hiciste a él para que se fijara en ti, yo estuve tratando
de llamar su atención por años y nunca lo conseguí, siempre salía con otra chica y
después volvía a estar soltero por un tiempo, luego salía con otra y así
sucesivamente...–pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta para irme, si ella
cree que voy a escuchar su patética vida amorosa, está muy equivocada, sin
embargo, ella me toma del brazo con fuerza cuando sólo he dado un paso, y me
hace voltearme girando sobre mis tacones.–¿Piensas dejarme con la palabra en la
boca? Vaya educación te han dado tus padres, o sólo tu madre en éste caso, ya
que tu padre murió, ¿no es así?–ella aprieta mi brazo con fuerza y de un jalón me
suelto.

–Mis padres me enseñaron que lo que no es mi asunto, no debe de importarme y

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tu vida no me importa, porque no te conozco y no quiero hacerlo tampoco, así que
dejame en paz.–enfadada me doy la vuelta para irme pero ella me vuelve a
detenerme.

–Tú vas a escucharme.–dice alzando un poco la voz, algunas personas se giran un


poco desconcertados por lo que está pasando, localizo a Rose, ella viene hacia
nosotras con el ceño fruncido.

–Pero bueno, Carly. ¿Qué sucede contigo? Sueltala.–dice ella mirando de manera
desaprobatoria a Carly y me suelta.–¿Por qué viniste? ¿No te fue muy bien en
Londres?

–Es el cumpleaños de mi madrina, tenía que venir.–dice ignorando la otra


pregunta, Rose bufa y se cruza de brazos.

–El año pasado no viniste, y eso que estabas aquí en Madison. Mamá me dijo que
estabas en Londres ayer.–dice ella y yo oculto mi asombro a la perfección, tiene
que estar demasiado interesada como para volar desde Londres hasta acá.

–El año pasado estaba mal.

–Porque tu novio te había dejado por otra, ¿cierto?–dice y ella le lanza una mirada
asesina.

–Por lo menos el mío no me golpeaba, dime una cosa, ¿Liam está teniendo
problemas de agresión?–dice y Rose palidece por un instante para luego mirarme
con un poco de nerviosismo.

–No sé de que me hablas.–dice y ella se ríe sin emoción.

–Vamos Rose, todo el mundo sabe que ese chico golpeaba a sus novias y tú no
eres una excepción, claro, como eres una chica fácil y boba.–dice y Rose sin poder
contenerse le da una sonora bofetada en la mejilla haciendo girar su rostro
violentamente hacia un lado, ella se lleva una mano a la mejilla y mira a Rose con
odio en sus ojos. De repente todo pasó muy rápido, Carly agarró la fuente de soda
y nos la lanzó encima llenándonos enteras de líquido efervescente.

138
Rose.

Lo siguiente pasó en cámara lenta, cuando la fuente cayó al piso con un ruido
estrepitoso, se hizo un silencio mortal en todo el lugar, Rose y yo nos quedamos
paralizadas un momento antes de que yo reaccionara y me colocara frente de
Rose lista para gritarle cuatro mierdas a Carly y darle otra buena bofetada, pero
antes de que pudiera siquiera pestañear, unas fuertes y familiares manos me
agarraron por la cintura rodeándome y alzandome para quedar lejos de ella.

–Tranquila, no vale la pena.–habló Adam en mi oído, yo estaba agitada y molesta.

–¿Qué está pasando?–reconocí la voz de Clara y sentí una tremenda vergüenza,


estábamos estropeando su fiesta, en cuanto llegó a donde estábamos, nos miró
con incredulidad y asombro.–¿Qué pasó?–Adam me bajó y yo miré a Rose que
estaba siendo detenida por Blake que la tenía agarrada por los hombros, ella
estaba empapada de pies a cabeza con soda, su cabello estaba mojado por
algunas partes y su mirada era de furia total, era otra Rose la que estaba viendo,
sus ojos azules estaban más oscuros de lo que nunca los había visto. Clara pasaba
su mirada de Carly a Rose y luego a mí tratando de averiguar que había pasado,
ya que ninguna respondía a sus preguntas.

–Ella comenzó.–murmuré y Clara me miró con atención.–Empezó a molestarme a


mí y luego a Rose.–digo tratando de no mirar a Clara y cruzando los brazos sobre
mi pecho para cubrirme, me sentía pegostosa y mojada, no me imaginaba que
aspecto debía de tener. Mi mamá apareció de repente y observó la escena
desconcertada, tomo mi rostro entre sus manos y me limpió un poco con un
pañuelo. En mi interior hervía de rabia, pero no lo demostré, solo me digné a
observar el piso.

–Definitivamente, Carly, ¿a eso viniste?–habló Clara con brusquedad.–Debiste


hacerle caso a tu madre y te fueras quedado en casa.–la agarró por el brazo y la
sacó del lugar abriéndose paso entre los invitados.–No pasa nada, sigan con lo
que hacían, esto lo resuelvo yo.

Rose se zafó del agarré de Blake y se pasó una mano por la frente exasperada,
me miró y me tomó con suavidad del brazo llevándome con ella, subimos bajo la
vista de todos, seguidas por Adam y mi mamá que conversaban en voz baja,
antes de que pudiera entrar a la habitación de Rose, él me tomó de la mano
pidiéndome un momento, mi mamá siguió a Rose dándonos privacidad.

139
–¿Estás bien?–preguntó tomando mi rostro y mi cabello sin importarle que estaba
asqueroso.

–Sí.–digo tomando sus manos y alejándome para entrar a la habitación, pero él


me detiene.

–¿Qué te dijo?–dice y yo niego con la cabeza.

–Chorradas, que le gustabas y que tu nunca te fijaste en ella y que no entendía


porqué en mí sí. Cosas sin sentido en realidad, no me importa su vida ni nada que
tenga que ver con ella.–me encojo de hombros y trato de sonreír, no lo logro.

–Sí pues, nunca me interesó ni me interesará jamás, además ella es una adicta y
no me sorprendería si estaba dopada esta noche.–dice y yo alzo las cejas ante el
descubrimiento.

–No lo sabía, bueno eso explica porqué estoy bañada en soda dulce y me lo quiero
quitar, no lo soporto.–digo tratando de alejarme y fallando en el intento. Él me
besa de repente y yo instintivamente llevo mis manos hasta su cuello mientras él
me saborea a su manera.

–Lo estás, pero me gusta más tu sabor natural.–dice y trata de volver a besarme,
pero me aparto, él junta las cejas un poco confundido con mi reacción.

–He tenido suficiente por esta noche, Adam. Además hay algo que quiero
averiguar.–me doy media vuelta y entro al cuarto de Rose cerrando la puerta
detrás de mí. Escucho voces en el cuarto de baño, la puerta está medio cerrada
así que la empujo con suavidad, Rose está llorando y mi mamá la está consolando
acariciándole el cabello como solía hacer conmigo, ella me ve y me hace señas
para que me acerque y suelta a Rose que se seca las lágrimas con las manos.

–Iré a abajo.–dice mi mamá saliendo del baño y yo encaro a Rose.

–No quiero ser entrometida, pero quiero que me cuentes algo y quiero que seas
sincera conmigo.–digo mientras ella se echa agua en el rostro y se seca con una
toalla.

–¿Qué quieres que te diga?–dice alzando la vista, sus ojos están inyectados en
sangre haciendo resaltar sus iris azules.

–¿En verdad tu novio te golpea?–ella se queda muda un instante y luego se


recompone poniéndose derecha.

140
–No.–dice con poca convicción, junto las cejas y ella resopla.–No, nunca me ha
golpeado, pero sí lo hacía con sus otras novias.–reconoce y yo no puedo ocultar
mi asombro.

–Entonces, ¿por qué ya he escuchado dos veces que él te ha golpeado?–me cruzo


de brazos y ella parece nerviosa.

–Sólo me ha gritado, pero no ha llegado tan lejos.–murmura y yo niego.

–¿Eso significa que en cualquier momento saldrás lastimada? Si es que ya lo


estás.

–Sé que debo dejarlo, pero no se cómo, siento que no puedo hacerlo y yo lo quiero
a él.–ella se apoya en el lavamanos y se mira en el espejo por un instante.

–Tienes que hacerlo, te está haciendo mal todo esto, él te está lastimando.–digo y
ella me mira a través del espejo.

–Lo sé, es duro para mí y él no lo va a aceptar tan fácilmente. Está obsesionado


conmigo.–se queda pensativa un momento, como suele hacer Adam y noto que
son demasiado parecidos en realidad, los rasgos de Rose son más suaves,
mientras que los de Adam son más fuertes.–Lo haré mañana. Me importa una
mierda si cree que le pertenezco, no soy de nadie y no creo que a mi familia le
agrade mucho que estoy siendo obligada a hacer algo.–dice seria y yo asiento.

–Cuentas conmigo para lo que sea.–digo y ella saca su teléfono del bolsillo interno
de su chaqueta.

–Le escribiré que nos veamos mañana porque necesitamos hablar.–dice ella
tecleando rápidamente en la pantalla.

–¿En dónde lo conociste?–pregunto y ella muestra una media sonrisa.

–En una fiesta, hace un par de años. Yo estaba con Trina y entonces él se nos
acercó, Trina me dejó sola con él así que no me quedó otra que entablar una
conversación o dejarlo ahí plantado, me pareció irresistiblemente guapo y nos
hicimos amigos, por un tiempo él estuvo haciéndose el interesado en mí, me
llamaba, me acosaba, captaba mi atención, me parecía aterrador... En fin,
comenzamos a salir y rápidamente nos hicimos novios, durante mucho tiempo,
nuestra relación fue muy normal, yo creía estar enamorada y creía que él sentía lo
mismo. Luego descubrí la verdad de su vida y estuve dispuesta a ayudarlo para
que fuera una mejor persona, desde ahí comenzaron las peleas, los celos, las

141
llamadas a todas horas y las quejas por parte de los dos, pues la relación ya no
iba cuesta arriba, sino que parecía una montaña rusa bajando a toda velocidad
con los pasajeros sin cinturón de seguridad... Después empezaron los rumores
sobre que él abusaba de mí y eso lo molestó más porque yo ya no lo soporto y él
no hace nada para remediarlo, no quiere mejorar y lo que sentíamos en un
principio hoy ya es historia.–dice mirando su teléfono fijamente, una foto de los
dos ilumina la pantalla y siento algo de pena por ella, pero también la comprendo.

–El amor también tiene fecha de vencimiento, aunque nos duela y cueste
aceptarlo. Cuando algo ya no funciona, se le busca la solución y si así siguen sin
funcionar las cosas, hay que dejarlas.–digo perdida en mis pensamientos.

–Tienes razón, creo que no debí dejar que las cosas pasaran. Pude haberlas
detenido en un principio, pero no, yo seguía creyendo que él podría mejorar por
mí, pensé que sí me quería podía hacerlo y nunca fue así, lo único que quería era
mi cuerpo cada vez que yo se lo daba.–dice ella sonando enojada y frustrada
consigo misma.

–No todas las decisiones que tomamos en la vida son buenas, tú estabas
confiando en tu corazón pensando que de ese modo serías feliz.–digo y ella hace
una mueca y baja la mirada hasta sus pies.–Cometiste un error como cualquier
otra persona en éste mundo, de los errores se aprende, o eso dicen.–ella alza la
vista y suspira.

–Lo siento.–dice ella.–Por lo de allá abajo, no quise que ella nos lanzara la fuente.
Ahora tenemos que tomar una ducha.–ella se ríe y yo también me rio.–Buscaré
algo de ropa para ti, puedes ducharte primero.–sale del cuarto de baño cerrando
la puerta detrás de ella. Pobre de ella, no la está pasando nada bien y eso que ya
tiene tiempo así, pero Rose sabe ocultar sus sentimientos o sabía ocultarlos,
cuando abofeteó a Carly dejó claro todo su odio hacia sus palabras y lo que
causaron en ella, que ya estaba cansada de la situación con respecto a su
relación.

Me quito la ropa con un poco de dificultad, parece que se pegó a mi cuerpo por lo
dulce de la bebida, mi cabello se ve horrible y está pegajoso, ni siquiera mi
sujetador se salvó de mancharse, entro a la ducha y dejo que el agua corra un
poco antes de meterme y sacarme todo el dulce de mi cabello, tardo un poco
escogiendo un champú, Rose tiene para todo tipo de cabello, a la final escojo uno
normal con un poco de acondicionador. Me seco con una toalla de algodón blanca
y me envuelvo el cuerpo, agarro otra y me envuelvo el cabello en ella, salgo del
baño y me detengo cuando veo a Rose hablando (o discutiendo) con Adam, ellos
dejan de hablar y me miran, yo aparto la vista rápidamente y aprieto la mano con
la que me sostengo la toalla.

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–Espero que esto te quede.–dice Rose dándome lo que parece un vestido de color
verde menta, la textura de la prenda se siente gruesa en mis manos.–En el
armario hay ropa interior que todavía no he usado, puedes tomar lo que quieras.–
dice bajito, de modo que sólo yo pueda escucharla.–Al menos que seas de las que
no se ponga ropa interior con un vestido.–dice en voz alta y yo pongo los ojos
como platos.

–¡Claro que sí me pongo!–digo y le doy la espalda para escabullirme al armario.

Cierro la puerta y me pego a ella para escuchar la conversación que están


teniendo ellos dos.

–Quiero saber, soy tu hermano.–cualquier persona pensaría que pregunta por


curiosidad, pero por el tono de Adam puedo decir que lo está exigiendo porque
está molesto.

–No te incumbe.–Rose está irritada.

–Tú eres la que no quiere que yo sepa que es lo que está pasando contigo, pero
me importa y mucho, porque eres mi hermana y te mereces mucho más de lo que
te ofrece ese idiota.–se hace un silencio breve y yo cada vez me pego más a la
puerta.

–Lo sé, y no te preocupes terminaré con él mañana de todas maneras.–dice ella


un poco más calmada.–Lamento lo que pasó allá abajo con Meredith, creo que me
pasé un poco al abofetear a Carly pero es que ya estoy harta de escuchar cosas
que no sean verdad, él nunca me ha golpeado.

–Carly también se pasó, recuerda que ella está un poco loca y más desde que su
otro novio se murió en ese accidente allá en Londres, ella justifica todo.–ahora él
suena cansado, como si eso fuese lo más lógico.–Pero eso no significa que ella
hiciera eso y se metiera con Meredith en primer lugar, ni siquiera la conoce y a mí
Carly nunca me ha importado.

–¿Ya se fue?–pregunta ella después de una pausa.

–Sí, mamá la sacó y pidió que la llevaran a su casa y le dijo que volviera cuando
tuviera valores y dignidad.–escucho unas risitas por parte de los dos y ruedo los
ojos.

–Se lo merecía, ya me tenía harta y cuando la vi entrar hoy evité hablarle a toda
costa, pero luego vi a Meredith un poco incómoda y molesta, ella la tenía

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agarrada del brazo y la estaba obligando a escucharla, y lo hizo dos veces.–
exclama ella.

–¿Cómo qué lo hizo dos veces?

–Me refiero a que, yo las estaba viendo desde que Carly se acercó a ella, luego vi
que Meredith estaba enojada por algo que ella le había dicho y siguió hablando
como si nada, Meredith se dio la vuelta para irse y ella la agarró del brazo y la
hizo volver, no me gustó la manera de como la agarró y a Meredith tampoco por
lo que se soltó de un tirón lista para volver a irse pero ella la volvió a agarrar y
entonces Meredith me miró cuando me acercaba y ahí fue cuando ella la soltó.–
dice ella mientras yo observo el vestido que ella me ha prestado, es de terciopelo
labrado con espirales, tiene un escote en la espalda y es corto. De ninguna
manera me puedo poner ésta cosa, es demasiado sensual para mí. Me alejo de la
puerta olvidando que estaba escuchando una conversación al otro lado y busco
en los cajones de Rose algo de ropa interior y como ella dijo todavía muchas
prendas tienen la etiqueta todavía, eso es lo bueno, lo malo es que todo es de
encaje.

Con un suspiro de cansancio escojo unas bragas negras que todavía tienen la
etiqueta puesta, se la arrancó de un tirón y me la pongo, al comprobar que me
quedan bien, dejo caer la toalla y me pongo el vestido, el largo de la falda está un
poco más arriba de la falda que cargaba antes, la diferencia es que el vestido se
ajusta a mi cuerpo, me miro en el espejo de cuerpo entero que está al final del
armario, por un rato, el escote atrás es bonito, no se ve exagerado aunque no
estoy acostumbrada a usar escotes. Unos golpes sutiles en la puerta me sacan de
mi ensoñación, Rose abre la puerta y me sonríe.

–Te quedó perfecto, ahora sólo te hacen falta unos zapatos, o una botas.–ella
busca entre sus zapatos y saca unas botas altas que llegan a las rodillas y me las
da.–Con esto te verás mejor de lo que ya te ves.–ella me da unas palmaditas
amistosas en el hombro y me da media vuelta para que salga del armario. Yo
obedezco con la toalla aún enrollada en mi cabeza y me siento en la punta de la
cama para ponerme las botas, parece que fueron hechas para mí o es que estoy
engordando porque me quedan perfectas, Rose alza ambos pulgares y se mete al
baño cerrando la puerta. No estoy acostumbrada a tantas atenciones y no
entiendo porqué ellos son tan estirados conmigo. De todas maneras, recibo sus
atenciones sin chistar, pero no siempre será así.

Me seco el cabello y después me maquillo un poco con rímel en las pestañas, un


labial rosa y rubor que tomo prestado de la mesa de maquillaje de Rose, ella sale
del baño justo cuando me estoy dando una última mirada.

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–Vaya, que bien te ves.–ella camina hasta su cama y agarra su cámara, hago una
pose divertida antes de que me tome una foto.–Eres fotogénica.

–Gracias.–digo y me dispongo a salir pero ella me detiene.

–Adam debe de estar en el cuarto de lavado, se llevó tu ropa.

–¿Por qué?–ella me mira divertida y se encoge de hombros.

–Porque él quiso. Ahora ve, estoy segura que morirá en cuanto te vea, ese vestido
nunca me lo pude poner.–dice ella y yo camino hasta la puerta negando con la
cabeza, estos dos me van a volver loca.

–Gracias, Rose. Por todo.–digo antes de salir y ella sólo sonríe haciendo un gesto
con la mano queriendo restarle importancia.

Bajo las escaleras sintiendo varias miradas, cuando llego al último escalón Lux me
agarra del brazo y me lleva hasta una esquina.

–¿Qué pasó? De repente desapareciste y tu mamá dijo que las habían llenado con
soda a Rose y a ti.–dice ella y yo sólo sonrio ya que algunas personas nos miran.

–Sí, era la ahijada loca de Clara, estamos bien, Rose se está vistiendo.–digo como
si tal cosa.–Ahora si me permites, quiero ir con mi novio que se llevó mi otra ropa
y estoy a punto de molestarme.–digo en voz baja y alejándome de ella, paso entre
las personas con facilidad, veo a Ashley Reed reclamándole algo a un chico
parecido a ella, el chico me mira con descaro y ella en cuanto me ve sonríe
forzadamente ya que mi mamá habla con la suya, mi mamá abre los ojos de par
en par cuando me ve y deja de hacer lo que estaba haciendo.

–¿Quién eres y que hiciste con mi hija?–dice ella con un tono divertido.

–Sigo siendo yo, sólo es un vestido.–digo mirando hacia la puerta de la cocina.

–Pero de verdad luces este vestido, te ves preciosa.

–Gracias, mamá.–digo alejándome de ella, entro a la cocina y me sorprendo al ver


a Ava hablar amigablemente con Alec, ellos me saludan y siguen hablando, entro
al cuarto de lavado y junto las cejas cuando no veo a Adam.

Casi grito cuando me agarra por la cintura y con una mano tapa mi boca, él se ríe
ante mi reacción y me suelta colocándose frente a mí.

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–¿Quieres matarme?–digo y él niega riéndose todavía.–¡Maldita sea, Adam! ¡Casi
me da un infarto!–me llevo una mano al pecho tratando de tranquilizarme.

–Eso te pregunto yo a ti, con ese vestido debes de tener a la mitad de los chicos
de allá afuera babeando por ti.–dice cruzándose de brazos y apoyándose en la
mesa de mármol que tiene detrás. Ruedo los ojos y me cruzo de brazos también.

–¿Por qué te llevaste mi ropa?–pregunto y él junta las cejas.

–Eh, porque está sucia y hay que lavarla, ¿por qué otra razón crees que me la
llevaría?

–No tenías que hacerlo, ¿por qué siempre que me pasa algo aquí con mi ropa, tú o
Rose tienen que hacerse cargo? ¿Acaso crees que soy una niña que no sabe hacer
nada?–digo y él frunce el ceño aún más.

–¿Crees eso? Porque no es así, no creo que seas una niña que no sabe hacer nada,
si nos hacemos cargo es porque.–él se encoge de hombros y deja caer sus
manos.–Nos nace hacerlo, porque pienso que deberías de tenerlo todo, te
mereces todo en ésta vida y mientras yo pueda darte lo que sea para seguir a tu
lado te lo daré, cueste lo que cueste.–dice y yo no digo nada por un momento
porque no se que decir, como siempre me deja sin palabras. Y ahora pienso que
reclamarle por el simple hecho de que se haya llevado mi ropa para lavarla me
parece estúpido.

–Bueno, no estoy acostumbrada a eso, ya no y no sé como actuar en situaciones


como éstas.–digo sin mirarlo y bajando la vista hasta mis manos.

–¿Cómo que ya no estás acostumbrada a que hagan algo por ti?–dice y yo niego
con la cabeza.

–No tiene importancia.–digo y él toma mi rostro entre sus manos para que lo mire.

–Claro que sí la tiene, sino no estuvieras tan molesta como lo éstas ahora.–dice y
yo suspiro agarrando sus manos.

–Él único que me daba todo era papá.–digo en voz baja.–Y el día que murió iba a
complacerme con un capricho.–me alejo de él dándole la espalda mientras que mi
mente va a toda máquina trayendo recuerdos que creí haber enterrado.–Desde
ese día, cualquier cosa que quiera me la compro yo misma y cuando me lo dan
todo, me siento mal, incómoda conmigo misma y siento que no lo merezco.–digo
reprimiendo las lágrimas que se agolpan en mis ojos, me apoyo en la mesa y lo
miro.–Yo no creo merecerte, Adam.–él se acerca a mí y me abraza con fuerza.

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–Lo siento, pero te mereces el mundo entero si es posible, y no fue tu culpa que tu
padre hubiera muerto ese día, él te amaba y lo eras todo para él, por lo que darte
todo era su misión en la vida, la culpa la tuvo ese conductor ebrio que se atravesó
en su camino.–dice él y yo me contengo para no llorar.–Yo daría todo por ti, haría
todo lo que tú quisieras, cuando quisieras.

–Adam, yo no quiero que las cosas sean así, no quiero que te sientas obligado a
nada...

–Pero yo quiero complacerte, quiero que me dejes quererte como se debe.–dice


agarrandome por la cintura y alzandome para que me siente sobre la mesa que
tengo detrás, así quedamos a la misma altura, con los rostros separados por
pocos centímetros.–Nosotros nos entendemos, porque nos las llevamos mejor que
bien, yo te quiero y nadie me está obligando a hacerlo, es lo que siento por ti, es
lo que me inspiras, porque está aquí.–él coloca una mano sobre mi pecho donde
está mi corazón palpitando fuertemente.

–Adam, yo también te quiero y te mereces a una mujer que te ame como loca, si
yo no llego a ser esa mujer, yo misma la buscaría y te la enviaría.–digo y él se
ríe.–Pero yo espero que eso no pase, yo quiero amarte como loca.

–Tenemos mucho tiempo para eso y unas largas vacaciones por delante.

–Eso suena tentador.–digo y él alza una ceja mirando mis labios.

–Nada es más tentador que tus labios.–dice y yo lo miro divertida.

–Son tuyos cuando quieras.

–¿No habías tenido suficiente por esta noche?–dice apartándose un poco y yo lo


jalo por el cuello de la camisa.

–Estaba molesta, ya que arruinar mi ropa siempre que estoy aquí se ha vuelto una
tradición.–digo bajando la vista a mi vestido sexy.–Además, tu ex me había
enfadado y luego una loca encaprichada de ti quería someterme a escucharla a la
fuerza y eso no va conmigo. Con eso ya era suficiente por una noche.

–¿Ya no estás molesta?–dice y yo niego.

–No, hace unos minutos lo estaba, pero ya no puedo estar molesta. Ahora estoy,
¿cómo se dice? Necesitando a mi novio con urgencia.–sonrio con picardía.

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–¿Qué tanta es la urgencia?–pregunta divertido.

–Si no me besas ahora, no te dejaré hacerlo en toda la noche.–digo, me estaría


torturando a mi también pero estoy siendo impulsiva y no sé porqué.

–Sus deseos, son ordenes.–dice sonriendo y acercando su boca a la mía. Sus


manos están a cada lado de mis caderas y lentamente las va subiendo hasta
tocar mi espalda desnuda y doy un respingo cuando sus fuertes manos me
empujan hacia adelante y me besa, muevo mis manos hasta sus hombros, luego
cruzo mis brazos detrás de su cuello trayéndolo más cerca, pegándolo a mí con
ansiedad, cruzo mis piernas detrás de su espalda también y él acaricia mi espalda
con las puntas de sus dedos de arriba hacia abajo lentamente. Un gemido escapa
de mis labios cuando me toca en la espalda baja, soy muy sensible y él está
acariciandome de esa forma mientras me besa y creo que puedo desmayarme.

Después de un rato, volvimos a donde estaban todos, Rose se cambió por un


vestido azul intenso como sus ojos, su cabello lo arregló a un lado y no se
maquilló casi nada, se veía hermosa, usaba unos tacones negros que la hacían del
tamaño de Adam, ella aún cargaba su cámara colgando de su cuello, nos vió y
apuntó la cámara hacia nosotros, hice una pose divertida haciendo la señal de la
paz y ella nos tomó la foto. Más tarde le cantamos cumpleaños feliz a Clara y la
fiesta acabó, yo estaba cansada y tenía que conducir, tardamos un rato en
despedirnos, todos los que estaban afuera nos miraban mientras él me deseaba
buenas noches y me daba varios besos tiernos en el rostro.

Al siguiente día Rose fue a mi casa en la tarde, me sorprendí un poco cuando abrí
la puerta al escuchar el timbre, ella tenía una expresión seria y severa en su
rostro, comprendí que ella había terminado su relación con Liam y que no había
sido nada fácil, subimos a mi habitación y ella me lo contó todo. Él no comprendió
porqué ella le estaba terminando, hasta que empezaron a gritarse, ella empezó a
quejarse, le dijo que estaba aburrida de lo mismo y que necesitaba tiempo para
ella, pero que no la volviera a buscar, ni a llamar o ya se las vería con Adam y su
padre, eso dio fin a su discusión, ella subió a su camioneta y condujo sin rumbo
por horas, hasta que decidió venir a mi casa para hablar, porque no sólo era su
cuñada, ahora era su más grande amiga, ya que sin mí no lo hubiera hecho o eso
fue lo que ella me dijo. Después hablamos de otras cosas, de lo bien que nos
veíamos la noche anterior, le conté lo de Ashley y lo que sé sobre que ella es la
primera sospechosa del asesinato de Jane, trivialidades... Vimos televisión, un
desfile de modas y no sé en que momento nos quedamos dormidas.

Cuando despierto, ya es de noche y Rose ya no está en mi habitación, adormilada


me levanto y me asomo por la ventana, la camioneta de Rose sigue ahí y también
está el auto de Adam, bajo las escaleras frotando mis ojos, escucho voces en la

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cocina y entro. Rose está sentada en la encimera, Adam se apoya en la barra, Ava
está cocinando algo en la estufa, mi mamá está buscando algo en el frigorífico y
Lux revisa su teléfono distraída, me acerco a Adam y lo abrazo.

–¿Qué tal tu siesta?–pregunta él abrazandome.

–Ni siquiera tenía intención de dormir pero estuvo bien.–digo mirando a Rose, ella
guiña un ojo sonriendo.

–Me extrañó que estuvieras durmiendo, nunca duermes en la tarde.–dice y yo me


encojo de hombros.

–Supongo que lo necesitaba, la última semana de escuela me tiene ansiosa y con


todo lo que ha pasado en los últimos meses...

–Querrás decir en los tres años.–dice mi mamá desde el otro lado de la barra, ella
está comiendo galletas de chocolate.–Desde que cumpliste quince años tus
hábitos para dormir cambiaron, empezaste a dormir menos y estar despierta todo
el día.–ella nos mira un momento y luego mete una galleta en mi boca con
expresión divertida.

–Bueno, dormía seis o siete horas por noche, pero desde hace un tiempo duermo
ocho o diez horas, eso es un avance.–digo y ella rueda los ojos.

–Y hoy, gracias a mí tomaste una siesta reparadora.–dice Rose sonriendo.–De


hecho, yo también tuve una siesta, tienes una cama muy suave, ya entiendo
porqué Adam se queda a dormir a veces.–ella se ríe a lo último y yo niego con la
cabeza.–No pongas esa cara cuñadita, sólo estoy bromeando contigo. Adam no
puede estar lejos de ti por mucho tiempo porque se vuelve más insoportable de lo
que ya es.–me rio y ella se baja de la encimera de un salto, se acerca a Lux y le
pone una mano en el hombro, Lux casi deja caer su teléfono del salto que da en
su silla y yo me rio un poco más.–¿Qué tal van las cosas en Drakelandia?

–¿Drakelandia?–dice ella confundida.

–Sí, oye Ava, ¿qué te parece la relación de Lux y Drake?–Ava se gira y sonríe.

–Pues, mientras no se pasen de la raya y si lo hacen usan protección, por mí está


bien.–dice ella un poco divertida y Lux abre los ojos de par en par, Rose sonríe y le
da unas palmaditas a Lux. Como si fuese lo más obvio, no entiendo lo que está
pasando con Rose pero la dejamos ser.

–Tu madre es una sabia.–dice y Ava asiente con la cabeza, ella se acerca a

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nosotros y se coloca en medio de los dos abrazandonos.–Ustedes son mi pareja
favorita, ¿no lo crees, Ana?–mi madre asiente comiendo galletas.–Espero que
también usen protección, no quiero ser tía todavía, en unos años sí, pero no
ahora...

–¡Rose!–exclamo y ella se ríe, Adam niega riéndose y mi mamá vuelve a rodar sus
ojos.

–Relajate, sé que todavía no lo hacen, pero cuando lo hagan ya saben lo que


tienen que usar.

–!Oh mi Dios! No sigas, por favor.–digo saliendo de la cocina y ella me sigue.

–Lo siento, sólo bromeaba.–ella me detiene y frunce los labios.–Estoy bromista por
la hora, tú te me aguantas.

Y así siguió toda la noche hasta que se fue, a mi mamá le habló de Aston lo que
hizo que ella se sonrojara, a Ava le habló de Alec por lo que ella solo se rió y se
encogió de hombros diciendo que cocinaba bien, no era competencia para ella, a
Lux le habló sobre los momentos más embarazosos de Drake en su infancia y Lux
se rió un poco y nos hizo prometer que no le diríamos a Drake que ella se había
reído de él, cuando Rose iba a empezar a bromear con respecto a nosotros, nos
escapamos de la cocina porque necesitábamos tiempo a solas, nos sentamos en
el techo fuera de mi ventana. No hablamos mucho, sólo mirábamos las estrellas,
le di una versión breve de la ruptura de Rose y Liam, él entendió porqué ella
estaba actuando así, ella no soportaba las rupturas amorosas y si mantenía su
mente ocupada con otra cosa, se le pasaría y así no lloraría.

Entendí también que ella estaba mostrándose fuerte. No solo acababa de


terminar una relación de dos años con un idiota que la trataba mal. Había
terminado con los rumores sobre ella, acerca de ser abusada y aunque eso la
estaba destruyendo por dentro, ella no lo demostró, más bien, tenía una radiante
sonrisa en sus labios.

150
¡Sorpresa!

El miércoles ya estaba desesperada por terminar la escuela, cuando llegué en la


tarde me acosté en mi cama y me volví a quedar dormida. Tuve una pesadilla, o
un recuerdo, no lo sé muy bien, pero fue sobre la muerte de Jane, cuando la
encontré tirada sobre su propio charco de sangre, sus últimas palabras y lo
doloroso que fue ese momento, en el sueño yo me quedaba sola con su cuerpo y
después la asesina venía por mí y me disparaba con una pistola en el pecho.
Despierto sobresaltada y con lágrimas corriendo por mis mejillas, me levanto y
voy al baño, me echo agua en la cara y me limpio los restos del rímel corrido.
Mañana es mi cumpleaños, mi décimo octavo cumpleaños, el año pasado ni
siquiera me acordaba de mi cumpleaños, si no hubiera sido por mí mamá que me
levantó cantandome cumpleaños feliz con un pastel de chocolate, ni siquiera lo
hubiera notado. Vuelvo a mi cama y saco mi teléfono, no lo he revisado en todo el
día y ni siquiera me he molestado en colocarle el sonido por lo que tengo varias
llamadas perdidas y mensajes de textos, las llamadas eran de Adam, un texto era
de él y los otros eran de Lux y Rose.

Adam no vendría esta noche, en el texto decía que estaría en casa de sus abuelos
paternos y que llegaría muy tarde, pero si quería que él viniera podía llamarlo,
decidí no hacerlo, ya nos veríamos mañana, aunque tenía muchas ganas de verlo.
Bajé a la cocina por algo de comer, Ava no estaba cerca así que busqué en el
refrigerador algo que se me antojara, a la final me hice un emparedado de queso
y volví a mi habitación, me acosté de lado abrazando una almohada y me puse a
pensar lo rápido que he cambiado en los últimos meses. Duermo demasiado, me
despierto con energía y no con un solo propósito, visto de color, salgo más con
mis amigas, me rio más y soy más terca de lo que ya era. Y todo desde que
conocí a Adam y empezó a meterse bajo mi piel, despertando en mí sentimientos
desconocidos y haciéndome sentir realmente bien desde que mi padre dejó este
mundo. Vuelvo a quedarme dormida y cuando despierto es de madrugada, casi el
amanecer, lo que significa que ya es mi cumpleaños y no sé cómo demonios pude
dormir tanto, mi mamá seguro me cubrió con mi cobija en la noche porque yo no
recuerdo haberlo hecho, ni siquiera me cambié de ropa. Me levanto frotando mis
ojos con los dedos, mi teléfono se ilumina en mi mesa de noche y lo agarro
contestando sin mirar quien me llama.

–¿Hola?–siento la garganta seca en cuanto hablo.

–¿Hablo con la mejor amiga de todas las mejores amigas que puedo tener que
está de cumpleaños hoy?–la voz familiar al otro lado de la línea me hace sonreír.

151
–¡Tom!–me siento junto a la ventana para hablar con mi mejor amigo.

–El mismo, por cierto, feliz cumpleaños. Aunque no puedo estar allá para
celebrarlo contigo, lo celebraré desde aquí.–dice y yo me rio.

–No te atreverías.–advierto entre risas.

–Mi mejor amiga cumple dieciocho años hoy, ¿y no voy a celebrarlo? ¿Quién eres
y qué hiciste con mi amiga?–dice en tono acusatorio y yo me rio.

–¡Oye! Sigo siendo yo, sólo trataba de ser razonable pero si quieres beber en mi
honor, adelante, espero que tengas una buena resaca mañana porque sino todo
tu esfuerzo habrá sido en vano.–digo y él se ríe.

–Lo haré.–dice haciendo una pausa.–¿Qué tal te va?

–Pues, bien, estoy en mi última semana de clases, ¿y a ti?

–Bien, trabajo en la tienda de antigüedades de la tía Marge.–casi me caigo del


sillón de la risa que me da cuando escucho lo que dice.–Oye, tiene sus beneficios
trabajar con la tía Marge, no sabes la cantidad de chicas lindas que entran a la
tienda preguntando cualquier cosa.–pongo los ojos en blanco y subo las piernas
en el sillón.

–Mmm, si tu lo dices...

–¿Y todavía sigues con el novio que me dijiste que tenías?

–Sí, y se llama Adam, lo sabes ya te hablé de él. Mejor tú, dime, ¿qué pasó con la
modelo con la que salías?

–Ya no salgo con ella, creo que no tengo la postura correcta o algo así dijo ella
cuando terminamos.–dice y yo me quedo un poco sorprendida.

–La mandaste a modelar entonces. Que mal por ti, yo estoy muy bien con mi
novio por ahora.

–¿Te soporta?–pregunta en tono burlón y yo resoplo.

–Yo lo soporto a él.–digo y él se ríe.–En serio, es muy intenso.

–¿Más que tú?

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–Yo no soy intensa, para nada.

–Solo un poco terca, impulsiva, ansiosa y sí, eres intensa y no me vengas a decir
que no lo eres, Hannigan.

–Si tu lo dices, no conoces a Adam, no mejor dicho, no conoces a Rose para saber
lo que es una persona intensa de verdad.

–¿Quién es Rose?

–La hermana de Adam, pero es una buena chica.

–Ah, bueno que bien, de todas maneras eres intensa porque yo lo digo y punto.

–Bien, y tú, eres necio pero nunca lo reconoces y no vamos a discutirlo ahora
porque es mi cumpleaños.

–Lo que tú digas, jefa.

–No vuelvas a llamarme jefa en tu vida.

–Como digas jefa, lo siento.–me rio y él también lo hace.

–¿Qué haces despierto tan temprano?

–Tenía que felicitar a mi mejor amiga por su cumpleaños, y por lo que veo, tú
estabas dormida.

–Soy una persona que duerme generalmente en la noche y está despierta en el


día, pero aprecio tu gesto de buen amigo, eres el primero en felicitarme.

–Esa era mi misión principal.

–¿Quiere decir eso que tienes otras misiones?

–No te diré lo que tengo planeado para ti.

–Sabes que no soporto la intriga, Tom, pero como soy tu mejor amiga dejaré que
sigas con lo que sea que estés planeando para mí.–me levanto y me apoyo en la
ventana, ya el cielo está claro y el sol ilumina toda mi habitación.

–Te sorprenderás.–se interrumpe y habla o discute con una persona al otro lado de

153
la línea.–Te pasaré a Kelsey que quiere saludarte.–dice con voz cansada y yo
escucho una queja por parte de ella, Kelsey es la hermana menor de Tom.–¡Hola,
Meredith!–la alegre voz de ella me hace sonreír.

–¿Qué tal, Kels?

–Todo bien.–dice ella y casi puedo verla sonreír.–¡Feliz cumpleaños! ¡Casi lo


olvidaba!–ella se echa a reír y yo también lo hago.

–Gracias, casi siempre lo olvidas.–digo y ella resopla.

–Olvido lo que no tengo que olvidar, oye, aquí te vuelvo a pasar a Tom antes de
que me arranque el teléfono de la mano. Cuidate, espero verte pronto te echo de
menos, adiós.–justo cuando ella se despide, se queja y Tom vuelve al teléfono.

–No seas tan duro con ella, Tom.–replico y él suspira.

–Siempre la defiendes a ella.

–Ella es una niña, la quiero como a una hermana, al igual que a ti.

–Sí, pero no siempre tienes que ser la hermana mayor de Kels, ella nos tiene a
nosotros.

–Pero a veces ella puede que necesite a una hermana en vez de un hermano, y no
me vengas con que puede hablar de cosas de mujeres con tu madre, porque no es
lo mismo.–lo conozco tan bien que estoy segura que se cruzó de brazos,
cabreandose.

–Lo dejaré pasar por hoy, pero otro día seguimos.–ruedo los ojos y él sigue
hablando.–Ya me tengo que ir y feliz cumpleaños, mis deseos para ti son, que
tengas deseos alocados y que nunca te olvides de éste fiel amigo que tienes.

–Gracias, y yo nunca me olvidaré de ti, Tom. Eso es imposible. Ahora lo de los


deseos alocados suena tentador y no te los voy a decir, porque si te los digo no se
harán realidad.

–Bien, espero que me incluyas en algunos de esos deseos.–hace una pausa y


habla con otra persona al otro lado de la línea, no escucho bien lo que dicen
porque las voces suenan amortiguadas.–Ya me voy, espero verte pronto.

–Yo también, adiós.–cuelgo y reviso el teléfono, llamadas perdidas de Adam a las


once de la noche, a esa hora ya estaba más que dormida, dejo el teléfono a un

154
lado y me voy a dar una ducha, ya es la hora habitual de levantarme y
arreglarme.

Salgo del baño con una toalla alrededor de mi cuerpo y con una enrollada en mi
cabeza, me llega un olor a pastel de chocolate, seguramente Ava o mi mamá ya
están metidas en la cocina. Me visto con un jean azul ajustado, una blusa violeta
de mangas con botones, mis botas marrones preferidas y una chaqueta azul
oscuro. Después de maquillarme, tocan a mi puerta y sonriendo la abro.

–¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños querida,


Meredith! ¡Feliz cumpleaños a ti!–cantan a coro, mi mamá, Lux y Ava, mi mamá
sostiene un pequeño pastel de chocolate con una vela dorada pequeña
encendida, cuando terminan de cantar, soplo la vela y ellas aplauden.

–¡Gracias!–Lux es la primera en abrazarme, luego lo hace Ava y después mi mamá


que le pasa el pastel a Lux para poder darme un abrazo de mamá oso.

–Ten tu pastel.–dice Lux colocando el pastel en mis manos, se me hace agua la


boca.–Lo hicimos entre las tres, espero que te guste.–ella se da media vuelta y se
va bajando las escaleras alegremente.

–Pues, yo voy a disfrutar de mi pastel.–digo pasando al lado de mi mamá y Ava.

–¿Necesitas algo?–pregunta Ava cuando estoy a mitad de camino, me vuelvo con


cuidado de no dejar caer el pastel.

–Si no es mucha molestia, trae mi bolso y mi teléfono que los dejé en el sillón.–ella
asiente y mi mamá baja detrás de mí.

–Ayer cuando llegué estabas dormida, y Ava me dijo que cuando llegaste de la
escuela también dormiste, ¿te estás sintiendo cansada últimamente?–pregunta
ella cuando llegamos abajo, entramos a la cocina y yo dejo el pastel en la
encimera girandome para encararla.

–No, más bien me estoy sintiendo muy bien.–digo con total naturalidad y ella
coloca una mano en mi hombro cariñosamente.

–Me alegro, ahora tengo que irme pero nos vemos más tarde, mi niña.–ella me
abraza y me da un beso en la frente, antes de salir de la cocina, me sonríe y guiña
un ojo muy propio de ella. Rodeo la encimera y busco un cuchillo para cortar una
porción de mi pastel, Lux entra apresuradamente a la cocina y me sobresalto un
poco, ella agarra sus llaves que están sobre la encimera y sale como una
exhalación empujando la puerta. Busco un plato y corto un trozo de pastel, sin

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mucho cuidado lo coloco en el plato, llenándome los dedos de crema de
chocolate, con un tenedor me como en menos de lo que canta un gallo lo que me
serví y me debato entre picar otro o guardar el resto y dejar de ser tan golosa.

–Aquí están tus cosas.–Ava me saca de mi ensoñación colocando mi bolso y mi


teléfono sobre la encimera.–Voy a limpiar arriba, ¿quieres que limpie tu
habitación? No está muy desordenada, pero creo que tienes que cambiar las
cortinas y la ropa de cama.

–Sí, está bien, creo que tengo un pequeño desastre en el armario.–muestro los
dientes y Ava se ríe.

–Entonces será mejor que empiece ahora.–ella se da media vuelta y sale de la


cocina.

Sigo con mi debate sobre comer o no otro trozo de pastel y cuando decido que es
mejor guardarlo para después ya que a veces mi amiga gula y yo nos pasamos y
después sufrimos las consecuencias, meto el pastel en el refrigerador y cuando
cierro la puerta, siento un cosquilleo en mi piel, mi corazón se acelera y su olor se
pega en mis fosas nasales, me giro y él está a un paso de mí con una expresión
divertida en su rostro, no lo escuché entrar y ahora no sé porqué estoy nerviosa.

–¿Por qué no contestaste el teléfono ayer cuando te llamé?–pregunta dando un


paso y yo doy uno hacia atrás instintivamente.

–Estaba dormida.–respondo dando otro paso hacia atrás cuando él da otro, a


medio paso solo me queda el refrigerador.

–¿Dormiste toda la tarde y la noche?–pregunta juntando las cejas y pego mi


espalda en la puerta del refrigerador.

–Sí.–murmuro y él acerca su rostro al mío.

–Me preocupaste.–alza una mano y acaricia mi mejilla con suavidad.

–Lo siento.

–No tienes nada que lamentar, y menos hoy.–dice acomodando mi cabello hacia
atrás y dejando la mano en mi nuca.–Hoy te haces un año más vieja.–dice
sonriendo burlonamente y yo frunzo los labios.

–Pensé que me hacia más joven, gracias a ti descubro que es al contrario.–le sigo
el juego y él sonríe pegando su frente en la mía.

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–Pues no, te estás haciendo vieja.

–Me estoy haciendo vieja esperando a que me beses.–digo y él se sorprende un


poco por mis palabras.–Ni siquiera me haz saludado como se debe.

–Cierto.–él se aleja sólo un poco para agarrarme por la cintura y pegarme a su


pecho con sólo un movimiento.–Hola, te ves preciosa hoy.–me da un beso suave
en los labios y vuelve a hablar.–Feliz cumpleaños, por cierto.–se aleja un poco y
mete la mano en el bolsillo interno de su chaqueta, saca una caja pequeña de
color rojo oscuro que tiene un lazo plateado encima y me la da, sonrio y la abro un
poco intrigada por lo que hay dentro.

–Adam...–saco el brazalete de plata de la caja y lo detallo, tiene varios díjes con


figuras inusuales, una barra de chocolate, un trozo de pizza, una cámara, unas
botas, un árbol, un casco constructor y un corazón de cristal.–¡Me encanta!
¡Gracias!–lo abrazo fuertemente y él me alza en sus brazos.

–Sabía que te gustaría.–me baja y me ayuda a colocarme mi brazalete, sonrio


como boba y sin poder aguantarme más, lo agarro por el cuello y lo jalo hasta mi
rostro estrellando mis labios en los suyos y enredando nuestras lenguas en un
beso apasionado y lento, él me levanta cargándome por los muslos y cruzo las
piernas en su espalda baja, se da la vuelta y camina sin separar nuestros labios y
me pega a una pared besándome con más ansiedad, intensidad y ferocidad que
me deja sin sentido.

Lo extrañaba y no lo sabía, sólo hacia falta que me besara como lo está haciendo
en este momento.

–Sabía que me extrañabas.–dice bajando la intensidad y haciéndome sonreír, su


lado engreído está activado.

–Eso es cierto.–digo en su boca y él me muerde el labio inferior y un pequeño


gemido escapa de mis labios sin poder evitarlo.

–Yo también te extrañé.–dice y yo vuelvo a besarlo.–Sabes a chocolate.–me rio un


poco.

–Eso es porque comí pastel de chocolate hace unos minutos.

–Siempre comes chocolate.–me da otro beso y aparta el cabello de mi rostro.

–Porque el chocolate me enciende.–digo y él alza las cejas.

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–¿Te enciende?–pregunta y yo bajo las piernas para que él me baje.

–Sí, me enciende, ahora, tengo que irme.–miro la hora en mi reloj de pulsera y


hago una mueca.

–Dejame llevarte.–dice y yo agarro mi bolso y mi teléfono.

–Eh, yo tengo auto.–salgo de la cocina y él me sigue.

–Pero yo quiero llevarte.–dice deteniendome a agarrar mis llaves, lo miro juntando


las cejas.

–Y yo quiero conducir.–agarro las llaves y él me las quita, alza él brazo para que
no pueda tomarlas.

–No vamos a discutir sobre esto, te llevaré a la escuela y punto.

–¿Por qué?–pregunto tratando de contenerme para no saltarle encima y arrancarle


las llaves.

–Porque quiero que éste sea un día especial para ti, así que me dejarás llevarte.–él
baja el brazo pero no me da las llaves.–Hagamos un trato, yo te dejo conducir mi
auto y así no te llevas el tuyo y yo después puedo pasar a recogerte cuando
salgas.–dice y yo alzo las cejas impresionada, conducir su auto sería como cumplir
una fantasía.

–De acuerdo, las llaves.–digo con la mano tendida y él coloca sus llaves en mi
mano. Sonriendo salgo de la casa y subo a su auto, acomodo el asiento hacia
adelante, me coloco el cinturón de seguridad, él se sube en el asiento del copiloto
colocándose su cinturón y enciendo el motor que cobra vida al instante, miro a
Adam que tiene una expresión de ternura en su rostro.–¿En qué estás pensando?

–En lo preciosa que te ves en este momento, en mi auto.–dice y yo me ruborizo


sin saber porqué, vuelvo mi mirada al frente.

–Gracias, ¿alguna vez haz dejado que alguien haya conducido tu auto antes?–
pregunto y él niega.

–Sólo Blake y fue sólo una vez.–dice y yo retrocedo el auto como una experta,
salimos a la carretera y me mantengo en el límite.

–Ah, pues esto, me gusta.–digo y él sonríe.

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Cuando llegamos a la escuela, todos nos miraban, bajamos al mismo tiempo, me
dio un beso de “nos vemos luego” y se fue, me encontré con Liz en la entrada que
me sonrió felicitándome. El resto de la mañana fue igual, felicitaciones de
muchos, regalos de algunos, las chicas me tenían rodeadas y no me dejaban ir
sola a ninguna parte, ni siquiera al baño, estaban actuando extraño, sonreían con
nerviosismo y revisaban sus teléfonos a cada rato, la hora de volver a casa llegó
rápidamente y salí esperando encontrarme a mi novio, pero en vez de él, estaba
Rose esperándome, ella sonrió y me pidió que la acompañara al centro comercial,
que después nos encontraríamos con Adam en mi casa. Me sorprendí cuando
entramos al salón de belleza que frecuentaba, Charlie había sido mi estilista
desde los diez y ahora me esperaba para arreglarme el cabello, reconozco que lo
tengo muy largo y maltratado, no lo corto desde hace más de un año pero no
esperaba que él lo cortara mucho o que me hiciera un cambio radical. Al final me
gustó el resultado, lo cortó dándole forma, pero dejándolo largo y ondulado,
aunque Rose no estaba muy contenta con las ondas, pidió que lo alisara, ya que
todo el tiempo lo usaba rizado o con ondas. En vez de volver a mi casa, fuimos a
la suya, ya era casi de noche y mi mamá ni siquiera me había llamado.

–Quiero que te pongas esto.–Rose me hizo subir a su habitación ya que ella quería
cambiarse de ropa y entro a su armario, luego salió con la prenda que tiene en
sus manos y ordena que me la ponga.

–¿Por qué?–pregunto tomando el vestido y alisándolo.

–Porque sí.–ella me empuja a su armario y después de un breve forcejeo y varias


quejas por mi parte, accedo. No entiendo lo que trama pero decido seguirle el
juego, el vestido es hecho con una tela gruesa y fexible, de color azul zafiro y con
escote en la espalda, me lo pongo con un poco de esfuerzo y tiro del dobladillo
hacia abajo. Cuando me miro en el espejo casi me da un paro cardíaco, el vestido
me resalta y me hace ver curvas, me queda ajustado y por encima de la rodilla, el
escote en la espalda es fenomenal, lo que más me gusta, es que brilla.

–¡Wow!–exclama ella cuando salgo.–Sabía que te quedaría, yo nunca me lo pude


poner para salir.–ella me hace dar una vuelta y entra al armario, sale con un par
de zapatos altos en sus manos y me los da. Son negros con tiras, brillantes y
altísimos.–Pontelos.–me ordena y hago lo que me dice pensando en qué estará
tramando ella. Espero mientras ella se cambia y lo hace en un abrir y cerrar de
ojos, se puso un vestido rosa chicle, con unos tacones de color crema con
pequeños diamantes en la parte de atrás. Me maquilló, delineando mis ojos y mis
cejas un poco, aplicando algo de rubor, rímel y un labial rosa claro.–Adam se va a
desmayar en cuanto te vea.

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–¿Por qué me arreglaste de esta forma?–ella se maquilla rápidamente y me mira a
través de su espejo.

–Porque es tu cumpleaños, y tienes que verte mejor de lo que ya te veías antes,


así te verás mejor cada año.–dice y yo me rio.–Listo. Vámonos.–salimos de su
habitación y bajamos las escaleras como si fuésemos súper modelos, o ella si
parece una súper modelo.

–¿A dónde iremos?–ella no responde al instante y yo pierdo la paciencia un poco


más a cada segundo que pasa.

–A tu casa y a una fiesta.–responde ella y yo junto las cejas, ¿una fiesta?

–¿Cuál fiesta?–ella se gira antes de abrir la puerta principal, sonríe


maliciosamente.

–Ya verás.

Al llegar a mi casa, me preocupo al ver las luces apagadas, eso nunca pasa, a
menos que estemos durmiendo o sea demasiado tarde para dejarlas encendidas,
además, los autos de mi mamá, Adam y Lux están estacionados afuera. Rose se
estaciona y bajamos, ella sonríe como siempre y yo sólo junto las cejas aún más,
saco las llaves de mi bolso y abro la puerta con cautela, como si un monstruo me
fuese a atacar. Llevo mi mano hasta el interruptor y antes de que lo toque, las
luces se encienden solas.

–¡Sorpresa!–todos mis amigos y mis familiares salen de detrás de los muebles


exclamando y yo me llevo las manos a la boca de lo impresionada que estoy, la
sala está totalmente decorada con globos brillantes y luces blancas.

–¡Oh mi Dios! Me hicieron una fiesta sorpresa.–digo asombrada, todavía y


abrazando a todos los que fueron parte de esto.

–Fue idea de tu novio.–dice Dove abrazandome y yo busco a Adam con la mirada,


en cuanto lo encuentro casi corro hasta donde está y lo abrazo.

–Gracias.–digo pegada a su pecho y él me besa la cabeza separándome un poco


de él.

–Tengo otra sorpresa para ti.–dice tomando mi mano y yo alzo las cejas, de
ninguna manera.

–¿Otra?–no me puedo imaginar que puede ser, me lleva hasta la puerta de la

160
cocina y aprieta mi mano.

–¿Lista?–pregunta y yo asiento, él empuja la puerta y pasamos a la cocina. Grito


de la emoción en cuanto veo mi otra sorpresa, mi hermana me abraza
fuertemente y se ríe de mi reacción, no la veía desde su cumpleaños en marzo.
No sólo está Leigh Anne, también está Tom que me abraza meciéndome de lado a
lado, por un segundo creo que voy a llorar, vuelvo a abrazar a Adam y le doy un
beso de agradecimiento.

–¿Cómo es qué ustedes están aquí?–pregunto y ellos sonríen mirando a Adam.

–Gracias a él, estamos aquí.–dice Tom y yo no puedo creerlo.

–¿Cómo lo hiciste?–él entrelaza nuestras manos y me sonríe.

–Avión privado, y sabía que tenías ganas de ver a tu mejor amigo y a tu hermana.
Yo sólo los llamé y les pedí que vinieran.–dice y yo los miro, ellos asienten dándole
crédito a sus palabras.

–¿Y cuando volverán?–pregunto un poco preocupada, Leigh Anne todavía no ha


terminado la universidad y Tom, bueno él está trabajando ahora, sé que él no le
pone mucha importancia a la última semana de escuela.

–Descuida, mañana al atardecer estarán de vuelta, junto con nosotros.–dice y yo


parpadeo un poco confundida.

–¿Te refieres a qué tú y yo vamos a ir a Nueva York también?–él asiente y yo no


puedo ocultar mi asombro.

–Nunca he ido a Nueva York.–responde encogiéndose de hombros.–Y si voy a ir,


quiero que sea contigo la primera vez.–dice y yo lo abrazo sonriendo.

–Gracias.–digo y de repente comienza a sonar música con mucho volumen.

–Esa debe de ser mi mamá.–dice y yo salgo de la cocina hasta el patio, donde está
Clara con una laptop conectada a un equipo y grandes cornetas.

–¡Clara!–ella se gira y me sonríe.

–Mi niña, ¡feliz cumpleaños!–me abraza y se vuelve a su laptop.

–Gracias, ¿qué estás haciendo?

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–Animar tu fiesta, ven para que veas como lo hago.–me acerco hasta donde está
ella y no solo tiene la laptop, también tiene una tabla de Dj.–Coloco la canción
aquí, y con esto puedo agregar otro ritmo o mezclarla.–ella selecciona una
canción al azar y después toca botones de la tabla haciendo la canción con más
ritmo, me pasa unos grandes audífonos y me los pongo escuchando lo que ella
hace con la música, Clara puede que tenga cuarenta y cinco, pero su alma es
mucho más joven. Y hoy celebra mi cumpleaños junto a mi sintiéndose como de
mi edad y a la vez como madre protectora, pues no dejaba de ver en nuestra
dirección de vez en cuando, cerciorándose de que estuviésemos bien.

Comí trozos de pizza sentada en las piernas de Adam, él lo quiso así y fue
divertido porque también le di de comer en la boca, Tom se sentó con nosotros, se
sorprendió mucho por como actuábamos y por como llevábamos nuestra relación,
no me sentí incómoda en ningún momento, él tampoco y Tom menos, hablaba
más con Adam que conmigo, por un instante me sentí un poco celosa, era
absurdo pero lo pensé. ¿Qué puedo decir? Adam está obsesionado de mí y yo lo
estoy de él.

–Meredith.–Tom me sacó de mi ensoñación tocando suavemente mi brazo.–


Mañana se cumplen trece años desde que nos conocimos.–dice él y yo sonrio.

–Y en una semana se cumplen trece años desde que nos hicimos mejores
amigos.–digo recordando ese día con claridad.

–Cierto, y como buena amiga que eres me tienes que dar un regalo.–dice y yo lo
miro con los ojos entrecerrados.

–¿Cómo cuál?–pregunto con cautela, a veces Tom puede ser una mala infuencia
para mí.

–Presentarme a una de tus amigas.–dice mirando al otro lado del patio.–A una en
particular.–sigo su mirada y veo a mi grupo de amigas con las que voy a la
escuela, sólo una de ellas mira en nuestra dirección, es Liz.

–¿Cuál de ellas?–pregunto, aunque sé que es ella pero con Tom nunca se sabe.

–La de cabello negro y ojos azules.–sin duda se refiere a Liz, porque Lydia es
castaña clara y ojos verdes, y a Lux ya la conoce y hasta tienen una pequeña
historia juntos y a Beth también la conoce bien.

–Esa es Liz.–digo y él me mira.

–¿Su nombre es Liz o es así como la llaman?–dice y yo ruedo los ojos, varias veces

162
ha conocido chicas que dicen su sobrenombre como su nombre, es como si yo
dijese que me llamo Mere, en vez de Meredith, y a mi prima Beth le decimos así
porque a ella no le gusta mucho el Beatrice, dice que es nombre de vieja.

–Elizabeth Clayton James. Pero todos la llamamos Liz prácticamente la conocí con
ese nombre, pero sus padres la llamaban Liz por cariño desde que ella tiene
memoria.–digo y él asiente.

–Pues, bien. Es linda como su nombre.–dice y yo vuelvo a rodar mis ojos.

–¡Oye, Liz!–alzo la voz y ella gira su cabeza hasta donde estoy, me mira juntando
sus cejas.–¡Ven aquí!–le hago señas con la mano y ella se disculpa con las demás
chicas y camina hasta donde estamos, ella se ve bellísima con el vestido rojo
sangre que se puso.–Si le haces algo, juro que te dejo estéril.–murmuro y él se ríe.

–¿Qué pasa?–pregunta ella con esa voz suave que la caracteriza.

–Te presento a mi mejor amigo, Tom.–digo y puedo distinguir un brillo en los ojos
de ella, incluso se ven más claros que nunca.–Tom, ella es mi amiga Liz.

–Un placer.–dice él tomando su mano, ella sonríe algo nerviosa.

–Igualmente.–los miro a los dos y me siento como si estorbara.

–Yo me voy a buscar a mi novio, los dejo para que se conozcan.–digo y a propósito
paso en medio de los dos, aún con tacones sigo siendo baja, apenas llego al
tamaño de mi mamá y ella también carga tacones, aunque no son tan altos como
los míos obviamente, sólo Lux y yo tenemos la misma estatura y nuestros novios
son muy altos, a Adam le llego al cuello con estos zapatos de Rose.

Paso frente a mi hermana, Rose, Carl y Zack, ellos están jugando guerras de
pulgares concentrados, ni siquiera se dan cuenta de que paso frente a ellos, creo
que con este vestido es difícil reconocerme, más el maquillaje y el cabello, paso
por el corredor y antes de entrar a la cocina, él me detiene agarrandome por la
cintura.

–Te estaba buscando.–digo girandome en sus brazos.

–¿Ah sí?–él alza una ceja de forma divertida y yo sonrio asintiendo.

–Sí, te perdiste un rato y Tom ya estaba contandome sus planes sobre conquistar
el mundo.–digo llevando mis manos hasta su cuello.

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–¿Y cómo hiciste para deshacerte de él?–él lleva sus manos hasta la parte baja de
mi espalda, donde se cierra el escote de mi vestido.

–Le presenté a Liz, pues ambos tenían un buen rato lanzándose miradas de
extremo a extremo, los dejé hablando junto a la piscina.

–Que astuta.–dice antes de besarme con sutileza.

–Astuta es mi segundo nombre.–digo y él se ríe.

–No lo es.–dice y yo niego.

–No, pero podría serlo.

–Claro que sí.–él me hace dar media vuelta y rodea mi cintura con un brazo,
volvemos al patio con todos y luego me saca a bailar.

Pensé que la noche sería eterna, bailamos por un buen rato, comimos, él no me
dejó beber después del quinto trago de vodka porque no quería que fuese a la
escuela con resaca, me besó como nunca y frente a todos, Rose nos tomó fotos
como loca, me tomé fotos con mi teléfono, con él, con mis familiares, con mi
mamá, con Leigh Anne, con mis amigas, en un momento tuve que irme a mi
habitación porque estuve a punto de echarme a llorar, Leigh Anne y yo estábamos
recordando los últimos momentos que tuvimos con nuestro padre, unos minutos
después Adam entró a mi habitación y yo le sonreí desde mi mesa de maquillaje
como si nada, pero él sabía que yo había estado llorando, por mi padre y por Jane.
En el momento que todos me cantaron cumpleaños feliz, me paré al lado del
pastel de chocolate que mi mamá y Ava hicieron, pusieron dieciocho velas y las
apagué todas de una sola vez, aplaudieron tan fuerte que los aplausos resonaron
en mis oídos por un rato. La fiesta acabó a las tres de la mañana y algunos
tuvieron que quedarse en mi casa. Rose fue una de ellas, Adam se fue para que
yo pudiera descansar, mi hermana y yo estábamos medio borrachas, ella quiso
dormir conmigo. Primero charlamos un rato, más sobre ella que sobre mí.

–Creo que he cometido un error.–estaba cambiando mi vestido por una camiseta


cuando ella entró al armario, no me importó estar medio desnuda, mi hermana
era mi hermana y ella ni siquiera estaba mirando mi cuerpo.

–¿Por qué lo dices?–coloqué el vestido en la cesta de ropa sucia y me giré para


verla, tenía el rostro tenso y la mirada perdida en algún punto del piso.

–Porqué fui muy dura con alguien que no lo merecía.

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–¿Con quién?–paso junto a ella y entro al baño, recojo mi cabello con una coleta y
me lavo el rostro quitándome el maquillaje.

–Con Ron.–dice, Ron es el hermano mayor de Tom y el mejor amigo de Leigh Anne.

–Bueno, ¿qué hizo Ron para que tú lo trataras mal?

–Quererme.–responde ella, me cepillo los dientes y alzo las cejas, ella espera a
que yo termine para seguir hablando.–Quererme más de lo que debe.

–Ay, no me quiero imaginar lo que le dijiste.–apago la luz del baño y cierro la


puerta, me acuesto en la cama, en el lado izquierdo boca arriba y ella hace lo
mismo, su silencio me hace mirarla, sus ojos dorados parecen avergonzados y
culpables, estoy acostumbrada a verlos brillantes y fríos.

–No fue lo que dije, Meredith, fue lo que hice.–sus palabras me hacen mirarla con
atención.

–¿Qué hiciste?–ella aprieta sus labios en una fina línea y cierra los ojos un
momento, luego vuelve a mirarme y yo alzo una ceja cuestionadora.

–Me acosté con él.–dice y yo pongo los ojos como platos y abro la boca
sorprendida, ella y yo siempre hemos tenido la confianza suficiente como para
contarnos todo, nuestros padres nos enseñaron a tenernos una a la otra en todo
momento, y escuchar los consejos de cada una.

–¿Qué? ¿Cuándo? ¿Por qué?–estaba más sorprendida que cuando ella me contó
que perdió la virginidad a los diecisiete.

–Porque lo deseaba y él también.–ella se incorpora y yo también lo hago.–Y esto


no te lo había contado porque los dos decidimos mantenerlo en secreto pero
desde que volví a Nueva York, él y yo hemos estado teniendo momentos en los
que somos más que amigos, cuando salía con ese chico de la universidad,
dejamos de hacerlo y seguíamos como amigos, pero yo no salgo con nadie desde
hace mucho tiempo y él tampoco, a principios de éste año seguimos con nuestra
aventura y hace un tiempo que los dos nos hemos sentido como si tuviésemos
algo más y él me lo ha demostrado, pero ayer yo fui un poco dura con él, le dije
que no esperara mucho de mí porque no estaba lista para nada y hoy, antes de
irme a reunirme con Tom para venir hasta acá, lo hicimos, me sentí mal, porque
pensé que lo estaba usando y él se merece mucho más que eso.–de repente ella
está llorando y yo la agarro por los hombros para que recueste su cabeza en mis
piernas, tal y como estábamos acostumbradas a hacer cuando alguna de las dos
se sintiera agobiada, acaricio su rubia cabellera mientras ella se desahoga

165
derramando lágrimas que limpio con mis manos.

–¿Qué más pasó?–la animo a que siga hablando porque todavía faltan muchas
piezas en este rompecabezas.

–Me fui, pero estoy asustada.–ella se frota los ojos.

–¿Asustada? ¿Por qué?–pregunto un poco alarmada, muy pocas veces he visto a


mi hermana de ésta manera, en cambio ella se muerde el labio inferior tan fuerte
que creo que se lo va a romper.

–Creo que puedo estar embarazada.–dice y yo sofoco un grito, me tapo la boca


con ambas manos y ella contiene un sollozo.–Es muy pronto para saberlo, pero si
mi periodo no llega la semana próxima, me haré una prueba.–dice y yo suspiro.

–Nunca imaginé que tú pudieras pasar por algo como esto.

–¿Por qué?–pregunta ella frunciendo el ceño.

–Porque tú siempre haz sido fuerte, siempre haz estado ahí para mí, nunca te
había visto así.–ella alza una mano y agarra la que tengo en su cabello, la aprieta
y no me suelta.

–Papá me enseñó a ser fuerte, pero tú eres fuerte desde que naciste, ¿cómo
hiciste para llamarme el día que papá murió? No lo sé, pero lo hiciste, me llamaste
y en medio de sollozos me lo dijiste, luego te fuiste a California enloquecida y
mamá me llamó, sabía que ibas a estar ahí, sólo me faltaba llamar a Devonne
para confirmarlo, luego tuviste ese accidente y mamá te prohibió conducir, te
volviste más seria de lo que eras y más terca, estuviste a punto de ser una
alcohólica, pero te detuviste a tiempo, luego todo pareció haber vuelto a la
normalidad, excepto que no sonreías a menudo. Conociste a Adam y tu mundo
cobró un poco de color, viste a tu amiga morir y aún así no te derrumbaste,
estuviste a punto de morir pero eso sólo te hizo más fuerte. Empezaste a querer a
alguien sin miedo y alguien comenzó a quererte como un loco, porque tu novio
está loco y sigues siendo virgen.–me rio y ella sigue, no sé como lo hace, pero ella
tiene razón.–Y me dices que yo soy la fuerte.–ella niega y chasquea la lengua.–
Papá estaría orgulloso de ti, sobre todo por lo de ser virgen aún. Dime una cosa,
¿Adam no ha intentado hacerlo o tú no te sientes lista?

–Bueno, él lo ha intentado, pero siempre se detiene por temor a hacerme daño.

–Vaya, esa si es toda una sorpresa, escucha esto. La próxima vez, si tu lo deseas y
están teniendo un momento intenso, no dejes que se detenga, anímalo a seguir.

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La primera vez siempre duele, pero la primera vez nunca se olvida.–ésta si es mi
hermana, directa, sin tapujos, ella se ríe cuando ve mi cara roja.–No pongas esa
cara, he visto como te miraba, como te tocaba, como te besaba, es un hombre y
los hombres y el sexo son amigos, aunque en un principio lo pensé como que muy
grande para ti en todos los sentidos, hoy me di cuenta de que más bien hacen
una pareja hermosa, porque el te trata como si fueses una for, te sobreprotege, y
tú, pareces tan natural junto a él, sonríes todo el tiempo y lo miras como si
hubieses ganado la lotería de hombres.

–Leigh Anne.–advierto y ella se ríe.–El alcohol ya se te subió a la cabeza, vamos a


dormir, pero primero te daré un consejo. Si tú amas a Ron y él te ama a ti no lo
dejes ir, no tengas miedo de expresar lo que sientas por él, porque sé que él debe
de sentir lo mismo.–ella resopla y se acomoda a mi lado bajo las mantas, apago la
luz y ella se gira para verme.

–Trataré de tomar tu consejo como algo bueno. Buenas noches o buenos días,
cualquiera de los dos. Que duermas bien.–dice y yo sonrio.

–Igualmente.–en cuanto cierro los ojos, caigo profundamente dormida y no sé más


nada por algunas horas.

¡Dios santísimo! La vida es un jodido laberinto para todo el mundo, nadie es


completamente feliz, pero nadie dijo que sería fácil tampoco...

167
Primeras Veces.

No quiero levantarme cuando despierto a las siete y media de la mañana pero lo


hago. Leigh Anne duerme profundamente a mi lado, desde ésta perspectiva
puedo verla muy parecida a mi madre cuando era joven, con el cabello rubio claro
y con ondas suaves y la piel clara y rosada con pecas en los hombros y en el
rostro, al igual que yo. Me levanto enfurruñada y me doy una ducha, me duele un
poco la cabeza y le doy las gracias a mi novio mentalmente por no haberme
dejado tomar demás, sino quien sabe como me sentiría ahora, después de
vestirme y arreglarme le doy una última mirada a mi hermana mayor, la noto algo
delgada y me preocupo por ella, la conversación de esta madrugada nos hizo ver
que estamos tan unidas como si fuésemos mellizas, pero con tres años de
diferencia.

Cómo si se sintiese observada, ella se mueve y abre los ojos, me acerco a la


ventana y las cierro un poco.

–Tú, sigue durmiendo. Yo me voy.–digo y ella me lanza un beso con la mano a


modo de despedida, salgo de la habitación y cierro la puerta, me asomo a la
habitación donde Rose se quedó a dormir, ella sigue profunda y con las sábanas
revueltas en torno a su cuerpo, bajo hasta la cocina, que está desierta y junto las
cejas, el desayuno está hecho y decido tomar café, pero primero me tomo una
píldora para mi dolor de cabeza. Escojo la taza más grande que hay y me sirvo el
café, me siento en un taburete y me como unas tostadas con mantequilla, la
puerta se abre y me sobresalto.

–Bueno, hola.–dice alegremente Lux, se sienta a mi lado y agarra una tostada.

–Hola.–digo y le doy un sorbo a mi café.–¿Qué tal dormiste?

–Bien, ¿y tú?

–Bien, dormí como un tronco, Leigh Anne sigue roncando aún.

–Sí yo también, Rose fue la primera en quedarse dormida, la ayudé a cambiarse y


cuando se acostó, se durmió de inmediato.–ella se ríe y yo niego con la cabeza.

–Leigh Anne y yo estuvimos hablando anoche y cuando apagué la luz, fue como si
me noquearan. No tenía ganas de levantarme hoy.

168
–Yo también, ayer fue un día muy largo.

–Tú lo sabías, ¿verdad? Lo de la fiesta sorpresa.–ella me da una mirada de


disculpas.

–Pues sí, fui una cómplice, nos costó mucho trabajo preparar esa fiesta y gracias
Rose pudimos hacerla.–dice mordiendo su tostada.

–Ya veo, ella prácticamente me secuestró hasta la peluquería y después a su casa,


me obligo a cambiarme y me maquilló y yo no sospeché nada en ningún
momento.–digo indignada y ella se ríe.

–Ese era el plan, mientras no sospecharas nada estaríamos bien.–dice y yo la miro


con los ojos entrecerrados, mi mamá entra a la cocina y la miro un poco
desconcertada, debería de haberse ido a trabajar hace rato, Lux termina su
desayuno y sale de la cocina, mi mamá se sienta en donde estaba ella.

–Tenemos que hablar.–dice ella seria, la miro sin comprender y asiento.

–¿Sobre qué?–ella suspira y cierra los ojos un momento.

–Renuncié al trabajo en el hospital.–dice y yo abro los ojos atónita.

–¿Qué? ¿Por qué?–ese trabajo era su vida, no entiendo porqué ha renunciado.

–Porque tengo que encargarme de la empresa de tu padre, a Richard le dio un


paro cardíaco anoche y está en el hospital, él ya no puede seguir dirigiendo la
empresa, tiene setenta años y ahora está mal de salud, me nombraron directora
esta mañana.

–¿Cómo vas a hacer? Dirigir una empresa arquitectónica no es fácil, y menos una
tan grande como la de papá.

–Eso era lo que te quería decir, voy a necesitar de tu ayuda.

–Pero mamá, ¿cómo puedo ayudarte yo? Apenas voy a graduarme de la


preparatoria.–digo un poco alterada.

–Tú sabes más de arquitectura que yo. Además eres la dueña legítima de la
empresa.–responde ella y yo dejo de respirar, yo no soy la dueña, la dueña es ella.

–¿La dueña?–pregunto y ella asiente seria.

169
–A partir de ahora eres la dueña, tu padre y yo habíamos hablado de esto en caso
de que a él o a mí nos pasara algo, si él moría, la dueña de la empresa serías tú,
en cuanto fueras mayor de edad y hubieras terminado la universidad, todavía no
haz comenzado pero cuando la termines, quien seguirá con el legado de tu padre,
serás tú.–ella toma mis manos y las aprieta.–Por ahora yo voy a encargarme de la
empresa, con tu ayuda y las instrucciones que me dejó Richard seguiremos hacia
adelante, yo no voy a dejar que la empresa quiebre y se hunda.–dice.

–Está bien, mamá.–digo y me levanto.–Juntas vamos a seguir haciendo crecer la


empresa por la cual papá trabajó duro para fundarla.–trato de ocultar mi temor lo
más que puedo.

–Así será, mi niña. Ahora lo que quiero que hagas, es que vallas a la escuela y
disfrutes de tu último día de clases.–dice ella, puedo ver su mirada algo triste,
dejar su trabajo no fue fácil obviamente y ahora estará a cargo de una empresa
entera, donde no conoce mucho sus funciones y mucho menos como mantenerla
a fote, pero yo sí, papá me explicó lo que hacia en la empresa desde que se lo
pregunté un día y me enseñó como manejar una empresa, en ese tiempo él
también tenía trabajo en el exterior y algún día yo ocuparía su puesto, ese día iba
a llegar antes de lo que imaginaba.

En la escuela le hicimos un homenaje a Jane, ella era la mejor bromista del grupo
y para recordarla hicimos sonar las campanas de la escuela por un rato para
distraer a los profesores mientras entrábamos a sus oficinas y colocábamos
algunas cosas, a mi me tocó llenar el escritorio del entrenador con miles de
pelotas que suenan como una bocina si se toca una sola, la más difícil fue
convertir la administración, en una discoteca de los años setenta, la época no
vívida favorita de Jane, lo mejor de todo fue que nadie sospechó de nosotras.
Cuando llegó la hora de irnos, creamos una lluvia de páginas en la cafetería y
huimos corriendo como locas, mientras que en la cancha deportiva, los chicos
llenaron el lugar con espuma de manera que nadie pudo entrar al lugar. Volví a
casa al mediodía y me encontré con mi hermana y mi cuñada en mi habitación
hablando como si fuesen las mejores amigas en el mundo, me ayudaron a hacer
mi maleta para ir a Nueva York, solo sería un fin de semana o tal vez podría volver
el lunes ya que estaba oficialmente de vacaciones.

Tom estaba sentado en la cocina con una mirada soñadora, se sentía cautivado
por Liz, aunque sonaba ridículo, no paraba de pensar en ella y yo como buena
amiga la llamé y ella vino a mi casa un poco confundida por mi llamada, le había
dicho que necesitaba su ayuda, le dije que en realidad Tom quería verla y hablar
con ella antes de irse, ella se sonrojó pero estaba encantada con eso. Mi mamá no
estaba en casa, estaba en la empresa tratando de adaptarse a su nuevo trabajo,
me sentía mal por ella, quería hacer algo pero, ¿qué podía hacer? Los socios

170
escogieron a mamá como directora y no a mí, aunque ellos saben que soy la
verdadera dueña, ellos todavía están algo afectados por la muerte de papá, nadie
sabía manejar mejor esa empresa que él, las normas las hizo él hace veinte años
cuando empezó desde cero y creó lo que ahora es una de las más grandes
empresas de arquitectura del país, fue un empresario ejemplo según la revista,
Time en el año 2012, era un buen padre, no tengo duda de que fue un buen
esposo, era un buen hermano, y buen hijo. Injusto es la palabra correcta para
describir lo que le pasó, que fue un accidente es un eufemismo. Al igual que el
asesinato de Jane y el incendio en la casa de Lydia. Eufemismo.

Estoy por quedarme dormida, cuando siento ese familiar cosquilleo en la piel y al
instante sus brazos me rodean y besa mi cabeza cariñosamente, abro los ojos y
veo que es tarde, me giro en sus brazos adormilada y le doy un beso saludándolo.

–Hola.–digo y él me da un beso en la nariz.

–Hola, ¿cómo te sientes?

–Bien.

–Que bueno, nos vamos en una hora, si tienes algo que hacer, hazlo ahora.–dice y
me ayuda a levantarme, sólo tengo que ducharme y despedirme de mamá.

–Voy a ducharme, puedes esperarme aquí si quieres.–él se acuesta en mi cama y


agarra un libro que está en mi mesa de noche, no me había dado cuenta de que
estaba ahí hasta que él lo tomó. Entro al baño y me ducho rápido, salgo y él sigue
leyendo con interés, ni siquiera se da cuenta de que salgo del baño y me meto al
armario, me pongo un jean alto azul y una blusa ajustada de cuello v, me pongo
mis botas altas marrones y salgo, no me lavé el cabello porque lo hice en la
mañana, lo que me facilita todo, me maquillo un poco y vuelvo al baño para
colocarme mi brazalete, el que él me regaló, me lo quito cuando me baño para
que se conserve tal cual.

–¿Lista?–pregunta él desde la puerta de mi baño, lo miro a través del espejo y


sonrio.

–Sí.–contesto y termino de abrochar el zarcillo en mi oreja.

–¿Dónde está tu maleta?–le indico que está en el armario y él va a su búsqueda.


Apago la luz del baño cuando salgo y agarro mi bolso junto con mi abrigo, me lo
pongo y bajo detrás de él. Abajo, Leigh Anne, Rose y Tom nos esperan, me
pregunto que hace Rose aquí, pero lo averiguo en el instante, ella viene con
nosotros.

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–Tengo que despedirme de mamá.–digo y él se gira asintiendo.

–Yo te acompaño.–dice y vamos a la cocina, mi mamá está sentada en un taburete


y tiene algunos cuadernos gruesos abiertos encima de la encimera, ella usa sus
gafas de visión y lee concentrada.

–Mamá.–digo y ella da un respingo que me hace reír.–Lamento interrumpir pero ya


nos vamos y venimos a despedirnos.–sonaba como si estuviera por irme por
mucho tiempo, cuando sólo me voy por unos días pero mamá siempre está
preocupada cuando no estoy en casa.

–Claro, esto me va a llevar toda la noche, así que me avisas cuando lleguen.–dice
y yo asiento, ella se levanta y me aprieta en un abrazo.–Te amo, mi niña.
Diviertete en tu ciudad favorita.

–Gracias, mamá. Yo también te amo.–digo y ella me abraza un poco más fuerte,


me suelta y abraza a Adam, él abraza a mi mamá como si estuviese abrazando a
la suya y ella a él como si fuese su hijo, me pregunto cómo serían las cosas si
hubiera tenido un hermano.

–Tú, cuida a mi niña, no dejes que nada malo le pase y siguela a donde vaya, ella
conoce esa ciudad como la palma de su mano, espero que te diviertas un poco.–
dice y él asiente con la cabeza.

–Lo haré y gracias.–mamá lo suelta y nos sonríe a ambos con ternura.

–Que tengan un buen viaje y que la pasen bien en la ciudad mejor conocida como
El Mejor Lugar Del Mundo.–dice ella haciendo una reverencia y yo me rio un poco.

–Gracias, nos vemos en unos días.–le doy un beso en la mejilla y ella besa mi
frente, besa también la frente de Adam, él tiene que inclinarse hacia abajo para
que pueda hacerlo pero eso no le incómoda, ella nos acompaña hasta la puerta.
Nos iremos hasta el aeropuerto en mi camioneta, le pedí a Lux que conduciera
para que así ella pudiera volver a traerla de vuelta a casa, Rose y Adam dejaron
sus autos en su casa.

Me siento en la parte de atrás con Adam, Rose y Tom, Leigh Anne se sienta en el
asiento del copiloto observando las cosas que tengo en la camioneta. Al ser tan
delgada no ocupo tanto espacio, por lo que vamos cómodos atrás y no
apretujados como sería si tuviera un auto pequeño. En el recorrido, Lux habla con
Leigh Anne y Rose habla con Tom mientras que Adam y yo nos comunicamos en
silencio, con nuestras manos entrelazadas, mi cabeza apoyada en su hombro

172
como estoy acostumbrada a hacer, recuerdo la conversación que tuve con mi
hermana, ella quiere arreglar las cosas con su mejor amigo que también es su
amante y el hombre que ella quiere.

Dormí durante el vuelo, el avión privado de los Stynson's era tan grande que
podría ir con toda mi familia de viaje y llevarme a unos cuantos amigos también y
aun así no llenaría el avión, por lo que dormí en cuanto despegamos y le di un
vistazo a la ciudad de Madison justo cuando el sol se ocultaba y le daba la
bienvenida a la noche, me desperté cuando estábamos llegando y tuve unas
vistas muy buenas, Adam miraba impresionado por la ventanilla y yo miraba la
ciudad que más me gustaba en todo el mundo, en el aeropuerto Leigh Anne, Rose
y Tom se separaron de nosotros, subieron a un taxi y se fueron dejándonos algo
desconcertados a los dos, subimos al siguiente taxi y yo me detuve a pensar un
momento, ¿en dónde nos quedaríamos? Sin embargo, la voz de Adam me volvió a
la realidad.

–Al Hotel Plaza.–dice y yo lo miro atónita, el Hotel Plaza es uno de los hoteles más
lujosos de Nueva York y uno de los primeros en ser creados.–¿Por qué esa cara?–
pregunta con dulzura abrazandome a su lado.

–Bueno, es que esto parece un sueño, primero me haces una fiesta sorpresa de
cumpleaños que jamás olvidaré, llevas a mi hermana y a mi mejor amigo a la
fiesta, luego me traes a mi ciudad favorita y ahora me dices que nos quedamos
en un hotel que pensé nunca poder siquiera entrar para pagar por una habitación
sencilla.–digo y él sonríe de esa forma que me hace querer comérmelo.–Y yo no te
he dado nada, aún.

–Complacerte para hacerte feliz lo es todo.–dice y me da un breve beso.–Me basta


con verte sonreír todos los días.

–Soy feliz a tu lado, si tu eres feliz yo también lo soy.–digo conmocionada y él me


da otro beso.

–Estamos en las mismas.–dice y yo sonrio.

En el camino le nombré algunos de los lugares por los que pasábamos, sitios
frecuentados por turistas, restaurantes de etiquetas, Central Park, la Quinta
Avenida y por último cuando llegamos al hotel, él parecía muy sorprendido, yo
observaba la estructura del gran edificio con atención, a mi siempre me pareció
un castillo hermoso, aunque no lo fuera. Cuando mamá y papá cumplieron veinte
años de casados, él la trajo aquí y tuvieron una de tantas noches que nunca
olvidarían. Adam carga nuestras maletas y lo sigo al interior del hotel pasando por
unas enormes puertas de cristal y estamos en el vestíbulo más lujoso y hermoso

173
que haya estado, él reservó una suite, la mujer de la recepción nos miró con ojo
crítico primero, luego de que él habló, su cara cambió y de inmediato llamó a un
botone que nos guió hasta nuestra suite y le dimos una buena propina,
observamos todo con fascinación, él dejó las maletas en la habitación que tenía
una enorme cama en el medio, él se sentó y comprobó lo suave que era.

–Llamaré a mamá.–digo saliendo de la habitación, me paro en uno de los balcones


y marco el número de mamá, ella contesta de inmediato como suponía.

–Hola, mi niña.–dice y la escucho un poco alegre.

–Hola, mamá. ¿Todavía estás con lo de los estados de la empresa?

–Pues sí, pero creo que ya he terminado por hoy.–dice algo cansada.

–Bueno, lo mejor sería que fueras a descansar y mañana sigues, no eres una
adolescente mamá, desvelarte no te hará bien.–digo y ella suspira.

–Mira quien lo dice, pero ya me iré a dormir, sólo estaba esperando tu llamada,
Leigh Anne me acaba de enviar un texto.

–Okey, buenas noches.

–Igualmente, hija.–ella cuelga y yo vuelvo a la habitación, él cuelga su teléfono y


me mira, por un instante ninguno de los dos se mueve, mi teléfono vibra en mi
mano y lo miro, es un mensaje de Leigh Anne.

Si lo deseas hazlo, ¡no tienes nada que perder!

Sé que se refiere al sexo, estuvimos hablando de eso y ella me explicó algunas


cosas, tiene razón no tengo nada que perder, pero no tengo idea de como dar el
primer paso, camino hasta donde está él sentado y me quito los zarcillos por
tener algo que hacer ya que el silencio entre nosotros es espantoso, me siento a
su lado y lo miro. Lo deseo con cada célula de mi cuerpo, lo deseo tanto que mi
respiración puede fallar en cualquier momento. Él me despierta, de adentro hacia
afuera y eso es simplemente maravilloso. Tanto que mi piel pide a gritos que él
me tome y me haga suya.

–¿Qué quieres hacer?–pregunta y yo me encojo de hombros.–¿Quieres comer?–


niego y lo miro juntando las cejas.–¿Qué quieres entonces?–pregunta con dulzura
y yo me levanto para luego sentarme a horcajadas sobre él. He dado el primer
paso.

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–A ti.–digo antes de besarlo tomándolo por sorpresa, él se deja caer hacia atrás
sin romper el beso y nos hace rodar de manera que quedo boca arriba con él
encima.

–¿Estás segura?–pregunta separándose un poco.

–Muy segura.–respondo agarrándolo del cuello y volviéndolo a besar. Segundo


paso, esto se está volviendo más fácil de lo que pensé que sería.

Por un momento nos besamos tan apasionadamente como siempre, luego me


quité las botas y él los zapatos, volvimos a la posición en la que estábamos,
desabotoné su camisa y se la quitó en un sólo movimiento sin dejar de besarme,
luego me sacó mi blusa y me observó con atención, él ya me había visto con un
bikini, pero esto era diferente, yo cargaba un sujetador de encaje de color rosa
claro, él empezó a besarme el cuello, la clavícula y fue descendiendo hasta que
llegó a mi pantalón, cada roce era como si millones de hormigas recorrieran mi
piel, yo agarré sus manos y las puse justo en el botón para que él mismo me lo
quitara, luego yo hice lo mismo con el suyo propio, todavía no había terminado de
saborearme, lo único que se interponía entre nosotros, era nuestra ropa interior.
Desabrochó mi sujetador y lo lanzó a un lado, cada beso, cada caricia me tenía
enloquecida, ansiosa, deseosa y sobre todo lujuriosa, cuando estuvimos
totalmente expuestos los dos, él se detuvo un momento.

–¿Qué pasa?–pregunté un poco alterada por su falta de contacto. Se complica un


poco la cosa.

–No sé si ésta es la manera correcta de hacerlo.–dice y yo jalo su rostro hasta el


mío.

–No es que sea la manera correcta, sino es que lo deseamos y quiero hacerlo
ahora.–digo claramente, sin titubear y queriéndolo de verdad, sentía una presión
en mi vientre que quería aliviar. Lo beso con determinación y desesperación,
esperando por él, a que me haga suya de una maldita vez. Él deja mis labios y
desciende por mi cuello, por mis pechos, haciéndome gemir, jadear, con la
respiración agitada como si estuviese corriendo un maratón, él lo hace todo con
suavidad pero con firmeza, cuando siento que entra en mí clavo las uñas en sus
brazos y grito, él me besa sofocando mi grito mientras me acostumbro a su
tamaño, duele pero no me da tiempo de concentrarme en el dolor porque él me
está besando y acariciando mis senos, no me produce ningún dolor sino placer,
dejo de apretar sus brazos y paso mis manos por su espalda clavándole las uñas
cada vez que me mordisquea o me chupa como si yo fuese su postre favorito y
entonces comienza a moverse dentro de mí lentamente.

175
Suspiré su nombre. Él gimió en mi boca. Se movió un poco más rápido pero sin
lastimarme y yo gemí más fuerte. Me dijo que era hermosa. Yo no pude decir nada
más que volver a gemir. Me agarró las manos para que dejara de arañarlo y las
puso a cada lado de mi cabeza mientras me embestía en un ritmo acompasado.
Estábamos sudando, con la respiración agitada, nuestros cuerpos vibraban al
mismo tiempo, nos movíamos constantemente. Hasta que los temblores se
volvieron más fuertes, no sabía si tensar o no los músculos, él me empezó a
embestir más fuerte y un poco más rápido, sus manos apretaron las mías entre
maldiciones y suplicas por mi parte, era dolorosamente placentero, me estaba
gustando más de lo que había imaginado y más cuando vino el momento en el
que estaba al límite, sentí una explosión dentro de mi ser y mi espalda se arqueó
mientras gemí y él se estremeció y luego me besó gimiendo de placer. Soporté su
peso cuando se derrumbó sobre mí cuerpo, yo estaba agotada y jadeaba todavía.

–¿Estás bien?–él fue el primero en hablar después de un rato, se separó un poco


de mi cuerpo para ver mi rostro.

–Sí, muy bien.–digo sonriendo y alzando la cabeza para besarlo suavemente.

–Me alegro.–dice y sonríe igual, se mueve un poco y todavía lo siento dentro de


mí.

–Adam, esto, de verdad me ha gustado.–digo sin aliento y él sale de mí


lentamente, un gemido escapa de mis labios y él se acuesta llevándome con él
por lo que quedo sobre su pecho.

–¿Ah si? ¿Cómo te sientes?–pregunta él apartando el cabello de mi cara.

–Increíble.–paso una mano por su despeinado cabello y lo arreglo hacia atrás.–Si


hubiera sabido que esto iba a ser así, lo hubiera hecho desde el principio.–digo y
él sonríe.

–Pienso lo mismo, no pensé que te gustaría del todo.–dice y yo lo miro incrédula.

–¿Por qué?–pregunto con total interés. La manera en la que lo hizo... Siento pena
por Leigh Anne, mi primera vez será algo que me gustará recordar.

–Porque algunas mujeres se quejan mucho la primera vez y no lo disfrutan como


tú lo hiciste.–dice y yo me sonrojo un poco, claro que lo disfruté, me dolió pero lo
disfruté bastante.

–Creo que te queda claro que no soy cualquier mujer.–digo un poco indignada, me
conoce y sabe que conmigo muchas cosas son diferentes, hasta el sexo en este

176
caso.

–Claro que no eres cualquier mujer, eres la más hermosa, especial y con la que
me gusta estar en todo momento.–dice y yo sonrio.–Contigo nunca sé que pueda
pasar, aunque si sé cuando estás mintiendo y cuando ocultas algo.–dice y yo trato
de no bajar la vista, tampoco es que sea mucho ocultarle lo que sé de Ashley
Reed.

–¿Estás queriendo decir que soy impredecible?–pregunto arqueando una ceja.

–No te hagas la que no sabe.–dice divertido y me pellizca la cintura.

–No sé de que me hablas.–digo fingiendo inocencia, aunque de inocente no tengo


nada.

–Claro que lo sabes, esa es una de tus cualidades.–dice y yo junto mis cejas.

–Antes de conocerte yo era muy cerrada a todo, pero ser impredecible es algo con
lo que nací, o sea, siempre fui muy reservada, sólo con las personas a las que le
tenía confianza les contaba todo, a mi mamá, mi padre, Tom, Leigh Anne y Lux,
cuando te conocí sentía que podía contarte todo lo que quisiera cuando quisiera,
pero como había estado alejándome de las personas sin darme cuenta estaba
perdiendo la confianza. Contigo nada más me importa, siento la necesidad de
hablarte, de escucharte, de quererte, de sentirte.–digo y paso una mano por su
pecho ascendiendo hasta su rostro.–Eres mi presente, te haz metido bajo mi piel,
Adam.

–Y a mí me encanta escucharte, desde el primer día que nos vimos y no quisiste


darme tu nombre pero yo sentía que te conocía, había algo en tus ojos que me
resultaba familiar, desde el principio mi mente no dejaba de pensarte, día y
noche, creía que iba a enloquecer porque nunca antes me había enloquecido por
una chica como lo hice contigo, y tú, que fingías tan bien no estar interesada en
mí.–dice y yo me rio, no fingía pero tampoco lo demostraba.–Luego de esa noche
en la que aceptaste ser mi novia, creí que en verdad iba a enloquecer, si antes te
pensaba después no salías de mi mente, ni siquiera en sueños, soñaba con tu
hermosa sonrisa, tu odiosidad, hasta tus quejas. Comprendí que te quería y que
no quería alejarte de mí nunca, empezaste a ser más espontánea conmigo, te
reías de verdad y no mirabas mi físico solamente, me mirabas a mí, como nunca
antes alguna chica me había visto. Si eres mi presente quiero que lo sigas siendo
hasta que ya no tenga un pasado.–él toma la mano que tengo en su mejilla y besa
mi palma, miro fijamente sus ojos que ahora tienen un brillo resplandecedor,
sonrio y acerco mi rostro al suyo lentamente, hasta que mis labios toman los
suyos y nuestras lenguas se entrelazan al igual que nuestros cuerpos, él vuelve a

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estar sobre mí y yo me preparo para un poco más de él.

❤❤❤

Lo primero de lo que soy consciente cuando despierto y abro los ojos, es que
estamos entrelazados bajo las sábanas y él duerme plácidamente, de lo segundo,
es que estamos totalmente desnudos, de lo tercero, es el dolor de músculos que
ni siquiera tenía idea que podía tener. Anoche no sólo perdí mi virginidad, sino que
lo hicimos dos veces y hablamos después de hacerlo, las pruebas de lo que
hicimos están en las sábanas, una mancha roja que intenté limpiar pero igual
quedó algo de mi sangre sobre ella, las mucamas tendrán algo en que chismosear
cuando vengan a hacer la limpieza a la habitación. Él se despertó un poco
después y llamó al servicio de habitación para pedir el desayuno mientras que yo,
aún desnuda, recogía el desastre de ropa que dejamos desparramada sobre el
piso, él me miraba atentamente pero no me sentí pudorosa frente a él, le había
entregado mi alma en la noche y yo nunca me he avergonzado de mi cuerpo,
ambos nos pusimos un albornoz blanco y recibimos el desayuno. Me iba a sentar
en una de las sillas del pequeño comedor que había pero él me lo impidió y me
sentó sobre sus piernas y así desayunamos.

Mi teléfono sonó y lo tomé, era mi mamá quién me llamaba, contesté mientras


que él desataba el nudo de mi bata.

–Hola, mamá.–saludé alegremente.

–Hola, hija. ¿Qué tal amaneces?–ella se escucha bien, pero no ignoro su tono al
hacer la pregunta, ella quiere saber si pasó algo entre nosotros.

–Bien, ¿y tú?–pregunto y le doy un pequeño manotazo a su mano antes de que


llegue más lejos.

–Bien, ya en la oficina, por suerte la asistente de Richard sabe muchas cosas y me


ha estado ayudando un poco con todo, ¿cómo está, Adam? ¿Qué estás haciendo?–
dice y yo me sonrojo un poco, no puedo decirle a mi madre que él me está
manoseando mientras que hablo con ella por teléfono.

–Pues, bien.–me limito a contestar.–Estoy arreglándome para salir a dar un paseo.–


técnicamente no es una mentira, daremos un paseo después, pero mamá no tiene
porqué saber lo que hacemos en este momento.

–Ah. Bueno te dejo entonces, te llamaré más tarde, adiós.–dice y yo muerdo mi


labio inferior cuando el me besa el cuello.

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–Claro, adiós.–cuelgo y me giro en los brazos de Adam.–Me estás enloqueciendo.–
él sonríe y me besa.

–Creí que ya te habías enloquecido hace mucho tiempo.–dice burlonamente y yo


me rio mientras desato el nudo de su bata.

–Sí, pero ahora, me estoy enloqueciendo de otra manera.–digo y él me carga con


facilidad para que quede a la altura de su rostro.

–Ah, de esa manera.–dice asintiendo con la cabeza como si eso fuera lo más
normal del mundo.–Me gusta esa manera.–sus ojos brillan con deseo y lo beso.

–Quiero ducharme y quiero que vengas conmigo.–me baja y sonríe mientras yo lo


llevo hasta el cuarto de baño, me quito la bata bajo su atenta mirada de puro
deseo y quedo totalmente desnuda frente a él, sonrio con suficiencia al ver que le
gusta lo que ve y me giro entrando en la ducha abriendo el agua y esperando a
que se ponga un poco tibia y me meto mojando mi cabello. No sé qué es, pero me
siento distinta, más viva y extrañamente fuerte.

Él me está mirando desde donde se quedó parado cuando yo me quite la bata y le


sonrio pasando las manos por mi cabello y cierro los ojos mientras disfruto del
agua por sólo unos segundos, pues siento sus manos en mi piel y él me pega a su
pecho mientras yo alzo la cabeza y él besa mi cuello. Me giro en sus brazos y nos
besamos por un rato mientras el agua nos cae encima, sus manos exploran cada
parte de mi cuerpo y yo hago lo mismo con las mías pasando las manos por su
torneada espalda, por sus brazos, su pecho, su abdomen, hasta sus nalgas las
aprieto un poco haciendo que él me cargue y pegue la espalda en la fría cerámica
de la pared de la ducha, un gemido escapa de mis labios y el comienza a besarme
más allá del cuello llegando hasta mis senos endurecidos. Dios, que excitada
estaba y por lo visto él también lo estaba por la forma en la que me besaba y
tocaba.

Me sentía completa, cada molécula de mi cuerpo respondía ante cualquier roce de


su cuerpo, no sabía si estaba bien que me sintiera así y tampoco me importaba, la
noche anterior fue algo así como nuestro primer beso, la noche en la que nos
hicimos novios, ahora tenía la noche en la que hicimos el amor por primera vez
luego de ser novios por muy poco tiempo pero para mí había pasado una
eternidad, nos conocimos en el mes de abril, nos hicimos novios en mayo y
tuvimos nuestra primera vez en junio, si estábamos llevando las cosas demasiado
rápido no me importa, porque no sabemos si mañana estaremos vivos o
estaremos separados uno nunca sabe lo que pueda pasar y si me gustaba lo que
estábamos haciendo, quería hacerlo por siempre o bueno, no siempre, lo haría
hasta morir. Ya entiendo a mi hermana y a mi mamá, ellas veían al sexo como una

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forma de vida, bueno mi mamá lo disfrutaba según ella hasta que murió papá,
pero Leigh Anne perdió la virginidad a los diecisiete y que tenga sexo con su
mejor amigo dice mucho de que a ella le encanta el sexo.

Después de ducharnos de verdad, nos vestimos para salir. Pese a las protestas de
Adam. Me puse un short corto de jean, una blusa sin mangas azul oscuro, un
suéter de tela fina de color gris y mis botas de tacón bajo de color marrón, él se
puso unos jeans gastados y una camiseta gris con unos zapatos negros, él no lo
sabía pero para mí se veía perfecto. Salimos y caminamos hacia el parque ya que
a él le gustaba todo lo referido con la naturaleza y a mi también, le enseñaba
cosas, le conté historias que tenía en ese lugar, lo especial que era para mí y que
se tenía que comer aunque sea una manzana caramelizada. La cosa estaba en la
chica que atendía el puesto, miraba a Adam como si él fuese una de las manzanas
pero con chocolate y eso me enfureció.

–¿Te vas a quedar todo él día mirando a mi novio o nos vas a atender?–pregunté
tan bruscamente que la chica me miró algo asustada. Genial, ahora parezco loca y
doy miedo.

–Lo siento.–ella evita mis ojos y agarra la manzana que escogí, me la tiende y la
tomo, le doy el dinero y agarro a Adam que ni pendiente estaba de la chica y
murmuro un gracias secamente. Lo noto tenso bajo mi mano y dejo de caminar
para observarlo, él tiene el ceño fruncido y una mirada fría en sus ojos.

–¿Qué miras?–pregunto y tomo su rostro con una mano para que me mire, él sigue
con su ceño fruncido.

–No me gusta como te están mirando esos chicos.–dice señalando con la cabeza
hacia un lugar en el parque y miro. Un grupo de cinco chicos me están mirando
sin disimular todo el descaro que puede haber en sus ojos, como si es que no hay
más chicas en el mundo o peor, en Central Park, que hay tantas chicas como
palomas.

–Tampoco me gusta como me miran.–digo lanzándoles una mirada asesina, uno


de ellos me sonríe y yo muestro mi dedo medio con la mano que sostengo la
manzana.–Vamos a sentarnos, lejos de todos.–me pongo de puntillas y lo beso
lentamente, me separo de él sonriendo y entrelazo su mano con la mía.

–Como tu digas, te seguiría hasta el fin del mundo si es posible.–dice haciéndome


sonreír más. Caminamos un poco y después nos metemos más en el bosque, nos
sentamos bajo la sombra de un árbol inmenso. Como estaba sentada sobre sus
piernas, puse la manzana en medio de los dos y la mordimos al mismo tiempo.

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Nos reímos cuando dimos la primera mordida, porque su cara al probar la
manzana fue épica para mí, la manzana era tan grande que dejé que él se la
comiera, mientras yo observaba todo a mi alrededor, los niños que corrían por
todas partes me recordaban a Tom y a mí de niña, solíamos venir cuando salíamos
de la escuela y jugábamos al escondite, lo malo era que llegábamos tarde a casa
y nuestros padres nos echaban una buena bronca pero todo lo demás era bueno,
sobre todo cuando los hermanos de Tom y mi hermana se nos unían al juego.
Eramos tremendos y nuestros padres pensaban que no teníamos remedio.

–¿Meredith?–salí de mi ensoñación al escuchar esa voz femenina que reconocía


muy bien, me giré sobre las piernas de Adam y vi a Kelsey parada a unos metros
de nosotros, ella tenía una gran sonrisa en su rostro, me levanto de un salto y me
acerco a ella con los brazos abiertos.

–¡Kelsey! ¡Que alegría verte!–la abrazo tan fuerte como puedo y ella también lo
hace.

–¡A mi igual!–me separo de ella para observarla, no la veía desde hace un año,
ahora ella es de mi tamaño sin tacones y se ha puesto más bonita, la única chica
en una familia de chicos.

–Pero tú si haz crecido, ¿eh?–digo y ella se ríe.

–¡Kelsey!–escucho otra voz, pero ésta es masculina y también la conozco, Carter,


el otro hermano de Tom, sale de entre los árboles y se detiene al verme.–
¿Meredith?–dice él un poco sorprendido de verme, si a Kelsey no la veía desde
hace un año, a Carter no lo veía desde hace dos años.

–Hola, Carter.–digo y él se acerca para abrazarme.

–¿Cómo estás? No sabíamos que estabas aquí.–dice y yo me encojo de hombros.

–Como si no supieras que uno de mis lugares favoritos es el Central Park.–digo


fingiendo indignación.–Me ofendes, amigo.

–Lo olvidaba, no te veía hace mucho y ahora ya no pareces una niña y sonríes
más de lo normal.–dice y yo sonrio aún más, me giro para ver a Adam que se
acerca a nosotros.

–Crecí un poco.–digo y me paro al lado de Adam.–Él es Adam, mi novio. Adam,


ellos son, Carter y Kelsey, hermanos de Tom.

–Un gusto.–dice él estrechando las manos de ambos y yo me contengo de no

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reírme al ver las caras de los dos. Kelsey está boquiabierta y Carter lo mira como
si el mismísimo Superman estuviera frente a él.

–Igualmente. Ya conocí a tu hermana, puedo ver que se parecen.–dice Carter y yo


vuelvo a sonreír.

–Así que conociste a Rose, ¿dónde están los demás?.–digo y Kelsey se apresura a
contestar.

–Iré a buscarlos, ya no estoy tan enojada contigo, Carter.–dice ella y se va por


donde vino.

–¿Y eso que fue? ¿Qué le dijiste a Kelsey para qué se molestara contigo?–digo y él
resopla.

–Es que me exaspera.–dice él y yo ruedo los ojos.

–Tiene dieciséis años, yo también era exasperante cuando tenía dieciséis, ¿ya lo
olvidaste?–hablar con Carter, era lo mismo que hablar con Tom, no sólo por su
físico, sino también por lo tercos y obstinados que eran, lo mismo pasaba con Ron,
Kelsey era la diferente en muchos aspectos.

–Sí lo recuerdo, pero tú no eras tan, tan Kelsey.–dice y yo me rio.

–¿Qué significa eso?–pregunto riendome.

–Kelsey se queja de todo, no sale si no se ha visto en el espejo, le cuenta todo a


mamá, tiene más caprichos que la palabra, es terca, se le olvidan las cosas a
veces... Tu no eras así, a ti lo que te gustaba era correr y esconderte de nosotros y
hacer trampa.–dice y yo miro a Adam con una sonrisa forzada, Carter me
exaspera a mí.

–Ay, Carter. Yo estaba un poco bastante triste cuando tenía dieciséis, pero ahora
tengo dieciocho y no salgo sin antes confirmar que todo está en su sitio y que me
veo bien. Más bien tengo que felicitar a Kelsey, es tan femenina que nadie creería
que se ha criado con tres chicos fastidiosos.–digo y Adam se ríe un poco.

–Sólo trato de protegerla, hay muchos peligros fuera de casa, además papá
siempre nos ha dicho que tenemos que cuidar a Kelsey, ya sabes, es su niña
adorada.–dice y yo asiento.

–Lo es, yo la aprecio mucho, es como mi hermana también.–digo y miro cuando


Rose aparece con Kelsey y Tom, un poco atrás viene mi hermana y Ron, tomados

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de la mano y yo no oculto mi asombro.

–¡Meredith!–dice Rose abrazandome.–Vaya, te ves radiante ésta mañana.–ella me


observa detenidamente y da un paso atrás examinandome.–Da una vuelta.–me
pide ella y un poco desconcertada lo hago.–¿Acaso tú...?–ella abre sus ojos de par
en par y yo junto mis cejas fingiendo no saber de que me habla.

–Tú también estás radiante.–digo y me escabullo para abrazar a Tom y luego a


Ron.–Me da gusto verte junto a mi hermana.–digo y él sonríe. Leigh Anne me
agarra por el brazo y sonriendo nos separa del grupo, Rose también viene y ellas
me miran cuestionadoramente.

–¿Lo hicieron?–dice y yo miro los ojos azules de Rose y los dorados de mi hermana
de ida y vuelta. Dios pero que ojos más hermosos les regalaste a éstas mujeres.
Sonrio y me sonrojo un poco.

–Sí.–digo y ellas chocan sus manos murmurando un ¡sí! como si hubiesen ganado
un concurso.

–¿Y cómo fue?–pregunta Rose y yo recuerdo como fue la noche pasada y me tapo
la cara con las manos.

–Fue una de las noches que jamás olvidaré en mi vida.–digo y Leigh Anne me hace
quitar las manos de mi rostro.

–¿Lo disfrutaste?–pregunta ella y yo asiento con la cabeza.–¿Tan bueno es?–dice


ella y Rose suelta tal carcajada que llama la atención de los chicos, ella se agarra
de mi brazo mientras se ríe y mi hermana y yo la miramos con una ceja alzada.

–Si mi hermano ha tenido tantas novias no es por su físico y su dinero solamente.–


dice ella en voz baja.–Tengo entendido según sus novias, él les ha proporcionado
el máximo placer, aunque a algunas no le bastaba el amor, sino que querían algo
más pasional, ¿me entienden?–dice y yo asiento asimilando la información, que no
quería saber. Imaginarme a Adam con otra chica en la misma posición en la que
nos encontrábamos anoche me produce náuseas que aparto y sacudo la cabeza.

–Pues creo que con amor es mejor, pero no tengo nada en contra con que sea
pasional.–digo al ver la cara de Leigh Anne, eso era justo lo que le estaba pasando
a ella con Ron, sexo sin amor, sólo sexo placentero. Y a Rose también le estaba
pasando lo mismo hasta que terminó con aquel idiota que la trataba mal.–O sea,
cuando hay sentimientos de por medio lo sientes más y es como una forma de
expresar lo que sentimos sin palabras.–digo y miro a Adam que habla con Ron y
Tom, mientras que Carter y Kelsey están discutiendo sobre algo, Adam me mira y

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yo le sonrio antes de volver la vista a mi hermana y Rose.

–¿Desde cuando te volviste tan profunda?–pregunta Leigh Anne y me encojo de


hombros.

–Solo pensaba, nada más.–digo y ellas por el bien de todas deciden cambiar de
tema y nos acercamos a los chicos, agarro a Kelsey y la alejo de Carter antes de
que empiecen a gritarse cuando suelen pelearse.

Tom nos invitó a comer a su casa, su madre iba a alegrarse de verme y además yo
quería que Adam subiera al metro, si iba a tener una experiencia de vida
neoyorkina, iba a tenerla completa. Él no se mostró incómodo al subir al
subterráneo, más bien estaba pendiente de quién me miraba y yo estaba
pendiente de quién lo miraba a él. Cualquier persona pensaría que eramos una
pareja hecha por un chico guapo y una chica común, pero en Madison todo el
mundo sabía que yo era una niña rica y un chico rico también. Lo que más me
gustaba de todo, Nueva York es tan grande y nadie aquí puede molestarnos. En
Brooklyn caminamos hasta llegar a la casa de Tom, la casa de al lado era la casa
donde yo pasé los primeros diez años de mi vida pero ahora estaba tan
remodelada que era difícil decir si yo viví ahí o no.

Kay, la mamá de Tom, nos dio una cálida bienvenida y nos sentamos en su mesa
del comedor, no sólo estaba contenta por mi visita, también estaba contenta
porque sus hijos estaban tranquilos y sin pelear, gracias a mí obviamente. Cuando
Carter empezó a fastidiar a la pobre Kelsey que estaba enviándose textos con un
amigo de la escuela, eso me molestó, no le bastaba haberla molestado toda la
mañana sino que también la tenía que molestar en el camino a casa, le dije que si
seguía le contaría a todos la verdad de la primera vez que se emborrachó y
obviamente él no quería eso, ya que la única que lo sabía era yo. Un punto para
mí.

–Estoy pensando en pasar el verano en tu casa.–dice Tom que se sentó junto a mí


en la mesa.

–¿Es por Liz?–pregunto y me llevo una cucharada de puré de patatas a la boca.

–¿Acaso no quieres que valla?–dice a la defensiva, lo miro con los ojos


entrecerrados.

–No he dicho eso.–digo y vuelvo a comer otra cucharada del delicioso puré.

–¿Y entonces por qué me preguntas eso?–dice y yo suspiro.

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–Sólo preguntaba, me gusta la idea de ella y tú juntos.–digo y él me mira alzando
las cejas.

–¿Lo dices en serio?–dice y yo alzo una ceja.

–¿Podrías dejar de responder una pregunta con otra pregunta? Me estás


estresando.–digo y él se ríe un poco antes de que yo le de con la mano en la
nuca.–No te rías, que no es gracioso. Así que dime, ¿es por Liz?

–¿Quién es Liz?–pregunta Kelsey que está sentada frente a mí.

–Kelsey, no te metas.–dice él y yo le pongo una mano en el brazo.

–Liz es una amiga mía de Madison.–digo, más nadie está hablando en la mesa por
lo que me obligo a hablar.–Y es amiga de Tom ahora, la conoció en mi cumpleaños
y él no me quiere decir si está interesado en ella.–digo y como si yo no hubiese
dicho nada, los demás continúan con sus conversaciones, Kelsey sonríe y se
vuelve para hablar con Leigh Anne que está sentada junto a ella.

–No es nada más por Liz, digo, ella me pareció una chica muy agradable y sin
duda me gustaría conocerla pero soy un buen amigo y el año pasado tú la pasaste
aquí durante el verano y te digo que trabajar con la tía Marge es aburrido.–dice en
voz baja para que sólo yo lo escuche y me rio.–Así que si tu aceptas, yo puedo ir
después de la primera semana de julio.

–¿Irás a mi graduación?–pregunto entusiasmada.–Yo vendré a la tuya, ya te lo


había dicho.

–Iré, no me lo perdería por nada del mundo.–dice y yo sonrio.

–Ella va a estar muy emocionada si la acompañas al baile de graduación.–digo en


voz baja y él sonríe maliciosamente.

–Entonces prepararé mi traje.–dice sentándose más recto y sacando pecho, ruedo


los ojos y sigo comiendo.

Después de almorzar nos sentamos en la sala un rato y volvimos a salir, volvimos


a Manhattan, fuimos al museo de historia, al zoológico del Central Park, a Time
Square donde nos tomamos muchas fotos, al Empire State y volvimos al hotel,
nos despedimos de los chicos en la entrada del hotel y fuimos a nuestra
habitación.

–La pasé muy bien hoy.–digo quitándome las botas y me agacho para quitarle los

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zapatos a él que se dejó caer en la cama en cuanto entramos, me acuesto a su
lado y alzo la cabeza para mirarlo.

–Yo también, me gustó mucho éste paseo, ¿qué haremos mañana?–pregunta con
dulzura, tomando mi cabello entre sus dedos.

–Iremos a la Estatua De La Libertad.–digo y él alza las cejas.–Y a la Quinta


Avenida.

–Bien, tendré la experiencia completa entonces.–dice y yo me acerco para


besarlo.

–Eres bueno con las primeras veces.–digo y él niega con la cabeza.

–Tú haces que todo sea bueno.–dice y comenzamos a besarnos, después a


quitarnos la ropa y de último nos entregamos el uno al otro con pasión.

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Eres Especial.

Después de nuestro viaje a Nueva York, las cosas fueron más intensas para los
dos pero de una buena forma, no pasábamos todo el tiempo juntos como de
costumbre, sólo un rato en la noche cuando él venía a mi casa o yo iba a la suya,
en el día acompañaba a mamá a la empresa, leíamos los cuadernos de
contabilidad, mamá tenía juntas unas cinco veces en la mañana por lo menos y yo
leía los expedientes de todos los empleados, buscando a los más eficientes y
deficientes, pasaba por sus oficinas para curiosear un poco, algunos me
saludaban, otros sólo me miraban por una fracción de segundo antes de volverse
a sus labores. Muy pocos se paraban para hablar conmigo, como era el caso de
Jeff Marshall, un arquitecto especialista en piscinas asombrosas, de treinta años
de edad y soltero, aprovechaba cualquier ocasión para saludarme o decirme algo
acerca del clima o de la oficina. No me caía bien, me daba mala espina.

-Señorita Hannigan.-estaba en el cuarto de descanso tomando un café, cuando


apareció el pesado señor Marshall.-¿Cómo está?-forcé una sonrisa y dejé la taza
vacía en la mesa.

-Bien. ¿Y usted?-él sonrio mostrando una blanca dentadura, él era guapo, alto de
cabello castaño, ojos claros y con buen cuerpo, pero yo quería a Adam y lo
prefería mil veces a él que a otro hombre, no podía compararlo porque Adam no
era de este mundo.

-Muy bien.-dice, antes de que pueda decir algo más, mi teléfono suena y lo saco
del bolsillo trasero de mis jeans, sonrio cuando miro quien me llama. Mi hombre
favorito.

-Hola, cariño.-contesté saludándolo cariñosamente.

-Hola, Mere.-dice haciéndome sonreír.-He vuelto y estoy afuera.-él se había ido


hace dos días a Minnesota y se suponía que llegaría mañana, el cuatro de julio.
Me levanté de la silla y llevé la taza hasta el fregadero para enjuagarla.

-¿Estás afuera?-pregunté emocionada, salí de la habitación y casi corrí hasta el


ascensor, subí y pulsé el botón del lobby.

-Sí, estoy afuera y con ganas de verte.-dice y yo me arreglo un poco el cabello

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mirándome en las puertas del ascensor.

-Yo también tengo ganas de verte.-digo y las puertas se abren, salgo disparada del
ascensor y paso como una fecha por la recepción donde las chicas me miran
juntando sus cejas y preguntándose qué demonios me pasa. Salgo a la calle y
miro a los lados buscándolo.-¿Dónde estás?

-Aquí.-dice abrazandome por la espalda y alzandome, me rio y él me baja, me giro


en sus brazos y me inclino sobre mis pies para besarlo. Lo había extrañado como
loca y él también me había extrañado, por la forma en la que me besa.

-¿Qué tal tu viaje?-pregunto cuando dejamos de besarnos y tomo su mano para


que entremos al edificio.

-Bien, compramos otra compañía.-dice y nos acercamos a la recepción para que le


den una tarjeta de visitante.

-¿Otra? Vaya, que bien.-digo colocándole la tarjeta en la camisa, miro a las


recepcionistas que miran a Adam como si él fuese una pieza de arte moderno.-¿Y
ustedes qué? Sigan con su trabajo, esos teléfonos no se van a contestar solos.-
digo irritada y Adam aprieta mi mano, nos metemos en el ascensor y pulso el
botón del último piso.

-¿Qué tal van las cosas aquí?-pregunta y alzo mi cabeza para verlo.

-Bien, mamá y yo estamos haciendo lo mejor que podemos, es un trabajo


pesado.-digo y él asiente con la cabeza, salimos del ascensor y pasamos frente a
varias oficinas, el último piso es el de los arquitectos especialistas. El edificio en
realidad tiene quince pisos, el primero es la recepción, el segundo es el de
construcción, el tercero y cuarto es el de recursos humanos y materiales, el quinto
es el de decoración de interiores, el sexto es el de decoración de exteriores, el
séptimo es el de publicidad y diseño, el octavo es el de juntas, en el noveno están
la cafetería, el cuarto de descanso y la enfermería, en el décimo se encuentra la
administración, en los siguientes se encuentran los pisos de oficinas de
arquitectos, y en el último, al final del pasillo está la oficina de la dirección de la
empresa o la oficina de mamá y mía. Pasamos al frente de la mesa de nuestra
asistente, ella se llama Janice y es muy amigable, ella me sonríe y alza las cejas
cuando ve a Adam.

-La señora Hannigan está en una junta en éste instante.-dice ella antes de que yo
abra la puerta de la oficina.-Me dijo que te avisara, ya que no te encontraba por
ninguna parte.

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-Gracias por avisarme, Janice, ¿alguna llamada importante?-digo y ella niega con
la cabeza pero agarra un sobre de su escritorio y me lo da.

-No, pero llegó esto y es para ti.-dice y yo agarro el sobre con un poco de
desconfianza.

-Gracias, Janice.-digo y abro la puerta para entrar a la enorme oficina, Adam me


sigue y cierra la puerta mientras yo abro el sobre, me siento en una de las sillas
detrás del escritorio, hay dos, una para mí y otra para mi mamá ya que las dos
somos jefas, Adam se sienta en el sillón de al frente y yo saco la nota con cautela.
Presintiendo que no me voy a encontrar con nada bueno porque es un remitente
anónimo.

Mi corazón se detiene y sofoco un grito de horror.

"No deberías de tener ese puesto, ni esa empresa, ni a ese hombre, yo


me voy a encargar de que lo pierdas todo. Hasta la vida".

Está escrito con algo que parece sangre, las letras trazadas apenas se entienden
pero estoy segura de que estoy pálida como un papel porque Adam se agacha a
mi lado y me agarra el rostro con sus manos, él observa la nota y la agarra para
verla mejor. Agarro el teléfono de la mesa con las manos temblorosas y marco
rápidamente el número de Robert, el guardaespaldas de mi mamá y respiro
hondo, Adam coloca una mano en mi hombro y me da una especie de masaje
para ayudarme a tranquilizarme. Él también está tenso y su mandíbula está
apretada fuertemente.

-Necesito que vengas a la oficina ahora mismo.-digo en cuanto contesta.

-Ahora mismo voy para allá.-seguro notó mi tono de urgencia porque cuelga y en
menos de una exhalación él entra a la oficina.

-Llegó esto para mí.-digo pasándole la nota, él la toma con su ceño fruncido y
mirando a Adam con desconfianza.-Él es Adam, mi novio, Adam, él es Robert, el
guardaespaldas de mamá.-digo señalándolos y ellos estrechan sus manos. Robert
examina la nota y yo apoyo mi mejilla en mi mano mientras él parece totalmente
confuso y es que yo también lo estoy. Aunque también estoy algo asustada

-¿Cuándo llegó esto?-dice sentándose en el sillón de al frente.

-Supongo que hace poco, Janice me lo acaba de dar.-digo volviendo a agarrar el


teléfono y marco al de Janice.-Ven ahora.-ordeno y cuelgo, un segundo después
Janice entra a la oficina y se para al lado de Robert.

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-¿Qué sucede?-pregunta ella y Robert le pasa la nota, ella abre los ojos de par en
par y junta sus cejas.

-¿Quién te dio el sobre?-pregunto y ella se para más derecha.

-El chico de mensajería, sólo me dio toda la correspondencia que tenía para esta
oficina y entre esos estaba éste, los demás eran para la señora Hannigan y ella
me pidió que los revisara, menos el tuyo.-dice ella y junta un poco más sus cejas.

-Tenemos que averiguar quien envió esa nota, me están amenazando...

-Tenemos no, yo me voy a encargar de eso ahora mismo, pero también tenemos
que hacer otra cosa.-dice Robert mirándome y yo me enderezo en la silla.

-¿Qué cosa?-pregunto y él sonríe.

-Tenemos que colocarte un guardaespaldas.-dice y yo no digo nada, ni hablar, yo


no quiero un guardaespaldas se me hace muy difícil confiar en una persona y más
si es hombre, no todos son como Adam.

-Ay, no.-digo y él se levanta del sillón negando con la cabeza.

-Te colocaremos un guardaespaldas y fin de la discusión.-dice y mi mamá entra a


la oficina en ese momento, nos mira un segundo y luego suspira.

-No me digan que están teniendo su propia junta aquí.- dice ella cansada, saluda
a Adam dándole un beso en la mejilla y se sienta a mi lado.

-De hecho, Ana. Tienes que ver esto.-dice y le pasa la nota a mi mamá.-Va dirigida
para Meredith.-dice y mi mamá palidece un instante.

-¿Qué significa esto?-dice enfadada y le devuelve la nota a Robert.-Necesito que


vallas con el Detective Hannigan, que investigue quien la envió y...-ella me mira
un instante, ya sé lo que va a decir.-Encuentra al mejor escolta para mi hija, no
quiero que le pase nada.-dice y Robert asiente para luego salir de la oficina.-
Janice, traeme un café.-ella asiente y se da la vuelta para irse, miro a mi mamá
por un momento.

-No sé por qué está pasando esto. No lo entiendo... yo no he hecho nada y...-no
puedo terminar de hablar porque estoy muy confundida, después de lo que ha
pasado, pensé que ya no corría peligro y odio la sensación de miedo, me hace
sentir insegura cuando no lo soy.-¿Tú crees que yo he hecho algo para merecer la

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muerte? ¿Está mal que papá me haya dejado la empresa?-pregunto, un nudo
formándose en mi garganta. Mi mamá pasa una mano cariñosamente por mi
mejilla.

-No, mi niña. Yo tampoco entiendo y vamos a averiguarlo, nada te pasará.-dice


con voz dulce.

-¿Lo prometes?-en estos momentos me sentía como una niña pequeña, la niña
que era mimada por sus padres que le daban todo.

-Lo prometo.-ella me sonríe de forma tranquilizadora y se levanta de la silla


excusándose para salir de la oficina.

Miro a Adam que está sentado en el sillón frente al escritorio. Su frente ésta
arrugada por su ceño fruncido, su mandíbula cuadrada está apretada y su vista
está perdida en un punto en el piso. Él está pensado en todas las maneras que
existen para que no me pase nada, pero aún así la sensación no se iba, no
después de que yo ya había visto morir a Jane en mis brazos. Me levanto de la
silla y me dirijo al ventanal, perdiendo la vista en el exterior por un rato. Hasta
que siento sus brazos en mi cintura y el me abraza pegando mi espalda en su
pecho.

-Estarás bien. Ni tu mamá, ni yo vamos a dejar que te pase algo.-dice en mi oreja


y me giro en sus brazos escondiendo mi cara en su pecho.

De ésta manera puedo sentirme segura, en sus brazos, mientras que él descansa
su barbilla en mi cabeza y acaricia mi espalda de arriba abajo. De repente, la idea
de perderlo viene a mi cabeza, si quieren herirme a mí, también querrán herirlo a
él y si algo le llega a pasar a él yo moriría. Él es muy importante para mí, tampoco
puedo dejar que algo le pase. El miedo se transforma en rabia y aprieto mis
manos en puños. Esto no se quedará así, no me importa si alguien cree que
merezco morir. Estoy teniendo una vida normal y feliz por primera vez en mucho
tiempo, no voy a dejar que alguien me quite eso.

❤❤❤

-Ya cambia esa cara, no es tan malo como lo crees.-dice mamá, estábamos en la
oficina esperando a que Robert cruzara por la puerta con mi guardaespaldas,
estaba estresada, la noche pasada no pude dormir y hoy era cuatro de julio y
eramos las únicas personas en la empresa, yo quería estar con Adam pero mi
madre me arrastró hasta aquí en la mañana.

-No puedo cambiar mi cara, estoy estresada.-digo bruscamente y mi mamá

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suspira cansada, la puerta se abre y las dos miramos al mismo tiempo para ver a
Robert y a... Un hombre que podía ser un semi gigante o algo así, ahora me siento
intimidada en vez de estresada.

-Les presento a Bill, mejor conocido como Tren de carga.-dice y yo miro con
atención a mi escolta personal, parece de treinta y es algo parecido a Robert, sólo
que es mucho más alto y corpulento, entiendo su apodo a la perfección.

-¿Ustedes son familia?-pregunto y Robert sonríe.

-Eres una buena observadora, Meredith. Bill es mi primo.-dice Robert y yo alzo las
cejas, bien, por lo menos lo conoce lo suficiente como para que yo pueda confiar
en él.

-Me parece perfecto que sean familia.-dice mi mamá.

-No es sólo eso, el señor Adam Stynson lo escogió a él para ella.-dice y yo junto
las cejas, ¿Adam lo escogió? ¿En qué momento?

-¿Cómo así?-pregunto desconcertada y por primera vez Bill, habla.

-Trabajo para una compañía de escoltas en Minnesota, el dueño y jefe es el señor


Stynson, tengo entendido que es su novio. Él me encargó a mí que cuidara de
usted, señorita Hannigan.-dice con una voz tan gruesa que casi hace que me
hunda en mi silla, más sus ojos verdes oscuros que parecen tener rayos láser.

-Llámame Meredith.-digo encontrando mi voz.-Entonces, si mi novio te pidió que


cuidaras de mí, eso significa que eres de su extrema confianza, ¿cierto?

-Por supuesto.-dice y sonríe para darme tranquilidad, es lo más normal en él, en


realidad parece un hermano perdido de Dwayne Johnson, pero diferente
físicamente.

-Estoy más tranquila con eso.-digo y él se acerca al escritorio, saca algo del
interior de su chaqueta y lo pone en la mesa.

-Esto es un dispositivo de rastreo.-dice y yo miro el reloj de pulsera plateado que


está frente a mí y junto las cejas.

-Es un reloj.-digo y él niega.

-Un reloj con GPS.-dice y yo alzo las cejas, él lo coloca en mi muñeca izquierda y
pulsa un pequeño botón lateral, se escucha un pitido y luego él saca un celular.-

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Así puedo ver en donde estés todo el tiempo, y Adam también.

-Esto fue idea de él, ¿cierto?-digo y él asiente, claro, tenía que haberlo sabido
antes, el reloj es muy bonito, de plata con pequeños diamantes incrustados.

-Él quiere que usted se sienta protegida siempre. Y eso no es todo.-dice y yo


inclino la cabeza a un lado.

-¿Qué? ¿También puedo comunicarme con él a través de esto, como en las


películas?-pregunto bromeando, en cambio él alza las cejas.

-Aparte de observadora, es adivina.-dice y yo lo miro fijamente. Tiene que ser una


broma.-Claro que puedes comunicarte con cualquiera de los dos en cualquier
momento.-saca una especie de auricular del interior de su chaqueta y me lo da.-
Con esto puedes escuchar y para hablar solo tienes que pulsar este botón.-señala
un botón lateral.-Y con éste te puedes comunicar conmigo.-señala otro botón.-
Adelante.-lo miro por un instante antes de colocarme el auricular en mi oído
derecho. Bill se lleva la muñeca a la boca pulsando un botón.-¿Me crees ahora?

Doy un salto en mi silla cuando escucho la voz de Bill alto y fuerte en mi oído, mi
mamá se ríe y yo niego con la cabeza.

-Esto es... ¡Increíble!–exclamo y él asiente. Se lleva la muñeca a la boca otra vez


pulsando otro botón de su reloj.

–Señor, ella ya tiene el reloj.–le está hablando a Adam y cuando creía que ya no
podía soprenderme más, escuché su voz en mi oído y di un grito ahogado, no me
lo esperaba.

–¿Qué te parece, Mere?–me llevé una mano al pecho, mi mamá se reía tapándose
la boca.

–¡Esto es demasiado! ¡Me encanta!–contesté llevando mi muñeca hasta mi boca,


copiando a Bill.

–Me alegro que te haya gustado. ¿Vas a venir más tarde?–sonreí y de repente fui
consciente de que solo yo podía escucharlo y que los demás me miraban con
atención.

–Voy para allá ahora mismo.–hablo con voz dulce a mi reloj.

–Te estaré esperando.–me giré hacia mi mamá.

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–¿Tienes algo más que hacer?–pregunto y ella niega.–¿Podemos irnos?

–Claro, vamos, Robert.–me levantó rápidamente tomando mi bolso.

-En marcha.-dice Robert, mi mamá se levanta de su silla y salimos de la oficina


seguidas por ellos dos.

Bill condujo mi camioneta, Robert iba en el asiento del copiloto y nosotras íbamos
atrás, yo iba enfurruñada ya que no me dejaron conducir, me costaría mucho
acostumbrarme a esto. Por otro lado me sentía como una verdadera niña rica, con
guardaespaldas y todo, mi camioneta también contribuía a la imagen, me alegré
cuando llegamos a la casa de Adam y bajé de un salto, llegando a la puerta antes
que todos, toqué el timbre y él abrió.

Le salté encima abrazándolo y él me cargó con cuidado de que no se me subiera


el vestido que cargaba y dio vueltas conmigo mientras yo reía como loca. Me bajó
y me puse de puntillas para besarlo, no lo había saludado como debía, todavía.

-Hola.-digo en cuanto me separo, sonriendo.

-Hola.-dice él y me da otro beso.

-Gracias.-digo y él junta las cejas.

-¿Por qué?-pregunta tomando mis manos.

-Por todo.-digo y él sonríe encogiéndose de hombros.

-Para mi siempre es un placer.-dice y con una mano me hace dar una vuelta, me
puse éste vestido pensando en él y en sus manos, quizás más tarde podría
quitarmelo, el vestido es blanco y de tela de lino, cerrado hasta arriba y con cierre
en la espalda, fácil de poner y fácil de quitar.-Te ves preciosa, me gusta ese
vestido.

-Más tarde podrías quitarmelo.-digo en su oído y me alejo fingiendo no haber


dicho nada pervertido.-¿Dónde está tu mamá?-pregunto y él vuelve a la realidad
sacudiendo la cabeza.

-Está en el patio, preparando todo para la celebración de hoy.-dice mirándome de


los pies a la cabeza, las botas que me puse hoy son negras, hasta las rodillas y
altísimas de tacón con plataforma.

-Bien, iré a saludarla.-digo, al ver que él sigue embobado viéndome, me acerco a

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él y le doy un beso suave en los labios.-Vamos.-le agarro la mano y lo arrastro
hasta el patio.

Clara está hablando con mi mamá y acomodan sillas al mismo tiempo, nos
acercamos a ellas, mi mamá saluda a Adam con un abrazo y Clara me abraza con
fuerza, tenía unos días que no la veía, pero para Clara yo era la hija que le faltó
tener.

-¡Me alegra tanto verte!-dice ella y me suelta, me hace dar una vuelta así como
hizo Adam y silba.-¡Qué linda te ves hoy! A Rose le gustará ese vestido y esas
botas.-sonríe y como si supiese que la han mencionado, Rose aparece detrás de
mí agarrandome por la cintura haciéndome dar un respingo.

-¡Rose! Casi me matas del susto.-digo con una mano en el pecho y ella se ríe
fuertemente.

-Diría que lo siento y que no fue mi intención pero no fue así.-dice y me da un


abrazo, incluso con las botas no llego al tamaño de Rose. ¿Por qué tengo que ser
tan enana?

-También me da gusto de verte.-digo y ella sólo sonríe y me agarra del brazo


apartándonos de todos. Tiene algo que contarme, por lo que veo.

-¿Puedo preguntarte algo?-dice y yo inclino la cabeza, ya sabía que diría eso.-No


pongas esa cara, pero bueno la haré de todos modos. ¿Qué tan cercana eres a tu
primo Carl?-de todas las cosas que pensé que Rose me preguntaría, nunca me
imaginé ésta

-Bueno, es... Somos muy cercanos ya que somos sus únicas primas, lo conozco
desde que tengo memoria, ¿por qué lo preguntas?-digo y ella parece un poco
nerviosa de repente.

-No, sólo preguntaba.-dice mirando a otro lado y sé que miente.

-¿Él acaso está interesado en ti?-pregunto con cautela y ella pone los ojos como
platos.

-No, ¿cómo crees? ¿Interesado en mí? No vale, nadie está interesado en mí.-dice y
yo entrecierro los ojos.

-Rose, a éstas alturas es ridículo que me mientas, eso es como que yo diga que
sigo siendo virgen, así que dime de una vez, ¿qué pasa?-me cruzo de brazos y ella
suspira.

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-Él ha estado interesado en mí desde hace tiempo, pero como yo salía con aquél
idiota nunca le presté atención, como ya no salgo con nadie y no tenía pensado
en salir con alguien aún, él se ha interesado un poco más, el día de tu fiesta de
cumpleaños hablamos bastante y bueno él me invitó a salir, pero yo le dije que
cuando tuviese tiempo le avisaba.-dice y yo me llevo una mano a la frente, ella no
quiere volver a pasar por lo mismo, es comprensible, pero eso no significa que no
pueda tener amigos.

-Escuchame Rose, Carl es un chico agradable de verdad, él es atento, gracioso,


responsable y protector. Que tu hayas terminado hace poco una relación terrible
no quiere decir que no puedas conocer a alguien más, él te pidió que salieran, no
que lo acompañaras a una orgía.-digo y nos alejamos un poco más.-Si él está
interesado en ti, lo que tu puedes hacer es que siga interesado, no es obligatorio
que tengan una relación seria, Adam y yo empezamos a conocernos y terminamos
gustandonos, aunque yo no quería porque no me sentía preparada y eso era pura
mierda. Si él te invita a salir tú aceptas como si tal cosa y el tiempo decidirá como
se den las cosas después.-digo y ella me mira por un momento, luego sonríe.

-Está bien, tengo otra pregunta. Si yo lo invito a pasar el día hoy, ¿estaría bien o
mal? Digo como le dije que le avisaba y ya ha pasado un tiempo, el pobre debe
pensar que no me interesa ni un poco.-dice y alza la vista al cielo azul como sus
ojos.

-Creo que estaría bien, sería inesperado. ¿Qué te parece él?-pregunto y ella
vuelve a mirarme.

-Interesante y guapo, además de que es más alto que yo y eso que yo soy una
chica alta, de él me gustan sus ojos, son más claros que los míos y me gusta
como se expresa, hace gestos cuando habla y sí es graciosísimo.-dice y se ríe, la
he pillado a ella le gusta mi primo y no quiere reconocerlo.

-Sí, lo sé. Los Hannigan somos graciosos por naturaleza, aunque él no se parezca
mucho a nosotras, se parece a su madre, a mi tía Lucy al igual que Beth.

-Beth y Zack, son mellizos, ¿cierto?-yo asiento y ella sigue.-Pero no se parecen,


Zack más bien parece que fuera tu hermano.

-Es como si lo fuera.-digo y miro atrás de mí, Blake está ayudando a colocar sillas
y Adam también mientras que nuestras madres acomodan unas mesas, Blake me
saluda con la mano y yo lo imito.-Los que si están saliendo son, Dove y Blake.

-Sí, ella me agrada, tiene un parecido a ti de cierta forma, no físicamente, sino en

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la forma de expresarse, ella es un poco tímida, pero cuando habla es como hablar
contigo.-dice y yo me rio.

-He sido la hermana que Dove nunca tuvo, cuando su padre las abandonó a ella y
a su madre cuando ella tenía ocho, se sintió sola, mi tía Stella tenía que trabajar y
ella se quedaba sola en casa, hasta que yo me mudé aquí y jugábamos a la casa
de las muñecas y esas cosas de niñas, fuimos creciendo las dos juntas y ella iba
aprendiendo algunas cosas de mí, luego murió papá y era yo la que se sentía
sola.-hago una pausa recordando esos tiempo que se ven tan lejos en este
momento.-Dove no sabía que hacer para que yo me sintiese mejor, mi padre
había muerto y yo estaba devastada.-empezamos a caminar hacia los columpios
mientras yo sigo hablando.-Yo hice algunas cosas de las cuales no me siento muy
orgullosa en ese tiempo y ella nunca me juzgó y justificó lo que hice, ella sólo
estaba ahí para mí al igual que mamá, Leigh Anne, Lux y Tom, yo no sabía como
retribuirle todo lo que ella había hecho por mí y le regalé una guitarra, ella tiene
una hermosa voz y ama las guitarras tanto como yo amo las botas.-nos sentamos
en los columpios y yo sigo hablando porque ella parece interesada.-Ella aprendió
de mis errores, de ahí ella se volvió un poco más reservada porque yo lo era, pero
en cierto modo ella tiene su carácter y yo el mío, ella no es tan terca.-digo y ella
se ríe un poco.

-¿Qué fue lo que hiciste de lo cual no te sientes orgullosa?-pregunta con cautela.

-Escapar de casa y preocupar a mamá, beber hasta la insconciencia en California,


conducir ebria y casi muero por eso, volver a beber y casi me vuelvo alcohólica...-
me encojo de hombros y ella parece asombrada.

-¿Por qué hacías eso?-pregunta y yo miro mis manos, le doy la vuelta a mi


brazalete en mi muñeca derecha observando los dijes con atención.

-Porque no pensaba en esos momentos, mi padre había muerto y me sentía como


la mierda porque pensaba que era mi culpa, pensaba en que debía morir también
pero no tenía el valor para hacerlo, estuve cerca pero me detuve, siempre me
detuve antes de hacer cualquier cosa, luego me encerré en mi propia burbuja y
me convertí en una chica cerrada, silenciosa y mucho más reservada, empecé a
recuperarme, de el dolor, de la culpa y aprendí a sobrellevarlo.-sonrio cuando
recuerdo el día que conocí a Adam.-Justo cuando estaba saliendo de mi
recuperación de salud mental, conocí a Adam un día que yo estaba haciendo unos
pagos de mi hermana, yo no tenía auto, así que iba caminando y me perdí, él
apareció de repente y me ayudó a seguir con mi camino, él me dijo su nombre
pero yo no le dije el mío.-digo y ella se ríe.-Después mamá se empeñó en que
tenía que salir con él y lo hice, hasta el día de hoy y no me quiero separar de él
porque me hace sentir como nunca antes me había sentido.-digo y siento su

197
mano en mi hombro, alzo la vista y ahí está él, sonriendo y mirándome de esa
manera que me hace derretir.

-Eso es porque eres una chica súper especial, y para mi tu eres como una
hermana.-dice Rose y se levanta.-Me voy para darles privacidad.

Él se sienta en el columpio frente a mí y yo subo las piernas colocando una a cada


lado de sus caderas.

-¿Charla de chicas?-pregunta y yo asiento.-Me gusta que te agrade Rose, y que tú


le agrades a ella.

-Es como otra hermana para mí, una hermana distinta.-digo y me acerco un poco
a él mirando su camisa, junto las cejas.-Tu camisa está rota.-digo y él la mira
asintiendo.

-Fue Blake, me dio sin querer con una silla, ¿me ayudas a escoger otra?-pregunta
levantándose y me tiende la mano para ayudarme a levantarme.

-Seguro.-digo y él pasa un brazo por mis hombros mientras caminamos hasta la


casa.

Escojo una de sus camisas blancas de su armario y salgo para dársela, en cuanto
salgo él me agarra por detrás y me llevo un pequeño susto cuando me agarra por
la cintura y me alza, después me lanza sobre su cama y se coloca encima de mí,
sonrio y agarro su rostro con ambas manos para besarlo entrelazando nuestras
lenguas mientras que él va subiendo mi vestido pasando las manos por mis
piernas, desabotono su camisa rápidamente y él se la quita volviendo sus manos
a mis piernas, lo empujo hacia atrás y alzo una pierna.

-Quitame las botas.-digo respirando agitadamente y él lo hace lentamente y


acariciando mis piernas a la vez, me levanto y llevo sus manos a la parte de atrás
de mi vestido, él empieza a bajar el cierre y saca mi vestido por la cabeza
lanzándolo lejos llevo mis manos hasta su pantalón y comienzo a quitárselo, nos
miramos fijamente con puro deseo cargado en nuestras miradas, no lo hemos
hecho desde Nueva York y se nota la ansiedad de ambos. Cuando le quito el
pantalón, le quito el reloj plateado de su muñeca izquierda, no quiero que por
accidente nos vallan a escuchar en plena acción, me quito el mío y los pongo en
la mesita de noche y me vuelvo hacia su cuerpo semi desnudo, lo agarro por los
hombros y lo empujo para que se acueste en la cama y yo me subo a horcajadas
sobre él besando su torso y voy ascendiendo hasta que llego a su boca y lo beso
con ferocidad, sus manos van hasta el broche de mi sujetador y me lo quita
haciéndonos girar en la cama de manera que ahora él está sobre mí y agarra uno

198
de mis pezones con la boca, haciéndome gemir, en ese mismo instante, empieza
a sonar música a un fuerte volumen, nadie nos escuchará y tampoco es que yo
sea muy gritona al respecto, enredo las manos en su cabello y él va descendiendo
mientras me besa todo el cuerpo.

Una hora después nos estábamos vistiendo para volver a abajo, cuando terminé
de ponerme las botas, me puse el reloj y me metí a su baño para arreglar mi
cabello alborotado, hoy no me había maquillado por lo que me eché agua en la
cara y me sequé con una toalla, observé mi refejo en el espejo, estaba sonrojada,
mis ojos tenían un brillo extraño, me veía diferente, ya no parecía una niña y ya
no lo era, él apareció detrás de mí y me abrazó observando nuestro refejo. No es
que sea presumida, pero hacíamos una pareja fenomenal.

-¿Cómo te sientes?-preguntó él mirándome a través del espejo.

-Muy bien, ¿y tú?-respondo girandome en sus brazos.

-Más que bien. Siempre que estoy contigo me siento bien.-dice haciéndome
sonreír, lo abrazo y él apoya su cabeza en la mía.-Eres tan especial, que me haces
sentir bien con sólo sonreír.-me quedo en silencio cuando escucho sus palabras,
tengo que decirle que también es especial para mí, que me siento feliz junto a él y
que lo quiero como nunca he querido a alguien. En vez de eso, digo otra cosa.

-También lo eres para mí. Te quiero.-digo y alzo la cabeza para mirarlo.-Te quiero
tanto, que no sé como demostrártelo.-él sonríe y quita un mechón de cabello de
mi cara y lo acomoda detrás de mi oreja.

-No hace falta, no quiero que te sientas presionada a demostrarme nada, yo me


doy cuenta por mi mismo.-dice y yo sonrio, me inclino un poco sobre mis pies y le
doy un beso.-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida.-me quedo sin aliento por
unos segundos, en cierto modo él también ha sido lo mejor que me ha pasado,
pero no encuentro palabras para responder a eso, lo abrazo de nuevo y escondo
mi cara en su pecho.

-Tú eres lo mejor que me ha pasado a mí.-digo después de una larga pausa.-No
creo que pueda sentir lo que siento por ti por otra persona, ni en un millón de
años, ni en otra vida, ni aunque pierda la memoria. Eres y siempre serás el
hombre que voy a querer por el resto de mi vida.-agarro su cara con las manos y
lo acerco a mi boca lentamente, nuestros labios se tocan y se mueven como si
fuesen uno solo.

¿Cómo llegamos hasta aquí tan rápido?

199
Bajamos hasta el patio como si nada, él se había puesto la camisa blanca que yo
había escogido para él junto con unos jeans oscuros, vestíamos los mismos
colores, blanco y negro, para mi el blanco significaba pureza, y el negro
significaba neutralidad. Cuando le dije esto a Adam, él sólo sonrio y dijo que le
gustaba mi opinión y que ahora entendía mi fascinación por el color negro. El
resto de la tarde la pasamos bromeando con los demás, mis primas estaban ahí,
Lux estaba con Drake y Rose hablaba con Carl, ella se reía de casi cualquier cosa
que él dijera. Hasta que llegó la noche y el hermoso espectáculo de fuegos
artificiales en el cielo celebrando el día de independencia.

Adam paso un brazo rodeando mis hombros y pegandome a su cuerpo mientras


mirábamos hacia arriba, no podía evitar sobresaltarme cada vez que unos
explotaban muy fuerte, él sonreía cada vez que lo hacía y me miraba, pero yo no
apartaba la vista del cielo, tantos colores que brillaban con cada explosión, los
demás también parecían igual de impresionados como yo, pero él, me miraba más
a mí que al cielo, cuando ya sentía que llevaba mucho tiempo mirándome, lo miré
con una expresión divertida.

-¿Qué tanto miras?-pregunto y él sonríe.

-Te miro a ti porque eres hermosa.-responde y yo sonrio.

-Gracias, pero te perdiste de un gran espectáculo en el cielo.-digo y él niega con


la cabeza.

-Si supieras que el verdadero espectáculo era tu rostro, nunca te había visto tan
impresionada con algo.-dice yo hago una mueca, ¿estaría mal si digo que es la
primera vez que presto atención a los fuegos artificiales?

-Bueno, nunca antes había observado los fuegos artificiales por mucho rato,
nunca antes les había prestado atención y no me parecían tan bonitos como
ahora, siempre los ignoré.-digo y él alza las cejas.

-¿No te gustaba verlos?-ahora el impresionado es él.

-No, en cierto modo me daban miedo, las explosiones me alteran demasiado.-digo


y me estremezco un poco, cuando recuerdo el día del incendio en la casa de
Lydia.

-No lo sabía, ¿ha sido así siempre o fue después de que algo te pasara?-pregunta
con cautela, los demás ya volvieron a las mesas, mientras nosotros todavía
seguimos ahí.

200
-No, fue después de que se cayeron las Torres Gemelas el once de septiembre
hace trece años.-digo, cuando eso ocurrió yo tenía cuatro años y recuerdo que
mamá me fue a buscar a la guardería junto con Leigh Anne y mi papá estaba en el
auto esperándonos, recuerdo que podía ver desde la ventanilla como salía el
humo de los edificios y como la gente estaba desesperada, luego vimos como se
derrumbaban en la televisión.

-Sí, recuerdo que eso conmocionó a todo el mundo, y como tu vivías allá en ese
entonces, supongo que no fue fácil, muchas personas murieron, algunos se
tuvieron que ir de la ciudad por el humo y el olor a cable quemado, algunas
quedaron gravemente heridas. Te comprendo.-dice y yo parpadeo, estaba todavía
recordando ese día, solo era una niña de cuatro años y lo recuerdo como si
hubiese sido ayer.

-Sí, bueno. No me alteré tanto ahora porque estás conmigo y además eran fuegos
artificiales, no me podían hacer daño al menos que algo saliera mal y en vez de
explotar en el cielo me explotaran en la cara, como a veces no tengo tanta suerte
cualquier cosa puede pasar, ya creo que me estoy acostumbrando.-digo
sarcásticamente y él niega con la cabeza, aún con el brazo sobre mis hombros nos
hace dar media vuelta para volver con los demás.

-Si no te conociera, diría que estás un poco demente pero como tú eres tan
sarcástica, te lo dejo pasar.-dice haciéndome reír y le doy un codazo en las
costillas, él en cambio me da un beso fugaz en la mejilla. Que fácil era todo con él.

201
Todos Tienen Un Pasado.

Después del cuatro de julio era el cumpleaños de Drake, por lo que el domingo
también festejamos y comimos pastel de almendras, el favorito de Drake. Lux
estaba tan contenta, ella fue la que hizo el pastel y a su novio le encantó,
obviamente.

El lunes yo no tenía ganas de nada, y mucho menos cuando salí y me encontré


con Bill esperándome, él estaba recargado contra la camioneta, mamá se había
ido hace mucho rato y yo estaba tan cansada que dormí dos horas más de lo
debido, el día estaba hermoso pero yo estaba fatal, vestía mi ropa habitual negra,
mi cabello estaba en orden, mi cara no tanto, de todas maneras iba a ir a ayudar
a mamá, subí al asiento de atrás cuando Bill abrió la puerta para mí y mantuve mi
mirada perdida en la calle hasta que llegamos. El resto de la semana era algo
parecido al anterior, el detalle estaba en que yo no me acostumbraba a la
compañía de Bill, me seguía a todos lados y casi nunca hablaba era demasiado
cortés para mi gusto, me gustaba más Robert porque era más amigable pero yo
tenía que conformarme con Bill el callado.

Ese fin de semana viajaría a Nueva York, Tom tendría su ceremonia de graduación
el domingo y eso era lo que me tenía entusiasmada, cuando regresara él vendría
conmigo para pasar las vacaciones conmigo o con Liz o con las dos, daba igual, yo
tenía a mi Adam cada día lo quería un poco más y él a mí igual, me extrañaría
esos tres días que no iba a estar y yo también.

Las amenazas siguieron llegando, dos veces al día por tres días. Mi mamá estaba
tan molesta que daba miedo, gritaba órdenes a Robert, le gritaba a mi tío Ray y
me gritaba a mí a veces, ella casi nunca me gritaba, todas las personas que
conocían a mamá sabían que ella es una persona muy pacífica, amable, cortés y
hasta cariñosa, perder la calma no era común en ella, pero al tercer día cuando
llegó un sobre con una sexta amenaza y fotos mías de ese mismo día en la
mañana, mamá se alteró tanto que tuvimos que calmarla dándole un té calmante,
yo me asusté un poco más pero me mostré tranquila y me hice la fuerte mientras
que ella echaba fuego por todas partes y me obligó a sentarme junto a ella y ni
siquiera podía hablar. Ilógico pero era mi mamá y estaba asustada, preocupada,
molesta, ya había perdido al amor de su vida, al padre de sus hijas, no iba a dejar
que alguien le hiciera daño a una y menos a mí, que era la niña de todos mis
parientes y la copia de mi padre. Una parte de ella.

202
Por lo qué, para ir a Nueva York tenía que ir obviamente con Bill, mi sombra y mi
niñera como yo lo llamaba, y viajaría en avión privado, no iba a arriesgarse a que
me pasara algo en un vuelo comercial, mi mamá habló con Adam (como si eso
fuese necesario) para que viajara en su avión privado, él ya lo había aceptado
antes de que siquiera mi mamá se lo preguntara, eso me hizo quererlo más y más
de lo que ya lo quería. Él estaba preocupado, no me lo decía él, me lo decía Rose,
ella si estaba preocupada por mí y lo demostraba porque se molestaba cada vez
que le contaba sobre otra nota, en cambio él cuando estaba conmigo, me infundía
paz, amor, me hacía reír y se encargaba de mantenerme segura cuando le
contaba que me sentía insegura de todo. Hasta la noche del viernes, volaría a
Nueva York la mañana del sábado, así que teníamos la noche para nosotros. O
algo así, de vez en cuando mamá se asomaba para verificar que todo estuviese
bien, como si no era suficiente que Bill estuviese como un centinela al final de las
escaleras para subir a mi habitación. Y no podía abrir las ventanas y salir a
sentarme en el techo, prácticamente era un rehén, en mi propia casa y en mi
propia habitación.

Alguien tocó en la puerta de mi habitación y me sobresalté sobre el pecho de


Adam, me incorporé sentándome, lo más seguro es que mi mamá quiera decirme
algo.

–Pase.–digo y mi mamá entra en la habitación, cierra la puerta y se sienta en la


esquina de la cama mirándonos a ambos con una expresión curiosa en su rostro.

–Adivina qué me acaba de decir Leigh Anne.–dice y yo la miro intrigada.

–¿Qué te dijo?–pregunto, la última vez que hablé con mi hermana me dijo que
todo estaba bien, que tenía su período y que no estaba embarazada.

–Se va a venir para acá, con Ron. Después de su graduación, claro, dijo que quería
trabajar en el periódico de aquí, ya que en Nueva York hay muchos periodistas y
no hay trabajo, por lo que aquí si puede conseguir uno y Ron puede conseguir uno
de fotógrafo.–dice ella entusiasmada y yo no puedo hacer más que sonreír, mi
hermana se viene y yo me voy.

–Me parece bien, estoy feliz por ellos. Leigh Anne siempre ha sido dura y exigente
con ella misma, pero ha cambiado desde entonces y bueno, lo de Ron si que fue
una sorpresa para mí, ni siquiera Tom lo sospechaba, ellos eran como hermanos.–
digo y ella se ríe.

–Tu padre y yo eramos como hermanos, nos conocimos cuando éramos unos niños
y fuimos amigos siempre, teníamos un grupo que estaba formado por Kyle
Stynson, Clara James, Joe y Jake Collins, Leslie Scott, las hermanas de Clara y mis

203
hermanas.–ella nos sonríe y se acomoda en el colchón subiendo las piernas y
cruzándolas. Esto va para rato, nos contará la historia de como fue su
adolescencia.–Cuando Lisa y Jake empezaron a salir, ellos pensaron que yo iba a
salir con Joe ya que los dos eramos muy unidos, pero Joe era solo mi amigo y yo
estaba enamorada de tu padre y solo tenía dieciséis años, además Joe estaba loco
por Leslie. Clara y Kyle siempre se habían sentido atraídos pero ninguno de los
dos decía nada, Stella comenzó a salir con Dave Hagen, Kate salía con Martin
Watson, Camilla salía con Rick Foster y quedábamos Alfred y yo. Como yo era muy
reservada y tu padre tan carismático y hablador, nos llevábamos muy bien aparte
de que lo conocía de toda la vida, un día hicimos un campamento, fuimos todos y
algunos amigos más, encendimos una fogata y bromeamos por mucho tiempo,
luego todos se fueron a dormir menos Alfred y yo que nos habíamos quedado para
mirar las estrellas. Yo amaba a tu padre antes de que fuéramos novios y que él se
hubiese quedado conmigo para admirar las estrellas me hizo muy feliz y sobre
todo porque esa noche empezó todo entre nosotros.–ella sonríe perdida en sus
pensamientos y yo miro a Adam que me sonríe y entrelaza su mano con la mía.–
Todos decían que eramos la mejor pareja de toda la escuela, yo pensaba que la
mejor pareja era la de Clara y Kyle, tenía diecisiete años en ese entonces, los
reyes de baile fuimos tu padre y yo, nunca había estado tan sorprendida en mi
vida como en ese momento, Clara fue la primera en decirme que ella había
votado por nosotros y bueno, así nos ganamos unas páginas en el anuario, ¿la haz
visto? ¿Las fotos de mi baile de graduación?–pregunta y yo niego.–Algún día te las
enseñaré. Lo cierto es que Clara y Kyle eran una pareja regia, ambos altos, ambos
hermosos y buenas personas, mientras que tu padre y yo hacíamos una pareja
tremenda por lo distintos que eramos pero claro teníamos diecisiete años eramos
unos adolescentes con grandes metas por delante, ninguno sabía si íbamos a
estar juntos el siguiente día o al siguiente año, él era muy terco así como tú, y yo
era muy reservada a veces me encerraba tanto que él temía que yo no volviera a
hablarle o a contarle algo. Eso nunca pasó yo siempre confié en él, lo suficiente
para entregarme a él, casarme y tener hijas...

–¿Por qué no tuvieron más hijos aparte de Leigh Anne y yo?–pregunto


interrumpiéndola, es una pregunta que he querido hacerlo desde hace mucho
tiempo.

–Estábamos contentos con ustedes, nunca pensamos en tener una cantidad de


hijos exacta, solamente ustedes salieron y llenaron de felicidad nuestra vida. Y si
te preguntas porqué no tuvimos un hijo o no lo buscamos es porque ninguno de
los dos apreciaba la tradición de dejar un heredero como hicieron nuestros
padres.–dice y yo junto las cejas, ella no tiene hermanos y papá no tiene
hermanas.

–Si tu no tienes hermanos hombres, ¿a quién va a pasar la empresa del abuelo?

204
Porque la constructora es de mi tío John.–digo y ella se muerde el labio.

–Creo que es momento de que sepas una parte de mi pasado que muy pocos
conocen y que a la vez fue una de las cosas que más nos unió a tu padre y a mí.–
dice y yo junto más las cejas.

–Te escucho.–digo y ella se acomoda un poco más en la cama. Si va para rato y


ahora estoy muy interesada en escuchar lo que tiene que decir.

–Cuando yo nací, no vine sola a este mundo por lo que te podrás imaginar, tuve
un mellizo, Albert. Crecimos juntos pero eramos distintos, yo fui la primera en
nacer y eso siempre lo molestaba a él, él tenía los ojos grises de mi padre y el
cabello de un rubio más oscuro que el mío pero teníamos la misma cara, él era
más alto pero cuando eramos niños eramos del mismo tamaño. Yo era la
consentida de mi padre lo que hacía que Albert se enfadara más y con el paso de
los años él se volvió cruel y cuando comenzó a crecer empezó a meterme cosas
en la cabeza que me hicieron más reservada. A los dieciocho años Albert se fue de
casa, sin terminar sus estudios y sin dejar alguna explicación, recuerdo que mis
padres estaban muy molestos por su acto de egoísmo, ellos habían hecho de todo
para el bienestar de él y él se los pagaba huyendo de casa. No lo volví a ver
nunca más y no supe nada de él nunca más, fue como si la tierra se lo tragase, de
todas formas él no fue una buena persona, nos trató mal a mí y a mis hermanas
por años.–dice haciendo una pausa y yo aprovecho para hablar, es demasiado lo
que ha dicho y a mi mente le cuesta un poco procesar todo lo que está diciendo.
Mis cejas fueron de alzarse a juntarse y al final hice una mueca que sentí extraña
en mi rostro.

–¿Cómo los unió a papá y a ti esto?–pregunto conmocionada, miro a Adam y él


tiene el ceño fruncido, él me mira y nos volvemos a ver a mi madre.

–Porque tu padre tenía una hermana.–dice y yo abro los ojos de par en par
sorprendida.–Tu abuela Alyssa no sólo tuvo tres hijos, después de tu padre seguía
Allyson, la única hija que tuvo tu abuela y después Raymond. Un día ellos salieron
a pasear, la familia completa y ellos quisieron jugar en el parque por lo que tus
abuelos accedieron, John tenía casi nueve años, tu padre siete, Allyson tenía cinco
y Ray tenía tres. Era diciembre y ellos jugaban con la nieve, John y Alfred siempre
eran sobreprotectores con los menores pero ese día solo estaban jugando, tu
abuela se descuidó un momento para sacar algo del bolso y cuando alzó la vista
para ver donde jugaba Allyson, ella ya no estaba, le dijo a tu abuelo: “busca a
Allyson” y él empezó a buscarla, el parque era grande y había mucha gente, tal
vez ella estuviese jugando en otro lugar se dijo tu abuela, pero después de un rato
no la encontraron, llamaron a la policía y la deportaron desaparecida la buscaron
durante meses y no la encontraron, extendieron la búsqueda por años pero nunca

205
la encontraron. ¿Sabes porqué eres la favorita de tus tíos y de tus abuelos
paternos?–pregunta y yo niego, siempre pensé que me consentían por ser
parecida a mi padre ahora temo porque no sea así.–Porque te pareces a ella,
demasiado en realidad. Yo la conocí y era una niña adorable, cuando naciste y
tuviste la edad que tenía Allyson la última vez que la vieron, a tu padre se le hizo
un nudo en la garganta verte jugar y reír y más porque siempre estabas cerca de
él. Después se me metió la idea en la cabeza de mudarnos hasta acá, quería que
estuvieras cerca de tus tíos y abuelos, si ellos no pudieron ver crecer a su única
hija, te verían crecer a ti y tu padre estaba feliz con eso. Tu tío John disfrutaba
cuando ibas a su a casa a jugar con sus hijos y a Ray le gustaba llevarte a comer
Pizza.–ella se detiene y sorbe por la nariz, ella se prepara para decir algo más
pero la interrumpo.

–¿Cuándo pensabas decirme esto?–pregunto más bruscamente de lo que quería,


ella no tiene la culpa de las cosas que pasaron hace mucho tiempo cuando ella y
papá eran muy jóvenes pero me hubiera gustado que me lo contaran antes.–
¿Alguna vez me lo ibas a contar?

–Yo no, pero tu abuela Alyssa si lo haría, ella se lo ha contado a sus nietos en
cuanto ella cree que ellos comprenderán porqué son tan protectores y cariñosos
con ustedes. Leigh Anne y Carl lo saben pero tu abuela les hizo jurar en su
nombre que nunca le dirían esto a sus hermanos a menos que ellos ya lo
supieran.–dice y yo junto mis cejas.

–Pero tú, acabas de decírmelo, ¿cómo voy a hacer cuando la abuela crea que debe
contarmelo?–ella se encoge de hombros en gesto despreocupado.

–Yo no soy nieta de Alyssa, digamos que si ella quiere contarte todo esto tu sólo la
escuchas y después haces preguntas si quieres hacerlas. En cambio lo de Albert
sólo se lo he contado a ustedes, Stella y Lisa nunca más volvieron a mencionarlo
después de que se fue, para ellas yo siempre seré la hermana mayor y nunca
tuvieron un hermano. Para ellas es fácil decirlo porque eran menores y yo no lo
era, Albert y yo nacimos el mismo día, unos pocos minutos de diferencia y el
género nos separaba. Pero él era codicioso, no respetaba a nadie y nuestros
padres no iban a tolerar eso, por mucho que yo intentara hacer entrar en razón a
Albert sólo conseguía que él me odiara un poco más.

–Pero, ¿por qué te odiaba?–digo y ella hace una mueca.

–Mi madre es de origen noruego, mi bisabuela era una artista de Noruega, ella era
bellísima, rubia dorada, alta y con unos ojos verdes esmeralda que hipnotizaban a
quienes veía, eso mismos ojos los heredó mi abuela, Dove y yo, pero como yo era
parecida a mis antepasados era la más consentida, cada verano iba a visitar a mi

206
bisabuela en Noruega, mucha gente en las calles me confundía con ella, la cosa
estaba que yo era más baja y no sabía dibujar ni una rama de un árbol.–dice ella
mientras nosotros escuchamos atentamente, es mejor si lo cuenta desde el
principio.–Me encantaba pasar el verano con ella, ella se llamaba Annette y a
pesar de que cuando yo la visitaba ya estaba en avanzada edad, ella se mantenía
sana y salíamos a pasear. Una sola vez Albert me acompañó a pasar el verano en
Noruega y fue horrible, tenía que disculparme con la abuela cada dos minutos por
las insolencias de él, ella no me culpaba, ni siquiera culpaba a mis padres. Ella
notaba que algo pasaba con él, notaba sus celos además que él no quería estar
tomando té con una vieja que fue una leyenda del arte en Noruega cuando
nuestra madre ni siquiera había nacido, aparte de eso, él no tenía todos los
privilegios que a mi me daba la abuela, ella vivía en un castillo que más tarde
pasó a ser de su primera hija y luego a la hija de su hija, después a la hija de la
hija de su hija que es un poco mayor que yo. El caso es, que Albert nunca podría
ser el dueño de ese castillo, mis primas siempre estaban contentas cuando yo iba
a visitarlas, incluso una vez fui con tu padre y la abuela estaba encantada con él.
La abuela me adoraba como si yo fuese una de sus hijas, otra razón más para que
Albert me odiara. Yo tenía todo, amigos, amigas, una buena reputación, buenas
notas en la escuela, buena hija, un novio aceptado y encima la abuela millonaria
me quería y me invitaba a pasar todas las vacaciones con ella y me lo daba todo.
Él me detestaba más que nada en el mundo.–dice con voz amarga, sacude la
cabeza y se mira las manos, ella está a punto de hablar pero Adam la interrumpe.

–¿Qué le decían sus padres a Albert?–pregunta y ella vuelve a encogerse de


hombros.

–No encontraban que decirle, él era muy distinto, era amable solo a ratos y más
con mamá, pero con papá, uy no, siempre peleaban, si no era porque yo me
quedaba a dormir en la casa de una amiga y a él no lo dejaban, era porque yo
supuestamente lo compraba todo con sonrisas y haciendo el papel de niña buena
y que un día yo los iba a decepcionar.–dice ella indignada.–Él que se fue y
decepcionó a nuestros padres fue él, él se fue y ni siquiera dijo a donde iba, sólo
se fue y luego mis padres cayeron sobre mí. Claro, era su melliza y yo sabía todo
lo que él iba a hacer, incluso antes de que lo pensara dos veces y a su vez él
sabía lo que yo hacía. Así que cuando se fue, mis padres creyeron que yo sabía a
donde había ido pero no era así, yo ni siquiera me di cuenta, tenía mis propios
problemas y mi propia vida, no siempre estaría pendiente de él, mis padres no me
creyeron al principio, pero después de varios meses que se dieron cuenta de que
él no volvería y yo no tenía idea de a donde había ido. Lo repudiaron, fue como si
él nunca hubiese existido. Luego me fui a Nueva York con Alfred, nos graduamos
de la universidad y nos casamos, compramos una casa en Brooklyn y así
iniciamos nuestra vida como una pareja de esposos, luego llegaron las niñas, los
primeros cuatro años de la vida de cada una me encargué de criarlas en casa, no

207
quería que ellas pasaran por lo mismo que pasé yo, después empezaron la
escuela y yo no sabía cual de las dos era la más inteligente, sabía quien era la
reservada y quien era la elocuente. Hasta que Leigh Anne cumplió dieciocho años
fue cuando me sentí más tranquila. Separar a éstas dos fue un reto, lloraron como
magdalenas.–ella rueda los ojos y suspira.–Leigh Anne siempre fue la hermana
mayor consejera, ella siempre está pendiente de Meredith y cuando murió Alfred y
Meredith se sintió completamente devastada y huyó de casa.–dice y Adam me
mira alzando las cejas, muestro los dientes y mi mamá sigue.–No sabía a donde
había ido, pero su hermana sí, ella estaba en California y habían pasado dos días
desde que se había ido. Leigh Anne llamó a la encargada de la casa solo para
confirmar que ella estaba ahí y llegamos al tercer día. Nos sorprendimos mucho al
encontrarla dormida en la bañera, con la ropa puesta y tenía una botella vacía de
ginebra al lado, yo no sé en que estaba pensando ella cuando hizo eso, pero yo no
la juzgué, yo la escuché cuando ella quiso hablar y desahogarse pero eso fue
después de que le pasaran otras cosas, que ella te las puede contar si quiere, si
de verdad sanaron sus heridas. El punto es, que si hubiéramos escuchado a Albert
tal vez él fuera dicho lo que le pasaba y no se hubiese ido o tal vez fuésemos
entendido porqué se había ido. Pero él nunca habló tampoco y nosotros no
teníamos tanto interés en saber que le pasaba.–concluye ella mirándose las
manos, Adam me mira y yo hago una mueca, él va a querer que le cuente todo
acerca de mi momento de dolor cuando se murió mi padre.

–No es tu culpa que él se haya ido sin decir una palabra, tú no podías saber lo que
él iba a hacer porque estaba mal y su naturaleza era distinta a la tuya.–digo y ella
me mira con expresión solemne.

–No tengo la culpa total pero si algo. Si de verdad yo hubiese sido una hermana
que se preocupaba por su hermano hubiera sabido a donde había ido él, así como
Leigh Anne sabía a donde habías ido. En cambio puse patas arriba la habitación
de Albert buscando algo que me diera una pista de donde podría estar, no
encontré nada y mis padres sufrían, a pesar de todo era su hijo y un padre
siempre va a querer a su hijo por muy malo que sea. Para no darle más
sufrimiento a mis padres, me fui de la casa, aunque ya estaba por irme a la
universidad pero de todas maneras me fui tres meses antes.–dice y yo lanzo mi
siguiente pregunta.

–¿A dónde fuiste?

–A la casa de los Hannigan's. Tus abuelos no pusieron objeciones cuando tu padre


les dijo que quería llevarme con él ya que estábamos pasando un momento difícil
en mi familia. Después llegó el verano y la abuela Annette quería que la visitara
así que fui y le conté lo que había pasado, ella me dio fuerzas a pesar de que ella
estaba muy anciana y yo empecé a temer por su vida, ella había sido una persona

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importante en mi formación como mujer, me enseñó muchas cosas, a ser una
dama como lo había sido ella. Era una mujer sabia y regia y vieja, si era vieja
cuando la conocí y apenas yo era una niña, cuando ella murió yo apenas me hacía
adulta y ella estaba más anciana aún. La quería mucho, y ella me quiso a mí como
a una de sus hijas y eso que tuvo seis y dos varones que son menores.

–¿Cuántos años tenías cuando murió Annette?–pregunto y una atisbo de tristeza


cruza por los ojos de mi madre.

–Tenía veinte, y ella murió mientras yo estaba allá, según Lorraine, ella estaba
esperando a que yo fuese hasta allá porque ella no podía irse sin antes verme por
última vez y darme un último consejo, ella tenía noventa y seis años. Y como
siempre yo iba por tres semanas, ella murió a la segunda semana. Muchas
personas asistieron a su funeral. Luego se nombró a la sucesora del castillo,
Eugene ella estuvo al mando por cinco años, después pasó a Lorraine que lo
mantuvo por trece años y Candace lleva siete años al mando.–dice y yo asiento
con la cabeza, por lo visto sólo mujeres han estado al mando del castillo del que
nunca había escuchado hablar. Ella bosteza y se tapa la boca con una mano.–Yo
me voy a dormir, aunque me gustaría seguir hablando con ustedes estoy cansada.
Nos vemos mañana.–ella se levanta de la cama y sale de la habitación cerrando la
puerta detrás de ella.

Nos quedamos en lo que parece un silencio mortal, alzo la mirada y me encuentro


con que él me está mirando cuestionadoramente, me encojo bajo su mirada y
suspiro. En algún momento tengo que contarle lo que hice hace dos años, de lo
cual no me siento muy bien recordándolo pero yo esperaba no tener que decírselo
nunca en realidad. Mi mente está más ocupada con lo que me acaba de contar mi
mamá. Papá tenía una hermana que perdió cuando la secuestraron y ella era una
niña, me parezco a ella y su nombre es mi segundo nombre. Mamá tiene un
hermano mellizo, la razón de ser tan reservada fue a causa de él, además de ser
la bisnieta de una de las artistas más reconocidas en Noruega que dejó un castillo
y algunas leyes simples. De paso, mi madre dice algunas cosas de mi pasado y
ahora él quiere saber que fue lo que hice y porqué. Y se lo voy a decir, no me
queda de otra.

–Te voy a contar lo que hice, pero si me vas a juzgar por lo menos no vayas a ser
duro conmigo, era una adolescente dolida e imbécil que justificaba todo.–digo y él
me sonríe antes de darme un dulce beso.

–Yo no soy nadie para juzgarte, si tu madre no lo hizo yo tampoco lo haré. Sólo
estoy intrigado.–dice y yo asiento, sí, es normal que esté intrigado.

–Bien, a ver por dónde empiezo.–pienso un momento antes de volver a hablar.–

209
Después de que murió papá yo sentí que mi mundo se desmoronaba, estuve en
una etapa que se acercaba a la depresión alrededor de un mes, eso fue en abril,
mayo fue una pesadilla. No dormía casi nada, no comía prácticamente pasaba el
día hecha un mar de lágrimas y la escuela me parecía insoportable, todos me
miraban y algunos trataban de consolarme. Luego llegó el mes de junio y me
sentía peor, pasé mi cumpleaños número dieciséis encerrada en ésta habitación,
por mucho que mamá llamó a la puerta no salí y nadie más se atrevió a
molestarme, estaba triste y era una adolescente. Después de eso perdí el control
de lo que hacía, tomé algunas de mis cosas, las metí en un bolso y salí a la calle,
usé el dinero que tenía para pagar el pasaje en autobús hasta California, no sé
porqué lo hice, sólo me subí al autobús a la hora que partía y por primera vez en
muchos meses dormí más de cinco horas. Cuando llegué a California, le avisé a la
cuidadora de la casa de playa que tenemos allá que yo iba a pasar unos días en la
casa y que iba sola, ella no me preguntó nada, sólo me fue a buscar y me dejó en
la casa con las llaves y todo, esa noche salí, en la playa siempre hay fiestas y yo
quería ir a una fiesta, así que fui a varias donde no recuerdo si conocí a alguien,
sólo sé que besé a un chico que estaba más borracho que yo.–digo mirando a otra
parte.–Bebí hasta la inconsciencia pero cuando desperté, estaba en la casa,
todavía tenía el traje de baño con el que había salido puesto y el short de playa
también.

«Comí lo que conseguí en la nevera y después me volví a dormir, desperté y salí a


dar un paseo por la playa. Cuando volví a sentirme ansiosa busqué en el mueble
bar una botella de algo fuerte, no sé porqué, pero el alcohol me hacía sentir bien,
más que incluso el chocolate. Encontré la ginebra y comencé a beber, aunque no
me gustaba mucho el sabor no me importó, seguí bebiendo hasta que no recordé
mi nombre, ni quien era y porqué estaba llorando y bebiendo cuando yo era una
chica buena. Cuando desperté, estaba acostada en la cama de la habitación
principal, tenía otra ropa y no estaba sola, a mi lado se encontraba mi hermana
durmiendo y me sentí peor, no pude contenerme y comencé a llorar, mi hermana
se despertó y dejó que yo llorase y me disculpara con ella, lo mismo hice con mi
madre, ella sólo me dijo que volveríamos a casa y yo hice caso. Aunque yo no
salía a ninguna parte, tenía un auto pero seguía bebiendo a hurtadillas, estaba tan
faca como un palo y mi mamá no dejaba de estar pendiente de mí, aunque yo le
pedía que me dejara sola. Un día bebí demasiado a lo que me había
acostumbrado y me volví a escapar de casa, tomé mi auto y conduje sin rumbo
por horas, seguí bebiendo y en algún momento debí de haber botado la botella
porque no la encontré después. Y todo se volvió negro. Desperté en el hospital,
con un terrible dolor de cabeza y cuello, me dijeron que tuve un accidente,
además de que me habían puesto una multa por conducir ebria, choqué contra un
poste y por poco no morí pero sobreviví y después de unos días volví a casa con
mamá y soporté y escuché el regaño que me dio mi hermana. Mamá pensó que
estaría bien que yo estuviese acompañada por mi mejor amigo y me mando a

210
Nueva York por dos semanas. Tom estuvo feliz de que yo estuviese ahí, pero yo no
estaba tan contenta, un día me fui con Carter a una fiesta, él nunca se había
emborrachado y yo era casi experta con eso, así que bebimos hasta que la cabeza
me daba vueltas y él ya estaba borracho, una chica borracha se le acercó y se
fueron lejos de los demás y a su vez un chico que apestaba a cigarros y a alcohol
quiso hablar conmigo, de un momento a otro él me besaba e intentaba subir mi
falda, esa vez no estaba tan borracha así que lo empujé lejos y busqué a Carter, lo
arrastré fuera del lugar y caminamos a casa.–paso saliva y lo miro.–Desde ese día
dejé de ser imprudente y juré en el nombre de mi padre y Dios que iba a
recuperarme y volvería a ser la chica que había sido antes, así que empecé a
tener sesiones de terapia con mamá, ella me escuchaba y me aconsejaba, no me
dio pastillas ni nada, sólo me dijo que mi vida seguía y si la de mi padre había
acabado la mía no tenía que seguir por el mismo camino, ella no iba a dejar que
me destruyera a mi misma. Así que hice lo que me dijo, pero me costó mucho, el
alcohol me tentaba pero lo reemplacé por el chocolate, y los chicos, los cambié
por la luna y las estrellas cada noche.–digo y él pasa una mano por mi mejilla.

–¿Cuánto tiempo te llevó en recuperarte?

–Poco más de un año, tuve citas, pero yo me había vuelto tan fría y dura como
una piedra que ningún chico me atraía. Hasta que apareciste tú y mi mundo
cambió de nuevo, sólo que ésta vez nada se derrumbó bajo mis pies sino que
todos mis interruptores se encendieron de un solo golpe y me sentí escandilada
por unos instantes hasta que me acostumbré a la luz.–digo y él se ríe.

–¿Yo era la luz?–dice y niego.

–Ya te lo había dicho, lo eres todo y estoy sorprendida de que no me hayas dicho
nada acerca de todo lo que te he contado.–digo y él me abraza pegandome a su
pecho.

–Porque no tengo nada que decir, comprendo que te sentías mal y lo que hiciste lo
hiciste porque te sentías triste y no estabas pensando razonablemente. Yo no
puedo decirte que hacer o que hubiera hecho yo en tu lugar. Si mi padre hubiera
muerto, yo hubiera enloquecido y hoy estaría enterrado a su lado, en cambio tú,
buscaste una manera de sentirte mejor, para amortiguar el dolor que sentías, y la
manera de hacerlo era dejar de pensar en todas las cosas que te martilleaban en
la cabeza. No sabías que hacer y en realidad nadie lo sabe. No tengo que juzgarte
o decirte que estabas siendo tonta o que deberías de estar avergonzada, es tu
vida, tu pasado y eso sólo fue una de las cosas que te hizo más fuerte y hoy
tienes el valor de contarmelo, porque muy bien podías decirme que no querías
hablar de eso.

211
–Tenía que hacerlo, es como si me hubiese quitado un peso de encima. Y no estoy
muy orgullosa de todo lo que hice, por poco me vuelvo una alcohólica.–digo y él
apoya su barbilla en mi cabeza.

–Pero no lo hiciste, tu misma lo dijiste, sentías ansiedad y en vez de ahogarte en


alcohol, decidiste comer chocolate y eso lo único que te puede hacer es dar
energía y ni siquiera a eso te volviste adicta.

–No, porque te tengo a ti y no necesito nada más mientras te tenga a mi lado, ¿no
te había dicho que lo eres todo?–digo alzando mi cabeza para verlo, estoy siendo
testaruda y necia pero me divierte cuando le repito las cosas y él sonríe porque
sabe que lo hago a propósito.

–Tres veces, y me alegra saber que reconozcas que sólo me necesitas a mí.–dice
sarcásticamente y me rio, acerco mi cara a la suya y le doy un beso largo y
pausado saboreando sus labios un poco antes de separarme.–También lo eres
todo para mí.–y antes de que pueda decir otra cosa él me vuelve a besar
poniendo una de sus fuertes manos en mi nuca, abro mis labios para darle paso a
su lengua y por un momento es como si todo se detuviera alrededor de nosotros,
sólo existimos los dos, nuestras manos, nuestras bocas y nuestras respiración
agitada. Hasta que él me hace pegar la espalda en el colchón y él se coloca
encima de mi mientras sigue besándome.

De repente esto me parece un hábito que hemos creado, no podemos besarnos


con pasión porque terminamos sin ropa. Es tan habitual que no me siento
incómoda, para nada y eso que esto solo lo he hecho con él y no lo haré con nadie
más. Sus besos, sus caricias, me han marcado la piel y deshacerme de la
sensación que producen sus labios sobre mí no lo lograré jamás y eso es así
porque nunca antes me había sentido como ahora.

Nunca antes me había sentido tan enamorada, idiota y apreciada como lo estoy
ahora.

212
Declaraciones.

En algún momento después de terminar de besarnos y acariciarnos me quedé


dormida y en algún momento él recuperó nuestras ropas, me vistió y él también
se vistió. Pero porqué me siento húmeda, todo se siente mojado, tibio y pegajoso
y huele a óxido... No, óxido no, sangre, muevo mi mano tanteando a mi alrededor
y lo siento en mis manos, me incorporo de golpe y veo todo lleno de sangre, las
sábanas, las almohadas... Adam, mi corazón se detiene y lo muevo a un lado, su
pecho está abierto y la sangre sale a borbotones, las lágrimas se agolpan en mis
ojos y grito, me levanto de la cama y retrocedo cuando escucho pasos en la
escalera pero antes de que pueda dar otro paso alguien me agarra por detrás y
entierra un cuchillo en mi espalda que sobresale por mi abdomen miro incrédula
la sangre que sale de mi cuerpo y entonces el cuchillo sale y me doy de bruces
contra el piso.

Despierto sobresaltada y me incorporo en la cama bruscamente mirando todo a


mi alrededor. Fue una pesadilla, una maldita pesadilla. Él se sienta en la cama
desconcertado por mi actitud y espera a que me calme, ni siquiera me había dado
cuenta de que estaba llorando hasta que él pasó sus pulgares para limpiarlas. Me
lanzo a sus brazos y escondo mi cara en su pecho.

–¿Qué sucede?–pregunta con dulzura y yo niego con la cabeza, lo abrazo más


fuerte, aspirando su aroma y guardándolo en mi memoria.–Me estás asustando,
nena.

–Tuve una pesadilla.–digo y lo siento asentir con la cabeza.

–Una pesadilla entonces, por eso estás llorando. Debió ser una horrible pesadilla.–
dice acariciando mi espalda.

–Lo fue.–digo y me separo de él limpiándome las lágrimas, en ese momento suena


el despertador y los dos nos sobresaltamos, me rio y él apaga el despertador.–
Hora de levantarse.–le doy un beso en la mejilla antes de echar las mantas a un
lado y me levanto. Sin más, me meto a la ducha y permanezco un rato bajo el
agua caliente, deseando que se lleve el recuerdo de esa pesadilla.

Tom me esperaba en el aeropuerto, junto con Kelsey que tenía un aspecto


melancólico, cuando le pregunté que le pasaba ella sólo negó con la cabeza, ni
siquiera parecía intimidada por Bill, en cuanto llegamos a su casa Kelsey corrió a

213
encerrarse en su habitación, mientras que Kay, la mamá de Tom nos recibía con
una gran sonrisa en sus labios, después de dejar mis cosas en la habitación para
invitados fui a la cocina donde estaba Kay preparando el almuerzo.

–¿Puedo ayudar?–pregunto y ella me mira, casi nunca deja que la ayuden pero me
sorprendo un poco cuando me pasa una taza con papas y zanahorias para
cortarlas en cubos, me paro al lado de ella y comienzo con las papas.–¿Qué pasa
con Kelsey? La vi muy triste hoy.

–Ah, discutió con Carter.–dice y yo suspiro. Estos chicos no dejan nunca en paz a
su pequeña hermana.

–¿Otra vez?–pregunto cortando una papa.

–Sí. La pobre ahora parece que todo el tiempo tuviese ganas de llorar y es por
culpa de Carter, él no la deja en paz, por eso le dije que acompañase a Tom para
que se alegrara un poco en cuanto te viera, sabes que ella te considera su
hermana.–dice y yo asiento, pienso lo mismo es como mi pequeña hermana.

–¿Qué planea hacer ella en las vacaciones?–pregunto y ella me mira. Se me


ocurre algo.

–No tiene nada planeado, no que yo sepa. ¿Por qué lo preguntas?–ella parece
realmente interesada en lo que le voy a decir, pero es por el bien de su hija.

–Estaba pensando en que Kelsey podría viajar con nosotros a Madison, sólo para
las vacaciones, si estás de acuerdo claro.–digo y ella deja de mover la cuchara
dentro de la cacerola donde está preparando una salsa.

–¿Quieres llevarte a Kelsey?–pregunta y suena como si me la fuera a llevar por


siempre, me rio y niego.

–Sólo si tú me das tu permiso para que vaya con nosotros a Madison, si no quieres
yo respeto tu decisión pero creo que a ella le hace falta conocer otro entorno, en
Madison las cosas son tranquilas, no hay tanto ajetreo y es un lindo lugar.–digo
encogiéndome de hombros.

–Yo estaba pensando que tal vez ella querría ir a algún lugar, pero con la
graduación de Tom y Ron el dinero ha volado y no tenemos para mandarla de
viaje para que se despeje la mente.–dice volviendo a remover la salsa en la
cacerola.

–Por el dinero no te preocupes. Kay, me haz recibido en tu casa desde que tengo

214
memoria, he compartido tu mesa y me he ganado el cariño de tu familia. Para mí
no sería un problema que tus hijos se quedaran en mi casa, que por cierto es tres
veces más grande que ésta y pocas personas viven en ella, he venido la mayoría
de las veces a pasar las vacaciones y este año Tom ha decidido pasar las
vacaciones en mi casa, para mi es un placer que mi mejor amigo me visite y sería
divertido si Kelsey también viniese. A mamá le gustaría.–digo, me merezco un
premio por mi método de persuasión porque Kay sonríe.

–¿De verdad? Bueno, tienes mi permiso para llevarte a Kelsey, yo hablaré con su
padre más tarde, lo que falta ahora es que vayas a hablar con ella.–dice y yo
asiento.

–Termino con esto y voy a hablar con ella.–digo y sigo cortando papas y
zanahorias, hablamos sobre otras cosas y la razón de porqué tengo un
guardaespaldas, ella se creyó el cuento de que como ahora mamá y yo estamos a
cargo de la empresa debemos de estar protegidas siempre, cuando terminé ella
no necesitó que la ayudara con otra cosa y entonces me fui a hablar con Kelsey,
Bill estaba en la sala ya iba a seguirme cuando le dije que no lo necesitaba y se
quedó en dónde estaba, toqué la puerta de la habitación de Kelsey pero ella no
respondió y ni siquiera abrió.–Kelsey, soy yo. Dejame pasar.–vuelvo a tocar
insistentemente la puerta pero sigo sin una respuesta.

–No quiero hablar.–murmura ella al otro lado de la puerta y yo no me muevo.

–Pues yo sí, y no me iré hasta que abras.–digo y entonces la puerta se abre y la


empujo, ella se sienta en el borde de su ventana y me mira con sus ojos verdes
oscuros tristes, cierro la puerta y me acerco a ella.

–¿Qué quieres?–dice con voz queda y yo me pregunto qué demonios pasó con la
Kelsey alegre que conozco y quién es ésta chica triste.

–Quiero hablar contigo.–me siento al lado de ella y la miro.–Cuentame que te


pasa.

–No me pasa nada.–dice bruscamente y yo frunzo el ceño.

–Mientes fatal. A ti te pasa algo y me lo vas a decir.–digo y ella aparta la vista.

–¿Por qué debería decírtelo?–dice y yo pongo una mano en su hombro.

–Porque soy tu amiga y quiero saber, la última vez que te vi con esa cara tenías
ocho años y fue el día que yo me fui de Nueva York para mudarme a Madison.
Aunque he estado viviendo ocho años allá todavía te conozco, fui tu niñera,

215
¿recuerdas?–digo y ella sonríe tristemente.

–Lo recuerdo.–dice y suspira pesadamente.–Meredith, ¿alguna vez te han


avergonzado frente a muchas personas?–pregunta y ya sé lo que le pasa.

–Pues sí, más veces de la que me gustaría.–respondo recordando todas las veces
en las que he querido que la tierra me tragase.–¿Quién ha sido?

–Primero fue Carter, después fue un chico de la escuela.–dice y yo me pongo


furiosa, Carter me va a escuchar, en cuanto lo vea.

–¿Qué te hicieron?–pregunto manteniendo la calma.

–Carter tomó mi teléfono y envió un texto a la mayoría de los chicos de la escuela


que conozco, el texto era una dedicatoria de amor y todos la leyeron y creyeron
que yo estaba enamorada de todos esos imbéciles, me llamaron puta.–dice y yo
jadeo, se pasó, ¿qué mierda le pasa a Carter? Ella se muerde el labio y junta sus
cejas.–Y un chico de la escuela escribió mi número de teléfono en el baño
masculino de la escuela y metió una caja de condones en mi casillero. Ahora
todos creen que de verdad soy una puta.–dice furiosa y yo niego con la cabeza,
una chica cualquiera hubiera dicho que los condones eran de los baratos y que
ninguno daba la talla para cumplir sus deseos pero Kelsey, Kelsey es la chica más
dulce e inocente en este mundo creo yo, nunca ha tenido un novio y siempre ha
sido tan obediente, sincera, tranquila y alegre. Pero ella no es una mosca muerta
sólo que es cerrada a casi todo y si hay algo que Kelsey ha estado manteniendo
durante su vida, es su reputación.

–¿Qué mierda pasa con Carter? ¿Cuándo pasó esto?–pregunto y ella se sobresalta
al oír mi ira.

–Hace una semana y todavía sigo recibiendo llamadas, por lo que apagué el
teléfono ya no lo soporto. Al principio me pareció ridículo, yo nunca he tenido un
novio o una cita si quiera y de repente todos parecen interesados en mí pero de
manera perversa y lo peor es que ponen un precio y algunos empezaron a hacer
apuestas de que el primero en acostarse conmigo se ganaría quinientos dólares.
¿Tú crees que valgo quinientos dólares? Todavía soy virgen por amor a Dios.
Después empezaron a llamarme y las cosas que me decían... Eran asquerosas, así
que no volví a contestar llamadas y apagué el teléfono. Todos son unos imbéciles,
empezando por Carter, debería odiarlo por todo lo que me ha hecho pasar.–dice y
yo niego con la cabeza una y otra vez.–Aparte empezaron a decir que estoy
gorda, ¿tú me ves gorda?–ella se siente miserable y la entiendo.

–Dios. No. ¿Cómo pudo hacer eso? ¿Es que tiene problemas mentales? Eres su

216
hermana, debería de protegerte en vez de exponerte.–digo y de repente recuerdo
el día que Adam llegó a mi casa con una mano herida y contandome lo que había
hecho cuando unos hombres hablaron mal de su hermana.–Es inaceptable,
deberías decirle a tus padres lo que él hizo. Y eso de que estás gorda es puro
cuento chino, si tu estás gorda yo estoy obesa y los que nos digan gordas son
ballenas entonces.–digo y ella se ríe.

–Debería de hablar con mamá, pero qué, las vacaciones son largas y muchos van
a querer esos quinientos dólares, además tienen mi número y saben donde vivo,
lo que falta es que empiecen a llover condones en el jardín.–dice y yo sonrio.

–Eso no pasaría si te vas de vacaciones.–digo y ella me mira juntando sus cejas.

–Yo no soy millonaria como tú y tampoco tengo un novio extremadamente guapo


y que por cierto también es millonario. Mamá y papá han gastado casi todo el
sueldo en Tom y Ron porque se van a graduar, no tienen dinero para mandarme
de vacaciones. Y mi mesada no alcanzaría, ¿cómo voy a irme de vacaciones sin
dinero?–dice y yo ladeo la cabeza.

–Te irás de vacaciones porque tienes una amiga millonaria como yo que tiene un
novio extremadamente guapo, caliente y con avión privado. Vendrás con nosotros
a Madison, ya hablé con tu mamá y está de acuerdo, pero yo quería preguntarte si
quieres venir.–digo y ella abre los ojos de par en par.

–¿A Madison?–pregunta y yo asiento.–Pues sí, me gustaría ir a Madison, a tu casa.


Lejos de Carter y de todos los imbéciles que me rodean por un tiempo.

–Entonces prepara tus maletas, nos vamos el lunes en la tarde.–digo y ella me


abraza.

–¡Gracias! Si alguien me pregunta alguna vez si tengo una hermana diré que sí y
se llama Meredith Hannigan.–dice y yo me rio.

–Y soy una perra, lo sé.–digo y ella me suelta.

–Cuentame una cosa.–dice arqueando una ceja y yo la imito.

–¿Qué?

–¿Cómo conociste a Adam y cómo se hicieron novios?–pregunta y yo me rio antes


de lanzarme a contarle el relato de cómo nos conocimos y cómo nos hicimos
novios y ella preparó su equipaje.

217
Después de almorzar lo llamé y le dije lo que planeaba hacer, él sólo me escuchó
y estuvo de acuerdo con que Kelsey viniese, luego hablamos hasta que se hizo
tarde y me llamaron para que bajase a cenar. Me senté frente a Carter y lo miré
fríamente cada vez que cruzaba una mirada conmigo, no me habló y yo tampoco
le hablé, estaba segura de que si le decía algo no iba a ser bueno. Pero Kelsey se
veía contenta, ya no estaba ni triste ni melancólica y su madre me dio las gracias
mientras fregabamos los platos.

❤❤❤

Al siguiente día desperté cuando los demás lo hicieron y por regla a los chicos les
tocaba hacer el desayuno, así que mientras ellos cocinaban, Kelsey y yo
cuchicheabamos en la sala acerca de que mi hermana y su hermano eran novios y
nosotras eramos concuñadas. Después nos arreglamos para ir a la ceremonia de
graduación de Tom, él no era un estudiante prodigio pero si era buen estudiante,
el resto de su familia vino, sus primos, sus tíos y sus abuelos, nos tomamos fotos
y brindamos por su logro. Sus familiares les gastaron bromas a él y a mi pero se
callaron cuando les dije que tenía novio. Carter estuvo un poco alejado de todos y
en un momento desapareció.

Tom me envió a buscar su cámara y recordé haberla dejado en su habitación que


es el sótano pero amueblado y acondicionado pero cuando bajé y entré. Casi morí
del susto que me dio Carter.

–¿Qué haces aquí?–pregunté bruscamente con una mano en el pecho, agarré la


cámara sin esperar su respuesta y me disponía a salir pero él me tomó de la
muñeca tan fuerte que me hizo volverme hacia él.

–¿A dónde crees qué vas?–habló arrastrando las palabras y por su aliento me di
cuenta de que estaba borracho.

–A otro lugar, lejos de ti y tu apestoso aliento.–digo y miro sus ojos inyectados en


sangre.–¿Usas drogas?–pregunté exaltada, seria el colmo.

–¿A ti que te importa? Nunca te importé.–dice y de un tirón me suelto de su mano.

–No voy a hablar con una persona dopada pero te digo una cosa. Es mejor que
dejes las drogas, te estás destruyendo a ti mismo, ¿qué mierda te pasa? ¿Cómo
llegaste hasta este estado? ¿Por qué le hiciste eso a Kelsey?–digo rápidamente y
él da un paso atrás llevándose las manos a la cabeza.

–Esas son muchas preguntas que no pienso responder.–dice y se empieza a reír


histéricamente, me quedo plantada frente a él mientras miro como se ríe como un

218
loco, ¿en dónde está el chico dulce y amigable que un día fue como mi hermano?
Ahora veo a un adicto al alcohol y las drogas que se está riendo todavía de algo
que no entiendo.–Tú me hiciste esto, nunca te diste cuenta de que te quería y
siempre me hiciste a un lado. ¿Y cómo hacías tú para amortiguar el dolor de un
corazón roto?–pregunta y yo siento correr una lágrima por mi mejilla.–Ah, sí.
Bebías hasta la inconsciencia. Bueno digamos que cuando bebo y encuentro una
chica puedo imaginarme que eres tú la que está en mis brazos. Aunque siempre
es en vano, nunca te podre tener como yo quisiera y menos ahora cuando te haz
entregado a otro y si él te dejara tu igualmente no saldrías conmigo, porque eres
igual a las otras.–dice y se vuelve a reír, limpio mi rostro con mis manos y paso al
lado de él empujándolo.

–Eres un imbécil.–murmuré furiosa y salí como alma que lleva el diablo de la


habitación.
Por las drogas fue que avergonzó a Kelsey enviando ese mensaje y por eso la
trata mal, las drogas lo confunden y por eso hace lo que hace, pero estoy
demasiado sorprendida para aceptar lo que me ha dicho. Encuentro a Tom y le
digo al oído lo que hace Carter en su habitación y él se lo dice a Ron que a su vez
se lo dice a Kelsey que se lo dice a su papá y después de que todos se fueron
agarraron a Carter y esperaron hasta que estuvo más o menos cuerdo para
preguntarle un millón de cosas, explicaciones de por qué él está en ese estado y
qué estaba pensando cuando le hizo semejante broma pesada a su hermana. Me
fui a la habitación en donde dormía y me senté en el borde de la ventana soltando
un largo suspiro.

¿Qué mierda había pasado allá abajo? Carter me había culpado de lo que le pasa
y encima se había declarado. ¿Desde cuándo Carter me quería? Y ¿desde cuando
se ha vuelto un adicto al alcohol? Siempre lo quise pero no de esa manera,
siempre lo creí como un hermano, lo conozco desde que tengo memoria, ¿cómo
es que nunca me di cuenta los sentimientos que el tenía hacia a mí? Nunca me
imaginé que él podría quererme como algo más, tampoco me lo dijo alguna vez,
ni siquiera borracho y la última vez que lo vi antes de venir con Adam, él no me
dijo nada. Ahora usa drogas y bebe cuando antes ni lo toleraba. Maldita sea.
¿Desde cuándo mi vida es tan dramática? Alguien toca la puerta y me sobresalto,
me limpio las lágrimas que tenía en las mejillas.

Lágrimas sin sentido, antes no lloraba y ahora no puedo contenerme.

–Pase.–me siento en la cama y Tom entra, me sonríe pero su sonrisa se esfuma de


sus labios en cuanto me ve.

–¿Por qué estás llorando?–pregunta y se sienta a mi lado.

219
–Por nada.–miento y me paso una mano por los ojos para secarlos.

–Mientes.

–Lamento lo que pasó con Carter, yo no soy una chismosa pero él se está
destruyendo la vida y yo no puedo permitirlo, yo los quiero a todos como
hermanos y no quiero que algo malo les pase, yo no soportaría perder a alguien
más que sea importante para mí. Yo espero que Carter pueda perdonarme algún
día.–digo y él me mira confuso, ¿por qué estoy tan sentimental? No lo sé pero me
siento extraña.

–¿De qué estás hablando, Meredith?

–Es que él, él dijo que era mi culpa.–digo y él frunce el ceño.

–¿Tu culpa? ¿Cómo va a ser tu culpa?

–¿Recuerdas cuando yo casi me volví una alcohólica?–pregunto un poco incómoda


por lo que voy a decirle, él asiente y yo sigo.–Yo bebía porque así no pensaba
mucho en mi padre ya que no superaba su muerte, en cambio Carter bebía
porque no podía tener a alguien, lo aprendió de mí ya que yo me ahogaba en
alcohol hace dos años.

–¿A quién no podía tener?–pregunta mirándome.

–A mí.–murmuro y él parece sobresaltado.–Me lo dijo cuando fui a buscar tu


cámara, Tom, me dijo que me quería pero él sabía que no me podía tener y como
yo bebía cuando me sentía mal, él también lo hace ahora.–digo y él niega con la
cabeza.

–Esa no es una razón para culparte, tú no le haz puesto una botella en la mano y
peor aún, él está usando cocaína, ¿sabes lo que significa eso? Podría pasar años
en la cárcel por eso. Si los hombres que no pueden tener a la mujer que quieren
se la pasaran bebiendo viviríamos en un mundo de alcohólicos.–dice y tiene razón
pero aún así eso no cambia el hecho de que él confesó los sentimientos que
sentía por mi.

–Es verdad, tienes razón. Si al él le gusta el alcohol es su problema pero él estaba


teniendo sentimientos por mi y nunca lo había dicho, ni siquiera me di cuenta.–
digo y él refexiona por un momento antes de volverse hacia a mi con una sonrisa.

–Si no te dijo nada antes es porque sabe que tú te mereces a un hombre que te lo
dé todo, así como Adam. Una vez mamá me preguntó si yo te quería y yo le dije

220
sí, pero ella dijo que si te quería de otra manera y yo le dije que no.–dice y yo lo
miro indignada.–No pongas esa cara, no era por ti que había dicho que no, lo
había dicho por mi, porque sé que yo nunca podría ser el hombre para ti.
Meredith.–él agarra mis manos y me mira fijamente.–Tú solamente no eres una
mujer hermosa, eres una gran persona, eres una gran amiga y eres difícil pero no
imposible. Entonces como yo soy ordinario y algo mediocre, me dije a mi mismo
que nunca intentaría tener algo contigo, porque tú te mereces mucho más que un
simple chico y recé para que tú nunca te fijaras en mí porque yo nunca podría
hacerte feliz completamente.

–Yo.. Después de que murió papá dejé de pedir cualquier cosa, los chicos dejaron
de interesarme lo único que quería era a mi padre y sabía que no podía tenerlo de
vuelta por lo que deje de ser la que era. Hasta que conocí a Adam y no sé que fue
lo que pasó pero él me hace sentir distinto y lo quiero de verdad a él.–digo y él
vuelve a sonreír.–Nunca pensé en que la amistad que tenemos llegaría a algo
más, te quiero como un hermano y lo mismo pasa con tus hermanos, tus padres
fueron como mis padres, ustedes son como mi otra familia y de verdad me siento
mal por Carter, él debió haberme dicho lo que sentía cuando lo supo y así
hubiéramos aclarado las cosas y tal vez nos hubiéramos ahorrado todo esto.–él
vuelve a negar y resopla.

–Eres demasiado testaruda para entender las cosas. Carter no merece tus
disculpas ni nada, lo que se está haciendo él mismo se lo buscó y es un completo
imbécil por culparte, si de verdad él te quisiera no te habría culpado. Él debería de
disculparse contigo. Así que no te sientas mal, mañana volveremos a Madison y
nos olvidaremos de esto, ¿está bien?–dice y yo asiento, él me abraza y me sonríe
antes de levantarse y salir de la habitación.

221
El Baile.

Yo nunca había asistido a ningún baile de graduación.

Pero cuando Adam me dijo que él me acompañaría al mío no podía creerlo. O sea,
a mi no me gustaban esos bailes y a él tampoco, entonces él me dijo que no había
ido a ningún baile antes y yo estaba más confundida todavía.

–No te creo.–era la segunda vez que lo decía en menos de cinco minutos.

–Puedes preguntarle a mi madre, ella te dirá si fui o no a mi baile de graduación.–


sonaba tan seguro de si mismo que me costaba no creerle.

–Está bien, le preguntaré a Clara.–digo levantándome del sillón, camino hasta el


comedor donde Clara está sentada con su agenda en las manos. Me siento en una
silla junto a ella y me mira con curiosidad.

–¿Sucede algo?–pregunta con su suave y cálida voz.

–Quería preguntarte algo.–digo y ella asiente esperando a que siga.–¿Adam no...


Adam no asistió a su baile de graduación?–ella se ríe y asiente.

–Así es. Él no asistió a su baile de graduación.–se encoge de hombros como si


fuese lo más normal.–En vez de ir, se fue a pasar el día con sus abuelos en
Minnesota y luego volvió para la ceremonia de graduación, él también se graduó
un año antes, así como tú.–ella me sonríe de forma especial.

–No lo sabía.–apoyo mi mejilla en mi puño.–Pero me alegra saberlo.

–¿Por qué lo preguntaste?–ella entrecierra sus ojos mirándome y yo sonrio.

–Adam quiere llevarme a mi baile.–ella abre los ojos y la boca asombrada.–Y ahora
tengo mil cosas en la cabeza, el baile de graduación no estaba en ella. Ni siquiera
tengo un vestido y es éste viernes...

–Shhhh.–ella coloca un dedo sobre mis labios.–Por eso no te preocupes, te ayudaré


con todo, es más, nos vamos de compras ahora mismo.–dice levantándose y
tomándome del brazo para que me levante también.–En Milwaukee hay una
tienda que tiene unos vestidos para morirse y conozco a la dueña. Vamos.

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–Pero, Clara...

–Nada de peros, nos vamos ahora.–me corta con su orden y la miro con los ojos
muy abiertos, es muy autoritaria cuando se lo propone.

–Sí, señora. Voy a decirle a Adam que vamos a salir entonces.–digo y ella asiente.

–Voy por mi bolso.–declara dándose media vuelta, con su agenda en mano y sale
del comedor haciendo sonar sus tacones en el piso de mármol.

Salgo de ahí y regreso al salón donde Adam está recostado en el sillón y se


incorpora cuando cierro la puerta.

–¿Y bien?–pregunta con algo de diversión.–¿Ahora me crees?–se levanta del sillón


y camina hasta donde estoy.

–Sí. Y acepto ir contigo.–una sonrisa se forma en sus labios.–Pero ahora tengo que
comprarme un vestido y tu madre se ha empeñado en que debemos ir ahora
mismo hasta Milwaukee.–deslizo mis manos por su torso y cruzo los brazos detrás
de su espalda.–Así que te quedarás aquí hasta que lleguemos.

–¿No quieres que las acompañe?–pregunta frunciendo el ceño y yo niego.

–De ninguna manera dejaré que veas el vestido que me voy a poner antes del día
del baile, quiero que sea una sorpresa.–respondo y me encojo de hombros.

–Oh, ya veo. Quieres darme una sorpresa que terminará siendo como un paro
cardíaco pero te entiendo.–sonríe y pasa una de sus manos por mi mejilla
suavemente.–¿Qué se supone que voy a hacer mientras tú te vas de compras con
mi madre?

–Bueno, puedes ir buscando un traje, para que me sorprendas a mi también.–él


alza las cejas y asiente con la cabeza.

–Lo que tú mandes.–dice y yo sonrio negando con la cabeza. Acerco su cara a la


mía hasta que nuestras bocas se encuentran por un instante.–Nos vemos en un
rato entonces.

–Seguro.–le doy otro beso antes de separarme.–Trataré de no tardar mucho, pero


ya sabemos como es tu mamá. Va a querer que me pruebe mil vestidos.–digo y
ruedo los ojos al final. Él se ríe porque es cierto.

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–¿Meredith?–la voz de Clara suena a mis espaldas y me giro sobresaltada.–Vamos,
no tardaremos tantos, ya tendrán tiempo para besuquearse después.–dice y la
miro con la boca abierta.

–¡Clara! Eso es tan inapropiado.–murmuro en voz baja y la sigo afuera del salón,
Adam nos sigue riéndose. Agarro mi bolso del perchero de la sala y salimos para
subirnos a mi camioneta.

Mi nueva guardaespaldas, porque ahora tengo dos. Se llama Brie, Bill la escogió
de la agencia, ella es de mi tamaño en tacones, tiene el cabello castaño al igual
que los ojos, es atlética, tiene veintisiete años y es mucho más sociable que Bill.
El problema de ella, es que es muy dura a la hora de hablar con sinceridad, la
conocía hace un día y ya me agradaba.

Miré a Adam parado en la puerta y le dediqué una sonrisa antes de subirme a la


camioneta con Clara. Él se despidió con la mano y vi su gesto preocupado, me
desconcertó un poco. En estos dos días habíamos estado como lapas la mayoría
del tiempo, desde que regresé de Nueva York con Tom y Kelsey. No le conté lo de
Carter porque Tom me dijo que lo mejor era que olvidase el tema, no tenía caso,
Carter iba a empezar la rehabilitación cuanto antes. Y aquellos idiotas que habían
estado molestándola parecían haberse olvidado de ella al fin.

Ojalá quien sea que me envía amenazas se olvidase de mí de una vez por todas.

❤❤❤

–Son... demasiados.–estabamos en Luxuries, una tienda exclusiva de Milwaukee,


todo era brillante, elegante, mágico. Escoger un vestido aquí sería más difícil de lo
que pensaba.

–Sí y muy hermoso también.–Clara tenía una gran sonrisa en su rostro.

–¿Cómo se supone que vamos a escoger un vestido entre tantos?–me sentía


abrumada, en cambio, Kelsey puso una mano en mi hombro.

–Te ayudaremos, para eso estamos aquí.

Y así comenzamos la búsqueda, las chicas que atienden en la tienda ayudaron


también. Yo quería algo lindo, que no fuese muy exagerado, sobrio pero con
algunos detalles y de un color que no fuese escandaloso. Al final teníamos una
pila de diez vestidos largos en tonos pasteles que me llevé a uno de los
vestidores. El primero era amarillo claro, escotado en forma de corazón en la
parte frontal, abierto en una pierna con algunos detalles en los tirantes. Salí para

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que me dieran la opinión sobre como me veía. No les gustó mucho, el color no me
favoreció mucho tampoco, lo mismo pasó con los siguientes tres, el corte era
similar en algunas partes, el color era muy claro, el material me molestaba,
después era que algunos eran muy escotados, ajustados, demasiado llamativos...
Hasta que encontré uno que me mató literalmente.

Era de color rosa chicle, cerrado en la parte frontal, de corte griego, y en la parte
de atrás, era escotado hasta la parte baja de la espalda, decenas de tiras
finísimas decoradas con diminutos diamantes se cruzaban entre sí, era ajustado
en la cintura y la falda suelta me llegaba a los pies. Confeccionado en razo de
novia, era el vestido más hermoso que había visto. Salí emocionada para saber
que pensaban las demás.

–¡Santa mierda!–Clara exclamó y se tapó la boca de inmediato mirando a las


demás con cara de disculpas.

–¡Mi Dios, Meredith!–Kelsey tenía los ojos muy abiertos y parecía muy asombrada.

–¿Cómo me veo?–di una vuelta sobre mis talones y ellas silbaron indecentemente.

–Fenomenal.–dijo Clara.

–Increíble.–corroboró Kelsey.

–Entonces me llevaré éste.–declaré y ellas aplaudieron un par de veces. Di media


vuelta y volví al vestidor para volver a vestirme con mi ropa.

Un rato después, volvíamos a Madison. Dejamos a Kelsey en mi casa y le pedí que


guardase mi vestido en mi armario y seguí con Clara hasta su casa. Le había dicho
a Adam que nos veríamos más tarde y cómo el tenía la semana libre la habíamos
pasado juntos estos dos días. Además Clara me había invitado a cenar y no podía
negarme a eso.

En cuanto llegamos a su casa, lo busqué y lo encontré en su habitación, estaba


acostado en su cama, no dormía porque no estaba del todo relajado. Me acerqué
hasta sentarme a su lado, me incliné sobre su cuerpo y le di un suave beso en los
labios que él correspondió.

–Te extrañé.–habló en mis labios y sonreí dejando que mi cuerpo cayera sobre él,
me acomodó a su lado rodeándome con sus brazos.–¿Encontraste un vestido?

–Sí.–respondo con una gran sonrisa.

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–¿Va a hacer que me dé un ataque cardíaco?–preguntó divertido y asentí.

–Eso y mucho más.–respondí y él me besó rápidamente.

–Ya quiero que sea viernes.–dijo con un brillo en sus hermosos ojos y yo mordí mi
labio inferior.

–Yo también.

❤❤❤

–¡Vamos, Meredith!–mi mamá estaba a punto de entrar en un ataque, primero al


verme con mi vestido dejó correr algunas lágrimas que me contagió y tuve que
arreglar mi maquillaje y ahora estaba desesperada por tomarnos fotos a mi y a
Adam que estaba abajo esperándome.–¡Adam te espera!

–¡Mamá, si no hubiese sido por ti ya hubiese bajado!–digo un poco exasperada, al


ver que mi maquillaje está en orden y mi peinado está perfecto, me observo en el
espejo de cuerpo entero de mi armario, al vestirme me tomé fotos con mi celular
en las que me veía espectacular. Observé mi espalda por última vez y satisfecha
salí del armario y de mi habitación, bajé las escaleras con mi mamá pisándome
los talones.

Adam me esperaba al final de las escaleras. Verlo con esmoquin me paralizó por
un segundo, tenía que estar concentrada para no caerme, la falda se
arremolinaba en mis pies con cada paso pero es que Adam se veía demasiado
bien. Me llevé una tremenda sorpresa cuando noté que su cabello estaba
perfectamente peinado. ¡Dios, me lo comería a besos ésta noche! En cambio él no
dejaba de observarme de pies a cabeza. El vestido era más que hermoso, así que
mi cabello estaba recogido en un moño alto que dejaba muchos rizos caer en
cascada, otros me rodeaban el rostro y brillaba intensamente, mi maquillaje
consistía en un juego de sombras oscuras en tonos rosados y negro, mis cejas
estaban delineadas, mis pómulos levemente marcados y un lápiz labial de larga
duración color rosa oscuro pintaban mis labios, me sentía bonita en ese instante.

Y Adam estaba tan irresistiblemente guapo que eclipsaba muchos de mis


pensamientos. De pronto ya no me importaba el vestido y las horas de maquillaje,
si él quería quitarmelo más tarde lo dejaría que lo hiciera con mucho gusto.

–Ya estoy teniendo un paro cardíaco en estos momentos.–murmuró cuando llegué


hasta donde estaba él. Le sonreí de forma coqueta.

–No haz visto el resto del vestido.–digo y él agarra una de mis manos y me hace

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dar una vuelta.

–Definitivamente, voy a enloquecer.–me reí y le di un suave beso en los labios.–


Pero primero.–él se acercó a la mesa del teléfono y agarró una pequeña caja que
estaba ahí y yo no la había visto, sacó el ramillete de una rosa y la colocó en mi
muñeca izquierda.–Ahora sí estás más que perfecta.–depositó un beso en mis
nudillos y escuché unos “awws” por parte de nuestras madres, rodé los ojos y me
acerqué para darle un nuevo beso en los labios y escuché unos “click” de las
cámaras que ellas tenían.

El timbre sonó y mi mamá se apresuró para abrir, era Drake, vestido con un
esmoquin azul oscuro y pulcramente peinado. Ava fue a buscar a Lux y momentos
después ellas bajaron. El vestido de Lux era azul oscuro, escotado en v en la parte
frontal, de tirantes y cruzado en la espalda, estaba hecho con una tela que no
conocía pero era muy bonito, brillaba cuando se movía, ella estaba peinada con
un moño a un lado de su cabeza y perfectamente maquillada.

Veinte mil fotos después (exagero, fueron como cien en realidad), nos fuimos a la
fiesta en la limusina que yo no sabía que Clara tenía en su cochera. Conducida por
Bill, nos dirigimos a un salón de fiestas en el centro de Madison. Tom había
cumplido su promesa de llevar a Liz al baile y yo le había dejado mi camioneta
para que fuese a buscarla. Mientras que nosotros íbamos en la limusina charlando
casualmente.

Cuando llegamos, nos tomaron más fotos en la alfombra roja, parte del tema del
baile y la foto que colocarían en el anuario. Lux y yo nos quedamos sin aliento al
entrar al salón. Las decoraciones eran en rojo, dorado y blanco, las mesas estaban
colocadas contra las paredes dejando una pista de baile suficientemente grande
para que pudiéramos bailar, había una mesa donde estaban los profesores y el
director, el DJ se encontraba en una pequeña tarima y en esos momentos sonaba
música suave.

Lux me tomó del brazo.

–Allá están las chicas.–señaló con la mano y miré hacia donde señalaba.

–Vamos.–me colgué del brazo de Adam y caminamos hasta la mesa donde


estaban las demás y los chicos. Liz, Beth y Lydia se levantaron y casi corrieron a
saludarnos, ellas se veían como reinas de belleza, el look de Beth me sacó el aire.
Ella usaba un vestido rojo de terciopelo con escote corazón sin tirantes y escotado
peligrosamente en su espalda, otra abertura se extendía en su pierna dejando ver
unos tacones plateados brillantes su cabello rojizo estaba peinado de medio lado
y caía en ondas por su hombro, su maquillaje era igual de espectacular que ella.

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–¡Hola, te ves espectacular!–me dijo dándome un abrazo.

–¿Y tú? ¡Estás que ardes!–exclamé y ella se rió. Me recordaba mucho a esa
caricatura, Jessica Rabbit. Mi prima parecía una bomba sexy.

Luego de un rato en el que permanecimos sentados en la mesa comiendo


pastelillos, nuestras parejas nos sacaron a bailar, esa música lenta con letras de
amor que eran típicas en estos bailes. Con mis brazos rodeé el cuello de Adam, él
puso sus manos en la parte baja de mi espalda mientras nos movíamos al ritmo
de la lenta música. Algunas chicas me veían con cierta irritación y es que ellas
estaban celosas porque no tenían un novio como Adam y yo sí. Me daban ganas
de reír solo por ver sus caras, algunas estaban sentadas con sus parejas que
parecían aburridos de sólo estar ahí.

–¿Qué te causa tanta gracia?–él se había dado cuenta de mi expresión, subí mi


mirada hasta la suya.

–Nada.–sacudí la cabeza y me reí.–Es solo qué es gracioso que tú y yo estemos


aquí cuando yo ni siquiera tenía pensado venir, y todas esas chicas que son
populares me miran como si les hubiese quitado algo.–digo y él asiente.

–Tú eres y te ves mil veces mejor que ellas y ellas lo saben, por eso te miran así,
porque tú atraes la atención sin proponertelo, sin hacer nada mientras que ellas
no pueden lograr que sus parejas las saquen a bailar.–dice y yo alzo las cejas.

–Yo pensaba que miraban así porque tú estás conmigo y eres mi novio.–digo y él
se ríe.

–Eso también.–dice y yo niego riendome, nunca deja de ser seguro de sí mismo y


eso me encanta. La música paró y todos nos giramos para ver al director en la
tarima con un micrófono.

–Buenas noches a todos, a llegado la hora de nombrar a los reyes del baile.–dijo y
su voz resonó en todo el salón. Beth se paró a mi lado y me dedicó una sonrisa
nerviosa, ella estaba nominada, junto con Thomas, su novio.–Ya todos saben
quienes eran los nominados y ya los votos fueron contados.–podía sentir la
ansiedad de todos por saber quien sería la reina, yo estaba muy ansiosa por saber
si había ganado mi prima.–Y la reina del baile es...–sonó un repique de tambores
antes de que dijera el nombre.–Beatrice Hannigan.–me giré para mirar a Beth y
ella estaba boquiabierta, le di un fuerte abrazo y ella camino hasta la tarima, una
profesora le puso la banda, la tiara y le entregó un ramo de rosas mientras que
todos aplaudimos.–Felicidades, Beth.–dijo el director girándose hacia ella que

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murmuró un “gracias” conmocionada.–Ahora, el rey del baile es...–sonaron los
tambores de nuevo.–Thomas Eastwood.–todos empezaron a aplaudir y yo vi a
Beth mirar boquiabierta a todos, Thomas subió a la tarima y la profesora le puso
una corona digna de un rey, él se lo agradeció y abrazó a Beth que parecía a
punto de llorar.

Me sentía feliz por ella, ya que había querido ser reina del baile y al fin lo había
logrado. Anunciaron el momento del baile de los reyes y me dispuse a grabar con
mi teléfono, no entendía como Beth podía lucir ese vestido con tanta confianza,
sus pechos voluptuosos podrían salirse en cualquier momento, pero ella se veía
tan fresca y relajada que era como que imposible que eso pasara, además ella era
una porrista que sale con uno de los jugadores del equipo y su cuerpo lucía genial.
Luego de ese baile, la música cambió a bailable y de pronto la pista estaba llena
de nuevo.

Adam aprovechó esa ocasión de que ningún profesor estaba mirándonos y me


besó con intensidad, como no lo había hecho en días. De inmediato todas mis
hormonas explotaron y lo agarré por las solapas del saco pegándolo más a mí,
respondiendo a su beso con más ansiedad.

–¡Jesús, consigan una habitación!–Lux gimió mirándonos a ambos con una mirada
desaprobatoria, miré a Adam de vuelta y él alzó una ceja.

–¿Conseguimos una?–preguntó y yo sonreí, volví a mirar a Lux.

–¡A la mierda! ¡Vamos!–contesté animada y ella nos miró boquiabierta mientras


nos alejábamos y salíamos del salón riéndonos por eso.

La noche prometía antes de esto. Ahora juraba que se pondría mejor.

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Nuestro Lugar.

No fuimos a buscar una habitación.

Pero si fuimos a buscar un lugar para estar a solas, ese lugar sería el mirador. Él
se sentó en el suelo, con su espalda apoyada en un árbol y me senté en sus
piernas, mi espalda pegada a su pecho, con sus brazos rodeándome y
apretándome contra él. Solo nos quedamos ahí, mirando la ciudad, la luna y las
estrellas.

Sabía que él hacía esto para que yo tuviese un momento de tranquilidad. Para
que mi mente se despejara. Porque yo no podía dejar de pensar en todo lo que
había pasado después de la muerte de Jane, se estaba convirtiendo en una
obsesión que me estaba consumiendo porque no era sano. Tenía pesadillas casi
todas las noches, amenazas llegaban a la oficina de mi mamá, tenía
guardaespaldas, muchas personas estaban pendiente de mí y eso no me gustaba,
me ponía más nerviosa aún. Sin embargo, tenía que aceptar toda la ayuda y
seguridad que me ofrecían, si me pasaba algo podría ser peor y todos los
esfuerzos de mi madre y Adam por mantenerme a salvo habrán sido en vano.

–¿Mere?–su voz me saca de mis pensamientos y alzo mi cabeza hacia atrás para
mirarlo.

–¿Si?–clavo mi mirada en la suya, notando su ceño fruncido.

–Deberías de dejar de pensar tanto.–dice sin rodeos, abro la boca para decir algo
pero él es más rápido y habla primero.–Estás muy tensa y te traje aquí para que
te relajes, ahora yo también estoy pensando demasiado y sabes que no es bueno
para ninguno de los dos.–pasa sus manos por mis brazos, la sensación de frío me
golpeó de repente y él me puso su saco encima y me abrazó más fuerte.

–Lo siento.–niego con la cabeza y aprieto mis manos en sus brazos.–Pero no puedo
evitarlo, son tantas cosas que no entiendo que ya ni sé que pensar.–apoyo mi
cabeza en su hombro y cierro los ojos.

–Tranquila, te entiendo.–él lleva sus labios hasta mi mejilla y los presiona en mi


piel suavemente.–Solo quiero que estés tranquila en este momento. Me mata que
no sea así siempre.–dice con dolor en su voz y aprieto mis labios en una fina
línea.–Yo solo quiero lo mejor para ti. Todo esto pasará pronto y podrás ser feliz.–
cuando dice esto último, abro mis ojos y lo miro frunciendo el ceño.

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–Querrás decir, podremos ser felices.–replico con brusquedad.–Adam, no sé si lo
haz entendido completamente, pero tú eres parte de mi vida ahora y si hay algo
que quiero es que podamos seguir juntos, porque yo te quiero y eso no va a
cambiar, jamás.

–Lo sé, nena. Lo sé.–él cierra los ojos un momento y luego clava su vista en la
mía.–Es sólo qué, siento que no estoy haciendo suficiente por ti.–no puedo evitar
tensarme, él cree que es su responsabilidad que no me pase nada. La única
responsable de mí, soy yo misma.–Tú deberías de estar viviendo una vida normal.

–¿Normal?–niego con la cabeza.–No quiero una vida normal, Adam. Solo quiero
una vida tranquila, en paz. Y tú no tienes la culpa de lo que sea que esté pasando,
en realidad no tengo ni una idea de quién puede ser el culpable.–me encojo de
hombros.–No puedo estar del todo tranquila sabiendo que hay alguien ahí afuera
que me tiene tras una mira.–comenzaba a exasperarme, y él lo sabía, por la
mirada que me estaba dando. Él quería que solo dejase de pensar por un minuto y
le diera un descanso a mi mente.

Adam suspiro frustrado y me levanté con un poco de dificultad de su regazo, él no


me detuvo, pero me impulso hacia arriba para que pudiese pararme, me quité el
saco de los hombros dejándolo sobre él. Caminé unos pasos lejos de él, cruzada
de brazos y mi expresión seria, necesitaba calmarme. Él se levantó y se mantuvo
a una distancia considerable, observándome, mientras que yo contaba los
números en mi mente.

No tenía razón alguna para enojarme con él. Me había traído aquí para que me
relajara, me había llevado a mi baile de graduación para que tuviese la
experiencia de cualquier chica adolescente, quería darme un momento de
normalidad y yo no estaba poniendo de mi parte. Debía de dejar de pensar en eso
aunque sea una vez pero era tan difícil cuando me sentía tan amenazada,
aterrada, frustrada, cabreada y confundida. Me daba la impresión de que estaba
llevando otra vida, una sacada de una novela de suspenso y crímenes, porque de
todas maneras Jane había sido asesinada y había muerto en mis brazos.

De pronto, él coloca su saco sobre mis hombros de nuevo y antes de que se aleje
lo agarro por la camisa, me pego a él escondiendo mi rostro en su pecho. Sus
brazos me rodean en un abrazo y permanecemos ahí unos minutos, en los que
lucho con mis pensamientos y trato de despejar mi mente pensando en lo bien
que se siente estar con él en ésta posición, lo bien que huele y en sus intentos por
hacerme sentir mejor. Estaba siendo egoísta al pensar solo en mí y no en él. Y
para mí él es muy importante, puedo decir que es la primera persona en la que
pienso al despertar y la última que pienso al dormirme. Con él me sentía viva y

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más nadie iba a lograr que yo sintiera los sentimientos que tengo por él. Nadie.

–Lo siento.–murmuro contra su pecho.–Tienes razón, debo dejar de martirizarme


con todo esto, voy a terminar loca.–él me hace levantar el rostro, colocando una
mano bajo mi barbilla.

–Te he dicho que dejes de disculparte conmigo, ni a mí, ni a nadie le debes


disculpas, Mere.–dice y coloca un mechón de cabello tras mi oreja, él me había
desatado el moño porque me estaba quejando de la presión en mi cabeza y ahora
mi cabello estaba suelto.–Yo no voy a dejar que algo te pase, vas a estar bien,
vamos a estar bien. Todo esto pasará y lo olvidaremos con el tiempo, ¿está bien?–
asiento con la cabeza mordiendo mi labio inferior.

–Está bien.–murmuro y él baja su rostro hasta el mío, tocando mis labios con los
suyos.

–¿Sabes? Éste es nuestro lugar.–dice separándose un poco de mi rostro para


dedicarme una hermosa sonrisa.

–¿Nuestro lugar?–pregunto curiosa y él asiente con la cabeza.

–Aquí comenzó lo nuestro, aquí aceptaste tener algo conmigo y aquí tuviste el
mejor primer beso de tu vida.–responde haciéndome sonreír.

–Nuestro lugar.–repito llevando mis manos hasta su cuello.–Gracias.

–Un placer complacerte.–baja sus manos por mi espalda y desciende hasta mis
muslos y me carga para que mi rostro éste a la altura del suyo. Así tiene mejor
acceso a mis labios.

–Tal vez deberíamos buscar una habitación.–digo en sus labios y él se ríe.

–Entonces, vamos.–me baja y volvemos al lugar donde se encuentra mi camioneta


con mis guardaespaldas.

Conseguimos una habitación, sí. La suya pero ni siquiera había terminado de


quitarme el vestido cuando el morfeo me golpeó, él me ayudó a cambiarme y a
vestirme para luego llevarme a su cama. Me quedé dormida de inmediato, a pesar
de que tenía miedo de dormirme, no quería tener pesadillas, no quería que nada
arruinara la noche. La pesadilla no llegó, en vez de eso soñé con nuestro lugar, el
día que acepté ser algo más con él y nuestro primer beso. El mejor primer beso de
la historia de mi vida, el único primer beso que recordaría hasta el último día de
mi vida y si de algo estaba segura, era que quería recordar ese beso por muchos

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años. No solo unos meses.

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Momentos.

Hay una cosa que todos los estudiantes de último año esperamos con ansias. Y se
llama Ceremonia de Graduación y nuestro día había llegado.

El día era soleado, el cielo estaba despejado y ya todos nos encontrábamos en


nuestros lugares, esperando a ser llamados para que nos entregaran nuestros
diplomas. El jardín principal de la escuela estaba atestado de sillas, una tarima
fue colocada frente a nosotros. Las decoraciones eran en azul rey y blanco, en
letras grandes se leía: “¡FELICITACIONES, CLASE DEL 2015”. Los profesores
estaban sentados en la tarima y el director se encontraba hablando en ese
momento con la consejera escolar.

Me senté entre mis primos Beth y Zack, siguiendo el orden de los nombres y
apellidos por orden alfabético, tres Hannigan's en una sola clase. Al lado de Zack,
estaba Lux y para hablar, teníamos que inclinarnos sobre Zack, por lo que él se
echaba hacia atrás cuando lo hacíamos pero no decía nada. Lydia y Liz se
sentaban frente a nosotras separadas por tres estudiantes y cuatro estudiantes
más allá de Liz, estaba Thomas, quien giraba cada dos por tres para mirar a Beth.
En la última fila, se encontraba Drake y Lux estaba tratando de controlar sus
impulsos de ir a sentarse con él, ellos peleaban todo el tiempo pero no podían
estar separados, nadie los entendía.

El director comenzó a hablar y traté de prestarle atención, dijo algunas cosas


acerca de la perseverancia, esfuerzo, disciplina y bla, bla, bla. Que siguiéramos
estudiando y que nunca abandonaramos nuestros sueños. Luego de eso, quiso
que todos guardaramos silencio por Jane. En ese minuto, en mi mente reproducía
todos los recuerdos que tenía de ella, desde que la conocí, hasta su último
momento de vida y que en ese último minuto yo estuve con ella. Un nudo se
formó en mi garganta y lágrimas calientes corrieron por mis mejillas, la mano de
Beth apretó la mía. Ella también tenía lágrimas en sus ojos. La voz del director nos
volvió a la realidad y después comenzaron a llamarnos.

Nos levantamos para hacer la fila hasta la tarima en orden, el que iba pasando
volvía a sentarse y así hasta llegar al último. Toda mi familia estaba aquí, obvio,
no solo por mí, por los tres y hasta por Lux. Clara, Rose y Adam también estaban
con mi familia, observando el momento en que me entregasen mi diploma.

Mi cabello estaba rizado, era increíble que se hubiese puesto así justo este día

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pero por lo menos no parecía un espantapájaros. El vestido que llevaba bajo la
túnica era azul oscuro, arriba de la rodilla, ajustado en la cintura, la falda suelta y
escotado hasta la mitad de mi espalda. Usaba botines de tacón alto, negros y con
cordones grises oscuro. A mi mamá no le agradó mucho la idea de que llevase
botas con el vestido pero era mi decisión y nadie iba a decirme como vestirme.

El director esperó hasta que el ultimo alumno se sentó para decir otras palabras.
Entonces todos nos levantamos y contamos hasta tres para lanzar nuestros
birretes al cielo y gritar tan fuerte como nuestros pulmones lo permitieron. Abracé
a Beth y luego a Zack, luego ellos se abrazaron y yo abracé a Lux, Liz y Lydia se
acercaron a nosotras y nos dimos un abrazo grupal que duró por un momento, en
el que las cuatro eramos felices pero a la vez estábamos nostálgicas. No
volveríamos a sentarnos juntas en el almuerzo, ni a tomar helados en McCarren's,
ni a tener noches de chicas. No volveríamos a vernos todos los días en las
mañanas. No volveríamos a estar juntas por mucho tiempo y eso me entristecía.
Sin embargo, no borré la sonrisa de mi rostro en ningún momento.

Encontrar mi birrete fue fácil, Lux lo había recogido y me lo dio cuando empezaba
a buscarlo. Después fui con mi familia. Adam estaba esperándome de primero y le
salté encima por lo que a él no le quedó de otra que cargarme. Muchos abrazos
por parte de mis familiares después, fuimos a mi casa. Mamá quería hacer unas
de sus reuniones familiares, solo que ésta tenía un motivo, mi graduación.

–¡Mamá! ¡Basta!–ella había estado tomando fotos como loca, además de que no
me dejaba un segundo en paz. Me estaba asfixiando con tanto afecto, entendía
que estaba feliz, pero ya era suficiente para mí.

–De eso nada.–dice y coloca una bandeja con brownies frente a mis narices.–
Come.–ordena y agarro un brownie, mirándola con los ojos entornados.

–No me dejas respirar, ¿puedes darnos un minuto aunque sea?–pregunto irritada.


Estaba sentada con mis amigas en las tumbonas del patio y ellas querían que yo
les contara más sobre Adam y yo pero con mi mamá pululando a mi alrededor no
podía.

–Está bien, pero no entiendo porqué no me incluyes en tus conversaciones.–la


miro alzando las cejas.

–Tú tienes tus propias amigas y no me incluyes en tus conversaciones con ellas.–
replico y ella abre la boca para decir algo, se lo piensa mejor y se va.

–¿Cómo vas a hacer estos meses?–pregunta Lydia.–No entiendo porqué te


inscribiste en el semestre del año que viene y no en éste, te librarías de tu mamá

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más rápido.–ella tiene razón, todas comenzaran la universidad dentro de poco
pero yo no, cambié mi semestre, comenzaré tarde pero mi mamá necesita ayuda
en la empresa y tengo que ayudarla todo lo que pueda, además, estar en la
empresa me ayudará con la universidad.

–Ella me necesita.–me encojo de hombros.–La empresa no se maneja sola y mi


mamá no es arquitecto, yo tampoco lo soy pero entiendo más cosas que ella. Y
también quería unas vacaciones, cuando comience la universidad no voy a tener
tiempo para nada.

–Eso es verdad.–dijo Lux, tenía algo de diversión en su mirada por un momento.–


Por lo menos yo voy a poder aprovechar un poco más de Meredith.–ella pasó un
brazo por mis hombros y me atrajo hacia ella, la miré confundida.–Ustedes se van
y yo me quedo con Meredith.–le sacó la lengua a Liz y Lydia que abrieron la boca,
ofendidas.

–Eso no es justo, no puedes adueñarte de Meredith.–dijo Liz, su ceño fruncido.

–No, no puedes, también es nuestra amiga.–replicó Lydia.

–Claro que sí, ya lo estoy haciendo.–Lux estaba tan divertida con esto, mientras
que yo no sabía que hacer o decir.

–¿De qué hablan, chicas?–Beth se sentó a mi lado en la tumbona.

–De que Meredith es mía.–contestó Lux y Beth se rió negando con la cabeza.

–¿Tuya? Te equivocas, es mía.–ella tomó mi brazo.–¿Verdad que sí, prima?

–¿Con qué derecho te atreves a reclamar a mi amiga?–giré hacia Lux con el ceño
fruncido.

–Tengo derecho de sangre. Meredith es mi única prima, eso es un punto para mí.–
ella le sacó la lengua a Lux. Yo cada vez estaba más confundida, no entendía a
donde querían llegar las chicas con todo esto y mucho menos entendía porqué me
habían escogido a mí como víctima.

–¿Ahora hablaremos de puntos?–Lux arqueó una ceja y se sentó más derecha.–Si


hablamos de puntos, todos se los llevaría Meredith. Ella tiene al novio más sexy y
millonario, tiene su propia empresa, es multimillonaria, tiene el mejor guardarropa
en todo el mundo y tiene a la mejor amiga, que soy yo y con eso basta y sobra.–
dice, con una sonrisa divertida. Me miró por unos instantes y al final solté una
carcajada. Mis hombros se sacudieron y escondí mi cara en mis manos, las chicas

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empezaron a reírse también y las lágrimas se escaparon por las esquinas de mis
ojos, las limpié riendome como una loca. Estaba segura de que sonaba como una
hiena al reírme.

–Necesitaba esto.–digo y las chicas concuerdan conmigo, me limpio los ojos con el
dorso de la mano y antes de que pueda decir algo más. Una mano grande y fuerte
se posa en mi hombro, doy un salto en mi lugar y giro mi cabeza para mirar a
Adam que se ríe de mi reacción.–¡Maldita sea, Adam! ¡Casi muero de un infarto!–
exclamo llevándome una mano al pecho, mientras normalizo mi respiración. Él se
está riendo histéricamente y cuando se relaja, me tiende una mano.

–Lo siento, amor. No quería, no pensé que te asustaras de esa forma.–dice y de


repente se pone serio.–Ven, quiero darte algo.–junto mis cejas pero al final tomo
su mano y me levanto.

Él me lleva hasta mi habitación mientras que yo estoy tratando de imaginar que


será eso que quiere darme. Nos detenemos del lado izquierdo de mi cama y lo
miro cuestionadoramente un momento antes de que hable.

–Quiero darte tu regalo de graduación.–dice y alzo las cejas.

–¿Qué? Digo. ¿Regalo de graduación?–sueno confundida pero, esos regalos solo


los dan los padres. En el caso de la graduación de la preparatoria.

–Sí.–él saca algo de su bolsillo, algo que brilla y es fino. Me muestra una bonita
cadena dorada bien elaborada en diseño de aros pequeños, y al final hay un
anillo, grande, dorado con letras y sellos grabados y una piedra azul zafiro
incrustada en el medio.–Éste, es mi anillo de graduación. Mi abuela Angela me lo
regaló, en el pasado perteneció a mi abuelo Theodore pero ella lo renovó y me lo
dio.–él se encoge de hombros y yo paso saliva. Theodore es su difunto abuelo,
aquél que murió en aquel accidente frente a él.

–Adam...

–Quiero que lo tengas.–dice sin dejarme hablar.–Significaría mucho para mí que tú


usaras este collar.–me mira fijamente, notando lo tensa que me he puesto y que
me rehuso a aceptarlo.–Eres importante, Mere. Al igual que éste anillo en el
momento que me lo dieron y quiero que tú lo tengas porque nada es más
importante que tú en mi vida.–llevó una de sus manos a mi mejilla y trazó mi
mandíbula con sus dedos, cerré los ojos ante el calor que me producía su tacto,
sus dedos se movieron hasta mis labios y suspiré suavemente.–No quiero que
sientas que éste anillo te ata a mí.–abro los ojos y fijo mis ojos en los suyos.–
Porque no sería este tipo de anillo el que te daría si esa fuera mi intención.–él me

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sonríe y yo niego con la cabeza riendome.

–Está bien.–digo finalmente.–Acepto.–él sonríe un poco más y yo me llevo una


mano a la frente.–Oh, Dios. Eso sonó como si aceptara casarme contigo.–él tomó
mi mano y se la llevó a sus labios, besó mi palma y dejó mi mano en su mejilla.

–Te dije que mi mayor sueño era casarme contigo.–dice y ruedo los ojos.–Date la
vuelta.–me pide y lo hago recogiendo mi cabello, él dura un segundo
colocándome el collar.

Observo el anillo entre mis dedos, es tan hermoso viéndolo de cerca. Tiene
grabado el escudo de la Universidad de Wisconsin, el lema y el año de
graduación. La piedra incrustada brillaba intensamente, el azul contrastaba con el
dorado del anillo.

–¿De qué está hecho?–pregunto girandome de nuevo hacia él, que me atrae a su
cuerpo colocando una mano en mi espalda.

–Oro, la piedra es un diamante de veinte quilates.–dice y abro los ojos de par en


par. Eso debe costar una fortuna.

–¿En serio?

–Sí, y no es algo que no puedo pagar. Además, tú eres más valiosa que el anillo
completo.–sonrio por eso y lo abrazo pegandome más a él.

–Gracias.–digo y él baja sus manos por mi espalda, de repente me carga y


nuestros rostros están a la misma altura. Ha adoptado ésta costumbre de
cargarme para besarme.

–Un placer complacerte.–dice con voz ronca y me besa lentamente.

Le devuelvo el beso con algo más de intensidad separando mis labios dándole
paso a su lengua que acaricia la mía con vehemencia y él se mueve conmigo en
sus brazos, me baja hasta mi cama sin romper el beso y se inclina sobre mi
cuerpo. Sus manos se van hasta mis piernas y van subiendo mi vestido a medida
que él va acariciando mi piel, sus labios abandonan los míos y se mueven por mi
mandíbula hasta llegar a mi oreja y después bajan hasta mi cuello. Me recuesto
en la cama agarrándolo por el cuello y queda sobre mí, aplastandome contra el
colchón. Agarra mis manos y las coloca por encima de mi cabeza cuando la
tensión aumenta y me devora completamente.

Pero no podemos seguir porque un golpe en la puerta nos hace detenernos y al

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mismo tiempo nos miramos con los ojos muy abiertos. Olvidamos que dejamos la
puerta abierta y justo ahora estamos en una posición bastante comprometedora.
Nos levantamos al mismo tiempo para ver a Lux, Liz, Lydia, Beth y Rose
completamente congeladas y boquiabiertas. Lo que acaban de ver, seguramente
nunca esperaban verlo de mí y menos que yo lo estuviese haciendo.

–Ehm, la puerta estaba abierta.–Rose es la primera en hablar y de inmediato noto


la cámara en sus manos.–Nosotras nos vamos, sigan en lo suyo.–ellas están por
irse cuando las detengo.

–¿Desde cuando estaban ahí?–pregunto totalmente nerviosa, me paso las manos


por el cabello para arreglarlo un poco, eso no arregla nada en realidad.

–No hace mucho tiempo, un par de segundos nada más.–ella sonríe para darme
tranquilidad y veo sus mejillas sonrojadas.–Olviden que estuvimos aquí.–ella jala
la puerta y la cierra antes de que pueda objetar algo más. Me giro hacia Adam.

–¿Qué piensas?–pregunto y él mete un mechón de cabello tras mi oreja.

–Que ellas ya tenían mas dos segundos ahí y que seguramente observaron todo
nuestro momento.–dice y yo asiento mordiendo mi labio inferior.

–Ninguna volverá a pensar lo mismo de mí.

–Ni de mí.–dice y yo niego con la cabeza riendome.–¿Cómo se nos olvidó cerrar la


puerta?

–Ni idea, lo que sí sé, es que ahora está cerrada.–digo sonriendo pícaramente y él
vuelve a pegarme a su pecho.

–Cierto, tal vez es una señal. Hay que aprovechar eso.

–Por supuesto.–digo antes de volver a besarlo y ésta vez, nadie nos interrumpió.

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La Charla.

Estaba sentada en mi cama leyendo una revista del “Reader Digest”, cuando mi
mamá se asomó en mi habitación y tocó la puerta abierta. Era lunes y pasaban de
las seis de la tarde en ese momento, ya habíamos cenado así que yo había subido
a mi habitación dispuesta a leer mi nueva adquisición de la revista. Mi madre las
coleccionaba, al igual que mi padre lo hacía.

–¿Puedo hablarte sobre algo un momento?–ella habló desde la puerta y al ver su


expresión, me di cuenta de que era sobre algo serio.

–Claro.–contesté y ella se sentó cerca de mí en la cama.

–Bien. Quiero aclarar algo contigo y quiero que seas sincera.–ella me miró
fijamente y yo asentí con la cabeza no muy segura de que hacer. Ella tomó una
respiración profunda.–Ayer escuché a las chicas hablando y bueno, dijeron algo
sobre Adam y tú, sobre lo que estaban haciendo en ésta habitación.–de inmediato,
mi cara se puso pálida y luego me puse roja. A esto se le llama la charla típica de
una madre hacia su hija adolescente.–Creo que dijeron que él estaba sobre ti y tú
estabas muy cómoda al parecer, que se estaban besando pero en realidad eso
estaba cerca de parecer que se estaban devorando.–ella hablaba con tranquilidad,
pero tenía una mirada severa en su rostro. Escondí mi cara entre mis manos y
suspiré frustrada y avergonzada.

–Oh, mi Dios.–murmuré y ella suavemente, quitó mis manos de mi cara.

–No tiene nada malo decirme, cariño.–ella suspiró, sujetando mis manos en las
suyas todavía. Luciendo decepcionada.–¿Desde cuando lo hacen? ¿Cuándo pasó
ese gran momento de tu vida que no me lo contaste?

–Mamá, yo solo... Pasó, ¿de acuerdo?–ella me miró, no estaba satisfecha con esa
respuesta.–Bien, fue en Nueva York. El día que fuimos después de mi cumpleaños,
estábamos en el Plaza y... yo quería hacerlo.–mi voz fue bajando al igual que mi
vista, me concentré en nuestras manos unidas y pasé saliva.–No te lo dije porque
no sabía como ibas a reaccionar, quería evitar todo esto.–admití volviendo a alzar
la vista hacia sus ojos brillantes.

–Mi niña, no iba a hacer un escándalo porque perdiste tu virginidad a los dieciocho
años, pero me hubiera gustado que me lo hubieses dicho, ¿sabes? Podrías haber

240
dicho: Oye mamá, ya no soy virgen para que lo sepas. No costaba tanto.–me dio
una mirada que no supe descifrar.–Leigh Anne lo hizo, bueno, para ella fue más
complicado porque lo dijo frente a tu padre y recuerdo que él estuvo tan
sorprendido y molesto a la vez. Porque Leigh Anne era menor de edad y lo había
hecho con un chico universitario que había conocido en una fiesta, sé que ella te
lo contó porque ustedes se cuentan todo y sé también que ella te dio más detalles
a ti que a mí. Así que supongo que ella sabe hasta el último detalle de tu gran
noche apasionada con Adam.–miré a mi mamá con los ojos muy abiertos y la boca
abierta. Sé que mi mamá no anda con espejismos y es muy clara con todo pero
esto era demasiado para mí. Me puse aún más roja.

–Leigh Anne me había preguntado si lo habíamos hecho la madrugada después de


mi fiesta. Le dije que no porque siempre nos deteníamos antes de hacer una
locura, entonces ella me dijo que no estaba mal si lo hacía, si lo deseaba y él me
deseaba a mí no tenía nada que perder. Le hice caso y esa misma noche, ¡puff!–
digo y ella acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja.

–Me agrada que seas así de cercana con tu hermana.–ella lucía un poco más
satisfecha ahora que le había contado esto.–¿Quién fue el primero en dar el paso?

–Yo.–contesté en un susurro y ella me observó atónita.–Quería saber, sentirlo,


tocarlo. Tenía una gran curiosidad por saber porqué a la gente le gusta tanto el
sexo, a qué venía tanta excitación por eso y bueno, pues... lo hicimos y lo supe.–
me estremecí ante el recordatorio de los labios de Adam en mi piel y mi cuerpo
encajado con el suyo... ¡Que momento intenso aquél!

–Esto no me lo creo.–ella inhaló una gran bocanada de aire y la exhaló


lentamente.–¿Fuiste tú la primera en dar el paso? ¿Él no te lo pidió? ¿No lo
planearon? ¿No tuviste miedo?–negué con la cabeza.

–Hice lo que quería. Él me preguntó lo que quería hacer un poco después de que
la tensión entre nosotros fuera demasiado y le dije que lo quería a él, me
preguntó si estaba segura y le dije que sí, no había estado más segura en mi vida
como en ese momento, mamá.–ella parece impresionada, me estoy abriendo a
ella.–Una cosa llevó a la otra y ya.

–¿Lo disfrutaste?–preguntó y me llevé las rodillas al pecho, abrazándolas con


fuerza. Otra vez, la imagen de Adam sobre mí, sus labios moviéndose, sus manos
tocándome y ningún espacio que nos separara, me hizo sonrojar, la piel se me
erizó y una estúpida sonrisa quería asomarse en mis labios. Lo disfruté, lo amé
jodidamente, lo haría hasta el día de mi juicio final. Si fuese con él, hasta en el
auto si es posible.

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–Lo hice.–contesto cerrando los ojos un momento, muerdo mi labio inferior
tratando de empujar lejos la imagen que está en mi cabeza de Adam y yo en la
ducha.–Lo hago.–digo abriendo los ojos y mi mamá se ve tan impresionada que
me dan ganas de tomarle una foto. Ella quería que fuera sincera y lo fui.

–Me alegro tanto por ti. Basta y sobra con ver tu mirada para saber que lo
disfrutas mucho y que no te causó ningún daño sino placer. Había subestimado a
Adam y a ti más de lo normal, pensé que él te lo había propuesto y que tú
aceptaste sin tener más opción pero que equivocada estaba. Porque me niego a
creer que seas obligada a hacer algo que no quieras.–ella ladea la cabeza, mi
mamá es tan liberal.–Por lo que quiero que mañana vayas al ginecólogo, quiero
que te receten una píldora. Lo menos que necesitamos en estos momentos es que
salgas embarazada y tú lo sabes bien, no creo que quieras tener hijos en ésta
etapa de tu vida...

–¡Mamá! ¿Te haz vuelto loca? ¡Claro que no quiero tener hijos ahora!–la
interrumpo cuando ya el tema empezaba a agobiarme.–Iré mañana al consultorio
de tu ginecóloga, no tenías que ahondar tanto en el tema.–digo y ella se ríe.

–¡Fueras visto tu cara!–ella está disfrutando de esto.–Bueno, también quería


decirte que hablé con Adam sobre esto. Ninguno se iba a escapar de ésta charla,
así que él también está claro con lo que quiere y eso obviamente significa que te
quiere a ti de la manera que sea.–dice y yo no puedo imaginarme lo que él habrá
dicho y que habrá pensado.

–Está bien.–digo con las mejillas calientes de la vergüenza.–Lo merecía.

–Mi niña.–dice ella con ese tono que usa cuando me quiere regañar pero también
me quiere hacer sentir mejor.–No te sientas incómoda conmigo hablando sobre
esto. Yo solo...–ella suspira y cierra los ojos un momento.–... es que siento que
desde que son novios no me hablas, no me dices lo que sientes y ni siquiera me
preguntas sobre nada. Llevas la situación tú sola y se me hace difícil leerte. De las
dos, tú eres la única que puedo entender fácilmente, pero ahora estás muy
cambiada hija y yo solo quiero que compartas conmigo tus pensamientos, ya que
para eso estoy aquí. Para apoyarte y entenderte.–ella suena cansada y afigida. Yo
al instante me siento culpable. Ella tiene razón, desde que Adam y yo nos hicimos
novios, yo dejé de hablarle a mi mamá sobre mí y mis sentimientos y habíamos
acostumbrado a hablar siempre sobre eso.

Me siento fatal. Soy la peor hija en éste mundo.

–Lo siento, mamá.–agarro una de sus manos y jugueteo con sus dedos, sus manos
son distintas a las mías, son más grandes y sus dedos no son tan largos como los

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míos.–Te prometo que a partir de ahora te mantendré informada sobre todo lo que
me pase.

–No te preocupes. Sé que eres feliz y eso es lo que verdaderamente me importa.


Pero me gustaría saber como te va cuando sales con él a una cita y como llevan
su relación.–ella se encoge de hombros.–Solo es curiosidad de madre. Me gustaría
saber a qué lugares te ha llevado Adam para que siempre vuelvas con una sonrisa
en tu rostro.

–Bueno, hay un lugar donde siempre vamos y nos encanta.–digo y ella me mira
interesada. Me aventuro a contarle a mi madre todos los detalles de todos los
momentos memorables de nuestras citas. Le conté sobre Amy y su batido, de la
cita en su casa, de nuestro lugar, la primera vez que dormimos juntos, el primer
beso y lo que sentí. Lo entregado que es conmigo, lo romántico que puede llegar
a ser a veces, su manera de sobreprotegerme de los demás y lo mucho que lo
quiero.

Mi mamá se había metido en una piel adolescente y me escuchaba con una


sonrisa en su hermoso rostro. Cuando terminé de contarle todo, ahorrando los
detalles sobre los encuentros sexuales, ella me agradeció que yo le contara todo
eso y dijo que estaba muy feliz por mi, ella solo quería lo mejor para mí y si Adam
podía satisfacerme en todos los sentidos. Ella lo dejaría estar y olvidaría el tema.
Al fin y al cabo.

Ella había sido la que se había empeñado en que saliéramos. Ella era la que lo
había comenzado todo, así que, la que estaba agradecida era yo. Ya que sin mi
mamá, yo no hubiese salido con él y no estuviese tan locamente enamorada,
como lo estoy ahora.

243
Peligro.

Las siguientes semanas pasaron rápidamente. El mes de julio se fue y empezó


agosto, mis amigas finalmente se habían ido a la universidad y Lux y yo habíamos
quedado un poco nostálgicas. Pero la habíamos pasado bien, con Tom y Kelsey en
la casa pasaba muchos buenos ratos, hasta que ellos se fueron y me sentí un
poco triste. Me había olvidado de lo bien que me sentía cuando pasaba tiempo
con mi mejor amigo.

Aunque tenía a Adam y ya no podía pedir más nada, ya que con él no necesitaba
otra cosa, solo eramos los dos en nuestra burbuja irrompible. Le conté sobre la
charla con mi mamá y él me contó sobre su charla con ella también, si mi mamá
había sido clara conmigo, con él había sido transparente. Él me dijo que no me
preocupara por eso, le agradaba que mi mamá estuviese interesada en mi vida
íntima y que me aconsejara, así que decidí olvidar el tema y me concentré más en
nosotros dos y la empresa.

También Leigh Anne había vuelto, junto con Ron y se instalaron en la casa. Ellos
habían aplicado para trabajar en el periódico local y esperaban a ser llamados.
Estaba feliz por ella, estaba cumpliendo sus metas y parecía haber encontrado el
amor de su vida. La primera semana de agosto pasó y recibí una llamada que me
hizo brincar de alegría. Mis abuelos Alyssa y Andrew habían vuelto de sus
vacaciones y me invitaron a pasar un rato en su casa en Milwaukee. Acepté ir y
les dije que llevaría a mi novio conmigo, quería que la abuela lo conociera. Quería
saber su opinión. Así que fuimos un lunes que Adam tenía libre de cualquier
trabajo.

Yo aún me sentía en peligro constantemente, las amenazas llegaban de vez en


cuando, decían que me tenían vigilada, que en cualquier momento atacarían, que
no iban a poder hacer nada, así me mantuvieran encerrada en mi casa. Esa
persona sabía lo que yo hacía y no podía estar más molesta, no era bueno y me
daba migraña de solo pensarlo. Así que salimos a media mañana para la casa de
mis abuelos, en mi Explorer con mis guardaespaldas y los guardaespaldas de
Adam. Llegamos antes del mediodía y mis abuelos estaban tan contentos de
verme. Recordé lo que me había contado mi mamá acerca de su hija Allyson y me
sentí mal por ellos. Ya que me veían como si fuese ella.

En fin. No tenía palabras para expresar lo feliz que me sentía de volver a ver los

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ojos dorados de mi abuelo y la sonrisa cálida de mi abuela, también había
extrañado su tarta de manzanas que le quedaba deliciosa y podía comerla por
siempre. Era mi segundo postre favorito, el primero, era Adam.

–Mi niña, no sabes lo feliz que me siento de verte tan contenta.–dice ella
abrazandome contra su pecho, nos sentamos en los muebles de la sala, mientras
que Adam charlaba con mi abuelo en el patio sobre su trabajo y la empresa de su
padre.

–Yo estoy feliz de que hayas regresado abuela.–digo respirando su aroma, huele a
rosas, siempre ha olido a rosas.

–Sí, ya era momento. No te veía desde hace tanto y ahora estás tan grande y
hermosa.–dice con nostalgia y yo la abrazo más fuerte.

–Abuela, no he crecido nada.–digo, tengo el mismo humor que tiene ella.–Solo un


par de centímetros, eso no es nada.–ella se ríe.

–Para mí es mucho, me da gusto que estés con ese chico. No te veía sonreír así
desde hace mucho y me alegra mucho que lo hagas.–me suelta y me separo un
poco de ella. Sus ojos se detienen en mi cuello y ella saca el anillo para
observarlo.

–Era el anillo de Adam.–explico porque sé que ella quiere saber.–Me lo dio como
regalo de graduación.–me encojo de hombros.–Casi me rogó que lo usara, es
importante para él.

–Es muy hermoso.–ella lo observó un rato más y después volvió a meterlo dentro
de mi vestido.–Él realmente está loco por ti, mi niña. Nunca había visto a ningún
chico mirarte así.–dice y yo sonrio.

–Lo sé. Yo también, estoy loca por él.–digo bajando la voz y mi abuela sonríe.–Yo,
de verdad lo quiero, abuela. Lo quiero mucho.

–Y se ve que él a ti también te quiere.–ella agarra una de mis manos entre las


suyas y me sonríe con los ojos. Esos ojos oscuros como los míos, con arrugas en
las esquinas pero siguen siendo vivos.

–Sí, lo hace.–me rio un poco.–Ahora quiero que me hables de tus viajes.–ella


asiente y comienza a relatarme sobre los lugares que visitó, lo bonito que era, lo
fácil que se acostumbró al idioma y lo bien que la pasaron. En todo ese tiempo
estuvimos hablando hasta que llegó la hora de irnos, cerca del atardecer.

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Adam y yo subimos a mi camioneta y nos pusimos rumbo a la ciudad de nuevo. Él
se veía satisfecho y yo estaba contenta. Mi abuela me había hecho mucha falta y
ahora que había regresado la visitaría muchas veces más. Tenía mucha confianza
en ella y la quería mucho, desde niña. Siempre me gustó pasar tiempo con ella y
el abuelo.

–Te pareces mucho a ella.–dice él y giro mi rostro hacia el suyo.

–Sí. ¿Sabes? No olvido la conversación con mi mamá acerca de su hija


desaparecida, me siento mal por ellos. La abuela debió sufrir demasiado cuando
eso pasó.–digo y él asiente lentamente.

–Lo sé, pero ellos te adoran.–dice con una sonrisa.–Tanto, como yo a ti.

–Y yo igual.–murmuro y él me da un beso en la nariz que me hace cosquillas.–


Gracias, por haber venido conmigo.

–Un placer complacerte.–dice esa frase que tanto me gusta y rozo mis labios en
los suyos.

–Me encanta cuando dices eso.–llevo una de mis manos hasta su cabello,
haciendo mi intento en vano por peinarlo.

–A mi me encantas tú.–recuesto mi cabeza en su hombro y él me rodea el cuerpo


con sus brazos, pienso en dormir durante el camino pero justo cuando estoy por
dormirme...

Mi corazón se acelera, la sensación que he sentido cuando las cosas han salido
mal me golpea de repente. Tengo un mal presentimiento y no puedo evitar
tensarme de pies a cabeza. Adam lo nota porque me observa con el ceño
fruncido. No tengo oportunidad de hablar porque otro auto nos golpea y me voy
un poco hacia adelante en mi asiento, Adam me aprieta de vuelta contra él para
evitar que me golpee la cabeza y parpadeo aturdida.

¿Qué demonios?

No puedo articular ninguna palabra porque vuelven a impactarnos y giro mi


cabeza hacia atrás para mirar la todoterreno negra con vidrios oscuros que nos
está tratando de sacar del camino. Aceleramos y puedo escuchar lo que dicen los
demás en el auto pero estoy tan confundida que no puedo entender lo que dicen.
Adam me agarra el rostro con ambas manos y me hace mirarlo. Estoy aterrada y
él puede sentirlo.

246
–Respira, Mere.–me concentro en sus ojos, se han oscurecido pero él trata de
estar tranquilo.–Respira.–suelto todo el aire que no sabía que contenía y de
repente estoy exaltada.–Tranquila.–advierte todavía sujetando mi rostro.

–¿Quién...?–no puedo terminar de formular mi pregunta porque vuelven a


impactarnos, y el golpe es tan fuerte que jadeo y me sujeto a los brazos de Adam.
La todoterreno no se aleja, sino que nos empuja y los neumáticos sonaron
mientras quemaban el asfalto. Bill pisó el freno y yo cerré los ojos justo cuando
sentí otro golpe y después lo único que escuché fue el metal siendo destrozado
mientras las camioneta giraba en el aire hasta detenerse y nosotros quedamos de
cabeza.

Soy consciente del dolor palpitante en mi cabeza y que uno de mis costados de
mis costillas parece sangrar, la respiración me falla y justo cuando pensé que todo
había terminado, sentí otro golpe, más fuerte que el anterior y eso fue todo lo que
sentí.

Después, todo se volvió negro y no escuché más nada.

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Viva.

No sé cuanto tiempo ha pasado, pero escucho voces agitadas por un momento.


Luego no escucho más nada que puertas abriéndose, cerrándose, el ruido de una
silla siendo arrastrada por el piso. Una mano que toma la mía, palabras
tranquilizadoras, un beso en la frente y luego más silencio. Lo mismo pasa no se
por cuanto tiempo, no puedo reconocer la dulce voz que me pide que resista, no
puedo reconocer la voz que me pide que me quede, pero si puedo reconocer un
leve cosquilleo en mi mano cuando alguien la toma y no la suelta, sin embargo,
me siento muy lejos de la realidad de todas maneras, no puedo recuperar la
consciencia.

Todo se siente pesado y más cuando trato de abrir los ojos, escucho un sonido
parecido a un pitido constante, también escucho que me llaman pero suena tan
lejos que no localizo el sonido. Mi cabeza duele, al igual que el costado izquierdo
de mis costillas. De repente escucho una voz, no logro captar bien lo que dice
pero la sigo escuchando. Algo se enciende dentro de mí y me dice que tengo que
prestar atención a esa voz.

–¡Meredith!–ese es mi nombre. Es la voz de una mujer y ella suena desesperada.–


¡Meredith, mi niña!–es mi mamá.

¡Oh, mi Dios! ¡Mamá!

Consigo abrir los ojos pero los cierro rápidamente cuando la luz me golpea. Vuelvo
a intentarlo lentamente y parpadeo varias veces. ¡Ugh! Tengo la vista irritada, los
ojos me arden. Consigo ver a mi mamá inclinarse sobre mi cuerpo, mi vista
todavía está tratando de adaptarse y cuando logro ver con claridad a mi madre.
Veo que ella está llorando, sus ojos están hinchados, tiene ojeras y está
completamente desaliñada. Parece que ha estado varios días así y yo ni sé en
donde estoy y que año es.

–¿Mamá?–mi garganta está reseca y me arde cuando trato de hablar, en cambio


mi mamá se limpia los ojos con un pañuelo y me abraza suavemente.

–¡Por fin despiertas! ¡Dios! Estaba tan preocupada de perderte, de que no


volvieras a abrir los ojos...–ella no puede seguir hablando porque las emociones la
han embargado, junto mis cejas y me permito mirar a mi alrededor.

Estoy en una habitación blanca, hay fores y globos adornando el lugar, otra cama

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más pequeña se encuentra en un costado y observo la máquina que está junto a
mi cama, que cuenta los latidos de mi corazón. Estoy en el hospital y mi cerebro
se tarda más de lo normal en procesarlo. Tuve un accidente, estaba con Adam y...
¿Dónde está Adam?

–¿Dónde está él?–pregunto tratando de incorporarme pero ella me lo impide, en el


momento que me muevo, un dolor lacerante me atraviesa el cuerpo y hago una
mueca.

–Tranquila, mi niña. No puedes moverte así, estás muy mal herida.–ella me sujeta
por los hombros y me empuja suavemente contra el colchón.

–¿Dónde está Adam? ¿Cuánto tiempo llevo aquí?–pregunto bruscamente y ella me


mira severamente, mi pulso se ha acelerado.

–Llevas cinco días internada.–pongo los ojos como platos. ¡Cinco malditos días!
Pero ella sigue sin decirme nada sobre Adam y me estoy impacientando.

–¿Dónde está él, mamá?–vuelvo a preguntar, lágrimas se agolpan en mis ojos


irritados y justo cuando ella va a hablar, la puerta se abre y me inclino para ver
quien es. ¡Es él! Y se ve fatal.

Nuestras miradas se encuentran y él se acerca rápidamente hasta a mí, mi mamá


se aparta y él me abraza escondiendo la cara en mi cuello. Suspiro
entrecortadamente. El alivio se instala en mí tan rápido como puede. Llevo mis
manos a su cabello y la enredo en él. Las lágrimas corren por las esquinas de mis
ojos mientras que un sollozo estalla en mi pecho, siento mi cuello mojado y noto
que él también está llorando. Pensaba que me iba a perder y yo pensaba que lo
había perdido a él. Cierro los ojos y lo abrazo contra mí, mientras dejo que mis
lágrimas se derramen lentamente y las suyas me mojan el cuello.

Lentamente se separa de mi cuello y me mira, sus ojos inyectados en sangre


hacen que el azul de sus irises se destaquen más, sus labios buscan los míos y me
besa lentamente. Hay un gran sentimiento de anhelo por parte de él en éste beso
y yo no quiero soltarlo nunca. Su rostro denota cansancio, aparte de que tiene un
corte en la mejilla derecha y otro que se está curando sobre su ceja, me pregunto
cómo me veré yo. ¿Cómo cuando ocurrió el incendio? Pero más adolorida.

–Estoy tan feliz de que hayas despertado al fin.–dice, su voz ronca y quebrada.

–Me cansé de dormir, no podía sentirte y pensé que tenía una pesadilla.–digo con
la garganta seca.

249
–Y que bueno que despertaste, porque tienes que saber algo.–dice y yo miro a
todos lados, mi mamá ya no está.

–¿Qué tengo que saber?–mi curiosidad se ha despertado también y quiere saber


que es eso que él me va a decir.

–Que te amo, Mere.–dice y mi corazón se saltó varios latidos.–Y debí haberlo dicho
hace tiempo, cuando lo supe. Pero no quería que te sintieras presionada a sentir
lo mismo.

–¿Me amas?–lo dijo pero estoy estúpida y por eso lo pregunto.

–Sí. Te amo.–dice y una sonrisa se desliza en mis labios.

–Yo también. Te amo, Adam.–digo y sus ojos chispean.–Y creo que estoy viva por
eso.

–Tenía miedo de perderte.–dice y cierra los ojos un segundo.–Desde ahora, no voy


a separarme de ti ni un segundo. No dejaré que te alejen de mí, no después de
pasar por los peores cinco días de mi vida mientras estabas inconsciente.–él me
besa suavemente, como sellando sus palabras con un beso y me siento muy
extraña. Sobre todo, agotada y débil, tengo ganas de dormir nuevamente. Como
si no hubiese estado inconsciente por cinco días.

–Adam, ¿quién conducía el otro auto?–pregunto y su gesto se endurece.

–Carly Carter.–dice y yo lo miro atónita.

–¿Qué? ¿Por qué? Definitivamente está loca.–digo y él se aleja de mí sentándose


en la cama y tomando una de mis manos entre las suyas.

–Pues, ella era la que estaba enviando amenazas. Ella era la que nos tenía
vigilados. Y lo hacía porque quería vengarse de nosotros, porque nosotros somos
felices y ella no.–dice y yo arqueo las cejas. Demente, es la palabra que describe a
esa mal nacida.–Lo que ella no sabía, era que no solo íbamos con Bill y Brie ese
día. Así que Owen y Rupert se hicieron cargo de ella, si ellos no hubiesen estado,
todos hubiésemos muerto.–me estremezco de solo escucharlo y me siento
aliviada de saber que mis guardaespaldas están bien, me había olvidado de ellos.
¡Ups!

–Entonces, ella está en prisión, ¿cierto?–él asiente lentamente y lanzo mi


siguiente pregunta.–¿Ya no estamos en peligro?

250
–No. Es... Complicado.

–¿Qué es complicado?–estaba más confundida que cuando desperté.

–Ella dijo que no estábamos a salvo, que ella no era la única que estaba detrás de
todo esto.–dice después de una pausa que se me antojó demasiado larga.–Y no le
quiere decir a nadie quién más está conspirando con ella.–él suena realmente
molesto y realmente cansado.

–¡Maldita perra!–digo con los dientes apretados.–¿Por qué? ¿Qué le hicimos? ¿Qué
culpa tengo yo de que ella tenga una vida miserable?–ahora yo estaba realmente
molesta. Quiero golpear a alguien hasta cansarme, quiero golpearla a ella hasta
que sienta lo mismo que yo. Pero apenas puedo moverme en ésta cama y no me
dejarían acercarme a ella ni a un kilómetro de distancia.

–Nada, no le hemos hecho nada. Las cosas no se quedaran así, vamos a hacernos
cargo de todo, mi madre y la tuya también quieren ayudar. Vamos a descubrir
quien más se está metiendo con nosotros.–dice tratando de darme tranquilidad,
no puedo decir más nada porque en ese momento la puerta se abre, mi mamá
entra y el doctor Aston Fisher viene con ella.

Adam se mantiene al lado de mi mamá mientras el doctor me examina. Me


pregunta si me duele algo y me explica que fue lo que me pasó.

Pues resulta que es un milagro que esté viva. Un pedazo de metal me atravesó las
costillas hasta llegar a mi pulmón, me estaba desangrando totalmente y cuando
llegué al hospital mi corazón apenas latía. Neumotórax y una contusión en la
cabeza fue mi primer diagnóstico, tenía un lado de mi cabeza vendado y me dolía
hasta la mierda. Luego de mi operación, tuve una hemorragia interna y tuvieron
que volver a operarme. Mis costillas se separaron tanto que tuvieron que
colocarme yeso hasta que se regeneraran, pasaría mucho tiempo para que eso
pasara. Ah y también estuve en coma los primeros tres días, conectada a varios
tubos y máquinas que me mantuvieron estable ese tiempo.

¿Con qué me quieren muerta? Se jodieron. Ahora tendrán a Meredith para rato.
Esas malditas zorras tendrán su merecido, si creen que esto se quedará así. Es
porque están muy, pero muy equivocadas.

Ahora sí me van a conocer.

251
Noticias.

Lo siguiente que pasó después de que el doctor Fisher se fuera, fue que me quedé
profundamente dormida.

Me sentía extremadamente agotada y ni siquiera podía moverme en la fría cama


en la que estaba, cualquier movimiento causaba que me dolieran hasta las
pestañas y era jodidamente fastidioso eso. Dormí lo que me pareció un siglo y
cuando desperté, a mi lado se encontraba mi hermana. Ella se veía aliviada, pero
también estaba un poco ansiosa y nerviosa. Tenía algo que contarme, por lo que
veía.

–Que bueno que despiertas.–dice y se inclina para agarrar un vaso de agua de la


mesita junto a la cama, me ayuda a beber agua y vuelve a dejar el vaso en la
mesita.–No sabes lo feliz que me siento de que estés bien.

–También me alegro de verte.–sonríe y toma una profunda respiración. Tiene unas


profundas ojeras bajo sus ojos y se ve pálida.

–Bien. Porque tengo que contar algo.–la miro atenta y ella agarra mis manos.–¡Vas
a ser tía de mellizos!–abro los ojos de par en par y mi boca cae abierta también.

–¿No me habías dicho que no lo estabas?–pregunto y ella niega.

–La prueba dio mal el resultado.–se encoge de hombros.–Eso no es todo.–ella me


muestra su mano izquierda y veo un diamante en su dedo anular. La miro en
estado de shock.

–Vas a casarte.–murmuro y ella asiente.

–Y te quiero como mi Dama de honor.–dice y yo no puedo creerlo. Mi hermana se


va a casar.

–¿Qué te dijo mamá?–pregunto con un nudo de emociones en mi interior.

–Pues está muy feliz por mí. Cuando nos enteramos del accidente, me dio una
crisis y me desmayé, me hicieron un análisis de sangre porque me había estado
sintiendo mal desde hace tiempo. Dio positivo para embarazo, me hicieron una
ecografía y observamos dos bolsas y dos latidos. Luego de eso, Ron me pidió
matrimonio y al parecer ya tenía planeado hacerlo.–dice y me mira juntando sus

252
cejas.–¿Te sientes bien?

–Sí, es solo qué... Estoy feliz por ti, Leigh Anne vas a ser madre. Te vas a casar y
yo voy a ser tía y no de uno sino de dos.–debería decir que es mucha información
para mí en un día pero no lo hago, en su lugar le sonrio a mi hermana con
lágrimas en mis ojos.

–Aww. No llores, hermanita.–ella me abraza suavemente besando mi frente.–De


haber sabido que ibas a reaccionar así, no te hubiese dicho nada.–dice y yo niego
riendome.

–Son lágrimas de felicidad.–digo cuando ella se separa y limpio mis lágrimas con
mis manos.–No sabes lo feliz que me hace saberlo y gracias por preferirme como
tu Dama.–mamá debió haber llorado también, ella tenía un hermano mellizo por
eso Leigh Anne tendrá mellizos. Pero ella no sabe eso sobre nuestra madre y por
eso no puedo decirle más nada.

–Claro que te prefiero a ti. Eres mi hermana, Meredith. Te elegiría a ti primero


antes que a cualquier persona. Además, necesito a alguien que me ayude a
organizar la boda, y tú eres muy creativa. Así que cuando salgas de aquí, estarás
muy ocupada.–dice con sus ojos dorados brillantes.

–Hablando de eso, ¿cuándo voy a salir de aquí?–ella hace una mueca y se sienta
un poco más cómoda en la cama, como si eso fuese posible. Ésta es la peor cama
en la que he estado.

–No sabemos cuanto tiempo estarás internada, pero tu estado en este momento
es débil. Creo que lo sabes porque apenas te puedes mover y te operaron dos
veces. Todo depende de ti y de como avances, mientras más rápido te cures, más
rápido saldrás de aquí.–dice y yo asiento lentamente. Una tortura es lo que me
espera en ésta cama.

–De acuerdo.–decido cambiar de tema ya que no veo a mi novio por aquí.–¿Dónde


está Adam?

–Tu novio guapetón, sexy y enamorado está afuera con todas las personas que
quieren verte y están preocupados por ti.–dice y yo la miro desconcertada.–Sí,
Meredith. Todas las personas que son importantes para ti, están afuera esperando
para verte.

Resulta ser y acontece que toda mi familia y todas las personas que son
importantes para mí. Se enteraron del accidente y han venido todos los días
desde que me internaron, a excepción de mis amigas, ellas acaban de llegar y no

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se van a ir hasta que me vean y hablen conmigo y así pasó.

Primero pasaron mis abuelos, maternos y paternos. Luego mis tíos y mis tías. Mis
primos, mis primas. Mis amigas. Lux y Ava. Los Stynson's y los Howard's.

No podían estar tanto rato en la habitación pero fue agradable verlos a todos
nuevamente, después de estar inconsciente por tantos días. No podía calmar a
Lux que lloraba sin parar sobre mi pecho. Rose hizo algo parecido, solo que ella no
lloró tanto sobre mí, ella solamente me apretó en sus brazos y luego se fue
corriendo de la habitación. Hasta Carter había venido y aunque se veía mejor que
antes, me miraba con culpa y vergüenza. El día había sido demasiado largo y
cuando volví a abrir los ojos, mis guardaespaldas estaban a los pies de la cama,
mirándome ansiosos.

Brie tenía su brazo izquierdo enyesado y usaba un cabestrillo. Bill tenía moretones
en su rostro, su cabeza estaba vendada y se veía tremendamente intimidante así.
Daba miedo.

Brie ignoró mi estado y dolor de cabeza y empezó a narrar todo lo que había
pasado desde el momento en que me quedé inconsciente en el accidente. Ella me
sacó del auto, con una muñeca rota y todo. Adam se despertó cuando lo sacaban
del auto y entró en una crisis nerviosa porque no me veía. Luego subió a la
ambulancia conmigo mientras que los paramédicos hacían lo posible por
mantenerme con vida. Brie se fue en la otra ambulancia con Bill que también
estaba inconsciente. Él también se despertó en la ambulancia y comenzó a
buscarme como loco, Brie lo trató de tranquilizar hasta que llegamos aquí.
Ninguno estaba pendiente de ellos mismos, estaban asustados por lo que podía
pasarme. Adam se había roto tres costillas pero no se dejó revisar hasta después
de mi segunda operación. Bill se había dado un golpe en la cabeza que por poco
le cuesta la vida y aún así no parecía preocupado por su cabeza. Brie estaba igual
de desesperada.

Haber recibido tantas noticias en un solo día me había dejado en un estado de


shock raro. De repente me sentía demasiado importante, tenía más atención de la
que merecía y no sabía como reaccionar a eso, tener la atención de todos sobre
mí me incomodaba. Yo solamente era otra chica en el mundo. Pero que los demás
estuviesen preocupados por mí me sacaba de ese grupo. Me hacía sentir más
segura y contenta.

Porque yo estuviera igual de preocupada si lo mismo que me pasó a mí, le


hubiese pasado a cualquiera de esas personas que eran importantes para mí. O
hasta peor, si Adam estuviese en mi situación, yo estuviese el cuádruple de
enojada y asustada.

254
Tenía otra razón para seguir adelante y crear un plan para acabar con quien
quiera que esté queriendome fuera de éste mundo.

255
Tortura.

Odiaba con todo mi ser estar acostada sin poder hacer nada.

No podía sentarme por mis misma, alguien tenía que ayudarme. Ya fuese mi
mamá y Adam, no decía nada porque no les quería hacer las cosas más difíciles,
ya tenían bastante que cargar conmigo. Así que me limitaba a solo agradecer
cada vez que ellos me ayudaban y me cuidaban.

Otra cosa que odiaba, era tener pesadillas cada vez que cerraba los ojos y me
dormía. Desde el día en que desperté, esa misma noche empezaron las pesadillas.
Soñaba que no podía sobrevivir al accidente, que alguien vendría a matarme al
hospital, que lastimaban a Adam, a mi mamá o a cualquier otra persona frente a
mis ojos. Me despertaba sobresaltada y llorando como una Magdalena, por
fortuna, Adam siempre estaba a mi lado, calmandome y cuidandome.

Para poder pasar el día sin morirme de aburrimiento. Veíamos películas en el


televisor de la habitación. Adam se acomodaba a mi lado, abrazandome como
suele hacerlo y yo me acomodaba lo mejor posible sobre su pecho. Los dolores
que tenía en algunos lugares no se iban tan rápido y había llegado a la conclusión
de que tendría migraña por el resto de mi vida, también tenía moretones en
varias partes, en las manos, en la cara y sobre todo en el costado de mis costillas
donde el metal se había clavado. Era espantoso.

Se extendía por toda el área y era de un color tan oscuro que yo no lo llamaría
moretón. Era casi negro y dolía como el infierno, además de la cicatriz que me
quedaría de mi operación. Quince centímetros de largo tenía el corte y ya sabía
que la cicatriz que me quedaría, me recordaría para toda la vida éste accidente.
Como si lo fuese a olvidar alguna vez.

A veces me encontraba pensando en Jane. Ella tuvo una herida peor, su sangre
salió y la llenó por completo, varios de sus órganos se dañaron y sus pulmones se
llenaron de sangre rápidamente. En cambio yo me estaba desangrando hasta
quedar pálida como un papel y uno de mis pulmones había sido perforado, no
entendía como sobreviví, de una herida así no se salva cualquiera. Menos con una
segunda hemorragia, que fue interna y prácticamente me estaba muriendo, otra
vez. No quería pensar en mi mamá y Adam en la sala de espera esperando a que
les dieran noticias sobre mi estado. No quiero ni imaginarme lo que hubiese
pasado si yo me hubiese dado por vencida. Me daba dolor de solo pensarlo.

256
Pues, llevaba una semana despierta. Iba recuperándome lentamente y eso me
estaba matando. Respiraba por mi misma y ya no estaba conectada a ninguna
máquina, solo tenía puesta una vía intravenosa en donde me colocaban todos los
medicamentos y drogas que necesitaba. A veces el dolor era insoportable y las
lágrimas se me salían solas. Me drenaban mi herida todos los días y cada vez
había menos sangre acumulada, eso era una buena señal.

Adam no se había separado de mí en ningún momento. No dormíamos en la


misma cama porque las enfermeras lo regañaban, además de que le hacían ojitos
y babeaban cada vez que él estaba cerca. Algunas suspiraban por su muestra de
afecto hacia a mí, me ayudaba a comer, me hacía reír y siempre estaba
recordando que me amaba, se había vuelto tan fácil decirlo que no me sorprendía
cuando se lo decía de repente, se lo diría por siempre si fuese posible.

Algo que me tenía triste era que Lux había cumplido años y no los había
celebrado. Pues fue en la misma semana del accidente y ella no estaba ni
pendiente de eso. Ella pasó su cumpleaños en el hospital conmigo, solo que yo no
estaba ahí para ella. Cuando ella hasta había ayudado a hacer una fiesta sorpresa
para mí y yo no había hecho nada, ni siquiera le había dado un regalo, me sentía
como la peor amiga de todas las peores amigas del mundo. ¡En serio! Tenía que
recompensarla con algo.

Aparte de que estaba jodida. No teníamos ni la más remota idea de quién podría
ser la persona que conspiraba con Carly contra nosotros. Era tan frustrante no
saber quien era, tener que estar alerta todo el santo día, uno no sabía que más
podía pasar. Después del accidente todo era posible. Vivía mordiendo mis uñas
todo el tiempo, pensativa. A Adam le fastidiaba que hiciera eso. Justo como en
éste momento, agarra mis manos y las aleja de mi boca.

–Sigues haciéndolo y te amarraré las manos en la espalda.–dice sujetando mis


manos con una sola mano. No está usando fuerza pero igualmente no me suelta y
me da una mirada severa.

–De igual manera seguiré pensado, solo que no voy a demostrarlo.–digo y él niega
con la cabeza.

–Sabes que sé cuando estás pensando demasiado. Tú a mí no me engañas.–dice y


de repente frunce el ceño, toca mis manos con suavidad y luego me toca el cuello
con el dorso de la mano. Me siento mareada de repente.–Mere, estás ardiendo.–él
se levanta rápidamente.–Voy a buscar a la enfermera.

–¡Dios! ¡Esto es una tortura!–digo en cuanto él ha salido de la habitación.

257
Y sí que lo era. ¿Qué tenía ahora? ¿La fiebre de las vacas locas? ¿Me iba a
convertir en zombie? No, eso no era posible. Solamente quería salir de aquí. ¡Ya!

258
Alivio.

Dos semanas después me dieron de alta. Ya sea porque se hartaron de mis quejas
o porque realmente me encontraba en condiciones de volver a casa. Pero lo
bueno era que ya no estaba en el hospital. Aunque no podía hacer muchas cosas
por mi misma, como caminar sin marearme, o sentarme de golpe o estirarme
como un gato. No podía, me dolía y mamá y Adam me regañaban por eso.

En mi rostro ya no habían marcas y la venda fue retirada de mi cabeza al poco


tiempo, seguían dándome dolores de cabeza pero se me pasaban con las horas.
No me sentía tan cansada y mis horas de sueños volvían a ser las de antes. Así
que cuando volví a casa, me sentí un poco más segura, no del todo porque cada
vez que veía la casa de Lydia en reformas, me daba una opresión en el pecho y
recordaba a Jane más que antes. Cuando llegamos a casa, Adam me cargó hasta
mi habitación, de repente subir escaleras fue como un gran reto para mí, ya que
apenas podía mantenerme en pie, me agotaba rápido y me gustaba que él me
cargara.

Pasaba casi todo el día en mi habitación, leyendo, dibujando, viendo televisión,


recostada en el pecho de Adam, hablando con Leigh Anne sobre la boda,
disfrutando de las visitas de Rose y Clara y contando chismes con Lux, por lo
menos no estaba tan aburrida.

Una semana en casa y ya empezaba a sentirme mas yo. Ya no estaba tan agotada
y me sentía con más energía que antes. Desperté un sábado temprano, en los
brazos de Adam. Él estaba profundamente dormido con su rostro escondido en mi
cabello, yo no tenía ni idea de como eso no le molestaba, hasta a mí me
molestaba mi propio cabello en mi cara. Con cuidado de no despertarlo me
levanté sin esfuerzos, fui a mi cuarto de baño y me observé en el espejo, me veía
algo distinta. No sabía que había cambiado en mí, pero mi rostro lo decía.

Bajé hasta la cocina, sintiendome contenta por no cansarme o hacer muecas al


bajar. Entré y mi mamá y Ava estuvieron a punto de dejar caer sus tazas de café
cuando me vieron en la puerta. Les sonreí y me acerqué a ellas.

–Buenos días, señoras.–digo y las saludo a cada una con un beso en la mejilla.
Parecen petrificadas en sus sillas.

–Mi niña, ¿qué haces levantada a esta hora?–pregunta mi mamá y me encojo de

259
hombros, rodeo la barra y me sirvo jugo de naranja en un vaso.

–No tenía más sueño.–digo y le doy un sorbo a mi jugo. Me apoyo con los codos en
la barra.

–¿Cómo te sientes?–pregunta mirándome fijamente.

–Bien. No me duele nada.–contesto y ella se inclina, me toca la frente con el dorso


de su mano. Se había vuelto común que me diera fiebre, pero hoy no tenía nada.

–Me alegra tanto.–ella sonrió y volvió a sentarse a tomar su café.

Ava sacó frutas del refrigerador y las puso en un cuenco para mí. Eran frutos rojos
y me encantaban. Ahora mis desayunos eran más dulces que antes, a este paso
iba a parecer una ballena para diciembre. Me comía mis frutas con tranquilidad
hasta que la puerta de la cocina se volvió a abrir y Adam entró luciendo exaltado
y ansioso.

Me miró y estrechó su mirada. De repente se veía aliviado de verme ahí parada


comiendo, me miró unos segundos más y yo empecé a reírme. Pero reírme de
verdad, mi risa sonaba en toda la habitación y me tape la boca mientras mis
hombros se sacudían con mis carcajadas. Tenía tanto tiempo sin reírme de esa
manera que tardé en recuperarme y cuando me secaba las lágrimas por la risa. Él
empezó a reírse también y se acercó hasta donde estaba yo. Me abrazó y me
besó la mejilla, dejo sus labios un rato ahí, cerré los ojos complacida, disfrutando
de su caricia.

Recordé que mi mamá y Ava seguían ahí y me reí un poco separándome de él. Las
saludó a ambas y ellas se excusaron diciendo que tenían que ir a hacer no sé qué.
Las miré juntando las cejas y Adam se encogió de hombros. Terminé de comer y le
di el beso que no le había dado antes, un beso que solo podía darle en privado.

Me di una ducha larga y me vestí con ropa casual, por lo menos no se me notaba
la faja que sujetaba mis costillas, además yo era lo suficientemente delgada como
para que se notara. Lux despertó a media mañana y se sorprendió de verme
sentada en el salón, estaba viendo una revista de organización de bodas para
darle ideas a Leigh Anne. Ella se quedó parada en el umbral de la puerta
mirándome, aliviada y sorprendida al mismo tiempo.

–Hola, Lux.–saludé y volví mi vista a la revista sobre mis piernas.

–¿Cómo te sientes hoy?–ella se sentó a mi lado y me miró atentamente, como si


esperara que me desmayara en ese instante. La verdad era que en éste tiempo

260
después del accidente ella había estado súper preocupada por mí.

–Estoy perfectamente.–respondo con el tono que siempre solía emplear antes


cuando ella me preguntaba eso, antes del accidente porque después no podía
decir que me sentía bien. Pero hoy me siento extrañamente bien.

–Me alegra. Mucho.–ella me abrazó y le devolví el abrazo con fuerza. –Te


extrañaba, a la vieja tú.–dice y yo me rio negando con la cabeza.

–¿Sabes que hoy estoy más vieja que ayer? La manera correcta de decirlo sería la
antigua yo.–me separo y ella se ríe.

–Como sea. Lo bueno es que ya no estás postrada en una cama.–dice con una
sonrisa.

–Lo es.–digo y nos ponemos a ver las revistas de bodas que tengo para ayudar a
Leigh Anne por todo el día.

Cuando se hizo de noche nuevamente, subí a mi habitación seguida por Adam. Él


me había dicho que no se iba a separar de mí y no lo había hecho en ningún
momento, pasaba todo el día en casa conmigo. Trabajaba por medio de llamadas
y por su portátil, a pesar de que le dije un millón de veces que no importaba si
tenía que viajar, lo cual solo nos causó pelearnos como jamás me imaginé y la
reconciliación fue igual de intensa. Él dijo que no me iba a dejar, por ninguna
razón el planeaba dejarme por su trabajo, además dijo que a él le podía pasar
algo en su viaje también y eso no me gustó así que dejé de reclamarle. Lo amaba,
estaba enamorada de él y si algo le llegaba a pasar yo moriría.

Me acomodé en su pecho y pasé mi brazo abrazando su cuerpo, él me rodeó con


su brazo y dejó su mano en mi cintura, nuestros dedos se tocaban y me daba
cosquillas.

–Te amo, Mere.–levanté mi rostro para mirarlo y le sonreí.

–Te amo, Adam.–él se inclina y roza sus labios en los míos. Me acerco más y lo
beso con las pocas ganas que tengo. Estoy agotada pero me gustan sus labios y
lo que causan en mí. Él responde el beso y me separo justo cuando necesito aire,
vuelvo a acomodarme y me quedo dormida de inmediato. Sintiendo un gran alivio
por dentro.

Ya estoy recuperada, lo que viene va a ser intenso. Preparense para conocerme.

261
Decidida.

Yo no era impulsiva. No hasta que comenzaron a amenazarme de muerte a mi y a


todos los que son importantes para mí. Y mientras yo siguiera encerrada en mi
casa, quienquiera que sea esa otra persona que está detrás de todo esto, estaba
logrando lo que quería y seguro estaba planeando otra cosa para hacerme. Así
que yo no iba a quedarme de brazos cruzados viendo la televisión todo el día o
durmiendo como morsa.

El lunes me levanté temprano, volvería a la empresa. Yo no atrasé mis estudios


para estar todo el día en casa, no. Yo lo hice para ayudar a mamá, no podía
ayudarla desde casa. Ni ella, ni Adam estaban de acuerdo con mi decisión.
Estaban molestos conmigo porque pensaban que lo hacía a propósito, pensaban
que me gustaba toda la cosa de poner en peligro mi vida. Lo cual solo causó que
me pusiera furiosa con ellos por horas, no lo hacía a propósito, yo solo quería
investigar por mi cuenta.

Así que Adam estaba molesto conmigo pero eso no le impidió dormir conmigo y
aunque yo también estaba molesta con él por no entenderme ésta vez, dormir
con él se había vuelto parte de mis noches. Solo dejé que me abrazara con fuerza
contra su pecho toda la noche, no iba a perderlo, no iba a perderme. Tenía que
hacer algo, porque no siempre tienen que hacer las cosas por mí.

Me duché, me vestí con unos bonitos jeans ajustados azules, una blusa roja y mis
botas altas. Dejé que mi cabello se secara solo, quedando ondulado
completamente. Me apliqué maquillaje y estaba lista. Adam me observó todo el
tiempo sentado en una esquina de la cama, seguía en desacuerdo pero yo no
necesitaba su permiso para hacer nada y no iba a cambiar de opinión solo porque
él tenía su ceño fruncido y su mandíbula apretada. Se veía intimidante pero yo no
iba a ceder ni un poco.

–Deja de mirarme así.–digo sentándome junto a él, tomo su mano y la aprieto.–


Adam, esto no lo estoy haciendo porque me quiero poner en peligro. Ya estoy en
peligro, lo hago porque la otra persona detrás de esto está disfrutando ver que yo
me he encerrado en mi propia casa y que ni siquiera salgo a asomarme a la sala.
Esa persona piensa que le tengo miedo y no es así, no voy a quedarme aquí
sentada sin hacer nada.–él gira su rostro hacia el mío y devuelve el apretón en mi
mano.

–Lo sé, pero yo no puedo dejar de pensar que te puede pasar algo en cualquier

262
momento.

–A ti también te puede pasar algo, Adam. No podemos quedarnos sin hacer nada,
porque estamos haciendo justo lo que esa persona quiere. Y no le voy a dar el
gusto, que se joda. A la mierda todo, yo voy a descubrir quien es y nadie va a
detenerme. Ni tú, ni mamá, ni Dios van a detenerme.–dejo que toda la irritación y
furia que tengo desde hace tiempo fuya a través de mis palabras, él me mira con
las cejas alzadas.–Estoy decidida y está es mi última conclusión, si no estás de
acuerdo, me importa una mierda. Quiero que todo acabe, estoy harta de estar
escondiéndome.–él me rodea con sus brazos y me pega a su cuerpo en un abrazo
tranquilizador, ya que estoy empezando a alterarme.

–Está bien. Te entiendo pero no creas que estoy totalmente de acuerdo con lo que
planeas hacer, de igual manera seguiré protegiendote y amándote.–me separo un
poco para mirarlo.–Ya te lo he dicho, eres lo más importante en mi vida, Mere. Si
te llega a pasar otra cosa, yo sería capaz de matar a esa persona.–dice y puedo
ver en sus ojos algo oscuro, él definitivamente habla en serio, al igual que yo.

–Yo haría lo mismo si la situación fuese al revés. Por eso voy a ir a ese lugar donde
tienen a Carly Carter, a hablar con ella. Así me digas que estoy loca, ella está más
loca que yo. Además, dijo que no le diría nada a más nadie, solo a mí y yo estoy
dispuesta a escucharla.–digo y hago una mueca.–Así quiera matarla.

–Estás loca, definitivamente. Quiero que tengas cuidado, si te llega a pasar


algo...–él suspira cerrando los ojos un momento, vuelve a mirarme
intensamente.–... tú y yo tendremos problemas, ¿de acuerdo?–yo asiento
reprimiendo una sonrisa.

–De acuerdo.–contesto y agarro su rostro para besarlo.–Ahora debo irme con mi


mamá.–me levanto y él también lo hace. Baja las escaleras detrás de mí y
entramos a la cocina, Lux sale a toda prisa gritando una despedida.

Mi mamá me echa una mirada que ignoro completamente y la saludo dándole un


beso en la mejilla. No está de acuerdo al igual que Adam, pero no va a detenerme
tampoco.

Al llegar a la empresa muchos me saludaron y se alegraron de verme. No entendí


porqué si al principio muchos ni siquiera me miraban, de todas maneras me dio
igual y seguí con mi día. Después del almuerzo, llegó la hora de irme a hablar con
Carly. Ella estaba en un internado para personas como ella, que habían hecho algo
malo y que estaban dementes. Antes de salir de la oficina, mamá me detuvo un
momento.

263
–Hija, ¿estás segura de que quieres hacer esto?–dice tomándome por los hombros.

–Sí, mamá. No sé que te sorprende, estoy decidida a hacerlo y sabes que cuando
una cosa se me mete en la cabeza, no logro sacarla hasta que la hago.–me
deshago de su agarre dando un paso hacia la puerta.–Nos vemos en la noche.–y
sin escuchar su despedida, salgo de la oficina.

Me quedo pensativa todo el camino hasta el internado psiquiátrico en donde se


encuentra esa mujer que quiso acabar con mi vida y que quiere decirme a mí
quien más está con ella. Estoy totalmente intrigada con lo que va a decirme,
porque ella no se lo ha dicho a más nadie, ni a la policía, sobre quien era la otra
persona.

Así que desde que me enteré, decidí que lo que podía hacer era enfrentarla y
escuchar lo que tenía que decir, tenía muchas dudas y también tenía la sospecha
de lo que iba a decirme, no iba a gustarme. Pero mi curiosidad era más grande
que cualquier otra cosa y si solo tenía que escucharla para estar un poco más
tranquila. Lo haría.

Solo que yo no me imaginé nada de lo que ella iba a decirme. Y tampoco pensé
que me dejaría más aturdida y curiosa que antes.

264
Horror.

Estoy nerviosa hasta la mierda cuando Bill se detiene en el aparcamiento del


internado psiquiátrico. Está ubicado fuera y lejos de la ciudad, prácticamente, en
la nada. Solo hay un bosque espeso que lo rodea y la edificación es
inquietantemente terrorífica. Parece uno de esos hospitales psiquiátricos que
pasan en esas películas de fantasmas y esas cosas. Bajo de mi camioneta,
mirando al edificio con atención, parece que tiene todos los años del mundo y
tiene aspecto fantasmal.

Por lo menos los guardias de seguridad se parecen a Bill de corpulentos e


intimidantes, mi tío Ray se encuentra aquí y eso me tranquiliza un poco. En la
recepción me hacen firmar una hoja de visitante, después una enfermera junto
con mi tío y otro policía, me guían hasta donde está Carly, esperándome. En el
cuarto piso, caminamos por un estrecho pasillo hasta llegar a una puerta de metal
muy pesada. El espacio es cerrado pero hay dos puertas más, en una entran los
policías y la enfermera me conduce a la otra. Abre la puerta y me da permiso de
pasar primero.

Doy unos pasos dentro de la habitación completamente iluminada, hay una mesa
de metal en medio con dos sillas plegables, colocadas una frente a otra. Carly
Carter está sentada frente al espejo que se comunica con la otra habitación, me
da la espalda y ella mira fijamente el espejo, ella no sabe que detrás del vidrio
están dos policías, obviamente no me dejarían sola con ella. La puerta se cierra a
mis espaldas y termino la distancia que hay entre la mesa y yo. Me siento frente a
ella con la expresión más plana que puedo emplear.

Cómo se ve ella, pues... Su cabello está despeinado y su rostro luce demacrado,


cansado, profundas ojeras surcan sus ojos y cuando me mira, quiero salir
corriendo por mi vida. Pero no lo hago, me mantengo lo más seria posible. Su
mirada oscura y salvaje me mantiene alerta. Ésta chica quiso asesinarme y ahora
quiere hablar conmigo. Si no fuese porque está encadenada a la silla, ya me
hubiese matado con sus propias manos.

–Pensé que no ibas a venir.–dice con voz ronca y pastosa, yo alzo una ceja.

–Dije que lo haría y yo siempre cumplo con mi palabra.–digo y ella me mira con
fastidio.

–Tal vez hubiese sido mejor que te quedaras en tu casita. Lo que voy a decirte,

265
puede que te dejé sin dormir para toda la vida.–trato de mantener mi expresión
en blanco lo más que puedo, sin embargo, estoy asustada hasta la mierda.

–Habla de una vez. Me estás haciendo perder el tiempo.–pongo mis codos sobre la
mesa y ella se mira las uñas con atención.

–Si eso es lo que quieres, yo ya te advertí.–se encoge de hombros y vuelve a


encararme.–Empezaré desde el principio. ¿Recuerdas cuando tu amiga esa murió
en la dulcería? Bueno, todo el mundo pensaba que la asesina era rubia, nunca la
encontraron porque ella realmente no es rubia.–no me gusta para nada lo que
está diciendo.–Fui yo, quien mató a tu querida amiga.–toda la sangre abandonó mi
rostro, pero me las arreglo para hablar.

–¿P-por qué lo hiciste?–mi voz sale entrecortada y un nudo se ha instalado en mi


garganta.

–Para llamar la atención de todos.–se encoge como si eso fuese lo más casual,
cosa que provoca que la ira recorra mis venas.–Y lo logré, mi plan era llamar la
atención de todos para luego acabar con la única persona que me ha rechazado
en su vida. Tu querido novio, Adam. Pero entonces él se encariñó contigo,
entonces tenía que sacarte del camino a ti también y qué coincidencia que eras
amiga de Jane. El incendio debió haber acabado contigo, pero no pude lograrlo.–
aprieto mis manos en puños y espero a que ella termine de hablar.–Con el tiempo
fui ideando más planes, entonces fui a la fiesta de mi madrina y ahí estabas tú,
muy pegada a Adam. Les dije a todos que estaba en Londres pero la verdad era
que me encontraba en el pueblo.–¡maldita perra! La quiero matar.

–Eres una maldita.–digo con los dientes apretados, ella sonríe por eso.

–Cuando creí que no iba a poder contigo, recibí ayuda de alguien. Alguien que
está en contra de ti y de tu familia. Yo quería desaparecer a Adam, él sería mío o
de nadie. Y la otra persona te quería muerta, quería ver a los Hannigan's
destrozados otra vez.

–¿Quién es..., esa persona?–estoy luchando contra el impulso de lanzarme sobre


ella y golpearla hasta destrozar su cara. No puedo pensar, respirar o hacer otra
cosa que escuchar.

–Nunca me dijo su nombre, sé que sus iniciales son J. M. Nunca me dijo quien era,
pero es cercano a ti. Él sabía todo sobre ti y fue quien se encargó de dejar las
amenazas en tu correo postal.–mi ceño se frunce en confusión. ¿J. M? ¿Quién
carajos es J. M? ¡Maldita sea!

266
–¿No tienes miedo de pasar el resto de tu vida en prisión?–pregunto después de
un largo rato de silencio. Ella bajó sus manos, llevándolas hasta uno de sus
bolsillos y sacó lo que parecía una tira de chicle.

–No. Porque no tengo el resto de mi vida. Ahora que te he dicho todo esto, lo
mejor para mí, es la muerte. Porque no puedo seguir viviendo en un mundo donde
tú existas y lo tengas a él, no puedo vivir con la duda de saber si sigues viva.–ella
desenvolvió el papel del objeto en sus manos. Pánico, sentí en ese momento y mi
corazón iba tan rápido que pensé que se me saldría por la boca.

–¿Qué estás haciendo?–ella alza la hojilla en sus dedos. Sus salvajes ojos se
encendieron como si de una chispa se tratase.

–Lo mejor para mí.–y sin dejarme reaccionar, ella se cortó la garganta en un solo
movimiento justo cuando la puerta se abría. Me quedé paralizada en mi lugar, su
sangre me salpicó y llenó toda la mesa. No podía respirar y sentía que me iba a
desmayar en cualquier momento.

Fue entonces cuando un grito se formó en mi garganta.

267
Trauma.

No sé como volví a casa, tampoco sé en que momento subí a mi cuarto de baño y


abrí la regadera con agua fría. Pero sé que estoy sentada en el piso de mármol,
vestida, mojada y temblando. Por más que cierre los ojos, lo único que puedo ver
es el color rojo de la sangre y lo único que puedo escuchar, es mi grito de horror.
No puedo pensar en nada más, veo todo borroso y no presto atención a ningún
sonido en particular. Es como un zumbido fastidioso en mi oreja y no dejo de
temblar bajo el agua.

De pronto ya no siento el agua encima de mí y alguien me saca de la ducha. Estoy


completamente aturdida y me siento desesperada y confundida. Sangre
derramada sobre mí me hace entrar en pánico y comienzo a sacudirme como
loca. Unos brazos me sostienen, apretándome fuerte y una cálida y profunda voz
me habla dulcemente al oído, palabras tranquilizadoras y lentamente reconozco la
voz.

Es Adam y él está cantando en mi oreja. Una de mis canciones favoritas de Ed


Sheeran. Me concentro en su voz y dejo de sacudirme, aunque sigo temblando
como un fan. Él mueve sus manos hasta las mías y entrelaza nuestros dedos. Es
ahí cuando me doy cuenta de que estoy sentada sobre él en la bañera y que
estamos completamente mojados. Él sigue cantando dulcemente y siento
lágrimas correr por mi rostro. Un nudo se ha instalado en mi garganta desde que
estaba en el internado psiquiátrico y el dolor en mi pecho es lacerante.

Pero dejo que él me sostenga y me calme. Dejo fuir todas las lágrimas que
quieren salir y el dolor en mi pecho se alivie. Estoy muy aturdida para hablar, o
para hacer algún movimiento, por lo que me quedo ahí, tumbada sobre él. Un
momento después, me sentí cansada y con mucho sueño. Ya no podíamos seguir
ahí y me sentía fría como un hielo.

Adam me sacó de la bañera, cargándome y me llevó hasta mi vestidor, me sentó


en el mueble en medio del lugar y buscó una toalla para secarme. Me quitó la
ropa y luego me ayudó a ponerme uno de mis pijamas. Él también se quitó la ropa
y se cambió por un short y una camisa. Me tendió la mano para que me levantara,
me sentó en mi silla de la mesa de maquillaje y me secó el cabello con el secador.
Mi mente estaba en blanco. No sabía que hacer o decir. Solo estaba dejando que
el se hiciera cargo y juraba que si él no estuviese aquí, yo ya tuviese una crisis, de
algo malo seguramente.

268
Así que tenerlo cerca era más que bueno. Me acosté abrazándolo con fuerza y él
me devolvía el gesto de igual forma. Con mi cara escondida en su pecho y mis
manos apretando su camisa, me quedé profundamente dormida. Y gracias a Dios
no tuve ninguna pesadilla.

Despierto desorientada, con dolor de cabeza y garganta. Estoy tan abrazada a


Adam ahora que es difícil saber cual es su cuerpo y cual es el mío. Me permito
levantar la cabeza y mirarlo, duerme profundamente, pero me agarra como si
fuese a escapar corriendo. Mi mente poco a poco va haciendo memoria de los
recuerdos de ayer y la alarma se enciende en mi interior.

Carly Carter se suicidó ayer frente a mis ojos. Su sangre se derramó por todas
partes incluyéndome, su cuerpo quedó fácido en la silla mientras su sangre caía a
borbotones por su cuerpo. Recuerdo que grité, tan pero tan fuerte que mi
garganta arde en éste momento, no recuerdo más nada después de mucho
tiempo. Hasta anoche, Adam me estaba calmando en la bañera, él estaba
cantando esa canción que tanto me gusta de Ed Sheeran. Pero recuerdo otra
cosa.

Carly Carter era la asesina rubia. Fue quien mató a Jane, quien incendió la casa de
Lydia, quien me envió amenazas, quien trató de asesinarme y ahora ella está
muerta. Y todo había pasado demasiado rápido. Además ella dijo que la persona
que estaba con ella detrás de todo esto era un hombre y que sus iniciales eran J.
M. ¿Quién era? Pues, no tenía ni la menor idea. ¿Qué iba a averiguarlo? Por
supuesto, ya estaba traumada de por vida con la imagen de Carly cortando su
cuello frente a mí. Cualquier cosa podía pasar y ahora estaba más aterrada que
antes.

Vuelvo a esconder mi cara en el pecho de Adam y suspiro entrecortadamente.


Nunca, voy a superar lo que hizo Carly, no superaré que ella asesinó a mi amiga,
solo por llamar la atención de todos. Nunca superaré que incendió la casa de
Lydia con nosotros adentro, nunca superaré que quiso asesinarnos a los dos. Que
ella estaba tan obsesionada con Adam que si no lo podía tener ella, nadie más
podía y por eso quería asesinarlo también. Además de que me estaba quemando
el cerebro tratando de adivinar quien era J. M. Por más que me forzaba, no lo
lograba.

Adam comenzó a moverse y se despertó de repente. No me quedó otra que


mirarlo a los ojos. Él se veía preocupado, realmente preocupado.

–¿Mere? ¿Estás bien?–pregunta y yo asiento con la cabeza.

269
–Estoy bien.–digo con la garganta seca y hago una mueca.–Bueno, no tan bien. Me
arde la garganta.–él parece aliviado de escucharme responder con tanta
normalidad.

–Bueno, se te pasará.–él se incorpora y me lleva con él, quedamos sentados en la


cama y lo miro desconcertada.–¿Estás segura de que estás bien?

–Sí, lo estoy.–contesto y él asiente.

–¿Recuerdas lo que pasó? ¿Todo lo que pasó?–pregunta y aprieto mis labios. No lo


olvidaré nunca.

–Claro que sí.–contesto y mi voz suena inestable.–No lo olvidaré jamás, Adam.


Todo lo que ella me dijo... lo que quería hacerte y lo que hizo con ella misma...–
niego con la cabeza sin poder terminar.

–No tendrás que repetírselo a nadie, porque escucharon todo.–él me agarra por la
barbilla y me mira, serio.–¿Recuerdas lo que te dije ayer? ¿Si te llegaba a pasar
algo?

–Dijiste que tendríamos problemas.–respondo y él asiente.–Pero, no me pasó


nada.

–¿No? ¿Y entonces que fue eso ayer en la noche? Llegaste y subiste corriendo por
las escaleras hasta el baño y te metiste bajo el agua fría.–él suspira y niega con la
cabeza.–Sabes que no puedes correr y meterte al agua fría no ayudaba mucho
tampoco.

–Lo siento..., yo no pensaba. No recuerdo nada después de que ella hizo eso.–
estoy tan angustiada que no puedo evitar que las manos me tiemblen.–Estoy
traumada, Adam.–ahora estoy llorando.–Ella... mató a Jane, solo por llamar la
atención. Ella quería... matarte a ti y entonces casi nos mató a los dos y nunca va
a haber justicia porque ahora ella se suicidó.–él me estrecha en sus brazos
mientras lloro como desquiciada.

–No nos pasará nada, Mere. Yo estaré a tu lado, nadie volverá a hacerte daño y
pronto podremos olvidar todo esto. Después de que descubramos quien es ese
hombre que está en contra de ti.–dice con ferocidad.–Lo haré pagar, nena. Lo juro.

Trato de controlar mi llanto y seco mis lágrimas con la manos. La idea de perderlo
es tan dolorosa que creo que no voy a soltarlo nunca. Con tal de que él se quede
conmigo, sería capaz de cualquier cosa. Pero ahora necesito que me bese, porque
siento que no lo he besado en siglos.

270
–No nos pasará nada, Adam.–copio sus palabras y lo abrazo con fuerza contra mí.

Rezo para que no nos pase nada. Rezo para que él se quede conmigo y yo con él.
Rezo para que ésta maldita pesadilla acabe. Porque ya me tiene hasta la madre.

271
Intriga.

Como era de esperarse. En todas las noticias publicaron la muerte de Carly Carter
y la verdad sobre ella, revelaron todo sobre la verdadera identidad de la asesina
rubia, que no era tan rubia después de todo. También dijeron que ella se había
suicidado frente a mí. En realidad dijeron: “Ella se cortó la garganta frente a
los ojos de esa pobre niña”.

De pobre no tengo nada y de niña mucho menos, así que estaba molesta con las
noticias. Luego, en esos días. Me estaba dedicando a averiguar quién demonios
era J. M y seguía planeando la boda de mi hermana, ella me había dicho que no
me preocupara por la boda, que tendría tiempo después, en cambio yo le dije que
me dejara en paz, yo iba a seguir planeando su boda. Ella se casaba este año, sí o
sí. Prefería estar ocupada todo el día, así no pensaba en la sangre y en todo lo
demás.

La verdad es que yo llegué ese día y me metí bajo el agua fría porque pensé que
la sangre desaparecería. Cuando lo que pasaba era que mi blusa era roja y yo no
podía pensar en más nada. Había hablado bastante con mi mamá sobre el tema y
eso fue lo que ella me dijo, además estaba satisfecha conmigo, dijo que mi estado
mental era bueno. Que si tenía todo el derecho a estar perturbada con eso pero
que con el tiempo, si yo me lo proponía, podía olvidarlo.

Dormía muy poco por las noches. Adam me acompañaba siempre, pero el saber
que podía tener una pesadilla espantosa que no me dejaría dormir por mucho
tiempo, alejaba el sueño y me quedaba despierta hasta muy tarde. Por lo que
vivía con una migraña extrema y con sueño todo el día, eso no era bueno para mí
y menos después del accidente, me agotaba más rápido y mi cabeza dolía la
mayor parte del tiempo. Así que pasaba todo el día con mi ceño fruncido.

Planear la boda me distraía bastante. Era interesante y estresante a la vez. Mi


hermana no se decidía por una fecha y por un vestido. Mientras que yo ya había
encontrado el lugar para la recepción y los arreglos de ésta. Sería en el patio
trasero de la casa de Clara, Leigh Anne quería algo sencillo y fresco. Me pareció
que la casa de Clara sería fantástica para eso, además, mi suegra no quiso que le
pagara. Me dijo que con mucho gusto nos cedería el lugar y hasta ayudaría con
los preparativos, yo en serio adoraba a Clara. Era la madre distinta que no podía
tener, porque a mi mamá no la cambiaba por nada pero Clara era muy especial

272
conmigo y se ganaba puntos extras conmigo.

Una semana pasó y seguíamos sin saber quien era la otra persona. Iba con mi
mamá a la empresa como si nada, la cosa era que teníamos a muchas personas
investigando el caso. Carly había dicho que ese hombre estaba relacionado
conmigo, pero no me llegaba nadie a la mente. Ningún familiar tenía que ver, a
todos les hicieron preguntas, por voluntad propia y ninguno falló. Nadie en mi
propia familia quería atentar en mi contra y yo ya estaba perdiendo la paciencia.

Interrogaron a todas las personas que están relacionados conmigo directamente y


nadie resultó ser esa persona. Cada día me sentía más intrigada y si seguía con
mi ceño fruncido, iba a envejecer. En realidad, me estaba haciendo vieja
esperando respuestas.

Estaba dibujando en una hoja, lo hacía para matar el tiempo, pues, no tenía nada
que hacer y eran pasadas las dos de la tarde. Estaba más allá de lo aburrida y
dibujar me ayudaba a despejarme un poco también. De momento me sentí
cansada y sin darme cuenta de como, me quedé profundamente dormida.

Despierto desorientada, mi cabeza está apoyada en algo firme que sube y baja
con una respiración acompasada, capto el olor de Adam y abro mis ojos de golpe
y alzo la cabeza para mirar a mi novio dormir profundamente. No lo había visto
desde ayer, se había ido y me había prometido que volvería cuando tuviese
respuesta y descubriera quien había sido. Si estaba aquí, era porque lo había
hecho. Porque él nunca ha roto una promesa.

Paso una mano por su cabello, peinándolo o haciendo el intento. Recorro sus
facciones con los dedos y un suspiro brota de sus labios antes de que se despierte
y su mirada se fije en la mía. Acerca mi rostro al suyo y me besa suavemente, es
un beso de saludo, un beso de anhelo y alivio.

–Hola, Mere.–dice cuando me separo y le regalo una sonrisa.

–Hola, Adam.–digo y él aparta el cabello de mi rostro. Lo miro ansiosa, quiero


saber lo que va a decir.

–Esto fue más fácil de lo que pensé.–dice después de un silencio en el que se


dedicó a observarme como si nunca lo hubiese hecho.

–¿Quién...?–no puedo terminar la frase porque de repente me he puesto nerviosa.

–Ni te lo imaginas, ni yo me lo imaginaba. Estuvo frente a nosotros todo el tiempo


y nunca nos dimos cuenta de lo que hacía.–dice y lo miro con atención, no

273
entiendo.

–Es alguien de la empresa, ¿cierto?–de repente, la resolución me golpea. ¿Cómo


no lo supe antes?

–¿Qué comes que adivinas?

–¡Maldito infeliz!–digo con los dientes apretados y él me aprieta en sus brazos.

–Te dije que lo haría pagar y eso hice.

–No esperaba menos de ti.–digo y suspiro pesadamente. ¿Tan rápido? ¿Es muy
temprano para sentirme completamente aliviada?

–Estaremos bien, Mere. Esto va a acabar pronto.–dice y yo asiento con la cabeza.


Tiene razón, todo va a acabar pronto, solo espero que no salgan más personas
detrás de todo esto.

274
Revelación.

No podía creer que él había estado detrás de todo esto. No podía creer que todos
los días me saludaba en las mañanas en la empresa cuando pasaba frente a su
oficina. No podía creer que de todas las personas, él había sido y yo no me había
dado cuenta. Su nombre estaba justos frente a mis ojos y yo no podía relacionarlo.

J. M era Jeff Marshall. El arquitecto especialista en piscinas asombrosas que me


sonreía cada vez que me veía. El hombre que creí amable y pesado al mismo
tiempo. El hombre que mi novio molió a golpes. El hombre que planeaba
asesinarme.

Ahora lo observaba detrás de un vidrio, él no podía verme o escucharme, pero yo


a él sí. Mi mano estaba entrelazada con la de Adam y esperábamos a que iniciara
el interrogatorio que mi tío Ray iba a hacerle. Mi tío también quería molerlo a
golpes, pero Adam se encargó de dejarlo hecho mierda. Su cara lucía espantosa,
no podía abrir un ojo y toda esa zona estaba del color de una berenjena, su labio
estaba partido, su nariz se había roto y desviada. Aún así, yo quería estamparle
una de mis botas altas en su cara.

Los nudillos de Adam estaban amoratados y la piel se había roto en unas partes.
Él había hecho eso por mí, dijo que lo haría pagar y eso hizo. Ya que cuando
descubrió que era él, lo buscó y sin mediar palabras, comenzó a golpearlo hasta
que el otro quedó inconsciente y los escoltas de Adam lo separaron de él, ya que
mi novio quería matarlo. Prácticamente, él me dijo que quería hacer que pagara
por cada lágrima que yo había derramado y todas las pesadillas que tuve, aparte
del accidente y el estado en el que estuve.

Mi tío Ray entró a la habitación contigua y se sentó frente al degenerado de Jeff, el


interrogatorio comenzaba ahora. Ray lo miró un momento, con ira y odio.

–¿Por qué usted quería asesinar a la señorita Hannigan?–la voz profunda Ray
inunda el pequeño espacio donde nos encontramos. No me pasa por alto el tono
que él emplea al hablarle. Está haciendo todo su esfuerzo por no matarlo en éste
mismo instante.

–Es simple. Para hacerlos sufrir.–él cinismo en su voz hace que me den ganas de
golpearlo, otra vez.

–¿Qué le hizo ella a usted para que quiera hacerle eso?

275
–Ser la niña consentida de todos.–escupe con veneno y yo me tenso. ¿Qué tiene
de malo que mi familia me quiera?

–Esa no es una razón para atentar contra su vida. No es de su incumbencia si la


familia la quiere, eso es todo lo que las familias hacen.–dice mi tío, con su ceño
fruncido. Tal vez está considerando meter a Jeff en una prisión para dementes
porque yo tampoco entiendo que tiene que ver eso con querer asesinarme. ¿Qué
tiene que ver la gimnasia con la magnesia?

–Por culpa de su padre, mi padre está en prisión.–dice y yo arqueo las cejas.–Por


culpa de su querido hermano muerto, el mío está preso.–Ray aprieta la mandíbula
y lo mira entornando la mirada.

–¿No le basta con que él ya haya muerto?

–Por esa razón, mi padre se encuentra en donde está ahora.–dice y yo miro a


Adam con los ojos muy abiertos, su padre fue el que se estrelló con mi padre,
quitándole la vida al ser más importante en mi vida.

–En ese caso el problema sería conmigo.–dice Ray con una sonrisa cruel.–Ya que
fui yo quien buscó a tu querido padre y lo metí en prisión por haberle arrebatado
la vida a mi hermano y haber dejado destrozada a una familia.

–Su familia no fue la única en destrozarse. La mía también y yo tuve que hacerme
cargo.–dice y Ray asiente con la cabeza.

–Como todo hombre debe hacer. En cambio, en la familia de mi hermano solo hay
mujeres, y ellas lograron salir adelante a pesar de que no tenían a la persona que
las guiaba. Su padre sigue vivo aún, no entiendo porqué no está conforme con
eso.–dice y suena como un padre que regaña a su hijo porque hizo algo muy malo.

–Él no merecía ir a prisión.–dice con los dientes apretados y mirando con ira a mi
tío que ni se inmuta con su gesto.

–Conducía sobre el limite de velocidad, estaba ebrio y se estrelló contra otro


conductor dejando fatales consecuencias y se dio a la fuga, obviamente merece la
prisión.–dice Ray con expresión seria.–Así qué como usted ha dicho que sus
intenciones eran atentar contra la vida de la señorita Hannigan, el resto de su
vida la decidirá un juez en la corte, y le aseguro que de la cárcel no va a salir
jamás, si usted era la cabeza de una familia pues ahora ya no lo es más, porque
por usted querer arruinar una familia, terminó arruinando la suya.–Ray se levanta
de la silla y antes de dirigirse a la puerta dice otra cosa.–Por cierto, no tiene

276
derecho a un abogado así que no se moleste en pedirlo.–y sin más, se gira y sale
de la habitación para entrar en la que nos encontramos nosotros.

Mira a Adam un segundo antes de volver su vista a mí y mirarme de forma dulce,


esa mirada se siente como una punzada en el pecho. Ya que mi tío se parece
tanto a mi padre que es difícil no notarlo.

–Meredith, quiero que estés tranquila por ahora. Pero seguiremos alertas por si
éste mal nacido tiene trucos bajo la manga.–él coloca una de sus manos en mi
hombro en gesto cariñoso.–Puedes irte a casa y descansar por un rato, se ve que
no haz dormido en días.–yo asiento y él vuelve a mirar a Adam.–Adam, gracias por
hacer lo que ningún otro oficial pudo hacer.

–Le hice una promesa a Mere y la cumplí. Haría cualquier cosa por ella.–dice y
sonrio al ver la cara de Ray, luce realmente impresionado. ¿Cómo no amarlo
cuándo dice esas cosas y las demuestra?

–Me alegra mucho, ahora ya pueden irse.–dice abriendo la puerta para que
salgamos y yo me despido de Ray, abrazándolo brevemente. Vuelvo a entrelazar
mi mano con la de Adam y caminamos por el largo pasillo hasta la salida del
departamento de policía del estado.

Subimos a mi camioneta y me siento un poco más liberada y aliviada. Aunque mi


tío tiene razón. No sabemos si ese animal tiene trucos bajo la manga, pero si sé
que si hay más personas, Adam acabará con ellas.

277
Halloween.

Todo parecía haberse calmado pero aún seguíamos alertas.

Leigh Anne escogió una fecha para la boda y nunca había estado tan ocupada en
mi vida, yo quería que su boda fuese la ideal y que la recordara por siempre.
Aunque ella me decía que no fuese tan intensa, pues, no descansaba y quería que
todo estuviese listo cuanto antes. Adam había vuelto a su rutina laboral de viajes
y todo, se lo pedí porque ya no tenía que estar tan pegado a mí y tampoco quería
contagiarle mi mal genio cuando no conseguía lo que quería, me había propuesto
hacer las invitaciones para la boda a mano, gracias a mi habilidad para dibujar.

Pero no podía con Adam cerca, o sea. ¿Cómo iba a dibujar ondas, fores,
corazones y otras cosas mientras él me acariciaba o besaba en zonas sensibles?
No podía, así que no le quedó otra que ocuparse en sus cosas, de todas maneras,
era mi novio, no mi esposo para andar metido en mi casa la mayoría del tiempo.
Yo ya estaba bien, a veces no dormía pero estaba bien. No lo había superado pero
estaba bien.

Rose cumplió años en octubre, hizo una pequeña reunión en la que solo estaban
algunos familiares y amigos. Ella había invitado a Carl, no eran nada aún pero ahí
había algo, lo sabía por las miradas que se daban, estaban cargadas de algo que
no podía descifrar pero sentía la fuerte atracción entre ambos.

Luego, Clara hizo su famosa fiesta de Halloween y yo la había esperado con


ansias. La boda era una semana después y todo estaba listo, hasta mi espíritu de
fiesta. Mi disfraz sería algo improvisado. No me dio tiempo de buscar un disfraz,
así que me dediqué a buscar en mi armario algo que pudiera ponerme.

Encontré un jean a la cadera que no usaba casi, estaban rotos en la parte


delantera y eran ajustados, me puse una camisa de cuadros de estilo granjero y la
amarré a mi cintura, dejando mi abdomen plano a la vista, botas vaqueras. Tenía
la suerte de tener todos mis antiguos disfraces guardados, encontré un látigo de
cuero y lo até a un lado de mi cadera y en la otra me puse una funda con un
revólver de juguete. Dejé mi cabello suelto y al natural y me puse un sombrero
vaquero negro. Listo.

Era una bandida del viejo oeste, una salvaje, desertora e infringidora de la ley.

278
Quería ver la cara de Adam cuando observara mi disfraz, me maquillé y bajé para
salir. Le había dado el día libre a Bill y Brie, él tenía sobrinos y le dije que los
llevara a buscar dulces y a Brie le dije que fuese a visitar a su abuela
hospitalizada. Ellos al principio me dijeron que no se iban a ir, entonces les dije
que si no lo hacían, ya no los quería como guardaespaldas. No podían decirme
que no.

Subí a mi camioneta, ahora tenía una Range Rover. Mamá había cambiado la
camioneta por una más costosa que me hacía una niña rica de verdad. Llegué a la
casa de los Stynson's y toqué el timbre, al poco tiempo, Clara abrió. Ella iba
disfrazada de Reina y se veía realmente como una reina, su cabello platino estaba
arreglado en un moño bastante elaborado, una corona inmensa adornaba su
cabeza, los zarcillos largos brillaban intensamente, usaba un vestido dorado como
ella y brillaba como miles de estrellas. El corsé se ajustaba a su cuerpo y su pecho
lucía realmente bien. Me saludó eufóricamente, de forma especial y me hizo dar
una vuelta para que pudiera ver mi atuendo.

Después de que me deshice de Clara, procedí a buscar a alguien que conociera,


incluso a Adam, pero entre tantos disfraces, me sentía perdida. Unos dedos se
envolvieron en mi brazo para ver quien era. Me llevé la sorpresa más grande, era
Rose y ella estaba disfrazada de Cleopatra, el vestido que usaba se pegaba a su
cuerpo y le llegaba hasta los pies, no usaba tacones pero si unas sandalias estilo
gladiador, ella con una peluca negra y sus ojos delineados a la perfección, me
sonrió y me abrazó con fuerza.

–¡Me encanta tu disfraz!–exclamó ella y me observó detenidamente.

–¡Gracias! ¡Tú luces fenomenal!–ella hizo un gesto con la mano queriendo restarle
importancia.

–Adam va a morir en cuanto te vea. Y tú vas a morir cuando lo veas a él.–dice ella
con una mirada divertida.

–¿Dónde está Adam?–pregunto y ella comienza a mirar a todos lados.

–¡Allá está!–ella señala con la mano y me giro sobre mis talones para mirar en la
dirección de su mano.

Doble sorpresa por el día de hoy. Adam está hablando con Drake casualmente. Mi
novio está vestido con una camisa de mangas largas que le queda de lo mejor,
usa corbata y tiene una estrella de policía en un costado de la camisa, unos
pantalones negros, botas y un sombrero de vaquero. Eso sin mencionar las fundas
para pistolas que tiene en sus caderas y las esposas que cuelgan de una trabilla.

279
Es un policía del viejo oeste. Y me encanta como está vestido.

Me acerco a donde está él y sonrio en cuanto me detengo a menos de un paso de


distancia, Drake murmura algo y se aleja dejándonos solos. Él me observa de pies
a cabeza, fascinado con lo que ve.

–Me encanta ese disfraz.–dice y yo meto mis pulgares en las trabillas de mis
pantalones, apoyo el peso de mi cuerpo en una cadera y lo miro ladeando la
cabeza, coquetamente.

–A mi me gusta el tuyo.–digo y él se ríe.

–Creo que voy a tener que arrestarte.–dice y yo me acerco completamente.–Eres


ilegalmente hermosa.–sonrio por eso y paso mis manos por su pecho hasta llegar
a su cuello.

–Entonces, ¿dónde están las esposas?–pregunto y él alza una ceja llevando sus
manos a mi espalda baja.

–No necesito esposas para retenerte.–dice y me acerco a sus labios para darle un
beso de saludo.

–Tienes razón.–digo alejándome un poco pero sigo con mis manos en su cuello.

–¿Te he dicho que te amo?–niego con la cabeza y él me sonríe de esa forma que
me derrite.–Te amo, Mere.

–Te amo, Adam.–digo de vuelta y vuelvo a besarlo, en el proceso, mi sombrero se


cae y me rio.

–Vamos a disfrutar de ésta fiesta.–recoge mi sombrero del piso y me lo vuelve a


poner en la cabeza.

–De acuerdo.–digo entrelazando su mano con la mía.

Y sí que disfrutamos esa fiesta...

280
Ilimitadamente.

La fiesta de Halloween acabó cuando dos chicas empezaron a pelearse y Clara las
sacó de la casa. Para Adam y yo la fiesta acabó cuando nos besábamos con
pasión en su habitación. No nos dimos cuenta cuando la música paró o cuando se
hizo el silencio en la casa, solo eramos conscientes de nuestras caricias en ese
instante y la desesperación que teníamos por quitarnos la ropa. Queríamos
sentirnos. Y no supe cuando me quedé dormida, solo sé que desperté y lo atrapé
mirándome, así comenzamos nuestro día juntos.

Era un domingo realmente agradable, pasamos casi todo el día acurrucados


juntos en su habitación. Desde que él había vuelto a su rutina laboral, no nos
veíamos todos los días y ésta semana no lo había visto, solo habíamos hablado
por teléfono para contarnos sobre nuestro día. Y como hoy podíamos estar juntos
sin ninguna interrupción, la estábamos aprovechando.

Quedaba una semana para la boda de mi hermana, todo estaba listo, solo faltaba
que el día llegara. Así que esa semana iba a estar más que desocupada, solo que
él si iba a estar muy ocupado, viajaría a Pennsylvania y regresaría el jueves, decir
que lo extrañaría como loca era un eufemismo. Estaba tan acostumbrada a su
piel, a su tacto, a su voz profunda y ronca cuando estaba conmigo, a su mirada
intensa, a él. Y no poder estar todo el tiempo juntos me ponía de mal humor,
aunque si pasábamos todo el tiempo juntos me hacía pensar que era posesiva, así
que ni yo me entendía. Quería, pero no quería.

Era genial hablar con él. Porque la conversación fuía como el agua, me hacía reír,
me escuchaba atento y era sincero conmigo. Lo amaba como loca y era
extremadamente feliz por eso. Los meses que llevábamos juntos parecían una
eternidad y a la vez me parecía muy poco tiempo, cinco meses, casi seis, era
nuestro tiempo juntos y yo quería que esos cinco meses se multiplicaran por
quinientos más junto a él. Me imaginaba mi vida junto a él y me parecía lo mejor
que me podía pasar.

Ese domingo en el que la pasamos como morsas, echados todo el día, siendo
vagos con la excusa de que la fiesta nos había agotado. Lo noté algo ansioso,
había un brillo más en su mirada y no dejaba de acariciarme como si nunca lo
hubiese hecho. Después de cenar con su familia, volvimos a su habitación. Él se
metió en su armario a buscar algo y me pidió que esperara, sentada en la cama,

281
estaba más allá de lo nerviosa e intrigada.

Él volvió con un sobre blanco y me lo dio sentándose a mi lado y antes de que


pudiera abrirlo, él me detuvo colocando sus manos en las mías y mirándome
fijamente.

–Mere. Sé que te gusta viajar y como no pudimos viajar en el verano por todo lo
que pasaba, yo quería recompensarte eso y hacer algo especial por ti. Quería
hacer algo que te encantara y que recordaras por siempre. Así que espero que te
guste.–él suelta mis manos y me anima a abrir el sobre. Lo hago con el corazón a
mil y más intrigada que nunca. Mis ojos se abren de par en par al ver lo que hay
dentro del sobre, son billetes de avión. Son dos billetes de avión con destino a
Nápoles, la ciudad que he querido visitar desde que tengo gusto por lo italiano. Es
mi ciudad soñada, nada de París, yo quiero ir a Nápoles.

–¿Cómo lo supiste?–pregunto mirándolo y él me sonríe dulcemente.

–Te conozco, Mere. Te conozco lo suficiente como para saber que deseas ir a
Nápoles y yo puedo llevarte.–él ahueca mi rostro con sus manos.–No te preocupes
por más nada. Ya hablé con tu madre y está de acuerdo, además, tengo familia
allá y mueren por conocerte.–alzo las cejas sorprendida y él vuelve a hablar.–
Quiero tenerte solo para mí por un tiempo.

–¿Por cuánto tiempo?–eso suena muy tentador, estar solos él y yo sin nadie que
se entrometa sería lo mejor.

–Dos semanas, volveremos antes de acción de gracias.–dice y eso es suficiente


para mí. Dos semanas suena perfecto para los dos.

–Me parece perfecto.–murmuro y él sonríe. Dejo el sobre con los billetes en la


mesita de noche y me siento a horcajadas sobre él, rodeo su cuello con mis
brazos. Le doy un beso dulce y lento.–¿Qué hice para merecerte, Adam?

–Eso me pregunto yo, Mere. Todos los días de mi vida, me siento muy afortunado
de tenerte.–dice y yo sonrio volviéndolo a besar un poco más ansiosa,
conmocionada por sus palabras.

–¿Existe un límite para amar?–pregunto y él se encoge de hombros.

–No creo. Lo nuestro no tiene límites.–dice apartando el cabello de mi cara.–Te


amo ilimitadamente.–esa es toda la respuesta que necesito. Él tiene razón, lo
nuestro es ilimitado.

282
–Ilimitadamente, me gusta como suena ese término para lo nuestro.–digo sobre
sus labios.–Te amo, Adam. Ilimitadamente.

Lo beso fervientemente y él se deja caer hacia atrás conmigo encima sin romper
el beso. El enreda las manos en mi cabello y me empuja más cerca profundizando
el beso, nuestras lenguas se encuentran y un gemido se me escapa. Giramos en
el colchón y ahora él está encima de mí y sus manos aprietan las mías por encima
de mi cabeza, sus labios se mueven por mi mandíbula cuando necesito respirar y
el va dejando delicados roces por mi cuello que me erizan la piel.

Ilimitados, es lo que somos, sus besos lo son, mi amor por él lo es, nuestras ganas
de estar juntos lo son. Todo acerca de nosotros es ilimitado. Y eso es
ilimitadamente grandioso.

283
La Mujer.

El día había llegado, mi hermana se iba a casar. Ella y yo ya estábamos listas, su


vestido de novia blanco le quedaba de muerte, a pesar de que tenía una inmensa
panza por su embarazo, ella se veía más hermosa incluso. Yo usaba un vestido de
color marfil, escotado en v adelante y atrás, me quedaba ajustado en la cintura
pero caía suelto desde las caderas y me llegaba a los pies, usaba unos tacones
dorados brillantes, mi cabello estaba recogido con una trenza gruesa y usaba
unos aretes dorados, la cadena con el anillo de Adam que no me la quitaba nunca,
había cambiado mi brazalete de díjes por una pulsera dorada, más los anillos que
usaba en mis dos manos, eran diminutos pero a mi me gusta todo lo que brilla y
los anillos me encantan.

Al llegar a la capilla donde se haría la ceremonia, caminé hacia el altar del brazo
de Tom, él era el padrino y estábamos muy contentos por poder estar para ellos.
La pareja de Tom era Liz y ella estaba radiante, las cosas entre ellos se había dado
con mucha facilidad. Rose nos tomó fotos mientras pasábamos frente a ella y
Adam, él me miró embobado y yo me reí. Lo que hacía un vestido con escotes en
un hombre.

Mi hermana caminó al altar del brazo de nuestro abuelo Andrew Hannigan. Los
dos tenían los ojos del mismo color, dorados, expresivos, brillantes. Me
encantaban y los adoraba. El abuelo entregó a Leigh Anne a Ronald y la
ceremonia empezó. El sacerdote habló de varias cosas acerca del matrimonio, la
importancia y de muchas cosas más antes de pasar a la parte en la que eran
declarados marido y mujer. Ron besó a Leigh Anne dulcemente y todos
aplaudimos.

Seguimos a los novios hacia afuera, lentamente mientras ellos recibían


felicitaciones de los invitados, Adam me alcanzó y me dio un beso breve antes de
seguir a los novios hacia la salida. Nos paramos a un costado de los novios
mientras aplaudiamos y estábamos envueltos en una nube de burbujas. Las
escogimos porque no íbamos a malgastar arroz. Rose empezó a tomar fotos del
momento y de repente me sentí observada.

Empecé a mirar a todas partes, sintiéndome nerviosa de un segundo a otro.


Empiezo a pensar que mi mente me está jugando una mala pasada cuando de
repente la miro, es una mujer. Ella está parada al otro lado de la calle y miraba
con atención en nuestra dirección. Su mirada se cruzó con la mía y algo dentro de

284
mí se encendió, creía haberla visto en otra parte, pero ¿dónde? Sin embargo, ella
me miró alarmada y se fue a toda velocidad cruzando en la esquina. No lo pensé
dos veces y comencé a seguirla.

Ella iba tan rápido, a pesar de que llevaba tacones. Yo iba casi corriendo detrás de
ella, nuestros tacones resonaban en el piso de concreto y esquivaba a las
personas que pasaban delante de mí, se detuvo un segundo para dejar pasar una
mujer con un coche de bebé y aproveché la distracción para adelantarme y antes
de que ella pudiese dar dos pasos más. La tomé del brazo y la hice girar hacia a
mí.

Me quedé congelada cuando la vi. Ella vestía un traje de gabardina de color rojo
muy bonito, su cabello oscuro estaba recogido, sus ojos oscuros me miraron
atentos y nerviosos. No podía creer lo que veía.

Esa mujer se parecía a mí.

Pero si tuviese cuarenta años.

285
La Niña Secuestrada.

No hacía otra cosa que mirarla, era demasiado. Sus ojos eran iguales a los míos,
su cabello era igual que el mío de oscuro, ella también me observaba. Ella incluso
ladeó su cabeza y me observó de perfil, ella también veía que nos parecíamos,
solo que había una gran diferencia en nuestras edades, ella podría ser mi madre.
Si alguien nos miraba con atención, pensaría que eramos madre e hija.

No podía creerlo, ¿en serio ella era la hermana de mi padre que fue secuestrada
cuando era una niña? Tenía que hablar, de todas maneras, yo no la había soltado
y tenía mis dedos enterrados en su brazo.

–¿Quién eres? ¿Por qué nos observabas? Y ¿por qué corriste cuándo te miré?–
sueno más dura de lo que pretendo y me alegro por eso, pensé que no iba a
poder hablar. El shock es demasiado.

–Es verdad lo que dicen. Nos parecemos demasiado.–ella ignora mis preguntas y
se digna a mirarme con más atención.

–¿Quién lo dice?–pregunto con brusquedad y ella me mira con las cejas alzadas.

–Me lo dijeron, y es verdad. Eres como yo era a los dieciocho años.–dice y


escuchamos pasos apresurados en nuestra dirección, giro mi cabeza para ver a
Adam, mi mamá y a mi tío Ray, venir en nuestra dirección.

–Meredith, ¿quién es ella?–pregunta mi mamá mirándola con atención y con


reconocimiento.

–Mi nombre, es Connie Jacobs.–responde ella la pregunta de mi madre.–Pero hace


unas semanas me enteré de que en realidad mi nombre era Allyson Hannigan.–
dice y yo la suelto en ese instante, no puede ser verdad, después de tantos años,
ella sigue viva.

–¿Allyson?–pregunta mi mamá acercándose a ella un poco.–¿De verdad eres tú?

–Eso creo, solo quería ver a tu hija, Ana. Yo aún te recuerdo.–dice y mi mamá la
mira juntando sus cejas.–Pasé toda mi vida viviendo una mentira, con padres
falsos e irresponsables y teniendo sueños sobre una familia unida con padres

286
amorosos y tres hermanos increíbles.

–¿Cómo te enteraste de que eras Allyson?–pregunta mi mamá y ella se encoge de


hombros.

–Ellos, me lo dijeron. Antes de morir, la mujer que se hizo pasar por mi madre me
lo dijo todo. Creyeron que porque yo era muy pequeña no recordaría nada, pero si
lo hice, no es mucho pero si suficiente para darme cuenta de que yo no
pertenecía a ellos.–dice y suspira.–No quería asustarte, sé todo lo que te ha
pasado últimamente. Solo quería verte y ver a la familia de la cual me separaron
hace treinta y nueve años.–ella me mira y puedo ver lo tormentoso que es para
ella todo esto también, además de que no deja de mirar a Ray de reojo y él no
deja de observarla en detalle.

–¿Entonces empezaste a buscar a tu familia?–pregunta mamá de nuevo y ella


asiente.

–No fue muy difícil, en realidad solo quería verlos, no quiero entrar a sus vidas.
Además, creo que será muy difícil que me crean, treinta y nueve años es mucho y
me declararon muerta hace quince años. Los fantasmas no existen y ni siquiera
mi nombre tiene algo que ver con ustedes. Pero si vine, fue para ver que son
reales y que nunca me inventé una familia en mi cabeza, que esto no es una
justificación de mis padres falsos por todo lo malo que me hicieron.–dice y se aleja
un paso para irse. Ray se adelanta y no la deja irse.

–No te vayas.–dice él y ella alza la vista para verlo a los ojos. Son más parecidos
aún, ellos se llevan solo dos años de diferencia. Cuando ella fue secuestrada, él
tenía tres años, pero supongo que los abuelos le hablaron de ella ya que él parece
reconocerla.–Si de verdad tú eres mi hermana, no te vayas.

–No, Ray-Ray yo...–ella se sonroja de repente, ¿dijo Ray-Ray?–... lo siento, no debí


llamarte así. Miren, yo no quiero arruinarles el día, es una boda y deberían de
estar disfrutándola.

–Me llamaste Ray-Ray, así me decían cuando era pequeño y nadie más sabía
porqué me decían así. Sólo tú lo sabías, tú fuiste quien me puso ese
sobrenombre.–dice y ella evita mirarlo.

–Sí, eras el más pequeño y ahora eres todo un hombre.–dice ella y medio sonríe.–
Tus padres deben de estar orgullosos de ti.

–Mis padres, son los tuyos igual.–dice frunciendo el ceño y ella vuelve a mirarlo.

287
–Lo sé, pero, ¿qué pensará ella cuando me vea? ¿Me aceptará? ¿Qué pensará él?
Creen que perdieron a su hija hace mucho tiempo. Lo mínimo que les puede dar a
ambos es un ataque al corazón.–dice y Ray niega con la cabeza, parecía un
partido de ping pong.

–Ellos creen que perdieron a dos de sus hijos, no los dejes que sigan creyendo
eso.–dice y ella aprieta los labios, su mirada se vuelve triste de repente.

–Alfred.–susurra ella.–Me hubiese gustado verlo.–ella niega con la cabeza y vuelve


a mirar a Ray.–Es una locura, ellos van a pensar que estoy detrás de su dinero.

–Claro que no.–él resopla y saca una tarjeta de su bolsillo.–Éste es mi número de


teléfono, puedes llamarme más tarde y acordaremos un día para que nos
reunamos con nuestros padres. ¿De acuerdo?

–De acuerdo.–acepta ella al final agarrando la tarjeta.–Lamento esto, la verdad no


esperaba que Meredith me mirara, pero es como si tuviese un censor.–yo me rio y
ella hace lo mismo.–Es muy loco que seamos tan parecidas.

–Lo es.–murmuro y ella se aleja un paso.

–Sí, ahora debo irme, ustedes deberían volver también.–dice haciendo señas hacia
la otra calle.–Nos vemos pronto.–ella cruza la calle y sube a un lindo Mercedes, de
ninguna manera está buscando a su familia por dinero.

Mi mamá y Ray la observan un segundo antes de volver a la capilla. Adam y yo


nos quedamos un momento sin hacer nada.

–Me asustaste.–dice y yo contengo una sonrisa.

–Lo siento. Pero tenía que saber quien era ella.–digo y él asiente tomando mi
mano y entrelazando nuestros dedos.

–Lo sé. Ella era una niña que había sido secuestrada.–dice y caminamos hacia la
capilla con aire desenfadado.

–Ahora ella es libre. Y ya no es una niña.

Eso es lo único que sé. Me siento tranquila ahora, aunque no supero lo parecidas
que somos.

288
El Discurso de Bodas.

Cuando regresamos a la capilla, Leigh Anne me preguntó a donde me había ido,


no me quedó otra que contarle porqué salí corriendo de repente. Ella se quedó
petrificada cuando le conté sobre Allyson Hannigan, no le dije como supe de ella,
solo le conté que había aparecido y que estaba interesada en conocer a su
familia. Luego le pedí disculpas, ella se había preocupado y asustado por mí.

Ahora teníamos que disfrutar de su fiesta, era su día y nadie ni nada iba a
arruinarlo. Además nos habíamos esforzado mucho por eso.

Leigh Anne y Ron bailaron en el centro de la pista. Clara me ayudó a crear el


ambiente ideal que mi hermana quería, una carpa cubría un gran espacio en el
patio trasero, bombillas blancas colgaban del techo de la carpa, las mesas
estaban colocadas en forma de círculo alrededor de la pista de baile que
habíamos alquilado. Arreglos forales con rosas blancas adornaban las mesas y
eso era todo. Sencillo pero bonito, a todos les había gustado, Clara y yo chocamos
los puños.

Adam se veía tan bien en su traje, que me encontraba fantaseando como se lo


quitaría más tarde. ¡Estúpida, mente pervertida, idiota! Debería de estar
pensando en el discurso que tenía que dar frente a todos. Pero con Adam
mirándome con deseo y lujuria contenida, no era tan fácil.

–¿Te he dicho lo hermosa que te ves hoy?–pregunta de repente y yo me rio.

–Cinco veces, nada más.–digo y él asiente.

–Muy pocas veces en realidad, me quedaría corto antes de decirte una y otra vez
lo preciosa que te ves hoy.–dice y yo sonrio.

–Gracias. Tú también estás irresistiblemente guapo hoy. Como siempre.–digo y él


sonríe, me agarra una de las manos y me hace dar una vuelta para después
hacerme volver a sus brazos. Bailamos así por un buen rato hasta que la música
paró y todos aplaudimos a los novios y llegó el momento de los discursos. Tom se
me adelantó y lo dejé pasar. Él se paró en donde estaba el micrófono y lo probó
un par de veces.

289
–Buenas noches a todos. Mi nombre es Tom, soy el hermano menor de Ronald y el
padrino de ésta boda. Yo les voy a contar una historia de nuestra infancia y de
como se conocieron los novios.–él se aclara la garganta y me mira.–Todo comenzó
con Meredith, yo no sabía que ella era mi vecina hasta que la vi por primera vez
en el preescolar y se hizo mi amiga, después ella fue a jugar un día con su
hermana mayor, Leigh Anne, a jugar a mi casa, y así como Meredith y yo nos
hicimos amigos, Ron y Leigh Anne se hicieron amigos también, luego de muchos
años, ellas se iban a mudar, se iban del estado de Nueva York hasta el estado de
Wisconsin y yo no quería que mi mejor amiga se fuera, al igual que Ron tampoco
quería que Leigh Anne se fuera pero ellas como eran hermanas se tenían que ir y
nuestra amistad no acabó. Ellas iban a pasar las vacaciones con nosotros a cada
año y cuando Leigh Anne se graduó del bachillerato y entró a la universidad en
Nueva York, Ron dejó de comportarse como una niña y empezó a ser un hombre
porque Leigh Anne ya era una mujer, mientras que Meredith y yo seguíamos
siendo unos niños en plena pubertad.–todos, incluida yo nos reímos de eso, él
continúa y comienzo a impacientarme.–Yo no me di cuenta cuando ellos dos
empezaron a salir, ni siquiera pasó por mi mente que ellos pudiesen estar juntos,
pero lo estaban, mientras que nosotros eramos unos perdedores. Ron no es un
galán conquistador de chicas, y Leigh Anne no es una chica fácil, así que, ¿cómo
es qué ellos dos terminaron juntos? No lo sé, tal vez sea cosa del destino. Lo que
si sé, es que me siento muy feliz por los dos y quiero brindar.–todos levantamos
nuestras copas y él sostiene la suya mirando a los recién casados.–Brindo por mi
hermano que no es tan idiota después de todo. Y brindo por Leigh Anne por ser mi
nueva hermana, aunque ya lo era antes de esto. También quiero brindar por esos
dos pequeños que vienen en camino y que seguro nos harán muy felices. ¡Por
Leigh Anne y Ron!–todos brindamos y tomo un sorbo de mi copa.–Ahora es el
turno de la bellísima dama de honor y mi mejor amiga de todas las mejores
amigas que pueden haber en el mundo.–habla con voz de locutor y ruedo los ojos.

Doy unos pasos adelante y subo hasta donde él está, él se baja y le da un abrazo
a los novios, veo a todos que me miran con atención y suspiro.

–Leigh Anne y yo siempre hemos sido muy unidas.–empiezo y fijo la vista en mi


hermana.–A pesar de que somos muy diferentes, ella siempre ha sabido lo que
estoy pensando y a la vez yo puedo saber lo que está pensando ella. Nuestros
padres nos contaban historias sobre nosotras cuando eramos unas bebés, la que
más recuerdo es sobre mis primeras palabras. Nuestro padre me contó que la
primera palabra que yo dije no fue ni mamá, ni papá, fue Leigh Anne y yo decía
que eso era imposible y mamá me dijo que no, mi primera palabra fue el nombre
de mi hermana. Ella siempre me ha cuidado, esté en donde esté, me ha dado
consejos cuando se los he pedido, me ha cuidado cuando he estado enferma, me
ha protegido de los que han querido herirme.–digo y todos me miran curiosos por
lo que voy a decir.–Pero cuando ella me dijo que salía con Ron, a mi casi me dio un

290
ataque al corazón y no era porque creyera que estaba mal, al contrario, siempre
he apreciado a Ron, haz sido un hermano sobreprotector para mí. Así que yo
estaba muy sorprendida, a pesar de que estábamos medio borrachas porque ese
día era mi cumpleaños, nunca me había sentido más cuerda como cuando le dije
a Leigh Anne que si de verdad ella amaba a Ron y los dos querían estar juntos,
que fuera por él ya que no tenía nada de malo. Ellos dos estuvieron destinados a
estar juntos desde siempre, sus vidas se hicieron para que la compartieran juntos
y si mi hermana es feliz, yo también lo soy. La felicidad en una pareja para mí
significa, la satisfacción de saber que el otro es feliz, y ustedes lo son, puedo verlo
en sus ojos. Así que yo quiero brindar por ustedes, por el amor, por los sobrinos
que vienen en camino y seguro voy a amar como loca, por la familia que se hace
grande, por nuestro padre en el cielo y por mí, soy afortunada al tenerte como
hermana y siempre voy a estar ahí para ti.–digo con mi copa alzada y un nudo en
la garganta.–¡Por Leigh Anne y Ron!

Todos brindan y yo bajo a abrazar a mi hermana, que parece a punto de llorar.

–¡Ese fue el mejor discurso que he oído!–chilla ella emocionada y yo me rio.–¡Me


vas a hacer llorar!

–Aww, no llores. Me alegra que te haya gustado.–digo separándome y ella me


sujeta las manos.

–Te quiero, Meredith.–dice con lágrimas contenidas en sus ojos.

–Yo también te quiero, Leigh Anne.–digo volviéndola a abrazar.–Siempre te voy a


querer.

291
Pensando Demasiado.

Cuando la fiesta acabó, yo estaba extremadamente agotada mental y


físicamente.

Subí con Adam hasta su habitación, todo los invitados se fueron a sus casas, mi
hermana se fue a su nuevo apartamento, qué por cierto, fue el regalo de bodas
que mi novio y yo le hicimos y ella creyó que era demasiado. No aceptamos un no
por respuesta y aceptaron.

En el momento que Leigh Anne lanzó su ramo de rosas rojas, todas las chicas
estaban locas por atraparlo, yo estaba tratando de que no me aplastaran. Mi
hermana contó hasta tres y lo lanzó, no esperaba atraparlo, menos cuando ni
siquiera estaba pendiente del ramo, pero venía justo a mi cabeza y solo por acto
refejo lo atrapé. Se hizo el silencio de inmediato y las chicas me miraron
sorprendidas. Mi hermana estaba feliz de que yo hubiese atrapado su ramo,
aunque no sería la siguiente en casarme.

La fiesta fue muy entretenida en realidad. Con Clara como DJ, la música era más
que buena y yo estaba más que fascinada. Adam y yo bailamos hasta que ya no
podía sentir los pies y empezó a sentirse el frío en todo el lugar.

Ahora me quitaba el vestido, me cambiaba por una de las camisetas de Adam.


Estaba pensando en como quitarme las horquillas del cabello, mi cabeza dolía por
la presión que hacían las horquillas. Comencé a quitarmelas sentada en la cama,
haciendo muecas y resoplando frustrada, parecían pegadas a mi cabello y
comenzaba a impacientarme. Adam salió de su vestidor vestido con un pijama y
se rió antes de sentarse detrás de mí y ayudarme.

–Hubieses esperado a que yo saliera del vestidor, estabas enredando tú cabello.–


dice y yo suspiro cansada.

–No soporto más la presión en mi cabeza.–digo mientras él parece entretenido


quitando las horquillas. Termina más rápidos de lo que pienso y cuando quita la
última, mi cabello cae, desparramándose por mis hombros y mi espalda.

Él me hace un tipo de masaje en el cuero cabelludo que me relaja bastante,


recuesto mi espalda en su pecho y él me rodea con sus brazos dándome un beso

292
en la cabeza. Estoy entre sus piernas y observo que mis pies no llegan a los suyos
ni en broma. Claro, él es alto, además hace ejercicio y yo soy demasiado pequeña
o delgada, bueno, no tan delgada ahora. Pero sigo siendo pequeña y él demasiado
grande.

Aunque eso me gusta, su tamaño y masculinidad me ha traído loca desde que lo


conocí. En sus brazos me siento segura, en su pecho me gusta dormirme, sus
manos siempre trazan mi piel, sus labios me encienden y en sus ojos me gusta
perderme. Estoy más allá de lo enamorada de Adam. Y lo amo como él lo merece,
con locura. Ilimitadamente.

–¿En qué piensas, Mere?–pregunta él sacándome de mis cavilaciones.

–En ti.–respondo porque es verdad.

–¿En mí?–él se ríe y yo alzo mi cabeza para mirarlo.–Pero, estoy aquí.–dice y yo


me encojo de hombros.

–Pues, ya ves. Aunque estés aquí no sales de mis pensamientos.–con eso, seguro
su ego se fue a las nubes.

–Lo mismo me pasa, Mere.–dice abrazandome más.–Me alegra que pienses en mí,
aunque me tengas aquí.–sonrio porque sé lo que quiere decir con eso, no estoy
pensando en nada que me angustie y eso es realmente bueno.

–Siempre pienso en ti, Adam. En nosotros, en lo bien que me siento ahora.–digo


alzando la cabeza para mirarlo.–Podría estar así siempre.–estoy refiriéndome a la
posición en la que estamos, la habitación está a oscuras y me siento tan relajada
con él así, que espero con más ansias que sea lunes y así nos podemos ir de viaje.

–Yo también, por eso quiero llevarte a ese viaje. Serán las mejores dos semanas
de tu vida.–dice y me rio.

–Serán las mejores dos semanas de tu vida.–repito y lo miro alzando una ceja.–No
sabes lo mucho que quiero que llegue el lunes.–digo y él acerca sus labios a los
míos.

–Yo también.–me da un corto beso.–¿Qué vas a hacer mañana?

–Pasaré el día con mamá antes de que nos vayamos, además quiero saber si mi
tío Ray sabe algo más de su hermana recién aparecida.–me encojo de hombros.–
Tengo mucha curiosidad de ella. Me impactó lo mucho que nos parecemos.–él
asiente lentamente.

293
–Yo también quedé impactado con eso, ella se parece a su madre y tú te pareces
a ellas.–dice y me sonríe.–Se nota que son familia.

–Sí, bueno. ¿Qué vas a hacer tú mañana?–pregunto y él me aprieta en sus brazos.

–Lo mismo que tú, supongo. Vamos a estar lejos de nuestras madres por dos
semanas, sabemos como son nuestras madres y lo más seguro es que van a
pensar demasiado en éste viaje que vamos a hacer.–se encoge de hombros.–
Aunque hablé con las dos antes de decírtelo y ellas estuvieron de acuerdo, de
todas maneras estarán preocupadas.

–Sí, nos van a llamar mínimo una vez al día cuando estemos allá.–digo riendome.–
Pero eso no me molesta, al contrario. Mi mamá siempre ha estado pendiente de
mí y yo no sé como retribuirle todo lo que me ha dado en la vida, estoy muy
agradecida con ella y siempre va a ser así.

–Es de esperarse, nuestras madres fueron cortadas por la misma tijera.–yo asiento
y él gira su cabeza para mirar el reloj de la mesita de noche.–Creo que
deberíamos dormir ya.

–Claro, porque seguro que mañana mamá no me va a dejar ni un segundo sola y


la tuya tampoco.–digo acomodándome a su lado, él nos tapa con una frazada y
escondo mi cara en su cuello.

–Te amo, Mere.–dice dándome un beso en la frente y sonrio.

–Te amo, Adam.–digo justo antes de quedarme dormida.

Ya quiero que sea lunes, ya me quiero ir a Nápoles.

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Bienvenida A Nápoles.

Al llegar, yo estaba más allá de lo emocionada y encantada.

Primero por lo hermoso que se veía el lugar desde el avión, segundo por lo bien
que Adam hablaba en italiano y tercero por lo feliz que me sentía en ese
momento. Su tía abuela nos estaría esperando. Él me había dicho que ella era
dueña de un hotel de posadas muy conocido y que además también era la dueña
de un restaurante que se conectaba con el hotel, ella había sido la chef principal
del restaurante por años. Hasta que decidió pasarle su puesto a otro chef.

Ella era la hermana menor de la abuela Angela. Adam iba una vez por año, pero
nunca había ido acompañado, así que era toda una noticia para su tía, que lo
quería mucho.

Cuando salimos, ella nos esperaba junto con otros dos chicos. Uno tenía el cabello
castaño y el otro era rubio pero se notaba desde lejos que eran hermanos. Ella era
espectacular, alta y su cabello era platino, lo usaba hasta los hombros y sus ojos
azules eran amables y muy bonitos.

–¡Adam!–exclamó ella cuando estuvimos cerca y envolvió en un abrazo de oso a


mi novio.–¡Ya era hora de que llegaras!–habló en fuido inglés.

–También me alegro de verte, tía Faith.–dice él y ella me mira, sonriendo.

–Tú debes de ser Meredith.–ella me abrazó también y algo desconcertada le


devolví el abrazo.–¡Un gusto conocerte al fin!

–Igualmente señora.–digo y ella niega con la cabeza.

–Nada de señora, para ti soy tía Faith.–dice y yo asiento riendome.

–Está bien, tía Faith.–digo y ella aplaude una vez.

–Bienvenida a Nápoles.–ella se gira y le hace señas a los chicos que están parados
detrás de ella y no dejan de mirarnos.–Ellos son mis hijos menores, Lorenzo y
Francis.

Ellos eran altos, pero Adam les sacaba una cabeza. Primero lo saludaron a él y me

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sorprendí por lo amigable que eran con él y él con ellos.

–Yo soy Lorenzo.–el castaño se acercó a mí y estrechó mi mano.–Mayor que éste


por un año.–dice haciendo un gesto hacia el otro que rueda los ojos.

–Y yo soy Francis.–el rubio hizo lo mismo que su hermano.–Un placer conocerla,


señorita.

–Me llamo Meredith, y es un gusto conocerlos.–digo y ellos sonríen. Miran a Adam.

–¡Caramba, primo! ¡Qué buenos gustos tienes!–dice Francis y Adam rueda los
ojos.

–¡Son gustos descomunales!–dice Lorenzo y yo me rio un poco.

–Ya van a empezar ustedes dos.–dice con voz cansada la tía Faith.–Mejor nos
vamos, el viaje ha sido largo y creo que ustedes querrán descansar.

–Sería bueno.–murmuro Adam tomando mi mano y llevandosela a sus labios para


plantar un beso en mis nudillos que no pasó despercibido a los ojos de su tía, que
nos miró con las cejas alzadas.

Mis ojos no paraban de moverse durante el camino hasta el hotel, ésta ciudad era
muy distinta a cualquiera que yo hubiese visitado, todo se veía como una pintura
de algún famoso pintor. Me encantaba lo que veía. Al llegar al hotel, estaba
sorprendida. Me sentía como si estuviese dentro de una telenovela, una pelicula o
un libro de romance. La edificación del lugar tenía la pinta de ser un mausoleo o
un castillo de época romana. La fachada frontal era de color marfil y tenía
decoraciones en dorado. Se veía nuevo y me olía a remodelación a metros de
distancia.

Las escaleras eran de piedra, el edificio solo tenía cuatro pisos y nosotros nos
íbamos a quedar en el tercero. Subimos las escaleras de piedra hasta nuestra
posada, en cada piso habían dos y la nuestra era la segunda al final.

La posada era grande, tenía un pequeño salon, un comedor, una cocina, la


habitacion y el cuarto de baño. Las paredes eran de color marfil igual y las
decoraciones en madera me tenían encantada. Habían dos balcones, uno daba
hacia las calles y la otra hacia la costa.

Me paré en el balcón que daba hacia las calles y observé a las personas andar, a
las que se hablaban de un balcón a otro, las que tendían sus ropas en sus
balcones. Sonreía como una idiota y es que me gustaba demasiado lo que pasaba.

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Adam y yo solos. Sin nadie que se meta. Sin amenazas y sin madres que nos
estuviesen vigilando. Cambié de balcón y observé la costa. El paisaje era
bellísimo, el cielo estaba despejado y el clima era muy agradable.

Adam apareció con una cámara en sus manos y me sacó una foto distraída.

–¡Adam!–me quejé y él observó la foto instantánea en sus dedos.

–Sales hermosa, no tienes porqué quejarte.–dice y yo niego con la cabeza.

–Parezco una tonta.–digo mirando la foto.

–Claro que no.–dice y me estrecha contra él, sonrio para la cámara y él espera a
que salga la foto.–¿Ves?–me muestra la foto.–Es la mejor foto que he tomado.–
tiene toda la razón, yo salgo sonriendo y él sale mirándome, fijamente y también
sonríe, pero a mí.

–Sí.–murmuro alzando la vista hasta su mirada azul intensa. Sus labios están
sobre los míos antes de que pueda pestañear y llevo mis manos hasta su cuello
instintivamente.

–Bienvenida a Nápoles, Mere.–dice separándose un poco de mí para dejarme


respirar.

–Gracias.–digo lamiendo mis labios y respirando con dificultad.

–Un placer complacerte.–dice con voz ronca y vuelvo a besarlo. Ésta vez, con más
urgencia y pasión.

297
Magia.

Nos quedamos dormidos y cuando desperté, ya era de noche.

Mi mano libre estaba sobre la oreja de Adam, la otra la aplastaba con mi cuerpo.
Una de sus manos estaba justo en mi cicatriz en el costado izquierdo y la otra era
donde descansaba mi cabeza, nuestras piernas estaban entrelazadas y su
respiración chocaba en mi frente haciéndome cosquillas.

Giro mi cabeza para mirar el reloj y marca las siete de la noche. Un bostezo se me
escapa y escondo mi rostro en su cuello. Me siento entumecida, tengo hambre y
la temperatura a bajado un montón, aunque el cuerpo de Adam se siente caliente
pegado al mío. Decido que lo mejor es que me ponga a hacer algo y lo deje a él
descansar. Adam ama dormir.

Con un poco de esfuerzo, logro salir de sus brazos y del enredo de sábanas sobre
nuestros cuerpos, me levanto y me contengo de no gritar cuando siento el piso
frío bajo mis pies. Rápidamente agarro el suéter de Adam del piso y me lo pongo.
Procedo a recoger el desastre de ropa desparramada en el piso antes de pensar
que hacer. Mi estómago gruñe en protesta y decido ir a la cocina y buscar algo de
comer. Hay pan dentro de una canasta, la tía Faith dijo que era hecho por ella
especialmente para nosotros. Dentro de la pequeña nevera, encuentro una gran
variedad de quesos y salsas, hechas por ella también. ¿Pan, queso y salsa
napolitana? Esto es un sueño.

Encuentro un rallador para quesos y rallo un poco en un plato, vierto una cantidad
considerable de salsa y lo mezclo. Luego lo unto en el pan. La primera mordida se
siente justo con lo gloria en mi boca. Tanto así que quiero más, no sabía lo que era
una verdadera salsa napolitana hasta ahora. ¡Podría comerla siempre! Pero solo
me como la mitad del pan, ya que mi hambre queda saciada. Busco algo de tomar
y me encuentro una variedad de batidos congelados, a la final me decido por la
piña con naranja. Sonaba tentador y tenía un olor y sabor... que me dejó loca,
como dicen por ahí.

Limpié el pequeño desastre que hice y volví a la habitación. Nosotros ni siquiera


habíamos desempacado, y había traído suficiente ropa para el tiempo de nuestra
estadía. Así que comencé con mis maletas. En la habitación, no había armario,
pero sí un closet empotrado en la pared, era grande y tenía varios
compartimientos. Colgué mis suéteres, mis blusas, mis vestidos, mis pijamas y
mis pantalones los coloqué en los compartimientos. Mis botas y zapatos los

298
acomodé abajo de la ropa, encontré mis pantufas, negras con puntos blancos y
me las puse. Seguí con la ropa de Adam y no había colgado tres de sus suéteres
cuando se despertó.

–¿Qué estás haciendo, Mere?–preguntó, aún adormilado y yo le sonreí desde mi


lugar.

–Desempacando.–contesto, es lo más obvio.–En algún momento teníamos que


hacerlo.

–Pero lo éstas haciendo sola.–dice y yo me encojo de hombros.

–Ya no me falta casi.–digo colgando otro suéter de él.

–Mere, me hubieses despertado.–me reprocha y yo niego.

–Adam, no había necesidad.–digo dejando de hacer lo que hacía y acercándome a


él.–Desempacar es algo insignificante, que tú me hayas traído aquí es demasiado.
No se me van a caer las manos por solo colgar ropa.–me siento a un lado de él.–
Además, estaba aburrida y tenía mucha hambre.–vuelvo a encogerme de hombros
y él se incorpora más en la cama.

–¿Comiste?–asiento con la cabeza y él aparta un mechón de cabello de mi rostro.–


Bueno, ¿qué comiste?

–Pan, queso y salsa napolitana.–contesto con una sonrisa.–También tomé uno de


esos batidos congelados, de piña y naranja. Me encantó.

–Sabía que te gustaría.–acerca su rostro al mío y me besa lentamente.–Ahora, te


ayudaré a terminar de desempacar.

–Está bien.–murmuro.

Él se puso ropa y terminó de colgar su ropa mientras yo acomodaba mi ropa


interior en un cajón de una cajonera pequeña al lado de la cama. Adam acomodó
las maletas bajo la cama y yo llevé nuestros artículos personales al cuarto de
baño. Cuando estuve segura de que todo estaba en orden. Di por culminada mi
tarea.

Lo llevé a la cocina y él me pidió que hiciera lo mismo que hice con la salsa, el
queso y el pan. Le puse la comida en un plato frente a él en la barra y le indiqué
como debía comerlo.

299
–¿Qué quieres tomar?–le pregunto mirando los batidos.–Hay de fresa con kiwi,
melón con manzana, mango con naranja...

–¿Mango con naranja?–pregunta interrumpiendome y me giro para verlo, se ve


realmente desconcertado.

–Sí, mango con naranja. Debe de estar bueno.–no espero su respuesta, agarro la
jarra y un vaso de vidrio, lo sirvo hasta casi dejarlo lleno y lo coloco frente a él. El
olor, es lo que más me gusta, es muy tropical para el invierno.

Él primero huele su bebida y toma un sorbo. Sus cejas salen disparadas hacia
arriba y me sonríe, le ha gustado. Me da para que lo pruebe también y mis cejas
se alzan igual. Es más deliciosa de lo que pensé.

–Mmm, ¿ves? ¿Dónde más podemos tomar batidos tan deliciosos como estos?
Nunca antes había probado uno igual.–digo y él asiente.

–Tienes toda la razón.–dice y se inclina sobre la barra para besarme. Él termina de


comer, luciendo más que satisfecho y limpio su plato y vaso. Aunque me dijo que
él lo haría, le repetí lo mismo, no era necesario y no se me caerían las manos. Ya
después le tocaría hacerme el desayuno.

De repente, escuché un ruido en el exterior. Era como si alguien estuviese


llamando a otra persona en uno de los balcones. Adam me miró y se rió, él
entendía lo que pasaba y yo no. Nos paramos en el balcón que da a la calle para
observar a un chico, con un saxofón y un ramo de fores coloridas en sus manos.
En un balcón apareció una chica, de cabello negro y piel morena, observó al chico
abajo y le gritó algo que no entendí. ¡Maldición! ¡Tenía que aprender italiano con
urgencia! Pero Adam empezó a traducir lo que decían.

–Él dice que ha venido a demostrarle lo que siente por ella, porque todo el mundo
tiene que enterarse. Y ella dice que él no puede sentir tal cosa, no después de
haberla usado.–traduce Adam y yo alzo las cejas, interesante. Varias personas
salen a sus balcones para observar el alboroto y la escena.–Él dice que ese fue un
completo error, ya que él no sabía que estaba enamorado de ella hasta ahora, él
no puede ver su vida sin ella. Ella dice que no entiende que tiene que ver una
cosa con la otra. Ahora él dice, que tiene mucho que ver y por eso ha venido ésta
noche, a dedicarle una serenata y a traerle fores diversas, porque son como ella,
suaves, hermosas, fuertes, frágiles y coloridas, porque eso fue lo que hizo ella con
su vida, ella lleno su vida de color.–eso es tan lindo, sin embargo, la mujer
desaparece y el hombre parece derrotado.

Comienza a tocar su saxofón y la mujer vuelve a aparecer pero en la entrada del

300
edificio, ella lo observa tocar su saxofón hasta que él termina y se acerca a él.
Agarra el ramo de fores y comienza a golpearlo con fuerza. Él no pone resistencia
y cuando ella va perdiendo fuerzas, él la sostiene. Sin esperarlo, ella lo besa con
ansiedad, pegando su cuerpo al suyo y él la rodea con sus brazos. Yo comienzo a
reírme.

–Eso fue muy lindo.–digo girando mi rostro al suyo.

–Eso fue casi mágico. Yo haría mucho más por ti.–dice y yo asiento abrazándolo.
No tengo dudas de eso.

Por un momento me sentí como en una de esas películas de romance donde los
protagonistas tienen un final feliz, esas películas que tienen magia. Y sin darme
cuenta, mi vida también parecía de película, y también existían los momentos de
magia.

301
Nápoles.

Despierto por un sonido estridente a la distancia. Al principio lo ignoro, pero sigue


y entonces escucho dos sonidos al mismo tiempo. Me muevo y cubro mi cabeza
con una almohada, quiero seguir durmiendo pero el sonido es muy molesto,
parece un teléfono. O dos teléfonos mejor dicho.

–¿Mere?–él me sacude por el hombro.–Despierta, nena. Tu teléfono suena.–dice y


abro los ojos al tiempo que quito la almohada y me levanto rápidamente de la
cama. Corro hasta mi bolso y saco mi celular que deja de sonar. Adam ya ha
contestado el suyo mientras que yo espero a que mi mamá vuelva a llamar. Ha
llamado más de tres veces. Y cuando vuelve a sonar, contesto animadamente.

–¡Hola, mamá!–exclamo y escucho un suspiro al otro lado de la línea.

–¡Hola, mi niña! ¡Hasta que por fin contestas!–dice y yo me rio.

–Estaba durmiendo.–digo y camino hasta el balcón, bostezando y tapando mi boca


con una mano. El día está bellísimo.

–¿A ésta hora?–ella suena sorprendida. Miro la hora y marca las doce del día, en
Madison mamá debe de estar desayunando.

–¡Sí! Es qué, ayer dormimos en la tarde, no habíamos desempacado y se nos hizo


tarde, aparte de que nos dormimos de madrugada.–digo conteniendo una risa al
recordar la escena de anoche en la calle.

–Ah. Pero tienes que acostumbrarte al horario mi niña, quedamos en que yo te


llamaba a a ésta hora para que pudiéramos hablar.–dice y suena como si me
estuviese regañando pero también suena nostálgica.

–Mamá, te prometo que mañana cuando me llames, estaré despierta.–digo con


voz tranquila.–Siento haberte preocupado.

–Está bien, solo quiero que las pases bien.–dice sonando más animada.–¿Qué te
pareció el lugar?

–Pues, de lo poco que he visto. Me ha encantado todo, hasta la comida. Ya


tendremos tiempo para salir y conocer más lugares, pero es un sueño.–digo,

302
parezco una tonta ilusionada. Estoy tonta e ilusionada.

–Me alegro, mi niña. No te olvides de mandarme fotos, quiero ver en donde se


están quedando, estoy intrigada.–dice y me rio.

–Claro, mamá. No lo olvidaré.–digo y decido preguntarle por mi hermana y otras


cosas hasta que tuvo que irse. En ese momento, tomé una foto de la costa y se la
envíe a mi madre, sabía que a ella le iba a gustar esa vista.

Adam se paró detrás de mí y me abrazó pegando mi espalda a su pecho.

–¿Qué quieres hacer hoy?–pregunta y me giro en sus brazos sonriendo.

–No sé, estoy emocionada.–me encojo de hombros y él se ríe.

–Bueno, ¿quieres comer?–alzo una ceja divertida.

–¿Tú qué crees? ¡Claro que quiero comer!–exclamo y él se vuelve a reír antes de
besarme.

–Vamos a comer entonces.–dice y nos conduce a ambos a la cocina.

–¿Estás lista, Mere?–pregunta él desde la puerta del cuarto de baño, lo miro a


través del espejo.

–Sí.–contesto y me acerco a él.–Estoy lista.–rodeo su cuello con mis brazos.

–Bien, porque Lorenzo y Francis están por llegar.–dice y yo peino su cabello con
mis dedos, bueno, hago el intento de peinarlo.

–Ellos parecen buenos chicos.–digo y él asiente con la cabeza.

–De los seis hijos de la tía Faith, ellos son los que más me agradan, aparte de
Myrcel, una de sus hijas mayores.–alzo las cejas, no sabía que la tía Faith tenía
tantos hijos. No me da tiempo de decir más nada porque tocan la puerta y nos
tenemos que ir.

Vamos a conocer algunos lugares, las veces que Adam vino a Nápoles, las pasó en
la hacienda de su tía. Así que también él iba a conocer algunos lugares, aunque
dijo que ya conocía algunos.

Lorenzo y Francis eran más que agradables. Me contaron parte de la historia de


Nápoles mientras caminábamos por las calles más conocidas de la ciudad.

303
Nápoles es una ciudad metropolitana, fundada hace muchísimos años. En el golfo
de Nápoles, se encuentra el monte El Vesubio, uno de los volcanes activos más
peligrosos del mundo, es famoso por la erupción que acabó con la ciudad de
Pompeya. Fuimos al Museo Arqueológico Nacional de Nápoles.

Es uno de los más importantes de su género en Europa y pude ver porqué. Las
obras que presentan son muy buenas y son muchas, tanto que eso nos llevó casi
todo el día. Peor yo estaba satisfecha. Observé muchas esculturas en mármoles
que me dejaron fascinada, también tiene un gran interés arquitectónico. Entre sus
colecciones se encuentran la Farnesio, la pompeyana, y algunos antiguos recintos
arqueológicos del área del Vesubio.

Parecía una boba, observando todo. Las pinturas eran muy coloridas y expresaban
mucho, sobre todo las pompeyanas, las esculturas de mármol estaban intactas,
estaba muy sorprendida porque tenían los años de los años y se veían en muy
buen estado. Los nombres no se me grababan bien, pero entendía las pinturas,
por lo menos los Frescos, habían muchas piezas de arte griego.

La colección egipcia era muy interesante, al igual que la extensa colección de


monedas y medallas que van desde la antigua Grecia hasta el final del Imperio
Romano y otra desde la edad media hasta la época borbónica.

Durante todo el tiempo que estuvimos viendo piezas de arte. Lorenzo y Francis
inventaban historias sobre las esculturas. Historias divertidas sobre Nápoles,
haciéndonos reír y Adam los miraba como si se hubiesen vuelto locos pero los
dejaba estar. Cuando llegó la hora de irnos, ellos nos llevaron a la mejor pizzería
en la ciudad. Con eso, ellos ya se habían ganado mi aprecio. Además de que se
ofrecieron a llevarnos a conocer más lugares el resto de los días o cuando
quisiéramos ir a algún lugar.

Nápoles me encantaba, no sería el lugar donde me gustaría vivir por siempre, ese
volcán me daba miedo. Pero si que iba a disfrutar los días siguientes.

304
La Cena.

La tía Faith nos había invitado a cenar el jueves. Nos había citado en su
restaurante, sería una cena casual con su familia, de todas maneras yo estaba
nerviosa.

Pasamos el día viendo las fotos que habíamos tomado y yo no podía parar de
reírme de mi cara en algunas imágenes, parecía un meme. Adam tenía todas las
fotos dentro de un sobre que había comprado, así no se perdía ninguna y Rose ya
me había llamado preguntando si había sacado fotos. Ella no me preguntó como
estábamos ni nada, ella preguntó si había usado su cámara para buenos fines.
Solo ella podía hacer ese tipo de preguntas.

–Bueno, Rose no podrá quejarse. Nos faltan muchos lugares que conocer todavía y
somos tremendos fotógrafos.–digo y me rio cuando él alza una ceja divertido.

–Sobre todo eso, somos los mejores fotógrafos.–él agarra una foto y la sacude
frente a mis ojos.–Esto es una obra de arte.

–Señor sarcasmo, salga del cuerpo de mi novio por favor.–digo y él se ríe.–Que


horror ésta foto. Parezco un fantasma.

–Tienes razón, pero tú te moviste justo cuando yo tomé la foto.–me encojo de


hombros y él se ríe mirando otra foto.

–¡Deja de reírte!–le doy un puñetazo en el brazo y él aprieta los labios dejando de


reírse. Me mira unos instantes, conteniendo la risa, lo miro retándolo. Deja
escapar las carcajadas que contenía.

–¡Lo siento, nena!–dice dejando de reírse y me estrecha en sus brazos.–No me


estaba burlando de ti. No, me reía del momento, de lo torpe que estaba siendo
por no poder sacar una foto bien. No te molestes, por favor.–él tomó mi barbilla
con sus dedos y me besó lentamente.

Mis manos se van hasta su cabello y enredo mis manos en él. Él me agarra por la
cintura y me muevo hasta sentarme sobre él, seguimos besándonos hasta que me
falta el aire y él deja mis labios para bajar hasta mi cuello. Su tacto es suave,
delicado, tibio y firme. Sus manos de van hasta el dobladillo de mi suéter y

305
comienza a sacarlo de mi cuerpo por mi cabeza. Mi pulso se aceleró y podía sentir
los latidos de mi corazón en mis orejas.

–Eres hermosa, Mere.–dice y yo sonrio.

–Te amo, Adam.–digo en sus labios y él vuelve a besarme. Solo que recuerdo que
tenemos que ir a cenar con su tía y su familia y me separo.–Pero tenemos que ir a
arreglarnos, porque si no, tu tía es capaz de venir a buscarnos.

–Casi lo había olvidado.–él vuelve a besarme y se levanta cargándome.–A la


ducha.

Luego de una ducha larga, llena de caricias y muchas risas, nos vestimos y
bajamos el tramo de escaleras hasta la recepción de las posadas, salimos al patio
y caminamos por el camino hecho de granito rodeado de agua de la fuente en el
centro, el agua no era profunda pero el fondo oscuro hacia que pareciera el mismo
océano, saqué mi teléfono de mi chaqueta y tomé varias fotos. Usaba un vestido
liso, negro, con un cinturón delgado de color bronce en la cintura y botas hasta las
rodillas marrón claro de tacón grueso, él usaba jeans oscuros, un suéter azul, una
de sus chaquetas negras y zapatos marrones. Cuando llegamos al final del
camino, la tía Faith nos esperaba.

Ella nos condujo hasta el interior de su pintoresco restaurante, hacia una escalera
estrecha en forma de caracol, subimos hasta la terraza iluminada por bombillas
blancas y cubierta por un techo de madera. Algo dentro de mí se encendió cuando
observé el lugar con atención. Se veía muy familiar y no podía evitar que ya lo
había visto antes. En medio del lugar había una mesa larga que se encontraba
ocupada en ese momento por algunas personas, entre ellos, Lorenzo y Francis que
se levantaron y nos saludaron. Habían dos mujeres sentadas al lado de un hombre
mayor de cabello castaño que la tía Faith me presentó como su esposo Marcel y
las mujeres eran hermanas de él, Marlena y Marcia.

Una pareja con una niña de unos cuatro años llegó y Faith me la presentó como su
segunda hija, Myrcel. Ella estaba casada con un inglés y su hija se llamaba Alice.
Myrcel era rubia, de ojos verdes como los de su padre y muy agradable. Ella se
mostró encantada por nuestra presencia, ella apreciaba mucho a Adam. Otro
hombre llegó, era muy parecido a la tía Faith, él era alto y le faltaba poco para
llegar a la altura de Adam. Él era el tercer hijo de la tía, su nombre era Martin y no
me caía tan bien como los demás, y mi novio lo saludó con gélida cortesía, el muy
cabrón me miraba descaradamente.

La hija mayor de la tía llegó un poco apurada y se disculpó con todos. Ella se
llamaba Victorie y era la viva imagen de la tía, hasta tenía la misma actitud y me

306
prohibió llamarla señora, ella tenía cuarenta años pero se conservaba bien, sus
hijos no habían ido con ella, pero dijo que tiene gemelos. Con la llegada de ella, la
tía dio orden de que tomáramos asiento. Estaba algo intrigada, Adam me dijo que
ella tenía seis hijos y yo había conocido a cinco. Me faltaba una, su cuarta hija. No
tuve que esperar mucho tiempo.

Una chica rubia, de unos veinte años, alta, guapa y muy bien vestida subió a la
terraza con un escándalo, hablando en italiano. La tía Faith murmuró algo que
sonó como una disculpa y miró a su hija.

–Cordelia, no pensé que fueras a venir.–dice en fuido inglés y la chica la mira


encogiéndose de hombros.

–Pues, vine.–contestó ella y se acercó a nosotros, o más bien a Adam, que la


miraba con el ceño fruncido.–¡Adam! ¡Qué alegría verte!–exclamó ella y se lanzó
encima de él, pero él la detuvo agarrándola por los hombros.

–Cordelia.–dijo él reprendiéndola.–Comportate.–ella lo miró boquiabierta y luego


me miró a mí.

–Tú debes ser su novia, ¡un gusto!–ella estrechó mi mano y se sentó a mi lado
luciendo como una completa lunática. Ella estaba borracha.

La ignoré por mucho rato. La tía Faith se encargaba de hacernos preguntas, sobre
cómo nos habíamos conocido, el tiempo que llevábamos juntos, lo que yo quería
estudiar y otras cosas. Ella sabía quienes eran mis padres, hasta mis abuelos y yo
no me enteraba de nada. Mi padre había sido quien se encargó de remodelar el
hotel y el restaurante, sabía que había visto el lugar antes, había sido en los
planos de mi padre.

La comida era más que deliciosa, me encantaba la salsa napolitana que la tía
hacía, con pasta sabía mejor, el napolitano con almendras me había dejado
delirando y más el vino que tenía en una copa. Era lo máximo. Sin embargo, no
siempre las cosas son de color rosa. Cuando Cordelia comenzó a hablarme, mi
cuerpo se tensó por completo.

–Así que... ¿Qué hace una chica tan sencilla cómo tú, con un chico cómo Adam?–
ella arrastró su voz de forma fastidiosa. Adam, tenía su mano en mi rodilla, él
hablaba con la tía Faith, pero la había escuchado, porque me dio un leve apretón.

–No lo sé, pues.–contesté sin dar tanta conversación pero ella quería seguir.

–No entiendo, eres muy sencilla para él.–dice dando un sorbo a su copa, que

307
alguien le quite la botella por favor.–Yo que tú, no le quito el ojo de encima. Te lo
pueden robar fácilmente.–dice y yo no dejo que eso me afecte de alguna forma.
Ésta chica no sabe por lo que Adam y yo hemos pasado. No hice más que
encogerme de hombros.–Tengo razón, no sé que tienes tú, que alguna otra chica
no tenga.–en ese momento, Adam se gira hacia ella, molesto.

–Deja de molestar a mi novia Cordelia, no vas a conseguir nada con eso.–dice y


ella sonríe, maliciosamente.

–Solo la estoy poniendo a prueba.–dice llenando su copa nuevamente.

–Cordelia.–la voz de la tía suena a modo de advertencia, lo que solo significa una
cosa, y es que a ésta chica le gusta buscar problemas y tiene problemas.

–!Vamos, mamá! No es como si le fuese a derramar el vino encima.–dice alzando


su copa, sus movimientos son tan torpes que la copa se le resbala y me derrama
encima todo su contenido. Ella me mira boquiabierta y yo me levanto
rápidamente.–¡Ups! Lo siento, de verdad...

–No quiero escuchar tus disculpas.–la corto antes de echarme a correr hasta la
salida. No pienso en otra cosa más que en la vergüenza que siento en estos
momentos. Ni siquiera me doy cuenta cuando salgo del restaurante y me detengo
cuando unas manos me agarran por los hombros.

–Mere, ¿estás bien?–pregunta él y yo niego. No claro que no estoy bien, quiero


golpear a alguien y no sé porqué siempre alguien tiene que arruinar mi ropa.–
Vamos, te haré sentir mejor.–dice antes de encaminarnos hasta nuestra posada.

308
Amor.

Cuando entramos a nuestra posada, él me llevó hasta el cuarto de baño y


comenzó a quitarme la ropa, primero me ayudó con las botas, luego me quitó el
vestido y buscó un pijama para mí. Mi vientre y piernas estaban manchados por el
vino y me sentía pegostosa en esa zona, Adam mojó una pequeña toalla y la pasó
por mi piel llena de vino. El enojo se fue y llegó la ternura. Lo observé embelesada
como me limpiaba, con delicadeza, como si mi piel fuese de cristal, su tacto me
daba cosquillas y en un momento ya no resistí más y lo atraje hacia mi rostro para
besarlo.

Comencé a quitarle su chaqueta de manera desesperada. Él se deshizo de ella y


luego le saqué su suéter y conforme nos íbamos besando, íbamos saliendo del
baño. Lo empujé hacia la cama y él se dejó caer, le quité sus botas y me senté a
horcajadas sobre sus caderas, sus manos fueron hasta el broche de mi sujetador y
me lo quitó lanzándolos lejos. Le quité su pantalón con algo de diversión y volví a
sentarme sobre él.

–Mere, lo que ella dijo...–puse un dedo sobre sus labios para que no hablara.

–No, no quiero escuchar nada. Vine aquí para disfrutar y estar contigo, no para
escuchar a chicas celosas y borrachas.–digo y él sonríe, de esa forma que me
hace convertirme en mantequilla al calor.

–Me alegro de escuchar eso, porque te traje aquí para tenerte solo para mí.–dice
sobre mis labios.–Te amo, Mere. Nunca me voy a cansar de decírtelo.

–Te amo, Adam. Te lo diría por siempre si fuese posible.–digo y él vuelve a


besarme, con pasión, con delicadeza, con profundidad. Haciendo que tire de su
cabello con fuerza y él gruñe en respuesta.

–Mere.–dice en mi boca.–Me vuelves loco.–un gemido escapa de mis labios cuando


él comienza a rozar mi zona sensible.

–Tú.–mi respiración se agita y muerdo su labio inferior.–Ya estabas loco.–digo y él


se ríe. Nos acomoda en la cama de manera que queda encima de mí, entre mis
piernas.

309
–No, Mere. Tú me traes loco.–vuelve a besarme y lleva mis manos por encima de
mi cabeza.

–Tú me tienes loca a mí.–sus ojos azules me miran y me estudian con atención.–
Estoy loca, Adam. Estoy loca de amor por ti.–sus labios vuelven a los míos antes
de que vuelva a entregarme a él, me encanta entregarme a él. Porque él también
se entrega a mí.

❤❤❤

El viernes fuimos al centro de Nápoles. Aproveché para comprar regalos para mi


familia, diciembre se acercaba y quería hacerles regalos distintos a mi mamá, a
Leigh Anne, a Lux, a Ava y hasta a Rose y Clara. Comimos la mejor pizza
napolitana de la región y regresamos a nuestra posada en la tarde.

Adam recibió una llamada, me aleje para darle privacidad entrando a la


habitación. Dejé la bolsa con las compras en uno de los compartimientos del
closet y me paré en el balcón, para mirar el atardecer. Podía escucharlo hablar
con su padre sobre empresas y números, por un rato, me perdí en el horizonte del
mar, en el cielo anaranjado y noté algunas nubes cargadas. Más tarde iba a llover,
seguramente.

Un momento después, él ya estaba junto a mí, observando el cielo y


abrazandome.

–Tengo algo para ti.–dice y me giro en sus brazos con el ceño fruncido.

–¿Qué?–no sé que más podía darme él. Agarró mi muñeca izquierda, donde usaba
mi brazalete con díjes, comenzó a hacer algo con ella sin dejarme ver, mi
curiosidad aumentaba cada vez más. Cuando soltó mi muñeca, traté de no
mostrarme tan desesperada como lo estaba. Había un nuevo díje en mi brazalete.

Había un nuevo corazón, era rojo con plateado y decía Napoli, en plateado. Pero
eso no era todo, él hizo girar el corazón para que observara la parte trasera. Mis
cejas se alzaron y mis labios se estiraron en una sonrisa inmensa, decía Te amo,
Mere, tallado en el acero. ¡Era hermoso! Lo abracé con fuerza.

–Espero que te haya gustado.–dice devolviendo el gesto y me pongo de puntillas


para darle un beso.

–Me ha encantado. Te amo, Adam.–digo y él une nuestras frentes.–Gracias.

–Un placer complacerte.–dice, en ese momento, un relámpago suena en el cielo y

310
ambos nos sobresaltamos.

–Va a llover.–él se ríe y me abraza.

–Va a caer una tormenta.–dice, pego mi mejilla en su pecho y suspiro.

–No me gusta cuando llueve así.–digo y él me acaricia la espalda.

–Lo sé, pero yo estoy aquí contigo. Nada va a pasar, solo es lluvia.–asiento contra
su pecho y lo miro.

–¿Qué quieres hacer?–pregunto cambiando de tema. Él se encoge de hombros.

–No lo sé, ¿qué te parece si nos recostamos como morsas?–me rio y asiento.

–Me parece bien. Vamos mi morsa.–digo divertida, llevándolo hasta la cama.

–¿Soy tu morsa?–pregunta, divertido también y yo me siento en la cama,


levantando una pierna hasta él.

–Sí, ayudame a quitarme las botas, soy una morsa muy foja.–él se ríe pero lo
hace, me quita las botas y yo me echo hacia atrás en la cama, él se quita los
zapatos y se sienta detrás de mí, estrechandome contra su pecho.

–Me gusta estar así, como morsas.–murmura y me rio.

Estoy por decir otra cosa cuando el sonido estridente de mi teléfono me


sobresalta. Adam se ríe de mi reacción y corro a buscar el teléfono. Es mi mamá,
segunda vez que me llama hoy.

–Señora, éstas no son horas de llamar.–contesto volviendo a mi posición en la


cama con mi morsa favorita.

–¿Interrumpo algo?–pregunta completamente interesada.

–No, solo estábamos descansando. Cuentame.

–Pues, ahora verás con más frecuencia a Connie Jacobs. Ella se hizo una prueba
de ADN, ella es la hija de tus abuelos, ella es tu tía Allyson.–dice sin rodeos y yo
me quedo en silencio por unos segundos.

–Oh, vaya. Me alegro por eso.–digo y mi madre suspira al otro lado de la línea.

311
–Tienes cuatro primos nuevos.–dice y yo abro los ojos asombrada.–Nadie se
imaginaba que esto fuese a pasar, Alyssa y Andrew están muy contentos, uno de
ellos se parece mucho a tu abuelo, tiene los ojos de él y se llama igual. Tiene dos
chicas y dos chicos. John, Alyssa, Andrew y Madison, en ese orden, ¿puedes
creerlo? Ella nunca los olvidó.

–Oh, Dios. Eso es... demasiado. Pero me alegro que ella haya decidido buscarnos,
a los abuelos les hacían falta ella y ella los extrañaba a ellos.–digo después de una
pausa.

–Sí, mi niña. Bueno, te dejo, solo quería que supieras eso, además de que te
extraño mucho. Cuidate, cariño. Te llamo mañana. Te amo.

–Igual, mamá. Besos.–ella cuelga y yo giro mi rostro para mirar a Adam.

–Tienes una nueva tía, oficialmente.–dice y yo asiento.

–Ella tiene muy buena memoria. No como yo, ni sé que día es hoy.–digo y él se ríe
negando con la cabeza.

–Es viernes, Mere. Tú misma me lo dijiste en la mañana cuando me despertaste,


¡es viernes, hay que activarse!–dice y yo me rio, luego me encojo de hombros.

–Entiendelo, ¡hoy es viernes!–exclamo y me levanto sobre la cama.–¡Vamos a


bailar!

–Mere, ten cuidado. Te puedes lastimar.–dice y yo bajo de la cama tendiéndole una


mano.

–¡Vamos, mi morsa! Nadie te mandó a recordarme que día es hoy, quiero bailar,
ahora.–él se ríe pero toma mi mano y se levanta.

–¿Y la música?

–Imagina que suena ese tipo de música que más bien parece que encendiste la
licuadora o sobrecargaste la lavadora. Listo.–digo y él se ríe de nuevo.

–De acuerdo.–dice y yo comienzo a brincar sobre mis pies haciendo los


movimientos más raros que se me pueden ocurrir y él hace lo mismo hasta que
nos ataca la risa y no podemos hacer más que reírnos como focas retrasadas y
epilépticas.

¡Lo que hace el amor! ¡Cada día estoy más loca de amor por él!

312
Hasta Pronto.

Nuestros días en Nápoles estaban llegando a su fin. Y me sentía triste pero a la


vez quería regresar. Se acercaba el día de acción de gracias y mamá cada vez me
extrañaba más. Así que en nuestros últimos días, aprovechamos a conocer
algunos otros lugares y a salir por ahí por nuestra cuenta, la tía Faith nos había
invitado a su hacienda un día y Cordelia, ésta vez sobria, se disculpó conmigo por
su comportamiento,

Pues, yo nunca me imaginé que una chica como ella estuviese divorciada, que fue
traicionada por su propio esposo, que no sabía hacer otra cosa que beber para no
sentirse tan estúpida por haber creído ciegamente en ese hombre. Ella me lo
había contado todo, me regaló un ramo de rosas rojas que ella misma había
sembrado y cuidado, quería agradarme. Así que la disculpé y le dije que podía ser
mi amiga solo si dejaba de beber y buscaba una cosa mejor que hacer con su
vida, ella me dijo que iniciaría la rehabilitación. Entonces estábamos bien y ese
día nadie me derramó nada encima.

Nuestro último día en Nápoles había llegado, yo estaba un poco ansiosa por irme.
La tía nos visitaba todos los días, nos traía las salsas y panes hechos por ella. No
podía seguir comiendo de esa manera, iba a pasar de ser una morsa a ser una
ballena. Por otro lado, Adam y yo nos habíamos acostumbrados a estar solos los
dos, tanto que ya creía que no podría volver a dormir sola de nuevo. Pero
recordaba que Adam y yo solo eramos novios y tenía que conformarme con eso.

Adam preparó el desayuno, como solía hacerlo todos los días y nos sentamos en
el pequeño comedor para dos. Terminé primero que él, estaba segura de que
había aumentado unos cuantos kilos, aunque a él no le importaba eso, más bien
parecía satisfecho viendo que comía tanto. Alguien tocó la puerta y me levanté
para abrir.

–¡Hola, tía!–digo al ver a la mujer rubia al otro lado de la puerta.

–¡Hola, querida!–ella me besa ambas mejillas y yo la hago pasar.–Vine para


invitarlos a cenar, quiero hacerles una despedida especial.–dice sonriéndonos a
ambos.

–No era necesario, pero gracias tía.–dice él y ella sonríe aún más.

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–Claro que sí, los espero a las ocho, ya saben donde.–ella se despide y se va.

–Ella me agrada, mucho.–digo y él sonríe.

–Y tú le agradas a ella.

Nos arreglamos a tiempo para bajar y fuimos hasta el restaurante, subimos por la
escalera en forma de caracol hasta la terraza. La tía Faith se sobresaltó cuando la
saludamos, ella nos daba la espalda y llegamos antes de la hora. Nos sentamos a
hablar mientras esperábamos a que llegasen los demás. Lo cierto era que
apreciaba a la tía, ella había sido muy buena conmigo desde que llegamos y se
había ganado un espacio en mi corazón cuando me enseñó como hacer las salsas
de tomates y las masas para panes.

Así que ella quería que nuestra última cena con ella fuese memorable y se había
esforzado mucho. Esa noche la mesa no estaba muy ocupada. De sus hijos
estaban nada más Cordelia, Lorenzo y Francis, su esposo también estaba y
nosotros dos. No me importaba si solo ella nos hubiese acompañado esa noche,
ya había hecho mucho por nosotros, empezando por darnos tanta hospitalidad
desde el principio hasta el final.

La relación con Lorenzo y Francis era muy buena, esos chicos eran todo un caso
serio. Como teníamos las mismas edades, para ellos yo era como su prima, me
respetaban mucho y también a Adam. De los dos, Francis era el más bromista y
carismático, Lorenzo era el caballero, el serio y él galán de telenovela. Con
Cordelia me la llevaba bien, ella había dejado de comportarse como una completa
lunática y solo seguía en Nápoles por nosotros, ella quería despedirse como se
debía.

Nuestra última noche en Nápoles fue la mejor.

Al siguiente día, la tía, Cordelia, Lorenzo y Francis nos acompañaron hasta el


aeropuerto. La hospitalidad no se acababa todavía. Cuando nos llamaron para
abordar el avión, ella fue la última en despedirse.

–Que tengan un buen viaje y espero que vuelvan alguna otra vez.–ella abrazó a
Adam primero y luego a mí.–Tú me vas a hacer mucha falta.–dice separándose de
mí y tomando mis manos.

–Lo mismo pienso, tía.–digo dedicándole una sonrisa.–Te prometo que volveremos.

–Eso espero, querida.–ella me volvió a abrazar.–Cuidense mucho.–ella me soltó y


yo le sonreí despidiéndome con la mano, Adam hizo lo mismo y caminamos hasta

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la puerta que nos correspondía.

Esa despedida no había sido un adiós. Era un hasta pronto. La tía Faith era una
persona importante para Adam y ahora también lo era para mí y estaba segura de
que quería volver a Nápoles a visitarla, también estaba segura de que ella viajaría
hasta Madison para visitarnos. Con tal de volver a probar una de sus salsas... No
primero me quito éstos kilos de encima... Se acerca acción de gracias y navidad.
Bueno, me podré vestir como un muñeco de nieve.

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Navidad.

Diciembre había llegado y yo estaba nostálgica.

Siempre era así, de todos los meses, diciembre me ponía muy sensible, parecía a
punto de llorar a cada momento. Bueno, despertaba llorando algunas veces pero
nadie tenía porqué saberlo, solo que después de que volvimos de Nápoles, las
pesadillas volvieron. Dormía sola y despertaba llorando y agitada, solo cuando
dormía con Adam se iban las pesadillas.

Ava y yo decoramos la casa como acostumbrábamos a hacer, a mi padre le


gustaba hacerlo en vida y a mi me gustaba llenar de luces y guirnaldas la casa
entera. Me llevaba todo un día, pero al final el resultado era precioso.

Era víspera de navidad cuando me desperté y escuché música. Eran villancicos,


afuera la nieve cubría gran parte de mi ventana, me levanté y fui hasta mi cuarto
de baño, luego me vestí con un suéter grueso, un jean ajustado y botas para
nieve, quité la nieve de mi ventana y bajé hasta la cocina. La música estaba a un
fuerte volumen, ni mi mamá ni Ava se dieron cuenta cuando entré a la cocina, yo
noté el muérdago colgando sobre la puerta de la cocina y tuve que alzar la voz
para que me escucharan.

-¿Quién colocó muérdago?-las dos se sobresaltaron sobre sus taburetes, ellas


estaban hablando animadas sobre algo.

-Señorita, buenos días.-dice mamá y le baja volumen a la música tocando en su


tableta digital sobre la mesa.

-Buenos días.-digo y rodeo la barra buscando algo para comer en la nevera.

-Respecto al muérdago, yo lo puse.-dice Ava y yo sonrio.

-No era necesario.-digo y ella se encoge de hombros.

-Invité a Aston a cenar mañana, espero que no te moleste.-dice mamá y yo me


quedo quieta en mi sitio. Mis sospechas parecen ser ciertas.

-Está bien, no me molesta.-digo y decido comer cereal con leche achocolatada.-

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Aston me agrada.

-Él va a venir con sus hijas.-dice me dispongo a comer frente a ella.

-Me parece bien, mamá. Ya te dije que no me molesta que Aston venga, puedes
invitar a quien tu quieras.-digo sonriendo y ella asiente con la cabeza.

Terminé de comer y decidí salir para ver como estaba el día. Me puse mi gorro
tejido, unos guantes y un abrigo grueso y pesado de color caoba. El frío me
golpeó cuando salí pero eso no me detuvo, caminé hasta el portón y salí. Ya no
tenía que tener guardaespaldas conmigo todo el tiempo, pero Bill y Brie se habían
rehusado a dejarme. En cuanto abrí la pequeña reja, Brie salió de la casilla de
vigilancia.

-¡Hey! ¿A dónde vas?-ella estaba sonriendo, cosa que me pareció extraña.

-A ningún lado, solo salía a ver.-digo como si tal cosa y ella junta las cejas.-No
puedo quedarme afuera mucho tiempo. Hay demasiado frío.

-Sí que lo hay. Pero mira, ahí viene tu amado.-dice y yo me giro para ver la
todoterreno azul eléctrico que viene en la vía. Adam había cambiado el DBS por la
camioneta solo por el invierno, después volvería a usar su auto.

Él se estacionó a unos metros de nosotras y salió, completamente abrigado.


Quería fundirme en sus brazos, tenía mucho frío y comenzó a nevar de nuevo. Él
se acercó rápidamente a mí y me abrazó, él se sentía caliente. Luego entramos a
la casa porque nevaba demasiado.

-¿Qué hacías afuera?-pregunta cuando nos sentamos en el sillón de la sala.

-Nada.-contesto abrazándolo más. Él me frota los brazos y la espalda con sus


grandes y fuertes manos, me aprieta contra él y escondo mi cara en su cuello.

–Está haciendo mucho frío hoy.–dice y yo asiento con la cabeza.

–Mañana es navidad.–digo después de una pausa.

–Y te tengo un regalo.–salgo de mi escondite y lo miro sonriendo.

–Yo también.–él me besa y estoy por perderme en sus labios cuando Ava nos
interrumpe.

–Les traje chocolate caliente.–ella coloca dos tazas rojas grandes con diseño de

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Santa Clauss, en la mesita frente a nosotros y me separo de Adam solo para
agarrar una.

–Gracias, Ava.–digo y ella sonríe.

–Hornearé galletas de chocolate.–dice antes de irse a la cocina nuevamente.


Adam y yo nos miramos un segundo antes de levantarnos y seguirla hasta la
cocina.

El resto de la mañana la pasamos más que todo abrazados, el frío era demasiado
para mí, años anteriores la pasaba en mi habitación con la calefacción en mi
habitación, pero ahora no quería estar en mi habitación. En la tarde decidimos
salir a dar un paseo, el condujo hasta el centro y caminamos un poco hasta llegar
a McCarren's. Entramos y de una vez pude sentir el ambiente cálido del lugar,
decorado totalmente de cosas navideñas y luces parpadeantes, iba a buscar una
mesa cuando me llevé una grata sorpresa.

En una mesa con sillones al fondo, se encontraba Rose, muy cariñosa con mi
primo Carl. Los miré un segundo, justo cuando él le daba un tierno beso a ella en
los labios, me sorprendí tanto que hasta Adam se dio cuenta. Me acerqué a ellos,
más animada y con una gran sonrisa.

–¡Hola, hola!–saludé y Rose dio un respingo en su lugar.–Me alegro mucho de


verlos juntos.

–Hola, prima. ¿Cómo estás?–Carl me sonrió y yo noté a Rose un poco incómoda y


¿avergonzada?

–Bien, congelandome con éste frío.–respondo y miro a Rose.–¿Y tú qué? ¿No me


vas a saludar?–pregunté sonando casi herida, ella me miró fijamente.

–Sí, hola, mmm... Estos es vergonzoso.–dice y yo arqueo las cejas.

–¿Por qué?–pregunto totalmente confundida con su actitud.

–Bueno, es..., yo..., ¿no te molesta que salga con tu primo?–dice finalmente y Carl
y yo tenemos la misma expresión de desconcierto en el rostro.

–¿Bromeas?–me rio y niego con la cabeza.–¡Me parece perfecto! Tienen mi


bendición si eso es lo que quieres.–digo y Carl se ríe.

–No entiendo porqué ella no quería que lo supieras.–dice Carl y yo miro a Rose de
nuevo.

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–¿Desde cuando salen o tienen lo que sea que tienen ahora?–pregunto y ella me
mira.

–No habíamos concretado nada, pero sabes que salíamos desde hace tiempo.–
dice y yo suspiro.

–Mucho tiempo, diría yo. ¿Entonces? ¿Qué son ahora? ¿Novios?

–Sí, somos novios.–dice ella y Carl alza las cejas.

–Lo reconoces en voz alta.–dice él y ella le golpea el hombro.

–Eso es un milagro de navidad, primo.–de repente recuerdo que vine con Adam y
me giro para verlo pagar, tengo que buscar una mesa.–Me alegro mucho por
ustedes, ahora los dejo.–me despido y busco una mesa apartada de casi todos.

Adam coloca un capuccino frente a mí y se sienta a mi lado rodeándome con uno


de sus brazos.

–Tú hermana y mi primo juntos. Ya era hora.–digo y él se ríe.

–Sí, Carl me agrada, me conoce y sabe lo importante que es Rose para mí, pero él
es tu primo y eres igual de importante para él, así que estamos iguales.–dice y yo
asiento. Estoy totalmente de acuerdo.

De repente una cosa loca se formó en mi mente. Si yo me casaba con Adam, mi


apellido sería Stynson y si Rose se casaba con Carl, ella sería una Hannigan.
¡Estás loca! Pensando en esas cosas, primero para que eso pudiese pasar,
faltarían muchas navidades para eso y no sabemos lo que la vida tiene para
darnos.

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Regalos.

Me vestí bien abrigada pero a la moda para la cena navideña. Me puse un suéter
rojo de cuello v, un jean oscuro y botas altas. Me maquillé un poco y bajé antes de
las seis de la tarde. La casa estaba llena de personas, mi tía Allyson, Connie,
como se llame, había venido, mis abuelos estaban aquí, mis tías, mis tíos, mis
primas y primos, mi hermana y su esposo, Aston y sus hijas, y los Stynson's.

Clara solo hacía la fiesta de año nuevo, navidad era para estar en familia o con
seres queridos, y puesto que sus tres hijos estaban relacionados conmigo y mi
familia, ella había decidido pasar navidad con nosotros. Así que habían muchas
personas en la casa, me alegraba de haber arreglado la casa tan bien junto con
Ava. Se veía bonito con todos ahí y el muérdago lo evitaban.

Estaba perdida en mis pensamientos cuando Adam me agarró por la cintura y di


un salto en mi lugar. Me reí y me giré en sus brazos para saludarlo.

–Hola, guapo.–digo sonriendo y él se ríe.

–Hola, guapa.–dice y me da un suave y corto beso. Puesto a que no estamos


solos.

–¿Desde cuando estás aquí?–pregunto cruzando los brazos detrás de su cuello.

–Desde hace como una hora, pero tus abuelos me detuvieron de ir a buscarte.
Sabía que estabas en la ducha.–dice en voz baja y yo sonrio.

–Que mal que te detuvieron, porque necesité ayuda en la ducha.–digo en el


mismo tono y el arquea una ceja.

–¿Necesitabas que te fregara la espalda?–pregunta y yo asiento.–Debí haber


llegado antes.–dice y yo me rio.

Él me besa de nuevo, ésta vez el beso no es tan corto ni tan largo, solo es
suficiente para dejarme con ganas de más. Rose, apareció frente a nosotros con
una cámara y nos tomó una foto, como de costumbre, no nos dejó ni reaccionar.
Por lo que parecemos memes en vez de una pareja normal. Ella vió la foto y se
empezó a reír, Carl se acercó a nosotros y observó a Rose reírse como loca.

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–¿Qué es tan gracioso?–preguntó él y Rose le mostró la foto, ahora eran dos locos
riéndose. Le quité la foto a Carl y la miré, la risa también me atacó y Adam
también empezó a reírse. Eramos cuatro idiotas riéndonos por una foto.

Yo salía con una cara que me hacía ver tipo “tú me debes algo y te lo voy a
cobrar”. Adam había pestañeado justo en el momento que se tomó la foto y
parecía tuerto. Era muy cómica, más que mis fotos fantasmagóricas de Nápoles.
Más que cualquiera otra foto.

–¡Bueno, ya! Sonrían que les voy a sacar una verdadera foto.–dice Rose
recuperando la compostura, yo dejo de reírme como loca y Adam también lo hace,
pero no borramos la sonrisa de nuestros rostros.–!Aww! Ésta es su primera
navidad juntos.–ella sonríe y nos da la foto que sacó.–Siempre van a ser mi pareja
favorita.–ella nos tomó otra foto y se fue llevándose a Carl de la mano.

–Ésta Rose...–digo y él me vuelve a mostrar nuestra foto graciosa y me vuelvo a


reír.

Después de la cena, Adam me iba a dar mi regalo y yo le iba a dar el suyo.


Queríamos que fuese en privado, así que nos fuimos a mi habitación. Él quiso ser
el primero así que yo estaba expectante, él sacó mi regalo de su bolso. Era de
forma rectangular y parecía un libro, estaba forrado con papel de regalo de color
rojo intenso y tenía un lazo dorado. Él se sentó junto a mí en la cama y me lo dio.

–Mere, como sé que te gustan tantos los libros y las historias, yo quise hacer una
para ti. Espero que te guste.–dice y yo me dispongo a desenvolver mi regalo.
Tratando de no parecer desesperada por saber que tipo de libro me voy a
encontrar.

Termino de quitar la envoltura, revelando un libro, sí, pero no es ninguno que yo


haya visto. La portada está hecha a mano, muestra una rosa roja muy elaborada y
de nombre solo dice Meredith, me quedo de piedra un segundo antes de abrir el
libro que lleva mi nombre y es hecho por él. Mi corazón se me va a salir por la
boca en algún momento. Encuentro una dedicatoria para mí en la segunda
página, y reconozco su letra de inmediato.

“Mi amada, Mere.

He decidido hacerte éste regalo especial porque eres la persona más


importante de mi vida. En éste libro he plasmado los mejores momentos
de mi vida contigo, desde que nos conocimos hasta donde estamos hoy.
Desde que llegaste a mi vida todo ha cambiado, los días son más
soleados aunque hayan nubes y llueva, las noches dejaron de ser solo

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para dormir, los colores son más brillantes, las estrellas y la luna brillan
más que antes. Desde que llegaste a mi vida, las cosas tienen más
sentido. Te juro que nunca antes me había sentido como cuando estoy
contigo, nunca había tenido tantos sentimientos por una persona, nunca
había estado tan loco por una chica como lo estoy de ti. Antes de
conocerte yo no pensaba tanto en una vida con alguien como lo pienso
ahora que estamos juntos. No tengo palabras para expresarte todo lo
que siento por ti, pero si puedo decir que te amo, con locura,
ilimitadamente, como lo mereces. Y no cambiaría nada de ti. Por eso
quiero darte esto, para que siempre recuerdes que te amo y que daría lo
que sea por estar contigo por siempre o por el resto de mi vida”.

Estoy tan sorprendida y conmocionada que siento un nudo en la garganta. Pero él


me insta a seguir leyendo y paso la página para encontrarme con un dibujo de
unos árboles, muy parecidos a los árboles que veía el día que nos conocimos. Son
muchos dibujos hechos por él, retratos de mí, de los dos, de nuestro lugar... Son
todas las cosas por las que hemos pasado dibujadas a mano. Cada imagen tiene
su descripción y la importancia que tiene ese momento para los dos. El libro está
una cuarta parte lleno, el resto las páginas están en blanco y yo giro mi rostro
para mirarlo.

Él está mirando el piso, perdido en sus pensamientos. Mientras que yo, tengo
lágrimas en los ojos y no puedo creer que él me haya dado un regalo tan hermoso
y yo no sepa como reaccionar.

–Adam.–digo y él me mira, con atención y yo le sonrio.–Te amo.–dejo el libro a un


lado y me deslizo sobre él, sentándome a horcajadas sobre sus caderas.–Gracias.

–Yo te amo más.–dice antes de besarme lentamente.–El resto está en blanco


porque todavía nos quedan muchas cosas que vivir. Tú también puedes dibujar en
él.–sonrio y lo abrazo escondiendo mi cara en su cuello.–¿Dónde está mi regalo?

–¡Oh, mierda!–salgo de mi escondite y me levanto rápidamente para buscar su


regalo en mi armario. Vuelvo y se lo doy, él me mira alzando las cejas y con
diversión.

–¿También un libro?–pregunta y me rio.

–Abrelo, no se compara con el tuyo pero espero que te guste.–digo y él procede a


hacerlo.
A diferencia de él. Yo le hice una agenda, porque la que tenía estaba pasada de
moda y era un desastre. Preferí hacer una con mis propias manos. Escribí cada
número de cada mes en cada página, el diseño es muy sobrio, solo trabajé con

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ondas y tribales. La encuadernación es en cuero negro y el separador es en rojo.
Solo pensé en algo que el necesitara de verdad y eso fue lo único que se me
ocurrió. Lo único que le añadí fueron las fechas de cumpleaños de personas
importantes.

–¿Cuánto tiempo te llevó hacerla?–él estaba muy sorprendido.

–Como un mes.–contesto encogiéndome de hombros.–¿Te gusta

–Era justo lo que necesitaba. Aunque me hubiese gustado cualquier cosa, hasta
un par de calcetines.–dice y yo me rio.–Gracias, Mere.

–Un placer complacerte.–digo, porque él suele decirlo siempre.

–Estás robando mis frases.–dice en tono acusatorio y me encojo de hombros.

–Sí.–digo y él se ríe.

–Feliz Navidad, Mere.–dice y lo abrazo.

–Feliz Navidad, Adam.–digo volviendome a esconder en su cuello.

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¡Año Nuevo!

Clara iba a hacer su famosa fiesta de año nuevo en su casa. Así que me arreglé
para la ocasión, me puse un mini vestido negro suelto de mangas largas, mallas
negras, botines marrones de tacón alto y grueso. Mi cabello estaba ondulado y
controlado por los momentos, me maquillé un poco y me fui con mi mamá, Lux y
Ava hasta la casa de los Stynson's.

Clara nos abrió la puerta y nos abrazó a cada una, luego nos hizo pasar. Su casa
estaba atestada de gente, había música con volumen fuerte y todos parecían
divertirse. Rose apareció frente a mí con unos lentes diseño 2016, el nuevo año.
Ella me colocó una corona de plástico en la cabeza y me sacó una foto, luego se
fue a sacarle fotos a alguien más. Encontré a Adam rápidamente y después
buscamos privacidad.

Él vestía un suéter azul intenso como sus ojos, jeans oscuros y zapatos marrones,
como mis botines. En la cabeza tenía una corona de rey que combinaba con la
mía. Rose y sus cosas. Nos alejamos de todos y él aprovechó la oportunidad para
observarme de pies a cabeza, me hizo dar una vuelta sobre mis talones y me
sonrió.

–¿Ese vestido no te da frío?–pregunta y yo asiento abrazándolo.

–Me estoy congelando.–digo y él se ríe.

–Vamos, te daré calor.–dice y caminamos hasta su habitación.

–Aquí está bien.–digo, la habitación tiene un ambiente agradable, no está tan frío
como abajo, o afuera.

–Ven.–nos sentamos en el sillón de la esquina, bueno, me senté sobre sus piernas


y él me apretó en sus brazos. No faltaba mucho para que el reloj marcara la
medianoche.

De todas maneras hablamos durante ese tiempo, banalidades. No queríamos


tocar temas sensibles, pero el año había sido impactante. Conocí a Adam. Jane fue
asesinada. Adam y yo nos hicimos novios. La casa de Lydia fue incendiada con
nosotros dentro. Mi cumpleaños. Nueva York y mi primera vez. Las amenazas. El
pasado de mis padres. Carter y su declaración. Mi baile de graduación y nuestro
lugar. Mi graduación y su regalo especial. El accidente y lo que pasó después.

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Carly psicópata Carter me dejó traumada. Jeff el mal nacido. Leigh Anne y su
boda. Allyson Hannigan/Connie Jacobs. Nápoles y las mejores dos semanas de mi
vida o del año. Y el regalo más hermoso que me han podido dar para navidad.

Es imposible que yo no ame a Adam. Lo amo con todo mi ser, como loca,
ilimitadamente. Sin él, yo no sé que estaría haciendo con mi vida en estos
momentos. Seguramente leyendo algún libro o acostada en mi habitación
haciendo nada. Y lo que él me había dicho sobre que sería de su vida sin mí, era
más deprimente todavía. Nuestras vidas antes de estar juntos eran más aburridas
que yo antes de ser su novia.

Que enredo.

–Mere. Quiero darte las gracias.–dice él sacándome de mis pensamientos y lo miro


juntando las cejas.

–¿Las gracias?–sonaba tan confundida.

–Sí.–él sonríe y yo me incorporo para mirarlo de frente.–Quiero agradecerte por


estar, por quererme y soportarme durante la mayor parte de éste año.–dice y yo
sonrio

–Adam.–digo y paso mis manos por su cabello, con ternura.–Soy yo quien debe
darte las gracias. Por todo lo que me has dado, por todo lo que me has hecho
sentir, por aceptarme y dejarme amarte.–me acerco a su rostro lentamente y le
doy un beso suave.

–Te amo, Mere. En serio que cada día estoy más loco por ti.–dice y yo me rio.

–Tú ya estabas loco.–él se ríe y me besa. Me aparto y él me mira juntando las


cejas, me rio y agarro su cara.

–Paciencia, hombre. Quiero que mi primer beso de año nuevo sea el mejor de
todos los primeros besos que se darán todas las personas ésta noche.–digo y él
alza las cejas.

–Pues preparate. Falta un minuto para la medianoche.–dice y lo miro fijamente.


Expectante, ansiosa y divertida. Escuchamos la cuenta regresiva hasta que llega a
uno y todos abajo gritan por el año nuevo. Él me besa.

Con pasión, intensidad, fiereza, firmeza, amor. Mis manos se van hasta su cabello
y me acomodo a horcajadas sobre él, sus manos se van hasta mis piernas y las va
subiendo a medida que la temperatura de nuestros cuerpos aumenta. El muerde

325
mi labio inferior cuando me separo por aire, nuestras respiraciones están agitadas
y nuestros labios hinchados. Ese si que fue un beso.

–Feliz año nuevo, Mere.–dice y yo sonrio.

–Feliz año nuevo, Adam.–digo y le doy otro beso.

–Te amo.–dice y me vuelve a besar.–Nunca dejaré de hacerlo.

–Te amo, Adam.–digo en sus labios, él pega su frente en la mía y yo cierro los ojos
un segundo antes de volver a mirarlo y sonreír.–Gracias.

–Un placer complacerte.–dice y como me encanta que diga eso.–¿Te quedas


conmigo ésta noche o madrugada?–me rio y asiento.

–Me quedo contigo, eso no se pregunta.–digo y él se ríe.

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Bebés.

A mediados de febrero, mi hermana parecía que no podía moverse de lo inmensa


que era su panza de embarazada. Su día había llegado, ella iba a dar a luz, iba a
ser madre y yo iba a ser tía. Fue una casualidad que yo estuviese con ella en el
momento en que sus dolores se hicieron más intensos y la llevé hasta el hospital.
Tratando de mantener la calma las dos. Ella no quería alterarme y yo no quería
asustarla. Pero de repente estuvimos metidas en el tráfico y empecé a
impacientarme.apretando mi mano. En ese momento los claxones dejan de sonar
tanto y observo que la fila avanza, a buena velocidad y acelero.

Llegamos al hospital media hora después y ayudo a mi hermana a bajar de la


camioneta. En ese instante llega Ron y se acerca corriendo a nosotras, Leigh Anne
suspira aliviada y entramos al hospital. Subimos hasta el piso de maternidad, ella
fue atendida de inmediato y yo me quedé en la sala de espera. Mi mamá llegó un
poco después y se sentó conmigo mientras revisaban a mi hermana. Nos dejaron
estar con ella antes de llevarla a la sala de partos y luego volvimos a la sala de
espera. Estaba demasiado ansiosa y preocupada, mi mamá estaba rezando
silenciosamente.

Era de tarde cuando llegamos al hospital, luego en el rato que duraron


examinándola y esperando a que rompiera fuente se hizo de noche cuando entró
en la sala de partos. Más familiares llegaron al hospital, los Howard's también
llegaron, ansiosos por la llegada de los nuevos miembros de su familia. Además
era sábado y se les había hecho más sencillo venir desde Nueva York. Clara, Rose
y Adam también llegaron y se sentaron con nosotras.

Estaba tensa, no podía dejar de moverme y mi corazón latía muy rápido y muy
fuerte contra mis costillas. No podía estar tranquila, no hasta que mi cuñado
saliera y nos dijera que sus bebés habían nacido y eran muy fuertes y hermosos.
Esperaba ese momento

Cerca de las once de la noche, él salió. Tenía una inmensa sonrisa en su rostro y
nos dijo a todos lo que queríamos escuchar. Sus bebés habían nacido, una niña y
un niño. De nombres les pusieron Camille y Samuel, tuvieron un buen peso,
sanos, muy lindos y llorones, por lo que todos nos reímos. Más tarde pudimos
verlos, Camille era castaña como Ron, Samuel era rubio como mi hermana. Eran
parecidos a sus padres, en el momento que los vi estaban dormidos, así que no

327
pude ver sus ojos.

Luego, Leigh Anne me dijo que Camille tenía los ojos claros como los de ella y que
Samuel los tenía marrones como los de Ron, la cosa era invertida entonces. Ella
estaba muy feliz, y se veía muy bien después de haberlos traído al mundo. Hasta
se pudo levantar, además de que podía amamantarlos. Ella había tenido mucha
suerte y ninguno de sus miedos se cumplió. Le dieron de alta al segundo día, ella
y los bebés estaban más que bien y ya podían irse a casa. En el apartamento,
ayudé a Leigh Anne a acomodar sus cosas mientras que ella y Ron cargaban a sus
hijos.

–Meredith.–dice ella y me acerco a donde está parada con Camille en sus brazos.–
¿Puedes tenerla mientras voy al baño?–pregunta y yo me quedo muda por unos
segundos.

–Claro, dame a esa criatura.–digo divertida y ella se ríe. Con cuidado, agarro a mi
sobrina y la acomodo entre mis brazos.

–No tardaré.–dice antes de dirigirse al baño rápidamente. Yo observo al pequeño


bulto entre mis brazos.

Duerme plácidamente, su cabecita está cubierta por un gorro de color lila a juego
con su ropa, noto que su boca es igual a la de mi hermana, su piel es clara y es la
cosa más tierna que he visto y que ahora sostengo. Sus mejillas están levemente
coloradas y su pequeña nariz también, pienso que es por el frío o Camille va a ser
una niña sonrojada como su tía, pero definitivamente guapa como su madre.
Leigh Anne vuelve y me observa cargar a su razón de futuros dolores de cabeza y
me sonríe.

–Te ves tan linda con ella en brazos. Deja que te tome una foto.–ruedo los ojos y
ella busca su teléfono, nos saca una foto y me la muestra.–Ella es guapa como su
tía, ahora debes cargar a Samuel.–me rio y ella extiende sus manos para que le
devuelva a su bebé.

–Es una preciosidad, me la comería si fuese posible.–digo con voz melosa y ella se
ríe cuando le entrego el pequeño bulto.

–Oye, no te puedes comer a mi nena.–dice observándola.–No te puedes comer a la


princesa de mami.–dice ella acariciando la nariz de la criatura en sus brazos.

–No. Pero si la voy a secuestrar muchas veces.–digo y ella me sonríe.

–Gracias por estar aquí.–dice y yo niego con la cabeza.

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–Siempre voy a estar para ti, nunca lo olvides.–digo y ella asiente. Lágrimas
empañan sus ojos y me acerco a ella.

–Creo que traer niños al mundo me ha puesto más sentimental que nunca.–dice
cuando la abrazo brevemente.

–Pero eres feliz, ¿cierto?–ella sonríe y asiente.

–Mucho, no sabes lo feliz que me siento. Estoy casada, amo a mi esposo y ahora
tengo a dos bebés. Además de que tú y mamá siguen en mi vida, apoyándome y
siendo felices también.–dice y yo le sonrio.

–Me alegro mucho que sea así.–digo y Ron se asoma en la puerta.

–Sam ya se durmió.–dice entrando en la habitación y acuesta al pequeño bulto en


su cuna azul cobalto. La cuna de Cami es de color lila.–Voy a aprovechar de que
sigues aquí Meredith para ir a la tienda, ¿quieres que te traiga algo?–pregunta
mirando a Leigh Anne y ella niega.

–No, estoy bien.–contesta y él se despide de ella dándole un tierno beso en los


labios a ella y uno en la cabeza de su hija.

–No tardo.–dice saliendo de la habitación. Leigh Anne suspira y acuesta a su hija


en su cuna.

–¿Quieres chocolate? Vamos a aprovechar que éstas criaturas están dormidas


también.–dice y yo me rio.

–Claro que quiero chocolate.–digo siguiéndola fuera de la habitación.

Por un momento me pregunto cómo se debe sentir ella ahora que es madre y que
tiene dos bebés. Dos responsabilidades, dos razones de felicidad, tristeza, agobio,
cansancio, delirios, orgullos y muchas otros sentimientos más. Son dos bebés de
la misma edad, son dos razones más para que ella siga adelante. Y ahora también
serán una razón para mí, esos bebés serán mis consentidos a partir de ahora.

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Cumpleaños.

Estábamos en marzo, el frío todavía se sentía pero pronto pasaría.

Los cumpleaños de dos personas súper especiales en mi vida estaban cerca y me


encontraba pensando en qué hacer para regalarles o cómo celebrar sus
cumpleaños. Primero cumplía Leigh Anne, cumplía veintidós años el diez de marzo
y sabía que no iba a hacer nada. Pero yo si iba a hacer algo.

Organicé una pequeña reunión en mi casa, arreglé la sala con globos y Ava
preparó comidas y un pastel de cumpleaños. Le dije a mi hermana que viniese a
las cinco de la tarde, le dije que había preparado una cena casual. Así que cuando
ella llegó, se llevó una gran sorpresa. Estaban algunos familiares y amigos, pero
para ella había sido perfecto. De regalo le di unos zarcillos, pequeños y dorados
como sus ojos que le gustaron mucho. Los zarcillos eran su debilidad de la moda.

Camille y Samuel eran lo más tierno que yo había visto. Cada vez que Leigh Anne
llegaba a la casa, yo agarraba a uno de los dos y lo cargaba por un largo rato,
hasta que lloraba por comida. Samuel era tranquilo, no hacía tantos berrinches
como Camille. Mi mamá decía que, de tal palo tal astilla, ya que de nosotras dos,
Leigh Anne era la más llorona cuando era una bebé.

Pero en su día de cumpleaños, la pasamos bien. Ella me agradeció mucho que yo


me hubiese tomado la molestia de preparar esa sorpresa para ella. Lo que ella no
sabía, era que yo había conspirado con su esposo para preparar todo. Ron la
amaba de verdad y yo estaba muy satisfecha con eso.

Cinco días después del cumpleaños de Leigh Anne, el hombre que me tenía loca,
que amaba, que anhelaba algunas noches, también cumplía años. Adam cumplía
veintidós años también, él no quería que yo le hiciera una fiesta, pero él no dijo
que no podíamos tener nuestra propia fiesta, solos los dos.

Llegué a su casa temprano en la mañana, sabía que seguiría durmiendo porque


era martes y él se había ido el viernes de viaje por trabajo, por lo que había
regresado el lunes en la noche, a parte de que llegó muy tarde. Adam ama dormir,
tanto como me ama a mí. Clara abrió la puerta cuando toqué el timbre.

Ella aún usaba un pijama, usaba una bata de seda sobre él y no tenía ni una sola

330
gota de maquillaje en el rostro, su piel se veía más pálida y sus ojos se veían más
azules. Seguía siendo la misma Clara de siempre, ya que me recibió en un efusivo
abrazo de mamá osa. Luego me hizo pasar y efectivamente, Adam seguía
durmiendo, entré a su habitación guardando silencio. Me quité mi chaqueta y mis
botas. Usaba un lindo vestido de mangas hasta los codos de falda acampanada,
azul estampado con fores de muchos colores.

Él estaba acostado boca arriba en la cama, por lo que no me costó nada gatear en
la cama y acercarme, las sábanas lo cubrían hasta la cintura y no usaba camisa.
Me acosté a su lado y lo observé dormir por unos instantes. Él necesitaba un corte
de cabello, otra vez, se lo había cortado en enero, pero su cabello crecía
demasiado y era súper liso, por lo que siempre estaba despeinado, aunque eso
me encantaba.

Él se movió y se acomodó de lado, quedando de frente a mí. Me acerqué un poco


más y rocé mis labios en los suyos lentamente, llevé una de mis manos hasta su
cabello y después volví a rozar mis labios con los de él, convirtiendo mis roces en
un beso que él terminó respondiendo. Sus manos se fueron hasta mi cintura y de
repente él estaba sobre mí y yo estaba pegada al colchón. Suspiré complacida y
nos separamos por aire.

–Mere.–dice dándome otro beso.–Te extrañé.

–Yo también, Adam.–digo acariciando su barbilla y su mejilla con mis dedos.

–¿Qué haces aquí tan temprano?–pregunta y yo me encojo de hombros.

–Es tu cumpleaños. Quería verte.–contesto y él sonríe.

–Yo también quería verte, incluso estaba soñando contigo.–dice y yo alzo las cejas.

–Me alegro estar en tus sueños, se ve que solo sueñas cosas buenas.–digo
sarcásticamente y él se ríe, observa mi cuerpo y me devora con la mirada.

–Lindo vestido.–dice y vuelve su mirada a la mía.–Me gustaría saber que llevas


debajo.

–Tendrás que esperarte hasta más tarde para que puedas averiguarlo.–digo y él
me besa de nuevo.

–De acuerdo.–agarro su rostro y pego mi frente en la suya.

–Feliz cumpleaños, Adam.–digo, sus labios vuelven a los míos por un momento.–Te

331
amo.

–Gracias, Mere. Yo te amo más.–dice y se separa de mí.–Te traje algo de


Milwaukee.

–¿Qué? Adam, tú eres el que cumple años y me traes algo a mí. Así no se vale.–
digo y él se ríe levantándose de la cama, está usando unos pantalones de un
pijama que le queda de muerte. Adam tiene mejor cuerpo que yo.

–Eso no tiene nada que ver. Yo te puedo dar lo que sea, no importa quien esté
cumpliendo años.–se mete en su vestidor y luego vuelve con una caja envuelta en
papel de regalo y una rosa roja muy hermosa.

–Dios mío, Adam. ¿Qué voy a hacer contigo?–digo tomando en mis manos lo que
me trajo. Llevo la rosa hasta mi nariz y la huelo por unos segundos. Procedo a
quitar el envoltorio de la caja, es del tamaño de una portátil pero no es pesada.

–Conmigo puedes hacer lo que quieras.–dice y yo estrecho mi mirada hacia él, se


encoge de hombros y yo sigo quitando el envoltorio. Cuando lo hago, me quedo
paralizada.

Siento que mi alma se cayó a mis pies.

Son bombones. Específicamente, son los bombones que solía comer con mi padre.
Después de su muerte, no quise más bombones porque me sentía fatal. Tanto
tiempo ha pasado desde la última vez que los comí hace más de tres años.

–Me dijeron que eran tus favoritos en todo el mundo.–dice sacándome de mis
pensamientos y lo miro parpadeando.

–Lo son, gracias.–digo inclinandome para besarlo rápidamente, para que no note
mi estado de nostalgia.

–¿Mere?–él me mira con el ceño fruncido.–¿Hice algo mal?–niego y él resopla.

–No, Adam. No hiciste nada mal, al contrario. Lo has hecho perfecto, desde que
salimos. Todo ha sido tan bien que, no quiero que lo nuestro acabe, nunca. Yo te
quiero para el resto de mi vida.–digo al borde de las lágrimas, me siento feliz y
nostálgica al mismo tiempo. Él me estrecha en sus brazos y me da un beso en la
frente.

–No quiero que te agobies. Mere, eres lo más importante en mi vida.–dice, con lo
que aumentan mis ganas de llorar.

332
–Y tú eres lo más importante en mi vida.–murmuro con un nudo en la garganta.

–Nena, no llores. No quería causarte lágrimas.–está haciendo todo lo contrario, las


lágrimas se me escapan y rápidamente las limpio con mi mano.

–No es nada. ¿Sabes? La última vez que comí estos chocolates fue con mi padre.
Vimos nuestra película favorita y teníamos mucha comida, fue una semana antes
de su muerte. No pude evitar pensar en él. En lo mucho que lo extraño.–mi voz se
fue quebrando a medida que hablaba y él me apretó más en sus brazos.

–Disculpame, Mere. No era esa mi intención, no quería causarte esa impresión, no


quería entristecerte.–dice y yo alzo mi cabeza para mirarlo.

–Adam, contigo yo nunca podría estar triste. Tú solo has traído felicidad a mi vida
y tengo mucho que agradecerte.–digo logrando disipar mi nostalgia y sintiendome
mejor.–Además, hoy es tu cumpleaños y quiero que la pases bien.

–Contigo siempre la paso bien.–dice y yo me río antes de besarlo lentamente.

–Entonces preparate, hoy vamos a pasarlo bien. Hoy me quedaré, no iré a la


empresa.–digo y él sonríe.

–Que bueno, porque mi único plan hoy, es pasarlo contigo todo el día. Eres mía
por hoy.–arqueo una ceja.

–Soy tuya siempre.–digo y le doy otro beso, más apasionado que el anterior.

Ese día, lo pasamos como nos gusta. Como morsas, vimos nuestras películas
favoritas. La de él es El Náufrago, la mía es Forrest Gump, es mucha coincidencia
que de nuestras películas favoritas el protagonista sea el mismo actor, Tom
Hanks. Pero las dos películas valen la pena, son muy buenas y siempre que las
veo. Quedo como una boba delirando, solo que si tengo a mi amor de verdad y
me sentía completamente feliz junto a él.

Por lo menos tuve mis momentos de felicidad, cuando llego el día treinta, me
sentí completamente triste. Recordar la muerte de mi padre y la fecha me ponía
mal, tanto que pasé el día llorando y recordando cosas que pensé que había
enterrado, sobrellevaba su muerte, pero no soportaba recordar su ausencia. Su
pérdida me afectaba todavía. Al igual que la de Jane y su aniversario también
estaba cerca.

333
Aniversario.

Abril pasó en un pestañear y rápidamente estábamos en mayo.

Él y yo cumplíamos un año de noviazgo el dos de mayo. No lo podía creer. Él era


mi primer y único novio, nuestra relación seguía igual, nada había cambiado.
Ahora íbamos a celebrar un año que yo esperaba que fuese el primero de muchos.

Cuando visité el cementerio por el aniversario de mi padre, él me acompañó.


Llevé fores y las puse en la inmaculada lápida, mamá nunca la descuidaba y a mí
no me gustaba el cementerio. Luego volví a ir por el aniversario de Jane, de nuevo
hice una corona de girasoles. Yo solamente me arrodillé frente a su tumba con un
nudo en la garganta y una opresión en el pecho. Recordar su horrible muerte y
todas las cosas que me pasaron el pasado año que me dejaron marcada de por
vida, me hizo sentir terriblemente mal, tanto que Adam tuvo que sacarme del
cementerio. Ya que parecía a punto de desmayarme.

Así que él había planeado algo para nuestro aniversario, me dijo que me arreglara
porque iba a pasar por mí a las tres de la tarde. Eso mismo hice.

Me di una ducha larga, me vestí con unos jeans ajustados, una blusa de color cían
ajustada en la cintura y escote en v, mis botas altas de tacón grueso y uno de mis
abrigos grises. Sequé mi cabello, dejándolo ondulado, me maquillé como de
costumbre y ya estaba lista. Esperé abajo hasta que se hicieran las tres de la
tarde.

Estaba ansiosa, nerviosa y feliz. Con Adam nunca se sabía lo que planeaba, pero
tenía mis sospechas de que iba a hacer, también tenía el presentimiento de que
me iba a encantar lo que sea que él hubiese hecho. El timbre sonó antes de las
tres y ahí estaba él. Vestido como siempre, usaba una de sus camisas con las
mangas hasta los codos, de color azul, unos jeans oscuros y zapatos oscuros
igual. Me despedí de Ava y me fui con él.

El conducía relajado, mientras que yo hablaba sobre cosas sin sentido. No me


había dado cuenta hacia dónde íbamos hasta que me fijé en el camino, habíamos
dejado muy atrás la ciudad. Salíamos de ésta y nos dirigíamos a nuestro lugar,
estaba emocionada. Ahí fue donde comenzó lo nuestro. Al llegar, él me tomó de la
mano y nos alejamos del auto, me tapó los ojos con una mano y me hizo caminar

334
frente a él.

Me quedé en estado de shock cuando mis ojos registraron el lugar con detalles. Se
veía completamente distinto. Habían luces colgando, una mesa para dos, un
camino con rosas... Era sencillo pero hermoso, era lo que yo quería y no sé de
dónde demonios sacó aquél inmenso ramo de rosas rojas que puso frente a mí.

–Adam, ¿cómo...? ¡Me encanta!–digo y lo abrazo con fuerza.–¡Te amo!–hablo tan


alto que seguro me escucharon en Milwaukee.

–Te lo he dicho, Mere. Lo mereces todo, esto no es nada, pero sabía que te
gustaría.–dice y yo sonrio.

–Gracias.

–Un placer complacerte.–me pongo de puntas y lo beso.–Te amo, Mere.

–Me dejas sin palabras, Adam.–digo y él se ríe.

–Mejor a que te deje sin palabras a que te deje desilusionada.–dice y yo


entrecierro mis ojos hacia él.–Vamos, seguro tienes hambre.

Me sorprendió otra vez. Comimos pizza, exactamente lo mismo que comimos el


pasado año, el mismo día que yo acepté intentarlo con él. Fue muy especial, me
reí tanto que mis mejillas y panza dolían. Él me llenó de caricias, atenciones y de
palabras que me dejaron muda muchas veces. Lo amaba más que antes y estaba
tan feliz en ese momento que quería que durara para siempre.

Nuestro primer año no había sido tan fácil como alguien podría pensar. Había
estado lleno de muchas cosas que me dejaron marcada de por vida, llena de
pesadillas, pero con más ganas de seguir adelante y con más ganas de estar con
él que nunca. Iba a ser muy difícil cuando yo empezara la universidad, pero por lo
menos había disfrutado bastante. Con él siempre la he pasado bien y quiero que
eso se mantenga así.

335
Universidad.

Mis eternas vacaciones se habían acabado.

Mi tiempo de ir a la universidad estaba cerca y me encontraba ajetreada con todo.


Yo no iba a mudarme al campus de la Universidad de Columbia en Nueva York,
pero me mudaría a un apartamento que quedaba bastante cerca de la universidad
por lo que no se me dificultaba nada. El piso era modesto y yo no quería lujos. Ya
tenía bastante con costear mi carrera.

Mi cumpleaños pasó, no hice una gran celebración pero la pasé bien. Ahora tenía
diecinueve años, de verdad que me estaba haciendo vieja. Estaba casi esperando
a que me salieran canas en el cabello en cualquier momento, mi mamá me decía
que estaba pasada de exagerada.

Me iba a finales de julio. Todas las cosas que quise llevarme a mi nuevo
apartamento las llevé a mitad de mes y las acomodé, dándole personalidad a mi
pequeño piso. Adam me acompañó en esos días, iba a ser muy difícil estar
separados o no estar juntos todo el tiempo, eso era lo malo de haber estado como
lapas todos estos meses, aunque no me arrepentía de nada.

Mamá hizo una de sus reuniones, ésta vez era una despedida. Ella estaba tan
triste porque yo me iba a ir, que casi me fui a dormir con ella esa noche. Lo único
que la detenía de irse conmigo a Nueva York, era que tenía que seguir a cargo de
la empresa y lo que la tenía un poco más ocupada mentalmente, era Leigh Anne y
los niños, aparte de que ahora salía con Aston. De todas maneras yo era su niña y
eso nadie lo iba a cambiar.

Adam, no quería estar lejos de mí por tanto tiempo. Por lo que me hizo una
promesa, él iba a hacer todo lo posible por expandir su trabajo y llegar hasta
Nueva York para tener una oficina fija. Le dije que no era necesario pero si él lo
quería hacer... En realidad estaba pensando en miles de maneras para que Adam
se fuese conmigo y se quedara.

Una vez en mi nuevo apartamento, me dediqué a acostumbrarme a estar sola


más que todo. Mi horario en la universidad me tendría ocupada todo el día, pero
ya estaba acostumbrada a estar de aquí para allá y dormir poco por tener
pesadillas y a tomar café cargado todas las mañanas. No me imaginé haciendo

336
amigos, yo ya tenía a los míos y mi mejor amigo era novio de una de mis amigas,
aparte de que los dos estaban en la misma ciudad que yo, solo que en otra
universidad.

Mi primera semana fue muy interesante.

Yo no era muy sociable con todo el mundo, pero tampoco era una asocial y
amargada. Odiosa sí, pero eso era otra cosa. Sin embargo, en mis clases, la
mayoría de los estudiantes parecían tenerme miedo, las chicas eran más
reservadas que yo y los chicos eran muy “equis” en todos los aspectos, no
hablaban de más y no eran tan interesados por otras cosas. Me sentía fuera de
lugar con mis jeans, blusas modestas y botas, la mayoría de las chicas usaban
pantalones sencillos, camisas y zapatos de piso, algunas usaban gafas y otras no
se quitaban una coleta de la cabeza. Pero no era la única que se sentía fuera del
molde.

Había un chico, que era más chica que yo. Su cabello siempre estaba peinado a la
moda, su ropa era sacada de revista de diseñador y hacia gestos exagerados, era
muy expresivo. Además, yo le caía bien. Él tampoco vivía en el campus y vivía un
piso sobre el mío. Su nombre era Matt Spears, pero él prefería que lo llamara
Spears, a mi me gustaba decirle Matti, me dejaba estar. Era muy gracioso tener
un compañero gay y a la vez me gustaba, él no estaba detrás de mí por ningún
otro propósito que el de la amistad.

Matti no sabía todo por lo que yo he pasado, ni siquiera sabe que tengo novio,
pero creo que no va a tardar en averiguarlo. Adam me visitaba cada vez que
podía, sin excusas y sin importar la hora que fuese, él de repente llegaba y yo me
ponía de lo más feliz. Era inevitable que no lo hiciera, lo amaba y estaba súper
tronada por él.

Un viernes en la tarde, él llegó de repente. Se veía muy cansado, pero contento


de verme. Yo también estaba cansada, así que comimos y nos fuimos a dormir. Si
que pude dormir bien en sus brazos, tanto que no supe más nada en cuanto cerré
los ojos, al abrirlos, ya era de día y el sol entraba por las cortinas de mi habitación
iluminándolo todo. Estaba satisfecha por estar en sus brazos.

Decidí levantarme y hacer el desayuno. Me levanté con cuidado de no despertarlo


y luego de ir al baño, me dirigí hacia la cocina. Me tomaba un café cuando alguien
tocó mi puerta, miré por la mirilla al chico castaño claro con una camisa con la
cara de Britney Spears estampada. Abrí la puerta y la sostuve.

–Matti, ¿qué haces aquí tan temprano?–pregunto y él sonríe.

337
–Vine a visitarte, porque ¿sabes? Nunca he visto tu apartamento.–dice y yo alzo
una ceja.

–¿Y tenías que venir ahora?

–¿Estás muy ocupada?–pregunta con total interés.

–De hecho, sí. Mi novio está aquí y le preparaba el desayuno.–digo como si fuese
la cosa más normal del mundo. Lo es en realidad, pero él está muy sorprendido.

–¿Tú tienes novio?–parece que no se lo cree.

–¡Obvio! ¿Qué creías?–miro hacia dentro y decido dejarlo pasar.

–¿Y por qué yo no lo sabía?–me encojo de hombros y camino hacia la cocina


mientras que él observa las fotos enmarcadas en las paredes y algunas repisas.

–Nunca me lo preguntaste.–contesto y él me mira indignado.

–¿Cómo pudiste ocultar semejante cosa? Ni que tu novio fuese feo.–dice


señalando una de las fotos en la que salimos los dos abrazados y me rio.

–No lo es, es irresistible.–digo sin parar de reír.

–¿Desde cuando salen?–él se cruza de brazos y yo sigo tomando mi café.

–Desde hace más de un año.–respondo y él alza las cejas.

–¿Y ese novio tuyo está aquí en este momento?–él señala el lugar con una mano y
yo asiento. Como si fuese sido llamado, Adam aparece en el pasillo, con el cabello
revuelto, frotándose los ojos y sin camisa. Mira a Matti con el ceño fruncido y yo
me acerco a él.

–Hola, amor.–lo abrazo rápidamente y señalo a Matti que se quedó paralizado en


su lugar.–Él es Matt Spears, un compañero de clases y vecino del piso de arriba.
Matt, él es Adam Stynson, mi novio.

–Un gusto, Matt.–dice Adam estrechando su mano una vez, él vio la camisa de
Britney de Matti, así que ya se debe de imaginar porqué el otro se ve tan
intimidado.

–Igualmente.–contesta y me mira.–Meredith, nos vemos después.–y sin más, se va


y yo me rio.

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–¿Tienes hambre, amor?–pregunto colgándome de su cuello y él me carga.

–Sí, vamos a comer.–contesta y me besa antes de bajarme y empujarme hasta la


cocina.

Entre besos y risas desayunamos, luego nos recostamos en mi cama a hablar. Le


hablé sobre Matti, yo llevaba apenas tres meses en la universidad, por lo que no
le había puesto tanta importancia a Matti, en realidad, la relación con Matti se
estaba haciendo más estrecha, ya que era el único con el que hablaba, porque los
demás eran más reservados que yo y así no se podía.

En cambio, Matti era como un amigo/amiga, ya que al ser homosexual, me


agradaba y sabía que no iba a tener problemas con Adam por eso. Él solo estaba
celoso de que yo pasara más tiempo con Matti que con él, pero no tenía nada en
su contra.

Ese fin de semana, Adam y yo salimos a cenar o a pasear como una pareja
normal, estaba más contenta cuando me dijo que se iba a quedar por toda una
semana, justo lo que necesitaba. Pero no podía hablar casi con Matti, hablábamos
en la universidad, él no me preguntaba sobre mi relación con Adam, pero
sospechaba que era intensa. Claro, Adam me acompañaba en las mañanas hasta
el edificio donde tenía mis primeras clases y me esperaba cuando salía, ni hablar
de nuestras muestras de afecto en publico.

Muchos en la universidad sabían que yo no era una chica disponible, en las otras
clases, como las de fotografía, arte, publicidad, periodismo y otras donde los
chicos no eran nada reservados y las chicas usaban ropa demasiado pronunciada
para mi gusto, sabían que yo tenía novio y que mi novio era mil veces más
atractivo que todos ellos juntos, además de que no era universitario.

Adam manejaba un conglomerado junto a su padre. Yo era dueña de la empresa


de arquitectura que mi padre fundó. Esto último nadie lo sabía en la universidad,
para ellos yo era una niña rica más.

Y así pasaron los meses, yo pude contarle a Matti sobre Adam y yo, solo le hablé
de los momentos buenos, yo omití toda la parte de estar amenazada, el accidente
y otras cosas como el asesinato de Jane y el suicidio de Carly Carter frente a mis
ojos. Sí, yo no había superado eso, todavía.

Pero mis primeros meses en la universidad fueron buenos, y me hubiese gustado


que siguieran así.

339
Actuar Distinto.

Las semanas pasaron y me había creado una rutina que seguía todos los días.

Despertar, alistarme, caminar con Matti hasta la universidad, asistir a todas las
clases, volver al apartamento con Matti, estudiar por cuatro horas, hablar con
mamá y con Adam por un rato y dormir. Eso sin contar las horas de comidas,
desayunaba antes de salir, almorzaba con Matti en un café, cenaba antes de
estudiar. Los fines de semanas eran para descansar, excepto cuando Adam
llegaba, ese tiempo era sagrado.

Aunque a veces a Matti le gustaba sacarme de mi rutina. Íbamos a el centro de


Manhattan, de compras o a algún café, varias veces trató de llevarme a una
discoteca pero me negué, de verdad que no me daban ganas de ir a ninguna
discoteca.

También tenía momentos para mí, en los que me dedicaba a ir al Central Park a
caminar, a sentarme con mi cuaderno de dibujos y distraerme por un rato. Varias
veces me reuní con Tom y Liz en alguna cafetería y me alegraba mucho verlos,
sobre todo saber que tenían algo serio y que mis amigos eran felices juntos.
Hablaba mucho con Lux, siempre le dejaba un mensaje de texto o ella me dejaba
uno a mí, la llamaba y ella me llamaba también, sobre todo cuando tenía alguna
pelea con Drake, esos dos me causaban mucha gracia, vivían peleando pero no
sabían estar separados, de repente me encontraba hablando con Drake también.

El año se iba, volví a Madison para acción de gracias, navidad y año nuevo. Esos
días fueron los mejores para mí, Adam y yo estuvimos todo el tiempo juntos y mis
sobrinos estaban tan hermosos, que no paraba de llenarlos de besos y caricias por
mi parte. Para navidad, Adam me regaló varias cosas.

Un nuevo díje para mi brazalete que nunca me quitaba, era una rosa de plata muy
bonita que tenía nuestras iniciales grabadas en la parte de atrás. Un retrato mío
hecho por él en blanco y negro. Además de que puso otras cosas en el libro que
tenía mi nombre y era hecho por él. Yo le regalé un brazalete que me había
gustado mucho y compré en Nueva York antes de irme a Madison, era de nylon
negro, con detalles en plata de formas tribales, solo que yo quise ser original y le
mandé a tallar un "Te amo, Adam" en la parte de atrás entre tres ondas seguidas
en la prenda, además también le hice una pequeña maqueta de Nueva York,

340
resaltando los lugares a los que habíamos ido, como El Plaza, el Central Park y el
Empire State Building. Se venía otro año, y yo esperaba que fuese igual que el
anterior, que solo me tuviera cosas buenas preparadas.

Mamá se había rehusado a que yo no tuviese un auto, yo lo consideraba


innecesario, ya que solo iba a la universidad y me quedaba muy cerca, pero ella
habló tanto que terminé accediendo a tener un auto en la ciudad. En una una
ocasión que salí temprano de clases porque una profesora no fue, decidí ir a la
ciudad solo para despejarme antes de ponerme en mis cuatro horas de estudios
por la tarde. Tenía un Ford Fiesta azul oscuro, era cómodo para mí.

Después de un rato decidí ir a la biblioteca pública. Me estacioné en un


estacionamiento subterráneo que estaba cerca y salí. Caminaba como todas las
personas que circundaban las calles, dirigiendome a mi destino. Al subir los
peldaños de la entrada de la biblioteca, me siento observada. La sensación es
familiar, me recuerda aquel tiempo que vivía en peligro y con miedo. Sin
embargo, no veo a nadie viéndome, ya que la biblioteca no está en una calle tan
congestionada y las personas que andan por ahí no están pendiente de la chica
que parece una completa idiota parada en los peldaños mirando a todas partes.
Sacudo la cabeza y termino de subir para entrar al lugar.

Estuve mucho tiempo perdida entre páginas de libros, decidí llevarme algunos
que me servirían de ayuda en la universidad y cuando me di cuenta de la hora, ya
era muy tarde y el sol se estaba ocultando. Caminé rápidamente al
estacionamiento ubicado a tres cuadras del lugar, todavía había mucho trafico lo
que me hizo sentir más tranquila. El estacionamiento estaba casi vacío, habían
unos cinco autos aparte del mío, por lo que me apresuré a subir y a acelerar.
Manteniendo mi vista en la vía, conduje a buena velocidad hasta el apartamento,
solo deteniendome en los semáforos. No sé que me pasaba, pero me sentía fría,
nerviosa y el pensamiento de que estaba siendo paranoica era lo unico que tenía
en la mente.

Tomé una respiración profunda, tratando de pensar en otra cosa, pero me sentía
observada. Me estacioné en donde siempre, un estacionamiento junto al edificio
donde vivía, y bajé rápidamente con mis llaves en la mano. Al acercarme a la
entrada del edificio, estaba sudando, mis manos temblaban y me negaba a mirar
a otro lugar. Solo quería abrir la puerta y entrar, entonces estaría segura y
llamaría a alguien, por el rabillo de mi ojo, pude ver una silueta oscura acercarse
hacia a mí. De los nervios pasé al desespero y logré abrir la puerta. Entré, cerré y
subí corriendo las escaleras hasta el cuarto piso, donde vivía. Me refugié en mi
apartamento, cerré la puerta con cerrojo y me apoyé en ella con el corazón a mil.

Justo cuando me estaba calmando, alguien tocó a mi puerta y di un grito ahogado

341
del susto. Miré por la mirilla a Matti, lucía despreocupado y aburrido, pero me
alegré de verlo. Abrí la puerta de inmediato.

–Hey, ¿dónde andabas? Vine antes pero no respondiste.–dice él y yo me llevo una


mano a la frente.

–Fui a la biblioteca y se me pasó el tiempo.–me encojo de hombros y lo hago


pasar.

–¿Estás bien?–pregunta mirándome con atención.–Estás muy pálida.

–Sí, no es nada.-digo restándole importancia.–Vamos a estudiar.

Matti no me pregunta nada más porque no perdemos más tiempo y nos sentamos
en el sofá de la sala con todos nuestros libros y cuadernos de apuntes. Eso logra
distraerme por todo ese rato, luego Matti se va y yo me quedo sola con mis
pensamientos paranoicos. Me acerco a la ventana y sigilosamente observo la calle
tranquila a éstas horas de la noche. Necesito hablar con alguien sobre lo que
siento, a Matti no puedo decirle, tendría que contarle todo desde Jane y no me
sentía bien recordando eso.

Consideré la hora y el momento. Mamá podía seguir despierta o estar dormida a


las once de la noche, con ella nunca se sabía, pero ella me había dicho que la
llamara cuando me sintiera así, no importaba la hora que fuera, si no la llamaba y
me quedaba así, sería peor después, ya que iba a dejar que esos pensamientos
me atormentaran y no tenía el tiempo para eso. Así que le marqué y ella contestó
al segundo tono.

–Hola, mi niña. Es raro que llames a esta hora, ¿qué pasó?–dice y por eso es que
mi madre es mi madre, ella sabe cuando me pasa algo así yo esté a kilómetros de
distancia de ella.

–Mamá, tenía que llamarte.–digo apretando el teléfono en mis manos.–Ésta tarde


cuando salí a la biblioteca me sentí muy rara. Estaba nerviosa y me sentía
observada.–suspiro sintiendome más tranquila.

–Ay, mi niña. ¿Cómo así que observada? ¿Te sientes en peligro?–ella está
preocupada, no la culpo, yo estoy nerviosa todavía y ni siquiera he comido.

–No lo sé, mamá. No vi a nadie, pero me sentí igual que cuando estaba en
Madison, cuando pasó lo de Jane y lo del incendio en casa de Lydia.–digo y
escucho a mi mamá suspirar al otro lado de la línea.

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–Mi amor, tú tranquila que yo voy a ver que hago. No salgas sola y no llegues
tarde. ¿De acuerdo? Si pudiera ir a pasar unos días contigo, lo haría. Pero por los
momentos, voy a hacer hasta lo ultimo para que no te sientas así.–dice y sé que lo
va a hacer, a mi mamá no la detiene nadie.–Comenzaré con enviar a Bill y a Brie
para que te acompañen, no estarán contigo pegados todo el tiempo. Pero te
podrán proteger, Nueva York es muy grande, tú eres muy pequeña y yo no quiero
que te pase algo más.–dice y tiene mucha razón. Yo no quiero preocuparla más.

–Está bien, mamá.–eso es lo que ella quiere escuchar, además ella es mi madre y
tengo que obedecer. Donde manda capitán, no manda marinero.–También te
extraño, si pudieras venir aunque sea por un día, me sentiría mejor.

–Entonces iré, la siguiente semana si es posible, ya que ésta se acaba. Pero veré
si puedo llegar el lunes, y así después te vienes conmigo para el cumpleaños de
Sam y Cami.–dice alegrandome, mis sobrinos van a cumplir un año y les vamos a
hacer una pequeña fiesta.

–De acuerdo. Suena bien eso.–digo y ella se ríe.

–¿Adam no te ha dicho cuando va a ir?–pregunta.

–No. Espero que llegue mañana, pero tiene que viajar el lunes otra vez, no quiero
que ande tan cansado.–digo suspirando, se nos ha hecho difícil vernos. Yo con mi
estresante horario y él con su apretada agenda.

–Tranquila, lo que él quiere es verte y pasar tiempo contigo. Ustedes se habían


acostumbrado a estar como lapas todo el día, es normal que los dos quieran verse
a cada rato.–dice, mi mamá sabe mucho más de lo que debería.–Deberías de
contarle como te sientes también.

–No puedo, no quiero que se preocupe.–digo de inmediato.

–Pero está mal ocultarle eso, de todas maneras Adam se dará cuenta y lo
averiguará por el mismo. Él siempre obtiene lo que quiere.–dice, usando ese tono
cuando me regaña pero no quiere que me sienta mal.

–Odio que tengas razón en eso. Se lo diré entonces.–digo y escucho que ella se
ríe.

–Siempre la tengo.

–Bueno, mamá. Ya voy a colgar, pero te llamo luego.–digo jugueteando con mi


collar, tomando el anillo entre mis dedos.

343
–Está bien, mi niña. Cuidate, no olvides lo que te dije. Te amo.

–Yo también te amo, mamá.-digo sonriendo.–Adiós.

–Adiós, amor.–dice y cuelgo.

Me siento un poco mejor cuando me levanto del sofá de la sala, pienso que
debería comer, ya que si no como, mañana no voy a poder mantenerme en pie
media mañana. Entro a la cocina y me preparo un sándwich de queso que me
como en menos de lo que canta un gallo, pero sigo con hambre así que me como
otro. Gracias a Dios que paso todo el día en movimiento, porque sino a este paso
voy a parecer una ballena a finales de mes, y yo quiero seguir como una morsa.

Limpio lo que ensucié y apago las luces de la cocina y sala, dejando solo una
lámpara encendida y me preparo para dormir, me cambio por una camiseta
grande de mangas largas de color gris, con el numero ochenta y siete estampado
en rojo oscuro. Justo cuando estoy a punto de acostarme, unos golpes en la puerta
principal me sobresaltan, al principio creo que es mi imaginación, ¿quién podría
ser a éstas horas de la madrugada? Vuelvo a escuchar los golpes y casi corro
hasta la puerta. Me detengo frente a ella y observo por la mirilla, Adam está del
otro lado y mi corazón salta de la emoción.

–¡Adam!–exclamo cuando abro la puerta y me cuelgo de su cuello, abrazándolo


con fuerza.–¿Por qué no me dijiste que venías?–pregunto separándome para
dejarlo pasar, él cierra la puerta y se gira para verme, sonriendo, como me
encanta verlo.

–Quería darte una sorpresa.-dice quitando algunos mechones que me caen en el


rostro.–El vuelo se retrasó, pero pude llegar.

–Me alegra que estés aquí.–digo abrazándolo de nuevo.

–¿Mere? ¿Estás bien?–él agarra mi rostro con ambas manos y me hace mirarlo a
los ojos.–Te noto extraña.

–Tengo algo que contarte.–suelto de una vez y él junta las cejas.

–Cuentame.–dice y yo muerdo mi labio inferior.

–Primero dame mi beso.–digo y él suaviza su gesto. Acerca sus labios a los míos
lentamente y me besa, hasta que mis labios quedan hinchados y mi respiración
irregular. Luego lo llevo hasta la habitación, nos recostamos y yo empiezo a

344
contarle lo que sentí.

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Intranquilidad.

Contarle a Adam todo me había dejado un poco más tranquila, ya que él no creía
que fuese paranoia o que mi mente me había hecho una mala jugada. Él sabía
que cualquier cosa podía pasar, solamente no entendíamos porqué después de
tanto tiempo volvíamos a esto. En realidad no encontré alguna excusa. Alguien
estaba siguiéndome y punto.

Ahora había que averiguar quien demonios era.

Él nos acompañó a Matti y a mí al siguiente día hasta la universidad. Pensaba que


hacer pero yo le dije que hablara con mi mamá, no quería que se armara tanto
escándalo. No iba a poder soportarlo, estaba en la universidad, ya con eso tenía
suficiente por mucho tiempo. Es que yo no puedo tener una vida tranquila y en
paz.

El lunes, él se fue y mi mamá llegó. Estaba súper contenta de recibirla, ella me


entendía, me aconsejaba y me apoyaba demasiado. Daría la vida por esa mujer
que lo da todo por mí y por mi hermana. Ella estaba feliz de pasar unos días
conmigo, hasta le presenté a Matti y a ella le agradó bastante. Me preparaba el
desayuno como lo hacía en Madison cuando Ava no estaba, además de que
siempre hablábamos de cualquier cosa.

–Ya sabes, al salir de tu última clase te vienes directo para acá. Nada de paseos y
si sientes algo raro, pide ayuda.–dice antes de que me vaya y yo asiento.

–Lo sé. Nos vemos más tarde.–le doy un beso en la mejilla despidiéndome de ella
justo cuando Matti llega.

–Cuidate.–dice cuando salgo y cierro la puerta detrás de mí.

–Tú mamá es un amor.–dice Matti y yo me rio.

–Al igual que yo.–digo y él alza las cejas.

–Que humilde eres.–dice sonriendo y yo le doy un golpe en el brazo.

–Ya cállate.–me rio y él me hace una cara de diva total, lo que hace que me ría

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más. No puedo con él, bueno, sí puedo, pero a veces se pasa.

La mañana transcurre con normalidad y rápidamente llega la hora del almuerzo.


Matti y yo vamos a el café que siempre frecuentamos a ésta hora y tomamos una
mesa cerca de la ventana. Casi siempre pido un sándwich de pavo o papas fritas
con ensalada, no más de eso. En cambio él, pide pollo frito o una hamburguesa.
Está claro que ninguno de los dos está interesado en cuidar su figura, ya que de
tomar pedimos batidos de chocolate, lo que me mantiene activa el resto de la
tarde.

Al salir de nuestra última clase, nos vamos directo al apartamento. Solo que en el
camino, vuelvo a sentirme observada, miro para todos lados ignorando lo que
Matti está diciendo ya que parlotea sin parar, pero se queda callado cuando me
ve mirar frenéticamente a todas partes.

–¿Se puede saber qué demonios te sucede?–pregunta y yo hago una mueca.

–Siento que alguien nos está siguiendo.–digo y él junta las cejas.

–¿Por qué alguien nos seguiría?–muerdo mi labio inferior y me encojo de hombros.

–No lo sé.–contesto. Soy una horrible mentirosa, no sé la razón exacta de la cual


mi vida parece correr peligro otra vez, pero si tengo mis sospechas, además de
que no le he contado nada de eso a Matti.

–Me estás evadiendo.–dice y suena indignado.–No entiendo porqué alguien nos


seguiría, yo no le he hecho nada a nadie y no creo que tu le hayas hecho algo a
alguien.–dice y yo niego con la cabeza. Si tan solo él supiera que eso mismo
pensaba yo hace tanto tiempo cuando las amenazas llegaron.

–Matti, te prometo que en algún momento te voy a contar todo. Pero ahora
necesito que solo confíes en mi, ¿de acuerdo?–digo mirándolo, él parece
considerar lo que acabo de decirle, aparte de que está intrigado, sí, soy una chica
que se ve muy sencilla y común, pero me han pasado muchas cosas. Sé que
tendré que contárselo, después de todo, él es el único amigo que tengo de la
universidad.

–De acuerdo, pero solo acepto porque ahora me tienes intrigado.–dice finalmente
y yo asiento.

–Dejaré que saques tus propias conclusiones, pero no te imaginas nada de lo que
voy a decirte.–digo y suspiro aliviada al ver que ya hemos llegado al edificio
donde vivimos.

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–No haces más que alimentar mi intriga.–dice y yo me rio cuando cruzamos la
puerta y subimos las escaleras hasta mi piso.

–Espero que no te vaya a dar nada a causa de la intriga, sino no podrás enterarte
de nada después.–digo sarcásticamente y él se ríe.

–Ay, mala.–dice pero sonríe.–Espero que no me vayas a dejar en estas penurias


por mucho tiempo.

–Paciencia, ya verás que te lo contaré pronto, solo necesitamos hacer una


pijamada.–digo divertida y él se ríe.

–Me gustan las pijamadas, apuesto a que mis pijamas son mejores que los tuyos.–
dice con aire de suficiencia y me rio.

–Mis pijamas son sexys.–digo y él hace un gesto con la mano.

–Uff, olvidaba que tienes un novio súper sexy. Supongo que ustedes lo hacen,
¿cierto?–dice con descaro al final y yo lo imito.

–Cuando estoy con él, no necesito pijamas.–digo haciendo que sus cejas salgan
disparadas hacia arriba y me rio.

–No pensé que fueses tan específica. Pensé que te sonrojarías y me dirías algún
insulto como cualquier otra chica hubiera hecho.–dice y yo niego con la cabeza.

–No soy cualquier chica. De nada me serviría sonrojarme, no soy una santa, ni una
mojigata, ni un pan de Dios. Pero tampoco soy una zorra o una puta. Solo he
tenido un novio, con el cual quiero seguir y solo he estado con él. No me interesa
ningún otro hombre, tampoco la vida de otras personas.–digo sinceramente y él
me observa con atención.–Pero si quieren perjudicarme a mi o a mi relación, se las
verán con Adam. Él se ha encargado de dejar en su lugar a aquellas personas que
han querido meterse conmigo o con los dos. No te imaginas todo por lo que
hemos pasado.–de repente me encuentro jugueteando con el anillo que cuelga de
mi cuello y Matti lo observa con los ojos como platos.

–¿Y éste anillo?–pregunta y yo me rio de su expresión.

–Adam me lo dio, era de él pero me lo quiso dar cuando salí de la preparatoria.–


agito mi muñeca izquierda donde tengo mi brazalete y él lo observa también.–
Esto me lo dio él cuando cumplí dieciocho años, teníamos un mes saliendo. Desde
entonces lo llevo puesto, y ya vamos para dos años.–digo y él hace una cara de

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ternura que se ve exagerada pero me da risa.

–¿Dónde consigo un novio como el tuyo?–pregunta y yo me rio negando con la


cabeza.

–No sé, Adam es único en éste mundo. Sinceramente, él es perfecto.–digo


pensativa. Una sonrisa bobalicona se apodera de mis labios y Matti sonríe.

–Me doy cuenta. Me pregunto como serías si no lo hubieses conocido.–dice cuando


estamos llegando a mi apartamento. Antes de que pueda abrir la puerta, mi
mamá la abre y se sobresalta al vernos.

–Ya estaba empezando a preocuparme.–dice y se adentra de nuevo.–Matt, ¿cenas


con nosotros?–pregunta y junto mis cejas cuando dice “nosotros” y no “nosotras”.

–Por supuesto, Ana.–dice con su tono afeminado que lo caracteriza y yo me rio.

–Meredith, en tu habitación hay algo para ti, o mejor dicho, en tu cuarto de baño.–
dice cuando cierro la puerta detrás de mí y la miro confusa.

Capto lo que quiere decir de inmediato y corro hasta mi habitación, dejando mi


pesado bolso en el piso, entro al cuarto de baño escuchando el agua de la ducha
salpicar el piso, me quito la chaqueta y las botas rápidamente y corro la cortina
suavemente para observar a Adam bajo la ducha.

–¿Está buena el agua?–pregunto haciendo que él se sobresalté y me rio.–Hola,


amor.

–Mere. Hola.–dice y yo entro a la ducha, con ropa y todo.

–No esperaba que llegaras hoy.–digo pasando una mano por su cabello mojado.

–Decidí llegar antes.–se encoge de hombros y lleva una de sus manos a mi


cintura.

–Bien. Porque estaba demasiado intranquila.–digo abrazándolo, empapándome


toda.

–¿Ha pasado algo más?–pregunta y yo niego.

–No, pero a veces me siento muy insegura al salir, pero siempre salgo con Matti y
regreso con él. Lo único que me distrae son las charlas con él, hablamos más que
todo de ti.–digo y me rio al final.

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–Bueno, Mere. No tienes que preocuparte, la intranquilidad que sientes se irá
pronto. Yo me encargaré de eso.–dice dándome un suave y corto beso. Nos
separamos cuando escuchamos unos golpes en la puerta.

–¡Oigan ustedes dos! La cena está casi lista, no me hagan entrar ahí.–dice mamá
y yo me rio.

–Ya vamos, mamá.–digo y él se ríe.–Que vergüenza.

–Tu madre sabe que nunca le faltaríamos el respeto de esta forma. Técnicamente
no estamos haciendo nada malo.–dice haciéndome sonreír porque es verdad. El
solo está desnudo en la ducha, ¿que hay de malo en eso?

–Ahora yo también tengo que darme una ducha.–digo y él me ayuda a quitarme la


blusa.

–Necesitas una.–dice burlonamente y le doy un golpe en el pecho.

–Ya vas a ver, Stynson. Me las cobraré.–digo y él se ríe.

–Soy buena paga.–es lo único que dice, lo que hace que lo ame más.

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Amistad.

Cuando regresé a Nueva York por el cumpleaños de Sam y Cami. Bill y Brie
vinieron conmigo. Se quedarían en un apartamento alquilado frente al mío, desde
ahí podían ver todo, además de que como son dos, pueden turnarse para
cuidarme.

Brie quería ser la que me siguiera hasta la universidad y volver detrás de mí


cuando fuese la hora, mientras que Bill se quedaba cerca del apartamento. Le dije
a Brie que no fuese tan posesiva conmigo y que se turnaran como se debía, un día
ella y un día él. Sería muy raro que solo ella me siguiera y que Bill se quedara en
el apartamento contando cabras. De paso que ellos tenían que actuar como si
fuesen una pareja. Eso si que era raro, yo no podía imaginarme a ellos dos juntos
como algo más.

Matti seguía ajeno a todo, pues no me parecía necesario contarle todo de


sopetón, aunque tampoco iba a esperar el ultimo momento. Solo era difícil, Matti
se había vuelto importante en mi vida, no quería que él cambiara su opinión sobre
mí y que me dejara de hablar por miedo a que algo le pasara. Yo tenía miedo de
que algo le pasara si no se lo contaba también. Así que me sentía como una
bruta, sin hacer nada y teniendo pesadillas de nuevo cada noche.

Sabía que debía contarle a Matti la verdad tarde o temprano, nuestra relación era
muy estrecha.

Y así como yo había dicho, tendríamos una pijamada los dos. El viernes, Adam
estuvo conmigo del lunes hasta el jueves, su cumpleaños estaba acercándose y
estaba segura de que ese día iba a ser más especial para los dos. Era el segundo
cumpleaños de él que celebraba y eso me tenía ansiosa.

Matti se encargó de buscar las películas que veríamos, yo me encargué de buscar


comida basura, dulces y snacks, arreglé mi habitación, ya que ahí era donde tenía
un televisor plasma empotrado en la pared, Matti llegó a las siete, con su pijama
que consistía en una camiseta de Britney Spears (como normalmente usaba),
unos pantalones oscuros y usaba pantufas, acolchadas y muy lindas con forma de
lobos, también había traído una almohada. Él observó mi pijama que consistía en
una camiseta de tirantes de algodón de color gris, unos pantalones cortos a juego
y mis pantufas negras con puntos blancos.

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Me reí de su ropa y de la mía y él también hizo lo mismo. Luego lo hice pasar.

–Oye, lindas pantufas.–digo y él hace ese gesto suyo con la mano.

–Las tuyas igual.–dice y me entrega las películas alquiladas. Las observo


detenidamente, él las escogió por lo que no tengo ni idea de sus gustos sobre
películas.

Él trajo Guerra Mundial Z, Al Diablo Con Los Zombies y Este Es El Fin. Bien, Matti
tiene una obsesión por el fin de la humanidad.

–Bueno, vamos a ver éstas cosas.–digo y él se ríe.

–¿Qué? Me encantan los post apocalípticos.–dice siguiéndome a la habitación.

–No he dicho nada, solo me pareció interesante. Esperaba que trajeras comedias
románticas o películas musicales.–digo y él se ríe.

–No soy de ese tipo, me encanta Brad Pitt.–dice y yo alzo una ceja.

–Brad Pitt es mío, no lo mires.–digo y me rio al ver su cara.

–Así no se puede. Tienes a Adam, te crees dueña de Zac Efron, Sam Clafin, Chris
Hemsworth, ¿y también Brad Pitt?–él parece realmente indignado.

–Lo siento, no puedo evitarlo. En realidad, el único que de verdad es mi amor es


Adam y lo sabes, puedes quedarte con esos bombones de Hollywood para ti.–digo
y él se lleva una mano al pecho.

–Eso es demasiado, así que gracias.–dice y se sienta en la cama con las piernas
cruzadas y agarrando unos malvaviscos. Coloco una película en el lector y espero,
creo que escogí primero la de Brad Pitt.

–Entonces, te gustan los post apocalípticos. ¿Desde cuando?–pregunto agarrando


las palomitas de maíz que acabo de hacer y subiéndole volumen al televisor.

–Desde siempre, o desde que me gustan las películas.–dice y yo asiento.

–También me gustan los post apocalípticos, aunque a veces me den miedo, soy
algo masoquista.–digo y él alza una ceja.

–Ya verás, ésta película te encantará.–dice señalando la pantalla y fijo mi atención


en ella.

352
Al principio, todo bien, el tipo con su familia y la cosa. Llevan a sus hijas a la
escuela, o eso iban a hacer, ya que el caos comienza en el tráfico. La verdad es
que la película atrapa, desde el inicio, tiene muy buenas escenas, el suspenso es
fuerte y hay mucha sangre. Casi podía sentir la angustia de la esposa del
protagonista cuando él se va a investigar la razón de porqué está pasando eso,
todo por lo que pasó, no existía ningún lugar que no estuviese contaminado del
planeta. La película me gustó bastante, ya que ellos no se dedicaron a buscar la
cura como tal, ellos encontraron la manera de pasar desapercibidos frente a esas
cosas come gente. Al final de la película estaba satisfecha, me había atrapado por
completo y Brad Pitt se veía tan bien con el cabello largo. Los dos estábamos
suspirando por él.

Antes de colocar la siguiente película, hice una pausa para hablar.

–Matti, tú tal vez te preguntarás porqué soy tan reservada, ¿cierto?–inquiero


dejando el control a un lado y mirándolo de frente.

–Pues sí, pero supongo que tendrás tus razones.–dice y yo asiento.

–Toda mi vida he sido reservada, mientras menos personas sepan como soy, lo
que soy y lo que he hecho, mejor.–digo y hago una pequeña pausa.–Pero tú no
eres cualquier persona, tú eres el único amigo que tengo en la universidad y el
único vecino con quien hablo de este edificio. Como cualquier persona normal, tú
tendrás tus dudas acerca de mí.

–Pues, sí. Pero no voy a presionarte a que me lo cuentes todo.–dice y yo niego con
la cabeza.

–Necesito que lo sepas, si te llega a pasar algo por mi culpa, yo jamás me lo


perdonaría.–digo y él junta las cejas.

–¿Cómo que si me llega a pasar algo? No entiendo.

–Por eso quiero contarte, te prometí que un día te lo contaría y ese día ha
llegado.–digo lo más firme que puedo.

–Bueno, estoy intrigado. A veces eres muy misteriosa.–dice y yo asiento.

–Sí, bueno, voy a comenzar desde el inicio, ¿estás listo?–él asiente y yo tomo
aire.–Bien, yo nací aquí en Nueva York, pero a los diez años me fui con mi familia a
la ciudad natal de mis padres, Madison, Wisconsin. Teníamos una vida como
cualquiera, solo que mi padre era dueño y fundador de su propia empresa

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arquitectónica.–digo y él alza las cejas.–Cuando faltaban tres meses para mi
cumpleaños numero dieciséis, mi padre murió en un accidente de auto, un
conductor ebrio se estrelló contra él y se dio a la fuga, mi padre murió en el acto.
Bueno, pasaron muchas cosas después de eso. Yo estaba devastada, mi padre lo
era todo para mí y lo había perdido. Luego de dos años de su partida, yo conocí a
Adam un día que me perdí en un bosque en Madison, yo no sabía que él era el hijo
mayor de la mejor amiga de mi mamá, entonces nos hicimos amigos. Salíamos a
citas y toda la cosa ya que existía ésta atracción por parte de los dos.–hago una
pequeña pausa para escoger bien las palabras con las que voy a decir lo
siguiente.–Un día, estabamos, él, su hermana y yo, en mi casa pasando el rato,
Rose, su hermana, propuso ir a la dulcería más grande del condado, donde una de
mis amigas de la escuela trabajaba ya que su padre era el dueño. Yo tenía un mal
presentimiento ese día. Todo pasó muy rápido, Rose y yo entramos a la tienda.
Estaba vacía y decidimos separarnos para buscar lo que habíamos venido a
comprar. Cuando llegué al pasillo, mi amiga, estaba tirada en el piso, en un charco
de su propia sangre.–me quedo perdida en mis pensamientos de repente,
recordando a Jane y sus ultimas palabras, no puedo evitar que un nudo se instale
en mi garganta y que mis ojos se llenen de lágrimas.

–¿Meredith? ¿Qué pasó después?–la voz de Matti me saca de mis pensamientos y


sacudo la cabeza.

–Eh, mi amiga me dijo sus últimas palabras, ella me dijo que la persona que le
había hecho eso era una chica, una chica rubia. Entonces se abrió una
investigación del caso. Luego de eso, Adam y yo nos hicimos novios, él había
estado conmigo durante todo ese tiempo y era muy especial conmigo, el
asesinato fue en abril, a finales del mes, nosotros nos hicimos novios a principios
de mayo, a mediados de ese mes, junto con algunos compañeros, teníamos una
evaluación de literatura y era una obra de teatro. Una de mis compañeras vivía
frente a mi casa, así que nos reunimos ahí para ensayar el librero, eramos tres
chicas y un chico, ese día también tenía un mal presentimiento. Justo cuando
estábamos ensayando, la luz se cortó y alguien lanzó una granada a la cocina
desde el patio trasero, nosotros apenas tuvimos tiempo de cubrirnos, por lo que
salimos lastimados de igual forma. Luego de eso, se abrió una nueva
investigación, donde sospechaban de la asesina rubia.

–Entiendo, sigue.–pide y no me di cuenta de haberme quedado callada.

–Pasó un tiempo sin que nada pasara. En mi cumpleaños, Adam me hizo una
fiesta sorpresa, luego al siguiente día vendríamos hasta acá porque es mi ciudad
favorita y él nunca había venido, pero antes de eso, mi mamá me tenía algunas
noticias. Mi mamá, es psicóloga, antes trabajaba en el hospital, prestando su
servicio a aquellas personas que han perdido a un ser querido y no soportan la

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pérdida. Pero después surgió algo en la empresa de mi padre. El jefe se había
enfermado y no podía seguir dirigiendo la empresa, por lo que los socios,
escogieron a mamá como directora. Esa misma mañana, mi mamá me dijo que la
empresa estaba a mi nombre, porque así lo había querido mi padre. Entonces yo
tuve que cambiar mi entrada a la universidad, mi mamá no sabía nada sobre la
arquitectura y yo sabía lo suficiente.–me encojo de hombros.–Un día, llegó una
carta para mí de remitente anónimo, cuando la abrí, era una amenaza de muerte
y siguieron llegando, me pusieron guardaespaldas, no salía a ningún lado sola y ni
siquiera podía conducir mi propia camioneta. Mis abuelos paternos me invitaron
un día a visitarlos, ellos acababan de llegar de viaje y yo estaba contenta de ir a
verlos, fui con Adam, sus guardaespaldas nos acompañaron también. Cuando
regresábamos a casa, tuvimos un accidente en la carretera, otro auto, nos quería
fuera del camino, por lo que nos impactó tanto, que mi camioneta quedó hecha
mierda. Yo estuve cinco días inconsciente en el hospital. Un pedazo de metal, me
cortó la piel, me separó varias costillas y me perforó un pulmón, por poco muero,
pero no fue así.

–¡Oh, vaya! Meredith, jamás me imaginé que pasaste por algo así.–dice y yo
asiento.

–Sí, bueno, me costó mucho recuperarme. La persona que causó el accidente, era
una chica que tenía problemas y usaba drogas, ella era ahijada de mi suegra y
estaba loca por Adam, solo que Adam nunca la miró como más que una amiga,
entonces ella estaba tan loca, que si no era de ella, no era de más nadie. Ella
planeaba asesinarlo.

–¡Qué perra!

–Eso no es todo. Ella enviaba las amenazas para mí y cuando la arrestaron, ella
dijo que alguien más estaba conspirando con ella en contra de nosotros, alguien
que me quería muerta. Después de que pude recuperarme, me reuní con ella en
el lugar donde la tenían retenida. Ella me confesó que era la asesina rubia y que
había matado a mi amiga, también había incendiado la casa de mi otra amiga.
Ella solo me dio las iniciales de la otra persona, que era un hombre. Luego de que
ella me confesara todo eso. Ella se... se... ella...

–¿Meredith? Tranquila, si no puedes decirlo, está bien.–dice y yo niego.

–Ella se cortó la garganta frente a mí, se suicidó frente a mis ojos dejandome
traumada de por vida.–digo con un hilo de voz y él se lleva las manos a la boca.

–¡Que horrible! Pobre de ti, no me imagino lo que debió ser eso para ti.–dice y yo
asiento.

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–Es la razón por la cual sigo teniendo pesadillas.–digo y él niega.

–No puedo creer que tu hayas pasado por todo eso y te veas tan tranquila.–dice y
una risa carente de humor se me escapa.

–Puedo verme tranquila, pero no lo estoy. Después de eso, Adam descubrió quien
era ese hombre que me quería muerta y se encargó de él, antes de llevarlo con la
policía. Te digo una cosa, Adam es muy decidido, si él quiere algo, lo consigue.
Cueste lo que cueste, él me dijo que lo iba a encontrar y lo haría pagar y así lo
hizo, solo tardó un día en hacerlo. El hombre, resultó ser un arquitecto especialista
que trabajaba en mi empresa. Lo único que él quería era ver sufrir a mi familia,
como si no hubiesen sufrido lo suficiente cuando mi padre murió. Él lo quería así,
porque su padre, fue el que se estrelló contra mi padre, quitándole la vida y
dándose a la fuga. Como su padre fue a prisión, ya que el hermano menor de mi
padre es detective y se encargó de él, su familia perdió el sustento y su hijo se
tuvo que hacer cargo, que resultó siendo el arquitecto que trabajaba para mí.–
digo y él asiente asimilando todo.

–Me dejas sin palabras, todo parece como de película.–dice y yo asiento.

–Si te he contado todo esto es porque, me he estado sintiendo observada. Sé que


no es paranoia y mi mente no me está jugando un juego sucio. No sé quien más
puede tener algo en contra de mí. Digo, soy multimillonaria, tengo muchas
comodidades, buena relación con todo mis familiares, un novio que es la mejor
persona en este mundo y me trata como nadie pero eso no tiene porqué ser
problema de alguien más.–digo negando con la cabeza.

–Tienes mucha razón.

–Yo no quiero que salgas lastimado por mi culpa, Matti. Así que cuando yo diga
que te vayas, que corras, que llames a alguien o que no me dejes sola, es para
que lo hagas. ¿De acuerdo? Yo no soportaría perder a otra persona.–digo y él
asiente rápidamente.

–Cuentas conmigo para lo que sea.–dice y yo sonrio.

–Por cierto, mis guardaespaldas están aquí. Si algún día ves a un hombre con
complexión de Dwayne Johnson que me observa, no te preocupes, ese es Bill. Y si
ves a una mujer de estatura media, castaña y de piel clara seguirnos, es Brie.
Ellos han estado pendiente de mí por mucho tiempo.–digo y él se lleva ambas
manos a sus mejillas.

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–No puedo creer que sea amigo de una chica multimillonaria, con guardaespaldas
y con vida de película de mafiosos.–dice y me rio.

–Hablando de películas, veamos las demás.–digo colocando la siguiente y él se


pone cómodo.

–Oh, preparate para reírte.–dice y si que nos pudimos reír esa noche.

La amistad, eso era lo único que yo buscaba en Matti. Y también lo que él buscaba
en mí. Estaba agradecida de que él se lo hubiese tomado tan bien, no creo haber
pasado bien la noche sola.

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Ruptura Falsa.

Después de nuestra pijamada, Matti y yo seguíamos igual que antes. Solo que
ahora el también observaba a todos lados cuando salíamos y caminábamos hasta
la universidad.

Bill y Brie me habían dicho que no veían nada fuera de lo normal, yo también les
dije que no me había sentido observada últimamente, por lo que ellos se dignaron
a seguir con sus trabajos. El cumpleaños de Adam estaba cada vez más cerca y
yo estaba cada vez más emocionada. Quería que fuese especial, ya que él nunca
había dejado de ser especial conmigo.

El martes antes de su cumpleaños, él llegó esa noche. Lo supe porque lo sentí


cuando se acostó y me abrazó en la cama, yo estaba quedándome dormida y
cuando lo sentí, le devolví el abrazo y lo llené de besos antes de quedarnos
dormidos. A la mañana siguiente, él me despertó a mí y nos dimos una ducha
juntos. Estaba más que acostumbrada a él, y una ducha no era nada comparado a
pasar todo un fin de semana juntos. Nos acompañó hasta la universidad y a lo
lejos pude ver como saludaba a Bill, ya que ese día le tocaba a él seguirme.

Deseé que el tiempo pasara lo más rápido que se pudiera. Quería estar con él. Así
que parece que mis deseos fueron concedidos, al salir, él ya estaba ahí y se veía
tan guapo vestido informalmente. Adam cumplía veintitrés años y yo pensando
que ayer tenía veintiuno y nos acabábamos de conocer. Él me recibió en sus
brazos, dándome un dulce beso a la vista de muchas personas. Matti no hacía
más que pedir tener la misma suerte que yo en el amor.

Llegamos al apartamento y le dije que le prepararía un pastel de cumpleaños. Él


quiso ayudarme, al cumpleañero no se le niega nada. Así que entre los dos,
hicimos un pastel de cumpleaños, de chocolate. Cuando lo metimos en el horno,
me disponía a limpiar el desastre que había en todo el lugar, él se comía el resto
de la mezcla que había quedado en el cuenco donde lo preparamos. Sin verlo
venir, él me llenó la mejilla de mezcla de pastel de chocolate. Lo miré entre
divertida y supuestamente molesta. Con mis dedos, lo llené de mezcla también,
entonces se convirtió en una guerra.

–¡Adam! ¡Me las vas a pagar!–estaba completamente llena de chocolate y él igual.

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–Que bueno que yo siempre cumplo mis pagos.–dice acercándose a mí,
acorralándome contra la barra de desayuno.–¿Cómo prefieres que te pague?–él
usó un tono ronco y profundo que me erizó la piel.

–Dejame pensarlo.–digo haciéndome la pensativa.–No lo sé aún.

–Pues, tienes que ir pensándolo.–dice robándome un beso.–¿Acaso quieres que te


pague con intereses?

–Eso suena tentador.–digo y sus labios buscan los míos con urgencia. Abro mis
labios para darle paso a su lengua y es el beso más delicioso que hemos
experimentado. Sabe completamente a chocolate, él mete una mano bajo mi
blusa y acaricia mi espalda mientras me besa lentamente y con pasión, solamente
nos separamos cuando necesitamos aire y él baja sus labios por mi mejilla, hasta
mi oreja y muerde mi lóbulo haciendo que un gemido escape de mis labios, sus
labios bajan por mi cuello, mi garganta y mis clavículas. Ya nos hubiésemos
quitado la ropa si no hubiese sido por la alarma del horno, que sonó cuando el
pastel estuvo listo y tuvimos que separarnos.

Rellené el pastel con dulce de leche y almendras y lo cubrimos con crema de


chocolate con mantequilla de maní. Lo metimos en el refrigerador y fuimos a
darnos una ducha. Los besos siguieron ahí, las caricias estaban por todas partes,
los gemidos eran suaves por mi parte y roncos de su parte. Había pasado un
tiempo desde la ultima vez que habíamos estado tan ansiosos por probarnos los
dos, por sentirnos, que pensé que nunca íbamos a salir del baño. Nos vestimos de
nuevo y lo hice sentarse en la pequeña mesa que tenía como comedor, busqué el
pastel, le coloqué la vela que compré especialmente para él y le llevé el pastel
hasta la mesa, cantándole el cumpleaños feliz.

–Pide un deseo.–digo cuando termino de cantar y él hace cara de pensativo.–Dije


uno, no cien, hombre.–él me mira divertido y al final sopla la vela y yo aplaudo.–
¡Felicidades, mi amor!–lo abrazo y él me sienta sobre sus piernas.

–Te amo, Mere.–dice haciéndome sonreír.–Gracias por hacer esto.

–Te amo, Adam. Para mi es un placer complacerte.–digo y él sonríe.

–No robes mis frases.–dice divertido y yo niego riendome.

–De eso nada.–me levanto.–Vamos a picar el pastel, tengo hambre.–digo y


rápidamente busco en la cocina un cuchillo, un plato y una cuchara. Le doy el
cuchillo y el corta una porción buena para los dos y la coloca en el plato, yo
aparto el resto del pastel y me siento sobre sus piernas. Dándole pastel en la

359
boca.

–Somos tremendos cocineros.–dice y yo me rio.

–¡Obvio! Esto está buenisimo.–digo y él asiente.

–No dejaré que nadie más nunca me haga un pastel de cumpleaños, solo tú.–dice
dejando un beso en mi mejilla y yo vuelvo a sus labios.

–Te prometo cocinar tus próximos pasteles de cumpleaños.–digo sobre sus labios.
Él lleva su mano hasta mi mejilla y mete un mechón de cabello detrás de mi oreja.

–Eso espero, porque yo cocinaré los tuyos.

–Eso suena más que tentador, ya quiero que sea mi cumpleaños.

–Solo faltan tres meses.–dice y lo vuelvo a besarlo.

❤❤❤

Ese fin de semana, él y yo salimos. Fuimos en mi auto hasta el Central Park, solo
para distraernos un rato y cuando volvimos, yo estaba experimentando la misma
sensación de que alguien nos observaba. Adam estaba tenso de repente.

–Lo sientes, ¿cierto?–pregunté caminando a su lado, aferrada a su mano con


fuerza.

–Sí y es raro. Es muy incomodo, me dan como nervios.–dice y yo asiento.

–Yo me siento igual.–rápidamente entramos al edificio y subimos a mi


apartamento. Me siento bien de inmediato.

–Eso fue muy raro, Mere.–dice mientras me sienta sobre sus piernas.–Es como si
una sombra te estuviese observando.–dice y escondo mi cara en su cuello.

–Tengo miedo.–confieso agarrando su camisa en mi puño.–No soportaría otra cosa,


Adam.

–Tranquila, nena. Vamos a averiguar que está pasando. Te lo prometo.–dice


besando mi frente y yo beso su cuello.

En ese instante, tocan la puerta y yo me incorporo rápidamente, pero él me pide


que me quede en el sofá mientras va a ver quien es y resulta ser Brie. Que trae mi

360
correspondencia en sus manos. Oh, no. No me digan que hay una amenaza,
porque juro que voy a enloquecer.

–Bien, de toda tu correspondencia, solo una es anónima, me tomé la libertad de


ver que era.–ella me tiende el sobre abierto.–No es claramente una amenaza, pero
si es alguien que no te quiere ni ver. Pero con Adam.

Leo la nota que dice que no soporta vernos juntos y que si seguimos va a ser
capaz de hacer algo de lo cual nos vamos a arrepentir. Que novedad. Otra
persona que no tiene nada mejor que hacer que meterse en la vida de los demás..

–¿Quién será ésta loca?–digo más para mi misma.

–En eso estamos, pero es difícil. Más no imposible.–dice Brie y Adam parece
pensativo un momento.

–No estoy para estar aguantando inmadureces. Tengo demasiado con la


universidad.–digo exasperada. Brie dice que lo entiende pero que a ella no le
queda otra que hacer su trabajo y mi teléfono suena. Con un numero no
registrado y decido contestar.–¿Hola?

–¿Estás sola?–la voz al otro lado de linea se escucha distorsionada, pero estoy
segura de que es una mujer. Les hago señas para que guarden silencio a Adam y
a Brie.

–¿Quién eres?–pregunto con brusquedad.

–Una persona que quiere ayudarte.–dice y yo me contengo de bufar.

–¿Qué quieres?–espero apretando mi mano libre en un puño que quiero estrellar


en la cara de alguien.

–Quiero que lo dejes.–dice sin más y yo alzo una ceja.

–¿Por qué?

–Porque no es bueno para ti.–dice y yo niego con la cabeza.

–¿Qué pasa si no lo hago?–se me ha ocurrido una idea.

–Sufrirá alguien que tú aprecias mucho y no querrás eso.–dice y yo ruedo los ojos,
es la peor amenaza que me han hecho, a eso le falta color, sabor, intensidad. Pero
decido cortar a la culebra por la cabeza.

361
–De acuerdo, lo haré.–digo con firmeza.

–¿De verdad?

–Si con eso me vas a dejar en paz, pues sí. Sino, vete a la mierda.–digo con la
sangre a punto de hervir.

–Sí, eso es todo lo que deseo. No pensé que fuese tan fácil.

–Sí, sí. Lo que sea. Adiós.–corto la llamada y lanzo mi teléfono al sofá. Luego me
acerco a Adam y lo abrazo.

–¿Qué acabas de hacer, Mere?–pregunta él separándome un poco para poder


mirarme.

–Acabo de decirle a una persona que está loca, que tu y yo ya no estamos juntos.–
digo encogiéndome de hombros.–Aunque no es necesario decirle que es mentira y
que tu y yo seguimos juntos. Tomalo como una ruptura falsa, todo el mundo tiene
que enterarse de esto, pero les diremos a los más importantes lo que en realidad
está pasando. Para que así puedan averiguar quien es.

–Eres mucho más inteligente que nuestras familias juntas.–dice y yo me rio.

–Ahora, tendremos que vernos a escondidas.–digo y él alza las cejas.

–Esto me va a costar mucho.–dice y yo asiento.

–A mi también, pero quiero que todo acabe. Ya no quiero a más gente planeando
asesinarnos.–digo y él me abraza más.

–Esto va a acabar pronto.–dice, su mano me acaricia la espalda de arriba hacia


abajo.–Te lo juro, Mere.

Pues, si lo va a jurar, entonces es porque así será. Pero esto va a ser súper difícil.

362
No Lo Creo.

Una semana había pasado desde que supuestamente Adam y yo habíamos


terminado, a nuestros familiares les contamos la verdad y a las personas más
cercanas a nosotros les dijimos lo mismo, mientras. Teníamos que averiguar quien
era esa persona, yo estaba teniendo mis dudas, pero no tenía nada concreto.

La llamada que me había hecho había sido muy tonta en realidad, ya estaban
investigando la fuente de ella. Había sido hecha desde un teléfono público, pero
todavía no sabíamos quien había sido el responsable o en este caso, la
responsable. Me daba la impresión que esa mujer solo quería meterme miedo, ya
que seguramente sabía por lo que había pasado y no sé que tendrá en contra de
mi y mi relación con Adam pero yo no iba a dejarlo y él no iba a dejarme a mí.

Al principio él no había estado muy de acuerdo conmigo. Pero me dijo que había
sido rápida y astuta al aceptar sin más. Recordé que yo una vez le dije que astuta
era mi segundo nombre y eso me dio mucha risa. Ahora, por los momentos, solo
no teníamos que vernos y ya. Supuestamente habíamos terminado, la razón era
desconocida, pero todos sabían que eso era imposible. Adam y yo estábamos
cada día más estúpidamente enamorados y terminar de la noche a la mañana era
sospechoso.

Matti estaba enterado y me quería ayudar con todo, solo que yo no quería
incluirlo en mis problemas. Nadie tenía que cargar conmigo, ya estaba harta de
eso. Pero él insistía, hasta había empezado a sacar sus propias conclusiones.
Cuando terminábamos de estudiar por el día, él me comentaba lo que pensaba
sobre la situación.

–¿Y bien?–digo cuando aparto los libros y lo encaro.–¿Cuál es tu veredicto hoy?

–Pues, estaba pensando en lo que me habías dicho sobre el infeliz ése. Tu tío lo
metió en prisión, así que la familia que él mantenía se quedó en la calle. Tal vez
alguien relacionada a él esta detrás de todo, así como el se mantenía en secreto
cuando conspiraba con la otra loca.–dice y me quedo pensativa.

–Podría ser, eso suena un poco más lógico. A lo mejor él tenía una novia o una
mujer que mantenía.–me encojo de hombros.–Porque Carly Carter no tenía a más
nadie y que yo sepa, no era lesbiana. Y por parte de Adam, no creo que una de

363
sus ex sea tan inteligente como para hacer algo así. Todas son rubias
descerebradas.

–Por eso, yo me la pasé toda la noche pensando en eso. Basándome en lo que me


habías dicho y en lo que pensabas, eso fue lo único que pensé, que le encontré
algo de sentido.–dice y asiento con la cabeza.

–Tal vez sea eso. Pero se mantiene oculta y sé que no está completamente segura
de que Adam y yo no estamos juntos como ella quiere. No sé porqué siempre se
tienen que meter con mi relación amorosa con él, no entiendo porqué les molesta
tanto.–digo y él me da una mirada comprensiva.

–Yo tampoco lo entiendo, ustedes no se meten con nadie. Solo están los dos en su
mundo y nada más existe.–dice y yo sonrio.

–Es así como lo dices, con Adam no me importa nada más. Solamente él, yo lo
amo, él me ama. Somos felices juntos. No importa si pasamos todo el día echados
sin hacer nada, con él todo es perfecto.–digo y Matti suspira.

–Definitivamente, si sigues hablándome de Adam, posiblemente lo agregue a mi


lista de amores frustrados.–dice y yo me rio.

–Sí, claro. Él es mío y yo soy suya.–suena como si estuviese reprochándole algo a


él.–Tienes que buscarte a otro, olvida a mi Adam.

–No puedo, no cuando tú hablas de él sin parar.–dice y yo hago una mueca.

–Cierto, lo siento. A partir de ahora, no hablaré tanto de Adam, pero no dejaré de


nombrarlo. Es demasiado importante para mí. Además, yo le he hablado a él de ti
y él no te va a agregar a una lista de personas que están locas por él.–digo y él
suelta una carcajada.

–Ay, tú si eres pasada.–dice dándome un leve empujón en el hombro y yo lo miro


entrecerrando los ojos.

–¿Pasada? Yo no me paso, con nada.–digo divertida y él rueda los ojos


dramáticamente.

–Eres un poco exagerada a veces.–dice y me señala con un dedo.–No lo niegues,


porque es verdad.

–Lo que tú digas, capitán.–digo levantandome.–Tengo hambre, si no como, pierdo


mi encanto.

364
–Uff, demasiado. Me pasa lo mismo.–dice siguiéndome hasta la cocina.

Quienquiera que fuese esa mujer que me llamó y que me dijo que debía dejar a
Adam, seguía ahí afuera. Pero había una cosa que ella no sabía.

Adam no iba a dejar de verme y yo no iba a dejar de verlo. No habíamos


terminado realmente. Si esa mujer pensaba que íbamos a dejarnos, estaba muy
equivocada. Así que buscamos la manera de poder vernos, sin que nadie nos
siguiera o vigilara. ¿Cómo haríamos eso? Pues, ¿para qué sirven los disfraces? Sí,
nos disfrazaríamos y nos encontraríamos en lugares poco frecuentados y que a la
vez eran perfectos.

Yo usaría una peluca de color rojo intenso y que me llegaba a los hombros, mi
ropa consistiría en vestidos foreados, botas de piso, chaquetas de jean,
sombreros, lentes de sol, lentes de contacto de color verde oscuro y un maquillaje
que me haría verme distinta. Adam, por su parte, no usaría una peluca pero si se
vestiría diferente, con cazadoras con capuchas, jeans rasgados y oscuros y botas
estilo militar. Él sería como un chico malo, siempre oculto. Si hacíamos esto era
porque no sabíamos si nos podía pasar alguna tragedia.

Necesitaba cambiarme en otro lugar, así que Brie se encargó de buscar un


apartamento en otro lugar, ella se iba a hacer pasar por mí, quedándose en mi
apartamento para que nadie sospechara nada. También tenía una identificación
falsa, donde yo era dos años mayor a mi edad y me llamaba diferente también

El día de nuestro segundo aniversario había llegado y obviamente él tenía una


sorpresa para mí. Me arreglé, mi otra personalidad era muy distinta a la verdadera
yo. Demasiado, ni siquiera yo misma podía reconocerme, en ningún momento de
mi vida pensé que algo así iba a pasarme. ¿Era otra persona internamente? No lo
creo.

Seguía odiando a las mismas personas y amando más que antes a las otras.

Cuando estuve lista, salí y me subí a un taxi. Llegué puntual al bar donde
habíamos quedado. Era un sitio bastante acogedor, era mitad hippie y mitad
gótico y eso me gustaba. Lo que más me gustó, fue que él ya estaba ahí
esperándome.

–Hola.–lo saludo con un corto y suave beso, reservando mis ganas para más tarde

–Te ves increíble.–dice y me siento junto a él en el mueble, estamos en un


reservado, nadie aquí puede molestarnos.

365
–Gracias.–contesto y él se acerca a mi oreja.

–Feliz aniversario. Te amo, Mere.–dice y yo sonrio.

–Yo también te amo, Adam.–digo imitándolo.–Este va a ser nuestro aniversario


más extraño.–murmuro y él se ríe.

–En un rato volveremos a ser nosotros.–dice y yo asiento.

Tuvimos una cena bastante agradable. Hablamos de muchas cosas que no tenían
nada que ver con lo que pasaba en realidad. Los dos ansiabamos que se hiciera
un poco más tarde para irnos. Él me dijo que me tenía una sorpresa que me iba a
encantar. Así que cuando salimos del local, él me dijo que había venido en moto.
Ya que así completaba su imagen de chico malo, yo estaba bien con eso. Él me
puso el casco protector negro y él se puso uno igual.

Lo abracé por la cintura y fuimos hasta una zona de apartamentos lujosos, tenía
estacionamiento subterráneo, así que no fue nada difícil pasar desapercibidos.
Entramos a un ascensor, toco el botón del piso cincuenta y ocho. El edificio tenía
setenta, yo estaba realmente impresionada.

En el ascensor, la tensión entre nosotros era demasiada. Nuestras manos estaban


entrelazadas, pero la necesidad de quitarme toda la ropa y besarlo no tenía
comparación con nada. Él también podía sentirlo, ya que estaba tenso y cuando
íbamos como por el piso diez, los nervios me iban a matar. Gracias al cielo que él
decidió besarme y que nadie más quiso usar el ascensor en ese momento.

Cuando llegamos al piso, salimos besándonos y él abrió la puerta del apartamento


con sus labios aun en los míos. Nos tocó separarnos, él quería que yo mirara la
estancia. El lugar era muy bonito, de revista y sencillo, tenía una pequeña terraza
y estábamos a muy buena altura, la vista desde ahí era hermosa. La habitación
principal era espaciosa, la cama era inmensa y tenía un balcón. Me gustaba
demasiado.

–Tengo que darte una noticia.–su voz me sacó de mi ensimismamiento, me rodeó


con sus brazos y me hizo girar para mirarme.–Me mudaré hasta acá, Mere. Estaré
más cerca de ti.–dice y yo sonrio al tiempo que lo abrazo.

–¡Que bueno!–exclamo y me separo un poco para mirarlo.–Eso quiere decir que


pronto podremos “volver”, ¿cierto?

–Sí, ya estamos muy cerca de atrapar a esa persona que no sabe que hacer con

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su vida. Cometen un error al tratar de separarnos, porque lo que tenemos, va más
allá de los dos. Tú eres lo más importante para mí, Mere. No te cambiaría por nada
en el mundo.–dice y yo agarro su rostro con mis manos.

–Con eso logras que te ame más. De verdad que lo nuestro no tiene limites.–digo
y él me da un beso, sugerente, lo que me hace pensar en que debo quitarme todo
lo que llevo puesto.–Necesito quitarme todo esto.

–Te ayudo.–dice con una sonrisa y me lleva hasta el cuarto de baño.

Me ayuda con la peluca, me la quita y la deja sobre un perchero para toallas que
cuelga de un lado de la pared. Me quito los lentes de contacto y mis ojos vuelven
a ser los mismos. Adam me quita todos los ganchos que recogen mi largo y
pesado cabello y me lavo la cara, quitándome todo el maquillaje, me seco con una
toalla y él me sonríe.

–Te extrañé.–dice acorralándome contra el lavabo.

–Yo también.–comienzo a sacarle su camisa y él me quita el vestido. Sus ojos me


recorren el cuerpo entero.–¿Te gusta lo que ves?

–Me encanta lo que veo, me vuelve loco.–lleva sus manos hasta mis muslos y me
alza para que me siente sobre la baldosa del lavabo. Me quita las botas y me
carga en sus brazos mientras me saca de ahí.

–Que bueno, a mi me pasa lo mismo.–digo y él se ríe cuando se sienta en la cama


y me deja a horcajadas sobre él.

–Te amo, Mere.–dice sobre mis labios y lo beso, tirando de su cabello con fuerza.

–Te amo, Adam.–digo y me pregunto si alguna vez me cansaré de decírselo. No lo


creo, siempre sentiré por él esto que siento ahora. Un amor que va mucho más
allá de todo y de todos.

367
Atención.

Durante el mes de mayo, estuvimos así. Encontrándonos en lugares poco


frecuentados, vestidos de forma distinta y con mucho cuidado. Después nos
íbamos en su moto hasta nuestro apartamento, ya que él me había dicho que lo
había comprado para los dos. Él y sus detalles exagerados.

Mi mamá me dijo que la empresa. Mi empresa, cumplía veinticinco años de ser


fundada, yo estaba extrañada, pensaba que mi papá había fundado la empresa en
octubre. Pero no habían celebrado nada desde la muerte de papá. Mi mamá me
dijo que, originalmente, la empresa había sido fundada en mayo, en Nueva York.
Luego cuando nos mudamos a Madison, la fecha cambió a el día en que él la
mudó hasta allá.

Entonces mamá quería hacer una celebración por los veinticinco años. Y yo quería
ir.
Primero porque yo soy la dueña legítima de la empresa. Segundo porque sería de
gala y aquí en Nueva York. Tercero porque Adam iba a ir y esa era la excusa
perfecta para vernos. Cuarto porque el otro día vi en una tienda un vestido que
era para mí, sí o sí.

Mi mamá aceptó mis suplicas de ir a la fiesta y yo me dediqué a buscar el vestido.


De paso, le dije a Matti que iría conmigo, él se alegró tanto que me dio risa. Dijo
que era la primera vez que asistía a un evento como éste. Tenía el presentimiento
de algo con respecto a esa fiesta. Cuando yo presiento algo es porque va a pasar.

Mi vestido, porque era mi vestido. Era de color rojo sangre, escotado como me
gustaba, el escote delantero no era muy pronunciado, pero el de la espalda. Adam
se iba a morir cuando me viera. Era ajustado y de tirantes, tenía una abertura del
lado izquierdo que iba desde mi muslo y la falda caía con soltura. Me había
enamorado del vestido desde que lo vi en el mostrador y además, era de mi talla.

Me gustaba la combinación de rojo y dorado, elegí unos zapatos de tacón


altísimos, de color dorado brillante. De accesorios, no quise parecer demasiado
recargada, así que solo usaba unas perlas doradas en las orejas, anillos dorados
en mi mano izquierda y un collar en mi cuello, era una delgada cadena que
sujetaba un aro dorado en el medio y dentro del aro había un rubí, tan intenso
como mi vestido. Mi cabello estaba recogido y las horquillas ya empezaban a
fastidiarme, por lo menos Adam me las quitaría después.

368
Al encontrarme con Matti, afuera de mi apartamento, él hizo una cara de diva
total. Él usaba un traje, sí, la camisa era gris y el saco era de color borgoña. Como
siempre él estaba mejor peinado que yo.

–Chica, tú brillas.–dice y yo le guiño un ojo.

–Ese era mi secreto.–digo divertida y él alza una ceja.

–Ya veo.–dice y yo me rio.

Obviamente, mi mamá había alquilado una limusina, nuestro chofer era Bill. De
ninguna manera ella iba a dejar que otra persona nos llevara hasta la fiesta.
Eramos dos divas en esa limusina. Aunque Matti quería ser la única diva esa
noche. Al llegar nos esperaba una alfombra dorada, ese era el color del logotipo
de la empresa, también habían varios fotógrafos.

Bajamos y de inmediato me vi invadida de fashes que me aturdieron por un


segundo antes de que me diera tiempo de posar. Me paralicé cuando vi a Adam,
él estaba en la alfombra y también se quedó paralizado cuando me vio.
Supuestamente estábamos separados, se suponía que nuestro amor se había
acabado y no era así. ¡Mierda! ¡Era demasiado difícil!

–Señorita, ¿por qué no posa con él?–era una fotógrafa la que me preguntaba y yo
no sabía que decir.

–Pues, ya no estamos juntos.–digo, esa mentira duele más que cualquier otra cosa

–¿Y eso que tiene que ver? Él la está mirando también.–dice y yo miro a Adam de
reojo, obvio que me mira, soy su novia.

–Se vale mirar, para eso se hicieron los ojos.–digo y ella se ríe.

–Usted tiene mucha razón, más con ese vestido, pero se pueden tomar una foto
juntos.–dice y yo me hago la pensativa.

–Iré a saludarlo.–digo alejándome y acercándome a él. Luchando contra mis


impulsos de lanzarme a sus brazos y perderme en sus labios.–Hola, Adam.

–Hola, Mere.–dice en voz baja y se inclina para darme un beso en la mejilla.–Me


vas a matar, te ves demasiado hermosa ésta noche.–dice en mi oreja y se aleja
lentamente.

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–Gracias, tú estás igual.–digo reprimiendo una risa. Estoy nerviosa, mis palmas
pican porque quiero tocarlo, pero hay más de diez fotógrafos observándonos.

–¿Nos tomamos una foto juntos?–pregunta y yo asiento.

–Creo que serán varias fotos.–digo y él sonríe y lleva una de sus manos a mi
espalda desnuda, haciendo que mi pulso se acelere, yo hago lo mismo con él y
miramos a los fotógrafos, los fashes nos dejan ciegos por unos segundos y me
separo de él cuando me siento demasiado ansiosa.

–Nos vemos.–dice y se va dejandome completamente aturdida. Si de verdad


hubiésemos terminado, yo estaría rota por dentro. Matti se acerca a mí y lo agarro
del brazo para que entremos al salón.

–¿Estás bien?–pregunta y yo asiento.–Parece como si de verdad hubiesen


terminado.

–¿En serio?–pregunto y él asiente.

–Son tremendos actores.–dice y yo me rio.

–Gracias por eso.–digo observando todo el lugar con fascinación.

La decoración es en dorado completamente, también hay algunos detalles en


blanco. Un candelabro inmenso cuelga del techo y es hermoso, las luces son
blancas y hacen que cualquier color resalte. Habían muchas mesas y rápidamente
localizo a mi mamá, en su papel de anfitriona. Ella nos ve y se acerca con una
gran sonrisa en sus labios, viste un vestido blanco, ajustado en la cintura, mangas
hasta los codos, cuello en v y cerrado en la espalda. No importa lo que mamá use,
ella siempre se ve perfecta.

–Hola, mi niña.–la saludo con un beso en la mejilla y luego ella saluda a Matti.

–Mamá, todo se ve fenomenal.–digo y ella sonríe.

–Gracias, mi amor. Llevó mucho trabajo poder preparar todo, no había podido sin
la ayuda de Clara.–dice y yo asiento. Clara es una experta en cuestiones de
arreglos de eventos sociales.

–Se nota.–digo observando todo. Hasta el piso es dorado. Lo más extraño es que
no se ve exagerado, me encanta.

–Vamos a la mesa.–dice dándose media vuelta y la seguimos, saludando a

370
personas que quieren saludarme.

Cuando llegamos a la mesa, me quedo de piedra. Ya que compartimos la mesa


con los Stynson's, no es solo eso. Me toca sentarme al lado de Adam. Matti se
sentará frente a mí. Esto será el doble de difícil que antes que ya era muy difícil.
Agarro a mi madre del brazo y nos apartamos de los demás.

–¿Te volviste loca?–pregunto bruscamente pero en voz baja.

–¿Qué?–ella está muy confundida.

–No puedo sentarme al lado de Adam.–me quejo en voz baja pero se nota que
estoy luchando contra el impulso de gritar.–¡Es muy difícil estar cerca de él y
actuar como si nada!

–Tranquila que no va a ser por mucho tiempo. Solo durante la cena, el show y
después puedes irte o bailar.–dice tratando de tranquilizarme.

–¿Por qué no me dijiste nada antes?–pregunto y ella niega con la cabeza.

–Él me pidió que no te dijera nada, quiere estar cerca de ti.–dice y yo suspiro,
cuando en realidad quiero gritar y mandar todo a la mierda. Debería de estar feliz
de sentarme junto a él, pero en la situación en la que estamos ahora es muy
frustrante.

–Bien.–digo finalmente.–No quiero que nada arruine la noche.–digo pasando a un


lado de ella y me acerco a la mesa nuevamente. Matti está a gusto, el habla con
Leigh Anne y Ron, antes de que pueda tomar la silla para sentarme, Rose aparece
frente a mí con una cámara colgando de su cuello. Sin embargo, ella espera a que
yo sonría para tomar la foto.

–¡Te he echado tanto de menos!–dice abrazandome con fuerza y le devuelvo el


abrazo riendome.

–Yo también, Rose.–digo separándome de ella.

–Te tengo que contar algo.–dice y la miro intrigada, ella me muestra su mano
izquierda, donde veo un diamante en su dedo anular y me quedo boquiabierta.–
Seremos familia formalmente.

–¡Felicidades! ¡Me alegro mucho por los dos!–digo volviéndola a abrazar.

–Eso no es todo. Preparate para ser mi dama.–dice y yo niego con la cabeza.

371
–Debes estar bromeando.–digo y ella se ríe.

–Hablo en serio. Tú serás mi dama de honor. Beth y Leigh Anne serán mis
madrinas, Adam será el padrino, junto con Zack y Blake.–dice y yo la miro alzando
las cejas.

–Lo tienes todo planeado, ¿no?–ella se ríe y se encoge de hombros.

–No me imaginaba comprometerme tan pronto, pero Carl es el amor de mi vida.–


dice y yo me rio.

–Yo pensé que iban a pasar muchos años para que eso pasara.–digo porque es
verdad.

–Tenemos casi un año para planear la boda, o más. Pero te quiero en ella, sé que
darás el mejor discurso.–dice, lo que hace que la mire sin expresión.

–Te pasaste, eh.–digo y ella solo se encoge de hombros soltando una risa.

–Tú me conoces, sabes como soy.–guiña un ojo y se va a tomarle fotos a otra


persona. Sacudo la cabeza y decido sentarme, al lado de mi hombre favorito, el
cual supuestamente ya no es mío.

–Hola, de nuevo.–digo y él me mira, sonríe antes de acomodarse en la silla.

–¿Estás molesta?–pregunta y yo entrecierro los ojos hacia él.

–No. Estoy cabreada.–digo y él alza las cejas.

–Lo siento, Mere. Pero no soportaría tenerte lejos cuando sé que estás aquí.–dice
en voz baja, solo para que yo lo escuche.

–¡Pero no podemos ser nosotros mismos aquí!–hablo en voz baja pero él entiende
mis palabras, porque mira a todas partes antes de colocar su mano en mi rodilla
desnuda.

–Tranquila, no pasará mucho tiempo para eso. Necesito que hablemos algo, pero
no me pidas que me aleje, porque no lo haré.–dice y yo junto las cejas.

–¿Qué es?–estoy completamente intrigada, parece que es algo serio, porque él no


aleja su mano.

372
–Son malas noticias.–dice y yo lo miro preocupada. ¿Malas noticias? ¿Me va a
dejar de verdad? Si es eso, mi corazón no lo toleraría.–No, no eso que estás
pensando, ni en sueños.–bajo la mirada hasta su mano en mi pierna y pongo una
mano sobre la suya.

–Más te vale.–murmuro, él me da un apretón en la rodilla para tranquilizarme.

–Solo tienes que prestar mucha atención, eso es todo.–dice y yo asiento, no muy
convencida.

373
Preocupación.

Yo no aguantaba la intriga. Así que cuando la fiesta empezó, nosotros nos fuimos.
Por separado pero al mismo lugar. Nuestro apartamento.

Así que, cuando llegué, unos minutos después que él. Lo primero que hice fue
abrazarlo con fuerza y besarlo con ansiedad. Él me correspondió las caricias con
vehemencia y luego procedió a ponernos cómodos. Por lo que me quitó las
horquillas del cabello y me quitó mi hermoso vestido, para darme una de sus
camisetas.

Nos sentamos en la cama como solíamos hacerlo, él detrás de mí y yo con mi


espalda en su pecho, sus brazos apretándome contra él, como si en cualquier
momento me fuese a ir corriendo. Estaba preocupada, me había dicho que lo que
iba a decirme era terrible, además de que no se separó de mi lado en toda la
noche. No tenía ni la más remota idea de lo que iba a decirme y él se estaba
tomando su tiempo en hablar.

–Adam, habla de una vez. Lo que sea que tengas para decirme, dilo.–digo al borde
de los nervios, mi corazón late fuerte y rápidamente contra mis costillas.

–Está bien.–me giro en sus brazos para mirarlo de frente, él toma mis manos entre
las suyas y me mira fijamente.–Debes prestar mucha atención, prometeme que
tratarás de mantener la calma, ¿de acuerdo?–ladeo la cabeza, mi ceño fruncido y
me siento más ansiosa que antes.

–¡Habla de una vez!–exclamo y él suspira pesadamente, cerrando los ojos un


momento.

–Es sobre Jeff Marshall.–dice, hace una pausa en la que evita mirarme.–Ese
maldito se escapó de la cárcel.–jadeo en cuanto las palabras salen de su boca y
niego con la cabeza frenéticamente.–No saben como lo hizo, pero han pasado dos
semanas desde que pasó y él viene por nosotros.

–No. No. Ese infeliz no va a obtener lo que quiere.–digo, sintiéndome furiosa de


repente.–No quiero volver a pasar por lo mismo, vivir escondida, con miedo, no
más.–no sé de donde saco tanta firmeza y fuerza para hablar.

374
–Claro que no va a tener nada, él solo está buscando su muerte. No dejaré que se
acerque a ti, no te hará más daño. Pero tenemos que andar con cuidado y
protección.–dice y yo vuelvo a negar.

–Uno tiene que andar siempre con cuidado en la calle, esto es innecesario. El mal
nacido de Jeff no tienen ninguna razón como para quererme muerta, menos a ti. Y
si te llega a hacer algo, se las verá conmigo.–digo abrazándolo, nadie va a
separarnos, nunca.

–Si él logra acercarse a nosotros se las verá conmigo por segunda vez, esta vez no
voy a dejar nada de él. Él no merece estar en el mismo planeta que nosotros.–dice
apretando sus brazos alrededor de mí cuerpo pegado al suyo.–Solo hay una cosa
buena detrás de esto.

–¿Cuál cosa?–pregunto escondida en su cuello.

–Que podemos volver públicamente.–dice y salgo de mi escondite para mirarlo.

–Ya era hora.–digo y él se ríe.

–Tú fuiste la que terminó conmigo falsamente.–dice, entrecierro los ojos.

–Cierto, a ver entonces. Quiero volver contigo, ¿me aceptas?–esto es más ridículo
que Matti babeando por Shawn Mendes.

–Claro que sí.–dice sobre mis labios.

–Ya empezaba a preocuparme que no aceptaras.–mis labios rozan los suyos


cuando hablo.

–Eso no pasará, yo siempre voy a preferir estar contigo, Mere.–dice dándome un


corto beso.–Me quedo contigo siempre.

No me da tiempo de decir nada más porque me besa y solo soy consciente de


nuestros labios juntos, que se mueven en una danza lenta y deliciosa. Que luego
se convierte en deseo, placer y lujuria, y acaba en nuestros cuerpos entrelazados,
sábanas enrolladas y satisfacción total. La noche no fue tan mala después de
todo.

Pero yo seguía preocupada de todas maneras.

Una semana había pasado.

375
Las cosas iban con mucha normalidad, iba a la universidad con Matti cada día.
Adam se había rehusado a separarse de mí, pero los deberes son primero. O sea,
él dejaba su trabajo para estar todo el día pendiente de mí, no se podía. Entonces
yo tenía que dejar la universidad para estar pendiente de él. Eso tenía mucha
lógica, por lo que él trabajaba y yo iba a mis clases, asunto zanjado.

Le había contado a Matti lo que pasaba ahora, y hombre. El pobre ahora también
estaba preocupado, pero me dijo que no se separaría de mi lado en el día, cuando
íbamos juntos a la universidad. Lo dijo más que todo porque Adam lo intimidaba y
sabía que si algo me pasaba mientras estabamos en la universidad, Adam lo
enfrentaría también, le importaba poco que fuese mi amigo, quien me hacía daño,
él los haría pagar.

Estaba sorprendida de que nada hubiese pasado, no me sentía observada cuando


salía, Bill y Brie no notaban nada extraño y era muy raro eso. En Madison las
cosas habían sido muy distintas hace tiempo.

Junio llegó, con el cumpleaños de mamá y estaba triste de no poder estar con ella.
Pero estaba tranquila de que la hubiese pasado bien con Aston, que Leigh Anne le
haya preparado algo también y que me visitaría en mi cumpleaños. No sabía que
pasaba conmigo, pero extrañaba a mi mamá todos los días, al igual que a Ava y a
Lux. Lux, la echaba tanto de menos, que se me olvidó mencionar que nos
encontramos en la fiesta de la empresa y ella está tan bien, sigue con Drake y le
va bien en la universidad, que eso fue todo lo que necesité para sentirme un poco
mejor.

Segunda semana de junio, las cosas seguían igual. Iba a la universidad, Adam iba
a su trabajo, Matti me hacía reír con cualquier comentario en las mañanas y
llegaba exhausta al apartamento. Así era como debía de ser mi vida. Corriente,
normal, tranquila. No como era en realidad, aunque no había pasado nada aún,
sabía que algo podía pasar. No estuve a punto de morir por un simple accidente,
no he tenido pesadillas por casi dos años por nada. Todo tiene su razón, pero no
debería de haber pasado nada.

Yo estaba empezando a preocuparme más que antes, si no me había pasado nada


aún. Era porque lo que sea que iba a pasarme, estaba siendo estrictamente
planeado, querían que estuviese tranquila y me olvidara del tema para atacar
cuando menos me diese cuenta. Ese infeliz estaba equivocado, yo dormía con un
ojo abierto, tenía cuidado al salir y tenía una pistola en mi bolso.

Sí, Bill se encargó de proporcionarme un arma de fuego y conseguir un permiso


para ello. Yo tenía que estar preparada para lo que fuese, mis clases de defensa
personal fueron refrescadas en mi memoria y cuerpo, Adam también sabía como

376
acabar con una persona, pero a golpes. Tenía una fuerza abrumadora, si yo fuese
otra persona, saldría corriendo antes de tener que enfrentarme a él, prefiero
parecer cobarde, antes de amanecer en un hospital por una paliza. La vida es
preciada, pero si alguien intenta sacarme del camino, a Adam no le va a importar
un carajo esa persona, si debe moler a golpes, lo hará. Sin remordimientos.

Un viernes, en la tarde luego de mi última clase. Caminé con Matti hasta el


edificio como de costumbre. Él se fue a su apartamento y yo me fui al mío, a
esperar a Adam. Pensé en preparar la cena y noté que me hacía falta hacer las
compras, tenía tiempo de sobra y en la otra calle había una tienda de
comestibles. Tomé mis llaves y mi cartera, me apresuré por las escaleras hasta la
entrada, salí de nuevo a la calle. Mirando a todas partes y sintiendome igual que
siempre, no había nadie. Solo Brie, que me saludó con la mano desde la otra calle,
ella entró a la panadería más cercana, tratando de pasar desapercibida.

No me llevó mucho tiempo hacer la compra de lo que necesitaba. Así que volví
rápidamente al apartamento, sin embargo, me di cuenta de que no tenía café y se
me olvidó comprar más, tenía que volver a salir y comprar café, porque sin el café
no sirvo en el día, por lo menos la tienda no quedaba tan lejos, luego recordé que
hay otra tienda donde venden café que está más cerca y casi corrí hasta llegar. Al
salir después de pagar, empecé a sentirme como no me gustaba.

Ansiosa, nerviosa y observada, a pesar de que miré a todas partes, no veía a


nadie. Estas calles no son muy concurridas, por lo que no hay casi trafico, al llegar
al edificio, Adam venía llegando y se veía muy agitado, se alteró incluso más
cuando me vio afuera del edificio.

–Adam, ¿qué pasa?–pregunté una vez que estuvo frente a mí.

–Él está cerca.–dice y comienzo a acercarme a la puerta del edificio para abrir.

–Mi Dios.–suspiro, pero me detengo cuando escucho algo raro. Es como una risa
malévola. Adam parece no notarla, ya que me mira impaciente.

–¿Mere? ¿Qué haces?–dice y yo miro más allá de él, una sombra que se acerca,
hasta que se vuelve más visible y puedo ver a un hombre, apuntar con una pistola
en nuestra dirección.

–Hay alguien, apuntándonos con una pistola.–es lo único que logro decir, antes de
que él se gire, y una de mis pesadillas comience.

377
Desesperación.

Toda la sangre abandona mi cuerpo cuando mis ojos reconocen a la persona que
sostiene un arma hacia nosotros. Adam se coloca delante de mí en modo
protector, aprovecho la oportunidad para meter una mano en mi bolso. Jeff
(maldito infeliz) Marshall, está mirándonos fijamente, con el arma en sus manos y
una sonrisa malévola en su rostro.

Su aspecto es horrible, su cabello está más largo y sucio, su cara denota


cansancio y algo que yo llamaría demencia o locura, su ropa es indescifrable. Pero
usa un saco grande y largo de color negro. No hago más que pensar en dónde
están Bill y Brie, miro a todos lados pero no hay nadie en la calle, la
desesperación me carcome. Algo muy malo va a pasar, puedo sentirlo.

–¿Creían que se iban a escapar de mí? ¿Que iban a salvarse de esto?–él arrastra la
voz, pero noto la ira que trae.

–¿Quién te crees?–Adam casi gruñe y yo me sobresalto al escucharlo hablar así.–


No vas a obtener nada de nosotros.

–Voy a obtener todo lo que quiero ésta noche.–dice soltando una risa que me eriza
la piel y me da escalofríos.

Está loco, dice una voz en mi cabeza. Es un psicópata que quiere acabar con
ustedes. ¡No lo escuches! La voz en mi cabeza me hace pensar. Es cierto que está
loco de remate, no sé que le hicimos en realidad.

–Estás muy equivocado.–Adam da un paso al frente y yo automáticamente lo


agarro por la chaqueta. La alarma dentro de mí está encendida. ¡Adam, no me
dejes!

–No veo a nadie aquí que pueda defenderlos.–dice mirando alrededor, con
suficiencia.–Tus queridos escoltas no llegaran, me encargué de eso
personalmente.

¡Maldito infeliz!

–¿Eso debería asustarnos?–no sé como Adam puede lucir tan calmado, yo estoy

378
temblando de pies a cabeza, algo me dice que nada puede salir bien esta noche.
Tengo miedo, mucho miedo.

–Deja de jugar al valiente, no vas a conseguir nada con eso. Sus destinos llegan
hasta aquí, de ésta no van a salir.–sentía el arma en mis manos y estaba lista para
sacarla y usarla.–¿Últimas palabras?

No esta noche, pensé jalando a Adam hasta a mí. No quería que se alejara. Estaba
muy asustada. Justo cuando pensé que ese sería mi último pensamiento, se
escucharon tres disparos. Di un grito ahogado y miré el cuerpo de Jeff tendido en
el piso, tenía dos agujeros en su espalda y la sangre salía a borbotones creando
un charco en el piso.

Pero yo había escuchado tres disparos. Miré a Adam con el corazón a punto de
salirse de mi pecho, tenía una herida en el abdomen y él apenas se daba cuenta
también. Se tambaleó hacia atrás y lo sostuve. Brie llegó corriendo hasta
nosotros.

–Oh, Dios mío. No, por favor.–me arrodillé en el piso, presionando sobre su herida.
Él seguía con sus ojos abiertos y lo miré con lágrimas en los ojos.

–Tranquila, Meredith. Vamos a llevarlo al hospital.–ella sacó las llaves del auto de
Adam de su bolsillo.

–Adam, no cierres los ojos.–él llevo una de sus manos ensangrentada a mi


mejilla.–Quedate conmigo.–Bill apareció sobre nosotros.

–Meredith, sube al auto, yo lo levantaré.–ordenó y lo hice, no me quedó de otra. Ya


que él ayudó a Adam a levantarse, Bill era más alto que Adam y mucho más
fuerte también.

Seguí presionando la herida dentro del auto, en la parte de atrás. Brie le pidió a
Bill que se quedara, ella nos llevaría, que él esperara a la policía. Yo estaba
demasiado aturdida, como para decir otra cosa que no fuese pedirle a Adam que
no cerrara los ojos, él estaba cada vez más débil.

–Brie, más rápido.–digo con un nudo apretado en la garganta. No ha dejado de


salir sangre de su herida y siento que lo pierdo con cada segundo que pasa.–
Adam, resiste. Quedate conmigo, no te vayas.–la desesperación era más grande
que cualquier otra cosa. El único pensamiento que me mantenía cuerda, era que
él sobreviviera. Él iba a estar bien.

No me di cuenta cuando llegamos al hospital, porque Adam estaba laxo en mis

379
brazos y había cerrado sus ojos, aún respiraba, pero su pulso era demasiado débil.
Se lo llevaron en una camilla y yo corrí con ellos, hasta que pasaron unas puertas
y no me dejaron pasar.

Fue entonces cuando estallé en llanto. Brie me abrazó y me hizo sentarme en una
silla fría, mientras lloraba desconsolada. Temiendo lo peor, sintiéndome miserable,
culpable, furiosa, dolida, estresada, cansada, sobre todo desesperada. Mis manos
sudaban, mis piernas no dejaban de temblar y no podía dejar de llorar.

Brie se encargó de llamar a Clara y contarle lo sucedido, también llamó a mi


mamá. Ella no me dejó sola en ningún momento, Brie estuvo conmigo por todo
ese rato, sin alejarse, actuaba como una hermana mayor sobreprotectora, en esos
momentos no era Brie la guardaespaldas, era la Brie más dócil que había dentro
de ella.

Cuando Bill llegó al hospital, me traía ropa para que me cambiara, ya que la mía
estaba completamente manchada de sangre, la sangre del hombre que amaba y
que ahora estaba en un quirófano. Me cambié en uno de los baños del hospital,
me lavé las manos, me eché agua en la cara y volví a salir, para sentarme al lado
de Brie.

–Familiares de Adam Stynson.–me levanté y casi corrí hasta donde se encontraba


el doctor que había salido del quirófano.

–Soy su novia. ¿Cómo está él?–mantuve mis emociones a raya, pero si el doctor
me tenía malas noticias, no iba a poder controlarme.

–Su estado es delicado, pero pudimos sacar la bala de su abdomen. En estos


momentos está en cuidados intensivos. Si pasa bien ésta noche, mañana
podemos pasarlo a una habitación.–dice con tono tranquilizador.

–¿Puedo verlo?–pregunto, mis piernas temblando nuevamente.

–Solo por cinco minutos.–dice, parece que éste doctor puede sentir lo ansiosa que
me siento. Solo necesito verlo, para poder creer que va a estar bien.

–Está bien, solo necesito verlo.–digo apartando las lágrimas que amenazan por
salir.

Debo dejar de llorar, él sigue vivo. Pero no estaré tranquila hasta que vuelva a ver
sus hermosos ojos azules, esos que un día me dejaron completamente
hipnotizada. Esos que quiero seguir viendo por el resto de mi vida. La razón de mi
desesperación, son las ganas de volver a mirar sus ojos.

380
Fuerza.

Para poder entrar a verlo, tenía que usar una bata y un tapabocas. Recogí mi
cabello en una coleta y entré detrás de una enfermera a la habitación donde lo
tenían.

Lo tenían conectado a varias máquinas, una de ellas le suministraba sangre. La


enfermera me recordó que solo tenía cinco minutos, no entendía porqué no me
daba más tiempo. Pero cinco minutos eran mejores que nada.

Me acerqué con cuidado, tomé su mano y la sostuve, con la otra acaricié su


sedoso cabello. De pronto recordé cuando tuvimos el accidente y yo estuve
inconsciente por cinco días, él estuvo conmigo en todos esos días, y cuando
desperté él estaba desesperado. Pues yo estoy igual. Quiero que despierte, quiero
que todo acabe ya, quiero quedarme solo con él sin importarme más nada.

Sin embargo, tuve que conformarme con decirle que lo amaba, que me quedaría
con él y que estaría ahí cuando él despertara. Mis cinco minutos con él pasaron
demasiado rápidos, por lo que volví a sentarme con Brie y Bill en la sala de
espera. No podía dormir, no podía comer, no podía hacer otra cosa que esperar y
la angustia me estaba matando.

Clara y mi mamá llegaron. Ellas de una vez me preguntaron como estaba Adam y
luego me estrecharon en sus brazos por mucho tiempo, haciendo que las lágrimas
volvieran, faltaban seis días para el cumpleaños de Clara y nueve para el mío y
estábamos en un hospital, porque Adam estaba inconsciente, por culpa de un
bastardo que ya estaba muerto.

Junto con Clara y mi mamá, habían llegado Rose, Carl, Blake y Kyle.

Mi mamá me dijo que no le quiso decir nada a Leigh Anne por el momento, pero
que la llamaría en la mañana. Le resté importancia, yo estaba con la mente en
otro planeta. Solamente quería que todo pasara, volver a tener mis días rutinarios
en los que solo iba a la universidad con Matti, volvía al final y me relajaba con
Adam. Solo quería eso.

–¿Me acompañas?–Rose me tendió una mano, mi vista recorrió su brazo hasta


llegar a sus ojos, ella tenía ojeras profundas, el azul de sus ojos se notaba más y
no cargaba maquillaje.

381
–Claro.–tomé su mano y me levanté, ella se colgó de mi brazo y caminamos hasta
el ascensor.

Fuimos hasta la cafetería del hospital, se encontraba casi vacía en esos


momentos. Por lo menos el café no era malo, ni el té era demasiado caliente.
Rose me hizo sentar en una silla junto al ventanal, mientras que ella iba a buscar
nuestras bebidas. Mi vista se perdió en la oscuridad de la noche y mi refejo en el
vidrio.

–Te traje un té dulce.–ella colocó la taza con el liquido de color ámbar frente a mí,
un hilo de humo llegó a mi nariz, inhalé el olor dulce del durazno.

–Gracias, Rose.–mis manos temblaron levemente cuando llevé la taza a mis


labios. Rose me miró con pesar.

–Ay, Meredith. Tú estás igual que él cuando tuvieron aquel accidente.–dice, ella
también escogió un té, pero olía distinto, como a hierbabuena.

–¿Ah, sí? No lo sabía.–digo y ella ladea su cabeza.

–Pues, sí. Debo aclarar que estuve muy preocupada por ti, durante esos días, pero
Adam estuvo peor. No quería hablar con nadie, no quería comer, no quería salir
del hospital hasta que tú despertaras.–dice, el nudo se aprieta en mi garganta.

–Es, muy difícil.–digo con voz queda, le doy otro sorbo a mi té.

–No sé como debe ser para ti, no sé como debió haber sido para él. Pero entiendo
que actúes así. Yo no sé lo que haría si estuviese en tu posición, pero algo bueno
no sería.–ella puso los codos sobre la mesa.

–Es horrible, todo esto.–me limpio una lágrima que se escapa con mis dedos y
miro a Rose fijamente.–Aunque él esté en una habitación donde lo mantienen
estable y ya pude verlo, la angustia que siento es asfixiante.

–Comprensible, Adam también se sentía igual cuando tú estabas inconsciente,


nunca se separó de ti y no hacía otra cosa que hablar de ti o sostener tu mano,
eso fue muy lindo en realidad.–dice ella con una sonrisa tierna.

–Con eso solo logras que lo ame más.–digo con un nudo de emociones.

–Meredith, tú me agradas demasiado. Desde que te conocí, pensé que podías ser
la chica de mi hermano mayor, porque tú tenías todo eso que cualquier hombre

382
buscaría en una chica. Y que bueno que aceptaste salir con él, a pesar de todo lo
que pasó, ustedes siguieron adelante.–ella alcanzó mi mano sobre la mesa.–Tú me
has enseñado, que para amar hay que sufrir primero, hay que aprender a ver el
lado bueno así como el lado malo de las cosas, para poder seguir.

–No tenía idea de eso.–murmuro, porque es verdad. ¿Desde cuando yo daba


lecciones de vida?

–Pues, sí. A ti no te ha tocado muy fácil aprender, tú misma me contaste todo lo


que hiciste, después de la muerte de tu padre, lo que hiciste después de que eso
otro que hiciste y todo lo que te pasó después. Yo no hubiese podido con tanto.–
ella niega con la cabeza.–Tú no vas comiendo cuento de nadie, tú dejas atrás lo
que se debe y sigues adelante, con la barbilla en alto y demostrando cuan fuerte
eres. Porque así eres, fuerte como ninguna otra.

–Rose, no entiendo porqué me estás diciendo todo esto.–ella se encoge de


hombros y le da un trago a su bebida.

–Pienso que es lo que debes escuchar en estos momentos. Necesitas palabras de


aliento. Que te den fuerza, sé que debes estar angustiada hasta la médula, pero
no dejes que la negatividad se apodere de ti.–dice y yo le doy otro trago a mi té.

–Gracias, no sé como lo estás haciendo. Es tu hermano el que está inconsciente


en una habitación por una herida de bala. Y todo por mí.–digo bajando la mirada
hasta mi taza.

–No me digas que... ¿Tú crees que esto es tu culpa? Ustedes son iguales.–ella
niega con la cabeza y hace un gesto dramático.–Cuando tú estabas en coma,
Adam no dejó de echarse la culpa a sí mismo por lo que había pasado. Yo tuve
que hablar con él y le pregunté si se arrepentía de algo y me dijo que no. Él no
cambiaría por nada los momentos que había tenido contigo. Ahí fue cuando me di
cuenta de que él estaba profundamente enamorado de ti.

–Yo, pienso lo mismo. Pero esto es tan injusto.–digo apoyando mi barbilla en mi


puño.

–Lo sé, lo es. Y que Dios me perdone, pero que bueno que ya está muerto ese mal
nacido, más nadie se entrometerá en su relación. Que, por cierto, es la más
hermosa que he visto, de verdad que ustedes son perfectos juntos.–dice y yo
sonrio por primera vez en toda la noche.

–Gracias por esto, Rose. Me siento mejor.–digo y ella me sonríe.

383
–Puedes contar conmigo para lo que sea, Meredith, en serio. Tú eres la hermana
que nunca tuve.–dice y yo me limpio los ojos nuevamente.

–Pronto serás una Hannigan, así que serás como mi hermana.–digo y ella sonríe,
con un brillo especial en los ojos.

–Yo espero que tú, algún día seas una Stynson.–dice y yo vuelvo a sonreír.

–Eso suena bien. Amo a Adam, haría lo que sea por él.–digo perdiendo mi vista en
la ciudad.

–Eso no tienes ni que decirlo. Ustedes están hechos el uno para el otro. Y me
alegro mucho que sea así.–dice, sonriendome. Haciendo que me sienta muchísimo
mejor y que mis pensamientos estén más claros pero sin agobiarme.

Rose tiene razón, nuestra relación es casi perfecta. Porque lo tenemos todo claro
entre los dos. Lo que solo significa que debo ser fuerte, ya que al parecer siempre
lo he sido, tener fuerza de voluntad todo el tiempo no es fácil, pero supongo que
hay que mentalizarse y eso es justamente lo que voy a hacer. Mentalizarme, ya
que tengo que ser fuerte, por los dos.

384
Paciencia.

El amanecer había llegado y yo no había podido dormir ni un segundo.

Tenía la sospecha de que alguna pesadilla me atormentaría y no quería que las


cosas fueran así, entonces era la única despierta en la sala de espera. Me levanté
de la silla donde había estado sentada por más de cuatro horas en las que
permanecí leyendo revistas del mundo de la medicina que estaban colocadas en
una mesa de la esquina. También habían algunas del Reader Digest y eso fue una
gran distracción.

Mi cabeza dolía, mi vista estaba irritada y no podía leer otra letra más acerca de
genes y tipo de enfermedades hereditarias. Pero había aprendido bastante, tanto
que mi cabeza iba a explotar por tanta informacion retenida. Me dirigí a uno de los
baños y me observé en el espejo. Estaba horrible.

Las ojeras que surcaban mis ojos eran tan profundas, que me hacía ver como a
una adicta al crack, además de que mis ojos estaban hinchados por las lagrimas
que estuve derramando, mi cabello era un completo desastre y decidí soltarlo y
tratar de arreglarlo, necesitaba un corte con urgencia, sino iba a ser la Rapunzel
morena. Me lavé la cara y volví a salir, encontrandome con mi mamá en el pasillo,
ella hablaba por teléfono.

Me acerqué a ella y rápidamente me notó, hizo una seña hacia el aparato en sus
manos y rodó los ojos. Hablaba con mi hermana.

–Cariño, tu hermana está bien.–dice mamá en tono de reproche.–No quería


asustarte, por eso no te llamé antes, además era muy tarde... Leigh Anne, no hay
de qué preocuparse por el momento, ¿sí? Si pasa algo, yo te llamo...–mi mamá
suspira y me pasa el celular.–Habla con tu hermana.

–Hola, Leigh Anne.–digo algo cansada.

–Meredith.–suspira al escucharme.–¿Estás bien?

–Sí, sí.–contesto rápidamente.–Estoy bien.–hablo lo más firme que puedo.

–Lo siento, por lo de Adam. Debe ser horrible como te estás sintiendo ahora.–dice

385
y yo aprieto el aparato en mi mano.–Aunque no le pasó más nada, ya mamá me
contó. Pero supongo que estuviste muy mal en el momento.

–Claro, pero ya estoy bien. No te preocupes por nada, lo malo ya pasó.–estoy


siendo cortante y seca con ella. Pero si me pongo a hablar sobre como me siento,
acabaré llorando. Leigh Anne sabe cuales son, todas y cada una de mis fibras
sensibles.–¿Cómo están los niños?

–Oh, pues, ya sabes. Tremendos, grandes y hermosos.–eso logra sacarme una


sonrisa.

–Me alegro mucho.

–¿Sabes? Estaba pensando en ir para tu cumpleaños. No sé si te parece bien.–en


realidad me parece grandioso.

–Es perfecto, puedes venir.–digo de inmediato.

–Está bien, entonces estaré por allá la semana que viene.

–Te estaremos esperando.

–Ya me voy, cuidate. ¡Te quiero!

–Yo también te quiero, adiós.–corto la llamada y le devuelvo el celular a mi mamá,


que no ha dejado de observarme desde que salí de los baños.

–¿Cómo te sientes hoy, mi niña?–ella aparta unos mechones de mi rostro y pasa


uno de sus brazos por mis hombros, llevándome con ella hasta la sala de espera.

–Cansada, mamá. Sabes que no pude dormir nada.–digo y ella asiente.

–Entiendo, cariño.–dice apretándome contra ella.–Paciencia, es lo único que debes


de tener.–mamá siempre es la psicóloga.

–Sí, mamá, lo sé.–digo con un suspiro de cansancio. Llegamos a la sala de espera,


donde ya todos están despiertos.

–Meredith.–me llama Clara.–Vamos a buscar el desayuno.–dice y yo asiento


siguiéndola. La he estado evitando, porque no puedo dejar de pensar que tengo
algo de culpa en todo esto.

La verdad es que en mi mente se han creado miles de suposiciones de qué

386
hubiera pasado si yo no hubiese salido a comprar lo que faltaba, pero ninguna
termina bien, en todas, pienso lo peor, me hubiesen matado a mí y lo hubiesen
matado a él y el asesino estaría vivo. Nada me sirve.

–Has estado muy callada.–dice Clara sacándome de mis pensamientos.–No sé si


son ideas mías o tú me estás evitando.–suena ofendida y es la primera vez que la
escucho hablar así.

–Lo siento, Clara. Y sí, te estoy evitando.–digo mirando un punto en el piso.

–¿Por qué? Mi niña, sabes que yo te aprecio mucho, puedes contarme que te
pasa.–dice y yo la miro. Ella tiene esa misma mirada de siempre.

–Es que me siento culpable, Clara.–digo y ella junta las cejas.

–¿De qué? Si tú no has hecho nada.–no entiendo como ella no puede sentir nada
en contra de mí, Adam casi muere por mí.–Meredith, si tu crees que eres la
culpable de lo que pasó te equivocas. Estás igual que Adam cuando tuvieron
aquel accidente, sin embargo, Ana no lo culpó de nada y tú estuviste muy mal.–
era la segunda vez que escuchaba eso.

–No puedo, Clara. Es que, en ese momento, yo sabía que algo iba a salir mal y yo
no pude hacer más nada. No he hecho más que llorar desde anoche.–digo y ella
aprieta mis hombros.

–Claro que sí hiciste mucho más que eso. Se trata de todo lo bueno que les ha
pasado a ustedes dos, en una relación, hay momentos buenos y momentos malos,
creo que eso tú lo sabes más que nadie. Así que no tienes porqué sentirte
culpable de nada, ¿acaso te arrepientes de tu relación con él?–dice mirándome
fijamente.

–No, no me arrepiento de nada. Yo lo amo, haría lo que fuera.–digo pestañeando


para apartar las lágrimas que se acumulan en mis ojos.

–Entonces, deja de pensar que fue tu culpa y ten paciencia.–ella suena como mi
mamá en estos momentos.–Ahora, vamos a buscar un buen desayuno para todos.

–De acuerdo.–digo volviendo a caminar detrás de ella.

En el transcurso de la mañana, Matti llamó. No se había enterado de nada porque


él estaba escuchando música con sus audifonos y debo aclarar que esos
audifonos son tan potentes que ni siquiera puedes escuchar tres disparos. Así que
tuve que contarle lo que había pasado, porque cuando salió en la mañana, los

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vecinos estaban hablando de que algo había pasado en la noche y él fue a mi
apartamento, como nadie salió, él supuso que la cosa tenía que ver conmigo.
Luego de un rato, pude convencerlo de no venir hasta el hospital, no necesitaba a
alguien más diciendome que debía tener paciencia.

A Adam lo pasaron a una habitación finalmente. Podía verlo por más tiempo y
hasta podía quedarme con él en la habitación, era parecida a la habitación en la
que yo estuve cuando pasó lo del accidente, tenía una cama más pequeña. Clara
me había dicho que yo podía usar la cama por los momentos.

Creo que a nadie le gustaba mi aspecto medio zombie, la verdad era que al
mediodia, estaba más dormida que despierta. Sin darme cuenta, me quedé
profundamente dormida. Desperté unas seis horas más tarde y todo seguía igual.
Adam seguía sin despertar, aunque eso de debía al agotamiento y la pérdida de
sangre, el doctor había dicho que probablemente despertaría al día siguiente.

Entonces yo solo tenía que ser paciente, hacer caso a lo que mamá y Clara me
decían, comer porque sino me podía dar algo y ya tenían suficiente con Adam
internado. Rose no dejaba de repetir que los dos eramos iguales y bla bla bla. No
hacía más que asentir y seguir la corriente, ya que paciente, nunca he sido. Y la
ansiedad me estaba matando, Adam podía estar fuera de riesgo, pero yo solo
quería que despertara.

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Ansiedad.

El domingo, amaneció lloviendo.

Me quedé mirando por la ventana por mucho tiempo, escuchando los latidos de
Adam en la máquina, él se veía mejor, también me había devuelto un apretón en
la mano cuando la tomé más temprano y eso hizo que mi corazón saltara.

Mamá me había traído más ropa, también mi laptop y mis libros de la universidad,
no había estudiado nada y me debatía en ir a la universidad mañana, lunes. Si
Adam despertaba, posiblemente él me diría que debía ir, pero quería estar
presente cuando despertara.

Clara me trajo el almuerzo al mediodía, y se sentó a un lado de Adam, tomando


su mano y sosteniéndola. Mientras yo comía lo que ella me había traído, observé
que era mucha comida, pero igual me la terminaba toda, a este paso, no iba a
entrar en mis pantalones en agosto.

–Estaba pensando en la boda de Rose, como eres su dama. Quería que nos
pusiéramos de acuerdo, tú tienes mucha creatividad, pero ahora estás muy
ocupada, por eso Rose no tiene prisa para casarse.–dice ella distraídamente.–
Aunque sé que debes estar ansiosa por eso.

–Pues, sí. Aunque yo no sea planificadora de bodas, Rose quiere que lo haga. Tú y
yo somos un gran equipo con respecto a la preparación, pero Rose no me ha dicho
como quiere que sea.–digo y ella asiente.

–Creo que tengo la sospecha de como quiere que sea. No estoy muy segura, con
Rose nunca se sabe pero es mi hija y la conozco muy bien.–dice sonriendo.

–Porque se parece a ti en ciertos aspectos.–digo, eso es muy cierto. Rose, se


parece a Clara físicamente, demasiado en realidad, las dos son rubias, altas, los
mismos ojos, pero de personalidad, Rose tenía otras cosas que Clara no. Por
ejemplo, las dos eran muy organizadas.

–Por eso digo que sospecho lo que va a querer.–dice ella observando la mano que
sostiene de Adam. Termino de comer y entro al pequeño cuarto de baño de la
habitación, tiene una ducha, el inodoro y un lavamanos con un espejo. Me lavo las

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manos rápidamente y salgo de nuevo.

Agarro mi laptop y mis libros, sentándome en la cama de piernas cruzadas.


Necesito ocupar mi mente con algo, es la única manera de que la angustia, la
ansiedad y la desesperación no se apoderen de mí y causen estragos. Ya me dio
migraña ayer y fue insoportable, prefiero terminar todos mis deberes. Estudiar
arquitectura no es fácil, pero me gusta y es la carrera que quiero ejercer, además
tengo una empresa. No será tan difícil después de todo.

Clara se fue unas horas después en las que solo habló lo necesario. Yo estaba
sumergida en mi laptop, aunque ya no estudiaba, leía una novela online, iba casi
llegando al final cuando un movimiento en la cama de Adam llamó mi atención.
Creí haber visto algo pero no estaba segura, por lo que seguí con mi libro de
romance, crímenes, problemas familiares, pasión, y todo eso que me encantaba
en un libro. Hasta que lo terminé y decidí que no iba a seguir dañando mis ojos.

Me levanté y volví a ver por la ventana, ya no llovía y el sol había salido. Había el
tráfico usual de la hora y las calles volvían a estar llenas de gente. Me quedé
observando la ciudad por un rato antes de sentarme junto a Adam. Tomé su mano
entre las mías y la observé, la última vez que él estiró su mano y me tocó estaba
llena de sangre, aún así eso no me importó, solo quería que hubiese seguido
tocándome. Pero no fue así, su mano cayó cuando el cerró sus ojos y quedó laxo
sobre mi regazo.

Sacudo la cabeza empujando esos recuerdos lejos, lo menos que necesito en


éstos momentos es ponerme a llorar. Ya he llorado demasiado en un día. A Adam
no le gustaría saber que he estado hecha un mar de lágrimas por él, en cierta
forma, soy la única que no ha sabido manejar sus emociones y no puede
mantenerlas a raya. No desde que tengo tantos sentimientos, me duele ver a
Adam así, en esa situación.

Un sonido parecido al de un suspiro sale de sus labios y me sobresalto, alzando la


vista hasta su rostro, sus párpados se movían y mi corazón dio un salto.

–¿Adam?–me acerco a su rostro con cuidado de no aplastar su cuerpo, aunque eso


sería imposible. En respuesta, su mano aprieta la mía.–Adam.–sus párpados
siguen moviéndose y me siento ansiosa.–Abre los ojos.–pido apretando levemente
su mano. Un nudo de emociones en mi interior.–Abre los ojos, por favor.–él vuelve
a apretar mi mano y casi puedo sentir su lucha por hacerlo, porque su cuerpo se
tensa bajo el mío.

–¿Mere?–su voz suena forzada, pero casi brinco al escucharlo.

390
–Aquí estoy, solo abre los ojos.–digo pasando mi otra mano por su mejilla y
cabello. Él parece considerarlo, porque no hace más nada por unos segundos,
lentamente, abre sus ojos, pero vuelve a cerrarlos cuando la luz lo golpea.
Parpadea varias veces y sus ojos encuentran los míos. Siento un gran alivio al ver
sus hermosos ojos azules.

–Mere.–él lleva una de sus manos hasta mi mejilla y siento mis lágrimas correr por
mi rostro. Me dejo caer sobre su cuerpo y escondo mi cara en su cuello.–¿Estás
bien, Mere? ¿No te pasó nada?

–Estoy bien ahora.–digo alzando el rostro para volver a mirarlo.–Estaba muy


preocupada.

–Yo nunca te dejaría, no te dejaré jamás.–dice ahuecando mi cara con sus manos.

–Me alegra saberlo.–digo sobre sus labios.–Porque yo tampoco te dejaré, de mí no


te vas a librar.–no lo dejo responder porque lo beso, ansiosa por sentir sus labios
de nuevo, antes de que las emociones me embarguen de nuevo.

–Te amo, Mere.–dice cuando me separo de sus labios.

–Te amo, Adam.–digo apoyando mi frente en la suya.

–¿Cuánto tiempo llevo aquí?–pregunta y me encojo de hombros.

–Un día y medio.–nada comparado a mí y mis días inconscientes.

–Te ves cansada.–dice trazando con un dedo mi rostro.–No has dormido nada, por
lo que veo.–me está regañando, eso no me importa ahora, él ya despertó y eso es
lo mejor.

–No podía dormir, no cuando tú estabas así.–digo con firmeza y él hace una
mueca.

–Lo siento por eso, Mere.–dice y yo niego con la cabeza.

–No, nada de disculpas.–digo y le sonrio.–Todo acabó, Adam. Podemos ser libres y


felices al fin.

–Mi sueño va a hacerse realidad.–dice rodeándome con sus brazos y me rio.

–No sabía que ese era tu sueño.–digo y él asiente.

391
–Todos mis sueños son contigo, Mere. Y quiero cumplirlos todos, pero yo voy a
empezar por el mayor.–dice y yo lo miro juntando las cejas.

–¿De qué estás hablando?–pregunto entrecerrando mis ojos hacia los suyos.

–De nada.–dice genuinamente y estoy por decir otra cosa cuando la puerta se
abre.

–¡Meredith, vi un vestido que...!–Rose se congela en su lugar al ver a Adam y yo


me levanto para darle paso a ella.–¡Adam!–ella lo abrazó con fuerza y le dio varios
besos en la cabeza, me pareció de lo más tierno.

–Hola, Rose.–él dejó que ella lo estrechara en sus brazos.

–Yo iré a buscar a el doctor.–digo soltando una risita, Rose seguía abrazando a
Adam y él me miro sobre su hombro, me guiño un ojo y le tiré un beso al aire. Era
lo más tierno que los había visto hacer a ambos y estaba bien con eso.

Me sentía mejor, sinceramente. Ya no estaba tan angustiada, él estaba bien como


yo había pensado y rezado esa noche. Íbamos a estar bien, más nada nos iba a
pasar, bueno, nada malo nos iba a pasar otra vez, pero algo iba a pasar. Entre
nosotros, tenía la sospecha de que él iba a lograr que yo lo amara más de lo que
ya lo hacía.

392
Lo Usual.

A Adam lo dieron de alta cuatro días después de que despertó. Él se recuperaba


rápido.

Clara no se había ido todavía. Mi cumpleaños era el domingo y ella quería estar
presente, cumplía veinte años, no me lo creía, ayer tenía dieciocho, ¿cierto?
Demonios, me estoy haciendo vieja.

La cosa era que había vuelto a mi rutina, de ir a la universidad con Matti, almorzar
en nuestro café favorito y volver a mi apartamento, donde Adam me esperaba y
me preparaba la cena. ¿Cómo no amar a ese hombre? A él no le importaba si yo
engordaba o si comía demasiado, él sería el culpable de eso.

El día de mi cumpleaños había llegado nuevamente y Adam quería hacerme algo


especial, así que ese día desperté muy bien, en los brazos de él como más me
gustaba. Solo que él ya estaba despierto y estaba mirándome con aprecio, con
amor, haciendo que mi corazón bailara.

–Buenos días.–digo y cubro mi boca con mi mano cuando un bostezo se me


escapa, la pereza se pega.

–Buenos días, Mere.–él se inclinó y me dio un suave beso en los labios.–¿Dormiste


bien?

–Ajá, ¿y tú?–paso mi mano por su desordenado cabello.

–De maravilla.–dice pasando su mano por mi cintura, bajándola y dejándola en mi


muslo.–Feliz cumpleaños, Mere.

–Gracias.–digo sonriendo.

–Vamos, tendrás un día súper especial hoy.–dice pero me besa de nuevo, ansiosa,
separo mis labios profundizando el beso. Nunca me canso de sus labios y de sus
besos dulces y adictivos. Pero tengo mucha curiosidad de lo que ha preparado
para mí.

–Ya quiero saber qué es lo que me espera en nuestro apartamento.–digo, la

393
emoción se filtra en mi tono pero, vamos, tuve un fin de semana horrible la
semana pasada y he estado yendo a la universidad por toda la semana. No he
tenido un verdadero descanso aún.

Quería tener un cumpleaños tranquilo.

Así que, a media mañana fuimos hasta nuestro apartamento en la ciudad. Bueno,
yo ya tenía una sospecha de lo que podía pasar una vez que lleguemos, estaba
teniendo una clase de déjà vu. En cuanto llegamos, me sorprendí por como se
veía el lugar y el ¡sorpresa! que gritaron todos, era mi segunda fiesta sorpresa
planeada por él. Empecé a considerar hacerle una fiesta sorpresa el año entrante.

No era la fiesta más grande, pero era más de lo que había pedido, en realidad no
había pedido nada, con Adam eso era muy usual. Con eso lo amaba más que
antes, porque lo nuestro no tiene limites. Mis familiares y amigos me hicieron
pasar la tarde más divertida de todo el mes y la más especial también. Había
olvidado lo que era estar con mis amigas de nuevo. Liz, Lydia y Lux estaban ahí.
Beth también había venido. Estuvimos recordando viejos tiempos, en los que solo
nos importaba ser adolescentes, recordando a Jane y lo mucho que nos hacía
falta.

Las chicas estaban más que todo sorprendidas por Adam, ya que él y yo
seguíamos como al principio de todo, él me miraba desde un extremo de la
habitación y yo le devolvía la mirada. Me reí como foca retrasada por cinco
minutos enteros. Comí como cerda, Ava había preparado toda la comida, así que...
Por lo menos comía y no tenía malos hábitos, eso es lo más importante. Me
hicieron mi pastel favorito de cumpleaños, obviamente de chocolate y más
chocolate con mucho chocolate.

Lo usual.

Todos se fueron como a las diez de la noche, los que estabamos en la universidad,
nos íbamos a saltar un día de clases, ya después podemos recuperarlas
fácilmente. Nos quedamos solos y gracias a Dios que Ava se empeñó en recoger
todo y dejar todo limpio. Observamos todas las fotos que Rose nos tomó durante
la pequeña fiesta y me pude reír, como si no lo hubiese hecho la mitad del día.
Habían muchas fotos memes. Fotos fantasmagóricas y fotos sin sentido.

Agarré todas las fotos y las metí en uno de los cajones de la mesita de noche, ya
después enmarcaría las que más me gustaran, pero el apartamento estaba lleno
de fotos nuestras, y mi apartamento estaba igual. Adam estaba en la cocina,
tomándose un vaso de agua. Lavó el vaso y lo puso en su lugar para que se
secara, lo abracé por la espalda y él se giró de inmediato.

394
Me cargó y me sentó en la encimera, para que nuestros rostros quedaran a la
misma altura. Crucé mis brazos detrás de su cuello y él dejó sus manos en mis
caderas.

–Gracias, por este día.–digo y él sonríe cerca de mis labios.

–Un placer complacerte.–dice esa frase que amo y lo beso lentamente.

–Te amo, Adam.

–Yo te amo más, Mere.–dice y se aparta un poco para mirarme.–Todavía no te he


dado tu regalo.

–¿Regalo?–estoy un poco confundida.–Adam, con estar contigo me basta y me


sobra.–digo con sinceridad y él niega con la cabeza.

–Quiero darte algo que he tenido por un tiempo.–dice y lo miro intrigada.

–¿Qué es?

–Tendrás que esperarte hasta la semana que viene.–dice y yo resoplo.–¿Te


gustaría ir a la playa la siguiente semana?

–¿A la playa?

–Sí, es un sitio donde hay mucha arena, está el océano, hay olas, mucha brisa y la
gente va a broncearse o a surfear o a...–le di un golpe en el brazo, divertida por su
actitud.

–Bobo, claro que quiero ir.–digo sonriendo.–¿A dónde iremos?

–No muy lejos de aquí, a Southampton.–alzo las cejas.–¿Te parece bien?

–Me parece perfecto, nunca hemos ido a la playa.

–Sé que te va a encantar.–él va subiendo mi vestido a medida que habla.

–Todo de ti me encanta.–digo contra sus labios.

–Eso es lo que digo yo, no robes mis frases, Mere.–dice divertido y me rio.

–Está bien, no volveré a robar tus frases.–afirmo y él me besa dulcemente.

395
No hay espacio entre nuestros cuerpos, por lo que el beso pasa de dulce a
apasionado en menos de un segundo, tiro de su cabello con fuerza y él me carga,
sin romper el beso nos lleva hasta la habitación. Me deja en la cama y me quita
las botas antes de volver a mis labios y besarme con más ansiedad que antes.

Mi cumpleaños número veinte acabó siendo la noche más apasionada que


habíamos tenido en todo el tiempo que llevábamos juntos. Pero esa noche había
sido como el final de algo, el final de una temporada. Ahora empezaba una nueva
y sería el principio de todo, el inicio del final.

396
Compromiso.

¿Sabían lo que era esperar una semana para saber que era lo que Adam iba a
darme como regalo de cumpleaños?

Esa era la pregunta más larga que me había hecho a mi misma en toda mi vida.
Matti había empezado con sus veredictos, ninguno me pareció digno de hacerme
esperar una semana. Así que le dije que me quería llevar a la playa para darmelo,
lo que hizo que él se llevara las manos a la cara y quedara boquiabierto, me dijo
que lo que me iba a dar, era un sueño.

No sabía que podía ser, con Adam nunca se sabía. O sea, él me había llenado de
regalos desde que salimos, tenía un brazalete lleno de colgantes, un anillo con
una cadena que costaban una fortuna, un libro lleno de dibujos hecho por él, un
apartamento para los dos... ¿Qué más podía darme? Con él ya lo tenía todo, no
me importaba más nada, pero la intriga era demasiada. Él mismo sabe que no
tengo paciencia y que soy muy ansiosa, él prefería tenerme en la expectativa, de
lo que iba a darme.

Pero me estaba imaginando lo que podía ser y no lo creía.

Así que llegó el fin de semana. El sábado, nos fuimos temprano hasta
Southampton, él condujo durante todo el camino, en el que hablamos poco y nos
reímos mucho. Cuando llegamos al pueblo, yo estaba más nerviosa que nunca,
parecía loca retorciendome en el asiento del pasajero mientras que él lucía
despreocupado. Él de verdad que nunca perdía su encanto de autosuficiencia.

–¿Tienes hambre?–preguntó de repente y asentí rápidamente.

–Sí, mucha en realidad.–contesté y él sonrió.

–Vamos a comer entonces.–dice acercándose hasta un restaurante.

El restaurante era uno de los mejores del pueblo, tenían la mejor ensalada marina
y los mejores mariscos. Los dos escogimos la ensalada, pues, era servida en un
plato que no cabía en mis manos y podían comer como tres personas, así que
pedimos una para los dos, junto con vasos grandes de té helado. Cualquiera
quedaría conforme con esa comida, tenía muchas papas fritas encima que no

397
perdí tiempo en comer. La ensalada era, la ensalada. Me faltó lamer el plato pero
soy una señorita con modales.

Luego de comer, volvimos al auto. El día estaba muy bonito y yo estaba muy
ansiosa por saber lo que Adam iba a darme, pero sabía que me iba a tener que
esperar al siguiente día. Llegamos a una zona donde las casas eran muy bonitas y
grandes, tenían un patio trasero que daba justo a la playa. De todas maneras
fuimos más lejos de ahí, hasta entrar a la zona lujosa de casas de verano del
lugar. Llegamos a un camino donde solo habían palmeras y una que otra mansión.

La casa donde nos quedaríamos, ocupaba toda una cuadra entera. La alquilaba
una de las hermanas mayores de Kyle, según Adam, era la tía que consentía a
todos, yo pensaba que él era el consentido de todos, hasta el mío. Volviendo a la
casa, estaba cercada por muros de concreto que no tenía idea en donde
terminaba pero empezaba en un portón blanco, que tenía grabadas la letra S en
cuatro lados de las rejas.

–¿Esta es la casa de tu tía?–estoy realmente impresionada.

–La letra S es de Stynson. Ella es la segunda mayor de los hermanos de papá.–


dice y yo asiento.

–¿Desde cuando tiene esta casa?–pregunto, con curiosidad.

–Desde que ella misma puede mantenerse sola.–contesta mientras avanzamos


por el camino hecho de pavimento.

–¿Tiene hijos?

–Lastimosamente, su único hijo murió hace muchos años a causa de una


enfermedad pulmonar. Ella no pudo tener más hijos por su edad y cuando era
joven, siempre habían riesgos.–pobre mujer.

–Eso es terrible, ¿entonces ella está sola?

–No, su esposo sigue siendo el mismo, el primero. Pero ella se conforma con tener
tantos sobrinos, le encanta que la visitemos a veces y es muy cariñosa.–dice y yo
asiento.

–Eso es bueno.–digo y él me sonríe, agarra mi mano y me besa los nudillos.

–Vas a gustarle.–dice con un brillo en los ojos, eso espero.

398
La casa era inmensa, de color marfil y muy hermosa, parecía sacada de una
revista. Tenía la impresión de que la casa había sido remodelada o construida así,
porque las otras casas eran de aspecto colonial o victoriano. Había una fuente
circular que tenía unas estructuras en mármol de delfines y estaba iluminada con
una luz azul que la hacía parecer el mar. Adam rodeó la fuente y se estacionó
detrás de una todoterreno roja.

La casa estaba rodeada por muchos arbustos de fores, entre ellos habían rosales
muy bonitos y muchas fores coloridas. Adam entrelazó nuestros dedos y
caminamos hasta la puerta principal, que se abrió de repente y una mujer de
cabello negro y bien vestida nos recibió.

–¡Adam, querido!–esa mujer era impresionantemente bella, tenía los ojos azules
como los de Kyle, el cabello negro azabache como el de él y se mantenía.

–Hola, tía Diane.–él la saludo con un abrazo y se apartó para presentarme.–Tía,


ella es Meredith, mi novia.–dice y ella fija su atención en mí.

–Un gusto, querida. Puedes llamarme Diane o tía Diane, pero nada de señora.–
dice estrechando mi mano y yo asiento. ¿Qué tienen las señoras hoy en día que
no les gusta que les digan señora?

–De acuerdo, tía Diane.–digo y ella sonríe.

–Bueno, pasen. He estado esperándolos todo el día.–dice haciéndose a un lado


para que podamos pasar y observo el interior de la casa, asombrada. Es blanca
por dentro, pero está completamente adornada con muchos cuadros de pinturas
coloridas. La escalera es inmensa y circular. Hay muebles, mesas con jarrones, de
fores, colecciones de pesca... De repente me encontraba descubriendo la casa
sola, entré a lo que supuse, era el salón, el juego de muebles era de color azul
cobalto y había una chimenea y más cuadros con referencias al mar y el océano.

Esa casa estaba empezando a convertirse en mi casa de playa soñada.

–Mere.–di un respingo cuando Adam me llamó, él se acercó a mí con una sonrisa


en sus labios.–Veo que te gusta la casa.

–Es un sueño.–digo y vamos hasta donde está la tía Diane.

–Sí, lo es.–dice él y se ríe.

–Meredith, querida. Adam me dijo que estudias arquitectura.–dice y yo asiento con


la cabeza.–Veo que quieres seguir los pasos de tu padre.–ella se acerca más hasta

399
donde estamos y coloca una mano en mi hombro.–Creo que mereces saber, que la
remodelación de ésta casa estuvo a cargo de tu padre, solo él podría lograr estos
resultados.

–Ahora sé porqué me gusta tanto la casa.–digo sonriendo y ella se ríe. En realidad,


mi padre ha dejado su marca en todas partes.

–Me alegro por eso, pero yo ya debo irme. Espero que la pasen bien.–se despide
de los dos y se va finalmente

–Bueno, creo que es hora de que te dé tu regalo.–dice y lo miro alzando las cejas,
pensé que tenía que esperar hasta mañana.

–¿De verdad? Dámelo de una vez.–digo con impaciencia y él se ríe.

–Primero acompañame, necesitas ver algo primero.–mi ansiedad y mi intriga


aumentan cuando dice eso, pero me limito a seguirlo escaleras arriba, hasta la
habitación donde pasaremos la noche.

Me llevó hasta el balcón y antes de que me dé tiempo de mirar el hermoso


paisaje, él se interpone en mi visión, me hace dar media vuelta y tapa mis ojos
con una de sus manos, con la otra, me hace girar nuevamente. Me agarra algo
desprevenida, pero me las arreglo para seguir su paso.

Cuando él quita su mano y me pide que abra los ojos. Me quedo petrificada en mi
lugar. Es demasiado, es irreal, esto tiene que ser un sueño.

¡Dios mío!

¡Santa mierda!

¡Por el cielo!

En la arena, a unos metros de la casa, hay un montón de velas encendidas


colocadas estratégicamente para formar unas palabras. Unas palabras que no
pensaba leer nunca en alguna arena, no pensé que esto sería así de especial.
¡Adam va a hacer que me dé un ataque al corazón!

Mere. Casate conmigo.

Es lo que está escrito con velas. No sé que hacer, no sé como reaccionar, solo sé
que mi corazón se ha vuelto más loco que yo y estoy muy emocionada.

400
Me giro para saltarle encima a Adam pero tengo que bajar la vista para mirarlo y
lo que veo es un diamante en una caja roja y a él sosteniéndola.

–Meredith Allyson Hannigan, ¿me harías el hombre más feliz en el mundo,


cumpliendo mi mayor sueño?–estoy completamente impactada, pero más feliz
que nunca.

–Sí, claro que sí.–oh, vaya. Estoy al borde de las lágrimas ahora. Él desliza el anillo
en mi dedo anular de mi mano izquierda y se levanta, agarra mi rostro con ambas
manos y junta sus labios con los míos.

–Te amo, Mere.–dice sobre mis labios y sonrio como una boba.

–Yo te amo más, Adam.–me besa de nuevo y me carga, así se le hace más fácil
todo.

Soy la mujer más feliz en este mundo. Creo que voy a morir por una sobredosis de
amor. Voy a ser la señora de Stynson. Adam va a ser mío por el resto de nuestras
vidas.

Estamos comprometidos. Oh, cielos. Nuestras madres van a enloquecer cuando se


enteren.

401
Felicidad.

Al día siguiente de habernos comprometido, llamamos a nuestras madres y


obviamente enloquecieron.

–Mamá, es en serio. Jamás bromearía con algo así.–digo sosteniendo el teléfono y


reprimiendo una risa.

–Me alegro tanto por ustedes, se merecen lo mejor del mundo.–dice y sonrio.

–Gracias, mamá.

–¿Y cómo te lo propuso?–pregunta y miro de reojo a Adam, él está sentado en la


tumbona a mi lado, nos estamos bronceando.

–Fue muy hermoso, pero creo que sería mejor si te lo dijera en persona, de todas
maneras te voy a enviar una foto.

–Sí, quiero ver que preparó para ti. Ahora me voy a celebrar con Clara, ustedes
nos vuelven a hacer felices.–dice y yo de inmediato pienso en decirle que no vaya
a tomar.

–Bueno, no se excedan si toman, recuerda lo que pasó la ultima vez.–digo y ella


resopla.

–Si nos excedemos, Aston puede ayudarme a que se me pase la resaca, él hace
unos jugos sorprendentes para eso.–me rio por eso, ella y su novio médico. Aston
me cae muy bien, le debo la vida.

–Está bien, hagan lo que mejor les plazca, después no me eches la culpa.

–De eso nada, mi niña. Más bien yo te doy las gracias a ti.

–Eso es lindo de oír, mamá.–digo entrecerrando los ojos por el sol.

–Ahora tengo que irme, pero te llamaré más tarde, besos y abrazos para los dos.–
me despedí de ella y colgué.

402
–Nuestras madres volvieron a enloquecer. Deben de estar planeando nuestra boda
ahora mismo.–digo y él se ríe, se levanta y se sienta en mi tumbona.

–Posiblemente, pero ya te lo dije, Mere. No te agobies, no hay que pensar en una


fecha ahora mismo.–dice y yo asiento, él acerca su rostro al mío y me da un suave
beso antes de levantarse y tenderme la mano para que lo acompañe a nadar.

Él me había dicho que no debía presionarme, no importaba si pasaba un año y no


nos casabamos, estaba dispuesto a esperar que yo terminara la universidad. Yo
estaba realmente en un problema interno. No sabía cual era la decisión correcta,
pero Adam no iba a dejarme por eso, teníamos toda nuestra vida por delante.

Con respecto a Matti, cuando volvimos de nuestro fin de semana, bailó de la


emoción. Él dijo que se lo esperaba, que sospechaba que Adam iba a pedirme
matrimonio, cuando le conté sobre las velas sobre la arena y toda la cosa, casi se
desmayó. En realidad ese momento no lo iba a olvidar nunca. Menos ese domingo
en la playa, quedé con ganas de más pero yo tenía deberes que cumplir.

Me sentía realmente bien, no tener tantas preocupaciones sobre si mi vida corre


peligro o no, era demasiado bueno. Nos dijeron que la mujer que había llamado,
sólo lo había hecho por dinero nada más, así que no teníamos que preocuparnos
por ella. Salir los fines de semana con Adam a cualquier sitio era mejor que
quedarme en el apartamento a dormir, volver a planear una boda no era tan
estresante como había pensado que sería. Rose quería algo tradicional y así iba a
ser.

El tiempo pasaba más rápido de lo que pensaba, pronto ya estabamos en otro año
y la boda de Rose se acercaba, ella había estado en un gran dilema al principio de
los preparativos. Lo tenía casi todo listo cuando se preguntó quien iba a tomar las
fotos. Yo creo que tuvimos demasiada suerte que Kelsey estuviese estudiando
fotografía también y que fuese tan buena con las fotos como Rose.

Su boda fue preciosa, comenzando con qué, como era la dama y Adam el padrino,
fuimos juntos hasta el altar y nos separamos cuando llegamos. Yo había
preguntado porqué Beth no era la dama y ella misma me dijo que no tenía ni idea
de que decir en el discurso, así que prefería que fuese yo, ya que Rose y yo
eramos muy amigas.

Por segunda vez en una boda, tuve que dar un discurso que le sacó lágrimas a la
novia. Empecé a pensar que la cosa de los discursos se me daba tan bien que
podía hacer por encargo, bromeo, mi sarcasmo no me abandona nunca. También
volví a atrapar el ramo, ya estaba comprometida pero seguía sin saber si era la
siguiente en casarse. Habían muchas parejas de novios. Lux y Drake, seguían

403
peleando pero se amaban, Liz y Tom, estaban hechos el uno para el otro, Blake y
Dove, ellos eran, muy intensos, Beth y Thomas, él no la siguió a ella hasta Boston
por nada, él estaba loco por ella. A cualquiera de ellos les podía dar la gana de
casarse antes que yo y no me iba a oponer, mientras más bodas, más aprendía.

Leigh Anne estaba nuevamente embarazada, ésta vez de un solo bebé. Ella
estaba muy feliz y a la vez muy ansiosa y algo preocupada. Los gemelos eran un
tornado, tenían dos años pero acumulaban más energía que yo y todas mis tazas
de café, esos niños eran imparables, en mis vacaciones de ese año, volvimos a
Madison y me quedé con ellos por un fin de semana. Gracias a Dios que Adam
estuvo conmigo, juro que me habría vuelto completamente loca si me hubiese
quedado sola con ellos. Lo que me hizo pensar cuando yo tuviera hijos. Le pedí a
Dios que me diera paciencia.

No sé como hacía mi hermana, pero se me daba bien dar ordenes. Cuando les dije
a los niños, ¡a la cama! Los dos fueron inmediatamente y se quedaron dormidos
rápidamente, eso no me lo esperaba nunca. Luego yo caí muerta junto a Adam.
Leigh Anne estaba contenta de que la casa no se había quemado y los niños
seguían enteros, mi hermana me tiene mucha fe, lo sé.

Estar comprometida me hacía más notable que antes, como si el hecho de usar
un anillo en mi mano izquierda me hacía brillar como un cuatro de julio o un
arbolito de navidad. Cada vez que salía sola por cualquier cosa, a comprar a la
tienda de comestibles, a la panadería, a una papelería... Siempre tenía que estar
un idiota que trataba en vano llamar mi atención, o sea, imbécil, estoy
comprometida. En la universidad era la misma cosa, solo que algunas chicas, que
eran populares, me miraban con recelo y odio. No me preocupaba por ellas, pero
las escuchaba cuchichear sobre mi compromiso, tenía un año comprometida pero
no me había casado aún.

Ese no era el problema de nadie si Adam y yo seguíamos igual. Los que iban a
casarse eramos nosotros, no ellos. Entonces se me ocurrió la mejor idea de todas.
Mi boda sería, la boda soñada y lujosa que sale por los periódicos y tenía todo el
tiempo del mundo para prepararla y todas esas personas que estaban envidiosas
de que yo fuese simplemente feliz y ellos no, se murieran de la envidia. En
realidad si quería mi boda soñada, me importaba poco si alguien estaba en
desacuerdo, el mayor sueño de Adam es casarse conmigo.

Pero primero iban las metas, tenía una empresa que dirigir así que quería
graduarme también. Quería un giratiempo, así como en Harry Potter, Hermione
usaba un giratiempo para poder asistir a todas sus clases, que eran demasiadas.
Pero si el tiempo se altera, las cosas pueden salirse de control así que olvidemos
el giratiempo. Tampoco quería una máquina del tiempo, vi muchas veces Volver Al

404
Futuro para saber que es mejor seguir en el presente.

Adam, me tenía más loca de amor por él que antes. Cada día, me iba a buscar a la
universidad, me preparaba la cena y me daba el tiempo necesario para estudiar.
Mi vista se había deteriodado un poco, por lo que usaba gafas de visión, a él le
gustaba como me quedaban, pero mi mente pervertida se ponía en acción y de
repente me molestaban las gafas. Las seguía usando de todas maneras.

Nuestra boda, fue como ambos queríamos.

La ceremonia se celebró en una capilla conocida de Nueva York. Y la fiesta fue


explosiva en el sentido de que fue la mejor fiesta a la que todos habían asistido,
okey, se me está pegando la autosuficiencia de Adam. Nos casamos en nuestro
quinto aniversario de novios, después de haberme graduado y haber tomado el rol
de jefa en mi empresa, se me hizo fácil tener una oficina en Nueva York y otra en
Madison, con Adam todo es posible. Pero volviendo a nuestra fiesta, no recuerdo
cual de mis madrinas se emborrachó y se quedó dormida en la silla. Bailé
bastante y aunque no me quedé toda la noche, la pasé increible. La mejor noche
de todas.

Solo que ahora teníamos algo de qué preocuparnos. Algo que era realmente
importante para los dos, pero que nos llenó de felicidad.

405
Final.
–¿A dónde vamos?–pregunto por segunda vez hoy. Adam me despertó de mi
placentero sueño para llevarme no sé a donde vamos ahora.

–¿Qué parte de que es una sorpresa no entiendes?–le lanzo una mirada y me


acomodo en mi asiento, él y sus sorpresas, ¿qué será ahora?

–Sabes que no soporto la intriga.–murmuro y él alcanza mi mano.

–Lo sé, nena, pero te prometo que esto te va a encantar.–dice besando mis
nudillos y yo asiento con la cabeza.

Hace tres meses nos casamos y seguimos viviendo en nuestro apartamento,


aunque ya es hora de buscar una casa, pronto seremos tres. Sí, estoy
embarazada. Me enteré una semana antes de la boda, así que me casé con dos
meses de embarazo y desde el momento que lo supimos, hemos estado muy
pendientes de él, será un niño. Fuerte, sano y guapo como su padre, la ansiedad
por conocerlo es abrumadora.

Observo el camino, hace rato que dejamos la ciudad atrás, ahora vamos en
dirección a los suburbios, pero de los lujosos. Las casa se van haciendo más
grande a medida que las pasamos y finalmente él se detiene frente a un portón
de rejas, siempre tiene que ser con portón de rejas los lugares a los que él me ha
llevado. Así que avanzamos por el camino empedrado hasta la casa inmensa que
se esconde detrás de unos muros altísimos, el lugar parece una fortaleza, pero
muy bonita.

La casa es bellísima, del estilo que a mi me gusta y todo, el diseño me parece


familiar, pero no recuerdo en donde la he visto. Él se estaciona detrás de un
sedan plateado y me ayuda a bajar, toca el timbre cuando llegamos a la puerta
principal y un hombre de unos cuarenta años abre la puerta.

–Señor Stynson, lo estaba esperando.–el hombre pasa su vista hasta a mi y me


sonríe.–Usted debe ser la señora Stynson.–dice haciéndonos pasar, obvio
microbio, soy la señora Stynson. Estoy un poco confundida, no sé que hacemos
aquí, pero al ver la casa sin muebles, me imagino lo que planea Adam.

–Lamento la tardanza, mucho trafico.–se disculpa y él señor hace un gesto con la


mano restándole importancia.

406
–Solo hay que aclarar una cosa.–dice deteniéndose en medio de la sala.–Usted
trajo a su esposa aquí, para que ella pudiera ver la casa también.

–Exacto.–miré a Adam confusa, él me guiñó un ojo.

–Aunque sabe que no la va a poder comprar, el hombre que hizo este lugar y lo
dejó a su nombre, dejó en claro que quería que esta casa fuese ocupada por una
persona que era muy especial para él.–dice y yo estoy más confundida, ¿de qué
demonios está hablando?

–Sí y por eso vine con mi esposa, ella es esa persona.–dice y el hombre me mira.

–¿Qué? ¿De qué hablas, Adam?–agito su mano entrelazada con la mía y él me


mira fijamente.

–De que esta casa fue hecha por tu padre, Mere. Y él quería que tú vivieras aquí.–
dice y yo lo miro más confusa aún.

–Si fue hecha por mi padre, ¿por qué no la puso en el testamento?–pregunto y el


hombre es quien responde.

–Porque él no quería que nadie supiera de esta propiedad, él quería hacer un


regalo especial para su hija cuando ella hiciera una familia, pero las circunstancias
no lo dejaron, yo conocí al señor Hannigan y él había dejado en claro que esta
casa iba a ser para su hija menor. Desde entonces, le ha pertenecido a mi
compañía de bienes y raíces. Mantuve mi palabra y nunca vendí la casa.–dice y yo
lo miro con las cejas alzadas, ya entiendo porqué me parecía familiar la casa.
Recuerdo haberla visto en uno de los planos de mi papá y recuerdo haber
dibujado en él.

–Ahora, puede venderla, a nosotros.–dice Adam y el hombre asiente.

–Ya veo que sí, ha llegado la hora de despedirme de este lugar.–dice y hace señas
con una mano para que lo sigamos hasta la otra habitación, es un comedor y
vaya, es bonito. Adam se queda hablando con el hombre sobre el titulo de
propiedad y otras cosas cuando me suelto de su mano y me aventuro a conocer el
lugar.

La cocina es como me la imaginé, con una barra para desayuno larga, una mesa
redonda y espaciosa, alacenas de madera y de color caoba, una ventana que de
al patio, el cuarto de lavado. Paso junto a mi esposo y el vendedor de nuevo y me
voy hacia arriba, subo las escaleras con cuidado de no resbalarme ni nada, el
segundo piso es grande, hay ventanales, más de seis habitaciones y cuatro de

407
visitas, más arriba, está el ático y una terraza, grande y desde ahí se ven los
edificios de la ciudad, muchos arboles y el patio trasero que tiene una inmensa
piscina rectangular y más allá del cobertizo, hay un árbol grande y frondoso,
perfecto para sentarse bajo él y disfrutar del día.

Me encantaba esa casa. Era mi casa soñada.

–Mere.–Adam llegó hasta donde estaba parada, bajo el frondoso árbol, mirando a
la nada.

–¿Qué?–él me abrazó por la espalda, dejando sus manos en mi vientre hinchado.

–Esta casa es nuestra.–dice y yo sonrio.

–Me encanta esta casa.–digo recostando mi cabeza hacia atrás, en su pecho.

–A mi también, es perfecta para formar nuestra familia, con nuestros hijos.–alzo la


cabeza para mirarlo.

–¿Cuántos hijos planeas que tengamos?–pregunto y él se encoge de hombros.

–No lo sé, ¿cuatro? ¿Cinco? Los que Dios nos dé.–dice y yo me rio.

–Que así sea, por eso nos unimos ante él, así que si llegamos a tener un equipo de
fútbol completo, no nos quedará de otra que enseñarlos y amarlos.–digo y él me
hace girar en sus brazos para darme un cálido beso.

–Estoy seguro de que serás una gran madre.–dice y yo niego.

–Tú serás un padre genial.–digo y él alza una ceja.

–¿Genial?

–Guay.–digo y él se ríe.

–Seremos padres guays, como nuestras madres. Por cierto, debemos llamarlas.–
dice y yo asiento con la cabeza. Tiene razón, debo llamar a mamá y decirle que
me voy a mudar a una casa de ensueño.

–Sí.–digo pasando mis manos por su cabello, siempre desordenado.–Gracias, mi


amor.

–Un placer complacerte.–dice dándome otro beso.

408
❤❤❤

Menos de un mes después, nos mudamos a nuestra nueva casa. Tan pronto como
nos instalamos, la casa cobró vida, retratos de nosotros adornaban las paredes en
la sala , en la pared de las escaleras y en nuestra habitación. Cinco años de
relación entre los dos, había creado muchas fotos, teníamos muchas más en
varios álbumes de fotos, aparte del libro que él me hizo, todavía él agregaba uno
que otro dibujo y yo seguía usando mi brazalete, al igual que mi collar.

La habitación más cercana a la nuestra, la escogimos como habitación para


nuestro bebé en camino. La decoración fue hecha en blanco y algunos tonos
azules, así como verde y marrón, dibujé un árbol parecido al del patio en la pared
y se veía hermoso. La cuna era blanca y los cajones variaban en colores pasteles,
la habitación estaba llena de luz y era muy colorida. La tuvimos lista cuando yo ya
iba para los siete meses y la fecha cada vez se acercaba más y más. Mi parto iba
a ser en diciembre, antes de navidad.

Cuando teníamos una semana viviendo en la casa, invitamos a nuestros amigos y


a algunos familiares a cenar. Rose y Carl se habían mudado a Nueva York, porque
Carl decidió trabajar junto con Adam, así que mi cuñada/prima estaba cerca de
mí. Ellos ya tenían un hijo y otro en camino, ella había tenido a una niña preciosa
hace casi dos años atrás. Y ahora ella estaba embarazada nuevamente. Pensar en
esa situación me ponía los pelos de puntas, criar a dos niños pequeños no es fácil,
que lo diga Leigh Anne, aunque para ella no es nada traer niños al mundo. Ella
quiere hacernos la competencia a Rose y a mí, pero que va, ella nos gana, va a
tener a su cuarto hijo, ahora espera una niña, Rose y yo esperamos niños.

Tom y Liz, se casaron un mes después de nuestra boda y ellos eran realmente
felices juntos. Tom había estudiado diseño grafico, así que trabajaba en mi
empresa, en el área de publicidad y diseño, Liz trabajaba en una editorial, era
muy buena en su trabajo, es la jefa de redacción de una revista.

Lux y Drake, ellos siguen juntos y ahora están comprometidos, aunque es muy
difícil para ellos estar juntos, pero hacen lo posible, Drake estudió leyes en
Madison para estar más cerca de Lux, a ella le ofrecieron el cargo de chef en un
conocido restaurante aquí en Nueva York, así que ellos se trasladaron hasta acá
hace poco.

Beth y Thomas, se graduaron de la universidad y ahora viven en la ciudad,


Thomas trabaja en una oficina de una empresa de computación, Beth es la
asistente de Liz en la revista donde ambas trabajan. Nada de eso me sorprendió
tanto como cuando Lydia y Zack empezaron a salir, al parecer ellos se gustaban

409
pero nunca fueron nada. Eso fue como una bomba de la cual me enteré en mi
despedida de soltera que consistió en una pijamada con mis amigas y mis
madrinas de boda. Todas bombardeamos a Lydia de preguntas, ya que era la
única soltera del grupo o eso creíamos.

Mi mente empezó a crear mil y una suposiciones de lo que yo creía que nunca
pasaría y que en realidad estaba pasando. Me pregunté si Bill y Brie eran más que
mis escoltas, para mí que ellos tenían algo, no sé, como una estrecha relación de
trabajo.

Desde entonces, todos está juntos con todos. Y por eso quería hacer una cena
especial.

Adam me ayudó con todo para la cena, aunque pasamos la mitad del día como
morsas, pudimos tener todo listo para la hora en la que ellos llegarían. Hicimos un
pollo asado al horno, puré de papas, una ensalada de lechuga y de postre, hicimos
un pastel de chocolate, esa noche no iba a poder dormir.

El timbre sonó y rápidamente fui a ver quien había llegado. Eran Rose, Carl y su
pequeña Madelaine.

–¡Hola! Pasen, bienvenidos. ¿Cómo están?–Rose me abrazó y observó mi vientre


abultado.

–¡Te ves increíble!–exclamó ella y noté su vientre igual.

–Gracias, tú también.–me incliné hacia la niña de cabello rojizo y ojos azules que
me miraba ansiosa.–Hola, preciosa, ¿no hay abrazo para la tía?–digo con voz
dulce, por lo que ella envuelve sus brazos alrededor de mi cuello y me da un beso
en la mejilla.–Gracias, Madi, ahora ve a saludar al tío Adam.–me enderezo y saludo
a Carl.

–¿Cómo te estás sintiendo?–me pregunta cuando le doy un breve abrazo.

–Bien, éste niño es igual a nosotros, se mueve cuando le toca.–digo y él se ríe.–En


realidad estamos bien.

–Me alegro.–dice y va a saludar a Adam cuando el timbre vuelve a sonar.

–¡Lux María!–exclamo y mi mejor amiga hace una cara.

–¡Meredith Allyson!–me copia y me abraza con fuerza.

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–¡Me has hecho tanta falta!–dice cuando se separa y pasa una mano por mi
vientre.

–Tú igual a mí, hola, Drake.–él me da un beso en la mejilla y hace lo mismo que
Lux, pasa una de sus manos por mi vientre.

–¿Cómo se siente eso?–pregunta cuando cierro la puerta a mis espaldas y me


encojo de hombros.

–Es bien raro al principio pero me acostumbré.–ellos compartieron una mirada


pero Rose nos interrumpió antes de que yo pudiera hacerles una broma a ellos.
Luego llegaron Tom y Liz y me hicieron preguntas sobre mi bebé al igual que los
demás.

Beth y Thomas estaban emocionados de estar ahí, mi prima más que todo por su
sobrina y por mi embarazo, no entendía porque estaban tan sorprendidos todavía.
Lydia y Zack llegaron un poco después, aun no me acostumbraba a verlos juntos,
pero hacían una tierna pareja. Mi último invitado, era Matti y me empezaba a
impacientar justo cuando él llegó. La última vez que lo había visto, había sido un
mes después de mi boda, en ese tiempo no tenía mucha pinta de estar
embarazada, por lo que él hizo uno de sus gestos exagerados y expresivos.

La cena transcurrió con normalidad, entre bromas y parloteos entre nosotras. Lux
me dijo que nos iba a contratar cuando ella abriera su restaurante, Adam y yo
chocamos los puños, somos muy buenos cocinando, claro. A mi me enseñó Ava y
a él lo enseñó la tía Faith, con quien a veces hablaba. Esa cena fue muy
agradable, por lo menos nadie me echó una bebida encima y después del postre,
todos pudieron presenciar como se movía mi pequeño dolor de cabeza en mi
vientre.

Ahora mi vida era diferente a como era al principio de conocernos. Pasé de ser
una chica común y reservada a una que estaba realmente enamorada y amaba
como loca a su esposo. Todas las cosas por las que pasamos se ven tan lejanas
ahora que lo único que me hace recordarlas, es mi cicatriz en mi costado y la
cicatriz en el abdomen de Adam. Pero ya no tengo pesadillas, más nunca las tuve
y no me duele recordar a Jane como antes. Más nunca volvimos a sentir miedo de
nada y tenemos un camino largo por delante.

–¿Mere?–di un respingo en mi lugar, Adam pasó sus manos por mis brazos.–¿Estás
muy cansada?

–Lo normal, pero creo que deberíamos ir a dormir.–digo y él me abraza.

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–Vamos, has estado despierta por mucho tiempo.–él pasó su brazo detrás de mis
rodillas y el otro por mi cintura cargándome. Me sujeté de su cuello y presioné mi
mejilla contra su pecho.

Me llevó hasta la habitación y me sentó en la cama.

–¿Quieres tomar un baño?–lo consideré por unos segundos.

–Suena bien.–digo y él entra al cuarto de baño, lo sigo y apoyo mi cadera contra el


marco de la puerta. Lo observo llenar la bañera con el agua tibia y echar las
esencias que me gustan, él sabe como consentirme, como hacerme sentir mejor y
como relajarme.

Adam es el esposo perfecto.

Me quitó mi vestido y yo le quité la camisa, sonriendo como una boba. Luego de


que estuvimos despojados de ropa, nos metimos en la bañera. Me recosté contra
su pecho mientras que él me acariciaba el vientre con los dedos. Era muy
estimulante estar así, más cuando nos pertenecíamos el uno al otro. No hay
secretos entre nosotros, no hay más por conocer, solo estamos en esta nueva
etapa de la vida. Las más esperada y la que más nerviosa me ponía.

Pero con él todo fuía como el agua, clara y transparente. La actitud de Adam no
había cambiado para nada, él seguía siendo fresco, natural y pasivo, era él.
Aunque ahora era más sobreprotector que antes, ya estaba acostumbrada, de lo
contrario viviera abrumada. Eramos jóvenes todavía, pero yo ya me sentía como
mi mamá.

–¿Sabes, Mere? Estaba recordando cuando comenzamos a salir.–dice de repente y


yo lo escucho con atención.–Yo, en realidad no creía que tú fueses a aceptarme.

–¿En serio?–me rio y alzo la cabeza para mirarlo.–Adam, yo me negué al principio,


pero solo pasó una semana para darme cuenta de que me gustabas.–digo con
sinceridad y él sonríe.

–A mi solo me hizo falta mirarte a los ojos. Me tenías atrapado.–dice y yo niego


con la cabeza.–Me gustaste desde nuestra primera cita, solo te miré y quería que
fueses para mí nada más.

–Soy tuya, Adam. Tenemos papeles y muchas noches que lo confirman, este bebé
es la prueba de ello.–digo, él sigue frotando mi panza, me dan leves cosquillas
pero me gusta.

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–Yo soy tuyo, Mere.–inclina su rostro hacia el mio y nuestras bocas se encuentran.

–Ya lo sé.–digo entrelazando nuestras manos en mi panza.

Cuando el agua se enfrió, salimos y nos pusimos un pijama, listos para ir a dormir.
Me acosté abrazándolo, era mi posición favorita para dormir desde que mi panza
comenzó a crecer, no podía dormir de otra forma y las pocas veces que Adam se
iba de viaje, no podía dormir bien. Él era mi almohada humana.

–No vayas a hacer la pregunta, por favor. Ya sabes la respuesta.–digo cuando veo
que tiene la intención de hablar, él alza las cejas y sonríe.

–Tengo que hacerla, te prometí que la haría todos los días.–dice y yo ruedo los
ojos.

–Pero si ya sabes lo que voy a decir, ¿para que...–él coloca un dedo sobre mi
labios haciéndome callar.

–No sé si algún día tu respuesta va a cambiar.–dice y lo miro entrecerrando los


ojos.

–Bueno, no creo que cambie. Pero de todas maneras tú vas a hacer lo que
quieras.–digo y él asiente.

–Exacto.–él pasa sus dedos por mi mejilla, haciendo que me den cosquillas, lo
cierto es que mi piel siempre reacciona a su tacto, es como electricidad que fuye
a través de mi cuerpo.–¿Te quedas conmigo?

–Me quedo contigo, Adam. Siempre me voy a quedar contigo.–respondo y me


levanto sobre mi codo para darle un beso de buenas noches.–Te amo.

–Te amo, Mere.–peina mi cabello hacia atrás.–A ti y a nuestro bebé.

–Gracias.

–Un placer complacerte.–me acomodo sobre su pecho y él me abraza, dejando su


mano sobre un costado de mi panza, sintiendo como el pequeño tornado dentro
de mí, patea justo donde está su mano. Él se ríe y yo también lo hago.

Con él me quedaré por siempre, porque tengo mucho que agradecerle. Desde que
nos conocimos, mi vida cambió por completo, a pesar de todo lo malo que nos
pasó, nosotros nunca dejamos de querernos, eso nos hizo más fuertes. No podría
vivir sin él y él sin mí. Pero él me hace esa pregunta cada noche, porque le parece

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que debe hacerla, porque él quiere seguir enamorandome cada día, porque lo
nuestro no tiene limites. Y lo amo demasiado, tanto que creo que mi corazón
engordó.

Eso me encanta. Me quedo con él y eso es todo.

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Epílogo.

Cuatro años después.

Nunca me voy a cansar de esto. Salir a pasear a solas con mi pequeño niño
(bueno, no tan pequeño, él será tan alto como su padre), al Central Park, casi
todos los días. Bueno, aprovecho mis vacaciones para pasear con el pequeño
Alfred. Nació el dieciocho de diciembre al atardecer, tuvo un buen peso y nació
fuerte y sano. Adam estuvo de acuerdo en colocarle el nombre de mi padre desde
el principio, pero nuestro niño había heredado los hermosos ojos de su padre y los
ángulos de la cara también, su cabello era desordenado y liso, pero castaño
oscuro como el mío.

Alfred era una combinación de los dos, pero era muy parecido a Adam. Hasta era
muy tranquilo, nunca hacía ningún berrinche y era demasiado inteligente para su
edad. Sin embargo, yo trataba de que pasaramos el tiempo necesario con él, duré
año y medio de reposo cuando nació, volví a la empresa y me lo llevaba a la
oficina por medio día o todo el día, a veces, Adam se lo llevaba a su oficina. No
quería contratar niñeras, ni meterlo en una guardería, pero ya le estaba llegando
el momento de estar en el jardín de infancia. Los sábados siempre la pasamos en
familia, en casa. Somos tres morsas.

Ahora estoy de nuevo en reposo. Nuevamente embarazada, mi fecha se acerca y


estoy muy ansiosa. Tendremos una niña, le daremos una hermanita a Alfred, él se
puso muy contento cuando le dije, lo que me sorprendió, Alfred era el niño más
dulce en el mundo. También el más sonrojado, eso lo había heredado de mí. ¡Ups!

–Mira, allá viene la tía Rose y tus primos.–digo señalando frente a nosotros, nos
sentamos en el piso, coloqué una frazada en el cesped y traje comida, tendré un
pequeño picnic con mi cuñada/prima. Rose y yo somos como hermanas en
realidad.

–¡Hola, Alfred!–la preciosa Madelaine es la primera en saludar, ella abraza a Alfred


y luego me saluda a mí.–¡Hola, tía!

–Hola, preciosa.–digo aceptando su abrazo. Ella es una niña grande y muy


hermosa, se parece a Carl y a Rose, pero es única. Ella adora a Alfred.

–¿Cómo estás?–Rose se sienta cerca de mí y me da un breve abrazo.

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–Bien, ¿y tú? ¿A mi no me saludas, James?–él segundo hijo de Rose, es rubio como
ella, pero tiene los mismos ojos de Carl, un azul clarísimo.

–¡Hola, tía Meredith!–dice desde donde está parado hablando con Alfred, él tiene
la actitud de Rose.

–Ese niño se parece a su madre.–digo sacando comida de la cesta que traje


conmigo, Rose se ríe.

–¿Bromeas? ¿Será porque lo tuve por nueve meses en la panza?–dice y yo me rio.

–Obvio, microbio.–digo sonriendo.–¡Niños, no se alejen!–exclamo y ellos vuelven


hasta nosotras.–Vengan a comer.–ordeno como un general, eso se me da bien.

–Definitivamente, deberías de venirte a vivir conmigo. James te hace más caso a ti


que a mí.–dice Rose ofendida y yo niego con la cabeza.

–Hay que tener carácter, pero Alfred no se porta mal. De paso, Adam no podría
dormir en las noches y yo tampoco. Es mi almohada humana.–digo y ella se ríe.

–Ustedes nunca cambian. Tengo entendido que Adam ha sido tu almohada


humana desde que ustedes empezaron a salir.–dice y yo asiento, mordiendo un
sándwich y observando a los niños, jugar con piezas de lego, esos benditos
juguetes estan por todas partes.

–Cada día lo amo más.–digo sin apartar la vista de los niños, aunque Madi también
está pendiente, esa niña es demasiado intelectual.

–Me alegro.–dice y con su dedo, me pincha en mi panza abultada.–¿Cómo se porta


babynator ahí dentro?

–¿Baby qué? Ésta niña es como un desastre natural, me da la impresión de que va


a ser como yo, cuando era pequeña.–digo y ella se ríe.

–Oh, Dios. ¿Cómo será tener dos Meredith's en casa para Adam? Mi hermano va a
enloquecer.–dice ella y yo le doy un codazo.

–Tu hermano ya está loco.–digo y ella se ríe.

–Al igual que tú.–dice y yo asiento.

❤❤❤

416
Luego de un rato largo, nos fuimos.

Acomodé a Alfred en su asiento atrás y subí con un poco de dificultad, mi tiempo


de salidas se está acabando, pronto no voy a poder subir a la camioneta y Adam
sabe que será así. Con Alfred fue muy distinto, mi panza no era muy exagerada y
podía moverme con facilidad, ni siquiera perdí mi figura de nada, después del
parto yo estaba incluso más delgada que antes, lo único que me dejó casi
traumada fue el tamaño de mis pechos, me sentía como mi prima Beth. Gracias al
cielo, no se quedaron así y volvieron a mi tamaño original, como un par de
naranjas.

Ahora es muy distinto, he aumentado mucho de peso, pero eso es normal, no


todos los embarazos son iguales. Estoy muy emocionada por la llegada de esta
niña.

–Mami, ¿cuánto falta para que nazca mi hermanita?–todos los días, Alfred me hace
la misma pregunta, hasta en eso se parece a su padre, pero él es impaciente
como yo, muy curioso también.

–Tres meses, mi cielo. El tiempo pasa rápido, cuando menos te lo esperes, tu


hermanita estará con nosotros en casa.–digo con mi vista fija en la vía.

–¿Y tú también te vas a quedar en casa?–pregunta y yo me rio.

–Por supuesto. Tengo que cuidar a la bebé.–digo, una chispa de emoción cruzó por
sus ojos.

–Papi me dijo que yo tenía que cuidar de mi hermanita.

–Así es, papi tiene mucha razón.–sonrio mirándolo por el espejo retrovisor.–Tienes
que cuidar de tu hermana siempre.

–¿Cómo se va a llamar?

–Bueno, hemos pensado en el nombre pero, ¿qué dices tú?–se encoge de hombros
y juega con sus dedos.

–El otro día cuando fuimos al parque, una señora estaba llamando a una niña,
decía: ¡Olivia, no te comas la arena!–dice y me rio. Alfred dice unas cosas.

–Entonces, ¿te gusta ese nombre, Olivia?–pregunto, en realidad es un lindo


nombre.

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–Es bonito.–dice y yo asiento.

–Lo hablaré con papi más tarde, primero tenemos que preparar la cena.–digo
cuando nos acercamos a nuestra casa, el portón se abre y acelero por el camino
empedrado.–¡Llegamos, nene!

–¡Yupi!–lo ayudo a bajar de la camioneta y él salta sobre las piedras hasta la


puerta principal.

–¿Qué quieres comer?–entramos a la cocina y él trata de subirse a uno de los


taburetes.–Con cuidado, mi amor. Que te puedes lastimar.–lo alzo y se sienta en el
taburete, haciendo una cara.

–Quisiera poder ser más grande, así no tendrías que cargar conmigo.–dice y lo
miro alzando las cejas. ¿Este niño va a cumplir cuatro años o veinticuatro? Se
parece a mí en ese aspecto, yo siempre fui muy madura para mi edad.

–¿Qué cosas dices, mi niño? Si eso es lo que tengo que hacer contigo.–digo parada
frente a él, detrás de la barra.–¿De dónde sacas esas cosas?–empiezo a considerar
que está viendo mucha televisión y películas. Él se encoge de hombros, siempre
hace eso.

–No lo sé, pero es lo que creo.–oh, vaya. Mi hijo es un alíen. Sí, bueno, no es un
alíen pero eso es muy raro. Es por eso que Alfred es único en este mundo.

–Bueno, voy a olvidar lo que dijiste y tú, vas a hacerme caso. Mejor dime lo que
quieres comer.–digo mirándolo fijamente, sé como intimidar a mi niño.

–Quiero pollo frito.–dice y asiento con la cabeza.

–Ya mismo sale.

Adam llegó antes de la cena, como usualmente llegaba. Preparó la mesa junto con
Alfred, después de comer y que Alfred se durmió, nos preparábamos para hacer lo
mismo cuando le conté lo que me había dicho nuestro hijo.

–Creo que ya sabemos cual es la personalidad de Al.–dice él y yo asiento.–Es como


los dos, esperemos a que esté más grande a ver si hereda el sarcasmo.–le doy un
golpe en el brazo y él se ríe.

–Es en serio. Quedé impactada cuando dijo eso.–digo y él aparta algunos


mechones de cabello de mi rostro.

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–Mere, es nuestro hijo. Debías haber imaginado que sería un niño súper especial,
a su edad, sabe demasiado.–dice y yo asiento.

–Como nosotros.–murmuro con mi mirada fija en la suya.

–Exacto. Ahora, hablemos de nuestro segundo tormento.–dice frotando mi panza.

–Rose la llamó, Babynator.–digo y él me mira confuso.–Así como Terminator.–él


suelta una carcajada y yo niego con la cabeza. Éste Adam.

–Bueno, de ninguna manera se va a llamar así. ¿Qué nombres has pensado?–


pregunta y me hago la pensativa.

–¿Sabes? Alfred más temprano me dijo un nombre que me gustó y que a él le


parece bonito.–digo y él alza las cejas.

–¿Cuál nombre?

–Olivia.–digo sonriendo, me gusta como suena.–No niegues que es bonito, te


golpearé.–él niega con la cabeza y se ríe.

–No, si es muy bonito. Me gusta, nuestra pequeña se puede llamar así.–dice


haciéndome sonreír.

–Eso pensé. Rose también me dijo que no se imaginaba como sería tener a dos yo
en la casa.–digo riendome.–Tengo la sospecha de que ésta niña se va a parecer a
mí.

–Creo que tendré que comprar una fábrica de chocolate.–dice y yo lo miro


divertida.

–Si va a ser así entonces, que ésta pequeña sea tan adicta como yo al chocolate.–
él me pega más a su cuerpo y acerca sus labios a los míos.

–Si querías una fábrica de chocolate solo tenías que decirlo.–dice sobre mis labios.

–Eso es demasiado tentador.–nuestros labios se rozan cuando hablo.–Pero ya te


tengo a ti y ya no necesito nada más.

–Pensé que tendría que cubrirme con chocolate para cumplir una fantasía tuya,
pero ya que dices que no necesitas más nada.–estamos en un seductor juego de
roces.

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–No tientes tu suerte.–digo y antes de que haga la bendita pregunta me le
adelanto.–Y sí, me quedo contigo. Te gané.–digo y él se ríe negando con la cabeza.

–Mañana no te salvaras, solo te dejo pasar porque te amo.–dice y yo aprieto sus


mejillas dándole un tierno beso.

–Yo también te amo.

Haber aceptado a Adam aquel día de mayo en nuestro lugar favorito, en aquel
instante, fue la mejor decision que pude tomar. Nunca me imaginé que terminaría
casada con Adam, que tendríamos tantos deseos por tener hijos, que estaríamos
locos por ellos. Mucho menos me imaginé que nuestra relación fuese tan intensa
como lo ha sido desde el principio. Pero no cambiaría nada.

Estaría dispuesta a repetirlo todo desde el inicio, solo con saber que nuestra vida
sería así de bien, no me importaría nada más.

FIN

420
Sobre la autora.

María De Jesús Salazar, se


hace llamar a si misma; Ma
Jesús, ya que a lo largo de
su vida, familiares y amigos
le han puesto muchos
apodos de cariño. Nació en
Araure–Portuguesa,
Venezuela. El 12 de octubre
de 1998. En un principio,
ella quería estudiar
medicina en un futuro, se
dio cuenta al final de la
secundaria que quería
estudiar literatura
realmente y que le
apasionaba escribir. Ésta es
la primera novela que
escribe y aunque no es la
mejor de todas, significa
mucho para ella haberla
terminado y publicándola
en Wattpad. Ma Jesús adora
leer y escribir, la mayoría
del tiempo lo usa haciendo
ambas cosas. Aparte de
eso, le gusta la música en inglés más que todo, el chocolate puro, el café y todas
esas cosas sobre el maquillaje y ropa a la moda. Odia los deportes y aunque no es
nada atlética, le gusta bailar como parte de hacer ejercicio. Ama las fotos de
memes, es una meme expert.

Ma Jesús, planea hacer una serie con personajes de ésta historia, aparte de eso
está escribiendo un intento de otra novela, más sentimental de lo que nunca ha
escrito. También planea una saga de fantasía y una trilogía Post apocalíptica. Todo
al mismo tiempo. El lema que ella se propone es; “No hay que ponerse límites
para hacer lo que nos gusta”.

Puedes leer más de sus historias en Wattpad, buscándola como; @Majesuswriter.


Si deseas dejarle algún mensaje; @majesus12 en Instagram.

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