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A.

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• ~~~~-'$: ~leason L. Archer obtuvo un grado de licenciado en artes del Seminario
:.,J ~· Teológico de Princeton y-de licenciado en derecho de la Escuela de Derecho
, _··....; •• .'

:. -:·. .... de . Suffolk, además de poseer una licenciatura y una maestría en humani-
/~;.·. · dades y un doctorado en filosofía de la Universidad de Harvard. Fue profesor

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.....,,.... emérito de Antiguo Testamento qe la Escuela Evangélica Trinity.

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~~ EDITORIAL
Referencia 1 Comentario

ISBN 978-0-8254-1033-8

~ _, PORTAVOZ 111111111111111111111111
9 780825 410338
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RESENA CRITICA DE UNA ,

INTRODUCCION
AL ANTIGUO
TESTAMENTO
,.., ,
RESENA CRITICA DE UNA,
INTRODUCCION
AL ANTIGUO
TESTAMENTO
Gleasan L. Archer

EDITORIAL
PORTAVOZ
La misión de Editorial Portavoz consiste en proporcionar productos de calidad
-con integridad y excelencia- , desde una perspectiva bíblica y confiable,
que animen a las personas a conocer y se rvir a Jesucristo.

Título del origina l: A Survey of 0/d Testament Jntroduction,


de Gleason L. Archer, Jr., © 1964, 1974 por Moody Bi ble
Institute, Chicago, Illinois, 60610.
Edic ión en castellano: Reseña crítica de una introducción
al Antiguo Testamento, © 1981 por Moody Bible Inst itute,
Ch icago, Illi nois, y publ icado con perm iso por Editorial
Portavoz, fi lia l de Kregel Publications, Grand Rapids,
M ichigan 49505. Todos los derechos reservados.
Rev isad o, 1987.
Traducción: A. Edwin Sipowicz y M. Francisco Liévano R.
Fotografía de la portada: Paul L. Maier
EDITORIAL POHTAVOZ
2450 Oak Industrial Dr. NE
Grand Rapids, Michigan 49505 USA
Visíte nos en: www.port avoz .com
ISBN 978-0-8254-1033-8
8 9 10 l l l 2 edición 1 año 18 17 16 15 14
Impreso err los Estados Unidos de América
Printed in the United States of America
A
mi esposa Sandra
INDICE

CAPITULO PAGII\!A

Ilus traciones 9
Prefacio 11
Abreviaturas 13
1. Introducció n 15
2. La ins p ira ció n de l Antiguo Testame nto 20

Primera parte: l NTROD UCCION GENERAL


3. Los manuscri.los hebreos y las primeras vers iones 39
4. Baja crítica d el Antiguo Testamento 58
5. El canon del Antiguo Testamento 71
6. Historia de la teoría documental del Pentateuco 87
7. Alta crítica de l Pentateuco en el s iglo XX 99
8. La paternidad literaria del Pentateuco 115
9. Variantes y parónimos como criterio para una división
según las fuentes de origen 131
10. Palabras tardías y ara meísmos como criterio pa ra una
div isión según las fuentes de origen 148
11 . Recons trucc ió n de la historia h ebrea segú n Well hausen ,
en los períodos pre-profético y profético 157
12. Reconstrucción de la historia hebrea en e l período
sacerdota l segú n We llhau sen 173
13. Evidencias arqueológicas so bre la antigüedad del
Pentate uco 182

Segunda parte: l NTRODUCCION ESPECIAL


14. Génesis 197

7
8 RESEÑA CRITICA DE UNA L\ITROOUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

15 . Génesis (continu ación) 220


16. Exodo 243
17. Levítico y Números 264
18. Deuteronomio 277
19. Jos ué, Jueces y Rul 291
20. 1 y 2 Samuel , 1 y 2 Reyes 312
21. Introducción a los profetas; Abdías, ]oel y ]o nós 327
22. Amós, Oseas y Miqueas 350
23. lsa ía s 361
24. Isa ías (continuación) 380
25 . Nahum, Sofo nías y Habac uc 389
26. Jeremías y Lam enta ciones 396
27. Ezequiel 405
28. Daniel 415
29. Daniel (continuac ió n) 433
30. Libros históricos posteriores al exilio: 1 y 2 Crónicas ,
Esdras, Neh emías, Ester 444
31. Profetas posteriores a l exilio: Hageo, Zoca rías, Malaquías 464
32. Introducción a la poesía hebrea 476
33. Salmos 483
34. Los libros de sa biduría: Job y Proverbios 499
35. Eclesiastés y El Cantar de los Cantares 523
Apéndice 1: Cronología del Antiguo T estamento 546
Apéndice 2: Anacroni smos e inexactitud es e n e l Corón 549
Apé ndice 3: Anac ronismos e inexactitudes e n
las Escrituras de los mormones 553
Apéndice 4 : In ve ntario d e los manuscritos bíblicos de las
cu evas de l mar Muerto 558

lndice de te x to s bíblicos 564


ln dice de temas y nombres 571
ILUSTRACIONES
Antiguo equipo egipcio de escritura 24

Ro llo de lsa ías 41

El profesor Baker corta un rollo de cobre 44

La piedra Roseta 1 22

Centro de operaciones d e la American School of


Oriental Research (Escuela a mericana de investigaciones
orientales) en Jerusalén 183

Fragmento de la epopeya babilónica de la creación 201

Un "Sell o de la tentación " 221

La undécima tablilla de la epopeya de Gilgam és 223

Estatuillas de soldados egipcios, encontradas en tumbas egipcias 248

Código de Hammurabi 280

Dos de las cartas de Amarna 297

Toro tallado e n piedra e n el palacio de Sargón II 321

Relieve del palacio de Asu rbanipal 34 3

Prisma d e arcilla del palacio de Senaquerib 376

Una de las cartas de Laquis 402

Un león d e ladrillo esm altado, d e Babilonia 41 7

Capitel taurino del palacio de Susa 460

9
PREFACIO
El propósito de esta Reseña crítica de una introdu cción al Antiguo
Testamento es el d e proveer un texto sencillo y útil para estudiantes y
seminaristas no iniciados en la crítica al Antiguo Testamento. Además
brinda un panorama gen eral del tema para pastores y estudiosos de la
Biblia. Por razones de espacio , he des istido de comentar todos los
últimos libros y artículos escritos sobre esta disciplina y me he reduci-
do a revelar los puntos de vista más representativos e influyentes de las
figuras reconocidas universalmente como autoridades indiscutibles en
el estudio de la introducción al Antiguo Testamento. Para una mayor
claridad me he li mitado al tratamiento de los puntos principales y a
manejarlos de tal manera que hasta los bisoños los puedan entender y
apreciar.
El lector hallará que este libro se adhiere a una postu ra netamente
con servadora y evangélica. Por esta posición no pido discu lpas, excep-
to para expresar mi convicción p ersonal de que so lame nte la postura
ortodoxa sobre el contenido de la Biblia le hace verdadera justicia al
texto bíblico en s í y cuadra con la evidencia aportada por todos los
datos importantes que hoy tenemos. Al m ismo ti empo me he esforzado
en todo momento por tratar con toda imparcialidad y honestidad los
distintos puntos de vista y diversas teorías de los que se adhieren a una
postura liberal o neoortodoxa, y exponer o presentar su s premisas y
conclusiones de una manera qu e permita al lector entenderlas y ju zgar-
las fácilmente.

11
ABREVIATURAS
A Códice Alejandrino
AB Archaeology and the Bible (La arqueología y la Biblia), G. A.
Barton
ABH Archaeoiogy and the Bible His tory (La arqueo logía y la his-
toria bíblica) , Joseph P. Free
ANET Ancient Near Eastern Texts (Antiguos textos del Cercano
Oriente), J. B. Pritchard (editor)
AOT Archaeoiogy and the Old Tes tament (La arqueología y el
Antiguo Testamento), M. F. Unger
AOOT Ancient Orient and the Old Testament [El Antiguo Oriente y
el Antiguo Testamento), K. A. Kitchen
AP Th e Archaeology of Palestine (La arqueología de Palestina),
W. F. Albright
ASOR American Schools of Oriental Research (Escuelas america-
nas de investigaciones orientales)
ASV American Standard Version (Versión standard americana)
B Códice Vatican o
BAM Our Bible and the Ancient Manuscripts [Nuestra Biblia y los
manuscritos antiguos), Frederic Kenyon
BASOR Bulle tin of th e American Schoois of Oriental Research
(Boletín de las escuelas americanas de investigaciones
orientales)
CSS Componían to Scripture Studies (Guía al estudio de la Bi-
blia), J. E. Steinmueller
CT Christianity Today (Cristianismo Hoy)
CVSS Th e Christian View of Science and Scripture (El punto de
vista cristiano sobre la cienc ia y la Biblia), B. Ramm
DSS Dead Sea Scro/Js [Los manuscritos del mar Muerto), Millar
Burrows
FBM The Five Books of Mases (Los cinco libros de Moisés), O. T.
Allis
GATE Grundri ss für Alttestam e ntli che Einleitun g , Wilh elm
Moeller
IBOT Introduction to the Books of the Old Testament (Introduc-
c ión a los libros del Antigu o Testamento), W. O. E.
Oesterley y T. H. Robinson .

13
14 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ICC In ternationaJ Critica ! Commentary (Co m e ntario c ríti co


internaciona l)
IGOT lntrodu c tory Cuide lo th e Old Tes tam ent (Guía para una
introdu cción al Antiguo T estamento), M. F. Unger
ILOT Introduc tion to the Lilera ture of the Old Testame n l (Intro-
du cció n a la literatura del Antiguo Tes tamento). S. R.
Dri ver
IOT Introduc tion lo the OJd Testament (Introducción al An tiguo
T estamento)
ISBE InternationaJ Standard Bible Encyclop edia (En c iclopedia
inte rn acional standard d e la Bibli a)
JBL ]ournal of Biblical Lite rature (Revis ta de li teratura bíb lica)
KJV Kin g james Version (Versión del rey Jacobo)
LAP Ligh l from th e Ancient Pos t (Luz de la rem o ta antigüedad),
]. Finegan
LXX Septuagint Version of the Old Testament (Versión Sep-
tuag inta d el Antiguo T estamento)
MLDSS More Lig ht on the Dead Sea Scrolls (Nuevas revelaci ones
sobre los m anuscritos del mar Muerto). Mil lar Burrows
NASB Ne w American Standard BibJe (N u eva Biblia s tandard
americana)
OHH An Oulline of Hebrew History (Compendio de Historia he-
brea), J. B. Payne
OTI 0 /d Testament Introdu ction (Introducción a l Antiguo Tes-
tam e nto). John H. Ra ven
OTMS Old Testament and Modern Study (E l Antiguo Testamento y
los est udios modernos) , H. H . Row ley
POT Th e Problem of th e Old Testament (El proble ma d el Antiguo
Testamento). James Orr
PTR Pres by terian Theological Review (Rev is ta teo l ógic a
presbiteriana)
RSV Revised Standard Version (Versión Standard Revisada)
SAC From the Ston e Age to Chris tianity (De la e dad de piedra a l
cris tianis mo). W . F . Albright
SIOT Scientif ic In ves tiga tion of The Old Tes tament (In vestigac ión
c ientífica d el Antiguo Testamento) Robert Di ck Wilson
SIP Short Introduction to the Pentateuch (Breve introducción a l
pentateu co) , G. C. Aalders
Ma soretic Text of th e Old Tes tam e nt (Hebrew) (Texto
™ Maso rético de l Antiguo Testamento) (Hebr eo)
TOT Tcxt of the Old Testament (Texto del Antiguo Testamento),
E. Würthwein
VRV Versión Re ina-Valer a, r evisión de 1960
CAPITULO 1
INTRODUCCION
EL ALCANCE DE UNA I NTROD UCCIÓN

La Santa Biblia se diferencia de todos los demás libros de l m undo. Es el


único libro qu e pretende ser la reve lación del único Dios verdadero,
que su propósito es la salvación del hombre , y que puede demostrar
s u autoridad di vina por num erosas e in fa libles pru eba s. Otros
documentos reli giosos-como el Corán mahometano, por ejemp lo-
pueden afirmar que son la palabra de Dios , pero no contien en, en sí
mis mos, como ocurre con la Biblia, feh acientes pru ebas de su autentici-
dad (por ejemplo, el fenómeno d el cumplimiento de las profecías].
Como registro de la santa voluntad de Dios para con el hombre, la
Biblia reviste la máxima importancia para entender correctamente el
verdadero signifi cado de la revelación que contiene. Inútil sería inter-
pretar o entender las palabras de las Sagradas Escrituras como si
hubieran sido escritas actualmente y dirigidas a los pueblos de habla
española enfrentados a los problemas del siglo XX. Claro está que la
Biblia n os entrega hoy en día el mensaje de Dios, y nos es tan útil como
lo fue para los hebreos en la antigüedad. Pero la forma que adoptó aquel
mensaje fue en h ebreo antiguo , y dirigido a un pueblo enfrentado con
acontecimientos especiales y circunstancias peculiares de su día y
época . Nunca podremos entender correctamente los permanentes
principi os qu e sub yacen en estos antigu os enunciados de Dios,
si previamente no nos hacemos cargo de los prob lemas y desafíos
con que tenía que habérselas su pueblo en la generación en que El
les habló.
Cuando hablamos de introducción al Antiguo Testamento nos re-
ferimos a un estudio sistemático del antiguo trasfondo en el cual deben
ser entend idos los primeros treinta y nueve libros de la Biblia. Su
ámbito abarca el lenguaje, las costumbres, las situaciones his tóricas , las
personas, los lugares y los acontecimientos a que aluden los diversos
libros de la Biblia. En su alcan ce más amplio incluye las siguientes
disciplinas:
1. Los idiomas empleados para escribir el Antiguo Tes tamento , es

15
16 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENT O

d ecir el h e br eo y el arameo, junt am en te con idio mas semitas


emparentados con los primeros (tales como el árabe, el asiri o, el feni-
cio, el ugarita y el siríaco) que nos ayudan a entender el significado de
las palabras utilizad as en el texto bíblico.
2 . La historia del pueblo hebreo y de los países vecinos con los
cuales entraron en contacto.
3. La religión y la cultura de estas naciones no hebreas, tales como
las conocemos por los relatos de antiguos autores paganos y por los
descubrimientos de la arqueología moderna.
4. La paternidad literaria de los libros que com ponen la Biblia,
puesto que es importante saber quién escribió el libro para los efectos
de interpretar correctamente su s ignificado y como garantía de su
confiabilidad.
5 . La fecha, al menos aproximada, en que se compuso cada libro,
pues ello a men udo nos da una clave para los acontecimientos o su-
cesos que afrontaba el pueblo de Dios cu ando él les habl ó.
6. La situación históri ca y los problemas contemporáneos a Jos
cuales se refirieron los au tores insp irados, como voceros de Dios.
7. El texto original de cada li bro tal cua l era antes que los deslices
de la pluma u otros errores de los copistas se introdujeran en el texto
que nos ha llegado a nosotros. (Esto se conoce como crítica textual.)
8. La integridad del texto, es decir, el problema que se refiere a la
cuestión de saber si cada libro fue escrito íntegram ente por el autor
cuya paternidad literaria se sostiene, o si otros escritos han entrado en
su com posición.
9. La his toria de la transmisión del texto, es decir, la forma en que
se copió cada libro y fue entregado a la posteridad en diversos tipos de
manuscritos, tradu cido a los d iversos idiomas antiguos de los pueblos a
los que llegó el judaísmo y el cristianismo en Jos siglos subsiguientes,
hasta que fina lmente el texto hebreo propiamente dicho (y sus diversas
traduccion es al griego , latín, s iríaco, etc .) fue impreso luego de la in-
vención de la imprenta.
Como regla general, las tres primeras divisiones de la introducción
que acabamos de bosquejar constituyen asigna turas de cursos separa-
dos de lenguas o historia, en tanto que la introducción al Antiguo
Testam ento, como tema académico, está restringida a las últimas seis
divisiones. Además, dentro de la introducción caben dos subd ivisiones
principales: introducción gen eral e introducción especial.
La introducción general se ocupa de todo lo relativo al texto (tanto
de los idiomas originales en que fue escrito como de las primeras ver-
siones a las cuales fue inicialmente traducid o). También considera el
can on, es decir , el problema de cuáles son los libros verdaderamente
inspirados y provistos de autoridad , y el período aproximado de la
historia en que fueron reconocidos como tales por el pueblo de Dios.
INTRODUCCIÓN 17

Establece el origen y la extensión del canon y del orden y preservación


de los libros que involucra. En razón de que el problema de la fecha y
de la patern idad literaria del Pentateuco (los cinco libros de Moisés)
está tan ligado a la teoría del canon, gen eralmente se lo incluye en el
campo de la introducción general.
En cuanto a la introducción especial se ocupa aisladamente de cada
uno de los libros del Antiguo Testamento , dando cuenta de su paterni-
dad literari a, de su fecha, de su propósito y de su integridad. Puede,
además, referirse a la estructura general y al mensaje básico de cada
libro , si bien el tratamiento detallado de su con tenido pertenece más
bien al ámbito de un curso de investigación bíblica y no de una
introducción.

L A RELACIÓN ENTRE EL A NTIGUO Y EL N UEVO T ESTAMENTO

Los escritores del Nuevo Testamento consideraron los libros del


Antiguo Testamento (la ley y los profetas) como un solo cuerpo literario
(las Escrituras), cuya paternidad literaria le corresponde en última ins-
tancia a Dios mismo, quien utilizó autores humanos que escribieron su
verdad bajo su dirección infalible (cf. Gálatas 3:8; 2 Pedro 1: 20 ). Los
inspirados apóstoles consideraron que lo que importaba era la inten-
ción del divino Autor de las Escrituras h ebreas; la intención del autor
humano entraba en la categoría de meramente secundaria. Hasta podía
darse e l caso de que el autor humano de la profecía del Antiguo Tes-
tamento no entendiera en toda su plenitud el significado de lo que
escribía, a pesar de que sus palabras expresaban el propósito del divino
Autor que las inspiró (ver 1 Pedro 1:10-11 ). Los escr itores del Nuevo
Testamento vi eron en la totalidad de las Escrituras Hebreas un tes timo-
nio de Jesucristo, el hombre perfecto que cumplió la ley; el sacrificio y
sumo sacerdote de las ceremonias rituales; el profeta, sacerdote y rey de
quien predijeron los profetas; el amante que describieron los libros
poéticos. Vieron significaciones proféticas aun en los acontecimientos
históricos relatados en el Antiguo Testamento. Así, por ejemplo, el
cruce del mar Rojo prefiguró el bautismo cristiano (1 Corintios 10:1-2 );
la conquista de Canaán por Josué prefiguró el reposo espiritual que
los cristianos alcan zan por la fe (Hebreos 3-4); y e l llamado de Israe l
para abandonar a Egipto prefiguró la experiencia del niñ o Jesús
(Mateo 2:15).
En térm inos generales podemos decir que el Antiguo Testamento
expuso los preparativos de los cuales el Nuevo Testamento sería el
cumplimiento; fue la semilla y la planta de la cual el Nuevo Testamento
sería el glorioso fruto. Precisamente porque Jesús de Nazaret cumplió lo
que predijo el Antiguo Testamento , su vida y sus obras poseyeron
absoluta ultimidad, no reduciéndose a ser nada más que un maestro
18 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA L'!TRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

como tantos otros. Y también por esta razón el Evangelio de Cristo está
imbuido de una divina vali dez que lo hace diferente de todas las re-
ligiones ideadas por los hombres. El Antiguo Testam ento demuestra
que Jesús y su iglesia fueron hechos providenciales, la person ificación
de los propós itos de Dios; el Nuevo Testamento prueba que las Escritu-
ras hebreas con stituyeron un organismo coh erente e integrado , enfoca-
do sobre un único y gran tema, y que exhibieron un solo programa de
redención.

L A FAMILIA SEMÍTICA DE LENGUAS

De la m isma manera que el genio del idi oma griego impuso su sello
en la revelación del Nu evo Testamento y en los términos en que se
entregó su mensaje, así también el genio del idioma hebreo fue un
factor determinante en la exp resión del mensaje del Anti guo Tes-
tamento. Estableció una gran diferencia el hecho de que el griego fue
preciso al expresar el tiempo cronológico y que el hebreo puso s u
principal hincapié sobre el modo de acción y no sobre los tiempos
verbales. Un a adecuada in terpretación de la revelación del Antiguo
Testamento exige un total dominio de estos rasgos pecu liares del verbo
hebreo y de la sintaxis h ebrea en general; de lo contrario la Escritura
resultará incomprensible y desvirtuada.
En gran medida el hebreo compartía con el resto de los idiomas
semíticos estas caracterís ti cas gramatica les y de sintaxis. Por ello es
importante analizar estos idiomas afines y obtener de ellos la luz que
puedan arrojar sobre el uso del h ebreo. Más aún, en lo q ue se refiere al
vocabulario, reviste máxima significación el estudio comparado de las
lenguas semíticas. Ocurre a menudo qu e un vocablo que aparece
solamente una o dos veces en la Biblia hebrea es de uso común en
algunas de las lenguas afines , lo que p erm ite, por comparación, inter-
pretarlo con amplio margen de seguridad.
La clasificación tradicional de las diversas lenguas semitas las di-
vidía, según la localización de las naciones que las hablaban, en Norte,
Sur, Este y Oeste. La lengua semita del Este suponía un solo idioma
principal, el acádico, que admitía una división en los dial ectos babiló-
nico y asirio, con escasos matices diferenciales. Las lenguas semitas del
Sur, incluían el árabe (subdividido en árabe del Norte, el lenguaje
clásico y literario; y árabe del Sur, con sus subdialectos : sabeo, mineo,
gatabaní y el hadramí) y el etíope anti guo o clásico (o Geez) con su
moderno descendiente el amárico. Las lenguas semitas del Norte abar-
can la fam ilia aramea , a la que se divide habitualmente en las ramas
oriental y occid ental (la orien tal es la base del idioma siríaco de la era
cristiana, y la occidental, la base del arameo bíblico tal cual se lo
encuentra en Daniel y Esdras). Las lenguas semitas del Oeste (a menudo
INTRODUCCIÓN 19

clasificadas por los eruditos modernos con el arameo en lo que se ha


dado en ll amar len gua semita del Noroeste) abarca el ugarítico , el feni-
cio y el cananeo (d el cual el hebreo y el moabita son di alectos) .
Otras lenguas no semíticas que ejercieron alguna influencia sobre el
idioma hebreo fueron el camítico d e Egipto (si bien algunos eruditos
ve n en el idioma egipcio un primitivo parentezco con el grupo de
idiomas semitas); el s umerio, el idioma aglutinante (d istinto totalmente
a toda lengua con ocida) d e la primitiva raza no semítica que conqu istó
y civilizó la Baja Mesopotamia antes de la a parición d e los babilonios; y
el persa indoiranio , id ioma lejanamente emparentado con el griego.
Todas estos id iomas contribuyeron , en mayor porcentaje , al vocabula-
rio del hebreo bíblico.
CAPITULO 2
LA INSPIRACION DEL ANTIGUO
TESTAMENTO

Antes de iniciar un estudio crítico más enjundioso sobre el Antiguo


Testamento, conviene que nos pongamos de acuerdo en el planteo
básico sobre la clase de libro que es. Si se trata meramente del producto
del genio humano, al igual que muchos documentos en base a los
cuales se han fundado diversas religiones, entonces los datos que halla-
mos deben ser manejados de una manera específica. En otras palabras,
estos santos escritos deben ser evaluados en términos puramente lite-
rarios, y deben proponerse explicaciones naturales a todo hecho que
aparezca como sobrenatural [como el caso del cumplimiento de la
profecía). Si, por el contrario, los treinta y nueve libros del Antiguo
Testamento fu eron inspirados por Dios , que emp leó instrumentos
humanos para registrar la verdad que reveló a los hombres, en ese
caso los datos d eben ser mane jados d e muy distinta manera. Es
decir, todo cuanto pareciera ser inconsecuente con esa norma de cer-
teza y verdad que presupon e la inspiración di vina debe ser cuidado-
samente investigado para procurar una reconciliación satisfactoria de
aparentes discrepancias. De ahí que todo el proceso de la investigación
estará profundamente influido por la premisa con la cual se inicia.

EviDENCIAS EN F AVOR DE LA INSPIRACIÓN GLOBAL DE LA BIBLIA

No es este el lugar para enfrascarnos en un exhaustivo tratamiento


de las evidencias cristianas ; eso incumbe a los libros de texto sobre
apologética. Pero nos parece apropiado sugerir aq uí , al menos suma-
riamente, las causas por las cuales nos parece razonable y correcto
comenzar con la premisa de que el Antiguo Testamento es una co-
lección de libros inspirados por Dios.
1. Queda, por supuesto, u na tercera posibilidad: que Dios haya escogido reve lar su
verdad a través de una revelación imperfecta en la cual la verdad aparece mezclada con el
error. Pero esto sería un tipo de revelación totalmente inútil o insólita, puesto que re-
queriría un criter infalible para discernir entre la verdad y el error. Véase en este capítu lo
la sección titulada "Infalibilidad de los autógrafos originales".

20
LA I NSPIRACIÓN DEL A NTIGUO TESTAME NTO 21

En primer lugar, hay una significativa unidad que subyace en toda


la colección de treinta y nueve libros del Antiguo Testamento, lo cual
revela una intercon exión orgánica qu e se manti ene sin variantes a lo
largo de muchos s iglos que demandó su composición. Estos libros ex-
hiben una notable unicidad de propósito y programa, cuya explicación
razonable es que su elaboración proviene de una so la mente, la mente
de l Autor divino.' (Un tratamiento clásico de este aspecto de las Sagra-
das Escrituras lo hallamos en el capítulo 2 de la obra de James Orr
titulada Problem of th e Old Testament [POT]- El problema del Anti-
guo Testamento- . Si bien publicó esa obra en el año 1907 [Nueva
York: Scribner], los argumentos esgrimidos por Orr nunca fueron re-
futados con éxito y mantienen su vigencia hoy en día.)
En segundo lugar, de todas las religiones que hay en el mundo,
solamente la religión hebreo-cristiana ofrece una epistemología (cien-
cia de l conocimiento religioso) lógicamente defendible. El resultado
final de cuatro mi l años de investigación humana y disquisiciones
filosóficas es que, aparte de la Biblia, no se ha logrado otra cosa que
insol ub les discrepancias y confusión en todo e l ámbito religioso.
Algunos teóricos han propuesto la elaboración de un sistema ético
acompañado de un vago teísmo al que denomin an religión mundial.
Pero se mantiene inalterable el hecho de que las tensiones entre el
cristianismo, el judaísmo, e l hindu ismo, el budismo y el islamismo son
tan agudas hoy como lo fueron siempre, s i bien en la actua lidad los
métodos de propagación o protección utilizad os son más moderados
que antaño . Todavía dan respuestas tota lmente diferentes al interro-
gante: ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Comparemos, por contraste, la situación que se observa en el ám bito
de la medicina y de la ciencia. Los muchos s iglos de experimentación e
investigación han dado por resultado un acuerdo gen eral, en tre todas
las naciones civilizadas, en cuanto a las leyes bási cas de la quím ica y de
la física. En realidad , la aparición de nuevos datos obliga a una per-
manente y constante revisión de las teorías y conclusiones que publi-
can los científicos año tras año; pero en términos generales, el mundo
científico concuerda en todas las naciones del globo.
2 . Claro está que es posible tratar los escritos del Antiguo Testamento de una manera
artificialmente diseccionista en aras de una teor[a de diversas fuentes y paternidad litera-
ria conglomerada. Quien haya abrazado tales teorias no está obligado a interpretar textos
a la luz de s us contextos y marcos totales, porque siempre puede. por ingeniosos ardides
interpretativos, encontrar desacuerdos y discrepa ncias entro las fu entes. Puede hallar
diversos puntos de vista e inconsecuencias en cualqu ier obra dada, que nunca se le
ocurrirían como tales al lector d esprejuiciado que simplemente lee el libro para cap tar su
mensaje. Pero aun el d iseccionista doctrinal d ebe fi nalmente reconocer que en la forma
en la cual nos llegado las Escrituras hebreas, hay poquísima diferencia, en caso de que la
haya, entre el concepto de Dios en el pacto que aparece en la última porción d el Antiguo
Testamento, y el q ue so encuentra en sus primeras secc iones escritas . Ni pu ed e haber
duda alguna de que desd e el punto d e vista de Cristo y de los apóstoles del Nuevo
Testamento, la totalidad del Antiguo Testamento representó una so la unidad que habló
como una sola voz: " las Sagradas Escrituras " .
22 RESEÑA C RíTICA DE UNA I NT RODUCCIÓN i\L ANTIGUO TESTAMENTO

Sin embargo, en el caso de la religión, que trata d e problemas de


máxima importancia para la humanid ad , n o hay con senso alguno.
Ocurre a m enudo que d os hombres que han sid o criados como herm a-
nos en el mismo hogar, que h an gozado de las mismas ve n tajas educa-
cionales, y poseen igual grado de inteligen cia , sostien en pun tos de
vista religiosos diametralmente opuestos . Si fuera posible que el in-
genio humano y la investigación científica lograran resu lta dos positi-
vos en el ámbito de la m etafísica , hombres de igual educación e
inteligencia seguramen te lograrían cierto grado de acuerdo (tal como
ocurre en la filología o en la cien cia). Sin embargo, nada es tá tan lejos
d e la realidad en lo que se refiere a la religión. A penas si estamos más
cerca de lograr un acuerdo h oy en d ía q ue lo que estu vieron nuestros
an tepasados cuatro m il años atrás, y tal vez m enos aún , porque en aquel
entonces n o habían inventado todavía el naturalism o ateo. La conclu-
sión lógica es que la investigación humana, au n con la más cu idad osa y
científica metodología, n o lleva a n ada más sóli do qu e meras conjeturas
en lo relativo al alm a y al sen tido de la vida . El hombre, por su propia
búsqueda, no pued e descubrir a Dios; en el mejor de los casos sólo
podrá hacer conjeturas.
¿Cómo , enton ces, podemos con ocer a Di os, o saber c uál es su volun-
tad para n uestras vidas? ¡Solamente si él se nos revela ! A menos que él
nos lo diga, jamás sabremos las respu estas acertadas para esos interro-
gantes que reviste n la m áxim a importa ncia para nosotros , como seres
h umanos . Al llegar a este punto es fund amen tal anotar que la Biblia se
nos presen ta com o la revelación escrita de Dios. Esto significa que
estamos frente a u n li bro en el cual Dios nos da las respuestas para los
grandes interrogan tes que nos p lanteamos y que conciernen a n uestra
alma, y q ue toda la sabidu ría y la ciencia d e los hombres son incap aces
de resolver con algú n grado d e certeza y exactitud. La Bibl ia afirma, de
sí mism a, que es la revelación especial de Dios; por lo tan to, debe
reconocérsela en su afirmación de ser la fuente apropiada de la cual se
puede obten er un co nocim iento fidedigno d e la verdad religiosa .3 La
Biblia sostiene que sus palabras p rovien en de Dios m ismo: " Asi h a

3 . Por cierto que existen varias escrit u ras religiosas q ue ti enen , con res pecto de sí m is-
mas , la m is ma pretens ión , tales com o el Corón y el Libro de Morm ón. Sin embargo ,
debemos co nvenir en que esos dos documentos carecen de las credenciales que autenti -
can la Biblia com o el verdad ero registro d e la revelación de Dios . Por sobre todo les fa lta
la vali dación ele las profe cías previas a los hechos y su subsiguiente cum plim iento , y la
ubicua presencia del d iv ino-h umano Redentor. El Libro d e Mormó n está viciado de
nu merosas inconsecuenc ias e inexactitud es h istóricas; y e l Corán (que pretende haber
sido di ctado por un arquetipo celes tial coeterno con Alá) exhi be no solo las más asombro-
sas inexactitudes hi stóricas, sino ta mbi én los cambian tes pu ntos ele vista de un autor
humano (Mahoma) a la luz ele los acontecimientos co rrientes ele su é poca. No hay compa-
ración posible entre la Biblia y estos otros libros, cuando se analiza la grandeza y sublim i-
dad de los pen samientos qu e comunica o el pod er con el cual penetra en el alma y
provoca cambios que duran toda una vida. (Para detalles más específicos, véan se los
Apén d ices 2 y 3.)
LA I NSPIRACIÓN DEL A NTIGUO TESTAMENTO 23

dicho jehová." Si hay un Dios, y si le preocupa nuestra sa lvación, esta


es la única forma (aparte de la directa revelación de Dios a cada indi-
viduo de cada sucesiva generación) en que él puede impartirnos, de
manera fidedigna, este conocimiento. Debe hacerlo a través de un con-
fiable relato escrito , tal como la Biblia afirma serlo.'
I NFALIBILIDAD DE LOS A UTOGRAFOS Ü RIGI 'ALES

A continuación debemos formularnos .la siguiente pregunta: ¿Qué


clase de relato nos deparará este libro? ¿Será un relato que contiene
diversos tipos de errores? ¿Será un relato exento de todo error? Si esta
revelación escrita contiene errores, mal puede cumplir el propósito que
alega tener, es decir, hacer conocer al hombre, de una man era inequívo-
ca y fidedigna, cuál es la voluntad de Dios para su salvación. ¿Por qué
afirmamos lo anterior? Porque un error demostrado en una parte abre la
posibilidad de que haya otros errores en otras partes de la Biblia. Y si
resulta que la Biblia es una mezcla de verdades y errores, entonces es
un libro como cualquier otro.
No hay duda alguna de que existen verdades en todos los otros
documentos religiosos conocidos por el hombre, tales como el Corán,
los Vedas, los Upanishads, los Analectas, la Ilíada y la Odisea , aun
cuando esta verdad coexista con abundantes errores. ¿Qué hacer con
este tipo d e libro que contienen verdades y errores? Lo único que se
puede hacer con ellos es someterlos a la facultad críti ca de la razón
humana. Es evidente que, dentro de ciertos límites , las facu ltades de
raciocinio del hombre tienen la legítima y necesaria función de sopesar
las evidencias presentadas por es tos documentos y decidir si armoni-
zan y son compatibl es con un origen divino . Se trata de reconocer la
identidad de una pretendida revelación y deci dir si es Palabra de Di os o
no. La razón humana es competente para juzgar estas evidencias, apli-
cando la regla de la contradicción inherente y demás canones de la
lógica, y determinar si los datos brindados por el texto cuadran con sus
afirmaciones de origen divino. (Ya lo señalamos en la nota marginal

4. ¿_Y qué deci r de la tradición oral? ¿No puede, la infalible verdad de Dios. ser trans miti-
da de boca en boca a través d e sucesivas generacion es? Sí, por supuesto qu e sí, y sin d uda
alguna ciertas porciones de la Biblia fueron así preservadas durante muchos años antes
de hallar su fo rma escrita autori zada. Pero la trad ición oral es necesariamen te fluid a en su
carácter y está en constante peligro d e corrupción debido al factor subjetivo. es dec ir. a la
incierta memoria del cus todio de dicha tradición. El legado de la fe fue transmitido en su
mayor parte en forma oral d urante mil enios, desde Adán hasta Moisés, pero la for ma
escrita fi nal que le dio Moisés contó con la supervisión es pecial del Esp íri tu Santo, para
poder garantizar su divina confiabilidad. Las prop ias Escrituras ponen el mayor d e los
énfasis sobre su estado escrito, y casi nunca le asign an confiabilidad d ivi na a la tradi ción
meramente oral. Si bien es cierto que las palabras que pronunciaron Moisés, los profetas,
jesús de Nazaret y los apóstoles contaron con el sello d e au torid ad desde el preciso
instante en que se emitieron. también es cierto que no había otra forma segura de preser-
varlas exce pto por la escrit ura (es decir. registrarlas por escrito. bajo la dirección del
Espíritu Santo).
24 RESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NT IGUO TESTAMENTO

An tiguo Equipo de Escritura Egipcio. Los escritores bíbli cos pudieron


haber utilizado a lgo similar. (Cortesía del Museo Británico.)

número 3, que solamente la Biblia, a diferencia de todos los demás


documentos religiosos , contiene evidencias decisivas sobre su inspira-
ción y autoridad divinas.)
Pero es cosa muy distinta que la razón h umana pretenda abrir juicio
sobre la revelación divina como tal y determinar su fa lsedad o veraci-
dad. Para que tal juicio sea válido, debe proceder de u n juez que posea
un conocimiento de una verdad metafísi ca superior a la de la revela-
ción misma. En otras palabras, para que el hombre pueda abrir un juicio
valedero en cuanto a la veracidad de la Biblia , debe conocer más de
Dios, y del alma y de las verdades espirituales, que la Biblia misma.
Pero obviamente no es este el caso, como ya lo señalamos (pág. ), y
por lo tanto el hombre depende íntegramente de la revelación divina
para adquirir este trascendental conocimiento. Por esta razón, si la
revelación nos ha de ser entregada en forma útil y confiable, que no
dependa del juicio falible del hombre, debe serlo en forma infalible. De
no ser así, dependería, para su validación, en última instancia, de la
autoridad del hombre y por ello, precisamente, no serviría como revela-
ción confiabl e de la verdad divina.
L A i NSPIRACIÓN DEL ANTIGUO T ESTAMENTO 25

L A T RANSMISIÓN T EXTUAL NO ES NECESARIAMENTE I NFALIBLE

Aq uí debemos es tablecer una clara d istinción. La infa libilidad


(libertad de todo error] es necesaria solamente para los manuscritos
originales (autógrafos] de los libros bíblicos. No puede haber habido en
ellos ninguna equivocación o error , pues de ser así no podrían haber
sido realmente inspirados por el Dios de la verdad en quien no hay
tinieblas de ninguna clase. Dios jamás pudo haber ins pirado a un autor
humano de la Escritura a escribir nada errón eo o fal so. 5
¿Pero qué diremos del texto bíblico tal cual lo te nemos ahora? ¿Está
libre ese texto de todo error, de cualqui er clase que sea? No, p or cierto ,
cuando se trata de errores atribuibles a los copistas, pues hallamos
discrepancias en las copias manuscritas que tenemos a nuestra disposi-
ción, aun en las co pias más antiguas, de los primeros siglos. Algunos
errores de pluma se fi ltraron en las primeras copias que se hicieron de
los manuscritos originales, a los cuales posteriormente se sumaron los
errores de transmisión, en las copias de las copias. Fue un hecho casi
inevitable que ocurriera de esa manera. No hay ningún ser humano que
pueda copiar, s in un solo error, el texto íntegro de un libro. (¡Invitamos
a quienes duden de la anterior afirmación a que lo hagan !] Nada, a no
ser un milagro, garantizaría la infalibilidad en la copia de un manuscri-
to original.
Aceptado, entonces, que se han introducido errores en nuestros
textos, tal cual los tenemos ahora ¿cómo podrán servir como medio

5. Podrá plantearse la cuestión en cuanto a la infa libilid ad d e las fuentes de las cuales el
registro escritura! (tales co mo las tablas genealógicas de Génesis y de Crón icos) pudo
haberse cop iado. Si se co nsu ltaron los archivos de los templos o los registros palaciegos
(como probablemente ocurrió] y s i estos registros fueron escritos previamente por hom-
bres no inspirados (como también ocurrió probablemente) ¿por qué no podemos limitar
la infalibilidad a la mera exactitud en copiar el registro humano. estu viera o no libre d e
error tal registro? En otras palabras: ¿por qué no pudo haber errores inspirados en las
Escrituras?
Debemos responder esta pregunta con otra: ~qu é d iferencia esencial exis te entre un
registro humano fali b le y un orador humano !alible? Si las palabras escritas por los
hombres podian ser aceptadas en la Escritura, aun erróneas y equ ivocadas, ¿no se deduce
de ello que también pued en aceptarse sus palabras habladas? ¿Qu ién p uede su poner que
todo lo que hablaron Moisés, lsaías o Malaquías estuviera libre de error? ¿No es cierto,
acaso, que en el momento en que emitían la Palabra de Dios. su emisión era infalible? De
la misma manera en que Dios uti lizó la comunicación oral de ellos para revelar su verdad ,
salvaguardándola del error hasta ser registrada en forma escrita. as[ también Dios podía
tomar erróneos archi vos h umanos y dirigir al autor humano para evitar tod os sus errores
y registrar únicamente lo que en reali dad era cierto. Tod o lo que la Escritura afi rme haber
sido h istóricamente cierto, p rescindiend o d e las fu entes intermedias d e in formació n,
debe ser considerado confiabl e y fidedi gno. Es esencialmente ind iferente que la fuente
haya s ido escrita u oral. o si provino de una mano humana falib le o de una boca humana
falible; en cualquiera de los dos casos, el Espíritu Santo eliminó los errores y aseguró la
escritura de la verdad. Todas las discrepancias que nos han llegado en el texto recibido de
las Escrituras hebreas. se explican p erfectamente bien por los errores cometidos en trans-
misiones textuales posteriores. No hay necesidad alguna de recurrir a una teoria de
errores cop iad os en los autógrafos originales. y el hacerlo haría peligrar la autoridad de
las Escrituras como un todo.
26 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO TESTAMENTO

fidedigno para revelar la voluntad de Dios? ¿Nos hemos vuelto, acaso,


al problema de los libros que contienen tanto verdades como errores?
De ninguna manera, pues hay una gran diferencia entre un documento
que estuvo equivocado desde un principio y un documento que expre-
só la verdad en el original pero que fue mal cop iado. Al leer la carta de
un amigo o de un fam iliar podemos hallar los habituales errores de
pluma, tales como pos en lugar de por o des por del y por un simple
proceso de corrección, a la luz del contexto general, entender el sentido
que quiso darle el remitente . Solamente en los casos en que los errores
que se han filtrado en las copias son de tal magnitud que cambian
totalmente el sentido, podrá malograrse el m ensaje en su correcta co-
municación. Pero si la carta procediera de un remitente confundido,
equivocado o engañoso, en ese caso las equivocaciones y las informa-
ciones e rróneas estarían vic iadas de nulidad y perjudicarían al
destinatario.
Esto nos lleva al problema de la fidelidad en la transmisión del
texto bíblico. Hay numerosos tipos de errores de manuscritos que el
crítico textual puede descubrir en los primeros manuscritos del Anti-
guo Testamento. (A esto n os vamos a referir en el capítulo 4.) ¿Son estos
errores de tal magnitud que pervierten el mensaje o imposibilitan tra-
ducir su verdadero significado? Si así fuera, los propósitos de Dios se
habrían frustrado ; no podría transmitir su revelación de una manera
que la entendieran correctamente las generaciones futuras. Si no ejer-
ció una influencia restrictiva sobre los escribas que escribieron las
copias normales y au torizadas de las Escrituras, entonces ellos corrom-
pieron y falsificaron el mensaje. Si el mensaje fue falso, el propósito de
entregar una revelació n escrita ha terminado en un rotundo fracaso , ya
que tal Escritura corrupta no pasaría de ser una mezcla de verdad y
error, n ecesariamente sujeta al juicio humano (en vez de juzgar ella
al hombre).
¿Tenemos alguna evidencia objetiva de que Dios no permitió que
errores de transmisión corrompieran o pervirtieran su revelación? Sí, la
tenemos, pues un cuidadoso estudio de las variantes (diferentes copias
o versiones) de los div ersos manuscritos más antiguos revela que nin-
guna de ellas afecta una sola doctrina de las Sagradas Escrituras. Todo
el sistema de verdades espirituales contenido en el texto hebreo normal
del Antiguo Testamento n o se ve alterado ni comprometido en lo más
mínimo por ninguna de las diversas copias o versiones halladas en los
manuscritos hebreos más antiguos que se encontraron en las cuevas del
mar Muerto o en otros sitios. Para verificar la anterior afirmación es
suficiente leer la lista de variantes en la edición hebrea de la Biblia de
Rudolf Kittel. Es evidente, a todas luces, que la inmensa mayoría de las
mismas revisten tan poca importancia que no afectan en lo más mínimo
los principios doctrinarios.
LA I NSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 27

A este respecto debe quedar claramente sentado que el Antiguo


Testamento difiere de toda otra obra literaria precristiana que conozca-
mos. En realidad no poseemos, por lo ordinario, semejante cantidad de
distintos manuscritos de origen pagano, provenientes de regiones tan
dispares, como ocurre en el Antiguo Testamento. Pero en los casos en
que sí contamos con ellos, como por ejemplo en la obra egipcia El libra
de los muertos, las diferencias son mu cho mayores, tanto en su canti-
dad como en s u naturaleza. Así, por ejemplo, es notoria la diferencia
que existe entre el cap ítulo 15 que figura en el papiro de Ani [escrito en
la decimoctava dinastía) y el mismo capítulo en el papiro de Turín [de
la vigesimosexta dinastía o posterior). Se insertan o eli minan claúsulas
enteras, y el sentido en columnas paralelas del texto es, en algunos
casos, totalmente distinto.
Aparte de la intervención y dirección divina en la transmisión del
texto hebreo, no hay razón alguna por la cual el mismo fenómeno de
discrepancia y de cambios no se produjera también en los manuscritos
hebreos escritos con siglos de diferencia. No obstante que las dos
copias de Isa ías descubiertas en la cueva número 1 de Qumram, en las
proximidades del mar Muerto, en el año 1947, eran mi l años más anti-
guas que e l más antiguo manuscrito conocido hasta el momento (980 d.
de J.C.) resultaron ser idénticamente iguales, palabra por pa labra, con la
Biblia hebrea normal. en más de un 95 por ciento del texto. El cinco por
ciento de las variantes con sisten principalmente en obvios errores del
copista y d iferencias de ortografía. Aun los fragmentos de Deuterono-
mio y de Samuel, de los manuscritos del mar Muerto , que indican
pertenecer a un diferente grupo o famil ia de manuscritos del que fue
tomado nuestro actual texto hebreo, no indican diferencias ni de doctri-
na ni de enseli.anza. No afectan, en lo más mínimo, el mensaje de la
revelación.

LA D ocTRINA DE LA I NSPIRACióN SosTENIDA POR LA PROPIA E sCRITURA

¿Sostiene la Biblia su infalibilidad? Se ha dicho a veces que las


Sagradas Escrituras en ningún momento pretenden ser infalibles. Pero
una cuidadosa investigación permite demostrar que toda vez que se
menciona el tema, resulta que sí, que afirman su absoluta autoridad
como la infalible Palabra de Dios.
Mateo 5:18: "Porque de cierto os digo [Cristo] que hasta que pasen
el cielo y la ti erra, ni una jota [la letra más pequeli.a del alfabeto hebreo]
ni una tilde [virgulilla que distingue ciertas letras del alfabeto hebreo]
pasará de la ley [el Antiguo Testamento]. hasta que todo se haya cum-
plido." Esto indica que no solamente los pensamientos trasmitidos por
las Sagradas Escrituras sin o también las palabras mismas, como vehícu-
los válidos de aquellos pensamientos, letra por letra, ll evan en sí la
28 RESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMEl\'TO

infalible verdad y con toda seguridad alcanzarán su cumplimiento y


realización .
Juan 10:35: "La Escritura n o puede ser quebrantada; " implica lo
mismo qu e lo anterior.
2 Timoteo 3:16: 'Toda la Escritura es inspirada por Dios,0 [theop-
neustos] y útil para enseñar." Según el uso qu e le da e l Nuevo Tes-
tamento, puede afirm arse que "escritura " (graphé) se refiere a todo el
canon de los 39 libros del Antiguo Testamento tal cual los tenemos hoy
en día. 2 Pedro implica que las epístolas de Pablo en el Nuevo Tes-
tamento, también gozan de la misma jerarquía de Escrituras ins piradas
(graphai).
Hebreos 1:1 ,2: " Dios , ... habiendo hablado . .. por los profetas ...
nos ha hablado por el Hijo. " Esto sostiene la misma infalibil idad para
los escritos de los profetas del Antiguo Testamento como la que asigna
a los men sajes del mismo Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento.
1 Pedro 1:10-11: "Los profetas [del Antiguo Testamen to] que pro-
fetizaron de la gr aci a destinada a voso tros , inq u iri er on y
diligentemente indagaron acerca de esta salvación , escudriñando qué
persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos,
el cual anunciaba d e antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias
que vendrían tras ellos." Se dedu ce de lo anterior que el Espíritu Santo
moraba en los autores d el Antiguo Testamento y que dicho Espíritu los
dirigió para que escribieran palabras de infa li ble verdad y seguro cum-
plimiento, s i bien los propios autores humanos desconocían en toda su
plenitud, el verdadero s ignifi ca do de esas palabras dirigidas di-
vinamente. Debido a versículos como los que acabamos de anotar, al
interpretar la Escritura debemos tratar de establecer no meramente la
intención del autor humano que escribió las palabras , s ino también (lo
cual es más importante aún) la intención d el di vino Autor que dirigió la
escritura de esas pa labras.
2 Pedro 1 :21: "Porque nunca la profecía [los escritos proféticos del
Antiguo Testamento] fue traída por voluntad humana, sino que los
santos hombres de Dios hablaron siendo insp irados [impe lidos , de la
misma manera que el viento empuja un barco a vela] por el Espíritu
Santo." En sus palabras (tal como fu eron cons ignadas en el papel),
estos autores del Antiguo Testamento que profetizaron de Cristo fueron
movidos en forma sobren atural para expresar una infalible verdad, ver-
dad que no debe subordinarse a "interpretació n privada" (versículo
20).
Todos estos pasajes se suman como argumento en favor de esta
doctrina de la inspiración: que la exactitud es inmanente a todo el texto
6. Esta palabra realmente debería trad ucirse "espirada por Dios" y no " inspirada por
Dios". El hincapie corresponde al origen d ivino de la revelación escrita prop iamente
dicha, y no a una cualidad especial inculcada en las palabras de la Escritura.
LA I NSPIRACIÓN DEL A NTIG UO TESTAJv!ENTO 29

del Antiguo Testamento, al igual que al del Nuevo Testamento, de


modo tal que en su totalidad y en todas sus partes, la Biblia es infalible
en cuanto a la verdad y terminante en cuanto a su autoridad. Esta
exactitud y preci sión se extiende tanto a temas históricos y científicos
como a teológicos y morales. Algunos eruditos, tales como Henry P.
Smith y Charles A. Briggs, han procurado establecer una diferencia
entre estos dos tipos de verdades, y permiten un margen de error en
asuntos referentes a la historia o a la ciencia. A esta posición se oponen
dos inevitables objeciones. En primer lugar, el Nuevo Testamento no
hace semejante dis tinción: la historicidad literal de Adán y Eva va
implícita en 1 Timoteo 2: 13-14 (de lo con trario el comentario de Pablo
carecería totalmente de valor]; también el 1 Corintios 11:8-9 que sos-
tiene claramente que Eva fue literalmente formada de una parte del
cuerpo de Adán , tal como Jo expresa el relato de Génesis 2:22; la ex-
peri encia literal de jonás, de permanecer tres días en el vientre de un
gran pez es absolutamente esencial si ha de servi r de analogía de los
tres días de Cristo e n la tumba (Mateo 12:40.)
Es imposible rechazar la historicidad de estos dos episod ios tan
discutidos, sin rechazar la autoridad del Cristo de los Evangelios y del
apóstol Pablo en las epístolas. Respecto de la historicidad del diluvio y
del arca de Noé, veamos lo que el mismo Señor Jesucristo d ijo según
Mateo 24:38-39: "Porque como en los días an tes del d iluvio estaban
comiendo y bebiendo ... hasta el día en que Noé entró e n el arca, y no
entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos." En Mateo
19:4-5 , Jesús sostuvo que las palabras d e Génes is 2:24 fueron emitidas
por el Creador de Adán y Eva, inmediatamente después de unirlos
como marido y mujer. En Marcos 1 2:26 no deja lugar a dudas en el
sentido de que Dios mismo habló al Moisés histórico las mismas pala-
bras que figuran en Exodo 3:6: "Yo soy ... el Dios de Abraha m, Dios de
Isaac, y Dios de Jacob." Notemos también que en Lucas 11:51 , Jesús
coloca la historicidad del asesinato de Abel en un mismo plano de
igualdad con el asesinato de Zacarías.
En segundo lugar, no siempre es posible establecer una precisa
separación entre teología y ética e his toria y ciencia. Hay casos cru-
ciales que entrañan ambos tipos de verdad, como en el caso del literal e
histórico Adán (sobre cuya paternidad de toda la raza humana depende
íntegramente el argumento teológico de Romanos 5:14-19). Es imposi-
ble admitir un error en historia y ciencia sin terminar también en
errores de doctrina.
Esta ligera reseña de los puntos de vista de Cristo y sus apóstoles
sirve para indicar que ell os con sideraban el Antiguo Testamento, en su
totalidad, como el infalible registro de la revelación de Dios al hombre.
Dicho en otras palabras, el argumento básico para la lota! confi abilidad
de las Escrituras es la confiabilidad del propio Dios. Cuando habla la
30 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Escritura, es Dios quien habla; a diferencia d e todo otro libro jamás


escrito, la Palabra de Dios es " viva y eficaz" (Hebreos 4:12 dice que el
lagos de Dios es zón y energés], y que penetra hasta lo más recóndito
del hombre, y tiene la autoridad d e juzgar a tod as las d emás filosofías y
razonamientos humanos con absoluta y soberana autoridad. Sem ejante
prerrogativa de jui cio d e la Biblia exige presuponer su absoluta infalibi-
lidad , pues si se desliza ran errores en el texto original de la Escritura, a
cualquier ni vel, esos errores serían objeto d el criterio h uman o y la
Escritura dejaría de ser la autoridad que juzga al hombre.
En última instancia, entonces, todo hombre debe escoger entre una
de dos alternativas: la infalibilidad de las Sagradas Escrituras, o la
infalibilidad de s u criterio personal. Si la Biblia contiene errores en s u
texto, se requiere entonces un criterio humano infal ible para distinguir
válidamente entre lo falso y lo verdadero en la Escritura; se hace n ece-
sario que toda afirmación d el texto sagrado sea endosad a por un crítico
humano antes de ser aceptada como verdadera. Y puesto que los hom-
bres discrepan en sus juicios críticos, se requiere una abso luta infa libi-
lidad de parte de cada individuo para establecer un criterio válido en
cada caso. Aun el agn óstico debe asegurarse semejante infa libilidad de
criterio, porque no puede lógicam ente asumir una posición agnósti ca a
menos que pueda afirmar qu e ha analizado todas las evidencias exis-
tentes en favor de la au toridad de las Escrituras y ha llegado a un juicio
valedero en el sentido de que las evidencias son insuficientes para
probar la autoridad di vina de la Biblia como la Palabra de Dios. Estas
son, pues, las únicas alternati vas que se nos presentan al consi deraT las
Escrituras: ellas son infalibles, o lo somos nosotros.

CRITERJos Sus-BIBucos DE LA INSPIRACióN

Los que se inclinan a favor de una posición n eo-ortodoxa con res-


pecto a la inspiración de las Escrituras, recurren (como lo hace H. H.
Rowley, de Manchester] a lo que han dado en llamar la menta lidad d e
Cristo com o norma para juzgar entre verdad doctrinaria y error en la
Biblia. Por ejemp lo , sostienen que cuando Josu é y los israelitas mataron
a todos los habitantes de Jericó, lo hicieron movidos por sus primitivas
y salvajes ideas de justicia, y no por expreso mandamiento d e Dios tal
como lo registra De uteronomio 20:16-18. Las afirmaciones o jui cios
atribuidos a Dios en el Antiguo Testamento, pero que parecieran ser
demasiado severos de acuerdo a las norm as d e mansedumbre , pacien-
cia y amor de Cristo tal cual está n contenidas en el Nu evo Testamento ,
deben ser rechazadas como meras inven cion es humanas urdidas por
Israel en sus primeras etapas de desarrollo religioso. El criterio para
establecer la verdad es " la mentalidad de Cristo".
LA l NSPIRACIÚN DEL ANTIGUO T ESTAMENTO 31

Con todo , las inves tigaciones d emostrarán que muc has de las afir-
maciones de Cri sto, registradas en el Nuevo Testamento, chocan con
esta s upuesta " men tal idad de Cristo" d e una man era n otor ia. Observe-
m os, por ejem p lo, Mateo 23:33: " ¡Serpientes, gen eración de víboras !
¿Cómo esca pareís de la conden ación del infierno? " Y también en Mateo
25:41 : " Apartaos d e mí, malditos, a l fuego e terno pre pa rado para el
diablo y s us ángeles." No contamos con ningún escrito acred itado sobre
cómo era la mentalida d de Cristo, aparte de sus d ichos regis trados en
los Evangelios. Es incon secuente, d esd e todo punto de vista, establecer
una noción fil osófica sobre cuáles fueron los puntos d e v is ta d e Cris to,
en base a algunas de s us afirmacio nes regis tradas , y lu ego rechaza r la
autenticidad d e otras afirmaciones registradas en la mis ma fuent e, sim-
plemente porque e nt ran en conflicto con p referencias perso nales. Tal
procedimiento no s ign ifica otra cosa que im poner el criteri o humano
por enc ima de la Pa labra Escrita de Dios, y cons iderar como verdaderas
solamente las partes d e esa Palabra que la mente humana rubrica.
Pero ya hemos vis to que la razón humana es una h erram ienta inade-
cuada y desacreditada para al canzar un verdadero conoc imiento re-
ligioso. La Biblia debe juzgar al hombre; nunca el hombre puede juzgar
la Biblia. Su s fac u ltades de razonamiento debe e mplearlas e n la tarea
de interpretar d e mane ra consecu ente el me nsaje de la Biblia, para
poder comprender qué es lo que Dios quiere decir con las p alabras
escritas en la Escritura. Pero jamás d ebe emitir juicios adversos contra
claras enseiianzas de la Escritura, como lo establece la exégesis; si lo
hace, rechaza , en fo rma global , la autoridad de la Escr itura.
Más típ icamente neo-ortodoxo es el punto de vista que considera a
la Biblia como algo menos que la escrita Pa labra de Dios; la Biblia es
meramente un testimonio d e la Palabra de Dios. De acue rdo a esta
pos ición, la Palabra de Dios es un princ ip io dinámico qu e entra en
acción solamente cu ando se produce un enc uentro viviente o "existen-
cial" entre el creyente y Dios . Dios le habla con poder desde las páginas
del Escrito Santo y establece u na re lación personal, más que una mera
instilación en s u inte lecto de una verdad que revis ta el carácter de una
proposición. (Cua ndo hablamos aquí del ca rócter de una proposic ión
nos referimos al tipo de verdad que puede establecerse co mo una pro-
pos ición , tal como: "Dios es u n Espíritu eterno." Las proposic iones
pueden ser entendidas o captadas como m eros objetos d e conocimie n-
to, como las fórmul as matemáticas; pero la verdad div ina, sosti enen,
nunca pu ed e ser conocida a fondo por la m ente hu mana . La verdad
divina a lca nza al h ombre en un encuentro "Yo-Tú"; es como una co-
rrien te eléctr ica con polo n egativo y polo positivo como condición para
su existencia. ) Ya que el texto bíblico fue escrito por autores humanos ,
y todos los hombres son pecadores y están s ujetos a l err or , se d es-
32 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANT IGUO T ESTAMENTO

prende, según ellos, que tiene que haber errores en el texto bíblico
propiamente dicho.
Sin embargo, arguyen, el Dios viviente está capacitado para hablar
aun desde ese texto parcialmente erróneo y ll evar a los creyentes a una
relación vital con El en un encuentro salvador. Tal punto de vista sobre
la Biblia da lugar a todo tipo de errores tanto científicos como histó-
ricos, y a todos los juicios adversos de la alta crítica racionalista contra
la autenticidad de los escritos de Moisés, Isaías , Daniel y todos los
demás. Todos estos h allazgos pueden ser (y seguramente lo son) ver-
daderos en un detallado relato de cómo se originó la Biblia. Sin embar-
go, Dios ha escogido esta Escritura, tachonada de errores, para ser el
testimonio autorizado y único en su género, de su revelación, y tiene
la capacidad de utilizarla de una manera dinámica p ara "salvar" a
los hombres .
Así, en su celo por evadir los asaltos de la más alta crítica raciona-
lista sobre la confiabilidad del relato bíblico, y para rescatar la signi-
ficación del mensaje cristiano ante las objeciones científicas contra lo
sobrenatural, los teólogos del movimiento neo-ortodoxo han recurrido
a un criterio paradójico sobre la naturaleza de la revelación. Sostien en
la posición de que , por su misma naturaleza, la revelación divina no
puede ser registrada gráficamente. No bien queda aprisionada en pala-
bras, especialmente palabras que exponen proposiciones sobre Dios y
verdades espiritual es, se transforma en objeto de la mente humana y
ms poderes cognoscitivos. Cae, por lo tanto, bajo control humano , y
1ueda aprisionada en el ámbito d e la palabra escrita. La revelación, por
lo tanto, no ha de ser equiparada con doctrinas o proposiciones revela-
das sobre teología; más bien, consiste en un encuentro directo entre
Dios y el hombre, como un sujeto que se enfrenta a otro sujeto. La
revelación, por lo tanto, guarda una analogía con un encuentro perso-
nal entre dos seres humanos; llegan a conocerse mutuamente como
personalidades y no como un juego de estadísticas o asuntos informati-
vos, en una tarjeta d e identificación.
Desde ese mismo punto de vista puede estimarse que no reviste
mayores consecuencias el que los relatos registrados en la Escritura
sean precisos y exactos. El relato del Evangelio sobre el nacimiento
virginal, por ejemplo , o la resurrección corporal de Cristo, muy bien
pueden ser no históricos (puesto que las teorías científicas modernas
n o dejan lugar para sucesos milagrosos) , p ero no interesa mayormente.
Por medio de estas piadosas leyendas de la iglesia primitiva , podemos
encontrar a Dios y las realidades suprahistóricas a las cuales apuntan y
señalan estos relatos. El hecho de depender d e la infalible exactitud del
registro escrito de la Biblia es considerado como un obstáculo para la
verdadera fe. El dogma de la infalibilidad de la Escritura actúa como
una perniciosa muleta sobre la cual apoyarse; la verdadera fe se reman-
L A I NSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 33

ta por enci ma de los manifiestos errores de la Biblia a la verdad trascen-


dental hacia la cual ap unta la Biblia, verdad asequible a los creyentes
únicamente por medio de un encuentro persona l con el Dios viviente.
Pero a este punto de vista neo-ortodoxo se le opone una legión de
objeciones. Edifica la autoridad de la Escritura sobre bases de fe que no
pueden verificarse. ¿Cómo podemos estar seguros de que Dios no nos
habla desde las páginas del Corán (que fácilmente puede demos trarse
que está lleno d e errores y an acronismos), o desde el Libro de los
muertos egipcio, o de los Vedas, de la India? ¿Por qué solamente desde
la Biblia? La verificación objetiva no solamente es descartada como
impos ible, s ino que el deseo de realizarla es condenado como reprens i-
ble, terrenal y racionalis ta. ¡Solamente hay que creer! ¿En quién o en
qué? Pues en la Escritura, por cierto . Pero, lamentablemente, la Escri-
tura es totalmente ajena a esta propuesta neo-ortodoxa para alcanzar el
conocimiento religioso. Por el contrario, está erizada de verdades ex-
presadas en forma de proposición sobre Dios, verdades que pueden ser
reducidas a afirmaciones de credos o verosímiles, que la mente humana
puede captar intelectualmente. Tal vez esto pudiera exp licarse como
una manifestación de la falibilidad y fragilidad de los hombres peca-
dores que escribieron la Biblia. ¿Pero cómo llegar más a llá del texto de
la Biblia para alcanzar esa verdad más rarifi cada, inefable, s uprahistó-
rica, del encuentro personal que se supone yace en ese ámbito? Pues,
por un encuentro directo con Dios , ¡por supuesto! Bie n, ¿pero el en-
cuentro directo de quién? ¿De Barth? ¿De Brunner? ¿De Niebuhr? ¿De
Tillich ? Estos gigantes del movimiento neo-ortodoxo tienen notorios
desacuerdos teo lógicos entre ellos. Algunos, tal el caso de Barth, discre-
pan con ellos mismos, en forma sustancial, de década en década. Resul-
ta difícil entender de qué manera el eterno e inmutab le Dios puede ser
efi cazmente interpretado en el conocido Commen tary of Romans
(Comentario de la Epístola a los Romanos), cuando sus opiniones han
sufrido tan notabl es modificaciones de edición en edición.
En realidad de verdad, este punto de vista neo-ortodoxo sobre las
Escrituras plantea dificul tades mucho más serias que las que pretende
resolver. Es virtualmente imposible que los teólogos de la crisis hagan
afirmaciones sobre Dios o sobre la fe o sobre cualquier otro aspecto de
la verdad religiosa, que en última instancia no se apoyen sobre proposi-
ciones de la escrita Palabra de Dios. Por ejemplo, tenemos el aforismo
de William Temple respecto de las Sagradas Escrituras: "No podemos
citar ni una sola frase que lleve el sello d e autoridad de haber sido
emitida por el santísimo Dios. "' ¿Pero cómo sabe el arzobis po Temple
que h ay un solo Dios y no una legión de dioses, como enseii.an las

7. Will iam Temple, Nolure, Mon ond God (La naturaleza, el h ombre y Dios), (Londres:
Mcmil lan, 1953), pág. 350.
34 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TEST AMENTO

religiones paganas, o ningún Dios, como lo enseña el marxismo?


Solamente por la autoridad de la Biblia escrita , o de una iglesia pro-
fesante que ha confiado demostradamente en la autoridad infalible de
la Biblia. Y, además, ¿cómo sabe él que el único Dios verdadero es
" santísimo"? Unicamente porque la Escritura afirma que ell o es así, es
decir, ¡esa es una proposición afirmativa! Quitemos de la revelación
divina la autoridad del registro escrito, y las afirmaciones de Temple o
de Brunner o de cualquier otro maestro religioso respecto de las ver-
dades religiosas, quedan reducidas al nivel de simples conjeturas, total-
mente desprovistas de autoridad, y apoyadas en las mismas bases cues-
tionables de cualquier otra opinión humana.
¿Cómo podemos saber que la fe es un principio importante y salva-
dor, como insis ten los maestros neo-ortodoxos? Solamente porque así
lo enseña la escrita Palabra de Dios.
De otra manera ocurriría, como lo sostiene la mayoría del mundo no
cristiano, que la salvación se logra solamente por las buenas obras. Aun
la garantía sobre la posibilidad de un encuentro entre Dios y el hombre
nos la da la Sagrada Escritura y sus numerosos relatos sobre tales en-
cuentros. De otra manera, toda la "experiencia" del encuentro divino-
humano puede reducirse a simples alucinaciones o autosugestiones,
desprovistas de toda realidad metafísica.
Resul ta, pues, que toda afirmación religiosa de los ad herentes de
esta escuela depende, en última instancia, de la veracidad de la escrita
Palabra de Dios , las Escrituras hebreo-cristianas. Si estas Escrituras son
erróneas en alguna porción, pueden serlo en otras; de ninguna manera
podemos confiar en ellas ni en ninguna afirmación que los teólogos
neo-ortodoxos hayan derivado de las mismas , ni de todas sus afirma-
ciones doctrinarias sobre Dios, encuentro y fe que deriven de ellas. En
otras palabra, si no puede confiarse en la autoridad de la Biblia tal
como está escrita, entonces ninguna opinión de la teología de la crisis
tiene más valor que una mera opinión humana, a menos que, por ven-
tura, el teólogo disfrute, en su propia persona, justamente de los atribu-
tos de infalibilidad que le niega a la Escritura.
Esto nos lleva a la cuestión de la p eculiaridad de la fe neo-ortodoxa,
la fe que se remonta a Dios sin el concatenado dogma de la infalibidad
escrituraría. ¿Qué es la fe, sino la confianza en algo o alguien que no sea
uno mismo? ¿En qué o en quién, entonces, descansa esta exaltada fe?
Ostensiblemente en Dios, o en la comprensión derivada de experien-
cias religiosas a medida que el creyente encuentra a Dios, ya sea en las
páginas de las Sagradas Escrituras o en otro contexto. ¿Pero cómo ju z-
gar estas comprensiones en toda su validez? Ya que no pueden ser
verificadas apelando a ninguna autoridad objetiva (ya sea la Escritura o
un infalible maestro humano o iglesia), el creyente no puede recurrir a
ninguna autoridad fuera de la suya propia . Ni siquiera puede estar
LA I NSPIRACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO 35

seguro de que hay un Dios, si la Biblia deja de ser confiable como


testigo objetivo; sólo puede confiar en sí mismo. En otras palabras, este
tipo neo-ortodoxo d e fe debe ser, en último anális is, fe en el hombre, no
en Dios; es decir, la fe del creyente descansa en sí mismo. Puesto que no
puede confiarse en la Biblia, y tampoco en ninguna autoridad humana
(ya que humanidad implica falibilidad), se desprende, por lo tanto, que
el creyente neo-ortodoxo no puede conocer nada excepto su propia
opin ión, y es pera que ésta resulte correcta. De lo contrario está
irremediablem ente perdido. No pasa d e ser para él un poco d e autode-
cepción el suponer que su fe descansa en un Dios que está fuera de sí
mismo; al fa llarle toda autoridad objetiva, queda a me rced d e sus pro-
pias impresion es y opiniones subjetivas . Nunca puede estar seguro de
que sus revelaciones no pasan de ser meras alucinaciones.

COMO ENCARAR CIERTAS DIFICULTADES QUE HAY EN LA B IULIA

Debemos admitir que el texto de las Escrituras, tal c ual nos ha s ido
trasmitido, contie ne ocasionales dificultades que parecieran desafiar la
doctrina de la infalibilidad bíblica. Algunas de estas dificultades son
remediadas mediante la correcta aplicación de la ciencia de la crítica
textual. Otras, la les como discrepancias en estadísticas o en la grafía de
ciertos nombres exigen una enmienda del texto qu e va más allá d e los
datos que se logran por la crítica textual. Y otras más presentan dificul-
tades lógicas, ta l como el aval dado en jueces 11 al a parente sacrificio
de la hija de Jeflé, cuando Deuteronomio 12:31 proh ibe todo sacrificio
humano en Israel.
Hay dos métodos posib les d e tratar estos problemas:
l. Mantener en suspenso la pretensión d e infalibilidad bíblica en
tanto no quede aclarada toda dificultad individual. Cada vez que se
plantee un nuevo problema, la Biblia queda reducida a u na condición
de sospechosa hasta que dicho problema quede solucionado satisfac-
toriamente. Mie ntras tanto, el creyente queda inmovi lizado en doloroso
suspenso y angustia hasta que la Biblia quede nuevamente libre de los
cargos que se le imputaron .
2. Retener la fe en la infalibilidad del registro bíblico, a pesar de las
apare ntes discrepancias, y esperar con paciencia la reivi ndi cación que
ulteriores investigaciones seguramente gara ntizarán. Convencido de
que so lamente e l origen divino explica el fenómeno ele las Escrituras,
toma partido con Jesús ele Nazaret en cuanto a la infalibi li dad ele la
escrita Palabra de Dios, y espera que a l fin haya una aclaración de los
problemas que surjan.
Los seguidores de este segundo m étodo pueden ser acusados ele un
36 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

sujetivismo ilógico, porque proceden sobre la base de una convicción


apriorística. Pero esta acusación no tiene mayor fundamento, porque la
Biblia no puede estudiarse de ninguna manera, a no ser sobre la base de
algún apriorismo. Debemos comenzar con la suposición previa de que
la Biblia es una crónica falible o una crónica infalible. No hay término
medio; es inadmisible un estado de suspenso neutro e insistir en el
aforismo de "Dejar que la Biblia hable por sí misma". Primero tenemos
que asegurarnos qué tipo de libro es esta Biblia que ha de hablaT. ¿Es la
infalible Palabra de Dios, o es el producto del hombre, propenso al
error, que contiene elementos de verdad divina entremezclados con
errores humanos? Si presenta elementos de juicio suficientes como
para forzar a un reconocimiento de que sólo puede ser de origen
divino- y efectivamente presenta abundantemente tales elementos de
juicio- en ese caso el único camino razonable es tomar en serio su
propia afirmación de infalibilidad. Si las Escrituras constituyen una
autori zada autorevelac ión de Dios, todas las d iscrepancias que
aparezcan deben ser tratadas como aparentes y no reales. Reunidos
todos los hechos y antecedentes, podrá probarse que las acusaciones de
error son inconsecuentes.
Creemos necesario señalar que tal procedimiento es segu ido habi-
tualmente en las relaciones humanas sin despertar cr íticas adversas.
Por ejemplo, un esposo plenamente convencido de que su esposa es
una mujer fi el y virtuosa, rehusará con toda firmeza sospecha1· de ella,
aun cuando haya sido vista salir con otro hombre. Sin apresurarse a
sacar conclusiones adversas, simplemente esperará nuevas informa-
ciones que aclararán la s ituación y explicarán satisfactoriamente su
asociación con el hombre en cuestión. Sería tonto e ind igno de él que
echara por la borda su convicción sobre la integridad de su mujer, antes
de esperar su reivindicación. Solamente una presunción inicial de que
es incon stante e indigna de su confianza justificaría semejante reacción
de su parte.
Así es de tonto e indigno que uno que ha estado con vencido de la
divina autoridad de la Biblia cuestione su infalibilidad hasta dejar
aclarado cada nuevo alegato que surja. Más bien que un procedimiento
científico y objetivo, como a veces se afirma, tal política supone pasar
de un elemento a priori a otro, con vacilante falta de conv icción. Una
genuina y franca contradicción en las Escrituras (especialmente si está
en los autógrafos originales) sería razón más que suficiente para perder
la fe en la infalibilidad de las Escrituras; pero en tanto no se haya
demostrado tal contradicción, o mientras no se haya demostrado, de
acuerdo con las leyes de las evidencias legales, un franco error histó-
rico o científico, el creyente en la Escritura nunca debe sentirse emba-
razado por aferrarse a la presunción de que es la infalible Palabra de
Dios. Resulta altamente significativo que nunca pudo probarse tal error,
L A I NSPIRACIÓN IJI::I.. A NTIGUO TESTAMENTO 37

a entera satisfacción de un tribunal legal , a pesar de los esfuerzos que se


han hecho en ese sentido.•

8. Cf. Harry Rimmer, Thot Lowsu it Al?oinst !he Bible (Ese juicio con tra la Biblia). (Grand
Rapids: Eerdrnans , 1940). Por material ad icional sobre el lema d e las dificultades de la
Biblia, consultar la ins pirada defensa d e la autoridad e infalibilidad bíblica en la obra de
Wick Broomall , Biblicol Criticis m (Crítica bíblica). (Granel Rapids: Zondervan. 1957).
págs. 11-84. Por material adiciona l sobre la ins piración d el Antigu o Testamento. ver R. K.
Harrison, lntrodu cti on of the Olcl Tes tamen t (Introd ucción al Antiguo Tes tamento),
(Grand Rapids: Ecrd mans, 1969). págs. 462-75; ]. W. Montgornery, Crisis in Lutheran
Theo logy (Cri sis en la teología luterana), (Granel Rapids: Eerdmans. 1967). págs. 15-44; M.
H. Woudstra, "The lnspirat ion of the Old Testament'' (La inspiración del Antiguo Tes-
tamento) , en The Bible: Th e Living Word of God (La Biblia: la palabra viviente de Dios),
ed. Merril C. Ten ney (Grand Rapids: Zondervan, 1968). págs. 123-42.
P RIMERA p ARTE

INTRODUCCION GENERAL
CAPITULO 3
LOS MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS
PRIMERAS VERSIONES
No tenemos acceso a los originales infalibles de los di versos libros que
componen las Escrituras Hebreas. Las más antiguas copias que han
llegado hasta nosotros están distanciadas, en algunos casos, no menos
de mil años de la época d e su composición original. No obsta nte, cons-
tituyen hoy en día nuestra p rincipal autoridad en c uanto a la insp irada
Palabra de Dios, y todas nuestras copias y traducciones de las Sagradas
Escrituras n ecesariamente dependen d e los más antiguos y m ejor dis-
ponibles manuscritos de los originales hebreo y arameo. Debemos, por
lo tanto, reseñar las evidencias escritas sobre las cua les se basa n nues-
tras modernas ediciones impresas de la Biblia hebrea, y tomar conoci-
miento de enorme y va riado cu erpo de evidencias con las cuales tiene
que habérselas la crítica textual del Antiguo Testamento.
De más está decir que los manuscritos hebreos tienen un valor
prioritario, dado que la revelación de Dios llegó a Israel en el idioma
hebreo, y hay menos probabilidades de corrupción al copiar manuscri-
tos al mismo idioma del cual se copian que cuando se traducen a otro
idioma. Pero en los casos en que se han introducid o en las copias
hebreas errores atri buidos a los copistas, es mu y probable que las
primeras traducciones a l griego, al arameo o al latín, nos d en una clave
a la palabra o a la frase original hebrea que fue pervertida o mutilada en
los manuscritos hebreos. Por esta razón no d ebemos reducirnos a anali-
zar solamente los primeros y mejores manuscritos h ebreos, s ino tam-
bién las prim eras y m ejores copias de las antiguas traducciones o ver-
siones.

Los MAs ANTIGuos MANUSCRrros HEBREOS

LOS MANUSCRITOS PRECRISTIANOS

Los manuscritos precristianos consisten principa lmen te e n los que


se hallaron en los notables descubrimien tos d e las cuevas del mar
Muerto. Técnicamente estos manuscritos se designan como materiales

39
40 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

de Qumran , porque las diversas cuevas en las cuales se encontraron los


famosos manuscritos están localizadas cerca del desfiladero de la hon-
donada de Qumran, a lo largo de la costa noroccidental de mar Muerto.
La identificación técnica de estos documentos del mar Muerto consiste
en un número que especifica cual de las cuevas fue el escenario del
descubrimiento, seguido de una abreviatura del nombre del libro pro-
piamente dicho , más una letra superior que indica el orden en que se
descubrió este par ticular manuscri to, en relación con otras copias del
mismo libro. Por ejemp lo, el famoso manuscrito de Isaías, del mar
Muerto- que hasta e l momento es la única cop ia completa, descubierta
y pub licada, de un libro del Antiguo Testam ento-, se designa técni-
camente así: 1Qls•, qu e significa: el primer manuscrito que se encontró
(o el más importante) de Isaías , hallado en la c ueva No. 1 de la hon-
donada de Qumran. El d enominado Manuscrito de Isa fa s de la Univer-
sidad Hebrea, (s i bien 1Qis• ha pasado ahora a manos de la Universidad
Hebrea, comprado al Monasterio de San Marcos) es técnicamente co-
nocido como 1Qlsb.
Aparte de los fragm entos bíblicos de las Cuevas 1 y 4 , y publicados,
se han recuperado miles de fragmentos de la Cueva 4 , y se han identifi-
cado más de 380 manuscritos diferentes, de los cuales, probablemente,
100 son del Antiguo Testamento.' La Cueva 2 proveyó más de 180
fragm entos legibles (una cuarta parte de los mismos son bíblicos.) Los
materiales bíblicos de la Cueva 3 (famosa por s u ma nuscrito de cobre
que contiene un inventario de tesoros sagrados escond idos en salva-
guardia de los mismos) y de las Cuevas 5 y 6 son escasos y de menor
importancia. Poco es lo que se ha informado respecto al conten ido de
las Cuevas 7, 8, 9 y 10. Con respecto a la Cueva 11 ha entregado cinco
manuscritos relativamente completos: una porción de Levítico , un
manuscrito de una selección de salmos, un Targum arameo de Job y un
Apocalipsis no canónico de la Nueva Jerusal én.2
Algunas de las principales publicaciones de los materiales de Qum-
ran, son las siguientes : Millar Burrows (ed.), Th e Dead Sea Scrolls of St.
Mark's Monastery (Los manuscritos del mar Muerto, del Monasterio de
San Marcos). (New Haven , Conn.: ASOR, 1950) , qu e contie ne el texto
fotografiado de 1Qls• y el Comentario de Habac uc, 1QpHb; O. P. Barth-
elemy y J. T. Milik, Discoveries in the Judean Desert (Descubrimientos
en el desierto de Judea). vol. 1, Qumran Cave 1 (Cueva 1 ele Qumran) ,
(Oxford: Clarendon , 1955). que contiene algunos fragmentos de Géne-
sis, Exodo, Levf!ico, De uteronomio, Jueces, Sam uel , Isaías, Ezequiel,

1. Ver F. M. Cross en BASOR. No. 141 (febrero de 1956). y en Th e Anc ien t Library of
Qumran (La antigua biblioteca de Qurnran). (edición rev isada, Carden City. Nueva York:
Doublcday. 1958), págs. 39, 40.
2. Millar Burrows. MLDSS. págs . 14, 28-30. Cf. Apéndice 4, pa ra una nónima más com-
pleta de los conten idos individuales de las diversas cuevas.
Los MAN USCRITOS HEBREOS Y LAS P RJMERAS VERSIONES 41

El Manuscrito Completo de Isaías. Un o de Jos más importan tes


man uscritos del mar Muerto, se remonta a una fec ha anterior a 100 a.
de J.C. (Cortesía de The Biblical Archaeologist-
EJ Arqueól ogo Bíblico.

Salm os; Eleazar Sukenik, 'WSR HMGYLWTHGWWZWT (El tesoro de


los manuscritos escondidos), Uerusalén, 19 54), que contiene el manus-
crito (MS) de Isaías de la Universidad Hebrea lQlsb. A continuación
damos una lista de los manuscritos bíblicos publicados y no publicados
y que se hizo conocer al público por medio de revistas especializadas.
l . El manuscrito de Isaías del mar Muerto (lQis•), íntegramente los
66 capítulos del libro (150-100 a. de J. C.). Este importante texto per-
tenece a la misma famil ia del Texto Masorético (TM). Solo ocasional-
m ente favorece la variante de la Septuaginta (LXX), y casi todas sus
desviaciones del TM resultan de evidentes errores de los cop istas, pues
el texto fue copiado más bien descuidadamente. No obstante, algunos
nombres propios señalan h acia una anterior y más confiable vocaliza-
ción que la del TM; por ejemplo, lQis• seii.ala hacia la vocalización
türtdn (c.f. el acádico turtannu) que es , por cierto, más confiable que
tartdn del TM (en 20:1.)'
2. El com entario d e Habacuc (lQpHb), solamente los cap ítulos 1 y
2, con comentarios entremezclados entre los versículos (100-50 a. de
J.C.). Aquí también el texto citado de Haba cuc es muy similar al. del

3. Dewey Beegle trata de estas vocalizaciones en BASOR. No. 123 (octubre de 1951). Para
una exposición de las variantes textuales en general. ver Burrows en BASOR. No. 111
(octubre de 1948). "Variant Readings in the lsaiah Manuscript" (S ignificados diversos en
el manuscrito de /so los).
42 R ESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

TM. Las variantes son numerosas pero de carácter secundario y a


menudo explicables como simples errores de los copistas. Rara vez la
variante se ve apoyada por la LXX u otras versiones. Digamos, entre
paréntesis, que el comentario (o pesher) es de un tipo muy especial: le
interesa de qué manera cada versículo se cumple en la historia reciente
(hasmonea) y en los acontecimientos corrientes.•
3. El manuscrito de Isaías de la Universidad Hebrea (1Qlsb), con
porciones sustanciales de los capítulos 41-66 (copiado hacia el año 50
a. de J.C.). Se aproxima mucho más al TM y no al 1Qis•.
4. 1Q fragmentos del Levítico, unos pocos versícu los, en cada frag-
mento, de los capítulos 19-22 (copiados tal vez en el siglo IV a. de J.C.,
fecha en la cua l concuerdan, con reservas, de Vaux y Burrows, mientras
Cross prefiere el siglo II a. de J.C.). Fue pub licado en Barthelemy, pág.
51. Textualmente este manuscrito coincide notoriamente con el TM.
Fue escrito en antiguo hebreo.
5. 4Q Deuteronomio-8-32:41-43, escrito en hemistiquio como
poesía, no como prosa. Favorece la LXX contra el TM en tres ocasiones.
Fue publicado por Skehan en BASOR, No. 136 (diciembre de 1954); no
sugirió fecha alguna.
6. 4Q Samuei-A-1 Samuei1 ,2, veintisiete fragmen tos (pri mer siglo
a. de J.C.). En varios pasajes concuerda con la LXX y no con el TM; en
otras partes difiere de ambos. Fue publicado por Cross en BASOR No.
132 (diciembre de 1953).
7. 4Q Samuei-B- 1 Samuei 16, 19, 21, 23 (225 a.dc J.C o antes). Es
más escaso en matres Iectionis (letras indicadoras de vocales) que el
TM. En todo su texto coincide con la LXX y no con el TM. Fue publica-
do por Cross en JBL, No. 74 (setiembre de 1955).
8. 4Q Jeremías-A, igualmente arcaico y por la m isma razón, de
acuerdo con Cross.
9. 4Q XII-A (Xll significa un manuscrito de los profetas menores).
Cross lo menciona en el ya citado artículo como un man uscrito hecho
en cursiva, del tercer siglo a. de J.C.
10. 4Q Qoh•, un texto cursivo del siglo II correspondiente a Ecle-
siastés, derivado de una fuente de por lo menos tres siglos antes, según
Cross. Fue publicado por James Muilenberg, "A Qoheleth Scro ll from
Qumran" (Un man uscri to Qoheleth de Qumran), BASOR, No. 135
(octubre de 1953).
11. 4Q Exodo, un fragmento del capítulo primero con una variante
que favorece a la LXX (1:5 d ice "setenta y cinco" en lugar de "setenta"
del TM). Comparar Frank M. Cross, hijo, The Ancient Library of Qum-

4. Un excelente tratamiento de este .. comentario'' se lo encuentra e n F. F. Bruce, Biblical


Exegesis in Qumran Texts (Exégesis bíblica en las textos de Qumran), (Grand Rapids:
Eerdmans, 1959), págs. 7-17.
L OS MANUSCRITOS H EUREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 43

ron (La antigua biblioteca d e Qumran), (Nueva York: Doubleda y,


Anchor, 1961), págs. 184-85.
12. 4Q Exodo, p orciones de los cap ítulos 7, 29, 30, 32 (y tal vez
otros), escrito en caracteres hebreos antiguos. Este manuscrito favorece
al Pentateuco Samaritano y no al TM en un significa tivo número de
casos. Comparar P. J. Skehan, "Exodus in the Samaritan Recension
from Qumran " (El Exodo según el texto samaritano revisado de Qum-
ran), JBL, No. 74 (1955), págs. 182-87.
13. 4Q Números, escrito en hebreo, en caracteres cuadrados pero
con las expans iones tipo samaritano; por ejemplo, después de 27:23
viene una inserción derivada de Deuteronomio 3:21. Pero en otros
casos concuerda co n la LXX y no con la versión samaritana ni con el
TM, como ocurre en 35:21.
14. 4Q Deuteronomio-A-capítu lo 32 (Can to de Moisés). Est"
manuscrito se inclina hacia la LXX y no al TM en 32:43 (si bien aquí
omite algunas de las expansiones de la LXX)".
15. 11Q Salmos, un manuscrito de Salmos d e la Cueva No. 11,
cop iado en el estil o formal del período h erod iano. Se h a perdido el
tercio inferior de tod as las páginas . Se han preservado 33 salmos, entre
ellos el Salmo 151 de la LXX. Fragmentos separados contie nen por-
ciones de otros cuatro salmos, lo que hace un total de 37. Están repre-
sentados los Sa lmos 93, 101-103 , 105 , 109,118, 119, 121-130, 132-146,
148-1 51, s i bi en no s iempre siguen el orden d el TM (p. ej., el Sal mo 105
va seguido por los Sa lmos 146, 148, 121-130) . También hay a lrededor
de seis poemas no canónicos (dos d e los cuales son conocidos en una
traducción siríaca) y una porción en prosa que es un a lista de los
sa lmos escritos por Moisés (cf. BASOR No. 165, págs. 13-15)0 •
De las anteriores descripciones resu lta manifiesto que los mate-
riales de Qumran apuntan a tres o posiblemente cuatro principales

5. Los manuscritos 11 -14 son comentados por Burrows en MLDSS. El 14 es brevemente


tratado por Skehan en BASOR, No. 136 (d iciembre de 1954 ). Se han publicado traduc-
ciones de "comentarios" o pesharim d e la cueva No. 4. sobre Nohu m. Scdmo 37, lsaías y
Oseas (como asimis mo de las obras seudoepigráfica s " Bendiciones de los patriarcas", los
"Testimonios de los doce patriarcas" y un flo rilegio o antología de m id ras escatológi cos-
comentarios rabin icos-) . Cf. joh ann Maier, Die Texte von Talen Meer (Los textos del mar
Muerto). 2 vo lú menes. (Base! Switz: E. Reinhardt, 1960). 1:180-189; 2: 162-167. Ver
también Apéndice 4.
6. En cua nto a los manuscritos hebreos descubiertos en las excavaciones de Masada (cf.
Yigael Yad in, Masado !Nueva York: Random, 1966IJ, los más importantes fueron: 1.
Fragmentos de los Sa lmos 81-85, en total acuerdo con el texto consona ntado del TM. 2.
Fragmen tos de Levítico, con ligeras diferencias respecto del TM. El manuscrito sabático
(obra d e Qumran, de tipo sectario). 4 . Un fr agmento del Salmo 1 50 en cu ero blanco. 5.
Fragmentos del Eclesiástico en caracteres del primer siglo d. d e J.C., muy semejante en su
terminología al texto del siglo Xlll hallado en la Ceniza de El Cairo, (a pesar de lo que
aseguran m uchos eruditos modernos respecto a que la última era una traducción espuria
de una versió n sirfaca.) 6. F ragmentos de Levftico 8-12, idént icos al TM . 7. Fragmentos
del apócrifo Li bro de Jos jubileos. 8. Fragmentos de Ezequiel 37. 9. Fragmen tos de De ute-
ronom io 33-34 . ambos idénticos aJ TM.
44 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Profesor /-1. Wright Baker de la Universidad Tecnológ ica de


Man chester. En la fotografía se lo ve mientras corta el manuscrito
grabado en cobre obtenido en la Cueva No. 3
(Cortesía de John M. Allegro.)

famili as de manuscritos: 1. La proto-masoré tica, de la cual deriva el


texto consonante d el he breo actual. 2 . La proto-septuaginta , el Vor/age
hebreo (modelo anterior) d e las traducciones origi nales griegas , que dio
como resultado la posterior Septuaginta. 3. La proto-samaritana, que
dio las bases para el posterior texto samaritano d el Pentate uco hebreo
(probablemente s in los posteriores aditamentos sa maritanos , debidos a
prejuicios sectarios). 4. Una familia neutral, colocada a mitad de cami-
no entre las confl ictivas tradiciones de las tres primeras familias.
Sin embargo, debe entenderse que la existencia de .estas familias de
manuscritos no masoréticos no significan necesariamente que la proto-
masorética no re presente la más pura tradición textu al de todas. Nada
en los nuevos d escubrimientos de las cuevas d e Qumran pone en peli-
gro la confiabi lidad y autoridad esencial del texto de nuestra Biblia
hebrea, tal como está representada , por ejemplo, en las ediciones de la
L os MANUSCRJTOs HEBREOs Y LAs PRJMERAS VERSIONEs 45

Biblia Hebraica de Kittel. No indican que la Septuaginta debe ser nece-


sariamente exaltada a una posición más res petada que antes como testi-
monio d el texto original, excepto, tal vez, en tales libros como 1 Samuel
y 2 Samuel en los cuales, por algun a razón, tenemos en el TM un texto
hebreo defectuoso. Por cierto q ue podemos esperar un con curso cada
vez mayor de las fuentes de Qumran respect o a Sa m u el y pro-
babl emente de algunas porciones del Deuteronomio (particu larmente
en los casos donde algún autor del Nuevo Testamento ha citado un
versículo de acuerdo con el texto de la LXX y no con el TM) .
Nos queda un comentario res pecto a las consonantes de l TM. Cuan-
do se lo com para con ejemplos de la tradición proto-masorética, tales
como lQis• (que contiene n umerosas matres lectionis "extras"), res ulta
obvio que el TM se remon ta a un texto revisado premacabeo de la Biblia
hebrea, y habla de la actividad de un comité que, bajo auspicios ofi-
ciales, tuvo a su cargo la revisión de los textos para normalizarlos y
uniformados. Esa comisión consultó todos los más an tiguos y mejores
manuscritos a que pudieron echar mano en esa época (s in duda in-
cluyendo las copias oficiales guardadas en los archivos del templo) y
produjeron una especie de texto resultante, simi lar a lo que hicieron
Westcott y Hort o Eberhard Nestle en sus ediciones del Nuevo Tes-
tamento. Sin embargo, y a diferen cia de Westcott y Hort, los erudi tos
judíos nunca se molestaron en documentar y arc hivar los manuscritos
anteriores que sirvieron de base a su tarea, sino que las descartaron
totalmente, convencidos de qu e el nuevo texto oficial, para todos sus
efectos prácticos , era más que suficiente.
¿Cuándo trabajó este hipotético comité? Algunos han sugerido que
fue el Concilio de Jamnia, en e l año 90 d . de J.C. , pero esta fecha no
concuerda con la eviden cia suministrada por ciertos y determinados
textos, tales como el Manuscrito de Isaías de la Uni versidad Hebrea,
que se corres ponde casi al pie de la letra con el TM y s in embargo se
remonta al 50 a. de J.C. Una suposición más aj ustada a lo probable es
que la normalización del texto del Antiguo Testamento, respecto de las
consonantes, tuvo lugar alrededor del año 100 a . de J.C.'
Debemos mencionar aquí un manuscrito pre-cristiano más, que no
figuró entre los hallazgos de las cuevas de Qumran :
16. Papiro Nash , que contiene el Decálogo y el sh ema' es decir
Exodo 20:1 -17 y Deuteronomio 6:4-9 (datado por Cross en el año 100 a.

7 . Moshe Greenberg saca conclusiones más o menos simi lares como resu ltado de los
d atos brindados por Qumran. Considera que los escribas jerosolomitanos comenzaron a
corregir y a ed itar sistemáti ca mente el texto del Antiguo Tes tamento ya en el tercer s iglo
a. d e. J.C., y que este proyecto ganó impulso bajo los reyes hns mon eos (macabeos) en el
siglo 11 a. de J.C. Aunque el texto normalizado p udo no h aber predomi nad o hasta d espu és
de la cafda de jerusalén , es justo afirmar que " el pred ominio del texto standard , no s u
creación, ocu rrió con posterioridad al a!lo 70 d. de J.C." (citado en Burrows, MLDSS, pág.
161).
46 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

de J.C. y por Albright en el año 50 a. de J.C.). Este texto responde casi a


la tradición masorética. Los compró W. L. Nash a un anticuario egipcio
que afirmó que había sido descubierto en el Fayyüm. Fue p ubli cado por
W. L. Albright, "A Biblical Fragment from the Moccabean Age: th e
Nosh Papy rus" (Un fragmento b íblico d e la época de los Macabeos:
el papiro Nash), JBL, No. 56 (1937), págs. 145-76. (Cf. Würthwein,
TOT, p l. 5).

LOS MANUSCRITOS DE LA ERA CRISTIANA

1. Códice or iental 4445 d el Museo Británico, una copia del Pen-


tateuco cuyo texto consonantado data de a lrededor del año 850 d. de
J.C. Los puntos vocales fueron agregados un siglo más tarde. (Fa lta la
mayor parte del Génesis y del Deuteron omio.)
2. Códice Cairensis (C), que contiene los profetas anteri ores y los
profetas posteriores, tal como fueron copiados por Aaró n ben Aser en el
año 895 d. de J.C. Cuando las cruzadas oc uparon a Jerusalén el año
1099, se apoderaron de este manuscrito, que estaba en poder de los
judíos caraítes , pero fina lmente qu edaron en poder de esos judíos en El
Cairo (Cf. Kittel , Biblia Hebraica, que especifica que Aarón fu e el copis-
ta y no Moisés ben Aser, su padre. Apare nte mente fu e transferido p or
ú ltimo a Alepo. (Cf. Ernst Würthwein, TOT, pág. 25.)
3. Manuscrito Leningrado d e los profetas posteriores, que se re-
monta al af1o 916 d. d e J.C. , según la m ayoría d e los au tores. (Cf. Wü rth -
wein, 14:26, don de se lo deno mina P.) Este cód igo con p untuación
babilónica fue descubierto por Firkowitsch en Tschufutkale, Crim ea.
4. Códice Leningrado B-19A, ín tegrame nte el Antiguo Testamento,
que contiene el texto masorético Ben Aser. Datado en el a ño 1010 d. d e
J.C., como cop ia fie l d e un manuscrito del ai'io 980 d. d e J.C. (que desd e
entonces ha estado perd ido) , este manuscrito proporc ionó las bases
para la Biblia Hebraica de Kittel, tercera edición (y todas las ed iciones
subsiguientes), que es e l texto standard que utiliza n hoy en día todos
los eruditos hebreos. Con anterioridad al al'i o 1929, el texto standard
utilizado era el Ben Hayyim, edición de 1525. (El ejemplar del Códice C
de Ben Aser hasta h ace poco tiempo fue ce losamente c us todiado por la
sinagoga sefard ita de Alepo y sus c ustod ios no permiti eron s iqu iera que
se lo fo tografiara , mucho menos permitir su utilización en la Biblia
Hebrai co d e Kittel. Sin embargo , fue adquirido recientemente por el
Estado de Israel, y sin duda reemplaza rá a l Man uscrito Leningrado
como base para las ediciones revisadas d e la Biblia Hebrea. )
5. El Pen ta teuco Samaritan o. Los más a nti guos ma nuscr itos de esta
versión todavía están en Nablus, y n o permiten s u pub licación los
sectarios samaritan os. Pie tro della Valle fue el primero que descubrió
un ejemplar de este texto samaritano en Damasco, e n el año 1616, y
Los MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 47

luego fue publicado en la Biblia Políglota de París en 1645. (Un intere-


sante manuscrito descubierto más recientemente es la Tora Finchasiye,
copiado en el año 1204 d. de J.C. , y que contiene en columnas paralelas
el hebreo, un tárgum arameo, y una traducción al árabe, todos escritos
con caracteres samaritanos.) Esta versi.Jn samaritana contiene
alrededor de 6.000 variantes del TM, la mayor parte de las cuales son
diferencias de deletreo. Pero en 1900 casos concuerda con la LXX y no
con el TM (p. ej., en las edades de los patriarcas). Contiene inserciones
que son fruto de prejuicios sectarios, con el propósito de demostrar que
Jehová escogió a Gerizim y no a Sión, y a Siquem en lugar de Jerusalén.
Su texto es de tipo popularizado, con lo cual moderniza formas anti-
guas y simplifica la construcción de oraciones difíciles. En el año 1815 ,
Wilhelm Gesenius lo condenó como prácticamente inútil para la crítica
textual. Más recientemente tanto Geiger como Kahle opinan que aquel
fue un juicio injusto. Kenyon (BAM, págs. 49-50) hace un juicio favo-
rable respecto de sus méritos. La edición standard fue editada por
August von Gall (Giessen, Alemania: A. Topelmann, 1918). (Debe aña-
dirse que los samaritanos escribieron en un alfabeto totalmente distinto
al hebreo cuadrado, pero descendía de la antigua escritura hebrea. ) No
se sabe de ningún manuscrito del Pentateuco Samaritano que sea ante-
rior al décimo siglo d. de J.C. (La obra Ancient Library of Qumran
- Antigua Biblioteca de Qumran- de F. M. Cross, págs. 172, 173; 192 ,
193 , contie ne una buena de s cripc ión y evaluación del texto
samaritano.)

LAS EDICIONES IMPRESAS ANTIGUAS MAS IMPORTANTES DE LA BIBLIA HEBREA

1. Edición Boloñesa del Salterio, 1477 d. de J.C.


2. Edición Soncino del Antiguo Testamento (puntuación por
vocales), 1488.
3. Segunda edición Bomberg del Antiguo Testamento (texto de
Jacob ben Chayim, con notas masoréticas y rabínicas, bajo el patrocinio
de Daniel Bomberg) , 1525,1526. Constituyó la base de todas las mo-
dernas ediciones hasta el año 1929.

LAS PRIMERAS VERSIONES DEL ANTIGUO TESTAMENTO

LAS VERSIONES GRIEGAS

1. La Septuaginta, traducida en Alejandría 250-150 a. de J.C. El


relato tradicional sobre el origen de esta versión aparece en la Carta de
Aristeo a Filócrates, que se originó entre los años 130 y 100 a . de J.C.
Aparte de ciertos fabulosos embellecimientos, la carta refleja un real
acontecimiento histórico, en el cual la Tora, al menos (si no más del
48 RESEÑA C RITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NT IGUO T EST AMENT O

Antiguo Testamento), fue vertida al griego para la conveniencia de los


judíos de habla griega que desconocían el idioma hebreo. Paul Kah le
dedujo de esta carta que hubo anteriores traducciones de la Tora qu e
fueron revisadas por una comisión du rante el reinado de Tolomeo II (y
no una tradu cción totalmente nu eva h ech a en esa época). Pero Kahle
d uda que hubiera, aparte de la Tora , ninguna versión standa rd del
griego antiguo y se inclin a más bien a pensar que fue la iglesia primitiva
la que compaginó un texto stan dard a parti r de antiguas version es
griegas de uso corriente. Más aún, P. de Lagarde (seguido por A. Rahlfs)
cree que hubo un texto s tandard original de la LXX para todo el Anti-
guo Testamento aun en épocas pre-cristianas, y ha utilizado una cuida-
dosa metodología al preparar, para su publicación, u n texto críti co. (La
edición de Rahlfs es la más fácil de adqui rir, con pro pósitos de estudio,
en el día de hoy .) La s iguiente es una lista de los más importantes
manuscritos o fragmentos de manuscritos de la Septuaginta.
a. Papiro de Rylands 45 8 , que contiene restos de 14 versículos de
De utero nomio 23-28 (150 a. de J. C.), preservado en una envoltura
mom ificada. Kenyon (BAM , pág. 63 ) afirma que tiende a favorecer a A
(Códice Alejandrino) y Theta (Códice Wash ingtonense I, manuscrito
del siglo VI) en contra de B (Códice Vaticano).
b. De Qumran Cuatro se obtuvieron los siguientes fragmentos: frag-
mento de Levítico en papiro que concuerda bi en con el texto standa rd
de la LXX, pero utiliza IA O en lugar de k y ri os para "Jehová"; otro
fragm ento d e Lev ítico, en cuero , qu e contiene 2 6: 2-16 , con diez
variantes de la LXX posterior y otras cinco variantes en las cuales los
mismos manuscritos de la LXX están en desacuerdo; un fragmen to de
Núm eros en c uero, que contiene 3 :30-4:1 4 ; en varios casos utiliza
vocablos griegos d iferentes de la LXX, pero aparentem ente por la mis-
ma palabra hebrea del original. (Todos estos fragmentos son analizados
por Burrows , MLDSS , págs. 1 36-1 37 , y aparen temente los remonta al
primer siglo a. de J.C.)
c . Los papiros Ch ester Beatty fueron h allados en Oxirrinco, Egipto;
el No . VI, alrededor del aüo 15 0 d. de J.C. , es un códice en papiro que
contiene porciones de Números y Deuteron omio, que tienden a concor-
dar con A y Th eta y no con B; el No . VII , hac ia el año 230 d. de J.C. ,
contiene porciones de Jsaías con glosas en capto fayú mico; el No. V,
hacia 270 d . de J.C. , contiene porcion es del Gén esis (capítulos 8, 24 , 25,
30-46) ; el, No. IV, hacia el 35 0 d. de J.C. , contiene Génesis 9 :1-44 :2 2 .
d. Papiro 911, de Egipto , datado alrededor del siglo II d. de J.C.,
escrito en caracteres unciales curs ivos , contien e fragmentos de Génesis
1-35, en un texto anterior a la versión Hexapla , y muestra afinidades
con los manuscritos E y D, (es decir, el Génes is Bodleian o del siglo X,
que está en Oxford, y el Génesis Cottoniano del primer siglo, que está
en el Museo Británico .
LOS MANUSCRITOS HEBREOS Y LAS P RIMERAS VERSIONES 49

e. El Manuscrito Griego Freer V d e los profetas menores (W) que


está en Washington , y comprend e 33 h ojas de papiro , se r emonta a la
segunda mitad de l siglo Ill, está escrito en caracteres egipcios, y con-
tiene los textos casi completos de tod os los profetas m enores excepto
Oseas. El texto es d e l tipo anterior a la vers ión Hexap /a, y entre los
ma nuscritos unciales se acerca más a Q y a Alef que a los otros. No
obstante ello, con ti ene notorias a fi n idad es con manuscritos tan
minúsculos como 407 , 198, 233, 534 y 410, que asimis mo revelan un
tipo de texto anterior a la versión HexapJa .
f. Hexapla d e Orígenes, fu e escrita alrede dor del aflo 240 d. d e J.C.
Or ígenes vivió entre los aflos 185 y 254 d. d e J.C. En razón de las
numerosas diver gencias en los manuscritos de la LXX , e nto nces en
boga, y debido también a que observó que faltaban en la LXX algunas
porc iones del texto hebreo, Orígenes decidió redactar un Antiguo Tes-
tamento griego más satisfactorio, de la sigu iente manera: co pió seis
columnas para lelas (hexapla significa séxtuplo) de: 1) e l hebreo ori-
ginal; 2) el h ebreo en transliteración al griego; 3) la trad ucción literal
griega de Aquila; 4) la traducción idiomática griega de Símaco; 5) la
Septuaginta prop iamen te dicha y 6) la traducción griega de Teodoción.
Cuando aparecían secciones en la LXX que no figuraban en el texto
hebreo, insertaba un obelo (trazo diacrítico hori zontal) y cerraba con un
m etobelo (rasgo con un punto o un corto rasgo cruzado). Cuando una
porción del texto h ebreo no figuraba en la LXX, insertaba una traduc-
ción griega de una d e las otras columnas, d estacándola con un asterisco
(una cruz con pu ntos intermedios) y un m etobelo.
Aparente m ente la Hexapla origin al de Orígenes nunca fue copiada
para s u publi cación; era d em asiado vo lumi nosa para ser vendible. P ero
el contenid o de la quinta columna (la LXX más las adiciones) fue publi-
cado más tarde por Eusebio y Pánfilo, qu e incluyeron c u id adosa m ente
los símbolos diacríticos. Hasta nuestros días nos h a llegado una copia
de esa publi cación en e l Códice Sarraviano (G). datado en e l cuarto o
quinto s iglo , q ue contiene porciones de Génesis a Jueces. Otro testimo-
nio más pareciera ser el Códice Marcaliano (Q) del siglo VI, qu e con-
tiene porciones d e Isa fas a Malaquías con exp licaciones de la Hexapla
en las m árgen es. (Ver Würthwein, TOT, pág. 53.) No ha sido preser vada
ninguna otra con siderable sección d e esta ed ición en gri ego, pero afor-
tunadamente fue tra ducida a l s iríaco por orden de l Obis po Paul de
Pella en el aflo 606 d . de J.C. , (cf. ver "Vers iones Siríacas ", m ás ade-
lante) y se han preser vado algunos manuscritos de esta trad ucción con
signos diac ríti cos importantísimos en el texto siríaco.
g. La Revis ión de Hesiquio (revisión d el texto de la Septuaginta,
ejecutada en Egipto por el obispo Hesiquio , martirizado en el año 311 d.
de J.C. ). no figura en ninguno de los primeros manuscritos, excepto tal
vez en Q, pero se cree que fue preservado en un a forma posterior e n los
50 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A L ANTICUO TESTAMENTO

minúsculos 49, 68 , y algunos otros, y en las versiones captas y etíopes


en general, como asimismo en la Itala o "Latina Antigua"
h. La Revisión de Luciano (ejecutada por Luciano de Samosata y
Antioquía, también martirizado en el año 311 d. de J.C.), de la misma
manera que la anterior, ha sobrevivido únicamente en manuscritos
posteriores, principalmente en el Códice Véneto (N) , manuscrito del
siglo VIII que contiene porciones del Exodo y del Levítico. Kah le opina
que la aparición de algunas características variantes " lucianas" en
manuscritos anteriores a la existencia de Luciano, especialm ente en
ciertos man uscri tos latinos antiguos, indica la existencia anterior de un
texto "Ur-Luciano " (Handschriften aus der Hohle Stuttgart: W. Kohl-
hammer, 1951 pág. 34).
i. Códice Vaticano (8) (325-3 50 d. de J.C.). Es un magnífico manus-
crito que contiene la mayor parte del Nuevo Testa mento como asimis-
mo del Antiguo Testamento. Representa un texto de la LXX anterior a
Orígenes (si bien copiado más tarde que la Hexapla). Sin embargo , uno
de los libros (Daniel) no es de la LXX sino de la teodociana.
j. Códice Sinaítico (Alef) (hacia 37 5-400 d. de J. C.). Es otro esplén-
dido manuscrito que también contiene todo el Nu evo Testamento, pero
en el cual faltan algunas porciones del Antiguo Testamento. En parte se
semeja al Vaticano y en parte al Alejandrino.
k. Códi ce Alejandrino (A) (hacia 450 d. de J.C.) . Es también un
importante texto del Nuevo Testamento . Muestra ciertas afinidades con
la Hexapia , si bien básicamente es un texto de tipo egipcio.
La LXX varía notoriamente tanto en calidad como en mérito de libro
en libro . El Pentateuco fue traducido con mayor precisión , en gran
parte, que los demás libros del Antiguo Testamento , pro bablemente
porque debía servir como una especie de Tárgum griego en los servicios
de la sinagoga para la congregación judía de Egipto. Los profetas ante-
riores (es decir Josué a 2 Reyes) y los Salm os fu eron traducidos , en
términos generales, con gran fidelidad a s u Vorlage hebreo . En e l caso
de los profetas posteriores (Isaías a Malaquías), la tendencia se inclina
en forma bien definida a la paráfrasis, y con frecuen cia se manejan con
impericia los pasajes hebreos más difíciles. El resto de los libros poéti-
cos, (aparte de los Salmos) muestran una similar tendencia a una tra-
ducción libre.
Al cons iderar el valor de la LXX en relación co n la enmi enda tex-
tual de cualquier libro en particular , debemos estudiar, en primer lugar,
el carácter de la traducción com o un todo, al men os en lo que se refi ere
a ese libro . Si al parecer es muy parafrástica en su técnica de trad uc-
ción, su utilidad para la enmienda textual es mu cho menor que si
tiende, co mo un todo , a ser muy literal. Si, por otro lado, y a lo largo de
tod o el libro, es consecuentemente acertada y evidencia que ha logrado
captar bien el sentid o del texto hebreo, m erece ser respetada. Pero es
Los MANUSCRI'l'OS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 51

menester recordar y señalar que el texto de la LXX nos ha llegado de


varias y divergentes maneras (como para hacernos sospechar de un
origen sumamente heterogéneo), y d enuncia una baja norma de fideli-
dad de los cop istas en la propia tran smisión d e ella. Los escribas
griegos n o se ataban a las mism as rigurosas reglas de literal y meticu lo-
sa exactitud , como lo hacían los escribas judíos del período de los
Soferim (ver capítulo 4 , la sección correspondie nte a "La obra de los
Soferim ").
Un significativo ejemplo sobre los peligros que se corren al recons-
truir un Vorlage hebreo sobre las bases de la LXX, se dio con el descu-
brimiento de una buena parte del original h ebreo del Eclesiástico (La
Sabiduría de Jesús Ben Sirac), uno de los apócrifos. Previo a este des-
cubrimiento (en 1897) , los críticos textuales barruntaron cierto número
de enmiendas en el texto griego para aproximarlo al presum ible texto
hebreo. Pero cuando fue publicada esta porción del texto hebreo origi-
nal (por Cowley y Neubauer), se descubrió que el tradu ctor griego había
tratado muy libremente el original y se tomó muchas libertades en pro
de un punto d e vista más helénico (a pesar de que el original hebreo fue
compuesto por su prop io abuelo). Kenyon observa: "La mo raleja que
sacamos de este descubrimiento es que debemos ser muy cautelosos al
suponer que las varia ntes (aun las considerables) e n la Sep tuaginta, de l
h ebreo masorético, necesariamente impli can un tex to diferente. No hay
duda de qu e es posible que así sea; pero debemos estar dispuestos a
hacer considerables concesiones a la libertad d e las paráfrasis y a reales
errores, especialmente en los casos de libros que al parecer fueron los
últimos en ser traducidos. "•
2. Las versiones gri egas posteriores.
a. Versión de Aqu ila, escrita por Aquila, proveniente de l Ponto. Se
dice que se hizo prosé lito del judaísmo y a lumno del rab ino Aqiba. Su
trabajo se publicó alred edor del año 130 d. de J.C., y tuvo un car ácter
estrictamente literal. Se empeñó en ceñirse a un equivalente griego
standard por cada vocablo h ebreo, prescindiendo del hecho de que
tuvi era o no sentido en cada contexto d el griego. (Cambió, al traducir la
partíc ula que indica el acusativo, 'eth , por la preposición griega syn ,
con, la cua l rige el caso acusativo en lugar d el d ativo.) La traducción de
Aquila ha sobrevivido solamente en citas y en fragmentos, especial-
mente de Reyes y Salmos 90- 103."
b. La versión de Simaco (tal vez 170 d. de J.C.). Tradujo el Antigu o
Tes tamento a un buen griego idiomático, si bien ciñé ndose a elevadas

B. Kunyon , BAM , pág. 95.


9. Estos fra gmentos fueron co leccionados en la edición de los fragmentos de la Hexapla
de Field. Origcnis Hexaplorum quae supersunt, 1875. Los fragmentos de Aquila. ha ll ad os
en la Gen iza de El Cairo, fueron publicados por F. C. Burkit en 1897. En la introducción a
la Sepluaginta de Rahlf, págs. vi ii-x, se dan ejemplos de la tradu cc ión de Aquila.
52 REsEÑA CRITICA DE UNA I NTRODuccióN AL ANTIGuo TESTAMENTO

normas d e exactitud. Simaco era un ebionita, según Jerónimo, pero


Epifanio opina que fue un samaritano convertido al judaísmo. Desgra-
ciadamente sólo han sobrevivid o algu nos fragm en tos; figuran en la
edición d e Field (ver al fin del capítulo la No. 9).
c. Versió n de Teodoción (hacia 180 ó 190 d. de J.C.). No fue en
realidad una traducción nueva, inédita, sino una revisión d e una ante-
rior versión griega, y es tema d e debate si lo fue de la LXX o ele alguna
otra. El hecho real es que en manuscritos anteriores a la época teodo-
ciana aparecen variantes ele tipo " teoclociano " (p. ej., en algunas citas
que hace el Nuevo Testamento del Antiguo Testamento, en la Epístola
de Bernabé, en las Epístolas de Clemente, Hermas) . Kenyon y Kahle se
inclinan por la opinión de que lo que Teodoción revisó no fue la
Septuaginta. 10 En el caso de Daniel la traducción teodociana desplazó
totalmente al original ele ese libro que aparece en la LXX, por la sencilla
razón de que Teodoción se mantuvo fiel a la forma de l original hebreo
corriente en los primeros siglos de la era cristiana. (El original de
Daniel que aparece en la LXX ha s ido preservado en un m inúsculo y
tardío m anuscr ito, el manuscrito 88, y en el recientemente descubierto
Papiro Chester Beatty IX,X.)

LOS TARGUMES ARAMEOS

Durante el exilio babilónico, el pueblo judío comenzó a abandonar


cada vez más el idioma hebreo de sus antepasados y se inclinó hacia el
arameo, que se había transformado en el id iom a utilizado en la diplo-
macia, y en el com ercio, y en el principal medio de comunicación entre
el gobierno persa y sus súbditos, a ntes del establecimiento del imperio
persa. A med ida que las con gregacion es judías perdían cada vez más el
conocimiento del id ioma hebreo (si bien el hebreo nunca dejó de ser
estudiado y hablado por la clase culta en Palestina hasta el segundo
siglo d. de J.C.), fue necesario que un intérprete les repitiera en arameo
el mensaje leído en el servicio de la sinagoga en la Biblia hebrea. Pero
este in térprete (m<thurg<man, arameo) no siempre se limitaba a una
m era traducción, sino que muy a menudo (especialmente e n el caso de

10. Rahlf, en su edición de la Septuaginta (1 :XXVII) afirma: "Teodoción no ejecutó una


traducción tota lme nte nueva sino que, tomando como base la LXX. la corrigió de acuerdo
con su texto original." Luego cita a /saías 25:8, donde la LXX tradujo 1-n-s-h como
iskhysas, y r eemp lazó el texto de la LXX katepien h o thanatos (destruirá a la muerte) por
eis nikos (hasta la victor ia). También seiiala a Zacaríos 12:1 0. donde la LXX vertió
'-s-r-d-q-r-w ('a quien traspasaron) por anth' h ón katórkhésanto (contra quien danzaron
triunfalmente), como si fuera r-q-d-w; pero Teodoción lo tradujo como hon exekentéson
(a quien atravesaron). Por supuesto, 1 Corintios 15:54 se ajusta a eis nikos, pero Juan
19:37, a exekentésan. Luego comenta Rahlf: "Esta concordancia, como ya lo he seiialdo,
no justifica la conclusión d e q ue había existido un Teodoción a nterior a Juan o a Pablo.
Cf. mi Uber Theodotion-lesarten im N. T. en ZNW 20 (1921) págs. 181-189.
Los M ANUSCRITOS H EBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 53

los profetas) expl icaba el mensaje por medio de una paráfrasis destina-
da a mostrar cómo debía entenderse su enunciado original. Después de
siglos de tradición oral, especialmente después de la expulsión de los
judíos del territorio palestino en el año 138 d. de J.C., pareció aconse-
jable asentar por escrito estas paráfrasis arameas como un tárgum
(interpretación.)
Según la tradición, el Tárgum oral comenzó en la época de Esdras
(Nehemfas 8:7-8). pero no hay evidencia alguna de un Tárgum escrito
antes del año 200 d. de J.C. Es limitado el valor de los Tárgumes para la
crítica textual, debido a que su Vorlage hebreo era casi igual al de
nuestro " texto rec ibido " (es decir, la segunda edición de Bomberg).
Sólo ocasionalmente revelan a lgunas divergencias que son explicables
solamente sobre la base de una variante en la fraseología de su original
hebreo. De ahí que s u valor sea mayor para la interpretación que para la
crítica textual propiamente dicha.
1. El Tárgu m de Onquelos sobre la Tora (proveniente del siglo lli d.
de J.C., posiblemente como un texto revisado de una paráfrasis ante-
rior) fue producido por los círculos eruditos judíos en Babilon ia. (No lo
citan los escritos palestinos existentes antes del año 1000 d. de J.C.) Se
lo asignó tradicionalmente a un tal Onquelos, de quien se supuso que
era el mismo natural del Ponto que compuso la traducción griega de
Aquila (en otras palabras, Onquelos sería el mismo Aquila). Pero el
origen oriental y lo tardío de su composi ción conspiran contra esta
tradición. De cualquier manera, Onquelos, quienquiera que fuese, se
ciñe estrictamente al original hebreo en casi todos los pasajes, excepto
en los pasajes poéticos del Pentateuco.
2. El Tárgum de Jonatán Ben Uziel sobre los profetas (es decir de
Josué a Reyes, Isaíos a MaJaquías) fue compuesto en el siglo IV d. de
J.C., y también en círculos babilónicos. Es mucho más parafrás tico en
su interpretación del texto hebreo que el de Onquelos.
3. El Tárgum de un seu do-Jonatán sobre la Tora se remonta
alrededor del año 650 d. de J.C. , y consiste en una mezcla del de
Onquelos con materiales del midras. " Tiene poco va lor crítico.
4. El Tárgum jerosolimitano sobre la Tora, se remonta al año 700 d.
de J.C. Al igual que el anterior, tiene poco valor crítico.

LAS VERSIONES LA TINAS

1. La Versión Latina Antigua o versión Itala (compuesta durante el


siglo II y completada alrededor del año 200 d. de J.C.) no fue una
traducción directa del hebreo sino una traducción latina de la Sep-

11. Ver el párrafo sobre el Midras, capítulo 4, pág.67 de este libro.


54 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

tuaginta. De ahí que el valor de la Itala sea solamente el de una "traduc-


ción hija"; ay uda ún icamente para determinar el primitivo texto de la
LXX. Esta versión, que existió en muchas y divergentes formas, pare-
ciera haber s urgido en Africa del Norte. Con posteridad a la traducción
de Jerónimo, cayó en desuso y finalmente fue abandonada, excepto en
el caso del Salterio (como lo indicamos en el párrafo siguiente) . Sobre-
vivió solamente en forma de fragmentos (aparte de los salmos, pro-
piamente dichos) y estos fragmentos fueron reunidos y publicados por
Sabatier en el año 1739. Entre los manuscritos figuran los siguientes:
a . Códice palinsesto de Würzburg que se remonta aproxima-
damente al año 450 d. de J.C. y contiene fragmentos de la Tora y de los
profetas.
b. Códice de Lyons, de alrededor del año 650 d. de J.C. , contiene
fragmentos de Génesis a Jueces.
2. Vulgata de Jerónimo (390-404 d. de J.C.). Comenzó en el año 382
cuando Jerón imo fue comisionado por el papa Dámaso a revisar la Itala
con referencia a la Septuaginta griega (pues si bien Jerónimo ya era
versado en el hebreo, Dámaso no pretendió al comienzo nada tan radi-
cal como una nueva traducción latina del original hebreo). Aproxima-
damente al mismo tiempo en que Jerónimo terminaba su traducción de
los Evangelios (pues también trabajaba en la revisión del Nuevo Tes-
tamento), produjo su primer salterio, que se conoció con el nombre de
Salterio Romano (porque fue adoptado para usarlo en la Bas ílica de San
Pedro, en Roma). Significó solamente una ligera revisión de la Itala,
aproximándola más a la LXX. Más tarde (387-390) Jerónimo produjo
una segunda traducción, conocida como Salterio Galicano, basado en la
quinta columna de la Hexapla de Orígenes. Fue originalmente publica-
da con símbolos diacríticos, pero con el tiempo fu eron abandonados, y
llegó a ser la traducción standard de los sa lmos para la iglesia latina
desde entonces hasta nuestros días. Pero en los últimos años de la
actividad de Jerónimo como traductor, perfeccionó su conocimiento
del hebreo durante una prolongada residencia en Belén, donde estud ió
con rabinos judíos. El resu ltado fue el denominado Salterio Hebreo,
que fue una nueva y certera traducción del texto hebreo entonces en
boga en Pa lestina. Entre los ai'Los 390 y 404, Jerónimo produjo el resto
del Antiguo Testamento (incluso los apócrifos, si bien cuestionó su
canonicidad ). Esta recibió una aceptación más o menos oficial como la
nueva y autorizada Biblia Latina para la iglesia occidental. En siglos
subsiguientes fue publicada en columnas paralelas con la ltala (de la
cual recibió ciertas corrupciones). Finalmente, a mediados del siglo
XVI, el Concilio de Trento designó una comisión para producir una
edición expurgada de la Vulgata, y esto indirectamente dio como resul-
tado la Edición sixtina, publicada en el año 1590, seguida por la edi-
ción Clementina enmendada, en el año 1592 .
Los MANUSCRJTOS HEBREOS Y LAS PRIMERAS VERSIONES 55

LAS VERSIONES S!Rii\CAS

Contemporáneamente a la formación del T árgum arameo de On-


quelos, los cristianos sirios comenzaban a producir una traducción más
o menos s tandard de la Biblia a su dialecto arameo oriental. (El arameo
hablado por los judíos de Palestina y Babilonia era del tipo occidental,
y se escribía con los mismos caracteres cuadrados h ebreos con que se
escribían las propias Escrituras hebreas. Pero Jos cristianos de habla
aramea adoptaron un alfabeto propio , totalmente distinto , con un leve y
superficial parecido a la escritura árabe.) Con respecto a las traduc-
ciones de l Nuevo Testamento, obvio es decir que derivaron del original
griego; hasta abundan en extranjerismos helénicos tomados del texto
griego. No fue sino hasta más tarde cuando se hi zo tradición entre los
cristianos sirios que sus Evangelios fueran realmente los originales de
los cuales fue ron traducidos al griego (sobre las plausibles bases de que
la lengua madre de Cristo y de los apóstoles fu e el ara meo).
1. El Antiguo Testamento Sirio Peshita (es decir, el s imple), com-
puesto seguramente alrededor del segundo o tercer s iglo d. de J.C. ;
puesto que lo citan escritos siri os del cuarto siglo. Al principio la
porción del Antiguo Testamento fue traduc ida del original hebreo, pero
luego esa traducción fue sometida a revisión para conformarla más
estrechamente a la Septuaginta. De ahí que su testimonio textual sea
ambiguo y debe ser usado con cuidado y discriminación con propósitos
de crítica textual. La Peshita logró un status oficial e n la iglesia de
habla siria cuando fue revisada y publicada bajo la autoridad del obispo
Rabbu la de Edesa (hacia el año 400 d. de J.C.). Con respecto a su con-
tenido , la versión Peshita, en su forma primitiva , no incluía los apócri-
fos (lo cual indicaba que fue traducida del canon hebreo y no de la
LXX). También le faltaba Crónicas, si bien fue añadido más tarde, en la
forma de una traducción del tá rgum de Crónicas. Posteriormente se le
añadió la mayor parte d e los apócrifos (excepto Tobías y 1 Esdras.)
2. La Hexapla siria es la otra única traducc ión que existe del Anti-
guo Testamento. Como lo dijimos antes , consistió en la traducción de la
quinta columna de la Hexapla de Orígenes, y fue publicada bajo e l
patrocinio del obispo Pablo de Pella, en e l año 616 d. d e J.C. Las por-
ciones que aún se conservan fueron publicadas en parte por A. M.
Ceriani y en parte por P. de Lagarde. El Códice Mediolanensis, que
contiene 2 Reyes, Isaías, los profetas menores , Lamentacion es y los
libros poéticos, excepto los Salmos, fue publicado por H. Middeldorpf,
en Berlín, en e l año 1835.

OTHAS VERSIONES

1. Las versiones captas constituyen el primer grupo de traduc-


56 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ciones que no son ni griegas ni hebreas. El capto era el idioma vernácu-


lo que descendía de los jeroglíficos egipcios, si bien en los primeros
siglos de la era cristiana h abía incorporado numerosos vocablos griegos
y se escribía utilizando el alfabeto griego. Se hablaban cinco o seis
dialectos claramente diferenciados, pero las traducciones de la Biblia
se hicieron en su mayoría en dialecto sahídico (dialecto del sur) o en
dialecto bohaírico (que se hablaba en Menfis y en el Delta.) De las dos,
más antigua es la sahídica, que se remonta posiblemente al siglo II d. de
J.C. , si bien el más antiguo manuscrito existente data del siglo IV. La
bohaírica es posterior y se conserva más que la anterior (pero ni el
Antiguo Testamento sahíd ico ni el bohaírico están completos). Hay
marca das diferencias de dicci ón entre ambas y muestran signos
evidentes de una total independencia entre ellas. Sin embargo, las dos
versiones se remontan, en general, a la revi sion que le hizo Hesiquio al
texto de la LXX. Fueron tradu cidas del griego, no directamente del
hebreo.
2. La Versión Etiópica data probablemente del s iglo IV, pero los
más antiguos manuscritos existentes se remontan al siglo XIII. También
es una traducción hija, ya sea de la LXX o (como creen otros) de la capta
o de la árabe.
3. Las traducciones al árabe nunca se formalizaron en una sola
versión autorizada, pero la mayoría son traducciones de la LXX. Una
notable excepción es la traducción árabe de Saadia Gaon; como era
hebreo, tradujo directamente del texto hebreo (hacia el año 930 d. de
J.C.).
4. La Versión Armenia se remonta, probablemente, a comienzos del
siglo V. Muestra cierta influencia de la Peshita.
5. De la Versión Gótica, realizada por Wulfilas (hacia el año 330 d.
de J.C.), poco es lo que queda del Antiguo Testamento. El Códice
.'\rgenteo contiene solamente Nehemías 5-7.

LAS POLIGLOTAS

Habría que decir algunas palabras sobre las grandes políglotas que
aparecieron en la época de la Reforma . Las políglotas fu eron elaboradas
y costosas ediciones impresas, en las cuales se imprimieron en
columnas paralelas el texto hebreo y todas las antiguas versiones
asequibles.
l. La Políglota Compl utense fue la primera en aparecer (así llamada
porque fue preparada en Complutum, o Alcalá, España). Fue publicada
bajo los auspicios del Cardenal Jiménez y con el acuerdo papal en el
año 1522 (si bien fue impresa en 1514-1517). La porción del Antiguo
Testamento apareció en el primero de sus seis volúmenes.
2. La Políglota Antwerp (patrocinada por Felipe II de España)
Los MANUSCRJTOS H EBREOS Y LAS P RIMERAS VERSIONES 57

apareció en 1569-15 72 en ocho volúmenes. Agregó al contenido de la


Políglota Complutense el Tárgum de Jonatán sobre los profetas y tam-
bién un Tárgum sobre los hagiógrafos.
3. La Biblia Políglota de París, que apareció en el año 1645 , seguía
el texto de la edición de Antwerp, pero agregaba también el Pentateu co
Samaritano y la Versión Samaritana del Arameo, la Peshita, y una
versión árabe.
4. La Políglota de Londres añadió a todo lo anterior la ltala, una
versión etíope de los Salmos y Cantar de los Cantares , y los apócrifos
(en griego, latín, sirio y árabe), el Tárgum del seudo-Jonatán sobre el
Pentateuco, y hasta una versión persa. Fue editada en seis volúmenes
por el obispo Brian Walton en 1656-1657.
CAPITULO 4
BAJA CRITICA DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
A diferencia de la alta crítica, que trata de problemas relacionados con
la paternidad literaria y la pureza del texto de los libros bíblicos, la
ciencia de la baja crítica (o crítica textual) gira alrededor de la tarea de
restaurar el texto original sobre la base de las copias imperfectas que
han llegado a nuestras manos . Pretende tamizar las evidencias provis-
tas por las variantes, o d iferentes versiones, donde los manuscritos
existentes discrepan unos de otros, y por medio de un sistema científico,
llegar a lo que probablemente fue la terminología utilizada por el autor
original.

TIPOS DE ERRORES DE LOS M ANUSCRJTOS

Es un hecho bien conocido que ciertos tipos característicos de error


se deslizan al copiar cualquier documento. A veces el copista sustituye
una palabra del original por otra de sonido similar (p. ej ., caza por casa,
abrazar por abrasar); puede, inadvertidamente, escribir la palabra dos
veces (p. ej., con con); o puede cambiar el orden de las letras (p. ej.,
casual por causal.) Los tipos de errores de esta categoría, son innume-
rables . Se los descubre, generalmente por el contexto, y el lector in-
teligente puede establecer fácilmente lo que el copista quiso escribir.
Pero hay ciertos tipos de inadvertencias de los copistas que pueden
ser explicadas de diferentes maneras, y es preciso contar con algún
método standard para corregir el escrito y lograr la palabra o la expre-
sión que se usó en el original. En la transmisión del texto de las Sagra-
das Escrituras, hallam os que los m ismos tipos de errores de p luma de
los escribas, que aparecen en las obras seculares, también se han desli-
zado en las cop ias de los libros bíblicos . Como lo acabamos de sugerir,
sería imposible, a no mediar u n milagro , contar con una copia infalible
de un original infalible. Dios no ha juzgado conveniente realizar tales
milagros al transmitir de copia en copia las Escrituras desde la com-
posición original hasta el invento de la imprenta. No vemos razon es

58
BAJA CFúTICA DEL ANTIGUO TESTAMENTO 59

valederas para que lo hubiera hecho. Por lo tanto, tenemos que habér-
noslas con los problemas planteados por los errores de transmisión y
tratar los de la manera más objetiva y sistemática posible. Esta es, pues,
la principal tarea de la baja crítica bíblica.
En primer lugar es preciso an alizar los diversos tipos de errores que
podían cometer los copistas, y observar los contextos en los cuales tales
errores ocurrían con mayor frecuenci a. Esta es una operación necesaria
antes de proceder a su corrección. Anotamos, a continuación, algunos
de los errores más frecuentes, tomados en su mayor parte, del primer
rollo de Isaías procedente de Qu mran (1Qis•).
l. Haplografía, es decir, la escritura de una letra, sílaba o palabra
una sola vez, cuando debe escribirse más d e una vez. Por ejemplo,
Isaías 26:3, B•Ka Ba'f•FjuW (o BiT•J:iuW), que significa "en ti han con-
fiado" (o en ti; confiad), en lugar de B•Ka BaTuWaJ:i BiT•J:iuW (confian-
do en ti; confiad). Si se escribe solamente en consonantes (como se
escribió todo el idioma hebreo antes del año 800 d. de J.C.) , el problema
sería meramente la diferencia entre BK BTFfW de los rollos y BK BTW.Ij
BTJ:iW del TM. Tal halografía debe haberse introducido en el TM de
Jueces 20:13 BNYMN (Benjamín), escrito así en lugar de BNY BNYMN
(los hijos de Benjamín.) Esta última forma es la que figura en la LXX, e
indica la ortografía original (que deducimos del verbo en plural 'dbú
que acompaña a este s ustantivo, porque un s imple BNYMN exigiría un
verbo en singular). La omisión accidental de una letra también se de-
nomina haplografía, aun cuando no se repita. Por ejemplo, en el rollo
de Isaías figura BJ:iZQT YD (con fuerza de mano) en Isaias 8:11, en
lugar de BJ:iZQT HYD (con la fuerza de la mano) que figura en el TM.
2. Ditografía, es decir, escribir dos veces lo que solo debe escribirse
una vez. Por ejemplo, en Isaias 30:30, HSMY' HSMY' (hará oír hará oír)
en lugar del simple HSMY' (hará oír) del TM. De la misma manera, en
Ezequiel48:16 en el TM figura IjMS IjMS M'WT (cinco cinco cientos-
entendiendo que cinco cientos es quinientos-), en lugar del correcto
IjMS M'WT (quinientos).
3. Metátesis, es el metaplasmo que consiste en alterar el orden de
las letras de un vocablo o el orden de las palabras. Por ejemplo, Isaías
32:19, HY'R (los montes) en lugar de H 'YR (la ciudad) del TM, que da
sentido al contexto. Asimismo en Ezequiel 42:16, en el original con-
sonantado del TM figura J:iMS 'MWT QNYM (cin co cañas codos) en
lugar del obvio IjMS M'WT QNYM (quinientas cañas ); la adecuada
corrección la indicaron los masoretas en su mecanismo explicativo (ver
el titulo "Masoretas" en la página de este libro.
4. Fusión, es decir, combin ar dos palabras separadas para formar
una. Würthwein cita Amós 6:12, donde BBQRYM (con bueyes) pro-
bablemente está reemplazando a u n original BBQR YM (con bueyes el
mar- es decir, ¿Araremos el mar con bueyes?). Rypins cita a Isafas 3:15
60 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

MLKM (de acuerdo con el original consonantado del TM), que signifi-
caría "su rey"; pero lo que exige el contexto (y lo que los masoretas
enmiendan) es MH LKM (¿Qué os ocurre a vosotros?) En conexión con
esto, observemos que Jerónimo, ajustándose a la interpretación de la
LXX, entendió el término L'Z'ZL (por Azazel) de Lévitico 16:8, como un
caso de fusión de L'Z 'ZL (por un macho cabrío para ser enviado; que se
entiende perfectamente bien en el contexto y e limina un perturbador
nombre propio, Azazel, que, por otra parte, era desconocido en la época
pre-cristiana).
5. Fisión, que consiste en dividir una palabra en dos. Por ejemplo,
en Isaías 2:20, el TM tiene LJ:fPR PRWT (a un agujero de ratas); debería
ser enmendado según el texto de los rollos LJ:fPRPRWT (a la musaraña)
como lo hace la LXX (que simplemente transcribió la palabra como
pharpharóth , sin intentar traducirla). Rypins cita del TM , KY DRKYK
(a causa de tus caminos) en Ezequiel 7:4, con el argumento de que en
el original figuraba KDRKYK (de acuerdo con tus caminos). Pero esta
última enmienda carece totalmente de apoyo valedero.
6. Homofonía , es la sustitución de un homónimo por otro. Por
ejemplo , con frecuencia hallamos que LW (a él) substituye a L' (no.)
Así, en Isaías 9:3 tanto en el TM como en los rollos figura HRBYT
HGWY L' HGDLT HSMI;IH (multiplicaste la gente; no has multiplicado
la alegría), cuando se obtiene mucho mejor sentido de HRBYT HGWY
LW HGDLT HSMI;IH (acrecentaste la gente, incrementaste su alegría
por él). La confusión surgió del hecho de que tanto L' como LW se
pronunciaban ló.
7. Incorrecta interpretación de letras similares. Desde el año 600 a.
de J.C. en adelante, la D (dálet) y laR (resh) eran tan semejantes que a
menudo se confundían, especialmente en los nombres propios. Así, el
nombre "Donanim" de Génesis 10:4 aparece como "Rodanim" en 1
Crónicas 1: 7 (como figura en la Biblia de Jerusalén), que muchos creen
que es la mejor variante, puesto que se refiere, probablemente , a los
radios. De la misma manera la W (vau) y la Y (yod) se escribían de
manera muy parecida desde el año 150 a. de J.C., y aun en los rollos de
Isaías resulta imposible distinguirlas. Así, mientras en el TM figura
WD'W (y conoced vosotros) en los rollos dice YD'W (hacedles conocer),
en Isaías 33:1 3. Un interesante ejemplo de lo anterior aparece en
Hechos 7:43 que sigue la variante de la LXX al escribir el nombre del
ídolo Renfán, mientras el TM de Amos 5:26 (del cual fue citado) lo
escribe Quiún. ¿Cómo surgió esta confusión? En meras consonantes
Quiún figura como KYWN, Renfán sería RYPN. En el siglo V a de J.C.,
como lo atestigua el Papiro Elefantino, la forma de la K ( ~ ) era muy
similar a la R ( 7 ), y la W ( ? ) se parecía mucho a la P () ). Entonces,
en ese período una copia de Amós mostraba un nombre que podía
leerse como KYWN o RYPN. (-:Jel acadio Kaiwanu , el nombre del dios
BAJA C RITICA DEL A NTIGUO T ESTAM ENTO 61

que presidía sobre el planeta Saturno, inferim os que el TM mantu vo


u na ortografía más original en este caso.) En lo que a Es teban se refiere
(cu yo d iscurso regis tra H echos 7), el versículo que citó lo registró Lucas
de la versión LXX, que era la única forma del A ntiguo Testamento
accesible a los lectores de habla griega.
8. Hom oeo lele ulon , es la omisión d e un pasaje interpuesto, porque
el copista pasó directamen te de u n final a otro fina l sem ejante . Jus-
tamente la palabra gr iega h omoeotel euton sign ifica " term inación simi-
lar" . Un ejemp lo ele esto en los rollos del mar Muerto lo hallamos e n
Isaías 4:5 (tod as las palabras omitidas están comprendi das de ntro del
paréntesis): BR ' YHWH .. . 'NN (YWMM W'SN WNGH 'S LHBH LYLM
KY 'L KL KBWD ljPI-I WSKH THYH L~LJ YWMM MI~IR B . De es to se
observa que el copista saltó del primer YWMM (de día) a l segundo
YWMM, con la pérdida de 13 palabras entremedio. De la misma ma-
n era, en 1 Samuel 14:41 la LXX repite d os veces la expresión " Jehová
Dios de Israel", y entre ambas h ay 25 palabras. Al TM le faltan esas
palabras y tie ne una sola vez la frase "Jehová Dios de Israel" . La única
conclusión razonable a que podemos arribar es que el TM om itió esas
palabras por h omoeolele uton (u homeoark ton, - comienzo s imilar-),
y n o qu e la LXX h aya insertado todas esas pa labras, tom adas de
una fuente d esconoc ida . (Cf. la Biblia Hebraica ele Kitlel, edi ción 12,
pág. 4 26.)
9. Om is ión accidental ele palabras en situacio nes d onde no está
involu crada n ingun a re petición. Un caso céle bre lo ha llam os en 1
Sam uel1 3:1 d onde el TM dice: "Saúl era de . . . año(s) de edad , cuand o
co me nzó a reinar. " Desgraciadamente la crítica textua 1 no n os ay uda,
pues tan to en la LXX com o en otras versiones no figuran aquí numera-
les . Aparen temente el número correcto d esaparec ió tan temprano en la
h istoria d e la transm isión d e este versícu lo partic ular que ya se h abía
perdido con anterioridad al s iglo lil a. de J.C.
10. In correcta interpre tación d e vocales co mo consonantes. Las
le tras hebreas (a lefJ, H (h e) , W (vau), y Y (y od) eran co nson a n tes ver-
daderas so lamente en los primeros estad ios de la escritura hebrea. Pero
gradualmente comen za ron a usarse p ara indi ca r la p resencia d e ciertas
voca les, y cu ando así se las usaba las letras', H, W, o Y n o ha bía que
pronu nciarlas par a nada , porque era s imp lemente u na cuestión de
mo ler lecti onis (le tras indicadoras d e vocales). Dura nte el períod o
macabeo el uso d e es tas mater lectionis se d ifundió noto riamente, tal
vez porque para la correcta pron unciación del idioma he breo se tornaba
incierto para un pueblo que usaba el aram eo para todos los fines prácti-
cos. La mayoría d e los más antiguos man uscritos d e Qumran mu estran
esta pro liferación de matres lectionis. En el pr imer s iglo a. de J.C., los
sofe rim (ver la sección rela ti va a los "soferim" en este cap ítulo),
volvieron a utilizar la ortografía menos sobrecargada d el período más
62 REsEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

antiguo, y restringieron notoriamente el uso de las vocales para indicar


sólo vocales prolongadas puras (y no vocales de sonido prolongado, o
cortas, como a menudo se hizo en los rollos del siglo II). Pero ocasional-
mente se preservaban algunas su perfluas matres lectionis en los casos
en que, si se las interpretaba com o verdaderas consonantes , marcaban
una sustancial diferencia de significado . Un ejemplo de esto, según
Würthwein, se encuentra en Amós 2:7, donde el TM HS'PYM (piso-
tean) reemplazó al original HSPYM (los que lastiman).

EL C ANON DE LA CRíTICA TEXTUAL

Los críticos textuales han estableci do ciertos criterios standard para


ayudar a una bien fundada elección entre dos o más variantes competi-
tivas. Ocurre a menudo que dos o más de estas reglas o "cánones" son
de aplicación en una circunstancia dada, e inclinan la balanza de la
preferencia en direcciónes opuestas. De esa manera, uno o dos escritos
pueden concordar más perfectamente con el estilo y la dicción conoci-
dos del autor, mientras que el otro resulta más difícil (Can on No. 6 vs.
Canon No. 2). O, en otro caso, la variante más antigua (Canon No. 1)
puede ser al m ismo tiempo la variante más larga (Canon No. 3). En tales
casos la regla empírica es darle prioridad al canon en el orden en que lo
mencionamos más abajo. Pero este método debe ser aplicado muy dis-
criminadamente y con la debida con sideración de todas las c ircunstan-
cias especiales que puedan debilitar el argumento en favor de la
variante particular que el canon anterior pareciera favorecer. Por ejem-
plo, una rígida aplicación del Canon No. 1, automáticamente daría
preferencia al rollo de Isaías del mar Muerto y no' al TM en todos los
casos de desacuerdo. Pero un cuidadoso estudio de todo el rollo indica
que el copista se ajustó a normas mucho m ás bajas de fidelidad que las
de los que copiaron la revisión oficial del texto en el cual se basó el TM.
O también , una copia muy antigua hubiera podido a su vez derivar de
un ejemplar anterior que tuviera algunas lagunas o hubiera sufrido el
deterioro producido por gusanos, y cosas por el estilo. Estas se des-
cubrirían debido a ocasionales pérdidas de palabras o con jeturas que se
apartan notoriamente de otras tradi ciones textuales. Pero con el debido
respeto a estos factores especiales de complicación , los cánones anota-
dos más abajo servirán como una guía confiable a la crítica textual.
Canon No. 1: Dar preferencia a la variante más antigua. Como lo
acabamos de indicar, el manuscri to más antiguo n o es necesariamente
el manuscrito mejor copiado; este canon se aplica cuando el manuscri-
to más antiguo es por lo menos tan confiable como el má s nuevo , e
igualmente libre de rarezas y peculiaridades. '
Canon No. 2: Dar preferencia a la variante más difícil (lectio diffici-
Jior). Esto se debe a que el escriba se inclinaba a simplificar o clarificar
B AJA CRíTICA DEL A NTIGUO T ESTAMENTO 63

la te rmino logía d e su origina l y no a complicarlo y hacerl o m ás difíci l


d e e nt e nde r a su púb lico lector. Si dejaba intacta una palabra rara, o
una expresió n difíc il , o un a forma gr ama ti cal irregular, se d e bía, casi
co n seguridad, a q ue así figura ba e n el m odelo del c u al cop ia ba. Esto n o
es d e a p licación, po r s upuesto, s i la dificu lta dad in vo lucra d a nacía de
la ignorancia o inad vertencia d el propio copista. Tampoco es de ap lica-
ció n s i la varian te difíci l carece d e to do sentid o o contrad ice tota lmente
e l s ignifi cado d e l a utor tal c ual lo e x presa en el resto de l esc rito.
Canon No. 3: Dar prefe re nci a a la variante m ás corta. Es to es po rqu e
los co pis tas se in clina ban más a insertar n uevo m a teria l que a elimina r
una p arte cua lqui e ra d e los textos sagrados qu e te nía n a la v is ta. Este
canon no ti e ne apl icación , por s upuesto, en los casos d e haplografía o
d e hom oeo te leu ton.
Canon No. 4: Dar prefere n cia a la variante que mejor exp lica to d as
las va rian tes. Por ejem plo , el Salmo 22 :16 (22: 1 7 d e l TM) d ice K'RY
YDY WRGLY, qu e, según lo señalan los masoretas (Ká'•RiY ), significa
"como el leó n mis m anos y mis pies" (" Horada ro n mi s manos y mi s
pies" VRV). La col umna h ebrea e n la Políglota Complutense dice K'RW,
que co n voca les sería Ka 'RuW, y s ign ifica "perforaron de lado a lado".
¿Cu ál de las v e rs iones ex p lica m ejo r las varia ntes (e n este caso, e l
co nte nido en las traducciones)? Probablemen te la segunda, porqu e la
LXX, la Pes hita, la Vu lga ta y aun el Sal terio H ebreo de Jeró n imo, todas
di cen " Han perfor ado" u "horadado". Síma co la tradujo como "pro-
cura n do amarrar" (q u e no favorece c laramente ni a K'R Y n i a K'RW.)
Canon No. 5: Dar prefere ncia a la var iante q u e c uente co n e l más
amp lio apoyo geográ fi co. Así, un t exto favorec ido po r la LXX, la Ha la y
la Ca pta n o contará con la m is ma gara ntía y a ute ntic idad de u n tex to e n
el c u a l co inci d en la P esh ita y la Samaritan a. Es to es deb ido a que la
Ita la y la Copta so n traducciones hijas d e la LXX y todas pertenecen a la
revis ió n a lejandrina, e n tanto que la Pes hi ta y la Samarita n a re presen-
tan trad icio n es textu a les algo d ifere nt es. De la mis ma m a n era, es
gra nde la probab ilida d de que una varia nt e atestiguada por t rad ic io n es
ta n diversas co m o la Sam a ritana y la LXX se acerq ue más a l origi na l
q u e e l T M. Po r e je mplo, en N úmeros 22:35, tan to la Samarita n a co mo la
LXX co n cuerdan en TSMR LDBR (te cuidarás d e decir) e n tan to que e l
TM di ce s imp leme nte TDBR (h a blarás). Po r s upuesto qu e e l Canon No.

1. En relación con es to. observemos la excelente afirmación hecha por Burrows: ''No
debería ser necesario, pero tal vez lo sea, repetir que una antigua variante no es necesaria-
mente una buona variante. Los textos de Qumran está n llenos do variantes demonstra-
blemente inferiores a l texto tradicional. Para decir la misma cosa en otras palabras, la
verdad es que , aunque parezca paradójico, una variante pre-masorética no es necesa-
riamente anterior a una masoréti ca. El texto protomasorético ya existía en Qumran y en
otras copias junto con textos divergentes ; nos parece jus to y razonable deci r que e l TM era
el tronco y las otras variantes, las ra mas que brotaron de él. La mayo r contribución de los
rollos del mar Muerto a la cr ítica textual s igue siendo su demostm ción d e este hecho"
(M LDSS, pág. 162.)
64 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

3 pareciera favorecer aquí al TM, pero la presencia de esta misma


fraseología, en tradiciones sum amente separadas, es d ifíc il de explicar
como una inserción posterior que por coincidencia res ul tó ser igual.
Canon No . 6: Dar preferencia a la variante que más se ajusta al estilo
y a la dicción d el autor. Esto, por supuesto, es un a simple declaración
de semeja nza. Pero cuando se p resentan dos variantes, ambas igual-
mente pos ibles en e l contexto, pero una de ellas se ajusta a la forma en
que el autor habitualmente expresa ese tipo de pen samiento, y la otra
resulta algo diferente del estilo que utiliza en el resto del escrito , ha de
preferirse la primera. Es útil señalar el hecho de que los críticos tex-
tuales de la escuela mutiladora han abusado de este canon de modo
totalmente inadmisible, y han colocado sobre pasajes que por a lgu na
razón no les convi e ne, juicios subjetivos y arbitrarios en c uanto a lo que
el antiguo au tor pudo o no haber dicho.
Canon No. 7: Dar preferencia al texto que n o refleja ninguna par-
cialidad doctrinaria. Por ejemplo, sabemos, por los tárgumes y po r la
LXX, que el pensamiento judío de los últimos períodos rechazaba toda
presentación antropomo rfa de Dios, o locucion es que im plicaran que
tenía cuerpo, m iembros o pasiones . Una variante que procura minimi-
zar este factor , se conoce con el nombre de "antiantropomorfismo" . Por
ejemp lo, en Isaías 1 :12 , hallamos en el tex to consonantado (el Kethib)
la palabra LR'WT, que normalmente puntuado sería LiR"'oWT (ver.)
Pero esta palabra entrañaría la posibilidad de que el h om bre contem-
plara el rostro de Dios, y esta es la razón por la c ual (presum iblemente)
los masoretas lo puntuaron para que dijera LéRó'oWT (ser visto o
aparecer), permitiendo así la in terpretación "presentaros delan te de
mí" (VRV). Normalmente debió escribirse LHR' WT, si Jsaías realmente
quiso d ecir "a parecer". Hacemos bien, por lo tanto, en expli ca r aq uí
el puntuado masoréti co como un anti antropomorfismo y preferir
el kethib.

RESUMEN DE LOS MÉTODOS T EXTUALES

Aparte de las reglas generales apuntadas, conviene señalar, en fo r-


ma resumida, u na excelente m etodología propu esta por Würth wein. 2
1. Donde el TM y los o tros testimonios ofrecen el mismo con tenido
y se tra ta de un escrito inteligible y razonable, resul ta inadJ:l isible
rechazar este escrito y recurrir a la conjetura (como lo han hecho tantos
críticos).
2. Donde hay una genuina desviación del TM por parte de los
demás testimonios (y no se trata de una simple interpretación del tra-
ductor), y ambas variantes parecen igualmente razonabl es, debe pre-

2. Ernst Würthwe in, TOT, págs. 80,81 .


B AJA C RITICA DEL A NTIGUO T ESTAMENTO 65

ferirse normalmente el TM (a menos que intervenga uno de los cánon es


que haga incl inar la preferencia hacia otro de los escritos).
3. Donde e l contenido del TM es dudoso o impos ible debido a
factores de lenguaje o al sentido del contexto, y donde a l mismo tiempo
otros testimonios ofrecen una variante satisfactoria, deben considerarse
favorablemente estos últimos. Y esto es particularmente c ierto si se
descubre cómo puede corromperse el contenido del TM a causa de un
error del copista, que n os resulte familiar y conocido. Pero cuando
tenemos razones para creer que el antiguo traducto r produjo un escrito
claro solamente porque no pudo entender el s ignificado del texto h e-
breo, o adivinó su significado y suplió lo que le pareció plausible por el
contexto, en ese caso ten emos una oscuridad que la crítica textual no
puede remediar excepto por conjeturas. Debemos simplemente rot ular-
lo como oscuro o corrupto.
4 . Donde ni el TM ni los otros testimon ios ofrezca n un texto posi-
ble o probable, es legítimo recurrir a la conjetura. Pero dicha conjetura
debe esforzarse en resta urar una variante tan s imilar como sea posible
al texto corrupto, con la debida consideración de las bien con ocidas
causas de la corrupción textual (ver " Tipos de errores de los manuscri-
tos" al comien zo de este capítulo.jl
5. En toda tarea de crítica textual, es men ester considerar la sicolo-
gía del copis ta. En todos los casos debemos formularnos la pregunta de
cómo pudo cometer el error, si lo hubo. ¿Concuerda es to con lo que le
es habitual, tal como se observa en el resto del libro?
Por medio d e esta cuidadosa fórmula , Würthwein in tenta establecer
un método de objetividad y de procedimiento científico que elimine
gran parte de las enmien das temerarias e inconsideradas que con harta
frecuencia has sido tomadas como críticas textuales de buena fe.

L A O BRA DE w s S oFERIM. EL T A LMUD Y L os MAs ORETAS

Los soferim representaban la orden de los escribas (que es jus-


tamente lo que s ignifica el término) que iniciaro n su acti vidad bajo la
d ireción de Es dras, el más grande de todos los escribas. Formaba n un
gremio reconocido de cus todios del texto bíblico, en tiempo de Jesús .

3. Parec iera conveniente llamar aqui la atención a una excelente obser vación d e A.
Benlzen, citada con aprobación: "Siempre corremos el riesgo de cometer un nuevo error
por conjetura ... las conjeturas. por lo general , resultan inútiles para el historiador,
porque nunca se justifica sacar concl usiones a partir de conjeturas, al menos sin dejar de
observar que ¡la conclusión es otra conjetura!" (Introduction to TJ10 OJd Testoment
- Introdu cción al Antiguo Testa mento- , 1:97.) Este punto es tá bien cons iderado; lástima
que el mismo Bentzen no haya observado las más amplias implicaciones de este princi-
pio para la alta crflica racional is ta. Ahí también, una conclusión basada sobre una mera
conjetura \¿y qué hay en la teoría documental que esté libre de conjetura?) es , en sí
misma , só o otra con jetura y no, para utilizar una frase trill ada, uno de " los seguros
resultados d e la moderna erudi ción".
66 RESEÑA CRiTICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Su actividad se extendió desde el año 400 a. d e J.C. hasta el 200 d . de


J.C., y su h echo más notable o meritorio fue el de normalizar y unifor-
mar un texto puro de las Sagradas Escrituras (tan puro como se lo
permitían sus fuentes manuscritas). Presumiblemente tuvieron mucho
que ver con la hipotética comisión de revisión; y se aseguraron de que
todas las copias de las Escrituras, salidas de sus manos (y constituían la
sociedad oficial de publicaciones bíblicas de aquella época), se confor-
maran al texto standard . En un período que no podemos precisar (tal
vez en el siglo I a. de J.C.) se les ocurrió la idea de contar todos los
versículos, palabras y letras de cada libro d el Antiguo Testamento y
colocar al final de cada libro un apéndice con las cifras obtenidas. Eso
le diría a cualquier verificador si estaba o no en presencia de una copia
perfecta, porque sólo tenía que contar los versículos, palabras y letras, y
si no coincidían con el número establecido sabría que se trataba de un
error. Estas estadísticas de los soferim fueron incluidas en la Masora
Finolis de cada uno d e los libros de la Biblia masorética. Debemos dejar
claramente sentado que los soferim trabajaron solamente con textos
consonantados; nada tuvieron que ver con los puntos vocales. Los pun-
tos para indicar vocales no fueron inventados sino hasta después del
año 500 d. de J.C.
Otra de las contribuciones de los soferim consistió en los denomi-
nados tiqqüné soph erlm o decretos de los escribas, que totalizaban 18.
Mu ch os de estos eran de un caracter antiantropomórfico (cf. Canon No.
7, ya explicado). Por ejemplo, en Génesis 18:22 , "Jehová estaba aún"
fue alterado por "Abraham estaba aún". Además, protegían la dignidad
de Dios de alguna manera. Así , en el texto tradicional d e 1 Samuel 3:13,
los hijos de Elí maldicen a "Dios" ('LHYM), p ero lo cambian p or: mal-
dicen (o traen una maldición) "sobre s í mismos " (LHM, y omiten la alef
y la yod). Otras de estas enmiendas no se justifican mayormente. '
De acuerdo con la tradición judía, el término soferim d ebe aplicarse
más estrictamente a los más antiguos grupos de escribas, que van del
quinto al tercer siglo a. d e J.C. (desde Esdras a Antígono de Sacho).
Después de ellos vinieron los zugot (parejas de eruditos textuales), del
segundo al primer siglo a. de J.C. (de José ben Joezer a Hillel). El tercer
grupo corresponde a los tannaim (repetidores o maestros), desde la
muerte de Hillel a la muerte de Judá Hannasi en el año 200 d . de J.C. Las
enseñan zas de estos tres grupos figuran en la Misna, la Tosefta, la
Barytot y el Midras. Se men cion an más de 200 tannaim en estas obras,
la mayor parte de los cuales se titulan ya sea Rabí o Rabán (maestro).
Los judíos preservaron, al principio por tradición oral y luego p or

4 . Ver capítulo 3, págs. 4 5, 46 de este libro.


5. Estas están todas enumeradas en la traducción que hizo C. O. Ginsburg de la introduc-
ción a la Biblia de Bomberg por Jacob ben Chayim (1524-1525) Cf. Stanley Rypins, The
Book of Thirty Centuries (El libro de treinta siglos) pág. 37.
B AJA CRITICA DEL A NTIGUO TESTAMEl\TTO 67

escrito, una enorme cantidad de in terpretaciones trad icionales de la


Tora y de otras partes del Antiguo T estame nto, junta mente con el
embellecimiento folklórico, anédotas y h omilías de diversas clases.
Mucho de ese material tenía que ver con asun tos de práctica legal, o
con intri ncados deta lles ritua les y otros temas si milares. Este inmenso
material de tradiciones ha sido conservado en dos principales co-
lecciones, el Midras y e l Talmud , amén de uno más reducido conocido
como la Tosefta. A con tinu ación se los describe en orden cronológico.
El Midras (estud io textual, o interpretación de l texto, d e daros,
escudriñar , inves tigar) fue com paginado entre los año 100 a. de J.C. y
300 d. de J.C. Era una exposición doctrinal y homilé tica d el Antiguo
Testamento. Compuesto tanto en secciones hebreas como en secciones
arameas, su ministraba un comentario sobre la ley escrita (es decir, el
Pentateuco). Consistía d e dos partes: el Halakah (procedimiento), co-
mentari os excl usivamente sobre la Tora; y el Aggadah (d icho o expos i-
ción), que comentaba todo el Antiguo Testamento, e incluía proverbios,
parábolas y cuentos. Estas contienen las homi lías más antiguas que
exis ten de las sin agogas. Tienen cierta importancia para la c rítica tex-
tual debido a sus numerosas ci tas del texto del Antiguo Testamento, a
veces en forma ligeramente distinta de la de l TM.
La Tosefta (adición, s up lemento) surgió entre los aii.os 100 y 300 d.
de J.C. Consiste de una colección de enseñanzas y trad iciones de los
tannaim, estrechame nte em parentadas con la M is na. De acuerdo con la
tradición , contien e la parte de la Misna original que el rabino Agiba
(hacia e l año 100 d. de J.C.) om itió de su ed ición de la Misna, que fue
abreviada para facilitar la memorización.
El Talmud (instrucción, de Jimmed, enseñar) se desarrolló entre los
años 100 y 500 d. de J.C. Consiste en dos div isiones principales. La
Misna (repetición o e nseñan za) fue completada a lrededo r del año 200
d . de J.C. Compuesta en idioma hebreo, conte nía un digesto de todas las
leyes ora les (supuestamente comunicadas por palabra ora l de Moisés a
sus setenta ancianos), tradiciones, y explicaciones de la Escritura. Se
di vide en seis s•darfm (órdenes): agricultura, fi estas, mujeres, leyes
civiles y crimina les; sacrificios y cosas santas y cosas inmundas. Estas,
a su vez, se dividen en 63 opúsculos (ver sus títu los en ISBE, pág.
2905). Los sabi os que contrib uyeron al Misna eran conoc idos como los
lannaim (l a última orden d e los soferim, com o lo mencionamos antes).
La segunda división principal es la Gemara (la materia que se apre nde,
de g•mar, completar, lograr o aprender). Vocab lo arameo, indica que fu e
compuesto más bi e n en arameo que en h ebreo. Consiste de un s u-
plem ento pa ra agregar a cada u no de los opúscu los en forma de comen-
tario ampliado so bre la Misna. Surgió en dos formas diferenciadas: la
Gemara Palestina (hacia el año 200 d. de J.C.) y la muc hísimo más
grande Gemara Bab ilónica (hacia el año 500 d. d e J.C.) Los sabios que
68 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

redactaron la Gemara eran conocidos como Amoraim (oradores, expo-


sitores, proviene del vocablo 'amar, hablar).
Los Masoretas fu eron los eruditos que entre los años 500 y 950 d. de
J.C. dieron los últimos toques y fijaron la forma definitiva del texto del
Antiguo Textamento. Se llamaron masoretas porque preservaron por
escrito la tradición oral (masora) respecto del correcto uso d e las
vocales y los acentos, y de las veces que figuraban palabras raras de
inusitada ortografía. Recibieron de los soferim el texto con sonantado,
sin puntuación , y le insertaron los puntos vocales que le dieron a cada
palabra su exacta pronunciación y su forma gramatical. Hasta incur-
sionaron moderadamente en la crítica textual. Cada vez que sospecha-
ban que la palabra indicada por el texto consonantado era errón ea, la
corregían de una manera muy ingeniosa. Dejaban las consonantes sin
tocar, tal como las habían recibido de los soferim. Pero insertaban los
puntos vocales que pertenecían a la nueva palabra que substituían por
la anterior, y entonces insertaban las consonantes de la nueva palabra
propiamente dicha, en letras pequeñísimas, al margen. Por ejemplo, en
Isaías 28:15, tenemos la palabra agrupada KY-'BR. Con la puntuación
normal sería KiY-'dBaR (cuando haya pasado por encima), y esta es, por
lo tanto, la variante del Kethfb (vocablo arameo que significa la cosa
escrita, es decir, la palabra indicada por las consonantes). Pero los
masoretas pensaron que en este caso debía seguir a KiY (cuando) un
tiempo imperfecto , y por eso insertaron debajo ele ' BR las vocales co-
rrespondientes a Ya'"BóR (pase por encima) ; y luego, al margen, escri-
bieron en letras pequeñas Y'BR. que indica esta variante con el explica-
tivo qeré (término arameo que significa ¡léase!) (La abreviatura común
de kethib es K y la de qeré es Q.)
Tal vez el más famoso (y frecuente) ejemplo de un caso qeré es
Jehová, el nombre del Dios del pacto. Esta palab ra se escribe con las
cuatro consonantes YHWH, que se remonta a la pronunciación original.
YaHWeH. La forma correcta y original ele escribir jehová es, por lo
tanto, Yahweh (o Jahweh, como lo escriben los alemanes) . Pero los
judíos, ya desde los tiempos de Nehemías, comenzaron a sentir escrú-
pulos en cuanto a pronunciar el santo nombre, ante el temor de s ufrir
las consecuencias penales derivadas del tercer mandamiento. De ahí la
práctica aceptada de sustituir el nombre Yahweh por el títu lo "Señor"
('aDóNdy). en las ocasiones en que se lo pronunciaba en voz alta. Para
indicar esta sustitución, los masoretas insertaron las vocales de 'aDó-
NdY debajo de las consonantes de YaHWeH, con lo cual se obtenía
f"HóWdH o "Jehová" . Interpretando erróneamente este geré, los erudi-
tos europeos del Renacimiento (cuando en Europa se estudiaba ávi-
damente el idioma hebreo) supusieron que la correcta pronunciación
del nombre era "Jehová", y así nos ha llegado has ta nuestros días. En
realidad era Yahweh (a esto se lo puede denominar variante Kethib),
BAJA CRfTICi\ DEL A NTIGUO TESTAMENTO 69

pero el uso ha sancionado de tal manera el error, que los cristianos


devotos se resis ten a aceptar toda reversión a la pronunciación que
históricamente era la correcta.
Además d e la inserción de puntos vocales y de la indicación de las
variantes con qeré, los m asoretas también se ocuparon de los signos d e
acentuación. Al comienzo los signos de acentuación era n simples y
poco usados, pero más adelante se hicieron más comp licados, especial-
mente c uando el s istema de acentuación fu e perfecc ionado por la
Escuela Tiberiense de Masoretas (Tiberias es la ci udad que mencionan
los Evangeli os, situada sobre el mar de Galilea.) Los más célebres de
todos los masoretas fueron Moisés ben Aser (con s u erudito hijo Aar ón)
y ben Nefta lf. El texto s tandard de la Bibli a hebrea está basado en un
texto deben Aser (el Códice Leningrado del Antiguo Testamento).
En las márgenes laterales de los manuscritos masoréticos se coloca-
ba la masora marginal. Esto incluía no solamente las consonantes de
los escritos qeré (como ya lo describimos), s ino también estad ísticas
sobre la frecuencia en que diversas palabras y frases que figuraban con
ese tipo de escritu ra aparecían en otras partes en las Escrituras hebreas.
También indicaban su frecuenci a en otros s itios con esa particu lar
ortografía o combinación de palabras. La notación más frecuente de
este tipo era una s imple L (lamed) con un punto encima, que signifi-
caba Lo (no), lo cual indicaba que esta palabra o esta ortografía no
figuraba en ninguna otra parte de las Escrituras hebreas. (Esto, por
supuesto, servía de ad vertencia a futuros cop istas e n e l sentido de
que cua lquier repetición de esta palabra u ortografía, única en su
género, sería rechazada com o errón ea.)
En el margen inferior de los manuscritos masoréti cos figuraba la
masora mayor que contenía más información de este tipo, frecuen-
temente co n artificios nemotécnicos mediante los cuales podían recor-
darse todas las palabras o frases infrecuentes. Por ejemp lo, en Génesis
1:1 la nota masorética d ice, con referencia a l primer conjunto de pala-
bras (En-el-principio- b•re'Sit): "El signo es: Dios establece al justo"
(elóhim yákim ha~~edek). Esto indica que en la primera ocasión (Géne-
sis 1:1), la primera palabra después de b•re'sit es Dios; la segunda vez
que aparece b•re'sit Ueremías 26:1), tien e a continuación el nombre del
rey Joacim (pues joacim, o Y.hó-yákfm, significa Jehová establece); la
tercera vez que aparece b•re'sft Ueremías 28:1) está seguid o por el nom-
bre Sedeq uías (pues Sedequías, o $ede~- Y ah , signi fica Jehová es justo.)
Está demás decir que este ti po de informac ión no tiene más que un
interés marginal para la m ayoría de los eruditos m odernos, y por eso las
anotaciones masoréticas no son muy estudiadas en los círculos n o
judíos .
La masora fina l contiene principalmente estadísticas respecto al
número de versículos , letras, y cosas por el estilo, que hay en el libro, e
70 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTMv!ENTO

indica la palabra del medio y la letra del medio.


Es preciso mencionar otros dos hechos de la revisión masorética,
por la influencia que tienen sobre la crítica textual. Hay quince pala-
bras puntuadas en el texto del Antiguo Testamento, y de acuerdo con la
tradición judía eran palabras que, según la opinión de los eruditos de la
denominada Gran Sinagoga (aparentemente fundada por Esdras), de-
bían ser suprimidas o, por lo menos, señaladas como d udosas. Por
ejemplo, en Números 3:39, la palabra " y Aarón" está puntuada, puesto
que Aarón no había sido contado en el censo. El otro h echo se refiere a
las letras suspend idas, es decir, letras colocadas por encima de la línea.
Esto ocurrió en cuatro pasajes, donde los masoretas (ajustándose a la
decisión de los soferim) sospechaban de la genuinidad de las letras así
colocadas. Así, en Ju eces 18:30, la redacción original aparentemente
era "Jonatán hijo de Gersón hijo de Moisés" (MóSeH, hebreo); pero para
salvaguardar la reputación de Moisés se insertó una N [nun) (aunque
ligeramente encima de la línea) como para cambiar el nombre "Moisés"
por "Manasés" (McNaSeH).
En conclusión debemos rendir a los masoretas el más alto elogio por
su meticuloso cuidado al preservar con tanta diligencia el texto con-
sonantado de los soferim que les fue confiado. Los masoretas, jun-
tamente con los soferim, prestaron la más diligente atención a la exacta
conservación de las Escrituras hebreas que jamás se haya dedicado a
literatura antigua alguna, secular o religiosa, en la historia de la civi-
lización humana. Tan concienzudos fueron en su función de custodios
del texto santo que no se aventuraron a ejecutar las más obvias correc-
ciones, en lo que a consonantes se refería, sino que dejaron su VorJage
exactamente como les fue entregado. Debido a su fide lidad contamos
hoy con una forma del texto hebreo que, en lo esencial, es copia fiel del
texto revisado que se consideraba autorizado en los días de Cris to y de
los apóstoles, o tal vez un siglo antes. Y éste, a su vez, a juzgar por las
evidencias de Qumran, se remonta a una revis ión autorizada del Anti-
guo Testamento, redactada sobre la base de los manuscritos asequibles
más confiables, por comparación, de siglos anteriores. Estos nos acer-
can , en lo esencial, a los mismos autógrafos originales, y nos brindan
un relato auténtico de la revelación de Dios. Como lo d ijo W. F.
Albright: " Podemos tener la p lena seguridad de que e l texto consonan-
lado de la Biblia hebrea, si bien no es infalible, ha sido preservado con
una exactitud s in paralelo en ninguna otra literatura del Cercano
Ori e nte . "~

5. Citado por H. H. Row ley, OTMS. pág. 25.


CAPITULO 5
EL CANON DEL ANTIGUO TEST AMENTO
El término can on deriva del vocablo griego kanón , que significa vara
recta, borde recto, regla. Aplicado a lo literario, la pala bra canon se
refiere a los escritos que se ajustan a u na regla o standard d e divina
insp iración y au toridad. En las Escrituras hebreas hay 39 libros que los
judíos cons ideraron canónicos. Son los mismos que fueron aceptados
por la igles ia apostó li ca y por las iglesias protesta ntes d esde los días de
la Reforma. La iglesia romana añade catorce libros [o porciones de
libros) que conforman los apócrifos , y los consid eran de igual autoridad
que el resto. Esto inspira la pregunta: ¿Qué le da canonicidad a un libro
de la Escritura? ¿En qué momento el antigu o pueblo de Dios aceptó
como canónicos estos diversos libros que componen el Antiguo Tes-
tamento? Postergaremos la consideración sobre las preten siones d e los
libros apócrifos, para el final d e este capítulo. Primero veamos la divi-
sión tripartita del can on h ebreo [ley, profetas, escritos) y las explica-
cio:r.J.es que se han dado para ello.

L A D IVISIÓN DEL CANON H EBREO

La ed ic:ión maso rética del Antiguo Testamento difiere e n ciertas


peculiaridades del orde n de los libros seguido por la Septuaginla, como
asimismo del seguido por las iglesias protestantes. Los co m pi ladores d e
la Versión Griega (LXX) observaron una disposición más o menos temá-
tica, como s igue.
Los li bro s d e la ley: Génesis , Exodo, Lev íti co , Números,
Deuteronomio.
Los libros históricos: Josué, Ju eces, Rut, 1 y 2 Sa mu el , 1 y 2 Reyes
(por lo gen eral) a los ú ltimos cuatro libros se los ha dado en llam ar 1 , 2, 3
y 4 " de los Reinos" ). 1 y 2 Crónicas, 1 y 2 Esdras (el prime ro a pócrifo y el
segundo el Esdras canónico), Nehemías, Tobías, Ju di t y Estor.
Los libros poéticos y sapienciales: Job , Sa lmos , Proverbios, Ecl e-
s ias tés, Can ta r d e Jos Cantares, Sabiduría de Sa lomón , Sabiduría de
Sirac (Eclesióstico).

71
72 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

Los libros proféticos: los profetas menores: Oseas, Amós, Miqueas,


Joel , Abdfas, Jonós, No hum, Habocuc, Sofonfos, Hogeo, Zacaríos, Mo lo-
quías; y los profetas mayores: Isaías, Jeremías, Baruc, Lamentaciones,
Carta de Jere mías, Ezeq uiel y Daniel (que incluye " Susana", " Be l y e l
Dragón " y "El cán tico de los tres jóvenes").
Los libros de his toria s uplementarios: 1 y 2 d e Macabeos.
En general, la Vulga ta Latina sigue el mismo orden de la Septuagin-
ta, excepto que 1 y 2 Esdras equivalen a lo que en nuestras Biblias es
Esdras y Nehemías, y las porciones apócrifas (3 y 4 Esdras) figuran a
continuación de los libros del Nuevo Tes tamento, como igualm ente
ocurre con "Lo Oración de Manasés" . También en la Vu lgata, los pro-
fetas mayores figuran a ntes de los profetas menores. Segú n este listado
se hace aparente que la Biblia protestante sigue e l m ism o ord en tem áti-
co que la Vulgata, excepto que todas las porciones apócrifas (incluso las
cons iderables ad ic ion es a Es ter) están suprimidas. Por lo tanto, en
cu anto al orden, la Biblia protestante sigue a la Vulgata, pero en cuanto
al conte nido s igue a l TM.
El orden d e los libros en el Texto Masoré tico es com o sigue: la Tora
(o Pentateuco); los profetas (N•bi' fm ) en e l s iguiente orden : profetas
anteriores: Jos u é, Jueces, Samuel (1 y 2 re unidos). Reyes (1 y 2
reunidos); profetas posteriores; profetas mayores: Isaías, Jerem ías y
Ezequie l; y doce profetas menores (en el mis mo orden en q ue apar ecen
en la versión Reina-Valera); los escritos (Kethübfm, en griego Hagio-
grapha , Esc ritos San tos) : poesía y sabiduría: Salmos, Proverbios, Job
(pero en e l Códice d e Leningrado figura: Salmos, Job, Proverbios); los
Rollos o Megilloth: Can tar de Jos Cantares, Rut, Lamentac iones, Ecle-
siastés, Ester (pero en el Códice de Leningrado figura: Rut, Cantar de
los Cantares, Eclesiastés, Lame ntaciones, Ester); h is tór icos : Daniel,
Esdras, Nehemías, 1 y 2 Crónicas.
Se d ebe m en cionar, sin embargo, que el orden de los li bros que
com ponen e l TM representa una divis ión pos terior (que se hizo en gran
parte pa ra facilitar la d iscusión con los apo logistas cristia nos que apela-
ban al Antiguo Testamento en su polémica contra e l judaísmo). La
primitiva d ivisión te nía el m ismo contenido que los 39 li bros an otados,
pero dispu estos en solo 24 libros. Esto significaba que 1 y 2 Samue J se
contaban com o un solo libro; de la misma m anera, 1 y 2 Reyes y 1 y 2
Crónicas. También se contaban como un solo libro los doce profetas
menores, y Esdras y Nehemías formaban una sola unida d. S in embargo
Josefa, que escribió casi al final d el primer siglo d. de J.C., menciona un
can on de 22 libros.' Aparentemente eso envolvía la inclusión de Rut

1. El pasaje tomado de Josefa, dice así: "Contamos co n solo veintidós Jlibros] que con-
tienen la historia de todos los tiempos, libros en los cuales con toda jus ticia creemos; y de
estos, cinco son los libros d e Moisés, que contienen las leyes y las más antiguas trad i-
ciones desde la creació n del género humano hasta s u muerte. A parti r de la muerte de
EL C ANON DEL A NTIGUO TESTA.\IIENTO 73

con Jueces y de La mentacion es con Jeremías. Pero esencialmente, ya


sean 39 libros, ó 24 ó 22, la división bás ica del canon h ebreo se h a
mantenido igual. La razón por la cual Rut y Lamen taciones fueron
posteriormente separados de Jueces y Jeremías, respectivamente , es
que se utilizaron en el año litúrgico judío, juntamente con las otras tres
unidades del Megi/loth. Es decir, en la Pascua se leía el Can tar de Jos
Cantares; Rut se leía en Pentecostés (en el tercer mes); Lamentaciones
se leía en el noveno de Ab (quinto mes); Eclesiastés se leía en la fiesta
de los Tabernáculos, en el séptimo mes; y Ester se leía en la fiesta de
Purim, en el duodécimo mes. Esto exp lica el orden del Megilloth en el
TM: Cantar de los Can tares, Rut, Lamentaciones, Eclesias tés y Ester.
De lo que acabamos de decir sobre la inclusión de Ruten Jueces y
Lamentaciones en Jeremías, res ulta evidente que la lista de Ke thü bim
lejos estaba de ser fi ja y rígida. Si bajo la división de 22 libros de Josefo
estas dos unidades (Rut y Lamentaciones) de los Kethübim estaban
antes incluidas entre los profetas, entonces la tercera categoría del
canon hebreo debió ser menor en el primer siglo d. de J.C. de lo que
indicaría la posterior división del TM. Josefo se refi ere a la tercera
categoría como formada solamente por cuatro libros, que describió
diciendo que contenían "himnos a Dios y preceptos para la conducta
de la vida humana." Esto parecería exclu ir a Daniel de la tercera divi-
sión e implicar su inclusión entre los profetas, ya que Daniel ni es
hímnico ni preceptivo.
Lo mismo cabría decir sobre los libros históricos ta les como Esdras,
Nehemías y Crónicas. La descripción, aún más antigua, de la tercera
división, que se hall a en el prólogo de Eclesiásti co, como " los profetas
y los otros que les han seguido " y " los otros libros de los antepasados"
(Versión Biblia de Jerusalén], es demasiado vaga para servir de base a
cualesquiera deducciones. Pero es más bien sorprendente que el Nuevo
Testamento nunca menciona específicamente ningún otro libro, aparte
de los Sa lmos, com o integrante d e la tercera división del Antiguo Tes-
tamento (Lucas 24:44 habla de la ley de Moisés, los profetas, y los
salmos). Por lo general se habla de la Escritura hebrea simplemente
como " la ley y los profetas;" hasta se men ciona un pasaje de los Salmos
(Salmo 82), del cual se dice que está escrito "en vuestra ley" Uuan

Moisés hasta el reinado de Artajerjes , rey de Persia, sucesor de jerjes, los profetas que
sucedieron a Moisés escribieron la historia de los acontecimientos que ocurrieron
durante sus vidas, en trece libros. Los cuatro documentos restantes conti enen himnos a
Dios y preceptos prácti cos para los hombres" (Contro Apión, 1.8). Aparentemente estos
trece "profetas " fueron: Josué, Jueces-Rut, Somuel, Reyes, Crónicos, Esdros-Nehemíos,
Ester, Isofos, Jeremías-Lamenta ciones, Ezequiel, Daniel, los doce profetas menores y
posiblemente el Contar de los Cantores. Esto quiere decir que la asignación de Crónicos,
Ester, Esdras, Nehemfos , Daniel y Cantor de los Cantores a la tercera división del canon
hebreo ocurrió en fecha posterior al primer siglo d. de J.C. De ahí que carezca de validez
todo argumento esgrimido en contra de la autenticidad de Daniel basado en su asignación
fina l a los Kethubfm .
74 RESEÑA CRíTICA DE u ' A I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

10:34). El Manual de disciplina de Qumran y el Docum ento sadoquita


se refieren a las Escrituras simplem ente como " Moisés y los Profetas". 2
De la posterior divis ión del TM no se puede sacar ninguna conclusión
segura respecto a la época en que fueron compuestos los libros de los
Kethübim, ya que, obviamente, no es de origen pre-cris tiano.

L A ANTILEGOMENA

Al llegar a este punto conviene decir algunas palabras sobre la


denom inada An tilegornena (libros contra los cuales se habla) . La Misna
menciona la existencia de con trovers ia en algunos círculos judíos,
durante el segundo s iglo d. de J.C., respecto de la ca nonicidad del
Cantar de los Canta res, Eclesias tés y Ester. Algunos expresaron sus
dudas, en esa misma época, en cuanto al libro de Proverbios. De acuer-
do con la Gemara, ta mbién se discutió sobre Ezequiel, referente a su
autoridad , hasta que en año 66 d. de J.C. se puso p unto final a las
objeciones surgidas sobre ese libro. Se nos d ice que los di scípul os de
Sammay, en el primer siglo a. de J.C., impugnaron la canonicidad de
Eclesiastés, en tanto que la escuela de Hi llel, con el mismo entusiasmo
que sus contendientes , la sostuvieron. Las doctas d iscusiones realiza-
das en Ja mnia, en el año 90 d. de J.C., sostuvieron el derecho de contar a
Eclesiastés y a Cantar de los Cantares entre los libros de au toridad
divina. No h ay que interpre ta r erróneamente que estas objeciones
minoritarias haya n demorado la canonicidad de los cinco libros en
cu estión; así, como las objecion es de Martín Lutero, en el siglo XVI, a
Santiago y Ester, no demoraron el reconocimiento ca nónico de estos
libros.
Para tratar de los cargos formu lados con tra estos libros, debemos
tomarlos uno por uno. La crítica contra Ecles iastés se basó en su preten-
dido pesimismo, su epicureísmo, y su negación de la vida ve nidera.

2. Laird Harris, Inspirolion ond Co no nicity of the Bible (Inspiración y canonicidad de la


Biblia), pág. 146.
3. Digamos de paso que no tiene mucho apoyo la s uposición d e que hubiera habido
alguna vez una reunión sinódica oficial en Jamnia o Yabneh, bien en el año 90 d. d e J.C. o
en cualquiera otra fe cha . R. K. Harrison afirma: " Por lo que a los hechos d e la situación se
refiere. muy poco es lo que se sabe sobre el supuesto Sínodo de Jamnia. Después que
jerusalén fu e destruida por las tropas de Tito en el año 70 d. de J.C .. el rabino Johanan ben
Zakkai obtuvo permiso de los romanos para establecerse en Jamnia. con la intención de
prosegui r sus actividades li terarias. El sitio pronto se transformó en un centro de estudios
escriturales, y periódicamente se discutieron temas relativos a la canonicidad de algunos
libros, especfficamente. d el Antiguo Testamento, entre los cuales Ezequiel, Ester, Co ntar
de Jos Co ntares, Eclesiastés y Proverbios . No hay duda alguna de que se conversaron esas
cosas antes y después de ese período, y parece probab le que en esas d iscus iones no se
aprobó nada d e naturale;,:a formal u obligante, si bien, co mo lo sefialó Rowley. los d ebates
ayudaron a cristal izar y estab lecer la tradición judaica a este respecto. con más firmeza
que antes" (Harrison, OTl, pág. 278). (Cf. H. H. Rowley, The Growth of the Old Testoment
-El crecimiento d el Antiguo Testamento-, pág. 170; E. J. Young, Revelation and the BiblP.
-La revelación y la Biblia- pág. 160.)
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 75

Pero avisados estudiosos de l libro llegaron a la conclusión de que nin-


guno de estos cargos se justificaba cuando se interpretaba la obra a la
luz de la especial técnica y propósito del autor.•
La crítica al Cantar de los Cantares se basaba en los pasajes que
hablan del atractivo físico en osada y entusiasta imaginación rayana en
lo erótico, si se lo toma con crasa mal a fe literal. Pero la interpretación
alegórica de Hillel, que identificó a Salomón con Jehová y a la Sulamita
con Israel , reveló dimensiones espirituales en esta producción literaria
realmente hermosa. Los exégetas cristianos retomaron la idea, pero
aplicaron la figura de Salomón a Cristo y la de la esposa a la Iglesia, y
lograron con ello una más rica comprensión de la amante relación entre
el Salvador y sus redimidos.
En cuanto a Ester, la objeción era que no aparece en todo el libro el
nombre de Dios. Pero este inconveniente (difícil de explicar) estuvo
más que compensado por la ineludib le manifes tación de la d ivina pro-
videncia que obró a través de toda circunstancia para li brar a la raza
judía de la mayor amen aza a su existencia jamás sufrida en su historia.
En el caso de Ezequiel, el problema planteado consistfa en las dis-
crepancias de detalles entre el templo de los últimos días con su ritual
de los diez últimos capítulos y el tabernáculo de Moisés y el templo de
Salomón. Pero se argumentó como refutación , que estas diferencias
ocurrían en detalles ínfimos y pudieran pertenecer a un futuro templo y
no al segundo templo erigido por Zorobabel. En todo caso, habría que
esperar confiadamente que Elías, a su retorno a la tierra , aclararía estas
dificu ltades a los fieles.
Las objeciones a Proverbios no eran tan serias , y se concentraban en
unos cuantos preceptos aparentem ente contradictorios, tal como en
26:4-5: " Nunca respondas al n ecio de acue rd o con su necedad ...
Respon de a l necio como merece su necedad."

A i\'TIGUOS T ESTLMONIOS SOBRE EL C ANON MASORETICO

¿Qué antigüedad tiene este canon de 22 libros de los judíos palesti-


nos? La más antigua referencia existente, a las tres principales di-
visiones de la Escritura hebrea, figura en el prólogo de Eclesiástico,
libro apócrifo, compuesto alreded or del año 190 a. de J.C. en idioma
hebreo , por Jesús Ben Sirac. El prólogo propiamente d icho fue com-
puesto en griego por el nieto del autor, quien traduj o toda la obra a l
griego. En el prólogo (que se remonta alrededor del año 130 a. de J.C.)
leemos: "Muchas e importantes lecciones se nos han trans mitido por la
Ley, los Profetas y los otros que les han seguido ... mi ab uelo Jesús,
después de h aberse dado intensamente a la lectura de la Ley, los Pro-

4. Estos temas serán tratados en detalle cuando analicemos el libro en el capítulo 35.
76 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAME!\'TO

fetas y los otros libros de los antepasados, y de haber adquirido un gran


dominio en ellos, se propuso también él escribir algo en lo tocante a
instrucción y sabiduría" (Biblia de Jerusalén). A lo que en el canon del
TM se clasifica como Kethübim (los excritos o Hagiógrapha) aquí se
hace referencia con las palabras: libros escritos por "otros que les han
seguido," "otros libros de los antepasados." Esto demuestra que ya en
el segundo siglo a. de J.C. existía cierta clase d e división tripartita.
Observemos también que 1 Macabeos , compuesto a lrededor de la
misma época que el prólogo, se refiere a dos ep isodios de Daniel (1
Macabeos 2:59-60, es decir, la liberación de Danie l del foso de los
leones) y cita expresamente de los Salmos (p. ej., 1 Macabeos 7:17 cita
del Salmo 79:2,3); y estos dos libros (aparentemente considerados
como canónicos) pertenecen a los Kethübim. En cuanto a l Nuevo Tes-
tamento, Lucas 24:44 se refiere al Antiguo Testamento y habla de lo que
está escrito "en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos". No
solamente los Salmos sino también Proverbios y Daniel se c itan a
menudo como la autorizada Palabra de Dios , y aun se alude a Lamenta-
ciones en Mateo 5:35. Puesto que estos cuatro libros pertenecen a la
lista posterior de Jos , Kethübfm, no hay razonable duda de que la ter-
cera división del canon hebreo fue co locada al mismo nivel que las dos
anteriores, como divinamente inspirada.
Y ahora llegarnos a Josefa de Jerusa lén (37-95 d. de J.C.), a cuya
enumeración del Antiguo Testamento , compuesta de 22 libros, ya
hemos hecho referencia. En su obra Contra Apión, dice: "No son de-
cenas de miles de libros discordantes y conflictivos los que tenemos ,
sino só lo 22 que contienen el relato de todos los tiempos, y de los
cuales se cree, con toda justicia, que son divinos." Luego de referirse a
los cinco libros de Moisés, 13 libros de los pro fetas, y los restantes
libros (que "abarcan himnos a Dios y consejos a los hombres para la
conduela de la vida " ), formu la esta significativa declaración: "Desde
Artajerjes (el sucesor de Jerjes) hasta nuestro tiempo, todo ha sido re-
gistrado, pero no se ha consid erado merecedor de igua l crédito a lo que
lo precedió, porque cesó la exacta sucesión de los profetas. Pero es
evidente , por nuestra conducta , la fe que hemos depositado en nuestros
escritos; pues a pesar de haber pasado tanto tiempo , nadie se ha atrevi-
do a añadir nada a ellos, ni a quitarles nada, ni a a lterar nada de
ellos" (1.8).
Observemos tres hechos importantes de esta declaración. l. Josefa
incluye las mismas tres divisiones de las Escrituras hebreas que inc luye
el TM (si bien restringiendo el tercer grupo a " himnos" y hokJm10h), y
limita el número de los libros canónicos en estas tres divisiones a 2Z.S

5. Ver una explicación de cómo se corresponden éstos con los ::19 libros de l canon
protestante en la nota margina l No. 1 de este cap[lulo.
EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 77

2. No se compusieron más escritos canónicos desde el reino de


Artajerjes, el hijo de Jerjes (464-424 a. de J.C. ,), es decir, desde la época
de Malaqufas. 3. No se incluyó ningún material adicional en los 22
libros canónicos durante los siglos intermedios (es decir, desde 425 a.
de J.C. a 90 d. de J.C.) Los racionalistas de la alta crítica niegan enfáti-
camente los dos últimos puntos, p ero tienen que habérselas con el
testimonio de un autor tan del comienzo de la era cristiana, y explicar
cómo se les escapó a los eruditos judíos del prim er siglo d. de J.C. el
conocimiento de la pretendida fecha de considerables porciones, tales
como Daniel, Eclesiastés, Cantar de Jos Cantares y muchos de los Sal-
mos, que aquéllos alegan son posteriores a Malaquías. Cierto es que
Josefa también a lude a material apócrifo (1 Esdras y 1 Macabeos"); pero
en vista de su declaración ya citada, es evidente que los utilizaba
meramente como una fuente histórica y no como libros divinamente
inspirados.
El más antiguo catálogo de los libros del Antiguo Testamento que
existe en la actualidad es la lista del obispo Melitón de Sardis, escrito
alrededor del año 170 d. de J.C. Afirma que viajó al Oriente para inves-
tigar el número y el orden de los libros del Antiguo Testamento y llegó
a los siguientes resu ltados: "Cinco de Moisés: Génesis, Exodo, Levítico,
Números y Deuteronomio ; Josué, Jueces, Rut, cuatro de los Reinos, dos
de Crónicas, Salmos de Dav id , Proverbios de Salomón (que también es
Sabiduría) , Eclesiastés, Cantar de los Cantares, ]ob; los profetas: Isaías,
Jeremías, y los Doce en un libro; Daniel, Ezequiel, Esdras." Observa-
mos en esta lista: 1. Omite Lamentaciones, pero probablemente estaba
incluido en Jeremías; 2. Lo mismo ocurre con Nehemías, pero proba-
blemente estaba incluido con Esdras; 3. Totalmente omite Ester, por
alguna razón desconocida; 4. Con la posible excepción del término
Sabiduría (que es concebible que se refiera a la Sabiduría de Salom ón),
no incluye ningún otro libro de los apócrifos.
En el siglo III d. de J.C. , Orígenes (que m urió en el 254) dejó un
catálogo de 22 libros del Antiguo Testamento , que fue conservado en la
Historia eclesiástica de Eusebio (6:25). Indica la misma lista de 22
libros del canon de Josefa (y del TM). La única diferencia estriba en que
aparentemente incluye la Epístola de Jeremías, por ignorar tal vez el
hecho de que nunca fue escrita en hebreo.
Aproximadamente contemporáneo de Orígenes fue Tertuliano (160-
250 d. de J.C.), el más antiguo de los Padres Latinos cuyos libros aún
existen. Establece en 24 el número de libros canónicos. Hilario de
Poitiers (305-366) señala que son 22. Jerónimo (340-420 d. de J.C.) tanto
78 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMEl\'TO

en el Prologus GaJeatus' como en los demás escritos favorece el reco-


nocimie nto de tan solo 22 libros contenidos en el hebreo, y relega los
libros apócrifos a un plano secundario.• Así, e n su Comentario sobre
Daniel lanza su s dudas sobre la canonicidad de Susana, basado en que
cierto juego d e palabras que se coloca en labios de Daniel sólo se de-
rivaba del griego y no del hebreo (im plicación : el relato tu vo que haber
s ido compuesto originalmente en griego). De la misma ma nera , con
referencia a Bel y el Dragón , comenta: " Se resuelve fác il mente esta
objeción afirm ando que esta particu lar historia no figu ra en el hebreo
del libro d e Daniel. No obstante, s i alguien pudiera probar que per-
te nece a l can o n, e n ese caso es taríamos obliga dos a buscar otra
respuesta a esta obj eción. " 9

EL P ROBLEMA TOCANTE i\ LA C ANO:-..'lClDAD DE LOS APóCRIFOS

No solo los católi cos romanos y los ortod oxos griegos sostienen la
canonicidad de los catorce libros apócrifos (en lodo o en parte), sino
también algunos eruditos protestantes de raigambre libera l hablan de
un "Ca non Alejandrino", para el cual reclaman igua l valid ez que la del
denominado Canon Palesti no (de 22 a 39 libros). Las evidencias a las
que recurren en favor d e esta preten sión merecen ser cuidadosamente
escudril'iadas. 10
El primer argumen to en favor de los libros apócrifos es que las
primeras vers iones los contenían. Sin embargo, esto es so lo parcial-
mente c ierto. Así, por ejemplo, los tárgumes arameos no los reconocían .
Ni s iquiera la Peshita s iria, en su forma m ás an ti gua, contenía un solo

7. La cita pertinente tomada del Prologus Golea tus es como sigue (traducción de Archer):
" Este prólogo. como vanguardia con yelmo (principium) de las Escritu ras. p uede apli-
carse a todos los libros que hemos lraducido del hebreo al latin. para que sepamos que
todo lo que se aparte de éstos debe ser incluido entre los apócrifos. De ahí que la
Sabiduría, co munmen te intitulada de Salomón, el libro de jesús e / hijo de Sirac. y Judit y
Tobías y El Pastor \presumiblemente E/ Pastor d e Hermas ) no están en el canon . Yo
descubrí el primer ibro de Macabeos en hebreo ; el segundo en griego. como puede
comprobarse por su terminología." En el Prefacio a los libros de Salomón de jerónimo,
menciona haber hall ado a Eclesiástico en hebreo. pero dice estar con vencido de que
Sabiduría de Salom ón fu e originalmente compuesto en griego y no en hebreo, puesto que
revela u na típica elocu encia helénica. "Y así," continúa. "de la m is ma manera que la
iglesia leo Judit y Tobías y Macabeos (en la adoración pública) pero no los recibe como
Escri tura canón ica, asi también debemos permitir leer estos dos libros para ed ificación de
la gen te. pero no para el establecimiento de la autoridad de las doctr inas de la iglesia."
8. Cf. Robert H. Pfeiffer, lnlroduction l o !he Old Teslament (Introd ucción al Antiguo
Testamento). pág. 69.
9. Gleason L. Archer (tradJ Jerome's Commentary on Daniel (Comentario d e jerónimo
sobre Daniol) , (Grand Rap i s: Ba ker, 1958), págs. 155, 157.
10. G. D. Young, en s u capitulo sobre los apócr ifo s en Hcvc/alion on d !he Bible -La
revelación y lo Bi blia- (ed. Ca rl F. H. Henry). lo lrata en una de las formas más conserva-
doras que se han escrito recientemente sob re este tema. Tambi6n d e m ucha ayuda es la
obra de R. L. Harris, lnspira lion a nd Canonici ty of the Bib/c (Inspiración y Canonicidad
de la Bib lia). ca pítulo 6. Pero tal vez el mejor tratamiento lo hallam os en Unger, !GOT,
págs. 81-114 .
EL CANON DEL A NTIGUO T EST AMENTO 79

libro apócrifo. Fue posteriormen te cuando le fueron agregados algunos.


Acabamos de ver que Jerónimo, el gran traductor de las Escrituras al
latín, no reconocía que los apócrifos tenían igual autoridad que los
libros del canon hebraico. Una investigación más cuidadosa de esta
pretens ión reduce la autoridad de los apócrifos a solame nte una ver-
sión antigua, la Septuaginta. Las traducciones posterio res (tales como
la !tala, la Capta, la Etiope, y la Siria p osterior) se derivaron de ella. Y
au n en el caso de la Septuaginta, los libros apócrifos mantienen una
existencia más bi en incierta. Al Códice Vaticano (B) le falta 1 y 2
Macabeos (canónicos d e acuerdo con la igles ia cató lica romana), pero
incluye 1 Esdras (no canónico de acuerdo con la mis ma igles ia) . El
Códice Sinaítico (A lef) omite Baruc (canón ico, de acuerdo con la igle-
sia romana) pero incluye 4 Macabeos (no canónico d e acuerdo con la
iglesia romana). El Códice A lejandrino (A) co ntiene tres apócrifos " no
canónicos": 1 Esdras y 3 y 4 Macabeos. Resulta así que aun los más
antiguos manuscritos o la LXX difieren notoriamente con respecto a
cuales libros constituyen la lista de los apócrifos, y que de ninguna
manera los catorce libros aceptados por la iglesia católica romana cuen-
ta con el testimonio de las grandes letras unciales de los s iglos IV y V.
Insisten con vehemencia los sostenedores de la ca nonicidad de los
apócrifos que la presencia de los catorce libros apócrifos en la LXX
indica la existencia del denominado Canon Alejandrino, que incluía
estos catorce libros. Pero d e ninguna manera es segu ro que todos los
libros de la LXX fueron considerados canónicos ni siquiera por los
mismos judíos de Alejandría. En contra de esta evidencia, y de manera
decisiva , tenemos los escritos de Filón de Alejandría (que vivió en
el primer siglo d . d e J.C.). Si bien cita frecuentemente de los libros
can ónicos del "Canon Palestino", no cita ni una sola vez de los libros
apócrifos . Esto es imposible de reconciliar con la teoría d e un Canon
Alejandrino mayor, a menos que, por ventura, algunos judíos alejan-
drinos no ace ptaran el Canon Alejandrino y otros sí.
En segundo lugar, tenemos el informe fidedigno de que los judíos
alejandrinos del s iglo 11 d . de J.C. aceptaron la Versión Griega de
Aquila," aunque no contenía los apócrifos. Una razonable deducción
de esta evidencia sería que (como lo indicara Jerónimo) los judíos ale-
jandrinos decidieron incluir en sus ediciones de los libros del Antiguo
Testamento tanto los que reconocían como canónicos como los que
eran "eclesiásticos", es decir, considerados va liosos y edificantes, pero
no infalibles.
Entre los descubrimientos recientes de la Cueva No. 4 de Qumran,
se halló apoyo adicional a la suposición de que las obras subcanónicas
pueden preserva rse y usarse juntamente con las canón icas. Allí, en el

11. Cf. cap. 3 pág. 51 d e este libro.


80 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

corazón mismo d e Palesti na , donde seguramente el Canon Palestino


tendría que haber sido el de máxima au toridad, se hallaron por lo
men os dos libros apócrifos, Eclesiástico y Tobía s. Un fragmento de
Tobía s figura en un trozo de papiro y otro en cuero ; también hay un
fragmento hebreo en cu ero. Además, se descubrieron allí varios frag-
mentos de Eclesiás ti co que, al menos por lo que se sabe, concuerdan
exactamente con los manuscritos del Eclesiástico del siglo Xl ha llados
en la Geniza del Cairo, en la década de 1890-1900 (cf. Burrows, MLDSS
págs. 177,78} . Con respecto a ello, la Cuarta Cueva de Qumran también
reveló obras seu doepigráficas, tales como el Testamento de Levf en
arameo, el Testam ento de Leví en h ebreo , y el libro de Enoc (¡ fragmen-
tos de diez distintos manuscritos!) Nadie puede sosten er seriamente
que los antiguos sectarios de Qumran consideraron como canónicos
todas estas obras ap ócrifas y seudoepigráficas, simplemente porque
atesoraban sus copias.
Se argumenta a menudo sobre el h echo de que el Nuevo Tes-
tamento, al citar del Antiguo Testamento , lo hace usualmente de la
traducción de la LXX. Por lo tanto, puesto que la LXX sí contenía los
apócrifos, los apóstoles del Nuevo Testamento tu vieron que haber re-
conocido la autoridad de toda la LXX tal cual estaba constituida. Más
aún, insisten que es un hecho que se mencionan ocasionalmente obras
no incluidas en el Canon Palestino. Wildeboer" y Torrey 13 han co-
leccion ado todos los casos de citas o alus iones a los libros apócrifos,
incluso varios de los que solamente se sos pecha.
Pero todos estos argumentos tienen mu y poco valor para el tema en
discusión , pues ni siquiera se preten de que estas fuentes sean de los
catorce libros apócrifos romanos. En la mayoría de los casos, las obras
que se suponen fu eron citadas desaparecieron hace mucho tiem po ,
obras tales como el Apoca lipsis de Elía s y (aparte de un fragmento
latino) Asunción de Moisés. En un solo caso, la cita de Enoc 1:9 en
Jud as 14-16, contamos con la fu ente citada. 1" En el Nu evo Testame nto
también figuran citas de autores griegos pagan os. En Hechos 17:28
Pablo cita de la obra de Arato de Soles, Phaen omena, línea 5; en 1
Corintios 15:33 cita de la comedia de Menandro, Th ais. Seguramente
nadie supondrá que tales citas significan aceptar la canonicidad de
Arato o de Menandro . Todo lo contrario, el testimonio del Nuevo Tes-
tamento es decisivo en contra de la canonicidad de los catorce libros
apócrifos . Virtualmen te se citan como d ivinamente au torizados los 39

12. Gerrit Wildeboer, Origin of the Ca non of the Old Testament (Origen d el ca non del
Antiguo Testamen to]. traducción B. W. Bacon (Londres: Lu zac . 1895).
13. Charles C. Torrey, the Apocryphoi Li terature (La Literatura Apócrifa]. (New Haven,
Conn.: Yale U., 1945).
14. Completa so.l amenle en la versión etíope, alguna porciones en griego, y fragmentos
en hebreo y arameo hallados en la Cueva No. 4 d e Qumran.
E L CANON DEL A NTIGUO T EST AMENTO 81

libros del Antiguo Testamento o al menos se alude a ellos. ••. En tanto


que, como lo acabamos de señalar, la mera cita no establece necesa-
riamente la canon icidad, con todo, es inconcebible que los autores del
Nuevo Testamento hubieran considerado canónicos los catorce libros
aceptados por la Iglesia Católica Romana, y no hayan citado ni siquiera
hecho referencia a ninguno de ellos.
El segundo argumento de peso que se esgrime en favor de los apó-
crifos es que los padres de la iglesia citan de estos libros como libros
autorizados. Sería m ás correcto decir que algunos de estos primeros
escritores cristianos lo hicieron, en tanto que otros adoptaron una bien
definid a posición en contra de s u canon icidad. Entre quien es lo
favorecieron se cuentan los autores de 1 Clemente y la Epístola de
Bernabé y, más notoriamente aún, el más joven de los contemporáneos
de Jerónimo, Agustín de Hipona. Sin embargo, debemos calificar su
apología como aparente o, por lo menos, p resuntiva, pues ya hemos
visto que Judas pudo citar a Enoc, como un libro que contenía un
verdadero relato de un antiguo episodio, sin que necesariamente res-
paldara todo el libro de Enoc como canónico. En lo que refiere a Agus-
tín, su actitud era poco crítica e incon secuente. Por un lado echó todo
el peso de su influen cia en el Concilio de Cartago (año 397) en favor de
incluir los catorce libros en el canon; por otro lado, cuando un antago-
nista apeló a un pasaje en 2 Macabeos, para reforzar un argumento,
Agustín le replicó que la causa que defendía era s in duda débil si tenía
que recurrir a un libro que no estaba en la misma categoría que los
libros reci bidos y aceptados por los judíos. 16
La ambigua defensa de los apócrifos, de parte de Agustín, se ve más
que compensada por la posición en contrario del venerado Atan asia
(que murió en el año 365), altamente apreciado tanto en Occidente
como en Oriente como el campeón de la ortodoxia trinitaria. En su
trigesimonovena Carta se refirió a "ciertos libros en particular y a su
número, que eran aceptados por la iglesia." En el párrafo 4 dice: "Hay
entonces, en el Antiguo Testamento, 22 libros" y procedió a enumerar
los mismos libros que hallamos en el TM, aproximadamente en el
mismo orden en que figuran en la Biblia protestante. En los párrafos 6 y
7 afirma que los libros extrabíblicos (es decir los catorce libros apócri-
fos) "no están incluidos en el canon ," sino m eramente " destinados a
ser leídos." No obstante ello, la Iglesia de Oriente demostró más ade-
lante cierta tendencia a coincidir con Occidente en la aceptación de los
apócrifos (segundo Concilio Trullano de Constantinopla en el año 692).
Aun así, hubo muchos que tuvieron su s dudas y recelos sobre algunos

15. Las excepciones, tal como lo revela la lista de citas al fi nal de la obra de Nestle, Greek
New Testament (Nuevo Testamento Griego), son Rut, Esdras, Eclesiastés, y Cantar de los
Cantares. A pesar de ello, Homanos 8:20 pareciera reflejar a Eclesiastés 1:2.
16. G. D. Young, en Revelation and the Bible (La revelació n y la Bibl ia). pág. 176.
82 RESEÑA CRíTICA DE UNA l i\'TRODUCCIÓN AL ANTIGUO TEST AMENTO

de los catorce libros, y finalmente en Jerusalén , en el año 1672, la


Iglesia Griega redujo el número de los apócrifos canónicos a cuatro:
Sabiduría, Eclesiástico, Tobías y Judit.

L AS PRUEBAS DE LA CANONICJOAD

En primer lugar h emos de considerar algunas pruebas inadecuadas ,


propu estas en época reciente.
l. J. G. Eichhorn (1780) consideró que la edad era la m ejor prueba
para la canonicidad. Todos los libros de los cuales se creyera que ha-
bían sido compuestos después de la época de Malaquías, eran ex-
cluidos de toda consideración. Pero esta teoría no da cuenta ni razón de
las numerosas obras antiguas tales como el Libro de Jaser Uosué 10:13;
2 Samue11:18) y el Libro de las Batallas de Jehová (Núm eros 21:14),
que n o se contaron como autorizados.
2. F. Hitzig (hacia el año 1850) propuso que el idioma hebreo fuera
la prueba judía de canonicidad . Pero eso no explica por qu é Eclesiásti-
co, Tobías y 1 Macabeos fueron rechazados a pesar de haber sido escri-
tos en hebreo . También plantea el problema en cuanto a la aceptabili-
dad de los capítulos de Daniel y de Esdra s que aparecen en arameo.
3. G. Wildeboer" hace que la conformidad a la Tora sea la prueba
de canonicidad para los últimos libros escritos . Pero más adelante, al
tratar el tema en profundidad, introduce otros criterios que le quitan
validez a su posi ción: (a) los libros canónicos tenían que haber sido
escritos en h ebreo o arameo; y tenían qu e tratar [b) ya sobre historia
antigua (como Rut o Crónicas); o [e) hablar del establecimiento de un
nuevo orden de cosas [Esdras, Nehemías) o [d) ser asignados a algún
famoso personaje de la antigüedad, como Salomón, Samuel, Daniel o
(tal vez) Job; o (e) guardar completa armonía con el sentimiento nacio-
nal de la gente y de los escribas (Ester). He aquí una aso mbrosa profu-
sión de pruebas. En cuanto al criterio original susten tado por Wilde-
boer, ¿cómo podemos estar seguros de que " los libros del profeta
Natán" (mencionadas en 2 Crónicas 9:29) o " los hechos de Uzías",
escritos por Isaías (2 Crónicas 26:22) o la endecha de Jeremías que
figura en el " libro de lamentos " (2 Crónicas 35:25), no se conformaban
con la Tora, al menos tanto como las otras palabras o escritos de esos
autores que fueron preservados en el canon? En cuanto a (e), muchas de
las obras seudoepigráficas, tales como Enoc, Lomee y el. Testamento de
los Doce Patriarcas, el Testamento de Adán, y varias otras, fueron
asignadas a hombres famosos de la antigüedad , y no tenemos la certeza
absoluta de que ninguna de ellas fuera compuesta originalmente en
arameo (ni en hebreo) .

17 . Wildeboer, pág. 97.


EL CANON DEL ANTIGUO TESTAMENTO 83

La única prueba verdadera de canonicidad que nos resta es el testi-


monio de Dios el Espíritu Santo sobre la au toridad de s u propia Pala-
bra. Este testimonio halló una respuesta de reconocimiento, fe y sumi-
sión en los corazones del pueblo de Dios que caminó con El en una
comunión de pacto. Como lo seüala E. J. Young: "A estos y otros
criterios propuestos debemos replicar con una negativa. Los libros
canónicos del Antiguo Testamento fueron divinamente revelados y sus
autores fueron santos que hablaron al ser arrebatados por el Espíritu
Santo. En su augusta previsión, Dios dispuso las cosas de tal manera
que su pueblo reconociera y recibiera su Palabra. Tal vez no podamos
explicar ni comprender a entera satisfacción cómo introdujo esta con-
vicción en los corazones de ellos, respecto a la identidad d e su Palabra.
Pero s í podemos seguir a nuestro Seüor, que estampó el imprimatur de
su infalible autoridad sobre los libros del Antigu o Testamento .''' 8
Podemos ir más allá aún y seüalar que por la misma naturaleza de lo
que tratamos, a duras penas podríamos esperar otro criterio válido
aparte del indicado. Si la canonicidad es una cualidad impartida d e
alguna manera a los libros de la Escritura por cualquier ti po de decisión
humana, como lo as umen incuestionablemente los e ruditos libera les (y
como lo asevera en forma implícita la Iglesia Romana e n su autoconlra-
dictoria afirmación: "La iglesia es la madre de la Escritura"), en ese
caso tal vez podría establecerse un juego de pruebas mecánicas para
determinar cuales escritos aceptar como autorizados y cuales rechazar.
Pero si, por otro lado , un Dios soberano ha tomado la iniciativa en la
revelación y en la producción d e un registro inspirad o de tal revelación
a través de agentes humanos, no pasa de ser un problema de reconoci-
miento de la cualidad ya inherente por acto divino en los libros así
inspirados. Cuando un niüo reconoce a su padre entre una multitud de
adultos, no le imparte ninguna nueva cualidad a la paternidad por
dicho acto de reconocimiento; simplemente reconoce una relación ya
existente. Lo mi smo ocurre con las listas d e libros autorizados fijados
por los sínodos o los concilios eclesiásticos. No le impartieron canoni-
cidad a una sola página de la Escritura ; simplemente reconocieron la
divina inspiración de documentos religiosos que fueron inheren-
temente canónicos desde el momento en que fueron compuestos, y
formalmente rechazaron otros libros a los que se les había atribuido una
falsa canonicidad.

TEORI AS LIBERALEs SoBRE EL ORIGEN D EL CANON

El anterior anális is nos ha brindado bases adecuadas sobre las

18. E. J. Young, "The Canon of the Old Testament" (El Canon (sin curs ivas) del Antiguo
Testamento). en Reve/o tion ond the Bib/e (La revelación y la Biblia). pág. 168.
84 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NT RODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

cuales eva luar la posición sustentada por la alta crítica standard , referi-
da a la evolución del canon hebreo. Los que no toman en serio la
pretensión de la prop ia Biblia de que es la única revelación inspirada
de la voluntad de Dios n ecesariamente deberán buscar una explicación
más racionalista y n atural sobre el origen de estos libros. Debido a sus
presupuestos antisobrenaturales, deben ser con secuentes con sus pro-
pios principios filosóficos y rechazar todos los datos bíblicos que seña-
lan hacia una directa revelación de Dios. Así, por ejemplo, el Pen-
tateuco afirma frecuentemente qu e "Habló Jehová a Moisés diciendo :
Dí a los hijos de Israel que .. ." Pero los eruditos que no creen que Dios
hubiera p odido hab lar personal e inteligiblemente a Moisés (ni a nin-
gún otro hombre), están obligados a rechazar, como legendaria, toda
afirmación bíblica similar. También deben rechazar la información que
dice que Moisés escribió una copia de la Tora y se la entregó a los
sacerdotes que llevaban el arca del pacto (Deu teronomio 31:9 , 26) . Lo
mismo cabe decir de las nu merosas referencias a una ley escrita por
Moisés que figuran en el libro de Josué (p. ej., 1:8 y también 8:32; este
último pasaje afirma que Josué hizo inscribir la Tora en una estela de
piedra para que pudiera leerla el p ueblo). Como históricas han de ser
tomatlas solamente las referen cias a un texto de la Tora que con cuerde
con presupuestos racionalistas. La h ipótesis sobre el desarrollo (cf.
capítulos 11 y 12 de esta obra) y la teoría documental del Pentateuco
serán explicadas en detalle más adelante, pero por el momento debe
bastar un breve resumen sobre la teoría crítica del canon.
Los eruditos liberales explican la trip le división del can on hebreo
(es decir Tora, Profetas y Kethübfm) como el resultado tres etapas
separadas en la composición de los diversos libros propiamente dichos.
Es decir, la Tora emanó de sucesivos agregados que comenzaron en el
año 850 a. de J.C. (el más antiguo docume nto escrito) , combinados con
un docum ento posterior entre 750 y 650 a. de J.C. ; luego, en la época de
la reforma de }asías, el Deuteronomio llegó a ser la primera unidad del
Penta teuco en adquirir canonicidad, siendo formalmente aceptado tan-
to por los reyes como por el pueblo (2 Reyes 23). Dura nte el exilio
babilón ico (587-539 a. de J.C.), bajo la inspiración de Ezequi el, autores
levíticos escribieron el ritual y las secciones correspondientes a los
sacerdotes , y su actividad se prolongó h asta los tiempos d e Esdras , que
era uno de ellos. (Ne hemías 8:1 -8 relata la primera lectura que se h izo
de toda la Tora, com o "el libro de la ley de Moisés" algunas partes de la
cual habían s ido rec ientemente terminadas, y todas ellas hab ían sido
escritas por lo menos 500 añ os después de la muerte de Moisés). El
auditorio de Esdras estaba de algún m odo co nvencido de que estos
cinco libros de origen o extracción mezclada y espuria eran de verdad
el producto de la p luma de Moisés y contenían la au torizada Palabra de
Dios. Así que le impartieron canonicidad a la primera d ivisión del
E L CANON DEL ANTIGUO T ESTAMENTO 85

Antiguo T estam ento, e n el año 444 a. d e J.C.


En lo que respecta a la segunda d ivis ión , es decir a los profetas,
fueron gradualmen te reunidos en una lista autorizada entre los años
300 y 200 a. de J.C. No pudo haber sido mucho antes d e esa fecha
porque (de acuerdo con la teoría sustentada por la alta crítica) ciertas
partes de Isa ías, ] oel , Zacarías y otros, no fueron escritas hasta el siglo
III a. de J.C. (Algunos eruditos, como Duhm, ins istieron e n que ciertas
porcio nes de lsaías no fueron compuestas has ta el segundo o el primer
siglo a. d e J.C.) De ahí que la segunda división alcanzó estado canónico
bajo circunstancias desconocidas, en un lugar desconocido, en un a
época desconocid a, pero aproximadamente el año 200 a. de J.C. 19
En c uan to a la tercera división, los Kethübim o escritos no fueron
recopilados (y la mayoría ni s iqu iera escritos) hasta m ucho tiem po
después de haber com enzado la recopilación de los profetas. Puesto
que Dan iel, según la crítica literaria, fue escrito alrededor del año 168 a.
de J.C., los Keth übim no pudieron haber sido recop ilados mucho an tes
del año 150 a. de J.C., ya que eran necesarias por lo menos u n par de
d écadas para que u n libro adquiriera estatura canónica. Se logró in-
dudablemente una cano nización p reliminar o tentativa d e este tercer
gru po de libros, en tre los años 150 y 100 a. de J.C., pero la ratificación
final fue d iferida hasta el hi potético Conci lio de Jamnia, en e l año 9 0 d.
de J.C.
Ta l es la explicación usual sobre la formación del canon en los
círculos liberales hoy en día. Aceptadas sus conjeturas y su me todolo-
gía crítica, pareciera una explicación razo nable. En cambio, si se de-
muestra que las fech as que les han as ignado a ciertas porcion es del
Antiguo T estam en to, como posteriores al siglo V, no tienen aside ro
(como procurarán demostrarlo los próximos capítulos), e ntonces toda
esta teoría del canon debe ser abandonada en favor del testi mon io que
dan las propias Escrituras. Los autores bíblicos ind ican , con m eridiana
claridad, cada vez qu e se plantea la cuestión, que los diversos libros d e
la Biblia fueron canónicos d esde el m om ento en que fuero n escritos, en
virtud de la autoridad d ivina (" Habló Jehová diciendo") que los respa l-
da, y los libros recibieron inmediata aceptación y reconocimiento d e
parte de los fieles ta n pron to como se enteraron de los escri tos.
En cuanto a la Tora, Deuteronomio 31:9 nos d ice qu e una copia
autorizada fue puesta e n el arca poco an tes de la muerte de Moisés, e n
el año 140 5 a. d e J.C. (o u n poco más tard e si se adop ta la teoría de una
fecha tardía para el Exodo, cf. Capítulo 16 d e esta obra). En ninguna
parte se n os dice en qué momento fueron reunidas e n una so la división
principal las tres secciones de los profe tas (profetas anteriores, profetas
mayores y profetas m enores) . Si Malaq uías fue el ú ltim o libro de es te

19. Pfeiffer, pág. 15.


86 REsEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODu ccióN AL A NTicuo T ESTAMENTO

grupo, la canonización de toda la sección difícilmente hubiera podido


ocurrir hasta alrededor del año 400 a. de J.C. El criterio para establecer
cuáles libros pertenecieron a los profetas pudo haber sido el de su
paternidad literaria. Todos fueron compuestos por los autorizados in-
térpretes de la ley que pertenecían a la orden de los profetas (d e acuer-
do con Deuteronomio 18) y transmitieron sus m ensajes directamente de
Dios o escribieron un relato de la h istoria de Israel con la perspectiva de
Dios (Jueces, Samuel y Reyes).
Respecto de la tercera división , los escritos, es obvio que todos los
libros inspirados que no pertenecían a ninguno de los dos primeros
grupos, fueron incorporados allí. Lo único que tenían en común era que
no fu eron escritos por au tores humanos que pertenecieran a la orden de
los profetas . As í, los rabinos posteriores asignaron las memorias de
Daniel a los Kethübfm , porque él era un funcionario civil y no per-
tenecía a la orden de los profetas. Cierto es que él, tanto como David y
Salomón poseían un don profético, pero a ninguno de esos personajes
Jehová los ungió como profetas. El mis mo status no profético caracte-
rizó a los anónimos autores de Job y Ester, y lo mismo cabe decir del
gobernador Nehem ías y del escri ba Esdras. (Ya vimos que Lamenta-
cion es, que fue escrito por Jeremías, originalmente estuvo incl uido
entre los profetas.) Pero no puede plan tearse cuestión alguna de orden
cronológico en lo que se refiere a los grupos segundo y tercero. Gran
parte de l material de los Ketll übfm fue escrito antes de los primeros
escritos de los profetas. Las unidades de cada división fu eron formadas
más o menos contemporáneamente, y asignadas más tarde a cada
grupo: los profetas y los escritos, sobre la base de la paternidad lite-
raria. Aunque act ualmente ignoramos quiénes fueron los autores de
Josué, Ju eces, SamueJ o Reyes, el punto de vista de los autores-como
aun los críticos liberales lo aceptan- es un punto de vista conse-
cuentemente profético.
CAPITULO 6
HISTORIA DE LA TEORIA DOCUMENTAL
DEL PENTATEUCO
Hasta el surgimiento de la filosofía deísta en el s iglo XVIII, la iglesia
cristiana había tomado al pie de la letra la pretens ión del propio Pen-
tateuco de haber sido escrito por e l histórico Moisés del s iglo XV a. de
J.C. Unos pocos eruditos judíos, entre los cua les cabe mencionar al
panteísta judío español Benedicto Spinoza, habían sugerido la posibili-
dad de una paternidad literaria posterior, por lo men os de partes de la
Tora, pero esas conjeturas habían sido ampliamente descartadas por la
mayoría de los eruditos europeos, hasta que el movimiento deísta creó
una actitud más favorable para el escepti cismo histórico y el rechaza-
miento de lo sobrenatura l. (Spinoza , en el año 1670 expresó la opinión,
en su Tractatus Theologico-Politicus, de que el Pentateuco no pudo
haber s ido escrito por Moisés, puesto que siempre se lo menciona en
tercera persona, él. y n o en la primera, yo ; ni pu do haber re latado su
propia muerte, tal como está registrada en De uteronom io 34.' Sp inoza,
por lo tanto, propuso a Esdras como el au tor final de la Tora. Si bien esa
sugerencia fue casi totalmente pasada por alto durante s u propia gene-
ración , constituyó un notable anticipo de la form ulación final de la
hipótesis documental de Graf, Kuenen y Wellhausen, en la segunda
mitad del s iglo XIX.)

P RIMEROS D ESARROLLOS

La hipótesis documental -teoría según la cual e l Pentateuco fue una


com pilación o selecció n de varios documentos escritos d istintos, re-
dactados en diferentes lugares y tiempos en un período de cinco siglos,

1. El argumento basado en e l uso de la tercera persona es muy débil. Muchos autores


bien conocidos de la antigüedad , tales como )enofonte y julio César. se refirieron a sí
mismos en sus propias narraciones históricas. exclusivamente en la tercera persona. En
cuanto a la nota necrológica de Deuteronomio 34, no Liene la p retensión de haber sido
escrita por Moisés y fue, sin d uda alguna, agregada por josué o algún otro de sus allega dos
contemporáneos. De ninguna manera ech a sombras de dud a sobre la patern idad literaria
mosaica para el resto de Deuteronomio. que s í pretende haber s ido escrito por Moisés.

87
88 RESEÑA CRíTICA DE UNA I i\'TRODUCCIÓN AL ANTICUO TEST AMENTO

mucho después de Moisés- se in ició con Jean Astruc, médico francés


que se interesó en el análisis literario del Génesis. Le intrigaba q ue el
primer capítulo del Génesis mencionara a Dios solamente como Elohim
(Dios) y el segundo mayormente como Jehová (o Jahweh). En sus Con-
jeturas respecto al relato original que pareciera haber utilizado Moisés
para escribir el libro del Génesis (1 753), trató de exp licar es te
fenómeno suponiendo que Moisés utilizó dos distintas fuentes escritas,
y por ende dos relatos distintos de la creación. Sostuvo que al compo-
ner estos dos capítulos, Moisés citó un autor que conocía a Dios
solamente por el nombre de Elohim (presumiblemente el escritor más
antiguo) y otro autor que se refería a El so lamente como Jeh ová.' Si bien
la propuesta de Astruc no obtuvo una inmediata respuesta favorable ,
expuso un criterio de división de fuentes que a poco andar halló la
respuesta de un m undo erudito (ocupado también en la disección de la
epopeya de Homero, en numerosas y diversas fu entes) y elaboró la
primera suposición sobre la hipótesis documental, basada en el criterio
de los nombres div inos.
La próxima etapa llegó con el EinJeitung (introducción al Antiguo
Testam ento) de Johann Gottfried Eichhorn, publicado en 1780-1783.
Dividi ó todo el libro del Génesis, más los dos primeros capítulos del
Exodo (hasta la entrevis ta de Moisés con Dios en la zarza ardiente) en
]ahvi sta y Elohista (J y E). Procuró correlacionar los supuestamente
divergentes "relatos paralelos" y "pares" [p. ej. , los "dos relatos" del
diluvio) con estas dos "fuentes" y aislar los rasgos característicos de
ambos. Al comien zo le atribu yó a Moisés la tarea editorial de combinar
estos materiales escritos pre-moisaicos, pero en ediciones posteriores
de su Einleitung cedió ante la popularizada opinión de que el Pen-
tate uco fue escrito d espués de la época de Moisés. Así se extendió a la
mayor parte del Pentateuco la división J-E.
La tercera etapa se instauró con la contribución de Wilhelm M. L.
De Wette, respecto del Deuteronomio. En su Dissertatic 3 (1805) y su
Beitraege zur Einleitung (1806 ) expresó su opinión de que ningun a
parte del Penta teuco es anterior a la época d e David. Y en cuanto al
Deuteronomio, tenía señales inequívocas de ser el libro de la ley que
halló el sumo sacerdo te Hilcías en el templo de Jerusalén, en la época
de la reforma de Josías, de acuerdo con 2 Reyes 22. Tanto el rey como el

2. Esta ex plicación pasa por alto, por supuesto, el hecho de q ue el primer capítul o del
Génesis presenta a Dios como Creador y Soberano sobre toda la natu ra leza. de ahí que
solo Elohim era aprop iado; en tanto que Génesis, capítulo 2, lo presenta como e l Dios de l
pacto par a Adán y Eva, de ahí lo aprop iado d el nombre ele jehová, excepto donde ocurre
el nombre compuesto jehová-Elohim .
3. La traducción completa del título ele la tésis de De Wette, Doctor en Fi losoffa, fue : "A
dissertation in which it is shown that Deuteronomy, differen t fro m the earlier books of
the Penlate uch , is th e work of sorne Jo ter author" (Una d isertación en la cual se muestra
que Deu teronomio , a diferencia de los más antiguos libros del Pen tateu co, es obra d e u n
autor posterior].
H ISTORIA DE LA T EORIA D OCUMENTAL DEL P ENTATEUCO 89

sacerdote coincidían en su propósito de abolir todo tipo de adoración y


sacrificio a Jehová fuera de la ciudad capital. La centralización del
culto contribuiría a una más estrech a unificación política de todas las
partes del reino, y garantizaría que tod as las donaciones de los judíos
piadosos ingresaran a las arcas del sacerdocio jerosolimitano. Por lo
tanto, el libro de Deuteronomio fue confeccionado para servir a la cam-
paña gu bernamental, y s u descubrimiento fue escenificado en el
momento sicológico oportuno. Esto señala la fec ha de compos ición del
libro, en forma prec isa, como el año 621 a. de J.C. (fecha de la reforma
de }asías) o poco tiempo antes. Así nació el documento D (como llegó a
llamárselo), totalmente separado en origen de J o E, y compuesto para
apoyar la política gubernamental en base a sus referencias (ver capftulo
12) a la "ciudad que Jehová escogiere". Esto elevó la nómina de
" fuentes" para el Pentateuco a tres documentos: E (la más antigua), J, y
el documento D de fina les del s iglo VII a. de J.C.
Sin embargo, estrictamente hablando, De Wete no perteneció a la
escuela documental, sino a los teóricos fragmentarios. La teoría frag-
mentaria sobre el origen del Pentateuco fu e propuesta en el año 1792
(lntroduction to the Pentateuch and Joshua - ln troducción al Pen-
tateuco y a Josu é) por un sacerdote católico romano, el escocés Alexan-
der Geddes. Geddes sos tuvo que l a Tora fue compues ta en la
era salomónica a partir de varios fragmentos separados, algunos de los
cuales eran tan antiguos como Moisés y aun más.
Johann Vater hizo propia la opinión de Geddes (Kommentar über
den Pentateu ch , -Com entario sobre el Pentateuco-, 1892) y analizó tan
solo el libro del Génesis en no menos de 39 fragmentos (lo cual, por
su puesto, suponía la divis ión de E en diversos elementos). En tanto que
algunos fragm entos se remontaban a la época de Mo isés, la compagina-
ción y disposición fina l no se realizó hasta la época del exilio babilóni-
co (587-53 8 a. de J.C.) De Wette se adhirió a este tipo de análisis de las
fu entes, alegando qu e los registros históricos de Jueces, Samuel y Reyes
no revelaban la exis tencia de una legislación como la del Pentate uco
(ya que las leyes de Moisés eran consecuentem ente pasadas por alto
como si no existieran).• Por lo tanto, no pudieron haber existido tales
leyes hasta la pos terior monarquía judía.
No hubo ma yo res ca mbios en el desarro l lo de la hipótes is
documental entre De Wate y Hupfeld. En el interín ciertas teorías sobre
la composición del Pentateuco hallaron seguidores. La teoría su-
plementaria, propugnada por Ewald, Bleeck y Delitzsch, presupuso la
existencia de un documento básico o cuerpo de tradición (E) que sub-
yace bajo todo el resto y que se remonta hacia el 1050-950 a. de J.C.
Pero el autor posterior d e J sum ó aditamentos y suplementos, y dejó

4. Cf. capítulo 12, pág. 1 76. de esta obra, para una refutación d e esta pretens ión.
90 R ESENA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

el primitivo material E prácticamente inalterado al incorporar el


suyo propio.
Heinrich Ewald (de Gotinga y Tubinga) en Komposition der Genesis
(la composición del Génesis, 1823) insistió en que las bases esenciales
del Génesis eran muy antiguas, si bien no del todo mosaicas. Restó
importancia a la posición de Eichhorn respecto al uso de las repeti-
ciones y títulos en el texto hebreo para probar diversa paternidad lite-
raria, pues señaló que las primitivas obras arábigas (la unidad de cuya
paternidad literaria era incuestionable) empleaban las mismas técnicas
como rasgos característicos del estilo semita. En su Geschichte Israels
(la historia de Israel, 1940), expresó su opinión en el sentido de que
Moisés personalmente compuso el Decálogo (Exodo 20) y algunas de
las más antiguas leyes. Génesis 14 y Números 33 también eran de
antiqu ísimo origen. Pero este primitivo material se vio suplementado
por un Libro de Pactos, compuesto por un anónimo judío en el período
de los jueces. En los días de Salomón apareció un libro sobre los
orígen es escrito por un levita anónimo, que contenía mucho material
del documento E. Un tercer suplemento ap areció en el siglo IX a. de J.C.
(la época de Elías) en forma de una biografía de Moisés . Más tarde aún
apareció un narrador profético y por último un judío de la época de
Uzías (mitad del siglo VIII a . d e J.C.) que introdujo el nombre de
"Yahvé" en numerosos sitios y compaginó todo el cuerpo literario
como editor final. Esta obra de Ewald del año 1840 significó un ale-
jamiento de la teoría suplementaria hacia la teoría de la cristalización,
modificación que consideraba a cada sucesivo contribuyente al corpus
mosaico como un revisor de todo el cuerpo de materiales, más que un
simple añadidor de contribuciones aisladas aquí y allá. Así, por sucesi-
vas capas de moléculas, se construía una especie de "cristal" literario.
(Otros defensores de la teoría de la cristal ización fueron Augusto
Knobel [1861] y Eberhard Schrad es [1 869 ] que simplificaron en alguna
medida el proceso de crecimiento , en su tratamiento del Pentateuco.)
El segundo suplementarista mencionado anteriormente fue Friede-
rick Bleek, quien en el año 1822 se hizo presente con una extensión d e
análisis literario de las fuente s al libro de Josué, dando origen al térmi-
no de Hexateuch - Hexateuco- (6 vo lúmenes) como la manera en que la
tradición Mosaica halló su forma escrita final, más bien que en un mero
Pentateuco de cinco volúmenes. En el afl.o 1836 publicó sus observa-
ciones sobre el Génesis, y según ellas reconoció que algunos pasajes
eran genuinamente mosaicos. La primera suplementación considerable
apareció en la época de la monarquía unida (siglo X a. de J.C.) cuando
un compilador anónimo reunió la forma más antigua del Génesis. Una
segunda redacción importante apareció en los días del rey Josías (apro-
ximadamente en el 630 ó 620 a. de J. C.). h echa por el anónimo compila-
dor del libro de Deuteronomio, que incorporó también a fosu é para
H tSTORlt\ DE Lt\ T EORIA 0 0CUME TAL DEL P ENTATEUCO 91

formar el Hexateuco.• Bleeck publicó más adelante una completa Intro-


ducción al Antiguo T estamento , la segunda edición de la cua l (apareci-
da en el año 1865) fue rá pidamente traducida al inglés (en e l año 1869).
En esta obra adoptó una actitud contraria a algunos d e los más insos-
te nibles extremos de la crítica literari a entonces en boga; pero hizo
mu c has imp rud e ntes e injustifi ca d as conces ion es a la teoría
documental.
En cuanto a Fra nz Delitzsch, el tercer erudito suplementario ya
mencionado, era de tendencia mucho m ás conservadora que Ewald y
Bleeck. En su come n tario del Génesis, aparecid o en el año 18 52, ade-
lantó su opinión de que todas las porciones d el Pen tate uco, cuyo texto
le atribuía a Moisés la paternidad literaria , eran genuiname nte suyas .
Las leyes restantes representaban una autén ti ca trad ición mosaica, pero
no fu eron codificadas por los sacerdotes has ta después de la co nquista
de Canaán. Las parles no mosaicas d el documento E fu ero n com puestas
probablemente por Eleazar (el tercer hijo de Aarón), quien incorporó el
Libro del Pacto (Exodo 20:23-23:33). Una mano, posterior aún, com-
plementó esta obra, incluyendo el Deute ronomi o. De litzsch produjo
una serie de excelentes comentarios sobre la mayoría de los libros del
Antiguo Testamento (a lgu nos de ellos en colaboración co n Karl Fried-
rich Keil , discípulo de Hengstenberg. ) En la última parte de su carrera
(1880) , Delitzsch se incl inó por una forma modificada de la reinante
hipótesis documental. (Aclaremos que no debemos confundir a Franz
Delitzsch con su hijo, Friedrich Delitzsch, que se distingui ó parlicular-
mente en el campo d e la asiriología, y que sostenía opiniones sobre la
crítica del Antiguo Testamento algo más liberales que su padre .)
En el párrafo anterior m encionamos de paso el nombre de Ernst
Wi lhelm Hengstenbe rg, líder del ala conservadora de los erud itos bíbli-
cos alema nes. Fue un hábil defen sor d e la paternidad mosaica para los
cinco libros de Mo isés, y sagazmente refutó los argumentos estableci-
dos en favor de la diversidad de fuentes, propuestos por los círc ulos
eruditos desde los días de Astruc y Eichhorn. Su obra más influyente
fue traducida a l inglés en el año 1847 con e l título de Th e Gen uineness
of the Pen tateuch (La autenticidad d el Pentateuco), e hizo mucho para
reforzar la posición conservadora. Como ya lo mencionamos, ejerció
una profunda influencia sobre Friedrich Keil, que fu e el principal eru-
dito conservador respecto del Antiguo Testamento en el mund o d e
habla germana durante la segunda m itad del siglo XIX. En los Estados
Unidos de América, los eruditos d el Seminario de Princeton, Joseph y
William Henry Green sostuvieron vigorosam ente e l m ismo punto de
vista, y som etieron a la escuela documental a una crítica devastadora

5. Para el tratamiento de las d ifi cultades que acosan a la teoría del 1-iexa teuco . ver e l
capítulo 19 de esta obra. pág. 293.
92 REsEÑA CRíTICA DE UNA 1'-ITRoouccióN AL A NTIGuo T ESTAMENTo

que nunca pudo ser eficazmente refutada por los sostenedores d e pos-
turas liberales.
En el año 1853 apareció la trascendental obra de Hermann Hupfeld,
Die Quellen der Genesis (Las fuentes del Génesis), que marcó toda una
época. Su contribución al debate dio como resultado en lo que se dió en
ll ama r "La revol ución co p e rnicana en l a historia de la teoría
documental." En primer lugar sometió el documento E a un completo
examen nuevo, y distinguió en él dos fuentes: una de e llas (E2 ) formada
por las considerab les porciones de la fuente Elohista, que se parecían
notoriamente aJen esti lo, vocabulario y tipo d e asunto de que tratan, y
que ocasionalmente parecían contener al usiones a material también
encontrado en (la fuente presumiblemente posterior) J. En realidad, de
no ser por el divino nombre (Elohim) , sería difici lísimo diferenciar
tales pasajes de J. [Es conveniente notar que la admisión de la existen-
cia de pasajes como éstos , socavó peligrosamente la integridad de utili-
zar los d ivinos nombres Elohim y Jehová como criterio para la división
de fuentes.) De ahí qu e Hupfeld separó tales porciones (comenzando
con Génesis 20) de l resto del cuerpo E, que luego juzgó que era la parte
más antigua y a la cual dio el nombre de "Grundschrift " (documento
básico) al que d esignó como E' . Este documento E' corresponde, grosso
modo, a lo que los críticos posteriores denominaron P o código sacer-
dotal. El E2 posterior (que más tarde fue designado simplemente como
E) era aun algo más antiguo que J (el documento Yahvista). D (el
documento de Deuteronomio) fue, por supuesto, el Cdtimo (d ata de los
dias de Josías) . Por lo tanto, el orden correcto de los "documentos" fu e,
para Hupfeld, como sigu e: PEJD.
Debemos señalar que Hupfeld no fue el primero que tuvo la idea de
la división de E, s ino que fue precedido por Karl David Ilgen de Jena,
que en el año 1 798 pub licó una obra en la que planteó la tesis de que el
Génesis estaba comp uesto por 17 distintos d ocumentos, entre cuyos
autores había dos Elohistas y un Jahvista. Sin embargo, esta obra fue
producto de una escuela fragmentaria y no ejerció una influencia
grande y duradera.
Quellen, obra de Hupfeld, también destacó la continuidad de los
supuestos documentos E', E2 y J, y procuró demostrar que si se los
separa, las secciones del Génesis asignadas a cada una de las tres,
serían inteligibles y podrían considerarse com o libros separados.• Pero
lo más digno de mención fue el hincapié que hizo Hupfeld sobre un
hipotético redactor (es decir, un editor final) que redispuso y com-
plementó íntegramente el cuerpo literario desde el Génes is a Números
y que explicó todos los casos en que pasajes de J aparecían con palabras

6. Sin embargo. es fácil reful a r este ingen ioso intento de verificación. según lo m enciona-
mos en el capitulo 9, págs. 132-1 33 . de este libro .
HISTORIA DE LA T EORIA D OCUMENTAL DEL P EI':TATEUCO 93

o frases supuestamente características de E y viceversa. En otras pala-


bras, c uantas veces la teoría se debilitaba a nte los hechos, o entraba en
conflicto con los datos c iertos surgidos del texto, la chapucera mano de
R (el redactor anónimo) actuaba para salvar la s ituación.
La contribución de I-lupfeld despertó u n nuevo interés en la teoría
documental entre los cfrculos eruditos. La ate nción se concentró parti-
cularmente en el documento E', el Grundsch rift d e Hu pfeld. En primer
lugar apareció el aporte de Karl I-leinric h Graf, en e l año 1866. Al igual
que su maestro, Eduard Reuss, Graf creyó que este cód igo sacerdota l
con tenía en e l Pentateuco legislación que era de un origen posterior al
mismo Deu teronomio (621 a. de J.C.), en razón de que D no d emuestra
conocimiento de las porciónes legales de P (el cód igo sacerdotal), au n -
que refleja las leyes de J y E. 7 De ahí que debe con siderarse la legisla-
ción de P como de la época del exilio (587-5 39 a. de J.C.). Sin embargo,
las porciones históricas de P eran indudablemente muy antiguas. El
orden de los "documentos", según Graf, fue el s igu iente: P- histórico-,
E, ), D, P- legal. Opinó que E era complementado por J, y que en los
tiempos de Jos ías, el doc umento E-J fu e redactado por el au tor de D.
Pero P no estaba destinado a permanecer mucho tiempo e n la con d i-
ción dividida en que lo dejó Graf. Un erudi to holandés, Abraham
Kuenen en su De Godsdiens t van Israel (la re ligión de Israel, 1869),
argum entó con much a fuerza en favor de la unidad de P, e insistió en
que las porciones históricas de este " docu mento" no podían separarse,
legítimamente, de las porciones legales. Y puesto que Graf había pro-
bado que la legis lació n sacerdotal se había originado en el exilio o
después de el, e l documento P, íntegramen te, d ebía ser posterior. Esto
significaba que lo que Hupfeld afirmó ser la más antigua porción d el
Pentateuco (su Grundschrift) resultó ser totalmen te lo op uesto, es decir
la ú ltima porción de todas, que recibió su forma fina l y defin itiva
cuando Esdras reunió íntegramente el cuerpo total d el Pentateuco a
tiempo para la ceremonia de la lectura bíblica mencionada en el capítu-
lo 8 de Nehemías. Ahora el nuevo orden de los "docum entos" era: J, E,
D y P. J era el documento básico de la Tora (en gran parte debido a su
"antropomorfa" presentación de Dios, que se pensó reflejaba una e tapa
más a ntigua en la evolución religiosa d e Israel ), y E fue incorporado
más adelante. A continuación, en la época de Jos ías, se agregó D, pre-
cisamente a ntes del final de la monarquía ju día. Durante el ministerio
de Ezeq uiel, en el período del exilio, fu e formulado, como la más anti-
gua porción de P, el código santo (H), constitu ido por Levftico 17-26; e l
resto de P se origin ó a l finalizar el siglo VI a. d e ) .C., y en la primera
mitad en el siglo V; ¡casi mil años después de la m uerte de Moisés!
Luego d e los trabajos de Hupfeld , Graf y Kuenen entró en escena la

7. Para una refutación a es ta pre tensión , ver el capftulo 12. págs . 173-18 1. de es te libro .
94 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

formulación definitiva de la nueva teoría docu mental de Julius Well-


hausen, cuyas contribuciones más importantes fueron Die Komposition
des Hexateuch s (Composición del Hexateuco], que apareció en el año
1876, y Prol egomena zur Geschichte Israels (Introducción a la historia
de Israel], publicada en el año 1878 (Berlín : Dru ck & Verlag van G.
Reimer). Si bien Wellhausen no contribuyó con ninguna innovación
digna de mencionar, reafirmó la teoría documental con gran habilidad
persuasiva, apoyando el orden JEDP sobre bases evolutivas. Corrían los
años en que la obra de Charles Darwin , Origin of Species (El origen de
las especies) cautivaba el entus iasmo y lograba la adhesión del mundo
erudito y científico, y la teoría del desarro llo del primitivo animismo al
elaborado monoteísmo tal como lo expusieron Well hausen y sus segui-
dores, encajaba ad mirablemente en la dialéctica hegeliana (escuela
predominante en la filosofía contemporánea) y en el evolucionismo
darwiniano. El momento estaba maduro para la teoría documental, y
el nombre de Wellhausen llegó estar unido a ella como su clásico ex-
ponente. El impacto de sus escritos se hi zo senti r mu y pronto en toda
Alemania (a través de luminarias tales como Ka utzsch , Smend, Budde,
Stade y Cornill) y halló creciente aceptación tanto en Gran Bretaña
como en Norteamérica.
En Inglaterra fue William Robertson Smith (The Old Testament in
the Jewish Chu rch , 1881 - el Antiguo Testamento en la iglesia judía- )
quien primero interpretó la posición de Wellhausen para el público.
Samuel R. Driver le dio su clásica formulación para el mundo de habla
inglesa (Introduction to the LHerature of lh e 0 /d Testament, 1891
- Introducción a la literatura del Antiguo Testamento- ), si bien en lo
teológico él era de convicciones personales más conservadoras que los
arquetipos de la teoría docu men tal. Lo mismo cabe decir de George
Adam Smith, que se con sideraba un evangélico en teología , p ero de-
dicó su habilísima p luma a la populari zación del enfoque documental
en la interp retación de los profetas del Antiguo Testamento (prin cip al-
mente Isa ías y los profetas menores, para los cuales escri bió la exposi-
ción en el Exposilor's Bible - El expositor bíbli co-, ed itado por W. R.
Nicoll) . En los Estados Unidos de América el más notable campeón de
la nueva escuela fue Ch arles Augustus Briggs del Seminario Union
(The Higher Criticism of the Hexateuch - la Alta Crítica del Hexa-
teuco-, Nueva York: Scribner, 1893), secundado por su hábil cola-
borador Henry Preserved Smith .
Tal como veremos en el próximo capítulo , el siglo XX ha presen-
ciado un a v igo rosa reacción con tra We llhause n y la hip ótes is
documental, y la confianza que antes se depositaba en ella se ha visto
delibitada, en alguna medida, aun en círcu los liberales. Sin embargo,
todavía no se ha formulado ninguna explicación sobre el origen y des-
arrollo del Pentateuco en forma tan lúcida y convincente como para
HISTORIA DE LA TEORIA D OCUMENTAL DEL PENTATEUCO 95

lograr la adhesión general de l mundo erudito. Por ello, a falta de una


teoría mejor, la mayoría de la instituciones no conservadoras continúan
enseñando la teoría de Wellhausen, al menos en sus lineamientos
gen erales, como si nada hubiera ocurrido en el conocimiento del Anti-
guo Testamento, desde el año 1880." En Inglaterra, W. O. E. Oesterley y
T. H. Robinson, en su obra Introduction to the Books of the Old Testa-
ment - Introducción a los libros del Antiguo Testamento- (Londres :
SPCK, 1934), se mostraron básicamente partidarios de Wellhausen, s i
bien expresan ciertas incertidumbres respecto al fechado comparativo
de los "documentos" (J-E pudo haber sido contemporáneo con D, y H
pudo haber sido ligeramente anterior a D). En los Estados Unidos de
América, Julius A. Bewer (Literature of the Old Teslam ent - Literatura
del Antiguo Testamento- (Nueva York: Longmans, 1922), y Robert
Pfeiffer (lntroduction to the Old Testam ent - Introducción al Antiguo
Testamento- (1948), se adhirieron lealme nte a la clásica posición de
Wellhausen (si bien Pfeiffer aisló un nuevo documento, S, una fuente
edomita pesimista, y asignó a los Diez Mandamientos una antigüedad
posterior a D y separada de E).
En la misma Alemania, la influencia de la crítica formal (que será
tratada en el próximo capítulo) dio com o resultado un intento de sinte-
tizar el enfoque crítico formal de Gunkel y Greessman con el enfoque
documental de Wellhausen. Esta síntesis aparece más vigorosamente
en la obra de Otto Eissfeldt (einleitung in das A lte Testament, 1934,
edición inglesa, The Old Testament, an lntrodu ction - El Antiguo
Testamento: una introducción-, Nueva York: Harper & Row, 1965).
En Escandinavia, Aage Bentzen , de Copenhague (Introduction to the
Old Testament - Introducción al Antiguo Testamento- 1948), se ajusta
en lo esencial, al tipo de síntesis que intentó Eissfeldt; pero anterior-
mente su compatriota Johannes Pedersen, como así también Sigmund
Mowinckel de Oslo, e lván Engnell de Uppsala , Suecia, se inclinan
más definidamente h acia una crítica formal o tradición h istórica y
no a la crítica de las fu entes de Wellhausen. No obstante, en Inglaterra
y los Estados Unidos de América, la regla de Wellhausen se mantiene
más o menos suprema en la mayoría de las escuelas no conservadoras,
y hace sentir su influencia en muchas de las escuelas más o menos
conservadoras de la antiguas denominaciones. Por lo tanto, debemos
considerar que la teoría documental aún está en vigencia y estamos

B. IlustraHva d e esta actitud es la cita de uno de los más famosos eruditos británicos,
H. H. Rowley: " Que ha sido la teoría Graf-Wellhausen ampliamente rechazada en su
totalidad o en parte es abso lutamente cierto, pero no hay otro criterio que pudiera reem-
plazarla que a su vez no sería rechazado más amplia y enfáticamente ... El parecer d e
Graf-Wellhausen es solo una hipótesis tentativa, que puede ser abandonada con presteza
cuando se encuentra otra opinión más sati sfactoria, pero que no puede ser benefi-
ciosamente abandonada hasta ese momento " (The Growth of th e Old Testament - El
crecimiento del Antiguo Testamento-). Nueva York: Longmans, 1950, pág. 46.
96 RESEÑA CRíTICA DE UNA i NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

obligados a tratarla como tal, a pesar de que los eruditos liberales del
continente europeo le han aplicado golpes poco menos que fatales
a casi todos sus fundamentos.

D ESCRIPCióN DE ws C uATRO D ocuMENTOS DE LA HIPóTESIS D ocuMENTAL

], escrito alrededor del año 850 a. de J.C. , 9 por un autor desconoci-


do en Judá , Reino del Sur. Interesado especialmente en b iografías
personales, caracterizadas por vívidas descripc iones del carácter, a
menudo describe a Dios o se refiere a El en términos antropomór-
ficos (es decir, corno si poseyera cuerpo, partes y pas iones com o un
ser hu mano). 10 Demostraba también un interés tipo profético en re-
flexiones éticas y teológicas, pero poco interés en sacrificios o ri tuales.
E, escrito alrededor del año 750 a. de J.C. por un escritor desconoci-
do del Reino de Israel del Norte. Fue más objetivo que J en su estilo
narrativo y menos matizado de consideraciones éticas y teológicas.
Tendía más bie n a detenerse e n h echos particulares concretos (o los
orígenes de nombres o costumbres de partic ular im portancia para la
cultura israelita). En el Génesis, E demuestra interés en el ritual y el
culto, y representa a Dios comuni cándose por med io de sueños y
visiones (y no tanto por contacto antropomórfico directo, al estilo de J).
Desde Exodo a Nú meros, E exalta a Moisés, como un obrador de m ila-
gros único en su género, con quien Dios podía comunicarse de manera
antropomórfica.
Alrededor del año 650 a. de J.C. un redactor desconocido combinó J
y E en un so lo documen to: J-E.
D, compuesto posiblemente bajo la dirección de l sumo sacerdote
Hilcías, como programa oficial para el partido reformista patrocinado
por el rey Josías en el avivamiento del año 621 a. d. J.C. Tuvo por
objetivo obligar a todos los súbditos de Judá a hacer abandono de sus
santuarios loca les en los "lugares altos" y traer todos sus sacrificios y
contribu ciones religiosas al templo de Jerusa lé n. Este documento
estaba sometido a la vigorosa influencia del movimiento profético,
particularmente el que e ncabezaba Jeremías. Miembros de esta escuela
deuteronómica efectuaron una revisión histórica de los hechos registra-
dos en Josué, Ju eces, Samuel y Reyes.
P, compuesto en varias etapas de un largo cam ino que va desde
Ezequiel, con su código de santidad (Levítico 1 7-26) alrededor d el año
570 a. de J.C. (conocido como H), a Esdras, "escriba d iligente en la ley
de Moisés" (Esdras 7: 6), bajo cuya dirección fueron aüadidas a la Tora

9. Las fechas propuestas son las sugeridas por S. R. Driver, en ILOT, págs. 111-123.
10. Para mayor abundamiento sobre el antropomorfismo del d ocumento P, ver K. A.
Kitchen, AOOT, pág. 118.
HISTORIA DE LA T EORIA D OCUMENTAL DEL P ENTATEUCO 97

las últimas secciones sacerdotales. P relata en forma sistemática los


orígenes e instituciones de la democracia israelita. Demuestra un in-
terés particular en los orígenes, en listas genealógicas y en detalles de
los sacrificios y del ritual.

REsuMEN DEL D ESARROLLO DIALÉCTICO DE LA H IPóTESIS D ocuMENTAL

1. Astruc sostuvo que diferentes n om bres divi nos indican distintas


fuentes, división J y E; esta idea la elaboró más prolijamente Eichhorn
(E an tes que J).
2 De Wette definió a D como una elaboración de la época de Josfas
(año 621 a. de J.C.).
3. I-Iupfeld d ivid ió E en un documento a nterior E' (o P) y uno
posterior E2 (que se parece más a J). Según 61, el ord en de los
documentos era PEJD.
4. Graf opinó que las porciones legales de P corresp ondían a l exi-
lio, el último documento de todos, sí bien ciertas porciones histór icas
podían ser anteriores. Para él el orden de los documentos era P'EJDP 2 •
5. Kuenen pensó que las porciones históricas de P tenían que ser
tan antiguas como la porción legal y sostuvo que el orden de los
d ocum entos fu e JEDP.
6. Wellhausen dio a la teoría documental su expresió n clásica, tra-
tando el orden JEDP sobre una base sistemáti camente evolucionista.
Observemos las contradicciones y las marchas y contramarchas que
ca rac terizan la evoluc ión y desarroll o de esta teoría d ocumenta l.
1) Diferentes nombres divinos indican difere ntes au tores (Astruc,
Eichhorn), cada uno con su propio círculo de intereses, estilo y vocabu-
lario. 2) Igual nomb re d ivino [Elohim), s in embargo, distintos autores
(Hupfe ld); con lo cual algu nos pasajes de E en realidad no difieren
mayormente de J en cua nto a tema de interés, estil o y voca bu lario. 3) El
documento Elohista (P) que más se diferencia de J en su temática y en
su estilo, debe ser el más antiguo (puesto que Jahweh es, como n ombre
de Dios, pos terior a Eloh im). 4) Por el co ntrario, este documento debe
ser posterior y no anterior (puesto que ello encaja mejor en la teoría
evo lucionista de la religión hebrea, desde el pri mi tivo politeísmo al
monoteísmo sacerdotal. 5) J, por supuesto, más antiguo que E (todos
los críticos hasta Graf) ; pero no, J es realmente ante rior a E (Kuenen y
Wellhausen).
La más cabal refutación a la hipótesis de Wellhausen fue planteada
en los Estados Unidos de América, a fines del s iglo XIX, por William
Henry Green , de Princeton , en su Unity of the Book ofGenesis -Unidad
del libro del Génesis-, (Nueva York: Scribner, 1895) y en Higher Criti-
cism of th e Pen tateuc h - Alta crítica del Pentateuco-, Nueva York:
Scribn er, 1896). Con gran erudición y habilidad demostró lo mal que
98 RESEÑA C RíTICA DE UNA INTROD UCCIÓN AL A NTIGUO TESTA/viENTO

dicha hipótesis explicaba los datos reales del texto bíblico, y sobre
cuáles bases ilógicas y contradictorias descansaba el criterio crítico.
En el cap ítulo 8 haremos un repaso general de las falacias de la
teoría documental que la hace lógicamente insostenible. Los diversos
criterios utilizados por los documenta listas para probar la diversa
paternidad literaria, serán tratados con mayor detalle en los capítulos 9
y 10. La refutación de los argumentos es pecíficos que tratan sobre los
libros del Pen tateu co en particu lar, será considerada en los capítulos
14-18, que se refieren a dich os libros.
CAPITULO 7
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL
SIGLO XX
Tal vez la mejor man era de presentar las tendencias sostenidas por los
eruditos en Antiguo Testamento, entre los años 1890 y 1950, consiste
en señalar los efectos que sus contribuciones ejercieron sobre la estruc-
tura de la hipótesis de Graf-Wellhausen. De ahí que segu iremos un
orden por temas y no estrictamente cronológico.
Como ya lo hemos señalado, una gran parte de los modernos erudi-
tos se ha mantenido fiel a los métodos del análisis documental, y sus
innovacion es se han limitado más o menos a aislar algunos otros
"documentos",aparte de los homosos cuatro, JEPD, laureados por el
tiempo. Así, por ejemplo, Otto Eissfeldt, en su Hexole uchsynopse
(Sinopsis del Hexateuco), 1922 , creyó discernir en J una fuente Legal
(L), más o menos eq uivalente al J' de Julius Smend (Die Erzahlung des
Hexateuchs auf ihre Qu~Jl en untersucht), 1912. Esta fuente L (Eissfeldt
lo denominó Laienschrift) reflejaba un idea l nomádico, recabita (cf. la
referencia a Recab en 2 Reyes 10) , totalmente hos til a la forma de vida
cananea. Sacó la conclusión d e que L surgió en la época de Elías (hacia
el año 860 a. de J.C.), y que halló la manera de hacerse presente en
Ju eces y también en Samuel .
Algo similar a L fue un nuevo documento K (por Ceneo o Keneo).
Tuvo que ver mayormente con ciertos detalles de la vida de Moisés, o
relaciones descritas entre los israe litas y los ceneos. Fue descubierto
por Julius Morgenstern (The Oldest Docum ent of the Hexateuch - El
más antiguo documento del Hexateuco), 1927, que supuso fue utilizado
como base para las reformas del rey Asa (hacia el año 890 a. de J.C.), tal
como lo registra 1 Reyes 15:9-15. Aun Robert H. Pfeiffer (como ya lo
hemos mencionado) anunció en su Introduction Lo Lhe Old Testament
(Introduc ción al Antiguo Testamento) el descubrimiento de un
documento S (por el Monte Seir, el punto más prominente de Edom)
que apareció en las secciones J y E de Génesis 1-11 y también en las
porciones J y E de Génesis 14-38. Este apareció, sup uestamente ,
durante el reinado de Salom ón (hacia el al'io 950 a. de J.C.), pero edi-

99
100 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ciones posteriores (redactadas entre 600 y 400 a. de J.C.) compusieron


un S2 • Así, como resultado de la laboriosidad de los críticos posteriores
a Wellhausen , tenemos las letras adicionales K, L y S, en gran parte
extraídas de J o E.
Sin embargo, y en su mayor parte, la tendencia de los eruditos del
siglo XX se ha inclinado hacia el repudio a la teoría de Graf-
Wellhausen, ya sea en todo o en parte. Para clasificar estos ataques y
disponerlos de una manera sistemática, podemos imaginar la hipótesis
documental en la forma de un hermoso pórtico griego apoyado en cinco
pilares: 1) el criterio de los nombres divinos (Jahweh y Elohim) como
indicador de diversa paternidad literaria; 2) el origen de J, e y P como
documentos escritos separados, compuestos en diferentes períodos de
tiempo; 3) la prioridad de J sobre E en cuanto al momento de la com-
posición; 4) el origen separado de E, distinto al de J; 5) el origen de Den
el reinado de Josías (621 a. de J.C.). Consideremos las críticas dirigidas
a cada uno de estos pilares en el orden ya mencionado.

CoNT RA LA VALIDEZ DE ws NoMBRES DIVINOS COMO CRITERIO DE F uENTE

Ya en el año 1893, August Klostermann (Der Pentateuch) rech azó la


infalibilidad del texto masorético hebreo en la transmisión de los di-
vinos nombres, y criticó su utilización como medio para identificar
fuentes documentales. Pero el primer erudito que inv estigó minu-
ciosam en te la relación entre el TM y la LXX fue Johannes Dahse en su
"Textkritische Bedenken gegen den Ausgangspunkt der Pen tate uchkri-
tic" (Dudas crítico-textuales sobre la premisa inicial de la crítica del
Pentateuco, publicado en un número del Archiv für Religionswissens-
chaft en 1903. Demostró que la LXX, en no m enos de 1 80 casos, tenía
nombres que no correspondían (p. ej. , theos por Jahweh o ky rio s por
Elohim). Esto significa que el TM no es suficientemente infalible en su
transmisión textual de los nombres como para servir de base a una
división de fuentes tan sutil y precisa como lo intentan los documenta-
listas. (Esta apelación a la LXX fue especialmente lapidaria debido al
alto prestigio de que gozaba, por encima del TM, en todo lo concer-
niente a enmi endas textuales. En razón de que los documentalistas la
habían utilizado libremente para las correcciones al texto hebreo, resul-
tó para ellos altamente embarazoso el ser expuestos como cándidos al
asumir la infalibilidad de la trans misión de los nombres divinos en la
Tora hebrea.)
En Inglaterra, un abogado judío de nombre Harold M. Wiener,
comenzó en el año 1909 una serie de estudios que trataban sobre esa
misma p erturbadora discrepancia entre la LXX y el TM. Sostuvo que
esta incertidumbre en cuanto a los nombres correctos, en tantos pasajes
diferentes, hacía que el uso de los nombres fuera impráctico e inseguro
ALTA CRITICA DEL P ENTATEUCO EN EL SIGLO XX 101

como base para la división de fuentes. Wiener también ventiló el tema


de las pretendidas discrepancias entre las diversas leyes de la legisla-
ción del Pentateuco, y señaló que las denominadas discrepancias eran
fácilmente reconciliables y no exigían diversa pa ternidad li teraria.' Si
bien concedió la presencia de algunos elementos mosaicos, insistió en
la paternidad mosaica esencial de l Pentateuco.
El eminente sucesor de Kuenen en la Uni versidad de Leiden , B. D.
Eerdman, también admitió que la fuerza de este argumento deri vaba de
los datos de la Septuaginta, y afirmó terminantemente la imposibilidad
de usar los nombres divinos como una clave para documentos sepa-
rados (Altestamentlich e Studien, vol. 1, Die Komposition der Genesis ,
1908) . En esa misma obra atacó la división de fu en tes, de Wellhausen ,
pero desde el ángulo totalmente diferente: el de las religiones compara-
das. Creyó poder rastrear un trasfondo politeísta primiti vo tras muchas
de las sagas que figuran en el Génesis, lo cual ind icaba una antigüedad
much ísimo mayor en origen que la de 850 a. de J.C. para Jo 750 a. de
J.C. para E. Aun los elementos rituales encarnados en P eran más anti-
guos que la codificación final de las leyes prop iamente dichas, porque
reflejaban ideas que pertenecían a una etapa muy anterior al del desa-
rrollo religioso. Los sacerdotes codificadores incluyeron ciertas pro-
videncias de tal antigüedad que ni ellos mism os la entendían en todo
su significado.
La era mosaica debía ser reconocida como la ép oca en que se origin ó
gran parte del ritual levítico y no en la era del exilio o posteriormente
(como lo suponen los documentalistas). Más aún, desd e el punto de
vista de la crítica literaria, la unidad fundamental de las sagas del
Génesis fue flagrantemente violada por la artificial división en fuentes
practicada por la escu ela de Graf-Wellhausen. Por ell o, Eerdmans se
apartó totalmente de la escuela documental y negó la validez de la
teoría de Graf-Kuenen-Wellhausen , en el prefacio de la obra antes
mencionada. 2 Pensó que la más an tigua unidad que se escribió del

1. En relación con las pretendidas contradi cciones entre las leyes del Pentateu co, indica-
tivas de una diversidad de patern idades literarias, comparemos la situación en el Código
de Hammurabi. K. A. Kitch en comenta: "Así es fácil agrupa r leyes sociales y normas d e
culto en pequeñas coleccion es sobre la base de su contenido o de su forma, y postular su
acrecentamiento gradual en los presentes libros con la eliminac ión práctica de Moisés. Lo
mismo puede hacerse con las leyes de Hammurabi (sobre su contenido). y postular allí un
proceso hipotético de acrecentamiento de leyes en grupos sobre temas antes de producir
el denominado 'código' de Hammurabi. Pero esto no le elimina a Hammurabi la paterni-
dad literaria de s u código. Conocemos sus leyes en base a un monumento de su propia
época, en su propio nombre; por lo tanto, todo agregado de leyes en su co lección se hizo
antes de su obra. Además, hay aparentes contradicciones a discrepancias en el 'codigo' de
Hammurabi que no son menos no torios que los que sirven como base paro analizar los
estratos de la Biblia [M. Greenberg, Yehezk el Kaufmonn jubilee Volume- Yehezk el
Ka ufmann, Volumen del Jubi leo, 1960, p ag. 6). Estas , obviamente, no tienen in fl uencia
algun a en el hecho histórico de que Hammurabi las haya incorporado a su colección"
(AOOT, pág. 134; ver también pág. 14 8).
2. Ver también su s Al!estamen tliche Stu dien (Estud ios sobre el Antiguo Testamen to),
va ls. 2-4. 1908-14.
102 RESEÑt\ CRíT ICt\ DE UNt\ I NTRODUCCIÓN i\L ANTIGUO T ESTt\tv!ENTO

Pentateuco fue una obra politeísta, el Libro de Adán (que comienza en


Génesis 5:1), originado en algún momento antes del al'io 700 a. de J.C.
(si bien, por s upuesto, la tradición oral sobre la cua l se basó le
an teced ía en vari os siglos). Más adelante se agregó a él otra obra
politeísta que denominó una revisión de Israel. Pero luego del " descu -
brimiento" del Deuteronomio, estos primitivos escri tos fueron reedita-
dos de acuerdo con una re interpretación monoteísta , y luego d el exilio ,
toda la obra recibió nuevos aportes. En esta alternativa a la teoría de
Graf-Wellhausen vemos un reav ivam iento de la an tigua tes is su-
plementaria , combinada con una exagerada dependencia de las técni-
cas de las religiones comparadas. Pero por lo menos Eerdmans dejó ver
lo endelebles que eran los "seguros resultados" del saber de Well-
hausen bajo el impacto de una novísima investigación de los datos
aportados por el tex to hebreo. La reverenciada tríada J, E y P ya no
estaba tan firme sobre su pedestal.
El ataque de Sigmund Mowinckel , erudito noruego, con tra la divi-
sión de las fue ntes en J-E, fue desde un ángu lo distinto , el ángulo de la
crítica formal (ver la próxima sección). En dos artículos publicados en
el Zeitschrift für Altertumswissenschaft (1 930). negó la interdependen-
cia de las tradiciones J y E, y negó asim ismo que E se hubiera originado
en Israel de l Norte. Afirmó que E no era más que una simple adaptación
de J d esde el punto de vista de una escuela judaica. Los relatos de
tiempos antiguos contenid os en E s iempre d ependián de narraciones
contenidas en J y a menudo E utiliza el vocablo Jallweh para designar a
Dios. A este respecto n egó que Exodo 3:14 represen taba una promulga-
ción de Jahweh como un nuevo nombre para Dios, sin o que, por el
contrario, presuponía que Jahweh ya era conocido por los hebreos .
(Muestra, a partir d e Josué 24:2-4, que es un pasaj e de E, que el autor
sabía que Abraham vivió en la Mesopotamia, si bien todo este relato de
Génesis 11 había s ido asignado a J.) Mowinckel sacó la conclusión de
que E no era e n rea lidad un autor, sino una tradición oral que continuó
el mism o cuerpo de material qu e ya había llegado a su forma escrita en
J. Por lo tanto, E s ignifi ca un largo y extenso proceso entre el período
cuando J llegó a su forma escrita y la redacción final del material E,
después d e la caíd a de la monarquía judía.'
W. F. Albrightexpresa su escepticismo respecto d e la confiabilidad
del criteri o basado en los nombres di vinos, a l d ecir: "El descubrimi ento
de límites rela ti vamente amplios de variaciones textuales que anteda-
tan al siglo Ili a. d e J.C. hace qu e el análisis minucioso del Pentateuco,
que se puso de moda luego de Wellhausen , sea totalmente absurdo . Si

3. Mowinc kel , The Two So urces of the Pre-Oeuteronomic Prim ~·Jcd His!ory in Genesis
(Las dos fuentes de la p rimiti va historia an terior a Deu te ron omio en el Génesis), 1-11
(Os lo, Noru ega, 1937). Aage Bentzen trata muy bien la tesis de Mowinc kel e n su Introduc-
tion to the Old Testome nt (Introducción al Antiguo Testament o) 2 :48.
ALTA CRITICA DEL P ENTATEUCO EN EL SIGLO XX 103

bien es muy cierto qu e son m enos evidentes las d iferencias en la revi-


sión c rítica d el Pentateu co que, por ejemplo, en Samu el-Reyes, hay ya
más que suficientes para advertir contra los aná lisis ela boradamente
hipotéticos y contra los esfu erzos d e ha ll ar d ifere n tes 'fuentes' y
'documentos' cada vez que parece haber cualqu ier fa lla o inconsecuen-
cia e n el texto recibi do. Tal tratamiento s ubje tivo a los problemas his-
tórico-li terarios s iem pre fue sospechoso, pe ro ahora se ha tornado
irracion al. "• (Si bie n Albright perm anece en un a posición básicamen te
doc um ental e n s u aceptación de J, E y P com o fuentes escritas separa-
das, pi ensa que deben ser identificadas por otros criterios que no sean
so lamente el uso de fah w eh o Elohim, y que su historia era algo m ás
comp licada d e lo que supuso Wellhausen . Cf. Albright, pág. 34.)

C ONTRA EL ORIGEN DE J, E y p COMO D OCUMENTOS S EPARADOS

Hermann Gunkel se asoció a Hugo Gressmann co mo fundador d e la


nueva escuela de Formgeschich te (crítica d e la forma). (En la crítica del
uevo T estame nto, esta tesis presupone que duran te un período d e
tradición oral, 30-60 d. de J.C. , hubo historias y d ichos que circularon
como unidades separadas en los círcu los cristianos. Gradualmen te
fueron a lterados y em bellecidos de acuerdo a los d iversos puntos de
vis ta teológicos ele cad a círculo, como lo p ued e d escubrir e l crítico que
discie rn e m ientras busca volver al m eollo original n o milagroso ni
embellecido d e cad a un a d e estas unidades. Si n embargo, y desgra-
ciadam ente para este mé todo, las opiniones y gustos del c rítico mismo
inevitable mente ejercen su influencia sobre su procedimie nto, de una
manera muy subjeti va.) Las más importantes con tri buc iones d e Gunkel
en e l ca mpo d e la crítica del Pentateuco fu eron Die Sagen der Genesis
(Las sagas d el Génesis), 19 01 ; u na con tribución de cincuen ta páginas a
la obra de Hinneberg, Die Ku/tu r der Gegen wart, ti tu lada "D ie a ltis-
raeliti sche Literatur" (La antigua litera tura israeli ta) publi cada en 1906;
y su obra , de l a ño 1911 , Die Sch riften des A/te n Testaments (Los escri-
tos del Antiguo Testame nto).
La crítica de la form a, d e acuerdo con s u prop ia fo rmulación , sos-
tiene: 1) Es imposible u na historia litera ria exacta para el período más
a ntiguo (l os inte n tos para reconstruir el o rden del d esarroll o de
documentos escritos se han derrumbado bajo e l impacto de d atos en
contrario de los textos mis mos, y realmente n o sabemos nada, con
certeza, sobre estos hipotéticos doc um entos de la hip ótesis de Graf-
Wellhausen ); 2) e.l úni co enfoque práctico a la literatura d el Pen tateuco
es el crea dor y sinté tico (en vez d el enfoq ue críti co y an alftico d e los

4. Albright , Yohweh and the Gods of Canaan (Yahvé y los d ioses de Canaá n) )Card e n
City, Nueva York: Doubleday, 1968), pág. 29.
104 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

documentalistas), por lo cual debemos definir los diversos tipos de


categorías (Gattungen) a las que perteneció el material original en su
etapa oral, y luego seguir por el probable curso de desarrollo de cada
una de estas unidades orales hasta la forma escrita final que tomaron en
el período del exilio o posterior a él 5 (obsérvese en qué manera total este
enfoque borra detalladas y finas distinciones que Wellhausen estable-
ció entre J, E y P]; y 3) como practicante de los métodos de la religions-
geschichtliche Schule (escuela de religiones comparadas], Gunkel
prestó estricta atención al fenómeno paralelo de las religiones y la
literatura de los anti guos vecinos paganos de Israel, donde el desa-
rrollo de estos Gattungen (géneros literarios] podría ser más claramente
discernido e ilustrado. Pensó que era posible, a la luz de los materiales
egipcios y mesopotámicos, determinar con bastante precisión la Sitz
im Leben (situación de vida) de cada ejemplo de estos diferentes tipos,
y ver por medio de qué proceso desembocaron en su historia subsi-
guiente. Así, el Génesis fue en realidad una compilación de sagas, en
su mayor parte, y todas ellas fueron transmitidas en una forma oral
bastante fluida hasta ser finalmente reducidas a fo rma escrita en un
período posterior.
Se observará que este enfoque de la Formgeschichte descarta el
análisis de JEP como un intento artificial y antihistórico de análisis de
JEP como un intento artificial y antihistórico de análisis por hombres
que simplemente no entendieron cómo se originó la literatura antigua,
tal como la Tora. En cuanto demuestra la artificialidad del análisis de
las fuentes de Wellhausen, la forma en que Gunkel aborda el Pen-
tateuco representa cierta ganancia, desde el punto de vista conservador.
También debe atribuírsele el crédito de haber reconocido la gran anti-
güedad de una buena parte del material de tradición oral que yace tras
el texto de la Tora.
Pero la suposición de Gunkel de que los libros de Moisés hallaron
forma escrita en época tan tardía como la del exilio, parece pasar por
alto la evidencia acumulada de que los hebreos eran un pueblo literato
en grado sumo d esde los tiempos de Moisés en adelante. En realidad, el
más antiguo fragmento de hebreo escrito descubierto hasta ahora por
los arqueólogos es el ejercicio de un alumno de escuela conocido como
el Calendario de Gezer (hacia el año 925 a. de J.C.), pero casi todos los

5. " La idea de una evolución unilineal, de W1idades literarias más pequel'ias, primitivas ,
a entidades más grandes y complejas (y de crecimiento de una obra por agregados gradua-
bles) es una falacia de mediados del tercer milenio a. de J.C. en adelan te, en lo que se
refiere a la literatura d el Antiguo Oriente ... Así, entre la literatura sumeria de alrededor
del año 1800 a. de J.C. , Kramer menciona (en Bible and the Ancien t Near East (La Bibl ia y
el Antiguo Cercano Oriente) págs. 255, 257, etc.) nueve leyendas épicas que varían en
tamaño de 100 a 600 líneas; veintenas de himnos (de cuatro tipos diferentes) que van de
menos d e 50 a más de 500 líneas; varias endechas por Dam uzi (Tamuz] que varían de
menos d e 50 lineas a más 200 " Kitchen, pág. 131. Luego cita otros ejem p los de literatura
del Rei no Medio y del Nuevo Reino Egipcios.
ALTA CRíTICA DEL PE 'TATEUCO EN EL SIGLO XX 105

vecinos de Israel registraban todo tipo de literatura en forma escrita


durante siglos antes de ese período, y aun los poco privilegiados mine-
ros semitas de las minas de tu rquesa en la península de Sinaí gara-
bateaban sus inscripciones alfabéticas en épocas tan lejanas como el
año 1500 a. de J.C. o tal vez antes. Aun en el extremo norte del territorio
cananeo, en Ugarit, los contemporáneos de Moisés registraban s us
escrituras paganas con caracteres alfabéticos. Es menester contar con
una excesiva credulidad para creer que solamente los h ebreos estaban
tan atrasados que no sabían como reducir a escritura sus más impor-
tantes instituciones legales y religiosas hasta después del año 600 a. de
J.C. El prop io texto del Pentateuco abunda en referencias a escritura y
pinta a Moisés como un hombre de letras. Un término tan común como
"capataz", repetidamente utilizado en Exodo 5 (un pasaje J) y en otras
partes del Pentateuco, traducción del vocablo hebreo shótér, que deriva
de la misma raíz del conocido verbo babilonio "escribir" (shotóru). Por
lo tanto, este aspecto de la teoría de Gunkel, a la lu z de las evidencias
acumuladas, parece rodeado de insuperables dificultades.
Es preciso señalar, por otra parte, que la literatura comparada del
an tiguo Cercano Oriente sirve para cuesti onar en grado sumo, algunos
de los presupuestos básicos de la críti ca de la forma. Así, la premisa
doctrinaria de la metodología de la Gattungsforschung, es la de buscar
pequeños fragmentos y expresiones diseminadas como s i fueran la for-
ma original que tomó la tradici ón oral en un comienzo. Pero en una
obra egipcia tan antiguii como la Admonitions of Ipuwer (las admoni-
ciones de lpuwer) (fechada ahora en el año 2200 a. de J.C.). hallamos
largas y extensas tiradas, y no los breves y desconectados apotegmas
que la críti ca de la forma nos induciría a esperar. También vemos largos
y bien conectados pasajes en los oráculos babilónicos (como lo señala
Sidney Smi th en Isaiah XL-LV, [Toronto: Oxford , 1944], págs. 6-16).
Kitchen dice en The New Bible Dictionary (Nuevo Diccionario de la
Bib lia) que los que se adhieren a la Formgeschichte "han fracasado
totalmente en d istinguir entre las funciones complemen tarias de la
transmisión escrita (es decir, a través del tiempo) y la diseminación oral
(es decir hacerla conocer a los contemporáneos en un amplio territo-
rio). y han confundido a ambas como tradición oral poniendo equivo-
cadamente un excesivo énfasis en el elemento ora l de la transmisión
del Cercano Oriente, "•
En el año 1924, Max Lóhr publicó la primera de su serie sobre
" Investigations of the Problem of the Hexateuch" (Investigaciones re-
lacionadas con el problema del Hexateuco). titulada Der Priestercodex
en der Genesis (el Código Sacerdotal en el Génesis). Por medio de un

6. Kitchen. The New Bible Dictionary (Nuevo Diccionario bfb/ico) (Grand Rapids: Eercl-
mans, 1962), pág. 349b.
106 R ESEÑA C RiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAME!\'TO

minucioso estudio exegético de los denominados pasajes P en el Géne-


sis , demostró que no podía establecerse la existencia independiente de
tal fu ent e. Su material estaba tan inextricablemente ligado a las sec-
ciones J y E que nunca hubiera podido formar una unidad por sí solo.
Lóhr fue más lejos aún , al rechazar globalmente el análisis de Graf-
Well hausen , y llegó a la conclusión de que e l Pentateuco en general fue
compuesto por Esd ras y sus colaboradores en Babilonia, redactado en
base a un d epósito heterogéneo de materia les escritos antes del exilio.
Estos materiales incluían leyes de sacrificios y otras directivas rituales,
narraciones re ligiosas y seculares de diverso tipo, profecías varias y
lis tas genealógicas. Pero estos materiales escritos antes no podían ser
identificados co n documentos volumin osos y es pecíficos, tales como
los documentos J y E de Wellhausen.
En el año 1931 Johannes Pedersen , de Copen hague, lanzó una críti-
ca radical a la teoría documental en s u Die Auffossung vo m A lten
Testom e nL (La composición del Antiguo Testa mento). En esta obra
rechazó la crítica de la fuente de Wellhauscn como inadecuada para
describir la cultura de los antiguos hebreos. Señaló específi camente
cuatro puntos.
1 . En relatos de J y E, tales como las comu nicacion es entre Jahweh,
y Abraham, el ciclo relacionado con Sodoma , las narraciones respecto
de Jacob y Esaú, el epi sodio de Tamar y Judá, y todos los demás relatos
de este tipo, son de antiquísimo origen, s i bien no vieron su forma
escrita actua l, has ta después d el exilio. (Esto significaba q ue los com-
ponentes J y E de esta categoría, eran a la vez, m ucho más an tiguos que
las fechas 850 y 750 a. de J.C. , asignadas por los documenta listas; y
muc hos más recientes, es decir, contemporáneos con las contribu-
ciones sacerdotales. )
2. En términos generales, J y E n o pueden mantenerse como relatos
separados sin imponer artificialmente un punto de vista occidental
sobre las técnicas narrativas semíticas, violentando así la sicología
israelí.
3. Respecto al documento D es impos ible establecer una clara dis-
tinción (como han intentado hacerlo los documentalistas) entre los más
antiguos y los más nuevos elementos. Por el contrario el prejuicio anti-
cananeo que satura el Deuteronomi o demuestra que es producto de
cond ic iones posteri ores al exilio (p orque solamente des pués del retor-
no pud o haber surgido una comunidad israelita tan autónoma como la
que indica D) . Esto significa que el Deu teronomio no se comp uso en
fecha tan an tigua co mo en el reinado de )asías.
4. En cuanto a la fu ente P, no hay duda de qu e es una composición
pos terior al ex ili o, como lo indican clarame nte su disposición es-
quemáti ca y su esti lo y dicción ; pero por otra parte contiene muchas
normas legales qu e señalan condiciones de vida anteriores al exilio. Y
A LTi\ CRITICA Dt::L P ENTATEUCO EN EL SIGLO XX 107

esto es particularm ente cierto respecto d e las leyes sociales. En otras


palabras , todas la "fuentes " de la Tora son tanto anteriores al exilio
como posteriores a él. No podemos columbrar el documento del año
850 a. de J.C. y el d ocumento E d el año 750 a. de J.C. que ru e ron los que
Wellhausen procuró aislar en el materia l mosa ico. Solamente !JOdemos
conjeturar que el más antiguo núcleo d e la Tora fue la saga de Moisés y
la leyenda de la Pascua, contenidas en Exodo 1-15.
En el año 1945, en Upsala , Suecia, apareció una obra escrita por
lvan Engnell, titulada Gamla testame nte t, en tradiLionsh istorisk in-
/edning (El An tiguo Testamento, una in troducción his tórico-tradicio-
nal). que seguía, más o menos, la misma línea de Pedersen . Engnell
osadamente condenó la obra crítica de Wellha usen, que a su juicio
representaba u n moderno y anacrónico p u nto d e v ista literario, una
interpretación puram ente artificial en categorías modernas que no se
ap lican al antiguo material semítico. Afirmó qu e un ad ecuado trata-
miento d e esta literatura h e brea exigía rompe r totalme nte con esa m a-
nera de en ca rar el problema. Luego señaló los siguientes puntos.
1. Nunca hubo documentos paralelos ni continuos de origen ante-
rior d e los cua les se compuso finalmente la Tora, e n su fo rma posterior
al exilio.
2. La evidencia d el texto de la LXX muestra la falta de solid ez del
criterio basado e n los nombres divinos para la d ivisión de fuentes ; y
aun como lo señaló Wellhausen, estas supuestas fu e ntes no son de
ninguna man era consecu entes en el uso que hace n d e los nombres de
Dios. Debemos entender que la verdadera ex plicación para el uso de
esos n ombres hay que buscarla en el contexto en el cua l oc urren, pues
es el contexto el que d etermina cual es el n ombre más apropiado, como
lo han sostenido siempre los eruditos conserva dores.
3. Más que un origen judaico, Deuteronom io sugiere un trasfondo
del norte d e Is rael. Es prácticamente imposi bl e ace ptar que el De ute-
ronomio pud iera haber sido confeccio nado en el templo de jerusalén.
4 . La ún ica di visión segura que puede hacerse del material del
Pentateuco es la siguiente: (a) una obra P que abarca desde el Génesis
hasta Núme ros y que evidencia caracterís ti cas que seña lan hacia una
escuela de trad ición tipo P ; y (b) una obraD (De uteronomio a 2 Reyes)
de diferente es tilo, en su tratamiento, que seria la hacia un bie n definido
círculo D de tradicionalistas. El materia l legal que va d e Exodo a
Números se originó en los adminis tradores d e orác ulos y en las fun-
cion es judiciales de los distintos santuarios locales d o nd e al par de las
tradi ciones o rales se cultivaron primitivas tradi ciones escritas. Génesis
fue confeccion ado a partir de un ciclo Abraham , un ciclo Jacob y un
complejo José. Los análisis de Gunkel sobre las historias indi viduales y
ciclos de leyendas son dignos d e confianza. Estos fu eron originalmente
leyendas culturales asociadas a diferentes santuarios . S in duda, el libro
108 REsEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCióN AL A NTicuo TESTAMENTO

del pacto (Exodo 20:23-23 :19) fue una de tales colecciones; Exodo
34 :17-26 (el denominado catálogo ritual) fue otro; y el código de santi-
dad (Levítico 17- 26) representa otro complejo más. P representa una
tradición del Sur, en tanto que la obra de Deuteronomio (De uteronomio
a Reyes) representa una tradición del Norte,' si bien la forma final que
se le impuso refl eja el punto de vista de aq uellos que deseaban que el
culto se centra lizara en Jerusalén.
5. La tradición oral jugó un papel importante en todo esto hasta la
reducción final a la forma escrita. Por lo tanto , tenemos que habérnosla,
no con fuen tes escritas ni con redactores, sino con unidades de tradi-
ción ora l, círculos de tradición y escue las dentro de estos círculos
tradic ionalistas. Una continuidad de doc umentos escritos necesa-
riamente h ub iera mostrado consecuentes diferencias de estilo y cons-
tantes puramente li ngüísticas que oc urrirían únicamente en el
documento en cuestión. Pero tal como se ve todo esto, no aparecen en
forma consecuente distinciones de esta clase, y las que los documenta-
listas sostienen haber descubierto pueden mantenerse solamente por
medio d e artificios en que se da por acep tado lo que no está probado,
como red ac tores y glosas y enmiendas posteriores. (Esto, por supuesto,
entraña que debemos descartar por falta de val id ez las elaboradas listas
y cuadros d e palabras que figuran en la JLOT d e Driver.)
Otro escritor interesante que podría agregarse a este grupo, es
Wilhelm Moe ll er, que originalme nte fue un convencido adherente a la
escuela de Well hausen. Pero después de reexaminar cuidadosamente
las eviden c ias, quedó impresionado a nte las d e ficiencias d e la
hi pótesis documental, a la luz de los nuevos da tos obtenidos. Su primer
ataque fu e publi cado en el año 1899 en idioma alemán , bajo el título d e
Historico-c riticaJ Considerations in Opposition lo the Graf-Wellhausen
Hypothesis by a Former Adherent (Cons ideraciones his tórico-críticas
en oposición a la hipótesis Graf-Wellhausen, por un ex-adherente). Una
arremetida más vigorosa aún apareció en el año 191 2: Wider den Bann
der Qu ellensc heidung (Contra la maldición de la di visión en fuentes).
Aquí d emostró la debilidad de los argumentos en favor d e la hipótesis
documen tal y se inclinó con argumentos pe rsuas ivos en favor de la
unidad del Pentateuco. En su obra aparec ida en el a ño 1925, Rückbe-
ziehunge n des fü nften Buches Mosis auf die vier ersten Bücher (Re-
fe ren cias retrospectivas del quinto libro d e Moisés a los cuatro
primeros libros), demostró que Deuteronomio contiene numerosas re-
ferencias a los cuatro primeros libros, lo cual presupone s u existencia
antes de la com posición del Deuteronomio y su disponibilidad para el
autor. Pero tal vez no habría que in clu ir a Moeller entre estos otros

7. C(.
la orden de levantar un altar e inscribir el texto de la Tora en una estela de piedra
en e monte Ebal , en De uteronomio 27:1 -8.
ALTA CRITICA DEL P ENTATEUCO El': EL SIGLO XX 109

críti cos , ya que sus inves tigaciones lo llevaron de vue lta a la posición
de la iglesia cris tiana histórica respecto de la pat ernidad literaria del
Pentateuco, y de ah í que se adhirió a la causa conservadora. Todos los
otros , por supuesto, eran (o son ) liberales.
Ye hezkel Kaufmann , d e la Universidad Hebrea, reexaminó entre los
años 1940 y 1960 la suposición de la escuela de We llhausen de que P
om itía toda me nción a la centralización del santua ri o, puesto que daba
por aceptada dicha centralización . Descubrió qu e esa s uposición estaba
basada en un razonamiento de ti po circular, total men te indefendible , y
argu mentó que el m onoteísmo caracterizó a la religión israelita desde
su comienzo. (Cf. su Religion of Israel - Re ligión de Israel- [Chicago,
Universidad d e Chi cago, 1960]. pág. 205 , citado en este texto en la
pági na .) S in embargo , aun aceptaba los cua tro doc umentos como
entidades separadas, si bien era imposible sostener la prioridad de D a
gran parte d e P.

C ONTRA LA PRIORIDAD DE JCON R ESPECTO t\ E

En su obra d el año 1920 titulada Deuterono my and the Decalogue


(Deuteronomio y el Decálogo). R. H. Kenne tt exp uso su tesis de que E y
no J era e l más antiguo d e los d ocumentos escr itos , com puesto
alrededor del año 650 a. de J. C. , para la población mixta o h íbrida de
Israel d el Norte (e n fecha subsiguiente a la deportación de las diez
tri bus en el año 722 a. de J. C.). J fue escrito algunas d écadas después ,
en la zon a de Hebrón com o u na espec ie de ré p lica a las refo rmas de
)osías (con su insistencia sobre la legitimidad excl usiva del temp lo de
Jerusa lé n); su fecha se remonta aproximadamen te al año 615 a. de J. C.
este J es probablemente el documento a qu e se refiere Jeremías 8:8:
" Ciertamente la ha cambiado en mentira la pluma mentirosa d e los
escribas. " 8
No hay n eces idad de decir que las opini ones de Pedersen (ver págs.
106-107 de este libro) también pertenecen a esta divi sión, pues si todos
los materiales d el Pentateuco en su forma escrita fina l son posteriores
al exi lio , no podrá sostenerse más la prioridad de J sobre E. Lo mismo
cabe dec ir respecto de Engnell (ver págs. 10 7-1 08 de este libro) . Si todo
el Génesis fue confeccionado a base de ciclos de leyendas preservadas
en los d ive rsos santuarios locales, y si todo el co njunto de Exodo a
Números pertenece a una escuela de tradició n P, entonces no cabe la
prioridad ele J con resp ecto a E ni siquiera, en realidad , para ningú n
escrito separado d e J ni ele E.

8. En la página 113 de este libro se tratan los puntos de vis ta de Kennell sobre Deu-
teronomio.
110 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

CoNTRA LA ExiSTENCIA I~EPENDIENTE DE E COMO UN D ocUME •To


P OSTERIOR A J
Paul Volz y Wilhelm Rudolph trabajaron juntos e n el año 1933 , en
la p ub licación de un estudio titulado Der EJohisl ols Erzdhler: ein
Irrweg der Pentaleuchkrilik? [El elohista como u n narra dor: ¿un error
en la crftica d el Pentateuco?). Luego de un cu idadoso reexamen de los
pasajes de E, estos eruditos arribaron a la conclus ión de que n o había en
realidad argumentos suficientes para imaginar una fuen te E separada y
coh erente. No pasaban de ser partes o supl ementos de J. Volz propuso
echar por la borda las fuentes separadas J y E y re to rna r a algo compara-
ble a la a nti gua hipótesis suplementaria. En Génesis ten em os un solo
narrador (J) , y E no fue más que u n editor posterior de la obra J que
pos iblemente insertó algunas secciones d e s u prop ia cosecha. En c uan-
to a P, n inguna historia emana de él; no fue otra cosa que el registrador
de la legisl ación y compositor de secciones doctrina les, tal como ocurre
en Génesis 1 a 1 7.
Pod emos mencionar aquí la contrib ución de Mow inckel (pág. 102).
Para él E no constituía un documento separad o de J, si no simplemente
una adaptación re ligiosa judaica d el mate rial Joh visla . E e ra más un
proceso que un documento. De la misma manera, la tesis de Pedersen
(pág. 106 de este li bro) negaba totalmente la existe ncia separada de Jy E.
Ambos representan material oral de la más rem ota ant igüedad, y juntos
recibieron forma escrita después del exilio.

CoN·rRJ\ LA FECHA DE D EUTERONOMIO EN EL TIEMPO DE JosfAs

Desde el m omento en qu e De Wette identificó el Deuteronomio


como e l libro de la ley descubierto por Hilcías en el lem plo y que fu era
leído en voz alta al rey Josías en el año 621 a. de J. C., toda la escuela de
Wellhausen consideró que la fec ha del tie mpo de )asías para O era el
más indubitable de los "seguros" resultados de la moderna erudición " .
El m ismo Wellhausen lo declaró en su Prolegomeno: "Menos d isputa
aun hay sobre el origen de Deuteronomio; en todos los círcu los donde
es dable ha llar un reconocimien to por los resultados de la investigación
científica, se reconoce que fue compuesto e n la m isma era en que fue
descubie rto y s irvió de regla para la reforma de Jos ías, que tuvo lugar
alrededor de una generación antes de la destrucción del templ o por los
ca ldeos." 0
Sobre el trasfondo de esta confian za, es in te resante comparar el
tratamiento de la fec ha del tiemp o de Josías (ta n fundam ental para toda
la hi pó tesis documental) que le han dado los críticos d el siglo XX,

9. We llhouscn, Prolcgo mena, traducción de J. Suth erland Black y Allen Me nzies (Edim-
burgo : A & C. Black, 1885), pag. 9.
ALTA CRíTICA DEL PENTATEUCO EN EL SIGLO XX 111

desde el año 1919 en adelante. Algunos de estos insurgentes corrieron


la fecha del origen de D a un período muy anterior al año 621 a. de J. C. ,
en tanto que otros lo transfirieron a la época posterior al exilio. Pero
ambos grupos condenan en forma unánime la fecha del tiempo de
Josías com o totalmente inaceptable en base a los datos brin dados por el
texto y por las condiciones históricas que ahora se sabe prevalecieron
en aquella época.
CRÍTICOS QUE SE I NCLINAN POR UNA FECHA A NTERIOR PARA LA C OMPOSICIÓN
DEL DEUTERONOMIO

En el año 1 9 19 , Martín Kegel escribió su Die Kultusreformation des


Josias (Reforma del culto por Josías), en la cual expuso sus argumentos
para considerar que el año 621 a. de J. C. no correspondía a la composi-
ción de D. Puesto que aquellos influyentes líderes (tales como los sacer-
dotes de los lugares altos y la nobleza proidolátrica) no p lantearon la
cuestión de la legitimidad de l Deu teronomio como una auténtica obra
del gran legislador Moisés (si bien tenían todo el incentivo necesario
para desafiar su au tenticidad), se deduce que D tiene que haber sido un
libro antiquísimo en tiempos de Josías, y conocido como tal. (Kegel aun
se inclinaba a dudar d e la identificación del descubierto libro de la ley
sólo con Deuteronomio; p ensó que las evidencias apuntaban hacia la
inclusión de to das las demás partes del Pentateuco que ya tenían forma
escrita.) Más aún, la afirmación tan repetida de que el principal pro-
pósito de la reforma de Josías fue el de exigir que el culto se rindiera en
el santuario central (el templo de Jerusalén), no contaba con el apoyo ni
con las evidencias de 2 Reyes y 2 Crónicas; según esos libros, su prin-
cipal preocu pación era la de limpiar el culto a Jehová de toda idolatría .
En el año 1924, Adam C. Welch, de Edimburgo, señaló que una " ley
del santuario único" hubiera sido irrazonable en el siglo VII a. de J. C.,
pues no hubiera reflejado las condiciones que prevalecían en aquella
época. Más aún, demostró que muchas de las n ormas legales de D
tenían un carácter demasiado primitivo como para encajar en la mon ar-
quía judía de aquellos días. 10 En vez de demostrar un origen judaico,
algunas de las leyes indicaban un origen en Israel del Norte. Por lo
tanto, se ju stifica mucho más retrotraernos a la época de Salomón (siglo
X a. de J. C. ) como el tiempo en que fue escrito el meollo principal, al
menos , de la legislación de Deuteronomio. Una sola inserción podía
asignarse sin duda alguna a la época de Josías, Deuteronomio 1 2:1-7,
que exigía la obligatoriedad de un santuario central (pasaje utilizado
por Josías para san cionar su programa de reformas). Pero el primordial
propósito del libro, en su forma original , fue el de purificar los cultos

10. Welch, The Code of Deuteronomy (E l código de Deuteronomio). (Nueva York : George
H. Doran, 1924].
11 2 RESEÑA CRiTICA DE UNA INT RODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

en todos los santuarios locales y combatir de esa manera la influencia


contaminadora de la teología y de las prácticas cananeas.
En la década siguiente, Edward Robertson publicó una serie de
artículos en el Bulletin of John Rylands Library (Boletín de la biblioteca
de John Rylands), en los años 1936, 1941, 1942 y 1 944, en los cuales
defend ió la tesis de que en la época de la conquista, los hebreos
tuvieron que haber pen etrado en Palestina, corno comunidad organiza-
da, y contando con un núcleo de leyes, incluso el Decálogo y el libro
del pacto (Exodo 20- 23). Después de su asentamiento en Canaán, se
dividieron en varias comunidades religiosas , cada una con su propio
santuario. Estas diversas tradiciones locales de la ley mosaica fueron
compaginadas por Samuel (cf. 1 Samuel 10:25) en los umbrales del
establecimiento del la monarquía unida. Este trasfon do explica satis-
factoriam ente los diversos elementos e inconsecuencias del material
formativo del tetrateuco. En cuanto a Deuteronomio, fue compuesto de
allí en adelante, alrededor del año 1 000 a. de J. C. para cimentar la
nueva política de unidad . Esta obra se perdió y no fue redescubierta
hasta el reinado del rey Josías.
Entre los años 1940 y 1960, Kaufmann, de Jerusalén, sostu vo la
prioridad de P sobre D, diciendo: "Solamente en D y en literaturas
afines h ay una clara e inequívoca influencia de la idea de centraliza-
ción. La idea comenzó a ganar favor en tiempos de Ezequías; Josías sacó
las últimas con clusiones. De ahí en adelante el judaísmo se sintió en-
cantado con la imagen de un santuario central y una ciudad escogida.
Resulta increíble que una ley sacerdotal q ue surgió en esa época
hubiera pasado en silencio por sobre esta idea dominante. Tal como se
ha demostrado anteriormente, n o hay ninguna clase de vestigios en P
de la idea de centralización de D; por lo tanto, P tuvo que haber sido
compu esto antes de la época de Ezequías ." " Y esto quiere decir que la
fecha de la composición de P se remonta a comienzos del siglo VIII o
antes y, por lo tanto, no pudo ser producto de la época del exilio o de la
época posterior. Kaufmann estaba convencid o de que el monoteísmo
caracterizó la religión d e Israel desde el comienzo, y que el tabernáculo
fu e un auténtico e h istórico santuario empleado en los días de Moisés.
" La idea de que el tabernáculo es un reflejo del segundo templo es un a
discusión sin base alguna de la críti ca moderna. ""

CRÍT ICAS QUE ABoGAN POR UNA FECI-IA P osTERIOR PARA D EUTERONOMIO

Ya nos hemos referido (pág. 109 de es te libro) a la obra de R. H.


Kennett , Deuteronomy and th e Deca logu e (Deuteronomio y el

11. Kaufman n , pág. 205.


12. !bid., pág. 183.
ALTA CRITICA DEL PENTATEUCO EN EL SIGLO XX 113

Decálogo).U Sostuvo la tesis de que la legis lación de D presu pone no


so lame nte a J y E, s ino también a H (que d e acuerdo con el esquema de
Wellhausen no apareció hasta el año 5 70 a. d e J. C., bajo la influencia de
Ezequiel). Esto es particularmente cierto de De uteronom io 12. De ello
se ded uce que D se remon ta, como fecha más temprana, al final del
p erí o d o de l exil io. (De ac ue r d o co n Ke nn e tt , el ord en d e los
documentos fu e EJHDP, es decir, E-650, J-615, 1-1-570, D-500 , P-450.
Observe mos e l contraste con el orden prop ues to por Wellha usen ,
JEDHP. )
En el añ.o 192 2 Gustav Hólscher prod ujo su Kompositio n und
Urs prung des Oe uteronorniurns (Composición y origen d e De uterono-
mio). En su obra Hólscher niega rotu nd amen te que D pudo haber sido
el li bro de la ley que halló Hilcías. La característica legislació n de
Deu teronom io no se ad ecúa de ninguna manera a las co nd iciones con-
temporáneas prevalecientes en tiempos de Jos ías. Por ejemplo, la obli-
gatoriedad de un solo santuario hubiera constituido u n idealismo total-
men te impracti cable an tes d e la tragedia de la caída de Jerusalén y del
retorno de los exilados de Babilonia para empezar todo de nuevo en la
tierra. Du ra n te los siglos qu e preced iero n a l exil io, ¿cómo podía
seriamente imagina r un reformador , por más visionario q ue fuera, que
com unidad es enteras de Israel que habían a brazado el c ul to a fa lsos
dioses o la adoración a Jeh ová con imágenes, fu eran pasad os a filo d e
espada p or el go bie rno central, como lo exigían Deute ronomio 13 y 17.
Reyes y Cróni cas denunciaron el h echo d e que casi tod os los munici-
pios de Jud á estaban infectados con esta ido latría, s in excluir a Jeru-
salén .
Jamás se le hu biera occu rido a un legislador, después q ue la pobla-
ción de Israe l se hubo assentado a lo largo de Palestina desde Dan h asta
Beerseba, promu lgar una disposición en el sentido de que todos los
habitantes mascu linos tenían que abandonar sus hogares y sus granjas,
d urante días o semanas seguidos no menos de tres veces al año,
solamente para participar en ritos religiosos en u n santuario central. La
única concl usión sensata a que se puede arriba r es que el Deuteronomio
fue redactado cuando el rema nen te judío, bajo la dirección d e Zoro-
babel y ]esúa, se había asen tado d e nuevo el terri torio. (Al llegar a este
punto serfa adecuado sugerir que, si el Deuteronom io ap u n ta tan cla-
rame nte hacia un tie mpo en que los judíos acaba ban de establecerse en
el territorio y se man tenían aún estrech amente agru pados, estas especi-
fi caciones co ncuerdan admirablemente con el tiempo y el lugar q ue el
propio li bro del Deuteronomio se asigna [1:1-4]. es decir, cuando todo
Israel estaba reu n ido en las llan uras d e Moab, in mediatamente antes d e

13. Kennet, Deuteronomy and the Decaloge (Deuteronomio y el Decálogo). Cambridge:


U. Press. 1920).
114 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAiv!ENTO

la conquista hacia el afio 1400 a. de J. C. Pero Holscher ni siquiera entra


a discutir esta posibilidad.)
Johannes Pedersen (cf. pág. 106 de este libro) concuerda, en términos
generales, con las conclusiones de Holsch er. Estimó que el prejuicio
anticananeo que satura el Deuteronomio señalaba hacía el espíritu
xenófobo que prevaleció en la época de Zorobabel y de Nehemías.
(Tampoco Pedersen vio la posibilidad de que tal espíritu caracterizara
la época de Moisés y de Josué, cuando toda la corrupta cultura de los
cananeos yacía bajo la condenación de Dios.) 14
¿Cómo caracterizar la tendencia de los eruditos del siglo XX en su
tratamiento de la crítica del Pentateuco y de la hipótesis de Well-
hausen? Por lo m enos debe considerársela como un período de reac-
ción contra la estructura rígida y ajustada erigida por la teoría
documental del siglo XIX. Casi todos su s pilares h an sido sacudidos y
h echo añicos por una generación de eruditos que se educaron en el
sistema de Graf-Wellhausen y , a p esar de ello, descubrieron que no
bastaba para explicar los antecedentes d el Pentateuco. Al mismo tiem-
po es preciso reconocer que la mayor parte de los eruditos, aun los que
repudiaron a Wellhausen, no han demostrado ninguna tendencia a
inclinarse por un punto de vista conservador sobre el origen de los
libros de MQisés. Socavaron las defensas y echaron abajo los bastiones
que sostenían la hipótesis documental, pero han gravitado decidi-
damente hacia una posición menos plau sible aun que la que ocuparon
sus antecesores: a pesar de la analogía de los vecinos y contemporáneos
paganos de Israel (que dieron cuerpo a sus creencias religiosas, en
forma escrita, muchísimo antes de la época de Moisés), lo h ebreos
nunca se decidieron a expresar su fe por escrito hasta el año 500 a. de J.
C. o más tarde aún. Se requiere una tremenda voluntad y disposición de
creer lo increíbl e , para qu e un investigador arribe a semejante
conclusión.
Cerramos este capítulo con una cita, que viene al caso, de H. F.
Hahn: "Este repaso de la actividad en el campo de la crítica del Antiguo
Testamento, durante el último cuarto de siglo, ha puesto en eviden cia
un caos de tendencias conflictivas, que desembocan en resultados con-
tradictorios, y que dejan una impresión de ineficacia en este tipo de
investigaciones. Parece inevitable la conclusión de que la alta crítica ha
dejado muy atrás la era de realizaciones constructi vas. " 15

14. En el capítulo 18 se mencionan las evidencias en favor de la paternidad de Moisés


para Deuteronomio.
15. H. F. Hahn , Old Testament in Modern Research (El Antiguo Testamento en la inves-
tigación moderna). pág. 41.
CAPITULO 8
LA PATERNIDAD LITERARIA DEL
PENTATEUCO
Los capítulos 6 y 7 bosquejaron el desarrollo de las teorías d e los
eruditos liberales en cuanto a la paternidad literaria del Pentateuco.
Comenzando con el triunfo del deísmo a partir de 1790 y continuando
con la era del dialectismo h egeliano y el evolucion ismo darviniano en
el siglo XIX, el veredicto ha sido contrario a la paternidad literaria de
Moisés. La primeras porciones de la confusa mezco lanza literaria co-
nocida como los libros de Moisés no se remontan más allá del siglo IX
a. de J.C. En este siglo diversos eruditos han hecho ciertas concesiones
sobre la posible procedencia mosaica de algunos antiquísimos vestigios
de tradición oral, pero en lo que se refiere a la forma escrita, la tenden-
cia ha sido asignarle a todo el Pentateuco una antigüedad posterior al
exilio. En términos generales podemos decir que los eruditos liberales
del siglo XX ni siquiera tomaron en cuenta la p aternidad literaria de
Moisés; esa batalla fue peleada y ganada al comienzo del siglo XIX, y
hay que atribuirles a los artífices de la teoría documental el mérito de
relegar a Moisés a l il iterato ámbito de la trad ición oral. Sobre la base de
la breve descripción hecha en los dos capítulos procedentes sobre la
hipótesis documental , estam os en condiciones de seña lar, aunque sea
en forma muy superficial, las debilidades y falac ias más notorias que
han viciado toda la concepción de Wellhausen desde su concepción.

D EBILIDADES Y FALAClAS DE LA T EORÍA DE WELLHAUSEN

l. La teoría documental se ha caracterizado siempre por una espe-


cie de sutil razonamiento circular; tiende a propon er su conclusión (la
Biblia no es una revelación sobrenatural), como su premisa subyacente
(no puede haber tal cosa como una revelación sobrenatural). Esta pre-
misa, por supuesto, era un artículo de fe para toda la intelectualidad
occidental en el renacimiento del siglo XVIII (l'Ecclaircissement en
Francia, die Aufkléirung en Alemania); va implícita en la prevaleciente
filosofía deísta, y ello, d esgraciadamente, imposibilitó toda justa e im-

115
116 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

parcial consideración de las evidencias presentadas por la Escritura


sobre la revelación sobrenatural. Más aún, creó la obligatoriedad de
hallar explicaciones racionales y h umanistas para todo hecho o episo-
dio milagroso de la manifestación d ivina en e l texto de la Escritura.
Pero este intento de lidiar objetivamente con antecedentes literarios a
partir de un prejuicio antisobrenaturalista , estuvo condenado de ante-
mano al fracaso. Algo así como la pretensión de un daltoniano de juzgar
sobre las obras maestras de un Turner o de una Gainsborough. La
primera falacia, por l o tanto , fue petitio principii (petición de
principio).'
2. La teoría de Wellhausen se basaba, supues tamente, sobre la
evidencia del texto mismo y, sin embargo, evade permanen temente la
evidencia de ese texto cada vez que el mismo se opone a la teoría. Por
ejemplo, los documentalistas insistían en afirmar que "Los libros his-
tóricos del Antiguo Testamento no muestran vestigios de la existencia
de una legislación Po de un código mosaico escrito , hasta después del
exilio." Cuando , en respuesta a esa afirmación, se mencionaban nume-
rosas referencias a la ley mosaica y a provis iones de P, en los libros
históricos, respondían: " Oh, bueno , todas esas referencias no son más
que inserciones posteriores de los escribas sacerdota les que hicieron
nuevas copias de los libros después del exilio. " En otras palabras, las
mismas evidencias que se esgrimen para probar la teoría son rechaza-
das cuando entran en conflicto con dicha teoría. Dicho ta mbién de otra
manera, cuando la teoría se ve enfrentada por los datos que supues-
tamente pretende explicar, llam a en su auxilio al eq uipo deshacedor de
entuertos de redactores e interpoladores. Estas esquivas tácticas no
engendran una justificable confianza en la validez de los resultados.
3. Los documentalistas dan por sentado que los autores hebreos se
diferen cian de todos los demás escritores conocidos en la historia de la
literatura universal en el h echo de que solamente ellos eran incapaces
de usar más de un nombre para Dios; más de un estilo de escritura,
fueran cuales fueran las diferencias temáticas; más de uno de varios
posibles sinónimos para expresar una idea ; más de un tema tipo o
círculo de interés. De acuerdo con estos teorizantes (para usar una
ilustración de la literatura inglesa). un solo autor, como Milton, por
ejemplo, no podría haber escrito poemas festivos tales como L'AJJegro,
excelsa poesía épica como El Paraíso perdido, y ch ispea ntes ensayos en

1. "La supuesta co nsecuencia de criterios en un gran vo lumen de escritos es forzada y


d ecepcionante (especialmente en el vocabulario, por ejemplo), y podría ser considerada
como " estilo" únicamente si, en p rimer lugar, se selecciona todo lo que sea de un tipo en
particular, luego se proclama que todo esto pertenece a un documento separado de l resto,
y finalmente se apela a s u notable consecuencia, una consecuencia lograda por una
deliberada selección, en primer lugar, y por tanto, alcan zada por razonamiento c ircular. P
debe principalmente s u existencia a este tipo de procedimiento." K. A. Kitchen , AOOT,
págs. 115-116.
L A P ATERNIDAD LJTERi\RJA DEL P El\'TATEUCO 117

prosa como Areopagítica. De haber sid o un antiguo hebreo, ¡hubiera


sido encasillado de inmediato en al ABC d e la hipótesis de la multipli-
cidad de fu entes! Toda la estructura de la división de las fuentes ha
sido ed ificada sobre presunciones exclusivistas, im posibl es de demos-
tra r en la li teratura de n inguna otra nación o período. 2
4 . En e l tratamiento de las Escrituras hebreas se han presentado
como evidencias arqueológicas prejuicios subjeti vos. Con frecuencia se
ha tendido a considerar com o in digna de con fianza y sospechosa toda
afirmación bíb lica, a pesar de que la mis ma an tigüedad del An tiguo
Testamento (aun con el fechado de los prop ios crft icos) sería más que
sufici ente para q ue la consideraran un documen to arquelógico. Y en los
casos de cualquier discrepancia con doc umentos paganos, aun de fecha
posterior, se la ha brindado automáticamente preferencia a la fu ente
pagana como testimonio histórico. Cuand o ocurre que no hay a mano
ningu na evid encia confirmadora de fu entes no israelitas o descubri-
mientos arqueológicos de algún tipo, no ha d e confiarse en la afirma-
ción bíblica a menos que dicha afirmación encaje con la teoría. o
im porta c uántas aseveraciones bíblicas rechazadas como no históricas
por los eruditos del s iglo XIX hayan sido confi rmadas posteriormente
por las evide ncias arqueológicas (tales como la historicidad de Belsa-
sar, de los Hititas y d e los Horeos), la actitud de escéptico prejuicio
hacia la Bi bl.ia se mantiene incólum e, sin justificación lógica algu na.
(Sería ingenuo supon er que los relatos paganos egipcios, babilonios y
asirios -en co ntraste con las Escritu ras hebreas que se caracterizan por
sus elevadísimas norm as éticas- estuvieran li bres de Tendenz pro-
pagandístico o prejuicio partidario.) Debemos reconocerle a W. F.
Albright el hecho de que gran parte de su erudi ta tarea se ha dirigido a
rehabi litar la reputación del Antiguo Testamento como un fidedigno
registro d el pasado. En sus numerosos libros y artícu los ha demostrado
una y otra vez que el relato bíblico se ha visto reivindicado contra s us
críticos por los recientes descubrim ientos a rqueológicos.
5. La escuela de Wellhausen comenzó con la presunción, lisa y
llana (que apenas se han molestado en d emostrar) de que la religió n d e
Israel era, como cualquier otra, de origen me ramente humano , y que
podía explicarse simp lemente como un producto de la evolución. Pare-
cie ra no haberles importado que ninguna otra religión conocida (aparte
de las derivadas de la fe hebrea) jam ás desembocó en un genuino
monoteísmo; tam bién los israelitas tuvieron que haber comenzado con
el a nimismo y un crudo politeísm o como cua lquiera otra de las anti-
guas c ulturas. La abrumadora evidencia en contrario, desde el Génesis
a Malaquía s, de que la religión de Isra el fu e monoteísta de punta a

2. Para mayor abundamiento sobr e esta metodología artificial. des de el pun to de vista de
un erudito cl<ísico . cf. el capítulo 9, página 145 de este libro. y la referP.ncia a Dornseiff.
118 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

punta, fu e eludida en aras del preconcebido dogma de que no hay tal


cosa como una religión sobrenatural. De ahí que los prístinos relatos
del Gén esis y de la Tora, que narran las experiencias de Abraham,
Isaac, Jacob y Moisés, han sido sometidos a cínicos reaná lisis procuran-
do demostrar que los así denominados deuteronomistas o adherentes
de la tardía escuela sacerdotal, aplicaron una mano de barniz monoteís-
ta a las viejas prácticas politeístas. 3
6. Toda vez que por ingeniosas manipulaciones del texto se des-
cubre una "d iscrepancia," al interpretar una palabra fuera de su con-
texto, no h a de aceptarse ninguna explicación reconciliadora sino que,
por el contrario, hay que explotar la supuesta discrepancia para "pro-
bar" la diversidad d e fuen tes. (Cf. la imaginada di screpancia de Pfeiffer
[IOT, pag. 328 ] entre los "dos relatos" del asesinato de Sísara. Se sos-
tiene que según Jueces 5:25-27 Jael lo asesinó con un mazo y una estaca
de la tienda m ientras tomaba leche; Jueces 4 :21 dice que ella lo mató
mientras dormía. Estrictamente hablando , Jueces 5:25-27 no afirma que
estaba tomando leche en el momento del impacto ; pero sería inutil
señalar este hecho a Pfeiffer, pues ya dividió los "relatos discrepan tes"
entre J y E.
7. Si bien otras antiguas literaturas semitas muestran innumerables
casos de repeticiones y duplicaciones hechas por el m ismo autor en su
ténica narra ti va, únicamente la literatura hebrea debe estar libre de
rep eticiones o duplicaciones so pena de indicar diversidad de paterni-
dades literarias. 4 Es instructivo leer la literatura sectaria hallada en las
cuevas de Qumran para comprobar en qu é medida y en qué grado los
israelitas utilizaron las repeticiones para destacar lo que escribían. Por
ejemplo, compáre nse la Placa 1 y Placa IV d el Manual de disciplinas,
donde los requisitos para ingresar a la comunidad monástica son ex-
pues tos de ta l m ane ra que llaman la atenc ión inm ediata d e los
documentalistas que andan en la búsqueda de la división en fuentes.
8. Con una confian za en sí mismos altamente discutible, la escuela
d e We ll hausen ha dado por sentad o q u e los modernos críticos
europeos, que no cuentan con otra literatura hebrea antigua con la cual
establecer com paraciones (para el período bíbli co, al m enos), pueden
fi jar co n prec is ión científica la fecha de composic ión d e cada
documento. También s uponen que pueden corregir librem ente el texto,

3. Una excelente refutación a esta propuesta d e religión comparada la hallamos en la


obra Old Testo menl Agoinsl lts En vironment (El Antiguo Testamento en relación con su
medio ambiente), de C. E. Wright. Si bien él fue un moderado ad herente a la teoría
documental, se convenció med iante los datos aportados por la arqueología de que los
hebreos fu eron realmente únicos en su género en s u temprana adhesión al monoteísmo, y
se aferraron a ella a pesa r de la oposición de sus idólatras vecinos.
4. Ver la referencia en el capitulo 6, (pág. 90 , de este libro), a la comparación que hizo
Ewald sobre las técnicas narrativas hebraicas y las de los árabes.
5. Millar Burrows, DSS, págs. 371, 376.
LA P ATERNIDAD LITERARIA DEL P ENTATEUCO 119

sustituyendo por palabras más comunes los vocablos raros o inusuales


del TM, pero que no entienden o no esperan que aparezcan en un
contexto dado. Como extraños que viven en un período y una cultura
totalmente diferentes, se han creído com petentes para descartar o tras-
trocar frases o versículos enteros cada vez que los mismos han entrado
en conflicto con sus conceptos occidentales de consis tencia o es tilo.
9. También arribaron a la conclusión de que eruditos que viven
más de 3400 años después de los sucesos pueden (basados principal-
mente en teorías filosóficas) reconstruir las cosas que realmente ocu-
rrieron , con mayor certeza que los propios autores (alejados de los
acontecimientos no más de 600 a 1000 años, según las fechas dadas por
los propios críticos).
En resumen, cabe la duda de si la hipótesis de Wellhausen merece
el status de respetabilidad científica. Se aducen tantos argumentos, se
esgrimen tantos razo namientos circulares , tantas ded ucciones cuestio-
nables a partir de premisas inconsecuentes, que no hay duda alguna de
que su metodología sería totalmente rechazada por un tribunal impar-
cial. Cas i ninguna de las leyes a que se ajustan las normas que rigen las
evidencias en los procedimientos legales son res petadas por los artí-
fices de esta teoría documental. Cualquier abogado que interpretara un
testamento, un estatu to o una escritura en la forma fantasiosa e irres-
ponsable en que lo hacen los críticos de las fuentes del Pentate uco,
perdería su caso irremisiblemente y sin contempl ac iones. Compare-
mos, por ejemplo, la siguiente afirmación del juez William Dixon , de
Pasadena, California, respecto a la propuesta constitución para fus ionar
una nueva iglesia: "Es elemental que para interpretar un contrato
escrito debe ser leído íntegramente y a su vez cada parte interpretada,
con referencia al todo , de modo que todas sus dispos iciones se ajus-
ten al propósito general. " 6 Sin duda este principio viene al caso aun
para las porciones no legales de las obras de Moisés. De haberlo seguido
en el aná lisis del Pentateuco, la hipótesis JEDP hubiera sido una
imposibilidad.

E VIDENCIAS POSITIVAS EN FAVOR DE LA PATERNIDAD LIT ERI\Ri i\ DE M OISÉS

Una vez anali zados esmeradamente todos los datos, detalles y


antecedentes del texto del Pentateuco, y pesadas imparcialmente todas
las evidencias, tanto internas como externas, surge la irresistible im-
presión de que la paternidad literaria d e Moi sés es la única teoría que
mejor se ajusta a los hechos. A los propósitos de una reseña con-
veniente, y sin recurrir en este punto a elaboradas demostraciones o

6. William Dixon, en Pilgrim Frontier (Frontera de los peregrinos). junio de 1960, pág. 4.
120 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAME1 TO

ilustraciones , hemos de señ alar las diversas áreas de evidencia que


indican esta concl usión .

EL TESTIMONIO DE LAS ESCRITURAS CON RESPECTO i\ LA PATERNIDAD LITERARIA


DE MOISES

1. El propio Pen tateuco sostiene que fue Moisés quien lo compuso.


Hallamos las sigui en tes afirmaciones exp lícitas: " Y Je hová dijo a
Moisés: Escribe esto para memoria e n un libro ... que racr6 del todo la
memoria de Ama lee" (Exodo 17:14). "Y Moisés escribió todas las
palabras de Je hová" (Exodo 24:4). "Y tomó el libro del pacto y lo leyó a
oídos del pu eblo" (Exodo 24:7). " Y Je hová dijo a Mo is6s: Escribe tú
estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pac to con-
tigo y con Israel "(Exodo 34:27)." Estas so n las jornadas de los hijos de
Israel ... Moisés escribió sus salidas conforme a sus jornadas" (Núme-
ros 33:1-2). "Y escribió Moisés esta ley, y la dio a los ~accrdotes "
(Deuteronomio 31:9). "Cuando vih iere todo Israe l a presentars:' d elan te
de Jehová tu Dios . . . leerás esta ley delan te d e todo Israel a oidos de
ellos" (Deute ronom i o 31:11). (*Ver página 130.)
2. En otros libros del Antiguo Tes tame nto hallamos referencias
tales como las siguie ntes: "Nunca se a pa rta rá de tu boca este libro de la
ley sino que de día y de noche meditarás e n él, para que guardes y hagas
conforme a todo lo que en él está escrito" Uosu é 1: 8). En e l versículo 7
se definió esa ley como "la ley que mi siervo Moisés te mandó" .)
"Como está escrito en e l libro de la ley de Moisés, un altar de piedras
(como un Exodo 20:25 ) enteras .. . " (Jos ué 8:31). " Tambié n escribió
[Josué] allí sobre las piedras u na co pia de la ley de Moisés . . . " Uosué
8:32) . "Guarda los preceptos de Jehová ... d e la man era que está escri to
en la ley de Moisés" (Palabras pronunciadas por Davi d) (1 Reyes 2:3).
En 2 Reyes 14:6 (que se refiere al rey Amasías): " Pero no mató a los
hijos de los que le dieron muerte, co nforme a lo que está escrito en el
libro de la ley de Moisés, donde mandó Jehová ... " (cita Deuteronomio
24 :16). (Las fecha d e este episodio fue alrededor d el año 796 a. de J.C.) 2
Reyes 21:8 (qu e se refiere al reinado de Manasés, 696-642 a. de J.C.):
" Con tal que guarden y hagan ... conforme a toda la ley que mi siervo
Moisés les mandó." Además hay otras referen cias en el Antiguo Tes-
tamento, desde la época de Josías en adelan te (época en que, por
supuesto , ya se h abía publicado el De ut eronomio, y posib lemente tam-
bién JE d e acuerdo con la hi pótesis de Wellhausen). La paternidad
literaria de la Tora fu e siempre atribuida a Moisés. Dich as referencias
son: Esdras 6:18; Nehemías 13:1; Daniel 9:11-13; Malaquías 4:4 .
3. T ambién el Nuevo Testamento atestigua a la paternidad literaria
de Moisés. Aparte d e las num erosas referencias a la Tora como obra de
"Moisés", escogemos las siguientes citas que hacen hincapié en la per-
L A PATERNIDAD L ITERARIA DEL P ENTATEUCO 121

sonalidad del Moisés histórico. Mateo 19:8: "Por la dureza de vuestro


corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras m ujeres." Juan 5:46-4 7:
" Porque si creyeseis a Moisés, me creerías a mí, porque de mí escribió
él. Pero si no creé is a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?" Juan
7:19: "¿No os dio Moisés la ley, y ninguno de vosotros cumpl e la ley?"
Hechos 3:22: " Moisés dijo a los padres: El Señ or vuestro Dios os levan-
tará profeta" (cita de Deuteronomio 18 :1 5) . Romanos 10:5: " Porque de
la justicia que es por la ley de Moisés escribe" (cita Levítico 18: 5) .
Resulta difícil. imaginar que persona alguna pueda adherirse a la teoría
documental (de que Moisés no escribió una so la palabra de la ley)
sin atribuirle mala fe o error a Crist o y los apóstoles. Marcos 1 2:26
firma que Dios habló al Moisés histórico las palabras que figuran en
Exodo 3:6.

OTRAS EVIDENCIAS INTERNAS

Pasamos ahora de las directas afirmaciones de la Escri tura sobre la


pa ternidad li teraria d e Moi sés para el Pentateuco, a otra línea de
evidencias más indirectas , pero no por ello menos precisas y contun-
dentes. El método más objetivo para el fechado de la composición de
cualquier documento escrito es el examen de su evidencia interna. Es
decir, al tomar debida cuenta de las alusiones, incidentales o casuales,
a sucesos hi stóricos contemporáneos, a hechos corrientes, a con-
diciones geográficas o climáticas , a la flora o fauna que prevalecen, y a
las aseveraciones de testigos ocu lares participa ntes, es posible arribar a
una estimació n bastante acertada en cuanto al lugar y fecha de la com-
posición . A juzgar por las evidencias internas del texto de l Pentateuco,
arribamos a la conclusión de que el autor tu vo que haber resid ido,
originariamente, en Egipto [no en Palestina), haber sido testigo ocular
contemporá neo del éxodo y de la deambulación por el desierto y haber
contado con un alto nivel de educación , de conocimientos y de capaci-
dad literaria. Ningú n otro hombre llena estos requ isitos tanto como lo
hace Moisés, el hijo de Amram. A continuación ofrecemos un breve
resumen de estas evidencias.
l. En e l relat o del éxodo figuran detalles que sólo pudieron ser
registrados por un testigo presencial o un participante de los aco nteci-
mientos ocurridos, y que hubiera sido to talmente imposible que los
conociera un autor que hubiera vivido siglos después de los sucesos
registrados. Por ejemplo , en Exodo 15:27 e l relato informa sobre el
número exacto de fuentes [doce) y de las palmeras [setenta) que había
en Elim. Números 11:7,8 habla del aspecto y del gusto del maná con el
cual Jehová alim entó a Israel [sin duda en ben efi cio de las fu turas
generacion es en la conquistada Canáan, donde a Moisés le cons taba
que no habría de haber maná algun o).
122 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

La Pied ra Rosetta. Se la considera la ll ave que perm itió descifrar el


idioma egipcio . El haber podido descifrar los idiomas d el Cercano
Oriente hizo m ucho para iluminar y confirmar el texto bíblico.
(Cortesía del Museo Bri tá nico.)

2. El autor del Gén esis y del Exodo demuestra estar totalmente


familiarizado con Egipto, como cabría esperar de un pa rtici pante del
éxodo. "Está familiarizado con no mbres egipcios, tales como On, nom-
bre autóctono (jeroglífico 'wnw) de Heliópolis ; Pitom por /Pr-;tm (la
casa de Atum , un dios); Potifera por P;-d '-p;-R ' (dádiva ele Ra, el dios-
sol); Asenat por Ns-N't (Favorita de Neit, una diosa) , esposa de Josué;
Moisés por Mw-s;' (hijo del agua) , o tal vez una forma reducida de
Tutmosis de Ahm osis (puesto que los súbditos egipcios muchas veces
tomaban los n ombres del faraón reinante); el título h onorífico especial
LA P ATERNIDAD LITERARIA DEL P ENTATEUCO 1 23

que el faraón le confirió a José: Zafnat-panea (Génesis 41 :45), que proba-


blemente representa el egi pcio flf; wnt;p;'n~ (alimentador de la nación
del que vive [Faraón ])." (Esta explicación de Sayce y Yahuda, similar a
la de Lieblein, explica perfectamente todas las consonantes hebreas:
SpNTP'NI;L Más aún, se sabe que eran comunes en los tiempos de José
los nombres compuestos con la misma combinación gf;•. La interpreta-
ción por la cual se inclinan Mallan, Steindorff, Barton y Albright: r;Jd p;
ntr'wfnl:! ("El dios habla, él vive") entraña una mayor divergencia de
las consonantes hebreas y no traduce correctamente el sentido del
contexto.)9
También uti liza un mayor porcentaje de palabras egipcias que en
ninguna otra parte del Antiguo Testamento. Ejemplos: la expresión
'abrék (Génesis 41 :43 , que significa arrodillarse) es a parentemente el
vocablo egipcio 'b rk (¡Oh, corazón, arrodíllate!), si bi en se han suge-
rido numerosas ex plicaciones o traduccion es;' 0 pesos y medidas , tales
como el zeret (palmo), de grt "ma no"; efa (décima parte d e un hom er)
de 'pt; hin (a lrededor de 6,2 litros) de hnw; góme' (papiro) de ~myt;
qema}:l (harina) de 19nJ:tw (cierto tipo de pan); sés (lino fino) de ssr
(lino); y•or (Nilo, río) de 'trw "río" (que en capto se escribe eioor). "

7. Abraham S. Yahuda The Language of lhe Penloleuch in Hs Relalionship to Egyptian


(El idioma d el Pentateuco en relación con el egipcio), prefiere mw-s (agua del lago/mar),
pero casi no tiene sen tido. La tradiciona l pronunciación árabe Músd, ciertamente
favorece Mw-s: (cf. págs. 244, 245 de este libro) .
B. Por ejemp lo, en la Decimocuarta Dinastía (siglo y medio desp ués de la época de )osé)
nos en contramos con tres nombres reales qu e contienen el mismo lérmino, gf;w: Mr-gf;-
H' (No. 186 en la lista de reyes de Ernest A. T. W. Budge), Nb-g[;w-H' (No . 188) y
Nb-t;)[;w-R' Il (No. 190). Que p;'nl} (el Vivie nte) era utilizad o pa ra referi rse al Faraón lo
certifi ca el nombre de l príncipe de la Vigesimoprimera Dinaslfa. P;y'nb. hijo del rey
1;/r-l;lrs;-'mn (No. 328 en la lista de Budge). Budge, The Book of !he Kings of Egypt (El libro
de los reyes de Egipto), Londres: K. Paul , Tren ch , Trübner, 1908.
9. Albright ·señala los nombres de la famil ia de Aarón como evidencia d ecisiva d e la
auténtica conexión egipcia (H. C. Alleman y E. E. Flack, Old Tcslomenl Commentory
(Comentario d el Antiguo Testamento) , pág. 141. Así, Finees es p;Nl)sy (e l nubio); Ofni
deriva probablemente de IJfn (rJ (renacuajo); Pasu r de ps (ó pss.l) l;lr (la porción de Horus);
Merari deriva probablemente de mrry (siempre amado). Pero al mis mo tiempo Albrigh t
tiene la impresión de que nombres egipcios como Potifar y Zafnat- panea son posteriores a
la época de la Du odécima Dinastía o al período de los hicsos (época en la que )osé
participó de la historia de Egipto). En el caso de ser aceptadas s us iden tificaciones, habrá
que con ceder que el artícu lo definido p;, que aparece en estas dos palabras, dificilmente
hubiera podido esperarse antes de la Decimoctava Dinastía (la época de Moisés). Pero ya
hemos indicado que el título egipcio de )osé debe escribirse de otra manera, reteniendo
so lamente e l p; an tes de 'n h, y seña land o al Faraón co mo "el Viviente", uso
genuinamente demost rati vo d e-p;, que sería admisib le para la Duodécima Dinastía. Es
indiscutible la etimología de Potifar.
1O. R. K. Harriso n sugiere que significa "i Presten atención! " ( O Id Tcsloment Times -
Tiempos del Antiguo Testamento- (Gran Rap ids: Zondervan, 1957J). pág. 96.
11. Estos ejemp los ha n sido cuidadosamente escogidos para evitar dos trampas en las
que s uelen caer los autores cuando cometan sobre los extranjerismos egipcios en la Tora.
En primer lugar, incorporan inadvertidamente extranjerismos legítimos del egipcio. pero
que no aparecen hasta los libros postmosaicos del Antiguo Testamento . En segundo
lugar, incluyen vocablos d el idioma egipcio q ue los egipcios tomaron de dialectos semí-
ticos (especia lmente del período de los hicsos y en adelante). Ad emás, citan palabras
cnm partidas por los egipcios y los hebreos. pero que se incorporaron a los dos idiomas en
1 24 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TEST AMENTO

Una de las obras m odernas más ambiciosas sobre el trasfondo egip-


cio de la porción del Pentateuco que trata de José y Moisés en Egipto es
el libro de Abraham S. Yahuda, Language of the Pen laleuch in its
Relation shi p to Egyptian (Lenguaje del Pentateuco en s u relación con
el egipcio). Yahuda no se reduce exclu sivamente a los extranjerismos
sino que estudia numerosas termi nologías y giros idiomáti cos, caracte-
rísticamente egipcios en su origen, aunque traducidos al hebreo. Así ,
en la extraña expresión de Génesis 4 1:40 que Reina-Valera traduce "Por
tu palabra se gobernará todo mi pueb lo," pero que literalmente signi-
fica " De acuerdo a tu dicho todo mi pueblo besará (hebreo, ndsaq).
Yahuda encu entra una clarificación en el uso egipcio ele sn (besar) que
se utiliza delante de "comida" para indicar que se come la comida .
Todos los títulos de los cortesanos, el cortés idioma utilizado en las
entrevistas con el Faraón, y todo lo demás demuestran ser típicamente
egipcios.' 2
Otro escritor, Garrow Duncan , dedica varias páginas a demostrar la
esmerada precisión y el auténtico colorido local del au tor de la Tora.
Escribe que: " No podemos menos que admi tir que el escritor de esas
dos narracion es [es decir la d e José y la del éxodo] ... estaba ple-
namente familiarizado con el lenguaje, las costumbres, las creencias, la
vida cortesan a y la etiqueta de los círculos oficiales egipcios; y n o
solamente eso, sino que tambi én los lectores estarían igualmente fami -
liarizados con las cosas egipcias. " 13

tiem pos prehistóricos, sin mu tuo intercambio (p. ej, palabras como el egipcio J:¡ah
-est imar- en hebreo /.lc'iSob -estimar, creer-, que también existe en el árabe, el etíope y el
arameo). Una lis ta cas i completa de todos los vocablos hebreos relacionadas con el
egipcio en cualquiera de las categorías figura en la obra de Erman y Grapow Worterbuch
der Aegyptischen Spmche. 6:243, 244.
12. Yahuda, The La nguage af lhe Penta teu ch (El id ioma del Pentateu co), Nueva York:
Oxford, 1933. Cabe la reflexión de que Yahuda. si bien muy versado tanto en hebreo
como en egipcio, se expone en cuanto a metodología. Con d emasiada frecuenc ia se
contenta con señalar la semejanza entre la usanza egipcia y la de Moisés. sin remachar su
argumento demos trando que d icha usan za se repite característicamente en el Pentateuco
más que en los libros postmosaicos del An tiguo Testamento, y que eso no ocurre en
idi omas sem itas afines. De ah í que aduce que e l hebreo lipne Por'óh (en la presencia del
Faraón) es una traducción del egipcio m br bm.f (en la presencia de su majestad); pero
pasa por alto el modismo similar d el arameo (q"dom mo lkó - en la presen cia del rey-).
Cierto es, sin embargo. que solamente el hebreo y el egipcio usan la pa labra rostro
(Hebreo, pán im , egipcio J:¡r) al expresar este modi smo. También hace referencia (pág. 2 1)
al incidente en q ue el rey le entrega a José su ani llo como su visi r; pero no se detiene a
probar (como debía haberlo hecho) qu e ningún soberano de otros países de la antigüedad
hacía semejante cosa. Más aún , algunas de sus eti mologías egipcias requieren mayores
pruebas que las que él brin da; así, por e jemplo, 'h 'w (tiempo). en rea lidad deriva de 'b'
(pararse). de ahí "duradero", "estable", que significa el término de la vida. Esto lo
relaciona con el hebreo h e'•mid "puesto para"ap licaclo con referencia a l Faraón en Exodo
9 :16. La conexión lógica de todo esto es a lgo tenue o sutil, por decir lo menos. Sin
embargo, y en términos generales, debemos reconocer que en el estudio de Yahuda se
incluyen numerosos ejemp los pertinentes, para establ ecer la tesis que sos tiene: "Una
estrecha relación entre el hebreo y el egipcio no existió en ningún otro período aparte del
tiempo en que Israel habitó en Egipto; solamente en el período egipcio de Israel, el hebreo
gradualmente se desarrolló como idioma literario. hasta alcanzar el grado de perfecciona-
mi ento que hallamos en el Pen tateuco" (pág. XXX II).
L A P ATERNIDAD L ITERARIA DEL P ENTATEUCO 125

Algunos eminentes egiptólogos que se adhieren a la pos ición soste-


nida por Wellhause n han recurrido a las eviden cias egipcias como
prueba para una fecha tardía del relato h ebreo. Por ejemplo, Georg
Steindorff (Aufenthalt Israels , pág. 15) argumenta que un au tor más
contemporá neo seguramente hubiera sabido y me ncionado los nom-
bres de los diversos reyes egipcios d e aq uel enton ces. Pero Yahuda da
una explicación plausible para el hecho de que los registros hebreos no
mencionan los nombres de los fara ones sino a partir de los días de
Sa lomón. " Mientras los is raelitas que residieron en Egipto s igu ieron la
costumbre del len guaje oficial del Nuevo Imperio Egipcio , refiriénd ose
al rey simp lemente como pr-'; (Faraón, - Gran Casa) y absten iéndose
de mencionar s u nombre con respecto a ese título e n particular (no
importaba c uan a me nudo lo men cionaran e n relación con otros títulos
reales). De ahí que en lu gar de ser un a evidencia de fecha tardía, esta
conform idad a los hábitos egipcios de la Decimoctava Dinaslfa, consti-
tuye una poderosa evidencia de una fecha mosa ica de composición.
Por otra parte, es digno de mención el h ech o de que e n el período
posterior, por ejemplo en el s iglo X a. de J.C. , se mencionaba e l nombre
del rey sin que lo preced iera el título d e Faraón, ada ptándose de esa
manera al uso egipcio. Un ejemplo lo constituye la refe rencia a Sisac
(Egipcio: Sheshonq) en 1 Reyes 11:40. No es sino has ta e l s iglo VII y
comienzos d el VI a. d e J.C. qu e el historiógrafo hebreo deja s uficie n-
te me nte de lado el correcto uso egipcio para uni r a l titulo d e Faraón el
nombre d el mis mo (p . ej. , Faraón Necao, en 2 Reyes 23:29, y Faraón
Hofra , en jeremías 44:30).
3. El autor de la Tora demuestra un punto de vista consta n tem en te
extranjero o extrapalestin o, al menos en lo que a Canaán se refiere. Las
estacion es y el clima, segú n la narración, no son pa lesti nos sino egip-
cios. (Cf. la referencia al orden de las mieses con res pecto a la plaga del
granizo en Exodo 9:31-32 . Delitzsch indi ca que esta informac ión esta-
blece que el inciden te ocurrió a fine s d e en e ro o comienzos d e
febrero. 15)
La flora y la fauna que se m encion an en el relato son egipcias o

13. J. Garrow Duncan, Ne1v Light on He brew Origins (1 ueva luz sobre los orígenes d el
hebreo !Lond res: Macmill a n . 1 9361. pág. 1 76. (Ver también págs. 73-1 79.) Duncan dictó
sus conferencias en la Un iversidad de Glasgow. No obstan te ello. ha ele cons iderárselo
como u n estud ia nte bien in fo rmado más que como un erud ito independ ie nte. En este
libro se apoyó much ísimo e n Yah uda, pu es a paren temente le falta la e rud ición de Ya h u-
da en el idi oma egipcio. Pareciera que algunas d e las fu entes de Duncan fu era n anti-
cuadas, pues se refiere (pág. 107) al común tít u lo imy-r (su pervisor) como me r (pronun-
ciación que fu e aband onad a por completo para el al'lo 1910). Si n em bargo. s u tes is, en lo
esencial. es tá bien fu ndamentada y aboga por una fecha mosai ca , con evide ncias imposi-
bles de pasar por a lto.
14. Yahuda. pág. 48
1 5. Keil y De litzsch . Bibl ical Commentary on Ihe 0 /d Testamc nt (Comenta ri o bíbl ico
sobre el Antigu o T estamento), vo l. l. Th e Pe nto te uch (Grand Rapids: Eerd ma ns, 1963),
págs. 492. 493.
126 Rf:SENA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

sinaíticas, nunca distintivamente palestinas. Así, por ejemplo, la acacia


(hebreo, Sitim) es un árbol autóctono de Egipto y de la Península del
Sinaí, pero no de Palestina (excepto en las bajas riberas del mar
Muerto);' 6 es un árbol privativo del desierto. De este árbol había que
obtener la madera para construir los muebles del Tabernáculo. Las
pieles para recubrir por fuera el tabernáculo tenían que ser pieles de
tahash (Exodo 25:5; 36:19), el tahash (tejón) era un mamífero carnicero
que se encontraba en los mares adyacentes a Egipto y al Sinaí, pero era
extraño en Palestina.17 Las listas de animales limpios e inmundos ano-
tados en Levítico 11 y Deuteronomio 14 incluyen algunos que son
propios del Sinaí (tal como el antílope (hebreo, dishon) de Deuterono-
mio 14:5 y el avestruz de Levítico 11 :16), pero ninguno de los cuales es
característico y peculiar d e Canaán. El carnero montés (hebreo, t•'o) de
Deuteronomio 14:5 es autóctono del Alto Egipto y de Arabia, pero no de
Palestina. (Sin embargo, se ha informado de su existencia en Siria,
según el Westminster Dictionary of the Bible, pág. 30a). A este respecto,
el conejo (hebreo, shaphan) de Levítico 11 :5, ha sido citado a menudo
como peculiar del Sinaí y de Arabia. Sin embargo, esto lo refuta H. B.
Tristram, que asegura haberlo encontrado tan al norte, como el norte d e
Galilea y Fenicia.' 6 Por supuesto que en todos estos casos específicos,
debemos recordar que la distribución de los animales se restringe con
el correr de los años. Así, por ejemplo , en la antigüedad abundaban los
leones en el Cercano Oriente, pero ahora están restringidos a la India y
al Africa (si bien se ha denunciado la presencia de algunos leones en
Palestina).
Tanto Egipto como el Sinaí eran familiares al autor desde un punto
de vista geográfico. El relato de la ruta del éxodo está lleno de auténti-
cas referen cias locales que han sido verificadas por la moderna ar-
queología. Pero la geografía de Palestina es relativamente desconocida,
con excepción de la tradición patriarcal (en los relatos del Génesis).
Aun en Génesis 13 , dond e el autor quiere dar a sus lectores la noción
del exhuberante verdor en la llanura del Jordán, lo com para "como la
tierra de Egipto en la dirección de Zoar " (versículo 10), clara referencia
a una localidad cerca de Mendes, a mitad de camino entre Busiris y
Tanis en el Delta . (Cf. Budge, Egyp tian Dicti onary - Diccionario
egipcio- 2:1058a). Asimismo en un pasaje considerado P (Génesis
23 :2 ), se h ace referen cia a Hebrón por su nombre preisraelita de
Quiriat-arba, y el autor relata a su público lector en Números 13:22 que

16. E. W. G. Masterman, " Plont Zones in the Holy Lond" (Las plantas y sus zonas en la
Tierra Santa" , ISBE, pág. 508b.
17. Ver joseph F. Free, ABH, pág. 106. El taba sh también ha sido identificado como una
marsopa o un delfín (Koehler-Baumg. Lexicon , pág. 1026o).
18. Cf. la obra de Tristran, Natural History of the BibJe (Historia natural en la Biblia).
Londres: SPCK, 1867, pág. 77.
L A PATERNLDAD L ITERARIA DEL P ENTATEUCO 1 27

s u fundación se remo nta a siete años antes de Zoán en Egipto (localidad


con la cual, al parecer, estaban perfectamente familiarizados). Similar
es la referencia a Salem (ASV, nota marginal). ciudad de Siquem, que
está en tierra de Canaán " (Génesis 33:18), referencia imposible de ex-
plicar s i el autor hubiera vivido en una generación posterior al exilio,
después que Israel ya había estado establecido en la tierra de Canaán
durante n ueve s iglos o más. En térm in os generales, e l autor d el
Pentateuco pareciera considerar a Palestina como un territorio nu evo,
comparati vamente desconocido, en el cual los israe litas habría n de
entrar en algún tiempo futuro.
4. La atmósfera que se respira en Exodo y Números es indiscuti-
blemente la del desierto, no la de un pueblo agríco la ase ntado en las
posesiones de sus antepasados durante cas i mil años (como lo supone
Wellhausen) . El tremendo hincapié que se hace sobre un tabernáculo o
enorme tienda como sitio de ad oración está tota lmente fuera de lugar
para autores que hubieran vivido s iglos después de haberse construido
el templo de Salomón (templo q ue se diferenciaba del mobiliario del
tabernáculo en muchísmos e importantes detalles). Pero sería perfec-
tamente apropiado para un pueblo nómada, en marcha permanente a
través del desierto. Las especificaciones técnicas respecto del material
con el cua l sería construido, ocupan nu merosos capítulos. Su localiza-
ción central en medio del campamento y la exacta distribución de las
doce tribus a s us cuatro costad os (Números 2:1-31) se ajustan ex-
actamente a la generación de Moisés, pero de ninguna manera a gene-
raciones posteriores. Abundan las referencias al desierto. La víctima
propiciatoria (el ma cho cabrío) era enviada al desierto (Levítico 16: 10).
Se dan instrucciones sanitarias p ara la vid a en el desierto (Deuterono-
mio 23:12-13). Números 10:14-20 especifi ca el exacto orden de ma rcha
de una manera que sería significativo so lamente s i toda la población de
Israel estuviera concentrada en una enorme agrupación y en proceso de
migración .
5. Parti cularm ente en el Génesis hay referencias a costumbres
arcaicas que son demostrables para el segundo milenio a. de J.C., pero
que no continuaron durante el primer milenio. Notables, en tal sentido,
son los documen tos legales descubiertos en Nuzi, que se remontan al
siglo XV a. de J.C. , y en los cuales descubri mos referencias a la costum-
bre de engendrar hijos legítimos con las siervas (como hi zo Abraham
con Agar); a la validez de un testamento oral, dado en el lecho de
muerte (como el de Isaac a Jacob) ; a la importancia de la posesión de los
teraphim o ídolos familiares para reclamar derechos de herenc ia, que
explica por qué Raquel robó los teraphim de su padre Labán, en Géne-
sis 31. De otras fu entes obenem os la confirmación de la exacti tud histó-
rica de la tran sacción en Génesis 23, según la cua l Abraham adqu irió la
cueva de Macpela. '"
128 RESEÑA CRITICA DE UNA Th'TRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMEl\'TO

6. Además existen significativos arcaísmos en el lenguaje . Por


ejemplo , el vocablo para el pronombre ella se deletrea frecuentemente
HW' en vez del HY' regular. También hallamos N'R en lugar de la forma
femenina N'RH que trad uce "jovencita". Ocasionalmente (o sea dos
veces en Génesis) HLZH (hallazeh) aparece por el demostrativo "ese"
en lugar de hallaz, forma que estaba en uso en Jueces, Samuel, y en
adelante. El verbo refr se escribe SHQ (en Génesis y Exodo) en lugar de
SHQ; cordero es KSB en lugar del posterior KBS (kebes). Algunos erudi-
tos han sostenido que la diferencia entre el hebreo de la Tora y el
hebreo de los au tores del siglo VIII a. de J.C., como por ejemplo Amós,
es demasiado escasa para un lapso de más de cinco siglos. Al respecto
hay que tener en cuenta dos factores.
En primer lugar, los posibles cambios en la pronunciación y en la
forma se ven notoriamente oscurecidos por el alfabeto consonantado,
desprovisto de vocales, en el cual se preservó el Antiguo Testamento
hasta los tiempos masoréticos. Al fin y al cabo, hasta e l castellano
antiguo no sería muy desemejante al castellano de Cervan tes si ambos
se hubieran escrito utilizando solamente consonantes.
En segundo lugar , la importancia de la Tora en la edu cación de la
juventud pos tmosa ica debe haber ejercido una decis iva influencia
sobre el hebreo que utilizaron , de la misma manera que la tuvo el Corán
sobre 13 siglos de literatura arábiga (que aún hoy es esencialmente el
mismo idioma de Mahoma en el año 620 d . de J.C. ) En ambos casos el
antiguo documento fue tomado como una revelación divina, única en
su género, y una constitución de alcance absol uto sobre el cual edificar
toda la cu ltura. Tal situación explica el extremo conservad urismo en el
desarrollo del idioma li terario.
Con respecto a la objeción de que el período mosaico era demasiado
temprano para el uso del artículo definido ha- (puesto que otras len-
guas semíticas n o emplearon una palabra con el significado de "el",
" la", ""los" " las" y " lo" tan temprano en la historia), ésta se explica
fácilmente por la influencia que Egipto ejerció sobre Israel. Fue pre-
cisamente duran te la Décimoctava Dinastía en Egipto que el artículo
definido (p;, t;, n;) hi zo su aparición en textos literarios, s i bien aparece
en forma esporádica aún en tex tos de la Duodécima Dinastía, tales
como el Eloqu enL Peasan t2° (El campesino elocuente). Sin duda alguna
esto refleja el uso habitual del egipcio vernáculo durante la época de
Moisés, y difícil mente los hebreos hubieran dejado de notar la falta de
semejante artículo en su propio idioma. Por ello no sorprende hallar el
pleno uso d el artículo en las secciones en prosa de la Tora (si bien , por

19. Ver capitulo 13, pág. 107 de esle libro.


20. Ver la obra d e Gardiner, Egyptia n Grammar (Gramáti ca egipcia) , Nueva York: Ox-
ford , 1927, párrafo 112.
LA PATERNIDAD LITERARIA DEL PENTATEUCO 129

supuesto, los pasajes poéticos lo utilizaron rara vez, al igual que ocurrió
más tarde en la poesía hebrea).
Todos estos hechos (1-6) son fácilmente reconciliables con la
paternidad literaria de Moisés; son virtualmente imposibles de armoni-
zar con la teoría de Wellhausen, de composición etapa por etapa entre
los siglos noveno y quinto. Las leyes de la evide ncia exigirían un recha-
zo de la hipótesis documental, pues resulta inadecuada para explicar
los datos y el conocimiento con que hoy contamos.
7. Hay una notable unidad de orden y disposición que subyace a lo
largo de todo el Pentateuco y lo vincula en un todo progres ivo, si bien
algunas etapas sucesivas en la revelación (duran te la carrera de escritor
de Moisés a lo largo de cuatro décadas) dan como resultado cierto
número de s uperposiciones y repeticiones. Por inferencia, aun los
documentalistas se ven obligados a conceder esta unidad, recurriendo a
un hipotético redactor para explicar el orden y la armonía en la disposi-
ción final de la Tora, tal cual ha llegad o a nosotros. 2 '

Los TITULOS DE MOISÉS

Según todo lo que se ha registrado respecto de la persona de Moisés,


es evidente que disponía de títulos más que suficientes pa ra ser el autor
de una obra como el Pentateuco . Tenía la educación y el trasfondo
necesarios para ello, puesto que recibió de sus antepasados esa riqueza
de la ley ora l que se originó en las culturas mesopotám icas de los días
de Abraham (de ahí la notable semejanza con el Código de Hammurabi
del siglo XVIII a. de J.C.); y de sus tutores de la corte egipcia recibió la
enseiianza en esas disciplinas del saber en las cua les la Decimoctava
Dinastía egipcia superó al resto del mundo antiguo. De s us an tepasados
recibió, natura lmente, una precisa tradición oral sobre la carrera de los
patriarcas y las revelaciones que Dios les había brindado. Contaba con
un conocimiento personal sobre el clima, la agricultura y la geografía
de Egipto y de la península de Sinaí, tal como el que demuestra poseer
tan claramente el autor del Pentateuco. Contaba con todo el incentivo
para encarar la compos ición de esta obra monumental, ya que fue el
genio fundador de la nación de Israel, y sobre estos cimientos morales y
religiosos d icha nación habría d e construir su histórico destino. Por

21. Una lfpica concesión respecto a la notable un idad que exi ste en la legislación del
Pentateuco figura en las palabras d e Eduard Ri ehm : " La mayoría de las leyes de los libros
intermedios del Pentateuco fo rman, esencialmente, un todo homogéneo. No provienen
todas de la misma mano. ni fu eron escritas en un mismo período ... No obstante, se
ajustan todas a iguales pri ncipios e ideas, ti enen un mismo marco, similar manera de
representación, e igual forma de expresión. Multitud de términos defi nidos aparecen una
y otra vez. Oc muchas maneras las leyes se refieren unas a otras. Aparte de diferencias
subordinadas aisladas , concuerdan entre ellas y de esa manera se complementan para dar
la impresión de un lodo h omogéneo, elaborado con maravillosa consistencia en todos sus
detalles" (Einlcilung in dos A /te Teslomenl) , 1:202.
130 R ESEÑA C RITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

cierto qu e contó con Lodo e l tiempo y la tra nquilidaJ n ecesari os,


durante los lentos y ago tadores 4 0 años de deambu lar por e l desierto,
para compo ner un libro qu e tuvier a va rias veces e l tamaño de la Tora.
Por o tra parte, Moi sés provenía de un a cu ltura en la c ual e l arte de
escribi r estaba tan amp li amente di fu ndido qu e aun los artículos d e
tocador, emp leados por las mujeres en s us hoga res, contaban con la
adecuada inscripción. La escritura , tan to la jeroglífica com o la hieráti-
ca, estaba tan difu ndida en el Egip to d e los dias de Moisés, que sería
absolu tamen te increíble que no hubiera registrado nada por escrito
(como lo sos ti en en los críticos del s iglo XX) , c uando co ntaba para
relatar con los temas más grand iosos y signifi cativos qu e puedan ha-
llarse en la literatura humana. En momen tos en que au n los casi il etra -
dos esclavos semitas empleados en las m inas de tu rquesa e n Serabit
el-Khadim inscr ibían s us anales e n las paredes de s us tún e les, es irra-
zon ab le s up o n er que un líder con el trasfo n do ed ucativo de Moisés
fuera iliterato a l grado de no dejar por escrito una so la pa labra. Resulta,
pues, qu e las modernas teorías que rechazan la patern id ad literaria d e
Moisés , exigen más de lo debi d o de la credulidad humana.

*( De pag1na 120.) Es int eresa nt e observar que We llh a usen, e n s u


Prolego mcna. no habl a d e es tas cin co r efere ncia s expl ícit as e n la T o rah
a los escrit os de Moi sés de estas porciones de l Pen tateuco. Donde h ay
pasaj es qu e es tá n e n confl icto con la teo rí a d e Wellh a use n, él s impl e-
mente los pasa po r alt o. A pa rentame nt e n unca pensnba en la pos ibili-
dad de que Moisés co ntrib uye ra un a sola p a la bra a l Pe ntat eu co;
cier ta ment e no los Di ez Mand amientos ni la form ac ió n de la serpient e
de bro nce por Moisé s e n Números 21:9 (P ro legomena 439), que pa ra
Well hause n probó qu e Moisés era id ólat r a.
CAPITULO 9
VARIANTES Y PARONIMOS COMO
CRITERIO PARA
UNA DIVISION SEGUN LAS FUENTES
DE ORIGEN
LAS V ARIANTES E NTRE YAIIWEH y E LOIIIM

Como ya vimos al analizar la historia de la hi pótesis documental (capí-


tulo 6), el crite rio básico para la división d e fuentes, seguido por los
pioneros de esta escuela crítica, fue la repetición de "je hová" (Yahweh)
y " Di os" (Elohim) como nombres preferidos o favoritos para designar a
Dios en el Génesis. Se basaron en el argumento de que la preva lencia d e
Elohim en e l primer capítulo del Génesis le seña laba una paternidad
literaria [E o P) que se refería a Dios únicamente por ese término y
nunca utilizó otro títu lo aparte de ése. De la misma manera la prepon-
derancia d e Yahweh en el segundo capítulo del Génesis lo hacía prove-
nir de otro autor distinto [J), que conocía a Dios so lamente como
Yahweh. Es necesario que examinemos la credibilidad o verosimilitud
de esta teoría d e diversas fuentes como una adecuada ex plicación para
la distribución de estos divinos títulos tan to en e l Génesis como en el
resto de la Tora.
Desde el punto d e vista de las religiones comparadas , es dudoso que
la literatura religiosa de cualquiera de los veci nos paganos de Israel se
haya referido a un dios soberano por un solo nombre. En Babilonia, las
contrapartes s umerias se al ternaban con nombres acádi cos: Be! era tam-
bién Enlil y Nunamnir (Prólogo al Código de Lipit-Is tar); Anum era
Ilum ; Sin era Nanna; Ea era En-ki; Utu era S hamash ; ls lar era Ninnana o
Telitum [cf. Prólogo al Código de Hammurabi). En Ugarit a Baal tam-
bién se lo denominaba Aliyan; El era Laptan, y Kothar-wa-Khasis (el
dios artífice) era Hayyin [cf. Aqhat, ANET, pág. 151). En Egipto , Osiris
(juez de los muertos y señor d e ultratumba) también era Wennefer,
Neb-Abdu y Khentamentiu (cf. la estela de Ikhernofer en el Museo de
Berlín) su hijo, Horus, también era Re-Harakhti; y así sucesivamente, en

131
132 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

todo el panteón egipcio. En Grecia , el rey-dios Zeus, también fu e cono-


cido como Cronos y Olimpo; Aten ea era Palas ; Apo lo era Febo y Pitio,
todos títulos que fi guran paralelamente en las epopeyas de Homero sin
exigir ninguna teoría sobre diversidad de fuentes. Claro está que en la
época de Astruc y Eichhorn, eran prácticamente desconocidos los datos
que hoy conocemos sobre la civilización semita y egipcia; de lo contra-
rio hubiera sido imposible el surgim iento de a lguna teoría sobre div i-
sión de fuentes basada en los nombres divinos. Pero ahora en el siglo
XX, cuando con ocemos perfectam ente todos esos hechos, resulta difícil
imaginar que algui en pueda seguir tomand o en serio los términos
Yahvi sta y Elohista.
Un n otorio paralelo con la distri bución irregular de los dos nombres
di vinos en la Tora, se nos da en el Corán, las sagradas escrituras de los
mahometanos . El nombre Allahu corresponde a Elohim, y Rabbu
(señor) es equivalente a Adonay (mi Señor), que los judíos de las ú lti-
mas épocas utilizaban al referirse a Yahweh. En a lgunos suras (capítu-
los) del Corán hallamos entremezclados ambos términos, pero en otros
figura solamente uno u otro . Por ejemplo, en los s uras siguientes no
figura ninguna vez el nombre Rabbu : 4, 9 , 24 , 33 , 48, 49 , 57 , 59, 61 , 6 3,
64, 86 , 88 , 95, 101 ,1 02 , 103, 104, 107 , 109 , 11 1 , 112. Por otra parte , los
siguientes suras nunca utilizan el nombre Allahu: 15, 32, 54 , 55 , 56, 68 ,
75 , 78 , 83 , 87, 89,92, 93 , 94, 99 , 100,105,106,108,113, 114. Tene1nos
aqu í una evidencia indiscutible de que la an ti gua literatu ra semita
utilizaba selecti vamente los nombres divinos, aunque fuera compuesta
por un mismo autor.
Un aspecto notable de la división de Wellhausen por fuentes es la
aparición ocasional del nombre equivocado en porciones "Yahvistas" o
"Elohistas" del Pentateuco. Muy al comien zo en el desarro llo de esta
teoría multidocumental, se procuró reforzar los argumentos en favor de
la diversidad de au tores, elaborando listas de sinónimos similares que
se supon ía aparecían solamente en una " fuente" o en otra. (Por ejem-
plo, de los dos vocablos que traducen "sierva" , sh iphah fue asignada
exclusivamente a J y 'amah a E;' en Génesis 33, Driver asignó el pasaje a
J, que utiliza shi phah si bien pertenece a una porción de Elohim. De la
misma manera se asignó Sinaí a J y P, y el nombre de Horeb a E y D.)
1. Respecto a esta asignac ión de ' amah a E y s hip/;lah a ), es de nota r que Génesis 20, la
primera porción considerable de E que aparece en el Génesis , usa s hip /;loh en e l versícul o
14 (e l pretendid o vocab lo)). y 'amah en el versículo 17. Para poder zafa rse del atolladero,
algunos críticos. ta les como Holzinger, en su comentario del Génesis . se ven obli¡¡ados a
suprimir ship/;la h del versículo 14 basados en que " E no usa esa palabra" (Cj. G. C.
Aalders, SIP , pág. :J9). Hace lo mismo con shipbah en Génes is 30:18, otro pasaje E, con la
afirmación de q ue "esta palabra , en el texto de E, no puede ser original. " He aquí un
notable ejemplo de razonamiento circu lar. En razón d e qu e esta pa labra figura en pasajes
), tiene que haber s ido u tilizada solamente por ); pero en cuanta ocasión fu era usada en
secciones E, tiene que ser una inserc ión J, o un error craso d e un redactor posterior.
A plicando esta metodología es posible probar cualquier cosa, en lo que a vocabulario se
refi ere. Pero difíc ilmen te pasaría como un manejo científi co de la evidencia textual.
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARl\ UNA D IVISIÓN SÉCUN Li\S
F UENTES DE ORIGEN 133

A pesar de tod os los esfuerzos que se han hecho para man tener estas
"palabras características " y sus propios nombres di vinos en separados
compartimientos herméticamente cerrados, lo cierto es que ocasiona l-
m ente hay fil traciones, por así decir. Descubrimos que Elohim figura en
algunos pasajes com o Génesis 3:1-5 (dond e la serpiente se refi ere a Dios
con ese nombre); Génesis 16:13 (d onde Agar llamó el nombre de Jeho-
vá: "Tú eres un El que ve"); Génesis 32:2 8-29) relata que Jacob luchó
con Elohim en Peniel - notoriamente antropomórfico- y recibió el nom-
bre d e Yisra- EJ, o Israel). Pero por otra parte, Ya hweh figu ra en pasajes
E ta les como Génesis 22 :11 [cuando el ángel d e Jehová detie ne la mano
de Abraham para que no clave el cuchillo e n el c uerpo d e Isaac) y en el
ve rsículo 14 [donde Abraham designa a ese lugar co n el nombre de
"Je hovájireh "). También figura Yahweh en pasajes ta les como Génesis
7: 16; 14: 22 y 17:1. A pesar de toda la vigil anc ia que han ejercido los
críticos que favorece n la división por fuentes en el manejo de la tijera y
el engrudo, se han prod ucido algunos tras piés como los me nc ionados,
si bien la prácti ca general ha sid o la d e divid ir en dos los versícu los e n
los cuales fi gura el no mbre compuesto de Ya hweh -Elohim (p. ej., Géne-
sis 2:4 donde 4 a se lo asign a a P y 4b a J) en vez de perm itir q ue figure el
nombre equi vocado y asi ponga en aprietos a la teoría.
Ya hemos señalado 2 que se han p lantead o serias objeciones a la
utilización d e nombres como criterio para la d ivisión por fuentes, d e-
bido a las num erosas discrepancias que ocu rren según que los nombres
aparezcan en el TM o en la traducción de la LXX. Esto echó sombras
sobre la validez de c ualquier proceso de se pa ración que de pend iera tan
completam ente d e la infalibilidad del TM en la transmis ión de Yahweh
y Elohim , c uando los mismos críticos señalaron los errores que apare-
cían prácti camente en todo el resto d e la Tora. Los d atos que hoy
obtenemos de los documentos hebreos no favorecen la vieja teoría d e
Astruc de qu e d iferen tes nombres necesariamente indica n distin tos
autores.
¿Qué exp licación , en ton ces, explica la d istribución de Yahweh y
Elohim a lo la rgo de la Tora? Un cu idadoso estud io de la etimo logía y
del uso de ambos nombres indica que el nombre escogido dependía del
contexto d e la situación. Elohim (que a paren temen te d eriva de una raíz
que significa poderoso, fu erte, a la cabeza d e todos los demás) se usa
para referirse a Dios como el Todo poderoso Creador del universo y
Señor de la natu raleza y d el la humanidad en genera l. De ahf que en
Génesis 1 sea apropiado utilizar únicamente Elohim pu esto que el tema
de que trata es el de la creación. Por otro lado Yahweh es el nombre del
Dios d el pacto, y se lo reserva para los casos y las situac ion es en que se
involucra a Dios en un compromiso d e pacto. De ahí que en Génesis 2

2. Ver capitulo 7. pág. l 00 de este 1ibro.


134 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

se usa con frecuencia este nombre porque el tema que toca es el trato
b enigno de Dios con Adán y Eva bajo el pacto de las obras. En Génesis 3
la serpiente, como agente o personificación d e Satanás, au sente de toda
relación con e l Dios del pacto, se refiere a él como Elohim, e jemplo que
sigue Eva durante todo el díalogo sosteni do con la serpiente. Pero es
Jehová Dios el que llama a Adan (Génesis 3 :9) y reprende a Eva (Géne-
sis 3:13) y quien también, como Dios que cumple el pacto con la pareja
arrepentida, lanza su maldición contra la serpiente (Génesis 3:14).
Es ta distinción entre los dos nombres de Dios la percibió y definió
claramente el rabino Jehuda Hallevi en la remota fecha del siglo XII d.
de J. C. , cuando defini ó a Elohim como el nombre di vino en general, en
tanto que Adonay era específicamente el nombre del Dios de la revela-
ción y del pacto. Hasta el mismo Kuenen se sintió forzado a conce der
que: " La d istinción original entre Yahweh y Elohim con frecuencia
exp lica el uso de uno de esos títulos con preferencia al otro. " 3 Más
adelante come nta: " La histor ia de las investigaciones críticas ha d e-
mos trado que en el u so de los nombres d ivinos se ha dado d emasiado
por sentado ... Será saludable, por lo tanto , a dvertir en contra de h acer
demasiado hincapié en este solo fenómeno. "• Semejante admisión
parecería indicar cierto escrúpulo en cua n to a la validez de uno de los
más fundamentales criterios p ara la división según las fuentes, aun de
parle de uno de los principales artífices d e la hipótesis d ocumental.
Si bien los documentalistas pertenecen a una escu ela de pensa-
miento que d espectivamente rechaza todo inte nto de establecer las
doctrinas cristianas según la evidencia de los textos, ocasionalmente se
han transformado ellos mismos en esforzados cam peon es d e los méto-
dos que ap li can la evidencia de los textos, es decir, h an caído en el
error de insis tir en una interpretación literal de palabras de uno o dos
versículos, prescindiendo totalme nte del contexto o de la analogía d e la
enseñanza bíblica en otros pasajes. En ningún caso esto se hace tan
evidente como en su tratamiento de Exodo 6:2-3: " Yo soy Yah weh. Y
aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob, com o El Shaddai, mas en mi
nombre Yahweh no me di a conocer (ló nó"'da'ti) a ellos." Esto se
pretende fo rzar para qu e sign ifique que de acuerdo con este autor (E), el
nombre Jeh ová fue primeramente revelado a Moisés. (J, sin embargo, n o
sabía de esta posterior tradición y s upuso que Jeh ová tambié n era apr o-
piado para el relato prem osaico.) Pero esto entraña un análisis muy
superficial de l verbo hebreo con ocer (yéida' ) y de las inferencias en
he breo de con ocer el n ombre de una persona. De ninguna manera po-
dría tener un torpe sentido literal , tal como lo demuestra lo absurd o d e
s upon er que fueron necesarias íntegramente las diez p lagas para con-

3. Abraham Kuenen, Hexat:e uch (1886), pág. 56.


4. lbid ,pág.61 .
V t\RJANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARI\ UNA DIVISIÓN SÉGUN LAS
FuENTES DE ÜHIGEN 135

vencer a los egipcios (Exodo 14:4: "Y sabrán los egipcios que yo soy
Jehová") de que el Dios de los hebreos se llamaba Yahweh. Es obvio que
tanto en Exodo 6:7: "Y vosotros sabréis que yo soy Jeho vá vuestro Dios,
que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto"; y en 14:4, la
inferencia es que ellos serán testigos de la fide lidad del pacto de Dios al
librar a su pueblo y al d estruir y castigar a sus enemigos. De esa manera
lo conocerán por experiencia como Jehová, el Dios del pacto. La expre-
sión "sabréis o sabrán que yo soy Jeho vá" se repite por lo menos 27
veces en el Antiguo Testamento, y en todos los casos ll eva imp lícita la
misma idea. El uso hebreo indica, por lo tanto, con toda claridad, que
Exodo 6:3 enseña que Dios, que en anteriores gen eraciones se reveló
como El Shaddai (Dios Omnipotente] por sus obras de potencia y de
misericordia, a hora en la generación de Moisés se reve lar ía como el
Jehová guardador y cumplidor del pacto, por medio de una maravillosa
liberación de toda la nación de Israel. Como lo señala Orr, el " nombre"
(hebreo, shém) denota la faceta de revelación del ser de Dios.'
Es muy significati vo el hecho de que en ai'ios recientes algunos de
los máximos eruditos liberales de Europa han abandonado la trad icio-

5. james Orr, POT. pág. 225. Al llegar a este punto es menester decir algunas palabras
sobre el significado etimológico del nombre Yohweh. En base a Exodo 3:14, se inJiere
habitualmente que s ignificaba El es. " YO SOY EL QUE SOY" es la traducción del hebreo
'ehyeh '•ser 'ehych. que proviene del verbo hayah, "ser o llegar a ser." Por el equivalente
arameo h•wa', pod emos deducir que el verbo hebreo originalmente se pronu nciaba
howoh. Por lo tanto, en los días d e Moisés '•hyeh pudo haberse pronunciado '•hweh. Si
entonces Moisés hubiera ido a Egipto y declarado de Dios : "El es " (en lugar de adherirse a
la primera persona: "yo soy"), h ubiera d icho Yohweh. Pero si Yahweh significa " El es",
¿hemos de enl ender esto como una afirmación de la existencia eterna de Dios? (Hasta el
mismo Orr lo interpreta asi: "El Autoexistente" ; la versión francesa lo trad uce I'Eternel.)
A lo anterior hay d os objeciones: el verbo hoyoh jamás expresa una mera existencia
ontológica, si no más bien la noción de "ocurrir, llegar a ser. entrar en una nueva condi-
ción, o estado, o relación;" y el nombre Yohweh nunca se usa en contextos que afirman la
existenc ia eterna de Dios. como tal. sino más bi en [como ya lo hornos visto) en un
contexto convencional. Es to co ncuerda perfectamente con la caracterís ti ca afirm ación
del pacto: "Yo scré-'ehyeh-su Dios y ellos serán -yihyü- mi pueblo." As í, en Exodo
6:7: "Seré vuestro Dios, y sabréis que yo soy Jehová"; es d eci r, El es [el Dios del pacto del
pueblo del pacto).
Sin embargo. so han hecho otras s ugeren cias que niegan di cha interpretación "El es" en
cualquiera de los dos sentidos apuntados. W. F. Albright (SAC, pág. 16) y D. N. Freedman
(en JBL, 2:79 11960]: 151-56) in terpretan Yahweh como una forma hiphil, yohyeh: "El
hace que sea." Esta interpretación la toman de la frase " Yahvéh Sebaot" [Biblia d e
Jerusa lén) que la Versión Reina-Volera traduce "Jehová de los ejércitos". y que entienden
que originalmente significó: "El da vida a los ejércitos." Esto concordaría mejor con la
vocal o de Yohweh que con la anterior explicación: "El es" [q ue teóricamente ha debido
ser yihweh en vez de yohweh). Pero una objeción casi fatal a esta interpretación radica en
el hecho que nunca en el Antiguo Testamento se uti liza Yohweh para destacar el papel d e
Dios como Creador. sino más bien como el Dios d el pacto. Más aún, nunca figu ra este
verbo en particu lar en ninguna parte del hiphill del Antiguo Testamento.
Aun otros ha n negado cualquier clase d e conexión con el verbo ser (hciyoh). y piensan
que diffci lmente existió en una for ma anterior, hdwoh. Theoph ile J. Meuk. de Taranta
[Hebrew Origins -Orígenes hebreos- !Nueva York: Harper & Row, 1960/ . pág. 11 6), insiste
en que proviene de un verbo árabe howo' , sop lar. Por lo tanto , "El sop a" serfa el nombre
de un Dios de las tormentas del desierto d e Sinaf. Esto. por supuesto, le atribuye un
origen politeísta o la rel igión de Israel, y de ningu na manera explica la estructura de
referencia del pacto que exh ibe el n ombre Yahweh tal como realmente se usó en el
Antiguo Testamento.
136 REsEÑA CRíTicA DE UNA INTRODuccióN AL ANTIGuo TESTAMENTO

nal exégesis que hizo Wellhausen de Exodo 6:3. Así, Ivan Engnell afir-
ma que: "Los diferentes nombres divinos tienen asociaciones ideológi-
camente distintas y, por lo tanto, diferente connotación. Así, se utiliza
preferentemente Yahweh cuando se refiere al Dios nacional de Israel,
indicado como tal en contraste con dioses extraños y con referencia a la
historia de los patriarcas, mientras que por otro lado, Elohim, 'Dios',
expresa más bien una imagen 'teológica ' y abstracta-cósmica d e Dios en
contextos mayores y más dinámicos . .. Por lo tanto, es el tradicionista,
el mismo tradicionista , el que varía en el uso de los nombres divinos,
no los documentos." 0 También Sigmund Mowinckel: "No es el modo
de ver de E que Yahweh está revelando a Moisés un nombre hasta
entonces desconocido. Yahweh no le dice su nombre a alguien que no
lo conoce. Moisés pide una evidencia "convincente " para que sus
paisanos sepan cuando vuelva a ellos que realmente fu e el Dios de sus
padres el que lo envió ... todo el tenor de la con versación presupone
qu e los israelitas ya conocían el nombre."'

ÜTRAS VARIANTES EN DICCIÓN Y E STILO

Ya hemos mencionado que desde los primeros días de la hipótesis


documental , en los tiempos de Astruc y Eichhorn , se hicieron esfuerzos
para reforzar la teoría de las fuentes separadas, elaborando listas de
palabras características que se sostenía habían s ido utilizad as
solamente por Jo E, según el caso, y no solamente por la otra fuente . Ya
anteriormente en este mismo capítulo, hemos dado algunos ejemplos;
por ejemplo, los sinónimos que significan sierva [shiphah y amah ,
asignados a J y E respectivamente) y los variantes términos geográficos
Horeb (E o D) y Sinaí O o P). Pero pareciera que estas listas fueron
hechas recurriendo a métodos muy dudosos y cuestionados por su
carácter de círcu los viciosos, lo cual tiende a viciar todo el
procedimiento. 8 Los siguientes son los métodos utilizados.
1. Los diversos tipos de materia de que se trata fueron estri c-
tamente segregac.i-Js y parcelados según las diversas "fuentes", en base a
compartim iento;.; Así , toda vívida narración biográfica fue asignada a J,
las leyendas etiológicas habitualmente atribuidas a E, y las listas esta-
dísticas o gen ealógicas y prescripciones rituales a P. Como es natural,
todo tipo de asunto o materia tiende hacia un vocabulario especializa-
do, y esto explicaría la preferencia por ciertos vocablos o modismos en
un género a distinción de otros. El estilo y vocabulario emp leados en el

6. Emgnell, citado en OTMS, pág. 66.


7. Mowinckel, citado en OTMS, pág. 54.
8. Ver K. A. Kitchen, AOOT , pág. 124, que menciona cinco distintos vocablos egipcios
que se refieren a "bote" en la estela de Kamose, y dos vocablos que se refieren a "en-
viado" en una inscripción de Asurbanipal.
VARIANTES Y P ARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN SÉGUN LAS
F uENTES DE ORIGEN 137

artículo ed itorial de un diario puede diferenciarse notoriamente del de


una crónica d eportiva, aunque el mismo periodis ta haya escrito los dos.
Podríamos anotar listas similares de términos especia lizados en el en-
sayo de Mi lton , Areopagíiica, comparándolo con su tra tado sobre el
divorcio; y ambas obras fueron escritas por el mismo autor.
2. Al escoger pa labras características para cada lista, los críticos se
vieron obl igados a recurrir a interpolacion es para poder explicar la
aparición de una palabra P en un pasaje J, o una palabra J en un pasaje
E. Es necesario, por ejemplo, asignarle a P todas las veces que en Exodo
8 se rep ite la expresión "y Aarón", aun los pasajes J ta les como los
versículos 1-4 y 8-15. Esto se debe al dogma crítico de que Aarón no fue
un personaje histórico y de que no fue ideado hasta la época de la
compos ición del código sacerdotal. De manera similar, cuando Pad an-
aram (nombre P) aparece en Génesis 31 :18 (que es una sección E), la
segunda mitad del versícu lo 18 es atribuido a P, deja ndo el resto de los
versículos 4-45 para E (de esta manera se salva el vered icto de que
Padan-aram figu ra so lamente en P, en contraste con Aram-naharaim ,
empleado por JE y D). Pero este es un proced imiento de círculo vicioso.
La preten s ión in icial fue que e l texto hebreo propiamente d icho
so lamen te podía ser expli cado entendiendo que h ubo di versas fuentes
que utilizaron vocab ulari o especializado; pero cuantas veces el texto
hebreo atenta contra la teoría al aparecer una pa labra " equivocada", esa
irritante palabra debe ser tratada de inmediato como una interpolación
de otra " fu ente". Co n sem ejantes métodos, es posible tomar cualquier
composición literari a que se haya escrito alguna vez y d ividirla en
diversas fu entes, explicando com o interpolaciones todas l.as discre pan-
cias que pudieran ser inconvenientes.
Los documentalistas también han supu esto , si n prueba a lguna , qu e
los antiguos autores h ebreos eran incapaces de expresar va riaciones en
su modo de expresión; las va riantes en el texto bíblico so lo pueden ser
explicadas por diversa paternidad literaria. Sin embargo , es un hecho
bien conocido que en la literatura de otras naciones los escritores con-
sumados utilizaba n la variedad para evitar la monotonía. Es to se ma-
nifiesta particularmente en trozos paralelos, tal como ocurre en Génesis
30:23,24: "Y con cibió, y dio a luz un hijo, y d ijo : Elohim ha quitado mi
afrento;9 y llamó su nombre José (Yosép), di ciendo: Añádame (yosép)
Jehová otro hijo." Si bien es cierto que la afirmación de Raquel n o es
estri ctamente poesía, des de el punto de vista técnico, tiene un evidente
sabor a estil o poético. Del juego de palabras Yosép, yósép, res ulta obvio
que es te versículo es una sola unidad. Y sin embargo, debido al criterio

9. Es decir, ol qa l imperfecto de 'ósa p, "quitar", es yó'siip, que sonaba como el imperati-


vo hiphil de yoso p. "añad ir". Ciertamente cua lquier hebreo que lo hubi era escuchado ,
hubiera considerado esto como un juego de palabras, s i bien es cierto que no era otra cosa
que el qal perfecto de ósap q ue figu ra en Génesis 30:23.
138 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

artificial utilizado por los seguidores de Well hausen, se sienten cons-


treñidos a parcelar la prim era cláusula para E y la segunda para J.
Un ejemplo similar lo tenemos en Génesis 21:1 y 2: (a) "Visitó
Jehová a Sara, com o había dic ho, (b) e hizo Jehová con Sara como había
hablado. (e) Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, (d) en
el tiempo que Elohim le había dicho. " Bajo la presión de su teoría , los
críticos han asignado (a) y (e) a J, y (b) y (d) a P. Sin embargo, el hecho
de que aun (b) contiene j ehová los desconcierta considerablemente,
puesto que un pasaj e P anterior a Ex o do 6:3 debería decir "Elohim".
(En este pasaje la LXX traduce Kyrios, o sea el equivalente de Jehová , en
los tres casos.)
Además, un mismo au tor puede echar m ano a la di vers idad para
hacer hincapié, o dar fuerza o brillo literario. Por ejemplo, en el relato
de Exodo que narra la negati va del Faraón para liberar al pueblo israeli-
ta, se utilizan tres verbos para referirse a s u obstinada actitud, frente a
las diez plagas: hózaq (tornarse fuerte o atrevido) o hizzeq (hacerse
fuerte o atrevido), higshah (hacerse duro), y hikbid (hacerse pesado o
insensible). Los críticos asignan el primero a P y E, el segundo solo a P,
y el tercero a J. Pero lo que ocurre en realidad es que los tres son
utilizados con una refinada discriminación por el autor hebreo para
describir el endurecimiento progresivo del corazón del rey, primero
como resultado de su propia y testaruda n egati va, y luego como resulta-
do del enceguecimiento jud icial de Di os para este obstinado enemigo.
Así, en Exodo 7:13 (un versículo P), leemos que el corazón de Faraón
"se endureció" (hózaq) ; el próximo versículo, el 14 , cita lo que Jehová
dice sobre la nueva condición del corazón del faraón, que está siendo
pesado u obstinado (kóbed), natural secuencia sicológica . Esta altera-
ción entre hózaq y hikbíd (la respuesta voluntaria de Faraón y el en -
durecimie nto judicial de su corazón por parte de Dios) continúa en
todo el relato (Exodo 7-9) de ac uerdo con un d eliberado plan por parte
del autor. Los críticos has pasado este hecho completamente por a lto en
su artificial parcelamiento entre P y J.
En otros casos , la variedad en la fraseología puede ser utilizada para
destacar o ampliar alguna afirmación de particular importancia. Así,
las noticias sobre la muerte de mujeres tales como Débora, la ama de
Rebeca (Génesis 35:8), o Raqu el [Génesis 35:19), se describen en térmi-
nos simples: " Murió y fue sepultada ". Pero en el caso de los patriarcas,
tales como Abra ham (Gén es is 25:8), Isaac (Génesis 35:29) y Jacob
(Génesis 49:33), la fórmu la es más solemne y elaborada: "Exhaló el
esp íritu [gówa') y murió, y fue unido a su pu eblo, y lo sepultaron sus
hijos. " Pero los documentalistas , pasando por alto esta obvia distin-
ción , asignan a E las crónicas necrológicas de las mujeres y a P las
crónicas necrológicas de los patriarcas, mediante un tipo de disección
m ecánico y artificial. Por otra parte, dejan de lado totalmente otros
VARIANTES Y P ARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓN SÉCUN LAS
F UENTES DE ORIGEN 139

pasajes a pesar de mostrar precisamente similares variaciones en la


redacción. Por ejemplo, versículos como Exodo 1:7: "Y los hijos de
Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortaleci-
dos en extremo, y se llenó de ellos la tierra "; todo lo cual fu e asignado a
P; o cap ítu los como Génesis 24, con sus diversas designaciones de
Rebeca (doncella, virgen y muj er), que fue atribuido todo a J (cf. Allis ,
FBM, págs. 63-64).
Los críticos has considerado siempre que la forma más larga del
pronombre Yo ('dn óki) es de uso más antiguo que la forma más corta
('oni) y, por lo tanto, es un criterio para la división por fuentes. De ahí
que la fórmula "Yo soy Jehová" ('anóki Yahweh) de Exodo 20:5 sea
asignada a ]-E, y su aparición en Deuteronomio 5:6, 9 sería, presumi-
blemente, una repetición de esta tradición (J-E) anterior. Pero en reali-
dad de verdad, la elección entre '"ni y 'ónóki está regida por lo
convencional, o sea por el uso de la frase hecha; la fraseología habitual
de "Yo soy Jehová" es '"ni Yah weh , y figura también en J (Génesis
28:13; Exodo 7:1 7), aun en contextos que emplean libremente 'anóki
por " Yo". El argumento de los críticos basado en la gran preponderan-
cia de '"ni en un autor del exilio como lo fue Ezequiel pasa por alto el
hecho de que 60 de las veces que aparece en el libro de Ezequ i el (como
asimismo casi 50 veces en P) consis ten en la m isma estereotipada ex-
presión '"ni Yahweh (cf. Allis, FBM, pág. 65). Pero todo el argumento h a
caído en el ridículo úl timamente an te el descubrimiento de ambas
formas del pronombre casi pegadas unas a otras en las inscripcion es
u garíticas del siglo XV . 10 Este es un notable ejemplo para demostrar
cuan poco dignos d e confianza son los argumentos que se esgrimen
para fundamentar la teoría docu mental. Los descubrimientos arqueoló-
gicos posteriores a Wellhausen echan por tierra los "seguros resulta-
dos" de su escuela, y demuestran la poca confiabilidad de las deduc-
cion es basadas en la ignorancia.

SUPUESTOS RELATOS D OBLES y P ARALELOS

Desde los primeros días de la teoría d ocumental, uno de los


argumentos esgrimidos para probar la existencia de diversas fuentes en
el Pentateuco, fue la aseverada existen cia de relatos dobles paralelos.
Los dos relatos de la creación, las diferentes encalladuras en la narra-
ción del diluvio, los tres nombres de Isaac y demás, son sin duda el
resultado de una torpe combinación de dive rsas tradiciones para un
mismo evento. Algún editor o redactor posterior las reunió a todas de
manera tal que permanecieron en el texto muchas de las discrepancias,

10. Ver Cyrus H. Gordon, Ugaritic Handbook (Manual ugar!tico) , sec. 49 (Roma: Pontifi-
cio Instituto bíbl ico, 1947) 2:15-21.
140 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

y eso permite al crítico erudito separar científicamente sus partes. Este


tipo de disección analítica entusiasma especialmente a los que ya se
han entregado a la teoría de la paternidad literaria múltiple . Quienes se
aproximan al texto con una mente amplia, no ven semejantes divergen-
cias a lo largo de su lectura.
1. En el caso de los dos supuestos relatos de la creación, Génesis 1
que brotó de P en tiempos del exilio o posteriores , y Génesis 2 que
procedió de J, en el s iglo IX a. de J.C., hay que notar que Génesis 2 ni
siquiera pretende ser un relato de la creación del mundo. Se reduce a la
creación de Adán y del amb iente del Edén en el que fue colocado. La
mayoría de los eruditos concuerdan en que Génesis 2 :4 ("Estos son los
orígenes (tól•dót) de los cielos y de la tierra el día qu e Jehová Elohim
hizo la tierra y los cielos") constituye el tétulo de la sección que viene a
continuación (si bien los dos nombres utilizados para nombrar a Dios
obligan a los críticos partidarios de la diversidad de fuentes a dividir el
versículo entre J y P). Pero en ninguna otra parte tól•dót expresa la idea
de creación. Las otras nueve veces que aparece esta fórmula (estos son
los orígenes) en la Tora, siempre presenta una subsiguiente exp licación
sobre la progenie de un antepasado a través de las sucesivas gene-
raciones que descen dieron de él. Por tanto, bien pudiera ser que en
Génesis 2 tengamos una crónica sobre la progenie del cielo y de la tierra
(en este caso Adán y Eva principalmente), luego de efectuada la crea-
ción inicial. (Sin embargo, en este caso puede concebirse que se refiere
nuevamente a Génesis 1.)
No obstante, hay presente un elemento de recapitulación, puesto
que se relata de nuevo la creación de la raza humana (cf. Génesis 2:7 y
1:26-27). Pero en la antigua literatura semítica se practicaba corrien-
temente esta técnica de recapitu lación. El autor, en primer lugar, hacía
una introducción del relato en forma breve por medio de un sumario, y
luego seguía con una narración detallada y circunstancial, cuando se
trataba de asuntos de mayor importancia. Para el autor de Génesis 1-2 la
raza humana era, obviamen te, el producto cumbre o culminante de la
creación , y sólo podía esperarse que le dedicara a Adán un tratamiento
más extenso, luego de h aberlo colocado en su marco histórico (el sexto
día de la creación) . Es un error suponer que Génesis 2 indica la creación
de animales en fecha posterior a la creación de Adán. Lo único que
hace, en ese aspecto, es declarar que los seres llevados a la presencia de
Adán para que les pusiera nomb re, habían sido especialmen te forma-
dos por Dios para ese propósito. (No impli ca que no hubiera animales
en ninguna otra parte del mundo antes de ese momento.) O también,
como lo sugiere Aalders (SIP. pág . 44). la palabra formó (de Génesis
2:19) puede también traduc irse "había formado" (puesto que gramati-
calmente , el pretérito perfecto en hebreo cumple también la función de
pretérito indefinido y de pretérito imperfecto). Esto s ignificaría que
VARIANTES Y P ARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA D IVISIÓN SÉGUN LAS
f UENTES DE ORIGEN 141

Dios puso delante de Adán todo animal y ave que previamente formó
de la tierra. Por ú ltimo, es m enester notar e l hecho obvio de que ningún
relato genuino de la creación jamás omitiría mencionar la creación del
Sol, de la Luna, de las estrellas, de la tierra y de los mares , como lo hace
Génesis 2. Tal misión elimina toda posibilidad de que sea clasificado
con propiedad como una cosmogonía, a la luz de la literatura compara-
da del antiguo Cercano Oriente.
Al respecto observa Kitchen:

Se sostien e a menudo que los capítulos primero y segundo del


Génesis contienen dos distintos relatos de la creación. Sin embar-
go, y en realidad de verdad, la naturaleza estrictamente com-
plementaria de los "dos" relatos es perfectamente clara: Génesis 1
m enciona la creación del hombre como último de una serie , sin
detalle alguno, en tanto que en Génesis 2 el hombre aparece como
el centro de la escena y se dan mayores y específicos detalles
sobre él y su asentamiento. No hay aquí ninguna dupli cación
incompatible. El no reconocer la naturaleza complementaria de la
distinción temática entre u n bosquejo general de la creación por
una parte, y el hincapié detallado sobre el hombre y su esfera de
acción, por la otra, linda en el oscurantism o.

A continuación menciona los diversos estilos de los textos que


figuran en los m onumentos del antiguo Cercano Oriente, que no
pudieron contar con ninguna prehistoria textual, tal como la estela
poética de Karnak en honor de Tutmosis III, la estela de Gebel Barkal y
varias inscripciones regias de Urartu, que en sus bosquejos generales
alaban las hazañas del gobernante y en detalle relatan victorias especí-
ficas. Concluye con la siguiente observación:

Lo qu e r es ulta absurdo apli cado a los textos de los


monumentos del Cercano Oriente, que no tenían a mano ni pre-
historia ni redactores, no debería imponérsele a Génesis 1 y 2 ,
como lo hace la perpetuación no crítica de una sistematización
especulativa del siglo XIX, hecha por diletantes del siglo XVIII,
totalmente ign orantes de todo conocimiento de las formas y usos
en boga en la antigua literatura oriental. "

11. Kitchen, AOOT, págs. 116-117. Comparar también la analogía señalada por Kitchen
en la biografía del general Uni, en el afi o 2300 a . de J.C., que contiene: a) un fluido estilo
narrativo (corno en los pasajes J y E) en secciones d onde describe su carrera de servicio en
favor del estado; b) refranes estereotipados en que se registra el reconocimiento oficial de
Faraón por sus acciones [cf. el estilo P); los cánticos de victoria entonadas por sus tropas
durante el retorno de Palestina [una fuente especial H o himni ca); y sin embargo, todos
estos elementos son aceptados como de una sola paternidad literaria libre d e inserciones
posteriores (New Bible Dictionary, -Nuevo Diccionario Bíblico- ed J. D. Douglas Londres:
Inter-Varsity, 1962; pág. 349).
142 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

2. Con respecto a los diversos relatos de l diluvio (al par celar Géne-
sis 6-8 entre] y P), nótese que el lector desprej ui ciado es incapaz de
detectar ningún elemento diverso en estos tres ca pítulos tal como figu-
ran en el TM, y que solamen te pued en ser detectadas las supuestas
d ivergencias por un artifi cial proceso de disección . No va más allá de
una suposición no probada el ins istir, como lo hizo Wellhausen, en que
la orden general de meter en el arca dos ejemp lares de todas las es pe-
cies (P) es incompatible con la excepcional prov isión de meter siete de
todas las especies " limp ias"(]). Para el lector co mún , las bases para esa
distinción son bien claras, y de n inguna manera significan puntos de
vista irreconciliables. Lo mismo es cierto en cuanto al número de días
qu e du ró el diluvio. Sostienen algunos qu e ] hace durar el diluvio 40
días (Génesis 7:12, 1 7; 8:6 , a lo cua l hay que añad ir dos semanas más
hasta el envío de la paloma), en tanto que P lo hace durar 150 días
(Génesis 7:24). Pero la lectura consecutiva de toda la narración deja en
claro qu e el autor le da al aguacero propiamente dicho una duración de
40 días, en tanto que la duración del nivel de las aguas sobre los montes
más elevados duró 150 días (pues 7:24 no dice que llovió d urante todo
ese período).
Allis señala (FBM, págs. 95-97) qu e so lame nte en tres puntos princi-
pales de hincapié en la narración del diluvio es posible detectar "re-
latos paralelos", y son los siguientes: la pecarn inosidad del hombre
como causa provocad ora de l d iluvio; la destrucción de toda carne como
p ropós ito del di luvio; el rescate de un re manente representante del
h ombre y de las bestias , de la des trucción del di luvio . Se hace hin capié
en estos tres elementos recurriendo a u n característico recurso h ebreo
de repeticiones en términos ligeramente diferen tes después de ciertos
intervalos adecuados entre ellos. Pero fu era de estos tres elementos es
casi imposible descubrir relatos paral elos que no dependan unos de
otros para llenar deta lles que faltan. Por ejemplo, de acuerdo con el
anális is critico, ] se refiere al arca s in exp licac ión alguna sobre su
construcción. Solamente P registra la entrada de Noé y su fam ilia al
arca (Génesis 7:13-16a), excepto que J afirma que Jehová los encerró en
el arca (si bien el autor de J aparentemente no dice cómo se metieron
allí). Solamente ] sabe sobre el envío de los pájaros con propósitos de
reconocimiento (8:6-12) ; P nada dice sobre ello.
Justo es decir, por lo tanto, que los datos que nos da el texto son
fáci lmente reconci liables con la unidad de la paternidad literaria , pero
ofrecen serios obstáculos para dividirlos en d os fuentes divergentes.
También resulta pecu li ar, si la n arración del Gén esis sobre el d iluvio se
compone de dos estra tos separados en su origen por casi cuatro siglos,
que el relato babilónico del diluvio (hallado en la epopeya de Gilgamés)
incluya tanto elementos J como elementos P en su versión del episodio.
Así, menciona las m edidas del arca (elemento P), el envío de las aves
VARIANTES Y PARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DI VISIÓN SÉGUN LAS
F UENTES DE ÜRJGEN 143

(detalle tomado de J) y el ofrecimiento de un sacrifi cio de acción de


gracias luego que hubo pasado el d iluvio (también de J). Los paralelos
babilónicos permite n arribar a la conclusión casi inev itable de que las
porciones J y P de Génesis 6-8 tienen la misma antigüedad y se remon-
tan a la misma trad ic ión oral que el episodio de Utnapistim en el poema
épico de Gilgamés. A su vez el relato babilónico demuestra una notoria
dependencia de un relato sumerio de siglos antes.' 2
3. Trataremos más brevemente algunos otros sup uestos relatos do-
bles del Génesis. Se dice que hay tres relatos distintos re lacionados con
la nominación de Isaac (Génesis 17:17, P; 18:12, J; 21:6, E). Pero no hay
ninguna razón en particular para que tanto Abraham como Sara no se
hubieran reído co n in credulidad, al oir cada uno a su vez la predicción
de su nacimiento, y que al fin se rieran de gozo.
4. En cuanto a los dos relatos sobre el secuestro de José y su trasla-
do a Egipto-el relato J, según el cual fueron los ismaelitas quienes lo
compraro n (Génesis 37:2 5) y el relato E, según el cual fueron los
madianitas (Génesis 37:28)-, la dualidad de nomb res sim plemente
señala el hecho bien conocido por los contemporáneos del autor, de
que los madianitas eran una subtribu de los ismaelitas. En ju eces 8:24
leemos, respecto de los reyes madianitas Zeba y Zalmuna y sus segui-
dores: "Traían zarcillos de oro porque eran ismaelitas." Por cierto que
originariamente Mad ián descendía de Abraham por Cetura (Génesis
25:2), pero las tribu s ismaelitas y las tribus descendientes de Cetura
parecen haberse relacionado en el norte de Arabia, debido a su común
descendencia de Abraham. ' 3
5. Los dos ep isodios según los cuales Abraham hi zo pasar a Sara
como su hermana, ante Faraón (Génesis 12:10-20) y ante Abimelec de
Gerar (Génesis 20:1- 18), se alega que son formas variantes de una mis-
ma leyen da original. Pero la suposición de que los hombres nunca
cometen dos veces el mism o error ni ceden a la tentación más de una
vez es, por decir lo menos , ingenua, especialmente cuando conside-
ramos el hecho de que Abraham salió económica mente beneficiado en
ambas ocasiones.
6. En cuan to al ep isodio que figura en Génesis 26:6-11, según el
cual Isaac recurrió a l mismo subterfugio con respecto a su esposa Rebe-
ca, y todo ello ocurrió en Gerar en una época en la cual un tal Abimelec
era rey de los fili steos, debemos con ceder que existen notables puntos
de semejanza con el relato de Génesis 20 (referido a Abraham y Sara)

12. J. B. Pritchard, ed ANET. págs. 42-44.


13. Kitchen señala las analogías en el uso de nombres variantes para las mismas personas
en un solo pasaje, en documentos egipcios como la estela de Sebekkhu (hac ia el afio 1850
a. de J.C.). en el cual los enemigos que se enfrentan a los egipcios son denominados de
diversa manera: Mntyw-Sst (beduino asiático), R t nw hs t (viles palestinos). y ';mw (asiáti-
cos), New Bible Dictionary (Nuevo Diccionario Bíblico) pág. 657.
144 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Pero antes de recurrir a la explicación de Wellhausen en el sentido de


qu e es una mutilada versión de la misma tradición (ya que Génesis 26
se atribuye a J], debemos estar satisfechos en cuanto a los siguientes tres
puntos: en primer lugar, que los hijos nunca repiten el mal ejemplo de
los padres; segundo, que los habitantes de Gerar necesariamente
tuvieron que haber mejorado su moral sexual para la época en que Isaac
estuvo entre ellos; y en tercer lugar, que las dinastías filisteas nunca
transmitieron a sus descendientes los mismo nombres de gobernante en
gobernante (p. ej. , Abimelec I, Abimelec II, etc.), a pesar de que esta era
la práctica habitual y demostrable en Egipto (cuya Duodécima Dinastía
muestra series tales como Amenemhat I, II, III y IV y tambi én Senusret
l, I1 y III), y en Fenicia (donde una serie de reyes de nombre Hiram o
Ahirarn gobernaron en Tiro y Biblos) . Hemos de seña lar, de paso, que
tanto la aventura de Abraham en Egipto que se narra en Génesis 12
(donde negó que Sar a fuera su mujer) como el episodio de Isaac en
Gerar (Génesis 26) los documentalistas las atribuyen a J. He aquí, pues,
un ejemp lo en que un relato paralelo no indica necesariamente
diferencia en las fuentes. Lo mismo cabe decir de la segunda visita de
Jacob a Bet-el (cuando le da por segunda vez el nombre de Bet-el); E
registra esta segunda visita (Génesis 35:1-8) distinta de la primera
(Génesis 28:18-22). Nuevamente hay aquí un relato paralelo que se
concede que ha surgido de la misma fuente.
7. Figuran dos relatos de la huida de Agar de la casa de Abraham.
El que narra Génesis 16:4-14 es atribuido a J(y relata cómo escapó antes
del nacimiento de Ismael) y el relato E, Génesis 21:9-21 , narra cómo
huyó otra vez cuando Ismael era una criatura. Pero cons iderando la
tensión existente entre Sara y Agar en aquellos años, ¿no es razonable,
acaso, que ocurrieran esos dos incidentes en distintas epocas y bajo
disímiles circunstancias? ¿No abunda la historia en tales episodios
repetidos en las vidas de otros personajes importantes, como el obispo
Atanasia y sus tres destierros (en los años 335, 339 y 356 d. de J.C.?)
(¿No tendría que parcelar la crítica literaria divisoria estos tres destié-
rros y atribuirlos a tres distintas "fuentes" cuyas varias tradiciones
fueron posteriormente combinadas por un redactor?)
8. En cuanto a la doble nominación del pozo de Beerseba , la
primera vez por Abraham en Génesis 21:31 (atribuida a E), y la segunda
vez por Isaac en Génesis 26:33 (atribuido a J], no hay obligación alguna
de considerarlas como tradiciones variantes de un mismo episodio
original. Si consideramos los hábitos nómadas de Abraham y sus in-
mediatos descend ientes, es más que probable que los hostiles habi-
tantes de la zona hubieran cegado el pozo luego que el jeque hebreo
abandonó el lugar. Después del retorno de Isaac a sus familiares cam-
pos de pas toreo, ¿no sería más que natural que cavara nuevamente el
pozo y reviviera piadosamente el antiguo nombre que le dio su padre?
VARIANTES Y P ARONIMOS COMO C RITERIO PARA UNA D IVISIÓN SÉGUN LAS
F UENTES DE O RIGEN 145

¿Y no sería también aconsejable y oportuno que confirmara sus de-


rechos al pozo mediante la renovación del tratado (confirmado por un
shib'oh, juramento) con el principal gobernante del territorio? (Con-
viene mencionar aquí qu e la palabra shib 'oh es la forma fem enina d el
vocablo shebo ' componente de la palabra Beersebo; ambas s ignifican
juramento.)

E L E s TILO H EBREO C oMo REsPUESTA A L os R ELATOS P ARALELOS

Parte de la res puesta a la teoría de los re latos paralelos puede ha-


llarse en la naturaleza del estilo literario hebreo. O. T. Al lis ha señalado
que hay tres rasgos del esti lo hebreo de los cua les se sabe perfectamente
bien que fu eron aplicados por autores hebreos individuales, y que
pueden ser fácil mente expl otados por los críticos modernos de mentali-
dad di visionista para dividirlos en hipotéticas " fuentes". Estos rasgos
son : oraci on es de estructura paratáctica, repetición de los elementos de
mayo r importancia, y el paralelismo poético." Serán útiles unas pocas
palabras explicativas .
1. La oración de es tru ctura paratáctica se refi ere a la técnica carac-
terística de la retórica hebrea según la cual las ideas subordinadas o
interdepen dientes se es labonan por la sim ple conj unció n y (hebreo,
we-) . Por ejem plo, en Génesis 1:1 4 , don de la idea ex presada en un
idioma indoeurop eo emplearía una cláusula ind icadora ele propósito
"Haya lumbreras en la expansión ele los c ielos paro qu e s irvan como
señales y estaciones", el autor hebreo dice: " Haya lumbreras en la
expans ión de los cie los . . . y serán para señales y estaciones. " También
en Isafas 6:7, literalmente dice: "He aquí, esto ha tocado tus labios , y es
quitada tu culpa, y tu pecado está siendo expiado." Lo que Isaías quiso
s ignifi car fue: " He aquí, que esto tocó tu s labi os poro que tu culpa sea
quitada y limpiado tu pecado. " Esta misma partícula hebrea y pued e
usarse para traducir la idea temporal de "cuando", o la idea Circunstan-
cial de "mientras", o la idea consecuente de " entonces", o la idea
exegética (explicati va, acl aratoria) de "aun" o "es decir" . La versatili-
dad de w"- es uni versal mente reconocida por los gramáti cos hebreos.
Pero un críti co de mentalidad disecadora puede fáci1mente parcelar
estos elementos componentes de una oración gr amatical mosaica, basa-
do en la supos ición del que diversos fragmentos de distintas fuentes
fueron torpemente re unidos por un redactor posterior que s implemente
utilizó una y para unirlas. Si un autor hebreo hubiera escrito su mate-
rial en griego clásico, por ejemplo, o en latín, hubiera s ido casi imposi-
ble la obra de an álisis divisorio de la escuela d e Well hausen , porque en
esos id iomas se utilizan h abitualmente las con junciones subordinadas

14. Allis, FBM , pág. 94.


146 R ESEÑA C RíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAN!ENTO

o los participios para expresar las mismas ideas que el hebreo expresa
en forma paratáctica.
2. El segundo rasgo es la tendencia a repetir, en forma ligeramente
distinta, los elementos de la narración que revisten especial importan-
cia. Ya hemos dado un ejemplo de esta técnica en conexión con el
relato del diluvio. En ese momento señalamos de qué manera la repeti-
ción de los tres principales puntos de h incapié proveyó a los di-
visionistas el único m aterial conveniente para la disección, en tanto
que el resto del relato no muestra evidencia alguna de fu entes múlti-
ples. Algo similar ocurre con la serie de cap ítulos que narran las diez
plagas (Exodo 7-11). En algunos casos la plaga se describe en cinco
partes características: amenaza, mandamiento, ejecución, súplica para
que sea quitada y cesación. A los crfticos que sostienen la división de
fuentes les resulta facilísimo (si bi en en form a totalmente artifi cial)
parcelar estas partes asignándoles hipotéticos autores. As í, la amenaza
y la cesación las asignan a J, en tanto que la orden y la ejecución se las
atribuyen a P. Pero en el caso de las plagas menos gravosas , la descrip-
ción es más breve y tienen que atribuirlas , en forma más o men os
intacta, a una sola fuente. Así , las plagas de los piojos y d e las úlceras
son asignadas a P sin dejarle nada a J o E. De acuerdo con esta arbitraria
disposición, J sabe solamente de siete plagas, P da informe de cinco y E
solamente de cuatro (más una quinta que no pasó de ser una amenaza).
En consecuencia, ni una so la de esas fuentes concuerdan en cuanto a
número o naturaleza de las plagas, y todas necesitan de la información
contenida en las otras para completar la serie de diez.
3. La tercera característica del estilo hebreo que se presta para una
artificial divis ión de fuentes, es el paralelismo poético. Paralelismo es
el término dado a las estructuras balanceadas de cláusulas apareadas ,
tan empleado en la versificación h ebrea, como por ejemplo en e l Salm o
24:1: "De Jeh ová es la tierra y su plenitud ; El mundo, y lo que en él
habitan. " Como p uede verse por este ejemplo, se usan sinónimos co-
rrespondientes en los dos miembros del paralelismo: " tierra" corres-
ponde a " mundo", y "plenitud" a "l os que en él habitan ."
Un cuidadoso examen de los pretendidos relatos dobles y paralelos
-sobre los que ta nto h inca pié hicieron Kuenen y Wellhausen como
criterio para la d ivisión de fu entes- tiend e a dem ostrar que estos
fenómenos permiten una explicación mucho má s natural y no forzada ,
basada en una paternidad literaria úni ca , que la que es pos ible según la
teoría de las fuentes múlti ples. La hipótesis JEDP no cuadra realmente
con todas las evidencias y trata gran parte de los datos en que supues-
tamente se apoya, de una manera que jamás sería admitida en u n tri-
bunal de justicia . Además, la metodología de este tipo de crítica lite-
raria se hace notoriamente sospechosa porque resulta ser un ins-
trumento por dem ás fáci l para dividir composiciones cuya paternidad
VARlAl\'TES Y P ARONIMOS COMO CRITERIO PARA UNA DIVISIÓl\: SÉGUN LAS
FuENTES DE ORIGEN 14 7

literaria única es reconocida universalmente.


Creen brindó una exce lente il ustración de esto e n su análisis
"documen tal" d e la parábola del hijo pródigo de Lucos 15. ' 5 En esta
parodia de la técnica de Wellhausen, señala que la fuente A y la fuente
B concuerdan en que hubo dos hijos, uno de los c ua les recibió una
porción de la propiedad de su padre, y subsigu ientemente quedó en la
penuria debido a su propia extravagan cia. Pero solo A d istingue a los
hijos como mayor y menor; B no menciona para nada sus edades. En A
el más joven recibe por pedido s uyo una parle d e la herencia, en tan to
que el padre retiene el resto para sí mismo; de acuerdo con B, el pad re
dividió la herencia entre los dos hijos, por pro pia iniciativa . A esta-
bl ece que el hijo pródigo permaneció en la vecindad y se empobreció
por su vida desenfrenada; en B fue a un país d istante y al !í gastó toda su
propiedad, pero no se d io a ningún exceso. Creen lo anali za exac-
tamente como lo haría S. R. Driver, en forma completa , con palabras
características d e A y B, que han sido insertadas donde no correspon-
dían por un redactor cha pucero. Luego Creen hizo lo m is mo con la
parábola d el buen sa maritano. Totalmente versado e n la metodología
de la escuela de Wellhausen, maneja estos materiales como si fu era
un acreditado m iembro de ese gremio, y d e esa manera demuestra su
artificialidad.

15. William Henry Green , Higher Criticis m of the Pentate uch (Alta crítica del Pen-
tateuco), págs. 119·122.
CAPITULO 10
PALABRAS TARDIAS Y ARAMEISMOS
COMO CRITERIO PARA
UNA DIVISION EN LAS FUENTES DE
ORIGEN
Uno de los criterios más contundentes al que recurre la crítica divisoria
para demonstrar lo tardío de ciertas p orciones del Pentateuco, consiste
en señalar las palabras que figuran en el texto y que rara vez son utiliza-
das en otras partes de la literatura h ebrea existente, excepto en los
escritos del Talmud y de la Midró.s, que corresponden a la era cristiana.
Este método provoca una gran impresión de objetividad científica y
pesa en el ánimo de los que han oído un solo lado de la historia. Hay
otro lado, sin embargo, que también debe ser considerado por el obser-
vador atento , y que le roba a ese argumento gran parte de su fuerza. En
forma sintética, el argumento es el siguiente: si una palabra no se repite
más de tres o cuatro veces en el Antiguo Testamento, pero figura en la
literatura hebrea posterior (el Talmud y la Midras), tal palabra es de
origen tardío, y ese pasaje del Antiguo Testamento ti ene que ser de
composición también tardía. Aplicando este criterio, los críticos han
podido reforzar su pretensión de que el código sacerdotal (P) se originó
en el exilio o posteriormente, y también separar grandes porciones de
Isaías y de otros libros post-mosaicos como inserciones posteriores del
período persa o aún del griego.
Durante la segunda década del siglo XX, Robert Dick Wilson, de
Princeton, se tomó el trabajo de confeccionar una exhaustiva tabula-
ción de todas las llamadas palabras raras en las Escrituras hebreas , y
posteriormente publicó las estadísticas resultantes.' Sorprende el
hecho de que tales palabras extrañas se repiten en todos los libros del
Antiguo Testamento y en casi cada capítulo. Si este criterio es digno de
confianza, resulta que todos los libros del Antiguo Testamento son
tardíos y ninguno temprano. Comparemos las siguientes cifras, recor-

l. Roberl Dick Wilson, SJOT, pág. 135.

148
P ALABRAS T ARDfAS Y ARAMEISMOS COMO CRITERIO PARA UNA D IVISIÓN EN
LAS F UENTES DE ÜRIGEN 149

dando que mientras más alto sea el porcentaje d e " palabras raras" que
aparezcan con el mismo sentido en el Talmud , más tardía será la fecha
de composición del libro del Antiguo Testa mento de que se trata, si ha
de ser válido este criterio. El número de palabras poco frecue ntes (es
decir que se repiten cinco veces o menos y se anota en una columna y el
porcentaje de las mismas que aparece en el Talmud, en la s iguiente
columna:
FECHAS SEGÚN LOS P ALABRAS POCO
CRíTICOS FRECUENTES T ALMUD

Documento P 550·450 a. de J.C. 192 53,1 %


Documento O 621 a. de J.C. 154 53,2%
Documento H 570-550 a. de J.C. 48 50.0%
Documcnlo E 750 a. de J.C. 119 48,7 <}b

Documento J 650 a. de J.C. 162 44.4 %


Jeremlas 620-580 a. de J.C. 278 32.1%
!saJas 1-39 740-680 a. de J.C. 121 22.3 %
lsafas 40-66 550-300 a. de J.C. 62 25.8%
Daniel 168 a. de J.C. 47 29,8%

De estas estadísticas surge con toda claridad que el último de todos,


el libro de Daniel (de acuerdo con fechado de la alta crítica). es el que
tiene el tercer lugar en bajo p orcentaje, de los nueve citados (29,8 %). y
que J (el más antiguo de todos) ti ene un porcentaje más alto de palabras
infrecuentes que se repiten en el Talmud (44,4 %) . El documento E,
supuestamente más antiguo en dos o tres siglos que P, tiene un porcen-
taje cinco por cien to inferior a P; en tanto que D (supuestamente más de
un siglo anterior a P) totaliza un porcentaje prácticamente igual a P.
Según estas cifras se hace aparente que todo el enfoque es defectuoso y
los argumentos ca recen de validez. Esdras 1-6, contenido posterior al
exilio, fi gura con un bajo porcentaje del 16,7 %. a pesar de estar fecha-
do, según los críticos, en el año 450-370 a. de J.C.; Malaquías (430 a. de
J.C.) tambión muestra un bajo porcentaje (23 ,1 %), en contra posición al
documento "yahvista" del año 850 a. de J.C. con su 44,4%. Por lo tanto,
debemos abandonar totalmente este tipo de investigaciones porque nos
lleva a resultados abs urdos.
¿Porqué son tan inconcluyentes estas "palabras infrecuen tes o
raras" como indicativas de una fecha o época? Principalmente por la
insuficiencia de los datos con que contamos. Hoy en día en la Biblia
sólo poseemos una pequeñísima fracción de la producción literaria
total de los antiguos hebreos. Hay más de tres mil palabras en el Anti-
guo Testamento que figuran menos de seis veces; de ellas, mil quinien-
tas aparecen una so la vez (hapax Jegómena). Pero ello no significa, de
ninguna manera, que eran poco comunes en otros niveles de la comu-
nicación hebrea, aparte de la Biblia misma. La mera casualidad pued e
150 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

explicar su infrecuencia en las Sagradas Escrituras, de la mis ma manera


como palabras castellan as muy comunes figuran solamente una vez en
la versión Reina-Valera , revisión de 1960 , tales como "salsa" (Ezequiel
24:10). " preferente " (Salmo 137:6), "lavadero" (Cantar de Jos Cantares
4:2; 6:6). Cada nuevo desc ubrimiento d e antiguas inscrip ciones
cananeas o arameas saca a luz palabras que hasta ese momento fueron
conocidas solamente a través de documentos originados siglos más
tarde. D. W. Thomas, de Cambridge, se refiere " a la reaparición en la
literatura tardía de palabras que son antiquís imas y que pueden o no,
por pura coincidencia, aparecer en anteriores documentos. El hebreo
mismo ofrece numerosos ejemplos de lo anterior. Si, por ejemplo, con-
táramos solamente con Ben Sirá (Eclesiástico), ¿no estaríamos tentados
a sostener que la palabra 'swJ:¡ (estanque) de 50:3 -que n o aparece en
ninguna otra parte de l hebreo- es una pa labra tardía? ¡Sin embargo, se
la encuentra en la Estela Moabita (11.9, 23)! Desde el siglo IX a. de J.C.
este antiguo vocablo semítico yacía escondido hasta que apareció
nuevam ente, siete siglos después de Ben Sirá. " 2 Agreguemos que se
repite n o menos de cuatro veces en el rollo de cobre de la cueva de
Qumran número 3, que data del siglo Id. d e J.C.'

ARAl'vlEÍSMOS COMO CRJTERIO DE F ECHA T ARDÍA

Los forjadores de la hipótesis documental dieron por sen tado que la


presencia d e un vocablo arameo en el texto bíblico indicaba u n origen
posterior al exilio. No fue sino hasta la cautividad babilónica cuando
los judíos comenzaron a a.bandonar el hebreo de sus antepasados y
adoptar e l más difundido idioma arameo, utilizado en el comercio y en
la corresponden cia in ternacional en gran parte del imperio persa, des-
de el Tigris al Nilo. En la época de Esdras (de acuerdo con Nehemías
8:8) la lectura de la Tora hebrea requería la actuación de un intérprete
para que la congregación compren diera su impo rtancia, y muy pro-

2. T ho mas, The Recovery of the Ancient Hebrew Longuage [La recu peración del antiguo
id ioma h ebreo), pág. 18.
3. J. M. All egro, Treasure of !he Copper Scro ll (El tesoro d el rol lo de cobre) (Bastan:
Rout ledge & Kegan , 1960), pág. 30. Cf.Kitchen , AOOT , págs. 142-144, que enumera los
vocablos egipcios de los textos de las pirámides (V Dinastía) que no reaparecen en la
literatura ex is tente, hasta el período toloma ico (XXX!I Dinastía). Según el "criterio de las
palabras tard ías' ' estos textos d e las pirámides ¡ten drían q ue ser fechadas en el año 300 a.
de. J. C.!) Comenta que ketem (oro), vocablo anotado en el diccionari o de Brown-Driver-
Briggs (BDB) co mo "tardío" . se remonta al sumerio (hacia el año 2000 a. ele. J. C.); Kóróz
(heraldo) y k•raz (procla mar) en arameo bíblico, que so lía clas ificarse como prestado d el
griego keryx (heraldo), parece haberse derivado d el término hurrita kirenzi que fig ura en
un documento de Nuzi de alrededor d el año 1500 a. de J.C.; 21Jemer, pal a bra que traduce
"vino", y solfa clasificarse como tardía en el hebreo y arameo bíbli cos, está confirmada
como ugarílica y se la ha hallado en textos de Mari del siglo XV II I. En cuanto a qibbeJ,
" recibir", que Eissfeldt citó para probar que Proverbios 19:20 era " tardfo", Kitchen seflala
que esta palabra figura en una carta de Tell el-A marna (hacia el alio 1390 a. de J.C.)
enviada por el rey d e Siquem a Faraón (AOOT, pág. 145).
P ALABRAS T AlillfAS Y ARAMEISMOS COMO CRITERIO PARA UNA D IVISIÓN EN
LAS F UENTES DE Ü RIGEN 151

bablemente la traducción y explicación se hacía en idioma arameo, que


en ese momento era el idioma vernáculo de la población judía. Pero
antes del exili o, s olamente la nobleza educada y los func ionarios
civiles comprend ían el arameo, como podemos colegir de l incidente
occurido en el año 701 a. de J. C., cuando se le recomendó al Rabsaces
asirio que hablara en arameo, no fu era que los soldados judíos que
estaban cerca entendieran lo que decía si hablaba en hebreo (2 Reyes
18:26). Por lo tanto es impensable, argumentaban los seguidores de
Wellhau sen, que cualquier texto hebreo auténtico anterior al exilio
hubiera contenido ararneísm os .
Pero esta suposición de que el arameo y el hebreo se preservaron en
herméticos compartimentos antes de la cauti vidad ha quedado total-
mente desacreditada por los rec ientes descubri m ientos arqueológicos.
Por ejemp lo, la inscrip ción de l rey Zak ir d e 1:-Iam at, com puesta
alrededor del año 820 a. de J. C. (Ephemerís f ür Se mitisch e Epígraphik
3:3 de Lidzbarski) denota una asombrosa mezcla de cananeo (o hebreo)
en su texto arameo. Por ejemplo, para el voca bl o " hombre" utiliza el
hebreo 's, en lugar del habitual arameo 'ns; emplea el hebreo 'ns ' para el
verbo " levantar," en lugar del arameo nt/. De la misma manera, la
inscripción de Panamu, de la primera mitad del siglo VIII, com puesta
en el principado de Ya'udi al norte de Siria muestra la misma intro-
misión de las formas hebreas o cananeas; por ejemplo, 'nk en lugar de
'n' por "yo" , ntn en lugar de y hb por "dar"; sm en lugar de tm ' por
"allí"; y ysb en vez de ytb por "sentarse, morar" .
Debemos señalar que estos hebraísmos en el aram eo no pueden
catalogar se como peculiaridades del aram eo judaico, pu esto qu e estas
inscripc ion es fueron hechas en region es no judías bastante alejadas de
Palestina. Que esta mezcla de cananeo y aram eo viene de m uy antiguo
lo indica la litera tura ugarítica de Ras Samrah correspondiente al siglo
XV a. de J. C. El ugaríti co era un dial ec to semí tico occ idental
estrechamente emparentado con el hebreo y, si n embargo, tan anti-
guamente como en los días de Moisés hallamos una introm isión tal
de arameísmos como para dar a los eruditos bases para argumentar
que el ugaríti co era básicamente un dialecto arameo que absorbió
numerosos canaan ismos.
El relato del Génesis deja claro que las influencias arameas se de-
jaron sentir sobre el hebreo desde los comienzos. Luego de su larga
permanencia en Harán, donde se hablaba el arameo , Abraham y toda su
familia seguram ente dominaron ese idioma antes de emigrar a Canaán,
donde gradualmen te adoptaron el lenguaje de su s habitantes. Rebeca,
la esposa de Isaac, era oriunda de Padan-aram, donde se hab laba el
arameo; lo mismo cabe decir de las dos esposas de Jaco b, Lea y Raquel.
Cuando Labán , el tío de Jacob, lo alcanzó en Ga laad, nos relata Génesis
3 1 :47 que Labán denominó al montón de piedras Yagarsah 0 düta (el
152 R ESEÑ A CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAM ENT O

majano del testimonio), en tanto que Jacob le dio el mismo nombre,


pero en idioma cananeo : Gal'ed) (Galaad). En el período que corre entre
la conquista y el reinado de Saúl (1400-1000 a. de J. C. ), tuvo que haber
sido mínimo el contacto con los pueblos de idioma arameo, pero con la
expansión del poder hebreo en el tiempo de David y Salomón hasta los
lindes de Hamat y la orilla occidental de Eufrates, seguramente hubo
un rico intercambio de influencias culturales y contactos lingüís ticos
con las ciudades arameas de Damasco, Hadrac, Soba, y Hamat. Particu-
larmente se hubiera notado en el dialecto de las tribus hebreas del
norte, contiguas a estos principados sirios.• Durante los años de la
monarquía unida hubiera sido muy natural que se produjera una am-
pliación del vocabulario hebreo para incluir términos o rasgos gramati-
cales arameos y del norte de Israel , particularmente en el lenguaje
poético. De ahí la relativa frecuencia de arameísmos en algunos de los
últimos salmos davfdicos, en Eclesiastés y en el Cantar de los Cantares.
Estas consideraciones nos dan una buena base para arribar a la
conclusión, en primer lugar, de que la presencia de un arameísmo no es
evidencia s uficien te para asignarle una fecha posterior al exilio al
documento bíblico en el cual aparezca. En segundo lugar, el género
literario indica una diferencia en cuanto a la frecuencia con que
aparece un arameísmo en el texto dado. Por supuesto que si en la
narración en prosa actúa una permanente y sos tenida influencia
aramea que se extienda a los giros idiomáticos y las formas gramati-
cales, entonces puede deducirse con toda validez que el autor hebreo
estaba perfectamente fami liarizado con el arameo. Sin embargo, dicha
s ituación es demostrable únicamente en libros pretendidamente del
exilio o posteriores, como la sección hebrea de Danie l, Esdras, N ehe-
mías y, en cierta medida, de Ester. (Es interesante señalar el hecho de
que no puede demostrarse semejante influencia aramea en los profetas
posteriores al exilio como Hageo , Zacarías y Malaquías. Por alguna
razón prefirieron expresarse en una dicción h ebrea relativamante pura,
a pesar de que el arameo era el idioma prevaleciente en su época.
Probablemente estaban tan im pregnados con el idioma de la Tora que
inconsc ientemente se inclinaban en favor de la pureza mosaica cuando
hablaban en el nombre del Señor.)

4. A. Hurwitz señal a qu e el arameo ex istía en varios d ialectos, algunos de los cuales


ejercieron una temprana influencia tanto en Israel como en el idioma hebreo. En la página
236 afirma: "Es muy probable que el arameo que ejerció s u influencia sobre Job -y qu e tal
vez fue el idioma original del libro- era arameo antiguo más bien que el arameo del
período persa. Tal cons ideración también tiene que tomarse en cuenta al estudiar el libro
de Proverbios; es decir, que Jos arameís mos de este libro no son necesariam ente los del
hebreo bíblico tardío . Queda la posibilidad de que los proverbios hayan pasado de nac ión
a nación en arameo antiguo, su lenguaje y estilo original" ("Th e Chro nological Signifi-
cance of Aramai sms en Biblical Hebrew" -La significació n crono lógica d e los " arameis-
mos" en el hebreo bíblico-, publicado en Israel Exploration Journal -Revista israelí de
investigaciones- , 18:4 11968]. págs. 234-40).
P ALABRAS T AROIAS Y ARAMEISMOS COMO CRITERIO PAR/\ UNA D I VISIÓN EN
LAS F UENTES DE O RIGEN 153

Por otra parte, es menester dejar bien sentado que los críticos
documentales han exagerado los elementos arameos descubiertos en
las Escrituras hebreas. Un gran número de vocablos hebreos que dichos
críticos clasificaron como arameos resultaron ser, lu ego de examinarlos
prolijamente, auténticamente hebreos o, de lo contrario, derivados de
dialectos fen icios, babilónicos o arábigos, pero no arameos. Por ejem-
plo, muchos críticos, sin pensarlo dos veces, supusieron que los sustan-
ti vos hebreos terminados en -ón son necesariamente arameos debido a
que dicha terminación es común en el idioma ara meo. Sin em bargo, la
verdad de los hechos es que esta terminación figura frecuentem ente en
el babil ónico y el arábigo y serán necesarias nuevas pruebas para de-
mostrar que no pudo haber sido nativa en el hebreo de las épocas
cananeas;5 y que se derivaba solamente del arameo, y no del babilónico
(acádico) ni del arábigo. De los 63 sustantivos que en el Pentateuco
terminan en -ón o -an (de los cuales se afirma, por lo tanto, que son
arameos), el Targum Arameo de Onquelos traduce so lamen te 12
med iante los mismos sustantivos que terminan en -n ; los 51 restantes
los traduce íntegramente mediante otros sustantivos (la mayoría de los
cuales no terminan en -n). Al mismo tiempo, en todo el Targum de la
Tora, Onquelos exhibe so lamente 63 sustantivos terminades en -n, en
tanto que e l mismo original hebreo cuenta con igual número, es decir,
63. Esta parece una evidencia demasiado débil para demostrar que la
terminación -n pertenece únicamente al arameo ¡y que en h ebreo nece-
sariamente es un arameísmo! (Cf. Wilson, SIOT, págs. 147, 148).
Kautszch, en su obra Die Aramdismen im AJten Testament (Los
arameísmos en el Antiguo Testamento) hizo una li sta de alrededor de
350 palabras del Antiguo Testamento hebreo que eran seguramente,
probablem ente o posib lemente de origen arameo. Resp ecto de esas 350
palabras, Wi lson informa que cien de ellas jamás (hasta el año 1926) se
hallaron en ningún documento arameo, y de las 250 restantes, 135
nunca se hallaron en documentos arameos anteriores al siglo II d. de J.
C. De los 115 resta ntes que se han hallado en documentos an teriores a
esa época, se ha comprobado que 75 perten ecen al babilónico, a l arábi-
go, al fenicio o al etiope (como asimismo al hebreo y al aram eo), lo cual
deja el interrogante de saber quién tomó de quién, ¿o todas derivaron de
la misma lengua semita madre? (Cf. SIOT, págs. 155, 1 56.) Wilson
señala tambi én que 50 d e los 350 vocablos "arameos" de Ka utzsch
figuran en el Pentateuco; pero de estas 50 palabras, solamente 24 son

5. Según las ev idencias egipcias se ha podido estab lecer. co n absoluta cBrleza, que la
terminación -n existfa en e l lenguaje cananeo antes de la conqui sta is rae lita. Al relatar sus
conquis tas en Palestina. el egipcio Tutmosis Ill anotó no menos de di ez y siete ciudades
con terminación -n (1475-1450 a. de J.C.). En las Cartas de Tell cl-Amarna (1400-1370 a.
de ).C.) fi guran 36 ciudades cuyos nombres terminan en -n. ¡En este caso queda e lim inada
toda posibilidad de pa labras cedidas por el arameo!
154 RESEÑA C RíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

empleadas por Onquelos en su Targum arameo de las Tora. Sería natu-


ral esperar que vocablos auténticamente arameos hubieran sido en-
tusiastamente adoptados y utilizados para la traducción al arameo,
pero resulta que fueron u til izados menos de la mitad. En realidad ,
algunas de esas llamadas palabras arameas pudieran haber resultado
obsoletas para la época de Onquelos, pero un a pérdida del 54 por
ciento va mucho más allá del ritmo normal de cambios de vocab los en
el curso de alrededor de seis siglos. Además , las raíces de 16 de estas 24
palabras de Onquelos , figuran también en babilónico o arábigo.
Por lo tanto se plantean serias dudas en cuanto a la mayor parte de
estos 350 "arameísmos" anotados por Kautszch. 6 En casi todos los
casos estas pa labras figuran en libros hebreos siete siglos más antiguos
que su primera a parición en documentos arameos existentes. Ocurre
que hay una lamentable exigüidad de material arameo de los siglos
precristianos, pero la clasificación de vocablos hebreos como arameís-
mos debe ser establecida sobre bases más sól idas que las meras con-
jeturas de los eruditos. Si recordamos que los críticos, basados en los
arameísmos, han asignado alrededor de 1500 versícu los de la literatura
anterior al ex ilio a una fecha posterior al exilio, es razonable exigir una
documentación escrita para verificar el status arameo de estas palabras.
En realidad , aun aparte de ta l documentación , hay algunas pruebas
lingüísticas por las cuales un auténtico arameísmo puede ser distin-
guido en el h ebreo . Es decir, si la palabra en cuestión co ntiene una de
siete consonantes denunciadoras de su origen, y si esa m isma raíz
existe en otras lenguas semíticas, es habitualmente posible decir si una
palabra es auténticamente aramea y si fue utilizada por el au tor hebreo
como un extranjerismo.
Las consonantes significativas del siguiente cuadro las hemos ano-
tado en arábigo (que generalmente guarda la pronunciación semítica
más primitiva), hebreo y arameo, con un vocablo de muestra para ilus-
trar cada camb io. Al comienzo de cada hilera figura el s ignificado de la
palabra. (D representa un sonido interdenta l; s es sibilante fuerte; t se
pronuncia como zeta; ~ se pronuncia como tal pero gutural; ~ es una
ese intensa, dental; t se pronuncia en forma gutural; g se pronuncia en
forma gutural con tensión en los músculos de la garganta; J:¡ es un
sonido gutural semejante al de la K.

6 . En la His torische Gra mmatik der Hebrii ischen Sprach e des AJten Teslaments, de
Bauer-Leander, vo l. 1. sec. 22, hallamos esta significativa afi rmació n (traducida) : "Puesto
q ue contamos solamente con inadecuado conocimiento del vocabulario hebreo, d ebido a
la escasa extens ión de la literatura del Antiguo Testamento. sería precip itado (voreilig)
cons iderar si n más ni más como arameas todas las palabras que solamente aparecen en
escritos tardíos; al final de cuentas cabe la posibi lidad de que sim plemente no fueron
utilizadas en los escritos más antiguos. So lamente pueden ser reconocidas como tales,
con absoluta seguridad, cuando su fonética indique que son arameas. Pero en numerosos
casos no existen sólidas bases para abrir juicio ."
PALABRAS T ARO!AS y ARAI-.fEISMOS COMO CRITERIO PARJ\ UNA DIVISIÓN EN
LAS f UENTES DE ÜRJGEN 155

A RÁBIGO HEBREO A RAMEO


(1) "sac rifi ca r " dabal)a zabal) o•bal] (cj-z-d)
(2) " rom per " tabara soba r t•bar (~-s- 1)
(3) " mira r ", "vigilar" na ;¡o; ara na ~a r n•ta r ( '?-s-t)
(4) " territo ri o, país" 'arQ.un 'e r es 'ora' (d-~- ')

Según es te c uadro s implificado resulta claro d e qué m an era un


vocablo h e breo que co ntiene una d e es tas c u a tro s ignificativas con-
sonantes pu ed e ser d e tec tado como u n p rés ta mo a ra meo. P o r lo ta n to ,
s i una p alabra que d e be mos trar una z aparece e n vez d e e llo con u n a d
(1 ), o e n luga r d es a p a rece con una t (2), o en lu gar d e u n a~ apa rece con
u n a t o ' (3) (4). e n to d os esos caso s pued en ser pa la bras cedid as p or el
arameo . Wi lso n (SIOT, pág. 1 42) cal c ul a q u e h ay 18 rafees e n el h e breo
b íblico q u e ta mbién figura n e n e l arábigo y e n el a rameo con e l cambio
d e con son a nte i ndicad o e n (1 ), 18 con el ca mbio de conso na nt e indica-
do e n (2), nu e v e con e l indicado e n (3) y on ce con e l indicad o e n (4). No
obsta n te estos 5 6 caso s, Wils o n e n cuentra solame nte c inco qu e p asa n la
pr u eba de cambio de conson ante p a ra u n a ra m eísm o: nada r , "jurar";
'a Lar, " abund a r " ; pllél , "cu brir"; (Neh e mías 3:1 5); b<ró t, " ci p r és" (Can-
Lar de los Cantares 1 :1 7); y m•dibaL , " ha cer m a n a r" (Levítico 26 :16);
a unq u e W ils on arguye qu e a u n es ta ú ltima pa la bra rea lme nte prov iene
d e una raíz da'a b , "ser d ébil " (y p or lo tant o no co rres p o n dería al
ca mbi o d e co nsonante No. 1). Sola m e nte cua tro o c inco raíces pued en
fác il m e nte exp licarse con base en las rel acion es inle rc ul tura les, y no
h ay ra zón a lg una qu e jus tifique recurrir a u n fech ado po s te rior a l exilio
pa ra esas c u a tro ra íces q u e figuran e n li bros ante r io res al exil io.
Pa ra fi na li za r e l t ra ta m ie nto de este punto , h ace mos una breve cita
d e Gramm a r of Mish na ic H e brew (Gra m á ti ca de h ebreo m is n a ico) d e
M. H . Sega l: " Ha s ido costu m bre e ntre los escri to res de esta tema rotu-
lar co m o a ramefsmo toda pa labra h ebrea in frec u e n te q ue se repite con
c ie rta frecu e n c ia en los d ial ectos aram eos. La m ayor parle de estos
a ra m eísm os son tan o ri und os d el h ebreo como lo son de l ara meo. Y
muc h os de e llos se e n c u e n tran ta m b ié n e n otros id iomas sem íticos."'
Nó tese tam bi é n q u e Nor man Snaith h alló solamente tres o cuatro de los
41 pre te ndi dos a r a m e ísm os d e Job, genuina m e n te d emos tra bles co m o
ta les e inexis te ntes e n los primeros li bros de la Bib lia h e brea. Afir ma :
" Soste n e m os que s i ha llamos una ra íz en o tro si tio que no sea e l
ar a m eo, y s i se observan las r eglas r esp ecto a la tra nsform ación d e las
con son a ntes, e n ese caso la palabra no es un a r a me ísm o. S os tenemos
qu e es una pala bra poco frecuente o rar a re tenid a e n la m e mor ia d e lo s

7. Segal. Grommor of the Mishnoic Hebrew (Gramática del hebreo misnaico). (Nueva
York: Univers idad de Oxford , 1927). pág. 8.
156 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TEST AMENTO

escritores literarios, los sabios de Israel, los que tenían pretensiones


culturales y que estaban al tanto de la literatura de otros países de la
Creciente Fértil."8

8. Snaith, The Book of Job (El libro de Job), (Naperville, JI!.: All enson, 1968), pág. 104.
CAPITULO 11
RECONSTRUCCION DE LA HISTORIA
HEBREA SEGUN WELLHAUSEN, EN LOS
PERIODOS PREPROFETICO Y PROFETICO
Para poder comp lementar las indicaciones más bien breves del
capítulo 6 sobre la reinterpretación de la h is toria rel igiosa hebrea de-
sarrollada por los documentalistas del siglo XIX, será útil examinarla
aquí con mayor deta lle y analizar sus pu ntos débiles. Por creerlo con-
veniente, d ivid iremos este estudio en dos partes; el tratamiento del
período sacerdotal lo dejarem os p ara el ca pítulo 12 .
Reco rde m os qu e l a escue l a de We l lha use n co n s ide ra ba a l
documento J (8 50 años a. de J. C.) y a l documen to E (75 0 años a. de
J.C.) como las porciones escritas más an tiguas del Pen tate uco. Re pre-
sentaban las fases más antiguas del período profético (aparte de los
profetas orales que se remon taban a los días de Samu el). Del tiempo de
los ju eces, de Moisés y de los patriarcas tenemos solamente, de acu erd o
con esta teoría, trad iciones pervertidas o mutiladas, trans mitidas de
palabra a lo largo de un período de muchos siglos y que finalmente
adquirieron forma escrita en los documentos J y E. ¿De qué manera
estas trad icion es orales p odrían ser tamizadas científicamente para
separar los hechos originales de los agregados legen dari os o pre-
juiciados? Los documentalistas hallaron un método ideal en la metodo-
logía de la filosofía hegeliana y en el evolucionismo darviniano que en
ese momento estaban en su apogeo en los círculos fil osóficos.
Como A. Noordtzy, de Utrech , lo señalara en su trabajo " The Old
Testament Problem" ' (El problema del Antiguo Testamento), el siglo
XIX estuvo dominado por un punto de vista antropocéntrico. Se con-
sideró al hombre como un fin en sí mismo, y Dios existía solamente
como un medio para ser u tilizado en beneficio del hombre. La idea de
la evolu ción cauti vó el pensam iento de aqu ellos d ías, y se pensó qu e
proveía la mejor clave para la comprensión de la his toria y también del
futu ro . A la religión se la trataba solamente desde el punto de vista de

1. Noordtzy. traducido en Bib/iotheca Sacra, vals. 98, 99, Nos. 388-390. 1940-1941.

157
158 REsENA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCióN AL A NTicu o T EsT AMENTO

los beneficios subjeti vos que le brindaba al hombre . Se descartaba toda


posibilidad de una revelación especial de un Dios personal y el aspecto
religioso del hombre debía explicarse como un proceso natural de de-
sarrollo, como una mera expresión de su actividad cultural. Puesto que,
según pensaban, un estudio d e religiones comparadas mostraba un
cuadro de progreso permanente , del primitivo animismo o fetichismo
al polidem onismo , lu ego al politeísmo, la m onolatría y finalm ente al
monoteísm o, arribaron a la conclusión que la religión de Israel debió
desarrollarse de m anera semejante. La forma actual del texto de la Tora
hebrea no indica otra cosa que un pu nto de vista mon oteísta, pero esto
se explica p or las modificaciones intro ducidas p or la escuela sacerdotal
del período posterior al exilio , en las antigu as tradi ciones. Estos les
impusieron sus nociones monoteístas plenamente evolucionad as. Aun
J y E perten ecían a una edad dominada p or el mono teísmo de los
profetas del siglo VIII a. de J. C. (a la vanguardia de los cuales estaba
Amós) y ocultaron el an imism o y el politeísmo originales de los pa-
triarcas p ara conformarse a la p osterior teología.
Pero un hábil profesional en el estudio de las religiones comparadas
puede ver las huellas dejadas por las creen cias más primitivas, y pon er
al descubierto los agregad os monoteístas . Procediendo sobre la suposi-
ción d e qu e la r eli gió n de Isr ae l tu vo un or ige n natur a l - no
sobrenatural-, estos anali stas del siglo XIX (tales como E. B. Taylor,
Schultze y W. Robertson Smith) exp lotaron los más mínimos detalles
de los antiguos registros que pudieran ser reinterpretados para indicar
una fe submon oteísta .'
2. A este res pecto debemos mencionar el hecho de que algu nos eminentes antropó logos
de este siglo d isien ten del pres upuesto evolucionista en cuan to al animismo y al po liteís-
mo originales, y han descubierto significativas evidencias de fo rmas religiosas más puras
en períodos remotos de la h istoria del hombre. Por ejemplo , Wilhelm Schmidt, en Der
Ursprung der Gottesid ee (1 9 1 2-1936). ha d emostrado, a fuerza de concienzuda y prolija
investigación an tropológica. que al menos en algunas primit ivas culturas h ubo u n
monoteísmo original que degeneró luego en sucesivas etapas, de jando s us huellas en la
noción de seres su premos y ''elevados" dioses co mo testimon io de ello, en amplias y
desparramadas zonas de población humana . Albright (SAC, págs . 1 70-171 ) afirma que
dichas investigaciones son concluyentes y d ice: "No cabe du ela ele que Fr. Schm iclt ha
logrado refutar ex itosamente la simpl e progresión evol ucionista establecida p rimero por
el positiv ista Compte, feti ch ismo-politeísmo-monoteísmo o el ani mismo- pol iteísmo-
monoteísmo de Taylor. "
T . ]. Meek se refiere al argumento desarrollad o por Lagran~e y La ngdon de qu e el d ios
sumerio An o Anum (defin ido más adelante como dios del cielo) era consid erado, al
comienzo , como el único y solo d ios, porque es el único cuyo nombre no va preced id o
por ningún signo d eterminati vo d e d ios (en tanto q ue los nombres de otras deidades están
preced idas por el signo de la estrella que por sí mi sma d eletrea el nombre An). Pero a
medida que los sumerios cayeron más adelante en el politeísmo. pensaron en s us nu evos
d ioses simplemente como formas o manifes taciones d e An, el único dios verdadero, y
sólo más adelante los concibieron como d eidades totalmente d iferentes. De manera simi-
lar Lagrange y Langdon sostuv ieron que también los semitas tuvieron un solo dios. Il u o
El (un buen término hebreo para expresar la idea de Dios). que más adelante se d efinió
meramente como un d ios-cielo, en tanto que cada nuevo d ios que se agregaba al panteón
era otro El o d ios. Pero todo esto, piensa Meek, es puramente conjetural, porque tanto los
s umerios como los acad ios escribieron los nombres de s us d ioses sin el An- o ll u- deter-
minativo (J-lebrew Origins -Orígenes d el hebreo-). págs . 1 88-190.
RECONSTRUCCIÓN DE LA H ISTORIA HEBREA SÉGUf' W ELLIIAUSE:-<. EN LOS
P ERÍODOS P REPROFÉTICO y P ROFÉTICO 159

Se hizo depender mucho de la supuesta analogía del desarrollo


re ligioso de las nacion es no israelitas en el antiguo Cercan o Oriente. En
Egipto , por ejem plo, por un proceso de sincretismo (que ex pli ca que un
grupo de dioses similares no son otra cosa que ma nifestaciones o fases
de un solo y básico dios) los egipcios ascendieron del exuberante
politeísmo de una época anterior a un nivel s uperior que ll egó muy
cerca de la monolatría en la Dinastía XVIII, cuando Amón-Ra fu e ex-
altado como la suprema divinidad, de quien todos los dioses men ores
no eran o tra cosa que fases secundarias. Esto, a su vez, preparó el
camino para el cas i mon oteísmo del rey Aknatón (13 87-1 3 66 a. de J. C.).
que representó el más alto nivel de la religión egipcia. 3 En Babilonia
hallamos un desarrollo supuestame nte s imilar en la elevación del dios
Marduk a la supremacía, lo cual sometió bajo su domin io a todas las
otras deidades. En Grecia, el pintoresco politeísmo de Homero dio
lugar, s iglos después, a las filosofías monoteístas de Jenófanes y Platón
(que tantas veces se refirieron a ho theos, el dios). El ava nce hacia el
monoteísmo, por lo tanto, fue simplem ente parte de un proceso evo luti-
vo gen era l por el cual debió transitar Israel, co mo todas las otras
naciones.
Sin embargo, permanece el hecho de que los datos con que con-
tamos sobre religiones comparadas hacen totalme nte insostenible este
argumento de ana logía. Es un h echo indisputable de la historia que
ninguna otra nación (aparte de las que fueron influidas por la fe hebrea)
desarro lló jamás una verdadera religión monoteísta que lograra la adhe-
sión to tal de s u pueblo. Es posible señ alar figuras aisladas como Akna-
tón y Jen ófanes (los cuales también hablaron de "d ioses", en plural),
pero es un hecho incontrovertible que ni los egipc ios, ni los babilonios ,
ni los griegos, jamás abrazaron un a fe manteísta a ni vel nacional. Hasta
los días de Cristo y los apóstoles, los habitantes de esos territori os y de
todas las otras naciones de que ten emos conocim iento, es taban total-
mente entregad os a las creencias en numerosos dioses y diosas, y ha-
bían com puesto un panteón de gobi erno celesti al. Creían en dioses del
cielo, dioses de la luna, dioses de las aguas, dioses de la tierra, y todo lo
demás, de la misma manera que creyeron sus antepasados miles de
años atrás. En tanto que las escuelas filosóficas pueden haber reducido
los dioses a una esencia impersona l (tal como los esto icos), o negado
totalmente la existencia de Dios (como los epicúreos), o simplemente
ocupado el término medio del agnosticismo, las grandes masas de sus
semejantes continuaban aferrándose a la creencia en las d eidades de

3. En realidad de verdad, por su puesto, la teoría de que el rey ele Egipto era la enca rna-
ción d el dios-sol. y por lo tanto, él mis mo era un di os, conti n uó vigente au n en el caso d e
Akhnatón hasta después el e las reformas religiosas . Por lo tan to. y desde ese punto d e
vista, no es apropiado hablar de s u posición teológica como "verdadero monoteís mo", si
bien se aprox imaba mu cho a ello.
160 REsEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCióN AL ANTIGUO TESTAMENTO

sus antepasados, junto a un surtido de dioses extranjeros (importados


de Egipto y Asia) para dar a su religión una pincelada de colorido
exótico.
Este es el veredicto de la historia: solamente Israel apareció con una
religión monoteísta a nivel nacional. Este hecho exige una explicación
razonable en vista del ab soluto contraste que la nación hebrea exhibía
ante todos sus vecinos en la antigüedad. La dificultad no se reduce con
atribuirle un origen politeísta a la religión de Israel, pues lo único que
hace es acentuar el problema al tener que explicar de qué manera el
politeísmo de Israel-y solamente el de Israel- dio paso al monoteísmo.
(Ya que la fe cristiana y la religión del Islam se desarrollaron direc-
tamente del monoteísmo h ebreo, no constituyen excepción alguna para
la unicidad de la religión de Israel.) Personalmente no vemos ninguna
otra explicación razonable a este h ech o aparte de la que nos brinda el
testimonio del Antiguo Testamento, es decir que Israel obtuvo su fe
monoteísta por directa revelación de Dios. No fue el producto del natu-
ral "genio religioso" hebreo (como a menud o se afirma), porque la
Escritura más bien hab la de un genio h ebreo dado a la irreligiosidad y a
la apostasía. Menciona la inclinación y predisposición de los antiguos
israelitas a adoptar el politeísmo de sus vecinos paganos y abandonar el
pacto que convinieron con Jehová. Por lo menos hasta la época del
exilio (587 a. de J. C.), la Escritura h ebrea afirma que, primero las diez
tribus del norte, y luego las dos tribus del su r, constantemente se entre-
gaban al culto de degeneradas deidades extranjeras y procuraban apar-
tarse de la Palabra revelada de Dios . El hecho de que no se apartaron en
forma definitiva se debe al poder obstaculizador de la gracia de Dios y a
su continuo mensaje por medio de los profetas.

EL P ERIODO PREPROFÉTICO SEGÚN W ELLHAUSEN

Siguiendo los prin cipios directrices que dan las pautas al estudio de
las religiones comparadas, pudieron los for jadores de la hipótesis
documental , "descubrir" vestigios de una religión inferior en la primi-
tiva fe de Israel. Se vislumbra el animismo, por ejemplo, en el relato
según el cual Jacob durmió en Bet-el utilizando una piedra por almoha-
da (Gén esis 28: 18); sin duda alguna esa piedra era un objeto de culto ,
algo así como la sagrada piedra negra de kaaba en la Meca. También el
culto a las piedras seguramente yace tras el relato del majano que
erigieron Jacob y Labán en Galaad (Génesis 3 1 :47) . ¿Acaso no erigían
los idólatras can aneos pilares de piedra al lado de sus altares en los
lugares altos , en la creen cia de que el Baallocal moraría en la piedra y
saldría de allí para regalarse con sus sacrificios ? El hecho de que los
idólatras israelitas siguieran las mismas prácticas cuando ocuparon los
lugares altos de los cananeos habla de su adhesión al culto a las pie-
dras, aun en los últimos estadios d e la monarquía dividida.
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA SÉGUN WELLIIAUSEN. EN LOS
P ERÍODOS PtlliPROFÉTICO y PROFÉTICO 161

En cuanto al culto a los árboles, aun la idealizada figura de Abra-


ham, s i es que realmente existió (y algunos críticos, como Noldeke, lo
cuestionan), depositaba su fe en los árboles sagrados. Veamos la re-
ferencia a su estadía bajo el " encino de More", en Génesis 12 :6. (More,
en este caso, significaría maestro, de hórah, enseñar, porque los de-
votos podían oir al árbol que les hablaba con el s usurro de las hojas al
moverse con la brisa, de la misma manera que lo hacían los robles de
Zeus en Dodona.) Más adelante lo hallamos ins talado en el "encinar de
Mamre ", en Génesis 14:13; también debió adorar esos árboles . En épo-
cas postmosaicas, tenemos el significativo caso de la profetisa Débora,
que insta ló su centro de operaciones bajo una palmera sagrada (Jueces
4:5). En la legislación atribuida a Moisés se hallan otros vestigios de
animismo. Por ejemplo, en Exodo 20:25 figura una disposición según la
cual todo altar erigido a Yahvé debe ser de piedras no labradas. ¿Por
qué no labradas? Para evitar la posibilidad de grabar símbolos de culto
en el a lta r (como se infiere naturalmente después de una orden contra
las imágenes grabadas), ¿o sería para evitar ofend er al daemon que
supersticiosamente se s uponía habitaba en la piedra en su estado natu-
ral, no labrado? Por s upuesto que para los esp ecialistas en el estudio de
las religiones comparadas, esta última explicación sería la razonable.
De la misma manera, el mandamiento de Levítico 19:9, de evitar segar
hasta el último rincón del campo de trigo, respondía a la razón original
de no ofende r al esp íritu de la vegetación que se creía residía en las
espigas de trigo paradas; la razón ostensible qu e se da en P (de entregar
un poco de trigo a los menesterosos y desamparados de la comunidad)
fue un refinamiento posterior.
En cuanto a la idolatría, la reconstrucción documental de la historia
hebrea podría hallar abundantes evidencias de que la religión del pri-
mitivo Israe l era tanto idolátrica como politeísta. A dichos críticos no
les cabe duda de que el culto al becerro de oro (Exodo 32) fue respalda-
do por Moisés (especialmente si consideramos la imagen como una
representació n del propio Yahweh para el culto. De lo contrario se
hubiera protestado enérgicamente en el año 930 a. de J. C., cuando
Jeroboam I de Israel erigió las imágenes de becerros en Bet-el y Dan,
medida a la cual jamás hubiera recurrido si h ubiera habido una ley
mosaica escrita que prohibiera la idolatría. Fue más tarde, bajo la in-
fluencia de la nueva escue la profética monoteísta del período E (y más
tarde aún con la escuela sacerdotal, por supuesto) , cuando la antigua
tradición fue alterada para hacer que Moisés desaprobara el cu lto al
becerro, y responsabi lizar de ello a la posteriormente inventada figura
de Aarón .
Sostienen los críticos que Elías no conden ó la erección de estos
becerros de Jeroboam (hacia los años 860-850 a. de ]. C.), lo cual de-
muestra que no estaba escandalizado por el culto a Jehová que se reali-
162 RESEÑA C RÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

zaba con imágenes. (Puesto que no tenemos virtualmente ningún re-


gistro de las predicaciones de Elías, la anterior es una aseveración
sumamente cuestion able . Pero sí tenemos registrada la directa conde-
nación de la imagen y del altar de Jeroboam en Bet-el, por boca de un
anónimo profeta judío de un a gen eración anterior a Elías, de acuerdo
con l Reyes 13.) Se aduce que ni siquiera Amós conden ó los becerros.•
Sin embargo esta afirmación se opone a la condenación de los cultos
efrateos que hall amos en Amós 3:14: "El día qu e castigue las rebeliones
de Israel, castigaré también los altares de Bet-el; y serán cortados los
cuernos del altar , y caerán a tierra." En cuan to a la serpiente de bronce
de Moisés (Números 21 :8-9), conservada hasta la época de Ezequiel en
el santu ario nacional [cf. 2 Reyes 18:4), la escuela de Wellhausen con-
sideró que era un ídolo p erfectamente respetado del d ios- serpiente de
la tri bu de Leví,S hasta el siglo VIII a. de J.C., cuando el partido profético
monoteísta logró e l domin io en Judá, y Ezequ ías lo destru yó . Pero esto
es pura conj etura, d esprovista de cualquier evidencia objetiva.
Los mismos críticos afirman con certeza que los sacrificios de n iños
contaban con la sanción favorable de la p rimitiva fe del antiguo Israel.
La provisión de Exodo 22:29 U-E) de qu e el hijo primogénito debía ser
redimido por una ofren da especial presupone qu e los primogénitos
eran sacrificados en el altar, al igual qu e los primerizos del ganado. No
fue sino en la época de O [sostienen) cuando se hizo una clara distin-
ción entre unos y otros. [Sin embargo , véase Exodo 13:1-2, pasaje P,
donde no se establece una distinción más clara entre h ijos primogéni-
tos y primerizos del gan ado que en Exodo 22:29). El principio perfec-
tamente razonable , enunciado por el texto hebreo, de que Dios exigió
del primogénito un grado de propiedad especial por haber protegido a
todos los primogénitos hebreos durante la noche de pascua, se pasa por
alto totalm en te como una mera racionalización "sacerdotal".
El antiguo Israel, de acuerdo con estos críticos , n o contaba con ley
escrita alguna (aunque los sumerios, los babilonios, los asirios y los
hititas cod ifi caron sus leyes en ép ocas que se remontan a los días de
Moisés o antes), y la más antigua legislación que tenemos preservada en
la Tora es el den ominado decálogo ritual de J, que se halla en Exodo
34:11-26. Aparte del hecho de que este pasaje comienza sin fórmula
introductoria alguna como decálogo y de que en realidad no son diez
mandamientos sino ocho , es improbable , en grado sumo , que la ley
fundamental escrita del pueblo hebreo (en una época tan tardía como el
año 850 a. de J. C.) hubiera omitido toda sanción contra el asesinato, el
adulterio, el hurto, el frau de y la deshonra a los padres . Y, sin embargo,

4. W. R. Smith , citado en Prophets of Israel [Profe tas de Israel). Moses Buttenweiser


[Nueva York: Macmi llian. 1894) , pág. 175.
5. Meek, págs. 122-123.
RECONSTRUCCIÓN DE LA HISTORIA HEBREA SÉGUN W ELLHAUSEN. EN LOS
P ERÍODOS P REPROFÉTICO y P ROFÉTICO 163

ninguno de estos delitos se mencionan en este denominado decálogo, a


pesar de estar todas sancionadas y codificadas en el código babilónico
de Hammurabi (hacia el año 1700 a. de J. C.), como asimismo en los
códigos de los hititas y de los sumerios. El capitulo 125 del Libro de los
muertos, egipcio, registra virtualmente todos estos delitos como con-
fesiones negativas que se esperaba las habría de proferir e l difunto ante
el tribunal de los dioses-jueces del otro mundo. ¿Es de creer que
solamente los hebreos estuviesen tan atrasados como para no condenar
semejantes pecados, en momentos en que sus vecinos paganos, con
quien es estaban más en contacto , los habían condenado en los escritos
de su literatura, tanto legal como religiosa, m il quinientos años antes?
(El núcleo principal del Libro de los muertos se remontaba por lo
menos a esa edad.) Esto excede la credulidad hasta de los más devotos y
entusiastas adherentes del naturalismo científico.
Los documentalistas discernían en el período preprofético un de-
sarrollo que iba del grosero politeísmo del período patriarcal a una
clase demonolatría por la cual las tribus hebreas progresivamente rin-
dieron su lealtad solamente a Yahvé, como su propio dios nacional. Sin
embargo, el trasfondo plural de este dios fu e traicionado por el estado
plural del vocablo que más comunmente utilizaban para " Dios". es
decir Elohim, con su terminación plural -im. (En realidad debe ser
considerado, con más propiedad, como el plural de majestad.)" En el
período de los jueces hallamos a Jefté que negocia con los amonitas en
estos términos Uu eces 11:24: "Lo que te hiciere poseer Quem as tu dios,
¿no lo poseería tú? Así, todo lo que desposeyó Jeh ová nuestro Dios
delante de nosotros, nosotros lo poseeremos ."); pero resulta obvio,
dada la situación, que Jefté no hablaba como un teólogo, sino como un
diplomático extranjero que n egociaba con e llos en térm inos que en-
tenderían, cuando apeló a s u sentido de juego limpio. El mismo rey
David reconoc ió la existencia de otros dioses, en 1 Samu eJ 26 :1 9 : " Me
han arrojado hoy para que no tenga parte en la heredad de Jehová,
dicien do: Vé y sirve a dioses ajen os." (Pero esta expresió n era sim-
plemente el equivalente antiguo de "servir bajo otra bandera"; aun el

6. Cf. el comentari o d e Gesenius-Kautzsch-Cow ley, Hebrew Grammor (Gramática he-


brea), (Oxford: Clarend on, 1966), sec. 124g: " The plura/is excelJenliae o maistat is, como
ya se indicó es estrictamente una variante del plural abstracto, puesto que hace un
resumen de las diversas característi cas que pertenecen a la idea. aparte de poseer el
segundo sentido de u na identifi cación de la idea original ... Así especialmente Elohim,
Deidad, Dios (para d iferenciarlo de l plural numérico dioses, Exodo 12:12, etc.). La
suposición de que Elohim ha de ser considerado meramente como un vestigio de ideas
politeístas anteriores (es decir, como si ori ~inalm ente h ub iera sido so lamente un plural
numérico) es, por decir lo menos, im probable y, sobre todo, no podría explicar los
plurales análogos." La siguiente sección cita como otros ejemplos q•'dóshim, ("el Santísi-
mo" (solamente con res pecto a Yahweh). Oseas 11:9; Proverbios 9:10; 30:3; •donim
(Señor, Jehová de los ejércitos). e[. lsaías 19:4 (donde "dónfm, está acompat'lado de un
adjetivo singu lar, gasheh, cruel) ; y b•'ólim. señor, dueflo (de esc lavos. ganado o cosas
inanimadas). p. ej. , Exodo 21:29; Isaías 1:3.
164 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

monoteísta autor de Deuteronomio utiliza este tipo de lenguaje: "Je-


hová le llevará ... a nación que no conociste ni tú ni tus padres; y allá
servirás a dioses ajenos, al palo y a la piedra" [Deuteronomio 28:36].
Aqu í el servicio a dioses ajenos sim plemente se refiere a la servidumbre
en un territorio dominado por una falsa religión pagana.)
Los seguidores de Wellhausen también insisten en que Oseas 3 :4 :
"Porque muchos días estarán los hijos de Israel sin rey, sin príncipe,
sin sacrificio, sin estatu a [ritual], sin efod y sin terafines," implica que
las idolátricas estatuas y los terafin es (dioses familiares) eran conside-
rados por Oseas como legítimos, ya que el rey y el sacrificio, y lo demás ,
van juntos en esta cláusula. Por el contrario, sin embargo, la minuciosa
atención al contexto demuestra que todo lo ritual anotado en este ver-
sículo es considerado por el autor com o ilegítimo, y estaba bajo la
sentencia condenatoria de Dios: La dinastía israelita no san cionada (cf.
Oseas 8:4: "Establecieron reyes pero no escogidos por mí"), el sacerdo-
cio n o levítico, los sacrificios inaceptables n o ofrecidos en el altar de
Jerusalén, y todo lo demás. Este versículo no entraña ninguna legitimi-
dad, al fin y al .cabo, porque el versículo siguiente establece que en los
últimos días los israelitas se volverán a su verdad ero Dios y a David , su
legítimo rey, y adorarán con toda pureza y santidad , como no lo hacían
en esos momentos.
Tales son las bases textuales sobre las que la alta crítica reconstruyó
la historia religiosa de Israel previa al surgimiento de los profetas escri-
tores. Los citados argumentos ofrecen un apoyo notoriamente débil
para sostener la teoría del primitivismo y del politeísmo en el período
posterior a Abraham , y todos sus textos, supuestamente probatorios,
llevan a una interpretación totalmente diferente, que se ajusta mejor al
resto de las evidencias.

EL P ERIODO PROFÉTICO SEGÚN W ELLHAUSEN

Comenzan do con Amós , consid erado por los críticos de esta escuela
como el más antiguo d e los profetas escritores, se supone un cambio de
dirección revolucionario en el pensamiento religioso israelí. Este pen-
sador de facultad es creadoras, oriundo de las regiones montañosas
rurales de Judea, apareció con una nueva idea que distinguiría toda una
época, la idea del monoteísmo: ¡no hay otro Dios aparte de Jehová, y
todos los dioses paganos no son más que productos de la imaginación !
Los seguidores de Amós, entre quienes se cuentan Oseas, Isaías y Mi-
queas, abrazaron con entus iasmo la causa de este h incapié en el
monoteísmo, y contribuyeron a su triunfo final en la religión de Israel.
En tiempos de Jeremías, este movimiento produjo su clásico manifies-
to: el libro del Deuteronomio, en el cual se proclamó la unicidad y
supremacía de Jehová con fervor profético, y luego se lo atribuyó a la
REcoNSTRUCCióN DE LA 1-IISTORJA H EBREA SÉCUN WELLHJ\USEN. EN ws
PERioDos P REPROFtnco v PROFÉTICO 165

venerable figura de Moisés. En muchos aspectos, de ac uerdo con estos


críticos, este período profético (760-587 a. de]. C.) significó el momen-
to de mayor pureza en la vida religiosa d e Israel. Según la interpreta-
ción y expurgación del liberal ismo del siglo XIX, estos profetas hebreos
se adherían en gran parte a lo que hoy d enominaríamos evangelio libe-
ral, con su hincapié en la justicia social y la salvación por las buenas
obras o la nobleza de carácter. Desde este punto de vista, el movimiento
iniciado por Ezequiel y la escuela sacerdotal, representaba un retroceso
al rituali smo y forma li smo y un hincapié en las fun ciones sacerdotales,
como los sacrificios propiciatorios.
A este respecto resulta interesante (tal vez hasta di vertido) leer esta
vívida descripción d el cambio radical que se produjo e ntre el período
preproféti co y la era de los profetas, tal como lo expuso Lewis Browne:
Los profetas del s iglo VIII a. de J. C. "transformaron un demonio celoso
que rugía y vomitaba fuego desde el cráter de un volcán en un trascen-
dente es píritu de amor. Tomaron un sanguinario y despiadado protec-
tor de un pueblo del desierto y, sin darse cuenta, lo cambiaron por un
misericordioso Padre de toda la human idad. En resumen, ¡destruyeron
a Yahweh y crearon a Dios! "' Sin duda este escrito es una obra maestra
en el arte de la fa lsía y de la tergiversación, plagada de sofismos de
comienzo a fin, pero ilustra la pervertida noción sobre religión hebrea
en señada e n muchos sitios h oy en día como una popularización de la
hipótesis de Wellhausen. Basta decir que ciertame nte no hay paralelo
para esto en ninguna otra parte de la historia de la humanidad , que ni
los introductores d e un concepto radica lmente nuevo d e Dios, ni aque-
llos a quienes se lo enseñaron, entendieron que había algo nuevo en
ello. Tanto los profetas como sus auditorios parecían estar siempre con
la impresión d e que lo que transmitían e ra el mensaje del Dios de
Moisés. Afirmaban que hacían un llamado a sus compatriotas para que
se volvieran una vez más al Dios de los patriarcas, al Dios d el monte
Sinaí y d el éxodo (cf. Oseas 11:1; 12:9, 13 ; Amos 2:10; 9:7; Miqueas n:4;
7:15); no a ninguna nueva y desleída divinidad incapaz de otra cosa
que no fuera la dulzura y la luz. Sería útil aconsejar a Lewis Browne
que relea Isaías 24, 34 y 63, si supone que los profetas innovadores de
la nueva e iluminada era restaron algo del trueno y de l humo de la ira
judicial de Dios.
Para demostrar que esta oposición a los sacrifi cios fue realmente el
hincapié de los profetas, los forjadores de la hipótesis desarrollista
pensaron que sólo tenían que citar, como prueba, algunos versículos e
interpretarlos a su manera (fuera de contexto). Pudieron mostrar así que
los grandes profetas de los siglos VIII y VII a. de J.C. rechazaron todo

7. Brownc, This Belreving World (Este mundo creyente] (Nueva York: Macmillan, 1926),
pág. 236.
166 R ESEÑA CRíTICi\ DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

sistema de sacrificios cruentos como cam ino válido de acceso a Dios , y


has ta n egaron que tuvieran validez m osaica a lguna. Con este propósito
recurrieron a cuatro pasajes favoritos.
1 . Am ós 5:21 -26: "Aborrecí, abominé vuestras solemnidades, y no
me complaceré en vuestras asambleas. Y si me ofreciereis v uestros
holocaustos y vuestras ofren das, no las recibiré . . . Pero corra el juicio
como las aguas, y la justicia com o impetuoso arroyo. ¿Me ofrecisteis
sacrificios y ofrendas en el desierto en cu arenta años, oh casa de Israel?
Antes bien llevabais a Sikkut, vuestro rey, y a Keván , vues tro Dios [lo
subrayado, Biblia de Jerusalén], la estrella de vuestros d ioses que os
hicisteis." (En realidad " ll evabais " también puede ser traducido " lle-
varéis", pero se opondría a l contexto. ) Los documentalistas interpretan
que la pregunta formulada imp lica la siguiente respuesta: "No, n unca
ofrendamos a Dios sacrifi cios y ofren das durante el deambular por el
desierto." Más razonable es tom ar la pregunta de Am ós al pie de la
letra, de la sigu iente m anera: "¿Me h icisteis sacrificios a m í en aquella
época? Sí, lo hicisteis, ¡pero cuan im puros e inaceptables fueron (igual
que los que me ofrecen en esta corromp ida gen eración), pues al mismo
tiem po persistíais en vuestro clandestino culto a los ído los, a un en los
tiem pos de Mo isés!" Sin duda es ésta la inter pretac ión que mejor cua-
dra con la corr iente de los argumentos que esgrime Amós en este
capítulo.
2. Miqueas 6:6-8: "¿Con qué m e p resentaré ante Jeh ová? . . . ¿Me
presentaré an te él con holocau stos, con becerros de un año? ¿Se agra-
dará Jehová de millares de carneros? . .. Oh hombre, él te ha declarado
lo que es bueno, y qué p ide Jeh ová de ti : so lamente hacer justicia y
amar misericordia, y hu m illarte ante tu Dios. " Esto lo interpretan en el
sentido de que Miqueas rechaza totalmen te el principio del sacrificio y
enseña que lo único que Dios exige para satisfacer su requerimiento
para la salvación es un vida virtuosa . Pero ello es imponer u na moderna
noción libera l sobre la enseñan za del a ntiguo profeta. Por el con texto
resulta obvio que Miqueas se refería a l problema d el forma lismo re-
ligioso acompañado de la vida impía e inmoral d e los adoradores
judíos. Aun las ofrendas más fastuosas y extravagantes depositadas
sobre el altar , no pueden compensar la fa lta de sumisión del corazó n y
el sincero propósito de obedecer la voluntad d e Dios en lo concernien te
a los valores éticos y a sus prácticas. Una adoración aceptab le debe
proceder d e u na vida rendida a Dios . No se trata de u n rech azamiento
del culto de los sacrificios como tales, sino solamen te c uando preten-
den ser un su bstituto hi pócrita de la impiedad.
3 . Isafas 1 :11 -1 7 es otra declaración profética qu e s igue el mismo
pensamiento: "¿Para qué me sirve, dice Jehová , la m ultitud de vuestros
sacrificios? Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de
animales gordos ... Lavaos y limpiaos; qui tad la iniquidad d e vuestras
REcoNSTRUCCIÓN DE LA HISTORJA HEBREA SÉGUN WELL!-IAUSEN. EN LOS
P ERÍODOS PREPROFÉTICO y PROFÉTICO 16 7

obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer


el bien ; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfa-
no, amparad a la viuda." Esto lo interpretan los seguidores de Well-
hausen como un llamado a terminar con la futilidad de los sacrificios
cruentos y ponerse en serio a ejecutar obras meritorias , para ganar La
salvación (d e la misma manera como se espera que hagan los buenos
liberales de nuestros días) . Pero esta exégesis se aleja mucho del blan-
co, como lo indica claramente la afirmación del versículo 15: " Cuando
extendáis vu estras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo
cuando multi pliquéis la oración, yo no oiré; llen as están de sangre
vuestras manos." S i las anteriores observac iones involucraban un
rech azamiento a los sacrificios cruentos como tal es, se deduce lógica-
mente que la oración también es rechazada como tal, p uesto que en
ambos casos se utiliza el mismo tipo de expresión. Pero ni siquiera el
más iluminado de los liberales m odernos podría imaginar que el pro-
feta Isaías se opon ía a la oración; au nque sea desde el punto de vista de
la terapia subjetiva, la oración ha de ser considerada como beneficiosa
y loable. Todos, no importa la escuela a la que pertenezcan, aceptarán
que el profeta no niega la validez de la oración, sino la oración de los
sanguinarios e impeni tentes malvados cuyas oraciones constituyen una
burla a Dios por el so lo hecho de elevarlas. En otras palabras, el culto
aceptable debe tener por base una fe viva y verdadera al h allar expre-
s ión en una vida regida p or el temor de Dios. Por lo tanto , el mismo
principio rige para los comentarios depredatorios de Isaías sobre los
sacrificios y las festividades religiosas. De ninguna manera niega que
hubieran sido ordenadas por Dios en la ley de Moisés.
4. jeremías 7:2 2-23 : "Porque no h ablé yo con vuestros padres, ni
nada les mandé acerca de h olocaustos y de víctimas el día que los saqué
de la tierra de Egipto. Mas esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y
seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en
todo camino que os mande, para que os vaya bien." ¿Qué puede haber
más obvio -se pregunta el crítico- que eso de que Jeremías aquí está
negando (hacia el año 600 a. de J.C.) que Dios hubiera hablado a Moisés
sobre el culto con sacrificios? Como es obvio, el material de P no había
sido compuesto todavía como un aditamento de J, E y D. pues de lo
contrario Jeremías jamás hubiera expresado semejante cosa. Pero s i
analizamos lo que el profeta dice en realidad en este pasaje, descubri-
mos que las palabras citadas las ha tomado d e Exodo 19, antes que los
primeros a'rtículos de la ley fueran revelados por Dios a Moisés, aun
antes de la promulgación de los Diez Mandamientos. Cierto es que "el
día que los saqué de la tierra de Egipto", Dios n o les había dicho nada a
los israelitas sobre sacrificios y h olocaustos. (Ni siquiera el cordero
pascual exigía altar alguno, de acuerdo con Exodo 12.) Primero trató
con ellos sobre las bases de un compromiso contractual que exigía
168 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIG UO T ESTi\MENTO

absol uta e incondicional obediencia com o condición del pacto. Con


posterioridad a ello, Dios le dio a Moisés las ind icaciones correspon-
dientes a los sacrificios. Lo que ocurrió fue que los contemporáneos de
Jeremías habían susti tu ido la piedad genuina por la ritual, y había que
recordarles que históricamente la primera intimación de Dios a los
israelitas fue la de una absoluta obediencia a su ley moral , antes de
ofrecerles u na provisión para sus pecados mediante la sangre expia-
toria en el a ltar de l sacrificio. Además, tomemos nota de la cordial
aceptación de Jeremías respecto al sistema de sacrificios en el res to de
su profecía: 1 7:19-27; 31 :14; 33:1 1 , 18.
Los críticos docume ntalistas asignaron virtualme nte todas las nor-
mas rituales a la escuela sacerdotal del período posterior al exilio. Pero
consideraron que ciertas estipulaciones legales no rituales de la Tora se
habían originado con E o J-E, en especial el libro de l pacto (Exodo
21-23). Se suponía que este cuerpo legal surgió de la experiencia de
Israel en Canaán en un período de cuatro o cinco siglos después de la
conqu ista . Este código no sugería la legitimación excl us iva de un san-
tuario central. Por el contrario, sancionaba cualqu ier número de san-
tuarios loca les, de acuerdo con Exodo 20:24: "Altar de tierra harás para
mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos ... en lodo lugar donde yo
hiciere que esté la memoria de m i nombre , vendré a ti y te bendeciré. "
Sin embargo, un exam en más prolijo dem uestra que ese pasaje no se
refiere a la pos ibilidad de múltiples santuarios, s ino so lamente al tipo
de altar que debía ser utilizado para el cu lto a Dios, antes de la erección
del altar de bron ce para el tabernácu lo. No fue s ino has ta más tarde (tal
como se registra en Exodo 40) cuan do se completó e l tabernácu lo y fue
dedicado el altar divinamente prescrito. Sin duda que también servía
como norma a seguir en situacion es donde no era práctico recurrir al
altar del santuario central (como, por ejemplo, donde Elías construyó
su altar sobre el monte Carmelo, 1 Reyes 18:31). Allis (FBM, pág. 1 76)
sugiere que las palabras de Exodo 20: 24: "en todo lugar donde yo
hiciere que esté la memoria de mi nombre " serían mejor traducidas si
dijeran : "en todo el ámbito" (b•kolhdmmqom), es decir, en toda Palesti-
na. (Estrictamente hab lando, "en todo lugar" sería b•kol mdqóm, sin ei
artículo definido ha-.) La idea sería , entonces, que en toda la Tierra
Santa, donde Dios hará que su nombre sea recordado, irá a sus adora-
dores y los bendecirá .
En tér minos generales, los d ocumentalistas ins iste n en que el hech o
histórico de que muchos santuarios locales fueron mantenidos en Israel
antes del reinado d e Josías es prueba más que suficiente para sostener
que no pudo haber ley mosaica alguna que los prohibiera. De h aber
existi do tates leyes hubieran sido, por supuesto, obedecidas. Pero este
razonam iento está viciado de n u lidad por el innegable hecho de qu e
aún desp ués de la reforma de Josías, en el año 621 a. de J.C. , todavía se
RECONSTRUCCIÓN DE LA H ISTORJA H EBREA SÉG UN WELLHAUSEN. EN LOS
PERioDos PREPROFtnco v PROFÉTico 169

mantenían en Judá los idolátricos lugares altos (cf. Ezequiel 6:3). Los
críticos reconocen que las leyes "mosaicas" que prohibían otros san-
tuarios aparte del santuario local fueron solemnem ente adoptadas
durante el reinado d e Josías. No obstante ell o, en tiempos de Sedequías,
tercer sucesor de Josías, todavía funcionaban los lugares altos. En este
caso los m ismos seguidores de Wellhausen deben reconocer que esta
ley fue quebrantada antes de su san ción . Si así fue ¿por qué no pudo
ocurrir lo mismo también en siglos anteriores, que se mantuvieran
santuarios locales aun desp ués de haber sido dedicado el templo de
Salomón? En térm inos generales, podemos afirmar que e l argumento de
que no existieron leyes simplemente porque no se tuvieron en cuenta
es, por decir lo menos, ingenuo. ¡Sobre dichas bases podríamos negar la
existencia de leyes contra el ad ulterio en la América de nuestros días!
Con respecto a la prohibición mosaica de erigir santuarios loca les,
debemos señalar que ni siquiera el Deuteronomio prohibe la erección
de altares locales a Jehová hasta el momento en que Dios indicara su
elección de una ci udad capital santa, único lugar donde sería permisi-
ble ofrendar sacrificios. En Deuteronomio 1 2 :10, 1 1, se dejó sentado
que luego de que Jehová diera reposo a su pueblo de todos s us enemi-
gos -cosa que no ocurrió hasta el reinado d e David- e ntonces Di os
escogería un lugar especial de culto al cua l recurriría Israel con pro-
pósitos rituales. De a hí que no hay ninguna contradicción entre E (en
Exodo 20:24) y D (en De uteronomio 12:10-11. Además, debemos notar
que s iempre que en los relatos hebreos se hace refere ncia a los lugares
altos idolátricos, o aun a los Jugares altos para rendir culto a Jehová,
después de la con sagración del templo de Salomón, se h abla de des-
viaciones de la ley mosaica, y los sucesivos reyes de Judá muchas veces
fueron juzgados, e n c uanto a s u carácter y comporta miento, en la medi-
da en que anularon o no los lugares altos. Por otra parte, a un J plantea
considerables d ifi cu ltades a la teoría de que antes del tiempo d el éxodo
no se acarició como un ideal el cen tralismo del culto, pues en Exodo
23: 1 7 se exige que todo israelita varón "se presentará dela n te deJe-
hová" (es d ecir e n las tres grandes festi vidades : la Pascua, el Pente-
costés y los Tabernáculos). No se justificaría semejante disposición si
cada uno pudiera asistir a su propio santuario local. Por ende, el más
antiguo estrato d el Pentateuco (de acuerdo con la hipótesis JEDP) im-
plica un s itio centra l de adoración, tal cual lo prescribió Jehová.
A este respecto a notemos que la escuela de Wellhausen tiende a
desechar el tabe rnáculo de Moisés como una ficción nacida en la ima-
ginación de la esc uela sacerdotal. Piensan que nun ca existió una
estructura com o el su pu esto tabernáculo, sino que fu e inve ntada por la
escuela sacerdotal para darle una sanción mosaica al temp lo de Jeru-
salén . Por lo tanto, para ajustarse a esa teoría, todas las referencias d el
Pentateuco al tabernáculo, y también los pasajes de Josué, jueces y
170 REsEÑA CRíTICA DE UN/\ I NTRODUCCióN AL ANTIGu o T ESTAMEl\TTo

Samuel que ci tan el tabernácu lo, son automática me nte asignadas a P.


Habiendo asignado a la escuela sacerdotal, por d efini ción, toda men-
ción al tabernáculo, estos críticos arriban a la triu nfa nte conclusión de
que ninguna obra anterior al exilio hace mención del tabernácu lo. Pero
esto, más que un manejo objetivo de las evidencias es, por supuesto, un
mero procedimiento d e círculo vi cioso.
A los sostenedores d e esta teoría (de que no hubo reglamentación
alguna respecto de un santuario centra l) los pone e n ap rietos las indica-
ciones positivas en contrario registrad as en épocas an teriores a )asías,
en el libro de los Reyes. Por cierto , la oración dedi catoria d e Sa lomón
(cf. 1 Reyes 8:29-30) implica la singular validez de este templo y de su
altar, co mo si ya, en los días d e Salomón, fuera el único sitio de adora-
ción legal y apropiado para el creyen te Israel. Después del fall ec imien-
to d e Salomón en el año 931 a ntes d e Cristo , Jeroboam consideró nece-
sario tomar ciertas prov ide nc ias para que sus súbd itos de las tri bus del
norte no fueran a adorar a Jerusalén. Para ello erigió un santuario ri val
en Bet-el que contenía un becerro de oro (1 Reyes 12:26-28). En cuanto
al período de Ezequías, un siglo an tes de las reformas de )asías, la
crónica hebrea declara que el rey impuso la pretend ida obligatoriedad
de adorar únicamente en el templo de Jersulén , y para ello suprimi ó por
la fuerza todos los sacrificios y cultos d e adoración en los lugares altos,
en todos sus dominios. Resulta muy difícil explicar sa tisfactoriamente
esta reforma d e Ezequías ad uciendo que se trata de un ficticio prototipo
del despertamiento religioso que habría en tiempo d e Josías, com o
pretende n hacerlo cie rtos críticos. El relato d el in tento de Senaqu erib
de capturar a Jerusalén por med io de amenazas y negociaciones es muy
circunstancial y convin cen te en cuanto a s u historicidad . En el curso d e
su confe re ncia con el env iado judío, el comandante asirio proc ura de-
salentar a los defe nsores de Jerusalén para que no busquen el a uxi lio d e
Jehová. Dijo: " Y si me decís: Nosotros confiamos en Jehová nuestro
Dios, ¿n o es éste aquel c uyos lugares altos ha q uitado Ezequías, y ha
dicho a Judá y a Je rusalén : Delante d e este altar adora réis en Jerusalén?"
(2 Reyes 18:22). Esta referencia incidental a la obl igatoried ad impuesta
por Ezequías de reconocer la exclusividad del templo de Jerusalén es
un testimonio corroborativo d e primer orden . Es d ifícil explicarla como
embellecimiento "sacerdotal, " puesto que los críticos no impugnan la
autenti cidad del re lato de la invasión d e Senaquerib.•
Al llegar a este punto se hace necesario mencionar algunas de las
dificultades más importantes que se plantean al querer fechar algunas
de las d isposiciones legales deJ-E y D e ntre los años 850 y 600 a. de J.C.
Como lo señala George Mendenhall: " Es difícil concebir un cód igo
8. Driver. ILOT. pág. 187, atribuye es te rela to a un escritor qu e v ivi ó en la generación
s iguiente a la de Isa fas, o dentro ele tres décadas d espués de l episodio que ocu rrió en e l
a ño 701 a. de J.C.
RECONSTRUCCIÓN DE LA H ISTORIA H EBREA SÉGUN W J::LLIIAUSEN. EN LOS
P ERIODOS PREPROF'ÉTICO y PROFÉTICO 171

legal que pudiera estar más en d esacuerdo, por lo que sabemos de la


cultura cananea, que el Código del Pacto (Exodo 21-23 , JE) ... las
ciudades canan eas eran predominantemente comerciales, rígidamente
estratificadas en estruc turas sociales ... El Código del Pacto no de-
muestra estratificación socia l alguna, porque los esclavos mencionados
no son miembros de la comunidad, con la única excepción de la hija
que es vendida como una amah o esclava-esposa (y que está fuer-
temente protegida por la ley) ... Las leyes d el Cód igo del Pacto refl ejan
las costumbres, la moralidad y las obligaciones religiosas de la comun-
idad israe lí (o tal vez una comunidad israelita específicamente del
norte) antes de la monarquía . .. puesto qu e exhibe justam ente esa
mezcla de leyes casuísticas y leyes apodícticas (técnica y política re-
spectivamente) que también hallamos en pac tos de fuentes hititas y en
cód igos mesopotámicos; cualquier estudio que su ponga que fu e un
compuesto posterior y artificial a partir de fuentes literarias indepen-
die ntes, se puede atribuir más bien a la ingenuidad racional que a
hechos históricos."9 Al mismo tiempo Me nde nhall arguye que las leyes
del Pentateuco debieron haberse originado desp ués de la conquista,
puesto que tenían en mente una población sedentaria más bien que una
sociedad nómada del desi erto. Pero este argumento pasa por alto el
obvio y anunciado propósito del código mosai co : era para servir de gu ía
a Israel después de h aber conquistado y haberse asentado en la tierra
prometida, no cuando deambulaba por el d esie rto del Sinaí.
En c uanto al conocido argumento de los documentalistas e n el
sentido de que la ley m osa ica no pudo haber existido durante la era
preprofética , puesto qu e nunca se menciona en los (cuidadosamen te
expurgados) documentos J y E, 10 Menden hall formula otra in teresante
observación. Afirma que las leyes y códigos escritos de los antiguos
sem itas eran d e poca im portan cia en los proced imientos trib unalicios.
Así, e n los mil es de documentos lega les de la antigua Babilonia sub-
siguientes al Código de Hammurabi , ni una sola vez se hace referencia
explícita a dicho código. "Si, como creemos, lo mism o ocunió en
Israe l, la ausencia de referencias a la ley codifi cada en los profetas y en
las obras históricas, nada prueba respecto de la existencia de un código
legal" (tal com o el libro del pacto, Exodo 21-23). " Aquí, por lo tanto, el
argumen to del silencio es demostrablemente falso, puesto que al mis-
mo razonamiento negaría también la existencia a nterior del Código de
Hammurabi, a pesar de que contamos con ese cód igo d esde los días de
Hammurabi.

9. Mend en hall , Law and Covem111t in Israel (Ley y pacto en Is rael) , (Pillsburgh: Biblica l
Colloquium, 1955). págs. 13, 14.
10. Com parar los pasa jes citados en las págs. 120, 121 referidos a la ley de Moisés, y
también los referentes n Amós, qu e se tratarán en las págs. 354. 355 de este libro.
11. Mendenhall, págs. 1 1. 12.
1 72 R ESEÑA C RíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

Por ú ltimo , debemos señalar que ni J n i E hace n la más mínima


mención de h aberse p ercatad o de la exis tencia de una monarquía en
Israel. No hay ninguna s ugerencia de que las doce tri bus estuvieran
gobernadas por un rey, y la úni ca indicación profética de que habría de
gobernar a Israel un soberano humano , figura en Génesis 4 9 :10 OJ: "No
será qu itado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies ." Nos
parece dificilísimo reconciliar esto con la s uposición de que la nación
existió como monarquía tres siglos an tes de que J hall ara form a escrita.
Aun D le dedica solamen te unos pocos versículos a las instrucciones
respecto de un posible futuro rey en Israel (Deuteron omio 1 7:14-20), y
aun allí da la impresión de que el nombramiento de un rey es una
posibil idad remota. Y más raro aún , el documento P, del cua l se afirma
que es p os terior al exilio, no dice un a palabra sobre la realeza. ' 2 Esto
parece imposible reconciliar con la supos ición de que la escogida lín ea
davídica había reinado d ura nte más de cuatro siglos en la ciudad santa
de Jerusa lén. Con segur idad qu e todo a utor qu e el aborara u n
documen to mosaico para la institución del sacerdocio, le hubiera atri-
buido también al gran legislador la sanción , clara y ex plícita, de la
institución de la realeza. Es prácticamente incon cebible que cualquier
autor judío patriótico, que creyera en la sanc ión divina de la dinas tía
davídica , hubiera pasado por encima de ella en comp leto silencio.
Todos los cód igos legales d e otras n acion es del antiguo Cercano
Oriente, regidos por m on arcas, tienen mucho que decir respecto de los
deberes y prerrogativas de su s reyes. La única expli cación razonable
del hecho de que P y E guardan absoluto silencio respecto de la realeza
hebrea es que no reinaba ningún rey en Israel cuando fueron escritos.
Las pred iccion es aisladas en J y D ll evan a la misma conclusión; si
fu eron compuestos durante el p eríodo mon árquico, como lo aseguran
los documen talistas, las pautas respecto a la realeza h ubieran apareci-
do, necesariamente, en la trama de dichos " documentos."

12. Práctica men te la ún ica sugerencia d e una monarquía en Israel fi gura en la declara-
ción de Génes is 36:31: "Y los reyes que reinaron en la tierra de Edom , antes que reinase
rey sobre los hi jos de Israel. fu eron éstos: " Pero nuevamente aqu í la designación de un
rey hebreo es cons iderada como una mera posibilidad , en el me jor de los casos una
remota posibili dad futura, que aseguraría el cu mplimiento de la promesa hecha a Abra-
ham en Génesis 17:6 (P): " Y reyes saldrán de ti" . En vista de que solamente la secundaria
línea de Esaú había logrado ese status, n ada más lógico y apropiado que un autor del siglo
XV a. de J.C., claramente consciente del pacto. notara el hecho de que la descendencia de
jacob no había obtenid o esa dignidad .
CAPITULO 12
RECONSTRUCCION DE LA HISTORIA
HEBREA, EN EL PERIODO SACERDOTAL
SEGUN WELLHAUSEN
De acuerdo con la hipótesis de Wellhausen, la declinación y caída
de la monarquía judía, con la subsiguiente deportación de los israelitas
al cautiverio , los obligó a renunciar a sus aspiraciones políticas y volver
la mirada a sus instituciones religiosas como base para continuar su
existencia como nación. Esta fue la razón por la cual el sacerdocio
profesional de la tribu de Leví asumió creciente importancia, y las
prácticas rituales fueron elaboradas en la forma en que finalmente re-
sul taron co dificadas en el documento P. Antes del exilio, de acuerdo
con esta teoría, no hubo realmente pautas norma les que rigieran para
todos los fieles, sino que la adoración y los sacrificios se regían según
normas simples y flex ibles. Mientras esto sonaba muy bien de acuerdo
con la teoría evolucionista, hubo algunos investigadores en el campo en
el siglo XIX, de las religiones comparadas, que recelaban de dicha
posición.
Hasta un partidario ta n fiel y adicto a Wellhausen como lo fue W.
Robertson Smith, creyó que Wellhausen se equivocó al pensar que las
ansias de ajustarse al dedillo a los requerimientos rituales sólo fueron
posteriores al exilio.' Todo lo contrario, tal deseo existió entre todos los
sem itas desde los albores de su desarrollo cultural. En vez de las épocas
anti téticas de la doctrina de Wellhausen (hegeliana), Smith creyó que
hubo un desarrollo continuo a través de suces ivos períodos. Por ejem-
plo, Smith creyó que el tipo de sacrificio expiatorio y de comunión fue
primero, porque estaba basasado en una sociedad tipo clan ; pero la
oblación y la ofrenda elevada fueron posteriores, porq ue se estable-
cieron en un momento de la socied ad en que se recon ocían los de-
rechos a la propiedad.'

1. Smith, The Religion of th e Sem ites (La religión de los semitas).


2. Ver H. F. Hahn , The Old Testamen l. in Modern Hesearch (El Antiguo Testamento a la
luz de las mod ernas investigaciones) , págs. 49-51.

173
174 R ESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

De acuerdo con la teoría documenta l, hubo un claro desarrollo en


las restricciones al sacerdocio que sufrió la familia de Aarón. Al princi-
pio el sacerdocio estaba abierto a todos los israelitas ("Y vosotros me
seréis un reino de sacerdotes" Exodo 19:6, un versícu lo j-E). En reali-
dad, esta afirmación que figu ra en Exodo 19:6 se refiere al papel de
Israel como u na nación en contrapos ició n con todas las naciones gen-
tiles paganas, que necesitaba n la mediació n del pueblo hebreo, si ha-
bían d e aprender alguna vez algo acerca del verdadero Dios. Ad emás,
hay una gra n diferencia entre la d eclaración: "vosotros me seréis un
reino de sacerdotes", y esta otra: " Cualqu ier israelita es elegible para el
sacerdocio. " Se afirma que e l documento J-E ni siquiera restringe el
sacerdocio a la tribu de Leví. Esto, por s upuesto, es cierto, porque por
definición , todas las referencias al sacerdocio inmediatamente son asig-
nadas a P, aunque aparezcan en med io de un pasaje J o E. Pero cier-
tamente, los d ocu mentalistas no pueden seña lar un so lo pasaje del
Pentateuco, d espués de la ordenación de Aarón , que se h alla en Levíti-
co 8, en el cual se permita a a lguno que no sea de la tribu de Leví llegar
a ser sacerd ote. (Ni s iquiera la misma T ora implica que el sacerdocio
estaba restringido sólo a Leví, antes de la consagración de Aaró n.)
La etapa s iguiente, según Wellhausen , estuvo rep rese ntada por
Deu teronomio (621 a. de J.C.). que restringió el sacerdocio a la tribu de
Leví en ge ne ral, pero n o en particular a la familia de Aaró n. De acu erdo
con O, todo levita pued e asp irar al sacerd oc io, y no fu e s ino hasta la
é poca del cód igo sacerdo tal (550-450 a. de J.C.) c uando este honor fue
res tringido únicamente a los d escend ie ntes de Aa rón. No obstante ello,
puede demostrarse que D era p lenamente con scien te de la distin ción
establecida e ntre la familia de Aarón y el resto de los levitas. Por ejem -
plo, en Deuteronomio 27:12-14 se dio la orden pa ra que la tribu de Leví,
juntamente con otras cinco tribus se pusieran en las laderas del m onte
Gerizim, e n ta nto que otras seis tribus se coloca ron sobre e l monte Eba l.
Pero en el valle entre ambos gru pos se colocaría un selecto grupo de
lev itas, es decir, "los sacerdotes levitas" (cf. versículo 9). quienes se-
rían los encargados d e recitar una serie de maldi cion es di v inas. Resulta
difícil evitar la inferencia de que este grupo selecto, que estaba coloca-
do en el val le, era de sacerdotes aaró nicos. De la misma manera, en 1
Reyes 8:4, pasaje atribu ido por Driver a un compilador del Deu terono-
mio (ILOT, pág. 181). hay imp lícitame nte una distinción entre los
sacerdotes y los levitas: "Y ll evaron el arca de je hová ... los c uales [los
ute nsilios sagrados] llevaban los sacerd otes y levitas ." (Kuenen se sin-
tió obligado , sobre bases dogmá ticas, a sacar es te versícu lo de su con-
texto en Deuteronomio y asigna rlo a P.)
Se sos tien e que la restricción del sacerdocio vin o con la úl tima
parte del m in isterio de Ezequiel. Ezequ iel (47:4-16) fue el primero en
as ignar un statu s inferi or a todos los levitas que n o fu eran de la fami lia
R ECONSTRUCCIÓN DE LA HIST ORIA HEB REA. EN EL PERiODO SACERDOTAL
SEGÚN WELLH!\USEN 175

de Sadoc (un contemporáneo de David descendiente de Aarón). Pero el


contexto del pasaje aclara que el status especial de la fam ilia de Sadoc
se debió al hecho de que du rante la apostas ía de los siglos VII y comien-
zos del VI a. de J.C., solamen te esta di visión de los descendientes de
Aarón se negaron resueltamente a cooperar con las prácticas idolátricas
del gobierno jud ío. Más aún, resulta difícil ver de qué manera la reduc-
ción o limitación del sacerdocio solamente a los descendientes de
Sadoc pudiera proveer las bases para la extensión de un status sacer-
dotal a todos los descendientes de Aarón. Sin embargo esto es lo que
ocurrió, de acuerdo con la hipótesis evolucioni sta. De las prim eras
etapas de accesibilidad a toda la tribu, el sacerdocio fu e reducido a un
pequeño clan, o mejor dicho, al subclan de los d escendiente de Aarón,
y finalmente abierto sin distinción a todos Jos aaronitas . Resulta difícil
percibir aquí una progres ión lógica .
De cualquier modo, y de acuerdo con esta teoría, la última etapa fue
la supremacía de la fa milia de Aarón den tro de la tribu de Leví, aconte-
cimiento que ocurrió durante el exilio babilónico. Esta teoría cuenta
con el apoyo del argumento de que Aarón fu e un personaje ficticio que
no tuvo arte ni parte en las tradiciones de Moisés y del éxodo. Pero para
poder sosten er esta pretensión, estos críti cos tuviero n qu e habérselas
con muchos pasajes J en los cuales aparecía el nombre de Aarón (p. ej.,
Exodo 4: 14-16, 27-30), no menos de 1 3 veces. Había que sacar del
contexto, J cada una de estas partes que se refería a Aarón , y cons ide-
rarlas todas como inserciones de P. Con este procedimiento se hizo
posible zafarse de la dificultad con el fallo de que: "Aarón nunca
aparece mencionado en J. " Además el diferir la dignidad del sumo
sacerdocio para el tiempo del exilio es algo que se ve p erturbado por la
prominencia de ciertos sumos sacerdo tes mencionados en la historia
judía anterior al exilio , hombres como Joiada (2 Reyes 12:9), Hilcías (2
Reyes 2 2 :4 , 8) y Seraías (2 Reyes 25 :18).
El argumento de que el surgimiento de la escuela sacerdotal se vio
acompaüado por la exaltación de la familia de Aarón llevó natural-
mente al corolario de que fue precisamente en este período (5 50-450 a .
de J.C.) cuando lo ritual ocupó el primer plano en Judá. De ahí que los
numerosos pasajes de Exodo, Levítico y Números que tratan los temas
de ritos y sacrificio , deban considerarse como pertenecientes a la últi-
ma porción de la Tora, y que los términos técnicos relacionados con el
sacrificio provengan en gran parte del vocabulario del período del exi-
lio . Pero como ya lo señalamos al comienzo de este capítulo, W. R.
Smith estuvo en desacu erdo con el punto de vista de que en los
primeros estadios de la religión hubo poca preocupación por los re-
querimientos rituales . Sostuvo que el testimonio d e las religiones com-
paradas señalaba justamente lo contrario, y que aun los pueblos total-
mente primitivos hacían gran hincapié en ajustarse a los procedimien-
176 REsEÑA CRíTICA DE u NA I NTRODuccióN A L A NTICuo T ESTAMENTO

tos prescritos al ofrecer sacrificios y en otras observancias rituales. Pero


todo esto ha salido ya d el ámbito de la mera opinión, pues a l descu-
brirse la copiosa li teratura ugarítica de Ras Samrah (que se remonta al
año 1400 a. de J.C. o antes), se ha comprobado que algunos de los
términos técnicos relacionados con los sacrificios, que fueron rotulados
por Wellhausen como del tiempo d el exilio, figuran en este remoto
período. Aun en tan apartados rincones del mundo d e habla cananea
como Ugarit , h allamos términos P tales como ish sheh (ofrenda encen-
d ida), h olocausto (kdlil ), ofrenda de paz (sheldmlm), y probablemente
ds hdm, expiación por la culpa ? Es difícil zafa rse uno de la conclus ión
de que estos términos ya estaban en boga en Palesti na en los días de la
conquista de Moisés, y que todos los argu m entos elaborados en procura
de establecer lo tardío de la terminología d el culto levítico, carecen de
fundamento.•
En apoyo de una fecha tardía para el código sacerdotal, se afirma
habitu alm ente que en la literatura anterior al exi li o no se men ciona
ninguna de sus provisiones n i ordenanzas; los autores anter iores a l
exi lio pal'ecieran haberlas ignorado totalmente. De a h í, insisten que el
material contenido en el doc umento P tiene que haber si do comp uesto
después de la caída d e Jerusalén (587 a. de J.C.) Driver dice: " El período
anterior a l exilio no da señ al a lguna de que P haya estado en vigencia"
(ILOT, pág. 136). Y añade: "Ni se presupone la legislación de P en el
Deuteronomio" (pág. 1 37). Sin embargo, estas afirmaciones no cuentan
con el apoyo de la evidencia textual. Los libros anteriores a l exi lio en
general, y el Deuteronom io en par ticular, sí hablan de la legislación
levítica como algo que ya existía y era compulsivo en la con ciencia de
Israel.
En primer lugar es significativo e l h echo de que aun Driver se sienta
obligado a califi car las arrolladoras generalizaciones que acabamos de
citar, cu and o se ocupa de De uteronomio 14:3-20: " Te nemos un largo
pasaje idéntico en Deuteronomio y en Levítico [es d ecir, Levítico 11 :2-
23, respecto a los animales limpios y a los animales inmundos]; y que D
lo tom a de P - o al menos de una colección sacerdotal d e toroth - y n o al
3. Cyrus H. Cardan niega q ue el a !m ugarítico tenga alguna relación co n e l 'Mó m hebreo.
Figura en el Texto 27:7-9, e n líneas fragmentaria s que Card an dejil s in traducir. De la
misma manera e l Texto 45:7 tie ne"( ... . . ) lgd a~m", pero también es fra gmenta rio. S in
e mbargo, pu esto que Gordon no ofrece traducción algu na pa ra ning uno de estos textos.
parecería ir más a llá d e la evide nc ia el negar q ue olm pueda corresponder a 'ósóm.
Resulta exlra l'i o que Cordon omita totalmente la palabra d e su glosario Ugorit Manual
(Manual uga rit ico) de·¡ 955, a pesar de q ue dich o glosario contiene , supuesta mente, todo
e l vocabula rio comp leto de los textos ugaríLicos.
4. john Gray c uestio na ejemplos brindados po r T. H. Gas ter . pero é l a su vez, contribuye
c on otros ejemplos: e l d-b-t1 ugarítico es el zaba~ hebreo (sacr ifi car e n e l a ltar); m-t-n en
hebreo es matton (don f ofrecido a Dios]); n-d-r es e n hebreo neder (voto); s -q-r-b
e s equivalen te a l h ebreo hiqrib (presentar una o frenda ). (El ugarílico utili za shophel por
e l hebreo hiphil.) S- '-1-y es e n hebreo he'•Iah (ofrendar e n e l a ltar). Legacy of Canaan
(Legado d e Canaán ). segu nda edic ión re visada [Le iden, ethe rlands: E. J. Brill. 1965],
págs. 195-199.
REcoNSTRuccióN DE LA H isTORJA HEBREA. EN EL PERfo oo SACERDOTAL
SEGÚN WELLHA USEN 177

contrario , se evidencia por ciertos rasgos de esti lo que lo relacionan con


P y no con Deu teronomio . . . Si así es, sin embargo, una parte de P
existía cuando fue escrito el Deuteronomio" (ILOT, págs. 137, 138).
Pero en realidad esta no es la única sección d e ese tipo e n Deuterono-
mio. Deuteronomio 15:1 habla del año de remisión, exactamente com o
fue ordenado en Levítico 25:2-7. Más aún, Deuteronomio 23:9-10 impli-
ca un conocimiento d e las leyes sanitarias que se refieren al ceremonial
respecto a las impurezas, y que están contenidas en Levítico 15:16.
Deuteronomio 24:8: "En cuanto a la plaga de la lepra, ten cu idado de
observar d iligentemente y hacer según todo lo que os enseñaren los
sacerdotes levitas; según yo les he mandado, así cuidaréis de hacer ";
expresamente afirma la existencia de una ley mosai ca sobre la lepra,
que fue entregada a los sacerdotes (como en Levítico 13 y 14). Otras
refe rencias de De uteronomio que seña lan ex plícitame nte hacia las
leyes P pertenecen a Levítico 11, 13-15, 17- 19 y Números 18:20-24. Si
éstas en realidad son viejas leyes (como lo sugi ere Driver) que exis-
tieron antes de la codificación de P , entonces (como lo seña la Orr en
POT, pág. 315), "Estas antiguas leyes tienen que haber sido tan noto-
riamente iguales a las que poseemos en Levftico que casi no va le la
pena discutir sobre sus diferencias, y pierde todo valor el argu m ento
contra la existencia an terior al exilio de las leyes de Levítico."
Pero no solamente en Deuteronomio figuran estas referencias a la
legislación P. En Amós 2:1 1 y 12 leemos: " Y levanté d e vues tros hijos
para profetas, y de vuestros jóve nes para que fuesen nazareos ... mas
vosotros d isteis de beber vino a los nazareos." Este pasaje indica un
conocimiento de Números 6: 1-21 (P), úni co lugar de l Antiguo Tes-
tamen to donde queda esta blecido el orden de los nazareos; la prohibi-
ción de beber vino figura en Números 6:3 (P). Tambié n e n Amós 4:5 se
condena a los que ofrece n "sacrificios d e alabanza con pan leudado,"
que sin duda a lguna alude a lo ordenado en Levítico 2:11 (P), donde se
prohibia toda ofrenda con levadura. Términos característicos de P, tales
como holocaus tos, ofrendas [oblaciones] , ofrendas de paz, figuran en
Amós 5:22 (cf. Levítico 7:1 1-14; 8:1-32). También nos encontramos con
ofrendas voluntarias (n•dabdh) en Amós 4 :5 (cf. Levítico 7 :16-18;
22:18 ; Números 15:3 , todos pasajes P), y asambleas ('•saróh) en Amós
5:21 (Levítico 23 :36; Números 29:35).
La única deducción razonable d e todas estas referencias (incluso las
que aluden al Deute ronomio) es que ya en el año 755 a. de J.C. había un
c uerpo escrito de leyes, que incluía tanto a P como a' D, y rotulado por
el propio profeta como la Tora d e Yahvé (Am ós 2:4), y aceptado por su
público como un auténtico y autorizado cuerpo legislativo a l cual esta-
ban obligados.' Ni existe el más m ínimo indicio ni s ugerencia a lguna en

5. Ver ca p!tulo 22, pág. 355 de este libro.


178 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

el sentido de que el mismo Amós o cualquiera de los otros represen-


tantes de la escuela profética estuvieran intentando algún tipo de in-
novación o promulgar cualquier nueva enseñanza relacionada con la
teología o con el culto. Pfeiffer y Eissfeldt han procurado evadir el
impacto de esta evidencia de Amós afirmando que tales alusiones a la
Tora son inserciones posteriores . Pero ciertamente este argumento es
fruto de la desesperación, que contrasta notoriamente con la confiada
afirmación de Graff, Ku enen y Wellhausen, de que no hay vestigios de
legislación P en ninguna literatura hebrea anterior al exilio. Este fue un
argumento pretendidamente basado en la evidencia d el propio tex to
bíblico. Cuando el texto mismo refuta la pretensión, no hay otra alter-
nativa razonable, aparte de retirarla como infundada. Además, este tipo
de evidencia no se limita a Amós, puesto que también se encuentra en
Oseas. Comparar Oseas 8:1 1 y 12: "Porque Efraín multip licó altares
para pecar ... le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas como
cosa extraña." Resu lta difícil ver en esta expres ión , " las grandezas de
m i ley, " una mera referencia a Jy E, en la cual el elemento legislativo es
insignificante.
A este respecto es preciso tener en cuenta que uno d e los métodos
aconsejables para asegurarse de la fecha en que un documento fue
escrito, es averiguar todas las referencias a las condiciones sociales y
políticas contemporáneas que contiene; particularmente las alusiones
incidentales (pues éstas suelen revelar la verdadera fecha, aun de obras
espurias que pretendan haber sido escritas con anter ioridad a su ver-
dadera fecha). Aplicando este método de investigación al "código
sacerdotal", hal lamos que la evid encia interna seüala con abrumadora
certeza una fecha muy an terior al exilio; es imposib le cuadrar muchos
de los rasgos distintivos de P con lo que sabemos de las condiciones
posteriores al exilio . Así, por ejemplo:
1. El tabernáculo de Exodo y de Levítico (considerado por Well-
hausen como una mera ficción , proyectado a los días de Moisés con el
fin de proporcionar u na justificación para la erección del templo en
Jerusalén), no tenía más que una mesa para el Pan de la proposición (en
tanto que el templo de Salomón tenía diez); y un solo candelero (en
tanto que el templo de Salomón contaba con diez); y medía solame nte
diez codos por treinta (en cambio, el templo de Salomón era de sesenta
por veinte codos). Las d imensiones representaron un incremento del
200 por ciento, en tanto que los artículos d ecorativos y el moblaje
aumentaron en un mil por cien to.
2. Observemos también que este tabernáculo supuestamente ficti-
cio fue dedicado, según P, el primero de Nisán (Exod o 40 :2), en tanto
qu e el templo de Zorobabel, posterior al exilio, fue dedicado el tercer
día d e Adar (Esdras 6:15), y el templo de Salomón, en algún momento
del mes de Etanim, o Tisre (1 Reyes 8:2).
RECONSTRUCCIÓN DE LA H lSTORI;\ H EBREA. EN EL P ERIODO S ACERDOTAL
SEGÚN WELLIIAUSEN 179

3. El templo posterior al exilio carecía, apare ntemente, del arca del


pacto y d e sus dos tablas de l decálogo (puesto que no se hace n inguna
men ción de ellas después de la caída de Jerusalén , que ocurrió en el
año 587 a. de J.C.), y sin embargo, figuraban en forma prom inente en el
tabernác ulo d e P.
4. Nunca se menciona en ningún docume nto posterior a l exilio que
el sacerdocio del pe ríodo subsiguiente al exilio poseyera el Urim y el
Tumim, o que visitera efod (a unque tal vez pudieran haberlo hecho).
5. Hay un sorprendente contraste entre P, con su único ayuno (el
día d e la expiación), y los tres o cuatro importantes ayunos observados
por los judíos de desp ues d el exilio (cf. Zacorfas 8 :19). Por cierto que
los sacerdotes del exilio o p osteriores a él, al tratar d e formar ratifica-
ciones mosa icas para sus acariciados ritos e institucion es contempo-
ráneas, no hubieran d ejado de incluir algún tipo de garantía por lo
menos para a lgunos de estos ayunos adiciona les.
6. En c uanto a la cele bración de la Pascua, P (Exodo 1 2:7, 46) per-
mite comer la comida de la Pascua en las casas d e fam il ia - permiso
incompa tib le con un sacerdocio mono polizador- y no insiste en cele-
brarlo en el santuario central (com o lo ordena De uteronomio 1 6: 5-1 2).
Aparen temente, la provisión de Exodo 12 tu vo en cuenta la existencia
nómada d e Israel antes de la conquista, en ta nto que Deute ronomio
tenía su vista puesta en las condiciones que prevalecían en Palestina
después de la conquista y luego del asentamiento en la región.
7. En lo que se refiere a las ciudades de re[ugio, tan prominen-
temente m encionadas en P (Números 35:9-14 ), nunca se las menciona
como ta les en los relatos posteriores a l exilio. Más aún, la mayoría de
las mismas estaban bien alejadas d e las fronteras de la prov incia persa
de Judea, en los días de Esdras.
8. Elemen tos del rito judío y del servicio del te mp lo, que f igu raban
prominente mente en el período posterior al exilio, no son mencionados
para nada en este doc umento P, pretendidamentc sacerdota l. De modo
que no hallamos referencia algu na (1) al cuerpo levítico de cantores d el
templo; (2) a los escr ibas, de los cua les el mismo Esdras era el recon oci-
do líder; (3) a los sirvientes de l tem plo , con ocidos como los netineos;
(4) al emp leo de instrumentos m usicales. Resulta imposible explicar
cómo un grupo d e sacerdotes profes ionales, en la tarea de elaborar una
espuria ley de Moisés, con el propósito d e justificar e imponer sus
pretensiones a ejercer una autoridad especial, pudieran habe r fallado
en incluir sanciones mosaicas para ninguno de estos asun tos. Ni tam-
poco, a este respecto, es explicable el hecho de que J y E y D no
hubieran men cionado los asun tos (1), (3) y (4), si en realidad fueron
compuestos en fecha posterior al reinado d e Sa lomón (97 0-931 a. de
J.C.), en cuyo tiempo los cantores del templo , los netineos y los ins-
trumen tos musicales estuvieron ín timamente invol u crados en el culto
180 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

del templo. Resulta difícil explicar este asombroso sil encio en materias
de interés peculiarmente sacerdotal, excepto sobre la base de que P fue
en efecto compuesto antes de la época de Salomón."
9. En conexión con todo esto debemos señalar que la ciudad santa
de Jerusalén nunca fue mencionada en la legislación mosaica. Hay una
referencia a Melquisedec, rey de SaJem , en Génesis 14; se menciona el
nombre del monte de Moriah, escenario en el cual Isaac estuvo a punto
de ser sacrificado; y "el monte de tu h eredad" es una frase que aparece
en Exodo 15:17. Pero ni una sola vez la Tora menciona a Jerusalén
como tal. ¿Cómo es posible que después de 500 años de existencia
como capital política y religiosa de la comunidad israelita, los diversos
redactores del documento P descuidaran hacer la más mínima mención
a la santa ciudad? Ni s iquiera interpolaciones posteriores (como las que
aparentemente se introdujeron en el texto samaritano de la Tora para
establecer la santidad de su santo monte Gerizim) establecieron que
Sion y Jerusalén eran los únicos y exclusivos sitios aceptables en los
cuales ofrecer sacrificios de acuerdo tanto con P como con J o E. Aun
Deuteronomio mantiene en absoluto anonimato "el lugar que Jehová
vuestro Dios escogiere" (12:5 , 14; 16:16), a pesar de resultar facilísim o
para un autor del siglo VII a. de J.C. insertar por lo m enos el nombre de
Jerusalén, aunque vacilara en cuanto a perturbar la ilusión del origen
mosaico al especificar su futura importancia. En el documento D se
men cionan por nombre numerosas ciudades palestinas pero nunca
Jerusalén.
10. Por último , es bueno señalar que uno de los más frecuentes y
característicos títulos aplicados a Dios por los profetas y escritores
posteriores al exilio, no figura ni u na sola vez en el Pentateuco. El título
a que nos referimos es "Jehová de los ejércitos" (Yahweh Seba 'ót), que
se repite 67 veces en Isaías (en 66 capítulos), 83 veces en Jeremías (en
52 capítulos), 1 3 veces en Hageo (dos capítulos), 51 veces en Zacarías
(14 capítulos) y 25 veces en Malaquías [tres o cuatro capítulos). Esto
indica una crecien te frecuencia o popularidad d e es te título, que culmi-
na en los tres profetas posteriores al exilio: Hageo (6, 5 veces por capí-
tulo). Zacarías (3 , 5 veces por capítulo) y Malaquía s (6 a 8 veces por
capítulo). Resulta prácticamente imposible hallar una expli cació n
satisfactoria para el h echo de que Yahweh Seba 'ót no apareciera en el
documento P, si realmente fue compuesto después del exilio . (Si bien
es cierto que Ezequiel tampoco utiliza este título, la teoría documental
atribuye fuerte influencia de Ezequi el únicamente en H, es decir, Leví-
tico 1 7-26 , y fij a como fecha para el resto de P entre los años 550 y 450
a. de J.C.) Ningún otro título de Dios se aproxima en frecuencia a éste ,
utilizado por los mismos profetas en cuya gen eración se compuso,
supuestamente, el código sacerdotal. (Al mismo tiempo es preciso re-
conocer que los autores narrativos, Esdras y Neh emías , no emplean esta
RECONSTRUCCIÓN DE LA H ISTORIA H EBREA. E ' EL P ERfODO SACERDOTAL
SEGÚN W ELLI!AUSEN 181

expresión, excepto en Crónicas. Por alguna razón no era muy u tilizado


por los judíos que vivían en Babilonia.) Se repite 1 1 veces en 1 y 2
Samuel, seis veces e n Reyes, pero ni una so la vez en todo el Pe ntate uco.
La conclusión más natural a que se puede arribar, segú n estos datos es
que Yahweh Sebá 'ó t no fue in ventado co mo tí tu lo d e Di os has ta
desp ués d el per íodo de los Jueces , y que P, ju ntamen te con J, E y D,
fue compuesto an tes d e comenzar la é poca de los jueces.

6. Cf. Yehe zkcl Ka ufm onn , Th e Religion of Israel (La religión d e Israel) . págs. 1 75-200 ,
para un estud io m ás de ta llado sobre la antigü edad del cód igo sacerdotal. del cual él
piensa que es muc ho más a ntiguo que el De uteronom io .
CAPITULO 13
EVIDENCIAS ARQUEOLOGICAS SOBRE LA
ANTIGUEDAD DEL PENTATEUCO
Só lo fue natural que la h ipótesis de We llhause n se basara e n s us
jui cios respecto a la his toricidad d el documento d el An tiguo Tes-
tamento según los da tos arq ueológicos d isponibles en el s iglo XIX. Pero
esos datos era n lamentableme n te escasos durante el período form ativo
d e la teo ría d ocumenta l; y fu e posible, d ebi do a la ignorancia prevale-
ciente en aquel entonces , desestimar much as afirmaciones de la Escri-
tura que has ta ese momento habían logrado confi rmac ión arquelógica .
Por ejemplo, en ese tiem po se su po nía q ue duran te el períod o
mosaico la escritura era desconocida en Palestina, por lo c ua l el Pen -
tateuco no h ubiera podido tomar form a escrita antes del siglo X ó XI a.
de J.C. las referencias a los hititas eran tratadas con incredulidad y
condenadas como una m era ficción d e los autores de la T ora; lo mism o
cabe decir de los horeos y aun d e la historicidad de Sargó n Il (722-705
a. de J.C.), puesto que hasta ese m omento n o se había descubierto
ninguna referencia extrab íblica . La existencia de un rey como Belsasar
(en el libro d e Daniel ) fu e totalmente d esechada , puesto que nin gú n
autor gri ego h izo men ción a él, y era factible suponer qu e el texto
bíblico es taba en u n error. Después d e los días de I-lu pfeld, Graf y
Kuenen , los descubri m ientos arqueológicos h a n confirmado el uso de
escri tura alfabética e ntre las c ulturas de hab la cananea con anterioridad
al año 1500 a. de J.C., y h an aportado nu merosos docu mentos probato-
rios sobre la exis tencia y gran im p ortan cia tanto de los h ititas como los
horeos (o h urritas, como se los con oce más corrientemente), y tambi én
tabletas c uneiformes en las que aparece el n ombre de Belsasar.
Una y otra vez, c uando se h an se!'ialad o sup uestas inexacti tudes
h istóricas como prueba d e una paternidad espuria de los doc umentos
bíblicos, el relato h ebreo ha sido reivind icado por los resultados d e
recientes excavacion es y los juicios despreciativos de los teóricos
docum entali stas han s ido totalmente infundados. W. F. Albright , el
más grand e arqueó logo americano de esta gen eración, educado en la
teoría de Wellha usen , dij o lo s iguiente en el año 1 94 1: " Los d atos

182
E VIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIGUEDAD DEL P ENTATEUCO 183

arqueológicos y las inscripciones han establecido la historicidad de


innumerables pasajes del Antiguo Testamento; el número de tales casos
es mu chas veces mayor que el de aquellos en que ha pod ido probarse lo
contrario o se ha hecho probable. "' Más adela nte, y en el mismo artícu-
lo , prosigue: "Según nuestra opinión , Wellhausen fu e el más grand e
erudito bíblico del siglo XIX. Pero su punto de v ista es anticuado, y el
cuadro que pinta sobre la evolución del antiguo Israel está lastimo-
samente distorsionado." Un autor más reciente, John Elder, afirma: "No
resulta mucho d ecir que el surgim iento de la ciencia arqueológica fue
lo que romp ió el desacuerdo insuperable entre los histor iadores y los
cristianos ortodoxos. Poco a poco, ciudad tras ciudad , c ivilización tras
civilización, c ul tura tras cultura, que no pasaban de ser reliqui as bíbli-
cas, ocuparon el sitio que les correspondía en la historia antigua, por
obra y gracia de los arqueólogos ... Se han desen terrado relatos con -
temporáneos de sucesos bíblicos y se ha d estacado la singu laridad d e la
revelación bíblica por contraste y comparación con religiones de anti-
guos pueblos recientemente descubiertas. En ningún caso los descubrí-

El Instituto AlbrighL Nombrado a sí por el ya fallecido WiJJiam F.


Albrighl, de la Universidad ]ohn Hopkins, es el centro de operaciones
de la actividades arqueológicas locales en Israel, asociado a la
Escuela Americana de Investigaciones Orientales.

1. Albrighl. "japhet in the Tenis of Shem " Uafet en las tiendas de Sem]. en the American
Scholar (El erudi to americano), 42: 692-4 (1941), pág. 181.
184 RESEÑA CRíTJCA DE UNA lNTRODUCCJÓN AL ANTJGUO TESTAMENTO

mientas arqueólogicos han logrado refutar a la Bi bl ia en cuanto a


hechos históricos. " 2
Imposibl e agotar en un capítulo todo el exten so campo d e la ar-
queología bíbli ca, y nos reduciremos a señ alar a lgunos d e los descubri-
mientos m ejor conoc idos y más significati vos de la e ra posterior a
We llhausen. Modelos en este tema son las s iguientes obras: W. F.
Albright, The Archaeology of Palestine (La arqu eología de Pa lestina) ;
Barton G. A., Arc h aeology and the Bible (La arqueología y Biblia), obra
que cons iste en su mayo r parte e n tradu cc io nes de a nt iguos
documentos paganos que tienen alguna importancia para el Antiguo
Testamento; Finegan, J. Light from the Ancient Past (Luz de la remo ta
anti güedad), que contiene más discusión y menos traducción; Free, J.
Archaeology and Bible Hi story (La arqueología y la h istoria bíblica), un
tratam iento conservador del tema a nivel semipopular; Pri ce, l. M., y
otros, The MonumenLs and the Old Testamen L (Los monume ntos y el
Antiguo Testamento), (Filadelfia: Judson, 1958 ), es una extensa revi-
sión de una obra anterior, que analiza el tema a nive l semipopular y
desde u n punto de vis ta moderadamente li beral; Pritchard . J. B. (ed.),
Ancient Near Eastern Texts (Antiguos Textos del Cercano Oriente), que
es ahora la traducción s Landard de casi todos los antiguos documentos
y antigua literatura que tienen alguna relación con la Bib lia; Thomas, D.
W. (ed.), Doc uments from Old Testament Times (Documentos de la
época del Antiguo Testamento), (Nueva York: Harper & Row, 1958),
una excelente antología traducida de antiguos textos no bíbli cos, con
introducción y notas; Unger, M. F., ArchaeoJogy and th e Old Testa-
men t (La arqueología y el Antiguo Testamento), un estudio algo más
concienzudo y moderno desde un p unto de vista conservador que la
obra de Free, Archaeology and Bible His Lory (La arqueología y la
historia b íblica) .
En las p róximas páginas intentaremos agrupar a lgunos de los prin-
cipales descubrimientos que afectan las erróneas críticas dirigidas con-
tra la exactitud y precisión h istórica del Pentateuco por los ad herentes
a la escuela documental. Cada uno de estos alegatos mal fundados está
seguido p or una lista de hallazgos arqueológicos qu e ti enden a refu tar-
lo. No habrem os de tratar en d eta lle cada uno de esos descubrimientos ,
pero haremos un breve resumen de su importancia respecto a l a legato
en cuestión .
ALEGATO: El arte de escribir era virtualmente descon ocido en Israel
an tes de l establecimi ento de la monarquía davídica; por lo ta nto n o
pudo haber re latos escritos en los tiempos de Moisés.

2. Elder, Prophets, ldo/s and Diggers (Profetas, ídolos y excavadores), (Nueva York:
Bobbs Merril, 1960), pág. 16, libro respaldado por una junta ed itorial formada por clé-
rigos americanos liberales.
EVIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIGUEDAD DEL PENTATEUCO 185

REFUTACION: (1) El más antiguo documento h ebreo hallado hasta la


fecha es el Calendario de Gezer, escrito alrededor del año 925 a. de J.C .
. (encontrado por Macalister en el año 1908). Ya que obviamente se trata
de un mero ejercicio escolar de un niño, ello demuestra que el arte de
escribir era tan bien conocido y ampliamente practi cado en Israel
durante el siglo X a. d e J.C. que hasta los niños aprendían a escribir en
las provincias.
(2 ) Las tablillas de arcilla de Ugarit o Ras Samrah (descubiertas por
Schaeffer en 1929) se remontan hacia el año 1400 a. de J.C. Su escritura
es alfabética y consta de treinta letras, expresadas en un lenguaje
emparentado con el h ebreo más que con ningún otro dialecto semita.
Consisten principalmente en poemas épicos referidos a deidades tales
como El, Baal, Anat, Asera y Mot, y exhiben el depravado politeísmo
que caracterizaba a los can aneos en los días de la conquista israelita.
Como ya lo señalamos en el capítulo 12, ponen de relieve varios térmi-
nos rituales que Wellhausen sostenía que eran inventos posteriores al
exilio del documento P. Esto sin duda establece el hecho de que estos
términos técnicos para expresar un sacrificio eran de uso común en
toda el área cananea , casi mil años antes de lo que se supone vieron la
luz, según la hipótesis documental. También proporcionan muchos
paralelos o dichos poéticos y características expresiones halladas tanto
en las porciones poéticas del Pentateuco como en los Salmos. Hablan
de la morada de Baal como que está situada "en el monte de su here-
dad", casi igual que Exodo 15:17, en la frase "en el monte d e tu h ere-
dad " (que los críticos, anteriormente, insistieron en que era una re-
ferencia al monte Sion). 3 Aun las formas y paralelismos poéticos de
estas epopeyas ugaríticas revelan una estrecha semejanza con la poesía
hebrea. Comparar, por ejemplo, el paralelismo triple utilizado en el
cántico de María (Exodo 15) y en algunos de los Salmos (p. ej., Salmo
92,:9), que refleja un estilo característico de los poemas ugaríticos. Algu-
nas de las palabras raras y dudosas de la poesía hebrea figuran también
en los documentos de Ras Samrah, que han arrojado luz sobre su signi-
ficado . (Cf. Albright. AP, págs. 231-233).
(3) Aun antes de la literatura hallada en Ras Samrah, hubo nume-
rosas inscripciones de tipo alfabético, encontradas en las minas de
turquesa de Serabit el-Hadim (la antigua Dofca) qu e datan, por lo
menos, del año 1 500 a. de J.C. Estas inscripciones jeroglíficas (descu-
biertas por Petrie en el año 1904) exhiben un sistema alfabético que nos
suministra la genealogía de las letras del alfabeto fenicio. Resulta obvio

3. Un epíteto de Baal en 1 Aqhat 4 3, 44 es f-k-b' -r-p-t (probablemente vocalizado como


rakib 'urpati) que significa "jinete de las nubes; este figura en el Salmo 68:5 como r-k-b
~-·-r-b-w-t (rókeb bó''róbót), como una descripción de Yahweh (frase anteriormente mal
mterpretada como " jinete en los desiertos"). Cf. Cyrus Gordon, Ugaritic Manual (Manual
ugarftico), pág. 179b.
186 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

qu e los autores de estas in cripciones fueron los primeros sem itas que
trabajaro n p ara los egipcios . Se infiere, naturalmente, que la escritura
estaba tan amp liamente difund ida entre los semitas de la era pre-
mosaica, que aun las clases m ás bajas de la sociedad podían leer y
escribir. (Algu nos han su gerido, com o lo con jetura Albright, que se
trataba de esclavos hi csos, obligados a trabajar en esas minas luego de
ser ex pu lsados de Egipto.) Resu lta interesan te observar que recien -
temente se h an descubi erto nuevos restos d e cerámica en Ha zor con
inscripciones hechas en esta m isma escritura sinaí ti ca (Y. Yadin , y
otros : Hazor I [1958], Hazor II [1960]), lo cual signi fica que el conoci-
miento de la escritura en este tipo alfabético se extendía a toda Pales-
tina en los días de Moisés.
ALEGATO: Los re latos de l Génesis sobre la vida y las actividades de
Abraham y sus desc en d ientes no son d ignos de confianza y a menudo
no son h istóricos. Noldeke llegó al extremo de n egar de pla no la ex is-
ten cia histórica d e Abraham .
REFUTACION: El siglo XX ha bri n dado abundantes con firma ciones d el
relato bíblico por m ed io de los siguientes d escubrimientos arqueológi-
cos.
(1) La ciu dad de Ur, en el sur d e Sum er, fue tota lmente excavada
por Leonard Woolley (1922-1934) , y resultó ser una importante y
floreciente ciudad que gozaba d e una avanzada civ ilización alrededor
del año 2000 a. d e J.C., lo cu al coincidiría precisam ente con el período
en que vivió Abraham. El común d e los ciudadan os de la clase media
h abitaban excelentes casas que tenían entre diez y veinte habitaciones .
Había escuelas d on d e se educaban los n iños, pues se han hallado ta-
blillas que utili zaban los a lumnos para apren der a leer, a escribir, arit-
mética y re ligión (Free, ABH, págs. 49-50) . Estos últimos aflos se ha
planteado alguna duda en cuanto a si la Biblia se refiere a Ur de los
sumerios, pero la eviden cia d e una ciu dad del mismo nombre más al
n orte es muy escasa.
(2) El nombre Abram aparece en tablillas datadas en el siglo XVI a.
de J.C. Así , una ta blilla acádica, fechada en el añ.o 1554 a. de J.C. o sea el
undécimo añ.o de Amisaduga de Babilonia (Bar ton, AB , pág. 344), re lata
que un granjero llamado Abarama tomó a lqu ila do un buey. Otras d os
tablillas se refieren al mismo nombre como Abamrama:
(3) En cuanto a la carrera de Abraham en Palestina, las excavaciones
de Siquem y Bet-el demu estran que fu eron h abitadas en los días d e
Abraham. Un escritor del siglo IX bien p u d iera haber representado al

4. Siguiendo una cronología más antigua, Barton data la primera tabl illa en el año 1965 a.
d e J. C.; pero de acuerdo con la fec ha asignada por P. E. Va n der Meer, en The Ancient
ChronoJogy of Western Asia and Egyp t (Antigua cronología de Asia Occidental y Egipto)
(Leiden , Netherlands: E. ). Bril l. 194 7). Arnmisaduga comenzó su reinado en 1565.
E VIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIG UEDAD DEL PENTATEUCO 18 7

patriarca cuando se detenía en ciudades que no existían en el s iglo XX


a. de J.C., s i bien pudieron habe rse hech o fam osas más tard e.
(4) Los eruditos más viejos criticaron a Génesis 13 como un capítulo
no histórico, basados en que el valle d el Jordán estaba rela ti vamente
inhabitado e n los tiempos de Abrah am. Pero Nelson Glueck, e n dé-
cadas recie ntes, ha d esenterrado más de seten ta solares en el valle del
Jordán , algunos de los c u ales se remontan a 3000 años antes d e Cristo.
(5 ) Génesis 14 fue rechazado por Noldeke, basado en qu e (a) los
nombres d e los reyes de la Mesopotamia eran fic ti cios, (b) no se hacían
viajes tan largos desd e la Mesopotamia a Pales tina, en la ép oca de
Abraham , y (e) no existía t al camino al oriente d el río Jordán. En cuanto
a (a), la pos ibilidad de un Quedorlaomer, rey d e Elam, los descubri-
mie ntos más recientes han demostrado que en rea lidad ex istió una
di nastía ela mita que im puso un señorío te mpora l en Sumer y Acadia, y
que algunos d e estos reyes ten ían nombres que comen zaban con " Ku-
dur" (siervo), y qu e había una diosa elam ita llamada Lagamar. As í, un
rey Kudur-lagamar ("siervo de la diosa Lagamar") b ie n pudo haber
participado e n esta in vasión . Dice una de las tablillas (Barton, AB, pág.
349) que un rey llamado Kudur-Mabug tenía un h ijo llamado Ari-a ku (o
también Arad-Sin , siervo del dios-luna). y que era rey de Larsa, muy
semejante a "Arioc rey d e Elasar" (Gén esis 14:1). Las tab lillas de Mari
mues tra n cuán común era el n ombre Ari yuk (Albright e n Rowley,
OTMS, pág. 6). Un con trato para alquilar u na carreta. fechado poco
tiempo desp ués d e Hammurabi , estipula qu e la carreta alquilada no
debe diri girse a la costa d el Mediterráneo (lo c ua l indica que se hacían
viajes con carretas a Pa lesti na, en aquellos días). (Cf. Barto n , AB,
pág. 347).
El res ultado ne to de todas es ta confirmación a rqu eo lógica sobre la
co inci dencia de Génesis 14 con las condiciones exis te ntes en aque l
período ha sid o e l de con ven cer a Gunke l, Albrigh t y muchos otros, de
que este episodio desca nsa sobre a uténticas tradiciones que se remon-
tan tal vez al siglo XX a. de J.C. Albright conclu ye: "A pesar de nuestro
fracaso, hasta el mom ento, d e fijarle un horizonte histórico a este capí-
tulo, tenemos la certeza de que s u conten ido es antiq u ísimo. Figuran
varias pa labras y expresiones que no se repiten en ningu na otra parte de
la Biblia y que ah ora sabem os p ertenece n al segundo mi lenio a ntes de
Cris to. También son an tiquísimos los n ombres d e locali dades en
Transjordania."~ Debemos mencionar, sin emba rgo, que una anterior
identificación d e "Amrafel rey de Sinar' con el cé lebre Hammurabi d e
Babi lonia es insostenib le, puesto que éste fl oreció en el s iglo XVIII a. d e
J.C., en tanto que Abrah am vivió en el siglo XX ó XXI a. de J.C. (según el

5. H. C. Allcman y E. E. Flack [eds.). Old Testorn ent Comrnentory [Comentario del


Antiguo Testa mento). pág. 14.
188 RESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIC UO T ESTAMENTO

r elato bíblico). Es ta fecha corregida de l reinado de Ha mmurabi (hacia e l


año 1728-1676) fue establecida sobre la base d e la corres pondencia
diplomáti ca descubierta en Mari entre Zimri-Lim, ú ltimo rey de Mari y
el propio Hammurabi.• Puesto que por otros s incron ismos se conoce la
fecha de Zimri -Lim , qued a firmem ente establ ecido esta fecha tardía
para el famoso codificador.
(6) Las tablillas de Mari fueron descubiertas por A ndré Parron en
Tell Hariri en e l medio Eufrates, en e l año 1933. Estas 20.000 tablillas
fu eron esc ritas en idioma acádico durante el siglo XVIII a. de J. C. , y
confirman la existen c ia d e la ciudad de Nacor (nombre dado en honor
de Nacor, e l h ermano de Abraham, según Génesis 24:10; cf. 11:27).
También mencionan el n ombre de Ariyuk (Ar ioc), co mún a l co mienzo
de l segund o mileni o a . d e J.C. Hasta mencionan a los habiru (q ue pro-
bablemente es la forma acádica d el término ca naneo '!brfl'm o hebreo ),
designación primeramente aplicada a Abraham en el relato de l Génesis,
pero que según la ev idencia cuneifo rme, pareciera referirse a ciertos
grupos gue rreros o " m erodeadores" o al " pu eb lo del otro lado" (esto se
basa en la presun ción d e que la raíz d el nombre era una derivación del
verbo 'óbar, "cruzar, ir a través de") , que pudieran habe r estado étnica-
mente relac ionados entre sí, o pudieran no haberlo estado. Es intere-
sante mencionar qu e uno de los nombres que figuran en estos docu-
mentos de Mari es Banu-Yamina (nótese el parec ido con Benjamín),
tribu de fero c es nómadas. La temprana apar ic ión de este
nombre brinda un trasfondo para s u aparición en la historia hebrea
posterior.
(7) La tablillas de Nuzo o Nuzi, halladas por Chie ra y Speiser en
Nuzi (cerca de Kerkuk), sobre el Tigris en el a ño 1925, se remon tan al
s iglo XV a. de J.C. , y revelan una fuerta infl uencia hurrita por e l tipo d e
acadio ut il izado en las miles de tablillas descubiertas . S irven para con-
firmar la his toricidad de muchas de las costumbres y usos practicados
por Abra ham y los otros patriarcas , antes de s u asentamiento en Egipto.
(a) La referen c ia de Abraham a s u siervo Eli ezer como " el h ijo de mi
casa " (B iblia de Jerusalén, nota a l pie) en Génesis 15:2 (con a nteriori-
dad al nacimiento d e Ism ael y de Isaac) indicaba qu e lo había adoptado
como s u h eredero legal. El hecho de que Dios rechazó ese arreglo
(Gén esis 1 5:4) hubi era podido poner en aprie tos a Abraham si no
hubiera exis tido la costumbre (como lo d emuestran los escritos de
Nuzi) de an ular las pretensiones de un hijo adoptado s i un heredero
natural nacía con posterioridad en la fami li a. (b) La legitimidad de
vender la primogenitura (como Esaú se la vendió a Jacob, según Génesis
25:33) fu e establecida en Nuzi, pues en un caso el h ermano mayor fue
válidamente recompen sado con un pago de tres ovejas por venderle a

6. Ver BASO R. No. 88 (diciembre de 1942) : 28-36.


E VIDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIGUEDAD DEL P ENTATEUCO 189

su hermano menor los derechos de primogenitura.' (e) El carácter d e


obligatoriedad d e una voluntad expresada en el lecho d e muerte, tal
como la que Jacob le sonsacó a Isaac, tiene su antecedente en el caso de
un hombre llamado Tarmiya que estableció su derecho a la mujer con
qui en se casó al probar que su padre, en su lecho de muerte, se la había
otorgado. Esto fue suficiente para gan ar el juicio que le entablaron s us
hermanos. (d) Un relato de Nuzi brinda un motivo plausible para el
hecho d e que Raquel hurtó los terafim de s u pad re (Génesis 31 ), por
med io de un caso en el que un h ombre pudo recla mar ante un tribunal
de jus ticia la heredad d e su suegro porque poseía los terafim (o dioses
de la fami lia). 8 H. H. Rowley arriba a la s iguiente conclusión respecto
de las narraciones sobre los patriarcas en el Gén es is: "Es asombrosa la
exactitud co n que refl ejan las condiciones sociales en la era patriarcal y
en algunas pa rtes de la Mesopotamia de las cuales se dice que vinieron
los patriarcas, muchos s iglos antes de haberse compuesto los actuales
documentos. " 9
(8) El Código Legal h itita (descubierto por Winckler en Hattusas
- hoy Bogazkoy-. 1960-1 912, y que data de alreded or del año 1 300 a. de
J.C.), aclara la transacción registrada e n Génesis 23 donde Abraham
adquirió la c ueva de Macpela comprándosela a Efró n el heteo. Las leyes
hititas exp lican la resistencia de Abraham a com prar toda la parcela y
su preferencia por adq uirir únicame nte la cueva y el terreno in-
mediatamente adyacente. La ley exigía que e l due ño d el pred io ejecu-
tara los d eberes de ilku o servicio feudal, res ponsabilidad qu e s in duda
alguna incluía la observa ncia de prácticas religiosas paganas. Como
adorador d e Jehová, Abra ham se c uidó bien d e verse e nvuelto en extra-
ñas prác ticas y compró solamente una fracción de la parcela, dejando a
Efrón la responsabilidad de ejercer el papel de ilku , como dueño origi-
nal d el pred io. Como lo manifiesta Manfred Lehman ,10 el relato d e
Génesis 23 exhibe un conocimiento tan profundo de los procedimi en-
tos hititas como para brindar la certeza de que el episodio an tedató a la
destrucción de l poder hitita en el siglo Xlii a. d e J.C.
(9) Muchos arqueólogos, in el uso Albright , ha n sostenid o que las
refe rencias a camell os, como parte d e los bienes de Abraham (Génesis
12:16), y en la forma como los utilizó el siervo que fu e e n busca de
Rebeca (Génesis 24: 1 0, 14, 19-20), fueron e mbellecim ie ntos anacrón i-
cos incorporados siglos más tarde. Igual cabe decir de los camellos
utilizados por los traficantes de esclavos q ue com praron a José en su
cam ino a Egipto (Génesis 37:25). A esta deducció n se llegó por falta de

7. Ver C. H. Gm·tlon en The Diblica l Arc haeologis t (E l arqueólogo bfblico) 3 (1940):5


8. Cf. Gordon en fl evue Biblique (Revis ta bíblica), 44 (1935):35
9. Rowley, en Bulle tin of the John Rylands Librory (Boletfn de la Biblioteca john Ry-
lands), 32 (setiembre de 1949):76.
10. BASOR, No. 129 (febrero de 1953); 18.
190 REsEÑA CRíTICA DE UNA lNTRoouccióN AL ANTicuo TESTAMENTo

una clara referencia extrabíblica sobre la existencia d e camellos a ntes


del siglo Xll, e n ninguno de los descubrimientos arqueológicos h echos
antes de 1950. Pero al igual qu e tantos argumen tos nac idos d el silen cio,
esta posición tuvo que ser abandonada porque la desacreditaron hallaz-
gos subsiguie ntes . Kenneth Ki tch en señala (AOOT, p ág. 79) que ap arte
de una probable (pero discutible) alusión a camellos e n e l siglo XVIII a.
de J.C. , en una lista d e forraj es hallada en Ala lah (como lo atestigua
W. G. Lambert en BASOR, No . 160 [di ciem bre de 1960]: 42-43), s in
duda hay una referencia a la domesticación d e came llos e n épocas de la
antigu a Babilonia (2000-1700 a. de J.C.). Un antiqu ísimo texto sumerio
de la ciudad de Nippur alude a la leche de came lla (cf. Chicago Assy-
ria n Diction a ry (Diccionario asirio d e Chicago), (1960): 7: 2b) . En época
tan lejana como 2500 añ os antes de Cristo, se inhu maro n los h uesos de
un came ll o enterrad o bajo una casa en Mari (André Parral, en Syria 32
[1955] :323). Se h an hech o desc ubrimientos similares en diversos s itios
de Palestina en ni veles que se remontan a 2000 a ños an tes de Cristo en
adelante. De Biblias, en Fenic ia, se ha logrado una figurill a incomp leta
de un came llo que d ata d el s iglo XIX o XVIII a. de J.C. (Roland o de
Va ux, en Rev ue Bi bli que (Revista bíblica), 56 [1949] :9) . Una vez m ás e l
relato de l Antiguo Testamento ha sido reinvindica do com o una narra-
ción histórica absoluta mente confiable, a pesar de la deficiencia tem-
p oral d e confi r mación arqueológica.
ALEGATO: La legis lación de l código sacerdotal re prese nta una etapa
tardía, poster ior a l exilio en el desarrollo d e la re ligión de Israel; jamás
pudieron e laborarse leyes de ese tipo con anteri orid ad a l siglo V a.
d e J.C.
REFUTACION: (1) El Cód igo Babilónico de Hamm urab i, descub ie rto
por Margan y Scheil en Susa, en el año 1901 , muestra n umerosas simi-
litu des con estipulaciones que figuran e n Exodo, Levítico y Números,
respecto a castigos por determin ados de litos y la indem nizac ión por
agravios y rompimientos de contratos. Much as leyes parecidas las in-
cluye Wellhausen en e l docume nto P . En términos generales, las sem e-
ja nzas se hall an en la mi.Spd ti'm israe lita (leyes civi les de origen con-
sue tudinario, que p or lo habitual tienen u n tipo de estructura con un
"si- [con dicional] en ton ces- ") . Por ejemp lo, (a) Levítico 19:23 -25 esti-
p ula que cuando se p lanta u n huer to, el cultivador no podrá com e r de
su fruto hasta el qu into año de plantado. El Código d e Ha mm urab i No.
60 estipula que el c ultivador qu e planta un huerto n o pu ede com er d e
su fruto h asta el qu into año (momento en que d ebe entregar a l d ueño de
la propiedad la mitad escogida de su cosecha) . (b) Levftico 20:10 conde-
na a la pena d e muerte tanto al adúltero como a la adúltera . El Códi go
de Hammurab i No . 129 estipula que ambos participan tes de l adulterio
de be rán ser ahogados, a menos que el rey eje rza su facultad de
EVIDENCIAS A RQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIGUEDAD DEL P ENTi\TEUCO 191

clemencia o que la esposa sea perdonada por el es poso. (e) Nú meros


5:11-28 describe el proced imiento para d eterminar la cu lpabilidad o
inocencia de una es posa cuyo m arido sospecha que le es in fi el: habrá
de tomar una poción de " aguas amargas" sobre las que se invocará una
maldición si es culpable. El Código de Hammurabi No. 13 2 estipula que
si se sospecha que una mujer h a cometido adul terio (aunque no sea
descubierta en el acto) será arrojada al río y si se hunde es c ulpable, y si
flota es inocente. (d) Levítico 20:1 2 exige la pena de muerte tanto para
el suegro co mo para la nuera que participen de un acto d e ad ulterio. El
Código de Hammurabi No. 155 exige la pe na capita l so lame nte para el
suegro , presumiblem ente sobre la base d e que la mujer no se atrevería a
negarse a los requerimientos del jefe d e la fam ilia. (e) Levítico 24 :19, 20
fi ja el castigo por mu tilación criminal de una part e del cuerpo de otra
person a; se le causa al ofensor la misma lesión (ojo por ojo, diente por
die nte). El Cód igo de Hammurabi No. 196, 197, 200 impone la m isma
pena c uando los dos participantes d el incidente sean d e u na misma
clase social, pero sólo indemnización pecuniaria cuando la persona
lesionada pe rte nece a una clase socialmente más baja.
Tan notorias son las si militudes que demuestran qu e las leyes del
ti po P de ninguna manera son de mas iado avanza das para la época de
Moisés, puesto qu e ha llaron una estrecha correspo ndencia co n los sis-
temas lega les que prevalecían en Babilonia siglos antes de su tiempo."
Difícilme nte pueda objetarse que los israeli tas eran demas iado primiti-
vos para ser gobernados por leyes tales co mo esas, en los tiem pos d e
Moisés, ya que de acuerdo con su propio y explícito relato, vivieron en
med io de una d e las m ás avan zadas civili zaciones de la antigüedad,
durante más de cuatrocientos años, y n aturalmente hubieran adquirido
con ceptos de jurisprudencia m ás avanzados que las tribu s indígenas
del des ierto. Cabría imaginar que la legislación egipcia hubiera eje rc ido
u na mayor influe ncia sobre el código hebreo que la babi lóni ca (que sólo
hubiera pod ido sobrevivir como tradición oral d esde los d ías de Abra-
ham ). Pero pues to que no se ha descubie rto has ta ahora en Egipto
ninguna codificación legal (Pritchard , ANET, pág. 212). resulta imposi-
ble estimar, en uno u otro sentido, el elemento egipcio. Debemos acla-
rar, por supuesto , que las diferencias entre la Tora y el Cód igo de
Hammurabi son notoriamente m ayores que las sim ilitudes. Pero las
difer e n c ias p roceden mayormente de la s id eo logía s tota lme nte
diferentes a las c uales se adhieren ambas cu lturas.
Más numerosas son, s in embargo, las semeja nzas entre e l cód igo
babilónico y el Cód igo de la Alianza contenid o en Exodo 21 -23. Compa-
rar , por ejemplo , Exodo 21:2-11 con No. 117; Exodo 21 :1 5 con No. 195;

11 . Cf. la c ita to mada de Men de nhal l en las págs. 170. 17'1 d e ~)s l e li bro que indi ca un
marco premonárqu ico para e l Código d e la Alianza (Exodo 2'1-23) .
192 REsEÑA CRíTICA DE UNA INTRoDuccióN AL ANTicuo TESTAMENTO

Exodo 21:16 con No. 14; Exodo 21:22-25 con Nos. 209-213 ; Exodo
21:28-36 con Nos. 250-252; Exodo 22:7-9 con No. 120; Exodo 22:9 con
No. 267; Exodo 23:1-3 con Nos . 1-4. Por supuesto que esta evidencia
establece la posibi lidad de una fecha mosaica para estas normas
legales, en vez del período del año 800 a. de J.C. que le asigna la antigua
escuela documentalista. Lo mismo cabe d ecir para las estipulaciones
que muestran afinidad con la legislación del Deuteronomio (Deute-
ronomio 19:16-21 y No . 1; Deuteronomio 22:23-27 y No. 130) , que no
son una mera reafirmación o repetición de las leyes que figuran en
Exodo, Levíti co y Números. La legislación de la Babilonia del siglo
XVlll estab lece la posible antigüedad de estas estipulaciones del
documento D, que los documentalistas supusi eran que eran de la época
de Josías (siglo VII).
(2) Las tablillas de Ras Samrah, del siglo XV a. de J.C., como ya lo
hemos señalado," brindan un elevado número de términos técnicos
referidos al sacrificio, de los cuales Wellhausen había declarado que se
remontaban al siglo V (ofrenda encendida, ofrenda de paz, ofrenda por
el pecado, ofrenda expiatoria, y has ta el mismo t"nüpah , sacrificio
mecido, cf. Koehler-Baumgartner, pág. 1034a). Además de términos de
cu lto, hallamos una mención del rito de hervir un cabrito en la leche de
su madre como manera aceptable de allegarse a Dios (Gordon, Texto
52:14) . Esto dio lugar a la prohibición de esta superst iciosa práctica
pagana en Exodo 23 :19; 34:26 y Deuteronomio 14:21.
Respecto a esta posición de los críti cos de asignarle una fecha tardía
a la legislación mosaica, Millar Burrows, de Yale, d ice lo siguiente:
"Los eruditos han supuesto, algunas veces, que el nivel social y moral
de las leyes atribu idas a Moisés era demasiado elevado para una época
tan tem prana. Las normas representadas por los antiguos códigos babi-
lónicos, asirios e hititas, como así también los elevados ideales halla-
dos en el Libro de los Muertos, de los egipcios, y la antigua literatura
sapien cia l egipcia, han refutado contunden temen te esta s uposición.""
Otro cúmulo de evidencias lo hallamos en la notable analogía que
hay entre la est ructura de los tratados de soberanía del segundo m il enio
y la estructura del Deuteron omio, como asimismo con las porciones
legales del Exodo. (Para mayor abundamiento ver el cap ítulo 18 de este
libro que trata sobre el Deuteronomio). Albright afirma que esta pre-
sentación del Pacto realizado entre Yahweh e Israel "manti ene un claro
marco que en no men os de ocho precisos puntos refleja las estructuras
características de los tratados asirio-anatólicos de los siglos XIV y XIII
a. de J.C., q ue fu eron preservados en los arch ivos hititas de Bogazkoy.
Totalmente distinta es la estructura de media docena de tratados así-
12. Ver capftulo 12, pág. 176, de este libro.
13. Burrows, What Mean These Stones? (¿Qué signific ado tienen estas piedras?), (New
Haven, Conn.: ASOR, 1941), pág. 56.
EviDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTIGUEDAD DEL PENTATEUCO 193

rios, arameos y fenicios que conocemos del siglo VIII a. de J.C. y más
tarde. ••
ALEGATO: Todo el relato de la conquista hebrea de Transjordania y
Palestina, tal como lo registran los libros de Números y Josué está
totalmente alejado de la realidad histórica y fuera de armonía con las
condiciones imperantes en la última parte del segundo milenio antes
de Cristo.
REFUTACION: (1) Los textos egipcios de execración de la Duodécima
Dinastía confirman la historicidad de la situación política en Palestina
tal como la pintan el Pentateuco y Josué. Consisten de dos grupos: una
colección de escudillas con inscripciones halladas por Sethe en 1926
(actualmente en el Museo de Berlín), que datan de alrededor de 1920 a.
de J.C.; y un grupo de estatuillas con inscripciones halladas por Po-
sener en 1940 (actualmente en el Museo de Bruselas), de alrededor de
1820 a. de J.C. Estos objetos tienen inscritos los nombres de ciudades y
estados tributarios que estaban en Palestina y que juraron lealtad a
Egipto. Su propósito aparente era hechi cero, es decir, que si la gente
representada por estos nombres violaban sus juramentos, las escudillas
o estatuillas debían ser destrozadas, para atraer la maldición sobre los
rebeldes. El hecho más significativo de todo ello es que las inscrip-
ciones del segundo grupo indican una perceptible disminución en el
número de unidades tribales y un aumento en el número de ciudades-
estados en e l territorio de Palestina, que es justamente la situación
reflejada en el libro de ]osué."
(2) Las tablillas de Tell el-Amarnah (antigua Akhetaten), descubier-
tas en el aii.o 1887 y que databan de los años 1400-1370 a. de J.C.,
conforman un archivo de correspond en cia escrita en acád ico
cuneiforme , redactada por principillos asirios y palestinos y cuyos des-
tinatarios eran la corte egipcia. Estas cartas contien en en su mayor parte
alarmantes informes sobre las depredaciones causadas por feroces in-
vasores y urgentes requerimientos solicitando la ayuda de las tropas
egipcias para rechazar estas peligrosas incursion es. También reflejan
las condiciones de caótica des uni ón reinante entre los diversos
reyezuelos de Canaán, y una tendencia a denunciar su alianza con
Egipto en favor de un pacto con los invasores Habiru o 'Apiru (como
transcriben Albright y Mendenhall este nombre). Las localidades que
cayeron en manos de los invasores, según una correspondencia prove-
niente de Megido, estaban todas situadas en la región de Arad, en el

14. Albright, SAC, pág. 16.


15. Cf. Albright AP , pág. 83. Con respecto a esto, Albright observa que una rara palabra
aplicada a " criado", que figura en Génesis 14:14 -h•nikim- ha resultado derivarse del
egipcio ~nkw, " criados" ("tropa de gente" -Biblia de Jerusalén- ). qu e figura en estos
textos de execración. Cf. Rowley, OTMS, pág. 6.
194 RESEÑt\ CRíTICt\ DE UN/\ I NTRODUCCIÓN t\L ANTIGUO TESTt\MENTO

sur, que fue el primer territorio invadido por los israelitas, según
Números 21:1-3. Otras ciudades que cayeron, mencionadas en esas
listas, son las que registra Josué como capturadas por la conquista
israelí; Gezer, Ascalón y Laquis. No h ay cartas provenientes de Jeri có,
Beerseba, Bet-el ni Gabaón, que fueron las primeras en caer ante las
tropas de Josué . En el capítulo 19 daremos mayores detalles sobre la
correspondencia h all ada en Tell el-Amarnah, pero de lo que hemos
dicho surge con meridiana claridad que esas tablillas registran la con-
qu ista hebrea de Canaán en 1400-1380 a. de J.C. , desde el punto de vis ta
de los propios cananeos.
(3 ) La Estela de " Israel" del rey Mernepta, ha llada por Petrie en
Tebas, en e l año 1896, data del año 1229 a. de J.C. , contiene la única
referencia egipcia existente a la nación hebrea como " Israel". En este
encomioso h imno de alabanza al rey egipcio (hijo de Ramsés el Grande)
figura al fina l de la inscripción una lista de naciones y localidades, con
la declaración de que fuero n conquistadas o saqueadas por las irresisti-
bles tro pas de Mernepta. Esa li sta incluye el territorio de los h ititas, las
mismas Canaán, Ascalón y Filistea, Gezer cerca del vall e de Ajalón,
Janoa , en el extremo norte de Palestina (cerca de Lais-Dan), Israel (con
un determinativo étnico más que un determinativo de ciudad local) , y
el territorio de los horeos. Como es obvio , si Mernepta comprobó que
los israelitas poseían porciones de Palestina hasta la frontera norte, la
conquista israelita ob ligadamente tuvo qu e haber ocurrido substancial-
mente antes del año 1229 a. de J.C. Puesto que esta campaña pa lestina
está datada en el quinto aúo del reinado d e Mernepta, éste no pudo
haber sido el faraón del éxodo , como afirmaban los sostenedores de la
"teoría de una fecha posterior". (La única manera de zafarse de esta
conclusión es sostener, contrariamente al relato del propio Génesis,
que algunos israelitas nunca emigraron a Egipto con el resto de la
familia de Jacob.) Obviamente, sería dificilísimo que Mernepta hubiera
sido el faraón que permitió la salida de los israelitas de Egipto, y luego
de cuarenta años de deambular por el desierto y varios aii.os más de
conquista, ¡los hallara establecidos en Palestina al quinto aúo de su
reinado!' 6
Es digno de mención el hecho de que en años recientes Cyrus Gor-
don ha reunido un impresionante cúmulo de evidencias de literatura
comparada del antiguo Cercano Oriente y de la an tigua Grecia, que
demuestran que el criterio básico para la división de fuentes de la
escuela de Wellhausen pierde todo valor para la li teratura no israelita.
De la misma manera que el relato homérico de la Ilíada sobre el escudo
de Aquiles forjado por Hefesto, lo describ ió como un cuadro de diver-
sas escenas de las actividad es de la guerra y de la paz en la antigua

16. Cf. la Estelo de Israel. ele Mernepta. q ue se estudia en la pág. 252 de este libro.
EviDENCIAS ARQUEOLÓGICAS SOBRE LA ANTJGUEDAD DEL PENTATEUCO 195

sociedad helénica, así también el autor del Pentateuco hizo una sem-
blanza de los diversos aspectos de la sociedad hebrea del segundo
milenio antes de Cristo, guerra y paz, normas de culto y leyes civil es y
criminales, y todo lo que conformaba la vid a de ese pueblo. No hay
ninguna necesidad de asignar a distintos au tores la paternidad literaria
de cada uno de esos elementos. Gordon también señala el Standard de
Ur (un mosaico de lapislázuli y concha incrustada en un a base de
madera, de alrededor del año 2500 a. de J.C.) ; éste de igual modo brindó
un panorama amplio de la vi da sumeria, ilustrado con temas de guerra
y de paz. (Cf. Gordon, "The Minoan Bridge" -El puente minoico- en
Christianity Today - Cristianismo h oy- [15 de marzo d e 1963], pág. 6;
R. K. Harrison: Old Tes tament Times - Tiempos de l Antiguo
Testamento- págs. 41, 50.)
En capítulos subsiguientes describiremos muchos otros descubri-
mientos arqueológicos que verifican y confirman la exactitud del relato
bíblico, en los cuales sus evidenc ias se relacionan con detalles espe-
ciales importantes para ciertos libros del Antiguo Testamento en par-
ti cular. Y justamente debido al impacto acumumu lativo de todos estos
hallazgos, arqueólogos d e la talla de W. F. Albright se han visto obliga-
dos a conceder la esencial exactitud del Pentateuco. Albright lo expresa
de la siguiente manera : "Los h echos relatados en nuestro Pentateuco
son , por lo general, mucho más antiguos que la fecha en que finalmente
fueron editados; nuevos descubrimientos con firman la exactitud his-
tórica de la antigüedad literaria de infinidad de detalles .... Por lo
tanto, es puro hipercriti cism o n egar el carácter sus tancialmente
mosaico de la tradición del Pentateuco " [AP. pág. 224). En un artículo
anterior ("Archaeology Confronts Biblical Criti cisrn" -La arqueología
enfrenta a la crítica bíblica- ) sostuvo que la presunción de que el
fraude piadoso y las obras escritas por autores supuestos eran comunes
en Israel "no tiene paralelo en el Oriente prehelénico". Todo lo contra-
rio, afirmó, hallamos allí una supersticiosa veneración tanto por la
palabra escrita como por la tradición oral.
SEGUNDA P ARTE

Introducción Especial
CAPITULO 14
GENESIS
El títu lo Génesis (griego, comienzo ) lo aplicó la Septuaginta. El título
hebreo está dado por la primera o primeras dos palabras del li bro,
b•re'sirt (en el principio). El tema principal o materia de que trata con-
sis te en los orígenes: el origen del mundo creado, d e la raza h uman a, de
las diversas n aciones de la tierra, y luego particularmente de la fam ilia
del pacto, compuesta por el pueblo red imido por Dios.
En cuanto a la paternidad literaria d el libro, no dice expresamente
quién lo compuso. Sin embargo, y d e acuerdo con la tradición , el au tor
fue el mismo Moisés, y una ordenan za esp ecífica, como lo es la obliga-
toriedad de la circunc isión a l octavo día, que figu ra en Génesis 17:12
(como asimismo e n Exodo 12:48 y Levítico 12:3). es mencionada en e l
Nu evo Testamento Uuan 7:23) como parte de la ley de Moisés. En
apoyo de esta trad ición tenemos la circu nstancia de que precisamente
la información que necesitamos para que el Exodo sea inteligible , nos la
da e l libro de l Gé nesis . Es en e l Génesis donde se leen las promesas
hechas a Abra ham, a Isaac y a Jacob , promesas repetidas con tan ta
frecuencia en los otros li bros de la Tora a l verse c ump lidas en los
trascendentales aco ntecimientos d el éxodo y la conquis ta d e Ca naán.
Además , e l hecho de que Exodo 1:1 com ienza con la conjunc ión y (en
h ebreo) sugiere que de bía seguir a continuación de a lgú n libro
preced en te.
Se descubre una consideración adicional en los requerim ientos de
la situación a que se enfrentó Moisés cuando procuró escribir una
cons tituc ión para la teocracia de Jehová que iba a ser establecida en
fec ha cercana en la Tierra Prometida. Era absolutame nte esencial pa ra
la unidad nacion al que e l pueblo israelita contara con un re lato preciso
sobre su propio origen naciona l en Abraham y sobre el pac to de Dios
con él y con su descendencia. Aunque los materia les que utilizó e l
autor para la composición d e este libro se remontaba n , sin duda alguna,
a cinco o seis s iglos antes d e s u época, ya que era n an ter ior es a la
m igrac ión de Jacob a Egipto, con todo Moisés parece haber actuado
como un complia dor e intérprete, guiad o por el Espíritu, d el material
preexistente que había llegado a sus manos de s us antepasados, en
forma ora l o escrita.

197
198 R ESEÑA CRiT ICA DE UNA I NTROD UCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

B osQUEJO DE G ÉNESIS

l. Comien zos de la humanidad, 1:1-1 1 :32


A. Creación de l m undo , 1 :1-2:3
B. Lugar que ocupa e l hombre en el mundo, 2:4-25
C. Entra da del pecado y caída res ultan te, 3:1- 4 :26
(Se institu ye el pacto de la gracia)
D. Razas y patriarcas antediluvianos (Adán a Noé), 5:1-32
E. La pecaminosidad del mundo purgada por el d ilu vio, 6: 1- 9:29
F. Posteridad de Noé y las primeras razas del Cercano Oriente,
10:1 - 11: 32

Il. Vida de Abrah a m , 1 2:1- 25: 18


A. El llamam iento de Dios a Abraham y s u aceptac ión del pacto
por la fe, 12 :1-1 4:24
B. Renovación y confirmación d el pacto , 15:1- 17:2 7
C. Lotes li berado de Sodoma, 18:1-19:38
D. Abraham y Abime lec, 20:1-18
E. Nac im iento y casamiento de Isaac, e l hijo de la promesa, 21:1 -
24 :67
F. Descen de ncia d e Abraham , 25: 1-1 8

Ill. Vida d e Isaac y su fami lia, 25 :19-26:35


A. Nacim iento de Esaú y de Jacob, 25:19-28
B. Esaú vende s u pr imogenitura a Jacob , 25:29-34
C. Isaac y Abimelec Il, 26: 1-1 6
D. Disputa en Beerseba, 26 :17 -33
E. Casa mientos de Esaú, 26:34, 35

IV. Vida de )acob , 27 :1 - 37:1


A. )acob en el hogar de su padre, 27:1-46
8 . Exilio y viaje de Jacob, 28:1-22
C. Jacob con Labán e n Siria, 29:1-33: 1 5
D. Retorno d e Jacob a la Tierra Prometida, 33 :1 6- 35:20
E. Descendenc ia de Jacob y de Esaú , 35:21-37 :1

V. Vida d e José, 37:2- 50:26


A . Infancia de José, 37:2-36
B. Judá y Tamar, 38:1-3 0
C. Carrera de José en Egipto, 39:1- 41: 57
D. José y sus herm anos, 4 2 :1-45 :15
E. José recibe a Jacob en Egipto, 45:16- 47: 26
F. Ultimas días de Jacob y profecías finales, 47:27- 5 0:14
GÉNESIS 199

G. José les asegura a sus hermanos un perdón total, 50:15-26

Puede observarse, a través de este bosquejo, la manera cuidadosa y


sistemática en que trató el autor del Génesis todo el período patriarcal.
El principio directriz que campea en todo el relato es el pacto de la
gracia y el trato bondadoso de Dios con los auténticos creyentes, desde
los días de Adán en adelante. Primero está el proceso selectivo por el
cual la asociación del pacto se reduce por etapas sucesivas a un solo
individuo, Abraham; luego se ensancha el principio electi vo para in-
cluir una gran familia, la de Jacob. Así queda d ispu esto el escenario
para la formación de toda una nación en el privilegiado refugio de
Gosén en Egipto.
Dos consideraciones refuerzan esta impresión de una so la paterni-
dad li teraria del Génesis. La primera de ellas es el sign ificativo uso del
vocablo tóledót (orígenes, generaciones, descendientes) a l iniciar la
mayor parte de las principales secciones de bosquejo dado. Se repite en
2:4; 5:1; 10:1; 11 :10; 11 :27; 25 :1 2; 36:1. Por lo genera l lo que sigue a
tóledót es una lista genealógica, o un relato sobre el desarrollo de lo ya
originado (como en el caso de 2:4 : "Estos son los orígenes de los cielos
y de la tierra cuando fueron creados"). En este úl ti mo pasaje debemos
destacar el hecho de que tóledót casi s iempre antecede a una lista o
relato que seguirá a continuación; casi n unca s irve como u na postdata
terminal de una lista o informe que acaba de darse. Esto quiere decir
(com o lo señalan Aalders, SIP, pág. 44 , y Moeller, GATE, pág. 15) que el
hech o de asignar Gén esis 2:4a a P (cuyo relato de la creación acaba de
darse en Génesis 1) n o se justifi ca, de acuerdo con el uso de este térmi-
no tódelót en otros pasajes. Bien pudiera servir como una introducción
al relato d e Adán y Eva en el huerto del Edén, que figura en el resto de
Génes is 2 (como pasaje J).
La segunda consideración en favor de una sola paternidad literaria
la encontramos en la técnica del autor al tratar con los personajes
antepasados que no pertenecen al linaje escogido. Moeller (GATE pág.
15) señala que la genealogía de Caín (4: 1 7-24) figura antes que la de Set
(4: 2 5-26); la de Jafet y Cam (1 0:1-4 y 10:6-8), antes que la de Sem
(10:21-22), a pesar de que Cam era, presumiblemente, el menor de los
tres hermanos. Las gen ealogías de Lot (19 :29, 30) e Ismael (25: 12-15)
figuran antes que la de Isaac (25 :19). De la misma manera los descen-
dientes de Esaú figuran antes que los de Jacob (37:2). El motivo del
autor, en cada caso, parece ser el de informar más brevemente acerca de
las ramas no escogidas del linaje human o, antes de en ca rar en serio las
genealogías d e los patriarcas que tenían una genuin a fe en Jehová. Tal
tratamien to s is temático difícilmente concuerda con una teoría de
fuentes , heterogénea y torp emente combinadas, sostenida por la tesis
de Wellhausen.
200 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

GÉNESIS 1 Y L AS MoDERNAS E v mENCIAS CIENTÍFICAS

LOS SEIS DIAS DE LA CREACION Y LA EDAD DEL MUNDO

De una lectura superficial de Génesis 1, surge la impresión de que


todo el proceso creador tuvo lugar en seis días de 24 horas. De haber
sido esa la inten ción d el autor hebreo (discutible deducción, como se
demuestra en la actualidad), pareciera estar en contradicción con la
moderna investigación científica, que indica que el planeta Tierra fue
creado hace miles de millones de años. En el siglo XIX la principal
eviden cia en favor de esta extrema antigüedad (que entonces, sin
embargo, se creía que era mucho menor que lo que hoy sabemos) la
daba la rapidez con que es depositado el sedimento por la acción del
agua en epocas modernas. En el Golfo de México, el sedimento se
deposita a un promedio de unos pocos centímetros por año; no obstante
ello, se han encontrado depósitos de un grosor de casi 9000 metros, lo
cual indica el paso de mucho m ás de 100.000 años. Esto , por supuesto,
es válido únicamente de acuerdo con una hipótesis uniformista, es
decir, que las fuerzas naturales han operado en las edades precedentes,
a través de los procesos de erosión, sedim entación y acción volcánica,
de igual manera que ahora. (El uniformismo ha sido vigorosamente
desafiado por algunas autoridades que se basan en la evidencia cierta
de violentos movimientos telúricos y metamorfismo termodinámico
exhibido en muchas regiones montañosas o que fueron montañosas en
alguna época p asada. ' La presencia de fósiles, muchos de los cuales son
de especies animales y extinguidas, en estos estratos sedimentarios,

1. Harold W . Clarck en su obra New Diluvialism (Nuevo dil uvialismo), (Angwin Cal.:
Science Publications, 1946), ha reunido u na impresionante colección d e evidencias que
tienden a refutar la presunción del uniformismo. El un iformismo enseña que todos los
procesos geológicos de las edades pasadas p rocedieron aproximadamente de la misma
manera y al mismo ritmo que proceden hoy. Clarck declara : (1) Los depósitos sedimenta-
rios inferiores del go lfo de Méjico muestran evidencias de inmensos volúmenes de agua
que avanzaron en dirección noroeste en un mar de poca profundidad , mientras los
estratos superiores demuestran una corriente inversa, formada por grandes olas que
arrastraron arena , grava y arcilla en dirección suroeste a través d e los sedimentos más
profundos. Estas corrientes eran tan inmensas que acarrearon los materia les, a d istancias
de centenares d e kilómetros. No se conoce hoy en día n ingún lugar de la tierra donde se
produzca tan tremenda acción de las aguas. (2 ) Las inmensas fuerzas que formaron las
grandes cadenas montañosas de los Alpes, los Andes y las Rocosas, no pueden ser
parangonadas ni remotamente con ningún fe nómeno observabl e hoy en día. Estos siste-
mas montañosos se desarrollaron siguiendo el curso de antiguos mares que eran largos y
angostos y aparentemente d e poca profundidad al com ienzo, pero luego fueron recarga-
dos con mil es de metros de sedimentos rápidamente depositados. Luego se produjeron
veloces movimientos hacia arriba acompañados por la acción erosiva de tremendas co-
rrientes d e agua que dieron forma a los actuales picos montal'iosos. (3) Acompañando a
estos movim ientos ascendentes también hubo formidables presiones laterales de fuerza
inconcebible. Así, por ejemplo, toda la porción media y oriental d e las montaúas Rocosas,
en los Estados Unidos de América, fue arrojada violentamente hacia el Este, lo cual
produjo u na serie de gigantescos pliegues que en algunos casos se partieron en dos y
lanzaron una cadena montaúosa por encima de otra a enorme distancia . Los Alpes fueron
tan violentamente trastornados, que los geólogos casi se hallan d esconcertados para
interpretar los estratos. Un punto que no admite discusión es que fue rzas tremendas, que
GÉNESIS 201

FRAGMENTOS DE LA EPOPEYA BABILONICA DE LA CREACION


(Cortesía del Museo Británico .)

sirvió como una especie de reloj geológico que reforzó la impresión de


que la tierra era realmente antiquísima. La mayoría de los fós iles per-
tenecían a géneros que habían desaparecido muchísimos años antes de
haberse depositado los estratos más recientes, y que, por lo tanto, no
pudieran haber sucumbido súbitamente a consecuencia de una sola
catástrofe, tal como el diluvio de Noé. (Especialmente las numerosas
especies fósiles de plantas y de animales que vivían en el mar no
hubieran sido afectadas por e l diluvio , claro es tá, descartando que la
súbita mezcla de agua salada con dulce explicara su extinción.)
Los conocimientos recientemente logrados sobre la física nuclear
han incorporado nuevos tipos de eviden cias que parecen confirmar la
gran an tigüedad de la tierra; nos referimos a la desintegración de los
minerales radioactivos. De acuerdo con el cálculo efectuado por los
físicos , el uranio 238, en un p eríodo de 4500 millones de años , se
desintegrará a través de 16 etapas intermedias (torio 234, etc. ) has ta
tranformarse en plomo 206, que es un mineral estable y que no podrá
descomponerse más por medio de la radioactividad. El rubidio 87 toma
60.000 millones de años para transformarse en estroncio 87. Calculan-
do la proporción d el producto "hijo" en relación con el depósito
radioactiva padre, es posible estimar la edad de la muestra en cuestión.

superan todo lo imaginable hoy en d ía (y por ende imposible de calcular en cuanto a


duración) perturbaron la superficie terrestre en gran manera y a un ritmo totalmente
distinto de lo que se obser va hoy. Los cálculos de tiem po basados en los procesos geológi-
cos actuales, carecen totalmente de valor (págs. 1 -13).
202 R ESEÑA CRíTICt\ DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Los más recientes geocronólogos han perfeccionado técnicas que


eliminan, en alto grado, los posibles factores de error (tales como la
presencia de un mineral " hijo" en el momento en que fue depositado el
isótopo radioactiva, o la pérdida de algunas porciones de la muestra
por la acción submarina del agua) . Tienden a utilizar dos o tres distin-
tos isótopos radioactivos cuando están presentes en un m ismo depósito
y pueden así controlar la exactitud de los resultados calculados de cada
muestra desintegrada. Es de público conocimiento el método del carbo-
no 14. Todas las plantas y animales incorporan a sus tejidos cierta
cantidad de carbono 14 (un producto de la descomposición del ni-
trógeno bajo el impacto de los rayos cósmicos en la atmósfera superior) .
Luego que el animal o la planta muere , no puede absorber más este
carbono 14, y lo que ya contiene en su organ ismo se desintegra gradual-
mente por medio de la radiactividad , para formar nitrógeno 1 4. Este
proceso, sin embargo, se realiza con cierta rapidez, a lo largo de un
período que no supera los 5580 años, y por ello resulta inútil para
depósitos que tengan 30.000 años o más!
¿Puede semejante lapso (cinco mil millones de años o más, de
acuerdo con ciertas estimaciones- hechas, por supuesto, sobre la base
de conjeturas uniformistas-) avenirse con los seis días de la creación de
Génesis 1? Todo depende del alcance o significado que le demos al
vocablo hebreo yóm (día). Las teorías sostenidas por los eruditos bíbli-
cos respecto a estos "días" pueden reducirse a tres alternativas.
1. La palabra yóm representa literalmente un día de 24 horas, y
Génesis 1:3-2:3 nos relata lo ocurrido en una semana en la cual Dios
restauró totalmente del caos una creación (que se registra en Génesis
1:1) que había sufrido una catástrofe cósmica (posiblemente cuando
Satanás y sus ángeles fueron expulsados de su presencia). El apoyo
para esta interpretación se lo ha encontrado siempre en Isaías 45:18
donde dice que Dios no creó la tierra "vacía" (en vano, Reina-Valera).
(hebreo, bóhü, igual que el término "vacío" de Génesis 1:2). Por lo
tanto, Génesis 1 :1 tiene que indicar una creación completa y perfecta,
antes del estado caótico mencionado en Génesis 1: 2, única deducción
posible cuando se interpreta de esa manera Isaías 45 :18. (Pero esta
interpretación choca con la dificultad de que bóhü, en el versículo 19
claramente significa en vano.) Debemos m encionar a este resp ecto , qu e
el verbo "estaba" en Génesis 1 :2 puede trad ucirse "llegó a estar", en el
sentido de transformarse: " Y la tierra llegó a estar desordenada y
vacía."' Solamente una catástrofe cósmica podría explicar la introduc-

2. Cf. Herbert Fee ly en journal of th e American Sc ientific Affilwtion (Publicación de la


Asociación Cientffica Americana) (Setiembre de.1 955) . págs. 47-48.
3. Estrictamente hablando, este verbo hóyah nunca tiene el sentido del ser estático como
el verbo "ser". Su noción básica es la de llegar a ser o emerger como tal y tal, o de llegar a
la existencia. Puede significar "estaba" sólo en una fo rma derivada de la idea de llegar a
GéNESIS 203

ción de una confusión caótica en la perfección original de la creación


de Dios. No hay duda de que esta interpretación es sostenible desde e l
punto de vista exegético, pero choca, al menos, con dos principales
dificultades. (a) Significa que la magnífica hazaüa de la creación origi-
nal se despacha con la simple afirmación de Génesis 1 :1 : "En el princi-
pio creó Dios los cielos y la tierra. " Toda la ate nción queda concentrada
entonces en la reconstrucción de un orden mundial qu e recientemente
había sido perturbado , y sucesos que ocurrieron hace cinco o seis mil
aüos. (b) También s ignifica que el inspirado Libro de los Orígenes no
dice nada con respecto al orden del proceso creador, ni tampoco nada
que pertenezca al ámbito de la geología. Ya no hay necesidad de armo-
nizar la geo logía con el Génesis, p ues tratan -de acuerdo con esta
interpretación- de temas totalmente distintos.
Tal vez convendría aüadir que los defensores de esta teoría la han
hermoseado muchas veces co n especulaciones altamente cuestionables
respecto al estado original de Satan ás. Según eso, Satanás presidía el
culto a Jehová en un Edén precatastrófi co embellecido con árboles
cargados de joyas (e igualan a Satanás con el "príncipe de Tiro ", de
Ezequiel 28. También jeremías 4:23-26 ha encajado en esta teoría de
catástrofe, por el h echo de que contiene la expresión tóhü wabóhü
(desordenada y vacía) que figura en Génesis 1:2. Interpretado de esa
manera, indica que antes de la catástrofe tuvo que haber habido
ciudades y hombres que fu eron destruidos en algún momento en el
lapso comprendido entre Génesis 1:1 y 1:2 (si bien jeremías 4:23-26
anuncia la escena profética de una catástrofe que está aú n por venir.<
2. Y óm representa un día de revelación. Es decir, en seis días lite-
rales (o posibl emente en una visión que le mostró a Moisés todo el
drama de la creación en seis días visionarios) Dios describió a su pro-
feta el misterio de cómo se produjo la creación y las etapas en que lo
hizo. Estas etapas no representaron necesariamente un orden estric-
tamente cro nológico (ya que la creación de los cuerpos celestes corres-
pondió al cuarto día, después de crear los vegetales que necesitan de la
luz para existir. Sólo en parte son cronológicos y en parte temáticos. Es

ser, o de llegar a la vista del observador como tal y tal. Aun los cinco ejemplos de haya h.
como "ser, existir", citados en el Lexico de Gesenius-Buhl (pág. 178b) pueden ser inter-
pretados incipientemente o como s i fu eran acontecimientos. Por ej. , Job 1:1··: "Hubo un
varón llamado Job", implica más la noción de acontecimiento que la del ser estático. A
veces ser procura indicar la diferencia de acuerdo con la sigu iente línea de pensamiento:
héiyéih significa " llegar a ser" solamente cuando está seguido por la preposi ción !•; de otra
manera no hay ninguna manera explicita de llegar a ser. Pero esta d is tinción no resistirá
la fu erza del anális is. En Génesis 3:20, la correcta traducción es la sigu iente: "Y llamó
Adán el nombre de su mujer Eva, porque ella JJegó a ser madre de todos los vivientes." Es
este caso n inguna preposición 1• sigue al verbo. De la misma manera en Génesis 4:20 la
traducción correcta es: "jaba!, el cual llegó a ser pad re de los que habitan en tiendas." Por
lo tanto, no puede haber objeción gramatical alguna al traducir Génesis 1:2: "Y la tierra
llegó a estar d esordenada y vacía".
4. Para u n estudio más detallado, ver CVSS, de Barnard Ramm , págs. 195-210.
204 REsEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCióN AL A NTIGUO T ESTA1\•IENTO

decir, que las diversas etapas o fases de la creación se presentan en un


orden lógico, tal como se manifiestan al observador humano que vive
en la tierra. Por lo tanto, es más lógico describir primero la su perficie de
la tierra sobre la cual tiene que estar el observador, antes de presentar el
Sol y la Luna que habrían de brillar sobre la tierra y regular las
estaciones. 5
Esta interpretación es ta l vez sostenible sin ren unciar a la infa libi li-
dad del relato bíblico. Pero choca con varias y serias dificultades, entre
las cuales se cuenta como principal la absoluta ausencia de cualquier
insinuación o sugerencia en el texto de Génesis 1 que dé a entender que
se describe solamente una vis ión. Se lee como si fuera historia perfec-
tamente directa: En el prin cipio creó Dios los cielos y la tierra: el primer
" día" creó la luz; el segun do día separó las aguas que estaban debajo de
las que estaban encima, y así sucesivamente. En segundo lugar, pare-
ciera sumamente im probable que se requ iriera íntegramente un período
de 24 horas para transmitir a Moisés los tres versícu los que correspon-
den a la creación de la luz. En tercer lugar, puesto que la creación
inicial que se menciona en Gén es is 1:1 n o es tá incluida,
aparentemente, en el primer "día " de revelación , se plantea la cuestión
de si fue incluida en esta s upuesta visión brindada a Moisés, o s i fue
comunicada de alguna manera no visionaria. De cualquier manera, si
Génesis 1 sólo fuera una visión (que representara por supuesto, los
sucesos rea les de las historia primitiva), en ese caso todo otro relato de
la Escritura, aparentemente histórico, podría ser interpretado como una
visión , especialmente si se relaciona con hechos no naturalmente
observables para un investigador o historiador humano.
3. Yóm representa una etapa o edad geo lógica en el proceso
creador. Esta es la explicación a que se adh irieron los geólogos del siglo
XIX que respetaban la autoridad de la Biblia. Entre ellos cabe des tacar
los nombres de J. W. Dawson (p. ej. , The Origin of the World According
to Reve]ation and Science. , -El origen del mundo según la revelación y
la ciencia - , 18 77 ) y Jam es Dana (Man ual of Geo logy - Manual de
Geo logía -, 1875). De acuerdo con esta concepción, el vocablo yóm no
significa necesariam ente una día de 24 horas tomado en sentido li teral,
sino que simp lemente equivale a una "etapa". Se ha afirmado a menu-
do que yóm no podría tener este signifi cado, sino que sólo podría haber
implicado un día literal para la mentalidad h ebrea, según el uso que de
esa palabra hacían los hebreos. A pesar de ello , y sobre la base de la
eviden cia interna , estoy convencido de que el autor hebreo que escribió
el primer capítulo del Génesis no p udo haber intentado que yóm s igui-

5. Entre Jos sostenedores de este punto d e vista están incluidos J. H. Kurtz, Bible a nd
Astronomy (La Biblia y la Astronomía) , tercera edición , 1857, y P. J. Wiseman, Crea tion
ReveaJed in Six Days (La creación revelada en seis días), 1948. Es la explicación favoreci-
da por Ramm, CVSS, págs. 218-227.
GÉNESIS 205

ficara literalmente un día de 24 horas.


En primer lugar, yóm es utili zado aparentemente en Génesis 2:4
para hacer referencia a todo el proceso creador que se acaba d e escribir
en Génes is 1 dond e se dice que tomó seis días: "Estos son los orígenes
de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová
Dios hizo la tierra y los cielos." Puesto que acababan de describirse las
etapas de creación d e los cielos y de la tierra, es legítimo inferir que
aquí el "d ía" debe referirse a todo el proceso desde el primero al
sexto día.
En segundo lugar, Génesis 1:27 afirma que luego de crear todos los
animales terrestres e l sexto día, Dios creó a l h ombre, varón y hembra.
Luego Génesis 2, en mayor detalle, nos dice que Dios creó primero a
Adán y le dio la responsabilidad de aten der a l huerto d el Edén por
algún tiempo, h asta que observó cuán solitario estaba. Le brindó la
compaüía de todas las bestias y animales d e la ti erra y la oportunidad
de ponerles nombres. Después d e eso, y en un momento no determina-
do, Dios observó que el hombre seguía siendo un solitario , y fi nalmente
le formó una esposa humana a partir de un a de sus costillas, durante un
"su eüo profundo". Finalmente puso a Eva frente a Adán y se la presen-
tó como la nueva compai'iera d e su vida. ¿Quién puede imaginar que
todos estos hechos pudieron haber ocurrido en 120 minutos del sexto
día (o au n en 24 horas si fuera necesario)? Sin embargo , Génesis 1 :27
afirma que tanto Adán como Eva fueron creados al final del último día
de la creación. Resulta obvio que los "días" del capítulo 1 representan
etapas de duración no especifi cadas, no días literales d e 24 horas.
En cuanto a la objeción de que los "días" d e Génesis 1 consisten de
una " tarde" y una " m ai'iana" y por lo tanto, debe entendérselos en
sentido literal, se puede responder que la fórmula "la tarde y la ma-
üana", sirve solamente para indicar que el térm ino " día" , si bien es
simbólico de una etapa geológica, es utilizado en e l sentido de un ciclo
de 24 horas y no de un "día" en contraste con la "noche" (como se
utiliza dfa, por ejemplo , en 1:5a). Con respecto a este punto debe seña-
larse que las referencias d el Nu evo Testamento a que Cristo estuvo
sepultado "tres días y tres noches" (Mateo 12:40) deben ser tomadas
como eq uivalentes a "durante un período de tres días de 24 horas", y
no literalmente tres d ías (de lu z n atural) y tres noch es. En otras pala-
bras, Jesús murió a lrededor de las tres de la tarde del viernes (una
porción del primer d ía de 24 horas); permaneció en la tumba todo el
sábado; y resucitó temprano el domingo (o sea durante un tercer día de
24 h oras). Por la aparición d e esta expresión en Génesis 1 , " la tarde y la
mañana", como la manera hebrea de indicar un día de 24 h oras, fue un
procedimiento lógico hablar de tales " días" como " tres días y tres
noch es". (De esta man era evadimos las dificultades con que tropiezan
los que se aferran a la teoría de que la crucifixión ocurrió un día miér-
206 REsEt\:A CRiTICA DE u NA l NmooucclóN AL A NTICuo T ESTAMEI\'TO

coles, frente a las abrumadoras evidencias de que ocurrió un viernes.)


La teoría de que los días representan edades explica los seis d ías de
la creación como indicadores de los amp lios esquemas de la obra
creadora de Dios al formar la tierra y sus ocupantes, hasta la aparición
de Adán y Eva. Los geólogos modernos concuerdan con Génesis 1 en
los siguientes detalles: (a) la tierra comenzó de una manera confusa y
caótica, que subsiguientemente dio lugar a un estado más ordenado. (b)
Entraron en acción las cond iciones apropiadas para el mantenimiento
de la vida; la separación de la gruesa capa d e vapor que rodeaba la tierra
en nubes arriba y ríos y mares abajo, con el ciclo de evaporación-
precipitación, y también con la penetración progresivamente aumenta-
da de la luz solar (pues la previa creación del So l aparece implícita en
la primera orden: " ¡Sea la luz!") a la superficie de la tierra. (e) La vida
vegetal apareció antes que las primeras manifestaciones de vida animal
en el período cámbrico. En realidad d e verdad, todos los gén eros inver-
tebrados aparecen contemporáneamente en forma súbita en el estrato
cámbrico, sin que haya indicación en n inguno los depósitos precámbri-
cos, de cómo se desarrollaron estos diversos géneros , c lases y órden es ,
representados por n o menos de 5000 especies .6 (e) Tanto el Génesis
como la geo logí a concuerdan en qu e las formas m ás s imples
aparecieron primero y las formas más compuestas, después. (f) Ambos
concuerdan en que la humanidad apareció como el último y más eleva-
do producto del proceso creador.
Así, en sus lineamientos generales más amplios, el orden señalado
en el relato hebreo arm oniza con lo indicado por los datos aportados
por la geología. Cierto es que e l mencionar la creación del Sol, la Luna y
las estrellas en el cuarto día no corresponde con el concluyente cúmulo
de evidencias en el sentido de que el planeta tierra apareció s ubsiguien-
temente a la creación del Sol. Pero por cuanto la creación de la luz en el
primer "día" indica la prioridad del Sol aun en el relato mosaico ,
hemos ele entender, sobre bases exegéti cas, que lo que se destaca el
cuarto día no es la creación original de los cuerpos celestes, sino más
bien su utilidad para regu lar el tiempo y los ciclos de rotación y trasla-
ción de la tierra y de la luna. No se utiliza en Génesis 1:16 el verbo
específico que significa "crear ex n ihilo" (bard), sino un vocablo más
general, hacer ('dsdh). ' La deducción lógica es que una densa capa de

6. Cf. D. Dewar, "The Earliest Known Animals " (Los más antiguos animales conocidos)
en The Jaurnal af th e Transactions of the Victoria lnstítu te (Publicación d e los anales de
Instituto Victoria). 80:22-29.
7. El verbo boro ' se apl ica a la creación ex nihilo en Génesis 1:1 y en la mayoría de los
pasajes donde figura. En un sentido más atenuado pu ede referirse a la producción de algo
nuevo o s in preced entes como algún maravilloso acto de poder que ejecuta Dios en la
palestra de la historia (Exodo 34:10; Números 16:30: Jeremías 31:22; lsoíos 45:7, 8; 48:7).
Pero siempre es Dios el sujeto de bo ro, nunca el h ombre; y cuando toma como objeto la
cosa creada, jamás indica ningún material p reexistente a partir del cual fue hech a. (En el
idioma árabe, si n embargo, una forma afín boro>, significa: formar o moldear cortando. Un
GÉNESIS 207

vapor que rodeaba la tierra hasta ese momento anuló esta posibilidad,
si bien suficiente luz difusa pudo haber penetrado, previamente para
garantizar el crecimiento y desarrollo de la vida vegetal. (Anotemos que
el hebreo de Génesis 1:14 puede traducirse así:"Que las lumbreras en la
expansión de los cielos sirvan para separar el día de la noche y sean por
señales.")
Los que abogan por la teoría de los días en sentido literal, señalan lo
que afirma Exodo 20:11, como confirmación de que dichos días han de
entenderse en sentido literal. Al confirmar la santidad del sábado, Jeho-
vá dice: "Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra . . . y
reposó en el séptimo día." Pero esto no presupone necesariamente días,
en sentido literal, de 24 horas, puesto que el séptimo día es santificado
en función de la conclusión de la obra creadora. Para este propósito de
observancia conmemorativa, la única manera posible según la cual la
séptima era (la edad de consumación, de acuerdo con la teoría de
día-edad) pudiera ser santificada, sería mediante un literal séptimo día
de una semana de siete días. ¡Por cierto que no sería práctico dedicar
toda una era geológica a conmemorar una era geológica!
CREACIONISMO BIBLICO Y EVOLUCIONISMO MODERNO
Más fundamental que la naturaleza de los días es la cuestión que se
refiere al hecho divino de la creación enfrentado a las diversas teorías
sobre el origen, como la evolución darviniana, por ejemplo. Tal cual fue
formulada por Carlos Darwin en su Origin of Species (Origen de las
especies), en el año 1859, la evolución procuraba explicar el origen de
las especies biológicas por selección natural y no por designio de Dios.
En otras palabras, el proceso por el cual se desarrollaron las plantas y
los animales, no estaba gobernado por ninguna inteligencia divina, de
acuerdo con principios teológicos, sino con un principio comple-
tamente mecánico: la supervivencia de los más aptos. Darwin enseñaba
que al progresar el ciclo reproductivo, la generación siguiente mostraba
ligeras variantes con respecto a la generación precedente. A lo largo de
un prolongado período , luego de cientos y miles de generaciones, algu-
nas de estas variaciones se tornaron en características más o menos
fijas , que eran transmitidas a los descendientes. Estas nuevas caracte-
rísticas contribuyen a la formación de variedades o subespecies y final-
mente a la aparición de nuevas especies. Esas características que capa-
citaron a sus poseedores para competir con mayor éxito en la incesante
lucha contra el medio ambiente, garantizaron su supervivencia. Pero
aquellos individuos en que se desarrollaron peculiaridades que no les

ánalogo término feni cio, bóre', significa algo así como cortador o grabador. Pero el árabe
también tiene un bara'a, crear; el arameo tiene b•ró , crear, y el acadio barü , hacer, crear, y
el sabeo ]un dialecto de la antigua Arabia del sur] tiene un b-r-', que significa "hallado,
edificado". Pero en el hebreo, el factor determinante es el uso que se le da en los contex-
tos del Antiguo Testamento donde aparece la palabra.
208 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTMviENTO

daban ventajas, sino desventajas, al habérselas con sus competidores,


naturalmente tendían a morir. De ahí que solame nte los más aptos para
sobrevivir se perpetuaron y se convirtieron en u na especie exitosa . Así,
los seres inferiores y más s imples se hicieron más avanzados y comple-
jos , hasta que finalmente el Horno Sapiens apareció como producto
culminante de la selección natural, presumib lemente po rque el hombre
está más ca pacitado para sobrevivir y p uede habérselas con mayor éxito
con su medio ambiente.
En cuanto al más fundamental de los interrogantes, es decir el
origen de la m isma materia y el problema relacionado respecto al
origen de las primeras formas de vida que apareciero n en el pri m itivo
limo, Darwin carecía de respuesta , excepto, tal vez, una respuesta deís-
ta (que reduce a Dios a una mera Primera Ca usa, que s implemente puso
en marcha e l mecanis mo y luego desa pareció completamente de la
escena). " Por lo tanto, debo inferir por analogía escribe en uno de sus
pasajes que probablemen te todos los seres orgán icos que vivieron sobre
esta tierra descendiero n de un a forma primordial a la cua l el Creador
sopló primero el hálito de vida ." Por lo tanto, n ada hay to talmen te ateo
en la formu lación darvinista de la evo lución, en lo que atañ e al origen
de la materia (si bien muchos de sus segui dores se ha n decid ido por la
eterna ex isten cia de la materia en vez de conceder la existen cia de
Dios). Sin embargo, no quedaron bases objeti vas algunas para la ley
moral o los valores espirituales aparte de las consideraciones mate-
rialistas de supervivenc ia, la superviven cia de " los más aptos". Ade-
más, la teoría darvinista n o dejó lugar a ninguna ac tiv idad d ivina signi-
ficativa en el proceso de la "creación "; aparte de su pl ir la inicial mate-
ria prima, n o h ubo creación , estrictam ente hablan do, sino só lo un de-
sarroll o regido por la selección n atura l. Y esto representaba casi una
total contrad icción con Génesis l.
El espacio no permi tirá un tratamiento detallado y adecuado de la
teoría d e la evolución en un libro de este tipo (au nque el autor contase
con el equipo y con la competencia necesaria para hacerlo). Tal vez sea
suficiente señalar algunas áreas en las cuales la teoría Darwin no parece
encajar con las evidencias y donde manifiesta tan serias ins uficien cias
que nos autoriza a relega rla cada vez más a la cond ición de un mero
fenómeno pasajero en la historia del pensamiento humano. Anali-
zaremos estas debilidades en los sigui entes cuatro puntos.
1. Desde el punto de vista gen ético (la cien cia de la heren cia), las
presunciones básicas de la selección natura l son erróneas a la luz de
todas las evidencias acumuladas en contrario . Muchas décadas de tra-
bajosas investigacion es han demostrado que s i bien es cierto que los
in dividuos , dentro de una es pecie varían ligeramente de unos a otros ,
no es cierto que estas variaciones sean específicamente heredadas por
la sigui ente gen eración. Los extensos experimentos de Gregor J. Mendel
GÉNESIS 209

demostraron que el alcance de la variación posible dentro de una espe-


cie estaba estrictamente limitado y no progresaba de ningún modo
hacia el desarrollo de una nueva especie. De modo que los individuos
de una raza de guisantes puros y altos , podían variar ligeramente en
altura , pero la progenie de los altos no era, en promedio, más alto que la
progenie de los bajos. Cierto es que mediante la cría selecti va, algunas
característi cas posibles dentro de una especie única pueden destaca rse
hasta formar una raza especial (como en los casos de tantos tipos
diferentes de perros). pero hay un círculo estrictamente limita do de
posibi lidades más allá del cual n o puede avan za r ningú n criador. En
otras palabras, es impotente para desarrollar nuevas especies. La obra
de Mendel logró probar en forma concluyente, que las "variac ion es
casua les", tan importantes para Darwin, son perfectamente predecibl es
y no pueden, de ninguna manera , contribuir a la formación de nuevas
especies.
El mis mo veredicto debemos pronunciar respecto a la teoría de Juan
Bautista Lamarck sobre la herenecia de las características adquiridas
(teoría a la cual recurría ocasionalmente Darwin cuando la mera selec-
ción natura l le resultaba inadecuada para explicar una serie de fac-
tores). A pesar del crecido número de experimentos efectuados para
probar la " herencia p or el uso" (como se la ha dado en llamar) de
Lamarck, e l resultado final ha sido siempre n egati vo. Las características
adquiridas mediante esfuerzo especial por parte d e los padres no se
transmiten a los hijos, por la sencilla razón de que no hay manera
posible en que estas características adqui ridas (tales como, por ejem-
plo, la habilidad atlética) pueden afectar a los genes. Todo lo h eredita-
rio (al menos en el aspecto no espiritual) parece depender de la química
de los mismos genes. En lo que respecta a la form a o estructura de
los animales, n o hay una sola pretensión de haber probado la teoría
de la heren c ia por e l u so, que no h aya s ido s ubsiguient emente
desacreditada.a
Habría que ai'lad ir que al par que faltan evidencias en favor de la
herencia de las variaciones individuales, se producen cambios súbitos
o mutaciones, que ocasionalmente aparecen en la historia d e las espe-
cies. Por ejem plo, puede formarse, por súbita mutación , una nueva
variedad de plantas cuando se aíslan en pequeñas colonias en una
ladera montañosa (por una ligera alteración de los prop ios genes). Sin
embargo, se mantien e inalterable el hecho de que a pesar de haberse
estud.iado prolijamente miles de mutaciones , no h a podido demostrarse
un solo ejemplo claro en el cual una mutación h aya formado un animal
más complicado o haya creado una nueva estructura. Desde los días de

8. CF. Robert E. O. Clarck. Dorwin: Befare and After (Oarwin: antes y después). (Chicago:
Moody. 1967).
210 RESEJ\!A CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

Darwin no se h a progresado absolutamente nada en la solución de


ninguno de los fundamentales problemas planteados por la evolución.
En un comentario de la obra de M. J. D. White, Animal Cyto l ogy and
EvoJution (Citología animal y evolución), 1954, l. Manton dijo: "Las
causas fundamentales de la evolución, a gran esca la, tal como ha
ocurrido a lo largo del tiempo geológico y en la formación de los
grandes grupos de animales y plantas , aún no pu eden n i describirse ni
exp 1icarse. ''9
2. Los argume ntos de Darwin basados en los datos embriológicos
han demostrado ser muy fal aces. Razonó que en el desarrollo d el feto
en el v ientre, éste recapitula todo su pasado evo lutivo, al agrandarse el
óvu lo fertilizado y producir más y más órganos y miembros complica-
dos. Las cavidades viscerales del embrión humano, por ejemplo, eran
esencialm ente iguales a las agallas o branquias de los peces, y por lo
tanto indi can que e l hombre em ergió de la forma de vida d e los peces.
Pero ese razonamiento convenientemente pasa por alto el hecho inne-
gable de que estas estructuras jamás func ionan com o agallas en nin-
guna etapa de la v ida embrionaria. En realidad es difícil ver cómo la
teoría de la recapitulaci ón puede en cuadrar con el orden real del desa-
rrollo dentro del feto. Por ejemplo, la su perficie respiratoria no se
desarrolla sino muy tardíamente en la formación del embrión dentro de
la matriz; sin embargo, es inconcebible que en alguna etapa prehuma-
na, el antepasado putativo del hombre hubiera podido sobreviv ir sin
ningún mecanismo respiratorio. Además , el tamaño de la cabeza de un
embrión es enorme en proporción al resto del curerpo, y sin embargo,
las cabezas de todos los presuntos antepasados eran relativamente pe-
queñas en proporción al resto. Tampoco es cierto que órganos s imples
del feto lentamente se hacen más complicados. El ojo, por ejemplo, es
el resultado de l ensamblaje final de diversas partes que parecen
haberse formado separadamente al comienzo y luego se combinaron
de acuerdo con un esquema predeterminado, cuya causa física no h a
podido determinarse.
Es bien sabido , no hay duda alguna, que los embriones de todos los
mamíferos se d esarrollan a partir de un huevo unicelular, de aspecto
muy idéntico , y en las primeras etapas se mantiene la semejanza. ¿Pero
requiere este hecho una teoría de que todos los mamíferos evoluciona-
ron de los mismos y comunes an tepasados premamíferos? Una exp lica-
ción m ás obvia y pla usible es que en el desarro llo de cualqu ier
embrión a partir de s u etapa inicial del h uevo unice lular, s us porciones
más simples deben formarse antes de que puedan desarrollarse las
partes más complicadas. Difícilmente podemos esperar la formación de
delicados ajustes y complicados órgan os antes d e desarrollo de las

9. l. Manlon , e n Noture (Naturaleza). (1946):713.


211

estructuras a la que irán adheridos. Pero explicar las tempranas simil-


tudes de forma en base a orígenes antepasados comunes es tan poco
plausible (como lo señala Clark mordazmente) como imaginar que las
gotas de lluvia derivan de guijarros porque ambos son redondos. " La
relación es bien real, pero es una relación matemática, inherente a la
naturaleza del universo , y n o debida a una relación directa entre los
sujetos."' 0
Podemos afirmar, s in temor a equivocarnos , que no hay ningún
dato, proveniente de la embriología, que no descubra la puesta en
acción del deliberado designio y propósito de u n omnisciente Creador,
en vez de demostrar la acción mecánica de la selección natural. Muy
ocasionalmente funcionan mal los mecanismos de crecimiento de un
embrión. Se con stata, en esos casos , que entra en acción un mecanismo
totalmente nuevo que produce la estructura deseada. A veces dos o tres
de estos mecanismos de " doble seguridad" entran en juego para asegu-
rar una adecuado desarrollo del fe to; inexplicablem ente entran en
acción cuando se los n ecesita. Pero dado que tales funciones defec-
tuosas son extraordinariamente raras, res ulta impos ible explicarlas en
base a principios de "supervivencia de los más aptos". Se parece
mucho más a la intervención de una inteligencia di vina. Con esto, por
supuesto, no se niega que algunos fetos se desarrollan defectuosamente
y producen ejem plares también defectuosos que a duras p enas sobre-
viven o realizan cualquier función útil. En el caso de los seres humanos
los resultados suelen ser muy trágicos y difíciles de explicar. Pero en
base a los presupuestos darvinianos, resulta imposible explicar si-
quiera el sentido del padecimiento en gendrado por este ejemplo de
falta de teleología." Los que se aferran a los princ ipios darvinianos sólo
pueden encogerse de hombros y comentar : "Es sorprendente que no
haya más casos como éstos." Para el darviniano no hay otra respuesta
que la selección natural mecanicista y la " supervivencia de los más
aptos".
3. La selección natural es in capaz de exp li car innumerables casos
de adaptación en las cuales no hubo, evidentemente, ninguna etapa de
transición. La selección natural nos llevaría a imaginar que las hormi-
gas y los com ejenes aprendieron a asociarse en colonias an tes d e
descubrir , por experiencia, que esto aumentaba sus probabilidades de

10. Clarck, págs. 171-172.


11. Se ap lica el término disteJeoJogía a los casos donde resu lta d ifíci l percib ir la teleolo-
gía, es decir el propósito inteligen te. Se refi ere a circunstancias en q ue parec iera que algo
ha salido mal, tales como el nacimiento de criaturas deformes o monstruosas, o a prolon-
gadas y dolorosísimas enfe rmedades fatal es soportadas por personas de firmes convic-
ciones religiosas y vida ejemplar. Hasta puede ser aplicado a plagas devastadoras como la
peste europea del siglo XIV , o a inundaciones ampliamente destructivas, o terremotos.
Resulta diffcil reconciliar casos como estos con el propósito om isciente de un amante y
omnipotente Dios. De ahí el término disteleo logía (aparente ausencia de un propósito
inteligente).
212 R ESEÑ A CRíTICA DE UNA l NTRODUCC!Ói': f\L A NTIGUO TEST AMENTO

sobrevivir. Pero no hay eviden cias fósiles ni de hormigas ni de come-


jenes anteriores a su vida organizada en colonias. O, para dar un ejem -
plo anatómico , tenemos que considerar de qué manera cualesquiera
etapas de transición hacia el desarro llo del órgano de la visión
pudieran haber con cedido alguna ventaja en la batalla por la super-
vivencia, hasta que el ojo hubiera completado su crecimiento. Si el
animal hubiera contado (en la fase de transición) con solamente un
trozo de piel especialmente sensible a la luz, y luego el proceso de
selección natural hubiera actuado sobre sus sucesivas mutaciones
¿cómo hubiera podido algo que n o tuviera realmente visión acondicio-
nar a la criatura para sobrevivir con más éxito que sus competidores
que carecían de esos trozos de piel sensibles a la luz? Y sin embargo, la
hipótesis darviniana implica necesariamente que en cada etapa del
desarrollo de nuevos y más complicados organismos, aún antes de ser
aprovechables en alguna forma, el an imal que así se está desarrollando,
tiene que haber disfrutado por ello de alguna ventaja específica sobre
sus competidores . En cuanto al ejemplo tantas veces citado, del ciclo de
crecimiento de la rana, sólo es de ayuda limitada el principio de la
selección natural. Es decir, pudiera concebiblemente explicar por qu é
los renacuajos aprendieron a nadar, alimentarse y huir de sus enemigos
con más eficiencia que sus antepasados menos capaces. ¿Pero qué
luz arroja sobre el interrogante de por qué se transformaron finalmente
en ranas? ¿Puede sostenerse seriamente que las ranas están mej or
adaptadas para sobrevivir que los peces? No hay duda de que habrá que
buscar una explicación más elaborada que la mera selección natural
mecanicista.
En resumen, la teoría darviniana explica los datos aportados por la
biología en forma mucho menos adecuada que la sublime y sencilla
afirmación de Génesis 1, según la cual todas las especies de plantas y
animales nacieron en respuesta a la voluntad creadora de un Dios
omnipotente y omnisciente y el d esarrollo de los seres fue gobernado
por El en todas sus etapas. Todas las semejanzas estructurales (tales
como las similitudes esqueléticas sobre las cu ales se apoyan los darvi-
nistas para indicar una relación genética entre el hombre y los más
bajos órdenes de vertebrados) pueden ser satisfactoriamente explicadas
aceptando la acción de una fuerza directriz que opera desde afuera (o
desde arriba) y no por fuerzas mecánicas que operan desde dentro del
tejido vivo como tal. Aun el fenómeno de la existencia de partes
rudimentarias que aparentemente son vestigios inútiles, tales como el
cóccix, situado en el extremo inferior de la columna vertebral del hom-
bre, no demuestra que desciende de monos portadores de cola. Tales
vestigios sólo atestiguan la existencia de un plan general o básico,
seguido por la fuerza creadora (o la divina inteligencia) que formó los
diversos géneros de invertebrados.
GÉNESIS 21 3

En mecánica comprobamos un similar mantenimiento de diseño de


ingeniería. Lo vemos, por ejemplo, en el desarrollo anual d e los mo-
dernos automóviles, desde el Ford Sedán modelo 1901 (digamos) hasta
el modelo 1974. En algunos casos, ciertos vestigios (como la retención
de un agujero en la base del radiador para introducir la manija, durante
muchos años después de haberse incorporado el arranque automático)
indicaron la evolución de esta marca de au tomóviles. Lo mismo pode-
mos decir de las aberturas en las puertas d e los mod elos de Buick entre
1940 y 1950 (hasta vestigio final del modelo 1957). Pero nadie podrá
decir que los primeros modelos se hicieron a sí mis mos más avanzados
o comp licados; eso fu e obra de los diseñadores e ingen ieros que produ-
jeron estos m odelos más avanzados o comp licados, año tras año. En los
datos obtenidos de la geología y de la biología en general, nada hay que
nos indique una diferencia esencial en el procedimiento segu ido por el
Creador. Una vez establecido el modelo, o sea las especies, estaba listo
para la producción en masa por medio de un sistema propio de procrea-
ción y reproducción con el que c uentan todos los animales , cada espe-
cie controlada, d entro de los lím ites mendelianos, por su propio y
particu lar juego de genes.
4. El abandono actual de la teoría d arviniana de diferenciación
gradua l como el mecanismo mediante el cual han evolucionado todas
las clases y los órdenes de la vida, ha llevado a la susti tu ción de ella por
un nuevo tipo de evolución (la teoría del quanlum de la evolución
emergente) que d emanda la lealtad de los más notables científicos de
hoy en día. Pero la evolución emergente entraña fa ctores de mutaciones
súbitas o cambios tan radicales como para ponerla en la categoría de un
credo meramente fi losófico in capaz de ser verificado por métodos de
laboratorio o de exp licación en base a principios estrictamente mecani-
cistas. En los días de Darwin se esperaba confiadamente qu e las más
amplias investigaciones geológicas y biológicas de las décadas sub-
siguientes permi ti ría n descubrir las formas de transición de la vida que
cubrirían el vacío que aún quedaba abierto entre los diversos órdenes y
géneros. Pero la mayoría de los científicos del siglo XX han abandona-
do esta búsqueda .
Austin H. Clark en The New Evolution (La nueva evoluci ón), 1930,
pág. 189, por ejemplo, comentó sobre la "ausencia total de formas
intermedias entre los mayores grupos de animales como, por ejemplo,
e ntr e lo s anim a les de co lumna vertebral o vertebrados, los
equinod ermos , los moluscos y los artrópodos". Luego continúa: "Si
estam os dispuestos a aceptar las evidencias, debemos creer que nunca
existieron tales formas intermedias o, e n otras palabras, que estos gru-
pos tu vieron entre e llos , desde el comienzo, la misma relación que
tien en hoy en día. " De manera s imilar G. G. Simpson señaló qu e cada
uno de los 32 órdenes conocidos , de mamíferos apareció súbitamente
214 R ESEÑA CRiTICA DE UNA l 1\TRODUCC!ÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

en el escenario paleontológico. Afirmó que: " Los más antiguos y más


primitivos miembros de cada orden y cu entan con los caracteres ordi-
nales básicos y no se conoce caso alguno en el que exista entre un orden
y otro un orden aproximadamente continuo." 12
Clark, Simpson, y sus modernos colegas se han refugiado, por lo
tanto , en la teoría de la evolución emergente que afirma que surgen
dramáticas nuevas formas por obra del azar, o por algún tipo de res-
puesta creadora a nuevos factores del medio ambiente que escapan al
análisi s y a una descripción racional. ¿Pero puede seme jan te explica-
ción (que realmente no es una explicación sino sólo una apelación a la
fe) ser considerada como una al ternati va más razonable que el acto
creador de una inteligencia superior? Como lo seli.ala Carl Henry: "La
suposición de una em ergencia abrupta cae fuera del campo del análisis
científico tanto com o apelar a fuerzas creadoras sobrenaturales.""
A pesar de las anteriores consideraciones (o tal vez por ignorancia
de las mismas) hay muchos cristianos consagrados que están prepara-
dos para aceptar la teoría de la evolución sobre bases teístas. Es decir,
profesan adherencia a l proceso mecanicista de la selección natural (de
acuerdo con lo fo rmulado por Darwin) o aun a la n ueva teoría de la
evolución emergente; no obstante, insisten en que la materia n o es
eterna (como deben suponer los no teístas). si no que fue creada por
Dios ex nihilo. Además, consideran que todo el mecanismo del proceso
evolutivo fu e ideado y está controlado por Dios y no por alguna fuerza
misteriosa que escapa a toda explicación científica .
A los que sostienen esta posición debemos sei'lalarles que histó-
ricamente toda la teoría fue elaborada como un esfu erzo para explicar
el desarro llo de la vida por medio de principi os naturales puramente
mecánicos, sin necesidad de ninguna influen cia div ina. Darwin y s us
colegas hicieron los más denodados esfuerzos para echar abajo el
argumento probatorio de la existencia de Dios basado en la evidencia
del y des ignio en la naturaleza, y explotaron cuanto caso de ausencia de
teleología y falta de propós ito pudieron descubrir. Señalaron el hecho
de que de miles de huevos pues tos por la hembra de un pez sólo un
pequeño porcentaje alcanza la madurez, y que solamente poquísimas
semi llas de los árboles frutales viven para producir nuevos árboles.
(Convenientemente pasaron por alto el aporte alimenticio para otros
seres por medio de esta sobreabundancia de frutas y huevas.) Se esfor-
zaron en explicar el universo sin Dios. Esta es la razón por la cual la
teoría de la evo lución darviniana fue la filosofía ofi cial de los máximos

12. Clarck, The New Evolution (La nueva evolución), (New Haven , Conn.: U., 1930), pág.
189: Si;npson .. Tempo and Mode in Evolution (Tiempo y modo en la evolución), (Nueva
York: Columbia U., 1944), pág. 106.
13. Citado en Evolution ond Christian Thought T oday (La evoluc ión y el pensamiento
crisliano d e hoy), ed. R. Mixter (Grand Rapids: Eerdmans, 1959), pág. 211.
G ÉNESIS 215

movimientos ateos del siglo XX (tales como las más puras formas de l
Nazismo y del socialismo marxista) . La concesión de Darwin de que un
poder superior pudo haber proporcionado la ma teria pri ma original y e l
impulso vital que inició e l proceso evolutivo en el comienzo fu e, con
todo, una completa n egación de la revelación hebreo-cris tiana . Inevi-
tablemente llevó a la conclus ión de que las concepciones morales y
re ligiosas que se pueden d escu brir en e l gén ero huma no res ultan d e
una mera combinación fortuita d e molécu las s in contraparte en la reali-
dad espiritual.
La evolución, como fil osofía d e concepción mundana, entraña una
direc ta negación de la realidad esp iritual, puesto que rechaza la exis-
tencia de un Dios personal. Todos s us máximos exponentes lo han
dic ho sin ambages. Ernst Haeckel en su obra Riddle of the Universe (El
enigma del universo), 1 929, utilizó la tesis evo lu cionista para refutar la
religión sobrenatura l y ejerció con e llo una d e las mayores influencias
de l ateísmo en el siglo XX. G. G. Simpson declaró que una acep tación
sin reservas de la teoría de la evolución resulta inconsecuente con la
creen cia en la actividad de Dios en el uni verso." El propio Carlos
Darwin, en el transcurso de una entrevista con e l reportero de un d iario
poco después d e la publicación de su obra Origen d e las especies,
simplemente se encogió de hombros cuando se m encionaron los aspec-
tos morales. Cuando se le preguntó si no era c ierto que su libro les había
en señado a todos los criminales cómo justificar sus acciones, sim-
p lemente calificó la acusación como " un buen articulejo satfr ico" y le
restó toda importancia. •• A la luz de es tos fac tores , parece un procedi-
m iento dudoso e l hecho de que un cristiano convencido, que qu iere ser
leal a la autoridad d e las Escrituras, se dec lare como evolucionista,
exce pto en un sentido s umamente restringido, es decir en un sentido
totalmente inaceptable para Darwin y sus segu idores. Para un cris tiano,
no existe la alternativa de identificar la selección natural con la selec-
c ión divina, bien sea en sentido directo o en sentido indirecto.

LA ANTIGÜEDAD DE LA RAZA IIUMANA

Desde los primeros d escubrimientos d e fós iles y uten s ilios de hom-


bres prehistóricos, allá en la década de 1850-1860, la antigüedad de la
raza humana se ha tornado en un problema d e reconciliación con e l
re lato del Génesis. De acuerdo con modernas estimaciones, e l denomi-
nado homL re d e Swanscombe (hallado en Kent , Inglaterra) , el Pitecán-
tropo (bailado e n Java) y e l Sinántropo (ha llado en Pekín, China)
vivieron en c ualquier tiempo entre 200.000 y 500 .000 años a trás. Todos

14. Simpson, The Mconing of Evolution (E l s ignificado de la evo luc ión) [Baltimore:
Williams & Wilkins, 1949). pág . 230.
15. Cf. Clarck, pág. 96.
216 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ellos muestran marcadas diferencias con el Horno Sapiens, por cierto, y


algunos paleo-antropólogos han admitido que " las diferencias
craneanas y dentarias ... parecen estar tan bien marcadas como las que
comúnmente se aceptan para justificar la distinción genética entre el
gorila y el chimpancé."' 6
En cuanto al hombre de Neandertal (que antes se escribía Neander-
thal), de una antigüedad que generalmente se acepta entre 50.000 y
100.000 años atrás, el mismo escritor dice: "Las diferencias esqueléti-
cas en relación con el Horno Sapiens son muy semejantes a las que h an
sido aceptadas como evidencias válidas de diferencia específica en
otros grupos de primates." " Estos primitivos antropoides no pueden
ser descartados como simples monos en cuanto a su mentalidad porque
sus restos están acompañados por herramientas de piedra, tales como
puntas de flecha y hachas; además, los restos carbonizados indican
vigorosamente el uso del fuego para cocinar sus alimentos. Especial-
mente en el caso de los depósitos hallados junto al hombre de Neander-
tal, parece haber evidencias de una sepultura con utensilios como
si hubiera algún ti po de creencia en la vida después de la muerte (en
que los muertos -o su contraparte espiritual- tendrían neces idad de
tales elementos). También se descubrieron toscas estatuillas que
posiblemente habían sido utilizadas en alguna clase de culto, y algunos
de los notables dibujos hallados en ciertas cavernas pudieran haber
sido hechos por el hombre de Neandertal (si bien la mayoría se remonta
a una época posterior, probablemente) . El análisis del carbón radiactivo
de los últimos hallazgos indica con mucha aproximación una anti-
güedad de por lo menos 50.000 años. El contenido de fluorina en los
huesos del pitecántropo erecto indica que fu eron contemporáneos con
los depósitos que lo rodeaban. El Zinjántropo de Tanganyi ka ha sido
datado, por el procedimiento del potasio-argón, que ha permitido asig-
narle una an tigüedad de 1 .750.000 años, según un informe de L. S. B.
Leakey.' 8
Es teóricamente posible, por supuesto, que investigaciones pos-
teriores demuestren que todas estas estimaciones cronológicas se basa-
ron en métodos defectuosos, y es concebible que a estos primeros
antropoides haya que atribuirles una edad mucho menor. '9 Por otra
parte, es sumamente improbable que puedan coincidir con la edad
indicada por las listas genealógicas de los capítulos 5 y 10 del Génesis.
Nos enfrentamos, pues, a la alternativa de tener que considerar que
estas listas carecen de toda significación como indicadoras de tiempo, o

16. LeGras Clarck, The Fossil Evidences for Human Evolution (Las evidencias fósiles de
la evolución humana), (Chicago: U. Chicago, 1955), pág. 106.
17. Ibid., pág. 60 .
18. Leakey, en Na tiona l Geographic, octubre 1961.
19. Cf. capítulo 15 de este libro, nota marginal No. 12
GÉNESIS 217

de otro modo, tenemos que rechazar que esas es pecies más antiguas d e
apariencia humana sean en absoluto descend ientes de Adán.
Buswell sostiene: "Nada hay en la Biblia que n os diga cuándo fue
creado el hombre. " 2 ' Nos parece una exagerada afirmación, porque aun
aceptando que hay numerosos vacíos en las tablas gen ealógicas de
Génesis 5 y 10, es totalmente irrazonable suponer que se omita un
número de generaciones equivalente al número de las que figuran en
ellas multiplicado por 100. (Sin embargo, eso es lo que significaría si
fijáramos en 200.000 años atrás la fecha de la creación d e Adán.) En la
genealogía d el Señor Jesús, que figura en Mateo 1:2-1 7, hay sólo siete
posibles eslabones que faltan contra un total de 42 an otados (durante
los dos mil años que corren entre Abraham Y Cristo); es decir, una
proporción d e uno a seis. Resulta un terreno muy poco firme para
establecer la teoría de que se omitieron de la lista entre Adán y Abra-
ham 1980 generaciones, y se anotaron solamente 19 ó 20. Por lo tanto,
parece una dudosa opción, para quienes sostienen la exactitud del
relato del Génesis, acepter como fecha de creación de Adán, la de
200.000 años a. d e J.C.
El Westminster Dictionary of the Bible (Diccionario Westminster
de la Biblia) anota tres posibilidades para las genealogías de Génesis
5 y 10.
l. Si representan generaciones interpretadas literalmente sin lagu-
nas, transcurren 1656 años entre Adán y e l diluvio, y el total de años
desde el diluvio hasta Abraham es de alrededor de 290. Esto hace un
gran total d e 1946 años desde Adán hasta Abrah am. Sin embargo, esta
interpretación es dudosa, puesto que el texto no menciona este gran
total, y porque el agrupamiento de diez generaciones prediluvianas y
diez generaciones postdiluvianas es sospechosamente similar a las es-
quematizadas generacion es de catorce, catorce y catorce de l primer
capítulo de Mateo (donde se puede d emostrar que faltan seis o siete
eslabones) . Además, Lucos 3:36 indica que un tal Cainán, hijo de Arfa-
xad, no se m enciona en Génesis 10:24 (que establece que Arfaxad fue el
"padre" de Sala, el hijo de Cainán, segú n Lucos 3).
2. Las genealogías registran sólo los miembros más prominentes
del linaje de Abraham, y omiten un número indeterminado de esla-
bones (si bien, presumiblemente no tantos eslabones como los que
figuran en las listas). Una variante de este punto de vista traduciría la
fórmula "A engendró a B" , como si en realidad fu era B o a lgún innomi-
nado antepasado de B (perfectamente admisible en el lenguaje hebreo,
ya que se habla, ocasionalmente, de abuelos que engendraron a sus

20. Así lo deja traslucir B. B. Warfield , en On the Antiquity and Unity of the Human
Roce (Sobre la antigüedad y unidad de la raza humana), PTR, (1 911), opinión en la cual J.
O. Buswell IIl coincide con Mixter, pág. 181.
21. Ibid.
218 R ESEÑi\ CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN i\L A NTIGUO T ESTAMENTO

nietos; por lo menos en 1 Crón icas 7:13 se menciona a los nietos de


Bilha como sus hijos). Hay que entender en sentido literal las edades de
los patriarcas que vivieron varios siglos (hasta 900 y más años). Esto
permitiría un lapso posiblemente de cinco a seis mil años entre Adán y
Abraham, según la cantidad de eslabones omitidos .
Digamos, de p aso, que se plan tean ciertas dudas en cuanto a si
Abraham fue realmente el hijo mayor de Taré, a pesar de ser el primero
de los nombrados en Génesis 11:26, donde d ice que Taré engendró a los
tres hijos cuando tenía 70 años de edad, o al menos comenzó a esa edad
su paternidad. Pero puesto que Taré murió a los 205 años de acuerdo
con Génesis 11 :32, Abraham no pudo haber nacido antes que su padre
tuviera 130 años, si contaba con setenta y c inco años a la muerte de
Taré, como lo sugiere Génesis 12:4. (Si bien nada hay en Génesis 11
y 12 que establezca incuestionablemente que Taré muriera antes de
que Abrah am saliera ele Harán, el punto queda bien ac larado en
Hechos 7:4.)
3. O, de lo contrario, los nombres an otados en Génesis 5 represen-
tan a un indi viduo y su línea directa por primogenitura, interpretación
que posibilita sumar los números de años de la vida entera de las
personas enumeradas, cas i de punta a punta, resultando con ello un
gran total de 8227 años desde el nacimiento de Adán hasta el diluvio.
Por ejemplo, cuando se dice de Adán que vivió 930 años , quiere decir
rea lmente que Adán y sus descendientes directos gobernaron durante
930 años. Al final de ese tiempo fueron reemp lazados por la familia de
Set que tomaron y mantuvieron el poder d urante 912 años (Génesis
5:8). De esta manera, no fue sino hasta 1842 años después del nacimien-
to de Adán cuando tomó el poder la fam il ia de Enoc, y así sucesi-
vamente. Sin embargo, una dificultad que se plantea a esta teoría es que
Set es el mas antiguo sobreviviente de Adán que se menciona, aparte
del exiliado Caín, y es difícil imaginar por cu ál otro hij o hubiera des-
cendido la línea directa de Adán antes que la su puesta línea colateral
de Set tomara el liderato.
Considerando todo esto, parece que la segunda interpretación fu era
la más preferible . (Por supuesto que la primera interpretación no deja
suficiente lugar ni aun para la atestiguada historia de Egipto que, sin
duda alguna, se remonta por lo menos a 3500 años antes de Cristo y
ello, necesariamente , después del diluvio.)
Volviendo al problema del Pitecántropo, del hombre de Swans-
combe, del hombre Neandertal y del los d emás (tal vez aun del Hombre
de Cromañón , que aparentemente debe ser clasificado como Horno
Sapiens, pero cuyos restos parecen remontarse por lo m enos a 20.000
años a. de J.C.), parece mejor considerar todas estas razas como per-
tenecientes a una época anterior a la de Adán, y que no estuvieron
envueltas en el pacto adánico. Tenemos que p lantearnos el interro-
GÉNESIS 219

gante, en vista de los restos cultura les, de si estos seres preadamitas


tenía n a lm as (o, e n tér minos tr icotómicos, es píritus) . Pero la implica-
ción d e Gé n es is 1:26 es que Dios c r eaba un se r cua litati v amente
difer en te cuando El hi zo a Adán (n ó tese que la palabra rendida
"hombre" e n Génesis 1:26-27 es el hebreo "Adom), un ser que fu e
fo 1·m ado uni camen te a la im age n de Dios. Sólo Adán y sus descen-
di e ntes fu ero n i nfund idos co n el aliento de Dios y una naturaleza
es p iritua l co rrespo n die n te a Dios mismo.22 Romanos 5:12-21 es tab lece
que tod a la humanidad s ub sig ui ente a Adán, por lo menos , tu v o que
h abe r desc e ndi do literalme n te de él, pu esto q u e Adán e n tró en r elación
de pacto con Dios co m o represe n tan t e de toda la r aza h u ma n a. Esto
in dica que no p u do haber h abido un a verdadera relac ió n genética ent r e
Adán [el primer hombre creado a imagen de D ios] y las razas p r eada-
mit as . No impo rt a c u a n semejante h aya sido la estruct ur a esquelét ica
del hombre de Crom a ñón [por ejemp lo]. co n el H a mo Sapiens, es t e
h echo no r eviste mayor importancia frente al probl e ma principal de
saber si estos ho m bres d e las cavernas poseíAn r ealme n te a l ma y
personalidad. Dio s pudo hab e rlos extermi n ado por razones desco n o-
cid as, antes de la creació n de l primer padre d e la actua l raza hum ana.
Adán , pues , fue el primer hombre c reado a la image n es piritual de Di os,
de acue r do con Génesis 1:26- 27, y no ha y evidenci a cien tífica que
desautorice esta tesis. 23

22 . En este notable volumen titulado Human Desti ny (Destino humano), el cientrfico


fran cés Lecomte de Naüy insiste en que la evolución fue una respuesta a la voluntad
d ivina . El hombre emerge del procesa evolutivo; en un momento determinado, tal vez en
la edad d el hombre de Cromañon (30 .000 a. de J.C.) el hombre, por un proceso de
mutación. se hizo realmente hombre. mutación en la c ual Dios sop ló en él " libre albe-
drío" y la capacidad para escoger entre el bien y el mal , es decir, la conciencia.
23. Para un estudio más ex ha ustivo de este tema. consulta r el capítulo de E. J. Young:
"Are the Scri ptures Inerrant?" (¿Son infalibles las Esc rituras?) en T he Bib/e: the Living
Word of Revelation (La Biblia: la palabra viva de la revelación), ed. M. C. Tenney, (Gra nd
Rapids: Zondervan, 1968). págs. 105-110.
CAPITULO 15
GENESIS
(Continuación)
Este capítu lo hará hincapié en los diversos pasajes del Génesis que han
motivado objeciones, y no sobre los problemas que se refieren al origen
natural, los cuales ya fueron tratados en el capítulo an terior. En cada
caso, el pasaje que h a de tratarse ha sido utilizado como base para
alguna acusación de inexactitud y desconfianza, dirigidas contra el
libro como un todo.

L A H ISTORICIDAD DE AD ÁN y LA C AíD A

Respecto a la relación entre Génesis 2 y Génesis 1 , ya hemos


señalado' qu e el uso de los nombres divinos (Elohim y Yahweh) es
perfectamente reconciliable con la unidad de la paternidad literaria.
Puesto qu e Elohim (Dios) era el título apropiado para los contextos que
estaban al margen del pacto, Moisés (suponiendo que fuera e l autor de
la totalidad del libro) pudo muy bien emplearlo exclusivamente para el
relato de la creación en el capítulo 1 , y luego cambiar a Yahweh (en su
mayor parte) en el capítulo 2, donde se refiere al pacto de obras estable-
cido en tre Dios y Adán.
Se ha planteado el interrogante de saber cuán en serio habrá de
tomarse el relato sobre Adán y Eva (y la serpiente del huerto del Edén)
como historia literal. Muchos prefieren considerarl a nada más que
como un mito o una fábula (suprahistoria, para utilizar un térm ino
neo-ortodoxo) en que se describe la caída, del hombre por medio de un
episodio ficticio destinado a ilustrarla. (S in embargo, en cuanto el hom-
bre es una criatura caída , un agente moral con un innato sentido de
culpabilidad, el mito refleja una sublime verdad, aun cuando no h aya
ocurrido, en realidad, ese episodio aislado.) Pero ocurre que nunca se
han p lanteado sobre bases históricas, científicas o fil osófi cas, ob-
jeciones decisivas en cuanto a la historicidad de Adán y Eva. Los plan-

l. Capflulo 9, pág. 132 de este libro.

220
G ÉNESIS (CONTINUACióN) 221

Un "Sell o de la Tentación " (Cortesfa del Museo Britónico)

teas se han basado esencialmente con respecto a conceptos subjetivos


de improbabilidad.
Desde el punto de vista de la lógica pura, es virtualmente imposible
aceptar la autoridad de Romanos 5 ("El pecado entró en el mundo por
un hombre ... por la transgresión d e uno solo rein ó la m u erte
. . . por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos
pecadores"; versículos 12, 17, 19), sin inferir que toda la raza humana,
en su totalidad, descendió de un solo padre. Roma nos 5 señala el
contraste entre Adán y Cristo. Por lo tanto, si Cristo fue un personaje
histórico, también Adán tuvo que serlo (o d e lo contrario el inspirado
apóstol se equivocó). También en otras de sus cartas Pablo toma en
detalle el relato de Génesis 2 y la tentación y caída de Génesis 3 como
h istoria literal. En 1 Timoteo 2:1 3, 14 dice: "Porque Adá n fue formado
primero, después Eva; y Adán no fu e engañado, sino que la mujer,
siendo engañada, incurrió en transgresión." Imposible dudar que los
au tores del Nuevo Testamento aceptaron la historicidad de Adán y Eva .
El origen de la raza humana pertenece necesariamente al ámbito de la
revelación de Dios, puesto que n ingunos documentos escritos pudieran
remontarse a un tiempo anterior a la invención de la escritura. Se
concibe que el verdadero relato del origen del hombre se perpetuó por
tradición oral (y probablemente así llegó hasta los días de Moisés). Pero
aparte de la revelación, escrita como Escritura inspirada , no habría
ninguna certeza en cu anto a saber cu ál, entre la asombrosa variedad de
leyendas sobre e l origen d el hom bre, conocidas por las diversas cultu-
ras de la tierra, sería el relato verdadero y co nfiable. Aquí el relato
inspirado habla de un Adán y una Eva en sentido li tera l, y no da
indicación alguna que sugiera que el relato ha de e ntenderse como
222 RESEÑA CRíTICA DE UNA i NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

mítico. 2 Cristo y los apóstoles, por cierto, lo tomaron como una narra-
ción histórica .
Algunos escritores modernos, como por ejemplo Alan Richardson,
han comparado el material narrativo de Génesis 1-11 con las parábolas
del Nuevo Testamento. "Una parábola es un relato que puede o no ser
literalmente cierto (nadie se pregunta si lo del buen samaritano literal-
mente 'ocurrió'); p ero transmite un significado que trasciende la narra-
ción. Supone que más allá de las palabras del relato que han escuchado
nuestros oídos , hay un significado que solamente puede ser detectado
por nuestro dispositivo de audición espiritual. 3 Pero esta comparación
con las parábolas del Nuevo Testamento entraña el presupuesto de que
el autor derGénesis tuvo la intención de que los capítulos narrativos
1-11 no fueran otra cosa que una mera analogía o comparación para
ilustrar alguna verdad teológica, y que en ningún momento quiso que
sus lectores tuvieran la impresión de que los episodios narrados fueran
hechos históricos. La introducción típica de las parábolas de Jesús
siempre fue la siguiente: "El reino de los cielos es semejante a . .. "
Siempre hay una enseñanza doctrinal o ética que se le expl ica al
oyente, y se recurre a una ilustración para aclarar el punto. Pero los
relatos y listas genealógicas de Génesis 1-11 no tienen tal estructura. En
ninguna parte se dice que el comienzo del mundo y de la humanidad
fue semejante a algo análogo. Las parábolas nunca se explican por sí
mismas; siempre entrañan o involucran una analogía sacada de otra
cosa. De la misma manera como hubiera sido absurdo decir, por ejem-
plo, que "el reino de los cielos es semejante al reino de los cielos;" así
tampoco pudo haber sido la intención del autor del Génesis la de afir-
mar que "el comienzo de la raza humana fue semejante al comienzo de
la raza humana," o que "el diluvio universal fue semejante al diluvio
universal." De ahí que el elemento parabólico esté completamente au-
sente en estas narraciones, y se haga casi insostenible la interpretación
de Richardson.

EL ARcA DE NoÉ Y EL DILUVIO

Respecto al gran diluvio de Génesis 6-8, algo dijimos ya cerca de las


bases aparentemente plausibles sobre las cuales Wellhausen se afirmó
para disecar este relato, dividiéndolo en J y P.·• Allí demostramos que

2. Es posible que la mención de una serpiente parlante (Génesis 3:1 , 4-5),ueda sugerir
un mito. Pero tanto el contexto como otras referencias de la Escritura (e . Apocalipsis
20:2, " la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás") no dejan lugar a dudas en el
sentido de que la serpiente era un mero disfraz tras el cual en tentador les habló. En este
reptil , Satanás tuvo un vehículo conveniente y apropiado para presentarse. De manera
similar, el asna de Balaam (Números 22: 28) fue el vehículo mediante el cual jehová habló
a su desobediente siervo .
3. Richardson, Génesis 1-Xl (Londres: SCM, 1943), pág. 28.
4. Capítulo 9, pág. 142 de es te libro.
GÉNESIS (CONTINUI\ CIÓI'!) 223

Und écima Tabli lla de la Epopeya de Gilgames que Con tiene el Relato
del Dil uvio Babilónico (Cortesía del Museo Británico.)
toda la secc ión consistía de una trama estrecha, homogéneamente
narrada. Pero la falta comparativa de evidencias geo lógicas que indi-
quen un cataclismo mundial ha dado origen a las dudas en cuanto a la
uni versalidad del dil uvio. No se han descubierto en los s itios excava-
dos en el gran valle de la Mesopotamia depósitos característicos o
uniformes de tipo di luvial. El grueso estrato d il uvial ha llado por
Leonard Wooll ey en Ur se remonta a comienzos del cuarto milenio
(hacia el año 3800 a. de J.C.), pero hasta ahora sólo se ha hall ado un
estrato dilu vial más de ese período, el que d escubrió Stephen Langdon
en Kis (que, incidentalmente, es un d epósito más reducido). Los otros
depósitos, descubiertos en Kis, Suripak y Uruk, y (pos iblemente) en
Lagas, representan una inu ndación posterior en mil años, a juzgar por
los restos arq ueológicos y el orden de los estratos.'' Si bien las excava-

5. Cf. André Parrot, The Flood and Nooh's Ark (El diluvio y el arca de Noé), (Nueva
York: Philosophical Library, -Bib lioteca filosófica- 1955), pág. 52.
224 . RESEÑA CRíTICA DE UNA INT RODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

ciones pueden no haber penetrado, en todos los casos , a suficiente


profundidad para alcanzar un nivel de 3800 años a. de J.C., en una de
las mencionadas, la de Kis, al menos , la excavación llegó aparen-
temente a suelo virgen intacto, por debajo del nivel de los 2800 años a.
de J.C.
Por cierto que estas pocas excavaciones profundas son insuficientes
para sacar conclusiones en firme. Pero han llevado a la mayoría de los
arqueólogos a cuestionar la posibilidad de un diluvio general sobre un
área mayor que una local-al menos dentro del período investigado en
las propias excavaciones- y aun fieles apologistas conservadores como
los que men ciona Ramm6 han defendido la teoría de un diluvio res-
tringido a la cuna de la raza humana en la Mesopotamia (o que posi-
blemente se extendió hasta la hoya del mar Caspio).
George F. Wright parece inclinarse hacia la posibilidad de que pudo
haberse limitado al valle del Eufrates, si la raza humana estaba restrin-
gida a esa área y fue totalmente destruida. Sin embargo, se refiere a
evidencias geológicas del diluvio en Egipto, Palestina, Sicilia, Francia e
Inglaterra (posiblemente también América del Norte)/ El com entario de
Jamieson, Fausset y Brown (JFB) señala q ue el texto hebreo no implica
necesariamente un diluvio universal. L. M. Davies también concede
qu e el diluvio no fue necesariamente universal, si bien señala a tan
dis tantes fenómeno s como los mamu ts h elados de Siberia como
evidencia de una exten sa y súbita inundación. (Sin embargo, desafortu-
nadamente para esta correlación, los paleontólogos calculan que los
últimos mamuts siberianos vivieron con anterioridad a los 30.000 años
a. de J. C.) J. W. Dawson niega que el autor h ebreo tuviera en mente un
dil uvio universal. 6
Como explicación de este aserto , es preciso señalar que el hebreo
'eres, constantemente traducido como "tierra" en nuestras biblias, es la
misma palabra que se traduce " territorio " o "país" (p. ej. , la tierra de
Canaán, la tierra de Egipto). Hay otro vocablo, tebel, que significa toda
la extensión de la tierra, o el mundo como un todo. En ninguna parte
del relato figura la p alabra tebel, sino solamente 'eres, en todas las
afirmaciones, con un fuerte sabor a universal en la Biblia en castellano
(p. ej. , Génesis 7:4, 10 , 17, 18, 19). De esta manera, Génesis 6:17c puede
traducirse así : "Todo lo que hay en el territori o morirá ", es decir, en

6. B. Ramm, CVSS, págs . 238-247 .


7. 1:98. Wright, en IS]3E: 2:821-826, ti ene un excelente resumen de las evidencias corro-
borativas del relato del Génesis.
8. Pero en la reimpres ión de JFB por Zondervan, pág. 22, leemos respecto de Génesis
7:20: "quince codos más arriba . . . y los montes se cubrieron ". "El len guaje no coincide
con la teoría de un d iluvio parcial. " Ver Davies, JournoJ of the Transactions of the
Victoria Institute (Publicación de las anales del Instituto Victoria) (1930): 62:62 -9 5; ver
también Dawson, The Meeting Place of Geology and History (Sitio de encuentro de la
geología y la historia) (Nueva York: Revell , 1894), pág. 151 .
GÉNESIS (CONTINUACIÓi'i) 225

toda la región geográfica que queda involucrada en el contexto y la


situación. De permitirse esta interpretación, entonces las montañas
cuyas cimas quedaron sumergidas por el diluvio hubieran sido las
montañas relati vamente bajas de la región que rodea la Mesopotamia y
no quedarían inclu id as en la descri pción los elevados p icos del Hirna-
laya (tales como el monte Everest, que se eleva a casi nueve kilómetros
de altura sobre e l n ivel del mar). Correspondientemente, la palabra
suelo (l•damdh), que figura en la Biblia de Jerusa lén en Gén esis 7:4b
("ti erra " en la VRV), puede entenderse corno la superficie del suelo de
la misma área a que se refiere el t érmino 'eres de los otros versicu los.
Pero la fra se " debajo de todos los cielos" en Génesis 7:19 ("y todos los
montes altos que había debajo de todos los cielos", VRV) no puede ser
tan fácilmente descartada. Se duda que en cualquiera otra parte de la
Escritura hebrea, esta expresión " de todos los cielos" pueda interpre-
tarse como indicativa de una mera región geográfica. Esta es la razón
por la cua l los más cuidadosos exégetas, como Franz Delitzsch en e l
siglo pasado ,9 y más recientrnente H. C. Leupold, 10 no han concedido la
posibilidad exegética de interpretar Génesis 7 como la descriptión de
un diluvio meramente local.
Formidables problemas científicos se plantean ante u n diluvio uni-
versal, según el resu men de Rarnrn. 11 (1) De acuerdo con los mejores
cálculos, para cubrir los más altos picos del Himalaya, se necesitaría
más agua de la qu e actualmente posee el planeta . (2) El retiro de seme-
jante cantidad de agua constituye un problema cas i insolub le, pues no
tendría lugar hac ia el cual escurrirse. (Rarnrn interpreta de esa manera
el verbo shdkak de Génesis 8:1, pero los di versas ve rsiones lo traducen
" d isminuyeron" (VRV), " decrecieron" (BJ) , y n o "escurri eron ".) Por
cierto que resulta cornplicadísirno exp licar la mecáni ca de esta dis-
minución, pues la a tmósfera no podría contener sem ejan te cantidad de
agua en forma de vapor, y se duda que algunas cavernas s ubterráneas
hubieran podido recibir más que una ínfima porción de ese volumen
adicional de agua. (3) Difícilmente alguna planta hubi era sobrevivido
bajo la acción del agua salada durante todo un año, y la mezcla de las
aguas del océano con las de la lluvia hubieran resu ltado en una morta l
solución sa lina, aun cuando esa mezcla estaría considerabl emente
diluida. Prácticamente hubiera muerto toda vida marina, excepto los
comparativamente escasos organismos capaces de resistir tremendas
presiones, pues el 90 por ciento de la actual vida marina se desarrolla
en los primeros 85 metros de profundidad, y much as de estas especies

9. Delitzsch, Pentateu ch (Pentateuco) (Granel Rapids: Eerdmans, 1949), 1:146.


10. Leu pold , Expositión of Genesis (Exposición del Génesisl. vol. 1. (Grand Rapicls:
Baker, 1950).
11 . Ramm, CVSS , 244-246.
226 RESEÑA C RiTICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN i\L A NTIGUO TESTf\t,•IENTO

no sobreviven alejadas del lugar donde habitualmente se alimentan.


Presumiblemente, los peces de agua dulce hubieran muerto, si bien la
salinidad puede haber sido suficientemente elevada para la super-
vivencia de los peces de agua salada. (4) Ciertas áreas de la superficie
terrestre demuestran claras evidencias de no haber estado sumergidas.
Por ejemplo, en Auvergne, Francia, se ha informado de conos de esco-
ria poco compacta y de cenizas de volcanes que existieron miles de
años antes que el diluvio, y sin embargo no muestran seii.al alguna de
haber sido invalididas por las aguas.
Tal vez las dificultades (1 ) y (3) puedan ser exp licadas satisfacto-
riamente como actos especiales de Dios, tanto de crear como de recrear.
(¿Pero, por qué entonces la preocupación de preservar a los animales en
el arca, si el volverlos a crear era tan fácil?) Pero la d ificu ltad (2) pare-
ciera exigir una ingente tarea d e reversión de la creación o total ani-
quilamiento del elemento acuoso, lo cual es altamente improbable. La
dificultad (4) al parecer desafía toda explicación, a menos que los vol-
canes que mencionamos hubieran entrado en erupción por vez primera
en una época postdiluviana, y fu era errónea la fecha que les asignaron
los especialistas. O tal vez la escoria y las cenizas pudieron no haber
sido barridas por la acción del agua, como supone el argumento.
No se puede sostener, sin embargo, que un diluvio local pudiera
reso lver todas estas dificultades científicas . Génesis 7: 19 afirma de la
manera más explícita que todo el nivel del agua subió bien por encima
de "todos los montes altos que había debajo de todos los cielos." Supo-
niendo que las montañas de que habla fueron las montañas locales
(difícil de interpretar así de acuerdo con el texto), por lo menos se
hubieran cubierto los picos del monte Ararat, puesto que el arca reposó
allí donde era visible el pico más alto (5 1 65 metros sobre el nivel del
mar). La conclusión inevitable es que el nivel del agua subió a más de
51 65 metros sobre el actual nivel del mar. Esto plantea dific ultades casi
tan graves para la teoría del diluvio local como aquellos que dicha
teoría procura evitar. ¿Cómo podían alcanzar las aguas un nivel tan
elevado como el monte Ararat, sin alcanzar la misma altura en el resto
del mundo? Solamente durante una marejada temporal, tal como la
enorme ola que acompai'ia a un terremoto o a un viento violento, puede
el agua n o buscar su nivel. Suponer que el agua llegó en Armenia a un
nive, de 5165 metros, y simultáneamente la localidad de Auvergne, en
Francia, no fue inundada, sería proponer un milagro más increíble que
el involucrado en la interpretación tradicion al de un dil uvio universal.
La única solución posible, aparentemente, se hallaría en la suposi-
ción de que la altura del monte Ararat fue mucho más reducida que en
la actualidad. Resulta muy difícil fechar con alguna precisión el rápido
crecimiento de una montaña en formación, de ahí que sea posible que
en los pocos milenios que han seguido al diluvio , los grandes macizos
G ÉNESIS (CüNTINUi\C:I()N) 227

montañosos se haya n elevado muy por encima de la a ltu ra que tenían


en tiempos d e Noé. Así, el reciente crecimien to en al tura de la cadena
mo ntañosa sierra Nevada, en California, es la única ex plicación razo-
nable de la pa ula tina extinción d e una variedad conrfera, que tiene
miles d e a ños, en las laderas orientales de la sie rra, que (a ju zgar por los
anill os d e s us tron cos) florecieron aparenteme nte durante un período
muy remo to, cuan do las lluvias, traídas por las brisas del Pacífico, eran
abundantísimas. Pu esto que estas es pecies continú an mu rien do bajo
condiciones creadas por una permanen te elevación de los p icos orien-
ta les (lo cu al impid e el paso de los vientos d el Pacífico), este fe nómen o
tie ne que haber ocurri d o recientemente (Th e Notiono l Geograph ic
[marzo de 1958] págs. 355 -368). Pero tal suposición sería d e aplicación
no so lamente respecto del monte Ara ra t, sino tambié n d e la cadena del
Himalaya y de las Cord illeras, y simplificaría e n cierta medida el pro-
blema pla nteado con la provisión de agua para un d iluvio uni versal.
Evidencias interesantes nos h an proporcionado algu nos exponentes
del d iluvio , basados en diversas fisuras osíferas descubie rtas en s itios
mu y d istantes unos de otros y en ambos hemisferios. Así, por ejemplo,
A. M. Rehwinkel, en su obra Th e Fl ood (El dilu v io}, pub licada en inglés
en 1951 y en castell ano en 1970 , describe estas grandes fisuras, algu nas
de ellas en montes de gran a ltura, cuyas profundidades varía n entre 40
y 100 m et ros, y que contien en los más h e terogén eos res tos de
mamíferos. Ante la a usencia de esqueletos completos, inferimos que
ningu no d e estos animales cayó en esas fisuras m ientras estaba vivo.
Los huesos no muestra n evidencias de haber sido desgas tados debido a
los agentes a tmosféricos , o h aber sido arras trados por correntadas.
Tuviero n que habe r sido d e positados debajo de l agua , p uesto que
aparecieron co nglutinad os con calcita . Lo n otable es que en uno de esos
depósi tos, hallado en la región d el valle del Saa r, se ha llaro n restos de
osos, lobos y bueyes, como también de numerosos an imales pequeños;
otros han sido localizados en la isla de Cerigo (cerca de la extremidad
surorien ta l d el Pelopon eso), en el peñ ón d e Gibraltar y cerca d e Odesa,
sobre el mar Negro. Este último sitio fue excavado en el año 1847 y
produjo alrededor de 4500 huesos de osos, hie nas, jaba líes , mamuts,
rinocerontes, bizontes, ciervos y numerosos an imales pequeños. En
Malta se descubrió una fisura que junto con todos es tos res tos hete-
rogéneos que acabamos de mencionar mostraba inme nsos bloques de
gra n ito que so lamente pud ieron llegar allí arras trados por la violenta
acción del agua. En Agata Springs, e n Nebras ka, Estados Unidos de
Amórica, se d escubr ió algo similar en el año 1876. En u na extens ión de
cu atro hectá reas de superficie se hallaron los restos de por lo m enos mil
animales que aparentemente murieron en form a instantá nea en gran
número.
Todos estos hallazgos , sin duda algu na, hablan de u na s úbita catás-
228 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO T ESTAMENTO

trofe que provocó la rajadura de la superficie terrestre en tremendas


grietas dentro de las cuales cayeron los cuerpos de innumerables ani-
males que fueron sorprendidos por el diluvio. La discusión sobre si la
fijación de fechas por m edio del flúor o del carbono 14 indica o no un
tiempo suficientemente reciente para identificar esta catástrofe con el
diluvio de Noé, es otro problema. En el caso de especies extinguidas,
tales como el mamut, el problema sobre la fecha exacta de s u extinción
reviste capital importancia. Será preciso hallar algunas bases científi-
cas para aproximar este h echo a nuestro propio tiempo, antes que estos
datos (reunidos por George McCready Price y repetidos por Rehw inkel)
puedan relacionarse con el episodio bíblico. Es posible que las pre-
suposiciones uniformistas con respecto a las pruebas del flúor y del
carbono 14 algun día resulten invalidadas por el descubrimiento de
nuevas evidencias.' 2
Debemos mencionar el hecho de que algunos escritores han plan-
teado la cuestión de si en realidad de verdad el diluvio destruyó total-
m ente toda la raza humana (excepción hecha de la familia de Noé) . La
lista de descendientes de los respectivos linajes de Cam, Sem y Jafet, tal
como la registra Génesis 10 , no permite una fáci l identificación con las
12. Es oportuno aquí una palabra de advertencia respecto a la confiabi!idad del fechado
por medio del carbono 14. Tal como lo dijo]. C. Whitcomb en la reunión anual de la
Sociedad Teológica Evangélica (29 de d iciembre de 1959), algunos de los científicos se
plantean interrogantes en cuanto a la confiab i!idad y exactitud de los resultados. El
arqueólogo británico, Stuart Piggott, informó en una comunicación que dos pruebas
realizadas con el carbono radioactiva en una muestra de ca rbón ind ica ron una fecha de
2620-2630 a . de J.C. para la construcción d e los muros de Henge of Durrington. Pero las
evidencias arqueológicas más convincentes exigían una fecha aproximadamente mi l ai'los
más tarde. Piggott arribó a la conclusión de que la fecha dada por el carbón radioactiva
era "arqueológicamente inaceptable" (Antiquity [Antigüedad), [diciembre de 19591. 289.)
En el mismo número de esa publicación, el ed itor comenta: "Es muy importante com-
prender q ue las dudas acerca de la aceptabilidad arqueológica de las fechas establecidas
mediante el carbono rad iactivo no es oscurantismo ... Es un intento de eva luar todas las
evid encias que puedan lograrse, tanto físicas como no físi cas. Por cierto q ue ahora mismo
necesitamos reasegurarnos fuera de toda d uda razonable de que los científicos saben y
conocen todas las variantes involucradas; que Elsasser, Ney y Wincler estaban equivoca-
dos al suponer que había variaciones en la intensidad de la formaci ón de los rayos
cósmicos, y que otros están equivocados al suponer que hubo flu ctuaciones en el conteni-
do original del C-14." [Ibid. , pág. 239.)
Laurence Kulp, en Scientif ic MonthJy (Periód ico científi co mens ual) (75 [Noviembre
19521. 261), admite que "hay dos presuposiciones básicas en el método del carbono 14.
(1) Una de ellas es que la concentración de carbono 14 en el ciclo del dióxido de carbono
es constante. (2) La otra es que el flujo de rayos cósmicos ha sid o esencialmente cons-
tante, por lo menos en una escala de siglos." Whitcomb señala que hay, además, otras
presunciones no probadas : (3 ) la constancia en e! ritmo de desintegración de los átomos
del carbono 14; (4) la materia orgánica muerta no se altera más tarde en s u contenido de
carbono por ninguna activ idad biológica o no biológica; (5) el contenido d e d ióx ido de
carbono del océano y de la atmósfera se ha man tenido constante a lo largo de las edades;
(6) la enorme reserva de carbono oceánico no ha cambiado en cantidad en los últimos
50.000 años ; (7) la velocidad de formac ión y de desintegración de los átomos de carbono
radiactivo se ha mantenido en equilibrio perfectamente constante durante el mismo
período.
Resulta altamente significativo que W. F. Albright , en una entrevista concedida a
Christianity Today \Cristianismo hoy en d ía), llegó al extremo de decir: "El Carbono 14 es
prácticamente inúti para el fechado de los huesos, por su ba jo contenido en carbono" (18
d e enero de 1953), pág. 4.
G ÉNESIS (CüNTINlJ;\CIÓN) 229

razas más remotas que vivieron en los más bajos confin es de Africa, el
Lejano Oriente as iático, Australia y las Américas. Parti cu larmente en el
caso de Austra lia , con su peculiar fauna que indica un prolongad o
período de separación del continente eurasian o, se to rna aguda la difi-
cultad de contar entre los pasajeros del arca tanto a la población hu ma-
na como a la subhumana de esas regiones. Tal vez, entonces, sugieren
estos erutitos, hemos de ver en la famili a de Noé solamente a los ante-
pasados ele naciones que rodeaban las inmediacion es de la Tierra San-
ta, es dec ir, los pueblos del Cercano y Medio Oriente y los que habita-
ban las region es costeras del Mediterráneo .
Estas sugerencias se enirentan, p or lo menos, con tres dificultades
formidables, a la luz de las evidencias bíblicas. La primera de ellas es el
propósito d ivino, tal como lo indica la narración bíblica, de destruir a
toda la raza humana. Así, en Génesis 6:7 leemos: "Y d ijo Jehová: Raeré
de sobre la faz de la tierra a los hom bres [hó'ódóm ] que he creado,
desde el hombre hasta la bestia, y hasta el rep til y las aves del cielo;
pues me arrepiento de haberlos hech o." Igualmente el versículo 17: " Y
he aquí yo tra igo un diluvio de aguas sobre la tierra, pa ra destruir toda
carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que h ay en
la tierra morirá." Aun cuando aquí tradu jéramos 'eres como "suelo" o
" territorio" y no como "tierra", parece evidentísimo que lo que quiere
significar es la destrucción total de la raza humana .
En segundo lugar, surge con meridiana claridad del re lato del Gén e-
sis, que la razón esgrimida para enviar el dilu vio fu e la condición
pecaminosa de la humanidad . Génesis 6 :5 dice así: " Y vio Jehová que la
maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de
los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamen te el
mal. " Nuevam ente, en el vers ículo 11 : " Y se corrom pió [wa tti shshóhet]
la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia [hómós
-perversidad lesiva]." Difícilmente parece creíble la idea de que los
antepasados de los aus tralianos y de los pueblos del Lejano Oriente
exhibieran se mejante contras te en su moral , en re lac ió n co n las
naciones del Medio Oriente, que Dios consideró aprop iado exceptuar-
los del juicio del diluvio. Las Escrituras claramente incluyen a toda la
humanidad en el veredicto de culpabilidad (p. ej., Romanos 3:19: " Para
que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio [se reco-
nozca reo, (BJ) - se recon ozca culpable (Versión Lat inoa mericana] de
Di os .") Esta es una premisa básica d el Evangelio del Nu evo Tes-
tamento. No se pueden establecer bases para seña lar diferencias entre
las naciones próx imas a Palestina y las nacion es remotas , en lo tocante
a la superioridad moral de unas sobre otras.
En tercer lugar, ten emos la inequívoca corroboración del Nuevo
Testamento de que la destrucción de la raza humana a co nsecuencia
del dilu vio fu e total y universal. En 2 Pedro 3 :6 leemos : "El mundo de
230 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

entonces pereció anegado en agua." Comparar con 2 Pedro 2:5: "No


perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justi-
cia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los
impíos. " Cristo mismo comentó sobre los días de Noé, según lo registra
Mateo 24: 38-39: "Porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día
en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio
y se los llevó a todos [hapa ntas], así será la venida del Hijo del Hom-
bre." Si bien la palabra todos no siempre en la Escritura se utiliza en un
sentido completamente un iversal, es constatemente utilizada para apli-
carla a todos los individuos que entran en la situación que se discute.
Por cierto que todos los hombres, desde Adán, han sido pecadores; por
lo tanto, aun en los días de Noé todos tuvieron que haber sido incluidos
en la destrucción del gran diluvio. 13
Un cúmulo de evidencias muy importante, que aún no hemos m en-
cionado, es la notable existencia de tradiciones orales y escritas respec-
to al diluvio, que han persistido entre los más diversos pueblos de la
tierra. Pueden esperarse de los sumerios, babilonios y asirios de la
Mesopotamia, similares tradiciones a la de los hebreos, puesto que
habitaron muy cerca del presumible asiento de la civilización antedilu-
viana. Posiblemente la leyenda egipcia mencionada por Platón en
Timeo, y la versión de Manethon (según la cual solamente Tot se salvó
del diluvio), se explicarían por la proximidad geográfica a la Creciente
Fértil). La tradición griega de Deucalión y Pirra (tan en cantadoramente
relatada en la Metammfos is de Ovidio) pudo haber sido copiada del
Cercano Oriente. Lo mismo podría decirse de la tradición diluviana de
Apamea (Asia Menor) que inspiró la representación de un arca en
algunas de sus monedas.
¿Pero qué direm os de la leyen da de Manú, que conservan los hin-
dúes (según la cual Manú y otros siete fu eron salvados en un barco de
las aguas de un diluvio u n iversal)? ¿O de la leyenda de Fah-he entre los
chinos (que fue el único sobreviviente, juntamente con su esposa, tres
hijos y tres hijas)? ¿O de Nu-u entre los hawaianos? ¿O de los Tezp i
entre los indios m ejicanos? ¿O de Manabozho entre los algonquinos?
Todas estas leyendas coinciden en que la humanidad fue destruida por
un gran diluvio (generalmente representado como universal), como
resultado del divino desagrado por el pecado humano, y en que u n
hombre solo, juntamente con su familia o con un reducido grupo de
amigos, sobrevivieron a la catástrofe valiéndose de un barco, o una
balsa o una gran canoa.

13. Para una refutación m ás detallada d e la teoría de una destrucción parcial de la raza
humana antedil uviana , ver J. C. Whitcomb y H. M. Morri s, The Genesis F lood (El d iluvio
del Génesis). págs. 44-48 .
G ÉNESIS (CONTINUACIÓN ) 231

No todas las tradiciones primitivas sobre di! u vi os incluyen el


elemento salvador de un arca. En algunas de ellas, tales como la de los
aborígenes de las islas Andarnán del golfo de Bengala , y la de los
Battaks de Sumatra, fue una altís ima montaña la que sirv ió de refugio
para el solitario sobreviviente. Pero por lo demás, los lineamientos
generales de la leyenda siguen la estructura básica del re lato del Géne-
sis. Los Kurnai (tribu de aborígenes australianos). los is leños de la isla
de Fij i, los nativos d e la Polinesia, de la Micronesia, de Nueva Guinea,
De Nueva Zelandia, Nuevas Hébridas, los antiguos celtas de Gales, los
tribeños del lago Claudia del Sudán , los hotentotes y los groenlandeses,
todos ellos tienen sus tradiciones sobre un destructivo y universal dilu-
vio que aniquil ó a toda la raza humana con excepción de dos o tres
sobrev ivientes. La más completa colección de estas leyendas dilu-
vianas de todas partes del mundo figura en la obra alemana de Richard
Andree, Die F/utsagen (1891 ). En el idioma inglés tal vez el más amplio
informe lo hallamos en la obra de James Fra zer, Folklore in the Old
Testament (Folklore en el Antiguo Testamento), volúmen 1, 1918. Si la
ocurrencia frecuen te de estas tradiciones a nivel mund ial se reconc ilia
con la teoría de un diluvio local o no, por lo menos destaca la inclusión
de todas las razas humanas en los descendientes de Noé, en vez de
exceptuar a algunos de los pobladores de Afi·ica, India, China y Amé-
rica (como pareciera inferir Ramrn). 14
Muchos han considerado poco plausible el re lato del Génesis por la
insuficiente capacidad del arca de acuerdo con las dimens iones consig-
nadas. Pero, si nos basarnos en un codo de 61 centímetros (aunque
pudiera ser diez centímetros más corto), el arca hubiera tenido una
longitud de 183 metros, un an cho de 30 metros y una profundidad de
18 metros. Suponiendo una estructura en forma de caja (comple-
tamente probable en vista de su peculiar propós ito). su capacidad
hubiera sido de 100.800 metros cúbicos, suficiente espacio para alber-
gar 2000 camiones para ganado (cada uno de los cuales puede llevar de
18 a 20 vacunos, de 60 a 80 cerdos, de 80 a 100 ovejas). Actualmente
existen solamente 290 especies principales d e animales de tierra de
mayo r tamaño qu e una oveja; hay 757 especies de un tamaño que oscila
entre los ratones y las ovejas; y 1358 especies m enores que ratones. Dos
de cada una de estas especies hubieran cabido cómoda mente en la
capacidad de volumen del arc'a, y hubiera quedado su ficiente espacio
para el forraje. Por supuesto que se plantean innumerables interro-
gantes y problemas resp ecto al mantenimiento de semejante cantidad
de animales durante un período tan prolongado (especialmente s i man-
tuvieron sus hábitos alimenticios n ormales); pero ninguno es insupe-

14. Ramm, CVSS, págs. 239-240


232 RESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN i\L ANTIG UO T ESTAMENTO

rable. Conviene señalar aquí que una mera inundación local , reducida
al área de la Mesopotamia o al área de las depresiones Aral-Caspianas,
es difícil de reconciliar con la divina insistencia (cf. Génesis 6:19-20)
respecto a la preservación de representantes de todas las especies ani-
males. Muy pocas son las especies que hoy en día se ven confinadas a
esa regi ón en particular, y por ello, es difícil comprender por qué los
animales de las áreas circunvecinas no inundadas no hubieran podido
repoblar la región devastada sin dificultad alguna, luego que las aguas
descendieron. De ahí que hubiera sido inútil meterlos en al arca, a
menos que el diluvio hubiera sido universal.
Corresponde aquí algún comentario sobre el relato del diluvio babi-
lónico. Según la epopeya de Gilgamés, luego que una asamblea de
dioses decretara un diluvio universal, el dios Ea confió el plan a un
hombre llamado Utnapistín de Suripak (ciudad de la Mesopotamia,
entre el Tigris y el Eufrates). Urdiendo una mentira (a instigación de Ea)
para darle una sensación de seguridad al resto de la población, Utnapis-
tín construyó su pesada arca de forma cúbica (d e 73 metros por todos
los lados), y a una señal (convenida de antemano con el dios del Sol,
Samas). cerró la puerta, y adentro quedaron él, su familia , su escudero
Puzur-Amurri, y todos los animales en las seis cubiertas de s u barco, y
se descargó el diluvio. Duró dos semanas (en contraste con el año y diez
y siete días del relato del Génesis), y la lluvia y el viento fu eron tan
violentos que hasta los dioses se acobardaron de miedo; la diosa Istar
llegó a derramar lágrimas de arrepentimiento por la destrucción de la
humanidad. Luego de tocar tierra en el monte Nisir (en el macizo mon-
tañoso de Zagros, al noreste de Babilonia). el arca quedó firme y Utna-
pistín envió (a) una paloma, (b) una golondrina y (e) un cuervo; este
último no retornó. Luego bajó a tierra para sacrificar a los dioses, que
para ese entonces estaban tan hambrientos por la falta de sacrificios,
que se arrojaron sobre el altar como una nube de moscas hambrientas
(tablilla XI, 1. 161). Enlil (o Bel) se puso furioso porque Utnapistín
había logrado escapar de la muerte , pero Ea exitosamente apeló a su
sentido de justicia y Enlil aceptó lo ocurrido. Luego Enlil promovió a
Utnapistín y a su esposa a gozar de una divina inmortalidad.
Las semejanzas con la narración del Génesis son tan notorias que
permiten pensar en el origen común de una antigua tradición oral, pero
las diferencias son también demasiado notorias y grandes para imagi-
nar la posibilidad de que una tomara prestado de la otra. Es más que
significativo el nítido contraste entre los codiciosos, arrebatados y pen-
dencieros dioses del panteón babilónico y la majestuosa santidad de
Jehová. Además, lo totalmente inadmisible de un arca en forma de cubo
y una inundación universal causada por un aguacero que duró
solamente catorce días se oponen a las dimensiones marítimas y la
gradual disminución de las aguas en el relato bíblico.
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 233

T ABLI\ DE LAS NACIONES DE GÉNESIS 10

Desde el punto de vista de las relacion es lingüísticas, pareciera


haber algunas marcadas diferencias entre las afini dades históricas de
las naciones del Cercano Oriente y las indicadas por las listas genealó-
gicas de Génesis 10. Por ejemp lo, se dice de Canaán que descendía de
Cam (versículo 6), pero los can aneos del año 2000 a . de J.C. hablaban
un d ialecto semita occidental (del cual el hebreo es una subdivisón).
Sin embargo, es men ester tener en cuenta que el idioma no es necesa-
riamente decisivo para las relaciones étnicas, pues los visigodos germa-
nos terminaron hablando español en España, los ostJ:ogodos, el italiano
en Italia, los franco-germanos adoptaron el francés en Francia, y los
normandos de habla francesa hablaron el inglés en Inglaterra. Por lo
tanto, las tribus camitas que conquistaron a Palestina en el tercer mile-
nio a. de J.C. pudieran haber s ucumbido a la influencia de sus vecinos
de habla semita , prescindien do de la que pudo ha ber sido su lengua
original. Además , debemos aclarar que la asignación de cananeos a la
descendencia de Cam puede ser explicada so lamen te sobre las bases de
una exacta y precisa tradición histórica, conservada por los h ebreos de
los días de Moisés. De lo contrario hubieron contado con todos los
motivos necesarios para asignar los cananeos a Sem, puesto que hab la-
ban una lengua semita al m enos tan remotamente como en la ép oca de
Abraham y Jacob (cf. Génesis 31:47).
Otro de los problemas que se plantea es el referido a que Seba figura
como descendiente tanto de Cam (versículo 7) como de Sem (versícu lo
28). Con toda probabilidad los sabeos eran originalmente camitas, pero
el contin uo entremezclarse con los vecinos semitas del sur de Arabia
fina lmente alteró s u complejo étnico y los hizo predominantemente
semitas. De esa manera sería correcta la relació n entre los versícul os
7 y 28.
En cuanto a Cus, los versículos 8-10 indican que fu e el padre de
Nimrod de Babilonia, y sin embargo, su nombre llegó a asociarse con
Etiopía (cf. Isaías 11 :11; Ezequiel 30:4. En la VRV, la palabra Cus se
tradujo Etiopía en estos pasajes; y en la BJ, Kus), país conocido por los
egipcios como K;s (y tal vez se h aya vocalizado como Küs). El versículo
6 de Génesis 10 se refiere a él como hijo de Cam que, por s upues to,
concuerda con una ubicación africana. Por otra parte, la tribu Al Amran
de Arabia le da a la región de Zebid en Yemen el n ombre de Küs.
También había una importante ciudad cerca de Babilonia denomi nada
Kis, de donde pudo haber venido Nimrod. Reuniendo todas estas
evidencias, Unger (AOT, pág. 83) sugiere que los cusitas camíticos
asentaron primitivamente en la baja Mesopotamia, donde Nimrod los
llevó a un tremendo poder. De ahí los cusitas bien pudieran haber
extendido su poder a la región, yemenita de Arabia, y luego haber
234 R ESEÑi\ CKíTICt\ DE UNt\ I NTRODUCCIÓN t\L A NTIGUO T ESTi\1\IENTO

cruzado el m ar Rojo para invadir a Etiop ía (actual República d el Sud án )


e imponer su nombre a la totalidad de esa región. Esto no sería más
inverosím il que la colonización de Cartago por los co lonizadores feni-
cios o la conquista d e la Normandía francesa, la Inglaterra sajona y la
Sicilia musu lma na por los normandos qu e partiero n de Noruega. Ejem-
plos más antiguos serían la conquista y colonizac ión de Sicilia y el s ur
de Italia por los griegos en los s iglos VIl y VI a. d e J.C. Algunos eruditos
incorporan a l tema la pequeña y poco conocida tri bu d e Kus, que men-
cionan inscripciones egipcias d el Reino Medio, como que habitaban las
fron teras de Siria y Palestina . Pero no está claro cómo pudieron éstos
haber dado origen a todas las naciones que menc iona Génesis 10:7 (la
mayoría de las cuales habitaron la pen ín sula aráb iga), o servir como
exp licación de Nimrod, a menos, por su puesto, que rep resentaran ase n-
tamientos de los cusitas originales de la baja Babilonia.
En vista de lo an tedicho, parece que A. H. Sayce se apresuró de-
masiado a l renunciar a la confiabilidad genética d e Génesis 10, e inter-
p re ta rlo só lo como una descripción de relaciones geográficas, en
momentos en que Canaán estaba bajo el dominio egipcio (y por end e
sería cons iderado como camítico teni endo en cuenta que Egipto o Miz-
raim desce nd ió de Cam). 15 Au n G. E. Wright (en el Westminster Atlas)
concede que esta lis ta está d ispuesta segú n un punto de vista racial.
Anotamos aquí algunas de las correspond enc ias más interesan tes
entre los nombres que fi guran en este capítulo 10 de Génesis y las
formas que as umen en las inscripciones acád icas. De los descendientes
de Jafe t, a Gomer se lo identifica con los gimirriya o Gimirrai (conoci-
dos por los griegos como cimerios). que bajaron de las regiones monta-
ñosas del Cáucaso e invadieron el Asia Me nor, asentando en Capado-
cia. Madai fu e el antepasad o ele los medos, y Javá n, ele los griegos (el
nombre parece haber sido conservad o en los jon ios) . Los descendientes
de Tuba! fueron los tabales que lu c haron cont ra T iglat-P il eser
alrededor del año 1100 a. d e J.C.; y de la raza de Mesec descend ieron
los moschoi que guerrearon con Salma nasar III en e l siglo IX a. de J.C.
Ambos grupos vivían en la región orie ntal d el Asia Menor. No hay
registros existentes de los descendientes de Magog. En cuanto a Tiras
pareciera haber sido el an tepasado de los tursas o tirre nios, pueblo de
orígen pelásgico que habitó al principio la región de l mar Egeo.
A As kenaz, de la línea de Gomer, se lo identifica con los Askuzas o
escitas, que invadieron el Cercano Orie nte desde el No rte (vía Cáucaso)
y fuero n form idables enemigos de los asirios, los persas y los gri egos.
Poco es lo que se conoce de Rifat , y a Togarma se lo identifica tentati-
vamente con Tegarama pueblo de Armenia s uroccidental. Elisa, de la

15. Sayce. The Higher Criticism and the Verdic t of the Monumen ts (La alta critica y el
veredicto de los monumentos) (Londres: SPCK, 1894).
Gt:: 'Ests (Co •TtNUACtóN) 235

línea de Javán, es A lasia, habitualmente identificada ahora con Chipre


(en e l Westmin ster Atlas). como también lo es Qu itim (nombre preser-
vado en Ci tiu m, lugar de la costa sur de la isla). A Tarsis se lo asocia
con loca lidades de Cerdeña (donde e l nombre fig ura e n diversas ins-
cripc ion es) y ta mbi én con España. Dodan im pos ible mente esté re-
lacio nado con los dardanios de la región de Troya en el noroeste del
As ia Menor; los dárdanos son equivalentes de los dardanios . Pero la
mayoría de los eruditos se inclinan p or e l nombre Rod anim, como
figura en el pasaje paralelo de 1 Crónicas 1:7 (BJ) , que aparentem ente se
refi ere a los habita ntes d e la isla d e Rod as.
Ya habla mos d e Cus. Mizra im (dos distritos) se refiere a Egipto; a
Fut se lo iden tifica co n la Cirenaica. 16 Es preciso establecer una distin -
ción entre Ludim (versíc ulo 1 3). an tepasado de los libios (si, com o
sostiene Albright , la escritura origi nal era Lubim), y Lud , (versícu lo 22),
progenitor de los lidios del Asia Menor. La clasificación de Elam como
semita (versículo 22) ha sido puesta en tela d e juicio o refutada en base
a razones lingüísticas , puesto que el ela mita o susa no era un idioma de
carácter no semita. Pero como ya hemos vis to, el le nguaje no es un
indicador infa li ble de relaciones étnicas y hu bo, además, una a ntigua
penetració n d e conquistadores de habla sem ita e n Elam e n la d inastía
de Acad (hacia el añ o 2200 a. de J.C.).
Respecto a los descendientes d e Sem, Unger (AOT, págs. 97-99)
anota toda la información lograda, d esgraciadamente escasa. Pero en
cua nto a los descendientes tribales de Aram y de Joctán (en Arabia),
Albright hace e l interesante comentari o que transcribi mos: "Lo más
signifi cativo sobre los nombres d e los descendientes triba les de Aram y
Joctán es que casi tod os los n ombres son arcaicos; no se han hallado
has ta a hora en las inscripciones d el primer mil enio d e Asiria n i de
Arabia del sur. Más aún , varios de los n ombres pertenecen a ti pos
conocidos como nombres propios solamente al principio del segund o
m ile nio, s i bien pueden haber m anteni do sus nombres tribal es durante
va rios siglos d espués."''

ABRAHAM y GÉNESIS 14

Ya hemos analizado en el capítulo 13 de esta obra, páginas , la


con fi rmación arqueológica de la confiabilidad histórica del relato del
Gén esis sobre la vida d e Abraham. En aquel momento vimos: (1) que el
nombre Abra m apa rece en narraciones c une iformes en la primera
mitad de l segundo milenio antes de Cristo; (2) qu e tanto Ur como Harán

16. Para mayor abundamiento sobre el resto de los descendientes de Cam, ver los dic-
cionarios bíblicos más recientemente p ublicados y AOT d e Unger, págs. 85-94.
17. En Allemm1-Flack, Old Testomen t Commentory [Comentario sobre el Antiguo Tes-
ta mento), pág. 139.
236 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIG UO T ESTAMENTO

eran c iuda d es fl orecientes en el siglo XXI a. de J.C.; (3) que S iquem y


Bet-el (si se identifica correctamente Beitin con Bet-e l) estaban habita-
das durante ese período, y también que el va lle de l Jordá n estaba inten-
samente poblado; (4) que los nombres de los reyes invasores anotados
en Génesis 14 corres pondieron aproximadamente a ese período y eran
comunes los viajes de la Mesopotamia a Palestina, y e l poder elam ita
(sugerido por e l nombre elamita de Qued orlaomer) estaba en franco
asce nso , ap rox imadamente en ese tiempo; (5) que la transacción comer-
cial de Abraham a l adqu irir la cueva de Macpela se adec uaba a las leyes
heteas prac tica das en el segundo m ilenio a. d e J.C. Un ger (AOT, pág.
107 ) y J. B. Payne '" fi jan la fech a del n acimiento de Abraham en el siglo
XXII a. de J.C. y su emigración a Palestina en el siglo XXI a. de J.C. (más
precisamente estimado por Payne como el año 2091, s i b ien Unger lo
estima a lgun os ai'ios más tarde), en el período de la Tercera Dinastía de
Ur (2070-1960 a. d e J.C.).
Puesto qu e e l nombre de Hammurabi estuvo tanto tie mpo asociado
a l de Abra ham, en razón de su supuesta identifi cación con Amrafel, rey
de Sinar (Génesis 14:1 ), conviene indicar las ev idenc ias más recientes
en favor de l ai'io 1. 700 a. d e J.C. como el tiempo cumbre d e la carrera d e
Hammurab i. En un artículo del Journal of Near Easte rn Studies (Pu-
blicación sobre estudios de l Cercano Oriente) , d e ab ri 1 d e 1958, M. B.
Rowton fija las sigu ientes fechas: (1) Un trozo de carbón lomado de un
edificio de N ippur construido varios ai'ios antes o después de la ascen-
sión al trono de lbi-Sin (rey de la Tercera Dinastía de Ur que precedió a
Hammurabi por 235 años) fijó como fecha, mediante la prueba del
carbono radioactiva, el a i'io 1922 a. de J.C., con una variación de más o
menos 106 a rios. Esto fijaría como fecha para Hamm urabi e l ario 1757 a.
de J.C. , con una variación ele más o m enos 106 años. (2) Fe lpudos de
junquillos d el zigurat (templo-torre) de Ur-Namu , fundad or ele La Ter-
cera Dinastía de Ur, erigido en Uruk (o de lo con trario posiblemen te en
e l reinado de su su cesor Sulgi) produjeron como fecha , segú n el carbón
radioacti va, e l a i'i o 1868 a. de J.C. , con una variación d e más o menos
133 alias. Esta fecha fijaría la ascensión de Hammurabi a l trono en el
año 1581, con una variación de más o menos 1 33 alias. (3) Los registros
escritos sobre observaciones del p laneta Venus, durante e l reinado d e
Amizaduca de Babilonia (cuarto rey d espués d e Ha mmurabi), permiten
dar tres fechas para la ascensión de Hammurabi al trono: 1848 , 1792 y
1728. De todas estas fechas, Rowton se inclina por la segunda, basado
en una declarac ión de Tiglat-Pileser 1 (cu yas fec has son 1112-1074, de
acuerdo con P.E. van der Meer) según la cual él había re no vado un
templo de Anu y Adad 701 a rí.os desp ués de ser ed ificado por Sam si-
Adad I, con te mporáneo d e Hammurabi. Esto sugiere la fecha de l año

18. Payne, 01-11-1, pág. 35.


GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 237

1913 a. de J.C. para el período de Hammurabi. Estas evidencias tienden


a confirmar el sincronismo de Zimri-Lin y Hammurabi, mencionado en
el capítulo 13 de este libro, págs.187-88, y establece la fecha de su
reinado en el transc urso del siglo XVIII a. d e J.C. (alrededor del 1728-
1676 a. de J.C.) demasiado tardío para Abraham .

}OSÉ Y LOS HICSOS

Una tradición antiquísima , que se remonta a los tiempos de Josefa


(alrededor del año 90 d . de J.C.) sostiene que la dinastía de los hicsos
gobernaba a Egipto en los días en que José ascen dió al poder como
primer ministro (o visir) de la corte del Faraón. Los hicsos (corrupción
del egipcio J:te~a·u haswet, o sea gobernantes de territorios extranjeros)
eran a lgo así como una hetero gé n ea h orda de invasores
asiáticos, en su mayor marte de origen semítico , que gradualmente se
infiltraron primero en el norte de Egipto y luego tomaron la suma del
poder con un progreso irresistible que los ll evó hasta el sur de Egipto.
Luego de capturar a Menfis, la h icieron su capital (juntamente con
Tanis o Avaris en el Delta), y establecieron la Decimoquinta y De-
cimosexta Dinastías. Manetón (hacia el año 250 a. de J.C.) estimó su
dom inio en quinientos años. Pero las evidencias más recientes indican
que su gobierno duró poco más de ciento cincuenta años. '" Pro-
bablemente comenzaron a infi ltrarse en Egipto alrededor del año 1900
a. de J.C. y lograron su máximo poderío en el año 1730 a. de J.C. '"
De acuerdo con la cronología bíblica (suponiendo correcta la fecha
de 1445 a. de J.C. para el éxodo, y sumándole 430 aüos de p ermanen cia
en Egipto), la fecha probable en la cual Jacob emigró a Egipto, durante
el gobierno de José, fue el año 1870 a. de. J.C. Esto representa algo así
como 94 a 140 años antes de la ascensión de los hicsos al poder, y sitúa
a José en el período de la Duodécima Dinastía. Como es obvio, estos
hechos excluyen la posibilidad de que la tradición de Josefa fuera
confiable. No hay la menor duda de que hayan existido vínculos de
sim patía entre los hicsos y los hebreos, dados su lengua cananea y su
origen asiático. El nombre de uno de los primeros gobernantes, según
Manetón , fue Salitis, notoriamente s imilar a l vocablo semita shallit
(gobernante). Un significativo n úmero de ciudades del norte de Egipto
tenían nombres semitas, tales como Sucot (Exodo 12:37), Baal-zefón
(Exodo 14:2 ), Migdol (Exodo 14:2) y varias otras. (Aparentemente a
Baal se lo igualó con el dios de la tormenta, Seto Sute, y fue adoptado
como el dios patrono de las dinastías de los hicsos. De ahí el nombre de

19. Cf. R. M. Engberg, The Hyksos Heconsidered [Los hicsos: nuevas consideraciones)
(Chicago: U. Chicago, 1939) .
20. Unger sostiene que la dominación de los hicsos fue de 1776-1570 a. de J.C. (AOT,
pág. 84).
238 R ESEÑA CRíTICA DE UNA l l'\TRODUCCIÓN t\L ANTIGUO TESTAMENTO

Baal-zefrón, señor del norte.) No obstante todo ello, en el texto del


Génesis y del primer capítu lo del Exodo hay claras indicaciones de que
el faraón que recibió a José era un egipcio nativo y no un semita
extranjero.
En primer lugar, la dinastía egipcia reinante d emostraba un despre-
cio nacionalista hacia los extranjeros asiáticos. Cuando José recibió a
sus hermanos en el salón destinado a comedor, los colocó en una mesa
separada y no los sentó a su mesa, como sus in vitados . Génesis 43:32
dice así: " Los egipcios no pueden comer pan con los hebreos, lo cual es
abominación a los egipcios. " Nunca pudo decirse semejante cosa de los
gobernantes hicsos, porque la base de su poderío era Siria y Palestina,
de donde emigraron , territorios donde mantuvieron su poder durante el
tiempo que gobernaron en Egipto. Su actitud hacia otros inmigrantes
semitas y visitantes a Egipto hubiera sido forzosamente cord ial, y no
caracterizado por prejuicios raciales como sugiere ese pasaje.
En segundo lugar, es obvio que el sentimiento del gobierno egipcio
en días de José era notoriamente adverso a los pastores. Génesis 46:34
dice: "Para los egipcios es abominación todo pastor de ovejas." Esto ha
sido verificado a en tera satisfacción observando los mon umentos egip-
cios (que frecuentemente representan ganado vacuno pero jamás ovino
en sus bajorelieves), lo cual no hubi era ocurrido en tiempos de los
hicsos, conocidos por los egipcios como los " reyes pastores" (así tradu-
jo Manetón, erróneamente, el nombre de los hi csos) .2 ' De lodo ello
inferimos que la dinastía reinante en aquel momento era una dinastía
nativa. 22 Por ello era necesario qu e los hi jos de Jacob hicieran hincapié

21. Manetón , tal como lo cita josefo, relacionó el elemento hyk- con un vocablo egipcio
que sign ifica "rey", y sos con una palabra que traduce "pastor". Es obvio que hyk
representa el h-k-' egipcio, (que significa jefe, señor, gobernante], representado por el
signo jeroglífico del cayado del pastor. En cuan to a sos, Manetón se ajustó a una etimolo-
gía popular de los últimos períodos, q ue relacionaba este elemento con s-;s.w, vocablo
que traduce " pastor" o "beduino", que se remonta a la Decimoctava Dinastfa (Erman-
Grapow 4:412), pero que no fue uti lizado por los hicsos propiamente dichos, ni por los
egipcios contemporáneos , para designar su raza. Más bi en, la verdadera etimología de
"Hicsos" es " /:1-k-;.w h-;s.wt " o ''gobernantes de territorios extranjeros" (así lo sostiene
George Steindorff-Keith Seele. When Egypt Ruled the Eost (Cuando Egipto gobernaba el
Oriente IChicago: U. Chicago. 19531. pág. 24.) Se ha objetado que las inscripciones egip-
cias hablan de los hicsos solamente como '-;m.w, o "asiáticos" y que, por ende, Manetón
estaba totalmente equivocado al usar esa designac ión. Pero la justificación para la histori-
cidad de este títu ilo logró establecerse por s u apa rición en las inscripciones de la De-
cimoctavia Dinastía, tal es como las de Tutmos is 111 halladas en Medinet Habu , donde se
hace referencia a Tutmosis como b-w h-k-;.w h-;-s.wt p-h.w s-w [el castigador de los
hicsos -o gobernantes de tierras extranjeras que lo atacaron ]. Cf. Erman-Grapow 3:171 y
el artículo No. 29 en el BelegsteJ/en.] Sin embargo, el hecho d e que no hubiera ni ngún
elemento del término "pastor " en el tftulo Hicsos, hace im perioso buscar nuevas
evidencias para establecer la probabilidad de que estaban más favorablemente disp uestos
a criar ovejas que los egipcios nativos. Pero es concebible que la etimología popular
registrada por Manetón se originara no meramente en una simil itud ele sonido entre la
pronunciación que se dio en el egipcio tardío a las palabras que traducen "pastores" y
" territorios extranjeros" . sino también en la trad ición, basada en hechos históricos, de
que los hi csos, sin duda alguna, criaron ovejas en gran número.
22. Sin embargo, es menester arí.aclir que esta actitud de d esaprobación hacia las ovejas,
GÉNESIS (CONTINUI\CJÓN) 239

en su posesión de ganado vacuno, s in mencionar sus majadas de ovejas


si querían impresionar favorablemente al Faraón (Génesis 46:31-34).
En tercer lugar, y como lo ha señalado John Rea, el primer capítulo
del Exodo exhibe una colección de datos prácticamente irreconciliables
con la habitual suposición de que el "nuevo rey que no conocía a José"
fuera un egipcio de la Decimoctava o Decimonovena Dinastía. 23 Antes
de anali zar estas evidencias, conviene señalar que al comienzo de la
Decimoctava Dinastía, Ahmés expulsó de Egipto a toda la población de
los hicsos (excepto los que fueron muertos a espada), y los persiguió
hasta la forta leza de Saruhen, al sur de Palestina. Por lo tanto, si los
israelitas eran amigos y aliados de los hicsos (que es lo que general-
mente se supone) resulta difícil comprender por qué no fu eron expulsa-
dos con ellos. ¿Sobre qu é bases los nacionalistas egipcios, bajo el reina-
do del rey Ahmés, establecieron una distinción entre los hicsos y los
hebreos? ¿No resulta obvio, acaso, que los israelitas adoptaron una
actitud antagónica con tra los hicsos y favorable hacia los egipcios,
d urante el largo período de la ocupación de los hicsos?
En cuarto lugar, la declaración del faraón registrada en Exodo 1:8-10
carece de sentido en labios de un egipcio nativo. Hubiera sido una crasa
exageración afirmar que los israelitas eran más numerosos que los egip-
cios, pero es posible que lo fueran en relación a la casta guerrera de los
hicsos. En cuanto al temor del faraón de que pudieran aliarse con los
enemigos del gobierno en tiempos de guerra, es difícil imaginar con qué
fuerzas no egipcias podrían hacerlo , rodeados como estaban, en el ais-
lado bo lsón de Gosén. Pero si ese faraón hubiera sido un hicso, hubiera
buenas razones para temer, pues podrían hacer causa común con los
egipcios, quienes al fin y al cabo, fueron tan cordiales con ellos por
respeto a José. Lo más probable es que el "nuevo rey que no conocía a
José" era un faraón de la dinastía de los hicsos, y fue él quien sometió a
los h ebreos para trabajar en sus proyectos de construcciones. (Pare-
ciera, por lo tanto, que hubo una política de opresión y esclavitud
pocas d écadas después que el nativo sucesor de Ahmés expulsó a los
no involucraba una prohibición absoluta de criar ovejas. ni siquiera para los egipcios de
alcurn ia durante el Reino Medio. Las ovejas no estaban incluidas entre las ofrendas
aceptables sobre los altares dedicados a los d ioses o a los antepsados fallecidos (la
fórmula funeraria en los monumentos es siempre pan, cerveza, bueyes o aves), si bien se
mencionan ocasionalmente rebaños d e ovejas en algunas biografías funerarias (p. ej., la
del mayordomo Montu-wosre, de la Duodécima Dinastía, que se refiere a sf mismo como
un mayordomo de bueyes, burros, cabras, ovejas y cerdos; cf. W. C. Hayes, The Scepter of
Egypt -El cetro de Egipto-1953, 1:299). Pero, aparte del sfmbolo jeroglífico de la palabra
"gobernante" (hq;), que semeja el cayad o de un pastor (si bien pudo ser util izado tanto
para el ganado vacuno como para el ovino), no es mucha la evidencia, si la hay, para
hablar del rey de Egip to como "el buen pastor de su pueb lo", como lo hace J. A. Wilson
en el capítulo 6 de su obra Burden of Egypt (Carga de Egipto), 1951 . No ofrece ningún
argumento substancial en favor de utilizar ese título en el capítulo mencionado.
23. Rea, "The Time of the Oppression and the Exodus" (La época de la opresión y el
éxodo) en el Bulletin of the EvengelicaJ TheologicaJ Society (Boletfn de la Sociedad
Teológica Evangélica (Verano de 1960). págs. 58-69.
240 RESEÑA CRiTICA DE Ui\1\ I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO TESTi\MEf'\'TO

hicsos. Posiblemente esta última fase la tenemos en Exodo 1 :15 con la


orden a las parteras de practicar el infanticidio.)
En quinto lugar , y con relación a este último detalle, te nemos la
evidencia de la ciudad de Ramesés, mencionada en Exodo 1:11. Tal
como el relato se presenta en el texto hebreo, este trabajo forzado en
Ramesés (conocida anteriormente domo Ta nis o Zoán) ocurrió antes
del nacimiento de Moisés (que no se mencio na has ta e l ca pítulo
siguiente). Pero s i el éxodo ocurrió alreded or del aiio 1 290 a. de J.C.
(como lo suponen la mayoría de los eruditos) y si Moisés contaba con
80 ai'ios de edad en ese tiempo, debió habe r nacido en el año 1370 a. de
J.C., es deci r, por lo m enos sesenta aiios antes de que ocuparan el trono
egipcio los Ramsés de la Decimonovena Di nas tía. Por lo tanto, no
pudieron haber trabajado los israelitas en una ciudad nominada en
honor de Ramsés II (1 29 9-1 232 a . de J.C.). Más aún, resul ta dudoso que
la ciudad de Tanis (o Zoán o Avaris, como se la designa) hubiera sido
edificada durante la Decimoctava Dinastía. G. E. Wright es ro tundo en
su informe publicado en Biblical Archaelogy (Arqueología bíblica]:
" Después d e gran des excavaciones en Tanis, los arqueólogos Marriette,
Petrie y Montet, no hallaron ni un solo objeto de la Decimoctava Dinas-
tía egipc ia." El Faraón Amosis I (15 70 -154 6 a. de J.C.] destruyó la
ciudad y con toda probabilidad no fue reocupada antes del siglo XIV. " 2'
Wright s upone que esta evi dencia señala a l s iglo XIII como fecha de
con stru cción d e Ramesés, la ciudad de almacenaje, pero esta opinión
pierde valor por el hecho de que esta actividad fue realizada antes que
Moisés naciera , tal vez mucho tiempo antes . La Cmica posibil idad que
resta (de ace ptar la certeza y exactitud de l re lato hebreo] es que fueron
los hicsos, y no los monarcas de la Decimoctava Dinastía, los que obli-
garon a los israelitas a trabajar en las ciudades de almacenaje de Pitón y
Ramesés.
Esto, por s upuesto, plantea el interrogante de cómo Tanis pudo
llamarse Ramesés dos o tres siglos antes de la ascensión del propio
Ramsés a l trono. Pero hay razones para creer qu e Ramsés era un nombre
que estaba en boga durante el período de dominación de los hicsos.
Observemos que Génesis 47:11 se refiere a " la tierra de Ramesés" como
el territorio general de Gosén donde José ubi có a s us familiares. Esto
indicaría que era un nombre corriente mucho antes de los dias de
Moisés. Es a ltame nte significativo que Seti 1, el padre de Ramsés JI,
tomó su nombre de Set, el dios patrono de las dinas tías hicsas, el dios

24. Hay q ue nolar, s in embargo, que existen serias d udas en cuanto a s i Tanis ha sido
correctamente identificada con la antigua Zoan o Avaris. john van Seters en The Hycsos,
o New lnvestigotion (Nuevas investigaciones sobre los hicsos) (New Haven, Conn .: Yale
U. 1966). págs. 100-'14 7, proporcion a fuertes evidencias en favo r de qu e la verdadera
loca li zación fu e Qantir, a 58 kiló metros al Sur de Tanis, en el brazo pelusfaco del Nilo .
25. Wright , Diblicol Archaeology (Arqueología bíblica) (Filadelfia: West mi ns ter. 1957),
pág. 60.
GÉNESIS (CONTINUACIÓN) 241

que era aborrecido por los egipcios d e la Decim octava Dinas tía .
Albright arribó a la siguiente conclusión : "La casa ramesid a se remonta
a un rey hicso cuya era se fija 400 años antes de la fecha que se com-
memora en la Estela del Cu atricen tenario de Tan is. El bisabuelo de
Ra msés II eviden temen te p rovino de una a ntigua familia tanita, muy
probablemen te d e or igen hi cso, ya qu e s u no m b re era Setos
(S uta) ... Ram sés II estableció s u capital y res id encia en Tanis, a la que
llamó Casa de Ramsés y dondo edificó un gran templo al an tiguo d ios
tanita Set, que luego fue dios hicso; en aquel tiempo Set se pronunciaba
Suthkh .2" Rea seña la que: "Si la d inastía de los Ramsés puede ser ras-
treada has ta los gobernantes hicsos, y si el nombre dinás tico Seti o
Setos es un n ombre hicso, en ese caso es igua lmen te posibl e que el
nombre Ramsés o Ramesés sea un nombre hicso, o al menos fue utiliza-
do por ellos en el bajo Egipto, donde se han hall ado pocos documentos
de aquell a época." 27 Se pudiera a!'i adir que el nombre de Ramsés o
Ramesés (Egipcio Ra'-messu o Ra'-mesesu) literalmente significa "en-
gendrado de Ra". El dios-sol Ra' o Re' (como por lo general se lo
vocaliza) era honrado en grado sumo tanto por los hicsos com o por los
egipcios, pues muchos d e los nombres reales terminan con s u nombre.
Sostienen algunos que la mención de Génesis 4 1:43 respecto al
desfile del que partic ipó José por las calles de la ca pital en un carro del
faraón, señala a l período de los hicsos, p uesto que el uso habitual de
carros de guerra en Egipto fue posterior a la invasión de los h icsos.
Hasta a hora no se han descubierto bajorelieves ni murales que re pre-
senten la carroza y que sean anteriores a la Deci moctava Dinastfa. Sin
embargo, el carro de dos ruedas fue utilizado en la Mesopotamia en los
comie nzos del tercer m ilenio. (Cf. Encycloped ia Britannica, 1969 , ed .
5:287.) El New Bible Dictionary (Nuevo Diccionario Bíblico), pág. 204,
muestra u n dibujo del m odelo en cobre de un carro tirado por cuatro
onagros o asnos sil vestres de comienzos del período dinástico (hacia el
año 25 00 a. de C.) de Tell Agrab. El artículo dice así: "Veh ículos de
ruedas pesadas, tiradas por asnos, eran utilizados tanto para la guerra
como para actos ceremoniales en el sur de la Mesopotamia durante el
tercer m il en io a ntes de Cristo." Puesto que los monumentos de Urdan
testimo nio del uso de las carrozas en esa región, el hecho de que Biblos
y Fenicia estuvieran bajo el dominio de Ur en e l siglo XX. a. de J.C.
(cuyos go bernan tes eran conocidos con el títu lo sumerio de ensi) ad-
qui ere una especial significación. Durante el Reino Medio (período en
el cual actuó José), una vez más el poder egipc io se extendió a Biblos , y
resulta diffcil imaginar cómo el descubrimie nto d el carro , en la Meso-
potamia, pudo mantenerse en secreto, ignorado por los egipcios. Salta a

26. Albright, SAC, pág. 223.


27. Rea, pág. 63.
242 R ESEÑA C IÜTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO T ESTAMENTO

la vista que los carros estaban en uso como parte de los elementos
bélicos de las fuerzas armadas durante la Duodécima Dinastía, y resulta
concebible, y aun probable, que el rey hubiera ordenado construir ca-
rruajes para ocasiones especiales en esta temprana época . Es pos ible
que su utilidad como arma bélica no haya sido apreciada hasta la inva-
sión de los hicsos, pero difícilmente hubiera sido ignorada por los
egipcios en el siglo XIX antes de Cristo.
CAPITULO 16
EXODO
El títu lo hebreo del Exodo es W•elleh sh•mó t (Estos son los nombres de).
o más s implemente sh•mót (los nombres de). derivado de las palabras
iniciales de Exodo 1 :1. Del título qu e le da la Septuaginta, Exodos
(salida, partida). deri va Exodus, que le da la Vulgata. El libro tiene por
tema el comienzo de Israel como nación del pac to. Relata de qué ma-
nera cumplió Dios su a ntigua promesa hecha a Abraham, multiplican-
do sus d escendientes y haciéndolos una gran nación, redimiéndolos de
la tierra de esclavitud y renovando con ellos e l pacto de la gracia sobre
bases nacionales. Al p ie del santo monte les confiere las promesas del
pacto y les entrega normas de conducta para vivir una vida santa y
también un san tuario e n el cual puedan hacer ofrendas por sus pecados
y renovar los lazos d e con fraternidad con Dios sobre las bases de una
gracia perdonad ora.

B osQUEJO G ENERAL DEL Exooo


l. Preparación del hombre de Dios para la tarea de Dios, 1:1 - 4:31
A. El trasfondo de la vida de Moisés: persecución tiránica , 1:1-22
B. Su adopción y primera educación; los primeros cuarenta ai'los,
2: 1-14
C. Formación de su carácter; e l segundo período de cuarenta
añ os, 2:15-25
D. El llamado de Dios en Horeb, 3:1- 4 :3 1
II. Gracia triunfante: el pueblo de Dios liberado de la esclavitud,
5:1- 18:27
A. El triunfo de Dios sobre los pod eres del mundo por m ed io d e
las d iez p lagas, 5:1-11:10
B. Seis símbolos de la salvación, 12:1-18:27
l. La Pascua: símbolo y apropiación del Calva rio , 12:1- 1 3:22
2. El cruce d el m ar Rojo: la zambu l.lida de fe (bautismo), 14:1-
15:27
3. El maná d el cie lo: el pan de vida (eucaristía). 16:1-36
4. La peña hendida: el agua d e vida, 17:1-7

243
244 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTM,IENTO

5. Refidim: goce anticipado de la victoria sobre el m undo,


17:8 -1 6
6. Designación de los ancianos: organización para la actividad
religiosa, 18:1-27
Ill. El sello de la santidad, 1 9:1 -31 :18
A. Promesa del pacto: absoluta sumisión a la voluntad revelada
de Dios, como "especial tesoro" y "gente santa", 19:1-25
B. Principios básicos de una vida santa dentro del pacto; el De-
cálogo, 20:1-26
C. La vida santa en la conducta de cada uno con respecto a los
demás (libro de la a lianza) ; las tres grandes festividades,
21:1 - 23:33
D. Vida santa en la adoración y comunión con Dios (las figuras
de l sacerdocio, e l sacrificio y el mobiliario d el tabernácu lo).
24:1 - 31:18
IV. Fracaso de la carne y arrepentimiento del pecado , 32:1-33 :23
A. Rebe lión , apostasía, idolatría; se rompe la com unión con Dios ,
32:1-35
B. Arrepentimiento, castigo, e intercesión de Mo isés e l mediador,
33:1-23
V. Provisión divina para el pecado: p erdón permanente por medio
del sacrificio, 34:1 - 40:38
A. Reafirmación de l pacto de la gracia y advertencia de Dios con-
tra la idolatría, 34:1-35
B. Medi os de gracia para evitar la apostasía: el Sábado y el Taber-
nácu lo, 35:1-1 9
C. Prom esa de la congregación de cumplir con los pla nes de Dios,
35:20- 39:43
O. Formas de adoración aceptadas y santificadas por el Señor,
40 :1-38
A partir de este bosquejo general resulta indiscutible que el libro fue
com puesto y ordenado por una sola mente, y que no fu e un torpe
compuesto fragme ntario de tres diferentes fuen tes reunidas a lo largo
de un período de cuatro siglos , como l o sostiene la hipó tesis
documental. El orden lógico en la disposición de cada parte y la
invariabl e ad hesión al gran tema central , hab lan de la capac idad de un
solo autor talentoso.

E L CoMIENZO DE LA His TORIA DE MoiSÉS

Varios temas o aspectos pertenecientes al libro d el Exodo ya fueron


tratados en capítu los anteriores. La probable identificación del faraón
"qu e no conocía a José" con la dinastía de los hicsos fu e explicada al
Exooo 245

final del capítulo 15. De aceptarse esta hipótesis, sería razonable ver en
Exodo 1 :15-22 una referencia a reanudadas persecuciones bajo Ame-
notep l (1559-1539 a. de J.C.) y Tutmos is 1 (1539-1514 a. de J.C.), en
cuyos reinados el crecien te sentimiento xenófobo de la poblaci ón egip-
cia finalm en te se volcó contra los hebreos (si bien ellos también fueron
oprimidos por los odiados hicsos). Moisés , por lo tanto, nació en el
reinado de Tutmosis 1 (alrededor del año 1 527 a. de J.C.), y recibió de la
princesa que lo adoptó (tal vez Hatsheps ut) el nombre de Moisés ("hijo
del agua", en idioma egipcio, "sacado del agua " en idioma hebreo) .
Respecto a esta etimología egipcia mw-s: o " hijo del agua" cierto es que
habitualm ente se expresa una idea posesiva en egipcio med iante la
relación "A de B" o, en este caso, "s:mw". Pero e n el caso d e nombres
propios, el egipcio también invierte ocasionalmente el orden , como
ocurre en La leyen da d e Sinuhé, donde se refiere a Ensi, hijo de Amu,
como "Amu-sa; Ensi". De igual manera en e l Rela to del labriego elo-
c uente, que también es una obra del Reino Medio, a Ren si, el hijo de
Meru, lo llaman "Meru-sa; Rensi". En cuanto a la tan sugerida idea de
que la etimología de Moisés es "Mase ", entendido este término como
una forma abreviada de Ra'mosse (Ramsés) o Tut mosis (engendrado de
Tot), sería una alternati va perfectamente aceptable d e no mediar Exodo
2:10, que implica que el nombre que la princesa dio al bebé tenía cierta
importancia, aun en el idioma egipcio, relacionada con las circunstan-
cias de haber s ido descub ierto en las riberas del río. Por supuesto, cabe
la posibilidad • de que en la declaración " le puso por nombre Moisés",
de Exodo 2:10, el suje to de la oración no sea la princesa egipcia, sino
más bien la madre de Moisés, que fu e contratada como nodriza de la
criatura. Esto eliminaría la necesidad d e buscar una etimología egipcia.
Pero también supondría que la madre d e Moisés no le d io el nombre
durante la ceremonia de la circuncisión, y que fue la madre quien lo
sacó del agua y no la princesa y, por último, qu e fue la mad re quien
tuvo la prerrogativa de darle el nombre y no la madre adop ti va de la
realeza egipcia. Resulta dificil sostener estas tres su pos iciones, a la luz
de todas las circunstancias, por lo cual es mejor ajus tarnos a la etimolo-
gía egipcia que sugerimos antes.

D URACIÓN DE LA PERN!ANENCIA ISRAELÍ EN EGIPTO

Tocante al tiempo que los israelíes permanecieron en Egipto , la


inequívoca afi rmación del texto hebreo de Exodo 12:40 es que totalizó
430 años desde la emigración de la famil ia de Jacob hasta el éxodo
propiamente dicho. Pero puesto que la LXX dice que los 430 años
incluyen la permanencia d e Abraham y sus descendientes en Ca naán y

1. Opinión favorecida por K. A. Kitchen en The New Bible Oictionory (Nuevo Dicciona-
rio Bfblico), pág. 851.
246 RESE¡;;r\ CHi TICA DE UNA (1\'TRODUCCIÓl\: A L A l':TIGUO T ESTr\ME!\'TO

también e n Egipto, algunos han preferido esta variante a la de l Texto


Masorético. Esto d aría como resultado una permanen cia e n Egipto de
alrededor d e 215 a1i os, y situaría la carrera de José en plen o período de
los hicsos. Pero hay varias consid eraciones que tornan m uy improbable
un lapso de 215 años .
En p rimer luga r, Dios le p redijo a Abraham, e n Génesis 15:16, que
después d e s ufrir opresión en tierra ajena , sus descend ie ntes retorna-
ría n a Canaá n ''en la cuarta gen eración". Esto dijo poco después de la
afirmación del ve rsículo 13 de que " tu descenden cia .. . será oprimida
cuatrocientos alias" por la potencia extranjera. Es eviden te qu e en el
caso de Abraham se co mputaba una generación en cien alias, y esto es
pertinente en vis ta del hecho de que Abraham cumpli ó cie n años cuan-
do nació su hijo Isaac. Fueron entonces cuatro siglos y no 215 años el
tiempo que los israeli tas estuvieron en ti erra extranjera.
En segundo lugar, si bien muchos de los linajes fam iliares d e perso-
najes prom ine ntes en la generació n d el éxodo figu ran so lamente en dos
o tres eslabones (p . ej., Leví, Coat, Am ram, Moisés, d e ac uerdo con
Exodo 6:20). hay a lgunos que alcan za n has ta diez generaciones. En 1
Crónica s 7:25- 27 hay no menos d e nueve o diez gen eracio nes anotadas
entre José y Josué (Efraín , Refa, Resef, Yelah , Tahán , Laadán, Amiud,
Elisama, Nu n , Josué). Resul ta d ifícil imaginar d iez generaciones en el
corto lapso d e 21 5 años (sobre todo si consideramos la mayor longevi-
dad d e los israelitas a nteriores al éxodo), pero encaja a la perfección
co n un períod o ele 43 0 años. (*Ve r pág ina 26 3. )
En tercer lugar, el incremento d el pueblo, qu e pasó d e 70 ó 7 5
personas 2 que había en la inmigran te fam ilia d e Jacob, a una nación de
más d e dos m illon es de almas (a juzgar por los 60 3.550 combatientes
mencionados en Números 2:32). va en contra de una permanencia de
so la m e nt e 215 a ñ os. S i e n r ea li da d n o h u bo más que c u at r o
generaciones, 3 ento nces el ritmo de multi plicación hubiera sido nece-
sariamente as tro nóm ico. Aun si pud iéramos m eter cuatro generaciones
en 215 años, tend ría que haber habido un promedio de cuatro hijos
sobrevivien tes por padre. Pero s i la permanencia duró 4 30 años, en ese
caso la multi p licación deseada d aría un promedi o d e tres hijos y tres
hijas de cada pareja durante las primeras seis generaciones, y un pro-
medio d e dos hijos y d os hijas en las últimas cuatro generaciones. A
este paso, en la décima generación (según Oelitzsch, Penta te uch, 2:30)
l.. El texto hebreo de Gén es is 46:26-27 y Exodo 1:5 da la cifra de 70, pero la LXX d a la de
75 [a l igual que en el discurso de Esteban , de /-lechos 7:14¡. De litzsch explica (Pen -
toteuch , 1:370 , n . 1) lo d iferencia y d ice que la Septuaginta inc uye a los tres nietos y d os
bisn ietos d e }osé mencionados en Números 26. Estos cinco n ombres los inserta la LXX en
el texto inmediatamente después de Génesis 46:20 [Makir, Galaad , Su tela, Ta hán y Edom,
de acuerdo a la grafía griega) .
3. H. H. Rowley ins iste en ell o en su artículo de 47 páginas tit ulado " lsrael's Sojourn in
Egypt" (Permanencia de Israel en Egipto), en el Bu/letin of ]ohn Ryla n ds Library [Bo letín
de la Biblioteca john Rylan ds), 22:1.
Exooo 247

hubiera habido 478.224 hi jos mayores d e veinte años a los 400 ai'ios de
esta r e n Egipto, m ientras que 1 25 .326 varones en edad m ili tar hubieran
perten ecido a la nove na generación. Sumados harían el gran total de
603.55 0 hombres de armas.

L A FECHA DEL Exooo

Según 1 Reyes 6:1, el templo de Salomón comenzó a edificarse el


cuarto año de su rein ado (es decir el año 966 a. de J.C. o algo después).
cosa que ocurrió 480 años despu és del éxodo.• Esto daría co mo fecha
exacta para el éxodo e l año 1445 a . d e J.C., en el tercer año de l reinado
de Amenotep II (1447-142 1 ). Puede haber algu nos años más o m en os, si
la cifra de 480 representa un nú mero redon do. Esto significaría que la
conqu ista de Canaá n hubiera comenzad o co n la destrucción de Jericó
alrededor d el año 1405 a . de J.C. (calculando los cuaren ta años pasados
en el desierto). Esta ú ltima fecha se ha visto confirmada por las excava-
ciones arqueo lógicas de John Garstang en las ruinas de Jericó, Tell
es-Sultán, entre 1930 y 1936. Sobre bases arqueológicas asignó al nivel
de la Edad de Bronce posterior (Ciudad D). la fecha de 14 00 a. de J.C.
Otra confirm ación de esta fecha la hallamos en las pa labras de Jefté,
registradas en ju eces 11 :26, donde recuerda a los invasores amo nitas
que los israelitas han estado demasiado tiempo en posesión de la dis-
putada tie rra de Ga laad, para que los amon itas pudieran impugnar el
derecho legal que los as istía: " Cuando Israel ha estado h abitando por
trescientos ai'ios a Hesbón y sus aldeas, a Aroer y sus aldeas ... ¿por
qué no las habéis recobrado en ese tiempo'?" Pues to que se ad mite que
el período de Jefté fu e anterior a los días d el rey Saúl (cuyo reinado
com enzó alrededor d el a ño 1050 a. de J.C.). esto ll eva la conqu ista de
Israel al ai'io 1400 a. de J.C.
Una confirmació n más está dada por el comentario de Pablo en
Hechos 1 3:19-20, que de acu erdo con la más antigua variante (tal como
se conserva en el texto de Nestle) dice: "Y cua ndo [Dios] hubo exterm i-
nado siete naciones en la tierra de Canaán, les dio en herencia s u tierra,
durante por unos c uatrocientos cincuen ta años. Después de esto [es
decir, después de la d ivisión de la tierra] les dio jueces h as ta el profeta
Samuel. " (Esta es la versión de la Biblia de j erusalén. La Versión Reina-
VaJera sigu e e n este caso texto posterior, no confiable.) En otras pa la-
bras , en intervalo incluye el éxod o propiamente dicho (c uando los
hebreos abandonaron a Egipto para tomar posesión Canaán, Exodo
4. J. B. Payne fija el uflo 966 a. de J.C. como la fecha en que se comenzó el templo.
Albright calcula que fue en el 959 a. de J. C. [BASOR !diciembre de 19451 : 1 7) ; E. R. T hiele
en 967 a. de J.C. (Mysterious Numbers of the Hebrew Kings -Cifras misteriosas de los
reyes hebreos- !Granel Rapids: Eerdmans, 1945], pág. 254), y Begrich en 962 a. de J.C.
Unger, persona lmente , prefiere el año 961 a. de J.C. (AOT. pág. 141 ). y de esa manera fi ja
la fecha del éxodo en el ai'lo 1441 a. de J.C. En el estudio subs iguiente , utilizó como fe cha
el año 966 a. d. J.C.
248 RESEÑA CRiTICA DE Ul\'A l NTKODUCCIÓN AL A 1TIGUO TESTAl\IEKTO

20:12), la conquista israelí bajo el mando de Josué, y la ca rrera de


Samuel hasta la fecha en que David cap turó a Jerusalén alrededor del
ai'io 995 a. de J.C. (Cf. Deuteronomio 12:10, que establece q ue la elec-
ción de una ciudad santa como santuario de Jehová será revelada des-
pués que él les dé "reposo de todos vuestros enemigos" incluyendo,
aparentemente, a los jebuseos d e Jerusalén.) Esto significa que los 450
años d e Hechos 13 incluyen el período de 1445 a 995 a. de J.C. No hay
necesidad de decir que una fecha más tardía para el éxodo sería total-
men te irreconciliable con Hechos 13:19.
Empero , a despecho de este consecuente testim on io de la Escritura
en favor de la fecha de 1445 a. de J.C. (o una fecha aproximada), es
preponderante hoy en día la opinión de los eruditos en favor de una
fecha considerablemente posterior; la mayoría se inclina por el ai'io
1290 a. de J.C. , o sea alrededor de diez años después d e ascender al
trono Ramsés 11. Una fecha más tardía aún, alrededor del año 1225 a. de
J.C. la sostienen un número de autores cada vez menor (tales como H.
H. Rowley), pero halló apoyo en las primeras décadas del s iglo XX, aun
de parte de conservadores como M. G. Kyle en ISBE (que dató e l quinto
año de Mernepta alrededor del ai'io 1250 a. ele J.C.) y J. D. Oavis (que
calculó, en su DicLionary of the Bible -Diccionario ele la Biblia-, c uarta
edición, que el quinto ai'io de Mernepta fue el 1320 a. de J.C.).
J. Finegan anota c inco argumentos principales en apoyo de que el
año del éxodo fue el 1290 a. de J.C.: (1) las discrepancias existentes
entre las cartas de El Amarna y lo registrado en el texto hebreo (de
]osué, jueces y Samuel); (2) La aparente ausencia de una civilización
agrícola en Edom, Moab y Amón durante el siglo XIV; (3) la imposibili-
dad de reconciliar una permanencia de 430 ai'ios con un a fecha corrP-s-
pondiente a los hi csos para la carrera de José; (4) la falta de evidencias

Estatuillas de Soldados Egipcios HoJlodas en Tumbas Egipcias. Tal


vez el ejército que persiguió a los israelitas en la época del éxodo era
semejante a éste. [Cortesfo de Museo Louvre.)
Exooo 249

de que Tutmosis IIl edificara algo en la región del Delta; (5) la mención
de la ciudad de Ramesés en Exodo 1 :11,5 Analizaremos uno por uno los
cinco puntos.
Respecto de (1), Finegan señala el hecho de que las cartas del rey
Abdi-Hepa d e la Jerusalén cananea en la correspond enc ia de El
Amarr{a6 indican que esta ciudad estaba en inminente peligro de ser
capturada por los ~abiru; sin embargo, 2 Sam uel 5:6-9 n os informa que
los israelitas n o capturaron a Jerusalén hasta el reinado de David . Por lo
tanto, los ~abiru no pudieron ser los israelitas, sino una fuerza invasora
anterior no israelita. Pero es obvia la falacia de este argumento . Es
cierto que los ejércitos de Josué amenazaron a Jerusalén , pues derrota-
ron a las tropas jerosolimitanas (juntamente con sus aliados de Hebrón,
Jarmut, Laquis y Eglón) en la batalla d e Gabaón y su rey, Adonisedec,
fue sacado de su escondite y ejecutado Uosué 10). Pero ni las cartas de
Abdi-ljepa, ni el relato hebreo de Josué, afirman que la ciudad fue
capturada o destruida. No fue sino hasta desp ués de la muerte de Josué,
aparentemente, cuando el ejército de Judá tomó por asalto a Jerusalén y
puso fuego a la ciudad Uueces 1:8), y aun entonces no desposeyeron en
forma permanente a los jebuseos Uueces 1 :21).
Respecto a (2), Finegan relata las investigaciones de Nelson Glu eck
en la región de la Transjordania, que no revelaron evidencia alguna de
una civilización urbana o de fortificaciones entre los años 1900 y 1300
a. de J.C. Ello significa que no pudo existir entonces un reino edomita
suficientemente poderoso para oponerse al avance israelita hasta la
ribera oriental d el mar Muerto (cf. Números 2 0:14-21) en el año 1405 a.
de J.C. Ni hubo que hacer frente a ninguna fuerte coalición moabita-
madianita a la cual tuviera que enfrentarse, bajo el mando del rey Balac
(Números 22-25); ni hubo ejércitos para aplastar en Sebón y Og
(Números 21). Pero las investigaciones de Glueck se redujeron en su
mayor parte a exploraciones en superficie y de ninguna manera fueron
prolijas y concienzudas. Además han aparecido recientemente nuevas
evidencias qu e p arecen refutar s u s deducciones. En e l Biblical
Archaeologíst (El arqueólogo bíblico) de febrero de 1953, G. Lankester
Harding comunicó el descubrimiento de una antigua tumba en Amman
que contenía numerosos objetos (entre otras cosas, vasijas tachonadas
de negro, floreros con base aplanada, vasijas para aceite, escarabajos,
cazonetes) que se remontan alrededor del año 1600 a. de J.C. En la obra
de Harding, Antiquities of Jordan (Antigüedades de Jordania) (1959),
también menciona característica alfarería del período d el Bronce
Medio y otros objetos hallados en Naur y en el monte Nebo. En el año
1967 se descubrió en Pella una tumba del siglo XVI a. de J.C. (Boletín

5. Finegan, LAP, págs. 106-1 06.


6. Ver capitulo 13 , pág. 194 de esta obra.
250 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIG UO T ESTAMENTO

Informativo de ASOR, diciembre de 1967). Un templo del último


período de la Edad de Bronce fue descubierto debajo de la pista de
aterrizaje del aeropuerto de Ammán en 1955 (CT, 22 de diciembre de
1971, pág. 26). Las excavaciones de Franken en Tell Deir Allah y las de
Siegfried Horn en Hesbón han revelado que la alfarería de Transjorda-
nia era muy distinta a la elaborada en la ribera occidental del Jordán, en
el mismo período. Yamauchi sugiere que Glueck equivocadamente
supuso la homogeneidad de la alfarería en ambas regiones, y de ahí la
confusión en su interpretación de las fechas (ibid.). Posteriores excava-
ciones sacarán a luz, sin duda, más productos de este período interme-
dio y permitirán demostrar, una vez más, la falacia de conclusiones
apresuradas e investigaciones superficiales.
Respecto a (3), la dificultad de reconciliar el visirato de José con el
período de los hicsos en Egipto (visto que la carrera de José debió haber
ocurrido en la primera mitad del siglo XIX a. de J.C., según la teoría de
una fecha temprana, y la dominación de los hicsos no comenzó hasta
alrededor del año 1730 a. de J.C.), admitimos sin ambages la discrepan-
cia. Pero como ya lo hemos señalado, la evidencia interna de Exodo 1
apunta hacia la dinastía de los hicsos como la que proveyó el "nuevo
rey que no conocía a José", y hacia la Duodécima Dinastía como el
probable período de la carrera de José.' De ahí que la posición tomada
no ofrece dificultad alguna al año 1445 como fecha del éxodo.
Respecto a (4), sobre la ausencia de evidencias de actividad cons-
tructora en el Delta, durante el reinado de Tutmosis II (150 1-1447), hay
varias significativas indicaciones, a partir de los descubrimientos ar-
queológicos, que indican una dirección más positiva. Es un hecho bien
conocido que Tutmosis III erigió dos obeliscos de granito rojo frente al
templo de Ra en Heliópolis (situado en la base del Delta); uno de ellos
está ahora en Londres y el otro en la ciudad de Nueva York. Visto que se
describe a sí mismo como "Señor de Heliópolis " , es justo supon er que
levantó edificios en esa ciudad. Además, un escarabajo de la Decimoc-
tava Dinastía se refiere a que Amenotep li (hijo de Tutmosis) nació en
Menfis (37 kilómetros más abajo de Heliópolis). Esto permite la firme
presunción de que de tiempo en tiempo tuvo allí su cuartel general, y
probablemente lo hizo así para consolidar sus fortificaciones y prepa-
rarse para sus numerosas campañas asiáticas. Resulta inconcebible que
pudiera haber actuado en 14 o más campañas bélicas en Siria, sin haber
edificado antes grandes cuarteles, depósitos y otras estructuras para
acomodar a sus tropas. La tierra de Gosén, con su enorme reserva de
mano de obra tuvo que haber brindado el elemento necesario para la
ejecución de esos proyectos. Aun en sitios tan al sur como Tebas, la
tumba de su visir Rekhmire muestra esclavos semitas en la dura tarea

7. CF. págs. 244 -2 45 de este libro.


Exooo 251

de hacer y transportar ladrillos.


En cuanto a Amenotep II, los descubrimientos d e Bubaslis (la
Pibeset de Ezequiel 30:17) realizados por Naville en 1887-1889 in-
cluyeron una losa de granito rojo que representa a Ameno tep adorando
a Amon-Ra', "el que mora en Perwen uefer". Esto nos advierte sobre la
estrecha relación de Amenotep con el astillero naval de Perwenuefer,
cerca de Menfis , para el cual su padre lo designó comandante en su
juventud. W. C. Hayes llega a la con clusión de que mantenía grandes
propiedades en Perwenuefer y residía allí durante largas temporadas.6
En una de las inscripcio nes (ANET, pág. 244) habla de ir a caballo
desde los establ os ele Menfis hasta Gizeh para visitar la Esfinge. Todo
esto habla de frecuentes visitas al Delta durante el reinado de Tutmosis
III (el faraón d e la o presión) y Amenotep II (el faraón del éxodo, según
la teoría de la fecha más antigua.
Respecto a (5), y en lo relativo a la ciudad de almacenaje Ramesés,
de Exodo 1:11 , ya h emos visto que no h ay posibi li dad alguna de avenir
la narración mosaica con la fecha de 1290 años antes de Cristo .9 Estos
trabajos rea lizados en la ciudad de Ramesés tu vieron que haber sido
hec hos antes del nacimiento de Moisés, a menos que el relato esté fuera
del orden cronológico y el nombre "Ramsés" sea un anacronismo (y la
fu erza de todo este argumento indica que este nombre no fue un anacro-
nismo). S in embargo, entre 1300 (la fecha aproximada de la ascensión
de Ramsés Il al trono) y el año 1290 no hay lugar para los 80 aii.os d e la
vida de Mois6s anteriores al acontecimiento del éxodo propiamente
di cho. Por lo tanto, el año 1290 a. de J.C. como fecha para el éxodo no
puede ser cons iderado seriamente como una teoría que pueda avenirse
con la exactitud del relato hebreo . En realidad , los principales sostene-
dores de este pun to ele vista no se aferran, por lo genera l, a la confiabili-
dad de la narración mosaica, sino que (como en el caso de Meek y
Albright) niegan que las tribus de José (Efraín y Manasés) hayan estado
alguna vez e n Egipto, y dicen que all i estuvieron solame nte los levitas y
posiblemente la tribu ele Judá.'"

8. Hayes. The Scepter o[ Egypt (El cetro de Egipto) (Cambridge, Mass.: Ha rvard U., 1959).
2:141.
9. Cap ftul o 15. pág. 239 de este libro.
10. Rowley en "lsroel's Sojourn in Egypt" (Permanencia d e Israel e n Egipto) (Ver la nota
3 en este capítu lo), incluye este instructivo comentari o: "El hecho más notable en el
punto de vis ta de Albright parece ser su completo escepticismo sobre el va lor histórico de
las trad iciones de Israel." Señala a continuación que es tas tradici ones vinc ulan muy
definidamente e l yahvismo con Moisés; unen también el arca con Moi sés. El efrateo Josué
es un concurrent e del tabernáculo; el efrateo Samuel sirve en el santuario de Silo , un altar
efrateo. Tod o esto deja de ser inteligible de aceptarse la teorfa d e que Moisés era en
realidad un líder juclafta. Aparte de esto, la tradición bíb li ca se1iala que la descend encia
judfa que habitó e n Egipto se remonta a )osé. y s in embargo la teoría ele Albright niega que
las tribus de )osé estuvieron alguna vez en Egipto. Tambié n pasa por alto comp letamente
la afi rmación de Exorlo segú n la cual Moisés tenfa 80 años de celad cuando salieron de
Egipto, y hace quo toúa la primera parte de la vida de Mois6s sen una " fábula s in
252 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

Basados en la Estela de Israel de Mernepta,11 los que sostienen que


la fecha fue el año de 12 90 estiman correctamente que los israelitas
tuvieron que haber estado en Palestina p or lo menos en el aúo 1229 a.
de J.C., y esto atenta notoriamente contra la anterior teoría de que
Mernepta (1234-1225 a. de J.C.) fuera el faraón del éxodo. Se infiere
necesariamente, de la Estela de Mernepta , que el pueblo de Israel ya
estaba en Palestina, morando entre los heteos, los horeos y los habi-
tantes d e Ascalón y de Gezer (11.26 y siguientes) . La sugerencia de Kyle
(en el artículo de la ISBE sobre el éxodo) de qu e la dec laració n: "Israel
yace deso lado, no existe su s imiente", se refiere al programa de matar a
todos los varones de Israel recién nacidos, 80 añ os atrás, mientras aún
eran esclavos en Egipto , no tiene ningún asidero y no puede ser tomada
seriam ente en cuenta.
La presencia de la nación hebrea en Palestina para el aúo 1229 (o
sea el quinto año de Mernepta) lleva consigo algunas significativas
consecuencias. Si es correcta la afirmación bíblica de que los israelitas
and uvieron errantes dura nte 40 años por el des ierto, entonces no
pudieran haber salido de Egipto después del año 1269 a. de J.C. o sea en
el decimotercer aúo (aproximadam ente) de Ramsés Il. El texto hebreo
implica que Moisés estuvo en Madián y Horeb por lo menos durante 30
aúos, más probablemente 40. Comparar Exodo 7:7, que afirma que tenía
ochenta años de edad en el momen to del éxodo , y Hech os 7:23 que dice
que a los cuarenta aúos de edad mató al egipcio. En otras palabras,
Ramsés U apen as h abría ascendido al trono cuando ocurrió ese in-
cidente y Moisés se vio obligado a huir de Egipto; lo más probable es
que ocurriera antes d e la ascensión de Ram sés . Pero se infiere clara-
mente de Exodo 4:19 ("Vé y vuélvete a Egipto, porque han muerto
todos los que porcuraban tu muerte.") que el rey que buscaba a Moisés
para matarl o acababa de morir. Todo el tenor de la narración de Exodo 2
nos hace pensar que e l faraón de 1 :22 fue el mis mo que "desp ués de
muchos días murió en 2 :23 .
Fuera así o no es su mamente improbable que la campaña de Mer-
nepla hubiera triunfado contra los israelitas a las órdenes del general
Josué en el aú o 12 29, al entrar por primera vez en la Tierra Prometida.
Mucho m ás probable es que la expedición egipcia se realizó después de
terminada la primera fase de la conquista. Esto llevaría la fecha del
éxodo por lo menos al año 1290 a. de J.C. , lo cual haría tota lmente
imposible que Ramsés II fuera el " faraón d e la opresión". Moisés no
hubiera podido estar cuarenta años en el exilio en los d iez aúos que
corren entre 1300 y 1 290 a. de J.C.; sin embargo, el que murió "después

fu n damento alguno". Concluye diciendo: " La teoría de Albright no sólo exagera la falta
de confiabilidad de la Bibl ia, s ino que además hace difícil imaginar cómo pudieron surgir
tradiciones tan pervertidas" (págs. 272, 275).
11. Tratado en el capítulo 13, págs . 194,195 d e esta obra.
Exooo 253

de muchos días" era, evidentemente, el rey que trató de matar a Moisés.


Ningún otro faraón conocido cumple con todas las especificaciones,
además de Tutmosis lll. Solamente él, aparte de Ra msés 11, ocupó el
trono por un período suficientemente prolongado (54 años, incluyendo
los 21 años de la regencia de Hatshepsut) como para reinar en momen-
tos en que Moisés huyó de Egipto y morir poco antes de que Moisés
recibiera su llamado desde la zarza ardiente, 30 ó 40 aii.os después. Era
ambicioso y enérgico, al grado de librar n o menos de 17 carnpaii.as
militares en el transcurso de diez y nueve años, y ejecutar numerosas
construcciones para cuyos trabajos utilizó gran cantidad de esclavos.
Su hijo , Amenotep II, que s in duda procuró igualar a su padre en
proezas militares, al parecer sufrió varios reveses serios, pues no pudo
llevar a cabo invasiones u operaciones bélicas de envergadura después
de su quinto año de gobierno (1445 a. de J.C .) hasta la modesta campaii.a
de su noveno añ o (al m enos de acuerdo con la estela de Menfis; recor-
demos que la cronología de su reinado aparece algo confusa 12). Este
relativo fracaso de sus esfuerzos bélicos (en comparación con los de su
padre) bien pudo ocurrir debido a la catastrófica pérdida de la flor y
nata de sus fuerzas acorazadas con carros de guerra, en las aguas del
mar Rojo, durante la vana persecución contra los israeli tas que huían.
Corno una confirmación más de que Amenotep U fu e el faraón del
éxodo, tenemos la "Estela del Sueño" de Tutmosis IV (1421-1412), su
hijo y sucesor. Si bien Adolf Erman demostró convincentemente que la
inscripción propiamente dicha proviene de un período posterior (Sit-
zungsberichte d er konegJichen preussisch en Akademie der Wissen-
schaften, 1904), no obstante ello, no cabe duda de que representa con
toda fidelidad la substancia y en el m ismo texto de una auténtica ins-
cripción erigida por el mismo Tutmosis en el siglo XV a. de J.C.
Aparentemente la primera estela resu ltó seriamente dañada y fue
copiada (tan bien como lo permitiera su condición) en siglos poste-
riores, cuando una vez más se removió la arena de la Esfinge de Gizeh.

12. John Wilson reconoce en su nota marginal: "Al trad uctor le resu lta imposible recon-
ciliar las fechas en las diversas estelas [p. ej. , la estela de Menfis y la estela de Karnak,
esculpidas ambas en la época de Aknaton y luego repa radas en la Decimonovena Dinas-
tía]. La estela de Menfis coloca la pri mera campaña [hacia el Asia ] en el séptimo año del
reinado de Amenotep ll, y la segund a campaña en el noveno año de s u reinado. La estela
de Amada, que se halla más abajo, está fec hada en el tercer año, para registrar una
celebración en Egipto, ¡luego de volver de su primera campaña! Además. se da a entender
que Arnenotep fue corregente con su padre, Tutrnosis lll, durante un mfnimo de un año y
un máximo posible de once años. Pudieran reconciliarse estas fechas suponiendo que el
séptimo año después de la corregencia comenzó en el tercer año del reinado único"
(ANET, pág. 245). De esta manera Wilson equipara e l "sépti mo año" de la estela de
Menfis con el año 1440 a. de J.C.; pero más adelante equipara el "año nueve" de la misma
inscripción , con el año 1440 a. de J.C.; y también el "a ño tres" de la estela de Amada lo
calcula como el año 1440 a. de J.C. Resulta imposible entender cómo tres años totalmente
diferentes (el tercero. el séptimo y el noveno) pudieran todos equ ipararse al aüo 1440 a.
de J.C. En el mejor de los casos, la evidencia de las diversas inscripciones de Arnenotep 11
es de carácter ambiguo.
254 RESEÑA CRíTICA DE Ut-lt\ I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

En este texto, el dios Harem-akht (Horus en el horizonte). en cuyo


h onor se con struyó la Esfinge, según se creía , se le apareció al joven
Tutmosis en un s ueiío cuando era sólo un prín cipe en la casa de su
padre. Le promete el trono de Egipto a condición de que saque la arena
de la Esfinge. 13 Es obvio que si Tutmosis IV hubiera sido el hij o mayor
de su padre, Amenotep Il, no hubiera habido propósito en una promesa
divina de que algún diá llegaría a ser el rey . Naturalmente hubiera
ascendido al trono a la muerte de su padre. Por lo tanto, se infiere
necesariamente que el hijo mayor de Amen otep seguramente mu rió
antes que su padre, dejando la su cesión a su hermano menor. Esto
concuerda con el relato de Exodo 12: 29, según el cual el hijo del Faraón
murió juntam ente con los demás primogénitos a consecuencia de la
décima plaga.
Pero más concluyente todavía es la situación que había en Gosén
durante el reinado de Tutmosis III. comparada con la que existía en el
tiempo de Ramsés Il. En la época de Ramsés, algu nas de las mayores
construcciones se hacían en la región de Wad i Tumilat, o Gosén , lo cua l
significa que los egipcios tuvieron que haber habitado en esa región y
en sus alrededores. Pero los detalles de las plagas de las moscas, del
granizo y de las tinieblas [Exodo 8:22; 9:25-26; 10:23 ) dejan suficien-
temente claro que en la época del éxodo Gosén estaba habitada casi
exclusivamente por hebreos, y las plagas que azotaron a Egipto no lo
hicieron en Gosén . Según las evidencias arqueológicas con que actual-
mente contamos, no hubo egipcios en esa zona durante el reinado de
Tutmosis.
Hemos de considerar ahora la fecha en que fue destruida la ciudad
cananea de Jericó, perteneciente a la Edad de Bronce posterior (ciudad
D en la investigación de Garstang). John Garstang, que realizó las más
extensas excavaciones en este famoso lugar, arribó a la concl usión de
que la destrucción ocurrió alrededor del año 1400 a. de J.C. En los
cementerios correspo ndientes al nivel d e esa época, Garstang ha lló
numerosos escar abajos, (representaciones de estos animales en piedra).
pero ninguno posterior a los dos de Amen otep III (1412-1376). De más
de 150.000 fragmen tos de cerámica hallados den tro de los límites de la
ciudad, se halló uno so lo del tipo micénico. 14 Pero la cerámica micénica
comenzó a importarse en Palestina en número creciente a partir del año
1400. Los criterios arqueo lógicos fijados para e l reinado del sucesor de
Amenotep, Amenotep IV o Aknatón (1380-1 362 a. de J.C.) , son caracte-
rísticos, abundan tes y bien establecidos; pero las evidencias de Jericó
no incluyen un solo fragme nto característico de su reinado.
Garstang también d escribió las murallas exteriores de la ciudad,

1 3. En ANET, pág. 449, fig ura la trad ucción de esta inscripción.


14 . john Garstang, The Story of Jericho [La hi storia de Jericó). pág. 122.
Exooo 255

construidas de enormes piedras, pesadísimas, y observó que fueron


d e rribada s h ac ia afuera , como a con sec u e n cia d e un vio lento
terremoto ... Sin embargo, subsisten much as dudas e n el sentido de
saber si las mural las p ertenecieron a esta ciudad del final de la Edad de
Bronce o a una a nterior, pues excavaciones más recientes llevadas a
cabo por Kathleen Kenyon' 6 revelan la presencia de fragmentos del
Período de Bronce Medio en la tierra que rellena el espacio interior y
exterior d e esta muralla. Pero no hay razón algun a para que u na mura lla
edificada en el segundo período de la Edad Med ia de Bronce no se
man tu viera e n uso en época final de la Edad d e Bronce, es d ecir
alred edor d el 1400 a. d e J.C.
Si bien es cierto que m uchos han objetado la posició n de Garstang
en cuanto a lo antiguo de la fecha fi jada para la destrucció n de Jericó,
sus objeciones han s ido influidas en gran parte por las preferencias
subjeti vas en favor de una fecha más tardía (preferencia parcialmente
basada en la fecha de la destrucción de Laquis, Bet-el y Debir en el siglo
XIII a. de J.C.). Para res ponder a dichas críticas, Ga rsta ng escribió en el
prefacio de su obra Story of Jericho (Historia de Jericó), 1948: "Sabem os
que se han p ubl icado diversas opinion es contrarias a nuestra inter-
pretación de la fecha d e la ca ída de Jericó, alrededor d el a ño 1400 a. d e
J.C. Pocas de esas opiniones se basan en conocim ie ntos cien tíficos
directos sobre el resultado d e nuestras excavaciones; además, muchas
de ellas carecen de razo n amiento lógico o están basadas en conceptos
preconcebidos sobre las fechas d el éxod o. Ningún co men ta rista ha pro-
ducido todavía basado en los resultados de nuestras excavaciones, que
han sido totalmente pub licadas en los Liverpool An no ls of Archaeolo-
gy (Anales de Arqueología de Liverpool) , ningu na evide ncia de que la
ciudad IV se man tu vo e n p ie d espu és del rein ado el e Amenotep
lii ... Por lo ta nto, n o vemos la neces idad de discutir la fec ha como si
fuera tema de debate."
Una objeción aparentem ente plausible que a veces se esgrime e n
co ntra del año 1400 a. d e J.C. como fech a de la caída de Jericó, deriva d e
la mención de utensilios de hierro que all í se hallaron, d e acuerdo con
Josué 6:24 . Los que así opinan argumentan de la s igu ie nte manera: El
año 1400 a. de J.C. cae dentro d e la Edad de l Bronce Posterior; puesto
que se h allaron objetos de hierro en Jericó, su caíd a debió ocurrir
durante la Edad d e Hierro (que comen zó en el s iglo Xlll a. de J.C.) Pe ro
no se deduce necesariamente que el hierro era desconocido durante la
Edad de Bronce Posterior; pudo ser s implemente qu e e ra tan poco
usado que la mayoría d e la gente utilizaba el bronce en casi todos los

15. /bid., pág. 249.


16. Kenyon , Digging up Jerich o (Excavación de Jericó) (N ueva York: Praeger . 1957). págs.
46, 170, 18 1.
256 R ESEÑA CRíT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN t\L A NTIGUO T ESTAM ENTO

sitios. Así d iscurrimos por el hecho de que Josué 6:24 menciona, en una
sola declaración los "utensilios" de hierro juntamente con los artículos
de oro y plata; por lo tanto, el hierro tuvo que haber sido escaso y
costoso. Ahora sa bemos que e l hierro era bien conoci do tan anti-
guamente como en la época d e los sumerios y el vocablo semita que
traduce " hierro" (hebreo, barzel; acádico, parzillu ,) pudo incluso ha-
ber ten ido un origen s umerio , puesto que e n s umerio se escribe
""AN.BAR! 7 Esto indica que se conocía el hierro en el valle de la Meso-
potamia tan remotamente como el s iglo XX a. de J.C., Más aún, se han
hallado objetos de h ierro en Tell Asmar, que datan de alrededor de
2500 años a. de J.C., ' 8 y también en Dora , en Turquía noroccidenta l, se
halló de más o menos ese período una espada de hoja de hierro y
empuñadura obsidiana.••
Tal vez la más seria dificultad qu e enfrenta la teoría que sostiene la
fecha de 1445 a. de J.C. radica en las fechas asignadas a la d estrucción
de las otras c iudades que se dice capturaron las fuerzas comandadas
por Josué, tales como Laquis Uosué 10:32) y Debir Uosué 10:38). En
Laquis (Tell ed-Duweir) la ciudad de la Edad d e Bronce Posterior
parece h aber s ido arrasada durante el reinado de Mernepta (12 34-
1225), p ues se encontró allí, n o solamente un escarabajo de Ramsés II,
sino también algunos recibos en fragm entos de vas ijas d e barro cocido,
empleados com o m a terial de escritura , con la anotación "Año cuatro".
Se piensa que el estilo del texto es característico de la época de Mernep-
ta, y esto, por lo tanto , puede indicar la fec h a de 12 30 a. de J.C.
Con respec to a Debir o Quiriat-sefer, identificado con Tell Beit Mir-
sim, se ha lló un escarabajo de Amenotep Ili (1412-1376).'° Finegan
(LAP, pág. 140) n o cita otra evidencia que ésta para abonar su presuH-
ción de que la capa de cenizas que' se halló por encima de la capa
perten eciente a la Edad de Bronce Posterior representa una destrucción
ocurrida poco antes del año 1200 a. de J.C. En cuanto a la destrucción
de Hai, descrita en Josu é 8, por lo gen eral se la exp lica como una
confusión con Bet-el, p u esto que según los descubrimientos arqueoló-
gicos, se dice que e l sitio de Hai (Et-Tell) n unca fue ocupado entre el
año 2200 a. d e J.C. y el tiem po de l establecimiento de una pequeña

17. Cf. Sumerisches Lexicon (Léxico sumerio). Heft. 2, de Deimel, donde se cita el tér-
mino, obtenido de una inscripción anotada como Ebeling. KAIU, 185, 3, l.
18. Cf. Orienta iJnstitute Communications (Comunicaciones del Inst ituto Orienta l). No.
17, boletín informat ivo de las American Schools of Oriental Research (Escuelas ameri-
canas de Investigaciones orientales). págs. 59-61.
19. Ver Illustrated London News (Noticias ilustradas de Londres) {28 noviembre de
1959). pág. 754.
20. Las investigaciones de Moshe Kochabi en terriotiro de Judea. en el año 1968, permi-
tieron descubrir nuevas evidencias que obligan a abandonar la tesis de Albright de
identificar Tell Beit Mirsi m con la antigua Debir, y a inclinarnos a favor de Rabud. Cf.
"Stones, Scripts and Scholars" (Piedras , inscripciones y eruditos) en Christianity Today
(Cristianismo hoy en dia). 14 de febrero de 1969, págs. 432-437.
Exooo 257

aldea entre los años 1200 y 1000 a. de J.C. (Finegan, LAP , págs. 136-37).
Pero Bet-el , a dos kilómetros de distancia , fue destruida por una
tremenda conflagración en algún momento del siglo XIIl, y el hecho de
que Josué no menciona para nada la captura de Bet-el da fuerza a la
creencia de que fue confundida con Hai.
Se pueden hacer varias consideraciones respecto a estos tres sitios.
En primer lugar, Jos ué 10:32 nada dice sobre la destrucción física de la
ciudad de Laquis; habla solamente de la matanza de sus habitantes. La
devastación de 1230 a. de J.C. puede representar un ataque posterior en
tiempo de los jueces, luego de que la despoblada ciudad hubiera sido
reocupada al retirarse las tropas de Josué. La mis ma observación puede
aplicarse a la destrucción de Debir; Jos ué 10:38 nada dice de que la
ciudad fue arrasada o puesta a fuego. Más aún, la evidencia menciona-
da por Finegan pareciera confirmar tanto la teoría de la fecha remota
como la que sostiene la fecha de 1290 a. de J.C., puesto que Amenotep
lii ocupaba el trono durante la entrada de los israelitas en Canaán, en el
año 1400 a. de J.C. Con respecto a la ciudad de Hai, su identificación
con Bet-el es sumamente dudosa, puesto que Bet-el era un sagrado y
bien conocido centro religioso de los hebreos desde los días de Jacob en
adelante, y es sumamente improbable que hubieran confundido su
localización con la d e Hai. En realidad, esta teoría es muy insostenible
a la luz de ] os ué 7 :2, que afirma explrcilamente que Ha i estaba al
oriente de Bet-el. Difícilmente el antiguo his toriador hubiera confundi-
do a Bet-el con una Hai que no existió com o sitio habitado en los siglos
XIV ó Xlii a. de J.C. Si "Hai" hubiera sido rea lmente Bet-el, ¿qué era
entonces la " Bet-el " mencionada en Josué 7:2? Es más razonable supo-
ner que Et-Tell no es el verdadero asiento de Hai , y debemos esperar
nuevas exploraciones para descubrir su verdadera localización." Por
todo ello, no tiene importancia, para establecer la fecha del éxodo, el
tiempo de la destrucción de Bet-el. 22

21. J. Simons en el Archoeo/ogico / Digest (Revista arqueológica) {publicada por la


American Journo/ of Archoeo/ogr (Revista americana de arqueología). julio-septiembre
de 1947. pág. 311, dice que Et-Tel no puede ser identifi cada con la bíblica Hai , por cuatro
razones: {1) Et-Tell no está muy cerca de Beitín (o-Bet-el), en tanto que Josué 12:9 esta-
blece que está "al lado de Bet-el" (missod Beyth-'EI). (2) Et-Tell es un sitio grand e, en
tanto que Josué 7:3 aclara que se trataba de una pequeña comunidad , habitada por poca
gente. {3) Et-Tell no fue una ruina expuesta en el período posterior a la conquista,
en tanto que Josué 8:28 afi rma que Hai fu e una ruina en esa época. (4) josué 8:11 habla de
un ancho valle que corría al norte de Hai, y no hay ningún valle de esa naturaleza al norte
de Et-Tell.
22. Ni siqu iera es seguro que Beilfn haya sido correctamen te identificado como el sitio
de Bet-el. Eusebio afirmó que Bet-el estaba 17 kilómetros al norte de jerusalén (la loca-
lización de Bireh), pero Beitín se halla substancialmente más lejos. Beitín ni siquiera está
sobre el cam ino principal que saliendo de Jerusalén se dirige al norte, como Eusebio lo
d io a entender con respecto a Bet-el. Más aún, no hoy ninguna montaña enlre Beitín y
Et-Tell, como lo afirma específi camente Génesis 12:8, lo úni co qu e hay es una pequeña
colina al noroeste de Et-Tell. (Pero entre Bireh y un tcl/ situado a casi tres kilómetros a l
sureste, sf hay un monte de cierta elevación llamado Et-Tawil.] Además no hay ningún
ancho valle al norte de Beilín (como ]osué 8:11 indica con respecto a Bet-el y Hai]; hay un
258 R ESEÑA CRiT ICr\ DE Ul\'r\ l NTRODUCCIÓi\: ¡\ L Al'\TIGUO TESTAMENTO

Un problema final respecto a la teoría de la fecha más antigua del


éxo do se refiere al total s ilencio del libro de los Jueces sobre las expedi-
cion es palestinas de Seti I y de Ramsés II. Si efectivamente se rea lizaron
esas invasiones y el territorio de Canaán estuvo somet ido al poder
egipcio después de la conquista israelita. ¿porqué no son mencionados
los egipcios juntamente con todos los demás opresores? Si potencias
men ores como los moabitas, los amonitas, los cananeos del norte y los
fi listeos merecieron ser mencionados, ¿por qué se omitió totalmente a
los egipcios durante el intervalo que corrió entre los años 1370 y 1050
a. de J.C. (cuando Saúl empezó a reinar)? Pero si el éxodo tuvo lugar en
el año 1290 a. de J.C. y la conquista en el año 1250 a. de J.C. , no habría
silencio alguno que explicar, porque los israelitas no hubieran entrado
en escena hasta después de las conquistas de Ramsés, en el año 1279 a.
de J.C., año de la firma de su famoso pacto de no agresión con los
heteos.
En respuesta a este persuas ivo argumento, debemos seúa lar, antes
que nada, que ni la fecha de 1290 ni la d e 1230 a. de J.C. explican
satisfactoriamente el silencio de Jueces en cuanto a la invasión de
Mernepta anteriormente menc ionada (ver la pág. de este libro). Lo
mismo cabe decir para la expedición de Ramsés III (1204-1172 a. de
J.C.) a Palestina. Sin embargo, este n otorio monarca de la Vigésima
Dinastía se jacta en su s inscripciones de haber reducido a los Tjeker
(palestinos) y a los filisteos a cenizas (ANET, pág. 262), y sus bajorre-
lieves lo muestran en sus victoriosos avances hac ia Djahi (las planicies
costeras fenicias) para cumplir nuevas hazañas. Se han descubierto
monumentos erigidos en su reinado, en las excavaciones de Bet-san, en
el extremo orienta l de la llanura de Esdraelón. ¿Cómo explicar este total
silencio respecto a Ramsés lll? Por cierto que no se exp lica mediante la
teoría de una fecha tardía para el éxodo; porque aun aplicando ese
método de calcular, el reinado de Rarnsés IIl hubiera coinc idid o con la
época de los jueces. La única conclusión aceptable es que el relato
hebreo no creyó conveniente mencion ar estas invas iones egipcias que
ocurrieron después de la conquista. Pero si esto fue indiscutiblemente
cierto con respecto a las incursiones de estos dos faraones (Mernepta y
Rarnsés lll), ¿por qué no pudo ser cierto con respecto a los otros dos

valle pequefio y angosto . Ni Beitin ni Et-Tell muestran s ignos de haber sido lugares
h abitados en el período adecuado en relación con la teoría de la fech a antigua, ni en
relación la teoría de la fecha más reciente para el éxodo . Más aún, Hai estaba situado a l
oeste de Micmas, en tanto que Et-Tell está al norte de e lla. Finalmente, no hay ninguna
'arabah (estepa, plani cie) o mó ród (bajada) en d irección a Jericó que comience en la
vecindad de Beilfn, pero sí la hubo cerca d e las ciudades bíblicas de Bet-el y Hai Uosué
7:5). Debemos atiadir que hasta m ediados del siglo XIX, no había ninguna tradición en el
sentido de cons iderar que Beitín y a Bet-el son el mismo siti o. Todos estos tópi cos los
trata David Livingston en " The Location of Bethel and Ai Reconsidered" (Reconsidera-
ción sobre la loca lización de Be t-el y de Hai ) en la Westminster Theological foumal
(Revista teológica Westminster) (noviembre de 1970). págs. 20-44.
Exooo 259

(Seti l y Ramsés Il)? También cabe la posibilidad de que los hebreos n o


mencionaron a los egipcios p orque n o ten ían con ellos mayor contacto.
Los egipcios se mostraban ac tivos en las ll an uras cos teras de l
Mediterráneo, donde no actuaban los hebreos. Los israelitas ocupaban
principalmente la zona montañosa de Judea, Samaria y Galilea.
En segundo lugar, es posible establecer un sincronismo bastante
satisfactorio entre la historia egipcia de la Decimonovena Dinastía y el
primer período de los jueces. Garstang ha sugerido la interesante teoría
de que los períodos de "reposo" mencionados en el libro de ju eces eran
períodos de supremacía egipcia, pero que el h istoriador hebreo delibe-
radamente evitó men cionar a los egipcios debido a una inveterada anti-
patía hacia la nación que tan cruelmente oprimió a sus antecesores en
Gosén . Por otro lado, los períodos d e opresión se instalaban cuando el
poderío egipcio en Canaán se debilitaba y las tribus de la región se
levantaban en ar mas contra Israel y lo oprimían.
Desde este pu nto de vista (a l cual se adhieren esencialmente Unger
y Payne) la opresión sobre Aram de los Dos Ríos por parte de Cusán
Risataim rep resentó un avan ce heteo (en ese tiempo, los heteos habían
subyugado a la Mesopotam ia del norte), en tiempo del reinado de
Tutankamón (Unger) o Amenotep lll (Pay ne). Los 80 años de paz que
siguieron al asesinato de Eglón a manos de Aod Uueces 3:1 2-3 0), coin-
ciden en parte con la pacificación del territorio por parte de Seti I en el
año 1318 a. de J.C., seguido del largo reinado de Ramsés II. El tranquilo
período subsiguiente a la victoria de Barac sobre Sísara (en tre los años
1223-1183 a. de J.C., según Pay ne) pudo h aber sido consecuen cia del
fuerte gobierno de Ram sés III (1 20 4-1 1 72 a. el e J.C.). Garstang sugiere
que la "avispa" que h aría que los hebreos derrotaran a los cananeos
(según Exodo 23:28; Deu teronomio 7:20; Josué 24 :12), es una en cubier-
ta referencia al poder egipcio , puesto que la abeja o avispa era el símbo-
lo del faraó n como rey del Bajo Egipto en la escritura jeroglífica de ese
Utulo (egipcio , b' ty). Sin embargo, esto es algo dudoso desde el punto
de vista exegético. El h echo real es que la teoría de la fecha más antigua
admite un sincronismo entre el período de los jueces y el orden conoci-
do de los acontecimientos de la historia egipcia. (La teoría de la fecha
más reciente, por otra parte, desbarajusta totalmente la cronología del
libro de los Jueces. ) Un fa ctor adicional en favor del año 1445 a. de J.C.
como fecha del éxodo lo brindan las cartas de El Amarna. 23

EL p t\ CTO y EL D ECALOCO

En Exodo 19:3-8, el pacto establecido por Dios con Abraham y su


descendencia (Génesis 1 2, 15 , 1 7) es renovado con sus descendientes,

23. Cf. capítul o '1:3, pág. 193 de este libro, y e l estudio más clclnllndo de l capítu lo 19 .
260 REsEÑA CRiTICA DE U;\A 11\TRo o ucclóN AL A r>:T!Cuo T ESTAI- tEr>:To

ahora cuando se ha n transformado en una gra n nación. Al pie del


monte sa nto, lsrael se comprometió, en forma perma nente, a ser el
pueblo del Señor y a ser un pueblo santo (apartad o para él), c uya me ta
nacional - a diferencia d el egoísmo de las dem ás naciones- era ser
sincero y rendir absoluta y total obedie ncia a la voluntad de Dios,
caminando en comunión con él , y haciéndolo objeto de la más elevada
lealtad y amor. "Tod o lo que Jehová ha di cho, harem os" (versícu lo 8).
Cua lquier cosa menos que eso significaría negarse a una completa obe-
diencia. Por cierto que no tenía el propósito (como algunos han supues-
to) de ser una alternati va a favor de la autojustificación por m ed io de
las obras de la ley. La grac ia reinó suprema en este pacto sinaítico
exactamen te igual que en el pacto abrahámico. Todo el cuerpo d e leyes
que fue revelado a Moisós y a su pueblo desde este punto en adelante,
fue un pacto d e gracia, aunque en él medió una ad ministración que no
era la del Evangelio, (en el cual la realidad reemplazó a lodos los tipos o
símbolos del Antiguo Testamento que la prefigu raba n). De ahí que los
apóstoles aplican la misma afirmación d e sacerd ocio real a los cris-
tianos del Nuevo Testame nto como al Israel de l Antiguo Testamento (1
Pedro 2:9 es una adaptación de Exodo 19:5-6). Lo qu e se rechaza en
Romanos 3, Gálatas 3 (y otros pasajes relacionados) es el falso concepto
y la errónea interpretación de la ley como sistema de ganar méritos y de
autojustificación.
Con respecto al Decálogo (Exodo 20:1-17) se establece que la base de
sus sanciones es e l acto de redención de Di os por med io de la gracia
("Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué .... de servidumbre"). Las más
so lemn es advertencias contra la desobedien cia (producto de la incre-
du lidad y del rechazam iento a Dios) están unidas con las más pród igas
promesas d e gracia ("y hago misericordia a mi llares, a los que me aman
y guardan mis mandamie ntos"). Si bien el elemento distinti vo del amor
(pues ningún pagano jamás profesó amar a su dios con todo el corazón)
es más explíci to en Deuteronomio que en los otros libros de la Tora,
también es cierto que subyace en tod os ell os el amor de Dios hacia el
creyente y el amor del creyente hacia Dios. Y constantemente se hace
hincapié sobre la santidad de vida como e l producto necesario e inevi-
table de una fe viva y verdadera, si bien una vida santa no posee per se ,
virtudes salvadoras.
Res pecto al texto del primer mandam iento ("No tendrás dioses
ajenos delante de mí"), la escuela de Wellha usen ha sostenido que esta
sentencia o aforismo hace hincapié solamente en una adoración exclu-
siva a Jehová (monolatría) y no en una directa afirmación d e monoteís-
mo. No niega, de acuerdo con esta interpretación, la existencia de otros
dioses; se trata simpl emente de que Israel debe ser exclus ivamente leal
a su propio dios nacional. Pero esta interpretación es absurda; casi no
hay ninguna otra manera de expresar el pensamiento de que Israel ha
Exooo 261

de adorar al único Dios verdadero, y no servir a otras deidades de su


propia cosecha (a unque, por supuesto, ta les deid ades solam ente po-
drían existi r en s u imaginación ). Como refutación a esta inter pretación
mono látrica basta señ alar la analogía del Sa lm o 96:4 , 5: " Porque grande
es Jehová, y di gno de suprema alabanza; tem ib le sobre todos los
dioses." Por cierto, ésta es una afirmación de monola tría, de acuerdo
con la interpretación de Wellhausen; pero el au tor s igue y afirma un
puro monoteísmo: " Porque todos los dioses d e los puebl os son ído los
['•Jfli'm , cosas ca rentes de valor]; p ero Jeh ová hizo los cie los." Este solo
pasaje (y podríamos citar otros) demuestra en forma concluyente que la
men ción de "dioses" en plural en el primer mandami ento no implica
admitir la existe ncia de d ioses paganos.
Hay c iertas variantes en la forma en que figura n los d iez m an-
damientos e n Exodo 20 en comparación con Deuteronomio 5. En
Deu teronom io 5:15 se incorpora u na motivación ad icional para santifi-
car el sábado (mostrar bondad hacia los esclavos, así co mo el Señor
había tenido compasión para con el cauti vo Israel), y se menciona a la
mujer antes que la casa, en el décimo m andam iento. Puesto que Deute-
ronomio 5 figura en medio d e un discurso exhortatorio de Moisés diri-
gido al pueblo, en tan to que Exodo 20 es el registro de un directo
mensaje de Dios a Israel, es justo aceptar que este últim o representa el
texto y la redacción original. En Deuteronomio 5 el predicador inserta
una interpolación explicativa (también por insp iración divina) que re-
fuerza con mayor ace nto sobre la concien cia de l pueblo, la sanción del
cuarto mandamiento. Observem os que la variación en el orden entre
" muj er" y "casa" destru ye las bases para la distinción artific ial forjad a
por la Iglesia Cató lica Romana entre n o codiciar la propiedad del pró-
jimo (noveno mandamiento) y no codiciar la m ujer del prójimo (décimo
mandamiento). El hecho de que el orden es intrascendente -ya sea
"casa-mujer " o " mujer-casa"- demuestra que todo el ve rsícul o 17 del
capitulo 20 de Exodo debe entenderse como un so lo mandamiento. (En
consecuen cia, fracasa rotundamente el intento roman is ta de combinar
el primer mandamiento con el segundo, pues ell o daría por resu ltado
solamente nueve mandamientos.)

LA SIGNIFICACióN E sPIRITUAL DEL T ABER •AcuLo

Una considerable porción del Exodo (capítulos 25-28, 30, 35-40)


está dedicado al diseño de l tabernác ulo y de los diversos muebles y
utensilios que contenía. Cada uno de los diversos objetos tenía un
significado especial, relacionado con la obra redentora de l Señ or Jesu-
cristo. Partiendo de las partes más externas hacia el sa ntuario interno,
halla mos los s igui entes significativos detalles: (1) Las cortin as ex-
teri ores del atrio (hdsér) rodeaban un perímetro que medía 45 metros
262 RESEÑA CRíTICA DE UNt\ I NTRODUCCIÓN t\L ANTICUO TEST/\I..,[El\"TO

por 22,50 . Este atrio estaba proyectado para separar a Israel como una
santa posesión de Dios y mantenerlo separado de los gentiles. El mismo
principio fue rigurosamente observado en los templos pos teriores, tan-
to el de Salomón como el de Herodes (en el cual se encontró una
inscrip ción en idioma griego que amenazaba con la pena de muerte a
cualquier gentil que osara aventurarse más allá de los límites fijados
por el atrio) . (2) El tabernáculo propiamente dich o era una espaciosa
tienda o carpa ('óheJ) ; medía 10 metros por treinta . Este recinto estaba
dividido en dos partes por un velo o cortina: el Lugar Santo y el Lugar
Santísimo. (3) En el atrio, por fuera del tabernáculo propiamente dicho,
y situado frente a su puerta formada por una cortin a (mdsdk) o " velo
exterior", estaba el "gran" altar de la ofrenda o altar del holocausto
(mizbah 'ólah) cubierto de bronce , sobre el cu al se presentaban todas
las ofrendas, tanto los sacrificios cruentos (z' bdhím) co mo las ofrendas
vegetales. (4) Entre el altar cubierto de bronce y la cortina de entrada
estaba la fuente de las abluciones (kiyyór). un gran lavabo hecho de
bronce, donde los sacerdotes debían lavar sus manos y pies antes de
entrar al lugar santo. Esto probablemente tipificaba el poder purificador
de la sangre de Cristo tal como para los creyentes en Cristo está repre-
sentado y sellado por medio del bautismo.
El tabernácu lo estaba compuesto de dos compartimientos. (5) El
Lugar Santo (qódesh), que medía n ueve metros de largo por cuatro y
medio de ancho, contenía tres objetos sagrad os. (6) Al norte, o sea al
costado d erecho , estaba la m esa de los panes d e la proposición
(shuJJ:¡dn w•JeJ:¡em pdnim, mesa y pan de la Presencia) sobre la cual se
colocaban todos los sábados doce panes elaborados con harina fina . Sin
duda algun a tipificaban a Cristo como el Pan de v ida, y también simbo-
lizaban a Israel (las doce tribus) como puebl o de Dios ofrendado en
sacrificio vivo. (7) En el costado sur, es decir el costado izquierdo,
estaba situado el candelero de oro (m•nóroh) con sus siete recipientes
de aceite, que tipificaban a Cristo como la luz del mu ndo quien, por su
Santo Espíritu, ejecuta la perfecta obra de Dios (s imbolizada en el
número siete). lo cual capacita a su pueblo para brillar como testimonio
ante el mundo (cf. Zacarías 4). (8) Hacia el oeste estaba el pequeño al tar
de oro, de nom inado a ltar del incienso (mizbaf) mi qtdr) , utilizado
so lamente para la ofrenda de incien so frente al velo interior (pdroket)
que sep araba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Este altar de oro
probablemente tip ificaba la oración eficaz de Cristo como intercesor , y
también simbolizaba las oraciones de los santos (cf. Apocalipsis 8 :3).
(9) El velo interior (pdroket) tipificaba el velo de la carne de Cristo (cf.
Hebreos 10:20) que tenía que ser rasgado (como lo fue en la hora de la
muerte de Cristo, Mateo 27:51). si había de ser quitada la barrera que
separaba a Dios de su pueblo.
(10) Den tro del Lugar Santísimo (qódesh qoddshim) que medía cu a-
Exooo 263

tro metros y medio por cuatro y medio, estaba únicamen te (11 ) el arca
del pacto ('"rón habb•rít), caja rectangular de mad era d e acacia que
medía 112 ,5 centíme tros de largo por 67,5 d e a nc ho y d e alto, cu bierta
con una tapa d e oro sólido labrada en la forma d e dos querubines que se
miraban fre n te a fre nte, de pie , con s us a las extendidas y mira ndo hacia
abajo, a la s uperfi cie de la tapa. (12) Esta tapa se ll a maba el "pro-
piciatorio" (kappóret, de kippér, propiciar o expiar) y sobre ella e l
s umo sacerdote rociaba la sangre de la ofrenda por el pecado en el Día
d e la Expiación, que tip ificaba la obra ex piatoria de Cris to (He breos
9:12) en la exce lsa presencia de Dios. El arca represe nta, pues, la pre-
sen cia de Dios en m e dio de su pueblo; era s u es trado cuando él se
sentaba "entroni zado e ntre los querubines" (Exodo 25:22; Sa lmo 80:1).
Frente al arca estaban la vasija d e oro con maná y la vara de Aarón que
había reverd ecido (Exodo 16:3 3 ; Nú meros 1 7:10). Aparente mente en
alguna fecha posterior fueron introduci das en e l Lugar Sa ntísi mo (He-
breos 9:4) . Por cierto que el arca contenía las d os tab las de los Diez
Mandamientos , el pacto d e la gracia y de la ley. Estos eran los únicos
objetos que perman ecían d entro de l arca en los días d e Samuel (1
Samuel 6:19) o por lo m enos en tiempos de Salomón (1 Reyes 8 :9).

*[De pAg tn H 246.) Asimismo, Bezalee l es d e la sé p l ima gP.nerac ron


des de Jacob ( 1 Crón icos 2:1, 4, 5, 9, 18-21). El isama es ele lrr no ve na
geneta ción d esde Jaco b (N úm er os 1:10), y Naasó n , prí nc ip e d e juda , es
de la sex ta ge nera ción des pués d e Ja cob [ 1 Crón icos 2:1, 4 , 5, 9, 10).
CAPITULO 17
LEVITICO Y NUMEROS
L EVÍTICO

La Biblia h ebrea le da al libro de Levítico el nombre d e wayiqrd ' ("y


llamó"), la primera palabra de 1 :1. El título d e Leutikon que le da la
LXX significa lo que pertenece a los levitas, y sirve para indi car e l tema
central de libro. El principal hincapi é de este com pendio de ordenan-
zas sacerdotales se hace sobre la santidad de Israel como nación aparta-
da para el servicio y la gloria de Dios. Trata particularmen te sobre la
forma adecuada d e ofrecer los sacrificios y el manteni miento d e u na
neta diferencia entre lo que es limpio y lo que es inmun do.

OOSQUEJO GENERAl, DE LEVITICO

l. Ley d e los sacrificios, 1:1-7 :38


A. Ho locaustos, 1:1-1 7
B. Oblación , 2 :1 -16
C. Ofre nda de paz, 3:1-1 7
D. Ofrendas por los p ecados "por yerro ", 4:1- 5:13
E. Ofre ndas ex piatorias, 5:14- 6 :7
F. Continuidad del holocausto y de las ofrendas d e los sacer-
dotes, 6:8-23
G. Disposición de la víctima en la ofrenda por el pecado, en la
ofren da exp iatoria y en la ofrenda d e paz, 6:24- 7:27
H. Ofrenda mecida y ofrenda elevada, 7:28-38
ll. Consagración de los sacerdotes, 8:1- 10:20
A. Consagración d e Aarón y d e sus hijos, 8 :1-36
B. Aarón como sumo sacerdote, 9:1-24
C. Juicio contra Nadab y Abiú , por su desobediencia, 10:1-20
lll. Separación de las contaminacion es, 11 :1 - 1 5:33
A. Alime ntos limp ios e inmundos, 11 :1-47
B. La purificación de las m adres d es pués de l parto, 12 :1-8
C. Leyes acerca de la lepra, 13:1-14:5 7
D. Pu rificación d e secreciones corporales, 1 5:1-33

264
L EVITICO Y N urvt EROS 265

IV. El día de la expiación, 16:1-34


V. Lugar del sacrificio y santidad de la sangre, 17:1-16
VI. Santidad práctica: leyes contra las impurezas , las inmu ndicias
y la idolatría, 18: 1- 20.27
VII. Santidad de los sacerdo tes y deberes d e los mismos, 21: 1-
22:33
VIII. Santas convocaciones: Sábado, Pascua , Panes s in Levadura,
Pe ntecostés, Trom petas, Expiación, Tabernáculos, 23 :1-44
IX. Símbolos de la consagración; castigo al blasfemo, 24 :1-23
X. Aúo sabático y año del jubileo, 25: 1-55
XI. Bendiciones p or la obediencia , maldiciones por la desobedien-
cia, 26: 1-46
XII. Pago d e votos y diezmos, 27:1 -34

PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LA LEGISLACIO N LEVIT!CA

Ningún otro libro de la Biblia afirma su divina inspiración con tanta


frecuencia como lo hace Levítico. Solamente el verbo hablar (dibber)
aparece no menos de 38 veces, afirmando que Jehová habló a Moisés o a
Aarón. Nada podría ser m ás claro en el sentido de que todo este sistema
de sacrificios d e ninguna manera fue invención del pueblo hebreo (ni
en los días de Moisés, ni en el curso de los siglos posteriores), s ino una
d irecta revelación d e Dios. De otra manera no se podría confiar en
ninguna otra afirmación de origen divino e n el resto de la Sagrada
Escritura. Si bien p uede haber algunas semejanzas o ana logías de orden
general entre las ordenanzas levíticas y los cu ltos practicados por otros
antiguos pueblos semitas, hay una total a usenc ia de los e lementos de-
gradantes y s upersticiosos q ue caracterizaban la adoración de las
naciones ido látricas en la época del Antiguo Testamento.
Una notable autenticación del origen di vino de este cód igo mosaico
ha de hallarse e n el semip rofético capítulo 26. En él h ay un anticipo de
la historia subsiguiente d e Israel, con su progresiva declinación de la fe
hacia la apostasía, y una clara insinuación del exilio babilónico (ver-
sículos 32-39) y de la restauración subsiguien te (versículos 40-45 ). No
es de extrañar qu e los críticos antisobrenaturalistas se sin ti eran obliga-
dos a fechar el origen de Levítico en el ti empo del ex ilio (documento
H), o posterior al exilio (documento P). No le queda otro cam ino abierto
al que sobre bases filosóficas niega la pos ibilidad de prediccion es di-
vinas sobrenaturales.
Hay por lo m en os cinco principios bás icos que se man ifiestan a lo
largo del libro.
266 RESEi\'t\ CRíTICi\ DE Uf\:1\ h 'TRODUCCIÓN i\ L A NTIGUO TESTi\1-IENTO

1. Como excl us ivo pueblo de Dios, el redim ido Israel debe: (a)
mantenerse santo, es decir, apartado del mundo para servir y adora r al
único y verdadero Dios; (b) mantener el acceso a Dios basado en la
expiación sustitutiva, pues mediante el derramam iento de la sangre por
el sacrificio de una vida inocente, una vida inocente toma el lugar de la
vida sentenciada del cu lpabl e.
2. Puesto que el acceso a Dios es posib le solamente por la gracia, el
creyente debe presentarse ante él de la ú nica y es pecífica manera en
que Dios lo dispuso. De ahí que todas las ordenanzas y leyes, en cuanto
al rito y al sacrificio , tienen que originarse en Dios y no en el hombre.
3. Como pueblo santo, unido en vínculo es piritual con Jehová,
Israel debe abs tenerse rigurosamente de toda im pu reza sexual y de toda
violación de los lazos matrimoniales. Debe también absten erse de en-
trar en contacto con todo lo que sea corrupto y decadente (como tocar
un cadáver o un enfermo contagioso). Estas dis pos ic io nes han de enten-
derse como expresión de una fundam ental actitud de amor hacia Dios y
los hombres. El segundo gran mandamien to, ta l cual lo definió el Señor
Jesús (Mateo 22:39), proviene de Levítico 19:18: "Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. " El principio bás ico y que sustenta la monogam ia está
dado en Levítico 18:18,' pues el vocablo herm ana de ese vers ículo
también puede s ignificar " otra mujer. "
4. Nada corrompido ni sujeto a pronto de terioro puede ser presen-
tado como ofrenda a Dios. Esta disposición excluye la levadura, la
leche (que se corta pronto) , la miel (que fermenta), los cerdos (asociado
por los paganos con el culto a los dioses del otro mundo), los vestidos
con feccionados con una mezcla de diversos materiales (tales como lana
y lino), que tip ificaban una mezcolan za entre lo sa nto y lo profano.
5. El año religioso está do minado por el sagrado número siete (que
s imboliza la perfecta obra de Dios). De ahí que (a) cada séptimo día es
un san to día sabático; (b) cada séptimo aúo es un año sabático de
descanso para la tierra de cultivo; (e) luego de siete semanas de años, el
quincuagésimo año tenía que ser santificado como el año del jubileo,
d ura nte el cual todas las tierras hipotecadas debían retornar a poder de
la familia origina ria; (d) la Pascua se celebraba en la segunda semana de
Abib, a la puesta del sol del día 14; (e) durante los siguientes siete días
se celebraba la fiesta de los Panes sin Levadura; (f) la fiesta de Pente-
costés se celebraba s iete semanas después de la ofrenda mecida (es
decir, el quincuagésimo día); (g) el séptimo mes , Tisri , se ve especial-
mente santificado por sagradas observanc ias: la fi esta de las Trom petas,
el día de la Expiación, la fiesta de los Taberná cul os; (h) la fiesta ele los
Tabernáculos se celebraba durante siete días (del 75 al 22 de Tisri), más

1. Asf lo afi rma john Murray , Principies of Cond ucl (Principios de conduela) (Grand
Rapids: Ecrdmans , 1957), págs. 253 -2 56.
L EVITICO y N UMEROS 267

un octavo día para la convocación fina l.


Con el hallazgo de otros antiguos códigos, tales co mo el Código de
Hammurabi; los fragmentos de leyes sumerias de Lipit-Istar, rey de Isín
(hacia el año 1875 a. d e J.C., según Kramer en ANET, pág. 159); los de
Bilalama o Esnunna (hacia el año 1940 a. de J.C. , según ANET, págs.
161 , 217); resu lta ca da vez más manifi esto que algunas de las denomi-
nadas leyes P eran notoriamente s imilares a las disposiciones pro-
mulgadas al comie nzo del segundo mile nio antes d e Cristo, es decir
mucho antes d e la época de Moisés. Driver procuró salvar o mantener
una fecha posterior al exilio para P , asigna ndo estas similitudes exclu-
sivamente a H (pu es en su mayoría se las encu entra en Levfli co 17-26),
y sugirió que Ezequie l incluyó algunos antiquísimos materiales cuando
compiló su "código de santidad " . Esto, por supuesto , tiende a socavar
toda la base e n que se afirman los que dicen que el doc umento H se
remonta a los tiempos de Ezequiel.
Con las rec ie ntes publicac iones d e doc umentos lega les prove-
nie ntes de Ugarit, ciudad cananea del norte, han salido a la luz nuevas
semejanzas, au n en as pectos de terminología técnica. J. J. Rabinowitz
ha observado en escrituras legales ugaríticas (escritas en acadio) la
fórmula ~amid adi dariti (unidos en perpetuidad) y hace notar que es
un notorio para lelo de la expresión técnica hebrea d e Levítico 25:23 ,
30, li~ ·mltüt (e n perpetu idad ) o la ~s • mftüt. .. l •dorota •w (pa ra
siempre ... para sus descendientes). Las palabras en c uestión son afines
en los dos idiomas, o de lo contrario el hebreo lo tomó de un antiguo
término acadio. Rab inowitz comenta: "No pretendo saber con precisión
el signifi cado d el anterior paralelismo. No obstante ello, me parece que
hab la a gritos contra los que le asignan una fecha tardía a la sección del
Levítico que se refiere al año del jubileo (p. ej. , Pfeiffe r, IOT, pág.
240). " 2 (Ya hemos referido en el capítu lo 13, págs.184-95, de este libro, el
descubrimiento de té rminos característicos d el documento P relaciona-
dos con el sacrificio, en las tablillas ugaríti cas del siglo XV a. de J.C.)

LAS TRES PRINCIPAJ.ES CELEI:lRACIONES DEL CALEND1\RIO HEBREO

A. La Pascua (pesa/~) y los panes s in levadura (ma~~ót) (versículos


23 :4-6).
1. La Pascua: se celebraba al anoc hecer del día 14 d e Abib (el primer
mes).
a) Propós ito: conmemorar la liberación israelita d e la esclavitud
egipcia.
b) Ritual: un a vez matado el cordero, su sangre debía rociarse con
hisopo en el d intel; luego se asa ba la carne y el oferente la

2. Rabinowitz en Vetus Tes tomentum (Antiguo Testamento) 8. [enero de 1958): 95


268 R ESEÑA CRíTICA DE u 'A I NTRODUCCIÓN AL A 1TIG UO TESTAMENTO

comía con s u familia. (Deuteronomio 16:5, 6 especifica que


luego que Dios escogiera una ciudad santa, la Pascua habría
que celebrarla únicamente en esa ciudad.)
e) Significado simbólico: la crucifixión de Cristo (1 Corintios 5:7).
2. Fiesta de los panes sin levadura: del15 al 22 de Abib (versículo 6).
a) Propósito: conmemorar los sufrimientos y la apurada fuga de
Egipto. La ausencia de la levadura simbolizaba una sin cera
consagración a Dios.
b) Ritual: ofrenda de las primicias de las gavillas m ecidas e l
segundo día (es decir, el 16 de Abib); consistía de cebada, la
primera cosec ha del año; adem ás se prescribía una ofrenda
encendida juntamente con la gavil la; la santa convocación
(versícu lo 7) el 15 y e l 22; ambos se con sideraban como días
sabáticos y exigían holocaus tos adicionales (dos bu eyes, un
carnero, s iete corderos) y una ofrenda por el pecado (macho
cabrío) ; durante esta semana el único pan que podía inge rirse
era el pan sin levadura , lo cual tipificaba la resurrección de
Cristo.
B. Pentecostés o fi esta d e las semanas (sh' bü'ót): sexto de S iván (tercer
mes) o 49 días después de la ofrenda de las primicias hecha el
segundo día de la fi esta de los panes sin levadura.
a) Propósi to: d edicar a Dios las primic ias de la cosecha d e trigo.
b) Ritual: santa convocación (contado como un día sabático); ofren-
da mecida de dos panes de harina d e trigo leudada; holocausto
(siete corderos, un buey, dos carneros); ofrenda por el pecado (un
macho cabrío); ofrenda de paz (dos corderos machos); una ofren-
da encendida adicional y una ofrenda por e l pecado en e l
momento de la convocación (Números 28:27).
e) Significado simbó li co: el derramamiento del Espíritu Santo sobre
la iglesia de l Nu evo Testamento (Hechos 2).
C. Fiesta de los Tabernáculos o de las Cabañas (s ukkót ): 15 al 22 de
Tishri (séptimo m es).
a) Propósito: conmemorar la peregrinación en el des ierto y regoci-
jarse por la terminación de todas las cosechas (granos, frutas,
vendimia).
b) Ritual: convocaciones los días 15 y 22 (ambos contados como
días sabáticos); holocausto (de 13 a siete bueyes , día por día; dos
carneros, 14 corderos) y ofrenda por el pecado (un macho cabrío)
(Núm eros 29); los celebrantes vivían en cabañas y festejaban con
frutos; tenían e l ethrong o cidro en una mano y el lulab o rami-
llete de ramas en la otra (formado por palmas y ramas de sauce).
e) Significado simbólico: aparentemente un símbolo de la paz y
prosperidad que habrían de reinar en el milenio (cf. Zacarías
14:16).
L EV!TICO y N U~ IEROS 269

LOS SEIS TIPOS DE SACRIFICIO CRUENTO

El principio básico qu e sustentaba todos los sacrificios cruentos


(z•ba/:Jfm) era la expiación (kippür) en la cua l una vida inocente
sustituía al culpable. Como señal de esta susti tu ción, el oferente coloca-
ba sus manos sobre la cabeza de la víctima, y se identificaba de esa
manera con ella como su representante. Para s ignificar la aceptación de
la justa pena de muerte , el mismo oferente mataba a su víctima y luego
la entregaba al sacerdote para que completara la ceremonia. Por lo
general el sacerdote rociaba o untaba el altar con un poco de sangre.
El cuadro que insertamos a continuación indica la diferencia entre
los diversos ti pos de sacrificios y presenta en forma esquemática el
sistema establecido en los primeros siete capítulos de Levítico.

N úMEROS

El títu lo hebreo de este libro es be-midbór (en e l desierto de), toma-


do del versículo primero que dice: " Habló Jehová a Moisés en el desier-
to de Sinaí". La LXX lo denominó Arithmói, es decir, Números, debido
a la importancia que el libro le da a las cifras de los censos. Sin embar-
go, el títu lo hebreo se ajusta perfectamente a su tema general: Israel bajo
la égida de Dios en el desierto. El relato histórico ocupa una proporción
mayor en este libro que el que ocupa en Levítico o De uteronomio, y el
período de años involucrado es mucho mayor (cuaren ta años de disci-
plina) que en los otros libros del Pentateuco, excluye ndo el Génesis.

BOSQUEjO GENERAL DE NUMEROS

I. Preparativos para el viaje desde el Sinaí, 1:1- 10:10


A. Censo del ejército y asignación de las posicion es para la mar-
cha , 1:1 - 2:34
B. Censo y deberes de los levitas, 3:1-4:49
C. Expu ls ión de los impuros del campamento: leyes para los le-
prosos; leyes sobre la restitución por dañ os inferidos; juicio
contra la mujer adúltera, 5:1-31
D. Los nazareos (tipo de vida totalmente dedicada); la bendición
sacerdotal, 6 :1-27
E. Tesoros dedicad os al tabernáculo por las doce tribus, 7:1-89
F. Consagración de los levitas y comienzo de su ministerio,
8:1-26
G. Celebración de la primera pascua anual, 9:1-14
H. Marcha en pos de la colum na de nube; las seflales de las trom-
petas, 9: 1 5- 10:10
Il. De Sinaí a Cades-barnea, 10:11-14:45
A. Primera etapa del viaje: comienza la marcha , 10:11-26
LOS SEIS SACR IFICIOS CRUENTOS DIFERENCIADOS
N
POHCIÓN PORCIÓN DEL PORCIÓN DEL '-1
NOMBRE PROPÓSITO VICTIM¡\ IJE D IOS St\CERDOTE ÜFERENTE
o
S. de holocausto Para hm.:er propiciw..:ión ~or el Mucho. s in d efecto: Todo el animal Ninguna Ninguna
('ü fo/1) pecado en genera l. pccnc o bucv. carnero. (d e ahí e l nombre
original: medio por el cu al el muCho c:abrío. rlc kcilfl.
h ombre impío podía acercarse polomino (según h olocausto total]
al san to Dios posibil idades
económicas del ;:;::l
oferen te( r::
Vl
r.l
7.·
S. exp iatorio o por Para expiar tran sg¡·csioncs Sacerdote o Pon.: iuncs de Todo el resto (tenia Ni nguna >
el pecado l(w!!U'll específicas donde no era congregación: buey. grosu ril (la grasa q ue ser com ido o;e
pos ible restitució n a lguna Gobern ante: macho quu c ubre las d e nt ro del atrio del
cal.u·fo. e ntrai1as: ri ft ones. taberm\culo)
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l lomhru común: hfgmlo. redaño] >
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S. por la cul pa o d e Para expiar transgresiones Carnero (solamente] Igual que en el Igual que el Ninguna z
>
reparación ('áshám) específicas d onde la restitución expiatorio expin lorio
era posib le: los perj uicios se
computaban en seis qui ntas --i
partes JJ<.tgaderas pur
adelan tado. Sn tisfnr:ción legal
6
S2
?1
n
S. d e paz
(sh' lúm im]
Comunión con !Ji os: comido o
~esto de comun ión. Por
Mach os o hembras
puros. si n manc has
Porcion es de
grosura
!.Ofrenda mecida:
ol pecho para el
El resto. (para ser
comido en e l atrio
o
:%
1. S. ofrecido en endiciones inesperadas o ni defectos: buey. s umo sacerdote c~c mismo día)
acción de gracias liberaciones yu concedidas ovcjH. cabrn 2. Ofrenda elevada:
>
r
(tó"'duh) pierna delantera
derecha para el
El resto (para ser
comido en el atrio el >
:%
2. Ofrenda votiva Por bendiciones o liberaciones Machos o hembras Igual que la sacerdote oficiante primero o el -i
(neder) va concedidas. cua ndo se puros. sin manchas a nterior (para ser comida en segundo día ?)
~
hubiera hecho un voto en ni defectos: buey. cualquier lugar
:S
apoyo de u na petición oveja. cubra limp io] ....,
3. Ofrenda de Para exp resar gratitud y a mor a Mac hos o hembra s: Igu a l que la Igua l que la El res lo (para ser ""-i
Vl

devoción D ios. en general. si n tomnr en bueyes. ovejas. anterior anteri or. comido en e l atrio el >
espontánea cuen to bendiciones espccifir:as cabras, (se primero o el S:
(n' dóbüh] permilfan pequeños
defectos)
segundo d ía ""-iz
o
LEVÍTICO y NUMERO$ 271

B. Primera y segunda murmuraciones y quejas en Tabera y en Ki-


brot-hataava (las codornices); setenta ancianos profetizan, 11:1-
35
C. Juicio contra Aarón y María por rebelarse contra Moisés; cura-
ción de la lepra de María, 12:1-16
D. La gran rebelión de Cades luego del informe de los espías,
13:1-14:45
III. De Cades-barnea a las llanuras de Moab, 15:1 - 21:35
A. Leyes que regulan las oblaciones y las ofrendas por el pecado;
pena de muerte por blasfemia y por violación del día de reposo;
franjas en los vestidos, 15:1-41
B. La rebelión deCoré y validación del sacerdocio aarónico, 16:1-
17:13
C. Relación entre los levitas y los sacerdotes; ofrendas y diezmos
como su única porción en Canaán , 18:1-32
D. La purificación de los inmundos por medio del agua, 19:1-22
E. Muerte de María; segunda vez que se obtiene agua de la roca;
Edom rehúsa dar paso a Israel; muerte de Aarón, 20:1-29
F. Murmuración del pueblo por séptima vez; la serpiente de bron-
ce; llegada a Moab , 21:1-20
G. Primera conquista permanente: derrota de Sehón y de Og,
21:21-35
IV. Encuentro con los moabitas y presencia de Balaam, 22:1-25:18
A. Balac contrata a Balaam, 22:1-41
B. Triple bendición de Balaam y predicción del triunfo de Israel,
23:1-24:25
C. Pecado por acudir a Baal-peor, 25:1-18
V. Preparativos para entrar en Canaán, 26:1 -3 6:13
A. Disposiciones para la conquista y el orden del reparto de la
tierra, 26:1-27:23
B. Leyes relativas a los sacrificios y a los votos, 28:1-30:16
C. Venganza contra los madianitas, 31:1-54
D. Distribución de la Transjordania a Rubén, Gad y Manasés, 32: 1-
42
E. Las etapas del éxodo desde Egipto a Moab, 33:1-56
F. Planes para la división de Canaán, 34:1-36:13
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES

La lección espiritual que surge con toda nitidez a lo largo del libro
es que el pueblo de Dios puede progresar solamente en la medida en
que confíe en sus promesas y se apoye en su potencia. La tragedia de
Cades-ba rnea fue in evitab l e consecuenc ia de la incredulidad;
solamente los verdaderos creyentes pueden aspirar al reposo que Dios
272 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L ANTICUO T ESTAMENTO

ofrece. Sin fe no les resta otra cosa que morir en el desierto (cf. Hebreos
3:7-19). El propósito del censo antes del fracaso en Cades (Núm eros
1-4) y del censo de la gen eración siguiente en las llanuras de Moab
(Números 26) era demostrar que si no entraron en Canaán, no fu e por-
que no eran suficientes en número. Lo que estaba en juego no era el
tamaño de su ejército, s ino la magn itud de su fe. Si bien no eran m ás
numerosos que sus padres, la joven generación pudo conquistar a Ca-
naán porque estuvieron dispuestos a confiar en Dios y obedecer sus
órdenes de march a (de una manera en que sus padres no estuvieron
dispuestos a h acerlo en Cades-barnea) .

VEROSIMILITUD DE LAS CIFRAS DEL CENSO

Los críticos racionalistas siempre han rechazado las estadísticas


dadas por el libro de Números por considerarlas exageradamente eleva-
das, y las han desechado como una fábul a de la escuela sacerdotal.
Esto, por supuesto , está basado sobre el débil argumento de que lo
inus itado equivale a lo imposible . Entre los erud itos modernos existe la
tendencia a explicar las estadísticas del texto hebreo dando una nueva
interpretación al vocablo " mil " ('elep ), como un simple equivalente de
fam ilia o clan. Cierto es que hay un 'elep que significa familia o clan
Uueces 6:15; 1 Samu el 10:19, etcétera) pero se ve con toda claridad, en
los capítulos numéricos (Números 1-4; 26), qu e por 'e l ep se da a enten-
der " un mil", porque la unidad inmediatamente inferior a este 'el ep es
mé 'ót, que traduce "c ientos" (tal como en Números 1:21, 23, 25,
etcétera) . Lo más que una " familia" podría contribuir a las fuerzas
armadas de la nación hubiera sido un promedio de cuatro o cinco
hombres, y sería absurdo supon er que se mencionaran "cientos" como
la siguiente unidad numérica inferior luego de mencionar contingentes
que en promedio eran de cinco hombres cada uno.
Realmente, los que opinan que 'el ep equ iva le a "contingente
familiar" 3 sostienen que seguram ente estos pasajes de Números fueron
tomados de viejos registros fragmentarios d e un antiguo censo (pos i-
blemente de la época de David o anterior), mal interpretados y recon-
s iderados por tradicionalistas posteriores, o por los mismos editores
sacerdotales. Los tales serían responsables de las cifras menores (cente-
nas, decenas y dígitos) agregados a continuación de la numeración
original de "familias" . Pero aun esta improbable hipótesis carece de
verosimilitud a la luz de ciertos h echos circunstanciales. Suponiendo
que el to tal de 603.550 dado en Números 1:46 representara 603 famili as
con un promedio de cinco hombres cada una, ¿cómo imaginar que una
población masculina de 3015 h ubiera atemorizado al faraón de Egipto
por su número abrumador? Sin embargo, el faraón, según Exodo 1:9
3. Tal como G. Mendenha ll en JBL (1958), págs. 52-66.
L EVITICO Y Nu:vtEROS 273

habría expresado: " He aquí, el pueblo de los hijos de Israel es mayor y


más fuerte que nosotros." Por lo general, los que abogan por este punto
de vista (incluso Mendenhall) entienden 'el ep en el sentido de "grupo
familia r" o "clan ", y le asignan cincuenta personas y no solamente
cinco. Aunque así fuera, el resultado total de los hombres de armas
alcanzar ía el número de 30.150, contingente nada form idable compara-
do con la elevada población del Delta de Egipto.• Además, aun un
pasaje J como lo es Exodo 1 2:37, da el mismo to tal de Nú meros 1 :46 en
cifras redondas (es decir 600. 000) y lo mismo cabe decir de Números
11:21 , que es una sección J-E. Un a corroboración adicional la da el total
del dinero del rescate-a un promedio de m edio sido por cabeza que se
registra en Exodo 38:25 y que fue d e 100 talentos, 1775 sidos . Puesto
que 3000 s iclos const ituían un talento, el resu ltado final es ex-
actamente 603.550 contribuyentes. Por lo tanto, pod emos decir, sin
temor a equivocarnos, que según el manejo objetivo de la evidencia
textual, no puede sostenerse nin guna otra tesis que no sea que 'elep
sign ifica " mil " en sentido literal. 5
Se ha p lanteado la objeción de que Exodo 1:15 menciona solamente
dos parteras, Sifra y Fúa, para atender las necesidad es de toda la co-
munidad hebrea de Gosén , en los días del nacimiento de Moisés. Aun
cuando la población no hubiera alcanzado la cifra de dos millones en
esa época, no hay du da alguna de que se hubieran requerido más de dos
parteras para una población de más de un millón y medio de habi-
tantes. Si bien es cierto que el planteo es válido, ¿cómo podría supon er
alguien que un elohista que hubiera vivido alrededor del año 70 a. de
J.C. imaginara que dos parteras hubieran sido suficientes para toda la
multitud que habitaba en Gosén? Es más que obvio que el papel de las
dos mujeres que menciona Exodo 1:1 5 era el de superin tendentes o
supervisoras sobre las demás parteras. Los documentos egipcios de
aquella época indican claramente que todo arte, tarea o profesión era
manejado por un s upervisor (imy-r) que era el responsable ante el
gobierno. Es más que razo nable suponer que el régimen burocrático de
la Decimoctava Dinastía hubiera designado dos parteras con responsa-
bilidad sobre las demás.

4. En la Decimoctava Dinastía , la región del Delta del Bajo Egipto estaba dividida en 20
nomos o circunscripciones administrativas, al tiempo que todo el resto del reino, hasta la
primera catarata, sumaban tan solo 22. De ahí que es razonable inferir q ue un tercio o la
mitad de los habitantes de todo Egipto vivían en la regió n del Delta. Sin embargo, esto no
signifi ca que todo ese extenso territorio estaba tan bien organizado como lo estuvo pos-
teriormen te (algunos distritos o c ircunscripciones cuentan ahora con 1500 habitan tes por
kilómetro cuadrado). Parte d e ese territorio era pa ntanoso y salvaje, y era utilizado
mayormente como lugar de pas toreo en la época de los Tolomeos. Sin embargo , la pob la-
ció n d el Bajo Egipto en tiempos d e la Decimoctava Dinastfa asce ndía. sin duda alguna , a
varios millones.
5. En la expresión 'ol•pey Yisró'él " los millares de Israel", que fi gu ro en Números 1:16;
10:4 , 36, el término probablemente se refiere a las tribus, según e l Lex icon de Gesenius-
Buhl, pág. 44b.
274 R ESEÑA C RíTICA DE UNA 11\:TI<ODUCCIÓI\: AL A NTIGUO T ESTAMENT O

Pero si se concede que las cifras dadas por los censos de Números
no permiten conjeturar, según la evidencia, un número menor de
600.000 hombres en edad militar, ¿es posible imaginar que semejante
número de emigrantes [posiblemente un total de dos millones quinien-
tas mil personas incluidos mujeres y nii'i.os] hubieran podido sobrevivir
cuarenta años en el d esierto? Aun aceptando que la península de Sinaí
hubiera sido menos árida entonces de lo que es ahora (pues en aquella
época permitía la supervivencia d e grandes y poderosas tribus como los
amalecitas, mencionados en Exodo 17:8), hubiera sido desde todo pun-
to de vista imposible que semejante hueste con sus hatos y rebaños de
animales pudieran haber vivido en ese desierto inculto.
En respuesta a esta objeción racionalista, digamos que todo el relato
de la emigración israelita concede con toda franqueza que era una
imposibilidad física , desde el punto d e vista humano y natural. De m il
maneras hace hincapié- al igual que la posterior literatura hebrea, al
recontar la historia de Moisés (Salmo 78:24; Nehemías 9:20 , e tcétera]-
en que el sostenimiento de esta inmensa multitud fue una obra milagro-
sa y sobrenatural de Dios. El alimento lo obtuvieron del maná (Exodo
16:35) y el agua de la grieta de una roca [Exodo 17:6), y en tal abundan-
cia que podía abastecer a toda esa hueste. Esto lo registra la Biblia como
un milagro en términos tan directos y claros como cualquier otro mila-
gro de la Escritura . Rechazar esto sobre bases racionalistas significa
imponer a la Biblia prejuicios filosófi cos que nunca podrá aceptar a la
Escritura como Palabra de Dios.
Algunos han argumentado que d emandaría un día entero el simple
hecho de formar a una multitud de dos millones y medio de personas
en filas , y no hubieran podido avanzar ni siquiera un par de kilómetros
antes que los alcanzara la noche. De ahí que no hubieran podido efec-
tuar los viajes que les atribuyen Números 33 y otros pasajes. Pero el
tiempo que se requiere para formar filas e iniciar la march a depende
íntegramente del ancho de las columnas. No es preciso suponer que
tenían que reducirse al ancho de una carretera, por ejemplo, puesto que
avanzaban en territorio prácticamente deshabitado. Las cuatro di-
visiones principales de alrededor de 500.000 personas cada una [cf.
Números 10:14-20) pudieran haber formado filas simultáneamente y
estar listos para partir en un lapso no mayor de cuatro horas [desde las
6 a las 10 de la mai'i.ana, por ejemplo) y en otras cuatro horas haber
avanzado 16 kilómetros antes d e acampar [que, a su vez , les pudo
demandar también cuatro horas, entre las 2 y las 6 de la tarde].
También se ha objetado la credibilidad del relato de Números 3:43,
sobre el número de primogénitos en el sentido de ser demasiado bajo
para una población masculina de más de 600.000. Tuvo que haber
habido más de 22.273 primogénitos en semejante número de personas,
a menos que en cada familia se hubieran llegado a contar cuarenta o
LEVÍTICO y UI\IEROS 275

más varo n es como tales. Pero este argumento, com o lo seña la Delitzsch
(Pentateuch, 3:9-13) está fundamentado sobre la fa lsa presunción d e
que la ley (Nú meros 3:46-4 7) que requería la sa ntificación d e los pri-
mogéni tos varo n es tenía efecto retroactivo. Nada en el contexto sugiere
que estén involucrados más de los que nacieron entre e l momento de l
éxodo propiamente dicho y este episodio (13 meses desp ués) cuando
tuvo lugar el censo. Sobre la base de 603.55 0 varo nes, e l n úm ero pro-
bable de va rones entre 20 y 30 años de e dad sería de a lrededor de
190.000 más o menos. Esto significaría un promed io de nuevos matri-
monios por año de a lrededor de 19.000. De este número de enlaces,
muchos de los c ua les permitirían dos períodos de gestac ión en 18
meses, una cifra en exceso de 22.000 nacimientos de varones, difícil-
mente pueda considerarse excesiva.
Otros han objetado que el abastecimiento de codornices a l pueblo
de Israel, segú n Números 1 1 :31 , es totalmen te in creíble. Un a cantidad
de codornices ap iladas e n semen jante extensión hasta una al tura d e un
metro, significaría a lrededor de tres toneladas de codornices para cada
israelita por com ida. Pero todo esto es el resu ltado de una errónea
interpretación de lo que die texto hebreo. o dice que Jos cuerpos d e
las codornices formaban una pi la de cuerpos de dos cúbicos de profun -
di d ad; sólo in dicél un metro d e altura; dice simp lemente que las cod orni-
ces fue ron a rrojadas hacia abajo p or un pod eroso viento hasta una
altura de un metro sobre la superfic ie de la tierra, do nd e fá cilm e nt e las
podían a lcanzar los hambrie ntos israelit as. (La preposición 'o/ a ntes de
la frase "l a faz ele la tierra" puede traducirse tan to "po r encim a de" co mo
"so bre" en u n contexto que entra ñ a un movimi e nt o horizo nt a l. )
Hay va rios otros pla nteos d e es te tipo (p . ej. , JSBE, 4::l168-9) pero
ninguno d e ellos resiste con más exito el análi sis que los que.acabamos
de señalar.• Muchos otros ataques críticos al libro dependen ínte-
gramente de la aceptación de las presuposiciones de Wellhausen para
su fuerza lógica. Solamente recurriendo a técnicas de disección , en que
predomina la petición de p rincipio, por ejemp lo, es pos ible descubrir
algunas inconsecuencias en el re lato de la rebelión de Coré, Datán y
Abiram en Números 16. (A Coré lo asignan a P, y a Datán y Abiram
a J-E.)
Finalmen te d igamos unas pa labras sobre una "pru eba textual"
muchas veces c itada y utili zada por los críticos documen tales para
rech azar la paternidad literaria de Moisés. Argumentan que Moisés
nunca pudo h aber escrito Números 1 2:3 con res pecto a sí m ismo
("Moisés era mu y manso, m ás que todos los hombres que había sobre la
tierra"). Si Moisés realmente fue tan humilde, ¿cóm o pudo escribir un

6. Ver la refutación de T. Wbitelaw en el artículo IBSE mencionado. y las secciones


pertinentes del Commentory (Comentario) de Delitzsch
276 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

JUlClO tan laudatorio sobre su persona? Una buena respuesta a este


interrogante la hallamos en el New Bible Commentary (Nuevo comen-
tario bíblico): "Escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo ,
Moisés no dudó un instante en relatar sus propios pecados y debili-
dades en un idioma claro y preciso. Sería contrario a la notoria objetivi-
dad de la Biblia que no dejara registrado su aspecto más fu erte, es decir
su humildad ... [El contenido de este versículo] es necesario para una
correcta comprensión de este capítulo."' Delitzsch comenta: "Se trata
simplemente de una afirmación que se hacía indispensable para una
plena y correcta interpretación de todas las circunstancias, y que la
hizo objetivamente, con referencia al carácter que Moisés no había
logrado por sí mismo, sino que lo adquirió por la gracia de Dios , y al
que nunca faltó desde el momento de su llamado hasta el día de su
muerte. " Luego cita el comentario de Calmet: "En la forma en que aquí
se alaba sin orgullo , así se culpará a sí mismo con hu mildad" (Pen-
tateuch , 3:77).

7. New Bible Commentary (Nuevo Comentario B!blico], editado por F. Davidson, A. M.


Stibbs, y E. F. Kevan , pág. 177b.
CAPITULO 18
DEUTERONOMIO
El nombre hebreo del Deuteronom io es 'él/eh hadd•bórím (estas son las
palabras) o, más suscintamente D•bórím (palabras), tomado de las
palabras iniciales de 1:1. La LXX lo denominó con el término más
descriptivo de Deuteronomion (segunda legislación), en razón de que
en su mayor parte repite el enunciado de las leyes conten idas en Exodo,
Levítico, y Números. En los últimos meses de su carrera terrenal,
Moisés se dirigió a la reunida congregación de Israel y les hizo ver los
particulares privilegios y obligaciones que les correspondían como
pueblo del pacto de jehová. Mirando hacia adelante y anticipándose a
la conquista de Canaán, dejó sentada la constitución divinamente orde-
nada de la nueva teocracia que habría de regir en la T ierra Prometida.
Puso la responsabili dad de la preservación de esta teocracia sobre la
conciencia de cada c iudadano y adorador individual.

OOSQUEJO GENERA L DEL DEUTERONOMIO

I. Primer discurso: prólogo histórico, 1:1 - 4:49


A. Bondosa guía de Dios desde Horeb a Moab, 1:1 - 3:29
B. Se exhorta a la nueva generación a estimar y apreciar la ley,
4:1-40
C. Se estab lecen en la Transjordania las c iudad es de refugio,
4:41-43
D. Marco histórico de este discurso, 4:44-49
Il. Segundo d iscurso: leyes que habrán de regir la vida de Israel,
4:44-26 :1 9
A. Un mandamiento básico, 4:44-11:32
1. Ha de enseñarse a la posteridad tanto el Decálogo como el
amor de Dios, 5:1-6:25
2. Constante obedien cia y agradecido recuerdo por las obras de
Dios , 7:1 - 11 :32
B. Disposiciones sobre el culto y a una vida santa, 12 :1- 1 6:22
l. El culto genuino y las n ecesarias salvaguardias contra la ido-
latría, 12:1 - 1 3:18

277
278 R ESEl'iA Cl<íTICi\ DE UNA b:TRODUCCIÓN A L A NTIGUO TESTAM ENTO

2. Reglamentaciones sobre las comidas, las celebracion es sabá-


ticas y las fes tividades, 14:1-16: 22
C. Admini stración de la justicia: el tratam ien to de delitos específi-
cos, 17:1 - 26:19
l. Pena de muerte por idolatría; proced imientos de apelación;
las responsabilidades de un rey, 17:1-20
2 . Penalidades por el delito de brujería y falsa profecía; el ver-
dadero profeta, 18:1-22
3. Ciudades de refugio para homicidios accidentales; penali-
dades por fraudes y perjurio, 19:1-21
4. Reglamentaciones tocante a las batallas y asedios, 20:1-20
5. Cuidado de los enfermos; esposas cau tivas; herencia y disci-
plina fam iliar; obligación de retirar el cuerpo de los ajusti-
ciados, 21:1-23
6. Respecto a la propiedad perdida; prohibición de disfrazarse
co n ropa del sexo opuesto; prohibición de mezclar semillas o
utilizar en un trabajo diversos ani males, 22:1-12
7. Leyes concernientes al matrimonio, a la cast idad , al cuidado
del cuerpo, a la limpieza, 22:13- 24:5
8 . Leyes sobre la justicia económica y social, 24:6-22:19
9. Leyes sobre mayordomía, ofrendas y diezmos, 26:1-19
III. Tercer discurso: advertencias y predicciones, 2 7:1 -31:30
A. La ley debe inscribirse y sus sanciones deben recitarse en el
monte Ebal, 27:1-2 6
B. Condiciones que rigen para la bendición o para el castigo de la
nación (predicción de futuros juicios que habrán de caer sobre
Israel), 28:1-68
C. Repaso de las beneficios de Dios; exhortaciones a la fidelidad,
29:1-30:20
D. La ley escrita es encomendada a los líderes de Israel, 31:1-30
IV. Cántico de Moisés: responsabilidad de Israel para con el pacto,
32:1 -43
V. Recomendaciones finales y despedida, 32:44-33:29
A. Ultima exhortación de Moisés, 32:44-47
B. Advertencia a Moisés sobre la proximidad de su muerte,
32:48-52
C. Ultima bendición de Moisés a Israel, tribu por tribu, 33:1 -29
VI. Muerte de Moisés y su obituario , 34:1-12

PRJNCIPIOS FUNDAMENTALES DEL DEUTERONOMIO

Como ya lo seña lamos, el Deuteronomio es una repetici ón y un


resumen de la ley, en forma compendiada , para servi r de gu ía a la
DEUT ERONOMIO 279

nación , como un Lodo. Pero gran parte de este resumen está expresado
en términos homiléticos o en sermones. En otras palabras, Moisés no
solamente explica el contenido de las leyes de Dios, sino que procura
por todos los medios imprimirlos en las conciencias de su pueblo, y
urgirlos a que tomen con absoluta seriedad el llamado de Dios a una
vida santa. Ciertos hincapiés característicos o pensamientos directrices
dominan los d iversos discursos. Entre ellos se cuen tan los siguientes.
1. Se pone ele re lieve la espiritualidad de Dios (4 :12, 15 , 16) como
así también su unicidad y unidad (4 :35 , 39; 6:4; 7:9 ; 10:17).
2. La relación de Dios hacia su pueblo , bajo el pacto, es de amor
más que de Jegalismo (4:37; 7:13 ; 33:3).
3. El requerimiento básico para el creyente es el amor a Dios, y este
amor ha de ser el principio dinámico de su vida (6:5; 7 :8; 10:12, 15;
11 :1 , 13, 22; 1 3:3; 19:9; 30:6, 16, 20) .
4. La idolatría con stituye el mayor peligro para Israel, y debe ser
resistida y suprimida con inflexible severidad (6:14, 1 5; 7:4; 8:19, 20;
11 :16, 1 7, 20; 13:2-12 ; 30:17 , 18).
5. Debido a su estrecha relación con el Santo, los israeli tas deben
vivir como un pu eblo santo (7:6; 26: 19; 28 :9) . Esta santidad supone la
abstinencia de alimentos inmundos, lo cual se logra reduciendo los
cultos de sacrifi cio a un escogido santuario central; se expresa con
amor al prójimo y caridad a los pobres y desheredados (viudas , huérfa-
nos, levitas y extranjeros).
6. La fid elidad hacia el pacto ha ele ser recompensada con benefi-
cios materiales ; la infracción y el desprecio h acia las no rmas del pacto
seran castigados con un desastre material, pérdidas y finalm ente el
exilio (capítulos 28-30) .
7. La admon ición característica es: "¡Acuérdate, no o lvides que! "
Más que dedicarse a alguna búsqueda de " nuevas verdades" para reem-
plazar a las antiguas, Israel debe retener y obedecer la verdad revelada
que una vez por todas rec ibió de la abso luta e ina lterable Fuente de
verdad.
LA PATERNIDAD LITERARJA MOSAICA DEL DEUTERONOMIO

Ya en el ca pítulo 7 (págs. 110-114) ded icamos bastante espacio a la


posición sosten id a por la alta crítica respecto del Deuteronomio. All í
señalamos qu e la fec ha d e l año 621 a. d e J.C., asignada por los
d ocumentalistas para la composición del libro, es considerada errónea
por muchos críti cos racionalistas desde los días de Wellhausen. Estos
erud itos del s iglo XX han arriba do a la conclus ión de que la teoría de
De Wette, qu e as igna la composición de Deuteronom io a la época del
rey Josías, n o concuerda con la evidencia interna del propio texto. La
legis lación que co nt iene nunca pudo h aber s urgido bajo las con-
diciones preva lecientes a finales del siglo VII a. de J.C. La s ituación
280 R ESEÑA CRíTICA DE u 'A I NTRODUCCIÓN 1\L ANTIG UO T ESTAMENTO

Hammumbi recibe sus leyes de manos de Samas, el dios-sol. Esta


escena figura en el extremo superior de la estela de su código. El
descubrimiento de antiguas leyes {ésta se remonta a alred edor del
año 1 700 a. de ] .C.) han obligado a Jos críticos a recons iderar su
opinión según la c ual la codificación de las leyes se hizo muy
tardíam en te en el antiguo Cercano Oriente, como para qu e Moisés
f uera respons able y el autor de la legisla ción d el Pen tateu co .
{Cortesía del Lou vre .)
D EUTERONmttO 281

social, económica e histórica reflejada en este libro es notoriamente


distinta a la que existía en tiempos d e Josías. Al par que ninguno d e
estos erud itos podría, en razó n de su posición filosófica, aceptar la
posibilidad d e la patern idad literaria de Mo isés, sus críticas a la posi-
ción doctrina ria de Wellhausen deja en el aire la fec ha de la composi-
ción del Deuteronomio. Algunos sostiene n un período posterior al exi-
lio, y otros, una fecha m ás temprana aún. (Welch sugirió e l ti empo del
reinado de Salomón y Robertson el tiempo de l reinado de David. ) Por lo
menos todos coinciden en la imposibilidad d e que la fecha de com-
posición de este último libro del Pentateuco fuera el año 62 1 a. de J.C.'
En el c urso de estas dos últimas décadas se ha estudiado a fondo la
estructura d e los tratados d e soberanía firmados entre reyes vasallos y
el emperador e n los d ías del poderío heteo, d e la segu nda mitad d el
segundo mil enio. Meredith Kline señaló que los típi cos tratados de
soberanía del periodo heteo consistían de las siguientes partes: (1 )
preámbulo (Deuteronomio 1:1-5); (2) prólogo histórico (Deuteronomio
1:6-4:4 9); (3) la esti pulación de las principales cláusulas y pro-
visiones d el tratado (Deuteronomio 5-26); (4) mald iciones y bendi-
ciones, o ratificaciones d el pacto (Deuteronomio 27-30); (5) arreglos
para la s ucesió n o continuación de la alianza (con invocación d e testi-
gos y d isposiciones d el texto, y la lectura periód ica del tratado en forma
pública -cf. De uteronomio 31-33-).2 En comparación co n los tratados
del segundo milenio, los del primer milenio tie nden a variar e n el
orden de las secciones que acabamos de anotar, y por lo general omiten
la sección 2 (el pró logo históri co), o las bend icion es que traerfa apare-
jadas la fide lidad al pacto en la sección 4. G. E. Mendenhall anota que
está fu era de toda duda que el Deu teronomio se ajusta a la estructura d e
los tratados d el segundo milenio; d e ahí que "este tipo de al ianza es
a un más importante, como punto d e partida, puesto qu e no se puede
probar que haya sobrevivido a la caída de los grand es imperi os del
segundo m ile nio antes de Cristo. La fo rma más antigua de esa alianza
no fue ampliamente con ocida después de los días de la mo narquía
unida".'
Sobre bases conservadoras, es posible sostene r con toda firmeza la
paternidad literaria mosaica del Deuteronom io. Mediante la prueba de
las condi ciones históricas conocidas y un cuidadoso anális is literario,
no resulta difícil d emostrar que solamente el p eríodo pre-d avídico

1. R. K. Harrison se1ia la que la orde n para ed ificar un a ltar en e l monte Ebal, e n e l norte
de Israel, (Deuteronomio 27:1-8) excluye la fecha en el reinado de josfas, o e n real idad , en
cua lqu ie r perfodo de judá despu és del a lio 931 a . de J.C. (IOT, pág. 221).
2. Kline, Treoty of the Greol King (Tratado del Gran Rey) (G ra nel Rapids: Eerd mans,
1963), pág. 28.
3. Mendenhal l. "Cove nant Forms in Israelite Tradition " (Formas contractua les en la
tradición is rae lita), e n Biblical Arc haeologist (El arqueó logo bfblico). 17:3, (mayo d e
1954):50-76.
282 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN i\L ANTIGUO T ESTAMENTO

puede recon ciliarse satisfactoriamente con los datos aportados por el


texto hebreo. Por medio de un adecuado manejo de las evidencias, es
fácil demostrar que: (a) el Deuteronomio tuvo que haber sido escrito
antes del surgimiento de los profetas escritores del siglo VIII a. de J.C.;
(b) que además , es anterior a la división de la monarquía h ebrea en Judá
e Israel, que ocurrió en el año 931 a. de J. C.; (e) que concuerda con un
período aproximado a la conquista de Canaán bajo el mando de Josué.
De algunos años a esta parte , G. T. Manley h a reexaminado cuidado-
samente todas estas evidencias y ha logrado demostrar, con abruma-
dora lógica, que la fecha del texto en sí excluye claramente un origen
po strnosaico ! En siguientes párrafos de este capítulo se hallarán,
brevemente resumidos, algunos de los más significativos argumentos
que esgrime al respecto .
Pero antes de examinar todas estas eviden cias positivas, sería bueno
refutar algunas de las " pruebas" más con ocidas sobre la paternidad
literaria p ostrnosaica, basadas en " indicios" o formas de expresión que
figuran en el texto . La primera que h allamos es la frase "como hasta
hoy" (kayyó"'m hazzeh) , que aparece por ejem plo en Deuteronomio
2:30. Se ha interpretado esta frase como que hubiera transcurrido un
prolongado lapso desde los días de Moisés, sin duda muchos siglos.
¿Pero sobre qué base ha de asumirse este lapso? Virtualmente en todos
los casos en que se repite esta frase, en caja a la p erfección con la
situación tal como hubiera existido al fin al de la vida de Moisés, cuan-
do dirigía su palabra a las reunidas hues tes de Israel en las llanuras de
Moab. Mirando hacia atrás, a todos los hechos acaecidos a lo largo de
cuarenta años (el tiempo en que deambu laron por el desierto), n ada
más apropiado que Moisés añadiera que las consecuencias del episodio
o la transacción m ecionada aún persistían hasta ese año, el ú ltimo de su
vida. No se presenta ningun a real dificultad en ninguna de las seis
veces que la frase se repite: (1) 2:30 ("como hasta hoy"), la permanencia
de la con quista de Seh ón ; (2) 4:2 0 ("como en este día "), la permanencia
de Israel como nación del pacto; (3) 4:38 ("corno hoy" ), se refiere a la
inmin en te conquista d e Canaán como herencia de ellos; (4) 8: 18
("como en este día"), anticipa algo, en la esperanza de contar con el
favor de Dios en lo futuro cerno lo es act ualmente en tiempos de
Moisés; (5) 10:15 ("corno en este día"), se refiere a que la elección que
Dios hizo d e Israel com o su pueblo escogido, será inmutable e in-
variable ; (6) 29:28 ("como hoy"), tiene una connotación profética al
predecir el futuro juicio contra la desobediente nación .
Un segundo " indicio" es la expresión "al otro lado del Jordá n ",
cuando se refiere a la región situada al este del valle del Jordán (como
por ejemplo en 1:1 , que en la Biblia de Jeru salén dice: "al otro lado del

4. Manely, Deuteronomy- th e Book of the Law (Deuteronomio: el libro de la ley).


D EUTERO!\!OMIO 283

Jordán ", en tanto que en la Reina-Valera dice: "a este lado del Jordán";
en los demás casos en que se repite es siempre " al otro lado de" o "más
allá d e"). Ins isten los comentaristas en que, s i esta obra hubiera sido
realmente compues ta en Moab, la expresión "a l otro lado del Jordán "
('ébe r hayyardé n ) no podría s ignificar otra cosa qu e Canaán pro-
piamente dicho. El hecho de que sin duda alguna se refiere a la región
oriental de Ga laad, Rubén y Gad probaría que el autor tiene que haber
vivido en Judá o en Israel. Pero de ninguna man era es la única inferen-
cia posible. En rea lidad de verdad, 'éber hayy arde n ocasionalmente se
refiere tam bién a la región situada al oeste d el Jordán , por lo menos en
tres pasajes [3:20, 25; 11:30).5 Esto indicaría que el a utor vivía en el este ,
que sería el caso de Moisés, en las llanuras de Moab. ¿Cómo reconciliar
estas variantes de la frase? Simplem ente tomando a 'éber hayyardén
como nombre p ropi o, como Transjordania, nombre ad icionado a la
tierra en los días patriarcales o antes aún por la pob lac ión pa lestina , y
ad optado hasta por los habitantes de la regió n tra nsjordana pro-
piamente dic ha. Observemos que durante el mandato bri tánico sobre
este territorio [luego d e la Primera Guerra Mundial) , la región era co-
nocida como "Transjordania" au n por los que viv ían a llí, s i bien
" Transjorda nia" s ignifica " d el otro lado del Jordán. " En los días del
Nuevo Testame nto, por lo menos la parte más ba ja de es ta región, e ra
conocida como " Pe rea" [El territorio del otro lado) a un por s us propios
habitantes. Es razo nable suponer que el término 'éber hayyardén llegó
a ser la d esignac ión normal para el territorio s itu ado al este de Jericó,
prescindiendo d el s itio en que se hallara el orador. Sin embargo, en los
tres casos dond e la frase se refiere al territorio d e Canaán, al oeste del
Jordán, hemos d e e nte nderla en sentido literal y obvio y no como un
nomb re geográfi co .
Por lo que entendemos no hay ninguna expresión en e l texto del
Deuteronomio que no sea perfectamente reco nci li able y compatibl e con
la paternidad literaria de Moisés. Solamente el ca pítulo 34 es incues-
tionablemente postmosa ico, puesto q ue contiene un breve informe
sobre la muerte d e Moisés. Pero esto no hace peligrar en lo más mínimo
la au tenticidad mosaica de los otros treinta y tres cap ítulos, pues el
último no me nciona otra cosa que la típica nota necro lógica que fre-
cuentemen te se agrega a final de las obras d e grand es hombres d e letras.
A menudo la obra final de un autor [siempre que haya estado escri-
bi endo has ta el momento de su muerte) se p ublica pos t mortem . Y
puesto qu e se d ice de Josué que fue un fiel y celoso custod io de la Tora,

5. Harrison encuentra so lamente seis casos en el Deute ronomio don de la exp res ión "a l
otro lado del Jordá n" (Biblia de j eru salén) se refiere a la ribera orie ntal: Deuteronomio
1:1 , 5; 4:41 (dos veces). 47 y 49. Señala qu e josué 9:1 util iza esas po labrus para exp resa r el
lado occidental. s i biun en este caso se admite que el narrador se encuentra en el lado
occidental (lOT. pág. 637).
284 R ESEÑA CRíTICt\ DE U:'\:\ l NTHOlJUCCIÓN t\L A NTIGUO T ESTi\i\IEf\.10

gran logro literario de Moisés, imposible imaginar que lo hu biera publi-


cado sin agregarle un a péndice referido a l fa llecimiento d e s u gran
predecesor.
EVIDENCIAS EN FAVOR DE QUE EL DEUTERONOMIO FUE ANTERIOH A LOS
PROFETAS DEL SIGLO VIII
El título m ás característico que se le da a Dios en el Deuteronomio
es "Yahwe h vuestro Dios." Si el libro fu e escri to en el s iglo VII a. de
J.C., o más ade lante, se esperaría que reflejara la terminología teológica
de los grandes profetas como Amós, Oseas, lsa ías y Miqu eas, que for-
mu laron la teología hebrea clásica d el siglo anterior. Por lo men os, una
obra de l tiempo de Jos ías hubiera reflejado los tftu los divinos más en
boga durante el min isterio d e Jeremías, el contem poráneo de Josías.
Pero las estadísticas reales mu estran todo lo contrario: (1) Oseas emplea
la expresión " Jehová su Dios" solamente cuatro veces, co ntra 15 que
utiliza solame n te Elohim (Dios) y 35 veces que usa so lamente Yahweh.
(2) lsa ías (1-35) emp lea solamente tres veces la expresión " jehová tu
Dios," que contrasta con el repetido uso de " Yahweh de los ejércitos " y
" el Santo de Israel. " (3) Jeremías característicamente utiliza la expre-
sión " Jehová de los ejércitos" y rara vez la fórmu la d el Deuteronomio.
Lo mismo podemos d ecir de los profetas posteriores al exilio: Hageo,
Zacarías y Malaquías. Por lo tanto, s i el Deuteronomio fue compuesto
en la época de Josías, inmediatamente antes del exil io, o en los días de
Esdras, después de l exilio (como lo sostienen Hoe lscher y Kennett)
resul ta dificilís imo exp licar el uso de un título divino que no estaba en
boga en n inguno d e los dos p eríodos. Y es to que decim os es especial-
mente cierto de l títu lo " Jehová el Dios de vuestros padres" qu e aparece
con frecuen cia en e l Deuteronomio, pero que no figura en los profetas
anteri ores al exi lio ni posteriores a él; en cambio , s í figura e n Exodo 3:6
("Yo soy el Dios de tu padre, Dios d e Abra ham, Dios de Isaac , y Dios de
Jacob") y una adap tació n del mismo en Exodo 1 5 :2 y 18:4 .
La escuela de Wellhausen sostuvo que el Deuteronom io demuestra
un conocimiento de la historia y d e la legis lación contenida en J y E
pero no en P.6 Manley procede a demostrar, por medio de tablas compa-
rativas, que esta s u puesta ignorancia de P no refl eja la rea li dad. Se
plan tea la sigu iente p regunta: si el código del Deuteronomio fu era una
expansión del que fi gura en JE, ¿por qué h abrían de omi ti rse más de sus
tres cuartas parles? ¿Han cesado las raterías y los hu rtos? Las leyes que
protegen a los esclavos (Exodo 21 :22 y siguiente, 26 y siguiente), ¿no
habrían impresion ado a un autor que en todo lo demás se preocupa
notoriamente por los dé biles? Además, ¿por qué habrían de permanecer
ignoradas estas an tigu as leyes de la Tabla B [se refi ere a un juego de
leyes relacionadas con la idolatría, el fa lso testimon io, los derechos

6. Cf. Driver en ICC sobre Deuteronomio 14.


ÜEUTERONO~IIO 285

de los primogénitos, etcétera, en cierta medida semeja ntes a provi-


siones establecidas en el Cód igo de Hammurabi, pero de ningún modo
detectables e n J-El que son tan simi lares a las otras? ... arribamos a la
obligada conclus ión de que la legislación del De uteronomio no es una
expansión del cód igo del pacto. Ni puede ser atribuida, como lo han
sostenido algunos eruditos, a la antigua ley civi l ca nanea. Hay marca-
das diferencias entre las leyes del Deuteronom io y las ha lladas en las
tabl illas de Ras Samrah . . . esto sugiere que [e l código del Deuterono-
mio] fue compuesto antes del asentamiento en Canaán, y hay s ignos de
fu erte reacción co ntra la influencia cananea."' Asimismo, en el caso de
la lepra, De uteronomio 24:8 le dice al pu eb lo : " te n c uidado
de ... hacer según todo lo que os mandare n los sacerdotes levitas;
según yo les he mandado ... "Se advierte , co n toda claridad, que estas
palabras presuponen que ya estaba en vigencia la ley sacerdotal y, sin
embargo, ésta se halla so lamente en P [Levftico 13-14). ¿Cómo puede
afirmarse que e l autor del De uteronomio no sab ía nada de P?
Claro está que puede argüirse que P simplemente lomó prestado de
O, pero debe mos recordar que muchos de estos argume ntos para datar a
O antes de P se basan en el presupuesto d e que O no conten ía nada
privativamente sacerdotal. Por lo tanto , si resulta que O contiene sus-
tancial cantidad de material que sería peculiar a P, se d errumban las
bases que sostenían la tesis de asignar a O una fecha anterior a P. [Esto,
por supuesto, ha s ido reconocido por quienes insisten e n qu e O tam-
bién es posterior al exilio; pero deja en pie la dificultad de exp licar qué
libro de la ley fue el que encontró Hilcías en el temp lo e n e l año 621 a.
de J. C. ; s i ni s iquiera O existía en ese tiempo .)
Aparte de las objeciones a una fecha de l tie mpo d e Josías, plan-
teadas por los c ríticos y ya mencionadas e n el capítulo 7 [pag.106 ).
debemos seña lar la incongruencia entre De ute ronomio 16:21-22 y las
condiciones existentes durante el reinado de ]asías. Tenemos aquí una
ley que contempla la erección de más de un a ltar a Yahwe h [una posibi-
lidad natura l antes de la erección del templo). y que por lo tanto , al
igual que Deuteronomio 27:1-8, crea una real dificultad para los que
sostienen que O fue compuesto para la promoción del programa de
Josías (es d ecir que todo culto vá lido debía rea lizarse e n Jerusalén , el
ún ico centro habilitado para tal efecto. Observemos tambi én que los
objetos espec iales de la reforma de Josías, los K•marfm (los sacerdotes
de los ídolos). los bamót (lugares altos con sus templos y santuarios). y
los caballos de bronce dedicados al d ios-sol no son mencionados ni una
sola vez en Deuteronomio. La situación general que contemp la el libro
de Moisés no e ncaja con las condiciones, históricamente conocidas, del
siglo VII a. de J.C.

7. Manley. pág. 80.


286 RESE~A CRiTICA IJE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

EVTDENCIAS EN FAVOR DE LA PRECEDENCIA DEL DEUTERONOMIO A LA DIVISIÓN


DE LA MoNARQUíA.

El texto del Deuteronomio contiene numerosas referencias a la


siniestra naturaleza de la influencia cananea sobre la pureza de la reli-
gión israelí . Todos los santuarios cananeos deben ser totalmente de-
molidos y no deben quedar ni rastros de altares, estelas ni columnas.
Han de evitarse estrictamente todas las prácticas de culto que per-
tenezcan a su fe pagana, tales como hervir el cabrito en la leche de su
madre, o afeitarse la barba, o flagelarse en honor de una deidad pagana.
Las numerosas provisiones que fi gura n en contra de las costumbres o
santuarios cananeos sugieren un peligro que aún amenaza a la genera-
ción del autor. Ciertamente parece como si estuvieva enfrentándose
con una futura amenaza, y no a un elemento de corrupción que ya ha
perdurado durante siglos .
Adquiere una significación fundamental la forma en que el libro se
refiere a las tribus israelitas. Si el Deuteronomio hubiera sido compues-
to en fecha posterior al cisma del año 931 a. de J.C., no se concibe que
en el texto no aparezca ninguna alusión a ese hecho y , más aún, cuando
se menciona a estas tribus , se las presenta como entidades separadas ,
pero todas incluidas en la sola y única nación de Israel (cf. 1:13, 15;
5:23; 12:5, 14; 29:10; 31 :28) . El autor de estos pasajes pareciera ignorar
totalmente el resquebrajamiento entre Judá y Efraín.

EVIDENCIAS EN FAVOR DE LA COMPOSICIÓN DEL DEUT ERONOMIO EN FECHA ANTERIOR


A LA CONQUISTA

Particularmente en los primeros capítulos del Deuteronomio figu-


ran numerosas exhortaciones a los destinatarios del libro a recordar
episodios y condiciones que podián recordar dichos destinatarios.
Especialmente vívido es el recuerdo de la esclavitud en Egipto. Seis
veces se repite la frase "casa de servidumbre;" cinco veces leemos:
"Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto "; cinco veces figura la
fórmula "con mano fuerte y brazo extendido." Digamos, de paso, que
esta última frase también figura en Exodo 6:1 (un pasaje J-E) y en Exodo
6:6 (un pasaje P), y es una expresión análoga a la que utilizaban los
antiguos egipcios para describir escenas de batallas .•
Toda teoría que quiera explicar el origen del Deuteronomio debe
tornar en cuenta e l hecho de que el territorio de Canaán, situado al oeste
del Jordán, es siempre visto desde afuera en lo que se refiere al punto de
vista del autor. Sea que se lo mire desde la frontera sur o desde el este
de las alturas moabitas, el punto de vista es siempre el de un recién

8. Cf. A. S. Yahuda , Longuage of the Penlate u ch , (Lenguaje del Pentateuco). pág. 66.
0EUTERONO~IIO 287

llegado que co ntempla la invasión, nunca el de un habi tante que ya


vive dentro d e sus fronteras. Se nombran ciudades fronteri zas ta les
como Es co l (1 :24 y Gaza (2:23), y no localidades centrales como
Hebrón; y cua ndo se in d ican los límites d e la tierra de prom isión, se los
describe con términos tales como "el monte del amo rreo" y " Líbano"
(1 :7) y no con la terminología posterior: "desde Dan hasta Beerseba"
que se hubie ra utilizado des pués de la migración da nita.
Con respecto a la legis lación, ya he mos dicho que se observa cierto
sustrato de ley fu ndamen tal que las provision es mosa icas contenían en
comú n co n el Código de Hammurabi, pero de bemos seña lar que los
contrastes e ntre a mbas son más significativos que las s imil itudes. Por
ejemplo, el cód igo bab ilóni co establece u na marca da d istinción e ntre el
hombre libre (owelun) y el semilibre (mushkenum), como así tamb ién
con el esc lavo (wordum). En el De uteron omio no hay vi rtualmente
d iferen cias de clases, y las condiciones sociales corresponden a las de
una comuni dad más rural y agrícola, cosa que no ocurría en la Babilo-
nia d e esos días (ni en el Israel de los tiempos d e David). Y algo más
significativo a ún era e l h echo d e que la legislac ión mosaica te nía u n
hondo sentido religioso. Afirmaba que las normas judiciales eran las
establecid as por Yahweh su Dios, y los israelitas te nían que observa rlas
con toda s u alma y cora zó n. De los 34 6 versícu los que form an los
ca pítu los 12-26 del De uteronomio, más de la m itad tienen un carácter
moral y religioso, en tanto que 93 incluyen órde nes específicas sobre el
próximo ase ntam iento en e l territorio. Es dign o de observar que las
exhortaciones , las advertencias y las promesas de bendic ión, tan cara c-
terísticas d el De uteron omio, brillan por su ausen cia en el código ba bi-
lónico. Tambié n señalemos que en el texto de Hammu rabi hallamos un
estilo estrictamente impersonal , como sería lo usual e n un sistema legal
so fi sticad o que perteneciera a una sociedad más urbanizada. Pero e n el
Deu te ronomio parece que estuviéramos escu chand o a un viejo líder
qu e habla a su pueblo a qu ien ha guiado a través d e muchos años, y le
recuerda las experiencias que compartieron juntos.
Conocemos lo suficiente sobre la Babilonia del período de Ham-
murabi como para reconocer que estas eran e n realidad las cond icio-
nes cuando fu eron promulgadas esas leyes, lu ego de siglos d e régimen
monárquico. En los ú ltimos años de la monarqu ía hebrea, las condicio-
nes en Pal esti na d ebieron haber sido s imilares a las de Babilonia, pues
para ese entonces la industria y el com ercio estaban bien desa rrollados
y las diferen cias de clases bien marcadas. Los oficios y las artesanías
estaban regu lados sobre bases comerc iales y había multas m on etarias
específicas pa ra indemniza r a los propietarios que s ufrían alguna pérdi-
da o daño. Pero e n el Deuteronom io no halla mos ley algu na que esta-
blezca compe nsacion es por las pérdidas provocadas por con structores
negligentes o d escuid ados, o por males fís icos provocados por médicos
288 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMEI\'TO

incompetentes . Es ta legislación, la del Deuteronomio, se ajusta más a


un pueblo sencillo, agrícola, ganadero, profundamente interesado en su
ganado; su principal preocupació n es la comida y la ropa.
Finalmente, volvamos una vez más a la incompatibilidad entre la
época de ]asías y el tipo de legislación que hallamos en e l Deuterono-
mio respecto a la preservación de la fe de Israel. Deu teronomio 13 :1-18
y 17:2-5 decreta la pena de muerte por la ap ostasía o por incitar a otros
a olvidarse del pacto de la nación con Yahweh. Resulta difícil concebir
que tales leyes pudieran haber sido redactadas o revividas durante la
época de Manasés (abuelo de ]asías) . No se h ace n inguna mención de
las mismas en conexión con la reforma de Josías. El mismo Driver se ve
forzado a concl uir que "el momento en que pud ieron haber sido im-
puestas, pertenecía al pasado; en consecuenc ia no tenían más que un
valor ideal" (Deuteronomio en ICC. pág. XXXII). Pero, como lo señaló
H. M. Wiener, los idealistas pueden , tal vez, proponer una elevada
norma sobre bases generales, pero rara vez llegan al punto de proponer
un procedimiento idóneo para aplicar la ley a las violaciones o trans-
gresiones del ideal. Sin embargo , en ambos pasajes c itados, se prescribe
un bien definido proced imiento , y el del capítulo 13 particularmente
presupone condicion es primitivas. Aquí el legislador se apoya en la
cooperación de la nación como un todo para garantizar la san ción de
esta ley, aun cuando lleve a la guerra civil.
Deuteronomio 12:2-4 ordena la destrucción de todos los santuarios
cananeos "sobre los montes altos y debajo de todo árbol frondoso" con
todas sus "estatuas" e "imágenes de Asera." Aparentemente el autor
consideraba que la destrucción era práctica posible en su tiempo. Insis-
tió en que el territorio debía verse limpio de estos símbolos idolátricos
antes de poder ofrendar un culto aceptable a Yah weh . Tal actitud sería
inconcebible en el siglo VII a. de J.C. , o aun en los primeros s iglos
s ubsiguientes a Salomón, cuando los cultos idolátricos habían penetra-
do en todos los niveles de la sociedad israelita. Aun el relato del libro
de los Jueces, que pertenece a una época anterior al establecimiento de
la monarquía, implica la existencia de estas provisiones del De utero-
nomio. Así, el acto de Gedeón (Jueces 6:25-32) de destruir el altar y el
predio donde estaba situ ado Baal, sugiere que él sabia que existía tal
precepto , y la defensa que su padre hizo con respecto a su actitud
implica que suponía que su hijo estaba haciendo lo correcto.
A pesar de los esfuerzos de Kennett y Hoelscher para hallar un
apropiado marco histórico en el período pos terior al exilio, de Esdras y
Nehemías, resulta más fácil armonizar las condiciones sociales e histó-
ricas presupuestas por el Deuteronomio con lo que tuvieron que haber
sido las cosas en los días de la conquista original y no en el período de
la resta uración. En los días de Esdras, los cananeos y amorreos pertene-
cían a un pasado rem oto, y la comunidad ju día se veía amenazada por
DEUTERONOMIO 289

los amonitas, los filisteos y diversos pueblos que tenían poca o ninguna
relación étnica con los originales habitantes de Canaán. Además, el
confiado tono del auto r del Deuteronomio, que mira entusiastamente
hacia adelante, a la irresistible conquista de todo el terri torio, desde
Dan hasta Beerseba, no p uede reconciliarse con las desalentadoras y
limitadas circunstancias que en frentaba la ins ignificante provincia per-
sa de Ju dea, luego del retorno d e Babilonia. En el Deuteronomio desc u-
brimos una actitud d e encendido optimismo que halla expresión en la
serie de bendiciones, apropiadas a un pueblo del Señor que está a
punto de asentar en una nueva tierra, sin oposición frente a ellos. Es un
territorio que ha sido bien cultivado, que p roduce toda suerte d e frutos
y capaz de mantener a quienes lo habitan de manera en extremo genero-
sa. Im posible reconciliar esto con un territorio desgarrado y devastado,
deshabitado, carente de fortificacion es, sin viiias ni huertas, que encon-
traron los inmigrantes a su regreso de Babil onia. Nuevamente aquí,
entonces, la prueba de la evidencia interna señala, sin posibilidad de
error, a la época de la conquista, alrededor del año 1400 a. de J.C., y no a
ninguna otra fecha sugerida por la crítica moderna.
Antes de desped irnos del Deuteronomio, nos vemos obligados a
hacer un comentario final respecto a la extraordinaria predicción que
figura en el capítulo 28, y que comienza en e l versículo 49. Los
documentalistas lo han interpretado como la invasión de los opresores
asirios y ca ldeas, y por ello insisten en que a l menos ese pasaje no pudo
haber s ido compuesto has ta la época d e Josías o del exilio. Pero un
minucioso y detallad o examen revela cuan inadecuada es esta exp lica-
ción, aun desde un punto de vista racio nalista. Resulta claro, a la luz de
la his toria subsiguiente, que sólo las invasiones romanas de los años 70
y 135 después de Cristo, satisfacen los términos de esta profecía. Con-
sideremos los sigu ie ntes factores: (1) Los invasores habrían de venir
" del extremo de la tierra" (versículo 49), lo cual se ajusta mucho más a
Roma que a Babilonia. (2) Su id ioma sería totalmente desconocido para
los hebreos, lo cua l sería mucho más cierto con respecto al latín que al
babilonio, lengua emparentada con la sem ita (Versículo 49). (3) Los
judíos serían esparcidos por lodos los pueblos "desdo un extremo de la
tierra has ta el otro extremo" (Versículo 64), cosa que no ocurrió de
n inguna manera co n la con quista ca ldea. (4) No hay una so la
sugerencia en el sentido de que se p roducirfa e l retorno de un remanen-
te a Palestina, como ocurrió pocas décadas después de la muerte de
Nabucodonosor. (5) Los judíos cautivos serían llevados a Egipto por
barco en gran número, e inundarían el mercado de esclavos; cosa que
no ocurrió con la conquista caldea, pero que se c umplió literalmente
después de la caída de Jerusalén en manos d e las legiones d e Tito en el
año 70 d. de J.C. Uosefo afirma que a la caída de Jerusalén fueron
capturad os 97.000 prisioneros que fueron a parar a las minas de
290 R ESEr\'A CRíTICi \ DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIG UO T ESTAMENTO

Egipto.) 9 Llegamos a la irresistible conclusión de que esta predicción


sólo pudo hacerse por revelación sobrenatural, y de que su cumpli-
miento tuvo lugar siglos después de la fecha fijada por Wellhausen para
el estrato tardío del Pentateuco.

9. Josefo, Wa rs of !he j ews (Guerras de los judíos), 6. 9.


CAPITULO 19
JOSUE, JUECES Y RUT
JosuÉ

Con toda propiedad, este libro toma el n ombre d e l personaje principal,


)os ué, qu e domina la escena de comienzo a fin. S u n ombre, en la forma
hebrea más larga aparece como Y•hoshü•; en la Septuaginta Yésüs o
" Jesús." El re la to registra la historia de Israel d esde el paso de l ejército
d e Josué a través de l río Jordán, hasta el retiro d e Josu é y e l discurso
fina l de despedida. El tema del libro trata d e l irres istible poder d el
pueblo de Dios en superar al m undo y tomar posesión de su herencia
prometida, sie mp re y cuando mantuvieran una perfecta confia n za en la
potencia de Dios y no permiti eran que n ingún pecado d e deso bediencia
destruyera s u re lación de pacto con El.

BOSQUEJO GENERA L DE )OSUE

I. Conquista del territorio, 1:1- 12:24


A. La comisión d ivi na de Josué, 1:1-9
B. Preparati vos para cruzar el Jordán ; Ra hab resca ta a los espías,
1:10- 2:24
C. El cruce del río Jordán, 3:1 - 4:24
D. La c irc uncis ión en Gilgal, 5:1-15
E. Cap tu ra de Jericó y forma de asegu rarse la victoria, 6: 1-27
F. Fracaso en Hai; a partam iento del pecado; el triunfo fina l,
7:1 - 8:29
G. El altar en el monte Ebal; la solemne lectura d e la ley, 8:30-35
H. La a lia nza con los astutos gabaonitas (primer enredo con e l
mundo), 9: 1-27
l. Conquista del s ur de Canaán; la batalla de Gabaón, 10:1-43
J. Conquis ta de l norte d e Canaán , 11:1-15
K. Resum en de las campañas de Josué, 1 1:6-12:24
II. División de l territorio, 1 3 :1- 22:34
A. Ins trucciones de Josué respecto a la d ivisió n, 13:1-7
B. Asignación a las tribus orientales, 13:8-33
C. Asignación a las tribus occidentales, 14:1-19:51

29 1
292 RESEÑA C RíTICA DE UN A I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

D. Determinación de las ciudades de refugio , 20:1-9


E. Determinación de las ciudades levíticas , 21:1-45
F. Envío de las tribus orientales a sus hogares , 22:1-34
III. Exhortación final de Josué a Israel. 23:1-24:3 3
PATERNillAD LITERARIA Y FECHA

Es razonable deducir que este libro fu e bás icamente compuesto por


Josué . Desde el primer capítulo se exponen detalles biográficos íntimos
que solamente Josué pudo haber conocido (si bien, por sup uesto, pudo
haberlos impartido más adelante a otros) . ] osué 24:26 afirma que el
propio gen eral escribió su discurso de despedida que figura en los
primeros 25 versículos del capítulo. Al comienzo del libro (5:1 , 6)
hallamos pasajes en la primera persona del plural, tales como "Jehová
había secado las ag uas del Jordán delan te de los hijos de Israel hasta
que hubíeron pasado" (hebreo, " p asamos" ; veáse n ota marginal en la
Biblia de Jerusalén). Esta forma de expres ión habla a las claras de la
obra literaria de un testigo ocular qu e participó él mi smo de los
acontecimientos.'.
Otras referencias apuntan a una fecha temprana en la composición
aunque n o precisamente dentro de los límites de la vida de Josué. Se
mencionan ciudades cananeas por sus nombres arcaicos; por ejemplo,
Baala por Quiriat-j earim (15:9). Quiriat- sana por Debir (15:49) y
Quiriat-arba por Hebrón (15:13) . Más aún, según 13:4-6 y 19:2 8 , Sidón
era la ciudad más importante de Fenicia, lo cual indica un período
anterior al siglo XII a. de J.C. (cuando Tiro com enzó a establecer su
ascendiente). De acu erdo con 9 :2 7, los gabaonitas eran " hasta h oy"
todavía "aguadores y leñadores" en los menesteres propios del taber-
náculo, para cuya tarea los designó Josué. No hubiera sido posible decir
lo mismo de ellos en los días del reinado del rey Saúl , s i nos ajustamos
a 2 Sam uel 21:1-9 donde se nos dice que los gabaonitas fu eron asesina-
dos y que el rey Saúl había cambiado su condición. No h ay duda de que
las referencias a Jerusalén (tales como 18:16, 28) demu estran con toda
claridad que, en el tiempo en que escribieron esas palabras, estaba
habitada por los jebuseos y no había s ido capturada todavía por las
tropas del rey David.
Pero por otra parte, existen evidencias de inclusiones ed itoriales
posteriores de sucesos que no pudieron haber ocurrido hasta después
de la muerte de Josué. No solamente figura la ntticia de su muerte
1. Obsérvese, sin embargo, que el ketib '-B-R-N-W fue alterado por el masorético qéré a
'-B-R-M (que modifica el senlid o de " nosotros pasamos" por " el paso de ellos") . Así lo
interpreta la Septuaginta, la Vulgata y otras vers iones. Esta modificació n la tienen tam-
bién algunos manu scritos hebreos. Sin embargo. no ex iste ningún testi mon io antiguo que
suprima o altere L-N-W (nos la) antes de " daría" en el versíc ulo 6, y por lo tanto la versión
del TM en 5:1 (" pasa mos") sería más probable.
]osut. juEcEs v RuT 293

(24:29-30) y la gene ralización de que "Sirvió Israel a Je hová todo el


tiempo de josué, y todo el tiempo d e los an cianos que sobrevivieron a
Josué" (24 :31); s ino que también hallamos refere ncias a la captura d e
Qu iriat-arba a m anos d e Otoniel (Josué 1 5 :1 3-1 7; jueces 1 :9-1 3) y a la
migración d e una pa rte de la tribu de Dan al extrem o norte de Israel
Uosué 19 :47 ; cf. ju eces 18 :27-29). Reunien do todas estas evidencias,
pareciera n indicar que sustan cialmente el libro d e jos ué fue compuesto
por el persona je c uyo nombre tom ó, y el ma teria l comple mentario (tam-
bién insp irado ) fue escrito probablem ente por Eleazar o su hijo Finees .
Según ya hemos visto (capítu lo 6 , pág. 90 ) los crí ti cos racionalis tas
de la escu ela d e We llh ausen han intentado incluir a jos ué con los cin co
libros d el Pe n tate uco y form ar así un h exate uco. Ellos cons id era n q ue
el material básico provie ne de J y E, pero incluye u na considerable tarea
editorial y d e redacción provenien te d e la escu ela del De ute ronomio.
Pie nsan que u n red ac tor posterior de la escuela sacerdotal hizo su
propio aporte editoria l, especialme n te en los capítulos 13-21. Pero debe
señala rse que las evide ncias bíblicas h acen muy difíci l soste ner la tesis
de que el Pe n tateuco n unca tuvo existencia sepa rada d el libro de josué.
La evidencia más significativa se h alla en el hecho de que los sama-
rita nos sos tuv ie ron q u e so lam ente e l Pe nta te u co e ra ca n ó ni co.
Sabemos , en base a la forma samari tana del texto del Pe ntateuco, que
estos sectarios del norte, au n en los días posteriores al exilio, se consi-
deraban a sí mismos como los h e rederos de las diez tribus israelitas .
Much os de los pasajes en que el texto masorético se desvía de los cinco
libros de Moisés consisten en adita mentos que afirma n que Dios esco-
gió el monte Ger izim , e n el terri torio efrateo , como lugar para erigir el
santuario d e Dios, no el cen tro jerosolim itan o del sur. Como es obvio,
está basa do en motivaciones d e propaganda nacion alista , pero el libro
de j os ué contie ne muchos elem entos que lo hu bie ran recomendado al
nacionalismo sama ri ta n o. Por ejem plo, m encion a de ma nera promi-
nente a S ique m en Efraí n como importante ce ntro y ciudad d e refugio.
Su héroe máximo es un general efrateo, Josué hi jo de Nu n. Relata la
ocas ión e n que toda la con gregación de Israe l da lectura sole mne a la
ley entre e l mo nte Ebal y el mon te Gerizim . La única pos ibl e razón que
ex plicarla la exclus ión d el libro d e josué d el canon de los samari tanos
es que no form aba parte d e la Tora. Por lo ta nto , la Tora ti ene que haber
e x is ti do co m o u n Pe ntateuco separado e n la é poca d e l ci sma
samarita no .
LA CORRESPONDENCIA DE TELL EL-AM ARNA

En el afl o 1887, un descubrimiento accid ental perm itió d esen terrar


un archivo co mpleto de antiquís ima corres pon dencia diplomá tica en el
antiguo Aketa tón (Tell el-Amarna), primitiva capital del Rey Amen otep
IV (Akna tón ). Fueron escritas en tablillas de arcilla , e n c uneiform e
294 R ESEÑA CRíTICt\ DE UNA l NT I{QOUCCIÓN AL A NTIG UO T ESTAMENTO

babilónico, que era el idioma corriente para la correspondencia interna-


cional durante la Decimoctava Dinastía Egipcia. Un examen preliminar
del contenido de esas tablillas convenció a C. R. Conder de que eran
una versión cananea sobre el orden de los acontecimientos relaciona-
dos con la conquista de Canaán por parte de los ejércitos de Josué. En
el año 1890 él presentó esta correspondencia a consideración del
público en la Palestine Exploration Quarterly (Publicación trimestral
sobre exploraciones en Palestina), en un artículo titulado "Monumen-
tal Notice of Hebrew Victories " (Anuncio monumental sobre victorias
h ebreas). Ese mismo año, H. Zimmern afirmó categóricamente que en la
correspondencia de Amarna tenemos nada menos que un registro con-
t~mporáneo de la invasión hebrea a Canaán (Zeitschrift des Deutsch en
Paleistinavereins). Los primeros investigadores señalaron la frecuente
rep etición del nombre "babiru" en comunicaciones del rey 'Abdi-Hepa
de Jerusalén, que informaba alarmadísimo al faraón que estos invasores
arrollaban todo a su paso. Estudios posteriores de las tablillas conven-
cieron a H. Winckler de que los ejércitos merodeadores, que en carac-
teres cuneiformes figuraban como SA.GAZ, d ebían ser los mismos
babiru. En otras palabras, que SA.GAZ era sinónimo de babiru. Se
hallan frecuentes referencias a estos pueblos SA.GAZ en las comunica-
ciones de principillos cananeos a todo lo largo del territorio, hasta
Sidón en Fenicia.
Posteriores descubrimientos de Mari y Nuzi, como así también de
Babilonia, revelaron el h echo de que los babiru fi guraban en la historia
del valle de la Mesopotamia en tiempos tan rem otos como el segundo
milenio antes de Cristo. Se habla de ellos en las inscripciones sum erias
de Rim-Sin de Larsa, en textos acádicos de la Babilonia de Hammurabi
y de la Mari de Zimri-Lim, como asimismo en los del tiempo de Warad-
Sin y Rim-Sin de la dinastía elamita. Con frecuencia el n ombre está
precedido por un determinativo que significa " guerrero" . Textos heteos
y de la antigua Babilonia indican que contingentes de los SA.GAZ
recibían regularmente raciones del Estado , formaba n gu arniciones
reales, y adoraban a dioses que eran evocados en tratados estatales. Los
textos h eteos hallados en Bogaskoy nos informan que los babiru y
los SA.GAZ eran una misma cosa, pues cada una de las formas de los
nombres aparecen en textos de columnas paralelas, y se habla de los
dioses de SA.GAZ como que son los dioses de los b abiru . En la corres-
pondencia de Mari figuran como tropas mercenarias al servicio de
dirigentes tales como Yapah-Adad (cf. ANET, pág. 483).
Se ignora con certeza cóm o se pronunciaban los caracteres SA.GAZ ,
ya sea como babiru o como algún término semejante a babbatu (sa-
queador, ladrón) como figura en los antiguos diccionarios. Muchos
eruditos han conj eturado que SA.GAZ representaba un término apela-
tivo o descripti vo y no el nombre de alguna tribu o pueblo en partí-
josuf:. j uECES Y RuT 295

cular; en cambi o babiru se refi ere a un grupo étnico definido. Otros, sin
embargo, han rechazado la significación étnica aun para babiru debido
a la gran diversidad de tipos y nombres atribuidos a individuos anota-
dos como babiri. Muchos de ellos, provenientes de fuentes de la anti-
gua Babilonia y de Nuzi, son nombres acád icos sem itas, pero los de
Alalah en su mayoría no son semíticos.
A la luz de la mencionada evidencia, es razonable preguntarse si los
babiru eran un a raza definida y homogénea o si el nombre te nía rela-
ción con grupos migratorios que no poseían territorio pro pio y no asen-
taban en la ti erra como lo hacía el resto de los pobladores. Cabe la
pos ibilidad de que fu eran un grupo semejante a los actu ales gitanos
cuyo origen racial se halla envuelto en el misterio, pero cuyo común
denominad or es que nunca asientan ni permanecen en un sitio , sino
que prefieren d eambular d e región en región donde hall an lo s uficiente
para vivir. Por lo menos esta es la teoría propuesta por Moshe Green-
berg en su monografía titulada "The ljab/piru" (Los bab/piru) (New
Hav en , Con n .; A mer ica n Ori ental Soc iety , (Soc iedad Or iental
Americana), 1955). Así expli caría su aparición como mercenarios al
servicio de gobiernos extranjeros o como subord inados qu e se contrata-
ban com o s iervos o esclavos. Aparentemente la eti mología del nombre
babiru ap unta hacia la significación básica de " uno que pasa por en-
cima" o " un o que atraviesa (la tierra)", que deriva del verbo 'ábar
(atravesar).
Sin emba rgo, queda planteado el interrogante de si el término
babiru ll eva n ecesariamente la connotación de una condición social
inferior. Meredith Kli n e señala que en algunos casos, como en el
de Alalah, figuran los babiru en altos cargos jerárquicos de la ad minis-
tración pública o también como maryannu poseedores de carruajes
(la más encumbrada de las castas guerreras). 2 Era con el los co n los que
se firmaban los tratados de paz, lo cual no se hubiera hecho con meros
subordinados o servidores públicos de infer ior jerarqu ía. Personal-
mente Klin e cons idera a los babiru como un linaje más o menos
homogéneamente étnico de tribus guerreras, que vendía n sus servicios
como mercenarios y en ciertos casos (como los godos en el imperio
romano posterior) se asentaban en un territorio y se transformaban en
terratenientes y runcionarios. En algunos casos, como en Alalah, se
integraron cul turalmente con los pueblos entre quienes vivían de tal
modo que has ta adoptaron los nombres propi os no semíticos comunes
en la locali dad . Cree que se aliaron con los gobiernos horeos o mitanios,
y de esa manera los respetaron, si bien se los atemorizaba y expulsaba
de muchas regiones no horeas. Kline n o cree que se los pueda relacio-

2. Kline, en Weslm inster T heologicaJ Review (Publi cació n teológica de Weslminster).


12:1:1-24 .
296 RESEÑA CRiTICA DE u '/\ I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO TESTI\ME 1TO

nar con los h ebreos israelitas, ni étnicamente , ni religiosamente , ni


culturalmente.' Pero esa conclusión difíc ilmente hace jus ticia a los
datos obtenidos de las cartas de el-Amarna.
Los descubrimientos realizados en Ugarit ponen en evidencia que
los babiru eran los mismos que figuraban como 'apiru en los registros
egipcios. Un texto publicado por Virolleaud contiene una lista de
ciudades vasallas que debían proveer trabajo forzado para el rey de
Ugarit; y es te texto bilingüe tiene, en el lado acádico, la inscripción
"Alepo del SA.GAZ" (lj.al-bi 1"messAGGAZ), y en el lado ugarítico, "Alepo
del Apirim" (Ij.lb-'prm). Aparentemente era posible, por medio de
modificaciones dialécticas, pronunciar la b media de babiru o 'abiru
como una p, puesto qu e así apareció tanto en ugarítico como en egipcio.
De ahí que los babiru eran " un pueblo del otro lado" o "inmigrantes",
término que pudo haberse aplicado a los de diverso origen nacional.
Ocurre que solamen te en los registros hebreos hallamos el nombre en la
forma de 'Ibri (hebreo) utilizado para referirse a un solo linaje racial, es
decir los descendientes de Abraham "el hebreo". De ahí que Abraham
pudo haber sido denominado el babiru por los cananeos, debido a su
modo de vida y al hecho de ser un extranjero; pero luego sus descen-
dientes retuvieron esta designación en honor de su antepasado y lo
transformaron en un término étnico. Tal interpretación del nombre
babiru y de su equivalente SA.GAZ , deja lugar para la posib ilidad de
que algunos pueblos no israelitas se vieran envueltos en la convul-
sionada época de Josué y participaran en las invasiones , por lo menos,
de la región norte.
Moshe Greenberg y muchos de sus predecesores han rechazado esta
identificación de los babiru (SA.GAZ) con la invasión israelita, tanto
por la diversidad de los nombres que aparecen en algunos de los re-
gistros mesopotámicos, como por la actividad desempeñada por los
SA.GAZ en Siria y Fenicia. La objeción está basada en el hecho de que
en los registros hebreos no figura ninguna alusión a semejantes operati-
vos militares en el norte. En respuesta a esta posición debemos señalar
que nada hay en ]osué que se oponga a la creencia de que las tribus
situadas en el extremo norte, tales como Aser y Nefta lí, que asentaron
en la inmediata vecindad al territorio fenicio, hayan realizado acciones
bélicas contra Tiro, Sidón y aun Biblos (ciudad de la cual salió la mayor
parte de la correspondencia fenicia). ]os ué no pretende enumerar todos
los operativos militares en los cuales participaron individualmente las
tribus luego de terminadas las mayores y principales campañas unidas.
Por lo tanto, no es un argumento decisivo com o objeción para la identi-
ficación de los babiru con los hebreos.
Otra objeción planteada por Greenberg incluye la consideración de

3. /bid. 12:2:160-84
JosuÉ. juECES v RuT 297

Dos de las Carlas de El-Amarna. Estas cartas (que suman casi 300)
son pedidos de ayuda de los príncipes palestinos a los reyes de
Egiplo (alrededor de los años 1400-1350 a. de J.C.) y pueden reflejar
las condiciones de Palestina en la época de la conquista.
(Cortesía del Museo Británico.)

que, según la correspondencia de Amarna, era posible que ciertos indi-


vid uos o toda una población se hiciera babiri por el simple exped iente
de desertar del bando egipcio. Por ejemplo, en la carta numerada 185 en
la edición Mercer (J. A. Knudtzon, Die El-Amarna Tafeln [Las tablas de
el-Amarna) [Leipzig: Hinrich, 19 08-1 915). que de aquí en adelante
citaremos como EA; 111:44), Rib-Addi dec lara que los habitantes de
Laquis "se han hecho babiri." Hasta un egipc io como Amanl}atbi
[Amenotep) o Tusulti podría escapar por s us delitos o transgresiones,
huyendo a los SA. GAZ (EA 95:63). Sin embargo, debemos señalar que
estos términos de expresión no significan necesariamente la obtención
de una plena ciudadanía, por así decirlo, en las filas de los babiri, sino
que podrían no ser otra cosa que una simple manera de indicar un
cambio de adhesión o fidelidad , o la formació n de una nueva alianza.
Josué relata cómo los gabaonitas, o sea la liga hevea, efectuaron un
tratado de paz con los conquistadores israelitas, si bien lo hicieron
utilizando una estratagema. No puede caber ninguna duda de que otras
comunidades cananeas llegaron a simil ares acuerdos con los arrolla-
dores invasores para evitar su total destrucción. Los prin cipad os
cananeos que mantuvieron el conflicto contra Israel se resintieron
amargamente con los que se pasaron al otro bando, y es posible que se
hayan referido a esa maniobra como "convertirse en babiru".
298 RESE ·¡A CRiTICA DE u ' A I NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO T EST AME 1TO

Greenberg también observa que los SA.GAZ parecieran haber ope-


rado en grupos relativamente pequei'i.os y no relacionados entre sí, en
lodo el territorio d e Canaán, y de ahí que no muestran , en ningún
sentido, el cuad ro que presenta la narración de ]osué, dond e tenemos
grandes cuerpos de ejército que operan bajo un solo comando. Pero
digamos dos cosas respecto de esta observación. En primer lugar, las
cartas pudieran haber provenido de lapsos muy separados (p uesto que
virtualmente ninguna de ellas contiene fecha) que van desde el 1400 a.
de J.C. al final del reinado de Aknatón. Las referencias a las acti vidades
de los ba biru que parecieran implicar la puesta en acción de pequeños
grupos de soldados pudieran haber s ido escritas en el período pos-
terior, después de haber terminado la campaña militar prin cipal. En
segundo lugar, observamos que algunas de las cartas dejan la clara
impresión de que los babiri llegaron al territorio con gran fu erza y están
subyugando grandes porciones del mismo al mismo tiempo.
Un ejemplo digno de mención de este ú ltimo ti po es la EA No. 286
de Abdi-Ijeba: "Tan ciertamen te como el rey, mi señor, vive, cuando
los com isionados partan, diré: ;Perdidas están las tierras del rey! ¿No
me quieres prestar atención? ¡Todos los gobernadores están perdidos;
al rey, mi señor, no l e [qu eda] un [so l o] gobernador! ¡Preste el rey su
atención a los arqueros , y envíe el rey, mi señor, tropas de arqueros,
[pues] al rey no le [quedan] tierras! Los l]abiru saquean todas las tierras
del rey. ¡Si hubiere arqueros [aquí] este año, las tierras de l rey, mi
señor, permanecerán [intactas] pero si no hubiere arqueros [aquí] se
perderán las tierras del rey, mi señor! " También en EA No . 288, ruega:
" Que el rey cuide de su tierra. Se perderá la tierra del rey. Tod o me será
quitado; hay hostilidad contra mí. En cuanto a las tierras de Sheeri
[Seir] y aun hasta el Gintikirmal [es decir, m onte Carmelo] no hay paz
en todas esas regiones, sino hostilidad contra mí". Como es obvio se
refiere a la segunda fase de la campai'i.a de Josué, cuando s ubyugaba la
parte central de Palestina (si bien, claro está, no capturó la ciudad de
Jerusalén).
Muchos eruditos excelentes que han investigado prolijamente todas
las evidencias, ti enen la certeza de que los l]abiri de la correspondencia
de Amarna deben ser identificados con los hebreos del ejército de
Josué. Edward Meyer en Geschichle des Alterlums (1928) afi rma: " Está
fu era de toda duda la identidad s ustancial de los hebreos o israelitas
con aquell a parte de los l]abiri que las tablillas de Amarna mencionan
como invasores de Palestina ." Como evidencia señaló el hecho de que
las ciudades cuyos gobernantes mantenían correspondencia con Egip-
to, según las cartas de Amarna, eran Megido, Ascalón , Ako, Gezer y
Jerusalén , precisamente las ciudades que los is raelitas tardaron en ca p-
turar. Por otra parte, tal cual lo señala F. Bohl en Kanaanaer und Heb-
rae r (1911 , pág. 93), las ciudades (tales como Jericó, Beerseba, Bet-el,
)osuÉ. JuEcEs Y RuT 299

Gabaón y Hebrón) que ya habían caído ante el avance israelita o se


habían unido a las fuerzas d e Josué no figuran para nada en la
correspondencia.
Respecto a la solemnización del pacto nacion al en el monte Ebal y
en el monte Geri zim, cerca de Siquem (cf. josué 8 :30-35), es altamen te
significativo que Abdi-Hepa de Jerusalén acu só a esa ciudad-estado de
pasarse a la causa de los i]abiru (EA 289) : "¿O haremos todos com o
Labayu, que entregó la tierra d e Siquem a los i] abiru?" Si h ubo algún
entendimiento informal entre Josué y los siquemi tas, n o hubi era habido
dificultad para realizar una asamblea religiosa cerca d e esa poderosa
ciudad.
Se ha objetado que pocos son los nombres que figuran en las cartas
de Amarna que también apa rezcan en el texto del libro de Josué. Con la
parcial excepción d e Jafia (Ydpi'"), rey de Laquis , parecieran no corres-
ponderse ninguno de los nombres de la realeza. Se han hecho in ten-
tos ingeniosos para relacionar a Abdi-Jj:eba (Abdu-Ij.eba) con Adoni-
sedec,Spero estos intentos en vu elven mayores improbabilidades. Por
otro lado, no es de extraii.ar esta falta de correspon dencia en vista de lo
inestable de la época en que vivían, cuando las dinastías corrían el
riesgo de ser destronadas o asesinados sus titulares en rá pida sucesión .
Muchos de los nombres de la realeza que fig uran en Josu é pertenecen a
los primeros estadios de la conquista, y pudo simplemente haber oc u-
rrido que la mayor parte d e las cartas de Amarna prov inieron d e un
p eríodo posterior. A este respecto mencionemos que una de las cartas ,
EA 25 6, de Mut-Ba'lu de Megido, le sugiere al regente egipcio Yanha-
mu, que aquél está en contactos sufici entemente íntimos con Benenima
(o según otra grafía, Benilima) y Yasuya pa ra pregun tarles sobre el
paradero d el príncipe Pella que se había escondido y no se sabía d onde
estaba. Surge la pregu n ta en cuanto a s i " Benenima" es equivalente de
Benjamín y " Yasuya" de Josué. Es pos ible que la observación fuera de
n aturaleza irónica y retórica e implicara que los invasores israelitas
tenían algo que ver con la desaparición de Aya b de Pella. Sin con tar
con mayores conocimientos de las circunstancias , es imposibl e d ecid ir
este asunto en uno u otro sentido.
En este p unto, debe d ecirse algo sobre las seis conocidas repeti -
ciones d el nombre 'ap iru (o 'eperu, según J. A. Wi lson) en los regis tros
del imperio egipcio entre los años 13 00 y 11 50 a. de J.C. En tres oca-
siones figura 'apiru con referen cia a obreros inexpertos o no espec iali-
zados de las canteras; una vez indica qu e son prop iedad d el templo (en

4. )afi a es probablemente igual que Yapohu , rey de Gezer. mencionado en la tablilla EA


298. Obsérvese que jos ué 10:33 ind ica que Gezer estaba confederado con Laqui s. Es
posible , por lo tanto. que Horam de Gezer era un vasal lo de )afi a.
5. Cf. C. R. Conder, (lran s.) Th e Te/J eJ-Amarna TabJets (Las tablillas de Tell el-Amarna),
segunda ed ición (Londres: A. P. Wall, 1894). pág. 143.
300 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

una lista de siervos de Hierápolis durante el reinado de Ramsés Ill); y


una vez se refiere a trabajadores de un establo. Wilson arriba a la con-
clusión de que el término se aplica a extranjeros al servicio egipcio y
cuya condición era la de servidores o esclavos. 6 Pero en una ocasión se
los menciona como tropas mercenarias extranjeras. Por lo tanto hemos
de entender la palabra 'apiru en el más amplio sentido no étnico de
babiru , de la misma manera que figura en los registros cuneiformes
anteriores a la correspondencia de Amarna .
La más anli gua referencia se encuentra en la tumba de Puyemre en
el re inado de Tutmosis III. Luego, en la tumba de Antef, en el mismo
reinado; luego aparece en una lista de botín de guerra en la estela de
Menfis de Amenotep II (ANET , pág. 247). escrita al final de su segunda
campaña asiática (que contiene una noticia de 3600 'apiru llevados
como cauti vos). Después, Seti I, en la más pequeña estela de Betsán (cf.
ANET, pág. 255) registra un encu entro con los 'apiru del monte de
Yarumtu (es decir, Jarm ut) . Un relato de la Decimonovena Dinastía,
sobre la captura de jope en el reinado de Tutmosis III, se refiere a los
'a piru como potenciales ladrones de caballos (ANET, pág. 22). Entre las
ofrendas dedicadas al templo de Amón en Heliópolis, por Ramsés m,
figura un grupo de esclavos a los que se mencionan como 'apiru
(ANET, pág. 261). Ramsés IV menciona 800 arqueros 'apiru de ' Antiu,
aparentemente mercenarios en este caso.
Al estudiar las referencias egipcias resu lta fácil comprender que no
se pueden sacar conclusiones, ni en favor ni en contra de una fecha
temp rana ni de una tardía para el éxodo. Los 'apiru de la época de
Tutmos is III bien pudieran haber sido los israelitas; los mencionados
por Ramsés Il, Ramsés III y Ramsés IV pudieron haber sido hebreos que
no se uni eron al éxodo, o tal vez fueron llevados cautivos por merodea-
dores egipcios en la época de los jueces. En cuan to a los 'apiru con los
que chocó Amenotep II en Pa lestina central, difícilmente hubieran
podido ser israelitas (que en esa época estaban todavía confinados en el
desierto del Sinaí), si no saqueadores independientes denominados
babiru , en el sentido más gen eral del término.
En conclusión, podemos afirmar que si bien hay muchos problemas
y detalles individuales que aún tienen que ser resueltos, hay suficiente
acuerdo entre los datos obtenidos de la correspondencia de Amarna y
el relato de libro de Josué como para poder establecer una estrecha
conexión entre ambos escritos.
EL PROLONGADO DIA DE jOSUE

El libro de Josué registra varios mi lagros, pero tal vez ninguno tan

6. Wilson, en American }ournal of Semitic Longuoges (Pub licación americana sobre


idiomas semít icos), 49 (1933):275.
Josut j uEcEs Y RuT 301

notable ni tan universalmente discutido como el del d ía que fu e prolon-


gado 24 horas du rante la lucha librada en la batalla de Gabaón Uosué
10:12-14). Se ha objetado que si verdaderamente la ti erra hubiera de-
jado de rotar durante 24 horas , se hubiera provocado una i.nconcebible
catástrofe sobre todo el planeta y lo que está en la s u perHcie terrestre.
Al par que quienes creen en la omnipotencia de Dios difícilmente
aceptarían que Jehová no hubiera podido prevenir semejante catástrofe
y sujetar las leyes físicas que la hubieran provocado, no parece ser
absolutamente necesario sostener (en base al propio texto hebreo) que
el p laneta cesó súb itam ente de rotar sobre su eje. El versícu lo 13 afirma
que el sol " no se apresuró a ponerse casi un día entero." La expresión
"no se apresuró" parece indicar un retardo en el movim ien to de tal
manera que la rotación empleara 48 horas y no 24. En apoyo de esta
interpretación , las investigaciones han permitido descubrir relatos de
un día prolongado en fuentes egipcias, chinas e hindúes.' Harry Rim-
mer nos dice que a lgunos astrónomos han llegado a la conclus ión de
que falta un día comp leto en nuestros cálculos astronóm icos. Rimmer
afirma que e l profesor Pickering, del Observatorio de Harvard , estab le-
ció que ese día que faltaba coincidía con la época de Josúe;11 a la misma
conclusión arriba el doctor Totten de Yale (cf. Ramm, CVSS, pág. 159).
Sin embargo, Ramm n os informa que le ha resultado imposible hallar
algún documento que apoye este informe.
Se ha dedu cido otra posibilidad, a partir de una interpretación
ligeramente distinta de la palabra dóm, que la VRV traduce " detente".
Por lo general, este verbo significa permanecer en silencio, o cesar, o de
dejar de. El doctor E. W. Maunders, de Greenwich , y Robert Dick Wil-
son , de Princeton , interpretaron , por lo tanto, que la oración de Josué
fue una petición para que el sol dejara de enviar su rayos y las tropas
que luchaban pudieran arreciar la batal la en condic iones más favo-
rables. La granizad a tremendamente destructiva que acompañó a la
batalla le concede cierta credibilidad a este punto de vis ta que ha s ido
defendido por hombres de indiscutible ortodoxia. Sin embargo, tene-
mos que ad miti r que el versículo 13 parece favorecer la pro longación
del día: " Y el sol se paró en medio (o en un punto med io) del cielo, y no
se apresuró a ponerse casi un día entero. "
El Biblical Commentary on the Old Testament (Comentario bíblico
sobre el Antiguo Testamento) de Keil y Delitzsch , sugiere que hubiera
ocurrido una prolongación milagrosa del día, si a Josué y a todo Israel
les pareció que se había prolongado m ilagrosamente, por cuanto
pudieron ejecutar durante ese lapso el trabajo de dos días. Les h ubiera

7. Cf. Sir Char les Mars ton, Th e Bible is Tru e (La Biblia es veríd ica) (Lonclon: Eyre &
Spottiswood e, 1936).
8. Rimmer, T he Harm ony of Science and Scripture (Armonía e ntre la ciencia y la Escri-
tura) , tercera edición. (Gra n Rapids: Eerdmans, 1937) .
302 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

resultado d ificilísimo medir con exactitud el tiempo, de no ha berse


movido el sol (es d ecir de no haber rotado la tierra) a su velocidad
normal. Agregan la posibilida d d e que Dios produjo una prolongación
ópti ca de la luz so lar, continuando la visibilidad , después de la normal
puesta del sol, valiéndose de una especial refracción de sus rayos.
En el N ew Bible Commen ta ry (Nuevo comentario bíblico), el autor
del comentario al libro de Josué, Hugh J. Blai r, sugiere que Josué elevó
su oración tem prano por la mañana, puesto que la luna brillaba en
occidente y el sol en oriente. La respuesta vino en forma de una grani-
zada que prolongó la oscuridad y de esa manera facili tó el ataque de los
israelitas por sorpresa. 9 De esa manera , en la oscuridad d e la tormenta,
se comple tó la derrota de los en emigos. Deberíamos hablar en tonces de
la " pro longada noche" de Josué y no del "prolongado día". Por supues-
to que este punto de vista es esencialmente igual a la interpretación de
Maunders y Wi lson. Tal interp retación no requiere que la tierra deje de
girar sobre su eje, pero difícilmente encaja con la afirmación de 10:13,
de ahí lo dudoso de su validez.

EL EXTERM INIO DE LOS CANANEOS

En ciertos casos, tales como la captura d e Jericó y de Hai, Jos ué


relata que los israelitas exterminaron to talmen te a sus habitan tes,
siguiendo las órdenes de Jehová. Es preciso hacer hincapié en que fu e
de Dios, y no de los israelitas (si hemos d e confiar en la veracidad del
relato) la responsabilidad de este extrema medida . Y d ebemos subraya r
este hecho en vista de que muc hos sosti enen que los " m en talm ente
primi tivos y semisalvajes " israelitas ejecu taron semejante atrocidad
debido al atraso de su desarrollo religioso. El texto dice clarame nte que
Josué se limitó a poner en ejecu ción órd e nes d ivinas cuando estos
habitantes fueron indiscrimin adam ente pasados por la espada.
¿Cómo puede justificarse esta des trucción total'? La subsiguiente
historia de Israel s irve para demostrar señaladam ente el grave peligro
que corría Israel mientras se permitiera a los cananeos vivir entre ellos.
Dados, como lo eran , a las más degeneradas formas de politeísmo e
im p ureza sexual, estos dep ravados habitantes del territorio hubieran
ejercido sin duda alguna una n efasta in fl uencia y esparcido un mor-
tífero contagio entre el pueblo del pacto de Dios. Recientes descubri-
mientos arqueológicos han permitido desc ubrir claros testimonios de
las crasas y brutales características de la fe cananea tales como se ma-
nifiestan en la litera tura de las tablillas de Ras Samra. Pareciera que en
toda la región estaban más que dispuestos a incorporar a las prácticas
d e culto que les eran propias todos los cultos que practicaban las paga-

9. Blair, en New BibJe Commentary (Nuevo Comentario Bíblico] pág. 231.


j osuÉ. JuECEs Y RuT 303

nas naciones circunvecinas. Hallamos así una serie de dioses extran-


jeros: Tesub-tfepa (el dios horeo de la tempestad y su consorte); el culto
a Osiris-Is is de los egipcios; Samas (el dios-sol), Istar la diosa sedienta
de sangre de la guerra y del amor, y Tamus (un dios de la fertilidad) de
la Mesopotamia. Se han descubierto, en muchos sitios, estelas serpenti-
nas de Asera, e imágenes de Astarot con símbolos sexuales. En vista de
la corruptora influencia de la religión cananea, especialmente en lo
relativo a la prostitución religiosa (cf. la abominación de Baal-peor en
Números 25) y al sacrificio de niños, era imposible que pudiera man-
tenerse en Israel la pureza de la fe y del culto, a menos que hubiera la
completa destrucción de los cananeos, por lo menos en las regiones que
habrían de ocupar los hebreos . Gran parte de la periódica declinación
espiritual y de la apos tasía que caracterizaron la historia de Israel
durante la época de los jueces es atribuible a que toleraron a los habi-
tantes cananeos y su degen erada religión en medio de la tierra.
JUECES

El título hebreo de este libro es shópetfm, que significa jueces o


líderes ejecutivos. El título Kritai que le da la Septuaginta significa lo
mismo, es decir, Jueces. El título deri va del tipo de gobierno o de
liderato característico de las tribus israelitas en el lapso que corre desde
la muerte de Josué a la coronación del rey Saúl. El tema básico del libro
es el fracaso de Israel, com o teocracia , de mantenerse fi el al pacto, aun
bajo la dirección de hombres escogidos para librarlos de la opresión de
un mundo pagano. Los frecuentes y repetidos fracasos de las doce
tribus por mantenerse fieles a Dios y a sus santas leyes, prepararon el
camino para la institución de una monarquía central.

BOSQUEJO CENERt\L DE JUECES

l. Conqu ista parcial de Canaán por las fuerzas israelitas, 1:1 - 2:5
11. Razones que explican la supervivencia de remanentes cananeos ,
2:6 - 3:6
III. Opresión bajo Cusan-risataim, y liberación por man o de Otoniel,
3:7-11
IV. Opresión bajo Eglón y Moab, y liberación por mano de Aod,
3:12-30
V. Hazañas de Samgar, 3:31
VI. Opresión baj o Jabín y Hazor, y liberación por mano de Débora y
Barac, 4:1-24
VII. Cántico de Débora , 5:1-31
VIII. Opresión bajo Madián, y liberación por mano de Gedeón, 6: 1 -
8:35
304 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTA1\•IENTO

IX. Carrera del tirano Abirnelec, 9:1-57


X. Judicatura de Tola y Jair, 10:1-5
XI. Opresió n bajo los amonitas, y liberación por mano de Jefté,
10:6-12:7
XII. Judicatura de Ibzán, Elón y Abdón, 12:8-15
XIII. Opres ión bajo los filisteos, y haza ñas de Sansón, 1 3:1- 16:31
XIV. El sacerdote de Micaía y migración danita, 17: 1 - 18:31
XV. Atrocidad en Gabaa y la guerra benjaminita, 19:1 - 21:25

FECHA DE COMI'OSICION

Las evidencias internas señalan un período del com ienzo de la


monarquía, pero antes de la captura de Jerusalén por David (alrededor
del año 990 a. de J. C.). La expresión de 18:1 que se repite en 19: 1 , "En
aquellos días no había rey en Israel," sugiere que la composición del
libro se remonta al comienzo de la monarquía, antes de la desdichada
d ivisión del reino, cuando nuevamente los disturbios y desastres afli-
gieron a la nación. Lo más probable es que el libro terminó de escribirse
al comienzo d el reinado de David; pero Ju eces 1:21 : "el jebuseo habitó
con los hijos de Benjamín en Jerusalén hasta hoy"; seguramente se
refiere a l pe ríod o a ntes que David capturara la ciudad y la designara
capital del reino h ebreo. Jueces 1:29 asegura que los cananeos todavía
vivían en Gezer y no se habían sometido a la soberan ía israelí. No hay
duela de que ello indica un período anteri or al momento en que el rey
de Egipto capturó la ciudad ele Gezer y se la entregó a Sa lomón como
dote de su hija (aproximadamente el año 970 a. de J.C.). Según algunas
porciones del libro, la fecha de composición sería anteri or a la época de
Dav id , pues Ju eces 3:3 se refiere a Sidón co mo la principal ciudad de
Fenicia y no a Tiro (que comenzó a superar a Sidón inmed iatamente
después del siglo XII a. de J.C.).
Una aparente dificultad contra una fecha tempra na de composición
lo plantea Ju eces 18:30 : "Y Jonatán hijo de Gersón, ... él y sus hijos
fueron sacerdotes en la tribu de Dan, hasta el día del cauti verio de la
tierra." Si esto se refiere a la conquista asiria del año 73 2 a. de J.C.
cuando Tiglat-pileser III capturó el territorio norte del reino de Sama-
ría, este ve rsículo a l m enos vendría de finales de l s iglo VIII, si no más
tarde aún.
Unger (lGOT, pág. 292) sugiere que este versículo pudiera haber
sido insertado por un editor posterior, propu esta altamente cuestio-
nable. Young y Steinm ueller han planteado la cuesti ón de si la palabra
que trad uce " ti erra" ('ere~) era un término original, y se inclinaron por
la opin ión de que debía ser enmendado por una palabra que traduce
"arca", ('orón), que implicaría simplem ente el cambio de una letra (nün
JosuÉ. JuEcEs Y Rur 305

final en lugar de !sadhe final). La frase enmendada, " del cauti verio del
arca," se referiría al desastre que sufrieron los israelitas en la batalla de
Silo el año en que murió Elí. Sin embargo, no resulta fácil ver cómo esto
pudiera te ner alguna importancia en relación con lo que ocu rrió en el
extremo norte del territorio israelita, en la tribu de Dan. No obstante
ello, Moeller (GATE, pág. 150) señala la estrecha relación entre Jueces
18:30 y 1 Samuel 4:21 ("¡Traspasada es la gloria de Israe l! " por haber
sido tomada el arca d e Dios). En ambos casos se utiliza el m ismo verbo
gálah (ir en cautividad) , la forma verbal en Samuel y la forma nominal
en Jueces. Más aún , Jueces 18: 31 establece una estrecha relación entre
la institución d el c ulto idolátrico en Dan y la ex istencia de un culto
legítimo a Je hová en Silo. A la luz de estos datos, se jus tificaría tal vez
la substi tución d e la pa labra "tierra" p or el término "arca".
Pero una tercera y más simple sugerencia sería que el " cau tiverio de
la tierra" pudiera referirse a una aplastante derrota mi litar y deporta-
ción que habría ocurrido en algún período posterior a los jueces, en el
curso de alguna sangrienta guerra fronteriza. Como la ciudad de Dan
estaba situada en el flanco norte, sus habitantes bien pod ían haber sido
derrotados por a lgún invasor extranjero tan súbitame nte como los dani-
tas capturaron la ciudad a sus anteriores habitantes (cf. ju eces 18:27-
28) . En base a esta interpretación, Jueces 18:3 0 se refiere únicamente al
territorio de Dan y no indica, n ecesariamente, ninguna fecha de com-
posición posterior al reinado d el rey David .

PATERNIDAD LITERARIA Y UNIDAD DE COMPOSICION DE JUECES

Si bien p od emos d educir de lo anterior la fecha a proximad a de


composición , es decir, alrededor del año 1000 a. d e J.C., no hay claras
evidencias sobre la identidad de su autor. Su punto de vis ta es indis-
cutiblemente profético , pues mide la historia d e Israel con la vara de s u
fid elidad al pacto de Je hová. (Debe notarse que el pro pósito de este
libro no es el de glorificar a los antepasados de Israe l, como lo sostienen
algunos autores, sino más bien glorificar la gracia del Dios d e Israel.) Lo
natural sería su poner que el mismo Samuel o alguno d e sus discípu los
fue ron los responsables de la compilación de esta historia. Qui enquiera
que fu era el autor, parece haber recurrido a fu entes origi nales, algunas
de las cuales, al m enos, estaban escritas en el dia lecto d el Israel del
norte , tales com o Ju eces 5 (el cántico de Débora) y el ciclo de Gedeón
(capítulos 6-8) donde hallamos rep etido varias veces el pro nombre re-
lati vo se (en lugar d el usual '•ser). Cualesquiera que fueran las fu e ntes
anteriores, es inconfundible la unidad en el orden y e n la estructura.
Todo el material con que ha contado el autor lo dis puso de acuerdo a
un plan unitario y ajustándose a una sola idea dominante: el bienestar
de Israel d e pende de su relación espiritual con Jehová. Utiliza fórmulas
306 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A L A NTICUO T ESTAMENTO

características para iniciar o cerrar cada etapa de la narración . Una de


las introducciones características es; "Los hijos de Israel hicieron lo
malo ante los ojos de Jehová" (cf. 3:7, 12; 4:1 ; 6:1; 10:6; 13:1). A m enudo
se cierra una sección con el comentario: " Y reposó la tierra (un determi-
nado número de) años"; como en 3 :11, 3 0 ; 5:31; 8:28. Moeller (GATE,
pág. 147) señala que los 14 jueces están dispuestos de tal manera que
Otoniel y Sa nsón fi guran solos al comienzo y al final de la serie, pero
los intermedios están habitualmente apareados de dos en dos. Así,
Samgar (3:31) aparece brevemente como adjunto de Aod (3:12-30);
Barac, por s upuesto, aparece unido a Débora; hay una clara conexión
entre Gedeón y su hijo, Abimelec. 10 •

PROBLEMAS DE CRONOLOGLA

Si se suman todos los años que sirvieron los diversos jueces, y a ese
resultado se agregan los períodos d e opresión, forman un gran total de
410 años. Pero el largo período de 480 años, que da 1 Reyes 6:1, no
permite más de 292 años entre la judicatura de Otoniel y la de Elí. Por
lo tanto , h emos de entender que muchas de estas carreras de servicio se
superponían o hasta eran contemporáneas. La afirmación de Jueces
10:7: "Jehová . . . los entregó en mano d e los filisteos , y en mano de los
h ijos de Amón " ; indica claramente que Sansón y Jefté tu vieron que
haber sido contemporáneos, ya que la opresión de los amonitas y la de
los filisteos ocurrió aproximadamente al mismo tiempo. J. B. Payne ha
calcu lado una cronología bás ica para los seis jueces más importantes y
que van desde Otoniel, en el año 1381 a. de J.C. hasta Samuel, cuya
carrera terminó en el año 1050 a. de J.C." La validez de este método de
calcular se ve confirmada por el comentario de Ju eces 11: 26 donde Jefté
estima que el interín entre la ocupación israelita de Hesbón y la fecha
de la guerra amo nita fue de 300 años. Esto permitiría una ocupación de
la Transjordania entre los años 1400 y 1100 a. de J.C. Debemos señalar
el h echo de que el libro de Jueces, propiamente dicho, no fij a una fecha
para todo el período de los jueces; por ello no hay razón alguna por
la cual vari os períodos de ju dicatura no h ubieran podido ser
contemporáneos .

CONTRIB UCIONES ARQUEOLOGICAS PARA UNA MEJOR COMPRENSION DE EST A ERA

Ya hemos dedicado un buen espacio a la importancia de las cartas


de Tell el-Amarna en relación con el período de conquista posterior al
general Josué . Justo es decir, también, que un prolijo estudio de los

10. Cf. Raven, OTI, pág. 158, para una lista de expresiones pecu li ares d e ju eces y que
característicamente se repiten en este libro.
11. Payne, OHH. pág. 79.
Josut. JuEcEs v RuT 307

datos aportados por estas cartas indica que la conquista hebrea, des-
pués de los éxitos iniciales resultantes de un esfuerzo combinado, dis-
minuyó n otoriamente el avance. A numerosas ciudad es-estados que
fue ron derrotadas por Josué, se les permitió reocupar sus respectivas
capita les y bregar por su supervivencia. Laquis, por ejemp lo, fue clara-
m ente derrotada por Josué entre los años 1400 y 1390 a. de J.C. (cf.
fosué 10:32), pero Tell el-Hesi (la probable localidad de Laquis) no
parece ha ber s ido totalmente destruida por fu ego hasta aproxima-
damente el año 1230 a. de J.C. (Las excavaciones arqueológicas h an
permitido descubrir tiestos escritos en egipcio hierático que registran
entregas de trigo hasta el "año 4" de un cierto faraón que, sobre la base
de series cerámicas podría ser el faraón Mernepta, según la opinión de
Albright y otros eruditos.) Restos correspondientes a la Edad de Bronce
Posterior, ha llados en Tell Beit Mirsim (que hasta hace poco era identi-
ficado con Debri) indican que no fue destruida hasta aproximadamente
el aJ'io 1200 a. d e J.C. Los arqueólogos datan la caída de Megido (ver
Josué 12:21) entre los años 1150 y 1050 a. de J.C. Por s upuesto que no
fue necesario que los conquistadores israelitas d estruyeran totalmente
las ciudades que in icialmente tomaron por asalto, pero con el correr de
los años, al crecer la población hebrea , pudieron ejercer un control más
efecti vo sobre el territorio que el Señor les e ntregó.
Otro hec ho importante de este período fue la perpetuación de la
autoridad egipcia a l menos hasta el siglo XII a. de J.C. Ya se1'i a la mos que
ni Josué ni Jueces m encionan el mantenimiento d el poder egipcio a lo
largo de las principales rutas comerciales en Pa les tina. Como ya lo
dijimos anteriormente, este silencio no puede ser explicado satisfacto-
riamente por la teoría del éxodo tardío, pues en el texto hebreo no se
menciona para nada la exitosa acción de Mernepta en e l año 12 29 a. de
J.C., n i la persistencia del poderío egipcio e n centros claves como Megi-
do y Bet-Seal'l, si tios donde se descubrieron inscripcion es con el nom-
bre de Ramsés Ili (1198-1 1 67 a. de J.C.) John Garstang comprobó un
claro sincronismo entre los diversos períodos de " re poso", menciona-
dos en Jueces y un estado de efectivo control egipcio e n Palestina. La
vigilanc ia de las principales vías comerciales por parte de tropas egip-
cias inhibiría natura lmente la agresividad de las nacio nes cananeas sin
que necesaria mente se viera afectada en forma drás tica la vida d e los
propios israelitas, que en gran nú mero p ermanecieron e n los zon as
montañosas (cf. Ju eces 1:19) en las prime ras fases de su ocupación .
Consecuentemente n o hubiera h abido ocasión de menc ion ar a los egip-
cios por sus nombres, y bien hubiera podido ocurrir que simplemente
se res istie ron a mencionarlos.
En cu anto a los fili steos, mucho se ha d iscutido res pec to a la fecha
de s u asen tamie nto en la costa suroccidental d e Palestina. Debido a una
inscripción de Ramsés III hallada en Med inet Habu que registra una
308 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

victoria naval sobre los filisteos al rededor del año 1195 a. de J.C.,
muchos críticos supusieron que fue su derrota a manos de los egipcios
la que primeramente los impulsó a radicarse en la costa palestina. De
ahí concluyen que toda mención a los filisteos con anterioridad al año
1195 a. de J.C. es necesariamente anacrónica ya sea en Génesis 21 , Jos ué
13 o Jueces 3. Según esta interpretación, ni Abraham, ni Isaac pudieron
haber hallado filisteos en Gerar como lo relata el Génesis (cf. Génesis
21:32, 34; 26:1, 8, 14, 15, 18). Pero el hecho de que los merodeadores
filisteos fueron rechazados por Ramsés Ili hacia el litoral palestino, no
constituye prueba alguna de que no h abitaron allí filisteos antes de ese
tiempo. Las referencias bíblicas demuestran que eran un pueblo hete-
rogén eo compuesto por diversos grupos entre los que se contaban los
caftoreos, los quefteos, los cereteos y los peleteos. Las probabilidades se
inclinan en favor de que varios de estos grupos emigraron en olas
sucesivas desde la isla de Creta. Ya en el periodo minoico los habi-
tantes de Creta eran activos mercaderes antes de la época de Abraham.
Como tales se hubieran sen tid o esti mulados a establecer cen tros
comerciales en la costa palestina.

EL SACRIFICIO DE LA HIJA DE )EITE

Digamos algunas palabras sobre un episodio dellíbro de los Jueces


que ha provocado gran perplejidad y ha llevado a menudo a erróneas
conclusiones. Aparentemente Jefté ofreció a su hija como sacrificio
humano sobre el altar, en cumplimiento de su imprudente y arrebatado
voto Uueces 11:30, 31; cf. versículo 39). El término hebreo que traduce
"holocausto" es 'ólah, que en todas partes significa un sacrificio cruen-
to totalmente consumido por el fuego sobre el altar. Pero, como lo
señalan Keil y Delitzsch, esta interpretación de un sacrificio humano,
literalmente entendido , no se sostiene a la luz del contexto.
l. Siempre se entendió, desde los días de Abraham (cuyo hijo Isaac
Dios substituyó por un cordero) que el sacrificio hu mano era una ofen-
sa y una abominación a Jehová, expresamente prohibido en Levítico
18:21; 20: 2-5; Deuteronomio 12: 31 ; 18 :10. No hay evidencia de que
algún israelita ofreciera sacrificios humanos antes de los días de Acaz
(743-728 a. de J.C.). Es inconcebible que un hombre temeroso de Dios
como lo era Jefté pudiera suponer que agradaría a Dios ejecutando
semejante crimen y abominación.
2. Concedió a su hija dos meses para expresar su pesadumbre, no
para condolerse ante la próxima pérdida de su vida, sino para lamen-
tarse por su virgini dad (b•túlím) Uueces 11:37-38).
3. El versículo 39 dice que después que Jefté cumplió su voto y la
ofreció en "holocausto", "ella nunca conoció varón". Ese hubiera sido
un comentario inútil e insustancial, si la hubieran matado. Pero tiene
josuÉ. j uEcEs Y RuT 30 9

perfecta importan cia, si fu e dedicada al servicio de Jehová en la puerta


del tabernáculo por el resto d e su vida. (Para referencias a mujeres
devotas que prestaron servicios en conexión con las prácticas de culto
de la nación, cf. Exod o 3 8 :8 y 1 Samu eJ 2:22; tambi én Ana en los días
de Jesús, Lu ca s 2:3 6-37 ). El rasgo con moved or de la situación en este
caso no fue que la hi ja de Jeft é se dedicara al servicio d ivino, sino la
extinción de la descendencia d e Jefté, puesto que no tenía otros hijos o
hi jas. De ahí que tanto él como ella endecharan su virginidad. No hu bo
ni ngún sacrificio h uma no.

RuT

Es te libro lleva com o título el nombre del personaje principa l, c uya


biografía relata. Es incierta la etimo logía de este nombre; a lgu nos han
s ugerido una m odificación moabita del hebreo r•'út, am istad . El propó-
s ito del libro es relatar u n e pisodio en la ascendencia d el rey David , que
narra la introducción de sangre no israelita en su linaje. Tam bié n en-
se ña el largo alcance de la gracia d e Dios que está dispuesta a ace ptar
au n a los gentiles con vertidos e n la comunión de su pueblo redimido.
Tal vez su mayor im porta ncia radica en el hecho d e poner en evid encia
la función d el góél , es d ecir del pariente rede n tor o rescatado r.

BOSQUEJO GENERAL DE RUT

l. Migración y estada en Moab, 1:1 -5


!l. Decisión d e Rut de volver con Noem í a Judá, 1:6-18
lll. Apesadumbrado re torno a Belén , 1:1-22
IV . Booz, un amigo en la necesidad , 2: 1-23
V. Invocación d e la ley d el rescate, 3:1-18
VI. Booz acepta su responsabilidad como gó'éi, 4: 1-16
VII. Prom esa y poste ridad , 4 :17-22

FECHA DE COMPOSIC!ON

El marco histórico d e este librito se coloca en la época de los jueces


(Rut 1:1) , y pareciera haber s ido com p uesto alreded or d el mismo ti em-
po en que se escribió el libro de Ju eces. No pudo haber sido escri to
antes de los días d el rey David , puesto que el monarca es designado por
su nombre (Rut 4 :22 ). De haber sido escrito tardíamente, por ejemplo en
la época de Salomón , es más que probable que el famoso hijo de David
hubie ra sido incorporado a la lista de los d escendientes d e Rul.

12. Cf. Keil y Delitzsch , ]os h uo. ]udge s. Ruth Uos ué , j ueces , Rut) (Gran d Rapids:
Eerd mans , 1950). págs. 388-95.
3 10 RESEÑA C RíTICA lJE UNA l NTROlJUCCIÓN AL A NTIGUO TESTi\MENTO

Los críticos de la escuela liberal insisten en una fech a posterior al


reinado del rey Josías, en razón de que Rut revela conocer el capítulo 25
del Deuteronomio , y el Deuteronomio (de acuerdo con ellos) fu e com-
puesto precisamente antes de la reforma de Josías. La mayoría de los
críticos le asignan una fecha alrededor del año 550 a . de J.C. , más o
menos el tiempo del exilio, y otros calculan cien años más tarde, con-
siderando que el libro fu e una respuesta a la estricta apli cación de la ley
por parte de Nehemías en contra de las esposas extranjeras. Es intere-
san te seü alar que Albright expresa su preferencia por una época ante-
rior al reinado de Josías, haciendo caso omiso de s u dependencia del
Deuteronomio . En la obra Old Testam ent Commentary (Comentario al
Antiguo Testamento ), Alleman-Flack menciona la demostración de
Millar Burrows de que la costumbre legal descrita en conexión con el
casam iento de Booz y Ru t representa una etapa anterior a la de las leyes
del Pentateuco respecto al matrimonio de levirato. Por lo tanto, sobre
estas bases cuestionables, Albright manifiesta : "No podem os fijar
la fecha del grueso del libro de Rut después del siglo VII, y una fech a
tan tempra n a como e l s iglo IX es muy posib le p ara e l po ema
fundamental. " 13
En apoyo de una fecha tardía , algunos críticos han señalado supues-
tos arameísmos tales como lah én en 1 :13 y mara' en 1 :20. Claro está que
lahén existe en arameo con el significado de "por lo tanto", pero como
vocablo hebreo puede traducirse "a e llas" en el sentido de " para esas
(cosas)". Si bien es cierto que mara ' ('amargura') se escribe de una
manera aramea, su equ ivalente hebreo por un sonido idéntico difiere
escasamente en su escritura. Ad emás , puesto que ya que se han hallado
inscripciones tan remotas como del siglo IX a . de J.C. con escritura
cananea y aramea en el mismo texto," son muy débil es las bases que
brindan estas dos discutibles palabras para fijar una fecha tard ía para la
compos ición del libro.
En cuanto a la historicidad de la narración, Rut nos ofrece una clara
imagen de las costumbres de ese remoto período. En aquel tiempo
(antes que los moabitas se amargaran por el dominio israe lita) era per-
fectamente natural que una familia judía se refugiara en Moab en tiem-
pos de sequía y de hambre. Bajo esas circunstancias ta mbién era natural
que los jóvenes se enamoraran y casaran con habita ntes de ese territo-
rio. El hecho de que David descendiera de una mujer moabita, explica a
entera satisfacción por qué él buscó refugio bajo la protección del rey
de Moab cuando Saúl lo persiguió. Como lo señala Young, "El mismo
hecho de qu e Rut, la antepasada de David, era una mu jer moabita, es

13. Albright, en 0 /d Teslament Commen lary (Comentario sobre el Antiguo Testamento) .


pág. 147.
14. Cf. la insc ripción Za kir mencionada en el capítulo 10, pág. 151 .
j osut j uECEs Y RuT 311

suficiente a rgume nto en favor de la historici d ad del libro."

ENSEÑANZA BAS!Ci\ DEL LIBRO

Las enseñanzas bási cas de Rut pued en agrupa rse e n tres títulos
principales.
1. Nos ofrece un anticipo de las grandes bendiciones que habrían
d e venir: los gentil es pueden incorporarse a la comun id ad de Israel en
condiciones de arre pentimiento y de fe en Jehová .
2. La maravillosa e inesperada providencia d e Dios se manifiesta
en la inclusión de un extranjero en el lin aje real del Mesías (cf.
Mateo 1 :5) .
3. El parie nte cercano prefigura al Mes ías, el góél que llena los
siguie ntes requis itos y funciones del pariente: (a ) tie ne que ser un
parie nte consanguín eo (de la misma manera que lo fu e Cris to por s u
nacimie nto virginal) ; (b) tiene que conta r con e l di nero necesario para
comprar la he redad enajenada (4:10; así como so lamente Cristo tuvo el
mérito d e paga r el precio por los pecadores); (e) debe estar dis puesto a
comprar la heredad enajenada (4:9; así como Cristo puso su vida por
voluntad propia); (d) d ebe estar dispuesto a contraer matrimoni o con la
mujer del pariente fallecido (4:10; símbolo de la relación de marido y
es posa que hay entre Cristo y su Iglesia). Por lo tanto, y desde este
punto de vis ta , el librito de Rut es uno de los m ás ins tructivos del
Antiguo Testam ento con respecto a la obra m ediad ora del Señor Jesús.

15. E. J. Young. IOT , pág. 340.


CAPITULO 20
1 y 2 SAMUEL, 1 y 2 REYES
Originalmente parece que la Biblia h ebrea consideró los dos volúmenes
de Samu el como un solo libro. Lo mismo cabe decir de 1 y 2 de Reyes.
Esta es la razón por la cual Josefa , en el primer siglo d. de J.C. consideró
que eran 22 los libros del Antiguo Testamento (cf. capítu lo 5, pág. ).
Pero los judíos alejandrinos reunieron los dos libros de Sam uel y los
dos de Reyes como libros de los " reinos " (basileión) y luego los s ubdi-
vidieron en cuatro libros de los "reinos". Con el correr del tiempo , la
Vulgata Latina abandonó el término libros de los reinos (Jibri regnó-
rum) y adop ta ndo la división hebrea entre Sa muel y Reyes, estableció
los títul os que la iglesia occidental ha utilizado hasta nuestros días.
(Pero la iglesia oriental todavía habla de 1 y 2 Samuel como 1 y 2
Reinos y 1 y 2 Reyes como 3 y 4 Reinos. No fu e sino en la edición de
Bomberg, en el año 1517 , cuando la Biblia hebrea hizo la división de
Samuel y Reyes en dos libros.

1 y 2 DE SAMUEL

Ambos libros se escribieron para narrar la fundación de la monar-


quía hebrea . De ahí que incluyan: (a) la carrera de Samu el, el formador
de reyes 1 ; (b) la carrera de Saúl, el rey infiel que , echando por la borda
el pacto , se transformó en un tirano; (e) la carrera de David, rey ver-
daderamente teocrático , que fundó la permanente y válida dinastía de
la que habría de nacer el Mesías .

BOSQUEJO CENERALE DE 1 SAMUEL

l. La carrera de Samuel y la liberación de mano de los fi listeos, 1:1 -


7:17
A. La madre de Samuel y su canción , 1:1-2:10
B. Noviciado de Samuel en el templo , 2 :11-3: 2 1
C. Desastre en Silo y muerte de Elí, 4: 1-22
D. El cautiverio del arca en Filistea , 5:1 - 6:21

1. El nombre Sh•m ü'él es diversamente interpretad o como .. el nombre d e Dios", "Su


nombre es Dios" o aun "ofdo de Dios", cuando es un apócope de Sh•mú'él.

312
1 y 2 S i\M UEL. 1 y 2 R EYES 313

E. El retorno del arca a Israel, 7;1-1 7


Il. Ascenso d el rey Saúl al poder, 8: 1 - 15:35
A. Petición de u n rey por parte de los israelitas 8:1-22
B. Saúl es u ngido por Samuel y reivin dica do por la v ictoria, 9 :1 -
11:15
C. Discurso final de Sam uel al pueblo, 12: 1-25
D. Victorias de Saú l y Jonatán sobre los filisteos, 13:1 - 14:52
E. Campaña de los amalecitas y desobediencia de Saú l, 15:1-35
Ill. Decl inación de Saú l y surgimiento de David, 16:1 - 31:13
A. David es ungido por Samuel y prese ntado en la corte, 16:1-23
B. David libera a Israel al matar a Goliat, 1 7: 1-58
C. Hu ida de David debido a los celos de Saúl, 18:1 - 20:42
D. Deambulación de David como un proscrito, 21 :1 - 30:31
E. Ultima batal la de Saú l; su m uerte en el monte de Gilboa , 31:1-13

BOSQUEJO GENERi\L DE 2 Si\M U EL

l. Carrera de David como Rey de Ju dá y de todo Israe l, 1:1 - 14:33


A. Lamentación de David por la muerte de Saúl y Jonatán , 1:1 -27
B. Coronación de David en Hebrón; la guerra con Abner, 2:1-32
C. Defección de Abner y su muerto por mano de Joab 3:1-39
D. El asesinato de ls-boset, 4: 1-12
E. Establecimiento de la unidad nacional y religiosa, 5:1 -6:23
F. Pacto de Dios con David : el rey mesiánico, 7: 1-29
G. Extensión del dominio de David hasta los lími tes de la Tierra
Prometida, 8:1 - 10:19
H. Pecado de David con Betsabé y su arrepentimiento, 1 1:1-12:31
l. Infamia de Amón y venganza de Absalón , 13 :1 -14:33

ll. Fase final del rei nado de David, 15:1 - 24:25


A. La rebelión de Absalón y derrota fina l, 15:1 - 18:33
8 . David reconquista e l poder, 19:1 - 20:26
C. El hambre y la venganza de los gabaonitas cont ra los descen-
dientes de Saúl, 21 :1-14
D. Ultimas guerras contra los filisteos, 21:1 5-22
E. Salmo de alaban za de David y testimonio final, 22:1 - 23:7
F. Lista de los va li entes de David , 23:8-39
G. Pecado de David por orden ar un censo de l pueblo; cese de la
plaga al erigirse un altar , 24:1-25

FECIIA Y COMPOSICION

A juzgar por las evid encias internas, difíc il mente p udieran h aberse
escrito los libros de Sam uel antes d e la muerte de Salomón. En 1
Sam uel 27:6 leemos que la monarquía divid ida era un hecho: "Siclag
314 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

vino a ser de los reyes d e Judá hasta hoy". Si bien no figura una nota
necrológica sobre David, las últimas palabras parecieran implicar un
conocimiento de su muerte . Faltan datos precisos en cuanto a la fecha
de su composición, y ninguno de los eruditos tan conservadores como
Steinmueller, Young o Moeller pueden fijarla con más aproximación
que entre los años 930 y 722 antes de Cristo.
Los críti cos racionalistas, al analizar el libro sostienen que está
compuesto de dos documentos (Pfeiffer) o posiblemente de tres (Eiss-
feldt, que descubre L, J y E). Sostienen que algunas de sus porciones
pertenecen a Salomón, y otras partes le fueron añadidas hasta el año
550 a. de J.C. por un redactor de la "escuela del Deuteronomio". Es
digno de mención el h echo de que hay tantas evidencias de una fecha
temprana, en algunas secciones de SomueJ, que hasta un crítico di-
visionista como lo es R. H. Pfeiffer , pudo asignar la parte más antigua
del libro a un autor del siglo X a. de J.C. , tal como Ahimaas el
sacerdote. 2 Pero a otras porciones les asignan fecha tan tardía como el
tiempo del exilio, debido a que se hace referencia a los levitas en 1
Samuel6 y 7. 3 Se aplica la misma técnica general de análisis que la que
se utiliza para la crítica al Pentateuco, con el propósito de aislar relatos
paralelos y dobles que demuestran tales "inconsecuencias" entre s í
como para indicar diversas paternidades literarias en distinto s
períodos de la historia de Israel. Por ejemplo, sostienen que hay dos
actitudes diametralmente opuestas respecto al establecimiento de una
monarquía en Israel: la de 1 Samuel 7 y 8 (que entraña una condena-
ción divina por la falta de fe del pueblo al solicitar un rey) y la del
capítulo 9 (especialmente el versículo 16) con sus magníficas promesas
de bendición para el rey a quien habrá de ungir Samuel.
Lo que estos críticos no logran ver es que la condenación por la
posición antiteocrática adoptada por la nación, no anula la bendición
de Dios sobre el instrumento humano que ha escogido para dirigir a su
pueblo bajo la nueva forma de gobierno que equivocad amen te ha
preferido.• A lo largo de la his toria hebrea hallamos numerosos ejem-
plos de este tipo de respuesta divina ante Jos errores humanos. Por
ejemplo, a pesar de los crímenes perpetrados por David para adquirir a
Betsabé como esposa, Dios magnánimemente escogió a su segundo hijo,
Sa lomón , como sucesor de su padre, el más glorioso de sus descen-
dientes . La artificialidad de la estratificación de la alta crítica se pone

2. Pfeiffer, IOT, pág. 356.


3. Cf. A. Bentzen , lOT, 2:95
4. Cf. el comentario de K. A. Kitchen sobre la pretend ida denuncia de Samuel contra la
monarqufa en 1 Samuel 8. Kitchen compara esto con documentos de Alalah y Ugarit que
advierten a los poderes civiles regu lares (no abusos) que un rey terrenal as umirla el poder
para gobernarlos. El propósito de Samuel fue simp lemente el de advertir a sus conciuda-
danos sobre el costo de la monarqufa . AOOT. pág. 158; cf. para mayor abundamiento
BASOR No. 143 (1956).
1 y 2 Sl\)\l lJEL. 1 y 2 R I::YES 315

de manifiesto por el hecho de que en las últimas partes d e la narración


aparecen entrelazadas alusiones d e las primeras secciones, pues con
frecuencia estas alusiones cortan todas las líneas divisorias que han
trazado los críticos. Ciertas frases características en las fu entes supues-
tamente distintas se repiten con tan ta frecuencia, que tornan a ltamente
dudosa toda la técnica analítica utilizada. 5
Si bien no puede co lumbrarse un estrato postdavídico, no hay duda
de qu e quie n compiló los libros de Samuel echó ma no d e ciertas
fuen tes anteriores, como por ejemplo, el libro de jaser, mencionado en
2 Samuel 1:18. Y aunque no se h ace referencia por n ombre a otras
fu entes o escritos, es más que probable que fueron consu ltados los
archi vos oficia les, incluso los " Hechos del rey David," compuestos por
Samuel, atá n Y Gad (según lo afirmado en 1 Crónicas 29:29).

PRESERVI\CION DEL TEXTO

Por alguna razón que d esconocemos, el texto de 1 y 2 Samu el


parece haber s ido ma l preservado en la revisión masorética, peor que
ningún otro libro de la Biblia. Una exp licación razonab le sería que el
texto oficial d el templo, escrito en el período intertes tamc ntario, se
basaba en un antiquísimo Vorlage [manuscrito anterior del cual fue
copiado) que conten ía ocasionales lagunas (tal vez debido a la acción
destructiva d e los gu sanos o al nat ural desgaste producido por el uso). 6
Esto explicaría, por ejemplo, la ausencia de un número antes d e la
pa labra "años" en 1 Sam uel13:1: " Era Saú l de .. . años cuando come n-
zó a reinar, y había reinado ya dos años sobre Israel" (Version Nácar-
Colunga). [Nota del traductor: La VRV dice así : " Había ya reinado Saú l
un año; y cuando hubo reinado d os aúos sobre Israel. " La Biblia de
jerusalén directamente excluye el versículo y su nota marginal dice que
el hebreo traduciría así: "Saúl tenía un aúo cuando llegó a ser rey y
reinó dos años sobre Israel," lo cual es absu rdo. El versículo no aparece
en la antigua vers ión griega.) Pero un estudi o de Samuel , segú n la
Septuaginta , indica que su Vorlage estaba e n mejores condiciones que
el d e la tradición masorética, de ahí su extraordinaria utilid ad para la
crítica textual d e estos d os libros. En las cuevas de Qum ran se han
hallado varios fragmentos importantes que contien en un texto hebreo
apreciablemente más semejante a la Septuagin ta que al T M. 7 (Sin
embargo , ni s iquiera la Septuaginta ayuda a descubrir el n ú mero que
falla e n 1 Sam uel 13:1). Así también en 1 Samuei12 :11 una le tra 'ayin
al aparecer se desprendió d el nombre Abdón , uno de los jueces del

5. Cf. la frases anotadas por Raven, OTI, pág. 167


6. Cf. cap ftulo 3, pág. 59
7. Cf. capítu lo 3. pág. 57
316 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

siglo XII (cf. Jueces 12:13-15); de ahí que su nombre aparezca como
B-D-N en lugar de '-B-D-N y sea vocalizado por los masoretas como
" Bedán" (según figura en la VRV, revisión de 1909, pues en la revis ión
de 1960 figura como Barac; nota del traduc tor).

SUPUESTAS INCONSISTENCIAS EN LA NARRACION

Muchas de las inconsistencias que los críticos divisionistas han


señalado en su anális is de los libros de SamueJ, sólo pueden percibirse
cuando se recurre a una deliberada política de disección artificial. Si se
acepta el texto tal cual está escrito es posible reconciliar los puntos en
discusión. Sin embargo, hay algunos pasajes para los cuales no se con-
sigue fácilmente una explicación armoniosa.
Algunos han insistido en que entre 1 Sa m ue l 1 y 1 Crónicas 6 hay
diferencias en cuanto al trasfondo tribal de Samuel. Según 1 Crónicas
6, Samuel sería un levita de la subtribu de Coat. Pero 1 Samuel 1:1
afirma que Elcana era un efrateo, puesto que provenía de Ramataim de
Zofim. Pero realmente este versículo no dice nada sobre la afiliación
tribal de Elcan a; simplemente indica su lugar de residencia. De acuerdo
con la Tora, los levitas no disponían de ningún territorio tribal propio,
s ino que habrían de establecerse en cuarenta y ocho ciudades levíticas
esparcidas entre las doce tribus (cf. Números 35 :6). No hay razón algu-
na para pensar que Ramataim o Ramá no hubiera sido una de las
ciudades de Efraín asignadas a los lev itas.
Otra de las dificultades es la doble presentación de David al rey
Saú l. En 1 Sa muel 16:14-23 se lo presenta como un arpista empleado
para calmar a l atormentado espíritu de Saú l. En 1 Sa muel 17:55-58
aparentemente se repite la presentación. Pero un es tudio más cuida-
doso de esta "segunda presentación " demuestra que en ese momento la
única preocupación de Saúl era saber quién era el padre de David o,
mejor dicho, qué tipo de persona era el padre de David, teniendo en
cuenta la política seguida por Saúl de escoger como su guardia personal
a la flor y nata de los guerreros d e su pueblo (1 Samue l 14:52). Nada
más lógico y natural que pensar en la posibilidad de designar a Isaí o a
algunos de sus otros hijos p ara incorporarse a ese cuerpo selecto, al
saber de la proeza del hijo menor cuando mató al gigante Goliat. 1
Samu el18:1 sugiere que se h abló largo y tendido luego que Saúl formu-
lara la pregunta a Abner, respecto a David, y podemos inferir, razo-
nablemente, que en esa ocasión se discutieron muchas cosas aparte de
meros nombres.
Se plantea un problema interesante respecto a l en cuentro de David
con el gigante Goliat. Al par que 1 Samue] 17 establece que Goliat fue
muerto por David , 2 Sam ueJ 21:19 indica que el gigante murió a manos
de Elhanán. Si bien la Septuaginta se ciñe estrictamente al TM en este
1 y 2 SAMUEL. 1 y 2 REYES 317

último versícu lo, resulta obvio que un error d el copista vició la trans-
misión del texto original. Afortunadamente 1 Crónicas 20:5 nos ayuda
a descubrir cómo se produjo el error. En 1 Crónicas dice así el versícu-
lo: "Y Elhanán, hijo de Jair, mató a Lahmi, hermano de Goliat geteo." El
copista de 2 Samu el 21:19 confundió aparentemente el signo del objeto
direc to (' t) con la palabra beyt (probablemente porqu e e l manuscrito
estaba manc hado o desgastado antes de la t fin al), y d e esa manera
cambió La ~m i por " el belemita" (hebreo: B-t-h-1-J:¡-m-y); luego, por una
razón similar, confu nd ió la p alabra h ermano ('J:¡ ) con el s igno del objeto
directo ('-t), que s ign ifica que fue Goliat el que murió y no su hermano.
En el siglo V a. de J.C. la letra hebrea h~t (/:1) se parecía notoriamen te a la
letra tow (t) y además se había empequeñecido la letra yod. Como
evidencia ad icional de que fue mal copiado el versícu lo de 2 SamueJ 21
tenemos la intromisión d el nombre oregim des pués de joare. Como lo
deja traslucir 1 Crón icas 20 , esta palabra 'ór "gfm , que s ignifica teje-
dores, solo podía figurar después de " rodil lo". Este error de tra nsmi-
sión tuvo que haberse producido cuando la letra l~ et ya se semejaba a
taw , pero an tes de haberse traducido la Septuaginta , es decir entre los
siglos V y III a. de J.C.
Entre otros hechos paralelos, supuestamente inconsistentes, se in-
cluyen las dos ocasiones en que David tuvo a Saú l e n s us manos y pudo
haberlo matado m ientras dormía. (Pero en las peculia res condi ciones
dadas por la guerra de guerrillas en terreno montañoso, cabe dentro de
lo posible que se hubiera produ cido dos veces). Por otra parte, en los
repetidos episodios d e reconciliación y alienación ocurridos entre Saúl
y David, los períodos temporales de amistad eran seguidos por arran-
ques de odio asesino, Y, sin embargo, habría que reconocer que en vista
ele la demencia de Saúl y su progresivo deterioro por la corrosiva in-
fluencia de una obsesiva envidia y de un profundo sentido de insegu-
ridad, este orde n de acontecimientos se ajusta a la realidad de la vida.
Ni aquí, ni en ninguno de los ejemplos menos significativos que los
críticos racionalistas sacan a luz, podrá encontrarse un solo caso de
auténtica discrepanc ia.

1 y 2 REYES

Como ya lo hemos señalado, para el canon hebreo estos dos libros


formaban origi nal mente un solo volumen. El título es pe rfectam ente
a propiado d e ac uerdo con el tema de que se trata , pues relata las carre-
ras de los reyes d e Israel y de Judá desde los días de Salom ón has ta la
caída de la monarquía judía ante los ejércitos de Nabucodonosor en el
aii.o 587 a. de J.C. Ya dijimos que la Septuaginto los denomina 3 y 4 de
los Rein os (Basileión).
El tema de ambos libros era demostrar, sobre la base d e la historia
318 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN 1\L ANTIGUO TESTAMENTO

de Israel, que el bienestar de la nación dependía en última instancia de


la sinceridad de su fidelidad al pacto concertado con Jehová, y que el
éxito de cualquiera de sus gobernantes debía medirse por su grado de
adhesión a la constitución mosaica y un invariable testimonio puro que
honrara a Dios an te los paganos. El propósito de este relato fue el de
exhibir los acontecimientos importantes según el punto de vista de
Dios y su programa de redención. El autor no tuvo la intención de
glorificar a los héroes nacionales de Israel por motivos nacionalistas ; de
ahí que omiti.ó aun ciertos logros pasajeros que h ub ieran adquirido gran
importanc ia a nte los ojos de un historiador secular. Su principal
preocupación fu e demostrar cóm o cada uno de los suces ivos gober-
nantes trató con Dios y cómo encaró s us respo nsabilidades para con e l
pacto.

BOSQUEJO GENERAL DE 1 Y 2 REYES

l. El reinado de Salomón, 1 Reyes 1 :1-11:43


A. Disposiciones finales de David y supresión de Ado nías, 1:1-
2: 11
B. Comienzo del reinado d e Salomón, 2:12-46
C. Oración de Salom ón para pedir sabidurfa, luego de s u casa-
mie nto con la hija de Faraón, 3:1-28
D. Administración salomónica de su reino, 4:1-34
E. Erección del templo por parte de Sa lomón, 5:1 - 7:51
F. Ded icación del templo y otorgamiento de la promesa d e Dios,
8:1-66
G. Riqueza y gloria de Salomón; la reina de Sabá, 9:1 - 10:29
H. Apostasía y d eclinación de Salomón, 11:1-43
Il. Primeros reyes de la monarquía dividida, 12:1 - 16:28
A. Insensatez de Roboam; rebelión d irigida por Jeroboam, 12:1-
14:31
B. Abiam y Asa de Judá, 15 :1-24
C. Nadab, Baasa y Ela de Israel , 15:25- 16:14
D. Zimri y Omri de Israel , 1 6:15-28
III. Período de alianza entre Judá e Israel, 16:29- 2 Reyes 9:37
A. Acab y Elías en la prueba de l monte Carmelo, 16:29- 18:46
B. Acab y Elías hasta la muerte de Acab en Ramal de Galaad,
19:1- 22:53
C. Ocozías de Israel, 2 Reyes 1:1-18
O. Ungim iento de Eliseo y muerte de Elías, 2:1-25
E. Joram y Josafat con tra los m oabitas, 3:1-27
F. Milagros de Eliseo; la curación de Naamán, 4:1- 5:27
G. Guerras con Ben-adad y liberación de Samaria, 6:1-7:20
1 y 2 SAMUEL. 1 y 2 R EYES 319

H. Misión d e Elíseo a n te Hazael y Jeh ú; muerte de la reina )ezabel,


8: 1-9:37
IV. Declinación y caída de Israel, 2 Reyes 10: 1- 1 7:4 1
A. Jeh ú extermin a la casa de Acab y a los segu idores de Baal,
1 0: 1-36
B. Atalía y joás de ju dá, 11:1- 1 2 :21
C. Joacaz y j oás de Israel, 1 3:1-25
D. Amasias y Azarías (Uzías) de Ju dá, 14:1-22; 1 5:1-7
E. jeroboam 11, 14:23-29
F. Ulti mas reyes d e Israel: Zacarías, Sa lum , Manahe m, Pe kaía,
Peka, Oseas, 15:8-3 1
G. jotam y Acaz de Judá, 15 :32-1 6:20
H. Caída de Samaria; su repoblación con paganos semiconverti-
dos, 1 7:1-4 1
V. Monarquía judía después de la caída de Samaria , 18:1 - 25:30
A. Ezequfas y Senaquerib; 18: 1- 1 9:37
B. Enfe rmedad de Ezequías: despliegue de su riqueza an te los ojos
de los en viados caldeas, 20 :1-21
C. El malvado rey Man asés; su hijo Amón , 21:1 -26
D. Reformas de Josías, 22: 1- 23:30
E. Ul ti mas reyes y caída de Jerusalén, 23:3 1 - 25:21
F. Asesi na to de Gedalías; Joaquín recibe honores , 25: 22-30

En cuan to a las fu entes de esta obra, resu lta obv io que el au tor
profético se basó más en documentos anteriores qu e el au tor de jueces o
Samu el. Se m encion an tres de tales d ocumen tos: (1) El li bro de los
hechos de Salomó n (1 Reyes 11:4 1); (2) El libro de las c rón icas de los
reyes de Judá (passim); (3) El libro de las crónicas de los reyes de Israe l
(passim). Podemos inferir, razonablemen te, que estas tres obras consis-
tían primordialme nte de las anotaciones del cronista o archivero oficial
de la corte , el mazklr, que me nciona 2 SarnueJ 8:16. Sin ser ci tada, pero
obviamente consultada , hay una cuarta fu ente, Isaías 36-39, gran des
secciones de la c ual fueron copiadas casi al p ie de la letra e n 2 Reyes
18-20 . (P u esto que e l au tor de 2 Reyes narró la historia hebrea has ta la
ca ída de jerusalén y un tiem po despu és, es obvio que lo mó d e l saías y
no viceversa. Algunos c ríticos han sostenido que los cap ítulos de Isaías
fueron copiad os de Reyes, pero las evidencias sobre las cuales basan
su presupuesto pueden ser interpretadas en favor de la conclusión
opuesta.)
Con respecto a la fech a d e composición, resu lta obvio, de lo que
acabam os de d ecir, qu e se consu ltaron fuentes escritas an teriores, que
se remontan al reinado de Salomón. La composición fina l tuvo qu e
h aber sido hec ha después de la caída d e Jerusalén, probablemente al
320 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

comienzo del exilio; sin embargo, es posible que solamente el capítulo


final corresponda a los días del exilio, ya que la frase "hasta hoy",
frecuentemente repetida a lo largo del libro, indica, con toda seguridad,
una perspectiva anterior al exi lio, 1 R. 8:61; 9:13, 21; 10:12; 12:7; 22:19.
La tradición talmúdica sostiene que Jeremías fue el autor de Reyes
(Baba Bathra, 15a), sugerencia que cuenta con el apoyo de Stein-
mueller. Puesto que el autor habla desde una perspectiva per-
manentemente profética y es un hombre de gran habilidad literaria, es
posible que Jeremías haya compuesto toda la obra con excepción del
capítulo final. Un argumento de más peso en favor de esta suposición
es que el autor no menciona ni una sola vez a Jeremías en los capítulos
que tratan de ]asías y sus sucesores. Aparte de la natural modestia del
autor, es difícil explicar la falta de mención de un factor tan importante
en la historia de Judá, como lo fue el ministerio de Jeremías, su último
profeta. En cuanto al capítulo final , parece haber sido escrito por
alguien que vivía en Babilonia y no en Egipto, que fue donde murió
Jeremías.
La crítica liberal sostiene que los libros de Reyes están compuestos
de dos principales estratos, de los cuales uno es una fuente anterior al
exilio que nada sabe de la caída de Jerusalén y considera como perfec-
tamente legítima la adoración en los lugares altos y sitios fuera de
Jerusalén ; el otro estrato proviene de la obra de la escuela del Deute-
ronomio que floreció alrededor del año 550 a. de ].C., de acuerdo con
esa teoría. Mira hacia atrás, a la caída de Jerusalén y al juicio del exilio,
como hechos consumados, y los explica corno resultado de no haber
podido limitar al ámbito del templo de Jerusalén el culto a Jehová. Esta
escuela de pensamiento quiso reinterpretar la historia israelita impli-
cando una condenación, aun para el rey Salomón, por sacrificar en
Gabaa antes de la erección del templo. Se sobreentiende que la teoría de
una escuela del Deuteronomio depende de que se fije la fecha del libro
de Deuteronomio en el tiempo de Josías. Las evidencias de esto, se·
reconoce que cada vez se hacen más tenues y difíciles de sostener.
Podemos admitir sin reparos que la actitud del Deuteronomio frecuen-
temente se advierte en los juicios morales de 1 y 2 Reyes, pero esto es
claramente explicado por la paternidad literaria mosaica de ese libro.
(Lo mismo cabe decir de la influencia del Deuteronomio que se observa
en los libros d e Samue l y en Jueces. Resulta obvio que los autores de
esos antiguos libros estaban familiarizados con el Deuteronomio corno
también con el resto de la Tora, y los consideraban plenos de autoridad,
pues reconocían la mano de Moisés, el inspirado autor.)
PROBLEMAS DE CRONOLOGIA

En los albores de los estudios sobre el Antiguo Testamento, los


eruditos tropezaron con grandes dificultades para armonizar las cifras
1 y 2 S AMUEL. 1 y 2 RJ::YES 321

Sargón II. Este enorme toro de piedra con cabeza humana proviene
del palacio de Sargón II, probable conquistador de Samaria.
(Cortesía del Louvre.)
322 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NT RODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

dadas en los libros de Reyes para los reinados y reyes del Norte y del
Sur. Particularmente en el caso de los reyes judíos, al sumar todos los
años de reinado, acusaban un total considerablemente mayor que el
lapso que transcurrió entre la muerte de Salomón y la caída de Jeru-
salén. Sin embargo, las investigaciones posteriores demostraron el
hecho de que en muchos casos el príncipe heredero o el inmediato
pretendiente al trono era formalmente coronado y comenzaba oficial-
mente a reinar en vida de su padre. En el caso de Uzías, para tomar un
ejemplo extremo, parece haber sido coronado como rey secundario en
el año 790 a. de J.C., cuando su padre Amasías apenas había reinado
seis años. A la muerte de Amasías ascendió como rey único, en el año
767 a. de . J.C. En el año 751 a. de J.C. enfermó de lepra y tuvo que
abandonar todas sus responsabilidades gubernamentales, durante gran
parte de su reinado. En ese mismo año 751 a. de J.C. fue coronado su
hijo Jotam y reinó hasta el año 736 a. de J.C.; pero al parecer , de acuerdo
con 2 Reyes 15:30, no murió hasta el 732 ó 737 a. de J.C. En el año 743 a.
de J.C., su hijo Acaz fue coronado como corregente y reinó hasta el año
728 (cuando al parecer fue depuesto, si bien no murió hasta el año 725).
De esa manera, entre los años 743 y 739 a. de J.C. , Judá fue gobernado
por no m enos de tres reyes simultáneamente: Uzías, Jotam y Acaz.
Gran parte de las dificultades planteadas por problemas de cronolo-
gía en este período se deben a la afirmación que figura en 2 Reyes 18:1 3,
según la cual la invasión de Senaquerib (en el año 701 a. de J.C.) se
produjo en el decimocuarto año del reinado del rey Ezequías. De ello
Edwin Thiele dedujo que Ezequías comenzó a reinar en al año 715, a
pesar de que todas las otras referencias en 2 Reyes indican o implican
que comenzó su cogobierno con Acaz en el año 728 (2 Reyes 15:30;
16:1-2; 17:1; y aun 18:1, 9). A regañadientes Thiele arriba a la siguiente
conclusión, respecto al autor hebreo: "Fue un hombre profundamente
preocupado por la verdad, pero que no entendía toda la verdad."" En
apoyo de esa conclusión, procura demostrar que la "Gran Pascua" tuvo
que haberse celebrado después de la caída de Samaria y no antes (si
bien 2 Crónicas 30- 31 implica que ello ocurrió alrededor de la misma
fecha de las reformas religiosas que impuso en Judá, al comienzo
de su reinado).
Tal como tenemos ahora el texto hebreo, hay una clara discrepancia
entre 2 Reyes 18:13 y todos los otros pasajes citados anteriormente.
Pero si enmendamos la expresión "a los catorce años", y colocamos "a
los veinticuatro años"•, ello indicaría el año 725 a. de J.C. como el

8. Thiele, Mysterious Numbers of the Hebrew Kings (Números misteriosos de los reyes
hebreos), segunda edición (Gran Rapids: Eerdmans, 1965), pág. 140.
9. E. J. Young, Book of Isaiah (Libro de lsaías], New InternationaJ Commentary on the
Old Testament (Nuevo comentario internacional del Antiguo Testamento), Grand
Rapids: Eerdmans, 19ti9), págs. 540-542.
1 y 2 SAMUEL. 1 y 2 REYES 323

comienzo del reinado de Ezequías como rey único , luego de la muerte


de Acaz. Si se utilizó el tipo de anotación numérica utilizado en el
Vorlage que figura en los papiros de Elefantina, sería suficiente la bo-
rradura de un trazo horizontal para h acer que la palabra vein ti cuatro
pareciera catorce. O si los números fueron deletreados, sería suficiente
equ ivocarse en una sola letra (mém mal copiada como he) para tran sfor-
mar "veinticuatro" ('arba' 'esrim) en "catorce" ('arba' 'esreh) de acuer-
do con la ortografía anterior. En apoyo de esta enmienda tenernos el
caso de 2 Crónicas 36:9 que fija la edad de Joaquín en ocho años cuando
ascendió al trono, en tanto que 2 Reyes 24:8 afirma que tenía diez y
ocho años. Este es un error de copia en el manuscrito en el segundo
dígito. Aun Thiele reconoce de buena gana que 2 Crónicas 36:9 con-
ti ene un erro r de ese tipo, y que debe corregirse ocho po r diez y oc/10. 10 *
Los sincronismos (es decir datos simultáneos) contenidos en los
monumentos asirios han arrojado mucha luz respecto a la cronología de
las dinastías hebreas. Especialmente importantes son las listas epóni-
mas asirias, que cubren la historia del imperio entre los años 893 y 666
a. de J.C. También tenernos el Canon Griego de Tolomeo (que vivió en
los años 70 a 16 1 d. de J.C.) que relata la historia del reinado de los
reyes de Babilonia desde el año 74 7 a. de J.C. hasta el período greco-
romano. La verificación astronómica de un eclipse que Tolomeo fijó en
el año 552 a. de J.C. ha servido corno valiosa confirmación de la exacti-
tud de la narración. Monumentos oficiales contemporáneos tales como
la Estela Negra de Salrnanasar III y el Cilindro Taylor de Senaquerib,
contienen ocasionales referencias a hechos y fechas relacionados con
reyes israelitas. Con tales datos se ha p odido establecer que hubo
num erosos corregentes tanto en Judá como en Israel, y que los años de
la corregencia se anotaron en la cifra total del reinado de cada uno de
los reyes involucrados.
Thiele también logró establecer que existe una diferencia en los
cálculos de calendario entre los reinos del Norte y los del Sur. El
sistema de calcular que no se basaba en la ascensión al trono, contaba el
resto del año calendario en el cual se coronaba a un rey como su primer
año de reinado. Esto significaba que aun en los casos en que la corona-
ción se efectuar a el último día del año a punto de fenecer, ese día se lo
contaba como un año de su reinado y el segundo año com enzaría al día
siguiente, cu ando com enzaba el nuevo año calendario. Sin embargo, de
acuerdo con el sistema d el "año de ascensión ", no se computaba para
nada el día en que el rey era coron ado, sino que el ali.o uno de su
reinado comenzaría con el siguiente ali.o nuevo. En el caso particular de
Judá, desde la época del cisma en el año 930 a. de J.C. hasta alrededor
del ali.o 850 , se aplicó el sistema del año de la ascensión. Desde el

10. Thiele, pág. 169 *Ver pág ina 326.


324 RESEÑA CRíT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIG UO T ESTAM ENT O

reinado de Jorán ben Acab al reinado de Joás ben Ocozías, se aplicó el


sistema no ascensional del Reino del Norte. Por último , desde la época
de Amasías a la caída de Jerusalén (796 a 587 a. de J.C.) , Judá cambió al
sistema ascensional. En cuanto al Reino del Norte, comenzó con el
sistema no ascensional en el año 930 a. de J.C., y lo continuó h as ta
alrededor del 800. Desde el reinado de Joas ben )oacaz hasta la caída de
Samaria (798-722 a. de J.C.), cambió al método de computación según
el año de ascensión al poder. Podía ocurrir así que lo que en Judá sería
el décimo año del )osafat, en Israel lo contrarían como el undécimo.
Otra complicación se introdujo cuando el Reino del Norte comenzó
su año nuevo en Nisán o Abib, primer mes del año re ligioso. Con igual
invariabilidad el Reino de Judá, a lo largo de su historia , utilizó el mes
de Tishri o Etanim (séptimo mes del año religioso) como primer m es
del año secular, y sobre esta base computaban todas las fechas y los
reinados. Resulta imposible determinar la razón por la cual se estable-
ció esa diferencia; pero debe ser tomada en cuenta al tratar con los
casos en que al parecer hay discrepancias en el fechado.
Corresponde aquí la reflexión de que , puesto que la cronología es
una rama de la cien cia his tórica, está completamente sujeta a revisión.
Aun entre los eruditos conservadores se plantean divergencias. Thiele
calcula que el cisma ocurrió en 931 a. de J.C., en tanto que Payne lo
calcula en el 930. Hay que permitir cierto margen de flexibilidad para
los ajustes que puedan hacerse a medida que aparezcan nuevas
evidencias.
Una obra reciente sobre el último p eríodo de la historia de Judá ha
visto la luz con la firma de D. J. Wiseman, ChronicJes of the Chaldean
Kings in the British Museum (Crónicas de los reyes caldeas en el Museo
Británico, 1956). Las tablillas publicadas en esta obra establecen una
serie de datos precisos entre los años 626 y 566 a. de J.C. Indican que
Nabopolasar, el padre de Nabucodonosor, fu e oficialmente coronado el
23 de noviembre del año 626 a. de J.C. , luego de derrotar al ejército
asirio en Babilonia. Assh uruballit II, que asumió el trono asirio después
de la caída de Nínive en el año 612 a. de J.C. , fue obligado a aban donar
sus defensas en Harán en el año 610. La batalla de Megido, en la cual
murió Josías, tuvo lugar en el año 609, y en el mismo año o en el año
siguiente , es decir 608, Joacim comenzó su reinado bajo el patrocinio
de Necao, cambió su ali anza con Nabucodonosor y murió en el año 598
a. de J.C. La célebre batalla de Carquemis, que estableció toda una
época, y en la cual Nabucodonosor d errotó a los ejércitos aliados de
Egipto y Asiria, tuvo lugar en mayo o junio del aüo 605 a. de J.C.
Nabopolasar murió el 16 de agosto del año 605, y el 7 de setiembre
Nabucodonosor fue coronado en Babilonia como su sucesor. En el aüo
601 a. de J.C. los ejércitos babilonios fueron derrotados por los egipcios
en la frontera con Egipto, luego de una feroz batalla. (Este hecho, deseo-
1 y 2 SA~I UEL. 1 y 2 R EYES 325

nacido hasta hace poco. explica en alguna medida por qué joacim se
rebeló contra Babilonia en el último año de su reinado) . jerusalén capi-
tuló ante Nabucodonosor la primera vez el 1 5 ó 16 de marzo del año
597 a. de J.C. Ese mis mo mes Sedequías fue des ignado rey. Por último,
jerusalén cayó en julio d el año 587, durante la tercera invas ión de
Nabucodonosor.
Estas tablillas aclaran una discrepanc ia entre 2 Reyes 24:12, que
dice que la captura de jerusalén que se produjo en el año 597 a. de J.C.
ocurrió el octavo año de Nabucodonosor, y jeremías 52:28 que afirma
que ese hecho ocurrió en el año séptimo. Está claro que en la batalla de
Carquemis, Nabucodonosor tenía el mando total de las tropas caldeas y
bien pudo haber sido considerado en el Oeste, como el rey defacto ; de
ahí que el historiador judío de 2 Reyes consideró el año 605 ó 604 a. de
J.C. como su primer año de reinado. Pero en Babilonia, que no utiliza-
ban el sistema del año de ascensión, su reinado no comenzó oficial-
mente hasta el año 604 ó 603 a. de J.C. Al parecer Jeremías se ajustó al
s istema de computación oficial de Babilonia.
Un problema espinoso es el planteado respecto a la fecha d e la
invas ión de Senaquerib a Palestina y al sitio de jerusalén , segú n lo
regis tra Isaías 36-37 y 2 Reyes 18-19. Los monumentos que recuerdan a
Senaquerib nos informan que esa invasión ocurrió en el año 701 a. de
J.C., y habitualmente se ha aceptado que coincidió con la época de la
gran crisis, según la narración del relato hebreo. Pero la publicación de
la Estela IV de Kawa por M.F.L. Macadam , le permite interpretar que
Tiraca no pudo haber tenido más de nueve ai'ios d e edad en el año 701
a. de J.C. , y por el lo difícilmente hubiera podido coman dar los ejércitos
egipcios que infructuosamente procuraron derrotar a Senaquerib y
levantar el sitio de Jerusalén. Basados en esta interpretac ión, muc hos
eruditos (incluso Albright) elaboraron la teoría de que la acción con
Tiraca supuso una segunda invasión de Senaqucrib contra judá, no
registrada en los a na les asirios que se co nocen, pero que ocurrió en
algú n momento de la década 680-670 a. de J.C."
Pero todas estas especulaciones han perdido vigencia e importancia
a raíz de una posterior edición d e la Estela IV de Kawa publicada por
Leclant y Yoyette en el ai'io 195 2. Este segundo examen del texto egip-
cio d emostró que Macadam lo interpretó errónea mente; en realidad,
quien murió e n el aii.o 7 13 a. de J.C., como fecha más tardía pro-
bablemente en el 717 ó 716 , fue Pianky, el padre de Tiraca. Ello signifi-
ca que Tiraca tenía más de nueve años de edad en el año 701 a. de J.C.
Macadam supuso , eq ui vocadamente, que hubo una corregen cia de seis
años de Tiraca y su h ermano mayor Shebitku; también se equivocó al

11 . Ver también H. Stigers en W y cliffe Bible Commentary (Comentario bíblico de Wyclif-


fe ). (Chi cago: Moody , 1962), pág. 358.
326 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIG UO T ESTAMENTO

asignarle 20 añ os de eda d a T iraca, según la Estela de Kawa: V: 17, en el


año 690/689 a. de J.C. Por lo ta nto, correcta m ente in terpretado, estos
textos no dicen qu e Tiraca tenía 20 años de eda d en e l 701 a. de J.C.,
cuan do su h erman o le encomendó que as umie ra la jefatura de la cam-
pañ a contra Judá. Así q ue tenía suficiente ed ad para desempeñ ar ese
responsabl e p apel a un c uand o en ese mome nto no era el monarca
reinan te (com o lo era e n la fecha en q ue e l ep isodi o fue registrado en
Isa ías 36 y 2 Reyes 18). La Este la de Kawa IV: 7-8 dice, respecto d e
Tiraca: "S u Ma jes t a d es ta b a en Nu bi a , co m o un s impá ti co
joven ... entre los jóvenes s impáticos a q uie nes su majestad e l Rey
Shebitku había lla mado d e Nubia. " (Obsér vese que aqu í tambié n e l
últi mo informe de l incidente se refiere a Ti raca como "s u Majestad ", si
bien en aquel mome nto era solam ente e l príncipe hered ero.)"
*[De pá gina 323. ) Es mu y posible qu e el e rr or de l escriba origin ó en
Isa ías 36: 1, que co nt enía el equi voca do cato rce en luga r d e ve in tic ua tro.
O tro eje m plo s e encuent ra en 2 Cró ni cas 22:2 que da la edad de Ocozías
como cuaren ta y dos c uando em pezó a reinar, mientras que 2 Reyes 8:26
dice vcin tidos. Qu izás Crónicas lee =::a, como ~ .

12. Para mayores d etalles y docume ntación consu ltar Kitchen . AOOT, págs. 82-84.
CAPITULO 21
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS
ABDIAS, JOEL Y JONAS
INTRODUCCIÓN A LOS PRO FETAS

Recordemos que de acuerdo con la terminología de la Biblia hebrea, los


profetas anteriores incluyen cuatro libros que ya hemos estudiado:
Josué, Ju eces, S amu el (1 y 2 reunidos) y Reyes (1 y 2 reunidos) . Si bien
estos libros tratan de la historia de Is rael, fu eron escritos desde un
punto de vista profético y es pos ible que s us au to res hayan sido pro-
fetas de profesión. Pero los libros que habremos de estudiar en éste y
los seis próximos capítulos figuran en la Biblia hebrea como profetas
posteriores. A su vez los profetas posteriores se s ubdividen en profetas
;'i1ayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel) y los doce profetas m enores, facti-
bles, de escribirlos en un solo rollo largo, y que en griego se conocieron
como el Dódecaprofeton (el libro de los doce profetas).

NA TU RALEZA DE LA PROFECIA HEBREA

A modo de definición general, una profecía es una exposición oral o


escrita, di cha por un vocero humano , que trans mite la revelación Dios y
expresa su voluntad para con el hombre. En un sentido más amplio,
aun ciertos acontecimientos, tales como el cruce del mar Rojo o el
episod io de la serpiente de bronce, pueden tener una connotación pro-
fética, por cuanto su importancia no se agota con el s uceso histórico. A
su vez señalan hacia un cumplimiento futuro en los días del Mesías.
Las ordenanzas que regían las normas d el tabernáculo y del sacerdocio
estaban plenas de s ignificación profética, pues con frecuencia proveían
símbolos que señalaban h acia la pers ona y la obra del Señor Jes ús. Bajo
este encabezamiento podemos incluir el sacerdocio de Aarón, el propio
tabernác ulo, los diversos utensilios y muebles que contenía, y el ritual
del sacrificio. Por lo tanto, y en este sentido m ás am plio, gran parte del
Antiguo Testamento es de tinte profético; p ero en un sentido más
restringido , el término se reduce a los discursos de los hombres espe-
c ífi ca mente escogid os y ungidos para desempeñ ar el ministerio
profético.

327
328 RESEÑA CRíTICA DE U 11\ I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Sin embargo, hubo un número considerable de profetas cuyas de-


claraciones nunca tomaron forma escrita, si bien conoce mos sus
mensajes a través de los libros históricos . Eso fue lo que ocurrió con
hombres como Natán y Gad , contemporáneos de David, y posterior-
mente con Semaías, Ahías, Elías , Micaías, Elíseo, Obed y muchos otros.
Se los conoce como los profetas orales , puesto que sus mensajes eran
transmitidos únicamente en forma oral. En la mayoría de los casos sus
mensajes eran especialmente dirigidos a las crisis contemporáneas de
la vida de Israel y carecían de una significación permanente para las
generaciones venideras en el mismo sentido y en el mismo grado en
que lo tenían los escritos del cano n profético. Pero cuando una revela-
ción de Dios contenía informaciones im portantes para todas las épocas ,
el Espíritu Santo inspiraba a los autores a dejar por escrito sus men-
sajes. Estos, pues , son los documentos que nos han sido preservados,
como los escritos proféticos mayores y menores.

NATURA LEZA DEL MINISTERIO PRO!'ETICO

Era responsabilidad de los profetas del Antiguo Testamento, no


tanto predecir el futuro en el sentido moderno de la palabra profetizar,
sino exponer la voluntad de Dios que El había comunicado por revela-
ción. El vocablo hebreo " profetizar " es nibba ' (la raíz niphaJ de naba'),
palabra cuya etimología ha sido muy discutida. La explicación más
satisfactoria es que deriva del verbo acádico nabú que significa con-
vocar, anunciar, llamar. En el prólogo del Código de Hammurabi , el rey
babilonio afirma que él fue nibil Béi (llamado de Baal) y que los dioses
lo nibiü (llamaron o designaron) para que fuera el virrey de ellos en la
tierra. De ahí que el verbo nibba' sin duda significa uno que ha sido
llamado o designado para proclamar como un heraldo el mensaje de
Dios. De este verbo deriva el característico vocablo que s ignifica pro-
feta, ndbf', uno que ha sido llamado. En base a esta interpretación, no
debemos considerar al profeta como un profesional autodesignado con
el propósito de convencer a la gente sobre sus propias convicciones,
sino uno llamado por Dios para proclamar como un heraldo , desde la
corte celestial, el mensaje que Dios quiere transmitir al hombre.
Una segunda designación a menudo ap licada particularmente a los
profetas anteriores era el de varón de Dios ('í'S 'Elohfm) . Este título
llevaba implícito el sentido de que el profeta debe ser un hombre que
sobre todas las cosas pertenecía a Dios , estaba totalmente entregado a
su causa, y disfrutaba de su comunión personal. Por lo tanto podía
confiarse en él de que transmitiría la palabra de Dios, porque hablaba
solamente en la medida en que Dios lo iluminaba y lo guiaba para
hacerlo .
Un tercer término aplicado a los profetas era el de viden te (Hebreo,
INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS. JoEL Y )ONÁS 329

J:lózeh o ró'eh). El título implicaba que el profeta no podía ser engañado


por los aspectos externos o las falsas apariencias del mundo material,
sino que vería los eventos como realmente eran desde la perspectiva de
Dios. Como vidente, el profeta podía recibir especiales visiones y re-
velaciones de Dios, y de esa manera estar calificado para percibir y
comunicar rea lidades espirituales que otros hombres no podían ver.
Como vidente evitaría desarrollar ideas u op in iones de su propio in-
telecto y se red uciría exclusivamente a lo que Dios le hubiera indicado
realmente. Relacionada con el vocablo ~ózeh tenemos la palabra !:tazón
o l)cizú t, significativo término que se refiere a profecía, que aparece en
el título de las profecías de Isaías (Isaías 1:1). Asimismo el verbo ver,
J:lcizah pudiera emp learse como en Amós 1:1 (Las palabras de
Amós ... las cuales vió; Reina-Valera, revisión de 1909).
En el primer período, la función profética estaba asignada a los
sacerdotes levitas , que tenían a su cargo la responsabilidad de enseñar
el alcance de la ley mosaica para la diaria conducta en los hechos
prácticos y comunes de la vida. Pero aun la Tora dejó vislumbrar la
posibilidad de una clase especial de profetas, distinta de los sacerdotes
y que desempeñarían un papel análogo al de Moisés (cf. Deuteronomio
18, pasaje que no so lamente predice un profeta mesiánico sino que
también establece el ministerio profético como tal). A medida que el
sacerdocio se profesionalizó cada vez más en su actitud y se tornó más
relajado en sus p rácticas (como ocurrió, por ejemplo, con Ofni y Finees ,
los hijos de Elí). apareció una nueva categoría de maestros que tuvie-
ron por misión mantener la integridad de las relaciones de pacto en
el corazón de Israel. Algunos de estos profetas surgieron de la trib u
sacerdotal de Leví, tales como Jeremías y Ezequiel, pero la mayoría
provinieron de otras tribus.

FUNCION DE LA PROFECIA HEBREA

Ya hemos dicho que la función del profeta va más allá de meras


predicciones de cosas por venir. Podemos seña lar cuatro elementos
principales en el ministerio de los profetas del Antiguo Testamento.
1. El profeta tenía la responsabilidad de instar al pueblo de Dios a
confiar ún icamen te en la misericordia y en el poder liberador de Je-
hová, y no en sus propios méritos o potencia, o en la fuerza de aliados
humanos . Así como Moisés exhortó a los israelitas a confiar en Dios
para lograr lo imposible en momentos de cris is, cuando enfrentaban la
amenaza de los egipcios o de los cananeos, así tamb ién los grandes
profetas del siglo VIII a. de J.C. exhortaron a sus conciudadanos a
depender íntegramente del poder liberador del Señor y no en el con-
curso de aliados humanos tales como los asirios o los egipcios.
2. El profeta era responsable de recordar a su pueblo que la segu-
330 R ESEÑA CRíT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN /\L A NTIGUO TESTAMENTO

ridad y las bendiciones estaban condicionadas a su fiel adhesión al


pacto, y que esta adhesión involucraba n o solamente convicciones doc-
trinales, sino también una sincera adhesión a su voluntad y deseo de
obedecer a Dios con todo su corazón y llevar una vida santa y piadosa.
Aparte de tal sumisión, ningún sacrificio ni adoración ritual podía
satisfacer al Señor. En otras palabras, una fe salvadora entraña un andar
santo. Este es, tal vez, el principal hincapié de los profetas : " No me
traigáis más vana ofre nda ... ll enas están d e sangre vuestras
manos ... dejad de hacer lo malo; aprender a hacer el bien ... Venid
luego, y estemos a cuenta" (Isaías 1: 13-18). No es que los profetas
consideraron como esencia de la religión una vida moral, sino que
entendieron que un andar piadoso era el infalible producto de una fe
salvadora. Reconocieron que todos los hombres eran culpables a los
ojos de Dios y estaban desprovistos de toda esperanza aparte de su
gracia redentora (cf. 1 Reyes 8 :46 ; Salmos 14:2-3; 130:3; Proverbios
20:9; Isaías 53:6; 59:4 , 12-16; 64:6; Miqueas 7:2); nadi e podía ser sa lvo
por su propia virtud o bondad . Pero, p or otro lado, era menester recor-
darle a Israel (como lo es recordarle a la iglesia profesante hoy en día)
que Dios no aceptaría ningún substituto para una fe s incera que se
expresa por medio de una vida respetuosa de la ley. Como aparecieron
diversas normas morales, era natural que los profetas interpretaran y
aplicaran la ley de Moisés a las condiciones contemporáneas. Nunca
consideraron sus prerrogativas pedagógicas más que m edios auxiliares
e interpretativos de la única y autorizada Tora.
3. El profeta debía alentar a Israel respecto al futuro . Muy a me-
nudo los esfuerzos de avivamientos patrocinados por reyes piadosos o
estimu lados por los profetas por propia iniciativa , sólo alcanzaron a un
ínfimo porcentaje de la población. La abrumadora mayoría de la pobla-
ción permancía endurecida en su desobediencia. Semejante intran-
sigencia no podría s ignificar otra cosa que incurrir en la ira divina
según las advertencias de Levítico 26 y Deuteronomio 28, hasta que la
nación del pacto finalmente sería expulsada de la tierra de promisión.
Natu ralmente se planteó el interrogante de saber si estos ju icios divinos
acabarían con Israel como nación apartada para testificar a los paganos
sobre la ex istencia de un solo Dios verdadero. La respuesta d e Dios, por
boca de sus profetas, fue que después de la devastación de l exilio
vendría la restauración del remanente creyente d e Israel en la tierra.
Todavía la nación cumpliría su destino como testimonio a los gentil es
bajo el liderato del Mesías que habría de venir. Esta seguridad en el
futuro, del triunfo fina l de la verdadera fe, fue bien calculada para
esti mular a los creyentes sinceros de Israel a que mantuvieran su fe en
Dios y que continuaran confiando en El a pesar de las aparienc ias en
contrario y las circunstancias hostiles que los rodeaban.
4. La profecía hebrea habría de poner el sello en la autoridad del
INTRODUCCIÓN t\ LOS PROFETAS ABOÍt\S. JüEL Y JoNAS 331

mensaje de Dios, recurriendo para ello a la verificación objetiva de


profecías que se cumplieron . Así, en Deuteronomio 18 la prueba del
verdadero profeta era el cumplimiento de lo que predijo. A veces el
cumplimiento se producía a corto plazo, como ocurrió en e l caso del
príncipe mofador d e 2 Reyes 7, que ridiculizó la afirmación de Eliseo
de que la harina bajaría de precio, dentro de las veinticuatro horas
siguientes, a una mera fracción de los precios de hambre. Otras veces el
cum plimiento pertenecía a un futuro remoto, que no habría de ver la
generación que vivía en el momento de ser emitida. En esos casos, por
supuesto , la verificación la harían las generaciones futuras ; sin em-
bargo, las circunstancias podrían requerir este tipo de confirmación.
" He aquí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas nuevas;
an tes que salgan a luz, yo os las haré notorias" (Isaías 42 :9). "¿Y qu ién
proclamará lo venidero, lo declarará, y lo po ndrá en orden delante de
m í, como hago yo desde que establecí el pueblo antiguo? Anúncienles
lo que viene, y lo que está por venir. No temáis, ni os amedrentéis; ¿no
te lo h ice oír desde la antigüedad y te lo dije? Luego vosotros sois mis
testigos" (lsaías 44:7-8) . Esta aseveración estaba re lacionada con una
predicción según la cual Ciro liberaría a los judíos, acontecimiento que
no habría de ocurrir hasta 150 años después. Una y otra vez se repite la
frase-especialmente en Jeremías y Ezequie l- al anunciarse aconteci-
mientos futuros: "Y sabrán que yo soy Jehová " (es decir el Dios de
Israel, guard ado r del pacto). Este conocimiento lo sabrían los observa-
dores después que los juicios predichos se cumpliera n en las personas
de los ofensores amenazados. Era universa lmente reconocido que el
cu m p li miento d e esas prediccion es proféticas co nstituiría una
evidencia objetiva que no permitiría o tra exp licación sino la de que el
que impartió la predicción era el mismo Señor de la historia que podía
asegurar su cumplimiento. Percibieron correctamente que todo otro
intento de expli cación significaría el sometimi ento de la razón humana
a una demanda autoritaria de parte del racionalista dogmático para una
fe ciega en su posición lógicamente insostenible.

ABOÍt\S

Este libro, el más pequeño del Antiguo Testamento, pues consta


solamente de 21 versículos, tiene la particu larida d de que es la profecfa
más difícil de datar. Aun los eruditos con servadores han opinado de
muy diversa manera, pues proponen fec has que van desde el reinado
de Joram ben Josafat (848-841 a. de J.C.) hasta el año 585 a . de J.C. , p oco
tiempo después que los cal deas destruyero n a Jerusalén (fecha por la
que se inclina Lutero) . La mayoría de los eruditos liberales prefiere el
año 585 a. de J.C. como fecha de composición , s i bien unos pocos, como
Pfeiffer, dividen la obra en dos fuentes diferentes, la ú ltima de la cual
332 R ESEÑi\ CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

fue escrita dura nte el exilio o poco des pués de la caída de Babilonia en
el año 53 9 a. d e J.C.

BOSQUEJO GENERAL DE ABOlAS

l. Futura destrucción de Edom, 1-9


A. La caída de la inexp ugnable Sela, 1-4
B. La c iudad será saqueada, devas tada y abandona da, 5-9
Il. Causa d el juic io contra Edom: su m a licia contra Is rael, 10-14
III. El futuro día del Señor, 15-21
A. Inmin ente juicio contra Edom y el resto de los paga nos, 15, 16
B. Futura li.beración d e Israel, 17-20
C. Re ino m esiánico final, 21

FECHA DE COMPOSICION

Como ya lo d ijimos, a lgunos eruditos sitúa n la fecha de escritura de


este librito e n e l p eríodo inmediatamente posterior a la caída de Jeru-
salén . Otros, entre los cua les se cu en tan J. H. Raven y J. D. Dav ies, la
remonta n al re inado d e A caz (74 3-728 a. de J.C.), e interpretan las
a lusiones históricas como referencias a las d errotas de este rey a manos
de los edomitas y filisteos. (2 Crónica s 28 :1 7- 18 relata e l ataq ue de esas
dos nacion es con tra Judá d esde el s ur y e l oeste, poco despu és que la
coalición norteña de Israel y Damasco hubiera infligido serios reveses a
los ejércitos de Acaz.) Un a seria dificultad que se o pone a este punto d e
vis ta der iva de l hecho d e que no hay ninguna información respecto d e
sem ejante ca ptura y des p ojo de Jerusalén dura nte es tas cam pañas como
lo deja entrever e l versículo 11 d e Abd ía s.
La mayoría de los eruditos e vangé licos de l siglo XIX y comien zos
del siglo XX se han inclinado por una fec ha m uy anteri or y lo datan en
el reina do d e Joram , 848-841 a. d e J.C . Este es el p unto de v ista sos ten i-
do p or Delitzsch , Keil, Klein ert, Orelli y Ki rkpa trick. 2 Reyes 8:20 dice,
refiriéndose a Joram : "En el tiempo d e él se rebeló Edom contra e l
domi n io de Jud á, y pusieron rey sobre e llos." Los ve rsícu los s ub-
siguientes hablan de la infructuosa campaña de Joram duran te la cua l
infligió serios reveses a los ed omitas, pero n o logró s ub yugarl os
nu evam e n te a l d omini o d e Judá . 2 Crónicas 21 :1 6-1 7 a ñ ade los
siguientes deta ll es: " Entonces Jehová des pertó contra Joram la ira de
los filisteos y de los árabes qu e estaba n junto a los etíopes; y s ubieron
contra Judá , e invadieron la tierra, y tomar on todos los bien es que
hallaron e n la casa d el rey, y a sus hijos y a su s m ujeres; y no le quedó
más hijo s ino solamente e l menor de s u s hijos." Reun ie ndo todas estas
informacio nes a isladas, d escubrimos que es muy probab le que los edo-
mitas coo peraron con la invas ión arabe-filis tea como a liados subordi-
I NTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS A OOÍAS. }OEL Y }ONÁS 333

nadas y compartieron el botín de Jerusalén cuando esa desdichada


capital cayó en manos de estos ejércitos combinados.
De esta manera tenemos un plausible marco histórico para el ver-
sículo 11 de Abdías: "El día que estando tú delante , llevaban extrai'i.os
cautivo su ejército, y extraii.os entraban por sus puertas, y echaban
suertes sobre Jerusalén, tu también eras como uno de ellos." Este ver-
sículo implica que los enemigos de Judá invadieron a Jerusalén y sa-
quearon sus tesoros. Al iniciarse el pillaje echaron suertes entre los
atacantes para decidir que zona de la ciudad les correspondía saquear a
cada uno de los aliados. Esa descripción no encaja con la total y per-
manente destrucción de la ciudad durante el ataque de Nabucodonosor
en los ai'i.os 587-586 a. de J.C. Además, el versículo 13 , correctamente
traducido por la Biblia de Jerusa lén mira al futuro , a otras ocasiones en
que esta misma Jerusalén pueda ser nuevamente atacada por fuerzas
invasoras: "¡No entres por la puerta de mi pueblo en el día de su
infortunio ... no lleves tu mano a su riqueza, en el día de su infortu-
nio!" Esas palabras no encajarían en el contexto, si Jerusalén ya hubiera
sido un desolado montón de ruinas , como lo sugeriría la fecha de 585 a.
de J.C. Por lo tanto, debemos buscar alguna acción militar que hubiera
tomado por asalto a Jerusalén, pero sin completar su destrucción, y en
la cua l pudieran haber tomado parte los edom itas (como proba-
blemente lo hicieron cuando los caldeas asaltaron la ciudad en el año
587 a. de J.C.) El único episodio registrado que cumple todos estos
requisitos pareciera ser esta invasión en el reinado de Joram.
La fecha del año 585 a. de J.C. tiene en su contra la fuerte evidencia
de que el profeta Jeremías había leído y adaptado para sus propios
propósitos Abdías 1-9 (ver Jeremías 49:7-22). El pasaje de Jeremía s es
considerado como uno de una serie de oráculos basados en gran parte
sobre las profecías emitidas por anteriores mensajeros de Dios. [Cf.
Jeremías 48 con Isaías 15-16 , y jeremías 49 con Amós 1:1 3-15; 8: 1-3).
Difícilmente Abdías hubiera podido inspirarse en Jeremías, pues expre-
sa sus sentimi entos en forma más breve y rápida que Jeremías y en parte
también con un estilo más pesado y abrupto. Al suavizar las asperezas
del estilo de expresión de Abdías, Jeremías se muestra como el adapta-
dor y no como la fuente original, y como tal logró que todo el oráculo
tomara formas más lúcidas y claras.
La fecha tardía se basa principalmente en Abdías 20: "Y los cauti-
vos de este ejército d e los hijos de Israel poseerán lo de los cananeos."
Aparte del contexto, esto bien pudiera referirse a la deportación de toda
la población de Judá al exi li o babilónico, y de esa manera sugiere la
fecha del aii.o 585 a. de J.C.; pero ga lüt también puede significar la
captura de individuos ais lados o de grupos limitados de personas.
Amos 1:9 habla del pecado de los mercaderes de esclavos de Tiro que
entregaron "todo un pueblo cautivo" (galüt sh•Iemah) a los edomitas,
334 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN Al. A NTl<..; UO T ESTAMENTO

ind ividuos qu e secues traron para util izarlos como esclavos en las
minas de hierro. En este caso "todo un pueblo cau tivo" no se refiere
seguramente a la deportación masiva de toda la población, sino a los
habitantes de comunidades aisladas capturadas en incursiones que
tenían co mo propósi to capturar esclavos. Este episodio que relata
Amós tiene que haberse producido, por supues to, en e l siglo VIII a.
de J.C., mucho antes de la cauti vidad babilónica del año 586 a. de J.C.
En Isofos 20 :4 se utiliza el mismo término respecto a la actuación
del rey de As iria al llevar cautivos pris ion eros egipcios y etíopes luego
de su victoriosa campaña militar en el va lle del Nilo, hecho que ocurrió
a comienzos del siglo VII, durante el reinado de Esa radón. De ello
podemos inferir que un autor que escribiera , Abdfas 20 pudo haber
vivido uno o d os siglos antes de la época de Nabucodonosor. El cumpli-
miento de este versículo es, por supuesto , un as un to di stinto, pues no
pued e ser datado de ninguna manera a ntes de la dinas tía de los
asmoneos en el segundo siglo a. de J.C., y muy probablemente haya que
buscarlo en los acontecimientos que habrán de ocurrir en los últimos
días del reino milenia l.
En el versículo 2 0 hay una oscura referencia a una leja na localidad
llamada Sefarad, cuya identificación ha s ido motivo de grandes dis-
cusiones. Una antigua tradición rabínica la relaciona con España ; de
ahí que los judíos españoles fueron conocidos como la comunidad
sefardi ta. Otros erud itos sostienen que se trata de la capital de Sardis en
el Asia Menor, y citan para ello inscripc iones recientemente halladas
en arameo y que mencionan ese distrito con el térm ino S-p-r-d (que son
las consonantes d el nombre Sefarad) .' Pero puesto que, por lo que
sabemos según los an tiguos documentos , n o hubo ninguna deportación
ni migración de judíos a Sardis, tiene poco asidero esta identificación. 2
Lo más probable es que se trate de un distrito que lleva el nombre de
Safarda, s ituado en el sudoeste de Med ia, según se lee en una inscrip-
ción del rey Sargón de Asiria. Es bien sabido que Sargón deportó algu-
nas de las diez tribus a las "ciudades de los medos" (ver 2 Reyes 18:11).

1. Ver el articu lo de C. C. Torrey, "The Bil inguall nscri ption from Sardis" (La inscripción
bilingüe de Sardis ) en American Journa l oj Semilic Longuogcs (Revista Americana de
Idiomas Semíti cos). (octubre de 191 7). Contiene el texto urameo d e una inscripción
funeraria Li d io-A ramea, en el cual la ciu dad d e Sard is es m encionada dos veces y d ele-
tread a S-P-R-0 . Torrey está pers uadido (pág. 190) de qu e esta es la ci udad mencionada en
Ob 20. Lleva co mo fecha el d écimo año de Artajerjes. pero es incierto si se refiere a
Artajerjes 1, como cree Torrey (de ahí 454 a. de J.C.) .. o a 1\rtajerjes 11. como lo prefiere
Cook (y por lo tanto el año 394 a. de J.C.). No hay d uda d e que debo concederse que
S-P-R-0 tiene qu e haberse referido a Sardis, por lo menos en cuanto al d eletreo de la
palabra se refiere. Pero la posibilid ad alternativa de Sefarad , en Media, provee ex-
actamente la mism a posibilidad respecto d e s us conso nantes, y encaja me jor con los
hechos conocid os de la hi storia hebrea.
2. Debe notarse el hecho de que es favo recida por el New Bible Commentary (El nuevo
comentario bíbli co) y por Lanchester en la Cambridge Bible (Biblia de Cambridge) , cuyo
tratamiento en " Abd ías y )onás", págs. 11-20, es fáci lm ente comprens ible y está escrito
con men te abierta, s i b ien divide a Abdfos en dos fu entes.
I NTROD UCCIÓN A LOS PRO FETAS ABDÍi\S. }O EL Y j ONÁS 335

Por lo tanto, hubiera s ido muy apropiado mencionar esta localidad en


la predicción del profeta Abdías.
Ya mencionamos el hecho de que algunos críticos dividen a Abdías
según dos distintas fuentes . Lanchester asigna la sección A, versículos
1-7, 10-14 a una fecha que se remonta a poco des pués del año 586 a. de
J.C., y sitúa la sección B, versículos 8, 9, 15-21 , en los días del exilio o
más tarde aún. R. H. Pfeiffer aplica una división distinta: la sección A
incluiría los versículos 1-14, 15b, y le asigna una fecha de composición
alrededor del año 460 a. de J.C. (inmed iatamente anterior a la época de
Esdras). Su sección B, que toma los versículos 15a , 16-21, proviene de
un período posterior que no especifica con prec isión. Eissfeldt divide
el capítulo aproximadamente de la misma man era que Pfeiffer, p ero le
asigna una fecha a la sección A posiblemente anterior, tal vez poco
después del año 587 a. de J.C. Sorprende que los críticos asignen diver-
sas paternidades literarias a una obra tan reducida , pero ocurre que su
metodología es esencialmente la misma empleada en la disección de
los libros más voluminosos del Antiguo Testamento. El esfuerzo lo
realizan sobre la base de un conocimiento muy imperfec to de los asu n-
tos antiguos ; vinculan las más ínfimas referencias a los asuntos contem-
poráneos con las conocidas condiciones históricas en cada período
subsiguiente; y actúan según el principio de que no existen profecías
genu inamente predictivas sino que profetizan luego de ocurrido el su-
ceso. En otras palabras, las denominadas! profecías predictivas no son
más que reflexiones sobre cosas ya ocurridas .
En cuanto al mensaje de Abdías sobre el juicio que habrá de so-
brevenirle a Edorn, debemos recordar que los edomitas eran conside-
rados por los profetas como sinónimo de los malvados enemigos de
Israel qu e odiaron y se opusieron a todo lo que Israel s ignificaba corno
testimonio del único y verdadero Dios. Así, pues, Edom constituyó el
ejemplo típico de un mundo corrompido, lleno de odio , maduro para el
juicio apocalíptico (cf. Isaías 34). Pero Abdías predice que no obstante
la oposición de Edom , existe un día futuro en el cual Israel entrará una
vez más en posesión de la ti erra prometida, inclu yendo los territorios
circunvecinos del monte de Seir, Filistea, Galaad y aun Fenicia hasta
Sarepta. Este futuro ámbito israelita p ertenecerá a Jehová.
Con respecto al cumplimi ento de esta sentencia contra Edom, pode-
mos inferir razonablemente, al leer Ma Jaquías 1:3-5, que para la época
de Malaquías (435 a. de J.C.) los edomitas ya habían sido expulsados de
Sela y del monte de Seir por las abrumadoras fu erzas de los árabes
nabateos. Fuentes seculares nos informan qu e en época tan remota
como el reinado d e Daría I (521-485 a. de J. C.), los nabateos habían
expulsado a los edomitas del territorio de sus antepasados , y los habfan
arrojado a las desérticas region es al sur de Judea . Los nabateos origina-
riamente provinieron de Nebaiot, lugar situado en la región de Cedar,
336 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TEST AME 'TO

en el norte de Arabia. Las crónicas asirias del siglo VII a. de J.C. se


refi eren a ellos como los nabaitai. Con el correr de los años, el poderío
del reino nabateo se extendió a la región de la Transjordania, hasta la
misma ciudad de Damasco. En los días de l Nuevo Testamento, Damas-
co estaba gobernada por el rey Aretas, de la dinas tía nabatea (cf. 2
Corintios 11:32). En cuanto a los desposeídos edomitas, la región en la
cual asentaron se llamó con el tiempo Idumea, donde mantuvieron una
existencia independiente , por algún tiempo, hasta que fueron conquis-
tados por el rey judío Juan Hircano (135-105 a. de J.C.) y convertidos
por la fu erza a la fe judía. En el siglo siguiente, la dinastía de Herodes el
Grande, descendiente del linaje idumeo, ejerció el reinado de Judea.

)OEL

El nombre ]oel significa Jehová es Dios (Hebreo Yó'el). El tema de


este profeta fu e una solemne advertencia del juicio d ivino al que sería
condenado Israel en el día de Jehová. Este día de ju icio está s imboliza-
do por una desvastadora plaga de langostas que inflige ruinosas pérdi-
das económicas a la nación. Pero a su vez esta plaga señala hacia una
época de fina l destrucción que habrán de soportar por igual todas las
huestes de la incredulidad.

BOSQUEJO GENERAL DE )OEL

l. La plaga de las langostas como tipo del día d e Jeho vá, 1:1-2:11
B. Esta invasión es una prefigura de una futura invasión humana
(asirios y caldeas) 1:8-20
C. El día de Jehová como día del juicio final, 2: 1-11
Il. Llamado al arrepentimiento , 2:12-1 9
A. Formas externas de contrición co mo también de sin cero
arrepentimiento de corazón, 2:12-15
B. Arrepentimiento a nivel nacional , que abarca a todas las clases y
edades, 2:16-17
C. Promesa de que nuevamente Jehová será miseri cordioso
(aparentemente cumplida durante el reinado de Joás), 2: 18-19
III. Promesas de lluvias de bendición, 2:20-32
A. Tremenda d errota a las fuerzas que invadieron a Israel por el
norte, 2:20
1. Senaquerib
2. El poder mundial de los ultimas días
B. Lluvi a enviada por Jehová después d e la plaga de langostas y de
la sequía, 2:2 1-2 7
C. Esta lluv ia prefigura el derramamiento del Espíritu Santo e n los
úl tim os días (comenzando en Pentecostés), 2:28-32; signos
meteóricos de la fase final de los últimos días (cf. Mateo 24:29)
I NTRODUCCIÚN A LOS PROFETAS ABDÍAS. JOEL Y JoNÁS 337

IV. TriUJÚO fin al de Dios en el día de Jehová, 3:1-21


A. Matanza final de los incrédulos; juic io final sobre e l último
d ictador, 3:1-1 6
1. Predicción d e l juic io con tra Fenicia y Filistea, que en esos
momentos oprimían a Judá , 3:1-1 3
2. Pre d icción de los triunfos en la era de los macabeos,
3:1 4- 16
8 . Triunfo milenial y paz para Jerusalén , e n com panía de toda la
fam il ia d e los re dimidos , 3:17-21

FECHA DE COMPOSICJON

Diversas escuelas críticas, tanto liberales como conservadoras, han


datado la profecía d e Joel en el prolongado lapso que va desd e el siglo
IX hasta el s iglo IV antes d e Cris to. Pero sobre las bases d e la ev idencia
intern a, la estimación más razo nable es que fu e escrita durante la
minoridad d e l rey Joás, en la regen cia del s umo sacerdote Joiada,
alrededor del año 830 a. de J.C. Puede consultarse la obra d e A. F.
Kirkpatrick The Doc trine of the Prophets (La doctrina d e los profetas).
1890, excele nte por los argu mentos en fa vor de una fec ha remota. Pode-
mos an otar esas evid encias en tres categorías:
1. El tipo de gobierno que mejor se a justa a estas declaraciones
proféticas es e l gobierno de regencia. No se m enciona para n ada a un
rey; pareciera que los ancianos y los sacerdotes compartieran la respon-
sabilidad de la d irección nacional. Todo ello imp lica qu e el rey era un
niño y que un regente gobernaba en su lugar. Según 2 Reyes 11:4, Joás
fue coronado a los s iete años de ed ad y se dice que su tío Joiada ejerció
una fu erte influen cia en Judá has ta el día de su muerte, en la parte final
del reinado de Josías.
2. Hay cla ras evidencias de intercambios com o entre Amós y foel.
Por ejemplo, tanto f oel 3:18 como Amós 9:1 3 contienen la promesa:
" Los montes destilarán mosto. " Si bien Joel pudo haber c itado de
Amós, las evidencias contextua les sugieren que fue a l revés. Otro e jem-
plo lo tenemos en fo el 3:16 donde en medio d e un discurso profético
dice: " Y Je hová rugirá d esde Sion, y dará su voz d esde Jerusalé n. " Este
mis mo versículo figura al comien zo de la profecía de Amós (Amós 1:2)
y p od emos d educir de e llo que Amós lo utilizó como si fuera un texto
que le sirv iera de base para desarrollar su primer serm ón . Sobre estas
bases, enton ces, j oel tuvo que h aber sido escrito antes que Amós, es
decir antes del año 755 a. de J.C.
3. Un arg umento aun más concluyente lo ha.lla mos en las fuerzas
armadas que según el autor amenazan a Ju dá. No h ay ninguna referen-
cia a los as irios o caldeas (por no decir nada de los persas ). pero dice
que los en emigos de judá son los fenicios , los filis teos, Jos egipcios y
338 RESENI\ CRíTICA DE UNA I NT RODUCCIÓN AL A NT ICUO T EST AMENTO

los edomitas (cf. j oe l 3:4, 19). Esto apunta h acia un período cuand o
Asiria y Babilonia no significaban ninguna amenaza, pero Egipto y los
vecinos que rodeaban a Israel aún eran fuertes y agresivos. Aun e n los
días de Joás era de temer el poder egipcio; en la época de Roboam , el rey
egipcio Sisac (identificad o como Sesonq I, 947-925 a. de J.C.) asoló el
reino y saqueó el templo de Jerusalén ; y en el reinado d e Asa se produjo
la temida invasión d e Zera, el general enviado por Osorkón I (925-829
:1 . de J.C. ), de la dinastía etíope (New Bible Di ctionary - Nuevo dic-
cion ario bíblico- p ág. 1359). En los días de Joram, abuelo d e Joás, y aun
en el tie mpo d e Josafat, los edomitas y filisteos incu rs ionaron contra
Judá con tanto éxi to que pudieron tomar por asalto la ciudad de Jeru-
salén (cf. 2 Reyes 8:20-2 2; 2 Crónicas 21:16-17). En ningún momento
después del reinado de Joás el reino de Judá se vio enfrentado por este
particular y variado surtido de enemigos. Debemos agregar que en
ningún momento d es pués del p eríodo caldeo pudo considerarse a los
egipcios como una potenc ia agresiva, puesto que a duras penas podía
mantener s u propia independencia. Esto pareciera e liminar la posibi-
lidad de una fecha en los períodos persa o gri ego.
Entre los críticos no conservadores recientes, hay una tende nc ia a
fechar la profecía de Joe l inmediatamente d espués de la muerte de
Josías en e l año 609 a. de J.C. Es lo que sosti ene A . S. Kapelrud en j oel
Studíes (Es tudios sobre Joel), 1948, al afirmar que e l autor fue con te m-
poráneo de Jeremías y d e Sofonías y que compuso el libro más o m enos
tal cual lo ten emos hoy en día. Sin embargo, la mayo ría de los críticos
se inclinan a cons iderar que joel fue compuesto después del exil io, en
vis ta del con ocimie nto que tiene sobre la ca uti vid ad de Babilonia
(2:32- 3:1), y especia lmente porque menciona a los griegos (Ydvdním]
en 3: 6. Parten de la base de que n o podrían haberse mencionado los
griegos hasta después de la conquista de Ale jandría en el año 330 a.
de J.C.
Pero aclaremos que en este contexto la m ención a Jos griegos se hace
como un pueblo distante , y se echa en cara la enormidad del d elito d e
los mercaderes de esclavos fenicios que s in escrúpulo alguno vendían
los cautivos israelitas a regiones tan remotas como Grecia. Imposible
s upon er que e l pueblo h elénico era desconocido a Israel en el p eríodo
anterior al exilio, puesto que las inscripcion es as irias los mencionan en
épocas tan remotas corn o el siglo VIII a. de J.C. 3 Semejante referencia es
totalmente incompatible con una situación donde los griegos ya domi-
nan totalmente el imperio persa, pues en el período más tardío no
podrían ser con siderados distantes y remotos d e Palestina, tal cu al lo
deja entrever claramente el texto. (En parte, por esta razó n , Pfeiffer
prefiere fechar a j oel a lrededor del año 350 a. de J.C., en los días de

3. J. E. Steinmueller, CSS. 2:281 .


I NTRODUCCIÓN A LOS PRO FETAS ABDÍAS. }OEL Y ) ONAS 339

Felipe de Macedonia, padre de Alejandro el Grande.)


Dichos críticos también observaron que ]oel no menciona para nada
el Reino del Norte o el gobierno de ninguno de los reyes de Judá, y ni
s iquiera los idolátricos lugares altos (bdmó t) . A este respecto señalemos
el hecho de que tampoco Nahum ni Sofonías mencionan estas cosas, y
sin embargo los críticos admiten para estos libros una fecha de com-
posición correspond iente al siglo VII, a. de J.C. , anterior al exilio babi-
lónico. Como lo señala Young con toda propiedad (IOT, pág. 249), no
hubo ocasión particular para que Joel mencionara por nombre el Reino
del Norte, pues estos anuncios proféticos se emitieron directamente
contra Judá. Además, Joel ocasionalmente emplea el nombre de Israel
(cf. 2:27; 3:2; 3:16) en forma tal que es imposible saber con certeza si se
refi ere a las doce tribus en su totalidad o so lam ente al Reino del Norte;
de ahí que de ninguna manera es seguro que pasara por alto totalmente
al Reino del Norte. Estos críticos también señalan los versículos 1 :9 ,
1 :1 3 y 2: 14 como indicativos de la práctica de p resentar un perma nente
holocausto al Seú or, en el templo (el así denomi nado tdmíd). Sostienen
que el hecho de no mencionarse en la Tora el tdmfd antes de haber
incorporado e l documento P en época posterior al exilio, indica que
Joel tuvo que haber s ido de igual modo posterior al exilio. Claro está
que este razonamiento n o pesa para nada en el ánimo de quien es no se
han ad herido a la teoría documental.
Al par que muchos críticos consideran que ]oel constituye una sola
unidad literaria, hay otros, como Oesterley y Robinson que se aferran a
la teoría de una dob le paternidad literaria . Le asignan una fecha
alrededor del aúo 200 a . de J.C. a considerables porciones de Joel p or su
carácter apocalíptico, sobre la base de una supuesta similitud con pro-
ducciones apocalíp ticas intertestamentari as. De ahí que interpreten
que la expresión de 3:6 , " los hijos de los griegos" se refiere a la dinastía
seléucida de Antfoco Epífanes. Semejantes interpretaciones radicales
como la que acabamos de mencionar son más bien producto de la teoría
de la evolución y no de una legítima ded ucción del texto propiamente
dicho. Según este punto de vista, el género apocalíptico se pu so en boga
en una etapa tardía de la historia d e Israel. (El término apocalíptico se
refiere a un tipo de revelación profética que contempla la intervención
milagrosa de Dios en la historia futura para liberar a su pueblo de todos
sus enemigos y darle supremo poder en la tierra.) El concepto evolu-
cionista considera que este género es producto de la desesperación que
hizo presa en el pueblo judío luego de haber fracasado en su intento de
obtener grandeza o independencia p or sus propios medios o esfuerzos.
Sólo después de los desengaños de los siglos V y IV a. de J.C. pudi eron
los judíos caer en la desesperación y recurrir exclusivamente a Dios
como la última y única esperanza para alcan zar su destino nacional.
Pero nuevamente aq uí la fuerza del argum ento depende d e presun-
340 R ESEÑi\ CRíTICA DE U NA I NT RODUCCIÓN AL A NTIC UO T ESTAMENTO

ciones evolucioni stas y antisobrenaturales. Tendría que practicarse una


extensa y radical intervención quirúrgica para extirpar tales pasajes d e
los profetas anteriores al exilio.• Más aún , y por más que demos ri enda
suelta a nuestra imaginación, jamás podremos considerar que el estilo
hebreo de la profecía d e Joel pertenezca a los períodos persa o griego.
La pureza de su dicción y su construcción gramatical indican más bien
una fecha de compos ición anterior al exilio.
En resumen, la evidencia interna apunta, como fec ha de compos i-
ción de esta profecía, al año 835 a. de J.C. aproximadamente. La falta
total de refe rencias a ningún monarca reinante en el trono de Judá, la
inferencia de que la responsabilidad del gobierno estaba en manos de
sacerdotes y de los anc ianos, las alusiones a las naciones vecinas como
los enemigos corrientes de Judá (no tanto los as irios, los babil onios y
los persas), todos estos factores apuntan sin lugar a dudas al período de
la minorid ad de Joás . La evidencia lingüística encaja perfectamente con
esta fecha temprana y torna insostenible toda teoría que formule una
fecha de com posición posterior al exilio. Justo es decir, por otra parte,
que los argumentos esgrimidos en favor de una fecha tardía se basan
principalmente en presupuestos humanísticos filosófi cos y no en razo-
nables deduccion es de los datos obtenidos del texto mismo.

JONÁS

El nombre Jonás (Yónah] significa paloma. 2 Reyes 14:25 mencion a


a este profeta como el hombre que predijo la dilatada extensión de las
conquistas de Jeroboam II (793-753), predicción que a un patriota como
él le resultó muy grato emitir. Su pueblo n ativo fu e Gat- hefer en la
tribu de Zabulón, en Israel del Norte. Al parecer su ministerio profético
comenzó poco antes del reinado de Jeroboam, o al m enos antes que ese
brillante rey hubiera logrado sus más resonantes triunfos militares. El
tema de esta profecía (que en realidad es más una biografía que una
disertación tipo sermón] es que la misericordia y la com pasión de Dios
se extienden aun a las naciones paganas, condicionadas a s u arrepenti-
miento. Por lo tanto , Israel tiene la obligación de testimoniar an te ellos
la fe verdadera ; el descuidar esta tarea puede llevar a la nación , como al
mismo Jonás, a las profundas aguas de la aflicción y d el castigo.
Desde el p unto de vista profético , la experiencia de Jonás de estar en
una tumba viviente tres días, en el vientre de la ballena , tipifica el
entierro y resurrección del Señor Jesús (Mateo 12:40). (Digamos de paso
que el texto h ebreo de Jonás 2:1 dice dag gadol es decir, " gran p ez" , y
no emplea el término técnico que traduce " ballena ". Pero dado que el

4. Cf. G. E. Ladd , " Why Not Prophetic-A pocalypti c?" (¿Po r qué no apoca lípti co
proféti co?) en JBL, 76:3 (1957).
I NTRODUCCIÓN A LOS P ROFETAS ABDÍAS. ] OEL Y ] ONÁS 341

hebreo no contaba con un vocablo especial que traduzca " ballena " , y
puesto que no se sabe de ningún auténtico pez -en contrap osición con
un mamífero marino- que posea un estómago que tenga la capacidad
que tiene el de la ballena, es razonable adherirse uno en este punto a la
interpretación tradiciona l. El único otro término pos ible , tonnín , era
tan vago que n o podia ser utilizado aquí , ya que también puede signifi-
car tiburón, serpiente marina y hasta dragó n.)

BOSQUEJO GENERAL DE JONAS

l. Jonás rechaza la misión encomendada por Dios, 1:1 -3


II. Jonás huye y Jehová lo persigue, 1:4-17
III. Oración de Jonás para pedir liberación, 2:1-10
IV. Dios renueva su comisión y Jonás la cumple en Nínive, 3:1-9
V. Pesadumbre de Jonás por el arrepentimiento de Nfni ve y respuesta
de Jehová, 3:10-4: 11

FECHA DE COMPOSICION

El texto no especifica quién fue el autor de este relato biográfico,


pero es razonable suponer que fue compuesto por el propio Jonás al
finalizar su carrera y ech ar una mirada retrospectiva a ese punto crucial
de su ministerio. Eso explicaría el u so del tiempo pasado al referirse a
Nínive (3 :3 ), pues cabría esperar que en un período de va rias décadas
las condicion es hubieran cambiado en esa ciudad desde la vez en que
la visitó Jonás. Esto nos daría la época de la com posición del libro
alrededor del aii.o 760 a. de J.C. Si bien el autor no se refi ere a sí mismo
en la primera persona , ello no debe sorprender a nad ie, pues Moisés se
refiri ó a sf mismo en la Tora en tercera persona, a l igua l que Jenofonte
en su obra Anábosis y Julio César en Guerras gá licas.
Los críti cos liberales sostienen que fo n ás fu e escrito alrededor del
año 430 a. de J.C., basados en la suposición de que fue compuesto como
una alegoría de una ficción cuasihistórica para oponer al "estrecho
nacio nalismo" de los líderes judíos tales como Esdras y Nehemías, en
momentos en que los samaritanos eran excl ui dos de toda participación
en el cu lto a Jehová en Jerusalén, y se obligaba a repudiar y divorciarse
de todas las esposas extranjeras bajo la presión d e un fa nático e intol e-
ra nte exclusivismo. Era más que oportuno que algún an ónimo defensor
de ideales más uni versales produjera un escrito para los tiempos que
corrían, que hiciera que la nación adoptara un punto de vista más
liberal. De ahí que la base principal para fijar el a.ño 430 a. de J. C. como
fecha de composición del libro sea una teoría del orden de desarrollo
de las ideas en la historia de la religión de Israe l.
De acuerdo con es te concepto sobre el libro de Jonás, s u alegoría se
342 R ESE -,A CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTt\M ENTO

interpreta de la siguiente manera : Jonás representa la desobedien cia de


Israel; el mar representa a los gentiles; la ballena tipifica la Babilonia
del período caldeo; y los tres días de confinamiento en el vientre de la
ballena se refieren a la cautividad babilónica. De la misma manera
como a Jonás se le ordenó ser fi el a s u responsabilidad de evangelizar a
los paganos, así también era la voluntad de Dios en la Judá del siglo V,
que los judíos aprovecharan la oportunidad de ser testigos de la única
fe verdadera y dejar de lado las obstaculizantes limitaciones de un
exclusivismo estrech o y fanático. En cuanto a la milagrosa ca labacera
cuya muerte súbita tanto apesadumbró el corazón de Jonás, algunos
han interpretado que se refiere a ZorobabeL'
Sin embargo, un examen detenido del texto, demuestra que hay
muchos aspectos de la narración que difícilmente encajen en un marco
alegórico. Si la ballena representó a Babilonia. ¿qué representó Nínive?
En cuanto al barco que levó anclas en Jope, difíci lmente p ud iera inter-
pretarse como una alegoría; tampoco res ulta claro por qué se escogieron
tres días para representar setenta años de cautiverio. Más aún , no existe
la más mínima evidencia histórica qu e demuestre la existencia del
pretendido sentimiento uni versalista entre Jos jud íos del siglo V a. de
J.C., co mo lo sostiene esta teoría. Si bien es cierto que sin duda alguna
había ciertos judíos que creían en mantener relac ion es armoniosas con
paganos vecinos , s us motivos parecieran haber sido más bien mate-
rialistas y comerciales y no mis ioneros. Nos parece un razon amiento de
círculo vicioso el que los críticos hablen de Jonás y Rut como testi mo-
nios de este celo: estos dos libros tuvieran que haber sido escritos en
ese período por la sencilla razón de que encajan a la perfecció n con el
supuesto nivel logrado por el pensamiento judío, tal como lo atestiguan
estos dos libros.

O BjECIONES HISTORICAS A SU AUTENTICLDAD

En apoyo de esta teoría del carácter cuasihi stórico de jonás, se


plantea n por lo m enos cuatro principal es objeciones contra la credibili-
dad de la narración bíblica tal cual la tenemos en nuestras biblias.
Discutiremos cada una de ellas y señalaremos sus puntos débiles.
1. Se dice es incon cebible que un autor hebreo que viviera en el
período asirio hablara del rey de Asiria simplemente como el "rey de
Nínive. " So lamente un escritor que viviera mucho después de la des-
aparición de Asiria como potencia, emplearía semejante terminología.
Pero esta explicación sobre el uso que hizo Jonás del títu lo rey de
Nínive está lejos de ser satisfactoria. Ningún autor antiguo que alguna
vez se refiri era a Nínive en cualquiera de los documentos que han

5. Cf. A. Bentzen , IOT. 2:1 46 .


INTRODUCCIÓN A LOS PROFETAS ABDÍAS. j OEL Y j ONÁS 343

llegado a nuestras manos (ya sea en acad io, h ebreo, griego o latín)
parece no haber estado enterado de que ínive era la capi ta l del im-
perio asirio. Es ingenuo suponer, entonces, que un escritor que viviera
en el año 4 3 0 a. de J.C. imaginara que el rey de Nín ive no era también el
rey de Asiria. Los autores griegos tales como Herodoto en el siglo V a.
de J.C. y Jenofonte en el siglo IV a. de J.C. estaban perfectamente entera-
dos del imperio as irio y Herodoto al menos sabía que Nínive era su
capital. Por ello debemos buscar otra explicación para es ta designación
de "rey de Nínive" en el tercer capítu lo de Jonás. Los libros históricos
del Antiguo Tes tam ento nos proveen excelentes analogías para el
difundido uso hebreo de este título. Por ejemplo, si bien Acab era el rey
de Israel (es decir de todo el Reino del Norte), ocas ionalmente la Escri-
tura se refiere a él como "rey de Samaria" (1 Reyes 21:1), por cuanto
Samaria era la capital del reino. De la misma manera Ben-Adad , que es
bien conocido por el cronista como rey de Siria (Aram) , toma también
ocasionalmente el nombre de " rey de Damasco" (2 Crónicas 24:23).
Nuevamente aquí se aplica como título real el nombre de la capital del
reino. El uso que hace Jonás del término rey de Nínive nos ofrece un
perfecto paralelo de estos ejemplos.
2. También se insiste en que se habla de Nínive en tiempo pasado
"era" (hóy"!a h) en 3:3. La única interpretación pos ible es que la ciud ad

Guardias del Rey. Bajoreli eve d el palacio d e AsurbanipaJ en Nínive.


(Cortesía de l Louvre.)
344 REsEÑA C RíTICA DE UN1\ i NTRODuccióN t\ L ANTIGUO T ESTAMENTO

había dejado de existir desde largo tiempo atrás; de lo con trario el autor
hubiera dicho: "Y cuando Nínive era [tihyeh] una gran ciudad." Se
con cede fácilmente que el autor bien pudo haber expresado el tamaño
de Nínive por el uso del tiempo imperfecto (tihyeh) , de haberlo querido
expresar así; pero es evidente que su propósito a esta altura de la
narración era el de hacer hi ncapié en el h echo de que Nínive había
adquirido un gran tamaño (aunque probablemente había crecido aún
más cuando el libro fue escrito, es decir, en el año 760 a. de J.C.). La
única forma de expresar su pensamiento de que la ciudad "había llega-
do a ser", era utilizando el pretérito perfecto, ha.yctah.
3. El enorme tamaño atribuido a Nínive es sin duda un elemento
fabu loso en la narración. El autor afirma que para cruzar la ciudad se
requería tres días de caminar dado su inmenso tamaño (3:3-4). Sin
embargo, observamos que el texto no dice específicamente que Jonás
necesitó tres días sin parar para atravesar a Nínive. 6 Solamente afirma
que le tomó tres días atravesar la ciudad predicando su men saje. La
predicación callejera en las esquinas demanda muchísimo tiempo. Tres
días no era un período demasiado prolongado para cumplir con su
misión en una ciu dad que bien pudo haber contado con 600.000 habi-
tantes (a juzgar por los 1 20 .000 niños que se sugieren en Jonás 4:11) en
el siglo VIII a. de J.C.' A esto h abría que agregar la población d e los
suburbios que tuvo que haber sido muy considerable. El distrito admi-
nistrati vo de Nínive tenía una extensión de 50 a 100 kilómetros de
diámetro." Del contexto surge claramente que la frase "camino de un
día" (mahalak yórn 'ehéid) se refiere a l sector de la metrópoli que pudo
cubrir deteniéndose a predicar en diferentes puntos donde era venta-
joso hacerlo para lograr la aten ción del público.
4. Sostienen algunos que es inconcebible que un a ciudad pagana
como Nínive se arrepintiera de manera tan rápida y unánime, en res-
puesta a la exhortación de un desconocido extranjero proveniente de
un pequeño y distante país. Resulta absurdo el decreto real que ordenó
que todos los h abitantes y aun animales se vistieran de cilicio para
expresar su pesadumbre y arrepentimiento. Todos estos deben ser con-

6. En realidad, es totalmente inconcebible que algún autor de la antigüedad hubiera


podido su poner que alguna ciudad de la tierra fu era tan grande que demandara tres días
para atravesarla caminando. En tres d ías, un hombre vigoroso podía caminar de 95 a 110
kilómetros, o sea la d istancia que hay entre jerusalén y el mar de Galilea. Ninguna ciudad
en toda la historia humana ha alcanzado semejante tamaño, y si alguna vez lo alcanza
tendría una población posible de treinta mil lones de habitantes en vez del millón más o
menos que parece sugerir Jonás 4: 11 . Por lo tanto, debemos considerar esta interpretación
de "tres d ías d e camino" como un absurdo vuelo de la imaginación literaria, que nunca se
le hubiera ocurrido a un escritor de la antigüedad.
7. Felix Jones, en 1834, estimó el perímetro de la murallas de Kuy unjik, la antigua
Nínive, en doce kilómetros y medio, y el probable número d e sus habitantes en 1 75.000 o
más. Ver New Bible Dictionary (Nuevo diccionario bíblico), pág. 889.
8 . !bid.
l !\'TRooucciót-: A ws P ROFETAS A ooiAs. j oEL v j ONÁS 345

siderados como elementos de fábu la. Debemos admitir que tan rápida
respuesta de parte de una población pagana constituye un hecho mila-
groso, pero la narración no deja lugar a dudas en el sentido de que el
poder del Dios Todopoderoso estaba detrás de toda esta empresa. No se
hubiera justificado la insistencia de Dios de que Jonás se dirigiera a
Nínive a menos que estuviera dispuesto a hacer que la predicación del
profeta fuera efecti va. ¿Quién puede señalar los límites d el poder del
Espíritu Santo para convencer a los hombres de pecado cuando se
pred ica su verdad? Si los ninivitas de pronto temieron una destrucción
genera l que abarcaría toda la ciudad, y aniquilaría a los habitantes y
también al ganado, ¿qué más apropiado, desde su pun to de vista, que
vestir a las bestias con los símbolos de la contrición?
Además, y aparte de estas consideraciones teóricas, hay evidencias
históricas de que durante uno o dos períodos estratégicos del ministe-
rio de Jonás, él hubiera podido hallar una atmósfera ap ropiada para un
mensaje monoteísta. Es cas i seguro que el rey de Nínive y Asiria, en
esos días, fue Adad-N irari III (8 10-783 a. d e J.C.) Es bie n conocido el
hecho d e que ese rey redujo su adoración al dios Nebo, y de esa manera
se acercó aún más a la monolatría que ningún otro ocupante del trono
asirio. En segundo lugar Steinmuller (CSS, 2:289) sugiere que si Jonás
llegó a Nínive un poco más tarde, en el reinado d e Asurdán Ill (771-
754), hubiera hallado a la población sicológicamente preparada para
aceptar el anuncio de una catástrofe to tal, pues una gravísima plaga
asoló a la ciudad en el año 765 y hubo un eclipse total de sol el día 15
de julio del año 763 a. de J.C. Hubo otra plaga en el año 759 a. de J.C.

ARGUMENTOS LINGÜISTICOS

Los que abogan por una fecha posterior al exilio para el libro de
Jonás recurren habitualmente a un cierto número d e supu estos arameis-
mos que figuran esparcidos en el texto.
1. En 1 :5 figura la palabra s•pfnah, nave, como variante de un co-
nocido vocablo hebreo, '•niyyah, que también sign ifica nave. S•pfnah
es común en arameo; figura solamente aquí en la Biblia hebrea. Sin
embargo, obviamente deriva de la raíz séipan, cubrir, que se repite a
menudo en el An tiguo Testamento, como asimismo en las inscrip-
ciones fenicias (s i bien el verbo nunca aparece en el aram eo sobrevi-
v ie nte). In ferimos que esta expresión orig inalmente significaba
una nave cubierta o un barco equipado con una cubierta, y el arameo
puede haberlo tomado del cananeo.
2. En jonás 1:6 figura el verbo 'éishat (en la raíz hithpael) con el
significado de recordar. En el idioma arameo este verbo aparece en
época tan antigua como la del Papiro Elefantino. Un sustantivo re-
lacionado 'éshet aparece en el Cantar de los Cantares 5:14 con el signi-
346 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN t\L ANTIGUO TESTAMENTO

ficado de artesanías, [Sus manos, de oro, y como hechas a torno ... ]


[Versión Torres y Amat); 'ashot [o en su forma singular, 'ashtüt) figura
en Job 12:5 con el sentido de pensamiento u opi n ión: " ¡Al infortunio, el
desprecio! -opinan los dichosos- ... " [Biblia de jerusalén) . Sin
embargo, el verbo no figura , ni en el siriaco ni en el arameo en el
sentido en que es usado en ]onás, es decir, record ar.
3. La partícu la re lativa she (quien, cual) aparece en s u forma simple
en Jonás 4:10 , y luego aparece en dos compuestos, b"she lhn! en 1:7
(¿por causa d e quién?) y en b•shell! [por mi causa) en 1:12. Estric-
tam ente hablando , difícilmente puede denominarse a esto un ararneis-
mo , puesto que sh e d e ninguna manera es un vocablo arameo; y sin
embargo, en e l hebreo posterior se usó muchísimo como la partícula
aramea di. Pero hasta donde lo sepa el autor de esta obra , la partícula di
jamás figura en el aram eo precristiano Juego de la preposi ción b• con el
significado de "a causa de " . Por otra parte, s he aparece tan an ti-
guamente corno en la época de los jueces , en el cántico de Débora
Uueces 5:7) que, hecho interesante, fue compuesto por una nativa del
norte d e Gali lea [ta l como lo era Jonás). También debernos mencionar el
hecho de que se se repite a menudo en las inscripciones fenicias (junto
con la más frecu ente '-s) y es muy probable que los marineros que
tripulaba n la nave dond e viajaba Jonás eran de origen fenicio; de ahí
que todo parec iera indicar que esta partícula fi gurara en el curso de sus
conversaciones.
Hay otros varios s upuestos arameismos que reposan sobre bases
más tenues aún. Por ejemp lo, el verbo hétfl, echor, orrojar Uonás 1:5 ,
12), se repite en Job, Salmos, Isaías, Jeremías y Ezequiel , y no puede,
por lo tanto, cons iderarse como prueba de una tardía paternidad lite-
raria. Por lo qu e respecta a q•r f• ah [predicación), este sustantivo reco-
noce una raíz que es natural tanto al hebreo como al arameo, si bien el
sustantivo propiamente dicho aparece solamente aquí en la Biblia he-
brea. Una sola palabra más merece comentario especia l: ta 'am , que
significa edicto, decreto, mandato. Al par que es un común vocablo
hebreo que significa gustar o entender, solamente figura aquí con un
significado gubernamental Uonás 3:7). Sin embargo, res ulta obvia s u
re lación con la palabra asiria temu , que tiene el mism o s ignificado, y
el uso que Jonás hace de la misma muy bien puede haber sido una re-
miniscen cia de la fraseología del decreto o mandato del rey de N ínive.
[Así figura en Es dras 6:14 , pasaje arameo, que cita un d ecreto o man-
dato de l rey de Persia.)
En vista de las vigorosas objeciones de los racionalistas a las histo-
ricidad d e Jonás , resu lta conveniente en este punto referirnos a la ase-
veración d el Señor Jesús, tal cual se encuentra regis tra da en los Evange-
lios. En Mateo 12:40,41, Cristo se refiere a dos acontecimientos
d irectamente rechazados como fabulosos por la críti ca moderna: la
[t\TRODUCCIÓN 1\ LOS P ROFETAS ABDit\ S. ) DEL Y ) Oi':ÁS 347

preservación de jonás en el vientre de la ballena y la efi cacia de su


predicación al lograr el arrepentim iento de los nini vitas. En Mateo
12:40 Cristo dice: " Así como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres
días y tres noches, así estaTá el Hijo d el Hombre en el corazón de la
tierra tres días y tres noches." Si la historia de }onás no pasara de ser
novelesca, también tendría que ser novelesco el relato del entierro de
Cristo y su permanencia en la tumba donde estuvo confinado desde el
Viernes Santo hasta el Domingo de Resurrección; de o tra manera no
cabría la comparación ("así como"). Y esto es particularmente cierto
cuando entran en juego un tipo y un antitipo. En todo otro caso don de
se hace referenc ia en la Escritura a un aco ntecimiento típi co del Anti-
guo Testamento (p ej. Juan 3:14; 1 Corintios 10:1-11 ) está involucrado
un episodio his tórico. o hay una so la ev idencia objetiva de que jesús
de Nazaret consideraba esta experienc ia de ]onás como un hecho no
histórico.
Luego, leemos en Mateo 12:41: " Los hombres de Níni ve se levan-
tará n en el juicio con esta generación, y la condenarán po rqu e ellos se
arrepintieron a la predicación de Jonás , y he aquí más que Jonás e n este
lugar." Nada más claro que el hecho d e que aquí Jesús reprocha a sus
contemporáneos por su incredulidad y por su nivel moral que era
inferior a los paganos de la antigua Nínive que carecían de Biblia. Pero
si efectivamente aquellos ninivitas nunca se arrepintieron por la pre-
d icación de Jonás , luego la afirmación de Cristo en este pasaje es falsa e
infundado su reproche. Puesto que has ta ciertos eruditos conserva-
dores como james Orr, han concedido que Joná s no tien e caTácter his-
tórico, es importante que nos pongamos de acuerdo respecto a estas
claras afirmaciones del Señor Jesús, y comprendamos que es imposible
rechazar la historicidad de Jonás sin rechazar al mismo tiempo la auto-
ridad de Cristo.

INTEGRIDAD DEL TEXTO

Los eruditos liberales consid eran el libro de Jonás como una co-
lección de escritos originados en diversas fuentes. En particular el
sa lmo de acción de gracias de Jonás Uonós 2:2-9) es considerado com o
una inserción extraña: (1) porque Jonás 2 :1 nos dice que jonás oró
(hitpalJeJ), en tanto que el resto de la composición co ntiene expre-
s iones de gratitud y no peticiones; (2) porque la acción d e gracias fue
expresada antes que Jonás hubiera sido vomitado en tierra firm e y, por
lo tanto, no tenía razón alguna para agradecer a Dios. Pero estas ob-
jeciones, tal cual las formuló Wellhau sen (Di e kl einen Prophe ten, - Los
profetas menores- 1898, pág. 221) , pierden totalmente el senti.do del
sa lmo. En primer lu gar, como resulta fácil comprobar por numerosos
ejemplos del libro de los Salmos, la alabanza era considerada por los
348 R ESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIC UO TESTAMENTO

hebreos parte importantísima y legítima de la oración. Así, este mismo


verbo (hitpa ll el) aparece con su sustantivo afín con el significado de
"oración" (t•pillah) en 2 Sam u el 7 :27, pasaje que contiene adoración y
alabanza a Jehová, como un Dios que responde a las oraciones . En
segundo lugar, como lo ha señ alado correctamente Young, (IOT, pág.
257), 2:2-9 no expresa gratitud por haber sido liberado del estómago del
gran pez, sino más bien por haber sido librado de morir ahogado, con el
concurso del gran pez. Interpretado de esta manera, como obviamente
debe serlo, no hay discrepancia alguna en tre la oración de Jonás y el
marco en que es colocado por el autor. Wilhelm Moeller (GATE, pág
240-241) llama la atención al hech o de que h ay notorias similitudes
entre esta oración o salmo de Jonás y las de David (d. Salmos 18 :30-31
y 69 :14 conJon ás 2:3a; cf. Salmos 42: 7 con Jonás 2 :3b; Salmos 18:6 con
Jonás 2:4b; Salmos 69:1-2 con Jonás 2 :5 ; Salm os 42:7-8 con Jonás 2:6;
Salmos 5:7 con Jonás 2:7.)
Procediendo sobre bases racionalistas, Eissfeldt consideró a Jonás
como un complejo de dos leyendas, una de las cuales (capítulos 1-3)
trata de la desobediencia de Jonás a los mandamientos de Dios , y la otra
(capítulo 4) registra la controversia con Dios respecto a la aplicación de
la gracia divina a los paganos. Basado en el hecho de que el relato de un
pez que se traga a un hombre y luego lo vomita se encuentra en otra
literatura, sacó la conclusión de que el incidente sólo era legendario y,
por lo tanto, no pudo haber ocurrido.• En respuesta a lo anterior, diga-

9. Se han informado numerosos casos, en épocas recientes, de hombres que han sobrevi -
vido al duro trance de ser tragados por una ballena. La Princeton Theologica l Review
(Revista teológica de Princeton) de octubre de 1927, refiere dos incidentes, uno en el año
1758 y el otro en 177 1, según los cuales un hombre fue tragado por una ballena y
vomitado poco tiempo después , con sólo lesiones leves. Otros casos son citados por R. K.
Harrison, en !OT, pág. 907.
Uno de los casos más notables lo refiere Francis Fax, Sixty-three Years of Engineering
(Sesenta y tres aüos de ingeniería), (Londres : j. Murray, 1924), págs. 298-300, quien
informó que este incidente fue pralijamente investigado por dos científicos [uno de los
cuales fue M. de Parville, editor científico del fournal des Debats [Publicación de de-
bates) en París. En febrero de 1891, el barco ballenero Star of the East (Estrella del
Oriente), navegaba en las proxim idades de las Islas Malvinas, y el vigía avistó una
enorme ballena a unos cinco kilómetros del barco. Se bajaron dos botes y al poco tiempo
uno de los arponeros pudo clavar su arpón en el enorme animal. Los tripulantes del
segundo bote también atacaron al animal, pero un coletazo de la ballena lo hundió, y los
marineros cayeron al mar. Uno de ellos se ahogó, pero el otro, james Bartley, sim-
plemente desapareció sin dejar huellas. Luego de muerta la ballena, la tripulación co-
menzó su tarea de quitarle la grasa con hachas y palas. "Trabajaron todo el d ía y parte de
la noche. Al día siguiente, con jarcias y aparejos pusieron sobre cubierta el estómago. Los
marineros quedaron perplejos cuando observaron espasmódicos signos de vida, y dentro
del estómago hallaron al marinero que había desaparecido, doblado e inconsciente. Lo
pusieron sobre cubierta y le dieron un baüo con agua de mar que pronto lo hizo revivir.
Al finalizar la tercera semana se había recuperado totalmente de su estado de conmoción
y reasumió sus actividades normales .. . Su rostro, cuello y manos se veían descoloridos,
con una blancura mortal y un aspecto de pergamino. Bartley afirma que probablemente
hubiera vivido en su habitáculo de carne hasta morir d e hambre, porque se desmayó de
miedo y no por fal ta de aire."
Una carta fechada el 24 de noviembre de 1906, que lleva la firma de la seüora J. F. de
Whitney, esposa del capitán del S!ar of !he East, y recibida por A. Lukyn Williams [que la
INTRODUCCIÓN A LOS P ROFETAS AllDÍAS. }OEL Y }ONÁS 349

mos solamente que nadie ha podido demostrar hasta la fecha la imposi-


bilidad de que los incidentes registrados en las leyendas puedan haber
ocurrido. Fundamen talmente, por supuesto, la objeción de Eissfeldt se
basa en la premisa de la imposibilidad de los milagros. Las deduc-
ciones que se sacan de este apriorismo no son más dignas de confian za
que el mismo apriorismo. Pero sobre las bases de una crítica literaria
desprejuiciada, no puede haber argumentos convincentes en favor de
que subyacen fuentes múltiples en el libro de Jonás.

entregó al Expository Times, el 18 de febrero de 1907:239), negó categóricam ente que


semejante episodio hubiera ocurrido d urante los años en que ella había estado rela-
cionada con este barco. Sin afirmar que conocía personalmen te a james Bartley, ni
siquiera que el señor Whitney estaba al mando de ese barco en febrero de 1891, rechazó
todo el relato como mera hablad uría de los marineros. Pero en vista de la previa investiga-
ción de este episodio por M. de Parville, la firme negativa d e la señora de Whitney tendría
que ser corroborada.
CAPITULO 22
AMOS, OSEAS Y MIQUEAS
En la segunda mi tad d e l siglo octavo antes de Cristo, la profecía hebrea
a lcan zó s u máximo esp lendor, su siglo de oro. Lu ego que los primeros
profetas escritores, Abdías , Joel y Jonás, terminaron su tarea, y quedó
li sto e l escenario para la aparición d e los cu atro gra n des figuras que
dominaron la escena desde el año 755 a. d e J.C. hasta e l com ienzo d el
siglo VII a. de J.C.: Am ós, Osea s, Miqueas e Isaías. De los cuatro, los tres
primeros los estu dia remos en este capítulo. Para Isaías serán n ecesarios
dos capítulos adicionales .

AMóS

El s ignificado probable de l nombre de Amós es "cargador" (d e-


rivado de l verb o 'amas que significa levantar u na carga, aca rrear). El
tema principal de su profecía fue la fidelidad de Jehová a su pacto y a
s u santa ley, y la es tricta res ponsabilidad de su pu eb lo Is rae l en man-
ten er una práctica observancia de sus obligaciones de pacto. Amós
encarecidamente les recalcó s u obligación d e cordi al aca tamiento al
código lega l de la Tora, tanto en su letra com o en su espíritu. El fracaso
de Israel en presentar a l Señor una fe viva y verdadera, y s u intento de
en gañarlo con infames substitutos de una vacía profesión , n o podían
llevar a otra cosa que n o fu era la total ru ina y la destru cción d e la
nación.

BOSQUEJO GEN ERAL DE AMOS

l. El jui cio de jehová contra las naciones , 1 :1 -2 :1 6


A. Pre ludio: e l día d e la ira está próximo, 1:1 ,2
B. Juicio contra n aciones vecinas paganas por crímenes inh uma-
nos (todas estas sufrirán el fuego y la d estrucción), 1 :3-2:3
1. Damasco, 1:3-5
2. Gaza, 1 :6-8
3. T iro, 1 :9 ,10
4 . Edom, 1 :11,1 2

350
A~IÓS. Ü SEi\S y M IQUEt\ S 351

5. Amón, 1:13-15
6. Moab , 2:1 -3
C. La ira contra las dos naciones del pacto por menos preciar la
Palabra de Dios, 2 :4 -16
1 . Judá, habién dose apartado de Dios y escogido falsos maes-
tros, s ufrirá el fu ego y la destrucción.
2. Israel habrá de sufrir un a tremen da d estrucción por los peca-
dos de exp lotar a los pobres, por el pecado de incesto, p or s u
ingrati tud hacia Dios, y por perseguir a los fie les.
Il . Maldades de Israel y adverten cias de Dios, 3:1- 6: 14
A. El juicio es inevitable debido a la completa depravación de
Israe l, 3:1-15
1. A mayor privilegio m ayor respo nsabil id ad, 3:1-3
2. Las credenciales de Amós como mensajero de Di os, 3:4-8
3. Los crímenes de Israel p or oprimir a los pobres, s us lujos y
desenfreno, serán castigados por medio de la desvastación y
la despoblación, 3:9-15
B. El desafí o de Dios a los obstinados buscadores de placeres,
4:1-1 3
1 . Su búsqued a de placeres y riqueza y s us formas carnales de
adoración sellarán su perdición , 4: 1-5
2. La desaten d ida advertencia de las p lagas; el juicio por venir,
4:6-13
C. Lamentación y llamado final, 5 :1-27
D. La con denación de los miembros de las c lases soc iales más
elevadas buscadores de placeres al exilio, 6:1-14.
lll. Cinco visiones del destino de Israel, 7:1-9: 10
A. Langostas: restringida, 7:1-3
B. Fuego: restringida, 7:4-6
C. Plomada de a lbañil: tod o quedará ap lanado, 7:7-9
(Inte rlu d io: encontronazo con Amasías: pred icción de su juicio y
condena, 7: 10-17)
D. Tard ía fruta de verano: el final se aproxima, 8:1-14
E. Destrucción del templo (de Betel); Israel será tratado como a los
paganos, 9: 1-10
IV. Promesas de re!:itauración , 9 :11 -15
A. Preliminar: la era del Nuevo Testamento, 9 :11-12
B. La cons umación m ilenial, 9: 1 3-1 5

EL AUTOR

Puesto que no figura e l nombre de su padre, es lícito su po ner que


Amós era de cuna humilde. Su localidad natal era Tecoa, situada a
352 R ESEÑA CRiTI CA DE UNA l NTHODUCCIÓN i\ L A NTIGUO TESTi\MENTO

ocho kilómetros de Belén en la a lturas de Judea. De profesión pastor y


cultivador de higueras, es p osible que cuidara ganado (según se ded u ce
del término boqer, boyero , en 7:14). Por cierto que criaba ovejas , pues
se refiere a sí mismo como un noqed (cf. n oq•d!m en 1:1), es decir,
pastor de una variedad de oveja pequeña y salpicada de manchitas,
llamada ndqod. Adem ás, se ganaba la vida cultivando sicómoros, es
decir higueras silvestres (s iq•mim, 7:14), árbol que exudaba una canti-
dad de savia si se le h acía una inc isión en una fech a oportuna, y que al
endurecerse lo podían com er las c lases m ás menesterosas , por su r e-
d u cido costo.
Aparentemente era un concienzudo estudiante de los li bros de
Moisés, pues s u estilo muestra una fuer te influencia del Pentateuco.
Sin embargo, nunca d isfrutó de las ventajas de una educación forma l en
una "escu ela de profetas" com o las sostenidas por Sam uel, Elías y
Elíseo), ni fue jamás oficialmente ungido para su minis terio profético.
Al llam ado de Dios, abandonó su hogar en Judea como un mero laico
para proclamar un hostil m en saje en la orgu llosa capital de l Reino del
Norte d e Is rael, s in contar con au tori zación eclesiás ti ca a lg una. Carente
del rango d e un reconoci do profeta, desafió e l prejuicio de un público
efrainita para ll evar ade lante fielmente la comisión en com endada por
Dios. Hombre de firmes convicciones y voluntad de hierro, no p udo ser
desviado de su propósito ni siqu iera por el más a lto funcionario de la
jerarquía samaritana.

FECHA DE COMPOSICION

Hay acuerdo general entre los eruditos d el Antiguo Testamento en


el sentido de que el ministerio de Amós puede fij arse entre los a ños 760
y 755 a. de J. C., hacia e l final del reinado de Jeroboam II (793-753). Fue
brillante la carrera de este rey d esde el punto de vista militar, pu es
llevó el territorio d el Reino del Norte hasta los límites que tenía cuando
empezó en el año 931 a . de J. C. Como resultado de ello, ingr esó a l reino
considerable riqueza, en parte como botín d e guerra y en parte por las
ventajosas relaciones comerciales que man tenía con Damasco y otros
principados s ituados al norte y noroeste. Pero junto con e l aumento de
las riquezas, d e las cuales nada vieron las clases sociales menos
favorecidas , se prod u jo un increm ento en e l m aterialismo y en la ava-
ricia y ambición sin límites de parte de la n obleza adinerada. Desver-
gon zadamente hicieron víctimas de su codicia a los pobres y despre-
ciaron cínicamente los derechos de qui en es estaban socialmente por
debajo de e llos. Un gen eral desprecio hacia l0 establecido en el séptimo
mandamiento minó la santidad de la familia y tornó ofensivo su h ipó-
crita intento de apacigu ar a Dios con la observancia d e formas
religiosas.
El texto de Amós da una fecha precisa para su misión de predica-
AMóS. O SEAS y MIQUEAS 353

ción en Bet-el : " dos a ños antes d el terremoto" (1 :1), es d ecir , el


tremendo terremoto que se produjo durante el reinado de Uzías, que
fue recordado siglos despu és (cf. Zacarías 14 :5: "Huiréis de la manera
que huisteis por causa del terremoto en los días de Uz ías, rey de Judá").
Lamentablemente es imposible fijar la fecha exacta de este terremoto,
pero de todos modos sirvió como un signo preliminar d e parte de Dios.
Las advertencias condenatorias que transmitió Amós se cumplirían sin
lugar a dudas. Lo afirmado en 1:1 también s irvió para indicar que el
libro de Amós no fue publicado sino dos años después de haber anun-
ciado oralmente su mensaje.

INTEGRIDAD DEL TEXT O

Los críticos liberales conceden la autenticidad de casi todo el texto


de Amós, a quien consideran " el primero de los profetas escritores"
(pues según el datado de Wellhausen y Driver , Amós constituiría la
más antigua porci ón escrita del Antiguo Testamento, con la sola excep-
ción del documento J) . Sin embargo, hay quince versículos que han
s ido clasifi cados como insercion es posteriores. Estos versículos in-
cluyen 1:9-12 con su estilizada fórmula denu nciati va (" Por tres peca-
dos (el nombre de la ciudad). y por el cuarto, no revocaré su castigo ...
Prenderé fuego en e l muro de (la ciudad). y consum irá sus palacios").
Por la misma razón es rechazado el pasaje 2:4 ,5. Las expresiones de
gratitud y de alabanza a Dios, tales como las que figuran en 4:13 ; 5:8,9;
9:5 ,6 son consideradas extrañas en Amós, debido a su tono jovial y
gozoso. De la promesa mesiánica que figura en 9:11-15 se dice que
representa un tipo de pensamiento muy posterior al siglo octavo a. de J.
C. Oesterley y Robinson interpretan 9:11-12 como una presuposición
del exilio , debido a su referencia a la caída del " tabernácu lo de David ",
lo cual se interpreta que se refiere a la caída de Jerusalén (IBOT, pág.
366). Pero hasta el propio Bentzen rechaza esta inferencia por conside-
rarla carente de fundam ento, y señala qu e Amós pudo haber conside-
rado como caída la casa de Israel " p or haber perdi do la posición que
ocupaba en los tiempos de David. " R. H. Pfeiffer cons idera al Amós
histórico capaz solam ente de un hincapié pesimis ta basado en la de-
nunc ia del pecado, pero completamente incapaz de un punto de vista
esperanzado sobre e l futuro; todos los pasajes que se opongan a este
cuadro deben explicar se como adiciones posteriores (cf. IOT, págs. 583,
584). Resulta fácil ver que las objeciones a todos estos pasajes se han
basado en una especial teoría sobre el desarrollo histórico del p en sa-
miento israelí, y no en los datos que surgen del propio texto.

PUNTOS DE CONTACT O CON EL PENTATEUCO

Comoquiera que los críticos documen ta les consideran a Amós


354 R ESEN1\ CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENT O

como el más antiguo d e los profetas escritores, resulta ú til señ alar que
ha y numerosas referencias, aun en Amós , a las provisiones legales de la
Tora (incluye ndo a D y P). Observemos la fuerza acumulati va de los
ejemp los que anotamos a continuación.
l. Amós 2:7: " El hijo y s u padre se llegan a la misma jove n" , es
aparentemente una referencia a la prostitución religiosa, expresamente
prohibid a e n Deuteronomio 23:17,18. No podía es perarse que el au-
ditorio de Amós supiera que esta práctica era un delito a menos que
existieran leyes anteriores que la prohibieran. Es correcto inferir que
estas leyes tuvi eron que haber s ido sancionadas mucho a ntes de la
época de Amós para que adq uirieran el peso de una sanción , d esde la
an tigüed ad.
2. Amós 2:8 pro hi be quedarse du ra nte la noche "con ropas em pe-
ñadas" (p ráctica prohibida en Exodo 22:26). ofensa que se agrava cuan-
do el acreedor duerme con ellas dura nte la noche (cf. De uteronomi o
24:12 , 1 3. )
3. Am ós 2:12 se refiere a la consagración d e los naza re nos, la sa n-
ción ele la c ua l se en cuentra solam ente en Nú m eros 6:1-21 (pasaje P.
según Driver, ILOT, pág. 55).
4. Am ós 4:4 menciona el diezmo "cada tres días", espec ificación
evidentemente desconocida de los paganos, y ordenada en el Antiguo
Testamento sólo en Deu teronomio 14:28 y 26:12, que es tablece que el
diezmo d el producto de los granjeros debía almacenarse y ponerse a
dispos ición d el Señor.
5. Amós 4:5: " Ofreced sacrificio ... con pan leudado" , supone que
esta práctica era prohibida por ley, p rohibición contenida en Levítico
2:1 1 y 7:13 (que son, por s up uesto , pasajes P) .
6. Amós 5:23 im plica que e l ritual del sacrificio , en los d ías d e
Amós, era aco mpa!l.ada de cantos , orden anza atribuida en los libros
hi stóricos al rey David. Es correcto suponer que si P hubiera sido com-
puesto en los d ías d e Am ós, hubiera contenido alguna referenc ia al
acompañamie nto m usical en el ritual del sacrificio para investir a esta
práctica d e u na sanción mosaica. Pero la realidad es que no hallamos
referen cias a música ni canciones como acompañamiento de l sacrificio
en parte alguna del Pentateuco .
7. Varios términos relacionados con los sacrificios, que los críticos
sostien en que son p osteriores al exilio, se m encionan tra nquilamente y
sin e ufemismos en Amós, como si hubiera sido práctica común en su
época. Es tos términos incluyen (a) la ofrenda voluntaria (n•dabah) en
Amós 4:5 (cf. Levítico 7 :16-18 ; 22 :18; Números 15:3; De uteronom io
12:6 , 7, etcétera); (b) "vuestras asambleas" ('•sárah) en Amós 5:21 (cf.
Levítico 23:36; Números 29:35); (e) " holocaustos ", " ofrendas" y
"ofrendas de paz" figuran en una sola orac ión en Amós 5 :22 ; así se los
men cion a en combinación o separadamente en numerosos pasajes de la
AMóS. Ü SEAS y M!QUEAS 355

Tora (cf. Levítico 7:11-14 ; 8:1-32).


La única manera de evadir el impacto de estas evidencias consiste
en rotularlas como inserciones de redatores posteriores, procedimiento
muy cuestionable a l que recurren Pfeiffer, Eissfeldt y otros. Pero un
correcto manejo de la ev idencia indica claramente que había en los días
de Amós un cuerpo de ley el cual se entendía que era antiguo y auto-
rizado y que Amós lo llamó " la Tora ele Yahvé " (Amós 2:4). Esta Tora
era evidentemente aceptada por todos los involucrados como un hecho
establecido en la época de Amós. No hay indicio ni sugerencia alguna
de que Amós promoviera algún nuevo mensaje monoteísta o un código
iluminado de moral que no hubiera sido previamente reconocido como
ele aceptación obligatoria. ' El acumulado impacto de esta evidencia es
concluyente en favor ele la prioridad de la Tora para Amós.
OSEAS

El nombre de este profeta, Hoshéa ', significa salvación, y en reali-


dad es idéntico al último rey del Reino d el Norte, Oseas.
El tema de este libro es un serio testimon io contra el Reino del
Norte, debido a su apostasía contra el pacto y s u difundida corrupción
de su moral tanto pública com o privada. El propósito del autor es
convencer a sus compatriotas de que se arrep ientan y vuelvan contritos
al seno de su paciente y s iempre amante Dios. Tanto la amenaza como
la promesa se presentan desde el punto de vis ta del amor de Yahvé a
Israel como sus muy queridos hijos y como s u esposa del pacto.

BOSQUEJO GENERAL DE OSEAS

l. Adiestramiento del profeta, 1 :1 - 3:5


A. Su vida hogareña s imból ica del castigo y ele la restauración de la
nación, 1 :1 - 2:1
1. El casamiento con Gom er, una pros ti tu ta en potencia, 1:2-3
2. Los hijos: Jezreel , Lo-ruhama, Lo-ammi, 1:3-9
3. El triunfo final de la gracia, 1:10 - 2:1
B. Su tragedia do méstica, una re velació n del amor redentor de
Dios, 2:2-23
C. Su trato con Gomer, una orden y una revelaci ón, 3:1-5
Il. Enseñanza del profeta, 4:1-14: 9
A. La corrupción nacional y sus causas, 4:1-6:3
l. Hallazgos del ju ez y la sentencia, 4:1-19
2. Adverten cias a los sacerdotes, al pueblo, al rey: la celada de
los santuarios, 5:1-1 5
3. Exhortaciones al arrepentimiento , 6:1-3

1. Moell er hace un análisis exhau stivo d e estos puntos de contacto con el Pentateu co en
CATE, págs. 229-236 .
356 R ESEÑA CRITICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL /\NTIGUO T ESTAMENTO

B. Corrupción nacional y su castigo, 6:4 - 10:15


1. Alegato de Dios contra Israel, 6:4-7:16
a) Incon stancia , culpables de ho mici dio: la cosech a san-
grienta, 6:4-1 1
b) Imposibilitada la misericordia debido a una persistente
rebelión , al adulterio, y por beber en demasía, 7:1-1 6
2. La sen te ncia, 8:1-9:17
a) Segarán torbellinos, devorado:; por el mundo que tanto
amaro n, 8: 1-1 4
b) Esclavitud en el exilio, Israel se marchitará, 9: 1-17
3. Recapitulación y llamamiento: la vilia vacía, 10:1-15
C. El amor de Jehová, 11:1 - 14:9
1. Su inalienable amor en su trato con el descarriado Israel
11 :1-11
2. Exilio: la única alternativa de Dios, debido a una obstinada
rebelión , 11:12-12 :14
3. Princ ipios guiadores y resultado final del exilio, 1 3:1-16
4. Llamamie nto final al arrepentimiento; promesa de una bendi-
ción final, 14:1-9

PATERNIDAD LITERARIA E INTEGRIDAD DEL TEXTO

El profeta Oseas fue, aparentemente, un ciudada no del Reino del


Norte de Israel, pues se refiere al gobernante de Sama ria como " nuestro
rey" (7:5.) Sólo en forma incidental menciona a Judá, en tanto que su
principa l interés está centralizado en las diez tribus. El lenguaje del
autor revela vestigios de un dialecto que no se hablaba en Judá, pero
que sugiere el que se hablaba en Israel del Norte, cerca del territorio de
Siria do nde se hablaba el arameo. La fam ilia de Oseas era d e un rango
social lo suficientemente elevado para que figurara el nombre de su
padre (Beeri). No contamos con ningún otro de talle biográfi co, aparte
de los que nos brinda en sus propias profecías .
Los críticos liberales atribuyen substancialmente toda esta profecía
al Oseas histórico. Los únicos pasajes que ha n impugnado por con-
siderar que son inserciones posteriores son los que se refi eren a Judá
(según Marti y Nowack); o aquellas secciones, como 11:8-11 y 14:2-9
(según Volz y Marti) , que predicen futuras bendiciones o una liberación
nacional. Eisfeldt y Bentzen, sin embargo, no se sienten inclinados a
eliminar categóricamente toda mención a la sa lvación después del cas-
tigo , como tampoco toda mención a Judá. Puesto que en las porciones
indudabl emente genuinas del libro, como los capítu los 1-3, se plantea
la posibilidad de una futura liberación de la nació n, los pocos versícu-
los que rotulan como glosas le son negados a Oseas p or otras razones.
Respecto a la mención de Judá, Young señala correctamente (IOT, pág
A~tÓS. O sEAS y M tQUEi\ S 357

244). que el profeta cons idera al gobierno d el Re ino d el Norte como una
usurpación, sugiriendo que solamente la dinas tía davídica es la dinas-
tía legítima ..

FECIIA DE COMPOSICION

Al parecer no todas las profecías de este libro fueron emitidas


duran te el mism o período de la carrera del profeta. Algunas de ellas
tuvieron que haber s ido dadas antes de la muerte de jeroboam II (753 a.
de J. C.). puesto que el capítulo 1 interpreta que el s ign ificado simbólico
de Jezreel es que la d inastía de Jehú tendría un rápido y violento final.
Esto se cumplió en el año 752 a. de J. C., cuando Salum asesinó a
Zacarfas, el hijo de Jeroboam. Por otra parle, el ca pítu lo 5 pareciera
estar dirigido contra el rey Manahem (752-742 a. d e J. C. ). El capítulo 7
debe ser datado una o dos décadas más tarde ; denuncia la política de
doblez y mala fe del gobierno, según la cual se incita a Egipto contra
Asiria, y no se sabe que esta política haya sido seguida por Israel antes
del rei nado de Oseas (732-723 a. de J. C.). Por lo tanto , se justifica la
posición de co nsiderar el libro de Oseas como un conjunto de extractos
de sermones predicados a lo largo de un período no menor de 25 años.
Posiblemente la última compilación fue publicada en el año 725 a. de J.
C., tal vez alrededor de 30 años d espués de haberse in iciado el minis-
terio de predi cación del profeta Oseas.

EL PROBLEMA DE COMER

Ha sido motivo d e grandes discusiones la d ifi cul tad c reada por la


orden de Dios de contraer matrimonio con una muje r adúltera. ¿Ord e-
naría Jehová a un santo varón que hiciera lo que les estaba expre-
samente prohibido o vedado a los sacerdotes y a lodos los ciudadanos
de Israe l en general? En un esfuerzo por pa liar el problema moral,
algunos conservadores han sugerido que esta experie ncia no fu e real ,
sino una suerte d e extensa parábola. Coin cidentes con esta teoría , algu-
nos eruditos hasta han llegado a sugerir que el nombre Gomer significa
consumación , es decir, consumación del peca do; e l nombre de su
madre, Diblaim , significaría torta de uvas pasas, un idolátrico tipo de
ofrenda d e sacrificio (cf. 3:1).
Una seria objeción a este tipo de interpretación yace en el hecho de
que el relato d el casamiento de Oseas figura en un c laro estilo narrativo.
No hay evidencia alguna en el texto que permita ente nderlo como una
parábola, o una experiencia de pura ficción para ilustrar una enseñan za
teológica. Si el contrato matrimonial no se realizó, a pesar de estar
planteada la hi storia en términos inequívocos, ento nces se abre la posi-
bilidad d e c uestionar la historicidad de infinidad de episodios narra-
358 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

dos en las Sagradas Escrituras como hechos estrictamente históricos.


Debemos aferrarnos al principio hermenéutico básico de que las
aseveraciones de las Sagradas Escrituras deben ser interpretadas en su
sentido corriente y obvio , a m enos que otros pasajes que tratan del
mismo tema, demuestren que dichas aseveraciones han de ser interpre-
tadas de otra manera.
La mejor solución para este problema se ha de encontrar en la
suposición de que en la fecha en que Oseas contrajo matrimonio con
Gomer, ésta no era una mujer manifiestamente inmoral. Si Oseas emitió
su mensaje años después, bien pudo haber mirado hacia atrás, hacia su
propia tragedia doméstica, y haber visto en ella la mano guiadora de
Dios. De ahí que, en primer lugar, el mandato de Dios a casarse con ella,
si bien la futura infidelidad de la mujer le era conocida a causa de su
presciencia, equivalía a una orden: "Anda, cásate con una fornica-
dora", aun cuando la orden no se le hubiera dado al profeta ex-
actamente en esas palabras.

MJQUEAS

El nombre Miqueas es la forma abreviada de Mf-kéi-Yéihü, que signi-


fica: "¿Quién es como Jehová?" El tema básico de su mensaje es que el
obligado producto de la fe salvadora es la reforma social y la santidad
práctica basada en la justicia y la soberanía de Dios . En razón del déficit
generalizado de tal fe salvadora , tanto el Reino del Norte como el Reino
del Sur, están destinados a experimentar la ira de Dios. Empero , luego
de sufrido el castigo , la nación será restaurada y eventualmente ll egará
el esperado Mesías.

BOSQUEJO GENERAL DE MIQUEAS

l. Sentencia de Dios contra ambos reinos idólatras, 1:1-16


A. Dios aplas tará el orgullo de Israel por atentar contra la ley, 1:1-4
B. Castigo por la idolatría: destrucción de Samaria, 1:5-7
C. Lamento por la próxima invasión (de los asirios); su arremetida,
ciudad por ciudad, 1:8-16
II. Exposición detallada del demandante: la opresión ejercida por las
clases privilegiadas, 2:1-3:12
A. Explotación de los indefensos menesterosos por los ricos holga-
zanes, 2:1-13
B. El gobierno, devorador y n o defensor, 3:1-4
C. Contraste entre la corrupta religión estatal y el poder y el men-
saje de los predicadores temerosos de Dios, 3:5-8
D. La total destrucción será compartida por estos tres malvados
grupos, 3:9-12
AMóS. Ü SEAS y M IQUEAS 359

Ill. Triunfo final de la gracia de Dios, 4: 1-5:15


A. Triunfo mesiánico del reino de Dios sobre el mundo, 4:1-8
B. Condiciones necesarias que se cu mplirán previamente: sufri-
miento, exil io, restauración, juicio sobre los vecinos paganos,
4:9-13
C. El divinoh umano Vencedor que hará todo esto, defenderá su
rebaño y destruirá los poderes del mundo , 5:1-6
D. Triunfo de Israel luego de hu millarse y de expiar su idolatría,
5:7-1 5
IV. Con trovers ia de Dios con el desagradecido Israel, 6:1-16
A. Intimación al Reino del Norte para que responda a Dios, en vista
de su misericordia demostrada en ocasión del éxodo, 6: 1-5
B. Respuesta de una conciencia que ha despe rtado: una vida santa
en consonancia con una adoración válida; no obstante, Israel
persiste en su deshonestidad y en su opresión, 6:6-1 3
C. La falta de arrepentimiento será castigada con la pérdida de una
cosecha; queda desacreditada la " hábil " política de alianzas con
los incrédulos, 6:14-16
V. Cumplim iento de la promesa del pacto al remanente fiel, 7: 1-20
A. Lame nto del verdadero Israel por la prevalencia de un bárbaro
egoísmo y una vergonzosa corrupción, 7:1-6
B. El verdadero Israel continúa deposi tando su confianza en la
m isericord ia de Dios, 7:7-10
C. El triunfo de Cristo en la era de la Iglesia y en el milenio, 7:11-20

PATERNIDAD LITERARIA DE MIQUEAS

Miqueas era un ciudadano del Reino del Sur, nacido en Moreset


cerca de Gat, alrededor de 30 kilómetros al oeste de Jerusalén. El libro
no nos da el nombre de su padre, y hemos de inferir de ello que su
familia era de humilde origen. Resulta significativo el hecho de que su
ministerio de predicación hiciera particular hincapié en el sufrimi ento
del vulgo y de los campesinos en las regiones agrícolas que eran explo-
tados por ricos e inescrupulosos terratenientes. Pareciera que Miqueas
pasó gran parte de su vida en las provincias y no tanto en la ciudad
capital de jerusalén. De ahí que no estuviera en contacto tan estrecho
con la política internacional como lo estaba su contemporáneo Isaías.
No obstante ello, dedicó por lo menos un capítulo (el capítulo 6) a la
declinación del Re ino del Norte.

FECIIA DE COMPOSICION

El mini sterio de Miqueas fue contemporáneo con la primera parte


de la carrera de Isaías, es decir durante los reinados de Acaz y Ezequfas.
360 RESEÑ;\ CRíTICA LJE UNA I NTRODUCCIÓN A L ANTIGUO T ESTAMENTO

Hecho interesante, los libros de estos profetas contienen un pasaje en


común (Miqueas 4:1-3 e Isaías 2:2-4), un oráculo relacionado con el
reinado milenial. Puesto que en el capítulo 6 , Miqueas se dirige a Israel
como si todavía fu ese capaz de escapar al juicio divino por un
arrepentimiento de último momento, es razon able deducir que él co-
menzó su ministerio por lo menos antes de la caída de Samaria, que
ocurrió en el año 722 a. de J. C. Las condiciones de corrupción e in-
moralidad de Judá, tal cual las narra Miqueas, se corresponden bien
con lo que conocemos del reinado de Acaz, (736-728 a. de J. C.), o de lo
contrario, posiblemente con los p rimeros años del reinado de Ezequías,
corregente con Acaz (728-725 a . de J.C.). En realidad, la carrera de
Miqueas tuvo que haber comenzado aún antes d el reinado de Acaz,
puesto que 1:1 dice que profetizó durante el reinado de Jotam (75 1-736
a. de J.C.]. Respecto a cu ándo terminó su ministerio de predicación, n o
contamos con evidencias ciertas. Por Jeremías 26: 18,19 sabemos que
sus muy sinceras advertencias durante el reinado de Ezequías fueron
tomadas en serio, y res ultaron una importante contribución al aviva-
miento patrocinado por el propio gobierno.

INTEGRIDAD DEL TEXTO

Algunos críticos han impugnado la autenticidad de ciertas por-


ciones de los capítulos 6 y 7, basados en que contienen pensamientos y
motivos que figuran solamente en escritos posteriores de la historia de
Israel. Por ejemp lo, profetizan el reagrupamiento del dispersado pueblo
de Dios después de un período de exilio, y predicen la destrucción de
los enemigos de Israel en una escala catastrófica, luego de lo cual se
producirá el triu nio final de Israel sobre los paganos bajo el señorío del
Mesías. Heinrich Ewald asignó los capítulos 6 y 7 a un autor descono-
cido que viviera durante el reinado de Manasés (696-642 a. de J.C.].
Julius Wellhausen llega al extremo de asignarle a 7 :7-20 un origen en el
tiempo del exilio, y contemporáneo con Deutero-Isaías; sin embargo,
algunos de sus más moderados sucesores , tales corno Driver (ILOT,
págs. 308-313), cuestionan la necesidad de asignarle una fecha tan
tardía. Pero todos los antisobrenaturalistas se unen para negar la auten-
ticidad de 4:10: "Llegarás hasta Babilonia; allí serás liberada, allí te
redimirá Jehová de la mano de tus enemigos." Es imposible imaginar
semejante predicción, a no ser sobre la base de una revelación sobre-
natural. De ahí que ningún au tor del siglo VIII a. de J.C. pudo haber
escrito este versículo ; requiere una prescien cia que es más que humana.
Por lo tanto, se le niega a Miqueas este versículo por las mismas razones
por las cuales se niega que Isaías 4 0-66 haya sido escrito por un autor
del siglo VIII a. de J.C., como lo veremos.
CAPITULO 23
ISAIAS

El nombre hebreo de este profeta es Yesa'-Yáhu , que significa Yahweh


es salvación. Muy apropiadamente, el tema básico del mensaje de Isaías
es que la salvación se otorga únicamente por gracia, por el poder de
Dios, el Redentor, y no por el vigor del hombre o por las buenas obras
de la carne. El santo Dios no permitirá la impiedad en el pueblo de su
pacto, y por lo tanto, tendrá que habérselas con ellos castigándolos y
purificándolos para hacerlos merecedores de participar en su programa
de redención. Isaías expone la doctrina de Cristo tan detalladamente
que se lo ha descripto correctamente como el " profeta evangélico. "
Como en ninguna otra parte del Antiguo Testamento, en la obra de este
profeta se halla un profundo concepto cristológico.

BOSQUEJO GENERAL DE !SAJAS

l. Volumen de reproches y promesas, 1:1 - 6:13


A. Primer sermón: la rebelión confrontada con el juicio y la gra-
cia, 1:1-21
B. Segundo sermón: castigo presente para una futura gloria, 2:1-
4:6
C. Tercer sermón: juicio y exilio para la terca nación, 5:1-30
D. Cuarto sermón: el profeta es limpiado y comisionado por Dios,
6:1 -1 3
Il. Volumen de Emanuel, 7:1 - 1 2:6
A. Primer sermón: rechazo de Emanuel por la sabiduría de este
mundo, 7: 1-25
B. Segundo sermón: rápida liberación que prefigura la venida del
Libertador, 8:1 -9:7
C. Tercer sermón: inexorable condenación al exilio para la orgu-
llosa Samaria, 9:8- 10:4
D. Cuarto sermón: derrota del falso imperio [Asiria); el glorioso
imperio que h abrá de venir, 10:5-1 2:6

361
362 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIG UO TESTAMENTO

III. Juicio de Dios, cargas sobre las naciones, 13:1-23:18


A. Babilonia, 13:1-14:27
B. Filistea, 14:28-32
C. Moab , 15:1 - 16:14
D. Damasco y Samaria, 17:1-14
E. Etiopía, 18:1-7
F. Egipto, 19:1 -20:6
G. Babilonia, segunda carga, 21:1 -10
H. Duma (Edom), 21:11-12
l. Arabia, 21:13-17
J. Jerusalén, 22 :1-25
K. Tiro, 23:1-18
IV. Primer vo lumen de juicio general y de promesa, 24: 1 -27:13
A. Primer sermón: juicio universal por el pecado universal,
24:1-23
B. Segundo sermón: alabanza al Señor como libertador , vencedor
y consolador, 25:1-12
C. Tercer sermón : canto de júbilo por la consolación de Judá,
26 :1 -21
D. Cuarto Sermón: castigo para los opresores y preservación para
el pueblo de Dios, 27:1-13
V. Vo lumen de ayes por los incrédulos de Israel, 28:1 - 3 3 :24
A. Primer sermón: actuación de Dios contra los borrachos y burla-
dores de Israel , 28 :1-29
B. Segundo sermón: juicio contra las almas ciegas que tratan de
engañar a Dios, 29:1-24
C. Tercer sermón: la confianza en el hombre va sobre la confianza
en Dios, 30:1 -33
D. Cuarto sermón: liberación por la bondadosa intervención de
Dios, 31 :1-3 2:20
E. Quinto sermón : castigo para los tra icioneros engañadores, y el
triunfo de Cristo, 33 :1 -24
VI. Segundo volumen de juicio general y promesa, 34:1 - 35:10
A. Primer sermón: destrucción del poder mundial de los gentiles ,
34 :1-1 7
B. Segund o sermón: la bienaventuranza fina l de los redimidos de
Dios, 35:1-10
VII. Volumen de Ezequías, 36:1 - 39:8
A. Desvío de la destrucción de Judá, 36 :1 - 37:38
B. Desvío de la destrucción del rey de Judá, 38:1-22
C. Juicio contra el orgullo del rey p or sus posesiones: la cautivi-
dad babilónica, 39:1-8
ISt\fi\S 363

VIII. Volumen de consuelo , 40:1 - 66:24


A . Propósito de la paz, 40:1 -48 :22
1. Maj estad de Jehová el Consolador, 40 :1-31
2. Desafío d el Dios providencial a los incrédulos , 41:1-29
3. Siervo de Jehová, a nivel individual y nacional, 42:1-25
4. Redención por gracia, 43:1 - 44:5 (liberación por medio de
Ciro)
5. Idolos muertos, o el Dios viviente, 44:6-23
6. El Dios soberano utiliza a Ciro como libertador y convierte
a los paganos, 44:24 -45:25
7. Lecc iones en señadas por la caída de Babilonia y la pre-
servación de Israel, 46:1-47:15
8. Juicio sobre el fementido e hipócrita Israel, 48: 1-22
B. Príncipe de paz, 49:1-57:21
1 . El Mesías restaurará a Israel y dará luz a los gen tiles,
49:1-26
2. La pecaminosidad de Israel en abierto contraste con la obe-
d iencia del Siervo, 50:1-11
3. Estímulo a confiar solamente en Dios, sin temor a los hom-
bres, 51:1-16
4. Exhortación a Israel a despertar y retornar a l favor de Dios,
51:1 7 - 52:12
5. El Siervo Divino triunfará a través del sufrim iento vicario,
52:13 - 53:12
6. Consiguiente bendición para Israel y para la Igles ia, 54:1-17
7. Gracia para todos los pecadores que confían en Cristo,
55:1-13
8. Incl usión de los gentiles en las bendiciones de Israel, 56 :1-8
9. Condenación de los malvados gobernantes de Israel, 56:9-
57:21
C. Programa de paz, 58:1-66:24
1. Contraste entre falsas y legítimas alabanzas, 58:1-14
2. Confesión de la depravación de Israel que conduce a la
liberación por la intervención de Dios, 59:1 -21
3. Gloriosa prosperidad y paz para Jos redimidos , 60:1-22
4. El Cristo lleno del Espíritu , por Quien ve ndrá el reino,
61:1-11
5. Sion será restaurada y glorificad a, 62:1 - 63:6
6. Las anteriores misericordias de Dios hacen que Israel
ruegue por su liberación , 63:7-64:12
7. La misericordia de Dios es solamente para el Israe.l espi-
ritual, 65:1-25
8. El externalismo en la adoración será reemplazado por la
sinceridad del corazón, 66:1-24
364 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NT IGtJO TESTAMENTO

Es importante observar, respecto de la última sección, el vo lumen


de consuelo , que los 27 capítulos, 40 a 66, muestra n una notabl e sime-
tría en sus tres subdivisiones . El final de la subdi visión A, e l propósito
de la paz, es virtualmente idéntico al final d e la división B, el Príncipe
de paz; es decir, ambas terminan con la fórmula "No hay paz para los
impíos, dijo Je hová". Cada una de estas subdivisiones plantea, de ma-
nera sistemática, un áspecto de hincap ié d octrinal: teología , doctrina
de la salvación por Jesucris to y escatología. Esta estru ctura arquitectó-
nica apun ta hacia un solo autor y no a una colección d e fuentes h ete-
rogéneas . Lo que se dice respecto al volumen de consue lo, respecto a su
disposición sistemática, puede decirse también de los p rim eros 39
capítulos, p ues hasta el mismo bosquejo tal cual lo d amos, indica un
uso deliberado del equilibrio o paralelismo estructu ral.

P ATERNIDAD L ITERARIA DE l SAÍAS

El profe ta Isaías , el h ijo d e Amoz ('amó?: fuerte o va liente) era,


aparentemente, miembro de una familia bas tante disti nguida e in-
flu yente. No sólo figura el nombre de su padre sino que a l parecer
estuvo e n términos cordiales con la corte real durante el reinado del rey
Acaz. Tuvo que haber sido un aventajado estudioso en asu ntos interna-
cionales, qu e pasó la mayor parte de s u tiem po en la ciudad de Jeru-
salén, dond e se mantuvo en contacto con las corrientes o tendencias
encontradas e n los asuntos internacionales. Dirigido por Di os para que
.:;e opusiera te nazmente a todo tipo de enredadas al ianzas con potencias
extranjeras (bien con Asiria contra Samaria y Damasco, o con Egipto
contra Asiria), su causa estaba condenada de a nt emano al fracaso, pues
tanto el gobierno como el pueblo decidieron depositar su confianza en
el brazo de carne, y no en las promesas d e Dios.
Has ta la muerte d e Ezequías (en el año 698 o 696 a . de J.C.), Isaías
disfrutó d el respeto d e s us conciudadanos, pese a lo impopular que era
a causa d e sus opiniones políticas, y duran te el período de la reforma
religiosa lleva da a cabo por Ezequías, su influencia en los aspectos
religiosos fu e notoriamente significativa. Empero, tal c ua l Dios se lo
advirtió en la visión d el templo (Isaías 6 :9, 10), la nación, poco a poco y
en términos generales, prestó oídos sordos a su me nsaje es piritual.
Aparte de una reducida minoría de fervientes creyentes, su ministerio
para sus contemporáneos fu e poco más que un total fracaso. Durante el
reinado de Manasés, el degen erado hijo d e Ezequías, se planteó una
fuerte reacción contra el estricto culto a Jehová que caracterizó al rei-
nado ante rior. Isaías vivió para ver la anulación d e toda s u obra, en lo
que respecta al menos a su tarea política contemporánea. En los aspec-
tos espiri tua les, sus conciudadanos se hundiero n e n una mayor
depravación que la de los tiempos del reinado del rey Acaz. Recono-
ciendo la inexorabilidad del juicio de Dios sobre la naci ón, el interés d e
IsAiAs 365

Isaías durante el reinado de Manasés se redujo cada vez más a la futura


destrucción de Jerusalén, a la cautividad babilónica, y a la restauración
que finalmente habría d e producirse. Una antigua tradición relata que
fu e m artirizado en algún momento del reinado de Man asés, posi-
blem ente metido en un tronco hueco y aserrado en dos (cf. Hebreos
11:37). Y puesto que escribe sobre la muerte de Senaquerib en Isaías
37:37-38, podemos asumir que lsaías vivió hasta después de la muerte
de Senaquerib que ocurrió en el año 681 a. de J.C.

TEORIAS CRÍTICAS SOBRE LA COMPOSICIÓN DE ISAÍAS

Con el crecimiento del deísmo a finales del siglo XVIII, era natural
que hombres de con vicciones antisobrenaturales objetaran las extensas
porciones de Isaías que exhiben un conocimiento previo de sucesos
futuros. Si el libro h abía de ser tratado como de origen meramente
humano , se hacía inev itabl emente necesario exp li car est as
aparentemente exitosas predicciones como si hubieron si do escritas
después de su cumplimiento, o al menos , cuando estaban a punto de
ocurrir. Podemos distinguir cuatro etapas en la historia de la crítica a la
obra de Isaías.
l. Joham C. Doederlein (1745-1792), profesor de teología en Jena,
fue el primer erudito que publicó (en el año 1789) un alegato sistemá-
tico en favor del siglo sexto como fecha de composición de Isaías 4 0-66.
Razonó que dado que un Isaías del siglo VIII a. de J.C. n o podía haber
previsto la caída de Jerusalén (ocurrida en el año 586 a. de J.C.) y los 70
años de la cautividad, jamás pudo haber escrito las palabras de con-
s uelo al exiliado Judá que figuran en los capítulos 40 y siguientes. Más
aún, desde el punto de vista racionalista, era obviamente imposible que
alguno que viviera en el año 700 a. de J.C. predijera el surgimiento de
Ciro el Grande , que capturó a Babilonia en el año 539, y concedió
permiso a los exiliados judíos para retornar a su tierra natal. Pero n o
solamente fue predicha su obra, s ino que en dos versículos se men-
cionó a Ciro por nombre: Isaías 44:28 y 45:1. Obviamente, por lo tanto,
el autor de estas profecías tuvo que haber sido un desconocido judío
que vivió en Babilonia entre el comien zo del surgimiento de Ciro como
figura internacional (alrededor del año 550 a. de J.C.) y la caída de
Babilonia ante su imperio en plena expansión. Este esp úreo autor que
vivió en Babilonia alrededor del año 540 a. de J.C. se hizo conocido por
los críticos como " Deutero-Isaías".
Estos argumentos resultaron tan persuasivos que otros eruditos del
Antiguo Testamento , entre ellos el profesor Eichhorn , quedaron con-
vencidos y expresaron su ac uerdo. En el año 1819 , Heinrich W.
Gesenius (1786-1842), publicó un comentario, Jesafa, Zwei ter Theil.
Profesor de teología en Halle y eminente lexicógrafo en h ebreo de con-
vicciones racion alistas, esbozó u n h ábil argumento a favor de la unidad
366 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO T ESTAlv!ENTO

de la paternidad literaria d e los últimos 27 ca pítulos de lsaías, y refutó


los ataques de quienes ya hab ían inte ntado separar a un el Deutero-
Isaías en di ve rsas fuentes, aduciendo que todos los principales temas a
lo largo d e estos capítulos eran tratados d esde un punto de vista uni-
ficado y e mpleaban un lenguaje con n otorias afinidades e n el vocabu-
lari o y en el estilo d esde el capítu lo 40 al 66. Ins istió en que todo s urgió
de la pluma de un solo escritor que vivió a lrededor d el año 540 a.
de J.C.
2. En razón de que los er ud itos co nservadores objetaron la fecha
del tiempo del exilio asign ada a Isaías JI, por el hecho de que aun en
Isaías I se constataba una impresionante cantidad de ev iden cias d e un
co nocimiento a nticipado de la futura im portancia de Babilonia en la
his toria de Israel, se hizo imperativo echar un segundo vistazo a los
primeros 39 ca pítu los de Isaías . Erns t F. K. Rosenmue ller (1 768-1835).
profesor de lengua arábiga en Leipzig, dio e l segundo paso lógico al
elaborar las implicaciones de la posición soste n ida por Doederlein. Si
u n au tor d el siglo VIII a. de J.C. no pudo h aber escri to los pasajes que
figuran en 40-66 , que denotan un conocimiento previo de la s ignifica-
c ión de Babilon ia, entonces aquellas extensas secciones d e Isaías 1
(como los capítulos 13 y 14) que muestran un simi lar conocimiento
previo de los hechos, igualm ente tienen que negársele a l histórico
Isaías y as ignárselo al desconocido profeta d e l exi lio. La eliminación o
s upresión d e las seccion es babilónicas lógicamente co nduj o al cues-
tionamiento d e la paternidad literaria d e Isa ías pa ra otros pasajes , aun
para aquellos en los cuales no eran un fac tor determinante las predic-
ciones divinas. Con el correr d e los años, las porcion es del libro de
Isaías consideradas como del s iglo VIII se vieron reducidas a unas
pocas centenas de versículos.'
3. En el transcurso de este d ebate se hi zo cada vez más aparente
que nu merosos pasajes del den ominado Oeu tero-Isaías d ifícilmente po-
dían recon ciliarse con una teoría que fi jaba la composición del libro en
Babilonia . Las referencias a la geografía, la fl ora y la faun a señalan que
e l autor vivía en Siria o en Palestina. Partiendo de esta evidencia, el
profesor Bern a rd Duhm (1847-1928), de Go ti nga, e labor ó una teoría d e
tres Isaías, ninguno de los cua les vivió en Babilonia. Según s u análisis,
los capítu los 40-55 (Deutero-Isaías) fueron escr itos alrededor del año
540 a. d e J.C. , e n a lgún lugar de la región de l Líba no, sin que esté claro
s i fue en Feni cia o en Siria. Los capítulos 56-66 (Tercer-Isaías) fueron
compuestos en Jerusalén , en época de Esdras, a lrededor del año 450 a.
de J.C. Duhm aseveró que en Jos tres Isaías fi guraban inserciones de
per íodos aún posteriores de la historia de Judá, hasta del primer s iglo
antes de Cris to, tiempo en que se elabor ó la re dacción final. A esta

1. Cf. ISBE. págs. 1504-1507


l S1\Íi\S 367

escuela crítica se adhirió, en casi todas sus partes, George Adam Smith ,
en su comentario homilético de Isaías en The Expositor's BibJe (La
Biblia del expositor) . Casi no h ace fa lta señalar que con el descubri-
miento de un manuscrito completo de Isaías, del siglo II a . de J.C., la
teoría de Duhm respecto a in sercion es d el siglo primero a. de J.C. se
torna muy difícil de sostener.
Tal vez debiéramos agregar que esta crí tica divisiva no quedó s in
resp uesta durante el siglo XIX. Entre los más notables eruditos que
sostuvieron la paternidad literaria de Isaías para los 66 capítulos, figu-
ran los siguien tes: (a) Carl Paul Caspari (1814-1892), un convertido del
judaísmo que llegó a ser profesor en la Universidad de Cristianía en
Noruega. Fue alumno de Ernst Wilhelm Hengstenberg; (b) Moritz
Drechsler, también pupil o de Hengstenberg, que pub licó un comentario
sobre Isaías 1-27, pero murió an tes de completar el res to de su obra; (e)
Heinrich A. Hahn (1 821-1861), que publicó y complementó la obra de
Drechsler hasta Isaías 39; (d) Fran z Delitzsch (1813-1889), que hábil-
mente sostuvo la autenticidad de las profecías de Isaías en todas las
ediciones de su célebre comentario sobre Isaías hasta la ú ltima, (cuan-
do finalmente admitió a un Deutero-Isaías del tiempo del exilio; (e)
Rudolf E. Stier (1800-1862) fue otro hábil exponente de la posición
conservadora. En Inglaterra la misma posición la sostuvo Ebenezer
Henderson , que en señó en el Ministerial College, 1830-1850. En los
Estados Un idos de América, Joseph Ad dison Alexander, del seminario
de Princeton publicó un habilísimo comentario en dos volúmenes en el
cual refutó totalmente las teorías divisivas de los eruditos liberales
aleman es.
4. En el siglo XX, la tendencia de la escuela liberal ha sido más bien
la de rebajar la fecha de las porciones no consideradas como de Isaías, y
no la de multip licar el número de Isaías. Así, por ejemplo, Charles
Cutler Torrey, de la Universidad de Yale, se inclinaba en favor de un
autor para Isaías 34-66 (excepto 36-39), porción que, según él, fue
compuesta por un au tor que vivió en Palestina, probablemente en Jeru-
salén, casi al terminar el siglo V. Este autor, según Torrey, no se dirigió
a los exiliados, sino que los destinatarios de sus arengas fueron los
habitantes de su propia tierra, Palestina . Las m enciones de Ciro y las
referencias a Babilon ia y Caldea son meras interpo laciones que figuran
so lamente en cinco pasajes y, por lo tanto, pueden ser descartadas.
Algunos de los erud itos más recientes, entre e llos W. H. Brownlee,
empiezan a coincid ir en que la totalidad del libro de Isaías, en sus 66
capítulos, demuestra tan no torias y vigorosas evidencias de unidad,
que sugiere una ordenada y sistemática dispos ición hecha por uno o
más adherentes de la denominada escuela de Isaías. Según esta posi-
ción, un círculo de discípu los atesoraba una memoria de las decla-
raciones del profeta del siglo VIII a. de J.C. , y gradualmente hicieron
368 R ESEÑ1\ C RíTICA DE UNA I NTROD UCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

agregados en cada sucesiva generación, hasta que finalmente un hábil


miembro de esta escuela, que vivió posiblem ente alrededor del siglo lii
a. de J.C., hi zo una cuidadosa revisión de todo el material acumulado y
lo convirtió en una b ien ordenada y literaria obra maestra.

ARGUMENTOS DE LA ALTA CRlTICA EN FAVOR DE LA DIVISIÓN EN FUENTES

Hablando en términos generales, las razones aducidas para rechazar


la paternidad literaria de Isaías para los capítulos 40-6 6 pueden clasifi-
carse en tres encabezamientos: diferencias relacionadas con el tema;
diferencias de lenguaje y estilo; y d iferen cias en ideas teológicas.
Hemos de ana lizar cada uno de estos cr iterios, con vistas a s u so lidez y
sustentación .

SUPUEST AS DIFERENCIAS EN TEMA Y MAT ERIA DE QUE SE TRATA

Los críticos divisivos sostienen que lsa ías I (1-39) mu estra cla-
ramente que la atención del autor está centralizada en condi ciones
contemporá neas. En Isaías II (40-66) la atención se centrali za más bien
en el exilio babilónico y la perspectiva de retornar a la tierra natal de
los antepasados. Sostienen que un punto de vista futurista no pudo
haberse mante nido a lo largo de tan elevado número de ca pítulos. Esta
ha probado ser una cons ideración muy persuasiva, aun para eruditos
de p os ició n a lgo ecléctica que no están d is puestos a negar rotu n-
damente la pos ibilidad teórica de una genuina predicción. Sin embar-
go, y en términos genera les, los principales artífices de la teo ría de los
dos Isaías , s implemente han dado por sentada, sobre bases racionalis-
ta s , la im pos ibil i d a d d e l a re v ela ci ó n d i vina e n la profe c ía
genuinamente predictiva . Desde este apriorístico punto de vista filosó-
fico, se han ded icado a buscar la real fecha del texto. Como lo señaló J.
A. Alexandcr en su Co mmentary (Comenta rio), el supu esto básico de
tales críticos , sean cuales fueren las otras diferencias que pudiera haber
entre ellos , es que no puede haber tal cosa como una clara percepción
profética del lejano futuro. Y continúa diciendo :
"Quien rechaza determinado pasaje de Isaías porque contiene cla-
ras y definid as predicciones sobre un futuro demas iado remoto del
tiempo en q ue vivió, como para ser objeto de una común presciencia
humana, naturalmente se inclinará a justificar esta condenación basado
en pruebas es pecíficas obtenidas de la dicción , del esti lo o del lenguaje
del pasaje, de sus alusiones históricas o geológicas, de s u carácter re-
tóri co, d e su tono moral o de su espíritu religioso. Al descubrir y pre-
sentar tales pruebas, las presunciones prev ias, que procuró sostener , no
pueden dejar d e te ner una deformadora in fluen cia. " 2

2. Alexande r, Com menlory (Comentar io), 1:25


l SAÍAS 369

Este comentario contiene un válido concepto s icológico que no


debe perderse de vista en todo análisis de la estructura del asa lto de la
alta critica con respecto a la autenticidad de Isaías. Si no puede haber
nada que se llame profecía cumplida, se hace necesariamente lógico
expli car todo aparente cumplimiento como un mero vaticinio ex even-
tu , es decir, profecías dadas después del suceso. El prob lema se torna
particularmen te agudo para el antisobrenaturalismo en e l caso de las
referencias por nombre al rey Ciro (44:28; 45:1.) Podría ser una plausi-
ble s uposic ió n que algún h ábil y persp icaz ana lis ta político, que
hubiera vivido en los primeros años de la década 550-540 a. de J.C.
hubiera hecho una exitosa predicción del eventual éxi to del joven y
habilidoso rey que se había creado fama en Media hacia el año 550 a. de
J.C. Pero es totalmente distinto que un autor que hubiera vivido en el
ai'io 700 a. de J.C. previera sucesos 150 años antes de que ocurrieran.
De ordinario se acostumbraba recomendar, en conexión con esto,
que las Sagradas Escrituras rara vez predicen por nombre un futuro
personaje histórico. No obstante, es correcto señalar que cuando la
ocasión lo requiere , la Biblia no vacila un instante en especificar los
nombres de hombres y lugares con siglos de anticipación. Así, por
ejemplo, el nombre del rey Josías fue, de acuerdo con 1 Reyes 13:2,
vaticinado por un profeta d e Judá por allá en los días de Jeroboam I
(931-910). tres siglos antes de que apareciera en Bet-el para destruir los
becerros de oro y el santuario idolátrico que erigió Jeroboam. Esto, por
supuesto, puede ser rechazado por considerar que sería una interpola-
ción posterior en 1 Reyes; pero h ay otros casos que no resultan tan
sencillos de explicar. Así, por ejemplo, Belén es designada por nombre
en Miqueas (5:2). como el lugar de nacimiento del próximo Mesías,
siete siglos antes del nacimiento del Señor Jesús . Este hecho era bien
conocido por los escribas judíos en los días de Herodes el Grande.
Es importante observar que la situación histórica que enfrentaba
Isaías en el ai'io 690 a. de J.C. justificaba ampliamente un s igno tan raro
como la predicción por nombre, de Ciro, 150 años antes de la caída de
Babilon ia. judá había alcanzado un nivel tan bajo en lo relativo a reli-
gión y moral , que el honor de Dios exigía una total destrucción del
reino y el traslado del pueblo al exilio (tal como fu e profetizado y
advertido e n Levítico 26 y en Deuteronomio 28). Si Dios iba a reivindi·
car su santa ley y hacer honor a sus promesas de castigo disciplinario,
no le quedaba otra alternativa que no fuera la devastación y la cautivi-
dad. Pero tan pro nto como un pueblo era llevado al exilio en una tierra
dis tante, no había virtualmente esperanza alguna de re tornar al suelo
de sus antepasados. Tal cosa nunca antes h abía ocurrido en la h istoria
y, h umanamente hablando, no existía la probabilidad de que la d isper-
sa Judá de un a futura generación volviera alguna vez a la tierra prometi-
da. Por ello, era totalmente apropiado que Dios brindara una señal muy
370 R ESEÑA CRiTICA DE UNA l NTROIJUCC!ÓN AL A NTIC UO T ESTAM ENTO

definida a la cual pudieran mirar los sinceros creyentes, como indica-


ción de su futura liberación y restauración en Palestina. Esta señal fue
suministrada med ian te la especificación del nombre del futuro liberta-
dor.
C. C. Torrey y otros intentaron eliminar dos referencias a Ciro, por
con siderarlas inserciones posteriores y que en realidad no pertenecían
al texto. Pero la evidencia contextua! no permite semejante su presión.
O. T. Allis en The Unity of lsaiah (La unidad de Isaías) (pág. 79), señala
la estructura climática y paralelista de 44:26-28, y demuestra que ésta
sería totalmente destruida o fatalmente deteriorada si se retirara del
texto e l nombre Kóresh. En este pasaje el mayor hincap ié está puesto en
la capacidad de Dios para predecir el futuro y cump lir lo que predijo.
Se introduce el nombre para que sirva com o confirmación objetiva de la
autoridad divina que subyace en la totalidad de la emisión profética.
Allis señala que las referen cias a Ciro , que comienzan en 4 1 :2-5
alcanzan su clímax en 44:28, para disminuir luego hasta la referencia
final (en la cual el libertador persa es aludido pero no designado por
nombre) en 48 :14. Contando todas las alusiones, hay repetidas referen-
cias a Ciro a lo largo de estos ocho capítulos; hay una vfvida descrip-
ción de su persona y de su obra, y se expone la do ble faz de su carácter.
Por un lado se lo representa como el " pastor ungido" de Dios, y por otro
lado se lo describe como un extranjero pagano de "tierra lejana" (46:11)
que no conoció a Jehová (45:5 ). No hay necesidad de decir que todo esto
sería inútil e ins ustancial si en la época en que fueron compuestos estos
pasajes Ciro hubiera sido ya un personaje bien conocido , con reputa-
ción propia como con solidador del imperio Medo-Persa (tal como lo
implicaría la fech a de 550-540 a. de J.C.). Por el contrario, este futuro
libertado r del cautivo Israel es presentado siem pre como el libertador
que hará su aparición en un futuro distante; y su apa rición , con con-
firmación de esta promesa, ha de brindar una notable demos tración de
la divina autoridad del mensaje del profeta Isa ías.
Conviene señalar que aun en la primera parte de Isaías, el mayor
hincapié se hace en las pred icciones ya cumplidas, y se predicen
numerosos hechos futuros. Algunos de esos cumplimientos se produ-
jeron a los pocos años de haberse emitido la p redicción; por ejemplo, la
liberación de Jerusalén del poder de Senaqueri b por súbitos medios
sobrenaturales (37:33-35) ; la derrota de Damasco a los tres aflos , por el
emperador asirio (8 :4 , 7); y la destrucción de Samaria a los doce años de
haberla anunciado lsaías (7:1 6). Otros acontecimientos no habrían de
ocurrir has ta mucho d espués de la muerte de Isaías; por ejemplo, la
caída de Babilonia en manos de los Medos y los Persas (13:17) ; y la
eventual desolación de Babilonia que la tornaría inhabitada y maldita
para siempre (13: 19, 20) . También una predicción a largo a lcance fu e la
que anunció la venida de la gloriosa Luz en una futu ra generación (9:1 ,
l SAÍAS 371

2), que habría de cumplirse mediante el mini sterio de Cristo, siete


siglos desp ués (cf. Mateo 4:15 , 16).
Respecto al conocimiento previo del exilio bab ilónico, es menester
señalar que aun el capítulo 6, reconocido por todos los críticos como
auténticamente perteneciente a Isaías, apunta hacia la total despobla-
ción y devastación de Judá, hecho ocurrido en el reinado d e Nabucodo-
nosor. En los versículos 11 y 12 leemos que el juicio de Dios habrá de
caer sobre judá " ... hasta que las ciudades estén asoladas y sin mora-
dor, y no haya hombres en las casas, y la tierra esté hecha un desierto;
hasta que je hová haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los
lugares abandonados de la tierra." El siguiente versículo, traducido
según las ind icaciones del contexto, contiene una referen cia a la res-
tauración de la cauti vidad del exilio : "Y si quedare aún en ell a la
décima parte, ésta volverá a ser destruida." Algunos intérpretes sos-
ti enen que ydshüb (volverá) tiene la fuerza del adverbio otra vez, pero
tal interpretación queda excluida por la aparición del nombre del hijo
de Isaías tres versículos después. Es a todas luces obvio que Sear-jasub
(7 :3) fue un nombre puesto a este hijo como prenda de la fe de Isaías en
que Dios cumpliría la promesa de 6:13 , de que un remanente volvería
(yds h üb). A esto debe agregarse la clara predicción hecha por el propio
Isaías a Ezequías (Isafas 39 :5 -7), luego de que a este último sa le ocu-
rriera la pésima idea de mostrarles sus tesoros a los enviados de Babilo-
nia . Según tal predicción, algún día toda esta riqueza sería llevada a
Babil onia juntamen te con los propios descend ien tes de Ezequías ,
quienes tendrían que servir allá como esclavos. Y puesto que Babilonia
era so lam ente una provincia sometida al imperio asirio, en la fecha en
que se hizo aquella predicción, el mismo exacto conocimiento de la
su premacía ca ldea tuvo que haberle s ido otorgado al Isaías del siglo
VIII a. de J.C. , tal como figura en los capítu los 40-66.
En la última parte de Isaías, corno ya se ha sugerido, la situación a
que debe hacer frente Isaías como profeta de jehová en medio de la
crasa idolatría de la época de Manasés, exigía una res pues ta del Señor
que fuera apropiada al desafío . Si Dios había de juzgar a la desobe-
diente Judá, hasta el punto de la tota l derrota mili tar y la completa
destrucción del territorio, podría ser posible que los observadores inter-
pretaran esto como un mero hecho de infortunio, tal como puede ocu-
rri rle a cualqui er pueblo. Posiblemente hasta pudiera ser interpretado
como una expres ión de desagrado de parte del Dios nacional de Israel
hacia sus infi eles devotos, pues aun los pensad ores religiosos paganos
solfan exp li car de esa manera las d esgracias nacionales. (As í, la crónica
babilóni ca explica la subyugación de Babilonia por Ciro corno con-
secuencia de que Marduc estaba enojado con ella. De la misma manera ,
el rey Mesa de Moab exp licó la anterior suby ugación de Moab por Israel
como consecuencia del enojo de Kernos contra sus propios devotos.)
372 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

Un testimonio dec isivo de la justicia y soberan ía de Jehová, como el


único y verdadero Dios , podía formularse só lo si el acto punitivo del
juicio d e Dios y la s ubsiguiente redención, fu eran solemn emente anun·
ciados por una es p ecial revelación mucho tiem po antes del cumpli-
miento de los s ucesos anunciados. Solamente así podía dejarse estable-
cido ante los ojos de toda la humanidad la identidad y autoridad del
Soberano d el Universo . (Cf. Isaías 48:5, donde Dios afirma que El pre-
dijo lo que h abría de hacer, "para que no dijeras: Mi ídolo lo hizo, mis
imágen es d e escultura y de fundición mandaron estas cosas" .) Fue así
como la degenerada era d e Manasés, que a menazó con extinguir com-
pletam e nte e l testimonio de Israel, presentó una serie de circuns tancias
que exigieron una ex tendida serie d e profecías predictivas, como las
que se encuentran en Isaía s 40-66.
Clara mente ésta es la intención d el autor . En Jsa ías 41:26 leemos:
"¿Quién lo anu n ció desde el principio, para que sepamos; o de tiem po
atrás, y diremos: Es justo?" (Aquí h ay una a lusión a p rediccion es pre-
vias de Isa ías que notoriamente se había n cu m p lido.) En 42 :9 , 23
leemos: " He aq uí se cumplieron las cosas primeras, y yo anuncio cosas
nuevas; antes que salgan a luz, yo os las h aré notorias". Y nuevamente
en 43:9, 12: "¿Quién de ellos (es decir los d ioses paganos) hay que n os
dé nuevas d e esto , y que nos h aga oír las voces primeras? . . . yo anuncié,
y salvé, e hice oír. " Asimismo en 44:7 , 8: "¿Y quién proclamará lo
venidero, lo declarará, y lo pondrá en orden delante de mí, como hago
yo desde que establecí el pueblo antiguo? A núncienl es (los ídolos) lo
que vien e, y lo que está por venir . .. ¿No te lo hi ce oír des de la anti-
güedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos."
Pasajes como los que aca bamos de transcribir no dejan lugar a
du das en e l sentido de que las extensas y precisas prediccion es de l
fut uro, contenidas en estos capítulos de Isaías II, tuvier on como inten-
ción lograr un muy especial prop ósito. Era n para s uministrar confirma-
ción de que el mensaje d el profeta era, a todas lu ces y con abso luta
seguridad, el men saje del único Dios verdad ero, que re ina soberano
sobre los asuntos d e los hombres; que por decreto d e Dios y por el
pod er de Babi lonia, la nación del pacto sería llevada a la caut ividad.
Sólo por e l poderoso estímulo de predicciones cumplidas reunirían las
futuras ge neracion es de exiliados el valor necesario para retornar a
Palestina, aun d es pués que el gob ierno persa hubiera otorgado s u
permiso. Y para poder sosten er la fe de Israel a tavés d e todos estos
abrumadores reveses- la completa devas tación de ciudades y campos
de pas toreo, y la destrucción del templo- era necesario proveer una
prueba absolutamente decisiva d e que estos sucesos ocurrier on por
permiso y según los p lanes de Dios con Israel, y no porque fu era un
Dios d iminuto, su perado por las más poderosas deidades del im perio
caldeo (conclusión a la que arribaría inevitablemente todo e l paganis-
ISAÍAS 373

mo luego de la caída de Jerusalén).


Además, también debemos señalar que los capítulos centrados en
Babilonia (40-48) no aparecen sin alguna previa preparación en las
primeras partes de Isaías. Tal como lo señala W. J. Young, los capítulos
1-39 constituyen una "escalera, por así decirlo, que gradualmente
asciende del período asirio al período caldeo. Ambos se interrela-
cionan, puesto que el primero es la preparación para el segundo, y el
segundo es la consumación del primero."' Es decir, que la atmósfera de
la época de Isaías estaba llena con la amenaza del exilio. Samaria había
sufrido el cautiverio de los asirios en el año 722 a. de J.C.; Senaquerib
hizo un supremo intento de hacer los mismo con Jerusalén en el año
701 a. de J.C. Con deliberado propósito Isaías colocó los capítulos 38 y
39 (si bien narra sucesos anteriores de alrededor del 712 a. de J.C.)
después de los capítulos 36 y 3 7, que narran episodios ocurridos en el
70 1 a. de J.C. Y esto se debe a que los capítulos 38 y 39 señalan las
razones del próximo exilio babilón ico: el orgullo de Ezequías al mostrar
sus riquezas a los enviados babilón icos. De ahí que el capítulo 39
termine con una ominosa predicción de la cautividad caldea. Pero aun
en los capítulos anteriores figuran numerosas intimaciones al próximo
exi lio de la nación (cf. 3:24-26; 5:5, 6; 6:11 -13; 24:11, 12; 27:13;
32:13-18). Sólo por el recurso del círculo vicioso de rotular a todo ese
tipo de referencias como interpolaciones posteriores, se puede evadir el
impacto de este considerable cúmulo de evidencias en el sentido de
que el lsaías del siglo VIII a. de J.C. supo anticipadamente la venida del
exili o. Más aún, tenemos el testimonio de 2 Crónicas 36:23 y Esdras 1:2
según el cual el decreto de Ciro de liberar los judíos exilados en Babilo-
nia incluyó una afirmación de que Jehová le había "mandado que le
edifique casa en Jerusalén, que está en Judá". Si bien es concebible que
profecías recientemente confeccionadas le fueron mostradas a Ciro
como una auténtica predicción del siglo VIII, mucho más probable es
que se sintiera impresionado por un oráculo genuinamente antiguo que
contenía su nombre cien años antes de haber nacido. Es más razonable
suponer que fue ésta la circunstancia que lo convenció de la realidad y
del poder del Dios de los hebreos, y lo impulsó a tomar la extraor-
dinaria medida de autorizar una emigración masiva de adoradores de
Jehová a su tierra natal. Pero al mismo tiempo hay que reconocer que
también permitió el reintegro de otros cautivos a sus ciudades natales
(ANET, pág. 316], posiblemente para evitar ser acusado de una excesiva
parciali dad hacia los judíos.
Finalmente debe observarse que un punto de vista babilónico no
prevalece tan extensamente en Isaías II, como sostienen los que se
adhieren a la teoría de los dos Isaías. Subsiguientemente al capítulo 4E

3. E. J. Young, Who Wrote Isaiah? (¿Quién escribió lsaias?) pág. 71


374 R ESEÑA CRiTICt\ DE u 'A l N'f'f{UfllJCt:J(JN t\L ANTICUO T ESTAMENTO

es difíci l e ncontrar claras alu sion es al ex il io y a la restauración.


Muchos d e los discursos se dirigen a las condiciones de las cuales se
sabe que prevalecieron en Judá durante el reinado de Manasés! J. J.
Alexander señala con toda propiedad: "A l fin a l de cuentas, cuán pocas
veces el libro menciona a Babilonia, el exilio y la restauración ... Una
exacta enumeración de todos los casos , h echa por primera vez, puede
sorprender a alguien cuyas impresiones prev ias hayan deri vado todas
de las ligeras declaraciones de intérpretes y críticos ."' En otras pala-
bras, los que abogan por el Deutero-Isaía s han procurado hallar muchas
alusiones a la situación reinante en el siglo VI a. de J.C., situaciones qu e
realmente son susceptibles de otras inte rpretaciones . También es un
hecho cierto que el nombre de Babilo nia figura menos frecuentemente
en los capítulos 40-66 que en 1-39. Un co nteo estadístico muestra
que aparece solamen te cuatro veces eri la última sección (43:14; 47:1 ;
48:14 , 20 ), pero en los capítulos 1-39 se rep ite nueve veces, es decir más
del doble.
Evidencia interna sobre la composición de Isaías II en Palestina.
Uno de los criterios de más peso para datar los documentos antiguos es
el que surge de las referencias o alusiones a sucesos contemporáneos o
condiciones imperantes que puedan contener. El asentamiento geográ-
fico que presupone, los tipos de planta s y animales que menciona, las
condiciones climáticas que ocurren en el medio ambiente donde vive el
autor, constituyen datos importantes para determinar e l lugar y tiempo
de la composición d e cualquier documento, sea antiguo o moderno. Un
cuidadoso análi sis de dichas alusiones en lsaías 40-66 lleva inequívo-
camente a la conclusión de que fue compuesto en Pa lestina y no en
Babilonia. Ya vimos que Bernhard Duhm , sobre bases racionalis tas,
arribó a la misma conclusión en el año 1892.
Jsoíos 40-66 revela poco conocimiento de la geografía babilónica,
pero gran familiaridad con la de Palest ina . As í, los árboles que
menciona son oriundos de Palestina, tales como el cedro, el ciprés
y la encina (cf. 41:19; 44:14: "Corta cedros, y toma ciprés y encina ...
planta pino, que se críe con la lluvia."). El punto de vista geográfico del
escritor es claramente pa lestino. Así se dice que Jehová envía su de-
creto a Babilonia (43:14). Israel es d enominado descendencia de Abra-
ham , que el Señor tomó "de los confin es de la tierra" (aparentemente
una referencia a Babilonia] en 41 :8, 9 y 45:22. Lo mismo cabe decir d e
expresion es como "desde el oriente" y "de tierra lejana" que figuran en
46:11, y " d e ahí" y no " d e aquí " en 52:11 ("Apartaos, apartaos, salid d e
ahí , no toquéis cosa inmunda"), exhortación a los futuros exilados a
abandonar a Babilonia tan pronto como recibieran la in vitación a ha-

4. Este punto es elaborado con mayor abundamiento en el capítulo 24, pág.


5. Alexander, 1:5 7. 58
l SAÍAS 375

cerio por boca del futuro libertador, el rey Ciro.


El autor da por sentado que las ciudades de Judá aún están en pie.
Comparemos 40:9: "Dí a las ciu dades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vues-
tro!" Este versículo supone que Sion y las demás ciudades de Judá
existen en el momento de ser escrito, y que no son los lugares deshabi-
tados luego de la devastación de los caldeas. Lo mismo cabe decir de
62:6: "Sobre tus muros, oh Jerusalén , he puesto guardas." Los antiso-
brenaturalistas no pueden seguir explicando esto como una anticipa-
ción ideal de ciudades qu e algún día habrán de ser reedificadas. Ta l
defen sa violaría uno de sus axiomas capita les, como lo expresa Driver,
"El profeta habla , en primera instancia, a sus propios contemporáneos;
el mensaje que trae está íntimamente relacionado con las circunstan-
cias de su propio tiempo ... El profeta jamás abandona su propia posi-
ción histórica, sino que habla desde ella."6
Es de suponer que si las ciudades están intactas, el autor de estas
profecías no puede suponer otra cosa sino que los israelitas todavía las
habitan. Así, en 58:6leemos: "¿No es m ás bien el ayuno que yo escogí,
desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar
ir libres a los quebrantados, y qu e rompáis todo yugo?" ¡Sería un len-
guaje muy extraño si estuviera dirigido a cautivos que gemían bajo la
servid umbre y la férula de los caldeas! Es a todas luces evidente que los
judíos todavía habitaban su propia tierra y eran competentes para ma-
nejar sus propios tribunales de justicia. Sólo así sería posible que jueces
corruptos pervirtieran la administración de la ley en detrimento de las
clases sociales menos privilegiadas.
Evidencias sobre la composición de Isaías II anterior al exilio.
Hemos visto que no hay suficiente apoyo para sostener el origen babiló-
nico de Isaías II. La evidencia interna tal como la hemos detallado ha
demostrado cuán indefendible fu e este elemento en la teoría del
Deutero-Isaías, según la propus ieron Deoderlein , Eichhorn y Rosen-
mueller. Eruditos más recientes tienden a considerar que Isaías II fue
compuesto bien en Palestina o en una región del norte del Líbano. Pero
también insisten en que los capítulos 40-66 fueron compuestos pos-
teriormente, bien durante el exilio o en un período posterior. Queda
por demostrar que esta teoría tampoco cuenta con el apoyo de la
evidencia interna.
En primer lugar, muchas de las maldades que prevalecieron en la
época de Isaías, en el siglo VIII a. de J.C., se repitieron y fueron co-
rrientes en la generación del autor de Isaías II. En 1:15 se denuncia la
violencia y el derramamiento de sangre: "Cuando multipliquéis la ora-
ción, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras m anos, " violencia y
derramamiento de sangre que también se denuncian en 59:3, 7: "Vues-

6. Driver, ILOT, pág. 224


376
Rr~SEÑA Cr<iTJCA DE UNA l •TRoo uccróN AL A NTrcuo T ESTAMENTO

-. -

Prisma de Arcilla de l Palacio d e Senaqu eri b. Relata su ataque a /udá


en el año 701 a. d e /.C. (Isaías 36:1- 39:8). (Cortesía d el Mu seo
Británico.)
I Si\ÍAS 377

tras manos están contaminadas de sangre, y vuestros dedos de ini-


quidad; vuestros labios pronuncian mentira , habla ma ldad vuestra
lengua .. . sus p ies corren al mal, se apresuran para derramar la sangre
inocente." En ambas partes del libro, el profeta prorrumpe en invecti-
vas contra la fa lsedad prevaleciente, contra la injusticia y la opresión
que eran practicadas en Judá. Comparar 10:1, 2: " ¡Ay de los que dictan
leyes injus tas, y prescriben ti ranía, para apartar del juicio a los pobres,
y para quitar el d erecho a Jos afligidos d e mi pueblo; para despojar a las
viudas , y robar a los huérfanos!" con 59:4-9, donde la den uncia es muy
similar: "No hay quien clame por la jus ti cia, n i quien juzgue por la
verdad; confían en vanidad, y hablan vanidades; conciben maldades, y
dan a luz in iquidad."
Tanto en Isaías I como en Isaías II , una repugnante hi pocresía carac-
teriza la vida religiosa de la nación. Comparar 29:13:
" Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me
honra , pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que
un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;" con 58:2, 4:
"Me buscan cada día, y quieren saber mis caminos, como gente que
hubiese hecho justicia, y que n o hubiese dejado la ley de s u Dios; me
piden jus tos juicios, y quieren acercarse a Dios ... He aquí para contien-
das y debates ayunáis, y para herir con el puño inicuamente; no
ayunéis como hoy, para que vuestra voz sea oída en lo alto. " Más aún,
en ambas secciones del libro se da por sentado que los judíos practican
sus orgiásticos ritos en los bosq ues sagrados. (En 1:2 9: "Os avergon za-
rán las encinas que amasteis;" y en 57:5: " Que os enfervorizáis con los
ídolos debajo de todo árbol frondoso .")
Si bien el autor de ambas partes de Isaías da por sentado que pre-
valecen los mismos tipos de pecados, debemos observar que h ay una
diferencia. En 40-66 el autor se refiere a una extrema degeneración y a
un derrumbe moral que no conoce parangón en ningún p eríodo conoci-
do de la historia judía, aparte de la era de Manasés, quien " derramó
mucha sangre inocente en gran manera, hasta llenar a Jerusalén de
extremo en extremo" (2 Reyes2 1:16). Basta leer 2 Reyes 21 e Isaías 59
para com probar la estrecha correspondencia. Así, 59:10: "Palpamos la
pared como ciegos, y andamos a tientas como sin ojos; tropezamos a
mediodía como de noche; estamos en lugares oscuros como muertos."
Así también los versículos 13, 14: "El prevaricar y mentir contra Jeho-
vá, y el apartarse de en pos de nuestro Dios; el hablar calumnia y
rebelión, con cebir y proferir de corazón palabras de mentira. Y el de-
recho se retiró, y la justicia se puso lejos; porque la verdad tropezó en la
plaza, y la equidad no pudo venir."
Una decisiva objeción a una fecha posterior al exilio para la com-
posición de Isaías II ha de h allarse en los numerosos pasajes que se
refieren a la idolatría como un difundido y permanente mal de Israel.
378 R ESEÑA CRíTICA DE UI'<A I NTKOIJUCCIÓN AL ANTIGUO TESTA MENTO

Isafas 44:9-20 contiene una larga diatriba contra la insensatez de tallar


imágenes para adorarlas, como si fuera uno de los principales pro-
blemas en la contemporánea Judá. Este pasaje no puede ser descartado
como un mero desafío a las naciones paganas contemporáneas, pues
existen muchos otros pasajes que hablan de la idolatría, que era practi-
cada en esa época por los conciudadanos del autor (cf. 57:4-5: "¿De
quién os habéis burlado? ... que os enfervorizáis con los ídolos debajo
de todo árbo l frondoso, que sacrificáis los hijos en los valles, debajo de
los peñascos?")
No sólo se hace referencia aquí a la prostitución ritual, sino también
al sacrificio de los párvulos a Moloc y a Ad ramelec, práctica infame
realizada durante el reinado de Manasés en e l va lle del hijo de Hinom
(2 Reyes 21:6; 2 Crónicas 33:6.) Y nuevamente, Isafas 57:7: " Sobre el
monte alto y empinado pusiste tu cama; allí también subiste a hacer
sacrificio." Es una obvia alusión al culto en los lugares altos (bdmót] ,
tipo de cu lto que floreció en el período anterior al exi lio, pero nunca
despu és. Y nuevamente en 65:2-4: "Extendí mi mano todo el día a
pueblo rebelde ... pueblo que en mi rostro me provoca de continuo a
ira, sacrifica ndo en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos; que
se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche;
que comen carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmun-
das". Y en el último capítulo hallamos que se practi ca la idol.atría. En
66:17: "Los que se santifican y los que se purifican en los huertos, unos
tras otro (o, uno tras Asera], los que comen carne de cerdo y abomina-
ción y ratón , juntamente serán talados, dice Jehová." Claramente estas
cosas representan infames maldades que ocurrían en momentos en que
el profeta componía esas palabras.
Consideremos cuidadosamente las inferencias de esta prevalencia
de la ido latría en Judá. El terreno montañoso que describe excluye
totalmente la pos ibilidad de que el culto idolá trico fuera en Babilonia,
territorio plano y aluvional. Los tipos de cu lto a que alude son pre-
cisamente los que se practicaban en el reinado de Manasés. En lo que al
período anterior al exilio respecta, hay acuerdo general entre los erudi-
tos de las más diversas posiciones en que los judíos que retornaron para
afincarse en judá, entre los años 536 y 450 a. de J.C., no trajeron consigo
ningún culto idolátrico. La terrible experiencia de la ca utividad babiló-
nica, hizo que el remanente judío rech azara de plano cuanto tuviera
que ver con imágenes talladas. Esta total liberación de la idolatría en la
Judea posterior al exilio ha sido probada, sin una sombra de duda, por
los escritos de los autores que se admite que escribieron después del
exilio, en particular por los profetas Hageo, Zacarías y Ma laquías, y por
los historiadores Esdras y Nehemías. Muchas y variadas fueron las
maldades que surgieron en la Segunda Comun idad Nacional, durante
el siglo que transcurrió entre Zorobabel y Malaquías, y estas maldades
379

son claramente descritas y categóricamente denu nciadas tan to por


Esdras como por Nehcmías . El libro de Mal aqu ías contiene una lista de
pecados en los cua les habían caído sus conciudadanos. Empero, nin-
guno de éstos sugi ere siquiera la más mínima práctica de idolatría.
Hubo casamientos mix tos con mujeres extranj eras que tenían una
tradición idolátrica; hubo opresión a los pobres por parte de los ricos;
hubo profanación del sábado; hubo retención de los diezmos; pero
ninguno de estos autores mencionan la reapa ric ión de idolatría en la
tierra de Judá. La ún ica posible conclusión a la que se puede arribar es
que el culto a las imágenes talladas era a llí desconocido. 1 o fu e sino
hasta la época de Antíoco Epífanes, en el s iglo II a. de J.C. , cuando se
realizó un verdadero esfuerzo para introducirlo una vez más entre los
israe litas. Por lo tanto, y a la luz de esta eviden cia , es imposible sos te-
ner que Isaías II fue compuesto en algún momento después del exilio, o
después de la caída de jerusalén .
Algunos eruditos liberales se h an sentido obligados a h acer ciertas
concesiones en este senti do y a admi tir la posibilidad de q ue haya
algunos elementos de una época inmediatamente anteri or al exi lio en
lsaías U. Así, Bentzen observa que " de manera similar 63:7 - 6 5:2 5
puede verse conectado con los sucesos de l ari o 58 7 a. de J.C." ' W. H.
Brownlee asimismo, comenta: " No resulta imposi ble que haya algunas
profecías anteriores al exilio entre los oráculos del Volumen Il. Nótense
es pecialmente 56:9 - 57:13; 58 :1-9 como porciones de origen pos ible-
mente anterior al exilio." 8 Fácilmente se com prueba cuán perjudic ial
para la teoría de Isaías Il resultan admisiones como las que acabamos de
señalar. Si tan cons iderables pasajes, por el hecho de que aluden a
hechos contemporáneos, h an de ser datad os an tes de la caída de jeru-
salén, surge la posibilidad de que muchas otras secc iones que no con-
tienen alusiones contemporáneas tam bién pued an haber sido de origen
anterior al exilio. En otras palabras, si porcio nes de estos 27 capítulos
exigen una fecha de composición anterior a la caída de la monarquía
judía, y no hay otros pasajes que exijan un origen correspondiente a l
tiempo del exilio o posterior (excepto sobre las bases de una filosofía a
priori en el sentido de que todas las pred icc iones cumplidas son vatici-
nio ex eventu), entonces la única razonable ded ucción a la que se
puede arribar es que toda la obra fue comp uesta antes del año 5 87 a. de
J.C. Y esto significa q ue toda la tesis de un Deutero-Isaías y de un
Tercer-lsaías se derrumba, s implemente en la base de la evidencia in-
terna del propio texto.

7. A. Bentzen, IOT, 2:109


8. Brownlee, T h e Meoni ng of the Dead Sea Scralls far the JJib/e (El significado que para
la Biblia tienen los Manuscritos del Mar Muerto) . (Londres: Oxford , 1923), pág. 5
CAPITULO 24
ISAIAS
(Continuación)
PRETENDIDAS DIFERENCIAS EN LEJ\IGUAJE Y ESTILO

Los adherentes a la teoría de un Isaías II sostienen que hay bien


definidos y marcados contrastes entre Isaías I e Isaías II, y que dichos
contrastes los explica únicamente una diferente paternidad literaria. El
propósito del próximo análisis será demostrar que las simili tudes esti-
lísticas entre ambas partes son aun más s ignificativas que las supuestas
diferencias , y que las diferencias que hubiere se explican fácilmente
por la cambiante situación por la que atravesó Isaías en sus últimos
aiios y también por la maduración de su genio literario. Respecto a esto
pueden seiialarse numerosos paralelos en la historia universal. Así, en
el caso de Juan Milton , hallamos más notorias diferencias entre El
parafso perdido, que compuso en sus últimos años, y el estilo de El
a legre o El pensativo , que vieron la luz muy anteriormente. Un con-
traste similar se observa entre sus obras en prosa, tales como La doctri-
na cristiana y Areopagítica. O, para tomar un ejemplo de la literatura
alemana, Fausto (segunda parte) de Goethe, presenta sorprendentes
contrastes en concepto, en estilo y en enfoque, comparado con la
primera parte de la misma obra. Y estos contrastes son más obvios y
notorios que entre Isaías I e Isaías II. En su Diccionario de la Biblia
(pág. 339a), Davies seiiala que en los 25 años de la actividad literaria de
Shakespeare , pueden distinguirse cuatro bien diferenciados períodos
en su producción dramáti ca , cada p eríodo marcado por c laras
diferencias de estilo.
Al igual que en el caso de la crítica al Pentateuco, los diseccionistas
de Isaías han recurrido a listas de palabras o frases raras o únicas en su
género, para confirmar la diversidad de paternidad literaria. Pero este
tipo de evidencia debe ser manejado con el máximo cuidado para lograr
resultados válidos . Las meras listas de palabras pueden probar poco o
nada. En el caso del poeta latino Horacio, algunas de las frases más
conocidas de su Ars Poetica, tales como callid a junctura, in medias res,
y ad unguen, no se repiten en ninguna otra parte de sus escritos . No

380
! SAÍAS (CONTINUA CIÓN ) 381

obstante e llo, lejos de ser consideradas espurias o apócrifas por ser


únicas, son citadas frecuentemente como ejemplos de la capacidad
literaria d e Horacio. Por lo que a Isaías se refiere, Nagels bach señala:
"Pues entre los capítulos de Isaías que son reconoc idos como genuinos,
no hay uno solo que no con tenga pensamientos y pa labras nuevos y
peculiares solamente en él. "'
1. Las sem ejanzas estilís ticas entre Isaías 1 e Isaías Il son numerosas
y notorias. Con relieves propios se d estaca e l característico título de
Dios que se repite frec uentemente en Isaías y aparece so la mente c inco
veces en e l resto de l Antiguo Testamento. Este título es "el Santo de
Israel" (q•dósh Yisfa 'él]. el cual expresa un hincapié teo lógico central
que domina todas las profecías contenidas en este libro. Un cálculo
estadístico demuestra que se repite 12 veces en los capítu los 1-39 y 14
veces en los capítulos 40-66. En el resto del Antiguo Testamento figura
en los Salmos 71:22; 78:41 y 89: 18 y en Jeremías 50:29 y 51:5. Si Isaías
inventó o no este título no lo sabemos, pero lo cierto es que llegó a ser
un sello de autenticidad para todos sus escritos. De esta manera brinda
una fuerte evidencia en favor de la unidad de toda la producción. La
única posible alternativa que les queda a los que se adh ieren a la teoría
de l Deutero-Isaías, es afirmar que el desconocido profeta o los descono-
cidos profetas que con tribuyeron con los capítulos 40-66 estaban tan
dominados por la influencia y el mensaje del Isaías del s igl o VIII a. de
J.C. que se sintieron constreñidos a emplear este títu lo favo rito de Dios ,
con mayor frecuencia aún que el propio Isaías. Pero tal explicación n o
tiene en cuenta la razón por la cual este título es tá cas i completamente
ausente en los escritos de otros autores posteriores al exilio que cier-
tamente no hubieran podido pasar por a lto a l Isaías de l s iglo Vlli a. de
J.C. Más aún, este tipo de evasión tiene sabor a círculo v ic ioso: Isaías II
tuvo que haber sido escrito por un autor distinto del que escribi ó Isaías
I, en razón de las diferencias estilísticas; pero cuando se señalan las
más notorias similitudes estilísticas, esto ind ica solamente que el ú lti-
mo au tor fue un discípulo o imitador del autor origina l. De esta manera
se hace que los h echos se conformen a la teoría en lugar de derivar la
teoría de los hechos (es decir, de los datos textuales].
Los eruditos conservadores han señalado que hay por lo menos 40 ó
50 frases u oraciones q u e fig uran en ambas partes de lsaías, lo cual
ind ica su común paternidad literaria.' Las que ano ta mos a continua-
ción son especialmente típicas:
" Porque la boca de Jeh ová lo ha dicho" aparece en 1:20; 4 0 :5;
58:14.
"Yo lo tracé, y ¿quién lo revocará?" (43: 13, Biblia de Jerusalén] es

1. Nagelsbach . en el Commen tary (Comentario) de Lange, pág. 283.


2. Cf. Raven , OTI. págs. 190-191.
382 RESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO TI~STA/viEi'<TO

muy parecida a "Su mano extendida , ¿quién la hará retroceder?"


(14:27).
"Y los redimidos de Jehová volverán , y vendrán a Sion con alegría;
y gozo perpetuo será sobre sus cabezas" aparece en 35:10 y en 51:11 .
"Juntará los desterrados de Israel" (11:12) es cas i idéntico a "reúne
a los dispersos de Israel" en 56:8.
"Es día de venganza de Jeh ová, año de retribuciones en el pleito de
Sion" (34:8); muy semejante a 61:2, "proclamar el año de la buena
voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro" .
"El león como el buey comerá paja . . . no harán mal ni dañarán en
todo mi santo monte" aparece en 11:6-9 y 65:25.
"Porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la sole-
dad" (35:6 ); es muy parecida a "abriré en el desierto estanques de agua,
y manantiales de aguas en la tierra seca" (41:18).
"Y reposará sobre él el Espíritu d e Jehová; espíritu de sabiduría y de
inteligencia," es muy similar a "El Esp íritu de Jehová el Señ or está
sobre mí, porque me ungió Jehová" (61:1).
En 35 :8 hallamos la figura d el camino de Jehová que corre por la
soledad o el desierto; el mismo pensamiento se repite en 40:3.
"Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de an imales
gordos . .. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas so lemnes las tiene
aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas "
(1:11, 14); es muy similar a "No ... me saciaste con la grosura de tus
sacrificios, sino pusiste sobre mí la carga de tus pecados, me fatigaste
con tus maldades" (43:24).
"En aquel día Jehová de los ejércitos será por corona de gloria y
diadema de hermosura al remanente de su pueblo" (28 :5 ); tiene
estrecha semejanza con "Y serás corona de gloria en la mano de Jehová,
y diadema de reino en la mano del Dios tuyo" (62:3).
Aun el uso del pretérito imperfecto de 'amar, "decir" , con Yahweh
como sujeto (en lugar del habitual tiempo perfecto 'amar), a saber,
yó'mar YHWH [Yahvé dice) es una peculiaridad de Isaías y aparece
tanto en I como en II (cf. E. J. Young, Who Wrote Isaiah? [¿Quién
escrib ió Isaías?) cap. 8.
En vista de este y otros numerosos paralelos que podríamos citar,
resulta difícil ver cómo un observador no prejuiciado podría n o quedar
impresionado por tan numerosos casos de semejanza. Estas característi-
cas formas distintivas de expresión que tan obviamente llevan impreso
el sello de la originalidad y que si embargo, figuran en ambas porciones
del libro, indican que el mis mo autor tuvo que haber compuesto la
totalidad de la producción.
2. Conviene señalar que son numerosas y n otorias las semejanzas
literarias entre Isaías II y el profeta Miqueas, que escribió en el s iglo VIII
a. de J.C. Y ello no sería de esperar de un escritor que hubiera compues-
l SAÍAS (Ca 'TINUi\ CIÓN) 383

to su obra en el siglo VI o el V a. de J.C. He aquí algunos ejemplos:


" Porque no saldréis apresurados ... porque Jehová irá delante de
vosolros" (Isaías 52:12). "Y su rey pasará delante de ellos , y a la cabeza
de ellos Jehová" (Miqueas 2: 13).
"Anuncia a mi pueblo su rebelión, y a la casa d e Jacob su pecado"
(Isaías 58:1). " Es toy lle no de poder ... para denunciar a Jacob su rebe-
lión, y a Israel su pecado" (Miqueas 3:8).
"Con el rostro inclinado a tierra te adorarán , y lamerán el polvo d e
tus pies; y conocerás que yo soy Jehová" (lsafas 49:23). " Lamerán el
po lvo como la culebra; como las serpien tes d e la tierra, temblarán en
sus encierros; se volverán amedrentados ante Jehová nuestro Dios"
(Miqueas 7:17).
"He aquí que yo te he puesto por trillo , trillo nuevo, ll eno de
die ntes; trillarás montes ... y collados reducirás a lamo" (Isa ías 41:15).
" Levántate y trilla, hija de Sion, porque h aré tu cuerno co mo de
hierro ... y desmenuzarás a muchos pueblos" (Miqueas 4:13).
Es difícil d ecir quién fue influido por quién , s i lo fu e Isaías por
Miqueas o Miqueas por Jsaías; es posible que haya estado familiarizado
cada uno de ellos con la predicación del otro . También pudo ser qu e el
Espíritu Santo los movió a ambos a expresar el m ensaje de Dios a la
m is ma generación e n términos similares. De cualquier modo, expresan
la misma dis pos ición de ánimo en genera l e iguales puntos de vista; y
tratan, en términos también generales, iguales te mas. En este aspecto
podríamos mencionar a Oseas 13:4: "No conocerás, pues, otro d ios
fuera de mí, ni otro Sa lvador sino a mí. " Es ta orac.ión aparece dos veces
en Isaías I1 en 43:11 y 45:21 , y de esta manera indica una estrecha
relación. (Y puesto que Oseas fue ligeramente anteri or a lsaías, es muy
posible que el profeta más joven haya hecho s uyas, d eliberadamente,
expresiones del mayor.)

SUPUESTAS DIFERENCIAS EN IDEAS TEOLOGJCAS

Afirman los que se adhiere n a la teoría de los dos Isaías , que el


Deulero-Isaías trata d e la infi nidad d e Dios y de su soberana relación
hacia las naciones paga nas de una manera mucho más desarrollada y
enfática que e n Isaías I. Por otra parte, Isaías II no menciona para nada
al Rey mesiánico ni al remanente fiel; más bien , el concepto d ominante
es el del Siervo sufriente. A estos argumentos puede replicarse dicien-
do que jamás h a sid o señalada una genuina y a uténtica contradicc ión
en la teología de los dos Isaías, ni jamás crítico alguno ha demostrado
que el nuevo hincapié que evidentemente apa rece en los capítu los
40-66 no está suficientemente explicado por las cambiantes con-
diciones que ocurrieron durante el reinado d el malvad o e idolátri co
Manasés. En realidad , no ha y ninguna doctrina expuesta en 40-66 que
384 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA INTRODUCCIÓN A L ANTIGUO TESTAMENT O

no esté contenida, embrionariamente al menos, en 1-39.


Con la entrada de la idolatría en el reino de Judá y el culto a los
dioses paganos, se planteó un desafío a la verdadera fe que exigía,
justamente, ese hincapié respecto a la unicidad y soberanía de Jehová
tal como lo encontramos en Isaías 40-48. En cuanto a la doctrina del
Mesías, la inevitabilidad del juicio sobre el após tata Israel llevó, lógi-
camente, al desarrollo de una doctrina de expiación vicaria, aparte de
la cual no habría ninguna esperanza razonable para la supervivencia
espiritual de la nación. Esto exp lica la prominencia del concepto del
Siervo sufriente, o Siervo de Jehová, en Isaías II .
Mucho se ha debatido respecto al problema p lanteado por la identi-
dad del Siervo de Jehová, al cual se hace referencia en diversos pasajes
desde el capítulo 41 al 53. Los racionalistas se ven obligados, por sus
presuposiciones filosóficas, a negar que el Siervo sufrien te sea proféti-
camente Jesucristo. En su búsqueda de una figura más contemporánea
con quien poder identificar al Siervo, la mayoría de los antisobrenatu-
ralistas recurren a la misma identificación a la cual recurre el moderno
judaísmo, es decir que el Siervo sufriente es equivalente a la nación
judía. No hay duda a lguna de que esa identificación desemboca en
insuperables dificultades en los "Cánticos del Siervo" que se refieren al
Mesías. Así, en Isaías 53:4, 5, 8, 9, este tipo de exégesis resultaría en
ha cer que Israel soportara vicariamente sus propios pecados; que Israel
fuera herido en lugar del Siervo; que la nación de Israel no abrió su
boca ante su juez y que la raza judía, en su totalidad, desapareció por
un crimen judicial y fue enterrada con cierto hombre rico.
La única explicación satisfactoria para e l concepto del Siervo en
Isaías es que se trata de un personaje tridimensional. Como lo expresa
Delitzsch, podemos simbolizar al Siervo como una pirámide. En la base
de la pirámide vemos a la nación hebrea como un todo (por ejemplo en
41:8 y 42:19). Israel es considerado como el pueblo escogido de Dios,
único en su género, encargado de la responsabilidad de testificar del
verdadero Dios ante las naciones paganas, y servir como custodios de
su .palabra. A nivel medio, el remanente de creyentes fieles de Israel,
constituirían el redi mido pueblo de Dios para servir como testigos a sus
conciudadanos no esp irituales. En el vértice de la pirámide hay un solo
Individuo, el Señor Jesucristo, que es presentado como el verdadero
Israel (porque aparte de El no podría haber un Israel como nación del
pacto, y de El obti ene la nación su posición ante Dios). Es este Siervo el
que se levantará como Redentor y Salvador de los pecados al cargar
sob re su propia Persona la pena de muerte en lugar de los pecadores.*

PRUEBAS ADICIONAT.ES DE LA AUTENTICIDAD DE l SA ÍAS 40-66


1. Los escritores del Nuevo Testamento claramente consideran que
el autor de Isaías I e Isaías li es una misma y única persona. De muchas
*Ver pág i na 388.
I SAÍAS (CO!\TINUi\CióN) 385

de las citas que se toman de Isaías en el Nuevo Testamento se podría


decir que se refieren al libro meramente según su título tradicional,
pero hay otras citas que sin ninguna duda suponen la personalidad del
propio Isafas histórico.
Mateo 12:17-18 cita a Isaías 42:1 como "lo dicho por el profeta
lsaías".
Mateo 3:3 cita a Isaías 40:3 como "de quien habló el profeta
Isaías".
Lucas 3:4 cita a Isaías 40:3-5 "como está escrito en el libro de las
palabras del profeta Isaías".
Hechos 8:28 relata que el eunuco etíope estaba " leyendo al profeta
Isaías", más específicamente 53:7, 8. En su conversación con Felipe
(Hechos 8:34) pregu ntó: "¿de quién di ce el profeta (Isaías) esto; de sí
mismo, o de algún otro?"
Romano s 10 :16 c ita a Isaía s 53:1, afirmando que " Isaías
dice ... "
Romanos 10:20 cita a Isaías 65 :1 afirmando que " Isa ías dice
resueltamente ... "
La más decisiva y concluyente cita de l Nuevo Testamento es Juan
12:38-41. El versículo 38 cita a Isaías 53:1; el versículo 40 cita a Isaías
6:9, 10. Luego el inspirado apóstol comenta en el versículo 41: "Isaías
dijo esto cuando vio su gloria, y habló acerca de él." Obviamente fue el
mismo Isaías el que personalmente contempló la gloria de Cristo en la
visión d el templo que se halla en Isaías 6, quien también hizo la afirma-
ción en Isafas 53:1: "¿Quién ha creído a n uestro anuncio? ¿Y sobre
quién se ha manifestado el brazo de Jehová?" Si no fue el mismo autor
el que compuso tanto el capítulo 6 como el capítulo 53 ('y los que
sostienen la teoría del Deutero-Isaías decididamente afirman que no lo
fu e), entonces el inspirado apóstol tu vo que haber estado en un error.
Se desprend e de ello, que los abogados de la teoría de los dos Isaías
deben conceder, por lógica deducción, la existencia d e errores en el
Nuevo Testamento, aun en temas tan vitales como la paternidad lite-
raria de los libros inspirados del Antiguo Testamento.
2. Una formidable dificultad se opone a la teoría del Deutero-Isaías
ante el hecho de que el nombre del autor no se preservó. Resulta incon-
cebible que se haya olvidado su nombre, si hubiera sido un individuo
distinto del propio Isafas del siglo VIII a. de J.C. Según lo admiten y
reconocen los prop ios críticos diseccionistas, no hay pasajes proféticos
más s ublimes en todo el Antiguo Testamento que los contenidos en
Isaías Il. Hay concenso casi general en admitir que el autor de estos
pasajes debe ser considerado como el más grande de todos los profetas
del Antiguo Testamento. ¿Qué pudo haber ocurrido para que un genio
de tanta prominencia haya descendido tan rápidamente de su pedestal
que para el tercer siglo antes de Cristo , cuando se tradujo la Septua-
386 RESEÑA CRíT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L A NT IGUO TESTAMENTO

ginta, s u nombre se hubiera perdido en las brumas de l olvido?


La más antigua referen cia extrabíblica que tenemos con respecto a
los escritos de Isaías, la encontramos en el Eclesiástico 48:22-25 (180 a.
de J.C.) Aq uí el autor Uesus Ben Sirac) se refiere al hecho de que "él
(Isaías) consoló a los afiligid os de Sion. Hasta la eternidad reveló el
porvenir y las cosas ocultas antes que sucedieran" (esto último es una
alusión a lsaías 48:6). (Bib lia de Jerusalén, edición de 1967). Aquí la
misma palabra traducida "consolar" (parakal eín) fue utilizada por la
Septuagi nta al traducir Jsaías 40:1. Resulta inconcebible que el a lum no
haya superado tanto a su maestro y, a pesar de ello, haya permanecido
anónimo. Pero este es el increíble supuesto, cas i sin paralelo en el resto
de la literatura uni versal, a la cual son arrastrados los defensores de
esta teoría di visiva.
Observemos, en conexión con esto, que los antiguos hebreos se
ajustaban a la casi inva riable regla, respecto de los escritos proféticos ,
de que el nombre del profeta era esencial para la aceptación de cual-
quier declaración profética. Y esto se ve corroborado por el h echo de
que hasta una com posición tan breve, com o es la profecía de Abdías,
lleva el n ombre del autor. Los hebreos le daban a la identid ad del
profeta la máxima importan cia, si su m ensaje h abía de ser recibido
como declaración autorizada de un auténtico vocero de Dios. E. J.
Young (IOT, pág. 205 ) señala que es totalmente contrario a la más pura
tradición de la enseñanza bíblica el postular la existencia de -profetas
an ónimos. Y s i el más breve, el menos dotado de los profetas menores
fue recordado por su nombre en con exión con sus mensajes escritos , se
desprende de ell o, seguramente, que el más sublime de los profetas que
produjo la nación en toda su historia, debió haber dejado su n ombre
para la posteridad. Podemos concluir, p or lo tanto , que el nombre de l
au tor de I safas 40-66 s í fu e preservado, y no es otro que el propio
profeta Isaías del s iglo VIII a. de J.C.
3. La evidencia lingüística es totalmen te adversa a la composición
de Isaías II en Babilonia d urante el siglo VI a. de J.C. En los escritos de
Esdras y de Nehemfas, que vinieron de la región de Babilonia o de Su sa
(si no de los centros persas d e Ecbatana y Persépol is), tenemos un
excelen te ejemplo del ti po de h ebreo que hablaban los judíos que retor-
naron del exilio a Palestina y asentaron en su tierra nata l d urante el
siglo V a. de J.C. Estos escritos muestran la incorporación de cierto
porcenta je de vocablos arameos, salpicados con términos babilónicos.
Pero es total la ausencia de tal influencia en el lenguaje de lsaías Il. Está
escrito en u n hebreo perfectamente puro, libre de toda característica
posterior al exil io y con notoria semejanza lingüística con el hebreo de
Isaías l.
4. Jsaías 13:1 nos bri nda un serio escollo para la teoría de un
Deutero-lsaías del tiempo del exilio . El capítulo 13 contien e un cúmulo
l Si\ÍAS (C ONTil\Ut\CióN) 387

de juicios divinos contra la ciudad de Babilonia, que en los días de


Isaías era una mera provincia vasalla del imperio asirio. No obstante
ello, el primer versículo afirma: "Profecía sobre Babilonia, revelada a
Isaías hijo de Amoz." Esto constituye la más clara afirmación posible
de que el Isaías del siglo VIII a. de J.C. previó la futura importancia de
Babilonia, la devastac ión que esta haría de Palestina, y su caída fina l
ante la arremetida de los medos (cf. versícu lo 17). En vista del tan
frecuentemente repetido argumento de que el nombre de Isaías no
apa rece en los capitulas 40-66 y de que por lo tanto, no debe ser con-
siderado como el autor de pred icciones que en trai'ian un conocimiento
de sucesos acaecidos en el siglo VI a. de J.C. , es interesante observar que
su nombre está expresamente anexado a este cap ítul o tan anterior, en el
cual tal conocimiento va tan claramente imp lícito.
Conviene observar que el capítulo 13 es parte de una serie de orácu-
los emi tidos contra naciones extranjeras que s ign ifi can una amenaza
para Israel (capítulos 13-23). Está muy claro que el lsaías del siglo VIII
a. de J.C. escribió orácu los de este tipo, y e l lenguaje del capítulo 13 es
notoriamente s imilar al empleado en el resto de los capítulos de esta
serie. Solamente por el interés de salvar la teoría del Deutero-lsaías, se
han visto obligados los críticos a asignarle una tardía fecha en el tiempo
del exi lio a l capítulo 13. Pero como lo señala E. J. Young: "Si se le niega
a lsaías la paternidad literaria del capítu lo 13 , res ulta prácticamente
imposible explicar la pos ic ión de este cap itulo en la profecía. ¿Por qué
habría de pensar un editor posterior que lsaías había profetizado res-
pecto de Babilonia? " 3 Este punto viene muy al caso, en vista del hecho
de que las denun cias contra Babilonia se repiten en otras partes del
libro (p. ej., en el capítu lo 48). Resulta difícil ver por qué se colocó al
capítulo 13 en estrecha aproximación a estas otras denuncias, s i al fina l
de cuentas no fu e compuesto al mismo tiempo.
5. Finalmente llegamos a la relación entre lsaías 11 y los profetas
anteriores al exi lio del siglo VII a. de J.C. Sofonías, Nahum y Jeremías
contienen versícu los tan simi lares a lsa ías II que perm iten imaginar que
se cop iaron unos a otros. Así, por ejemp lo, en Sofonías 2:15 leemos:
"Esta es la ciu dad alegre que estaba confiada , la que decía en su cora-
zón: Yo, y no más." Se parece n otoriamente a lsaías 47:8: "Oye, pues,
ahora esto, mujer voluptu osa , tú que estás sentada confiadamente, tú
que dices en tu corazón: Yo soy, y fuera de mí no hay más." Nahum
1:15 , dice así: "He aquí sobre los m ontes los pies del que trae buenas
nuevas, del que an uncia la paz." Comparar con Isaías 52:7: "Cuán
h ermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del
que anuncia la paz." j eremía s 3 1 :35, dice: "Así ha d icho Jehová ... que
parte el mar y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre."

3. E. J. Young, pág. 43 .
388 REsE -,A CRiTICA DE UNA I 'TRooucclóN AL ANTIGuo TESTAMENTo

Muy parecido a lsaías 51:15: "Porque yo Jehová, que agito el mar y hago
rugir sus ondas , soy tu Dios, cuyo nombre es Jehová de los ejércitos."
Al comparar tales similitudes como acabamos de hacer, podría
argumentarse que Isaías II copió de los profetas del siglo VII a. de J.C. y
no al contrario , pero en el caso de Je remías 30:10-1 1 (muy semejante a
Tsafas 43:1-6). tal explicación es muy poco probable. En el pasaje d e
Jeremías, el término siervo mío ('abdi) figura como un título mesiánico.
En n inguna otra parte d e los escritos de Jeremías aparece e n un sentido
mesiánico, y sin embargo es un término frecu ente en lsaías ll. No puede
arribarse a otra razonable con clusión , si n o que Jeremías se inspiró en
lsaías y que el pasaje de Isaías tiene que haber sido escrito con ante-
rioridad al d e Jeremías.'
En vis ta de todas las evidencias precedentes , nos parece justo decir
que se requiere una mayor dosis de credu lidad para creer que Isaías
40-66 no fue escrito por el Isaías histórico del siglo VIII a. de J.C. que
para creer lo contrario . Juzgando solamen te por la evidencia interna,
aun aparte d e la autoridad de los escritores del Nuevo Testamento, un
honesto manejo d e la evidencia no puede llevar a otra conclusión, sino
a la de que el mismo autor fue el responsable de ambas secciones, y que
ninguna parte de la obra fue compu esta en fecha tan tardía como la del
exilio.
*(De p ági na 384.) Hay cuatro "Cán ticos del S iervo": 1) 42:1-4 (J). 2)
49:1-6 (J), 3) 50:4- 9 (J) , y 4) 52:13-53:12 [J). Otras referencias so n: a)
41 :8-9 (!), b] 42:18-19 (I), e] 43:10 (R) , d ] 44:1 (!].e) 44:21 (1], f) 45:4 (1). y
g] 48: 20 (I). (!=Israel. R=remane nl e de los verdaderos c reye ntes e n
Israel. J=Jesús].

4. Ibid., pág. 47. cita al menos otra docena de pasajes de Jeremías que muestran una
dependencia de !salas II.
CAPITULO 25
NAHUM, SOFONIAS Y HABACUC
NAHUM

El nombre del profeta (Ndl:n1m) significa "conso lación. " Su tema trata
de la santidad de Dios, santidad que entraña tanto el justo castigo para
los rebeldes incrédu los como la compasión hacia su propio pueblo,
especialmente hacia los que sinceramente creen y confían solamente en
él. Se presenta al creyente como uno que se regocija al ver la justa
reivindicación que Dios hace de su santidad en la destrucción del
poder asirio y de su desafiante actitud contra Dios.

BOSQUEJO GENERAL DE NA HUM

l. Un salmo de la majestad de Dios, 1:1 - 2:2


A. Venganza de Dios contra los pecadores y su bondad hacia su
propio pueblo, 1:2-11
B. La futura restauración de Judá, 1:12-2:2
II. Profecía sobre la caída de Nínive, 2:3 - 3:19
A. Sitio y destrucción de la ciudad, 2:3-13
B. Causa de la caída de Nínive, 3:1-19

LUGAR DE ORJGEN DEL AUTOR

Se dice que Nahum era nativo de Elcos, pero la identificación de esa


loca lidad es tema d e discusión. Hay cuatro teorías d is tintas.
(1) Jerónimo la identificó como Elcesi o El Kauze en Galilea. (2) Otros
la identifican como Capernaum , pues descomponiendo su grafía en
K•par-Ndhúm , tenemos "aldea de Nahum". Según esta teoría, Elcos
habría sido rebautizada en h onor de su célebre ciudadano. (3) Algunos
la identifican con Alqus h, cerca de Mosul en Asiria, pero los fun-
damentos de esta conjetura son muy d ébiles. (4) Y otros más han seña-
lado a Elcesei, que según Pseuepifanio era una aldea de Judá cerca de
Bet Gabre en el territorio de Simeón, a mitad de camino entre Jerusalén
y Gaza. Eiselen , Raven y Young coinciden en favorecer esta cuarta
conjetura, puesto que la evidencia interna del texto sugiere que el autor
era nativo del reino de Judá.

389
390 RESEÑA C RiTI C¡\ DE Ui\'1\ I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

FECHA DE COMPOSICION

Puesto que Nahum se refie re a la ca ída de Tebas en manos de


Asurbanipal como un acontecimiento pasado, y este acon tecimiento
ocurrió el año 661 a. d e J. C., la profecía tuvo que haber sido escrita con
posterioridad a esa fech a. Por otra parte, la caída de Nínive está vatici-
nada como un acontecimiento del futuro , por lo tanto , la obra tuvo que
haber sido compuesta con a nterioridad al año 612 a. de J.C. Walter
Maier, en su libro póstumo Book of N ahum: A Commentary (El libro de
Nahum: un comentario), 195 9, reúne un considerab le número de
evidencias para indicar que en e l año 654 a. de J.C. Nínive vivía en todo
su esplendor. Otros eruditos prefieren una fecha más aproximada a su
cumplimiento, alrededor d el 625 a. de J.C. Los críticos rac ionalistas ,
que explican esta predicción cumplida como una profecía emitida des-
pués de los acontecim ie ntos profetizados , naturalmente d an la fecha
después del 612 a. de J.C. Algunos de ellos, como Robert Pfeiffer, con-
s ideran original solamente 2 :3-3:19 y explican el ca pítulo 1 como
parte original y parte comp lementada por un redactor (alred edor d el
año 300 a. de J.C. ) Pfe iffer sostien e que 1 :2-10 nada tiene que ver con
Nín ive, sino que es un trozo corrupto de poesía en acróstico de un tipo
que no se p opularizó antes de l s iglo IV a. d e J.C. Nos vemos obligados a
señalar, sin embargo, que tal como está el texto , nada tie ne de acróstico.
En vez de ajustarse al orden de las letras d el alfabeto (como se supone
que debe ser un poema en acróstico), las primeras letras d e los versícu-
los 2-10 aparecen en el siguiente orden en el alfabeto hebreo: 1, 10, 3, 5 ,
12, 9, 6, 13 y 11. Para que la teoría del acróstico tuviera visos de
realidad : tendrían que efectuarse cambios radicales y reordenamiento
de los versículos.

MENSAJE DE NAHUM

Na hum 2:6 contiene una notable y exacta pre dicción , pues la histo-
ri a s ubsigu iente registra el hech o de que una parte vi ta l de las murallas
de Nínive fu e arrastrada por una gran inundación , y esta ruina del
s istema defensivo permi tió que los sitiadores m edos y ca ldeas tomaran
por asalto la ciudad sin dif icu lta d a lguna. Algunos han objetado la
gozosa actitud con que Nahum saluda la perspectiva d e la caída de la
capital de Asiria, y la toman como una exhibición de fanatismo
nacionalista y maligno es pír itu vengativo. Esto, sin embargo, es una
total incomprensión de las razones que mueven al profeta. En razón de
que es un hombre de Dios, habla como quien está ple name nte preocu-
pado con la causa de Dios en la tierra. Su máximo deseo es ver a Jehová
reiv indicando s u santidad ante los ojos de los paganos, y verlo actuar
contra la inhumana y despiadada tiranía de ese imperio que desafiaba a
Dios y que, por tanto tiempo , pisoteó las nacion es vasallas con des-
N AHUM. SoFONiAs v H ABAcuc 391

piadada brutalidad . Solo por una aplastante y ejemplificadora destruc-


ción de Asiria podría el mundo aprender que la fuerza no logra im-
ponerse, a la larga, y que aun el máximo infiel se ve absolutamente
inerme y desamparado ante la ira judicial de Yahweh. El hecho de que
el Dios de Israel podía pred ecir con tan asombrosa exactitud la realidad
y la forma de la caída de Nínive fu e bien calculado para probar al
mundo antiguo la soberanía del único y verdadero Dios. Fue una no-
table reversión de la fortuna para la orgullosa capital pagana el haber
caído en manos de sus en emigos menos de dos décadas después del
reinado del poderoso Asurbanipal. Apenas catorce años después de su
muerte ocurrida en el año 626 a . de J.C., el aparentemente invencible
imperio que con tanto éxito logró mantener , se derrumbó en fo rma
ruinosa para no levantarse jamás.
SO FONII\S

El nombre de este profeta , S•pan- Y ah significa "Jehová(lo) ha escon-


dido. " El tema de su mensaje es que Jehová mantiene un firm e control
sobre su palabra, a pesar de las a pariencias que puedan decir otra cosa,
y que probará lo antedicho, en un futuro cercano , aplicando un terrible
castigo a la desobediente Judá, y total destrucción de las idólatras
naciones gentiles . Solamente con un arrepentimiento a tiempo podrá
detenerse s u ira.
BOSQUETO GENERAL DE SOFONlAS
l. El día del Señor prefigurado , 1:1 - 3:7
A. En juicio sobre Judá y Jerusalén , 1:1-2:3
B. En juicio sobre las nacion es vecinas , 2:4-15
C. Lamentaciones sobre Jerusalén debido a su s pecados, 3:1-7
Il. Establecimiento del futuro reino, 3:8-20
A. Juicio contra las nacion es, 3:8-1 3
B. El regocijado remanente y el Rey mesiánico , 3 :14-20
FECII I\ Y Pi\TERNID/\0 LITERARIA DE LA PROFECIA DE SOFONIAS

Se dice que Sofonías fue el hijo de Cusi y bisnieto de Ezequías, que


bien pudo haber sido el rey Ezequías. Pero ciertas con sideraciones
cronológicas tornan virtualment e imposible es ta suposición. '
1. Manasés fu e el hijo mayor sobreviviente d e Ezequ las, y sin embargo. tenía so lamente
doce a!'Jos de edad cuando ascendió al reino (2 Reyes 21:1 ], en el año 698 a. de J.C. (o ,
como lo prefieren algunos, en el año 696 a. de J.C.) . Por lo tanto, " Amarlas, hijo d e
Ezequias" (Sofonía s 1:1) era pres umiblemente menor que Manasés, y en consecuencia,
no pudo haber nacido antes del año 709 a. de J.C. Si tenía 25 años d e edad al nacer su hijo
Gedallas, y Gedalías tenía 25 años de edad cuando nació Cusi, y Cusi ten ía 25 aüos de
edad cuand o engen dró a Sofonía s - cal c ulando en 25 años la edad ace plabl e d e
patern idad-esto haría que la fecha de nacimi ento d e Sofonías fuera el año 634 a. de J.C ..
la cual serfa demasiado tardía para que el min isterio hubiera sido en el rei nad o de Josias
(Sofoníos 1:1). Aun cuan do los periodos de las cuatro generaciones h ubieran sido
solamente de 20 aüos (algo muy improbable], esto ll evaría s u nacimiento al año 649 a. de
J.C., es decir solamente nueve años an tes del comienzo del reinado de josias.
392 R ESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN i\L ANTIG UO TESTAMENTO

Aparentemente vivió en Jerusalén pues se refiere a ella como "este


lugar" (1:4). describiendo su topografía con profundo conocimiento.
Probablemente anunció su mensaje en la primera parte del reinado de
Josías, sin duda alguna con anterioridad al avivamiento del año 621 a.
de J.C. Las condiciones morales y religiosas prevalecientes en aquellos
momentos estaban a un bajo nivel, debido a la nefasta influencia de los
reinados de Manasés y de Amón (cf. 3:1 -3, 7).
Algunos críticos racionalistas han cuestionado la autenticidad de
2:4-15 y 3:18-20 y conjeturado que estos pasajes son de origen posterior
al exili o. El criterio principal que los mueve para fijar esa fecha es una
teoría de cómo el pensamiento religioso hebreo se desarrolló de etapa
en etapa en una progresión evolutiva. Eisfeldt y otros han preferido una
fecha posterior al exilio para el juicio con tra Moab y Amón (2:8-11).
debido a su parecido con Abdías (quien, según ellos pertenece a la
primera parte d el exilio). Pero como lo seña la Moeller, este pasaje
armoniza a la perfección con la denuncia contra Jerusalén y Judá con la
cual está yuxtapuesto.
MENSAJE DE SOFONIAS

El profeta pareciera referirse (1:10-18) a la súbita y devastadora


invasión de los escitas que descendieron de la región del Cáucaso,
alrededor del año 630 a. d e J.C. y arrasaron a Media y Asiria. A con-
tinuación asolaron a Siria, y según Herodoto amenazaron de tal forma a
Egipto que Samético I se vio obligado a librarse de ellos pagándoles
dinero. (Digamos, sin embargo, que esta opinión de Herodoto no cuenta
con el apoyo de otras evidencias antiguas, y además está adornada y
embell ecida con detalles tan poco probables , que no debe aceptarse sin
cierta reserva.) Esta plaga de nómadas guerreros sirvió para advertir a
Israel que el día de Jehová se acercaba, c uando Judá habría de ser
devastada . El profeta afirma que también Filistea s ufriría el juicio de
Dios (2:4-7) y que se tornaría virtualmente despoblada; asimismo Moab
y Amón (que serían aniquiladas como Sodoma), Etiopía y Asiria. Ní-
nive, la capital de Asiria, quedaría reducida a un desierto ululante
ocupado solamen te por las fieras (2:15).
Juntamente con estas horripilantes advertencias, hay un llamado al
arrepentimiento, dirigido con especial hinca pié a l remanente y no tan-
to a la nación como un todo: "Buscad a Jehová todos los humildes de la
tierra, los que pusisteis por obra su juicio; buscad justicia, buscad (es
decir, procurad, practicad) mansedumbre (o humi ldad)" (2:3). Este fue
el llamado al que respondieron los simpati zantes de Josías, si bien es
cierto que fueron incapaces de retener el poder en Judá luego de la
muerte prematura de su héroe en la batall a de Megido en el año 609 a.
de J.C.
Pareciera haber una clara connotación milenial en la promesa de
Nt\HUM. SOFONÍAS y H ;\Bi\ CUC 393

una bendición final para Israel en 3:13: "El remanente de Israel no hará
injusticia ni dirá mentira ... porque ellos serán apacentados, y dormi-
rán, y no habrá quien los atemorice" (Obsérvese la reminiscencia de
Miqueas 4:4 de un siglo anterior). La era futura será una era de fe
universal y todas las naciones, aun aquellas situadas allende los ríos de
Etiopía, servirán a Jehová de común acuerdo y hablarán el mismo
idioma de la fe (3 :9, 10).
HABACUC

El nombre I:Iabaqquq es raro y de incierto s ignificado; posiblemente


signifique abrazo ardiente, de l;lábaq, abrazo (Eiselen en ISBE). Algunos
han sugerido que era el nombre de una planta de jardín a la que los
asirios llamaban hambaqüqu , pero que no ha sido posible identificar
hasta ahora.
El tema de esta profecía se refiere al problema de la fe frente a las
aparentes dificultades que obstaculizan el cumplimiento de las pro-
mesas de Dios. Estas dificultades son abordadas y solucionadas a la luz
de la perman ente revelación de Dios, y el profeta cierra su profecía con
un salmo de gozosa confianza.

BOSQUEJO GENERAL DE Ht\Bt\CUC

l. Problemas de fe, 1:1-2:20


A. ¿Cómo un Dios santo permite que la impiedad progrese sin
estorbo?, 1:1-12
l . Opresión desenfrenada en Judá, 1: 2-5
2. Los caldeas como azote de Dios, 1:6-12
B. ¿Cómo permite Dios que una nación malvada triunfe sobre su
pueblo?, 1:13 -17
l. Brutal crueldad y crasa idolatría de los cal deos , 1:13-17
2. El creyente debe esperar humildemente, confiando en las
respuestas de Dios, 2:1-4
3 . Juicio que caerá sobre los caldeas debido a sus cinco peca-
dos, 2:5-9
4 . Permanente soberanía d e Dios sobre su tierra, 2:20
Il. Resueltas las dudas: la oración de fe y la confianza inconwovible,
3:1-19
A. Oración en favor de un avivamiento, 3:1-2
B. Juicios pasados del Señor, segura garantía para el futuro, 3:3-16
C. El gozo del creyente solamente en Dios, seguro de la reivindica-
ción de la santidad de El, 3:17-19
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICION

Habacuc pareciera h aber ll evado a cabo su ministerio durante el


reinado de Joacim, puesto que se menciona a los caldeas como bien
394 REsE -,1\ CRíTICA DE UNA I NTRoD uccióN t\L A NTIGuo TEST AM ENTo

conocidos y de formidable reputación (1:6-10). Esto coincidiría con una


fecha subsiguiente a la caída de Nínive en el año 612 a. de J.C., tal vez
aún después de la batalla victoriosa de Nabucodonosor en Carquemis,
en el año 605 a. de J.C. Puede ace ptarse que se intentaba un rápido
cumplimiento de la predicción del sometimiento de Palestina a los
caldeas. (Difícil asegurar si se referían a la primera invasión de Nabuco-
donosor que ocurrió en el año 605 a. de J.C., o a la segunda invasión,
ocurrida en el año 597 a. de J.C.) Habacuc 1:2-4 señala la iniciación de
una despiadada exp lotación de los pobres por parte de la nobleza judía.
Esto podría haber ocurrido algún tiempo después de la muerte de Josías
(609 a. de J.C.). Por lo tanto, es razonable pensar que Habacuc em itió su
mensaje alrededor de los años 607 ó 606 a.de J.C.
Algunos críticos no están de acuerdo en aceptar que 1:2-4 se refiere
a opresores nativos judíos. Prefieren identificar a dichos individuos
con los egipcios (y dan la fecha de 608 a. de J.C., durante el breve
ascend iente de Necao) o aun con los asirios (que los llevarían a una
fecha anterior al 612 a. de J.C. , o también a una fecha tan temprana
como la del reinado de Asurbanipal, que murió en el año 626 a. de J.C.]
Pero no hay evidencia alguna en el texto de 1:2-4 en el sentido de que se
refiera a invasores paganos; el manejo de los tribunales de justicia para
favorecer a los pudientes, se refiere a prácticas y males puramente
domésticos (1 :4).
Ciertos críticos piensan que el material de los capítulos 1 y 2 fue
reordenado por un editor posterior, si bien un Habacuc anterior al
exilio pudo haber sido el autor de cada porción. Pero los críticos ponen
en tela de juicio la paternidad literaria del capítulo 3, basados en el
hecho de que es un salmo, y no tanto un anuncio profético, y de que
menciona términos musicales en su primer y su último versículos .
Sobre esta base, Pfeiffer data este capítulo en el siglo cuarto o tercero a.
de J.C. Pero semejante argumento presupone la validez de la suposición
según la cual los términos musicales en los salmos de David son tar-
díos, y a pesar de las referencias de Amós 6:5 y otras similares, el rey
David nada tuvo que ver con música o canc iones, pues era un hombre
de guerra. Pero para quienes toman en serio la tradición bíblica de que a
David le interesó escribir y cantar salmos, tales términos musicales no
constituyen evidencia de una paternidad literaria tardía. Tampoco ex-
iste ninguna razón valedera para-pensar que un profeta era incapaz de
componer un salmo de acción de gracias y alabanza al Señor. Gran
parte de los escritos proféticos son altamente poéticos, tal como se
apresuran a señalarlo los propios críticos.
Algunos eruditos le han asignado mucha importancia al hecho de
que el Comentario de Habacuc hallado en la primera cueva de Qumran
omite el tercer capítulo. Millar Burrows comenta: " Su ausencia del
manuscrito es consecuente con esta teoría, pero no la prueba. Tampoco
NAHUM. SOFONÍAS y H ,\0¡\ CUC 395

prueba que el capítulo tercero era desco nocid o para los israelitas del
pacto. Siendo un salmo , no se presta a semejante uso como los otros
capítulos. Hasta es posible que el comentario nunca se terminara de
escribir. La Septuaginta tiene los tres ca pítulos, pero si esta particular
parte de la Septuaginta es más antigua que el Comentario de Habacuc,
es un asunto diferente. " 2

MENSAJE DE HABACUC

Los rapaces nob les, aliados con los corrompidos dirigentes re-
ligiosos, robaban y oprimían desvergonzadamente a la gente humilde
en Judá . Por ello serían castigados, para lo cual serían usados los cal-
deos como instrum ento de castigo. Resulta interesante constatar que
justamente fue la nobleza la que primero sufrió la cautividad en los dos
destierros prel iminares de los años 605 y 597 a. de J.C. La mayoría de la
gente perteneciente a las clases humildes fueron dejadas en la tierra
has ta el tercer destierro , el del año 586 a. de J.C.
Pero el profeta ve a continuación que los caldeas plantearán un
serio problema, difícil de reconciliar con la doctrina de la santidad de
Dios, porqu e son gente brutal y sangu inaria que no tienen ningún res-
peto hacia la ley moral. Pero en lugar de caer en un im paciente cinismo,
Habacuc presenta el saludable ejemplo de esperar que el Señor dé su
respuesta (2:1 ). Con el tiempo , llega la respuesta: el orgulloso pecador,
confiado en s í m ismo, s erá condenado ; su tiempo ha ll ega do , y
solamente el fi el creyente será absu elto en el juicio de Dios. Solamente
él participará de la vida eterna o podrá sobrevivir en esta vida a medida
que deviene la historia (2 :4). Dios ha tomado debida nota de los p eca-
dos de los caldeas y se reivindicará gloriosamente a Sí mismo al aplicar
su vara de justicia contra ellos (2:13-14). Con todas estas dudas clarifi-
cadas, prorrum pe en un salmo de santo regocijo y vuelve a los días d el
éxodo, de la conquista, y a la época de los jueces, para recordar pasadas
ocasiones cuando Dios reivindicó similarmente su justicia y demostró
su soberanía al mundo entero.
En muchos sentidos, la profecía de Habacuc es única en su género.
Llama especialmente la atención el estilo de su enfoque. En vez de
dirigirse directam ente a la gente como vocero del Señor, Habacuc im-
partió el mensaje d e Di os diciéndoles primero cómo llegó a él y contes-
tando las preguntas q ue se p lanteaba a sí mismo. Con la posible ex-
cepción de Daniel, ningún otro escritor utiliza esta particular técnica.

2 . Burrows, DSS, 321, 322.


CAPITULO 26
JEREMIAS Y LAMENTACIONES
jEREMÍAS

El nombre Jeremías , Yirm"- Yah ü, aparentemente significa Jehová esta-


blece (Orelli en ISBE), si el verbo rdrnah (arrojar) h a de entenderse en el
sentido de colocar un cimiento. El tema de este profeta con siste en gran
parte en una seria ad vertencia a Judá para que se torne de la idolatría y
del pecado a fin de ev itar la catás trofe del exilio. Todas las clases de la
sociedad hebrea fueron condenadas como inexcusablemente culpables.
La nación hebrea debía som eterse al yu go caldeo, y n o rebelarse contra
él. puesto que era el justo castigo por su infideli dad al pacto con Dios.
No obstante ello, llegaría el d ía en que Israel sería liberado por el
Mesías, el Renuevo justo; por lo tanto, el verdadero Israel debería con-
fiar siempre solamente en Dios, nunca en el brazo de carne.

BOSQUEJO GENERAL DE JEREMI AS

I. Profecías en tiempos de Josías y Joacim, 1:1 - 20 :18


A. Llamado y comis ión al profeta, 1:1-19
B. Pecado e ingratitud de la nación, 2: 1 - 3:5
C. Predicción concerniente a la devastación procedente del norte
(los caldeas). 3:6- 6:30
D. Amenaza del exi lio babilónico, 7:1 - 10: 25
E. Violación del pacto y la señal del cinto, 11:1 - 13:27
F. Sequía; la seña l d el profeta soltero; la advertencia respecto del
día de re poso, 14:1 - 1 7 :27
G. La señal de la casa del alfarero, 18: 1 -20:18
II. Posteriores profecías durante los reinados de Joacim y Sedequías,
21:1 -39:18
A. Nabucodon osor, instrumento de Dios para castigar a Sedequías
y a Jerusalén , 21:1-29:32
B. El futuro reino mesiánico , 30:1 -33:26 (La doctrina del indi-
vidualismo , 31 :1-4 0)
C. El pecado de Sedequías y la lealtad de los recabitas, 34:1 -
35:19

396
J ERE~IÍAS Y L AMENTACIONES 397

D. Oposición de Joacim y destrucción del rollo del profeta, 36:1-32


E. Encarcelamiento de Jeremías durante el sitio, 37:1-39:18
III. Profecías posteriores a la caída de Jerusalén , 40:1 - 45:1-5
A. Ministerio entre el remanente en Judá, 40:1 - 42:22
B. Ministerio entre los fugitivos en Egipto, 43:1 - 44:30
C. Estímulo a Baruc, 45:1-5
IV. Profecías contra las naciones paganas, 46:1 -51:64
A. Egipto, 46:1-28
B. Filistea, 47:1-7
C. Moab, 48:1-47
D. Amón, Edom , Damasco, Arabia, Elam , 49:1-39
E. Babilonia, 50:1 - 51:64
V. Apéndice histórico, 52:1-34 (sucesos de la caída y la cauti vidad de
Judá)

BIOGRAFIA DEL AUTOR

Jeremías comenzó su ministerio a los 20 años de edad, aproxima-


damente, en el decimotercer año de Josías , es decir, en el año 626 a. de
J.C. Viv ió la mayor parle de su vida en su aldea natal , Anatot (pues
pertenecía a una familia sacerdotal), y aparecía en Jerusalén en las
festi vidad es anuales del ca lendario religioso judío. Parece haber estado
en buena situación económica, puesto que pudo adquirir una pro-
pie dad confis cad a de un pariente que es taba e n bancarro ta, sin
aparente dificultad. Durante el tiempo de Josías, que era temeroso de
Dios , no fue m olestado por el gobierno y disfrutó de tan cordiales
relaciones con el rey que compuso una elocuente lamentación en oca-
s ión de la muerte de éste en la batalla de Megido. Si n embargo, entre
s us colegas sacerdotes y sus parientes, había considerabl e resentimien-
to debido a los abiertos reproches que les hacía por la infidelidad de
ellos al pacto y al hecho de que condenaba s us prácticas mundanas.
Luego de la muerte de Josías, con el surgimiento de la facción idó-
latra y del partido pro-egipcio, se le planteó a Jeremías una fuerte
reacción por causa de la posición que adoptaba. Solamente por la inter-
vención de algunos ancianos piadosos y príncipes de Judá logró Jere-
mías evitar el arresto a causa de la amarga e implacable denuncia que
hizo contra la nación en el sermón del tem p lo, que leemos en los
capítulos 7-10. Desde entonces parece que se le prohibió el acceso al
reci nto del temp lo, puesto que tuvo que enviar a Baruc como su vocero
cada vez que ten ía que proclamar el mensaje de Dios al pueblo. Por lo
tanto, dictaba sus profecías a Baruc para que fu eran leídas al pueblo en
Jerusalén. Pero pronto esta copia llegó a manos del rey Joacim, quien la
destruyó en su brasero, sección por sección , a medida que le era leída
por su propio secretario. Más adelante, el rey Sedequías, sucesor de
398 RESEÑA CRÍTIC1\ DE UNA i NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO TESTA MENTO

Joacim, permitió a los nobles de mentalidad nacionalista que encarce-


laran a Jeremías, pues veían en el profeta a un traidor, ya que había
instado a la nación a que se sometiera a los babilonios. Sin embargo,
Sedequías estaba secretamente temeroso del mensajero de Dios, debido
al cumplimiento de sus pasadas predicciones relativas a la invasión de
los caldeas en el año 598. Por lo tanto, hizo rescatar al profeta de la
muerte cuando estuvo a punto de perecer en un brutal confinamiento y
lo mantuvo escondido y alejado del peligro hasta la caída de Jerusalén.
Cuando las fuerzas de Nabucodonosor tomaron la ciudad por asalto,
nada más natural que a Jeremías se le ofreciera un lugar de honor y una
pensión en Babil onia (puesto que constantemente instó a los judíos a
someterse a Nabucodonosor como instrumento de Dios para castigar-
los). Sin embargo, Jeremías prefirió permanecer con el remanente de su
propio pueblo en Palestina, y ministrar a las bandas de secuaces y
guerrilleros que se quedaron luego de la deportación. Pero después del
traicionero asesinato de Gedalías, fue secuestrado y llevado a Egipto
por el fugitivo remanente de los judíos, que prefirieron refugiarse en el
país del Nilo antes que permanecer en Palestina y enfrentarse a la ira de
Nabucodonosor. En Egipto, Jeremías continuó profetizando por algu-
nos años más, y probablemente murió allí.
Por naturaleza, Jeremías era amable , afectuoso y simpático, pero fue
comis ionado por Dios para proclamar un severo mensaje de irreversib le
condenación. Aunque amó a su pueblo con hondo afecto, constan-
temente fue objeto del odio de sus semejantes, y acusado de traición. A
pesar de ser extremadamente sensible, tuvo que soportar una constante
andanada de calumnias y persecuciones que hubieran aplas tado al
espíritu más endurecido. Introvertido y retraído por naturaleza, se veía
siempre arrastrado a la prim era fila del escenario. Ocasionalmente pro-
curó desentenderse de su responsabilidad profética, pues era una carga
demasiado pesada para llevar sobre sus hombros, pero una y otra vez
volvió al llamado de su deber, y por el poder del Señor se mantuvo
incólume como "muro de bronce " (1:18).

HISTORIA DEL TEXTO

Hay suficientes evidencias para creer que aparte de la edición de la


profecía de Jeremías quemada por Joacim, hubo una edición posterior
que precedió a la forma final del texto ta l como la tenemos en la tradi-
ción masorética. Por lo menos es una razonable deducción que
obtenemos de la LXX, donde Jeremías es una octava parte m ás corta que
en el Texto Masorético. Difiere también en la disposición de los capftu-
los, pues los capítulos 46-51 del TM están situados después del capí-
tulo 25 en la LXX y dispuestos, además, en un orden algo diferente.
Jeremías 33 :14-26 del TM falta totalm ente en la LXX. Al parecer esta
primera edición fu e publicada por e l profeta durante su vida y
j ERGviÍI\S Y L i\MENTI\l.IONES 399

primeramente diseminada en Egipto. Más tarde, luego de la muerte de


Jeremías , parece que Baruc hi zo una más amplia colección de los ser-
mones de su maestro y reacomodó e l material en un orden más lógico.
Sin duda alguna el TM preserva la edición póstuma de Baruc. A este
resp ecto obsérvese que 36: 32 indica la publicación de una segunda
edición preliminar durante el reinado de Joacim, y es, por lo tanto,
razonable concluir que Jeremías añadió a los anteriores sermones los
mensajes que el Señor le dio durante el reinado de Sedequías y en el
período subsiguiente a la caída de Jerusalén.
La siguiente tabla es una correlación entre el TM y la LXX para
facilitar la comparación :
TM LXX
1:1 - 25:13 1:1 - 25:13
25:14-45:5 32:1-51:35
46 :1 -51: 64 25 :14 - 31 :44

INT EGRJD/\0 DEL TEXTO

La mayoría de los críticos racionalistas niegan ciertas porc iones de


Jeremías tanto al propio Jeremías como a su secretario Baruc. Entre los
pasajes impugn ados se incluyen (1) 10:1-1 6 porque previene a los
judíos que están en el exilio contra la idolatría en términos que recuer-
dan al Deutero-Isaías; (2 ) 17:19-27, debido al hincapié en el estricto
cumplimiento de guardar el día de reposo, lo cual recu erda a Ezequiel o
al código sacerdotal y, por lo tanto, es demasiado tardío para pertenecer
a Jeremías ; (3) los capítulos 30 y 31, debido a la expectativa mesiánica,
característica del período posterior al exilio y también por el hincapié
que hace en la responsabilidad indiv idual a la manera de Ezequiel 18
(la presunción es que este pasaje de Jeremías tuvo que haber sido p os-
terior a Ezequiel]; (4 ) el capítulo 51, porque en su versículo 41 se
mencio na Babil onia por s u nombre equivalente en e l Athbash:
"Sh eshakh". Se considera que el ath bash es un artificio posterior.
[Athbash se denomina así porque es un código en el cual la última letra
del alfabeto hebreo indica la primera, la penúltima indica la segunda,
etc.; de ahí que B-b-1, de Babel, figura como Sh-sh-k, o sea el código
llamado Sh eshach en la Versión Autorizada [inglés] .
Pero debe tomarse en cuenta que todos estos criterios para estable-
cer una fecha posterior dependen para su validez de presunciones n o
probadas como la que sostien e que el documento P de la Tora e Isa ías II
son de fecha posterior al exilio, y como la hipótesis evolucionista sobre
el desarrollo de la esperanza mesiánica. Resulta difícil justificar qu e
haya transcurrido un lapso cronológico extenso entre Jeremías y Eze-
quiel, puesto que según las evidencias bíblicas los dos profetas fueron
contemporáneos en su ministerio, al menos durante la última parte de
400 R ESEÑA CRiTICA DE Uf'<A I NTRODUCCIÓN Al. A NTIGUO TESTAMENTO

la carrera de Jerem ías. Hay una estrecha semejanza en tTe Jerem ías
31 :29, 30 y Ezeq uiel 12 :2, 3; pero parece que lo que Jeremías dijo de
paso fue tomado por Ezequiel como un texto básico para un extenso
sermón.
DIVERSOS TEM AS HI STORICOS

Respecto a la pred icción de Jeremías en 29: 10 en cu anto a los se-


tenta años de cautividad, se plantea algún problema en cuanto a cómo
han de ser computadas las siete décadas. El destierro del grueso de la
población de Ju dá n o ocurrió hasta e l año 586 a. de J.C. En el aiio 539
Babilonia cayó an te los conquistadores persas, y en el lapso de uno o
dos años, el re manente judío qu e prefirió volver a su país n atal, asentó
nuevamen te en Judá bajo el li derato de Zorobabe l y de Jesúa, posible-
mente en el año 536 a. de J.C. Pero solamente transcurrieron cincuenta
años entre 586 y 536 , por lo cual debemos buscar otros términos. Puesto
que la primera invas ión de Nabu codonosor a Palestin a tuvo lugar en el
añ o 60 5 a. de J.C. y como resul tado de ello fu eron llevados en cauti verio
un con s iderable n úmero de prisioneros (incluyen do en tre ellos a
Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego), esta fecha puede servir como tér-
mino a qu a; por lo tanto el año 536 sería aproximadam ente setenta años
más tarde .
Otra posibilidad es la de comenzar los setenta años con la destruc-
ción del tem p lo a man os del General Nebuzaradán en el año 586 a. de
J.C ., y prolongar la cautividad hasta que el segundo templo fue comple-
tamente reconstTuido, cosa que ocurrió en el año 51 6 a. de J.C. De estas
dos alternativas, la última pareciera ser la más claramente favorecida
por Zacarfas 1 :1 2: "Respondió el ángel de Jehová y d ijo: Oh Jehová de
los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las
ciudades de Judá , con las cuales has estado airado por espacio de
setenta años?" Puesto que la declaración anterior tu vo que haber sido
proclamada en el año 519 a. de J.C., la única conclusión a que podemos
arribar, al men os desde el punto de vista del ángel, es que los setenta
años aún no habían transc urrido ; y qu e la bon dadosa promesa asentada
en Jeremías 29: 10 no habría de cumplirse hasta que el templo fuera
restaurado .
Hasta hace pocas décadas, m uch os críticos expresaron considerable
escepticismo respecto al cumplimiento de una predicción h echa por
Jeremías en 43:9-1 3 y 44 :30, según la cual Egipto del n orte sería devas-
tado por un a invasión de los caldea s bajo el man do de Nabucodonosor
(cf. tamb ién Ezeq uiel 29:19, 20 que contien e una pred icción similar) .
Los hi storiadores paganos griegos n o h acen m ención algun a de una
invasión , pero hay un claro relato en An tiquities (Antigüedades) de
Josefa 10. 9:5-7: "Joanán tomó a los que había rescatado y vino a cierto
lugar llamado Mandara. Al quinto año desp ués de la des trucción de
}EREMÍAS Y LAM ENTACIONES 401

Jerusalén, que era el vigesimotercer año del reinado de Nabucodonosor,


hizo una expedición contra Coele-Siria; y cuando tomó posesión de
ella, combatió a los amonitas y moabitas; y cuando hubo sometido a
todas esas naciones, cayó sobre Egipto para abatirlo, y mató al rey que
reinaba en aquel momento y designó a otro en su lugar; y tomó a los
judíos que estaban allí cautivos , y los llevó a Babilonia; y tal fue el fin
de la nación de los hebreos."
Muchas autoridades ten dían a descartar este testimonio de Josefa
como meramente manufacturado para apoyar lo afirmado en las Escri-
turas hebreas. Pero R. Campbell Thomson comenta; "El pequeño frag-
mento de un relato babilónico publicado la primera vez por Pinches,
muestra que Nabucodonosor lanzó una expedición contra Egipto en su
trigesimoséptimo año, es decir, alrededor del año 567 a. de J.C. (aún se
discute hasta qué punto penetró). Casi hemos de suponer, por la tradi-
ción, que ciertos desertores babilónicos construyeron una 'Babilonia'
en Egipto, cerca de las pirámides, que parece haber existido como una
importante plaza fuerte en la época de Augusto, y que de todas maneras
su ejército dejó allí algunas marcas."' En ANET (pág. 308) aparece una
traducción de un texto babilónico fragmen tario que se halla en el
Museo Británico, el cual contiene la sigu iente oración: "En el trigesi-
moséptimo año, Nabucodonosor , rey de Babilonia, marchó contra Mi-
ser (Egipto) para librar una batalla. " Una confirmación arqueológica
adicional la hallamos en una inscripción de la estatua de Nes-hor que
se halla en el Louvre. Nes-hor fue un gobernador de Egipto del sur en el
tiempo de Hofra (Uah-ib-Ra, en egipcio). En este relato biográfico él
sostiene que un ejército de asiáticos y gente del norte que habían in-
vadido a Egipto, intentaron avanzar por el valle del Nilo hacia Etiopía,
pero esto fue felizmente conjurado por el favor de los dioses. Por lo
tanto, y en vista de esta evidencia, no se puede justificar la persistencia
en negar la historicidad de la invasión de Nabucodonosor a Egipto, o
poner en tela de juicio el hecho de que fue una seria y devastadora
incursión.
Es oportuno mencionar aquí un importante hallazgo arqueológico
desenterrado en el s itio de la antigua ciudad de Laquis (Tell ed-
Duweir), un verdadero archivo de correspondencia de alreded or de 21
tabletas de arcilla fechadas en el año 588 a. de J.C. Consisten, prácti-
camente todas ellas, en cartas o memorandums escritos por el capitán
de una avanzada militar llamado Hoshaiah, a Ya'ush, com andante de
las fuerzas judías estacionadas en Laquis durante la tercera invasión
caldea. En la mayoría de estas cartas, Hoshaiah parece defenderse con-
tra calumnias y falsedades respecto de su propia lealta,d y eficiencia. En

1. Thompson, "The New Babylonian Empire" (El nuevo imperio babilónico] en The
Cambridge Ancient History, vol. 3.
402 RESEÑA C RíTICi\ DE UNA I NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO T ESTAMENTO

estas comunicaciones se refiere a diversas personas o in cid entes de una


manera tan fugaz que no podemos estar seguros de su verdadera impor-
tancia. Algunos eruditos h an arribado a la conclusión , por ejemp lo, de
que cierto profeta mencionado en estas cartas pudo haber sido el propio
Jeremías, o Urías, que fue sacado de Egipto por haber emitido una
profecía adversa al rey Joacim (cf. 26:20-23). Sin embargo, un estudio a
fondo de las evidencias ha llevado a la mayoría de los eruditos a la
conclus ión de que el profeta mencionado en estas cartas no puede ser
identificado con certeza sobre la base de las fechas con que con tamos.
Lo más s ignificativo que puede obtenerse de la correspondencia de
Laquis sobre el período de Jeremías se en cuentra en el campo de la
lingüística. El tipo de hebreo empleado guarda una notoria similitud
con el que figura en los escritos de Jeremías, y s irve para confirmar la
autenticidad de sus profecías que arrancan en el comienzo del siglo VI
a. de J.C.

LAME!\TTACIONES

El título h ebreo de este libro relativamente corto es la palabra 'ekah


(¡Cómo!) que aparece al comienzo de 1:1. El tema del libro es un lamen-
to sobre el infortunio que aqueja a la pecaminosa Judá y la lamentable
destrucción que ha caído sobre la ciudad santa y el temp lo del Señor.
Por inferencia, el profeta hace un llamado al castigado Israel para que
reconozcan la justicia d el trato de Dios para con ellos, y que con un
espíritu de arrepentimiento se acojan a su misericordia.

UNA DE LAS CARTAS DE LAQUIS. Es tas tablillas se refieren a


sucesos de los últimos días de Judá. (Cortesía de la W ellcome
Archaeological Expedi tion .J
j EREMÍAS Y L AMENTACIONES 403

BOSQUEJO GEl\'ERAL DE LAMENTACIONES

l. Jerusalén devastada y abandonada, 1:1-22


II. Motivos por los c uales la ira de Dios cayó sobre la ciudad; el
arrepentimiento su única esperanza, 2:1-22
Ill. Lamento sobre la ciudad por su devastación; el arrepentimiento al
recordar las anteriores misericordias de Dios, 3:1-66
IV. La antigua gloria de Sion comparada con su actual miseria, 4:1-22
V. La nación arrepentida se entrega a la misericordia de Dios, 5:1-22
Es interesante observar que los primeros cu atro capítulos están
escritos en forma de acróstico. Los capítulos 1, 2 y 4, por lo tanto,
tien en una extensión de 22 versículos, y cada versículo comienza con
la sucesiva letra del alfabeto h ebreo. Pero el capítul o 3 contiene 66
versículos, pues se le asignan tres vers ículos sucesivos a cada letra del
alfabeto.

PATERNIDAD LITERARIA Y COMPOSICION DE LAMENTACIONES

El libro no se expresa claramente sobre la identidad del autor, pero


hay una antigua y constante tradición en el sentido de que Jeremías lo
escribió. Esta tradición qu eda reflejada en el título del libro en la LXX
como asim ismo en el Targum arameo de Jonatán. Los padres de la
iglesia primitiva, tales como Orígenes y Jerónimo , entendieron sin
ninguna duda que el autor fue Jeremías. Sin embargo, muchos críticos
modernos han rechazado la validez de esta tradición basados en la
eviden cia interna; afirman que el estilo es s ignificativamente distinto al
estilo de las profecías de Jeremías, y se h an interpretado dos o tres
alusiones históricas como referidas a condiciones o sucesos muy pos-
teriores al tiempo de Jeremías. Pero, por otra parte, es difícil concebir
cómo pudo haber una ocasión posterior a la caída de Jerusalén en el año
586 a. de J.C. que sirviera como incentivo para la composición de una
lamentación tan trágica. Si no fue Jeremías el escritor, quienquiera que
lo h aya escrito tuvo que haber sido un contemporáneo de él y testigo
presencial de la tremenda destrucción de Sion por los conquistadores
caldeas.
En lo tocante a estilo y fraseología, hay numerosas y notorias simili-
tudes entre Lamentacions y Jeremías. Muchas de estas similitudes han
sido reconocidas por el propio R. Driver, que no acepta la paternidad
literaria de Jeremías; por ejemplo, la oprimida hija virgen de Judá
(Lamentaciones 1 :15; Jeremías 8:21) ; se dice que los ojos del profeta se
anegaron de lágrimas (Lamentaciones 1:16a; 2:11; Jeremías 9:1 , 18b).
Comparar: "No tiene quien la consuele de todos sus amantes" (Lamen-
taciones 1:2); con "Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan"
Ueremfas 30:14). Ambos libros hablan de la copa de vino del juicio de
Dios: Lamentacion es 4:21 dice de Edom : "Aun hasta ti llegará la copa;
404 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO T EST AMENT O

te embriagarás, y vomitarás"; Jeremías 49:12: "He aquí que los que no


estaban condenados a beber el cáliz, beberán ciertam ente; ¿y serás tú
absuelto del todo?"
Los argumentos esgrimidos para indicar una diferen cia de punto de
vista entre los autores de ambos libros no se basan en una seria exége-
sis. Se sostiene, por ejemplo, que a diferencia de Lamentaciones 4:17
Jeremías no esperaba ninguna ayuda para Judá proveniente de Egipto.
Pero en realidad es un equivocado concepto, porque Lamentciones 4:17
no menciona específicamente para nada a Egipto. Más aún, no tiene
tanto el propósito de ser una declaración personal del autor como una
actitud de la nación en su totalidad, que el profeta expresa en las
siguientes palabras: "Aun han desfallecido nuestros ojos esperando en
vano nuestro socorro; en nuestra esperanza aguardamos a una nación
que no puede salvar." El autor no deja entrever aquí que expresaba su
propia opinión política. Por otra parte, se alega que en tanto que Jere-
mías consideraba a Babilonia como el instrumento de Dios para castigar
a su desobediente nación, Lamentaciones 3:59-66 implica que los cal-
deos fueron los malvados enemigos que merecían la vara vengadora de
Dios. Pero es un error suponer que estas dos id eas se excluyen
mutuamente. Jeremías deja bien en claro que los babilonios fueron
utilizados por Dios con el propósito de castigar, y ellos, a su vez, ex-
perimentarían la posterior venganza de Dios debido a las malvadas
motivaciones de sus corazones. (Cf. Isaías 10, donde aparece un similar
tratamiento para los asirios). Llegamos a la conclusión de que no hay
suficientes argumentos válidos para señalar una diferencia de paterni-
dad literaria basada en una diferencia de puntos de vista .
Debemos hacer una última observación respecto al capítulo 3 de
Lamentaciones. Los primeros 18 versículos de este capítulo expresan
apesadumbradas lamentaciones y pintan a un cruel y severo Dios, pero
luego los versículos 19-39 cambian abruptamente hacia una disposi-
ción de esperanza y alabanza a Dios por su fidelidad y compasión. Esto,
por cierto, es el tipo de "discrepancia" que los críticos han utilizado en
otros libros del Antiguo Testamento para demostrar una diferencia en
paternidad literaria. En este particular capítulo, sin embargo, no es
posible ninguna teoría de fuentes múltiples, porque íntegramente la
composición está firme e intrinsicadamente unida por el estilo de
acróstico en el cual está escrita. De ahí que este capítulo puede ser
tomado como prueba irrefutable de que es posible que un antiguo autor
hebreo súbitamente cambie de disposición de ánimo y exprese senti-
mientos que contrastan notoriamente unos con otros (aun cuando no
sean, en realidad, contradictorios).
CAPITULO 27
EZEQUIEL
El nombre hebreo Y•hez•qe'l significa Dios fortalece. En tema de la
profecía de Ezequiel es que la caída de Jerusalén y la cautividad babiló-
nica son medidas necesarias que el Dios de gracia debe emplear si ha de
corregir a su pueblo desobediente y salvarlo de una completa y per-
manente apostasía. Pero vendrá el día cuando Jehová restaurará a un
arrepentido remanente de su pueblo castigado y lo establecerá en una
futura gloriosa teocracia con un nuevo templo.
BOSQUEJO GENERAL DE EZEQUIEL

l. Llamamiento y comisión al profeta, 1:1 - 3:27


II. Profecías contra Judá anteriores a la caída de Jerusalén 4:1 -24 :27
A. Mensajes del quinto año (593-592 a. de J.C.), 4:1-7:27 (des-
trucción predicha mediante señal, símbolo y máxima)
B. Mensajes del sexto año (592-591 a. de J.C.), 8:1-19:14
l. Visión de la idolatría de Jerusalén y su castigo, 8:1 - 11:25
2. Necesidad del castigo por su corrupción universal, 12:1 -
19:14
C. Mensajes del séptimo año (591-590 a. de J.C.), 20:1-23:49
l. La ingratitud de Israel desde el éxodo; Nabucodonosor dirige
su mirada a Jerusalén; no más reyes davfdicos hasta el arribo
del mismo Cristo, 20:1 - 21:32
2. Catálogo de los pecados de las adúlteras Samaria y Judá,
22:1-23:49
D. Mensaje del noveno año (589-598 a. de J.C.). 24:1-27
No guardar luto por la esposa de Ezequiel ni por el derrumbado
Israel de Jehová
Ill. Profecías contra las naciones paganas, 25:1 - 32.32
A. Amón, Moab, Edom y Filistea (vecinos más cercanos), 25:1-17
B. Tiro y S.idón, símbolos de orgulloso materialismo comercial,
26:1 - 28:26
C. Egipto, símbolo de una idolatría que confía en sí misma, 29:1-
32:32

405
406 RESENA CRiTICA DE UNA I NTRODUCC!Ói'l t\L A i'ITIGUO T ESTAMENTO

IV. Profecías de reconstrucción y restauración después de la caída,


33 :1 -48:35
A. Etapas de preparación para el nuevo reino, 33:1 - 39 :2 9
l. Responsabilidad del profeta y del pueb lo; advertenc ia y
purgación, 33:1-33
2. Los falsos profetas le darán paso al verdadero Pastor, 34:1-31
3. El retorno y el avivamiento del cautivo Israel , luego de la
destrucción de Edom, 35:1-37:28
4. Destrucción de las naciones impías (Gog y otras) de los últi-
m os días , 38:1-39:29
B. El rein o final y el temp lo del futuro, 40:1 - 48:35
l. El templo milenial, 40:1 - 43:27
2. El culto milenial , 44:1 - 46:24
3. El territorio milenial y las aguas salutíferas , 47:1-48:35

BIOGRAF!t\ DEL AUTOR

Al igual que Jeremías, Ezequiel pertenecía a una familia sacerdotal.


El nombre de su padre fue Buzi, y era de suficiente alcurnia para
merecer que Nabucodonosor lo llevara entre los cauti vos a Babilonia,
en el año 597 a. de J.C. Se ins tal ó en una población cercana a Nipur (a
una distancia de 80 kilómetros al sur de Babilonia, sobre el río Eufrates)
llamada Tell-Abib, sobre el Gran Canal , (tradu cción más aprop iada de
las palabras "río Quebar"). Este canal, el Naru Kabari de las inscrip-
ciones cun eiformes, corría desde el Eufrates, por arriba d e Babilonia, 95
kilómetros en dirección sudeste ha cia Nipur, y se unía nuevamente al
Eufrates más abajo de Ur, y regaba la plani cie al uvial comprendida
entre el Eufrates y el Tigris. Ezequiel fue llamado a s u misión profética
en el año 592 a. de J.C. (el quinto año de la cautividad del rey Joaquín ).
el profeta de alrededor de 30 aflos de edad (1 :1). Su feliz matrimonio
terminó con el fa ll ecimiento de la esposa en el afio 587 a. de J.C.
(capítulo 24). Llegó a ser un notable predicador entre los judíos ex-
iliados de Babil on ia y a quien frecuentemente recurrían tanto los
ancianos como la gente de pueblo, pero sin dar mucha respuesta prác-
tica a su mensaje. Su último discurso fechado (29:17-21 ) se remonta
al vigesimosépitmo afio de la cautividad de Joaquín, es d ecir el afio
570 a. de J.C.

ÜUJECIONES CRiTICAS A LA AUTENTIC!Dt\D DE EZEQUIEL

Hasta fecha tan reciente como la octava edición de l ILOT de Driver,


la autenticidad de Ezequ iel había sido aceptada por la mayoría de los
críticos racionalistas. Pero en el año 1924, Gustav Hoel scher propuso la
tesis de que só lo una pequefla porción del libro fue escrita por el Eze-
quiel histórico del siglo VI (es decir, solamente 143 versículos de los
1273 que componen la obra). y que el resto proviene de algún autor
EZEQUIEL 407

posterior que vivió en Jerusalén y fue contemporáneo de Nehemías


(44 0-430 a. de J.C.). En el año 1930, el profesor C. C. Torrey expuso su
punto de vista en una publicación, según el cual ninguna parte del libro
de Ezequiel provenía del siglo VI, y n i siquiera de los dos siglos sub-
siguientes. Fechó la parte más antigu a del libro de Ezequiel en el año
230 a. de J.C., y dedujo que fu e íntegramente escrito en Jerusalén y no
en Babilon ia. Al poco tiempo fue reed itado por un redactor quien le dio
el as pecto de haber sido escrito en Babilonia por uno de los judíos de la
cautividad. Mencionemos el hecho de que Torrey n o creía en la histo-
ricidad de la destrucción de Judá por los caldeas, ni en el traslado de la
población judía a Babilonia, en alguna cautividad a nivel nacional. Sin
embargo, son pocos los eruditos que lo han acompañado en su escepti-
cismo, y en años recientes la acumulación de datos arqueológicos en
Palestina (tal como han sido interpretados, por ejemplo, por W. F.
Albright) indica una total cesasión de la ocupación israelita en Pales-
tina durante la mayor parte del siglo VI a. de J.C. C. G. A. Cooke, que
publicó el volumen d el ICC sobre Ezequiel en el año 1937, todavía se
adhería a la opinión de que el autor básico del libro era el Ezequiel
histórico, pues sostenía que sería tan difícil creer en el s upuesto pos-
terior redactor como aceptar al pie de la letra las afirmaciones del
propio texto. No obstante ello, la más reciente tendencia en los círculos
liberales es la de negar la autenticidad de Ezequiel e insistir en que
realmente fue compuesto en Palestina en algún tiempo des pués de la
vuelta del exilio. Así, N. Messel en 1945 se aventuró a fijar la fecha del
escrito en el año 400 a. de J.C. C. Bentzen declaró: "El libro, tal como lo
tenemos, no es obra au téntica del profeta Ezequiel."'
Dos argumentos principales se h an esgrimido para negar la paterni-
dad literaria de este libro al profeta Ezequiel del siglo VI:
1. El profeta que pronunció la condenación contra Israel no pudo
ser el mismo que anunció alentadoras promesas de futuras ben di-
ciones. En otras palabras, el Ezequiel histórico tuvo que haber sido un
predicador de oscuridad y condenación y no brindó a la nación ni un
rayo de esperan za. Pero habría que señalar que casi todos los profetas
del Antigu o Testamento que anunciaron juicios catastróficos, también
predijeron subsiguientes resturaciones y una úl tima dádiva de la gracia
del pacto para la castigada nación israelita. Esta observación se aplica a
Amós, Oseas, Miqueas, Isaías y Jeremías, para nombrar solamente algu-
nos de los ejemplos más notorios. Sólo por un rígido dogmatismo
pueden estos diversos profetas del Antiguo Testam ento ser convertidos
en distintas fuentes y sostener así la hipótesis de que el amenazador
sólo puede am en azar y el prometedor sólo puede prometer. El propio
Hugo Gressmann, luego de un exh austi vo estudio de estos profetas,

1. A. Bentzen, OIT, 2:125.


408 R ESEÑI\ CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TEST AN!ENTO

arribó a la siguiente conclus ión: "Una renovación universal sigue,


necesariamente , a una catástrofe también universal."
2. Se alega que el autor d e Ezequiel revela un punto de vista pales-
tino, y no el de uno que escribiera en Babilonia. Por ejemplo, se des-
cribe a Ezequiel dramatizando profecías simbólicas para beneficio de
los habitantes de Jerusalén , de lo cu al, por supuesto, ellos no hubieran
sido testigos de haber vivido el escritor en tierra de los caldeas, a casi
dos mil kilómetros de dis tancia. En respuesta a esta posición , es menes-
ter señalar que no hay la más mínima insinuación en el propio texto de
Ezequiel en el sentido de que el profeta representara sus predicciones
simbóli cas en presencia de jerosolimitanos que vivían en Jerusalén.
Todo lo contrario , indica que su auditorio estaba compuesto por ciuda-
danos de Jerusalén que compartían con él el exilio en Babilonia. En 2
Reyes 24: 14 leemos que cuando el rey Joaquín fue llevado en ca utiverio
en el año 597 a. de J.C., juntamente con sus príncipes y los "hombres
valientes" , el número de cautivos deportados a Babilonia (incluidos los
artesanos y los obreros especializados) sumaba no menos de diez mil.
Y puesto que una gran mayoría de estos tuvieron que haber s ido
residentes de Jerusalén , no h ay dificultad algun a en s uponer que
Ezequiel contaba con un considerable auditorio de jerosolimitanos a
quien es poder predicar.
En segundo lugar, se plantea la objeción de que e l autor revela un
conocimiento de testigo ocular sobre acontecimientos tales como los
que ocurrieron en Jerusalén y que pudieran haber sido presenciados
solamente por testigos circunstantes. Así, en el capítulo 8, el autor
describe el culto idolátra de los ancianos en el templo de Jerusalén ; en
11 :13 se refiere a la muerte súbita de uno de su s miembros (Pelatías, el
hijo de Benaía); en 12:3-12 se refiere al intento que hizo Ezequiel para
escapar de Jerusalén de noche ; en 2 1 :18 describe a Nabucodonosor
consultando los augurios en una encrucijada, camino a Jerusalén ; y en
24:2 relata que el rey de Babilonia acampó fuera de las murallas de
Jerusalén . La única conclusión razonable a la que se puede arribar,
según estos críticos, es que el autor vivía en Jerusalén en los últimos
tiempos antes de su destrucción final en el año 587 a. de J.C. (La
mayoría de los defensores de esta teoría sitúan al autor después del
exilio y entienden s u obra como un relato novelesco tomado de diver-
sas tradiciones orales. )
Pero es preciso observar que m uchas de estas refe rencias de
Ezequiel son perfectamente compatibles con la suposición de que las
noticias de los sucesos relatados pudieron haber tenido la oportunidad
de llegar a los exiliados en Babilonia para la fecha en que el autor
escribió su obra . En otros casos se afirma, a modo de introducción (p.
ej., en el capítulo 8) que lo que el autor narra consiste en una visión
sobrenatural impartida por Dios. Sólo sobre las bases de la presuposi-
EZEQUIEL 409

ción antisobrenaturalista puede descartarse el factor de la divina re-


velación como explicación de cómo pudo Ezequ iel haber tenido tan
precisos conocimientos de lo que ocurría en la casa de Jehová en su
tierra natal. Tampoco se puede sostener con éx ito que aun la suposi-
ción de un autor que viviera en Jerusalén pudiera explicar satisfacto-
riamente todo el material contenido en el texto, pues algunas de estas
visiones s uponen , obviamente , un origen sobren atura l. Este es,
preeminentemente, el caso relacionado con la visión de la partida de la
gloria de Jehová del temp lo, como lo narra la crónica en 10:4 y 11:23.
So lamente suponiendo que Jehová milagrosamente transmitió estas
escenas a su profeta en forma de visiones esp iri tuales pueden ser in-
teligentemente entendidos estos pasajes de Ezequiel.
DISCREPANCIAS ENTRE EZEQUIEL y EL CóDIGO SACERDOTAL

Ya mencionamos, en el capítulo 12, el papel asignado por la escuela


de Wellhausen a Ezequiel, el profeta del siglo VI a. de J.C., es decir, el
de echar las bases para la obra de la escuela sacerdotal. A él o a sus
inmediatos discípulos le atribuyeron el Código de Santidad (Levftico
17-26) y las primeras etapas de una nueva doctrina que estipulaba que
el sacerdocio debía confinarse a los descendientes de Aarón y no asig-
nárselo como un todo a la tribu de Leví (Cf. Ezequ iel 44:7-16, donde se
asigna un rango de privilegio a la familia de Sadoc). Pero los defensores
de esta escuela insis tieron en que el documento P no pudo haber exis-
tido antes de la época de Ezequiel; de otra manera no se hubiera aventu-
rado a prescribir reglamentaciones que diferían marcadamente de las
estipuladas en el código sacerdotal. En realidad de verdad, h ay notorias
divergencias en tres áreas en general: las dimensiones del templo, el
moblaje del templo, y el ritual del culto de sacrificios. Esta fue la razón,
claro está, por la cual algunas de las antiguas autoridades judías, espe-
cialmente las relacionadas con la escuela de Shammai , abrigaran dudas
en cuanto a la canonicidad de Ezequiel, sin tener en cuenta la posibili-
dad de que las regu laciones del templo que aparecen en los capitu las
40-48 pudieran no tener vigencia para el período del antiguo pacto,
sino más bien para el reino final de la era mes ián ica .
Llamamos la atención al hecho de que la teoría del origen posterior
al exilio para el código sacerdotal no brinda realmente una adecuada
exp licación para las divergencias que acabamos de mencionar. Es un
hecho innegable que las provisiones de Ezequie l d ifieren tanto del
documento D, aun del documento H, como del documento P. Por ejem-
plo, no hay una sola men ción en Ezequiel a los d iezmos y dones que
debían ser presentados por el primogénito (tales como se describen en
los documentos D y E), ni a la fiesta del Pentecostés ni a las reglamenta-
ciones relacionadas con la misma, ni a d isposiciones particulares tales
como la prohibic ión de subir por gradas al altar. Puesto que las cosas
410 R ESEÑA CRíTICA DE UNt\ l t-<TRODUCCIÓ!\" t\L A t-<TIG UO TESTAMENTO

que acabamos de mencionar están incluidas en Deuteronomio, la


misma lógica que hace que Ezequiel sea anterior a P nos obligaría a
establecerlo también como anterior a D.> Llama la atención el hecho de
que Ezequiel presupone el mismo sistema general de culto de sacrifi-
cios establecido en P: holocaustos, ofrendas por el pecado, ofrendas de
paz, y una clara distinción entre lo ritualmente limpi o y lo ritualmente
inmundo. Todas estas disposiciones se anuncian con el entendimiento
de que este sistema de sacrificios era bien conocido de sus lectores y se
practicaba desde antiguo.
Tal vez la más sorprendente evidencia en esta línea de pensamien-
to, es que las dimensiones del templo dadas en la última parte de
Ezequiel difieren , no solamente de las del código sacerdotal, sino tam-
bién de las del templo de Salomón , tal come se describe en 1 Reyes 6 , 7.
Si la divergencia de Ezequiel indica una paternidad literaria anterior,
en ese caso una constante aplicación de este criterio ¡nos llevaría a
entender que Ezequiel es anterior a la erección de l templo de Salomón!
Nuevamente aquí debemos reconocer que todo este esquema de pensa-
miento nos lleva a resultados ridículos a los cuales no podemos adhe-
rirnos como criterio útil.
Otro tipo de divergencia que no exp lica la fecha posterior al exilio
para P, la encontramos en la distribución de la Tierra Santa entre las
doce tribus durante el reinado milenial. Tal como se establecen las
medidas y se asigna n los límites en el capítulo 48, parece estar defini-
damente implícita una geografía algo d iferente de la que actualmente
existe en Palestina. Puesto que Ezequiel se había criado en Judá y tuvo
que haber conocido al dedillo la configuración de la tierra en su genera-
ción, no podía estar hablando de un reparto que se efectu aría en el
próximo futuro. Seguramente se refería a un nuevo estado de cosas que
habría de ocurrir al final de los tiem pos. Y si esto es cierto respecto de
la geografía, no hay razón alguna por la cual no pudiera aplicarse tam-
bién al culto.

PROBLEMA REFERENTE AL CUMPLIMIENTO DE EZEQUIEL 40-48

Estos capítulos contienen una larga y detallada serie de predic-


ciones sobre lo que será el futuro de Palestina, con su ciudad y el
templo. Para un lector de mentalidad amplia , no hay peligro alguno al
afirmar que las predicciones de estos nueve capítulos dan la apariencia
de haberse dado tan literalmente como las que figuran en la primera
parte del libro (p. ej. , los juicios contra Tiro y Sidón en 26-28, que
hallaron literal cumplimiento en la historia subsiguiente). El asunto

2. Cf. Koehler, Bib/ische Gechichte, 3:154, contiene un estudio sobre las evidencias de
que el contenido de toda la Tora es presupuesto y reconocido. tanto por jeremfas como
por Ezequiel, como de an tigua data; y que inclu ye no solamente el libro del pacto (Exodo
21-23, j-E) y Deuteronomio. sino tambi én H y varias partes de P.
E z EQUIEL 411

que se plantea es el de saber si los planes an unciados en los capítulos


40-48 se habrán d e realizar alguna vez. Si nunca habrá de erigirse un
templo de acuerdo con estas esp ecificacion es, y si n un ca habrá una
ciudad santa ta l como la que describe e l profeta, y si no habrá de
repartirse la tierra e nt re las doce tribus com o se indica, estamos enfren-
tados a una porción de las Sagradas Escrituras que contiene falsa
profecía.
La única manera para no arribar a esta co nclusión, segú n numerosos
intérpretes, consiste en entender que todas estas d isp os iciones tuvieron
una intención p uramente figurada. Estos ca pítulos deben e nte nderse,
entonces , con referencia a la Iglesia del Nuevo Testamen to, la Jerusalé n
espiritual. Esta línea interpretativa es sostenida aun p or erud itos de
indiscutible ortodoxia. En el New Bib/e Commentary (Nuevo comen-
tario bíblico), leemos: " La conclusión de la profecía de Ezequi el, por lo
tanto, ha de ser consid erada como una verdade ra predicció n d el reino
de Dios dada e n formas con las cuales el profeta estaba fami liarizado, a
saber, las d e su propia dispensación (judía) . Su verdad esencia l tomará
cu erpo en la n ueva era en formas adecu ad as a la nueva dispensación
(cristiana). La ma nera como esto habrá de hacerse, la tenemos de-
lineada en el libro de Apocalipsis (21:1-22:5)."3
La aplicación de Ezeq ui el 40-48 a la Igles ia del Nuevo Testamento
elu de algun as de las dific ultades que acompañan a una interpretación
más literal. Y esto es especialmente cierto con respecto a las disposi-
ciones que regulan el sacrifi cio cruento , que figuran en estos capítulos
y que difícilmente pudieran encajar en un plan de salvac ión post-
calvario, si los prop ios sacrificios retienen su significación ex piatoria
(con la cual, por supuesto, fueron investidos en la ley d e Moisés). En la
EpfsLo la a los Hebreos, pasajes como 10:4 afirman claramente que ya no
son necesarios n i eficaces los sacrificios de animales para la expiación
por los pecados. La Epís tola a los Hebreos anuncia que el ún ico y solo
acto exp iatorio de l Señor Jesús es de una eficacia permanente que anula
el sacerdocio aarónico del Antiguo Testamento y los sacrificios del
cód igo levítico. Co mo lo expresa H. L. Ellison en Ezekie/, the Man and
His Message (Ezequiel, el hombre y su m ensaje), " Aparte d e esto, ellos
(los opositores de la interpretación literal) no pueden ver por qué,
cuando el agua, el pan y el vino han satisfecho las necesidad es simbóli-
cas de casi mi l generaciones de cristianos, el milenio necesitará más. El
Rey ha vuelto y se ha levantado la m ald ición de sobre la naturaleza;
¿por qué tiene que poner aún su vida la creación animal ?"• No puede

3. New Bible Co mmcnto ry (Nuevo comentario bfblico), edi tada por DAv id so n-Slibbs-
Keva n , pág. 664. Pun tos el e vista sustancialmente s imilares fueron sostenirlos por C. F.
Keil y también po r Wi lhelm Moeller en "Ezekiel", en ISBE, 2 :1071 -8 1 .
4. Ellison, Ezekiel, thc Mon ond His Message (E2equiel, el hombre y su mensaje), Granel
Rap ids: Eerdmans, 1956.
412 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAME :ro

negarse que es un argumento persuasivo y no es sorprendente que una


abrumadora mayoría d e los eruditos conservadores se conformen con
despachar el templo de Ezequiel como una m era alegoría de la Iglesia
Cristiana.
Sin embargo, sigue en pie la verdad de que este asunto no puede
descartarse fácilmente, debido al incontrovertible hecho de que aun
tenemos aqui ocho o nueve capítulos de Escritura profética que asegu-
ran a los creyentes que Dios tiene un plan bien definido para el futuro
de Jerusalén, el templo, y Palestina, y que dan definidas y precisas
medidas, y linderos para los edificios y recintos del templo , y para la
división de los territorios tribales de la Tierra Prometida. Y también es
cierto que los pasajes a que se hace referencia del libro del Apocalipsis
brindan más bien un dudoso apoyo para la identificación del templo de
Ezequiel con la era de la Iglesia. Así, en Apocalipsis 21:22 leemos que
en la Nueva Jerusalén no habrá ninguna clase de templo , y ésta parece
ser un extraño tipo de cumplimiento para cuatro capítulos (40-43) en
los cuales se describe el futuro templo con lujo de detalles, especial-
mente en vista de que Ezequiel establece una clara separación entre el
templo y la ciudad (48:8, 15).
Se ha señalado una similitud entre el río simbólico de Ezequiel y el
de Apocalipsis 22:1, pero es bueno hacer notar que el río de la visión de
Juan sale de debajo del trono de Dios y del Cordero, en tanto que el río
de Ezequiel47:1 sale de debajo del umbral del templo. Es innegable que
hay una relación entre estos dos pasajes del Antiguo Testamento y del
Nuevo Testamento, pero pareciera ser una relación de lo intermedio o
simbólico con lo consumado y eterno. En otras palabras, el futuro reino
milenial ha de ser un régimen provisional que apuntará hacia los
nuevos cielos y la nueva tierra que se anuncian en los capítulos 21 y 22
del Apocalipsis.
Es muy significativo el hecho de que aun algunos de los que sos-
tienen que la Iglesia del Nuevo Testamento es el cumplimiento del
templo de Ezequiel, vacilan en afirmar que fu e la Iglesia lo que Ezequiel
tuvo en mente cuando compuso esos capítulos. En el artículo del New
Bible Commentary (Nuevo comentario bíblico) al cual hemos hecho
referencia, leemos en la página 663: "Ezequiel predijo planes que
esperaba que se llevaran a cabo al pie de la letra. El convertirlos en una
deliberada descripción simbólica del culto de la Iglesia Cristiana, es
a lgo que está fuera de la cuestión." Este comentario plantea, por
supuesto, el interrogante: ¿Estaba errado Ezequiel en sus expectativas?
Si estos planos d el templo y de la ciudad santa fueran de su propia
cosecha, sería concebible que pudiera haberse equivocado, (aunque tal
error difícilmente hubiera llegado a ser parte de la Sagrada Escritura).
Pero el profeta aclara perfectamente bien que él no proyectó por si
mismo estos planos; le fueron revelados por un ángel del Señor que le
EZEQUIEL 41 3

mostró e l esplendor del recinto terminado de l te mplo y le d io todas las


medidas y los lím ites. Por lo tanto, si hubo un error en las expectativas,
el error tuvo que haber sido compartido por el ángel del Señor (a
menos, por s upuesto, que Ezequiel no nos haya brindado un relato
fidedigno).
En vis ta de las anteriores consideraciones, he llegado al concepto de
que una interpretación moderadamente literal de estos capítulos se
encuentra con menos dificultades serias que una interpretación figu-
rada. Debemos tener m uch o cuidado en ins istir en los detalles, pero en
términos mu y genera l.es podemos razonablemente adm itir que en una
era futura, todas las promesas anunciadas por el ángel a Ezequiel se
cumplirán en el glorioso reino terrenal en el cual el dram a de la reden-
ción llegará a su fin . Se debe entender que las ofren das de sacrificios
mencionadas en estos capítulos han de estar desprovistas del carácter
propiciatorio o expiatorio, puesto que el sacri ficio de Cristo proveyó
una expiació n que fue su ficiente p ara todos los tiempos (Hebreos
10:12). No obstante ell o, el Señor Jesú s estab leció la santa comun ión
como una ordenanza que debía ser practi cada después de su crucifi-
xión, y dejó especifi cado que tenía que ser observada has ta su segunda
ve nida (1 Cori ntios 11: 26 : " has ta que él ve nga"). Por definición pre-
milenial, el mi lenio ha d e seguir a s u segu nda ve nida. Si, pues, hubo
una fo rma sacramental practicada durante la era de la Igles ia, ¿por qué
no podrá haber una nueva forma sacramental que se lleve a efecto
d urante el mismo milen io?'
Nosotros, en esta era, difícilmente somos más competentes para
juzgar respecto a los nuevos requerimientos y condicion es del futuro
reino mi lenial, q ue lo qu e fueron los creyentes del Antiguo Testamento
para juzgar respecto a nuevas formas y cond iciones que habrían de regir
en la era del Nuevo Testamento, después de la primera venida de
Cristo. 6
Debemos agregar que algunos escri to res ded icados a esta materia
han introduc ido una cuestionable precisión de deta lles en su inter-
pretación de lo que será el reinado m ilenario, como, por ejemplo, la
exclus iva ju daización de la ciudadanía, o la su premacía de la raza
hebrea como unidad étnica sobre todas las naciones de la tierra. Sin
embargo , hay muchas indicaciones en los profe tas del Antiguo Tes-
tamento d e que los creyentes gentiles y jud íos serán inco rporados en un
solo cuerpo político en la era por venir. Por ejemplo, hallamos clara-

5. Cf. Erich Sauer, From Etern ity to Eternity (De eternidad a eternidad), Grand Rapids:
Eerdmans, 1954 , págs. 179-84, en el cu al el autor pone en claro el carácter simbólico y
sacramental d el sacri ficio y muestra lo insosten ible tanlo de la interpretación esp iritua l
como de la teorfa qu e hace del segundo temp lo de Zo robabe l el cu mplimiento de Eze-
qu iel 40-48.
6. Para una lúcida d iscus ión de este tema, desd e un estricto punto de vista dispensa-
cionalista, ver el arlfcu lo de F. M. Un ger en Bibliotheca Sacra, 106:312-324.
414 R ESEÑA CRíTICA DE u 'A I NTRODUCC!()N AL ANTIGUO TESTAMENTO

mente implícito en Isaías 11:10-1 2 que tanto los hebreos 'am (pueblos)
como los gentiles góylm (gentes) serán regidos por el mismo Mesías y
disfrutarán igual rango delante de su presencia. El símbolo de la buena
rama de olivo, de Romanos 11 , parece indicar que todos los cristianos,
de trasfondo judío o gentil, serán reunidos en una relación orgánica
como miembros del mismo cuerpo, y existen sugerencias de que esta
condición continuará aún en la era del fin (cf. Gálatas 6 :16, que al
parecer habla de la iglesia como el Israel de Dios) .
Por estas razones, la aguda dicotomía sostenida entre Israel y la
Iglesia, por Unger, pareciera ser muy difícil de mantener.' Sin embargo,
debe reconocerse el hecho de que la creencia en e l cump limiento mile-
nial de Ezequiel 40-48 no envuelve necesariamente una separación
entre creyentes judíos y gentiles, ni requiere ninguna identificación
entre el " príncipe" o gobernante de la comunidad de n aciones de los
últimos días que se men ciona en estos capítu los (44 :3; 46:2, etc.), y la
persona del propio Señor Jesucristo. Es mucho más probable que este
"príncipe" deba entenderse como un vicerregente que gobierna bajo la
autoridad del Mesías (cuyo imperio, por supuesto, ha de extenderse a
todas las naciones de la tierra) .

7. Unger, Great NegJected Bible Prophecies (Grandes profecias bibl icas descuidadas).
Wheaton: Ill.: Scripture Press, 1955, págs. 88-95.
CAPITULO 28
DANIEL
El nombre Daniel en hebreo es Dóniyye'J, que s ignifica Dios es Juez o
Dios es mi Juez (depende de la fuerza de la -iy- media). El tema básico
de esta obra es la predominante soberanía del único y ve rdad ero Dios,
que cond ena y destruye a los rebeldes poderes human os y fie lmente
libera su pueblo del pacto, d e acuerdo con su firme fe e n El.
BOSQUEJO CE fERAL DE DA 11EL

l. Adiestramiento y puesta a prueba del remanente, 1:1 -21


A. Cautividad de rehenes por abucodonosor, 1:1, 2
8. Adiestramiento d e jóvenes judíos para el servicio del rey, 1:3-7
C. La primera prueba de la obediencia para Da niel, e l desafío a su
fe, 1:8-16
D. Consiguiente recompensa: logro traducid o en sabiduría , promo-
ción en su pos ición 1:17-21
Il. El s ueño de Nabucodonosor y los p lanes de Dios para las edades,
2: 1-49
A. Enigma del sueño que d esafiaba la sabiduría humana, 2:1-13
B. Daniel se compromete a interpretarlo y so licita a Dios que le dé
revelación al respecto, 2:14-23
C. Daniel entiende e interpreta el sueño, 2:24-45
D. Resultante gloria para Dios y promoción para Daniel , 2:46-49
III. La imagen de oro y e l horno ardiente, 3:1-30
A. Erección de la imagen y la religión obligatoria del estado, 3:1 -7
B. Acusación y juicio contra los tres constantes y determ inados
jóvenes, 3:8-18
C. Ejecución de la sentencia, 3:19-23
D. El milagro liberador d e Dios y el cuarto hombre, 3:24-27
E. Segunda sumis ión de Nabucodonosor a Dios, 3 :28-30
IV. S u eño de advertencia a Nabucodono so r y s u subsigu iente
humillación, 4:1-37
A. El alarmante sueño, inexplicable según la sabiduría humana,
4:1-7

415
416 REsEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCióN AL A NTicuo TESTAMENTO

B. Daniel reconocido como intérprete de sueños, 4:8-18


C. Interpretación de Daniel y advertencia al orgulloso rey, 4:19-27
D. La gran humillación del rey, 4:28-33
E. Arrepen timiento del rey y reconocimiento de la soberanía de
Dios , 4:34-37
V. La fiesta de Belsasar y juicio de Dios por la profanación de los
utensilios sagrados, 5:1-31
A. Belsasar hace abusivo y arrogante uso de los vasos sagrados d e
Dios , 5:1-4
B. Escritura m anu scrita en la pared y terror del rey, 5:5-9
C. Ruego del impotente soberano del mundo al hombre de Dios,
5:10-16
D. Juicio de Dios contra el orgull oso rey: pronunciam iento de
conden ación, 5:17-28
E. Honras a Daniel y muerte de Belsasar, 5 :29-31
VI. En el foso de los leones: la preservación del creyente contra la
malignidad del mundo, 6:1-28
A. La conspiración d e la envidia: el decreto por el cual se pro-
hibió toda oración excepto a Daría, 6:1-9
B. Se descubre la actitud de Daniel y se lo obliga a la observancia
forzosa del decreto , 6:10-1 7
C. Milagrosa liberación de Daniel y el castigo para su s enemigos,
6:18-24
D. Testimonio de Daría respecto a la soberanía de Dios, 6:25-28
VII. Triunfo del Hijo del hombre, 7:1-28
A. Las bestias (león de Babilonia, oso de Medo Persia, leopardo
de Grecia, la terrible bestia de Roma), 7:1-8 (el pequeño cuerno
de los versículos 8 y 20 referido a la Bestia)
B. Reino de Dios y entronización del Mesías, 7:9-14
C. Interpretación dada por el ángel al sueño de Daniel, 7: 1 5-28
VIII. Conquista de Persia por Grecia y surgimiento de Antíoco Epí-
fanes, 8:1-27
A. La visión del carnero , del macho cabrío y del pequeño cuerno
(Antíoco), 8:1-1 2
B. Gabriel interpreta la visión, 8:13-27
IX. Visión de las setenta semanas : perfecto plan de Dios para Israel,
9:1-27
A. La persistente oración de Daniel, basada en promesas, 9:1-1 9
B. Aparición de Gabriel con la respuesta: setenta semanas de añ os
para Israel, 9:20-27 (exacta predicción del intervalo entre la
reconstrucción del muro de Jerusalén y la crucifixión de Cris-
to)
DANIEL 417

X. Triunfo de la oración persistente, 10:1-21


A. Aparición del ángel con la respuesta a los interrogantes d e
Daniel, a p esar de la oposición satánica, 10:1-14
B. El ángel es timu la a Daniel y le promete nuevas reve lac ion es,
10:15-21
XI. Tribulación e n tiempo de Antíoco, símbolo de la tribulación fina l,
11:1-45
A. Del imperio persa a la muerte de Alejandro el Grande, 323 a.
de J.C., 11:1-4
B. Guerras entre los imper ios tolomeos y seleúcidas hasta el año
168 a. de J.C., 11:5-2 0
C. Antíoco IV persigue a Israel, 11:21-39
D. La guerra aná loga a la tipificada por An tíoco en los últimos
días, 11:40-45
XII. Tribulación y triunfo final del pueblo d e Dios, 12:1-13
A. La Gran Tribulación , 12:1
B. Res urrección y juicio, 12:2, 3
C. El sello de estas profecías para futuro cumpli m ie nto, 12:4
D. Los ángeles y e l hombre vestido de lino: la predicción de los
tres años y medio, 12:5-7
E. Comisión fi n al a Daniel; los 1290 días y los 1335 días, 12:8-13

PATERNIDAD LITERARIA DE DANIEL

No obstante las numerosas objeciones planteadas por diversos eru-


ditos que consideran que esta profecía fue escrita luego de ocurridos los
sucesos relatados en la m isma, no hay valederas razones para negarle al
Daniel del siglo VI a. de J.C. la composición d e la obra en su totali dad.

LADRILLO ESMALTADO. Este león es de la Babilonia de Jos dfas de


Nabucodonosor. (Cortesía del Louvre.J
418 RESEÑA C RiTICA DE Ut-lt\ I NTRODUCCIÓN A L ANTIGUO T ESTAMENTO

El libro representa una colección de sus memorias hechas al final de


una larga y pródiga carrera que incluyó funcion es gubernativas durante
los reinados de Nabucodonosor, en la época del 590 a. de J.C. y en el
reinado de Ciro el Grande , en la era del 530 a. de J.C. La aparición de
términos técnicos persas indica que hubo una revis ión final de estas
memorias en una época en que la terminología persa ya se había infil-
trado en el vocabu lario del arameo. Por lo tanto la fecha más aproxima-
da para la edición final del libro sería alrededor del año 530 a. de J.C.

T EORÍA DE UN S EUDOEPIGRAFE M ACABEO

La gran mayoría de los críticos consideran que este libro totalmente


espúrio, compuesto siglos después de la muerte del Daniel del siglo VI
a. de J.C. Lo entienden como una obra de ficción histórica compuesta
al rededor del ai'io 165 a. de J.C. y que tenía la intención de estimu lar el
movimiento de resis tencia contra la tiranía de An tíoco Epífanes. Sin
embargo hay numerosos eruditos que no están comp letamente satis-
fechos con fechar en la época de los macabeos los primeros capítulos de
Daniel. Muchos , como Eichhorn (finales del s iglo XVIll y comien zo del
XIX), Meinhold, Berth oldt, y (en el s iglo XX) Sellin, Hoelscher y Noth,
han sostenido que los capítulos 2-6 (algunos hasta incl uyen el 7) se
originaron en el s iglo III a. de J.C. Esta teoría sobre la multiplicidad de
fu entes de Daniel será examinada más adelante en este mismo capítulo.
Los argumentos para fechar la composición de este libro en el período
griego pu eden divi d irse en c uatro encabezam ien tos gen era les :
argumentos his tóricos, literarios o lingüísticos, teológicos y exegéticas.
ARGUMENTOS HISTÓRICOS PARA UN DAT A DO TARDÍO DE DANIEL

1. El can on jud ío situaba a Daniel entre los Ke thubh im hagiógrafos,


más que en tre los profetas. Se interpreta que esto significa que el libro
tuvo que haber sido escrito más tarde que los profetas canónicos, in-
cluso el Malaquías posterior al exilio y el tercer lsaías. Pero debe
tenerse en cuen ta que algunos de los docum en tos el Kethu bhim (la
tercera divis ión de la Biblia hebrea) eran de gran antigüedad , tal como
el libro de Job, los Salmos davídicos, y los escritos de Salomón . La
posición en el Kethubhim , por lo tan to, no es prueba de una fecha
tardía para su composición. Además la afirmación de Josefa (Contra
Apionem, 1 :8), ya citada en el capítulo 5, indica fundam entalmente que
en el primer siglo d . de J.C., Daniel figuraba incluido entre los profetas
de ia segunda división del canon del Antiguo Testamento; de ahí que
no pudo haber s ido asignado al Ke thubhim hasta un período posterior.'
Los masoretas pudieron h aber sido influidos para que lo incluyeran en

1. Cf. el enjundioso estud io de Laird Harris sobre este pu nlo en The lnspirotion and
Cononi city of the Bible (Inspiración y ca nonicidad de la Biblia), págs . 141 , 142; 184 , 185.
D A 'IEL 419

esta sección por la consideración de que Daniel no fue comisionado u


ordenado como profeta, sino que se mantuvo siempre como un fun-
cionario civil en diversos gobiernos a lo largo de toda s u carrera. En
segundo lugar, un considerable porcentaje de sus escritos no llevan el
sello profético, sino más bien histórico (capítulos 1-6), cosa que no
ocurre en ninguno de los libros de los profetas canónicos.' Poco de lo
que escribió Daniel está expresado en la forma de un mensaje de Dios a
su pueblo, transmitido por boca de su vocero. Antes bien , el elemento
predominante consiste en visiones proféticas otorgadas personalmente
al autor e interpretadas a él por ángeles. (Aquí cabe una comparación
con Zacarías, que relata una serie de visiones. Pero en Zacarías se hace
mucho más hincapié sobre el mensaje comunicado por Dios a su
pueblo por medio de un vocero profético). Probablemente este caracter
mixto del libro, formado en parte por narraciones históricas y en parte
por visiones proféticas, hizo que los posteriores escribas judíos lo rele-
garan a la tercera categoría del canon, o miscelánea.
2 . Se ha seña lado el hecho de que Jesús ben Sirac (Eclesiástico) no
hace mención alguna de Daniel, si bien se refiere a todos los demás
profetas (en el aii.o 170 a. de J.C. ) Pero, debe seii.alarse que otros au tores
importantes como Esdras tampoco fueron mencionados antes. Los críti-
cos también han seii.alado la afirmación de ben Sirac según la cual
nunca hubo hombre alguno como José; y sin embargo, sostienen , la
carrera de Daniel fu e muy semejante a la de José. Observemos, sin
embargo, que en ninguno de los detalles especificados, Daniel se pare-
ció a José: "Ni como José nació hombre alguno, el guía ele sus herma-
nos, apoyo de su pueblo; sus huesos fueron visitados" (Eclesiástico
49:15 , Biblia de Jerusalén, versión espaii.ola, Ed. Desclée de Brouwer,
Bruselas, Bélgica, 1967).
3. Se ha sostenido que en Daniel hay inexactitudes his tóricas de tal
calibre como para poder asegurar que el autor vivió mucho tiempo
después de los acontecimientos que describe. Por ejemplo, en Daniel
1 :1 se afirma que Nabucodonosor invadió a Palestina en el año tercero
del reinado ele Joacim, en tanto que Jeremías 46:2 declara que el primer
año de Nabucodonosor fue el cuarto ele Joacim. Y puesto que el con-
quistador caldeo ascendió al trono a la muerte de su padre en el año en
que invadió Judá, hay una discrepancia de un año entre Daniel y ] ere-

2. En IOT, pág. 276, R. K. Harrison seii.ala que en cuatro ocasiones, el "Manual de


Disciplina" de Qumran (IQS 1 :3; 8:13) y el Fragmento Sadoq uita (CDC 5:21; 7:15 ) se
refieren a l Antiguo Testamento simplemente como "la ley y los profetas" y no hacen
mención a lguna de una tercera división en el canon. Lo mis mo cabe dec ir cuando el
Nuevo Testamento cita al Antiguo Testamento, excepción hecha de que los Salmos se
mencionan separad amente en Lucas 24:44. En la segunda edición de Th e lnspiration and
Ca nonicity of the Bib le (I nspiración y canon icidad de la Bi blia). Harris refuta la
s ugerencia de A. C. Sundberg de que en todos estos casos, sólo se hace referencia a dos
tercios del Antiguo Testamento.
420 R ESEÑA CRíTICA DE UNA INTROD UCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

mías. Sin embargo , más recientes investigaciones han permitido saber


que los judíos consideraban el año de reinado a partir del primer mes
que precede al aüo de ascensión (pues calculan que el aüo comienza en
el mes de tisri, el séptimo mes del calendario religioso). Esto signifi-
caría que el año 605 a . de J.C. habría sido el cuarto año de Joacim, que
ascendió al trono en el año 608 a. de J.C. Los babilonios , sin embargo ,
contaban el primer aii.o del reinado inmediatamente después del pri-
mer año, es decir, desde el primero de nisan (primer mes del calendario
religioso hebreo). Por lo tanto, el año 605 a. de J.C. sería solamente el
tercer año de Joacim, según la estimación de los caldeas . Así, en
Chronicles ofthe Chaldean Kings (Crónicas de los reyes caldeas), 1 956,
de D. J. Wiseman, se afirma que el primer año del reinado d e Nabucodo-
nosor comenzó en abril de 604 a. de J.C. , si bien había sido coronado en
septiembre del año 605 a. de J.C.
4. Los críticos apuntan al hecho de que a una determinada clase de
sabios o adivinos en el libro de Daniel se los denomina "caldeas"
(Kasdim). Argumentan que este término étnico para la raza de Nabuco-
donosor no pudo haberse especializado para indicar una clase de adivi-
nos hasta una fech a muy posterior. En los días de Nabucodonosor
hubiera tenido solamente una connotación racial. Esto indica que el
autor de Daniel tuvo que haber escrito muchísimo después del colapso
del imperio neo-babilónico, d el cual no existiría más que un borroso
recuerdo. Sin embargo esta teoría no logra conformar la fecha del texto,
porque el autor de esta obra sin duda sabía p erfectamente que Kasdim
era el término étnico que se aplicaba a la raza de Nabucodonosor. Así,
en Daniel 5:30 se menciona a Belsasar como el rey de los caldeas; en
este caso el término, ciertamente, no podía referirse a ningún tipo de
sabio. Por lo tanto, la teoría del origen tardío no logra explicar los
hechos tal cual los conocemos. Tenemos que buscar otras explicaciones
para este doble uso del vocablo Kasdfm. Herodoto (vol. I, sec. 181-183)
se refiere a los caldeas de tal manera que implica que rápidamente
fueron colocados en todas las funciones políticamente estratégicas de
Babilonia tan pronto como hubieron logrado el control de la capital. Si
así fue, entonces el término "caldeo" pudo haber designado, desde
muy antiguo , a los sacerdotes de Bel-Marduc.
R. D. Wilson (Studies in the Book of Daniel - Estudios sobre el libro
de Daniel- primera serie) sugiere que el término acádico Kasdu o
Kaldu , que se refiere a un tipo de sacerdote, deriva del antiguo título
sumerio Gal-du (que s ignifica maestro constructor), término referido a
la construcción de cartas astronómicas, usadas para ayudar a las pre-
dicciones astrológicas. Wilson cita ese uso de Gal- du en una tablilla del
decimocuarto año de Shamash-Shumukin de Babilonia (668-648 a. de
J.C.). Se h an hallado muchos t ítulos sumerios que contienen el
el emento Gal (grande , jefe, maestro). En una so la página del
D ANIEL 421

Copenhagen Texts (Textos de Copenhague), de }acobsen , pág. 3, encon-


tramos estos títu los : Gal-LU KUR , Ga l-UKU, Gal -DAN -QAR, y
Gal-SUKKAL. La semejanza entre Gal-du o Kaldu y el término étnico
Kaldu como forma modificada de Kasdu sería puramente accidental.'
Tales explicaciones aclaran los divergentes usos de este término por el
autor de Daniel.
5. La aparición de l rey Belsasar en el capítulo 5 fu e interpretada
por los primeros críticos como no histórica , pues es bien sabido que
Nabonido fue el último rey del imperio caldeo. Posteriores descubri-
mi entos de tabl illas que se refi eren a Belsasar como " el hijo del rey"
echan por tierra, casi completamente, esta crítica. Sin embargo todavía
se objeta que Belsasar es mencionado en el capítulo 5 como hijo de
Nabucodonosor, cuando en realidad su padre fue Nabonido (Nabu -
da 'id), que reinó hasta la caída de Babilonia en el año 539 a. de J.C.
Sostienen los crflicos que solamente un autor posterior pudo haber
supuesto que fue hijo de Nabucodonosor. Este argumento, sin embargo,
pasa por alto el hecho de que según el uso antiguo del término hijo , con
frecuencia se refería a un sucesor que ocupaba el mis mo cargo, hubiera
o no una relación de parentesco sanguíneo. Así, en la his toria egipcia
"King Cheops and th e Magicians" (El rey Cheops y los magos) (preser-
vada en el Papiro Westcar del período de los hicsos), el príncipe
Khephren dice al rey Khufu (Cheops): " Relato a su majestad algo mara-
villoso que le ocurrió a mi padre , el rey Neb-ka. " Pero Neb-ka per-
teneció a la Tercera Dinastía, un siglo entero antes de la ép oca de Khufu
que fue de la Cuarta Dinastía. Una práctica s imilar se constata en Asi-
ria, reflejada en el Obelisco Negro de Salmanasar 111, que hace refe-
rencia al rey Jehu (el exterminador de toda la dinastía de Omri) como
"el hijo de Omri". Además, hay una clara posibilidad de que en el caso
de Belsasar hubiera una relación genéti ca entre Nabucodonosor y
aquél. Si Nabonido se casó con la hija de Nabucodonosor para dar
legitimidad a la usurpación del trono en el año 556 a. de J.C., se de-
duciría que e l hijo que tu viera con ella sería nieto de Nabucodonosor.
El vocablo que se tradujo "padre" ('abo 'abbd ') también podría signifi-
car abuelo (ver Gn. 28: 1 3, 32:10).
Hay evidencias casi concluyentes de que Belsasar fue elevado a una
dignidad real secundaria en vida de su padre (como lo fueron Jonatán
en vida de su padre y Uzías en el reino de Judá, según costumbre
practicada en tiempos antiguos para asegurar una pacífica sucesión).
Descubrimientos arqueológicos indican que Belsasar tenía a s u cargo la

3. En las últimas etapas del dialecto babilónico del acádico. las sibilantes S, S y s a
menudo cambian a 1 antes de consonantes dentales tales como t y d : p. ej., as !ur (yo
escribí) fi gura como oltur, e i§tu (fuera de) como ultu . De ah í que el nombre Kasdu
también apareciera como Kaldu , y de esa manera se incor porara al griego como Khaldaioi
(caldeas). Cf. W. van Soden, Grundiss der Akkadischen Gram malik (Roma, 1969).
422 RESEÑA CRíT ICA DE Ui'/A l NTROUUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTi\t-.IENTO

frontera norte del imperio babilónico, en tanto que su padre Nabonido


tenía el cuartel general en Temán, región norte de Arabia. Entre los
descubrimientos d e Ur figura una inscripción de Nabonido que con-
tiene una oración hecha por el propio Na bonido, segu ida de una ora-
ción hecha por su hijo primogénito Bel-shar-usur (Belsasar), oraciones
que eran elevadas habitualmente só lo por el monarca reinante. Otros
documentos c uneiformes atestiguan que Belsasar ofren dó ovejas y
bu eyes en los templos en Si par, como "una ofrenda del rey ." El hecho
de que en los días de Herodoto (alrededor de 450 a. de J.C.), hasta el
nombre de Belsasar había sido olvidado, al menos en lo que respecta a
las fu entes de información de los historiadores griegos, indica un mejor
conoci miento de los acontecimientos de finales del s iglo VI por parte
del au tor de Daniel , que el que hu biera podido tenerse si la obra se
hubiera escrito en el s iglo II a. de J.C.
Hay un detall e adic ional en todo esto que hace difícil mantener la
tesis de una paternidad literaria tardía , y es que el autor del capítulo 5
dice que Belsasar prometió al intérprete de la inscri pción de la pared, la
promoción al rango de tercer señor del reino (5:16). ¿Porqu é sólo podía
ofrecer la tercera posición y no la segunda? Obviamente porque el
propio Belsasar era sólo el segundo en rango, mientras viviera su padre
Nabonido.
6. Se alega que la figura de "Daría de Media" es una evidencia de
confusión histórica. Se supone que el autor tu vo que haberlo confun-
d id o con Daría el hijo de Histaspes, que era tercero en la línea suceso-
ria, des pués del rey Ciro, que en realidad era persa y no medo. Pero esta
interpretación también es indefendible a la luz de la evidencia interna
del propio texto. No hay explicación alguna que perm ita designar como
medo a Daría el hijo de Histaspes , cu ando era conocido como descen-
diente de una an tiq uísima estirpe real persa . El autor afirm a que Darío
de Media tenía 62 años de edad cuando asumió el gobierno de Babi lo-
nia, pero los antiguos sabían muy bien que Daría e l Grande era un
hombre relati vamente joven cuando empezó a reinar. En Daniel 9:1 se
di ce que Daría de Media fue hecho (homJak) rey sobre el reino de los
caldeas. La redacción del versículo indica que fue investido con la
dignidad real por alguien de superior autoridad, lo cual coincide bien
con la suposición de que fue instalado como virrey en Babi lonia por
Ciro el Grande. De manera s imilar, en Daniel 5:31 se nos di ce que Daría
el medo "rec ibió" (qabbéJ) el reino (ma l küta ' ) (Bi blia de Jerusalén).
Obsérvese, en relació n con este pasaje, la referencia a Daría 1 en la
inscripci ón d e Beh istun a su padre Histasp es por haber sido hecho rey.
Y puesto que los cálculos cronológicos demuestran que tu vo qu e haber
sido n ada más que un rey subordinado que go bernaba baj o la autoridad
de Ciro, esto establece el hecho de que la políti ca de Ciro permitía a
gobernantes subord inados reinar baj o su autoridad con e l título de rey.
D ANIEL 423

Se ha objetado que un mero virrey no hubi era podido dirigir un


decreto a los habitantes de "toda la tierra" (Daniel 6:25). Si la palabra
tierra se refiere al Cercano Oriente habitado, la objec ión es pertinente
(puesto que la autoridad de Daría el Medo hubiera estado necesa-
riamente confinada a los anteriores dominios de Nabucodonosor, que
no incluían el Asia Menor, el norte de Asiria, Media ni Persia). Pero
debemos señalar el hech o de que el vocablo arameo 'ar'd (como su
análogo hebreo 'eres) puede significar solamente territorio o país y no
tiene significación más amplia. Vis to así el término, no presenta difi-
cultad algun a. Además de ello, también debem os señalar que una parte
del antiguo títul o del rey de Babilonia, desde los ti em pos de Hammu-
rabi , era la expresión shar kishshati, o sea " rey del universo" (rey de
todos). En su decreto, por lo ta nto , Daría de Media pudo haberse ajusta-
do simplemente a la antigua costumbre de usar una term inología que
implicaba una teórica pretensión de dominio universal.
Sin embargo, el interrogante continúa planteado sobre quién fue
este Daría de Media. Ningún historiador an tiguo se refiere a él por su
nombre. No obstante ello, h ay cada vez un m ayor cúmu lo de evidencias
que permiten iden tificarlo como un gobernad or ll amado Gubaru, a
qui en se refieren tanto los relatos cuneiformes como los historiadores
griegos, el cual jugó un papel clave en la captura de Babilonia y en su
subs iguiente administración. Por algunas décadas se ha identificado a
este Gubaru (Gobra s, en griego) como el gobernante mencionado por
Daniel. Sin embargo, existen confusas discrepancias en los antiguos
relatos respecto de este personaje, y estas discrepan cias h an estimulado
a ciertos eruditos críticos como H. H . Rowley a rechazar la identifica-
ción entre Gu baru y Darío de Media por considerarla totalmente
insostenible.
Sin embargo , los argumentos de Rowley han sido inva lidados por la
enju ndi osa obra de J. C. Whitcomb en su Darius Lhe Mede (Darío de
Media), 1959. Whitcomb reunió todas las antiguas inscripcion es referi-
das a Ugbaru, Gubaru y Gaubaruva, que se encuentran en las Crónicas
de Nabon ido, los Textos de Contenau, los Textos Tremayne y la
Inscripción de Behistun . Med iante cuidadosas com paraciones y un
proceso de eliminación , Whitcomb demuestra que la anterior presun-
ción de que Ugbaru y Gubaru eran variantes ortográficas del mismo
nombre es errónea y ha dado origen a perplejas confusiones. Ugbaru fu e
un general entrado en años que había sido gobernador de Guti um ; fue él
quien diseñó la captura de Babilonia median te la estratagema de des-
viar el agua del Eufrates por un canal artificial. Pero según los registros
cuneiformes sobrevivió solamente algunas semanas después de esta
gloriosa hazaña , pues aparentemente murió' de una inoportuna enfer-
medad. Al parecer, despu és de su fallecimiento, Ciro designó a un tal
Gubaru gobernador de Babilonia y de Ebir ndri (más allá del río). Así lo
424 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

designan algunas tablillas fechadas en los años cuarto, sexto, séptimo y


octavo de Ciro (es decir, 535 , 533, 532 y 531 a. de J.C.) y en los años
segundo , tercero, cuarto y quinto de Cambises (528, 527, 526 y 525 a. de
].C.). Parece que Gubaru pereció durante las revueltas de Pseudo-
Smerdis y Daría I, pues para el 21 d e marzo del año 52 0 a. de ] .C. , se
dice que el nuevo sátrapa de Babilonia era Ustani.
Whitc omb afirma lo siguiente: "Estamos convencidos de que
Gubaru, el gobernador de Babilonia y de la región del otro lado del río,
figura en el libro d e Daniel com o Daría d e Media, el monarca que se
hizo cargo del reino caldeo inmediatamente después de la muerte de
Belsasar, y que designó sátrapas y pres identes (incluyendo a Daniel)
para que colaboraran con él en el gobierno de este extenso territorio de
tan numerosa población. Creemos que esta identificación es la única
que satisfactoriamente armoniza las diversas corrientes de evidencias
que hallamos en el libro de Daniel y en los relatos cuneiformes
contemporáneos. "•
También cita Wh itcomb las afirmaciones de W. F. Albright en "The
Date and Personality of the Chronicler" (Fecha y personalidad del cro-
nista) OBL, 40 :2:11): " Parece altamente probable que Gobrias efecti-
vamente asumió la dignidad real juntamente con el nombre 'Daría', tal
vez un antigu o título real iranio, durante la ausencia de Ciro , que estaba
en una campañ a en Europa . . . Después de la elucidación del escrito
cuneiforme del misterio de Belsasar, que demuestra que fue corregente
con su padre durante largo tiempo, era de esperar la reivindicación de
Daría de Media para la historia ... Podemos confiar con certeza que el
autor babilonio judío estaba familiarizado con los principales hechos
de la historia neo babilónica." Tal cual lo sugiere Albright, es muy
posible que el nombre Daría (Darayavahush , en persa) era el título de
honor de la misma manera que "César" o "Augusto" lo fue en el im-
perio romano. En el persa medieval (Zend) hal lamos la palabra dara
con el significado de Rey. Posiblemente Darayavahush pudiera signifi-
car la dignidad rea l.
Respecto a esto, debemos decir algo sobre el notable decreto ya
mencionado, que figura en Daniel 6, el cual prohibía rendi r culto a
cualquiera que no fuera el propio Daría, por el término de 30 días.
Concedido que luego el rey se arrepintió de su necedad por haber
sancionado semejante decreto , cuando descubrió que no era otra cosa
que un complot para eliminar a su fiel servidor Daniel, resta p or expli-
car qué razones lo movieron para hacerlo. En vis ta de la íntima relación
entre las leyes políticas y religiosas que gobernaban la actitud de los
pueblos de aqu ellas antiquísimas culturas, bien se hubiera podido con-
siderar como una hábil maniobra del estadista para obligar a los diver-

4. john C. Whitcomb. Darius Ihe Mede [Daría el Medo), pág. 24


D ANIEL 425

sos habitantes, con sus heterogéneas fidelidades religiosas y tribales, a


reconocer de una manera muy práctica la supremacía del nuevo im-
perio persa que había tornado el supremo control sobre sus dominios.
Una temporal suspensión de la adoración (al menos en el sentido de
elevar peticiones en busca de ayuda y bendición) era una bien calcu-
lada medida para transmitir a los súbditos de Daría la real idad del
cambio de control del señorío de los caldeas al de los medos y persas.
Por lo tanto, a la luz de la an tigua sicol ogía, resulta injustificable
descartar la posibilidad de tan notable decreto o condenarlo com o
fabuloso o no histórico, como lo han hecho muchos críticos.
ARGUMENTOS LITERARIOS Y LINGÜISTICOS EN FAVOR DE QUE DANIEL FUE ESCRJTO EN
UNA FECHA POSTERIOR

1 . Extranjerismos en el arameo de Daniel. Se ha alegado qu e


numerosos vocablos extanjeros en la porción aramea de Daniel (y en
menor grado también en la porción hebrea), constituyen una demostra-
ción concluyente de un origen muy posterior al siglo VI a. de J.C. No
hay menos de quince palabras de origen persa (si bien no todas esas
palabras se han descubierto en ninguno de los documentos persas co-
nocidos), y su presencia prueba, fuera de toda discusión, que aun los
capítulos que se remontan al tiempo de Nabucodonosor y Belsasar, no
pudieron haber sido compuestos en el período caldeo. Este argumento
puede ser tranquilamente admitido, pero los eruditos conservadores no
sostienen que el libro de Daniel fue, compuesto, en su forma terminada,
al menos, antes del establecimiento de la autoridad persa sobre Babilo-
nia. Puesto que el propio texto indica que Daniel sirvió, por varios años
al menos, bajo el gobierno persa, no hay razón alguna por la cual no
hubiera podido emplear en su lenguaje esos términos persas (principal-
mente referidos al gobierno y a la administración) que tomaron carta de
ciudadanía en el arameo hablado en Babilonia alrededor del año 530 a,
de J.C.
Pero se argumenta que la presencia de por lo menos tres vocablos
griegos en el capítulo 3 de Daniel indi ca que la obra tu vo que haber sido
compuesta luego de la conquista del Cercano Oriente por Alejandro el
Grande. Estas tres palabras (en 3:5) son qayt•rós (kitharis, griego), psan-
t•rfn (psaltérion, griego), y sumpónyah (symphonia, griego) . La última
de estas tres palabras no aparece en la literatura griega existente de
aquella época, hasta los días de Platón (hacia el año 370 a. de J.C.), al
menos en el sentido de un instrumento musical.' Por lo anterior se

5. El verdadero significado ele sumponyah (symphonia) no es conocido con certeza, y


algunos eruditos han sugerido que aun en Doniel 3:5 ha d e ser lomado como "conjunto
musical" más que como un instrumento específico, E. Yamauchi (Greece and Babylon
-Grecia y Babilonia- IGrand Rapids: Baker, 1967], pág. 19) considera algo dudosa la
interpretación específica de la palabra, pero sef1a la que el adjetivo relacionado sympho-
nos aparece como un vocablo que signi fi ca "armonía" en las Odos pfticas de Píndaro,
1 :70 (hacia 460 a. de f. C.). T. C. Mitch ell y R. Joyce sugirieron que s umponyah tal vez
426 R ESEÑi\ CRiTICA DE UNA i NTRODUCCIÓN A L A NTICUO T ESTAMENTO

sostiene que la palabra pertenece, en el uso griego común, al s iglo IV a.


de J.C. Pero como poseemos menos de una décima parte de una signifi-
cativa literatura griega del período clásico, carecemos d e suficientes
datos para fechar el origen preciso de cualquier palabra o usanza en
particular en el desarrollo del vocabulario griego.
Debe observarse cuidadosamente que estas tres palabras son nom-
bres de instrumentos musicales, y que tales nombres siempre han cir-
culado más allá de las fronteras, puesto que los mismos instrumentos
entran al mercado internacional. Los tres instrumentos, s in duda
alguna, eran de origen griego, y circulaban con sus nombres griegos en
los mercados d el Cercano Oriente, de la m isma manera como términos
musicales extranjeros se han incorporado en la actualidad a nuestro
propio idioma, tales como los vocablos italianos piano y viola. Sabe-
m os que en épocas tan remotas com o en el reinado de Sargón (722-705
a. de J.C.) hubo, según los registros as irios, cautivos griegos vendidos
como esclavos, y provenientes de Chipre, Jonia, Lidia y Cicilia. El poeta
griego Alcea de Lesbos (a partir del año 600 a. d e J.C.) menciona el
hecho de que su hermano Antimenidas sirvió en el ejército babilónico.
Resul ta evidente, por lo tanto, que mercenarios griegos, esclavos
griegos e instrumentos musicales también griegos eran corrientes en el
Cercano Oriente semítico mucho antes d e la época de Daniel. También
resulta significativo que en las tab lillas de racion amiento neobabilóni-
cas publicadas por E. F. Weidner, se h ace mención a los carpinteros y
constructores de buques jónicos entre los destinatarios de las raciones
del encargado de la proveeduría de Nabucodonosor, juntamente con
músicos provenientes de Asquelón y de otras partes (cf. "Jojachin
Konig von Juda" en Mélanges Syriens, vol. 2, 1039, págs. 923-35).
Algunos autores han asignado equivocadamente a otras dos o tres
palabras un origen griego pero éstas han sido totalmente desvirtuadas.
Una de esas palabras era karoz (heraldo) que supuestamente se deri-
vaba del vocablo griego keryx (Lexicon de Brown-Driver-Briggs). Pero
en obras más r ecie ntes, como Hebrew Lexicon (Léxico hebreo) de
Koehler-Baumgartner, este origen es explícitamente rechazado en favor
del antiguo vocablo persa khrausa, con el significado de el que llama.
Kitchen sugiere que la palabra, en última instancia, provino de l heveo
Kirenze o kirezzi, proclamación.6 C. C. Torrey y A. Cowley creyeron que
pathgam se derivaba del griego, pero Kutscher, en Kedem (2:74) , pu-
blicó •m rollo de Arsames perteneciente a l año 410 a. de J.C. aproxi-
madamente, en e l cual este término se rep ite más de una vez. No es

provenga de tympanon (tamborín, tambor), de un d ialecto griego oriental. puesto que


hubiera sido más apropiado, en este punto del listado, un instrumento de percusión (cf.
Notes on sorne Problem s in the Book of Daniel. - No tas sobre algunos problemas en el
libro de Daniel- ed. D.). Wiseman [Wheaton, Ill.: Tyndale, 1965], pág. 26).
6. K. A. Kitchen, AOOT, pág. 144
DANIEL 427

necesario decir qu e esto hace imposible que sea una derivación del
griego. Lo más probable es que derivara del persa antiguo, pratigama,
que significaba originariamente algo que había llegado, de ahí una
"comunicación " o una "orden " .'
En realidad, el argumento basado sobre la presencia de vocablos
griegos ha resultado ser una de las más arrolladoras evidencias de que
Daniel no pudo haber sido compuesto tan tardíamente como en el
período griego. Para el año 170 a. de J.C., un gobierno de habla helén ica
había tenido el control de Palestina durante 160 años, y los términos
griegos políticos o administrativos se h ubieran incorporado al lenguaje
del pueblo sometido. Los libros de los Macabeos son claro testimonio
de la extensa invasión de la cultura y de las costumbres griegas en la
vida de los judíos hacia la primera mitad del segundo siglo , particular-
mente en las grandes ciudades.
Más aún , digamos que aun en la traducción de Daniel en la Se p-
tuaginta, que data presumiblemente del año 100 a. de J.C. , o 75 años
después de Judas Macabeo, la versión de varios de los términos técni-
cos arameos aplicados a funcionarios estatales fue una mera conjetura.
Por ejemplo, en Daniel 3:2 '"dargaz•rayya (consejeros), se tradujo hypa-
tous (grandes, nobles); g•dobrayya ' (tesoreros) se tradujo dioiketas
(administradores, gobernadores); y ti pLayye, o d•tab•rayya (magistrados
o jueces), con la sola frase general tous ep' exousión (los que están en
autoridad). Teodocio usa otras traducciones, tal es como hegoumeno us
y tyrannous, con referencia a los dos primeros magistrados que acaba-
mos de mencionar) . Resulta impos ible explicar cómo, en el término de
cinco o seis décadas después de haber sido compuesto Daniel [según la
hipótesis del fechado en el tiempo de los Macabeos), el significado de
estos términos pudo haber sido tan completamente olvidado aun por
los judíos de Egipto, que habl aban perfectamente bien tanto el arameo
como el griego. (Cf. Sorne Problems in th e Book of Daniel - Algunos
problemas en el libro de Dani el- pág. 43.)
Esto es especialmente significativo en vista del hecho de que el
arameo de Daniel fu e un medio lingüístico que fáci lmente absorbía
terminología foránea. Incluye aproximadam ente quince palabras de
origen persa, relacionadas casi todas ellas con temas gubernamentales o
políticos. Resulta difícil concebir, por lo tanto, cómo después que el
griego había sido el idioma del gobierno durante más de 160 años, ni un
sólo término relativo a la política o a la ad ministración se hubiera
introducido jamás en el arameo palestino. La misma generalización es
buena para las porciones hebreas de Daniel. Contiene términos p ersas
como palacio (ap penden en 11 :45 , de apadana), nobles (part•mín en

7. Cf. \Al. F. Albright, The Biblicol Period from Abrohom to Ezro (El perfodo b fb lico
desde Abraham a Esdras] (Nueva York: Harper. Torchbooks, 1963). pág. 65.
428 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

1 :3 -Biblia de Jerusalén-, d e fra tana). y rac ión de l rey (patbag en 1:5


-Biblia de Jerusalén-, d e patibaga). Sin e mbargo, los capítulos h ebreos
no contie nen una sola pa labra de origen griego (a pesar de que, según
algunos críticos, e l h ebreo de Daniel es posteri or a sus secciones
arameas).
Anteriores aseveracion es sostenían que el arameo de Daniel es del
dialecto occidental y, por lo tanto, n o pudo haber s ido compuesto en
Babilonia, como hubiera sido el caso si e l Daniel del siglo VI a. d e J.C.
hubi era s ido e l au tor. Sin embargo, descubrimi entos recientes de
documentos arameos del siglo V a. de J.C. d emuestran, en fo rma con-
cluyente, que Daniel, al igual que Esdras, fue escrito en una for ma de
ara meo imp eria l (Re ic h saramaisch ), dia lecto of icia l o literario ,
corriente en todos los países del Cercano Oriente. Así, es estrecha la
relación con el arameo d e los papiros de Elefantina , d el sur de Egipto ,
por c uanto éstos ta mbién fueron escritos e n e l arameo imperial. 6 E. Y.
Kutscher, en un comentario sobre la obra d e G. O. Driver, Aramaic
Documents of the Fifth Century B. C. (Documentos arameos del siglo
quinto a. d e J.C.). 1954, menciona las peculiaridades lingüísticas d e
estas cartas que fueron en viadas desde Babi lonia y Susa en la región
aramea oriental. Di ce as í: "Respecto al arameo bíblico, que en orden a
vocablos y otros rasgos es del tipo orienta l (p. ej., más libre y más
flexible en el orden de las palabras) y carece cas i por completo de
características occidenta les, es factible concluir que se originó en el
Este. Un veredicto fina l sobre este asunto, sin embargo debe esperar
h asta la publicación d e todos los textos arameos de Qumran. " 9
2. Evidencias gramaticales en favor de una fecha antigua para el
arameo de Daniel. Una caracterís tica dign a d e n otarse en el aram eo de
Daniel, q ue lo distingue como de antiguo orige n , ha de hallarse en la
frecu en c ia de los pas ivos con cambio de vocales. Con ello queremos
significar que en luga r d e adherirse exclusivame nte a l método corriente
de expresar el pasivo (por el prefijo hit- o 'et-), e l arameo bíblico
utilizó una formación hophal (p . ej., honl:10t de n•J:¡a l, hussaq de s"liq,
hüba d de '•bad y hu 'al de '•la l) . Hasta la fec ha n o se han en contrado
tales e jemplos de fo rmas hophal e n ningun o de los doc ume ntos
arameos publicados de las cuevas del mar Muerto (a lgu nos de los
cuales, como el Génesis Apócrifo datan d e apenas un siglo después d e
las guerras macabeas). Ta les formas no pu eden ser d escartadas com o

8. Inciden talmente, es in teresante observar que estos Papiros de Elefantina contienen el


nombre d e Abednego, q ue a l comienzo fue interpretado como una ta rdía corrupción de
"Abeci-Ncbo" (siervo d e Nebo) tal como cabría esperar en una prod ucción del siglo dos.
Pero res ultó que "Abed nego" fu e un nombre corriente en el s iglo quinto (cf. E. Sacha u ,
Aromoic Popyri on d Ostroco, (Papiros arameos y tablillas], 1911; también E. Yamauchi:
"Slaves of God" (Esclavos de Dios). en Bulletin of the Evo nge1ico1 TheoJogico! Society
(Boletin de la Sociedad Teológica Eva ngélica) [Win ter, 19661. pág. 33.)
9. Kutshcer, en )BL (d iciembre 1957), pág. 338
DANIEL 429

meros hebraísmos empleados por el autor judío de Daniel, pues h asta


los mismos escribas jud íos de los Tárgumes nunca usaron semejantes
formas, si no solamente el tipo de pas ivo 'et-. Si la influencia hebrea
hubiera podido producir pasivos con cambios de vocales, razonable-
mente se podría esperar que aparecieran en los Tárgumes.
En gran parte por la estrecha relación del arameo bíblico con los
Papiros de Elefantina (que datan de los siglos qu into y cuarto a. de J.C.),
muchos erud itos se han visto forzados a fechar los capítulos 2-7 del
libro de Daniel , en una época no más tarde del siglo Ill a. de J.C. El
propio H. H. Rowley concede que es concluyente la evidencia de que el
arameo bíblico está s ituado entre el Pap iro de Elefantina y el arameo de
los n abateos y las in scripciones palmirenas. Sachau afirma categórica-
mente que el idioma de los Papiros es, en todos los aspectos esenciales,
idéntico al arameo bíblico.
Torrey y Montgomery arri baron a la conclusión de que DanieJ1-6
fue escrito entre los años 245 y 225 a. de J.C., y que un posterior editor
tradujo el capítulo 1 al hebreo, alrededor del año 165 a. de J.C. 10 De la
mis ma manera Eissfeldt (Einleitung, 1934) sostu vo que los seis
primeros capítulos provienen del siglo Ill a. de J.C. y los seis últimos
del período macabeo, y fueron escritos como continuación de la
primera parte. Gustav Hoelscher en Die Entstehung des Buches Daniel
(1919) se adhirió al punto de vista sostenido por Erns t Sellin , quien
sostuvo que un más antiguo Daniel arameo, apocalíptico o biográfico,
abarcaba los capítu los 1-7 (y que fue traducido posteriormente al he-
breo el capítulo primero y agregadas inserciones macabcas en los capí-
tulos 2 y 7). en tanto que los capítulos 8-12 eran auténticamente de
fecha macabea. Hoelscher sostiene que pudiera ser posible que el autor
de la colección de leyendas (capítulos 2-6) las tomara d irectamente de
la tradición oral o las hallara en escritos más antiguos. Sin embargo,
seiiala que muestran inequívocamente la mano de un autor a lo largo
del texto debido a cierta uniformidad en el estilo y en la forma de tratar
el tema. Tanto Hoelscher como Martín Noth (Zur Komposition des
Buches Daniel-Sobre la composición del libro de Daniel-). 1926,
intentaron fi jarle fecha a ciertos elementos y motivos por correlación
con su cesos corrientes d e hi storia heléni ca hasta donde les eran
conocidos.
El mero hecho de que los capítulos 2-7 de Daniel fueron escritos en
arameo, y el resto en hebreo, ha servido para que ciertos autores le
asignen una fecha tardía al documento. Algunos han argumentado que
el arameo difícilmente hubiera reemplazado al sagrado y tradicional
hebreo hasta un p eríodo muy tardío de la historia judía cuando el
hebreo se hubiera transformado en un id ioma ininteligible y que todos
10. Ver Rowley, The Aramaic of the 0/d Testame nl (E l arameo del Antiguo T estamento).
(Londres: Oxford, 1929), pág. 9.
430 R ESEÑA CJdTICi\ DE UN/\ l !\'TRODUCCIÓ!\' i\ L A NTIGUO T ESTAMENTO

lo hubieran olvidado excepto los rab inos. Pero no olvid emos que la
afirmación de la condición de sagrado del hebreo es una mera teoría
que reposa sobre muy débiles fundamentos. Aparentemente los judíos
no hacían excepción alguna a las secciones arameas del libro de Esdras ,
la mayor parte de las cua les consis ten en co pias de correspondencia
escrita en arameo , entre los gobiernos locales de Pa lestina y la corte
imperial persa, aproximadame nte entre los años 520 y 460 a. de J. C. Si
puede aceptarse a Es dras como un auténtico, documento de mediados
del siglo quinto a. de J.C. , aunque muchos de sus ca pítu los fueron
compuestos en s u mayor parte en arameo, resulta difícil entender por
qué los seis capítulos arameos de Daniel deben ser fechados dos siglos
después de Esdras. Debemos tener muy en cuenta que en la Babilonia
de fina les del s iglo sexto, fecha en que se supone que vivió Daniel, el
idioma predominante que hablaba la heterogénea pob lación de esta
metrópoli, era el arameo. No es de sorprender, ento nces, que un habi-
tante de esa ciudad hubiera recurrido al arameo para componer una
porción de s us memorias.
En cuanto a por qué la mitad del libro fue escrito en arameo y la otra
mitad en hebreo, la razón de ello resulta obvia. Las porciones de la
profecía de Daniel que tratan gen eralmente de cuestiones relacionadas
con los gentiles (los cuatro reinos del sueflo de Nabucodonosor, la
humillación de ese rey en el episodio del horno ardiente y por sus siete
años de insanía, y también las experiencias de Belsasar y de Darío de
Media) fueron escritas en un medio lingüístico que todos pudieran
apreciar, se tratara de judíos o de gentiles. Pero las porciones de interés
específicamente judío (capítu los 1 , 8-1 2) fueron escritas en hebreo para
que fueran entendidas solamente por los judíos. Y esto era particu-
larmente apropiad o, en razón de la orden dada en el ca pítulo 12 de
guardar estas predicciones finales más o menos en secreto y sellarlas
hasta el momento de su cumplimiento (Da niel 1 2:9).
En lo que respecta al hebreo de Daniel , ya h emos vis to que contiene
un significati vo número de términos gubernativos p ersas, lo cual indica
su origen durante el período de la dominación persa. Pero no hay
vestigio alguno de influencia griega en el lenguaje. Resulta interesante
llamar la atención al hecho de que el texto hebreo de Eclesiástico,
fechado alrededor de los años 200-180 a. de J.C. , poco antes del período
macabeo , nos provee abundantes ejemp los del tipo de hebreo que debió
haber sido corriente cuando se escribió el libro de Daniel, de acuerdo
con los que se ad hieren a la teoría de la fecha tardía. Puesto que Ecle-
siás tico pertenece a lo que se ha dado en llamar literatura sap iencial , es
de esperar que no tendría notorias semejanzas estilísticas con los
últimos cap ítu los d e Daniel. No obstante ello, llama la atención que
Eclesiástico exhibe características lingüísticas más tardías que Daniel ,
co n una tendencia algo rabínica. Israe l Lev í, en su Introduc tion to the
D ANIEL 431

Hebrew Text of Ecclesiasticus (Introducción al texto hebreo de Ecle-


sióstico), 1904 , anota las siguientes: (a) nuevas formas verbales tomadas
principalmente del arameo; (b) exces ivo uso de las conjugaciones
hiphil e hithpael, y (e) peculiaridades de diversos tipos, que anuncian
la proximidad del hebreo misnaico.
Al menos en lo que se refiere al material obtenido en Qumran,
ninguno de los documen tos sectarios compuestos en h ebreo ("Manual
de Disciplina", La Guerra de los Hijos de la luz Contra los Hijos de las
Tinieblas", "Los Salmos de Acción de Gracias") en esa colección,
muestran características distintivas en común con los capítulos de
Daniel escritos en hebreo. No hay la más mín ima semejanza entre e l
arameo del Génesis Apócrifo y los capítulos arameos de Daniel.
Fechado en el s iglo primero antes de Cristo, el Génesis Apócrifo nos
exhibe por lo menos cinco columnas legib les de arameo compuesto en
el término de un siglo después de la pretendida fecha de Daniel, de
acuerdo con la hipótesis del datado en e l tiempo de los Macabeos .
Como tal debía haber exhibido notorios puntos de semejanza con el
arameo de Daniel 2-7, en gramática, estilo y vocabulario. Esto es espe-
cialmente cierto puesto que los editores de este manuscrito, N. Avigad
y Y. Yadin, sugieren que el original fue escrito en el siglo tercero a. de
J.C. Kutscher "The Language of the Genesis-Apocryphon" - El len-
guaje del Génesis Apócrifo - en Scripla I-li erosolymita (Jerusalén,
1958), pág. 3, describe el lenguaje del Génesis Apócrifo y sostiene que
no es ni arameo imp erial en general ni arameo bíblico en particular.
Ll ama la atención que en contraste con los rasgos dialécticos orientales
de Daniel, el Apócrifo muestra característicos rasgos occidentales, tales
como la posición precedente del verbo en su oración, el uso de kamdn
en lugar de J<cmah por " ¿cuánto?, ¿cuán grande?" y de tammdn en lugar
de tammah po "ahí". Obsérvese también la aparición de una mif'ol en
vez de una mif'al en el infinitivo peal; por ejemplo, misbóq (partir) en
vez del bíblico misbaq, forma que hasta ento nces había sido clas ificada
como peculiar a los tárgumes de Palestina o al dia lecto de los midras.
Por lo tanto, si Daniel fue compuesto en arameo oriental , no pudo haber
sido escrito en la Palestina del segundo s iglo, como lo exige la teoría de
que fue escrito en tiempo de los Macabeos.
Al llegar a este punto debemos mencionar una característica foné-
tica del arameo de Daniel , a la cu al rec urrieron H. H. Rowley, J. A.
Montgomery y otros, como evidencia de una composición tardía del
texto. En las antiguas inscripciones arameas, al igual que en el Papiro
de Elefantina, del siglo quinto, aparece cierto fonema como z que en el
arameo bíblico casi s iempre figura como d. Sostienen dichos autores
que si Daniel hubiera sido escrito en fecha tan temprana como el s iglo
quinto a. de J.C. (por no decir del siglo sexto) se hubiera escrito este
fonema con z.
432 R ESEÑA CRíTICA DE Ut ¡\ l i':TROOUCCIÓi'l AL ANTIG UO T ESTAI>IENTO

En respuesta a ello , debernos señalar que hasta el presente no se ha


descubierto ningún documento arameo, en esa región, perteneciente al
siglo sexto a. de J. C., menos aún de las secciones orientales o babiló-
nica del mundo d e hab la aramea. Mi entras no se descubran tales
documentos, es prematuro afirmar si el cambio de z a d se había pro-
ducido en aquel períod o. Por cierto debe reconocerse que ese cambio
hubi era ocurrido constantemente en los capítulos arameos de Esdras
(al menos en la for ma en que el texto ha llegado hasta nosotros), que
presumiblemente reflejaba la pronunciación del arameo en Persia , de
donde provenía Esdras. Por lo tanto pareciera que el cambio ocurrió
antes en el Este que en el Oeste (ya que el Papiro de Elefantina muestra
este cambio so lamente en cu atro o cin co ejemplos: '-h-d por '-h-z
[tomar], d-y 1-k-y por z-y 1-k-y [tuyo] en Aramaic Papyri of the Fifth
Century B. C. (Papi ros aram eos del s iglo V a. de J. C.), de A. Cowley
(Londres: Oxford, 1 923), en lo sucesivo CAP, 1 3:7, 11 , 1 6; d-k-' por z-k-'
[eso] CAP 14:6, 9 ; d-k-y por z-k-y [eso] CAP 21 :6; 27:12; d-n-h por z-n-h
[esto] CAP 16:9). De ninguna manera es necesario suponer que todos
los cambios de consonantes ocurrieron s imultáneamente en ara meo en
todo el territorio del Cercano Oriente donde este idioma era corrien te .
(Por ejemplo, en la historia del germano medieval se p uede verficar, a
partir de la evidenc ia documental, que los cambios consoná nticos del
alto alemán ocurrieron antes en algunas regiones de Alemania que en
otras.)
Más aún, c iertos rasgos gramaticales indican que el Gé nesis Apó-
crifo es centenares de años posterior al arameo de Daniel, de Esdras o
del Papiro de Elefantina, tales como -ha', usado en la tercera p ersona
femenina de l pronombre posesivo, en lugar de -ah; den por "esto" en
vez de d•nah; la terminación 'iyat en el tercer perfecto femenino s ingu-
lar de Jos verbos lamed-a 1eph en lugar de -d t, y muchos otros ejemplos .
En cuanto al vocabulario, un considerable número de vocablos figuran
en el Génesis Apócrifo que basta el momento no han sido descubiertos
en documentos anteriores al Targum y a l Ta lmud. (Un informe comple-
to de estas diferencias en gramática y vocabulario se podrá ver en un
artículo mío [cap. 11] publicado en New Perspectives on lh e 0 /d Testa -
men t [Nuevas perspecti vas sobre el Antiguo Testamento), ed. B. Payne
[Waco, Tex.: Word, 1969]). Ni en morfología, ni en sin taxis, ni en estilo
de expresión puede hal larse evidencia alguna en Daniel para una fecha
de composición aproximada al período de estos documentos de la secta
de Qumram. Según la teoría que les asigna una fecha de co mposición
en el período macabeo, todo el libro de Daniel fue compuesto en Judea
en el segundo siglo a. de J. C., pocas décadas antes de los documentos
de Qumran. A la luz de esta evidencia lingüís tica recientemente descu-
bierta, es imposibl e, por Jo tanto , mantener por más tiempo una fecha
de composición para el libro de Daniel en el siglo II a. de J. C ..
CAPITULO 29
DANIEL
(Continuación)
ARGUMENTOS TEOLÓGICOS E SGRIMIDOS PARA D EMOSTRAR
EL FECHADO TARDÍO DE D ANIEL

Los adherentes a la teoría del fechado en el tiempo de los Macabeos


suelen hacer un gran hincapié sobre el supuesto desau ollo o evolución
del pensamiento religioso de la nación israelita. Señala motivos e insis-
tencias en Daniel que consideran análogos a los que ca racterizan la
literatura apócrifa del período intertestamentario (obras tales como el
Libro de Enoc y el Testamento de los doce patriarcas , y aun libros
apócrifos como Tobías y Susana). Este hincapié incluye el predominio
de ángeles, la ins istencia sobre el juicio final , la resurrección de
los muertos, y el establecimiento del reino final de Dios sobre la tierra
con el Mesías como supremo Gobernante del mundo. Se concede que
en algunos de los libros más an tiguos del Antiguo Testamento hay
ocasionales referencias a ángeles y a juicio, a la rea leza de Dios , y del
Mesías, pero se piensa que estas enseñanzas adquirieron una forma
mucho más desarrollada en Daniel que en Ezequiel o Zacarías. Se
piensa que la angelología, en particular, semeja a la del Libro de Enoc
(primer siglo a. de J. C. ).
Esta, sin embargo, es una afirmación muy difícil de respaldar. Cual-
quier lector puede verificar fáci lmente el h echo de que también Zaca-
rías menciona al Mesías y a los ángeles en varias ocasiones en sus
profecías, que datan desde el 5 1 9 al 470 a. de J. C. aproxi madamente
(2:3; 3:1; 6:12 ; 9:9; 13:1; 14:5). Más aún, los ángeles juegan un papel
muy similar en Zacarías al que juegan en Daniel, a saber, el de interpre-
tar el significado de las visiones que se le presentaban al profeta. La
afinidad es suficientemente estrecha para garantizar la deducción de
que Zacarías ejerció su influencia sobre Daniel o contrariamente
Daniel sobre Zacarías.' También en Malaquía s hay dos s ignificativas
referencias al Mesías (Malaquías 3:1 y 4 :2) y también una al juicio final
1. Es totalmente injustifi cada la pretensión de Cornil! y Farrar al afi rmar que la literatura
hebrea anterior al año 200 a. de J.C. no muestra vestigio alguno de la influ encia de Daniel;
cf. el artícu lo d e Robert Di ck Wilson , "The Influ ence of Dani el .. (La influ encia
de Daniel), en Princeton Theological Review, 21 (julio y octubre de '1923).

433
434 R ESEÑA C RITICA DE UNA I 'T ROD UCCIÓ ' AL A NTIGUO TESTAMENTO

en el capítulo 3. Por otra parte, obras que se admite que son del segundo
siglo a. de J. C., como 1 Macabeos y los agregados griegos a Daniel,
Baruc y Judit, n o muestran ninguno de los cuatro elementos (angelolo-
gía, resurrección, juicio final y Mesías) de los cuales se sostien e que son
tan característicos de este período que revelan que Daniel pertenece al
segundo siglo. Aun la literatura judía apócrifa del primer siglo d. de J.C.
co ntiene solamente dos obras (de las 16 posibles), en las c uales
aparecen las cuatro características, a saber, la Visión de Isaías y la
Ascensión de Isaías.
Tal vez convenga, en este punto, pasar revista a las ocasiones en que
estos cuatro elementos figuran en los más antiguos libros del Antiguo
Testamento . Respecto a l rango de los ángeles Génesis menciona que-
rubines, Jos ué habla de un Príncipe del ejército de Jehová. Su función
fue la entrega de mensajes a Abraham, Moisés, ]osué, Gedeón y diver-
sos profetas como Isaías, Zacarías y Ezequiel. En una obra tan antigua
como la Tora vemos a los ángeles revelando la voluntad de Dios, brin-
dando protección al p ueblo de Dios, y des truyendo las fuerzas del
enemigo. En lo que se refiere a la resurrección, tenernos la famosa
afirmación d e Jo b en Job 19:25-26 (s i bien es posible otra interpretación
de este pasaje); la afirmación de Isaías en 26:19 ("Tus muertos vivirán ;
sus cadáveres resucitarán") ; la visión de los huesos secos de Ezequiel, y
posiblemente la resucitación de muertos por parte de Elías y Eliseo. Por
otra parte, en el elevado número de obras postcanónicas, solamente el
Libro de los doce pa triarcas se refiere a la resurrección tanto d e los
jus tos como de los malvados tal como se encuentra en Danie112:2 . La
doctrina del juicio fi nal figura en Isaía s, Sofonías, Hageo, Zacarías, y
Malaquías , y en nu merosos salmos. En muchos casos estos juicios se
pronuncian contra las nacion es del mun do como asimismo contra
Israel. Referen cias al libro de la vida y al libro de memoria se remontan
a obras de épocas lejanas como Exodo 32:32, 33 e Isaías 4 :3 (cf. Isaías
65:6; Salmo 69:2 8 y Mal aquías 3:16). El concepto d el Mesías a parece
tan temprano como en Génesis 3:1 5 y 49:10 (cf. Números 24:17; Deute-
ronomio 18:15; Isaías 9:6-7; 11 :1; Jeremías 23:5-6; 33:11-17; Ezequiel
34:23-31 ; Miqueas 5:2.)
Sin .duda algun a es posible columbrar cierto tipo de progresión en el
desarrollo de estas doctrinas durante la historia de las revelaciones de
Dios a Israel, pero es un error suponer que Da niel contiene algo radical-
mente nuevo en cualquiera de los cuatro ternas que se discuten . Más
aún, estas precisas d octrinas fueron sumamente apropiadas para con-
suelo y estímulo a Israe l durante la cauti vida d y en los umbrales de su
retorno a la Tierra Prom etida.
ARGUME!\'TOS EXEGETICOS EN FAVOR DE UNA FECHA T ARDIA PARA DANIEL

Los campeones de la teoría de que el libro fu e escrito en el período


D ANIEL (CONTINUACIÓN) 435

de los Macabeos alegan que es imposible que un autor del siglo VI a. de


J. C. haya compuesto tan detalladas pred icciones respecto a sucesos
futuros de la historia de Israel como las que figuran en los capítulos
proféticos del libro de Daniel. Alegan, además, que resulta sospechosa
la circunstancia de que profecías tan exactas se proyectan solamente
hasta el reinado de Antíoco IV (175-164 a. de J. C. ], pero riada posterior
a esa época. La obvia conclusión a la que se puede arribar, por lo tanto ,
es que la totalidad de la obra fue compuesta por alguien que vivió
durante el reinado de Antíoco IV, y que compuso esta ficción literaria
para estimular a los judíos patriotas de su propia generación a unirse
a los Macabeos para librarse del yugo sirio. De esta manera, todas
las predicciones cumplidas pueden ser exp licadas como vaticinio ex
eventu.
Esta explicación de los antecedentes de Daniel, que es tan antigua
como el polemista neoplatónico Porfirio (que murió en el año 303 d. de
J.C.), depende para su validez de la verdad de la premisa de que no hay
predicciones exactas que se hayan cumplido después del aúo 1 65 a. de
J. C. Sin embargo, esta proposición se torna insostenible a la luz de las
evidencias internas del texto y de su correlación con los hechos conoci-
dos de la historia antigua. No obstante e llo, es menester reconocer el
hecho de que Daniel presta considerable atención a los futuros aconte-
cimientos del reinado de Antíoco, debido a la muy buena razón de que
este período habría de significar la mayor amenaza, en toda la historia
subsiguiente (aparte, claro está, del complot de Amán en los días de
Ester), para la supervivencia y la fe de la nación de Israel. Si suponemos
que estas predicciones fueron dadas por inspiración divina y que Dios
estaba preocupado por la preservación de su pueblo del pacto, era de
esperarse que las revelaciones de Daniel aclararan a las generaciones
venideras que Dios no solamente había previsto los acontecimientos,
sino que había hecho provisiones para contrarrestar la amenaza de
extinción que había de ofrecer Antíoco Epífanes.
Este hincapié profético estaba más que justificado en vista del
hecho de que Antíoco y su persecución habrían de servir como tipos
del Anticristo final y de la Gran Tribulación que ha de ocurrir a l final
de las edades (de acuerdo con el sermón de Cristo en el monte de los
Olivos, registrado en Mateo 24 y en Marcos 13). Y esto surge evidente
de la asombrosa manera en que la figura del emperador griego Antíoco
súbitamente se funde en la figura del Anticristo de los últimos días que
se describe en Daniel 11, comenzando con el versículo 40. Es intere-
sante observar que aun S. R. Driver admite que estos últimos versículos
mencionados no corresponden a lo que se conoce de las últimas etapas
de la carrera de Antíoco; en efecto, encontró su fin en Tabae, Persia,
luego de un vano intento de saquear el rico templo de Elimes en Elam.
Justo es decir que el punto más débil en toda la estructura de la
436 RESEÑI\ CRiTICA DE UNA 1 'TRODUCCIÓ ' AL A NTICUO T ESTAMENTO

teoría según la cual Daniel fue escrito en el tiempo de los Macabeos ha


de hallarse en la identificación del cuarto imperio vaticinado en el
capítulo 2. Para poder mantener su posición, los que se adhieren a la
teoría de un fechado tardío, se ven obligados a interpretar este cuarto
imperio como el reinado de los macedonios o griegos, fundado por
Alejandro Magno alrededor del año 330 a. de J. C. Y esto significa que el
tercer imperio debe identificarse como el reino persa establecido por
Ciro el Grande , y e l segundo imperio tuvo que haber sido el reino de
Media, de corta vida, brevemente mantenido por el legendario Darío el
Medo. Por lo tanto, d e acuerdo con esta interpretación , la cabeza de oro
del capítulo 2 representa al imperio caldeo, el pecho de pl ata, al im-
perio medo , el vientre y los muslos de bronce, al imperio persa y los
pies de hierro , al imperio griego. Si bien esta identificación de los
cuatro imperios es ampliamente sostenida por los eruditos hoy en día,
es difícilmente sostenible a la luz de las evid encias internas. Es decir,
que el prop io texto de Daniel constituye clara indicación de que el
propio autor consideraba que los medos y los persas constituían un
so lo imperio y que a pesar de su designación del rey Daría como "el
medo" , nunca se le ocurrió que en algún momento hubiera un Imperio
Medo bien diferenciado.
En primer lugar, el simbolismo de Daniel 7 excluye la pos ibilid ad
de identificar el segundo imperio como Media y el tercer imperio como
Persia. En este capítulo, el primer reino está representado por un león.
(Todos los eruditos coinciden en que el león representa el reino caldeo
o babilónico.) El segundo reino está representado co mo un oso que
devora tres costillas. Esto correspondería mu y bien a las tres princi-
pales conquistas del imperio medopersa: Lidia , Babilonia y Egipto (bajo
la dirección de Ciro el Grande y Cambises). El tercer imperio está repre-
sentado como un leopardo con cuatro alas y cuatro cabezas. No hay
registro alguno en el sentido de que el imperio persa hubiera sido
dividido en cuatro partes, pero es bien conocido que el imperio de
Alejandro Magno se dividió en cuatro partes luego de s u muerte, a
saber, Macedonia, Asia Menor, el imperio Seléucida (que incluía a
Siria, Babilonia y Persia) y Egipto. La natural inferencia, por lo tanto,
sería que el leopardo representa al imperio griego. El cuarto reino está
representado como una bestia de diez cuernos, incomparablemente
más poderosa que las otras y capaz de devorar toda la tierra. Los diez
cuernos sugieren los diez dedos de los pies de la imagen descrita en el
capítulo 2, y llamamos la atención al hecho de que estos diez dedos de
los pies descritos en el capítulo 2 , tienen una estrecha relación con sus
dos piernas de hierro. Las dos piernas pueden ser fácilmente identifica-
das con el imperio romano , que en los días de Diocleciano se dividió en
los imperios romanos oriental y occidental. Pero no hay modo alguno
de que puedan ser reconciliados con la historia del imperio griego que
D ANIEL (CONTINUACIÓN) 437

siguió a la muerte de Alejandro.


En Daniel 8 tenemos un simbolismo ad icional que nos ayuda a
identifi car el segundo y el tercer imperio . Un carn ero de dos cu ernos
(uno de cuyos cuernos era más alto que el otro, d e la mi sma manera que
Persia eclipsó a Media en el imperio d e Ciro) fue fina lm en te derrotado
por un macho cabrío, que al comienzo exhibe un solo cuerno (fácil-
mente id entificado con Alejandro el Grande), pero s ubs iguiente-
me nte echa c uatro cuernos (es decir, Macedonia, Asia Menor, Siria y
Egipto) de uno d e los cuales sa lió un pequeño cuerno, a saber, Antíoco
Epífanes.
Por lo tanto, y des de el punto d e vista del simbo lism o de los capítu-
los 2, 7 y 8, la identificación de los cuatro im perios como Babilonia,
Medo-Persia, Grecia y Roma presenta una p erfecta corres pondencia, en
tanto que la identificación involucrada en la teoría del fechado en el
tiempo de los macabeos, presenta los más formidables problemas y
discrepancias.
Relacionado con esto, con viene observar que e l más pod eroso
argumento para ide n tificar el cuarto imperio de Daniel con el de
Alejandro y sus sucesores griegos deriva de la aparic ión d el pequeño
cuerno en los cap ítulos 7 y 8. Es d ecir, en el ca pftul o 7, el pequeño
cuerno se admite que surge del cuarto imperio, a saber, de la feroz
bestia d e los diez cu ernos q ue derro tó al leopardo de las cuatro alas .
Pero en e l ca pítulo 8, el pequeño cuerno crece a partir d el macho
cabrío , que sin duda alguna representa el imperio griego. Como ya lo
mencionamos, este macho cabrío inició su carrera con un c uerno (Ale-
jandro Magno) pero luego produjo cuatro en s u lugar. No es necesario
decir que el pequeño c uerno del capítulo 8 se refi ere a un gobernante
del imperio gri ego, a saber , Antíoco Epífanes (cf. 8:9). Los críticos, por
lo ta nto, d an por sentado que puesto que se apli ca el mismo término, el
pequeño cuerno del capítul o 7 tiene que referirse a la mis ma persona.
Pero difícil mente puede ser así, puesto que el leopardo d e cuatro alas
del capítulo 7 (es decir, 7:24) claram ente correspo nde al macho cabrío
del capít ul o 8 ; es decir que ambos representan el im perio griego que se
dividió en cuatro partes a la muerte d e Alejandro. La única deducción
razonable a la que se puede arribar es que hay dos c ue rnos pequeños
involucrados en las s imbólicas visiones de Danie l. Uno d e ellos surge
del tercer imperio, y el otro ha d e surgir del cuarto. Pareciera que la
relación es de tipo (Antíoco IV del tercer reino) y anti tipo (el An ticris to
que ha de surgir del c uarto imperio de los últimos días). Esta es la única
explicación que satisface todos los datos que tene mos y que arroja lu z
sobre 11:40-45 , dond e la figura del Antíoco histórico súbitamente se
funde en la figura d e un Anticristo que h a d e venir al final d e los
tiempos.
Habría que aducir dos consideracion es más para d emostrar que el
4 38 RESEÑA CRÍTICA DE Ui'\A I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

autor consideraba que los medos y los persas constituían un solo im-
perio. En Daniel 6 se dice que Darío estaba atado a " la ley de Media y de
Persia" de modo tal que no podía revocar el edicto que enviaba a Daniel
al foso de los leones. Si el autor consideraba a Daría un gobernante de
un independiente imperio medo anterior al imperio persa, resulta im-
posible explicar por qué debía sentirse obligado p or las leyes persas. En
segundo lugar contamos con la evidencia de la escritura en la pared, tal
cual fue interpretada en Daniel 5:28. Ahí aparece Daniel interpretando
la inscripción a Belsasar, el último rey del primer imperio , es decir, el
reino de los caldea s. Dice, al interpretar la tercera palabra: peres: "Tu
reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas. " Esto, eviden-
temente , es un juego de palabras , en el cual el término pars ím , o mejor
aú n su s ingular peres, deriva del verbo p•ras, que significa dividir o
separar. Pero también se lo exp lica como que señala a paras, o sea
persas. Esto solamente puede significar que, de acuerdo con el autor, el
imperio caldeo fue quitado de Belsasar como el últi mo representante
del primer imperio y dado a los medos y persas que constituyeron el
segundo imperio. Esto no puede significar que el gobierno fue entre-
gado primeramente a los medos y posteriorm ente transmitido a los
persas, porque el vocablo s ignificativo que apareció en la escritura de
la pared fue específicamente la palabra "Persia". Por lo tanto, e l orden
es bien claro: el imperio pasó de los caldeas a los persas. No puede ha-
ber una legítima duda de que el autor con sideraba que los persas eran
los amos y señores del segundo imperio. Siendo así , h emos de concluir
que el cuarto imperio s in duda alguna representaba a Roma. 2
Luego, si e l cuarto imp erio d el capítulo 2, corroborad o por las otras
representaciones simbólicas d el cap ítulo 7, clara men te in dican el
establecimiento del imperio romano, arribamos a la conclusión de que
estamos frente a una genuina y au téntica profec ía predic ti va y no a un
mero va tici nium ex even tu. Según la teoría de la fecha de escritura de
este libro en el tiempo de los macabeos, fue compuesto entre los años

2. Zoeckler s ugir ió una alternati va en el Commenta ry (Com entario] de Lange , y s i bien


no aparece recom endable, vale la pena m encionarlo. Zoeckler sugiere q ue el tercer im-
perio representaba el de Al ejandro el Grande, y el cuarto , el d e los Se léu cidas. Es decir,
una de las cuatro subdivis iones de l imperio alejandrino , a sabe r, el establecido ror
Seleuco 1, hacia el año 311 a. de j .C. , sería el último imperio de l esquema d e Danie . Y
esto sign ificaría que el tercer imperio duró solamente desde 334 hasta 323 a. de J.C.,
cuando m urió Alejandro, más doce años de transición. Por lo tanto , fue d el cuarto
imperio, es decir, de la dinastía de Se leuco, de donde se levantó Anlíoco Epífan es en el
ai'io 175 a. de J.C. Pero esta identificación del cuarto imperio enlra en colisión con el
hecho de que el autor sostiene con toda claridad que el cuarto im perio fue más grande,
más fu erte y más extendi do que el tercero (cf. Daniel 7 :7] . Res ult a d ifícil concebir que una
mera fra cción del imperio de Alejandro qu e ocupaba menos territorio y fu e a menudo
derrotada en los campos de batalla, pud iera ser considerado como más feroz y poderosa
que el irresistible Alejandro, cuyos dominios se extend ían desde Yugoslav ia hasta la
Ind ia, y que jamás sufrió una derrota militar en toda su carrera. A la luz d e la historia
subs iguiente , debe concederse q ue la d escripción del cuarto im perio corresponde inequ í-
vocamente a Roma, y só lo a Roma .
D A NI EL (CONTINUi\CIÓN) 439

168 y 165 a. d e J. C., en tanto que el imperio romano no comenzó (al


menos para los judíos] hasta el año 63 a. de J. C., cuando Pompeyo el
Grande ocupó la parte del Cercano Oriente que incluía a Palestina.
Claro está que Aníbal ya había sido derrotado por Escipió n en Zama en
el año 202 a. de J. C., y Antíoco III había sido aplas tado e n Magnesia en
el año 190, pero los romanos aún no habían avanzado más allá de los
límites de Europa has ta el año 165 a. de J. C., excepto para establecer un
reino vasallo en el As ia Menor y un protectorado sobre Egipto. Pero tal
como estaban las cosas el año 165 a. de J. C., ningún ser humano
hubiera podido vaticinar con alguna seguridad que las monarquías
helénicas del Cercano Oriente serían sometidas por la nueva potencia
que surgía en el Oeste. Ningún ser viviente pudiera haber previsto que
esta república itali ana ejercería un predominio más despiadado y
esparcido que cualqu ier imperio que alguna vez le hubiera precedido.
Esta sola circunstancia, el hecho de que Daniel pred ijo el imperio ro-
mano, es suficien te para echar por tierra toda la h ipótesis del fechado
en el tiempo de los macabeos (que, por sup uesto, fue un intento de
anu lar el elemento sobrenatural de predicción y cu mpli m iento). Corno
habremos de ver, hay otras notables predicciones en este libro que lo
señalan como de insp iración divina y no como una mera novela escrita
en el tiempo de los macabeos.
También co nviene señalar que la teoría que asigna a Daniel una
fecha que correspon de a la historia de los M acabeos, no ha podido
explicar cómo el libro de Daniel llegó a ser ace ptad o por los judíos
posteriores como Escritura Sagrada. En Deuteronomi o 18:22 está asen-
tado el siguiente principio: "Si el profeta hablare en nombre de Jehová,
y no se cumpliere lo que d ijo, ni acon teciere, es palabra que Jehová no
ha hablad o." Es decir, que toda persona que aduzca ser un genuino
profeta del Señor, cuyas predicciones de sucesos fu turos no se cum-
plen, ha de ser to talmente rechazado. No puede haber duda alguna de
que la descripci ón dada en Daniel 11:40-45 , referida al final del pe-
queño cuerno, no corresponde en manera alguna a la forma en que
Antíoco Epífanes ha lló su muerte; hay una definida interrupción d e
continuidad en la revelación profética que comienza en 11 :40. Y esta
interrupción d e co ntinuidad está indicada por la expresión "al cabo d el
tiem po". Los exponentes de la teoría liberal sólo pueden alegar que el
autor de Daniel en el tiempo de los Macabeos se m ostró ineficaz en sus
esfuerzos de predecir la forma en que caería Antíoco. Hizo lo mejor que
pudo, pero las cosas no res ultaron d e la manera predic ha. Sin embargo,
en caso de que así fu era, resulta imposible con cebir cóm o hubieran
podido los judíos continuar considerando esta escritura como canónica
y a utorizada, a pesa r de contener una falsa profecía. Si, por el contrario,
la obra fue compuesta por el his tórico Daniel, es fác il comprender que
la obra hubie ra s ido preservada como la genuina Pa labra de Dios. El
440 RESEÑA CR íTICA DE UNA I NTROD UCCIÓN A L A NTIGUO TESTAMENTO

hecho de que tantos aco ntecimientos de la historia subsiguiente fueron


certeramente vaticinados en el siglo sexto por el histórico Daniel ,
hubiera servido como au tenticación de su legitimidad como revelación
divina.

PRUEBAS ADICIONALES DE Li\ PATERNIDAD LITERARJA DE DANIEL

En primer lugar, contamos con el claro testimonio del propio Señor


Jesucristo en su discurso del monte de los Olivos. En Mateo 24:15 se
refiere a " la abominación desoladora de que habló [dio] el profeta
Daniel". La expresión "abominación desoladora" se repite tres veces en
Daniel (9:27; 11:31; 12:11). Si estas palabras de Cristo fueron fie lmente
registradas , la única concl usión a que podemos arribar es que Jesús
creyó que el histórico Daniel fue el autor personal de la profecía donde
figura esta expresión. Ninguna otra interpretación es posible a la luz de
la preposición dio, que se refiere al agente personal. Resulta significa-
ti vo que Jesús consideró esta " abominación " como algo que habría
de ocurrir en una edad futura y no simplemente como el ídolo de Zeus
que erigió Antíoco en el templo, como sostienen los teóricos de la tesis
que afirma que la obra fue escrita en época de los Macabeos.
En segundo lugar, el autor de Dan iel demuestra un conocimiento
tan exacto de los acontecimientos ocurridos en el siglo VI, como no lo
hubiera podido tener un escritor del segundo siglo; por ejemplo, en 8:2 ,
se describe la ciudad de Susa, situada en la provincia de Elam , en la
época de los caldeas. Pero por los historiadores griegos y romanos
sabemos que en el período persa, Susa fue asignada a una nueva
provincia que tomó su nombre, Susiana, y la an terior provincia más
extensa de Elam fue reducida a un territorio al oeste d el río Euleo .3 Es
razonable arribar a la conclusión de que solamente un autor muy
antiguo podría haber sabido que en cierta época Susa fu e parte de la
provincia de Elam.
En tercer lugar, tenemos en el capítulo 9 una serie de notab les
predicciones que desafían toda otra interpretación que no sea la que
sostiene que se refieren a la venida de Cristo y su crucifixión a lrededor
del año 30 d. de J.C., seguidas por la destrucción de la ciudad de
Jerusalén en las décadas inmediatamente posteriores. En Daniel 9:25,
26 se dice que pasarán 69 semanas de años (es decir, 483 años) entre el
" decreto" para reconstruir los muros de Jerusalén y la muerte del
Mesías Príncipe. En 9:25, 26 leemos: "Sabe, pues , y entiende, que
desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el
Mes ías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas ...
Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías,

3. Cf. Strabo. 15:3, 12: 16:1, 17; Plinio, Natural History (Historia natural]. 6:27.
DANIEL (CONTINUACIÓN ) 441

mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la


ciudad y el santuario."
Hay dos maneras de computar estas 69 semanas (o 483 años). En
primer lugar , empezar por el decreto promulgado por Artajerjes y entre-
gado a Nehemías en el año 445 a. de J.C. (cf. Nehemías 2:4, 8) y tomar
los 483 años como años lunares de 360 días cada uno ,• que serían
equivalentes a 471 años solares, lo cual daría como fecha el año 26 d. de
J.C. para la aparición del Mesías y para quitarle su vida (la crucifixión). 5
O, de un a manera más razonable, el punto de partida-puede identifi-
carse con el d ecreto de Artajerjes en su séptimo año, promulgado para
beneficio de Esdras en el año 457 a. de J.C. Este, aparentemente, incluía
la autoridad para restaurar el muro y reconstruir la ciudad de Jerusalén
(como podemos deducir de Esdras 7:6, 7 y también de 9:9, que afirma;
"Dios ... inclinó sobre n osotros misericordia delante de los reyes de
Persia, para que se nos diese vida para alzar la casa de nuestro Dios, y
para hacer restaurar sus asolamientos, y para darnos vallado en Judá y
en Jerusalén" -Reina-Valera, revisión 1909-). Si bien Esdras no logró
llevar a cabo la reconstrucción de las murallas hasta el arribo de Nehe-
mías , trece años despu és, es lógico entender que el ai'io 457 a. de J.C. es
el término a quo para el decreto predicho en Daniel 9:25 ; 483 años
solares contados a partir del año 457 a. d. J.C. nos llevarían al año 26 d.
de J.C. como fech a del ministerio de Cristo (o 27 d. d. J.C. puesto que se
gana un año al pasar de 1 a. de J.C. a 1 d. d J.C.). Tengamos en cuenta
que la redacción del versículo 26: "Y después de las sesenta y dos
semanas se quitará la vida al Mesías ", no nos obliga a interpretar los
483 años como la fecha exacta de la crucifixión ; simplemente dice que
despu és de la aparición del Mesías, se le quitará la vida.
TEORÍA QUE ATRIBUYE A DIVERSAS FUENTES EL ORlGEN DE DANIEL

Ya hemos mencionado las concesiones que han hecho Hoelscher y


Torrey en el sentido de que las porciones arameas del libro de Daniel se
originaron en el tercer siglo a. de J.C. , s i bien ellos piensan que los
capítulos escritos en hebreo, sin duda alguna, son de un desconocido
novelista del tiempo de los Macabeos. Puesto que la concesión de tan
antiguos componentes pareciera socavar las bases estructurales de la
fecha en el período de los Macabeos para el libro como un todo, nos

4. En su Commentary o n Daniel (Comentario sobre Daniel) (Sección 683), Jerónimo


relata esta tradición de Africano, quien en su Tempora, dice: "Por otra parte, el interva lo
transcurrido desde el vigésimo año de Artajerjes hasta la época de Cristo completa la
figura de 70 semanas, si las computamos de acuerdo con los años lunares de los hebreos ,
que no numeraban sus meses de acuerdo con el mov imiento del sol, sino de acuerdo con
la luna ... Pues de acuerdo con sus cómputos, estos aiios pueden ser formados por meses
de 29'12 días cada uno" .
5. Obsérvese que John Davis en su Bible Dictionary (Diccionario bíblico), procede sobre
la base de un año lunar de 358 días, 8% horas, y de esa manera interpreta los 483 como
equivalentes a 469 ai\os lunares, y llega así al año 24 d. de J.C.
442 R ESEÑA C RíT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A 'T ICUO T ESTAMENTO

parece útil hacer un resumen de las s ugerencias h echas por los


adherentes a esta teoría sobre fuentes an tiguas, y brindar algunos co-
mentarios p ertinentes.
En 1909, C. C. Torrey publicó su opinión de que la primera mitad de
Daniel fue compuesta a mediados del tercer siglo a. de J.C., en tanto que
la segunda mitad la escribió un autor del tiempo de los Macabeos, que
tradujo el capítulo 1 al hebreo, y luego compuso el capítulo 7 en arameo
para poder ensamblarlo m ejor con los capítulos 2-6. Montgomery, en la
ICC, ace ptó esta s ugerencia con una excepción : cons ideraba el capítulo
7 como una composición distinta de las otras dos secciones. Otto
Eissfeldt, en su Einleitung (1934), compartió la misma opinión : que los
seis primeros capítulos pertenecían al siglo tercero y los últimos seis al
período de los Macabeos, y que fueron compuesto como una conti-
nuación de la obra más antigua.
Gustav Hoelscher, en Die Entstehung des Buches Daniel (1919),
apoyó decididamente el origen anterior a los Macabeos de los capítulos
1-7, demostrando muy convincentemente que Na bu codonosor , tal
como está descrito en los capítulos 2-4, muestra una actitud más ilumi-
nad a y t ol eran te hac ia la religión judía (hablando e n térm inos
gen erales) que la que tuvo el tirano griego Antíoco Epífanes, y por lo
tanto no pudo haber servido como ti po de este último. Martin North, en
Zur Komposition des Buches Daniel (1926), llegó al extremo de datar
las porciones originales de los capítulos 2 y 7 en la época de Alejandro
Magno; luego , durante el tercer siglo, se compaginaron las leyendas de
los capítulos 1-6 y se incluyó en forma remodelada la visión d e los
cuatro reinos.
H. L. Ginsburg, en 1948, se dio a la tarea de separar seis distintos
autores que contribuyeron al libro de Daniel: los capítulos 1-6 fueron
compuestos entre los años 292 y 262 a. de J.C. ; el capítul o 2 fu e sujeto a
revisión y a inserciones entre los años 246 y 220 a. de J.C.; el capítulo 7
proviene del p eríodo de los Macabeos ; el capítulo 8 fue compuesto
entre los años 166 y 165 a. de J.C.; los capítulos 10-12 son de otro autor
de ese mismo período; y el capítulo 9, de una época ligeramente pos-
terior al año 165. C. H. H. Rowley , en The Unity of Daniel (La unidad de
Daniel) (1952), concedió la existencia anterior, en forma oral, de parte
del material que componen los capítulos 1-6, pero no obstante ello ,
defendi ó vigo rosamente la esencial unidad de la composición de
Dani el en su ac tua l forma literaria, es decir, en la é poca d e los
macabeos.
Ponemos de reli eve el hecho de que la asignación de con siderables
secciones de Daniel a un siglo o más antes de la época de la revuelta de
los Macabeos, hace peligrar íntegramente la hipótesis del siglo II a.
de J.C., como fecha de composición de la obra, tal como lo proponen los
adherentes a una fech a tardía del libro . Por lo tanto , si la descripción de
0 Ai':IEL (COi':TINUACIÓN) 443

Nabucodonosor contrasta notoriamente con el carácter y la actitud de


An tíoco Epífa n es, se torna más bien oscura s u importancia para la
situación de los Macabeos. Lo mism o cabe decir con respecto a l resto
de los episod ios hi stóricos en los cuales los go bi ernos paganos parecen
tratar a los judíos con to lerancia y resp eto.
CAPITULO 30
LIBROS HISTORICOS POSTERIORES
AL EXILIO
1 y 2 CRONICAS, ESDRAS
NEHEMIAS, ESTER
1 y 2 CRONICAS
El títu lo hebreo de estos libros es Dib•re hay-ydmfn, es decir, "Los
relatos de los días" o, más literalmente, " Las palabras de los días." El
propósito de estos dos volumenes es el de pasar revista a la historia de
Israel desde los albores de la raza humana h asta la cauti vidad de Babi-
lonia, y el edicto de restauración dado por Ciro. La ob ra fue compuesta
con el claro y definido propósito de dar a los judíos de la segunda
organización n acional el verdadero fun damento esp iritual de su teocra-
cia, como pueblo del pacto con Jehová. Este propós ito del historiador
tiene la intenc ión de demostrar que la verdadera gloria de la nación
hebrea se hallaba en s u relación de pacto con Dios , tal como había sido
mantenida por las formas prescritas de culto para el templo y ad minis-
trada por sacerdotes divinamente ordenados , bajo la protección de la
dinas tía divinamente autorizada d e David. El hincapié se hace siempre
en lo que es puro y válido en el pasado de Israel a fi n de brindar bases
confiables para la tarea de reconstrucción que queda por delante. Se
hace un gran hincapié respecto a la rica herencia de Israel y su indes-
tructible conexión con los comienzos patriarcales (de ahí el relieve
que adqu ieren las listas genealógicas).
BOSQUEJO GENERAL DE 1 Y 2 CRONICAS

Comencemos diciendo que 1 Crónicas narra los acontecimientos


hasta la muerte de David; 2 Crónicas continúa con el reinado de Sa lo-
món, la construcción del templo, y termina con el exilio y el decreto de
restauración. Originalmente, los dos libros formaban un solo volumen ,
pero desde fec ha tan remota como la de la Versión de los Setenta (que
les da el nombre Paralipómenos, es decir los libros que refieren las
"cosas omitidas"). parece que ha habido una división en dos partes.
444
L IBROS HISTÓRICOS P osTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRóNICAS. E s DRAS
N EHEMíAs. EsTER 445

Seguimos aquí el breve bosquejo de M. F. Unger (en JGOT, pág. 407).


l. Genealogías desde Adán hasta David, 1 Crónicas 1:1 - 9:44
A. Desde Adán hasta Jacob, 1:1 -2:2
B. Generaciones de Jacob, 2:2 - 9:44
II. Historia del rey David, 10:1-29:30
A. Muerte de Saúl, 10:1-14
B. Captura de Sion y los valientes de David, 11:1 - 12:40
C. Próspero reinado de David , 13:1-22:1
O. Logros de David en ben eficio del culto ritual, 22:2 - 29:30
III. Historia de l rey Salomón , 2 Crónicas 1:1 - 9:31
A. Riqueza y sabiduría de Salomón, 1:1-17
B. Edificación y dedicación del temp lo, 2:1 - 7 :22
C. Sus diversas actividades y su muerte, 8:1-9:31
IV. Historia de los reyes de Judá, 10:1 - 36:23
A. Desde Roboam hasta Sedequías, 10:1 -36:21
B. El edicto de Ciro, 36:22, 23
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE CRON ICAS
Al igual que los demás libros históricos, Crónicas no especifica el
nombre de su autor. La eviden cia interna iadica un período entre los
años 450 y 425 a. de J.C. como su fecha de composición. Es muy pro-
bable que la tradición talmúdica (Baba Bathra, 15a) esté acertada al
asignar la paternidad literaria a Esdras. Como principal propulsor y
artífice del avivamiento espiritual y moral de la nación, hubiera tenido
el máximo incentivo para producir una reseña histórica de este tipo.
Como levita de la línea sacerdotal , sus opiniones hubieran coincidido
a la perfección con las del au tor de esta obra, y hubiera destacado
exactamente los hechos que destacó el cronista. Resulta pertinente
comentar que, según una tradición que figura en 2 Ma cabeos 2:13-15, el
gobernador Nehemías poseía una importante biblioteca: "Este, para
fundar una biblioteca, reunió los libros referentes a los reyes y a los
profetas, los de David y las cartas de los reyes acerca de las ofrendas."
(Biblia de Jerusa lén) Si Nehemías poseía tan importan te co lección de
obras de referencia, bien hubiera podido ocurrir que su íntimo colabo-
rador, Esdras , tuviera fácil acceso a estas obras de referen cia y las
hubiera usado para la compilación de Crónicas.
E. J. Young favorece la teoría de la paternidad literaria de Esdras, s i
bien con algunas reservas respecto a los dos últimos versículos del libro
(que contien en el edicto de Ciro). los cuales dan indicaciones de ser
anteriores al primer capítulo de Esdras. M. F. Unger se inclina por la
misma opinión, aunque parece que admite la posibilidad de que los
libros no fueran escritos hasta la primera m itad del siglo cuarto a. de
J.C. (IGOT, pág. 407). J. E. Steinmueller descarta la tradición talmúdica
446 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN i\L ANTIGUO TESTAMENTO

y sostiene que el autor es desconocido. ' D. N. Freddman expone la


opinión de que la obra básica del cronista, comenzando con 1 Crónicas
10, se remonta aproximadamente al año 515 a. de J.C., recién concluido
el segundo templo. Era, sin duda, un colaborador de los profetas Hageo
y Zacarías, que consideraban a Zorobabel como el legítimo h eredero de
la divina promesa h echa a la dinastía davídica. 2
Entre los eruditos liberales no hay unanimidad en cuanto a la fecha
de composición. W. F. Albright, hasta fecha reciente, se inclinaba a
favor de la opinión de que el Esdras que compuso la obra vivió durante
el reinado de Artajerjes II, en la primera mitad del siglo cuarto a. de J.C. 3
Muchos otros dan la segunda mitad; es decir, 350-300 a. de J.C. Y otros
más, como Pfeiffer, lo aproximan a una fecha tan tardía como el 250 y
hasta el 200 a. de J.C. Suponiendo que el testimonio de 1 Crónicas 3
(según una variante apoyada por la Septuaginta, la Vulgata y Siríaca)
se refiere a 11 generaciones después de los días de Zorobabel, W.
Rudolph asigna al núcleo de Crónicas un perído alrededor de los años
400-380 a. de J.C. Más tarde fue complementado dicho núcleo con
material demasiado variado y contradictorio que no pudo haber pro-
cedido de un solo editor (Wilhelm Rudolph, Chronikbücher, 1955).
Como ya lo hemos sugerido, uno de los argumentos más fre cu entes
esgrimidos en favor de una fecha tardía para Crónicas se encuentra en 1
Crónicas 3:19-24 que, según el TM indica seis generaciones después de
Zorobabel. Pero en realidad, como lo señala Young, los listados
de Crónicas, no siempre dan series directas de sucesivas genera-
ciones de padres a hijos, sino que algunos de ellos incluyen varios hijos
nacidos del padre previamente nombrado.• En este caso particular es
posible que la genealogía se haga llegar solamente hasta la segunda
generación después de Zorobabel. El texto indica que Hananías era el
hijo de Zorobabel y que Pelatías y Jesaías sólo fueron sus nietos. Nin-
guno de los nombres que siguen a éstos (desde el versículo 21 en

1. Cotholic Biblical Quarterly, 23:436-442.


2. La más persuasiva evidencia que Freedman adelanta para esta posición se halla en la
notable separación que hay según en el relato de Esdras entre la tarea de Zorobabel y
josué y el advenimiento del propio Esdras. Si el cron ista compuso su obra original
inmediatamente después de la terminación del templo, esta separación es fáci lmente
explicable. La obra del cron is ta finalizó con Esdras 3. Los documentos arameos de Esdras
4-6 constituyen un comp lemento posterior. Desde e l capítulo 7 hasta el final del libro
tenemos las memorias personales del mismo Esdras, quien, según Freedman, fue aprox-
imadamente contemporáneo de Nehemías. El propio hincapié de Esdras, tal cual se
colige de su larga oración registrada en Nehemías 9:6-37. fue sobre la tradición de Moisés
y del éxodo; apenas si mencionó en algo la dinastía davfd ica. Esto conforma un ab ierto
contraste con el cronista, que demostró el más agudo interés por la dinastía davídica y la
promesa davídica (2 Samuel 7 .) Es, por lo tanto, inconcebible, de acuerdo con Freedman,
que Esdras hubiera sido el autor de los libros de Crónicas (Catholic Biblical Quarterly],
23:441.
3. Pero cf. el último párrafo bajo el título " The Authorship and Date of Ezra-Nehemiah "
(Paternidad literaria y fecha de Esdras-Nehemías). pág. 452 de este capítu lo.
4. E. J. Young, IOT, pág. 383.
LmRos HisTóRic o s PosTERIORES AL ExiLIO 1 v 2 CRóNIC1\ S. E sDRAS
NEI-lEM[AS. E STER 44 7

adelante) tien en nada que ver con la genealogía de Zorobabel; por lo


tanto, difícilmente pudiera considerarse este versículo como apoyo
para una fecha tardía de composición .
Por alguna razón , otro versículo que también se aduce como
argumento en favor de una fecha de composición tardía es 1 Crónicas
29:7, que menciona cierta cantidad de dinero en dóricos [Biblia de
Jerusalén) (adarkonfm). Y puesto que el dórico aparentemente reci-
bió su nombre de Darío I (520-486), su mención en con exión con el
ti empo del rey David, debe considerarse como un anacronismo. Al
mismo tiempo, debe con cederse el hecho de que los dóricos habían
circulado durante muchas décadas an tes de la época de Esdras, y no
habría dificultad alguna para que se refiriera a ell os como una unidad
monetaria corriente. Y puesto que el dórico representaba un peso bien
conocido en oro, no hay ninguna razón en particu lar por la cual Esdras
no hubiera podido computar la can tidad de metálico contribuido por
los príncipes israelitas para el sevicio del templo , y luego convertir la
suma en un número equivalente de dóricos , lo cual sería mejor com-
prendido por la gente de la generación de Esdras. 5
FUENTES DE CRONICAS
Más de la mitad del material contenido en Crón icas se repite o tiene
su equivalente en otros libros del Antiguo Testamento, especialmente
en Génesis, Samuel y Reyes. El au tor menciona por n ombre muchas de
sus fuentes extraca nónicas: (1) El Libro de los Reinos (o Reyes) de Judá
e Israel (o de Israel y Judá) que puede ser lo mismo que el Libro de los
Reyes de Israel y las Palabras de los Reyes de Israel (Young los con-
sidera como m eras variantes de un mismo título); (2) la Historia (mid-
rash) del Libro de los Reyes (que pu ede ser diferente, o no, del pre-
viamente mencionado) ; (3) Las Palabras de Uzías compuestas por el
profeta Isaías; (4) Las Palabras de Semaías el Profeta y de Iddo Vidente;
(5 ) el Midras del profeta Iddo; (6) las Palabras de Jehú, el hijo de
Hanani; (7) Las Palabras de Hozai. Se discute si el cronista en realidad
copió de Samuel y de Reyes; la mayoría de los autores presumen que sí
(cf. New Bible Commentary -Nuevo Comentario Bíblico-). Otros, como
Zoeckler (en e l Commentary -Comentario- de Lange, págs. 18-20 ) y E.
J. Young (IOT, págs. 384, 385), creen que copió de fu entes comunes
anteriores, pero que las diferencias en detalle y disposición anulan la
posibilidad de haber copiado directamente.
CONFIABIL!DAD HISTORICA DE CROI\lJCAS
Ha existido una tendencia entre los críticos liberales a impugnar la

5. Las más recientes evidencias indican la identi ficación de este término adarkónim,
como así también el dark' mónirn de Nehemías 7:70, con las dracmas griegas más bien que
con los dóricos persas. Cf. el punto 6 de la pág. 458.
448 R ESEÑA CRíTICA DE Ui\'A I NTRODUCCIÓN i\L A NTIGUO TESTAMENTO

confiabilidad de casi todas las afirmaciones de Crónicas que no figuren


también en Samuel y Reyes. Tal escepticismo es totalmente injustifi-
cable, puesto que el cronista cita muchas fuentes no mencionadas ni en
Samuel ni en Reyys y que, por lo tanto, podrían incluir información no
descubrible en éstos. También conviene notar que estos asuntos adi-
cionales en términos generales coinciden con los propósitos básicos del
libro como lo señalamos en el primer párrafo de este capítulo. Así,
pues, la preocupación por las instituciones religiosas, como parte esen-
cial para la perpetuación de una verdadera teocracia, lleva a la men ción
de músicos y cantores del templo, las genealogías sacerdotales , y desa-
rrollos cultuales de d iverso tipo. Del mismo modo, la preocupación por
grandes decisiones d e fe lleva a la inclusión de información adicional
sobre reyes y profetas que tuvieron que enfrentar estas decisiones. Así
también , se m enciona a Roboam cuando se enfrentó a la invasión de
Sisac, y a Asa, cuando se enfrentó a Zera el etíope; el intento de Uzías
de lograr seguridad protegido por una gran ejército en pie de guerra y
amb iciosas em presas comer c iales; el tardío arrep en timiento de
Manasés;6 la gran pascua nacional de Josías, etcétera. Figuran info rma-
ciones adicionales respecto a los profetas Samuel, Gad, Natán, Ahías,
Semaías, Hanani, Jehú y hasta a Elías. Se m encionan ciertos profetas
que no figuran en ninguna parte de las Sagradas Escrituras : Asaf, He-
mán, Jedutún , Idd o, los dos profetas llamados Oded ; y también Jehaziel
y Eliezer.
Fiel a sus principios básicos, el cronista omite desde la época de
David en adelante todo cuanto no esté estrictamente conectado con la
dinastía davídica, puesto que era la única línea válida para la teocracia.
Así, pues, se omiten en gran parte los del itos cometidos por David,
'Amnón , Absalón, Adonías y Salom ón puesto que en n ada significativo
contribuían a la edificación o preservación de la teocracia. Así también
se a lude al Reino del Norte solamente cuando entraba en contacto con
el reino de Judá, porque las diez tribus n o tenían un rey válido que
reinara sobre ell os por autoridad de Dios, y porque sostenían y
apoyaban un cisma herético que prácticamen te los eliminaba del culto
en el templo de Jerusa lén .
Si bien es cierto que las genealogías en este libro son a veces frag-
mentarias e incompletas, bien pudo suceder que el autor supuso que
había otras fuentes d e conocimiento (tanto Samuel como Reyes y
los libros no canónicos) que habitualmente eran accesibles y bien

6. El relato que fi gura en 2 Crón icas 33, respecto a la encarcelación de Manasés en


Babil on ia, ha s ido tratado por m uchos eruditos como apócrifo y d e fecha tardía . Pero
recibe confirma ción de un Iexto de Asarjadón , que afirma: "Convoqué a los reyes de Siria
y a los de allende el mar, a Baal, rey de T iro, Ma nasés, rey de judá ... Musuri rey
de Moab .. . veinte reyes en total; les di mis órdenes" (D. D. Luckenbill, Ancieni Records
of Assyria and Babylonia (Antiguos documentos de As iria y Babi lo ni a) [Chicago: U.
Chicago, 19271 vol. 2. , sec. 690).
LIBROS HISTóRICOS Pos·fEI~IORES AL Ex1uo 1 v 2 CRóN ICAS. Eso KAS
EHE~IÍAS. E STER 449

conocidas por su público. Así, en 2 Crónicas 26 :17 y 31:10 se omiten


Joiada y los dos Azarías. Por supuesto no podemos elimi nar tota lmen te
la posibilidad de que copistas subsiguientes del manuscrito de Esdras
inadvertidamente omiti eran algunos de estos nombres. W. J. Beecher
(en ISBE) sugirió que ta l vez el cronista tuvo acceso a tablillas fragmen-
tarias de arcilla, trozos de cerámica y papiros, y que en algunos casos
los copió tal como estaban, no indicando las lagunas existentes por
medio de puntos y gu iones, como lo hubieran hecho los copistas
modernos .
Hay varias indicaciones de descuido en la transmisión del texto de
Crónicas . Así encontramos numerosas diferen cias en la ortografía de
los nombres , al compararlos con los que aparecen en Génesis, Samuel y
Reyes. Algunos de estos errores se explican fácilmente como confusión
de letras similares tales como dalet (la letra d) y résh (la letra r) . El
nombre "Dodanim" de Génesis 10:4 figura como "Rodanim " en 1 Cró-
nicas 1:7 (Biblia de Jerusalén). (En este caso en particular, la ortografía
de Crónica s parece s uperior, pues probablemente es una referencia
a los habitantes de Rodas). También mém se confunde con he en
"Abías", que el cronista escribe en lugar de "Abiam" (si bien en este
caso las dos letras no se parecen en su forma) . Puesto que los puntos
para indicar vocales no fueron introducidos por los escribas judíos
hasta el año 500 d. de J.C., o más tarde aún, no deben sorprendernos las
discrepancias que puedan existir en estos nombres propios escritos d e
dis tinta manera.
La inferioridad en la transmición del texto también aparece en los
números que figuran en afirmaciones estadísticas. Los críti cos liberales
han procurado seña lar una constan te tendencia del cronista a exagerar
las cifras cada vez que ocurre una discrepancia entre Crónicas y Reyes.
Sostienen que representa una inveterada política de glorificar e l pasado
por medio de una deliberada exageración. Un prolijo análisis de los
datos textuales indica , sin embargo, la falacia de estas conclusiones. En
la inmensa mayoría de los casos donde se dan valores numéricos en
Cró n icas, Reyes y Sam u el, ha y perfecta co in cidenc ia. Figuran
so lamente 18 6 20 ejemplos de discrepancia. De éstos , alrededor de un
tercio, que se refi eren precisam ente a las mismas estadísticas, aparecen
un mayor número en Samuel o Reyes que en Crónicas (cf. 1 Crónicas
11:11 y 2 Samuel 23:8; 1 Crónicas 21:5b y 2 Samuel 24:9b; 2 Crón icas
3:16b y 1 Reyes 7:20b; cf. versículo 42 ; 2 Crónicas 8:10 y 1 Reyes 9:23; 2
Crónicas 36:9 y 2 Reyes 24:8). A menudo la discrepancia reviste po-
quísima importancia en lo que se refiere a las cifras, y la inmensa
mayoría de los casos se explican por el hecho de que no se refieren
precisamente al mismo grupo de personas o cosas, exactamente al mis-
mo tiempo o en la misma precisa categoría. Ocasionalmente la cifra
dada en Crónicas en menor y más creíble que en el pasaje paralelo. Por
45 0 RESEÑA CRíTICA DE UNt\ I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

ejemplo, el número de establos o caballerizas que hizo construir Salo-


món fue de 40.000 según 1 Reyes 4:26 pero en 2 Crónicas 9:25 la cifra es
de 4.000. (En el pasaje de Reyes, según la versión del Rey Jacobo,
40.000 es el número de caballerizas, pero en Reina-V a Jera, 40.000 no es
el número de caballerizas, sino de caballos. N. del T.) En otro ejemplo,
el número de enemigos que el valiente Jasobeam mató en una sola
batalla fue de 300, según 1 Crónicas 11:11 , pero en 2 Samuel 23:8 la
cifra se eleva a 800.
Al analizar este tema de las discrepancias numéricas, debemos fijar-
nos en el tipo de anotaciones que se practicaban en la antigüedad. Keil
señala que prácticamente todas las cifras sospechosamente elevadas se
expresan en miles como si fu eran números redondos basados en esti-
maciones aproximadas de contemporáneos. Sugiere que los números
propiamente dichos se expresaban indud ablemente por m edio de letras
al fabéticas, y en esa fo rma estaban más expuestos a corrupción por
parte de los copistas posteriores, especialmente cuando tenían que
vérselas con manuscritos gastados y manchados. (Resulta interesante
observar que en las primeras monedas judías, que ciertamente corres-
ponden a, la época de la primera revuelta que ocurrió en el año 67 d. de
J.C., si no corresponden al período hasmoneo del siglo U a. de J.C., se
emplearon letras alfabéticas para ind icar los números, especialmente
en el registro de las fechas.) Así, la exagerada cifra de 50.070 hombres
que registra 1 Samuel 6:19 como el número de personas que hizo morir
el Señor en Bet-semes, se explica como una con fusión en los dígitos.
Recordemos que el sistema alfabético, en las anotaciones numéricas,
necesitaba solamente algunos puntos por encima o por debajo para
multiplicar por mil; de esa m anera, la letra nun con dos puntos por
encima significaría cin cuenta mil (cf. Gesen ius Kautzsch, Hebrew
Grammar - Gramática hebrea- 5:1). '
Sin embargo, el descubrim iento de los papiros de Elefantina per-
mite imaginar la posibilidad de que al par que los hebreos utilizaban el
sistema de anotaciones numéricas para indicar grandes cifras, pudieron
haber utilizado trazos verticales u horizontales más que letras alfabéti-
cas. En estos papiros, por ejemplo , se indican los dígitos hasta diez por
medio de trazos verticales con un signo especial para el número cinco.
Los números de diez en adelante se los indica por medio de trazos
horizontales; y hay signos especiales para indicar los cientos y los
miles , que se derivan de las letras iniciales de los nombres de estos
números. 8 A la luz de toda esta evidencia, resu lta imposible sostener
7. C. F. Keil analiza este problema con cierto detalle en su comentario sobre Crónicos.
págs. 43-45.
8. Un excelente estudio d e estos números y su importancia sobre las discrepancias
numéricas en Neh emíos y Esdras, lo tenemos en el arlfculo escrito por H. L. Allrik, "The
Lists of Zerubbabel and the Hebrew Numeral Notation" (Las listas de Zorobabe l y las
anotaciones numéri cas hebreas), en BASOR, No. 136 (d ic iembre d e 1954), págs. 21-27.
LI13ROS H isTóRicos P osTERIORES AL EXILIO 1 Y 2 CRúNIC1\S. EsDRAS
EIIEMÍAS. E STER 45 1

algún argumento vá lido que pruebe alguna discrepancia origina l entre


los manuscritos autógrafos de Crónicas y los pasajes relevantes de los
otros libros canónicos. Sin temor a equivocarnos podem os afirmar que
todas las denominadas discrepancias que se han señalado carecen de
va lor, una vez sometidas al análisis de la crítica textual o de la exégesis
con textual.
No quisiéramos cerrar este debate si n mencionar una interesante
observación formulada por W. F. Albright. Sostiene que los criticas
erraron al considerar que el cronista se equivocó al fijarle a los músicos
de l templo una fecha que concordaría con el reinado de David. "Pode-
mos decir ahora, con toda certeza, que las asociaciones de músicos
tuvieron su origen e n la época de los canan eos, muchísimo antes de la
época de David. Los canan eos del segundo mil eni o habían desarrollado
notoriamente su arte musical, tal como nos inform an fuentes egipcias,
que a menudo hablan de los instrumentos mus icales cananeos y dibu-
jan músicos cananeos. Los nombres de los fund adores putativos de
estos gremios o asoc iaciones de músicos, Hemán , Etham Oeduthun),
Asaf, nos hablan del tipo ca naneo; y los proverbiales sabios, Calcol
(ASV) y Darda, que se asocian con aque ll os en 1 Reyes 4:3 1, tien en
nombres de un tipo particularmente com ún entre los músicos." 9 Así,
Calco! aparece en una inscripción egipcia del siglo XIII, recientemente
descubierta en Megido, como el nombre de un gran músico cananeo de
la región de Ascalón.
ESDRAS Y NEHEMIAS

El nombre Esdras parece ser una forma ara mea del hebreo 'ezer,
ayuda. El nombre Ne hemías, hebreo NeJ:tem-Yah, significa "consola-
ción de Jehová" . Estos dos libros son tratados como uno solo por los
escribas hebreos; no hay separación en el TM entre el final de Esdras 10
y el comienzo de Nehemías 1 , y las estadísti cas para los dos libros
fi guran al final de Nehemías. El tema de este libro compuesto es el
registro de la reconstrucción d e la teocracia h ebrea sobre el fundamento
físico y espiritual de l pasado. Así como Di os protegió a su remanente
del odio de sus enem igos externos, así también los liberó de la insidiosa
corrupción de los falsos hermanos que había en el seno de la comu-
nidad h ebrea.
130SQUEJO GENERAL DE ESDRAS Y NEHEMlAS

l. Primer retorno de los exiliados, Esdras 1:1 - 2:20


11. Restauración del culto a Jehová, 3:1 - 6:22
III. Segundo retorno bajo la dirección de Esdras , 7:1- 10:44
IV. Restauración de los muros d e la ciudad, Nehemías 1:1 -7 :73
V. Reformas de Esdras y Nehemías, 8: 1- 1 3:31
9. Albright, " The Old Tcs tamcnt and Archaelogy" [E l Antiguo Testamento y la arqueolo-
gfa), en Old Testament Com mento ry, ed . Alleman and Flack, pág. 63.
452 RESE ÑA CRiT ICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIG UO TESTAMENTO

Como ya lo dijimos en el capítulo dedicado al canon, los primeros


comentaristas con sideraban a Esdras y Nehem ías como un solo libro.
Entre dichos comentaristas se cuenta Josefa, que asignaba al Antiguo
Testamento 22 libros. La misma tradición siguieron los eruditos cris-
tianos como Melito d e Sardis (citado por Eusebio) y Jerónimo. También
la Versión d e los Setenta agrupaba en uno los dos libros, y llamaba
al canónico Esdras-Nehemías, Esdras B ó 2 Esdras, para distinguirlo
del apócrifo 1 Esdras. Sin embargo, la Vulgata los dividió en 1 Esdras y
2 Esdras. La lógica de esta división surge de la doble lista de judíos que
retornaron como la registran Esdras 2 y Nehem ías 7, pues resulta difícil
imaginar que la misma lista figurara dos veces en el mismo libro
original.
PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE ESDRAS Y NEHEMIAS

Si se s upone que e l Artajerjes mencionado en Esdras 7:1 era


Artajerjes l, Longimano, la llega da de Es dras a Jerusalén tu vo que haber
ocurrid o en el año 457 a. de J.C. (el séptimo año del rey, Esdras 7:8). Por
lo tanto, la carrera de Esdras en Jerusalén comenzó doce años antes de
la llegada de Nehemías, que n o llegó hasta el vigésimo añ o, o sea el 445
a. de J.C. Sin duda alguna , el propio Esdras escribió gran parte del libro
que lleva s u n ombre. (Obsérvese el u so de la primera persona en Esdras
7-10.) Pero evid entem ente incorporó en la edición final las memorias
de Nehemías (es d ecir, el libro de Nehemías) incluyendo aun su propia
li sta d e los que retornaron. Utilizando las facilidades brindadas por la
biblioteca d e Nehemías, es probable que Esdras compus iera Crónicas
durante ese mismo período.
Tal cual se ha s ugerido, Albright al comienzo situó a Esdras en el
reinado de Artajerjes II, Mnemón, 404-359; p ero tal teoría haría espú-
rios algunos pasajes com o Nehemías 8:2 , puesto que mencionan a
Esdras como contemporáneo de Nehemías. Tambi én entraría en con-
flicto con la evidencia brindada por los papiros de Elefantina, que
mencionan al sumo sacerdote Johanan y a Sanbalat, el gobernador de
Samaria. Este Johanán fue nieto del Eliasib, que figura en Nehemías 3:1 ,
20, y Neh emías fue con temporáneo de Eliasib. Por lo tan to, se deduce
que cuando el relato bíblico habla d e que Neh emías fu e a Jerusalén en
el ali.o 20 de Artajerjes (Nehemías 1:1) y nuevamente en su trigésimo
segundo año (Nehemías 13:6), tiene que referirse a Artajerjes I (lo cual
da las fechas 445 y 433 respectivamente) , y n o el reinado de Artajerjes II
(quedaría las fechas 384 y 372 respectivamente, demasiado tarde en
relación con el sumo sacerdocio de Johanán).
Res ulta interesante observar que en sus más recientes declaraciones
sobre el tema, Albright ha modificado algo su antigua posición. Dice :
"Hemos informado de manera no muy satisfactoria sobre la fecha de
Esdras. Las evidencias más recientes favorecen una fecha para la mi-
LIBROs HisTóRICOS P osTERI ORES AL ExiLIO 1 v 2 CRóN ICAS . EsDRAS
NEHEMíAs. EsTER 453

sión de Esdras alrededor del trigésimo séptimo año del reinado de


Artajerjes; es decir, más o menos el año 428 a. de J.C. No está en claro si
Nehernías estaba en Jerusalén en esa epoca; no se lo menciona específi-
camente en las memorias de Esdras, propiamente dichas; las eviden cias
son contradictorias. Pero pocas dudas caben de que su influencia fue
directamente responsable del edicto rea l que dio a Esdras dil atados
poderes en relación con su plan de reformar la organización religiosa
en Jerusalén. "' 0
Más recientemente, John Bright ha defendido es ta teo ría d el
" trigésimo sépti mo año" sobre las siguientes bases. "
l. Si Esdras realmente llegó en el sép timo año de Artajer jes,
hubiera significado que transcurrieron 13 años antes que él, cuyo ex-
preso propósito de venir a Jerusalén había s ido el de enseñar la Tora
(Esdras 7:10), se decidiera a leer la Tora a la gente (tal como se expresa
en Nehernías 8:1-8). Sin embargo , Nehemfas 8 solamente relata una
solemne lectura de la ley en ocasión de la fi esta de los Tabernác ulos.
No implica de ninguna manera que Esd ras no hubiera en señado
diligentemente la ley a reducidos grupos de discípulos y de levitas
durante los doce años precedentes.
2. Si las reformas d e Esdras, corno figuran en Esdras 9 y 10, real-
mente precedieron a las de Nehernías, llegamos obligadamente a " la
conclusión de que Esdras, de una u otra manera, fracasó." Presumi-
blemente, por lo tanto, estas reformas de Esdras (respecto a los casa-
mientos mixtos con los paganos) tuvieron que haber sido contempo-
ráneas con las de Nehemías (quien tornó medidas correcti vas en rela-
ción con la usura en el capítulo 5 , y en el capítulo 13 , respecto al
espacio otorgado a Tobías el amonita en los atrios del templo , el atraso
o abandono en el pago de los diezmos, la profanación del sábado , y los
casamientos mixtos con mujeres extranjeras). Pero es digno de observar
el hecho de que solamen te el pecado de los casamientos mixtos fu e
objeto del tratamiento tanto por parte d e Es dras (alrededor de 457 a. de
J.C.) como por parte de Nehernías (alrededor de 434 a. de J.C.). Sería
ingenuo suponer que en un intervalo de 23 años , este abuso no hubiera
podido haberse replanteado, como para requerir una renovada atención
por parte de Nehemías. No tiene sentido alguno , por lo tanto , describir
esto como un "fracaso. "
3. Se dice que cuando Esdras vino por primera vez a Jerusa lén ,
halló la ciudad " habitada y relativamente segura," mientras que Nehe-
mías la encontró "mayormente en ruinas." Pero ninguna de estas afir-
maciones cuenta con el apoyo del texto escritura!. En ninguna parte

10. Albright, citado en L. Finkelstein , The ]ews [Los judíos) (Nueva York: Harper , 1955),
pág. 53.
11. Bright, A History of Israel (Una historia de Israel) . págs. 377, 378.
454 RESEÑt\ CRíTICA DE Ul'li\ I NTRODUCCIÓN i\L ANTIGUO TESTAMENTO

afirma Nehemías que Jerusalén no estaba habitada o que estaba en


ruinas en su mayor parte. Lo que sí explica es que los muros de la
ciudad no habían sido reconstruidos, y que había ciertos sectores de la
ciudad que aún mostraban los estragos de la guerra. Lo mismo p udo
haberse dicho de Lond res o de Berlín luego de la Segunda Guerra
Mundial; pero ¿quién podría deducir de ello que esas dos ciudades
estuvieran desh abitadas? Cierto es que Nehemías tuvo que ejercer pre-
sión sobre ciudades foráneas para que contribuyeran con una mayor
población que garanti zara el mantenimiento y la defensa de la capital
recién fortificada (capítulo 11) ; p ero ésta fue un a med ida dictada p or
con sideraciones puramente militares. Nu nca dejó entrever Esdras que
los viejos límites de Jerusalén fueron completamente repobla dos en su
día. En cuanto a la aparente seguridad de la ciudad, no h ay ninguna
indicación de que los estados vecinos se preocu paron por los judíos,
hasta qu e éstos comenzaron con real seriedad a reconstruir su s muros,
acontecimiento que n o se produjo aparentemente (si bien Esdras con-
taba con la autorización para recon struirlos, Esdras 9:9) hasta que el
acaudalado nuevo gobernador llegó con sus tropas y recursos una do-
cena de años después.
4. El hecho de que Nehemías 12 :26 coloca el nombre de Nehemías
antes que el de Esdras, hace s upon er que Nehemías precedió a Esdras
en punto a tiempo. Pero obviamente la razón de que su nombre se
menciona primero se debe al hecho de ser el gobernador designado por
Artajerjes, y por lo tanto, superaba en rango e importancia a Esdras, qu e
era solamente el jefe espiritual de la comunidad.
5. Debe observarse qu e la suposición de que el "séptimo aiio" que
se menciona en Esdras 7:7 fue un error , y que debe decir "trigesi-
moséptimo año", se complica por el h echo de que las reformas de
Nehemías que se mencionan en el capítulo 13, aparen temente se reali-
zaron en el "trigésimosegun do año" de Artajerjes (Neh emías 13 :6) .
Parece mucho más im probable que las medidas contra los casamientos
mixtos con idólatras las hubiera repetido Esdras en el breve lapso de
cinco aiios después que Nehemías tuvo que lidiar con este problema en
445-4 4 4, y no que Nehemías hubiera encarado de nuevo el problema 23
aiios después de las reformas de Esdras.
Por lo tanto, la única conclusión razonable que nos queda es que
Esdras retornó en el año 4 58 ó 457 a. de J.C., y que el primer período de
gobierno de Nehemías ocurrió en el año 4 4 5, y su segundo gobierno, en
el año 4 33. Y esto solo hace justicia al testimonio del texto bíblico.

OBJECIONES CRITICAS A LA HISTORICIDAD Y AUTENTICIDAD DE ESDRAS Y NEI-lEMIAS

1. Para demostrar una fecha tardía del te rcer siglo (o más tardía
aún), m uchos críticos han echado mano a dos nombres mencionados
LI13Ros HISTóRICos PosTERIOREs AL Ex1uo 1 v 2 CRóNICAS. EsDRAS
rEIIEMíAS. ESTEH 455

incidentalmente en estos libros, el d e Johanán (Esdras 10:6) y el de


Jadúa (Nehemías 12:11).Como ya se indicó, Johanán fue "hijo " de
Eliasib, m encionado como contemporáneo d e Nehemías en Nehemías
3:1. Ahora bie n, los papiros de Elefantina mencionan un sumo sacer-
dote Johanán, que fue nieto de Eliasib, y que vivió algo d es pués de la
época de Nehemías. E. J. Young se p regunta (IOT, pág 375) si el Johanán
de Esdras 10:6 (a cuya habitación fue Esdras para entris tecerse y ayu-
nar) fue el mismo nieto de Eliasib. Cree que es más probable que fuera
el hijo del Eliasib que se m enciona en Nehemías 13 :4 y 7, y no un n ieto
(si bien e l hebreo ben puede in dicar tanto la tercera como la segunda
generación). Por otra parte, concede Young, pudo ha ber sido el nieto
que en sus años jóven es no había alcanzado aún e l grado de sumo
sacerdote; sin embargo, como miembro de la fa m ilia d e los s umos
sacerdotes , era de es perarse que se le asignaran hab itaciones en el
recinto d el templ o.
Objeciones más serias respecto de la exactitud hi stórica de Nehe-
mías, surgen a causa de que men ciona a Jadúa. Josefa (A ntigüedades
11 .8.4) afirma que e l nombre d el sumo sacerdote en los días de Alejan-
dro e l Grande, en el a ño 330 a. de J.C., fu e Jadúa , y de a llí se ha inferido
que la mención de ese nombre en Nehemías 12 :11 reve la el hecho de
que Neh emías tu vo que haber s ido compuesto muc ho antes de l propio
Nehemías histórico . Los hechos son como siguen. El linaje de los
sumos sacerdotes, a partir de la época del retorno de l exilio en el año
536 a. de J.C. , inclu yó la sip:uiente su cesión: Jesúa, padre de Joiacim,
padre de Elias ib, padre de Joiada, padre d e Jon atá n y Johanán (contem-
porán eos más jóvenes que Nehemías , Ne h emías 13:28) y luego Jadúa,
hijo de Jonatán (Ne hemías 12:11). Si Jona tán con taba con 20 años de
edad en e l año 456 a . de J.C., tendría que h aber tenido 86 años de e dad
para la época en que se escribió la Carta Elefantina No. 30 (edición de
Cowley). 12 Si Eliasib hubiera ten ido 25 a ños de ed a d cu ando nació
Joiada y 50 años d e edad cuando nac ió Johanán , e n ese caso hubiera
tenido 80 años de e dad e n el año 446, edad en la cual aún hubiera
podido dirigir la construcción en la sección sacerdota l d el muro de
Jerusalén. De ello se deduce que Jad úa difícilmente pudo haber nacido
despu és d el año 420 o e l 410 a. d e J.C. , y por lo tanto , tendría entre 80 y
90 años de edad para la época d e A lejandro el Grande. E. J. Young
sugiere, por lo ta nto, que Nehemías pudo haber vivido para ver a Jadúa
en su juventud. Por otra parte, es muy posible, com o lo señala E. D.
Wilson (IBSE, pág. 1084a), que el re lato de Josefa no sea totalm ente
confiable. En el mismo cap ítulo, Josefa habla de los personajes fácil-

12. La carta No. 30 fu e d irigida por jedonlas, dirigente religioso d e los judíos elefa ntinos,
al gobernador Bagohi (también vocalizado como Bigvai) de jud ea, quejándose de que
johanán, el sumo sacerdote de jerusalén, había desca rtado la neces id ad d e recons truir el
templo recientemente d estruido en Elefantina .
456 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

mente d emostrables del siglo quinto, Sanbalat' 3 y Manasés, como si


hubieran estado con Jadúa, y esto nos lleva a sospechar que Josefa de
algún modo perverti.ó las fechas y se vio envuelto él mismo en anacro-
nismos. Por lo tanto, pudo haber sido algún descendiente de Jadúa el
que realmente saludó a Alejandro el Grande cuando este entró en Jeru-
salén . De cualquier forma, las evidencias que acabamos de citar de
ninguna manera tienen la fuerza suficiente para desechar la credibili-
dad de los libros de Esdras y Nehemías.
2. Algunos críti cos h an señalado otra expresión que revelaría una
fecha tardía de composición: "Daría el persa " (Nehemías 12:22). La
tesis sostiene que, puesto que a Daría se lo describe como persa, ello
indicaría que el autor vivió en el período griego, después que Alejandro
conquistara Asia. De ninguna manera esto representa una necesaria
conclusión. Bien pudo haber sido designado de esa manera para dis-
tinguirlo del anterior Daría de Media del que habla Daniel 6.
De manera simi lar, el título " rey de Persia," que figura en Esdras 1:1
y otros pasajes, ha merecido la condenación de algunos autores en
cuanto a su his toricid ad, por no pertenecer a l período persa. Sin em-
bargo, las recientes investigaciones han permitido demostrar que el
título "el rey de Persia" fue empleado por no menos de 18 distintos
autores en 19 documentos diferentes en 38 distintas referencias que
datan del período persa, y eso también con referencia a por lo menos
seis diferentes reyes persas. Hay también varias otras objeciones " eru-
ditas" que han sido rotundamente refutadas por la arqueología.
3. Se han plantead o objeciones en base a diferencias descubiertas
en las dos copias del decreto de Ciro , la versión hebrea de Esdras 1 y la
versión aramea de Esdras 6 . Pero debe tenerse en cuenta que el edicto
registrado en Esdras 6 fue h allado en Ecbatana , Persia, mientras que el
de Esdras 1 fue promulgado en Babilonia. Es legítimo inferir que la
copia aramea fu e un resumen compendiado del edicto para su pre-
servación en los archivos; la forma hebrea representaba la redacción tal
cua l fue entregada a los judíos. Interesante resulta observar que de-
muestra una deferencia a l Dios de los judíos muy similar a la deferencia
que Ciro le expresó a Marduk de los babilonios cuando promulgó un
edicto de libertad religiosa para el populacho babilónico (cf. Pritchard,
ANET, pág. 316).
4. Se pensaba antes que las porciones arameas de Esdras, (p. ej., la
correspondencia y los decretos registrados en los capítulos 4-7) refl e-
jaban un período del arameo posterior al que hubiera utilizado un autor

13. Observemos, sin embargo, que un papiro arameo, publicado en el afio 1962 y datado
entre 376 y 335 años a de J.C. , aclara perfectamente bien que hubo tres Sanbalats: uno
contemporáneo co n Nehemfas, otro contemporáneo con los papiros e lefan tinos
(a lrededor 400 a d e J.C.) y un tercero contemporáneo con Alejand ro el Grande (alrededor
de 330 a d e J.C.) (Cf. E. Yamauchi , "Stones, Scripts and Scholars" (Piedras, inscripciones
y Eruditos), en Christian ity Today (Cristianismo hoy) 14 de febrero de 1970).
LmRos HisTóRicos PosTERIORES AL ExiLIO 1 v 2 CRóNIC,\S. EsoRAS
NEIIEMÍAS. ESTER 457

del siglo quinto. Pero como lo señala Albright (en Alleman and Flack,
pág. 154), los pap iros de Elefantina demostraron que el arameo de
Esdras es efecti vam ente característico del quinto s iglo (aparte de a lgu-
nos cambios modernizados en la grafía) y que las cartas que cita Esdras
son muy similares en estilo y lenguaje a las que emanaban d el Egipto
del s iglo quinto. Continúa diciendo: " Las cartas aún no publicadas que
están en manos de Mittwoch aumentarán sustancialm ente los paralelis-
mos y darán un golpe d e gracia a la opinión d e Torrey de que existen
numerosas palabras griegas en el arameo de Esdras."
5. Se ha p lan teado la objeción de un aparente anacronismo en
Esdras 4, que pasa d e una referencia a Ciro el Grande (558-529) a Jerjes
(485-465) a Artajerjes I (465-424), y luego a Daría I (522-485). Se insiste
en que semejante confusión en el orden de los monarcas podía surgir
so lamente en una producción tardía, en la cual el au tor hubiera olvida-
do la verdad era y real sucesión de los reyes. Pero esta conclusión no
puede manten erse exitosamente a la lu z d e la evidencia interna. Surge
con toda claridad, según Esdras 4:5 , que el autor estaba enterado de que
el rey Daría reinó entre Ciro y Jerjes "para fru strar los propósitos de
ellos, todo el ti empo de Ciro ... y hasta el reinado de Daría rey de
Pers ia. Y en el rei nado de Asuero, en el principio de su reinado, escri-
bieron una acusación contra los ha bitantes de Judá y de Jerusalén"
(ASV) . Un cuidadoso estudio del cap ítu lo nos revela que los versículos
5-23 constituyen un largo paréntes is que trata, no de la construcción
del templo, sino d e la erección de las murallas d e la ciudad . Este
material es incorporado en este punto simplemente para indicar la
malignidad de los adversarios de Judá.•• No hemos de entender que la
oposición d e Rehum y Simsai se produjo alrededor del año 520, sino
más bien al final de la década que comenzó en 460, al comienzo del
reinado de Artajerjes I. En 4:24, la narración vuelve al punto en que se
abrió el paréntesis e n el versículo 3, es decir al tiempo en que el templo
aún no se había reconstruido. En otras palabras, no hemos d e entender
que aquí el propósito de Esdras sea un relato estrictamente cronológico,
sino más bien una historia d e la oposición a la edificac ión de los muros
de la ciudad desde la época de Ciro hasta el reinado de Artajerjes. Sigue
un orden temático y no tanto cronológico. Puesto que la carta citada en
4 :11-16 no m enciona para nada la reconstrucción d el templo, sino
solamente la erección de la muralla, resu lta evidentísimo que el templo
había sido ya completado (suceso que tuvo lugar e n el año 516 a de J.C.)
y que en este caso se hace refere ncia a un intento que hubo a comienzos

14. En lo que respecta a uno de los más determinados opositores de judá, Gesem o
Gasmu (mencionado en Nehemías 2:19. 6:1-2) el árabe. obsérvese el reciente descubri-
mi ento de vasijas de plata en un sepulcro egipcio de la región nordeste del Delta, que
lleva el nombre de " Qaynu , hijo de Gesem, rey de Qedar." Así sabemos d esde qué capital
de Arabia gobernaba este princip illo, a saber Qedar, en el noroeste. (Cf. l. Rabinowitz,
journa l of Near Eostern Studies, 15 (1956] :2-9; y K. A. Kitchen. AOOT, pág. 159.)
458 R ESEÑA CRíTICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TEST i\i\lENTO

del reinado de Artajerjes p ara obs tacu li zar la reparación d e las fortifica-
ciones de la misma Jerusalén .
6. Algunos au tores sostienen que la referencia a las dracmas griegas
en Neh emías 7:71 (dar.k- m ónfm , hebreo) es evidencia de que esta es
una producción literaria del período griego. Pero com o lo señala J. P.
Free (ABH, pág. 253) , se han desc ubierto dracmas griegas en el nivel
persa d e las excavaciones en Bet-zur. Aparentemen te los emprende-
dores mercaderes de Hellas habían extendido sus relaciones co-
merciales aun hasta el Cercano Oriente en el siglo V a d e J.C. W. F.
Albright (JBL, [junio de 1942] pág. 126), se refi ere a las evidencias de
los papiros de El efantina sobre la exis tencia de las moned as dracmas
aun en Egipto en aquel período.

E sTER

El nombre 'estér aparentemente deriva del vocablo persa que signi-


fica estrella, staro. El n ombre hebreo de Esterera H•dassa h, que s ignifi-
ca mi rto. El tema de este breve libro es una ilustración d e la predomi-
nante providencia de Dios que libera y preserva a s u p ueblo de la
maldad de los paganos que planean su destrucción. Si bien no se men-
ciona explfcitamente el nombre d e Dios, nada más claro que el irresisti-
ble poder de su omnipotente determinación, que vigila sobre el pueblo
de su pacto , preservándolo d e la maldad de Satanás en su va no empeño
de actuar por medio de Amán para lograr la aniquilación de los judíos.
No es fácil dar razón d e la ausen cia del nombre de Dios en este
relato; la mejor explicación posible es que e l relato trata principalm ente
de los judíos que habían desdefi.ado s u oportunidad de volver a la tierra
prom etida y escog ieron permanecer entre los gentiles luego d el retorno
del remanen te fi el en el año 536 a d e J.C. Tenem os la certeza d e que
todos los actos de este emocionante drama ti enen Jugar en territorio de
los paganos; tampoco hay duda d e que la omnipotente determinación
d e Dios se infiere d efinitivamente en 4:14 : "Porque si callas absolu-
tamente en este tiem po , respiro y liberación vendrá de alguna otra parte
para los judíos ... ¿Y quién sabe s i para esta hora has ll egado al re ino?"
(ASV).

BOSQUEJO GENERAL DE ESTER

l. La fi esta de Asuero y el divorcio de Vasti, 1:1-22


Il. Elección de Ester como reina, 2: 1-23
III. Amán trama la d estrucción d e Mard oqueo y de los judíos , 2:1-15
IV. Mardoqueo persuade a Ester p ara que interve nga, 4:1-17
V. Exitoso pedido d e Ester al rey, 5:1- 7:10
L IBROS H isTóRICOS PosTERIORES A L EXILIO 1 Y 2 CRóNICAs. EsuRt\S
NEH EMíAs. E sTER 459

VI. Caída de Amán y liberación de los judíos, 8:1- 9 :1 6


VII. La fi esta de Purim, 9:1 7-32
VIII. Conclusión : la prominencia de Mardoqueo el judío, 10:1-3

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA

El texto no indica ni el autor ni la fecha de composición . Los erudi-


tos judíos registran la tradición (tan antigua como Josefa y re petida por
Ibn Esdras) de que fu e Mardoqueo el autor del libro , pero la forma en la
cual es mencionado Mardoqueo en 10: 2-3 su giere que su carrera ya
había termi nado . Otros posibles autores serían Esdras o Neh em ías, pero
para ninguno de los dos hay suficientes eviden cias lingüísticas, a juz-
gar por el estilo y la dicción de los tres libros en cuestión .
En cuan to a la fech a, el término a quo es la muerte de Jerjes (465 a
de J.C.). puesto que 10:2 parece implicar que su reinado había termi-
n ado. La fech a más tardía ad quem es anterior al año 330 a de J.C., ya
que no hay vestigios de influencia griega en el libro de Ester, ni en
lenguaje, n i en pen samiento. La fech a más probable de composición
sería en algún momento de la segunda mitad del siglo quinto (según E.
J. Young). Quienquiera que haya sido el autor, muestra tan profun do e
íntimo con ocimiento de las costumbres persas, que bien pudo haber
vivido en Persia y haber sido testigo ocular de los acontecimientos
relatados.

OPOSICION A LA HISTORICIDAD DE ESTER

l. Los críticos racionalistas han sacado mucho partido del hecho


de que los registros seculares no contienen men ción alguna sobre la
reina Ester. Segú n Herodoto, la reina de Jer jes durante este período, es
decir, desd e el séptim o año de su reinado (Es ter 2: 16) se ll amaba Ames-
tris, hija de un persa llamado Otan es (7:61 ). Se d ice que ella bru tal-
mente mutiló a la madre de Artaínta, amante de Jerjes (9.112). y que en
una ocasión hizo enterrar vivos a catorce jóvenes perte necientes a la
nobleza persa, como ofrenda de acción de gracias a un dios del otro
mu ndo (7. 11 3). Por cierto que el origen persa de Amestris y su sadista
brutalidad excluyen tod a pos ibilida d de identificarla con Ester, a
menos que Herodoto haya preservado una tradición muy pervertida y
errónea.' 5 Debe reconocerse que en los siguientes detalles hay satisfac-
toria coinciden cia entre los relatos de Ester y el de Herodoto : (a) en el

15. john Urquhart en el artículo de la ISBE sobre Es ter vacila en rechazar como imposible
la identificación que hace Scaliger de Ester con la Amestris de Herodoto. Sugiere que en
un mu ndo de despiadadas intrigas, pudo haberse visto obligada a tomar medidas que
for maron las bases del espeluznante relato de Herodoto. Pero esto h ubiera dejado sin
explicación el nombre y la nacionalidad persa d e su padre Otanes.
460 RESEÑA CRiTICA DE UNi\ l NTRODUCCIÓ 1
i\L A NTIGUO TESTAME!\'TO



SOSI -;¡
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Capitel taurino de una de las columnas del palacio de Suso (la Suso
bíblica, Nehemías 1 :1). [Cortesía del Louvre)
LIBROS HISTóRicos P osTERIORES AL ExiLIO 1 v 2 CRóNICAS. E soR1\S
l EHEMÍAS, E STER 461

tercer año de su reinado, 483 a. de J.C. , Jerjes convocó una asamblea de


sus nobles para planear una expedición contra Grecia, ocasión que bien
pudo haber dado lugar a la fiesta mencionada en Ester 1:3 (cf. Herodoto
6.7); (b) fue en el séptimo año de su reinado (479 a. de J.C.]cuando Ester
fue hecha reina (Ester 2:16), que correspondería al año en que Jerjes
volvió después de su derrota de Salamina y buscó consuelo en su harén
(Herodoto 9.108). Luego del violento choque con Amestris sobre el
problema suscitado por el caso de Artaínta, bien pudo haber escogido
Jerjes otra favorita en calidad de reina. En lo que respecta a Vasti, cierto
es que Herodoto no la menciona para nada; pero debemos tomar en
cuenta que Herodoto omitió mencionar mucha gente importante en su
relato. (Debemos recordar, por ejemplo, que sobre la base de la omisión
de Herodoto, los eruditos modernos solían negar la existencia de Belsa-
sar, hasta que subsiguientes descubrimientos arqueológicos verificaron
la historicidad de Daniel 5.)
2. Basados en Ester 2:5, 6, algunos críticos han sostenido que el
autor debió haber considerado a Jerjes como un cercano sucesor del rey
Nabucodonosor, puesto que implica que Mardoqueo fue ll evado cauti-
vo en la deportación de Joaquín en el año 597 a. de J.C., y estaba vivo en
el reinado de Jerjes (485 -465 a. de J.C.). Pero esta deducción se fun-
damenta sobre una errónea interpretación del texto hebreo; el ver-
dadero antecedente de la expresión "el cual" del versículo 6 no es
"Mardoqueo", sino más bien "Cis", su bisabuelo. De ser Cis el contem-
poráneo de Joaquín, como lo implica el autor, habrían pasado tres
generaciones para la época de Mardoqueo, apropiado intervalo entre
597 y 483.
3. Se ha planteado una objeción a Ester 1:1, sobre la base de que
127 era un número excesivo de provincias en el gobierno de Jerjes, ya
que Herodoto declara que el imperio estaba entonces dividido en 20
satrapías. Pero de ninguna manera puede afirmarse que el término
hebreo m•dfnah (provincia] representaba la misma unidad administra-
tiva que la satrapía griega; con toda probabilidad, la m"dfnah era una
mera subdivisión de ella. Así en Esdras 2:1 se hace referencia a Judá
como m•dfnah o subdivisión de lo que Herodoto especifica como Siria,
la quinta satrapía. Ni siquiera era estable el número de satrapías, pues
en la inscripción de la Roca Behistun se afirma que el imperio estaba
formado de 21 satrapías, y luego más adelante, en la misma inscripción
da el número de 23, y más adelante aún, 29. El propio Herodoto asegura
que había alrededor de 60 naciones bajo el gobierno persa. En vista de
toda esta evidencia, es prematuro afirmar categóricamente que el im-
perio persa no pudo haber estado dividido en 127 m•dínót en la época
de Jerjes.
4. También se ha objetado que los judíos armados no hubieran
podido matar de ninguna manera a 75.000 enemigos en el imperio
462 R ESEÑA CRíTICA DE UNA l NTROIJUCCIÓN A L A l\TIGUO TESTAMENTO

persa, en el escasísimo lapso de un solo día (como lo afirma Esler 9:16,


1 7), ni el gobierno persa hubiera permitido semejante matanza. Sin
embargo, es un razonamiento muy precario insis ti r en que lo no usual
equivale a lo imposible. A la luz de la pecu liar situación provocada por
el complot de Amán para destruir a toda la nació n jud ía, y del cuidado-
so equipamiento de los judíos con armas para des truir a sus enemigos,
no es de ninguna manera increíble que los judíos hubieran enfrentado y
derrotado a un número tan crecido de enem igos. Más aún, la historia
antigua cuenta con abundantes testimonios que el gobierno persa tenía
una acti tud dura y encall ecida hacia la vida h umana y cuando estaba
invo lucrado un miembro de la familia real, eran conocidos como in-
humanos en su severidad.
5. Muchos autores han expresado sus dudas sobre la historicidad
de Mardoqueo, y los sostenedores de la teoría de una fecha tardía han
rotu lado a Ester como una mera novela para reforzar la egolatría
nacionalista y mejorar la moral de los oprimidos y pisoteados judíos.
Pero más recientemente, los eruditos que anteriormente rechazaban
todo el relato por cons iderarlo meramente ficti cio, se han visto obliga-
dos a revisar sus conclus iones a la luz de una inscripción publicada por
Ungnad, en que se menciona a cierto Marduk-ai -a como funcionario en
Susa durante e l reinado de Jerjes. En realidad , el nombre de Mardukai
ha sido hallado con frecuencia en inscripciones babilóni cas tardías
(como bien pudiera esperarse de un nombre que s ignifica Hombre de
Marduk, el dios tute lar de la propia Babilonia).
6. En cuanto a las dudas respecto a la historicidad de Amán el
agagueo, resulta significativo que una inscripción de Sargón fue publi-
cado por Oppert, que menciona a Agag como un distrito del imperio
persa. A la luz de esta evidencia, resulta aparente que Amán era nativo
de esta provincia (y no un descen diente del rey amalecita Agag, como
suponía la tardía trad ición judía; cf. ISBE , pág. 1008a).
Una notable confirmación sobre la exactitud histórica del autor de
Ester ha sido hallada en una inscripción de Artajerjes II que afirma que
el palacio de Jerjes fue d estruido por fuego durante el reinado de
Artajerjes l. Esto significaría que dentro de los 30 años de la época de
Ester, el palacio en el cual ella vivió hubiera sido destruido, y en el
natural curso de los acontecimientos, nadie lo recordaría. Es difícil
imaginar que algún escritor posterior hubiera tenido la más mínima
idea de un edificio que había sido destruido tanto tiempo antes de su
época. La pica de arq ueólogos franceses ha descubierto los restos de
este palacio y demues tra que coincide perfectamen te en su disposición
con la estructura que se presupone en el libro de Ester (cf. ISBE , pág.
1009a).
Como conclusión, debe observarse que no hay otra posible explica-
ción del histórico h echo de la fiesta de Purim , tal como se observa entre
LIBROS H ISTÓRICOS P OSTERIORES AL E XILIO 1 y 2 CRóNICAS . E SIJI{¡\ S
NEH E~1íAs. E s TER 463

los judíos, excepto que tan notable liberación de la extinción del pue-
blo judío, fue históricamente cierta. No habría absolutamente ningún
motivo para fabricar una historia como ésta, a menos que estu viera
basada en hechos reales. El nombre Purim es incueslio nablemente au-
téntico, pues el térm ino puru , que s ignifica "suerte," ha sido hallado en
inscripciones asi rias.
CAPITULO 31
LOS PROFETAS POSTERIORES AL EXILIO
HAGEO, ZACARIAS, MALAQUIAS
HAGEO

El nombre Ijaggay s ignifica "festivo ," derivado de J:¡ag, festi val. Es


posible que el profeta recibiera ese nombre porque nació durante la
fiesta de la Pasc ua u otra importante festividad. El tema de esta profecía
es que si el pueblo de Dios coloca en primer lugar el programa, de El, su
casa y su adoración; entonces su actual pobreza y fracaso darán lugar a
una dichosa y fel iz prosperidad , en proporción con la fideli dad de ellos
al pacto.

BOSQUEJO GENERAL DE HAGEO

l. Primer mensaje : el descuido del templo es la causa de la depre-


sión económica , 1 :1-15
Il. Segundo mensaje: si bien menos pretencioso, el segundo templo
será más glorioso que el primero, 2:1-9
III. Tercer mensaje: la impiedad invalida el sacrificio y el egoísmo
hace fracasar las cosechas, 2 :1 0-19
IV. Cuarto mensaje: finalmente Dios triunfará, 2:20-23

fECHA Y PATERNIDAD LITERARIA DE HAGEO

De todos los libros del Antiguo Testamento, la profecía de Hageo


disfruta del raro privilegio de no ser imp ugnada por los críticos de
ninguna corriente de opinión. Se la recon oce como obra del propio
profeta Hageo , y la fecha que le asign a a cada uno de los m ensajes es
aceptada como rea l y au téntica. El primer mensaje fu e em itido el
primero de Elul (agosto-septiembre) en el segundo año de Darío, es
deci r, el 520 a. de J.C. ; el segundo mensaje lo emitió el profeta el día 21
de Tisri (septiembre-octubre] del mismo año; los mensajes tercero y
cuarto fueron emitidos el mismo día 24 de Kislew (diciembre-enero]
del mismo año. Por lo tanto , los cuatro sermo nes fueron anunciados
con intervalos de tres m eses entre s í.
464
L os PROFETAS P o sTERIORES AL Ex1uo H AGEO. Z AcARíAs. MALAQUíAs 465

TRASFONDO HISTORJCO DE IIACEO

Fue ésta una época d e severa p rueba para la fe d el remanente que


acababa de volver de Babilonia. Las hostiles intrigas de los adve rsarios
de Judá durante el reinado de Ciro h ab.ían logrado detener la recons-
trucción del templo catorce años atrás. Nada se había hecho en el
proyec to desde aquel entonces, si bi en un nuevo rey, Dario, el hijo de
Histas pes, había ascendido al trono en el año 521 a. de J.C. Los in-
fluyentes m iembros de la comunidad se conformaban con dejar incom-
pleto el costoso proyecto, al par que gastaban su dinero cons truyendo
para ellos mismos espléndidas mansiones. Pero repetidas pérdidas de
las cosechas les habían venido como advertencia de que h abían pecado
al utilizar la oposición política como excusa para desc uidar el san-
tuario del Señor. En Esdras 5:1 , leemos: " Profetizaron Hageo y Zacarías
hijo de Iddo, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en
Jerusalén en el nombre d el Dios de Israel quien estaba sobre ellos. "
Junto a esto debiera colocarse Esdras 6 :14 , 15: "Y los ancianos de los
judíos edificaban y p rosperaban, conforme a la profecía d el profeta
Hageo y de Zacarías , hijo de Iddo ... Esta casa fue termin ada el tercer
día del mes de Adar, que era el sexto año de l reinado del rey Da río."
Como comenta Marc us Dods: "Ningún profeta jamás apareció en una
encrucijada más crítica d e la historia d e un pueblo, y puede añadirse
que ningún p rofeta tuvo más éxito en su gestión." '
Desde la perspecti va de nuestro propio tiempo, puede preguntarse
s i el hecho de completar el templo era tan vita l como estos profetas
aseguraron que lo era; en la era cristiana no estamos acostumbrados a
contar con un santu ario central. Pero es úti l recordar que gran parte d e
la constitución mosaica presuponía rendir adoración en un santuario
como lo tenían establecido ellos, y la actitud de no comp letar una
apropiada casa de adoración podía desembocar en una parálisis de la
vi da religiosa de la comunidad judía. También debe tenerse en c uenta
que el segundo templo habría de jugar un papel muy importante en
la historia d e la redención, pues fue justamente en este templo (remo-
delado y hermoseado por Herodes el Grande) donde Jesús habría d e
ejercer su ministerio en Jerusalén . Fue su llegada, por supuesto, la que
c umplió la promesa de Hageo 2:9: "La gloria postrera de esta casa será
mayor que la primera."

El nombre Z•kar-Yah significa Jehová se acuerda (es decir, pre-


sumiblem ente, el Señor se ha acordado de las oraciones d e sus padres

l . Marcus Dods, Th e Posf·Exilian Prophets: Haggai, Zechariah, Malachi (Los profetas


posteriores al exilio: Hageo, Zacarías, Malaqufas) (Ed imburgo: T. & T. Clork. 1879),
pág. 44
466 R ESEÑ,\ CRfTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

por un hijo varón). El tema de su profecía fue: Dios preservará a su


remanente de todas las potencias mundiales que los oprimen y amena-
zan con extinguirlos; estos imperios gentiles serán destruidos, pero
Israel logrará sobrevivir a todas las pruebas que se presenten, porque es
el pueblo del Mesías . Será Dios quien un día establecerá su reino y
gobernará sobre toda la tierra luego de haber derrotado toda oposición
pagana.

BOSQUEJO GENERAL DE ZACARIAS

l. Mensajes durante la construcción del templo, 1:1 - 8:23


A. Primer mensaje: llamado al arrepentimiento nacional, 1:1-6
B. Segundo mensaje : las ocho visiones, 1 :7- 6:15
l. Jinete entre los mirtos, 1:7-17 (el soberano Dios listo para
intervenir en la escena pacífica del mundo para bendecir a
su ciudad y a su pueblo)
2. Cuatro cuernos y cuatro carpinteros, 1:18-21 (Jos opresores
de Israel que serán sucesivamente ap lastados: Asiria, Babilo-
nia, Grecia, Roma)
3. Un cordel de medir, 2: 1-13 (la semidesolada Jerusalén lle-
gará a ser grande y populosa)
4. Josué, símbolo de la nación sacerdota l, 3:1-10 (Israel que será
perdonado y purificado por la gracia de Dios)
5. El candelabro: Israel como lámpara del testimonio, 4:1-14
(Israel será a limentado con el aceite del Espíritu por Cristo,
el Sacerdote-Rey)
6. El rollo volante del juicio divino, 5:1-4 (una maldición para
quienes rechazaron la ley y el pacto)
7 . Llevan a Babilonia el efa de iniquidad , 5:5-11 (la impiedad
consignada al mundo degenerado del cual provino)
8 . Cuatro carros de juicio divino, 6:1 -8 (muerte, conquista , pes-
tilencia , repartidas a las potencias paganas vecinas)
9. Secue la: coronación simbólica de Josué como tipo del Re-
nuevo, 6:9-15
C. Tercer mensaje, 7:1- 8:23
l. El interrogante sobre ayunos extras, 7:1-3
2. La cuádruple respuesta (la obed i.encia más im portante que
los ayunos), 7:4-8:23
II. Mensajes después de la construcción del templo, 9:1 - 14:21
A. Profecía contra Hadrac (el ungido Rey rechazado, pero triun-
fante) , 9 :1- 11 :17
l. El Rey anu nciado (la entrada del Domingo de Ramos), 9:1-10
2. Anuncio del programa del Rey, 9: 11 - 10:12
3. El rey rechazado (el buen pastor y el pastor inútil) 11:1 -17
L os PRoFETAs P osT ERIOREs AL E xiLIO H AGEo. ZACAR fAs. lvi AJ.i\Qu íAs 467

B. Profecía acerca de Israel (entronización del Rey rechazado),


1 2 :1 - 14:21
1. Victorias finales de Israel: su conflicto, triunfo, con versión y
san ti ficación, 1 2:1-13:6
o) Derrota de los paganos que atacan a Jerusalén, 1 2: 1-4
b) Milagrosa fuerza de Israel para de rrotar a todos sus ene-
migos, 12:5-9
e) Arrepentim iento d el Israel de los ú ltimos día por la cru-
cifixión d e Cristo, 12:1 -14
d) Manantial de agua purificadora para los arrepentidos,
1 3:1
e) Reti ro permanente d e la idolatría de Israel y el silencio de
los falsos p rofetas, 1 3 :2-6
2. Victorias fina les del Rey, 13-7-14:21
a) El hecho de que es rec hazado y la purifi cación de Israel,
13:7-9
b) Asa lto contra Jerusalén , y liberación por medio del Señor,
14:1 -8
e) Establecim iento d e la supremacía de Judá y de su Rey
sobre la tierra, 14:9-15
d) Sometimiento mile nial d e las nacio nes y la santidad d e
Israel, 14:16-21

PATERNlDAD LITERARIA Y FECHA DE ZACARlAS

El primer versíc ulo presenta a Zacarías como hijo de Berequías y


ni eto de Iddo. Este ú ltimo sin duda fu e el mis mo sacerd ote mencionado
en Nehemía s 12:4 como contemporáneo d e Zorobabel. En Zacarías 2:4
se habla del profeta como un joven (hebreo na'ar) . Era p robablemente
joven cuando co laboró con Hageo en la campaña de reconstrucción en
el año 520 a de J.C. Su última profecía fechada (capítulo 7) fue dada dos
años más tarde, en el año 518; sin embargo, los capítu los 9-14 dan la
impresión de ha ber sido compuestas algunas d écadas d espués de eso,
posiblem ente en el año 480 a de J.C., en vista de la referencia a Grecia
(9:13). Como lo señala Unger (IGOT, pág. 355), el buen éxito logrado en
la resistencia de los griegos a la invasión de Jerjes, naturalmente les
habría dado prominencia ante los ojos de los pueblos del Cercano
Oriente. No ten emos más informaciones respecto a la ca rrera personal
de Zacarías, con excep ción d e la referen cia de Mateo 23 :35, que parece
indicar que murió m artiriza do por una turba en los terren os del templo
(puesto que d el Zacarías que m enciona Cristo se dice que fue hijo de
Berequías y n o de Joiada, que, sin embargo, halló su fin d e manera
s imilar en los días d el rey Joás, según 2 Crónicas 24:20-21).
468 RESEÑA C RíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

OBJECIONES CRITICAS A LA UNIDA D DE ZACARIAS

Desde el surgimi ento del juicio crítico del siglo XIX, se han plan-
teado dos distintas opiniones respecto al origen de los capítulos 9-14: la
teoría de que fueron escritos antes del exilio, y la teoría de que fueron
escritos después de Alejandro .
La teoría de que son anteriores al exilio se fundam enta sobre las
siguientes consideraciones :
l. En vista de que Mateo 27:9, 10 cita a Zacarías 11:12, 13 como
una profecía emitida por Jeremías, todo el capítulo 11 debe ser asig-
nado a Jerem ías o a uno de sus contemporáneos anteriores al exilio (así
lo sostuvo José Mede en el añ o 1653). Sin embargo, debemos observar
que no es estrictamente exacto decir que Mateo 27 cita exclusivamente
de Zacarfas 11 , pues en algunos importantes aspectos se aparta de la
redacción tanto del TM como de la LXX en ese pasaje. El cumplim iento
al cual se refiere Mateo es la compra del campo del alfarero; esto apunta
hacia Jerem ías 32:6-9, que relata la compra del campo por cierto
número de ciclos de p lata. Compárese también Jeremías 18:2 , que habla
del profeta que observa cómo el alfarero hacía las vasijas de barro en su
casa. De la misma manera, Jeremías 19:1 , 2 habla de un alfarero que
trabajaba cerca del temp lo que tenía su taller en el valle de Hinom. En
Jeremías 19:11 leemos: "Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así que-
brantaré a este pueblo y a esta ci udad, como quien quieb ra una vasija de
barro , que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán." Por
tanto, debemos entender que la acción de entregar Zacarías el dinero al
alfarero simplemente es la renovación de un antiquísimo símbolo que
se remonta a los días de Jeremías. Y puesto que Mateo 2 7 combina a
Jeremías (de donde se tomo la palabra cam po) con Zacarías, solamente
se menciona Jeremías , por cuanto éste era el mayor y más importante de
los dos profetas. 2 Un paralelo directo de este procedimiento lo hallamos
en Marcos 1:2, 3 , donde la ci ta empieza con MaJaquías 3:1 y s igue con
Isaías 40:3 ; sin embargo, Marcos menciona solamente a lsaías como
fuente de la cita.
2. Puesto que Zacarías 9:1-2 men ciona a Hadrac, 3 Damasco y
Hamat como países independientes (según sostiene la argumentación ),

2. Cf. Hengstenberg sobre este g asaje, y también Basil Atkinson en el New Bibl e Com-
menlory (Nuevo Comentario Bí lico) de Davidson-Stibbs-Kevan, pág. 804o.
3. Hasta época reciente reinó consi derable incertidumbre respecto a la id entificación de
Hadrac, en Zacarfa s 9:1; pero la estela de Zakir, descubierta en Hamat , habla de la ciudad
d e Hazrek (o Hadrac) como capital del principado de Lu 'as. Estaba situada al sudoeste de
Alepo y al norte de Hamat. Al parecer Lu'as hizo una alianza con Hamat y lograron
d errotar a Ben Hadad ll de Damasco. Por otra parte, inscripciones asirias mencionan una
ciudad llamad a Hatarrika, localizada sobre el río Orontes al s ur de Hamat y al norte de
Damasco. El hecho de que tanto Hamat como Damasco lucharon por el dominio de
Hadrac, hace que algunos eruditos, tales como Lidzbarski, supongan que esté situada al
sur o sureste de Hamat más que al norte. Lidzbarski sugiere que probablemente estaba
cerca de la c iudad de Homs (Ephemeris für semitische Epigraphik, 8:175)
L os PROFETAS P oSTERIOI<ES AL EXJLJO H AGEO. ZACA RÍr\ S. M AL1\ QUI1\ S 4 69

este pasaje d ebe ser fechado con anterioridad a la conquista de Siria por
Tiglat-pileser en el año 732 a. de J.C. Pero en reali dad de ve rdad , no se
infiere necesariamen te de estos versícu los que los tres principados
sirios mencionados fu eran libres a inde pendientes, por lo menos no lo
eran más que las tres c iudades filisteas mencionadas en 9:5. No hay
razón partic ular alguna por la cual no hubieran podido tene r un futuro
predecible aun durante el reinado de Jer jes, cuando eran súbditos del
imperio persa. A la luz de la historia subsigu iente, resu lta obvio que
este pasaje contiene la revelación de un juicio que habría d e caer sobre
estos principados cuando se produjera la invasión de Alejandro Magno
en el año 332 a. de J.C.
3. Zacarfas 11:14 prevé la posibilidad d e establecer una herma n-
dad entre Judá e Israel. Esto ha perm itido suponer una fecha de com-
pos ición anteri or a la caída de Samaria, que ocurrió en el año 722 a. de
].C. , y probablem ente aun anterior a la alianza de Peka y Rezín de
Damasco, en el año 734 a. de J.C. Pero este razonamie nto se basa en
evidencias muy tenues, pu esto que los autores posteriores al exil io
consideraron que las tribus del norte y de l sur se reun ifi caro n en la
época de la res tau rac ión , en el año 536 a. de J.C. Así, Esdras 6:17 y 8:35
sugieren que los descendientes del reino de l norte retorna ron con el
reman ente d e Judá, puesto que las ofrendas se presentaba n a l Señor en
nombre de las doce tri bus. Además, había aún en los ti empos de Zaca-
rías (comie nzos del s iglo quinto) una necesidad de que se reunificara
tod o el territorio de las doce tribus como una unidad geográfica y
es piritu a l. La actit ud hosti l d e los sam ar itanos (en gr an parte
descendientes ele co lonos extranjeros) significaba un obstáculo para la
realización de ese ideal. Por lo tanto, Za caría s 11:14 espera la posterior
reunificación d e tod a la región por parte ele los d esce ndi entes de los
macabeos durante la dinastía de los asmoneos.
4. Zacarías 10:10-11 se refiere a Asiria como una pote ncia inde pen-
diente; por lo tanto, el pasaje tiene que haber s ido escrito con anteriori-
dad al año 612 a. de J.C., que fue el año en que cayó Asiria. Pero en
realidad la ded ucción carece de garantías y es, por lo tanto, indefendi-
ble. Tal como el término es utilizado e n este pasaje, no ind ica que
Asiria sea un reino contemporáneo; más bien es una d esignación geo-
gráfica, u tilizada en un con texto futurista, predic tivo. Apare ntemente
el término representa a la potencia m undial que controlará al Cercano
Oriente en los últimos días, y corno tal , se seña la el contraste con
Egipto, el poder mundial del sur. Compárese con Esdras 6:22 que habla
de Asiria corno una entidad geográfica sin inferir qu e en aquel m o-
mento continuaba siendo un reino independiente.
5. Se pie nsa qu e Zacarías 10:1-4 indica una fec ha anterior al exilio
por su referencia a los terafines y adivinos, y en el Judá pos terior al
exili o no hubo reanudación de cultos idolátricos. Pero resu lta que el
470 RES EÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

contexto demuestra que esta mención de la vanidad de los ídolos y los


adivinos se refiere a la experiencia de Israel en épocas pasadas; Dios,
por medio de sus providencias, demostró a la nación la insensatez de
confiar en los ídolos en el pasado, en los días de Joacim y Sedequías, y
demostró que El mismo era el único Dios verdadero. Debido a la intru-
sión de los países vecinos paganos o semipaganos, esta lección tuvo
que ser mencionada aun en los días de Zacarías, para desalentar a los
judíos a tomar para sí esposas extranjeras. La oración de confesión de
Esdras, que figura en el capítulo 9 de Esdras, es una vívida recordación
de las lecciones de l pasado respecto a la vanidad del culto idolátrico en
Israel.
La teoría de que estos capítulos se originaron antes del exilio fue
defendida por los siguientes eminentes eruditos del siglo XIX: Rosen-
mueller, Hitzig, Baudissin y Strack. Sin embargo, en el siglo XX se
ha descartado esta teoría como obsoleta, a favor de una fecha de
composición muy posterior.
La teoría según la cual se escribieron después de Alejandro, que es
la que cuenta con mayor apoyo, reposa sobre los siguientes argumentos
principales:
l. Zacarías 9:13 menciona a los hijos de Yaván, es decir Grecia:
"Porque he entesado para mí a Judá como arco, e hice a Efraín su flecha ,
y despertaré a tus hijos, oh Sion , contra tus hijos, oh Grecia, y te pondré
como espada de va li ente." Se sostiene que esta referencia indica una
fecha cuando los griegos ya habían ingresado a la escena política del
Cercano Oriente, en otras palabras, luego de la conquista del Cercano
Oriente por Alejandro el Grande (alrededor de 330 a. de J.C.) . Si bien el
pasaje daría a entender que se trata de la predicción de una futura
derrota, (es decir, la derrota de los seléucidas a manos de los patriotas
macabeos), es más razonablemente interpretado como un vaticinium ex
eventu. Tal deducción, claro está, entusiasma más a quienes adoptan
en su filosofía una posición antisobrenaturalista. Pero en lo que se
refiere a la situación reinante en la época de Zacarías, las recientes
derrotas de Jerjes, a manos de los griegos en las batallas de Salamina,
Platea y Micala en 480-479 a. de J.C. serían razones más que suficientes
para llamar la atención de todos los habitantes del imperio persa. Por lo
tanto, a menos que se esté dispuesto a descartar o desechar, sobre bases
dogmáticas, la posibilidad de una profecía predictiva, no hay razón
alguna por la cual Zacarías no pudiera haber escrito estas palabras
alrededor del año 470 a. de J.C.
2. Pu esto que se admite que Zacarías 9:1-2 se refiere a provincias
que fueron conquistadas por Alejandro, ell o naturalmente indica, a la
escuela racionalista, que su invasión era un hecho que pertenecía a la
historia. Se aplica la misma línea de pensamien.to a Zacarías 11:14, con
su visión de la reunificación de Judá e Israel. Y esto haría que la com-
Los PROFETAS PosTEHIOI{ES AL Ex1uo HAcEo. ZACA RI1\ S. M A LAQUiAs 4 71

posición del pasaje correspondiera a la época de los Macabeos (es decir,


alrededor d el año 150 a. de J.C.) Sin embargo, es menester recordar que
Esdras 6:1 7 y 8:35 establecen el hecho de que, teóricamente al menos,
ya se había consumado una reunificación para la época de la ded ica-
ción del segundo tem plo, en el año 516 a. de J.C. Era n atural, por lo
tanto, considerar la realización de esta nueva unidad como un aconteci-
mie nto político fu turo.
3. Las referencias al buen pastor en Zacarías 11 han llevado a los
partidarios de la teoría tardía a intentar diversas identifi caciones his-
tóri cas. Según E. Sellin, este buen pastor fue el sumo sacerdote Onias
Ill, que d esempeñó su ministerio durante el reinado de Se leuco IV
(187-175 a. de J.C.) Según K. Marti, fue Onias IV (aparentemente el
mismo hermano de Onias III que desempef1ó el cargo de sumo sacer-
dote durante diez años y fue asesinado en los días de Judas Macabeo,
según 2 Macabeos 13:1-8) En lo que respecta al pastor inútil (Zacarías
11:17) , ha sido identificado por Sellin como Menelao (aparentemente el
mismo Onias IV), y por otros, como Alcimo, o Jakim , d esignado como
sumo sacerdote por Demetrio en el año 161 a. de J.C., y que murió en el
año 159 (Alcimo es el ca ndidato de Marti). En cuanto a los tres pastores
de Zacarías 11:8, han sido identificados como Lis ímaco, Jasón y Mene-
tao , según Marti ; y según Sellin , fueron Simón ll, Menelao y Lisímaco.
Estas ide ntificacion es altamente co njetura les, que va rían noto-
riamente entre sí, supondrían una fecha de compos ición e n los alred e-
dores d el año 150 a. de J.C. Todo este procedimiento entraña, por
supuesto , la cándida presunción de que el hebreo no experimentó cam-
bio lingüístico algun o, entre los siglos quinto y segundo a. d e J.C. El
estil o y la dicción de Zacarías , aun en los capítu los 9-1 4, no dan indica-
ción alguna d e ser posteriores a Hageo o Malaquías. Podemos ahora
establecer el contraste de este documento hebreo, sup uestamente d el
segundo siglo, con la literatura sectaria recie ntemente d escubierta en
las cuevas de Qumran, que datar1 d el segund o y d el primer siglo a. de
J.C. Lingüísticame nte o frecen grar1des contrastes con el hebreo de
Zacarías.
4 . Aferrándose a una teoría de d esarrollo evolutivo, los sostene-
dores de una fecha d e composición en el s iglo segundo s ubrayan la
tendencia apocalípti ca de estos capítulos de Zacarías, que hacen un
fuerte hincapié en la escatología. (De ac uerdo con el esquema evoluti-
vo, la tendencia apocalíptica se considera como la etapa final de la
religión judía, producto de la desesperación a la que fueron llevados los
judíos cuando vieron fen ecer sus esperanzas de formar un imperio
un iversal y a su nación sometida al yugo d e los imperios gentiles:') Por

4. Para una efectiva crítica sobre su dogma de la fe cha tarcl!a de Iodo lo apocalfp ti co, ver
el artfculo de G. E. Ladd, "Why Not Proph etic-Apoca lyplic" [¿Porqué no p rofético-
apoca lfptico?) en )Bj. 76 (1957), 192-200.
472 REsE- A CRíTICA DE UNA l NTRo o uccióK AL At>~TIGuo TESTI\1\IENTO

lo tanto, sobre estas bases teóricas, gran parte del conte nido de los
capítulos 12-14 se asigna a una fecha muy tardía, porqu e co ntien e una
esperanza de juicio catastrófi co que caería sobre los gentil es . Sin
embargo, debido a p untos de vista supuestamente inconsecuentes res-
pecto a las próximas derrotas y victorias de Israel, aun estos capítulos
son considerados como una composición tomada de diversas fu entes
posteriores.
5. Se alega que el estilo literario de Zacarías 9-14 es tan diferente
de el de los capítulos 1-8 que indica u n autor distinto; por ejemplo,
Zacarías II (capítulos 9-14) emplea la frase "así ha dic ho Jehová"
(Zacarías 11 :4) una sola vez, en tanto que se repite con gran frecuencia
en Zacarías 1 (capítulos 1-8). Por otra parte , Zacarías Il usa la ex presión
"en aq uel día " 18 veces o más aún , en tanto Zacarías 1 la emplea
so lamente en tres ocasiones. Además, el estilo de Zacarías 11 es con-
siderado más poético y pleno de paralelos que Zacarías l.
Al refu tar estas pretendidas evidencias de una diversa paternidad
literaria, resulta fáci l demostrar que más son las semejanzas de estilo
que las diferencias entre las dos secciones del libro. Claro está que hay
que comprender que el estilo de ningún au tor se mantiene totalmente
estático a lo largo de un período de cuatro décadas. Si los últimos seis
capítulos de Zacarfas fueron compuestos entre los años 480 y 470 a. de
J.C., esto expli caría adecuadamente las variantes y los contrastes anota-
dos en el párrafo anterior. Las diferencias que hay de ánimo y situación
prevalecientes en tre el temprano período de su ministerio, cuando
Zacarías hacía h incapié en que el llamado a reedificar el templo ver-
daderamente provenía de Dios (de ahí la frecuenc ia de la expresión "así
ha dicho Jehová"), y el estado de cosas que prevaleció 30 ó 40 años
después, cuando su autoridad como vocero de Dios bien aceptada,
explica adecuadamente la distinta frecuencia de la fórmu la citada. Por
otra parte, las profecías de Zacarías II están dirigidas a un fu turo más
distante que las de Zacarías L Resulta natural, por lo tanto, que la frase
escatológica "en aquel día" aparezca con más frecuencia en los últimos
capítulos. Los primeros capítulos, 1-8, tra tan de los inmediatos juicios
sobre las potencias mundiales de Pers ia, Grecia y Roma , más que con
los acontecimientos del final de los tiempos.
Los eruditos conservadores, en demostración de la unidad de la
paternidad literaria de Zacarías, señalan la persistencia de rasgos de
estilo tales como los siguientes:
a ) "Dice Jehová (n•üm Yahweh) se repite 14 veces en Zacarías 1 y
seis veces en Zacarías II (10:12; 12:1 , 4; 13:2, 7, 8.)
b) "Los ojos de Jehová," peculiar designación que se refi ere a la
providencia de Dios, se halla dos veces en Zacarías I (4:1 0 ; 8:6) y una
vez en Zacarías li (9:8; tal vez, agregar 1 2:4, " mis ojos").
e) El divino títu lo "Jehová de los ejércitos" fi gura 43 veces en Zaca-
L os PROFETAS P osTERIORES AL Ex1uo H AGEO. Z ACARiAs. M ALAQUit\ S 473

rías I y ocho veces en Zacarías II .


d) El verbo yashab, sentarse, morar, con el sentido es pecial de
"estar habitado" figura dos veces en Zacarías I y dos veces en Zacarías
Il. (Rara vez este verbo tiene ese significado fuera de Zacarías.)
e) Hay un tipo peculiar de paralelismo quíntuple que muy rara vez
se encuentra fuera de Zacarías, pero que figura una vez en Zacarías I y
tres veces en Zacarías II (6:13 ; 9:5 , 7; 12:4) (Cf. Young IOT pág. 2 73.)
En lo que res pecta al estilo, todos los eruditos ad miten que en
Zacarías casi no hay vestigios de los den ominados arameismos; está
escrito en puro y excelente hebreo . Y esto difícilmente podría esperarse
de una obra compuesta en el segundo s iglo a. de J.C. Como ya lo hemos
señalado, las peculiaridades gramaticales y estilísticas de los docu-
mentos en prosa de los sectarios de Qumran , brillan por su ausencia en
la obra de Zacarías.
Faltaría una observación respecto a los modernos sostenedores de la
teoría de composición posterior a la época de Alejandro: hay un total
desacuerdo entre ellos en cuanto al preciso fechado de Zacarías II
en s us diversas partes comp on entes. Las especulaciones oscilan entre
los años 280 a 14 0 a. de J.C. , según las correlaciones que procuran
hacer con episodios y personajes históricos relacionados con la historia
helénica. Y esto no ins pira confianza alguna en la seri edad de su
metodología .

MALAQUIAS

La explicación más razo nable para el significado de Malaquías


(Mal'aki , en hebreo) es que es el diminutivo de la form a completa
Mal'ak-Yah , es decir, Men sajero de Jehová. En la form a abreviada el
nombre podría significar solamente mensajero, o pos ibleme nte, de ser
un adjetivo, uno que tiene a su cargo un mensaje. Digamos de paso que
muchas autoridades han expresado su incertidumbre de que se haya
preservado e l verdadero nombre del au tor. Semejante duda se basa en
el hecho de qu e la Septuaginta traduce 1 :1 "por medio de su men-
sajero" (y no "por medio de Malaquías"). Esta d iscrepanc ia indicaría
una variante textual; la Septuaginta tu vo que haber interpretado la
ú ltima letra com o w (waw) , que significa su, de él; en lugar de la y (yod)
fina l del TM. Por otra parte , debe tenerse en cuenta que la Septuaginta
titula el libro Ma lakhia s o Mal aquías. La traducción targúmica indica
incertidumbre, pues to que parafrasea el primer versículo co mo "por
mano ele mi mensaj ero cu yo nombre es Esdras el escriba." Es de obser-
var que todos los otros libros proféticos del Antiguo Testamento llevan
el nombre de su autor. Sería extraño que este hubiera sido dejado en el
anonimato. Además , si el arquetipo o manuscrito previo util izado por
la Septuaginta tenía el nombre de Malaquías con yod fáci lmente se
474 R ESEÑA CRíTICA DE UNA L'ITRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAtvi ENTO

hubiera podido interpretar por equivocación que significaba "su men-


sajero" (de Dios). Aun si así fuera (como apa renteme nte figura en el
Targum de Jonatán), bien pudo haber sido erróneamente interpretado
como un sustantivo común seguido por el sufijo mi. Por supuesto, era
cierto que en cualqui era de los numerosos nombres hebreos terminados
en i (tales como Palti , Bukki, Buzi, etc.) la última letra podía ser malin-
terpretada como si fuera "mi", ya que la terminación gentilicia i se
parece mucho al pronombre sufijo mi.
El tema de Malaquías es que la sinceridad hacia Dios y una santa
manera de vivir son absolutamente esenc iales a los ojos de l Señor, si su
favor ha de ser derramado sobre las cosechas y sobre el bienestar econó-
mico de la nación. Israel debe vivir en conformidad con su elevada
vocación de nación santa y esperar la venida del Mesías, Quien, por
medio de un minis terio de sanidad como también de juicio, llevará a la
nación a la rea lización de sus más acaric iadas esperanzas.

BOSQUEJO GENERAL DE Mi\LAQUIAS

l. Exhortación preliminar: el amor de Dios hacia Israel , 1:1-5


!l. Oráculo contra los sacerdotes por des honrar al Señor, 1:6- 2:9
A. Negligencia en las funciones litúrgicas, 1:6- 2:4
B. Insincera y corrup ta enseñanza de la ley, 2:5-9
Ill. Oráculos contra los laicos, 2:10-4:3
A. Traición a Dios en divorcios y matrimonios mixtos, 2:10-16
B. Advertencia de juicio por la venida de l Señor, 2:17- 3:6
C. Arrepentimiento en lo relativo al d iezmo para traer una bendi-
ta prosperidad , 3:7-1 2
D. Reivindicación de los piadosos contra la mofa de los cínicos
en el día de l Señor, 3:13- 4:3
IV. Exhortaciones finales: guardar la ley y esperar la ven ida de Cristo,
3:4-6.

PATERNIDAD UTERARII\ Y FECHA DE COiV!POSICION

Tal como ya lo indicamos, el nombre de l autor fue probablemente


Malaquías (la tradición targúmica de que fue Esdras, casi no va le la
pena tomarla en consideración, y aparte de ello nada más sabemos de
su trasfondo ni de circunstancia alguna sobre su persona. A juzgar por
la evidencia interna, parece claro que sus profecías fueron emitidas en
la segunda mitad del siglo quinto, probableme nl e alrededor del año 435
a. de J.C. Arribamos a esta conclusión basados en las siguientes in dica-
ciones: (1) El templo ya había sido reconstruido y se habían resti tuido
los sacrificios mosaicos (1:7 , 10; 3:1). (2) La autoridad estaba represen-
tada en aque l momen to por un gobernador persa (o pel:wh , 1 :8); por lo
L os PROFETAS P osTERIORES 1\L Ex1uo H AGEO. ZACARíAs. MA LAQUíAs 4 75

tanto, no pudo haber sido en ninguna de las admin istraciones de Nehe-


mías (en 445 y 433 a. de J.CV (3) Los pecados que denuncia Malaquías
son los mismos que tu vo que corregir Neh em ías durante s u segundo
gobie rno , tales como (a) relajamiento sacerdotal (1 :6; Nehemías 13:4-9);
(b) aban dono de la práctica de diezmar, para empobrecimie nto d e los
levi tas (3:7-1 2; cf. Nehe mías 1 3:10-1 3); (e) nume rosos matrimonios
mixtos con muje res extranjeras (2:10-16; cf. Nehemías 1 3:23-28). Es
razonable suponer que Malaquías ya había protestado contra estos abu-
sos en los años inmediatamente anteriores al retorno de Nehemías;
de ahí que una aproximada estimación sería alrededor d el año 435 a .
de J.C ..
Aún los críticos racionalistas, en su ma yo ría , no hal lan objeción
alguna para esta fecha, si bien unos pocos, como Pfeiffer, prefieren
asignarle una fecha algo anterior, alrededor del año 460 a. de J.C.
(Pfeiffer, IOT, pág. 614). Tampoco cuestionan la integridad del libro
sobre bases es tilísticas o ideológicas, ya que co nceden que una espe-
ranza mesiánica pudo haber sido acariciada por los judíos en é poca tan
temprana como al final del siglo V a. de J.C.

5. Observemos que el propio Nehemías nunca fue menc ionado como peJ:¡ah mientras
ocupaba su cargo, s ino solam ente como tirshatho (término persa que probablemen te
traduce la id ea de reveren d o, comparable al torsto persa, el temido), titulo que figura en
Esdras 2:63 y en Nehemfas 7:65.
CAPITULO 32
INTRODUCCION A LA POESIA HEBREA
Numerosos críticos del siglo XIX dieron por sentado que los hebreos
fueron incapaces de cultivar la poesía hímnica, lírica o didáctica, hasta
mu y adentrados en su historia, y sólo por la influen cia de sus más
cultos vecinos. Los represen tantes más radicales de la escuela raciona-
lista no tuvieron empacho alguno en descartar no solamente la paterni-
dad literaria davídica de todos y cada uno de los salmos, sino aun la
composición de cualquiera de e llos con anterioridad al exilio babiló-
nico. No dudaron un instante en asignar un ponderable porcentaje de
ellos al período macabeo (alrededor del año 160 a. de J.C.). Lo mismo
cabe deci r de los demás libros poéticos; Job, Proverbios , Eclesiastés y el
Cantar de los Cantares, fuero n considerados, en su totalidad, induda-
blemente posteriores al exilio.
En el siglo XX se comprueba una tendencia moderadora de este
punto de vista, y se con cede que al menos cierta parte de la producción
hebrea se rem onta a un período muy anterior, es pecialmente en su
original forma ora l. El descubri miento d e un número creciente de him-
nos acádicos y egipcios h a permitido establecer claramente el cultivo
temprano de este gén ero entre los vecinos de Israel, en el segundo
milenio a. de J.C. Más recientemente, estos d escubrimientos se han
visto reforzados por el hallazgo de poes ía ugarítica com puesta en un
idioma canan eo muy semeja nte al h ebreo y que se remonta al siglo XV
a. de J.C. Por lo tanto, la mayoría de los críticos mod ernos conceden
ahora la posibilida d de elementos mu y antiguos que se remontan a la
época de David y aún antes, s i bien la producción terminada no fue
escrita hasta la época final de la monarquía, o en el período posterior al
exilio. El número cada vez mayor de poesía religiosa y didáctica, de
prácti camente todas las cultu ras con las cuales estu vo en contacto
Israel con anterioridad a l exilio, hace cada vez más difícil defender la
tesis de una fecha posterior al exilio para estos libros. En realidad ,
podemos decir que estas producciones no israelitas de poesía semítica
nos obligan a concluir que aun los h ebreos tuvieron que haber dado
forma escrita a estos versos , a men os que estuvieran culturalmente
atrasados en comparación con su s vecinos.
476
I NTRoouccróN A LA P oEsíA H EBREA 477

CARACTERÍSTICAS DE LA P OESÍA H EBREA

Las característica más notable de la poesía hebrea es su paralelismo.


Este término se refiere a la práctica de equilibrar un pensamiento o
frase con otro pensamiento correspondiente o frase que conti ene apro-
ximadamente el mismo número de palabras, o al menos una corres-
pondencia en las ideas. En los tiempos modernos, el primer tratamiento
sistemático del paralelismo hebreo lo hizo e l obispo Robert Lowth en
su obra De Sacra Poesi Hebraeorum Pra eJectiones Academicae (con-
ferencias sobre la poesía sacra de los h ebreos), publicada en el año
1753. Definió el obispo los tres tipos básicos de parall elismus mem-
brorum como sinónimo, antitético y sintético. Autores más recientes,
como S. R. Driver, han añadido un cuarto tipo, el climático. Podemos
ilustrar estos diversos tipos con los siguientes ejemplos:

PARALELISMO SINONIMO

Idéntico
Salmo 24:2
"De Jehová es la tierra y su plenitud;
El mundo, y los que en él h abitan."
Similar
Salmo 19:2:
"Un día emite palabra a otro día,
Y una noche a otro noche declara sabiduría."

PARALELISMO ANTITETICO

Sal m o 1:6:
"Porque Jehová conoce el camino de los justos;
Mas la senda de Jos malos perecerá."
(Este tipo es particularmente com ún en el libro de Proverbios.)

PARALELISMO SINTETICO O CONSTRUCTIVO

Tipo completo (que en gran parte es un paralelismo de ritmo más


que de sentido)
Salmo 2:6:
"Pero yo he puesto mi rey
Sobre Sion, mi santo monte."
(Wa'"nf'ndsáktí malkf' 'al-$iyyórí har-qodsf' , en hebreo)
Tipo comparativo
Proverbios 15:1 7:
"Mejor es la comida de legumbres donde hay amor,
Que de buey engordado donde hay odio."
478 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN 1\L A NTIGUO TESTAMENTO

Tipo razonado
Proverbios 26:4:
"Nunca respondas al n ecio de acuerdo a su necedad ,
Para que no seas tú también como él. "

CLIMATICO

Salmo 29:1:
"Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el poder."
(Obs érvese que la primera línea es en s í mi sma incompleta ,
y la segunda línea repite algunas de sus palabras y luego completa el
pensamiento.)

EMBLEMATICO

(En el paralelimso emblemático, la segunda línea da una ilustración


figurada , pero lo hace sin ]Jalabras de contraste, simplemente colo-
cando las dos ideas una cerca de la otra. En tal caso la primera línea
sirve como emblema para ilustrar la segunda.)
Proverbios 25:25:
"Agua fría a un alma sed ienta,
Y buenas nuevas de lejanas tierras" (traducción literal).
O, de lo contrario, sin conjunción,
Proverbi os 11:22:
"Zarci llo de oro en el h ocico de un cerdo
Una mujer hermosa sin entendimiento (traducción literal).
Hay otros tipos de paralelismo, según sostien en algunos eruditos ,
pero los que hemos anotado son los realmente significativos. Un para-
lelismo quiásmico es un subtipo del paralelismo sinónimo pero en
lugar de dar las ideas paralelas en el mismo ord en (a-b, a '-b') figura en
el orden opuesto (p . ej., a-b, b'-a '), como ocurre en el Sa lmo 51:1. Unger
(IGOT , pág. 365) describe el paralelismo escaliform e en el cual la
segunda línea retoma y elabora una porción de la primera (como ocurre
en el Salmo 139:5-7) ; pero esto es muy simi lar al paralelismo climático .
(En la obra de G. B. Gray Forms of Hebrew Poetry -Formas de poesía
hebrea- 1915 , hallamos un prolijo y excelente estudio del paralelismo
hebreo.)

REsPECTo A L RITMO

Un punto muy discutido en relación a la poesía hebrea del Antiguo


Testamento es el ritmo. Se observa a veces en el verso hebreo cierta
cadencia; a veces es posible descubrir durante varias líneas a la vez un
número uniforme de acentos tónicos . Así, en el Salmo 23 los primeros
lwrRooucctóN A LA PoEsíA HEBREA 4 79

versículos se ajustan a un modelo 2:2 ; es dec ir, cada medio verso se


caracteriza por dos ace ntos tónicos rítmicos. A veces hasta podemos
descubrir un grupo de versos que muestran uniformidad en el número
de sílabas no acentuadas en medio d e sílabas que tienen acen to tó nico.
Numerosos críticos d el siglo XIX y de comie nzos del siglo XX han
actuado sobre la p resu nción de que en su fo rma p ura y original, cada
uno de estos temas poéticos en el Antigu o Testamento tuvo que haberse
ajus tado a un sistem ático y predecible m odelo. Aun en la antigüedad
hu bo eruditos, como Josefa , influidos por las teorías poéticas griegas,
que procuraron clasificar pasajes como Exodo 15:1-8 y De uteronomio
32:1-43 como una es pecie de hexámetro (verso d e la poesía griega y
latina que con sta de seis pies). Los modernos ad herentes a tales teorías,
entre ellos Hoelscher, columbraron bases yámbicas (pie d e la poes ía
griega y latina , compuesto de dos sílabas, la primera breve y la otra
larga). Julius Ley creyó detectar frecu entes metros anapésticos 3:2 (pie
d e las mé tricas gri ega y latina compuesto de tres sílabas : las dos
primeras, breves, y la otra larga). Budde rotuló esta poesía como metro
Qinah (lamen tación). Eduard Sievers (1901 ) trató de establecer para
esta poesía hebrea u n ritmo 4:4 , con una sílaba larga o acentuada que
vale por dos sílabas métricas. También cata logó las diversas secuencias
acentuadas como 2 :2 , 3:3 , 4:4, 4:3 , 2:2:2 , etcétera. Una vez establecido
cual era el modelo métrico dominante para cad a pasaje en partic ular,
estos teóricos creyeron poder enmendar el texto recibido del hebreo,
ca da vez que no se co nforma ba al ritmo idea l.
Muchos d e los com entarios liberales sobre los libros poéticos [y
especialmente los salm os) están llenos de numerosas enmiend as con-
jeturales basadas en e l intento de obligar al tex to original a adaptarse a
su modelo mé trico.' Y puesto que los textos actuales, tal cual fu eron
trans mitidos, muchas veces no se ajustan a mod elos m étricos cons-
tantes o regulares, fue necesario enmendar con m ucha frecuencia , a
veces drásticam ente. En algunos casos este proceso de enmi enda fue
llevado a cabo en un grado tan exagerado que los críticos se creyeron
autorizados a reordenar versos enteros o gru pos de versos en un nuevo
orden para que se conformaran a un imaginado modelo estrófico. [Un
modelo estrófico supon e una división en estrofas o estancias en la cual
se supone que un a estancia posterior correspond e en ritmo y núm ero
de pies con la estancia precedente .) Sólo exce pcionalmente pueden

1. Muy s ignificativa resu lta la afirmación hecha por Marvin Pope en la Anchor Bible
Commenlary (Comentario bíblico Anch or) sobre Job (pág. 48): " Para lograr rígidos y
ordenados moldes de metro y d e estrofas en cualquiera de los más voluminosos poemas
del Antiguo Testamento , se req uiere casi inevitablemente tanlos cortes y enmi endas, que
nos resultan poco con vincentes. El conteo de sílabas, acentu adas o no acentuadas, en
líneas en las cuales el lexto está fuera de toda sos pech a. muestra irregularidades como
paro poner en tela de juicio las enmiendas hechas puramente sobre la base de la teoría
métrica."
480 REsEÑA C RíTICA DE UNA I •TRODUCCióN AL ANTicuo TEST AMENTO

identificarse estancias en el texto recibido de los libros poéticos .


Con el descubrimiento y evaluación de las tabletas de Ras Shamra
quedó al descubierto la falta de solidez de este enfoque métrico. La
poesía ugarítica adquiere máxima importancia debido a que: (1) está
escrita en dialecto cananeo estrechamente relacionado con el hebreo;
(2) contiene muchas expresiones poéticas y giros idiomáticos que se
repiten en los salmos h ebreos; (3) se remonta a la época de Moisés, y
por lo tanto, es contemporánea con la propia poseía mosaica (preserva-
da en Exodo 15; Deuteronomio 32, 33; Salmo 90). Por cierto, entonces,
que de haberse observado el metro en la poesía hebrea original, hubiera
estado presente en los versos cananeos de Ras Shamra.
G. D. Young ha comunicado los resultados de un prolijo estudio de
la poesía ugarítica de todas las categorías conocidas para el arte de la
métricas. Define como posibles manifiestaciones d e m etro: (1) una serie
de versos (es decir, la aparición de un modelo uniforme de estrofas); (2)
el número de acentos tónicos por hemistiquio; (3) la constancia del
modelo estrófico. Luego de tabular los resultados de un exhaustivo
estudio de 50 casos o más de informes paralelos y afirmaciones repeti-
das en el verso ugarítico, arriba a la siguiente conclusión: "En ninguno
de estos niveles puede demostrarse claramente un modelo métrico en
la poesía de Ugarit. La repetición requerida para la expresión poética
aquí no es rítmica ni silábica, sino simplemente la muy hermosa repeti-
ción de ideas en forma paralela ... Nos parece que la idea de que se
percibe un metro en esta poesía es una ilusión que resulta del hecho
observable del paralelismo y de la morfología semítica. Una poesía
cuyo único rasgo sobresaliente es la analogía de pensamientos, que
necesariamente va acompañada de líneas aproximadamente de la mis-
ma longitud, una poesía escrita en un idioma en el cual cualquiera de
sus cláusulas puede expresarse con tan sólo dos o tres palabras, es una
poesía que naturalmente se presta para la creación de una impresión de
líneas de una uniforme longitud métrica ... Los hechos , sin embargo,
demuestran una completa falta de modelo en cualquiera de los niveles
observados. " 2 Esta ausencia básica de metro fue reconocida hace
mucho tiempo por Delitzsch: "La antigua poesía hebrea n o tiene rima
ni metro; no fu e sino hasta el siglo séptimo, después de Cristo, cuando
la poesía judía adoptó ambos." 3
LA LITERATURA SAPIENCIAL

La denominada literatura l:wkhmah (J:¡okhmah significa sabiduría,


en hebreo) fue extensamente cultivada entre todos los pueblos del anti-

2. G. O, Young, "Semitic Metrics and the Ugaritic Evidence" [Métrica semítica y la


evidencia ugarítica), en The Bible Today (La Biblia hoy), (febrero, 1949), págs. 150-55.
3. Delitzsch, Commentary on Psalms (Comentario sobre los salmos), trad. Rev. Francis
Bolton [Grand Rapids : Eerdmans, 1949), pág. 28.
I NTRODUCCIÓN A LA PoESÍA H EBREA 48 1

guo Cercano Oriente. ANET de Pritchard conti ene traduccion es de


algunos de los más sobresalientes ejemplos egipcios, tales como: "The
Instruction of Pta}:l-l)otep " (La instrucción de Pta~-1}o-tep), "The In-
struction for King Mer-ka-Re" (La instrucción para el rey Mer-ka-Re),
"The Instruction of King Amen-em-l).et" (La instrucción del rey Amen-
em-l).et), "The Instruction of Prince Hor-dedef" (La instrucción del
príncipe Hor-dedef), "The Instruction of Ani" (La instrucción de Ani) ,
y "The lnstruction of Amen-em-Opet" (La instrucción de Amen-em-
Opet) . También se h an descubierto colecciones de proverbios acádicos
y con sejos de sabiduría ; y en la literatura aramea, "The Words of Al)i-
qar" (Las palabras de Al).iqar).
En el marco de este género ampliamente cultivado y practicado
entre los vecinos de Israel h emos de enten der la literatura sapiencial de
los propios hebreos . Típicamente característica de la J:¡okhmah son los
preceptos prácticos basados en una sagaz observación de las leyes de la
naturaleza humana y de las reglas para el éxito en la vida social, com er-
cia l y política. En términos generales puede decirse que la "sabiduría"
que campeaba en las antiguas sagas era de naturaleza más bien práctica
que teórica. Al igu al que los sophoi (sabios) de la primitiva cultura
griega, el hdkhdm hebreo originalmente fu e una persona que sabía
cómo hacer bien las cosas, que el común de la gente n o podía hacer o
hacía deficientemente. En este sentido, Exodo 31 :3 se refiere al artesano
Bezaleel como J:¡dkhdm. A partir de este uso comen zó a aplicarse al arte
de llevarse bien con Dios y con los hombres. Como necesaria con-
secuencia también trajo a colación la ley moral que gobierna tanto las
relaciones entre los humanos como las relaciones con Di os, y que deter-
mina el grado de éxito a que puede aspirar un hombre. Como lo señala
Driver (ILOT, pág. 392, 393), la cuali dad d e J:¡okhmah era atribuida
especialmente a las personas capaces de brindar las respuestas correc-
tas en situaciones críticas.• Por ello, a José se lo describe como un
hakhóm debido a su habilidad de interpretar los sueños del Faraón
(Génesis 41: 39). Lo mismo cabe decir de la mujer de Tecoa que se dio
maña para lograr una recon ciliación entre David y su hijo /_bsalón (2
Samuel 14); y tambi én de Salom ón , en su hábil estratagema para de-
cidir cual de las dos mu jeres que reclamaban el mismo bebé era la
verdadera madre (1 Reyes 3).
Parece haber habido una clase o una escuela prominente de sabios
en la antigua sociedad hebrea y, com o lo expresa Driver , " Se aplicaron
más bien a la observación del carácter humano como ta l, procurando
analizar con du ctas, estudiando las acciones y sus consecuencias, y
es tableciendo la moralidad sobre las bases d e principios que son
comunes a la humanidad entera" (ILOT, pág. 393 ). En su expresión

4. Cf. capítu lo 34 . pág. 514.


482 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

más elevada, el l:wkhmah hebreo procuraba escudriñar la esencia de la


verdad de Dios y captar las ideas generales que dieron a la fe israelita
las dimensiones apropiadas para llegar a ser una religión mundial.
Desde esta perspecti va se refl exionó sobre todos los fenómenos y expe-
riencias naturales y morales, para poder captar con mayor perfección el
motivo final de la vida y los principios por los cuales se gobierna.
CAPITULO 33
SALMOS
El título hebreo para este li bro es T•hillim, es d ecir, Cánticos de A la-
banza; la traducción gr iega Psalm oi en la LXX significa literalmente,
cánticos con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Los 1 50 sal-
mos que componen esta colección cubren una amplísima gam a de
temas, y es d ifícil h acer cualquier gen eralización válida. Podríamos
decir, con cierto ma rgen de seguridad, que todos inco rporan al menos
un elemento d e res puesta personal de parte d el creyente hacia la bon-
dad y la gracia de Di os. Con frecue n cia incluyen un registro d e las
emociones interiores d e desaliento y de ansiedad d el propio salmista , o
del agradecido gozo a nte la oposición de los e n emigos d e Dios o por las
d iversas providencias de El. Pero sea que el salmista se ocupe de temas
lúgubres o de te mas alegres, en todos los casos se expresa como si
estuv iera en la presencia de l Dios viviente. Hay unos pocos salmos, por
supuesto, que contienen esencialmente pensamientos y revelaciones
de l mismo Dios, ta l e l caso del Salm o 2, per o son excepcionalís imos.

DIVISIONES DEL SALTERJO

Desd e muy a ntiguo, e l Salterio parece haberse di vidido en cinco


libros, tal vez en correspondencia con los cinco libros de la Tora. Cada
una d e estas di vision es termina con un a d oxología. A continuación las
cin co division es:

Libro 1: Salmos 1 - 41
Libro II : Salmos 42- 72
Libro III: Salmos 73- 89
Libro IV: Salmos 90- 106
Libro V: Salmos 107-150

P ATERNIDAD LITERARIA Y fECHA DE C OMPOSICIÓN DE LOS SALMOS

En la mayor parte de los casos, es texto prop iamen te dicho d e los


sa lm os no indi ca el n om br e del autor. El Sa lm o 7 2 :20 es,
483
484 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

aparentemente, una excepción de esta regla; ade más , cabe la posibili-


dad de que éste sea un agregado editorial a la co lección original de
todos los salmos davídicos , de la cual el Salmo 72 era el último. En casi
todos los casos la única clara y definida información respecto a la
paternidad literaria de Jos salmos figura en el título de los mismos. No
todos los títulos incluyen el nombre del autor, pero los que lo hacen se
aju stan a la siguiente tradición: uno por Moisés (Salmo 90); 73 por
David (mayormente en el Libro I y en el Libro II; 12 por Asaf (50; 73-83);
diez por los descendientes de Coré (42; 44-49; 84-88); uno o dos
por Salomón (¿72?, 127); uno por Hemán ezraíta (88); uno por Etán
ezraíta (89).
De todos ellos, obviamente el más antiguo sería el Salmo 90, escrito
por Moisés, presumibl emente alrededor del año 1405 a. de J.C. Los
salmos davídicos habrían sido compuestos entre los años 1020 y 975 a.
de J.C.; los de Asaf aproximadamente en el mismo período; el Salmo
127 , en el período del reinado de Salomón, posiblemente en el año 950
a. de J.C. Resulta difícil asignarle fecha a los descendientes deCoré y a
los ezraítas mencionados ; presumiblemente son anteriores al exilio. De
los salmos en los cuales no figuran títulos, algunos son in dudablemente
davídicos (p. ej., 2 y 33), y a los otros se les asigna una fecha tardía que
se remonta a la época del retorno del exilio (tales como los salmos 126 y
137, el último de los cuales corresponde a la fecha del exilio). No hay
evidencia convincente alguna para un fechado de cualesquiera de los
sa lmos después de aproximadamente el año 500 a . de J.C.

PATERNIDAD LITERARIA DE LOS SALMOS D AVÍOICOS

Como habremos de ver , los críticos racionalistas son muy escépti-


cos respecto a la confiabilidad de los títulos de los salmos y desprecian
completamente su valor, por considerarlos meras especulaciones de
rabinos de épocas posteriores. Al rechazar la evidencia de los títulos,
los críticos tienden a rechazar la posibilidad, sobre bases teóricas, de
que David pudiera haber compuesto alguno de los sa lmos del Salterio.
(Eissfeldt le reconoce la paternidad literaria de sólo uno o dos.) A
continuación anotamos los principales argumentos esgrimidos para
rechazar la paternidad literaria de David:
1. Algunos de los salmos atribuidos a David hablan del rey en
tercera persona más que en la segunda persona (p. ej., 20, 21 , 61, 63, 72,
110). Cabría esperar que un autor se refiera a sí mismo como yo o tú,
más que como él. Sin embargo, abundan las evidencias de que los
antiguos autores se referían a sí mismos en la tercera persona. En la
literatura clásica, por ejemplo , no hay la menor duda de que Jenofonte
fue el autor de la Anábasis; no obstante ello, se refiere a sí mismo casi
siempre en la tercera persona. Lo mismo cabe decir de Julio Cesar, en su
SALMOS 485

obra Las guerras gálicas. Repetidamente en el Antiguo Testamento


leemos que Jehová habla de sí mismo en tercera persona. Aun en los
Diez Mandamientos que comienzan con la primera persona ("Yo soy
Jehová tu Dios, que le saqué de la tierra de Egipto"), hay un cambio
ocasional a la tercera persona ("porque no dará por inocente Jehová al
que tomare su nombre en vano"). Queda, pues, por lo lanlo, desvir-
tuado totalmente el argumento del uso de la tercera persona como
criterio para descartar la paternidad literaria.
2. Se alega que algunos de los salmos atribuidos a David se refieren
al santuario de Israel como a la estructura de un temp lo ya ed ificado (p,
ej., 5, 27, 28, 63, 68 , 69 , 101, 138), si bien este edificio no fu e erigido
hasta el reinado de Salomón , el sucesor de David. Este argu mento , sin
embargo, se basa en una errónea interpretación de las expresiones la
casa de Jehová, el santuario o el templo (héykal). Ocas ionalmente ha-
ll amos todos estos términos en la literatura que da a entender haber
sido compuesta antes de la época de David; por ejemp lo, santuario
(qodesh) se usa para designar el tabernáculo en Exodo 28:43; casa de
Jehová (béyt Yahweh), en Josué 6:24; casa de Dios (bcyt Elohim), en
Jueces 18:31 ; y aun templo (héykal), en 1 Samuel 1:9; 3:3. Al mis mo
tiempo es menester observar que al santuario mencionado en los sal-
mos atribuidos a David se hace referencia a menudo en términos que
jamás podrían ser usados en relación con el templo de Salomón. Así, en
el, Salm o 27 se menciona el santuario no solamente co mo " templo"
(héykal) y " la casa de Jehová" (béyt Yahweh) , sino también sukkah o
"cabaña" (Biblia de Jerusalén) y 'ohel o " tienda" (Biblia de Jerusalén).
A juzgar por la evidencia interna de los propios salm os, los hebreos a
veces se referían a la ti enda del tabernáculo como "santuario", o "casa
de Jehová", o "casa de Dios", o " templo". Y ninguna d e estas expre-
siones implicaba necesariamente una estructura de madera o de piedra.
3. Se objeta que algunos de los salmos atribuidos a David muestran
denunciadores aramefsmos, lo cual indicaría una paternidad literaria
perteneciente a una fecha posterior al exilio. Un ejemp lo de ello sería el
Salmo 139, donde el versícu lo 2 muestra la preposición le (a) como
signo de un objeto directo (en lugar de 'iH); el versícu lo 4 usa millah por
"palabra "; y el versículo 8 emplea el verbo salaq por "subir". Algunos
críticos han llegado al extremo de objetar las formas poéticas del s ufijo
pronomina l tales como -aiki, como variantes de la habitual forma he-
brea -ayik, que significa "tu" (f.). Debemos recordar, sin embargo, que
David tuvo amplios contactos con los principados del norte de Israel,
que hablaban arameo, y que muchos de sus lectores de las diez tribus
estaban muy familiarizados con palabras que tomaban prestadas de sus
vecinos del otro lado de la frontera, de Damasco. La poesía de muchas
naciones muestra una tendencia a incorporar formas raras o dialectales
con el objeto de enriquecer el vocabulario, y no hay razón alguna para
486 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN A L A NTIGUO T ESTA M ENTO

suponer que la poesía hebrea fuera una exce pción de esa regla. Imposi-
ble negar que la poesía cananea del Ras Shamra (ugarita). correspon-
diente al siglo XV a. de J.C. , muestra un fuerte co lorido ara meo. La
presencia de ocasionales arameísmos, por lo tanto, no es en s í
evidencia concluyente de una paternidad literaria posterior a la época
en que vivió David. Así, pues, al par que el Salmo 139 puede no ser
correctamente atribuido a David (ya que no podemos sostener la infali-
bilidad de los títulos de los salmos hebreos como tales). para probar eso
habría que aducir pruebas más contundentes que la mera presencia de
aramefsmos aislados.
4. El David histórico, según muchos críticos, entre los que se cuen-
ta Sellin , difícilmente hubiera contado con la tranquilidad necesaria
para escribir poesía, ya que su vida estuvo colmada de problemas de
orden práctico; ni s iquiera hubiera tenido la inclinación a tan refinada
disciplina cultural. En respues ta a e llo, debemos reconocer que no sólo
los títulos de los salm os propiamente dichos, si no tamb ién ab unda ntes
ev idencias de otros relatos del Antiguo Testamento, indican la impor-
tancia de la música y la poesía en la carrera de David. El libro 1 Samuel
lo exhibe como un virtuoso arpista en la corte de Saúl. En 2 Samuel 22
hallamos en forma ligeramente distinta todo lo esencial del Salmo 18, y
citado como composición del rey David. El pasaje de 2 Samuel1:19-27
con tiene una endecha poética compuesta por David en ocasión de la
muerte de Saúl y Jonatán , en la batalla del monte de Gilboa. Y ya que
esta composició n no fi gura en los Salmos , n o pudo haber s ido tomada
de ellos en calidad de préstamo. El h echo de que se refiere por nombre
a Saú l y a Jonatán indica claramente que no se puede admitir como una
composición posterior erróneamente atribuida a David; solamente
pudo haber sido compues ta por un contemporá n eo que v iviera
alrededor del año 1010 a. de J.C.
Si David pudo componer una elegía tan exq uisitamente artística
como ésta, ciertamente tuvo la capacidad para escribir los otros salmos
que le atribuyen los títu los de los mismos. En 1 Samuel16:18 vemos
claramente que según el antiguo autor hebreo, era posible que en un
hombre verdaderamente talentoso se combinaran las profesiones de la
guerra y de la música: " He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén ,
que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en
sus palabras , y hermoso, y Jehová está con él. " En 2 Samuel23:1, luego
de haber anotado las hazai'ias de David en la guerra y su eficacia en la
administración gubernamental, habla de él como "el dulce cantor de
Israel. " Aparentemente estaba interesado en el mejoramiento de los
instrumentos musicales e introdujo sus propi as in novaciones. Amós
6:5 (alrededor del año 755 a. de J.C .) se refi ere a él com o inven tor e
ejecutante de instrumentos mus ica les. Además se lo conoció no
solamente como so lista , sino también como organizador de coros o
SALMOS 487

grupos de cantores. Esto lo leemos en 2 Samuel 6:5: " Y David y toda


la casa de Israel danzaban delante de Jehová con toda clase de instru-
mentos ... arpas, salterios, panderos, flautas y címbalos." Y también
en el versículo 15: "Así David y toda la casa de Israel conducían el arca
de Jehová con júbilo y sonido de trompeta." En 1 Crónicas 16: 4-5; 2
Crón icas 7:6 ; 29:25 leemos de la acti vidad de David como organizador
de los cuerpos de cantores levitas, que habrían de jugar un papel tan
preponderante en la liturgia del templo de Jerusalén.
Y en relación con esto, merece m en cionarse el hecho de que el
Nuevo Testamento repetidamente se refie re a David como el autor de
los salmos citados por Jesús y por los apóstoles. En ningún caso un
salmo así citado es atribuido por el título hebreo del mismo salmo a
otro que no sea David (si bien unos pocos, como el Salmo 2, por ejem-
plo, carecen totalmente de título]. Los críticos a menudo afirman que el
libro de los Salmos era simplemente conocido con el título de David en
la época del Nuevo Testamento, y que las referencias al Salterio que
emplean su nombre no indican necesariamente que creían que él
mismo los había escri to. Sin embargo, un cuidadoso estudio de los
numerosos casos que se discuten, lleva casi inevitablemente a la con-
clusión de que tanto Jesús como sus discípulos dieron por sentado, sin
la menor duda, que el autor personal de los salmos fue David . De no ser
así, carecería de sentido el interrogante de Cristo que se halla en Mateo
22:45: "Pues s i David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?" El punto de
discusión era si el Mesías habría de ser un ser solamente humano o un
Personaje divino; únicamente en el caso de ser un Personaje divino se
explica que el poderoso rey David se hubiera referido a él como Señor.
En Marcos 12:36, Jesús dice de manera exp líc ita: "El mismo David dijo
por el Espíritu Santo . . . " (Salmo 110:1). El testimonio apostólico lo
tenemos en pasajes como Hechos 4:24-25: "Seri.or ... que por boca de
David tu siervo dijiste ... " y luego procede a citar el Salmo 2:1-2.
Otras citas del Nuevo Testamento las leemos en Lucas 20:42-44 (Salmo
110); Hechos 1:20 (Salmo 69); Hechos 2:25-28 (Salmo 16); Hechos 2:34
[Salmo 110); y Romanos 4:6-8 (Salmo 32).

CoNFIABILIDAD DE Los TíTuLOs HEBREos DE LOs SALMos

Por lo general , los críticos consideran los títulos hebreos de los


salmos como muy posteriores y no dignos de confianza, habitualmente
deducidos por inferencia de la evidencia interna de los propios salmos.
Esta conclusión tiene a menudo por base dos líneas de evidencias: las
ocasionales discrepancias de los títulos de los salmos entre el TM y la
Septuaginta, y la falta de correspondencia entre afirmaciones de tras-
fon do histórico y la situación presupuesta en el propio salmo. Un ejem-
plo de esta supuesta discrepancia lo encontramos en el Salmo 7, el
488 RESEÑA CRiTICA DE UNA i NTRODUCCIÓN i\L A NTIGUO TESTAMENTO

título del cual sostiene que David entonó este salmo a Jehová "acerca
de las palabras de Cus hijo de Benjamín ". También se piensa que el
título del Salmo 34 poco tiene que ver con el carácter y los sentimientos
expresados en el texto.
Sin embargo, una madura reflexión debiera llevar al investigador a
una conclusión diametralmente opuesta. Resulta imposible explicai
por qué cualesquiera "rabinos posteriores" se hubieran aventurado a
añadir títulos de esta clase a salmos cuyos textos no reflejaran clara-
mente las situaciones de la vida de David que se asignan como marcos
de estas composiciónes. Muchos de los títulos co ntienen alusiones a
incidentes de la carrera de David, de los cuales no tenemos otro conoci-
miento que no sea éste. Así , por ejemplo, en el Salm o 60 figuran deta-
lles respecto a batallas peleadas contra Aram-Nah araim, Aram de Soba
y Edom, no registradas de manera alguna en los libros de Samuel. Tal
como lo señ ala Wilh elm Moeller (CATE, pág. 273), los detalles com-
plementarios constituyen un poderoso argumento en favor de la anti-
güedad del propio título del salmo. Un editor posterior jamás se
hubiera aventurado a elaborar nuevos detalles no contenidos en los
libros de SamueJ o Crónicas. También resu lta significativo que varios
de los salmos "huérfanos" (es decir, salmos que carecen de título)
abundan en alusiones y referencias históricas a recientes sucesos o
situaciones contemporáneos que hubieran brindado amplia base para
posteriores conjeturas rabínicas.
La Septuaginta nos brinda evidencia concluyente en el sentido de
que los títulos fueron agregados al Salterio hebreo muchísimo tiempo
antes de la era helénica. En otras palabras, figuran en los títulos hebreos
varios términos técnicos, el significado de los cu ales hubiera sido total-
mente olvidado para el momento en que se efectuó la traducción alejan-
drina (alrededor de los años 1 50-100 a. de ).C.) Por ejemplo, la expre-
sión " Al músico principal" (Jamm•na~~éah ) se traduce sin sentido en la
Septuaginta como " Hasta el final" (eis lo teJos). ' Cf. p . ej., Salmo 44,
equivalente al Salm o 4 3 de la Septuaginla. Aparentemente el erudito
alejandrin o conjeturó que la vocalización era 1•-min-ne~aJ:¡ , "hacia des-
de el fin". Jerónimo, en su comentario sobre Daniel (párr. 620 ) sugiere
que la correcta tradu cción de la expresión hebrea debiera ser "al
vencedor"; probablemente en este recibió la influencia de la traducción
de Teodoción , eis to nikos, "A la victoria"; o de lo contrario, de la
1. Casi no se puede dudar que el lector g-riego entendía que la frase eis to telas significaba
hasta el fin. Sin embargo, debe concederse que la palabra teJos cuando no va p reced ida de
la p reposición eis, ocasiona lmente p ued e significar una ceremonia o rito de inic iación
(cf. Esquilo, Euménides 799; Sófocles, Antígona 1226; Platón, La República, 8:560c). El
Targum traduce Jom -m •nas~ea1.1, como albanza (Ji~"bó l) ó'). El hebreo m •nos~ea!1 es un
participio derivado del verbo nó~o1.1, brillar, sobrepasar. En la Piel, este verbo fue utili-
zado para una presentación litúrgica de música; así figura en 1 Crónicos 15:21 . El sustan-
tivo ne~o!) podría significar brillo, gloria, o permanente continuidad, eternidad. En un
sentido derivado, esta raíz también podría ser un término que signifique "victoria."
SALMOS 489

traducción de Aquila, tó nikopoió, "Al ganador de la victoria "; o de la


de Símaco, epinikion, "Canto al tr iunfo". Otro ejemplo es el título del
Salm o 80, que contiene le-sósannfm, "Sobre lirios" , que la Septuaginta
tradu ce " Para quienes su frirán alteración" (hyper tón alloióthé-
somenón) como s i proviniera de le-sessónfm (a los que cambian),
errónea interpretación seguida por Jerónimo en Dani el (párr. 653). Un
tercer ejemplo es 'al-'•lamót [Salmo 46) , que probablemente significa
"A la manera de doncellas, es decir, para ser cantado con un timbre de
so prano. La SeptuaginLa lo traduce "Acerca de cosas escondidas " (hyp-
er tón kryphión) como si deri vara del verbo 'alam , esconder.
El h echo de que estos términos técnicos h ebreos ya n o se entendían,
sólo puede llevar a la conclusión de qu e estos particulares vocablos
habían caído en desuso tantísimo tiempo antes del segundo siglo a. de
J.C. que su verdadero sign ificado h abia sido totalmente olvidado. En
vista de que muchos eruditos como Duhm, Essfeldt y Pfeiffer han asig-
nado confiadamen te a muchos de los salmos la época macabea (es
decir, alrededor del año 165 a. de J.C.), es importante entender la signi-
ficación de esta evidencia a partir de la vers ión griega. Se admite que
los títu los de los salmos fueron agregados luego de haber s ido compues-
tos aquellos salmos a los cuales se les añadió el título. Sin embargo, los
mi s mo s títul os -al menos l os que cont ienen las frases a n tes
mencionadas- tu vieron que haber sido incorporados tantís imo tiempo
antes de la traducción de la Septuaginta que su significado ya había
sido olvidado. De ello se desprende, necesariamen te, que los propios
salmos tuvieron que haber sido escritos mucho antes del período
griego.
Respecto a la teoría que asignaba un origen macabeo a los salmos,
qu e fue aceptada en algún tiem po, resulta interesante anotar el hecho
de que en 1 Macabeos 7:1 7 se cita como Escritura Sagrada un pasaje del
Sa lmo 79:3. Esto indica que ya había en la Biblia hebrea una colección
de salmos canónicos en la época de los macabeos .> La tendencia más
recien te entre los críticos racionalistas se aleja del fechado extrema-
damente tardío de sus antecesores. Bentzen afirma: "El res ultado de las
investigaciones llevadas a cabo desde comienzos del siglo XX, nos
obliga a abandonar las presuposiciones apriorísticas de que los salmos
fueron escritos después del exilio. La salmodia era conocida en Israel
desde sus primeros dias. El más antiguo poema israelita que podemos
2. W. Staerk y R. Kittel insisten en que el Salmo 79 pertenece al perfodo macabeo, a pesar
del hecho de que se cita en Macabeos como Escritura Sagrada incluida en un canon ya
establecido [cf. Rowley, OTMS, pág. 185). R. H. Pfeiffer también (JOT, pág. 63) rotula
suavemen te el Sa lmo 70 como del perfodo macabeo, aun cuando reconoce que se cita en
1 Macabeos 7:17. Pa rece ser una ingen ua presunción suya que este salmo en parti cular
fue arreglado precisamente a tiempo para que lo citara el autor del libro de Macabeos,
como si la fó rmu la citada " según la pa labra que estaba escrita" (Biblia de Jerusalén ).
hu biera pod ido ser utilizada por un escritor hebreo sólo con respecto a una producción
contemporánea.
490 RESEÑA CRITICA DE Ul\'i\ l K TRODUCCIÓ '1\ L ANTIGUO T ESTAMENTO

datar con cierta aproximación, el cántico de Débora Uueces 5) , es un


salmo, y se componían salmos al estilo del Antiguo Testamento en
otras parles del Cercano Oriente, antes de tener noticias de la existencia
de Israel" (ICT 2: 167). Engnell añade : "Hablando con candidez, hay un
solo salmo , en todo el Salterio, del cual estoy totalme nte convencido
que es posterior al exilio: el Salm o 13 7. y en lo que puedo determinar,
ni ngún otro salmo es comparable a él, ni en contenido ni en estilo.
¿Será esto una mera coinciden cia?"' En su Fresh Approach to the
Psalm s (Nuevo enfoqu e a los Salmos) (1957). Oesterley cita numerosos
paralelos babilónicos y egipcios de los Salmos, al indica r la n ecesidad
de hallar un origen anterior al exilio para gran parte del Salterio.
La más significativa evidenc ia en favor de la a ntigüedad de los
sa lmos, como género literario, proviene de la poesía de la antigua Ugar-
it. Tal vez el más confiable listado de sus parale los, en la fraseología
poética y en la estructura del verso, se en cuentra en las notas margi-
nales de la porción ugarítica del ANET de Pritchard . Ejemplos típicos
son los siguientes:
Salm o 104:3: "El que pone las nubes por su carroza"; cf. el común
títu lo ugarítico de Aleyan Baa l: rkb'rpt (es decir, rókib' urpóti, o sea,
Jinete sobre las nubes).
Salmo 6:6: " Riego mi cama con mis lágrimas", se parece a Krt 28-30 :
"Sus lágrimas se derraman a torrentes hacia la tierra, a torrentes quintu-
pl icados sobre la cama cuando llora."
El texto ugarítico "Tomarás tu sempiterno reino, tu soberanía, de
generación (en) generación (d-r-k-t d-t d-r-d-r-k)" (Texto 68:10), es muy
similar al Salmo 145 :1 3: "Tu reino es reino de todos los s iglos, y tu
señorío en todas las generaciones."
"Oh El, apresúrate, Oh El , ven en mi ayuda" es muy similar al
Sa lmo 40:13: "Jehová , apresúrate a socorrerme."
Los anteriores no son sino unos pocos ejemp los de un gran número
de notables paralelos, y nos llevan a la con clusión de que los hebreos
adoptaron un género poético que hallaron ya ampliamente desarrollado
entre los pueblos cananeos a quienes conquistaron.
HISTORIA DE LA COMPILACIÓN DE LOS S ALMOS
Aparte de los 73 salmos que por sus títulos se los atribuye a David,
hay, como ya h emos visto , much os otros, que son asignados a autores
contemporáneos de él, o que son ligera mente posteriores a su época. El
Salmo 90 se atribuye a Moisés; 12 salmos son atribuidos a Asaf; diez, a
los hij os de Coré; uno (Salmo 127) a Sa lomón , uno a Hemán ezraíta•

3. Engnell , Studies in Divine Kingship (Estud ios ~o bre la di vina dignidad real) (Esto-
co lmo: Almqvist & Wiksells Boktryckeri, 1943). pág. 176, n. 2.
4 . El término ezrofto parece indicar un desce ndiente de Zera, d o la tri bu de judá.
Aparente mente una fa mili a le vítica, asentada en j udá . Aparenteme nte una familia
SALMOS 491

(Salmo 88), uno a Etán ezraíta (Salmo 89). De los salmos "huérfanos" o
anónimos, pocas dudas hay que algunos de ellos indican haber s ido
compuestos durante el exilio o después de él. El Salmo 13 7, "Junto a
los ríos de Babilonia" , podemos considerarlo del tiempo del exilio , y el
Sal m o 126, "Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sión", de
los primeros tiempos posteriores al exilio, tal vez alrededor del año 500
a. de J.C.
Fue inevitable, por lo tanto, que el Salterio se formara por etapas a
lo largo de un extenso período de tiempo. Aparentemente el agrupa-
miento por libros es de antigua data. Así, el Salmo 72:20 sostiene:
"Aquí terminan las oraciones [t"pillotj de David, hijo de lsai;" esta
anotación sin duda alguna marca el fina l de una primitiva edición del
Salterio que contenía casi exclusivamente los salmos de David. Se
pueden distinguir por lo menos tres colecciones.
1. El Libro I (Salmos 1 -41) probablemente fue compilado por
David , o de lo contrario, por alguno de sus colaboradores, bajo su
dirección. Si bien carente de título, el Salmo 1 sirve como una lógica
introducción a toda la colección y bien pudo haber sido compuesto por
el propio David o por Salomón su hijo. El Salmo 2, que también carece
de título, claramente se atribuye a David en Hechos 4:25. La causa de
que el Salmo 10 no tenga título se d ebe probablemente a que original-
mente estaban unidos los salmos 9 y 10 (la Septuaginta los considera
como una sola composición). El Salmo 33, que carece de título en el
TM, la Septuaginta se lo asigna igualmente a David. Por lo tanto, parece
que todo el contenido del Libro I debe asignarse a David. Sin embargo,
es harto complicado imaginar la razón por la cual se hizo solamente
una colección parcial de las poesías de David y se las incorporó a este
primer volumen. Resultaría difícil demostrar que estos salmos fueron
compuestos en la primera parte de la carrera del rey y que los salmos
davídicos de los libros posteriores provienen de su vejez, porque en
algunos casos (notoriamente los salmos 32 y 51). algunos de los que
figuran en los libros posteriores se remontan a una época tan antigua
como la de los que figuran en el Libro I. Ewald y otros han sugerido
que posiblemente la más antigua edición del Salterio contenía no
solamente los salmos 1-41, sino también 51 - 72, y que sólo con
posterioridad se insertaron los salmos de Asaf y de los hijos deCoré (es
decir, los salmos 42-50). Ciertamente es verdad que ninguno de los
salmos 51-72 se asigna por título a otro autor que no sea David, y el
último versículo del Salmo 72 constituiría entonces un apropiado fina l
de toda la colección tal cual fue publicada originalmente.
2. El Libro ll (Salmos 42-72) y el Libro Ill (Salmos 73-89) bien

levftica, asentada en judá, fu e incorporada a la familia de Zera. tanto por vivir en una
comunidad judía como también, posib lemente, por las relaciones matrimoniales entre las
dos familias.
492 R ESEÑA CRíTICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN i\L A NTIClJO TESTI\MENTO

pudieron haber sido reunidos y publicados en una época posterior,


posiblemente durante el reinado de Josías, para agregar material de-
vocional durante su campaña de avivamien to. Por otra parte, es factible
que esta comp ilación se realizara con anterioridad, durante el reinado
de Ezequías (alrededor del ar1o 710 a. de J.C.) Es bien sabido que Eze-
quías di spo nía de una acti va comisión bíblica (" los varones de
Ezequías", Proverbios 25:1), como parte de su programa de reformas.
Por lo tanto pudo haberse dispuesto que estos libros se publicaran para
uso litúrgico en el templo, bajo el patrocinio de Ezequías.
3. Los libros restantes, IV y V, son en gran parte una colección
miscelánea, de fecha incierta, algunos de época tan antigua como los
primeros salmos de David , o se remontan hasta Moisés, y otros de fecha
tan tardía como el tiempo del retorno del exilio. Sin duda alguna, esta
compilación se hizo en los días de Esdras y Nehemías, cuando se lle-
vaba a cabo vigorosamente la reconstrucción de la vida política y re-
ligiosa de la nueva confederación. Justo es decir que no existen alu-
siones o situaciones históricas presupuestas en los salmos 90 - 150 que
no coincidan con sucesos de la historia hebrea anteriores al año 430 a.
de J.C.
Los raciona listas de la alta crítica no han podido ponerse de a-
cuerdo en cuanto a la época cuando fueron compuestos los diversos
salmos, considerados individualmente. Los eruditos de fina les del siglo
XIX y comienzos del siglo XX tendían a tratar cada salmo individual
según sus méritos, y conjeturando respecto a su edad por la etapa de
desarrollo del pensamiento religioso de Israel que pareciera reflejar,
podían arribar a una fecha aproximada basados en principios evolu-
cionistas. O bien, los críticos podían averiguar las p os ibles alusiones
hi stóricas y luego buscar un juego de circunstancias en la historia
israelita al c ual pudieran corresponder dichas alu s ion es. Quienes
se adherían a la teoría de que muchos de los salmos fueron compuestos
en la época de los Macabeos, se ajustaban a menudo a este ti po de
metodología.
Con e l advenimiento de Hermann Gunkel, fue favorec ido un
enfoque tota lmente nuevo. Con su obra Ausgewahlte Psalmen (1904)
comenzó a utilizar los p rincipios de la crítica forma l en el análisis del
cuerpo del Salterio. Clasificó a los salmos en varias categorías o tipos
(Gattungen) y procuró identificar la situación general en la vida (Sitz
im Leben) que les dio existencia. Mediante un cuidadoso estudio de
material similar de las primitivas civilizaciones de Egipto y Mesopota-
mia, Gunkel procuró captar el antiguo punto de vista hebreo y analizar
los salmos de una manera mucho más válida y aprop iada que lo que fue
posible hacer por el método anterior. (Cf. Rowley, OTMS, pág. 163).
Pudo dividir la inm ensa mayoría de los sa lmos en c inco tipos
diferentes:
SALMOS 493

1. Himnos para el culto público que reflejan la adoración y devo-


ción personal del autor hacia Jehová.
2. Los salmos de lamentos colectivos, debido a grandes catástrofes
o desastres ocurridos a la comunidad (p. ej., Salmos 44; 74; 79; 80; 83.)
3 . Salmos reales, con particular enfoque en el rey de Israel como
siervo de Jehová.
4 . El lamento indi vidual - tipo que formó la columna vertebral del
Sa lterio-, en el cual el autor individual se halla angustiado, amena-
zado por sus enemigos, e injustamente perseguido; y no obstante ello,
en un arranque de fe expresa la certeza de que será escuchado, y a
menudo hace votos de tangible expresión por su gratitud en respuesta a
la liberación que espera confiadamente.
5. Cantos individuales de acción de gracias (tales como los Salmos
18, 30, 32, 34, 41, 66, 92, etcétera), en los cuales se expresan recitales de
acción de gracias por las liberaciones y las bendiciones recibidas por el
adorador al aproximarse al altar de acción de gracias. La principal
preocupación de Gunkel no fue de orden cronológico, sino la de situar
la mayor parte del Salterio en una época inmediatamente anterior al
exilio (especialmente en el caso de los salmos "reales ") .
Este enfoque crítico fue adoptado y expandido por muchos de los
más recientes eruditos tales como Eissfeldt, Bentzen, Engnell, Oester-
ley, Robinson, y E. A. Lesli e (The Psalms) (Los salmos) (1949).
Sigmund Mowinckel (Psalmen Stud ien, 1921-1924) también siguió
esta forma de enfoque crítico, pero con la importante modificación de
que virtualmente ninguno de los salmos era genuinamente personal en
un sentido individualista, sino que todos pertenecían a un tipo de
adoración colectiva. Se cree que gran parte de los "salmos de entroniza-
ción " se originaron en conexión con la celebración anual de la entro-
nización de Yahweh, la cual Mowinckel supuso que se realizaba en la
festividad del Año Nuevo (por analogía con la entronización babilónica
de Marduk en la época del Año Nuevo). Hasta llegó a interpretar que el
"día de Yahweh" se refería originalmente al día de culto para la entro-
nización de Dios, pero proyectado hacia lo futuro, a una época en que
Yahweh vendría a imponer su autoridad como Rey sobre toda la tierra.
Consideró este autor que muchos de estos "salmos de entronización" se
remontaban a la época de la monarquía hebrea. Norman Snaith se
opuso vigorosamente a la teoría de que los salmos de este tipo fueron
compuestos para la celebración del sábado o que la mayoría de ellos
fueron de origen posterior al exilio. (Estas ingeniosas especulaciones
serán tomadas en serio solamente por quien es aceptan las presuposi -
ciones humanísticas de quien es las inventan.)

NUMERACIÓN DE LOS SALMOS


Tanto el TM como la Septuaginta contienen un total de 150 salmos.
494 R ESEÑA C RíTICA DE UNt\ l NTRODUCCIÓi\! i\ L A NTIGUO TESTJ\ME~'TO

No hay certeza en cuanto a s i ese fue el número original. El Talmud


(Sabba th 16) habla de 147, uno por cada año de la vida del patriarca
Jacob. Tampoco se sabe con seguridad cual fue la división original de
los salmos. El Talmud (Berachoth 9b) menciona el hecho de que los
Salmos 1 y 2 constituyen una sola composición. Por otra parte, Hechos
13:33 se refiere exp lícitame nte al Salmo 2: 7 y dice que proviene del
"salmo segundo".
La versión Reina-Valera sigue la di visión del TM. en lo que con-
cierne a la numeración de los salmos. Pero, a diferencia de la práctica
hebrea, no incluye en el texto el título de los sa lmos. Por ello hay
generalm ente una d ivergenc ia en versículos en tre la Biblia Reina-
Valera y la Biblia hebrea, cada vez que los salmos en cuestión cuentan
con un título. (Es decir, hay un versículo más en la Biblia hebrea que en
la versión española; y en el caso del Salm o 51 y otros pocos casos, hay
dos versículos más.) Como ya dijimos, la numerac ión de los sa lmos de
la Sep tuoginta difiere de la del TM (y por ende de la Biblia en español)
porque: (1) cuenta al Sa lm o 10 como parte del Sa lmo 9; (2) cuenta el
Salm o 115 como parte de l Salmo 114; (3) divide el Sa lmo 116 en dos
salmos separados; y (4) divide el Salmo 147 en dos salmos separados.
La Septuaginta también agrega el Salmo 151 con la nota: " Fuera de
numeración "• Y puesto que la Vulga ta sigue la numeración de la Sep-
tuaginta, naturalmente la Bib lia católica se ajusta a esa traducción.
C ONTENIDO DE LOS T íTU LOS DE LOS SALMOS

No existe la certeza absoluta de que la actual disposición de los


títulos de los salmos en el TM refleje con exactitud su posición original.
J. W. Thirtle en The Titles of Lhe Psalms (Los tílu los de los salmos)
(1905) comenta conv incen temen te que muchos de los salmos, no sólo
poseen un escrito previo, sino también un escrito posterior. Sin embar-
go, en u n p eríod o posterior, los escribas añadieron erróneamente la
no ta fina l de algunos salmos a la nota previa de los s ubsiguientes. El
asignó a l post scriptum (o nota colocada al final de la composición) los
sigu ientes tipos de material: (1) la anotación "al mús ico principal" ; (2)
explicaciones musica les que indican el tipo de instrumento a ejecutar
(tales como negfnót, o instrumentos de cuerda ; ne/:Jlló t, o instrumentos
de viento); y (3) la ocasión (o tono melódico) que se aplicaba al salmo
en cuestión , por ejemplo 'a l müL 1ab-bén en el Salmo 9 y 'al'-ayyelet
has-shahar en el Salmo 22. En otras palabras, si figuran en el título de
un salmo elementos de este li po, según Thirtle, se debe a que fueron
incorrectamente transferidos de la nota original co locada al final del
salmo precedente. Cuando se retiran tales elementos, queda en claro
q ue un correcto pre scriptum o título inicial, con ti ene solamente los
5. El hebreo origin al del Salmo 151 fue d escubierto recientemente en la cueva No. 11 de
Qumrnn.
SALMOS 495

siguientes tres elementos: (1 ) la indicación del género, tal como el


mizmór o salmo; mas kfl o instrucción; shfr o canción ; mikhtdm, o
himno de expiación; (2) la atribución de paternidad literaria : de David,
de Asaf, etcétera; (3) la ocasión (p. ej. , "cuando huía delan te de Absalón
su hijo" - título d el Sal mo 3-0 "que cantó a Jehová acerca de las
palabras de Cus" - título del Salmo 7-, etcétera). Thirtle señaló que
algunos de los himnos egipcios y acadios terminaban con una nota final
que incluía " hasta el fin," lo cual pudo haber s ido un factor que influyó
en la LXX para que tradujera Jam-m•na$$éaJ:¡ como eis to Lelos (hasta el
final) . (Respecto a este punto, debemos mencionar el hecho de que en el
caso de las notas previas de Thirtle hay alrededor de 25 discrepancias
en los títulos de los salmos, entre la Septu aginta y el TM. Por ejemplo,
en siete dice Salmos donde el TM no dice mizmór; en siete dice óde
donde en el TM no dice shfr; y en cinco salmos de la Sepluaginta figura
allelouia donde en el hebreo no figura ningún hallelü yah ).

TÉRMINOS TÉCNICOS EN LOS TíTULOS DE LOS SALMOS

TIPOS DE Si\LMOS

1. Mizmór, o salmo, significa una ca nción interpre tada con acom-


pañamiento de un instrumento musical , originalmente un instrumento
de cuerdas, de zdmar, pulsar (pero cf. tambi én zama ra , en árabe, tocar
con instrumento de viento) . Con el nombre de mizmór se designan 57
salmos.
2. Shir, o canc ión , n o implica nad a con respecto a acompaña-
miento musical. Se trata simplemente de un término general para indi-
car una mús ica vocal. Así se designan 27 salmos; de estos, 1 5 se deno-
minan s hfr ham- m a'a loth o canción de los ascensos (cá ntico gradual,
en Reina-Valera).
3. Maskil, o poema didáctico, o poema contemplativo (el verbo del
cual proviene, hiskfJ, puede s ignificar prestar atención a , considerar,
refl exionar acerca de; o percibir la natura leza interior de una cosa,
enseñarle a alguien). Figura como título de 13 sa lmos. Y puesto que
estos salmos de ninguna manera son uniformemente d idácticos, n os
inclinamos con preferencia por la interpretación de "contemplativos".
4. Mikhtdm es un término discutible. Deriva de una ra íz que signi -
fica cubrir (cf. katama , árabe, y katdmu, acád ico; ambos significan
cubrir); podría significar una canción para purgar o exp iar un pecado
(así sostiene Mowinckel) . El hebreo posterior le dio a esta palabra el
s ignificado de epigrama (de a hí la stelographia de la LXX) , o grabado,
como si se refiriera a una com posición para registrar pen samientos
memorables, dichos medu losos o elocuentes refran es. Seis salmos lle-
van este título.
5. T e pillah simplemente s ignifica una oración. Cinco salmos lle-
van este título.
496 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTi\l'viENTO

6. T ehilla h s ignifica una can ción de alabanza y se en c uentra en los


títulos d e c inco salmos. Observemos que esta pa labra en plural, T•hil-
lim , proporciona el título h ebreo para todo e l libro d e los sa lmos.
7. S higgóyón pued e s ignificar tal vez una canción irregular o
errante (de ságah, vagar); d e ahí, por lo tanto, una oda ditirá mbica
irregular. (Solamente el Salmo 7 utiliza este término, pero ta mbién lo
hace el salmo que figura en Habacuc 3.)

T ÉfuviiNOS M USICALES EN LOS T íTULOS

1. Lam-m•nasséah, tal como lo exp lica mos anteriorme nte, significa


" al direc tor del coro" o " al mús ico principa l". Se ha s ugerido, y muy
plausibl e men te, que este término fue anexado a esos salmos que fueron
incluidos en una antología especia l confeccionada por e l director del
coro de l te mplo para conveniencia d e los ca ntores, en lugar de incluir
la tota lidad de l grupo de 150 en un rep ertori o ordinario de sus grupos
corales. Así se d enomina a 55 salmos.
2. Negfnó t significa ins trumen tos de cuerdas o canciones para ser
cantadas con acompañamiento de instrumen tos d e cuerda.
3. NeJ:liJJót significa instrumentos d e vie nto (cf. hálfl , fl a uta).
4 . Sheminít parece significar ya sea un laúd de ocho cu erdas, o
posibleme nte una octava (es decir, u na octava más baja que e l so prano
o '•Jamó t).
5. '"ldmót o " doncellas" , pue d e s ignificar soprano o tonos altos (cf.
1 Crónica s 15 :2 0; Salm o 46).
6. MaJ:¡a Ja t s ignifica "enferm e dad " o "pesadumbre" y d e ahí
se infiere que puede ser un un sa lmo d e lamentación (Salmos 53 y 88.)
INDICADORES DE LA MELODIA

Algunas de las palabras e nigmáticas que aparecen en los títulos de


los salmos pue d en indicar ya sea la ocas ión en que se compuso origi-
nalmente el salmo o, más probab lemente, las palabras ini cia les de una
bien conocida melodía, d e acuerdo con la cual debía canta rse el sa lmo
(de la mis ma manera como pudiéram os decir: "Cantemos este himno
con la tonad a d e ' Firmes y Ad elante ' ").
1. 'al m út Ja b-bén en e l Salm o 9 bien pued e indicar una bien co-
nocida canción que emp ieza con las palabras La muerte de un hijo (la
pre posició n 'a l se traduce "de acu erdo con ").
2. 'al'ayyele t has-sahar s ignifica "según la cierva de la mañ an a"
(Salmo 22 ).
3. Süsdn o 'el sósannfm se refería al lirio y tal vez s ignifi caba " a los
lirios".
4 . 'al tasl;et parece s ignificar " n o destruyas" o " n o corrompas"
Aparentemente una bien co nocida canción comenzaba con estas pala-
bras, y h abía que cantar en estos casos con esa melodía (Salmos 57, 58,
SALMOS 497

59, 75).
5. 'a l Yónat 'élem r"hóqí'm aparentemente significa "sobre La palo-
ma silenciosa," (Reina-Valera). Algunos han sugerido una modifica-
ción en la puntuación de tal manera que d iga 'élim rehóqfm, o sea
" lejanos terebintos" (Salm o 56).
Un término técnico que no figura en los títulos de los salmos es el
dudoso y confuso vocablo seJah . Se han s ugerido muchas explica-
ciones para el significado d e esta palabra. La más plausible es que el
térm ino deriva de la raíz so.Jal que significa elevar. La Septuoginta lo
traduce d iapsalm a, que significa interlud io mus ical. Selah, por lo tan-
to, no es una palabra para ser le ída en voz alta, sino simplemente un
llamado de atención al recitador para que en ese punto h aga una pausa
y permi ta un acord e d el acompañamiento musica l; o también pudiera
ser una indicación para qu e eleve la voz a un tono m ás intenso, o tal vez
para que eleve su corazón en una piadosa contemp lación o meditación.
El Salmo 67:1, 2 contien e el término selah en med io de u na oración, lo
cual dificulta explicarlo com o una pausa para interludio musical. Sin
embargo, e n la mayor parte d e los demás casos, esta interpretación
parece ser la más a prop iada.
Los Salmos 120-134 incluye n en sus títulos la exp resión "Canción
de las subidas" (Biblia de Jerusa lén), "Cántico gradual" (Reina-Va/era;
sír hamo '•lót, en hebreo). Algunas antiguas tradiciones judías explican
esto en relación con una escalinata que conducía al atrio de los hom-
bres en el templo (Mishnah: Middoth 2:5) . Una explicación más lógica
sería que estas "subidas" se refiera n a las e tapas de una peregrinación a
Jerusalén (la palabra ma '"lót deriva d el verbo 'olah, "ascender", es
decir a Jeru salén). Algunos prefieren interpretarlo como "procesion es"
(o peregrinaciones), por m e tonimia d e "ascenso". De ahí que fueran
canciones de p eregrinos, para cantarlas cuando iban en cam ino a Jeru-
salén para las fiestas anuales. Esta explicación también parece preferi-
ble a la de Gesenius y Delitzsch, que relacionan e l término con un
movimiento progresivo, paso a paso, de los pensam ientos expresados
en los propios salmos; desafortunadamente para esta teoría, algunos de
los salmos de este grupo no exhiben de ninguna manera esa caracterís-
tica (p. ej., los Salmos 125 y 133).

Los SALMOS MESIANICOS

Uno de los hechos más notables que observamos en el Salterio es su


frecuente alusión a la venida del Mesías. El Salm o 2:7, con referencia al
Rey de Israel como Hijo de Dios , es citado o se alude al mismo en Mateo
3:17. Hechos 13:33; Hebreos 1:5; 5:5; 2 Pedro 1:17 se aplica n a Cristo.
Jesús citó Sa lm o 22:1 cuando colgaba en la cruz, haciendo suyo ese
salmo. Para hallar otros salmos mesiánicos, comparar el Sa lmo 110:1
498 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTi\tviENTO

con Mateo 22:44; Marcos 12:36; Lucas 20:42, 43; Hechos 2:34; Hebreos
1 :13 . También comparar Salmo 45:6, 7 con Hebreos 1:8, 9 ; el Salmo
69 :4 y Juan 15:25; el Salmo 69:9 con Juan 2:17; Salmo 16:10 con
Hecho s 2:25-28 y Hechos 13:55; el Salmo 8:5-6 con Hebreos 2:6-9; el
Salmo 8:2 con Mateo 21: 1 5-1 6; el Salmo 118:22 , 2 3 con Mateo 21:42.
Ejemplos de otros sa lmos generalmente considerados como mesiánicos
son los Salmos 40 , 41, 68, 72, 1 02 y 109.

S ALMOS I MPRECATORJOS

Varios salmos contienen súplicas a Dios para que descargue su ira


sobre los en emigos del salmista. Esto parece contradecir la postura
cristiana de amor hacia los enemigos. No obstante ello, es un error
explicar estas expresiones como sentimientos degenerados y subcris-
tianos, que han sido permitidos en el canon sagrado por e l principio de
"revelación progresiva" . La revelación progresiva no ha de entenderse
como un progreso del error hacia la verdad, sino más bi en un progreso
de lo parcial y oscuro a lo completo y claro. Un evangélico consecuente
debe sostener que todas las porciones de la Palabra de Dios son ver-
daderas en el sentido que quiso darles el autor original bajo la inspira-
ción del Espíritu Santo, aun cu ando fueron expresadas en términos que
tal vez fueron más comprensibles y relevantes para el pueblo de Dios en
la época de s u composición que en épocas posteriores .
Es importante entender que, con anterioridad a la primera venida
de Cristo, la única manera tangible por la cu al podia demostrarse la
verdad de las Sagradas Escrituras a los observadores humanos, era por
la prueba pragmática del desastre que habría de caer sobre quienes
estaban en el error y la liberación que lograrían quienes se aferraran a la
verdad. En tanto que los malvados continuaran triunfando, su prospe-
ridad parecía refutar la santidad y soberanía del Dios de Israel. Un
creyente h ebreo en el Antiguo Testamento no podía hacer otra cosa que
hundirse en una profunda aflicción mientras se mantuviera ese estado
de cosas. Iden tificándose íntegramente con la causa de Dios, hacía
suyos a los enemigos de Dios, y le imploraba a l Altís imo que man-
tuviera en alto su honor y justificara su propia probidad infligiendo una
ap lastante destrucción sobre quienes , ya fuera en teoría o en práctica,
negaban su soberanía y su ley. Sólo después de la s uprema exhibición
del desagrado de Dios por el pecado, demostrado por la muerte de su
Hijo en la cruz, le fue posible al creyente esperar pacientemente mien-
tras la paci encia de Dios les permitía a los malvados disfrutar de un
éxito temporal. Tampoco fue enten dida en toda su extensión la pacien-
cia de Dios hasta que Jesús vino a la tierra para enseñarles su amor a los
hombres.
CAPITULO 34
LOS LIBROS SAPIENCIALES:
JOB y PROVERBIOS
JOB

Respecto al significado del nombre Job (en hebreo ' Jyyób), pro-
bablemente deriva de una raíz que significa volver, arrepentirse, y de
ahí que pueda s ignificar uno que torna (a Dios). Esta interpretación se
basa en el árabe 'aba , arrepentirse o volverse (a me nudo seguido de la
frase ' iló 'llahi , a Dios). La grafía árabe del nombre sería 'Awwóbun; se
la en cuentra en las inscripciones acádicas como Ayyab um , por ejem-
plo, en los d oc umentos de Mari d el siglo XVIII a . de J.C. En las Cartas d e
Amarna , e l nombre aparece como Ayab (un príncipe de Pella). Hecho
interesante, el n ombre figura hasta en los Textos Execrato rios de Berl ín
(escritos con caracte res hieráticos egipcios) como título de un prín cipe
de la región d e Damasco durante el siglo XIX (cf. BASOR No. 82 (1941),
pág. 36). Otra posible etimología para 'Iyyó b es un o que es asaltado, del
he breo 'óyeb, odiar, estar enemistado (según Koehler-Baumgartner), o
también, objeto de enemistad (según el Léxico de Brown -Driver-
Briggs). Conviene me ncionar, en favor de la e tim ología árabe, que Job
era nativo del norte de Arabia, y el escenario donde ocurre la acción es
más árabe que hebreo.

EL TEMA DE JOB

El libro trata d el problema teórico del dolor en la vid a d e los piado-


sos. Se ocupa d e responder al interrogante: ¿Por qué debe n sufrir los
justos? La respuesta se da de una manera triple: (1) Dios merece ser
amado aun aparte de las bendiciones que conceda; (2) Dios puede
permitir el sufrimiento como medio para purificar y vigorizar el alma
en la piedad; (3) los pensamientos y los caminos de Dios se mueven por
consideraciones tan grandes que no las puede compre nder la diminuta
mentalidad d el hombre , puesto que el hombre es incapaz de ver los
hechos de la v ida con la amplitud y visión con que los ve el Todo-

499
500 R ESEÑA CRiTICt\ DE UNA INTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

poderoso; no obstante ello, Dios sabe perfec tamente bien lo que es


mejor para su propia gloria y para el bien final. Esta respuesta está dada
en el marco de los limitad os conceptos de los tres "conso ladores" de
Job: Elifaz, Bildad y Zafar.
Un adecuado motivo sicológico para La persistencia de ellos en
continuar la controversia con Job a Lo largo de tantos capítulos ha de
hallarse en el d ilema en el que los colocó el catastrófico desastre de él.
Si un hombre de tan encumbrada reputación podía sufrir tan devas ta-
dora desgracia, veían peligrar su propia seguridad ante la posib il idad
de que los mismo les ocurriera a ellos. Su prin ci pal motivo al intentar
sacarle a Job una confesión de pecad o tuvo por objeto establecer una
propia sensación de seguridad para ellos. Si en realidad Job había s ido
culpable de algú n vergonzoso pecado del cual nadie tenía noticias, su
abrumador desastre podría ser fácilmente entend ido como una retribu-
ción de l justo Dios. Al no poder sacarle tal confesión , a pesar de sus
diligentes esfuerzos realizados para obligarlo a adm itir la culpabi lidad,
se sintieron incapaces de retornar a sus hogares aliviados y confiados
en que la ca lamidad no golpear ía a sus puertas , s i tan solo "vivían de
una manera buena. "

BOSQUEJO GENERAL DE JOB

l. Prólogo: la prueba a que fu e sometido Job, 1 :1-2:1 3


ll. Falso consuelo por parte de los tres amigos, 3:1- 31:40
A. Primer ciclo de discursos
1 . Lamento de Job, 3 :1-26
2. Rép lica d e Elifaz, 4: 1- 5:2 7; y resp uesta de Job, 6:1 - 7:2 1
3. Ré pl ica de Bildad, 8 :1-2 2 ; y res puesta de Job, 9:1-10:2 2
4. R6p li ca de Zafar, 1 1:1-20; y respues ta de Job, 12:1- 14:2 2
B. Segundo c iclo de discursos, 15:1-21 :34
1 . Rép lica de Elifaz, 15:1 -35; y respuesta de Job, 16:1 - 1 7:16
2. Rép lica de Bildad, 18:1-21 ; y respuesta de Job , 9:1-29
3. Réplica de Za far, 20:1-29; y resp uesta de Job, 21:1-34
C. Tercer cicl o de discursos , 22: 1-31 :40
1. Réplica de Elifaz, 22:1 -30 ; y respuesta de Job, 23:1- 24 :25
2. Réplica de Bildad, 25:1-6; y respuesta de Job, 26:1 -31:40
Ill. Los discu rsos de Eliú, 32:1-37 :24
A. Primer discu rso: la enseñanza de Dios a l hombre a través de la
aflicción , 3 2 :1-33:33
B. Seg und o di scurs o : r eiv indicac ión de la jus ti cia y de la
prud encia d e Dios, 34:1 -3 7
C. Tercer discurso : las ventajas de la pi edad , 35:1-16
D. Cuarto d iscurso: la grandeza de Dios y la ignorancia de Job,
36:1- 37:24
L os L IBRos S A PIENCIALES JoB Y PROVERBios 501

IV. Discursos de Dios, 38:1-42:6


A. Primer discurso: la omnipotencia de Dios proclamada en la
creación; la confesión de Job, 38:1-40:5
8 . Segundo discurso: el poder de Dios y la fragilidad del hombre;
humilde respuesta de Job, 40:6-42:6
\'. Epílogo: Dios reprende a los tres consoladores; restauración d e
Job, 42:7-17

PATERNIDAD LITERARIA DE JOB

El texto d e este libro no indica su autor, y no existe ninguna seria


tradición, n i s iquiera e n los círc ulos rabínicos, que nos pudiera dar
algú n indic io sobre qu ién sería el autor de esta obra. El Talmud no se
aventura más allá de s ugerir que el escritor tuvo que haber s ido algu ien
que viviera an tes de la época d e Moisés. Parece no haber nada en la
evidencia interna del propio texto que nos ofrezca una clave acerca de
la identidad del a utor. El comentarista Jacques Bolduc (1637) sugirió
que pudo haber s ido secundariamente una obra de l mismo Moisés, que
la e ncontró en su forma original aramea y la consid eró digna de tradu-
cirla al hebreo. Al par que difícilmente puede afirmarse que existe algo
mosaico en el estilo de Job, esta teoría al menos daría cuenta y razón de:
(1 ) el hecho d e q ue los hebreos poseyeran esta obra; (2) que adquiriera
un rango ca nónico; (3) su sabor y su marco patriarcal; y (4) el sabor
arameo en parte d e la terminología y en las formas de expresión que
exhibe el texto.

FECI lA DE LOS SUCESOS

Como quiera que Job no contiene referencia algu n a acontecimien-


tos históricos , y refleja un trasfondo cultura l no hebrai co, respecto al
cual poseemos m uy poca o ninguna información, no es fácil asignar
una fecha probable para la vida y carrera de Job. El distrito de Uz,
donde ocurrieron los hechos que se relatan, estaba situado al norte de
Arabia; la Septuagin ta se refiere a él como tierra d e los Aisitai , pueblo
al cual Tolomeo el geógrafo s itúa en el desierto de Arabia adyacente a
los edomitas del mo nte Seir. Elifaz, el amigo de Job, provenía de Te-
mán , bien co nocida localidad de Edom . Eliú era oriundo de la región de
los buzitas, que probablem ente vivían en las adyacencias de los ca ldeas
en el noreste de Arabia. Es importan te tener en cuen ta todos estos
factores para poder pesar la fuerza d e los argumentos basad os e n la
ausencia de influencia mosaica.
J. H. Raven se inclina por una fecha pre-mosaica en base a las
siguientes consideraciones: (1) Job indica un tipo d e organización pa-
triarcal y de c la n familiar, que nos recu erda más la época de Abraham
502 RESEÑA CRITICA DE UNA l NTRODUCCIÚ N A L ANTIGUO TESTAM ENTO

que las condiciones imperantes después del éxodo; (2) el hecho de qm;
fuera el jefe de la familia y no un sacerdote ordenado quien ofreciera el
sacrificio , también sería una costrumbre pre-mosaica; (3 ) la mención
del qositah como una pieza de dinero Job 42:11) sugiere una fecha al
menos tan remota como la época de Josu é (cf. Josué 24:32), si no el
período patriarcal (cf. Gén esis 33 :1 9). Pero s i el escenario estuvo ubi-
cado al norte de Arabia, cerca de Edom , una sociedad tipo clan bien
pudo h aber persistido alli hasta la época de la monarqu ía hebrea. Es
posible que persistieran los sacrificios priva dos ejecutados por los jefes
de fami lia junto al sacerdocio tribal oficial.
Esta localización extranjera también exp licarfa la comparativa rare-
za de l nombre Ya hweh en la mayoría d e los cap ítulos del libro. Job
demuestra una clara preferen cia por el térm ino pansemítico 'Eloa h o
'Elohfm, para Dios ("Yahweh" figura dos veces en el capítulo 1 , una
vez en el capítulo 2, una vez en el capítulo 12, una vez en el capítulo
38, tres veces en el capítulo 4 0 y cinco veces en el capítulo 42.) Muy
interesante es el hecho de que el título Shaddai, el Todopoderoso, se
repite no menos de 31 veces en Job , contra 16 veces en el resto del
Antiguo Testamento. Esta eviden cia del uso de los nombres divinos
ciertamente tiende a confirmar la teoría de un marco no israelita.
Y, sin embargo, se m antiene firme, aparte de la ausencia de una
infl uencia mosaica, que el trasfondo de la historia de Job seflala hacia
un marco a comienzos del segundo milenio antes de Cristo. W. F.
Albright, en su capítulo "Old Testament and Archaeology" - El Anti-
guo Testamento y la arq ueología-, en el Commen Lary (Comentario) de
Alleman y Flac k, sefla la que el histórico Job bien pudo haber sido
contemporán eo de los patriarcas. Las razo nes en que se basa para arri-
bar a esta conclusión descansan parcialmente en el dudoso argu mento
de que Ezequiel 14:1 4 menciona juntos los nombres de Job y Dan iel.
Albright entiende que este Daniel es al antiguo héroe cananeo Dan 'el,
que figu ra como perso naje prominente en uno de los poemas épicos
ugaríticos , es decir, como el idólatra padre de Aqhat. Luego rechaza la
posibi lidad de que Ezeq uiel pudiera referirse a su propio contempo-
ráneo, Daniel, que estaba en Babilonia. También s ubraya el h echo de
que los otros nombres de la narración son auténticos para el segundo
milenio antes d e Cristo . Así, Bildad era probablemente un apócope de
Yabil-Dadum, nombre que se encuentra en fu entes cuneiformes que se
remontan a ese período . También traza un notable parecido con el
relato del "Job babi lónico", composición cu neiforme traducida en la
obra AB de G. A. Barton. Esta es la historia de un hombre justo que
sufrió una amarga agon ía en su cu erpo y espíritu , a pesar de tener plena
conciencia de haber vivido honradamente, y s in embargo , se mantuvo
firme en medio de su afli cción. Finalmente, se le conced ió una vida
más feliz que nunca antes, para la gloria de Marduc, el dios de Babilo-
L os LIBROS SAPIENCIALES Jos Y PROVERBIOS 503

nia . Este relato babilónico puede remontarse al año 1 200 a. de J.C. , y


haberse inspirado en material aun anterior.

FECHA DE COMPOSICION DE JOB

Debe establecerse una clara distinción entre el período histórico en


que vivió Job y el momento en que se compuso el relato de su desven-
tura. Podría naturalmente suponerse que fue escrito poco tiempo des-
pués de los acontecimientos que le ocurrieron. Sin embargo, hay una
amplísima diferencia de opiniones respecto a este punto, y algunas
estimaciones, como veremos luego, difieren la fecha de su composición
literaria hasta después del exilio babilónico. En términos generales, hay
cinco puntos de vista sostenidos por los eruditos bíblicos en el día de
hoy: (1) en la época patriarcal; (2) d urante el reinado de Salomón; (3) en
el reinado de Manasés; (4) en la generación de Jeremías; (5) durante el
exilio o después de él.
1. Antes de la época de Moisés, en el período pa triarcal . Si el
contenido de Job ha de ser considerado como históricamente exacto y
una fiel transcripción de la conversación que se suscitó entre los cinco
hombres que intervienen , sería natural asumir que este relato fu e com-
puesto poco después de habérsele restaurado a Job su prosp eridad ; y
que el último agregado , 42 :16-1 7, fue compuesto no mucho tiempo
después de su deceso. Por lo tanto , si la carrera de Job se desarrolló
antes de la época de Moisés, el libro en sí debe ser fechado aproxima-
damente en ese período. Esta era la opinión su stentada por el Talmud y
sostenida ampliamente por los eruditos cristianos hasta época reciente.
En este siglo son muy pocos los eruditos, aun entre los más destaca-
dos conservadores, que se aventurarían a insistir en u na fecha pre-
mosaica. Como ya hemos señalado , e l hecho de que los acontecimien-
tos se produjeron fu era del territorio israelita, es decir, en la parte norte
de Arabia, dificu lta notoriamente fijar con precisión la fecha de com-
pos ición . No hay ninguna razón obligatoria por la cual la influencia de
la Tora mosaica debió haberse sentido en Uz o Temán , hasta el año
1000 a. de J.C. En ausen cia total de literatura de la misma localidad, es
imposible hacer otra cosa que no sea conjeturar qué alusion es a la
historia, o leyes, o costumbres locales pudieran haber estado presentes
en cualquier composición artística del norte de Arabia. Por otra parte,
s i la obra fu e compuesta en el período pre-mosaico anterior a la con-
quista h ebrea, eso da pie a la posibilidad de que fuera originalmente
compuesta en algún idioma que no fuera el hebreo, ya fuera un dialecto
de la región del norte de Arabia, o posiblemente el arameo, como han
sugerido algunos.
Algunos críticos han señalado la mención del culto al sol y a la luna
en Job 31:36, y piensan que esto excluiría un período an terior al surgi-
504 RESEÑA CRíT ICA DE UNA I 1TRODUCCIÓ ' AL A NTIGUO TESTAMENTO

miento de los cultos mesopotámicos en los últimos días de la monar-


quía judía. Sin embargo, es preciso recordar que el culto al sol y a la
luna lo rendían los sumerios y los acadios desde tiempo inmemorial, y
las primeras inscripciones de la antigua Arabia del sur, que han sobre-
vivido, indican que vigorosos cultos de este tipo florecían en la región
sure!'ia de la península. Hemos de concluir, entonces, que no hay
evidencias convincentes ni para negar ni para insistir en una fecha de
composición pre-mosaica.
Algunos críticos han se!'ialado lo que piensan que son vestigios de
la influencia de la ley mosaica, especialmente en Job 24:2-11. Este
pasaje menciona (a) la maldad de no devolver, antes de caer la noche, el
vestido tomado en prenda (prohibido por Exodo 22:25); (b) la costum-
bre de reservar para los pobres el espigueo de los campos de los ricos
(prescrita en Levítico 19:9); (e) la maldad de correr los h itos fijadores de
los límites de una propiedad (cf. Deuteronomio 19:14). Sin embargo,
una cuidadosa lectura de este pasaje de Job revela que sólo alcanza a
afirmar que los pobres se han visto reducidos a espigar los campos de
los ricos, y que habiendo empeñado su ropa a los ricos se ven obligados
a dormir desnudos toda la noche. Esto no llega al grado de invocar
sanciones legales en ninguno de los casos. En cuanto a denunciar el
mover los hitos de un lindero, esto era era un sentimiento común en
todo el ámbito de la Creciente Fértil, desde Sumeria hasta el Nilo. Se
han descubierto numerosos hitos desde la época de Hamurabi y aun
anteriores, que invocan la ira divina contra todo malandrín que se
aventurara a cambiarlos de posición. De todo lo dicho resulta que no
podemos sostener la tesis de una influencia mosaica en el libro de Job.
2. Durante el reinado de Salomón. Esta opinión fue sostenida
desde antiguo por Gregario Nacianceno (siglo IV d. de J. C.), y también
por Martín Lutero, Haevernick, Keil y Delitzsch. En los manuales con-
servadores de introducción al Antiguo Testamento, esa fecha es la que
sostienen Raven, Young y Unger. Las razones aducidas para este
fechado se agrupan bajo los siguientes encabezamientos: (a ) la era
salomónica fue una era de próspera holganza, en la cual los intentos
literarios se practicaban en un ambiente de autorealización nacional ;
(b) la era de Salomón dedicó un particular interés a la J:¡okJ1mah y
reflexionó sobre los más profundos problemas prácticos de la vida; (e)
hay una exaltación de la piadosa sabiduría en Proverbios 8 similar a la
de Job 28; (d) un conocimiento bastante amplio de los países extran-
jeros, o al menos d e las condiciones que existían en general en el
Cercano Oriente, indica un mayor conocimiento del mundo contem-
poráneo que el que su pondría estar familiarizado con las condiciones
del norte de Arabia. En la época de Salomón hubo, por supuesto, las
más amplias relaciones con las naciones extranjeras, aun con las le-
janas como la India, que tenía relaciones comerciales co n el imperio
Los LmRos SAPIENCIALES jos Y PROVERBIOS 505

hebreo. No puede negarse que estas cons ideraciones poseen cierta fuer-
za acumulativa; no obstante ello, es discutible que puedan considerarse
com o realmente concluyentes, pues la mayor parle de los cuatro rasgos
mencionados anterior mente se reconcilian tambi én con una fecha
anterior, particularmente si el relato fue compuesto por un autor no
israelita en territorio no israelita.
De inmediato se le plantea un problema al erudito conservador, tan
pronto como decide considerar la era salomónica como fecha de com-
posición de este libro. Si los sucesos relatados ocurriero n cuatro siglos
o más antes que se escribiera el libro de Job - y la mayoría de estos
escritores consideran que Job vivió al menos en una época tan antigua
como la de Moisés-, resu lta difícil comprender cómo pudo mantenerse
una crónica precisa de todo lo expresado por Job y sus cuatro conse-
jeros. Por lo tanto, Delitzsch sugiere que el libro no tuvo el propósito de
ser una exacta transcripción histórica de las palabras emitidas en el
período patriarcal, sino que probablemente se quiso que fuese un dra-
ma para el cual el au tor había compuesto el diálogo. Tal drama sería
históricamente exacto sólo en la misma forma como una obra teatral
basada, por ejemplo, en la vida de Abraham Linco ln, pudiera represen-
tar artísticamente el carácter del hombre y lo que representó, sin la
pretensión de ser una transcripción fiel de comentarios que realmente
se emitieron. Delitzsch sostiene que ningún lecto r hebreo hubiera en-
tendido los discursos que figuran en el libro de Job como un informe al
pie de la letra , puesto que la narración fue escri ta en una forma poética
y dramática. Sin embargo, aun como drama, Job no ha de ser desechado
por considerarlo una mera fi cción , pues el autor bien la pudo haber
compuesto bajo la in spiración del Espíritu Santo, y haber presentado
con toda exactitud los sentimientos y opiniones teo lógicos histo-
rica mente expresad os por los personajes que intervinieron. Sim-
p lemente ocurrió que la forma dramática o poética en que fueron com-
puestos fue producto del artista literario. Por lo tanto, si e l libro no tuvo
rea lmente el propósito de ser la transcripción de un relator, y no
hu biera sido entendido así por los antiguos lectores, debe ser entend ido
e interpretado por el lector moderno a la luz de la intención del au tor
original.
En apoyo de esta interpretación ciertamen te hay que conceder que
el texto de Job no está redactado como una conversación común, como
la que se realizaría en circunstancias habituales. Aparte de los capítu-
los introductorios y finales, el grueso del texto apa rece como una com-
posición poética de gran vuelo artístico, co n un lenguaje que no
hu biera sido normalmente utilizado por personas que hablaran extem-
poráneamente en un a situación real de la vida. En este respecto, Job
puede colocarse en una categoría distinta de todos los demás libros del
Antiguo Testamento cuyo propósito es relatar sucesos his tóricos, partí-
506 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

cularmente si los interlocutores originales se expresaron en un idioma


qu e no fuera el hebreo, como en realidad tuvieron qu e haberlo hecho .
De esta manera, el antiguo lector, para cuyo beneficio es piritual se
escribió el libro, naturalmente hubiera esperado cierta dosis de licencia
artística en la forma literaria en que fueron expresados los sentimientos
y las opin iones del interlocutor.
3. En el reinado de Manasés, siglo VII a . de]. C. Esta fu e una era de
degeneració n moral e injusticia social , una época en que los interro-
gantes respecto a la providencia divina, hubieran exigido un cuidad oso
análisis, cuan do el error estaba en el tron o y la verdad en el cadalso. De
ahí la prominencia que se le da a los que sufren y a los inocentes, y la
prevalencia de la desdich a y de la calamidad. La declaración: "La tierra
es entregada en manos de los impíos" Uob 9:24) , coincide a la perfec-
ción con los d ías del rey Manasés.
Ewald y Hitzig fueron los principales sostenedores de esta tesis.
Pero tal como lo señala Raven (OTI, pág. 277), estas alus iones de job no
in dican una desdicha más esparcida qu e la que pudiera hallarse en
muchos otros períodos de la historia hebrea, o en la experiencia hu-
mana en general. El autor claramente se refiere a las penurias d e los
individu os en todas partes ejemplificadas por el propio Job q uien ,
en el abatim iento por sus desastres privados, naturalmente, hace hin-
capié en los aspectos más oscuros de la calamidad que puede venirle a
cualquier hombre en su vida. Pero no h ay sugeren cia alguna de que
se hagan referencias a desdichas de ord en nacion al, ni de que las
afl iccion es de Job deban ser interpretadas como u na parábola de las
aflicciones de Israel como nación.
4. La época de Jeremías a finales del siglo VIl a. de J. C. Esta es la
opinión de J. E. Steinmueller (CSS, 2: 165), que ve una notable similitud
tanto en el contenido como en el lenguaje de Job y los escritos de
Jeremías (cf. Jeremías 12:1-3 con Job 21 :7; Jeremías 20:14-18 con Job
3:3). Considera como significativo el hecho de que, aparte de Job,
solamente Jeremías menciona el territorio de Uz, en j eremías 25:20 y en
Lamen taciones 4:2 1. Sin embargo, esta evidencia difícilmente pueda
ser considerada como convincente; las s imilitudes de qu e habla son
algo vagas y consisten en sentimien tos comun es qu e se pueden com-
probar en los escritos de much os autores . El problema de la prospe-
ridad de los m al vados Uob 21 :7-1 5) fue ana lizado más deta lladam ente
en el Salmo 37 (presumiblem ente davídico y , por lo tan to, de comien-
zos del s iglo X a. de J. C.) que en el pasaje de Jeremías Ueremía s 21 :1-3).
Si bien es cierto que la maldición que Jeremías invocó sobre el día en
que nació Uerem ías 20 :14) guarda una estrecha similitud con Job 3 :3, es
mucho más probable que Jeremías se hubiera insp irado en Job y no
viceversa. Si en la época de Jeremías hubiera sido conocido el libro de
Job y reconocido como Escritura Sagrada , hubiera s ido com pletamente
Los LmRos SAPIENCIALEs joB v PROVERBIOS 507

probable que el desdichado profeta hubiera hallado en é l muchos senti-


mientos que coincidirían con su propio ta lante. El hecho de que Uz se
menciona en Jeremías 25:20 carece de mayor s ignificación a menos que
pudiera probarse, por otras evidencias, que tal nombre no había surgido
hasta la época de Jeremías, o que era desconocido por los hebreos antes
de su tiempo.
5. El exilio babilónico, siglo VI a. de f. C. Esta es opinión sostenida
por Genung en IBSE, quien clasificó al libro de Job como una mera
leyenda o directamente una ficción. Interpreta que la obra refleja, a l
menos indirectamente, el prolongado encarcelamiento y la eventual
liberación del rey Joaquín. (Debemos mencionar, sin embargo, el hech o
de que la carrera de Joaquín presenta muy poca analogía con la de Job;
no hay evidencia alguna de que Joaquín fuera más piadoso que su
malvado padre, joacim, ni de que fuera restaurado en el trono en algún
momento antes de su muerte. Simplemente se le otorgaron mejores
condiciones duran te su confinamiento en Babilonia.) Genung con-
sidera que Job 12:17-25 sugiere el d estierro masivo de importantes
personalidades o au n de naciones enteras, como si el autor hubiera sido
testigo presencial de los trágicos acontecimientos del año 587 a. de J. C.
Dice así Job 12:17-19, 23: "El hace an dar despojados de consejo a los
consejeros, y entontece a los jueces. El rompe las cadenas de los tiranos,
y les ata una soga a s us lomos. El lleva despojados a los príncipes, y
trastorna a los poderosos ... El multiplica las naciones, y él las d es-
truye". Sin embargo, debemos señalar que una genera lización de este
tipo se aplicaría a c ualqu ier período normal de la historia del Cercano
Oriente; escenas como esas se repetían cada vez que una ciudad fortifi
ca da era tomada por asalto. Por lo tanto , este pasaje sería perfectamente
apropiado aun en tiempos de Abraham e n l.a violenta época en que
vivió (Cf. Génesis 14).
Driver, Budde y Cheyne procuran apoyar la tesis de una fecha co in-
cid ente con el exilio o posterior para Job, señalando sus semejanzas con
el Deutero-Isaías (al que darían una fecha alrededor del 550-540 a. de J.
C.). Dichas semeja nzas incluyen: (a) la forma extraordinariamente
desarrollada de la moralidad y de la doctrina de Dios que se descubre
en Job; (b) la básica analogía entre el sufrim iento del inocente Job y e l
del Siervo de Jehová en lsaías II; (e) los puntos d e contacto entre Job y
Jeremías, ya m encionad os en relación con la teoría de Steinmue ller.
Con respecto a (a), debe observarse que ni las normas éticas n i la
descripción de Dios pueden considerarse como algo más "avanzado"
(si se puede uti lizar esta petición d e principio) que lo que se exhibe en
lo que los críticos han denominado documento D, o en los salmos
davídicos. Este tipo de a rgumento pued e atraer únicamente a los que se
adhieren a las presupos iciones de la teoría d e Well hausen sobre el
desarrollo d e la religión de Israel. En lo que res pecta a (b), la semejanza
508 RESEÑA C RíTICA DE UNA i NTRODUCCIÓN t\L A NTICUO T ESTAMENTO

entre Job y el sufriente Siervo no es más que superficial. Si bien es


cierto que ambos sufrieron siendo inocentes - algo común en la lite-
ratura universal-, no hubo nada de redentor ni de vicari o en los sufri-
mientos de Job, como lo hubo en el caso del Siervo sufriente. Por lo
tanto , estos argumentos parecen ser débiles y no convincentes, excepto
para quienes se adhieren a la hipótesis de que la religión de Israel se
desarrolló progresivamente.
INTEGRIDAD DEL TEXTO

Desde la época de Eichhorn se ha producido, entre los críticos


racionalistas, una creciente tendencia a negar que Job fue escrito por un
solo autor. Se inclinan a considerar los discursos de Job y de sus tres
conso ladores como la porción inicial de la obra, y estimar como adi-
ciones posteriores las cuatro secciones que pasamos a describir a con-
tinuación.
l. El prólogo y el epílogo . Por el hecho obvio de que el primero y el
último capítulos del libro fueron escritos en prosa, se ha sostenido que
tuvieron que haber sido compuestos por un escritor distinto del que
produjo los capítulos poéticos. Sin embargo, tal como lo seña la Ste in-
mueller (CSS, 2:166). la literatura de las naciones vecinas exhibía el
mismo fenómeno. Así, la obra "Historia del labriego elocuente" escrita
durante la duodécima dinastía egipcia, alrededor del año 1900 a. de J.
C., poseía un prólogo en prosa como marco apropiado para un extenso
texto poético que constituía el cuerpo principal de la obra.
También se h a sostenido que el talante y el punto de vista d el
prólogo y del epílogo difieren del resto del libro. Sin embargo, si con-
s ideramos el particular propósito del prólogo y del epílogo, sería muy
extraño que su talante y su punto de vista no fueran diferentes de los
que prevalecieron en el díalogo entre Job y sus amigos. El propósito d el
capítulo de introducción es el de presen tar la situación de Job desde la
perspectiva divina corno un enfrentamiento entre Dios y Satanás, en el
cual lo que está en juego es si el hombre es capaz de amar a Dios
simplemente por amarlo, y no sólo porque recibe las bendiciones que
Dios le brinda. El último capítulo es el resultado final del p eríodo de
prueba a que fue som etido Job. Luego que la situación de agonizante
prueba a que fue sometido dio lugar a una nueva era de prosperidad y
éxito, hubiera sido poco realista de parte del autor, tratar de mantener
el mismo punto de vista y el mismo talante, a lo largo de todo el libro.
Además, como empiezan a verlo un número cada vez más creciente de
críticos, el díalogo de Job carecería de adecuada motivación, si el pró-
logo n o lo hubiera introducido desde el comienzo. De la misma mane ra,
el epílogo resulta absolutamente esencial para la final reivindicación
de la hones tidad de Job, y resulta, por lo tanto, difícil creer que el
díalogo hubiera circulado originalmente sin el capítulo final. El propio
L os L mRos SAPIENCIALEs Jos v PROVERBIOS 509

Aage Bentzen concede: " El diálogo no puede tener exis tencia inde pen-
diente. En 8:4-29:1 se presupone la descr ipción de la enfermedad de
Job tal corno se da e n la narración" (IOT, 2:175).
2. Capítulos 27 y 28. Los que se adhieren a la teoría de fu entes
múltiples señalan e l capítulo 27 corno una interpolación , porque con-
tie ne una denuncia de los malvados que está más en armonía con lo que
han estado diciendo los tres consoladores en los capítu los anteriores
que con la posic ión defens iva que ha mantenido Job. Repetidamente
Elifa z, Bildad y Zafar han disertado sobre el inevitable castigo para los
malvados y han ins istido en que Job confiese sus pecados secretos . Pero
por otra parte , es preciso reconocer que el propio Job en ningún
momento ofrece ninguna defensa a favor d e l pecador, ni man ifiesta
ningu na esperanza d e que éste escape del juic io de Dios como resu ltado
final. Lo que en realidad hace en el capítulo 27 es devo lver hábilmente
la pelota a sus injustos acusadores que dogmáticamente han insistido
e n que esta calamidad tien e que ser consecuencia de un pecado escon-
dido y no confesado. Entonces, insis tiendo en s u propia adhesión no
calificada a la causa de la honestidad, la decencia y la justic ia, Job , con
toda lógica, pasa a expresar la esperanza de que sus ca lumniosos acu sa-
dores probarán e ll os mismos el fruto de la injus ticia que cometen al
ensombrecer su carácter (versículo 7: "Sea como el impío mi enem igo,
y como el inicu o mi adversario").
En cuanto a l capítulo 28, se insiste en que constituye una unidad
por s í solo, que no está lógicamente vincu lado con Jo que preced e ni
con lo que sigue. Pero esta crítica no tiene mayor fundamento , porque
e l análisis que hace Job de lo que constituye la verdadera sabiduría
tiene evidentemente la intenc ión de censurar y refutar la "sabiduría"
estrecha de miras y falta de p erspicacia, sobre la que se basaban s us
s upuestos con soladores. Por lo tanto, en este capítu lo Job ex plica que la
au téntica y verdadera sabiduría no reside en e llos, ni en ningún hom-
bre, sino solamente en e l mismo Señor y en los que El ha revelado. Aun
su axioma final: "el temor del Señor es la sabiduría", tiene en este
contexto la connotación de que sus tres acusado res perdieron el rumbo
desde el comienzo de s u elaboración menta l, porque les faltó un
genuino temor del Señor en su actitud frente a las calamidades, di-
vinamente permitidas, que le ocurrieron a Job.
3. Los discursos d e Eliú (capítulos 32-37). Muchos críticos objetan
el hecho de que este joven disputante no se menc iona en e l prólogo
(2:11), cuando se presenta a los otros tres ; ni se hace alusión a él para
nada en los discursos de Jehová (capítulos 38-42), ni tampoco en e l
epílogo. De ahí de ducen que tuvo que haber sido un invento de un
contribuyente posterior a la leyenda de Job, que fue insertado en el
relato para presentar un punto de vista teo lógico más satisfac torio que
el que pudiera hallarse en los discursos de los otros cuatro partid-
510 R ESEÑA CRíTICA DE UNA l i'/TRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTi\MEI'/TO

pantes. Algunos críticos sostienen que Eliú no agrega nada nuevo a la


discusión, porque repite lo que los tres amigos ya han dicho, o anticipa
lo que Dios está a punto de decir.
En respuesta a estas objeciones, podemos señalar que el capítulo 32
dice claramente que Eliú no fue uno de los participantes originales de
la discusión , cuando se inició en el capítulo 2 , s ino qu e intervino en la
conversación posteriormente, cuando ya había avanzado bastante. De
ser así, no habría razón alguna para mencionarlo en el prólogo.' Y en lo
que respecta a los discursos de Jehová en el epílogo, no habría habido
ninguna razón en particular para mencionar a Eliú en ninguna de las
secciones, si lo que dijo no merecía corrección alguna. Los tres consola-
dores se hicieron acreedores al reproche de Jehová porque interpreta-
ron erróneamente la naturaleza de la providencia de Dios. Tampoco es
exacto sostener que Eliú no hizo otra cosa que repetir lo que los otros
tres ya habían dic ho; de lo contrario, el autor no lo hubiera presentado
como uno que los increpó. Cierto es que Eliú tuvo que repetir mucho de
lo que ya había sido dicho para poder evaluar la dosis de verdad que
ten ían en su poder , pero ello tuvo por objeto solamente trazar un plan
para dejar claramente sentada su posición. La contribución de Eliú fue
reprochar a los tres amigos la farisaica explicación de que toda des-
dicha es un castigo necesario por los pecados personales. En realidad
de verdad, puede decirse razonablemente que los comentarios de Eliú
sirven admirablemente para preparar e l camino a la teofanía de los
capítulos finales.
También se alega, desde el punto de vista lingüístico, que los dis-
cursos de Eliú contienen tantos arameísmos como para indicar un autor
distinto del que compuso el resto dellibro. 2 Pero resulta difícil sostener

1. Tal como lo señala D. N. Freedman, Eliú cita algunos de los anteriores co mentarios d e
Job para poder refutarlo (cf. 13:24 en 33:10; 13:27 en 33:11 , y 27 :2 en 34:5). Esto sólo
puede significar que Eliú estuvo presente en la mayor parte de la discusión, ta l como lo
afirma 32:2-4. Freedma n sugiere, además, que la intención original fue insertar antes los
discursos de Eliú en la d iscus ión, pero luego se descartó la idea en favor de l más
dramát ico discurso de Yahvé desde u n torbellino. Este autor imagina que estos discursos
descartados ele Eli ú fu e ron insertados todos en un solo grupo por un editor posterior
(Horvord Theological Review-Publicación teológica de Harvard - 61 ]1968], págs. 53 ,
59. No hay eviden cia sólida para esta teoría, pero es concluyen te la demos tración de la
presencia anterior de Eliti en la d iscusión.
2. A. Gui llaume insiste en que realmente no h ay en absoluto arameísmos demostrables
en los discursos de Eliú, y que todos los ejempl os c itados pueden explicarse como
arabismos. Así , 'illép (enseñar) es semejante al árabe 'ollofo, domestica r. formar. unir;
~i wwoh (mostrar. declarar) está relacionado con wo~oy (sugerir, indicar) con una
metó tesis de los dos primeros rodico les; millah (palabra) está relacionado con 'a molla
(dictar¡: y saga ' (crecer, aumentar de tamaño) está emparentado con sc1::¡wa (grueso y alto).
El ana iza otros 20 ejemp los y reinterpreta varios de ellos, como mal traducidos, y los
relaciona con aná logos árabes y no con arameos. Guillaume ta l vez llega a la exageración
en su prejuicio contra los arameís mos en este caso, pero esta interpretación le hace
justicia al menos a la localización d e uz en el norte de Arabia. Según algunas inscrip-
ciones tamudias, uz está localizado cerca del oasis d e Medina y Khaybar en Hejaz. ("The
Unity of the Book of Job" - La unidad del libro de job- en Annuol of Leeds Univers ity-
Anuario de la Universidad de Leeds- sección oriental 14 ]1962-1963 ]: 26, 27.)
Los LIBROS SAPIENCIALES Jos v P RoVERBIOS 511

esta afirmación sobre bases estadísticas. Como lo señala Steinmueller


(CSS, 2:167). se pued en hallar en estos capítu los (32-37) solamente 12
arameísmos, mientras que figuran 26 en el resto del libro. Lo más que
puede decirse es que el porcentaje de aramcísmos es ligeramente supe-
rior, pero no suficiente como para indicar la necesidad de un distinto
autor. Además, se alega que el lenguaje y el estilo d e Eliú difieren
notoriamente de los de los otros oradores del libro d e Job. Aun en el
caso d e aceptarse este punto, resulta difícil comprender por qué,
cuando un autor presenta a un personaje d is tinto y diferente, no ha d e
expresar esa diferencia aun en su estilo y len guaje. Por o tra parte, las
supuestas diferencias no dan pie para mucho, pues tanto el vocabula-
rio, en términos generales, como los comentarios de Eliú son similares
a los de los otros oradores. Algunas de las palabras favoritas del autor,
que apenas s i se encuentran en el resto de l Antiguo Testamento, son
compartidas por Eliú y los otros tres consoladores.
4. Los discursos de Jehová (capítulos 38:1- 42:6). Se sostiene que
estos pronunciamientos de Dios guardan poca relación con los comen-
tarios y observaciones de Job y sus visitantes, que hallan en la primera
parte del libro, y que su estilo y disposición presentan marcados con-
trastes. Pero es preciso reconocer que justame nte e l propósito d el autor
es el de presentar marcados contrastes entre Dios y la humanidad. Sería
muy extraño que los contras tes fueran menos pronunciados d e lo que
son. En cuanto a los motivos específicos para incluir al behcmot y al
leviatán (generalmen te aceptados como el hipopótamo y e l cocodrilo).
debemos observar el hecho de que el leviatá n es mencionado tambi én
en 3:8, y que varias otras ideas bien definidas que figuran en estos
capítulos ya habían hecho su aparición en los primeros discursos. Si se
quitaran del libro estos pronunciamientos de Dios, podemos afirmar ,
sin temor a equivocarnos, que la obra qu edaría desprovista de su clí-
max, faltarían las más sublimes secciones de esta obra maes tra de la
literatura, y el problemas básico del dolor quedarían sin resolverse. Por
lo tanto, arribamos a la conclusión d e que todas las porciones y di-
vis iones de Job son n ecesarias para conformar la estructura arqui tectó-
nica que el autor tan hábilmente empleó.
Debe decirse una ú ltima palabra respecto a las divergen tes interpre-
taciones de Job 19:26 . La Versión Reina-Valera parece indicar que Job
a brigaba la idea de la resurrección d el cuerpo. Sin embargo, hay
muchos críticos que insisten en que la correcta interpretación del ori-
ginal hebreo no indica otra cosa que la reivindicación del a lma des pués
de la muerte en un estado perfectamente incorpóreo; así, la " RSV", en
traducción libre, dice así: "Y luego que mi piel haya sido así d estruida,
entonces, sin mi carne, he d e ver a Dios." (Esto está en abierto contraste
con la Versión Reina-Valera , que dice: " En mi carne he de ver a Dios)."
En este caso, la interpretación gira alrededor d el s ignificad o de la pre-
512 REsEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCi óN AL A NTIGu o T ESTAMENTo

posición min que algunas veces realmente significa sin; pero justo es
decir que en relación con el verbo ver, min, tal como se la usa en otras
partes, indica siempre el lugar ventajoso desde donde mira el observa-
dor. Podemos concluir, entonces, que el oyente hebreo hubiera inter-
pretado dicha afirmación de la siguiente manera: "Y desde la ventajosa
posición de mi carne, veré a Dios. "
PROVERBIOS

El titulo hebreo de este libro es MiS"Iey S··lomóh , Los Proverbios de


Salomón. La pa labra "proverbio", en hebreo, es mdsdl, que proviene de
una raíz que significa "paralelo" o "similar"; de ahí que signifique
" una descripción a manera de comparación." Por lo tanto, el término se
aplica a una figura de dicción de carater epigramático o profético, tal
como los oráculos de Balaam (Números 23:7).

BOSQUEJO GENERJ\L DE PROVERBIOS

l. Título y propósito, 1:1-6


El libro tiene por propósito ser un tratado práctico, orientado
hacia la edificación moral (versículos 3-5) y la verdad intelectual
(versículo 6).
Il. Quince lecciones sobre la sabiduría, 1:7- 9:18
Un libro de admonición para la juventud. La forma predominante
es la extensa canción mdshdl.
l. 1:7-19 6. 3:27-35 11. 6:12-19
2. 1:20-33 7. 4:1-5:6 12. 6:20-35
3. 2: 1-22 8. 5:7-23 13. 7:1-27
4. 3 :1-18 9. 6:1-5 14. 8:1-36
5. 3:19-26 10. 6:6-11 15. 9:1-18

No todas estas canciones poseen coherencia interna y, sin


embargo, de alguna manera componen una unidad interna, con
una bien dispuesta multiformidad.
III. Proverbios adicionales de Salomón, 10:1- 22:16
Una serie de aproximadamente 375 breves máximas. No están
agrupadas de acuerdo a un plan comprensivo, excepto en ciertas
seccion es que contienen una serie vinculada por communes
características. Todos estos rn•salfrn son dísticos de naturaleza
predominantemente antitética, si bien hay, asimismo, algunos pa-
ralelismos sinónimos (cf. 11:7 , 25, 30; 1 2:14, 28; 14:19). Hay un
buen número que son sintéticos o integTales, especialmente los
que cuentan con el rnin de comparación (p. ej., 12:9; 15:16, 17;
16:8, 19; 17:10, etcétera). o con la frase 'ap kiy, cuánto más (11:31;
15:11; 1 7 :7; 19:7, etcétera).
L os L IBROS S A PIENCIALES Jos Y PROVERBIOS 513

IV. Los dichos de los sabios, primera serie, 22:17- 24:22


Esta sección incluye todos los tipos de rnashdl: dísticos (22:18;
23:9; 24:7, 8, 9, 10); tetrásticos (22:22, 24, 26; 23:10; 23:15, 17;
24:1. 3, etcétera); pentásticos (23:4; 24:13); y hexásticos (23:1-3,
12-14, 19-21 , 26-28; 24:11). El término " sabios " tal vez se refi era a
los que se mencionan el la 1 Reyes 4:31.
V. Los dichos de los sabios, segunda serie , 24:2 3-34
Esta sección contiene un hexástico (24:23b-25), un dístico (24:26),
un trístico (24:2 7), un tetrástico {24:28) y una oda mashal (24 :30-
34) sobre el perezoso.
VI. Proverbios de Salomón copiados por el comité designado por Eze-
quías, 25:1-29:27. Esta sección no está dispuesta segú n ningún
plan observabl e, pero contiene algunas series de proverbios rela-
cionados (p. ej ., 26:1-12, 13-16, 20-22) . En los capítulos 25-27 el
tipo de paraleli smo que prevalece no es el antitético, sino más
bien el parabólico (del tipo "como- así", tal como figura en 26 :1)
y el emblemático (donde se omiten las partículas "como- así" ; cf.
25:4). Los paralelismos antitéticos son más frecuentes en los capí-
tulos 28 y 29 ; s in embargo, hay un buen número del tipo compara-
tivo y figurado. Es digno de notar que varios proverbios o por-
ciones de proverbios son repetición de la sección III. Algunos son
absolutamente idénticos (25:24 = 21:9; 26:22 = 18:8; 27:12 = 22:3,
etcétera), en tanto que otros son idénticos en su significado pero
con una fra seología ligeramente cambiad a (26:13 = 22:13;
26 :15 = 19:24; 28:6 = 19:1, etcétera).
VII. Las palabras d e Agur, hijo de Jaqué, 30:1-33
Este capítulo contiene un inusitado número del tipo m iddah
(middah significa medida o número adjudicado como los versícu-
los 15-17; "Tres cosas h ay que nun ca se sacian , aun la cuarta
nunca dice: ¡Básta! ," etcétera.
VIII Las palabras de Lemuel, 31:1-9
Una ad vertencia a los gobernantes contra la ingestión de bebidas
alcohólicas, y una exhortación a la integridad en el juicio.
IX. La esposa perfecta, 31:10-31
Las normas de la virtud , y las rea li zaciones por las cu ales una
mujer piadosa puede evaluar su vida.
TERMINOS UTILIZADOS EN PROVERBIOS PARA INDICAR " SABIDURJA"

El libro de Proverb ios tiene el propósito de instruir en los principios


de la sabiduría. Tres son los principales vocablos que trad ucen sabi-
duría, a lo largo de esta obra: hokhmah, bfnah y tü shiyyah.
514 R ESEÑA CRíTICi \ DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAMENTO

1. Ijokhmah "sabiduría ", el término más frecuentemente utilizado ,


no pertenece tanto a l ámbito d el conocimiento teórico o de la filosofía,
sino a la adecuada comprensión de los hechos bás icos de la vida y de
las relaciones de Dios con el hombre como agente moral. 3 Esta clase de
"sabiduría" entraña un correcto discernimiento entre el bien y el mal,
entre la virtud y el vicio, entre el deber y el desenfreno . También
incluye prudencia en los asuntos seculares, y una capac idad para la
ejecución d e los asuntos económicos como asimismo para e l manejo de
la gente. Supone la capacidad de aplicar constantemente lo que conoce-
mos a lo que tenemos que hacer.
2. Bínah, comprensión , connota la capacidad de discernir in-
teligentemente la diferen cia entre lo fingido y lo rea l, entre la verdad y
el error, entre lo aparentemerte atractivo en e l momento y los valores
de largo alcance que gobiernan una vida verdaderamente exitosa. La
idea básica de este término se la encuentra en la preposición ben, que
indica re lación, y cuyo significado es "entre"; d e a hí que siempre está
involucrado un factor ana lítico o de criterio y la capacidad para distin-
guir entre lo valedero y lo írrito.
3. TO.siyyah, o sabiduría sólida, sabiduría eficiente o, en un sentido
derivado, éxito permanente. Este término concibe la sabiduría como
una auténtica percepción interior o intuitiva de una cosa, o de una
verdad espiritual o s icológica. Hace hincapié en la capacidad de la
mente humana para elevarse desde abajo para captar arriba la reali dad
divina, por decirlo así, y no a la sabiduría de una revelación profética
que d esciende de l c ielo de una manera sobrenatura l. Se refiere a
la actividad intelectual de l creyente según la cual es capaz de deducir,
a partir de lo que Dios ha revelado, la forma en que habrán de apli-
carse estos principios a las situaciones de la vida diaria (cf. Proverbios
3:21; 8:14; 18:1; y también en el sentido de ayuda o liberación, Prover-
bios 2:7).
Debe notarse que el tipo característico de mashal o proverbio en
este li bro es la equilibrada antítesis que incisivamente marca el con-
traste entre el sabio y e l necio, el malo y el bueno, lo verdadero y lo
fa lso, de tal manera que establece ambos lados de la verdad m ediante la
más clara oposición entre lo uno y lo otro, y cumple de esta manera una
incisiva función didáctica. La constante preocupación del li bro es los
elementales antagonismos entre la obediencia y la rebelión , entre la
laboriosidad y la holgazanería, entre la prudencia y la presunción ,
etcétera. Estos se presentan de tal manera corno para colocar delante
del lector una alternativa clara, sin dejarle lugar para do lorosos com-
promisos ni para una vacilante indecisión.

3. Cf. c apítulo 32. págs. 480-481.


L os LIBROS SAPIENCIA LES j os Y P ROVERBIOS 515

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICION DE PROVERBIOS

1. Las siguientes secciones de Proverbios parecen atribuirse a Salo-


món , el hijo de David: (a) 1:1-9:18, según 1:1; (b) 10:1 - 22:16, según
10:1; (e) 25:1 - 29:27, según 25:1, si bien seleccionadas y publicadas
por el comité designado por el rey Ezequías (726-698 a. de J.C.) Debe-
mos recordar que de acuerdo con lo afirmado en 1 Reyes 4:32 , la co-
lección original de proverbios de Salomón sumaba no menos de tres
mil. Y puesto que el libro canónico de Proverbios contiene solamente
un poco más de 800 vers ícu los, resulta obvio que los escritos salomóni-
cos originales (seccion es I, Il, III) contenían am plio material para hacer
posteriores extractos.
2. Dos secc iones se a tribuyen a los "sabios" (hakhdmfn), de
quienes no se dan mayores detalles, p ero que probablemente perten e-
cían al mismo tipo mencionado en 1 Reyes 4:31. Hay fundadas razones
para pensar que fu eron anteriores al propio Sa lomón , y que él fue quien
reunió esta an tología (secciones IV y V) como editor.
3. Los dichos de Agur, el hijo de Jaqué, son de origen incierto,
pu esto que carecemos totalmente de información sobre el trasfond o
históri co, geográfico o aún ético de este personaje.
4. Los dichos de rey Lemuel ciertamente no son de origen israelita,
pero es razonable suponer que él fue un príncipe del norte de Arabia,
que posiblemente vivió en un territorio no lejos de Uz, y que aún abri-
gaba una fe en el único y verdadero Dios. Por lo que respecta a Prover-
bios 31:10-31, resulta ambiguo saber si esta preciosa descripción de la
esposa perfecta se atribu ye al rey Lemuel o a alguna otra persona.
Sin embargo, el hecho de que está compuesto com o un poema acróstico
o alfabético de 22 líneas demuestra que es una composición separada
y su estilo guarda poca semejanza con los primeros nueve versículos
del capítulo 31.
TEORIAS CRITICAS SOBRE L A PATERNIDA D LITERA RIA Y LA FECiíA DE
COMPOSICION DE PROVERBIOS

Utilizando como pri ncipal criterio una teoría evolucionista sobre e l


desarrollo del pensamiento hebreo, los críticos liberales tienden a
negarle al período salomónico gran parte, s i no todo el material atri-
buido por el texto al propio rey Salom ón. Así, Driver, Nowack y A. B.
Davidson consideran que los capítulos 1-9 fueron compuestos poco
antes del exilio , alrededor de tres siglos y medio después del reinado de
Salomón. Estos críticos conceden que Salomón pudo haber escrito
algunas porcion es de los capítulos 10-22 , que consideran el núcleo más
antiguo del libro, pero la colección entera alcan zó su forma actual
solamente en el siglo VII a. de J.C. La sección 22:17 - 24:34 se habría
originado, según ellos, en el período posterior al exil io (pues su ponen
que se deriva de La Sabidu ría de Amenemope , que discutiremos más
516 R ESEÑA CRíT ICA DE UNA l l\'TRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTA MENTO

ade lante). Pos ibl e m ent e los capítulos 25-29 fu eron compuestos
alrededor de esa misma época. Por último, los capitulas 30 y 31 fueron
agregados en un período sustancialmente posterior. Con respecto a este
tema, debe notarse el hecho de que algunos moderados críticos con-
servado res , como Genung, en la ISBE, sitúan los capítu los 22-24 en un
período anterior a los capítulos 1-9. Pero no ven razó n alguna para
posponer la terminación de la parte sustancial de Proverbios después
del reinado de Ezequías. Aún los capítulos 30 y 31 pudieron haber sido
agregados en ese mismo período, pues su origen extranjero explicaría
suficientemente las diferencias de lenguaje y de tono en comparación
con el resto de l libro.
Crfticos más rad icales, como C. H. Toy , au tor del comentario sobre
Proverbi os del ICC (1899), arriban a la conc lus ión de que nada en
Proverbios data de un período anterior a l ai'io 350 a. de J.C., y que el
material más reciente fue agregado en algún momento del siglo II a. de
J.C. Toy propone los siguientes seis argumentos en apoyo de este punto
de vista:
1 . Puesto que la tradición ju día decía que Salomón fue el autor de
Proverbios, del Cantar de los Cantares (cf. 1 Reyes 4:30-34), de Ecle-
sias tés y de dos de los salmos, resulta aparente que había llegado a ser
el símbolo de la sabiduría y el santo patrono de toda la poesía no
litúrgica o fi losófi ca (lo mismo que Moisés, por ejemp lo, había llegado a
ser el símbolo de la ley hebrea). Con el correr del tiempo se hizo con-
vencional atribu ir a Salomón tales composiciones, aun cuando fu eron
compuestas posteriormente , con el fin de que lograran más amplia
aceptación en el crédulo público judío . Con toda certeza, este tuvo
que haber s ido el moti vo para atribuirle el libro apócrifo , La Sabiduría
de Salomón, que obviamente fue escrito en griego , según el antiguo
dechado de la fi losofía hebrea.
Por supuesto, es evidente que en el período intertestamentario se
puso de moda escribir obras didácticas o apoca lípticas que se las atri-
buía , ostens iblemente al menos, a antiguos patriarcas como Enoc o los
doce h ijos de Jaco b. Pero no hay suficientes evidencias de que tal
procedimiento se siguiera alguna vez en el Israel anterior al período
helénico. El primer problema que se plantearía sería preguntar: ¿cómo
hi zo Salomón para obtener esta reputación como escritor de literatura
sapiencial y proverbial, si en efecto nunca compu so nada? Mucho más
lógico es suponer que logró esta reputación porqu e fue e l primero en
componer este tipo de literatura según una norma clásica, que suponer
que la tradición se formó sin fundamento a lguno. Así, en la literatura
griega, la existencia de una poesía épica posterior, fa lsamente atribuida
a Homero , de ningu na man era demuestra que Hom ero nunca compuso
ninguna poesía épica propia (es decir, la Jl íado y la Odisea). Igual cosa
cabe decir con respecto a la voluminosa poesía lírica atribuida a Ana-
Los LmROS SAPIENCIALES Jon v PRovERBios 517

creonte. La existencia de tal producción no prueba que nunca existió el


poeta Anacreonte que compuso la primitiva poesía lírica que lleva su
nombre. Resulta difícil entender cómo el Salomón del siglo X a. de J.C.
adquirió tan elevada reputación como modelo clásico de la literatura
i)okhmah , si nunca compuso nada personalmente.
2. Toy también deduce un origen posterior al exilio, basado en la
presunción de puro monoteísmo que campea a lo largo del libro de
Proverbios . (Los liberales de la alta crítica han sostenido que, por un
proceso de evolución religiosa, el verdadero monoteísmo apareció
tarde en Israel.) Este enfoque necesariamente entraña una ignorancia
total de la abundante evidencia textual de los relatos del Antiguo Tes-
tamento en el sentido de que el pueblo israelita fue estrictamente
monoteísta desde los días de los patriarcas, y que siempre consideraron
la idolatría como una desviación h erética o apóstata de su relación de
pacto con Jehová.
3. Se observa en el libro de Proverbios una clara ausencia de rasgos
nacionales. De ello, Toy deduce que la nación ya estaba esparcida en
lejanas regiones extranjeras, como ocurrió después de la caída de Jeru-
salén . Pero por otro lado, much o más probable es que dicha ausencia de
rasgos distintivos nacionales se explique (a) como parte del gen io del
género ~okhmah, que se interesa en los individuos como tales, y no en
las naciones, y trata de las leyes del comportamiento humano como se
observaban en casi todos los pueblos del antiguo Cercano Oriente;
(b) como resultado de la localización central de Israel entre las culturas
de Mesopotamia, Siria, Fenicia, Arabia del Norte y Egipto. Era inevi-
table que hubiera una extensa relación cultural recíproca desde los
comienzos de la carrera de Israel como nación.
4. Se dice que Proverbios refleja las costumbres sociales y los vicios
que se sabe que existieron después del exilio, especialmente en los
centros urbanos de Judá. Pero esto hay que tomar lo como una gene-
ralización muy dudosa. No se ha adu cido prueba alguna de que una
so la costumbre o un solo vicio de los mencionados en Proverbios
fueran desconocidos en la cultura de Jerusalén o de las otras grandes
ciudades de Israel durante el reinado de Salomón.
5. Se supone que el constante presupuesto en Proverbios de que
la virtud ha de identificarse con el conocimiento y la maldad es equi-
valente a la ignorancia, refleja el enfoque helénico de la filosofía moral
tal como fue ejemplificada por Platón en sus Diólogos (alrededor del
año 370 a. de J.C.). Señalan los críticos que el conocimiento de este
enfoque griego a los problemas éticos hubiera surgido en el Cercano
Oriente sólo después de la conquista de Alejandro (330 a. de J.C.). Sin
embargo, esta interpretación envuelve un error básico en la distinción
fundamental entre la sophia griega y la J:¡ okhmah hebrea. La filosofía
griega tendía a ser especulativa y se interesaba en la cosmogonía y
518 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN i\L ANTICUO T ESTAMENTO

en los subyacentes principios constitutivos del universo. En cambio, la


filosofía hebrea, tal como la form ula el Antiguo Testamento, se preocu-
paba más bien en comprender el alcance de la voluntad revelada por
Dios para los problemas y opcion es de la vida diaria. En tanto que la
filosofía griega tendía a una deducción dialéctica a partir de los princi-
pios primarios, a los cua les se llegaba por pura inducción intelectual, la
filosofía hebrea era más intuitiva y analógica, y procuraba interpretar el
orden moral a la luz de un Dios personal omnisciente y omnipotente,
que revelaba su voluntad para una vida ética.
En cuanto a la relación entre la ignorancia y el pecado, el concepto
platónico de la ignorancia moral era de orden intelectual y mental,
mientras que el concepto salomónico de Proverbios envolvía una lobre-
guez del alma que venía como resultado de una anterior elección in-
moral del corazón. La filosofía moral entre los griegos no tenía que
habérselas con el problema radical de la ma ldad en el hombre, ni con
su capacidad para reconocer la verdad de la rectitud y, no obstante e llo,
escoger el mal por puro interés perverso y egoísta.• Uno de los vo-
cablos característicos que traducen " necio" o " insensato" en Prover-
bios es ne•bo.lah, que sugiere el ejemplo de Nabal, cuya historia relata el
capítulo 25 de 1 Samuel. El versículo 25 de ese capítulo lo juzga como
un " insensato" (nabal). no porque no fuera suficientemente inteligente
para imaginar que la virtud era un recurso más próspero para lograr la
felicidad persona l que lo que pudiera ser la maldad, sino más bien
porque realizó una errónea elección en el ámbito moral : corresponder a
la amistad de David con una miserable y v i l ingratitud.
6. Toy da por sentado que el libro de Proverbios es el producto de
una casta de sabios que también produjeron Eclesiastés, Sabiduría de
Salomón y Eclesiástico. Pero como ya lo señalamos, la existencia de
una casta posterior presupone un fundador. De la misma manera como
sería imposib le entender a los profetas sin un previo Moisés, cuya ley
interpretaron y aplicaron a los problemas de su propia generación, así
también tuvo que haber habido un modelo clásico para la litera tura
proverbial escrita, antes de aparecer en escena cualquier casta de escri-
tores de ese tipo. Resulta interesante analizar Jeremías 18:18, que habla
de los sabios como un grupo de expertos en un nivel de igualdad con
sacerdotes y profetas en la generación anterior al exilio. No puede
haber discusión en cuanto a que la literatura sapiencial tuvo un origen
antiquísimo en la historia de Egipto, que se remon ta por lo menos a

4. Unos pocos eruditos han intentado apoyar esta teoría d el origen tardío señalando unas
pocas palabras hebreas supues tamente derivadas del griego. Así, Eissfeldt ha sugerido
que 'é!ün, " lencería" (Biblia de Jerusalén" en Proverbios 7:16), es vocablo tomado del
griego othone, " lino fino". Sin embargo, es insostenible esta derivación. El Lexicon K-B
ni siquiera menciona la posibilidad de esta derivación, sino que más bien la vincula con
el egipcio 'idmj , un lino rojo manufacturado en Egipto; término derivado en última
instancia de la raíz semítica '-d-m, "rojo".
L o s LIBRos SAPI ENCIALES JoB Y PROVERBIOS 519

lpuwer en la sexta Dinastía (alrededor del año 2500 a. ele J.C.). Y resulta
también evidente, según se deduce de 1 Reyes 4:30, que hubo en Israel
una larga tradición de sabios pre-salomónicos, y no hay ninguna garan-
tía para sostener que el siglo X a. de J.C. fue demasiado temp rano para
que este tipo de literatura existiera entre el pueblo hebreo.
En este aspecto es apropiado citar los comentarios de W. F. Albright
(Wisdom in Israel and in the Ancient Near East -Sabiduría en Israel y
en el antiguo Cercano Oriente-), 1955, pág. 4: " Durante el curso del
siglo pasado surgió el curioso mito de que la era de los sabios, que se
supone florecieron en el período aquemenio y a principio del período
helenista, data de los siglos quinto a tercero a. de J.C. Podemos li-
bremente admitir que el libro de Proverbios no fue ed itado aproxima-
damente en la forma como lo tenemos hoy hasta alrededor del siglo V a.
de J.C. , sin asumir que se haya incluido en el libro ningún material de
fecha posterior al exilio. Pero el contenido de Proverbios es cons ide-
rablemente más antiguo, y es completamente posible que ciertos aforis-
mos y aun secciones más largas se remonten a la Edad de Bronce,
sustancialmente en su forma actual. Cu llen l. K. Story ha demostrado,
en un estudio de John Hopkins [cf. JournaJ of Biblical Literature -
Publicación de literatura bíblica- 54, 1945, pág. 319-337] que el estilo
métrico de Proverbios a menudo coincide íntegramente con el estilo de
la épica ugarítica tal como la analizó C. H. Gordon. Story ha dado
numerosos ejemplos de diferentes categorías; y fácilmen te el número
puede incrementarse varias veces." 5
A continu ación Al bright cita una serie de significativos paralelos,
por ejemplo , Proverbios 10:26 ("Como vinagre a los dientes/y como el
humo a los ojos,/Así es el perezoso a los que lo envían") con la Epica I
Ab Baal, Gordon No. 49 ("Corno el sentimiento de una vaca sa lvaje por
su ternero / como el sentimiento de una oveja salvaje por su borrego/ así
es el sentimiento de Anot por Baal") . Tenemos en los dos casos tres
períodos rítmicos de los cuales el tercero difiere de los dos precedentes
de tal manera que produce el efecto de clímax. Otro tipo es el de dos
períodos rítmicos que omite en el segundo una palabra paralela con
una palabra sobresaliente en el primer período, como por ejemplo,
Proverbios 27:2 ("Alábate el extraño, y no tu propia boca;/EI ajeno, y no
los labios tuyos") con I Aqhat I, 1:13 ("De su boca salga el mensaje/ de
sus labios , la palabra").
Debemos mencionar que en este mismo artículo, Albright observa
que estas formas comunes a Proverbios y a la literatura ugarítica brillan
por su ausencia en la literatura sapiencial aramea del siglo VII a. de J.C.,
representada por los Dichos de AJ:¡iqar. Afirma que "según ello, debe-
5. Albright, en Wisdom in Israel and in th e Ancienl Near East (La literatura sapiencial en
Israel y en e l antiguo Cercano Oriente), ed. M. Noth y D. W inton Thomas (Le iden,
Ho landa: E. J. Bnll , 1960), pág. 4.
520 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓ N r\L ANTIGUO TESTAMENTO

mos fechar el contenido de Proverbi os como un todo mucho antes de


Ah1car y buscar en las primitivas fuentes cananeas su estructura estilis-
tica métrica como asimismo los protot ipos cananeos directos de
muchos proverbios individuales y partes de material. " 2 A continuación
menciona el hecho de que Humberto Cassuto aisló 40 parejas de pala-
bras que se hallan en el paralelismo y figuran tanto en la literatura
sapiencial hebrea como en los textos ugaríticos. Luego se agregaron 30
ejemplos más señalados por Moshe Held, discípulo de Cassuto.
Albright asegura que Proverbios 8, 9 están ll enos de palabras y
expresion es canan eas, que incluyen la descripción del origen de la
sabiduría en 8:22-31. Es así como el versículo 22 comien za con cuatro
palabras que reflejan un aporte can aneo: "El m e creó( en) el principio de
su dominio." Aquí tenemos el verbo qdnah con el insólito significado
de crear (significado bien con ocido , s in embargo, en cananeo), y el
sustantivo derek, usado de una manera que sugiere el canan eo drkt que
significa "dominio." Albright cierra su pensamiento con el siguiente
juicio: "En apretada síntesis, mi op inión respecto a la procedencia y
fecha de Proverbios es que la totalidad de su contenido probablemente
es de antes del exilio, pero que gran parte del libro fue transmitido
oralmente hasta el siglo V a. de J.C., cuando sabemos, por el papiro
elefantino, que los judíos estaban interesados en literatura de un tipo
diferente."'

HELACION DE LOS CAPITULOS 22-24 CON Li\ SAI3IDURIA DE i\MENEMOI'E

E. A. Wallis Budge descu brió en el año 1888 un manuscrito hieráti-


co de la antigua obra egipcia, Sabiduría de Amen em ope (o Amen-em-
apt) y provi sionalmente lo fechó como perten eciente a la Decimoctava
Din astía. Así fechado , por supuesto, no habría dificultad alguna, para
suponer que Salomón estaba fam iliaTizado con esta obra egipcia y la
adaptó para sus propósitos en Proverbios 22: 1 7-24:34. Pero sub-
s iguien tes estudios rea lizados por Erman , Spiege lberg, Griffith y Lange
fijaron la fecha de Arnenemope en el año 1000 a. de J.C. , ti empo en que
gobernaba la Dinastía XXII y finalmente/la Dinas tía XXIV , o aun
pudiera incluir el período persa o el griego. La mayoría de los críticos
supus ieron que la demostrable estrecha relación entre los textos heb-
reos y egipcios debía explicarse sólo por el hecho de que los primeros
depend ieron de los segundos; es decir , que mientras los hebreos toma-
ban prestado de la sabiduría egipcia, los egipcios ja más tomaron presta-
do de Pa lestina . Siguiendo esta línea de razonami ento , estos capítulos
de Proverbios tuvieron que haberse originado en el período persa o aun
en el gri ego. Si bien es cierto que la mayoría de los eruditos liberales

6. !bid, pág. 6.
7. !bid, pág. 13.
L os LIBROS SAPIENCIALES } OB Y P ROVERBIOS 52 1

son aún de este parecer, un prolijo exa men de los datos lingüís ticos
indica de manera co nclu yente que en este caso particular el prés tamo
tuvo que haber sido en sentid o contrario. En el año 1930 , R. O. Kev in
(s iguiendo el curso señ a lado por Oeste rl ey e n su Commentary on
Proverbs (Comen ta ri o sobre e l libro de Proverbios), (1929) , adujo las
siguientes considerac io nes:
1. Hay proporci ona lmente más semitismos en el texto egipcio de
Amenemope que en ni nguna otra obra egipcia sobre moralidad ; al
menos 19 de estos sem itism os son indiscutibles y 16 más son alta mente
probables.
2. Numerosos casos d e vocab los eg ipc ios mut ila dos o desco-
n ocidos pueden ser correctame nte explicados co mo corrup ciones tex-
tua les de un texto anterio r que tradujo los térm inos hebreos empleados
en el pasaje correspond iente de Proverbios.
3. Hay varios casos en los cuales e l tradu ctor egipcio entendió mal
la correspo ndiente pa labra hebrea; as í, la palabra t-1)-s-w-k, retén
(Bibli a d e Jerusa lé n) o li bra , de Pro ve rb ios 24:11 se traduj o e n
A menemope XI. 7 co mo s i fuese t-J:¡ -5-y -k, co n e l s ignificad o d e
esconder (de ahí e l J:¡ ' pw egipcio , esco nder). As imismo e l h eb reo
5ó 'ar, pensar , o esti mar, en Amenemope XIII. 1.2 fue errónea me nte
interpretado como si fue ra el h ebreo s-' r (sa 'ar) o torme nta (el egip cio
s n ') en una a bsurda conex ión, aun cuando el original hebreo es perfec-
ta mente claro y coh ere nte en su prop io contexto . O de otra man era, e l
au tor egipcio c hocó con la dificultad d e una oscura fase hebrea al
recurrir a una bana l paráfras is . Por ejemplo, Proverbios 23:4 d ice: "No
te afan es por hacerte r ico ; Sé prudente, y des iste. " Es to fi gu ra en
Amenemope IX. 14 , 1 5: "No te esfuerces en buscar en exceso cua ndo
tus necesidades están a cub ierto ." En otras pa labras, el sentimiento no
egipcio d e "sé prud e nte, y des iste" ha sido a lterado por "cuan do tu s
necesidades están a cubi erto " o "cuando tu pro pieda d está intac ta,"
como lo traduce Kev in . Lo im portante es observar que aunque p uede n
hacerse satisfa ctor ias reconstrucciones de l egipcio sobre la base d e l
ori ginal hebreo , nun ca es posible recons truir el texto hebreo sobre las
bases del original egipcio.
4 . También es d igno d e n otar el h echo de que la pa labra 5-15-w-m de
Proverbios 22:20 , qu e probablemente significa "ayuda nte" (e l tercer
hombre del carru a je) ha s ido erróneamen te ente ndi da como la p a la bra
más comú n s-1-s-y-m , que significa 30 . Así construida esta serfa u na
afir mación d e que en esta sección (Proverbi os 22:17 - 23: 12 ) se in-
cluyen 30 proverbios, si bien solame nte se pueden individua liza r 27
u nidades separadas e n esta sección . Es evidente que Amen emop e inter-
pretó la pa labra como " treinta ", y d ice as í en XXVII. 7: "Mirad estos
treinta capítu los"; y por ta nto, se cu idó d e hace r figurar ese número de
proverbios. (Tómese nota de que el texto h ebreo de Proverbios 22 :20
522 RESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIG UO T ESTAMENTO

supone decir" ¿No te he escrito cosas excelentes en consejos de cienci-


a?"; la palabra excelentes se vocaliza como sdlíSím. En el texto con-
sonantado, como ya lo indicamos, termina la palabra en w -m. Muchos
erud itos modernos siguen la e nmienda de Amenemope y traducen la
pa labra como " treinta". Entre ellos se cuentan Erman, Eissfeldt y la
RSV: "Have 1 noL written for you thirty sayings of ad monition and
knowl edge?" ["¿No he escrito para ti treinta capítulos de consejos y
ciencias?" -Biblia de jeru sa lé n-) Tal vez sea conven ien te ail.adir que
solamente un tercio del materia l de Proverbios 22-24 mu estra alguna
relación con el texto de Amenemope; parece que éste obtuvo mucho de
su material de fuentes no h ebreas [si bien Kevin ve también vestigios
del Salmo 1].•

8. Kevin, en Journal of !he Sociely of Oriental Heseorch (Pub licación de la Sociedad de


Investigación oriental) (noviembre 1930), págs. 123-125, 144.
CAPITULO 35
ECLESIASTES Y CANTAR DE LOS
CANTARES
E CLESIASTÉS

El título hebreo para este libro es QoheJet, que a l parecer significaba el


min is teri o d el pred icador, y llegó a ser el término utilizad o para des ig-
nar a l propio pred icador. Deriva de la raíz qdho/ , que s ignifica co nvocar
una asamblea y, por lo tanto, d irigirse a una asamblea. El a utor d e esta
obra se refi ere a s í m is mo e n numerosos pasajes y es, por ende, una
adecua da des ignac ió n. El término griego ecclésiostés es una buena tra-
d ucc ión de este vocablo, p orque también s ignifica pred icador y d eriva
de la palabra ekklésio, que signifi ca congregac ión.

PROPOSITO Y TEMA DE ECLESIASTES

Eclesias tés tu vo com o propósito con ven cer a los hombres de la


inutilidad de toda p ers pectiva o punto d e vis ta que no esté s ituada por
encima del hori zonte del h ombre mismo. Pron u n cia el veredicto "va ni-
dad de va nidades" sob re c ualquier fil osofía d e la vi da que considere al
mund o cread o y a l p lacer humano como u n fi n en sí m ismos. Cons ide-
rar la fe licidad perso nal como e l sumo bien d e la vida es loca insen-
satez, en vista de l preeminente valor del mism o Dios en contras te con
el universo p or él creado . Tampoco p odría lograrse jamás la fe lic idad
yendo tras ella , p ues ta l búsqu eda involu cra la estupidez de la auto-
deificación. Habie ndo ex puesto la vanidad d e vivir para lograr me tas
de este mundo, el a utor de ja expedito e l ca min o pa ra un punto d e vis ta
verd ad eramente ad ecuado d el mun do que reconoce a l mismo Dios
como e l s upremo valor, y lo significa ti vo es una vida d edicada a s u
servicio. Sola mente co mo vehículo para la ex presión d e la sabiduría, de
la bondad y d e la verdad divina s, podrá p oseer el mundo una real
significación. Sólo la obra d e Dios es perdurable, y so lame nte él pu ede
brindar p ermanente valor a la vida y a la acti vidad de l h ombre. " He
entendido que tod o lo que Dios hace será per petuo; sobre aq ue llo no se
añadirá, ni de e llo se d is minuirá" (Eclesiastés 3 :14 .)
523
524 RESEÑA CRíTICA DE UN/\ I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

BOSQUEJO GEI\'ERAL DE ECLESIASTES

l. Primera disertación: la va nidad de la sabiduría humana, 1.:1-2:26


A. Tema básico: vanidad de todo esfuerzo y experiencia mera-
mente humanos, 1:1-3
B. Demostración del tema, 1:4-2:26
l. Ciclo vacío de significación d e la vida humana y d e la his-
toria, 1:4-11
2 . Inutili dad final de la sabiduría humana y de la fi losofía,
1:12-18
3. Futilidad del disfrute del placer y la riqueza, 2:1-11
4. Muerte final aun para los sabios, 2:12-17
5. Futilidad de dejar los frutos de un duro trajinar a herederos
que no lo merecen, 2:18-23
6. Necesidad de contentarse con las provid enc ias d e Dios,
2:24-26
II. Segunda disertación: entender y aceptar las leyes que gobiernan la
vida, 3:1-5:20
A. La actitud prudente frente a la vida y la muerte, 3:1-22
l. Hay que reconocer un tiempo apropiado para cada actividad
y para cada experiencia, 3:1-9
2. Dios es el único Garante de los valores perma nentes, 3:10-15
3. Dios castigará al impío, y la muerte alcanzará a todos por
igual, 3:16-18
4. El hombre deberá compartir con los animales la muerte físi-
ca, 3:19, 20
5. Al no contar con la certeza de una vida más allá, el hombre
debe aprovechar a l máximo su vida presente, 3:21 , 22
B. Las desilusiones de la vida terrenal, 4 :1-1 6
1. La crueldad y la miseria hacen de la vida una bendición muy
dudosa, 4: 1-3
2. Se enumeran las desventajas del éxito, de la pereza, de la
insaciable ambición , 4:4-8
3. Las pruebas de la vida se soportan mejor en compañia que a
solas, 4:9-12
4. Inestabi lidad del éxito político, 4:13-16
C. Futilidad de una vida que busca solamente lo suyo, 5 :1-20
l. Obra de insensatos es p resentar a Dios falsos sacrificios ,
vanas palabras y promesas no cumplidas, 5:1-7
2. Los opresores serán castigados y la desilusión alcanzará a los
ambiciosos, 5:8-17
3. El usufructo agradecido de los dones d e Dios brinda alegría,
5:18- 20
III. Tercera disertación: no hay satisfacción en los bienes y en los te-
ECLESIASTÉS y C ANTAR DE LOS C ANTARES 525

soros terrenales, 6:1-8:17


A. Insuficiencia de los logros estimad os por el mund o, 6:1-12
l. Ni la riqueza ni una numerosa familia pueden brindar satis-
facción final , 6:1-6
2. Ni el sa bi o ni el necio logran satisfacer su alma, 6:7-9
3. Aparte de Dios, el hombre no puede discernir la verdadera
razón de la vida, 6:10-1 2
B. Consejos de prudencia en este mundo corrompido por el pe-
cado, 7:1 -29
l . Los verdaderos valores son mejor apreciados desde una
p erspecti va de tristeza y de muerte, 7:1-4
2. La alegría vulgar, las gan ancias deshonestas y el mal genio
no son s ino peligrosas trampas, 7:5-9
3. La sabiduría es mejor que la riqueza para lidiar con la vida,
7:10-12
4. Dios es el au tor tanto de la buena como de la ma la fortuna,
7:13 , 14
5. Tanto la va nagloria como la inmoralidad conducen al de-
sastre, 7:15-18
6. La sabiduría es sobresaliente , pero el pecado es un iversal,
7:19 , 20
7. No dar oídos a la maledicencia de los demás respecto de
uno, 7:2 1 , 22
8. La búsqueda de la sabiduría por parte del hombre no puede
alcan za r una profunda verdad espiritual, 7:23-25
9. No hay mal peor que una mujer malvada, 7:26
10. Todos los hombres se han apartado de la pureza original,
7:27-29
C. Cómo comprender un mundo imperfecto, 8: 1-1 7
l. El que es sabio reverencia la autoridad del gob ierno, 8:1-5
2. La ley divina actúa en nuestras vidas a pesar de las angustias,
de las injustic ias y de la muerte inevitab le, 8:6-9
3. Si bien estimados y no castigados, los impíos fina lmente
serán juzgados por Dios, 8:10-1 3
4. La injusti cias en esta vida estimulan un superfi cial hedo-
nismo, 8:14-15
5. Pero los caminos de Dios son inescrutables para la sabiduría
humana, 8:16 , 1 7
IV. Cu arta disertación: Dios juzgará las injus ticias de esta vida,
9:1- 1 2:8
A. La muerte es inevitable para todos; hay que aprovechar esta
vida de la mejor manera posible, 9:1 -18
l. La muerte es inevitable tanto para los buenos como para los
impíos; la insania moral se apodera de todos e llos, 9:1-3
526 REsEÑA CRíTICi \ DE UNA I NTRODUCCióN AL A NTIGuo T ESTAMENTO

2 . La elección moral y la sabiduría de este mundo terminan con


la muerte, 9:4-6
3. Que los piadosos utilicen plenamente las oportunidades y
bendiciones de la vida, 9:7-10
4 . Aun para los dignos, es inseguro el éxito e incierta la dura-
ción de la vida, 9:11, 12
5. La sabiduría, aun cuando no sea apreciada, tiene más éxito
que la fuerza, 9:13-18
B. Las incertid umbres de la vida y los perniciosos efectos de la
necedad, 10:1-20
l . Aun una pequeña locura puede arru inar la vida de un
hombre; es preciso ser prudente frente a los príncipes, 10:1-4
2 . La vida ofrece reversiones en la fortuna e inesperadas retri-
buciones, 10:5-11
3. El necio es conocido por sus pa labras vac uas y por sus
esfuerzos mal dirigidos, 10:1 2-15
4. El bienestar de las naciones y de los hombres depende de
que acepten sus responsabilidades, 10:1 6-19
5. El desprecio de la autoridad provoca segura retribución,
10:20
C. La mejor manera de invertir la vida, 11 :1 - 12:8
l . La bondad retorna con bendiciones para el benefactor ,
11:1 , 2
2. La sabiduría humana no puede cambiar ni sondear las leyes
naturales de Dios, 11:3-5
3. El mejor camino a lo largo de la vida es ser diligente y ale-
gremente industrioso, 11:6-8
4 . Una juventud malgastada en el placer tendrá su justa paga,
11 :9 , 10
5. Es preciso empezar a vivir para Dios durante la juventud,
antes que las aflicciones y la senectud hagan presa del hom-
bre, 1 2:1-8
V. Conclusión: la vida a la luz de la eternidad , 12:9-14
A. El propósito de Salomón fue enseñar a su pueblo sabiamente
acerca de la vida, 12:9, 10
B. Estas incisivas ad moniciones revisten mayor valor práctico que
toda literatura , 1 2: 11 , 1 2
C. Ante todo hay que acatar la voluntad de Dios, pues su juicio es
inapelable, 12:13 , 14

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSJCJON DE ECLESIASTES

El autor de este libro se identifica con el hijo de David, rey en


jerusalén. Si bien no aclara ni especifica que su nombre es Salomón, es
E CLESIAST ÉS Y CANTAR DE LOS CA NTA RES 527

razonable inferir que se trata del sucesor directo de David, y no de


algún descendiente posterior. Esta presunción se ve confirmada por
numerosas evidencias internas, como la referencia a su s in igual sabi-
duría (1:16), su inigualada riqu eza (2:8), su inmenso número de servi-
dores (2:7), sus oportunidades para el placer carnal (2:3). y sus nume-
rosas actividades (2:4-6). Ningún otro descendiente de David, aparte d e
Salomón, cumple estas especificaciones. Por lo tanto , la opinión tradi-
cional, compartida por los eruditos judíos y cristianos, es que el autor
del libro, en su totalidad, fue Salomón, el hijo de David. La tradición
judía que se halla en Baba Balhra 15a, en el sentido de que "Ezequías y
su grupo escribieron Eclesiastés" , probablemente no signifique otra
cosa sino que Ezequías y su grupo simplemente editaron y publicaron
el texto (cf. Young, IOT , pág. 369). En todo lo demás, la tradición judía
es explícita en el sentido de que Salomón fu e el autor (cf. Megilla 7a y
Shabbeth 30). Hasta el surgimiento de la escuela crítica del siglo XIX
generalmente se aceptaba, tanto por la sinagoga como por la Iglesia que
este libro fu e auténtica y genuina obra de Salomón.
Sin embargo, en fecha más reciente, la mayoría de los críticos con-
servadores se unen a los críticos liberales en considerar esta obra como
posterior al exilio. Entienden que la figura de Salomón no es otra cosa
que un mero artificio artístico para lograr de esa manera presentar con
mayor eficacia el mensaje del d esconocido autor posterior. Puesto que
Salomón era con ocido como el hombre que había experimentado la
satisfacción de toda ambición humana, y bebido hasta las heces en todo
tipo posible de placer, serviría como excelente ejemplo de prueba para
evaluar el goce hedonista y los logros intelectuales, en contraste con un
vida íntegramente dedicada a Dios. Entre los conservadors que adopta-
ron este punto de vista respecto del libro, se cuentan Hengstenberg,
Delitzsch, W. J. Beecher (en ISBE), Zoeckler en el Commen tary (Comen-
tario) de Lange , Steinmueller, Raven, E. J. Young y H. C. Leupol d . El
Dictionary of the Bible (Diccionario de la Biblia) de Davis, no com-
promete opinión a l respecto. En el New Bible Commentary (Nuevo
comentario bíblico) de Davidson, Stibbs, y Kevan, la paternidad lite-
raria de Salomón ni siquiera se la considera como una posibilidad que
revista cierta seriedad. Hay, sin embargo, un significativo número de
erud itos conservadores que aún sostienen la paternidad literaria de
Sa lomón, al menos de una manera modificada. Para fina les del siglo
XIX podemos mencionar a A. R. Fausset en el Commen tary (Comen-
tario) de Jamieson, Fausset y Brown ; W. T. Bullok en The Speaker's
Commentary (Comentario del predicador); Wi lhelm Moeller (Ein-
Jeitung in das Alte Testamenl, pág. 210). Dean Milman (History of the
]ews -Historia de los judíos- 1881), y A. Cohen (The Five Megilloth
-Los cinco Megilloth- pág. 106). En el siglo XX podemos agregar Jos
nombres de L. Vogue y M. F. Unger. Entre los eruditos católicos que
52 8 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO T ESTAM ENTO

favorecen la p aternidad literaria de Salom ón se cuentan Gietmann


(cu yo artícu lo en la Catholic Encylopedia - En ciclopedia católica-
[5:244-248) es muy útil), Schumach er , Vigoroux y Cornely-Hagen .
La evidencia más significativa que se esgrim e como demostración
de la com posición tardía de Eclesiastés deriva de los datos lingüísticos
brindados por el pro pio texto. Es innegablemente cierto que el lengu aje
de esta obra es notoriamente diferen te de los demás textos del siglo X a.
de J.C. que tenemos preservados en la Biblia. Más aún , es diferente de
todos los demás libros del An tiguo Testamento de cualquier fec ha de
composición , con la parcial excepción del Cantar de los Canta res de
Salomón. En apoyo de una fecha fijada en el siglo V a. de ] .C., Fran z
Delitzsch señ aló no menos de 97 palabras, formas y expresiones que no
figuran en nin guna parte de la Biblia, excepto en obras posteriores al
exilio como Esdras, Es ter, Nehemías, Crónica s, Ma laquías o, de otro
modo, en la Mishna. Describe todas esas palabras como arameís mos,
basado principa lmente en los sustantivos terminados en -út, -ón o 'dn. '
Hengstenberg reconoció solamente d iez arameísmos en el libro; en el
extremo opuesto está la afirmación d e Zoeckler de que se comprueba la
presencia de arameísmos prácticamente en todos los versículos. Los
términos arameos o hebreos tardíos más frecuentem ente citad os son
pardes, parque (que también figura en Nehemías y en el Cantar de los
Cantares); shdlat, gobernar (hallado solamente en los libros posteriores
a l ex i li o); tdqan , enderezar (figura solam en te en Danie l y en el
Talm ud); z"mdn, tiempo defin ido (hallado solam ente en Nehemías y
Ester); pithgdm , decisión ofi cial (solamente en Ester y en el arameo de
Daniel ); m•d!nah, en el sentido de provincia (vocablo que se repite
solame nte en 1 Reyes, Es ter, Esdras, Nehemías, Ezequ ie l y La menta-
cion es); y kds her, ser correcto (que a parte de aqu í, se lo encueu tra
solamente en Ester). La obvia inferencia es que Eclesia stés proviene de
una fec ha en que los judíos hacían gran uso del arameo, cosa que
pres umiblemente no ocurrió hasta después del exilio.
Aparte del vocabulario, se sostie ne que hay evidencias d e una
estructura gramatical que sitúa al libro en una fecha tardía. Por ejem-
plo, el pronombre ind ependien te (especialmente h ú, hf' y hem) se usa
como verbo copulati vo con mayor frecuencia que en los libros ante-
riores al exilio. También se sos tiene que el imperfecto convers ivo es
raro en Eclesiastés, puesto que generalmen te aparece reem plazado por
la conjunción waw más el preterito perfecto. Y puesto que la última
construcc ión es la qu e p revalece en el Talmud , su frec uencia en Ecle-
siastés es cons iderada como evidencia de una fecha tardía. Sin em-
bargo, co mo respuesta a ello, debemos señalar que la conjunc ión waw

1. Ya señalamos en el capítulo 10. págs. 153, 154 que estas terminaciones constitu yen
una base muy déb il para estab lecer genuinos ara meísmos.
ECLESIASTÉS y CANTAH DE LOS CANTARES 529

más el perfecto se repite solamente cinco veces en Daniel (que según


los críticos se remonta a la mitad del siglo Il a. de J.C.), y sólo cinco
veces en el texto hebreo existente de Eclesias tés , que data de alrededor
del año 180 a . de J.C.). Si esta construcción es signo de fecha tardía,
Eclesiastés tuvo que ser posterior al s iglo Il a. de J.C., ya que las obras
de ese período aún no la utilizan con ningu na frecuenc ia.
Sin embargo, es ta úl tima posibilidad queda totalmente descartada
por el descubrimiento de cuatro fragmentos de Eclesias tés en la Cueva
No. 4 de Qumran, fechados, según datos paleográficos, a mediados del
s iglo JI a. de J.C. Muilenberg comenta en BASOR, No. 135: "Esto da el
golpe de gracia a las opiniones anteriores tales como las de Graetz,
Renan , Leimdórfer, Kónig y otros, y h ace improbable asignarle una
fecha en el siglo Il a. de J.C." R. H. Pfeiffer (IOT, pág. 73 1) sugirió que el
período 170-176 a. de J.C. estaba más en armonía con las características
del pensamiento y del lenguaje de Eclesiastés. A la luz de la evidencia
brindada por Qumran , no cabe otra conclusión sino la de que estamos
nuevamente fren te a un ejemplo de demostrable falacia en el método de
la alta crítica practicado por racionalistas al estilo de Pfeiffer.
En el artículo recién mencionado, Muillenberg comenta: "Desde el
punto de vista lingüístico, el libro es único en su género. No hay duda
alguna de que su lenguaje posee n umerosas peculiaridades sorpren-
dentes; estas peculiaridades, según las han explicado algunos, per-
tenecen al hebreo tardío (analizado por Margo liouth y Gordis) para el
cual se dice que el lenguaje de la Misnah ofrece un apoyo más que
adecuado (argumento eficazmente respondido por Margoliouth en la
Jewish Encycloped ia (Enciclopedia jud ía) V, 33, donde señala las
afinidades lingüísticas de I Qohelet con las inscripciones fenicias , por
ejemp lo, Eshmunazar, Tabnith). La forma aramea del lenguaj e ha
s ido reconocida desde hace tiempo, pero sólo en añ os recientes se
ha hecho hincapié y se ha estudiado en detalle su procedencia aramea
(F. Zimmermann, C. C. Torrey, H. K. Ginsberg) ... Dahood ha escrito
sobre la influencia cananea-fenicia en el Qo helet, y ha defendido la
tesis de que el libro de Eclesiastés fu e originalmente compuesto por
un autor que escribió en hebreo, pero fu e infl uido por la ortografía, la
gramática y el vocabu lario fenicios, y que deja traslucir una fu erte
influencia literaria cananeo-fenicia (Bíblica 33, 1952, págs. 35-52, 191-
221)."2 En este punto debe notarse que ni un trasfondo fenicio n i uno

2. Cf. G. L. Archer: "The linguistic Evidence for the Date of Ecclesiastes" (Eviden-
cias lingüísticas para la fec ha d e Eclesiastés) en Journal of the Evangelical Theological
Society (Publi cación de la Sociedad Teológica Evangéli ca) (Verano d e 1969), págs. 167-
81. Esta repasa y ampl ifi ca los argumentos d e Dahood respecto al trasfondo fen icia,
mostrando la tendencia hacia una ortografía fenicia (que carecía d e letras vocales au n
para las flexiones) , inflexiones, pronombres y parti cipios, característi camente fenicios
sintaxis fenici a, vocablos incorporados de otros idiomas y analogías, incluso una serie de
términos mercantiles. Esta influencia fenicia se explica mejor entendiendo que este
53 0 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTROD UCCIÓN i\L A N TICUO TESTAl\•IENTO

arameo impedirían necesariamente la paternidad literaria salomónica ,


pues to qu e los víncu los políticos y come rc iales tanto con l os
pueblos de habla fenicia corno con los de habla aramea en las regiones
sirias, durante el reinado de Salomón, fueron más estrechos que en
cualquier otro período de la historia de Israel (con la posibl e excepción
de la época de Jeroboam II y sus sucesores en el siglo VIII a. de J.C.).
Al poner en balanza el peso del argumento lingüístico, es menester
observar cuidadosamente que un amplio análisis de todos los datos,
que incluya el vocab ulario, la morfología , la sintaxis y el estilo, nos
demuestra que el texto de Eclesiastés no encaja en ningún período
conocido en la historia de la lengua hebrea. Resulta imposible hallar
significativas afinid ades entre esta obra y cualquiera de los libros canó-
nicos que la alta crítica racionalista ha asignado al período griego (tales
como Daniel, Zacarías II, y porcion es del Deutero-Isaías). En lo que
respecta a la primera parte del período posterior al exilio , el hebreo de
Eclesias tés es tan disímil al hebreo de Malaquías, Neh emías y Ester,
corno lo es de cualquiera de los libros anteriores al exilio. Esto plantea
una insuperable dificultad para la teoría de Delitzsch y Young, que le
asignan una fecha alrededor del año 4 30 a. de J.C., y para la de Beecher
en ISBE, que sugiere el año 400 a. de J.C. Si Eclesiastés fue escrito en el
mismo período, ¿cómo es posible que hubiera una total falta de simili-
tud en vocabulario , sintaxis y estilo? Tampoco puede resolverse el
problema lingüístico moviendo la fech a hasta el posterior período
intertestamentario. Ya h emos visto que los fragmentos del Qohele t de la
Cueva No. 4 de Qumran , hacen totalmente imposible una fe cha
posterior al año 1 50 a. de J.C. y brindan una fuerte probabilidad de que
haya sido compuesto en el siglo III o aun antes. No existe afinidad
alguna entre el vocabulario o estilo de Eclesiastés y el de la literatura de
la comunidad de Qurnran. Autores más antiguos como Kenyon (BAM,
págs. 94, 95) dijeron gen eralidades sobre los denominados elementos
rabínicos que se pueden descubrir en el texto. Pero una estricta compa-
ración con el h ebreo del Talmud y de los Midra s, revela claramente una
desemejanza tan grande con Eclesiastés como la que existe con todos

género de d isertación filosófica se desarrolló anteriormente en círculos fen icios, y luego


fue adoptado por Salomón para sus propios propósitos literarios y teológicos . Es te ar-
tícu lo también analiza las debilidades y fa lacias del ataque de Robert Gordis contra el
tratamiento de Dahood, como se presenta en Koheleth: The Man and His World -QóheJet:
el h ombre y su mundo- (Nueva York: Schocken 1968), pág. 416. La propia sugerenc ia de
Oahood de que QóheJet provi no de una decon ocida colonia de refugiados jud íos en el
siglo VI o más tarde aún, no merece m ayor crédito en vis ta del control abso luto qu e
ejercía Nabucodonosor en la región continental de Fenicia lu ego de la caída de Jerusalén
en el año 587 a. d e J. C. En vista de la persecución y de la masacre que desencadenó
contra Jos r efugiados judíos en Egipto, resu lta inconcebib le que hubiera permiti do la
permanencia de una colonia judía en Fen icia. Por lo tanto, la única alternativa razonable
es situar la composición de Eclesiastés durante el reinado de Salomón, cuando las re-
laciones comerciales y culturales con Fenicia fueron más estrechas entre Tiro y Jerusalén
que nunca después.
E CLESIASTÉS y C i\ NTAR DE LOS C ANT ARES 531

los otros libros del canon del Antiguo Testamento.


Cierto es que el pronombre relativo se se repite frecuentemente en
Qóhelet (68 veces) juntamente con el m ás habitual •s her 3 (que se repite
89 veces). Si bien se aparece varias veces en Jueces, mu y frecuen-
temente en los salmos posteriores, y ocasio nalme nte en Lamenta-
cio n es, Ezequ iel , Job y Josué, se mantie n e e l hecho d e que en
Eclesiastés este es el pronombre relativo utilizado en 68 de los 157
casos. Sin embargo, es digno de notar el hecho d e que esta es también la
característica relativa del Cantar de Jos Cantares de Sa lomón (es decir,
en 32 casos d e un total de 33), hecho que perturba en gra n manera a
quie nes, como De litzsch y Young, sitúan al Canta r de los Cantares en el
s iglo X a. de J.C. y a Eclesiastés en el siglo V. Si en esta peculiaridad
esti lística hay u na semejanza tan estrecha entre ambas obras, resulta
obviamente razonable atribuirlas al mismo período , s i no a una misma
paternidad literaria. Por lo tanto, si el Can tar de los Cantares de Salo-
món pertenece al siglo X a. de J.C. , y fue compuesto por Salomón, es
difícil res istir la conclusión de que Eclesiastés es del mismo período y
del mismo origen.
Si es verdad que e l lenguaje y el estilo de Eclesiastés no se corres-
ponde con ningu na literatura que conozcam os de cua lquier etapa de la
historia hebrea, sino que exhibe un radical co ntras te co n todos los
demás libros que componen el canon del Antiguo Testam ento (con la
posible excep ción d e Cantar de los Cantares) y con toda la literatura
h ebrea inlertestamentaria existente, de ello se dedu ce que en la actuali-
dad no hay firm e fundamento para fechar este libro sobre bases lingüís-
ticas (si bien n o es más disímil del hebreo d el s iglo X que del hebreo del
siglo V o d el hebreo d el siglo II a. d e J.C.). ¿Qué podemos d ecir,
entonces, respecto a esta peculiaridad?
Parece bastante obvio que tratamos aquí de un pecu liar estilo con-
venciona l, para al género particu lar al cual perteneció Eclesiastés . De la
misma manera que la literatura acadia, los cód igos lega les y las tabletas
contractua les exhiben u n n otorio contraste e nt re si, tanto en técnica
como en estilo, y éstas a s u vez difieren tambié n gran demente de la

3. En su Grommar of Mis hnaic Hebrew (Gramática del hebreo de las Mis hnas) , M. H.
Sega! hace el siguiente comentario luminoso: ''Cualquiera que sea la relación de las dos
formas cnlre si. no puede haber duda alguna de que she es tan antigua como •sher, o más
antigua aún. Su confinamiento, en los más antiguos libros de la Bibl ia, a los documentos
del norte d e Israel, probaría que su uso tuvo que haber sido com(m en el lenguaje
coloqu ial del norte de Palestina , ba jo la influencia , en cierta medida al menos, del '-sh, sh
feni cio, del sho asirio, y también tal vez del zr, dr arameo. La escasez de s u presencia aún
en estos documentos debe explicarse por la presunción de que era considerado como un
vulgarismo que el lenguaje literario debía evitar. Su uso se extendió gradualmente al sur
de Palesti na, y p or ser la forma más breve y fle xible, con el correr del tiempo tuvo que
haber s uplan tado totalmente al más largo •sher en el lenguaje de la gente comú n, y de ahí
descendió directamen te al h ebreo medio. Pero el p reju icio literario que lo enfrentaba
tuvo que haber permanecido aún después que el hebreo bíbl ico dejó de ser lengua viva"
(Londres: Oxford , 1927), pág. 43.
532 R ESEÑA CRÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

prosa epistolar o histórica de este mismo período; así también se desa-


rro lló en la cu ltura hebrea un lenguaje de estilo convencional del cual
se p ensó que era peculiarmente adecuado para cada género literario. En
el caso particular de la literatura griega, de la cual contamos con ma-
yores datos li terarios que de la literatura palestina, observamos que una
vez desarro llado un género en un territorio particular, en una ciudad-
estado particu lar, el dialecto y el tipo de vocabulario del escritor origi-
nal que exaltó este género al rango clásico, prevalecían a través del
resto de la hi storia de la literatura griega (hasta el triu nfo de l Ko iné en
el período griego o romano). Por ejemplo, puesto que Homero fue el
primero en desarrollar e l género épico, de ahí en adelan te toda la poesía
ép ica tuvo que escribi rse en el antiguo d ialecto jónico, que Homero
utilizó, si bien los poetas más modernos hablaban d ialectos totalmente
diferentes, tales como el ático, el dórico o el eólico. Correspondien-
temente, puesto que los dorios fueron los primeros en desarrollar la
poesía cora l, la costumbre exigía que toda vez que un escritor de
traged ias en le nguaje ático (como Sófocles o Esqui lo) incluía un pasaje
coral en su obra, los actores bruscamente se desp lazaban del griego
ático al griego dórico (o al menos a un tipo de ático influido por el
dóri co) con particulares expresiones y giros idiomáticos conven-
cionales para ese particular gén ero. En el caso preciso de l género al que
pertenece Eclesiastés, s ucede que no tenemos nada más que haya so-
brevivido de la literatu ra hebrea. De otra manera, sin duda hallaríamos
abundantes paralelos para todos los fenómenos pecu liares de Qohelet
en las composiciones que pertenecen al mismo género. Si este tipo de
disertación filosófi ca fue primeramente practicada en el norte de Israel
antes de la época de Salomón , ello explicaría los rasgos arameos y
fenicios, y las influencias de las cuales han sacado tantas co nclus iones
los críti cos mod ernos. También explicaría la poca frecue ncia del
nom bre Yahweh en este texto.
En conexión con este tema, es interesante mencionar la teoría de L.
Wogue, de que en nu estro presente texto del Eclesiastés tenemos una
modernizada revisión. Ello quiere decir que la versión original de esta
obra, tal como fu e compuesta por Salomón, fue escrita en un hebreo
más an tiguo que con el tiempo se tornó demasiado oscuro para ser
fácilmen te entendido por una generación de judíos posterior al exilio.
Por esta razón , dice la teoría, fue publicada de nuevo con un voca-
bulario más al día y un estilo que le permitiera ser más ampliamente
disfrutada. Como u na analogía, la mayoría de los lectores de habla
inglesa leen la obra de Chaucer, Canterbury Tales (Cuentos de Canter-
bury), en una versión modernizada, puesto que e l in glés del siglo XIV
que usó Chaucer, contiene tantas expresiones y términos obsoletos que
exige un glosari o para hacerlo inteligible. La debili dad de esta teoría,
sin embargo , de riva de la incorrecta suposición de que el hebreo de
E cLESIASTÉS v CANTAR DE ws CANTA RES 533

Eclesias tés puede ser claramente identificad o como un producto pos-


terior al exilio. Pues to que no se parece a nin gún documento conocido
del perfodo posterio r a l exilio, es poca la fuerza que tiene esta
sugerencia. Más aún, el texto hebreo en s í es tan difícil de entender que
difíc ilmente serviría como una popu larización para una mejor y fácil
comp re nsión .
Aparte de las consideraciones lingüísticas, se plantea a men udo la
objeción a la paternidad literaria de Salomó n para el Qóhe let, por el
hecho de que el autor parece hablar, ocasionalmente al men os, des de
la pos ición de una tercera persona u observad or, más que como s i fu era
el mismo rey. Además, se podría d ecir que acariciaba una actitud
crítica hacia los reyes, d ifícilmente compatible con el punto de vista
del histórico Sa lomón al respecto. Como un opresivo cobrador de im-
puestos cuyo reino, a l morir él, se d ividió por la cuestión de las excesi-
vas cargas im positiva s hubi era estado fuera de luga r q ue d ijera:
"¡Bienaventurada tú, tierra, cuan do tu rey es hijo de nobles, y tus
prínci pes com en a su hora, para reponer sus fuerzas y no para beber!"
(10 :1 7); o también: "Ni aun en tu pensamiento d igas mal del rey"
(10:20 , que según los críticos enti enden , deja entrever que el rey es tan
reprens ible que sus súbditos se sien ten tentad os a habla r ma l de él); y
también : "Mejor es el m uchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio
que no admite consejos" (4: 13 ).
A esto podemos replicar que ninguno de estos pasajes es claramente
contrario a la autor id ad de la realeza. Salom ón d isertaba sobre el
gobierno en general desde la pers pecti va de un filósofo y no como un
propagandista d el gobierno . Sería ingenuo suponer que él no sabía que
exis t[a n reyes glotones , borrach in es, pendencieros y te rcos, ni las des-
dichadas consecuen cias que sufrían sus súbditos al ser gobernados por
semejantes hombres. Eclesiastés 1 0 :17 incl uso se puede interpretar
como un poco de au tocongratulación de parte del autor real; 1 0 :20
pudo haber sid o s implemen te una admonición a los descontentos para
que mostraran un debido respeto hacia el gobierno; 4:1 3 pudo haber
s ido ca lculado como un saludable recordato rio para s í mismo. Pero de
cualquier manera, la composición fue escrita desde el pun to de vista de
un fi lósofo observador de la vida política y socia l, y no de un partidario
de la realeza. Las Meditaciones de Marco Au reli o nos brinda n un ex-
celente paralelo con Qóhelet en este respecto, puesto que el emperador
romano escribió su obra d esde el p unto de vista de un fi lósofo, y no
como un prop agandista de su propio gobierno.
Muchos críti cos modernos, entre los que se cuenta R. H. Pfeiffer ,
sostienen que Eclesiastés revela la infl uencia de la filosofía griega. La
escéptica actitud demostrada h acia el judaísmo, l.as ocasionales expre-
siones de eudemonismo o epicureísmo, la noción del tiem po como un
flujo cósmico, y el intento de entender al m un do como un todo; todos
534 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

estos son pensamientos de origen helénico (así lo sostiene F. C. Grant


en la Encyclopedia Americana; y así lo sostiene también Cornill). Pero
G. A. Barton ha demostrado que la semejanza que se afirma que hay
entre Eclesiastés y los estoicos son meramente superficiales, y que los
dos puntos de vista están diametralmente opuestos. Más aún, el inde-
terminismo del epicureísmo contrasta agudamente con el rígido pensa-
miento determinista de Qóhelet. Pero el encomio del placer de comer y
de beber, tan a menudo citado, se hallaba comúnmente en épocas tan
antiguas como la de la Epica de Gilgamés.< En relación con esto último,
Oswald Loretz (Qohelet und der alte Oriente -Qohelet y el antiguo
Oriente- Herder, 1964) señala a un paralelo específico, donde Gilgamés
le dice a Enkidu: "Humanidad, sus días están contados; todo lo que
puede hacer es de viento. " R. Gordis está dispuesto a conceder cierta
influencia griega, pero insiste: "Han fracasado todos los esfuerzos para
probar que Eclesiastés es aristotélico , estoico, epicúreo, cínico o cire-
naico. También ha sido posible demostrar que los pretendidos helenis-
mos de su estilo también han demostrado que la obra es auténticamente
hebrea o semita. "s Pederson demuestra que las estimaciones de la
humanidad en la filosofía griega son totalmente diferentes de las que
exhibe Eclesiastés. Galling ha demostrado que la supuesta dependencia
de los gnómicos griegos es solamente una semejanza superficial. Dorn-
seiff señala la posibilidad de que algunos apotegmas griegos pudieron
ser de origen oriental e introducidos luego en el pensamiento griego (cf.
W. Baumgartner, "The Wisdom Literature"-La literatura sapiencial en
OTMS , pág. 226).
Se ha procurado demostrar una paternidad literaria postsalomónica
a partir de varios denunciadores anacronismos. Así, en 1:16 el predica-
dor habla de haber "crecido en sabiduría sobre todos los que fueron
antes de mí en Jerusalén." Los críticos interpretan que esa afirmación
significa más que todos los reyes que fueron antes que él, que por
supuesto, sería una afirmación muy extraña en boca de uno que fue
precedido por un solo rey en Jerusalén, a saber, David. Resulta intere-
sante observar que al par que E. J. Young percibe la fu erza de este
argumento en el caso de Eclesiastés, recurre a una explicación alterna-
tiva en una s ituación exactamente similar en 1 Reyes 14:9. En este
último pasaje, un profeta denunciador, proveniente de Judá, reprocha a
Jeroboam I, comparándolo con "todos los que han sido antes de ti." En
lugar de conceder que aquí se trata de un anacronismo, Young comenta:
"Quienes lo precedieron fueron probablemente ancianos y jueces"
(IOT, pág. 189). De manera similar podemos afirmar confiadamente

4. Barton, Commentory on EccJesiastés (Comentario sobre Eclesiastés]. ICC, Edimburgo:


T & T Clarck, 1959, págs. 34-40.
5. Gord is, en Twentieth Century Encyclopedia (Enciclopedia del siglo XX), 1:361.
E CLESIASTÉS y C ANTAR DE LOS CA1\Tr\RES 535

que hubo muchos reyes más antes que Salomón en Jerusalén, y no


sólo su padre David. Jerusalén había s ido asiento de la rea leza durante
varios siglos, aun desde el tiempo de Melquisedec, el contemporáneo
de Abraham.
Hay otra explicación, sin embargo, para la afirmación hecha en
1:16. El texto no especifica todos los reyes sino solamente lodos. Según
el contexto, es justo decir que el autor quiere significar "todos los
sabios que fueron antes de mí en Jerusalén." La afirmación de 1 Reyes
4:31 respecto a la superioridad de Salomón establece la comparación
con Hemán, Calco! y Darda, que bien pudieron haber s ido sabios en la
Jerusa lén pre-davídica. El propio Melquisedec pudo haber s ido
considerado como un sabio de primera línea, en vista de su encuentro
con Abraham en Génes is 14.
Otro supuesto anacronismo lo hallamos en Eclesiastés 1 :12 :
"Yo ... fui [hdyítí] rey ... en Jerusalén." Se piensa que este tiempo per-
fecto revela el hecho de que Salomón era ya una figura del pasado, tal
vez del remoto pasado , para la fecha en que se compuso la obra. Insis-
ten, los que así opinan, que esta sola palabra sería suficiente para
demostrarle al lector hebreo que la paternidad literaria de Salomón no
pasaba de ser una ficción. A esto podemos responder que la frase en
cuestión sería más correctamente traducida así: " Yo llegué a ser rey
sobre Israel". Esta sería una afirmación muy natural hecha por Salomón
en su edad provecta, al mirar atrás hacia las etapas decisivas en la
carrera de su vida. Resulta difícil imaginar que alguna otra forma verbal
hubiera s ido más apropiada en relación con ewto: el imperfecto 'ehyeh
pudiera haber sido interpretado por el lector, bien con el significado:
"Yo estaba siendo rey" o "soy rey," o " seré rey." Torczyner y Galling
han señalado casos paralelos en el idioma igipcio, en los cua les la
expresión: "fui rey" aparece como declaración de un rey moribundo al
componer s u testamento final para una inscripción funeraria , (cf.
OTMS, pág. 222).
Resulta interesante en este respecto señalar el s imilar uso de este
mismo verbo en ]onás 3:3: "Y era [hay•tah] Nínive ciudad grande en
extremo", que Young explica de la siguiente manera: "Más aún, 3:3 no
describe a Nínive como ciudad que existió remotamente en el pasado,
sino que indica simp lemente la condición o tamaño tal cual la encontró
Jonás" (IOT, pág. 279). A la luz de esta clara y apropiada exp li cación , es
extraño que el mismo a utor insis ta en que la clara inferencia de hayfti
en Eclesiastés 1:12 "es que el escritor había sido, y ya no es rey" (IOT,
pág. 368). Por el contrario, es perfectamente natural que un hombre en
su ancian idad se refie ra al comienzo de su carrera utilizando este tiem-
po perfecto en hebreo.
Finalmente , sostienen los qu e se ad hieren a una fecha de composi-
ción tardía, que la era contemporánea que puede entreverse en el texto
536 R ESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

de Eclesiastés, es una edad de infortunios, de desdicha y de opresión, y


no la de sin par prosperidad que caracterizó el reinado de Salomón (cf.
1 Reyes 4:25). Por ejemplo, nos encontrarnos con versículos como los
siguientes: Eclesiastés 4:3: "Tuve por más feliz ... al que no ha sido aún,
que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen"; y 7:10:
"Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos pasados fueron
mejores que estos?" A esto replicamos que una apropiada interpreta-
ción de estos versículos sólo puede hacerse a la luz de su contexto. Así,
por ejemplo, 4:3 figura en un pasaje que describe la opresión y las
privaciones como vicisitudes que entran en la experiencia humana en
general, a pesar de intervalos de comparativa prosperidad y seguridad
como el que Israel experimentó en el siglo X a. de J.C. Salomón no
podía desconocer el hecho de que la experiencia, tanto de las naciones
como de los individuos, normalmente incluye épocas de privaciones y
de prueba que desafían el concepto optimista de la vida. Sin duda
alguna, su amplio conocimiento de la historia y de los asuntos interna-
cionales , como asimismo de la oscura era del reinado de Saúl en Israel,
le permitieron a Salomón conocer los aspectos amargos de la vida
humana. Por cierto, contaba con el ingenio suficiente para comprender
que mucha era la maldad que se practicaba "bajo el sol", aun en su
propio reino y durante su propio reinado. En lo que respecta a 7:10,
debemos señalar que los mejores "tiempos pasados" de los que se
habla, bien pudo haber sido una expresión para hacer referencia a la
vida de un individuo quejumbroso en particular, que sufría los efectos
de algún tipo de desdicha personal. Nada hay en el contexto que
sugiera que hablaba de una situación corriente en su país como un
todo.
En vista del anterior análisis, justo es afirmar que los denominados
anacronismos pueden todos ser objeto de una interpretación reconcilia-
ble con la paternidad literaria de Salomón. Ya hemos visto que los
datos lingüísticos que tenemos no nos brindan margen alguno para
intentar un fechado , sea temprano o tardío, y que la explicación más
plausible es que Eclesiastés está escrito en un particular estilo conven-
cional para su propio género.
Debemos añadir que las palabras denominadas de origen persa,
tales como pardes, parque, y pitgdm, decisión oficial, también derivan
del sánscrito (paridhis y pratigdma, respectivamente), idioma de la
antigua India, estrechamente emparentada con el persa. Si bien la
Escritura no registra explícitamente que la marina mercante de Salo-
món, que operaba desde el puerto de Elat, situado en el mar Rojo,
extendía sus viajes hasta la India, es más que probable que así ocu-
rriera, en busca de especies escogidas y telas de calidad . Existe, por lo
tanto , la posibilidad de que estas palabras se incorporaran al léxico
hebreo en momentos en que las relaciones comerciales israelitas fueron
EcLESIASTÉS v CANTAR DE Los C 1\NTARES 53 7

más intensas y extendidas que nunca antes en su historia. En otras


pa labras, justo es decir que has ta que descubramos más literatura h e-
brea del mismo género y de la misma época en que vivió Salomón , no
sabemos suficiente para afirmar positivamente y con toda certeza que
Sa lomón no pudo haber sido el autor del libro. Por cuanto el texto
indica claramente que él en realidad fue el compositor y dejó su obra
como testamento final a su pueblo, basada en la propia experiencia de
su vida, parece mejor ajus tarnos a la tradicional opinión de la sinagoga
y de la Iglesia , de que esta obra es una auténtica producción de su
pluma. Y este punto de vista se ve forta lecido por el hecho de exitir
notorias similitudes en tre pasajes de Ecles iastés, como 10:8, 9, 12, 13,
18 y las corres pondi entes secciones en Proverbios .
Faltaría una palabra sobre al denominado pesimismo de Eclesiastés
respecto a la vida venidera. Por ejemplo, se nos recuerda en su texto la
inevitabilidad de la muerte para todas las criaturas, el hombre y las
bestias (3:19), s i bien se reconoce que el espíritu del hombre "sube
arriba" y el espíritu de las bestias "desciende bajo la tierra" (3:21). El
valor de la vida aparece cu estionado en pasajes como 4:2: "A labaré yo a
los finados, los que ya mu rieron , más que a los vivientes, los que viven
todavía." Pero resulta que esta afirmación debe ser interpretada en el
contexto en que figura. El versículo precedente deja aclarado que si la
vida ha de cons is tir en opresiones, calamidad y tristeza, entonces mejor
es no haber nacido. En 6:8 el predicador pregunta: "¿Qué más tiene el
sabio que el necio? ¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los
vivos?" Este comentario ha de ser entendido a la luz del propósito
básico que inspiró el libro , que fue el de demostrar que aparte de Dios y
de su santa voluntad, la vida carece de significación fina l, y no alcanza
a ser más que vanidad. Y esto es así en la vida de los instruidos, de los
ricos y de los sanos, como así también en la de los miembros menos
afortunados de la raza humana. Pero cuando es correcta la relación
entre el hom bre y Dios, les irá bien a los hombres (8:12). Aparte del
temor de Dios y de un bien definido propósito de hacer su voluntad,
hasta los hombres más favorecidos llevan una vida despreciable y de-
pravada. De ahí que "Este mal hay entre todo lo que se hace debajo de l
so l, que un mismo suceso acontece a todos, y también que e l corazón de
los hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón
durante la vida; y después de esto se van a los muertos" (9.3).
Sin embargo, se hace gran hincapié en la importancia de esta vida
como la única pales tra de oportunidad y s ign ificativos logros asequi-
bles al hom bre antes de partir hacia la eternid ad. De ahí que "Aún hay
esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es
perro vivo que león mu erto " (9:4) . De 9:5, algunos han deducido
errón eamente una enseñanza de que la muerte es un dormitar del alma:
"Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada
538 R ESEi\:1\ CRíTICA DE UNA l NTRODUCCió¡..; AL A i\'TIC UO TESTt\~IENTO

saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido."


Pero tomado en s u contexto, este versículo simplemente significa que
los muertos no cu entan ya con el conocimiento de un futuro personal
con sus oportunidades de escoger en favor o en contra de Dios, y entre
la vida y el bien , y la muerte y el m al, como podían hacerlo antes de
bajar a la tumba. Ni saben nada más de lo que ocurre bajo el sol, es decir
de lo que ocurre en la superficie de la tierra, mientras esperan en el Seo!
el d ía del juicio. En esta etapa de la revelación, en los remotos días en
que vivió Salomón, era prematuro revelar algo sobre las glorias del
cielo ya que, por supuesto, aún no estaban abiertas s us puertas a los
creyentes muertos, hasta que llegara el momento de la resurrección d e
Cristo.
En conclu sión , entonces, quienes interpretan la posición de Ecle-
siastés com o u n escéptico agnosticismo, interpretan burdamente el
mensaje de este libro. Están obligados a clasificar com o posteriores y
tardías adiciones los numerosos senti mientos d e reverente fe y con-
fianza en Dios, los cuales abundan en los doce cap ítulos de Eclesiastés.
En interés de su teoría, deben exclu ir del texto original la conclusión
del capítulo final: "El fin de todo el d iscurso oído es este: "Teme a Dios,
y guarda su s mandamientos; porque esto es el todo del ho mbre"
(12:1 3).

C ANTAR DE LOS CANTARES

El título hebreo de este libro es Sfr has-sfrfm , es decir, El con tar de


los cantares, o Lo mejor de las canciones. La Septuaginta tradujo este
libro literalmente como asma asmatón, y la Vulgata como Canticum
Canticorum, la cuales ambas significan el cantar d e los cantares. El
término Cantar d e los Cantores, como designación del libro, fue toma-
do del latín.
El tema del Cantar de Jos Cantares es a l amor de Salomó n hacia su
desposada sulamita, y el profundo afec to d e ella hacia él. Se entiende
que este enamoramiento tipifica la cá lida relación personal que Dios
desea con su esposa espiritual, integrada por todos los creyentes re-
dimidos que le han entregado el corazón a El. Desde la perspectiva
cristiana, esto indica el mutuo comprom iso entre Cristo y su Iglesia y la
plenitud de la comunión que d ebe subsistir entre ambos.

BOSQUEJO GENERAL DEL CANTAR DE LOS CANTARES

Delitzsch nos esboza un sencillo y adecuado bosquejo, é l divide el


libro en seis actos:
l. Afecto mutu o de los enamorados, 1:2-2 :7
Il. Los enamorados se buscan mu tuamente, y se encuentran, 2:8-3:5
E cLESIASTÉs Y C ANTAR uE LOs CANTAREs 539

Ill. El enamorado galantea a su prometida , y se casan , 3:6-5:1


IV. El amor es despreciado, pero luego recuperado , 5:2-6:9
V. La sulamita como princesa atractivarnente hermosa y al mismo
tiempo humild e, 6:10- 8:4
Vl. Ratificación del pacto de amor en su hogar, 8:5 - 14

PATERNIDAD LITERARIA Y FECHA DE COMPOSICION DEL CANTAR DE LOS CA NTARES

El primer versículo del libro le atribuye a l rey Salomón la paterni-


dad literaria, utilizando pa.ra ello la fórmula "el cual es de Salomón
('•sher li-S•Jornoh). Algunos eruditos han interpretado esta frase como
una fórmu la de dedi cación , y no como una verdadera atribución de
paternidad literaria (esencialmente el mismo enfoque aplicado en el
1•-Dawid de los títulos de los salmos) , pero hay que tener en cuenta que
esta preposición 1•, "a", es la única manera conveniente de expresar en
el idioma hebreo poses ión o paternidad literaria cuando el mis mo autor
puede haber compuesto muchas otras obras. La invariab le tradición
de ia iglesia cris tia na, hasta la época moderna, es que el Cantar de
Jos Cantares es una producción genuinamente salomónica. Aun en
años recientes, Delitzsch , Raven , Steinmue ller y Young no ha vacilado
en asignarle la paternidad li teraria del Can ta r de los Cantares a
Salomón.
Esto es de lo más notable porque, como ya lo hemos señalado, hay
una considerable simili tud de vocabulario y de sintaxis entre en Cantar
de los Cantares de Sa lomón y Eclesiastés (para el cual los autores que
acabamos de citar niegan la paternidad literaria de Sa lomón. Los erudi-
tos liberales habitualmente han clasificad o estas dos obras como repre-
sentantes aproximadamente el mismo período de la literatura hebrea.
No hay duda de que esta relación se ve favorecida por los léxicos
hebreos normales, que tienden a agrupar a las dos desde el punto de
vista del léxico. Hecho notorio es que ninguno de los dos se refiere a
Dios como Yahweh ; no figura en ninguno de los dos el tetragrá.maton.
Hay un significativo número de palabras que figuran solamente en
estos dos libros, al m enos en lo que res pecta a las Sagradas Escrituras
hebreas. Por lo tanto, parecería haber una inconsecuencia básica al
negar la autenticidad de Eclesiastés por fac tores lingüísticos, y
al mismo tiempo aceptarla para el Can ta r de los Can tares, a pesar de los
factores lingüísticos. Los eruditos liberales niegan unánimemente la
paternidad literaria salomónica para el Cantar de Jos Cantares, y asig-
nan la composición de ambos libros a un período consid erablemente
posterior al siglo X a. de J. C. Autores moderados como W. R. Smith y S.
R. Driver se inclinaron por una fecha anterior al exilio , es decir, antes
del año 600 a. de J. C.; au tores más radicales como Kuenen, Cornill ,
Cheyne, Budde, Kautzsch y Eissefeldt, confiadamente le asignaron una
540 RESEÑA CRITICA DE UN!\ I 1TRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

fecha posterior al exilio, o aún en el p eríodo helénico. W. Baumgartner


le asigna la última parte del siglo III. (cf. OTMS, pág. 223).
Los argumentos para asignarle a la obra una fecha tardía de com-
posición se basan principalmente en factores lingüís ti cos. Los
siguientes fenómenos son muy notables:
l. La preponderancia de se-, en lugar de •ser como pronombre re-
lativo. Pero según hemos visto en el anális is de Eclesiastés, el relativo
she- no es de por sí prueba de paternidad literaria tardía. Es un cognado
del relativo acádico sa, que se remonta tan antiguamente como al tercer
milenio, y figura en e l cántico de Débora (Jueces 5) y en otros pasajes de
Jueces; también en Job 19:29; 2 Reyes 6:11 ; una vez en Jonás ; en Lam en-
tacion es y en varios salmos. Parece haber sido un substituto mu y acep-
table de •ser en el estilo poético hebreo. Probablemente fue carac-
terístico de los dialectos del norte de Israel. El abundante uso de se en
el hebreo posterior puede reflejar simplemente un uso común en e l
idioma vernáculo del cual se mantuvo al margen el hebreo literario
hasta el período posterior al exilio. En la época intertestamentaria, por
supuesto, el frecuente uso de la correspondiente partícula df en arameo
tendió a estimular a los judíos, que eran naturalmente bien versados en
el arameo como su lengua coloquial, a emplear se- en sus composi-
ciones hebreas.
2. La presencia de varios arameísmos como ndtar (cognado de
nd~a r, en hebreo, guardia, vigi lar), b•rót (cognado de b•rós, ciprés, en
hebreo) y s•tdw (invierno), se toma como indicativa de una paternidad
literaria posterior al exilio. No obstante ello, co mo ya lo señalamos en
el capítulo 7 de este libro, tales arameísmos pudieron haber sido incor-
porados al idioma hebreo en fecha temprana o, por el contrario, indicar
un colorido del norte de Israel. (Tengamos en cuenta que si la sulamita
provino de Sunem, tal como lo indica la transliteración Sounamitis de
la Septuaginta, entonces la desposada hubi era provenido del territorio
de la tribu norteña de !sacar.) Significativamente, aun el Lexicon de
Brown-Driver-Briggs clasifica a b•rót como término del norte de Israel,
y no como arameísmo.
3. Se sostiene que el libro contiene dos palabras derivadas del
griego, 'appiryón (3:9) o palanquín (Biblia de Jerusalén) , del griego
phoreion y pdrdes (4:13) que s ignifica paraíso, ya sea del griego para-
deisos o del persa pairider;:a que significa "cercado ". Pero como ya lo
señalamos en conexión con Eclesiastés, palabras como estas pueden
haber llegado a Salomón por medio de sus contactos comerciales con la
India, puesto que e l vocablo sánscrito que traduce palanquín es
paryama o el diminutivo paryailka, y el vocablo sánscrito que traduce
"cercado" es paridhis (cf. pardisu, "parque, preservar " en asirio
tardío).
E CLESIA STÉS Y C ANTA R DE LOS C ANT ARES 541

EVIDENCIAS POSITIVAS DE LA PATERN IDAD LITERARIA SALOMONICA

El autor demuestra un notable interés en historia natura l, en con-


cordancia con lo que sabemos del conocimiento enc iclopédico de
Sa lomón en este campo (1 Reyes 4:33);. Así, la flora mencionada en
Cantares incluye 21 variedades de vida vegetal (tales como las flores de
alhaña, en 1:14; la rosa de sarán y el lirio de los valles, en 2:1; man-
zanos, en 2:3; granados, en 4:13; azafrán, caña aromática y canela, en
4:14 ; mandrágoras, en 7:13). Entre la fauna hay no menos de 15 espe-
cies de animales (corzo, en 2:9; ciervas, en 2:7; cervatillo, en 2:9; palo-
mas , en 5:12; zorras, en 2:15; cabras, en 4:1; ovejas, en 4:2, etcétera).
También se hace especial mención en 1:9 a la caballería de Faraón , que
coincide con lo afirmado en 1 Reyes 10:28, pasaje donde la caballería
juega un papel importante en el ejército de Salomón al igua l que sus
relaciones comerciales. El libro revela numerosas evidencias del lujo
reinante en la corte y la abundancia de carísimos prod uctos importa-
dos , tales como el nardo, el1:12, la mirra, en 1:13; el incienso , en 3:6;
carrozas, en 3:9; polvos aromáticos, en 3:6; oro , plata y grana , en 3:10;
marfi l, en 5:14; y jac intos, en 5:14. 6
Las referencias geográficas indudablemente favorecen una fecha
anterior al año 930 a. de J. C. El autor menciona indiscriminadamente
localidades que se encuentran tanto en el reino del norte como en el
reino del sur: En-gadi, en 1:14; Hermón, en 4:8; Carmelo, en 7:5; Líbano
en 4:8; Hesbón, en 7:4; y Jerusalén en 8:14. Se mencionan todas estas
localidades como si todas ellas pertenecieran al mismo reino. Tome-
mos nota que se menciona a Tirsa como una ciudad de particul ar gloria
y hermosura y que se menciona en la misma cláusu la con la propia
Jerusalén (6:4). De haberse escrito Cantares después de la época en que
Tirsa fue escogida como capital del reino del Norte en repudio a la
autoridad de la dinastía davídica, resulta inconcebible que se hubiera
mencionado en términos tan favorable s. Por otro lado, resu lta
altamente s ignificativo que Samaria, la ciudad fundada por Omri entre
los años 885 y 874 a. de J. C., nunca se menciona en el Con tar de los
Cantares .
Por lo tanto, a juzgar por la evidencia interna, e l autor ignoraba
totalmente que hubiera una división de la monarquía en los reinos del
Norte y del Sur. Y esto puede reconciliarse solamente con una fecha de
composición en el siglo X, con anterioridad al año 931 a. de J. C. Aún
después de retornar del exilio , ningún judío de la provincia de Judea se
hubiera referido tan indiscriminadamente a prominentes localidades

6. H. R. Hall hace la interesante s ugerencia de que la importacion de monos y pavos


reales que hizo Salomón se11ala hacia la costa d e Cochin como la localización de "Ofir,"
en vez de Punt , en Africa, como generalmente se supone (The Ancient History of the Neor
East (Historia antigua del cercano oriente), 11th ed. [Londres : Metheun , 1960J , pág. 434).
542 R ESEÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

en las areas no judías de Palestina que en esta época estaban bajo el


dominio de gentiles o samaritanos. Cierto es que la totalidad de esta
área estuvo reunida bajo el gobierno de los reyes asmoneos , Juan Hirca-
no 1 y Alejandro Jáneo, pero la evidencia de los fragmentos de Qumran
extraídos de la Cueva No . IV, indican que Cantares ya existía en su
forma escrita por lo menos en fecha tan antigua como en la iniciación
de la revuelta macabea en el año 169 a. de J. C. Resulta interesante dejar
establecido que hasta un erudito liberal corno R. Gordis se siente incli-
nado a afirmar que Cantares 3:6-11 es "el más antiguo poema de la
colección y fue compuesto en ocasión de uno de los casamientos de
Salomón con una princesa extranjera."'

CANONICIDAD DEL CANTAR DE LOS CANTARES

Ya dijimos en el capítulo 5 que este libro (juntamente con Ecle-


siastés) estaba catalogado entre las cinco antilegomena, no tanto por el
hecho de que Salomón no los compusiera, sino por cuanto carecen de
valor religioso. Filón, el judío alejandrino, que citó tan extensamente el
Antiguo Testamento, no mencionó para nada a Cantares en ninguno de
los escritos existentes. Al parecer el Nuevo Testamento no lo menciona
para nada. La más antigua referencia identificable aparece en 4 Esdras
5:24-26; 7:26 (libro compuesto entre los años 70 y 1 30 d . de J. C.) y en la
Ta 'an ith 4:8 (un tratado que aparece en la Misna), que afirma que
ciertas porciones de Can tares fueron utilizadas en festividades celebra-
das en el templo con anterioridad al año 70 d . de J. C. El problema
planteado respecto a si el libro fue correctamente incluido en el canon
hebreo, fue motivo de arduas discusiones entre los eruditos de Jamnia
alrededor del año 90 d. de J. C. , pero la tradición de que fue inspirado
divinamente la sostuvo con éxito el rabino Akiba, quien echó mano a
interpretación alegórica para justificar su valor espiritual.

TEORIAS DE INTERPRETACION SOBRE EL CANTAR DE LOS CANTARES

l. Alegórica . La interpretación alegórica prevaleció desde antiguo


hasta el surgimiento de los eruditos modernos. Identificaba a Salomón
con Jehová (o bien, según los cristianos, con Cristo) y a la sulamita
como Israel (o la Iglesia). La historicidad de este amorío de Salomón
reviste poca importancia para los adherentes a esta teoría. Tienden a
interpretar cada detalle de una manera simbólica; así, las 80 concubi-
nas de Salomón, según algunos, representan las ochenta herejías des-
tinadas a plagar a la Iglesia. Hablando en términos generales, aun los
eruditos conservadores del s iglo XIX, Hangstenberg y Keil, tendían a

7. Gordis . en )B L 63 (1944): 262-70 .


E CLESIASTÉS y CANTAR DE LOS C t\ NTA RES 543

favorecer una Hnea de interpretación alegórica (claro está, sin defender


fantásticas identificaciones) y señalaban como justificación las inferen-
cias alegóricas del Salmo 45 y de Isaías 51:1-1 7 (que conti enen varias
alegorías diferentes). Está fu era de toda duda que la relación matrimo-
nial era vista por los profetas como expresión de una an alogía de la
posición de Jehová hacia Israel (cf. Isaías 54:6; 61:10). Correspondien-
temente, consideraban la apostasía como adulterio o pros titución (cf.
Jeremías 3:1 ; Ezequiel16; 23; Oseas 1-3). Comparar en la Tora, Exodo
34 :14-16 que se refiere a la idolatría como prostitución; de la misma
manera Levíti co 20:5-6.
Debemos admitir que estos pasajes establecen por lo menos una
típica relación entre el amor human o y matrimonial y la relación de
pacto entre Dios y su pueblo. No obstante ello , el enfoque alegórico
enfrenta ciertas dificultades, y no es la menor de ellas el hecho de que
el libro parece hablar de un e pisodio histórico en la vida de Salomón y
concuerda con la situación de Salomón, al menos en la primera parte
de su reinado (a juzgar por el número comparativamente reducido de
concubinas). Más aún, el método alegórico, si se lo aplica consecuen-
temente, requiere una contrapartida espiritual para cada deta lle físico.
Por cierto que resu lta objetable establecer U!) nexo o comparación entre
Salomón con su enorme harén y la figura del Señor Jesucristo, al menos
sobre bases alegóricas.
2. Literal. La teoría literal cons idera al poema com o una canción
secular de amor que no tiene la intención de transmitir un me nsaje
espiritual o una sugerencia teológica, s ino simplemente una expresión
lírica de amor humano en un elevado plano romántico. Los defensores
de esta teoría, como E. J. Young y H. 1-I. Rowley, defienden la canon ici-
dad del libro basados en que supone una sanción divina a la relación de
amor conyugal en contraste con las perversiones degeneradas o políga-
mas del matrimonio que eran corrientes en los días de Salomón (cf.
Rowley, Servant of the Lord and Other Essays - Siervo del Senór y otros
ensayos- pág. 233; Young IOT, pág. 354). Young comenta además: "Los
ojos de la fe, al contemplar este cuadro de exaltado amor humano,
recordarán ese amor que s upera todos los afectos terren ales y humanos,
es decir, el amor del Hijo de Dios hacia una perdida humanidad" [IOT
pág. 355).
No obstante, tenemos que admitir que en el supuesto caso de que el
amante sea Salomón, marido de setecientas esp osas y trescientas con-
cubinas (1 Reyes 11:3), resulta difícil comprender cómo este poema,
tomado como mera expresión de amor humano, pueda prop orcionar
una elevada norma de devoción y afecto matrimonial. En el mejor de
los casos, puede ser considerado como la única experien cia que Salo-
món disfrutó de un puro e idílico romance, experiencia que ejercitó
muy poca influencia en su conducta subsiguiente . (Fran z Delitzsch
544 R ESEÑA CRfTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAMENTO

sostu vo el punto de vista de que Cantares es un drama en el cual el rey


Salomón se enamoró de una muchacha sulamita, y luego de introducir-
la en su harén en Jerusalén su afecto es purificado, y pasa de una lujuria
sensual a un puro amor. Zoeckler compartió esencialmente el mismo
punto de vista).
Esta teoría liberal asume varias formas especializadas, de las cuales
las dos más importantes son la hipótesis del pastor y la hipótesis
erótica. La hipótesis del pastor introduce una nueva figura masculina,
que no es la m isma persona del rey, sino el prometido de la sulamita en
la ciudad natal de Sunem (según Jacobi, Umbreit y Ewald). A fuerza de
asignar arbitrariamente sentimientos de cálido afecto al pastor y discu r-
sos más rígidos y formales al rey, puede establecerse una distinción, s i
bien resulta en un parcelamiento artificial del diálogo. Así, en el capí-
tulo 4, los versículos 1-7 son asignad os a Salomón, y los versículos 8-1 5
al pastor, aun cuando nada ha y en el texto para indicar que ha habido
un cambio de orador. Se interpreta que algunos pasajes totalmente
inapropiados a un amante bucólico son emitidos por el pastor, tales
como: "Mi amado descendió a su huerto, a las eras de las especias, para
apacentar en los huertos, y para recoger los lirios" (6:2). Es por lo
menos muy poco probable y prácticamente inverosímil que los pastores
israelitas hubieran tenido los medios, el tiempo, o la inclinación a tales
lujos como huertos de especias o la reco lección de lirios.
La hipótesis erótica cuenta con el apoyo de numerosos eruditos
tales como Budde, Eisfeldt, Pfeiffer y Dussaud , que entienden que Can-
tares es una antología de canciones de amor del d enominado tipo wasf.
La wasf o "descripción" era un tipo d e canción que entonaban los
invitados a una fiesta de bodas en Siria, canción que describía con
expresiones encendidas la belleza de la desposada y las excelencias de
la pareja conyugal. Esta es una costumbre que se practica aún hoy en
los países del Cercano Oriente, según sostiene J. G. Wetstatein. Pero,
por otra parte, no hay eviden cias literarias de la existencia del género
wasf en la Palestina hebrea en n inguna época (aparte del propio Can-
tares), y la estructura estrechamen te con ectada de la totalidad del
poema no apoya la teoría d e que se trata de una antología de canciones
líricas originalmente independien tes.
3. Punto de vista típico. De muchas maneras, esta parece ser la más
satisfactoria de las teorías (si bien Young la descarta con una sola frase
desaprobatoria, IOT, pág. 353) . Esta interpretación es defendida por
Raven y Unger. Este último entiende que el poema se basa en un in-
cidente histórico en la vida de Salomón. En contraste con algunas de
las esposas más cautivadoras de Salomón, como la hija del Faraón, la
sulamita era una muchacha rural poseedora de una preciosa alma y
también un hermoso cuerpo. Por su radiante sinceridad y encanto per-
sonal le enseñó a Salomón, por lo menos temporalmente, a conocer el
E CLESi t\ STÉS y C A TAR DE LOS C ANTARES 545

significado del amor auténtico, verdadero y monógamo, amor por el


cual gozosamente cambió el corrupto esplendor de la corte. Esta can-
ción transfigura el amor natural y lo eleva a un nivel sagrado. Y, sin
embargo (en oposición a los literalistas ), el autor intenta que esta pareja
traduzca una típica relación que refleje el amor de Jehová hacia su
pueblo y prefigure el mutuo afecto de Cristo y su Iglesia. De acuerdo
con el punto de vista típico, las analogías no se encuentran en todos los
detalles subordinados (como en el en foque alegórico), sino solamente
en sus líneas fund amentales. A pesar de sus groseros fracasos perso-
nales, el rey Salomón es presentado en el resto de las Sagradas Escri-
turas (2 SamueJ 7: 1 2-17; 23:1-7; Salmo 72; cf. Mateo 12:42) como tipo
de Cristo, como el rey de la era milenial que se sienta sobre el trono de
David. Entendido de esta manera, Cantares es rico en sugerencias espi-
rituales que han servido de consuelo y estímulo a devotos estudiosos
de la Biblia a lo largo de los siglos de la Iglesia. Pero se necesita tener un
alma realmente madura para apreciar las bellezas espirituales que están
latentes en el libro. No era en vano el antiguo requerimiento rabínico de
que ningún judío debía leer el Cantar de los Cantares antes de haber
cump lido los 30 años de edad.
Apéndice 1
CRONOLOGIA DEL ANTIGUO
TESTAMENTO
Los datos señalados con un asterisco revisten particular importan-
cia para la introducción al Antiguo Testamento. En lo esencial , esta
lista se ajusta a la cro nología de J. B. Payn e en su obra Outline of
Hebrew His tory (Bosquejo de histori a hebrea). Se h an introducido
algunos pequeños reajustes en consonancia con los más recientes des-
cubrimientos, pero los datos seña lados a conti nuación son, al menos
aproximadamente, correctos.
Reyes egipcios Patriarcas e israelitas
1. Dinastías egipcias 3000-2600
1 y II
*2. Antiguo reino egipcio 2600-2250
(dinastías Ill-!V)
3. Primer período inler- 2250-2000 *4. Nacimiento de Abraham 2166
medio (dinastías Vll-X I]
*5. Dinastía XII de Egip- 2000-1 780 *6. Jacob emigra a Egipto 1876
lo (reino medio)
7. Segundo período inter- 1780-1 546
medio (dinastías XII-XVII)
(Período de los hicsos,
dinastías XV-XVI)
•a. Nuevo reino egipcio 1546-1085
DINASTIAXV III
9. Tulmosis 1 1539-1514 *10. Nacimiento de alrededor d e
11. Tutmosis 11 1514-1501 Moisés 1527
12. Reina Hatshepsut 1501-1482
*13. Tutrnosis 111 (1501-] 1482-1447
*14. Amenotep 11 1447-1421 *15. El éxodo 1446
(Teoría de fecha tard ía) : 1290]
16. Tutmosis IV 1421-1410
*17. Amenotep !11 1410-1376 *1 8. Conquista de Jericó 1406
*1 9. Período de los jueces 1389-1050
20. Amenotep IV 1376-1362
(Aknatón)
DINASTIA XIX
21. Seti 1 1320-1 300
*22. Ra msés 11 1300-1234
23. Mernepta 1234-1 224
DINASTIAXX
24. Ramsés 11! 1204-1172

546
CRONOLOGiA DEL ANTIGUO T ESTAMENTO 547

Monarquía unida
*25. Saúl 1050-1010
*26. Dav id 1010-970
*27. Sa lomón 970-931
*28. Comienza la a lrededor de
ed ificación de l te mplo 966

Monarquía dividida
REYES DE )UDA REYES DE ISRAEl.
*29. Roboam 931-91 3 *30. Jeroboam 1 930-91 0
31. Abíam 913-910 32. Nadab 910-909
*33. Asa 910-869 34. Baasa 909-886
35. Ela 886-885
36. Zimri 885
37. Omri 885-874
*38. josafat 872-848 *39. Acab 874-853
40. jora m 848-841 PROfETAS 41. Ocozías 853-852
43 . Abdías a lrededor 42 . j ora m 852-841
de 845
44. Ocozías 841 *45. )ehú 841 -814
46. Atalía 841-835
*47. )oás 835-796 48. Joel 810-795 49. )oacaz 814-798
50. Amasias 796-767 51. jonás al rededor de 52. )oás 798-782
800
*53. Uzfas 790-739 54. Amós 760-74 6 *55. )e roboam 793-75 3
JI
56. Zacarías 753-75 2
57. Sal u m 75 2
58. Manahem 752-742
59. jota m 751-736 61. Oseas 746-724 62 . Pekaía 742-740
63. Acaz 742-728 *64. lsaías 740-680 65 . Pe ka (752) 740-732
*66. Ezequias 728-697 67. Miqueas 735-690 68. Oseas 732-723
70. Caída d e As iria 721
*73. Manasés 697-642 REYES DE ASIRlA
*74. Amón 642 -640 75 . Na hum 640 60. Tiglat 744-727
Pileser m
*76. )os fas 640-609 77 . Sofonías 640-630 69. Salma- 727-722
nasar V
*78. Jeremías 626-585 71. Sargón II 722-705
*79 . )oacaz 609-608 72 . Senaq uerib 705-681
80 . Esarjadón 680-669
81 . Asurba nipa l
669-626
82 . joacim 608-597 83. Habacuc 608-597
84. Joaqu ín 597 *85. Ezeq uiel 592-570
86. Sedequfas 597-587
*87. Caída de 587
jerusa lé n
548 RESEÑi\ CRíTICi\ DE UN/\ I NTRODUCCIÓN i\L ANTIGUO T ESTAMENTO

Cautividad
REYES DE CALDEA
*88. Nabuco- 605-562 *89. Daniel 600-530
donosor
90. Nabonido 555-530
*91 . Caída de 539
Babilonia
REYES DE PERSIA
92. Ciro el 558-529
Grande
93. Cambises 529-523
*94. Daría 1 522-485 *95. Recons- 520-516
tru cción de l
segundo templo
96. Zacarías 519-475
*97. Jerjes 485-464
(Asuero)
98. Artajerjes 464-424 *99. Retorno de 457
Esdras
*100. Retorno ele 445
Nehemfas
101. Mala- alrededor
qufas de 435
102. Segundo 4 33-430
gobierno de
Nehem ías
103. Daría ll 423-406
104. Artajer- 4 04-359
jes ll

Período intertestamentario

R EYES DE GRECIA
*105. Alejandro 336-323
el Grande
*106. Antíoco IV 175-164 107. Reed ifica- Dic. 165
(Epífanes) ción del templo
por judas
Macabeo (Hanuca)
DINASTIA ASMONEA
108. Juan 13 5-105
Hircano 1
109. Alejandro 104-78
GOBIERNO ROMANO
*110. Pompeyo 63
conquista
a Siria-Palestina.
APENDICE 2
ANACRONISMOS E INEXACTITUDES
HISTORICAS EN EL CORAN
SuRA 11 -Houn
:42, 43 . Dícese que el hijo (innominado) de Noé rehusó refugiarse en
el arca mientras ascendían las aguas del diluvio, y a pesar de los ruegos
de su padre , prefirió huir a lo alto de una montaña, lugar del cual fue
barrido por una ola. (Génesis 6, 7 indica que Noé tenía solamente tres
hijos, y que todos penetraron en el arca. Génesis 10 nos da la descen-
dencia de cada uno de ellos.)
SuRA 12 - JosÉ. LA PAZ SEA SoBRE ÉL
:11-20. José no fue a Dotán en busca de sus hermanos (como lo
establece Génesis 3 7), sino que sus hermanos, habiéndose ya complo-
tado para darle muerte, convencieron a Jacob para que lo dejara ir con
ellos simplemente para divertirse y a manera de deporte. Al tenerlo en
su poder, lo metieron en un pozo con agua (en lugar de una cisterna
vacía) . Tampoco fueron ellos quienes lo vendieron a los mercaderes,
sino un caminante que pasaba por a llí accidentalmente y se había acer-
cado al pozo a tomar agua. Vendió al muchacho a los mercaderes "por
unos cuantos dirhems" (en lugar del substancial precio de 20 piezas de
plata, como se afirma en Génesis 37:28).
:21-32. La esposa de su amo egipcio (no se aclara el nombre de
Potifar) en su intento de seducirlo le rompió la ropa desde atrás (y no
desde adelante) al perseguirlo, hecho observado por un siervo de con-
fianza de Potifar, y que sirvió para poner al descubierto la falsedad de la
acusación de ella. Más adelante ella admitió ante ciertas mujeres ami-
gas que así ocurrió efectivamente, y sin embargo , de una manera que no
se explica, se dio maña para que hacer que José fuera enviado a la
cárcel.
:36-55 . En la cárcel José procuró convertir a los dos "jóvenes" (es
decir al mayordomo y al panadero del Faraón) al " Islam" y alejarlos
de la idolatría. Años después el joven sobreviviente (el mayordomo)
recordó la capacidad de José para interpretar los sueüos, fue a verlo a la
cárcel y le informó en substancia el tema del sueii.o del rey (en lugar de
549
550 RESEÑA CRíTICA DE UNA i NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TESTAMENTO

ser el rey quien le informara directamente el sueilo en el palacio) y


obtuvo de José la interpretación que luego relató al Faraón. Como resul-
tado de todo ell o el rey puso a José a cargo del abastecimiento del grano
en todo el pafs. El resto de la historia, el momento en que se hizo
conocer a sus hermanos, y demás detalles, sigue estrechamente el relato
de Génesis 40-45.
S u RA 26-Los PoETAS

:55-60 . En Egipto , el Faraón se refi rió a los israelitas como a "un a


reducida banda" (en contraste con Exodo 1:9). Al permitírseles abando-
nar Egipto , se dice d e ellos que abandonan "sus jardines y fuentes y sus
espléndidos alojamientos". Al parecer no habían estado sujetos a escla-
vitud alguna (pues ninguna mención se hace de ello), sin o que disfru-
taron de riquezas y de lujos durante su estada en Egipto. (Y esto hace
que resulte oscuro el motivo que tuvo Dios para liberar del yugo egipcio
al pueblo del pacto.)
SuRA2-LA VACA

:57, 61. Durante el éxodo, los israelitas se cansaron del maná y


exigieron verduras d e la tierra. Luego de reprocharles su actitud,
Moisés les dijo: "Vuelvan a Egipto , y allá tendrán lo que han pedido. "
Los israelitas procedieron a obrar así: "Y se volvieron de Dios con ira. "
(El relato de Exodo-Números deja perfectamente en claro que los
israelitas descontentos hablaron de volver a Egipto, pero ni uno solo de
ellos lo hizo.)
A este respecto, el versículo 61 dice: "Desoyeron las seilales de
Dios, y mataron injustamente a los profetas; y ello porque se rebelaron y
pecaron." Sobre este pasaje, ver la n ota marginal de Rodwell: "Este
pasaje (cf. 26:59) es uno de los numerosos anacronismos que abundan
en el Corán y prueban la crasa ignoranci a d el profeta árabe" (Koran,
trans. J. M. Rodwell, Everyman's Library [Nueva York: Dutton, 1909].
pág. 344.)
:249. Cuando el rey Saúl marchó al frente de batalla con sus fuerzas,
dijo: "Dios os probará a orillas de un río. Quien tomare de sus aguas no
pertenecerá a mi bando; pero el que no probare el agua , excepto los que
lleven el agua con la mano a su boca, serán de mi bando. " (En este
punto, la nota marginal de Rodwell comenta la confu sión de Mahoma
entre Saúl y Gedeón . Cf. Jueces 7:5-8.)
SURA 3-LA F AMI LIA DE lMRÁN

La nota introductiva de Rodwell a esta Sura seilala que Mahoma


supuso que lmrán (o Amrán) fue el padre de la virgen María ("María" es
"Maryam" o Mirian en árabe. Cf. Sura 66:12, "María la hija de Imrán" ,
que permaneció virgen después de su matrimonio y de su maternidad.
ANACRONISMOS E INEXACTITUDES HISTÓRlCAS EN EL CaRA. ' 551

También supuso que María y Elisabet fueron hermanas, y que jun-


tamente con Zacarías, Juan el Bautista y Jesús formaban la familia de
Imrán. Cabe dentro de lo posible, como lo afirman algunos autores
musulmanes, que Mahoma pensara que el alma y el cuerpo de Miriam
fu eron milagrosamente preservados hasta los días de Jesús (¡ 1400
años!), a fin de que fuera la madre de El , María. Esta idea pudo haberla
tomado de los talmudistas, quienes inventaron la fábula de qu e el
Angel de la Muerte y el gusano de la corrupción no tuvieron poder
sobre el cuerpo d e Miriam (cf. Babba Bathra 17, y Josefa. Anti-
güedades, 4:4:6). Otra fuente de esta idea pudo h aber sido el Pro-
toevangelio de Santiago , IV , que dice: "Y Ana dijo: 'Asi como el Señor
mi Dios vive, él será su ministro todos sus días' ";se refería a la futura
carrera de su primogénito. Así, la esposa de Imrán dice aquí (Sura 3:31):
"¡ Oh, Señor mío, te dedico solemnemente el ser de mis entrañas, para
tu espedal servicio; acéptalo de mí, pues tú oyes y tú sabes!"
:41. Zacarías le dijo al ángel: "Señor, dame una señal" El ángel
respondió: "Tu señal será que por tres días no hablarás a ningún hom-
bre, sino por señas" (Lucas 1:18-20 especifica con toda claridad que
habría de permanecer mudo hasta que naciera el niño prometido, es
decir nueve o diez meses) .
:55. "Recuerda cuando dijo Dios: 'Oh Jesús, ciertamente te haré
morir [o, esta mutawwafika puede también traducirse: "te llevaré a mí
mismo"], y te llevaré a mi presencia, y te libraré de los incrédulos.' "
(Aquí la nota marginal de Rodwell dice: al parecer Mahoma creyó que
Dios llevó al cielo el cuerpo muerto de Jesús-durante tres horas,
según algunos- mientras los judíos crucificaban a un hombre que se
parecfa a él. Cf. Sura 4:153; Sura 19:34. Mahoma supuso que Jesús
murió de una muerte natural, pero no dice en ninguna parte cuánto
tiem po permaneció en ese estado.)
SuRA 61-0ROENDE BATALLA
:6. "Y recu erda cu ando Jesús el hijo d e María dijo: 'Oh hijos de
Israel, ciertamente soy el apóstol de Dios en viado a ustedes para confir-
mar la ley que fue dada antes de mí , y para anunciar un apóstol que
vendrá después de mí, cuyo nombre será AJ:¡mad ' " (En las notas de
Rodwell: aparentemente Mahoma obtuvo esto del título Parakletos que
Jesús le asignó al Espíritu Santo en Juan 16:7 y siguientes, y que Maho-
ma confundió con periklytos (famoso, alabado) para el cual el arábigo
sería At¡mad o Mu~arnrnad.)
SuRA 5-LA TABLA
:119: "Y cuando diga Dios: 'Oh Jesús, hijo de María, has dicho a la
humanidad: Tómame a mí y a mi madre como dos Dioses junto a Dios;
él dirá , '¡Gloria sea a tí! No m e corresponde decir lo que me consta que
552 REsEÑA CRíTicA DE UNA ll\'TRooucclóN AL A Nncuo TESTAl\l ENTO

no es la verdad. De haber dicho eso, ciertamente lo hubieras sabido; tú


sabes lo que hay en mí. "' (Esto implica una completa interpretación
errónea de lo que es la Trinidad, con María como tercera persona, en
lugar del Espíritu Santo. También significa que Jesús negó que fuera el
Hijo de Dios; cf. Marcos 14:61 , 62 y los pasajes relacionados.)
APENDICE 3
ANACRONISMOS E INEXACTITUDES
HISTORICAS EN LAS ESCRITURAS DE LOS
MORMONES
En 1 Nefli 2:5 -8 , se dice que el río Lamán desemboca en el mar
Rogo. Sin embargo , ni en épocas históricas ni prehistóricas, hubo jamás
un río en Arabia que desembocara en el mar Rojo. Aparte de un antiguo
canal que una vez conectaba el Nilo con la costa del golfo de Suez, y
alguna arroyadas que ocasionalmente ll evaban agua en épocas de llu-
via, no hubo corrientes, de ninguna naturaleza, que vertieran sus aguas
en el mar Rojo, por la ribera occidental, más arriba de la frontera sur de
Egipto.
Segundo Nefi sostiene que solamente la familia d e Lehi, Ismael y
Zoram fueron dejados en Jerusalén en el año 600 a. de J. C. para emigrar
al Nuevo Mundo . Totalizaban quince personas , más tres o cuatro
muchachas, y no más de 20 en conjun to. Sin embargo, en menos de 30
años, según lo asegura 2 Nefi 5:28, se habían multiplicado tan extraor-
dinariamente, que se dividieron en dos naciones (2 Nefi 5 :5-6, 21.) Más
aún, luego de arribar a América en el año 589 a. de J.C. afirman que
construyeron un templo como el de Salomón. Pero el templo de Salo-
món exigió el trabajo de 153.000 obreros y 3600 capataces (1 Reyes
5:13, 15; 6:1, 38 ; 9:20, 21 ; 2 Crónicas 2:2 , 17 , 18) en siete años y medio.
Resulta difícil comprender d e qué manera unas pocas docenas de
obreros inexpertos (la mayoría de los cuales tendrían que haber sido
niños) pudieran h aber duplicado esta hazaña en los diecinueve años
que, según afirman duró la obra. Tampoco resulta clar o cómo pudieron
hallar en tan grande abundancia todo tipo de metales como hierro,
cobre, bronce, plata y oro (2 Nefi 5 :15 ) para la erección de esta estruc-
tura en la América del siglo VI a. de J. C.
Según A lma 7:10, Jesús habría de nacer en Jerusalén (y no en Belén ,
según lo registra Lu cas 2:4 y estaba predicho en Miqueas en 5:2).
HeJamén 14:20 afirma que la oscuridad cubrió totalmente el cielo
durante tres días cuando murió Jesús (y no durante tres horas, como se
afirma en MaLeo 27:45 y Marcos 15:33), o sea, hasta después del do-
mingo de Resurrección , lo que hubiera imposibilitado que la mujer que
553
554 RESEÑA CRiTICA DE UNA INTRODUCCIÓN AL ANTIGUO TESTAM ENTO

llegó a tumba dijera que la piedra había sido removida de la entrada.


Alma 46:15 indica que los creyentes fueron llamados "cristianos"
en el año 73 a. de J. C., y no en Antioquía, como nos informa Hechos
11:26. Resu lta difícil imaginar cómo alguno hubiera podido ser llama-
do cristiano tantas décadas antes del nac imiento de Cristo .
Helamen 12:25-26 , que supuestamente fue escrito en el año 6 a. de J.
C., cita a Juan 5:29, como una fuente escrita con a nterioridad , e intro-
duce el pasaje con la palabra "Leemos." Es difícil entender cómo puede
citarse una fuente escrita que no fue compuesta hasta ocho o nueve
décadas después del año 6 a. de J. C.
Numerosos son los casos en que las escrituras mormonas, de las que
se dice estuvieron en posesión de los nefitas e n el año 600 a. de J. C.,
citan o aluden a pasajes o episodios que se encuentran solamente en los
libros posteriores al ex ilio del Antiguo Testamento. A conti nuación
citamos varios ejemplos:
1. Primero Nefi 22:1 5 sostiene: " He aquí, dice el profeta, pronto
llega el tiempo en que Satanás perderá su poder sobre los corazones de
los hijos de los hombres ; pronto llega el día en que los orgu llosos y los
que obran malvadamente serán como paja; y se aproxima el día en que
serán quemados." Comparar este pasaje con Malaqufas 4 :1 (alrededor
de 435 a. de J. C.): "Porque he aquí, viene el día ardiente como un
horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa;
aquel día que vendrá los abrasará , ha dicho Jehová de los ejércitos, y no
les dejará ni raíz ni rama."
2. Segundo Nefi 26:9: "Pero e l Hij o de justic ia se les aparecerá; y él
los sanará, y tendrán paz con él , has ta que transc urran tres gen e-
raciones." Comparar lo anterior con Malaquías 4:2: "Mas a vosotros los
que teméis mi nombre, nacerá el Sol d e justicia, y en sus alas traerá
salvación; y sald réis, y saltaréis como becerros de la manada ." Obsér-
vese la confusión entre Hijo y Sol (en inglés, Son y Sun) que so lamente
podría haberse originado por su s im ilar sonido en el idoma inglés.
3. Tercero Nefi 28:21, 22: "Y tres veces fueron arrojados en el in-
terior de un horno y no recibieron daño alguno. Y dos veces fueron
arrojados en una cueva llena de fieras sa lvajes; y he aquí que jugaban
con las bestias como juega un niño con un cordero mamón, y no re-
cibieron daño a lguno ." Comparar esto con Daniel 3 y 6, capítulos que
relatan las cosas que les ocurrieron a Sadrac, Mesac, y Abed-nego, y al
propio Dan iel. Resulta difícil entender de qué manera estos creyentes
mormones pudieron soportar experiencias como las que se relatan en el
libro de Daniel, que ni siquiera fue compuesto hasta varias décadas
después d e pretendida parti da de ellos hacia Nueva York en el año 589
a. de J. C. (Daniel pudo haber tomado forma escrita só lo después de la
caída de Babi lonia en manos de los persas, en el año 538 a . de J. C.,
pu esto que contiene por lo menos quince vocablos incorporados del
A NACRONISMOS E I NEXACTITUDES HISTÓRICAS EN LAS E SCRITURAS
DE LOS M O RMONES 555

idioma persa.)
4. Alma 10:2 afirma que Aminadi " interpretó la escritura que es-
taba sobre la pared del templo, escrita por el dedo de Dios." Sin duda
alguna, ésta es un reminiscencia de la hazaña de Daniel al leer la
escritura divina que apareció en la pared del salón durante el banquete
de Belsasar en el año 539 a. de J. C.
Más notable aún es la abundancia de paralelos o citas del Nuevo
Testamento palabra por palabra , que se encuentran en el Libro de Mor-
món, que supuestamente estaba en poder de los nefitas por allá en el
año 600 a. de J. C. Jera! y Sandra Tanner (The Case Against Mormonism
- Alegato contra el mormonismo- vol. 2 , Salt Lake City, 1967, págs.
87-102) enumeraron no menos de 400 ejemplos claros, de entre un
número muchísimo mayor, que podrían aducirse; y estos ejemplos sir-
ven para establecer, fuera de toda duda, que el autor del Libro de
Mormón estaba bien familiarizado con el Nuevo Testamento , y específi-
camente con la Versión del rey facobo (KJV). edición de 1611. A con-
tinuación, algunos ejemplos:
1. Primero Nefi 4:1 3: " Que perezca un hombre y no que una nación
. . . perezca en incredulidad." Comparar esto con Juan 1 1:50: "Que
un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca."
2. 1 Nefi 10:8: "Del cual yo no soy digno de desatar la correa del
calzado." Comparar con Juan 1: 27 : " Del cual yo no soy digno de
desatar la correa del calzado."
3. 1 Nefi 10:9: "En Betábara, al otro lado del Jordán . . . debía él bauti-
zar." Comparar esto con Juan 1:28: "En Betábara, al otro lado del
Jordán , donde Juan estaba bautizando."
4 . 1 Nefi 11:22: "El amor de Dios qu e se derrama en el corazón de los
hij os de los hombres." Comparar con Romanos 5:5 , que dice: "El
amor de Dios h a sido derramado en nuestro corazones por el Espí-
ritu Santo. "
5. 1 Nefi 11:27: "El Espíritu Santo descendió del cielo y asentó sobre él
en la forma de una paloma." Comparar con Lucas 3:22: "Descendió
el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma. "
6. 1 Nefi 14:1 1: "La ramera d e toda la tierra , y se sentó sobre muchas
aguas; y tenía dominio sobre toda la tierra, entre todas las naciones,
tribus, lenguas y pueblos." Comparar este pasaje con Apocalipsis
17:1, 15: "La gran r amera que está sentada sob re mu chas
aguas .. . Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son
pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. "
Máximo interés reviste el fraud e recientemente expuesto del de-
nominado Libro de Abraham , parte de la escritura de los Mormones,
conocida como The Pearl of Great Price (La perla d e gran precio).
Este fue, segú n se afirma , tra ducid o de un antiguo papiro egipcio
hallado en las envolturas de ciertas momias adquiridas por un tal
556 R ESI::ÑA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN Al. ANTICUO TESTAMI::NTO

Michael H. Chandler. En el año 183 5, Joseph Smith se mostró intere-


sadísimo en estos papiros, que vio por primera vez en Kirtland,
Ohio, el 3 de julio, e hizo los arreglos pertinentes para adquirir tanto
las momias como los papiros. Creyendo h abe r recibido divinamente
el don de interpretar el antiguo idioma egipcio, se sintió encantado
al descubrir que uno de los rollos contenía los escritos del mismo
Abraham, cuya firma había estampado personalmente en el idioma
egipcio. En el año 1842, Smith publicó su trad ucción bajo el título
"El libro de Abraham" en Times and Seasons (Tiempos y sazones).
Hasta incluyó tres dibujos de los grabados o viñetas que figuraban en
el manuscrito, e interpretó el significado de estas i.lus traciones :
Abraham sentado sobre el trono de Faraón, la serpiente con piernas
que tentó a Eva en Edén. Durante muchos aii.os , esta co lección de
papiros estu vo perdida, p ero de alguna manera esos manuscritos (o
de lo contrario un juego duplicado de los mismos, del tiem po anti-
guo) fueron entregados a la Iglesia Mormona por el Museo Metropo-
litano de Arte de Nueva York, el 27 de noviembre de 1967. Esto
permitió verificar, de manera objetiva, la capacidad de Joseph Smith
como traductor. El desdichado resultado fue que los anteriores vere-
dictos negativos de eruditos de la talla de Th eodule Oevaria, del
Louvre, Samuel A. B. Mercer, del Seminario Teológico Occidental,
James H. Breasted , de la Universidad de Chicago, W. M. Flinders
Petrie, de la Universidad de Lon dres (todos los cuales tuvieron en
sus manos los facsímiles de Smith) fueron indubitab lemente confir-
mados por una multitud de egiptólogos de la actualidad .
Su veredicto fu e que ni una sola palabra de la pretendida traduc-
ción de Josep h Smith tenía la menor semejanza con el co ntenido d e
este documento. Resultó ser una copia tardía, aún tolomea, en escri-
tura hierática, del Papiro Sensen, que perten ece al mismo género
que el Libro de los Muertos egipcio. John A. Wi lson , profesor de
egiptología de la Universidad de Chicago, lo describi ó en una carta
publicada el 16 de marzo de 1966, y sostuvo que contiene viñetas
familiares del Libro de Jos Muertos. La primera ilustración muestra
al dios Anubis, que presidía los embalsamamientos, preparando el
cuerpo del muerto para el funeral; el alma del muerto apa rece como
suspendida sobre su cabeza en forma de ave, y los jarros destinados
a contener las vísceras del cadáver momificado, colocados debajo
del féretro. El tercer dibujo exhibe al muerto cuando es llevado ante
la prescencia de Osiris, la deidad infernal que juzgaba las almas de
los muertos. (¡Esto fue lo que Smith identificó como Abraham senta-
do en el trono del Faraón! ) La figura 2 era un d isco redondo hecho
de tela y yeso, que habitualmente se colocaba como almohada de-
bajo de la cabeza del cadáver en el período egipcio posterior. El texto
que acompaña al dibujo, tal como puede confirmarse por otras
A NACRONISMOS E I NEXACTITUDES HISTÓRICAS EN LAS E SCRITURAS
DE LOS M ORMONES 557

copias de este documento bastante común y conocido, trata de los


hechizos mágicos que se practicahan para abrir la boca del muerto y
prepararlo para su audiencia con Osiris en el salón de juicio de los
muertos (como se establece detall adamente en el capítulo 125 del
Libro de los Muertos, el título egipcio del cual es P-r m h-r-w, o "El
Día de la Salida"). De m ás está decir que el conce pto totalmen te
equivocado de Joseph Smith, respecto a su competencia en egiptolo-
gía antigua, queda a la vista y fuera de toda discusión.
APENDICE4
INVENTARIO DE LOS MANUSCRITOS
BIBLICOS HALLADOS EN LAS CUEVAS
DEL MAR MUERTO
Una de las pri ncipales preocupaciones de la secta de Qumran fue en
diligente estudio de las Escrituras hebreas. Cons ide raban que esto era
esencia l para un devoto servicio a Dios, a quien estaban consagrados
estos piadosos creyentes. Permanentemente, de día y de noche, había
un continuado estudio de la Biblia y meditaci ón , en grupos de diez o
más, ca da uno de lo s cuales estaba dirigido por un sacerdote.
Aparentemente la secta se instaló en Khirbet Qumran, asiento principal
de la orden, durante el reinado de Simón Macabeo (143-135 a. de J. C.)
cuya ascensión poder como sacerdote y como rey sobre toda la comu-
nidad judía se pensó que era to talmente contrario a la Escritura. (Como
levitas, a la familia de los Macabeos, a pesar de su formidab le hazaña al
derrotar al tirano Anlíoco Epífanes y al imperio de los Seléucidas, les
estaba vedado ocu par el trono, puesto que estaba reservado para los
descend ie ntes del rey David.) Si Frank M. Cross (The Ancient Library
of Qumran -La antigua biblioteca de Qumran- Nueva York: Double-
day, 1961) tiene razón en su interpretación de las alusiones en el Co-
mentario d e Habacuc y otros pcsharim, el "Sacerdote Malvado ", al cual
éstos se refieren como el perseguidor del "Maestro Jus to" (que fundó la
secta) no era otro que el mismo Simón Macabeo, cuyos hijos perecieron
juntame nte con él en un asesinato perpetrado por su propio ye rno en
Jericó (evento que se consideró como el cumplimiento de la maldición
que estaba prevista para quien reconstru yera Jericó, de acuerdo con
Josué 6:26.) Pod emos así dar razón de la abundancia d e material manu-
scrito que paleográficamente se puede fechar en el segundo s iglo a. de J.
C. Aparentemente sus huertos e instalaciones manufactureras situadas
en 'Ain Feshka, pocos kilómetros al s ur de Khirbet Qumran, consti-
tuían el lugar donde se preparaban muc hos de estos rollos, con cueros
cuidadosamente curtidos. (Cross contiene una lista de textos ya publi-
cados y aseq uibl es a l público en 1957.)
CUEVA NÚMERO UNO

lQis•. La copia completa d e los 66 capítulos de lsaías , que data de

558
I NVENTA RIO DE LOS M ANUSCRITOS B íBLICOS l-lALLAIJOS EN LAS C UEVAS
DEL M AR M UERTO 559

alrededor del año 150 a. de J. C. (el manuscrito de Isaías del monas-


terio de San Marcos) .
1Qlsb. Una copia incompleta de la última m itad de Isaías, del cual falta
por deterioro una porción de cada página; el texto se aproxima
mucho al texto consonantado d el TM (el manuscrito de Isaías d e la
Universidad Hebrea), alrededor d e 50 a. de J. C.
1QHab. Un comentario versículo por versícu lo de Habacuc 1, 2, citado
de un texto muy similar al TM; interpreta acontecimientos recientes
como cump li miento de las p redicciones de l profeta. Escrito
alrededor de l año 75 a. de J. C.
1QM (para MilJ:¡ám, guerra). Manuscrito la "Gu erra d e los hijos d e luz
contra los hijos d e las tinieblas ;" documento sectario que contien e
planos para organizarse como fuerza de choque para Dios en el
" tiempo d el fin" que se esperaba pronto. Primer siglo a. de J. C.
1QS (para Serekh , orden). "Manual de Discip lina" o " Regla de la con-
gregación" como se lo denomina indi stin tamente; la constitución y
estatutos de la secta de Qu mran, con reglas para optar a la condición
de miembro, servicio, act ividades comunitarias, discip lina para
man tener la pureza de la fe y cond ucta , Primer siglo a. de J. C.
1QH (para Hódayót, alabanzas). Cuatro hojas que contienen 20 salmos
de alabanza no canónicos , con algunas notorias diferencias del Sal-
terio ta nto en lenguaje, como en expres ión y teología. Primer siglo a.
de J. C.
1QpMic (comentario o pesher sobre Miqueas). Fragmento que se re-
fiere a una porción del capítulo 1 y del capítulo 6; usa un a antigua
ortografía epigráfica para escribir YHWH.
Fragmentos del Pentateuco. Algunos de estos pequeños trozos están
en escritura epigráfica y a lgunos (como fragmentos de Levítico) es
posible que se remonten al siglo IV a. d e J. C.
1QpPs 68. Un fragm ento pesher sobre el Sa lmo 68.
1QJub. Un fragmento del seudoepígráfico Libro de los Jubileos.
1QDan. Algunos fragmentos d e Daniel escritos en el segundo siglo a.
de J. C. ; un fragmento muestra cuando se abandona el hebreo y
comienza el ar ameo en el capítu lo 2.
1QApoc. El Génesis apócrifo, una amp liación a l estilo de los midras
sobres las biografías d e Noé y Abraham (posiblemente de otros en
las colum nas perdidas). Solamente cinco co lumnas legibles d e las
22 que componen la obra. Todas escritas en arameo. Escrito en el
primer s iglo a. d e J. C.

CUEVA NÚMERO DOS

2QEx. Porciones d e Exodo 1 , 7, 9 , 11 , 12, 21, 26, 30; también hay otro
manuscrito representado, que contiene Exodo 18 , 21, 34.
560 R ESEÑA CRiTICA DE UNA I NTROD UCCIÓN AL A NTIGUO TESTAMENTO

2QJer. Porciones de Jeremías capítulos 42-46, 48, 49.


2QLev. Porciones de Levftico 11:22-28, en escritura epigráfica.
2QNum. Porciones de Números 3:51-23; 49-52.
2QDeu. Un fragmento que contiene Deuteronomio 1:17.
2QRu. Un fragmento de Rut 2:13-3:8, 14-18.
2QPs. Porciones de los Salmos 103 (6-8) y 104 (6-11).
2QJub. Una porción en hebreo de Jubileos 46:1, 2.
Fragmentos de liturgia en arameo, referidos a una ceremonia sobre el
uso del pan.
Fragmentos misceláneos de manuscritos no bíblicos, alrededor de 40
en total.

CUEV i\ NÚMERO TRES

3Qis. Un pequeñísimo fragmento de Isaías 1:1, posiblemente con un


pesher (comentario).
3Qlnv. El célebre Rollo de Cobre, que contiene un inventario en he-
breo tipo Mishna de tres tiras de 20 cm por 2,5 en que hay doce
columnas que enumeran 60 escondites de tesoros correspondientes
al templo. Se lo relaciona con fragmentos de alfarería del primer
s iglo d. de J. C.

CUEVA NÚMERO CUATRO

4QSarnA. Porcio nes de 1:22-2:6; 2:16-25. 27 fragmentos en cuero per-


tenecientes al primer siglo. Favorece co nstantemente las variantes
de la LXX, en com paración con el TM.
4QSarn 8 • En escritura del tercer siglo a. de J. C. Usa una ortografía más
"defectiva" que el TM (es decir, menos vocales); prociones de 1
Samuel 19-21. Concuerda con la LXX en oposición al TM en cinco
ocasiones; pero también usa el TM en oposición a la LXX en dos
ocasiones.
4Qis. Representados doce diferentes manuscritos, que contienen por-
ciones de Isafas 12, 13, 22, 23, en una escritura de fina les del primer
siglo a. de J. C. Parte del texto se ha perdido por desgaste. Nunca
favorece a la LXX contra el TM.
4QJer8 • Versículos 9:22- 10:18, mu estra om is iones del texto similares
a la LXX. (Ver Cross. ALQ, pág. 187. )
4QXI1. En letra cursiva del siglo U a. de J. C.; siete diferentes manuscri-
tos representados d e varias porciones de los doce profetas menores.
4QDeu . Un fragmento de Deuteronomio 32, un tro zo cont iene
32:41-43 escrito poéticamente en hemistiquios, con algunas lagu-
nas. En esta cueva hay representados trece diferentes manuscri tos
de Deuteronomi o.
4QEc. Un fragmento de Eclesiastés en curs iva del terce s iglo a. de J. C.,
y otro de alrededor del año 150 a. de J. C. muy parecido en esti lo a
tQis•.
INVENTARIO DE LOS MANUSCRJTOS BíBLICOS HALLADOS EN LAS CUEVAS
DEL MAR MuERTO 561

4QDan. Un escrito de finales del segundo siglo a. de J. C. que incluye


Daniel 2:4 y 8:1, los dos pasajes de transición (del hebreo al arameo,
y del arameo a hebreo respectivamente).
4QEx. Porciones de Exodo 6-18 en columnas de 32 líneas cada una. En
el relato de Jas plagas tiende a favorecer el Pentateuco Samari-
tana en comparación con el TM y la LXX.
4QJob. En escritura epigráfica paleo-hebrea, pero al mismo tiempo con
proliferación de vocales de tipo asmoneo (lo cual prueba que
la escritura paleo-hebrea todavía se usaba ocasionalmente en el se-
gundo siglo a. de J. C.
4QCh. Seis líneas que contienen solamente cuatro palabras completas
de Crónicas.
4QPs. Diez diferentes manuscritos representados de los Salmos.
4QLXX. Dos fragmentos griegos de la Septuaginta (F. M. Cross no
especifica en su •'Report on the Biblical Fragments of Cave Four at
Wadi Qumran" - Informe sobre los fragmentos bíblicos de la Cueva
No. cuatro de Wadi Qumran- en BASOR No. 141, de febrero de
1956, de qué pasajes se trata.)
4QLXXLev. (QHBT 221-25, fotografiado y transc rito) 26:2-1 6.
4QLXXNum. (QHBT 219- 20) 3:40-42; 4:6-9 (QHBT 268 foto).
4QNum. Un fragmento en que se combinan variantes que a veces
favorecen la LXX y otras, el Pentateuco Samaritano o los combina.
4QNab. La supuesta oración del rey Nabonido de Babilonia, luego de
sufrir una grave inflamación (¡no insanía!) en la ciudad de Temán,
Arabia (¡no en Babilonia!) y de ser curado por un anónimo exorcista
judío. Reconoce la impotencia de los ídolos y el poder del Dios de
los hebreos. Escrito en arameo.
CUEVA NÚMERO CINCO
Fragmentos de Tobías (tanto un fragmento hebreo como uno arameo).
Fragmentos de la obra sadoquita.
CUEVA NÚMERO SEIS
Fragmentos de la obra sadoquita.
CUEVA NÚMERO SIETE
Esta cueva se destaca nítidamente de las demás en que los
documentos que contiene no están escritos ni en hebreo ni en arameo ,
sino sólo en griego. 7Q1 y 7Q2 fueron identificados como documentos
pertenecientes a la Septuaginta, en la publicación original de estos 19
fragmentos; no fue sino hasta el año 1972 cuando José O'Callaghan, en
sus "¿Papiros neotestamentarios en la cueva 7 de Qumran?" (en Bíbli-
ca, 7:1 [Roma: Pontifical Biblical Institute, 1972], págs. 91-104), identi-
ficó varios de los fragmentos más pequeños como elementos del Nuevo
Testamento. Nótese que solamente los cristianos utilizaban papiros, en
tanto que los judíos preferían pergamino o cuero.)
7Q1. Exodo 28:4-7 en un escrito conocido como Zierstil, utilizado en-
tre los años 100 a . de J. C. y 50 d. de J. C.
562 RESEÑA CRíTICA DE UNA INTRODUCCIÓN 1\L ANTIGUO TESTAMENTO

7Q2. Epís tola de Jeremías 43, 44, también en Ziers til.


7Q4. 1 Timoteo 3:16; 4 :1, 3.
7Q5. Marcos 6:52-53 , también en Zierstil, aparentem ente co piado en
Egipto (a juzga r p or una letra tan erróneamente sustitu ida por una
delta en la palabra d iaparasantes), y se caracteriza por la omisión
de una fra se (eis ten gen) que n orma lm e nte aparece en este
versfculo.
7Q6' . Marcos 4:28, en escritura h erculana [utilizada por los escribas
entre los años 50 y 80 d . de J. C. )
7Q62 • Hechos 27:38, probablemente en escritura hercula na.
7Q7. Marcos 12:17 , probablemente en escritura Zierstil.
7Q8. San tiago 1:23 , 24, en escritura herculana; implica om isión de gar
auton luego del verbo katenoesen.
7Q9. Rom anos 5:1 1 , 12 (probablemente) tal vez una copia de l fina l del
primer siglo d. de J. C.
7Q10. 2 Pedro 1:15 (posiblemente); no h ay su ficiente texto para es-
tablecer la fecha del copiado.
7Q15. Marcos 6:48 (posiblemente); fecha in cierta.

CUEVA NÚMERO ONCE


Parece que estos documentos pertenecen al primer s iglo d es pués de
Cristo.
11QPs. T extos bastante completos de los Salmos 93- 150, pe ro en un
orden lige rame nte distinto al TM. También figuran ocho salmos
adiciona les no can ónicos, incluyendo el "Sa lm o 151" de la Sep-
tuagi nta.
11Qtar.Job. Fragmentos claramente d iferen tes de los pos teriores tár-
gumes norma les.
11QMelchiz. Frag men tos de un comentario en prosa hebrea referido a
Melquisedec (cf. Génesis 14:17-20) , qu e lo presenta como un perso-
naje sobrehumano que intervendrá para lograr la v ictoria d e Dios
con tra sus enemigos en la tierra al final de los tiempos (cf. M. de
Jonge y A. S. van d er Woude: Melchizedek ond the New Testoment
(Melqu isedec y e l N uevo Testamento), e n Es tudios de l Nuevo Tes-
tamento), No. 1 2, págs. 301-326 ; publicado por pri mera vez en Oud-
tes tomentlisch e Studien, No. 14, [Leiden, Holanda, 1 965], págs.
354 -373).

WADY MuRABBA'AT (29 kilómetros al sur de Qumran)


1. Fragmentos bíblicos de Génesis 2:4; 32-35; Exodo 4 y 6; Deuterono-
mio 10-12 , 15; Isa ías 1:4-14.
2. Un manuscri to griego de los profetas menores, y documentos n o
bíblicos ta les como:
1 'VENTARIODE LOS M ANUSCRITos Bísucos H ALLADos EN LAS C uEVAS
DEL M AR M UERTO 563

a) dos cartas personales de parte de Simón ben Kosebach (Bar


Kochba) ;
b) dos contratos en arameo;
e) algunos extensos manuscritos en arameo nabateo, díficiles d e
descifrar;
d) un palimpsesto en antiguos caracteres epigráficos, que contiene
una lista de nombres, probablem ente originado en el s iglo VII a.
de J. C.
e) un fragmento en latín d el segundo siglo d. d e J.C. , aparentemente
de carácter legal;
fJ una carta de los adm inistradores d e Beit Mashbo.
INDICE DE TEXTOS BIBLICOS
ANTI GUO TESTAMENTO 12 144. Z IR. 259 ~S: 1-6 ) 114
12:4 218 3S:8. 19. 29 138
GÉN ES IS 12 6 161 36:1 199
12. 2S7 36:31 172
1-11 99, 222 tz· Jo-zo 1<3 37 S49
1 88.110, 131 . 133.140.141 . IZ: IIi 189 37:2 199
200. 202. 2Ujl . 20[t. 208, 220 13 126. 187.235. 237 37:25 143. 189
1:1 69. zoz. 20:1. znn I:J: IO 120 37:2A 143. fi49
1: 2 202, 203 1<1 !lO. 160. IIJ7. 235-:Hi. 507. 40-4 5 550
1:3-2:3 202 ~:lri 41:39 4111
1:5 2n!'i 1•1-:ltt tlll 41:40 124
1:14 1 4~. 207 14 : 1 Jf\7, 2;111 41:43 123. 241
1:16 206 14: 13 161 41:45 123
1:26-27 140. 219 14: 14 193 43:32 238
1:27 205 14' 17-20 562 46:2 0. 26. 27 246
2 131. 140, 141. 199. 205, 220 . 14'22 133 46:3 1-4:1 239
221 1~ 2'9 46:3 4 238
2:4 '62 15•2. 4 186 47:1 1 24 0
2:4, 7 133. 141J. 191J, 20!'"1 1!'.1: IJ. IG 24 1i 49: 10 172. 4:J4
2: 19 1·10 111:4- 14 IH 49:33 138
2:22. 24 29 16: 13 J:l:.t
:1 13<1, 221 17 110. 2!i9 ÉXODO
3:1. 4- 5 222 17•1 13~
:J:l-5 133 17:G 172 1 238, 250, 559
3:9 13< 17 ~ 12 197 l-IS 107
3:13-14 134 171 7 143 1:1 197, 243
3:15 434 1612 143 1:5 42. 246
3:20 203 IH~22 66 1:7 139
4 : 17·24 199 19:2Y-30 1Y9 1:8-10 239
4:20 203 20 92. 132. 143 1:9 272. •so
4:25- 26 199 20:1· 18 143 1:11 240. 249. 251
S 21ft 218 20•14. 17 132 1:15 240
5:1 102. 199 21 308 1:15-22 245
5:8 218 2 1: 1. 2 138 1:22 252
6-1 S49 21:6 143 2'10 24S
6-8 142. 143. 222 21·g..21. 31 IH 2:23 2S2
6:S 229 21 ' 32. 34 308 3 :6 29, 121,284
6:7. 11 229 22.11. 14 133 3 ' 14 102. 13S
6:17 224. 229 2~ 127. 169 4 562
6:19-20 232 23:2 126 4: 14·16 175
7 225 24 139 4 :19 2S2
7:4. 10. 1?, IR. 10 224 2•1 10 188. 189 4 :21-30 17S
7:12-17 142 24 14. 19- 20 189 S lOS
7:16 133 2S:2 143 6 S62
7:19 225. 226 z;,:s 138 6-18 56 1
7:20 224 25: 12· 15. 19 199 6:1 286
7:2 4 142 Z!i 33 168 6: 2-3 13<1
8:1 22.'; 26 14 4 6:3 136. 138
8:6·12 14 2 zo~ 1. a. 1-1. 15, 18 308 6:6 286
9:1-44:22 <18 20·6· 11 143 8:7 13S
10 2 17. 22U, 2:13. 234. S-19 :w:JJ 144 559
10:1·4 199 28 13 139, 421 7-9 138
10:4 OO. 449 2H"IIJ 160 7-11 146
10:6 233 28 16·22 144 7:7 2S2
10:6-8 19!1 :w ~ w 132 7:13-14 138
10:7 234·35 30;23·24 137 7: 17 130
10:8-10 23:1 31 127, 180 8:1-4. 8·15 137
10: 13 Z:l!i :11: 11- 4 :'1 137 8:22 25<1
10:21·22 199 31:111 IJ7 8:22 254
10:22 z:¡r, :tt: 4 7 !SI. 160, 233 9 559
10:24 2 17 :tz-:\5 562 9:16 124
10:28 233 32· IU <12 1 9:25-26 2S4
11 102. 2 18 32:28 -Z!J 133 9:31-32 125
11: 10 199 33 132 10:23 2S4
11 :26 2 18 JJ•JU 127 11-12 SS9
11:27 188. 199 ~J IU S02 12 167. 179

564
INDICE DE T EXTOS BíBLICOS 565

12:7 170 11 l l li. 177 1:1-4 IIJ


12: 12 16:J 1 1: 2-23 17li 1:1 -5 281
12:2 9 254 11:!'1, 16 12fl 1:5 2KJ
IZ ::J7 2:J7, 27:l 11:22 - 26 ,;HU l:fl-4 :49 261
12: 40 ZtiS 12: :.1 1!17 1: 7 2H7
1:!: 4li 17!1 1:1 - 14 177 . ,2(1[, 1: !3, 15 :wA
12:1\tl 107 1:.1-15 177 1:17 5tiU
13: ¡.;¿ I Ul l !i: l li 177 1:1.4 287
14:2 z:11 IR:8 flU 2:2J 287
1•1:4 135 IH: 10 127 2:JO 282
15 185. 480 17- 19 li7 3:20. 25 28J
15: 1-1 4 79 17-26 93. 96. 108. 180. 2117 . 409 3:21 43
15:2 284 18:5 121 '1:12. 15. 16 :!19
15: 17 180. IKS 18: 1H 2b6 4 :20 282
15:27 121 18:21 308 4:35. 37. :19 279
16:33 263 19;9 161. ,\04 -1:38 262
16:35 274 19; 18 2U(j 4:4 J. 47. 49 2H3
17:6. ti 274 19:23·25 I!JU 5 2ft!
17:14 120 20:2-5 3011 !'1-26 281
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H1 :5·0 26U 2:J:4 . 5. 6. 7 2 4H 11:4 - 9 45
Hl:6 174 23:J6 177, :t54 6:5. 1 4~ 15 279
20 90. 2fil 24 ' 19-:W 191 i:4. 6. 8-9. 13 279
20-23 11 2 25:2- 7 177 7:20 259
20:1·17 45, 2GO 25:2J. JO 267 tl:l8 282
20:5 IJ9 26 265. J:JIJ. :169 A:l9-2:0 279
20:11 20 7 26,2-16 4H. 51;1 10-12 562
20 ' 12 248 26:16 155 10: 12. 15 279
20: 17 261 26 '32·39. 40--15 265 10:15 262
20 :23-23:33 91. 106 10:17 279
Zfl:2 4 168 NUMEROS 11:1. 13. 16. 1?. 20. 22 279
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566 RESEÑA C RÍTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO TESTAMENTO

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I ND ICE DE TEXTOS B íBLICOS 567

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568 RESEÑA CRÍTICA DE UNA l N"f RODUCCIÓN AL ANTIGUO T ESTAMENTO

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INDICE DE TEXTOS B iB I.ICOS 569

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570 REsEr'JA CRÍTICA DE UNA INTROD UCCIÓN AL A NTIGUO TESTAM ENTO

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3:7· 12 (17!'1 SA NTI AGO
3: 10 <)34 HECHOS
4:1 554 1:23-24 5fi2
4:2 433, 554 1:2 0 <1117
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2: 25-26. 34 4K7. 498
NUEVO TESTAMENTO 3:22 121 t · I0-11 17. 28
4:24. 25 467 29 260
MATEO 4 25 491
7 61 2 PEDRO
1 217 74 2 1K
1:2· 17 217 7• 14 246 t · 1s 502
1:5 311 7:23 252 1 17 497
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3:3 385 8:28. 34 J65 1·21 2R
3: 17 497 11 26 554 2:5 230
4 • 15- 16 371 13 19·20 247 :N i 229
5: 18 27 13-33 494, 497
5:35 76 13:55 498 JUDA S
12. 17· 18 385 17:28 nn
12:40 29. 340. 340 27:3R 562 14-16 RO
12:40· <1 1 34fi
12:41 347 ROMANOS APOCAI.II' SIS
12:42 545
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19:8 121 :t: 19 22!1 17: l . 1!'! !i!i5
2 1: 15·16. 42 498 •I:O·Il 4117 20 •2 2Z2
22:39 266 5 22 1 21-22 41 2
22: 44 498 S:!i r.ss 2 1 1- 22: 5 411
22: 4S 487 !J:11·12 ~lfl2 21 ~zz 41 2
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INDICE DE TEMAS Y NOMBRES
Abimelec d e Gerar. 143-44 A te ís mo. 214- 15
Abd íns. Libro. 33 '1-36: bosquejo. 332: Aulógr ¡¡ fos o ri gi nales. 23-24. 39
fechA. 332- 36 A ut oridod bíbli cn. 33-36
Abr a h am. 186-90: y Génes is 14. 235-37:
p11cto de. 259-60 Babilon ia. cautividnd babilón ica, 131.
Adán. historicidad y caída. 220- 21 289. 294-95. 324-25. 331-36. 342. 365-
Agar, 144 68, 370-75. 385-87. 393-95. 400-02. 407-
Aggadah. 67 08, 418-28
Akna tón. (Amenotep l VI. t59. 293 Bet-el. excav<~ción. 257-58
Ale jand ro Mag no. 417.436-38 Biblia Hebreo: de Kittel. 45. 46: ed icio nes
Amenotcp 11. 247. 521. 253-54 impr esas. 47
A menotcp 11 1. 254, 256. 259
Amón-n1. 159 Caída del hom brc. 220-22
1\ mós, Libro, 350-55; bosquejo, 350: Cal deos. • fJo bi/onio
fe c ha , 3!i2,53; in tegr idad de l texto, Calendario heb reo. r.ele b n n:ion es .
:15:1: pa ternidad, 35'1-52: p un tos de 267-268
con tActo co n el Pent a te uc o. 353-55 Caligra fía . el nrl e. '182. 184-86
Angelo logía, 433-34 Ca na neos . 286-89, 292, 296. 302-03
An t ig uo Tes tame nt o: c ro nolog ía, 546- Ca non a leja ndrino. 78-79
458: introd ucción . • Jntroc/ucci6n. Cano n de l A nt ig uo Teslo menl o, 71- 86;
A n tiguo Tes tam e nto: re lació n a l *Ant i/cgomeno: A ntig üedad. 75-78;
N uevo T estamento. 17-18: u nidad. 20- definic ión . 7 1: divis io nes. 71- 74;
2'1: versiones. 47-57 Hipó tes is del desarrollo. 83-86:
Anim is mo. 160-61 pruebas de ca nonicidad. 82-83
Ant ilcgomcna. 74-75 Canon masorét ico. 75-78
Antíoco IV (Epífanesl. 379. 418. 435. Canon pa lestino. 79-80
437-40. 558 Cantar de los Co n tares. 538-45:
Ap<ícri fos. ca nonic idad. 78-82 bosquejo. 538-39: cn nonicidad. 542;
Aqui la. versión de. 51 interpretación. 542-45: paternidad
Ara mc ís mos: critcri a para pr ocedencia salomónica. 541-42; patern idad y
de divisiones. 150-56: e n Eclesiastés. fecha. 539-40
529-30: e n Jo b. 510- 11: e n )o nás. 345- Carbono [141. 202.2 16. 22 8
46: en Rut. 3 10: en los sa lmos Carquemis. ha talln de. 325
da vidicos. 485 Carta de Ari s teo a Filócrates. 47-48
A•·a meísm os. 148- 156. 150-56: palabr as y Cartas de Tell el-Amorna, '150. 193. 248-
pnrnlelos. 139-47: rela tos dobles y 4 9, 259. 293-300, 306-07
pamlclos, '139-47: vari a n tes entre Ce nso, las c ifr ns de Nli mcros, 269- 76
Yah weh y El o him , 13 1-36: va ri a n tes C linidro T aylu r. :123
en d icción y es tilo, 136-3 9 Cir cu ncis ión, '197
A r amr~ o: e n Da n ie l. 425. 432: e n Esdra s, Códi ce A leja ndrino, 48, 50. 78-79
456 Có di ce Lyons . 54
Asi r ia . 299. 334, 337-38: 342-45. 357. Có di ce Pa linses lo de Wu rzbu rg. 54
389-90. 394. 469 Có di ce Sina ít ico. 50. 79

571
572 RESENA CRiTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL A NTICUO T ESTAMENTO

Códi ce Vaticano. 48. 50. 79 Egipcios. tex tos de exec ración. 150, 193
Código de Hammurabi, 101. 129. 163. Egipto. 124-27. 132. 143-44, 159-60. 237-
191. 267. 287. 328 42. 244 -59. 289-90. 293-94. 307- 08. 337-
Código Legal hitita , 189 38, 357. 394. 397-98. 401-02
Código Sa cerd ocio. 173-111. 170-92. 409- Ele fa ntina , pa piros. 60. 323. 428. 432,
1 O. *Teo ría Documentos 450, 452, 455. 457. 458
Códi go Sant idad. 96, 265-67 Eloh im; vnria n tes e ntre Yahw eh y.
Co ncilio Cartago. 81 '131-36
Co nc ili a Jam n ia. 45. 74 . 85. 542 Embriolog ía y evolución. 210-11
Conci lio. Trento. 54 E picú r eos. 159. 533-34
Concilia Trullano. e·¡ Epistemologín. 2 1
Conqu ista d e Canaán , 192-95. 254-59, Errores de escri bas. 58-62
286-90. 294-300. 306-08 Esdras. Nehemias: Lib ros, 451-58:
Corñ n. 15. 22. 23. 33. 128. 132; autent icidad. 454- 58: bosquejo, 451;
a na c ronismos e in exac titudes his toric idad. 455-58: paternidad y
hi s tóri cas. 549-52 fe c ha. 452-54
Creac ió n, d ía s. 200-07 Estela de Amnda, 253
Creac io ni smo, 207-19 Est e la de Memcptn, 194-95. 252
Crí li r.n nltn. 99-114: *Tvoría documento / Esteln ele T ut mos is IV. 253-5 4
Critica ba ja. del tex to, 58-70: ca non. 62- Estelil Karnak. 253
64: co ntri bucio nes hebreas. 65-70: Es tel a Kawa. 325-26
de finición. 58: metodolog ía, 64-65: Estel a Menfis , 253
t ipos de err ores en los manus critos , Est ela Mernep t n. 252
58-62 Est ela Negra . 323
Cri tica formal. 95. 102- 06 Est ela Zaki r . 151
Crón icas. Libros de. 444-51: bosquejo. Ester. Lib ro. 458-62: bosquejo. 458-59:
44 5: co nfiabilidad hi stórica, 447-51: canonicidad. 74; hi st ori cidad. 459-63;
fecha. 446-47: pa ter nidad. 445 paternidad y fe c ha. 459
Cue vas del mar Mu erto. ma nu scri tos. Estoi cos, 159
558- 563 Est ilo heb reo. 136-39. ·t45-4 7
Et iópica, versión, 56
Da nie l. Li b ro. 415-43: bosq uej o. 415-17; Evolució n e merge nte, 213-14
fuen tes dive rsa s. orige n. 441-43: Evolu ción teísta. 2 '14-15
o bservac iones de los c rí ticos, 418- 40; Evolucionismo moderno, 207-2 15
pa tern id nd , 417-18, 440-41: profec ías . Exod o. Libro, 243-63: bos quej o. 243-44:
435-40: teología . 433-34 fe c ha . 247-5 9: his tori a temprana d e
Darwin. Carlos. 207-210. 213-215 Moisés . 244- 45: pac to y decálogo. 259-
Decálogo. 259-61 61; taberná cu lo. 261-63. *l srocl e n
Deut er o- lsa ías. */soios. Composi ción Egip to
Deul er·onom io. Libro. 277-90: bosquejo, Ezequi el, Li bro. 405- 14; b iog ra fía del
277-78: canon ici dad. 85: fec ha. 11 2- autor, 406; bosqu ejo, 40 5-06:
1 '14: 284- 90; paternida d. 279-84; canon icida d. 74; código sacerdo tal.
pr in cip ios fundame nt ales. 278-79 409-10: objecio nes c riticas. 406-09:
Oía prolo ngado d e Josué. 300-02 probl e ma el e ca pítulos. 42-51. 410-14:
Dific ultades e n la Bibli a, 35- 37 tra tados fi rmndos e nt re reyes vasallos.
Dilu vi o. 27. 142-43. 222-32 281-82
Dis te leologia, 211 . 214
Dit ogrofi a. 59
Fe. 31-35
Doc umen to K. 99
Fiestas hebreas. 266-68
Docume nt o L. 99
Fi li steos. 307-08
Documento S. 100
Fis ió n, c riticA tex tual. 60
Documento Sadok ita. 74
Formgcsc hi c ht.c. • Crítico fo rmal
Frag men ta ri os . teóri cos. 89. 92
Ec les iastés. Libro. 523-38: anacro ni s mos .
Fu sió n. crítica textua l. 59-60
534-36: bosquejo. 524-26; ca nonici dad.
74: pnternidad y fec ha, 526-38;
propúsito y tema. 523 C em ara. 67-68. 74
Eg ipdos, himnos, 476, 495 GeneA logía , 25. 21 !i- 19. 233-35
l NDICE DE T EMAS Y NOMBRES 573

Génesis. Li bro. 197- 242; bosquejo. 198- historia del tex to. 398-99: int eg ridad
99; creació n. 200- 05; pat ernidad. 197- del tex to. 399-400; paternid a d . 397-98
99; rela tos p ara lelos e n. 139- 14 7 jérico. 254-55
Cené! ica y evolución. 207-1 O Job. Lib ro. 499-512; bosque jo. 500-01;
C ilgames. epopeya. 14 3, 223, 232, 534 composidón, 503-08; fecha de los
C r a f-Well ha use n H ipó tesis. *Teoría s uces os, 501-03: in tegridad del texto,
docume nt o / 508- t2: pa tern ida d. 501; tem a. 499-5 00
jocl. Libro. 336-40: bosq uejo. 336-37;
H abacuc. Libro. 393-95; bosquejo. 393; pa ter nidad y fecha. 337-40
men sa je. 395; pat ernidad y fec ha. jonás. Libr o. 340-49: a ut e nti c idad. 342-
393-95
47: bosquejo , 341: integ ridild de l texto.
H abir u. 249, 294-3 00 347- 49; pa tern idad y fe c ha , 341-42
H ageo. Libro. 464 -65; bosquejo, 464; Jo s é, hi s toria , 237-42
pntemidnd y fecha. 464; trasfondo josué. Libro, 291-30 3; bosqu e jo. 291-92;
hi s t órir.o. 465 dín prolonga do. 300-02; ex termi nio de
H agiógraph a. 72
los ca n a neos. 302-03; patern idad y
Hai. excavaci ón . 256-57 fe cha, 292-93
Halakah . 67
jueces , Libr o, 303-09: bosq uejo. 303-04;
Ha plografía. crí tica tex tual. 59, 63 co ntribuciones arqu eo lógicas. 306- 08;
Hes iqu io. re visi ón . 49-5 0 c ronología, 28 2-83: fech a. 304-05;
Hexa pla de Oríge nes. 49. 54. 55 p aternid ad y unidad. 305-06:
Hex a pl a. Siria, 55 sacrificio s humanos. 306-09
Hexateuco. 90-91 , 105-06, 29 3
Hics os, 186. 237-4 2. 24 4-45. 246, 248-5 0 Kcthubim , 72-73 . 76. 84-86.418
Hille l. e sc uela. 74
Hi s toria h e brea . reconstrucción. 157- 181 Lamentaciones, Lib ro . 40 2- 04 : bos quejo.
Hombre. a ntig üed a d. 215-19 403: pa ternidad y fecha. 403-04
Homocotc/c ulon. crí tica tex tu a l. 61. 63 Laqu is: excavación. 256: tabli ll as. 402
Hom ofonía. crítica tex tu al. 60 Le ngua s semít icas y no semít icas. 18-19
Horeos. 182 Lev íti co. Li bro. 264-69: bosque jo. 264-65;
fi estns hebrea s, 267- 68: leg is lac ión
ldola trín . 160-64. 377-79 leví tica. 265-67: tipos de s ac rificios,
Infa li bilidad de los a utóg r a fo s 269
orig in a les, 23-30 Lit era tu ra acádi c:a, 131. 186-88, 193, 234.
In spiración d e las escrituras, defin ici ó n, 47 6, 495, 531
27- 28; afirm ada por la propia Lit eratura Ho khmnn. *L.it vroluro
escri tura. 27-30; autógrafos ori ginal es, sopivncin/
23-27; criterios s ub-bíblicos. 30-35; Litera tura d e Qumran. 27. 39-46. 48, 59-
*Dific u/todcs: evi denc ias. 20-23; 62. 62, 74. 79-80, 1 18. 150. 3 15. 394,
•tn(obílidod: transmisión textual. 428. 431. 4 71. 473. 494. 529. 53 0. 542.
25-27 558- 63
In troducción del An tiguo T estam en to. Literatura sa pie nci al. 480-82: ara mea .
15- 19; alcance, 15- 16; defini ción. 15; 51 9
di sciplinas. 15-17; int ro d ucción Lit era tu r a ugar ít ica. 131. 139, 150. 157,
especial. 17. 196-545; in troducci ón 176-77. 18 5. 267. 296. 4 76
gener a l. 16-17; 39-195; relación e ntre el
Antiguo y el Nuevo Testamento. 17-18 M acabeos. 418. 434-43
lsa ias . Libro. 361-388; au te nticidad de Malaquías. Lib ro. 473-75: bosquejo. 474;
caps. 40-66. 384-388; bosquejo, 361- fecha , 474-75; p ate rnidad. 474-75
6 3: compos ici ó n. 365-88: estilo. 380- 83: Manua l de disciplin a. 74. 118. 43 1. 5 59.
m a nus crito (Cue vn 1]. 27. 40-42. 45. *Lircralura Qumran
59-62, 559; p a ternidad . 364-65; tema. M a nu scri tos hebreos; era crist iana. 46-
368-79: teo logía. 383-84 47; fam ili as. 43-45; ori ginales, 23-24;
lsrn el en Egip to, 245-47 precri s tianos, 39-46; tipos de errores ,
60-62
]a hwis t. *Teoría doc ume ntal Manuscrit os. del Muertu, 558- 63;
je nófanes. 159 *l. ilr:ro t uro Qum rr111
jeremíAs. Libro. 396-402: ns u n tos Mnrrluk , 159
históricos. 398-99; bos que jo. 396-97; Mar i, tablill as, 150. 188, 294
574 REsEr'lA CRíTICA DE UNA I NTRODUCCIÓN AL ANTICUO TEsT AMENT O

M a so ra fin al. 69-70; latera l. 69; m ayo r, Po es ía h e brea, 4 76- 82; ca racte rísticas ,
69 4 77-78; c rític a . 476; lit eratura
M a so ret a s, 68 - 70, 4 18 s a p ien cia l, 445-46; ri t m o, 478- BO
M aso rético, text o, 41, 44-46, 59-62. 68 - P olíglatas; A nt we rp , 5 6 - 57: comp lu tense ,
70 . 1 OO. 3 98 -99 56. 63; d e Lo n d res, 5 7: d e París. 57
Meg illo th, 73 P ro fecía h e b rea. 327-31; d e fi ni ción . 32 7;
Me tá tes is , c ríti ca text u al. 5 9 fu nc ió n, 329-3 1; ofici o . 32B- 29
M id ros. 6 7. 148 P ro fe tas : cano n icidad . 84: in t r oduc ció n ,
M il enio. 36 0. 4 10-14 3 27- 3 1
M iq ueas, Libro, 35 8- 60; bosq uej o. 35 8- P rover b ios. Li bro, 512- 22: b osq u e jo. 512-
59 ; fec ha . 359-60; int egrid a d de l texto , 1 3; can o n ic idad , 75- 76; capítu los . 22-
36 0; paternid a d, 359 24 y la Sa bi d urí a de Am en e mo pc, 520-
Mi s na, 66-67, 74 22: p a tern idad y fech a, 51 5-22:
Mo no te ís m o, 109. 112, 158- 6 0. 164. 260- té rm inos por "Sabid u rí a ." 5 13-14
61 .517
Mo isés ; hi s tor ia te mpra n a . 2 44-4 5; Ra m esés, ci u dad . 240, 251
pa ternidad del P e nta te u co . 11 8-30 Ra m esés 11. 2 40-4 1, 252- 53, 258. 259
Mormón, tibro, 22; a n ac ro nismos e Ra m esés 11 1. 258. 307- 08
inexa c titudes hi s tó ri cas, 5 5 3-57 Ra s S h a mra, tablillas, *Li tcro l u ro
ugo rít.ico
Na b onido, 4 2 1 Ra zó n y Re velac ión, 23
N abucod o nosor, 324-2 5. 4 15. 419. 4 20. Religió n , h eb reo-cris tian a. 21-22
4 2 1, 430, 44 2-4 3 Rel ig iones compa rada s, 158-6 0; en
Nac io n es , tabla , 233-3 5 gen eral. 2 1- 23
N ahum , Libro , 389 -9 1; b osq uej o, 389; Reyes . Libros d e . 3 17-2 6: bosq ue jo . 3 18 -
fec ha. 390; me nsa je, 390-91 ; or igen d11l 19; fe ch a, 3 1 9- 20; pat ern id ad. 319- 20;
a u tor , 389 proble m as de cro nolog ía, 32 0- 26
Nebim , 72 Rit ua les , n ormas. 168- 72. 18 4- 85. 190- 92
Ne h emías , Li b r o. *Esdr os -Ne hemías Roca Behis tun. ins cripció n, 461
Neo-ortodoxa, p osi ció n d e inspira ció n. Ru t, Li bro. 309- 11: bosqu ejo, 309; fec h a,
3 0- 35, 220 309- 10; e nse ñ a nza, bás ica. 311
Noé. a rc a y d il u v io. 222-2 3 3
N úmeros, Libro. 269- 76: bosquejo. 269- Sa bi dur ía d e Ame nemope, 520-22
71 ; estadís ti cils . 272- 76; pa tern id ad . Sace rd oc io , d esa rrollo . 173-81
275-76; princ ipios fun da ment a les, Sac rific io ; hum a no , 162, 3 08- 09. 3 77- 78;
271-72 sa ng re . 16 0-63. 26~ 268-70
Nuz i. ta b las, 127, 1 50, 1 88- 8 9, 294-95 Sacrificios cr ue n tos . 269- 271
Sa lm os. Li bro. 483-98: compil ació n , 490-
O sea s . Libro . 355-5 8: b osq u ejo, 355-56; 93; co nten ido. 494-95; di vis ion es , 483;
el p roblem a de Go me r , 357- 58; fec h a de la co mp il ac ión, 484 :
i n teg ridad del texto . 356: paternidad y num er ac ió n, 493- 94; p aternidad. 483-
fec h a, 356-57 8 4; pat erni dad dav ídi ca . 484-87;
S<t lmos imp reca torios, 498; Sal m os
Pa c to d e g racia, 198-99 me s i<ín icos. 497-98; términos téc ni cos ,
Pa la bras tardíns y ara m eís mos, 148 - 56 495 -96: títulos heb reos . 494- 98
Pap iros; Ch est e r Beatt y. 4 8, 52; S amm ay, d is cí p ulos, 74
*Elefa nt in o: Eg ip cio . 48; Nash . 45-46; Sa m uel. Li bro, 312-17; b osq ue jo. 312- 13:
Ryl ands, 4 8 fech a . 313- 1 4: s upuest as
Pará bolas, 222 i nco nsi s ten cias. 316-1 7; texto. 31 5-16
Pen ta te u co. a n t ig ü edad, 182-9 5; crí tic a Sa lt e rio; g a li ca n o 54: h eb reo 54. 63;
a lt a. 99- 114; pa te rni dad, 115-1 30; romano . 5 4
Sa marit a no. 4 6- 4 7, 63, 293 , *Teo río S elección na t u ra l. 207-1 5
documentol Se naquerib. 322 , 323 , 325. 365
P entate u co sam a rit a no, 46-47, 63. 293 S eptua gi nta [LXX]: div is ió n d e l i br os ,
Pe ríod os preprofé tico y p rofético, 71 - 72; fr ag me nt os d e m a nusc r ito s. 44 -
'157-1 72 4 5, 47 - 5 1; libros apócrifos, 79; re lació n
Pe ríodo sacerdo ta l. 173-181 <~ l o s tex tos maso réti ca s. 60- 62. 62-63,
Pers ia, 436-4 1,452-58. 45 9- 6 3, 4 70 100-02, 133. 398-99; rev isió n de
INDICE DE TEMAS Y N OMBRES 575

Luciano, 50; tex lo d e Jer em ías, 398- 99; 284-85; re finaciones del S iglo XX. 99-
t ít ulos hebreos de los Sa lmos, 487-89; 14; relat os do bles, 139-47: resumen del
u so en la crít ica del tex to. 50-5 1 desarrollo dialéctico. 97-98
Seti l. 258 T eoría JEDP. 96-97. 103- 110; *Teoría
Simaco, ve rs ión de. 51-52 dor:umP.n tol
Sofcrim, 61. 65-68 Teoría . los d ías de la c reación .
Sofon ía s. Li bro, 39 1-93; bos q uejo, 391; rep resen ta n edades. 206
m ensa je. 392-93: patem ida d y fecha. T eoría su pl e ment a r ia del Pen tat euco .
391-92 B9-9 1
Supr a h istori a . 220 T eor ía Wellhau sen: deb ilidade s y
fa lacias , 115- 119: *Tcoricr documen Jo l
Tabernáculo. 261 -63 Tiraca, 325-26
Tabla de las nac iones. 233-35 Tom. canon icidad. 84
Ta lmud. 6 7-68 Toscfto, 67
Tann a im, 66 T radic ión o r a l. 23 . 103-04
Tárgum: de Jeru sa lén . 53; de jonatá n ben Transmisió n lex lu al. 25-27
Uziel. 53: de Onquelos, 53 , 153; de un Tutmos is 111. 25 0, 251, 253. 254
se ud o-Jo natá n. 53 Tu t mos is IV. 25 3-54
Tárgumes ara meos. 52-53. 78-79
Teodoción. 49, 52 U niformismo en geo logía. 200
Teología de cr is is. *Neo-ortodoxia
Teoría , cr is talizació n. 90 Verdad proposic ional, 31-35
T eor ía de la cr eación . c at ást r ofe, 20 2-03 Versió n Armenia. 56
Teor·ía de la evolución. r eca p itulación. Versión Cop la. 55- 56
210 Ver sión Gótica, 56
Teor íil día ele la re vela ción. 203-05 Vers ión La ti na a ntigua . 53-54
Teor ía documen tal del Pentateuco; 87- Versi ón Peshita . S ir íaca . 55. 63
98: a rg ument os en con tra, 100-19; Ve r s ion es. Antiguo Tes tamen to. 47-57
a rqueo log ía, 182- 95; co mp onentes Ver siones G r·iegas. 47-52
l:¡ásicos. 100-101: composición de Ver sion es Lat inas. 53- 54
Exodo. 244-45; com pos ició n d e josué Vers ion es S ir íacas. 55
(hex ateuc o), 270-71: composición de Version es Varian tes. 26-27
Nll meros. 275-76; debi lid ades y Vul ga ta. La tina. 54. 72, 3 12
fa lacias . 115- 19; d e fin ición, 87;
desa rro llo. 87-96; doc um e ntos, 96- 97; Yahwe h. 68. 13 1-36
Ezeq u iel. 409-10; fu entes el e div isión. Yo'udi. 151
13 1-56: histo r iA. 87-9B: histo ria
hebrea. 157- 81 : inform es p a r a lelos. Zacarias. Lib r o. 564-73: bosquejo , 4 66-
139-47; nombres d iv inos. 131 -3 6; 67; patern idad y fecha, 467; un idad.
pal abras car acterís ticas. 136-39; 468-73
p a ternidad de Deu teronom io. 279- 81. Zugol. 66

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