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¿Hay algún discípulo así en este lugar? ¿Amén? No lo dudo. Este equipo de líderes
debe estar compuesto por discípulos que hacen discípulos, de otra manera seríamos
gente que no estaría cumpliendo la gran comisión: “Por tanto, id, y haced discípulos…”
(Mateo 28:19). Nuestro llamado para las nuevas generaciones es que podamos ser:
UNA FÁBRICA DE DISICIPULOS.
Si pensamos bíblicamente, uno de los primeros candidatos a discípulos de Jesús, de
quién su nombre ni siquiera es tan renombrado ni en los evangelios, ni en las epístolas,
ni en la historia de los inicios de la iglesia es el hermano del apóstol Pedro, su nombre
es Andrés.
“Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de estos hombres que, al oír lo que Juan
dijo, siguieron a Jesús. 41 Andrés fue a buscar a su hermano Simón y le dijo:
«Hemos encontrado al Mesías» (que significa «Cristo»). 42 Luego Andrés llevó a
Simón, para que conociera a Jesús. Jesús miró fijamente a Simón y le dijo: «Tu
nombre es Simón hijo de Juan, pero te llamarás Cefas» (que significa «Pedro»).”
(Juan 1:40-42).
LO QUE ANDRÉS HIZO FUE IR EN BUSCA DE SU HERMANO PEDRO PARA
TRAERLE A JESÚS. Pedro, habiéndose interesado por seguir a Jesús, decidió seguirle,
y así se convirtió en uno de los dos apóstoles que fueron más prominentes en la historia
de los inicios de la iglesia. Pero, todo comenzó cuando un discípulo (Andrés), trajo a su
hermano ni siquiera primero al templo, ni a la sinagoga sino directamente a Jesús.
Sin duda que Andrés habló de Jesús, pero todavía era sus primeras horas de haber
conocido personalmente a Jesús. Ni siquiera se había formado oficialmente como un
discípulo, pero a su hermano Pedro le dijo unas cuantas palabras acerca de Jesús. Sin
embargo, el apóstol Juan no relata la historia de otra persona, una mujer que ni siquiera
pasaba por su mente ser una discípula de Jesús. Se trata de la mujer samaritana que tuvo
el privilegio de conocer personalmente a Jesús mientras sacaba agua del pozo a la que
acudía regularmente.
Se trataba de una mujer que no había recibido conferencias, sermones, estudios, cursos,
sino que después de su primera charla con Jesús, una conversación que debió tardar
cuando mucho alrededor de una hora, dice su historia que:
“28 La mujer dejó su cántaro junto al pozo y volvió corriendo a la aldea mientras les
decía a todos: 29 «¡Vengan a ver a un hombre que me dijo todo lo que he hecho en
mi vida! ¿No será este el Mesías?». 30 Así que la gente salió de la aldea para verlo.”
(Juan 4:28-30).
TODO LO QUE ELLA HIZO FUE HABLAR DE JESÚS. Es evidente que tenía
alguna duda acerca de la aplicación de la profecía acerca del Mesías, pero quedó
impactada de haber sido confrontada por Jesús acerca de sus propios problemas y
pecados que ella no negó, sino que reconoció. Al hablarle a la gente de Jesús, ella estaba
haciendo su esfuerzo de hacer discípulos para Jesús. Pero, lo mejor de todo, fue que no
solamente “vinieron a él”, sino que después de escuchar personalmente a Jesús, dice el
versículo 39: “Muchos samaritanos de esa aldea creyeron en Jesús, porque la mujer
había dicho: «¡Él me dijo todo lo que hice en mi vida!».” (Juan 4:39). Este fue el
resultado haber hablado a otras personas acerca de Jesús. EN LA BIBLIA PODEMOS
OBSERVAR QUE CUANDO SE HABLA DE JESÚS, SIEMPRE HABRÁ
PERSONAS QUE INICIARÁN SU EXPERIENCIA DE SER NUEVOS
DISCÍPULOS.
Nuestro deber es hacer más y nuevos discípulos y cuando hemos contribuido a formar a
un nuevo discípulo, entonces debemos encargarle que haga lo mismo, que haga a un
nuevo discípulo. Un ejemplo es el de Pablo discipulando a Timoteo, llevándole consigo
en su viaje misionero, haciéndole discípulo hasta que este llegó a ser pastor hacedor de
discípulos. Cuando Timoteo ya era un discípulo bien formado, Pablo le encargó que él
hiciese lo mismo con otros.
“Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos
confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que
estén capacitadas para transmitirlas a otros.” (2 Timoteo 2:2).
Ser discípulo es un potencial que Dios siembra en nuestra vida para compartir y
multiplicar el ministerio que Jesús estableció para su iglesia. LOS QUE SON
DISCÍPULOS TIENEN QUE HACER MÁS Y NUEVOS DISCÍPULOS.
La falta de discípulos hace complicado que haya a quienes encargarles que hagan a
otros discípulos. Es por eso que cuando en las iglesias se planea hacer discipulado,
nadie quiere, nadie acepta, nadie puede, nadie sabe. O se hace de espacios de la
sociedad tan lejanos de la luz del evangelio, como por ejemplo la universidad.
MOVILIZAR A LA IGLESIA PARA EVANGELIZAR
A LAS UNIVERSIDADES
Si bien los campus universitarios brindan una increíble oportunidad para evangelizar,
también puede ser un reto acortar la brecha entre una iglesia local y el campus. Los
campus universitarios a menudo se sienten como «una ciudad dentro de una ciudad».
Tienen su propia cultura, sus propios cronogramas, su propia (estrecha) demografía.
Cuando muchas personas están en casa cepillando sus dientes y alistándose para dormir,
los estudiantes universitarios tal vez estén pensando que es tiempo de ordenar una pizza
y comenzar a trabajar en un informe de investigación de 10 páginas.
Cuando empecé en el ministerio universitario a los 20 años, me mezclé entre los
estudiantes del campus. Ahora, con 43 años, ya no puedo pasar desapercibido, por estas
y muchas otras razones, hay una brecha que acortar. Sin embargo, queremos que las
iglesias tengan un impacto en el campus, y que el campus esté presente en la iglesia
local. ¿Pero cómo?
Las iglesias deberían buscar establecer una dinámica de ministerio que circule entre la
iglesia y el campus. A medida que la iglesia tiene un impacto en el campus
universitario, el campus se ve envuelto en la vida de la iglesia local, y luego esa iglesia
equipa a esos estudiantes para que caminen con Dios y trabajen por el evangelio de
vuelta en el campus.
EL CICLO