Está en la página 1de 3

RAHNER K, Escritos de teología T. II, Iglesia-hombre, Madrid, 1961, pág.

140-180

Verdades olvidadas sobre el sacramento de la penitencia

En esta capitulo sintetiza la importancia del sacramento de la penitencia, pero es necesario el


recorrido histórico del sacramento de la penitencia. Por lo que, en este tratado hace una referencia
sobre el sacramento de la penitencia por los estudios que se ha realizado a lo largo de la historia.
Cuando se dice, por ejemplo: “En el sacramento de la Penitencia nos perdona Dios nuestras
culpas en la gracia de Cristo y por medio de la palabra de la Iglesia”.

El pecado como pecado contra la Iglesia, el pecado es una contradicción a la santa voluntad del
Dios eterno y al amor que él mismo nos ofrece, por eso que el pecado es contra la naturaleza del
hombre y también el pecado esta contra la iglesia. Por eso que el cristiano, el que está bautizado,
se encuentra como miembro de la Iglesia con el Dios. Al pertenecer al cuerpo visible e invisible
de Cristo, el cristiano que peca, peca contra la iglesia. El pecador bautizado, con su pecado se
hace culpable ante la Iglesia. de tal manera que cunado peca, Peca contra su Espíritu y contra su
misión, además el cristiano que cae en pecado se entiende como un hijo desobediente. Hay dos
maneras de entender el pecado: los pecados graves y los leves no sólo se distinguen por razón
del grado, sino también esencialmente, de modo que sólo analógicamente pueden incluirse en un
concepto. Así como se va entendiendo de los pecados veniales y los pecados mortales, tales
pecados constituyen un obstáculo para la actualización del amor divino en el hombre.

Es sabido que la antigua Iglesia, al motivar bíblicamente su potestad sacramental de perdonar los
pecados se retoma en el evangelio de Mateo y Juan, la remisión de la culpa en el sacramento de
la Penitencia tiene algo que ver con “atar y desatar”. Atar significa, se nos dice, en cuanto se
refiere a la administración del sacramento de la Penitencia, la “negación de la absolución” a un
pecador que como tal, acusándose, se ha presentado ante el tribunal penitencial de la Iglesia. La
palabra atar también entiende, que el pecador, bautizado pertenece todavía a la Iglesia, está
todavía “dentro”, pero precisamente esta su pertenencia permanente a la Iglesia ha sido despojada
por la culpa de su propio y último sentido. Por consiguiente “atar y desatar” no son los dos
miembros de una alternativa, sino dos fases de una misma reacción con que responde la Iglesia al
pecado de uno de sus miembros, el pecador gravemente culpable debe ser atado para poder ser
desatado eficazmente.
Además de lo dicho anteriormente, trata de demostrar el carácter judicial del sacramento de la
Penitencia precisamente en virtud de la doble potestad alternativa de atar o de desatar con
consecuencias jurídicas en ambos casos. Tiene, sin embargo, que reconocer que tampoco en ella
se puede tratar de un verdadero atar en sentido estricto respecto a los pecados veniales. Los
pecados veniales no se pueden en sentido estricto “atar o retener”, como quiera que se entiendan
las palabras de los plenos poderes de Cristo, que constituyen el fundamento del sacramento de la
Penitencia. Por tanto lo que se ha dicho de este sacramento de la penitencia, que el ministro de la
iglesia en este caso los sacerdotes quien perdona los pecados por el ministerio que ha conferido
dentro de la iglesia, por eso que ningún sacerdote puede confesarse a sí mismo sino tiene que
también confesarse con otro sacerdotes para poder recibir el sacramento de la penitencia.

La materia del sacramento de la Penitencia, en primer lugar podemos decir que los teólogos se
han propuesto distinguir en el sacramento de la Penitencia entre la materia y la forma. Con la
expresión materia y forma del sacramento de la penitencia entra en controversias con los
reformadores. La aplicación de los conceptos “materia y forma” a los sacramentos se remonta en
el siglo XIII, sustituyendo en parte la antigua terminología de res (elementum) y verbum. Los
actos del penitente pertenecen al signo sacramental, conforme a la antigua opinión. El elemento
del signo sacramental que ha de recibir una determinación más precisa en este signo sacramental
que indica y opera el perdón divino. La materia se entiende en cuanto el acto del penitente, la
absolución sacerdotal, es la forma, el elemento determinante y definitivo en el signo sacramental.

La oración de la Iglesia, se comprendiendo que el sacerdote tiene que desempeñar ser el primero
de hacer oración. Por eso que las palabras de la absolución del pecado es muy importante, de que
un sacerdote debe recitarlo cada vez que da la absolución al penitente. Si bien que la oración
para pedir perdón y rezar por el pecador es una práctica que desde la antigüedad se realiza, de tal
manera que cada miembro que cometía pecado se rezaban por él, por la misma razón que en el
Nuevo Testamento hallamos ya testimonios de esta oración de intercesión de la Iglesia por los
pecadores. Con esta afirmación de la oración ya existía, los padres de la iglesia también afirma
que, “Cristo ora en la Iglesia por el penitente y su oración es escuchada siempre”. Cuando el
cristiano penitente se acerca al sacramento de la Iglesia no comienza ésta su obra en él. Su gran
obra en él la ha realizado ya, pues la conversión interior del pecador es ya la obra de la Iglesia
orante.
Antiguamente la Iglesia incorporaba esta obra, desplegándola de manera más sensible, a la
liturgia sacramental del perdón de los pecados. El obispo, entre oraciones y exorcismos, imponía
con frecuencia las manos al penitente durante el período de penitencia. La comunidad se unía a la
oración, y al sacrificio de la Eucaristía se asociaba una liturgia especial de penitencia. Además se
entiende que la Iglesia ha cargado con nuestra culpa, pero esta misma iglesia que ora por la
conversión de pecador sufriendo por ella.

El desatar en la tierra y en el cielo, en un primer instante se va entendiendo que desatar es la


accion que se otorgar al pecador el perdón de sus pecados en nombre de Dios y por encargo de
Cristo Nuestro Señor, de modo que precisamente en virtud de esta palabra de perdón la extinción
de la culpa por la gracia reconciliadora de Dios se realiza en este momento dentro de un proceso
sacramental análogo al del bautismo. Lo importante, en definitiva, es que Dios nos perdona
nuestra culpa y que este perdón adquiere, por la palabra de la Iglesia, sacramentalidad perceptible
y presencia eficaz en nuestra vida. Por consiguiente, el desatar en la tierra, que exige,
naturalmente, como presupuesto la conversión sincera del hombre a Dios y el cambio en la
posición del hombre para con Dios y para con la Iglesia, que tiene lugar mediante el desatar en el
cielo y en la tierra, representan en el fondo dos aspectos de un mismo hecho: cuando y porque
desatáis en la tierra, se desata también en el cielo.

Por lo tanto, al otorgar la Iglesia su paz al pecador, al concederle de nuevo su amor informado
por el espíritu, le otorga la paz con Dios. El hombre, mediante el proceso de reconciliación con la
Iglesia recobra plenamente el estado de reconciliación con la Iglesia, y por ello recibe
necesariamente una participación en el espíritu de la Iglesia, que perdona y justifica antes Dios.

También podría gustarte