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Pr oce sos de a dqu isición de la le n gu a e scr it a
de n t r o de l con t e x t o e scola r 1
Em ilia Fe r r e ir o *
Afort unadam ent e, los niños de t odas las épocas y t odos los países
ignoran est a rest ricción. Nunca esperan t ener seis años y una m aest ra delant e
para com enzar a aprender. Son const ruct ores de conocim ient o desde el
com ienzo m ism o. Han t rat ado por sí m ism os de encont rar respuest as a
problem as m uy difíciles y abst ract os plant eados en el esfuerzo por com prender
el m undo que los rodea. Est án const ruyendo obj et os com plej os de
conocim ient o, y el sist em a de escrit ura es uno de ellos.
La dist inción que precede est á en est recha relación con la siguient e: la
dist inción ent re m ét odos o procedim ient os de enseñanza y el proceso de
aprendizaj e. I m plícit a en los int ent os de m ant ener el proceso de aprendizaj e
baj o cont rol est á la suposición de que los procedim ient os de enseñanza
det erm inan los pasos en la progresión del aprendizaj e. Est e punt o de vist a, a
su vez, est á basado en la convicción de que “ nada est á dent ro de la m ent e si
ant es no est uvo fuera de ella” . Toda la invest igación psicológica o
psicopedagógica guiada por est a suposición im plícit a pareciera probar que así
ocurre efect ivam ent e. Est o es así cuando solam ent e se analizan las respuest as
en t érm inos de “ correct as” o “ incorrect as” , es decir, respuest as esperadas,
“ buenas” , por oposición a las ot ras, que no son consideradas en t érm inos
posit ivos sino solam ent e en t érm inos negat ivos.
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E. Ferreiro: “ Los procesos const ruct ivos de apropiación de la escrit ura” en: E. Ferreiro y M.
Góm ez Palacio ( 1982a) .
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E. Ferreiro y A. Teberosky ( 1979) .
caract erizada com o un proceso puram ent e m adurat ivo. Cada paso result a de
la int eracción que t iene lugar ent re el suj et o cognoscent e y el obj et o de
conocim ient o: en el proceso de asim ilación ( es decir, en el proceso de
elaboración de la inform ación) el suj et o t ransform a la inform ación dada; la
resist encia del obj et o obliga a veces al suj et o a m odificarse a su vez ( es decir,
a cam biar sus propios esquem as) para com prender al obj et o ( es decir, para
incorporarlo, para hacerlo suyo) .
Uno de los dat os m ás recient es que hem os obt enido es ést e: m uchos
niños, que com ienzan la escuela prim aria en niveles m uy elem ent ales de
concept ualización acerca del sist em a de escrit ura, m uest ran durant e el prim er
año escolar la m ism a progresión que ot ros niños m uest ran ant es de ent rar a la
escuela, y est o a pesar del hecho de est ar expuest os a int ent os sist em át icos
para hacerlos com prender direct am ent e el sist em a alfabét ico de escrit ura.
Vayam os a los ej em plos. Olga es una niña de seis años que com ienza
la escuela con un t ipo de escrit ura indiferenciada. Todo lo escribe con el m ism o
grafem a repet ido m uchas veces; el com ienzo y el final est án det erm inados
solam ent e por los lím it es del espacio gráfico; incluso su nom bre recibe el
m ism o t ipo de represent ación. Un único aspect o posit ivo debe ser
m encionado: la linearidad en la disposición de los caract eres ( I lu st r a ción
A1 ) .
Cuart a ent revist a, cercana al final del año, cuando la m aest ra est aba
focalizando su at ención solam ent e en aquellos niños que podían ser
prom ovidos: Olga ha hecho progresos not ables. Escribe m uy cuidadosam ent e
su nom bre diciéndolo silábicam ent e para sí m ism a ( “ Ol... ga.. let iii...” )
m ient ras pone o g i a . Luego procede a verificar. Va diciendo una sílaba por
vez, m ient ras señala una let ra por vez: “ Ol- ga- le- t is ...” . Sorprendida por el
result ado, com ienza nuevam ent e: “ Ol- ga- le... falt ó la le” . La est im ulam os a
que com ience nuevam ent e. Mient ras va diciendo para sí m ism a “ ... le, la e? ...
ol- ga- le- t i... la i... cia” , escribe o g e i s a y ahora sí est á sat isfecha con el
result ado. Ut ilizando el m ism o m ét odo escribe varias palabras. Sin darse
cuent a, escribe dos veces la m ism a serie u n o, una vez con la int ención de
escribir “ m u- ñe- co” y la ot ra vez queriendo escribir “ un- ár- bol” ( la adición del
art ículo indefinido t iene aquí la finalidad de alargar la palabra bisílaba) . Est a
vez, cuando le pedim os que lea est as dos escrit uras idént icas, se da cuent a
inm ediat am ent e de la dificult ad y sin dudarlo t rat a de corregirlo: “ ár- bol...
falt ó la a” 4 . Algo sim ilar ocurre con ot ras dos palabras ( “ sal” y “ sopa” ) que
reciben la m ism a represent ación escrit a: s a . Cuando las com param os,
m ant iene que “ so- pa” est á escrit a en la prim era y “ sal” en la segunda; el
acept ar poner solam ent e una let ra para una palabra de una sílaba era
realm ent e dem asiado para ella, y dej ó am bas escrit uras com o est aban
( I lu st r a ción A4 ) .
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De hecho, Olga olvidó que había escrit o “ un árbol” y no sólo “ ár- bol” , pero poner m enos de t res
let ras para una escrit ura le era m uy difícil de acept ar, por eso t rat a de conservar est a cant idad
m ínim a y el result ado es a u o; a pesar del hecho de que no puede j ust ificar la let ra int erm edia,
insist e en que necesit a t res para escribir esa palabra.
Est e niño hizo durant e el año escolar una progresión que no fue
considerada com o progreso en el m om ent o de las “ grandes decisiones”
( prom overla o hacerla repet ir el año) . Sin em bargo, aún siguió progresando ( y
m ucho) hacia el final del año. Para los est ándares escolares est aba aún m uy
por debaj o de la ej ecución esperada, porque no escribía convencionalm ent e.
De hecho, est aba haciendo m ucho m ás que reproducir escrit uras previam ent e
observadas en el pizarrón o en el libro escolar: e st a ba in ve n t a n do u n
sist e m a silá bico de e scr it u r a .
( Not a: los núm eros indican cuánt as let ras señala al em it ir cada sílaba)
Nada m alo ocurrió luego con Om ar, a pesar del hecho de que est aba
siguiendo su propia m anera de ent rar a la lect oescrit ura: al final del año ha
t raspasado la barrera y escribe alfabét icam ent e ( I lu st r a ción B4 ) .
Elegim os t res im port ant es concent raciones urbanas del país: México ( la
capit al) , en el cent ro del país; Mont errey ( la capit al del Est ado de Nuevo León)
en el nort e; Mérida ( la capit al del Est ado de Yucat án) en el sur. Dent ro de
est as concent raciones urbanas seleccionam os aquellos dist rit os escolares con
las cifras m ás alt as de fracaso ( niños repet idores o desert ores) . Dent ro de
cada uno de est os dist rit os escolares, seleccionam os una ciert a cant idad de
escuelas ( 71) que present aban t am bién las m ayores cifras de fracaso. Dent ro
de est as escuelas ident ificam os 159 grupos de prim er grado, y allí
seleccionam os al azar una im port ant e m uest ra de niños que ent raban a prim er
año por prim era vez en sept iem bre de 1980 6 .
A part ir de allí una de nuest ras pregunt as fue: ¿est án est os niños
reproduciendo dent ro de la sit uación escolar la progresión que ot ros siguen
ant es de ent rar a la escuela? Para sim plificar est a present ación m e referiré
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Fij am os t am bién el int ervalo de edad: ent re 6 años 2 m eses y 6 años 8 m eses al com ienzo del
año escolar. Trat am os t am bién de cont rolar ot ras variables: cant idades sim ilares de niños y
niñas; cant idades sim ilares de niños con o sin experiencia preescolar previa; cant idades
sim ilares de niños del t urno m at ut ino y del t urno vespert ino.
solam ent e a cuat ro sist em as ordenados de escrit ura: presilábico, silábico,
silábico- alfabét ico y alfabét ico.
I nt ent aré explicar ahora solam ent e un aspect o part icular de est e
problem a: ¿cuáles son los pat rones evolut ivos que fueron efect ivam ent e
observados, y cuál es su relación con nuest ras hipót esis t eóricas?
Para com parar los pat rones evolut ivos, dej arem os de lado –de la
m uest ra t ot al de 886 niños– a un pequeño grupo de 13 que com enzaron la
escuela prim aria ya al nivel alfabét ico, t ant o com o a ot ro pequeño grupo de 11
niños de los cuales t enem os solam ent e t res ent revist as, en lugar de las cuat ro
que t enem os para t odos los ot ros niños. Los porcent aj es est arán dados sobre
la cifra t ot al final de 862 niños y 3448 ent revist as ( ve r t a bla 1 ) .
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Es solam ent e en est e cont ext o que podem os usar el t érm ino “ presilábico” que no es un
t erm ino m uy feliz, porque se refiere en t érm inos negat ivos a aquello que debiera ser
caract erizado en t érm inos posit ivos.
El 33% de la m uest ra pasó durant e el año escolar de un nivel de
concept ualización al siguient e, sin om it ir ningún paso, exact am ent e com o lo
hacen m uchos niños preescolares. Ot ro 38% siguió una evolución sim ilar, pero
uno de los pasos no fue at est ado en nuest ros dat os. Más de la m it ad de est e
segundo grupo no m ost ró el t ipo de escrit ura que hem os llam ado
silábico- alfabét ico. Est e nivel silábico- alfabét ico est á t eóricam ent e
concept ualizado com o un período de t ransición y, en consecuencia, carent e de
est abilidad int erna, Por lo t ant o, no esperábam os que nuest ros dat os
m ost raran siem pre evidencia de est e t ipo de concept ualización de t ransición,
ya que, para poder hacerlo, los niños t endrían que haber est ado en ese
m om ent o preciso exact am ent e cuando una de nuest ras ent revist as t uvo lugar.
Adem ás, t rat ándose de un nivel de t ransición, t am poco esperábam os
encont rar niños que perm anecieran en el nivel silábico- alfabét ico t odo a lo
largo del año escolar, y est o es lo que efect ivam ent e ocurrió: el 13% de los
niños de la m uest ra no hacen ninguna progresión de un nivel al siguient e ( lo
cual no significa que no hayan hecho progresos dent ro de un m ism o nivel) , y
n in gu n o de est os niños perm anece en el nivel silábico- alfabét ico t odo a lo
largo del año. Finalm ent e, esperábam os que los niños que com ienzan la
escuela con est e t ipo de escrit ura silábico- alfabét ica no t endrían problem as
para llegar al nivel alfabét ico durant e el año escolar, y est o ocurrió con t odos
ellos ( 25 niños) . Por lo t ant o, t odas nuest ras expect at ivas acerca del período
silábico- alfabét ico result aron confirm adas.
Solam ent e est e 16% cum ple con las expect at ivas escolares de hacerlos
pasar direct am ent e al sist em a alfabét ico de escrit ura. Todos los ot ros ( 71% )
pasan a t ravés de ot ros t ipos de escrit ura. Su progresión no puede ser
caract erizada com o lineal, com o una sim ple adición de m ás y m ás let ras con
valor sonoro convencional, o com o una sim ple adición de m ás y m ás sílabas
convencionalm ent e escrit as.
En m odo alguno el t ipo de escrit ura silábico puede ser caract erizado
sim plem ent e com o una “ m ala” reproducción de los ej em plos del m aest ro. Y al
m enos 451 de est os niños ( 52% ) pasan a t ravés de est e periodo silábico 8 . En
m odo alguno la escrit ura de t ipo silábico puede ser considerada com o una
especie de desviación pat ológica: el 87% de los niños que com ienzan la
escuela en est e nivel evolut ivo ( 126 niños) est án en el nivel alfabét ico al final
del año escolar o aun ant es ( 110 niños) .
Por ot ra part e, los niños que com ienzan la escuela al nivel presilábico
( 708) no llegan al nivel alfabét ico en la m ism a proporción. El 55,5% de ellos
( 393) llega al nivel final, y el rest o se divide en t res grupos num éricam ent e
equivalent es: 14.5% ( 103) que llegan al nivel silábico- alfabét ico; 15% ( 107)
que llegan al nivel silábico; y 15% ( 105) que perm anecen a lo largo del año
sin com prender que las diferencias en las escrit uras se relacionan con
diferencias en la paut a sonora de las em isiones.
Sería carent e de sent ido concluir, a part ir de est os dat os, que
solam ent e los niños de nivel silábico o silábico- alfabét ico est án “ m aduros” para
ent rar al prim er grado. Est o significaría dej ar fuera de la escuela al 80% de
aquellos niños que m ás lo necesit an. ¿Quién les ayudará a llegar al sist em a
alfabét ico si los dej am os fuera de la escuela? Los niños no est án obligados a
llegar a la escuela ya alfabet izados; es la escuela la que t iene la
responsabilidad social de alfabet izarlos.
Adem ás, est os dat os sim plem ent e señalan que en las cir cu n st a n cia s
a ct u a le s solam ent e la m it ad de la población que com ienza la escolaridad en
niveles presilábicos llega al nivel alfabét ico. Y no sabem os lo que podría ocurrir
si lográram os cam biar los esquem as concept uales de los m aest ros t ant o com o
los de los psicólogos educat ivos; no sabem os qué podría ocurrir si t odos
nosot ros replicáram os –a nuest ro propio nivel– los esfuerzos infant iles por
com prender; si dej áram os de clasificar a los niños en t érm inos de “ buenas” o
“ m alas” respuest as y t rat áram os de com prender realm ent e lo que est án
haciendo y lo que est án t rat ando de hacer.
Porque ahora com enzam os a com prender que aquellos que fracasan en
la escuela no son t an diferent es de aquellos que t ienen éxit o. Para t odos ellos
el desarrollo de la lect oescrit ura es un proceso const ruct ivo. La inform ación
disponible –incluso la inform ación sist em át ica com o aquella que es provist a por
la escuela– es solam ent e uno de los fact ores int ervinient es. Si los niños ponen
a prueba con t ant o t rabaj o diversas hipót esis ext rañas a nuest ro m odo de
pensar es por alguna razón. A pesar de las práct icas escolares, su problem a no
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En los ej em plos silábicos que hem os present ado algunas let ras t ienen valor sonoro
convencional; los elegim os porque es m ás fácil com prender el m odo de funcionam ient o de las
hipót esis silábicas en est e caso part icular. Pero, t al com o lo hem os señalado repet idas veces en
ot ros t rabaj os, la escrit ura silábica puede t am bién com enzar sin est e requisit o ( cuando los niños
ponen cualquier let ra para cualquier sílaba, pero t ant as let ras com o sílabas) . Y est o ocurre
t am bién dent ro del cont ext o escolar.
es com prender t al o cual regla de correspondencia sonora, t al o cual escrit ura
aislada. Su problem a es com prender la n a t u r a le za del sist em a de escrit ura
que la sociedad les ofrece. Para com prenderlo en t ant o sist em a est án
obligados a reconst ruirlo int ernam ent e, en lugar de recibirlo com o un
conocim ient o preelaborado.