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Libre Competencia y Monopolio Domingo Valdes
Libre Competencia y Monopolio Domingo Valdes
INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
***
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
***
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INTRODUCCIÓN
EL AUTOR
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2. L AS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
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1
El primero en emplear la voz “monopolio” –y también “oligopolio”– en la len-
gua inglesa fue Santo Tomás Moro, en su famosa obra Utopía (1516), al afirmar: “La
venta de las lanas, aunque no está monopolizada, es decir, concentrada en manos de
uno solo, está por lo menos oligopolizada, acaparada por un pequeño grupo de per-
sonas...”, pp. 86-87, Editorial Apolo, Barcelona, España, 1937. Cabe recordar que Moro
fue un gran humanista y extraordinario conocedor del griego y del latín.
2
MERCADO, Tomás de, Suma de tratos y contratos (1571), p. 177, Editorial Nacional,
Madrid, 1975.
Asimismo, CARRANZA, Bartolomé, Tratado sobre la virtud de la justicia (1540), pp. 246
y 456, Ediciones Eunsa, Pamplona, 2003. Obsérvese que Carranza escribió su obra en
latín y no obstante ello prefirió emplear en el original el término “monipodio” antes
que el de “monopolium”. Lo anterior se debe a que probablemente Carranza era cons-
ciente de que “monopolium” y “monipodio” no eran sinónimos y que este último vo-
cablo en su acepción específica carecía de correlato en latín.
30
LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
3
ARISTÓTELES, La Política, Libro I, 1258 b, p. 77, Editorial Gredos, Madrid, 2ª re-
impresión, 1999.
31
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las antes señaladas. Sin embargo, puede ocurrir que la idea de “un
solo vendedor” deba ser sumida en un contexto histórico más preci-
so, que tiene que ver con la aparición de una economía dineraria.
Desde que la economía de subsistencia, que es la basada en el true-
que, es desplazada por una economía dineraria, adviene la compra-
venta como la convención prototípica del comercio y, por tanto, el
medio de circulación de la riqueza por excelencia. La compraventa,
atendidas las funciones que en ella desempeña el dinero y las venta-
jas que a éste le van asociadas, acaba por ser erigida en el más impor-
tante de los contratos de todos los tiempos, imponiéndose por sobre
las permutas, los cambios y las donaciones.4 Así las donaciones son des-
plazadas en importancia, lo que resulta significativo para aquellos que
–al modo de Marcel de Mauss– han visualizado en estas últimas los
pilares de las economías de subsistencia.
Es tal la fuerza con que irrumpe el contrato de compraventa, que
la voz latina commercium –que significa comercio, tráfico, negocio– nace
de la integración de las partículas “cum” (con) y “merx” (derivado de
“mercor”, comprar y vender). En el Derecho romano “merx” signifi-
caba el acto de comprar, puesto que “merx” era precisamente la cosa
objeto del contrato de compraventa.5 De esta manera, el término co-
mercio puede ser etimológicamente explicado como “con compra” o
“con mercancía”. Esta vinculación entre compraventa y comercio per-
dura en los siglos y queda recogida en las Etimologías de San Isidoro
de Sevilla cuando éste afirma: “El nombre de comercio deriva de ‘mer-
cancías’, denominación que aplicamos a las cosas que se pueden ven-
der. De donde la designación de ‘mercado’ dada a la reunión de
numerosas personas que suelen vender o comprar”.6 Más tarde, en la
España del siglo XVI, se acuña el verbo “mercar” como sinónimo de
vender, poniendo en evidencia las relaciones entre mercancía, com-
praventa y comercio.
Retornando al texto antes comentado de La Política y al supuesto
empleo impropio del término monopolio, cabe notar que pareciera
colegirse de aquél que el Estagirita usaba el vocablo “monopolio” so-
bre la base de la intercambiabilidad del término vendedor por el de
4
Así lo plantea Luis de Molina al conferir al contrato de compraventa la cualidad
de “contrato por excelencia” y calificarlo como “el más frecuente”. Véase MOLINA, Luis
de, Teoría del justo precio, Disputa 336, “De la compra-venta”, numeral 1º, p. 113, Edito-
ra Nacional, Madrid, 1981.
5
JUSTINIANO, Digesto, Libro XVIII, 1,1: “sic aliud est pretium, aliud merx”, Universi-
dad Nacional Autónoma de México, México, 1993.
6
SEVILLA, San Isidoro de, Etimologías, tomo I, Libro V, 25, 35, p. 527, Editorial BAC,
Madrid, 1993.
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LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
7
A RISTÓTELES, La Política, Libro I, 1258 b, p. 78, Editorial Gredos, Madrid, 2ª re-
impresión, 1999.
8
A QUINO, Santo Tomás de / A LVERNIA , Pedro de, Comentario a La Política de Aris-
tóteles, Nº 98, p. 94, Editorial Eunsa, Pamplona, 2001.
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9
Arts. 7º y ss., Tít. I, Libro I, Código de Comercio de la República de Chile.
34
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Un ejemplo de aplicación de esta acepción analógica lo encontramos en la Cons-
titución Política de la República, cuyo cap. III, art. 19 Nº 15, inciso 5º, prescribe: “Los
partidos políticos no podrán intervenir en actividades ajenas a las que les son propias
ni tener privilegio alguno o monopolio de la participación ciudadana...”.
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LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
de definición real explica el ser de una cosa por sus aspectos acci-
dentales o fenoménicos, v. gr., propiedades, causas, efectos, relacio-
nes; en tanto que la segunda clase de definición es la definición
propiamente dicha, la que da a conocer la naturaleza del objeto de-
finido acudiendo a su esencia, es decir, a “aquello por lo que una cosa
es lo que es”.11
A continuación trataremos las diversas definiciones reales de mo-
nopolio que ha construido la Economía.
La Economía, y particularmente aquella área de la microecono-
mía denominada Organización Industrial, ha trabajado y desarrolla-
do la noción de monopolio y las correlativas prácticas monopolísticas.
Semejante tarea no ha sido fácil y ha dado lugar a multiplicidad de
acepciones de la voz monopolio que intentaremos sintetizar en el pre-
sente capítulo.
Por otra parte, el monopolio ha devenido en una suerte de “co-
modín” explicativo para todas aquellas prácticas de negocios que re-
sultan incomprensibles para los economistas, lo que en opinión de R.
H. Coase no ha contribuido ciertamente al desarrollo de la organiza-
ción industrial, atendido el grado de desconocimiento de la estructu-
ra de mercado monopólica.12
Nuestro estudio del monopolio ante la Economía exige atender a
la noción más básica desarrollada por esta disciplina –que denomina-
remos monopolio puro–, la cual pareciera, por una parte, apoyarse
en la definición nominal tratada en el capítulo precedente y, por otra,
descansar en una definición real del tipo descriptivo. A continuación
de ello, trataremos el denominado monopolio parcial, que puede ser
considerado un concepto más operativo y útil que el de monopolio
puro, para luego tratar otras nociones más imprecisas y de menor uso
en la Economía.
Una adecuada comprensión del monopolio puro exige comenzar
por el análisis de su contrario: el paradigma de la competencia perfec-
ta, para luego dedicarnos al monopolio puro y al monopolio parcial.
11
AQUINO, Santo Tomás de, “El ente y la esencia”, en De los principios de la Natura-
leza, p. 56, Editorial Sarpe, Madrid, 1983. Si bien el término naturaleza ha devenido
equívoco en el mundo moderno, puede verse para una mayor claridad de las diversas
acepciones, HERVADA, Javier, Historia de la Ciencia del Derecho Natural, pp. 26 y ss., Edi-
ciones Universidad de Navarra, S.A., Pamplona, 1991.
12
COASE, R. H., The firm, the market and the law, p. 67, The University of Chicago
Press, Chicago and London, 1990.
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13
MACHLUP, Fritz, The political economy of monopoly. Business, labor and government
policies, pp. 12 y ss., Baltimore, The Johns Hopkins Press, USA, 1952.
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14
Esta acepción de competencia pura la acoge CHAMBERLIN, Edward H., en su Theory
of monopolistic competition, Chapter 1, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1933.
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LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
Esta noción exige libertad para que cualquiera pueda mover ilimita-
das cantidades de recursos productivos a cualquier mercado que le
parezca atractivo y no existan obstáculos artificiales –elaborados por
el hombre– al desplazamiento y empleo de los mismos. Esta situación
de perfecto acceso a cualquier mercado o actividad económica, si bien
escasa en la realidad, su ausencia en un grado significativo es consi-
derada característica del monopolio. La competencia perfecta no im-
plica que necesariamente todas y cada una de las unidades productivas
tengan la aptitud de movilizarse al menor estímulo. Se considera sufi-
ciente si una pequeña fracción de los factores productivos en uso ex-
hiben tal movilidad.
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15
SHIN, Jae K. & SIEGEL, Joel G., Dictionary of economics, p. 236, Ed. John Wiley &
Sons Inc., Nueva York, Estados Unidos, 1995.
Una definición muy semejante es la empleada por POSNER, Richard A., “ Natural
monopoly and its regulation”, p. 548, Stanford Law Review, volume 21 (1968-1969), al
señalar: “A firm that is the only seller of a product or service having no close substitutes
is said to enjoy a monopoly”.
16
ROBINSON, Joan, acuñó el término monopsony y lo difundió a través de su obra
The economics of imperfect competition, Macmillan & Co. Limited, Londres, 1938. Dicho
término se tradujo al español como monopsonio.
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17
BLAIR, Roger D. & HARRISON , Jeffrey L., Monopsony, p. 36, Princeton University
Press, 1993.
18
JÖHR , Walter Adolf, Fundamentos teóricos de la política económica. Libertad económi-
ca y competencia, p. 116 y también p. 146, Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 1958.
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LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
cado, sin perjuicio de que puedan imitarse unas a otras en ciertas con-
ductas anticompetitivas. Esto último resulta más evidente en los mer-
cados oligopólicos asimétricos.
Corresponde ahora desarrollar el concepto de monopolio puro,
advirtiendo que no trataremos la descripción de la oferta y de la de-
manda, sino que por efectos de simplicidad expositiva nos centrare-
mos en un monopolio de la oferta. En consecuencia, podrá siempre
suscitarse la discusión acerca de si lo dicho respecto del monopolio
puro de la oferta debe o no, y en qué términos, predicarse del mono-
polio puro de la demanda.
Para una adecuada comprensión del monopolio puro se hace ne-
cesario observar que la competencia mercantil,19 tanto en su dimen-
sión económica como jurídica, 20 admite diversos grados. A mayor
competencia mercantil, mayor proximidad al modelo económico de
competencia perfecta y menor semejanza con el paradigma del mo-
nopolio puro; y a la inversa, a menor competencia mercantil, menor
proximidad al modelo económico de competencia perfecta y mayor
semejanza con el paradigma del monopolio puro. No obstante que la
observación del mundo real muestra disímiles niveles de competen-
cia según el mercado concreto de que se trate, la Economía ha cons-
truido ciertos paradigmas para describir las estructuras de mercado
más relevantes que pueden suscitarse en cuanto a la intensidad de la
competencia mercantil. Entre tales paradigmas destacamos los extre-
mos: el de competencia perfecta (máxima competencia) y el de mo-
nopolio puro21 (nula competencia). Cabe observar que entre dichos
extremos se sitúan pluralidad de modelos correspondientes, entre
19
El adjetivo mercantil no pretende limitar la competencia al comercio excluyen-
do la industria, sino más bien contraponerla a otros géneros de competencia que caen
fuera del ámbito de aplicación de las legislaciones antimonopolios, v. gr., competen-
cia política, deportiva, etc., en tanto no revistan la forma de una actividad económica
propiamente dicha.
20
Para un análisis de la competencia en un sentido jurídico, véase VALDÉS PRIETO,
Domingo, La discriminación arbitraria en el derecho económico. Especialmente en la legislación
antimonopolio, pp. 95 y ss., Editorial Jurídica Ediar ConoSur Ltda. (LexisNexis), Santia-
go de Chile, 1992.
21
Hay quienes emplean la denominación de monopolio puro en sentido restrin-
gido. Así, Lerner, bajo la influencia de Joan Robinson, define al “monopolio puro”
exclusivamente en función de la oferta. En consecuencia, reserva aquella expresión
para la oferta y la de “monopsonio puro” para la demanda. Define el monopolio puro
como: “a case where one is confronted with a falling demand curve for the commodi-
ty one sells, but with a horizontal supply curve for the factors one has to buy for the
production of the commodity; so that one sells as a monopolist but buys in a perfect
market”. LERNER, Abba P., “The concept of monopoly and the measurement of mono-
poly power”, p. 11, en Essays in economic analysis, Macmillan & Co Ltd., London, 1953.
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22
Uno de los modelos intermedios más renombrados fue el desarrollado por
CLARK, J. M., en su obra Towards a workable competition (1940), el cual desarrolla la no-
ción de “competencia practicable” (a veces equiparada a la denominada competencia
eficaz por la Comunidad Económica Europea y a la competencia suficiente por la legis-
lación antimonopólica española) por oposición a la virtualmente inexistente compe-
tencia perfecta.
23
DEMSETZ, H., “Two systems of belief about monopoly”, en Industrial concentra-
tion: The new learning, pp. 166-171, Goldschmid, Mann and Weston, 1974.
24
POSNER, Richard A., Antitrust law, p. 8, The University of Chicago Press, Chica-
go and London, 1976, se equivoca al conceptualizar el monopolio en función del po-
der de mercado: “A monopolist is a seller (or group of sellers acting like a single seller)
who can change the price at which his product will sell in the market by changing the
quantity that he sells. This ‘power over price’, the essence of the economic concept of
monopoly, derives from...”.
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LERNER , Abba P., “The concept of monopoly and the measurement of monopoly
power”, p. 3, en Essays in economic analysis, London, Macmillan & Co. Ltd., 1953.
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26
SCHWARTZ, Alan, “A reexamination of nonsubstantive unconscionability”, p. 306,
en Foundations of contract law, por CRASWELL , R. y Schwartz, R., Oxford University Press,
New York and Oxford, 1994.
46
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Si un pequeño descenso en el precio va seguido de un aumento en la deman-
da, en la misma proporción, se dice que la elasticidad de la demanda es igual a la uni-
dad. A diferencia, si un pequeño descenso en el precio va seguido de un aumento en
la demanda, en mayor proporción que el correspondiente a aquel descenso, se dice
que la demanda es elástica. Por último, si un pequeño descenso en el precio es segui-
do de un aumento en la demanda, en menor proporción que el correspondiente a
aquel descenso, se dice que la demanda es inelástica. También se le ha definido como
el porcentaje de cambio en la cantidad ofertada dividido por el porcentaje de cambio
en el precio.
Es preciso observar que la Comunicación 372 de la Unión Europea (09/12/1997)
distingue entre: a) la elasticidad de la demanda, la cual según hemos explicado opera
en función de los precios de un producto X y sirve para medir la reacción de la de-
manda de X a una variación porcentual de su precio, y b) la elasticidad cruzada entre
los productos X e Y conceptualizada como la reacción de la demanda del producto X
a la variación porcentual del precio del producto Y.
28
ROBINSON, Joan, The economics of imperfect competition, p. 5, Macmillan & Co. Li-
mited, Londres, 1938.
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29
HENDERSON, J. M. & QUANDT, R. E., Teoría microeconómica: Una aproximación ma-
temática, p. 252, Ariel, Barcelona, España, 1985, 3ª edición.
53
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30
LIPSEY , Richard G., Introducción a la Economía positiva, p. 250, Editorial Vicens
Vives, Barcelona, España, 1993, 12ª edición.
31
En este sentido, la Comisión Resolutiva (actualmente Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia) creada por el Decreto Ley 211, de 1973, fue muy precisa al de-
finir ampliamente el poder de mercado: “...una sola empresa sería lo suficientemente
poderosa para determinar en importante medida los precios, cantidades, calidad y con-
diciones de venta de productos esenciales”, Resolución Nº 7, considerando 12.
32
American Tobacco Co. vs. United States, 328 U.S. 781 (1946).
33
LANDES, William M. & POSNER, Richard A., “Market power in antitrust cases”,
Harvard Law Review, vol. 94, number 5, p. 937, 1981.
Una definición muy semejante es la postulada por TIROLE, Jean, The theory of in-
dustrial organization, p. 67, The MIT Press, 1988: “a firm exercising monopoly power
over a given market can raise its price above marginal cost without loosing all its clients”.
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LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
lacionadas con éste, así como de ello dependerá quiénes son los co-
competidores del monopolista parcial.
El poder de mercado, puesto de otro modo, es la capacidad de
una empresa –o grupo de empresas actuando coordinadamente– de
desviar en su favor la rentabilidad que obtendrían los demandantes si
pagasen por el bien o servicio precios competitivos, esto es, precios
tales que el ingreso marginal iguale a su costo marginal. De allí que
el costo marginal sea útil para medir el poder de mercado; así, a ma-
yor diferencia positiva entre el precio efectivamente cobrado por un
bien y su costo marginal, mayor poder de mercado tendrá una em-
presa. Sobre esta base se construyó el Lerner Index,34 mediante el cual
se cuantifica el poder de mercado, en términos de costo marginal,
empleando la siguiente fórmula:
34
El Lerner Index fue desarrollado por LERNER, Abba P., “The concept of monopo-
ly and the measurement of monopoly power”, p. 26, en Essays in economic analysis, Lon-
don, Macmillan & Co. Ltd., 1953.
35
SAPELLI, Claudio, “Concentración y grupos económicos en Chile”, p. 72, en Es-
tudios Públicos Nº 88, Santiago de Chile, 2002.
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36
SCHERER, F. M., Industrial market structure and economic performance, p. 11, Houghton
Mifflin Company, 2nd edition, 1980: “Conversely, significant entry barriers are the sine
qua non of monopoly and oligopoly, for as we shall see in later chapters, sellers have
little or no enduring power over price when entry barriers are nonexistent”.
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LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
cer que dos bienes físicamente idénticos sean tratados como diferen-
tes y, por tanto, dar lugar a la creación de monopolios en los ámbitos
más inesperados. Lo anterior implica que la noción del “mismo bien”
debe ser reconducida a la sustituibilidad en el margen; así, habría que
modificar la terminología y en vez de aludir a las unidades de un bien
(units of commodities), referirnos a las unidades de acomodación
(units of accommodation).37 Esta aplicación del término monopolio
a naturales diferencias entre los productos de diversos competidores
ha sido fuertemente criticada por autores como F. Hayek, por su ca-
rácter abusivo e inductivo a confusión.
37
LERNER, Abba P., “The concept of monopoly and the measurement of monopo-
ly power”, pp. 21-24, en Essays in economic analysis, London, Macmillan & Co. Ltd., 1953.
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38
Es preciso advertir que la denominación “monopolio estructural” busca enfati-
zar un sentido descriptivo por contraste con un alcance antijurídico del monopolio y,
por lo mismo, no guarda relación alguna con la conocida escuela estructuralista en
materia antimonopólica, escuela que se halla en franca retirada del pensamiento eco-
nómico y jurídico actual.
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39
OPAZO BRULL , Ernesto, La Comisión Antimonopolios y estudio del Tít. V de la
Ley 13.305, p. 15, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1962.
40
AGUILAR ÁLVAREZ DE ALBA, Javier, “Características esenciales de la Ley Federal
de Competencia Económica”, p. 20, en Estudios en torno a la Ley Federal de Competencia
Económica, UNAM, México, 1994.
61
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41
TAMAMES, Ramón, La lucha contra los monopolios, p. 23, Editorial Tecnos, Madrid,
1961.
62
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42
Recuérdese las leyes y condiciones respecto de las cuales se exigió a Carlos V ju-
rar lealtad al momento de ser elegido emperador. Entre aquéllas, la signada con el nú-
mero 18 prescribía que Carlos V, junto a sus electores, debía elaborar un plan por medio
del cual los monopolios mercantiles que tan enormes daños habían causado a Alema-
nia fuesen reprimidos y el Emperador debía llevar a efecto y conclusión dicho plan. Ci-
tado por Johannes Althusius, Política (1603), p. 127, Liberty Fund, Indianapolis, 1995.
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43
Art. 21, Título Preliminar, Código Civil.
44
ASCARELLI, Tulio, Teoría de la concurrencia y de los bienes inmateriales, p. 22, Publi-
caciones del Real Colegio de España en Bolonia, Bosch Casa Editorial, Barcelona, 1970.
45
Resolución Nº 01/2004, II, considerando 10, emitida por el Tribunal de Defen-
sa de la Libre Competencia. Se califica de monopolio la fusión de las empresas con-
sultantes que, si bien alcanzarán un significativo grado de concentración de ciertos
mercados de las telecomunicaciones, no llegan a constituir un monopolio puro.
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LAS DEFINICIONES DE MONOPOLIO
46
Véase MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 345, numeral 2º, p. 140,
Editora Nacional, Madrid, 1981.
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3. LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO
DE MONOPOLIO
47
La definición de Justicia como virtud elaborada por el Aquinate es la siguiente:
“Justicia es el hábito según el cual cada uno, con constante y perpetua voluntad, da a
cada cual su derecho”. Confrontar AQUINO, Santo Tomás de, Suma Teológica, tomo VIII,
2-2 q.58 a.1, p. 271, Editorial BAC, Madrid, 1956.
69
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
cedente cumplir con éste dando a quien exhiba aquel título jurídico
lo que éste indica. De esta forma se realiza la Justicia, dándose a cada
cual lo suyo. Se dice que la Justica es acto segundo en cuanto presu-
pone determinar la existencia, validez y contenido de los menciona-
dos títulos jurídicos. Veamos cada uno de los términos que componen
la definición de Justicia.
La expresión “dar” ha de ser entendida en latísimo sentido, esto
es, comprensiva tanto de acciones como de omisiones, en cuya virtud
lo suyo de cada cual es atribuido. Esta atribución puede consistir en
transferir una cosa o en respetar lo ya transferido a otro. Así falta a la
justicia tanto el deudor que no paga una deuda como el ladrón que
hurta la propiedad de otro.
La fórmula “a cada uno” revela la alteridad implícita en la defini-
ción en comento. Es necesario que existan, a lo menos, dos personas:
una que debe dar lo debido y otra que debe recibir lo que le es debi-
do. Esa exigencia de una pluralidad de personas plantea que los suje-
tos intervinientes en una relación de justicia deben comportarse el uno
como deudor y el otro como acreedor. El que se trate de personas im-
plica que tales sujetos son personas naturales actuando directamente
o bien actuando a través de personas jurídicas. Las personas para ser
tales deben estar dotadas de entendimiento y voluntad; en el caso de
las personas jurídicas ello se logra por imputación a las personas na-
turales que operan como órganos de aquéllas. El derecho no exige
que entendimiento y voluntad se hallen en perfecto uso, sino que se
basta con que esencialmente se las tenga, aunque por circunstancias
somáticas o psíquicas, no puedan ejercitarse. Atendido que la Justicia
exige alteridad, esto es, ordenación de una persona a otra, resulta ma-
nifiesto que la Justicia no tiene por objeto toda la materia de la virtud
moral, sino solamente las acciones y cosas exteriores en cuanto que
por ellas una persona se coordina con otra.
Finalmente, “lo suyo” es precisamente aquello que, de conformi-
dad con los respectivos títulos jurídicos, se presenta como debido para
con cada uno de los sujetos de atribución. No debe esta frase llevar a
identificar el objeto de la justicia con el derecho real de propiedad,
sino que aquélla viene a significar la propiedad genérica debida, cons-
titutiva de todo derecho, también denominada “lo justo” (“dikaion”,
“iustum”, “debitum”), sobre la cual descansa todo acto de justicia. Esta
propiedad genérica recae sobre bienes exteriores, materiales o inma-
teriales (v. gr., la fama), así como sobre prestaciones o actividad de otra
persona (v. gr., si encargo y pago la pintura de un cuadro, adquiero el
derecho a exigir la ejecución del mismo). Así, el derecho es el objeto
de la justicia y este derecho ha de ser igual a lo señalado por el res-
pectivo título jurídico.
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RADBRUCH, Gustav, Arbitrariedad Legal y Derecho Supralegal, Editorial Abeledo-Pe-
rrot, Argentina, 1962, quien luego de pasar revista a algunos de los horrendos proce-
sos judiciales “formalmente perfectos” del régimen nacional socialista concluye: “Si
sobre la base de los principios desarrollados por nosotros se puede comprobar que la
ley aplicada no era derecho, que la medida de la pena aplicada, por ejemplo, la pena
de muerte decidida según libre apreciación, burlaba toda voluntad de justicia, enton-
ces se presenta objetivamente una violación del Derecho. Cabe preguntarse si jueces
que estaban tan afectados por el positivismo predominante, al punto de no conocer
otro Derecho que el legislado, podían tener el propósito de violar el Derecho cuando
aplicaban leyes positivas”.
49
AQUINO, Santo Tomás de, Opúsculo sobre el Gobierno de los Príncipes, I, 13 y 14,
pp. 278 y 279, Editorial Porrúa, México, 1990.
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50
MESSNER, Johannes, Ética Social, Política y Económica a la Luz del Derecho Natural,
Editorial Rialp S.A., España, 1967.
75
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51
LIRA PÉREZ, Osvaldo, Verdad y Libertad, p. 144, Ediciones Nueva Universidad,
Universidad Católica de Chile, Santiago, 1977. Luego de efectuar un profundo análi-
sis metafísico concluye: “...la Libertad es la facultad de autoposesión de un individuo
espiritual en la medida exacta de su espiritualidad”.
52
RÖPKE , Wilhelm, Más Allá de la Oferta y la Demanda, p. 132, Fomento de Cultura
Ediciones, Valencia, 1960.
53
BURROWS ACTON, Harry, The Morals of Markets and Related Essays, pp. 67 y ss.,
Liberty Fund, Indianápolis, EE.UU., 1993, obra en la cual el autor explica por qué la
Libre Competencia es diferente de la rivalidad.
54
A QUINO, Santo Tomás de, Comentario de la Ética a Nicómaco, Libro V, sección IV,
pp. 270 y ss., Ediciones CIAFIC, Buenos Aires, 1983.
76
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
55
RÖPKE, Wilhelm, Más Allá de la Oferta y la Demanda, p. 51, Fomento de Cultura
Ediciones, Valencia, 1960.
56
ROOVER, Raymond de, “Economía Escolástica”, p. 119, Estudios Públicos Nº 9, San-
tiago de Chile, 1983.
77
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
78
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
79
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
80
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
57
Es importante no confundir la competencia mercantil, sea libre o simulada, con
otras formas de competencia que no son propiamente mercantiles. A modo de ejem-
plo, señala Von Mises que “en un sistema totalitario la competencia social se manifies-
ta en la pugna por conseguir los favores de quienes detentan el poder”. VON MISES ,
Ludwig, La acción humana. Tratado de economía, p. 333, Unión Editorial S.A., 5ª edición,
Madrid, 1995. Esta forma de competencia, en nuestro concepto, no es mercantil, puesto
que no guarda relación con la disputa por clientela a la cual se pretenda atraer me-
diante mejores y más baratos bienes y servicios.
58
GALETOVIC, Alexander y SANHUEZA, Ricardo, “Regulación de Servicios Públicos:
¿Hacia dónde debemos ir?”, p. 103, Estudios Públicos Nº 85, Santiago de Chile.
81
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
59
Dictamen Nº 992/636 de la Comisión Preventiva Central, confirmado por el Tri-
bunal de Defensa de la Libre Competencia mediante Resolución Nº 480.
82
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
83
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
84
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
60
Mensaje Nº 132-346, II.1, p. 3 (mayo 17 de 2002).
61
CHAMBERLAIN , John, Las raíces del capitalismo, cap. IX, pp. 172-173, Ediciones Fo-
lio, Barcelona, 1996.
85
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
62
Diccionario de la Lengua Española, p. 1277, Espasa Calpe S.A., 21ª edición, Ma-
drid, 1992.
63
ACTON, H. B., The morals of markets: an ethical exploration, p. 70, Edited by David
Gordon and Jeremy Shearmur, Liberty Fund, Indianapolis, 1993.
86
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
64
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, pp. 58 y 59, The
Free Press, New York, 1993.
87
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
65
WITKER, Jorge, “Prácticas desleales y prácticas restrictivas”, p. 140, en Estudios en
torno a la Ley Federal de Competencia Económica, Universidad Nacional Autónoma de México,
1994.
88
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
66
Las sentencias Nº 10/2004 y Nº 8/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre Com-
petencia han dado aplicación a la mencionada letra c) del artículo tercero del Decre-
to Ley 211 al ocuparse de la competencia desleal.
89
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
3.2.2.1. Preámbulo
67
La Sherman Act de los Estados Unidos de América (1890) menciona, en sus
secciones 1, 2 y 3, diversas conductas “in restraint of trade or commerce”, por oposi-
ción a los cuerpos legales más modernos que aluden a las restricciones a la libre com-
petencia. La fórmula empleada por la Sherman Act tiene una amplia significación que
comprende toda actividad mercantil desarrollada para la subsistencia o el lucro, la cual
incluye la negociación, los tratos, las conmutaciones, la venta, el trueque, los cambios,
etc. La jurisprudencia antimonopólica estadounidense ha conferido a la voz “commer-
ce” una significación que excede el tráfico mercantil, aplicándose a toda conmutación
o intercambio. A diferencia, dicha jurisprudencia ha restringido el vocablo “trade” a
las operaciones de compra y venta y, por tanto, a compradores y vendedores. La ex-
presión “in restraint of trade” ha resultado demasiado amplia para capturar el bien
jurídico libre competencia, puesto que aquélla exhibe una significación extremada-
mente laxa a la luz del Common Law, que dice más bien relación con las limitaciones
contractuales que una persona impone a otra para realizar un comercio específico en
un determinado lugar y por cierto tiempo. Así, el dilema se suscita con aquellas res-
tricciones contractuales que no conculcan la libre competencia.
90
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
68
MOLINA, Luis de, De justitia et jure, Tract. 2 (De contractibus) disp. 348, Nº 4 y
disp. 364., Nº 13. En lengua española puede consultarse una traducción parcial de la
obra mencionada bajo el título Teoría del justo precio, Editora Nacional, Madrid, 1981.
69
Expresión recogida en el Mensaje del Ejecutivo al Código de Comercio de la
República de Chile (1865), p. 12, duodécima edición.
70
AQUINO, Santo Tomás de, Comentario de la Ética a Nicómaco, Libro I, Lección I,
4, p. 4, Ediciones CIAFIC, Buenos Aires, 1983. Confrontar con artículo primero, inci-
so cuarto, de la Constitución Política de la República.
91
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
71
Mensaje Nº 132-346, II.5, p. 5 (mayo 17 de 2002).
92
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
93
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
cho bien sea humano y tenga que ver con la vida en sociedad. Si ade-
más de las condiciones anteriores, tal bien está caracterizado por la
alteridad y atañe a lo propio de cada cual, será de interés de la justi-
cia. Esto último ciertamente ocurre con la libre competencia, que da
cuenta de uno de los bienes fundamentales que ha de respetarse en
el desarrollo de las actividades económicas, que son parte fundamen-
tal del entramado de relaciones que tienen lugar entre los miembros
de una sociedad civil. Luego, la libre competencia no puede estar or-
denada al bienestar de los consumidores, sino que ha de estarlo al bien-
estar de todos los miembros de la nación que desarrollan actividades
económicas. Resulta a este punto discutible si los consumidores son
sólo los consumidores finales o bien cualquiera que demanda un bien,
aunque sea para emplearlo como un insumo en la producción de otros
bienes. Si se adoptara esta última posición, aun se estaría excluyendo
el segmento de los competidores oferentes, cuya libertad de empren-
dimiento debe ser salvaguardada, según lo manifiesta el bien jurídico
intermedio ya mencionado consistente en el desarrollo de actividades
económicas. Por lo anterior, la referencia al bienestar de los consumi-
dores es insuficiente, puesto que se ha omitido el bienestar de los ofe-
rentes de bienes y servicios que gracias a la libre competencia ven
preservada y salvaguardada su libertad de emprendimiento. En efec-
to, el bien que se deriva de la libre competencia trasciende a los con-
sumidores, puesto que se ordena al bien común de la nación; de allí
que los beneficiados son todos los integrantes de la sociedad civil y,
particularmente, todos los oferentes y demandantes, cualquiera que
sea la fase productiva en la cual intervengan, y sin distinción de si se
trata de productores, comerciantes, distribuidores o consumidores. Así,
todas las personas que pueden ejercitar su libertad económica en el
ámbito de la competencia mercantil sin injustas interferencias se ven
beneficiadas por la tutela de la libre competencia, sean consumidores
o no.
De lo expuesto se sigue que se ha confundido, en el proyecto de
ley enviado al H. Senado, la esencia de un bien jurídico protegido
–valioso per se, según demostraremos– con las funciones que éste ge-
neralmente desempeña en la vida social, las que han sido elevadas a
la categoría de bienes jurídicos tutelados sin percibirse su no realiza-
ción plena o su contradictoriedad en determinados escenarios. Estas
funciones serán tratadas en un capítulo destinado a exponer nuestra
visión del bien jurídico tutelado libre competencia.
Por otra parte, el citado artículo primero del proyecto de ley ori-
ginario dio lugar a un debate acerca de en qué sentido la libre com-
petencia ostenta el carácter de medio. Ciertamente que la libre
competencia no sólo es un bien jurídico en sí mismo, sino que tal ca-
94
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
lidad no se opone a que sea medio para la consecución del bien co-
mún civil. Así, cabe señalar que la libertad es un bien y no destruye
tal cualidad el hecho de que la libertad sea un medio para el perfec-
cionamiento espiritual o intelectual de una persona. Algo análogo
acontece con la libre competencia, que es un bien en sí y por ello lo
tutela el Decreto Ley 211; si no fuera un bien en sí, lo lógico sería que
nuestro Derecho antimonopólico tutelase aquello para lo cual sirve
la libre competencia y que constituye un bien en sí y no la libre com-
petencia misma. Por lo anterior, la libre competencia es digna de tu-
tela por sí misma; de allí que recibe el preciso calificativo de bien
jurídico tutelado y, adicionalmente, es medio para la consecución del
bien común de la nación. En lo anterior reside la importancia de una
recta interpretación de qué es la libre competencia, que es precisa-
mente el objeto de la presente sección de esta obra.
Dicho texto –el contemplado en la versión originaria del proyec-
to de reforma del Decreto Ley 211– no tuvo buena acogida, puesto
que se estimó que la libre competencia aparecía como un medio para
alcanzar multiplicidad de bienes jurídicos, los cuales no necesariamen-
te coincidían en cuanto a su logro. De esa forma, podía ocurrir que
una determinada conducta apareciera justificada ante el Decreto
Ley 211 por corresponder a uno de los bienes jurídicos mencionados
y, sin embargo, fuese contraria a otro de los formulados como finali-
dades de la libre competencia. Así se concluyó que una situación como
la descrita sería fuente de una jurisprudencia incoherente y, por tan-
to, frustraría la predictibilidad de las conductas a reprochar, buscada
por el mencionado proyecto de ley. En efecto, bajo tal contradictorie-
dad de bienes jurídicos, no puede haber razonabilidad en el cumpli-
miento del Decreto Ley 211 por los competidores y en su aplicación
por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
Atendido lo expuesto fue que, con fecha 11 de julio de 2002, la
Comisión de Economía del Senado, luego de haber concedido diver-
sas audiencias en las que fueron expuestas observaciones a la proble-
mática del bien jurídico protegido, resolvió por unanimidad que el
proyecto en comento había fallado en definir el bien jurídico protegi-
do y que, en consecuencia, en tanto no se subsanara tal falencia, no era
posible tipificar las conductas vulneratorias de la libre competencia.
Finalmente, luego de múltiples debates y controversias que tuvie-
ron lugar en el Senado y la Cámara de Diputados, en septiembre de
2003 se aprobó por el Congreso la reforma al Decreto Ley 211, que
fue publicada en el Diario Oficial con fecha 14 de noviembre de 2003
y bajo la forma de la Ley 19.911. Dicha ley contempló un nuevo ar-
tículo primero, según el cual se optó por no intentar explicar qué es
la libre competencia, sino más bien por meramente enunciar este bien
95
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
72
Art. 70 de la Ley de Servicios Sanitarios, contenida en el DFL Nº 382, que pres-
cribe: “La coordinación de las empresas prestadoras, sus administradores, directores o
empleados, así como cualquier otro acto o convención tendiente a distorsionar o en-
cubrir la información de costos de prestación del servicio con el fin de influir en la
obtención de tarifas más altas en el proceso de fijación tarifaria, será considerado con-
trario a la libre competencia”. Dicha disposición fue introducida en la Ley de Servi-
cios Sanitarios por el art. 1º de la Ley 19.549.
96
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
73
BORK, Robert H., The antitrust paradox, p. 58, The Free Press, New York, 1993.
Señala este autor: “The polar models of the Clayton Act and its various amendments,
therefore, are ‘competition’ and ‘monopoly’. Since these are models derived from eco-
nomics rather than sociology or political science, this usage would seem to rule out all
but economic goals”.
74
DEWEY, Donald, “The economic theory of antitrust: Science or religion?”, 50 Va.
L. Rev., 413-434, 1964.
97
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
A. LA AUTONOMÍA PRIVADA
A.1. Libre albedrío y autonomía privada
Es importante no identificar la autonomía privada con las libertades
innatas del hombre (libertad trascendental del entendimiento, liber-
tad trascendental de la voluntad y libertad de albedrío), que si bien
son nociones relacionadas, exhiben importantes diferencias de ámbi-
to y contenido. La libertad de albedrío es un atributo de la naturale-
za racional que caracteriza a todo ser humano y que consiste en la
capacidad que la voluntad humana tiene de autodeterminarse.75 Di-
cha libertad de albedrío es fundamento de la autonomía privada, pero
aquélla trasciende a esta última en cuanto comprende toda actividad
propiamente humana, se haya exteriorizado o no, a diferencia de la
autonomía privada que, según explicaremos, sólo opera en relación
con cierta actividad humana de relevancia jurídica, que necesariamente
requiere exteriorización. En otras palabras, mientras la autonomía pri-
vada es una noción desarrollada por la ciencia jurídica –es una forma
de libertad adquirida de naturaleza política o civil (lato sensu)– para
describir la noción de una potencia que permite generar normas jurí-
dicas y que por tanto se agota en los límites del Derecho, la libertad
de albedrío es una noción filosófica que trasciende la anterior en cuan-
to resulta indispensable para comprender a cabalidad el ser humano
y su actividad deliberada, sea ésta jurídica o extra-jurídica. Ciertamente
75
MILLÁN PUELLES, Antonio, Léxico filosófico, p. 403, Ediciones Rialp S. A., Madrid,
1984.
98
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
99
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
76
F ERRI, Luigi, La autonomía privada, p. 58, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1969.
100
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
101
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
normas son captadas y formuladas por el intelecto que percibe los fi-
nes, correspondiendo a la voluntad resolver su ejecución y puesta en
práctica; de allí que es falso que los actos jurídicos sólo tengan por
causa inmediata la voluntad de la parte o de las partes intervinientes
en los mismos, y ii) por lo anterior, la autonomía no es un atributo
predicable de la voluntad del sujeto, sino que es predicable del sujeto
mismo; en otras palabras, esta esfera de autogobierno pertenece a la
persona y no a su voluntad: no debe olvidarse el principio según el
cual los actos son de las personas y no de sus facultades. En efecto, la
voluntad interviene en la puesta en ejercicio de este poder normati-
vo, pero ante todo interviene el intelecto que capta los fines que se
presentan como bienes o realidades convenientes al sujeto, a objeto
de que éste delibere sobre los mismos y con su voluntad resuelva cuál
de ellos ha de procurarse. Por lo expuesto, todo acto o actualización
de la autonomía privada exige la concurrencia de las facultades supe-
riores del hombre: intelecto y voluntad en la prosecución de un bien
jurídico que ha de alcanzar mediante la emisión de normas jurídicas
autónomas. Estas normas jurídicas autónomas pueden tener por ob-
jeto la constitución, modificación o extinción de relaciones jurídicas,
que no son sino normas jurídicas.
Asimismo, es importante advertir que la noción de autonomía pri-
vada que se analiza en este estudio es un concepto jurídico que da
cuenta de la actividad normativa de los privados, cuya defensa no im-
porta en forma alguna adhesión a la idea kantiana de una “autono-
mía de la voluntad” como principio supremo de la moralidad. Así
como la realidad jurídica descrita bajo los vocablos “autonomía priva-
da” no es creación del kantismo, tampoco aquélla es creación del li-
beralismo.77 En efecto, el liberalismo acogió este fundamental principio
jurídico y lo hizo suyo, lo cual en forma alguna significa que no fuese
un principio pre-existente en el Derecho y perfectamente dotado de
contenido y valor. Sólo los sistemas totalitarios han negado, ora explí-
cita ora implícitamente, el principio de la autonomía privada, porque
77
GORDLEY, James, The philosophical origins of modern contract doctrine, Chapter 8,
pp. 215-216 y 224, Clarendon Press, Oxford University Press, 1992. Afirma este nota-
ble autor: “In the writings of the nineteenth-century will theorists, moreover, we find
little direct borrowing from philosophers, economists, or political theorists. Only rare-
ly do we find any sign of a commitment to liberal values or freedom or individualism.
We find almost the opposite: an insistence that the jurist can do his job without taking
account of economics, philosophy, politics, or values such as freedom”. Luego, Gor-
dley cita a una historiadora de la filosofía del derecho: “Although she [Ranouil] belie-
ves the jurists were inspired by the teaching of Kant, she herself notes that they did
not describe the will as Kant did; indeed, they never seem to have read Kant”.
102
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
103
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
78
CASTRO Y BRAVO, Federico de, Temas de Derecho Civil, pp. 135 y ss., Editorial Ri-
vadeneyra S.A., Madrid, 1976.
104
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
79
GONZÁLEZ ÁLVAREZ, Ángel, “El principio de subsidiariedad y la naturaleza del
hombre”, Revista Verbo, Serie XX, Nos 191-192, p. 37, Madrid, 1981.
105
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
80
Actas Comisión de Estudio de la Nueva Constitución, Sesión 388.
106
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
81
Destacamos el carácter real de la sociedad civil y su naturaleza accidental. Jere-
mías Bentham negó las categorías metafísicas y con ello olvidó las realidades acciden-
tales, llegando a afirmar que la sociedad política era un “organismo ficticio”. Jeremías
Bentham, “Introducción a los principios de la Moral y la Legislación”, cap. I, Nº IV,
p. 46, en Antología, Ediciones Península, Barcelona, 1991. “El interés de la comunidad
es una de las expresiones más generales que se puede encontrar en la fraseología de
la moral; no hay duda de que su significado se pierde a menudo. Si acaso tiene un
significado es el siguiente: la comunidad es un cuerpo ficticio, compuesto por perso-
nas individuales que se considera que lo constituyen en tanto que son sus miembros.
¿Qué es entonces el interés de la comunidad? La suma de los intereses de los di-
versos miembros que la componen”.
107
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
82
Para un estudio de los sujetos jurídicos colectivos, véase, MADRID RAMÍREZ, Raúl,
“Derecho e interés sobre la (no) necesidad de los derechos colectivos”., en El Derecho
natural en la realidad social y jurídica, S. Castaño - E. Soto Kloss Editores, Universidad
Santo Tomás, Santiago de Chile, 2005.
108
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
83
F ERRI, Luigi, La autonomía privada, p. 42, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1969.
84
Véase, ERRÁZURIZ MACKENNA, Carlos José, Introducción Crítica a la Doctrina Jurí-
dica de Kelsen, pp. 47-49, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1987.
109
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
85
Véase Merza S.A. con Subsecretario de Pesca, Rol Nº 2.798-95, del 14 de julio
de 1995, considerando 5º. Este establece que el propósito del art. 19 Nº 21 de la Cons-
titución Política de la República es conferir a los particulares una intervención prefe-
rente en el desarrollo de las actividades económicas, reservándose, a diferencia, para
el Estado sólo un rol subsidiario en ese ámbito.
110
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
111
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
86
STREETER PRIETO, Jorge, “Documento de trabajo sobre la enmienda del D.L.
Nº 211 (1973)”, pp. 38 y 41, en Modificación de la ley de defensa de la competencia, PHILIPPI,
YRARRÁZAVAL, Pulido & Brunner Ltda., Santiago de Chile, 2002.
112
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
87
STREETER PRIETO, Jorge, “Libre competencia y libertad de contratación”, p. 44,
en El día de la competencia (de fecha 30 de octubre de 2003), Fiscalía Nacional Econó-
mica, Santiago de Chile, 2004.
88
Así lo reconoce implícitamente el art. 3º, inciso primero, del Decreto Ley 211
que consagra el tipo universal antimonopólico.
113
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
114
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
115
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
89
Resolución Nº 56, vistos 3º, párrafo 7º.
90
En relación con esta clasificación, seguiremos el completo trabajo de A RÓSTICA
MALDONADO, Iván, Derecho administrativo económico, cap. IV, Escuela de Derecho, Uni-
versidad Santo Tomás, Santiago de Chile, 2001.
91
El Mercurio de Santiago, B1, 09.02.05. Confrontar www.svs.cl., donde aparece el
Estado exhibiendo cuarenta y una empresas como integrantes de su grupo empresa-
rial.
116
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
92
Recuérdese la Resolución Nº 41, dictada con motivo de la investigación contra
Enacar por favorecer con el transporte marítimo de toda su producción a Empremar.
117
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
93
Sentencia del Tribunal Constitucional del 4 de noviembre de 1996, Rol Nº 249,
considerando 3º.
94
Resolución Nº 465 de la Comisión Resolutiva, mediante la cual se acogió la de-
nuncia de la Asociación de Empresas de Servicio Público A.G. contra Empresa de Fe-
rrocarriles del Estado, en cuanto esta última debe abstenerse de imponer multas u otras
sanciones similares –como desconexión de los tendidos por falta de pago–, ya que para
tales efectos deberá recurrir a la justicia ordinaria. Se precisó por dicha resolución que
el asunto denunciado era un asunto de libre competencia y que el Tribunal de Defen-
sa de la Libre Competencia –a la sazón Comisión Resolutiva– era competente para co-
nocer de los antes indicados atentados contra ese bien jurídico tutelado.
95
Resolución Nº 144 de la Comisión Resolutiva, mediante la cual se constató la po-
sición dominante ostentada por Enami y el abuso en que ésta incurrió al exigir que toda
la producción de los mineros que habían recibido créditos y avales de Enami debía ser
vendida a ésta en forma exclusiva. Esta cláusula de exclusividad subsistía incluso más allá
del período en que se hubiese pagado la totalidad de la deuda contraída con Enami.
96
F ERRI, Luigi, La autonomía privada, p. 12, Editorial Revista de Derecho Privado,
Madrid, 1969.
118
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
97
Dictamen 20.108 (1994), Contraloría General de la República.
98
Dictamen 9.008 (1992), Contraloría General de la República.
119
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
A.8. Conclusión
Estimamos que si una persona jurídica se halla regida por su autono-
mía privada o por una forma de heteronomía, ello es un asunto aje-
no a la libre competencia. Esta última noción –según explicaremos en
el capítulo relativo a nuestra concepción de la libre competencia–
apunta a una libertad para competir por parte de los sujetos de dere-
cho, que será independiente de si los intereses buscados son públicos
o privados, heterónomos o autónomos. Así, no debe identificarse la
génesis de la resolución de competir con la resolución misma de com-
petir.
La libertad a que alude el Decreto Ley 211 es una libertad para
competir en los términos que cada persona ha resuelto y que esa re-
solución no sea perturbada por otro competidor. La génesis de lo re-
suelto es algo que no interesa a la libre competencia, en tanto no
resulte de la imposición o abuso de otro competidor y, por tanto, esta
libertad no tutela una determinada forma de génesis de las decisio-
nes, sino que la libertad para decidir si se compite o no y adoptada
que sea la decisión de competir, no será aceptable la interferencia de
otros competidores o autoridades públicas en los medios y formas es-
pecíficas de competir en tanto que ello no contravenga los conteni-
dos de orden público, de la moral y de las buenas costumbres. Asunto
120
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
121
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
99
GUERRERO, Roberto, Sesión 384 de la Comisión de Estudio de la Nueva Consti-
tución.
122
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
123
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
124
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
125
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
100
Sentencia del Tribunal Supremo español, Sala 4ª, de fecha 21 de febrero de 1984.
101
FERNÁNDEZ CONCHA, Rafael, Filosofía del Derecho, tomo II, pp. 332 y 333, Edito-
rial Tipografía Católica, Barcelona, España, 1888.
126
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
102
A RAGÓN REYES, Manuel, Libertades económicas y estado social, p. 29, McGraw Hill,
Madrid, 1995.
127
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
128
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
103
Dictamen Nº 992/636 de la Comisión Preventiva Central, confirmado por la
Comisión Resolutiva (hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia) mediante
Resolución Nº 480, en el cual se cita Oficio Nº 725 de la Dirección General de Aguas.
104
Cabe observar que la acción de amparo económico, regulada en el artículo
único de la Ley 18.971, ha experimentado una interesante evolución jurisprudencial:
originariamente se estimaba que sólo procedía con motivo del inciso segundo del
art. 19, Nº 21 de la Constitución; más tarde se aceptó su extensión a la tutela del inci-
so primero de dicha disposición constitucional y, actualmente, en recientes fallos se
tiende a excluir esta acción constitucional de la tutela de meras amenazas al derecho
a desarrollar cualquier actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden
público o a la seguridad nacional.
129
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
105
SOTO KLOSS, Eduardo, ARÓSTICA MALDONADO, Iván y MENDOZA ZÚÑIGA, Ra-
miro, “Derechos municipales por publicidad caminera”, p. 78, Revista de Derecho Admi-
nistrativo Económico, vol. III, Nº 1, enero-junio 2001, Santiago de Chile.
130
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131
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106
VECCHIO, Giorgio del, Los principios generales del Derecho, p. 86, Editorial Bosch,
Barcelona, 2ª edición, 1948.
107
Diccionario de la Lengua Española, “Regular”, 2ª acepción, p. 1246, Vigésima
Primera Edición, Madrid, 1992.
132
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
108
Resolución Nº 368, considerando 5º, Comisión Resolutiva.
109
Resolución Nº 368, considerando 12º, Comisión Resolutiva. En este mismo sen-
tido, obsérvese también el considerando 23, de esta misma resolución.
133
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
B.1.7. Destinatarios
La garantía constitucional preceptuada en el inciso primero del art. 19,
Nº 21 tutela una libertad económica que adopta la forma de un dere-
cho esencial y que, al igual que la libre competencia del Decreto
Ley 211, puede ser invocada tanto por personas privadas como públi-
cas, debiendo sí estas últimas hallarse debidamente autorizadas para
desarrollar actividades económicas. Así, por ejemplo, el Banco del Es-
tado podría ser atacado en su libertad económica por un monopolio
bancario que pretendiera expulsarlo del mercado mediante precios
predatorios o bien por alguna autoridad pública que le entorpeciese
indebidamente el ejercicio de semejante libertad, v. gr., la Superinten-
dencia de Bancos e Instituciones Financieras. Nos basamos para esta
conclusión en el hecho de que esta garantía del inciso primero está
diseñada para toda clase de personas públicas y privadas y si se trata
de una empresa estatal, ha debido previamente el Estado y sus orga-
nismos dar cumplimiento al inciso segundo del art. 19, Nº 21 de la
Constitución que contiene el principio de la restricción del Estado
Empresario. En otras palabras, una vez cumplido el inciso segundo del
art. 19, Nº 21 y el principio de la subsidiariedad por el Estado y sus
organismos, éstos podrán desarrollar actividades económicas, activida-
des entre las cuales se hallan las empresariales; luego de ello, las em-
presas estatales deberán ceñirse a la legislación común aplicable a los
particulares, esto es, lo dispuesto en el inciso primero del art. 19, Nº 21,
el Decreto Ley 211 que contiene la parte principal de la legislación
antimonopólica y la legislación sectorial que resultare pertinente.
Ambas libertades, la de la garantía constitucional del art. 19, Nº 21
y la de la libre competencia, están formuladas en términos de brindar
protección no sólo respecto de las autoridades públicas y empresas
públicas, sino que también respecto de los privados. Sin embargo, di-
fieren por el hecho de que ostentando rango constitucional la garan-
tía del art. 19, Nº 21, ésta alcanza al legislador, al administrador, al
juzgador, al Contralor y al Banco Central de Chile, además de todo
privado. A diferencia, el Decreto Ley 211, que regula la libre compe-
tencia, alcanza a todos los anteriores con exclusión del legislador. Ello
es la natural consecuencia de la diferente jerarquía de tales fuentes
normativas; no obstante lo anterior, surge la pregunta de si existe una
134
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
135
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
110
Sesión 388, de 27 de junio de 1978, de la Comisión de Estudio de la Nueva
Constitución.
111
Podría suscitarse alguna discusión respecto de este aserto según se interpreta-
ra que la ocupación no es un hecho, sino que un acto jurídico. De cualquier forma, se
trata de un modo de adquirir el dominio y, por tanto, podría sostenerse que la ocupa-
ción es ejercicio de autonomía privada.
136
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
112
FELIÚ SEGOVIA, Olga, “Derecho y Tribunal de la Competencia”, artículo publi-
cado en el Diario Financiero con fecha 22.10.02.
113
La noción de justicia distributiva aquí empleada es la de los clásicos, que resul-
ta explicada en la Sección I de nuestra obra La discriminación arbitraria en el derecho eco-
nómico, Editorial Jurídica Conosur Ltda. (LexisNexis), Santiago de Chile, 1992. Por
tanto, no nos referimos a otras nociones de justicia distributiva más restringidas que
han sido desarrolladas recientemente.
137
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
última. A nuestro juicio, tal temor sólo puede quedar explicado por
un desconocimiento del concepto y alcance de la justicia entre los clá-
sicos y de la esencialidad de la justicia en la comprensión del Dere-
cho y de la vida en sociedad; en efecto, no puede haber nada más
injusto que el igualitarismo, puesto que supone olvidar los títulos que
reconoce la justicia distributiva y que llevan a las evidentes diferencias
en la titularidad de derechos que ostentan las personas.
Se ha planteado concretamente que la libre competencia consis-
tiría en una particular forma de justicia distributiva, cuyo objeto sería
la igualdad de oportunidades para competir. Lo anterior exige intro-
ducir ciertas precisiones:
En primer lugar, esta igualdad es de oportunidades, no se trata
de una igualdad de resultados. En otras palabras, los competidores no
deben arribar a la misma meta,114 v. gr., mismo porcentaje de cliente-
la, mismas utilidades, etc., sino que han de comenzar su carrera por
captar clientela desde la misma partida; así, en cada mercado relevan-
te triunfará quien, ajustándose a Derecho, resulte más eficiente en la
obtención de más y mejores contratos con la clientela.
La segunda precisión apunta a que la igualdad en la partida es para
efectos de tener la oportunidad de competir y no para efectos de ob-
tener una igualdad artificial entre competidores, lo que podría llevar
a dilemas insolubles atendidas las reales diferencias de capital, mane-
jo tecnológico, nivel gerencial, etc., existentes entre competidores. Una
igualdad absoluta –y por tanto artificial– entre competidores exigiría
revisar a nivel de las personas naturales que componen cada una de
las empresas en competencia, a lo menos, lo siguiente: i) las virtudes,
habilidades, destrezas y otros activos disponibles de cada una de esas
personas naturales; ii) los talentos y capacidades heredados por cada
una de ellas; iii) los esfuerzos efectivos que cada una de ellas desplie-
ga en el proceso competencial, y iv) las características de la oferta y la
demanda del mercado en el cual intervienen las empresas competi-
doras en las cuales participan esas personas naturales.
Si lo buscado fuese una igualdad en la partida entre las caracte-
rísticas de los competidores, ello haría imposible la libre competen-
114
Como bien lo ejemplifica Erhard: “...no se puede dar al empresario ninguna
garantía de que en el precio se le restituyan los gastos efectuados. Si un cartel preten-
diese apoyarse en tesis morales tan peligrosas resultaría de aquí la consecuencia forzo-
sa de que el empresario ya no podría hacer valer ninguna razón de ser; su cometido,
que ya no sería más que puramente técnico y administrativo, podría cumplirlo tam-
bién cualquier funcionario adiestrado. Y, en consecuencia, tampoco le corresponde
ya ninguna ganancia de empresario”. ERHARD, Ludwig, Bienestar para todos, cap. VII,
p. 137, Ediciones Folio, Barcelona, 1997.
138
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
139
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
115
GARRIGUES, Joaquín, “La defensa de la competencia mercantil”, p. 142, en Te-
mas de Derecho vivo, Editorial Tecnos, Madrid, 1978.
140
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
141
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
116
Atlantic Richfield Co. versus USA Petroleum Co. (1990).
117
Section 7, Clayton Act de los Estados Unidos de América. Este pasaje da lugar
a la denominada “failing company doctrine”, según la cual se permiten ciertas fusio-
142
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
143
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
118
SCHUMACHER, E. F., Small is beautiful, pp. 63 y ss., Perennial Library, New York,
1975.
144
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
119
Así lo confirma BORK , Robert H., The antitrust paradox, pp. 7 y 51, The Free
Press, New York, 1993. En “United States versus Aluminum Co. of America”, manifes-
tó el juez Hand: “We have been speaking only of the economic reasons which forbid
monopoly; but (...) there are others, based upon the belief that great industrial conso-
lidations are inherently undesirable, regardless of their economic results. In the deba-
tes in Congress Senator Sherman himself (...) showed that among the purposes of
Congress in 1890 was a desire to put an end to great aggregations of capital because
of the helplessness of the individual before them. Throughtout the history of these
statutes [the antitrust laws, including the Sherman Act] it has been constantly assu-
med that one of their purposes was to perpetuate and preserve, for its own sake and
in spite of possible cost, an organization of industry in small units which can effective-
ly compete with each other”.
120
KORAH, Valentine, “An Introductory Guide to EC Competition Law and Practice”,
p. 106, Ed. Maxwell, 1994. Afirma esta autora: “Mi preocupación es que las normas de
competencia no se están usando para permitir a las empresas eficientes crecer a costa
de las ineficientes, sino para proteger a las pequeñas y medianas empresas a expensas
de las eficientes o más grandes”.
145
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
146
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
121
Diario de Sesiones del Senado, República de Chile, Legislatura 347ª, Ordina-
ria, Sesión 25ª, 3 de septiembre de 2002, p. 48.
122
Ley 19.496, artículo segundo, inciso primero.
147
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
148
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
123
Art. 13, Ley 19.496: “Los proveedores no podrán negar injustificadamente la
venta de bienes o la prestación de servicios comprendidos en sus respectivos giros en
las condiciones ofrecidas”.
124
Art. 1º, numeral 1º, Ley Nº 19.496: “Consumidores o usuarios: las personas na-
turales o jurídicas que, en virtud de cualquier acto jurídico oneroso, adquieren, utili-
zan o disfrutan, como destinatarios finales, bienes o servicios”.
149
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
125
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, pp. 7 y 61, The
Free Press, New York, 1993.
126
BORK, Robert H., obra citada, pp. 7 y 91, The Free Press, New York, 1993.
150
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
F. LA EFICIENCIA ECONÓMICA
La eficiencia, en un sentido económico, es la utilización de los recur-
sos económicos que reporta el máximo nivel de satisfacción posible
con los factores y la tecnología dados.
Es importante observar que existen dos nociones principales de efi-
ciencia económica empleadas en el ámbito antimonopólico: la que se
refiere a la asignación de recursos productivos (“allocative efficiency”,
“economic efficiency” o “Pareto efficiency”) y la que alude a la eficien-
cia interna de un competidor (“internal”, “technical efficiency” o “pro-
ductive efficiency”). Comenzaremos analizando esta última, atendida
su mayor simplicidad, para luego concentrarnos en la asignación de
los recursos productivos.
Es preciso observar que, en concepto de la Economía, estas dos
clases de eficiencia integran la eficiencia total, la que a su vez deter-
mina el nivel de riqueza de una nación.
127
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, p. 90, The Free
Press, New York, 1993. Afirma este jurista: “Consumer welfare is greatest when society’s
economic resources are allocated so that consumers are able to satisfy their wants as
fully as technological constraints permit. Consumer welfare, in this sense, is merely ano-
ther term for the wealth of the nation”.
151
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
128
COOTER, Robert y U LEN, Thomas, Derecho y Economía, p. 25, Fondo de Cultura
Económica, México, 1998.
129
BORK, Robert H., The antitrust paradox. A policy at war with itself, p. 105, The Free
Press, New York, 1993.
152
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
130
POSNER, Richard A., Economic analysis of law, Part I, Chapter I, p. 13, Little, Brown
& Company, 4th edition, Boston, Toronto, London, 1992.
153
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
131
BENTHAM, Jeremías, Tratados de legislación civil y penal, tomo I, capítulo I, pp. 4,
5 y 6, Imprenta de D. Pedro Beaume, Burdeos, 1829. Afirma el fundador del utilitaris-
mo: “La naturaleza ha puesto al hombre bajo el imperio del placer y del dolor: a ellos
debemos todas nuestras ideas, de ellos nos vienen todos nuestros juicios y todas las
determinaciones de nuestra vida. (...) Soy partidario del principio de la utilidad cuan-
do mido mi aprobación o desaprobación de un acto privado o público, por su ten-
dencia a producir penas o placeres: cuando me sirvo de las voces justo, injusto, moral,
inmoral, bueno, malo, como de términos colectivos que espresan ideas de ciertas pe-
nas y de ciertos placeres, sin darles otro algún sentido; bien entendido que tomo estas
palabras, pena y placer, en su significación vulgar, sin inventar definiciones arbitrarias
para escluir ciertos placeres, o para negar ciertas penas. (...) Para el partidario del prin-
cipio de la utilidad, la virtud no es un bien, sino porque produce los placeres que se
derivan de ella; y el vicio no es un mal, sino por las penas que son consecuencia de él.
El bien moral no es bien, sino por su tendencia a producir bienes físicos; y el mal mo-
ral no es mal, sino por su tendencia a producir males físicos...”.
132
La cita transcrita se encuentra en STUART MILL, John, El utilitarismo, pp. 45-46,
Ediciones Altaya S.A., Barcelona, 1997. Para un completo estudio del utilitarismo in-
glés, véase FRAILE, Guillermo y URDANOZ, Teófilo, Historia de la filosofía, tomo V, cap.
VI, pp. 223 y ss., BAC, Madrid, 1975.
154
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
133
En relación con las contradicciones filosóficas del relativismo, véase MILLÁN
PUELLES, Antonio, Ética y realismo, cap. II, pp. 42-67, Ediciones Rialp, Madrid, 1999.
134
Es del caso observar que el utilitarismo ha pretendido vaciar de contenido la
Justicia por la vía de formularla como un sentimiento (por tanto variable e impredeci-
ble), identificarla con la venganza y, lo que es más grave, sumergirla en el subjetivis-
mo al estar en función de la utilidad individual o social (la utilidad de cada cual o de
cada sociedad es inconmensurable). Sobre el particular es ilustrativo el cap. V deno-
155
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
minado “Sobre las conexiones entre Justicia y utilidad”, en STUART MILL, John, El uti-
litarismo, pp. 100-133, Ediciones Altaya S.A., Barcelona, 1997.
156
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
135
Recuérdese que la pendiente negativa de la curva de la demanda se explica
por el denominado “excedente del consumidor”, el cual se define respecto de cada
unidad consumida como la diferencia entre el precio de mercado y el precio máximo
que el consumidor estaría dispuesto a pagar para obtener esta unidad.
157
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
136
MURPHY, Jeffrie G. y COLEMAN , Jules L., Philosophy of law, p. 74, Westview Press,
Boulder, San Francisco and London, 1990.
158
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
137
Una formulación de este principio es la de VICKERS, John, Concepts of competi-
tion, p. 1, Oxford Economic Papers Nº 47, 1995, quien afirma: “...the first fundamen-
tal theorem of welfare economics: at ‘competitive equilibrium’ in an economy that has
markets for all relevant commodities, and firms and households that treat prices as
given, there is Pareto efficiency – that is, resources are allocated in such a way that no-
one can be made better off without others becoming worse off”.
159
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
138
Es preciso advertir que la noción de valor empleada por los economistas es no
lo que se está dispuesto a pagar por un bien (precio de mercado), sino más bien lo
que se estaría dispuesto a pagar por aquél (curva de la demanda); así, se explicaría
que el ocio es parte de la riqueza, aunque formalmente no se comercialice. Confron-
tar POSNER, Richard A., Economic analysis of law, Part I, Chapter I, p. 16, y Part II, Chap-
ter 8, p. 264, Little, Brown & Company, 4th edition, Boston, Toronto, London, 1992.
160
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
161
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
139
POSNER, Richard A., Economic analysis of law, Part I, Chapter I, p. 14, Little, Brown
& Company, 4th edition, Boston, Toronto, London, 1992. Afirma este jurista y econo-
mista: “Since economics does not answer the question whether the existing distribu-
tion of income and wealth is good or bad, just or unjust (although it can tell us a great
deal about the costs of altering the existing distribution, as well as about the distributi-
ve consequences of various policies), neither does it answer the ultimate question whe-
ther an efficient allocation of resources would be socially or ethically desirable”.
140
POSNER, Richard A., The economics of justice, p. 88, Harvard University Press, 1983.
162
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
admite cualquier conducta como lícita, por voluntaria que ésta sea.
Así, por ejemplo, un pacto voluntario mediante el cual una persona
asume el estado de esclavitud con carácter perpetuo, si bien es volun-
tario, no parece conciliable con la noción de autonomía kantiana que
presupone la dignidad de la persona humana.
De allí que el incremento de riqueza alcanzado, en nuestro ejem-
plo, mediante la destrucción de dos de los tres ejemplares de un sello
de Heligoland, debe ser revisado bajo las nuevas premisas desarrolla-
das por Richard A. Posner. En efecto, bajo el sistema posneriano del
análisis económico del Derecho aquella operación ya no es eficiente
–aun cuando desde una óptica paretiana o Kaldor-Hicks lo era–, puesto
que para alcanzar el mayor precio del ejemplar filatélico único no se
contó con el consentimiento de los dueños de las estampillas de Heli-
goland cuyos ejemplares fueron sustraídos y luego destruidos.
En este punto surje una antigua pregunta: ¿qué ocurre en el evento
que el principio de la maximización de la riqueza entre en colisión
con la voluntariedad de las operaciones (no hablemos aún de auto-
nomía)? Parecería que la respuesta de la Escuela del análisis econó-
mico del Derecho es que una adherencia estricta a la autonomía de
la persona aplicada con prescindencia de las consideraciones exigidas
por el principio de la maximización de la riqueza conduciría a una
gran miseria. Así, sostienen destacados representantes de esta línea de
pensamiento que el principio de la maximización de la riqueza como
norma ética confiere crédito no sólo a la utilidad expresada en térmi-
nos de riqueza, sino que también al principio de la autonomía formu-
lado bajo los parámetros del consentimiento explícito e implícito.141
De esta forma, esta solución es propuesta como una armonización de
los extremos del utilitarismo y de la autonomía propugnada por el kan-
tismo, pero dotada de pragmatismo a través del principio de la maxi-
mización de la riqueza.
De allí que importantes economistas han planteado el denomina-
do análisis económico del Derecho como un sistema moral alternati-
vo y, por tanto, fuente de una nueva definición del valor para resolver
el problema de la eficiencia económica.142 Bajo dicho sistema debe sus-
tituirse la felicidad, en los términos en que la entendía el utilitarismo,
141
POSNER , Richard A., The economics of justice, p. 98, Harvard University Press, 1983.
142
POSNER , Richard A., The economics of justice, p. 66, Harvard University Press, 1983.
Afirma dicho autor: “The ethics of wealth maximization can be viewed as a blend of
these rival philosophical traditions. Wealth is positively correlated, although imperfectly
so, with utility, but the pursuit of wealth, based as it is on the model of the voluntary
market transaction, involves greater respect for individual choice than in classical uti-
litarianism”.
163
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
143
POSNER, Richard A., The economics of justice, p. 82, Harvard University Press, 1983.
Afirma dicho autor: “But in a system of wealth maximization his activities are circums-
cribed by the limitations of his wealth, and his victims are protected by the rights sys-
tem, which forces the monster to pay them whatever compensation they demand”.
144
EASTERBROOK, Frank H., The limits of antitrust, pp. 9 y 20, Occasional Papers
from the Law School Nº 21, The University of Chicago, 1985.
164
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
145
ARISTÓTELES , Ética nicomaquea, cap. V, 1135b, Gredos, Madrid, 1985.
165
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
146
PAREDES MOLINA, Ricardo, “Comentarios al Documento de Trabajo sobre la
Enmienda del D.L. Nº 211 (1973)”, p. 87, en Modificación de la Ley de Defensa de la Com-
petencia, PHILIPPI, YRARRÁZAVAL, Pulido & Brunner Ltda., Santiago de Chile, 2002.
166
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
167
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
147
Sobre las diversas fundamentaciones de la indisponibilidad de esta clase de de-
rechos, a pesar de su aptitud para crear riqueza, de ser aceptada su comerciabilidad,
véase OKUN, Arthur M., Equality and efficiency, pp. 9 y ss., The Brookings Institution,
Washington, D. C., 1975.
168
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
169
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
148
Ordinario Nº 316, emitido por el Fiscal Nacional Económico a la H. Comisión
Resolutiva (antecesora del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia) con fecha
19 de julio de 2002, sec. VI, 1, pp. 4 y 5.
170
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
Esta visión del bien jurídico protegido libre competencia, según la cual
ésta es conceptualizada como la libre formación de precios mediante
el juego de la oferta y la demanda, tiene la virtud de encontrar fácil
aceptación en el ámbito económico. En efecto, la libre competencia
descansa sobre la ley económica de la oferta y la demanda que postu-
la una mutua dependencia entre el valor de los bienes económicos
–necesariamente escasos para calificar como tales– y la demanda que
por ellos existe en cada instante. Esta ley de la oferta y la demanda es
inexorable, esto es, no admite excepción como sí acontece con las le-
yes morales y jurídicas; sin embargo, tal inexorabilidad no impide que
los oferentes y demandantes actúen libremente y resuelvan si deman-
dan u ofertan un determinado bien económico. Si tal libertad fuese
inexistente no tendría sentido la publicidad, que no es sino un medio
para incrementar la demanda por un determinado producto, y lo que
es más grave, no tendría sentido la existencia de un Derecho anti-
monopólico, cuya eminente finalidad es disuadir a los oferentes y de-
mandantes de la realización de prácticas conculcatorias de la libre
competencia.
En nuestra opinión, esta fórmula para describir la libre competen-
cia contiene una referencia indebida a la formación de los precios, lo
cual acarrea gravísimas consecuencias desde una óptica operativa, se-
gún demostraremos.
171
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
149
STUART MILL, John, Principios de economía política, vol. III, cap. I, sec. 2ª, Fondo
de Cultura Económica, México, 1985. Respecto del alcance conferido al término “va-
lor”, puede verse RICARDO, David, Principles of political economy and taxation, pp. 17-44,
Prometheus Books, New York, 1996.
150
SHIM, Jae K. & SIEGEL, Joel G., Dictionary of economics, p. 275, John Wiley & Sons,
Inc., New York, 1995; “Price: (1) Exchange value of a good or service”.
172
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
151
JEVONS, W. Stanley, Nociones de economía política, cap. XI, pp. 134 y ss., D. Apple-
ton y Compañía, Nueva York, 1887.
152
Código Civil, Libro Cuarto, Tít. XXIII, art. 1793.
153
Código Civil, Libro Cuarto, Tít. XXVI, art. 1917, inciso primero.
173
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
154
Código Civil, Libro Cuarto, Tít. XXIV, arts. 1897 y 1900 (segunda parte).
155
JUSTINIANO, Instituciones, Libro III, Tít. XXIII, p. 262, Editorial Heliasta, Bue-
nos Aires, 1976.
174
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
156
HAYEK, Friedrich A., La desnacionalización del dinero, cap. X, p. 55, Ediciones Fo-
lio, Barcelona, 1996.
175
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
157
Decreto Ley 1.123, de 4 de agosto de 1975.
176
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
Conclusiones
Estimamos que definir la libre competencia en función de los “pre-
cios” daría base a una peligrosa e incompleta visión del bien jurídi-
co tutelado por la legislación antimonopólica. En efecto, creemos
necesario evitar una definición del bien jurídico protegido que pue-
da llegar a ser calificada de equívoca o insuficiente –lo que aconte-
cería tanto desde una óptica económica como jurídica–, con lo que
se colocaría al Tribunal Antimonopólico y a la Excma. Corte Supre-
ma –en su calidad de superior jerárquico de aquél– en la incómoda
situación de tener que interpretar y discenir entre las alternativas
antes expuestas, introduciéndose así entre los competidores una gra-
ve incertidumbre jurídica en un asunto de tanta trascendencia. Más
aún, lo anterior podría derivar en todo un cuestionamiento del ám-
bito de conocimiento del Tribunal de Defensa de la Libre Compe-
tencia y de la Fiscalía Nacional Económica para analizar determinadas
operaciones cuyos alcances son relevantes para la libre competencia,
lo cual sería ciertamente grave atendidas las exigencias del princi-
pio de la vinculación positiva o de la juridicidad que rige a los orga-
nismos antimonopólicos. En síntesis, creemos que una descripción
del bien jurídico tutelado libre competencia como la comentada es
inadecuada, atendida su alta equivocidad en el orden económico y
jurídico, y por ello debe ser desterrada como una alternativa de for-
mulación de aquel bien jurídico.
177
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
158
BALMES, Jaime, Lógica, cap. III, sec. I, p. 39, Garnier Hermanos, París, 1894.
178
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
179
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
159
La genialidad de esta distinción bimembre y sus respectivas categorías perte-
nece al destacado filósofo MILLÁN PUELLES, Antonio, a cuya obra El valor de la libertad,
Parte Primera, cap. III, pp. 41 y ss., Ediciones Rialp S.A., Madrid, 1995, remitimos al
lector.
160
En este sentido no compartimos las afirmaciones de Ludwig von Mises, en cuan-
to a que “sólo en el marco de una organización social puede hablarse con fundamen-
to de libertad”, puesto que las libertades innatas son precisamente el fundamento de
las libertades que se ejercen en una sociedad determinada y así, quien niegue aqué-
llas deberá también negar éstas. A contrario sensu, quien afirme la existencia de liberta-
des políticas o civiles, deberá reconocer que un Robinson Crusoe completamente
aislado también dispondrá de libertad. VON MISES , Ludwig, La acción humana. Tratado
de economía, p. 340, Unión Editorial S.A., 5ª edición, Madrid, 1995.
180
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
161
HAYEK , Friedrich A., The constitution of liberty, Chap. One, p. 15, The University
of Chicago Press, Chicago, 1978. La libertad adquirida de naturaleza moral es deno-
minada por Hayek “inner liberty” y es caracterizada en los siguientes términos: “It re-
fers to the extent to which a person is guided in his actions by his own considered
will, by his reason or lasting conviction, rather than by momentary impulse or circums-
tance”.
181
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
182
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
162
HAYEK , Friedrich A., The constitution of liberty, Chap. One, p. 11, The University
of Chicago Press, Chicago, 1978. Afirma este autor: “We are concerned in this book
with that condition of men in which coercion of some by others is reduced as much as
is possible in society. This state we shall describe throughout as a state of liberty or
freedom”.
183
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
apta para dar explicación de aquéllos, puesto que la libertad como au-
sencia de coacción es también predicable de seres irracionales, según
se ha mostrado.
163
FERNÁNDEZ CONCHA, Rafael, Filosofía del derecho, tomo II, p. 398, Editorial Tipo-
grafía Católica, Barcelona, España, 1888.
184
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
185
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
186
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
187
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
tad jurídica debe ser rechazada por, a lo menos, dos razones: i) una
de carácter general, que es la ya señalada consistente en hallarse cons-
truida sobre una noción de libertad metafórica y equívoca, y ii) otra
de orden más particular: tanto la licitud como la ilicitud son califica-
ciones de una conducta desde la óptica jurídica y, por ello, ambas ca-
lificaciones presuponen normas jurídicas. Luego, la licitud o libertad
jurídica descansa sobre normas jurídicas –sean de Derecho natural o
de Derecho positivo– que confieren tal carácter a un determinado
ámbito jurídico. Así, para constatar un ámbito de libertad jurídica no
es preciso demostrar la existencia de un vacío de Derecho en algún
ámbito de las relaciones al interior de la sociedad civil a las cuales co-
rrespondía regirse por el Derecho. En otras palabras, la existencia de
ámbitos de libertad jurídica exige que haya Derecho para calificar a
tales ámbitos como libres. Parece haberse confundido por los susten-
tadores de la tesis en comento la libertad jurídica con la ausencia de
normas jurídicas de toda clase, lo que es contradictorio; sólo puede
haber libertad jurídica allí donde haya Derecho en alguna forma. Si
se trata de un ámbito social que, por sus características, nunca ha de
ser alcanzado por el Derecho, no podrá afirmarse que en el mismo
existe libertad jurídica. Así, la ausencia de coacción, entendida como
ausencia de normas jurídicas, no puede ser el fundamento de una li-
bertad jurídica o ámbito jurídico de licitud.
188
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
189
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
164
Resolución Nº 368, considerando 2º, Comisión Resolutiva. Esta fórmula para
definir el bien jurídico protegido goza de larga data en la jurisprudencia de la Libre
Competencia. Así, puede observarse una concepción semejante en las Resoluciones
Nº 90, considerando 17; Nº 93, considerando 16; Nº 99, considerando 12, y Nº 171, con-
siderando 5º, todas de la Comisión Resolutiva, por citar sólo algunos ejemplos.
190
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
165
SÁNCHEZ UGARTE, Fernando, presidente de la Comisión Federal de Competen-
cia de México, entrevista en Latin Counsel Journal Nº 1, nov./dic. 2002, p. 35, Madrid,
España.
191
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
192
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
166
Una aplicación de este principio fundamental es la que realiza el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia cuando establece los requisitos que han de concu-
rrir para que la publicidad comparativa sea calificada de lícita desde una perspectiva
antimonopólica: “...la publicidad comparativa debe ser veraz, suficiente, objetiva y fun-
damentada, esto es, destinada a captar las preferencias del consumidor a través de es-
trategias de persuasión basadas en elementos objetivos y relevantes asociados al
comportamiento y necesidades del consumidor”, Sentencia Nº 8/2004, considerando 6º.
193
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
167
Diario de Sesiones del Senado, República de Chile, Legislatura 347ª, Ordina-
ria, Sesión 25ª, 3 de septiembre de 2002, p. 63.
194
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
168
La naturaleza de la libertad humana fue extraordinariamente analizada por
los Escolásticos Medioevales, quienes distinguieron adecuadamente entre Libertad Ab-
soluta o de Autonomía, sólo predicable de Dios, y Libertad de Albedrío, limitada por
las características de la persona humana.
195
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
169
El art. 5º, inc. 2º, de la Constitución Política de la República reconoce este prin-
cipio al establecer que el ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respe-
to a los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana, entre los cuales
debe contarse el derecho a desarrollar actividades económicas a través de la especial
libertad de competencia mercantil.
196
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
170
Es importante observar que los límites de la libertad de competencia mercan-
til se operativizan mediante normas jurídicas cuya jerarquía es de rango legal o supra-
legal. Esta exigencia, que resulta analizada en el capítulo de esta obra destinado a la
Potestad Reglamentaria Externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, halla
su fundamento en el art. 19, Nº 21 de la Constitución Política de la República y en el
antecedente histórico del art. 4º de la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano (1789), que establece que los límites al ejercicio de los derechos naturales
de cada hombre sólo pueden ser establecidos por la ley. Este mismo principio consis-
tente en que las restricciones sólo pueden ser impuestas por ley es recogido por la
Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU (1948) en su art. 29.2.
197
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
H.2. Hacia una definición descriptiva de la libre competencia por sus funciones
La sociedad civil o política se halla regida por ciertos principios orde-
nadores y, en ese sentido, es un grupo de individuos sometidos a un
171
Una visión diversa es la sustentada por STUART MILL, John, On Liberty, p. 13,
Barnes & Noble Books, New York, 2004, quien afirma: “No society in which these li-
berties are not, on the whole, respected, is free, whatever may be its form of govern-
ment; and none is completely free in which they do not exist absolute and unqualified”.
198
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
cierto orden. Ese orden no es desde luego un orden físico, sino que
un orden moral o inmaterial, que exhibe vinculaciones de tipo jurídi-
co, político y económico, entre otras (dicho orden es generalmente
denominado por los filósofos clásicos “unidad de orden”). Ese orden
tiene una finalidad: el bien común de todos y cada uno de los indivi-
duos que integran la sociedad civil, objetivo al cual la autoridad pú-
blica ha de conducir esta última, dando en dicho proceso cabal
cumplimiento no sólo a los principios y garantías constitucionales, sino
que también a las exigencias del Derecho natural.
De allí que la concepción que alguna vez se elaboró, según la cual
la sociedad es una mera suma de individuos, ha caído en desuso por
desconocer la realidad de que las sociedades humanas exhiben prin-
cipios ordenadores y, por tanto, constituyen mucho más que meras
aglomeraciones de individuos.
La existencia de principios ordenadores de la sociedad civil o polí-
tica conduce a la consideración de que existen principios ordenadores
de la actividad económica. Tales principios, según se ha demostrado,
aparecen formulados directa e indirectamente en la Constitución Po-
lítica de la República. Entre tales principios ordenadores de la activi-
dad económica se halla precisamente la libre competencia.
172
Cabe recordar las profundas palabras de RÖPKE, Wilhelm, Más allá de la oferta y
la demanda, p. 22, Fomento de Cultura Ediciones, Valencia, 1960, quien señalara: “...lo
trascendental es aquello que está más allá de la oferta y la demanda, aquello de lo que
dependen el sentido, la dignidad y el motivo íntimo de nuestra existencia, metas y va-
lores que pertenecen al reino de la ética en el más amplio sentido, ya que el hecho de
que la economía esté regida y ordenada por los precios libres, mercados y por la libre
competencia significa salud y abundancia y, en cambio, la economía socialista supon-
ga enfermedad habitual, desorden y escasez, tiene una profunda razón moral. El siste-
ma económico “liberal” aprovecha y desarrolla la extraordinaria fuerza que reside en
el afán de la autodeterminación individual, mientras que el social la subyuga y se ani-
quila a sí mismo en su lucha contra esta fuerza”.
199
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
200
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
sea sustituida por una escasez relativa artificial destinada a extraer una
renta monopólica del patrimonio de los demandantes del bien mo-
nopolizado. Así, se evita la pérdida social en la asignación de los re-
cursos productivos que acarrea el abuso del monopolio y se fomenta
la creación de riqueza mediante la, por regla general, eficiente señal
de los precios que indican qué, cómo y cuánto ha de producirse. La
eficacia de esta señal se explica, según ha señalado Hayek, porque na-
die dispone en la sociedad política de la información íntegra que se-
ría requerida para producir esa señal en forma precisa y regular, señal
que sólo puede ser producida por la libre competencia.173
Las funciones a) y b) son manifestaciones de la prioridad ontoló-
gica y de finalidad de la persona humana respecto de la sociedad po-
lítica (principios de orden político). Tal prioridad ontológica y de
finalidad se halla recogida en ciertos preceptos fundamentales de la
Constitución Política de la República, a saber principalmente en los
arts. 1º y 5º de esa norma fundamental.
Las funciones c) y d) corresponden ambas a la vez a un principio
de orden jurídico, así como a un principio de orden económico.
Del cúmulo de funciones expuestas resulta que la libre competen-
cia es una fundamental institución de la sociedad cuya naturaleza es
moral, política, jurídica y económica y, desde esa perspectiva, no cabe
sino analizarla como una realidad interdisciplinaria.
Se ha dicho por un gran jurista que la competencia es un fenó-
meno jurídico, cuyos móviles son económicos.174 Sin duda que se tra-
ta de una realidad jurídica, pero también lo es de naturaleza moral,
política y económica, según resulta con claridad de las funciones an-
tes analizadas. El que la libre competencia sea un bien jurídico no im-
porta una negación de su dimensión moral, política y económica. De
allí que debe rechazarse un análisis exclusivamente jurídico o bien ex-
clusivamente económico de esta fundamental institución que preten-
da abstraerse de los aportes de las restantes disciplinas.
173
Otras explicaciones de orden económico acerca de las funciones de la Libre
Competencia, que han sido analizadas por Vickers, son las siguientes: i) la presión com-
petitiva hace que las organizaciones adopten incentivos internos más precisos con mi-
ras a evitar la inactividad y la apatía; ii) la competencia hace que los competidores más
eficientes prosperen a costa de los menos eficientes, resultando este proceso de selec-
ción positivo desde una perspectiva de la eficiencia global o agregada, y iii) la compe-
tencia por innovar es la mayor fuente de ganancias en eficiencia productiva a lo largo
del tiempo. Véase VICKERS, John, Concepts of competition, Oxford Economic Papers Nº 47,
1995.
174
GARRIGUES, Joaquín, “La defensa de la competencia mercantil”, p. 142, en Te-
mas de derecho vivo, Editorial Tecnos, Madrid, 1978.
201
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
175
VALDÉS PRIETO, Domingo, La discriminación arbitraria en el Derecho económico,
pp. 79-104, Editorial Jurídica Conosur Ltda. LexisNexis, Santiago de Chile, 1992. En las
páginas indicadas es analizada la relación entre Justicia Distributiva y Libre Competencia.
202
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
203
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
204
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
–art. 61, inciso segundo de la Constitución Política– y por ello con ma-
yor razón no pueden delegarse en los tribunales de justicia); se hace
tabla rasa de la historia fidedigna del establecimiento de la Ley 19.911
y, lo que es más grave, una legislación desde antiguo diseñada con una
finalidad bastante clara deviene en una herramienta servil a políticas
públicas de oportunidad que incluso podrían menoscabar la propia
libre competencia.
Las funciones podrán en casos particulares colisionar entre ellas,
surgiendo la duda acerca de cuál ha de prevalecer; la respuesta se ha-
lla en la definición esencial de libre competencia: ha de considerarse
determinante la preservación de la libertad de competencia mercan-
til, que es el fundamento de aquel bien jurídico tutelado. De lo con-
trario, podría en algún caso particular sacrificarse la mencionada
libertad a expensas de una planificación económica dotada de una alta
eficiencia, quedando los demandantes y oferentes a merced del res-
pectivo planificador.
Si no se procede de esta forma, se estará transgrediendo la Cons-
titución Política de la República en, al menos, la garantía del dere-
cho a desarrollar cualquier actividad económica contemplada en el
art. 19, Nº 21 y deberá el Tribunal de Defensa de la Libre Competen-
cia castigar el mencionado monopolio de privilegio en tanto éste pre-
sente un origen infralegal. En otras palabras, el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia no puede dar prevalencia a la eficiencia eco-
nómica por sobre el derecho a competir libremente en materias mer-
cantiles y de hacerlo, dicho tribunal sería responsable de dictar fallos
o resoluciones inconstitucionales por transgresión de la garantía an-
tes indicada y, además, ilegal, por violación del artículo cuarto del De-
creto Ley 211, de 1973 al crear ese mismo tribunal a través de tales
sentencias o resoluciones verdaderos monopolios de privilegio. La úni-
ca excepción de que podría hacer uso el Tribunal Antimonopólico
es por la vía de acudir a una justificación de orden público o de se-
guridad nacional, que es lo que prescribe la Constitución Política de
la República como límite para la garantía del derecho a desarrollar
cualquier actividad económica. En otras palabras, la libre competen-
cia tendrá siempre por misión preeminente la de asegurar libertad,
porque así lo ordena la Constitución Política, para el evento que se
produzca un conflicto entre algunas de las funciones que, por regla
general, desarrolla en forma armónica la libre competencia. De he-
cho, lo que en la concepción borkiana aparece como bienestar del
consumidor no es otra cosa que el armónico resultado de las men-
cionadas funciones, que podrían sintetizarse en libertad, justicia y pro-
ductividad, resultando prevalentes las dos primeras en un escenario
de conflicto.
205
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
176
R OOVER, Raymond de, “El concepto de precio justo: Teoría y política econó-
mica”, p. 31, Estudios Públicos, Nº 18, Santiago, 1985.
206
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
177
ORTÚZAR LATAPIAT, Waldo, Ley antimonopolios. Jurisprudencia de la comisión reso-
lutiva 1974-1977, p. 7, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1978.
207
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
178
Resolución Nº 25, considerando 12, numeral segundo, Comisión Resolutiva:
“Que no ha lugar a lo solicitado por el señor Fiscal en cuanto pide que se ordene el
ejercicio de la acción penal por el delito de monopolio o atentado a la libre competencia en
contra de la misma firma Sedylan S.A.C.” (el destacado es nuestro).
208
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
179
ROOVER, Raymond de, “El concepto de precio justo: teoría y política económica”,
p. 31, Estudios Públicos, Nº 18, Santiago de Chile, 1985.
180
En este sentido es muy precisa la Ley Federal de Competencia Económica de
México (1993), que establece que las denominadas “prácticas relativas” constituyen
209
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
transgresiones monopólicas sólo cuando la conducta sea perpetrada por un agente eco-
nómico dotado de poder de mercado y tal poder mercantil haya sido ejercitado sobre
otros agentes económicos (cap. II, art. 11).
181
MACHLUP, Fritz, The political economy of monopoly. Business, labor and government
policies, p. 472, Baltimore, The John Hopkins Press, USA, 1952.
210
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
182
El bien común exhibe una clara naturaleza analógica y, por ello, los cuerpos
intermedios también tienden respectivamente a su propio bien común. Véase UGAR-
TE G ODOY, José Joaquín, La familia como sociedad natural, Instituto de Estudios Genera-
les, Santiago, 1979.
183
Desde una óptica filosófica, puede verse IBÁÑEZ SANTAMARÍA, Gonzalo, “El bien
común: concepto y analogía, en El bien común. II jornadas de derecho natural, Ediciones
Nueva Universidad, Santiago, 1975.
184
Constitución Política de la República, cap. I, art. 1º, inciso cuarto: “El Estado
está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para
lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada
uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y ma-
terial posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución esta-
blece”.
211
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
185
SAN AGUSTÍN, La Ciudad de Dios, tomo II, p. 588, Editorial BAC, Madrid, 1978,
quien afirma: “Y el orden es la distribución de los seres iguales y diversos, asignándole
a cada uno su lugar”.
186
MAC HALE, Tomás P., Orden, orden público y orden público económico, Anales,
vol. VIII, 1968, Nº 8, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1969.
187
SOTO KLOSS, Eduardo, “El Derecho administrativo penal”, pp. 95 y ss., en Bole-
tín de Investigaciones, Nos 44-45, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica
de Chile, 1980.
212
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
Respecto del término “ilícito” cabe observar que existen dos alcan-
ces: uno ético y otro jurídico; ciertamente, en atención a la naturaleza
de este trabajo, prescindiremos a lo largo del mismo de la significa-
ción ética del ilícito de monopolio, lo cual en manera alguna impor-
ta estimar que ésta no existe o que carezca de relevancia; por el
contrario, hemos de dejar constancia de la enorme deuda que el De-
recho antimonopólico mantiene con los teólogos, juristas y moralis-
tas de la Edad Media y de la Segunda Escolástica, que floreció en la
España del siglo XVI, quienes contribuyeron en importante medida
al desarrollo de nuestro moderno derecho de la libre competencia.
188
VON BELING, E., Esquema de derecho penal, p. 22: “No se deduce (...) del derecho
penal mismo cuándo y en qué medida es antijurídico (...) el comportamiento humano;
aquél sólo establece que el castigo debe infligirse siempre y cuando el comportamiento
descrito en la ley penal sea antijurídico. La antijuridicidad de ese comportamiento de-
dúcese más bien de las restantes partes del Derecho, el Derecho civil, el Derecho ad-
ministrativo, etc.”, Editorial De Palma, Buenos Aires, 1944.
213
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
214
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
189
TIEDEMANN, Klaus, “El concepto de derecho económico, de derecho penal eco-
nómico y de delito económico”, pp. 59 y ss., Revista Chilena de Derecho, vol. 10, Nº 1,
Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1983.
190
BAJO F ERNÁNDEZ, Miguel, Manual de derecho penal, p. 394, Editorial Ceura, Ma-
drid, 1978.
215
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
216
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
A. ESCUELA CUANTITATIVA
Para aquellos autores y sector de la doctrina que adhieren a esta es-
cuela, la distinción entre delitos penales y administrativos es una cues-
tión de grados y no de diversa naturaleza jurídica.194 Los argumentos
sobre los que descansa esta concepción de diferencia de grados entre
ambas formas de ilícitos pueden sintetizarse así: i) en ambas formas
de ilícitos se busca restringir la autonomía privada y la libertad jurídi-
ca en aras de bienes públicos, dotados de valor ético y necesarios al
bien común civil en su dimensión jurídica; lo que marca la diferencia
es que el injusto administrativo es de baja entidad ético-social compa-
191
JAKOBS, Günther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 63, Marcial Pons,
Ediciones Jurídicas, Madrid, 1995.
192
Las denominadas escuelas cuantitativa y cualitativa tienen correlato con la teo-
ría de la ley meramente penal; en efecto, los defensores de la ley meramente penal
acuden a criterios cualitativos para distinguir la sanción administrativa, en tanto que
quienes rechazan la ley meramente penal descansan en argumentos de orden cuanti-
tativo. Véase Carlos José Errázuriz Mackenna, La ley meramente penal ante la filosofía del
derecho, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1981.
193
NIETO, Alejandro, Derecho administrativo sancionador, pp. 143 y ss., Editorial Tec-
nos, Madrid, 2002.
194
JIMÉNEZ DE AZÚA, Luis, Tratado de derecho penal, tomo I, p. 47, Editorial Losada
S.A., Buenos Aires, Argentina, 1956, quien afirma: “en puridad, las faltas no son otra
cosa que delitos en pequeño”.
217
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
195
CURY U RZÚA, Enrique, Derecho penal, tomo I, p. 81, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, quien afirma: “Por otra parte tampoco existe un motivo atendible para in-
dependizar la sanción gubernativa de la exigencia de culpabilidad. Lo mismo que las
penas penales, éstas sólo pueden ser impuestas a quien puede dirigírsele un reproche
personal por la ejecución de la conducta prohibida”.
ABUNDIO, Rodrigo, “Infracciones en el Código Tributario”, Revista de Derecho de la
Universidad de Concepción, vol. Nº 51, Nº 174, julio-diciembre, p. 96, 1983, quien afir-
ma: “toda acción con trascendencia jurídica, ya sea en el campo penal o civil, requiere
subjetividad. De la misma forma, la subjetividad es del todo necesaria en las acciones
que pueden dar origen a una simple infracción tributaria”.
El Proyecto de Ley que Establece las bases de los procedimientos administrativos
sancionatorios (Mensaje Nº 541-350 de 25 de marzo de 2004), dispone en su artículo
noveno que en la imposición de sanciones administrativas deberá guardarse la debida
adecuación entre la gravedad del hecho y la sanción aplicada, para lo cual se conside-
rará, entre otros criterios, la intencionalidad y la reiteración. Una formulación muy
semejante es la que se halla en el art. 16, Nº 6, letra d) de la Ley 18.410, modificada
por la Ley 19.613, que contempla las atribuciones sancionatorias de la Superintendencia
de Electricidad y Combustibles.
196
En nuestra opinión este principio exhibe una cuádruple dimensión. En pri-
mer lugar la tradicional, según la cual no podría un mismo hecho ser castigado con
dos penas penales; en segundo lugar la aplicación de la escuela cuantitiva, según la
cual el mentado principio impediría que un mismo hecho fuese castigado con dos pe-
nas administrativas; en tercer lugar, también en aplicación de la común naturaleza de
los delitos penales y los delitos administrativos, la improcedencia de que un mismo
hecho fuese castigado con una pena penal y una pena administrativa (esto último ha
sido fallado en el sentido indicado por el Supremo Tribunal Constitucional de Espa-
218
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
ña, 30 en. 81) y en cuarto lugar, la aplicación del principio del non bis in idem entre
penas y medidas concurrentes sobre un mismo hecho.
En Chile, procede recordar el Proyecto de Ley que Establece las bases de los pro-
cedimientos administrativos sancionatorios (Mensaje Nº 541-350 de 25 de marzo de
2004), el cual dispone en su artículo doce la aplicación imperativa del principio del
non bis in idem en las tres primeras dimensiones que hemos señalado anteriormente,
aun cuando todas ellas están supeditadas a una acreditación de la identidad del suje-
to, hecho y fundamento.
Conviene advertir que el principio del non bis in idem ha sido sometido para deter-
minar su procedencia, en algunas legislaciones, a la exigencia de que las penas concu-
rrentes obedezcan a un mismo bien jurídico tutelado. Así, si las penas se fundan en bienes
jurídicos diversos no sería aplicable –en tales legislaciones– el principio del non bis in idem.
197
La presunción de inocencia se halla plenamente justificada en el Derecho de
la Libre Competencia, puesto que pueden existir colusiones y cartelizaciones que en-
treguen un poder de mercado irrelevante para la competencia en el mercado respec-
tivo y fusiones y concentraciones que resulten justificadas por las economías y sinergías
que éstas acarrean para la sociedad. Por lo anterior, no concordamos con las argumen-
taciones expuestas por Eduardo Saavedra Parra para rechazar la mentada presunción
en el ámbito de la Libre Competencia, en Promoción de la competencia en Chile: reflexiones
a la luz de las recientes modificaciones legales, p. 70, Publicación Día de la Competencia
(30 de octubre de 2003), Fiscalía Nacional Económica, Santiago de Chile.
198
La proporcionalidad entre la conducta delictiva y la pena a aplicar constituye
una exigencia de la justicia distributiva, puesto que corresponde a esta forma de justi-
cia la distribución de cargas –en la especie penas– en atención a la culpabilidad de
quienes han incurrido en un delito. Así, el juzgador (no sólo el penal sino que tam-
bién el antimonopólico) tiene el deber de guardar la igualdad geométrica o propor-
cional en la aplicación de las penas, de forma tal que todos los culpables de las mismas
conductas reciban penas proporcionalmente iguales.
199
STRATENWERTH, Günter, Derecho penal. Parte general, tomo I, Nº 57, p. 25, Eder-
sa, Madrid, 1982. Afirma este jurista: “La teoría del derecho penal ha tomado cartas
en este asunto, procurando encontrar distinciones conceptuales entre lo injusto “en
sí” criminalmente reprochable, y lo injusto administrativo como mera desobediencia
a las ordenanzas estatales. En la actualidad, según la opinión preponderante, se reco-
noce que sólo se trata de distintos niveles desde el punto de vista cuantitativo”.
219
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
B. ESCUELA CUALITATIVA
Esta escuela, que actualmente se bate en retirada en el Derecho pe-
nal de los países del sistema jurídico continental, tuvo por fundador a
Goldschmidt.
Quienes sostienen esta interpretación estiman que entre los deli-
tos penales y los ilícitos administrativos existe una diferencia ontoló-
gica o de naturaleza, lo que impediría comunicar las garantías
diseñadas por el Derecho penal a los delitos administrativos. Esta es-
cuela ha pretendido fundar la diferencia de naturaleza entre ambas
clases de delitos en lo siguiente: i) Mientras los delitos penales caute-
JAKOBS, Günther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 67, Marcial Pons,
Ediciones Jurídicas, Madrid, 1995. Señala este penalista alemán: “El Derecho positivo
se resiste a una delimitación cualitativa tajante de infracción penal y contravención
[injusto administrativo]. No cabe determinar diferencias cualitativas entre infracción
penal y contravención de claridad contrastable en la práctica...”;
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de derecho penal. Parte general, p. 51, Comares Edi-
torial, Granada, 1993; MIR PUIG, Santiago, Derecho penal. Parte general, p. 6, nota 3, Edi-
ciones PPU, Barcelona, 1984.
200
Tribunal Constitucional, Sentencia Rol Nº 244, considerando 9º, del 26 de agos-
to de 1996: “Que, los principios inspiradores del orden penal contemplados en la Cons-
titución Política de la República han de aplicarse, por regla general, al Derecho
administrativo sancionador, puesto que ambos son manifestaciones del ius puniendi pro-
pio del Estado”.
201
Existe multitud de preceptos que están contenidos en el Código Penal y no
obstante ello contemplan penas de multas, generalmente caracterizadas como admi-
nistrativas. Véase, a modo de ejemplo, los arts. 216, 217, 220, 221, 253 y 254 del Códi-
go Penal chileno. No obstante lo anterior, el propio orden jurídico positivo reconoce
ciertas diferencias entre las penas por delitos penales y las penas por ilícitos adminis-
trativos v. gr., estas últimas son aplicables no sólo a personas naturales sino que tam-
bién a personas jurídicas, en tanto que las penas penales sólo son imputables a personas
naturales.
220
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
202
NOVOA MONREAL, Eduardo, Curso de Derecho penal chileno, tomo I, Editorial Ju-
rídica Ediar Conosur Ltda., p. 259, Santiago de Chile, 1985, y COUSIÑO MAC-IVER, Luis,
Derecho penal chileno, tomo I, p. 25, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1975.
203
Contra esta afirmación, POLAINO NAVARRETE, Miguel, Derecho penal. Parte gene-
ral, tomo I, p. 157, Bosch Casa Editorial, Barcelona, 1990, quien señala: “La teoría del
injusto moralmente indiferente –se ha entendido– es insostenible. Es de observar la
relación que mantienen entre sí los contenidos de las normas jurídicas y morales, y
no las decisiones jurídicas y morales de casos particulares. La afirmación de la indife-
rencia moral de determinados preceptos jurídicos contiene la negación de la obliga-
toriedad y, con ello, del poder vinculante de estos preceptos jurídicos: la obligación
constituye, en cuanto tal, un tipo moral. Un deber jurídico indiferente desde el punto
de vista moral encierra una contradicción en sí”.
204
La impropiedad de esta descripción ha sido demostrada por JESCHECK, Hans-
Heinrich, Tratado de derecho penal. Parte general, p. 51, Comares Editorial, Granada, 1993.
Afirma Jescheck: “Sin embargo, ninguno de tales criterios es válido para todas las in-
fracciones administrativas creadas mientras tanto por el legislador”.
221
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
205
Citado por JAKOBS, Günther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 65,
Marcial Pons, Ediciones Jurídicas, Madrid, 1995.
222
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
206
GORDILLO, Agustín A., Tratado de Derecho administrativo, tomo I, IV-10, Edicio-
nes Macchi, Buenos Aires, 1974.
207
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho penal. Parte general, p. 51, Comares
Editorial, Granada, 1993.
223
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
224
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
208
Art. 17, letra a), Decreto Ley 211, de 1973, antes de las modificaciones intro-
ducidas por la Ley 19.911.
209
Resolución Nº 56, considerando 8º y Resolución Nº 60, considerando 8º, am-
bas Comisión Resolutiva.
210
Esta fue la nomenclatura que adoptamos, siguiendo la interpretación jurispru-
dencial, en nuestra obra La discriminación arbitraria en el derecho económico. Especialmente
en la legislación antimonopólica, pp. 85 y ss., Editorial Jurídica Conosur Ltda. (LexisNexis),
Santiago, 1992.
211
Cita efectuada por Resolución Nº 44, considerando 6º, Comisión Resolutiva.
225
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
Código Penal que guardan conexión con el bien jurídico tutelado li-
bre competencia.
Si se considerara el elemento orgánico del ilícito administrativo
antes señalado (i) se podría concluir que no estamos frente a un in-
justo administrativo en atención a que quien conoce, juzga y aplica
las penas correspondientes a dicho injusto es un órgano jurisdiccio-
nal. En efecto, se trata de un tribunal especial de la República –el Tri-
bunal de Defensa de la Libre Competencia– y no un organismo
integrante de la Administración del Estado212 ni un tribunal conten-
cioso administrativo. La singularidad de este enfoque radica en que
jamás se dudó que la Comisión Resolutiva, creada por el Decreto
Ley 211, fuese un tribunal especial dotado de potestades jurisdiccio-
nales; no existiendo tampoco base para que alguien arguyese que di-
cha Comisión expedía tales sentencias antimonopólicas en ejercicio
de potestades administrativas, puesto que las mismas eran inadecua-
das para resolver un conflicto intersubjetivo de relevancia jurídica an-
timonopólica con la finalidad de alcanzar la justa composición de esa
litis, que era y sigue siendo la principal función de este especialísimo
tribunal.213
Sin embargo, cabe recordar que en nuestro derecho no se crea-
ron los tribunales contencioso administrativos a pesar del mandato
constitucional establecido desde 1925, quedando encomendada la ta-
rea de aquéllos a los tribunales ordinarios de justicia. Respecto de és-
tos, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia aparece como
un tribunal especial por su materia, pero ello no lo priva de su carác-
ter contencioso administrativo. Por lo expuesto, no debería sorpren-
212
La Administración del Estado ha quedado definida, desde una óptica de las
personas y organismos que la integran, por el art. 1º de la Ley 18.575, Orgánica Cons-
titucional de Bases Generales de la Administración del Estado. No obstante lo ante-
rior, la nómina de personas y organismos de que da cuenta el referido art. 1º no es ni
ha sido exhaustiva, debiendo considerarse al efecto otras disposiciones legales. Así, a
modo de ejemplo, cabe observar que el antiguo Decreto Ley 211 –previo a la reforma
introducida a éste por la Ley 19.911– contemplaba las Comisiones Preventivas Central
y Regionales, las cuales indubitablemente constituían organismos antimonopólicos de
naturaleza administrativa y no obstante ello, nunca fueron mencionados por el referi-
do art. 1º.
213
Se ha realizado una lectura similar de la Ley Antimonopolio de la República
Argentina, al clasificar los tipos de la misma en penales y administrativos, aun cuando
ambos son conocidos por un órgano jurisdiccional. Véase DROMI, Roberto, Competen-
cia y monopolio, pp. 73 y ss., Editorial Ciudad Argentina, Buenos Aires, 1999. Discrepa-
mos, ciertamente, de sus argumentos para sostener su adhesión a la Escuela Cualitativa,
que es la que pretende afirmar una naturaleza diversa entre los delitos penales y los
delitos administrativos.
226
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
214
Resolución Nº 12, considerando 16, Comisión Resolutiva.
227
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
228
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
215
Véase, a modo de ejemplo, los delitos contemplados en los arts. 285, 286 y 287
del Código Penal.
229
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
230
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
216
COING, Helmut, Fundamentos de filosofía del derecho, parte II, cap. sexto, V, pp. 229-
230, Ediciones Ariel, Barcelona, 1961.
231
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
217
Véase PÍO V, Decretal sobre los cambios (1571), en la cual se condenan monopoli-
zaciones y colusiones monopólicas que recaigan sobre dinero legal o moneda, el cual
es tratado al efecto como una mercadería más.
218
Véase EDICTO DE ZENÓN, Emperador de Oriente, dirigido al Prefecto Pretorio
de Constantinopla, en el cual prohíbe toda suerte de monopolios bajo penas de exilio
perpetuo, confiscación y multas (483 d. C.).
El Edicto de Zenón se inscribe entre las medidas adoptadas por diversos empera-
dores de Occidente y de Oriente para controlar la carestía de la vida por medio del
establecimiento de precios máximos y reprimir los acuerdos de precios entre comer-
ciantes e industriales. Confrontar HOMO , León, Nueva Historia de Roma, pp. 395-396,
Editorial Iberia, Barcelona, 1981.
232
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
219
Sin duda éste fue el antecedente conceptual de aquella potestad administrati-
va del Tribunal Antimonopólico, hoy derogada, que se contenía en el antiguo art. 17,
letra f), del Decreto Ley 211 y que permitía a este organismo antimonopólico estable-
cer fechas distintas de negociación colectiva para empresas de una misma rama de ac-
tividad.
220
Una completa relación de las leyes establecidas para constituir y regular estan-
cos, puede verse en Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, tomo IV, p. 79, Boix
Editor, Madrid, 1841.
221
Para un análisis de las implicancias políticas de este decreto y de la gravitación
del problema del libre comercio en la independencia de Chile, véase EYZAGUIRRE, Jai-
me, La Logia Lautarina, pp. 141 y ss., Editorial Francisco de Aguirre, Santiago de Chi-
le, 1973.
233
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
222
PEREZNIETO CASTRO, Leonel, “La Ley Federal de Competencia Económica: un
nuevo instrumento para una nueva economía”, p. 129, en Estudios en torno a la Ley Fe-
deral de Competencia Económica, Universidad Nacional Autónoma de México, 1994.
234
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
223
FURNISH, Dale B., Chilean antitrust law, The American Journal of Comparative
Law, vol. Nº 19, 1971.
235
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
236
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
237
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
238
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
239
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
224
Esta es una comisión especializada en la investigación de distorsiones en el pre-
cio de las mercaderías importadas, con motivo de las cuales aquélla puede proponer
al Presidente de la República la adopción de medidas destinadas a corregir tales dis-
torsiones, v. gr., derechos antidumping o sobretasas arancelarias, todo ello de acuerdo
con las disposiciones de la Organización Mundial del Comercio. Véase también art. 46
de la Ley Orgánica del Banco Central de Chile.
240
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
225
Una síntesis de este capítulo fue expuesta por Domingo Valdés Prieto en el
Seminario “El Decreto Ley 211 sobre Libre Competencia y las modificaciones intro-
ducidas por la Ley 19.911”, bajo la denominación “El injusto monopólico ante el De-
creto Ley 211”. Dicho seminario se efectuó en la Facultad de Derecho de la Universidad
Católica del Norte con fecha 15 de octubre de 2004.
241
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
242
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
Ley 19.911 descartarse una dimensión criminal del mismo. Este tipo
general del artículo tercero, inciso primero, según ya advertimos, com-
prende ambas formas de injusto: el de lesión y el de puesta en riesgo
de la libre competencia. Las sanciones por transgresión de este tipo
universal sólo pueden ser impuestas por el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia, siguiendo al efecto el proceso de naturaleza ju-
risdiccional reglado por los arts. 19 a 29 inclusives del Decreto Ley 211.
La hoy derogada sanción penal de presidio menor en cualquiera
de sus grados había llevado a muchos –entre los que me contaba– a
calificar el Decreto Ley 211 como una ley penal especial o bien como
una ley “extravagante”, en cuanto vaga o existe fuera del Código Pe-
nal. Hoy la discusión se ha vuelto más sutil, puesto que distinguidos
juristas y especialistas en el tema estiman que el carácter penal de este
tipo universal no deriva exclusivamente del carácter corporal de la
pena que contempla el tipo en comento. En efecto, sostienen tales ju-
ristas que es posible que el tipo universal de monopolio deje de con-
templar una pena corporal y ello no baste para perder su carácter
penal; éste puede derivar de la existencia de multas. Así, argumentan
que no ha operado tal despenalización del ilícito monopólico en aten-
ción a que se mantiene la sanción consistente en multas, cuyo umbral
se ha incrementado ostensiblemente. Si bien es cierto que no sólo
las penas corporales son constitutivas de las penas penales, no pue-
de obviarse el hecho de que se ha eliminado la facultad del Tribu-
nal de Defensa de la Libre Competencia mediante la cual este órgano
jurisdiccional podía ordenar al Fiscal Nacional Económico el ejerci-
cio de la acción penal por el delito penal de monopolio ante el Juez
del Crimen y, asimismo, se ha derogado el antiguo Título V del De-
creto Ley 211 que se titulaba “Del proceso penal”.
En mi opinión, claramente se ha despenalizado este tipo univer-
sal antimonopólico, por las siguientes razones: i) el Tribunal Antimo-
nopólico no está facultado para conocer de injusto penal alguno y antes
de esta reforma legal tampoco gozó de dicha facultad, puesto que el
conocimiento del delito penal de monopolio estaba reservado por el
propio Decreto Ley 211 exclusivamente al juez del crimen; ii) se ha de-
rogado en forma orgánica el antiguo Título V del Decreto Ley 211, de-
nominado “Del proceso penal”, mediante el cual se confería
competencia al juez del crimen y no se ha reservado dicha competen-
cia a tribunal alguno, ni siquiera al propio Tribunal Antimonopólico,226
y iii) tradicionalmente las multas en nuestro Derecho corresponden
226
Ley 19.911 que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, art. 1º,
Nº 19.
243
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
244
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
D. TIPICIDAD
La tipicidad se halla estrechamente vinculada al principio de la legali-
dad, puesto que este último se cumple con la previsión en una norma
de jerarquía legal de los delitos e infracciones y de sus respectivas san-
ciones. La tipicidad consiste en que tal previsión se verifique median-
te la precisa y específica descripción de la conducta reprochable por
227
CARNELUTTI, Francesco, Principios del proceso penal. Derecho procesal civil y penal,
tomo II, p. 7, Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires, 1971.
245
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
la respectiva ley. De allí que no cabe que esa descripción sea precisa-
da o especificada por normas infralegales, v. gr., a través de la potes-
tad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia o mediante la potestad jurisdiccional de este último.
La importancia de la tipicidad es enorme, puesto que si debiése-
mos esperar que una conducta sea perpetrada para que el juez deter-
minase si la misma es o no punible y, por tanto, constitutiva de un
determinado ilícito, sería el fin de la certeza jurídica que es indispen-
sable para la libertad de competencia mercantil y la consecución del
bien común de la sociedad civil. De allí que Carrara exigiese la pro-
mulgación de la ley penal como un elemento fundamental para la crea-
ción del tipo del delito penal, aunque reconociendo que el Derecho
positivo debe subordinarse al Derecho natural en el proceso de dar
forma a ese tipo. Lo anterior se presenta con caracteres más apremian-
tes tratándose del ámbito antimonopólico sancionatorio y por ello es
que en éste la necesidad de certeza, demandada por el principio de
la legalidad, se ha abierto paso a través del instituto de la tipicidad,
que se ha erigido en una barrera para la incertidumbre jurídica y para
la arbitrariedad de las autoridades públicas.
No obstante la importancia de la tipicidad, no sólo en el orden
penal sino también administrativo, es preciso reconocer que tanto en
el derecho de la libre competencia nacional como en el extranjero,
el grado de desarrollo de los tipos antimonopólicos dista de hallarse
en un estadio que pudiese calificarse de satisfactorio. En efecto, es tal
la multiplicidad y complejidad que pueden adoptar las conductas vul-
neratorias de la libre competencia que las legislaciones suelen dar li-
neamientos muy generales. Bajo esa perspectiva fue que el legislador
del Decreto Ley 211 resolvió acudir a un tipo universal antimonopóli-
co –es decir, que diera cuenta de todas las conductas posibles atenta-
torias contra la libre competencia–, con lo cual el peso interpretativo
se trasladó a la conceptualización del bien jurídico protegido libre com-
petencia. Consciente de ello, el legislador del Decreto Ley 211 preten-
dió auxiliar al intérprete mediante la ilustración de ciertos ejemplos
contenidos en el inciso segundo del artículo tercero de ese mismo cuer-
po normativo.
Así, la contrapartida de captar todas las conductas vulneratorias
de la libre competencia fue el carácter amplísimo que hubo de confe-
rirse al denominado tipo universal; tal carácter amplísimo devino en
una formulación vaga en comparación con los tipos penales y admi-
nistrativos tradicionales. Tal vaguedad resulta parcialmente explicada
por el reciente desarrollo de las herramientas económicas para la de-
terminación del poder de mercado, la falta de capacidad técnica para
detallar todos los ilícitos mediante los cuales se puede vulnerar la li-
246
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
228
Lo anterior no obsta a que el Derecho natural sea invocado, desde una pers-
pectiva de política criminal, para incriminar una conducta que no se encuentre ac-
tualmente penalizada o, por el contrario, despenalizar lo ya incriminado. Recuérdese
al efecto la polémica entre Carrara y Franz. La posición de Franz tenía fundamento
en Pufendorf, quien defendía la posibilidad de imponer penas según el Derecho na-
tural, aun cuando se careciese de una ley positiva sobre el particular. Fue la misma
Escuela del Derecho Natural la que revisó esta posición por el peligro que entrañaba
que los derechos del individuo quedasen a merced de autoridades públicas dotadas
de potestades normativas infralegales.
247
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
248
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
229
Comisión de Estudio de la Nueva Constitución, Sesión Nº 113.
230
Tribunal Constitucional, Sentencia Rol Nº 244, considerando 12, del 26 de agos-
to de 1996.
231
Resolución Nº 47, considerando 6º, Comisión Resolutiva: “Que, por último, Ro-
bert Lewis, por medio de su abogado, expuso oralmente que, como las facultades de
esta Comisión estaban referidas, en último término, a delitos, no se podría prescindir
de las tipificaciones contenidas en los arts. 1º y 2º del Decreto Ley 211, de 1973, ex-
249
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
250
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
232
SOFOFA, “Observaciones al Proyecto de Ley que Modifica el Decreto Ley 211,
de 1973, sobre Defensa de la Libre Competencia”, presentado ante el Senado con fe-
cha 11 de julio de 2002.
251
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
252
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
233
Resolución Nº 239, vistos 7, letra b), Comisión Resolutiva.
253
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
234
Resolución Nº 239, Declaración Nº 2, Comisión Resolutiva.
235
MATTAR PORCILE, Pedro, “Un nuevo Tribunal para la Defensa de la Libre Com-
petencia”, p. 15, Publicación Día de la Competencia (30 de octubre de 2003), Fiscalía
Nacional Económica, Santiago de Chile.
254
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
236
Confirma este principio el art. 39, inc. 2º, del Código de Procedimiento Penal:
“La responsabilidad penal sólo puede hacerse efectiva en las personas naturales. Por
las personas jurídicas responden los que hayan intervenido en el acto punible, sin per-
juicio de la responsabilidad civil que afecte a la corporación en cuyo nombre hubie-
ren obrado”.
255
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
256
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
237
Resolución Nº 171, considerando 15, Comisión Resolutiva.
238
Dictamen Nº 992/636 de la Comisión Preventiva Central, confirmado por la
H. Comisión Resolutiva (hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia) median-
te Resolución Nº 480, en el cual se cita Oficio Nº 725 emitido por la Dirección Gene-
ral de Aguas.
257
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
D.1.3. Acción
La acción de que trata el Derecho es acción humana, conducta finali-
zada desde que se trata de una conducta propiamente humana, esto
es, actividad guiada por el intelecto y la voluntad. Es el intelecto la
potencia humana destinada a captar los fines y prever sus consecuen-
cias y efectos, y la voluntad la potencia que escoge entre tales fines y
pone en ejecución la prosecución de alguno de tales fines. En efecto,
239
Resolución Nº 29, considerando 7º, Comisión Resolutiva.
258
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
240
Un buen ejemplo de recepción positiva de este principio lo constituye el art. 913
del Código Civil argentino que dispone: “Ningún hecho tendrá el carácter de volunta-
rio, sin un hecho exterior por el cual la voluntad se manifieste”.
259
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
241
Esta clasificación corresponde a la antigua, originada en Aristóteles, que dis-
tinguía entre conmutaciones voluntarias y conmutaciones involuntarias. Se había ob-
260
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
jetado respecto de la misma que no hay ninguna acción de justicia que sea involunta-
ria, puesto que siempre debe obrarse conscientemente y por elección. Cayetano, se-
gún explica Vitoria, justifica la distinción mencionada señalando que las conmutaciones
voluntarias se caracterizan porque ambas partes intervienen voluntariamente en las
mismas, en tanto que las conmutaciones involuntarias sólo son voluntarias por parte
del que realiza la acción (ofensor), pero involuntarias para el que la sufre (víctima).
VITORIA, Francisco de, La Justicia, pp. 101 y 102, Editorial Tecnos, Madrid, 2001.
261
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
242
FERRI, Luigi, La autonomía privada, pp. 61 y 62, Editorial Revista de Derecho
Privado, Madrid, 1969.
262
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
D.1.3.2. Convención
El término “convención” permite designar todas las modalidades de
acuerdos o negocios jurídicos de cualquier naturaleza, sean bilatera-
les o plurilaterales, conmutativos o aleatorios, judiciales o extrajudi-
ciales, nacionales o internacionales, siempre y cuando tales acuerdos
o negocios produzcan efectos en Chile. Dichas modalidades compren-
den tanto las convenciones privadas como las convenciones públicas
en su dimensión administrativa. En consecuencia, estimamos que las
convenciones descritas en el tipo antimonopólico en comento, en su
variante de públicas no alcanzan ni a los tratados ni a las convencio-
nes internacionales efectuadas en virtud de leyes, ni a los contratos-
leyes que celebra el Estado de Chile con ciertas personas, v. gr.,
contratos-leyes amparados en el Decreto Ley 600, que tiene lugar con
quienes califiquen como inversionistas extranjeros. Basamos nuestro
aserto en que tales convenciones públicas exhiben rango de ley y, por
tanto, desde la óptica de la jerarquía normativa no pueden quedar
alcanzadas por una norma legal preexistente, como es el caso del De-
creto Ley 211, de 1973. El que tales contratos-leyes no queden alcan-
zados por el Decreto Ley 211 no implica en forma alguna que no se
deba dar cabal cumplimiento a las garantías constitucionales aplica-
bles.
Cabe observar que el Derecho antimonopolios ha desarrollado una
amplia nomenclatura que busca tipificar la variadísima gama de figu-
ras negociales urdidas a lo largo de la historia para obtener los bene-
ficios de vulnerar la libre competencia, por lo cual al alero de aquella
rama del Derecho hallamos toda suerte de tratos, pactos, monipodios,
conspiraciones, combinaciones, ligas, alianzas, carteles de primer, se-
gundo y tercer grado (este último también denominado “consorcio”
en ciertas jurisdicciones), sindicatos obreros, asociaciones patronales,
acuerdos de caballeros (gentlemen’s agreements), acuerdos secretos o
trusts, pools o fondos comunes, boycotts o negativas de venta concerta-
das, negociaciones sindicales, fórmulas conducentes a concentracio-
nes de empresas (también denominadas fusiones) y colusiones
monopólicas. Según veremos, el artículo tercero, en su inciso segun-
do, del Decreto Ley 211, entrega un breve catálogo a título meramen-
te ejemplar de conductas que, de vulnerar la libre competencia,
resultan sancionables. Lo relevante es que nuestro Derecho antimo-
nopólico emplea la voz “convención” en una acepción propia, más laxa
263
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
243
Resolución Nº 92, Comisión Resolutiva. Sobre este particular, puede verse, VAL-
DÉS PRIETO, Domingo, “Recomendación de un competidor en desmedro de otro. In-
forme en Derecho”, publicado en Revista Chilena de Derecho, vol. XXX, Nº 1 (2002),
Santiago de Chile, y reproducido como anexo al final de esta obra.
264
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
244
Resolución Nº 169, considerandos 4º y 5º. También resolución Nº 637. Ambas
de la Comisión Resolutiva.
245
CARRARA, Francesco, Programa de derecho criminal, vol. I, p. 49, Editorial Temis,
Bogotá, 1996.
265
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
266
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
267
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
246
Resolución Nº 90, considerando 19, Comisión Resolutiva.
268
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
D.1.4. Resultado
El legislador del Decreto Ley 211, de 1973 ha exigido no sólo una con-
ducta deliberada y exteriorizada, sino también un resultado específi-
co vinculado a dicha conducta. En la descripción típica de la actividad
prohibida, consistente en la ejecución o celebración de un hecho, acto
o convención, ya se encuentra implícita la noción de que las conduc-
tas antes mencionadas han de producir un efecto jurídico relevante.
Así, los únicos “hechos”, “actos” y “convenciones” que interesan al De-
recho son aquellos que revistan el carácter de “jurídicos”, esto es, que
sean atingentes a lo justo. No obstante este efecto o resultado genéri-
co relevante al Derecho, el tipo del artículo tercero, inciso primero,
del Decreto Ley 211 contempla un resultado específico y particular del
ilícito monopólico, que es el que procedemos a analizar.
Era de toda necesidad requerir que la conducta tipificada produ-
jera causalmente un determinado resultado, puesto que tanto el suje-
269
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
247
Existen tipos análogos de lesión y de peligro en el Derecho comparado. Un
ejemplo relevante lo constituye el art. 540 del Código Penal español, que luego de la
reforma del 15 de noviembre de 1971, da cuenta de un delito “endurecido”. Este tipo,
que se refiere a las maquinaciones que pretenden alterar el precio de las cosas, se bas-
ta con que se intente la alteración, aun cuando ésta efectivamente no se produzca.
270
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
271
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
272
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
248
Resolución Nº 29, considerando 7º, Comisión Resolutiva.
273
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
249
Resolución Nº 60, considerando 8º, Comisión Resolutiva.
274
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
250
Resolución Nº 67, considerando 4º, Comisión Resolutiva.
275
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
276
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
277
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
278
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
251
Véase, para un análisis de las diversas concepciones del daño civil, DIEZ
SCHWERTER, José Luis, El daño extracontractual, pp. 17-25, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago, 2002.
279
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
ción a, por ejemplo, una barrera a la entrada. Por otra parte, dada la
gran significancia del bien jurídico tutelado libre competencia es que
éste es considerado un contenido de orden público, no susceptible de
avenimientos o conciliaciones, según ya hemos advertido, y por lo cual
cabe hablar de sujetos pasivos mediatos, que son todos aquellos que
integran la sociedad política. Por lo expuesto, constituye un error con-
ceptual grave considerar que el mismo tribunal que conoce de un in-
justo monopólico está en condiciones de determinar si tal conducta
reviste o no el carácter de delito civil, atendida la diversa estructura
de uno y otro, en cuanto a las categorías de sujetos pasivos y las diver-
sas clases de resultados que existen en el ámbito antimonopólico, por
contraste con los meramente civiles.
c) Por otra parte, ello implicaría no sólo el conocimiento espe-
cializado del contencioso monopólico, sino también además de los te-
mas civiles, que en rigor constituye competencia de los tribunales
ordinarios civiles. Con lo anterior, conocería de los ilícitos civiles el
Tribunal Antimonopólico y además los tribunales ordinarios en lo ci-
vil. El resultado de ello podría significar una disparidad en la juris-
prudencia de los ilícitos civiles, según las acciones pertinentes se
presentaren en sede antimonopólica o en sede propiamente civil.
No modifica las consideraciones anteriores la afirmación de que
el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia “debería pronunciarse
en el sentido de declarar el derecho del o de los afectados por una
conducta monopólica a cobrar los perjuicios ante el juez civil”.252 Esti-
mamos que esta recomendación, que fue efectuada durante la trami-
tación del proyecto de ley de reforma del Decreto Ley 211 que culminó
en la Ley 19.911, y que afortunadamente no fue acogida, pugna con
las razones antes expuestas para no conferir una competencia en lo
civil al Tribunal Antimonopólico. Aparentemente, dicha recomenda-
ción buscaba que el derecho a cobro de perjuicios fuere declarado por
el Tribunal Antimonopólico y que el monto de ellos hubiere sido fija-
do por el tribunal civil competente. Reiteramos que declarar el dere-
cho a cobrar perjuicios presupone identificar a la víctima civil, la que
según hemos explicado no tiene por qué coincidir con la víctima mo-
nopólica, lo cual se traduciría en una carga indebida para el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia.
Según la reforma efectuada al Decreto Ley 211 y que fuera pro-
mulgada el 14 de noviembre de 2003, se ha introducido a dicho cuer-
252
SOFOFA, “Observaciones al Proyecto de Ley que modifica el Decreto Ley 211,
de 1973, sobre Defensa de la Libre Competencia”, presentado ante el Senado con fecha
11 de julio de 2002.
280
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
253
HARRISON DE LA B ARRA, Francisco Javier, Diccionario de instituciones de derecho pro-
cesal penal, tomo I, p. 85, citando a Garraud, Ediciones Encina Limitada, Santiago de
Chile, 1972.
281
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
254
Una situación similar la muestra el tipo antimonopólico contenido en el art. 1º
de la Ley sobre prácticas restrictivas de la competencia del Reino de España, de 20 de
282
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
julio de 1963: “[Se prohíben] las prácticas surgidas de convenios, decisiones o con-
ductas conscientemente paralelas que tengan por objeto o produzcan el efecto de im-
pedir, falsear o limitar la competencia en todo o en parte del mercado nacional”. Lo
mismo acontece con la Sherman Act de 1890 y el Tratado de Roma de 1959.
283
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
284
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
255
PASCUAL Y VICENTE , Juan, Diccionario de Derecho y economía de la competencia en
España y Europa, p. 335, Editorial Civitas, Madrid, España, 2002.
256
Art. 81.1. (antiguo art. 85.1) Treaty of Rome: “The following shall be prohibi-
ted as incompatible with the Common Market; all agreements between undertakings,
decisions by associations of undertakings and concerted practices which may affect trade
between Member States and which have as their object or effect the prevention, res-
triction or distortion of competition within the Common Market, and in particular those
which: a) directly or indirectly fix purchase or selling prices or any other trading con-
ditions; b) limit or control production, markets, technical development, or investment;
c) share markets or sources of supply; d) apply dissimilar conditions to equivalent tran-
sactions with other trading parties, thereby placing them at a competitive disadvanta-
ge; e) make the conclusion of contracts subject to acceptace by the other parties of
supplementary obligations which, by their nature or according to commercial usage,
have no connection with the subject of such contracts”.
285
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
257
TRUCCO B URROWS, Eduardo, “Delitos económicos específicos”, p. 82, Revista de
Derecho Económico Nos 60-61, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, 1983.
258
Art. 26, letra a), Decreto Ley 211.
286
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
287
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
259
Cabe observar que el poder de mercado es también denominado “poder subs-
tantivo en el mercado”, que es la expresión empleada por la Ley Federal de Compe-
tencia Económica de México (1992), y “poder mercantil”, que es la denominación
utilizada por The 1992 Horizontal Merger Guidelines de Estados Unidos de América.
260
Sentencia Nº 09/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, cuyo
considerando 19 dispone: “Que, el utilizar el poder de mercado para reducir los pa-
gos a proveedores tiene los mismos efectos que utilizar una posición dominante para
aumentar el precio de venta. En este sentido, la utilización abusiva de la posición do-
minante puede llevar a alterar los precios, reduciendo la cantidad producida y el bien-
estar de la sociedad como un todo”.
261
Sentencia Nº 09/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, con-
siderando 16.
288
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
262
LANDES, William M. & POSNER, Richard A., “Market power in antitrust cases”,
Harvard Law Review, vol. 94, number 5, p. 937, 1981. Una definición muy semejante es
la postulada por TIROLE, Jean, The theory of industrial organization, p. 67, The MIT Press,
1988: “a firm exercising monopoly power over a given market can raise its price above
marginal cost without loosing all its clients”.
289
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
263
Sentencia Nº 10/2004, de 24 de noviembre de 2004 del Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia, considerando 7º. La idoneidad conculcadora de la Libre Com-
petencia de un supuesto ilícito de fuente no resulta demostrable por insuficiencia de
antecedentes fácticos disponibles en el tribunal.
290
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
291
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
292
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
264
Para una completa visión panorámica de los diversos argumentos elabora-
dos en sustento del principio de que no hay pena sin culpa, véase K ÜNSEMÜLLER
LOEBENFELDER, Carlos, Culpabilidad y pena, cap. IV, pp. 205-269, Editorial Jurídica de
Chile, Santiago de Chile, 2001.
293
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
265
ETCHEBERRY, Alfredo, Derecho penal, Parte general, tomo I. p. 52, Editora Nacio-
nal Gabriela Mistral, 1976.
294
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
266
Ver CORRAL TALCIANI, Hernán Felipe, “De la ignorancia de la ley”, pp. 260 y ss.,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1987.
295
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
296
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
267
Así, a modo de ejemplo, véase los siguientes artículos del Código Penal:
“Art. 285. Los que por medios fraudulentos consiguieren alterar el precio natu-
ral del trabajo, de los géneros o mercaderías, acciones, rentas públicas o privadas o de
cualesquiera otras cosas que fueren objetos de contratación, sufrirán las penas de re-
clusión menor en sus grados mínimo a medio y multa de seis a diez unidades tributa-
rias mensuales.
Art. 286. Cuando el fraude expresado en el artículo anterior recayere sobre man-
tenimientos u otros objetos de primera necesidad, además de las penas que en él se
señalan, se impondrá la de comiso de los géneros que fueren objeto del fraude.
Art. 287. Los que emplearen amenaza o cualquier otro medio fraudulento para alejar
a los postores en una subasta pública con el fin de alterar el precio del remate, serán
castigados con una multa del diez al cincuenta por ciento del valor de la cosa subastada;
a no merecer mayor pena por la amenaza u otro medio ilícito que emplearen”.
297
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
298
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
268
JAKOBS, Günther, Derecho penal. Parte general, Libro I, cap. I, p. 67, Marcial Pons,
Ediciones Jurídicas, Madrid, 1995.
269
JESCHECK, Hans-Heinrich, Tratado de Derecho penal. Parte general, p. 52, Comares
Editorial, Granada, 1993.
270
CURY U RZÚA, Enrique, Derecho penal, tomo I, p. 81, Editorial Jurídica de Chile,
Santiago de Chile, 1982.
271
ABUNDIO, Rodrigo, “Infracciones en el Código Tributario”, Revista de Derecho
de la Universidad de Concepción, vol. Nº 51, Nº 174, julio-diciembre, p. 96, 1983.
299
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
y, por tanto, alcanza a todas las modalidades de penas, sea que éstas
correspondan a cualquiera de las tres grandes categorías de delitos que
enunciábamos al tratar del injusto de monopolio: delitos penales, de-
litos infraccionales –entre los cuales se cuenta el injusto de monopo-
lio del Decreto Ley 211– y delitos civiles.
La culpabilidad es un requisito esencial e inamovible para el esta-
blecimiento y la aplicación de las penas. Sólo cabe imponer una pena
por una conducta a quien sea autor o dueño de ésta y sólo existe se-
ñorío sobre una conducta propia en tanto que ésta haya sido ejecuta-
da con conocimiento y voluntad de lo que se estaba realizando por
parte del autor de la misma. En otras palabras, sólo puede haber cul-
pabilidad allí donde la conducta era causal y psicológicamente con-
ducida por el autor y pudiendo éste haberla realizado en otra forma,
esto es, conforme a Derecho, no lo hizo. Es por ello que delito significa
etimológicamente abandono de la ley; sin embargo, para abandonar la
ley es preciso haberlo sabido y querido así. Si falta el conocimiento y
la voluntad de abandonar la ley no existe un acto propiamente huma-
no, esto es, racional y libre, y por ello no puede haber delito y, por
tanto, tampoco pena. De allí que la reprochabilidad característica de
todo delito y la imposición de la pena consiguiente descansan sobre
una conducta libre del autor mediante la cual éste no quiso someter-
se a las prescripciones de la ley, prefiriéndose abandonar esta última.
Respecto de la libertad del ser humano, remitimos al capítulo deno-
minado “Culpabilidad”, en el cual este tema es tratado en forma ex-
tensa.
El Derecho debe reconocer al hombre tal cual es. Otra forma de
concebir el hombre por parte del legislador se estrellará contra la rea-
lidad y las normas jurídicas emitidas bajo una concepción errónea o
incompleta sólo generarán injusticias y la ineficacia de las mismas. El
ser humano es racional y en derivación de tal racionalidad es libre.
La propia Constitución Política de la República se encarga de ad-
vertir que el Estado está al servicio de la persona humana y todo hombre
es considerado persona, según resulta claro de la sistemática del ar-
tículo primero, inciso primero, y artículo diecinueve numeral prime-
ro de la Carta Fundamental, por contraste con lo que ocurría en el
Derecho romano.
Según la inmortal definición de Boecio, la persona humana es una
substancia individual de naturaleza racional (Persona est naturae ratio-
nalis individua substantia),272 puesto que una característica esencial de
272
FERRATER M ORA, J., Diccionario de Filosofía, tomo III, p. 2761, Editorial Ariel S.A.,
Barcelona, 1999.
300
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
273
COUSIÑO MAC IVER, Luis, Tratado de derecho penal chileno, tomo III, Editorial Ju-
rídica de Chile, Santiago de Chile, 1992.
301
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
274
KAUFMANN, Hilde, Derecho penal de culpabilidad, concepto de la pena y ejecución orien-
tada al tratamiento, Nuevo Pensamiento Penal, año 3, 1974, pp. 109 y ss.
302
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
303
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
D.2.6. Situación del principio nulla poena sine culpa en los injustos
monopólicos
D.2.6.1. Análisis del tipo universal antimonopólico
En el caso del artículo tercero, inciso primero de la Ley Antimonopo-
lio, que contempla el tipo universal del ilícito infraccional de mono-
polio, corresponde preguntarse si hay argumentos para sostener una
excepción justificada a la concepción dominante a nivel internacio-
nal y nacional de la escuela cuantitativa con su consecuente comuni-
cación de las garantías penales al ilícito contravencional, por una parte,
y si asimismo se perfila alguna excepción al principio general de la
responsabilidad subjetiva o responsabilidad por culpabilidad que he-
mos comentado, por otra parte. Ni el tenor literal ni el espíritu de
aquel tipo universal antimonopólico ni pasaje alguno del Decreto
Ley 211 llevan a excluir en su aplicación al injusto monopólico las ga-
rantías construidas por el Derecho penal ni el principio de la respon-
sabilidad por culpabilidad del ilícito contravencional monopólico; más
aun no existe ninguna mención o remisión a alguna presunción de
culpabilidad, la que por mandato constitucional –aceptada la comu-
nidad de naturaleza entre el delito penal y el ilícito infraccional– for-
zosamente habría de ser simplemente legal.275
Por el contrario, el artículo tercero, inciso segundo, del Decreto
Ley 211, cuyo objetivo es describir a título meramente ejemplar con-
ductas ofensivas de la libre competencia y, por esa vía, auxiliar al in-
térprete ante la vaguedad del tipo antimonopólico universal, prescribe
en sus letras a) y c) los siguientes atentados a la libre competencia, en
los cuales se emplea el vocablo objeto con el propósito de dar cuenta
de una dirección subjetiva:
a) Los acuerdos expresos o tácitos entre agentes económicos, o las prácti-
cas concertadas entre ellos, que tengan por objeto fijar precios de venta o de
compra, limitar la producción o asignarse zonas o cuotas de mercado, abusan-
do del poder que dichos acuerdos o prácticas les confieran, y
275
Art. 19, Nº 3, inc. 6º, Constitución Política de la República (1980).
304
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
276
Véase, BUERES, Alberto J., “Objeto del Negocio Jurídico”, pp. 44 y ss., Editorial
Hammurabi, Buenos Aires, 1998. Este autor analiza las diversas concepciones del ob-
jeto desde una perspectiva civil, distinguiendo quienes afirman que el objeto está cons-
tituido por las obligaciones emanadas del respectivo negocio jurídico; otros autores
estiman que el objeto se compone de dichas obligaciones, las prestaciones y los bienes
y los hechos a que se refieren aquéllas, en tanto que otros conciben el objeto como el
contenido integral del acuerdo negocial.
277
Diccionario de la Lengua Española, tomo 7º, p. 1087, Espasa-Calpe, vigésima
segunda edición, Madrid, 2000.
278
Diccionario de la Lengua Española, tomo 1º, p. 644, Espasa-Calpe, vigésima edi-
ción, Madrid, 1984.
305
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
306
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
307
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
308
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
309
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
co. Más aun, pretender que las conductas monopólicas pueden pres-
cindir de culpabilidad (dolo y culpa) entraría en colisión con la circuns-
tancia de que ya existe jurisprudencia civil según la cual se ha
configurado un ilícito civil sobre la base de un ilícito monopólico.
279
GRUBER, Johannes Peter, “Major changes in austrian competition law”, p. 359,
International Business Lawyer, vol. 30, Nº 8, september 2002, United Kingdom.
310
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
280
Resolución Nº 608, considerando 4º, Comisión Resolutiva.
311
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
281
Resolución Nº 44, considerando 6º, Comisión Resolutiva.
312
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
282
Resolución Nº 56, considerando 8º, Comisión Resolutiva.
283
Resolución Nº 63, considerando 30, Comisión Resolutiva.
284
Resolución Nº 31, considerando 7º, Comisión Resolutiva.
313
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
285
Resolución Nº 58, considerando 5º, Comisión Resolutiva.
314
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
E. ANTIJURIDICIDAD
La noción de antijuridicidad está construida sobre la de tipicidad, en
el sentido que aquélla presupone ésta. Mientras el tipo es la descrip-
ción concreta de la conducta prohibida o imperada, según correspon-
da, la antijuridicidad es la contradicción entre la conducta típica
realizada y el orden jurídico en su conjunto. Puesto en otros térmi-
nos, hay antijuridicidad toda vez que una conducta típica no se vea
amparada por una “causal de justificación”; si no concurre la causal
de justificación, la conducta típica se encontrará proscrita por el or-
den jurídico y será, consecuentemente, calificada de antijurídica. Así,
una causal de justificación consiste en uno o más preceptos jurídicos
de contenido permisivo que impiden la calificación de antijurídica a
una conducta que ha sido subsumida en una determinada prohibición
típica o en un imperativo típico. En otras palabras, la causal de justifi-
cación remueve la antijuridicidad, permitiendo que una conducta, en
general prohibida o imperada, deje de serlo en un determinado caso
particular.
Entre los clásicos ejemplos de causales de justificación en el or-
den penal hallamos la legítima defensa, el estado de necesidad, el con-
sentimiento del ofendido, etc.
Según ha quedado explicado, en materia antimonopólica al igual
que en el orden penal la tipicidad es de rango legal, dando cuenta de
un ilícito regido por el Derecho administrativo sancionatorio, que no
alcanza entidad penal, según lo confirma el propio artículo tercero,
inciso primero, del Decreto Ley 211 en comento y lo ratifica la juris-
prudencia del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
A diferencia de lo que ocurre con la tipicidad, la antijuridicidad
es una noción que apunta al orden jurídico como un todo unitario y
armónico y, en ese sentido, no resulta vinculable a una rama jurídica
en particular; en este sentido podríamos afirmar que la antijuridici-
315
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
E.1. Actos o contratos celebrados de acuerdo con las decisiones del tribunal de
defensa de la libre competencia
Se ha dicho que el Decreto Ley 211, de 1973, contempla expresamen-
te una forma de causal de justificación específica y particular para el
tipo administrativo antimonopólico contenido en el artículo tercero,
inciso primero del antes mencionado cuerpo normativo. Esta causal
de justificación se hallaría en el art. 32 del Decreto Ley 211, precepto
que se ocupa, en principio, de la denominada potestad consultiva del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, disponiendo lo siguien-
te: Los actos o contratos ejecutados o celebrados de acuerdo con las decisiones
del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, no acarrearán responsabili-
dad alguna en esta materia, sino en el caso que, posteriormente, y sobre la base
de nuevos antecedentes, fueren calificados como contrarios a la libre competen-
cia por el mismo tribunal, y ello desde que se notifique o publique, en su caso,
la resolución que haga tal calificación.
En todo caso, los Ministros que concurrieron a la decisión no se entende-
rán inhabilitados para el nuevo pronunciamiento.
Así, estima esa opinión, fluye de manera clara y precisa del texto
transcrito que quien actúe ajustándose a lo resuelto por el Tribunal
de Defensa de la Libre Competencia no incurrirá en responsabilidad
monopólica. Si bien la conclusión expuesta, en lo que se refiere a la
exención de responsabilidad es verdadera en tanto que dicho tribu-
nal haya concluido que no había lugar a responsabilidad monopóli-
ca, constituye, en nuestra opinión, un grave error creer que ello es el
resultado de una causal de justificación. Si recordamos que una cau-
sal de justificación consiste en uno o más preceptos jurídicos de con-
tenido permisivo que impiden la calificación de antijurídica a una
conducta que ha sido subsumida en una determinada prohibición tí-
316
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
317
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
318
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
319
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
286
Resolución Nº 24, considerando 12, Comisión Resolutiva.
320
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
287
Resolución Nº 144, vistos 9.2, Comisión Resolutiva.
321
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
F. C ULPABILIDAD
F.1. Las libertades innatas del hombre
El fundamento ontológico de la culpabilidad descansa en las liberta-
des innatas que constituyen un atributo de la persona humana. Estas
libertades innatas son: i) la libertad trascendental del intelecto; ii) la
libertad trascendental de la voluntad, y iii) el libre albedrío. Es preci-
so advertir que las dos libertades denominadas “trascendentales” son
calificadas como libertades, no por gozar de una propiedad autode-
terminativa –lo que sí acontece con la libertad de albedrío–, sino más
bien por su aptitud o apertura para trascender un determinado ente
o un determinado bien, según corresponda.
La libertad trascendental del intelecto se refiere a la amplitud del
horizonte objetual de éste, lo que significa que el intelecto humano
está abierto, en principio, al conocimiento de todo ente, sea éste ac-
tual o potencial. De esta forma, nuestro entendimiento tiene libertad
para conocer multitud de entes y multitud de géneros de entes, sin
quedar adscrito a una categoría singular de éstos.
La libertad trascendental de la voluntad es análoga a la del inte-
lecto antes explicada y se funda en esta última. Esta libertad volitiva
consiste en la amplitud del horizonte objetual de la voluntad, en cuan-
to esta facultad está abierta, en principio, a la volición de todo bien
concreto que ya ha sido intelectivamente conocido. Así, la voluntad
humana tiene libertad para apetecer multitud de bienes y multitud de
géneros de bienes, sin quedar reducida o limitada a una categoría sin-
gular de éstos.
Presuponiendo la operatividad de las dos libertades trascendenta-
les antes mencionadas se halla la libertad de albedrío o de elección.
La libertad de albedrío designa el carácter propio de ciertos actos rea-
lizables por el hombre sin que algo que le sea extrínseco ni intrínse-
co le haga inevitable el realizarlos de una manera determinada. Los
actos de la voluntad pueden clasificarse en necesarios y libres, y sólo
mediante estos últimos se ejercita el libre albedrío.
Esta libertad de albedrío radica en los denominados actos libres
de la voluntad y se predica de dos clases de actos: i) los de la propia
voluntad (elícitos) y ii) los actos que otras facultades realizan bajo el
imperio de la voluntad (imperados). Así, los actos caracterizados por
322
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
288
Así, ROXIN, Claus, Iniciación al derecho penal de hoy, parte 1ª, sec. 2ª, II, pp. 56 y ss.,
Universidad de Sevilla, 1981. Roxin intenta salvar la procedencia de las penas, seña-
lando que éstas han de hallarse limitadas por la culpabilidad, cumpliendo así ésta “una
importante función liberal al impedir que el interés general en un tratamiento de adap-
tación social o en un internamiento cautelar se sobreponga al interés de la libertad
del delincuente sin tener en cuenta su culpabilidad”. Sin embargo, afirma luego este
autor: “Tras esta aclaración se puede también considerar irrelevante para el Derecho
penal la disputa en torno a la libertad de la voluntad. Es evidente que la libertad de la
voluntad no se puede demostrar desde el punto de vista de una teoría del conocimiento
ni tampoco desde uno científico natural”.
289
Un completo recuento de las visiones críticas que diversos penalistas naciona-
les tienen sobre estos argumentos contrarios al libre albedrío y a la culpabilidad, críti-
cas que compartimos, se encuentra en K ÜNSEMÜLLER LOEBENFELDER , Carlos,
Culpabilidad y pena, cap. III, pp. 87-205, Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile,
2001.
323
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
290
ROXIN, Claus, Iniciación al derecho penal de hoy, parte 2ª, III, pp. 145 y 146, Uni-
versidad de Sevilla, 1981. “Esa forma de entender la culpabilidad es independiente de
324
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
325
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
jurista que fue Pío XII, señaló sobre el particular: “La esencia de la
culpa es la oposición libre a la ley reconocida como obligatoria, es la
ruptura y la violación consciente y querida del orden justo. Una vez
que se ha producido, es imposible hacer que no exista. Pero, no obs-
tante, en cuanto se pueda dar satisfacción al orden violado, hay que
dársela. Es una exigencia fundamental de la ‘justicia’. Su papel en el
dominio de la moralidad es mantener la igualdad existente y justifica-
da, conservar el equilibrio y restablecer la igualdad comprometida. Ésta
pide que, por la pena, el responsable sea sometido por la fuerza al
orden. El cumplimiento de esta exigencia proclama la absoluta supre-
macía del bien sobre el mal; por medio de ella se ejercita la sobera-
nía absoluta del derecho sobre la injusticia”.291
El concepto de culpabilidad fundamenta el reproche personal con-
tra el autor, en el sentido que éste no omitió la acción típica y antiju-
rídica aun cuando podía omitirla. En otras palabras, la esencia de la
culpabilidad –en un sentido jurídico– es la reprochabilidad a la per-
sona humana de haber realizado, como verdadero autor o dueño, una
conducta típica y antijurídica. Tal reprochabilidad existe en tanto y
en cuanto el autor de la conducta típica y antijurídica podía someter-
se a las prescripciones imperativas que le imponía el Derecho y no obs-
tante ello no lo hizo. Sólo a partir de esa constatación, la conducta
típica y antijurídica puede ser considerada obra del autor. La culpabi-
lidad tiene la importancia de excluir la denominada responsabilidad
objetiva, de servir de fundamento de la reacción punitiva y de medi-
da de la pena.
Estimamos que no hay iteración entre esta exigencia de culpabili-
dad y la descripción de la faz subjetiva del tipo antimonopólico antes
analizado, en razón de que la referida faz subjetiva recoge la volunta-
riedad en la conducta. No obstante esa voluntariedad, puede aconte-
cer que la conducta típica y antijurídica no sea reprochable; por
ejemplo, acontece esto si quien realiza una conducta monopólica, la
ejecuta bajo amenaza o fuerza moral irresistible.292 Sobre el particu-
lar, cabe recordar las palabras de Hans Welsel: “Sólo Dohna (Aufbau
der Verbrechenslehre, 1935) respecto de lo último distinguió nítida-
mente entre reprochabilidad como ‘valoración’ y dolo como ‘objeto
de valoración’ y limitó el reproche de culpabilidad a la valoración del
291
PÍO XII, “El Derecho Penal Internacional”, discurso al VI Congreso Interna-
cional de Derecho Penal, celebrado en Roma, 3 de octubre de 1953, AAS 45 (1953)
730-744, en Doctrina Pontificia, tomo V, Documentos Jurídicos, pp. 413 y 414, Edicio-
nes BAC, 1960.
292
DÍAZ PALOS, Fernando, Teoría general de la imputabilidad, pp. 85 y ss., Editorial
Bosch, Barcelona, 1965.
326
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
293
WELSEL, Hans, Derecho penal alemán, pp. 199 y 200, Editorial Jurídica de Chile,
1976.
294
PÍO XII, “La culpa y la pena en sus mutuas conexiones”, discurso al VI Congre-
so Nacional de la Unión de Juristas Católicos Italianos, 5 de diciembre de 1954 y 25
de febrero de 1955, AAS 47 (1955) 60-85, en Doctrina Pontificia, tomo V, Documentos
Jurídicos, p. 498, Ediciones BAC, 1960.
295
Para un análisis ético-jurídico de este principio, véase FRIDOLIN UTZ, Arthur, “Éti-
ca social”, tomo II, Filosofía del Derecho, pp. 206 y ss., Editorial Herder, Barcelona, 1965.
327
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
296
VIGO (H.), Rodolfo L., Las causas del derecho, pp. 56-72, Editorial Abeledo-Pe-
rrot, Buenos Aires, Argentina, 1983.
297
Un buen ejemplo de recepción positiva de este principio lo constituye el art. 913
del Código Civil argentino que dispone: “Ningún hecho tendrá el carácter de volunta-
rio, sin un hecho exterior por el cual la voluntad se manifieste”.
328
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
298
ARISTÓTELES , Ética nicomáquea, Libro V, cap. 11, 1138a, p. 267, Editorial Gre-
dos, Madrid, España, 2000.
329
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
330
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
299
ARISTÓTELES , Política, 1257b, p. 71, Editorial Gredos, Madrid, 1999.
300
Diccionario de la Lengua Española, p. 365, Espasa-Calpe, vigésima edición,
Madrid, 1992.
331
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
nes más comunes en el comercio, no por ello son las únicas mediante
las cuales puede llevarse a cabo esta especie de intermediación.
Hemos señalado que esta forma de intermediación es generalmen-
te consentida para oponerla a otras modalidades de intermediación
claramente involuntarias –estas son las conmutaciones involuntarias o
“ekousión”, según la terminología aristotélica–, como ocurre, por ejem-
plo, en el caso de los daños injustamente inferidos que se conmutan o
“cambian” por la compensación económica correspondiente a la vícti-
ma de aquéllos. Decimos que el comercio es generalmente consentido
a fin de resaltar que, excepcionalmente, las transacciones comercia-
les pueden revestir un cierto carácter forzoso, lo cual puede ocurrir,
en algún grado, como efecto del dirigismo contractual o más radical-
mente involuntarias, en el caso de algunas técnicas del orden público
económico en virtud de las cuales la autoridad pública ordena la ce-
lebración de ciertas convenciones o determina todo o parte de los con-
tenidos de las mismas, constriñendo la autonomía privada que suele
presidir las actividades mercantiles.
Comercio y negociación habitualmente son empleados como si-
nónimos, puesto que negocio es lo contrario del ocio y se da el nom-
bre de negociar al de comerciar, puesto que esta última actividad, al
estar cargada de preocupaciones, resulta extraña al ocio.
Si bien nuestro Derecho positivo no ha definido qué ha de en-
tenderse por comercio, la jurisprudencia nacional emitida por los tri-
bunales ordinarios de justicia ha recogido, en forma constante,
variaciones de la definición antes comentada del Diccionario de la Len-
gua Española.301
La intermediación constitutiva del comercio puede ser clasificada
en intermediación “meramente económica”, por una parte, y en in-
termediación “económica y jurídica”, por otra. En la intermediación
meramente económica el intermediario adquiere algún derecho sobre
los bienes que demanda para luego ofertarlos a los consumidores, esto
es, se hace parte en los contratos que permiten la intermediación, v. gr.,
las empresas bancarias celebran contratos de captación y luego de ha-
cerse dueñas de los fondos captados, celebran contratos de colocación.
A diferencia, en la intermediación económica y jurídica, el comerciante
no es parte en los contratos que ponen en contacto al productor/ma-
yorista con el comerciante/minorista/consumidor, resultando un ejem-
plo paradigmático el corredor de propiedades. Así, la intermediación
es siempre económica y, en ocasiones, adicionalmente jurídica.
301
A modo de ejemplo, véase “Price’s (South American Ltd.) con Impuestos
Internos”. Corte de Apelaciones de Valparaíso, 13 de noviembre de 1945, consideran-
do 4º.
332
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
302
SOTO, Domingo de, De la justicia y del derecho, tomo III, Libro IV, Cuestión II,
art. 2º, p. 544, Editorial Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1968.
303
Decreto Nº 194, de 20 de febrero de 1954, emanado del Ministerio de Econo-
mía de Chile: “Industria es el conjunto de actividades desarrolladas en fábricas, plan-
tas o talleres destinados a la elaboración, reparación, conservación, transformación,
armaduría, confección, envasamiento de sustancias, productos o artículos, en estado
natural o ya elaborados o para la prestación de servicios, tales como moliendas, tinto-
rerías, acabados o terminación de artículos”.
304
A modo de ejemplo, véase “Commercial Investment Co. Ltd. of Chile con He-
rrera”. Corte de Apelaciones de Talca, 26 de enero de 1931, Considerandos 11 y 12.
305
Cabe recordar que la interpretación inicial de la Sherman Act de los Estados
Unidos de América (1890), efectuada por los tribunales de justicia, estableció erró-
neamente que “el comercio viene a continuación de la fabricación y no es una parte
de ésta”, por lo cual ciertas restricciones que afectaban la libertad en la industria ma-
nufacturera de bienes no quedaron comprendidas bajo el ámbito de aplicación de di-
cha ley al categorizarse como “industria” y no corresponderse con la voz “comercio”
(United States vs. E.C. Knight, 1895). Dos años más tarde, los tribunales de justicia
reemplazaron esta definición restrictiva de comercio por una más amplia que incluía
la industria y las demás fases productivas de la actividad económica (United States vs.
Trans-Missouri Freight Association).
306
Existe una larga tradición en este sentido, que está descrita por DOMÍNGUEZ
VICENTE, Joseph Manuel, Curia filípica, tomo II, cap. I, Nº 38, p. 15, Madrid, 1790. Di-
cha tradición remite a las Leyes de la Recopilación (Lex 5, Tít. 8, lib. 9 Recop.) y a las
Siete Partidas (Lex 2, Tít. 7, part. 5).
333
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
307
Art. 172, inc. 1º, de la Ley 13.305 (1959) y antiguo art. 4º, inc. 1º, del Decreto
Ley 211 (1973), que estuvo en vigor hasta la reforma efectuada por la Ley 19.911, la
cual fue publicada en el Diario Oficial con fecha 14 de noviembre de 2003.
308
GUYENOT, Jean, Derecho comercial, vol. I, pp. 27-28, Ediciones Jurídicas Europa-
América, Buenos Aires, 1975.
334
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
309
Art. 3º, Código de Comercio de la República de Chile.
310
AQUINO, Santo Tomás de, Suma de teología 2-2, cuestión 77, art. 4º, pp. 598 y ss.,
Editorial BAC, Madrid, 1990, seguido por SOTO , Domingo de, De la justicia y del dere-
cho, tomo III, Libro VI, cuestión II, art. 2º, pp. 543 y ss., Editorial Instituto de Estudios
Políticos, Madrid, 1968 y también por MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, disputa
336, “De la compra-venta”, numeral 3º, p. 129, Editora Nacional, Madrid, 1981.
Afirma Santo Tomás de Aquino: “No obstante, el lucro, que es el fin del tráfico
mercantil, aunque en su esencia no entrañe algún elemento honesto o necesario, tam-
poco implica nada vicioso o contrario a la virtud. Por consiguiente, no hay obstáculo
alguno a que ese lucro sea ordenado a un fin necesario o aun honesto, y entonces la
negociación resultará lícita”.
También defiende la necesidad del comercio, aunque desde una óptica más bien
sociológica, ALTHUSIUS, Johannes, Politica (1603), p. 85, Liberty Fund, Indianápolis, 1995.
335
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
336
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
311
VALSECCHI, Francisco, ¿Qué es la economía?, p. 16, Ediciones Macchi, vigésima
edición, Buenos Aires, 1996.
312
La Ciencia Económica es en parte teórica, en parte práctica y en parte pro-
ductiva, según explica CRAVERO, José M. J., El tomismo en la filosofía contemporánea de la
economía, pp. 65 y ss., Ediciones de la Universidad Católica argentina, Buenos Aires,
1997.
En nuestro concepto, la actividad económica de que se ocupa el Decreto Ley 211
es de orden productivo en cuanto se dedica a comprender y dirigir las actividades de
producción, comercialización y consumo de bienes y servicios económicos.
313
MEINVIELLE, Julio, Conceptos fundamentales de la economía, p. 23, Editorial Nues-
tro Tiempo, Buenos Aires, 1953.
337
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
338
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
314
Adhiere a esta posición RÖPKE, Wilhelm, Más allá de la oferta y la demanda, p. 327,
Fomento de Cultura Ediciones, Valencia, 1960, quien afirma: “...la economía no es,
desde luego, una ciencia natural (science, en el sentido francés y anglosajón), sino una
ciencia del espíritu, y como tal moral science, ha de ocuparse del hombre como un ser
moral y espiritual (...) puesto que trata de un objeto, la economía de mercado, que
objetiviza hasta tal punto lo subjetivo, que podemos emplear métodos extraños a las
demás ciencias espirituales”.
315
MEINVIELLE, Julio, Conceptos fundamentales de la economía, pp. 28 y ss., Editorial
Nuestro Tiempo, Buenos Aires, 1953.
316
ROBBINS, Lionel C., The nature and significance of economic science, London,
Macmillan & Co., 1932. En el mismo sentido, formula en el año 1871 una descripción
del objeto de la economía, MENGER , Karl, Principios de economía política, p. 84, Unión
Editorial, Madrid, 1983.
339
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
317
AQUINO, Santo Tomás de, Suma contra los gentiles, Libro III, cap. II, 5, p. 292,
Editorial Porrúa, México, 1991: “Todo agente o actúa por naturaleza, o por entendi-
miento. Ninguna duda hay en los agentes que actúan por entendimiento de que lo
hagan por un fin, pues al actuar preconciben por su inteligencia lo que han de conse-
guir mediante la acción, ya que esto significa obrar por entendimiento. Y como en un
entendimiento que preconcibe las cosas existe la semejanza del objeto a la que se ha
de llegar mediante las acciones inteligentes, así también en el agente natural preexis-
te la semejanza de un efecto natural, que determina la acción necesaria para tal efec-
to; así el fuego genera fuego, y la oliva otra oliva”.
340
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
318
VON MISES, Ludwing, Socialism, pp. 95-96, Liberty Fund, Indianápolis, 1992: “All
theoretical inquiries –those of the classical economists, equally with those of the mo-
derns– start from the economic principle. Yet, as was necessarily soon perceived, this
provides no basis for clearly defining the subject matter of economics. The economic
principle is a general principle of rational action, and not a specific principle of such
action as forms the subject of economic inquiry. The economic principle directs all
rational action, all action capable of becoming the subject matter of a science. It see-
med absolutely unserviceable for separating the ‘economic’ from the ‘non-economic’,
so far as the traditional economic problems were concerned”. Sin embargo, el propio
Von Mises, algunas páginas más adelante (pp. 107 y ss.), reconoce la necesidad de dar
con un concepto estricto de economía, concluyendo: “The sphere of the ‘purely eco-
nomic’ is nothing more and nothing less than the sphere of money calculation”.
319
COASE, R. H., “Economics and contiguous disciplines”, en Essays on economics
and economists, The University of Chicago Press, Chicago and London, 1994.
320
MILLÁN PUELLES, Antonio, Economía y libertad, p. 142, Conf. Española Cajas de
Ahorro, Madrid, 1974.
341
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
321
Véase, a modo de ejemplo, Resoluciones Nos 6, 67, 137, 251 y 276, emitidas por
la Comisión Resolutiva.
322
Art. 1º, inciso primero, del Decreto Ley 211: “La presente ley tiene por objeto
promover y defender la libre competencia en los mercados”.
323
Esta imposibilidad de comerciabilidad (res extra-commercium) afecta a ciertos bie-
nes que no pueden ser objeto de relaciones jurídicas privadas, sea por su naturaleza o
bien por su destino, según se encarga de recordarlo el art. 1464, Nº 1 del Código Civil
chileno. Ciertos derechos políticos y atributos de la personalidad no admiten comer-
ciabilidad, v. gr., el derecho a voto o el derecho a la vida (este último se halla mal for-
mulado, puesto que es, en realidad, el derecho a que me respeten la vida que ya tengo).
No debe confundirse la incomerciabilidad con la inalienabilidad de un bien.
342
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
324
SAN ISIDORO DE SEVILLA, Etimologías, tomo I, Libro V, 25, 35, p. 527, Editorial
BAC, Madrid, 1993.
325
Véase Resolución Nº 278, emitida por Comisión Resolutiva.
343
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
326
Dictamen Nº 882/911, numerales 3º y 4º de la Comisión Preventiva Central.
344
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
345
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
327
ARISTÓTELES , Acerca del alma, Libro III, cap. X, p. 248, Editorial Gredos, Ma-
drid, 1994.
328
AQUINO, Santo Tomás de, Comentario a la Ética a Nicómaco, Libro V, Lección IX,
p. 285, Ediciones CIAFIC, Argentina, 1983, señala: “Mas este algo que mide todo ver-
daderamente es la necesidad, o indigencia o demanda de las cosas, que contiene to-
das las cosas cambiables en cuanto son ellas capaces de remediar la humana necesidad;
pues las cosas no se aprecian según la dignidad de su naturaleza, ya que de otro modo
un ratón, que es un animal sensible, sería de mayor precio que una perla, que es una
cosa inanimada, sino que a las cosas se les impone su precio en la medida en que los
hombres las necesitan para su uso. Signo de esto es que si los hombres nada necesita-
ran, no habría cambio alguno, y lo mismo sucedería si no tuvieran necesidades seme-
jantes, vale decir, de estas cosas, pues no darían lo que tienen a cambio de aquello
que no necesitan”.
346
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
329
MENGER, Karl, Principios de economía política, pp. 102 y 103, Unión Editorial, Ma-
drid, 1983.
347
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
este último caso, intermedio o final. Una vez determinado ese fin es
necesario que los bienes económicos revistan también la calidad de
bienes jurídicos (es decir, no se opongan a la moral, buenas costum-
bres, orden público y otras normas de autoridad pública) y exista una
libertad jurídica para adquirir y emplear libremente los medios nece-
sarios para competir, que también son bienes económicos y jurídicos
a la vez. Esta libertad jurídica es la que confiere la propiedad privada
no sólo sobre los bienes finales consumibles, sino que también sobre
los medios de producción y sobre el propio trabajo. Una propiedad
estatal sobre los medios de producción transfiere lo principal de esta
esfera de decisión al Estado y hace inoperante la libertad de compe-
tencia mercantil. De allí la estrecha vinculación entre el bien jurídico
tutelado por el Decreto Ley 211 y la tutela de la propiedad privada.330
Es preciso observar que sólo algunos de los denominados bienes
económicos tienen la aptitud de dar inmediata satisfacción a una ne-
cesidad humana. El resto de los bienes económicos obtienen su cali-
dad de tales del hecho de hallarse vinculados por nexos causales entre
sí y con los bienes que dan inmediata satisfacción a necesidades hu-
manas. En otras palabras, gran cantidad de los bienes económicos son
tales en cuanto que sirven para la elaboración de otros bienes que tie-
nen la aptitud de satisfacer inmediatamente necesidades humanas. Así,
los campos de trigo y los molinos que trituran el trigo son bienes eco-
nómicos en tanto y en cuanto el trigo sirva para la elaboración del
pan y éste continúe siendo un bien económico (supuesto, naturalmen-
te, que el trigo no sirva para otra cosa que la elaboración de pan),
dotado de la capacidad de satisfacer directamente una necesidad hu-
mana determinada. De allí que los bienes económicos que dan satis-
facción directa e inmediata a necesidades humanas, sean llamados
bienes económicos “del primer orden”, y los restantes bienes econó-
micos correspondan a “otros órdenes” (segundo, tercero, cuarto, etc.),
según se alejen de la necesidad humana que, mediatamente, a través
de otros bienes complementarios han de colmar.331 Así, la cualidad de
tal de un bien económico de orden superior está condicionada por el
hecho de que se disponga de sus respectivos bienes complementarios
de orden inferior y por el hecho de que ninguno de estos últimos pier-
da la calidad de bien económico. La calidad de bien económico pue-
de perderse porque se descubra que un determinado bien no es apto
330
RIESLE CONTRERAS, Héctor, La inviolabilidad del Derecho de propiedad privada ante
la doctrina pontificia, cap. V, 3º, pp. 91-96, Editorial Jurídica de Chile, 1968.
331
MENGER, Karl, Principios de Economía Política, pp. 51 y ss., Unión Editorial, Ma-
drid, 1983.
348
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
332
VALDÉS PRIETO, Domingo, “Hacia una nueva lectura de la definición nominal
de monopolio”, Revista Derecho y Humanidades, Nº 10 (años 2003-2004), Facultad de De-
recho, Universidad de Chile, 2005.
349
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
350
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
333
A REEDA, P., Market definition and horizontal restraints, pp. 562, 576, 52 Antitrust
L. J. 553 (1983).
334
En aquellos procesos en los cuales no existe información estadística o econo-
métrica que permita al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia medir o compa-
rar ciertas elasticidades cruzadas de los bienes estudiados, dicha autoridad pública ha
351
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
352
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
335
STIGLER, George J., The theory of price, p. 49, De. MacMillan, New York, 1953:
“La elasticidad cruzada define la sustituibilidad económica, y proporciona una base
adecuada para la definición de producto; podemos decir que todas las categorías de
cosas que se encuentran entre la elasticidad cruzada son especies de un mismo pro-
ducto”.
353
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
336
Este antecedente resulta fundamental para determinar los bienes sustitutos, se-
gún lo prueban las Resoluciones Nos 147 y 226, emitidas por la Comisión Resolutiva.
354
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
337
Resolución Nº 238 emitida por la Comisión Resolutiva.
338
Resolución Nº 75, considerando 27: “...que tal competencia no es factible de-
bido a la diferente y distante ubicación geográfica de las plantas elaboradoras de las
referidas embotelladoras y que el valor del flete es un factor que influye significativa-
mente en la elección de su abastecedor por parte de los compradores...”. Asimismo,
puede verse Resolución Nº 144, considerando 13. Ambas resoluciones fueron emitidas
por la Comisión Resolutiva.
355
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
356
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
G.1.4. Conclusiones
De todo lo expuesto, para efectos del Decreto Ley 211, podemos con-
cluir que configuran la causa material especificadora de lo antimo-
nopólico las actividades económicas (actividad humana propiamente
tal, dotada de exterioridad y referida a bienes económicos) de inter-
cambio (dotada de alteridad y referida a lo justo) que se desarrollen
en los mercados (cierta permanencia en el tiempo). Por tanto, que-
dan fuera del ámbito material del Decreto Ley 211 las siguientes acti-
vidades:
a) Las actividades económicas que no se desarrollan en los mer-
cados, esto es, no ingresan a formar parte de la oferta o de la deman-
357
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
358
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
359
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
360
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
ñalado por el inciso cuarto del art. 20 que señala que las medidas que
se determinen para prevenir, corregir o sancionar un atentado a la libre com-
petencia, prescriben en dos años, contados desde que se encuentra firme la sen-
tencia definitiva que las imponga. Es correcto afirmar que las medidas
propiamente tales no son impuestas por una sentencia sino que por
una resolución y por ello podría creerse que aquéllas no se encuen-
tran afectas a prescripción. Sin embargo, estimamos que la conclusión
antes indicada es errónea, puesto que el legislador antimonopólico se
ha referido a todas las medidas, no obstante lo cual incurre en múlti-
ples imprecisiones en varios pasajes de la ley, lo cual se debe a la va-
riedad de funciones y atribuciones inusuales en un tribunal de que se
halla dotado el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Resul-
ta, así, explicable que el legislador denomine “sentencia” a cualquie-
ra de los actos de autoridad pública finales y de alcance particular que
resulte de un tribunal. Adicionalmente, uno de los mayores avances
en la materia es que haya prescripción para medidas propiamente ta-
les que, según mostraremos, pueden llegar a ser tanto o más gravosas
que las penas o sanciones y es aquélla precisamente una de las exi-
gencias más básicas de la escuela cuantitativa.
En nuestro concepto, la regla de prescripción de las medidas se
halla mal localizada, puesto que pareciera ser parte integrante del pro-
ceso jurisdiccional que se halla normado en el Decreto Ley 211 y, por
tanto, sólo aplicarse a las medidas que se imponen en este último. Es-
timamos que en ello hay una inadvertencia del legislador antimono-
pólico, puesto que según hemos señalado y que será explicado con
propiedad en el capítulo de esta obra denominado “Penas y medidas
aplicables por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia” y más
tarde en la sección VI relativa a las potestades públicas de ese tribu-
nal especial, las medidas que contempla el Decreto Ley son de varias
especies y naturaleza. De allí que hay medidas que no son propiamente
sanciones y, por tanto, la regulación en comento excede el procedi-
miento jurisdiccional en el cual aquélla aparece inserta, extendiéndo-
se a otra suerte de medidas.
Cabe observar que el plazo de prescripción de cuatro años esta-
blecido para las acciones civiles derivadas del ilícito monopólico guarda
cierta coherencia con lo previsto en el art. 2332 del Código Civil, que
prescribe: Las acciones que concede este título [De los delitos y cuasideli-
tos] por daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración
del acto.
En efecto, el ilícito monopólico no se halla establecido sino hasta
que se encuentre ejecutoriada la sentencia definitiva dictada por el
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Sólo a partir de ese mo-
mento se da por configurado el injusto monopólico y comienza a co-
361
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
362
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
nuevo artículo tercero del Decreto Ley 211. Esta nueva versión del tipo
universal antimonopólico no contiene referencia alguna al ámbito te-
rritorial y si se revisa el Decreto Ley 211 reformado se observará que
en éste no existe alusión alguna a dicho ámbito.
De lo anterior, no puede extraerse la ligera conclusión de que la
órbita de aplicación de esta legislación antimonopólica exceda el te-
rritorio nacional y pretenda cautelar la libre competencia urbi et orbi;
ello carecería de todo sentido y, por tanto, debe entenderse que tal
referencia al ámbito territorial ha sido suprimida por considerarse in-
necesaria.
Más allá de la derogación mencionada y del silencio que guarda
el legislador antimonopólico sobre el particular, estimamos que el pro-
blema es más complejo de lo que aparenta. No se trata de determi-
nar, según demostraremos, que el lugar de comisión de la ofensa
monopólica sea relevante, con independencia de si ésta asume la for-
ma de un hecho, acto o convención, sino que lo verdaderamente im-
portante es si mediante dicha ofensa se vulnera la libre competencia
de algún mercado relevante situado en el territorio de la República
de Chile. De esta forma puede haber ofensas monopólicas cometidas
en territorio chileno, pero que resulten inocuas para la libre compe-
tencia de los mercados situados en dicho territorio, puesto que sus efec-
tos van dirigidos a alcanzar un mercado foráneo. A la inversa, puede
tener lugar la perpetración de un injusto monopólico en un país ex-
tranjero, pero cuyos efectos nocivos alcancen mercados relevantes si-
tuados en territorio chileno.
De lo expuesto se sigue que el principio de la territorialidad (leges
non obligant extra territorium) ha de ser aplicado en función de la libre
competencia en mercados relevantes situados en la República de Chi-
le; es decir, se recurre al principio general de la territorialidad con
miras a la determinación de dónde se halla situado el bien jurídico
protegido por el Decreto Ley 211, que en virtud del respectivo injus-
to ha sido vulnerado, y no con la finalidad de establecer el lugar de
perpetración de la ofensa.
Esta lectura de la territorialidad parecería entrar en conflicto con
los principios del Derecho internacional, particularmente con aquel
que señalaba: lex loci delictii, esto es, que ha de aplicarse la ley del lu-
gar de la comisión del delito. Creemos, sin embargo, que tal conflicto
es más aparente que real, puesto que no hay delito sin lesión o puesta
en riesgo de un bien jurídico protegido. Si el bien jurídico protegido
libre competencia es lesionado en la República de Chile, por corres-
ponder aquélla a un mercado relevante situado en el territorio de esta
nación, no hay delito en el país extranjero donde se realizó la con-
ducta lesiva, pero hay delito en el país donde se causó la vulneración
363
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
al bien jurídico tutelado, esto es, Chile. Luego, desde un punto de vista
del iter criminis la ofensa se inició en el extranjero pero se consumó
en Chile; por tanto, el lugar de la comisión del injusto monopólico es
la República de Chile, si bien la conducta constitutiva de la ofensa
–hecho, acto o convención– puede haberse realizado en el extranje-
ro. En la hipótesis mencionada, no hubo delito en el extranjero, lue-
go no podía aplicarse la legislación sancionatoria foránea. Sólo cabría
aplicar la legislación antimonopolio chilena, puesto que el injusto se
perpetró en el extranjero y la vulneración de la libre competencia se
produjo en Chile.339
Este principio corresponde a la tendencia general en materia an-
timonopólica: es competente el tribunal de la jurisdicción en la cual
se han producido los efectos anticompetitivos; de esa forma, si hay vul-
neración de la libre competencia que tiene lugar en los mercados chi-
lenos, cobrará competencia el Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia.
A contrario sensu, un hecho, acto o convención ejecutado o cele-
brado en Chile, cuyos efectos jurídicos lesivos de la libre competencia
se produzcan en un mercado relevante foráneo no resulta tipificable
a la luz del artículo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211, sal-
vo que exista alguna suerte de tratado internacional con rango nor-
mativo equivalente al legal o supralegal con otra nación que así lo
estipule. La inocuidad de dicha conducta para la libre competencia
chilena, naturalmente, no impedirá que tal hecho, acto o convención
se halle tipificado y sea eventualmente sancionado por una autoridad
antimonopólica foránea correspondiente al territorio donde se pro-
duzca el resultado anticompetitivo.
Un ejemplo que suele ilustrar esta situación es lo que acontece
con las denominadas uniones de exportadores, caso en el cual un gru-
po de exportadores se carteliza para mejor competir en un mercado
foráneo. Si esa cartelización vulnera la libre competencia relativa al mer-
cado de destino de la exportación es un asunto que concierne a la au-
toridad antimonopólica de destino, esto es, a la jurisdicción foránea en
la cual serán recibidos los productos exportados por este cartel.
El ejemplo mencionado halla antecedentes en la denominada
Webb-Pomerene Act (1918) estadounidense y ha sido expresamente
regulado en algunas de las más recientes leyes antimonopolios, como
acontece con la mexicana de 1992.340
339
Así lo declaró la Comisión Resolutiva en sus Resoluciones Nos 100, 225, 251,
292 y 354.
340
Ley Federal de Competencia Económica de México (1992), cuyo artículo sex-
to contempla exigencias para que cierto tipo de cooperativas para la exportación sean
364
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
consideradas inocuas a la luz de dicha ley, v. gr., que los productos exportados no se
ofrezcan en México y que tales productos constituyan la fuente principal de ingresos
de la región en que se producen.
365
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
341
Las autarquías suelen clasificarse, desde el punto de vista del origen, en im-
puestas o de repliegue y deliberadas, en tanto que, desde la óptica territorial, se cate-
gorizan en nacional, imperial o continental. Véase, LAJUGIE, Joseph, Las Doctrinas
Económicas, pp. 65-68, Ediciones Oikos-Tau, Barcelona, 1985.
342
Reglamento (CE) Nº 139/2004 del Consejo, de 20 de enero de 2004, conside-
rando 2º, parte segunda, Diario Oficial de la Unión Europea de 29.1.2004.
366
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
367
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
368
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
369
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
343
Así, por ejemplo, la Resolución Nº 02/2005, IV, 2º, Primera, del Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia condiciona la operación de concentración consulta-
da a que Telefónica Móviles S.A. transfiera concesiones que, consideradas en su con-
junto, le otorguen a nivel nacional el uso y goce de un bloque de frecuencias de
espectro radioeléctrico equivalentes a 25 MHz, en la banda de 800 MHz.
344
Este fundamental principio, acuñado por el Derecho romano, da cuenta de
un axioma jurídico que significa “no dos veces en lo mismo”. Dicho principio carece
de recepción explícita en la Constitución Política de la República, no obstante lo cual
hay consenso en cuanto a que es parte constitutiva de la garantía del debido proceso y
racional y justo procedimiento. En efecto, el principio del non bis in idem es una mani-
festación del principio de legalidad, del principio de la proporcionalidad entre la cul-
pabilidad y la pena, y del principio de inocencia. No desconocemos que plantear este
principio con motivo de la concurrencia de penas y medidas propiamente tales supo-
ne una aplicación más sofisticada del mismo. Un ejemplo de este principio aplicado a
penas y medidas –en el orden penal– lo hallamos en un fallo del Tribunal Constitu-
cional Federal alemán que exige que la privación de libertad sufrida como consecuencia
de una medida disciplinaria, sea computada para la duración de la pena criminal pri-
vativa de la libertad que eventualmente se impusiera por el mismo hecho (fallo citado
por STRATENWERTH, Günter, Derecho penal. Parte general, tomo I, Nº 60, p. 27, Edersa,
Madrid, 1982).
370
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
371
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
372
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
373
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
sos concretos según indica el inciso primero del artículo tercero y obe-
decer a un numerus apertus.
Las medidas propiamente tales pueden denominarse prohibitivas
o correctivas,345 lo cual se explica porque allí donde no haya posibili-
dad razonable de armonizar la conducta consultada con la libre com-
petencia sólo cabrá establecer una medida generalmente prohibitiva
o imperativa de requisitos. Debe observarse que la categoría de las me-
didas propiamente tales –es una forma de imperativa de requisitos–
será la regla general en las legislaciones antimonopólicas sofisticadas,
puesto que se aviene más con las exigencias y técnicas del moderno
orden público económico, por contraste con la técnica de la pro-
hibición –con mayor precisión denominada prohibición absoluta– más
asociada a la tradición civilística y, por tanto, a la sanción privatística
de nulidad resultante de la transgresión de una prohibición. Este ave-
nirse con el orden público económico no es un mero decir o un aca-
demicismo, puesto que entre los principios fundamentales informa-
dores de aquél se halla el principio de la libertad jurídica y su más
concreta manifestación es la libertad de competencia mercantil y cier-
tamente ésta se corresponde mejor con medidas generalmente prohi-
bitivas antes que con medidas absolutamente prohibitivas. En este con-
texto se entiende por qué el legislador destacó entre las funciones
genéricas del Tribunal Antimonopólico la de corregir los atentados a
la libre competencia.346
Luego, las medidas propiamente tales sólo pueden resultar del ejer-
cicio de la potestad pública para absolver consultas y corresponden a
las impropiamente llamadas “condiciones” que pueden ser exigidas
para la ejecución o celebración de determinados hechos, actos o con-
venciones. Estimamos que estas medidas propiamente tales se dispo-
nen para casos particulares, según lo confirma la parte final del inciso
primero del artículo tercero del Decreto Ley 211 al señalar: que respec-
to de dichos hechos, actos o convenciones puedan disponerse en cada caso. Es
por este motivo que no se aplican al ejercicio de la potestad reglamen-
taria externa dirigida a terceros, puesto que en esta situación los re-
glamentos dispuestos han de exhibir un carácter general, lo que es
consubstancial a la naturaleza de esta potestad.
En resumen, las denominadas medidas propiamente tales –esto es,
las no contempladas por el art. 26 (sancionatorias) y tampoco previs-
tas por el art. 25 (cautelares)– no corresponden a una sanción o pena
por la comisión u omisión de un injusto monopólico, sino que antes
345
Art. 3º, inciso primero, del Decreto Ley 211.
346
Art. 5º del Decreto Ley 211.
374
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
347
Una muestra de la amplitud y variedad de estas medidas lo constituye la Reso-
lución Nº 01/2004, III, parte resolutiva, del Tribunal de Defensa de la Libre Compe-
tencia, en la cual se enumeran ocho diversas condiciones a exigir a los entes que
solicitan autorización para fusionarse.
348
El art. 8º, letra f), numerales 1) y 2) del antiguo Decreto Ley 211 se refieren,
respectivamente, a la suspensión de la aplicación de convenios de reparto de cuotas
de producción, de distribución y zonas de mercado o de cualquiera otra índole cons-
titutivas de un injusto monopólico, y a la fijación de precios máximos a los bienes y
servicios objeto de investigación.
375
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
376
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
377
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
378
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
349
Esta sanción penal antimonopólica nunca llegó a ser impuesta por un Juzgado
del Crimen y sólo en contadas ocasiones la H. Comisión Resolutiva –hoy Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia– ordenó al Fiscal Nacional Económico el ejercicio
de la misma.
379
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
350
Se trata de convenciones calificadas como onerosas y conmutativas por el
art. 1441 del Código Civil de la República de Chile y denominadas por Aristóteles como
“synallagmas voluntarios”. Véase, Constantin Despotopoulos, “La Noción de Synalla-
gma en Aristóteles”, p. 14, en Ius Publicum Nº 14, Santiago de Chile, 2005.
Resolución Nº 99 emitida por la H. Comisión Resolutiva (hoy Tribunal de Defen-
sa de la Libre Competencia).
380
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
351
LÓPEZ S ANTA MARÍA, Jorge, “Obligación contractual que supone aptitudes per-
sonales del deudor. Legislación sobre la Libre Competencia; ejecución forzada e in-
demnización de perjuicios (Informe en Derecho)”, p. 55, en Revista de Derecho de la
Universidad Católica de Valparaíso, Nº 1.
381
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
dispuesto en los arts. 1462 y 1466 del Código Civil, considerando que
siendo el Decreto Ley 211 una norma integrante del Derecho públi-
co nacional, toda contravención al mismo importa un objeto ilícito y
en que hay objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes. Adi-
cionalmente se señala que de conformidad al art. 1683 del Códi-
go Civil, dicha nulidad debe ser declarada de oficio por el juez civil,
sin mediar petición de parte. A nuestro juicio dicha interpretación es
errada por las siguientes consideraciones:
1. No resulta lógico pensar que el Tribunal de Defensa de la Li-
bre Competencia pone término o modifica un acto o convención, que
luego puede ser declarado nulo por la justicia ordinaria. La diferen-
cia entre la nulidad y la terminación/modificación de un acto jurídico
es importante, puesto que la terminación produce efecto exclusiva-
mente para el futuro, en tanto que la nulidad una vez declarada ope-
ra con efecto retroactivo. Es por ello que el Decreto Ley 211 emplea
en el art. 26, letras a) y b), los verbos rectores poner término y ordenar
la disolución; si el sentido hubiere sido otro, el legislador antimono-
pólico hubiese utilizado la expresión “declarar la nulidad”, lo cual
nunca ha hecho. Más aún, la propia jurisprudencia judicial emanada
de la antigua Comisión Resolutiva cuyo sucesor es el Tribunal de De-
fensa de la Libre Competencia se ha encargado de interpretar el po-
ner término como una sanción especial y diferente de la declaración
de nulidad.
2. La doble concurrencia de sanciones, además de ilógica e inofi-
ciosa, viola la fundamental garantía del non bis in idem, principio ge-
neral del Derecho según el cual no puede sancionarse dos veces por
el mismo motivo un mismo acto o convención, principio que, según
ya hemos explicado, tiene cabal aplicación en el Derecho antimono-
pólico.
3. La justicia ordinaria carece de especialidad para determinar
cuándo un determinado acto o convención conculca la libre compe-
tencia, puesto que ello no resulta de un mero examen formal, sino
que exige un análisis del respectivo mercado relevante. Luego, no pue-
de la justicia ordinaria declarar la nulidad absoluta de oficio porque
ésta no aparece de manifiesto; en efecto, en materia antimonopólica
las circunstancias de mercado son determinantes para la calificación
de la aptitud vulneradora de la libre competencia de un acto o con-
vención. De allí que ciertas cláusulas de un acto jurídico puedan ser
inocuas bajo determinadas circunstancias de mercado y luego las mis-
mas cláusulas se tornen abusivas, atendida la adquisición de una posi-
ción dominante por parte de quien las impone.
4. El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia tiene un ám-
bito de actividad demarcado por la especialidad de su materia, que
382
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
352
Diccionario de la Lengua Española, p. 1338, Espasa Calpe S.A., 21ª edición,
Madrid, 1992. Transcripción de la primera y segunda acepción de la voz sistema.
383
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
Así, bajo la invocación del art. 26, letra a), la palabra “sistemas” ha
sido empleada en forma abusiva para crear sanciones que no existen
en la ley y, por esta vía, se ha privado a competidores de derechos con-
cretos y reales, válidamente adquiridos sin mediar forma alguna de
compensación.
A modo de ejemplo, la Resolución Nº 368 emitida por la antigua
Comisión Resolutiva decidió:
“Que se pone término al sistema simultáneo de la propiedad ac-
cionaria de Telefónica de España, en la Compañía de Teléfonos de
Chile S.A. y en la Empresa Nacional de Telecomunicaciones S.A.”.
Para este efecto, Telefónica de España S.A. deberá, dentro del tér-
mino de dieciocho meses, enajenar su capital accionario en la Empresa
Nacional de Telecomunicaciones S.A. o en la Compañía de Teléfonos
de Chile S.A., a su elección”.
Si bien la voz “sistema”, demasiado amplia y vaga para integrar
parte de un texto legal descriptivo de penas antimonopólicas, ha
sido objeto de múltiples interpretaciones, procede constatar que ha
prevalecido aquella que la emplea en referencia a desmembracio-
nes. La implementación de una política de desmembraciones tie-
ne la peculiaridad de ser costosa y lenta en su aplicación. En efecto,
una política de tal naturaleza debe ser operativizada a través de una
sentencia del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia que
debe establecer cuál es el tamaño óptimo de las unidades resultan-
tes del proceso de división o desmembramiento de un competidor
y cuántas unidades son las que deben quedar para hacer razona-
blemente competitivo el mercado relevante en el cual tiene lugar
este proceso.
Si bien existen graves dudas acerca de la eficacia de una desmem-
bración desde el punto de vista económico, se plantean a nuestro jui-
cio mayores interrogantes todavía acerca de si una pena como la
descrita puede realmente hallar fundamento en el Derecho Ley 211 y
en nuestra Constitución Política de la República.
384
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
Esta sanción debe ser armonizada con la garantía del art. 19, Nº 15
de la Constitución Política y con la facultad del Presidente de la Re-
pública para autorizar fundaciones y corporaciones.
Respecto de esta última, véase la sentencia rol Nº 124, del 18 de
junio de 1991, mediante la cual el Tribunal Constitucional declaró ajus-
tado a la Constitución de la República el acto administrativo sancio-
nador en virtud del cual el Presidente revocó la personalidad jurídica
de la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad.
Debe tenerse presente que en el Derecho moderno se ha desarro-
llado una cierta tendencia a imponer sanciones respecto de personas
jurídicas, cuyo carácter penal se discute; lo cual ocurre particularmente
en sectores del Derecho especiales, entre los que se cuenta precisa-
mente el Derecho antimonopólico. Hay quienes han visto una mues-
tra de la referida tendencia en el art. 26, letra b), del Decreto Ley 211,
que consagra una sanción consistente en la disolución de la persona
jurídica de Derecho privado transgresora de este cuerpo normativo, lo
que ha sido analogado por algunos a la pena capital. Esta sanción no
ha permanecido como letra muerta, sino que ha sido aplicada en va-
rias oportunidades por el Tribunal Antimonopólico.
Ejemplo de ejercicio de esta sanción por el Tribunal Antimono-
pólico lo hallamos en Resolución Nº 12, en cuya declaración primera
se ordena la disolución de la sociedad anónima Compradora de Ma-
ravilla S.A., COMARSA. Esta sociedad agrupaba a las principales pro-
ductoras de semillas oleaginosas del país y había sido calificada por la
antigua Comisión Resolutiva como un monopsonio que no sólo había
entorpecido la libre competencia en el mercado de las semillas olea-
ginosas sino que había terminado por eliminarla en dicho mercado.
Para la procedencia de estas sanciones se hace necesario que la
persona jurídica de derecho privado haya intervenido en alguna de
las conductas indicadas en la letra a) del art. 26 ya comentada. Esti-
mamos que tal intervención no debe ser meramente material, sino que
ha de ser guiada por dolo o culpa de quienes dirigen o tienen a su
cargo la respectiva persona jurídica de Derecho privado. Asimismo,
esa intervención ha de estar causalmente vinculada a la puesta en
peligro o lesión del bien jurídico tutelado libre competencia; de otra
forma, sería improcedente esta sanción. Es preciso observar que se-
mejante intervención podrá adoptar las modalidades de autor ejecu-
tor, autor intelectual y autor mediato o bien las de la participación
propiamente tal (que en nuestro derecho es sólo dolosa), en sus va-
riantes de instigación, complicidad y encubrimiento del respectivo in-
justo monopólico.
Si bien es efectivo que esta sanción no es aplicable a los competi-
dores que sean personas jurídicas de Derecho público por las razones
385
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
H.5.4. Multas
En cuanto al carácter de pena de las multas y la controversia acerca
de si se trata de una pena propiamente penal o bien de una pena ad-
ministrativa, remitimos al capítulo de esta obra denominado “Injusto
de Monopolio”.
Las multas han sido criticadas por el elevadísimo monto que han
alcanzado luego de la reforma introducida por la Ley 19.911 al De-
creto Ley 211. En efecto, estas multas pueden alcanzar un máximo de
20.000 Unidades Tributarias Anuales. A la circunstancia expuesta se
añade la ausencia de normas suficientemente claras para establecer
la gradualidad de aquéllas. El inciso final del art. 26 contempla, a
título meramente ejemplar, ciertos criterios que imperativamente
deben ser empleados para graduar las multas, los que pasamos a co-
mentar.
A fin de que las multas cumplan su efecto punitivo y disuasivo es
necesario que se hallen graduadas en función de criterios objetivos.
Tales criterios deben buscar establecer una proporcionalidad entre la
conducta y la pena. Aunque no se hallen mencionados expresamente
por el legislador antimonopólico resulta evidente que tales criterios
deben consistir, a lo menos, en dos grandes grupos:
i) la entidad de la vulneración causada al bien jurídico tutelado
libre competencia, para lo cual deberá distinguirse: a) si se tra-
ta de una lesión o bien de una mera puesta en riesgo de ese
bien y si se encuentra el ilícito monopólico en grado de ten-
tativa, delito frustrado o consumado, b) el número de compe-
tidores afectados por el injusto y c) el número de mercados
comprometidos por el injusto, y
ii) la culpabilidad en la vulneración causada, para lo cual deberá
distinguirse: a) si el injusto obedece a cursos causales guiados
dolosa o bien culposamente, y b) si la participación en la ofen-
sa contra la libre competencia corresponde a una situación de
autoría, o bien a alguna forma de participación como instiga-
ción, complicidad o encubrimiento.
386
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
353
Un criterio semejante es el adoptado por el Reglamento Nº 1/2003, art. 23, de
16 de diciembre de 2002, de la Unión Europea, que establece sanciones de multas.
354
Véase, a modo de ejemplo, el art. 16 Nº 6 introducido por la Ley 19.613, de 8
de junio de 1999, modificatoria de la Ley 18.410 que se ocupa de las sanciones de las
infracciones relacionadas con la electricidad, gas y combustibles líquidos.
387
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
355
Así disentimos del jurista YRARRÁZAVAL COVARRUBIAS, Arturo, “Protección al Con-
sumidor y Libre Competencia”, p. 26, II-5, en Derecho del Consumo y Protección al Consu-
midor, Facultad de Derecho, Universidad de Los Andes, Cuadernos de Extensión, 1999.
388
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
356
Oficio Nº 001471, sección VI, letra f), Nº 2, de 20 de junio de 2002. Dicho ofi-
cio corresponde al Pleno de la Corte Suprema que, en sesión de 14 de junio de 2002,
analizó el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
389
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
390
LIBRE COMPETENCIA E INJUSTO DE MONOPOLIO
391
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
392
4. LAS FUENTES DEL MONOPOLIO
Y SU REGULACIÓN. UNA APROXIMACIÓN
AL INJUSTO MONOPÓLICO DE FUENTE
395
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
357
MARX, Karl, Miseria de la Filosofía, p. 123, Editorial Progreso, Moscú, 1985. Este
autor intenta construir la idea de que el monopolio moderno o burgués es una sínte-
sis, donde la tesis es el monopolio feudal anterior a la competencia y la antítesis es la
competencia, todo ello con el objeto de probar el supuesto movimiento dialéctico de
la historia.
396
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
Entre las diversas causas del monopolio estructural se halla una, des-
de siempre aceptada como legítima, que consiste en un hecho de la
naturaleza, en economías de escala, economías de ámbito o un deter-
minado estadio de desarrollo de la tecnología, que provoca que la
mejor forma de explotación de un mercado relevante, desde un pun-
to de vista productivo, sea la de un monopolio.
De lo expuesto se sigue que, muchas veces, el tamaño de un com-
petidor es consecuencia del aprovechamiento de una economía de
escala o de ámbito y, por tanto, ello permite precios más baratos. De
allí que, tal como explicáramos en el capítulo respectivo, carece de
sentido promover al pequeño competidor y combatir al competidor
de mayor tamaño, puesto que ello además de corresponder a una
358
BENTHAM, Jeremías, Teoría de las recompensas, tomo I, p. 178, Imprenta de J. Smith,
París, 1825.
397
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
398
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
359
STIGLER, George J., “The Economists and the problem of monopoly”, pp. 6-7,
Occasional Papers from The Law School Nº 19, The University of Chicago, 1983: “The
second tradition [developed by Adam Smith] –that all important monopolies were crea-
ted by the state– began to be eroded in the nineteenth century with the development
of railroads and other large-scale utilities... We now had a class of monopolies which
might, and usually did, get grants of power (eminent domain) and more merchandi-
sable assets from the state, but whose existence rested chiefly on important economies
of scale... So Smith’s second tradition had bifurcated into state-created monopolies and
those created by economies of scale, and the latter constituted the public utility sector
of the period”.
399
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
360
Resolución Nº 01/2004, considerando 7º (estructura de los mercados), del Tri-
bunal de Defensa de la Libre Competencia.
400
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
401
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
402
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
403
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
404
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
405
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
361
Es por ello que la reglamentación de ciertas industrias reguladas ha dado lu-
gar al análisis jurídico de las eventuales perturbaciones o interferencias substanciales
que tal reglamentación puede causar en el natural ejercicio de los atributos de la pro-
piedad privada correspondiente a los competidores presentes en esos mercados. Véa-
se EPSTEIN, Richard A., Takings. Private property and the power of eminent domain, pp. 274
y ss., Harvard University Press, 1993.
362
Resolución Nº 537, de la Comisión Resolutiva.
406
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
licos, sino que busca adicionalmente garantizar por la vía jurídica que
ese monopolio natural sea inexpugnable frente a eventuales competi-
dores. Se ha dicho que la regulación protege al monopolio natural
contra la eventual aparición de competidores futuros en el mercado
respectivo, pidiéndosele algo a cambio: un servicio universal.363 Esta
explicación conduce a dos problemas. El primer problema se traduce
en que a un monopolista natural se le brinda por parte de la autori-
dad pública sectorial una barrera artificial a la entrada del respectivo
mercado relevante. Esta barrera a la entrada artificial es constitutiva
de un privilegio que recibe el monopolista natural y cuya remoción
puede ser lenta, pudiendo incluso perpetuarse hasta una época pos-
terior a aquella en la que el mercado relevante ha perdido su carác-
ter de ámbito de monopolio natural.364 El segundo problema se desliza
a quien paga ese servicio universal determinado por la autoridad pú-
blica sectorial, v. gr., correo postal en todo el país, lo cual muchas ve-
ces es resuelto por la vía de subsidios cruzados –también denominados
subsidios internos– pagados mediante tarifas arbitrariamente discrimi-
natorias destinadas a beneficiar sectores de bajos ingresos o zonas de
baja densidad poblacional. Las tarifas arbitrariamente discriminatorias
pueden exhibir dos modalidades: tarifas “planas” o iguales para mer-
cados con costos desiguales o bien tarifas desiguales para costos igua-
les. Esta problemática de los subsidios cruzados, en nuestra opinión,
da lugar a dos dilemas: uno de corte impositivo, consistente en que
estamos frente a tributos encubiertos y operados al margen del siste-
ma tributario recaudatorio general y otro relativo a la conmutatividad
del contrato de suministro del servicio, consistente en que se permite
al monopolista natural, por la vía de la regulación imperante, lo que
el Derecho antimonopólico prohíbe a todo monopolista: discriminar
arbitrariamente en los precios. Esta discriminación arbitraria contra-
viene los principios de la libre competencia, que plantea que sólo son
aceptables las discriminaciones justificadas, esto es, las que conside-
ran factores objetivos y propios de la transacción. La regulación cues-
tionada atiende a factores de discriminación completamente ajenos a
la transacción misma, como son el nivel de ingresos de la contraparte
o la densidad poblacional de la zona geográfica donde reside o se ha-
lla domiciliado el cliente. Paradójicamente, los subsidios a zonas baja-
363
MELLER, Patricio, “Regulación y competencia en los servicios de utilidad públi-
ca”, p. 5, Perspectivas, vol. 6, número 1, Centro de Economía Aplicada, Universidad
de Chile, 2002.
364
POSNER, Richard A., “Natural monopoly and its regulation”, pp. 612 y 615, Stand-
ford Law Review, volume 21, 1968-1969.
407
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
365
Para un estudio de las relaciones entre justicia distributiva y discriminación ar-
bitraria en los precios, véase VALDÉS P RIETO, Domingo, La discriminación arbitraria en el
derecho económico. Especialmente en la legislación antimonopólica, Editorial Jurídica Cono-
sur Ltda. (LexisNexis), Santiago, 1992.
366
POSNER, Richard A., “Natural monopoly and its regulation”, p. 642, Standford
Law Review, volume 21, 1968-1969.
408
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
367
Art. 65, incisos 1º, 2º, 3º y 4º, de la Ley General de Servicios Sanitarios: “Las
personas o grupos de personas con acuerdo a actuación conjunta, que sean controla-
doras o tengan influencia decisiva en la administración de empresas concesionarias
de servicios públicos que sean monopolios naturales de distribución eléctrica o de te-
lefonía local, cuyo número de clientes exceda del 50% del total de usuarios en uno o
más de estos últimos servicios en las áreas bajo concesión de la empresa prestadora de
servicios sanitarios, no podrán participar en estas mismas áreas: a) En la propiedad o
usufructo de acciones de una empresa prestadora de servicios sanitarios de distribu-
ción de agua potable o recolección de aguas servidas, en los términos requeridos en
el inciso cuarto del art. 63, y b) En la explotación de concesión o concesiones sanita-
rias de distribución de agua potable o recolección de aguas servidas.
Corresponderá a la Comisión Resolutiva [hoy Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia], creada por el Decreto Ley 211, de 1973, determinar si las empresas con-
cesionarias de servicios públicos referidas en el inciso precedente constituyen mono-
polio natural regulado o declarar que han dejado de serlo.
Lo dispuesto en el inciso primero de este artículo, será aplicable a los servicios
de distribución de gas de redes, en los casos que la Comisión Resolutiva declare que
constituyen un monopolio natural regulado”.
409
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
410
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
mías de escala, alto nivel de costos fijos, altos costos hundidos no trans-
feribles, carácter natural y único del producto explotado, etc.
Por otra parte, la regulación de los monopolios naturales ha que-
dado entregada a legislaciones específicas, caracterizadas por una alta
especialización y gran detalle, por regla general agrupadas sectorial-
mente dando lugar a muchas de las denominadas industrias regula-
das. Luego analizaremos la relación de las legislaciones sectoriales
mencionadas con el Decreto Ley 211, de 1973. Mientras las reglas tu-
telares de la libre competencia son generales, en cuanto pueden pre-
dicarse de cualquier mercado donde exista espacio al ejercicio de la
libertad de competencia mercantil, y previenen o sancionan conduc-
tas concretas vulneradoras de ese bien jurídico, la normativa que se
ocupa de las industrias reguladas es específica y diferente según la in-
dustria de que se trate. Esta normativa sectorial suele ser extraordina-
riamente casuista y tiene, por regla general, como finalidad, lograr que
los servicios del mercado específico de que se trate se presten en tér-
minos de la mejor calidad y a los precios más baratos, asegurando para
ello la debida operatoria del mercado sectorial.
Entre los monopolios naturales correspondientes a industrias tí-
picamente reguladas se hallan la distribución eléctrica concesionada,
el servicio público sanitario mediante redes de agua, el de telefonía
fija y el de telecomunicaciones brindado a clientes regulados, así como
ciertos casos de ferrocarriles.
En lo que respecta a la operación o explotación del monopolio
natural, esta actividad queda evidentemente capturada por la legisla-
ción antimonopólica a fin de sancionar los abusos de posición mono-
pólica que puedan producirse. Ciertamente que en el ámbito de
operación del monopolio natural deben distinguirse aquellos aspec-
tos en los cuales hay regulación imperativa específica en cuanto a pre-
cios, calidades y otras cláusulas –que por tanto no deja espacio a la
aplicación de la legislación antimonopólica– de aquellos reductos en
los cuales sí hay lugar a la libertad de competencia mercantil y, por
tanto, existe la posibilidad de una desviación o mal empleo de la mis-
ma conducente a una práctica contraria al Decreto Ley 211.
Hubiese sido conveniente que esta conclusión constara de una for-
ma relativamente clara en el Decreto Ley 211, de 1973; creemos que
de una forma un tanto oblicua el antiguo artículo quinto de ese cuer-
po jurídico antimonopólico –artículo que hoy se halla derogado por
la Ley 19.911– desempeñaba esta función al dar a entender que de-
terminados cuerpos legales y reglamentarios eran sustraídos de la de-
rogación tácita que hubiese causado la promulgación del primer texto
del mencionado Decreto Ley. En nuestra opinión, tal salvaguardia im-
plicaba la coexistencia de tales cuerpos legales y reglamentarios con
411
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
368
Resoluciones Nos 108, 288, 399, 494 y 567 de la Comisión Resolutiva, así como
Dictamen Nº 874 bis/22 de la Comisión Preventiva Central.
412
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
369
Dictamen Nº 874 bis/722 de la Comisión Preventiva Central.
370
Este principio es confirmado por la sentencia Nº 04/2004 emitida por el Tri-
bunal de Defensa de la Libre Competencia.
413
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
371
Los costos hundidos son generalmente conceptualizados como los costos de
recursos en los que ya se ha incurrido en el pasado y cuyo total no será afectado por
decisión alguna, sea que ésta tenga lugar actualmente o en el futuro.
414
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
372
De allí que suele contraponerse las solemnidades de derecho estricto (forma-
lidades “ad solemnitatem”) a las regulaciones de mera administración, cuya finalidad
es el correcto funcionamiento del mercado.
415
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
416
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
373
Un buen ejemplo de este intento por deslindar ámbitos, es el Ordinario Nº 316,
emitido por el Fiscal Nacional Económico a la H. Comisión Resolutiva [actualmente
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia], con fecha 19 de julio de 2002, pp. 2 y
3, en el cual se señala lo siguiente: “I. Los organismos establecidos por el Decreto
Ley 211, en particular la Comisión Resolutiva y la Fiscalía Nacional Económica, de acuer-
do lo dispone el art. 6º de dicho cuerpo legal, en relación con sus arts. 1º y 2º, tienen
competencia para conocer eventuales atentados a la libre competencia o abusos en
que incurra quien ocupe una situación monopólica. En consecuencia, a petición de
parte o de oficio, deben pronunciarse sobre la posibilidad jurídica de que se presten
determinados servicios, en cualquier modalidad técnica, por ejemplo, un servicio pú-
blico de telecomunicaciones, a través de la red de distribución eléctrica de baja ten-
sión, basado en la nueva tecnología del Power Line Communications (PLC), desde la
perspectiva de la libre competencia, que es el bien jurídico tutelado por el Decreto
Ley 211, y con la única finalidad de resguardarla. En tanto, el pronunciamiento sobre
la factibilidad técnica y económica de la prestación del mismo servicio corresponde
exclusivamente a los órganos establecidos por la respectiva legislación sectorial”.
374
Resolución Nº 144, vistos 13, 14, 15, 16, 17 y 18 y considerandos A1 a A10. Se
da cuenta del cuestionamiento de la potestad de la Comisión Resolutiva (hoy Tribu-
nal de Defensa de la Libre Competencia) para normar el mercado minero en contra-
vención de lo resuelto por la Comisión Chilena del Cobre, actuando esta última de
conformidad con las facultades que le ha conferido el Decreto Ley 1.349 de 1976. Los
considerandos indicados resuelven que a la Comisión Chilena del Cobre corresponde
417
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
proponer al Gobierno políticas generales para contrarrestar cualquier acción que tienda
a controlar o restringir unilateralmente la regulación del precio del cobre y de sus
subproductos, el mantenimiento o la ampliación de sus mercados o la mejor distribu-
ción de ellos, pero que la potestad para juzgar la legalidad o ilegalidad de la materia
correspondiente a la defensa de la libre competencia es privativa del Tribunal Anti-
monopólico creado por el Decreto Ley 211, de 1973.
375
Parker versus Brown (1943).
418
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
376
Washington Gas Light Co. versus Virginia Electricity & Power Co. (1971).
377
Goldfarb versus Virginia State Bar (1975) y Cantor versus Detroit Edison Co.
(1976).
378
Otter Tail Power Co. versus United States (1973).
379
United States versus Philadelphia National Bank (1963); Pan American World
Airways versus United States; Gordon versus New York Stock Exchange (1975) y Cali-
fornia versus Federal Power Comm’n (1962).
380
Un ejemplo es la Sección 6 de la Clayton Act, que establece que la legislación
antimonopolio no se aplica a organizaciones sindicales o a los miembros de éstas, en
lo referente a conductas orientadas a legítimos objetivos sindicales.
419
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
A la luz del Decreto Ley 211 de 1973, que contiene el principal cuer-
po normativo de rango legal de la legislación antimonopolio chilena,
el problema se presenta más simple que el enfrentado por la Sherman
Act. En efecto, por de pronto no existe en Chile la tensión entre lo
federal y lo estadual, desde el momento en que nuestro Estado es uni-
tario;382 en segundo lugar, siguiendo nuestra tradición continental, el
problema quedó bastante más acotado que en los Estados Unidos de
381
United States versus AT&T (1978).
382
Art. 3º, Constitución Política de la República.
420
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
421
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
inciso primero del art. 5º del Decreto Ley 211 de 1973 efectuaba una
enumeración, por referencia a sus materias, de las disposiciones lega-
les y reglamentarias que continuaban vigentes, no obstante la dicta-
ción de la Ley para la Defensa de la Libre Competencia. Así, ninguna
norma jurídica de rango legal o infralegal que, a la fecha de dicha
promulgación, fuere considerada conculcadora de la libre competen-
cia podría haberse estimado vigente, a menos que se hallare expresa-
mente señalada en el precepto mencionado. Esto debe entenderse,
naturalmente, sin perjuicio de disposiciones de jerarquía normativa
supralegal, las cuales no podían quedar afectadas por la entrada en
vigor del Decreto Ley 211 de 1973.
Si bien casi todos los cuerpos legales y reglamentarios salvaguar-
dados por el inciso en comento correspondían a industrias reguladas,
no todas ellas eran reguladas por causa de constituir ámbitos de mo-
nopolio natural, v. gr., las disposiciones relativas a las empresas banca-
rias. De las industrias reguladas por causa de ser ámbito de monopolio
natural, sólo nos concentraremos en “las que regulan la creación y fun-
cionamiento de las empresas de servicios públicos”. Estimamos ilus-
trativo centrarnos en las empresas de servicios públicos, puesto que
bajo esta denominación se agrupa un número significativo de indus-
trias reguladas que revisten esta calidad en razón de corresponder a
monopolios naturales.
La noción de servicio público, que no será desarrollada en esta
oportunidad por exceder el objeto del presente trabajo, ha experi-
mentado una larga evolución desde los tiempos en que el denomi-
nado fallo “Blanco” fue dictado por el Tribunal de Conflictos de
Francia, el 8 de febrero de 1873. En esta evolución se desarrolla esta
noción como una forma de superar la insuficiencia del distingo en-
tre actos de autoridad y actos de gestión, que se había diseñado para
aplicarlo a los actos del Estado y de esa manera establecer cuándo
tales actos habían de ser conocidos por la justicia ordinaria. A la no-
ción de Duguit, según la cual toda actividad administrativa que sa-
tisface una necesidad de interés general es un servicio público, se
sigue la de Jéze, quien postula que lo relevante es atender al régi-
men jurídico aplicable, que se caracteriza por ceñirse a los procedi-
mientos del derecho público, esto es, un régimen susceptible de ser
modificado en cualquier momento por leyes o reglamentos y al cual
no cabe oponerse en forma alguna. Posteriormente, otros autores
como Maurice Hariou continuaron re-elaborando esta noción. En sín-
tesis, no existe una concepción única acerca de qué es un servicio
público, ni siquiera entre los propios autores que le dieron vida. Sin
embargo, es posible consignar dos importantes criterios en la califi-
cación del servicio público:
422
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
383
No obstante el descrédito en que cayó esta concepción del servicio público, es
posible observar en la jurisprudencia colombiana ciertos vestigios de la misma en rela-
ción con las concesionarias de servicios públicos, a las cuales, a pesar de su carácter
privado, se las ha querido asimilar a autoridades públicas por la vía de pretender cali-
ficar sus actos jurídicos como actos administrativos. En efecto, desde 1992 la jurispru-
dencia de la Corte Constitucional y del Consejo de Estado, ambos de la República de
Colombia, han sostenido –salvas contadas excepciones– que las empresas de servicios
públicos están investidas de autoridad pública frente al usuario o cliente y, por tanto,
expiden actos administrativos. De allí que los actos jurídicos de las empresas de servi-
cios públicos queden, bajo la referida visión jurisprudencial, sometidos a los requisi-
tos, ritualidades y recursos propios de los actos administrativos.
423
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
384
Para un completo estudio de los sistemas tarifarios en ciertos mercados regu-
lados, véase A GÜERO VARGAS, Francisco, Tarifas de empresas de utilidad pública, Editorial
LexisNexis, Santiago de Chile, 2003.
424
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
385
Véase MILLÁN PUELLES , Antonio, “La función subsidiaria del estado”, pp. 153-
167, en Sobre el hombre y la sociedad, Madrid, Ediciones Rialp, 1976; y SOTO KLOSS, Eduar-
do, “Consideraciones sobre los fundamentos del principio de subsidiariedad”, pp. 32-49,
Revista de Derecho Público Nº 39-40, Universidad de Chile, Santiago de Chile.
386
Art. 1º, inc. 3º, Constitución Política de la República de 1980: “El Estado reco-
noce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura
la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines espe-
cíficos” y art. 19, Nº 21 de la misma Constitución: “El derecho a desarrollar cualquiera
actividad económica que no sea contraria a la moral, al orden público o a la seguri-
dad nacional, respetando las normas legales que la regulen. El Estado y sus organis-
mos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en ellas sólo si una ley
de quórum calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades estarán sometidas a la
legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de las excepciones que por
motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser, asimismo, de quórum califica-
do”.
387
En conformidad con el Decreto Ley 3.351, de 1980, pueden constituirse coo-
perativas especiales de abastecimiento de energía eléctrica. Éstas pueden proporcio-
nar hasta un 50% de la energía distribuida a quienes no sean socios y su consejo de
administración puede fijar libremente el precio de la energía eléctrica.
425
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
388
Prescribe a la letra el art. 414 del Código del Trabajo: “En el caso de las em-
presas monopólicas, calificadas así por la Comisión Resolutiva [hoy Tribunal de De-
fensa de la Libre Competencia], establecida en el Decreto Ley 211, de 1973, si la
autoridad fijare los precios de venta de sus productos o servicios, lo hará consideran-
do como costos las remuneraciones vigentes en el mercado, tomando en cuenta los
niveles de especialización y experiencia de los trabajadores en las labores que desem-
peñan y no aquellas que rijan en la respectiva empresa.”
389
Título V, “De las tarifas”, arts. 90 y ss., del D.F.L. Nº 1 de 1982.
426
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
427
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
428
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
429
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
430
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
390
Este reconocimiento de la competencia técnica de la SEC quedó, también, re-
cogido en el Dictamen Nº 475/549 de la Comisión Preventiva Central, que en su nu-
meral 4º, inciso segundo, estableció: “...Si no llegaran a acuerdo [el denunciante y
Frontel] debe recurrir a la instancia de la Superintendencia de Servicios Eléctricos,
que es el organismo que tiene facultades para servir de árbitro en las dificultades que
surjan entre particulares y las empresas concesionarias, especialmente en los aspectos
en que incide el reclamo del señor Lincoqueo, antes de recurrir a los organismos an-
timonopólicos, si considera que en alguna de las instancias anteriores se han infringi-
do las normas del Decreto Ley 211, de 1973”. El mencionado dictamen fue confirmado
por la Resolución Nº 194, mediante el cual la Comisión Resolutiva desechó un recur-
so de reclamación contra dicho dictamen. Véase, también en este mismo sentido, Re-
solución Nº 337, numeral 7º, inciso final, de la Comisión Resolutiva.
431
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
432
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
391
BELLO, Andrés, “La autoridad de la ley, la interpretación del derecho y las opo-
siciones entre preceptos jurídicos”, p. 85, en Anuario de Filosofía Jurídica y Social 1986,
Editorial Edeval, Valparaíso, 1987.
392
“[Especialidad] de acuerdo con la cual, cada vez que existen dos preceptos le-
gales, o aun, dos leyes en aparente concurrencia, será siempre aplicable el precepto o
433
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
la ley especial con primacía al precepto o la ley general. Y ello en razón de que aquéllos
contienen un análisis más riguroso y prolijo de la situación jurídica que les toca regular,
o concretando el concepto (...) una especificación más exacta y minuciosa de los ele-
mentos constitutivos de cada uno de los delitos en examen...”. Contra Jorge Grenchnoff,
Corte de Apelaciones de Iquique, 1º de junio de 1954, considerando 13. R., t. 51, se-
gunda parte, sec. 4ª, p. 148.
434
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
fiere la potestad del cual aquél emana, sino que también a las demás
normas jurídicas y principios generales que le sean aplicables. Entre
éstos se cuenta ciertamente el orden público económico, uno de cu-
yos contenidos fundamentales es la libre competencia y el principio
de la no discriminación arbitraria.
El segundo aspecto dice relación con las peculiaridades que exhi-
be el principio de la especialidad en materia de libre competencia. A
la luz de la sentencia comentada, una actividad regulada legal o re-
glamentariamente, por especialísima que sea su materia, no puede
quedar sustraída del imperio del Decreto Ley 211, a menos que así lo
ordene una disposición legal o supralegal. Aparentemente, este racio-
cinio del Tribunal Antimonopólico –en el cual esta autoridad pública
no ahondó– descansa, en nuestra opinión, sobre la premisa de que la
libre competencia es más que un precepto; se trata de un principio
rector de la conducta no sólo de los privados, sino también de las au-
toridades públicas. En cuanto principio jurídico fundamental que es,
la libre competencia ha de aplicarse siempre cualquiera que sea la
materia de que se trate, salvo que exista una disposición legal o de
superior jerarquía normativa que establezca lo contrario y, en tal caso,
dicha disposición deberá ajustarse a los principios y garantías consti-
tucionales respectivos. Así, el principio de la especialidad no puede
emplearse para evitar que una determinada materia sea regida por la
legislación tutelar de la libre competencia porque no se trata de una
prescripción general contra una particular, sino que estamos ante un
principio jurídico llamado a recibir una total aplicación por todas las
conductas de competidores y de autoridades públicas intralegales, sea
que éstas estén gobernadas por preceptos generales o específicos. Lue-
go no hay, como a primera vista parecería, una antinomia en el caso
juzgado en la Resolución Nº 183, sino que la transgresión de un prin-
cipio jurídico de orden público, que es la libre competencia, que como
tal no puede ser removido sin norma legal o superior de carácter ex-
preso y, como se ha dicho, ajustada a los principios y garantías consti-
tucionales aplicables.
Así, el Tribunal Antimonopólico ha desechado toda aplicación del
principio de la especialidad al caso en litigio y, adicionalmente, ha re-
suelto que la invocación de dicho principio con el objeto de evitar la
primacía de la legislación antimonopolio requiere, a lo menos, de una
prescripción de rango legal que así lo establezca.
En síntesis, se ha producido en la legislación chilena el rechazo
de los dos principales argumentos, la interpretación vista del hoy de-
rogado artículo quinto del Decreto Ley 211 y el principio de la espe-
cialidad, en virtud de los cuales se quiso sustraer ciertas industrias
435
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
393
Entre 1973 y 1980 son escasos los pronunciamientos de la Comisión Resoluti-
va –hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia– en relación con actividades de
las industrias reguladas; a partir de 1980, el número de tales fallos se incrementa y
éstos se concentran en las denominadas empresas de servicio público. Véase PAREDES
M., Ricardo, “Jurisprudencia de las Comisiones Antimonopolios en Chile”, p. 239, Es-
tudios Públicos Nº 58, 1995.
436
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
A. Aspectos generales
394
VALDÉS PRIETO, Domingo, “Algunas notas sobre el principio jurídico de la igual-
dad”, pp. 213-250, en Anuario de Filosofía Jurídica y Social, 1991, Editorial Edeval,
Valparaíso, 1992.
395
La Ley 19.799, “Sobre documentos electrónicos, firma electrónica y servicios
de certificación de dicha firma”, establece en su art. 1º, incs. 2º y 3º: “Las actividades
reguladas por esta ley se someterán a los principios de libertad de prestación de servi-
cios, libre competencia, neutralidad tecnológica, compatibilidad internacional y equi-
valencia del soporte electrónico al soporte de papel. Toda interpretación de los
preceptos de esta ley deberá guardar armonía con los principios señalados”.
437
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
396
A modo de ejemplo, el art. 43 de la Ley 18.840, Orgánica Constitucional del
Banco Central de Chile, prescribe en su inciso primero: “El Banco [Central] deberá
adoptar las medidas necesarias a fin de que el mercado cambiario formal esté consti-
tuido por un número suficiente de personas o entidades, que permitan su funciona-
miento en condiciones de adecuada competencia”.
397
Así, el art. 30, letra g) de la Ley 19.886, de Bases sobre contratos administrati-
vos de suministro y prestación de servicios, señala: “Son funciones del Servicio [Direc-
ción de Compras y Contratación Pública] las siguientes: Promover la máxima
competencia posible en los actos de contratación de la Administración, desarrollando
iniciativas para incorporar la mayor cantidad de oferentes. Además, deberá ejercer una
labor de difusión hacia los proveedores actuales y potenciales de la Administración,
de las normativas, procedimientos y tecnologías utilizadas por ésta”.
438
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
398
Resolución 537, considerando octavo, inciso segundo, de la Comisión Resolutiva.
439
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
399
EVANS ESPIÑEIRA, Eugenio, “Derecho eléctrico”, cap. I, pp. 1-49, Editorial Lexis-
Nexis, Santiago de Chile, 2003.
400
Resolución Nº 236, de la Comisión Resolutiva. Véase Parte Declarativa, preven-
ción al considerando 7º, efectuada por el jurista don Eduardo Soto Kloss.
440
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
401
Corte Suprema, 22.07.1966, Revista de Derecho y Jurisprudencia, t. LXIII, II,
1ª, 274 s.
402
Art. 16 del D.F.L. Nº 1: “Las concesiones de servicio público de distribución
otorgan el derecho a usar bienes nacionales de uso público para tender líneas aéreas
y subterráneas destinadas a la distribución en la zona de concesión. La distribución
de electricidad a usuarios ubicados en una zona de concesión sólo podrá ser efectua-
da mediante concesión de servicio público de distribución, con las siguientes excep-
ciones: 1. Los suministros a usuarios no sometidos a regulación de precios, indicados
en los arts. 90 y 91 de la presente ley; 2. Los suministros que se efectúan sin utilizar
bienes nacionales de uso público; 3. Los suministros que se efectúan utilizando bienes
nacionales de uso público mediante permisos otorgados previamente al establecimiento
441
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
de una concesión; 4. Todo otro suministro que se efectúe mediante un contrato que
acuerden directamente las partes, incluidos los concesionarios”.
403
Así lo ha confirmado la jurisprudencia administrativa de la hoy derogada Co-
misión Preventiva Central: “dado el carácter de monopolio natural que tienen las em-
presas productoras y/o distribuidoras (...), no cabe duda que están sometidas a la
supervisión de los organismos creados por el Decreto Ley 211, de 1973”. (Dictamen
793, 10.1). Este dictamen está en correspondencia con las Resoluciones Nº 281, ya co-
mentada, Nº 252, considerando 2º y Nº 337, considerando 8º, emitidas por el tribunal
antimonopólico.
404
En conformidad al art. 90 del D.F.L. Nº 1, por regla general están sujetos a fi-
jación de precios los suministros de energía eléctrica a usuarios finales cuya potencia
conectada es inferior o igual a 2.000 kilowatts.
442
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
405
Así, por ejemplo, Resolución Nº 241, considerando 7º, de la Comisión Resolu-
tiva y Dictamen Nº 417/361 de la Comisión Preventiva Central; como también Resolu-
ción Nº 412, de la Comisión Resolutiva, en confirmación del Dictamen Nº 9 de la
Comisión Preventiva Quinta Región, sec. III, 2; Dictamen 873/692, sec. 5ª, emitido por
la Comisión Preventiva Central y Dictamen Nº 60 de la Comisión Preventiva I Región.
406
Resolución Nº 252, considerando 2º, de la Comisión Resolutiva: “Que las em-
presas distribuidoras de energía eléctrica, atendida la condición de monopolio natu-
ral en que prestan sus servicios, deben ser particularmente cuidadosas en la relación
comercial con sus clientes, para cuya debida transparencia deben celebrar con éstos
443
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
408
HAINDL RONDANELLI, Erik, “Análisis de la regulación y tarificación del sector
eléctrico en Chile”, p. 103, en La industria eléctrica en Chile. Aspectos económicos, Felipe
G. Morandé L. editor, Santiago de Chile, 1996.
444
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
409
Sentencia de la Corte de Apelaciones de Valdivia, de fecha 23 de marzo de
1993, confirmada por la Corte Suprema el 12 de abril de 1993, considerando 16, incs.
3º y 4º: “En realidad, aparece claro que el recurrente llama ‘privación de su derecho’
a la opción legítima de dos clientes por el suministro a través de su cooperativa; es un
error e incurre en él, por sostener que la zona de concesión es de exclusividad; pero
como ya se ha explicado, lejos de eso, es más bien una zona de competencia en la que
puede participar SAESA, precisamente, porque es concesionaria y tiene derecho a su-
ministrar energía. Las consecuencias de que SAESA no pueda cobrar servicios a quie-
nes optaron por la Cooperativa y que no pueda ocupar las instalaciones que realizó
para atender eventuales clientes del loteo, no provienen de un acto ilegítimo de la
Cooperativa, sino que del resultado de la opción legítima de dos usuarios”.
445
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
410
Atendido lo expuesto, resulta desafortunada la Sentencia de la Corte Suprema
de 10 de septiembre de 1992, según la cual se niega la competencia actual o potencial
entre empresas distribuidoras eléctricas y ello se vincula erróneamente a una “exclusi-
vidad de concesión” que derivaría del carácter de monopolio natural de la distribu-
ción eléctrica. Citada por VERGARA BLANCO , Alejandro Derecho Eléctrico, pp. 77 y 78,
Editorial Jurídica de Chile, 2004.
446
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
447
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
411
Resolución Nº 190, considerando 3º, inciso segundo, de la Comisión Resolutiva.
412
Resolución Nº 190, considerando 4º, de la Comisión Resolutiva.
448
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
413
Es posible observar barreras a la entrada de tipo legal en multitud de indus-
trias reguladas, v. gr., actividad bancaria, de intermediación de valores, de seguros, de
administradoras de fondos de pensiones, etc.
449
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
414
Resolución Nº 409, considerando 5º, de la Comisión Resolutiva.
450
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
415
Dictamen Nº 434, numeral 3.3., Comisión Preventiva Central.
451
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
416
Resolución Nº 342, numerales 5º y 6º, inciso primero, Comisión Resolutiva.
417
Corte Suprema, 20 de noviembre de 1991, Recurso de Protección Cooperativa
de Abastecimiento de Energía Eléctrica Temuco Ltda. con Empresa Eléctrica de la Fron-
tera S.A., considerando 2º.
452
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
418
Resolución Nº 342, visto 1º, letra c), de la Comisión Resolutiva.
419
Cabe recordar la Resolución Nº 240, visto 9º, de la Comisión Resolutiva: “Que
en general, todo el que vende una cosa o proporciona un servicio debe brindar a los
453
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
420
Art. 18, numeral 4), Decreto Ley 211.
454
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
4.1.4. CONCLUSIONES
455
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
456
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
421
Es conveniente notar que esta acepción de regulación de mercado es ostensi-
blemente más restringida que la empleada por W EBER, Max, Economía y Sociedad, p. 62,
Fondo de Cultura Económica, México, 1999.
457
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
458
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
422
LASALVIA, Rafael, “Los monopolios y su represión en el Derecho comercial mo-
derno”, Revista de Derecho y Jurisprudencia, tomo LXIII, primera parte, p. 91, San-
tiago de Chile, quien afirma: “De esta manera, entonces, que hay monopolios que, en
razón de no derivar de actitudes monopolísticas, quedan al margen de toda sanción
legal; es el caso del llamado monopolio legal –aquel que la ley establece en beneficio
del propio Estado–...”.
423
DE MOLINA, Luis, La teoría del justo precio, pp. 141-142, Editorial Nacional, Ma-
drid, 1981.
424
DONOSO, Justo, “Diccionario Teolójico, Canónico, Jurídico, Litúrjico, Bíblico”,
tomo III, p. 502, Imprenta i Librería del Mercurio, Valparaíso, 1857.
425
TAPARELLI, Luis, Ensayo teórico de derecho natural, tomo II, Nº 766, p. 39, Imprenta
de Tejado, Madrid, 1867, quien afirma: “Mas porque estas prerrogativas implican una
restricción de la libertad, deben ser reclamadas por un derecho más fuerte [moderna-
mente, de superior jerarquía], que destruya por colisión el derecho de libertad. Tal
459
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
podría ser, por ejemplo, el caso de los que inventan artes nuevas que ceden en prove-
cho del público; los cuales, estando en posesión de sus invenciones, generalmente tras
largos estudios y sacrificios, no pueden ser desposeídos de ellas sin injusticia; y en tal
caso convertiríase en detrimento público negar la exclusiva [monopolio de privilegio],
porque cesaría el estímulo para hacer descubrimientos y publicarlos”.
426
El antiguo Derecho de Guerra estipulaba obligaciones de respetar monopo-
lios preexistentes a las potencias neutrales. Véase BELLO , Andrés, Principios de Derecho
de Gentes, pp. 315 y ss., Editorial Casa de Calleja, Ojea y Compañía, Lima, 1844.
427
FERNÁNDEZ CONCHA, Rafael, Filosofía del Derecho o Derecho natural, tomo II, p. 249,
segunda edición, Editorial Tipografía Católica, Barcelona, 1887. Describe este eximio
jurista los deberes de la autoridad pública administrativa: “Abstenerse de otorgar pri-
vilegios en cualquier ramo de la industria. Tales privilegios violan la justicia, por cuan-
to por una parte limitan el uso y provecho así de los capitales como del trabajo de los
que se hubieran dedicado a la industria monopolizada, y por otra obligan a los consu-
midores a pagar un precio más subido”.
460
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
428
LETWIN, William L., “Congress and the Sherman Antitrust Law, 1887-1890”, 23,
The University of Chicago Law Review, University of Chicago Law School, 221 et seq.
(1956): “Monopoly, as the word was used in America, meant at first a special legal pri-
vilege granted by the State; later it came more often to mean exclusive control that a
few persons achieved by their own efforts; but it always meant some sort of unjustified
power, especially one that raised obstacles to equality of opportunity”.
La misma interpretación se aplicó en Inglaterra: “It seems that the word mono-
poly was never used in English law, except when there was a royal grant authorizing
some one or more persons only to deal in or sell a certain commodity or article”, se-
gún resulta de la Penny clyclopedia (1839), citada por STIGLER, George J., “The eco-
nomists and the problem of monopoly”, p. 6, Occasional Papers from the Law School
Nº 19, The University of Chicago, 1983.
429
“Así, pues, existe monopolio en sentido estricto cuando una o más personas
obtienen para sí el privilegio de vender en exclusiva determinada mercancía, lo que
normalmente resulta injusto y perjudicial para la República, pues se obliga a los ciu-
dadanos a comprar las mercancías de manos de dichas personas a un precio más caro,
al tiempo que se impide a los demás miembros de la República el que se pueda nego-
ciar de forma justa y provechosa con esas mercancías, vendiéndolas a los ciudadanos a
precios más baratos...”, MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 345, numeral 1º,
p. 139, Editora Nacional, Madrid, 1981.
430
En Chile cabe recordar el antiguo art. 1º de la Ley 19.039, hoy modificada por
la Ley 19.996, que señalaba: “La presente ley contiene las normas aplicables a los pri-
vilegios industriales y protección de los derechos de propiedad industrial. Los referi-
dos privilegios comprenden las marcas comerciales, las patentes de invención, los
modelos de utilidad, los diseños industriales y otros títulos de protección que la ley
pueda establecer”.
461
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
462
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
431
Esta última situación tuvo lugar, en forma dramática, por parte de la propia
Comisión Resolutiva al emitir la Resolución Nº 342, la que ha sido comentada en el
Capítulo de este libro denominado “Competencia vía superposición de concesiones”
correspondiente a la subsección “Un monopolio natural paradigmático: la Distribu-
ción eléctrica concesionada”. Mediante la referida sentencia, aquella autoridad públi-
ca cuyo actual sucesor es el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia estableció
una barrera a la entrada artificial a un mercado regulado, tornando este último vir-
tualmente inaccesible a la libre competencia.
463
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
432
Un ejemplo de monopolio estructural de privilegio, del tipo indirecto, lo ha-
llamos en la conducta de la I. Municipalidad de Viña del Mar, que fue condenada por
el Dictamen Nº 45, de 23 de diciembre de 1985, emitido por la Comisión Preventiva
de la V Región, y luego rechazado el recurso de reclamación que dicha municipalidad
interpuso ante la H. Comisión Resolutiva, por Resolución Nº 212, de 21 de enero de
1986. Se declaró en la Resolución referida que había sido “dilatoria la tramitación que
la I. Municipalidad de Viña del Mar ha dado a la solicitud de Apex Petroleum S.A., lo
que es contrario a las disposiciones del Decreto Ley 211, de 1973, ya que constituye
un entorpecimiento indebido al ejercicio legítimo de una actividad comercial, la que el
interesado podrá desarrollar en el lugar solicitado, o en otro, y la referida Municipali-
dad deberá pronunciarse derechamente sobre la autorización pedida por el denuncian-
te, ya sea concediéndola o denegándola”. En efecto, se consideró que contravenía la libre
competencia limitar el derecho a ejercer una actividad comercial, bajo el pretexto de
iniciar un estudio para modificar el plano regulador vigente; en efecto, se trataba de
una barrera a la entrada artificial creada por una municipalidad. Un caso análogo es el
de la Dirección de Vialidad de la VIII Región, juzgado por la Resolución Nº 263.
464
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
433
Entre éstas, recuerda COURCELLE SENEUIL, J. G., Tratado teórico i práctico de Eco-
nomía Política, p. 84, Librería de Guillaumin y Cía., París, 1859, las compañías mono-
pólicas: “El réjimen del privilejio ha sido empleado con mucho prestijio i persistencia
en los dos últimos siglos para la fundación de grandes compañías, de que la mayor
parte tenía por objeto hacer el comercio exterior, particularmente el de los mares le-
janos. La autoridad concedía a una compañía el privilejio exclusivo de hacer el co-
mercio de la India, o de las Antillas, o de tal parte de la Costa de África: era un medio
de reunir capitales i de fundar empresas llamadas a desplegar grandes fuerzas en el
espacio i el tiempo”.
Un ejemplo de estas compañías monopólicas fue la “Sociedad Granadina” funda-
da en 1836 para explotar el privilegio de establecer una comunicación interoceánica
por Panamá, de naturaleza terrestre, acuática o mixta. Dicho privilegio fue reformado
por ley dictada por el Congreso de Nueva Granada en mayo de 1838 y modificado en
varias oportunidades por leyes posteriores. Los avatares de la “Sociedad Granadina” se
hallan en SOTOMAYOR V ALDÉS, Ramón, Historia de Chile bajo el Gobierno del General don
Joaquín Prieto, tomo IV, p. 175, nota 5ª, Fondo Histórico Presidente Joaquín Prieto, San-
tiago de Chile, 1980.
En este mismo sentido, DE VATTEL, Derecho de Gentes, tomo I, p. 115, Casa de Mas-
son e Hijo, París, 1824.
434
Es importante observar que la licitación pública como mecanismo de adjudi-
cación de un monopolio de privilegio, no confiere por sí mismo licitud a este último.
Véase Comisión Preventiva de la Región de Magallanes y Antártida Chilena, Dictamen
de 13 de mayo de 1996, numeral 13, inciso segundo.
465
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
435
Un ejemplo de ello es la Ley 65 de la Competencia, puesta en vigencia en No-
ruega, en 1994. Véase SOYLAND, Mona, “Competition and antitrust. Norway”, p. 11, en
Corporate Finance Competition and Antitrust, july 2001.
436
Véase Resolución Nº 242, considerando 21 y voto de minoría, numeral 2º.
466
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
437
Art. 19, Nº 21 Constitución Política de la República y art. 3º, inciso segundo,
Ley 18.575, Orgánico Constitucional de Bases Generales de la Administración del Es-
tado.
467
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
438
Darcy versus Allen, Case of Monopolies, Court of King’s Bench, 1602. 11 Coke
84, 77 Eng. Rep. 1260.
468
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
A. Destinatarios de la prohibición
469
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
439
Resolución 239, visto 7º, letra b), Comisión Resolutiva.
440
“El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el
bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permi-
tan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realiza-
ción espiritual y material posible, con pleno respeto de los derechos y garantías que
esta Constitución establece” (art. 1º, inciso cuarto, cap. I, Constitución Política de la
República).
470
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
441
VALDÉS PRIETO, Domingo, La discriminación arbitraria en el Derecho económico. Es-
pecialmente en la legislación antimonopólica, pp. 80 y ss., Editorial Jurídica Conosur Ltda.
(LexisNexis), Santiago de Chile, 1992.
442
Debe recordarse que el término “potestad” está reservado a las autoridades,
sean públicas o privadas. A modo de ejemplo, cabe observar que el padre o madre de
familia, en cuanto autoridad privada, goza de patria potestad sobre sus hijos no eman-
cipados (Libro I, Tít. X, art. 240 del Código Civil).
471
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
443
Si bien la regla general es que las potestades privadas sólo tienen eficacia al
interior del respectivo cuerpo intermedio, existen excepciones como la del caso Gold-
farb vs. Virginia State Bar (1975) de los Estados Unidos de América, en el cual se re-
solvió que la asociación gremial “Virginia State Bar”, equivalente al colegio de abogados
de ese estado, había violado la legislación antimonopólica al establecer un esquema
de tarifas mínimas que los abogados debían cobrar a sus clientes.
444
Cabe recordar que el Neocorporativismo, desarrollado entre las dos guerras
mundiales, concibió un parlamento que sería reemplazado por una asamblea de cor-
poraciones que representaría los intereses económicos del país. Cada corporación po-
seería un poder reglamentario y disciplinario mediante los cuales podría imponer a
sus miembros el respeto a las reglas generales en materia de producción, precios y sa-
larios, hasta el punto de limitar la libre competencia por la vía de organizar los merca-
dos. Confrontar, LAJUGIE, Joseph, Las Doctrinas Económicas, pp. 85-87, Ediciones
Oikos-Tau, Barcelona, 1985.
472
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
445
Decreto Ley 2.757, de 1979, art. 26: “La realización o celebración por una aso-
ciación gremial de los hechos, actos o convenciones sancionados por el art. 1º del De-
creto Ley 211, de 1973, constituirá circunstancia agravante de la responsabilidad penal
de los que participen en tal conducta”.
446
Para un completo estudio metafísico de la ley, véase LIRA PÉREZ, Osvaldo, On-
tología de la ley, Editorial Conquista, Santiago de Chile, 1986.
447
Dispone el art. 1º del Código Civil: “La ley es una declaración de la voluntad
soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe
o permite”. Esta descripción carece de toda referencia al elemento intelectivo y fina-
lístico de la ley, que no puede ser otro que el bien común de la sociedad civil y pres-
cinde de toda referencia a los límites que el orden jurídico impone al legislador,
calificando erróneamente de “soberana” a la voluntad de éste.
Definiciones de ley como la del Código Civil se hallan fuertemente cuestionadas
incluso por filósofos como John Rawls, quienes plantean exigencias de que el manda-
to ha de ser posible, ajustado al principio de no discriminación arbitraria (justicia dis-
tributiva), adecuadamente publicitado o comunicado y ha de existir un procedimiento
destinado a establecer la verdad de los hechos que justifican la aplicación del referido
mandato (RAWLS, John, A theory of justice, pp. 237-239, Harvard University Press, Cam-
bridge, Massachusetts, 1971).
473
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
ción que cada uno de ellos sigue. Dado que el Decreto Ley 211 goza
de la jerarquía y fuerza obligatoria de una ley, toda autoridad pública
de un rango inferior a esta última es destinataria de la prohibición
contenida en el artículo cuarto de dicho cuerpo normativo.
Así, los tribunales de justicia, ordinarios o especiales, civiles, labo-
rales o criminales, deberán cuidar que mediante sus resoluciones, sean
éstas sentencias definitivas, sentencias interlocutorias, autos o decre-
tos, no otorguen monopolios estructurales a persona alguna. Asimis-
mo, aquellos tribunales que han recibido de la Constitución o de la
ley potestades económicas,448 esto es, el conjunto de atribuciones otor-
gadas con el objeto de obtener una mayor eficiencia en el desarrollo
de su actividad, proveyendo al buen funcionamiento de cada órgano
y de todos en conjunto mediante la emisión de “autos acordados” y
otra suerte de potestades administrativas, deberán ejercitar tales po-
testades con arreglo a la prohibición del artículo cuarto del Decreto
Ley 211.
Un lamentable ejemplo de cómo tribunales ordinarios colegiados
podrían mal emplear sus potestades administrativas es el caso apare-
cido en más de una oportunidad en prensa, en relación con el supues-
to monopolio que las Cortes de Apelaciones de Santiago y de San Miguel
habrían constituido mediante la anómala práctica de favorecer, en for-
ma exclusiva y desde hace un año, a un determinado martillero con la
totalidad de las subastas correspondientes a juicios ejecutivos.449 Se
buscó eliminar tal práctica por la vía de generar una asignación de
martilleros mediante una nómina alfabéticamente ordenada, lo cual
también desafortunadamente se ha traducido en abusos ajenos a una
sana competencia por tal actividad.450
La prohibición en análisis es particularmente delicada en el caso
del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia que, entre sus va-
rias funciones, exhibe la de máximo órgano jurisdiccional en el Dere-
cho de la competencia451 y, por tanto, una resolución (particularmente
una medida precautoria) o una sentencia definitiva desacertada po-
dría, bajo determinadas circunstancias, importar una violación al ar-
448
Art. 79, Constitución Política de la República.
449
Véase editorial “Anomalías judiciales” de El Mercurio de Santiago, 27 de di-
ciembre de 2001.
450
Véase editorial “Remates judiciales” de El Mercurio de Santiago, 5 de enero
de 2004.
451
La afirmación anterior es sin perjuicio de que ciertas resoluciones –de natura-
leza jurisdiccional– emitidas por el Tribunal Antimonopólico pueden ser conocidas por
una de las salas de la Corte Suprema, de conformidad con el recurso de reclamación
previsto en el art. 27 del Decreto Ley 211, de 1973.
474
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
tículo cuarto del Decreto Ley 211. En efecto, considerando que el Tri-
bunal Antimonopólico es un tribunal especial, cuyas resoluciones cuen-
tan con escasas fórmulas de revisión, este organismo debe actuar con
extraordinario celo en la emisión de las mismas, puesto que éstas po-
drían ser constitutivas o preservadoras de monopolios estructurales.
Cabe hacer presente que una táctica no poco empleada por ciertos
competidores es la de acudir con una demanda al Tribunal Antimo-
nopólico, como una forma de incrementarle los costos a un oponen-
te que se halla desarrollando una nueva tecnología o una nueva
estrategia de negocios. De esta manera, puede retardarse por un tiem-
po sustantivo –a veces años– la entrada en operación del nuevo pro-
ducto dependiente de una tecnología innovadora o nueva estrategia,
lo cual se ve facilitado por la dilatada tramitación de ciertos procesos
judiciales en el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.452 Es im-
portante observar que tales costos gravan al demandado, sea que éste
obtenga o no una sentencia favorable, lo cual es extremadamente peli-
groso, puesto que la sola amenaza de un proceso antimonopólico pue-
de ser empleada como medio de presión ilegítima para alcanzar algún
acuerdo espurio o completamente innecesario para el chantajeado, que
no hace sino encubrir la compensación solicitada por el chantajista.
En este sentido, consideramos que el Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia deberá administrar con especial cautela este nue-
vo precepto que permite –como lo ha establecido la Ley 19.911, que
reformó el Decreto Ley 211– que cualquier interesado demande ante
el Tribunal Antimonopólico; antiguamente no existían tales deman-
das, sino que meras denuncias, las que en todo caso deben pasar por
el tamiz del Fiscal Nacional Económico, quien tiene así la significati-
va labor de seleccionar, luego de efectuada la investigación de rigor,
las denuncias dotadas de substancia y separarlas de las que sólo cons-
tituyen maniobras dirigidas precisamente a entorpecer la libre com-
petencia. En efecto, creemos que ello resulta una vía adecuada para
reducir el atractivo de los juicios antimonopólicos como fórmula des-
tinada a entorpecer la actividad de un competidor rival. El Derecho
comparado abunda en ejemplos de cómo prácticas pro competitivas
fueron mañosamente cuestionadas para obtener demoras en la intro-
ducción de negocios o tecnologías que hubiesen acarreado una ma-
yor aptitud competitiva para el denunciado y la correlativa pérdida de
clientela del denunciante.
Con la formulación actual, caben demandas de competidores y
requerimientos del Fiscal Nacional Económico como fórmulas para
452
Véase Resolución Nº 473, Comisión Resolutiva.
475
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
453
Véase Resolución Nº 142, considerando 5º, de la Comisión Resolutiva, que se
ocupó de un monopolio de privilegio establecido sobre la base de zonas geográficas
por el Subsecretario de Transportes para desarrollar la actividad económica consisten-
te en la explotación de plantas revisoras de vehículos.
476
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
454
Constitución Política de la República, arts. 53, inc. 2º, y 58, inc. 2º.
455
Adhiere a esta interpretación, aunque aplicada a la antigua legislación anti-
monopolio contenida en el Tít. V de la Ley 13.305, el profesor ARAMAYO, Óscar, Régi-
men legal de la industria manufacturera en Chile, p. 25, Editorial Jurídica de Chile, Santiago,
1970.
456
Interpretación confirmada por el Tribunal Antimonopólico: “Desde luego, es
preciso tener presente que la Ley 18.097, de 21 de enero de 1982, dio cumplimiento
al mandato contenido en el art. 19, Nº 24, inciso séptimo de la Constitución Política
de 1980, al aprobar la Ley Orgánica Constitucional sobre Concesiones Mineras, dispo-
477
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
niendo en su art. 4º transitorio que, dentro de los 180 días siguientes a la publicación
del Código de Minería, sólo serían válidas las actuaciones realizadas por ciertos orga-
nismos o empresas estatales, respecto de yacimientos o sustancias que dejan de estar
reservadas al Estado, para los efectos de iniciar el procedimiento judicial de constitu-
ción de la propiedad minera, sin perjuicio de las transferencias a que estos organis-
mos o empresas estén obligadas por contratos válidamente celebrados (...). De la
manera antes expuesta, Corfo dio cumplimiento a las disposiciones que otorgaban al
Estado, sus organismos y empresas la exclusividad o monopolio en la constitución de
la propiedad minera, normas que por ser de rango constitucional son de aplicación
preferente a las contenidas en el Decreto Ley 211, de 1973, constituyendo una califi-
cada excepción a esta normativa”. Resolución Nº 351, considerandos cuarto, inc. 1º, y
quinto, inc. 5º, Comisión Resolutiva.
457
El principio de la especialidad es un principio general del Derecho recepcio-
nado positivamente en diversos preceptos legales, a saber, entre otros, los arts. 4º y 13
del Código Civil y los arts. 2º y 96 del Código de Comercio. Véase VALDÉS PRIETO , Do-
mingo, “Legislación antimonopólica y distribución eléctrica concesionada”, Revista de
Derecho y Jurisprudencia y Gaceta de los Tribunales, tomo XCVIII, Nº 3/2001, p. 69,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 2002.
458
A modo de ejemplo, el art. 28 de la Ley 18.840, Orgánica Constitucional del
Banco Central de Chile otorga a este ente público autónomo la potestad exclusiva de
emitir billetes y acuñar monedas, lo cual constituye un monopolio establecido por nor-
ma de rango legal. Este monopolio tiene antiquísima data, puesto que al decir de M.I.
Finley: “Un monopolio que conservaron todos los Estados antiguos, fuesen ciudades o
imperios, fue el del derecho de acuñar. Empero, no acompañaron tal prerrogativa con
una obligación de mantener un abasto suficiente de monedas, salvo cuando el Estado
mismo las necesitara para pagos, usualmente a las tropas”, en La Economía de la Anti-
güedad, p. 202, Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
459
Constitución Política de la República, art. 19, Nº 12, inciso segundo. Creemos
que la única interpretación que da cabal sentido a esta prohibición constitucional es
aquella que asigna a la voz “monopolio” la acepción estructural antes explicada.
478
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
B. Contenido de la prohibición
479
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
460
La doctrina suele clasificar las concesiones en tres categorías: a) de obra públi-
ca; b) de servicio público y c) de uso del dominio público. Confrontar, SARMIENTO
GARCÍA, Jorge, Concesión de Servicios Públicos p. 74, Editorial Ciudad Argentina, Buenos
Aires, 1999.
461
Creemos que la expresión “actividades económicas” debe ser interpretada en
relación con las actividades típicamente económicas, esto es, las que tienen que ver
con la producción y el comercio de bienes y servicios, que es, por lo demás, la inter-
pretación que ha confirmado el propio Tribunal Antimonopólico. Véase Resolución
Nº 45, considerando 11, Comisión Resolutiva.
480
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
462
Cabe recordar que la interpretación inicial de la Sherman Act de 1890, efec-
tuada por los tribunales de justicia, estableció erróneamente que “el comercio viene a
continuación de la fabricación y no es una parte de ésta”, por lo cual ciertas restriccio-
nes que afectaban la manufactura de bienes no quedaban comprendidas bajo el ámbi-
to de aplicación de dicha ley al no corresponderse con la voz “comercio” (United States
v. E.C. Knight, 1895). Dos años más tarde esta definición restrictiva de comercio fue
reemplazada por una más amplia que incluía todas las fases productivas (United Sta-
tes v. Trans-Missouri Freight Association).
481
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
463
Resolución Nº 273, visto 2º, inc. 2º, Comisión Resolutiva: “En efecto, en su opi-
nión [la del Fiscal Nacional Económico], dicho cuerpo normativo, en virtud del cual
se prohíbe el ingreso de nuevos barcos a la actividad pesquera denominada pelágica,
referida principalmente a la pesca de sardinas, jureles, caballa y anchoveta, establece
diversas regulaciones que constituyen limitaciones injustificadas al ingreso de nuevas
empresas a esa actividad extractiva e industrial y otorgan un virtual monopolio, por
tres años, a las compañías autorizadas al 11 de enero de 1986, todo lo cual contravie-
ne lo dispuesto en el art. 4º del Decreto Ley 211, de 1973”. El considerando 3º de esta
Resolución confirmó la opinión citada y, en consecuencia, el Tribunal Antimonopóli-
co acogió el requerimiento del Fiscal Nacional Económico.
482
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
464
STIGLER, George J., “The economists and the problem of monopoly”, p. 4, Oc-
casional Papers from the Law School Nº 19, The University of Chicago, 1983: “The se-
cond tradition was to identify the serious monopolies of his time with the grants of
exclusive power by the state. For Smith the two leading instances were the guild cor-
porations and the great joint stock trading companies”.
483
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
465
La Contraloría General de la República resolvió por Oficio Nº 23.158 (10.04.75)
que la Empresa Nacional del Carbón S.A., cuyo capital social se encontraba a la sazón
suscrito en un porcentaje superior al 95% por la Corporación de Fomento de la Pro-
ducción, era una entidad privada. Siguió el mismo criterio el art. 5º del Decreto Ley 818
(27.12.74), que dispone: “A contar desde la vigencia de este decreto ley, todos los ban-
cos comerciales se regirán por las normas aplicables al sector privado para todos los
efectos legales, cualquiera que sea la proporción de su capital que pertenezca a insti-
tuciones o entidades del Estado”.
Una visión diferente es la sustentada por la Corte Suprema, en su reciente fallo
de 31 de enero de 2000, Rol Nº 248-00, en cuyo considerando tercero señala: “Que así
parece a esta Corte que Metro S.A. es un órgano estatal que desarrolla su actividad
bajo la forma de una sociedad anónima, por lo que la limitación establecida en el in-
ciso segundo del Nº 21 del art. 19 de la Constitución Política de la República le es apli-
cable plenamente y, por lo mismo, su objeto social, impuesto por una ley de quórum
calificado y no por la voluntad de sus socios como ocurre en la generalidad de las so-
ciedades, circunscribe a Metro S.A. a desarrollar sólo esa actividad económica, pues
para realizar una distinta es menester que otra ley, también de quórum calificado, le
permita desarrollarla o participar en ella” (Ius Publicum Nº 4/2000, p. 170, comenta-
da por don Eduardo Soto Kloss).
484
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
das por el Derecho público, creadas por ley y que forman parte de la
Administración del Estado,466 sin por ello constituir autoridades pú-
blicas. Éstas son las denominadas “empresas del Estado”. Así, a modo
de ejemplo, hallamos en el mercado bancario el Banco del Estado de
Chile; en el mercado postal, la Empresa de Correos de Chile; en el
mercado del cobre, la Corporación Nacional del Cobre (CODELCO);
en el mercado de los transportes de pasajeros y de carga la Empresa
de Ferrocarriles del Estado; en el ámbito minero ENAMI; en el ámbito
petrolero y de ciertos combustibles derivados del crudo, la Empresa
Nacional del Petróleo (ENAP), etc.
Estimamos conveniente, aunque sea a título meramente ilustrativo,
repasar el antiguo texto del artículo cuarto del Decreto Ley 211 –hoy
derogado– que hacía, en relación con las personas públicas, una des-
cripción tipológica originada en la reforma que sufrió, con fecha 23
de noviembre de 1943, la Constitución Política de 1925. Dicha des-
cripción se mantiene en varias de las disposiciones de la Constitución
Política de la República de 1980.467 El antiguo artículo cuarto se hacía
cargo de las instituciones semifiscales, cuya finalidad había sido eje-
cutar una política de seguridad social que cubriese riesgos de enfer-
medad, invalidez, cesantía, vejez o muerte, y que han sido definidas
como “...servicios personificados, no integrantes de la Administración
centralizada, dotados de autonomía jurídica, siendo sus fondos apor-
tados tanto por el Estado como por las cotizaciones de seguridad so-
cial que los funcionarios y trabajadores efectúan en ellas con el objeto
de obtener las coberturas de sus respectivos estados de necesidad, y
dotados de medios materiales propios de actuación”.468
Luego se mencionaban las instituciones de administración autó-
noma, caracterizadas por una mayor autonomía que las instituciones
semifiscales, entre las cuales cabría el Servicio Nacional de Salud y, se-
gún destacados administrativistas, habría de incluirse a la Universidad
de Chile.
Adicionalmente, este antiguo texto del artículo cuarto del Decre-
to Ley 211 aludía a las municipalidades que, de conformidad con su
respectiva ley orgánica, “Las municipalidades son corporaciones au-
tónomas de derecho público, con personalidad jurídica y patrimo-
nio propio, cuya finalidad es satisfacer las necesidades de la comunidad
466
Art. 1º, inciso segundo, Ley 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Genera-
les de la Administración del Estado.
467
Véase el art. 62, numerales 2º y 3º, de la Constitución Política de la República
(1980).
468
SOTO KLOSS, Eduardo y REYES ROMÁN, Gustavo, Régimen jurídico de la Adminis-
tración del Estado, p. 25, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1980.
485
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
469
Ley 18.695, Orgánica Constitucional de Municipalidades, art. 1º, inc. 2º.
470
Art. 1º, Ley 18.575, Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Ad-
ministración del Estado.
471
Dictamen 043 (23.05.85) de la Comisión Preventiva Regional del Bío-Bío, Con-
cepción. Resolución, letra A): “No existe la violación denunciada al art. 4º, inc. 2º, del
Decreto Ley 211, pues la autoridad administrativa, esto es, la Secretaría Regional Mi-
nisterial de Transportes y Telecomunicaciones, no ha otorgado monopolio alguno en
favor de los buses Base Naval, de propiedad del Departamento de Bienestar Social de
la II Zona Naval. Para llegar a tal conclusión, esta Comisión ha considerado que el
recinto de la Base Naval al cual sólo llegan los buses denunciados, tiene el carácter de
recinto militar, sin que tengan libre acceso siquiera los particulares, y que no es resor-
te de esa Secretaría Regional Ministerial el autorizar el ingreso a dicho recinto a otras
líneas de buses. Además, tampoco se ha acreditado en estos autos que alguna línea de
486
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
487
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
472
La Constitución Política de 1925, en su art. 10, Nº 10, como consecuencia de
la modificación que a esta disposición introdujo la Ley 16.615, de 20 de enero de 1967,
se consagró el establecimiento del monopolio estatal por la mera acción de una ley
simple: “Cuando el interés de la comunidad nacional lo exija, la ley podrá reservar al
Estado el dominio exclusivo de recursos naturales, bienes de producción y otros, que
declare de importancia preeminente para la vida económica, social o cultural del país”.
473
Contraloría General de la República, Dictamen Nº 22.683, de 1996.
488
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
474
COVARRUBIAS CUEVAS, Ignacio, “Subsidiariedad y Estado Empresario”, p. 253,
Revista de Derecho Público Nº 66/2004, Universidad de Chile.
475
Ley de quórum calificado es aquella que para su aprobación, modificación o
derogación requiere de la mayoría absoluta de los diputados y senadores en ejercicio
(art. 63, inc. 3º, Constitución Política).
476
PRECHT PIZARRO, Jorge, “El Estado Empresario: Análisis de la legislación com-
plementaria constitucional”, p. 131, Revista Chilena de Derecho, vol. 14, Santiago de
Chile, 1987.
489
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
477
Art. 3º, inc. 3º, Código del Trabajo: “Para los efectos de la legislación laboral y
de seguridad social, se entiende por empresa toda organización de medios persona-
les, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección, para el logro de fines eco-
nómicos, sociales, culturales o benéficos, dotada de una individualidad legal
determinada”.
478
MENGER, Karl, Principios de Economía Política, p. 144, nota 17, Unión Editorial,
Madrid, 1983.
479
Sesión 388, de 27 de junio de 1978.
490
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
480
Art. 6º, inciso segundo, Ley 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Genera-
les de la Administración del Estado.
491
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
481
BERTELSEN REPETTO, Raúl, “El Estado Empresario en la Constitución de 1980”,
p. 124, Revista Chilena de Derecho, vol. 14, Santiago de Chile, 1987, quien resalta la
importancia de la habitualidad en la definición de las actividades empresariales.
492
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
493
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
482
AQUINO, Santo Tomás de, “Carta a la Duquesa de Brabante”, V, pp. 969-970,
en Opúsculos y cuestiones selectas, tomo II, BAC, Madrid, 2003. Manifiéstase el Aquinate
contrario a la práctica de la venta de los cargos públicos, habitual en aquella época,
porque éstos probablemente caerían en manos de personas inidóneas que sólo busca-
ban lucrarse en su desempeño, motivo por el cual no sólo oprimirían a los respectivos
súbditos, sino que tampoco cuidarían de tales cargos con fidelidad.
494
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
483
Ordenanza Nº 982, de 21 de noviembre de 1994, emitida por el antiguo Fiscal
Nacional Económico, Sr. Rodrigo Asenjo Zegers, y destinada a la H. Comisión Resolu-
tiva (hoy Tribunal de Defensa de la Libre Competencia).
484
El principio de la subsidiariedad está reconocido con rango constitucional en
el cap. I, art. 1º, inc. 3º, de la Constitución Política de la República, en los siguientes tér-
minos: “El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se
organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir
sus propios fines específicos”. Adicionalmente, dicho principio aparece recepcionado,
495
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
con rango legal y carácter específico para la Administración del Estado, en el art. 3º
de la Ley 18.875, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del
Estado.
485
Para un análisis de este principio, véase VALDÉS PRIETO , Domingo, “Algunas
notas sobre el principio jurídico de la igualdad”, en Anuario de Filosofía Jurídica y
Social Nº 9, 1991, Edeval, Valparaíso, 1992.
496
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
486
SOTO KLOSS, Eduardo, “La nulidad de Derecho público de los actos estatales y
su imprescriptibilidad en el Derecho chileno”, en Ius Publicum Nº 4 (2000), pp. 55-62,
Santiago de Chile.
487
Art. 6º, inciso primero, Constitución Política de la República. Aplica también
este principio el art. 2º de la Ley 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales
de la Administración del Estado.
497
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
488
Arts. 2º y 39, letras a) y b), del Decreto Ley 211, de 1973.
489
“Que el análisis de las normas que regulan la materia y lo expresado por las
partes permite concluir a esta Comisión [hoy Tribunal de Defensa de la Libre Compe-
tencia] que ella tiene competencia para reprochar a otros órganos del Estado la inob-
servancia de las normas del Decreto Ley 211, de 1973, cuando no se encuentre
justificada legalmente. Esta doctrina se ha mantenido inalterable en todas las ocasio-
nes en que esta Comisión ha debido resolver sobre su competencia. Cabe citar a este
respecto, por tratarse de un asunto que se ventiló precisamente contra el Banco Cen-
tral de Chile, que la Resolución Nº 33, de 3 de agosto de 1977, acogió un requerimiento
del señor Fiscal de la Defensa de la Libre Competencia, según denominación de ese
entonces, en orden a representar al Banco Central que la fijación de precios míni-
mos para la exportación de algas constituye una decisión que excede el ámbito de
las facultades que concede a esa institución el art. 17, letra b) del Decreto Ley 1.272,
de 1961, que aprueba el texto refundido de la Ley de cambios internacionales, a la
vez que importa una restricción a la libre competencia en este mercado de exporta-
ción, que contraviene el Decreto Ley 211, de 1973, sobre Defensa de la Libre Compe-
498
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
490
Para un estudio sistemático del tipo infraccional antimonopólico, véase VAL-
DÉS PRIETO, Domingo, La discriminación arbitraria en el Derecho económico. Especialmente
en la legislación antimonopólica, pp. 85 y ss., Editorial Jurídica Conosur Ltda. (LexisNexis),
Santiago de Chile, 1992.
499
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
prohibido por el artículo cuarto del Decreto Ley 211. Esta potestad
requisitoria con que cuenta el Tribunal Antimonopólico le ha sido ex-
presamente conferida por el Decreto Ley 211.491 Cabe observar que
dicha potestad requisitoria no es vinculante para la autoridad pública
requerida, aun cuando en nuestro concepto el no acatar dicho reque-
rimiento puede ser fuente de responsabilidad funcionaria y de respon-
sabilidad extracontractual civil en el evento de producirse daños y
perjuicios. Adicionalmente, creemos que hacer caso omiso de la po-
testad requisitoria mencionada por parte de una autoridad pública,
debiese ser considerado un agravante para efectos de graduar las san-
ciones pertinentes y registrado para considerarlo frente a una even-
tual reincidencia en injustos monopólicos por parte de una autoridad
pública. En la práctica, sin embargo, no siempre resulta fluida la mo-
dificación o derogación del acto administrativo objeto de la potestad
requisitoria.492
En síntesis, el acto administrativo de marras es susceptible alter-
nativamente de una demanda de nulidad de Derecho público ante los
tribunales de justicia, de una pena impuesta por sentencia antimono-
pólica, de un requerimiento de modificación o derogación por con-
travención del Decreto Ley 211 presentado por el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia ante el Presidente de la República para que
éste le dé curso ante el Consejo del Banco Central, de multas contra
el Banco Central y de sanciones a las personas naturales que adopta-
ron la decisión en cuanto integrantes del órgano (Consejo del Banco
Central) de dicha autoridad pública. Estas últimas sanciones contra
las personas naturales consistirán en multas a beneficio fiscal. Respec-
to de las multas impuestas a personas jurídicas, responderán solida-
riamente del pago de las mismas sus directores, administradores y
beneficiarios de la infracción monopólica en tanto hubiesen tenido
participación voluntaria en ésta.
Continuando con el análisis del ejemplo del Banco Central de Chi-
le, podría suscitar dudas lo previsto en el art. 74 de la Ley 18.840, Or-
gánica Constitucional del Banco Central, que prescribe: “En aquellos
casos en que la ley que se estima infringida sea el Decreto Ley 211, de
491
Art. 18 numeral 4º, Decreto Ley 211 de 1973.
492
KAY, John and VICKERS, John, “Regulatory Reform: An appraisal”, p. 436, en
The Law of the Business Enterprise, Oxford University Press, 1994, quienes señalan: “Where
monopoly is the result of statutory restriction, the obvious response is to repeal the
statute. But experience has shown that this is by no means enough. The endowment
which incumbent firms have built up during a period of statutory monopol –an endo-
wment of marketing presence, and financial and technical advantages– is not easily
challenged”.
500
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
Establecía el inciso tercero del hoy derogado artículo quinto del De-
creto Ley 211: “Con todo, no podrá establecerse ningún estanco, ni aun en
501
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
virtud de los preceptos referidos en los dos incisos precedentes, sin previo infor-
me favorable de la Comisión Resolutiva”.
Esta disposición no se aplica a los ámbitos de monopolios natura-
les y, por tanto, a los servicios públicos, en razón de que éstos son mo-
nopolios cuyo origen no se halla en las legislaciones salvaguardadas,
sino que en las características mismas de la actividad económica res-
pectiva. A diferencia, estimamos que este inciso tercero del derogado
artículo quinto del Decreto Ley 211 sí se aplica a las industrias regula-
das como consecuencia del establecimiento de un monopolio de pri-
vilegio.
Disponía el artículo quinto del Decreto Ley 211 de 1973, en su in-
ciso tercero, que lo prohibido era establecer un estanco, esto es, un
monopolio de comercialización sin la previa concurrencia de un in-
forme favorable emitido por la H. Comisión Resolutiva, antigua de-
nominación del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Era
desafortunada la referencia al estanco que realizaba este precepto
transcrito, puesto que aquél es una modalidad específica de monopo-
lio circunscrito al comercio en sentido estricto; es decir, excluye los
monopolios de producción, extracción o de naturaleza industrial en
general, que sí son materia del Decreto Ley 211 de 1973, según lo prue-
ban sus arts. 1º, inciso segundo, al aludir a “actividades económicas”,
y 4º, al emplear la expresión “actividades económicas”.
En efecto, los monopolios que el Fisco español establecía a fines
del siglo XVIII con el objeto de obtener recursos para la Hacienda Pú-
blica recibieron el nombre de “estancos”, denominación que ya se
empleaba en los tiempos de Alfonso X, el Sabio493 y que, posteriormen-
te, pasó a utilizarse en Hispanoamérica. Los estancos generalmente
recaían sobre bienes de muy alta estimación y de difícil sustitución:
tabaco, papel sellado, sal, naipes, fósforos, etc. Creemos que la deno-
minación “estanco”, arranca precisamente del hecho de que los actos
de autoridad pública que daban lugar a la formación de estos mono-
polios, “estancaban” o detenían la libre circulación o comercialización
de los bienes estancados; de allí que el propio Diccionario de la Len-
gua Española aún recoja esta acepción del verbo estancar.494 El pro-
pio Tribunal Antimonopólico ha caracterizado los estancos en el
siguiente sentido:
“Históricamente, el estanco, que corresponde a la definición del
Diccionario, significaba la prohibición total del comercio de determi-
493
Las Siete Partidas, partida III, Tít. XXVIII, Ley 11.
494
Estancar: “2º. Prohibir el curso libre de determinada mercancía, concediendo
su venta a determinadas personas o entidades”, Diccionario de la Lengua Española,
p. 640, Espasa Calpe S.A., vigésima primera edición, 1992.
502
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
495
Resolución Nº 10, considerando 9º, Comisión Resolutiva.
496
He denominado “monopolio estructural” una acepción de la voz monopolio
que, usualmente, aparece implícita en el Derecho de la libre competencia y que se
caracteriza por comprender una amplísima gama de casos (monopolios puros, mono-
polios parciales y situaciones monopólicas, comprensivas no sólo de la oferta, sino que
también de la demanda) y sin que ellos necesariamente correspondan a un ilícito o
delito monopólico.
503
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
497
Artículo tercero, letra b) del Decreto Ley 211 de 1973.
504
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
505
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
4.2.5. CONCLUSIONES
El análisis expuesto acerca del alcance del artículo cuarto del Decreto
Ley 211 de 1973, y acerca de la necesidad de preservar dicho precepto,
nos lleva a plantear el perfeccionamiento de aquél, lo cual estimamos
fundamental habida consideración de la poderosa injerencia que el Po-
der Ejecutivo tiene en la Fiscalía Nacional Económica, lo que por sí mis-
mo ya hace difícil prevenir y castigar los monopolios de privilegio.
Por ello, sugerimos la complementación del artículo cuarto en co-
mento por la vía de añadir las diversas precisiones expuestas a lo lar-
go de este estudio
Estimamos que se debería aclarar, a nivel legal, el alcance del mo-
nopolio de privilegio y la noción de monopolio estructural sobre la
498
Resolución Nº 10, considerando 11, Comisión Resolutiva.
506
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
507
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
Entre las fuentes del monopolio destaca como la permitida por exce-
lencia aquella que resulta de la eficiencia interna (también denomi-
nada técnica, económica o productiva) de un competidor, sea que ésta
tenga por causa la investigación e invención aplicada a sus productos,
la especialización y la creatividad en su negocio, una importante ra-
cionalización de costos, una habilidad singular para obtener financia-
miento, capacidad de diseño de estrategias de marketing o alguna otra
508
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
499
POSNER, Richard A., “Natural monopoly and its regulation”, p. 581, Standford
Law Review, volume 21, 1968-1969.
509
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
500
United States vs. Aluminum Co. of America (1945). Señaló en este fallo el Juez
Hand que si una empresa se ha visto obligada a competir y triunfa, no puede ser con-
denada por el hecho de haber ganado.
510
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
Bajo este título damos inicio a una importante sección en la cual con-
tinuamos con el análisis de los ilícitos de fuente, esto es, aquellos que
consisten en la ejecución de conductas orientadas al desarrollo de fuen-
tes ilícitas de formación de monopolios. Como señaláramos anterior-
mente, el ilícito de fuente tiene por objetivo alcanzar, por un medio
injusto, la explotación de un monopolio estructural.
En la sección anterior estudiamos una primera modalidad de ilí-
cito de fuente, cual era el injusto de monopolio de privilegio, otrora
también llamado monopolio público; en la presente, analizaremos una
segunda modalidad de ilícito de fuente: el injusto de monopolio por
unificación de la competencia.
En la primera modalidad señalada, se daba cuenta de un ilícito
de monopolio cuyo origen estriba en una conducta perpetrada por
501
Berkey Photo, Inc. vs. Eastman Kodak Co., 603 F. 2d 263, 275 (2d Cir.1979).
511
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
502
ROBLES, Lorenzo, Concordancia de la teolojía moral con el Código Civil Chileno, Tra-
tado de los Contratos, Parte Segunda, cap. II, Punto III, p. 166, Santiago, Imprenta Na-
cional, 1864.
512
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
4.4.1. MONOPOLIZACIÓN
513
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
514
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
503
En este sentido, la denuncia efectuada por Compañía Minera Cordillera S.A.
en contra de Sociedad Punta de Sal Lobos S.A. con motivo de una supuesta integra-
ción horizontal de los Puertos Patillos y Patache ubicados en la I Región del país. Véa-
se, el Informe y Requerimiento formulados por el Fiscal Nacional Económico y que
fue presentado ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia con fecha 12 de
agosto de 2004.
504
Sobre competencia desleal pueden consultarse las Sentencias Nº 9/2004 y
Nº 10/2004 emitidas por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
515
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
A. Colusión monopólica
505
Puede citarse como ejemplo la Resolución Nº 609, visto 4º, párrafo 7º, de la
Comisión Resolutiva, que señala: “Concluyen señalando que la celebración del con-
trato de compraventa constituye un claro intento de Coca Cola de monopolizar el mer-
cado de las bebidas gaseosas, afectando gravemente su transparencia al otorgarle a la
denunciada acceso a información estratégica de su único competidor”. La Resolución
Nº 667, considerando décimo tercero, de la Comisión Resolutiva, da cuenta de una
eventual monopolización del mercado.
506
Una confusión entre monopolización y concentración se observa en el Oficio
Nº 160 evacuado por la Fiscalía Nacional Económica con fecha 20 de abril de 1999 y
516
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
517
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
507
Véase Northern Securities Co. vs. US y Mallinekrodt Chemical Works vs. State
of Missouri.
518
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
B. Conspiración monopólica
508
Esta redacción ha tenido por base el art. 4º del Código Penal español en su
primitiva versión, reformada en 1850. “Actas de las Sesiones de la Comisión Redacto-
ra del Código Penal chileno”, Sesión Quinta del 7 de mayo de 1870, p. 7, Imprenta de
la República, Santiago, 1873.
509
Proyecto de Código Penal para la República de Chile, art. 16, p. 4, Imprenta
Chilena, Santiago de Chile, 1859.
519
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
510
Resolución Nº 154, considerando 3º, Comisión Resolutiva.
511
Resolución Nº 157, considerandos 1º, 2º y 3º, Comisión Resolutiva.
520
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
512
R OOVER, Raymond de, “El concepto de precio justo: teoría y política económi-
ca”, p. 31, Estudios Públicos Nº 18, Santiago, 1985.
513
“Este precio justo es el que corre de contado públicamente, y se usa esta sema-
na, y en esta hora como dicen en la plaza, no habiendo en ello fuerza, ni engaño, aun-
que es más variable (según la experiencia enseña) que el viento (...). Dije no habiendo
engaño, porque lo pueda haber en esta materia, en una de dos maneras, o en la mer-
cadería, si está viciada, o en el mercader, que ejercita con engaño su arte, haciendo
monipodio con sus consortes y compañeros: que no baje”. MERCADO, Tomás de, Suma
de tratos y contratos, p. 177, Editorial Nacional, Madrid, 1975.
514
ASCARELLI, Tulio, Sociedades y asociaciones comerciales, Editorial Ediar Editores S.A.,
Buenos Aires, 1947.
521
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
522
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
515
Dictamen 807/401 de la Comisión Preventiva Central.
516
Decreto Ley 2.757, de 1979, art. 26: “La realización o celebración por una aso-
ciación gremial de los hechos, actos o convenciones sancionados por el art. 1º del De-
creto Ley 211, de 1973, constituirá circunstancia agravante de la responsabilidad penal
de los que participen en tal conducta”.
523
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
524
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
525
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
526
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
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528
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
529
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
530
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
nes” como denominación genérica para este tipo de prácticas. Sin em-
bargo, para efectos de este capítulo emplearemos la fórmula tradicio-
nal de “concentraciones y fusiones” (CF) o viceversa.
Las CFs corresponden a una noción jurídica altamente flexible, que
tiene la peculiaridad de capturar una gran amplitud de prácticas mer-
cantiles, las que se caracterizan por estar constituidas por uno o más
hechos, actos o convenciones cuyo objeto consiste en alcanzar eficien-
cias en una actividad empresarial mediante la adquisición de partici-
paciones sociales (accionariales y no accionariales) o activos en general
cuya propiedad o control se hallaba en poder de competidores.
De esta forma, la esencia de las CFs –en la acepción precisa que
les confiere el Derecho de la libre competencia– da cuenta de una
práctica mercantil clasificable como integración vertical, integración
horizontal o conglomeración mediante la cual se reduce el número
de competidores o se restringe de alguna forma la competencia mer-
cantil entre competidores en uno o más mercados relevantes. Así, re-
sulta fundamental distinguir las CFs de las concentraciones de riqueza,
así como de las concentraciones accionariales.
Las CFs sólo guardarían relación con una concentración de rique-
za y la consiguiente desigualdad en los ingresos en tanto se demostra-
ra que aquéllas han dado lugar a un injusto monopólico de abuso, en
virtud del cual un competidor puede extraer una renta monopólica
persistentemente en el tiempo (gozando de impunidad ante las auto-
ridades antimonopólicas) y en una magnitud tal que tenga incidencia
sobre los ingresos de los demás agentes económicos.
Las CFs son diversas de las concentraciones accionariales, puesto
que aquéllas se refieren al número de competidores o al grado de li-
bertad de competencia mercantil entre competidores en uno o más
mercados relevantes, en tanto éstas dicen relación al número de ac-
cionistas partícipes en una sociedad anónima o sociedad en comandi-
ta por acciones. No obstante lo anterior, es posible observar un nexo
entre ambas en la medida que el mercado relevante analizado corres-
ponda a lo que la literatura denomina “mercado por el control cor-
porativo”. Esta noción apunta a una libre competencia por el control
–sea éste en su versión de dominio de la mayoría del capital votante o
por influencia decisiva– de ciertas sociedades.
En síntesis, las CFs en estudio no aluden ni a la riqueza ni a las
acciones en cuanto títulos valores, sino que a la oferta y a la demanda
y, particularmente, al grado de atomicidad o nivel de concentración
de éstas.
Las CFs no son tratadas como una categoría especial de injustos
monopólicos, puesto que el grado de competitividad de un determi-
nado mercado no se mide por el número de oferentes y demandan-
531
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
532
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
517
Schumpeter ya había sostenido, en la década de 1930, que la competencia po-
día incrementar la concentración, puesto que aquélla se desarrolla principalmente a
través de la innovación tecnológica. Luego, las utilidades sobrenormales son la recom-
pensa de la innovación exitosa y la concentración es, al menos en parte, el resultado
del éxito en la innovación. Confrontar SERRA BANFI, Pablo, “Concentración Económi-
ca, ¿es anticompetitiva?”, pp. 30 y 31, Publicación Día de la Competencia (30 de octu-
bre de 2003), Fiscalía Nacional Económica, Santiago de Chile.
533
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
ción haga caer los costos, produzca una mayor concentración y mayo-
res ganancias (Demsetz). Actualmente, la evidencia empírica muestra
mayor soporte a la lectura de Demsetz y no entrega fundamento a la
hipótesis de la colusión.518
518
Para una exposición acerca de la evidencia empírica en esta materia, SAPELLI ,
Claudio, “Concentración y grupos económicos en Chile”, pp. 74-86, en Estudios Pú-
blicos Nº 88, Santiago de Chile, 2002.
519
SAPELLI, Claudio, “Concentración y grupos económicos en Chile”, p. 70, en Es-
tudios Públicos Nº 88, Santiago de Chile, 2002.
534
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
520
Resolución Nº 02/2005, II, considerando, 2.5, sexto párrafo, emitida por el Tri-
bunal de Defensa de la Libre Competencia.
535
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
536
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
537
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
521
Así, resulta del texto del Decreto Ley 211 y lo confirma la jurisprudencia del
Tribunal Antimonopólico. Véase, Resolución Nº 125, de 13 de julio de 1982, y Resolu-
ción Nº 667 de 30 de octubre de 2002, ambas de la Comisión Resolutiva.
522
Así, Sentencia Nº 09/2004, Resolución 3ª del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia.
523
Proyecto de Ley que “Regula fusiones y tomas de control de empresas”, en Bo-
letín Nº 3618-03.
538
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
524
DOMPER , María de la Luz, “Regulación de fusiones”, p. 35, Diario Financiero
del 17.08.04, Santiago.
539
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
525
Europemballage (Continental Can), 3 Comm. Mkt. Rep. (CCH) // 9481 (EC-
Comm. 1971).
540
LAS FUENTES DEL MONOPOLIO Y SU REGULACIÓN...
526
Reglamento (CE) Nº 139/2004 del Consejo de 20 de enero de 2004, art. 2º,
numeral tercero, Diario Oficial de la Unión Europea de 29.1.2004.
541
5. LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO
DE POSICIÓN DOMINANTE. UNA APROXIMACIÓN
AL INJUSTO MONOPÓLICO DE ABUSO
545
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
527
Dichas reformas fueron introducidas por el Decreto Ley 2.760, de 1979, al De-
creto Ley 211 de 1973.
546
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
547
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
548
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
549
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
ción de la patente de que se trate, según decisión firme o ejecutoriada del Tri-
bunal de Defensa de la Libre Competencia”.
550
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
528
El Tratado de París de 1951, que creó el mercado común del carbón y el ace-
ro, también denominado Tratado CECA, dispuso en su art. 66, párrafo 7º: “Posición
de dominio es aquella que sustrae a la empresa que la ostenta de una competencia
efectiva”.
551
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
529
En el Derecho chileno, el mercado de la telefonía fija muestra un buen ejem-
plo de esta situación: CTC Telefónica de Chile exhibe una significativa situación do-
minante y, por ello, se halla regulada por tarifas que le impiden ejercitar en
determinados aspectos su poder de mercado. Por contraste, sus competidores en tele-
fonía fija no se hallan tarificados.
530
La Sentencia Nº 08/2004, considerando 4º, emitida por el Tribunal de Defen-
sa de la Libre Competencia, muestra cierta controversia en la medición de la posición
dominante a través de la participación proporcional de la empresa investigada –en la
especie Laboratorios Novartis– en el respectivo mercado relevante. En efecto, Labora-
torios Novartis argumentó que la Fiscalía Nacional Económica erraba al considerar su
porcentaje de ingresos por ventas, puesto que debía atender al número de unidades
del medicamento efectivamente comercializadas por aquélla. Señaló Laboratorios No-
vartis que de considerarse esta última circunstancia, podría concluirse que ella carece-
ría de posición dominante. El Tribunal Antimonopólico siguió la interpretación de la
Fiscalía Nacional Económica.
552
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
531
Comunicación 327 de la Comisión de la Comunidad Económica Europea crea-
da por el Tratado de la Comunidad Europea.
553
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
El término abuso deriva del latín abusus, que significa mal uso, pues-
to que el prefijo latino ab denota que algo está fuera o lejos del uso:
ab-usus. Así, la voz “abuso” da cuenta del empleo impropio, inmode-
rado o injusto que se realiza de algo. De esta manera, el abuso puede
emanar de: i) una conducta contraria a la naturaleza de una cosa, v. gr.,
un cargo público, del cual se sirve su titular para acceder a informa-
ción confidencial y lucrar con la venta de esta última; ii) una conduc-
532
Continental Can.
554
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
555
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
556
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
533
Resolución 608, considerando 5º, Comisión Resolutiva: “Que, además de lo an-
terior, debe considerarse el hecho de que Corpbanca es un banco con baja participa-
ción en el mercado financiero y bancario nacional y, por lo tanto, carece de una
posición de dominio de la cual pudiera eventualmente abusar, de modo que a las cláu-
sulas que han sido cuestionadas y analizadas se les deberá otorgar el significado que
se ha establecido en el considerando tercero anterior”.
534
United States v. United Shoe Machinery Corp.
557
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
535
Treaty of Rome, article 82 (antiguo art. 86): “Any abuse by one or more un-
dertakings of a dominant position within the Common Market or in a substantial part
of it shall be prohibited as incompatible with the Common Market in so far as it may
affect trade between Member States. Such abuse may, in particular, consist in:
(a) directly or indirectly imposing unfair purchase or selling prices or other un-
fair trading conditions;
(b) limiting production, markets or technical development to the prejudice of con-
sumers;
(c) applying dissimilar conditions to equivalent transactions with other trading
parties, thereby placing them at a competitive disadvantage;
(d) making the conclusion of contracts subject to acceptance by the other parties
of suplemmentary obligations which, by their nature or according to commercial usa-
ge, have no connection with the subject of such contracts”.
536
Hoffman-La Roche v. Commission, 1979, E.C.R. 461, [1978-1979 Transfer Bin-
der] Comm. Mkt. Rep. (CCH) // 8527, at 7542-43 (ECCJ 1974).
558
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
559
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
560
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
Hemos señalado que existe abuso monopólico toda vez que hay mal
uso del poder de mercado, el cual es empleado para lesionar la libre
competencia. Este bien jurídico tutelado se lesiona toda vez que se acu-
de a medios injustos en relación con el proceso competitivo mismo
de formación de la oferta y la demanda para alcanzar alguno de los
objetivos genéricos que se desarrollan a continuación.
El abuso de poder de mercado puede asumir dos objetivos gené-
ricos: i) explotar la renta monopólica, o ii) preservar o incrementar
dicha renta por la vía de mantener a distancia los competidores ac-
tuales o potenciales que podrían disputar los ingresos anormales per-
cibidos por la explotación del monopolio. A su vez, cada uno de tales
objetivos genéricos puede subclasificarse en multitud de prácticas y
conductas mediante las cuales se pretende alcanzar por el(los)
561
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
autor(es) del abuso una o ambas de las finalidades ilícitas antes indi-
cadas. Es necesario precisar que existen prácticas que pueden ser úti-
les para alcanzar cualquiera de los objetivos genéricos antes indicados,
lo cual está en directa relación con la complejidad de la práctica en
cuestión; así, a modo de ejemplo, la discriminación arbitraria mono-
pólica, que es un cuasigénero por la amplitud y variedad de conduc-
tas que comprende bajo su definición.
Es preciso observar que la doctrina ha desarrollado otras termi-
nologías que, en nuestra opinión, resultan coincidentes con la clasifi-
cación expuesta. Así, se habla de “abusos de exclusión”, v. gr., negativa
injustificada de venta, y “abusos de explotación”, v. gr., imposición de
precios injustos. Estimamos que los abusos de explotación correspon-
den a prácticas mediante las cuales se persigue explotar una renta
monopólica en tanto que los abusos de exclusión se vinculan a man-
tener a distancia competidores actuales o potenciales que podrían im-
pedir, menoscabar o disputar la renta monopólica.
En este sentido, ha llamado la atención de la doctrina el que la
enumeración ejemplar del art. 86 del Tratado de Roma se limite a men-
cionar abusos contra los proveedores o consumidores de quien osten-
ta una posición de dominio (“secondary line competition”, en el
sistema estadounidense), pero que no se refiera a abusos contra com-
petidores actuales o potenciales del autor de la conducta abusiva (“pri-
mary line competition”, en el sistema estadounidense). Lo anterior es
ciertamente una grave deficiencia en la conceptualización del objeto
del abuso de posición monopólica, que esperamos sea corregida en
futuras enmiendas legislativas y que alcance mayor precisión en las
modificaciones que se introduzcan al Decreto Ley 211.
562
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
de los individuos y, por tanto, las personas jurídicas y las empresas son
naturalmente diferentes. Lo que sí resulta reprochable, desde una pers-
pectiva del Derecho antimonopólico, es el abuso del poder de merca-
do y no necesariamente la existencia o inexistencia de dicho poder,
el cual, como hemos visto, puede emanar de fuentes lícitas o bien de
fuentes ilícitas.
Veamos algunas prácticas a título meramente ejemplar y sin pre-
tensiones de agotar la multitud casi innúmera de conductas humanas,
mediante las cuales puede llevarse a cabo la explotación abusiva de
una situación monopólica.
537
U GARTE G ODOY, José Joaquín, “La justicia conmutativa”, pp. 83-109, en Revista
de Derecho Público Nº 27, enero-junio 1980, Universidad de Chile.
538
HICKS , J. R., Valor y capital, p. 146, México, 1968. Afirma este autor: “dado que,
en general, no puede esperarse que quienes comercien sepan con exactitud cuáles son
las ofertas disponibles en cualquier mercado, ni qué demandas totales habrá a deter-
minados precios, cualquier precio fijado inicialmente no será más que una suposición;
y no es probable que la oferta y la demanda resulten iguales a ese precio”.
563
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
539
MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 348, numeral 2º, pp. 167 y 168,
Editora Nacional, Madrid, 1981.
540
MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 348, numeral 3º, p. 168, Editora
Nacional, Madrid, 1981.
541
MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 348, numeral 3º, p. 169, Editora
Nacional, Madrid, 1981.
564
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
542
MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 347, numeral 3º, p. 160, Editora
Nacional, Madrid, 1981: “Le llaman así [precio natural] no porque no dependa en
gran medida de la estima con que los hombres suelen apreciar unas cosas más que
otras, como sucede con ciertas piedras preciosas, que a veces se estiman en más de
veinte mil monedas de oro y más que muchas otras cosas que, por su naturaleza, son
565
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
mucho mejores y más útiles; ni tampoco le llaman así porque dicho precio no fluctúe
y cambie, puesto que es evidente que cambia, sino que lo llaman natural porque nace
de las mismas cosas, independientemente de cualquier ley humana o decreto público,
pero dependiendo de muchas circunstancias con las cuales varía, y del afecto y estima
que los hombres tienen a las cosas según los diversos usos para los que sirven”.
543
CAMACHO, Francisco G., “Introducción a la teoría del justo precio”, p. 50, en
Teoría del justo precio, Editora Nacional, Madrid, 1981.
544
MOLINA, Luis de, Teoría del justo precio, Disputa 347, numeral 3º, p. 160, Editora
Nacional, Madrid, 1981.
566
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
545
ARISTÓTELES , Constitución de los atenienses, 51.3, p. 174, Editorial Gredos, Ma-
drid, 1995, donde se hace referencia a los “vigilantes del trigo” (Sitophýlakes), que
“cuidan, en primer lugar, que el grano en el mercado se venda a su justo precio...”.
546
VALDÉS PRIETO, Domingo, La discriminación arbitraria en el Derecho económico. Es-
pecialmente en la legislación antimonopólica, pp. 80 y ss., Editorial Jurídica Conosur Ltda.
(LexisNexis), 1992.
567
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
547
Conviene recordar las sabias palabras de Zoilo Villalón que, aunque referidas
al justo precio en la compraventa, valen para efectos de la represión de los precios
monopólicos: “En efecto, ella [la ley] adopta por base para la determinación del pre-
cio el simple consentimiento de las partes, i no concede remedios contra las desigual-
dades entre el precio i la cosa vendida de que el contrato puede adolecer, sino cuando
esas desigualdades son enormes i en uno que otro caso particular. Si no lo hubiese
hecho así, pretendiendo reparar cualquiera injusticia o fraude que pudiera deslizarse
en ese contrato [compraventa], que es el eje sobre el cual jira todo el movimiento in-
dustrial i económico de la sociedad, habría abierto la puerta a pleitos sin cuento e in-
terminables, i habría dejado para siempre vacilantes e inciertos los derechos de los
ciudadanos; males que con razón parecieron al lejislador mucho mas graves que los
que con ellos se quisiese evitar i que en gran parte pueden ser remediados por las
leyes del honor i de la conciencia”, Tratado teolójico-legal de la justicia, parte II, sec. I,
cap. I, p. 428, Imprenta del Correo, Santiago de Chile, 1871.
568
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
548
ERHARD, Ludwig, Bienestar para todos, cap. VII, pp. 136-137, Ediciones Folio, Bar-
celona, 1997.
569
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
549
POSNER, Richard A., “Natural monopoly and its regulation”, p. 563, Stanford
Law Review, volume 21 (1968-1969).
550
Para un estudio pormenorizado de esta práctica monopólica, véase, VALDÉS
PRIETO, Domingo, “La Discriminación Arbitraria en el Derecho Económico”, Edito-
rial Lexis Nexis (Conosur Ltda.), Santiago de Chile, 1992.
570
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
551
Resolución Nº 30.
552
Resolución Nº 229.
571
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
553
Resolución Nº 01/2004, III), condición tercera del Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia.
572
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
554
Resoluciones Nos 9, 31 y 48, Comisión Resolutiva.
555
Resolución Nº 147, Comisión Resolutiva.
573
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
574
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
575
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
576
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
556
Resolución Nº 152, Comisión Resolutiva.
557
Resoluciones Nos 25 y 66, Comisión Resolutiva.
577
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
558
Art. 13, Ley 19.496: “Los proveedores no podrán negar injustificadamente la
venta de bienes o la prestación de servicios comprendidos en sus respectivos giros en
las condiciones ofrecidas”. Antecedentes de esta negativa de venta destinada a prote-
ger al consumidor se hallaban en el art. 3º de la Ley 18.223 y, antes de aquél, en el
art. 3º del Decreto Ley 280, de 1974.
559
Ley 19.496, artículo segundo, inciso primero.
578
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
B. Prácticas predatorias
579
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
580
LA EXPLOTACIÓN DEL MONOPOLIO Y EL ABUSO DE POSICIÓN DOMINANTE...
560
BORK, Robert H., “The Antitrust Paradox. A policy at War with Itself”, p. 144,
The Free Press, New York, 1993.
581
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
práctica misma de vender bajo los costos, aun cuando algunos auto-
res pretenden extenderlo a casos en los cuales no se vende bajo los
costos, pero con una reducción en los precios lo suficientemente sig-
nificativa como para expulsar competidores, y ii) el objetivo o inten-
cionalidad explícita o implícita de tal conducta ha de ser obtener,
preservar o incrementar una posición dominante.
Si tal situación de poder de mercado no se tiene, no cabe hablar
de abuso de posición dominante; ésta sólo puede tener lugar cuando
el objetivo es preservar o incrementar el poder de mercado. Si el obje-
tivo fuese alcanzar poder de mercado, tal práctica de precios preda-
torios sería constitutiva de un ilícito monopólico de fuente; concreta-
mente, lo clasificaríamos como una monopolización. Sin embargo,
creemos que es una práctica virtualmente inexistente el que un com-
petidor desarrolle una política de precios predatorios para alcanzar un
poder monopólico del cual carece en absoluto; ello parece sumamen-
te difícil después de los estudios y demostraciones de Areeda y Turner.
Estos elementos de la práctica predatoria ya habían sido indica-
dos por la jurisprudencia del Tribunal Antimonopólico, el cual en su
Resolución Nº 134, considerando 7º, había establecido:
“Que, por otra parte, estima esta Comisión [hoy Tribunal de De-
fensa de la Libre Competencia] que es consubstancial a la existencia
de un dumping que el precio de venta sea establecido con la finalidad
específica de desplazar a la competencia y apoderarse de un determi-
nado mercado, para luego resarcirse de las eventuales pérdidas subien-
do los precios al aprovechar la posición dominante y monopólica del
mercado”.
La finalidad que preside esta conducta, conocida como precios o
prácticas predatorias, determina las características de la misma y per-
mite diferenciarla de otras conductas que si bien se le asemejan, en
realidad no corresponden a aquélla. Así ocurre, por ejemplo, con ven-
tas bajo los costos como consecuencia de una liquidación de inventa-
rio sobrante o pasado de moda, o con la promoción de un producto
siempre que dicha promoción dure un corto tiempo, con una abrup-
ta baja en la demanda por un determinado producto, etc. Así, la per-
sistencia y extensión en el tiempo es una característica de las prácticas
predatorias que falta en las conductas señaladas en los ejemplos y, por
tanto, permite diferenciar éstas de aquéllas.
582
6. POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS
ANTIMONOPÓLICOS
Pudiera parecer extraño el título de este capítulo para describir las atri-
buciones de un tribunal del cual se espera que conozca, sentencie y haga
ejecutar lo resuelto, esto es, se limite a realizar los momentos jurisdic-
cionales que son connaturales a la administración de justicia. Paradóji-
camente, el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia es más que
un órgano jurisdiccional, puesto que exhibe una variedad de funciones
extrajurisdiccionales inusuales en un tribunal, lo que ha llevado a cier-
tas confusiones en la caracterización del mismo. Lo anterior amerita rea-
lizar, en el presente acápite, una descripción de sus potestades públicas.
Previo al estudio de las potestades públicas del Tribunal Antimo-
nopólico, conviene recordar algunas características orgánicas de este
585
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
586
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
561
AQUINO, Santo Tomás de, Suma teológica, 1 q.1 a.3, p. 264, Editorial BAC, Ma-
drid, 1964.
587
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
588
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
589
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
562
Constitución Política de la República, cap. VI, art. 79, y Decreto Ley 211, art. 5º.
563
Art. 26, inciso primero, Decreto Ley 211.
590
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
564
La pretensión procesal es “la voluntad manifestada por un sujeto, de obtener
del órgano jurisdiccional que recoja y examine una pretensión extraprocesal resistida
y la satisfaga plenamente si está fundada en el ordenamiento objetivo”. AVSOLOMOVICH,
Lürs y Noguera, Nociones de Derecho procesal, p. 29, Editorial Jurídica de Chile, 1965.
565
Resolución Nº 488, considerando sexto, inc. 4º, Comisión Resolutiva: “Que, por el
contrario, las disposiciones de ese texto legal regulan materias de orden público econó-
mico, respecto de las cuales esta Comisión está facultada para actuar de oficio y avocarse,
en virtud de sus propias atribuciones al conocimiento de los asuntos que le sean requeri-
dos por el Fiscal Nacional Económico, los que, además, resuelve en conciencia sin sujetar-
se a normas reguladoras de la prueba, en ejercicio de las amplias facultades que reconocen
a esta Comisión los arts. 9º, inciso final y 17, letra A), del D. L. Nº 211, de 1973”.
566
Véase, en confirmación de nuestro aserto, NAVARRO BELTRÁN, Enrique, “Or-
den público económico y libre competencia”, en Revista de Derecho de la Universidad
Finis Terrae, año VII-Nº 7, Santiago de Chile, 2003.
567
Resolución Nº 368, considerando sexto, Comisión Resolutiva.
568
Resolución Nº 368, considerando séptimo, parte final, Comisión Resolutiva. Véase
también Resolución Nº 29, considerando sexto, párrafo segundo, Comisión Resolutiva.
591
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
569
Véase sobre este particular el aserto del ex-Fiscal Nacional Económico, MATTAR
PORCILE, Pedro, “La Representación del Interés General en el Sistema de Libre Compe-
tencia: su Significado y Alcance”, p. 18, en Publicación Día de la Competencia, 28 de
octubre de 2004, Fiscalía Nacional Económica, Santiago de Chile, 2005. Afirma el ex-Fis-
cal Nacional Económico: “Se ha señalado que la protección de la libre competencia tutela
los intereses generales del conjunto de los actores que participan en la economía nacio-
nal. Por lo anterior, la libre competencia deja de ser un asunto privado entre partes”.
592
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
570
Resolución Nº 488, considerando sexto, inc. 7º, Comisión Resolutiva: “Que las
expresiones ‘actuación de oficio’ y ‘auto cabeza de proceso’ que emplean esas disposi-
ciones, así como la naturaleza de las demás normas que regulan estos procedimien-
tos, demuestran que estos procesos tienen un carácter inquisitivo, con una connotación
más bien de orden penal que de un pleito civil entre partes que ventilan asuntos de
carácter meramente privado”.
593
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
594
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
595
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
571
Esta aplicación del Libro IV del Código de Procedimiento Civil no ha estado
exenta de polémicas, resultando especialmente compleja la relativa al art. 823 de di-
cho libro y su colisión con el Auto Acordado Nº 5/2004 emitido por el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia.
596
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
597
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
598
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
599
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
572
Resolución Nº 611, Comisión Resolutiva.
600
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
D. CONCLUSIÓN
En nuestra opinión, la creciente asignación de potestades administra-
tivas al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y la cada vez ma-
yor actividad asociada a las mismas, particularmente en lo tocante al
ámbito de las industrias reguladas, debería llevar a considerar seria-
mente lo que hace algunos años propusimos:573 la división de este alto
tribunal en dos salas, una dedicada exclusivamente a las industrias re-
guladas y otra destinada a los demás asuntos. En efecto, una cabal com-
prensión de las industrias reguladas es un requisito ineludible para dar
razonable cumplimiento a las exigencias derivadas de la potestad in-
formativa en comento; por lo cual estimamos urgente la creación de
una sala especializada en la materia.
Prueba del continuo incremento de potestades administrativas re-
lacionadas con las industrias reguladas que el Tribunal de Defensa de
la Libre Competencia está sufriendo es la recientemente añadida po-
573
Esta propuesta la formulamos en la I Jornada de Derecho de la Empresa (2001),
organizada por la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Chile,
con motivo de nuestra ponencia “El monopolio de privilegio ante el Decreto Ley 211”.
601
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
A. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Una modalidad muy importante de esta actividad no contenciosa del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia es la que hemos deno-
minado potestad para absolver consultas o potestad consultiva, en
cuanto permite que cualquier interesado pueda acudir a esta autori-
dad antimonopólica solicitando un pronunciamiento acerca de la li-
citud de una operación desde la perspectiva del Derecho de la libre
competencia.
Esta importantísima potestad pública halla su origen, en nuestro
Derecho, en la primera legislación antimonopólica chilena: el Tít. V
de la Ley 13.305, de 1959. Disponía el art. 175 de dicho cuerpo nor-
mativo, en su inc. 3º, lo siguiente: “Serán deberes y atribución de esta Co-
misión: c) Resolver las consultas que se le formulen respecto de la aplicación de
los preceptos de esta ley a determinados actos o contratos”.
574
Una síntesis de este capítulo fue presentada el día 20 de octubre de 2004 por
Domingo Valdés Prieto bajo el título “La potestad del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia para absolver consultas” en las II Jornadas de Derecho de la Empresa
organizadas por la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Chile. Una ver-
sión más desarrollada fue publicada bajo el título “Sobre la naturaleza y límites de la
potestad consultiva del Tribunal Antimonopólico” en el libro “Actas de las Segundas
Jornadas de Derecho de la Empresa” ediciones MDE, Universidad Católica de Chile,
Santiago, 2005.
602
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
575
Diario de Sesiones del Senado de la República de Chile, Legislatura 349ª, Or-
dinaria, Sesión 2ª, 4 de junio de 2003, p. 55.
603
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
576
Contra esta solución se ha planteado la objeción de que en el sistema antimo-
nopólico estadounidense la Federal Trade Commission puede actuar como acusador
y también puede resolver consultas antimonopólicas sobre operaciones futuras (advice
in advance) a través de una decisión administrativa declaratoria. Resultando lo ante-
rior efectivo, es preciso advertir que tal conjunción de potestades en una misma autori-
dad pública ha sido y es actualmente objeto de una fuerte crítica por parte de los propios
estudiosos del Derecho administrativo antimonopólico por reunirse en un mismo ente
administrativo funciones de acusador y de sentenciador. Así, E. Allan Farnsworth, Intro-
duction to the legal system of the United States, p. 137, Oceana Publications, New York, 1994,
ha señalado: “Criticism has also been directed at the combination in the same agency
of the functions of legislating, investigating, initiating proceedings and judging”. Esti-
mamos que la Ley 19.911 ha resuelto ese dilema acertadamente asegurando una sepa-
604
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
ración de tales funciones y logrando así un más racional y justo procedimiento en esta
delicada materia, según lo exige la Constitución Política de la República.
605
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
577
Art. 26 del Decreto Ley 211.
578
Art. 31, inciso final del Decreto Ley 211.
579
VALDÉS PRIETO , Domingo, “Función consultiva del Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia” (entrevista), pp. 4 y 13, La Semana Jurídica Nº 222, Semana del 7
al 13 de febrero de 2005, LexisNexis, Santiago de Chile, 2005.
580
Citada por R OCCO, Ugo, Tratado de Derecho procesal civil, tomo I, p. 63, Editorial
Temis y Depalma, Bogotá y Buenos Aires, 1983. Esta concepción de la jurisdicción ha
sido criticada por indicar que lo buscado por aquélla es la justa composición de una
litis. Disentimos de quienes sustentan esta crítica, particularmente de la argumentación
dada para excluir la noción de justicia de la definición de jurisdicción, según la formu-
la el jurista y profesor COLOMBO CAMPBELL , Juan, La competencia, pp. 46 y ss., Editorial
Jurídica de Chile, 2004. Señala este autor: “Estando frente a una disciplina científica,
debemos basar nuestra definición en conceptos exactos y no abstractos o valorativos”.
Sin entrar en la controversia de qué es Ciencia y de si el Derecho procesal puede recla-
mar tal calificativo, resulta lamentable que se repudie el uso de conceptos abstractos,
puesto que la noción misma de jurisdicción, en cuanto objeto de cualquier estudio o
tratado, es un concepto abstracto. La contraposición entre lo exacto y lo abstracto re-
sulta falsa según lo demuestra el concepto de número tres, que goza a la vez de una
exactitud matemática y de un nivel de abstracción que le permite ser predicado de mul-
tiplicidad de cantidades reales. Asimismo, no cabe hacer sinónimo lo abstracto y lo va-
lorativo, puesto que si se siguiesen los usos kantianos lo valorativo es equivalente a lo
moral y no todo lo moral es abstracto, v. gr., la noción de esfera es abstracta, pero care-
606
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
581
AQUINO, Santo Tomás de, Suma Contra los Gentiles, Libro II, cap. XXVIII, 2, p. 146,
Editorial Porrúa S.A., México, 1991, señala: “El acto de justicia consiste en dar a cada
quien lo suyo. Luego, anterior al acto de justicia ha de ser aquel por el cual un ser hace
suya alguna cosa, como consta por lo que suele acontecer entre los hombres. Y ese pri-
mer acto por el cual un ser hace suya alguna cosa, no puede llamarse acto de justicia”.
607
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
608
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
609
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
582
A VSOLOMOVICH, Lürs y Noguera, Nociones de Derecho procesal, p. 27, Editorial Ju-
rídica de Chile, 1965.
583
Art. 5º, Decreto Ley 211: “El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia es
un órgano jurisdiccional especial e independiente, sujeto a la superintendencia direc-
610
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
tiva, correccional y económica de la Corte Suprema, cuya función será prevenir, co-
rregir y sancionar los atentados a la libre competencia”.
584
Una visión que considerara que toda potestad radicada en un tribunal es, por
ese mero hecho, de naturaleza jurisdiccional conduce a la teoría organicista de la ju-
risdicción que desarrollara Carré de Malberg y que hoy se encuentra completamente
abandonada. Tal abandono se halla justificado por haberse prescindido en el análisis
de la jurisdicción del objeto formal de las potestades públicas que se hallan localiza-
das en un tribunal.
585
Art. 2º, Código Orgánico de Tribunales.
586
Art. 73, Constitución Política de la República. Se encarga esta disposición de
precisar los tres momentos jurisdiccionales: conocer las causas civiles y criminales, re-
solverlas y hacer ejecutar lo juzgado.
611
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
612
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
587
Art. 18, numeral 2, Decreto Ley 211.
588
Dispone el art. 817 del Código de Procedimiento Civil: “Son actos judiciales
no contenciosos aquellos que según la ley requieren la intervención del juez y en que
no se promueve contienda alguna entre partes”. Esta disposición resulta perfectamen-
te aplicable al procedimiento consultivo en análisis, puesto que toda consulta antimo-
nopólica requiere la intervención del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia
por expresa disposición del Decreto Ley 211. El citado art. 817 no puede ser leído en
el sentido de que toda consulta antimonopólica ha de ser requerida o exigida por el
Decreto Ley 211 o por alguna autoridad antimonopólica, puesto que tal lectura no con-
cuerda con lo preceptuado por dicha disposición. Por otra parte, la remisión exclusi-
va a los Libros I y II del Código de Procedimiento Civil que efectúa el art. 29 del Decreto
Ley 211 sólo aplica al procedimiento contencioso regido por los arts. 19 a 28, pero no
al procedimiento no contencioso regulado en el art. 31. Por tanto, a este último le re-
sulta perfectamente aplicable el Libro IV relativo a los actos judiciales no contencio-
sos del Código de Procedimiento Civil.
613
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
589
Es preciso advertir que, no obstante la genialidad de Carnelutti consistente en
conceptualizar la esencia de la jurisdicción, en alguno de sus escritos intentó sin sus-
tento justificar la unidad terminológica de jurisdicción contenciosa y jurisdicción vo-
luntaria por la vía de acudir al fin del proceso civil. Véase Francesco Carnelutti, Derecho
procesal civil y penal, tomo I, pp. 75 y ss., Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos
Aires, 1971.
614
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
590
Oficio Nº 001471, sec. I, 2º párrafo, de 20 de junio de 2002. Dicho oficio co-
rresponde al Pleno de la Corte Suprema que, en sesión del 14 de junio de 2002, anali-
zó el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
591
Oficio Nº 001471, sec. V, letra a), de 20 de junio de 2002. Dicho oficio corres-
ponde al Pleno de la Corte Suprema que, en sesión del 14 de junio de 2002, analizó
el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia.
615
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
616
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
592
Sentencia 09/2004, considerando 30: “Que, en estos autos no se han denun-
ciado ni acreditado hechos concretos que puedan ser objeto de sanción dado que se
trata de una consulta, por lo que este Tribunal se limitará a efectuar prevenciones y
adoptar medidas para que este tipo de conductas, en cuanto sean contrarias a la libre
competencia, no se produzcan en el futuro y, de producirse, sean debidamente san-
cionadas y dejadas sin efecto”.
617
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
593
Dicha consulta fue caratulada “Consulta de Telefónica Móviles S.A., sobre apro-
bación de acuerdo de eventual toma de control de BellSouth Comunicaciones S.A.”,
Rol Nº 01-2004/ NC, mediante resolución del Tribunal de Defensa de la Libre Com-
petencia de 20 de mayo de 2004.
618
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
619
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
594
Art. 20, inciso primero, del Decreto Ley 211.
595
Observamos paradójicamente una nueva ampliación de facto de esta potestad
pública consultiva, según la cual ésta ha sido empleada por la Fiscalía Nacional Eco-
nómica para consultar al Tribunal Antimonopólico acerca de la vigencia de un dicta-
men emitido por la antigua Comisión Preventiva Central. Así lo prueban los autos Rol
NC Nº 65-05, caratulados “Consulta de la Fiscalía Nacional Económica sobre Aplica-
ción del Dictamen Nº 1.014 de la Comisión Preventiva Central”.
620
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
621
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
596
Resolución Nº 480, considerando 10, Comisión Resolutiva.
597
Resolución Nº 448, Comisión Resolutiva.
598
Art. 18, numeral 2, del Decreto Ley 211.
622
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
F. EFECTOS DE LA CONSULTA
En cuanto al grado de certeza obtenido mediante una respuesta del
Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, ésta dura mientras no
ocurra que, sobre la base de nuevos antecedentes o circunstancias, los
hechos, actos o contratos declarados inocuos sean calificados como
contrarios a la libre competencia y, por tanto, generen la responsabi-
lidad consiguiente a partir de la notificación o publicación de la reso-
lución que haga esta calificación.
La Ley 13.305, cuyo Tít. V estableció el primer sistema tutelar de
la libre competencia en Chile, guardó silencio sobre los efectos de las
consultas formuladas a los organismos antimonopólicos y la posibili-
dad de recalificar o modificar los alcances de las respuestas evacuadas
con motivo de las consultas antes indicadas.
Por ello, más tarde, cuando en 1973 se resuelve revisar esta nor-
mativa, se contempla en el “Proyecto de Decreto-Ley para la Defensa
623
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
599
Boletín de la Secretaría de Legislación de la Junta de Gobierno de Chile, p. 329,
año 1973.
624
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
625
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
600
Art. 3º, inciso primero del Decreto Ley 211: “...sin perjuicio de las medidas co-
rrectivas o prohibitivas que respecto de dichos hechos, actos o convenciones puedan
disponerse en cada caso”. La expresión “en cada caso” da cuenta de una situación par-
ticular y concreta y ello puede acontecer con tres potestades públicas del Tribunal An-
timonopólico: i) jurisdiccional, frente a la cual la sentencia sólo puede imponer las
medidas o penas del art. 26, ii) informativa, frente a la cual no proceden medidas, se-
gún lo confirma el art. 31, inciso final, y iii) consultiva, frente a la cual proceden me-
didas, según lo prueba el mencionado art. 31 en el inciso indicado. Luego, estas
medidas –que hemos denominado propiamente tales– sólo pueden ser impuestas con
motivo del ejercicio de la potestad consultiva y carecen de aplicación con motivo de la
potestad jurisdiccional, no obstante lo cual en éste puede resultar procedente la im-
posición de medidas cautelares (que son diversas de las medidas propiamente tales
según hemos explicado en el capítulo pertinente de este libro).
626
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
627
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
628
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
601
Art. 60 de la Constitución Política de la República.
629
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
630
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
602
Art. 61, inc. 2º, en relación con art. 60 Nº 2 de la Constitución Política de la
República.
631
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
632
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
603
Es ilustrativo al efecto el fallo del Tribunal Constitucional, Rol Nº 244, de 26
de agosto de 1996, cuyo considerando 12 dispone: “Que, de esta forma, la Constitu-
ción precisa de manera clara que corresponde a la ley y sólo a ella establecer al menos
el núcleo esencial de las conductas que se sancionan, materia que es así, de exclusiva
y excluyente reserva legal, en término tales, que no procede a su respecto ni siquiera
la delegación de facultades legislativas al Presidente de la República, en conformidad
con lo que dispone el art. 61, inciso segundo, de la Constitución Política”. Si bien es
cierto que este fallo refiere a sanciones y es efectivo que las denominadas “condicio-
nes” que puede imponer el Tribunal Antimonopólico no constituyen sanciones, se trata
de limitaciones a la libertad para desarrollar actividades económicas y por ello esta re-
gulación sólo puede quedar encomendada –por mandato del art. 19 Nº 21 de la Cons-
titución Política de la República– al Legislador y nunca a un tribunal u otro ente que
ejercite potestades públicas infralegales.
633
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
604
Resolución Nº 12, considerando 16, Comisión Resolutiva.
634
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
605
Sentencia de 23 de septiembre de 1999, considerandos 7º y 8º, Rol Nº 2.096-
98, Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, confirmada por Excma. Corte Suprema,
Rol Nº 445-99.
606
Resolución Nº 3, Declaración, numeral 3º, Comisión Resolutiva.
635
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
636
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
607
Resolución Nº 125, considerando 6º, Comisión Resolutiva.
637
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
608
La expresión “ley orgánica” no busca aludir a una “ley orgánica constitucio-
nal”, sino que refiere a una ley –cualquiera sea el quórum requerido para su promul-
gación– que establezca la existencia, el fin, las atribuciones y forma de actuación de
un determinado organismo público.
638
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
609
Arts. 6º y 7º, Constitución Política de la República.
610
Resulta lamentable que la Ley 19.880, que “Establece bases de los procedimien-
tos administrativos que rigen los actos de los órganos de la Administración del Esta-
do”, no contemplara en su art. 3º la universal categoría del “reglamento”, modalidad
del acto administrativo de carácter general, y por contraste se limitara a clasificacio-
nes del acto administrativo de orden meramente orgánico.
611
ARISTÓTELES , Ética nicomaquea, Libro V, cap. 10, 1137b, p. 265, Editorial Gre-
dos, Madrid, España, 2000. Afirma el Estagirita: “Y tal es la naturaleza de lo equitativo:
una corrección de la ley en la medida en que su universalidad la deja incompleta. Ésta
es también la causa de que no todo se regule por la ley, porque sobre algunas cosas es
imposible establecer una ley, de modo que es necesario un decreto”.
639
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
612
Sobre la potestad reglamentaria de estos Poderes del Estado, puede verse Ma-
nuel Daniel Argandoña, “Potestad reglamentaria de los órganos constitucionales”, Re-
vista Chilena de Derecho, vol. 11, Nos 2-3, pp. 461 y ss., Santiago de Chile.
613
No obstante lo señalado, es preciso advertir que algunos de estos órganos cons-
titucionales son considerados parte integrante de la Administración del Estado para
efectos del Tít. I de la Ley 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la
Administración del Estado y, paradójicamente, tales órganos no son considerados par-
640
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
te integrante de la Administración del Estado para efectos del Tít. II del mismo cuer-
po normativo.
614
Art. 32, Nº 3 en relación al art. 61 de la Constitución Política de la República.
615
ENTRENA CUESTA, Rafael, Curso de derecho administrativo, tomo I, p. 125, Edito-
rial Tecnos, 7ª edición, Madrid, 1981.
641
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
616
Art. 24, incs. 1º y 2º de la Constitución Política de la República.
642
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
617
Art. 82, Nº 12 de la Constitución Política de la República.
643
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
644
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
618
DANIEL A RGANDOÑA, Manuel, “Reflexiones sobre la potestad reglamentaria y
su control jurídico en el anteproyecto de Constitución Política del Estado”, p. 211, en
Décimas jornadas chilenas de Derecho público, Edeval, Valparaíso, 1980.
645
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
619
SILVA CIMMA, Enrique, Derecho administrativo chileno y comparado, tomo II, p. 244,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, edición de 1969. En su edición homónima de 1996,
p. 176, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, el autor arriba a idénticas conclusiones,
manteniendo la literalidad de la cita transcrita en el cuerpo de nuestro trabajo.
620
Este argumento fue esgrimido por la Diputada Guzmán, en presentación efec-
tuada con fecha 22 de septiembre de 2003 ante el Tribunal Constitucional, para sus-
tentar la idea de que la potestad reglamentaria conferida al Tribunal de Defensa de la
Libre Competencia por el art. 18 del Proyecto de Ley de Reforma del Decreto Ley 211
adolecía de un vicio de inconstitucionalidad. El Tribunal Constitucional, en fallo de 7
de octubre de 2003, rechazó la inconstitucionalidad del mencionado art. 18, numeral 3º.
646
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
cuanto tiene por objeto la conservación del orden público en el interior y la se-
guridad externa de la República, de acuerdo con la Constitución y las leyes”.
(el subrayado es nuestro). En consecuencia, la Constitución y las le-
yes pueden generar importantes excepciones al principio de que el go-
bierno y la administración del Estado corresponden al Presidente de la
República. Esta posibilidad fue expresamente reconocida por un insig-
ne administrativista chileno de inicios del siglo XX que, por lo demás,
fue un gran estudioso de la potestad reglamentaria, quien afirmó:
“Se conoce bajo la denominación de potestad o facultad reglamen-
taria la que tiene el Poder Ejecutivo para decretar disposiciones que fa-
ciliten la aplicación de las leyes y las que ejercen también en virtud de
autorización legal otras entidades administrativas, para dictar normas
obligatorias, más o menos generales o restringidas, de aplicación común,
que crean, modifican o extinguen vínculos jurídicos, y cuyo cumplimien-
to o infracción puede perseguirse ante los Tribunales de Justicia.”.621
Si bien esta definición no contempla la denominada potestad re-
glamentaria autónoma del Presidente de la República, a la sazón no
reconocida constitucionalmente, tiene la virtud manifiesta de dejar en
claro que la potestad reglamentaria de los entes administrativos autó-
nomos emana de la ley y no de una delegación presidencial, como
erróneamente interpretara con posterioridad el profesor Silva Cimma.
La ley es una fuente dotada de perfil propio en el sentido que si
bien debe respetar la Constitución, en términos de no contravenirla,
puede perfectamente reglar materias en las cuales la Constitución per-
manece silente (praeter constitucionem) o bien materias que le han sido
encomendadas por la Constitución (secundum constitucionem). En otras
palabras, la ley no es una fuente normativa exclusivamente de “ejecu-
ción” de la Constitución; puede innovar respecto de los silencios guar-
dados por la Constitución, en tanto respete todos y cada uno de los
principios y derechos fundamentales contemplados en ésta. En el tó-
pico que nos ocupa, el antes citado art. 24, inciso segundo, autorizó
expresamente a la ley para establecer límites a la autoridad del Presi-
dente de la República en el gobierno del Estado. Es esto lo que reali-
za la ley, que hemos denominado “orgánica”, cada vez que crea un
ente público autónomo y asigna a este último una potestad reglamen-
taria propia relacionada con la administración del Estado.
En términos analógicos, así como cada vez que el legislador crea
un tribunal especial, desprende y segrega de los tribunales ordinarios
una parte de su competencia, en cada oportunidad que el legislador
621
VARGAS, Moisés, Derecho administrativo, p. 84, Imprenta Universitaria, Santiago,
1922.
647
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
648
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
622
Art. 61, Constitución Política de la República. La autorización para dictar De-
cretos con Fuerza de Ley no podrá exceder del plazo de un año y deberá señalar las
materias precisas sobre las que recaerá dicha delegación.
649
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
650
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
623
Sentencia del Tribunal Constitucional de 20 de septiembre de 1989, conside-
randos 15 y 19, Rol Nº 78, en LARRAÍN CRUZ, Rafael, Fallos del Tribunal Constitucional
pronunciados entre el 23 de diciembre de 1985 y el 25 de junio de 1992, p. 208, Editorial Jurí-
dica de Chile, 1993.
651
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
652
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
653
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
624
Prescribe el inciso segundo del art. 5º de la Constitución Política de la Repú-
blica: “El ejercicio de la soberanía reconoce como limitación el respeto a los dere-
chos esenciales que emanan de la naturaleza humana”. Aun cuando nada prescribiera
la Constitución Política sobre el particular, toda autoridad pública tiene el deber de
respetar el Derecho natural, esto es, la naturaleza humana en cuanto principio de
operación.
625
Art. 2º, Ley 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Admi-
nistración del Estado: “Los órganos de la Administración del Estado someterán su ac-
ción a la Constitución y a las leyes. Deberán actuar dentro de su competencia y no
tendrán más atribuciones que las que expresamente les haya conferido el ordenamiento
jurídico. Todo abuso o exceso en el ejercicio de sus potestades dará lugar a las accio-
nes y recursos correspondientes”.
654
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
655
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
tiene destinatarios, que son los propios integrantes del tribunal y sus
empleados y eventualmente pueden serlo todas aquellas personas que
ocurran ante ese órgano jurisdiccional solicitando justicia en la libre
competencia (el espectro de destinatarios dependerá del ámbito del
auto acordado). Adicionalmente, las prescripciones constitutivas del
contenido de estos autos acordados son vinculantes y deben insertar-
se dentro del orden jurídico, respetando cabalmente las fuentes de
superior jerarquía y las materias reservadas a las competencias de otras
autoridades públicas. Por ello es que dependiendo de la forma en que
esta potestad reglamentaria interna sea ejercitada por el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia puede o no entrar en colisión con
otras normas jurídicas, pudiendo –lo cual ciertamente no correspon-
de a lo debido jurídicamente– incluso llegar a lesionar importantes
derechos subjetivos de las personas que ocurran o pudieran ocurrir
ante ese tribunal o bien que presten servicios en favor de aquél.
Esta potestad reglamentaria interna tiene por objeto dar coheren-
cia organizativa al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Di-
cha coherencia organizativa puede alcanzarse a través de contenidos
diversos: i) autos acordados de mero orden y funcionamiento, y ii) au-
tos acordados reguladores de procedimientos, los cuales exhiben una
cierta “exterioridad” o “alteridad” al afectar los derechos de terceros
que ocurran ante el Tribunal Antimonopólico. No obstante lo ante-
rior, ese efecto sobre terceros no corresponde a la constitución de re-
laciones jurídicas obligacionales entre el emisor y el destinatario de
las mismas hasta el punto de ser considerado potestad reglamentaria
externa. Ejemplos de autos acordados reguladores de procedimiento
lo constituyen el Auto Acordado Nº 02/2004, mediante el cual se dio
operatividad a la disposición quinta transitoria de la Ley 19.911, y tam-
bién el Auto Acordado Nº 03/2004, a través del cual se da aplicación
concreta a ciertos preceptos del Código de Procedimiento Civil, de
conformidad con el art. 29 del Decreto Ley 211.
Asimismo, los autos acordados pueden también clasificarse en
aquellos que han de dictarse por mandato legal y aquellos cuya ini-
ciativa queda entregada al tribunal respectivo. En el Decreto Ley 211
es posible observar diversas disposiciones que ordenan al Tribunal An-
timonopólico la dictación de autos acordados, v. gr., arts. 6º, inciso
quinto;626 9º, inciso primero; 13, inciso final, etc.
El Tribunal de Defensa de la Libre Competencia emite sus pro-
pios autos acordados, los que con buen criterio no reciben la deno-
626
El mandato dispuesto por el legislador en el art. 6º, inciso quinto, del Decreto
Ley 211 fue cumplido por el Tribunal Antimonopólico mediante la dictación del Auto
Acordado Nº 01/2004.
656
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
627
Un ejemplo lo constituye el Decreto Económico Nº 1/1998, en el cual se alu-
de expresamente a las facultades económicas del Tribunal Antimonopólico y se orde-
na la apertura de un libro de “instrucciones” y otro de “decretos económicos”. Creemos
que estas “instrucciones” corresponden al ejercicio de potestad reglamentaria exter-
na, que puede estar dirigida a terceros en general o bien a otros organismos antimo-
nopólicos, en tanto que los “decretos económicos”, corresponden a decisiones de
carácter interno.
628
Véase, por ejemplo, el Auto Acordado Nº 45/2003, relativo al feriado judicial
del Tribunal Antimonopólico, publicado en el Diario Oficial Nº 37.469 y el Auto Acor-
dado Nº 5/2004, publicado en el Diario Oficial Nº 37.919 del 26 de julio de 2004, re-
lativo a la tramitación que debe dárseles a las consultas y demandas o requerimientos
que se refieren a unos mismos hechos, actos o convenciones y que podrían dar lugar
a procedimientos paralelos y a decisiones contradictorias.
657
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
gánica” que crea este alto tribunal y determina sus potestades públi-
cas: el Decreto Ley 211, de 1973, con todas sus modificaciones. Si pa-
samos revista a este cuerpo normativo, pareciera que la fuente de esta
facultad económica que permite al mencionado tribunal especial dic-
tar autos acordados u otras normas de buen orden interno no se ha-
llaría mencionada en aquél, puesto que nada sobre el particular dice
el art. 18 de dicho cuerpo normativo, que es el que enumera las atri-
buciones y potestades del Tribunal Antimonopólico.
En la versión del Decreto Ley 211 preexistente a la reforma intro-
ducida por la Ley 19.911, de noviembre de 2003, cabía recordar el pa-
saje en el cual se trataba la designación de los miembros de este órgano
público, que ostentaban la calidad de Decanos: “Los [integrantes] se-
ñalados en las letras d) y e) serán designados por sorteo ante el Presidente de
la Comisión, en conformidad a las normas internas que ésta acuerde”.629
El citado precepto quedó derogado en noviembre de 2003. En el
texto vigente del Decreto Ley 211, a pesar del silencio que sobre la
materia guarda el art. 18, hemos hallado dos pasajes que podrían ser-
vir de asidero a la mencionada potestad reglamentaria interna o eco-
nómica: “En caso de ausencia o impedimento del Presidente del Tribunal, éste
sesionará bajo la presidencia de uno de los restantes miembros titulares de acuer-
do al orden de precedencia que se establezca, mediante auto acordado del Tri-
bunal” (art. 6º, letra b), inciso quinto).
“El tribunal dictará un reglamento interno en base al cual el Secretario Abo-
gado calificará anualmente al personal. En contra de dicha calificación, se po-
drá recurrir de apelación ante el Tribunal dentro del plazo de cinco días hábiles
contado desde la notificación de la calificación” (art. 13, inciso sexto).
Estimamos que ambos preceptos vienen a reconocer en forma ex-
presa al Tribunal Antimonopólico una potestad reglamentaria inter-
na, que en ambos casos es aludida a través de sus efectos: un auto
acordado y un reglamento interno. Ambas fuentes jurídicas importan
un carácter general, puesto que están orientadas a organizar de me-
jor forma multitud de situaciones que se presenten, sea en relación
con la presidencia del Tribunal Antimonopólico, sea en lo que respecta
al procedimiento de calificación de personal a realizar anualmente.
En legislaciones tutelares de la Libre Competencia de más recien-
te data, esta potestad reglamentaria interna suele exhibir un tratamien-
to más directo y detallado. Así, por ejemplo, el art. 24 de la Ley 25.156,
de Defensa de la Competencia de la República Argentina, prescribe:
“Son funciones y facultades del Tribunal Nacional de Defensa de
la Competencia: ...i) Elaborar su reglamento interno, que establece-
629
Art. 16, inciso cuarto, Decreto Ley 211 de 1973.
658
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
rá, entre otras cuestiones, modo de elección y plazo del mandato del
presidente, quien ejerce la representación legal del Tribunal”.
Por otra parte, cabe recordar que el art. 18 del Decreto Ley 211,
que se refiere a las atribuciones y deberes del Tribunal Antimonopóli-
co, contempla en su numeral quinto. “Las demás [atribuciones y de-
beres] que le señalen las leyes”.
Atendido el manifiesto carácter de tribunal que exhibe el Tribu-
nal de Defensa de la Libre Competencia, no sólo por así disponerlo
el art. 5º del Decreto Ley 211, sino que también por dar cuenta de ello
el art. 18, numeral uno, del mismo cuerpo normativo, que consagra
la potestad jurisdiccional antimonopólica que permite que aquél sea
caracterizado como un tribunal, resulta de aplicación el Código Or-
gánico de Tribunales.
El Tít. I del mencionado Código se denomina “Del Poder Judicial
y de la administración de justicia en general”, siendo de evidente apli-
cación al Tribunal Antimonopólico. Esto resulta también confirmado
por el art. 5º del Código Orgánico de Tribunales, que dispone que los
tribunales especiales se regirán por sus respectivas leyes especiales
–en la especie el Decreto Ley 211–, sin perjuicio de quedar sometidos
a las disposiciones generales del Código Orgánico de Tribunales.
Así, esta potestad reglamentaria de carácter interno pareciera
arrancar del artículo tercero del Tít. I del Código Orgánico de Tribu-
nales (COT), que señala: “Los tribunales tienen, además, las facultades con-
servadoras, disciplinarias y económicas que a cada uno de ellos se asignan en
los respectivos títulos de este Código”.
De las facultades mencionadas, en rigor potestades públicas, nos
interesa aquella denominada “económica” o “relativa a la buena dis-
tribución del tiempo o de otras cosas inmateriales”, puesto que es la
que tiene por objeto intervenir en la organización misma de los tri-
bunales para asegurar el adecuado y oportuno cumplimiento de su fin,
esto es, la realización de justicia en los casos particulares. Nuestra ju-
risprudencia ha caracterizado tal facultad económica de la siguiente
manera:
“Entre las facultades que consagra el art. 3º están las llamadas ‘eco-
nómicas’ o de orden interno, en virtud de las cuales el Poder Judi-
cial, por medio de sus órganos correspondientes, expide disposiciones
de carácter general para la buena administración de justicia”.630
Es posible observar que ciertos tribunales, y también algunos ór-
ganos públicos carentes de potestades jurisdiccionales, se hallan dota-
dos de esta atribución pública denominada “potestad económica”. En
630
Repertorio del Código Orgánico de Tribunales, Editorial Jurídica de Chile, p. 6.
659
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
Prescribía el antiguo art. 17, inciso primero del Decreto Ley 211, de
1973, antes de la reforma introducida por la Ley 19.911, sobre el par-
631
Oficio Nº 3.354 de 2001 emitido por la Excma. Corte Suprema y dirigido al H.
Senado de la República.
632
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, “Observaciones sobre el fundamento de la in-
derogabilidad singular de los reglamentos”, pp. 292 y ss., en Legislación delegada, potes-
tad reglamentaria y control judicial, Editorial Tecnos, Madrid, 1981.
660
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
633
Antiguo art. 9º, Decreto Ley 211 de 1973.
661
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
634
Art. 39, letra b) del Decreto Ley 211 de 1973. La formulación de este deber es
desafortunada, puesto que el mencionado precepto señala que el Fiscal Nacional Eco-
nómico representa “el interés general de la colectividad en el orden económico”. La
anterior descripción es ciertamente errónea, puesto que la función del Fiscal Nacio-
nal Económico se limita y agota en la libre competencia, que es uno de los muchos
contenidos que integran el orden público económico.
662
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
A. CONCEPTO Y ORIGEN
Esta potestad reglamentaria caracterizada por la alteridad arranca su
origen de la primera legislación antimonopolios chilena, esto es, del
Tít. V de la Ley 13.305. Señalaba el art. 175, inc. 3º de dicha ley: “Se-
rán deberes y atribuciones de esta Comisión: d) Dictar pautas de carácter gene-
ral a las cuales puedan ajustarse los particulares en la celebración de actos o
contratos que pudieran estar sujetos a las disposiciones de esta ley”. Si bien la
redacción del texto actual es muy similar al original antes transcrito,
aquél resulta más perfecto que el primigenio por cuanto destaca el
carácter imperativo de estos reglamentos antimonopólicos y precisa
que se trata de instrucciones y no de pautas.
Una vez derogado el Tít. V de la Ley 13.305, esta potestad regla-
mentaria fue reformulada y contemplada expresamente por el art. 17,
letra b), del Decreto Ley 211 de 1973, que prescribía a la letra: “Dictar
instrucciones de carácter general a las cuales deberán ajustarse los particula-
res en la celebración de actos o contratos que pudieran atentar contra la libre
competencia”.
Con motivo de la reforma introducida por la Ley 19.911, de 14 de
noviembre de 2003, se realizaron pequeños ajustes en la formulación
de esta potestad; así, el art. 18, numeral 3, actualmente dispone: “Dic-
tar instrucciones de carácter general de conformidad a la ley, las cuales debe-
rán considerarse por los particulares en los actos o contratos que ejecuten o
celebren y que tuvieren relación con la libre competencia o pudieren atentar con-
tra ella”.
Si bien la denominación de “instrucciones de carácter general” no
es del todo precisa desde una óptica del Derecho administrativo, pues-
to que la voz “instrucciones” habitualmente se emplea para significar
órdenes a subordinados pertenecientes a la propia repartición públi-
ca, evidentemente estamos ante el ejercicio de una potestad reglamen-
taria caracterizada por la alteridad, esto es, dirigida a terceros con la
finalidad de normar su actividad económica de intercambio desde una
perspectiva tutelar de la libre competencia. Así, el Tribunal de Defen-
sa de la Libre Competencia emite reglamentos antimonopólicos ex-
635
Una síntesis de este capítulo fue expuesta por Domingo Valdés Prieto el día
lunes 12 de mayo de 2003 ante las Comisiones Unidas de Constitución, Legislación y
Justicia y de Economía, Fomento y Desarrollo de la Cámara de Diputados, con el obje-
to de tratar el Proyecto de Ley que crea el Tribunal de Defensa de la Libre Competen-
cia (Boletín Nº 2944-03).
663
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
636
Fallo del Tribunal Constitucional del 07.10.2003, Rol Nº 391, considerando de-
cimotercero. En dicho considerando se analiza la presentación efectuada por la Dipu-
tada María Pía Guzmán Mena con fecha 22.09.2003, solicitando se declare la
inconstitucionalidad del art. 18, numeral 3, de la Ley 19.911 (fojas 161 a 169).
664
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
637
Presentación efectuada por la Diputada María Pía Guzmán Mena con fecha
22.09.2003, en cuyo numeral 7, sec. A.2, incurre en el error difundido por el profesor
Silva Cimma, el cual consiste en creer que toda potestad reglamentaria corresponde
al Presidente de la República por mandato constitucional, a menos que la Constitu-
ción hubiese dispuesto expresamente algo diverso.
665
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
666
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
667
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
668
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
638
GÓMEZ P ÉREZ, Rafael, Introducción a la Metafísica, pp. 54 y ss., Ediciones Rialp,
Madrid, 1981.
669
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
670
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
639
Véase VALDÉS PRIETO, Domingo, “La paradoja del monopolio de privilegio con-
templado en el Decreto Ley 211, de 1973”, Ius Publicum Nº 8, Santiago de Chile, 2002.
671
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
640
Adicionalmente, el Banco Central de Chile se halla sustraído de la aplicación
del Tít. I de la Ley 18.575, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Adminis-
tración del Estado, por expresa disposición del art. 90 de la Ley 18.840, Orgánica Cons-
titucional del Banco Central de Chile, que ha modificado el art. 1º de aquella ley
orgánica en el sentido indicado.
672
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
les para superar estas situaciones. Esta potestad administrativa –que es-
tudiaremos en el capítulo pertinente– es la denominada “potestad re-
quisitoria”, mediante la cual el Tribunal Antimonopólico solicita o
requiere, en términos no vinculantes u obligatorios, la dictación, modi-
ficación o derogación de aquellos preceptos legales o reglamentarios
que requiera o vulneren la libre competencia, según corresponda.
El hecho de que se hallen incluidos entre los objetos de la potes-
tad requisitoria los reglamentos, implica que el Tribunal de Defensa
de la Libre Competencia puede seguir varias alternativas respecto de
un reglamento emitido por otra autoridad pública y que sea concul-
cador de la libre competencia:
a) En el ámbito administrativo, ejercitar la potestad requisitoria y
solicitar la modificación o derogación del respectivo reglamento con-
culcador de la libre competencia.
b) En el ámbito judicial, ejercitar la potestad jurisdiccional y san-
cionar a la autoridad pública dotada de potestad reglamentaria por
infracción al artículo tercero, inciso primero, del Decreto Ley 211 me-
diante la emisión del referido reglamento.
c) En el ámbito judicial, proceder el Fiscal Nacional Económico
al ejercicio de la acción de nulidad de derecho público ante los tribu-
nales ordinarios de justicia por transgresión de los arts. 6º y 7º de la
Constitución Política, en la forma particular de infracción del art. 4º
del Decreto Ley 211, de 1973.641
Así, arribamos a la conclusión de que las autoridades públicas en
cuanto emisoras de reglamentos no son destinatarias de la potestad
reglamentaria de que se halla dotado el Tribunal de Defensa de la Li-
bre Competencia. ¿Quiénes son, entonces, destinatarios de esa potes-
tad reglamentaria del Tribunal Antimonopólico?
2) Son destinatarios de esta potestad reglamentaria externa, ema-
nada del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, cuyo objeto
es alcanzar a terceros, todas aquellas autoridades públicas que emitan
normas infrarreglamentarias conculcadoras de dicho bien jurídico tu-
telado. De estas normas infrarreglamentarias deben excluirse las sen-
tencias y resoluciones judiciales de los tribunales de justicia que se
encuentren en la situación descrita por el art. 73 de la Constitución
Política de la República, en razón de que por el principio de la divi-
sión de poderes no pueden ser alcanzados por una potestad reglamen-
taria dotada de alteridad, aunque ésta emane del propio Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia, que es un tribunal especial. La ra-
641
Deber de la Fiscalía Nacional Económica fundado en los arts. 2º y 39, letras a)
y b) del Decreto Ley 211, de 1973.
673
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
642
Véase, por ejemplo, el caso del Banco Central de Chile. Este importantísimo
ente público autónomo, de rango constitucional, puede emplear para alcanzar sus fi-
nes específicos las siguientes fuentes normativas: acuerdos –que pueden ser generales
o especiales–, reglamentos, resoluciones, órdenes e instrucciones (arts. 11, 69 y 83,
Ley 18.840, Orgánica Constitucional del Banco Central de Chile).
674
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
643
Resolución Nº 183, considerando 5º, Comisión Resolutiva.
675
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
644
Así, por ejemplo, no puede haber atentados a la libre competencia allí donde la
competencia está vedada. Un ejemplo de un grave error legislativo sobre el particular es
el expuesto en el art. 70 de la Ley de Servicios Sanitarios: “La coordinación de las em-
presas prestadoras, sus administradores, directores o empleados, así como cualquier otro
acto o convención tendiente a distorsionar o encubrir la información de costos de pres-
tación del servicio con el fin de influir en la obtención de tarifas más altas en el proceso
de fijación tarifaria, será considerado como contrario a la libre competencia”.
676
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
ción arbitraria el que, por ejemplo, todas las empresas de correo pri-
vadas fuesen objeto de las exigencias de un reglamento emitido por
el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia y no lo fuese Correos
de Chile, persona jurídica de Derecho público que bajo la excusa
de asegurar el servicio postal universal ostenta un monopolio de de-
recho consagrado en su propia ley orgánica. Lo anterior importaría
una doble infracción constitucional: se vulneraría la garantía de la no
discriminación arbitraria en el trato que deben dar el Estado y sus or-
ganismos en materia económica, considerándose que a estos efectos
el Tribunal Antimonopólico es un organismo del Estado y, adicional-
mente, se quebrantaría el mandato del inciso segundo del art. 19, Nº 21
de la Constitución Política que manda que todas las actividades em-
presariales desarrolladas por el Estado se sometan a la legislación co-
mún aplicable a los particulares, salvas las excepciones que establezca
justificadamente una ley de quórum calificado.
Así, la definición de los destinatarios de esta potestad normativa
externa del Tribunal de Defensa de la Libre Competencia está, a nues-
tro juicio, defectuosamente construida en el texto del Decreto Ley 211,
puesto que omite toda suerte de personas públicas al referirse exclu-
sivamente a “los particulares”. En efecto, lo particular suele contrapo-
nerse a aquello que es de uso o propiedad pública. Según lo expuesto,
no sólo las personas privadas, sino también las personas públicas pue-
den ser objeto de la normativa general antimonopólica.
Entre tales personas públicas hemos distinguido dos categorías: las
empresas públicas y las autoridades públicas. En lo concerniente a es-
tas últimas ya hemos explicado que no constituyen destinatarios de la
potestad reglamentaria externa del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia sino en cuanto emisoras de normas infrarreglamentarias
y no jurisdiccionales de conformidad con el art. 73 de la Constitución
Política de la República o bien en su calidad de autoras de lo que el
Derecho administrativo ha denominado actividad material. En lo que
respecta a las empresas públicas, éstas no están eximidas del cumpli-
miento de la legislación antimonopólica y, por tanto, tampoco están
liberadas de dar cumplimiento a las normas dotadas de alteridad o ins-
trucciones de carácter general que son emitidas por el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia.645
645
Confirman esta interpretación las propias instrucciones generales emitidas por
el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia. Así, dispone la Resolución 656, de la
Comisión Resolutiva, en su preámbulo normativo: “Considerando la necesidad de res-
guardar la debida transparencia del mercado crediticio en general y la igualdad de
condiciones en que han de operar sus actores, y en ejercicio de sus facultades con-
templadas en el art. 17, letra b), del Decreto Ley 211, esta Comisión Resolutiva dicta
677
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
678
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
646
Art. 60 de la Constitución Política de la República.
679
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
680
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
647
Art. 52, Ley 19.880 que “Establece bases de los procedimientos administrativos
que rigen los actos de los órganos de la Administración del Estado”.
681
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
648
Art. 61, inc. 2º, en relación con el art. 60, Nº 2 de la Constitución Política de la
República.
682
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
649
Es ilustrativo al efecto el fallo del Tribunal Constitucional, Rol Nº 244, de 26
de agosto de 1996, cuyo considerando 12 dispone: “Que, de esta forma, la Constitu-
ción precisa de manera clara que corresponde a la ley y sólo a ella establecer al menos
el núcleo esencial de las conductas que se sancionan, materia que es así de exclusiva y
excluyente reserva legal, en términos tales que no procede a su respecto ni siquiera la
delegación de facultades legislativas al Presidente de la República, en conformidad con
lo que dispone el art. 61, inciso segundo de la Constitución Política”.
683
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
650
Con mucho acierto se propuso una interesante alternativa de transparencia res-
pecto de todas las resoluciones –no sólo de aquellas que dan cuenta del ejercicio de la
potestad reglamentaria– que hayan sido emitidas y que a futuro emita el Tribunal de
Defensa de la Libre Competencia. Dicha fórmula consistía en la ordenada publicación
de tales resoluciones en internet, permitiendo su mejor conocimiento por la ciudada-
nía. DOMPER, María de la Luz y BUCHHEISTER, Axel, “Tribunal de la Competencia. Mo-
dificaciones a la institucionalidad antimonopolio”, Serie Informe Económico Nº 133,
684
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
651
Véase, por ejemplo, la modificación del numeral 1º de la Resolución Nº 634
aprobada por el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia a solicitud del Fiscal
Nacional Económico, mediante la Resolución Nº 729.
652
Compárese, por ejemplo, la Resolución Nº 634 con la Resolución Nº 656; am-
bas dan cuenta de instrucciones de carácter general emitidas por el Tribunal de De-
fensa de la Libre Competencia.
653
Arts. 16 y 48, Ley 19.880 que “Establece bases de los procedimientos adminis-
trativos que rigen los actos de los órganos de la Administración del Estado”.
654
Esta conclusión fue confirmada por la Comisión Preventiva Central en relación
con la actividad administrativa de las Comisiones Preventivas (Dictamen Nº 802/187).
685
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
686
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
655
Sentencia Nº 07/2004, considerando cuarto, emitida por el Tribunal de De-
fensa de la Libre Competencia.
687
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
656
Dictamen Nº 802/187, de la H. Comisión Preventiva Central.
688
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
689
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
690
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
657
Diario de Sesiones del Senado, República de Chile. Legislatura 347ª, Ordina-
ria, Sesión 25ª, 3 de septiembre de 2002, p. 52.
658
Cabe recordar el voto de minoría del profesor Arturo Yrarrázaval Covarrubias,
en la Resolución Nº 488, bajo el Nº 5: “Que a mayor abundamiento, la eficacia de cosa
juzgada de las resoluciones emanadas de la Comisión Resolutiva [actualmente Tribu-
nal de Defensa de la Libre Competencia], es una consecuencia directa de que dicho
órgano cuando conoce de las acciones de protección de la libre competencia lo hace
por su naturaleza jurisdiccional y no meramente administrativa. Sin embargo, no pue-
de omitirse que en ciertas ocasiones la Comisión Resolutiva actúa como un ente admi-
nistrativo, y por ello sus decisiones serán modificables, no produciéndose cosa juzgada
en sus actuaciones. Por el contrario, cuando conoce de las acciones de protección de
la libre competencia actúa como un tribunal especial, cuya actividad produce cosa juz-
gada. Por consiguiente, las partes tienen el derecho de alegar en su beneficio la cosa
juzgada siempre que se cumplan las exigencias de la triple identidad que requiere el
691
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
art. 177 del Código de Procedimiento Civil. Habrá que recordar que la cosa juzgada
es un atributo de todo órgano que ejerza jurisdicción...”.
659
Resolución Nº 667, considerando 3º, Comisión Resolutiva.
660
Oficio ordinario Fiscalía Nacional Económica Nº 170, VII, párrafo 27, foja 151.
692
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
661
Art. 51, Ley 19.880 que “Establece bases de los procedimientos administrativos
que rigen los actos de los órganos de la Administración del Estado”.
693
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
694
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
662
Así ocurrió con la Sentencia Nº 02/2004 del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia que, en realidad, corresponde a un requerimiento que aquél efectúa al
Presidente de la República a través del Ministerio de Obras Públicas, según lo prueba
el considerando cuarto y la parte resolutiva de dicho acto de autoridad pública deno-
minado indebidamente “sentencia”.
695
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
696
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
697
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
del Cobre. En efecto, esta última entidad se halla regida por el Decre-
to Ley 1.349, de 1976, el cual le había encomendado: “Proponer al go-
bierno, a través del Ministerio de Minería, la formulación de las políticas
generales necesarias para proteger los intereses nacionales en la comercializa-
ción del cobre y sus subproductos, especialmente en lo que se refiere a regula-
ción de precios, mantenimiento o ampliación de sus mercados, mejor distribución
de ellos, o para contrarrestar cualquier acción que tienda a controlarlos o res-
tringirlos unilateralmente”.
Si bien resulta de fácil despacho distinguir esta formulación de polí-
ticas encomendada a la Comisión Chilena del Cobre de la potestad ju-
risdiccional entregada al Tribunal de Defensa de la Libre Competencia,663
no resulta tan obvio contraponer aquella atribución de la Comisión Chi-
lena del Cobre con la potestad requisitoria en comento. Creemos que
la clave de esta última distinción radica en el grado de especificidad ju-
rídica de la función. Así, en el caso del Tribunal de Defensa de la Libre
Competencia, éste tiene el deber jurídico de solicitar la dictación, modi-
ficación o derogación de un precepto legal o reglamentario específico,
esto es, de una disposición precisa que es necesario emitir para la ade-
cuada promoción de la libre competencia o cuya eliminación o modifi-
cación es indispensable para evitar vulneraciones a la libre competencia.
Por contraste, en el caso de la Comisión Chilena del Cobre lo que se
requiere es más bien la formulación de una política, lo que correspon-
de más bien a orientaciones o directrices generales con que ha de con-
ducirse el gobierno en lo atingente al mercado del cobre.
6.1.4.3. Procedimiento
Aun cuando el Decreto Ley 211 nada indique sobre el particular, esti-
mamos que esta requisición o requerimiento debe ser preciso en cuan-
to a lo solicitado y debidamente fundado en cuanto a la lesión o peligro
que se sigue para la libre competencia en el evento que aquélla no
sea acogida.664
Conviene advertir que el antiguo artículo quinto del Decreto
Ley 211 contemplaba una exigencia adicional en la fundamentación
de la solicitud materia de la potestad requisitoria: no sólo bastaba la
663
El conflicto de competencia entre las atribuciones de la Comisión Chilena del
Cobre y el Tribunal Antimonopólico se suscitó con motivo de la potestad jurisdiccio-
nal de este último, según dan cuenta los considerandos 1º al 10 de la Resolución Nº 144,
de la Comisión Resolutiva.
664
La mal denominada Sentencia Nº 02/2004 del Tribunal de Defensa de la Li-
bre Competencia da cumplimiento a este principio en su considerando 3º.
698
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
665
Resolución Nº 273, visto 9.5, Comisión Resolutiva.
666
Art. 39, letra c) del Decreto Ley 211.
699
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
667
La mal denominada Sentencia Nº 02/2004 da cumplimiento a este principio
de una forma bastante singular e imperfecta, puesto que todas las autoridades públi-
cas y particulares que expiden opiniones sobre esta materia lo hicieron ante la Fisca-
lía Nacional Económica. Así, el Tribunal Antimonopólico recibió los informes de la
Fiscalía Nacional Económica y los hizo suyos, procediento a ejercitar la potestad pú-
blica requisitoria en comento.
700
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
6.1.4.4. Conclusión
701
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
702
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
703
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
668
La afirmación no significa en forma alguna olvidar que el Tribunal Antimono-
pólico está sujeto a la superintendencia directiva, correccional y económica de la Cor-
te Suprema, de conformidad con el art. 5º del Decreto Ley 211.
704
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
705
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
706
POTESTADES PÚBLICAS DE LOS ORGANISMOS ANTIMONOPÓLICOS
707
RECOMENDACIÓN DE UN COMPETIDOR
EN DESMEDRO DE OTRO
Domingo Valdés Prieto
INFORME EN DERECHO669
I. CUESTIÓN FORMULADA
II. ANTECEDENTES
669
Una versión sintetizada del presente Informe en Derecho fue publicada en la
Revista Chilena de Derecho, vol. XXX, Nº 1 (2002), Santiago de Chile. Cabe advertir
que este Informe en Derecho fue elaborado y presentado bajo el antiguo Decreto
Ley 211, esto es, previamente a las modalidades introducidas por la Ley 19.911.
711
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
670
Véase AQUINO, Santo Tomás de, Comentario de la Ética a Nicómaco, Libro V, sec. IV,
pp. 270 y ss., Ediciones CIAFIC, Buenos Aires, 1983.
671
Véase VALDÉS PRIETO, Domingo, “Algunas notas sobre el principio jurídico de
la igualdad”, en Anuario de Filosofía Jurídica y Social Nº 9, 1991, Edeval, Valparaíso,
1992.
712
ANEXO
672
LANDES, William M. & POSNER, Richard A., “Market power in antitrust cases”,
Harvard Law Review, vol. 94, number 5, p. 937, 1981. Una definición semejante es la
713
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
postulada por TIROLE, Jean, The theory of industrial organization, p. 67, The MIT Press,
1988: “a firm exercising monopoly power over a given market can raise its price above
marginal cost without loosing all its clients”.
673
Resolución Nº 7, considerando 12, Comisión Resolutiva.
674
Resolución Nº 37, considerando 4º, Comisión Resolutiva.
714
ANEXO
675
La afirmación anterior es sin perjuicio de que ciertas decisiones –de naturale-
za jurisdiccional– emitidas por la Comisión Resolutiva pueden ser conocidas por una
de las salas de la Corte Suprema, de conformidad con el recurso de reclamación pre-
visto en el art. 19 del Decreto Ley 211, de 1973.
676
Véase VALDÉS PRIETO , Domingo, La discriminación arbitraria en el Derecho econó-
mico, especialmente en la legislación antimonopólica, pp. 89 y ss., Editorial Jurídica Conosur
Ltda. (LexisNexis), 1992.
677
Código Penal, Libro I, Tít. II, arts. 14 y ss.
715
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
716
ANEXO
678
Resolución Nº 258, considerando II, Comisión Resolutiva.
679
Resolución Nº 284, Comisión Resolutiva.
717
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
4. REQUERIMIENTO DE A.G.Y.
718
ANEXO
680
Véase CURY URZÚA, Enrique, Derecho penal, tomo II, Editorial Jurídica de Chile,
1985, quien afirma: “Es instigador el que, de manera directa, forma en otro la resolu-
ción de ejecutar una conducta dolosamente típica y antijurídica”.
681
Decreto Ley 2.757, de 1979, art. 26: “La realización o celebración por una aso-
ciación gremial de los hechos, actos o convenciones sancionados por el art. 1º del De-
creto Ley 211, de 1973, constituirá circunstancia agravante de la responsabilidad penal
de los que participen en tal conducta”.
719
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
682
Código Penal, Libro I, Tít. I, art. 8º, inc. 2º: “La conspiración existe cuando dos
o más personas se conciertan para la ejecución del crimen o simple delito”. Al decir
de ROOVER, Raymond de, “El concepto de precio justo: teoría y política económica”,
p. 31, Estudios Públicos Nº 18, Santiago, 1985: “Según la opinión de los escolásticos,
el monopolio era una ofensa en contra de la libertad; suponía un carácter criminal
debido a que se basaba generalmente en la confabulación o “conspiración” (...) No
tengo duda alguna de que la idea de conspiración de las leyes de los antimonopolios
se remonta a los antecedentes escolásticos y que tiene sus raíces en el concepto me-
dioeval del precio justo”.
720
ANEXO
5. ASOCIADOS DE LA A.G.Y.
721
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
IV. CONCLUSIONES
722
BIBLIOGRAFÍA
AUTORES CITADOS
723
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
724
BIBLIOGRAFÍA
725
LIBRE COMPETENCIA Y MONOPOLIO
726
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