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Wild

Country

-
1
Esta traducción fue realizada por un grupo de personas que de manera
altruista y sin ningún ánimo de lucro dedica su tiempo a traducir,
corregir y diseñar de fantásticos escritores. Nuestra única intención es
darlos a conocer a nivel internacional y entre la gente de habla hispana,
animando siempre a los lectores a comprarlos en físico para apoyar a sus
autores favoritos.

El siguiente material no pertenece a ninguna editorial, y al estar


realizado por aficionados y amantes de la literatura puede contener
errores. Esperamos que disfrute de la lectura.
Sinopsis ......................................................................................................... 4

2
Geografía ...................................................................................................... 5

Una Breve Historia del Mundo .............................................................. 12

Prólogo ........................................................................................................ 15

Capítulo 1 ................................................................................................... 16

Capítulo 2 ................................................................................................... 19

Capítulo 3 ................................................................................................... 29

Capítulo 4 ................................................................................................... 33

Capítulo 5 ................................................................................................... 40

Capítulo 6 ................................................................................................... 52

Capítulo 7 ................................................................................................... 56

Capítulo 8 ................................................................................................... 60

Capítulo 9 ................................................................................................... 70

Capítulo 10 ................................................................................................. 91

Capítulo 11 ................................................................................................. 98

Capítulo 12 ............................................................................................... 122

Capítulo 13 ............................................................................................... 133

Capítulo 14 ............................................................................................... 144


Capítulo 15 ............................................................................................... 158

Capítulo 16 ............................................................................................... 170

Capítulo 17 ............................................................................................... 182

Capítulo 18 ............................................................................................... 202

Capítulo 19 ............................................................................................... 225

Capítulo 20 ............................................................................................... 250

Capítulo 21 ............................................................................................... 267

Capítulo 22 ............................................................................................... 292

Capítulo 23 ............................................................................................... 323

3
Capítulo 24 ............................................................................................... 341

Capítulo 25 ............................................................................................... 347

Capítulo 26 ............................................................................................... 380

Capítulo 27 ............................................................................................... 393

Capítulo 28 ............................................................................................... 406

Capítulo 29 ............................................................................................... 424

Capítulo 30 ............................................................................................... 451

Capítulo 31 ............................................................................................... 477

Capítulo 32 ............................................................................................... 493

Capítulo 33 ............................................................................................... 508

Capítulo 34 ............................................................................................... 516

Capítulo 35 ............................................................................................... 526

Capítulo 36 ............................................................................................... 552

Capítulo 37 ............................................................................................... 562

Capítulo 38 ............................................................................................... 567

Sobre la Autora ........................................................................................ 573

Saga The Others ...................................................................................... 575


4
Existen pueblos fantasmas en el mundo; lugares donde los humanos
fueron aniquilados en venganza por el asesinato de los cambiaformas
llamados Otros.

Uno de esos lugares es Bennet, un pueblo ubicado en el extremo


norte de las Elders Hills1; un pueblo rodeado del país salvaje. Se están
llevando a cabo nuevos esfuerzos para restablecer Bennet como una
comunidad, en donde humanos y Otros viven y trabajan juntos. Una
joven oficial de policía ha sido contratada como oficial bajo el mando de
un sheriff Wolfgard. Un tipo mortífero de Otro quiere montar una taberna
del estilo humano. Una pareja con cuatro niños adoptados, uno de los
cuales es una profeta de la sangre, esperan encontrar aceptación.

Pero a medida que se van reabriendo tiendas, y oficinas públicas y


privadas, para lograr llevar adelante una nueva vida, el pueblo de Bennet
atrae la atención de otro tipo de humanos que buscan obtener ganancias.
Y la llegada de tanto el clan Blackstone, forajidos como apostadores, hará
que algunos secretos salgan a la luz... o los enterrará.

1
Colinas Antiguas
5
Tierras continentales (hasta el momento)

Afrikah

Australis

Britania/ Britania Salvaje

Bloque Romano/Alianza de naciones del Bloque Romano

Felidae

Islas Fingerbone

Islas Tormenta

Thaisia

Tokhar-Chin

Zelande
Grandes Lagos en Thaisia:

Superior

Tala

Honon

Etu

Tahki

Lagos Feather / Finger:

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Silence

Crystal

Prong

Senneca

Ríos:

Talulah/Bajos de Talulah

Montañas:

Addirondak

Montañas Rocosas

Islas:

Fingerborne

Great

Tormenta, Este y Oeste


Ciudades o pueblos:

Bajos de Talulah

Bennet

Bristol

Crystalton

Endurance

Desembarco del Ferry

Hubb NE (Conocido también como Hubby)

7
Jerzy

Lakeside,

Podunk

Prairie Gold

Putney

Ravendell

Shikago

Sparkletown

Sproing

Sweetwater

Toland

Walnut Grove

Wheatfield.
8
9
í

Earthday
(Día de la tierra)

10
Moonsday
(Día de la luna)

Sunsday
(Día del sol)

Windsday
(Día del viento)

Thaisday
(Día de la tierra libre)

Firesday
(Día del fuego)

Watersday
(Día del agua)
ñ

Janius

Febros

Viridus

Aprillis

11
Maius

Juin

Sumor

Messis

Frais

Grau

Novembros

Dormente
12
Hace mucho, mucho tiempo, Namid concibió todo tipo de vida, incluyendo a
los seres conocidos como humanos. Ella les otorgó tierras fértiles y agua de buena
calidad. Comprendiendo su naturaleza y la de sus otros retoños, también les dio
suficiente aislamiento para que tuvieran una oportunidad de sobrevivir y crecer.

Y así lo hicieron.

Aprendieron a hacer fuego y refugios. Aprendieron a cultivar y a construir


ciudades. Construyeron barcos y pescaron en las aguas del Mediterráneo y Mar
Negro. Procrearon y se diseminaron a través de sus partes del mundo hasta que
llegaron a las tierras salvajes. Fue entonces cuando descubrieron que otros
descendientes de Namid ya habían reclamado el resto del mundo.

Los Otros observaron a los humanos y no vieron en ellos conquistadores.


Vieron un nuevo tipo de carne.

Se libraron guerras para poseer las tierras salvajes. A veces los humanos
ganaron y esparcieron su semilla un poco más lejos. Más a menudo, sus partes
civilizadas desaparecieron, y los sobrevivientes, temerosos, trataron de no
temblar cuando un aullido se levantaba en la noche o cuando a un hombre, que
vagara demasiado lejos de la seguridad de las puertas robustas y luminosas, se
lo encontrara a la mañana siguiente sin sangre.

Siglos pasaron, y los humanos construyeron buques más grandes y navegaron


a través del Océano Atlántik. Cuando encontraron una tierra virgen,
construyeron cerca de la orilla. Entonces descubrieron que esa tierra también
había sido reclamada por el indígena, los Terráneos, los Nativos de la Tierra.

Los Otros.

Los Terráneos que gobernaban el continente llamado Thaisia, se enojaron


cuando los humanos talaron árboles y cercaron la tierra que no les pertenecía. Así
que los Otros se comieron a los pioneros y conocieron esta carne en particular, tal

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como les había pasado a los humanos muchas veces en el pasado.

La segunda oleada de exploradores y pioneros encontraron el asentamiento


abandonado y, una vez más, trataron de reclamar la tierra como propia.

Los Otros también se los comieron.

La tercera ola de pioneros tuvo un líder, que era más inteligente que sus
predecesores. Ofreció a los Otros mantas y cortes de tela para la ropa y brillantes
pedacitos interesantes, a cambio de que se les permitiera vivir en el asentamiento
y tener suficiente tierra para cultivar. Los Otros pensaron que se trataba de un
intercambio justo y se alejaron de los límites de la tierra que los humanos podrían
usar. Más regalos fueron intercambiados por los privilegios de caza y pesca. Este
acuerdo era satisfactorio para ambas partes, incluso si un lado consideraba a sus
nuevos vecinos con gruñidos de tolerancia y el otro lado se tragaba el miedo
asegurándose de que su gente estuviera a salvo dentro de los muros fortificados
antes del anochecer.

Los años pasaron y llegaron más colonos. Muchos murieron, pero suficientes
humanos prosperaron. Los asentamientos devinieron en aldeas, que luego
fueron pueblos, los cuales se convirtieron en ciudades. Poco a poco, los humanos
se movieron a través de Thaisia, extendiéndose todo lo que podían sobre la tierra
que se les permitía usar.

Siglos pasaron. Los humanos eran inteligentes. Así como lo eran los Otros. Los
humanos inventaron la electricidad y la fontanería. Los Otros controlaban todos
los ríos que podrían alimentar los generadores y todos los lagos que
suministraban la fresca agua potable. Los humanos inventaron máquinas de
vapor y calefacción central. Los Otros controlaban todo el combustible necesario
para hacer funcionar los motores y calentar los edificios. Los humanos
inventaron y fabricaron productos. Los Otros controlaban todos los recursos
naturales, decidiendo así lo que se hacía o no en su parte del mundo.

Hubo choques, por supuesto, y algunos lugares se convirtieron en oscuros


monumentos para los muertos. Esos memoriales finalmente dejaron en claro al
gobierno humano que el nativo de la tierra gobernaba Thaisia, y nada salvo el fin
del mundo lo iba a cambiar.

Así fueron las cosas hasta la era actual. Existen pequeños pueblos de humanos
dentro de las grandes extensiones de tierras que pertenecen a los Otros. Y en las

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grandes ciudades humanas, hay espacios cercados llamados Courtyard que están
habitados por los Otros que tienen la tarea de mantener la vigilancia sobre los
residentes de la ciudad y hacer cumplir los acuerdos de los humanos con los
Terráneos.

Todavía hay tolerancia a regañadientes en un lado y miedo hacia lo que


camina en la oscuridad en el otro. Pero si son cuidadosos, los humanos
sobreviven.

La mayor parte del tiempo, ellos sobreviven.


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Desde hace un año ahora, se le llamaba la Gran Depredación, esos
días terroríficos en que los Elementales y los Antiguos, los Terráneos que
son los dientes y las garras de Namid, salieron del país salvaje y redujeron
brutalmente los rebaños humanos en Thaisia. En algunos casos,
eliminaron a toda la población de pueblos humanos en el Noroeste y el
Medio Oeste en represalia por la matanza de Wolfgard y otras formas de
cambiaformas que habían vigilado los lugares humanos.

Ahora, con la muerte aún fresca en la mente de todos, los Terráneos


y los humanos quieren reclamar esos lugares vacíos, especialmente los
lugares de importancia estratégica.

Bennett es uno de esos lugares, y los Antiguos están permaneciendo


en los alrededores, esperando que los humanos cometan otro error.

Esperando a que cometan el último error.


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Windsday, sumor 25

Jana Paniccia siguió los senderos de grava a través del parque


conmemorativo. No había cementerios en el continente de Thaisia,
ninguna lápida individual, no había mausoleos familiares a menos que
fueras muy rico. Las ciudades no podían permitirse desperdiciar tierra
en los muertos cuando los vivos necesitaban cada acre que a
regañadientes se les permitía alquilar de los Terráneos quienes
gobernaban el continente. Quienes gobernaban el mundo.

Habían destrozado y roto esa dura verdad en los humanos en todo


el mundo, y solo los tontos o ciegamente optimistas pensaban que había
alguna posibilidad de que las cosas volvieran a ser como antes, antes de
que el movimiento Humanos Primero y Último comenzara la guerra
contra los Terráneos aquí en Thaisia y en el Bloque Romano en el otro
lado del océano Atlantik.

En lugar de ganar algo de la guerra, los humanos habían perdido


terreno. Literalmente. Las ciudades habían sido destruidas o ya no
estaban bajo el control humano. La gente corría a cualquier lugar que
creía que podía proporcionar seguridad, pensando que las ciudades más
grandes eran menos vulnerables a lo que los Otros podrían hacer.

En eso, también, los humanos estaban equivocados. La destrucción


de gran parte de Toland, una gran ciudad controlada por humanos en la
costa este, debería haberle enseñado eso a la gente.

Pero este no era un día para pensar en esas cosas.


Jana encontró la gran cama de flores con el alto marcador de granito
en el centro.

No había cementerios, ni lápidas, en Thaisia, pero había parques


conmemorativos llenos de flores y pequeños estanques, con bancos
posicionado para que los vivos puedan visitar a los muertos. Miró hacia
abajo a la doble columna de nombres tallados en el granito hasta que
encontró los dos que había venido a ver. Martha Chase. Wilbur Chase.
Los padres adoptivos que la habían sacado de la casa de cuidado y la
habían criado como propia. Ni siquiera le quedaba un certificado de
nacimiento cuando los sacerdotes del Templo Universal la habían
encontrado en la puerta del templo. Solo una nota impresa con su
nombre y fecha de nacimiento.

Todos los cuerpos eran cremados y las cenizas mezcladas con el

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suelo en estos macizos de flores, los nombres tallados en el granito eran
el único reconocimiento de quién estaba ahí. A Martha le encantaba
cultivar flores, y a pops siempre le había gustado cuidar de un pequeño
huerto en su patio trasero. Ella era quien no tenía habilidad con el suelo,
no importaba cuánto lo intentara. Diferenciaba una rosa de una
margarita, entendía la diferencia entre anual y perenne, y, la mayoría de
las veces, había desenterrado hierbajos en lugar de flores cuando trató
de ayudar a Martha a ordenar las camas.

Tienes otros talentos, solía decir pops con una sonrisa.

Otros talentos. Dioses, eso esperaba. Habían muerto en un


accidente automovilístico solo una semana después de haber sido
aceptada en la academia de policía, una de las tres únicas mujeres
aceptadas. Había pasado los primeros meses luchando con su trabajo de
clase y la hostilidad de sus compañeros de clase mientras viajaba desde
Hubb NE a un pueblo cerca de las Montañas Addirondak para reunirse
con el abogado de los Chase y cuidar del patrimonio de sus padres
adoptivos. No había mucho. Martha y pops nunca habían estado
interesado en las cosas, pero la venta de la casa y el mobiliario fue
suficiente para pagar los préstamos escolares que había tomado para
asistir a una Universidad Comunitaria mientras trataba de ser aceptada
en la academia de policía. Era suficiente para pagar la academia y los
gastos de subsistencia. Había sido frugal, pero si no conseguía trabajo
pronto...

—Hola, Martha —dijo Jana suavemente después de mirar alrededor


para asegurarse de que estaba sola—. Hola, pops. —Se sentó en el banco,
con las manos cruzadas sobre su regazo. Me gradué de la academia. La
única mujer que lo resistió. Martha, siempre dijiste que era terca, y
supongo que tenías razón. Tengo una reunión con el administrador de la
academia la próxima semana. Ojalá sea sobre una oferta de trabajo. Los
dioses lo saben, toda comunidad humana necesita policías en este
momento, y todos los demás en mi clase ya han sido contratados por
pueblos de la región noreste, que perdieron oficiales el mes pasado debido
a la guerra.

»Pero sé que hay puestos que aún no se han cubierto porque nadie
quiere trabajar en un pueblo atrapado en medio del país salvaje. Dicen
que eso es solo un suicidio retrasado. Quizás tengan razón, pero me
arriesgaré.

Miró las flores que crecían en la cama y deseó poder recordar los

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nombres de algunas de ellas.

—Vine a despedirme. Es cada vez más difícil comprar un boleto de


autobús, y no estoy segura de ser capaz de volver aquí otra vez. Y si me
contratan, cuando me contraten, puedo estar yéndome a toda prisa.

Hizo una pausa.

—Gracias por todo. Cuando llegue a donde quiera que vaya,


encenderé una vela en su memoria.

Jana se apresuró por el parque, midiendo que tenía el tiempo justo


para llegar a la parada de autobús cerca de las puertas del parque y
tomar el autobús de regreso a Hubb NE. Esperaba que para esta hora de
la próxima semana se dirigiera a otra ciudad para hacer el único trabajo
que siempre quiso hacer.
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Windsday, sumor 25

—Renuncio.

Tolya Sanguinati estudió a Jesse Walker mientras se enfrentaban en


el mostrador de la tienda de Bennett. La mirada en sus ojos le hizo pensar
en los rayos que a veces llenaban el cielo en esta parte de Thaisia. A pesar
de ser un depredador peligroso, mucho más peligroso de lo que los
humanos aquí apreciaban, esa mirada lo hizo desconfiar.

—No puedes renunciar.

—Oh, sí, puedo.

Dio un paso atrás y lo consideró. Era tentador señalar que, dado que
en realidad ella no trabajaba para él, técnicamente no podía renunciar.
Pero Jesse Walker era el líder no oficial de Pradera de Oro, un pequeño
pueblo Intuye ubicado en el extremo sur de Elder Hills. Como tal, ella era
su aliada humana más importante. No podía permitirse perder su
conocimiento o cooperación, por lo que probablemente no era una buena
idea señalar nada.

Erebus Sanguinati, el líder de todos los Sanguinati en el continente


de Thaisia, le había dicho que se hiciera cargo de Bennett después de que
todos los humanos habían sido sacrificados por los dientes y garras de
Namid. La ciudad tenía una estación de tren que daba servicio a todos
los ranchos de la zona, así como a Pradera de Oro. Eso lo convertía en
un lugar importante que los Antiguos ya no permitirían que los humanos
controlaran porque, bajo control humano, los trenes que viajaban de un
lado a otro de la tierra habían traído enemigos a esta parte de Thaisia.
Había traído la muerte al Wolfgard y a otros cambiaformas.

Todos los lugares habitados por humanos estaban en crisis en este


momento porque nadie sabía cuántos de esos lugares habían sobrevivido.
Con una comunicación rápida entre regiones cortadas por los Antiguos,
destruyendo las líneas telefónicas y derribando las torres de telefonía
móvil a lo largo de las fronteras regionales, el correo electrónico y los
teléfonos de cualquier tipo solo eran útiles dentro de una región. Pero
incluso dentro de una región, nadie sabía realmente si un teléfono no
recibía respuesta porque alguien no estaba en la oficina en ese momento
o porque no quedaba nadie en esa ciudad para responderlo.

Pero el resto de la región del Medio Oeste no era su problema. En

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este momento, su problema era la mujer delgada, de mediana edad y
canas que lo había estado ayudando a priorizar las tareas necesarias
para mantener abierta la estación de tren y hacer frente a cosas urgentes
como comida estropeada y las mascotas que habían quedado en las
residencias.

Hasta que viajó a Pradera de Oro para ser los ojos y oídos del abuelo
Erebus, Tolya había vivido toda su vida en Toland, una de las ciudades
más grandes de todo el continente. Había tenido la educación más amplia
centrada en el ser humano disponible para los Terráneos y había estado
entre los Sanguinati que vigilaban los noticieros de televisión y los
periódicos como una forma de vigilar lo que los humanos duplicados
podrían estar planeando. Y había estado entre los Sanguinati que tenían
contactos y tratos reales con funcionarios gubernamentales y
empresarios. Pero esas reuniones habían sido formales, oficiales,
carentes de contacto personal y sentimientos más allá del odio que cada
lado sentía por el otro.

Nada en su educación o años de experiencia lo había preparado para


lidiar con la interacción desordenada y diaria con humanos que no tenían
interés en ser formales, oficiales o carentes de contacto personal. Incluso
sus interacciones anteriores con esta mujer mientras la ayudaba a ella y
a los otros residentes de Pradera de Oro a prepararse para resistir a los
humanos que intentaban cortarlos de los suministros no lo habían
preparado para tratar con ella ahora.

—¿Por qué? —preguntó finalmente.

—Porque no estás escuchando —espetó Jesse Walker.


—Escucho todo lo que dices —respondió Tolya.

Su mano derecha se cerró alrededor de su muñeca izquierda.

Jesse Walker era un Intuye, una especie de humano que tenía una
mayor sensibilidad hacia el mundo, y su gente tenía sentimientos acerca
de todo, desde los animales hasta el clima y sentir si alguien estaba
mintiendo. Cada Intuye no tenía sentimientos sobre todo, sus mentes se
romperían bajo ese tipo de tensión, pero cada uno desarrollaba una
sensibilidad que coincidía con quienes eran o el trabajo que realizaban.
Para Jesse Walker, se trataba de personas, y un dolor en la muñeca
izquierda le decía que algo sobre una situación la inquietaba, y cuanto
más grave era el dolor, más grave era la situación.

—He escuchado —dijo Tolya nuevamente—. ¿Pero quizás no lo

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entiendo?

Él vio que su ira se desvanecía. Su mano derecha todavía sujetaba


su muñeca izquierda, pero el agarre era ahora más flojo. Se preguntó si
su muñeca estaría magullada.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó Jesse Walker—.


¿Estamos limpiando lo que se convertirá en un pueblo fantasma con
unas pocas personas manejando la estación de tren o estamos haciendo
algo más?

Una pregunta importante. Al mirarla, Tolya se dio cuenta de que su


respuesta haría más que decidir el destino de esta ciudad. Se extendería
por toda Thaisia de la misma manera que la decisión de Simon Wolfgard
de contratar a Meg Corbyn había provocado ondas que eran parte de la
razón por la que estaba aquí en esta ciudad tratando de descubrir a esta
mujer.

Si Simon estuviera aquí de pie ahora, Tolya rompería alegremente el


cuello del Lobo. Por otra parte, si intentaba ser justo, Simon no sabía que
tomar a una hembra humana perdida terminaría con los Terráneos
tratando de ayudar, e incluso proteger, manadas de humanos.

—No es un pueblo fantasma —dijo con cuidado—. Bennett ya no es


una ciudad controlada por humanos, pero eso no significa que tenga que
decaer.

—¿O que sus trabajadores sean transitorios?


—No están destinados a ser transitorios. Algunos de los jóvenes
humanos que han venido aquí no sienten que este sea el lugar correcto.
Vinieron por aventura... o algo así.

—Vinieron por oportunidades —respondió Jesse Walker—. Vinieron


porque sus comunidades de origen en la región noreste están
abarrotadas y es difícil encontrar trabajo, es difícil aprender una
habilidad. Y muchos de ellos se fueron de casa para la aventura. Pero
también dejaron lo que sabían porque, de repente, hay muchos lugares
humanos vacíos en el Medio Oeste y el Noroeste. Tengo la sensación de
que no habrá nuevos lugares humanos. No por mucho tiempo. No en
Thaisia. Los humanos cometieron demasiados errores en los últimos
meses para que los Terráneos nos toleren en cualquier lugar en el que
aún no estemos establecidos. Entonces, si los lugares vacíos no se

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vuelven a habitar ahora, se desvanecerán.

—No creo que los Antiguos permitan a los humanos regresar a esos
lugares vacíos —dijo Tolya.

—No solo, no. Pero hay Terráneos e Intuyes trabajando juntos aquí
para cuidar a los animales y tomar decisiones sobre la comida en las
casas. Y hay mucho más por hacer. Hay que tomar decisiones sobre cada
cosa en cada residencia.

—No puedo hacer eso —protestó.

—Yo tampoco. Es por eso que necesitas más que hombres jóvenes
fuertes que felizmente comerán todo el helado y las galletas que
encuentren en las residencias vacías, pero no saben qué hacer con los
medicamentos. Y si esos Antiguos tuyos estaban justificados para matar
a todos en Bennett, esas personas aún pueden tener familiares en algún
lugar que agradecerían tener los efectos personales. Tener hombres
jóvenes con mucha energía y fuertes espaldas es genial, pero también
necesitas mano de obra calificada y profesionales si quieres que esta sea
una ciudad viable.

»¿Por qué no podemos crear un lugar donde los Terráneos y los


Intuye y la gente de Vida Simple y otros tipos de humanos puedan vivir
y trabajar juntos? Que aprendan los unos de los otros. Me dio la
impresión de que el Courtyard de Lakeside y los Intuye en Desembarco
del Ferry estaban tratando de hacer exactamente eso: construir una
nueva comunidad que tuviera espacio para todos.
—Peligroso. —Tolya miró por la gran ventana delantera de la tienda
general de Bennett—. Si el tipo equivocado de humano viene aquí...

—Lo sé. Nadie puede permitirse el lujo de cometer un error.

—Entonces, ¿cómo sugieres que consigamos estos nuevos


ciudadanos?

Oyeron el ruido de un caballo que bajaba por la calle. Barbara Ellen


Debany, su cuidadora de mascotas y casi veterinaria, los saludó al pasar
por la tienda.

—De la misma forma que la conseguiste a ella —dijo Jesse Walker,


sonriendo mientras soltaba su muñeca izquierda el tiempo suficiente
para devolver el saludo—. Pídele a otra persona que evalúe a los
candidatos antes de que lleguen aquí, y luego toma la decisión final sobre

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quién quiere vivir en esta ciudad. —Sacó un papel doblado del bolsillo
trasero de sus vaqueros y se lo entregó—. Idealmente, esas son las
profesiones y habilidades que debes tener en Bennett para empezar.

Tolya desdobló el papel. Sus cejas se levantaron mientras estudiaba


la lista. Luego miró a Jesse Walker.

—¿Alguien de Pradera de Oro que quiera ocupar un puesto?

—Kelley Burch. Sus habilidades se desperdician en Pradera de Oro,


y hay una joyería aquí que necesita a alguien para que la administre, y
Kelley tendría una mejor oportunidad vendiendo algunos de sus propios
diseños, ya sea que los venda en Bennett o los envíe a otro lugar para
vender en consignación. Voy a ir a Pradera de Oro mañana. Hablaré con
él entonces.

—Quieres pasar tiempo en tu propia tienda.

Ella asintió.

—Necesito estar en casa durante un par de días.

—Sacaré esta lista lo más rápido que pueda. —Los Antiguos no


permitían que se restablecieran las líneas telefónicas y telegráficas entre
las regiones, excepto en circunstancias especiales. Podía llamar o enviar
un correo electrónico a Jackson Wolfgard, que vivía en Aguas Dulces, un
asentamiento en el noroeste, pero llegar a Lakeside en la región noreste
requería tiempo y esfuerzo adicionales.
Cuando salió de la tienda, miró a la mujer Intuye y se preguntó si
Jesse Walker regresaría y continuaría ayudándolo. Entonces se dio
cuenta de que ya no sostenía su muñeca izquierda, y suspiró aliviado.

Virgil Wolfgard se paró junto a un árbol cerca del extremo sur de la


plaza del pueblo y observó a la hembra humana y al caballo azul
caminando hacia él. El viento estaba en la dirección equivocada para
llevar su olor al caballo, que cruzaba la calle pavimentada hacia la hierba

24
en la plaza, y la hembra parecía demasiado preocupada con algo que no
estaba justo frente a ella para controlar el caballo u observar al
depredador que la estaba mirando.

No darse cuenta era peligroso, algo que la hembra debería haber


aprendido mientras aún era un cachorro.

Se apartó del árbol y se colocó justo delante del caballo.

El caballo resopló y plantó sus pies, haciendo que la hembra


agarrara el cuerno de la silla para mantener el equilibrio.

—Tranquilo, Rowan, tranquilo —dijo. Luego le dirigió a Virgil una


mirada cautelosa—. Alguacil.

—Barbara Ellen. —Virgil miró a su compañera—. Caballo.

Su hermano, Kane, que estaba en forma de lobo, se unió a ellos,


haciendo que Rowan resoplara de nuevo.

Barbara Ellen le dedicó a Kane una sonrisa vacilante.

—Oficial Wolfgard.

Virgil levantó un pequeño collar rojo. Ella lo tomó y leyó la etiqueta


adherida al collar.

—Fluffy —dijo con tristeza—. Era una buena gata.

—No nos la comimos —dijo Virgil, anticipando la pregunta que no


se atrevió a hacer—. Demasiado pelaje y poca carne.
—No es un gran epitafio para la pobre Fluffy.

Quizás no, pero eso no era importante. Él y Kane no habían matado


al gato, pero algo había destrozado al animal. No por comida. Por
diversión.

Y ese algo no era ninguna forma de Terráneos

—El caballo estaba prestando atención —dijo Virgil. Muy bien, el


caballo estaba más interesado en alcanzar el pasto, pero lo notó
primero—. ¿Por qué?

—Estaba pensando en algunas cosas —respondió ella.

No le preguntó en qué estaba pensando. Él solo miró.

25
—Pero debería prestar atención cuando estoy montando —agregó.

—Sí. —Virgil se hizo a un lado. Kane también.

Barbara Ellen presionó sus piernas contra los costados de Rowan, y


agarró el cuerno de la silla de montar cuando el caballo salió del alcance
de los dos Lobos.

Virgil negó con la cabeza mientras la veía restablecer el dominio y


frenar el caballo para dar un paseo.

«Síguela» le dijo a Kane, usando la forma de comunicación Terráneo.


«Asegúrate de que no se caiga».

El único buen humano era un humano muerto. No había pensado


mucho en esa especie antes de que el movimiento Humanos Primero y
Último atacaran a Wolfgard. Pensó mucho menos en ellos después de que
esos humanos mataran a su manada, dejándolo a él y a Kane como los
únicos sobrevivientes porque habían estado yendo por delante de la
manada, buscando el juego. Regresaron corriendo cuando oyeron las
armas, pero cuando llegaron, la manada estaba muerta o muriendo, y los
humanos ya no estaban.

Siguieron el rastro de las camionetas hasta que los marcadores de


olor hechos por los dientes y las garras de Namid cruzaron el rastro. No
dispuestos a enredarse con los Antiguos, él y Kane habían regresado a la
pequeña guarida de madera que la manada había usado para almacenar
artículos útiles para aquellos que podían tomar forma humana. Después
de empacar lo poco que podían llevar en forma de lobo, se habían alejado
de lo que había sido su territorio natal, buscando humanos para matar.
En cambio, terminaron en Bennett, donde los Antiguos habían
borrado al enemigo y, sin embargo, estaban permitiendo que esas
criaturas regresaran.

Nunca había visto a uno de los Sanguinati hasta que conoció a


Tolya, a quien se le había encomendado la tarea de asegurarse de que el
tipo equivocado de humanos no intentaba recuperar el lugar. Pero para
eso, Tolya necesitaba humanos, así como muchas formas de Terráneos.
Y necesitaba ejecutores que fueran lo suficientemente fuertes e hicieran
temer para que los humanos siguieran las reglas y no se volvieran
problemáticos.

Así fue como Virgil terminó siendo el ejecutor dominante de la


ciudad, con Kane como el segundo ejecutor. No sabía nada sobre la ley
humana, no había pasado mucho tiempo con humanos reales hasta

26
ahora. Pero si una de las amenazas de dos patas causaba problemas,
sabía cómo detenerlos en seco. Y la sangre en la calle sería un buen
recordatorio para el resto de ellos de por qué deberían comportarse.

Y luego estaban los dos patas como Barbara Ellen de la cual se


sentía obligado a proteger de mala gana.

Caminó por el borde de la plaza del pueblo, que servía como un


parque rodeado por el distrito comercial original de la ciudad. Un
manantial natural era la razón de la hierba y los árboles, era la razón por
la cual la ciudad había sido construida allí. La primavera había estado
semicontaminada por barreras hechas por el hombre, pero el agua
todavía burbujeaba del suelo, proporcionando agua potable para todo con
pieles o plumas, y también para los humanos.

Cuando llegó a la tienda general, se detuvo y esperó a que Tolya


cruzara la calle y se uniera a él.

—¿Hubo un problema con Barbara Ellen? —preguntó Tolya.

Virgil ladeó la cabeza.

—¿Por qué la llamamos así? Los humanos la llaman Barb.

—Barbara Ellen suena digna. Espero que se convierta en el nombre,


como un cachorro crece en sus grandes pies.

—Huh. —Eso tenía sentido, excepto...—. Es joven pero es adulta, no


una cachorra. ¿De verdad crees que se convertirá en un nombre digno?

—Tengo esperanza.
El tono seco de Tolya hizo sonreír a Virgil. Barbara Ellen Debany
tenía vínculos con el Courtyard de Lakeside porque su hermano era
oficial de policía que trabajaba directamente con Simon Wolfgard. Eso la
hacía especial entre los humanos que estaban en Bennett. Y ser especial
significaba que tenía la tarea de tratar de mantenerla fuera de problemas.
Lo que le hizo pensar en la forma en que ella solía querer hacerse amiga
de todos y cada uno de los bichos.

—¿Hay algún Snakegard aquí? —preguntó.

—Un par de Rattlers llegaron la semana pasada. ¿Por qué?

—Alguien debería explicarle acerca de mantenerse alejada de las


cosas que podrían matarla. —Virgil pensó por un momento, luego
agregó—: Cosas que no somos nosotros.

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—Hablando de cosas que no somos nosotros, Jesse Walker siente
que necesitamos traer más humanos para convertirlos en residentes
permanentes y que se hagan cargo de los negocios.

—Más. —Los labios de Virgil se apartaron en un gruñido—. ¿Más de


ellos?

—Y más de nosotros. Suficientes Terráneos para mantener el control


de este lugar. —Tolya se encontró con los ojos de Virgil—. ¿Cómo te
sentirías acerca de eso? Estar cerca de ellos es difícil para ti y para Kane.

—No conozco la ley humana —gruñó Virgil—. Sé cómo matar. —


Demasiado a menudo después de un día con humanos, quería
deshacerse de esta terrible forma y aullar su ira antes de desgarrar
gargantas y vientres y dejar cuerpos en pedazos como... como...

—Hay demasiada recompensa humana aquí para que abandonemos


esta ciudad —dijo Tolya en voz baja—. Si no nos aferramos a eso, los
humanos lo inundarán para reclamar lo que puedan.

—Solo porque nos aferramos a él, ¿crees que el enemigo no


encontrará este lugar?

—¿Encontrarlo? Sí. Incluso con las restricciones de viaje que limitan


la migración de humanos entre regiones, encontrarán una manera de
llegar a este lugar. ¿Controlarlo? —Tolya sacudió la cabeza—. Los
Antiguos no permitirán eso. Si las regiones del Noroeste, Suroeste y
Medio Oeste son purgadas de humanos, serán retenidos en las costas y
las ciudades disponibles para ellos allí.
—Y tendremos de vuelta lo que era nuestro en primer lugar —espetó
Virgil.

—¿Debería morir una humana como Jesse Walker? Ella protegía a


los jóvenes en la manada Pradera de Oro. Le está enseñando a un joven
lobo habilidades humanas.

Le gustaba Jesse Walker, tanto como podía gustarle cualquier


humano.

—¿Habrá suficientes de nosotros para enfrentarnos a los humanos


si se vuelven rabiosos?

Tolya asintió.

—Suficientes de nosotros que puedan trabajar en las tiendas junto

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a los humanos y estar siempre atentos, y matar lo que no se puede
permitir que permanezca entre nosotros.

—Necesitamos encontrar a alguien que conozca la ley humana.

—Otro oficial. Agregaré esa solicitud a la lista de profesiones que


enviaré a Lakeside. Veremos qué ayuda pueden proporcionar Simon y
Vlad en el camino de los humanos mientras enviamos un mensaje entre
los nuestros para cualquiera que esté dispuesto a vivir cerca de los
humanos.

Caminaron juntos por la calle, separándose del edificio que


albergaba la oficina del sheriff.

Yendo hacia atrás, Virgil estudió las tres celdas. No había mucho
espacio para los malhechores, pero tendría que ser suficiente.

Humanos. No podría vivir con ellos; no podría comérselos a todos.


29
Thaisday, sumor 26

—¿Hice algo mal? —preguntó Rachel Wolfgard, con un gemido


ansioso debajo de las palabras.

—No, cariño, hiciste un gran trabajo —respondió Jesse—. Solo


necesito tiempo en mi propio lugar por unos días.

—Los olores familiares son buenos. —Las manos de Rachel


recogieron la falda de su vestido de verano y se apretaron en puños que,
muy probablemente, arrugarían el material liviano—. No marqué el
territorio en tu tienda, a pesar de que también es mi tienda.

—Valoro eso. El olor a orina en una tienda que vende alimentos


frescos tiende a desanimar a las personas.

—¿Por qué? Uno de los hombres entró ayer e hizo un pedo que olía
tan mal que Shelley Bookman dejó las compras y salió, y cuando regresó,
me pidió que oliera la comida para asegurarse de que todavía olía a fresca.

Me costó no sonreír.

—Olía tan mal, ¿verdad?

Rachel asintió.

—Me lloraron los ojos.


—¿Cuál hombre? —No se me había escapado su aviso de que el lobo
juvenil no había nombrado al patán mal educado—. No fue Tobias,
¿verdad? —Si fuera su hijo, tendría unas pocas palabras con él.

—No —respondió Rachel rápidamente—. Tobias no haría nada que


oliera tan mal.

Sin poder ocultar su sonrisa, Jesse se volvió hacia los productos


enlatados que llenaban los estantes a lo largo de una pared. Parecía que
Rachel estaba enamorada de Tobias. Era demasiado joven para él, por
supuesto, igual que él era demasiado viejo para ella, sin mencionar que
ella era un lobo Terráneos y que él era un humano.

Entonces su hijo entró en la tienda.

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—Hola, Rachel —dijo Tobias—. Ese vestido te queda bien.

—Gracias, Tobias. También estoy usando calzoncillos y camiseta


porque eso es lo que las mujeres deben usar debajo de la ropa que se ve.
—Rachel miró a Jesse—. Y he aprendido a lavarlos. Ellen Garcia me
enseñó mientras estabas fuera.

—Eso es bueno —respondió Jesse, estudiando la forma en que


Tobias se sonrojó, pero no dio otra señal de que la ropa interior no era
algo que generalmente se discutía con el otro género.

Jesse decidió que no estaba enamorada de su hijo mientras los


miraba a los dos. Esta era una hermana menor muy inocente que
revelaba cosas a su hermano mayor.

Tiene sentido. Con la excepción de la niñera, todos los adultos en la


manada Pradera de Oro habían sido asesinados por miembros del
movimiento Humanos Primero y Último. Prestando atención a la
advertencia de Tolya Sanguinati, ella y el resto de las mujeres en Pradera
de Oro habían reunido a los niños, humanos y Otros, y se habían dirigido
a las Colinas del Saúco a un lugar donde estarían a salvo de los asesinos
humanos.

Ahora el asentamiento Terráneos tenía un nuevo líder, Morgan


Wolfgard, y un nuevo ejecutor, Chase Wolfgard. Junto con el Grizzly
WyattBeargard, fueron los contactos principales entre los Intuyes y los
Terráneos, incluidos los Antiguos que vivían y protegían las colinas.

Rachel continuó viajando desde el asentamiento Terráneo y


trabajando en la tienda general de Walker, bajo la supervisión de Jesse,
y sola durante los días en que Jesse estaba en Bennett ayudando a
resolver las cosas. Morgan y Chase no estaban contentos de que su única
hembra juvenil estuviera rodeada de humanos, pero permitir que Rachel
estuviera en la ciudad era la mejor indicación de que estaban tratando
de llevarse bien con los humanos que vivían en su territorio.

Y Morgan y Chase no la asustaron tanto como Virgil Wolfgard, el


nuevo sheriff de Bennett.

Necesitaban trabajadores en Bennett. Necesitaban gente para


reasentar la ciudad. Más que eso, necesitaban a alguien en quien Virgil
confiara lo suficiente como para no ver a todos los humanos como
enemigos.

—¿Viniste por suministros? —preguntó Rachel—. Podría hacer una

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caja de suministros como latas de frijoles y café y...

Jesse observó cómo la espalda del vestido de Rachel se agitaba


cuando la joven Lobo perdió el control de la forma humana lo suficiente
como para recuperar su cola, que se movía para indicar su deseo de
ayudar. Afortunadamente, la niña estaba frente a Tobias, por lo que no
se dio cuenta.

—Ellen vendrá por suministros mañana. Estoy aquí para hablar con
mi madre —respondió Tobias.

—Bueno.

Cuando no dijo nada, Jesse miró a Rachel.

—Cariño, ¿por qué no terminas de abastecer los estantes? Tobias,


vienes a la trastienda conmigo.

Un pequeño gemido, seguido de un suspiro humano. Es


comprensible que Rachel se sintiera ansiosa cada vez que fuera excluida,
pero la niña necesitaba aprender que a veces otras personas necesitaban
privacidad y no todo era compartido por toda la manada, sin embargo, se
definió “manada”.

—Te ves cansado, hijo. —Jesse presionó su mano contra un lado de


la cara de Tobias.

—Todos estamos dedicando más horas. —Tobias se apoyó contra la


pared—. Muy pocos hombres por la cantidad de tierra que estamos
tratando de cubrir y el ganado que estamos tratando de rastrear.
—Puede haber alivio viniendo.

—Si pueden montar un caballo, los contrataré. Dioses, incluso si no


pueden montar un caballo, los contrataré.

—No pongas la vista demasiado baja. Creo que he convencido a


Tolya Sanguinati de que necesitamos más personas si no quiere que
Bennett se convierta en un pueblo fantasma.

—¿Crees que él estará de acuerdo?

—Creo que lo estará. Pero tendremos que tener cuidado, estar


atentos. —Su mano derecha se cerró sobre su muñeca izquierda—.
Necesitamos a la gente. Necesitamos mantener viva la ciudad. Pero lo que
es bueno para nosotros no será lo único que se baje del tren.

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33
Thaisday, sumor 26

Parlan Blackstone se sentó en una de las mesas del vagón ejecutivo,


jugando al solitario e ignorando las miradas de los hombres que jugaban
póquer en otra mesa. No estaba seguro de que supieran quién era cuando
lo invitaron a unirse a ellos, pero había tenido un mal presentimiento
sobre dos de los hombres y había declinado, alegando que no tenía
mucha cabeza para las cartas.

No le habían creído, pero nadie estaba lo suficientemente borracho,


todavía, como para llamarlo mentiroso.

En la siguiente parada, dejaría el vagón ejecutivo y se retiraría a su


vagón privado. Había esperado jugar algunos juegos durante esta etapa
del viaje para equilibrar el costo creciente de las tarifas del tren, pero los
hombres en el vagón... llevaban trajes caros, pero aún eran matones.

El clan Blackstone podrían ser jugadores y estafadores, pero no eran


matones. No es que se opusiera a la contratación de músculos a quienes
les gustaba el tipo de trabajo que requería nudillos de bronce, o pistolas,
pero el nombre de Blackstone nunca se asoció con esas actividades.

Parlan no miró a los otros hombres, pero sintió un cambio en sus


intenciones. No había nadie más en el vagón ejecutivo. Por los aromas de
perfume en el baño en la parte trasera del vagón, sabía que había una o
más mujeres con los hombres antes de la última parada. Como las
mujeres no estaban en el vagón ejecutivo ahora, habían cumplido su
propósito y ya no las querían.
Se preguntó brevemente si las habían dejado en la última estación
o si las habían arrojado del tren. Tenía la sensación de que al menos uno
de esos hombres encontraría divertido echar a una mujer de un tren en
movimiento. O conveniente. Y tenía la fuerte sensación de que estaban
considerando hacer lo mismo con él después de liberarlo de su billetera
y algunos de sus dientes.

No es que tendrían la oportunidad de liberarlo de nada.

Uno de los hombres se movió en el banco acolchado. Parlan lo


ignoró; no alcanzó la derringer o el cuchillo que llevaba porque en el
mismo momento en que el hombre se levantó, la puerta del vagón
ejecutivo se abrió y dos hombres entraron desde el vagón de pasajeros
regular.

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El primer hombre no miró a los cuatro hombres, pero Parlan sabía
que los había visto a todos. Esos hombres podrían ser matones, pero este
hombre era un asesino frío que realmente disfrutaba de su trabajo.

El hombre asintió a Parlan antes de tomar uno de los asientos de


cuero detrás del banco de Parlan. Escogió el asiento del pasillo, donde
podía ver a los otros hombres, que ya no consideraban interesante a
Parlan.

El segundo hombre se detuvo en la mesa de Parlan.

—No es tu juego habitual.

Parlan levantó la vista y sonrió.

—Hola, Henry. Toma asiento. —Después de que Henry Hollis se


acomodara en el banco frente a él, recogió las cartas y barajó—. No estaba
de humor para mi juego habitual. ¿Qué pasa contigo?

Henry sacó su billetera y dejó un billete de cien dólares sobre la


mesa.

—Un juego de despedida.

¿Eso era todo lo que Hollis iba a apostar? Parlan miró el billete y se
preguntó si Henry había caído en tiempos difíciles.

—¿Despedida? ¿Vas a algún lugar?

—Estoy renunciando a la vida.

Miró a Henry sorprendido.


—¿Qué?

—Es hora de dejar de fumar.

Parlan se dio cuenta de que los cuatro hombres habían notado la


factura que Henry había puesto sobre la mesa y sintió que se
preguntaban cuánto podría llevar Henry. Luego miraron a Judd McCall
sentado en silencio detrás de Parlan.

Mientras esos hombres fueran los primeros en bajar del tren, Henry
estaría a salvo. Nadie más que un tonto se enredaría con Judd.

—¿Por qué renunciar? —preguntó Parlan. Repartió dos manos de


blackjack. Henry golpeó y rompió. Parlan tomó deliberadamente una
carta que también lo puso por encima de veintiuno.

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—¿Has tratado de viajar mucho en el último mes? —Henry miró las
cartas—. Me quedo.

Parlan tomó una carta y ganó esa mano.

—El Noreste y el Sudeste no fueron tan golpeados como otros


lugares, pero las ciudades más grandes en esos lugares seguramente sí
—continuó Henry—. He oído que al menos un tercio de Toland no es más
que escombros y cadáveres. Algunas de las grandes ciudades del Sudeste
no están mucho mejores. La gente que solía buscar un gran juego no está
buscando jugar cartas en estos días. Buscan comprar comida y reparar
sus hogares. Buscan restaurar sus negocios. Se esconden en sus casas
cuando se pone el sol. —Suspiró—. Las prohibiciones de viaje se aplican
estrictamente, al menos para los trenes. Y cualquiera que sea lo
suficientemente tonto como para conducir de noche lleva una pistola
cargada en el asiento a su lado, pensando que, si lo atrapan, una bala en
el cerebro será más misericordiosa que lo que sea que se le haga por lo
que está allá afuera en la oscuridad.

—¿Eso es lo que has escuchado? —Parlan repartió un par de manos


más, sin preguntar si Henry quería golpear o quedarse. No importaba.
Era solo algo que ver con sus manos.

—Estaba en una ciudad del Sudeste jugando en un juego de alto


riesgo cuando los informes de las noticias mostraban todos los
cambiantes muertos que fueron asesinados por los seguidores del
movimiento Humanos Primero y Último. Y todavía estaba en esa ciudad
cuando los Otros tomaron represalias. —La voz de Henry permaneció
tranquila, conversacional, pero cuando miró a Parlan había miedo en sus
ojos—. ¿Viajar de pueblo en pueblo para jugar? Ya no es la forma en que
quiero vivir, principalmente porque me di cuenta de que quería vivir.

—Entonces, ¿qué vas a hacer?

Henry rio en voz baja.

—Mi hermana y su esposo viven en un pequeño pueblo en el lado


occidental del lago Honon. Poseen una tienda general pasada de moda:
el tipo de lugar donde puedes comprar alimentos básicos y una botella
de vino o un paquete de seis cervezas junto con un libro para colorear o
un juguete para los niños, y la esposa puede mirar a través de una caja
de patrones para hacer un vestido nuevo. Incluso tienen pernos de tela y
agujas e hilo y otras cosas para coser. Hace un año querían expandirse,
pero no pudieron obtener un préstamo de un banco. Así que puse el

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dinero y me convertí en un socio silencioso. —Sonrió—. Pensé que estaba
tirando dinero por la ventana, pero ella es mi hermana. De todos modos,
hicieron las renovaciones del edificio, y compraron la mercancía que
querían agregar. ¿Y ahora? Ellos y su anticuada tienda sobrevivieron
cuando los Otros arrasaron con todos los pueblos humanos. Ahora son
un elemento importante en esa parte de su ciudad y necesitan ayuda
para administrar el lugar.

Parlan no se burló, pero le costó mantener su voz cortésmente


interesada.

—¿Vas a dejar de ser un jugador para convertirte en un tendero?

Henry asintió.

—Tomé la decisión antes de que todo... esto... sucediera. Me alegro


de haberlo hecho. Tenía la respuesta de mi hermana en mi bolsillo
cuando compré mi boleto, lo que demuestra que estaba regresando a mi
familia y a un trabajo. No podría haber cruzado de regreso al Noreste sin
esa carta. La vieja vida se fue, Parlan. Los días de poder cruzar el
continente por un capricho no volverán pronto, si es que lo hacen.

Lo recorrió, esa misma sensación que le dijo que un juego se estaba


agriando y que era hora de alejarse de la mesa.

Henry Hollis tenía razón. Toland tardaría años en recuperarse, si


alguna vez volviera a ser lo que había sido. Por las cosas que había
escuchado, Hubb NE era un atolladero de personas desplazadas que
llegaban a esa ciudad en busca de comida y refugio. Las personas
desesperadas y los jugadores profesionales no se mezclaban. ¿Lakeside?
Algo sobre Lakeside y las otras ciudades en esa área siempre lo había
incomodado. No por los Otros. Siempre había evitado con éxito el
contacto con ellos. Pero había tenido la sensación de que había otros tipos
de cazadores en Lakeside que no podían ser desanimados o sobornados,
y que podrían explicar por qué los Blackstone eran jugadores y
estafadores tan exitosos.

Eso dejó a Shikago. ¿Y una vez que había agotado su bienvenida


allí? ¿Y qué?

—¿Dónde te bajas? —preguntó Parlan.

—Shikago es la estación más cercana al pueblo donde vive mi


hermana. Desde allí tomaré un bote. —Henry rio suavemente—. Me han
dicho que es una forma común de llegar a las ciudades a lo largo de los

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lagos. Solo tienes que acostumbrarte a que algunos de los viajeros estén
un poco... furiosos.

Parlan se estremeció. No quería pensar en tener que tratar con los


Otros.

—Bueno, Henry, te deseo suerte.

Necesitamos salir de este vagón. Cuando sentía fuertemente que un


juego iba a salir mal, no ignoraba los sentimientos que surgían de ser un
Intuye.

Parlan recogió las cartas y guardó el mazo en su bolsillo. Empujó el


billete de cien dólares hacia Henry.

—Te lo quedas. —Sonrió—. Estaremos en la próxima estación en


unos minutos. Puedes comprarme el almuerzo.

Vio a Henry abrir la boca, listo para recordarle a Parlan que el vagón
ejecutivo proporcionaba comida como parte del costo del boleto. Entonces
Henry movió los ojos para mirar a los cuatro hombres en la otra mesa.
Parlan asintió.

Los matones vestidos con trajes seguían siendo matones.

Cuando el tren llegó a la estación, Parlan se levantó rápidamente y


se dirigió hacia la puerta con Henry justo detrás de él. No miró hacia
atrás, pero sabía que Judd también se había movido, y cualquier cosa
que se dijera, o se hiciera, alentaría a los hombres a no seguirlo.
—Ven conmigo —dijo Parlan, bajando las escaleras tan rápido que
casi se resbalaba. Estaban en el lado equivocado del tren para ser vistos
por los cuatro hombres o cualquier persona en la estación, pero todavía
se agachó mientras corría hacia su vagón privado. Una vez que estuvieron
adentro, levantó el costado de una de las persianas de la ventana lo
suficiente para ver a Judd salir del tren y entrar a la estación.

No vio a los cuatro hombres que habían estado en el vagón ejecutivo.

Justo antes de que el tren comenzara a salir de la estación, Parlan


escuchó un suave golpe en la puerta de su vagón privado antes de que
Judd entrara, sosteniendo una bolsa de papel.

—Lo mejor que tenían —dijo Judd, sacando sándwiches y botellas


de cerveza de la bolsa. Tomó un sándwich y una botella de cerveza, luego

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se retiró a la silla más alejada de la mesa donde estaban sentados Parlan
y Henry.

—Siempre admiré cómo sabías cuándo evitar un juego —dijo Henry.

Parlan se levantó y cerró la puerta con llave antes de regresar a la


mesa y desenvolver su emparedado.

—Solo soy bueno leyendo los cuentos de otras personas.

—Tu hija era buena leyendo esas cartas de adivinación.

Esa no era la única habilidad de la perra, pero leer esas cartas era
una habilidad que se veía en todas las ferias de cosecha y, por lo tanto,
no era nada extraordinario, nada que pudiera llamar la atención de la
familia.

—Dulce niña —continuó Henry—. ¿Sigue viajando contigo?

—No, ella no ha viajado con nosotros por un tiempo —respondió en


voz baja.

—¡Qué pena! Podría haberle pedido que leyera las cartas y que me
contara mi futuro.

Parlan miró a Henry con ojos fríos.

—Ella perdió la habilidad para ver el futuro.

—Lo siento —dijo Henry—. No me di cuenta...

Se despidió de la disculpa.
—Todas las familias tienen sus problemas. Lo resolveremos. —Le
preguntó a Henry sobre el pueblo donde vivían la hermana y el cuñado,
y desvió la conversación sobre su propia familia, especialmente sobre su
hija desagradecida.

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40
Firesday, sumor 27

Ya malhumorada porque la oficina de correos de Pradera de Oro


todavía estaba cerrada, Abigail Burch regresó a su pequeña tienda y
sintió una disonancia tan severa que comenzó a temblar.

¿De dónde había venido eso? Tenía que encontrarlo antes de que
revelara las protecciones que la habían mantenido a salvo durante los
últimos tres años.

Se acercó a las jarras con aroma a bisonte en la mesa de exhibición.


Lo que parecía una buena idea, usar grasa de bisonte gratis en lugar de
comprar sebo a Floyd Tanner, resultó ser un fracaso espectacular.
¡Incluso los Lobos no querían usar las malditas velas y les gustaba el olor
a bisonte! Y ahora que no se podía desperdiciar nada, tenía que seguir
intentando descargar las cosas sobre los ciudadanos de Pradera de Oro
que se compadecían de ella. Al menos no había tantas velas para vender.

Un escalofrío la atravesó. Había habido una docena de frascos en la


mesa cuando se fue. Ahora había seis más.

Abigail se alejó de la mesa. Esto no debería estar sucediendo. No


podía estar pasando. Nada de lo que había hecho cuando había seguido
los pasos para convertir la grasa de bisonte en velas podría explicar esta
disonancia. Excepto...

No había contado la cantidad de jarras. Había pensado que había


hecho más de una docena, pero cuando regresó de un descanso para
almorzar y no encontró nada más, pensó que se había equivocado. Ahora
había seis velas más en la mesa de exhibición y...

Maldita seas, Kelley. ¿Qué has hecho?

Era posible que Kelley hubiera encontrado las otras velas escondidas
en la sala de trabajo que compartían y las puso sobre la mesa antes de ir
a su reunión con Jesse Walker. Era posible que no hubiera notado nada
malo con ellas.

Kelley no tenía ni idea de muchas cosas, tomando todo y a todos al


pie de la letra. ¿De qué otra forma podría haberlo interpretado tan bien
durante los últimos tres años?

Ella había necesitado un pensamiento para ayudarla a alejarse de


su padre y los planes que él había hecho para ella, y había encontrado el
blanco perfecto. Cuando Kelley la encontró borracha en un callejón y

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pagó por una habitación en una posada y luego se quedó con ella toda la
noche, escuchando su llorosa historia sobre el padre abusivo del que
había huido cuando tenía diecisiete años, y cómo había estado huyendo
durante los últimos dos años, sabía que lo tenía. Quería ayudar a una
damisela en apuros, estaba listo para enamorarse de una chica dulce y
sencilla que solo quería una vida feliz con él.

Ella era muchas cosas. Simple y dulce no estaban entre ellas, pero
era una persona que había perfeccionado por su parte las desventajas
que había jugado con su tío. En ferias o mercados al aire libre, tendrían
una cabina donde intercambiaría piedras genuinas y las reemplazaría
con vidrio mientras hacía una reparación menor en una pieza mientras
ella distraía al blanco con su dulce golpeteo sobre piedras de la suerte y
cómo podía elegir la correcta para esa persona. Y podía elegir
exactamente la piedra correcta para una persona. Esa era su habilidad
particular. Pero podía, y usualmente lo hacía, elegir una piedra que
creara una disonancia que traería a esa persona la mala suerte suficiente
cuando cedía a un impulso y se sentaba a jugar un juego de cartas con
su padre, cuya persona era un jugador de la frontera.

Descubrir que Kelley era orfebre y trabajaba alrededor de las piedras


preciosas fue un enganche inesperado y desagradable en sus planes ya
que necesitaba evitar cualquier piedra que pudiera diluir la energía de
las piedras que guardaba con ella para desviar la mala suerte y crear
prosperidad, pero cuando él dijo que la amaba y que quería casarse, ella
había aceptado, con algunas condiciones.

Se habían mudado tres veces en los tres años que estuvieron


casados, y finalmente se establecieron en Pradera de Oro el verano
pasado. Estaba preocupada por vivir en una ciudad Intuye, pero todos
compraron su personalidad porque Kelley la había comprado. A veces
estaba tan aburrida con Kelley y esta vida que quería gritar, pero su padre
nunca vendría a un pequeño pueblo Intuye en medio de la nada, y eso
significaba que estaba a salvo de él, y a salvo del otro. Así que usaba los
vestidos pasados de moda y leía las cartas del tarot y hacía velas y
jabones que sus vecinos compraban por amabilidad, y evitaba acercarse
a las piedras que Kelley guardaba en la mitad de su cuarto de trabajo
compartido.

Pero ahora había estas velas, esta disonancia.

La puerta de su pequeña tienda se abrió.

Abigail se obligó a sonreír a Rachel Wolfgard.

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—Buenos días, Rachel.

—Buenos días. —Rachel entró en la tienda, cada paso cauteloso la


acercaba a la mesa con las velas defectuosas—. Jesse está teniendo una
reunión en la tienda. Me dijo que tomara un descanso y visitara una
tienda que aún no he visto. No he estado en tu tienda. Vendes velas y
jabón. Los Terráneos usan esas cosas cuando estamos en forma humana.
—Cogió una de las velas del tarro.

—¡No! —gritó Abigail, segura de que todo se arruinaría si esas velas


salían de la tienda.

Rachel saltó, sobresaltada.

—No iba a robar. Tengo dinero, salarios, para comprar cosas


humanas.

Tan pronto como Rachel se alejó del mostrador, Abigail sintió que
podía respirar de nuevo. Levantó una mano en un gesto apaciguador.

—Sabía que no lo ibas a tomar. Pero esas velas son defectuosas. No


deberían haber sido puestas para que nadie las compre. Puedo mostrarte
otras velas.

Rachel retrocedió hacia la puerta.

—No. No necesito una.

Shelley Bookman, la bibliotecaria de la ciudad, entró. Rachel se dio


la vuelta y huyó, corriendo hacia la calle. Gritos y el chirrido de los frenos.
—¡Dioses! —dijo Shelley, de pie en la puerta—. Phil Mailer casi la
golpea. Jesse debería hablar con ella sobre la manera correcta de cruzar
la calle.

Si hubiera tomado una de las velas, Phil no se habría detenido a


tiempo.

Shelley cerró la puerta y caminó hacia la mesa de exhibición.

A Abigail le costaba respirar. Una disonancia en la vida de otra


persona no habría producido este efecto. Esto solo sucedía cuando una
disonancia amenazaba con traer algo oscuro a su vida.

—¿Todavía tienes algunas de esas velas de bisonte? —Shelley dijo


las palabras con el mismo entusiasmo forzado que alguien que se
alimenta con sobras marginalmente comestibles por tercera noche

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consecutiva.

—¡No! —gritó Abigail cuando Shelley recogió uno de los frascos.


Agarró el frasco y lo arrojó al suelo con la fuerza suficiente para romper
el grueso vidrio—. No puedes tener esa. ¡No es adecuada para ti! ¡No está
bien! —Agarró otra vela y la estrelló contra el suelo—. ¡No están bien!

El tercer frasco no se rompió, así que entró en su sala de trabajo,


rebuscó en su caja de herramientas y regresó a la mesa con un martillo.
El aire le quemó los pulmones mientras levantaba cada jarra y la dejaba
en el suelo. Luego agitó el martillo lo suficientemente fuerte como para
romper los frascos. Balanceó el martillo una y otra y otra vez.

Tenía que detener la disonancia, tenía que protegerse. Tenía que…

El martillo aplastó la vela, revelando algo dentro además de la


mecha. Usando el dobladillo de su vestido, Abigail lo sacó. Una piedra
caída no más grande que su uña. Cuarzo.

Sin prestar atención al cristal, aplastó las otras velas rotas y


encontró más piedras caídas. Ágata. Azabache. Cornalina. Hematites.
Turquesa. Podrían haber sido buenas piedras para otra persona, pero
eran piedras malas para estar cerca de ella.

—Dioses encima y por debajo, Abby. —Kelley estaba en la puerta


que conectaba su tienda con la de ella, mirándola—. ¿Qué estás
haciendo?

Ella se giró para mirarlo y sintió que un fragmento de vidrio le


cortaba la rodilla. Pero no sintió dolor. No por el cristal. Sintió rabia ante
este tonto aburrido que había hecho un agujero en sus defensas.

—¿Cómo pudiste hacer esto? ¿Cómo pudiste?

—Pensé... solo algo extra. Una pequeña sorpresa cuando alguien


quemara la vela. No tenías que tocar las piedras. Te desagrada tanto mi
trabajo, me sorprende que incluso te hayas dado cuenta de que faltaban
algunas piedras perdidas del cuenco en mi tienda.

Sabía que estaban en las velas. Las podía sentir.

Kelley vaciló, luego se acercó a ella. Tomó el martillo y la ayudó a


ponerse de pie.

—Estás sangrando. —Sonaba triste, y había algo más en su voz que


ella no reconoció. Algo que no le gustó.

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—Ayudaré a Abigail a limpiar esos cortes —dijo Jesse cuando entró
en la tienda—. Tú limpias el vidrio.

Kelley asintió.

Al recordar quién se suponía que era, Abigail no protestó cuando


Jesse la tomó del brazo y la llevó al baño en la parte trasera de su tienda.
No le sorprendió que Jesse apareciera, pero le hizo la pregunta de todos
modos.

—¿Por qué estás aquí?

—Debido a que Rachel regresó corriendo a mi tienda, demasiado


asustada para tener mucho sentido, seguida por Shelley, quien dijo que
estabas teniendo algún tipo de ataque —respondió Jesse bruscamente.

¿Cuándo se había ido Shelley? ¿Cuando había ido al taller a buscar


el martillo? ¿O Shelley había huido después de que ella comenzara a
romper las velas? No lo había notado, no podía recordarlo.

—Siéntate. —Jesse señaló el baño cerrado. Al abrir la mochila que


ahora era una parte tan estándar del atuendo de Jesse que la gente
apenas lo notaba, sacó el botiquín de primeros auxilios y una botella de
whisky. Vertiendo dos dedos en el vaso de agua que Abigail mantenía en
una repisa sobre el lavabo, Jesse lo sostuvo—. De un trago.

—Se supone que no debo beber —susurró Abigail—. Le prometí a


Kelley que no bebería. —Por supuesto, Kelley había creído que había
estado bebiendo mucho durante dos años antes de que la encontrara y
haciendo algunas cosas malas para pagar la bebida, por lo que hacerle
esa promesa había significado mucho para él.

—Llamaremos a esto medicamento. Si tiene un problema con eso,


puede hablar conmigo.

Se bebió el whisky. Era curioso cómo no sabía tan bien como los
sorbos que tomó con astucia cuando Kelley se fue durante una tarde y
no se dio cuenta.

Jesse no dijo nada mientras lavaba los cortes y aplicaba ungüento


antiséptico y vendajes. Puso todo de nuevo en su mochila antes de
apoyarse contra el marco de la puerta.

—Asustaste tanto a Rachel que corrió hacia la calle y casi fue


atropellada por un coche. Eso fue cruel.

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Lobo estúpido debería haber sido atropellado. No, no pienses de esa
manera. Dulce y simple, Abigail no pensaría de esa manera.

—Lo siento —susurró.

—Siento gente. Así es como se manifiestan mis habilidades Intuye.


Pero nunca he podido sentir una buena sensación de ti. Siempre creímos
que eras una chica dulce y un poco simple, vestirte con esos vestidos
largos que las mujeres usaban en los días de mi abuela y haciendo
jabones y velas. Pero no eres simple, ¿verdad, Abigail? Así es como has
elegido esconderte y es tanto un disfraz como la ropa.

Perra. Siempre había sabido que alrededor de Jesse terminaría el


juego, pero tenía que seguir tratando de resolver el problema hasta que
encontrara una salida.

—No soy brillante. Nunca lo fui. Todos lo decían.

—Cuando tú y Kelley se presentaron el verano pasado, buscando un


lugar para vivir y un lugar para trabajar, les hicimos espacio. Los Intuyes
siempre han intentado hacer espacio a los suyos, ya que a menudo no
podemos sobrevivir en pueblos manejados por humanos que ven
nuestros dones como amenazas. No podía entender por qué querías vivir
en un lugar tan pequeño. Es un orfebre con mucho talento para crear
hermosas piezas de joyería. No iba a obtener mucho trabajo del resto de
nosotros. Nadie aquí es lo suficientemente rico como para comprar lo que
crea. Pero él no era el que quería vivir en un lugar aislado como Pradera
de Oro, ¿verdad? Tú eres quien quería, o necesitaba, vivir en un lugar
donde nadie pensaría en buscarte. —Jesse sonrió sombríamente—.
Nunca te entendí, Abigail. Hasta ahora.
Sonaba como una amenaza.

Jesse se apartó del marco de la puerta.

—Tú y Kelley tiene algunas cosas de qué hablar. Entonces tú y yo


hablaremos.

—¿Acerca de? —preguntó Abigail, fingiendo que no lo sabía.

Jesse salió del baño, dejando que la pregunta flotara en el aire.

Abigail se sentó en el baño durante un minuto, o tal vez una hora.


No lo sabía. Su cuerpo recordaba la sensación de una correa en su
espalda cuando se equivocaba de alguna manera y le daba a una marca
una piedra que traería buena fortuna. Y recordó el miedo que la había
invadido justo antes de tomar la decisión de huir. No podía volver a eso.

46
No lo haría.

Pero hoy Kelley había visto un momento de quién era realmente, y


también Jesse.

Jesse llegó a la acera frente a su propia tienda cuando Phil Mailer,


que no solo era el editor de Prairie Gold Reporter, sino que también dirigía
la combinación de oficina de correos, telégrafo y centro de negocios, la
llamó y cruzó la calle.

—¿Rachel está bien? —Phil se veía pálido—. Dioses, Jesse. Ella


corrió justo enfrente de mí. Casi no me detengo a tiempo.

—Pero te detuviste a tiempo —dijo Jesse—. Ella no sufrió ningún


daño. —No físicamente, de todos modos.

—Pensé que sabía lo suficiente como para no correr hacia la calle


así.

—Hablaré con ella. —Hoy estaría hablando con mucha gente.

—No quiero que Morgan o Chase piensen que fui descuidado con
uno de los suyos. Especialmente... bueno, ya sabes.

Ella lo sabía. Rachel aún no era lo suficientemente mayor como para


buscar pareja, pero era la única hembra sobreviviente de la manada de
Wolfgard que tendría edad suficiente en el próximo año o dos para
aparearse y tener crías. Los dos Lobos dominantes nunca perdonarían a
los humanos en esta ciudad si uno de ellos hería, o los dioses ayudaran,
mataban, a la joven Lobo.

—Se lo explicaré.

Entró en la tienda general. Rachel se apartó del estante donde había


estado almacenando cereal seco, con los ojos color ámbar, aún llenos de
miedo.

—¿Abigail tiene rabia? —preguntó Rachel—. Sabemos sobre la rabia.


Es una enfermedad peligrosa.

—Ella no tiene rabia. —Jesse mantuvo su voz tranquila—. Su cuerpo


no está enfermo. Pero algo la molestó y se portó mal.

47
—Ella no quería que tocara las velas que hizo.

—Tampoco quería que Shelley tocara las velas. —Sabía que estaban
solas, pero hizo una demostración mirando alrededor de la tienda—.
¿Dónde está Shelley?

—Dijo que se iba a casa a cambiarse a calzoncillos limpios, pero no


olía a pipí ni caca.

Era muy difícil de mantener una cara seria cuando la chica decía
cosas así.

—Esa fue una excusa para ir a casa por un tiempo hasta que se
calmara. Abigail también la asustó.

—Es mejor estar cerca de la manada cuando tienes miedo.

Jesse dejó su mochila en el suelo y le dio un abrazo a Rachel.

—Tienes razón sobre eso. —Dio un paso atrás y recogió su mochila—


. ¿Puedes cuidar las cosas aquí afuera? Necesito hacer algunas llamadas
y manejar algunos trámites.

—Necesitas llamar a Tolya Sanguinati —dijo Rachel—. Dijo que no


necesitaba buscarte, pero debes llamarlo tan pronto como hubieras
terminado con Abigail.

Jesse fue a su oficina, que no era más que un rincón de la habitación


trasera que estaba seccionada con tabiques y una larga cortina que
generalmente estaba atada pero que ocupaba el lugar de una puerta
cuando necesitaba algo de privacidad. Encendió la lámpara y miró el
teléfono.

Parte de ella deseaba poder enviar un correo electrónico directo a


Steve Barquero, el alcalde de un pueblo Intuye ubicado en Isla Grande.
Pero no había acceso directo a nadie en la región Noreste. Probablemente
igual de bien. Ella no estaba a cargo de Bennett, no era la líder. Si Tolya
Sanguinati elegía reasentar la ciudad era su elección, no la suya.

Tolya se había hecho cargo de la oficina del alcalde como su lugar


de trabajo, por lo que marcó ese número.

—Tolya Sanguinati.

¿Cuántas personas sentían un escalofrío cuando escuchaban


“Sanguinati”?

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—Soy Jesse. Rachel dijo que llamaste.

—Sí. —Un latido de silencio—. Hemos sido afortunados de que los


jóvenes humanos que vinieron a Bennett para ayudar a clasificar las
posesiones de los antiguos residentes hayan sido cautelosos con los
Terráneos. Agregar demasiados humanos demasiado rápido podría
causar... tensión.

—¿Podría provocar que tu nuevo sheriff o su oficial muerda primero


y haga preguntas después?

—Eso también, pero estaba más preocupado por los Antiguos y si


verían una ciudad llena de humanos como una... invasión.

Jesse apoyó la cabeza en una mano. Los Antiguos habían matado a


todos los hombres, mujeres y niños en Bennett unas semanas atrás.
Podrían y volverían hacerlo si los humanos no eran cuidadosos.

—Todavía necesitamos más personas para clasificar las posesiones;


necesitamos personas para tratar de encontrar a los herederos de
cualquiera que haya dejado un testamento y una última voluntad. Es
necesario que la gente trabaje en los ranchos.

—No estoy en desacuerdo, Jesse Walker, pero he discutido con Virgil


Wolfgard la posibilidad de que más humanos se establezcan en Bennett,
y estamos de acuerdo en que los Antiguos no reaccionarán bien a que
haya más humanos que Terráneos viviendo en la ciudad.

—¿Más Lobos trabajando en las tiendas?


—No. —La voz de Tolya se arrepintió, recordándole a Jesse que había
conocido a Joe Wolfgard, el anterior líder del asentamiento de Terráneos
cerca de Pradera de Oro—. No, no quedan suficientes Lobos dispuestos a
trabajar con humanos. Virgil y Kane están aquí porque el resto de su
manada se perdió. No había razón para que permanecieran en su antiguo
territorio. Otras formas de Terráneos vendrían para llenar los espacios
vacíos, aprender clases de trabajo humano.

—¿Formas tan mortales como los Lobos y los Sanguinati?

—Sí. —Tolya esperó, luego preguntó—: ¿Todavía quieres que


pregunte si puedo hacer arreglos para que más humanos vengan a
Bennett?

¿Lo hacía? La población de Bennett había estado contenida por los

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límites de la tierra arrendada a los humanos y, por igual, por la cantidad
de agua que los Terráneos habían estado dispuestos a incluir como parte
de ese arrendamiento.

—Permíteme revisar mi lista nuevamente. Realmente creo que


necesitamos poblar a Bennett, pero hacerlo por etapas podría ser una
forma más inteligente de hacerlo.

—Muy bien. Esperaré a oír de ti. —Tolya colgó.

Jesse colocó el receptor en la cuna y se echó hacia atrás. Sentía


firmemente que estaba haciendo la elección correcta para Pradera de Oro,
pero no sabía si estaba haciendo una elección para que las personas que
vinieran a Bennett pudieran sobrevivir.

Cuando Abigail salió del baño, el cristal había sido barrido y el suelo
había sido limpiado de cualquier residuo dejado por las velas que había
aplastado. Kelley estaba en la puerta entre sus dos tiendas. Cuando
llegaron por primera vez a Pradera de Oro, se llevaron todo lo que había
disponible para trabajar y para vivir. No podían permitirse el lujo de pagar
dos tiendas, por lo que dividieron el espacio de exhibición de una
colocando una pared y una puerta. La trastienda, que era una sala de
trabajo común, no había sido separada. No necesitaba serlo. Ella se había
alejado de su mitad de la habitación.
—Lamento haberte molestado —dijo Kelley, quedándose en la
puerta—. Esa no era mi intención.

—Lo sé. Kelley...

Él levantó una mano, cortando sus palabras.

—Cuando te pedí que te casaras conmigo, tenías condiciones, una


de ellas es que viviéramos en un pueblo pequeño, cuanto más pequeño
mejor. Así que terminamos aquí. No puede ser mucho más pequeño que
Pradera de Oro. Este lugar te queda bien. Haces tus jabones y velas y no
piensas en cómo apenas lo estamos logrando.

—Estamos bien. —Ella ignoró la forma en que su corazón comenzó


a latir con fuerza en su pecho.

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—Porque reparo joyas que la gente ya posee y hago algunas piezas
económicas que la gente puede comprar para regalos. La mayoría de las
veces nos las arreglamos porque hago trabajos extraños para cualquiera
que necesite un par de manos extra y recojo suficiente dinero para pagar
nuestras cuentas y comprar la comida.

Abigail parpadeó como si parpadeara para contener las lágrimas.

—¿Necesitamos más?

—Yo sí. —Kelley miró hacia otro lado—. Sí, Abby, yo sí. Soy un
orfebre. Me encanta trabajar con piedras preciosas y metales. No me
importa echar una mano a mis vecinos cuando sea necesario, pero sí me
importa que no pueda hacer el trabajo que amo. Especialmente ahora.

¿Por qué ahora? Ella sabía por qué. Ese momento en que dejó de
jugar a la dulce Abigail y arremetió contra él había destrozado la ilusión,
había sido el momento en que sus habilidades Intuye habían comenzado
y se dio cuenta de que habían jugado con él.

—Necesitan a alguien para hacerse cargo de la joyería en Bennett —


dijo Kelley—. Necesitan a alguien para evaluar todas las joyas de las
casas, hacer un inventario. A cambio de hacer ese trabajo, me darán la
tienda, que tiene un taller en la parte trasera donde puedo hacer mis
propios diseños nuevamente. Le dije a Jesse que tomaría el trabajo.

—¿Qué? ¿Cómo pudo ofrecerte eso? ¿Cómo puedes aceptar sin


hablar conmigo? —Desempeña el papel. Si no dejas que el personaje se
rompa, aún podrías convencerlo de que fue solo un destello de ira y no una
revelación—. ¿Cuándo se lo dijiste?
—La llamé mientras estabas en el baño.

¡Maldición! Si no se hubiera demorado en el baño, podría haber


evitado que llamara, o al menos haber retrasado su decisión hasta que
pudiera decidir qué hacer. Lo que no podía hacer era quedarse aquí sola.
Ahora que Jesse le había dicho que no era lo que pretendía ser, no podía
interpretar a la triste y dulce Abigail que estaba desconcertada por Kelley
al dejarla.

Por un momento, consideró si podría engatusar a Tobias Walker y


vivir en el rancho, pero hacer esa jugada le daría a Jesse una razón aún
mayor para examinar todo lo que dijera e hiciera a partir de ahora. No,
necesitaba alejarse lo más posible de Jesse Walker, y ahora eso
significaba abandonar Pradera de Oro.

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—¿Puedo ir contigo? —preguntó en voz baja.

Él dudó. Eso no estaba bien. Finalmente dijo:

—Es Bennett, y habrá todo tipo de personas allí. Es el tipo de lugar


que querías evitar antes.

—Pero ahora todo es diferente. Un nuevo comienzo para los dos. —


Dio un paso hacia él—. Una aventura.

Otra duda.

—Creo que debes hacer lo mejor para ti ahora, y yo haré lo mismo.

Kelley regresó a su lado del edificio y cerró la puerta.

Abigail volvió corriendo al baño. Agarrando el lavabo, dejó caer las


lágrimas de enojo.

¡Maldita sea Kelley por poner esas piedras en las velas! Si no hubiera
hecho eso, no habría habido ese momento revelador.

Ahora no había más opción que ir con él a Bennett. Tal vez, una vez
que estuvieran lejos de Pradera de Oro, podría revertir los efectos de la
disonancia al menos hasta que descubriera qué hacer.
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Earthday, sumor 29

Abigail lavó los platos de la cena, su mente daba vueltas.

Kelley apenas había hablado con ella desde Firesday, no la había


tocado cuando se acostaban, a pesar de que trataba de alentarlo de la
manera tímida típica de la dulce Abigail. Había pasado ayer empacando.
Phil Mailer y Shelley Bookman lo ayudaron a empacar su tienda, lo cual
no tardó mucho. Tenía algunas gemas sueltas, así como las piedras
semipreciosas que estaban principalmente en el recipiente que había
guardado en el mostrador cerca de la caja registradora. Tenía algo de oro
y plata para crear sus propias piezas. Y tenía sus herramientas.

Por la tarde, había llenado una caja con los libros que disfrutaba y
que no le atraían. Empacó su ropa; incluso lavó lo que había en la
lavandería en lugar de pedirle que lo hiciera. No es que no lavara la ropa
a menudo, pero cada tarea que hacía por sí mismo parecía llevarlo más
lejos de ella.

No estaba tomando ningún mueble. No es que hayan llegado con


mucho: una cama y una cómoda, una mesa redonda de cocina y dos
sillas, una estantería. Las ollas y sartenes y la caja de platos no
coincidentes que habían usado desde su llegada a Pradera de Oro se
habían comprado en la tienda de artículos usados. El sofá de dos plazas,
la mecedora, la mesa de centro y las lámparas de la sala de estar se
habían comprado en las ventas de casas y jardines en Bennett y se
habían llevado de vuelta a Pradera de Oro en la camioneta de Tobias
Walker.
No habían comprado nada nuevo, excepto algunos libros y ropa que
debían reemplazar cuando las cosas se desgastaban o tenían que
comprar para adaptarse al clima. La dulce Abigail no se habría
preocupado por las posesiones. Además, a pesar de la licencia de
matrimonio y la banda de oro que ella había tolerado porque era un
orfebre y había tenido que usar algo, sabía que esto era temporal. Que
hubiera durado tres años fue la gran sorpresa. Había estado huyendo
durante una semana cuando encontró a Kelley, no los dos años que le
había dicho, por lo que tenía diecisiete años cuando se casaron, menos
de la edad para casarse sin el consentimiento de los padres. Entonces,
de todos modos, era posible que no estén legalmente casados.

No era algo que pretendiera admitir a menos que funcionara a su


favor.

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Terminó los platos y entró en la sala de estar. Kelley se sentaba en
la mecedora, leyendo. ¿Era significativo que hubiera elegido la mecedora
en lugar del sofá de dos plazas, donde ella podría haberse acurrucado
contra él?

Encaramada en el borde del sofá de dos plazas, dijo:

—Me gustaría ir contigo, si todavía estás de acuerdo conmigo en que


lo haga.

Kelley cerró el libro pero mantuvo el dedo entre las páginas, una
señal de que esto sería una interrupción temporal.

Cuidar de ella seguía siendo un hábito, pero si no lo convencía


pronto de que seguía siendo la chica que él había rescatado, cualquier
cosa que sintiera por ella se rompería por completo.

—Está bien —dijo finalmente—. Tobias me recogerá por la mañana,


por lo que tendrás que estar preparada si vienes conmigo.

—¿Tan pronto? —Había empacado todas sus posesiones y estaba


claramente listo para partir. Ella no había esperado que sucediera tan
rápido. No había esperado que él quisiera dejarla tan rápido.

Él asintió.

—Si no estás lista, puedes venir la próxima vez que alguien viaje a
Bennett y tenga la habitación.

No estaba ofreciendo esperar un día extra, no estaba ofreciendo


ningún tipo de ayuda. No estaba bien.
—¿Les dijiste que querías una casa? —preguntó. Había mencionado
que la vivienda venía con el trabajo, ya sea una casa real donde tendrían
que pagar los servicios públicos y los impuestos, o un apartamento que
incluía servicios públicos donde pagarían el alquiler y el teléfono.

—No les di una decisión todavía. Me quedaré en el hotel por unos


días. Me han dicho que todos lo hacen. Las personas que trabajan para
limpiar los lugares tienen un edificio de apartamentos libre de bienes, o
los empujan a un par de apartamentos para permitir que los residentes
se muden al resto de las unidades. Y se están limpiando casas, pero es
mucho trabajo. Se espera que todos los que entren ayuden a algunos con
la limpieza. Una o dos horas cada día, junto con cualquier trabajo que
tome. —Pausó—. Cualquier persona con una casa podría tener que
acoger a un huésped.

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—Oh, no quisiera un extraño en mi casa —dijo Abigail rápidamente.

—Eso es parte del trato.

Extraños a cada paso. Peligro a cada paso. Y Kelley sonaba tan


distante en lugar de protector.

—Será mejor que termine de empacar. —Entró en el dormitorio y


cerró la puerta tan silenciosamente como pudo. Luego sacó la caja que
contenía dos barajas de cartas del tarot. Le había dicho a Jesse que una
cubierta había pertenecido a su abuela. Ella había tenido una abuela.
Todos la tenían. Nunca había conocido a su vieja abuela, pero la amable
mujer que le había enseñado un poco sobre la lectura de las cartas había
tenido la edad suficiente para ser la abuela de alguien.

Había robado las cartas porque la mujer se había negado a leer las
cartas para Abigail la noche antes de que el clan Blackstone se fuera de
la ciudad, había afirmado que había leído sobre Abigail más temprano
ese día y las cartas habían revelado que Abigail no estaba interesada en
dar una lectura honesta, solo en saber lo suficiente como para hacer que
la gente creyera que lo que ella les decía era verdad.

La perra merecía que le robaran su precioso mazo de cartas.

Dejó las cartas a un lado y abrió la bolsa de terciopelo. Vertió las


piedras sobre la cama, luego las recogió, una por una. Ágatas y jaspe.
Onyx y jet. Piedras para poder y oportunidad. Piedras para la prosperidad
y la suerte. Piedras para protección. Había pasado un año reuniendo esta
combinación de piedras que resonaron exactamente de la manera
correcta con ella y entre sí, formando un velo de seguridad. Las piedras
le habían dado esa pequeña oportunidad de escapar antes de que su
padre se la diera a Judd McCall como “esposa”, le había traído la suerte
de cruzarse con Kelley la noche en que se había emborrachado
estúpidamente, habían ayudado a que las cosas encajaran para llevarla
a Pradera de Oro, un lugar en el que su padre nunca pensaría buscarla.

Pero esas piedras disonantes que Kelley había puesto en algunas de


las velas del tarro habían rasgado el velo de seguridad que sus piedras
habían creado a su alrededor. Oh, sus piedras seguían funcionando,
todavía estaban en resonancia con ella, pero habría una lágrima ahora,
ése poco de energía oscura que se aferraría a ella, que atraería otros tipos
de oscuridad.

Manejó cada piedra antes de volver a ponerla en la bolsa. Luego

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recogió su mazo de cartas del tarot. Pero no desenvolvió la bufanda de
seda que mantenía a su alrededor.

¿Qué pasa si las cartas indicaban que no debería irse? ¿Qué pasaría
si le indicaran que debería irse, pero el peligro estaría esperando?

Por supuesto que estaría esperando. Tarde o temprano, su padre la


encontraría y la mataría si no podía devolverla a su control. El clan
Blackstone no toleraba que nadie susurrara sus secretos, especialmente
uno de los suyos.

Sin elección. Realmente no. Iría con Kelley y esperaría que no la


encontraran por mucho, mucho tiempo.

Suspirando, guardó los mazos de cartas y la bolsa de piedras en la


caja, buscó su maleta y empacó lo que no quería dejar.
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Windsday, sessis 1

Jana Paniccia abrió la botella de vino y llenó un vaso de agua.


Emborracharse no era la respuesta. Gastar dinero en vino en lugar de
comprar comida no era la respuesta.

Pero, ¿cuál era la... maldita... respuesta?

—Bastardos insufribles. —Se tragó demasiado vino y se atragantó


un poco—. “Demasiada agitación en el mundo en este momento, señora
Paniccia”. —Imitó perfectamente la voz cursi y la actitud engreída del
administrador que dirigía la academia de policía de Hubb NE—. “No
puedo balancear el bote ahora y alterar el status quo”. Status quo, mi
trasero. —Jana agitó el vaso en un gesto de barrido—. Deberías estar
agradecido de que alguien quiera ser policía en este momento. ¿Defender
la ley y el orden? Tú y mi tía abuela Fanny. —Ese había sido uno de los
dichos de Martha. Jana nunca había sabido lo que significaba, pero se
ajustaba a la ocasión.

La academia había tomado la matrícula y las tasas lo


suficientemente rápido. Los instructores la habían dejado tomar las
clases, y tomar los moretones, tanto físicos como emocionales, que los
otros cadetes repartieron porque se había atrevido a querer trabajar en
un campo que era exclusivamente masculino.

Más pequeño no significa incompetente. ¿No tan musculoso? ¿Y


qué? Ella tenía cerebro y quería esto. No había querido ser otra cosa que
policía desde que podía recordar.
—Estás romantizando el trabajo, cariño —le había dicho pops—. Has
leído demasiadas historias sobre la frontera y un tipo de ley que no existía
incluso entonces.

—¿Entonces debería ser camarera o secretaria?

—No dije eso. Eliges un camino difícil y no hay certeza de que


triunfarás. Pero si eso es lo que quieres, le das todo lo que tienes. Si el
entusiasmo y la actitud pueden compensar que seas una chica en un
campo dominado por hombres, entonces, por Dios, lo lograrás y llevarás
esa insignia con honor.

Había sobrevivido a la pérdida de las personas que amaba. Había


sobrevivido a la academia. Pero había agotado sus ahorros, y no quedaba
casi nada. No había esperanza de un trabajo como oficial de policía, a

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pesar de sus calificaciones. Y con todos en Thaisia tambaleándose por la
matanza de humanos de Terráneos en todo el continente, no estaba
segura de que hubiera mucha esperanza para nada.

Se sentía un poco mareada por el vino y la falta de comida cuando


sonó su teléfono móvil. No reconoció el número, pero era un código de
área de la Región Noreste. Tenía que ser así ya que las llamadas ya no
podían cruzar las fronteras regionales.

—¿Hola?

—Tengo un mensaje para la persona en este número de teléfono. —


Una voz masculina.

—La encontraste.

—¿Tienes algo que ver con la policía? —preguntó.

—¿Esto es una broma?

—No. Esto es... el mensaje era críptico, pero creo que pronto se
presentará una oportunidad para trabajar en la aplicación de la ley. Una
insignia. Un revólver de seis tiros. Colinas. Si esto significa algo para ti,
ve a Lakeside tan pronto como puedas.

—¿Y hacer qué? ¿Ir a cada estación de policía preguntando si puedo


tener un trabajo?

La mano de Jana se apretó alrededor del teléfono.

—¿Quién te puso en esto?


—No las estaciones de policía. Ve al Courtyard. Ese fue el mensaje.

—¿Quién te dio este mensaje?

—Eso es confidencial y, como dije, críptico. Pero la última


información fue este número de teléfono. Eso es todo lo que puedo
decirte, excepto... si vas, ve mañana. En autobús. Si tomas el tren, no
llegarás a tiempo.

¿A tiempo para qué?

—Espera. Espera. ¿Quién eres?

Ya había colgado.

La mano de Jana tembló cuando terminó la llamada. Tenía que ser

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una broma, alguien la estaba engañando. Sus compañeros de clase muy
probablemente. Los dioses solo lo sabían, no tenía mucho que llevar con
ella. Un boleto de autobús a Lakeside, con el cargo adicional por el
equipaje, le dejaría con apenas el dinero suficiente para alquilar una
habitación por una semana, y solo podría hacerlo si escaseaba la comida.
Si fuera, quedaría varada en una ciudad desconocida, y sus compañeros
de clase, que deberían haber sido sus colegas, se reirían de Jana.

Pero, ¿y si no fuera una broma?

Revisó el registro de llamadas recientes en su teléfono, anotó el


número de la última llamada y luego intentó llamar. Sin respuesta. Eso
no la sorprendió.

Jana colocó el teléfono sobre la pequeña mesa en la cocina de su


habitación alquilada, luego fue a una de las cajas que contenían los libros
de los que no quería separarse, los que eran sus favoritos, su consuelo.
Miró las portadas de las historias fronterizas que habían pertenecido a
pops o que Martha y pops le habían dado a lo largo de los años. Sacó
algunos de la caja, luego miró la portada del siguiente… la historia
fronteriza a la que pops había vuelto una y otra vez.

El fondo era un paisaje de colinas escarpadas a diferencia de todo lo


que ella sabía. El foco principal de la portada era una insignia de sheriff
y un revólver de seis tiros.

Jana se estremeció.

Después de que los compuestos donde vivían los profetas de sangre


fueron expuestos como poco más que prisiones donde las niñas fueron
entrenadas y luego explotadas por su capacidad de hablar profecías
cuando les cortaban la piel, los funcionarios del gobierno y las fuerzas
del orden se habían apresurado a encontrar más información sobre estas
chicas. Esa no fue una tarea fácil porque la Terráneos había recogido a
las chicas que habían sobrevivido al ser expulsadas de los complejos para
ocultar lo peor de lo que se les estaba haciendo. Entonces, el instructor
que había hablado con su clase sobre las Cassandra de sangre no había
podido contarles todo eso, excepto decir que la profecía podía ser críptica,
a menudo revelada en imágenes que no tenían sentido.

La persona que llamó dijo que le habían dado un mensaje críptico


que incluía su número de teléfono.

¿Qué pasa si la llamada telefónica no era una broma?

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Había dado vueltas y tenía la actitud suficiente para defenderse y
ser policía. Y no tenía nada que perder.

Jana vertió el resto del vino en el fregadero, lavó el vaso, luego sacó
sus dos maletas y las empacó para poder llegar a la estación de autobuses
con las primeras luces.

Para: Tolya Sanguinati, urgente

Recibí tu solicitud de trabajadores que estén dispuestos


a migrar a Bennett. El Courtyard de Lakeside llevará a cabo
una feria de trabajo y entrevistará a personas e Intuyes de
Vida Simple para los puestos que indicaste que eran los más
urgentes para ocupar. Puede haber algunos Terráneos que
también viajarán a Bennett. La feria se llevará a cabo desde
messis 6 hasta messis 8.

Te enviaremos la lista de empleados potenciales para que


sepas qué esperan los humanos y qué trabajos pueden hacer.

—Vlad
60
Firesday, messis 3

El alivio llenó a Tolya mientras leía el correo electrónico de Vlad


Sanguinati. No sabía cuántos humanos llegarían o qué profesiones
llenarían, pero esto demostraría a Jesse Walker que se había tomado en
serio sus preocupaciones. Y equilibraría la invitación que le había pedido
a los Elementales que enviaran a los Terráneos que viven en el Medio
Oeste para venir a Bennett y participar en una comunidad mixta. Aquí
ya había varios guardias cambiaformas, junto con los cinco Sanguinati
que se habían unido a él desde Toland, pero se necesitaría más Terráneos
para evitar que los Antiguos reaccionaran severamente a la afluencia de
humanos.

Llamó a Jesse Walker, garabateando en un bloc de mensajes


mientras escuchaba el timbre del teléfono. Garabatear era una nueva
actividad humana, una que encontró sorprendentemente agradable.
Llenó la parte superior del papel con rayitas cruzadas antes de que una
voz femenina dijera:

—La tienda general de Walker.

—Buenas tardes, Rachel. Soy Tolya Sanguinati. ¿Puedo hablar con


Jesse Walker?

—¿Estás seguro que quieres?

Ya no.

—¿Hay alguna razón por la que no quisiera hablar con ella?


—Está gruñendo en el papel. No sé por qué. Bueno, un trozo de papel
le cortó el dedo y dijo palabras que se supone que no debo aprender. Le
ofrecí morder el papel porque tengo mejores dientes, pero ella dijo que no
necesitaba ayuda. Estaba en una escalera, sacudiendo los estantes
superiores de la tienda. Por eso sonó y sonó el teléfono.

Eso tenía sentido, excepto que estaba bastante seguro de que Jesse
Walker también tenía un teléfono en la trastienda, donde,
presumiblemente, su escritorio para el papeleo estaba situado. ¿Podría
estar tan herida que no podría contestar el teléfono? ¿O estaba ignorando
la cosa?

Un poco de ruido de fondo, entonces Rachel dijo:

—Es Tolya Sanguinati. Quiere hablar contigo.

61
—Señor Sanguinati —dijo Jesse una vez que el teléfono se
intercambió de manos.

Ella sonaba arrinconada. No. ¿Estresada? La presa era tan difícil de


medir con solo una voz que llegaba por los cables.

No presa. No comestible. Pero la cortesía que no escuchó en su voz


sugirió que debería saltarse las palabras de ida y vuelta que generalmente
iniciaban conversaciones con humanos.

—El Courtyard de Lakeside realizará una feria de trabajo la próxima


semana. Esperemos que los nuevos ciudadanos comiencen a llegar a
fines de la próxima semana y principios de la semana siguiente. No sé
cuántos encontrarán que consideren adecuados, pero intentarán
encontrar a los humanos...

«Tolya» llamó Virgil. «Te necesitan afuera. Ahora».

—… indicaste que eran una prioridad —finalizó.

Un latido de silencio.

—Gracias. —Jesse suspiró—. Gracias.

Su alivio sonó excesivo y quiso preguntar qué estaba mal, pero


Stazia Sanguianti, quien era la gerente del banco, dijo:

«¡Tolya! ¿Qué debemos hacer?».


—Tengo que irme. Llamaré con más información cuando la tenga. —
Colgó y salió rápidamente de su oficina. «¿Virgil? ¿Dónde...?».

«Plaza de la ciudad, en la fuente. Barbara Ellen también está allí».

«¿Quién más está allí?».

En lugar de responder la pregunta, Virgil dijo:

«Date prisa». La oficina del alcalde daba a la plaza, pero los árboles
le impedían ver la fuente. Abrió la ventana, cambió a su forma de humo
y fluyó por el costado del edificio y cruzó la calle, moviéndose a una
velocidad que no podía igualar en su forma humana.

Tan pronto como vio la fuente, y las dos hembras, una de las cuales

62
era Barbara Ellen, se detuvo para evaluar el peligro. Virgil estaba allí en
forma humana, Kane en forma de Lobo. Stazia estaba en forma humana.

Isobel, que estaba a cargo de la oficina de correos, era una columna


de humo parcialmente oculta por uno de los árboles.

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó Barbara Ellen a la mujer que


estaba bebiendo agua de las manos ahuecadas—. ¿Has comido algo? —
Una vacilación—. ¿Entiendes mis palabras?

Esa fue una buena pregunta. La hembra era Terranea. Eso fue lo
que Tolya sintió. ¿Pero la forma? Algo peligroso. Algo letal incluso para el
resto de ellos. Algo que incluso Virgil había dudado en enfrentar, a pesar
de que otro Lobo y dos Sanguinati lo apoyaban.

Tolya cambió a su forma humana, el movimiento atrajo la atención


de la hembra. Cuando ella se enderezó y se volvió para mirarlo, y
repentinamente aparecieron mechones negros en su cabello dorado, azul
y rojo, sintió la desagradable sensación de estar realmente asustado.

Cosechador. Jinete de la Peste. Una forma rara de Terráneos que, en


su mayor parte, era solitaria porque era muy mortal. Cuando el cabello
de un Cosechador se volvía completamente negro, él o ella podían matar
a otra criatura con solo una mirada. Los Sanguinati vivían
principalmente de sangre tomada de sus presas. Un Cosechador tomaba
la energía vital de la presa, convirtiendo los órganos en lodo negro.

Parecía lo suficientemente humana como para pasar por humana a


distancia, si su cabello no se enrollaba y cambiaba de color en el
momento en que la vieran. Pero sus ojos eran negros o marrón oscuro
para no hacer ninguna diferencia. Eso y una cualidad salvaje que ningún
humano podría igualar significaba que, de cerca, ella nunca pasaría por
humana.

¿A cuántos humanos había matado antes de haber aprendido la


forma tan bien? Vestía una mezcla de ropa que se parecía más a capas
de trapos… y parecía medio hambrienta.

Se movió hacia la Cosechadora, dándole una razón para


concentrarse en él.

Sabía que Virgil estaba tenso, esperando el momento en que pudiera


correr hacia Barbara Ellen y sacarla del peligro inmediato.

La Cosechadora debe haber sentido la tensión en el Lobo, porque se


volvió para mirar a Virgil, y su cabello cambió a grandes mechones de

63
rojo y negro con hilos de oro y azul.

—Aléjate de ella —dijo la Cosechadora.

¿Protectora? Barbara Ellen era una mujer adulta, pero había algo
hinchable y cachorro en ella que tiraba de los instintos protectores.
Simplemente no había considerado que esta mujer respondería de la
misma manera.

—No quiere hacerle daño —dijo Tolya—. Él es el sheriff. Eso significa


que ella está bajo su protección. Y mía. —Lanzó una mirada más allá de
la Cosechadora —. Barbara Ellen, por favor ve con Isobel.

—No. —Más cabello de la Cosechadora se volvió negro.

Tolya se tragó su frustración. Si todos sobrevivieran este día, le diría


algunas palabras fuertes a Barbara Ellen Debany acerca de acercarse a
extraños que, obviamente, eran más que un poco extraños.

—El señor Sanguinati es el líder de la ciudad y mi jefe —dijo Barbara


Ellen—. Debería hacer lo que me pide.

Su expresión decía que no entendía por qué él estaba actuando así...


bueno, no sabía cuál sería el término humano que coincidía con su
expresión, pero estaba seguro de que no sería halagador.

—Si desea uno de los canarios, podría traer uno a donde quiera que
se encuentre —dijo Barbara Ellen.

La Cosechadora se volvió para mirar a la chica.


—¿Esto es comida?

Los ojos de Barbara Ellen se ampliaron.

—No. Un canario es un pájaro amarillo que canta. Pensé que te


gustaría uno para la compañía mientras estés aquí.

—Compañía.

La palabra se pronunció suavemente, pero Tolya de repente supo lo


que había traído a esta mujer a Bennett. ¿Cuánto coraje había necesitado
Simon Wolfgard, el líder del Courtyard de Lakeside cuando Tess había
aparecido buscando compañía, un lugar al que pertenecer? ¿Y él, Tolya,
tenía tanto coraje? No había Jinetes de la Peste en Toland. O no había
habido antes de que los Antiguos y los Elementales desataran su furia en

64
las ciudades controladas por humanos.

—¿Buscas empleo? —preguntó Tolya.

—Sí —respondió—. Escuché... palabras. Seguí las palabras aquí.

¿Hasta qué punto habían arrojado los Elementales su solicitud de


que Terráneos vinieran a Bennett? Obviamente lo suficientemente lejos
como para que una Cosechadora haya escuchado y respondido.

—Vamos a mi oficina y discutiremos qué tipo de trabajo te gustaría


hacer —dijo Tolya.

La Cosechadora dio un paso hacia él y luego se volvió hacia Barbara


Ellen.

—Me gustaría un pájaro amarillo que canta. Para la compañía.

Barbara Ellen sonrió.

—Seleccionaré uno para ti y te lo traeré... —dudó.

—Te haré saber dónde llevar el pájaro —dijo Tolya. Extendió su


brazo en dirección al edificio del gobierno—. Mi oficina es por allí.

La Cosechadora lo siguió, las rayas negras cambiaron a simples


hilos en el oro que supuso que era su color base. Miró por encima del
hombro y descubrió los dientes.

—El Lobo morderá a la humana Barbara Ellen.


Tolya miró hacia atrás. Virgil había cerrado la distancia y ahora
estaba de espaldas a ellos, bloqueando su vista de Barbara Ellen y su
vista de uno de los depredadores más feroces de Namid.

—No, no lo hará —dijo Tolya. Sospechaba que Virgil haría un


montón de gruñidos que mostrarían sus dientes, pero no los usaría. No
sobre Barbara Ellen.

Aun así, no había razón para arriesgarse.

«Isobel, quédate con Barbara Ellen hasta que esté disponible para
hablar con ella».

«Lo haré. Virgil está enojado».

No había esperado nada diferente.

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—Soy Tolya Sanguinati —dijo mientras él y la Cosechadora
cruzaban la calle—. ¿Cuál es tu nombre?

—Scythe.

Bendita Thaisia.

—Bienvenida a Bennett. —Abrió la puerta del edificio del gobierno—


. Veamos qué podemos hacer para encontrarte trabajo.

Virgil esperó hasta que Tolya se hubiera perdido con la Jinete de la


Peste. Luego agarró uno de los brazos de Barbara Ellen y la llevó a la
cárcel. Tiró y tiró, finalmente dándose cuenta de que había hecho algo
mal. Ella gritó y le ladró a él. Ignoró los gritos y los gemidos, contento de
ver a Kane corriendo delante de él y cambiando a una forma humana
para abrir varias puertas en la oficina del sheriff.

—No debería estar desnudo en público —dijo Barbara Ellen,


tomando un descanso de los gritos y gritos de Virgil que la llevaba a la
cárcel.

—Virgil —advirtió Isobel.


Ignoró a Isobel también. Barbara Ellen tenía demasiados lazos con
el Courtyard de Lakeside para que él hiciera lo que debía hacer, lo que la
iba a obligar a bajar hasta que mostrara su barriga en sumisión. Pensó
que, para un humano, esto sería lo más cercano.

Él la agarró del otro brazo y la levantó hasta que ella trotó de


puntillas y demasiado desequilibrada para darse cuenta de lo que
pretendía hasta que la metió en una de las celdas y cerró la puerta.

Lo miró, sorprendida.

—¿Me estás arrestando? ¿Por qué? ¿Ser cortés?

—¡Eres como un cachorro que intenta hacerse amigo de una


serpiente de cascabel!

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Ella parpadeó.

—¿Es una de las Snakegard?

—No, ella no es Snakegard.

—Entonces por qué dijiste…

—¡Ella es peligrosa! —Las palabras salieron como un aullido


enojado. Fue bueno que ella estuviera en la celda. Los barrotes le
impedían morderla.

—Pensé que era alguien como Tess —dijo Barbara Ellen—. Me refiero
a su tipo de Terráneo. Y Tess no es peligrosa. —Su frente se arrugó—. A
menos que alguien la haga enojar. Mi hermano me dijo varias veces que
me fuera si Tess se enojaba.

¿Qué se suponía que debía hacer con un humano que pudiera


reconocer a un Cosechador y que aún no entendiera que estaba tratando
con un depredador mortal?

Mantenerla aquí y dejar que Tolya se encargue de ella, eso es lo que


él podría hacer.

Virgil miró a Isobel, que lo había seguido hasta el bloque de celdas.

«¿Puedes encontrar algo que la mantenga ocupada mientras está


aquí?».

«Encontraré algo», dijo Isobel.


Salió con el Sanguinati, cerrando la puerta del bloque de celdas para
amortiguar el nuevo llanto.

Tolya miró a Scythe.

—¿Quieres dirigir un bar? ¿Del tipo que habría estado aquí cuando
Bennett era una ciudad fronteriza?

—Sí.

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—¿Por qué? ¿Cómo sabes acerca de un lugar así?

—Mi… tipo… he cazado en esos lugares desde que los humanos


llegaron por primera vez a esta parte de Thaisia. Me gustan las historias
sobre los viejos tiempos. Pensé que este lugar podría… —Miró a su
alrededor, decepcionada.

Incluso entre el resto de los Terráneos, se sabía muy poco sobre los
Cosechadores. Scythe parecía estar en sus veintes, pero podría haber
tenido cien. Por lo que había dicho, no había tenido una educación formal
centrada en el ser humano, pero había aprendido a leer y hacer sumas y
había escuchado las historias de enseñanza que eran el conocimiento
acumulado de su especie.

Y había aprendido a adoptar la forma humana para enmascarar su


verdadera forma, fuera lo que fuese.

No dudó por un segundo que nada más que otro Cosechador podría
mirar esa verdadera forma y sobrevivir, las posibles excepciones son los
Elementales y los Antiguos, y no estaba seguro de los Antiguos.

Inclinándose hacia adelante, Tolya descansó sus manos sobre el


escritorio.

—Entonces quieres dirigir un bar anticuado. ¿Con… chicas?

—Sí.

—Para... ¿aparearse? —Las prácticas de apareamiento humano eran


muy diferentes de las de los Terráneos, pero encontró la idea de traer
hembras humanas a Bennett y permitir que fueran… utilizadas…
extremadamente desagradables. Tal vez algunas hembras disfrutaran el
apareamiento con varios machos, pero si los machos no fueran un grupo
unido de algún tipo, no trabajarían juntos para criar a los jóvenes que
vinieran de ese tipo de apareamiento, por lo que no entendía el punto de
ese tipo de comportamiento por parte de la hembra. No era práctico.

—No —dijo Scythe fríamente—. Quiero dirigir un bar, no un burdel.


Las chicas bailaban y hablaban con los clientes. Cantaban para
entretener. Cualquier macho que intentara tener más que eso…

Ella sonrió, y algo en sus ojos negros le dijo a Tolya que los hombres
que intentaran tener más de repente no tendrían suficiente energía para
salir por la puerta solos, y mucho menos hacer cualquier otra cosa.

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Un terreno de caza, y no solo para Scythe, que podría tomar un
pequeño sorbo de energía vital de muchas personas en lugar de drenar,
y matar, una persona. Los Sanguinati también podrían ayudar a
mantener la calma. No tenían que morder para alimentarse. En su forma
de humo, podrían extraer sangre a través de la piel de su presa.

—No he leído historias sobre pueblos fronterizos —dijo Tolya. Era


un agujero en su educación que tendría que remediar rápidamente. Le
pediría a Jesse Walker que le recomendara libros. Debería poder
encontrar sus sugerencias entre los libros en las casas o en la librería o
biblioteca, que todavía estaban cerrados porque no podían prescindir de
nadie para que trabajara en esos lugares—. ¿Qué más hacían los
humanos en ese salón?

—Jugaban juegos con cartas. Por lo general por dinero. A veces un


humano engañaba y había peleas. Eso no lo permitiré.

Lo que significaba que el bar de Scythe podría ser un lugar donde la


gente de Vida Simple que estaría trabajando en los ranchos podría venir
y socializar y no ser presa de otros tipos de humanos.

—Creo que conozco un lugar que te convendría —dijo Tolya—.


Incluso hay una suite en el segundo piso para el propietario y una
pequeña oficina en la planta baja.

Ella lo miró.

—Sugeriría que uses un nombre artístico para tus negocios con


humanos. —Él sonrió, mostrando un toque de colmillo—. Con los
humanos, hay demasiada honestidad.
Ella pensó en eso por un momento, luego asintió.

—Me llamaré madame Scythe.

Había estado pensando en algo más benigno, pero tal vez tener un
bar dirigido por alguien llamado Scythe fomentaría el buen
comportamiento.

—Madam Scythe es. —Tolya escribió el nombre en el bloc de papel—


. Mientras viajabas aquí, ¿consideraste un nombre para tu salón?

Había calidez y un poco de desconcierto en su sonrisa.

—No, no lo hice. Cuéntame sobre el pájaro amarillo que la hembra


Barbara Ellen me traerá.

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Sin estar seguro de qué tenía que ver una cosa con la otra, dijo:

—Es una especie de pájaro que los humanos llaman mascota. Vive
en una jaula. No creo que pueda sobrevivir aquí si fuera lanzado afuera.
—No sabía si eso sería cierto en otras circunstancias, pero con la
cantidad de depredadores en el área, dudaba que un pequeño pájaro que
no fuera nativo de esta parte de Thaisia sobreviviera por mucho tiempo.

—Más bien como los humanos mismos, viviendo en un lugar


rodeado de Antiguos. —Scythe sonrió de nuevo—. Llamaré a mi lugar el
Salón Jaula de Pájaross.

Tolya se apartó del escritorio.

—Echemos un vistazo al edificio y veamos qué hay que hacer para


poner en marcha tu negocio.
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Watersday, messis 4

Tolya caminó alrededor de la plaza del pueblo, apreciando el parque


que conformaba el centro del distrito de negocios, un parque hecho
posible debido a la fuente que brotaba de la tierra, desafiando su
contención hecha por el hombre para derramarse en un canal estrecho
que terminaba en un pequeño estanque. Originalmente, la fuente había
sido un abrevadero natural para todo lo que vivía por aquí, pero cuando
los humanos llegaron al borde norte de las Elder Hills y negociaron con
los Terráneos para establecerse en el área, hicieron de la fuente el centro
de su territorio, acorralando el agua y su sifón para suministrar agua a
todas las empresas. Árboles y hierba crecían en la plaza. Las aves y los
pequeños mamíferos vivían en la plaza, pero ninguno de los animales
“normales” más grandes que vivían en el área llegaba lo suficientemente
lejos como para llegar a esta fuente de agua.

Había otras fuentes de agua en el país salvaje. O eso le habían dicho.


Durante los días fronterizos, se imaginó que la plaza habría sido utilizada
como un lugar para que los caballos bebieran y pastaran mientras los
humanos compraban suministros en las tiendas. ¿Ahora?

Tolya se detuvo y observó dos ponis, uno negro y otro marrón,


pastando cerca del estanque.

Ahora la plaza proporcionaba un lugar sombreado para un tipo


diferente de corcel.
Continuó su caminata, pasó el Templo Universal y el centro
comunitario, luego subió por el otro lado largo de la plaza, en dirección a
su oficina.

Cientos de humanos habían vivido en los alrededores de Bennett.


Quizás unos pocos miles. Tolya no lo sabía, no le importaba. La tarea de
limpiar todas las casas era desalentadora. No estaba seguro de que
alguna vez lo harían, y con todos sintiéndose presionados para
proporcionar espacios de vida para los humanos que migraban a Bennett
la próxima semana, no estaba seguro de que deberían hacerlo. Equipos
de machos humanos seguían atravesando las casas y recogiendo la
comida que se podía salvar. Otros equipos estaban pasando por un
edificio de oficinas que tenía oficinas pequeñas que podían ser utilizadas
por una variedad de profesiones. Jesse Walker recomendó dejar que los

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recién llegados clasifiquen los archivos de la empresa o los empaqueten
y los pongan en el área de almacenamiento del sótano, pero enfatizó la
necesidad de limpiar las oficinas y contratar personas para servicios de
limpieza para todo el edificio.

Si se esperaba que las personas que iban a administrar los negocios


clasificaran los archivos en sus nuevas oficinas, ¿por qué no podrían
clasificar las pertenencias en sus nuevos hogares? ¿Y qué tan molesto
estaría él con Jesse Walker cuando anunciara su decisión de detener la
limpieza como se estaba haciendo actualmente?

¿Y cómo una especie que parecía necesitar tanto iba a poder


sobrevivir con tan poco? A Bennett no se le permitiría aumentar a su
población original, y la vida sería más simple debido a eso.

Tolya se detuvo frente al Salón Jaula de Pájaross, que era una


colmena de actividad. Para una forma de Terráneo que vivía en las afueras
de casi todo, Scythe había reconocido el único negocio que había
galvanizado a todos los humanos que ya estaban en Bennett. Y no solo
porque era un bar y un lugar que proporcionaba las bebidas alcohólicas
que a los humanos les gustaba beber. Era un bar fronterizo, con
camareros y chicas vestidas como se habían vestido décadas atrás.
Madame Scythe incluso contrató a un Intuye que sería el jugador
profesional del salón. Jesse Walker dijo que la idea era romántica, un
concepto que no entendió pero aceptó.

Sintió que otro depredador se movía silenciosamente hacia él, pero


no dio señales de saberlo hasta que Saul Panthergard dijo:

—Tolya.
Bajó la cabeza para reconocer a la Pantera.

—Saul. ¿Te estás instalando? —Le sorprendió que uno de los


Panthergard hubiera querido estar tan cerca de los humanos, hasta que
le presentaron a Joshua Painter, un humano criado por los parientes de
Saul y considerado, en términos humanos, el hermano menor de Saul.

Los Panthergard no eran tan solitarios como los pumas cuya forma
habían absorbido hace muchas generaciones. Habían aprendido a cazar
como cazaba ese gato; de hecho, podían cazar mucho mejor que el
animal. Pero independientemente de la forma que absorbieron los
Terráneos para mantenerlos como depredadores dominantes en el
mundo, independientemente de si tomaron la forma de Cuervos, Lobos o
Panteras, o humanos, todavía eran Terráneos y vivían en solitario o en
manadas de acuerdo con las formas de su tipo particular de Terráneos y

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no con la forma que podían usar sobre su verdadera forma.

—El cachorro necesita ser socializado con su propia especie, pero no


puedo enseñarle cómo estar cerca de los humanos o incluso hablar con
los humanos —dijo Saul—. Necesita una tarea para poder encajar, y
necesita un maestro.

El movimiento en la plaza hizo girar a Tolya. Barbara Ellen,


montando el caballo azul llamado Rowan, se dirigía hacia la oficina del
sheriff, con el rostro encogido por la ira, una expresión tan inusual para
la casi veterinaria que Tolya se dio cuenta de que debía haber estado
pensando sobre el choque de ayer con el sheriff y se había preparado
finalmente para estar lo suficientemente enojada como para una
confrontación.

—Sígueme —le dijo a Saul—. Tengo un maestro para Joshua. —Si


Virgil no se la come, agregó en silencio mientras cambiaba a su forma de
humo y corría hacia la oficina del sheriff.

Llegó justo delante de Barbara Ellen, y justo a tiempo para volver a


la forma humana antes de que Virgil saliera de la oficina. Había destellos
rojos en los ojos ambarinos del Lobo, una clara advertencia de que
Barbara Ellen no era la única que estaba enojada.

Los ojos azules de Barbara Ellen no cambiaron para proporcionar


tal advertencia, pero el caballo reaccionó a sus emociones. O tal vez
Rowan reaccionó ante la repentina y silenciosa aparición de Kane en
forma de Lobo cuando el agente apareció por el costado del edificio.
Barbara Ellen desmontó y dijo:

—Sostén esto. —Mientras tiraba de una de las riendas a Kane. Él


hizo crujir el cuero y luego pareció sorprendido de que ahora fuera un
viejo criado.

La bola de pelusa explotando, pensó Tolya, recordando la frase de


Vlad para las mujeres humanas soberbias cuando Barbara Ellen pisoteó
hacia Virgil.

—¡Mira! —Se subió la manga de la camisa para revelar moretones


oscuros—. ¡Mira! ¡Eso es brutalidad policial!

Virgil se inclinó hacia ella, acercando su rostro al de ella antes de


retirar sus labios y revelar dientes que eran demasiado largos y afilados

73
para ser humanos.

—Estabas resistiendo el arresto.

Su boca se abrió.

—No fui arrestada. ¡No me arrestaste!

Miró a Tolya, quien se preguntó qué se suponía que debía hacer.

—Si aúllas “brutalidad policial” por un moretón que recibiste porque


peleaste conmigo, escribiré tu estadía en la celda como un arresto por
perturbar la paz —gruñó Virgil—. O simplemente podemos decir que
pasaste unas horas en la cárcel porque necesitabas un poco de tiempo
para ayudarte a recordar que muchos depredadores que estarán en esta
ciudad no saben mucho sobre humanos y necesitan ser abordados con
cierta precaución y sentido. ¿De qué manera quieres que le informe esto
a tu hermano el policía?

Su boca se abrió y se cerró, haciendo que Tolya pensara en un pez


fuera del agua, una comparación que estaba seguro no debería
compartirse con ninguna hembra dentro de un día de viaje por esta
ciudad.

—Barbara Ellen y yo tenemos asuntos que discutir —dijo Tolya a


Virgil—. ¿Necesitas continuar esta discusión?

—No estaba interesado en esta discusión en primer lugar. —Virgil


miró a Barbara Ellen y gruñó—: La próxima vez, el moretón que recibes
como disciplina será de mis dientes.
Barbara Ellen bajó la cabeza y murmuró una palabra lo
suficientemente silenciosa como para que un humano no hubiera
escuchado lo que había dicho. Desafortunadamente, los cuatro hombres
que la rodeaban escucharon la palabra perfectamente.

Virgil mostró sus dientes.

«Déjalo ir» dijo Tolya. «Tengo algo que evitará que Barbara Ellen te
muerda la cola por el resto del día». Virgil lo miró, claramente dividido
entre querer establecer el dominio sobre la bola de pelusa y sacarla de su
pelaje. «Bien. Tómala». Más gentilmente de lo que Virgil la había agarrado
ayer, Tolya cerró su mano sobre la muñeca de Barbara Ellen en un abrazo
ineludible.

—Ven conmigo.

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—¿Qué hay de Rowan? —protestó—. Debería llevarlo de vuelta a la
caballeriza si voy a irme por un tiempo.

—Kane puede hacer eso por ti.

«¿Puedo?». Kane no parecía interesado en ser un caminante de


caballos. «Tengo que husmear por la ciudad y hacer cosas adjuntas».
Tolya no respondió al Lobo. En cambio, se acercó a la Pantera. «Trae a tu
cachorro al edificio del gobierno».

—¿Todos los animales domésticos son alimentados y les dan de


beber? —preguntó él. Como era casi veterinaria, esta era su tarea
principal en este momento: cuidar a los pequeños animales que habían
sobrevivido hasta que pudiera convencer a otros humanos de que los
tomaran.

—Sí, pero…

—Bueno. Te necesito para una tarea especial.

—Se supone que todos debemos ayudar a ordenar las cosas de las
casas durante un par de horas cada día.

Tolya asintió.

—Estarás clasificando libros. —Nadie había preguntado por qué


había designado una habitación en el edificio del gobierno como el lugar
para almacenar los libros que habían sido retirados de las casas y que
ahora tendrían que ser ordenados en algún tipo de orden. La verdad era
que quería quedarse con esa tarea para sí mismo en lugar de manejar
otras posesiones humanas menos interesantes. Pero para mantener la
paz y ayudar a Saul, renunciaría al placer de mirar los libros—. También
le mostrarás a otro miembro de nuestra comunidad cómo hacer esta
clasificación —continuó—. A cambio, puedes seleccionar una bolsa de
libros como bonificación por ser una mentora. También agradecería que
dejes de lado cualquier libro que encuentres sobre los días fronterizos.
Eso sería para mí.

—Bueno. ¿A quién estoy ayudando? —preguntó, casi adelantándose


a él ahora que la tarea parecía interesante.

—Joshua Painter.

—Oh.

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¿Qué significaba “oh”? ¿Bueno? ¿Malo? Supuso que significaba algo
bueno ya que sus ojos azules ahora tenían un brillo que no tenía nada
que ver con estar enojada con Virgil.

—Saul siente que Joshua está listo para interactuar con los
humanos —dijo Tolya—. Pensé que ordenar los libros ayudaría al
cachorro a reforzar sus habilidades de lectura, y tú, teniendo experiencia
con los cambiaformas porque vivías en Lakeside, podrías ayudar a
Joshua a superar su antigua vida de esta nueva, y responder a cualquier
pregunta que tenga sobre las cosas humanas.

—Puedo hacer eso.

Barbara Ellen no había mostrado este nivel de emoción cuando


conoció a otros hombres jóvenes que se alojaban en Bennett. Ella había
sido amigable, y al ser una de las pocas mujeres humanas que
actualmente viven en la ciudad, su compañía era buscada por muchos.
¿Pero este… vértigo… para un hombre que no había conocido? Bueno, él
evaluaría sus emociones al final del día. Si no hubiera cambios, evitaría
recibir otro mensaje de alarma del oficial Debany en Lakeside escribiendo
a Vlad y contándole sobre Joshua Painter. Después de todo, si el hermano
de Barbara Ellen se iba a entusiasmar con su vida con un periquito
llamado Buddy, podía imaginar la reacción del hombre ante un hombre
que había crecido entre los Panthergard, un hombre que era unos años
menor que Barbara Ellen, aunque lo suficientemente mayor como para
ser considerado un adulto. No estaba seguro si eso importaba o debería
ser una preocupación, pero era otra cosa a tener en cuenta.
—¿Qué vas a hacer con los libros? —preguntó Barbara Ellen—.
¿Venderlos? ¿Regalarlos?

—Jesse Walker indicó que podríamos encontrar muchas copias de


algunos libros y solo una o dos copias de otros títulos. También dijo que
algunos libros son más valiosos que otros. Primeras ediciones y textos
poco comunes.

Barbara Ellen asintió.

—Eso tiene sentido. Probablemente encontraremos muchas copias


de los más vendidos del año pasado.

—La sugerencia de Jesse Walker fue hacer que los libros populares
estén disponibles de forma gratuita y dejar a un lado los valiosos que se

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venderán en la librería como una categoría especial.

Una vez que llegaron al edificio del gobierno, la condujo a la


habitación que había reservado para esta tarea de clasificación. Se
apilaron cajas de libros a lo largo de los bordes de la habitación y debajo
de la gran mesa en forma de U en el centro, así como en las mesas
plegables que llenaban el espacio debajo de las ventanas.

—¿Quieres que me quede y te presente? —preguntó Tolya.

—No, estoy segura de que nos llevaremos bien. —Le dio la misma
sonrisa brillante que le había dado el día que se bajó del tren. Barbara
Ellen Debany estaba lista para otra aventura.

No estaba seguro de estar listo para que ella tuviera otra aventura.

—Estaré en mi oficina si necesitas algo. La oficina está en el segundo


piso.

—Lo sé. —Ya estaba sacando cajas de debajo de la mesa—. ¡Oh!


¿Hay una fuente para beber en el edificio? Podríamos tener sed.

—Arreglaré que traigan agua y vasos.

—Gracias. —Sonrisa brillante. ¿Sonrisa despectiva?

No estaba acostumbrado a sentirse superfluo.

No le gustó.
Y se preguntó si sería inapropiado enviar a los padres de Debany
una tarjeta expresando su simpatía por el trabajo involucrado en la
crianza de un joven humano.

Dos minutos después de entrar en su oficina, Tolya cambió a su


forma de humo, bajó las escaleras, luego subió al techo y… se coló… pasó
por la puerta de la sala de libros antes de caer al piso y pasar a la forma
humana. Luego esperó cerca de la puerta del edificio para que llegara
Joshua Painter.

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Estaba siendo cauteloso. Eso era todo. Joshua podría ser humano,
pero no tenía conocimiento del comportamiento humano y de lo que
podría ser apropiado cuando un hombre y una mujer estaban juntos.
Solos. Pero no juntos. Barbara Ellen tenía una manera amigable que los
hombres humanos encontraban atractivo, pero podría ser
malinterpretado como algo más por alguien que estaba en Bennett para
aprender sobre su propia especie.

Pero tal vez Joshua también necesitaba protección de su casi


veterinaria, ¿quien parecía demasiado interesada en este hombre en
particular? Los Sanguinati aprovechaban las prácticas de apareamiento
casual de los humanos, usando la seducción para atraer a sus presas,
pero ese conocimiento no ayudó a Tolya ahora cuando trataba de
anticipar el interés potencial de un humano en otro humano y cuán
rápido podría ocurrir el apareamiento una vez que se indicara interés.

El apareamiento no era parte de esta instrucción. Lo dejaría claro a


ambos humanos.

La puerta se abrió y Joshua entró, deteniéndose cuando vio al


Sanguinati.

Tolya se tomó un momento para estudiar al joven macho. Un cuerpo


flexible y delgado.

Cabello castaño oscuro con un toque de oro y rojo: reflejos del sol,
se llamaban esos toques. Ojos inusuales: verdes con un anillo exterior de
color gris. Al menos, no había visto a ningún otro humano con ojos así.
La camisa de manga corta del niño se ajustaba a su cuerpo, pero los
pantalones eran un tamaño demasiado grande y tenían esos bolsillos de
almacenamiento en la parte externa de los muslos.

—Señor Sanguinati.

—Señor Painter.

—Saul dijo que querías verme.

—Sí, quería... —Tolya respiró y las palabras se desvanecieron.

Había visto a Joshua y Saul caminando por la plaza del pueblo,


dándose la oportunidad de familiarizarse con su nuevo territorio.
Pequeñas casas se alineaban a ambos lados de una de las calles de la
plaza, casas que podrían haber sido construidas por los colonos
originales y que no parecían tener más de una habitación y tal vez un

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baño. Cuando Saul decidió que la cabaña que había elegido originalmente
como su guarida estaba demasiado lejos de la plaza del pueblo y de la
actividad que quería que Joshua experimentara, había reclamado dos de
esos pequeños lugares, uno al lado del otro, para que el niño tuviera su
propia guarida, pero aún tuviera la seguridad de su hermano mayor
cerca.

Había sido una buena decisión ya que algunos de los jóvenes que
parecían decididos a establecerse en Bennett también eligieron casas en
esa calle. Tolya quería preguntar si los humanos formaban manadas de
solteros como lo hacían otros animales, pero no estaba seguro si la
pregunta se consideraría grosera.

Sí, había visto a Joshua Painter caminando por la plaza, mirando


las tiendas. Incluso le había hablado al chico un par de veces. Pero
habían estado afuera, y el viento no había estado a su favor. Ahora, de
pie dentro del edificio...

No huele a presa. Él es humano. Sé que es humano. ¿Por qué no huele


a presa?

Él sabía la respuesta. Simplemente no era una respuesta realista


porque la única otra persona que había conocido que no olía a presa era
Meg Corbyn, la Enlace Humana de Courtyard de Lakeside. La profeta de
la sangre.

—¿Tú querías…? —incitó Joshua.

—Barbara Ellen te va a enseñar cómo ordenar los libros.


—Barbara Ellen. —Joshua dio un paso atrás—. ¿Cómo puede
enseñarme? Ella no es muy inteligente.

Él se erizó.

—¿Por qué dices eso?

—Ella se enredó con Virgil. ¿Qué tan inteligente puede ser?

Tolya suspiró. El chico tenía un punto.

—Los humanos tienen un dicho sobre tener inteligencia de libros y


de la calle. Barbara Ellen tiene conocimiento de los libros, pero sus tratos
previos con el Wolfgard fueron menos... emocionantes... y pueden haberle
dado una falsa comprensión de lo que tolerará un Lobo dominante.

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Joshua pensó en esto y finalmente asintió.

—La inteligencia de la calle se trata de saber cómo moverse en el


mundo, ¿sí? Reconociendo lo que es seguro y lo que es peligroso.

Tolya asintió.

—Esa es una buena descripción.

—Así que aprenderé de ella inteligencia de libros, y tal vez ella pueda
aprender algo de la calle de mí. —El chico parecía que se estaba
preparando para algún tipo de conflicto—. Pero no quiero tener sexo con
ella. Saul piensa que sería mejor evitar el apareamiento con hembras
hasta que haya aprendido más sobre lo que se espera de una pareja.

—Estoy de acuerdo con Saul. Sería mejor abstenerse hasta que


comprendas más sobre las mujeres humanas. Tienen sentimientos
acerca de tales cosas y, a su manera, se parecen más a nosotros al no
ver mucha diferencia, si es que hay alguna, entre el sexo y el
apareamiento cuando realmente están interesados en un macho. —
Encontraría un par de alicates y sacaría sus propios colmillos antes de
admitir que se sintió insultado por la falta de interés de Joshua en la
chica, especialmente porque no quería que ninguno de los dos tuviera ese
tipo de interés el uno por el otro.

Y se dio cuenta de que necesitaba dejar de tratar de explicar el sexo


humano antes de confundirlos a ambos.

—Ven —dijo Tolya—. Te presentaré a Barbara Ellen.

Joshua lo siguió a la sala de libros e hizo las presentaciones.


—Barb —dijo ella, dándole a Joshua una gran sonrisa, casi
rebotando con entusiasmo de cachorro—. Mis amigos humanos me
llaman Barb.

Tolya salió de la habitación pero se quedó cerca de la puerta, fuera


de la vista, mientras escuchaba a Barbara Ellen explicar su método de
clasificación. Y entonces…

—¿Qué te gusta leer? ¿Cómo fue vivir con los Panthergard? Solía
vivir en Lakeside y estudiaba para ser veterinaria porque quería cuidar a
los animales. No llegué tan lejos en las clases, pero trabajé como asistente
de veterinario por un tiempo. Así es como terminé viniendo a Bennett.
Necesitaban a alguien para cuidar a las mascotas, y fui elegida. El señor
Sanguinati me llama casi veterinaria. ¿Te gustan los misterios? Me
encantan los misterios, especialmente los acogedores Crowgard, que no

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son nada acogedores. Y los libros de Equipo Lobo.

No escuchó ninguna de las respuestas de Joshua. No estaba seguro


de que el chico tuviera la oportunidad de responder, ya que Barbara Ellen
lo bombardeó a preguntas. Pero Tolya se sentía razonablemente seguro
de que los dos estaban a salvo el uno con el otro. Por ahora.

De vuelta en su oficina, miró por la ventana y pensó en Joshua


Painter. ¿Por qué no habían notado otro Terráneo que el niño no olía a
presa? ¿O se habían dado cuenta pero no entendieron el significado?
¿Alguno de los cambiaformas que habían ayudado a encontrar y liberar
a las Cassandra de sangre se había mudado a Bennett? ¿O era el único
aquí que había estado lo suficientemente cerca de una profeta de la
sangre como para saber lo que significaba que un humano no fuera
presa?

Podría estar equivocado. Quizás el olor de Joshua era diferente


porque había vivido con los Panthergard. El niño ya era lo
suficientemente diferente del resto de los jóvenes varones humanos. ¿Por
qué complicar su vida al sugerir que no era como ellos de otras maneras?

No tenía que decir nada. Podía esperar y ver si alguien más notaba
una diferencia en el niño.

Después de todo, si Joshua Painter provenía de una línea de profetas


de la sangre, todos lo sabrían pronto.
Jesse entró en la tienda general en Bennett y suspiró.

—¿Mamá? —Tobias le puso una mano en el hombro—. ¿Estás bien?

Ella le dio unas palmaditas en la mano.

—Estoy cansada. Me alegra que mañana sea Earthday y que


podamos quedarnos en casa a descansar.

—No tienes que hacer esto.

81
—Sí. —Su mano derecha alcanzó su muñeca izquierda. Detuvo el
movimiento, pero sabía que Tobias la había visto contar—. Si por alguna
otra razón, necesito encontrar la forma más sensata de almacenar los
estantes en mi propia tienda.

—¿Te vas a reunir con Tolya Sanguinati? —preguntó Tobias—.


¿Quieres que me quede contigo?

Sorprendida, se volvió para mirarlo. El don Intuye de Tobias tenía


que ver principalmente con los animales y con las personas solo en
relación con los animales. Lo convertía en un buen ranchero, y lo
ayudaba a lidiar con los Terráneos.

—No tengo ganas de discutir lo que siento que necesitamos discutir,


pero no me preocupa estar sola con él si eso es lo que estás preguntando
bajo la oferta de permanecer.

Tobias la estudió.

—Bueno. Pero también me gustaría hablar con él sobre cómo


distribuir las nuevas manos, suponiendo que el Courtyard de Lakeside
encuentre a alguien que contratar, y quien debería ser el capataz de cada
rancho que vamos a tratar de seguir adelante.

—Se lo diré. ¿Dónde estarás?

—En la caballeriza. Quiero mirar a los caballos allí, quiero


asegurarme de que las personas que trabajan allí realmente sepan algo
sobre caballos. —Dudó—. Y luego pensé en echar un vistazo al bar.
Todavía no está abierto para los negocios, pero las personas pueden
entrar y echar un vistazo.

No le sorprendió que el primer negocio en Bennett con personal


completo y verdaderamente operativo fuera el salón. Había habido más
de un “bar de mala muerte” en la ciudad, y alguien podría abrir uno de
los otros, pero por ahora el Salón Jaula de Pájaross sería un importante
lugar de reunión.

—Continúa, entonces. —Cuando se dio vuelta para irse, ella


agregó—: ¿Tobias? Me gustaría saber sobre las personas que trabajan
allí, y la persona que Tolya Sanguinati eligió para administrar el lugar.

—¿Crees que eso será importante?

82
—Sí, lo creo.

Se estudiaron el uno al otro. Los Intuyes no descartaban los


presentimientos que los habían ayudado a escapar de la persecución de
los humanos que temían sus dones y los habían ayudado a negociar con
los Terráneos para establecer comunidades que estaban bien escondidas
en el país salvaje.

—¿Hay algo en particular que deba buscar? —preguntó Tobias.

Jesse sacudió la cabeza.

La puerta se abrió y Tolya entró con un largo rollo de papeles.

—Señor Walker.

—Señor Sanguinati. —Tobias tocó el ala de su sombrero y se fue.

Jesse fue detrás del mostrador. No había razón excepto que se sentía
más fácil.

—No podemos seguir haciendo esto. —No había tenido la intención


de decirlo sin rodeos, pero estaba cansada, y tenía miedo de sí misma, de
su hijo, de la gente de Pradera de Oro y de los recién llegados, que, estaba
segura, no estaban preparados para la desalentadora verdad sobre
Bennett sin importar las imágenes que habían visto en la televisión o en
los periódicos. Examinando la vida de tantas personas, dándose cuenta
de que lo que había eliminado a toda la población estaba ahí afuera,
observando, esperando...
Bennett era un cadáver. Tarde o temprano, los carroñeros
comenzarían a llegar para recoger el botín. Y luego más personas
morirían.

Se sacudió cuando la mano de Tolya se cerró sobre su mano


derecha, que tenía un fuerte agarre en su muñeca izquierda.

—Sé lo que dices, Jesse Walker, y conozco el olor del miedo. ¿Por
qué tienes miedo?

—Forajidos, carroñeros, ocupantes ilegales —susurró—. Ellos


vendrán también. Tal vez no en los mismos trenes que traen a las
personas que queremos, pero se estarán quedando atrás. Encontrarán
una manera de llegar aquí porque este lugar está listo para la recolección,
y no hay nada que podamos hacer.

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Se sintió sorprendida cuando una lágrima rodó por su mejilla. Se
sintió aún más sorprendida cuando Tolya la apartó suavemente.

—No podemos seguir haciendo esto —dijo de nuevo.

—¿Limpiar las casas? Lo sé. Por eso traje estos mapas de las calles.
Tenía algunas ideas sobre... priorizar.

Ella movió las manos para indicar que quería ser liberada. Tolya
inmediatamente levantó la mano.

Tomando un pañuelo de papel de la caja abierta que había colocado


cerca de la caja registradora, se sonó la nariz y consideró las prioridades.

—Joyas, dinero, información bancaria y documentos legales son los


elementos importantes que podrían estar en cada hogar, ¿sí? —preguntó
Tolya—. Esas son las cosas que deberían reservarse para cualquier
heredero potencial, si los abogados que se establecen aquí pueden
encontrar a alguien. Estos artículos son más importantes que la ropa, los
libros, los muebles y la comida en frascos y latas.

—Todo el alcohol debe recogerse —dijo Jesse, tirando el pañuelo en


la pequeña papelera que también había escondido detrás del mostrador—
. Creo que... siento que la tarea de limpiar las casas está afectando a los
jóvenes que hacen el trabajo. Algunos de ellos pueden llegar a depender
del alcohol para adormecer sus mentes y corazones para enfrentar el
trabajo. Y drogas. Las casas deben ser eliminadas de todas las drogas.
Deja que los médicos que vienen aquí descubran qué hacer con las
prescripciones y tal.
—Temes por los jóvenes humanos. Pero los humanos mantienen el
alcohol en sus hogares. Aquí hay una tienda que vende nada más que
alcohol.

—Que no se abre porque todavía no hay nadie para dirigirlo. —Jesse


frunció el ceño.

Si se detuviera el acceso al alcohol gratuito, ¿recurrirían algunos de


los jóvenes a entrar a la licorería?

—El salón podría vender botellas y actuar como licorería por el


momento, además de ser un lugar para comprar una bebida y socializar.

—Mencionaré este requisito adicional a Scythe —dijo Tolya.

Un escalofrío la atravesó.

84
—¿Scythe?

—Madame Scythe como se la conocerá en el salón.

—¿Es una cambiaformas?

—Ella puede tomar forma humana.

Evasivo. No esperaba que Tolya le contara todo. Ella no vivía en


Bennett, no era parte del cuerpo directivo aquí. Pero Pradera de Oro
tendría dificultades para sobrevivir si Bennett desapareciera por
completo, por lo que tenía interés en lo que estaba sucediendo aquí.

—¿Qué es ella?

Tolya la estudió.

—Una forma rara. Un depredador feroz, incluso para los estándares


de otros Terráneos. Comprende que el conocimiento sobre ella no se
puede difundir sin un gran riesgo para tu especie.

Dioses encima y por debajo. ¿Quería la carga de ese tipo de


conocimiento? ¿Había realmente una elección?

—Dime.

—Ella es una Cosechadora, una Jinete de la Peste. Los Sanguinati


beben sangre como su sustento preferido. Su tipo cosecha vida. Puede
variar desde un sorbo de energía vital de muchas presas diferentes hasta
matar a su presa. Su cabello indica su estado de ánimo. El rojo es ira. Si
su cabello se vuelve negro, puede matar con una mirada.
—¿Por qué…? —Jesse se esforzó por hablar—. ¿Por qué dejarla
quedarse aquí si es tan peligrosa?

—¿La tendrías afuera, donde está sola y ve a todos como presa? —


respondió Tolya—. El Courtyard de Lakeside tiene una Cosechadora que
dirige la cafetería, y el arreglo les ha funcionado bien. Son cuidadosos
con ella, mientras debamos estar con Scythe, pero es más seguro para
todos tenerla entre nosotros en este momento. —Hizo una pausa y luego
agregó—: Además, ella está entusiasmada por dirigir un bar fronterizo.

—Ella matará gente.

—Sí. Protegerá a los seres que trabajan con ella. —Tolya desenrolló
los papeles que había traído—. Creo que deberíamos establecer territorios
residenciales para que los humanos con las mismas costumbres puedan

85
vivir juntos si eso es lo que desean. Además, al designar vecindarios
abiertos a la vivienda, podemos reducir la recolección de basura y otros
servicios gubernamentales.

—Aún necesitarás que alguien conduzca por las calles con casas
desocupadas para vigilar las cosas.

Él sonrió, mostrando un toque de colmillo.

—¿Por qué conducir un vehículo y desperdiciar gasolina? Si los


Cuervos, Águilas o Halcones ven algo, nos lo dirán.

Jesse miró el mapa de la calle de Bennett y supo que, aunque el


punto de Tolya sobre los servicios no era una mentira, esa no era la razón
para designar áreas particulares como viviendas aprobadas.

—Estos son límites.

Su sonrisa se desvaneció.

—Como señalaste, habrá carroñeros y ocupantes ilegales. Humanos


que no son aptos para estar aquí. No hay límites reales, Jesse Walker. Ya
no. Pero puede haber áreas reconocidas donde los humanos serán
considerados no comestibles siempre que no provoquen que el Terráneos
los ataque.

—¿Y si alguien decide vivir en una de las casas fuera de esas áreas?

—Podrían sobrevivir.
Pero no era probable. De repente, se dio cuenta de por qué Tolya no
estaba tan preocupada por los carroñeros y los ocupantes ilegales. Todo
tipo de Terráneos miraría a esas personas y vería carne.

No había piedad en el país salvaje, ni seguridad en la oscuridad. Ella


lo sabía. Pero se preguntó si la gente que venía a Bennett apreciaba
completamente lo que eso significaba.

Y se preguntó de qué otra cosa quería hablar Tolya, pero lo evitó.

Respiró hondo y exhaló.

—¿Podríamos conducir por estas áreas que designaste? Creo que


podría tener una idea de si harían o no lo que tienes en mente.

—Por supuesto. Agradezco tu aporte. Encontraré a alguien con un

86
vehículo para que nos lleve.

—Tobias puede conducirnos. Iba a echar un vistazo al bar, para que


pudiéramos encontrarlo allí. —Y a ella le gustaría echar un vistazo a la
señora que dirige el lugar.

Kelley no quería una casa, se mostró inflexible acerca de no querer


el trabajo de cuidar una casa y cualquier patio al que se adjuntara.
Abigail no quería un apartamento, estaba segura de que estar en un
complejo de apartamentos la expondría al peligro y la dejaría vulnerable
de una manera que no viviría en una casa.

Hace un mes, Kelley se habría rendido. Pero hace un mes todavía


creía en la historia que ella había contado sobre su vida antes de
conocerlo, todavía creía que era la dulce mujer que él había amado y con
la que se había casado. Ahora eran dos personas que vivían en la misma
habitación del hotel pero que ni siquiera compartían la cama mientras
discutían sobre dónde vivir.

Tenía la sensación de que las disputas no durarían mucho más. No


podían continuar mucho más. Sus nuevos vecinos tenían que verla como
la dulce y extraña Abigail Burch que había vendido jabones y velas
cuando vivía en Pradera de Oro.
Quizás sería mejor arreglar las cosas para que Kelley se vaya y ella
pueda ser la triste y valiente esposa que él abandonó. Eso podría
funcionar… mientras ella eligiera el tipo correcto de vecinos.

Abigail deambulaba por una de las calles residenciales,


asegurándose de que se veía a la deriva, sin hogar.

Con el fin de comer alimentos gratis y tener un lugar libre para


quedarse, se esperaba que todos los que ingresaran a Bennett dedicaran
cuarenta horas a la semana en algún tipo de trabajo, y parte de ese
trabajo incluía ayudar a clasificar y limpiar casas y negocios. Había
tratado de ayudar a ordenar y limpiar la ropa, pero no podía soportar
estar en las habitaciones, especialmente las que habían pertenecido a los
niños. Entonces se ofreció para limpiar las oficinas, fregar ventanas y
pisos, desempolvar muebles, limpiar los baños.

87
Incluso ese trabajo no estuvo exento de sorpresas desagradables.
Una persona había mantenido un pequeño tazón de piedras caídas en un
escritorio, y esas piedras crearon otra disonancia, otra rasgadura en las
protecciones que había creado a su alrededor con su propia colección de
piedras.

Abigail cerró los ojos. Necesitaba... necesitaba...

—¡Oye!

Una mano la agarró del brazo. Jadeó, se apartó, tambaleándose. La


mano la agarró del brazo otra vez.

—Tranquila. Vaya. ¿Has estado en el sol demasiado tiempo? Vivo al


otro lado de la calle. Ven aquí. Te daré un poco de agua.

Abigail miró a la joven, a la presa crédula, con los ojos azules y las
pecas salpicadas sobre la nariz y las mejillas. Perfecto.

—Gracias.

—Soy Barb. Me estoy mudando allí. —Señaló una casa—. Estás


bastante tambaleante. Diría que deberías ver a un médico, pero todavía
no tenemos uno. Soy lo que el señor Sanguinati llama una casi
veterinaria ya que he estado cuidando a todas las mascotas que se
quedaron atrás cuando... se quedaron atrás.

Ella realmente no estaba escuchando. Estaba mirando la casa al


lado de la de Barb.
—¿Quién vive allí?

—Actualmente está desocupada. —Barb vaciló—. No se ha


despejado. He oído que ya no van a hacer eso. Si deseas un lugar que no
se ha despejado y se encuentra en una de las zonas aprobadas, debes
empacar todo lo que no deseas, y empacar las cosas que están en la lista
de artículos que deben ser entregados. ¿Quieres ver el interior? Me dieron
las llaves de las casas a ambos lados de la mía para poder mostrarlas si
alguien estaba interesado. La casa al otro lado de la mía fue limpiada,
por lo que tendrías que ir a las áreas de almacenamiento y seleccionar
los muebles y todas las demás cosas que necesitarás. Eso podría ser más
fácil si estás sola. Pero algunas personas piensan que simplemente quitar
lo que no quieren es más fácil que cargar muebles para cargar muebles
diferentes que hacen lo mismo.

88
Abigail apenas miró la casa vacía a la izquierda de la de Barb. Los
lugares que aún tenían la huella de las personas que habían vivido allí
eran difíciles de soportar, pero de alguna manera esa casa vacía se sentía
peor.

—Me gustaría echarle un vistazo a esa. —Señaló la casa a la


derecha.

—Voy a buscar las llaves y un poco de agua. Solo será un minuto.


—Barb corrió hacia su propia casa, dejando a Abigail sola para estudiar
la casa de al lado.

Bennett era perseguido por los ecos de los muertos. Eso tal vez
nunca cambie. Pero en esta calle residencial, no estaría expuesta a nadie
que viniera a la ciudad.

E incluso si Kelley no fuera con ella, o se mudara con ella pero no


se quedara mucho tiempo, eso podría funcionar mejor.

Messis 6

Para: Tolya Sanguinati, urgente

Hemos seleccionado veinticuatro hombres de Vida Simple


para trabajar en las granjas y ranchos alrededor de Bennett.
También seleccionamos cinco mujeres de Vida Simple para
trabajar en las granjas y ranchos. Cuatro de esas mujeres
cocinarán y todo lo que sea necesario para cuidar las
guaridas humanas. La quinta hembra quiere pastorear cosas.
Ella sabe montar a caballo y dice que puede atar animales.
Ninguno de los hombres mencionó esta habilidad. Vlad y yo
acordamos que, si tuviéramos que tratar con ella, le daríamos
sus vacas a la manada para evitar que pastoreara otras cosas,
como nosotros. Pero es tu decisión.

Los humanos del rancho tomarán un tren a Bennett el


windsday, que es el mismo día que entrevistaremos a los
humanos que son doctores y abogados y otras profesiones que
trabajan fuera de las oficinas.

—Simón

89
Messis 6

Para: Simon Wolfgard

En lugar de morderla, puse a Barbara Ellen en la cárcel


por un tiempo el firesday. Cuando ella gritó al respecto, le
dije que necesitaba “mi tiempo”, algo que escuché a un
policía en la televisión decirle a un hombre humano antes de
ponerlo en una celda.

Esto es algo útil para decirles a las mujeres, ya que


les molesta demasiado para seguir ladrando, pero ¿qué es
exactamente “mi tiempo”?

—Virgil

Messis 7

Para: Tolya Sanguinati

Hemos encontrado algunos humanos para trabajar en las


tiendas. Con la llegada de este nuevo grupo de humanos,
tendrán que descubrir cómo pagarles para que todos puedan
comprar los productos que deberán reponerse y que deberán
comprar a proveedores, como gasolina, leche y papel
higiénico. Puede que aún no hayan experimentado esto, pero
las hembras humanas se vuelven depredadoras cuando hay una
notable falta de papel higiénico.

Algunos de los humanos que están calificados para


trabajar en las tiendas comenzarán su migración mañana,
viajando con los humanos de Vida Simple. Los humanos que
dijeron que necesitaban tiempo extra irán con el grupo que
se va el firesday.

Además, Steve Barquero nos dijo que las noticias de


ofertas de trabajo han pasado por Lakeside, y aunque se
supone que todos los humanos nos verán a Simon y a mí primero,
varios Intuyes en Isla Grande sienten que los humanos que no
hemos visto ni aprobado llegarán buscando trabajo. Debes
tener cuidado con los humanos que no tienen una carta

90
nuestra.

—Vlad
91
Thaisday, messis 9

Aparentemente, el capitán Douglas Burke no era grande en las


pequeñas conversaciones. O tal vez esto fue parte de la prueba. Algunas
personas se sentían cómodas con el silencio; otras tenían que llenar un
espacio con el sonido de su propia voz. O tal vez estaban esperando para
ver si ella haría preguntas que revelarían su ignorancia.

O tal vez el hombre grande con la sonrisa feroz y amigable no tenía


ninguna agenda para hacerla quedar mal y arruinar sus posibilidades de
conseguir este trabajo.

—¿Hubo muchos solicitantes para el puesto de ayudante del sheriff?


—preguntó finalmente. Sería bueno saber cuántas otras personas
estaban haciendo la prueba. Sería bueno saber si tenía alguna
posibilidad.

—Solo tú —respondió Burke—. No te enorgullezcas de no tener


competencia. Si no estás calificada, haré todo lo posible para asegurarme
de que no estés en ese tren mañana.

Jana se erizó.

—Si te molestaras en mirar mi transcripción, sabrías que estoy


calificada.

—Todavía no he revisado la transcripción; ¿Supongo que trajiste una


copia contigo?
—Sí, lo hice.

Burke asintió.

—Miré el currículum que le disté a Simon Wolfgard. Lo leí dos veces,


de hecho. Te ves bien en papel, señora Paniccia, pero muchos cadetes
que se gradúan de la academia se ven bien en papel. —Entró en el
estacionamiento del campo de tiro de Lakeside. Se detuvo en un espacio,
apagó el auto y la miró—. Verse bien en el papel no significa nada en el
país salvaje. Ser mujer no es el problema. ¿Estás siendo un bebé policía
a punto de salir para un trabajo que los hombres más experimentados
no tocarían? Eso es un problema. Hoy se trata de descubrir qué puedes
hacer, de saber si tienes suficiente valor y sentido común para sobrevivir
a lo que enfrentará todos los días.

92
Sintió su temperamento caliente y luchó por mantenerlo controlado.

—Sobreviví a la academia. Puedo sobrevivir a lo que sea que esté ahí


afuera.

Burke la estudió durante mucho tiempo.

—Vamos a averiguarlo.

Al no tener un arma de servicio propia, había aceptado la del capitán


Burke cuando él le ofreció dejarla usarla. No había hecho ningún
comentario al respecto, excepto para decir que no creía que ella tuviera
problemas para adquirir un arma en Bennett y que probablemente era
mejor no tener una con ella en el tren.

Después del campo de tiro, Burke la llevó a un gimnasio donde los


oficiales Karl Kowalski y Michael Debany probaron sus habilidades mano
a mano y en defensa propia. No era una academia de libros de texto.
Algunos de los movimientos que le lanzaron eran caídos y sucios, el tipo
de movimientos que una persona usaba para sobrevivir. No le permitieron
evitar los moretones, pero sintió que no estaban tratando de infligir una
lesión que le impidiera aceptar el trabajo.
—Lo harás —dijo Kowalski después de que uno de sus movimientos
terminó con Debany aterrizando en la colchoneta—. ¿Tienes alguna
pregunta?

—¿Hay algún lugar donde pueda ducharme o al menos lavarme un


poco? —preguntó. El lugar no decía que fuera un gimnasio solo para
hombres; simplemente no hacían ningún alojamiento para mujeres, no
en términos de vestuarios, duchas o inodoros.

Kowalski sonrió.

—El capitán se encargó de eso. —Agitó una mano hacia el


vestuario—. Mujeres primero.

—Bueno, después de mí —dijo Debany. Entró en el vestuario y volvió

93
a salir en un minuto—. Despejado.

Cuando entraron para cambiarse a ropa de entrenamiento, Kowalski


la había señalado a un pasillo diferente de casilleros mientras él y Debany
se cambiaban en el siguiente. Habían metido su mochila en un casillero
con las cosas de Debany y no explicaron por qué. No tuvieron que hacerlo.
Había visto la mirada en los rostros de los hombres que esperaban entrar,
y los había visto echar una mirada al capitán Burke, que parecía no
prestarle atención, pero, muy probablemente, podía darle a alguien una
descripción precisa de cada hombre que estaba allí. Si su ropa hubiera
estado sola en un casillero de invitados, podría haberla encontrado
desgarrada o sucia. Pero ninguno de los hombres que habían venido
después de ellos tocaría el casillero de un policía, sin importar lo que
pensaran de su presencia. Era igualmente claro, al menos para ella, que
nadie en el lado derecho de la cordura se metía con Douglas Burke.

Se dio una ducha rápida, luego se vistió con ropa interior limpia,
una camiseta sin mangas y una camisa que se metió en sus buenos
vaqueros. Se recogió el cabello en una coleta baja y salió a esperar con el
capitán Burke mientras Kowalski y Debany se duchaban.

Mientras caminaban de regreso al auto, con Burke a la cabeza,


Debany dijo:

—Mi hermana vive en Bennett ahora. Ella puede darte información


sobre el pueblo y sobre todos los que conoce.

—¿Tienes alguna pregunta para nosotros? —preguntó Kowalski


nuevamente, disminuyendo la velocidad y vigilando a su capitán.
Docenas. Pero hubo una que le gustaría respondieran antes de subir
a ese tren. Jana sacó un trozo de papel del bolsillo trasero de sus
vaqueros. Entonces dudó.

—No soy como el resto de las personas que solicitaron trabajo en


Bennett, ¿verdad? —preguntó.

Kowalski sacudió la cabeza.

—Todos los demás eran Vida Simple o Intuye.

—¿Intuye? —Había escuchado historias sobre personas que podían


“sentir” las cosas, pero había tenido la impresión de las cosas que había
escuchado en la academia de que la mayoría de los policías pensaban
que las personas que afirmaban tener sentimientos acerca de las cosas

94
eran simplemente estafadores que engañaban a las personas crédulas.
Sin dinero o bienes.

—Las comunidades Intuye generalmente están escondidas en el país


salvaje y no están controladas por humanos —dijo Debany—. Pero
algunas de esas comunidades se han escondido a la vista durante años.
Como Desembarco del Ferry en Isla Grande.

—¿Qué pasa con las ciudades en los Lagos Finger? —preguntó.

—¿Alguna vez escuchó a alguien en la academia referirse a una


ciudad como una comunidad de cortejo? —preguntó Kowalski a su vez.

—Sí.

—Las probabilidades son buenas, el lugar es una ciudad Intuye.

¿Estaba siendo tonta al confiar en estos hombres? Había confiado


en algunos compañeros cadetes cuando llegó por primera vez a la
academia, pensando que su apertura de amistad había sido real. Esa
había sido una dura lección, la primera de muchas. Pero ahora, ¿qué
tenía que perder?

—Recibí una llamada telefónica diciéndome que viniera a Lakeside


si quería un trabajo en la policía. La persona que llamó dijo que le habían
dado un mensaje críptico y mi número de teléfono. Este es su número de
teléfono.

Kowalski tomó el papel y se lo metió en el bolsillo.

—¿Intentaste volver a llamar?


—Sin respuesta. —Dudó—. Me gustaría saber si estoy siendo
embaucada.

—Veré lo que puedo encontrar en el QT y te enviaré la información


antes de que te vayas.

—Suponiendo que consiga el trabajo.

Kowalski sonrió.

—Suponiendo.

95
Jana se sentó en Un Pequeño Bocado con el teniente Crispin James
Montgomery mientras el capitán Burke y Simon Wolfgard decidían su
destino, al menos en lo que respecta a este trabajo.

Le había contado a Montgomery sobre su amor por las historias


fronterizas y cómo se había imaginado a sí misma como el sheriff
enfrentándose a los villanos. No sabía por qué le había dicho eso. Tal vez
fue porque, sentada con él, pensó que era un hombre que podría haber
trabajado con ella, que habría trabajado con ella, si las ideas de la
sociedad sobre ciertos tipos de trabajos hubieran sido un poco más
flexibles.

Entonces Simon Wolfgard y el capitán Burke estaban parados junto


a la mesa y Simon le estaba entregando la carta de viaje y el pasaje para
la tarifa del tren, junto con una carta dirigida a Tolya Sanguinati, el líder
de Bennett. Simon Wolfgard también dijo que la hermana del oficial
Debany, Barbara Ellen, sería su compañera de casa.

A pesar de sus mejores esfuerzos para mantener sus sentimientos,


las emociones brotaron dentro de ella y se filtraron un poco.

No hubo comentarios acerca de que las mujeres sean demasiado


emocionales para estar en el trabajo, excepto de Wolfgard, pero eso era
una preocupación acerca de si los ojos llorosos y la secreción nasal
indicaban enfermedad.
A los pocos minutos de recibir las felicitaciones y los mejores deseos,
adquirió un amigo Crowgard por correspondencia y la gerente de la
cafetería le dijo que le esperaba un coche en el camino de acceso.

Jana se apresuró hacia la puerta trasera de la cafetería, luego volvió


sobre sus pasos, deseando agradecer a Burke y Montgomery por última
vez por su papel en que ella tuviera la oportunidad de ser oficial. Y quería
preguntar dónde podía encontrar a Merri Lee. Cuando había venido al
Courtyard hace unos días para preguntar sobre el trabajo de aplicación
de la ley, Merri Lee le había contado sobre la feria de trabajo y qué día
regresar para completar una solicitud. Jana había prometido que, si
conseguía un trabajo en Bennett, escribiría y le haría saber a Merri Lee
cómo le iba.

—La feria de trabajo ha terminado. —La gerente de la cafetería

96
sonaba... diferente. Casi amenazante.

Permaneciendo en el pasillo de atrás, Jana miró hacia la sala


principal y miró el cabello de la mujer mientras cambiaba a verde veteado
de rojo y comenzaba a enrollarse.

Oh, eso no podría ser bueno. Había imaginado que la mujer era
Terráneo, pero el color cambiante del cabello y el enrollamiento así la
hacían sentir... incómoda. No. La hacía sentir un poco enferma y muy
asustada.

Se retiró lo suficiente como para no ser vista o ver, pero, maldita sea,
era policía, o estaba a punto de convertirse en un oficial. Burke y
Montgomery estaban en la cafetería y podrían necesitar refuerzos. No es
que hubiera mucho que pudiera hacer ya que no tenía un arma.

—No he venido a buscar trabajo. Vine a ver a la familia. Me dijeron


que había un lugar donde podíamos quedarnos. —Una pausa—. Hola,
CJ.

Burke dijo algo en respuesta al otro hombre, pero la voz de Burke


era tan baja que Jana no pudo distinguir las palabras. Entonces oyó la
respuesta de Montgomery.

—Mi hermano. Cyrus James Montgomery.

La bocina de un automóvil sonó. Recordando que había alguien


esperando para llevarla al hotel, Jana corrió hacia la puerta de atrás y
salió, agitando una mano para avisarle al conductor de la minivan que
iba a venir.
Un drama familiar. No es de su incumbencia. Pero…

Cyrus James Montgomery. Si tuviera acceso a una base de datos


policiales y lo buscara, se preguntaba qué encontraría.

Messis 8

Para: Tolya Sanguinati y Virgil Wolfgard

Estamos enviando médicos, abogados, un hermano y un


veterinario que está capacitado para trabajar con animales
grandes como caballos y vacas. Y encontramos una mujer
oficial humana para trabajar con Virgil. Ella sabe cómo
disparar un arma y pelear con sus manos. Quiere montar a

97
caballo, y ha aceptado vivir con Barbara Ellen Debany.

Estos humanos se irán de Lakeside el firesday. John


Wolfgard también estará en el tren. Trabajó con nosotros en
Aullidos Buena Lectura, para poder dirigir la librería y
tener experiencia con humanos, tanto clientes como
empleados.

—Simon y Vlad

Messis 9

Para: Tolya Sanguinati, urgente

La cachorra Esperanza dibujó la imagen adjunta. No sé lo


que significa, excepto que es una advertencia para ti y
Virgil.

—Jackson Wolfgard
98
Thaisday, messis 9

Abigail hizo que su voz y sus manos temblaran un poco mientras


colocaba el plato de huevos revueltos y tostadas frente a Kelley. Había
pasado dos días suplicándole que mirara la casa que quería, y cuando
finalmente fue con ella, todo lo que dijo fue:

—Si eso es lo que quieres.

Todavía la amaba, o su recuerdo de ella, lo suficiente como para


mudarse a la casa. Pero ella había leído las cartas del tarot anoche e
indicaron que no se quedaría mucho tiempo.

—¿Quieres que te prepare un almuerzo? —preguntó después de


llevarle un vaso de jugo de naranja.

Él la miró, la comida en su plato intacta.

—¿Por qué haces esto, Abby? ¿Por qué necesitamos una casa de este
tamaño?

No necesitaban una casa de ese tamaño. Ella no necesitaba una casa


de ese tamaño. Pero sí necesitaba a su amigable vecina que, sin saberlo,
la ayudaría a solidificar su dulce personaje de Abigail,
independientemente de lo que Kelley pudiera decirle a la gente.

—¿Por qué te ofreces como voluntaria para clasificar las cosas de


otras personas? Siempre alegaste que eras extra sensible a los residuos
que otras personas dejaban en los objetos, y esa era la razón por la que
todo lo que teníamos, incluso cosas nuevas, tenían que lavarse y
exponerse al sol antes de que pudieras soportar tenerlo en casa. Los
libros que sacaste de la biblioteca de Pradera de Oro fueron “aireados”
antes de poder leerlos. ¿Y ahora vas a pasar cuarenta horas a la semana
buscando cosas pertenecientes a extraños que fueron asesinados por los
Terráneos?

—Tiene que hacerse.

—Hace unos días, estabas dispuesta a limpiar cualquier tipo de


edificio comercial para no limpiar las residencias privadas, ¿y de repente
estás de acuerdo? —Kelley hizo a un lado el plato de comida—. No puedo
decir si te estás mintiendo a ti misma así como a mí, pero estoy bastante
seguro de que me estás mintiendo, si no ahora, antes cuando hiciste
tanto alboroto por las cosas.

99
—Nunca te he mentido. —Bueno, no la había atrapado en una
mentira hasta ahora.

—Bien. No estás mintiendo; solo estás siendo menos que sincera.


¿Suena eso mejor? —Su voz tenía un borde que nunca antes había
tenido—. El punto es que ya no estoy seguro de querer vivir con algo
menos que sincero.

—¡Fuimos felices en Pradera de Oro! —lloró.

—Lo fuiste. —Se apartó de la mesa—. Tengo que ir a trabajar.

—¡Pero no has comido nada!

Él no respondió, y no la besó antes de salir de la casa.

Abigail miró los huevos y las tostadas un minuto completo antes de


sentarse, acercó el plato a su lugar en la mesa y comenzó a comer con
un gusto que no podría haber mostrado si Kelley todavía estuviera allí.

Al buscar el tarro de mermelada de fresa que había abierto el otro


día, untó la mermelada generosamente sobre una tostada.

Había usado su nombre real cuando ella y Kelley se habían casado,


en caso de que necesitara que el matrimonio fuera legítimo, y cuando se
dio cuenta de que el nombre no significaba nada para él, sintió un
asombroso alivio. Se había visto a sí mismo como el héroe que rescata a
la doncella de su padre abusivo. Hubiera comenzado a cuestionar las
cosas mucho antes si hubiera sabido que su padre era el líder de un clan
de Intuyes que jugaba, estafaba y engañaba a todos los que conocía.
Llegarían a una ciudad, tomarían todas las presas que pudieran y luego
avanzarían antes de que la ley se interesara demasiado por ellos y sus
negocios. Y siempre tenían la sensación de cuándo era el momento de
seguir adelante, al igual que uno u otro de ellos sabían a quién jugar para
obtener el mayor puntaje.

Nadie sabía que eran Intuyes, porque habían evitado las ciudades
Intuye. Pero cualquiera que aprendiera ese pequeño secreto...

Nunca supo cómo su padre había dispuesto la evidencia para


señalar a un hombre confundido por la bebida como la persona que mató
a un agente en un pequeño pueblo de la costa oeste. El hombre era un
borracho que apenas podía sostener un cuchillo para cortar su propia
cena y ciertamente no tenía la habilidad para hacer... lo que los

100
periódicos dijeron que le habían hecho al ayudante. El hombre de la ley
había muerto porque era dulce con ella, y ella le había contado el secreto
de la familia a cambio de su ayuda para escapar del control de su padre.

Ella había escapado, pero dos hombres habían muerto, el ayudante


y el hombre acusado de matarlo. Eso era típico de cómo los Blackstone
lidiaban con los problemas antes de seguir adelante. Su padre lo llamaba
sacar la basura.

Era solo cuestión de tiempo antes de que alguien de su familia


llegara a Bennett, y luego alguien más muriera. Solo tenía que asegurarse
de que ese alguien no fuera ella.

Tolya revisó los correos electrónicos de Lakeside, como lo había


hecho desde que llegó el primero el domingo. Como ya no había
comunicación directa entre las regiones que conformaban el continente
de Thaisia, los correos electrónicos y los telegramas tenían que pasar por
las casetas de comunicación Intuye que se habían establecido cerca de
las fronteras. Las cartas y la correspondencia comercial enviadas por
cualquier persona que no fuera Intuye o Terráneos viajaban en tren y
finalmente llegaban a las ciudades de destino y a los destinatarios que
vivían allí. Por lo tanto, incluso la comunicación “rápida” entre regiones
podía tardar hasta veinticuatro horas antes de ser recibida.
La única excepción era la conexión entre Aguas Dulces, que estaba
en el Noroeste, y Bennett y Pradera de Oro, que estaban en el Medio
Oeste. Tolya y Jackson Wolfgard habían suplicado a los Antiguos que les
permitieran tener una comunicación directa entre ellos porque había una
conexión entre Jesse Walker en Pradera de Oro y el cachorro del profeta
de la sangre que vivía con Jackson en el asentamiento de Terráneos en
Aguas Dulces.

Jackson y su compañera, Grace, habían descubierto que Esperanza


Wolfsong tenía la capacidad de dibujar las visiones que se le ocurrían y
no necesitaba cortarse la piel. Dibujar no revelaba las visiones para la
mayoría de las chicas, pero la habilidad de Esperanza alentaba a los
cuidadores de otras chicas a explorar diferentes maneras en que estas
chicas podrían revelar profecías sin el corte que eventualmente las

101
mataría.

Al igual que Meg Corbyn, la profeta de la sangre que vivía en


Courtyard de Lakeside, Esperanza Wolfsong era muy talentosa, y aunque
quienes recibían los dibujos de sus visiones no siempre podían
interpretar las imágenes correctamente, ella y Meg habían sido
fundamentales para salvar a muchos Wolfgard de la masacre organizada
por el movimiento de Humanos Primero y Último. La advertencia no había
llegado a tiempo para salvar a los adultos en la manada de Pradera de
Oro, pero había llegado a tiempo para salvar a los cachorros, así como a
la ciudad Intuye.

Lo que todo eso significaba para él que una imagen de Esperanza


Wolfsong no podía ser ignorada.

Tolya aún dudaba en descargar el archivo. Jackson había llamado a


la foto una advertencia. Vlad le había dicho que los humanos no
autorizados probablemente llegarían a Bennett junto con los humanos
seleccionados durante la feria de trabajo de Lakeside. Eso significaba que
él y Virgil deberían estar en la estación para evaluar a los humanos a
medida que llegaban, a partir de hoy, ya que no podían estar seguros de
que los extraños no llegarían antes de la migración de Lakeside.

Dudó un momento más antes de descargar el archivo e imprimir dos


copias. Luego estudió la imagen.

«¿Virgil?», llamó. «¿Dónde estás?».


«Kane y yo estamos husmeando en uno de los territorios designados
para guaridas humanas» respondió Virgil. «Queremos saber quién se
supone que vive allí. Entonces podremos expulsar a los intrusos».

«Necesitamos encontrarnos con el tren cuando llegue esta tarde».

«¿Los humanos llegan tan rápido?». Virgil no parecía feliz por eso.

«No los que esperamos».

Silencio.

«Nos vemos».

Tolya casi compadeció a los humanos que podrían ser vistos como

102
intrusos. Casi. Entendía la ira de Virgil contra los humanos. Simplemente
no estaba seguro de lo que haría, o debería hacer, si el Lobo no podía
contener esa ira y comenzaba a matar a los humanos útiles que querían
vivir en Bennett.

No era algo con lo que tuviera que lidiar hoy. Tolya deslizó las copias
de la imagen en un delgado maletín, salió de su oficina y se detuvo en la
sala de libros para ver a Barbara Ellen y Joshua Painter, que estaban
bien. ¿Demasiado bien? No, estaban bien, todavía se estaban
familiarizando. No había razón para alarmarse o para enviar mensajes
que pudieran causar emoción en Lakeside.

Aun así, permanecería vigilante hasta que llegara la nueva oficial.


Entonces podría vigilar a Barbara Ellen Debany.

Dejando a los dos humanos en su clasificación de libros, caminó


hacia la joyería y se alegró de ver el cartel de ABIERTO en la puerta.

—Señor Sanguinati —dijo Kelley Burch.

El humano parecía cansado, tenso. Los susurros habían llegado a


Tolya de que algo no estaba bien entre Kelley y su compañera, algo lo
suficientemente grave como para que Jesse Walker estuviera
preocupada. No es que ella hubiera dicho nada, pero cada vez que él
mencionaba a Kelley o Abigail, su mano derecha se cerraba sobre su
muñeca izquierda. Los problemas entre compañeros humanos no eran
asunto suyo, pero Kelley era la única persona calificada para evaluar las
joyas y administrar esta tienda, y tener a alguien en la ciudad para hacer
ese trabajo era asunto de Tolya.
—¿Qué me puedes decir sobre las piedras negras? —preguntó Tolya.

—¿Había algo en particular que quisieras ver? —preguntó Kelley a


su vez—. Tengo joyas aquí que tienen ónice o piedras de hematita. Tengo
un collar azabache. Incluso tengo un anillo con un par de diamantes
negros como parte de la configuración. Probablemente haya más piedras
en la parte posterior, incluidas algunas piedras caídas que aún no he
ordenado.

—¿Alguno de ellos es significativo? ¿Preferido por cierto tipo de


humano?

Kelley pensó durante un momento, luego sacudió la cabeza.

—Los diamantes son piedras valiosas. Los otros se consideran

103
semipreciosos, por lo que no valen mucho dinero por sí mismos. Podría
ser de más ayuda si supiera lo que estás buscando. ¿Piedras sueltas?
¿Algo en un escenario plateado o dorado?

—Aún no lo sé —respondió Tolya—. Pero quiero saber acerca de


cualquiera que muestre interés en las piedras negras.

Kelley parecía incómodo.

—Está bien. No hay nada siniestro en que les gusten esas piedras.
Negro no significa malo.

Tolya no respondió a eso. En cambio, regresó a su oficina y llamó al


teléfono móvil de Jesse Walker, ya que sabía que Rachel Wolfgard no
contestaría el teléfono personal de Jesse.

—Estoy en la ciudad —dijo.

—Virgil Wolfgard y yo nos encontraremos con el tren. Me gustaría


que estuvieras allí.

Una duda.

—¿Hay algún problema?

—Tal vez. Antes de eso, hay algo que quiero mostrarte. ¿Puedes venir
a mi oficina?

—Estaré ahí pronto.


Mientras esperaba, Tolya envió un correo electrónico a Vlad,
preguntándole si Tess conocía a alguien llamado Scythe. Vlad entendería
que estaba pidiendo información sobre otro Cosechador.

Jesse entró unos minutos más tarde y se acomodó en una de las


sillas de los visitantes.

—Tobias quería traer un par de caballos a la caballeriza de aquí. Son


animales más jóvenes y bien entrenados, pero él no sentía que nadie en
el rancho Pradera de Oro fuera la combinación perfecta para ninguno de
ellos.

—¿Sentía que podrían adaptarse a uno de los recién llegados? —


preguntó Tolya.

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Ella asintió.

—¿Crees que hay un problema en nuestro camino?

—Se dirige hacia nosotros o ya está aquí. Virgil y yo recibimos una


advertencia. Te estoy mostrando esto porque has visto tales advertencias
antes. No estoy compartiendo esta información con nadie más. Aún no.

Esperó a que ella volviera a asentir antes de sacar una de las copias
de la imagen de su maletín y dejarla sobre el escritorio, y observó a Jesse
Walker palidecer.

—Diría que Esperanza Wolfsong es un genio si sus dibujos no fueran


tan perturbadores —dijo Jesse en voz baja—. Las personas hechas de
piedras negras se muestran tan bien que se puede ver que están hechas
de muchas piedras y no son estatuas hechas de un bloque de piedra.

El dibujo era la calle exterior del Salón Jaula de Pájaross.


Representados como humanos comunes, estaban Barbara Ellen y una
mujer desconocida con cabello castaño recogido en una cola. Ambas se
reían mientras se dirigían hacia el salón, aunque había algo en la
expresión de la mujer desconocida que hizo que Tolya pensara que no era
tan inconsciente de las personas a su alrededor como parecía por primera
vez. De pie en la puerta del salón había una forma humana hecha de
piedras negras, con dos humanos más cerca de piedra. Stazia Sanguinati
también estaba en la foto, luciendo enojada cuando comenzó a cambiar
a su forma de humo. Y Virgil, de pie y aún vestido con vaqueros y una
camisa a cuadros, parecía un Lobo gruñendo.
Pero era la mujer que tomó la esquina inferior derecha la razón
principal por la que Tolya había querido que Jesse viera la foto.

—Solo la he visto un par de veces desde que ella y su compañero


llegaron, pero ¿no es así Abigail Burch? —dijo Tolya.

—Sí. —Jesse no dijo nada más durante un minuto—. Ella está


muerta. En la foto, ella está muerta.

—Sí. —Los ojos fijos le dijeron eso.

—¿Por qué…? —Jesse tragó saliva—. ¿Por qué sale sangre de su


boca?

—No lo sé.

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—¿Te preguntas si Kelley la va a matar? Algo sucedió en Pradera de
Oro que arruinó su matrimonio. Abigail tiene secretos. Actúa dulce y un
poco simple, y actuó tan bien que nadie en Pradera de Oro se dio cuenta
de que fue deliberado hasta la escena con Kelley hace un par de semanas.
Para ser honesta, me sorprende que ella haya ido con él, y me sorprende
que todavía viva con ella. Pero no siento ningún indicio de que la matará
por ningún motivo.

—Se nos advirtió que humanos no autorizados llegarán a Bennett


en busca de trabajo, en busca de... oportunidades —dijo Tolya—. Es por
eso que quiero que te unas a mí y a Virgil cuando el tren llegue. Tus
instintos son diferentes a los nuestros. No me opongo a trabajadores
adicionales, pero debemos tener cuidado.

Jesse se recostó y apartó la vista de la foto.

—Sí. —Se pasó una mano por el cabello—. Le haré saber a Tobias
que estaremos aquí por un tiempo.

—Estaba a punto de caminar hacia la estación de tren, pero puedo


organizar un viaje si lo prefieres —dijo Tolya.

Soltó un pequeño resoplido que sonó igualmente divertido y molesto.

—La estación de trenes está justo arriba de la calle, y no estoy


enferma. Un paseo me irá bien. —Parecía preocupada—. No estoy
contenta con Abigail en este momento, pero no quiero que sufra ningún
daño.
—Entonces tratemos de evitar que eso suceda. —Tolya volvió a meter
la foto en su maletín, sacó a Jesse de la oficina y la cerró—. Y recordemos
que una advertencia tiene la intención de ayudar a evitar que algo
suceda.

A Virgil no le gustaba tener un humano detrás de él, incluso si era


una mujer mayor que no lo miraba a los ojos ni lo desafiaba de ninguna
manera. Pero ella estaba allí, de pie en el espacio que Tolya Sanguinati
había dejado entre los dos hombres.

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«¿Por qué está aquí?», le gruñó a Tolya.

«Ella es una Intuye. Es sensible a otras personas. Tú y yo sabremos


cosas diferentes sobre cada humano que se baje del tren. Jesse Walker
sabrá algo más. Tenemos una mejor oportunidad de reconocer a un
enemigo juntos que si estamos separados».

Todo bien. No podía discutir eso, porque todos los humanos eran el
enemigo, pero algunos también eran una amenaza para los Terráneos y
los humanos que, lamentablemente, se consideraban no comestibles.

Serían mordidos los humanos que eran amenazas para los


Terráneos o quebrantaban las leyes humanas. Salvajemente. Quizás
letalmente. Pero iba a lograr que Tolya aceptara que el sheriff y su oficial
permitieran cortar a los no comestibles, en caso de que tuviera otra razón
para llevar a Barbara Ellen a la cárcel por algún tiempo.

La puerta del equipaje se abrió al mismo tiempo que Nicolai


Sanguinati salió del área de entrega de la estación de tren, tirando de un
carro que tenía correas en ambos lados que se podía levantar y bajar para
cargar.

—¿Esperas algo en particular? —preguntó Nicolai, mirando de Tolya


a Virgil.

Algunos huesos carnosos serían buenos, pero Virgil pensó que él y


Kane tendrían que cazarlos por sí mismos.

—Pasajeros —respondió Tolya.


Un hombre que llevaba una camisa con el logotipo del ferrocarril en
el bolsillo y en la parte trasera bajó del vagón de equipajes, mientras que
otro hombre le arrojó las bolsas de correo, que él y Nicolai cargaron en el
carrito. Luego llegó el equipaje y los paquetes que fueron designados para
la estación de Bennett. Los hombres del ferrocarril se movieron rápida y
eficientemente. Nerviosos, pero sin miedo. Bennett podría estar
controlado por los Terráneos, pero los hombres entendían que estaban
seguros en la estación, o tan seguros como cualquier humano podría
estar en Thaisia.

—Esa es la última carga —dijo el hombre en la plataforma mientras


le tendía un portapapeles para que Nicolai lo firmara—. ¿Algo para salir?

—Una bolsa de correo a la Región Noreste —respondió Nicolai—. Lo

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sacaré.

Virgil captó el aroma de Kane antes de escuchar la rápida


respiración de Jesse Walker. Los Wolfgard eran significativamente más
grandes que los lobos normales y podían derribar presas que un lobo no
podía. Volvió a mirar a Jesse Walker.

—¿Nunca has visto a uno de los Wolfgard en esa forma?

—No he visto a un adulto en mucho tiempo —respondió Jesse—.


Rachel es un Lobo juvenil, así que no es tan grande como tu amigo.
Supongo que todavía tiene algo que hacer.

Virgil sabía que Morgan y Chase se habían apoderado de la manada


Pradera de Oro, pero si Jesse Walker no los había visto en forma de Lobo,
sonaría como si no estuvieran invitando a los humanos a aullar con ellos
y no se esperaba que fueran tan amigables.

Los envidiaba.

Entonces los primeros humanos bajaron del tren.

Un paquete de cinco hombres jóvenes, todos vestidos con pantalones


oscuros, camisas blancas y las correas que sostenían la ropa en lugar de
usar un cinturón. Y sombreros.

El viento convenientemente cambió de dirección, trayendo su aroma


a él y a Kane. Olían a jabón limpio, a animales y a nervios.

—Vida Simple —dijo Tolya en voz baja—. Es costumbre de los


hombres vestirse de esa manera.
Virgil estudió la ropa cuidadosamente. Otros machos podrían tratar
de disfrazarse vistiendo ese tipo de ropa, pero no creía que ningún otro
macho pudiera reproducir su aroma particular.

Los machos miraron a Nicolai cuando salió de la estación con una


bolsa de correo. Nicolai señaló a Virgil y Tolya.

Duda. Un destello de miedo cuando notaron a Kane y entendieron


lo que era. Pero se adelantaron, quitándose los sombreros.

—Buenas tardes, caballeros. —El macho Virgil consideró que el


dominante entre ellos asintió a Jesse Walker—. Señora.

—¿Qué te trae a Bennett? —preguntó Tolya, dándoles a los hombres


una sonrisa que mostraba un toque de colmillo.

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Otra duda. Una cosa era que les dijeran que los Terráneos tenían el
control de una ciudad; otra cosa era mirar esa verdad a los ojos y esperar
que no te comiera.

El hombre miró a Jesse Walker, luego debió darse cuenta de que ella
no era a la que necesitaba convencer, porque se centró en Tolya.

—Mi hermana se casó con un hombre que vive en Isla Grande. ¿Has
oído hablar de ese lugar?

—Está cerca de las cataratas de Talulah y Lakeside.

—Sí. —Su alivio fue casi un gusto en el aire—. Mi hermana envió un


mensaje de que había trabajo aquí.

—¿Te dijo tu hermana que esta es una comunidad mixta y qué


significa eso?

—Significa que debemos aceptar las costumbres de aquellos que no


son como nosotros —dijo otro hombre. Se separó de los demás lo
suficiente como para hacer que Virgil pensara que podría ser el mismo
tipo de humano, pero que no había venido del mismo grupo que los otros
cuatro.

Kane gruñó, y Virgil estuvo de acuerdo. No era lo que el hombre


había dicho, sino la forma en que lo había dicho. Virgil no olía nada malo
del hombre, pero...

«No me gusta», le dijo a Tolya.


«De acuerdo».

—No te preocupes —susurró Jesse—. Tengo la sensación de que no


estará aquí mucho tiempo.

«La hembra Jesse está mirando sus pies y no se encuentra con los
ojos de ningún hombre», dijo Kane. «No creo que los humanos hayan
escuchado lo que dijo».

«Hay otros humanos esperando», dijo Tolya. «Continuaremos esta


discusión más tarde».

—Recojan su equipaje y pónganlo en la camioneta que está


esperando en el estacionamiento —dijo Virgil—. Luego caminen hacia el

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Salón Jaula de Pájaross. Nos encontraremos allí para resolver el papeleo.
—No es que él hiciera ninguna clasificación. Él era el sheriff. Llegaba para
morder a los malhechores. Tolya tendría que lidiar con el papeleo porque
él era el líder de la ciudad.

La idea de poder darle a ese hombre de Vida Simple una mordida


dura o dos lo animó, por lo que sonrió, mostrando sus dientes.

El que tenía el palo en la cola había abierto la boca, probablemente


para ladrar acerca de ir al salón, pero una mirada a la sonrisa de Virgil y
se apresuró a buscar su equipaje.

El siguiente grupo era un paquete familiar compuesto por una mujer


adulta, una mujer adulta más joven, un niño y...

Virgil ladeó la cabeza hacia un lado, tratando de descubrir a la


tercera hembra. Ella no se parecía a los demás. Era bajita y cuadrada y
su rostro no tenía la forma de ningún humano que hubiera visto. Tenía
que ser una joven, pero eso no se sentía bien.

Le dio a Kane la sonrisa más dulce y corrió hacia el Lobo.

—¡Perrito!

—Becky, no —dijo la hembra dominante bruscamente, agarrando a


la niña y haciéndola desaparecer.

Virgil se inclinó hacia la niña, lo suficiente como para llamar su


atención de Kane.

—No es un perro. Es un Lobo.


Ella miró a Virgil.

—Loooobo. —Su mano de repente se levantó y bajó, como si fuera a


golpear a Kane. Luego detuvo el movimiento y dijo—: Suave, gentil.

«Ella es un saltarín», dijo Kane mientras le acariciaba la cabeza. «No


sabía que los humanos tenían saltarines».

A veces, los cachorros de Lobo nacían con un cerebro agitado que


les dificultaba aprender a cazar, les dificultaba sobrevivir. Si lograban
llegar a la edad adulta, muchos de ellos superaban la escasez, pero la
mayoría no vivía tanto tiempo en el país salvaje.

—Ella no quiere hacer ningún daño —dijo la hembra dominante—.


Es una buena chica y una buena trabajadora.

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—¿Mejorará su cerebro? —preguntó Virgil.

La boca de la hembra se apretó y parecía que había sido expulsada


de más de una manada debido a la niña.

—No. Ella siempre será así.

Huh. Virgil miró a Tolya.

—¿Tu nombre? —preguntó Tolya.

—Hannah Gott. Soy Vida Simple. —Hizo un gesto hacia el vestido


largo y el delantal blanco. Las tres mujeres llevaban gorros blancos sobre
el cabello, aunque el sombrero de la saltarín tenía manchas de comida
en las cuerdas. Virgil olía algún tipo de fruta y salsa hecha de carne de
res.

Hannah Gott presentó a su hermana, Sarah, luego a su sobrina,


Becky, y finalmente a su sobrino, Jacob.

—Supongo que tienes ropa aquí —dijo—. Mucho de eso debe


clasificarse en lo que es bueno y lo que todavía no se ha dividido en
trapos. Ahora hay muchas personas que necesitan ropa pero no pueden
permitirse comprar ropa nueva. Creo que es posible encontrar
comunidades necesitadas y venderles el exceso de bienes que están aquí
por un precio razonable. —Miró a Virgil pero no lo miró a los ojos—.
Supongo que su gente podría apreciar un poco de ayuda cuando se trata
de comprar prendas humanas. Especialmente si es una experiencia
nueva.
—Debido a que tenemos Intuyes, Vida Simple y humanos viviendo
aquí, así como también Terráneos, estamos estableciendo comunidades
para que las personas puedan vivir entre las suyas —dijo Tolya.

—Eso no es necesario para nosotros. —Hannah Gott sonaba


aguda—. Preferiríamos vivir entre personas tolerantes a las diferencias.

Su respuesta hizo que Virgil se preguntara qué les pasaba a los


humanos con cerebro sesgado.

Los dos hombres del ferrocarril se ofrecieron a transportar el


equipaje de los Gott a la furgoneta, y Kane fue asignado para llevarlos al
salón.

Y eso dejó al último humano que estaba esperando su aviso y

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permiso para ingresar a Bennett.

—Otro no —dijo Tolya en voz baja, haciendo que Jesse Walker


resoplara de una manera que sonaba como una risa.

La sonrisa y la mirada en los ojos de la mujer eran cosas que Virgil


también reconoció de sus tratos con Barbara Ellen. Aquí había otra bola
de pelusa hinchable.

—Soy Lila Gold. —Sus brazos estaban llenos de libros y carpetas con
papeles que sobresalían de la parte superior—. Te escuché decir que hay
un salón. ¿Es maravilloso? Apuesto a que es maravilloso.

—¿Quieres trabajar en un salón? —preguntó Tolya.

—Uh-huh. He estudiado pueblos fronterizos desde que era una niña.


Es una especie de mi pasatiempo. O pasión. O vocación. Algo así. Y
siempre pensé que trabajar en un salón sería divertido. No las cosas más
carnales que solían seguir, sino bailar, cantar y hablar con la gente.
Trabajé como camarera mientras iba a la escuela, así que sé cómo
atender a los clientes. Y tomé una clase de defensa personal, así que sé
qué hacer con mi rodilla si es necesario. ¿Ya sabes?

Virgil no lo sabía. Estaba seguro de que no quería saberlo. Era como


un cachorro que no podía resistirse a agarrarle la cola.

—Fuiste a la escuela —dijo Tolya—. ¿Qué estudiaste?

La sonrisa se atenuó un poco.

—Tomé clases de secretaría pero en realidad no...


—¿Entonces puede escribir y archivar y contestar teléfonos? —la
interrumpió Tolya.

La sonrisa se atenuó un poco más.

—Quería hacer algo diferente.

—Eres una Intuye —dijo Jesse Walker—. Tenías la sensación de que


si venías aquí, podrías tener algo diferente, algo que te haría feliz.

—¡Sí! —Ahora Lila Gold se centró en Jesse—. Era buena en mi


trabajo. Realmente lo era. Pero había regresado a casa por la noche y...
—Agitó una mano para indicar a Bennett, y casi dejó caer todos los libros
y carpetas—. Hace un par de semanas, pensé ¿por qué no debería
intentarlo? No, fue más que eso. Sabía que debía intentarlo. Así que dejé

112
mi trabajo y empaqué mis pertenencias y compré la tarifa del tren a
Bennett porque esta es la única ciudad fronteriza que todavía tiene una
estación de tren. Bueno, no la única, pero era la primera en la lista
porque el nombre comienza con la letra B. —Les sonrió.

No tenía pecas en la cara, pero tenía el cabello amarillo y ojos azules


como Barbara Ellen. ¿Qué se suponía que debían hacer con una manada
de pelotas esponjosas? ¿Podrían dos pelotas de pelusa ser consideradas
una manada?

—Necesitamos secretarias —dijo Tolya. Levantó una mano—.


Necesitamos personas que puedan hacer ese trabajo. Sin embargo, si
estás dispuesta a usar tus habilidades en esa área durante parte de tus
horas de trabajo requeridas, hablaré con madame Scythe sobre darte la
oportunidad de trabajar en su salón.

—¿Se llama madame Scythe? ¿De verdad? —El rebote había vuelto—
. ¡Eso sería increíble!

—Entonces subamos al salón y repasemos todos los requisitos para


la residencia en Bennett. —Tolya miró más allá de Lila Gold—. ¿Nicolai?

—¿Deberíamos llevar estas pertenencias a la camioneta? —preguntó


Nicolai.

—Sí. Parece que todos se quedarán —respondió Tolya.

—Entonces le diré al conductor que el tren puede pasar a la


siguiente parada. Ha estado esperando para asegurarse de que nadie
necesitara subir. Quieren irse pronto para hacer todas sus paradas antes
del anochecer.
—Diles que apreciamos su espera.

Jesse Walker tomó algunos de los libros que llevaba Lila Gold, y las
dos mujeres se dirigieron al Salón Jaula de Pájaros.

—¿Tenemos que hacer esto con cada tren de ahora en adelante? —


preguntó Virgil.

—Los humanos que emigren de Lakeside tendrán papeles. Los


enviaremos al salón —dijo Tolya—. Son los que no tienen papeles los que
debemos analizar cuidadosamente. Hay algo que necesito mostrarte a ti
y a Kane. ¿Volverás a la oficina del sheriff a última hora esta tarde?

—Estaré allí.

Pero primero iba a volver a la oficina y se quitaría la ropa humana y

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se quitaría la piel humana, e iría a correr y correr para sentirse quién y
qué era.

De pie en la puerta de su oficina, Scythe pasó una mano sobre el


vestido de zafiro, disfrutando de la sensación del material. No se parecía
mucho a las fotos de vestidos usados en un salón de la frontera, pero lo
suficientemente cerca por ahora. Garnet Ravengard y Pearl Owlgard
habían encontrado una tienda donde a los humanos les habían tomado
fotos con trajes de la frontera y habían encontrado ropa que parecía
apropiada para un salón. Trajeron todos los disfraces que pudieron
encontrar y eligieron dos trajes cada uno. También trajeron vestidos que
pensaron que podrían ser adecuados para el dueño de un salón.

¿Sabían lo que era, sabían lo que podía hacerle a cualquiera de


ellos? ¿A todos ellos?

El deseo de pertenecer tenía que ser más fuerte que la compulsión a


la fiesta. La mayoría de su clase no tenía suficiente control. Era mejor
alimentarse y alimentarse hasta que no quedara nada y luego seguir
adelante. Pero a veces uno de ellos quería más y mostraba a otros de su
especie que era posible. No era fácil. Nunca era fácil. Pero era posible.
Tomó años aprender a tener ese control. Años y errores. Pueblos
devastados por una misteriosa enfermedad, donde podría haber un solo
sobreviviente que terminó con un ojo muerto después de vislumbrar a un
extraño de cabello negro que se alejaba de la aldea, un extraño que estaba
demasiado satisfecho con las vidas ya consumidas para tomar una más.

O un cultivo lleno de vida y listo para la cosecha, y todo el campo


cambiaba a plantas muertas y podridas durante la noche.

Tomó años aprender a sorber un poco de energía vital de muchos e


incluso comer alimentos como lo haría un humano.

Podría haberse asentado en una de las pequeñas ciudades que


habían sido vaciadas de humanos, ciudades que los Terráneos habían
reclamado, y vivir de lo que pudiera encontrar hasta que llegara una

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nueva presa en forma de carroñeros de dos patas. Se había dirigido hacia
uno de ellos cuando se encontró con la extraña niña que se desangraba
a un lado de la carretera. La chica debería haber sido presa pero no lo
fue.

Ella no había sabido acerca de las sangres dulce, los humanos que
no eran presas porque eran la creación de Namid, tanto maravillosas
como terribles.

Ese día, Scythe había sentido la fuerza vital parpadeando en la niña


y sabía que no quedaba mucho por cosechar, incluso si no se había
sentido incómoda. Pero se había agachado junto a la niña, con cuidado
de no tocar la sangre.

—Vives en Bennett —había dicho la chica—. Usas vestidos bonitos y


diriges un salón. Tienes amigos. Pájaro amarillo.

—Soy una Cosechadora. Una Jinete de la Peste. ¿Crees que me


querrán en una ciudad?

—Tú ayudas a proteger el pueblo. —La niña exhaló las palabras


“piedras negras” y murió.

Scythe recogió a la niña y la llevó lejos de la carretera. Escondió el


cuerpo debajo de piedras y arbustos. Y luego encontró su camino hacia
Bennett.

Los Sanguinati que dirigían la ciudad y los Lobos que eran los
ejecutores no confiaban en ella, pero habían acordado dejarla quedarse,
dejarla dirigir este lugar. Eventualmente, incluso podrían aceptar que
viviera entre ellos, siempre y cuando pudiera resistir la compulsión de
devorar toda la fuerza vital de un ser que importaba para los Sanguinati
y los Lobos.

Yuri Sanguinati, uno de los dos camareros del salón y el único que
trabajaba hoy, se volvió hacia ella cuando salió de la oficina para reunirse
con él detrás de la barra.

—Tolya está enviando a algunos humanos hacia aquí —dijo Yuri—.


Potenciales trabajadores y residentes.

—¿De Lakeside? —Barbara Ellen se había detenido un par de veces


para saludarla y mostrarle cómo cuidar al Pájaro Amarillo, y le había
hablado sobre los humanos que estaban migrando de Lakeside a Bennett.
La niña también le había hablado sobre conocer a Tess, lo que explicaba

115
mucho por qué Barbara Ellen se había acercado a una Cosechadora en
primer lugar. La amabilidad era genuina, pero la niña también parecía
estar insistiendo en que eligiera a sus propios amigos,
independientemente de la preocupación de Tolya o el gruñido de Virgil.

—No —respondió Yuri—. Esos humanos deberían llegar en


watersday, si el tren se mantiene a tiempo. Estos humanos escucharon
que había trabajo aquí. —Tomó una pila de papeles de la barra—. Don
Miller trabajó ayer en el ordenador y creó estos formularios para
empleados potenciales. Dijo que tenía la sensación de que los
encontrarías útiles, pero que podrían ser útiles ahora para tratar con
estos extraños.

Don Miller, su otro camarero, era Intuye que tenía una idea de lo
que la gente necesitaba. Freddie Kaye era otro Intuye, pero tenía una idea
de los números y quería trabajar como jugador de la casa.

—¿Hay suficientes formularios? —preguntó ella.

—No lo sabremos hasta que los humanos crucen la puerta, pero no


me sorprenderá si existe exactamente la cantidad de copias que
necesitamos hoy.

—¿Vamos a tener clientes? —Garnet Ravengard se acercó a la barra


y le sonrió a Yuri. Tenía los ojos oscuros y el cabello negro típico de su
forma de Terráneos. Excepto por un par de plumas negras mezcladas con
su cabello, parecía humana, y tenía más pecho que el que había tenido
ayer.
¿Había podido el Cuervo alterar su apariencia humana o había
logrado ese efecto usando algún tipo de ropa debajo del vestido rojo
granate?

—El vestido te queda bien —dijo Yuri.

—Y pareces un camarero de la frontera, hasta la corbata negra —


respondió Garnet.

El Sanguinati se veía bien en la camisa blanca, el chaleco y los


pantalones negros, y la corbata negra.

No se sabía si los humanos apreciarían los disfraces y el resto de lo


que se había hecho para darle al salón un sabor particular, pero Scythe
se dio cuenta de que todos los que trabajaban allí se divertirían. Y eso la

116
complacía.

Un minuto después, su placer se desvaneció y su cabello dorado


repentinamente tenía mechones azul y rojo, y un hilo negro de
advertencia, y comenzó a rizarse cuando cinco hombres humanos
entraron al salón.

—Soy madame Scythe —dijo—. Bienvenidos al Salón Jaula de


Pájaros.

Cuatro de los hombres se quitaron los sombreros en lo que ella


asumió como un gesto de cortesía. El quinto hombre no lo hizo.

Algo en sus ojos. Algo que arañaba sus instintos para alimentarse.
Se movió hacia él lentamente mientras su cabello cambiaba a rojo con
mechones de negro e hilos de oro y azul, y se enroscó.

—No deberíamos estar obligados a estar en esta casa de fornicación


—dijo el quinto hombre en voz alta.

Yuri saltó sobre la barra con una sola mano, llamando la atención
de todos, incluida la de ella. Un movimiento, un recordatorio para tener
cuidado.

—Vendemos una variedad de bebidas —dijo Yuri, mostrando un


toque de colmillo cuando sonrió a los hombres—. Nuestras chicas están
aquí para hablar con los clientes, incluso para cantar y bailar un poco.
Pero madame Scythe no permite la fornicación en este establecimiento.
El hombre miró fijamente las escaleras que conducían a la suite de
Scythe y las habitaciones que los empleados podían usar durante los
descansos o como vestidores.

—Como puede ver —dijo Yuri asintiendo hacia las escaleras y la


cuerda de terciopelo rojo que estaba unida a la pared y al poste—, las
habitaciones son solo para empleados, y esa regla se aplica
estrictamente.

Había suficiente mordisco y advertencia en las palabras que Scythe


entendió que Yuri también estaba inquieto por ese humano en particular.
Añadiéndose a su propio sentido de injusticia fue que los otros cuatro
hombres miraban a su compañero, como si ellos también reconocieran
algo extraño en su comportamiento.

117
—Ahora, si ustedes, caballeros, llenan estos formularios, eso
ayudará a todos cuando venga el alcalde a hablar con ustedes sobre el
trabajo que podrían hacer aquí. —Yuri entregó los formularios—. En la
segunda página, ¿dónde dice “Varios”? Indiquen la razón por la que
dejaron su lugar de residencia anterior.

Garnet entró en la oficina de Scythe, luego reapareció con dos


bolígrafos y un lápiz.

—Aquí hay utensilios de escritura si los necesitan.

Un hombre se acercó a Garnet pero miró a Scythe mientras aceptaba


los bolígrafos y lápices.

—No sé por qué dice esas cosas —dijo en voz baja.

—¿Es tu amigo? —preguntó Scythe con la misma tranquilidad.

—No. Se unió a nosotros en la estación fronteriza. Dijo que venía


aquí y nos preguntó si podía viajar con nosotros. Pensamos, debido a
algunas de las cosas que dijo en el viaje, que es alguien de una
comunidad que vive con reglas más estrictas que las nuestras, pero eso
no explica su rudeza.

Scythe asintió.

—Estoy segura de que el señor Sanguinati ya es consciente de la


diferencia de su compañero.
Regresó a la mesa y entregó los bolígrafos y el lápiz justo cuando
llegó el siguiente grupo, dirigido por Kane en forma de Lobo. Dos mujeres
adultas, un niño y...

«La chica Becky es una especie de saltarín», dijo Kane cuando la niña
agarró su cola. «Su nombre de manada es Gott».

Una mirada de odio dirigida a la niña saltarín llenó la cara del quinto
hombre antes de que él mirara a las hembras adultas más jóvenes y su
rostro se llenara de algo más. Entonces notó que Scythe lo miraba y se
ocupó en rellenar el formulario.

Garnet condujo a la manada de Gott a otra mesa, tomando algunas


de las formas de Yuri cuando ella lo pasó, dejándolo a él y a Scythe libres

118
para vigilar a los machos.

Apenas habían acomodado a la manada de Gott en una mesa


cuando Tolya, Virgil, Jesse Walker y una mujer rebotando entraron,
seguidos por Barbara Ellen y Joshua Painter.

—¿Está bien si tomamos una copa? —preguntó Barbara Ellen.

—Solo permanece en el bar y arreglaré lo que quieras —dijo Yuri,


dudando por un instante cuando se encontró con los ojos de Joshua
Painter.

—Oh, esto es maravilloso —dijo la mujer rebotando, girando en


círculo mientras agarraba las carpetas contra su pecho. Se concentró en
Garnet—. ¿Son reales esas plumas?

Tolya miró a Scythe. «Ella quiere trabajar para ti». La mirada se


convirtió en una mirada depredadora. «¿Algo anda mal?».

Como respuesta, miró hacia la mesa con los cinco hombres y frunció
el ceño. ¿Qué estaba mirando ese extraño hombre entre ellos ahora?
Siguió la línea de su enfoque hasta Barbara Ellen, que vestía pantalones
cortos y una camiseta.

—Una mujer no debe exponer sus extremidades e incitar a un


hombre a la lujuria —dijo en voz alta. Luego se lamió el labio inferior.

—Esta no es una comunidad de Vida Simple —dijo uno de sus


compañeros—. Las otras personas aquí no están obligadas a vivir según
nuestras reglas. Y estamos aquí porque queremos explorar otras
posibilidades mientras mantenemos nuestros valores centrales.
Scythe observó a Joshua Painter girarse hacia la voz al mismo
tiempo que deslizaba su mano derecha en uno de los bolsillos de sus
pantalones. Cuando retiró la mano, una mano que ahora llevaba un
guante de cuero que tenía garras Pantera en los extremos de los dedos,
mostró los dientes y se puso de pie frente a Barbara Ellen.

—Joshua —advirtió Virgil, avanzando hacia el hombre.

—El pantano —gruñó Joshua—. Es el pantano. Parece seguro pero


mata. Se lo dije a Saul. Pregúntale a Saul.

Las palabras no tenían sentido para ella. Tampoco tenían sentido


para Tolya o Virgil. Pero Jesse Walker se balanceó y parecía huesos
blanqueados.

119
Scythe no sabía quién había contactado a Saul Panthergard o lo que
se dijo, pero de repente Tolya, Virgil y Yuri estaban convergiendo en la
mesa donde estaban sentados los cinco hombres. El hombre extraño
saltó, derribando su silla mientras se alejaba corriendo de todos los
machos y corría directamente hacia ella, pensando erróneamente que
podía pasarla.

Girándose para mirarlo de espaldas al resto de los seres en la


habitación, dijo: «No miren».

Escuchó a los Terráneos luchando para tirar a los humanos al suelo


o protegiéndolos de alguna manera. Esos segundos le dieron tiempo al
hombre extraño para agarrarla por los brazos e intentar empujarla a un
lado. Y en esos segundos, su cabello se volvió negro con mechones rojos,
sin revelar tanto de su verdadera naturaleza que solo mirarla mataría a
su presa, pero lo suficiente como para que consumiera suficiente de su
fuerza vital para hacer que su corazón palpitara, debilitando sus
extremidades.

Un latido. Dos. Tres. Él se derrumbó y Scythe corrió hacia su oficina


y cerró la puerta para proteger al resto de ellos.

«¿Scythe?», llamó Tolya.

Había estado aquí el tiempo suficiente para querer quedarse.


«¿Quieres que me vaya?».

«No. Preferiría que te quedaras en tu oficina hasta que te sientas más


tranquila. Nos ocuparemos de las cosas aquí».
«Quise decir...».

«Sé lo que quisiste decir. Le habría roto el cuello. Virgil le habría


arrancado la garganta. Nadie entiende por qué colapsó, por lo que tu
solución fue menos obvia de lo que hubiera sido la nuestra».

Scythe se hundió en la silla detrás de su escritorio. No tenía que irse.


Luego, otro pensamiento al recordar que Barbara Ellen estaba en el
salón. «¿Alguien más resultó herido?».

«No. Todos los demás están bien». Suspiró. «Aunque Barbara Ellen
está demasiado fascinada con el accesorio de Joshua».

Eso la hizo sonreír. «Si la mujer que quiere trabajar aquí no está

120
asustada, pídele que hable con Yuri y Garnet. Si piensan que encajará con
ellos, hablaré con ella cuando esté... más tranquila»

«Lila Gold tiene libros y carpetas llenas de documentos sobre pueblos


fronterizos».

Sintió que su cabello se relajaba, desde mechones hasta rizos


sueltos, sabía que el negro y el rojo estaban cambiando principalmente a
dorado y azul.

Scythe se sintió más tranquila pero no lo suficientemente tranquila


como para salir entre ellos, y revisó el inventario de alcohol que habían
traído de las casas deshabitadas.

Tolya guió a Jesse Walker al sofá de su oficina. No estaba seguro si


el anterior ocupante de la oficina había usado el sofá para conversaciones
informales o para tomar una siesta, o para aparearse con una de las
mujeres que trabajaban para él, algo que los hombres humanos que
tenían un puesto de autoridad solían hacer. Al menos eso era algo que
los Sanguinati habían escuchado sobre los hombres humanos.

Si le pidiera a Virgil que oliera el sofá, descubriría todo tipo de cosas


que no quería saber, por lo que no se lo había preguntado.
—¿Estás segura de que no quieres acostarte? —preguntó por tercera
vez. Jesse Walker se había bebido dos whiskies antes de abandonar el
Salón Jaula de Pájaros e insistió en que necesitaban hablar en privado—
. ¿Estás preocupada por madame Scythe? —preguntó.

Jesse sacudió la cabeza.

—Ella es peligrosa.

—Sí.

—Más peligrosa que tú.

—Sí. Es una Cosechadora. —Ya le había hablado sobre Scythe—. No


es Scythe quien te molesta.

121
—No. —Jesse se echó el cabello hacia atrás con una mano
temblorosa—. ¿Qué sabes sobre Joshua Painter, sobre cómo llegó a vivir
con el Panthergard?

—Casi nada. Fue encontrado y una Pantera decidió criarlo, ayudarlo


a sobrevivir. No se lo llevaron, si eso es lo que estás preguntando.

—No, eso no es lo que estoy preguntando. —Dudó, luego se volvió


para mirarlo—. Tolya, necesitamos saber sobre Joshua Painter.

—¿Lo hacemos? ¿Por qué? —Esperó, preguntándose si ella estaba a


punto de confirmar lo que él sospechaba del chico. Cuando ella dudó de
nuevo, agregó—: Esto se mantendrá entre nosotros hasta que ambos
aceptemos contárselo a los demás.

Su cuerpo se hundió con alivio.

—¿Crees que es un Intuye? —preguntó. Era una pregunta


razonable. Saul había dicho que el niño tenía un fuerte sentido del
mundo.

—Es un Intuye, pero no de la misma manera que yo. Creo que... —


Jesse dudó otra vez antes de decir rápidamente—: Creo que su madre era
una profeta de la sangre.
122
Firesday, messis 10

Jana guardó el equipaje de mano barato en el estante superior y


tomó un asiento junto a la ventana, colocando su mochila en el asiento
junto al suyo para disuadir a cualquiera de unirse a ella hasta que tuviera
tiempo de pensar. El bolso de viaje, que había comprado ayer en una
tienda cerca de su hotel, contenía la ropa y los artículos de tocador que
necesitaría durante el viaje. Sus dos maletas y tres cajas de pertenencias
estaban en el vagón de equipaje, junto con las posesiones que sus
compañeros de viaje llevaban consigo a Bennett.

Karl Kowalski no había estado allí para despedirla, pero Michael


Debany la había estado esperando. O tal vez lo habían asignado como
presencia policial esa mañana para asegurarse de que nadie causara
problemas a ningún Terráneos que pudiera estar abordando el tren ese
día. De cualquier manera, lo había visto escaneando a la multitud y se
dio cuenta de que la había estado buscando.

—Karl investigó un poco el número de teléfono que le diste. El capitán


lo cerró rápidamente cuando apareció un nombre.

—¿Por qué?

—Este tipo está fuera de límites. No haces preguntas sobre él a menos


que quieras que algunas personas poderosas te llamen. Y por poderoso, no
me refiero a humano.
—Dioses, lo siento. Solo quería asegurarme de que alguien en la
academia no me estuviera molestando. No quise decir...

Debany dio un paso más cerca, lo suficientemente cerca como para


sentirse incómodamente íntimo.

—Hombre fuera de límites. Un mensaje críptico. Karl y yo pensamos


que llevará a algunas chicas a casas seguras. ¿Sabes de qué estoy
hablando?

Ella asintió. Profetas de la sangre. Se había hablado mucho en la


academia sobre esas chicas. Al menos, se había hablado mucho sobre
ellas hasta que la guerra entre los humanos y los Otros eclipsó todos los
demás temas.

123
Pero... ¿alguien tenía que hacer una pregunta antes de que una chica
dijera una profecía? ¿Por qué alguien haría una pregunta sobre ella? ¿O la
chica había visto algo momentos antes de un corte accidental que había
terminado con esa llamada telefónica?

—Busqué el nombre anoche —dijo Debany—. En mi propio tiempo.


Registros Públicos. Tu interlocutor es un ex policía. Estuvo involucrado en
algún tipo de escándalo antes de caerse la red. Los informes de los
periódicos se basaban sospechosamente en información y estaban
totalmente desprovistos de especulaciones. Eso significa que todos querían
que esto desapareciera. Incluso en la academia nadie contaba historias, lo
que debería contarte algo. Pero la llamada fue legítima, y este trabajo es
legítimo. —Dio un paso atrás y le tendió la mano—. Buena suerte, oficial.
—Después de que ella le estrechara la mano, él se acercó nuevamente—.
Si te encuentras con una de esas chicas...

La información se ofreció apresuradamente antes de que Debany se


hiciera a un lado para poder subir con el resto de los pasajeros que iban
a Bennett. Incluso entonces, a pesar de tener los documentos de viaje
que demostraban que ella era parte del grupo, la intervención de John
Wolfgard tuvo que convencer al conductor de que se suponía que debía
estar sentada en el automóvil reservado para los Terráneos.

Cuando el tren comenzó a salir de la estación, John Wolfgard levantó


una lista y dijo:

—Simon Wolfgard me pidió que fuera el enlace para las personas


que viajaban a Bennett. Antes de alejarnos demasiado de Lakeside,
necesito revisar los papeles de todos en este vehículo.
Jana abrió la mochila, que contenía sus papeles de viaje, un
cuaderno y un bolígrafo, y un par de libros, entre otras cosas que quería
al alcance de la mano. John apenas echó un vistazo a sus papeles, ya
que los había visto hace unos minutos, pero le dio una mirada minuciosa
a los papeles de todos los demás antes de retirar sus nombres de su lista.

El conductor entró y conversó con John, quien luego firmó en la lista


de pasajeros que viajaban en el vagón Terráneo.

Una vez que el tren aceleró y realmente estaban en camino, Jana se


recostó y observó la tierra rodar, y se preguntó dónde estarían cuando el
tren se detuviera para observar el toque de queda “no viajar después del
anochecer”.

124
Antes de entrar al edificio del gobierno para esta reunión matutina
con Tolya Sanguinati, Jesse se detuvo y miró a su alrededor. La gente se
levantaba y se dirigía a sus trabajos. ¿Cuánto cambiaría en los próximos
días a medida que llegaran los nuevos residentes?

El comedor había estado lleno de especulaciones sobre los recién


llegados. La mayoría de los jóvenes Intuye que habían estado clasificando
y moviendo los muebles hablaban de aprendizajes y qué profesiones
podrían cubrirse a medida que se abrieran diferentes negocios. ¿Habría
un médico y un dentista? ¿Qué tal un mecánico de garaje? ¿Y…? ¿Y…?
¿Y…?

Esperaba que hubiera suficientes adultos capacitados que se


quedaran después de darse cuenta de lo que estaban enfrentando,
suficiente diversidad en las profesiones para satisfacer los requisitos
básicos de una comunidad. Los dioses lo sabían, Pradera de Oro tenía un
médico y una enfermera practicante quien doblaba como partera, y
estaba agradecida de tenerlos en su ciudad, pero no había nadie aquí en
Bennett.

Nada que ella pudiera hacer al respecto. Además, esta reunión no


era sobre los recién llegados. Esta reunión era sobre Joshua Painter. O
más al punto, lo que él representaba.
—Gracias por acompañarnos, Jesse Walker —dijo Tolya cuando
entró en la sala de conferencias frente a su oficina.

Cuando dijo hola, Jesse se dio cuenta de que estaba mirando al


consejo de la ciudad, mirando quien realmente dirigía esta ciudad. Y se
preguntó si alguna vez habría un humano incluido en el grupo.

Los seis Sanguinati estaban presentes. Igual que Virgil y Kane


Wolfgard. Todos eran depredadores fuertes y tenían el control del
gobierno y la ley, así como también los negocios vitales como el banco, la
oficina de correos y la estación de tren. El asistente sorpresa era Garnet
Ravengard, que trabajaba en el salón y no era lo que Jesse habría
considerado un depredador dominante.

El último individuo en la habitación, aparte de los demás, era Saul

125
Panthergard.

Saul la miró fijamente y gruñó:

—¿Crees que robamos un cachorro humano?

Sorprendida por su ira, Jesse dio un paso atrás.

—Un cachorro huérfano no es robado —dijo Tolya con dulzura—.


Jesse Walker lo sabe.

—No se trata de Joshua. —Jesse intentó, y falló, evitar que su mano


derecha se cerrara sobre su muñeca izquierda, ya que la sensación de
que estaba de pie en un precipicio casi la abrumaba—. No se trata solo
de él.

Tolya la guió a una silla.

—Siéntate. Saul acordó contarnos qué recuerda de Joshua para que


fuera a vivir con el Panthergard.

Jesse se sentó. Lo mismo hicieron todos los Sanguinati. Virgil y Kane


permanecieron de pie, junto con Saul, cuyas manos se transformaron en
patas.

—Yo era joven —dijo Saul—. No era un cachorro, pero aún era lo
suficientemente joven como para estar viviendo con mi madre, aún
aprendiendo a cazar. La hermana de mi madre tenía un territorio
superpuesto y a menudo cazábamos juntos. A diferencia de los gatos
cuya forma podemos tomar, los Terráneos no son tan solitarios.
Jesse asintió para indicar que lo entendía. No importaba qué forma
tomaran, los Terráneos fueron primero, y siempre, Terráneos. Podrían
aparearse en función de la forma del animal que pudieran asumir,
reforzando así esa forma, y esa forma podría tener alguna influencia en
su naturaleza durante décadas o siglos, pero eso no cambiaba el hecho
básico de que eran una especie que había sido la especie depredadora
dominante desde que las primeras criaturas comenzaron a caminar, volar
o nadar y se ramificaron para usar las formas de otros depredadores para
seguir siendo dominantes en todo el mundo.

—Mi... tía... había perdido a su cachorro —continuó Saul—. Estaba


deambulando, afligida, no cazando realmente, cuando un cachorro
humano de repente corrió hacia ella y se revolvió debajo de su vientre
como un cachorro Pantera que estaba asustado. Ella lo condujo a un

126
lugar donde podía esconderse, y de alguna manera él sabía que debía
permanecer escondido, como un cachorro Pantera. Volvió sobre su rastro
y escuchó humanos. Voces enojadas. Voces ásperas. Buscando al
cachorro. Entonces uno de los hombres dijo: “Olvídalo. Él no sobrevivirá
aquí”.

»Los siguió a un lugar lleno de muerte. Cachorros machos de


aproximadamente la misma edad que el cachorro que la había
encontrado. Eso es lo que supuso, ya que nunca antes había visto
humanos jóvenes. Todos esos cachorros habían sido golpeados hasta la
muerte y dejado para los comedores de carroña.

»Los humanos matarían al cachorro si lo encontraban. Había


perdido a su propio cachorro. Mi tía regresó con el cachorro humano y lo
llevó a su guarida, luego le pidió ayuda a mi madre. El Panthergard no
pasaba tiempo cerca de los humanos. No sabían cómo cuidar a un
humano que era tan joven. Pidieron ayuda a los Terráneos que podían
asumir la forma humana y, a veces, a un puesto comercial. No creo que
mi tía le hubiera contado a nadie más allá del Panthergard sobre los
cachorros humanos muertos. ¿Cuál era el punto? Estaba interesada en
el cachorro viviente.

»Mi familia aprendió a cambiar a la forma humana, aprendió a


hablar palabras humanas para que Joshua pudiera aprender.
Aprendimos qué alimentos eran seguros para los humanos y cómo
cocinar carne para que no enfermara. Y le enseñamos cómo ser Pantera.
Y él... —Ahora Saul dudó.
—Y él sabía cosas —dijo Jesse suavemente—. ¿Qué pasó cuando
Joshua fue cortado? Un niño humano estaba obligado a sufrir cortes y
rasguños mientras crecía. Mi niño ciertamente lo hizo.

Saul pensó durante un momento, luego se encogió de hombros.

—Mi tía lamió la herida para limpiarla. Se curó. Cuando crecía,


Joshua tomaba pedazos de plantas y algunas veces las machacaba con
agua y ponía el desorden en una herida para ayudarla a sanar mejor y
más rápido. Sabía cosas sobre nuestro territorio que nosotros no
sabíamos, así como sabíamos cosas que él no podía saber ya que era
humano y no Terráneos.

—¿Qué diferencia hace? —gruñó Virgil—. Joshua ha crecido.


Sobrevivió porque el Panthergard lo ayudó.

127
Jesse miró a todos los Terráneos en la habitación.

—¿A qué te huele? ¿Por qué una Pantera, al ver a un humano, no ve


una presa? ¿Por qué ninguno de los tuyos hizo uso de la... carne... que
quedó en ese lugar de muerte?

Al darse cuenta de la forma aguda en que Tolya la miraba, Jesse


pensó: Sabe por qué estoy preguntando por el olor del chico. Y sospecha lo
mismo que yo.

—Si Joshua sobrevivió, ¿podría haber otros niños en otros lugares


que sobrevivieron porque fueron criados por alguien que no eran los
humanos que habían sido sus guardianes originales? —preguntó ella.

—Te preguntas si otros descendientes machos que estaban en las


granjas de cría escaparon de alguna manera cuando fueron llevados para
ser sacrificados —dijo Tolya.

—Sí —respondió Jesse.

—¿Por qué matar a los machos? —preguntó Stazia Sanguinati—.


¿No quieres que se reproduzcan con sangre dulce?

—Un semental con los rasgos y líneas de sangre que deseas puede
cubrir muchas yeguas —dijo Jesse—. Y según lo que vi ayer en el salón,
Joshua tiene una personalidad demasiado dominante y agresiva para ser
fácil de manejar y habría causado demasiados problemas en una granja
de cría. Tengo la sensación de que era cierto para cualquier niño varón
que logró escapar.
Silencio. Sintió su ira arrastrándose sobre su piel como insectos que
no podía ver. Muchas de sus formas se apareaban de por vida o criaban
a los jóvenes de la pareja dominante como un esfuerzo de manada. Había
oído hablar de las Cassandra de sangre abandonadas, incluso había
tenido la idea de criar a una o dos de las chicas que habían sido
rescatadas. Y todos habían oído hablar del trato cruel de los niños
pequeños.

—Crees que Joshua es un Intuye —dijo Tolya—. Y, sin embargo, lo


has visto muchas veces en la ciudad con Saul y no has dicho nada sobre
esto hasta ahora.

Tú tampoco.

—No tuve un sentimiento sobre él hasta ayer cuando dijo que el

128
hombre de Vida Simple era un pantano. Sabía a qué se refería.
Traicionero. Peligroso. Y tuve la sensación de que las mujeres de cierta
edad y aspecto no estarían a salvo con ese hombre.

—¿Como Barbara Ellen y Lila Gold? —preguntó Tolya.

Ella asintió.

—Joshua lo sintió momentos antes que yo. Pero no había percibido


la naturaleza de Joshua, por eso creo que no es Intuye de la misma
manera que yo.

—¿Importa? —preguntó Virgil—. Él huele a ti bajo el aroma de


Pantera. Bueno, huele más a ti que a nosotros.

Jesse estudió al lobo.

—¿Huele como yo?

Virgil pensó durante un momento.

—No como tú. Hueles a presa. Él... no lo hace. —Miró a Saul.

Saul se encogió de hombros.

—No olía igual que los humanos en el puesto comercial, pero


creíamos que era porque era nuestro.

—Las Cassandra de sangre no huelen a presa —dijo Tolya—. Los


Terráneos no beben su sangre ni comen su carne porque son creación de
Namid, tanto maravillosa como terrible. Su sangre se usó para crear
drogas hace unos meses; drogas que podrían hacer que alguien fuera tan
pasivo que fuera indefenso o que hiciera a alguien tan agresivo que
atacaría y mataría sin provocación.

—Recuerdo haber oído hablar sobre Repasando el lobo y Bienestar


—dijo Jesse—. No me había dado cuenta de que esas drogas estaban
hechas de la sangre de las profetas de la sangre.

—Lo fueron, y afectan a los humanos y a los Terráneos por igual. —


Tolya miró al resto de los Terráneos reunidos en la sala—. Conocí a Meg
Corbyn, que vive en el Courtyard Lakeside. Su aroma es diferente a
cualquier otro tipo de humano. Ella no es presa, a pesar del encanto de
su sangre. Joshua no tiene el mismo encanto, pero... —Se volvió hacia
Saul—. ¿Tu tía reaccionó a la sangre de Joshua cuando lamió un corte o
arañazo?

129
—No que lo recuerde. —Saul frunció el ceño—. Recuerdo que estaba
feliz de tener un cachorro de nuevo, incluso si él no era Panther. —Se
centró en Jesse—. ¿Por qué importa eso?

La mano derecha de Jesse se apretó sobre su muñeca izquierda


hasta que le dolió, hasta que supo que habría un hematoma, mientras
luchaba por explicar lo que estaba sintiendo. Por lo general, no tenía
sentimientos sobre las personas que no había conocido.

—Si un niño se salvó, tal vez hubo otros que escaparon, que fueron
encontrados, que fueron salvados por Terráneos que podrían dejar
espacio para un joven humano en su familia. Tal vez una familia Intuye
o una familia de Vida Simple encontró un niño perdido y lo criaron como
propio. Tal vez alguien ha encontrado niños así en los últimos meses.

Tolya se tensó de repente y supo que finalmente había dicho lo que


necesitaba que él entendiera.

—La familia de Saul aceptó que Joshua sentía cosas sobre el mundo
que ellos no podían, y que la aceptación puede ser cierta para cualquier
Terráneos que encuentre un niño como él —dijo Jesse—. Pero podría
ayudarles saber que estos niños podrían ser los hijos de la Cassandra de
sangre, podrían decir que ven cosas que no tienen sentido. Y creo que las
comunidades Intuye y Vida Simple también deberían ser contadas. ¿Un
niño Intuye adoptado por alguien en un pueblo Intuye? Sus habilidades
no serán inusuales.

—Pero una comunidad aislada de Vida Simple podría sentirse


amenazada por un niño que siente cosas, que advierte sobre el peligro
antes de que ocurra —finalizó Tolya—. Los humanos podrían pensar que
es una señal de enfermedad o locura si no saben que es normal.

O podrían pensar que el niño es malvado y matarlo, pensó.

—Todavía podría ser un signo de enfermedad o locura, pero podría


no serlo. Y podría consolar a las personas que encontraron a los niños
muertos, que encontraron a las profetas de la sangre que habían muerto,
que no todos los niños no deseados murieron. Simplemente siguieron sus
instintos a un lugar mejor. —Jesse miró a Saul y sonrió.

Él la estudió y asintió, finalmente satisfecho de que ella no


representara una amenaza para sus parientes humanos.

—Enviaré un mensaje a los Terráneos —dijo Tolya—. ¿Puedes

130
contactar a las comunidades Intuye?

Jesse asintió. Ella era parte de un grupo de Intuyes que recibían


información sobre las Cassandra de sangre a través de Steve Barquero,
quien vivía en Isla Grande. Enviaría un correo electrónico a todos en la
lista. La gente del Medio Oeste recibiría su mensaje. Lo mismo harían los
Intuyes que manejaban la caseta de comunicaciones que podrían
transferir mensajes a la caseta que estaba justo al otro lado de la frontera
Noreste. Se lo enviarían a Steve.

—Hablando de Vida Simple, ¿qué hacemos con el aullador que puse


en la cárcel ayer? —preguntó Virgil.

—Los otros hombres insisten en que solo saben lo que les dijo, que
pidió unirse a ellos en la estación fronteriza para no tener que viajar solo
—dijo Garnet.

—Tenía un billete y ropa en una bolsa de viaje —dijo Virgil—. La


ropa olía a él y combinaba con lo que él y los otros hombres de Vida
Simple estaban usando. Entonces él es lo que dice que es.

—Ser Vida Simple no significa que sea un buen hombre —dijo Jesse.

—Llamaré a la estación de tren más cercana a la frontera y veré si


algo sucedió cerca de allí recientemente —dijo Nicolai.

—Pregunta si hubo un informe de noticias que involucre a mujeres


de cierta edad y mira —dijo Jesse—. El hombre podría haber necesitado
desaparecer rápidamente si se hubiera portado mal. —Una manera poco
convincente de hablar de asalto... o peor... pero no sabía qué pensaban
los Terráneos sobre semejantes cosas.
Virgil gruñó.

—Bueno, no llamaré a la ley humana y preguntaré sobre este


humano.

—Entonces, ¿qué debemos hacer con él? —preguntó Yuri.

—Podríamos comérnoslo —respondió Virgil. Cuando Tolya no dijo


nada, el Lobo gruñó—: Bien. No nos lo comeremos, pero todavía no
llamaré a ningún humano. ¿Cuándo va a aparecer ese oficial?

—Ella llegará el sunsday —dijo Tolya.

—¿Voy a tener que lidiar con ese humano hasta entonces?

—¿Por qué no lo ponemos en el tren hacia el Norte? —dijo Nicolai—

131
. El tren hacia el Oeste que llega esta tarde sigue una ruta hasta la
frontera de las Regiones del Norte Alto.

—Eso es simplemente transmitir el problema a otra persona —


protestó Jesse.

Nicolai sonrió, mostrando un toque de colmillo.

—Realmente no transmites un problema.

Le tomó un momento darse cuenta de lo que quería decir. No


transmites un problema; pasando una comida.

El pueblo de Bennett no quería provocar pánico entre los recién


llegados matando a un hombre cuando no tenían una razón mejor que
no gustarles. Pero también sabían que no era probable que sobreviviera
lo suficiente como para llegar a otro asentamiento humano donde podría
representar una amenaza para las mujeres que vivían allí.

La reunión terminó con el acuerdo de enviar al hombre de Vida


Simple al Norte, y los Terráneos se dirigieron a sus diversos negocios y
tareas. Solo quedó Tolya, mirándola.

—Tu angustia es un olor en el aire —dijo en voz baja—. Los


depredadores se sienten atraídos por esencias como esa porque indican
que la presa es, quizás, más fácil de derribar.

Jesse abrió su mano derecha y miró el hematoma en su muñeca


izquierda.

—¿Vas a tener a una humana en el consejo del ayuntamiento?


—No. Los Terráneos reclamaron Bennett. Dirigimos esta ciudad. Los
Antiguos no tolerarán que este lugar siga existiendo si no lo hacemos. —
Tolya se inclinó hacia ella—. Y si tú, que deberías saber que estás a salvo
cuando se trata con nosotros aquí, te sientes angustiada por nuestras
formas, entonces, ¿cómo podría un humano que no se ha ganado nuestra
confianza sobrevivir a estar en una habitación con nosotros?

—No estaba angustiada por estar en la habitación con todos


ustedes. Estaba angustiada por los temas que estábamos discutiendo.

—La razón no cambia el olor o nuestra reacción a él —dijo


suavemente—. Pero tendré en cuenta tu pregunta, y si encontramos uno
o dos humanos que puedan ganarse nuestra confianza como tú,
consideraremos que nos hablen sobre las preocupaciones humanas en

132
calidad oficial.

Eso era más una concesión de lo que esperaba, hasta que Tolya
agregó:

—Y tú podrías asistir a reuniones como la representante de Pradera


de Oro. Como has señalado muchas veces, tu ciudad y tu gente tienen
un interés en la supervivencia de Bennett.

Ahora, eso era más como lo que ella esperaba.


133
Earthday, messis 12

Jana volvió a empacar su kit de tocador y dejó las duchas públicas


en la estación de tren. Le entregó al asistente la toallita y la toalla, junto
con el billete que confirmaba cuántos artículos había recibido, para que
pudiera recuperar el depósito que había tenido que poner por las
malditas cosas, como si alguien quisiera quitar una toallita de hilo y una
toalla rasposa.

Por otra parte, esas cosas podrían ser un lujo para algunas personas
en este momento. Al menos había pensado llevar algo de su propio jabón
en un recipiente a prueba de agua y no tenía que usar el jabón en barra
que se suministraba para el uso de todos.

Estaba agradecida de no tener que gastar dinero en una habitación


de hotel para ducharse, algo que algunos de sus compañeros más
fastidiosos habían hecho, pero esto no había sido algo que ella hubiera
considerado sobre la realidad de viajar una larga distancia. Su vagón
tenía inodoros y pequeños lavabos para lavarse las manos y salpicar agua
en la cara, pero eso no alteraba el hecho de que después de dos días de
viaje, todos comenzaban a oler un poco maduros.

Parte de la aventura. Pero la hacía preguntarse sobre el lado


personal de su nueva vida. Había pensado mucho en el lado profesional,
imaginando diferentes escenarios conociendo a su jefe, el Lobo, por
primera vez. ¿Y la mujer que sería su compañera de casa? ¿En qué tipo
de casa vivirían? Tenía que haber fontanería interior, ¿verdad? ¿Cierto?
¿Cuál era una forma más difícil de viajar: cuatro días seguidos con
las escalas nocturnas o interrumpiendo el viaje y estar atrapada en una
pequeña ciudad durante un día completo porque los trenes ya no
circulaban el earthday? Los viajeros más experimentados probablemente
usaron el día para ver una película o comer una comida decente o alquilar
una habitación en el hotel. Algunas de las personas que iban a Bennett
habían viajado lo suficiente al Noreste como para sentirse seguros de
poder navegar por una ciudad desconocida y creer que el tren no saldría
de la estación cuando todavía estuvieran a un par de cuadras de
distancia. Para el resto de ellos, la idea de estar varado en una ciudad
fronteriza, sin equipaje, sin los documentos que demostraban que tenían
permiso de los Terráneos para cruzar la frontera, sin nada a lo que
regresar, incluso si tenía suficiente dinero para pagar un billete... esos
eran los motivos por los que la mayoría de los pasajeros que habían

134
viajado desde Lakeside se quedaban cerca de la estación, haciendo uso
de una tienda de bocadillos o del restaurante abierto. E incluso esos
negocios cerrarían una hora antes del anochecer, dejando a los pasajeros
para pasar otra noche en el tren o en la estación de tren.

Parte de la aventura, Jana se recordó mientras caminaba hacia la


tienda de la estación. El pequeño espacio contenía todo, desde botellas
de aspirina y artículos de tocador hasta libros para colorear y barajas de
cartas. Había algunas postales, pero nada que le atrajera.

Alejándose de las postales, Jana se concentró en los libros de bolsillo


en un estante giratorio. Había descubierto por las malas que no podía
leer cuando el tren estaba en movimiento. No se había avergonzado ni
había causado molestias a sus compañeros de viaje, pero no quería volver
a jugar con náuseas. Aun así, tendría mucho tiempo para leer esta tarde,
al igual que las otras tardes cuando el tren llegara a una estación para
pasar la noche.

Miró cada libro que estaba disponible. Algunos de los libros no le


interesaban y otros ya los había leído. Pero era algo que hacer, una razón
para quedarse un rato más lejos del tren.

No había autores con apellidos que terminaran en “gard”. ¿Era


porque la estación no quería almacenar nada escrito por un Terráneos o
era porque la persona que ordenó los libros no sabía que existían? ¿La
librería de Bennett llevaría libros escritos de los Otros, así como libros
escritos por Intuyes? Tendría que preguntarle a John Wolfgard, ya que él
le había dicho que administraría la librería.
Seleccionó un thriller, luego lo volvió a poner cuando se dio cuenta
de que la pistola de alquiler era un ser humano y que los villanos de la
historia eran Terráneos. Fue entonces cuando notó a la mujer sentada en
un rincón oscuro, medio escondida por el estante giratorio. El lenguaje
corporal la hizo pensar fugitiva, pero la mujer era adulta. Cabello castaño
y corto. El rincón estaba demasiado oscuro para distinguir el color de los
ojos de la mujer. Jana supuso que su edad era de finales de los veinte o
principios de los treinta. Definitivamente adulta. Y sin embargo...
fugitiva.

—Disculpe. —La mujer tenía una voz ronca.

Jana le ofreció una sonrisa pero mantuvo la distancia.

—¿Necesitas ayuda?

135
—¿Subirás al tren por la mañana?

—En realidad, regreso al vagón en unos minutos.

—¿El vagón normal?

—No, el vagón de los Terráneos. Me dirijo a Bennett.

—Oh.

—¿Estás en algún tipo de problema? —¿Ya era oficialmente oficial


de la ley?

La mujer se levantó y se acercó al estante giratorio, más cerca de la


luz. Jana notó la forma en que favorecía su lado izquierdo,
particularmente su hombro izquierdo. El ajrsey que llevaba era de gran
tamaño, del tipo que se podía usar en un hombro. La mujer se lo bajó del
hombro izquierdo, revelando un moretón oscuro del tamaño de un puño.

—¿Alguna vez has salido con alguien que creías que era genial hasta
que supiste que ser realmente genial era una actuación y viste al hombre
de verdad? Fui lo suficientemente rápida como para que él no me
golpeara la cara. —Dudó—. Necesito desaparecer. Se fue a reunir con
unos amigos o primos o algo así. Necesito estar lejos antes de que regrese
y empiece a buscarme.

—No tengo mucho... —Jana buscó el bolsillo trasero de sus vaqueros


y los pocos billetes que había metido allí.
—No necesito dinero. Tengo dinero. Hace un par de noches, quería
un “préstamo” para jugar algunas manos de póquer, y cuando no se lo
di, me pegó. Así que cerré mi cuenta de ahorros, empaqué mi ropa y mis
papeles personales, y tomé el primer autobús que salía de la ciudad. Bajé
aquí. Esperaba cruzar la frontera, encontrar algo de trabajo. Pero los
cruces fronterizos no son fáciles ni seguros sin los documentos correctos.

Según algunos comentarios que escuchó de los pasajeros en el vagón


regular, podría cruzar la frontera si ponía suficiente dinero en la mano
derecha, a menos que uno de los Otros hubiera observado el intercambio.
Si eso sucediera, terminabas en el vientre de alguien y tu piel sería
clavada en la pared de la estación como una advertencia.

No estaba segura si eso era solo una historia contada para asustar

136
a la gente a comportarse, o si había comenzado porque alguien había
visto una piel clavada en la pared exterior de una estación de tren. Solo
esperaba no haber visto ninguna evidencia de que la historia fuera más
que una historia.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó Jana.

—Candice Caravelli.

—¿Tienes algún problema con la ley, Candice Caravelli?

—No, pero Charlie podría tenerlo. Charlie Webb. Él es el hombre con


el que estaba saliendo.

El estante giratorio de repente comenzó a girar. Las páginas del libro


para colorear se revolvieron. Luego nada.

—¿Qué…? —Los ojos marrones de Candice se abrieron de miedo.

Antes de que Jana pudiera pensar en una respuesta, o incluso en


una forma de expresar su sospecha de lo que acababa de suceder, John
Wolfgard entró en la estación.

—Aire dice que esta mujer está escapando de una mala pareja —dijo
John.

Oh dioses, oh dioses. Ella no había considerado que un Elemental


pudiera estar escuchando su conversación.

Aire no era el único Elemental, pero Jana no lo era, no lo era, así


que no iba a pensar en lo que eso podría significar cuando se duchara.
—Sí, lo hace —dijo Jana—. Ella necesita alejarse de aquí, y está
dispuesta a trabajar. ¿Cierto? —Miró a Candice.

—Absolutamente. Haré lo que sea. —Candice pensó por un


momento—. Casi cualquier cosa. Haré cualquier tipo de trabajo que sea
legal.

John ladeó la cabeza.

—¿Tienes dinero para un billete a Bennett? Si te permito cruzar la


frontera con nosotros, tienes que venir con nosotros. No bajar en una de
las paradas y partir.

—Bien. ¿Por qué?

137
—Porque los Terráneos no te conocen.

No había piedad en el país salvaje, ni seguridad en la oscuridad.


Había escuchado eso una y otra vez de Karl Kowalski y Michael Debany
mientras probaban sus habilidades. No habían estado tratando de
asustarla; querían que tuviera precaución y sentido común porque no
habría límites entre los humanos que vivían en su nueva ciudad y las
formas más peligrosas de Terráneos.

Candice respiró hondo y soltó el aire lentamente.

—Bien. ¿Hay trabajos en Bennett?

—Hay mucho trabajo —respondió John—. Tolya Sanguinati es el


líder de la ciudad. Él decidirá si puedes quedarte y qué trabajo debes
hacer.

—Sanguin... está bien.

—¿Prefieres quedarte aquí? —preguntó Jana.

Candice sacudió la cabeza.

Jana ayudó arrastrando la gran maleta. Era más fuerte de lo que


parecía, pero se alegraba de que la maleta tuviera ruedas. Incluso con
ruedas, no podía imaginar a Candice tirando de ella por la calle mientras
llevaba una bolsa de fin de semana suave y un bolso sobre el hombro
ileso. La mujer probablemente tenía lo esencial en la bolsa de fin de
semana para poder abandonar la maleta grande y correr si era necesario.

John estaba junto a Candice mientras ella compraba el billete a


Bennett. El hombre en la taquilla parecía demasiado ansioso para que
Candice le diera su nombre, lo cual no era necesario ya que estaba
comprando un billete en la estación, pero John le dedicó al hombre una
sonrisa de dientes y dijo que se encargaría de la información personal en
su final.

Se fueron a toda prisa, guardando la maleta grande de Candice en


el vagón de equipajes antes de subir los escalones hacia el vagón
Terráneo.

Jana no dijo nada cuando Candice se sentó a su lado. La mujer


estaba comprensiblemente asustada. Además, una vez que el tren
comenzó a moverse nuevamente, la gente cambió de asiento para
conversar y conocer a las personas que serían sus vecinos. Con suerte,
para entonces, Candice se sentiría lo suficientemente cómoda como para

138
tomar un par de asientos vacíos y ambas podrían estirarse y dormir un
poco.

—Cuando lo conocí, Charlie era muy dulce —dijo Candice—.


Entonces dulce se transformó en astuto. Solía llevarme a cenar o pagar
los billetes cuando íbamos al cine. Luego aparecía y decía que le faltaba
efectivo y que si no me importaba pagar la cuenta. Y luego comenzó a
aparecer, esperando que le diera sexo antes de que le “prestara” algo de
dinero y saliera a jugar a las cartas o hacer algo con alguien más. Para
entonces, había dicho algunas cosas que me hicieron darme cuenta de
que era parte de algún tipo de pandilla y que el trabajo por el que tenía
que viajar probablemente era casi legal. Pero te enganchas, ¿sabes?
Primero te enganchas porque él actúa dulcemente y luego te quedas
enganchada porque tienes miedo de lo que hará si comienzas a decir que
no.

—Saliste —dijo Jana, preguntándose si tendría que lidiar con


muchas disputas domésticas—. Saliste, y ahora estás de camino a un
nuevo comienzo como el resto de nosotros.

Candice asintió. Entonces suspiró.

—Hombres. No puedes vivir con ellos, no puedes darles de comer a


los Lobos.

La respiración de Jana se contuvo. Miró a su alrededor. Nadie


escuchaba que pudiera ver.

—No creo que sea algo que quieras decir una vez que lleguemos a
Bennett.
—Nadie quiere decir nada con eso —protestó Candice—. ¿Quién lo
tomaría en serio? —Miró a Jana—. Oh.

—Sí —estuvo de acuerdo Jana. Cerró los ojos y fingió dormir, pero
no podía dejar de pensar en todas las formas en que las cosas podían
salir mal una vez más que los humanos llegaran a Bennett.

Solo en su habitación de hotel en Shikago, Parlan repartió cuatro


manos, todas las cartas boca arriba. Estudió las cartas, tanto como
estudió las marcas que compraron un asiento en su mesa. ¿De quién

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mano reventaría? ¿En qué mano ayudaría lo suficiente para casi ganar
el bote? ¿Y a quién ayudaría a ganar porque el jugador no era lo
suficientemente valiente como para apostar en grande, asegurando así
que Parlan todavía estaría adelante al final de la noche?

Una señal tocó a la puerta.

—Adelante.

Parlan observó a Judd McCall entrar en la habitación. Un hombre


apuesto de una manera tosca, los ojos claros de Judd no traicionaban su
gusto por derramar sangre cuando era necesario, o incluso cuando no
era necesario.

Judd tomó un par de vasos y una botella de whisky de una bandeja


en el tocador y sirvió dos bebidas fuertes antes de sentarse en uno de los
asientos de la mesa. Estudió las cartas.

—Terminaste temprano.

—La mitad de las personas que solían venir a jugar no están vivas,
y tuve la sensación de que la mitad de las personas con las que jugaría
esta noche esperaban que no me diera cuenta de ningún pagaré que
quisieran poner sobre la mesa para financiar su juego. No vale nada. —
Parlan repartió más cartas—. Por supuesto, cualquiera que haya puesto
un pagaré sin valor tuvo una racha de mala suerte esta noche.

—Por supuesto que sí —dijo Judd—. ¿Necesito convencer a alguno


de ellos para que realice un pago?
—No. No vale la pena. —Parlan recogió las cartas—. ¿Quieres jugar
al blackjack para pasar el tiempo mientras esperamos que lleguen los
demás?

Judd se echó a reír, un sonido suave y dentado.

—Sé mejor que hacer una apuesta cuando eres el que tiene las
cartas.

—No hay apuestas. Solo práctica.

Judd se tragó el whisky y se sirvió otro vaso.

—De acuerdo entonces.

Parlan barajó las cartas.

140
—Es hora de moverse. Es hora de volver a la Costa Oeste y visitar
Sparkletown. Esas son las únicas personas que pueden pagar el póquer
de alto riesgo en este momento.

—No es fácil cruzar las fronteras, y tendríamos que cruzar tres de


ellas para llegar a la Costa Oeste.

Habían estado en el lado equivocado del continente, ofreciendo


entretenimiento lucrativo en su vagón de ferrocarril privado y en
habitaciones privadas en hoteles selectos, cuando todo el maldito mundo
civilizado se desgarró. Toland era inútil para él. Henry Hollis había tenido
razón. Demasiada destrucción allí y viajes tan limitados en esa parte del
Noreste que tenían la mala posibilidad de quedarse atascados. ¿Y
Shikago? Esta noche le había demostrado que ya había estrujado a los
jugadores que podían permitirse jugar con él de todo lo que podían.
Tenían que seguir adelante y encontrar otra veta rica de tontos, y eso
significaba salir de la Región Noreste.

Después de algunas manos, Judd sacó unos papeles del bolsillo


interior de la chaqueta y los arrojó sobre la mesa. Él sonrió.

—No podemos ir por todas las fronteras para volver al territorio de


origen, pero hay documentos que nos llevarán a todos en un tren que
cruzará hacia el Medio Oeste. Se va mañana. También organicé tu vagón
privado para ser agregado al tren.

Parlan no preguntó cómo Judd persuadió a los hombres


responsables de los cruces fronterizos para que les proporcionaran los
papeles y el vagón privado. Judd siempre supo cómo aplicar el tipo
correcto de presión a la persona adecuada para suavizar sus arreglos de
viaje.

—¿Destino? —preguntó. No es que importara.

—Por ahora, tenemos un pasaje en un tren que corre a lo largo de la


frontera del Norte Alto —respondió Judd—. No puedo decir si queda algo
más allá de las ciudades con las estaciones. —Estudió el whisky en su
vaso—. Sweeney Cooke se deslizó a través de la frontera, lo recogió un
coche una vez que cruzó. Dijo que el dueño anterior ya no lo necesitaría,
por lo que los policías no lo buscarán. Qué policías quedan, eso es.

—¿Qué está haciendo él solo? —preguntó Parlan. Sweeney no era


familia y no era lo suficientemente listo para la mayoría de los contras y
juegos que jugaba el clan. Pero tenía un talento con los puños, muy

141
parecido a Charlie Webb. Esos dos eran martillos y útiles cuando era
necesario. Judd, por otro lado, era un cuchillo.

—Escuchó rumores sobre pueblos abandonados y decidió echar un


vistazo. El primero al que llegó no estaba completamente abandonado.
Los sobrevivientes lo incomodaron, así que se retiró. La siguiente ciudad
a la que llegó estaba vacía. Nadie y nada viviendo allí, pero las tiendas y
casas estaban llenas de cosas para llevar: dinero, joyas, licores. Tenía
mucho botín en el coche cuando crucé la frontera y lo encontré. —Judd
apoyó los antebrazos sobre la mesa—. Podría pensar en establecer una
sede, un lugar donde podamos realizar nuestras adquisiciones. Podemos
hacernos cargo de un par de casas. Hay comida disponible, sin
mencionar coches y gasolina. Una vez desnudemos el cadáver de un
pueblo y vendamos todo lo que vale la pena vender, podremos pasar al
siguiente.

—¿Y si el siguiente está habitado?

Judd se encogió de hombros.

—Si las probabilidades están en contra de nosotros y el salón está


abierto, puedes jugar algunas manos de póquer para animar la noche. Si
solo hay un puñado de ocupantes ilegales o sobrevivientes, bueno, ¿quién
se sorprendería al descubrir que no sobrevivieron después de todo?

Parlan estudió al otro hombre.

—Sweeney se habría arreglado con las elecciones fáciles, y es bueno


para encontrar esas personas y lugares, pero no habría pensado en
establecer una sede y todo lo demás. —Desde esa conversación con Henry
Hollis, había estado pensando en la necesidad de algún tipo de base de
operaciones.

—No. Habría dado vueltas en ese coche, llenando el maletero con


dinero, el asiento trasero con joyas y el lado del pasajero delantero con
botellas de licor para mantenerlos al alcance. Y tarde o temprano, si
alguien a quien temía no insistiera en que depositara el botín en el cuartel
general, conduciría a una ciudad que todavía tuviera un sheriff, y el
sheriff notaría todas esas joyas apropiadas, y las cosas se pondrían feas
para todos nosotros.

—Así que lo mantenemos lo suficientemente cerca como para


controlarlo, pero lo dejamos sin correa lo suficiente como para satisfacer
su fiebre de adquisición —dijo Parlan. Y otras necesidades básicas.

142
—Ese era mi sentimiento —estuvo de acuerdo Judd.

—¿Te apropiaste de todo el botín y lo pusiste en un lugar seguro?

—Por supuesto. Sweeney no estaba contento con eso, pero no


discutió mucho. Le di suficiente dinero para que pudiera comprar un par
de horas con una prostituta y quitarle la decepción.

—Piensa con su pene demasiado tiempo. Arruinará un trabajo uno


de estos días.

Judd sonrió.

—Si lo hace, lo joderé.

Parlan frunció el ceño ante algo que Judd había dicho:

—¿Te escapaste por la frontera y volviste? —Como los teléfonos no


funcionaban entre regiones, esa era la única forma en que Judd podría
haberse enterado de lo que estaba haciendo Sweeney.

—Elige un camino de regreso y hazlo rápido y tranquilo. Un hombre


puede hacerlo si puede llegar a un lugar habitado y mezclarse. El clan no
podría cruzar ese camino. Llamaríamos demasiado la atención. Cada uno
por su cuenta, algunos de nosotros regresaríamos a la Costa Oeste, pero
no todos.

Parlan entendió que “todos nosotros” no incluía a nadie más que a


la familia Blackstone y Judd.

—¿No hay puestos de control en las carreteras?


—Podría estar en las carreteras utilizadas por camiones que
transportan carga, pero no en las carreteras más pequeñas. Por otra
parte, la única vez que no sentí que me estaban observando fue cuando
encontré a Sweeney en esa pequeña ciudad con agujeros en la pared. Me
aseguré de que pareciera un intercambio de bienes y regresé.

Uno por uno, los hombres llegaron a la habitación del hotel para
informar cualquier información de interés. Los primeros fueron el hijo de
Parlan, Dalton, y su hermano, Lawry. Sweeney Cooke, después de haber
cruzado con éxito la frontera hacia el Medio Oeste, se quedó allí y
esperaba las instrucciones de Judd.

El último hombre en llegar fue Charlie Webb, que estaba


desconcertado y furioso porque la pieza que había estado atornillando se

143
había escapado antes de que pudiera sacarle el último dólar, y todo
porque le había dado un poco de disciplina necesaria.

—Charlie —dijo Judd—, una vez que crucemos la frontera, puedes


comprar toda la compañía que desee.

Parecía que Charlie quería discutir, pero nadie discutía con Judd.

A la señal de Parlan, Judd explicó sobre los pueblos abandonados y


cómo Sweeney ya había explorado un par de ellos. Dalton no dijo mucho,
pero Lawry pensó que tener una sede sería una buena idea. Y Charlie,
obsesionado con la mujer que se había fugado con él, pensó que tener un
lugar tan alejado del camino para que las mujeres tuvieran que quedarse
y ser agradables era justo lo que necesitaban.

—¿Entonces estamos de acuerdo en que debemos buscar un lugar


así? —preguntó Parlan.

No era realmente una pregunta. Él era el líder, el líder, con sus


modales pintorescos y su vestimenta que lo hacían parecer un jugador
exitoso de los días fronterizos. El hecho de que él y su familia fueran
Intuyes hacía que tener éxito fuera mucho más fácil.

Los hombres estuvieron de acuerdo, como él sabía que lo harían.

Parlan sonrió.

—Entonces mañana por la mañana, el clan Blackstone abordará


nuestro vagón privado y se dirigirá al Medio Oeste.
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Moonsday, messis 13

—Le agradezco que me haya dicho una buena palabra —dijo Truman
Skye.

Tobias Walker miró a su compañero y sonrió.

—Voy a extrañar tenerte cerca, pero estoy feliz de que tengas esta
oportunidad. Te mereces el trabajo de capataz.

—Va a ser extraño trabajar con hombres que no son como nosotros.

—Sí. Pero por lo que he estado escuchando, la gente de Vida Simple


e Intuyes trabajan juntos en muchos otros lugares y se llevan muy bien.
Aun así, tener un capataz que sea un Intuye, que tenga experiencia con
la cría en granjas y que haya crecido alrededor de esta tierra ayudará a
todos.

—¿Está bien llamarte si tengo preguntas? ¿Y Ellen me ayudará a


mantener las cuentas en orden?

Tobias sonrió. Uno pensaría que Truman se dirigía al otro extremo


del continente en lugar de hacerse cargo del rancho vecino.

—Me puedes llamar. Puedes llamar a Ellen. Si le preguntas, mi


madre te ayudará a elegir a los hombres que mejor se adapten a ti y a ese
rancho en particular. Además, nos encontraremos aquí en Bennett y
tomaremos una copa en el bar y jugaremos algunas cartas y
coquetearemos con mujeres.
—¿Tienen mujeres?

Ahora se rio.

—Las tienen. Por supuesto, “mujer” es una palabra resbaladiza.


Digamos que hay mujeres en el bar que hablan y coquetean con los
clientes.

—¿Y cada rancho tendrá un cocinero?

Había prioridades. Un hombre disfrutaba coquetear con mujeres


cuando podía, pero quería llenar su barriga todos los días.

—No tendrás que robar tu propia comida cuando vuelvas a la


barraca. O en tu caso, la casa principal ya que estás a cargo.

145
Truman dejó escapar el aliento.

—Gran paso.

—Solo tómalo un día a la vez.

Tobias desaceleró la recogida mientras pasaba por el Templo


Universal que estaba en el extremo sur de la plaza del pueblo. No le
sorprendió que el lugar para renovar el espíritu estuviera en el extremo
opuesto de la plaza desde la estación de tren, corrales de ganado y la
caballeriza, así como la oficina de correos/oficina de telégrafo, hotel y bar.
Después de todo, Bennett comenzó en los días en que las manos del
rancho habían venido a la ciudad para desahogarse cuando necesitaban
suministros o traían ganado para enviar al mercado.

Bajó la velocidad de la camioneta, bajó la ventanilla y apagó el


ventilador que no había hecho mucho más que soplar aire caliente.

—¿Tobias?

Un dolor a lo largo de sus costillas derechas: su propia advertencia


de que algo estaba sucediendo y tenía que prestar atención.

—Te dejaré en el bar. Mi madre ya debería estar allí para ayudar a


elegir quién está trabajando y dónde.

—¿Dónde estarás?

—Necesito revisar los caballos que traje el otro día. Luego te


alcanzaré.

—¿Sientes problemas?
—Solo quiero ver los caballos, especialmente al bayo.

—Ese tiene más coraje que sentido —dijo Truman.

Tobias sacudió la cabeza.

—No, lo que tiene es corazón. —Y cerebro.

Estacionó la camioneta y esperó a que Truman entrara al salón.

Luego salió y sacó la escopeta de la rejilla de la pistola unida a la


parte trasera de la cabina. Cargó dos proyectiles en la pistola. Después
de una breve vacilación, dejó la escopeta en el asiento y sacó la caja
debajo del asiento donde guardaba su revólver y su cinturón de armas
cuando tenía un pasajero.

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En estos días, llevar una pistola en Bennett no era solo una mala
idea; era un suicidio. Los Otros habían dejado en claro que no tolerarían
a los humanos portadores de armas, especialmente el tipo de armas que
habían matado a tantos Wolfgard. Y los llamados los Antiguos no le
darían tiempo a un hombre para explicar antes de que lo destrozaran.
Pero el dolor en sus costillas estaba empeorando, y eso significaba que
algo iba a suceder, así que...

Tobias abrochó el cinturón de la pistola alrededor de sus caderas,


luego sacó el revólver de la funda y abrió el cilindro para confirmar que
la pistola estaba cargada.

No solía conducir alrededor con una pistola cargada debajo del


asiento cuando viajaba del rancho a Pradera de Oro. Eso no era
necesario. Pero últimamente, cuando se dirigía a Bennett, había tomado
el arma cargada y enfundada en el asiento a su lado cuando estaba solo.

A estas alturas estaba seguro de que algunos de los Terráneos lo


habían visto y sabían que estaba armado, pero no podía pensar en eso
porque el dolor en las costillas se había convertido en presión. Tenía que
ponerse en movimiento. Tenía que revisar los caballos.

Cuando alcanzó la escopeta, vaciló. Algo iba a suceder, y él


necesitaba... el rifle.

Tobias abrió la escopeta, quitó los proyectiles, volvió a colocar el


arma en la rejilla y tomó el rifle cargado. Después de cargar una ronda,
cerró la camioneta y cruzó la plaza hacia la caballeriza.
Escuchó perros pero ignoró el sonido ya que venía de la dirección
equivocada. Luego escuchó algo que no era animal pero que no era del
todo humano: un sonido lo suficientemente fuerte como para ser
escuchado desde la distancia.

¿Uno de los Otros en una pelea con algunos perros?

Girando, corrió hacia el sonido. Cuando giró por la calle lateral al


lado del restaurante, Tobias vio al joven rodeado por tres perros grandes.
No mascotas a las que había ayudado a liberar y alimentar. No animales
que fueron atendidos por la mujer que Tolya llamaba la casi-veterinaria.

Están mal. Debe haber habido una arena para peleas de perros
escondida en algún lugar de la ciudad. Perros criados y entrenados para
luchar y matar.

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Sueltos en el pueblo. Se formarán manadas salvajes a su alrededor y
luego...

Le dolían tanto las costillas que le costaba respirar.

Los perros acosaban al joven, chasqueando y gruñendo, pero incluso


los asesinos entrenados no fueron lo suficientemente valientes como para
acercarse. Cuando el joven los golpeó con algo que parecía garras e hizo
ese sonido no muy humano nuevamente, Tobias se dio cuenta de quién
era el niño y por qué los perros no habían derribado a su presa todavía.
No estaban seguros de qué hacer con alguien que parecía humano y olía
un poco a Pantera.

—Voy detrás de ti —dijo Tobias en voz baja, no queriendo romper el


enfoque de Joshua Painter y darles a los perros una oportunidad para
atacar. Luego, en voz alta—: ¡Oigan! ¡Perros! ¡Salgan de aquí!

Dos de los perros dudaron. Joshua no se giró al escuchar la voz de


Tobias, no perdió su enfoque en el más grande de los tres perros ya que
ese todavía estaba tratando de acercarse.

Tobias levantó el rifle.

—Saul también está aquí —dijo Joshua momentos antes de que


Tobias escuchara el gruñido enojado.

Tres contra tres. Dos de los perros se escaparon. El último perro


dudó un momento más antes de darse la vuelta para correr, y Tobias hizo
su elección. Le disparó al perro tan pronto como estuvo libre de todos los
demás. Luego corrió hacia la caballeriza, la presión sobre sus costillas le
decía que la amenaza para el ganado no había terminado.

Una manada dividida de perros gruñendo. Caballos en pánico


tratando de escapar de uno de los corrales. Un hombre de Vida Simple
con una horca intentando ahuyentar a los perros sin ser pisoteado. Y el
bayo castrado, solo en el otro corral y lo suficientemente inteligente como
para saber que no tenía espacio para correr, se mantuvo firme cuando
varios perros entraron.

Tobias levantó la palanca para disparar una nueva ronda, pero no


tenía un disparo claro. Más hombres gritando, corriendo. Más pánico
entre los caballos, que podrían lastimarse si atravesaban el corral.

Luego, dos Lobos enormes saltaron sobre el riel superior del corral

148
del bayo y cargaron contra los perros. Un Lobo agarró la pata de un perro
que se giró para correr, y Tobias escuchó el hueso romperse en esas
implacables mandíbulas. Otro perro gritó cuando el otro Lobo lo agarró
por detrás de la cabeza y lo sacudió hasta que el cuello se rompió.

El resto de los perros se volvieron y corrieron. Los Lobos no los


persiguieron.

En cambio, se volvieron para mirar al bayo, que resopló y arañó el


suelo. Los Lobos ladearon la cabeza, luego se levantaron sobre sus patas
traseras y se transformaron en humanos que todavía tenían piel de lobo
cubriendo sus hombros, torso y espalda.

El resto de los caballos estaban agrupados en el otro extremo del


otro corral.

Los humanos ahora se reunieron para mirar el enfrentamiento entre


el bayo y los Lobos, sin atreverse a respirar.

El viento cambió, llevando el olor de los Lobos al castrado… un olor


que debe haber significado algo para el bayo, porque se relajó y dio un
paso hacia los Lobos.

—Somos aliados —dijo Virgil Wolfgard, las palabras un poco


arrastradas.

Tobias supuso que la boca del Lobo no estaba completamente


formada para el habla humana.

—Somos aliados —dijo Kane Wolfgard.


Preguntándose si los Lobos sabían que el bayo era solo un caballo y
no algo parecido a ellos, Tobias observó al castrado y se aseguró de que
el caballo conocería a estos dos Wolfgard de ahora en adelante,
independientemente de su forma.

Satisfecho por el momento, Tobias buscó cualquier señal de


Antiguos antes de entregarle el rifle a Truman cuando su amigo se unió
a él. No que cualquiera podía ver a un Anciano hasta que fuera demasiado
tarde, pero era mejor dejar el rifle con alguien en quien confiaba que
dejarlo desatendido.

—Agárrate a eso por un momento.

Se agachó entre los rieles y se acercó al bayo.

149
—Tranquilo ahora, Mel. Tranquilo. Lo hiciste bien.

El bayo se volvió hacia él, empujándolo mientras buscaba una


golosina.

—No tengo nada conmigo, pero mereces un regalo por ser tan
valiente, y me aseguraré de que lo consigas. —Con un firme control sobre
el cabestro, Tobias condujo al caballo a la puerta. Cuando uno de los
otros hombres la abrió, dijo—: Llevemos al resto de los caballos a sus
puestos.

—Tobias Walker —dijo Virgil—. Cuando termines con los caballos,


ve a la oficina del sheriff. Necesitamos hablar.

—Estaré allí. —Tomando el rifle de Truman, condujo a Mel al


establo.

Como había violado una de las reglas más estrictas de la ciudad al


portar un arma, estaba seguro de que no le iba a gustar el tema de
discusión.

Virgil volvió a la forma de Lobo, pasó al perro cuyo cuello había roto
y fue a mirar a un perro herido que yacía debajo de los rieles en el extremo
más alejado del corral mientras Kane seguía el olor del perro con la pierna
rota. Levantó la vista y observó al Águila que se elevaba por encima de la
tierra más allá de la estación de tren, observó a los Cuervos que volaban
delante de Kane para seguir la pista de la manada de perros, lo que
permitió a Kane enfocarse el perro que necesitaba matar.

El perro herido vio a Virgil y movió las patas delanteras como si


todavía pudiera pararse y correr, pero Virgil sabía que no iba a correr a
ninguna parte. El caballo que no era carne debe haber pateado a este,
rompiendo huesos y dañando el interior del perro. Eso era bueno. Los
humanos no podían quejarse de que terminara lo que el caballo había
comenzado. No es que le importara si los humanos se quejaban de los
perros muertos.

Bueno, había un humano que iba a quejarse mucho, y no iba a ser

150
el único que tuviera que escuchar a Barbara Ellen.

Mató al perro, luego dejó el cadáver para que los humanos lo


movieran una vez que guardaran a los caballos que serían carne si no
estuvieran con humanos cuando salieran de los límites de la ciudad.
Luego trotó hacia la oficina del sheriff, donde cambió a forma humana y
se puso ropa para gruñir como sheriff en lugar de gruñir como Lobo.

«Tolya», llamó Virgil. «Te necesito aquí». En realidad no era así, pero
los Sanguinati trataban con muchos humanos durante el día, dejándolo
caminar por la ciudad para recordarles que había reglas respaldadas por
dientes afilados y mandíbulas fuertes. Por lo tanto, sería mejor tener a
Tolya aquí para estar de acuerdo con lo que quería hacer con Tobias
Walker y las armas humanas.

Tolya llegó momentos antes que Tobias Walker, que olía a miedo y
todavía llevaba un arma prohibida. Tomó esfuerzo, pero Virgil ignoró el
olor a miedo. Eso fue más fácil cuando Saul Panthergard y Joshua
Painter entraron a la oficina, porque la ira de la Pantera dominaba
cualquier otro aroma.

Los Sanguinati no vivían en la zona salvaje, por lo que Tolya y los


demás que vivían en Bennett fueron la primera experiencia de Virgil con
esta forma de Terráneos. Hasta ahora habían descubierto cómo trabajar
juntos, principalmente porque Tolya había tenido experiencia trabajando
con Lobos cuando llegó por primera vez a Pradera de Oro, y había algunos
Lobos en el Courtyard en el este que habían sido el territorio de Tolya.
Pero Virgil todavía estaba aprendiendo a leer al líder de la ciudad.
La cara y el cuerpo de Tolya no proporcionaron pistas, por lo que
Virgil no pudo decidir si el Sanguinati estaba enojado o triste.

—Estás llevando un arma prohibida, Tobias Walker —dijo Tolya, su


voz no revelaba nada.

—¿Dónde está el arma larga? —preguntó Virgil.

—La llevé de regreso a la camioneta y lo puse en la rejilla de armas


—respondió Tobias Walker—. La camioneta está cerrada y hay una gran
Águila encaramada en el portón trasero, así que supongo que una de sus
personas está pendiente de las cosas.

—Este humano mató a un perro que estaba atacando a Joshua —


dijo Saul.

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—¿Por qué trajiste un arma? —preguntó Tolya, mirando a Tobias
Walker.

—Usualmente llevo una escopeta y un rifle en el estante de armas


de la camioneta. Por lo general, tengo el revólver en una caja debajo del
asiento del conductor. Trabajo en un rancho. Es un largo viaje en
automóvil a esta ciudad para obtener suministros o cuando mi madre
viene aquí para ayudarte.

—¿Crees que esas armas te protegerán de lo que vive en el país


salvaje? —preguntó Tolya.

—¿Tu clase, quieres decir? —Tobias Walker sacudió la cabeza—.


Pero últimamente hay rumores de que los hombres detienen a las
personas en el camino y les roban. Incluso lastimándolos. Siempre ha
habido gente así. Supongo que siempre habrá gente así. Así que tengo
armas en mi camioneta cuando conduzco hasta aquí, tal como las tengo
en el rancho.

—¿Has visto a estos humanos? —preguntó Virgil.

—No, pero cuando se trata de sentir a las personas, mi madre es la


mejor que hay en Pradera de Oro, y se ha sentido incómoda por estar
tanto lejos de casa. —Tobias Walker miró a Tolya—. No es que ella no
esté dispuesta a ayudar, pero no son solo las personas que vienen aquí
las que han estado presionando lo que siente.

—¿Jesse Walker está preocupado por su seguridad? —preguntó


Tolya bruscamente—. Ella no me ha dicho nada.
—Tal vez pensó que ya tenías suficiente en tu mente y no
necesitabas saber sobre algo en el horizonte que nunca podría llegar aquí.

—Si no creyera que llegaría aquí, no se sentiría preocupada.

Para los oídos de Virgil, Tolya parecía listo para morder a alguien.
Pero Tobias Walker tenía razón: una tormenta en el horizonte era tal vez
una amenaza. Tenían un problema aquí mismo, ahora mismo.

—Quiero darle a Tobias Walker un permiso especial para usar un


arma humana cuando esté en Bennett —dijo Virgil.

Todos lo miraron fijamente.

—¿Por qué? —preguntó Tolya finalmente.

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Virgil se centró en el Sanguinati.

—Porque necesitamos matar a los perros.

Tolya miró a Virgil, sin saber, o sin importarle, si de alguna manera


estaba presentando un desafío por el dominio.

—¿Quieres matar a todos los perros después de que nos tomamos la


molestia de liberarlos de las casas y alimentarlos y hacer arreglos para
que Barbara Ellen venga a Bennett a cuidarlos?

—Sí —dijo Virgil—. Son depredadores. Están formando manadas,


que es su costumbre, pero hoy una manada atacó a Joshua Painter y
otra manada atacó a los caballos que no pudieron escapar. Hay un
cachorro humano en la ciudad ahora, y hay una hembra humana con un
cerebro malo. Los Antiguos no atacarán a esos humanos. El resto de los
Terráneos no atacará a esos humanos. Pero los perros lo harán. Esos
humanos son presas fáciles.

—No es necesario matar a todos los perros —dijo Tobias Walker—.


La mayoría de los perros siguen siendo buenos perros. No van a atacar a
personas o ganado. Pero tengo la sensación de que algunos de los perros
que están por ahí ahora eran criados y entrenados para luchar y matar,
y eso es lo que van a hacer. No importará si la presa es otro perro o un
humano o uno de los Terráneos. Esos perros van a cazar y matar, y las
manadas que se forman a su alrededor serán igual de salvajes.

—Entonces, ¿estás de acuerdo con Virgil en que estos animales


necesitan ser asesinados? —preguntó Tolya.

—Sí. Los ranchos que estamos restaurando traerán ganado para


enviar al mercado, y los ranchos sobrevivientes al norte de aquí traerán
ganado. No podemos tener perros atacando ganado encerrado o
causando una estampida.

Tolya miró a la Pantera.

—¿Saul? ¿Qué dices?

—Cuando encuentre a los otros dos perros que atacaron a Joshua,

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los mataré.

—¿Entonces estamos de acuerdo? —Tolya se encontró con cada uno


de sus ojos.

—Hay una oficina veterinaria aquí —dijo Tobias—. ¿Quizás también


hay una perrera? ¿Un lugar que albergaba animales cuando la gente salía
de la ciudad? Incluso un lugar con un patio cercado funcionaría por el
momento.

Tolya no le recordó al humano que los animales habían sido


liberados de los lugares cercados y de las casas porque esa había sido la
única forma de cuidarlos a todos. Tal como estaban las cosas, Barbara
Ellen pasaba muchas horas al día cuidando a los pájaros en jaulas, y
sacando comida y agua para los animales que deambulaban por la
ciudad. ¿Había considerado qué pasaría con estas criaturas cuando las
tiendas de Bennett se quedaran sin su comida en particular?

Eso era un problema para otro día. Pero le recordó el problema con
el que alguien tendría que lidiar tan pronto como... Barbara Ellen entró
de golpe en la oficina del sheriff, pasó a su lado, Tobias, Saul y Joshua,
y se detuvo frente a Virgil.

—¡Quiero denunciar un crimen! —dijo, sus ojos brillantes por las


lágrimas—. ¡Alguien le disparó a un perro!
Barb se sentó en el catre y miró el cubo de plástico y el rollo de papel
higiénico que la excusa mezquina y sarcástica de un sheriff puso en su
celda como “instalaciones de emergencia” en caso de que necesitara
ponerse en cuclillas antes del próximo descanso designado para ir al
baño. Eso fue lo que él dijo… en caso de que ella necesitara ponerse en
cuclillas.

¡Qué descaro! Debería haber recordado que no podía discutir con un

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Lobo dominante como podría haber discutido con su hermano, Michael.

Y ella no había estado discutiendo. Realmente no. ¡Una súplica


apasionada para salvar a los perros no era discutir! Pero, ¿el gran y
malvado Lobo tomó eso en cuenta?

No, no lo hizo. Él la arrastró a una de las celdas, regresó el tiempo


suficiente para dejar caer el cubo y el papel higiénico en la celda, ¡y luego
se fue!

Y pensar que ella había escrito cosas bonitas sobre él en su primera


carta a casa. Muy bien, su única carta a casa. Pero eso fue solo hace un
par de semanas. De acuerdo, tal vez un poco más, pero no mucho más.

¿El tiempo suficiente para que Michael haya recibido informes del
gran mal sin entender su versión de la historia? Esta noche les escribiría
a sus padres y a su hermano… si ya estaba fuera de la cárcel.

Al oír que se abría la puerta del bloque de celdas, Barb se puso de


pie y esperó en los barrotes. No era discutidora por naturaleza, pero Virgil
parecía sacar lo peor de ella. Pero no discutiría con él. Sería cortés y le
preguntaría si su “Tiempo para mí” podría hacerse ahora.

Joshua caminó hacia su celda.

—Virgil dijo que estaba bien traerte algunas cosas y visitarte por un
tiempo. Dijo que tu tiempo se acabará a las cuatro en punto a menos que
comiences a ladrarle de nuevo. —Se sentó en el suelo al otro lado de los
barrotes y abrió la mochila que había traído con él—. No deberías ladrar
a Virgil. Él es el Lobo dominante… y el sheriff.
La forma en que Joshua lo dijo, ser el sheriff, una ocupación
humana, fue una ocurrencia tardía. La parte dominante del Lobo era la
parte que significaba algo para el Terráneos.

Barb no estaba encantada de sentarse en el suelo, pero parecía lo


suficientemente limpio y seguramente no quería extender la manta en el
piso si iba a tener que acostarse con ella más tarde.

Joshua le pasó un sándwich envuelto en papel de cera, seguido de


una manzana y un contenedor de galletas que simplemente encajaban
entre las barras. La botella de agua no cabía entre las barras, así que
Joshua rebuscó en la mochila hasta que encontró la taza que había
traído. Se aseguraron de que encajara antes de que la llenara y se la
pasara. Luego desenvolvió un sándwich para sí mismo.

155
—Alguien le disparó a un perro —dijo Barb, queriendo que alguien
entendiera por qué eso estaba mal.

—Tobias Walker le disparó a uno de los tres perros que me atacaron.


—Los inusuales ojos verdes de Joshua se centraron en ella—. Lo habría
matado si se hubiera acercado lo suficiente como para arañarlo con mis
garras o estrangularlo. —Alcanzó los barrotes y atrapó la mayor parte de
su emparedado antes de que cayera al suelo.

—¿Los perros te atacaron? ¿Por qué?

Él se encogió de hombros.

—Supongo que huelo más a Pantera que a humano para ellos. O tal
vez no huelo lo suficiente como Pantera. Si tres de ellos hubieran atacado
a Saul, ninguno de ellos habría sobrevivido. Así las cosas, Tobias Walker
y Saul vinieron a ayudarme a asustarlos. Dos de ellos huyeron. Tobias
Walker le disparó al tercero.

—Entonces puedo encontrar los otros dos y…

—Barb, los Terráneos encontrarán esos perros y los matarán.


Vigilarán al resto de los perros que atacaron a los caballos.

—¿Atacaron...? —Sin apetito, Barb volvió a envolver el sándwich en


el papel encerado, luego lo colocó en la cama con la manzana y las
galletas—. ¿Están bien los caballos?

—La mayoría de ellos. Escuché que uno de ellos estaba demasiado


herido para salvar. No estoy seguro si las heridas fueron causadas por
los perros o por el caballo que intentaba salir del corral y huir. —Joshua
le dio un gran mordisco a su emparedado y lo masticó. Tragó saliva y se
lamió los labios antes de agregar—: No creo que tu caballo azul estaba en
el corral cuando sucedió.

—No lo estaba. Estaba en la casa donde guardo los pájaros. Rowan


estaba atado en la parte de atrás. —¿Qué hubiera pasado si los perros
hubieran encontrado a Rowan?—. El sheriff podría haberme dicho,
podría haberme explicado sobre los perros.

—Lo habría hecho —respondió Joshua—. Tolya también lo habría


hecho. Pero le ladraste a Virgil y lo pusiste furioso, así que... —Miró a su
alrededor para indicar que esto era lo que sucedía cuando las hembras
humanas subordinadas ladraban a los machos Terráneos dominantes.

Barb casi le preguntó si la consideraba una hembra subordinada,

156
luego decidió que no quería saberlo. Pero esto fue un recordatorio de que
los Otros no operaban con la idea humana de que todos fueran iguales.
Con ellos, había una jerarquía y todos tenían un lugar dentro de esa
jerarquía.

Joshua se inclinó hacia delante, su expresión feroz y sincera.

—Puedo defenderme, pero hay un cachorro... un niño... que vive con


un grupo de mujeres, y hay una mujer con un cerebro malo. No están a
salvo de una jauría de perros.

—¡No he tenido ningún problema con los perros! —protestó Barb.

—¿Los has visto a todos? Tobias Walker dijo que estos perros habían
sido entrenados para pelear y matar.

—Por supuesto que he visto... —Se detuvo. Pensó. ¿Había visto a


todos los perros últimamente? La comida se había acabado en cada una
de las estaciones de alimentación. Así como el agua. Y algunos de los
perros que se refugiaban cerca de las áreas de alimentación siempre
estaban allí para saludarla, siempre parecían contentos de tener
compañía humana. Pero algunos habían estado desaparecidos en los
últimos días. Perros más pequeños, en su mayoría, pero tampoco había
visto a algunos de los perros más grandes. Entonces recordó el collar de
gato que Virgil le había dado el otro día y se preguntó qué había matado
a Fluffy.

—Te ayudaré a reunir a los buenos perros — dijo Joshua.


—Bueno. Gracias. —¿Qué más podría decir? A pesar de sus
colisiones con Virgil, no era estúpida. Una jauría de perros salvajes,
perros grandes, representaba un peligro para todos y representaba un
peligro especial para alguien como Becky Gott, que solo veía un perrito y
quería acariciarlo.

Joshua terminó su sándwich y luego volvió a buscar en la mochila.

—Te traje libros. Se supone que debo ordenar más después de que
termine de visitarte, pero me detuve y recogí libros para que pudieras leer
mientras esperas a que Virgil te deje salir.

Barb aceptó los libros. Uno era un relato suave de misterio que había
leído antes.

157
El otro era de Alan Wolfgard y parecía aterrador. Bueno, tal vez leer
una historia escrita por un Lobo le daría algunos consejos sobre cómo
evitar molestar al sheriff.

Gracias a los dioses, la oficial del sheriff humano llegaba mañana.


Tal vez entonces podría expresar una opinión a alguien con autoridad sin
terminar en la cárcel.
158
Sunsday, Messis 14

—Próxima parada, Bennett.

Jana miró por la ventana, deseando ver la ciudad que sería su nuevo
hogar tan pronto como apareciera.

—Tal vez no fue una buena idea. —Candice Caravelli se dejó caer en
el asiento junto a Jana y se llevó una mano al estómago.

—A menos que intentes encontrar una ciudad controlada por


humanos, este es un lugar tan bueno como cualquier otro para un nuevo
comienzo. —Jana no agregó que no estaba segura de que quedaran
ciudades controladas por humanos en la región del Medio Oeste.

—Tienes razón. Además, si decido probar en la Costa Oeste o en otro


lugar, todavía necesito encontrar trabajo y ahorrar algo de dinero antes
de poder hacerlo.

Antes de que pudiera responder, Jana vio el letrero al lado de las


vías y sintió un escalofrío atravesándola.

nosotros Aprendimos de ti

—Oh dioses, oh dioses, no me había dado cuenta de que íbamos a


esa ciudad —susurró Candice.
Jana se recostó, sintiéndose mareada. Sabía por qué Bennett estaba
siendo reasentado. Por supuesto que lo había sabido. Había leído todo en
los periódicos, veía reportajes de noticias en la televisión y veía las
imágenes que fueron suprimidas después de ese primer día de informes.
Pero la verdad, de alguna manera, había sido esterilizada por su prisa
por llegar a Lakeside y pasar por la entrevista y las pruebas posteriores.
Había sabido, pero había pensado, cuando lo había pensado en los
últimos días, que todo en la ciudad estaría limpio y ordenado y listo para
que los recién llegados se mudaran. Una idea totalmente poco realista.

nosotros Aprendimos de ti.

Ese letrero fue un duro recordatorio de que los Terráneos habían

159
matado a toda la ciudad, habían amontonado los cuerpos para que los
reporteros los encontraran, ya que los Lobos habían sido amontonados
por el movimiento Humanos Primero y Último después de ser
masacrados. ¿Qué se había hecho con los cuerpos humanos? ¿Debería
preguntar? ¿O sobrevivías en ese lugar dejando algunas preguntas sin
formular?

Había elegido venir aquí, trabajar y vivir aquí. No había nada que
pudiera hacer sobre lo que había sucedido. Solo podía hacer todo lo
posible para evitar que volviera a suceder.

John Wolfgard, actuando como el líder de su grupo, se levantó e hizo


un sonido como un aullido abreviado. No fue particularmente ruidoso,
pero detuvo toda conversación en el auto.

—Dado que todos ustedes tienen documentos de viaje emitidos


desde Lakeside, se supone que debemos esperar hasta que alguno de los
extraños en el otro automóvil de pasajeros desembarque y sea tratado.

¿Tratado? Jana miró al Lobo. Había sido amable durante el viaje,


había hablado con entusiasmo de ser el gerente de la librería de la ciudad.
De hecho, había sido tan amable, que casi había olvidado que no era
humano. Pero algo del depredador se mostraba ahora en sus ojos
ambarinos, un claro recordatorio de lo que era.

—¿Qué significa eso? —preguntó.

—Los líderes de la ciudad quieren saber por qué los humanos están
aquí y cuánto tiempo se van a quedar. —.John se encogió de hombros—
. Algunos de los humanos podrían querer caminar a los lugares donde
hay comida, como lo hicimos en otras paradas.

—¿Van a revisar el procedimiento estándar de los pasajeros? —


¿Sería eso parte de sus deberes?

John se encogió de hombros otra vez.

—Es estándar por ahora.

Jana sintió que Candice se tensaba. La otra mujer no tuvo que


recordarle a nadie que no tenía ningún documento de viaje de Lakeside.

No mucha gente desembarcó del otro vagón de pasajeros, por lo que


no pasó mucho tiempo antes de que John les dijera que recogieran sus

160
maletas de los estantes superiores y que tuvieran los papeles al alcance.
Pensando que tendría que hablar con alguien acerca de que Candice
viajaba con ellos, ya que había incitado a la otra mujer a unirse a su
grupo, Jana esperó mientras los médicos, dentistas, abogados,
veterinarios y otras personas profesionales dejaron el vagón.

Finalmente, ella y Candice bajaron los escalones y llegaron a la


plataforma, con John justo detrás de ellas.

No estaba segura de lo que esperaba de John diciendo que los líderes


de la ciudad se iban a encontrar con el tren. ¿Suficientes individuos para
controlar a un grupo de personas que vienen a la ciudad? No necesitaba
un grupo. Los dos hombres (¿machos?) parados en la plataforma eran lo
suficientemente intimidantes de maneras completamente diferentes. El
que vestía un traje negro con una camisa gris tenía el aspecto elegante
de un político despiadado… o un asesino de alto precio, si iba con la
descripción de tales hombres en los thrillers que leía. El otro…

Cabello greñudo que era una mezcla de gris y negro, el gris no se


debía a la edad, ya que parecía tener poco más de treinta años. Ojos
ambarinos que no tenían un toque de tolerancia y mucho menos de
amistad. Atractivo de una manera áspera y lista. No alguien con quien
elegiría estar, porque todo sobre él le advertía que era peligroso. El
hombre del traje negro podría ser más letal en la balanza, pero el hombre
vestido con vaqueros y una camisa a cuadros rojos era el que encontraría
en medio de las peleas de bares y otros altercados físicos.

También era el que llevaba una insignia de sheriff clavada en el


bolsillo de su camisa.
¿Este era su jefe? Mierda.

—Esperen aquí —dijo John mientras pasaba junto a las dos


mujeres.

No habló con los otros dos hombres por más de un minuto,


seguramente no lo suficiente como para explicar la situación de Candice,
cuando él hizo un gesto para que ella y Candice se unieran a los hombres.
Machos. Tendría que preguntarle a alguien sobre la palabra correcta para
usar.

—Virgil, esta es tu nueva ayudante de alguacil, Jana Paniccia —dijo


John—. Oficial Jana, este es el alguacil Virgil Wolfgard.

—Encantada de conocerte. —Jana extendió su mano.

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Virgil la agarró por la muñeca, se inclinó sobre su mano y la
olisqueó.

Su mano se cerró en un puño antes de que tuviera tiempo de hacer


una elección consciente, pero mantuvo el control suficiente para no
golpearlo en la nariz.

Virgil soltó su muñeca, luego la estudió.

—Es un poco pequeña.

Ella enseñó los dientes. Esa tampoco fue una elección consciente.

—Soy más fuerte de lo que parezco.

—Ya veremos. —Desdeñoso, como si ya hubiera decidido que ella no


valía su tiempo.

No lo golpees en la cara. No lo golpees en la cara. No lo golpees en la


cara. Y ni siquiera pienses en un rodillazo en la ingle, no importa cuán
satisfactoria sea la acción a corto plazo.

—Señora Paniccia, soy Tolya Sanguinati, el líder de la ciudad. —


Extendió su mano.

Jana la sacudió.

—Conocí a Vlad Sanguinati cuando hice la entrevista para el puesto


de oficial.

—Lo sé. —Tolya sonrió, mostrando un toque de colmillo.


Oh, definitivamente alto, oscuro y letal.

—Esta es Candice Caravelli —dijo Jana, llamando la atención de la


otra mujer.

—John explicó que estás buscando trabajo —dijo Tolya.

—Sí —dijo Candice, luego modificó su respuesta—. Sí, señor.

—¿Qué tipo de trabajo haces?

—Era instructora de baile. Todo tipo de bailes. Algunos formales


pero también enseñé danzas campestres y danzas tradicionales.

—Esos son bailes tradicionales de la frontera y serían útiles para


eventos sociales —dijo Jana.

162
—También enseñé clases de Mente Tranquila —dijo Candice.

—Muy útil para ayudar a aliviar el estrés —agregó Jana.

—¿Eres una de esas mujeres muy nerviosas? —preguntó Virgil.

—¿Comparado con qué? —Recordándose que no debería comenzar


a desafiar a su jefe antes de tener la oportunidad de ver la ciudad, Jana
le dio a Virgil una sonrisa con los labios apretados—. Encuentro que el
ejercicio y los estiramientos de Mente Tranquila me impiden sentirme
demasiado estresada. —Y si había tenido ocasionalmente una punzada
de llanto durante su tiempo en la academia de policía para aliviar la
presión de tratar con compañeros de clase que habían hecho un esfuerzo
diario para recordarle por qué no era adecuada para ser un oficial de
policía en servicio, eso era su asunto

—Vayamos al Salón Jaula de Pájaros, donde los recién llegados


reciben su información sobre la vivienda y las reglas de la ciudad —dijo
Tolya—. Los recién llegados se alojarán en el hotel temporalmente.
Señora Paniccia, será compañera de casa de Barbara Ellen Debany, que
la recibirá en el bar. ¿Están marcadas sus posesiones con su nombre? —
Hizo un gesto hacia las cajas y el equipaje que se descargaban del vagón
de equipajes.

—Sí —respondió Jana.

—Entonces Nicolai tendrá todo entregado en la casa excepto los


artículos que tienes ahora contigo. Las posesiones para el resto de los
nuevos residentes se dejarán en el hotel o en el área de almacenamiento
designada.

Después de cuatro días en el tren, no le quedaba ropa limpia en su


bolsa de mano, pero no dijo nada, ya que pensó que preocuparse por la
ropa, incluso por razones prácticas, le daría al sheriff Virgil Wolfgard otra
razón para afirmar que la mujer no era adecuada para el trabajo.

No es que él realmente hubiera dicho que una mujer no era


adecuada, pero la mirada que le había dado había dicho mucho.

—Por aquí —dijo Tolya. Él y Virgil se volvieron y se alejaron, dejando


que Jana, Candice y John los siguieran.

—Parece vacío —susurró Candice cuando salieron de la estación de

163
tren y caminaron por la calle pasando una tienda de alimentos y un
trastero.

—Lo más probable es que todos estén trabajando —respondió Jana.


Esperaba que esa fuera la razón por la que no había visto humanos.
Había algunos autos estacionados en la calle, pero no podía decir si
habían estado estacionados allí durante una hora, por un día, o desde
que los Terráneos habían aniquilado a los humanos que originalmente
habían vivido en Bennett.

No podía pensar en eso, y no podía permitirme olvidar que sucedió.

Luego dejó de pensar en automóviles y personas y miró los edificios


que corrían a un lado de la calle. Fue como retroceder en el tiempo a una
ciudad fronteriza real. Anchas aceras de madera. Edificios que estaban
uno junto al otro, con una sensación de antigüedad tanto en su diseño
como en la forma en que parecían apoyarse mutuamente para recibir
apoyo. Y cada uno de los edificios tenía algún tipo de cubierta apoyada
sobre la acera para proteger a los residentes del sol y el clima. Era como
entrar en una de las historias que a ella y a pops les encantaba leer. Y
había incluso...

Jana se detuvo y miró a los dos ponis que pastaban al otro lado de
la calle.

Ponis regordetes con forma de barril. Uno era negro. Nada inusual
en eso. El otro era marrón, con patas negras y una melena y cola que
eran de un gris tormentoso.
A pesar de su entusiasmo por ser una oficial de sheriff montada, un
deseo basado en fantasías femeninas, no sabía mucho sobre los caballos
y las cosas que recordaba de los libros que había leído cuando era niña.
Pero estaba bastante segura de que no era natural que un pony marrón
tuviera esa melena y cola de ese color. Entonces, si esos bichos no fueron
liberados para pastar, ¿qué eran?

—Umm... —dijo Candice.

—Sí. —No haría que todos esperaran. Especialmente su jefe.

Ella y Candice pasaron el hotel, cruzaron una calle lateral y entraron


en el Salón Jaula de Pájaros.

—Vaya —dijo Candice.

164
—Vaya es correcto —estuvo de acuerdo Jana. Afuera, las tiendas
parecían una verdadera ciudad fronteriza, un poco cansadas y
desgastadas. Esto parecía un set de película recién pintado. Había un
camarero con ojos agudos y una sonrisa amistosa y dos mujeres vestidas
como chicas de salón. Y la mujer que se acercó al frente del bar...

Oh dioses.

—Mira ese cabello —susurró Candice.

Jana estaba mirando el cabello. Mayormente dorado, con rayas


azules anchas, rayas rojas más estrechas y algunos hilos negros que
hicieron temblar a Jana.

No los mismos colores, pero la gerente de la cafetería en el Courtyard


de Lakeside tenía el cabello así.

Tolya les indicó que se adelantaran.

—Señora Paniccia, señora Caravelli, esta es madame Scythe,


propietaria del Salón Jaula de Pájaros.

Scythe miró a Candice.

—Tolya dice que conoces bailes que se habrían bailado en un salón.

—Algunos —respondió Candice, sonando cautelosa.

—¿Sabes cómo trabajar en un salón?

—Podría aprender.
Preguntándose si “trabajar en un salón” era un eufemismo para un
tipo de trabajo que Candice no querría, Jana debatió la sabiduría de decir
algo sobre la situación de Candice. Mejor no. La mujer necesitaba un
trabajo y podía hablar por sí misma. Y si no pudiera, o no quisiera, Jana
estaría en una mejor posición para ayudarla una vez que ella fuera
empleada remunerada como oficial de sheriff.

Madame Scythe levantó una mano.

—Garnet, lleva a la chica humana a esa mesa y explica las reglas.

Las plumas negras en el cabello de Garnet le dijeron a Jana que ella


era una de los Otros.

—¿Cuervo?

165
—Cuervo. —Garnet le dio a Candice una sonrisa que era aguda pero
no hostil—. Por aquí.

Scythe se centró en Jana.

—¿Esta es la que va a trabajar con Virgil?

—Tal vez —gruñó Virgil. Ahora se centró en Jana—. ¿Tienes tus


papeles?

Ella los sacó de su mochila y él los sacó de su mano.

—La oficina del sheriff está al otro lado de la plaza —dijo, gruñendo—
. Aparece a las ocho en punto mañana por la mañana. —Virgil salió del
salón.

—Estoy confundida —dijo Jana—. ¿Estoy contratada o no?

—Habla con Virgil en la mañana —dijo Tolya—. Mientras tanto, aquí


está Barbara Ellen Debany, tu compañera de casa.

Cabello rubio, ojos azules, algunas pecas en la nariz y las mejillas.


A mediados de los veinte, por lo que tenían casi la misma edad.

—Estoy tan feliz de conocerte —dijo Barbara Ellen con más


entusiasmo de lo que parecía justificado—. Mis amigos me llaman Barb.
—Miró a Tolya—. Mis amigos humanos me llaman Barb.

—Me alegro de conocerte también.

—Hay papeles que debes completar —dijo Tolya—. Entonces


deberías ir al hotel y obtener la llave de tu habitación.
—Pero acabas de decir... —Jana miró a Barb.

—Te sentirás más cómoda en el hotel hasta que tengas la


oportunidad de elegir muebles para tu habitación —dijo Barb.

Eso tenía sentido. Jana completó el papeleo y apenas había escrito


en la respuesta final antes de que Barb le entregara los papeles a alguien
llamado Yuri y la condujera al hotel.

—¿Cuál es la urgencia? —preguntó Jana.

—Nuestra casa fue una de las pocas que se limpió, por lo que
tenemos que reemplazar todo lo que queramos, hasta el tipo de perchas
que prefieras.

166
Eso sonaba desalentador.

—La cuestión es que todos podemos elegir entre lo que esté


disponible, pero es por orden de llegada, y aunque las cosas están
confusas, es más fácil seleccionar cosas de un lugar que parece una venta
de almacén que ir a casas que… —Barb dejó escapar un suspiro—…
parece que alguien todavía vive allí. Dependiendo de dónde elijan vivir
dentro de los límites de la nueva ciudad, algunas de las personas que
llegarán hoy tendrán que limpiar las casas por sí mismos. Se espera que
todos hagan al menos un par de horas de clasificación al día, pero creo
que es más difícil cuando la ropa de otras personas todavía está en el
armario, y hay fotografías en las paredes. ¿Sabes?

Jana no lo sabía, pero podía imaginarlo bastante bien.

—Me gustaría sacar algo de ropa para tener lo que necesito por un
par de días.

—Luego iremos a la casa para que puedas hacer eso y también elegir
tu habitación y echar un vistazo a lo que ya he seleccionado para la sala
de estar, el comedor y la cocina —dijo Barb—. Y quizás quieras elegir una
bicicleta. Hay un “corral de bicicletas” al lado del hotel y los huéspedes
pueden pedir prestada una bicicleta para moverse o simplemente por
diversión. Pero también es el lugar donde las bicicletas recuperadas de
las casas vaciadas se almacenan y se pueden reclamar.

—Oh. —Jana trató de ocultar su decepción—. Pensé que iba a


conseguir un caballo.

—No hay suficiente espacio en el patio para mantener dos caballos,


o incluso un caballo, de hecho, es por eso que mi caballo está en la
caballeriza. Tengo una bicicleta como una forma alternativa de viajar
desde casa al establo. O simplemente para ir de compras si no quiero
sacar a Rowan. Puedes elegir un automóvil: la mayoría de las personas
mantienen todo lo que estaba estacionado en su camino de entrada, pero
casi todos los estacionamientos alrededor de la plaza están llenos de
vehículos no reclamados. El problema es que los residentes están
limitados a un tanque de gasolina cada mes para asegurarse de que los
vehículos del gobierno, los vehículos médicos y el transporte público
tengan suficiente combustible. Es por eso que la mayoría de las personas
usan los autobuses o caminan o andan en bicicleta.

Una forma de vida diferente. Una forma de vida activa.

—Ah, y ve con calma los primeros días —agregó Barb—. Algunas

167
personas se sintieron un poco enfermas debido a la diferencia de altitud
y aire más seco. No presiones demasiado y bebe mucha agua.

El agua podía hacerlo. ¿Empujar demasiado fuerte? Eso dependería


de su jefe.

Durante el resto del día, Jana vio su nuevo hogar e hizo un bosquejo
de su habitación, así como de la tercera habitación que ella y Barb
querían convertir en una oficina compartida. Fueron a uno de los edificios
que estaba lleno de muebles y seleccionaron todo lo que querían para su
habitación y la oficina. A partir de ahí, fueron al almacén de la casa y
empacaron una caja con ropa de cama, perchas, cortinas y todo lo que
se les ocurriera para instalar su casa.

—¿Te gustan los perros? —preguntó Barb de repente cuando dobló


una esquina hecha por una pared de cajas y se detuvo.

—Claro, me gustan los perros —respondió Jana—. No he tenido uno


desde que era niña, pero me gustan.

—¿Quieres uno?

Jana parpadeó.

—¿Tienen perros allí?

Barb se echó a reír.

—No, suministros para mascotas. Camas y correas para perros y


otras cosas.
—No tiene mucho sentido agregar esas cosas a lo que ya tenemos
hasta que haya un perro.

—Oh, hay muchos perros. Siendo casi-veterinaria, los he estado


cuidando hasta que pueda encontrarles un hogar.

Jana escuchó una corriente subterránea de emoción y se preguntó


si a Barb se le había dado un límite de tiempo para encontrar casas para
las mascotas que habían quedado detrás.

—El caballo primero, ya que ser un oficial montado es parte de mi


trabajo. —Y parte de la razón por la que quería este trabajo—. Entonces
podemos mirar a los perros e ir desde allí.

Barb sonrió.

168
—Caballo primero.

Terminaron toda la locura de “mudarse a un nuevo lugar” con un


vistazo rápido a los libros gratuitos.

Barb le entregó una bolsa de papel.

—A cada nuevo residente se le permite llevar una bolsa llena de


libros.

Jana miró las pilas de libros y esperó que no se viera codiciosa.

—¿Estás bromeando?

—No.

—¿Por qué no vinimos aquí primero?

—Lo sé. Soy una de los clasificadores de libros. Ya tengo mi bolsa de


regalos, así que probablemente sea bueno que siempre haya más de una
persona aquí. De lo contrario, estaría demasiado tentada a irme con un
libro de bolsillo al día.

—¿Estamos compartiendo libros?

—Podemos, a menos que haya uno que ambas realmente queramos


como guardianes.

—Entonces llenemos mi bolso con cosas que aún no tienes, a menos


que realmente quiera una copia para mí.
—Trato. Y puedes llevar un par contigo al hotel y yo llevaré el resto
conmigo y los pondré en tu habitación.

—Necesitamos recoger más estanterías —dijo Jana, mirando los


libros.

—Seguro.

Terminaron y Barb se dirigió a la casa que pronto compartirían,


diciendo que todavía se recomendaba que los humanos llegaran a sus
hogares antes de que oscureciera. Jana caminó hacia el hotel y entró en
la tienda de regalos. Tenía un par de tarjetas de notas en su mochila de
su alijo de papelería, pero compró algunas postales que eran fotos de la
tierra circundante y la vida silvestre nativa.

169
Lo último que hizo antes de acostarse esa noche fue escribir una
nota rápida a Jenni Crowgard en Lakeside, usando una tarjeta postal con
una foto de un bisonte en el frente.
170
Windsday, messis 15

A las siete en punto, Jana encontró el desayuno buffet en el comedor


del hotel y llenó un plato con un balance de alimentos cuidadosamente
seleccionados.

Reclamando un asiento en una mesa, volvió a tomar jugo y café.


Luego se sentó y se acurrucó, a pesar de que su estómago tenía
nerviosismo el primer día de trabajo.

Esos se resolverían, esperaba. Incluso si no lo hicieran, no vomitaría


sobre su jefe y le daría la satisfacción de despedirla antes de que la
contratara oficialmente. Y si la despedía, todas las apuestas quedaban
descartadas sobre el estado de sus zapatos después de esa discusión.

Al encontrar lo visual perversamente divertido, Jana también


encontró su apetito.

Nadie había hablado sobre el pago, pero Anya Sanguinati, quien era
la gerente del hotel, les había dicho a los nuevos residentes que mientras
eran invitados en el hotel, sus comidas eran gratuitas como una forma
de consumir alimentos que se pudrirían.

Las personas que se hospedaban en la pensión también recibían sus


comidas. Ella habría pensado que los Otros querrían que los humanos
prepararan comida en sus propios hogares, pero Barb había explicado
que las personas que inicialmente habían venido a Bennett habían sido
consideradas una fuerza laboral transitoria.
Con la llegada de las personas contratadas en la feria de trabajo de
Lakeside, la fuerza laboral transitoria se estaba convirtiendo en
residentes permanentes. Eventualmente, se necesitarían nuevos
suministros de alimentos y las personas tendrían que pagar los
comestibles o una cena, pero por ahora, todos podrían concentrarse en
instalarse en sus nuevos hogares y nuevos lugares de trabajo y no pensar
en cocinar la cena. El hecho de que la mayoría de esa fuerza laboral
transitoria hubiera sido hombre, soltero, y en la adolescencia o principios
de los veinte podría haber sido un factor en esa decisión. O no. Difícil de
decir ya que los Terráneos estaban inventando las reglas.

Hablando de Terráneos...

Jana se apresuró a regresar a su habitación para cepillarse los

171
dientes y darse la última oportunidad de cambiar de opinión sobre qué
ponerse para su primer día en el trabajo. Esa era otra cosa que no había
sido mencionada. El sheriff podía usar lo que quisiera, pero ¿se suponía
que los oficiales debían vestir con uniforme? Usar vaqueros tenía sentido
para ella si pasaba parte de su día a caballo, pero ¿había una camisa o
color específico que se identificara como la ley? ¿Y había algún lugar en
la ciudad que vendiera uniformes?

Lo resolvería. Tenía que. Lo más probable es que esta fuera la única


posibilidad de que tuviera de ser oficial de policía, y Virgil Wolfgard ya
estaba en contra de tenerla en su personal. Típico macho. Pero no iba a
ceder o retroceder. Se había defendido contra todos los hombres de la
academia, y ahora se defendería. Además, una vez que consiguiera su
caballo, podía hacer su trabajo y evitar al sheriff la mayor parte del
tiempo.

Puso algunos artículos personales en su mochila, comprobó dos


veces que tenía la llave de su habitación y se dirigió a la oficina del sheriff.

—Aquí viene —dijo Kane desde su puesto en la puerta abierta de la


oficina del sheriff.

Virgil clavó un clavo en la última esquina del letrero que había


pegado a la pared del bloque de celdas, luego dio un paso atrás para
admirar su trabajo.
Tolya había querido un oficial humano, diciendo que los humanos
estarían más inclinados a pedir ayuda a alguien que no los mordiera. Lo
que se entendía y no se dijo fue que Virgil no estaba interesado en ayudar
a los humanos; estaba interesado en proteger a los Terráneos eliminando
los problemas de dos patas con una eficiencia rápida y sangrienta. ¿Pero
atarlo a una pequeña hembra? ¿Qué bien haría eso? Había escuchado lo
que algunos humanos habían dicho ayer. Pensaron que era una broma.
¿Una oficial de sheriff? Ja, ja.

Si alguien, excepto Simon Wolfgard, la hubiera elegido, Jana


Paniccia no se presentaría a trabajar esta mañana. Al menos, no
reportarse para trabajar con él. Pero él conocía a Simon. Más importante,
confiaba en Simon y Simon había visto algo de potencial en esta hembra.

172
Hora de averiguar si todavía mostraba potencial ahora que estaba
aquí.

Jana sonrió al hombre que descansaba en la puerta de la oficina del


sheriff.

Era una sonrisa profesional, lo suficientemente amable como para


que los hombres no murmuraran “perra” después de que ella pasara,
pero no lo suficientemente cálida como para confundirse de alguna
manera con una invitación a ser amigable. Cuando se quitó las gafas de
sol y vio los ojos color ámbar, esperaba que no le interesara saber si era
amigable.

—Soy Kane Wolfgard. El otro oficial.

Oh Dios. Iba a trabajar con dos gruñones en lugar de solo el que


había conocido ayer.

—Soy Jana Paniccia.

Dándole un rápido asentimiento, entró en la oficina y desapareció


por una puerta que tenía que conducir a habitaciones en la parte de
atrás, dejándola entrar y mirar por su cuenta el área abierta.
¿Sería uno de los escritorios su estación de trabajo? ¿Quién atendía
las llamadas o tenían un despachador? Cada escritorio tenía un teléfono,
pero solo había una computadora y una impresora instaladas en su
propia estación de trabajo contra la pared.

—Oficial Jana. —Virgil atravesó la puerta donde Kane había


desaparecido hace un minuto.

—Sheriff Wolfgard.

Virgil señaló el escritorio más cercano a la estación de trabajo de la


computadora.

—Ese es tuyo. —Se quedó mirando la computadora por un


momento—. ¿Sabes cómo trabajar eso?

173
—Sí.

—Entonces ese también es tuyo. Tolya configuró el correo


electrónico para la oficina del sheriff. Estarás atenta a esos.

—¿Un correo electrónico para toda la oficina? ¿No quieres uno


privado?

Ahora la miraba fijamente.

—¿Por qué?

De acuerdo, el correo electrónico no era privado. Bueno saberlo. No


es que importara ya que los correos electrónicos, como los teléfonos, se
limitaban a una región.

—También puedes ordenar el correo.

Trabajo de escritorio. Si hubiera querido trabajar en un escritorio,


no habría ido a la academia de policía, no habría tomado clases
adicionales para demostrar que podía hacer el trabajo.

Virgil abrió un cajón, sacó una placa y la dejó sobre el escritorio.

—¿No vas a conseguir que alguien dirija la oficina? —preguntó.

—Te tenemos a ti.

Apretó los dientes para evitar decir algo de lo que pudiera


arrepentirse. Antes de que se le ocurriera algo seguro que decir en
respuesta a esa declaración, un gran Lobo salió corriendo de los cuartos
traseros, se le acercó y le metió la nariz en la entrepierna.
—¿Qué demonios estás haciendo? —exigió Jana.

—Kane está captando tu aroma —respondió Virgil.

—Si necesita hacer eso, huele un brazo o una pierna, pero no mete
la nariz allí —espetó—. Es vulgar y es grosero y... ¿cómo te sentirías si
olfateara tu pene?

Virgil y Kane ladearon la cabeza. El hecho de que uno pareciera


humano y el otro peludo hizo que el movimiento idéntico fuera algo
espeluznante.

—¿Los humanos hacen eso? —Virgil sonaba como si finalmente


hubiera dicho algo interesante.

174
—No.

—Oh. —Suspiraron al unísono.

—Necesitarás armas humanas —dijo Virgil—. Están allí atrás con


otras cosas humanas. Cuando hayas elegido las que usarás, te mostraré
el vehículo que conducirás.

Jana parpadeó.

—Pensé que iba a ser una oficial montada y tener un caballo.

—El caballo es para dentro de los límites de la ciudad. El vehículo


es para afuera. —Virgil se acercó a un mapa en la pared, luego se volvió
y la miró hasta que se unió a él—. Esto es Bennett. La línea roja muestra
los nuevos límites. Aquí es donde los humanos pueden vivir. Aquí es
donde van a trabajar.

Los nuevos límites redujeron la ciudad a la mitad de su tamaño


anterior.

—¿Los Terráneos viven al otro lado de los límites? —Ese tipo de


división estaba destinada a mantener a los residentes divididos de otras
maneras.

—Algunos de nosotros vivimos lejos de los humanos, y algunas


formas de Terráneos han elegido casas en las calles donde viven los
humanos.

Jana no se sorprendió al escuchar que Virgil era uno de los Otros


que no quería vivir cerca de los humanos.
—¿Entonces hago patrullaje de caballos dentro de los nuevos
límites? —preguntó, queriendo estar segura.

—Sí. Protegemos el territorio dentro de la línea roja, pero si


necesitamos detectar algo más allá de esa línea, nos conducirás.

Ah, entonces ella era conductora y secretaria. Esto se estaba


poniendo cada vez mejor.

—¿Quién protege la propiedad más allá de los límites?

—Los dientes y las garras de Namid.

Jana tragó saliva. Quizás ser el conductor designado no sería algo


malo después de todo.

175
—Deberías seleccionar tus armas ahora —dijo Virgil—. Como oficial
de sheriff, se te permite tener armas para que puedas hacer tu trabajo y
proteger a los ciudadanos de Bennett. Los Antiguos aceptaron esto.

Los Antiguos. Los dientes y las garras de Namid. Las formas de


Terráneos que habían aniquilado a la población original de Bennett.

—Cuando esté considerando las armas, ¿hay algún peligro


particular que deba tener en cuenta?

—Hay una jauría de perros malos que fueron criados para pelear y
matar. Atacaron a un humano y atacaron a los caballos en el corral. Son
peligrosos.

Jana metió su mochila en el cajón inferior de su escritorio antes de


ir a los cuartos traseros para explorar y encontrar sus armas. Cuando
entró en el almacén, su boca se abrió cuando miró todas las pistolas
apiladas descuidadamente en un conjunto de estantes de metal. Los
estantes de metal en el lado opuesto de la sala contenían principalmente
suministros de oficina, pero un estante había sido despejado y ahora
estaba lleno de una variedad de cuchillos… todo, desde cuchillos
combinados con todo tipo de artilugios hasta navajas y cuchillos de caza
que podrían causar daños graves a casi cualquier cosa más pequeña que
un oso pardo. Se apilaban rifles y escopetas en el suelo o se apoyaban
contra los estantes.

Quien estaba a cargo de limpiar las casas debe haber hecho que los
trabajadores recogieran las armas y las trajeran aquí, y quien estaba
haciendo el trabajo tenía poco o ningún conocimiento sobre la seguridad
de las armas.
Abrió una escopeta y murmuró su peor palabrota mientras revisaba
dos más.

Dioses encima y por debajo, no solo se apilaron descuidadamente


las armas; ¡las malditas cosas todavía estaban cargadas! Los Lobos
tuvieron suerte de no haber derribado algo y haberse volado un pie, o
algo peor.

Después de quitar los proyectiles, dejó a un lado las tres escopetas


y consideró sus necesidades inmediatas.

Se deslizó una combinación de un cuchillo en un bolsillo delantero


de sus vaqueros y una navaja en el otro bolsillo. Después de un poco de
vacilación, seleccionó un gran cuchillo de caza que todavía estaba en su
funda.

176
Al pasar al otro lado de la habitación, encontró un revólver de
servicio policial de seis disparos y su funda, así como dos cajas de
cartuchos y un par de cargadores de velocidad que se ajustaban al
revólver. Tuvo que probar algunos de los cinturones de servicio rellenos
en otro estante antes de encontrar uno lo suficientemente pequeño como
para caber en ella. Después de colocar la funda y la bolsa del cargador
de velocidad en el cinturón, pensó que más tarde tendría que buscar el
resto de su equipo… incluyendo un kit para limpiar el revólver. Pero por
ahora, esto era suficiente, y no quería que el sheriff pensara que se estaba
escondiendo en la parte de atrás para evitar hacer su trabajo.

Después de meter el cuchillo de caza envainado en su cinturilla,


Jana recogió las dos cajas de cartuchos y salió del almacén. Tendría que
hablar con Virgil sobre mantener esa puerta cerrada hasta que alguien
(probablemente ella, ya que parecía que la descripción de su trabajo
incluía todo lo que Virgil y Kane no querían hacer) examinara todas esas
armas y las hiciera seguras para almacenar.

Una exploración rápida de las otras habitaciones de allí le mostró


un baño completo con una cabina de ducha y una cocina con cafetera,
olla de cocción y una nevera debajo del mostrador, así como una mesa
cuadrada de madera y cuatro sillas. Tazas, vasos y platos en los armarios.
Cubiertos en los cajones.

En el otro extremo de ese pasillo, justo más allá de la puerta medio


cerrada de lo que asumió que era la oficina de Virgil, había otra puerta.
Jana abrió esa y encontró tres celdas básicas con nada más que un catre
en cada una. Ni siquiera un inodoro, que pensaba que era bastante
estándar en estos días.

Entonces notó el letrero impreso con grandes letras negras y una


flecha apuntando a la última celda. CELDA TIEMPO PARA MÍ. Y ella
sabía, solo sabía, qué género estaba siendo atacado.

Lo suficientemente loca como para escupir, Jana se dio la vuelta y


casi chocó contra Virgil.

—¿Qué demonios es eso? —gritó, señalando con el dedo en dirección


a la señal.

—Es una señal.

177
—¿La celda Tiempo para Mí? ¿De verdad? ¿Y quién termina allí?

—Las hembras que necesitan tiempo para entender por qué no


deberían ladrarme.

—Hembras —gruñó la palabra—. Las hembras que te desafían son


puestas en una jaula. ¿Qué les pasa a los hombres? ¿Eh? ¿Qué pasa con
ellos?

Virgil dio un paso adelante. Sus zapatos golpearon los de ella. Tuvo
que estirar el cuello para mirarlo sin dar un paso atrás. Eso sería un acto
sumiso, y no sería sumisa. Su tiempo en la academia le había demostrado
que tenía que defenderse y luchar por todo lo que quería. Había pensado
que era acoso e intimidación; no había apreciado que era una parte
necesaria de su entrenamiento.

—¿Qué pasa con ellos? —dijo de nuevo.

Él acercó su rostro al de ella y vio extraños destellos rojos en sus


ojos ambarinos. Descubriendo los dientes y revelando los colmillos
demasiado tiempo para ser humano, gruñó:

—Yo. Los. Muerdo.

Mantente enfocada en el trabajo. Mantente enfocada, y no comiences


un concurso de meadas que no puedas ganar.

Jana dio un paso atrás. Se mantendría concentrada y mostraría a


los malditos gruñones que podía hacer el trabajo.
—La mayoría, si no todas, de las armas que empujaste en ese
almacén todavía están cargadas. Eso es peligroso. Esa habitación debe
estar cerrada en todo momento y las armas descargadas. Señor.

Virgil la miró fijamente.

—¿Sabes cómo hacer eso?

—Sí, señor, lo hago. ¿Debería agregarlo al resto de mis deberes?

—Sí. —Él se marchó.

Sí. Solo sí.

Se quedó en el área de espera un minuto completo antes de sentir


que podía verlo nuevamente sin lanzarse contra él. Si lo hiciera,

178
terminaría en una de esas celdas por agredir a un oficial superior,
suponiendo que no terminara herida de gravedad. Virgil era más grande,
era más fuerte y tenía dientes más malos. Y tendría a Kane lanzándose
con él.

—Puedes superar este turno —susurró—. Solo pasa tu primer turno.

Virgil reapareció en la puerta del área de espera.

—¿Por qué sigues ahí? Tienes que ver el auto y encontrar un caballo.
Puedes husmear alrededor de las celdas más tarde.

Se detuvo el tiempo suficiente para poner el cuchillo de caza y las


cajas de cartuchos en un cajón del escritorio central, y encontró un kit
de limpieza de armas que ya estaba allí. Luego salió y siguió a Virgil y
Kane, que todavía estaba peludo, hasta la parte trasera del edificio. El
único vehículo en los espacios designados para la oficina del sheriff era
un vehículo utilitario negro brillante que tenía “Policía de Bennett”
pintada a los lados.

No era un coche patrulla como solía ver en el noreste. De hecho, a


excepción de las luces, no tenía ninguno de los accesorios generalmente
asociados con los coches de policía. Tenía un área de carga considerable,
lo que le hizo pensar que los asientos traseros habían sido doblados para
acomodar a los gruñones.

¿Podrían los Lobos ser conductores de asiento trasero? No le


gustaba la idea de que Virgil respirara en su cuello y gruñera opiniones
mientras lo conducía por la ciudad.
—Los humanos que cuidan los autos se aseguraron de que este
pudiera viajar —dijo Virgil—. Asegúrate de poder conducirlo y saber cómo
encender las luces y hacerlo aullar.

—Sí, señor.

Kane levantó una pierna y orinó en una de las llantas. Como él se


fue al otro lado, pensó que también estaba orinando en una de las llantas.

O le estaba haciendo saber a otros depredadores que este era un


vehículo aprobado-por Lobo, o le estaba proporcionando a los Lobos una
forma fácil de rastrear al oficial humano.

—¿Vamos a tener un despachador? —preguntó.

179
—¿Despachador? —Virgil frunció el ceño—. ¿Para qué?

—Para que alguien pueda llamar si necesita ayuda, o para que uno
de nosotros llame si necesitamos respaldo.

Kane levantó la cabeza y aulló. Jana sintió que un escalofrío le


recorría la espalda.

De repente, había cuervos, (¿Cuervos?) volando hacia ellos. Cuando


Virgil levantó la vista, Jana notó un gran pájaro marrón que ahora
circulaba por encima.

Luego la miró y dijo:

—Si algún Terráneos detecta problemas, lo sabremos. Pero debes


hablar con Tolya Sanguinati y Jesse Walker sobre un teléfono que puedas
llevar contigo ya que no puedes aullar lo suficientemente fuerte como
para ser escuchada. Así los humanos que necesitan ayuda pueden
llamarte.

Porque no los ayudarás.

Estaba recibiendo el mensaje alto y claro. ¿Sabían los líderes de la


ciudad sobre la animosidad que Wolfgard sentía hacia los humanos, o no
les importaba? ¿No solo estaba luchando para ganarse un poco de
respeto por sí misma como oficial de policía, sino también para mantener
algún tipo de equilibrio entre los humanos y los demás?

Ella había querido este trabajo. Todavía quería este trabajo. Pero
estaba empezando a apreciar lo desalentador que sería ser policía en esta
ciudad cuando tuviera el doble golpe contra ella de ser mujer y ser
humana.

—Deberías ir al establo de librea y encontrar tu caballo ahora —dijo


Virgil—. Entonces comerás la comida del mediodía que los humanos
necesitan para evitar debilitarse. Luego volverás a la oficina y caminaré
contigo por la plaza para que muchos humanos vean que eres un oficial.
Luego puedes regresar y hacer tareas de oficina hasta que sea hora de
que vayas a casa.

—¿Y cuándo, exactamente, es eso? —preguntó Jana.

Un gruñido silencio.

—Pregúntale a Tolya. Explicará sobre las horas de trabajo humano.

180
Virgil y Kane la miraron.

—Creo que iré a buscar un caballo. —Jana sintió que la observaban


toda la calle.

No fue fácil admitir a los dos hombres de Vida Simple que estaban
en el establo que nunca había montado un caballo desde los paseos en
pony de su infancia, a pesar de haber sido contratada para ser una oficial
de sheriff montada. Y ya que sentarse en la espalda de un pony y ser
llevado alrededor de un círculo no era lo mismo que saber montar...

Admitieron que habían llegado a la ciudad hace unos días y no


estaban lo suficientemente familiarizados con los caballos disponibles
como para saber cuál podría ser mejor para ella, pero reconocieron
algunos que no serían adecuados para un principiante.

Después de un poco de discusión, los hombres le presentaron un


castrado que consideraron lo suficientemente dócil para ella. Ensillaron
al castrado, la llevaron al corral vacío y le dieron una lección básica de
equitación. Durante una hora rodeó el corral con uno de los hombres
vigilando y ofreciendo consejos.

Ella y el castrado caminaron en una dirección, luego en la otra.


Rodearon el corral un par de veces al trote, y Jana estaba segura de que
su pelvis nunca sería la misma. Pero cuando el castrado pasó a un
galope, se sintió invencible, libre y capaz de enfrentarse al mundo,
incluido un jefe con dientes grandes.

Montar en el castrado fue el punto culminante de su primer día de


trabajo.
Caminar por la plaza del pueblo como si fuera la mascota de Virgil
era degradante. Crowgard y Ravengard salieron corriendo de cada tienda
al pasar, queriendo saber quién era ella y luego mirándola con esos
brillantes ojos oscuros. Lo mismo con las Águilas y los Halcones. Pero
cuando se encontraron con el gran gato dorado que Virgil presentó como
Saul Panthergard, se alegró de que el Lobo estuviera con ella, hasta que
continuaron la caminata y él hizo comentarios sarcásticos acerca de que
ella no gritó a Saul por olerla.

¿Algo de ese tamaño con esos dientes y garras? ¡Podía oler cualquier
cosa que quisiera oler!

Después de hablar con Tolya Sanguinati acerca de los teléfonos


móviles y la idea de los Terráneos de un día de trabajo y una semana

181
laboral, finalmente se dirigió a casa para ayudar a Barb con los muebles
y suministros que habían llegado antes de que regresara al hotel a cenar.
Si llegaba la cama que había seleccionado, podría salir del hotel mañana.

Barb tenía una sonrisa brillante cuando Jana entró en la casa. La


sonrisa se desvaneció rápidamente.

—¿Cómo fue tu primer día en el trabajo? —preguntó Barb.

—No le disparé a mi jefe —gruñó Jana—. Lo pensé, pero no lo hice.

Barb asintió.

—Virgil puede ser difícil. —Luego se iluminó de nuevo—.


¿Encontraste un caballo?

Jana sonrió.

—Sí.

—Si tienes un caballo, puedes soportar muchas cosas. —Barb hizo


una pausa—. Tu cama no llegó, pero las estanterías sí.

Ahora Jana se echó a reír.

—Bueno, hay prioridades.

—Saltemos la clasificación y el desempaque esta noche y vamos a


cenar. Me muero de hambre y las dos hemos trabajado lo suficiente hoy.

—¿Sabes algo, Barb Debany? Me gusta la forma en que piensas.


182
Thaisday, messis 16

Virgil sacudió su pelaje antes de trotar hacia la plaza del pueblo para
olfatear la fuente. No había visto a ninguno de los perros malos en un par
de días, pero había captado el olor de los perros en algunas de las casas
habitadas donde los perros no vivían con humanos. Él y Kane habían
seguido algunos de los olores hasta una casa al borde de los límites de la
nueva ciudad, una casa que tenía una pequeña puerta abatible para
animales. ¿Qué tonto era eso? Si un perro o un gato podían pasar por la
puerta, también podrían pasar muchos otros animales. Y lo hacían. Los
Lobos eran demasiado grandes para atravesar la puerta, pero uno de los
Coyotegard se ajustaba fácilmente y se había aventurado lo suficiente en
la casa para confirmar que habían entrado bastantes animales además
de los perros. Además del excremento, había bolsas rotas de comida seca
para animales y comida humana en mal estado que había estado en los
armarios, así como los huesos de un par de bichos parcialmente comidos.

Mañana, Tobias Walker ayudaría a los humanos del rancho a


seleccionar algunos de los perros todavía domesticados para ir a vivir con
ellos en los ranchos. Si los perros no podían estar en manada
adecuadamente, los dejarían en la casa para proteger a las hembras
humanas y ladrarían una advertencia si los extraños, de dos patas o
cuatro, se acercaban. Tobias Walker también había prometido tomar
algunos de los gatos que tenían potencial para vivir en los graneros y
comerse a los ratones.
No muchos de los nuevos humanos en Bennett querían mascotas, a
pesar de los renovados esfuerzos de Barbara Ellen para encontrar
hogares para los perros, gatos y pájaros.

Él se ocuparía de las mascotas (y de ella) cuando fuera necesario.


En este momento, tenía que mantener a los perros malos fuera de su
territorio.

Virgil lamió un poco de agua de la fuente, luego se dirigió a la


caballeriza. El primer trabajo de la oficial Jana cada día era montar el
caballo durante una hora para que aprendiera cómo hacer las tareas de
oficial. No entendía por qué ella ya no sabía estas cosas, pero todos le
aseguraron que conocerse caballo y jinete en el corral era inteligente.

Escuchó las palabras pero también prestó atención a la forma en

183
que los humanos sostenían sus cuerpos y la forma en que su olor
cambiaba mientras explicaban, y estaba seguro de que estaban haciendo
algo furtivo. Por otra parte, si montar el caballo evitaba que la oficial Jana
le gritara por el resto del día, fingiría que no sabía que los humanos
estaban siendo astutos hasta que descubriera por qué estaban siendo
astutos. Y luego decidiría quién sentiría sus dientes.

El caballo en el corral con Jana captó su olor y cargó alrededor del


corral con la hembra tambaleándose en la silla de montar y colgando de
lo que pudiera agarrar.

Esa no era la forma correcta de montar a caballo. Incluso él lo sabía.

Perdiendo interés en el caballo ensillado y preguntándose acerca de


la inteligencia de los humanos de pie alrededor del corral, ya que no
podían darse cuenta de que este caballo en particular no era lo
suficientemente inteligente como para distinguir entre los depredadores
que lo comerían y los depredadores que no lo harían. Virgil continuó
hacia el otro corral.

La mayoría de los caballos en ese corral también comenzaron a


correr y quejarse, pero el caballo que no era carne agudizó las orejas
después de captar su olor, luego caminó hacia los rieles para saludarlo.

Virgil se puso de pie sobre sus patas traseras y extendió su cuello


sobre el riel superior.

Caballo y Lobo se olisquearon, confirmando el reconocimiento.


«¿Has visto los perros malos?». Virgil no esperaba una respuesta. El
caballo no era una especie de Terráneos y no podía responder. Aun así,
sintió que debía reconocer la diferencia entre el caballo que no era carne
y el resto de los animales en el corral.

Cayendo sobre las cuatro patas, olisqueó el suelo alrededor del


corral, luego amplió su área de búsqueda cuando percibió un olor.

Dos de los perros se habían acercado, pero el olor de los humanos


debe haberlos asustado.

Virgil olisqueó un mechón de pelo que tenía un rastro de piel y


sangre.

O tal vez los perros se habían escapado porque el Owlgard había

184
estado cazando alrededor del establo y había volado sobre esas alas
silenciosas, y usado garras para alentar a los perros a dejar a los caballos
en paz.

Marcó algunos de los postes como otra forma de advertir a los


perros, luego dio una vuelta rápida por la plaza del pueblo. Uno de los
dos autobuses pequeños ahora en funcionamiento arrojó a los
trabajadores frente al hotel para que pudieran comer algo antes de
comenzar su trabajo.

A cada residente se le permitió tener un automóvil, pero la gasolina


era otro asunto. Eventualmente, los humanos comenzarían a quejarse de
las restricciones y reglas y de todas las cosas que no podían hacer o tener,
y luego la carne se desgarraría y la sangre fluiría.

Esperaba ese día. Hasta entonces, haría su trabajo como el ejecutor


dominante en Bennett.

—¡Becky!

Virgil se movió hacia el sonido de la voz de Hannah Gott, luego se


desvió cuando vio a la niña saltarina que se dirigía hacia la fuente que
burbujeaba en el estanque hecho por humanos que contenía algo del
agua antes de fluir por un canal que parecía un arroyo, en el pequeño
estanque cerca del extremo sur de la plaza. A la chica saltarina le gustaba
jugar en el agua, pero Hannah Gott no quería que la niña se mojara
durante el tiempo de trabajo.

Lo suficientemente fácil como para distraerla. Todo lo que


generalmente se necesitaba era que él o Kane aparecieran en forma de
Lobo. Entonces ella estaba más interesada en darles abrazos y palmadas
que mojarse o cavar en la tierra. No es que haya encontrado nada malo
en hacer cualquiera de esas cosas, pero los humanos tenían reglas sobre
cuándo podía jugar la niña saltarina.

Al meterse entre ella y el agua, Virgil gruñó, lamió y la empujó hasta


que ella le dio un abrazo ahogado y lo siguió de regreso a donde Hannah
Gott esperaba con la otra hembra adulta en su manada y el cachorro
macho.

—Aprecio que seas tan amable con Becky —dijo Hannah Gott
cuando él y la chica llegaron a la acera frente a la plaza—. Ven ahora,
Becky. Es hora del desayuno.

—Adiós, Virgil —dijo la chica saltarina, moviendo los dedos de una

185
mano mientras Hannah Gott tomó la otra mano y se la llevó.

A medida que trotaba de regreso a la oficina del sheriff para lavarse


y ponerse ropa humana, Virgil pensó que era interesante que la manada
de Gott hubiera llegado a Bennett hace una semana, pero solo la chica
con el cerebro agitado podía notar la diferencia entre él y Kane cuando
estaban en forma de lobo.

Jesse Walker sonrió a Lila Gold y Candice Caravelli, que la estaban


esperando afuera de la tienda de Bennett.

—¿Son mis ayudantes hoy?

—Sí, señora —dijo Lila—. ¿Esto es como una tienda pasada de


moda?

Jesse hizo una pausa para considerar la pregunta.

—No lo sé. Se parece bastante a la mía. Más del tipo “pequeña


ciudad” que pasada de moda, ya que hay unidades refrigeradas a lo largo
de una pared, y la tienda está configurada para tener un poco de muchas
cosas.

Se preguntó cuándo alguien preguntaría por el lote vacío al lado de


la tienda general, o sugeriría que se limpiaran los escombros para que la
gente no confundiera el terreno con un basurero. No estaba
completamente vacío, y no era un lugar para descartar nada no deseado,
ya que lo único humano que quedaba en esa tierra era una estufa de leña
oxidada.

No, esa parcela de tierra no estaba vacía, y no era un basurero. Era


un recordatorio diario que los residentes originales de Bennett habían
ignorado, una advertencia de hace décadas de lo que puede suceder si te
enfrentas con a los Terráneos. Por qué la gente había sido lo
suficientemente inteligente como para mantener la advertencia, pero no
lo suficientemente inteligente como para prestar atención, era una
pregunta que nunca sería respondida.

—Creo que esta tienda se construyó cuando la ciudad se estableció

186
por primera vez —continuó Jesse.

—Práctico para viajeros o personas que trabajan en los edificios


alrededor de la plaza —dijo Candice, mirando a su alrededor. Se quedó
mirando la pared detrás de la caja registradora—. ¿Por qué tantos lugares
por aquí se decoran con calaveras de animales?

Lila estudió el cráneo.

—¿Vamos a tener que colgar calaveras de animales en nuestros


apartamentos para que encajen? ¿Ese es un motivo de frontera estándar?

Jesse no podía decir si Lila esperaba que lo fuera o no.

—Mi familia ha vivido en Pradera de Oro desde que se creó la ciudad,


y nunca hemos decorado con calaveras.

—Hmm. Tal vez una versión fronteriza de un jardín de rocas, pero


con calaveras.

—Vivimos en apartamentos —dijo Candice.

Preguntándose si debería advertirle a Tolya que Lila Gold podría


comenzar una moda por usar cráneos de animales blanqueados como
arte de jardín o dejar que lo descubriera por sí mismo, Jesse entregó listas
a las dos mujeres, luego señaló las pesadas cajas de cartón que había
apilado en el frente del mostrador.

—Tienen las listas para el rancho Pradera de Oro, la granja lechera


y la granja de verduras. Verifiquen las fechas de vencimiento de todo lo
que he enumerado y tomen lo que no va a durar mucho más. Usaremos
esos frascos y latas de comida primero.
Miraron los estantes de la tienda general y dudaron.

—¿Ustedes dos se establecieron en sus propios lugares? —preguntó


Jesse, adivinando correctamente la razón de la vacilación.

Lila asintió.

—Lo primero que hicimos Candice y yo después de tomar dos de los


apartamentos de una habitación fue seleccionar muebles y artículos para
el hogar. Pasarán unos días antes de que se entreguen nuestras cosas,
pero una vez que nos mudemos, sería bueno calentar una lata de sopa
en casa si estamos trabajando hasta tarde en el bar y no terminamos
antes que el comedor del hotel deje de servir comidas.

Jesse asintió. Dale unos días más y el hotel no estaría sirviendo

187
comidas gratis a nadie que no se hospedara en el hotel, por lo que querer
abastecerse era sensato.

—Tomen un par más de esas cajas para llenarlas ustedes mismas.

—Gracias, Jesse —dijo Candice.

Lila Gold tuvo el mismo rebote seguro que Barb Debany, pero Jesse
tuvo la sensación de que Candice Caravelli había conocido algunos
momentos oscuros y sintió la bondad de otras personas más
profundamente debido a eso.

Lila y Candice ya estaban ocupadas llenando cajas cuando las


cuatro mujeres de Vida Simple que se dirigían a los ranchos entraron
para seleccionar suministros para cada rancho. Si bien no había nada
malo con ninguna de las mujeres, Jesse admiraba su coraje al asumir
una nueva vida en una parte desconocida de Thaisia, solo una de ellas
se sentía lo suficientemente adaptable como para no solo aceptar una
vida diferente sino también poder vivir cómodamente con hombres que
no compartían sus creencias y tradiciones. Esa era la mujer a la que
había insistido en ir al rancho que estaría a cargo de Truman Skye.
Truman tendría suficientes desafíos sin ser socavado por la persona que
se suponía que era el cocinero y el ama de llaves.

No tenía la sensación de si las otras mujeres tendrían éxito o


fracasarían, pero estaba segura de que no quería que trabajaran para
Truman.

—Estamos tratando de averiguar qué compañías siguen en el


negocio y qué tipos de alimentos están disponibles —dijo—. Hasta que lo
descubramos, no queremos desperdiciar lo que hay aquí. Cuando lleguen
a los ranchos, pueden encontrar una despensa llena de comida con moho
o una despensa llena de productos enlatados que pueden usar. Como no
lo sabemos, todos pueden llenar cuatro de esas cajas de cartón con
suministros de forma gratuita. Todo lo que les pedimos es que tomen solo
lo que usarán. Tengan en cuenta que cada rancho tendrá un capataz y
de seis a diez hombres que lo atenderán para proporcionarles sus
comidas. Además, si alguna de ustedes quiere tener un perro en la casa
para acompañarlos y advertirles cuando algo se acerca a la casa, tenemos
mucha comida en bolsas y latas, y alguien se las traerá de la tienda de
alimentación.

Dos de las mujeres parecían agrias, como si esperaran trabajar lo


suficiente para alimentar lo que fuera necesario y no necesitaran otra

188
cosa dependiendo de ellas. Sin embargo, el ama de llaves del rancho Skye
parecía contenta con la posibilidad de tener un perro o dos como
compañía.

Jesse le pediría a Tobias que fuera con la mujer para ver los perros
disponibles.

Una vez que las mujeres de Vida Simple comenzaron a hacer sus
selecciones, Jesse se alejó del mostrador, con la intención de traer
algunas cajas más de la habitación de atrás. En cambio, agarró su
muñeca repentinamente palpitante y se volvió hacia la puerta cuando
entró un grupo de extraños.

No había nada obvio acerca de los dos hombres, pero Jesse estaba
segura de que al menos eran amantes. Eso no debería haber producido
una fuerte sensación de peligro inminente. No, lo que la confundió, y la
asustó, y le causó ese dolor intenso en la muñeca, fueron los cuatro niños
que estaban con ellos, dos niños y dos niñas, todos menores de diez años.

Un hombre era delgado, tenía los ojos en forma de almendra y el


cabello negro y lacio muy corto. El otro hombre era corpulento y de piel
oscura, con el cabello negro y rizado.

—¿Puedo ayudarles? —preguntó Jesse.

—Por favor —dijo el hombre delgado con una sonrisa amable—. El


hombre de la estación de tren dijo que deberíamos venir aquí y hablar
con Jesse Walker.

¿Nicolai los había enviado a la tienda?


—Soy Jesse.

Miró la muñeca que ella todavía sostenía.

—¿Eres Intuye?

—Sí.

La sonrisa del hombre se calentó con alivio, una respuesta típica de


alguien que también era un Intuye, especialmente alguien que había
tenido razones para mantener ocultas algunas cosas porque había vivido
entre personas que no habrían agradecido las habilidades de un Intuye.

—Llegamos en el tren y esperamos convertirnos en ciudadanos de


su hermosa ciudad.

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Entonces, ¿por qué Nicolai no los dirigió a la oficina del alcalde para
hablar con Tolya?

Ella sabía por qué. Nicolai se los había enviado por la misma razón
por la que alguien había relajado las restricciones de viaje tan pronto
como esos hombres dijeron que vendrían a Bennett. Por los niños.
Sabiendo que su habilidad Intuye era detectar a otras personas, Nicolai
había enviado a estas personas a la tienda para que ella pudiera conocer
quiénes eran antes que él contactara al Terráneo que tomaría una
decisión sobre si los hombres vivían o morían.

Por el rabillo del ojo, Jesse vio la rigidez con los labios apretados y
desaprobadora en dos de las mujeres de Vida Simple que miraban a los
recién llegados.

También notó que Lila se acercaba, lista para dar una bienvenida
alegre. Los hombres no molestaron a Jesse, pero los niños sí,
especialmente la niña que tenía una mirada inquietantemente vacía.

Antes de que pudiera formular una pregunta acerca de por qué dos
hombres tenían cuatro hijos pequeños, Joshua Painter entró en la tienda,
dio la vuelta a los hombres y se concentró en los niños. Su mano derecha
estaba cubierta de ese guante de cuero con las garras de Pantera, y la
expresión de sus ojos hizo que la piel de Jesse se erizara.

Ojos. Jesse miró a la chica que era el foco principal de Joshua, luego
volvió a mirarlo. Dioses encima y por debajo, ambos tenían ojos verdes
con un anillo exterior de gris.
Virgil Wolfgard y Tolya Sanguinati entraron en la tienda, obligando
a los extraños a avanzar, atrapados entre ellos y Joshua.

Virgil olisqueó el aire y gruñó:

—Esa pequeña hembra. Ella es... —Miró a Tolya, cuyos labios se


separaron, revelando colmillos.

Los hombres pusieron sus brazos alrededor de los niños,


protectores. Y los niños se aferraron a los hombres, aunque uno de los
muchachos le gruñó a Virgil antes de darse la vuelta y presionar su rostro
contra el hombre que lo sostenía.

—No queremos ningún problema —dijo el hombre corpulento,


sonando nervioso.

190
—Entonces explica por qué viniste aquí con un Lobo, un Halcón, un
Coyote... y una sangre dulce —gruñó Tolya.

Jesse se tambaleó. ¿La chica con la mirada vacía era una Cassandra
de sangre, una profeta de la sangre?

Joshua se puso de pie y se balanceó sobre las puntas de sus pies.


Miró a la chica de ojos verdes, y su rostro adquirió una expresión que no
era tan inquietantemente vacía como la de la niña, pero que era
demasiado similar para su comodidad, como si hubiera caído en algún
tipo de trance.

—Ve demasiado, sabe demasiado.

—Está muda —dijo el hombre delgado, mirando a Jesse en una


súplica silenciosa para entender—. Creemos que la causa es el trauma
emocional.

—Di la verdad, siente el cinturón —susurró Joshua.

Virgil gruñó, un sonido lleno de odio.

—¿Por qué vinieron a Bennett? —preguntó ella rápidamente.

—Somos una familia mixta —dijo el hombre delgado—.


Esperábamos que, en un pueblo donde Terráneos y humanos vivieran
juntos, pudiéramos ser aceptados. Esperamos que nuestros hijos
encuentren a otros de su clase para ayudarlos, enseñarles las cosas que
no podemos.
Jesse se centró en los hombres. Eran padres del corazón, si no de
sangre, pero si los hombres no daban las respuestas correctas, no
saldrían vivos de la tienda.

Entonces una mujer se apresuró a entrar a la tienda con la estrella


de oficial de sheriff sujeta a su camisa. Gracias a los dioses, la oficial
humana había llegado. Jesse sintió que el miedo y la esperanza
aumentaban en igual medida junto con la certeza de que esta mujer sería
el factor decisivo en lo que les sucediera a estos hombres y niños. Pero
ella podía hacer su parte para ayudar. Después de todo, Nicolai los había
enviado aquí para hablar con ella.

—¿Los niños? —preguntó ella.

El hombre delgado pasó una mano sobre las plumas marrones que

191
cubrían la cabeza de la otra chica, una cabeza que había sido cubierta
con cabello castaño peinado y trenzado cuando entraron a la tienda.

—Huérfanos. Polluelos abandonados que habían sido tomados de su


propia especie cuando eran tan jóvenes que no podían recordar quiénes
eran ni de dónde venían. ¿Cómo podríamos alejarnos cuando nos
necesitaban?

Jesse le dio un gesto de aliento, luego miró a Virgil y Tolya. Cuéntales


más.

—Soy Evan Hua. Este es mi compañero, Kenneth Stone. —Él le


sonrió a la chica emplumada—. Esta es Charlee Hawk.

—Hawkgard —corrigió Jesse—. Su apellido correcto sería Hawkgard.

—Charlee Hawkgard —dijo Evan—. Nuestro chico gruñón es Mason


Wolf... Wolfgard.

—Mace —murmuró el chico, volviendo la cabeza para mirar a Virgil


rápidamente antes de volver a ocultar su rostro.

—Nuestro travieso es Zane Coyotegard.

El Coyote le sonrió a Jesse, revelando un diente perdido.

—Y esta es Maddie —dijo Kenneth Stone, su mano sobre el hombro


de la profeta de la sangre.

—¿Esa también era un callejero? —Los ojos ambarinos de Virgil


tenían parpadeos rojos.
Los hombres dudaron. Jesse contuvo el aliento.

—Lo que hicimos estuvo mal a los ojos de la ley pero correcto en
términos del corazón —dijo Kenneth.

—La ayudé a esconderse —dijo Mace.

—Todos ayudamos —dijo Charlee, alcanzando la mano de Maddie.

—El joven no estaba equivocado sobre el cinturón —dijo Evan—.La


niña fue reportada como desaparecida. Todo el vecindario la estaba
buscando. Cuando la encontramos escondida con nuestros hijos... los
verdugones y las contusiones contaban una historia diferente a la de los
padres llorosos que pedían ayuda para encontrarla.

192
Kenneth retomó su historia.

—Comenzamos a preguntarnos cuando no tenían una sola fotografía


de ella para poner en la televisión. Las personas que afirmaban ser sus
padres no eran Intuyes, y ella es...

—Sabemos lo que es. —Tolya les dirigió a los hombres una sonrisa
que parecía aterradora—. Podemos verlo por su aroma. A diferencia del
resto de ustedes, los humanos, su especie no huele a presa.

Kenneth tragó saliva.

—Ya habíamos planeado irnos. Era un pueblo humano, y los niños


no siempre podían ocultar su verdadera naturaleza. Cuando nos fuimos,
sacamos a Maddie de contrabando y la llevamos con nosotros.

—No creía en las lágrimas de los padres —dijo Evan—. Creí en la


desesperación de la niña para no ser encontrada. Sentí, y sigo creyendo,
que Maddie no habría sobrevivido mucho más en esa casa.

Silencio. Nadie habló. Nadie se movió.

Finalmente, Tolya dijo:

—¿Qué trabajo pueden hacer?

—Soy un sacerdote —dijo Evan—. He trabajado en varios Templos


Universales. Kenneth es profesor.

Un sonido de disgusto vino de una de las mujeres de Vida Simple.

Virgil le enseñó los dientes a la mujer, disuadiéndola de hacer otro


sonido. Luego estudió a Mace.
—¿Sabes cómo cambiar, cachorro?

Mace asintió.

—¿Recuerdas haber vivido con una manada?

Mace le dirigió a Virgil una mirada desafiante.

—Esta es mi manada.

Durante todo el intercambio, el enfoque de Joshua nunca dejó a


Maddie.

—Un lugar sin recuerdos, sin manchas de oscuridad. En un lugar


limpio, los pájaros vuelven a cantar.

193
Chico extraño, pensó Jesse. No estaba segura de que Joshua pudiera
decir profecía de la misma manera que las chicas que eran profetas de la
sangre, pero tenía la sensación de que él era más que un Intuye si veía
imágenes en lugar de tener sentimientos sobre su entorno.

—¿Puedes reconocer esta mancha de oscuridad? —preguntó Tolya.

Joshua se puso de pie, luego parpadeó como si saliera de una siesta


ligera.

—Sí.

Tolya miró a Virgil, luego se volvió hacia los dos hombres.

—Todavía no tenemos un sacerdote o un maestro.

Jesse vio a Kenneth dudar y supo la razón.

—No es necesario abrir todo el edificio escolar para el puñado de


niños que actualmente viven en Bennett. Hay un centro comunitario al
lado del Templo Universal. Una de las habitaciones en ese edificio podría
convertirse en un salón de clases por ahora. De hecho, sería bueno abrir
el centro para que todos puedan usarlo para una serie de actividades
como un grupo de costura y... y... —¿Qué sabía ella de tales actividades?
Prefería la práctica de tiro y la lectura a la artesanía.

—Candice enseñaba clases de Mente tranquila —dijo Lila—. Ella


también está interesada en hacer eso aquí. Y puede enseñar baile
fronterizo.

—Yo... eh... —Candice miró a su alrededor y asintió—. Podría hacer


eso.
Lila sonrió. Virgil gruñó.

—¿Trajeron equipaje? —preguntó Tolya a los hombres.

—Dejamos todo en la estación de tren —dijo Evan.

Tolya asintió.

—Nicolai lo cuidará. El sheriff Wolfgard y la oficial Paniccia los


acompañarán al hotel. Después, vendrán a mi oficina y revisarán lo que
se requiere para ser residente de Bennett. Si quieren quedarse después
de conocer nuestras reglas, revisaremos las casas mañana y veremos qué
se puede hacer para mudarse rápidamente a una.

Los hombres parecían esperanzados y atónitos ante la aceptación.

194
Jesse también se sintió aturdida porque tenía el mal presentimiento de
que Tolya acababa de mentir.

Lo que sea que los Terráneos sintieran por estos hombres, la


aceptación no tenía nada que ver.

Jana habría estado bien con Virgil poniendo a los hombres en una
habitación de hotel y a los niños en otra si hubiera habido una puerta de
conexión entre las habitaciones. Pero no lo había, y ella no tenía que ser
una Intuye o una profeta de la sangre o cualquier otra cosa para saber lo
que eso significaba.

Mantuvo un control sobre su temperamento y su corazón hasta que


Virgil cerró la puerta de la habitación de los niños.

—No pueden separar a esos niños de sus padres. Son una familia.
—Mantuvo su voz baja para evitar ser escuchada, pero su ira se hizo
fuerte y clara.

—No son familia —gruñó Virgil—. Son hombres humanos que han
tomado...

—No tomaron a esos niños de la manera que quieres decir. Les


dieron un hogar a esos niños, les dieron amor, protección. Les enseñaron.
Eso es lo que hacen los padres. —Miró la ira en su rostro, en sus ojos—.
¿Qué? Una Pantera puede criar a un niño humano y eso está bien, ¿pero
un humano no puede amar a un niño que es Terráneo?

—Hubo razones por las que Joshua terminó con el Panthergard.

—Y hay razones por las que esos niños terminaron con Evan y
Kenneth. ¿Quién eres tú para juzgar?

Virgil se inclinó hacia ella. Se inclinó hacia él, equilibrando su peso


y apretando los puños.

—No sabes nada al respecto —gruñó Virgil.

—Sé que no tienes que dar a luz a un niño para amarlo —gruñó
Jana—. Fui criada por padres adoptivos. Los amaba y ellos me amaban,

195
y éramos familia. Esos hombres aman a esos niños, y los niños los aman.
Puedo verlo, incluso si no lo haces. O no lo harás.

Virgil dio un paso atrás y la estudió.

Por todos los dioses esperaba que pudiera encontrar las palabras
adecuadas para comunicarse con él.

—Kenneth y Evan trajeron a esos niños aquí porque sabían que


habría Terráneos aquí. Lobos, Coyotes, Halcones y muchos más. Trajeron
a esos niños aquí para aprender a ser quienes son, donde podrían ser
quienes son. Esto es Bennett. ¿A quién le importará si un niño puede
convertirse en un Lobo? Aquí no necesitan ser secretos para estar
protegidos.

Aprendimos de ti.

Un escalofrío la recorrió cuando recordó el letrero y pensó


fugazmente cómo esos niños habían terminado con dos hombres
humanos en primer lugar. Huérfanos, Evan había llamado a los niños.
Pero no por los asesinatos recientes. Perdidos o abandonados por su
familia original (o robados de sus familias) los habían acogido Evan y
Kenneth hace unos años. Excepto Maddie.

—Tal vez deberías hablar con los niños antes de tomar cualquier
decisión sobre su futuro —dijo Jana.

Virgil lanzó una exhalación racheada que expresó suficientemente


su molestia.
—Bien. Hablaremos con ellos. —Se dirigió a la puerta del hotel,
rodeó con la mano el pomo y luego la miró—. Ven. Es tu idea.

En el momento en que entraron en la habitación, Mace y Zane


saltaron hacia ellos, gruñendo.

—¿Qué hiciste con nuestros padres? —exigió Mace.

—Devuélvanlos —dijo Zane.

—Están en la habitación de al lado —dijo Virgil, sin indicar si estaba


molesto o contento con el desafío de los jóvenes—. Tienen que hablar con
el alcalde sobre el trabajo y encontrar una casa para todos ustedes.

Mace ladeó la cabeza. Como no había visto a Virgil hacer eso, Jana

196
pensó que era algo que los Lobos hacían.

—¿Todos nosotros? —Mace sonaba como si no confiara en el sheriff.

Virgil asintió con brusquedad al niño.

—Todos ustedes. —Miró a las chicas, que estaban en el suelo cerca


de una de las camas.

La chica que Tolya Sanguinati había dicho que no olía a presa sin
mirar nada. Ojos vacíos que Jana encontraba desconcertante.

Si los Otros se refieren a una niña como una sangre dulce o dicen que
no huele a presa, están hablando de una profeta de la sangre. Esa era una
de las cosas que Michael Debany le había contado apresuradamente
sobre los profetas de la sangre antes de que ella subiera al tren.

Dioses. ¿Qué se suponía que debían hacer con una profeta de la


sangre en medio de ellos?

La otra chica, Hawk... bueno, la otra chica era una joven Halcón que
tenía las alas atrapadas en las sisas de una camisa sin mangas y el resto
de su ropa agrupada bajo sus pies con garras.

Zane miró a las chicas y suspiró.

—Charlee hace eso cuando tiene miedo. Así fue como la encontró
papá Evan. Los humanos pensaron que una niña había desaparecido en
el lugar de huérfanos, y papá Evan estaba allí ese día y los estaba
ayudando a buscar. Cuando vio a Hawk golpeando una ventana, tratando
de escapar, supo que era la niña desaparecida y no podía quedarse en
ese lugar, así que abrió la ventana, pensando que ella se iría volando.
Luego se dio cuenta de que era demasiado joven para estar sola, así que
salió y la encontró y la llevó a su casa.

Jana se preguntó si las historias de Zane y Mace serían similares.


Ya les habían dicho que la profeta de la sangre había sido tomado de las
personas que afirmaban ser sus padres. Se había escapado, con la ayuda
de Mace, y fue escondida por Evan y Kenneth.

—La oficial Jana le pedirá a Anya Sanguinati que les traiga comida
—dijo Virgil.

—¿Carne? —preguntó Mace esperanzado.

—Carne.

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Mace miró a las chicas.

—A Charlee también le gusta la carne, ¿pero tal vez tienes fruta para
Maddie?

—¿Ella no come carne?

—Sí, come, pero le gusta más la fruta.

Virgil salió de la habitación, dejando que Jana lo siguiera. Golpeó la


puerta de al lado, que fue abierta inmediatamente por Evan Hua, que
parecía asustado, y resignado.

—Los llevaré a la oficina del alcalde ahora para hablar con Tolya.

—¿Los niños? —preguntó Evan cuando Kenneth se unió a él en la


puerta.

—La oficial Jana hará arreglos para que traigan comida a su


habitación. Estarán a salvo allí.

—Solo estaremos un momento. —Evan cerró la puerta.

Jana se sintió aliviada. Ella había prevalecido. Virgil había


escuchado. Ella...

Mirándola, Virgil descubrió sus dientes y dijo en voz baja:

—Es mejor que esos jóvenes estén a salvo con esos humanos.

—Ellos lo estarán.
—Si no lo están, arrancaré las gargantas de esos dos humanos, y
luego arrancaré la tuya.

Momentos después, Evan y Kenneth salieron de su habitación y


siguieron a Virgil para su reunión con el alcalde.

Jana estaba parada en el pasillo, esperando que su corazón dejara


de latir, que su cuerpo dejara de temblar. Cuando finalmente recuperó el
control, bajó las escaleras para encontrar a Anya Sanguinati y hacer
arreglos para que se envíe un poco de carne y fruta a los niños.

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Jesse miró a las mujeres de Vida Simple y se preguntó cómo dos de
ellas habían sido capaces de ocultar su falta de tolerancia a los líderes
del Courtyard de Lakeside. Podrían ser excelentes amas de casa y
cocineras, pero serían vecinas difíciles. Algo que necesitaba señalarle a
Tolya, pero eso podía esperar. Las mujeres ya estaban comprometidas a
ir a los ranchos mañana, y ahora tenía otra preocupación.

—¿Señor Sanguinati? ¿Si pudiera tener un minuto?

Tolya había enviado a Joshua Painter en su camino, pero se había


quedado en la tienda general. Jesse no estaba segura de por qué se había
quedado, pero su muñeca izquierda se había calmado hasta convertirse
en un dolor sordo, lo que debería ser una buena señal de que la crisis
había terminado, pero necesitaba estar segura.

—Simplemente llenaremos estas cajas. —Candice agarró una caja,


su lista... y a Lila.

Jesse llevó a Tolya al área de existencias de la tienda, donde estaban


fuera de la vista y del oído de las otras personas.

—¿Estás de acuerdo con que vivan aquí? ¿Los hombres, quiero


decir?

Parecía perplejo.

—¿Debería objetar?

—No —dijo rápidamente—. Yo... no estaba segura si había


encontrado compañeros del mismo sexo antes.
—Entre los Terráneos, el apareamiento se trata de tener
descendencia y requiere machos y hembras. Eso no significa que no
formemos lazos con personas de nuestro propio género, pero no es lo
mismo que aparearse. —Parecía educado pero sin interés—. ¿Hay algo
más?

—Esos hombres son Intuyes. No habrían traído a esos niños aquí si


hubieran hecho algo mal.

—La oficial Jana parece ser de la misma opinión.

Jesse se preguntó qué habría dicho la oficial Jana, pero


aparentemente había sido suficiente para influir en la decisión de dejar
que la familia se quedara en Bennett.

199
—Será mejor que regrese allá afuera. Esas mujeres se dirigen a los
ranchos por la mañana. Quiero asegurarme de que tengan todo lo que
necesitan. Al ser del Noreste, podrían pasar por alto algo que sería
realmente útil.

—Si necesitas algo, estaré en mi oficina. Virgil traerá a los hombres


para hablar sobre el trabajo y las casas.

Ella debería haber estado aliviada. En cambio, sintió que todavía


había motivos para preocuparse.

Tolya apenas había salido por la puerta cuando sonó el teléfono


móvil de Jesse.

—Jesse Walker.

—Soy Rachel. Olí el ratón en el cuarto de atrás de la tienda. ¿Puedo


perseguirlo?

Maldita sea, los ratones eran lo último que necesitaba en su tienda


cuando lo había empacado con todos los alimentos que podía comprar
antes de que las cosas salieran tan mal. No necesitaba a Rachel, en forma
humana o de Lobo, golpeando estantes y rompiendo frascos de vidrio.

—Solo echa un vistazo y asegúrate de que los ratones no se hayan


metido con la comida —dijo Jesse—. Estaré en casa mañana.

Pasó un par de minutos más hablando con Rachel, luego se aseguró


de que las mujeres que salían por la mañana realmente tuvieran todo lo
que necesitaban.
Tolya miró por la ventana de su oficina. La gente caminaba o andaba
en bicicleta en la calle principal. Algunos subieron al autobús para irse a
casa o ir a donde iban a clasificar ese día.

Aparentemente, la oficial Jana había sido vehemente en su creencia


de que los jóvenes deberían vivir con los hombres que veían como sus
padres. Y Jesse Walker había reconocido a los hombres como Intuyes.
¿Ese tipo de humano vendría a una ciudad llena de Terráneos si los

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jóvenes no hubieran quedado huérfanos como afirmaban? No lo creía así.
Los adultos se reunirían; se harían preguntas, especialmente sobre el
cachorro de Lobo ya que tantos Lobos habían sido asesinados por los
humanos que habían pertenecido al movimiento Humanos Primero y
Último.

Bennett no era el lugar para que los humanos trajeran jóvenes


Terráneos robados. Pero si los hombres querían que esos jóvenes
aprendieran sobre su propia especie y aun así tuvieran a esa familia
compuesta de muchas formas diferentes, un pueblo como este era el
lugar para traerlos, el lugar para tratar de ser aceptados.

En cuanto a la profeta de la sangre...

La euforia que llenó a las chicas cuando comenzaron a hablar


profecía después de que les cortaban la piel les proporcionó un velo
contra las visiones, protegiéndolas de las cosas que habían visto. Pero
cuando a una niña se le impedía hablar, o elegía no hablar para ver las
visiones, no había protección, ni euforia. Solo había agonía y la
posibilidad de ver algo tan terrible que la mente de la niña se rompería.

La chica Maddie era joven y muy pequeña, y muda. Pero Meg Corbyn
y Esperanza Wolfsong estaban mostrando al resto de las profetas de la
sangre que había otras formas de “hablar” sin cortes ni palabras. Meg
estaba explorando el uso de las cartas de la fortuna que se convertían en
cartas de profecía, y Esperanza entraba en trance y dibujaba sus
visiones. Quizás había otras formas de hablar que aún no se habían
explorado.
Le hubiera gustado tener contacto directo con el Courtyard de
Lakeside y Meg Corbyn. Incluso si tuviera contacto, no sería justo pedir
más ayuda después de todo el trabajo que habían hecho para llevar a
cabo la feria de trabajo y encontrar humanos adecuados para reasentar
la ciudad. Pero sí tenía acceso directo a Jackson Wolfgard y Esperanza
Wolfsong. Esperanza ya había dibujado una advertencia que concernía a
Bennett. Tal vez, si él proporcionaba alguna información, ella podría
mostrarle algunas posibilidades de qué hacer con la niña de sangre dulce.

Alejándose de la ventana, Tolya llamó a Aguas Dulces y dejó un


mensaje en la caseta de comunicaciones, pidiéndole a Jackson que lo
llamara lo antes posible.

201
202
Firesday, messis 17

Abigail empujó el borde de la cortina hacia un lado y miró por la


ventana a las personas que bajaban del pequeño autobús. No estaba
siendo entrometida. Había razones por las que necesitaba saber quién
vivía a su alrededor, necesitaba saber si alguno de sus vecinos
representaba una amenaza para que ella mantuviera la dulce
personalidad de Abigail. No todos eran tan crédulos como Barb Debany,
incluida la compañera de casa de Barb, la oficial Jana Paniccia. Abigail
tenía el presentimiento de que la oficial no había aceptado la
personalidad de nadie, tal vez incluyendo la suya.

Esa pequeña duda sobre sus propias habilidades podría ser


suficiente para evitar que Jana mire demasiado de cerca a los vecinos.

Abigail reconoció a Tolya Sanguinati y Virgil Wolfgard, y había visto


al joven y al hombre de cabello dorado caminando por la plaza del pueblo
cuando se había aventurado más allá de esta calle para su trabajo de
limpieza o para realizar las horas requeridas de clasificación. Pero los
otros dos hombres y los cuatro niños eran extraños. Los hombres no
parecían peligrosos, pero los hombres más peligrosos a menudo no lo
parecían.

Cuando Jana sacó su vehículo policial oficial del camino de entrada


de la casa de al lado, Abigail salió para averiguar qué estaba pasando.
Sería natural ser curiosa.

Barb salió de la casa que estaba compartiendo con Jana, dijo:


—Hola, Abby. — Y luego miró a Jana—. ¿Qué pasa?

—Varias cosas —respondió Jana, deteniéndose para ver al grupo de


personas pararse frente a cada casa en la calle—. Dado que los
muchachos que hacen entregas de artículos para el hogar están a la
altura de sus peticiones, el sheriff me dijo que cargara mi vehículo oficial
con los productos que habíamos destinado a la casa a cambio de dejar
que dicho vehículo viviera con nosotros.

—Es un automóvil, no un cachorro. —Barb estudió el vehículo—.


¿Podemos transportar cosas en él?

—Si. Eres la siguiente en mi lista de acarreo tan pronto como


descarguemos. —Jana abrió el maletero, sacó una caja y se la entregó a
Barb, que estaba allí con la boca abierta.

203
—Tomaré una —dijo Abigail, preguntándose qué le pasaba a Barb.

—¿Él te envió para que me pusieras en la celda Tiempo para mí? —


exigió Barb—. ¿Qué hice ahora?

—Shh —dijo Jana cuando Virgil se volvió para mirarlas,


demostrando cuán afiladas eran las orejas de Lobo a la hora de captar
sonidos—. No, se trata de adoptar algunas de las mascotas. Así que
ayúdame a llevar estas cajas a la casa y podemos seguir nuestro camino.

Abigail esperó hasta que las tres llevaron la última carga de cajas a
la casa y Barb fue a buscar su mochila y las llaves de la casa. Luego
preguntó:

—¿Por qué el líder de la ciudad y el sheriff están mirando casas con


esos hombres?

—Uno de los niños es... especial... y Joshua Painter dice que


necesita una casa que no tenga una mancha de oscuridad, que es algo
específico que Joshua puede sentir, pero no puede explicar —respondió
Jana—. Por eso están todos afuera mirando casas. Miraron las casas que
ya habían sido limpiadas en otra calle, pero ninguno de esos lugares
estaba en lo correcto.

¿Especial como Becky Gott? ¿O especial como hacer dibujos que


muestran algo que podría suceder en el futuro? Si no hubiera visto una
imagen como esa cuando vivía en Pradera de Oro, no habría sentido que
la vacilación de Jana revelara más de lo que la oficial se dio cuenta.
Especial podría ser como encontrar el filón de la madre. O ser capaz de
identificar ese tipo de especial podría ser información que podría
intercambiar si el tipo equivocado de personas llegara deambulando por
la calle y la encontrara.

—Estoy lista —dijo Barb, uniéndose a ellas.

Cerraron la casa al salir, luego se detuvieron para ver al grupo


reunirse en el patio delantero de una casa antes de pasar a la siguiente.

—¿Crees que tendremos nuevos vecinos? —preguntó Abigail,


tratando de sonar casual.

—Si eligen una casa en esta calle, no serán los únicos vecinos
nuevos —respondió Barb—. Algunos de los Terráneos se mudarían a
casas por aquí para vigilar. Son algo intensos sobre la protección...

204
—¡Barb! —dijo Jana bruscamente.

Por un momento, Barb pareció herida. Pero Jana parecía alarmada


por lo que su compañera de casa estaba a punto de revelar, confirmando
que uno de los niños era el tipo lucrativo de especial.

—Lo siento —dijo Barb.

—Está bien —dijo Jana—. Estoy nerviosa por lo de ayer.

¿Qué había pasado ayer? Nada que haya hecho rondas de chismes.

Jana hizo sonar sus llaves y miró a Barb.

—Empecemos para poder pasar un tiempo con mi viaje de cuatro


patas. Hasta luego, Abby.

—Nos vemos. —Abigail vio a Jana y Barb alejarse antes de retirarse


a su propia casa.

Kelley ya no era feliz viviendo con ella. Ahora tenía una habitación
separada y la estaba despejando y limpiando. Pero no hizo ningún
esfuerzo por ayudarla con el resto de la casa. Lo que significaba que no
sabía qué había en la casa y qué no, incluidas las cosas que se suponía
que debían entregar.

Y como Kelley no estaba compartiendo una habitación con ella,


tampoco sabía sobre el paquete que había escondido en el armario, el
paquete de emergencia de elementos esenciales que necesitaría si tuviera
que correr de nuevo.
—Lo que te dije sobre Maddie se dijo en confianza —dijo Jana
mientras conducía las pocas cuadras hasta la plaza del pueblo—. No
podemos hablar de ella con nadie.

—Pero dijiste que había mucha gente en la tienda cuando esos


hombres llegaron con los niños —protestó Barb.

—Y el señor Sanguinati impidió que los hombres dijeran que Maddie


era una profeta de la sangre. No hay razón para que nadie sepa lo que él
dijo a menos que ya hayan conocido a una de las chicas.

205
Barb la miró fijamente.

—Entonces, ¿cómo sabías de qué estaba hablando Tolya?

—Tu hermano me dijo palabras clave que usan los Otros cuando
hablan de las chicas. Como él fue quien me lo dijo, pensé que estaría bien
decírtelo.

La habían sacudido anoche cuando llegó a casa, había necesitado


hablar con alguien. No le contó a Barb sobre la amenaza de Virgil. No
había querido que nadie lo supiera porque tenía que trabajar más allá de
eso. Dioses, tenía que trabajar más allá o sería un desastre antes de
haber estado en el trabajo una semana.

—Mira —dijo—. Si Virgil o Tolya piensan que Maddie está en algún


tipo de peligro por parte de los vecinos, incluso si son solo personas que
actúan con demasiada curiosidad o hacen demasiadas preguntas, se
llevarán a la niña.

—¿Quieres decir reubicar a la familia?

Jana sacudió la cabeza.

—Los otros niños serían reubicados, por separado o juntos. Los


papás no sobrevivirían.

Barb miró al frente.

—Alguien lo resolverá.

Jana asintió.
—Pero no quiero que esa culpa aterrice en nuestra puerta. ¿Está
bien?

—Bien. Pero... Abby es realmente agradable.

—Burch es su nombre de casada, ¿verdad?

—Sí.

—¿Quién era ella antes de casarse con Kelley?

—No lo sé.

—Y ese es el problema, ¿no? —Jana miró a Barb—. Este es un nuevo


comienzo, un nuevo principio, llámalo como quieras. Pero eso significa
que no sabemos quiénes eran las personas antes de llegar a Bennett.

206
Barb se desplomó en el asiento.

—No quiero pensar así. No quiero hablar con la gente y preguntarme


qué esconden.

—Lo sé. Lo siento. Y no tienes que preguntártelo. Simplemente no le


digas a nadie sobre Maddie.

—¿Pensaste que ser policía sería así? Solía burlarme de Michael


acerca de realizar verificaciones de antecedentes en mis citas, pero ahora
me pregunto si lo hizo.

Probablemente, pensó Jana.

—¿Entonces pensaste que sería así?

Romperé las gargantas de esos dos humanos… y luego arrancaré la


tuya.

—No —dijo Jana—. Realmente no pensé que sería así.

De pie en la puerta del patio cercado que albergaba a los perros para
ser adoptados, Tobias rascó y acarició a los perros que se acercaron a
saludarlo mientras esperaba a la casi veterinaria que cuidaba a los
animales.

—Aprecio que me hayas dado un trabajo. Aprendo rápido —dijo


Edna “Ed” Tilman.

Todo lo que había sentido sobre esta nueva mano indicaba que ella
quería ser uno de los chicos, pero Tobias todavía le dedicó una sonrisa
que decía claramente que él era el jefe y que ella era uno de sus hombres,
y esperaba que no lo fuera. No se equivocaba con ella y terminaría
teniendo que decir que no iba a permitir que fueran nada más. Su madre
no había expresado ninguna preocupación sobre la niña cuando los
presentó. Ed quería trabajar en un rancho como una de las manos y no
como ayuda doméstica. Ella había sido muy clara al respecto. Había
demostrado su habilidad para montar a caballo y atar animales en un

207
corral. Nadie sabía si realmente había pensado en cómo sería pasar un
día en la silla de montar.

Por otra parte, trabajar con alguien que no era un Intuye era como
aprender un idioma diferente, por lo que tal vez había estado escuchando
coquetear donde solo había nervios y entusiasmo. Todos lo descubrirían
pronto, y Ellen García, que se hizo cargo de la casa del rancho en Pradera
de Oro y de las cuentas, tomaría a la niña en sus manos, de una forma
u otra.

Es curioso cómo entendía mejor a los Lobos que estaban a cargo del
asentamiento Terráneo cerca de Pradera de Oro, de lo que entendía otros
tipos de humanos. También entendía a Virgil Wolfgard, y Morgan
Wolfgard le había contado lo suficiente sobre Virgil y Kane para que
apreciara por qué eran un activo para Tolya Sanguinati y un peligro para
los humanos que se asentaban en Bennett.

Cuando el vehículo del departamento de un sheriff se detuvo, Tobias


y Ed se alejaron del patio cerrado lleno de ladridos y excitados perros. El
pasajero saltó y corrió hacia ellos.

—¿Tobias Walker? Soy Barb Debany. ¿Tolya dijo que querías


adoptar algunos perros y gatos?

—Sí, señora. —Miró a la otra mujer que salía del vehículo. Cabello
castaño brillante recogido en una cola. Ojos marrones que mostraban
simpatía y cautela en igual medida. Figura en condiciones. Y la pistola
atada a su cinturón y la insignia clavada en su camisa la hacían mucho
más interesante. Como ella no era el sheriff...—. ¿Oficial...?
—Jana Paniccia.

—El señor Walker adoptará algunos de los perros y gatos y los


llevará a los ranchos —dijo Barb, sacando un juego de llaves de su
bolso—. Cállense y luzcan adorable.

Como ella había alzado la voz, supuso que estaba hablando con los
perros y no con la gente. Aun así, estaba buscando perros de trabajo, no
adorables bolas de peluche. Habiendo sido uno de los humanos que
había liberado a los perros atrapados y establecido las estaciones de
alimentación, sabía que la mayoría de los perros no satisfarían sus
necesidades o las necesidades de las personas en los otros ranchos. Y su
madre, que había aceptado llevar a un perro a prueba, ya que el perro
podía llevarse bien con Rachel Wolfgard y viceversa, tampoco estaba

208
interesada en una pelota de hojaldre. Jesse Walker no era una mujer bola
de peluche.

—Bueno, voy a echar un vistazo, de todos modos —dijo—. Buscando


principalmente gatos graneros y perros que puedan ganarse la vida en
un rancho, de una forma u otra.

—Entonces veamos primero a los gatos. —Barb los condujo a la casa


de un piso de al lado.

Cuando Tobias mantuvo la puerta abierta para dejar entrar a las


mujeres primero, notó que el agente miraba su revólver.

—El sheriff Wolfgard y Tolya Sanguinati me dieron un permiso


especial para usar un arma en la ciudad.

Ella asintió cuando entró en la casa delante de él, pero él no estaba


seguro si eso era el reconocimiento de la información que ya tenía o si
estaría consultando con el sheriff para confirmar su declaración. En su
lugar, él seguramente lo haría.

Los gatos corrían por la sala de estar y, a pesar de vivir cerca de


animales, no estaba seguro de querer hacerse cargo de esta casa después
de que los animales fueran reubicados.

—Estoy haciendo la mayor parte de la clasificación en las


habitaciones que no fueron limpiadas antes de convertir el lugar en un
hotel para mascotas—dijo Barb—. Resulta que algunas personas son lo
suficientemente alérgicas a los gatos que manejar algo como libros de
una casa que tenía gatos es suficiente para causar una reacción. Por lo
tanto, todo lo que queda en esta casa que no se pueda lavar tiene que
estar en caja y etiquetado y almacenado en una ubicación separada del
resto de los productos. Los pájaros están en una casa al otro lado de la
calle. —Miró a Ed—. ¿Quieres un pájaro?

—Ed es una mano de rancho. No estará en la casa del rancho todos


los días para cuidar un pájaro —dijo Tobias. Pero le dio vueltas al
pensamiento y se preguntó si Ellen García disfrutaría del chirrido y la
charla. Se lo mencionaría y echaría un vistazo la próxima vez que
estuviera en la ciudad si no quería acercarse a Bennett.

Tenía un buen presentimiento acerca de cuatro de los gatos, que


estarían felices siendo gatos de granero y parcialmente defendiéndose a
sí mismos cazando ratones. Barb Debany encontró cajas de transporte
para cada uno de ellos. Los gatos no estaban contentos con el

209
confinamiento, pero no causaron demasiado alboroto después de que
Barb les dio a cada uno un juguete para gatos como distracción.

Los gatos que podía tomar o dejar. En el rancho Pradera de Oro,


Ellen García fue quien tuvo una debilidad por los gatos del granero. Pero
los perros que lo rodeaban cuando regresaron a la casa de al lado lo
pusieron triste. Eran buenos perros que solo querían ser amados.

O querían un trabajo.

Al ver dos border collies, Tobias levantó una mano y observó a los
perros poner atención, listos para seguir su orden. Cuando bajó la mano
y comenzó a girar hacia Barb, pudo sentir que lo acusaban de desvanecer
sus esperanzas.

—¿Tienes alguna correa a mano? —preguntó.

Barb asintió.

—Las conseguiré. —Regresó un minuto después con un puñado de


correas.

Hablando de esperanza.

Soltó un silbido agudo y luego dijo:

—¡Siéntense! —Y observó a la mitad de los perros obedecer la orden.


Tomando cuatro de las correas, dijo—: ¡Quietos! —Antes de caminar
hacia los border collies y atarles las correas a sus collares. Estos dos irían
con Truman Skye, quien tenía experiencia trabajando con los perros de
ganado en el rancho Pradera de Oro.
Miró al resto de los perros y decidió, con pesar, que no podía verlos
con las mujeres de Vida Simple que se quedarían en casa en los otros
tres ranchos. La vehemencia de Jesse sobre qué mujer de Vida Simple
estaría trabajando para Truman significaba que no podía asumir que las
otras mujeres proporcionarían un buen hogar para un perro. No
significaba que no fueran buenas personas; simplemente no eran las
personas adecuadas para estos perros.

Casi dio la orden de liberación cuando notó que una joven hembra,
blanca con orejas y lomo color óxido, había obedecido su orden de
sentarse pero no estaba concentrada en él. Estaba centrada en Jana
Paniccia y estaba luchando por obedecer el comando de quedarse cuando
claramente quería correr y hacer amigos.

210
Dando el comando de liberación, Tobias vadeó a través de los perros
hasta que llegó a la oficial.

—¿Estás buscando un perro para que te acompañe cuando hagas


las rondas?

—He estado pensando en adoptar a uno de los perros, pero en


general estaré a caballo cuando esté de servicio —respondió Jana,
acariciando al perro, que la había alcanzado primero.

Tobias se agachó y estudió a la joven perra. No más de unos pocos


meses. Mucha energía. Ella encajaría bien con la oficial y encajaría bien
con el caballo adecuado. La pregunta era: ¿La oficiala Paniccia estaba
montando el caballo correcto?

Le entregó a Jana una de las correas.

—Ella te quedará bien.

—Puedes decir eso, ¿verdad? —preguntó Jana secamente.

—Sí, señora, puedo. Tengo una sensación por los animales.

—¿Sensación? ¿Eres un Intuye?

—Sí, señora.

Ella le dirigió una mirada de evaluación.

—¿Y los Lobos? ¿Tienes idea de los gruñones?

Si ella no se hubiera avergonzado por decir eso, él no habría


respondido.
—Esa es una conversación para otro momento y lugar —dijo en voz
baja—. Pero puedo decirte que si usas una palabra irrespetuosa para
alguien cuando piensas en ella, tarde o temprano te resbalarás y lo dirás
en voz alta, tal vez incluso dentro del rango de audición del individuo, y
cualquier confianza que hayas creado, se habrá ido y nunca la
recuperarás.

—Lo sé, y lo sé bien. Escuché suficientes palabras irrespetuosas en


mi dirección cuando estaba en la academia de policía, y juré que no le
haría eso a nadie más. Pero es muy frustrante.

Él solo la había conocido por unos minutos, pero la forma en que se


movía y la mirada en sus ojos le indicaban que Jana Paniccia había sido
desplumada, por lo que no necesitaba preguntar a quién encontraba

211
frustrante. Y no dudó por un momento que Virgil encontró a su nueva
oficial igualmente frustrante. Lo único era que, si lo empujaban, Virgil
haría más que pisar sentimientos.

—Bueno, estás pensando como un humano, y él está pensando


como un Lobo. Y no solo un Lobo, él es el Lobo dominante y tú eres parte
de su manada.

—¿Entonces debería aprender mi lugar?

Tobias asintió.

—Cuanto antes lo hagas, mejor te llevarás bien con él. —Miró a un


par de corrales instalados en un lugar que había estado sombreado pero
que estaba cambiando rápidamente a pleno sol—. Tengo que lograr que
la gente y las criaturas se establezcan hoy, pero volveré mañana y
tendremos esa charla.

—Muy bien. Gracias.

—Sostenlos por un minuto. —Le dio a Jana las correas de los border
collies antes de caminar hacia los corralitos, que sostenían a los
cachorros. Algunos eran jóvenes apenas destetados. Pero había uno...
Todavía tenía el pelo de su cachorro, pero lo suficientemente mayor como
para haber sido domesticado, eso esperaba. La levantó y la abrazó contra
su pecho mientras ella intentaba desesperadamente darle besos.

No estaba seguro de si ella era una raza en particular o un mestizo.


No importaba Había algo en este que le daba la fuerte sensación de que
ella era la correcta.
—¿Quieres venir conmigo y conocer a mi madre? —susurró.

Wag wag. Beso beso.

—Em. ¿Debany? Necesitaré un collar para este.

Barb Debany estudió al cachorro.

—Conseguiré un collar y un arnés. Eso podría funcionar mejor. El


lugar de almacenamiento tiene camas y cajas para perros y todo lo que
necesites. —Entró corriendo y regresó un minuto después con una
selección de collares y arneses.

Hizo equipar al cachorro, recogió los border collies, cargó a los gatos
y dejó a Barb Debany para que hiciera la alimentación y la limpieza de

212
rutina, mientras la oficial Paniccia se marchaba con su nueva amiga.
Mientras él y Ed se dirigían al edificio que servía como almacén de
artículos para el hogar y se suponía que tenía todo lo que los perros
necesitarían, se preguntó si su madre iba a echar un vistazo al cachorro
y luego recoger su rifle y dispararle.

Deteniéndose frente al almacén de artículos para el hogar, Jana miró


a la perra acurrucada en el asiento a su lado. Necesitaba recoger lo que
Rusty necesitaría, pero no podía dejar a la perra en el vehículo. Podía ir
a la oficina y poner a Rusty en la celda Tiempo para mí, pero no quería
que Virgil o Kane encontraran al perro antes de regresar, y no quería
imaginar qué podría encontrar cuando regresara si dejaba a Rusty sola
en la oficina antes de decirles a los Lobos que había adoptado al perro.

—¿Oficial?

Miró al hombre que la había ayudado a cargar sus artículos para el


hogar esa mañana.

—¿Usted me podría ayudar?

—Por supuesto. ¿Que necesitas? —Luego se echó a reír cuando


Rusty se subió al regazo de Jana para olfatear al extraño—. Ooooh. ¿Barb
te obligó a adoptar uno?

Jana rodeó a Rusty con un brazo.


—Ella hizo la cuerda. —Con la ayuda de un apuesto ranchero
Intuye—. No estaba pensando en la logística de obtener sus cosas
después de recibirla.

—¿Necesitas todo? —preguntó.

—Duplicado. Uno para el hogar y otro para el trabajo.

Alzó las cejas.

—¿La vas a llevar al trabajo? ¿Estarán... ellos... de acuerdo con eso?

—Ellos lo estarán. —Esperaba.

Estudió a Rusty un momento más.

213
—Regresaré en unos minutos.

Y él estaba, con dos cajas para un perro de tamaño mediano,


cuencos para comida y agua, y un saco que contenía quién sabía qué
más.

—No guardamos comida aquí —dijo cuando terminó de cargar la


parte trasera del vehículo—. Llamé a la tienda de alimentos ya que las
personas que trabajan allí están recolectando comida de animales de las
casas. Traerán algunos a la oficina del sheriff. No estoy seguro si se
esperan que pague por ello, ya que no es comida para usted, pero lo
resolverá.

—Gracias por tu ayuda. —Jana condujo hasta la oficina del sheriff


y estacionó. Luego miró a Rusty, todo brillante, ojos esperanzados y
meneando la cola—. Espero que Virgil no te mire y piense que le traje el
almuerzo. Quédate aquí.

Al salir y cerrar la puerta antes de que Rusty pudiera seguirla, se


apresuró a abrir la parte de atrás y sacar la caja.

—¿Qué es eso?

Jana se sacudió sorprendida, luego miró por encima del hombro a


Yuri Sanguinati.

—Es una caja.

—¿Y eso? —Señaló a Rusty, que estaba subiendo a la parte de atrás.

—Eso es un perro.
Yuri miró a Rusty, miró la caja y finalmente miró la oficina del
sheriff. Sonriendo lo suficiente como para mostrar sus colmillos, levantó
la caja del vehículo y dijo:

—Consigue el resto.

—Podría haber hecho eso —dijo Jana. No podía permitirse el lujo de


parecer débil.

—Estoy seguro de que podrías, pero habría sido difícil abrir la puerta
de la oficina si estuvieras sosteniendo esto en lugar de los artículos más
pequeños.

Práctico, no condescendiente. No se había dado cuenta de que tenía


un chip tan grande en el hombro, tenía que dejar de escuchar los ecos de

214
instructores y cadetes que le decían que no era lo suficientemente fuerte
como para ser policía. Había sido contratada para este trabajo porque
Simon Wolfgard había visto algo en ella que pensó que sería adecuada
para esta ciudad y el sheriff. Será mejor que empiece a mostrar a todos
que era digna de ser contratada.

—Gracias. No tenía la intención de recoger un perro hoy. Me ha


salido al paso. —Se apresuró a abrir la puerta y señalar el lugar cerca de
su escritorio donde podía ir la caja. Cuando arrojó los cuencos y el saco
al suelo y se apresuró a buscar al perro, que ladraba como un loco,
descubrió que los Otros, en forma de un gran Halcón, ya habían
encontrado a su nueva amiga. O encontrado algo de interés. Parecía estar
ignorando al perro, lo cual era bueno, ya que descubrió cómo abrir la otra
caja.

Eso no estuvo bien. Algunos de los perros que Barb cuidaba eran
comidas del tamaño de un halcón, y si Halcones o Águilas aprendieron a
abrir las cajas...

Jana abrió la puerta del pasajero, recogió a Rusty, quien se retorció


y ladró para advertir a todos que había peligro, peligro, peligro, y la llevó
dentro de la oficina. Deslizando el lazo de la correa por una pata de una
de las sillas de los visitantes, se apresuró a su vehículo, donde el Halcón
ahora estaba posado cómodamente en el portón trasero, inspeccionando
la parte de la plaza del pueblo que era visible desde la oficina del sheriff.

—Tengo que cerrar el vehículo ahora —dijo Jana.

El Halcón la miró y se preguntó si este podría cambiar a una forma


humana que reconocería como un nuevo residente de Bennett o si este
era uno de los Terráneos que no podía, o no lo haría, tomar una forma
que muchos de ellos consideraban un enemigo en lugar de solo un
depredador rival.

El Halcón voló hacia un poste de enganche recientemente instalado


en el borde de la plaza. Se habían agregado varios postes de enganche
para acomodar a los caballos y los medios de transporte tirados por
caballos. Alrededor de la plaza, el lado cubierto de hierba ahora había
estacionamientos para caballos, mulas y burros. El lado del edificio de la
calle era estacionamiento para autos. Hasta el momento no había
muchos caballos o autos entrando al distrito comercial, pero tener ambos
usando las calles era una preocupación que debía presentarse ante el
ayuntamiento.

215
Jana regresó a la oficina y Rusty, que parecía frenéticamente feliz de
verla. Agachándose para dar palmaditas y tranquilidad, Jana dijo:

—Está bien. Todo está bien. Ahora, necesitas ser buena, ¿de
acuerdo? Y tendrás que quedarte en tu caja cuando estoy trabajando.
Pero una vez que te acostumbres a estar conmigo, podrás salir más.
Ahora, solo voy a la parte de atrás para llenar tu cuenco de agua. —
Necesitaba dedicar su hora a trabajar con su caballo, lo que se
consideraba parte de su día de trabajo, ya que tenía que convertirse en
un jinete lo suficientemente capaz para manejar sus deberes como oficial
montada. Y será mejor que revisara el correo electrónico antes de que se
equivocara en algo importante.

Agarró el tazón de agua y corrió hacia la parte trasera de la oficina


para llenarlo.

Rusty ladró. Ladrar, ladrar…

Silencio.

Dejando el tazón en el mostrador cerca del fregadero de la cocina,


Jana regresó al frente de la oficina y se congeló. Kane, en forma de Lobo,
y Virgil en forma humana miraron a Rusty, que estaba haciendo todo lo
posible para esconderse debajo de la silla.

Perro inteligente.

—Alguacil. —El corazón de Jana latió con fuerza cuando Virgil pasó
junto a ella y entró en su oficina. Como Virgil no iba a hablar con ella,
dio un paso hacia Kane, cuya atención permaneció centrada en el perro—
. Se llama Rusty. La adopté. Iba a hablar con el sheriff sobre...
Eso fue lo más lejos que llegó antes de que Virgil, ahora un Lobo
enorme, saliera de su oficina y la pasara rozando.

—Sheriff... Virgil...

Virgil golpeó la silla al otro lado de la habitación y estaba sobre el


perro antes de que Jana pudiera respirar nuevamente. La pobre Rusty
gritó e intentó correr, pero las mandíbulas de Virgil se cerraron sobre el
cuello del perro, obligándola a bajar antes de que soltara su cuello y usara
una pata para empujarla sobre su espalda. Tan pronto como ella expuso
su vientre, él se paró sobre ella, su cuerpo entre sus grandes patas
delanteras.

—Basta —dijo Jana con ferocidad. Oh dioses, por favor no la mates


solo porque no te gusto.

216
Virgil la ignoró. Cuando finalmente dio un paso atrás, Rusty se
apresuró a rodar y correr, pero Kane estaba sobre ella antes de ponerse
de pie. La misma sumisión forzada.

Furiosa pero temerosa de hacer algo que pudiera provocar algo más
letal que esta intimidación, Jana se contuvo y observó, y resistió el
impulso de sacar su arma.

Cuando Kane soltó a Rusty, Virgil se colocó en posición,


manteniendo al perro entre ellos. Y entonces…

Rusty movió tímidamente su cola. Y Virgil y Kane meneaban la cola.


Un meneo discreto, sin duda, pero parecía alentar a Rusty a someterse
silenciosamente a ser olisqueada mientras los lamía. Y entonces…

Hecho. Virgil regresó a su oficina. Kane salió a la calle. Jana se


abalanzó, agarrando la correa de Rusty antes de que la perra pudiera
salir corriendo y huir.

—Ven aquí, chica. Buena niña. Te quedas conmigo. Ven aquí. —


Engatusando, Jana medio condujo, medio llevó a Rusty a la caja y la
metió antes de soltar la correa y asegurar la puerta. Dejando caer la
correa, irrumpió en la oficina de Virgil, demasiado enojada y asustada
para pensar hasta que lo vio ajustarse antes de que se abrochara los
vaqueros.

—¿Qué? —dijo Virgil.

—¿Por qué hiciste eso? Ella es joven y...


—¿Ella es tuya ahora? —la interrumpió.

—¡Sí!

Virgil tomó la camisa a cuadros. Hoy azul.

—Entonces es importante para ella saber su lugar en la manada. La


mantendrá a salvo.

Jana lo miró fijamente. Parecía tan despreocupado, tan realista.

Virgil le devolvió la mirada. Jana bajó los ojos y se hizo a un lado


cuando él se acercó. Salió de la oficina, abrochándose la camisa, luego se
detuvo cuando llegó a su escritorio y al cajón cercano.

—¿Eso es como una guarida para ella cuando no estamos cerca? —

217
preguntó.

—Si. —Peleándose por ajustar su pensamiento, agregó—: Acabo de


recogerla, así que es mejor que se quede en una caja o con una correa
hasta que me conozca, nos conozca.

Él lo consideró.

—Deberías dejarla salir a olfatear para que reconozca el aroma de


su nuevo territorio.

—Lo haré. Dejaré que se calme primero. —Y darme la oportunidad


de dejar de temblar por dentro.

—Cuando Kane regrese, deberías montar el caballo. Entonces


todavía tendrá una manada cerca y sabrá que no está sola. —Virgil le dio
a Jana una mirada aguda antes de salir de la oficina del sheriff.

Jana se derrumbó en su silla y recordó las palabras de Tobias


Walker: Estás pensando como un humano, y él está pensando como un
Lobo.

¿Podría ser tan simple? Este era su tercer día en el trabajo, y ella se
había enojado porque le dejaran todo el trabajo de escritorio, se había
enojado porque Virgil la paseaba por la plaza como una mascota
inadecuada mientras él hacía las rondas. Incluso cuando la había
asustado ayer, ella había estado pensando en él como un hombre
humano enviando el mensaje de que no podía ser policía por su cuenta,
pero ¿y si consideraba sus acciones desde el punto de vista de su ser…?
¿Parte de la manada?
Virgil era dominante. Incluso en forma humana, Virgil daba mucho
miedo. En forma de Lobo... no querría verlo venir tras ella. Kane fue el
siguiente, siendo el ayudante principal, sin mencionar que era un Lobo.
Eso la hizo tercera en la manada. Eso no la hizo menos; era simplemente
su lugar. ¿Y la mecanografía, archivo y manejo de los correos
electrónicos? Su capacidad para hacer esas cosas eran habilidades
humanas que estaba proporcionando para el beneficio de la manada,
como el sentido superior del olfato y la capacidad de seguimiento de Virgil
y Kane porque eran Lobos. Al igual que su capacidad de comunicarse con
otros Terráneos, incluso cuando esos seres no estaban en forma humana.

Virgil no la había arrojado hacia abajo y la hizo rodar sobre su


espalda, forzando la sumisión de la forma en que lo había hecho con
Rusty, pero ¿le había estado enviando señales claras de que necesitaba

218
reconocer su dominio y su lugar en la manada?

Jana fue a la cocina y regresó con el cuenco de agua. Abrió la puerta


de la caja lo suficiente como para dejar que Rusty tomara un trago y logró
cerrarla antes de que el perro pudiera escapar. Luego encendió la
computadora y revisó los correos electrónicos.

Más allí de lo que esperaba. Probablemente hubo una tonelada de


correos electrónicos enviados a los ocupantes anteriores de la oficina del
sheriff, pero ella no sabía el nombre de usuario o la contraseña. Tal vez
había alguien en la ciudad que ahora tenía las habilidades informáticas
para acceder a esas cuentas de correo electrónico o simplemente
eliminarlas.

Revolviendo en su escritorio, encontró un cuaderno. Saliendo con la


parte superior de la página, escribió un resumen de cada correo
electrónico, colocando una gran estrella frente a los que son sensibles al
tiempo, como la reunión del ayuntamiento que Tolya Sanguinati había
convocado para mañana por la tarde. Lo imprimió y lo puso sobre el
escritorio de Virgil. Ella podría mostrarle a los demás si él quería leer el
texto completo.

El único mensaje que le dio un momento de pausa fue de alguien


llamado Jackson Wolfgard, que se encontraba en un lugar llamado Aguas
Dulces. Pidió confirmación de que esta era la dirección de correo
electrónico correcta para comunicarse con Virgil y Kane Wolfgard y
también solicitó confirmación del número de teléfono.

Jana vaciló. El nombre de Wolfgard significaba que era un Lobo


Terráneo, pero ser un Lobo no significaba que era un amigo. Aun así, esta
era una dirección de correo electrónico y un teléfono públicos para la
oficina del sheriff, y otras comunidades deberían saber cómo
comunicarse con ellos.

Respondió a la solicitud de información, firmando el correo


electrónico como la oficial Jana Paniccia, del Departamento del sheriff de
Bennett. Antes de presionar el botón ENVIAR, copió el correo electrónico
a Tolya Sanguinati. Habiendo terminado esa tarea administrativa, se
recostó y consideró cuál podría ser su papel como oficial humana.

219
Jesse miró a su hijo, que sostenía un perrito gris difuso contra su
pecho, los dedos rascaban ligeramente el cuello y los hombros del
cachorro. Maldita sea, pero siempre había sabido qué bicho tiraría de su
corazón si lo traía a casa. No quería decir que ella no resistiría.

—Cuando dije que consideraría adoptar un perro, no quise decir que


quería criar un bebé. —Le dio a Tobias una mirada severa.

—Pero ella necesita una madre. —Tobias miró al cachorro, luego


miró a Jesse—. Ya la llevé al veterinario y le pedí que la revisara. Ella ha
sido destetada y el veterinario le dio las vacunas que necesita en este
momento.

—Destetado no significa domesticado.

—No, pero ella aprenderá rápido. Tiene un cerebro realmente bueno


dentro de esa pequeña cabeza. Y dada su edad...

Jesse respiró hondo. Destetado significaba más de ocho semanas,


pero el cachorro todavía tenía la pelusa del bebé. El cachorro habría
nacido poco antes de que los Antiguos y los Elementales hubieran
arrasado el continente de Thaisia, arrasando con toda la población
humana en algunas ciudades, como Bennett. Entonces no había nadie
para enseñarle al cachorro.

—¿Dónde está su madre, sus compañeros de camada? —preguntó,


tratando de resistirse a alcanzar la bola de piel un poco más.

—No lo sé —respondió Tobias—. No vi a una perra merodeando por


los corrales que Barb Debany había preparado. No vi ningún otro
cachorro de su edad.

Cediendo, Jesse extendió las manos.

—Vamos a verla.

Para darle crédito, Tobias no sonrió, no indicó de ninguna manera


que sabía que esto sucedería. Por supuesto que lo había sabido. Él sentía
por los animales, igual que ella sentía por las personas.

—Rachel puede ser una hermana mayor honoraria —dijo Tobias.

—No lo presiones. —Los Lobos se preocupaban por los cachorros de


su manada, pero Jesse no estaba segura de cómo reaccionaría un Lobo

220
joven ante un perro joven.

—¿Pensaste recoger lo que este necesitará?

—Sí. —Ahora Tobias sonrió—. ¿Quieres que lo ponga en tu auto?


Tengo que salir para ayudar a Truman a mudarse al rancho Skye y hacer
una lista de las personas que trabajarán para él. Luego me dirijo al
rancho Pradera de Oro para establecer a mis nuevos trabajadores y
presentarles a Ellen y Tom Garcia.

—¿Has decidido qué hacer con la chica? Ella no puede dormir con
los hombres.

—Tom y Ellen tienen su propia cabaña detrás de la casa principal,


por lo que la suite del ama de llaves está disponible. Pensé que hablaría
con Ellen sobre poner a Ed allí.

Jesse vaciló. Ella no tenía ninguna preocupación sobre la niña, pero


la distancia entre vivir en una comunidad del noreste, no importa cuán
pequeña, y vivir a la vista de Elder Hills, y saber lo que vivía allí, era una
distancia de más de kilómetros. Y la realidad podría cambiar fácilmente
las expectativas.

—Es bueno que hagas su trabajo para ti en lugar de otras personas


de Vida Simple que podrían resentir que ella se separe de los roles
tradicionales, pero debes tener cuidado de que no empiece a pensar que
el uso de la suite del ama de llaves es un paso hacia compartir el
dormitorio principal. —Ser la única mujer soltera en el rancho llamaría
mucho la atención de la niña.

—Tengo la sensación de que Ed está buscando la libertad de ser uno


de los muchachos en lugar de ser la señora de alguien. —Tobias alzó las
cejas—. ¿Tú no?

Dicho así... sonriendo, Jesse estudió a su hijo y sintió un hormigueo


interesante. Incluso si Ed no hubiera querido ser uno de los muchachos,
Tobias no estaría mirando en su dirección.

—¿Algo más antes de transportar los suministros de este a mi auto?

—¿Qué sabes sobre la nueva oficial?

El chico era tan sutil como ser golpeado con un dos por cuatro
cuando intentaba actuar como si su interés en la respuesta fuera casual
hasta el punto de ser indiferente. Tobias nunca fue indiferente cuando se
trataba de personas o bichos.

221
—Llegó el sunsday, comenzó a trabajar el windsday y, a pesar de
algunas quejas y gruñidos, ella y Virgil no han tenido una pelea en toda
regla. Todavía. —Aunque tenía la sensación de que algo había sucedido
entre ellos cuando escoltaron a esa familia mixta hasta el hotel.

Tobias parecía preocupado.

—¿Crees que es probable?

Jesse pensó por un momento. Morgan y Chase Wolfgard, el nuevo


líder y ejecutor dominante de la manada de Pradera de Oro, provenían de
una manada que estaba demasiado lejos de los asentamientos humanos
para ser encontrados por el movimiento Humanos Primero y Último
cuando esos hombres habían sacrificado otras manadas de Lobos.
Dejaron su manada de casa porque los necesitaban en el asentamiento
Terráneo en el extremo sur de Elder Hills. Pero Virgil...

—¿Te dijeron sobre Virgil? —preguntó Jesse. No estaba segura de


quién había decidido convertir a Virgil en el sheriff. No había sido Tolya.
Le habían dado órdenes y tuvo que lidiar con el resultado lo mejor que
pudo. Sabía que Virgil era la razón por la que Tolya quería que se
contratara a un oficial humano para trabajar en Bennett.

—Sé de él. No creo que le dijeron a la oficial Paniccia. —Él no la miró


a los ojos—. Regresaré mañana para ver el caballo que ella eligió. Tengo
la sensación de que no es el adecuado para ella.

—¿Por qué no la ayudas a elegir un perro? —sugirió Jesse secamente


mientras el cachorro intentaba retorcerse de sus brazos y olfatear lo que
estaba al alcance.
Tobias sonrió.

—Ya lo hice.

En forma de Lobo, Virgil y Kane deambulaban por algunas de las


calles residenciales de su territorio. Viejos aromas humanos.
Encontraron los cadáveres de un par de perros vagabundos, y
encontraron el aroma fresco de algunos Antiguos en un apartado de
correos azul que estaba en una intersección que era parte del nuevo
límite para los colonos humanos. Ambos marcaron la casilla en el lado

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opuesto, reconociendo el límite.

Suficientemente fácil para que puedan perfumar la línea entre donde


los humanos serían observados pero no perjudicados siempre y cuando
ellos mismos no hicieran nada dañino y ese paso que los colocaría en el
país salvaje, independientemente de las casas en la calle. Pero los
humanos no podrían decir dónde estaban los límites.

Doblaron una esquina y Virgil se detuvo cuando vio a Tolya


Sanguinati de pie frente a una casa en el medio de la cuadra, hablando
con Saul Panthergard y Joshua Painter.

«¿Qué?», preguntó Kane.

En lugar de responder, Virgil se dirigió a los Sanguinati.

Un cambio en la dirección del viento hizo que Saul se volviera hacia


ellos antes de que los otros dos hombres notaran su acercamiento.

«¿Dónde está la sangre dulce?», preguntó Virgil.

Tolya hizo un gesto hacia una casa a pocas puertas del otro lado de
la calle. «Barbara Ellen cuida a los niños mientras los adultos de esa
manada vigilan esta casa».

«¿Entonces encontraste una guarida para ellos?».

«Joshua Painter dice que esta casa no tiene manchas de oscuridad y


no atormentará a la sangre dulce. Los adultos lo están revisando para
asegurarse de que tenga todo lo que su manada necesita de otras
maneras».

¿Sabía el Terráneo que las sangres dulces podrían ser atormentadas


por un lugar? ¿Simon Wolfgard lo sabía? ¿O la Chica Palo de Escoba
simplemente encontró una guarida cómoda y se instaló en el Courtyard
de Lakeside? ¿Qué pasa con la cachorra que vive con Jackson Wolfgard?

En ambos casos, a la sangre dulce se le había dado una guarida


entre los Terráneos en lugar de reclamar una guarida que anteriormente
había pertenecido a humanos. Tal vez esa fue la razón por la que esta
búsqueda fue diferente.

O tal vez la elección de la guarida fue más importante porque esta


cachorra no podía aullar y sufriría en silencio.

223
«Comprobaré el resto de la calle», dijo Kane.

Virgil ignoró el comentario. Había visto el pequeño autobús


detenerse. Cuando la puerta se abrió y la cachorra de Jacob saltó delante
del resto de la manada de Gott, supo por qué Kane se dirigía hacia allí.
Si uno de ellos vigilaba a la niña Becky, las hembras adultas tendrían
tiempo de preparar la comida para la manada, mientras que la cachorra
podría correr y jugar y la niña Becky podría explorar un poco la guarida
familiar.

Los machos adultos, Kenneth y Evan, salieron de la casa.

—Hasta donde podemos ver, la casa se ve sólida —dijo Kenneth—.


Todos los electrodomésticos están en buenas condiciones. Hay literas en
una habitación que funcionarán para los niños. —Se detuvo y tragó
saliva.

—Hay una habitación que funcionaría bien para las chicas, pero
necesitaríamos encontrar dos camas individuales —dijo Evan—. Y sería
menos... emocional... si pudiéramos eliminar todas las pertenencias
personales rápidamente.

—Eso podría ser posible —dijo Tolya—. Te lo haré saber mañana.


¿Estás diciendo que tomarás esta casa?

Los hombres se miraron y asintieron.

—Muy bien. Prepararé los papeles. —Tolya miró el pequeño


autobús—. El conductor te está esperando. Deberías reunir a tus crías y
volver al hotel ahora.
Virgil observó a los hombres caminar calle abajo. «¿Entonces la
sangre dulce va a vivir a la vista de Barbara Ellen y lobezna?».

Tolya hizo un sonido chisporroteante. «¿Lobezna? La oficial Jana es


humana».

«¿Estás seguro? Si su madre se hubiera apareado con uno de los


nuestros, podría haber sido el resultado».

«Incluso si su madre se hubiera apareado con uno en su forma


humana, los humanos y los Terráneos son especies diferentes. No
podemos aparearnos y producir descendencia».

«Lo sé». Virgil resopló. «Pero si su madre estuviera y pudiéramos, eso

224
explicaría mucho sobre ella». Él podría arrancarle la garganta a Jana
Paniccia antes de que ella pudiera parpadear, pero aun así llenaba una
habitación con actitud: podría ser más pequeña, pero podría abrumarte.
Si eso no era un lobezno, ¿qué era?

¿Y no iba a aullar sobre lo que él había decidido?

«La casa de la esquina», dijo.

«¿Qué pasa con esa?».

«Los Lobos la convertirán en su guarida ahora».

Tolya lo estudió. «¿Por qué?».

Virgil estudió a los Sanguinati a su vez. «¿Reclamarán los Sanguinati


una casa?».

Tolya sonrió. «Lo haremos. Ya hemos reclamado dos en diferentes


partes de la ciudad. Yuri residirá en esta. Estoy haciendo arreglos para
que los humanos que saben cómo inspeccionar casas miren a las otras que
los Sanguinati han reclamado. También pueden mirar la tuya».

¿El hedor de los humanos en su guarida? «Muy bien».

«Cuervos tomarán una casa en esta calle, Águilas otra».

«La sangre dulce estará protegida».

«Sí, ella lo estará».


225
Watersday, messis 18

Tobias puso la boquilla en su ranura en la bomba e hizo un gesto de


dolor al costo total. A este ritmo, vertía su paga en el tanque de gasolina
de la camioneta.

Claro, la gasolinera tenía una cuenta para que cualquiera del rancho
Pradera de Oro pudiera repostar aquí en Bennett, pero si venía más gente
nueva al pueblo, se pondrían más vehículos en las carreteras, y si no
tenía cuidado, esa gente podría llegar a resentir a la gente de Pradera de
Oro por recibir un trato especial cuando se trataba de algunos productos
racionados como la gasolina.

—Buenos días, señor Walker. —Tolya Sanguinati se acercó a él,


habiendo venido de... alguna parte—. Pensé que todos los nuevos
empleados se habían ido a sus ranchos asignados ayer.

—Lo hicieron. No me preocupa el viejo rancho Black, que ahora es


el de Skye. Truman es un buen hombre, y sabe la importancia de ser un
buen vecino. —Truman había estado con él el día que Joe Wolfgard les
había hablado de los Antiguos, el día que habían visto a un bisonte medio
crecido ser llevado lejos de los animales que habían sido sacrificados por
el movimiento de los Humanos Primero y Último. Habían visto el bisonte,
de todos modos. El ojo humano no podía ver a los Terráneos en su
verdadera forma, no podía detectar nada más que lo que podría
confundirse con un brillo de calor.
—Volví esta mañana para ayudar a la oficial Paniccia a elegir un
caballo.

—Pensé que tenía un caballo. Ahora está en el establo, montándolo.

—Necesita el caballo adecuado. —Inquieto, Tobias se quitó el


sombrero, se pasó los dedos por el cabello y se volvió a poner el
sombrero—. A partir de ahora, me encargaré de llenar la camioneta antes
de dejar Pradera de Oro cuando venga por asuntos personales.

—Elegir el caballo correcto sería importante para que la oficial


Paniccia cumpla con sus deberes... —preguntó Tolya.

—Creo que sí. —¿Cuánto entendían los Terráneos sobre el romance


humano? ¿Especialmente cuando un hombre no estaba seguro de si su

226
interés sería correspondido?

—Entonces creo que este tanque de gasolina debería ir bajo la


columna para los negocios del pueblo. —Tolya sonrió y se alejó, dejando
a Tobias preguntándose si los Sanguinati, al menos, entendían más sobre
los humanos de lo que los humanos se daban cuenta.

Jana dio vueltas y vueltas al corral y se sintió muy decepcionada.


Estaba montando a caballo, que era lo que quería. Sería una oficial
montada, que era lo que quería. Pero se sentía como una niña pequeña
montada en un pony en un ring mientras los adultos se paraban al otro
lado de los rieles sonriendo y asintiendo indulgentemente.

Y ahora estaba Tobias Walker con los hombres que estaban a cargo
del establo, ¿no era perfecto? Sabía que era una principiante, pero odiaba
parecer tonta. Y odiaba sentirse decepcionada cuando ella y el bayo
volvieron a dar vueltas y se dio cuenta de que Tobias ya no estaba allí.

Entonces Tobias salió del establo con un caballo de color caramelo


y se dirigió al corral en el mismo momento en que el bayo se escapó al
final del corral. Jana agarró el cuerno de la silla de montar y se las arregló
para agarrarse en lugar de aterrizar en la tierra, pero fue algo cercano.
—Desmonta y tráelo —dijo Tobias mientras abría la puerta y llevaba
su caballo al corral.

Avergonzada y temblorosa, Jana desmontó e intentó guiar al bayo,


pero el caballo no lo logró.

Dejando caer las riendas de su caballo, Tobias se acercó a ellos,


agarró las riendas bajo el mentón del bayo y dijo con firmeza:

—Ya basta de eso. Si fuera a hacerte daño, ya lo habría hecho. —


Tobias llevó al bayo a la barandilla y lo ató antes de volver al otro caballo.
Luego le hizo un gesto con el dedo a Jana.

Jana se movió lentamente, tratando de averiguar quién era el que


podría estar haciendo el daño. Sin ver a nadie excepto a los hombres de

227
Vida Simple e Intuyes que la habían estado observando cabalgar, se
acercó a Tobias.

—Este es Mel —dijo Tobias.

—¿Es la abreviatura de Caramelo? —preguntó.

Tobias sonrió. Él se divirtió, pero ella no sintió que él se estaba


riendo de ella.

—Puedo ver cómo puedes pensar eso, con él siendo un buckskin.


Pero, no, Mel no es la abreviatura de nada. Monta y te ajustaré los
estribos.

Mel la olfateó y le dio un empujón que la hizo retroceder un paso.

—Cuida tus modales, muchacho —dijo Tobias severamente. Luego


a ella—: Es un castrado con el ego de un semental. Espera que lo
acaricien y lo alaben. —Un momento de silencio antes de que añadiera—
: Como el resto de nosotros.

¿Estaba coqueteando con ella? ¿Ella quería regresar el coqueteo? Es


hora de resolver eso más tarde. En este momento, ella tenía otro macho
demandando su atención.

—Hola, Mel. —Jana acarició la nariz del caballo antes de pasar una
mano por su cuello bajo la crin negra—. Eres guapo, ¿verdad?

Mel lanzó su cabeza como si estuviera de acuerdo con ella.

—Monte, oficial.
Dudó, mirando por encima del hombro a la bahía.

—Tengo un caballo.

—Y es un buen caballo. —Tobias estuvo de acuerdo—. Pero no es el


caballo adecuado. Vas a responder a las llamadas y prestar asistencia en
un pueblo que está a un beso de Elder Hills. Necesitas más que un
caballo. Necesitas una pareja. Y...

El bayo resopló y luchó con las riendas atándolo a la barandilla.

—Lo traeré —dijo uno de los hombres, agachándose entre los rieles.

—No, sólo quédate con él hasta que consiga que la oficial Paniccia
se acomode. —Tobias miró a Jana—. Esa es una gran razón por la que el

228
bayo no es el caballo adecuado para ti. —Asintió a Mel, cuyas orejas
estaban arriba y cuya atención estaba en algo fuera del corral.

Jana miró en esa dirección.

Virgil en forma de Lobo la miró fijamente.

—Mel y tus compañeros de trabajo se han hecho amigos —dijo


Tobias—. No se asustará si uno de ellos corre contigo o se acerca a ti
cuando estés a caballo. Y fue criado en la Pradera de Oro y ha estado
corriendo en tierras como esta toda su vida. Te escuchará, pero tú
también tienes que escucharlo cuando te diga que hay algo que podría
ser un problema.

Jana montó, luego esperó mientras Tobias ajustaba los estribos y le


entregaba las riendas. En cuanto recogió las riendas y las sostuvo como
le habían enseñado, Mel caminó hacia los rieles donde Virgil esperaba.
Caballo y Lobo hicieron sus olfateos de saludo.

—Hora de trabajar —dijo Tobias.

La cabeza de Mel se levantó. Las orejas se movían hacia adelante y


hacia atrás.

—Llévalo en círculo a un paseo —dijo Tobias—. Y mantente alejada


del bayo por ahora.

Le habían dicho que el bayo era un buen caballo para un


principiante, pero montar a Mel fue una experiencia totalmente diferente.
Se movían juntos, tan suave y fácil.

—Corre —gritó Tobias.


Antes de que pudiera darle a Mel alguna señal, el caballo comenzó
a correr en respuesta a la orden de Tobias. Este no fue el golpeteo que le
hizo preguntarse si perdería su habilidad para controlar su vejiga para
cuando tuviera treinta años; esta fue una velocidad de crucero fácil que
le dio tiempo para observar lo que estaba a su alrededor.

—Galopa.

Una vez más, Mel obedeció antes de hacerlo, y sintió la realidad que
coincidía con lo que siempre había imaginado que sería montar a caballo.
Podía verse a sí misma cabalgando a través de los espacios abiertos y...

—Camina.

Mel inmediatamente se fue a dar un paseo, sacudiendo a Jana de

229
su feliz fantasía. Sonrió a Tobias y vio a Virgil de pie sobre sus patas
traseras, con una pata en los rieles para mantener el equilibrio,
observándola desde el otro lado del corral.

Tobias se alejó de los rieles.

—Ustedes dos se conocen mientras yo me ocupo del bayo.

Descubrió que “ocuparse del bayo” significaba ajustar los estribos y


el montaje. El bayo parecía estar bien, tranquilo, el caballo tranquilo que
había montado durante los últimos días... hasta que Tobias apuntó el
caballo hacia el frente del corral... y Virgil.

—Tiene miedo —dijo ella, preocupada de que Tobias lastimara al


caballo.

Tobias se contuvo.

—Sí, lo tiene. Eso no es un reflejo de él. Obedece a instintos que lo


mantendrían a salvo en la mayoría de las situaciones. Pero también
significa que no confía en que su jinete le diga que está bien ignorar esos
instintos, y no puedes estar ahí fuera en un caballo que no puede confiar
en ti. Es por eso que vas a montar a Mel. —Desmontó y le entregó el bayo
a uno de los caballeros de la caballeriza. Luego pasó junto a ella, abrió la
puerta y sonrió—. No vas a aprender lo suficiente cabalgando en círculos
en un corral. Es hora de salir y aprender a montar.

—Pero...

—La plaza del pueblo se extiende a lo largo del distrito comercial.


Puedes dar unas cuantas vueltas alrededor de ella y sentir la sensación
de moverse a través de los árboles y en la hierba. Tener la sensación de
cabalgar entre la gente y Terráneos. Veré qué más tienen en el establo y
me uniré a ustedes, si me lo permiten.

—Te lo agradecería.

—Vamos, entonces. Te alcanzaré.

En el momento en que los pies de Mel tocaron la hierba de la plaza,


Jana sintió el cambio en él, como si se hubiera aburrido antes y ahora
no. Ella entendió el sentimiento.

—Seguimos caminando —le dijo cuando sintió que se reunía para


algo un poco más rápido. Una oreja se giró hacia atrás al sonido de su
voz, pero su atención seguía estando en algo que estaba delante de ellos.

230
Un momento más tarde, Barb Debany y su ruano castrado, Rowan,
atravesaron la plaza y saltaron el pequeño arroyo.

—Te dejaron salir del corral —dijo Barb, girando a Rowan para que
caminara junto a Mel.

—Tobias Walker tiene una opinión diferente sobre cómo una


persona debe aprender —respondió Jana.

Barb admiraba a Mel.

—¿Qué pasó con el bayo?

—Tobias también tenía opiniones al respecto, y ahora tengo un


nuevo compañero de equitación. Y parece que Mel y Rowan son
compañeros de cuadra.

Barb se rio.

—No lo pensé de esa manera, pero seguro que lo parece.

Ahora que cabalgaban juntos, los caballos parecían contentos de


mantener un paseo activo.

—No llevas tu pistola de seis cañones —dijo Barb cuando giraron al


final de la plaza. Saludó a tres niños que jugaban en el pequeño jardín
junto al Templo Universal. Ellos le devolvieron el saludo.

—Lo dejé en la oficina. Pensé que era mejor que dispararme a mí o


al caballo por accidente.
—Tendrás que montar y cargar cuando estés oficialmente de
servicio, ¿verdad?

—Correcto. —Se preocuparía por eso más tarde. Mejor aún, le


preguntaría a Tobias sobre montar con un arma.

—¿Salen a dar un paseo por Earthday, o salen a montar? —preguntó


Tobias mientras subía para unirse a ellas.

—Rowan y yo nos estamos descansando de nuestro paseo —


respondió Barb—. Sólo estaba haciendo compañía a Jana hasta que
llegaras. —Le sonrió a Jana—. Hasta luego. —Entonces gesticuló, o no.

Sintiendo el calor de su cara, Jana acortó las riendas antes de que


Mel decidiera seguir a su amigo.

231
—¿Mejor ahora? —preguntó Tobias.

Ella asintió. Sabía que se refería al caballo, pero, sí, se sentía mejor
en este momento. Como la única mujer del pueblo y oficial humana, no
podía permitirse el lujo de ganar la reputación de ser un paseo fácil, y no
estaba segura si Tobias había captado el comentario silencioso y burlón
de Barb.

—Entonces vamos a montar.

Durante la siguiente media hora, corrieron y dieron vueltas y vueltas


y cambiaron de dirección. Se detuvieron y retrocedieron. Jana estaba
bastante segura de que no era más que una pasajera y Mel seguía las
órdenes de Tobias, pero aprendió lo que se sentía al estar sobre un
caballo que se movía sobre un terreno que no era un corral. Finalmente
estaban dando vueltas por la plaza del pueblo en un paseo, dando a los
caballos una larga rienda para estirar sus cuellos.

Tobias sonrió.

—Bastante bien para ser la primera vez afuera.

—Mel hizo todo el trabajo.

—¿Tienes todo tu equipo? Me di cuenta de que no estabas montando


con él en el corral.

Jana le frunció el ceño con perplejidad.

—¿Equipo?
Tobias sacudió la cabeza y suspiró.

—Bueno, todos son campesinos y ciudadanos los que han venido a


la ciudad, así que supongo que no es sorprendente que nadie te haya
dicho lo que deberías tener aquí.

Los ojos de Jana se abrieron de par en par al enumerar las cosas


que debería llevar consigo.

—Estoy montando a caballo, no conduciendo un coche con el


asiento trasero vacío.

—Te sorprendería lo que puedes meter en las alforjas.

—¿Y la cuerda?

232
Tobias la miró.

—¿Sabes cómo usar un lazo?

—Como en, ¿enlazar esa vaca?

—O ese ladrón de bancos, a menos que tenga un arma, lo cual es


probable. Pero nunca se sabe cuándo puedes necesitar tirar una cuerda
sobre algo o alguien.

—Otra habilidad que no aprendí.

—Es difícil aprender una habilidad sin un maestro.

—¿Te ofreces a enseñarme?

—Seguro. ¿Qué tal esta tarde? Estoy en la ciudad hoy, pero necesito
volver al rancho y pasar un tiempo allí, sobre todo porque tengo algunas
manos nuevas para entrar.

—Tengo que ir a la reunión del ayuntamiento esta tarde, pero estoy


libre después de eso.

—No te metas en problemas con tu jefe por mi culpa.

Jana miró a su alrededor.

—Hablando de mi jefe, ¿tienes algo que decirme? —Después de


tratar con Virgil durante los últimos días, necesitaba toda la información
que pudiera conseguir.
Tobias miró hacia otro lado y no dijo nada hasta que pasaron por la
oficina del sheriff y estuvieron fuera del rango de escucha o de algo que
ella pudiera ver, de todos modos.

—Los lobos normales tienen una pareja alfa —dijo en voz baja—.
Son los que se aparean, y la manada trabaja junta para criar a esos
cachorros. No pueden permitirse el lujo de tener más de una camada de
cachorros para alimentar. Pero los Terráneos no siguen los rasgos y el
comportamiento de los depredadores cuyas formas absorben, no en el
futuro. Con el Wolfgard, la pareja dominante se apareará y la manada
criará a esos cachorros. Pero al año siguiente, si el ejecutor dominante
de la manada tiene una pareja, ellos serán los que se reproduzcan y la
manada ayudará a criar a sus cachorros.

233
»Virgil era el ejecutor dominante de su manada y Kane era otro
ejecutor. Habían estado rastreando algo, presa o adversario, no sé cuál.
Pero no estaban con el resto de la manada cuando los hombres del
movimiento Humanos Primero y Último apuntaron a la manada y los
mataron a todos. Incluso a los cachorros. —Tobias no dijo nada por un
momento—. Tengo la sensación de que Virgil no está orgulloso de poder
cambiar a la forma humana lo suficiente como para casi pasar por
humano. Pero le ofrecieron el trabajo de ser el ejecutor dominante de esta
gran manada mixta, y aceptó. Eso no significa que sienta ninguna
tolerancia por los humanos.

—¿Crees que tenía una compañera? —preguntó Jana.

—Sí. Y supongo que algunos de los jóvenes que fueron asesinados


eran suyos.

Seria por lo que acababa de aprender, Jana regresó al establo.

Cuando se dio cuenta de que tenía tiempo suficiente para volver a la


oficina del sheriff y llevar a Rusty a hacer pis antes de ir a la reunión del
consejo, aceptó la oferta de Tobias de desensillar a Mel. Necesitaba
aprender a hacerlo por sí misma, así como a cuidar de su caballo, pero
ya tenía suficiente con lo que lidiar ahora.

—Pasaré por tu oficina esta tarde —dijo Tobias.

—Te veré entonces. —Sintiéndose alegre por ver a Tobias de nuevo,


y prometiendo tratar de ser más comprensiva cuando tratara con Virgil,
corrió a la oficina, llevó a Rusty a la plaza por unos minutos, y luego
revisó los correos electrónicos en caso de que hubiera algo que debiera
informar en la reunión.

Jesse entró en la sala de reuniones con una caja forrada con un


tapete entrenador en una mano y un cachorro en la otra. La mochila que
solía llevar pesaba el doble hoy porque Tobias, maldita sea, la había
convencido para que lo hiciera. No había tenido que cargar tantas cosas
desde que su hijo estaba en pañales.

Miró hacia abajo por un momento mientras dejaba la caja junto a

234
una silla.

Levantó la vista para encontrarse entre dos Lobos con forma


humana, si no cuentas las orejas peludas con forma de Lobo.

—¿Qué es eso? —dijo Virgil que su atención se centraba en el


cachorro gris.

El cachorro, que era muy valiente o no muy brillante, le ladró.

Para sorpresa de Jesse, Virgil sonrió y extendió una mano para que
el cachorro olfateara.

Dijo:

—Esta es la nueva adición a mi familia.

Virgil le dio una mirada aguda y evaluadora, pero no hizo


comentarios sobre su elección de palabras.

Poniendo el cachorro en la caja, Jesse se quitó la mochila del hombro


y la puso debajo de la silla. El cachorro se quejó e intentó salir de la caja.
Mientras se preguntaba si era prudente distraer al cachorro con golosinas
y enseñarle que el mal comportamiento sería recompensado, Virgil
resolvió el asunto sentándose en el suelo junto a la caja.

Tomó al cachorro y le dijo:

—¿Ves? Tu mamá está justo ahí. —Luego acarició al cachorro contra


su pecho y no dijo nada cuando esos afilados dientes de cachorro le
royeron la mano.
Jesse sacó una de las golosinas con forma de hueso.

—Déjala roer eso en lugar de tu pulgar.

Lo tomó y sonrió mientras el cachorro se acomodaba en su regazo


con su golosina.

Había sido padre una vez, pensó Jesse. La certeza de ello hizo que
le doliera el corazón al ver a Virgil con el cachorro. Miró a Kane, que se
había sentado al lado de Virgil y también estaba concentrado en el
cachorro. Y él había sido un tío. Su familia se ha ido ahora, víctimas de la
guerra.

Jana Paniccia entró y se sentó a su lado.

235
—No tuve tiempo de ducharme. Lo siento.

Virgil se inclinó hacia adelante para ver más allá de las rodillas de
Jesse.

—¿Por qué lo sientes? Hueles como el caballo que no es carne. Eso


es bueno.

Afortunadamente ninguna de las dos mujeres tuvo que responder a


eso porque los Sanguinati llegaron junto con dos jóvenes hombres Intuye.

—He convocado esta reunión porque se solicitó la ampliación de los


límites de la ciudad para incluir una de las dos tiendas de comestibles de
tamaño completo en Bennett —dijo Tolya—. Fagen y Zeke presentarán
sus propuestas para que las consideremos.

Fagen habló de cómo él y la gente que trabajaba con él se


responsabilizarían de encontrar las plantas de procesamiento de
alimentos que habían sobrevivido a la guerra. Explicó cómo su grupo
también recogería alimentos de las casas y los almacenaría para
abastecer a las pequeñas tiendas del vecindario, así como al almacén
general situado en la plaza del pueblo.

Jesse no estaba segura de que los Sanguinati apreciaran los


gráficos, pero Fagen había pensado en lo que su grupo quería hacer.

—La recolección de alimentos y su distribución es lo que han estado


haciendo desde que llegaron a Bennett —dijo Tolya—. ¿Cómo es esto
diferente?
—Cuando llegamos a Bennett, vinimos por la aventura y porque
creímos que ayudando a asegurar la ciudad se ganaría el derecho de los
humanos a tener un lugar en el futuro de la ciudad —dijo Fagen—.
Trabajamos por el alojamiento y la comida y, básicamente, gastando
dinero. Y trabajamos para el consejo de la ciudad, o para ti, como alcalde.
Pero no todos trabajan para ti ahora. Tienes médicos, abogados y
dentistas, y eso es algo bueno. Pero esa gente cobrará por sus servicios,
así que los que nos quedamos tenemos que ganarnos la vida porque hay
que pagar a la gente que trabaja para el pueblo, como tú y el sheriff y sus
oficiales. Como la gente que se necesita para recoger la basura y
mantener las calles en verano e invierno.

—Consideraremos lo que has dicho —dijo Tolya.

236
La propuesta de Zeke era muy parecida a la de Fagen, sólo que Zeke
y su grupo querían ser el negocio de salvamento que limpiara las casas.
Más gráficos explicaban cómo cada casa tendría una documentación
cuidadosa para que las joyas fueran llevadas a Kelley Burch para ser
evaluadas y los papeles privados fueran empacados para que los
abogados los revisaran en un intento de encontrar cualquier heredero
que pudiera haber vivido en otro lugar y sobrevivido. El grupo de Zeke
tenía información sobre unos pocos pueblos, la mayoría de esos lugares
no eran más que un puñado de edificios, que, muy probablemente,
habían sido reubicados por Terráneos. Parte del negocio de salvamento
sería conducir a esos lugares con una camioneta llena de bienes que los
otros podrían encontrar útiles: ropa humana, libros, juegos, productos
enlatados que podrían ayudar a alguien si la caza fuera escasa.

Tolya agradeció a los hombres y les pidió que esperaran fuera de la


sala mientras él y el ayuntamiento discutían sus propuestas.

Jesse se preguntó cuánto se discutiría y cuánto ya había sido


discutido por los Sanguinati usando la forma de comunicación Terránea.

Tan pronto como la puerta se cerró, Tolya se volvió hacia ella.

—Sientes a la gente. ¿Qué piensas de ellos?

Jesse consideró lo que había sentido durante la reunión y se dio


cuenta de que Tolya había estado vigilando lo que decía. Pero su muñeca
izquierda no había tenido un hormigueo o dolor en la advertencia.

—Zeke y Fagen fueron de los primeros hombres Intuye que vinieron


a Bennett a ayudar. Creo que tienen un sentido de la aventura en la
frontera, como los Intuye que establecieron Pradera de oro. —Sonrió—.
Como los Intuye que aún viven en Pradera de Oro. La gente que vino aquí
desde la feria de trabajo de Lakeside tiene habilidades que queríamos
para la comunidad, no sólo los doctores y abogados, sino también los
electricistas, plomeros y carpinteros. Y esas personas, que son hábiles en
sus oficios, han prometido contratar a jóvenes como aprendices para
aprender esos oficios. La gente que viene ahora tiene que limpiar sus
casas de los efectos personales de los que vivieron allí antes que ellos. Es
hora de dejar de exigir que la clasificación de los bienes forme parte de la
jornada laboral de cada persona. Dejemos que Zeke y Fagen empiecen
sus propios negocios para hacer lo que se necesita.

Tolya asintió, lo que indica que había escuchado lo que ella había
dicho.

237
Luego miró a los Lobos.

—¿Virgil?

—Una de esas tiendas está cerca de los nuevos límites —dijo Virgil—
. Creo que los Antiguos estarían de acuerdo en ampliar hasta ahí los
límites de la ciudad.

—Esa tienda también tiene otras tiendas cerca, como la que tiene
muchos tipos de cosas diferentes —añadió Kane.

—¿Un gran almacén? —preguntó Jana.

Kane se encogió de hombros.

—Es una tienda con muchas cosas.

—La otra tienda de alimentos está demasiado lejos de los nuevos


límites —dijo Virgil—. Ahora está en el país salvaje. No sería seguro para
los humanos ir allí con nuevos alimentos.

—Pero todavía habría muchos alimentos en los estantes o en el


almacén —dijo Jesse—. La mayoría de los alimentos frescos ya se habrán
podrido, pero la comida en latas y tarros debería ser buena.

—Los Terráneos que han reclamado algunas de las casas de esa


parte de la ciudad usarán la comida —dijo Virgil—. La necesitarán ya que
pasarán parte de su tiempo vigilando a los enemigos. Además, estar en
forma humana para hacer tareas humanas significa que hay muchos días
en los que no podemos cazar adecuadamente para bajar la carne.
Necesitaremos comer carne matada por los humanos o pasar hambre.
Jesse dudaba de que cualquier Terráneo pasara hambre. Como a los
humanos no se les permitía llevar armas dentro de los límites del pueblo,
serían presa fácil, a pesar de que los residentes humanos de Bennett no
eran considerados comestibles, al menos por los residentes Terráneos. Si
los Antiguos pensaban que los humanos eran como pollos en un corral
no era algo que ella quería saber.

—Dos humanos llegaron en el tren de ayer, buscando trabajo —dijo


Tolya—. Se ofrecieron a abrir la oficina del agente inmobiliario y tomar la
responsabilidad de registrar quién vive dónde y qué negocios están
abiertos ahora. Hablaron de hacer un mapa de las casas y negocios que
ya están ocupados para que los recién llegados puedan ver las casas que
aún están disponibles y no tengan que vagar.

238
Todos pensaron que era una buena idea. Tolya asintió.

—Entonces le diré a Craig y Dawn Werner que tienen trabajo y que


pueden elegir su propia casa.

Después de informar a Zeke y Fagen que sus negocios fueron


aprobados y establecer un tiempo para que se reunieran con él y se
ocuparan del papeleo, Tolya aplazó la reunión.

Virgil se puso de pie, todavía sosteniendo el cachorro.

Jesse miró al cachorro.

—Necesita salir y hacer sus negocios.

El Lobo miró fijamente la caja.

—¿Va a vivir en ella?

El gruñido de su voz la hizo temblar, pero ella respondió


enérgicamente.

—La caja era lo suficientemente pequeña como para traerla para


esta reunión. Ella tiene un corralito que voy a instalar en mi propia
tienda. Tiene una cama para cuando sea un poco mayor. Tiene una caja
en la que quedarse cuando necesite un momento de tranquilidad. —
Cuando Virgil no dijo nada, añadió—: Mejor que la saque fuera antes de
que se orine en ti.

Virgil se dirigió a la puerta, dejando que Jesse cogiera la caja y su


mochila. Luego se detuvo.
—¿Cuál es su nombre?

—Ella no tiene uno todavía.

La mirada que le dirigió no fue amistosa.

—¿Por qué no?

—Porque quiero que Rachel Wolfgard me ayude a elegir un nombre.


Ya que el cachorro pasará tanto tiempo con Rachel como el que pasa
conmigo, me gustaría que mi amiga me ayude a nombrarla.

No diría que se ablandó hacia ella, pero tenía la sensación de que le


había dado a Virgil una razón para no pensar mal de todos los humanos.

239
Jana se lavó las manos y luego se salpicó la cara con agua fría. Virgil
no había dicho nada sobre que el Wolfgard se había apoderado de la casa
de la esquina de su calle. No lo habría sabido si no se hubiera encontrado
con John Wolfgard fuera de la librería y se hubiera enterado de la
mudanza. John estaba complacido de poder observar a los humanos
haciendo sus tareas habituales. Había habido una manada de humanos
en Lakeside e interactuar con ellos había sido educativo.

No estaba seguro de querer ser el equivalente del canal educativo de


la televisión, pero podía adivinar por qué algunos de los depredadores
más fuertes de Bennett se mudaban a casas de esa calle.

La profeta de la sangre.

No sabía lo suficiente sobre las Cassandra de sangre y necesitaba


aprender rápido porque era la ley y también una vecina. Debería saber
qué es lo que debe vigilar que podría indicar señales de problemas.

Mientras debatía si acercarse a Tolya Sanguinati o a Jesse Walker


para averiguar qué información podrían tener y evaluar su voluntad de
ser comunicativos con ella, Jana entró en la parte delantera de la oficina
y se dio cuenta de la forma en que Virgil y Kane miraban a Rusty, que
debería haber estado en su caja y no lo estaba.
Virgil le sonrió, de hecho le sonrió, antes de centrarse en Rusty otra
vez.

—Ella evisceró el conejo. ¡Buena chica!

Rusty meneó la cola, parecía emocionada por recibir los elogios del
líder de la manada.

Jana miró lo que quedaba del juguete que le había dado al perro esa
mañana.

—No, no es una buena chica. ¡Chica mala!

Rusty dejó de mover la cola, dejó caer la cabeza del conejo y se quejó.

Virgil se giró para enfrentarse a Jana y gruñó:

240
—¿Por qué chica mala?

Lobo dominante o no, no podía permitir que la intimidara,


especialmente cuando estaban en conflicto por algo que no era de su
incumbencia. Ella dio un paso adelante, así que estaban casi de punta a
punta y lo miraron.

—Se supone que no debe romper sus juguetes.

—¿Entonces por qué le diste un juguete que parece una presa? —


exigió.

—¡No pensé que ella sabría cómo era un conejo!

Estúpido humano. No lo dijo. No tenía que hacerlo.

—Si se traga algo de ese relleno, podría enfermarla —dijo Jana.

Desnudó sus dientes y se veía mucho menos humano.

—Algunos juguetes están hechos para ser masticados, pero no los


juguetes de peluche. —Trató de parecer razonable. Realmente lo hizo.
Pero incluso ella escuchó el gruñido en su voz y se preguntó qué tan cerca
estaba de desafiar su dominio y ser mordida.

Hizo un sonido entre un gruñido y bramido y salió de la oficina,


seguido por Kane.

Rusty se arrastró hasta Jana y se dio la vuelta, exponiendo su


barriga.
Suspirando, Jana se agachó y frotó la barriga del perro.

—No fue tu culpa. Todavía eres un cachorro y todo es nuevo. Sólo


espero que cada parte de tu entrenamiento no incluya una confrontación
con ellos.

Puso a Rusty en la caja y barrió los restos del conejo. Tiró los trozos
a la papelera, luego consideró al cachorro y vació la papelera al cubo de
basura de atrás. Después, trató de calmarse y trabajar un poco para
poder tener su lección de soga con Tobias.

El teléfono sonó, haciéndola saltar.

—Oficina del sheriff, habla la oficial Paniccia.

241
—Suenas tan oficial —dijo Barb.

—Estoy de servicio.

—¿Qué haces después del trabajo?

Jana suprimió un suspiro.

—Eso depende. Hice planes pero puedo romperlos.

—¿Incluirían esos planes a cierto ranchero?

—Se ofreció a enseñarme a usar un lazo.

—¿Es así como lo llamamos aquí?

—¡Barb! —Podía oír la chispa de la voz de su amiga.

—Bien, dejaré de bromear. Pero es guapo, y te está dando clases de


equitación, lo cual no es otra forma de decir ya sabes qué, y... oye, es
soltero, ¿no?

—Hasta donde yo sé. —Y en esta ciudad, dudaba que alguien


pudiera mantener su estado civil en secreto.

—Bueno, entonces, disfruta de un poco de lazo y besuqueo. —Un


momento de silencio—. Y si escribes alguna carta a alguien en Lakeside,
no digas que dije eso o Michael empezará a preguntarse qué estoy
haciendo, lo cual no es nada que no pueda contarle a mi madre, y
encontrar la manera de estar en el próximo tren aquí.

Jana se rio.
—No lo mencionaré. —Colgó y volvió al trabajo.

Insegura del humor de Virgil y Kane cuando volvieron una hora


después, Jana se movió al centro de la habitación para no quedar
atrapada detrás del escritorio, por si Virgil decidía hacer algo más que
gruñirle.

Kane se quedó en la puerta. Virgil se puso al alcance de su mano, le


ofreció un juguete y le gruñó:

—¿Aceptable?

Jana sonrió mientras los recuerdos de su infancia la inundaban.

—Es el Vaquero Bob.

242
De niña, le había encantado el programa de televisión Vaquero Bob,
en el que Bob, un muñeco de tela, podía convertirse en un verdadero
vaquero que ayudaba a los niños que vivían en una ciudad fronteriza.
Pero sólo se convertía en realidad cuando los adultos no estaban cerca
para verlo.

Este Vaquero Bob, con su sombrero, sus botas y su pistola de seis


cañones, debe haber sido impreso en el material, tanto en la parte
delantera como en la trasera, y luego cosido y relleno. No sabía que tal
cosa existía y se preguntaba si una estación de TV en esta parte de
Thaisia aún transmitía los viejos programas.

Cuando ella alcanzó el muñeco, Virgil retiró su mano.

—¿Aceptable? No parece una presa. —Hizo una pausa antes de


añadir—: Al menos para ella.

Ahora, eso fue sólo ser malo.

—Sí, es aceptable.

Antes de que ella tuviera tiempo de agradecerle, antes de que tuviera


tiempo de reaccionar, Virgil le agarró la nuca y le frotó vigorosamente el
muñeco sobre el pecho, luego la cara y finalmente el cabello antes de
dejarla ir.

—¡Por todos los dioses! —Con su corazón palpitante, Jana se alejó a


trompicones de él y vio cómo él sostenía el muñeco y lo olía.

—Ya hemos rodado sobre ella. También lo hizo John. Eso te dejaba
a ti.
Había muchas cosas que quería decir. Muuuchaaas. No podía
formar las palabras.

¿Tendría que arrestarse a sí misma si lo golpeara en la cabeza con


una grapadora? Eso supondría que podía acercarse lo suficiente antes de
que Kane interviniera.

Virgil se agachó, sostuvo al Vaquero Bob y esperó a que Rusty saliera


de la caja y se acercara a él.

—Manada —dijo Virgil con firmeza.

Rusty olfateó a Cowboy Bob. Su cola comenzó a menearse.

Virgil puso el muñeco en el suelo, con la barriga hacia arriba.

243
—Manada.

El meneo de la cola se hizo más vigoroso. Entonces Rusty arrebató


a Bob el vaquero y se lanzó a su caja. Con su nuevo compañero de
manada acurrucado entre sus patas, se sentó a dormir una siesta,
dejando que los adultos arreglaran las cosas por sí mismos.

Virgil se enderezó y se volvió para mirar a Jana.

Ella resopló y resopló y finalmente forzó las palabras:

—Gracias. Fue muy amable de tu parte encontrarle otro juguete.

Continuó mirando fijamente.

—Vamos a salir a patrullar. Tobias Walker dice que te enseñará a


atar cosas porque es una habilidad que necesitarás. Volveremos antes de
que sea el momento de que te vayas.

—Bien.

Mientras salía por la puerta, Virgil refunfuñó algo sobre los lobeznos.
Jana no captó la mayor parte, y pensó que era mejor para ambos si no le
pedía que lo repitiera.
Cuando no obtuvo respuesta la primera vez, Barb golpeó un poco
más fuerte en la puerta de Abigail Burch. Abby podía estar en el baño;
siempre parecía que alguien que no se esperaba llamaba a la puerta justo
cuando necesitabas llevar un libro o un crucigrama al baño.

Se había alejado de la puerta y recogido sus cajas cuando oyó pasos.


Le ofreció a Abby una gran sonrisa que se atenuó cuando miró a la otra
mujer.

—Supongo que es un mal momento. Siento haberla molestado.

—Está bien —dijo Abby—. Cosas personales.

—¿Quieres hacer algo por un vecino? —Barb se sintió mal por


preguntarle a alguien que ya parecía agotado, pero le preguntaba a todos

244
los que ya vivían en la calle. Incluso John Wolfgard venía a ayudar, y los
Lobos no habían hecho nada por mudarse a su propia casa excepto orinar
en ella.

Abby salió.

—¿Necesitas ayuda?

—Los nuevos vecinos lo hacen. Por los niños, su casa necesita ser
despejada de todo menos de los muebles.

Abby asintió.

—Ahora tengo un trabajo como limpiadora. Les dije que prefiero


hacer edificios de oficinas a casas, pero todos venimos a dar una buena
limpieza a esa casa por la chica.

Por la chica. Normalmente, Barb habría respondido a la curiosidad


y a la pregunta de esa declaración contándole a su amiga sobre la chica.
Pero Jana se asustó sinceramente de que la gente se enterara de lo de
Maddie, y parecía extraño señalar a uno de los chicos cuando apenas se
les había visto, así que Barb dijo:

—Oí que alguien iba a hacer la limpieza, pero primero había que
despejar la casa. Por eso le pido a la gente de la calle que vaya y ayude.
Cuanto más rápido se despeje, más rápido Kenneth y Evan y los niños
podrán entrar.

Cuando Abby no respondió, Barb se preguntó si la otra mujer tenía


alguna objeción a los nuevos vecinos.
Abby dijo:

—Está bien. Iré contigo y te ayudaré un rato.

—Eso es genial. —Pero no se sintió muy bien.

Abby dudó, y luego se encogió de hombros.

—Supongo que no tengo que cerrar.

—¿Quieres dejar una nota para Kelley?

—¿Para qué?

Abby sonaba tan triste que Barb no sabía qué decir. Se dirigió a la
casa de enfrente y a unas cuantas puertas de su propia casa.

245
—¿No quieren nada de esto? —preguntó Abby cuándo entraron en
la casa y miraron alrededor.

—Puede que sí, sobre todo algunos de los libros y la comida y la ropa
de cama. Por ahora, Zeke y Fagen traen dos de las camionetas que les
han dado para sus negocios y llevarán todos los bienes al centro
comunitario. Evan y Kenneth revisarán todo y traerán de vuelta las cosas
que serán útiles para su familia. —Barb sacó una banda elástica del
bolsillo de sus vaqueros y se echó el cabello hacia atrás en una corta
coleta—. Los chicos pueden empacar la sala de estar y la sala familiar
cuando lleguen aquí. Hannah y Sarah Gott dijeron que se encargarían de
la cocina. John puede empacar los libros ya que está a cargo de la librería.
Tú y yo deberíamos empacar los dormitorios y el baño. Ahí es donde
estarán las cosas realmente personales.

—Empezaré en el baño. —Abby tomó una de las cajas más


pequeñas.

—Veamos si hay una caja de zapatos en uno de los dormitorios que


pueda usar para cualquier receta que encontremos. Esas necesitan ser
empaquetadas por separado de todo lo demás.

Entraron en el dormitorio principal. Fue bastante fácil encontrar


una caja de zapatos.

La mujer que vivía allí debe haber comprado un par de pares de


zapatos justo antes de que... las cosas se pusieran feas. Barb quitó un
par de zapatos y se volvió para entregarle la caja a Abby y se preguntó
por qué Abby parecía como si la parte superior de la cómoda estuviera
llena de serpientes venenosas en lugar de una dispersión de colgantes y
brazaletes.

—¿Estás bien? —preguntó Barb.

—Sí. —Abby agarró la caja de zapatos—. Bien. —Salió corriendo de


la habitación.

Barb encontró maletas escondidas bajo la cama. Mientras las


llenaba con la ropa más bonita del armario, se preguntaba por qué una
mujer que sentía tanta repugnancia por las joyas se casaría con un
joyero.

246
Abigail miró fijamente los artículos del botiquín. ¿Qué se suponía
que hicieran con un frasco abierto de aspirina o jarabe para la tos? Si la
gente tiraba las cosas, ¿se arrepentirían del desperdicio dentro de un año
si las compañías que las fabricaban ya no existieran? ¿Pero quién quería
usar aspirinas o jarabe para la tos de la casa de un extraño?

Alcanzó un frasco de pastillas. ¿Y las recetas? El alcalde y el sheriff


habían aprobado esta casa para la nueva familia, ¿pero quien la revisó
sabía que la mujer que había vivido en esta casa había usado pastillas
para dormir? No había encontrado nada más que drogas sin receta en su
casa, pero eso no significaba que las píldoras para dormir fueran poco
comunes. Pradera de Oro había estado tan cerca de Elder Hills como
Bennett, y todos habían pasado alguna noche en vela, pero la gente de
Pradera de Oro no se había sentido, y aun así no se sentía, amenazada
por los otros. Tal vez la gente de aquí siempre se había sentido
amenazada. Tal vez eso les había facilitado ponerse del lado de HPU.

Abrió el frasco de pastillas para dormir. Una rápida búsqueda en el


gabinete que contenía suministros de tipo personal, dio como resultado
una bolsa de bolas de algodón. Metiendo una bola de algodón en el frasco
de pastillas, lo cerró y lo metió en el bolsillo de su vestido, y luego se
movió un poco para asegurarse de que nada se moviera.
Apurándose ahora, limpió el botiquín y el armario. Llenó una de las
cajas más grandes con toallas que parecían casi nuevas y sólo
necesitaban un lavado.

Cuando regresó al dormitorio principal, Barb tenía la cama


despejada, las maletas cerca de la puerta y había llenado dos cajas con
ropa de la cómoda. Al entrar en la habitación, Barb abrió uno de los
cajones superiores, sacó un gran joyero y lo puso encima de la cómoda.

—Hay dos cajas de joyas aquí —dijo Barb—. ¿Quizás uno era para
la joyería de fantasía y otro para la buena? —Abrió la caja en la cómoda—
. Oh, esto es tan bonito. Tal vez podría comprarlo. —Sostuvo un collar de
cuentas de turquesa en una cadena de oro.

Abigail podía sentir la disonancia entre Barb y las piedras desde

247
donde estaba, y cualquier cosa que trajera un poco de oscuridad a la vida
de Barb también la acercaría demasiado a la suya.

—Devuélvelo. No la toques.

Barb parecía desconcertada y un poco herida.

—No creo que sea una pieza cara. Y me quedaría bien.

No, no lo haría.

—No me lo voy a embolsar —dijo Barb—. Sólo pondré una nota en


el joyero para decir que estoy interesada y preguntarle a Kelley cuánto
vale. —Movió su otra mano para sujetar las cuentas de turquesa.

—¡No! —gritó Abigail—. No lo toques. ¡Las piedras son amargas!

Asustada, Barb dejó caer el collar.

Abigail empezó a llorar.

—Lo siento. Lo siento. Pero eres tan... brillante... y feliz, y esas


piedras han sido amargadas por alguien que no era ninguna de esas
cosas.

—Pero... esta casa se supone que está bien para... los niños. Joshua
le dijo a todos que no tenía una mancha de oscuridad.

—Tal vez el lugar no. Tal vez no pasó nada aquí que él reconocería
como una mancha.

—¿Por qué tú sí?


Abigail señaló el joyero e hizo que su mano temblara.

—Las piedras. Y éstas. —Sacó el frasco de pastillas de su bolsillo.

Barb miró la botella.

—¿Ibas a tomar esa botella sin decírselo a nadie?

—Sí.

Barb no era una Intuye, pero tenía un hermano mayor que era
policía.

—¿Es esta conexión que tienes con las piedras la razón por la que
hay fricción entre tú y Kelley?

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—No lo sabe. Nadie lo sabe.

—¿No crees que es hora de que le digas a alguien lo que puedes


sentir?

Abigail sacudió la cabeza.

—Si la gente lo sabe, algo podrían contarlo y la persona equivocada


lo escuchará y entonces terminaré muerta. He estado corriendo desde
que tenía diecisiete años, pero ya no hay muchos lugares a los que correr,
incluso si pudiera llegar allí.

—¿Te has estado escondiendo desde que tenías diecisiete años?

—Sí.

Barb se sentó en la cama.

—Abby, tienes que decírselo a alguien. A los otros no les importará


si puedes sentir lo que sientes en las joyas, pero les importará mucho si
piensan que guardas un secreto que termina causando problemas aquí.

Abigail se forzó a moverse, a sentarse al lado de Barb.

—No puedo. Barb, no los conoces. No sabes lo que es ser controlada


por ellos.

Cerró sus manos alrededor de las de Barb en un fuerte agarre.

—No puedo quedarme en Pradera de Oro. Si los Sanguinati deciden


que no puedo quedarme en Bennett, ¿a dónde iré?
—Tolya escuchará —dijo Barb—. Y si no puedes decírselo
directamente, dímelo a mí y yo se lo diré a él.

Aliado y defensor. Sí, eso funcionaría muy bien. Se convertiría en


otro secreto. Como la chica.

Abigail soltó las manos de Barb y dijo:

—¿Has oído hablar del clan Blackstone?

249
250
Earthday, messis 19

Sentada frente a las tres mujeres, Tolya estudió la forma en que


Abigail Burch se aferraba a Barbara Ellen, y la forma en que la oficial
Jana apoyó una mano sobre el hombro de Abigail.

¿Era esa mano en el hombro de Abigail un gesto de apoyo tácito o


era algo más?

Barbara Ellen lo había llamado la noche anterior, diciendo que había


algo importante que tenía que decirle, algo que podría tener un impacto
en toda la ciudad. Esa fue la razón por la que había llamado al
ayuntamiento para reunirse esta mañana y escuchar lo que Barbara
Ellen tenía que decir, a pesar de que Earthday era el día de descanso de
todos.

Ahora deseaba haberle pedido a Jesse Walker que condujera desde


Pradera de Oro para escuchar lo que se dijera. Ella entendía a las mujeres
humanas, y lo que él estaba viendo en las tres mujeres sentadas frente a
él lo hizo decidir que, Earthday o no, llamaría a Jesse para transmitir lo
que se revelara aquí.

«¿Por qué están esas dos acurrucadas así?», preguntó Virgil,


sentándose al lado de Tolya.

«¿Miedo?», respondió Tolya secamente. Virgil también había


reconocido la ligera distancia que Jana había puesto entre ella y las otras
mujeres y no la habían incluido en el grupo.
«No he gruñido a ninguna de ellas hoy. Ni siquiera a lobezna. Ni
siquiera he necesitado la celda Tiempo para mí últimamente». Virgil
parecía decepcionado.

Tolya continuó estudiando a las mujeres mientras el resto de los


Sanguinati llegaban y llenaban las sillas.

«Si fueran presas, ¿por quién irías? ».

«Barbara Ellen y Abigail», respondió Virgil sin dudar. Luego dudó.


«Parece que lobezna está con ellas, pero no lo está. Al menos, no todo el
camino. Captó el olor de algo que la hace desconfiar».

No cómo lo habría descrito, pero coincidía con su pensamiento. Jana

251
ya debía saber lo que Barbara Ellen quería decirles, y estaba vigilando en
lugar de estar con su amiga.

«¿Recuerdas la advertencia que nos envió Jackson? ¿La foto con la


gente hecha de piedras negras?».

«¿Qué pasa con eso?».

«La mujer desconocida con Barbara Ellen...»

«Era lobezna», dijo Virgil, terminando el pensamiento. «La cachorra


Esperanza la hizo antes de que ninguno de nosotros supiera cómo era».
Incluso en la foto, la oficial Jana había estado vigilando.

Tolya miró a su alrededor y se dio cuenta de que todavía faltaba uno


de ellos.

«¿Dónde está Kane?».

«La niña Becky encontró un cepillo para el cabello y quiso hacerlo


bonito». Tolya no sonrió. No. Sonrió. Sin embargo, encontró fascinante
que los Lobos mostraran una tolerancia tan alta para ciertos humanos.
No podía imaginar a Virgil o Kane permitiendo que ningún otro niño los
cepillara para hacerlos bonitos. Tal vez fuera la simplicidad e inocencia
de Becky Gott. Tal vez los jóvenes Wolfgard, al menos los que podían
cambiar a la forma humana, hacían el mismo tipo de cosas como forma
de aprender.

Probablemente nunca lo sabría, pero entendía que cada humano


que Virgil toleraba lo convertía en una amenaza más peligrosa para el
resto de los humanos porque los estaba llevando a su manada… y al
haber perdido una manada, mataría cualquier cosa que amenazara esta
nueva.

Tolya dijo:

—¿Comenzamos? —Cuando todos asintieron, todos excepto las tres


mujeres humanas, se centró en Barbara Ellen—. ¿Hay algo que necesites
decirnos?

Barbara Ellen miró alrededor de la habitación, tal como lo había


hecho hace un momento.

Pero su piel estaba tan pálida ahora, las pecas eran el único color
que le quedaba en la cara.

252
—No esperaba... pensé... —Respiró hondo y exhaló—. ¿Puedo
contarlo como una historia?

—¿Esta es una historia de enseñanza? —preguntó Virgil,


inclinándose hacia adelante y apoyando sus antebrazos en sus muslos.

—Una historia familiar para impartir información en lugar de


entretener —respondió Jana.

Todos los Terráneos asintieron. Tolya se preguntó si las hembras


entendían cuán atentamente serían atendidas sus palabras. El
entretenimiento, si no es atractivo para un individuo, podría ser ignorado.
Una historia de enseñanza nunca lo era.

Barbara Ellen miró a Abigail. Entonces. Esta historia no era sobre


Barbara Ellen o su familia. Ella era la relatora designada, pero ¿había
ayudado Jana a transformar la información en una historia de enseñanza
para asegurarse de que él y Virgil escucharan lo que necesitaban
escuchar?

—Érase una vez —comenzó Barbara Ellen—, había una joven niña
Intuye que provenía de una familia de jugadores y estafadores. Siendo
Intuyes, los jugadores usaban sus habilidades para sentir cosas que
estaban ligadas a su habilidad con cartas y otros juegos de azar. Sabían
cuándo apostar y cuándo retirarse, y a veces engañaban al retirarse
cuando podrían haber ganado una mano para que las personas que
jugaban con ellos no comenzaran a preguntarse por qué ganaban tanto.
Y los estafadores siempre sintieron quién sería más vulnerable a
cualquier estafa que estuvieran jugando.
»A veces trabajaban diferentes estafas en la misma ciudad o se
separaban y trabajaban en un par de ciudades cercanas entre sí. A veces
toda la familia trabajaba una estafa. Pero siempre se mantenían en
contacto y siempre abandonaban el área al mismo tiempo porque
moverse era más seguro y porque había menos posibilidades de que uno
de los jóvenes pudiera decir algo que hiciera notar que estaba tratando
con Intuyes.

»Ven, ser Intuyes era el gran secreto de la familia, lo que nunca


podrías contarle a nadie más. —Barbara Ellen miró a su alrededor—.
Nunca podrías decirlo. Y si fueras parte de la familia, nunca podrías irte.

—¿Y si te fueras? —preguntó Tolya en voz baja.

—Muerte —susurró Abigail, sus ojos azules cegados y mirando—. Si

253
estás fuera de esa vida, siempre existe la posibilidad de que hables del
resto de ellos, así que... la muerte.

Barbara Ellen reanudó la historia.

—El don Intuye de la niña era inusual. Algunas personas creen que
las piedras preciosas de todo tipo tienen propiedades curativas o mágicas
y pueden ayudar a la persona que las usa. Pero la niña sabía exactamente
qué piedra resonaría con una persona en particular. Incluso si un
centenar de piedras estuvieran sobre una mesa, ella podría decir cuál se
adaptaba realmente a una persona y aportaría cosas buenas, cosas
positivas, a la vida de esa persona, o ayudaría a mantener alejadas las
cosas malas. Pero, así como algunas piedras serían buenas para una
persona, otras piedras abrirían a una persona a cosas malas. A veces,
pequeñas cosas, como derramar café en la camisa justo antes de una
reunión importante o perder el almuerzo con un amigo porque su
automóvil tenía una rueda pinchada. Pequeñas cosas, día tras día. Y no
tan pequeñas cosas. Como sentarse en una mesa de póquer y apostar los
ahorros de toda la vida de su familia.

»La niña y su tío tenían un papel particular que desempeñar en el


resto de los esfuerzos de la familia. Alquilarían un puesto en una feria o
en un mercado abierto. El tío reparaba y limpiaba joyas, mientras que la
niña hacía el acto de elegir una piedra para la suerte, el amor o la buena
fortuna. Algunas de ellas eran piedras caídas que guardarías en un tazón,
mientras que otras tenían un agujero a través de ellas para que pudieran
ser ensartadas en un cordón o una cadena de oro o plata, que el tío
vendería al blanco. Y debido a que la niña era joven y bonita, la gente
nunca sospechó que estaban siendo engañados de alguna manera.
»La cuestión era que, si el tío tenía la sensación de que el blanco
tenía dinero o algo de utilidad para la familia, le indicaría a la niña que
seleccionara una piedra disonante, algo que dañaría la vida de la persona
de alguna manera y la haría vulnerable. Y la niña lo hacía porque era
joven y eran su familia y dependía de ellos para su supervivencia.
Entonces alguien llevaría su piedra de la “suerte” al salón donde el padre
de la niña jugaba al póquer… y terminaría debiéndole tanto a todos los
jugadores en la mesa que se arruinaría económicamente. O una mujer
usaría un collar que supuestamente le traería buena fortuna y terminaría
siendo arrastrada a un callejón donde sería maltratada, y a veces peor,
antes de que le robaran el bolso.

»La niña no entendía estas cosas cuando era joven, pero cuando
llegó a su adolescencia y se dio cuenta de lo que les sucedía a las

254
personas que recibían piedras malas...

—Se escapó —susurró Abigail—. Ella siguió corriendo y


escondiéndose, eligiendo lugares demasiado pequeños para ser de interés
para la familia, o escondiéndose en ciudades más grandes, haciendo
cualquier trabajo que pudiera para sobrevivir. Estaba en una de esas
ciudades cuando conoció a un hombre amable que se enamoró de ella.
Se casó con él, pero tenía demasiado miedo de decirle la verdad sobre sus
habilidades o su pasado, y cuando se enteró, él... ya no la amaba.

Tolya notó la cara de Barbara Ellen asentándose en un pequeño ceño


fruncido, notó la mirada aguda de la oficial Jana.

«Han escuchado una mentira», dijo al resto de los Terráneos. «Algo


no es lo mismo que la historia que Abigail les contó antes».

«¿Desafiamos?», preguntó Yuri.

«No», respondió Virgil. «No desafiamos, todavía, y no confiamos».

«De acuerdo», dijo Tolya.

Una lágrima corrió por la cara de Abigail.

—Vendrán aquí. En el tren. A su padre le gusta viajar en tren. Tarde


o temprano, vendrán. Jugar, saquear. Matar. Vendrán. —Seguía
contando una historia en lugar de admitir que estaba hablando de sí
misma.

—¿Cómo se llaman estos humanos? —preguntó Tolya.


— Blackstone. Son el clan Blackstone.

Abigail y Barbara Ellen se apoyaron una contra la otra, agotadas. ¿Y


Jana?

«¿Vas a hablar con la oficial Jana sobre la imagen que dibujó la


cachorra Esperanza?», le preguntó a Virgil.

«Todavía no», respondió Virgil.

—Gracias por esta historia —dijo Tolya, dirigiéndose a las


humanas—. Nos han dado muchas cosas importantes para considerar.
— Más de lo que se dan cuenta—. Espero que puedan dejar esto a un lado
ahora y disfrutar el resto de su día libre.

255
—Todos estamos ayudando a Kenneth y Evan en su casa —dijo Jana
con una sonrisa forzada—. El plan de hoy es sacar el resto de las
pertenencias personales de la casa para que los limpiadores puedan venir
más tarde esta mañana y fregarlo de arriba a abajo. Luego le daremos a
las habitaciones de los niños una nueva capa de pintura.

Tolya pensó que sonaba como una forma espantosa de pasar un día
libre, pero sonrió ya que estaba bastante seguro de que era lo correcto.

—Entonces no los detendremos más.

Los Terráneos esperaron hasta que los humanos salieron de la sala


de conferencias.

Luego se miraron el uno al otro antes de que Tolya se volviera hacia


Virgil.

—Piedras Negras. Blackstone.

Virgil asintió.

—Parece que la cachorra Esperanza también tenía razón en eso.

—La tienda general de Walker, Jesse al habla.

—Jesse Walker, soy...


Al reconocer la voz de Tolya, Jesse se centró en el nuevo miembro de
su familia y dijo con firmeza:

—Abajo, Cutie.

Un latido de silencio.

—¿Disculpa?

Su tono de voz, en algún lugar entre desconcertado e insultado, la


hizo reír.

—Estaba hablando con el cachorro. Está en su corral… —Jesse dio


los pasos necesarios para alcanzar el corral y callar al cachorro, que
había estado tratando de salir para estar más cerca de ella—, y tiene que

256
quedarse allí. —Para asegurarse de que el cachorro lo hiciera, se agachó
junto al corral y comenzó a acariciarla.

Otro latido de silencio.

—¿La llamaste Cutie?

—¿Vas a decirle a Virgil?

—No. Absolutamente no. —Ahora sonaba horrorizado.

—Su nombre oficial es Cory Walker, pero Rachel insiste en llamarla


Cutie-pup o Cutie para abreviar.

—¿Rachel Wolfgard nombró al cachorro?

—Lo hizo.

Tolya suspiró, una larga exhalación.

El humor de Jesse se desvaneció cuando se dio cuenta de que había


dejado de acariciar al cachorro y ahora tenía su mano derecha envuelta
alrededor de su dolorosa muñeca izquierda.

—No llamaste para preguntar por el cachorro.

—No, llamé para preguntarte si habías oído hablar del clan


Blackstone. Son una familia de jugadores y estafadores Intuye.

Un escalofrío atravesó a Jesse.

—Nunca he oído hablar de ellos. ¿Por qué tú sí?


—Abigail Burch es de esa familia y dice que se ha estado
escondiendo de ellos por muchos años. Ella cree que la matarán si la
encuentran.

La mano de Jesse se apretó alrededor de la muñeca que ahora


palpitaba como confirmación de las palabras de Tolya, y recordó el dibujo
que Esperanza Wolfsong había hecho que mostraba a Abigail muerta.

—Ellos lo harán. —Pensó en Abigail, que había fabricado jabones y


velas, vestidos antiguos y leyendo cartas del tarot, y que se había
escondido tan bien que incluso Jesse no había percibido la verdad sobre
ella.

—Aparentemente puede sentir si una piedra en particular le dará


buena o mala suerte a una persona —dijo Tolya—. ¿Esta es una habilidad

257
inusual?

—Sí. —Ser capaz de provocar una racha de mala suerte ciertamente


beneficiaría a los jugadores y estafadores.

Cutie comenzó a ladrar, ansiando atención. O necesitando algo más.

—¿Tolya? Te llamaré luego. —Jesse colgó, agarró a Cutie y una


correa, y corrió por la parte trasera de la tienda y salió por la puerta. Hizo
caminar al cachorro durante unos minutos, dejando que Cutie se
familiarizara con los aromas y aterrizara detrás de la tienda.

Una excusa para darse tiempo a pensar antes de llamar a Tolya.

¿Los jabones, las velas, los vestidos largos y las cartas del tarot
habían sido el intento de Abigail de reinventarse y escapar de una vida
corrupta, o había sido todo un disfraz? Oh, Jesse estaba segura de que
la niña había tenido motivos para esconderse, pero también tenía la
sensación de que todos en Pradera de Oro habían jugado, y ahora se
preguntaba si Abigail se había mudado a Bennett para tratar de arreglar
las cosas con Kelley o escapar de ella, ¿una Intuye que percibía a la gente
y ya no aceptaría el disfraz a su valor nominal? ¿Darle a Tolya esta
información sobre el clan Blackstone era solo una parte del juego?

No quería ser responsable de que la niña fuera expulsada de la


ciudad, especialmente si Abigail realmente estaba tratando de comenzar
de nuevo. Pero si Abigail tuviera una agenda diferente, ¿qué tipo de daño
podría hacer en una comunidad mixta donde encontraría blancos para
un tipo diferente de estafa?
¿O ya había encontrado algo?

En las pequeñas comunidades Intuye (y la mayoría de sus


comunidades eran pequeñas, dado que estaban escondidas en el
territorio salvaje) casi no había delito más allá de las travesuras
ocasionales y los raros momentos en que un individuo se rompía sin
previo aviso e infligía un daño grave a alguien.

Eso no significaba que todas los Intuyes fueran buenas personas.


No significaba que su tipo de humano no generara mentirosos y ladrones.
Simplemente significaba que ese tipo de persona no prosperaba en una
comunidad Intuye. No podía prosperar. ¿Pero en otras comunidades
donde podrías esconder lo que eras y usar tu sentido extra para hacer
actos ilegales?

258
Había Intuyes que habían hecho tales cosas. Quizás los forajidos
más exitosos que habían vivido hace un siglo habían sido Intuyes, que
percibían qué robar y cuándo, y cuándo era el momento de retirarse y
convertirse en otra cosa. Tal vez se casaron y criaron hijos y en silencio
enseñaron a sus hijos e hijas habilidades que estaban fuera de la
sociedad educada. Y tal vez hubo algunos de esos descendientes incluso
ahora que sabían cuándo seguir adelante y dejar que los blancos se
recuperaran antes de volver, como una especie de migración ilegal.

Una familia de jugadores y ladrones. Un clan, lo llamó Tolya. No,


nunca había oído hablar de los Blackstone, pero tenía un mal
presentimiento sobre lo que sucedería en Bennett cuando apareciera el
próximo miembro de ese clan.

Virgil ayudó a transportar cajas dentro de las dos camionetas


mientras trataba de decidir si podía gruñirle justificadamente a la oficial
Jana por no contarle sobre los humanos Blackstone ayer cuando se
enteró de ellos por primera vez.

Excepto que él sabía sobre humanos hechos de piedras negras días


antes de que Jana llegara a Bennett y no le había mostrado la imagen
que había dibujado la cachorra Esperanza.
¿Estaba tan equivocado por no decirlo? ¿Más equivocado? No. No
más mal.

Gruñó y sintió que sus caninos se alargaban hasta el tamaño de


Lobo, y vio a uno de los humanos de salvamento tropezar lejos de la
camioneta, dejando caer una caja mientras el hombre volvía a la casa.

Momentos después, Jana salió corriendo de la casa. Por supuesto,


lobezna vendría corriendo a hincharse y gruñir.

—¿Qué pasó? —exigió—. Larry dijo algo sobre dientes y está


bastante asustado.

Virgil descubrió sus dientes.

259
Jana casi dio un paso atrás, luego dio un paso adelante, pateando
la caja, que, por lo que parecía, estaba llena de objetos rompibles que
ahora estaban rotos.

—Oh —dijo ella—. Bueno, ¿por qué le gruñiste a Larry?

—No le estaba gruñendo a Larry; estaba gruñendo sobre ti.

—¿Qué hice?

Ese tono fue un desafío a su dominio. Realmente lo era. Si estaba


seguro de que ella estaba más equivocada, la mordería, pero usaría sus
dientes, en su mayoría humanos. Esos no la lastimarían tanto, pero lo
suficiente.

¿Y si ella lo mordía en represalia?

Metió su caja más adentro de la camioneta, luego la rodeó para


buscar otra que no estuviera llena de cosas rotas. Al pasar junto a ella,
gruñó:

—Estás confundiendo al cachorro.

Jana lanzó sus manos al aire. ¿Por qué? ¿Quién sabe? Era una de
esas cosas raras que hacían los humanos.

—¿Cómo? —gritó—. ¿Por qué? ¡Ni siquiera está aquí!

Cuando entró en la sala de estar, Virgil escuchó una caja llena de


cosas rotas arrojadas a la camioneta, y sonrió.
Jana se paró bajo una ducha fría, lavando la suciedad y el sudor.
Habían hecho mucho trabajo bueno y duro hoy, y mañana la familia de
Evan y Kenneth se mudaría del hotel a su nueva casa… donde era menos
probable que Maddie fuera vista por alguien que se diera cuenta de lo
que era y no viera nada más que ganancias.

El día la había agotado. No solo el trabajo físico, y no solo la pequeña


duda sobre algunos de los detalles en la historia de Abigail Burch, sino
la sensación de culpa de que tal vez estaba confundiendo al cachorro.

260
Necesitaba tener una idea firme de lo que quería lograr con (y para) Rusty
y luego averiguar cómo hacerlo. Y una vez que descubriera eso, tenía que
convencer a los grandes Lobos malos de que siguieran sus reglas cuando
se trataba de su perro, o la pobre Rusty quedaría atrapada en medio de
las disputas de mamá y papá sobre cómo criar al niño.

Dioses. Ni pensar en la idea de Virgil en ese papel. Excepto... él era


el sheriff y eso lo convertía en el ejecutor dominante en la ciudad y eso lo
convertía en el Lobo dominante en la ciudad. O tal vez ser el ejecutor
dominante fue la razón por la que se le había asignado el puesto de
sheriff. Lo que sea. El punto era que ella y Virgil tenían que ponerse de
acuerdo sobre cómo supervisar la educación de Rusty.

No estaba tan ansiosa por esa discusión. Pero no tenía que pensarlo
por el resto del día. Llevaría a Rusty a dar un paseo y luego se divertiría
en el patio trasero. Pero en este momento, todo lo que quería era algo de
comida y un vaso de cerveza. O un gran whisky. O...

Incluso bajo el agua, escuchó los aullidos provenientes de sus


vecinos calle abajo.

... un mazo.

Cerró el agua, se secó lo más rápido que pudo y se puso algo de ropa
cuando escuchó a Rusty aullar en la sala de estar, y escuchó a Buddy el
periquito haciendo un fuerte sonido repugnante que era la versión de un
aullido de un periquito o una objeción al sonido que Rusty estaba
haciendo.

—Oye, niña —dijo Jana mientras se acercaba al perro.


Rusty miró a Jana, meneó la cola y volvió a aullar, y Virgil, Kane y
John le respondieron.

Jana agarró la correa de la canasta cerca de la caja de Rusty y la


colocó en el collar del perro, por si Rusty intentaba atravesar la puerta
de pantalla para unirse a los Lobos.

—Estamos aquí —dijo Barb, saliendo de la cocina.

Jana estudió a su compañera de casa.

—¿Y...?

—Creo que ese es el mensaje. Estamos aquí. Los Lobos en el


Courtyard de Lakeside aullaban de noche y mi hermano dijo que ese era

261
el mensaje. O una de las razones por las que aullaban.

—¿A quién le estaban diciendo? —No creía que los humanos que
vivían en Lakeside estuvieran tan emocionados de saber que los Otros
estaban lo suficientemente cerca como para escuchar.

Un aullido. Un sonido tan profundo que Jana sintió vibrar en sus


huesos y congelar su sangre. Un gran sonido.

Un segundo aullido. Un tercero. Tan cerca que las ventanas se


sacudieron.

—Contenla —dijo Jana.

Barb se apresuró a agarrar la correa.

—No salgas por ahí. Los humanos no deberían salir.

—Soy policía. —Quería correr a su habitación y agarrar su arma,


pero no estaba vestida como policía, no estaba haciendo negocios
oficiales… y no creía que lo que fuera que fuese se daría cuenta si se
colocaba una placa en su camiseta. Notaría el arma y la mataría por llevar
un arma humana.

Todo bien, entonces. Se había enfrentado a unos pocos matones en


la academia con nada más que actitud; podría hacerlo aquí también.

Después de comprobar que Barb tenía un fuerte control sobre Rusty,


Jana salió y fue a la calle justo cuando los Wolfgard respondieron a esos
profundos y terroríficos aullidos, y fueron respondidos a su vez.
¿Qué tan cerca estaban esas cosas? ¿Qué eran? Antiguos, claro.
¿Pero qué significaba eso? Estaban aullando, así que... ¿Lobos gigantes?
¿O algo que aullaba pero que era aún más antiguo y más primitivo que
los Wolfgard?

No lo sabía, y entendió a nivel profundo que no podía saber y


sobrevivir. También entendió algo más. Los humanos que vivían en
Bennett necesitaban alguna forma de conocer los límites, necesitaban
saber dónde se trazaban las líneas que separaban las calles que estaban
dentro de la jurisdicción de la policía y el gobierno de la ciudad de las
calles que estaban en el territorio salvaje y que estaban bajo la
jurisdicción de ellos.

—¿Virgil? —llamó Jana en voz baja, esperando que su voz no fuera

262
mucho más allá de los Lobos.

Él se volvió hacia ella. Kane y John continuaron enfrentando la


dirección de Elder Hills.

—Tenemos que hablar sobre algunas cosas mañana —dijo Jana.

Él hizo un sonido que ella tomó como acuerdo.

Asintió.

—Está bien entonces. —Miró hacia Elder Hills y no vio nada, y se


preguntó si había un Anciano en su forma real de pie a unos metros más
allá del límite, observándola—. Está bien.

Renunciando a la caminata por el bien del perro (una excusa que


Barb no cuestionó) Jana y Rusty jugaron en el patio trasero mientras que
Barb preparó una comida sencilla de sándwiches y ensalada.

Más tarde esa noche, mientras le escribía una breve nota a Tobias,
pidiéndole recomendaciones de libros sobre adiestramiento canino,
pensó en el aullido.

Estamos aquí. Según Barb, los Lobos lo consideraban como una


garantía de que estaban vigilando. ¿Pero los aullidos de respuesta?
Estamos. Aquí. ¿Deberían los humanos escuchar eso como un
recordatorio o una amenaza?
La puerta del vagón privado del ferrocarril se abrió un dedo, lo
suficiente para que el cañón de una pistola apunte a cualquiera que esté
sentado en la mesa de juego.

Pero no apareció arma ni fue disparada. En cambio, Judd McCall


dijo:

—¿Parlan?

263
—Adelante. —Parlan colocó la derringer sobre la mesa y continuó
barajando un mazo de cartas. Esperó mientras Judd escaneaba el lado
público de la habitación, luego se fijó en la puerta que daba acceso a lo
que, la mayoría de las veces, era su espacio privado.

—¿Alguna compañía te espera? —preguntó Judd.

—No. —Cuando le apetecía, él buscaría a una mujer y la usaría bien


por un día más o menos, a veces incluso dejándola viajar con él por un
tiempo si tenía algunas habilidades interesantes y desinhibidas. Muchas
de las prostitutas del salón habían mostrado interés en invitarlo a pasar
una noche en lugar de un hombre rudo, pero no había correspondido el
interés últimamente.

La mitad norte de la Región del Medio Oeste era aún más árida de lo
que se había dado cuenta en términos de grandes ciudades y personas
que todavía tenían dinero. La mitad sur todavía tenía algunas ciudades
controladas por humanos a lo largo del golfo… lugares donde el clan
había establecido previamente una tienda durante algunas semanas
antes de continuar, pero no había prestado suficiente atención y no se
había dado cuenta de que la región del Medio Oeste se había dividido y
que necesitarían otro conjunto de pases de viaje para llegar a las ciudades
del Golfo.

No, eso no era cierto. Había estado prestando suficiente atención


desde esa maldita guerra, pero la gente seguía descubriendo las
repercusiones del movimiento HPU que intentaba arrebatar el control de
la tierra a los Otros. Y el clan que se encontraba en la mitad equivocada
de la región del Medio Oeste fue una de esas repercusiones.
Repartió cuatro cartas, boca arriba.

Judd levantó una ceja.

—¿Blackjack?

—Para pasar el tiempo.

A todos los demás en el clan les gustaba jugar, pero a algunos no se


les permitía jugar fuera del clan porque no siempre se podía confiar en
que no pusieran algo sobre la mesa que no deberían. Pero Judd no
jugaba.

No con cartas o dados. Y Judd no era lo que llamarías un hombre


rudo. Era demasiado peligroso para eso porque a Judd McCall le gustaba

264
jugar con pistolas y cuchillos. Le gustaba apostar cuánto tiempo le
tomaría a un hombre morir de una herida en particular.

—¿El juego terminó temprano? —Judd tocó la mesa para indicar que
quería otra carta—. Paso.

Pusieron esas cartas a un lado y Parlan repartió otra mano.

—Los que se unieron al juego porque es Earthday y estaban


aburridos y buscando algo que hacer hasta que el tren pudiera salir por
la mañana no tenían suficiente efectivo para verlos pasar un par de horas
de juego. Y los que esperaba marcar como blancos porque nunca
pensaban volver a verme... los convencí para que siguieran adelante. —
Suspiró—. Apenas ganando lo suficiente para cubrir los gastos desde que
esos idiotas de HPU perdieron la guerra.

—A veces eres tú quien nos saca a flote... —Judd sacó un pañuelo


atado como un paquete del bolsillo de su abrigo—. Y a veces otra rama
del clan obtiene ganancias. —Desató el paquete.

Parlan dejó las cartas a un lado y recogió un diamante y un collar


antiguo de esmeralda. Una pieza modesta. Probablemente un regalo para
un aniversario importante… o el tipo de regalo que un hombre casado
podría darle a su amante para mantenerla dócil y creer que realmente
iba a dejar a su esposa.

—¿Dónde encontraste esto?

—Charlie Webb y Sweeney Cooke informaron. Encontraron otra de


esas ciudades de mala muerte. Pensaban que podría funcionar como
base de operaciones para algunos trabajos de entrada y salida, pero
Charlie notó que dos de las casas estaban ocupadas y pensaron que no
deberían ser tocadas ya que no estaba seguro de quién o qué estaban
ocupando esos lugares. Entraron en una de las otras casas y se llevaron
todo lo que cabía fácilmente en el automóvil. Un poco de efectivo y joyas
que no podrían pertenecer a nadie que viva en esa ciudad. Un par de
pistolas y un rifle, junto con municiones. Ropa y latas de comida.
Sweeney quería hacer un poco de locura y romper ventanas, hacer un
desastre, pero Charlie lo calmó. Dijeron que si se iban callados, podrían
regresar a la ciudad y limpiar otra casa.

—Buen pensamiento por parte de Charlie. —Parlan repartió cartas,


sin siquiera preguntar si Judd quería pedir o pasar—. ¿Se está
convirtiendo Sweeney en un problema?

265
—Puede ser. Pero no todavía. Me encargaré de él cuando llegue el
momento.

Parlan asintió.

—¿Lawry echó un vistazo a esos? —Su hermano, Lawry, era su


experto en joyería y su fijador de joyas. Lawry siempre sabía qué piedras
podrían sacarse de un entorno y reemplazarse por pasta sin que el blanco
lo supiera, y podría hacer el cambio en el tiempo necesario para arreglar
un broche roto.

—Aún no. Él y Dalton se fueron en una dirección diferente. Escuché


algunos rumores sobre ranchos abandonados. —Judd le dio a Parlan una
sonrisa aguda—. El robo no es muy divertido cuando no hay nadie para
darse cuenta de que falta el stock.

—Tampoco es práctico a menos que ya tengamos un mercado para


los animales. Además, esa no es realmente nuestra línea de trabajo. —
Parlan arrojó la baraja sobre la mesa y se recostó—. He exprimido a todos
los que puedo exprimir en este tren, y no tengo la sensación de que
mañana saldrán nuevos blancos. Haré los arreglos para que mi vagón se
enganche en el tren hacia el este con miras a cambiar a una línea hacia
el sur antes de llegar a la frontera de la Región del Medio Oeste.

—¿Estás pensando que las personas que vienen a vivir aquí podrían
tener algo de efectivo?

—No, creo que es hora de quitarme los trapos de jugador, ponerme


el traje y encantar a algunas de las esposas de los hombres de negocios
ofreciéndoles galantemente un grupo de cuatro para el bridge. Algunas
de esas mujeres han estado viajando con sus maridos por negocios
durante semanas para escapar de lo que sucedía en sus pueblos y están
desesperadas por una nueva compañía. Serán una fuente probable de
información sobre ciudades que se han convertido en nada más que
paradas para el tren y cuáles podrían tener potencial para nosotros. —
Parlan se acercó a un armario y abrió el cajón que contenía mapas. Sacó
el mapa de la Región del Medio Oeste, volvió a la mesa y lo abrió.

Judd rodeó la mesa para pararse a su lado.

—No hay muchas opciones.

—No mucho —acordó Parlan. Algunos que ya conocía no eran más


que la estación con algunas casas y un par de tiendas para los empleados
del ferrocarril. Y algunos ya no tenían ni siquiera a los empleados, a pesar

266
del pago de riesgos que conllevaba manejar ese lugar—. Aquí. —Señaló a
una ciudad que había sido de tamaño modesto antes de la guerra y que
todavía podría serlo. No todos los lugares humanos habían sido
diezmados, y había algo en esa ciudad...—. Nos encontraremos aquí.

—¿Por qué?

—Tiene una conexión este-oeste a través de esta mitad del Medio


Oeste. Una línea norte también comienza allí y parece que se extiende
hasta la línea este-oeste en la que estamos ahora, cerca de la frontera del
Alto Norte. Ese tipo de bucle podría ser útil para nosotros. Y tiene
caminos que nos darán aún más acceso a cualquier ciudad alrededor del
área. —Parlan pasó el dedo por la vía oeste hacia la ciudad ubicada en el
extremo norte de Elder Hills—. Tengo la sensación de que aquí es donde
cambiará nuestra suerte. —Toco con su dedo el nombre de la ciudad.

Bennett.
267
Moonsday, messis 20

Jana miró al techo, luego miró el reloj en su mesita de noche.

Se quedó mirando al techo. Miró el reloj.

Demasiado temprano para levantarse. A los humanos no se los


mantenía en un toque de queda oscuro hasta el amanecer dentro de los
límites de la ciudad, aunque nadie garantizaba su seguridad si salían
cuando estaba oscuro. Como oficial de sheriff, no tenía que prestar
atención al toque de queda cuando estaba de servicio. Pero esos aullidos
que había escuchado ayer provenían de seres que estaban demasiado
cerca de su casa, y no deseaba cruzarse con uno de ellos solo porque no
podía dormir.

—Si no vas a dormir, haz algo útil. —Palmeó la mesita de noche


hasta que encontró la banda elástica que había dejado allí, se recogió el
cabello en una cola, metió los pies en las sandalias que usaba en lugar
de zapatillas y se dirigió a la oficina/sala de trabajo que ella y Barb
todavía estaban configurando.

Pero un gemido de la sala hizo que cambiara de dirección.

—Hola, niña —dijo Jana suavemente—. Tranquila ahora. No


queremos despertar a Barb.

Rusty se quejó de nuevo.

¿Preferiría dejar que el perro orine en el cojín en la jaula y luego


tener que lavarlo o acompañar a Rusty afuera, en la oscuridad, y dejar
que el cachorro haga sus asuntos en el patio trasero?

Es nuestro maldito patio, pensó mientras abría la jaula y buscaba la


correa.

No. Sin correa. Rusty pasó rápidamente a su lado hacia la puerta de


atrás.

Jana la siguió, encendió la luz de la cocina sobre el fregadero y la


luz de la puerta trasera que iluminaba parte del patio. Abrió la puerta
trasera y empujó la puerta de pantalla para abrirla. Rusty salió corriendo
y se puso en cuclillas justo más allá de los escalones, lo que significaba
que el perro aún no había aprendido qué parte del patio debía ser su
baño o simplemente ya no podía contenerlo.

268
Agarrando la gran linterna que estaban dejando en el mostrador de
la cocina, Jana salió. La luz de la puerta trasera no llegaba al extremo
más alejado del patio, y no quería pisar algo que pudiera objetar cuando
llevaba al perro allí por si Rusty necesitaba hacer algo más que pis.

El cachorro encontró algo interesante allí atrás, y fuera lo que fuese,


no se deslizó ni se alejó del haz de la linterna. Entonces Rusty miró hacia
la casa y meneó la cola.

Algo en la oscuridad, avanzando hacia ellos. Debe haber escalado la


valla. O saltó sobre la cerca.

Dioses, ¿era este uno de los perros de pelea que le habían dicho que
vigilara porque eran un peligro para los niños de la ciudad y para las
mascotas?

Alcanzó el arma que no llevaba mientras apuntaba el haz de la


linterna hacia una gran forma que ahora era un poco más oscura que el
patio… y recibió un gruñido molesto en respuesta cuando dirigió la luz
directamente a los ojos de Virgil.

Ella sacudió su muñeca al bajar la linterna.

—Lo siento. No sabía que eras tú. —Ahora se sentía tonta por pensar
que los perros vendrían a una calle tranquila que tenía Lobos viviendo en
la casa de la esquina. Pero es mejor pensar en los perros que pensar en
el hecho de que no llevaba nada más que su camiseta sin mangas y su
pijama bóxer, ya que no esperaba que nadie la viera excepto, tal vez, su
compañera de casa.
Virgil olisqueó y lamió a Rusty rápidamente, lo que debe haber sido
suficiente consuelo, porque el cachorro volvió a explorar el patio. Luego
se puso de pie sobre sus patas traseras y se movió.

Jana miró hacia otro lado, pero no antes de haber visto más de su
jefe de lo que quería ver. ¿Pensaba que su ropa era una especie de
invitación?

O...

—¿Qué? —Virgil sonaba como su habitual gruñón.

Actúa como si los dos estuvieran uniformados. Actúa como si no


estuvieras en tu pijama y él no está desnudo.

269
—No esperaba ver a nadie. Me asustaste.

—Dijiste que querías hablar. Estabas afuera con Rusty y despierta.


—Él ladeó la cabeza y la estudió con esos ojos de lobo ámbar—. Quizás
despierta.

Oh, ahora estaba bastante despierta. Bastaaaante.

—Querías hablar —repitió Virgil.

Sí quería. Pero no en su patio trasero en la oscuridad cuando ella


estaba y él estaba... dioses.

—¿Por qué estás despierto tan temprano? —preguntó, cambiando de


tema porque no podía recordar de qué había querido hablar con él. No
mirarlo, pero saber lo que vería si lo miraba era muy molesto.

Virgil se centró en su casa.

—Algunos humanos que se establecieron a pocas calles de aquí


tomaron gatos para ser parte de sus manadas.

—Adoptar los animales que quedan es bueno. —Sabía que Barb


estaba planeando acercarse a Evan y Kenneth para darle uno de los
periquitos disponibles a Maddie ya que la niña había estado tan
enamorada de Buddy el día que Barb había cuidado a los niños.

—Los perros malos encontraron al gato que salió. Los gatos son
rápidos, pero no fue lo suficientemente rápido. No contra esa manada.

—Oh, dioses. —Tendría que decírselo a Barb.

Virgil gruñó. Rusty inmediatamente dejó de explorar y regresó a


Jana, presionándose contra su pierna.

—Barbara Ellen quiere creer que no son perros malos —dijo, el


gruñido aún bajo las palabras—. Pero lo son. No cazan para comer. Cazan
para matar porque les gusta matar. ¿Ves la diferencia?

—Sí.

—Perros grandes. Manada grande. Pueden derribar presas más


grandes o presas con armas.

De repente, Jana entendió lo que Virgil estaba haciendo en su patio


trasero. La manada estaba allí, lo suficientemente cerca como para ser
una posible amenaza. Y ella y Rusty, que ahora eran miembros de su
manada, estaban afuera en la oscuridad.

270
Vulnerable.

—Rusty es joven —dijo—, y tus dientes no servirían de nada en una


pelea.

Si ella y Rusty fueran vulnerables, ¿qué pasaría si los perros


atacaran a alguien como Maddie?

—Tenemos que encontrarlos y matarlos.

—Sí.

Así de simple. Ahuyentar a los perros no había sido suficiente. Eran


adversarios peligrosos que habían regresado a su territorio y ahora tenían
que ser eliminados.

—Me dirigiré a la oficina tan pronto como pueda. —Cuando él se


volvió, dijo—: ¿Virgil? ¿Estás de acuerdo con que traiga a Rusty a la
estación?

El cielo se había iluminado lo suficiente como para que pudiera ver


su desconcierto.

—Cuando cazamos, ella necesita estar en el estudio donde sea


seguro. Cuando estamos no cazando, ella debería estar con su manada.
¿De qué otra manera va a aprender?

Eso también era simple para él.

Jana acarició a su perra.

—Vamos, niña. Hora del desayuno. ¿Desayuno?


Virgil resopló una carcajada.

—¿Esperas que ella sepa todas estas palabras?

—No todas ellas —dijo a la defensiva—. Pero es lo suficientemente


inteligente como para aprender palabras.

—Comida. Es una palabra que significa lo mismo ya sea de mañana


o de noche. Ese lo aprenderá rápidamente.

Él caminó con ellas. Salió a la luz desde la puerta trasera justo


cuando Barb abrió la puerta de pantalla.

Jana reconoció la conmoción, y estaba segura de que su amiga se


sonrojó cuando Barb gritó:

271
—Buenos días, sheriff.

—Barbara Ellen. —Se detuvo un momento, como si tratara de


descubrir por qué ella estaba actuando... extraño. Luego cambió a su
forma de Lobo, saltó la cerca y desapareció.

—El café está listo. —Barb llenó dos tazas tan pronto como Jana
entró.

Jana se ocupó de darle a Rusty una cucharada de croquetas y no


miró a su compañera de casa.

—Está bien —dijo Barb—. No soy un experto ni nada, pero el sheriff


Wolfgard... es bastante... varonil. ¿No te parece?

—Supongo. —Realmente no quería pensar en eso. Realmente no


quería.

—¿Te preguntas...? —Barb dejó su taza en el mostrador—. Quiero


decir, los Otros pueden cambiar, ¿verdad? Entonces... ¿crees que
pueden... ajustar... sus partes?

Jana escupió un trago de café sobre el mostrador.

—¡Dioses, Barb!

—¿Nunca te has preguntado?

—¡No hasta ahora!

—Oh. Bueno, me lo he preguntado, y no es como si pudieras


preguntarle a ninguno de ellos.
Jana secó el café con un trapo. Lo enjuagó y lo colgó para que se
seque antes de tomar lo que quedaba de su café.

—Tengo que ir temprano.

—¿Puedo tomar un aventón? Quería ordenar algunos libros antes


de cuidar a los animales. —Hizo una pausa antes de agregar—: Joshua
se está reuniendo conmigo. Envió un mensaje de que tiene noticias.

—Seguro. Solo necesito una ducha rápida desde que limpié la noche
anterior.

Agarrando su bata de la parte de atrás de la puerta de su habitación,


vio la nota que le había escrito a Tobias anoche. Tenía que enviar eso esta
mañana.

272
Había pasado mucho tiempo desde que había conocido a alguien tan
agradable como Tobias que también hacía que sus hormonas
revolotearan, y él llenaba sus vaqueros bastante bien, muchas gracias.
Pero ella no lo había visto, así que no fue su culpa que, mientras tomaba
una ducha fría que bordeaba lo helado, seguía imaginando la cabeza de
Tobias encima del cuerpo de Virgil Wolfgard.

Virgil continuó su inspección del frente de la casa de la lobezna... la


inspección que había sido interrumpida cuando la escuchó a ella y a
Rusty afuera en el patio. En la oscuridad. Los perros malos deberían ser
definidos en algún lugar ya que algunos de los Antiguos que vivían en las
colinas eran cazadores nocturnos y muy buenos para cazar presas que
se habían acostado durante la noche.

Como bisontes y venados... y humanos.

Sin olor a perro, excepto a Rusty. Eso era bueno. Al elegir la gran
roca cerca del escalón delantero… una roca, le habían dicho, que era
decorativa, aunque no podía ver la diferencia entre ella y todas las demás
rocas fuera de la ciudad, levantó una pierna y marcó la roca para advertir
a los perros malos e informar a los Antiguos que merodeaban por estas
calles que los Lobos prestaban especial atención a los seres de esta casa.

Kane se unió a él un minuto después.


«Sin olor a los perros malos cerca de la casa de la niña Becky o la
guarida con la manada mixta», dijo Kane. «Marqué esos lugares».

«Marqué este», respondió Virgil.

Desde la parte trasera de la casa, Virgil escuchó que la lobezna


emitía un sonido cercano a un aullido. Palabras, sí, pero... aullido.

Escucharon, pero no hubo otros sonidos de posible angustia.

Lo que sí escucharon fue agua. Alguien en la ducha.

«Ayudaré a John a preparar la comida para nosotros», dijo Kane.

«Sí. Estaré allí pronto».

273
Kane trotó calle arriba, una forma oscura y silenciosa. Virgil se
quedó y escuchó el agua.

Los perros malos se habían retirado del territorio Wolfgard, pero


ahora estaban regresando. Había más de dos docenas de perros en la
manada, pero Virgil dudaba que muchos se fueran. Los perros podrían
haberse quedado en casas fuera de los límites de la nueva ciudad para
siempre, cazando presas o hurgando en la comida que podían encontrar
en las casas que tenían las pequeñas puertas de animales sin luchar
contra los Wolfgard. Pero habían llamado la atención de los Antiguos, y
ahora los perros estaban siendo cazados en lugar de ser los cazadores.
Ahora estaban siendo conducidos de regreso al territorio Wolfgard,
apretados entre dos tipos de Terráneos. Intentarían tomar el territorio
Wolfgard. Era el único lugar al que podían ir, pero no habría diferencia.
De una forma u otra, los perros malos tenían que morir para que los
Antiguos toleraran a los perros que eran útiles... o no una amenaza para
nadie. Como Rusty.

Los perros malos tenían que morir antes de que mataran a más que
gatos. Había jóvenes entre los humanos que vivían en Bennett, y si los
adultos no estaban atentos, los jóvenes siempre eran la presa más fácil.

El agua se detuvo. ¿Cuánto tiempo le tomaba a una mujer humana


arreglarse después del lavado? Más concretamente, ¿cuánto tiempo
tardaba la lobezna?

Suponiendo que la respuesta no fuera tanto, Virgil volvió corriendo


a la casa de Wolfgard. Cuando llegó a la puerta principal, casi cambió a
la forma humana para entrar, pero había luces encendidas en algunas
de las casas. No en las casas más cercanas a la que ahora reclamaban
los Wolfgard, pero algunos humanos estaban despiertos y podían abrir
una puerta o mirar por una ventana y ver su forma humana. Lo que no
debería importar ya que era un Lobo, independientemente de su forma,
pero Barbara Ellen se puso chillona y le recordó que verse humano
significaba usar ropa humana porque desnudo significaba algo para los
humanos, que se volvían extraños de algo que no significaba nada
excepto que los humanos no podían comunicarse adecuadamente con
Terráneos que no estaban en forma humana, por lo que a veces era
necesario cambiar a esa forma incluso si no había ropa disponible.

La lobezna no había chillado acerca de que él cambiara para hablar


con ella. Él lo aprobó. Tenía suficientes deficiencias, siendo humana y
todo, pero estaba demostrando que tenía potencial para ser un buen

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miembro trabajador del grupo de ejecutores. Y tenía la suficiente actitud
erizada y engreída la mayor parte del tiempo como para que él no
renunciara a la idea de que uno de sus antepasados había sido un
Lobezno, a pesar de que la posibilidad era imposible.

O... dijo que había sido criada por padres adoptivos. Tal vez habían
sido lobeznos y ella había aprendido la actitud de ellos.

Entretenido por ese pensamiento, Virgil trotó por la casa antes de


pasar a la forma humana y abrir la puerta de atrás. John y Kane estaban
en la cocina, sacando cosas de la nevera y los armarios para preparar
comida antes del trabajo.

—Kane, voy a empacar uno de esos equipajes de mano con ropa para
los dos —dijo Virgil—. John, cuando empaque lo que necesitamos, corres
a la casa de la lobezna y pon el equipaje de mano y nuestros zapatos en
su vehículo. Irá a trabajar temprano.

—Viajaré con ella —dijo John—. También quiero comenzar a


trabajar temprano hoy. Joshua Painter va a trabajar en la librería
conmigo. Le gustan los libros y necesita aprender un oficio si va a vivir
con humanos.

—A Barbara Ellen le gustan los libros —dijo Kane casualmente


mientras cortaba un asado de carne poco cocido en trozos de carne para
los tres—. Ella pasa más tiempo ayudando a ordenar libros de lo que
necesita.

—¿Barbara Ellen es receptiva al apareamiento? —preguntó John


mientras abría dos latas de rodajas de durazno. Los Wolfgard comían
carne, pero en forma humana, otros alimentos eran... sabrosos... y comer
fruta dulce con la carne era sorprendentemente agradable.

—No lo sé —respondió Kane—. Pero Joshua no lo es. Al menos no


todavía.

No interesado en discutir los rituales de apareamiento humano,


Virgil salió de la cocina, sacó un pequeño bolso de debajo de su cama y
lo llenó con dos juegos de ropa para él y dos para Kane. Encontró otra
bolsa que era lo suficientemente grande como para contener las botas
que llevaba Kane cuando estaba en forma humana y los zapatos que
Virgil prefería. Las botas se parecían más a las que usaban los machos
humanos en los ranchos, pero Virgil, estando en forma humana la mayor
parte del tiempo cuando estaba de servicio, había decidido que quería un

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zapato que fuera cómodo para caminar y fácil de quitar si tenía que
cambiar a forma de Lobo rápidamente.

No quería pensar en Barbara Ellen siendo receptiva al


apareamiento… o lo del sexo, que, por lo que pudo entender, no era lo
mismo que aparearse. Estaba seguro de que la lobezna le diría que no
era asunto suyo, que los humanos eran libres de hacer lo sexual con
quien quisieran. Pero era asunto suyo porque Barbara Ellen tenía
vínculos con Lakeside, y él y Tolya querían seguir siendo amigos de los
Terráneos que vivían en Lakeside.

Virgil cerró el bolso de mano pero no lo levantó porque se le ocurrió


otra idea.

¿Qué hay de la lobezna? ¿Qué tan cerca estaban sus lazos con el
Courtyard de Lakeside y la manada de policía que estaba conectado al
Courtyard? ¿Y cuán receptiva era ella a las oberturas de apareamiento
de un hombre humano?

Tobias condujo a través de la luz de la mañana, preguntándose si él


actuaba como un tonto. Era el capataz del rancho de Pradera de Oro, y
tenía trabajo que hacer y responsabilidades que cumplir. Pero, maldita
sea, estaba esa chispa que sentía cada vez que estaba cerca de Jana, y
pensaba que ella también sentía cierto interés por él, y no solo como
alguien que podía enseñarle a enlazar y montar. Pero incluso si ella no
estaba interesada en conocerse mejor a nivel personal, incluso si la
chispa que sentía se desvanecía, quería que ella cabalgara bien y
desarrollara una sociedad con Mel. Claro, se suponía que ella patrullaba
las calles que eran parte de la ciudad o habían sido parte de la ciudad,
pero cualquier cosa podría suceder una vez que estuvieras en el país
salvaje. Y las personas siendo personas, cualquier cosa podría pasar
dentro de la ciudad.

No era un extraño para las mujeres. Le gustaba su compañía y había


aceptado invitaciones a lo largo de los años para participar en el placer
mutuo. Pero algunas nunca habían pasado de un beso porque, aunque
su madre era la que podía sentir a otras personas, había tenido la
sensación de que algunas de esas mujeres lo habían querido porque

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querían ser la esposa de un capataz para gobernar la casa y la cuenta
bancaria del rancho.

Y no había habido este tipo de chispa, incluso con las mujeres cuya
compañía había disfrutado de muchas maneras. Una atracción, claro,
pero no el tipo de chispa que lo atraía hacia Bennett cuando debería estar
a tiempo en el rancho.

—Ella no es una Intuye.

—Lo sé, mamá. Sé que ella no es una de nosotros, sé que tiene un


trabajo en Bennett, y yo trabajo en el rancho, y hay una buena cantidad
de conducción entre esos dos lugares.

—No hay nada malo con una llamada telefónica entre visitas. O una
carta.

—¿Una carta? Probablemente sería yo quien conduciría nuestras


cartas hasta la oficina de Bennett.

—Una carta es algo que se puede disfrutar entre amigos, pero también
es un tipo de cortejo a la antigua usanza. Una mujer puede volver a visitar
una carta cuando el hombre no está cerca. Le da una razón para pensar
en él. Hablando de cartas, ya que de todos modos estás haciendo el viaje,
toma el saco de correo que Phil tiene listo y trae de vuelta el correo para la
ciudad y el rancho. Y consulta con John Wolfgard para ver si tiene alguno
de los libros que le pedí.

Llamó a Truman Skye después de salir de la casa de su madre esa


mañana y se ofreció a recoger cualquier correo para el Rancho Skye, ya
que estaría de camino a casa. Truman parecía agradecido de eliminar
una tarea de su lista y preguntó si Tobias podía traer algunas cosas de
la tienda general, si los artículos estaban disponibles.

No podía quejarse si su llamada social se hubiera convertido en una


entrega. Justificaba el uso de la gasolina.

—¿Joshua va a trabajar para ti en la librería? —Barb se dio la vuelta


para mirar a John, que estaba en el área de carga con Rusty, los bolsos

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de viajes y el saco de comida que llevaba consigo cuando le informó a
Jana que la llevaría a la plaza del pueblo.

—Le gustan los libros —respondió John—, por eso pasa más tiempo
clasificando los libros que vienen de las casas.

—¿Esa es nuestra historia? —preguntó Jana secamente, mirando


por el espejo retrovisor.

John dudó, luego le dedicó una sonrisa encantada.

—Sí. Esa es nuestra historia.

—De acuerdo. — Jana no miró a su compañera de casa. No. Lo. Hizo.


Después de esa pregunta sobre si Virgil tenía partes ajustables, Barb
merecía un poco de burla.

—Bueno, a él le gustan los libros —dijo Barb a la defensiva.

Jana sonrió.

—Entonces es un buen ajuste. Joshua hace el trabajo que le gusta


y puede interactuar con personas que, en su mayor parte, vienen por algo
que los complacerá.

Barb miró por la ventana y dijo:

—Solo somos amigos. Tengo muchos amigos. Además, Joshua es


demasiado joven para mí.

Definitivamente demasiado joven y demasiado... no domesticado...


para hacer frente a algunos comportamientos humanos. Pero siendo un
verdadero chico salvaje, Joshua es el único amigo que esperas que nadie
le mencione a tu hermano.

Jana volvió a mirar por el espejo retrovisor. John la miró a los ojos
y asintió. Si Michael Debany se enterara de la amistad de Barb con
Joshua Painter, la noticia no vendría de ninguno de ellos.

Tolya encendió su computadora. Nunca había tenido una razón para


estar agradecido por la regla del Earthday de cerrar la mayoría de las

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empresas, incluidas las oficinas gubernamentales, pero como Bennett se
estaba transformando rápidamente en una ciudad habitada, agradeció
tener un día en que podría ignorar a los residentes humanos y sus ideas
útiles y las solicitudes para reabrir más negocios. Reabrir negocios era
algo bueno, sin duda, pero todos esos humanos hacían su trabajo más
exigente. Al menos manejar el papeleo y hacer un seguimiento de quién
vivía dónde y qué negocio ya no era su problema ahora que había
contratado dos humanos para ser agentes de la tierra.

Sonó su teléfono móvil. Miró el reloj cuando el teléfono volvió a


sonar. Demasiado temprano para ser una llamada personal. Demasiado
temprano para ser cualquier cosa menos problemas.

—Tolya Sanguinati.

—Habla Stewart Dixon. ¿Me recuerdas?

—Por supuesto. —Un ranchero que vivía al norte de Elder Hills,


Stewart Dixon había sido útil cuando los Lobos de la Pradera de Oro
enviaron once bisontes a Lakeside—. ¿Qué? Por favor, repite tus
palabras. La señal se desvaneció y regresó.

—Un extraño vino a la casa. Intentó forzar a mi hija. Mi mano


derecha del rancho entró e interrumpió. Mi hombre ha sido apuñalado.
Lo tengo en la camioneta1 y me dirijo a Bennett. Por favor, dioses, dime
que tienes un médico allí.

—Lo tenemos. Ven al edificio del gobierno cuando llegues a la


ciudad. Te acompañaré al médico desde allí.

—Tengo a mi esposa e hija conmigo —dijo Dixon—. Mis hijos y


algunas de los ayudantes vigilan la casa y los caballos.

Tolya desconectó la llamada, luego usó el teléfono de escritorio para


llamar a uno de los médicos que habían sido contratados en la feria de
trabajo de Lakeside. La esposa del médico era enfermera y partera y
trabajaba con su esposo, por lo que no tenía que llamar a nadie más.
Pero después de pensarlo un momento, llamó al otro médico, así como al
veterinario, que también había sido contratado en la feria de trabajo.

Tolya no estaba seguro de que se requiriera el segundo médico o que


el veterinario sería útil para un humano que había sido apuñalado, pero
quería que todos los sanadores de la ciudad estuvieran despiertos y
listos.

Luego consideró a las hembras que venían con Dixon. No estaba

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seguro si la hija estaba herida, pero estaba seguro de que, con Dixon
necesitando estar presente para ayudar al hombre herido, las mujeres
estarían solas y vulnerables.

Llamó al Salón Jaula de Pájaros.

—¿Scythe?

—Sí. —Su voz sonaba ronca, como si todavía no estuviera


completamente en su forma humana.

—Habla Tolya. Necesito que brindes hospitalidad a algunas mujeres


humanas que llegarán pronto.

—¿Por qué llevarlas al salón en lugar del hotel? —Curiosidad, no


desafío.

—Porque estás en el salón. —Y nadie dañaría a esas mujeres con


una Cosechadora haciendo guardia.

—Estaré lista —dijo Scythe.

Sin nada más que hacer hasta que llegara Dixon, Tolya revisó su
correo electrónico… y sintió que su cuerpo se tensaba cuando abrió el
mensaje de Jackson Wolfgard y descargó la imagen adjunta.

Imprimió dos copias de la imagen, una para guardar y otra para la


oficina del sheriff. Luego envió la foto, junto con el mensaje de Jackson,
a Jesse Walker.

Si Stewart Dixon no hubiera llamado, la imagen no sería más que


una curiosidad esta mañana: una mujer joven con el cabello rojo pálido
mirándose en un espejo, pero en lugar de su propio reflejo, el espejo
mostraba a un hombre joven de cabello oscuro. La mujer comenzaba a
alejarse, como si no quisiera tener nada que ver con el hombre.

Tolya reconoció a la mujer… y sospechó que Abigail Burch podría


decirle el nombre del hombre.

La mano de Scythe descansaba en el teléfono. Ella era una cazadora,

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una depredadora, una Cosechadora. Es una sensación tan extraña que
se le pida que proteja algo, y mucho menos a humanos.

¿Qué se necesitaba? ¿Qué debería ofrecer? ¿Y a quién debería tener


con ella para comprender mejor lo que requieren estas mujeres?

Llamó a Garnet Ravengard, que vigilaba desde uno de los árboles en


la plaza del pueblo y avisaba si se acercaba un enemigo. Luego llamó a
Candice Caravelli y Lila Gold, despertando a ambas. Cuando les dijo que
fueran al bar y por qué, Lila tenía preguntas sobre las mujeres que
necesitaban protección. Candice no, lo que hizo que Scythe pensara que
Candice sabía más sobre la necesidad de ayuda que Lila. Su última
llamada fue a Yuri Sanguinati. Los hombres Intuye que trabajaban en la
taberna eran buenos trabajadores, pero ella creía que otro depredador
sería más útil en este momento.

Se peinó, todavía mojada por la ducha, luego se vistió con vaqueros


y una camiseta, un atuendo sencillo que combinaba con el tipo de ropa
que llevaban Candice y Lila antes de irse a trabajar. Atuendo casual.

Algo que el dueño de un negocio podría usar antes de que el negocio


abriera por el día y ella se vistiera con el disfraz que era parte del
ambiente del Salón Jaula de Pájaros.

Le dio agua y comida fresca a Pájaro Amarillo y cambió los papeles


en la jaula como Barbara Ellen le había enseñado a hacer.

—Volveré más tarde y escucharé tu canto. —No sabía si había una


diferencia para el pájaro, pero parecía triste que el pájaro cantara y que
nadie escuchara.
Como una última revisión, se paró frente al espejo de cuerpo entero.
La ropa era apropiada y no alertaría de la amenaza, sea lo que sea, que
ella era más que las otras mujeres en el bar. Y el cabello, principalmente
dorado con mechones de azul y rojo, ahora tenía las ondas que Lila Gold
siempre felicitaba sin comprender su significado.

Una puerta se abrió abajo… y el cabello de Scythe comenzó a


enrollarse. Un silbido agudo la hizo vacilar en la puerta de su suite.

«¿Scythe?», llamó Yuri.

«Estaré abajo en un momento. Las chicas estarán aquí pronto».

Yuri se rio. «¿Hembras humanas a esta hora de la mañana? Mejor


preparo café».

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Sí, pensó Scythe. Si el enemigo llegara a su puerta, no esperaría
ningún problema, hasta el momento en que su cabello se volviera negro
y simplemente mirarla haría que sus órganos se convirtieran en lodo.

Jana abrió la puerta de la oficina del sheriff y dejó caer su mochila


en su escritorio.

—Voy a poner la comida en la nevera para Virgil y Kane. ¿Dónde


quieres estos? —preguntó John, levantando las bolsas de transporte
mientras pasaba junto a ella.

—Pon la ropa en la oficina de Virgil. —Casi le dijo que pusiera la


ropa en la celda Tiempo para mí, pero eso sería como tirar de la cola de
Virgil…. Que no era algo que quisiera hacer cuando casi se llevaban bien.

Tan pronto como John se fue, Jana soltó la correa de Rusty y


encendió la computadora.

—Echaré un vistazo rápido al correo electrónico y me aseguraré de


que nada urgente llegó anoche; luego dejaremos esta carta en la oficina
de correos y daremos un paseo rápido por la plaza. ¿Está bien?

Correo electrónico de Tolya, pidiéndole a Virgil que se encuentre con


él tan pronto como el Lobo esté de servicio. Otro correo electrónico de
Tolya, específicamente para ella, diciéndole que se reporte a él de
inmediato para lidiar con una situación que ocurrió en un rancho al norte
de Bennett.

¿Tenían jurisdicción allí? Todavía no había estado en la ciudad una


semana completa y se había centrado tanto en establecerse y conocer los
límites de la ciudad y sus ciudadanos que no había pensado en quién
más se esperaba que protegiera el Departamento del Sheriff de Bennett.
Estudiaría un mapa del Medio Oeste y descubriría dónde habían estado
los pueblos antes de la guerra…. y tomaría nota de cuáles aún existían.
Eso le daría una idea de dónde podría estar la próxima aplicación de la
ley humana.

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Jana cerró el programa de correo electrónico y se dirigió a la puerta,
enganchando la carta a Tobias del bolsillo delantero de su mochila
mientras pasaba su escritorio.

—Bueno. Vayamos a la oficina de correos y luego veamos al señor


Sanguin...

Rusty se acurrucó en su caja. Ahora que Jana lo pensó, el cachorro


parecía demasiado ansioso por entrar en la oficina esta mañana.

Agachándose, Jana extendió la mano.

—¿Rusty? Vamos, niña. Está bien. Ven afuera. Caminata rápida.

Rusty se acercó a ella pero se resistió a la puerta de la oficina.


¿Debería dejar que la perra se quedara o insistir en ser obedecida?

—Vamos, niña. —Realmente necesitaba un libro de entrenamiento


de perros. O un libro sobre las relaciones humano-perro. Virgil podía
interpretar a un perro, pero no quería preguntarle sobre el
comportamiento de Rusty, ya que demostraría que sabía menos que él y
eso le daría más razones para ignorar lo que pensaba sobre la educación
de Rusty.

El perro vino con ella, pero no hizo su habitual tirón de la correa


para explorar lo más posible. En cambio, el único tirón fue intentar correr
de regreso a la oficina del sheriff. Y cuando el cachorro no estaba tratando
de regresar a la oficina, estaba presionada tan cerca de la pierna de Jana
que Jana tuvo que mirar cada paso para evitar pisar las patas de Rusty.

Cuando salieron al otro lado de la plaza, Jana vio a Isobel Sanguinati


fuera de la oficina de correos.

—¡Buenos días! —llamó Jana.

Isobel se volvió y Jana retrocedió un paso. Los Sanguinati que


estaban a cargo de Bennett habían vivido originalmente en Toland, una
ciudad de la Costa Este que había sido una de las ciudades más grandes
controladas por humanos en todo el continente. Siempre parecían tan
educados y lucían tan elegantes con sus ropas negras, era fácil olvidar
que no eran una familia de la alta sociedad que había hecho su fortuna
en la banca y las inversiones; eran depredadores. Eran una forma de
Terráneos.

Mirando a Isobel ahora, Jana supo que no lo volvería a olvidar.

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Isobel sonrió, cuidadosamente sin mostrar ni una pizca de colmillo.

—Tu perro está nervioso.

—Sí. Normalmente salimos a caminar por la mañana, pero creo que


debería ponerla en su jaula por un tiempo.

—Sería más difícil para un enemigo alcanzarla si estuviera en una


celda más grande. —Isobel extendió una mano—. ¿Tienes un correo? Lo
tomaré.

—Gracias. —Jana dudó un momento antes de dar un paso adelante


y darle la carta a Isobel—. ¿Por qué crees que Rusty necesita una celda
más grande? ¿Qué está pasando?

—Quizás nada. Quizás una pelea. —Isobel entró en la oficina de


correos.

Oh, dioses. ¿Quién va a pelear? Forzándose a estabilizar su


respiración, Jana miró a su alrededor. Un Águila se encaramó en uno de
los nuevos postes de enganche, mirándola. Halcón se elevó por encima.
Cuervos o Cornejas volaban de un árbol en la plaza al siguiente, pero
estaban en silencio. Cualquier comunicación que se compartiera, no se
vocalizó.

Un poco más adelante, Jana notó que Becky Gott se tomaba su


paseo de la mañana. Hannah y Sarah Gott se habían hecho cargo de dos
de las tiendas de callejones para su negocio de ropa usada, y Becky tuvo
el trabajo de clasificar los botones tomados de la ropa que sus tías
consideraban trapos o cuadrados acolchados, llenando contenedores de
vidrio con diferentes colores. Pero todas las mañanas Becky daba un
paseo por la plaza, saludando a la gente mientras abría sus tiendas.
Eventualmente, su hermano, Jacob, la buscaría y la guiaría de regreso a
la tienda de los Gotts.

Hoy, con Rusty lloriqueando y el comentario de Isobel Sanguinati


sobre una pelea que aún circulaba en su cabeza, ver a Becky sola le dio
escalofríos a Jana.

—¿Oficial? ¡Buenos días, Jana!

Jana esbozó una sonrisa cuando Craig y Dawn Werner, los nuevos
agentes de la tierra, se apresuraron hacia ella. A mediados de sus veintes
y casados justo antes de la guerra que se extendió por el continente a
principios de ese verano, tuvieron la desgracia de perder su trabajo un
par de días antes de la boda.

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Con algo de efectivo de amigos y familiares, habían empacado sus
pertenencias en dos grandes mochilas y salieron a ver algo de Thaisia.
Luego, los Antiguos cerraron las fronteras entre las regiones, dificultando
el viaje si una persona no tenía un permiso de trabajo. Atrapados en el
lado equivocado de la frontera y sin poder regresar a la ciudad de la Costa
Oeste donde habían crecido, se habían apresurado a buscar comida,
refugio y seguridad hasta que lograron convencer a alguien de que iban
a buscar trabajo en Bennett y compraron boletos en un autobús que
cubría viajes entre ciudades no atendidas por los trenes.

—Buenos días. ¿Quién es este? —preguntó Jana, mirando al


cachorro blanco y negro.

—Acabamos de recibirlo ayer y no nos hemos decidido por un


nombre —dijo Dawn.

—Ni siquiera estamos seguros de qué raza es, pero esperamos que
no crezca demasiado.

Al estudiar al cachorro, Jana pensó que Dawn debería esperar


mucho más.

Cuando ambos cachorros comenzaron a gemir, Jana pensó que se


había retrasado lo suficiente.

—Tengo que…

—Tenemos una propuesta comercial para reabrir el cine —dijo Dawn


apresuradamente, sosteniendo un fajo de papeles—. Pequeña escala para
comenzar ya que estamos administrando la oficina de agentes de tierras.
Solo los fines de semana. Yo me encargaría de los boletos y los libros.

—Trabajé a tiempo parcial en la cabina de proyección de los cines


de nuestra ciudad natal y podría encargarme de mostrar las películas —
dijo Craig.

—¿Podrías…? —Dawn miró hacia el edificio del gobierno, luego


apartó rápidamente la vista cuando Tolya Sanguinati se acercó a la
ventana abierta y los miró.

—Sí, de acuerdo. —Consciente de que debería dirigirse a la oficina


del alcalde para hablar con Tolya, Jana miró a Becky, que parecía estar
estudiando algo en la hierba. Ella esperaba que no fuera caca—. Dejen la
propuesta en la oficina del sheriff esta tarde y le echaré un vistazo. En
este momento, necesito un favor. Esa es Becky Gott.

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—Está bien —dijo Craig.

—Me gustaría que ustedes…

Caballos. Gritando.

El Águila se lanzó hacia el cielo. Los Cuervos de repente estaban en


movimiento.

Una pelea, había dicho Isobel. Parecía que había llegado. ¿Pero
contra quién peleaban?

Jana le dio un empujón a Craig.

—Agarra a Becky y entren.

—¿Dónde…? —comenzó a decir Dawn, recogiendo su propio


cachorro.

—¡En cualquier sitio! Solo entren. ¡Ahora! —Segura de que Rusty


huiría de los extraños si se la daba a Dawn, Jana soltó la correa del collar
del cachorro y la dejó caer. Mejor dejar que el perro corra y se esconda
que tener la correa enredada en algo y dejar a Rusty vulnerable a lo que
sea que haya asustado a los caballos.

Sacando su arma de la funda, cruzó la plaza, confiando en Craig y


Dawn para cuidar de Becky. Si pudiera llegar a la oficina, se tomaría un
momento para encerrar a Rusty.

Estaba casi al otro lado de la plaza cuando escuchó disparos


provenientes del establo.
Mientras miraba en esa dirección, una mujer al otro lado de la plaza
gritó: Dawn o Becky. Rusty se detuvo de repente y ladró, un sonido
asustado y frenético.

Girando, Jana ladeó el percutor y levantó su arma.

Dos perros corriendo hacia ella desde la dirección de los establos. El


que estaba al frente era una gran bestia. No tan grande como los Lobos,
pero el perro más grande que jamás haya visto.

En el segundo antes de apretar el gatillo, deseó haber preguntado


sobre un campo de tiro donde los oficiales debieron haber practicado,
deseó haber probado el revólver. Deseó...

Sonido explotó a su alrededor. Incluso cuando el disparo le llenó los

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oídos y la cabeza, oyó el sonido de una pelea a su derecha y vio que los
dos perros seguían acercándose a ella, no huyendo de la caballeriza,
corriendo hacia ella.

No había tiempo. No había tiempo.

Le disparó al primer perro en el pecho y puso dos balas en el segundo


perro justo antes de que se lanzara sobre ella. Un grito salvaje la hizo
girar a tiempo para dispararle al perro que había estado cargando hacia
ella por detrás.

Le quedaba una ronda y el cuarto perro...

Apuntó del revólver hacia el cielo para evitar dispararle a Joshua


Painter mientras el perro agarraba el brazo izquierdo del niño,
exponiendo su propio vientre. La mano derecha de Joshua arremetió, y
las garras del guante de cuero especialmente hecho desgarraron el
vientre del perro.

Jana dio un paso hacia la lucha que todavía tenía lugar al otro lado
de la plaza. Un perro corrió hacia ella, tratando de huir del ataque de los
Lobos. Antes de que pudiera apuntar, el humo se elevó sobre el suelo y
alcanzó al perro. Se formaron manos, agarraron al perro y le rompieron
el cuello.

Cuando el perro cayó, el humo se desplazó hacia Tolya Sanguinati.

Silencio, seguido de un gruñido salvaje y furioso.

Y luego un Lobo solitario aulló.


Jana miró hacia atrás. Los perros que había disparado estaban
muertos o moribundos. De cualquier manera, ya no eran una amenaza.
Tampoco el perro que Joshua había destripado. Pero el niño...

—¿Joshua? —Mantuvo su arma baja pero lista mientras estudiaba


la expresión salvaje en esos ojos verdes de anillos grises—. ¿Estás bien?

Él se levantó de su posición en cuclillas sobre el perro. Sus ojos


observaron su placa, su arma y...

Sabía que Rusty había regresado antes de sentir la presión del


cachorro contra su pierna. Se agachó, sus ojos nunca dejaron la cara de
Joshua, y descansó una mano en la cachorra. No sabía a dónde había
ido Rusty, si el cachorro se había quedado cerca de ella o si había corrido
y ahora regresaba. Se había centrado en mantenerlos vivos.

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—Está bien, niña. Está bien. ¿Estás bien? —Arriesgó una rápida
mirada al cachorro. Sin sangre. Una revisión rápida no reveló heridas que
ella pudiera detectar.

—¿Ella te pertenece?

Detuvo el movimiento instintivo de levantar el arma. En ese


momento de distracción, Joshua había cerrado la distancia entre ellos
sin hacer ruido.

Él podría ser humano, pero había sido criado por el Panthergard y


era, a su manera, tan depredador como los Terráneos. Eso era algo que
no podía permitirse olvidar.

—Sí, ella es mía —respondió Jana.

Él asintió.

—Ella se mantuvo cerca. Hubiera muerto si no hubieras sido un


buen depredador, pero ella se mantuvo cerca. —Se encontró con los ojos
de Jana—. Te ama.

Ella tragó saliva. ¿Ser un Intuye hizo que su certeza fuera más
poderosa?

—¿Tu brazo?

Levantó el brazo izquierdo y le dirigió una sonrisa salvaje que la hizo


temblar. Desde la muñeca hasta el codo, llevaba una manga acolchada
sobre la camisa. Una cosa gruesa e hinchada, más delgada que los trajes
que usaban los oficiales cuando entrenaban perros para el trabajo
policial, pero había funcionado.

—Podría tener moretones —dijo Joshua mientras consideraba el


brazo. Luego se encogió de hombros.

Un Lobo aulló de nuevo.

Jana se puso de pie de un salto. Solo un Lobo aullando, y muchos


Terráneos volando hacia el lugar donde los Wolfgard habían peleado con
los perros.

—¡Jana! —Barb corrió hacia ella desde la dirección del restaurante,


luego se detuvo cuando vio a los perros—. Oh. —Sus ojos se llenaron de
lágrimas—. Oh.

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—Eran enemigos —dijo Joshua, su voz dura.

—Lo sé, lo sé. —Barb se limpió las lágrimas de la cara, luego


palideció mientras miraba el guante ensangrentado y arañado en la mano
de Joshua y entendía lo que significaba.

Al mirar la cara de Barb, Jana entendió que los perros no eran lo


único que había muerto en la plaza esa mañana. No se sorprendería si la
pila de romances sobre el hombre salvaje domesticado por el amor
volviera en silencio a la sala de clasificación de libros.

—Barb —dijo Jana suavemente.

Barb sorbió.

—¿Rusty está bien?

—Sí. ¿Puedes llevarla a la oficina por mí? Tengo que ver a Virgil y
Kane.

—Seguro. —Enganchando un par de dedos debajo del cuello de


Rusty, Barb llevó al cachorro a la oficina del sheriff. Joshua la vio irse
pero no la siguió.

Jana enfundó su arma y corrió hacia el otro lado de la plaza.


Con un gruñido furioso, Virgil arrancó la garganta del último
enemigo. Luego aulló.

Estamos aquí. Un mensaje para los otros Terráneos que se habían


unido a la lucha, así como un mensaje para los Antiguos. Estamos aquí.

«¿Kane?». Los Lobos habían necesitado encontrarse con la manada


enemiga, por lo que había ignorado los disparos provenientes del edificio
donde vivían los caballos.

Y había escuchado disparar otra arma en la plaza. Necesitaba


encontrar al resto de los luchadores, pero primero...

«¡Kane!»

289
«Herido».

Virgil saltó sobre los cuerpos de los perros muertos para alcanzar a
su hermano, que luchaba por pararse sobre tres patas. La cadera
izquierda de Kane estaba rasgada y ensangrentada, todavía estaba
sangrando.

De pie junto a Kane para que su hermano pudiera apoyarse en él,


Virgil volvió a aullar, esta vez, un grito de auxilio. En el territorio salvaje,
los Wolfgard habrían lamido la herida para limpiarla, habrían encontrado
el lugar más seguro para que descansara un compañero de manada, y si
su manada no tuviera un sanador que hubiera aprendido cómo colocar
huesos y cerrar heridas, habrían cazado a sus heridos, muriéndose de
hambre si las presas fueran escasas.

Pero aquí los Wolfgard eran muy pocos, y los perros habían sido
muchos, a pesar de que los Lobos recibían ayuda de los Sanguinati.

—¿Virgil? ¿Kane?

Virgil observó a Jana mientras corría hacia ellos, mientras Tolya


Sanguinati se dirigía hacia ellos.

Eran pocos, pero eso no significaba que no tuvieran una manada.

Movimiento procedente de un lado. Virgil volvió la cabeza y gruñó.

Tobias Walker, con el arma todavía en la mano, dejó de moverse.


Levantando una mano, enfundó cuidadosamente su arma.

—¿Alguien lastimado? —preguntó Tobias.


—Kane —dijo Jana—. Dioses, está sangrando.

Su voz sonaba... extraña. Alta. No como la lobezna que lo retaba todo


el tiempo.

—Llamé al veterinario por otra razón —dijo Tolya—. Ahora estará en


su clínica.

—Mi camioneta está en la caballeriza —dijo Tobias—. Voy a tirar un


par de mantas en la cama para rellenarla. Lo llevaremos allí.

—Tengo el vehículo oficial —dijo Jana.

—Deja que Tobias Walker conduzca —dijo Tolya.

Algo en la voz del Sanguinati advirtió que no habría discusión, y eso

290
hizo que Virgil mirara más de cerca a la lobezna. No había sangre en ella.
No se había dado cuenta de que tenía problemas para moverse. Pero
Tolya reconoció que había algo que no estaba bien en ella. No pudo poner
una palabra a lo que sentía, pero estuvo de acuerdo.

Tobias corrió a buscar la camioneta.

«Virgil». Incluso usando la forma de comunicación Terránea, Kane


sonaba débil. «Tienes que quedarte y ayudar a Tolya. Tu trabajo como
ejecutor dominante».

Él lo sabía. No le gustaba, no con Kane tan herido, pero lo sabía.

«¿Confías en Tobias Walker lo suficiente como para estar con él


cuando estás herido?».

«Dile a la oficial Jana que venga con nosotros».

Sí. Ella no era un Lobo, pero era miembro de su manada.

Tolya lo miró a los ojos y luego miró a Jana.

—Virgil necesita ayudarme a lidiar con esto. Deberías ir con Kane y


Tobias.

Jana asintió.

—¿Qué pasa con la otra cosa que querías que hiciera?

—Stewart Dixon no está aquí todavía. Scythe cuidará a las hembras


hasta que regreses y estés lista para hablar con ellas.
Los Crowgard graznaron una advertencia momentos antes de que
Tobias apareciera con la camioneta. El Intuye condujo con cuidado,
girando la camioneta para que la parte trasera estuviera cerca de los
Lobos. Tobias saltó y abrió la puerta trasera.

Tolya dio un paso adelante.

—Voy a llevar a Kane a la camioneta. —El Sanguinati sonrió,


mostrando un toque de colmillo—. Es pesado.

Tobias miró a Kane y asintió.

Era fácil olvidar que los Sanguinati eran fuertes. Como humo, no se
veían fuertes, incluso si pudieran superar a los Lobos de esa forma. Pero
Tolya levantó a Kane y lo colocó en el portón trasero antes de cambiar a

291
una forma entre humano y humo y fluir hacia la cama de la camioneta
para ayudar a Kane a dar unos pasos tambaleantes hacia las mantas que
Tobias había apilado como un nido.

Jana hizo un salto sinuoso que terminó con ella sentada en la puerta
trasera. Se deslizó hacia Kane, con una mano apoyada en su hombro
mientras él bajaba su cabeza a su muslo y suspiró.

Tobias miró a Virgil.

—Lo cuidaremos.

Tenía que confiar. Pero esperó hasta que Tolya fuera el único lo
suficientemente cerca como para escucharlo antes de soltar un gemido
tranquilo y angustiado.
292
Moonsday, messis 20

—Deberías limpiar esas heridas —dijo Tolya en voz baja—. No creo


que la oficial Jana se haya dado cuenta porque tus heridas no son tan
graves como las de Kane, pero debes atenderlas antes de que se le pase
la angustia por la pelea y te vea de nuevo. —Una pausa—. ¿Necesitas
ayuda?

Virgil se quedó absolutamente quieto. No había habido ningún


Sanguinati donde había vivido antes. Con la excepción de John Wolfgard,
ninguno de los cambiaformas que ahora vivía en Bennett había tenido
experiencia con esa forma de Terráneos. Pero Simon Wolfgard trabajaba
con uno de los Sanguinati, incluso dirigía una librería con él.

«No necesito ayuda». No tenía razón para no confiar en Tolya, pero


estar cerca de otros depredadores fuertes cuando estaba herido lo
inquietaba.

Tolya asintió como si entendiera la razón detrás de las palabras y


hubiera dado la misma respuesta.

—Tenemos humanos que vienen de un rancho y otro problema que


debe abordarse. Si puedes cambiar a tu forma humana sin hacerte daño,
te lo agradecería.

«Volveré».

—Haré arreglos para que recojan los cadáveres. ¿Son carne?


«Sí». Consideró a los humanos cuyas vidas rozaban las suyas.
«Llévalos más allá de las casas. Animales y Terráneos darán la bienvenida
a la carne».

—Mejor si Barbara Ellen y la oficial Jana no tienen que mirar esa


verdad en particular hoy.

La lobezna sonaba chirriante, pero ella se sacudiría eso, y una vez


que lo hiciera, no la necesitaba gruñéndole hoy.

Dejando a Tolya, Virgil trotó por la plaza. Se detuvo para oler el suelo
y los perros que encontró a la vista de la oficina del sheriff. Uno fue
destripado; tres fueron fusilados. El más grande de los perros tenía un
agujero en el pecho y una línea recta sangrienta a lo largo de su hombro
que parecía demasiado superficial para haber hecho más que solo

293
molestar al perro. Pero los tres perros le decían por qué la lobezna había
sonado chirriante. Ella había estado en su propia pelea y se había
mantenido firme.

Cruzó la calle hacia la oficina del sheriff, luego cambió las patas
delanteras lo suficiente como para abrir la puerta. Entró y se detuvo.

De rodillas frente a la caja de Rusty, Barbara Ellen se giró para


mirarlo.

—Oh, Virgil.

Ella no dijo nada más, así que se dirigió al baño y, una vez más,
cambió sus patas delanteras lo suficiente como para abrir el agua en la
cabina de ducha. Luego se quedó allí en su forma de Lobo, dejando que
el agua lavara la sangre de los enemigos y lavara sus heridas. Las heridas
dolían, pero ninguna de ellas era paralizante y la mayoría no eran
profundas.

Era lo suficientemente grande y fuerte, y lo suficientemente hábil


como para derribar un bisonte medio crecido solo, rasgando sus patas
hasta que colapsara. Aun así, él y Kane habían sido superados en número
por perros que también sabían cómo pelear. Habrían perdido esta pelea
por su cuenta. Él lo sabía. Tolya también. Pero los Sanguinati habían
entrado en la pelea. También lo hicieron las Águilas y Halcones.

Al igual que la lobezna.

Una vez que estuvo limpio como un Lobo, cambió a su forma


humana y también se lavó. Las heridas se veían peor en un cuerpo
humano. ¿Por qué era eso? Pero mirar sus brazos le recordó que no había
tenido noticias del otro miembro de la manada Wolfgard.

«John?».

«Estoy bien. No tuve tiempo de cambiar completamente antes de que


uno de los perros me atacara. Lo lisié, y Yuri Sanguinati lo mató. Creo que
mi forma intermedia asustó a algunos de los humanos que estaban
observando la pelea. ¿Qué hay de ti y Kane?».

«Estoy bien. Kane está herido. La lobezna y Tobias Walker lo llevan


al veterinario».

«¿Qué quieres que haga?».

294
«Ayuda a Tolya con los cadáveres hasta que llegue allí».

Cerrando el agua, Virgil se secó. Al encontrar un ungüento curativo


en el botiquín, se limpió un poco las heridas que pudo alcanzar. Había
lágrimas en la carne en su espalda que podrían beneficiarse de la
medicina humana, pero no pudo alcanzarlas. Consideró pedirle ayuda a
Barbara Ellen, luego decidió no hacerlo y volvió a colocar la pomada en
el botiquín.

Una vez que se vistió con sus vaqueros y camisa habituales, entró
en la parte delantera de la oficina. Barbara Ellen había dejado un
mensaje rosa en el suelo frente a la caja de Rusty, diciendo que tenía que
alimentar a los otros animales.

Virgil se arrodilló cuando abrió la jaula, luego se sentó sobre sus


talones. Rusty se acercó y le lamió la cara, tan contento de verlo. Pero él
sabía que ella también estaba buscando a alguien más.

—Tu madre tiene que ayudar a Kane en este momento. —Enterró


sus manos en el pelaje del cachorro—. Supongo que esta fue su primera
pelea real, y tal vez tenía miedo. Pero ella te defendió, te mantuvo a salvo.

Su compañera habría luchado para proteger a sus cachorros, junto


con el resto de su manada. No había hecho la diferencia al final.
Demasiados enemigos con armas que podrían derribar bisontes. Solo
había Wolfgard en ese lugar remoto que debería haber estado a salvo ya
que habían tenido contacto limitado con los humanos.

No era lo suficientemente seguro.


—Vamos, cachorro. —Después de convencer a Rusty para que
entrara en su caja, Virgil dudó antes de abrir el cajón inferior del
escritorio de la lobezna, sacar el bote de plástico y quitar una de las
golosinas para masticar. Tenía la forma de un hueso, pero no como
cualquier hueso que hubiera visto alguna vez, y se suponía que era
sabroso. Había comido uno cuando la lobezna no estaba cerca y decidió
que, si los perros pensaban que esas cosas eran sabrosas, había algo mal
con los perros.

Pero el cachorro movió la cola e hizo sonidos felices cuando abrió la


puerta lo suficiente como para darle el premio.

—No le digas a tu madre.

Volviendo a colocar el bote en el cajón y asegurándose de que la

295
puerta de la jaula estaba cerrada, Virgil salió de la oficina para que los
ciudadanos de Bennett pudieran ver lo que arrancaría la garganta de
cualquier amenaza, ya sea una amenaza para un perro o un humano.

Tolya observó a John Wolfgard y Yuri Sanguinati arrojar los


cadáveres en la parte trasera de una camioneta. Luego examinó la calle.
La mayoría de los humanos habían estado dentro de sus tiendas o aún
no se habían reportado a trabajar. Eso era bueno. Cuantos menos
humanos vieran pruebas de lo que podía hacer un Terráneos, menos
miedo perfumaría el aire y excitaría a los depredadores entre ellos. Y como
la mitad de los residentes de Bennett eran depredadores, era mejor que
la otra mitad no se convirtiera en señuelos aromáticos.

Scythe cruzó la calle, sin siquiera mirar a los perros muertos. Su


fuerza vital ya estaba gastada, por lo que no le interesaban.

—¿Debería haber peleado? —preguntó—. Estaba lo suficientemente


cerca, pero pensé que los Lobos podrían ver y…

—Y morir. —Tolya terminó por ella—. Tuviste razón en quedarte al


margen.

—¿Qué pasa con las mujeres que necesitan protección?


—Estarán aquí pronto.

Cuando Scythe regresó al Salón Jaula de Pájaross, Candice Caravelli


y Lila Gold salieron de un taxi y se apresuraron a seguir a Scythe.

Tan pronto como esas dos mujeres salieron del taxi, Dawn Werner
salió corriendo del salón y agitó los brazos hacia el conductor, seguido
por su compañera cojeando, que tenía una bufanda envuelta alrededor
de la pantorrilla de una pierna.

—¿Mordida de perro? —preguntó Virgil, acercándose a Tolya.

—Eso parece. Había llamado al doctor por otro asunto. Pronto estará
en su oficina, si no es que ya se encuentra allí. —Preguntándose qué
había pasado con el cachorro que la mujer había estado sosteniendo,

296
Tolya observó a los dos humanos subir al taxi, que se apresuraron hacia
el edificio médico al otro lado de la plaza—. Hay cosas que debemos
discutir, pero pueden esperar hasta que llegue Stewart Dixon.

—¿Qué hay que discutir?

—El enfrentamiento de un enemigo potencial.

El veterinario y Tobias usaron una de las mantas para llevar a Kane


a una sala de tratamiento. Jana observó, sin saber qué se suponía que
debía hacer.

—¿Deberíamos salir? —preguntó, señalándose a sí misma y a


Tobias.

—No —dijo el veterinario demasiado rápido.

Bueno, no podía culpar al hombre por querer humanos familiares


en la habitación con Kane. Remendar a uno de los Wolfgard después de
una pelea no sería una parte habitual del entrenamiento del veterinario.

—Me gustaría usar anestesia… —comenzó el veterinario.

Kane se dio la vuelta, chasqueando y gruñendo, y se habría caído de


la mesa si Jana y Tobias no hubieran agarrado al Lobo.

—Esa no es una opción —dijo, esperando que sonara oficial.


—Pero necesito afeitarme el pelo alrededor de las heridas y…

Los gruñidos de Kane se convirtieron en más amenazas que


advertencias, y el veterinario se apartó de la mesa.

Jana sintió pena por el hombre. No podía usar un hocico ni ningún


otro tipo de restricción para mantenerse a salvo a sí mismo y a su
paciente. ¿Pero trabajar en Kane, que ya estaba herido y molesto, sin
ningún tipo de restricción? Ella no lo haría.

Por supuesto, ella era la que sostenía las dos patas delanteras de
Kane, lo que ponía sus manos y antebrazos al alcance de esos grandes
dientes afilados.

Ella era una idiota.

297
—El veterinario tiene razón acerca de afeitar el área alrededor de las
heridas —dijo Tobias—. Los médicos también afeitan el cabello alrededor
de una herida en humanos. Eso apesta, pero a veces hay que hacerlo.

—Coser las heridas dolerá. —El veterinario todavía estaba a un


metro de la mesa.

—¿Y un anestésico local? La objeción es sobre sentirse vulnerable,


¿verdad? —La primera pregunta de Tobias era para el veterinario. La
segunda era dirigida a Kane, quien respondió con un gruñido—. Uno local
adormecería el área alrededor de las heridas que necesitan ser cosidas y
facilitaría a todos, pero Kane aún sabría lo que está sucediendo a su
alrededor. —Ahora miraba a Jana.

Como Kane no podía hablar por sí mismo sin cambiar, y eso no


parecía una buena idea en este momento, ella, siendo su compañera
adjunta, aparentemente era su representante médico.

—Anestesia local. —Ella miró a Kane. ¿Estaba imaginando el miedo


en sus ojos? Al recordar por qué Kane y Virgil fueron los únicos
sobrevivientes de su manada original, agregó—: Me quedaré aquí y
vigilaré.

Eso debe haber sido lo correcto, porque Kane bajó la cabeza y


suspiró.

—Puede sentir un pinchazo —dijo el veterinario mientras se


acercaba a la mesa con una jeringa.
Kane no lo sintió o le dolía demasiado como para preocuparse. Pero
el sonido de la cortadora hizo que el Lobo se alzara y mostrara sus
dientes.

—Está bien —dijo Tobias, poniendo una mano sobre el hombro de


Kane—. El pelaje volverá a crecer. ¿Verdad, doctor?

Tal vez fue el sonido, o tal vez fue la sensación de algo en su piel tan
cerca de la herida, pero Kane no se detuvo hasta que Jana espetó:

—Deja de ser tan bebé sobre esto. El veterinario te va a afeitar el


pelo y te coserá y eso es todo.

Los tres hombres la miraron fijamente.

298
Ella le devolvió la mirada y mostró sus dientes.

—¿Qué? ¿Qué es esto? ¿Testosterona Unida?

—Cuando se trata de mujeres luchadoras, los hombres tenemos que


mantenernos unidos —dijo Tobias—. Es una especie de código de T.U.

Ella podría haber dicho algo imperdonable si no hubiera visto la


satisfacción, de “allí lo tienes” en la cara de Kane.

Les dio a todos una mirada de ¡Peligro! mujer enojada. Kane cerró
los ojos y fingió ignorarla. Tobias le guiñó un ojo y no dijo nada. El
veterinario trabajó.

Después de unos minutos, Tobias dijo:

—Si no me necesitas en este momento, saldré y haré un par de


llamadas para averiguar cómo están los demás.

Jana asintió. Después de que Tobias salió de la habitación, ella dijo.

—Kane tiene algunos cortes en la cara.

El veterinario le entregó un recipiente lleno de líquido y un paño


limpio.

—Límpialos con esto.

Cuando el veterinario volvió a coser la peor de las heridas de Kane,


Jana lavó cuidadosamente los cortes en la cara del Lobo y la herida en
una oreja.
—Cuando entrenas para ser policía, sabes que quizás tengas que
dispararle a alguien en el cumplimiento del deber, pero nunca he
disparado un arma contra otro ser vivo hasta hoy. Dioses, nunca había
disparado un arma en otra parte que no fuera el campo de tiro. —Se le
cortó la respiración—. Nunca he matado nada antes. Nunca he ido a
cazar ni nada de eso. Sé que eran los perros o nosotros, pero…

No se dio cuenta de que estaba llorando hasta que Kane levantó la


cabeza y le lamió la cara.

—Debería ponerle un vendaje a esto, pero dudo que lo tolere —dijo


el veterinario.

—Querrá mantenerlo limpio a su manera. —Jana se inclinó hacia


delante hasta que ella y el Lobo se encontraron cara a cara—. Pero él

299
promete no quitarse los puntos. ¿Cierto?

—Grrf.

Ella tomó eso como un acuerdo.

Tobias regresó a la habitación.

—Un hombre fue mordido y está siendo tratado por un médico


humano. Nadie más sufrió heridas graves por ese ataque.

—¿Hubo otro ataque? —preguntó Jana, alarmada porque los perros


podrían haber herido a alguien más en la ciudad antes de llegar a la
plaza.

—El hombre fue traído del rancho de Stewart Dixon. Está en la


oficina del doctor ahora. Una vez que hayamos terminado aquí, se supone
que debemos llevar a Kane de vuelta a la oficina del sheriff, y se supone
que debes unirte a Tolya para tomar la declaración de alguien.

Ella asintió.

—¿Es allí donde estará el señor Wolfgard? ¿La oficina del sheriff? —
preguntó el veterinario.

—Durante el horario normal de oficina —respondió Jana—. Espero


que su hermano quiera que esté en casa por las noches.

—Entonces pasaré por la oficina mañana para ver a mi paciente.

Permitiendo que Tobias lo levantara de la mesa, Kane salió cojeando


de la oficina del veterinario en tres patas. Jana puso los ojos en blanco
cuando Tobias le dirigió una mirada que la hizo tragar cualquier
comentario sobre la terquedad masculina. Y se tragó cualquier
comentario cuando Kane se paró sobre una pata trasera y plantó sus
patas delanteras en el portón trasero ya que no gruñó acerca de que
Tobias levantara su trasero y luego lo ayudara a acomodarse en la
camioneta.

Como Kane no la necesitaba, se sentó al frente con Tobias en el


camino de regreso a la plaza del pueblo.

—Testosterona Unida, ¿eh? —dijo ella después de un minuto.

Él sonrió.

—Funcionó, ¿no? —La sonrisa se desvaneció—. Después de que

300
Tolya me contó sobre el ataque en el rancho de Dixon, llamé a mi madre,
así como a Ellen Garcia en el rancho de Pradera de Oro, y los ranchos
reasentados entre aquí y Pradera de Oro. Quería hacerles saber que
teníamos una banda de merodeadores en el área.

—¿No tendrían que pasar por Bennett para llegar a los lugares al
sur de la ciudad? —preguntó Jana.

—Podrían tomar una ruta indirecta y venir desde el sur, pero sí, si
llegan a un rancho al norte de nosotros, es una buena apuesta que
vendrán a la ciudad o se esconderán en algún lugar cercano. Hay algunos
lugares por aquí que no son más que estaciones de paso con una
combinación de estación de servicio y tienda general, y un par de casas,
si eso es así.

Pandilla de merodeadores. ¿Con qué frecuencia conducía Tobias


solo?

—¿Te quedarás en la ciudad hoy?

—No planeaba quedarme todo el día, pero parece que lo estaré


ahora. Me ocuparé de conseguir una habitación en el hotel para pasar la
noche. —La miró—. Tienes trabajo que hacer, pero ¿quizás podamos dar
un paseo más tarde? Ese buckskin se volverá loco si no consigue
suficiente trabajo.

—Me gustaría salir por un tiempo.

Él sonrió y dijo:

—Bien.
Tobias tenía una sonrisa muy bonita.

Barb se arrodilló frente a la gran caja que contenía una camada de


cachorros y escuchó a los perros en el patio cercado, aullando y ladrando.
Los cachorros necesitaban socializarse con personas y otros perros.
Necesitaban cuidado, entrenamiento y amor. Necesitaban más de lo que
podía darles ella sola.

301
La gente la ayudaba cuando podían, pero no todos estaban
interesados en los animales, y aún menos personas querían lidiar con
tanta caca. Pero el tiempo se acababa. Los Otros no entendían el deseo
humano de tener una mascota, un compañero, algo que no fuera ellos,
que compartiera su espacio vital.

Bueno, podrían entender acerca de compartir su espacio vital con


algo que no era ellos. Después de todo, habían permitido que los
humanos se establecieran en este continente cuando los viajeros llegaron
por primera vez desde otras partes de Thaisia hace siglos. Pero
comprender no significaba que no dejarían de lado nada que
consideraran una amenaza. Lo habían hecho con las personas que
formaban parte del movimiento Humanos Primero y Último, y lo habían
hecho hoy con los perros.

—¿Estás enfadada conmigo?

Tratando de ponerse de pie y girar al mismo tiempo, Barb cayó sobre


su trasero y gritó. Lo que alteró a los cachorros.

Joshua se acercó y se agachó frente a ella. Extendió la mano, no a


ella, sino a los cachorros en la jaula, y dejó que lo olisquearan.

—¿Por qué estaría enojada contigo? —Barb envolvió sus brazos


alrededor de sus rodillas, avergonzada de que no se sintiera cómoda
estando cerca de él en este momento. Ella miró su mano y solo vio la
sangre en ese guante con garras que a veces usaba, y vio al perro
destripado. No, no podía estar enojada con él más de lo que podía estar
enojada con Jana por matar a los perros, pero hoy se dio cuenta de que,
a pesar de su biología humana, Joshua Painter era más Otro que
humano, y tal vez él siempre lo estaría.

—Maté a uno de los perros.

La miseria se extendió dentro de ella.

—Me sentí muy optimista cuando me bajé del tren hace unas
semanas. Iba a trabajar con animales y tenía un caballo y sería una gran
aventura.

—Estás haciendo todas esas cosas.

Sí que lo estaba. Pero hoy se había quitado algo del brillo, revelando
una realidad más dura de lo que había imaginado. Miró a los cachorros.

302
—Ayúdame a llevarlos afuera. Todos necesitan utilizar el baño.

Llevaron a los cachorros a una franja de hierba seca y amarilla en


lugar de llevarlos al patio trasero con los perros maduros.

—Muchas ciudades pequeñas en el Noreste tenían una población


más grande que Bennett, pero tal vez haya unos cientos de ciudadanos
aquí ahora, y eso calculando los humanos y los Terráneos. Nadie está
pensando en agregar una mascota a su hogar cuando la mayoría de las
personas todavía están tratando de averiguar dónde van a vivir, e incluso
cuando seleccionan una casa, tienen que limpiar los efectos personales y
establecerse mientras trabajan en cualquier negocio que sea su sustento.

Observó a Joshua con los cachorros mientras los devolvían a su


jaula. Los perros mayores reaccionaron a Joshua de la misma manera
que reaccionaron a Saul Panthergard, independientemente de su forma;
Olían a un depredador. Pero los cachorros parecían pensar que Joshua
olía interesante.

—Los Terráneos no querrán mascotas —dijo Joshua pensativo


mientras acariciaba a los cachorros—. Y los humanos están demasiado
ocupados para pensar en las mascotas.

—Eso es cierto en este momento. Solo me temo que para cuando


empiecen a pensar que sería bueno tener un perro, un gato o un pájaro…
—Se suponía que debía reunirse con el veterinario hoy para revisar su
entrenamiento y habilidades. Si iba a continuar su educación como
aprendiz, tenía que reducir la cantidad de animales bajo su cuidado al
encontrarles un hogar antes de que los Otros tomaran una decisión
diferente.
Estudió a Joshua. Estaba a punto de preguntarle si le gustaría un
cachorro, pero recordó ese maldito guante y no pudo hacerlo. Hoy no.

Joshua se puso de pie.

—Te ayudaré por una hora. Entonces tengo que ir a trabajar.

—¿No deberías estar ya en el trabajo? —preguntó.

—Sí, pero John lo entenderá.

Casi le dijo que un jefe humano sería menos comprensivo, pero


quería la ayuda, especialmente hoy.

—Gracias. —La próxima vez que viera a Tobias Walker, pediría


sugerencias sobre cómo encontrar hogares más allá de Bennett para las

303
mascotas huérfanas.

Virgil levantó a Kane de la cama trasera y lo bajó al suelo, dejando


que su hermano entrara cojeando solo a la oficina del sheriff.

—Está adolorido —dijo Tobias Walker en voz baja—. ¿Qué hay de ti?

—Nada que no sane. —Virgil observó a la lobezna seguir a Kane a la


oficina—. ¿Qué hay de ella?

—Ayudó a Kane a pasar por el veterinario cosiéndolo.

—Mató. Eso no fue natural para ella.

—Lo hizo, y tienes razón; no fue natural. Sus emociones pueden


ser… fuertes… durante unos días mientras acepta lo que sucedió esta
mañana.

Virgil estudió al hombre humano. ¿Qué significaba eso, sus


emociones podrían ser fuertes? ¿No siempre eran fuertes?

—Me voy a quedar en la ciudad hoy —dijo Tobias—. Me ocuparé de


conseguir una habitación en el hotel y encargarme de algunos de los
quehaceres de Pradera de Oro, pero estaré cerca si necesitas ayuda de
cualquier tipo.
Virgil asintió y entró en la oficina. John había hecho algunas
búsquedas en el almacén que contenía las posesiones de las casas
desalojadas. No había encontrado algo que llamaban cama de lobo, pero
había encontrado un catre plegable. Después de mover el escritorio de
Kane a un lado, había espacio suficiente para poner el colchón en el piso.
John había agregado un par de mantas como funda de colchón y pensó
que sería un lugar cómodo para que Kane durmiera cuando estaba en la
oficina.

Kane obviamente pensó que sería suficiente ya que le dio al colchón


y las mantas un olfateo rápido antes de caer sobre ellos con un gemido.

La lobezna no estaba prestando atención a Kane. Estaba mirando a


Rusty, o los restos de algo en la caja de Rusty. Luego entrecerró los ojos

304
hacia Virgil.

—¿Quién le dio a Rusty una de las golosinas?

—Vaquero Bob —respondió con suavidad.

Miró el juguete apoyado contra el costado de su escritorio, luego se


volvió hacia Virgil, mostrando los dientes.

—¿Vaquero Bob? ¿De verdad? ¿Es eso lo que estamos haciendo


ahora? ¿Culpar al chiflado?

Parecía más grande que hace un minuto, pero él la miró a los ojos y
dijo:

—Sí.

El sonido que hizo le recordó a una tetera silbando al hervir.

Ella pasó junto a él, dándole un codo en las costillas antes de agarrar
uno de los cuencos cerca de Kane, quien se estremeció y luego se quejó
cuando se dio cuenta de que su pierna lesionada no le permitiría salir del
camino. Cuando la lobezna se dirigió a los cuartos traseros y comenzó a
golpear la cocina haciendo quién sabe qué, Virgil dejó escapar el aliento.

Estaba empezando a entender lo que Tobias Walker quería decir con


que sus emociones eran fuertes. Afortunadamente para los Lobos, había
una razón para empujarla por la puerta y dejar que alguien más la tratara
por un tiempo.

Regresó a la sala delantera y puso el cuenco de agua donde Kane


podía alcanzarlo fácilmente.
—Tolya Sanguinati necesita que hables con las hembras del rancho
Dixon —dijo Virgil—. Te está esperando en el salón.

—¿Por qué allí? —Ya no sonaba como tetera hirviendo, pero aun así
estaba lo suficientemente cerca.

—Scythe los está protegiendo mientras Stewart Dixon está


protegiendo al hombre herido, que se encuentra en la oficina del sanador.

La lobezna asintió. Virgil se hizo a un lado para dejarla pasar. Pero


se detuvo cuando estaba frente a él y miró la puerta.

—Le dices al Vaquero Bob que, si le da a Rusty otra golosina no


autorizada hoy, sacaré todo el relleno de sus brazos. —Salió de la oficina.

305
«¿Virgil?», se quejó Kane.

No respondió, pero escuchó a Kane suspirar, y sintió el mismo alivio,


cuando puso la cerradura de la puerta.

«Tolya?», llamó Virgil. «La lobezna se dirige a verte. Ella tiene fuertes
emociones».

Tolya frunció el ceño. «¿Qué significa eso?».

«Ten cuidado».

Eso sonaba siniestro. Pero no importa lo que Virgil quisiera creer, la


oficial Jana era solo una mujer humana.

Con una pistola.

Al verla entrar al salón, Tolya se dio cuenta de que había estado


demasiado ocupado para tener mucho contacto con todos los recién
llegados, incluida su oficial femenina, y había estado asumiendo que era
una combinación de Barbara Ellen y Jesse Walker, dos hembras
humanas con las que había tenido contacto suficiente para obtener cierta
comprensión de ese género en la especie humana. Ahora comprendía
mejor por qué Virgil se refería a Jana como una lobezna.
—Señor Sanguinati —dijo Jana—. ¿Quería verme?

—Hubo un ataque en un rancho temprano esta mañana.

—Vi tus correos electrónicos. ¿Los ranchos al norte de la ciudad son


parte de nuestra jurisdicción?

—Hay una manada de Wolfgard que vigila en esa área, pero no creo
que haya ninguna policía humana, si eso es lo que estás preguntando.

Jana asintió antes de mirar a las cuatro mujeres sentadas a la mesa


más alejada de la puerta.

—Si la hija fue atacada, tendré que hacer algunas preguntas


personales. Es posible que quieran hacer eso en un lugar más privado.

306
—Tienen uso de los vestidores de arriba, o podemos usar la oficina
de Scythe —dijo Tolya.

—¿Estará presente?

—Si. También tengo algunas preguntas.

—¿Scythe tiene un bloc de papel y un bolígrafo? Salí de la oficina sin


ellos.

Tolya hizo la solicitud en silencio. Scythe salió de su oficina un


momento después y le tendió los artículos.

—Gracias. —Jana se acercó a la mesa. Un momento después,


Candice Caravelli y Lila Gold se despidieron y se acercaron al bar.

—No ha habido problemas aquí —dijo Scythe. «Yuri está aquí».

—Bien. —La palabra era para ambos mensajes. Tolya miró a Candice
y Lila—. ¿Algo que deba saber?

—Melanie está realmente asustada —dijo Lila.

Tolya no estaba seguro si el silencio de Candice Caravelli significaba


que no tenía nada que decir o nada que quisiera decirle a él y a Scythe.
Lo consideraría más tarde.

Se unió a Jana y le presentó a Melanie y Judith Dixon.

—¿Qué pasó esta mañana? —preguntó Jana.


—El trabajo en el rancho comienza temprano, tan pronto como
podamos —comenzó Melanie—. Mamá estaba recogiendo huevos de
nuestras gallinas, y papá estaba en el establo cuidando al semental
mientras mis hermanos y los cuidadores atendían a los otros caballos y
los ponían en los potreros. Las puertas delantera y trasera de la casa
estaban abiertas para dejar entrar el aire más fresco. Cerramos con llave
por la noche, pero siempre ha sido seguro dejar las puertas abiertas
durante el día cuando hay alguien cerca.

—Eso tiene sentido —dijo Jana.

Tolya escuchó y luchó por comprender las tendencias subyacentes.


Había tenido más interacción con los humanos en las últimas semanas
de lo que había tenido en toda su vida, y no siempre estaba seguro de

307
estar leyendo a los humanos correctamente. Parecía que Jana estaba
confirmando que las mujeres no habían hecho nada malo al dejar las
puertas abiertas. ¿Por qué habría estado mal eso?

—Estaba disponiendo la comida para preparar el desayuno cuando


escuché que un par de autos llegaban. —Melanie frunció el ceño—. No vi
ningún faro, pero no pensé en eso. Podrían haber sido los cuidadores
entrando desde las cabañas.

—¿Cabañas? —preguntó Tolya.

—Tenemos dos cabañas en la tierra que… —Judith se detuvo—. En


la tierra que alquilamos para pastar. Los hombres permanecerán allí
durante un par de días a la vez para controlar el ganado, así como salir
y tomar nota de la hierba y el agua disponible. A veces, si tenemos una
tormenta de rápida aparición o una fuerte nevada, es un lugar para
refugiarnos. Mi esposo le dijo al Wolfgard que los Terráneos también
pueden usar las cabañas. Las mantenemos abastecidas con latas de
comida y jarras de agua fresca, así como leña preparada para la estufa.

Tolya asintió. Sabía que Wolfgard no tenía nada en contra de Stewart


Dixon y su familia. También sabía que los Lobos y Dixon habían cazado
juntos para derribar carne para sus dos familias.

—Escuché que se abría la puerta de atrás —continuó Melanie—.


Comencé a alejarme del mostrador, pensando que era uno de mis
hermanos que venía a tomar un café. Pero era un extraño. Me empujó
contra el mostrador, me empujó con fuerza y puso un cuchillo contra mi
cara. Dijo que podía decir que necesitaba un buen zumbido, y si me
quedaba callada, nadie saldría lastimado. Él... —Su mano tembló cuando
tomó un vaso de agua que estaba sobre la mesa y tomó un sorbo—. Él
agarró mi pecho, luego comenzó a tirar de mis vaqueros.

»Pero no los estaba abriendo lo suficientemente rápido, porque lo


siguiente, me empujó sobre mis rodillas y comenzó a bajar su cremallera.
Fue entonces cuando otro hombre entró en la cocina, solo por un
momento. Él dijo: “Por todos los dioses oscuros, no tenemos tiempo para
eso. Alguien hizo sonar una alarma”. Salió corriendo y escuché el chirrido
de la puerta de la pantalla en la parte delantera de la casa y pensé que
papá se enojaría porque le pidió a mis hermanos que engrasaran las
bisagras la semana pasada.

—¿Quién hizo sonar la alarma? —preguntó Jana.

—Los Owlgard —dijo Judith—. Un par de ellos se mudaron al

308
granero después de los problemas. Stewart instaló una puerta de
lechuzas para ellos y construyó una especie de plataforma debajo de ella
para que, una vez que los polluelos salieran del cascarón, los adultos
pudieran estar afuera si quisieran y aún estar cerca del nido. —Tomando
el vaso de su hija, sorbió un poco de agua antes de devolverle el vaso—.
De todos modos, de repente uno de los adultos estaba dando vueltas
alrededor del gallinero, lo que nunca habían hecho antes, y supongo que
uno de ellos fue a los establos y se movió para decirles a los hombres que
había extraños en la casa. Stewart y los chicos vinieron corriendo, pero
Manuel se dirigía a la casa de todos modos porque escuchó que un
automóvil se alejaba rápidamente y se sintió lo suficientemente incómodo
como para querer ver a Melanie.

—Manuel entró corriendo, gritando cuando vio al hombre y se dio


cuenta… —Melanie se atragantó un poco antes de recuperar el control—
. El hombre golpeó el cuchillo contra Manuel antes de salir corriendo por
la puerta. Escuché a papá gritar y disparar al auto, pero los hombres se
escaparon.

—El auto tiene una luz trasera y una ventana rota ahora —dijo
Judith—. Vimos el cristal cuando íbamos a llevar a Manuel a la
camioneta para traerlo aquí. —Pensó por un momento—. Stewart dijo que
el auto de escape se desvió, y cree que podría haber golpeado al
conductor.

—¿Nunca has visto al hombre antes? —preguntó Jana—. ¿Podría


ser alguien que trabaja en otro rancho, o alguien que solía detenerse en
Bennett y podría estar haciendo eso otra vez?
Madre e hija sacudieron la cabeza.

Tolya abrió la delgada funda de cuero que había traído con él, sacó
una foto y la dejó sobre la mesa.

—¿Era este el hombre que te atacó?

Melanie miró la foto.

—No. Este es el otro hombre, el que le advirtió que se fuera.

309
Abigail barrió, pulió y aspiró. Quitó el polvo de las persianas, trapeó
los pasillos y limpió los baños en el edificio de oficinas que albergaba una
variedad de pequeñas empresas. No le importaba limpiar las oficinas. Al
menos no hubo sorpresas. Los dos abogados que habían venido a Bennett
no tenían cuencos de piedras caídas en sus escritorios. Y los escritorios
destinados a sus asistentes personales tampoco tenían nada de eso.

Cada oficina constaba de dos habitaciones y, a medida que se


limpiaban las casas, las habitaciones de los abogados se apilaban con
cajas que contenían documentos que podrían ayudar a localizar
herederos vivos.

Consideró acercarse a los hombres y preguntarles si necesitaban


ayuda para clasificar el correo que todavía recibía para los residentes
anteriores de Bennett. Si alguien clasificara el correo personal del resto,
sería útil, ¿no?

Y ver el correo personal la ayudaría a descubrir qué ciudades aún


tenían sobrevivientes y podría ser un lugar donde podría desaparecer si
necesitaba desaparecer nuevamente.

Por el rabillo del ojo, Abigail vio una forma donde una forma no
debería estar. Dio un paso atrás, casi enredando los pies en el cable de
la aspiradora.

—Dioses encima y debajo, me asustaste —dijo.

Virgil Wolfgard la miró fijamente.

—Tolya quiere verte.


—¿Por qué?

Virgil no dijo nada.

—Tengo trabajo que hacer. Hoy estamos todos atrasados y tengo


más oficinas que limpiar. —Su corazón latía tan fuerte que se preguntó
si él podría oírlo.

—Ellos esperarán. Tolya no lo hará.

—Tengo que decirle a mi jefe. No puedo dejar el trabajo sin decirle a


mi jefe. Está justo al final del pasillo.

Virgil descubrió sus dientes, revelando colmillos que no estaban


destinados a una boca humana.

310
Abigail sintió una necesidad desesperada de orinar y se preguntó
qué haría él si se mojaba. Probablemente no le importaría. La arrastraría
fuera del edificio y la calle hacia donde sea que Tolya esperara.

—Vámonos. —Virgil retrocedió desde la puerta.

Ella pasó corriendo a su lado y luego se detuvo.

—Tengo que cerrar. Tengo que…

Él la agarró del brazo y la arrastró por el pasillo, bajó las escaleras


y salió del edificio.

—¿Por qué estás enojado conmigo? —gimió—. ¡No hice nada!

La gente, los humanos, salían de las tiendas y algunos parecían


querer ayudar. Hasta que vieron a Virgil, vieron los destellos rojos en los
ojos ámbar, una señal de ira en el Wolfgard. Luego se adentraron a sus
tiendas.

Debería haber sabido que no recibiría ninguna ayuda de estas


maravillas sin agallas. Ni siquiera Kelley, que llegó a la puerta de la
joyería, pero ni siquiera preguntó qué estaba pasando.

Cuando llegaron al Salón Jaula de Pájaross y Abigail vio a Jana,


esperaba tener al menos un aliado. Pero deseaba que hubiera sido Barb
Debany en el salón en lugar de Jana. Barb era una cosa segura. Jana
seguía siendo un signo de interrogación.

—Tengo que orinar —dijo—. Realmente tengo que orinar.

Virgil soltó su brazo y miró a Jana.


—Ve con ella.

Abigail se apresuró a seguirle el ritmo a Jana mientras se dirigían a


los baños, que estaban ubicados más allá de la mesa de billar, lo que ella
pensó que estaba bien para los hombres, pero ¿las mujeres sentirían
fáciles de usar las instalaciones cuando la mesa de billar estaba en uso?
Según su experiencia, solo los hombres rudos, del tipo que las mujeres
eran inteligentes para evitar, bebían y jugaban al billar en los salones.

Ella no fue asignada para limpiar el salón, por lo que las


instalaciones fueron una sorpresa desagradable. No puestos
individuales. Era solo una habitación individual con baño y lavabo. Se
apresuró a entrar y comenzó a cerrar la puerta, pero Jana apoyó el
hombro contra ella y puso una mano en el pomo de la puerta.

311
—No entraré contigo, pero la puerta tiene que permanecer abierta
un poco —dijo Jana.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Abby, si realmente tienes que orinar, hazlo. —Había un agudo


dolor en la voz de Jana.

—Creo que ser un amigo no cuenta mucho aquí.

Jana no respondió al golpe verbal, confirmando que la oficial no era


tan crédula como su compañera de casa.

Ella hizo lo que tenía que hacer porque realmente tenía que hacerlo.
Cuando tiró de la puerta para salir, Jana soltó el pomo de la puerta, pero
parecía lista para tirarla si Abigail intentaba encerrarse.

—¿Por qué todos son tan malos?

—Nadie está siendo malo —respondió Jana—. Solo coopera, ¿de


acuerdo? Creemos que puedes responder algunas preguntas sobre un
ataque a un rancho esta mañana temprano.

—¿Un ataque? Pero estaba en casa hasta que me presenté a


trabajar. Pregúntale a Kelley. Él te lo dirá. —Puede que no haya venido a
rescatarla en este momento, pero no mentiría para meterla en problemas.
No con los Sanguinati o los Lobos.

—Nadie cree que estuviste allí, solo que tienes algunas respuestas.
Jana la acompañó hasta la mesa más alejada de la entrada del salón,
donde esperaba Tolya. Abigail se sentó en la silla frente al Sanguinati
mientras Jana tomaba asiento a su lado. Virgil estaba de pie detrás de
ella, y cada respiración que tomaba se sentía como una amenaza.

Había estado tan asustada en otros momentos de su vida, pero


siempre se las había arreglado para mantener la calma lo suficiente como
para salir de problemas. Esta vez también se mantendría nerviosa.

Había una hoja de papel en el centro de la mesa. Tolya lo giró y lo


empujó hacia ella, sin decir nada.

No tuvo que decir nada. Había visto un dibujo como este antes
cuando Jesse Walker había estado preguntando sobre las cartas de
adivinación y le había mostrado a Jesse y Shelley Bookman sus barajas

312
de cartas del tarot.

—El profeta de la sangre dibujó esto, ¿verdad? —dijo Abigail, su voz


apenas lo suficientemente alta como para ser escuchada por oídos
agudos.

—Sí —respondió Tolya.

Perra. No se puede negar que ella era la mujer del dibujo.

Tolya se inclinó hacia delante y tocó la otra figura.

—¿Quién es él, Abigail?

¿Sabes lo que hacemos a los traidores, a cualquiera que hable sobre


el clan?

Recordó al hombre que su padre y su tío habían traído para hacer


un trabajo con ellos. Recordó lo que le había sucedido después del trabajo
porque había bebido demasiado y hablado demasiado, contando secretos
a la puta que había botado esa noche.

Recordó las manos de su padre sobre sus hombros, sosteniéndola


en la silla, mientras Judd McCall, el que algunos de los socios de su padre
llamaban el Cuchillo, el que temía aún más que su padre, desenvolvió un
pañuelo manchado y le mostraba la lengua del traidor.

—Un hombre que estaba con él atacó a una mujer joven y apuñaló
a un ranchero que acudió en su ayuda —dijo Jana—. No puedes
protegerlo, Abby.
¿Sabes lo que le hacemos a cualquiera que hable?

—Me matarán si les digo —susurró.

—En base a esta imagen, podemos adivinar quién es él, pero


necesitamos un nombre —insistió Jana—. Necesitamos su nombre,
Abby.

Ella podría afirmar que no lo sabía, no podía estar segura. Tenía


diecinueve años la última vez que lo había visto y todavía tenía una cara
de bebé. Esa suavidad se había ido ahora, al menos en la imagen.

—Puede decirnos, o puede estar en el próximo tren que sale de


Bennett —dijo Tolya.

—¿A dónde?

313
Ellos no respondieron.

Abigail se estremeció. Ya les había dicho algunas cosas sobre su


familia, pero nombrando individuos, identificando individuos…

El Cuchillo, el hombre que ella temía más que su padre, se había


frotado la lengua cortada sobre los labios, la presionó contra su boca,
luego se alejó mientras vomitaba sobre sí misma, las manos de su padre
no le permitían inclinarse hacia adelante y vomitar en el piso.

—Dalton —dijo finalmente—. Ese es mi hermano, Dalton


Blackstone.

Las empresas florecían como flores después de una buena lluvia.

Tobias puso la pizza grande y los bocadillos en el asiento del pasajero


de su camioneta, luego miró alrededor de la plaza del pueblo.

¿La ciudad florecía demasiado rápido? Hace un mes había menos de


cien personas, en su mayoría hombres jóvenes que buscaban aventuras
y oportunidades. Habían ignorado cualquier aprensión que sintieran
acerca de venir a un lugar como Bennett y se habían centrado en la
oportunidad de aprender un oficio o administrar sus propios negocios.
Bennett era un lugar vacío que podía llenarse, y parecía que había nuevas
personas que llegaban en automóvil o en tren todos los días, y los
humanos superaban rápidamente a los Terráneos que eran, en un
sentido muy real, la única protección contra estos recién llegados. Lo que
vivía más allá de las luces del pueblo.

Justo esa tarde, él y Jana habían sacado los caballos y habían


cruzado los límites recién definidos de la ciudad para que pudiera mirar
a su alrededor cuando no estaba sola. Y había querido salir unas pocas
cuadras más allá de los nuevos límites para buscar alguna señal de que
algo de esa manada de perros podría haber sobrevivido. No habían
encontrado señales de perros. En cambio, se encontraron con dos autos
llenos de personas que estaban husmeando por algunas casas, buscando
una manera de entrar. Los extraños se volvieron cautelosos cuando

314
notaron la placa clavada en la camisa de Jana.

Había sido cortés al explicar que, a pesar de los adornos civilizados,


estaban parados en el país salvaje. A los extraños no les había gustado
que les preguntaran de dónde eran y por qué estaban en las afueras de
Bennett en lugar de venir a la ciudad.

No eran forajidos o saqueadores serios. Por un lado, incluso las


chicas, y apenas tenían la edad suficiente para que él las llamara
mujeres, estaban medio borrachas, lo que significaba que habían llevado
la bebida con ellas o ya habían entrado en una o dos casas y se habían
llevado algunas ganancias mal obtenidas. Pero al ver la forma en que uno
de los hombres mantenía una mano detrás de su espalda, Tobias había
estado seguro de que el hombre tenía una pistola debajo de la camisa.
Eso no convertía al hombre en un proscrito, pero sí lo convertía en un
tonto peligroso.

Ese fue el momento en que Mel comenzó a resoplar, bailar e intentar


moverse a pesar del agarre de Jana por las riendas. Después de criar y
entrenar al buckskin, Tobias conocía las señales de advertencia y sabía
que Jana no podía hacer nada, por lo que instó a su caballo a avanzar,
llevándolos a la calle lateral más cercana y lejos de las otras personas.

Momentos después de que se perdieron de vista, hubo gritos y


alaridos. Girando, él y Jana habían visto un cubo de basura destrozado
sobre el techo de la casa donde los extraños habían estado hurgando y
chocando contra uno de los autos.

El gruñido que siguió hizo que los dos caballos salieran disparados
mientras las puertas de los autos se cerraban y los motores aceleraban.
No había escuchado a los autos acelerar y alejarse. Jana se había visto
enfermizamente pálida, y él había imaginado que ella también estaba
imaginando el peor de los casos.

No le había dicho que no tenía sentido volver. Ella ya lo sabía.


Estaban en el país salvaje, fuera de su jurisdicción. En cualquier otro
día, podría haberse dado la vuelta de todos modos para ver si podía
ayudar. Pero no hoy.

Una vez que recuperó el control de Mel, dijo:

—¿Así es como él responde a los Antiguos?

Y Tobias había respondido:

—A los Antiguos y las serpientes de cascabel. Si está inquieto, es

315
bueno prestar atención.

Habían terminado su viaje sin más incidentes, pero ella había


regresado a la oficina del sheriff decidida a imprimir mapas de calles con
los límites nuevos y oficiales. Había pasado el resto del día comprando
suministros y haciendo arreglos para recoger cualquier artículo
perecedero a primera hora de la mañana.

Habían sucedido demasiadas cosas ese día que lo perseguirían


mientras dormía, por lo que se alegró de recibir la invitación para una
noche de cine en la casa de Virgil. Barb tenía películas de Equipo Wolf,
algo que ninguno de ellos, excepto Barb y John Wolfgard había visto.

Cuando se estacionó en el camino de entrada de la casa Wolfgard y


recogió la comida, Tobias sintió el peso de algo en su piel, una sensación
de ser observado. Sintió que ese peso aumentaba cuando Virgil salió de
la casa y dijo:

—¿Necesitas una mano?

—No, lo tengo. No estaba seguro de lo que a todos les gustaría, así


que traje algunas cosas.

—Barbara Ellen trajo un asado para Kane. —Virgil frunció el ceño—


. La lobezna dice que el cachorro tiene que quedarse en su casa.

Tobias se detuvo en seco y miró al Lobo.

—¿La lobezna? ¿Te refieres a Jana?

Un gruñido fue la única respuesta.


—El cachorro tuvo un día bastante traumático. Podría usar un
momento tranquilo en un lugar familiar. Y ella tendrá el pájaro como
compañía.

Ahora un gruñido fue la respuesta cuando Virgil le abrió la puerta a


Tobias.

Como no creía que Virgil y Kane supieran mucho, si acaso, de


televisores o aparatos electrónicos de cualquier tipo, Tobias pensó que la
gran televisión y el reproductor de discos, junto con un sistema estéreo
que producía una punzada de envidia, habían estado en la casa con el
resto de los muebles.

Se colocaron comida y platos en la mesa del comedor. Después de


que todos hicieron su selección, Tobias, Barb, Jana y John tomaron sus

316
lugares en el sofá y las sillas. Virgil se sentó en el suelo cerca de Kane,
arrancando casualmente la corteza de su pedazo de pizza y dándosela a
su hermano antes de concentrarse en llenar su propio vientre.

Barb descubrió cómo trabajar con ese modelo reproductor de discos,


y se acomodaron para ver una de las películas sobre el Equipo Wolf, que
Barb explicó que eran películas producidas por Terráneos y que estaban
basadas en libros sobre los mismos personajes.

Una manada de lobos juveniles que investigaban cuando los


Terráneos pensaban que los humanos estaban haciendo algo astuto o
que de otra manera no servían para nada, o acudieron al rescate cuando
alguien, o algo, necesitaba ser rescatado.

—¡Oh, copete! —Barb se tapó los ojos con una mano y luego extendió
los dedos para ver parte de la pantalla—. He visto esta película antes,
pero olvidé cuando pasaba esta parte.

Jana contuvo el aliento, pero no miró hacia otro lado. Virgil y Kane
ladearon la cabeza y observaron con interés concentrado.

Tobias pensó que esto debería ser obligatorio para todos los que
quieran vivir en Bennett. Quizás los humanos tendrían más cuidado si
supieran que esto es lo que los Otros piensan de nosotros. Consideró la
reacción de Virgil a la historia y los personajes. Ciertamente es la forma
en que el sheriff de Bennett ve a los humanos. La mayoría de los humanos.

Se preguntó si Jana sabía que Virgil la llamaba lobezno.


Seguramente no era un cumplido, pero pensó que Virgil decía la palabra
con una especie de respeto cauteloso por otro depredador.
Había lugares en la película cuando se reía a pesar de que no estaba
seguro de que el humor fuera intencional. Y había lugares donde se
encogió, pensando en su madre tratando con Morgan y Chase Wolfgard.
Cuando los créditos comenzaron a rodar, y notó cuántos nombres
terminaban en —gard—, había decidido que necesitaba una copia de al
menos una de las películas de Equipo Wolf, así como los libros, que
estaba seguro de que nunca habían sido vendido en la librería Bennett.
Afortunadamente, John Wolfgard había traído dos juegos completos de
los libros de Equipo Wolf para vender, junto con thrillers de alguien
llamado Alan Wolfgard. Después de decirle a John que pasaría por la
librería antes de regresar a casa por la mañana, Tobias agradeció a sus
anfitriones y se preparó para pasar la noche.

—¿Vas a ir al hotel? —preguntó Virgil.

317
—Sí. Están casi llenos de gente esperando para elegir una casa, pero
Anya Sanguinati ha decidido reservar algunas habitaciones para los
huéspedes que pasan la noche.

—Iré contigo. Esta oscuro. Los humanos deberían irse a casa.

Y los Antiguos se moverán por la ciudad, observando.

No se dijo, pero Tobias entendió la protección que ofrecía la


presencia de Virgil, y lo agradeció.

—Gracias. Caminaré con Barb y Jana hasta su casa y regresaré.

—Oh, no tienes... —Barb miró a Jana y apretó los labios.

Mientras salían, Tobias dijo:

—Espera un minuto. —Fue a su camioneta y recuperó el libro que


había guardado en el compartimento de almacenamiento detrás de su
asiento—. Recogí esto para ti.

Jana tomó el libro y lo inclinó para leer el título a la luz que salía de
la casa.

—¿Un libro sobre entrenamiento de cachorros?

—Pensé que sería útil.

Se rio.

—Esto explica por qué John se puso tan nervioso cuando le pregunté
si había un libro como este en la tienda. Ya lo habías comprado.
Comenzaron a caminar por la acera, Barb unos pasos por delante
de ellos.

—Gracias por toda su ayuda hoy, con Kane… y todo.

—Me alegra haber estado aquí para ayudar. Sigue trabajando con
Mel y recuerda prestar atención a lo que te está diciendo. —Le sonrió—.
Recibí tu carta.

—¿Cómo pudiste? Lo envié esta mañana y aún no has estado en


casa.

Él rio.

—Cuando fui a la oficina de correos para recoger el correo de mi

318
rancho, el Rancho Skye y Pradera de Oro, Isobel Sanguinati me lo
entregó. La entrega especial.

—Tengo debilidad por la papelería.

Tobias se acercó.

—Entonces espero recibir más cartas. —Y maldita sea si su madre


no había estado en lo cierto acerca de la anticipación de recibir una carta
como su propio placer.

La beso. Un beso suave. Un beso cálido que hizo una pregunta y dio
una respuesta.

—¿Soy el único que siente esta chispa? —susurró.

—No, pero…

Él presionó un dedo ligeramente contra sus labios.

—No hay necesidad de entrar en los “peros”. El cortejo tiene que ser
un poco diferente aquí. Además, me escribirás cartas cuando no pueda
ir a la ciudad.

—¿Vas a escribirme también?

—Podría. —Sonrió y escuchó un resoplido Lobo justo detrás de él—.


Supongo que mejor me voy.

Observó a Jana entrar a su casa y cerrar la puerta. Luego se volvió


para mirar a Virgil. La maldita madre de un Lobo y no alguien con quien
quisiera cruzarse.
—¿Tienes alguna objeción para que la corteje? —preguntó.

Virgil trotó calle arriba y saltó a la cama de la camioneta, y Tobias


tuvo la sensación de que el Lobo se reía de él por ir por la lobezna.

Parlan Blackstone miró a Dalton y Lawry.

—¿Fuiste a un rancho ocupado cuando hay tantos lugares


abandonados en esta región? Por todos los dioses oscuros, ¿en qué
estabas pensando? ¿Estabas pensando?

319
—Charlie Webb y Sweeney Cooke habían explorado el lugar. —Lawry
miró a Judd McCall en lugar de a Parlan mientras él tropezaba para
explicar—. Afirmaron que no había nadie en la casa justo antes de la
primera luz del día, que los propietarios y los ayudantes del rancho
estaban haciendo las tareas antes del desayuno y que tendríamos un
funcionamiento limpio de la casa. Y dijeron que las puertas quedaron
abiertas. La manera en que revisamos las estaciones ya había sido
limpiada de cualquier cosa útil, y lo que pasaba por las ciudades era
demasiado pequeño para que pudiéramos vender todo lo que habíamos
adquirido.

—Debería haber sido simple, papá —dijo Dalton.

Judd McCall sonrió a Dalton y Lawry.

—Debería haber sido.

—Debería haber sido. —Lawry sonaba enojado y amargado.

Bueno. Si Lawry intentara ignorarlo, podría caer —


accidentalmente— sobre el cuchillo de Judd, y eso podría atraer la
atención de todo el clan. Este fiasco ya había atraído suficiente atención.

—Hubiera sido si una chica no hubiera estado en la cocina y si


Sweeney fuera capaz de mantener su polla detrás de su cremallera —
continuó Lawry—. Dioses, lo juro, Parlan, que el hombre no está en sus
sentidos cada vez que ve a una mujer. Se suponía que debía tomar un
par de sacos de comida y salir. En cambio…

Lawry dejó de hablar.


—¿La chica vio a alguien además de Sweeney? —preguntó Parlan.
Escuchó el reloj tic, tic, tic.

—Ella me vio —dijo finalmente Dalton—. Pero solo por un segundo.


No estoy seguro de que haya visto mucho. Estaba de rodillas y Sweeney
estaba delante de ella y yo estuve en la puerta por un segundo para
decirle a Sweeney que teníamos que salir. Luego salí por la puerta
principal y yo y tío Lawry nos fuimos.

—Dalton me dijo que no se usaban nombres —dijo Lawry—. Incluso


si la chica lo vislumbra, no sabe quién es.

—Actúas como si no percibiéramos las cosas, sentimos algo cuando


una baraja está apilada contra nosotros y necesitamos alejarnos —dijo
Parlan.

320
—Dalton hizo su parte —dijo Lawry acaloradamente—. Salió con
algunas bonitas piezas de joyería y una pila de efectivo en una caja que
estaba a la vista. Algo les advirtió, algo que Sweeney y Charlie se
perdieron.

Parlan miró a su hijo.

—¿Conseguiste esas bonitas piezas de joyería?

Dalton le devolvió la mirada a su padre, pero palideció.

—Eso fue solo una estafa, la distracción de darle tiempo al tío Lawry
para trabajar.

No, no lo fue. Tal vez Dalton estaba resentido con su hermana tuviera
ese extraño talento cuando no lo tenía y por eso el chico siempre lo había
descartado como una tontería. ¿Cómo podría una piedra preciosa traer
buena fortuna o dejar a alguien expuesto a la desgracia? Excepto que no
era la piedra misma. Nunca la piedra misma. Era una piedra particular
emparejada con una persona particular que parecía hacer lo imposible.

Entonces, la pregunta era: ¿tenía el rancho un sistema de


advertencia que Sweeney y Charlie se perdieron cuando buscaron el
lugar, o su suerte cambió en el momento en que Dalton tomó algunas
joyas que tenían piedras que creaban oportunidades para la desgracia?

Mejor para la familia si todos creyeran que el problema era debido a


Sweeney Cooke y Charlie Webb.
—Necesitamos ser capaces de establecernos unos días en cada lugar
antes de recoger y seguir adelante —dijo Parlan—. Necesitamos eso ahora
más que nunca. Los viajes de la Costa Este a la Costa Oeste ya no son
posibles. Ni siquiera podemos salir de esta maldita región. Así que no
podemos poner en peligro al clan porque Sweeney Cooke piensa con su
polla.

—¿Dónde están Sweeney y Charlie? —preguntó Judd.

Dalton se encogió de hombros.

—Charlie se había detenido cerca de la puerta trasera de la casa,


por lo que Sweeney debería haber salido de esa manera.

—Escuché disparos cuando nos íbamos —dijo Lawry—. Los

321
neumáticos podrían haberse volado, o uno de ellos podría haber recibido
un disparo.

—Si uno de ellos recibió un disparo y lograron escapar, tendrán que


esconderse o encontrar una ciudad que todavía tenga un médico —dijo
Judd—. De cualquier manera, creo que Dalton y Lawry deben
permanecer tranquilos durante un par de días mientras veo lo que puedo
averiguar.

—¿Eres bueno con eso, Lawry? —preguntó Parlan.

Lawry asintió.

—Nadie me vio y dudo que puedan identificar a Dalton, así que


encontrar un lugar para ponerse en cuclillas para evitar toparse con
Charlie y Sweeney y que alguien nos conecte con ellos es lo mejor que
podemos hacer en este momento.

—¿Tienes teléfonos móviles que funcionan?

—Sí. Principalmente. Pierdes mucho la señal cuando te alejas de las


ciudades, tal como están.

—Trataré de encontrar un lugar donde pueda reportar diariamente.

Parlan esperó hasta que Lawry y Dalton dejaron su vagón privado.


Luego miró a Judd.

—No somos los únicos atrapados dentro de las fronteras —dijo


Judd—. He estado escuchando acerca de muchos de los niños a quienes
les resulta difícil adaptarse desde esa maldita guerra.
Los chicos. El nombre en clave de Judd para los hombres que
prefieren ganarse la vida en el lado equivocado de la ley. Forajidos.
Ladrones de bancos y ladrones de ganado. Jugadores y ladrones.
Asesinos.

—Podría ser un hombre que se asentara en una ciudad —dijo


Parlan—. Compraría una casa, tendría esposa e hijos, iría al Templo
Universal en Earthday igual que el resto de sus vecinos. No ensuciaría su
propio nido. Nunca haría nada en ese pueblo que le diera a sus vecinos
una razón para pensar que era menos que respetable. Y lo que hiciera
fuera de esa ciudad… eso no sería asunto de nadie más que suyo.

—¿Estás pensando que es hora de volver a jugar la respetable


estafa? —preguntó Judd.

322
Parlan asintió.

—Abre un negocio, tranquilízate. Los pueblos humanos tardarán


algunos años en recuperarse.

—Si se recuperan.

Parlan asintió nuevamente. Esa era la dura verdad. Las ciudades


que había visto hasta ahora en esta región eran perspectivas sombrías
para un hombre como él. Sí, era hora de encontrar un lugar donde el clan
pudiera establecerse durante unos años. Más concretamente, se dirigía
al único lugar donde deberían poder entrar con el resto de los recién
llegados.

—Si nos conformamos con jugar la respetable estafa, Cooke y Webb


serán un problema —dijo.

—Ya son un problema —respondió Judd.

—¿Puedes ocuparte de eso?

Judd sonrió.

—Será un placer.
323
Domingo, messis 21

Después de un desayuno temprano en el hotel, Jana y Tobias


cruzaron la calle y la plaza. Sola, habría recorrido el largo recorrido
caminando por las calles, sin querer ver la hierba manchada de sangre o
quedarse sin aliento al pasar por el lugar donde había disparado a los
perros. Pero Tobias tenía que regresar al rancho Pradera de Oro y no
estaba seguro de cuándo podría regresar a Bennett. Tenía una
responsabilidad no solo con el rancho sino con toda la comunidad Intuye,
ya que el rancho era la principal fuente de carne para Pradera de Oro.

—Ah… —dijo Tobias.

Jana miró a los tres Lobos, y a su cachorro, desgarrándose en…

—La dejé en su caja. ¿Qué está haciendo ella aquí? ¿Y qué es eso?

—Antílope berrendo —respondió Tobias.

—Ella no puede comer eso. Rusty no puede comer eso.

—En realidad…

Virgil, Kane y John dejaron de cortar trozos de carne y la miraron


como si estuviera loca. Rusty, al oír su voz, agarró la mitad inferior de
una pata trasera y la llevó a donde estaba Jana, moviendo la cola
mientras dejaba caer el regalo sobre la bota de Jana.
Tobias parecía que tenía algo atrapado en la garganta, pero dijo en
voz baja:

—Felicítala.

Ella no quería alabar al cachorro. No quería tener otro tipo de


regalos, y algunos que podrían no estar del todo muertos, que se dejaran
caer sobre su pie porque había reforzado este comportamiento. Pero una
manada compartía la carne, y como no iba a ponerse de rodillas y poner
la cara en el antílope, gruñendo a Virgil para reclamar su parte, elogió a
Rusty y le dio a Virgil una mirada que debería han chamuscado el pelaje.

Agachándose, pasó una mano alrededor de la pierna justo por


encima del casco, y deseó haber comido avena en lugar de carne y huevos
esa mañana, ya que la avena no se habría escabullido por Elder Hills

324
antes de convertirse en la comida de alguien.

—Como no está acostumbrada, probablemente sea mejor no darle al


cachorro demasiada carne fresca al mismo tiempo —dijo Tobias en un
tono de conversación, mirando a los Lobos—. Y si planean hacer algo más
que dormir durante unas horas, es posible que tampoco quieran tomar
demasiada carne. Por supuesto, sabrían mejor que yo cómo su forma
humana reacciona ante una barriga de Lobo llena.

John y Virgil dejaron de comer. Kane, que arrancó con éxito parte
de la caja torácica carnosa, cojeó a unos metros de distancia y se
acomodó con su premio.

Después de darle una mirada melancólica al berrendo, Virgil trotó


hacia la oficina del sheriff mientras John se dirigía en la dirección
opuesta hacia la librería.

—Aquí, Rusty —dijo Jana, agitando la pata del berrendo cuando el


cachorro comenzó a seguir a Virgil—. Aquí. —Se adentró con Rusty en un
vigoroso juego de tirones, que terminó cuando Rusty le quitó algo de piel
a la pierna y Jana, que ya no tenía resistencia, aterrizó sobre su trasero.

—¿Necesita una mano, oficial? —Tobias le tendió la mano.

—No te rías.

—Nada de risa. No, señora.

Uh hum.

Aceptó la mano y los tres caminaron hacia la oficina del sheriff.


—¿Podría Virgil haber matado a ese animal? —preguntó Jana.

—Probablemente. Es lo suficientemente grande y tiene la velocidad.


Pero dudo que lo hubiera arrastrado hasta la plaza del pueblo. Si hubiera
estado cazando anoche en las colinas, lo cual sería inusual ya que los
lobos regularmente no tienden a cazar de noche, y por lo que sé de ellos,
los Wolfgard tampoco; Virgil lo habría traído a su casa así lo hubiera
movido de la vista de la matanza. —Tobias se detuvo en la acera frente a
la oficina del sheriff—. No creo que el Wolfgard haya matado a ese
berrendo. Tampoco la Pantera que vive en la ciudad. Ninguno de ellos ha
tenido tiempo de salir a buscar carne fresca. Se han arreglado con los
suministros de carne fresca o congelada de todas las casas, igual que los
humanos aquí.

325
—Quién mataría algo y luego lo dejaría para... —Jana se detuvo
cuando notó que todos los pájaros se dirigían al cadáver. Águilas,
Halcones, Cuervos. Incluso algunos de los Búhos. Carne fresca. El tipo
de carne que los Terráneos estaban acostumbrados a cazar y comer.

Saul Panthergard, en su forma de Puma, trotó hasta la muerte. Kane


gruñó, pero Jana pensó que era por el bien de la forma. Los pájaros
revolotearon y se reubicaron, dejando a Saul como el único poseedor de
los cuartos traseros.

—Antiguos —susurró Jana.

Tobias asintió.

—Esa sería mi suposición. Kane está herido y Virgil vigila para


asegurarse de que todos los molestos humanos se comporten. Alguien
necesita suministrar carne para la manada.

Y poner el cadáver en la plaza permitía que todos los Otros tuvieran


una pieza ya que ninguno de ellos tenía más derecho a la carne que el
resto.

Jana agitó la pata de berrendo, que Rusty tomó como invitación para
jugar. Sosteniéndolo más alto de lo que el cachorro podía saltar, dijo:

—¿Qué se supone que debo hacer con esto?

—Supongo que no quieres ponerlo en el refrigerador de la oficina.

—Adivinas bien. Por un lado, es un refrigerador debajo del


mostrador, demasiado pequeño para contener esto. Por otro lado... —
Jana miró la pierna—. Todavía tiene pelaje y piel… y un casco.
—Veré si puedo localizar una caja y algo de hielo. O puedo llevarlo
conmigo y devolverlo al resto de la matanza si eso es lo que quieres.

—Eso estaría mejor.

Tobias se echó el sombrero hacia atrás.

—Alimentamos a los perros del rancho con carne fresca todo el


tiempo. No le hará daño a Rusty. De hecho, será bueno para ella, y será
más fácil para ti alimentarla con su carne como una de sus comidas que
pelear con Virgil cada vez que haya carne fresca. Ella es manada, cariño,
y está peluda. Podría ser capaz de comprender por qué no quieres roer la
carne que todavía está en la pezuña, pero ¿no proporcionar comida para
un cachorro? —Sacudió la cabeza—. De una forma u otra, los Lobos la
alimentarán. La única forma de mantener el control de lo que come es si

326
obtiene la mayor parte de sus comidas de ti.

Le entregó la pata de berrendo.

—Tengo que ir a trabajar.

—También yo. —Sonrió—. ¿Demasiada audiencia para un beso de


despedida?

Jana miró al otro lado de la calle. Todo con pieles o plumas la


miraba. Mirándola a ella y a Tobias. Si besaba a Tobias a la vista de todos,
Saul podría guardarlo para sí mismo, sin ver nada de interés. Kane podría
guardarlo para sí mismo. Lo mismo con los Halcones, Águilas y Búhos.
¿Pero las Cornejas y los Cuervos? Todos sabrían sobre el beso antes de
que se despejaran los platos del desayuno. Y eso asumiendo que las
“noticias” no viajaban fuera de Bennett.

—Definitivamente demasiada audiencia —respondió.

La sonrisa que le dirigió tuvo suficiente calidez como para producir


un pequeño aleteo. No estaba segura de qué hacer con el aleteo, pero le
dio un impulso de confianza antes de entrar a la oficina y tener que lidiar
con un jefe gruñón.
Tolya Sanguinati estudió los dos mapas. Uno era un gran mapa de
la Región del Medio Oeste, como lo había sido hace unos meses. Incluso
antes de que los Antiguos y los Elementales hubieran arrasado el
continente, los pueblos controlados por humanos habían sido escasos en
esta región. Había estaciones indicadas en el mapa: Carter Way, Silver
Way, Shooting Star Way. Esos lugares eran poco más que una parada
para los trenes de carga y de pasajeros y tenían unas pocas docenas de
personas viviendo allí en el mejor de los casos. Otros lugares eran
pequeñas comunidades Intuye o humanas que tenían una carretera
principal que las atravesaba.

Y algunos de los lugares más aislados eran pueblos fantasmas


ahora, reclamados por los Terráneos.

327
Muchos de esos lugares, tal vez todos esos lugares, dependían de la
supervivencia de Bennett de una forma u otra.

Tolya sacudió la cabeza. Esos otros lugares no eran su problema.


Incluso si tuviera la extravagante idea de que debería asumir alguna
responsabilidad por ellos, no podría hacerlo, porque tenía suficientes
problemas por sí mismo.

Dejando a un lado el mapa regional, consideró el mapa de la ciudad


y las líneas rojas que había dibujado la noche anterior después de que
Aire llegó a su casa y le dijo que los Antiguos querían verlo.

Lo que había estado delante de él… no era su verdadera forma. Ni


siquiera las formas animales que sospechaba habían sido tomadas por
sus antepasados hace mucho tiempo. No, estos Antiguos habían
caminado sobre dos piernas, pero no habían sido humanos de ninguna
otra manera. Eran algunas de las pesadillas que habían aniquilado a los
humanos que habían vivido anteriormente en Bennett. Y lo habían
convocado al borde de Elder Hills para entregar un mensaje: Suficiente.

En su forma de humo, los había seguido por las calles de la ciudad.


Sus garras marcaban postes de servicios públicos y apartados de correos.
Según su cálculo, estaban marcando límites dos calles más allá de lo que
él y Virgil habían indicado actualmente como las líneas de la ciudad. No
sabía si entendían el propósito de algunos de los edificios que ahora se
restauraron a la parte oficial de la ciudad, incluido el pequeño hospital
de Bennett y un centro comercial, pero para cuando el sol comenzó a salir
y la gente comenzó a moverse para prepararse para la jornada laboral,
sabía dónde se habían trazado las líneas literalmente.
Debido a que las dos compañías de salvamento oficiales habían
ofrecido sabiamente trabajo a cualquier Terráneos que hubiera expresado
interés, se les permitiría forrajear más allá de la línea de la ciudad
durante el día. Pero esas casas ahora eran guaridas potenciales para los
Otros. Los humanos que intentaran instalarse en cualquiera de esos
lugares se convertirían en carne.

Uno de los Antiguos dejó un animal en la plaza del pueblo para


alimentar a los Terráneos que trabajaban con los humanos. Hoy era una
presa de cuatro patas. Tolya no tenía dudas de que, si los humanos se
volvían descuidados, la presa que quedaba en la plaza la próxima vez
podría ser alguien que los humanos reconocieran.

Ese era uno de los problemas ahora. Los Terráneos habían sido los

328
depredadores dominantes desde que el mundo había sido nuevo,
adaptando y aprendiendo las formas de los cazadores a su alrededor a
medida que cambiaban con el mundo, pero los Sanguinati eran la única
rama que se había adaptado para ser depredadores urbanos que cazaban
humanos como su presa preferida. Funcionaba en las grandes ciudades
controladas por humanos que tenían un gran campo. O lo había hecho
antes de que los Antiguos hubieran hecho que salir después del
anochecer fuera una forma de suicidio. Los Sanguinati habían cazado en
la oscuridad: humo escondido en las sombras de un callejón, sin tomar
nada más que sangre de un transeúnte desprevenido; un amante sombrío
en un bar con poca luz, intercambiando una noche de romance, y a veces
incluso sexo, por una comida fresca y líquida.

Yuri, Anya y Nicolai estaban en posiciones que les permitieron


alimentarse ligeramente de varias personas durante el día. Incluso Stazia
en el banco e Isobel en la oficina de correos tenían la oportunidad de
tocar a los humanos y extraer un poco de sangre a través de la piel. Al
menos hasta que los humanos se volvieran cautelosos o incluso temieran
ser tocados.

Como líder de la ciudad, no tenía esas oportunidades. Era


Sanguinati, y todos los ciudadanos de Bennett lo sabían. Tendría que
hacer algún tipo de... acuerdo... con algunos de los humanos para
minimizar su miedo a los de su clase porque esta mañana se mostró una
simple verdad: los Terráneos que vivían en Bennett estaban seriamente
superados en número.

La mayoría de las formas de Terráneos tenían una conexión con la


tierra y no deseaban contaminarse con demasiados humanos. Los que
ahora residían en Bennett estaban aquí por un sentido del deber hacia el
resto, de la misma manera que los cambiaformas que vivían en los patios
y vigilaban a los humanos habían proporcionado un conducto para los
bienes humanos que los seres Terráneos nunca podría parecer lo
suficientemente humano como para acercarse incluso a un puesto
comercial, y había muchos, muchos más que no deseaban tratar de
tomar esa forma.

«¿Tolya?», llamó Yuri. «Todos estamos aquí».

Tomando los mapas, Tolya fue a la sala de conferencias para


reunirse con el ayuntamiento, así como con Virgil y Jana.

Puso el mapa regional sobre la mesa.

329
Jana se inclinó sobre la mesa, estudió el mapa… e hizo una mueca.

—¿Estas son las ciudades existentes?

—Lo fueron —respondió Tolya—. No he tratado de determinar si


todavía existen, o si lo hacen, de qué forma. Quizás eso es algo que
podrías hacer como oficial de la ley humana.

—Algunas de las estaciones están vacías —dijo Nicolai—. Los


humanos que trabajan en los trenes están preocupados por eso porque
no hay nadie que acepte bolsas de correo y suministros. Los ferrocarriles
estarían dispuestos a transferir trabajadores capacitados a esos lugares,
pero solo si los Terráneos estarían dispuestos a garantizar su seguridad.

—¿De nosotros? —preguntó Virgil.

—Mi impresión fue que estaban más preocupados por otros


humanos —respondió Nicolai—. Algunos de los Owlgard se han
establecido alrededor de nuestra estación de tren y vigilan por la noche.
También se turnan para escuchar los mensajes que quedan en el
contestador automático en caso de emergencia.

—Hubo una emergencia —adivinó Tolya.

Nicolai asintió.

—De algún tipo. Un humano… ¿atracó?… la estación de Carter Way


ayer, justo antes de que oscureciera. El hombre sacó dinero de la cabina
donde venden boletos, así como una bolsa de comida, agua y medicinas
que venden en la pequeña tienda. El macho tenía una pistola; los
trabajadores de la estación no. Le dieron lo que quería, pero aun así
disparó el arma e hirió a uno de ellos antes de irse.

—¿Dónde está esa estación? —preguntó Virgil.

Jana lo encontró en el mapa y señaló con el dedo el nombre.

—Carter Way es una parada en una línea de ferrocarril norte-sur —


dijo Nicolai—. Si ese hombre es uno de los que atacó el rancho, entonces
se está moviendo hacia el sur.

Virgil descubrió sus dientes.

—Hacia nosotros.

—Nos ocuparemos de eso —dijo Tolya—. En este momento, tenemos

330
algo más urgente que tratar antes de que llegue el próximo tren a
Bennett.

Nicolai miró el reloj en la pared.

—Entonces no hay mucho tiempo.

Tolya dejó el mapa de la ciudad sobre la mesa y movió un dedo sobre


las líneas rojas que había dibujado.

—Estos son los límites finales para la ciudad. No habrá más


expansión. Haré una copia de este mapa para los agentes de tierras para
que sepan dónde pueden vivir los humanos y puedan hacer una lista de
qué tiendas y negocios están disponibles para los nuevos residentes que
buscan trabajo.

Virgil miró a Tolya.

—¿Los Antiguos decidieron?

—Sí —dijo Tolya—. Fui convocado anoche. Estos son los límites.
Espacio suficiente para los humanos que se necesitan para el trabajo que
permitirá que la ciudad viva, pero no más. Cualquiera que quiera
establecerse aquí tiene las credenciales para hacer un trabajo específico
o debe estar dispuesto a aprender un tipo particular de trabajo y es un
trabajador aceptable para el ser humano que es dominante en esa
profesión. —Miró a Jana—. Ayudará a los Werner a determinar cuántos
residentes podrían ser apoyados por cada negocio u ocupación para que
sepamos cuántas personas más podemos aceptar como nuevos
residentes. Necesitas resolver esto, rápido, ya que la gente sigue llegando
y la mayoría no tiene ningún documento de trabajo.

Parecía aturdida, y entonces él vio la mirada en sus ojos que fue la


razón por la que Virgil se refirió a ella como una lobezna. Apreciaba la
actitud necesaria para que un pequeño depredador desafiara a uno más
grande.

El hecho de que lo apreciara no significaba que le gustara esa actitud


dirigida a él.

—¿Rápido? —gruñó Jana—. ¿Rápido? Llegué hace una semana con


el resto de la gente de Lakeside. Apenas hemos tenido tiempo de
encontrar hogares y descubrir dónde estamos trabajando. ¿Cuánto más
rápido podemos hacer esto?

331
—Usted fue seleccionada y aprobada por Terráneos de confianza
antes de llegar a Bennett —dijo Tolya—. Los que han estado pululando
por la ciudad en los últimos días no lo fueron. —¿No entendía la
diferencia y el peligro?

—¿Te opones a personas como Kenneth y Evan?

Virgil le gruñó. Tolya retiró sus labios por un momento, mostrándole


a Jana sus colmillos como advertencia.

—Tienen un propósito, y ese es el punto —espetó Tolya—. Todo ser


humano que quiera vivir aquí tiene que ocupar un puesto. Y cuando esas
posiciones estén ocupadas, no se permitirá que más humanos se
establezcan aquí. Cuando las casas dentro de los límites se llenan, y no
se empaquetan como familias de ratones, no puede haber más colonos.
Los humanos mirarán las casas más allá de los límites y se quejarán de
que hay espacio para ellas, pero no hay espacio. Las casas del otro lado
de los límites pueden ser reclamadas por los Terráneos o no reclamadas
en absoluto, pero no pueden ser reclamadas por los humanos.

—Los humanos ya superan en número a aquellos de nosotros que


pueden ver —dijo Virgil —. Si comienzan a causar problemas, los
Antiguos reducirán los rebaños humanos con más vigor que la última
vez.

Jana se estremeció. Con esfuerzo, enderezó los hombros, pero


parecía pálida.
—¿Qué pasa si los Werner y yo encontramos algunas ocupaciones
que podrían ser más adecuadas para Terráneos?

Todos la miraron sorprendidos.

Tolya dijo:

—Por supuesto, indíquelos y haremos todo lo posible para encontrar


Terráneos para ocupar esos puestos.

Ella asintió.

—La foto del hombre que Melanie Dixon vio ayer en su casa. Creo
que debería recortarse para eliminar a Abigail Burch y luego enviarse a
todas las estaciones de tren y de vía que podamos contactar.

332
—¿Puedes hacer este recorte? —preguntó.

—Sí.

—Entonces modifica la imagen y envíala por correo electrónico a


Nicolai. Como jefe de estación, lo enviará a todas las estaciones que
pueda.

—¿Algo más?

—Hoy no.

Jana salió corriendo de la habitación.

Virgil resopló.

—La pelea de ayer fue su primer asesinato.

—Ah —exhalaron todos los Sanguinati el sonido. La primera muerte


no habría angustiado a ninguno de ellos, ser capaz de alimentarse solo
era un signo de madurez, pero indicaron simpatía porque apreciaban la
capacidad de Jana de articular una percepción humana de lo que se
necesitaba sin mostrar agresión.

Excepto con Virgil. Y ahora, tal vez con él.

Tolya enrolló los mapas y regresó a su oficina. Había esperado que


los Antiguos les hubieran dado más tiempo para que la ciudad y la gente
encontraran el equilibrio. Tal vez se hubieran contentado con observar si
el rancho de Dixon no hubiera sido atacado, recordando a los dientes y
las garras de Namid que los humanos eran, en su mayor parte, enemigos
que no solo eran sus presas sino también de su propia especie.
Cada día llegaban más humanos en busca de oportunidades o para
robar cosas de las casas vacías. Todos los humanos que no habían sido
aprobados por los Terráneos representaban un peligro potencial. Los
Sanguinati lo sabían. Igual que Virgil. Esperaba que Jana también lo
entendiera.

Por ahora, haría lo que pudiera. Y lo primero que haría sería enviarle
a Jesse Walker la imagen que Esperanza Wolfsong había hecho para que
los residentes de Pradera de Oro reconocieran a un enemigo si él se
encontraba entre ellos.

333
—Tienda General Walker, Jesse hablando.

—Jesse Walker, soy Tolya Sanguinati.

Escuchó al cachorro ladrar. Cory estaba en un corral cerrado y


debería estar a salvo, pero...

—¿Hay algo que pueda hacer por ti, Tolya?

—Te he enviado un correo electrónico con la imagen de un enemigo


potencial. Tu gente debe desconfiar de este hombre y de cualquier
humano que esté con él.

—¿Es peligroso?

—Robó de un rancho, pero un humano con él trató de aparearse por


la fuerza con la hija del ranchero.

Sintiendo que su cuerpo se tensaba en respuesta a lo que Tolya


estaba diciendo, Jesse miró el rifle que guardaba cerca de su escritorio
cuando trabajaba en el área de su oficina.

Yap yap yap. Soy valiente. Soy valiente. ¡Mamá!

—Tolya, me tengo que ir. Revisaré mi correo electrónico en unos


minutos. —Casi colgó, luego pensó en una última cosa—. ¿Le dijiste a
Tobias?

—Virgil le dirá.
—Llamaré después de mirar la foto. —Jesse colgó. Casi tomó el rifle
mientras se dirigía a la puerta de atrás, pero en su lugar agarró la escoba
que se inclinaba cerca de la puerta porque tenía la sensación de que la
escoba sería suficiente para ahuyentar a Cory-Cutie. Se detuvo dos pasos
hacia la puerta y sacudió la cabeza, y se preguntó de nuevo si el cachorro
era demasiado valiente o no demasiado brillante.

El más grande de los dos Lobos machos observó al cachorro, usando


lo que Jesse llamaría una sonrisa en su rostro mientras su cola se movía
suavemente. El otro Lobo estaba tratando de deshacer los sujetadores
que sostenían una malla que cubría el corral en el que había puesto al
cachorro unos minutos antes.

—¿Chicos, quieren algo? —No venían a la ciudad a menudo, pero

334
reconoció a Morgan y Chase Wolfgard.

Chase la ignoró y continuó trabajando en los sujetadores. Morgan


cambió a forma humana y se volvió para mirarla.

—¿Por qué está el cachorro en una jaula? —exigió, mostrando los


dientes en un gruñido.

—Quería que pasara un poco de tiempo afuera sola, y no quería que


un halcón o un águila la arrebataran —respondió Jesse. Anticipándose a
la siguiente objeción gruñona, señaló hacia el cielo—. El Hawkgard y el
Eaglegard no son los únicos que viajan en las termales buscando comida.
No dañarán al cachorro, pero un ave rapaz normal podría ir tras Cory.

—Cutie —corrigió Morgan—. Rachel dijo que el nombre del cachorro


es Cutie.

—Cutie funcionará para un cachorro, pero ¿te gustaría ser llamado


Cutie una vez que alcances la edad adulta?

Consideró su pregunta y finalmente dijo:

—Cory es mejor.

Afortunadamente, las palabras tenían un sonido similar y esperaba


que el cachorro no se confundiera al tener dos nombres.

Jesse se acercó al corral, le dio la vuelta a un par de cierres y dobló


la cubierta de malla. Le entregó la escoba a Morgan, quien finalmente
pareció notarla, levantó a Cory, la abrazó rápidamente y la dejó en el
suelo.
—¿Por qué trajiste una escoba afuera? —preguntó Morgan—. Las
escobas son para barrer. No hay nada que barrer afuera.

—Las escobas también son buenas para golpear a cualquiera que


moleste al cachorro. —Jesse pasó una mano alrededor del mango de la
escoba. Morgan no la soltó. Eso significaba que tenía que recuperarla o
no confiaba en ella para no golpearlo por hacer ladrar al cachorro. Soltó
la escoba, con la esperanza de transmitir que le estaba otorgando un
favor al dejar que se la quedara—. Tengo que ir a la biblioteca y recuperar
un correo electrónico urgente de Tolya Sanguinati. ¿Si pudieras vigilar a
Cory por unos minutos? Su lugar para hacer sus necesidades está por
allá. —Señaló el área que había decidido que sería el baño canino.

—Sabemos.

335
Por supuesto que lo hacían. Probablemente reconocieron el olor del
cachorro allí y marcaron ese lugar ellos mismos.

Morgan le dio a Jesse la escoba y volvió a la forma de Lobo, y los tres


peludos comenzaron a explorar.

Jesse devolvió la escoba a su lugar cerca de la puerta de atrás antes


de apresurarse a la biblioteca de la ciudad, donde podía acceder a su
correo electrónico. Le dio a Shelley Bookman la señal de la mano que
significaba “hablamos más tarde” y fue al banco de computadoras.

No había mucha información en el correo electrónico en sí. El


nombre del hombre era Dalton Blackstone y debería ser considerado un
enemigo. Viniendo de Tolya, el mensaje era brusco y carente de la cortesía
que estaba acostumbrada a recibir de él.

Echó un vistazo al estante de libros más cercano mientras esperaba


que la computadora descargara la imagen. Finalmente…

Un apuesto joven. Podía ver las similitudes familiares entre su rostro


y el de Abigail Burch. Pero cuando imprimió varias copias de la imagen,
podía sentir la amenaza que representaba este joven.

Se detuvo en la caja cuando salía de la biblioteca, ignorando el


saludo de Shelley.

—Reunión de la ciudad, a las siete de la tarde. Difunde la palabra.

—¿Qué…?
Salió corriendo por la puerta, sin darle tiempo a Shelley para
preguntas. No le preocupaba mucho el cachorro, pero la necesidad de
hablar con Morgan y Chase superaba la necesidad de informar a su
propia gente.

Había tomado tiempo descargar una imagen, pero no había pensado


que se había ido tanto tiempo. Aun así, encontró a Cory y los dos Lobos
tumbados dentro de la habitación trasera de la tienda, donde el piso
estaba más fresco que el suelo y la habitación daba sombra. Los Lobos
levantaron la vista cuando ella entró. El cachorro no podía contar, ya que
había jugado lo suficiente como para necesitar una siesta.

Jesse se agachó frente a ellos y levantó la foto.

—Este hombre se llama Dalton Blackstone. Viaja con al menos otro

336
humano que lastima a la gente.

Morgan cambió a su forma humana y se tumbó sobre su vientre,


apoyado sobre sus antebrazos.

—¿Quieres que protejamos tu manada?

Sonaba reacio, y ella entendió por qué. A excepción de la niñera,


Rachel, y la camada de cachorros, el resto de Pradera de Oro había sido
sacrificado por el movimiento Humano Primero y Último. Morgan y Chase
fueron los únicos lo suficientemente fuertes como para proteger al
Wolfgard sobreviviente.

—No, quiero que protejas tu manada y tu asentamiento —dijo


Jesse—. Estos humanos pueden ser lo suficientemente inteligentes como
para mantenerse alejados de los asentamientos Terráneos, pero pueden
apostar a que no los conocerán y les darán suministros o dejarán que se
queden entre ustedes, sabiendo que ningún otro humano los cazaría en
su territorio.

—¿Son peligrosos?

—Sí. —Ella dijo la palabra, sabiendo que era una sentencia de


muerte. En lo que respecta a los Otros, un humano peligroso era un
humano muerto esperando los colmillos y las garras que lo matarían.

—Rachel —dijo Morgan—. La niñera de la manada es demasiado


vieja para aparearse y tener crías. Rachel es la hembra dominante de la
manada ahora.
Rachel era la única mujer que se acercaba a la edad adulta, y
aceptaría a Morgan o Chase como su compañero cuando estuviera lista
para tener sus propios cachorros.

—Debería estar a salvo aquí, pero si quieres que se quede con la


manada hasta que encuentren a estos hombres, lo entenderé.

—Consideraremos tus palabras.

—Pondré una de estas fotos en un tubo que será fácil de transportar.


Deberías llevarlo de vuelta a tu asentamiento para que toda los Terráneos
puedan ver la cara del humano.

—Esperaremos el tubo. Entonces es hora de irnos.

337
Encontró un tubo de correo, enrolló la imagen y rellenó papel
marrón en ambos extremos para sellar el tubo. Morgan y Chase trotaron
por la puerta y se dirigieron al asentamiento en las colinas. Jesse metió
a Cory en su caja cerca del escritorio e intentó concentrarse en el papeleo,
pero la mayoría de las veces, cada vez que necesitaba escribir algo, tenía
que forzar su mano derecha para liberar su muñeca izquierda.

Tobias estaba a pocos kilómetros de Bennett cuando vio al caballo y


al jinete en medio de la carretera.

Ninguna reacción del jinete, que tuvo que ver la camioneta. Ningún
intento de moverse a un lado.

Despacio, Tobias escaneó la tierra a su izquierda y derecha, pero no


vio a nadie tratando de acercarse a la camioneta. Decidiendo que no era
un intento de atraco, encendió sus luces, no queriendo asustar al caballo
tocando la bocina.

Todavía ninguna reacción. Luego, un tornado de fuego se arremolinó


en medio del camino. Tan pronto como Tobias frenó y detuvo la
camioneta, el tornado volvió a ser un caballo y un jinete.

—¿Qué demonios…? —Los Elementales no tenían razón para ir tras


él. Al menos, no había razón que supiera.
Fue entonces cuando miró por el espejo retrovisor y vio al Lobo
corriendo hacia él. Aproximándose.

Tenía que ser Virgil.

Tobias esperó hasta que Virgil estuviera a unos metros de distancia


antes de bajar la ventana. Al llegar a la camioneta, el Lobo se puso de pie
sobre sus patas traseras, metió la cabeza en la abertura y dejó caer un
tubo de correo en el regazo de Tobias antes de pasar a ser humano.

—Tolya dice que necesitas esa foto —dijo Virgil—. Todos los
humanos en tu rancho necesitan ver esa foto. También hay una copia
para el Rancho Skye, y Tolya dice que debes hablar con los otros ranchos
para que puedan ver el correo electrónico que les está enviando y ver la
foto.

338
Tobias abrió el tubo de correo y sacó las copias de un dibujo
recortado de una imagen más grande.

—No lo reconozco.

—Él y otros humanos atacaron el rancho de Stewart Dixon ayer.

—Escuché sobre eso. —Jana se lo había contado durante el


desayuno—. Me aseguraré de que mi gente esté alerta. —Y le insistiría a
Ellen Garcia que no debería abrir la puerta a extraños. No era su manera
de no ser vecinos; había Terráneos que aparecían en la casa del rancho
en estos días, buscando un trago de agua o simplemente queriendo
descansar a la sombra del gran porche de la casa del rancho. Ellen
siempre se tomaba un minuto para hablar con ellos, incluso si no estaban
en una forma que pudiera responder.

Hablaría con Ellen y Ed Tilman y enfatizaría la necesidad de


precaución. Y también hablaría con la gente que vivía en las granjas de
Pradera de Oro. Y hablaría con Jana esta noche y vería si ella sabía algo
más.

—¿Tienes una de esas armas que dispara balas de colores? —


preguntó Virgil.

Por un momento, Tobias no pudo pensar a qué se refería el Lobo.

—¿Te refieres a una pistola de bengalas? Sí. Tengo una en la


camioneta.

Virgil miró al caballo y al jinete, luego se centró en Tobias.


—Fuego dice que si disparas una bala de color al aire, los Terráneos
sabrán que hay peligro y vendrán a ayudar.

Dioses encima y por debajo.

—Apreció eso. —Y esperaba que nunca estaría en condiciones de


enviar una bengala porque no quería considerar qué Terráneos vendrían
a ayudar.

Cuando Virgil continuó inclinándose y mirándolo, Tobias dijo:

—¿Algo más?

—¿Rusty no puede comer carne?

—Claro que puede, pero hasta ahora ha sido alimentada con

339
croquetas de cachorro y no quieres cambiar su dieta demasiado rápido.

—¿Croquetas en lugar de carne? ¿Has probado la croqueta? —Virgil


mostró los dientes y Tobias tuvo la desagradable experiencia de ver a los
caninos humanos transformarse en colmillos de Lobo cuando esos
colmillos estaban a centímetros de su cara.

—No puedo decir que sí. —Obviamente, Virgil sí, y no le había


gustado.

Debía tener cuidado de no estar demasiado de acuerdo con Virgil, o


el Lobo, ya dominante, atropellaría a Jana. O intentaría, de todos modos.

—El cachorro se está adaptando a un nuevo hogar y una nueva


manada. Es mejor para ella tener comida familiar por un tiempo. Es
mejor que Jana pueda darle a Rusty algo que puede proporcionarle.

Las orejas de Virgil cambiaron a Lobo, como para escuchar mejor


las palabras. Como no había retrocedido en absoluto, Tobias lo
encontró… inquietante.

—Rusty es el primer perro de Jana, su primer cachorro —dijo


Tobias—. Necesita aprender, al igual que el cachorro, y el aprendizaje se
reducirá más fácilmente si la enseñanza es... suave. ¿Entiendes lo que
estoy diciendo?

Después de varios largos momentos, Virgil asintió.

—Es bueno que Wolfgard pueda ayudarla a aprender con el cachorro


de perro. De esa forma, Jana sabrá qué hacer cuando ustedes dos se
apareen y tengan cachorros propios.
—Eso es un pensamiento. —Oh dioses. Esto se sintió como la
versión Lobo de una boda a la fuerza. O al menos, un hermano mayor
que quiere saber las intenciones de un hombre hacia una hermana—.
Mejor me voy. Tengo que entregar el correo y los suministros al Rancho
Skye de camino a casa.

Virgil se alejó de la camioneta, volvió a la forma de Lobo y se dirigió


a Bennett a trote fácil.

El caballo y el jinete habían desaparecido, pero Tobias aún pasó el


lugar lentamente antes de poner el pie en el acelerador y recuperar el
tiempo conduciendo al Rancho Skye.

Había conocido a Jana hace unos días. Habían compartido un par


de reuniones, un par de besos y una noche de cine con amigos. Claro, se

340
sentía atraído por ella, y hace un día, no habría rechazado una invitación
para familiarizarse mejor en el sentido físico. Pero querer saber de alguien
no era lo mismo que estar listo para casarse. Si Virgil pensaba que una
cosa conducía automáticamente a la otra, Tobias iba a tener que pensar
mucho sobre lo que estaba dispuesto a ofrecer a la oficial Paniccia.

Por otra parte, había esa chispa entre ellos, y le gustaba pensar en
eso.
341
Windsday, messis 22

Antes de ir a trabajar, Jana llevó a Rusty a otra carrera de


emergencia al baño. Seguramente le gustaría darle a Virgil un golpe en la
cabeza por dejar que el cachorro se atiborrara de comida que no estaba
acostumbrada a comer. Pero si Rusty goteaba excremento en el piso de
la oficina porque no podía sostenerlo lo suficiente como para alcanzar la
hierba, bueno, Virgil podría recibir el mensaje.

—Niño sin supervisión en una tienda de dulces —murmuró—. Todo


va bien, pero ¿sale? —Miró al cachorro acurrucado en el piso del lado del
pasajero—. Comidas ligeras para ti, chica. Eso es lo que tu tía Barb
recomendó esta mañana.

Cuando llegó a la oficina, llamó a la librería Move 'Em Out2 y le pidió


a John Wolfgard que le encontrara una pila de periódicos viejos como
medida preventiva. Luego fue al lado de la oficina de agentes de tierras y
lo arregló para escoltar a Dawn Werner al centro comercial recientemente
restaurado para hacer una lista de las tiendas que eran posibles
oportunidades de empleo.

Dawn debería haber estado segura para ir sola dentro de los límites
de la ciudad, pero los hombres que habían atacado a las personas en el
rancho todavía estaban allí, en algún lugar. Además, la mayoría de los
Terráneos no conocía a Dawn, y cualquiera que la viera visitar las tiendas
podría pensar que estaba haciendo algo astuto como las personas que

2 Muévelo afuera.
estaban mirando las casas vacías el otro día. Pero todos los Otros sabían
que la asistente humana de Virgil llevaba un brillante en su camisa que
se podía ver desde el aire, por lo que la presencia de Jana dejaría en claro
que Dawn era residente de Bennett por negocios oficiales y no un
bocadillo.

Solo esperaba que los Antiguos supieran lo que significaba la


insignia.

Cuando Zeke hizo un movimiento de “ven aquí”, Abigail cruzó la calle

342
de mala gana. Gracias a los dioses, ahora había un negocio oficial de
salvamento y nadie más tenía que ayudar a clasificar las posesiones en
las casas, a menos que esa ayuda fuera una bondad para un vecino.

Como la camioneta de rescate estaba estacionada en el camino de


entrada de una casa donde la gente entraba y salía, no creía que Zeke la
saludara solo para ser amigable.

—Buenos días —dijo.

—Buenos días, Abby. ¿Tú y Kelley estais yendo a trabajar?

—Si. Nos estábamos yendo. —Dado que Kelley ahora veía a la dulce
persona de Abigail con sospecha, esperaba que él se fuera por completo
para poder interpretar a la valiente esposa abandonada y obtener la
simpatía de sus nuevos vecinos.

—Pídele que espere unos minutos, ¿de acuerdo? Algunos de


nosotros acampamos en estas casas anoche para trabajar más allá de la
oscuridad. Tenemos todas las joyas clasificadas en tres de las casas, al
menos tenemos lo que parecen joyas de fantasía clasificadas de las cosas
más bonitas. Necesitamos que Kelley evalúe las piezas buenas y asigne
valores para todas ellas para que se puedan vender las joyas de fantasía.

—Muy bien, se lo diré. —Dio un paso atrás, como si incluso la


mención de joyas fuera una fuente de dolor.

Zeke no hizo ningún comentario, pero tenía la sensación de que él


creía saber la razón por la que ella reaccionaba de esa manera.
La razón salió de la casa llevando una caja de banquero.

—Creo que gran parte del papel en esta caja se puede triturar —dijo
Dina—. Si el abogado asignado para manejar esta calle mantiene las
últimas dos declaraciones, eso debería ser suficiente para confirmar lo
que había en la cuenta.

Zeke le dirigió a Abigail una mirada aguda.

—¿Algo mal?

Todo. La disonancia que rodeaba a esta mujer era tan fuerte que
atraería cosas negativas a todos en esta calle. Y las piedras de protección
cuidadosamente elegidas de Abigail quedarían completamente
abrumadas por esa disonancia, dejándola vulnerable a algo más que un

343
matrimonio roto.

—El colgante. —Era una rodaja de cuarzo rosa en un marco dorado


que le daba el aspecto de un viejo espejo ovalado. En la parte superior
había un derrame de hojas y enredaderas que contenían astillas de
turquesa. Era una mano de obra exquisita, pero las piedras crearon una
fuerte disonancia con la personalidad de Dina.

Dina depositó la caja en la furgoneta antes de girarse para


enfrentarse a Abigail.

—¿Cuál es tu problema? No lo levanté de una de las casas. Estaba


en exhibición en la joyería, como parte del inventario original de la tienda.
Lo vi, me gustó y lo compré. ¿Y qué?

Dina era inteligente y tenía un agudo sentido del humor, y a ella y a


Abigail no se habían gustado a simple vista. Simplemente no eran
compatibles. Nunca serían amigas. Y ahora la atracción no tan sutil de
Kelley hacia la mujer era una razón real para que no le cayera bien Dina,
si la dulce Abigail no había sido tan lastimada por la “chica dorada” en el
equipo de Zeke que llevaba a su marido por mal camino.

A Abigail le habría divertido que Kelley planeara dejarla porque ella


había “jugado” con él, pero no podía ver que Dina estaba haciendo lo
mismo. Si ella no decía nada, él obtendría lo que se merecía cuando se
mudara con la perra, pero si no decía nada, cualquier problema que
surgiera los afectaría a todos.

Lo que significaba revelar su pequeño secreto a más personas.

—¿Qué pasa con el colgante? —preguntó Zeke, sonando impaciente.


—No está en armonía con Dina —respondió Abigail—. Es una pieza
hermosa, pero no se ajusta a quién es ella, y en lugar de traerle buena
fortuna, atraerá una oscuridad que le causará dolor y tristeza.

Dina le dirigió una mirada fría y hostil.

—Mierda. Lo único malo de este collar es que Kelley lo dejó a un lado


para mí y no para ti. —Regresó a la casa.

Zeke fijó sus ojos en la furgoneta.

—Dina estaba fuera de lugar, diciéndote eso.

—¿Te refieres a decir sin decir que ella y Kelley están teniendo sexo?
—dijo Abigail.

344
Zeke hizo una mueca.

—Zeke, habla con ella. Esto no tiene nada que ver con Kelley. Lo
prometo. Pero tengo la sensación de que cada vez que Dina usa ese collar,
algo peligroso se acercará un poco hasta que la alcance.

—Mira dónde estamos, Abby —dijo Zeke—. Corremos el riesgo de


que algo peligroso nos alcance todos los días.

Ella había tratado de advertirle, y él no le creyó. ¿No era perfecto?


Cuando surgieran problemas, nadie podía decir que no había tratado de
advertir a alguien.

Zeke levantó una mano a modo de saludo. Abigail se volvió y cruzó


la calle a toda prisa, pasando a Kelley.

—Esperaré en el auto.

Observó a Zeke y Kelley entrar a la casa. Vio salir a Kelley y Dina, y


vio a Zeke tomar la caja que sostenía Dina, impidiéndole caminar para
ayudar a Kelley a empacar las cajas en el auto. Fue la incomodidad de
Zeke más que cualquier otra cosa lo que le dijo que la dulce persona de
Abigail todavía estaba funcionando con todos menos con Kelley.
Parlan respondió a su teléfono móvil, contento de que el servicio
errático no hubiera afectado a este pequeño pueblo. No había tenido
noticias de nadie en todo el día, y cuando el clan estaba dispersó como
estaba ahora, la comunicación se volvía esencial.

—¿Hola?

—La imagen de Dalton está en un cartel en cada oficina de correos


y estación de tren —dijo Judd McCall en voz baja llena de furia—. Se
busca para ser interrogado por el robo de una casa de campo y el asalto
de dos personas.

Parlan dejó de respirar por un momento cuando su propia furia se


apoderó de él.

345
—Dalton dijo que la chica lo vio, pero no podía saber quién…

—El dibujo bien podría ser una fotografía, y el cartel tiene su


nombre. No sé quién hizo el dibujo, pero ponerle un nombre a la cara no
vino de la chica del rancho.

Una cara sin nombre significaba muy poco. Las apariencias podrían
ser cambiadas. Pero tener un nombre en ese cartel justo cuando estaba
haciendo un trato para interpretar a la respetable estafa familiar ponía
en riesgo a todo el clan.

—¿Crees que uno de nuestros socios comerciales anteriores vio el


dibujo y proporcionó el nombre? —preguntó Parlan.

—No. Incluso los locos no son tan locos. Y el niño sabe muy no
decirle a una prostituta su verdadero nombre.

—Puta —dijo Parlan suavemente. La palabra le recordó otra


posibilidad. Pero no necesitaba decirlo. Judd habría llegado a la misma
conclusión—: Dalton tendrá que permanecer bajo. Lawry también por el
momento. ¿Has tenido noticias de Cooke y Webb?

—No, pero escuché acerca de una estación de camino robada y uno


de los trabajadores disparado. Así que puedo adivinar dónde estaban
esos dos hace un día. ¿Qué pasa contigo?

—Me quedaré en un hotel esta noche, pero volveré a subir al tren


por la mañana. Tengo una línea sobre una propuesta de negocios. Si mis
patrocinadores cierran el trato, tendremos una base de operaciones y el
clan puede reunirse nuevamente.
—¿Qué tipo de propuesta de negocios?

—Dirigir un salón que tiene un jugador profesional en residencia.

—¿Cuánto vas a tener que perder para que esto suceda? —preguntó
Judd.

—Oh, no voy a perder. Voy a hacer que esto suceda ganando mucho
y luego perdonando las deudas en lugar de que los blancos sean los
líderes cuando se trata de tratar con los funcionarios del gobierno y la
ley. Eso mantendrá mi nombre fuera de la escritura, al menos
inicialmente. —Una vez que se hubiera establecido como un hombre de
negocios respetable, aliviaría a los líderes del negocio, de una forma u
otra.

346
Judd se echó a reír.

—Seguiré yendo hacia el sur, recogiendo lo que pueda.

—Mantén una vigilancia aguda.

—Siempre. ¿Dónde debería buscarte?

—En Bennett —dijo Parlan—. Mis compañeros de viaje me han dicho


que hay muchas oportunidades para hombres con ambición.

—Un pueblo en funcionamiento probablemente tiene oficiales de


derecho en funcionamiento —dijo Judd.

—Los oficiales que no ven el valor de la cooperación pueden ser


reemplazados. Conoceré la ciudad y descubriré qué hilos se pueden tirar
y cuáles se deben cortar.

—Te veo allí.

Parlan terminó la llamada y miró por la ventana del hotel.

Abigail había escapado de su control y lo había eludido por más de


tres años. Sería de gran utilidad si traicionar a su hermano ante las
autoridades, cualesquiera que fueran, sería el acto que la haría tropezar
de nuevo en las manos de Judd.
347
Thaisday, messis 23

En respuesta a los golpes frenéticos en la puerta principal y los


ladridos igualmente frenéticos de Rusty, Jana dejó caer su tostada y
corrió por la casa. Cualquiera que llamaba a su puerta a esa hora de la
mañana y de esa manera no estaba afuera para decirle algo bueno.

Agarró el cuello de Rusty con una mano mientras giraba las


cerraduras y abría la puerta con la otra.

—Tienes que venir —dijo Kenneth. El corpulento maestro de escuela


parecía listo para desmayarse—. Maddie se cortó y no sabemos qué
hacer. Ella es... no lo sabemos.

—¿Está Evan en casa? —preguntó ella, luego espetó—. Tranquila,


Rusty.

—Está tratando con los otros niños —respondió Kenneth—. Ellos…

Quieren lamer la sangre. Michael Debany le había contado


apresuradamente algunas cosas sobre cómo tratar con las profetas de la
sangre si es que se topaba con una, y una de esas cosas era que los Otros
no deberían consumir sangre de las Cassandra de sangre porque
producía una reacción en los Terráneos.

—Ve a casa y ayuda a Evan —dijo—. No dejes que los otros niños
laman la herida de Maddie o nada de la sangre.

—Heridas. —Kenneth sonaba devastado—. Más de una.


Dioses.

—Terminaré en un minuto. Vete ahora.

Gritando por Barb, Jana arrastró a Rusty, que ahora gemía, de


regreso a su caja y metió al cachorro dentro. No era algo amable de hacer,
pero podía sentir los segundos que pasaban y sabía que algo estaba muy
mal si una chica tan joven como Maddie había hecho múltiples cortes de
repente.

—¿Qué pasa? —preguntó Barb—. ¿Por qué estás siendo mala con el
cachorro?

—Maddie se cortó.

348
Barb jadeó.

—Toma una pluma y papel. Tienes que ayudarme.

—¿Yo? ¿Por qué yo? ¿Dónde están Evan y Kenneth?

—Tienen que mantener a los otros niños lejos de Maddie. Vamos,


Barb.

Jana salió corriendo por la puerta, confiando en que Barb la


seguiría. Se detuvo frente a la casa de Maddie, se tapó la boca con las
manos y gritó:

—¡Virgil! —Luego abrió la puerta y entró.

Maddie estaba arrodillada en el medio de la sala de estar, golpeando


sus manos ensangrentadas en una hoja de papel de dibujo y haciendo
un sonido estrangulado como si quisiera gritar pero ni siquiera podía
sacar tanto. Kenneth se aferró a Zane, y Evan se aferró a Mace, que
seguía gruñendo y diciendo:

—Déjame lamerlo. Quiero lamerlo.

No había señales de Charlee, pero Jana no preguntó por ella. Si la


joven Cuervo no estaba en la habitación, no era un problema inmediato.

Jana se arrodilló frente a Maddie en el mismo momento en que se


abrió la puerta. Cuando Barb se dejó caer a su lado, luciendo pálida, pero
con un bolígrafo y un bloc de papel, Jana cerró las manos sobre las
muñecas de Maddie.

—Habla, profeta, y te escucharemos.


Maddie de repente se quedó quieta y la miró con ojos terriblemente
vacíos que se volvieron soñadores cuando la niña comenzó a hablar.

—Charco, charco, rojo, rojo, rojo. La abuela con cabello pasea a su


perro. Agua grande. Llenos baches oscuros.

La niña suspiró y se desplomó.

Jana bajó a Maddie al suelo, luego miró a los dos hombres y los
niños.

—Ustedes vayan a su habitación y quédense allí, o los arrestaré.

—No puedes... —La protesta de Mace fue silenciada por el gruñido


salvaje que vino del otro lado de la puerta.

349
Virgil mostró los dientes mientras se concentraba en los niños. Pero
Jana lo vio temblar y se tomó un momento para admirar la fuerza de
voluntad que lo mantuvo en ese lado de la puerta en lugar de atravesarla
para alcanzar a la niña con las manos ensangrentadas.

—Chicos —dijo Evan con firmeza—. Vayan con papá Kenneth.

Zane y Mace permitieron que Kenneth los llevara a su habitación,


pero Mace, el joven Lobo, seguía mirando hacia atrás como para
asegurarse de que Virgil aún estuviera allí para reforzar el orden.

—Consigan un poco de agua y un paño para limpiar las manos —le


dijo Jana a Evan—. Tomaremos los papeles que tengan sangre.

—¿Y hacer qué con ellos? —susurró Barb.

—Quémalos. —Por lo que podía ver, el papel de dibujo no contenía


nada que los ayudara, ni una imagen ni ningún otro tipo de pista—. Evan,
¿sabes lo que Maddie estaba mirando justo antes de que esto sucediera?

Evan sacudió la cabeza cuando comenzó a limpiar las manos de


Maddie.

—Estábamos haciendo el desayuno. Los niños estaban aquí afuera.


No sabíamos que había algo malo hasta que Charlee corrió hacia la cocina
y nos dijo que Maddie se había cortado. No sé qué usó, qué había en la
habitación que podría… —Miró alrededor de la habitación—. ¡Ese número
de Nature! no estaba en el piso antes, y no sé de dónde vino ese libro
ilustrado.
—Los llevaré conmigo y veré si puedo averiguar qué estaba tratando
de decirnos. —Jana se levantó y recogió la revista y el libro ilustrado.

—¿Deberíamos llevarla al médico? —preguntó Evan—. Los cortes no


son profundos, pero hay varios de ellos en cada mano.

Jana vaciló. No era una experta. ¿Quién lo era cuando se trataba de


la Casandra de Sangre? Pero ella representaba la ley parte humana.

—Le pediré a uno de los médicos que haga una visita a domicilio.
Creo que cuantas menos personas vean a Maddie hoy, mejor. —Dudó—.
Debes averiguar qué uso para hacer los cortes antes de que los otros
niños lo encuentren. O pídele a Kane que husmee por la habitación y lo
encuentre. Virgil estaba justo aquí y podía oler, pero ella necesitaba al
sheriff y eso tenía que ser una prioridad.

350
Evan asintió, pero no estaba segura si la había escuchado o
entendido lo que había dicho.

Ella salió de la casa, casi golpeando a Virgil con la puerta en su prisa


por llegar a casa y terminar de vestirse para el trabajo. Cruzó la calle con
el Lobo trotando a su lado.

—Necesitas contactar a Tolya, decirle que necesitamos reunirnos.


Es urgente. Kane debería ir a la casa de Maddie y ver si puede encontrar
lo que uso para cortar. Si tiene algo de sangre, debe mantenerse alejado
de los otros niños. —Pensó por un momento, luego agregó—: John
debería venir a la reunión, ya que solía vivir en Lakeside. —Era el único
individuo que ella sabía que había tenido contacto directo con un profeta
de la sangre y podría darles más información sobre lo que deberían hacer
ahora.

Charco, charco, rojo rojo rojo.

Hierba manchada de sangre donde los perros habían muerto el otro


día. Lo recordaba tan fácilmente, el suelo absorbía la humedad.

Charco, charco, rojo rojo rojo.

¿Cuánta sangre tendría que saturar el suelo antes de que comenzara


a acumularse?

Echó a andar la corta caminata hacia su puerta principal.

—¡Llámalos, Virgil!
Colocando la revista y el libro ilustrado en la mesa de café, corrió a
su habitación para ponerse la camisa y recuperar su arma de servicio. Se
apresuró a regresar a la sala de estar y buscó a tientas el pestillo de la
caja de Rusty.

—Lo siento, chica. Lo siento. No hiciste nada malo. No, no lo hiciste.


Ven ahora. Tenemos que irnos. Puedes darte un capricho cuando
lleguemos a la oficina, ¿de acuerdo?

Estaba saliendo justo cuando Barb regresó y le entregó el papel con


las crípticas pistas.

—Cierra la casa cuando te vayas, ¿de acuerdo?

Barb asintió.

351
—¿Apagaste el café?

Jana sacudió la cabeza. Cuando llegó a su vehículo, John la estaba


esperando y Kane cojeaba hacia la casa de Maddie. No vio a Virgil, pero
él podía correr a la plaza del pueblo y llegar allí antes que ella.

Tan pronto como consiguió que Rusty se instalara en el área de


carga, se arrojó al volante, encendió las luces y la sirena, y pisó el
acelerador.

—¡Oye! —se quejó John.

Jana gruñó.

No se le ocurrió hasta que llegaron a la oficina que nadie que pudiera


usar pelaje emitió un sonido durante el resto del viaje.

El aullido del vehículo se detuvo frente a la oficina del sheriff.

—Nada sutil sobre ella esta mañana, ¿verdad? —preguntó Tolya,


observando a Jana sacar al cachorro del área de carga.

—Lobezna —gruñó Virgil suavemente—. Ladrando órdenes como


si...

Como si fuera dominante, pensó Tolya, terminando la oración.


—¿Y no la corregiste?

Los dientes desnudos de Virgil fueron su única respuesta cuando


abrió la puerta de la oficina.

John Wolfgard se apresuró a entrar en la oficina, luego tomó una


posición en la puerta que conducía a las habitaciones traseras, como si
quisiera un acceso rápido a una serie de habitaciones que tenían puertas
que podría bloquear contra la hembra humana.

¿Esto era señal de un cambio temporal en la jerarquía de la manada


o algo más serio que requeriría una cuidadosa consideración por parte
de todos los Terráneos que manejan la ciudad?

Rusty corrió hacia su caja. Tierra segura. El miedo del cachorro a la

352
persona en la que usualmente confiaba decía mucho sobre el estado
mental de Jana, y explicaba la cautela de Virgil.

Jana dejó caer un libro y una revista sobre su escritorio, le dio un


regalo al cachorro y finalmente los miró a todos. Dejó escapar un suspiro
y dijo:

—Maddie se cortó esta mañana. Se cortó las manos varias veces. —


Le tendió un trozo de papel a Tolya—. Virgil escuchó lo que dijo. Barb
escribió las palabras. Los niños estaban mirando este libro y la revista
cuando todo... comenzó. Necesitamos descubrir qué vio Maddie que la
encendió, por su bien... y, creo, por el nuestro.

Todavía receloso del miembro femenino de la manada, John se


acercó para pararse junto a Tolya y leer las palabras.

—Déjame ver el libro —dijo Virgil, extendiendo una mano. Podría


haberlo tomado del escritorio, pero esperó a que Jana se lo diera. ¿Una
reafirmación de dominio o prudencia porque ninguno de ellos estaba
seguro de ella en este momento?

—Puedo mirar la revista —ofreció John.

—Es hora de preguntarle a Evan y Kenneth cuánto tiempo ha estado


Maddie con ellos —dijo Tolya, mirando a Jana—. Es hora de determinar
si ella tuvo algún entrenamiento formal antes de convertirse en parte de
su familia.

Ella asintió.
—Necesitamos información de ellos, y necesitamos saber todo lo que
podamos sobre la Cassandra de sangre. —Miró a John—. Tenías
experiencia viviendo con una profeta de la sangre.

—Jackson y Grace sabrán más —dijo Virgil mientras pasaba las


páginas del libro ilustrado—. Están criando a la cachorra Esperanza y
tienen experiencia con su corte.

—Traté con Meg cuando entró en la librería —dijo John—. No


cuando ella... —Hizo un movimiento de corte a través de un antebrazo.

—Hay una mujer humana en este libro —dijo Virgil—. Los cachorros
la llaman abuela y ella está paseando a un perro. —Levantó el libro para
que todos pudieran ver la imagen.

353
—El cabello de la abuela —dijo Tolya sombríamente—. Jesse Walker
tiene el cabello gris como la hembra de la foto, y ella tiene un perro.

—Creo que encontré el agua grande. —John levantó la copia de


Nature! para que todos pudieran ver la ilustración de los Grandes Lagos
que atravesaban la mitad superior de la extensión central—. También hay
un artículo sobre los grandes ríos de Thaisia, pero estos lagos son el agua
más grande del continente.

—Llenos baches oscuros. —Tolya miró a cada uno de ellos—.


¿Alguna idea sobre lo que eso podría significar?

—¿Cueva? —dijo Virgil.

«No lo crees», dijo Tolya a Virgil.

El lobo lo miró. «No. Sea lo que sea, será malo. No es natural».

—Vamos a morir, ¿no? —susurró Jana. Miró a Tolya—. Los


humanos. No los Terráneos. Algo va a suceder en algún lugar del área de
los Grandes Lagos, y debido a lo que suceda, todos moriremos.

Tolya nunca había visto a un humano que todavía tenía sangre


fluyendo por sus venas con un aspecto tan alarmantemente pálido.

Virgil espetó:

—Basta. Eres un ejecutor, no un humano inútil y aullante.

—Yo… —Jana se volvió hacia el Lobo, luego se detuvo.


Aparentemente, el pellizco verbal de su jefe fue tan efectivo como un
mordisco real para que su cerebro comenzara a pensar nuevamente. Es
bueno que todos sepan eso sobre la oficial humana.

—Llamaré a Jesse Walker —dijo Tolya—. Puede tener algunas ideas.


¿Virgil? ¿Pudieras llamar a Jackson Wolfgard y averiguar si Esperanza
Wolfsong ha estado... con picazón... esta mañana?

—¿Deberíamos alertar al Courtyard de Lakeside? —preguntó John.

—¿Y decirles qué? —respondió Tolya—. Una no probada, y


probablemente no entrenada, sangre dulce pronunció profecía esta
mañana y una de las imágenes podría significar que algo sucederá en o
alrededor de los Grandes Lagos. Ese “algo” podría suceder en Lakeside o
Shikago o en cualquiera de las otras ciudades controladas por humanos

354
que todavía existen en las orillas de esos lagos, o incluso suceder en una
de las comunidades Terráneos alrededor de esos lagos. Otra pista parece
apuntar a una mujer que vive en Pradera de Oro, que está aquí. —
Entendía la necesidad de hacer algo, cualquier cosa, pero…—. No
sabemos lo suficiente. Maddie no es Meg Corbyn o Esperanza Wolfsong.
Si enviamos una advertencia sin parámetros suficientes, podríamos
comenzar lo mismo que terminará en un derramamiento de sangre. La
oficial Jana tiene razón; si agitamos a los Terráneos, que incluye a los
Elementales y los Antiguos, entonces los humanos serán los que morirán.

—¿Entonces no hacemos nada? —preguntó Jana.

—Vigilamos —respondió Virgil—. Tolya y yo haremos las llamadas


telefónicas; entonces patrullaré el distrito comercial. Tomarás el vehículo
y patrullarás el resto de la ciudad, conduciendo como si fuera una
actividad normal, no aullando por las calles.

Jana le hizo una mueca.

«No debería salir sola», dijo Tolya a Virgil.

«¿Estamos fingiendo que todo es normal?», preguntó Virgil.

«Hasta que no lo sea».

«Entonces John tiene que abrir la librería, y quiero que Kane se quede
con la cachorra profeta para advertirnos si hace algo extraño».

«De acuerdo». Dirigiéndose a Jana, Tolya dijo:


—Yuri no está de servicio en el salón hoy, por lo que irá a patrullar
contigo y Garnet Ravengard contestará los teléfonos como despachador
sustituto.

—¿Por qué? No por lo de Garnet, estoy de acuerdo en que sería


inteligente tener a alguien en la oficina, especialmente hoy, pero ¿por qué
Yuri me tiene que acompañar? No es policía.

—Él es Sanguinati —dijo Tolya suavemente—. Él es Otro. —Hizo una


pausa y luego agregó—: Él es un depredador, Jana Paniccia, y si el
problema comienza aquí, lo cual es una posibilidad, no debes conducir
cerca de la frontera del país salvaje sin un depredador que te acompañe.

Tolya esperó a que Jana saliera a patrullar y John se fuera para


abrir la librería.

355
—Estás esperando que la cachorra Maddie esté equivocada —dijo
Virgil.

Tolya estudió al lobo.

—¿Tú no?

Un gran error podría limpiar a todos los humanos del continente de


Thaisia, tal vez incluso el mundo entero. Pero “todos” incluirían a la niña
Becky... y a Barb Debany... y la lobezna. ¿Quería eso ahora?

—¿Deberíamos advertir a Simon Wolfgard? —preguntó.

—Hablemos primero con Jesse Walker y Jackson —respondió


Tolya—. Veamos si alguno de ellos puede proporcionar alguna estructura
a las imágenes vagas.

Tolya cruzó la plaza a paso rápido pero no a una velocidad que


alarmara a los humanos. Mientras caminaba, dio sus instrucciones a
Yuri Sanguinati e hizo su pedido a Garnet Ravengard, quien estaba
encantado de tener la oportunidad de contestar el teléfono y escuchar
información antes que nadie.

Cuando llegó a su oficina, cerró la puerta y llamó a Jesse Walker.


Jesse no dijo nada mientras Tolya explicaba el motivo de la llamada
de la mañana. Ella no dijo nada después de que él dejó de hablar. Cuando
un minuto de silencio llenó la línea telefónica, Tolya preguntó:

—¿Qué sientes?

Buena pregunta.

Lo que sea que iba a pasar, no iba a pasar en Pradera de Oro. No


inicialmente. Lo que significaba que no era donde necesitaba estar.

—Estaré allí tan pronto como pueda —dijo.

—¿Vienes a Bennett? —Tolya sonaba sorprendido—. Puedo llamarte


con actualizaciones.

356
—No. Necesito estar ahí. —La certeza se asentó a su alrededor.
Todavía no se había dado cuenta, y ella no podía explicarlo, pero tenía la
fuerte sensación de que Tolya la necesitaría hoy en Bennett.

—Le pediré a Anya que te reserve una habitación.

—Dile que traeré al cachorro.

Un sonido que podría haber sido una risa.

—Si algún huésped protesta por tener una mascota en el hotel, les
diremos que el cachorro es Terráneo. La mayoría de los humanos no
sabrían la diferencia, y eso terminará cualquier discusión.

¿Estaba tratando de aligerar el estado de ánimo o podía reírse de un


cachorro mientras veía cómo se formaba un desastre potencial en el
horizonte?

—Estaré allí. —Jesse colgó. Lanzando un chal sobre la camiseta sin


mangas que llevaba por la noche, seleccionó una bandera blanca del
paragüero cerca de su puerta trasera. Al salir lo suficientemente lejos
para ser visto fácilmente, agitó la bandera.

Tobias le había contado sobre las instrucciones para enviar una


bengala si se necesitaba ayuda. Este era un sistema similar que ya había
resuelto con los Terráneos que vivían en el asentamiento Pradera de Oro.
Una bandera roja significaba peligro, problemas, ataque. Blanca
significaba que necesitaba enviar un mensaje al establecimiento o,
específicamente, a Morgan y Chase. O a veces Rachel Wolfgard ya que no
podía llamar a la chica si algo cambiaba en la tienda.
El Halcón pareció caer del cielo y aterrizar a unos metros de
distancia.

—¿Podrías llevar un mensaje a Rachel Wolfgard? —preguntó Jesse—


. Dile que se quede en casa hoy. No voy a abrir la tienda. Tengo que ir a
Bennett. —Pensó en una cosa que podría hacer que la joven Lobo
ignorara sus instrucciones—. Y dile a Rachel que me llevé a Cory-Cutie
conmigo.

Le dio al cachorro un puñado de croquetas para engullir mientras


se vestía y empacaba una bolsa para el cachorro, una bolsa de viaje para
ella y todo lo que creía que podría necesitar.

La tercera vez que alcanzó el teléfono, cedió y llamó al rancho. Tobias


ya estaba con los hombres, lo que ella esperaba.

357
—Ellen, soy Jesse.

Un titubeo.

—¿Sí?

La vacilación le dijo a Jesse que Ellen también sentía algo, algo


demasiado sutil para ponerlo en palabras. Todavía.

—Está atenta hoy.

—¿De algo en particular?

Cualquier cosa. Todo.

—No lo sé. Voy de camino a Bennett. Cerré la tienda. —La única vez
que cerraba la tienda era por una emergencia.

—Ya veo. —Ellen, siendo otra Intuye y una amiga, entendería los
mensajes por debajo—. Llámame cuando llegues a Bennett. Tobias se
preocupará.

Jesse resopló. Ellen siempre decía eso cuando estaba preocupada.

—Llamaré.

Después de colocar al cachorro en la caja de viaje, Jesse se detuvo


en la estación de servicio para llenar su tanque y luego se dirigió a
Bennett a una velocidad temeraria.
—Jackson y Grace están cazando con la manada —dijo la voz
masculina—. ¿Deberíamos buscarlo?

Virgil vaciló.

—¿Dónde está la cachorra Esperanza?

—Probablemente todavía en el estudio. Ella irá a sus lecciones


pronto.

358
—¿Será vigilada? ¿Estará con alguien que reconocerá... signos?

—¿Crees que habrá signos?

—Sí. —Tal vez. La profeta cachorra de Bennett no estaba entrenada


ni probada. Todo lo que ella les había dicho era que algo iba a suceder en
alguna parte.

El macho contuvo el aliento.

—Nos aseguraremos de que la vigilen. Y le diremos a Jackson. Puede


que la manada necesite cazar sin él.

Virgil vaciló de nuevo. No podía depender de la advertencia dada por


la cachorra Maddie, pero tampoco podía ignorarla.

—No hay razón para convocar a Jackson a menos que la cachorra


Esperanza comience a dibujar.

—Vamos a vigilar.

Virgil colgó.

Estamos aquí, pensó. Estamos aquí.

¿Pero dónde estaba el peligro? ¿Y alguno de ellos lo reconocería a


tiempo?
Barb alimentó a los perros, gatos y pájaros. Saludó a la gente y les
dio a todos una gran sonrisa mientras caminaba por la plaza del pueblo,
deteniéndose en Move 'Em Out para comprar un libro que no quería,
deteniéndose con un café frío y un sándwich de desayuno en el
restaurante. No estaba engañando a nadie. Vio esa verdad en las sonrisas
tensas que los Intuye le ofrecieron en respuesta a la suya. No sabían que
un profeta de la sangre se había cortado esa mañana, no entendían
sentirse abrumados por una tormenta en el horizonte, pero sabían que

359
algo sucedía cuando ninguno de los Terráneos, excepto los Sanguinati,
se presentaban a trabajar. Los Otros volaban mientras vigilaban la
ciudad, prestando especial atención a las carreteras y la estación de
ferrocarril de una manera que hizo que los humanos se dieran cuenta de
la facilidad con que la ciudad podría convertirse en una prisión.

Pero Barb, que sabía un poco más que nadie, caminó alrededor de
la plaza y sonrió, y la gente que vio fingió que era un día normal mientras
observaban a los Otros, miró hacia Elder Hills y esperó algo que no
podían ver.

Después de dejar sus maletas en la habitación de su hotel, Jesse se


dirigió a la oficina del alcalde para reunirse con Tolya. Cuando salió del
hotel por primera vez, nadie se dio cuenta de ella y de Cory más allá de
una sonrisa para el cachorro y un “Buenos días” para ella, palabras que
contenían demasiada ansiedad para ser sinceras. Entonces...

Se dijo a sí misma que no había razón para sentirse avergonzada


cuando todas las personas que los veían se congelaron en su lugar porque
Cory comenzó a ladrarle al Lobo que se les acercaba. ¿Tener el trasero
del cachorro puesto en su bota mientras ladraba? Eso calificaba como
ridículo.
—Detente —dijo Jesse con firmeza. Como si eso fuera a tener un
efecto. Ni siquiera podía utilizar la amenaza de “no galletas” que solía
usar en Tobias cuando él no se calmaba, porque todo lo que el cachorro
escuchaba era “galleta” y eso provocaría un tipo diferente de emoción
frenética.

¿Por qué los niños, independientemente de la especie, aprendieron


la palabra “galleta” antes que palabras como “Detente” y “No”?

Después de escuchar los ladridos por un minuto, Virgil simplemente


levantó la cabeza y aulló.

El autobús y un par de autos se detuvieron en la acera como si


respondieran a una sirena.

360
Jesse suspiró. Actuando victorioso, Cory saltó para olfatear a Virgil,
quien elogió al cachorro. ¿O estaba tratando de darle un poco de
confianza? ¿Quién sabe?

Alegrándose de que Tobias no estuviera allí para hacer algún


comentario inteligente sobre las similitudes entre los Lobos y las madres
en lo que respecta a apoyar o defender a alguien desvalido, Jesse dijo:

—Estoy en camino para hablar con Tolya.

Sin advertencia. Virgil se abalanzó sobre ella, sus dientes se


cerraron sobre la correa a centímetros de su mano. Él la miró y gruñó
suavemente.

Jesse soltó la correa.

—Supongo que llevarás a Cory a dar un paseo.

—Roo.

Observó al Lobo y su cachorro trotar al otro lado de la calle y hacia


la hierba en la plaza.

—Se cansa rápidamente —les gritó.

—Ella estará bien —dijo Tolya, acercándose a Jesse.

—Lo sé. —Mientras lo miraba, su mano derecha se cerró sobre su


muñeca izquierda. No pudo detenerlo.

Él cerró su mano sobre su brazo.

—Subamos a mi oficina.
—Necesitamos ayudar —susurró—. Si ayudamos, no moriremos.

—Ven conmigo.

Cuando llegaron a la oficina de Tolya, él soltó su brazo para


apresurarse a contestar el teléfono.

—Tolya Sanguinati.

Jesse miró su rostro, vio cómo la capa de la humanidad se


desvanecía hasta que no había nada más que un depredador que podía
pasar por humano lo suficiente como para acercarse a la presa.

—Entiendo —dijo Tolya—. Me quedaré aquí hasta que lo reciba. —


Colgó el teléfono y encendió su computadora.

361
—¿Qué es? —Jesse preguntó.

Jugueteó con el ratón, con otros objetos en su escritorio, en lugar de


mirarla.

—Esperanza Wolfsong acaba de terminar uno de sus dibujos de


profecía.

Había más. Esperó, porque tenía la sensación de que él le diría.


Necesitaba decirle.

—Algo sobre el dibujo te molesta —dijo Jesse.

Tolya sacudió la cabeza.

—No lo he visto todavía. Pero Jackson Wolfgard lo ha visto. —


Finalmente la miró—. Y Jackson tiene miedo.

—Reduce la velocidad —espetó Yuri.

—¿Por qué? —Jana respondió bruscamente—. ¿Tienes miedo de que


estrelle el auto y muramos?

—No moriré. Cambiaré a humo en el momento antes del choque y


saldré por el agujero que haces en el parabrisas.
No fue esa imagen lo que la hizo quitar el pie del acelerador. Se
preguntaba si el Sanguinati sabía que el humano decía que “quien
guarda, siempre tiene”, y consideraría un desperdicio de comida fresca
dejar que la sangre restante de un humano gravemente herido se
escapara a la carretera.

—Tomará tiempo escanear la imagen y enviar el correo electrónico


—dijo Yuri—. Y luego tomará más tiempo descargar la imagen una vez
que Tolya la reciba.

Y si Tolya y Jackson Wolfgard no hubieran recibido un permiso


especial de los Antiguos para tener una línea telefónica que conectara a
Bennett y Aguas Dulces, una advertencia como el dibujo de una profeta
podría llegar varias horas demasiado tarde.

362
—Además —agregó Yuri—, se supone que no debemos asustar a los
humanos hasta que sepamos lo que está sucediendo.

¿Qué soy yo, hígado picado?, pensó Jana. Otro dicho humano que
era mejor no decir en caso de que provocara preguntas sobre por qué los
hígados deben cortarse en lugar de simplemente arrancarse de un cuerpo
y masticarse.

Tomó cada gramo de autocontrol para estacionar el vehículo


correctamente y caminar hasta la oficina de Tolya. La gente se detuvo a
mirarla, luego continuó con sus propios asuntos, satisfechos por su
comportamiento de que no necesitaban estar en modo de emergencia,
todavía.

La oficina de Tolya se sentía abarrotada, sofocante, a pesar de que


no había tantos cuerpos en la habitación. Aun así, dos Lobos en forma
humana ocupaban más espacio que los humanos normales, si no fuera
por la razón que los humanos no querían estar a corta distancia de ellos.

Yuri cambió a humo y se desplazó por el techo, volviendo a la forma


humana cuando llegó al resto de los Sanguinati, que estaban parados
alrededor del escritorio de Tolya, bloqueando efectivamente el intento de
cualquier otra persona de ver la imagen mientras se descargaba.

—Jesse. —Jana asintió a la otra mujer.

—Oficial. —Jesse miró al Sanguinati y luego miró a Jana—. Creo


que nuestros cachorros están teniendo una cita para jugar.
—¿Lo están? —Jana se centró en Virgil—. Espero que Vaquero Bob
no haya olvidado la regla, y las consecuencias, cuando se trata de dar
golosinas no autorizadas.

—¿Vaquero Bob? —Jesse miró de humano a Lobo—. Tobias solía ver


un programa de televisión sobre un muñeco llamado Vaquero Bob que
podría...

—Ese mismo —dijo Jana, su atención todavía centrada en Virgil.

Mostró sus colmillos antes de mirar hacia otro lado.

Atrapado, pensó. Virgil no habría apartado la vista primero si no


hubiera violado la regla.

—John. —Tolya miró la pantalla de la computadora. El Sanguinati

363
hizo espacio para que el Lobo se deslizara por el escritorio y se parara
detrás de la silla de Tolya.

—Bendita Thaisia —se quejó John—. Esa es Meg Corbyn.

Jana saltó hacia el escritorio. Virgil tiró de su espalda y gruñó.

—Espera.

La impresora comenzó a traquetear, imprimiendo una copia del


dibujo de profecía de Esperanza Wolfsong. Tan pronto como terminó,
Virgil lo sacó de la impresora y lo sostuvo para que Jana y Jesse pudieran
verlo.

—Agujero oscuro —susurró Jana. La imagen era de Meg Corbyn en


la cajuela de un automóvil. ¿Viva? ¿Muerta? Difícil de decir.
Definitivamente herida.

Necesitan que pienses como un policía ahora. ¡Piensa!

—La matrícula está claramente representada. ¿Sería exacto?

Virgil asintió.

Jana miró el reloj en la pared.

—Es poco más de mediodía en la región noreste. Tenemos que enviar


esa información a tantos departamentos de policía como podamos.

—Solo uno —respondió Tolya—. Enviamos esta foto a Lakeside.


—No a Lakeside —dijo Jesse con firmeza—. Lo enviamos a
Desembarco del Ferry.

Tolya comenzó a escribir el correo electrónico a Simon Wolfgard y


Vlad Sanguinati cuando Jesse Walker evadió a Virgil y se arrojó sobre su
escritorio, poniendo una mano sobre la suya.

—Tolya, escúchame.

Virgil la tiró del escritorio sin tener en cuenta su género o su edad.

364
Antes de que el Lobo pudiera echar a Jesse de la habitación, Tolya dijo:

—Enviarlo al Desembarco de Ferry causaría un retraso.

—No —dijo Jesse.

Miró a Virgil. «Déjala ir».

Regresó al escritorio, temblorosa, su mano derecha apretada sobre


su muñeca izquierda.

—Es por eso que necesitaba estar aquí hoy. Esto. Ahora.

—Entonces, habla. —Y te escucharé. No completaba las palabras


que generalmente se le dicen a una profeta de la sangre, pero todos en la
sala habían completado lo que no había dicho.

—Cuando alguien en el noreste reciba una copia de ese dibujo,


Lakeside estará en crisis —dijo Jesse—. Nadie va a estar sentado en un
escritorio esperando un correo electrónico que no saben que llegará.
Saldrán tratando de encontrar a Meg Corbyn, se coordinarán con la
policía de Lakeside. Y sería cruel mostrar esa imagen a los seres queridos
de Meg.

¿Vlad se consideraría un ser querido? ¿Simón?

—Tenemos que advertirles —gruñó Virgil.

—Sí, lo haremos —estuvo de acuerdo Jesse—. Por eso deberías


enviárselo a Steve Barquero. Alguien contestará el teléfono en la oficina
del alcalde.
Tolya miró fijamente su propio teléfono, un recordatorio de que su
teléfono no siempre era respondido.

—Es un pueblo Intuye. Alguien contestará el teléfono durante el


horario comercial. Y tendrán algún tipo de fuerza policial que puede
manejar la placa con la misma facilidad que la policía en Lakeside y hacer
que esa parte de la investigación avance. Y Steve tiene contacto con todas
las comunidades Intuye en el noreste y puede enviar una alerta. Otra
fuente de ayuda, Tolya.

—Se eliminará un paso —dijo Jana—. Eso no significa que no se


preocuparán, pero no estarán en medio de la crisis.

Tolya comenzó a preguntarle a John su opinión, pero el Lobo que


había vivido en el Courtyard de Lakeside y había conocido a Meg Corbyn

365
parecía demasiado devastado para ofrecer algo en este momento, lo que
le hizo darse cuenta de que Jesse Walker tenía razón. Alguien tenía que
llevar esta información al Courtyard de Lakeside en persona.

—¿Sugerencias?

—Deja que Jesse Walker llame a la caseta de comunicaciones que


envía nuestros mensajes al noreste —dijo Stazia Sanguinati—. Ella es
Intuye; también los humanos que trabajan en esa cabaña. Sabrá qué
decirles para transmitir la urgencia de enviar esta foto a Desembarco de
Ferry.

No estaba seguro de que Jesse Walker pudiera expresarse mejor que


él, pero le permitiría hacer la llamada.

—¿Algo más?

—Los trenes deberían detenerse —dijo Nicolai—. Es poco probable


que el enemigo haya tenido tiempo de llegar a la frontera, pero creo que
los trenes deberían ser retenidos en las estaciones y registrados.

—Los ferrocarrileros serán reacios a detener los trenes sin una


explicación —dijo Jana.

Nicolai sonrió, mostrando sus colmillos. No era de ninguna manera


una sonrisa agradable.

—Les enviaré un correo electrónico y les diré que los Terráneos están
cazando a un enemigo humano, y que ningún tren podrá detenerse en la
estación de Bennett hasta que se encuentre al enemigo. Entonces cada
estación tendrá una opción.
—Ese mensaje no les dice mucho —protestó Jana.

—Les dice todo —respondió Jesse, mirando a Nicolai—. Su nombre


solo le dirá a los otros maestros de estaciones todo lo que necesitan saber.

Tolya asintió a Nicolai.

—Envía tu mensaje.

—Tal vez no ha sucedido todavía —dijo Jana—. Quizás tengamos


tiempo para detenerlo. A veces las profecías no suceden porque fueron
vistas y la gente actuaba conforme la información ¿verdad?

—No siempre se puede actuar lo suficientemente rápido. —Jesse


Walker se encontró con los ojos de Tolya. La pena y el arrepentimiento de

366
lo que le había sucedido a Joe Wolfgard y al resto de la manada en
Pradera de Oro todavía estaba fresco para los dos—. ¿Tienes la dirección
de correo electrónico de Steve?

—Sí —dijo—. Haz la llamada telefónica, Jesse Walker. Impresiona a


los humanos que trabajan en la cabaña que este mensaje es más que
urgente. Realmente es una cuestión de vida o muerte, para todos ustedes.

Si ayudamos, no moriremos. Las palabras que había susurrado hace


tan poco tiempo parecían hacer eco en la habitación. Se preguntó si ella
argumentó que Steve Barquero estaba involucrado para salvar a los
Intuye o si tenía la sensación de que involucrar a los Intuye marcaría la
diferencia para prevenir la muerte que podría convertirse en el
desencadenante de muchos más.

Las manos de Jesse temblaron cuando realizó la llamada a la caseta


de comunicaciones.

—¿Hola? —Una voz masculina llena de tensión, como si ya hubiera


visto demasiado. Ya sabía demasiado.

—Soy Jesse Walker. Llamo en nombre de Tolya Sanguinati, en


Bennett. Su contraparte en la caseta del Noreste necesita hacer una
llamada urgente a Steve Barquero en la oficina del alcalde en Desembarco
del Ferry. —Jesse se detuvo. Pensando—. No. Su contraparte debe hacer
una llamada de emergencia e informar a Steve que Tolya Sanguinati le
está enviando un dibujo de profeta por correo electrónico. Steve necesita
llegar a las personas adecuadas lo más rápido que pueda. Él sabrá
quiénes son.

—¿Cuándo enviará Tolya Sanguinati este correo electrónico?

—Mientras hablo. Pero Steve necesita saber que se acerca, incluso


si recibe el mensaje telefónico un minuto antes del correo electrónico.

Un silencio pesado.

—¿Qué tipo de emergencia?

367
—Vida o muerte para todos nosotros. —Sus palabras no fueron una
exageración; eran la dolorosa y aterradora verdad.

Alguna conmoción de repente en el fondo. Voces alzadas. El hombre


dijo:

—Espera un minuto.

Jesse escuchó las voces y luego miró a Jana.

—Algo está mal allí.

—¿Están bajo ataque? —preguntó Jana.

—¿Sigues allí? —El hombre sonaba asustado. Como era un Intuye,


eso no era bueno.

—Estoy aquí —respondió Jesse.

—Dijiste Steve Barquero en Desembarco del Ferry. Esa es la aldea


Intuye en Isla Grande, cerca de Lakeside y Saltos de Talulah. ¿Está bien?

—Si. —Definitivamente algo andaba mal.

—Un operador de la otra caseta acaba de llegar con una copia


impresa de un correo electrónico enviado desde Desembarco del Ferry a
una larga lista de aldeas Intuye, así como a la caseta de comunicaciones
del Noreste. Pide a todos que estén atentos. —Él dudó—. ¿Esa foto que
estás enviando tiene algo que ver con Lakeside?

—¿Por qué?
—Porque el Enlace Humano del Courtyard de Lakeside fue
secuestrada hace poco por un hombre llamado Cyrus James
Montgomery.

Jesse sintió que se le revolvía el estómago. Luchando contra las


náuseas, dijo:

—Entonces esperemos que lo que estamos enviando les ayude a


encontrarla a tiempo.

368
Parlan había cumplido con su deber, coqueteando con las esposas
de sus socios comerciales lo suficiente como para que se sintieran bien
sin coquetear tanto que los maridos pudieran sentir un destello de celos,
si es que pudieran apartar los ojos de las mujeres más jóvenes y más
bonitas que viajaban en el tren. Ahora quería regresar a su vagón privado
antes de que el tren saliera de la estación, y antes de que una de las
mujeres se invitara a unirse a él.

—Si ustedes, señoras, me disculpan... —Echó la silla hacia atrás.

—Es indignante —dijo un hombre cuando él y un compañero


entraron al vagón y tomaron la mesa en el lado opuesto del pasillo—. ¡Y
no hay explicación!

—¿Hay algún problema en las vías? —Parlan de repente se sintió


incómodo de la misma manera que cuando un juego se volvió agrio—.
Mis disculpas por entrometerse en su conversación, pero lo que acaba de
decir suena alarmante.

—¿Alarmante? —El hombre resopló—. Malditamente inconveniente,


eso es lo que es. La estación en Bennett está cerrada, así que ahora todos
los trenes están retenidos en cualquier estación que sea su parada más
cercana hasta... bueno, ese es el punto. Nadie nos dirá por qué cerró la
estación de Bennett, por lo que nadie puede decirnos cuándo volveremos
a mudarnos.

—Hubo ese robo en la estación de ruta el otro día —dijo el


compañero del hombre—. Quizás las autoridades se están acercando al
ladrón. Le disparó a una de las personas que trabajaban en esa estación,
¿no?
—Si ese fuera el caso, pensarías que querrían que los trenes se
muevan en lugar de ser blancos sentados. También podría poner un gran
cartel que diga: “Estamos atrapados aquí, ven a robarnos”.

Al ver al conductor cuando el hombre entraba en el auto, Parlan


levantó una mano, una orden silenciosa que recibió más atención que los
hombres que, al ver al conductor, exigían respuestas en voz alta.

—Caballeros —dijo Parlan con severidad—. A todos nos gustaría


escuchar lo que el conductor nos tiene que decir, así que cállense ahora.

Querían discutir, oh, cómo querían discutir, pero lo miraron a los


ojos y vieron una pista de por qué era el líder del clan Blackstone, por
qué él, que rara vez se ensuciaba las manos, tenía influencia sobre un
hombre como Judd McCall.

369
—Si pudieras decirnos lo que sabes —dijo Parlan en voz baja,
volviendo su mirada hacia el conductor.

—El jefe de estación en Bennett dijo que los Otros están buscando a
un enemigo humano, y están cerrando su estación hasta nuevo aviso. No
se permiten la entrada de trenes y nada sale. Cada jefe de estación que
recibió el mensaje está reteniendo los trenes.

—¿Por qué? Seguramente un problema en una estación no debería


congelar los trenes en todo el Medio Oeste.

El conductor le dirigió una extraña sonrisa.

—Uno de los Sanguinati es el jefe de estación en Bennett. Si está


dando la advertencia... bueno, todos son libres de desembarcar y
encontrar otra forma de llegar, pero las estaciones han sido designadas
como terreno seguro siempre y cuando nadie inicie ningún problema, por
lo que no encontrará a ningún hombre quien trabaja para el ferrocarril,
de ingeniero a portero, que va a salir de una estación hasta que recibamos
un mensaje de que el problema ya pasó.

El conductor dio un paso hacia el próximo vagón, luego miró a los


dos hombres que habían estado haciendo todo el alboroto.

—Por lo general, no les digo esto a los pasajeros porque los asustaría
demasiado, pero hay Terráneos a los que les gusta perseguir los trenes
por diversión. Y algunos de ellos pueden correr más rápido que un tren,
son tan rápidos y tan grandes. No es que realmente veas nada. Es más
una impresión de que te persiguen. Y a veces la diversión se convierte en
una cacería. Todos los que trabajan en las líneas han visto lo que le
sucede a un tren cuando los Otros atacan, y lo que les sucede a las
personas dentro de los vagones. No vamos a morir hoy para que puedan
obtener ganancias.

El conductor caminó hacia el próximo vagón para informar a los


pasajeros del retraso.

Parlan barajó las cartas. Podía intentar llamar a Judd y Lawry y


averiguar si habían escuchado algo, y si no lo habían hecho, tenía que
advertirles que los Otros estaban cazando a un enemigo humano. A
menos que Sweeney Cooke y Charlie Webb se hubieran adelantado lo
suficiente como para que Judd ya hubiera llegado a Bennett, no eran la
causa de este bloqueo de los trenes.

370
Si fuera a su vagón privado, tendría la soledad que deseaba, pero no
escucharía las noticias que flotaba a través de los vagones públicos, no
tendría una idea de cuál debería ser el próximo movimiento del clan
Blackstone.

—Si ustedes, señoras, me disculpan por un minuto —dijo Parlan—.


Necesito estirar las piernas.

Los hombres estiraban las piernas. Las mujeres se empolvaban la


nariz. Los eufemismos humanos de los que necesitaban el baño. Y no
usar esas frases era una de las pequeñas formas en que un Terráneo, que
de otro modo podría pasar por humano, revelaba lo que era.

—Cuando regrese, ¿tal vez te gustaría jugar otro juego para pasar el
tiempo? —Las mujeres revoloteaban como colegialas, sus senos caídos de
mediana edad envueltos en prendas que no invitaban a los dedos de un
hombre a tocar, no lo intrigaban para que quisiera revelar lo que
ocultaban las prendas. Parlan tenía la sensación de que los dedos de sus
maridos estaban explorando carnes núbiles en este momento, y ser
descubiertos por esposas heridas e indignadas ensombrecerían sus
planes. Así que sofocó su deseo de soledad y se tomó el tiempo suficiente
para salir y hacer las llamadas, dejando mensajes para Judd y Lawry.
Luego estiró las piernas antes de reunirse con las mujeres y mantenerlas
ocupadas hasta la cena.
Jana montó a Mel por las calles laterales del distrito de negocios y
subió y bajó por las calles residenciales, buscando alguna señal de que
los Antiguos, una vez más, bajaban de las colinas para desatar su furia
contra los residentes de Bennett, personas inocentes que no tenían nada
que ver con lo que estaba sucediendo en el Noreste. No es que ser
inocente haga alguna diferencia.

¿Era la ignorancia mejor que el conocimiento? Ella y Jesse Walker

371
eran los únicos humanos en Bennett que habían visto el dibujo de Meg
Corbyn en la cajuela de ese auto. Eran las únicas que sabían el nombre
del secuestrador de Meg: Cyrus James Montgomery. Eran las únicas que
sabían que el problema no era algo que alguien aquí pudiera solucionar,
que estaba sucediendo a cientos de kilómetros de aquí.

Pero todos los humanos aquí pagarían en carne y hueso si el dibujo


que Tolya había enviado no llegaba a tiempo para ayudar a salvar a Meg
Corbyn. Y se preguntó, como se había preguntado durante todo el día,
qué hacía que esta mujer fuera tan importante para los Terráneos que su
pérdida podría desatar una avalancha de odio hacia el resto de los
humanos en el continente.

Probablemente nunca sabría la respuesta, así que cabalgó por la


plaza del pueblo y las calles cercanas donde se ubicaban otros negocios.
La gente la miraba, consolándose al saber que ella estaba allí para servir
y proteger, así como se consolaba cada vez que escuchaba un aullido de
Lobo.

Estamos aquí.

Se preguntó si eso sería cierto mañana.


Virgil se inclinó en la puerta de la oficina del sheriff, conservando
energía para cuando fuera necesario, y se reportó con su hermano.
«¿Kane?».

«La cachorra Maddie está durmiendo otra vez. El sanador humano le


dio a los padres una medicina que la adormecería. Sus manos están
vendadas, así que estamos viendo películas ya que no puede jugar con los
otros jóvenes hoy».

Virgil sonrió. «Si ella está durmiendo, ¿quién está viendo las
películas?».

Como era obvio quién exigía a los adultos que pusieran una nueva
película en el reproductor de discos cuando terminara la anterior, Kane
ignoró la pregunta de Virgil y le hizo una propia. «¿Alguna noticia?».

372
«No». Deseó que John no le hubiera contado a él y a Kane historias
sobre la Chica Palo de Escoba. Deseó no haber comenzado a pensar en
ella como parte de la manada de los Lobos de Lakeside, no haber sentido
diversión mezclada con simpatía por la frustración de Simon al tratar con
una hembra que era como una fuerza de la naturaleza inocente y algo
torpe en su propio pequeño camino.

Deseó haber visto una foto feliz de Meg Corbyn antes de ver esa foto.

Observó a la oficial Jana caminar por la calle desde la caballeriza.

¿Cuánto de su tolerancia para los humanos y para lidiar con la


lobezna se debía a las historias sobre la Chica Palo de Escoba? ¿Y cuánta
tolerancia para los humanos moriría en toda Thaisia si Simon no
encontrara la sangre dulce de Lakeside?

—¿Has terminado de montar el caballo que no es carne? —preguntó


cuando Jana llegó a la oficina.

—Su nombre es Mel.

Se encogió de hombros porque sabía que la molestaría. En este


momento, prefería tratar con la lobezna.

El teléfono sonó.

Se miraron mientras el teléfono sonaba por segunda vez. Entonces


Virgil se apresuró a responder. Mientras escuchaba a la persona por
teléfono, Jana habría estado respirando por su cuello si hubiera sido lo
suficientemente alta como para alcanzarlo.
Colgó y la esquivó para salir.

—Maldita sea, Virgil. —Jana agarró la parte de atrás de su camisa e


intentó detenerlo. No podía hacerlo, por supuesto, pero lo intentó.
Escuchó un par de costuras rasgarse antes de llegar a la acera.

Más tarde decidiría si estaba molesto o divertido. En este momento...

¡Arrrrroooooo!

Todos alrededor de la plaza dejaron de moverse, dejaron de trabajar,


tal vez incluso dejaron de respirar.

«Simon Wolfgard encontró a la Chica Palo de Escoba. Ella está herida


pero viva. Regresan a Lakeside».

373
—¿Qué? —dijo Jana—. ¿Quién estaba al teléfono? ¿Qué dijeron?

—La encontraron. Simon la encontró. —Algo caliente y pesado llenó


su pecho. ¿Alivio? No estaba seguro. Esta noche cambiaría a Lobo y
correría y correría hasta que esa sensación se aliviara.

—¿Viva?

La lobezna olía a miedo. ¿Por ella o por la chica del Courtyard de


Lakeside que podría haber conocido de pasada?

—Viva —confirmó—. Herida, pero viva.

—Gracias a los dioses —susurró. Su voz tembló, pero se enderezó.

—¿Qué hacen los humanos cuando recibes noticias como esta?

—Reírse, llorar, juntarse y abrazarse. Volverse lo suficientemente


mareado como para ser un poco estúpido.

—Los humanos siempre son un poco estúpidos.

Se rio.

—Supongo que sí. —Luego se puso seria—. El hombre. Cyrus James


Montgomery. ¿La policía todavía lo está buscando?

—No. —Virgil la miró a los ojos—. Los Antiguos lo encontraron.

Estaba contento de que ella no entendiera lo que eso significaba.


Muerto sí. Entendió eso. Pero no el resto.

Él entendió lo que significaba, y se alegró.


Scythe observó a los humanos que llenaban el Salón Jaula de
Pájaross. Todas las mesas del salón se llenaron, y el espacio quedó
abarrotado con gente de pie. Incluso Candice Caravelli y Lila Gold se
estaban comportando de manera extraña. Emocionados y revoltosos,
como Pájaro Amarillo cuando le daba agua y comida fresca.

—¿Este comportamiento es normal? —le preguntó a Don Miller. Yuri


Sanguinati estaba en el otro extremo del bar, llenando los pedidos de

374
bebidas lo más rápido que podía—. Ni siquiera saben lo que pasó.

—No conocemos los detalles, pero suficientes de nosotros teníamos


la sensación de que algo malo estaba sucediendo, algo que el sheriff y el
alcalde no querían o no podían compartir con el resto de nosotros. Y
ahora hay una sensación de que la crisis ha terminado, que las cosas
están bien nuevamente. —Don miró a los clientes—. Entonces, sí, este
comportamiento es normal. Todos quieren celebrar.

Scythe consideró sus palabras y asintió.

—Caminaré entre los clientes y les sonreiré.

—Qué es exactamente lo que debe hacer el propietario de un salón


fronterizo.

Complacida de haber interpretado correctamente su papel en esta


situación estaba a punto de alejarse de Don cuando vio la expresión de
su rostro. Agudo. Casi depredador.

«Yuri», dijo ella.

El Sanguinati levantó la vista, miró por encima. Centrado en Don.


Luego se centró en lo que había llamado la atención del Intuye.

Lo mismo hizo Scythe, pero todo lo que vio fue a Jesse Walker
caminando hasta el bar.

—¿Jesse? —dijo Don

—Botella de whisky. La llevaré conmigo.


Don dudó, luego seleccionó una botella sin abrir y se la entregó a
Jesse.

—Te acompañaré.

—No es necesario —espetó Jesse.

Pero Don ya se estaba moviendo hacia el extremo abierto de la barra,


y Scythe se movió con él, escaneando el área del salón donde había estado
Jesse. Todos estos humanos felices, y de repente uno que era importante
para la ciudad, era infeliz. En su salón. ¿Por qué?

Mientras Don acompañaba a Jesse hasta la puerta y Yuri vigilaba,


Scythe se movió a través de la masa de cuerpos humanos que reían y
cantaban mal en comparación con Pájaro Amarillo, un cazador que se

375
movía entre presas ajenas.

Había un hombre allí que parecía enojado, pero la mirada


desapareció cuando Garnet Ravengard pasó y se detuvo cuando el
hombre le habló.

Quizás se había equivocado. Quizás no estaba enojado, solo


decepcionado porque no estaba hablando con una mujer.

Pero Jesse Walker. Ese era un problema que alguien más necesitaba
solucionar.

—¿Entonces estamos bien? —preguntó Tobias.

Jana apretó su agarre en el teléfono móvil como si fuera un


salvavidas. Ella le había dicho lo suficiente para que él apreciara lo cerca
que habían estado del desastre hoy.

—Estamos bien. No pensé en lo que debió haber sido para los


policías en Lakeside cuando las formas más aterradoras de Terráneos
declararon la guerra a los humanos y arrasaron las ciudades. Los policías
sabían lo suficiente como para entender lo que iba a suceder, y no había
nada que pudieran hacer para detenerlo. Nada podría haber hecho aquí
para ayudar a nadie si las cosas hubieran ido al revés. Se siente bastante
indefenso.
—No estabas indefensa, Jana. Estabas ahí afuera haciendo tu
trabajo. Manteniendo la paz. Brindando protección vigilante.

—Desearía que estuvieras aquí. —Desearía que me besaras y me


ayudaras a olvidar lo que podría haber pasado hoy.

—¿Tú y tu compañera han elaborado un sistema para cuando


necesitan privacidad, o todos están de acuerdo con la puerta cerrada de
un dormitorio?

—¿Qué? —Sintió que le ardía la cara y se preguntó si Tobias había


percibido de alguna manera sus pensamientos o si simplemente le estaba
haciendo saber que le gustaría explorar la chispa que había entre ellos.

Tobias se rio.

376
—Puedes darme una respuesta la próxima vez que esté en la ciudad.

Un lobo aulló cerca.

—Tengo que irme —dijo Jana—. Todavía estoy oficialmente de


servicio.

—Día largo.

—Sí. Pero una vez que el salón cierre y nos aseguremos de que todos
los que estaban celebrando todavía estén lo suficientemente sobrios como
para encontrar el camino a casa, Rusty y yo también nos iremos a casa.

—Buenas noches, oficial.

—Buenas noches, ranchero.

Cuando terminó la llamada, Jana se preguntó por qué esas dos


palabras, oficial y ranchero, la hacían sentir un poco triste.

Tolya llamó suavemente a la puerta de la habitación de hotel de


Jesse Walker. Escuchó movimiento dentro de la habitación, pero no
escuchó pasos acercándose a la puerta.
Todo lo que Scythe pudo decirle fue que había algo mal con Jesse,
que estaba infeliz y molesta cuando todos los demás humanos parecían
excesivamente felices, y que había comprado una botella de whisky para
llevarla a su habitación. Yuri no podía decirle mucho más que eso.

Golpeó de nuevo, más fuerte esta vez en caso de que Jesse no


hubiera escuchado la primera solicitud para entrar.

Más sonidos en la sala. ¿Cuánto había bebido ella? Seguramente no


suficiente en el tiempo entre los informes de Scythe y Yuri y su presencia
aquí para haberse hecho daño. Era suficientemente fácil como para
cambiar a humo y fluir debajo de la puerta y...

El traqueteo de la cadena de seguridad ante la puerta se abrió con


un tirón.

377
Se miraron el uno al otro. Tolya estaba sorprendido por el cuerpo
rígido y la ira en el rostro de Jesse. Luego la ira se desvaneció y la rigidez
disminuyó.

—Oh. —Jesse abrió más la puerta y se hizo a un lado—. Tolya.


Adelante.

Entró y cerró la puerta detrás de él. Puso la cadena de seguridad.


Luego se acercó, estudiándola.

—Esperabas a alguien más. —No una suposición; sino una certeza.


Del mismo modo que estaba seguro, el otro visitante no habría sido
bienvenido.

Ella vertió un trago doble de whisky en un vaso de agua y lo bebió.

—Puede que ya no sea una persona joven y fresca, pero después de


esperar este día para saber si vamos a sobrevivir, solo quería levantar los
talones y tener un poco de diversión para adultos con un hombre de ideas
afines. Y no importa lo que digan, no estoy sola, y por todos los dioses,
no soy tan vieja y estoy tan desesperada por la compañía masculina que
necesito aceptar una jodida de lástima. —Agarró la botella y sirvió otro
doble trago. Cuando levantó el vaso, lo miró—. Probablemente no sabes
lo que eso significa.

—Sé lo que es una jodida de lástima, pero no entiendo por qué


alguien te ofrecería uno.
Ella se echó a reír, un sonido amargo que lo molestó, y lo enojó
cuando se dio cuenta de que había entendido mal lo que había querido
decir.

Los humanos tenían relaciones sexuales sin querer tener una pareja
o una joven, por lo que la edad de Jesse no era relevante y, a pesar de ser
humana, era una mujer inteligente e interesante. Una mujer así nunca
estaría desesperada por compañía masculina si quisiera compañía. Pero
cualquier palabra que se dijera la había lastimado, y él la valoraba
demasiado para dejarla revolcarse en ese dolor cuando había algo que
podía hacer.

—¿Quién te hizo tal oferta? —preguntó.

Ella sacudió su cabeza.

378
—No importa.

—Te hizo infeliz, así que sí importa.

Jesse sorbió el whisky y lo miró.

—No me importa lo suficiente para identificar al tonto. Hirió mi ego,


hirió mis sentimientos. Lo superaré.

¿Lo hará?

—Es solo que... pensé que habría suficientes hombres solteros aquí
para que uno de ellos quisiera una celebración piel a piel. Eso es todo lo
que estaba buscando, algo de compañía esta noche y, con suerte, algo de
sexo a medias. Pero el hombre que se me acercó dejó en claro que me
haría un favor, que es todo lo que podía esperar, y no quiero ese tipo de
compañía.

—¿Habrá muchos teniendo sexo esta noche? —preguntó Tolya.

—Oh sí. Es una forma muy humana de confirmar que todavía estás
vivo.

Tolya se acercó a Jesse y le quitó el vaso de la mano.

—Suficiente.

—¿Por qué? Si no puedo tener relaciones sexuales, bien podría


emborracharme.

—Vas a tener sexo, y no quiero emborracharme.


—¿Cómo…? —Sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de lo que
él quería decir.

—No es una jodida de pena, y no es una jodida de lástima. Un


intercambio mutuo entre amigos para celebrar estar vivos. ¿Es eso
aceptable?

No dijo nada. Solo lo estudió. Finalmente asintió.

—Eso es aceptable.

Ella miró hacia otro lado, y él estaba encantado de verla sonrojarse.

—¿Es diferente con tu especie? —preguntó.

Tolya sonrió.

379
—De esta forma, creo que la mecánica es la misma. ¿El resto? —Se
encogió de hombros—. Puedes decirme después.

Mientras la besaba, la tocaba, la desnudaba, no podía decir si era


diferente para ella, pero era diferente para él. Esta no era una cacería
impersonal donde el sexo era la carnada. Este no era el cuerpo de un
extraño para alimentarse e irse. Esto tampoco era romance como se
retrata en las historias humanas. Esto no era amor, y no sería para
siempre. Algún día, él y una hembra Sanguinati se convertirían en una
pareja acoplada y criarían a su camada. Pero al menos por esta noche,
podía tocar, saborear y besar la carne de una mujer de una manera que
la complaciera. Cuando él se movió dentro de ella y ella se movió debajo
de él, él le dijo sin palabras que ella importaba.

Y cuando ella guio su boca hacia su cuello para alimentarse


mientras la pasión disparaba su sangre, ella le dijo a su manera que él
también importaba.
380
Firesday, messis 24

Las palabras viajaron rápidamente.

Fueron transportadas por un viento que aullaba desde el este, un


viento que contenía suficiente calor para secar rápidamente la hierba y
dejarla vulnerable a una cerilla caída... o al beso fatal de un rayo.

Eran gruñidos en los rápidos riachuelos, arroyos y ríos. Fueron


gritados por cascadas.

Fueron gritados dentro del estruendo de los desprendimientos de


rocas.

La historia de la enseñanza con todas sus lecciones vendría más


tarde. Pero por ahora, los Antiguos y los Elementales en el Nordeste
enviaron este mensaje a cada parte de Thaisia:

Los humanos Cyrus son una amenaza para las sangre dulce. Son una
amenaza para todos nosotros.

Siempre que se encuentre un humano Cyrus... destrúyanlo.


Manoseando la mesita de noche en la oscuridad, Jana finalmente
localizó su teléfono móvil y se preguntó quién la llamaría antes del
amanecer.

—¿Jana? Soy Tobias.

—¿Esta es mi llamada de atención? —Se apartó el sueño de los ojos


y no estaba segura si sonaba coqueta o gruñona, y no le importó.
Entonces su tono llegó a su cerebro—. ¿Todo está bien?

—Algo…

Alerta ahora, esperó mientras él resolvía las palabras que podrían


acercarse a describir lo que estaba sintiendo.

381
—El ganado está inquieto —dijo Tobias—. Los caballos están
inquietos.

—¿El clima? —Era messis, así que hacía calor. Y seco. Había estado
tan ocupada desde que llegó a Bennett, que no había prestado mucha
atención más allá de escuchar los consejos de todos y asegurarse de
llevar agua en su vehículo o alforjas.

—Creo que es más que el clima. —Lo dijo en voz baja, como si tuviera
miedo de ser escuchado—. Si vas a montar a Mel hoy, ten cuidado. Está
atenta. Y presta atención a lo que te está diciendo.

Animales inquietos. Algo más que el clima.

—Me mantendré alerta —prometió.

—Me tengo que ir.

—Yo también. Creo que Jesse todavía está en la ciudad. ¿Algo que
quieras que le diga si la veo?

Estuvo en silencio durante tanto tiempo que se preguntó si había


terminado la llamada.

—Si va a estar en la ciudad otro día, que me llame. De lo contrario,


la veré cuando llegue a casa.

—Bueno. —Las siguientes palabras salieron a toda prisa—. Cuídate.

—Siempre.
Escuchó la sonrisa en su voz cuando terminó la llamada. Luego
suspiró y apagó la alarma. No tenía sentido intentar dormir unos minutos
más.

Caminó por la casa, dejó salir a Rusty para su pipí matutino,


preparó el café, y puso agua fresca y algunas croquetas en los cuencos
de Rusty. Una vez que el cachorro volvió a entrar, Jana se dio una ducha
rápida y regresó a la cocina con una camiseta larga y una toalla envuelta
alrededor de su cabeza.

Encontró a Barb, con los ojos pesados y arrugados, mirando al


refrigerador abierto.

—¿Tienes un caso de ceguera en el refrigerador esta mañana? —


preguntó Jana mientras sacaba dos tazas del armario y vertía café en

382
ellas.

—Caca en ti —murmuró Barb.

Divertida, y preguntándose si su compañera de casa estaba


realmente despierta, Jana llevó a Barb al mostrador.

—Bebe café. Encuentra tus palabras. Y tu cerebro. Y tu energía.

Barb emitió un sonido indescifrable, pero cambió su enfoque para


mirar la taza de café en lugar del interior del refrigerador.

Jana preparó huevos revueltos y tostadas y vio a Barb volver a la


vida mientras desayunaban.

—¿Larga noche? —preguntó.

—Larga. —Asintió Barb.

—¿Necesitamos hablar sobre los pájaros y las abejas?

Barb la miró fijamente. Entonces se sonrojó.

—No. Absolutamente no. No.

—¿Si prometo no decirle a tu hermano el policía?

Vacilación.

—Tal vez.

Oh, Dioses. Bueno, ella lo había mencionado, ¿no?


Miró el reloj y se dio cuenta de que no tenía tiempo para averiguar
más. Kane se había quedado en la oficina anoche con Cory, así que no
tenía que llevarlo al trabajo hoy, pero eso no significaba que Virgil no
estaría de pie junto al auto policial esperándola. O podría estar trotando
para trabajar solo, marcando territorio a medida que avanzaba.

Pero no creía que ese sería el caso esta mañana. Si Tobias se sentía
incómodo cuando todo debería haber estado bien nuevamente, era una
buena apuesta que Virgil supiera por qué.

383
Jesse se despertó lentamente, sintiéndose lista y deliciosamente
lánguida. Usada de la mejor manera.

Tal vez se quedaría en la cama toda la mañana. Podía pedir una


comida y que se la llevaran a la habitación y pasar unas horas
mordisqueando y leyendo.

Siempre tenía un libro escondido en su estuche nocturno, incluso si


no esperaba tener tiempo para leer más de un capítulo. Esta mañana
podría darse el gusto y...

¡Arroo!

—¡Cory! —Jesse se incorporó hasta sentarse y miró la caja vacía.


Virgil se había llevado al cachorro ayer, y a excepción de comprobar de
vez en cuando para asegurarse de que Cory estaba bien, había dejado al
cachorro en la oficina del sheriff y se había concentrado en lo que fuera
que pudiera hacer para reprimir el pánico que había generado en las
personas que no sabían lo que estaba pasando, pero sabían que no tenían
a dónde correr si los Terráneos se volvían contra ellos. Luego, la noticia,
breve como fue, de que Meg Corbyn había sido encontrada viva.

A pesar de que la mayoría de los residentes no supieron por qué la


crisis cuando terminó, solo que había terminado, el miedo y el estrés se
habían transformado en un alivio maníaco que dejó a las personas (y
estaba entre ellas) albergando ideas tontas. Y hacer cosas que, tal vez, no
habían sido sabias. Excepto, dioses, había pasado mucho tiempo desde
que un hombre la había complacido de la forma en que había sido
complacida anoche. Y si esta languidez fue causada por la cantidad de
sangre que Tolya había tomado, era un pequeño precio a pagar por
sentirse tan increíble.

Mientras balanceaba las piernas sobre el costado de la cama, Jesse


notó la nota anclada debajo del libro que había puesto en la mesita de
noche.

Jesse:

Tu cachorro está en la oficina del sheriff jugando con Rusty. Ella está
bien. Deberías desayunar bien esta mañana. Se recomienda carne.

384
Tolya

PD.: Es posible que desees usar una bufanda si vas a ver a tu hijo
más tarde hoy.

—¿Bufanda? —murmuró Jesse—. ¿Con este calor?

Se levantó de la cama y miró su reflejo en el espejo de cuerpo entero.


Las contusiones en su muslo izquierdo interno y la parte interna de su
codo derecho estaban oscuras pero se iban a cubrir fácilmente. Los
moretones en su cuello... no había tenido chupetones así desde sus días
de escuela, cuando la marca era la confirmación de ser deseable. Al
menos, ese era el mito que se arremolinaba en el lío pegajoso de las
hormonas adolescentes. Siendo lo suficientemente deseable como para
ser marcada, afirmaba. Y cada vez más deseable debido a esa marca, esa
afirmación. Otros jóvenes notaban a las chicas que llevaban esa insignia
en particular, o la escondían debajo de una bufanda.

Otros hombres.

Mientras se duchaba y vestía, Jesse consideró cuánto Tolya podría


entender sobre el sexo humano. No el acto físico. Sabía mucho sobre eso.
Dioses, ¿alguna vez lo supo? ¿Pero las emociones? ¿El moretón era solo
el resultado de su alimentación o lo había hecho deliberadamente para
que sirviera de cebo al hombre que había herido sus sentimientos la
noche anterior? ¿Un hombre así, al ver ese moretón, se acercaría a ella
hoy y renovaría su oferta de una jodida por lástima? Y si lo hiciera, ¿quién
estaría mirando?
No Tolya. Era demasiado inteligente para eso, demasiado sutil. Pero
había tantos ojos siempre mirando a los humanos. Cuervos, Halcones,
Cornejas. ¿La bocanada de aire era solo aire, o el Elemental de Aire se
acercaba a ti?

No importaba quién miraba o quién escuchaba. No estaba segura si


el idiota de anoche era alguien esperando una entrevista que decidiera si
se convertiría en residente de Bennett o si iba a estar de paso. Solo
esperaba no volver a verlo y que estuviera en el primer tren fuera de la
ciudad.

Se vistió con una camiseta azul y vaqueros, dispuesta a dejar que


las personas vean los moretones en lugar de sufrir un golpe de calor por
estar vestida en exceso. Pero se dejó el cabello suelto alrededor del cuello

385
y se ató un pañuelo al cuello. Como Tobias estaba en el rancho, no le
importaba sorprender a ninguno de los hombres y, si era sincera, tenía
un poco de curiosidad acerca de cómo alguien como Virgil Wolfgard
respondería al ver ese tipo de contusión.

¿Pero las chicas, Barb Debany y Lila Gold e incluso Jana Paniccia?
No, no quería impresionarlas al anunciar que había tenido sexo ardiente
y candente anoche.

Mirando por la ventana, vio a Tolya hablando con una mujer. No una
mujer en el sentido más estricto, y no una cambiaforma que no podía
entender bien la forma humana. No hay nada malo con esa forma,
excepto que nunca lo confundirías con un humano.

—Elemental —susurró Jesse.

La mujer levantó la vista, como si pudiera escuchar incluso un


susurro una vez que el sonido se encontró con el aire.

Jesse agarró la llave de su habitación y corrió hacia la calle.

La mujer ya se había ido cuando salió, pero Tolya estaba allí,


esperándola.

—Te ves pálida, Jesse. Aún no has comido. —A pesar de ser dichas
cortésmente, las palabras sonaron como un regaño, pero un regaño que
tenía afecto.

¿Cuánto debería leer en él llamándola Jesse en lugar de Jesse


Walker? Tenía la sensación de que la noche anterior había cambiado algo
entre ellos, que la cortés formalidad había dado paso a algo más cálido.
—No, aún no. Pero lo haré. Desayuno abundante, con carne. —Lo
estudió—. ¿Alguna noticia sobre Meg Corbyn?

—Vamos a la oficina del sheriff. Virgil, Kane y Jana también


deberían escuchar esto.

Cruzaron la plaza en agradable silencio.

Virgil miró su cuello por un largo momento, luego gruñó, su única


opinión. Kane no pareció darse cuenta, pero todavía estaba en forma de
Lobo, lo que podría explicar la falta de interés. Jana la miró y luego a
Tolya... y luego se sonrojó.

Jesse pensó que no era el chupetón lo que causó el sonrojo; fue verlo
en la madre de Tobias lo que hizo que Jana se tambaleara.

386
—No hay necesidad de decirle —dijo Jesse con una sonrisa.

—Estoy contigo en eso —respondió Jana.

—Hembras humanas —gruñó Virgil—. Incluso cuando hablan


palabras comunes, hablan un idioma diferente. —Luego sus ojos se
encontraron con los de Tolya, y una especie de tensión eléctrica llenó la
oficina.

—Aire escuchó de sus parientes en el Este. Meg Corbyn está viva,


pero hay... preocupación... por su mente —dijo Tolya.

Jana contuvo el aliento. Jesse sintió aporrear a su corazón.

—Los cortes que hizo el Cyrus humano no se hicieron correctamente


—continuó—. Como resultado, Meg Corbyn está viendo demasiado.

—¿Se recuperará? —preguntó Jesse.

—No lo sé —respondió Tolya—. Esa es toda la información sobre ella


que viajó anoche. Pero Simon, Vlad y el resto del Courtyard la ayudarán.

—¿Qué más? —preguntó Virgil.

Tolya miró al Lobo.

—Todos hemos recibido instrucciones de los dientes y garras de


Namid. Debemos informar a los Antiguos si un humano Cyrus viene a
Bennett, o Pradera de Oro.

Virgil asintió. Jana parecía inquieta.


Jesse se sintió helada.

—¿Qué es un humano Cyrus?

—Alguien como Cyrus James Montgomery, el hombre que secuestró


a Meg Corbyn—respondió Jana, mirando a Virgil y Tolya.

Ella sabía el nombre. Después de todo, fue quien transmitió el


mensaje desde la caseta de comunicaciones. No, ella había estado
pidiendo una definición.

Al encontrarse con los ojos de Jesse, Jana asintió para reconocer


que haría todo lo posible para definir el término.

—Jesse, te acompañaré de regreso al hotel y comerás —dijo Tolya.

387
Como tenía hambre y se sentía un poco débil, Jesse no discutió.

Además, tenía la sensación de que a Jana le resultaría más fácil


llegar a un acuerdo sobre el término si no hubiera otros humanos cuando
hablara con Virgil.

—¿Cuánta sangre consumiste? —preguntó en voz baja mientras ella


y Tolya volvían sobre sus pasos a través de la plaza.

—Lo suficiente como para ser sensato y comer, pero no tanto como
para que lo que se tomó te ponga en peligro.

—Nunca se me ocurrió que podría estar en peligro. No contigo.

Él dejó de caminar y la miró fijamente, y eso la hizo sonreír. No, ella


no olvidaba que él era un depredador que fácilmente podía romperle el
cuello, arrancarle la garganta o drenarla. Pero confiaba en él.

—Esto no es como las historias —dijo—. No estamos enamorados o


destinados a estar juntos para siempre.

—Eso es verdad. —Sonaba cauteloso.

—Pero disfruté estar contigo anoche y estaría feliz de pasar el tiempo


de esa manera nuevamente. Los humanos a veces se refieren a estos
arreglos como “amigos con beneficios”.

—He escuchado esta frase. —Dudó—. Ese tipo de arreglo sería...


suficiente... ¿para ti?

Pensó en el hombre del Salón Jaula de Pájaros, y pensó en el placer


que había sentido con Tolya.
—Tengo la edad suficiente para no dejar que las hormonas abrumen
el sentido. Y tengo la suficiente claridad para entender qué es esto y qué
no es. Entonces, sí, Tolya. Este arreglo sería suficiente. Si eso cambia, te
lo diré.

—Muy bien, Jesse. —Parecía desconcertado, pero sonrió—. Ve a


comer.

Aliviada de que no era la que tenía que definir acciones que


equivalían a un tipo específico de delito, entró en el hotel y comió un
desayuno muy abundante.

388
Maldita sea, pensó Jana cuando Virgil se volvió hacia ella,
sujetándola efectivamente contra su propio escritorio. Tengo que recordar
cuán fácilmente puede hacer eso, incluso en forma humana.

—¿Reconocerías a un humano Cyrus si viniera a Bennett? —


preguntó Virgil.

—No es tan simple.

—¿Cómo no es simple? —Se inclinó más cerca y mostró los dientes,


revelando los colmillos demasiado largos para ser humanos—. Se robó la
sangre dulce del Courtyard de Lakeside y la lastimó. La robó de los Lobos.

Y eso, más que todo lo demás, era lo que Virgil consideraba


imperdonable.

Tenía que crear una cuerda floja de palabras y llegar al otro lado de
este abismo que se había abierto debajo de ella. Si no lograba su acuerdo
sobre los detalles de lo que hacía a alguien un humano Cyrus, ¿cuántos
hombres morirían solo por ser un imbécil después de beber demasiado?

—Sería reacia a acusar a cualquiera de ser una persona así sin


alguna prueba...

—¿Esperarías hasta que dañe a alguien? —Los ojos de Virgil


parpadearon con el rojo de la ira—. Nuestra Maddie sigue siendo un
cachorro. No sobreviviría a lo que le hicieron a Meg Corbyn. ¿Pero
esperarías hasta que ella esté sangrando?
—Eso no es lo que dije. —Puso suficiente presión en su voz para que
sus ojos se estrecharan—. No se puede acusar a alguien de un delito
antes de que se cometa el delito.

Él resopló.

—¿Podemos estar de acuerdo en que un humano Cyrus es un


hombre o una mujer que secuestra a otro individuo y toma a alguien en
contra de su voluntad?

Él la miró y no dijo nada.

—Eso es lo que hizo Cyrus Montgomery: robó a Meg Corbyn. La


secuestró. Ese es el crimen específico que cometió que la puso en peligro.
Eso es lo que lo convierte, lo hace, en un humano Cyrus.

389
Todavía no dijo nada.

—Algunos comportamientos son indicadores de que una persona


podría comportarse mal, podría ser un peligro para uno de nuestros
ciudadanos.

—¿Reconocería estos indicadores y gritarías una advertencia?

—¿Una advertencia de que alguien debería ser observado? Sí. —Ella


no quería que los Otros condenaran a algún tonto como humano Cyrus
cuando en realidad era culpable de algún otro tipo de asalto. No es que
un ataque de ningún tipo fuera aceptable, pero ser asesinado sería un
castigo extremo cuando una persona debería pasar tiempo en la cárcel
por un delito. Y la idea de que los Antiguos podrían estar involucrados la
asustó lo suficiente como para querer tener mucho cuidado al hacer
acusaciones.

—Observa si no estás segura —coincidió Virgil—. Pero si alguien es


identificado como un humano Cyrus, entonces actuaremos.

Jana asintió. ¿Qué otra cosa podía hacer? Había visto la foto de Meg
Corbyn en la cajuela de ese auto. E imaginar a la pequeña Maddie en la
misma situación... no.

Bark, bark. Yap, yap. La celda Tiempo para mí se había convertido


en un corral para cachorros, con Rusty y Cory teniendo algo de tiempo
social.

—Espero que no hayan encontrado una chinche —dijo Virgil,


sonando un poco preocupado.
—Bueno, sí.

—Llevaré a los cachorros a dar un paseo. Deberías montar el caballo


que no es carne.

—Su nombre es Mel. —Como Virgil ya se dirigía a las celdas, miró a


Kane—. El nombre de mi caballo es Mel. Él lo sabe.

Kane solo la miró.

—No eres de ayuda. —Se acomodó el cinturón alrededor de las


caderas y revisó las alforjas para ver si necesitaba reemplazar algún
suministro—. Aúllame si me necesitas. O puedes llamar. Tengo mi
teléfono móvil. —Como si el Lobo usara un teléfono cuando sus aullidos
llegaban de un extremo a otro de la ciudad.

390
Mientras cabalgaba para patrullar las calles residenciales, un
pensamiento circulaba en su cabeza.

Humano Cyrus. Humano Cyrus. ¿Qué le harían los Otros a un


humano Cyrus?

Que los dioses la ayuden, esperaba que nunca se enterara.

—Es un maldito desastre por los dioses —dijo Parlan a Judd McCall
cuando el hombre finalmente respondió su teléfono—. Aparentemente,
los maestros de la estación lo aclararon todo, pero con cada tren en la
región amontonado en cualquier estación que pudieran alcanzar, podría
pasar un día, o más, antes de que los trenes en las líneas secundaria y
terciaria puedan continuar hacia sus destinos. —Escuchó un leve algo
que sonó como una respuesta—. Repítelo. La señal se desvaneció. —
Malditos teléfonos móviles. Funcionaban bien, excepto cuando no lo
hacían.

—Alégrate de que tu ingenio te sostiene —repitió Judd—. Estoy en


un pueblo pequeño. Ni siquiera hay suficientes personas aquí para
llamarlo un pueblo. Ayer vaciaron la tienda general tan pronto como
alguien escuchó que los trenes estaban retenidos y la entrega de
suministros se retrasaría. El único lugar donde podía comprar comida o
agua era el restaurante, y ayer ya estaban tachando cosas del menú.

—Y no pasó nada.

—No por aquí. Pero los policías que viajaban por las carreteras y
revisaban estas motas en un mapa estaban nerviosos, como si supieran
algo, estaban buscando a alguien.

—¿Nosotros?

—No.

—¿Has tenido noticias de mi hermano?

—Él está bien. También lo está tu sobrino.

391
Lo que significaba que los policías aún no habían encontrado a
Dalton a pesar de los carteles de búsqueda. Y la frase indirecta o bien
significaba que Judd creía que podría ser escuchado o que tenía la
sensación de que debía ser cauteloso haciendo una conexión directa
entre Parlan y Dalton diciendo “tu hijo”.

—¿Y los chicos? —preguntó Parlan, es decir, Sweeney Cooke y


Charlie Webb.

—No he sabido nada de ellos. Pero creo que uno de ellos tiene
anemia. No sé cuál.

Entonces uno de ellos recibió un disparo cuando hicieron ese trabajo


a medias en ese rancho. “Anemia” significaba que la pérdida de sangre
era significativa.

Parlan no preguntó cómo Judd había descubierto tanto. Judd tenía


una manera de enterarse de tales cosas.

—¿Todavía planeas hablar con los funcionarios sobre esa propuesta


comercial?

—Tan pronto como podamos llegar a Bennett y mis socios


comerciales pueden programar una reunión. —Dudó—. ¿Has visto un
periódico últimamente? —El tren recogía periódicos de todas las ciudades
que todavía tenían uno, y lo que había leído en el último parecía
confirmar su decisión de que la familia dirigiera la respetable estafa por
un tiempo—. Hubo un artículo sobre los forajidos que se extinguen en la
nueva frontera.
—No lo vi, pero escuché sobre tres robos que deberían haber sido
fáciles de entrar y salir —respondió Judd—. Y eran fáciles. Sin
resistencia, sin hombres de la ley. Los hombres robaron el banco y
salieron de la ciudad. Pero las ciudades ya no están controladas por
humanos, y eso significa que los humanos ya no les robaban a los
humanos. Según los informes, los hombres apenas pasaron la línea de la
ciudad antes de ser asesinados. Reconocí los nombres de los fallecidos
recientemente. Tengo la sensación de que esos informes van a convencer
a algunos de los muchachos de que es hora de retirarse y encontrar una
forma más estable de ganarse la vida.

Como planeamos hacer, pensó Parlan. El problema es que no tiene


sentido tratar de establecerse en una ciudad que está muriendo, por lo que
cada vez más de esos hombres vendrán a las ciudades que son estables o

392
serán revividas. Como Bennett. Necesitamos llegar primero, debemos
convertirnos en una fuerte presencia en la ciudad.

—Obtendré una participación en la ciudad tan pronto como pueda


—dijo.

—A menos que encuentre algo interesante, no debería estar más de


un día o dos detrás de ti —dijo Judd.

Terminada la llamada, Parlan se sirvió un gran whisky.

De una forma u otra, Sweeney Cooke y Charlie Webb dejarían de ser


una amenaza para el clan. De una forma u otra, la persona que identificó
a Dalton y puso su nombre en un cartel de búsqueda sería encontrado y
también dejaría de ser una amenaza.

De una forma u otra, trataría con la mano ganadora que establecería


el clan en Bennett.
393
Watersday, messis 25

Con el último animal alimentado y la última jaula limpiada, Barb se


dio cuenta de que tenía una tarde libre. Podía ir a la librería y buscar... y
visitar a Joshua. Pero no se sentía tan cómoda estando cerca de él desde
la pelea de perros. Había visto un lado de él que la asustaba. Peor aún,
él parecía saber que la asustaba y que estaba de acuerdo con eso.

Desde la pelea de perros, lentamente se le había ocurrido que


quienquiera que lo hubiera nombrado había entendido que nunca se
comportaría como alguien que había crecido entre humanos.
Quienquiera que lo hubiera nombrado sabía que “painter” era otro
nombre para “pantera”.

Preguntándose si escribirle a su hermano y pedirle consejo era


realmente solo un problema, Barb se dirigió al bar. Quería un refresco
frío y algo de tiempo para sentarse en una mesa y conversar con una de
las chicas.

Una mirada a Lila Gold le dijo que este no era un día para conversar.

—¿Qué pasa? —preguntó Barb—. ¿Dónde está todo el mundo?

—Yuri y Freddie están trabajando en el turno posterior. Madame


Scythe está haciendo papeleo en su oficina, y Don está atrás, haciendo
inventario y buscando suministros. Candice está arriba, poniéndose la
ropa de trabajo, y Garnet y Pearl vendrán más tarde.

—¿Pero qué te pasa?


Lila hizo una mueca.

—Cólicos. Está bien. Hoy está tranquilo aquí, y todo lo que tengo
que hacer es ocuparme del bar durante una hora.

—Bueno, puedo hacer eso.

—Oh, no…

Barb se acercó a la puerta de la oficina de Scythe.

—¿Madam Scythe?

Un momento después, Scythe se hallaba en la puerta de la oficina y


sonrió.

394
—Barbara Ellen. ¿Has venido a visitar Pájaro Amarillo? Le doy de
comer como me enseñaste, y él canta todos los días.

—Me alegra que cante, pero realmente vine a tomar una bebida fría.

Scythe volvió sus ojos negros hacia Lila.

—Puedes hacerlo.

—Esa es la cosa —dijo Barb—. Lila no se siente bien. Es una cosa


humana femenina, y sería amable dejarla acostarse durante una hora.
Podría pararme detrás de la barra y servir bebidas si entra alguien.

—No estás vestida para el trabajo, Barbara Ellen.

—Somos del mismo tamaño —dijo Lila—. Barb podría usar mi otro
disfraz.

Barb sonrió a Scythe.

—Sería divertido. Y sería un favor.

—Tendría que pagarte —dijo Scythe—. Esa es una regla.


Necesitarías llenar formularios para un empleado.

—Podrías pagarme refrescos gratis esta tarde. Entonces podríamos


omitir el papeleo porque el refresco gratis no es lo mismo que el dinero.
Y es solo por una hora.

Barb contuvo el aliento, esperando ver si el cabello dorado de Scythe


cambiaría de color.
No. Las delgadas rayas de azul no se ensancharon, y no apareció
rojo o negro, los colores peligrosos.

—Muy bien —dijo Scythe—. Trabajarás detrás de la barra durante


una hora para que Don Miller pueda hacer su otro trabajo y yo pueda
hacer el mío. Dile a Candice que debe bajar en una hora y ocupar tu
lugar.

—Sí, señora.

Barb y Lila subieron las escaleras, llamaron a la puerta de Candice


para decirle que su turno comenzaría en una hora, luego fueron a la
habitación de Lila para que Lila pudiera quitarse su disfraz y Barb
pudiera vestirse con el alternativo.

395
No tenía más ganas de trabajar en un bar fronterizo que en un bar
normal, pero quería probar uno de los disfraces desde que abrió Jaula de
Pájaros y vio cómo las chicas podían disfrazarse.

—¿Un corsé? —Arrugó la nariz cuando Lila lo levantó—. ¿De verdad?

—Solo lo suficiente para ayudar a la forma del vestido y elevar tus


pechos.

El corsé no estaba apretado, no restringía su respiración, pero...

—Vaya. Tengo tetas.

Lila se rio.

—Salí con un chico la semana pasada. No fue invitado a quedarse y


convertirse en residente. No sé por qué. Pero parecía realmente
interesado en mí y sugirió que saliéramos para conocernos mejor. No
tenía sentimientos extraños sobre él, así que acepté.

—No hay mucho que hacer por aquí todavía a menos que fueras al
restaurante o la librería.

—No nos llevó mucho tiempo conocernos —continuó Lila—. Después


de la tercera vez que lo atrapé mirándome el pecho y luciendo
decepcionado, porque mi pecho no es tan interesante sin que el corsé
haga lo que hace, me dio una excusa lamentable de olvidar que
necesitaba hacer una llamada telefónica importante y que tendríamos
que reunirnos en otro momento.

—Mejor sin él.


—Absolutamente.

Scythe estaba detrás de la barra cuando Barb volvió a bajar. Ella le


dio una mirada larga a su empleada temporal.

—Quédate detrás de la barra —dijo Scythe—. Si los hombres te


tocan, molestará a Virgil… y Tolya.

No si el contacto te molesta primero, pensó Barb.

Ser una chica de bar sustituta fue divertido. Craig y Dawn Werner
vinieron a tomar una bebida fría y conversaron sobre su cachorro, su
trabajo como agentes de la tierra y cuándo esperaban reabrir el cine y
comenzar a mostrar películas los fines de semana.

396
Sirvió a uno de los hombres de Vida Simple que ahora trabajaba en
el rancho Skye y había venido a la ciudad con Truman Skye para recoger
el correo y algunos suministros. Tuvieron lo que Barb pensó que debía
ser una conversación interesante sobre el estiércol.

Ya casi había terminado la hora, y jugó con la idea de ir a la oficina


de Scythe y ofrecer sustituir a una de las chicas durante las horas
tranquilas cuando alguien necesitaba tiempo libre.

Entonces el extraño entró. Tenía el aspecto de un hombre que había


estado en la carretera durante unos días o había estado trabajando
afuera, no ofensivamente sucio pero tampoco limpio.

—Buenas tardes —dijo Barb cuando llegó al bar y se paró frente a


ella. Tenía un brillo extraño en los ojos que la inquietó, pero se dijo que
estaba lo suficientemente segura con la barra entre ellos y Scythe cerca—
. ¿Qué puedo conseguirte?

—La chica que trabaja en un lugar como este tiene un juego.

¿Qué significaba eso? Se suponía que debía servir bebidas. Además,


Freddie era el único que dirigía la mesa de blackjack y repartía las manos
para el póquer.

Entonces el hombre miró su pecho de una manera que la hizo querer


agarrar un chal y cubrirse. Estaba mirando y había que mirar.

Ahora estaba segura de que él era más que un imbécil. Había algo
muy mal en él.

—¿Tienes juego, niña? —Él sonrió y Barb se estremeció.


—Detente. —Trató de sonar firme; apenas podía hacer un sonido.

—Tal vez te guste el estilo de perro. —La agarró de la mano y la


apretó hasta que ella sintió el hueso rechinar contra el hueso.

—No. —Tiró y tiró, pero no pudo romper su agarre en su mano.


Necesitaba gritar, causar un escándalo y llamar la atención de Scythe.
Pero la asustó tanto que no pudo respirar lo suficiente como para hacer
eso.

Él se inclinó más cerca.

—O tal vez debería ir a ese lado de la barra y...

—¡Oye! —gritó Candice mientras bajaba corriendo las últimas

397
escaleras—. ¡Suéltala, hijo de puta!

Él le soltó la mano. Barb tropezó hacia atrás y golpeó los estantes


detrás de la barra. Una botella cayó y se hizo añicos en el suelo.

De repente, Candice desapareció de la vista. Don se balanceó sobre


la barra. Miró por encima del hombro de Barb, chasqueó los dedos y
señaló el suelo antes de mirar hacia abajo.

Incluso asustada de pensar, recordó a Lila diciéndole que esa era la


advertencia de mirar hacia otro lado.

Barb volvió la cabeza y se concentró en la mano de Don cuando una


voz femenina áspera gruñó:

—Humano.

El hombre emitió un sonido ahogado antes de salir del salón.

Movimiento a su izquierda. El silbido de una falda. El sonido de la


puerta de la oficina de Scythe cerrándose.

Una señal diferente porque de repente Don estaba a su lado,


murmurando que había tenido la sensación de que algo andaba mal.
Candice también estaba allí, y los dos comenzaron a guiarla a una mesa.

—Voy a vomitar. —Jadeó Barb. —Voy…

La llevaron al baño de mujeres y la llevaron adentro antes de que


vomitara. Cuando terminó, se enjuagó la boca con agua y abrió la puerta
del baño, y se preguntó si sus piernas la sostendrían el tiempo suficiente
para llegar a casa.
Candice estaba parada afuera de la puerta. Deslizó un brazo
alrededor de la cintura de Barb.

—Rompí una botella.

—No lo limpies —dijo Candice—. No te preocupes por eso.

—Nunca he tenido a alguien que me dijera cosas malas —dijo Barb


mientras Candice la conducía a una mesa que tenía una botella de ginger
ale y dos vasos—. No cosas así.

—Entonces has tenido suerte. —Candice sirvió el ginger ale. Puso


un vaso frente a Barb antes de tomar un sorbo del segundo vaso.

Don todavía estaba detrás de la barra limpiando el vaso y el licor

398
derramado cuando Virgil irrumpió en el bar en el mismo momento en que
se abrió la puerta de la oficina y Scythe salió.

Barb no miró hasta que Scythe pasó su mesa. Entonces ella arriesgó
una mirada. El cabello rojo, del color de la ira, con mechones finos de
negro y azul.

No estaba segura si esa combinación de colores estaba dentro de un


rango seguro cuando se trataba de una Cosechadora, pero se dio cuenta
de que Virgil no tenía miedo de mirar a Scythe. Entonces Cosechadora y
Lobo miraron al suelo… y Scythe gruñó.

—¡Ese cabrón orinó en mi piso!

Candice se atragantó y luego susurró:

—Dioses. ¿No te preguntas cómo sabe ella palabras como esa?

No había tiempo para preguntarse acerca de las palabras porque


Virgil se acercó a su mesa, golpeó las manos cubiertas de pelo en la
madera y gruñó, revelando colmillos de Lobo.

—Ese hombre. ¿Era un humano Cyrus?

Ella se alejó de él. No podía pensar, ni siquiera sabía a qué se refería.


Pero ya había tenido suficiente de hombres atemorizantes, y quería
desesperadamente dar cualquier respuesta que hiciera que Virgil se
fuera.

El Lobo se volvió hacia Candice. Sus ojos estaban casi


completamente rojos de furia.
—¿Era un humano Cyrus? ¿Lo era?

—¡Sí! —La voz de Candice se quebró—. Sí, lo era.

Virgil se apartó de la mesa y se quitó la ropa.

Cambiando a Lobo, olisqueó la orina del extraño, luego salió


corriendo de la taberna.

Candice trató de tomar un sorbo de ginger ale, pero sus manos


temblaron demasiado para sostener el vaso.

—Dioses, da miedo.

Sí. Seguramente lo daba. Pero cuando Barb se sentó allí temblando,


se dio cuenta de que no tenía tanto miedo al salvajismo de Virgil como lo

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había tenido por el extraño brillo en los ojos del extraño.

Jana había terminado un circuito de patrulla montada cuando vio a


Virgil, en forma humana, precipitarse en el Salón Jaula de Pájaros. No
estaba aullando por refuerzos, por lo que probablemente no era serio.
Puede que ni siquiera sea un asunto oficial. Podría ser...

Virgil salió del bar en forma de Lobo, olisqueó el suelo y corrió hacia
el norte, en dirección a la estación de tren y corrales de ganado.

No bueno. Kane aún no podía correr, así que la única razón por la
que Virgil no querría a su otro oficial era porque no quería ninguna
interferencia humana.

—Vamos, Mel.

Apuntó al caballo castrado hacia el poste de enganche frente al bar.


Después de arrojar una rienda sobre el poste, corrió hacia el salón y vio
a Barb y Candice acurrucadas en una mesa, Don detrás de la barra y
Scythe mirando un pequeño charco.

—¿Qué pasó? —Cuando nadie respondió, miró a Barb y Candice y


le dio un tono brusco a su voz—. ¿Qué pasó?

—Un humano Cyrus entró en el bar —dijo Scythe—. Él molestó a


Barbara Ellen.
Jana sintió que el piso se hundía y se hinchaba por un momento.

—¿Un qué? ¿Cómo pudiste saberlo?

—Candice lo sabía.

Se apresuró a la mesa. Barb parecía pálida. Enferma. Asustada.

—¿Barb?

—Él... dijo cosas. Y me agarró. —Barb le tendió la mano—. Estaba


asustada. —Las últimas palabras fueron susurradas.

—¿Creías que iba a secuestrarte?

Barb la miró en blanco.

400
Jana miró a Candice.

—¿Por qué dijiste que el hombre era un humano Cyrus?

—Debido a que Virgil vino cargando aquí, y por la forma en que


preguntó si el hombre era un humano Cyrus, tuve miedo de decir que no
—respondió Candice.

Dioses, dioses, dioses. No había duda de que el comportamiento del


hombre estaba fuera de lugar. La forma en que Barb se estremeció le dijo
eso. Pero estar fuera de línea no era lo mismo que tratar de secuestrarla.

—Recibiré un informe completo más tarde. —Salió corriendo de la


taberna y cruzó la calle. Lanzándose sobre la espalda de Mel, galopó hacia
el norte.

Tenía que alcanzar a Virgil. Tenía que detenerlo antes...

¿Había sido una charla basura lo que justificaba una fuerte


sugerencia de que el hombre se fuera de la ciudad, o incluso justificaba
un mordisco de Virgil, o había sido más, una amenaza real que podría
haber terminado en violación o secuestro? Como oficiales de la ley,
necesitaban determinar eso. Y necesitaba que Virgil aceptara que tenían
que estar de acuerdo en que alguien era un humano Cyrus antes de
actuar. No podía andar asustando a la gente para darle una respuesta
que terminaría involucrando a los Antiguos.

Galopando, galopando. Ella y Mel pasaron rápidamente la nueva


frontera de la ciudad… donde terminaba la ley humana. Mel se dejó caer
de nuevo a un trote mientras Jana buscaba alguna señal de un hombre
o un Lobo mientras se acercaban a los límites originales de la ciudad.

Una dispersión de edificios a la derecha y un camino que conducía


a lo que indicaban los mapas en la oficina del agente de tierras era el área
desarrollada más nueva, que incluía un nuevo edificio para el
departamento del sheriff, una instalación que nunca vería, y mucho
menos usaría. Ahora no quedaba nada a la izquierda salvo tierra abierta,
y Virgil corriendo en medio del camino más adelante. Pero había huellas
de neumáticos y marcas de derrape a la izquierda, lo que indicaba que
un vehículo se salió de la carretera y continuó por tierra. Él las había
pasado por alto.

Ella no lo dudó. Siguió las huellas, siguió al malhechor.

401
Técnicamente estaba fuera de su jurisdicción, pero se preocuparía
por eso más tarde. Primero arrestaría al tonto y lo llevaría de vuelta a los
límites de la ciudad, y luego...

Jana vio el auto. No se movía. La puerta del auto está abierta pero
parecía extraña.

Vio a los pájaros dando vueltas por encima del auto. Dando vueltas
y vueltas, como si esperaran.

Mel se detuvo tan bruscamente que casi se fue volando sobre su


cabeza. Él resopló y retrocedió. Intentó girar y correr.

—Chico, tranquilo. Tranquilo.

Trató de persuadirlo hacia adelante. No lo estaba consiguiendo.

Entonces recordó lo que dijo Tobias acerca de prestar atención a lo


que el caballo intentara decirle.

Coche parado. Aves en círculos. Probablemente llegó demasiado


tarde para hacer algo más que denunciar una muerte, pero... tal vez Virgil
estaba siguiendo el rastro del hombre que había estado en el bar, y por
eso había ignorado estas huellas de neumáticos.

Tal vez este coche pertenecía a alguien que había estado en cuclillas
en una de las casas y se asustó por algo e intentó ir por tierra en lugar
de quedarse en la carretera. Quizás alguien resultó herido y necesitaba
ayuda. Ser tonto no debería ser una sentencia de muerte.
Era su deber averiguar si alguien necesitaba ayuda, su trabajo era
traerlos de vuelta a la ciudad y al derecho humano. No había regresado
el otro día para averiguar qué pasó con esas personas que habían estado
hurgando en las casas. Ella era policía. Debería haber regresado. ¿Cómo
podía creer que podía hacer el trabajo si se marchaba otra vez?

—Está bien, muchacho. —Jana desmontó y dejó en el suelo la


cuerda del caballo castrado. No lo mantendría con ella si algo más lo
asustara o si oliera a un depredador, pero si había algo cerca, quería que
él pudiera escapar.

Examinó la tierra alrededor del vehículo, buscando lo que Mel había


sentido.

No vio nada excepto una tela que revoloteaba cerca del auto, no

402
escuchó nada. Dudó; luego se acercó al coche, debatiendo consigo misma
cada paso del camino. ¿Debería sacar su arma ahora o esperar?

¿Estaban los pájaros dando vueltas sobre Terráneos o cuervos o


buitres regulares o cualquier otra cosa allí arriba? Necesitaba...

Necesitaba…

Cuando llegó al auto, el viento cambió de dirección y olía a muerte.

La mandíbula inferior estaba al lado del neumático delantero


izquierdo. El resto de la cabeza quedó atrapado en el parabrisas roto.

Jana tragó saliva para contener el estómago y miró la tela ondeante.

No se habían comido el cuerpo. No todo. Tal vez no hubo tiempo.


Después de todo, Virgil había estado persiguiendo minutos después de
que el hombre saliera del salón, y ella había estado minutos atrás de
Virgil.

No vio ninguna pierna, y el torso se había roto, todos los órganos


más ricos fueron sacados y consumidos, o se los llevaron. Pero se había
dejado suficiente cuerpo para los pájaros que circulaban, para...

Un brillo en el aire, como el aumento del calor. Pero el gruñido


retumbante que estaba demasiado cerca, demasiado cerca, oh,
demasiado cerca, no era un sonido hecho por el calor.

Su mano tembló, se movió hacia su arma.


Los dientes se apretaron en su muñeca, haciéndola jadear porque
de repente estaba demasiado asustada para gritar. Luego el aliento de un
gruñido en su piel.

No había trabajado para él tanto tiempo, pero reconocería el gruñido


molesto de Virgil en cualquier lugar.

Él tiró. Ella dio un paso atrás. Él tiró. Ella dio un paso atrás.

Paso a paso se retiraron de ese resplandor en el aire hasta que Virgil


la hizo girar para enfrentarse a Mel. Sus piernas estaban rígidas por el
esfuerzo de caminar hacia el caballo en lugar de correr.

Mel no tuvo ese problema. Había conservado el coraje y la lealtad


tanto como pudo, pero en el momento en que ella montó y recogió las

403
riendas, él se dio la vuelta y corrió hacia la ciudad, que parecía
increíblemente lejos.

Tenía que llegar a la frontera reconocida. Tenía que…

Virgil corrió al lado de Mel. Corrió y corrió. Entonces el Lobo


disminuyó la velocidad a zancadas... y Mel igualó el ritmo, como si
entendiera que necesitaban seguir moviéndose, sí, pero el peligro estaba
detrás de ellos.

Desaceleraron a trotar. Finalmente, cuando cruzaron la línea en un


mapa que ahora separaba a Bennett del territorio salvaje, Jana frenó el
caballo y se deslizó de su espalda. Se alejó un par de pasos antes de
inclinarse y vomitar. Apenas había terminado cuando Virgil la agarró por
la parte de atrás de la camisa y la arrastró a unos metros del vómito.

—Estúpida humana —gruñó—. ¿No aprendiste a seguir al líder de


la manada?

Sus hombros y pecho estaban gruesamente peludos. Su rostro era


reconociblemente Virgil pero no era completamente la forma humana.
Mantuvo los ojos centrados sobre su cintura para no descubrir qué más
no era completamente humano.

—Te perdiste las huellas de los neumáticos. —En el momento en que


lo dijo, supo que era lo que no debía decir.

—¿Las perdí? ¿Las perdí? —Las palabras salieron como un aullido


indignado—. Incluso un cachorro no podría haberlas pasado por alto. Me
viste. Se suponía que debías seguirme.
Había sabido que el mensaje sobre el humano Cyrus se había
enviado al resto de los Terráneos porque él lo había enviado. Sabía que
los Antiguos habían encontrado al hombre antes de que ella tuviera la
oportunidad de alcanzarlo y decirle que el hombre podría no ser ese tipo
de enemigo en particular.

Él lo había sabido y había tratado de alejarla de lo que había


encontrado.

Pero, como un novato, había seguido un rastro que no podía


perderse y luego justificó acercarse a una escena potencialmente
peligrosa sin respaldo. Pudo haber sido una trampa, una emboscada.

Ella había tenido suerte hoy.

404
Virgil dio un paso atrás y dejó escapar un suspiro a ráfagas.

—La caza es emocionante. La persecución es emocionante. Para los


cazadores inexpertos es fácil olvidar que la presa puede ser peligrosa, o
que un depredador más grande ya la encontró y la mató. Incluso cuando
te concentras en la presa, nunca debes olvidarte de los otros
depredadores.

Ella asintió ya que no había nada que decir. Era una cazadora sin
experiencia. Esta había sido su primera persecución a alta velocidad, en
cierto modo.

—Deberíamos revisar la guantera del auto para identificarlo —dijo—


. Podría haber una billetera en la hierba cerca... a los restos.

—Volveré y buscaré esas cosas.

—Debemos hacer arreglos para que remolquen el auto. No quiero


que la gasolina o el aceite se filtren al suelo.

—Mañana.

Jana vaciló, pero tenía que decirlo.

—No era un humano Cyrus. Era un hombre malo que podría haber
hecho cosas malas, pero según nuestra definición acordada, no era un
humano Cyrus.

Virgil la estudió. Se preguntó si él había estudiado a los jóvenes en


su manada de la misma manera.
—¿Oliste el miedo de Barbara Ellen? —preguntó—. ¿Debería una
mujer humana tener tanto miedo de un hombre humano?

—No, no debería. —Jana se dio cuenta de que sería ella quien


tomaría la declaración oficial de Barb, que incluiría exactamente lo que
se dijo y se hizo—. ¿Por qué se salió de la carretera así? Podría haberse
escapado si se hubiera quedado en el camino. —Mel no podía escapar de
un auto. Tampoco podía Virgil.

—Miró a Scythe e hizo algo en su cerebro —respondió Virgil—. Ya


estaba confundido y muriendo antes de que los Antiguos lo encontraran.
Animal herido tratando de encontrar un lugar para esconderse.

Ella quería creer que el hombre ya estaba muriendo antes de que los
Antiguos lo encontraran.

405
—Lleva a Mel al establo —dijo Virgil—. Luego necesitas hablar con
Barbara Ellen.

Ella asintió y se volvió hacia el caballo. Luego dudó porque otra


persona necesitaría una respuesta hoy.

—¿Estás seguro de que ya se estaba muriendo?

—¿Por qué eso importa?

—Le importará a Candice. Si ya estaba herido de muerte antes de


abandonar el bar, entonces ella diciéndote que el hombre era un humano
Cyrus, fuera o no, no era la razón por la que murió. Eso importará, Virgil.

Una larga mirada.

—Dile que ya se estaba muriendo.

También se sentaría con todos los que trabajaban en el Salón Jaula


de Pájaros y explicaría cómo el Departamento del Sheriff de Bennett
definía a un “humano Cyrus” para que cualquier otro delincuente que
entrara al bar pudiera ser arrestado de acuerdo con la ley humana en
lugar de enfrentar a la forma de justicia de los Antiguos

Montó a Mel y se dirigió a la ciudad. Pero miró hacia atrás una vez
y vio a Virgil, en forma de Lobo, trotando de regreso al auto, y a los
Antiguos que podrían estar esperando allí.
406
Earthday, messis 26

A pesar de que este era el día de la semana en que se suponía que


nadie estaba en el trabajo o causaba problemas, sonó el teléfono en la
oficina del alguacil.

Y sonó. Y sonó.

Virgil le enseñó los dientes, pero era solo una estúpida máquina que
no conocía al miembro de la manada que normalmente respondería a su
aullido aún no estaba en la oficina.

¿Por qué todavía no estaba la lobezna en la oficina? Ella había dicho


que Barbara Ellen estaba bien, y el sanador humano había dicho que no
había nada roto en la mano que el hombre malo había apretado. No le
habrían mentido.

No se habrían atrevido a mentirle. Pero él sabía por las historias de


enseñanza sobre los humanos que había grados de falsedad entre una
mentira real y un discurso verdadero. ¿Jana llegaba tarde porque
Barbara Ellen tenía otras heridas y necesitaba ayuda y las mujeres no
querían decírselo?

Dejaría claro a ambas mujeres que no habría nada de no-decir.


Podrían quejarse de eso todo lo que quisieran, pero dejaría en claro que...

—¿Qué? —gruñó mientras agarraba el teléfono que no dejaba de


sonar porque no sabía lo suficiente como para ser intimidado por el Lobo
dominante.
—¿Sheriff? —Voz masculina. Adulto. Molesto pero no lloriqueando,
no sonando débil.

—Sí.

—Soy Zeke.

No conocía al humano lo suficiente como para reconocer el olor del


hombre, pero conocía el nombre, sabía que Zeke era el líder de una
manada de negocios que estaba limpiando casas.

—¿Sí?

—Encontramos un cuerpo. Necesitas venir.

407
Parlan Blackstone miró alrededor del vagón privado que servía como
su hogar, así como un lugar discreto donde manejaba juegos de cartas
de alto riesgo y entretenía a mujeres cuando quería compañía femenina.
Mudarse de pueblo en pueblo había sido esencial para el clan. Incluso
los blancos más ricos podrían exprimirse solo por un tiempo. Siempre es
mejor seguir adelante y ser bienvenido por aquellos ansiosos por tener la
oportunidad de vengarse que ser vistos como la encarnación de los vicios
que habían arruinado la fortuna de una familia.

Ahora estaba apostando a que podría ganarse un punto de apoyo lo


suficientemente fuerte en Bennett para ganarse la vida para todos ellos,
al menos hasta que las restricciones de viaje se relajaran y pudieran
regresar a la Costa Oeste y establecerse en una de las ciudades civilizadas
bajo control humano.

Dalton se quedaría en Bennett con él. El chico tendría que mantener


un perfil bajo por un tiempo, tal vez incluso cambiar su apariencia e ir
por otro apellido. No sería la primera vez que jugarían ese juego. Y Lawry
estaría allí. ¿Judd? Sí, Judd se quedaría con él, incluso si tuviera que
dejar de lado su línea de trabajo preferida.

Agilizarían sus operaciones de regreso al clan original.


Traer a Sweeney Cooke y Charlie Webb como músculo había sido un
error. Ninguno de ellos entendía la sutileza o la necesidad de dejar de
lado su propia gratificación para hacer un trabajo. Habían manchado al
clan con la mierda de su comportamiento, y por eso, la cara y el nombre
de su hijo fueron clavados en la estación de tren y en las paredes de la
oficina de correos de toda la región.

De una forma u otra, Sweeney Cooke y Charlie Webb tenían que irse
antes de que el clan pudiera establecerse en Bennett.

Desafortunadamente, Parlan no tenía un presentimiento sobre su


éxito o fracaso. Lo que sí tuvo fue la sensación de haberse hecho una
mala mano, de que haber llegado al Medio Oeste había sido un error, que
debería haber tomado la decisión de jugar una estafa respetable antes de

408
que abandonaran el Noreste. O deberían haber ido a la Región Sudeste y
establecerse en una ciudad virgen, un lugar en el que no habían
practicado su oficio antes.

Parlan deambuló por el vagón, barajando ociosamente una baraja


de cartas. Esa acción siempre lo tranquilizó, lo ayudaba a pensar, lo
ayudaba a agudizar su enfoque. Siempre había sido así, incluso cuando
era niño. Sabía cuándo podía hacer trampa, y cuánto, y cuándo
necesitaba jugarlo directamente. A su padre le encantaba jugar, pero no
tenía la habilidad. No con cartas, ni con dados, ni con la vida. Y su madre,
que podría haber sido una mujer vibrante si se hubiera casado con un
hombre diferente, había usado sus habilidades Intuye para encontrar la
debilidad en otras personas e infligir heridas, sabiendo exactamente qué
decir para causar el mayor daño. Habría sido una habilidad útil si
hubiera entendido cómo explotarlo correctamente, pero le había infligido
una herida demasiado, y él se había marchado sin pensarlo dos veces,
llevándose a Lawry con él.

Había tenido la habilidad, el conocimiento, la habilidad para


apostar, que le faltaba a su padre, y con los dedos rápidos y la habilidad
de Lawry en los juegos de estafa, les había ido muy bien. Ahora eran un
clan, un negocio familiar, incluso si una de sus sucursales manejaba
proyectos más oscuros que siempre eran lucrativos de una forma u otra.

Sonó su teléfono móvil.

—¿Hola?

—Encontramos a uno de nuestros muchachos —dijo Judd McCall—


. Tuvimos una reunión aguda.
—¿Y el otro?

—Su equipo está aquí. Encontraré un lugar cerca para esperar.

—¿Podrás hacer la reunión?

—Estoy en las afueras, por lo que reunirse contigo no será un


problema.

—Estaré en el tren que va dirección oeste. Debería llegar a tiempo


para que mis socios comerciales establezcan una cita con los
funcionarios de la ciudad.

—Te veré allá.

Parlan finalizó la llamada y volvió a barajar la baraja mientras

409
consideraba cómo manipular a los hombres de negocios de los socios
para que le dijeran las cosas correctas al alcalde de Bennett.

Caminando hacia la mesa de juego, repartió cuatro cartas boca


arriba.

Dos ochos negros. Dos ases negros.

Parlan miró las cartas y se preguntó por qué lo inquietaban.

Jana había esperado que Virgil estuviera en algún lugar haciendo


una patrulla de olfateo cuando llegara a la oficina. No tanta suerte. No
solo estaba allí, sino que era obvio que la estaba esperando ya que estaba
afuera. Peor aún, la mochila que contenía su kit de la escena del crimen
estaba a sus pies.

—¿Qué pasó? —preguntó cuando él abrió la parte trasera del


vehículo.

Virgil recogió a Rusty.

—La pondré dentro. Espera aquí.

El cachorro estaba guardado en su caja de la oficina, o tal vez se le


dio el control de la celda Tiempo para mí. De cualquier manera, Virgil
regresó lo suficientemente rápido como para que Jana no creyera que a
Rusty le habían dado una rascada o una golosina. Puso la mochila en el
área de carga, cerró la parte de atrás y se sentó en el asiento del pasajero.

—¿Qué pasó? —preguntó de nuevo.

Él le dio una dirección y luego la miró fijamente.

—Debería haberte llamado y decirte que podría llegar un poco tarde.


—Era tentador señalar que en realidad no había llegado tarde, ya que era
su día libre y se suponía que debía venir esa mañana para revisar el
correo electrónico de ayer. Pero Virgil no parecía que estuviera de humor
para que ella le señalara algo—. Barb decidió que su mano estaba tan
adolorida que necesitaba ayuda para alimentar a los animales, así que
Abby y yo fuimos con ella. Después de dejarlas a las dos en casa, vine
aquí.

410
Como él todavía no dijo nada, se dirigió a la carretera del norte que
la llevaría a la dirección.

Finalmente, dijo:

—Un miembro de la manada que está herido no debe correr con una
cacería. Si no puede seguir el ritmo, se quedará atrás, estará sola. Ella
no puede esquivar si la presa gira inesperadamente. Debe permanecer
cerca de la guarida hasta que sane. Al líder de la manada se le deben
decir estas cosas. Si no puede confiar en que se lo dirán, exigirá sumisión
para descubrirlo por sí mismo.

Podía imaginarse a Virgil obligando a una Loba a ponerse sumisa


para poder olerla y decidir las cosas por sí mismo. Hacer eso a las mujeres
humanas sería una violación, un asalto. Él no lo vería así, pero ella sabía
cómo se sentiría si él la obligaba a bajar.

Algo que explicarle cuando no estaba enojado con ella.

—Que Abby y yo la ayudemos hoy... los amigos cuidaban a un


amigo. Eso es lo que hacemos.

Ella sintió el peso de su mirada antes de gruñir:

—¿Y yo no soy un amigo?

¿Amigo? Ella no estaba segura. ¿Líder de la manada? Oh, sí.

Lo miró y esperó que su sonrisa pareciera genuina.


—No necesitaba sacar las armas grandes, o los dientes grandes,
para convencer a Barb de hacer lo inteligente. Si hubiera necesitado ese
tipo de ayuda, habría gritado que vinieras y trataras con ella.

Él gruñó y miró hacia otro lado, terminando su pequeño gruñido.


Jana sintió que podía respirar de nuevo.

—Traje tu kit de crimen —dijo.

Fue tentador recordarle que se llamaba un kit de la escena del


crimen, pero...

No corrijas al Lobo grande con los dientes grandes, grandes cuando


todavía está molesto contigo, incluso si hace que parezca que estás a punto
de cometer un poco de hurto.

411
—Entonces, ¿estamos investigando un crimen? —Sintió que sus
hombros se tensaban cuando se acercaron al lugar donde el hombre
acusado de ser un humano Cyrus había dejado el camino e intentó ir por
tierra. ¿Se había estado dirigiendo al lugar al que iban ahora y se había
vuelto por el camino equivocado?

—Cadáver —respondió Virgil—. La manada de Zeke y la manada de


Fagen se habían reunido para tomar lo que podían de las casas de esa
calle.

—Salvamento —corrigió Jana—. Son compañías de salvamento, no


carroñeros.

Él se encogió de hombros, haciéndola preguntarse si veía alguna


distinción. Haciéndola preguntarse por otra cosa.

—¿Por qué están trabajando en earthday? ¿Y por qué están


trabajando tan lejos? Todavía hay muchas casas, barrios enteros, más
cerca de la línea de la ciudad que no se han despejado. ¿Por qué trabajar
en casas tan lejanas del territorio salvaje?

Virgil miró la tierra, miró el cielo, tal vez vio algo que no podía sentir
o ver. Finalmente dijo:

—Zeke dijo que él y Fagen miraron el mapa, y ambos tuvieron la


sensación de que tenían que revisar esas casas hoy. Encontraron el
cuerpo en la primera casa en la que entraron.

—Entonces, ¿los Antiguos mataron a alguien más?


—No. Un humano lo hizo.

Tolya hizo un gesto hacia la mesa de su oficina que usaba para las
reuniones cuando la gran mesa de conferencias en otra habitación no era
necesaria. Esperó a que Judith y Melanie Dixon tomaran asiento antes
de sentarse frente a ellos.

Stewart Dixon había regresado a su rancho, pero las mujeres se

412
habían quedado en la ciudad. La razón ofrecida fue que querían echar un
vistazo al peón del rancho que había sido apuñalado mientras intentaba
proteger a Melanie. No dudaba que había algo de verdad en eso, pero
sospechaba que se estaban quedando en el hotel porque la niña tenía
miedo de irse a casa.

—¿Tienes algunas noticias? —Judith Dixon tomó la mano de su hija.

—Quizás —respondió Tolya—. Un hombre habló sobre hacer... cosas


malas... a una de las jóvenes que viven aquí. Sus palabras sonaron
similares a las que describió su hija cuando estaba en tu casa.

—¿Él está aquí? —Melanie Dixon perdió todo el color en su rostro.

—No sabemos si era el mismo hombre. El hombre que estuvo en la


ciudad está muerto. Asesinado por los Antiguos. —Tolya trató de evaluar
la fuerza de estas mujeres—. Tengo una foto que fue tomada donde lo
encontraron. La foto muestra parte de su cabeza. No encontramos
ninguna tarjeta de identidad. Nada en el auto o en sus bolsillos mostraba
una foto de él. —Se centró en Melanie Dixon—. No puedo decirte si este
es el mismo hombre que te amenazó. Eso es algo que tendrías que
decirme.

Las mujeres miraron la carpeta debajo de su mano.

—Quiero verlo —dijo Melanie Dixon.

—Los Antiguos estaban enojados. —Tolya presionó su mano contra


la carpeta, como si la chica hubiera intentado tomarla—. No tiene el
mismo aspecto que un hombre vivo.
—Necesito ver, necesito saber...

Querer era una cosa. Podías vivir sin las cosas que querías.

La necesidad era otra cosa. La necesidad era sobre la supervivencia.

Sacó la foto de la carpeta y la colocó sobre la mesa.

—Dioses encima y por debajo —susurró Judith Dixon. Se cubrió la


mitad inferior de la cara con la mano, como si imitara lo que vio.

John Wolfgard sabía cómo utilizar la cámara que usaba la policía


para documentar crímenes, por lo que había salido a tomar fotografías
del cuerpo, ya que no era seguro para ningún humano estar allí. Había
tomado fotos de la cabeza tal como había sido encontrada, atrapada en
el parabrisas, y luego las planteó de una manera que podría enviarse a

413
la policía en otras ciudades. Tolya pensó que esta imagen presentada
parecía más benigna que las otras fotos, ya que mostraba la cabeza
sentada en el capó del automóvil. La parte inferior todavía estaba en el
suelo y fuera de la vista, lo que creaba la extraña impresión de que la
cabeza se levantaba del automóvil.

—Ese es él. —Melanie Dixon se estremeció—. Estoy segura de que


es él.

—Entonces ya no es una amenaza para ninguna de ustedes —dijo


Tolya en voz baja.

—¿Y los hombres que estaban con él? —preguntó Judith Dixon.

—Descubriremos quién es él y encontraremos a los otros hombres.


—Sonrió, mostrando un toque de colmillo—. Es una promesa.

Escoltó a las mujeres fuera del edificio y las observó caminar de


regreso al hotel.

«¿Virgil?», llamó.

«Jana y yo estamos husmeando un cuerpo. Te hablaré más tarde».

¿Otro cuerpo? Era tentador exigir detalles, pero Virgil era el sheriff
y estaba haciendo su trabajo. Además, lo que Tolya había aprendido de
sus breves observaciones de Vlad trabajando con Simon Wolfgard era que
te llevabas mejor con un Lobo dominante al pedir en lugar de exigir.
Tolya paseó calle abajo. Era hora de hacer otra parte de su trabajo
y escuchar los informes del resto de los Sanguinati.

Virgil estudió la carne con considerable pesar. El cuerpo. Había


humanos alrededor, así que tenía que recordar llamarlo un cuerpo en
lugar de carne casi fresca. Qué bueno que Tolya no hubiera venido con
ellos. El Sanguinati habría lamentado el desperdicio de sangre incluso
más de lo que lamentaba no poder tomar un refrigerio rápido. Después
de todo, este humano ya no necesitaba su hígado, ¿verdad? ¿O algo de la

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carne en las piernas?

—¿Es así como los humanos generalmente se matan entre sí? —


preguntó mientras Jana se acercaba con cautela al... cuerpo... mientras
trataba de evitar pisar la sangre. Sensible, eso. Muchos Terráneos
seguirían un rastro de sangre, incluso uno pequeño, pensando que
estaban siguiendo a una presa herida.

Y eso es lo que esto le recordó: presa herida. Ejecútalo y ábrelo, luego


síguelo mientras sangra y se debilita lo suficiente como para matar.

—Parece que le dispararon. —Levantó su cámara y comenzó a tomar


fotos—. Pero toda esa sangre... no proviene de la herida de bala.

Miró hacia la puerta al hombre humano que había informado haber


encontrado el cuerpo.

—Zeke, tu equipo y el de Fagen tendrán que trabajar en otra casa


durante los próximos días. Espera. Ya caminaste por la casa, ¿verdad?

—La mayor parte —dijo Zeke—. Fagen estaba revisando la cocina y


los armarios, y yo estaba mirando las otras habitaciones. Nos detuvimos
tan pronto como encontré... —Asintió hacia el cuerpo—. No busqué en
las otras habitaciones.

—Bueno.

—Trabajaremos al lado por un tiempo, nos quedaremos cerca.

—Gracias. —Jana esperó hasta que Zeke se fue. Luego volvió a


levantar la cámara y tomó fotos de la mitad inferior del cuerpo—. Para
responder a tu pregunta, no, no es así como los humanos generalmente
se matan entre sí. Se disparan, se apuñalan o se estrangulan con las
manos desnudas o con algún tipo de ligadura, o se cuelgan o se
envenenan. Lo que no suelen hacer es...

—¿Incapacitarlos? —Cuando Jana lo miró, se encogió de hombros—


. Si sus piernas aún funcionaran, ¿no habría tratado de escapar, incluso
si fuera débil?

—Creo que uno de los médicos de nuestra ciudad también será


nuestro médico forense, por lo que tendrá que darnos la lista completa
de lesiones, pero... —Jana retiró la camisa del hombre, revelando un
hombro—. Creo que más que sus piernas fueron cortadas. No creo que
pudiera mover sus brazos para luchar contra su atacante. Una vez que

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estuvo indefenso, quien hizo esto cortó las arterias. Pero la garganta no
fue cortada. Eso habría sido una muerte rápida en comparación con
desangrarse.

—Depredador de dos patas. Tal vez cerebro enfermo.

—¿Por qué dices eso? ¿No van los Lobos por las piernas?

Virgil asintió.

—Pero no lo hacemos para hacer sufrir a la presa. Y no retrocedemos


y vemos cómo sangra a menos que la presa sea demasiado fuerte y
tengamos que esperar hasta que se debilite antes de que podamos
movernos. Este humano no se ve fuerte. —Caminó hacia la puerta—. Voy
a husmear.

Regresando a su vehículo, se quitó la ropa, la arrojó al asiento del


pasajero y cambió a Lobo.

—Sí —dijo Jana a quien estaba hablando por teléfono—,


necesitamos la ambulancia para recoger un cuerpo en esta dirección. Sin
sirenas. No hay necesidad de alarmar a todos. —Se guardó el teléfono
móvil en el cinturón de servicio.

Captó un olor. Atrapó otro. No Zeke, no Fagen. Pero uno de esos


olores...

Virgil saltó delante de Jana y gruñó.

—¿Qué? —espetó Jana—. Voy a ver el resto de la casa.

Yo primero.
Él vagó por la casa, manteniéndose delante de ella. Viejos aromas
en estas habitaciones. Un aroma más fresco en esta habitación. No en la
cama sino debajo de ella.

Trató de apretarse debajo de la cama para alcanzar lo que podía oler,


pero era demasiado grande.

Jana le dio un codazo en la cadera.

—Sal de ahí antes de quedarte atrapado. Soy más pequeña. Déjame


intentarlo.

Salió de debajo de la cama, ladrando cuando arrancó un poco de


pelo que quedó atrapado en la cama.

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Jana sacó la linterna del cinturón y se dejó caer sobre el vientre.

—¿Esa mochila? ¿Eso es lo que quieres?

Roo.

Ella se retorció y se movió debajo de la cama.

—Entendido.

Cuando el retorcerse y moverse no parecía funcionar para sacarla


de nuevo, Virgil cerró los dientes sobre su bota y tiró.

Ella dejó escapar un grito de sorpresa. Tan pronto como la vio, soltó
su bota y agarró una de las correas de la mochila, tirando de ella hacia
el centro de la habitación.

Sí. Había estado cubierto por los olores de la muerte y los olores de
los Antiguos que marcaban el territorio cuando regresó con John
Wolfgard para tomar fotos de la poca carne que quedaba, pero reconoció
el olor del hombre que había lastimado la mano de Barbara Ellen.

Era tan fácil cambiar las patas a las manos y abrir las cremalleras,
pero rascó la mochila y esperó a que Jana terminara de sacudirse.

—Malditamente polvoriento allí —murmuró. Luego miró la


mochila—. Pero eso no está polvoriento.

Ella abrió cada compartimento. Uno tenía ropa muy apestosa. Otro
tenía dinero. Como Jana silbó cuando lo vio, Virgil asumió que eso
significaba que era mucho dinero. Finalmente…
—Esto sería más fácil si no siguieras metiendo la cabeza dentro de
la mochila.

Sería más fácil si ella simplemente sacara todo para que pudieran
verlo en lugar de hacer este tipo de manoseo delicado. El humano estaba
muerto.

Y no solo muerto. Él ya era parte de la caca de alguien. No iba a


aullar porque ella tocara su ropa apestosa.

—Tarjeta de identidad —dijo Jana mientras sacaba varios artículos


de un bolsillo interior—. Varias de ellas. Y... una licencia de conducir. No
reconozco el nombre de la ciudad que figura como su dirección, pero
apuesto a que no está en el Medio Oeste. Sweeney Cooke. —Se recostó
sobre sus talones—. ¿Crees que estaba tratando de regresar aquí después

417
del incidente en el Salón Jaula de Pájaros?

Animal herido va al territorio. Tenía sentido.

—¿Crees que él mató a ese otro hombre?

No. Había ese otro aroma en la habitación de la carne. Regresó a esa


habitación, olisqueando debajo de la cama y en el armario. Olfateó el
resto de la casa, siguiendo el olor por la puerta hasta un gran olor que le
picó la nariz y lo hizo estornudar.

Ido. Perdido.

Volvió a la forma humana y se vistió. Un minuto después la


ambulancia se detuvo. Dejando que Jana se encargara de empacar la
carne, él caminó hacia la casa contigua y encontró a Zeke y Fagen.

Miró a los Intuyes.

—El humano que mató a ese hombre todavía está ahí afuera. Podría
estar escondido en cualquiera de estas casas. O podría haberse mudado
a otro territorio.

Zeke y Fagen intercambiaron una mirada.

—Cuando vimos ese cuerpo, tuvimos la sensación de que el


asesinato fue personal, que el asesino había seguido a ese hombre hasta
aquí —dijo Zeke.

—No hay muchos lugares para ir, así que esta habría sido una buena
opción —agregó Fagen—. Hemos visto signos de ocupantes ilegales en
otras casas. Se registraron algunos lugares y se tomaron objetos de valor.
Dinero, joyas. Y comida.

—Nadie debería estar viviendo aquí —dijo Virgil—. Cualquiera que


sea podría ser un peligro. Incluso podría ser el depredador de dos patas
que mata a su propia especie. Si ven algún signo de humanos aquí fuera
que no formen parte de su manada, huyen y nos llaman.

—Lo haremos.

Regresó al vehículo del sheriff. Jana todavía estaba dentro de la casa


haciendo... algo. No necesitaba ver nada más.

Levantó la vista y observó a las Águilas montando las térmicas


mientras buscaban presas.

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No, no necesitaba ver nada más. De ahora en adelante, todos los
Terráneos alrededor de Bennett estarían atentos a señales de humanos
no deseados.

—Gracias por ayudarnos hoy —dijo Barb.

—Es un cambio de trapear pisos. —Abigail esbozó una sonrisa que


no sintió. Enjuagó el tazón de agua de Rusty y lo llenó con agua fresca
del grifo de la cocina.

Ella no quería un perro. No quería algo que dependiera tanto de ella.


Pero la dulce Abigail podría adoptar uno de los gatitos para tener una
pequeña compañía peluda ahora que Kelley se había mudado.

Barb parecía incómoda.

—Vi a Kelley esta mañana.

—Mucha gente vio a Kelley esta mañana. —Lo vio salir del hotel con
esa perra Dina. Los vio hablando y tomados de la mano.

—Lo siento, Abby.


—Yo también. —Puso una cara valiente pero se aseguró de que le
temblaran los labios. ¿Kelley había tomado una habitación allí, o él y
Dina se habían reunido en el hotel para una comida? No importaba ahora
que ella tenía un plan.

Mientras Barb y Jana habían estado ocupadas alimentando a los


gatos esa mañana, Abigail había seguido el susurro a una habitación
cerrada que tenía un escritorio y una pared de libros. ¿Un estudio u
oficina? No importaba lo que fuera. No importaba quién hubiera vivido
allí. Lo que importaba era el pequeño tazón ancho que contenía las
piedras.

Obsidiana. Ónix. Hematites. Azabache. Piedras Negras. Piedras de


protección.

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Abigail había puesto una mano sobre el tazón.

No habían protegido a la persona que había usado esta habitación


de nada. Y no protegerían a nadie más. Incluso limpiadas
adecuadamente, estas piedras negras habían absorbido demasiada ira.
Permanecerían disonantes y atraerían las cosas oscuras en lugar de
repelerlas.

Había leído sus cartas esa mañana, y sabía que las piedras negras
se acercaban. Su padre, su tío, su hermano, Judd McCall. Ella había
huido de ellos, pero ya no había lugar para correr. Sin embargo, había
una forma de amargarles las cosas una vez que llegaran.

Obsidiana. Ónix. Hematites. Azabache.

Se ofrecería a ayudar a las chicas que limpiaban las habitaciones


del hotel, y escondería estas piedras en las habitaciones que estaban
reservadas para los huéspedes que estaban de paso.

Deja que su padre y el resto del clan Blackstone experimenten una


mala fortuna y vean cómo les gustaba.

—¿Por qué crees que ella lo sabrá? —preguntó Virgil cuando Jana
terminó la llamada pidiéndole a Candice Caravelli que la encontrara en
la oficina del sheriff.
—No sé si ella reconocerá a nuestra víctima —respondió Jana—.
Pero no encontramos nada en la casa ni en la otra mochila que
encontramos que lo identificara. Todos llevan una tarjeta de identidad,
incluso si es falsa. Todos llevan una tarjeta de racionamiento, incluso
cuando viajan.

—Todavía hay mucha comida en Bennett.

—Los suministros están más restringidos en el Noreste y, me


imagino, también en las otras regiones. Tenemos suerte de tener
disponibles despensas y congeladores de alimentos. —Por supuesto, los
huevos se estaban volviendo escasos y cualquier leche que el equipo de
Fagen encontrara en las casas ahora se había echado a perder. Nunca
pensó que miraría un vaso de leche como un lujo—. Mi punto es que dudo

420
que alguien que vino de Lakeside reconozca a este hombre, lo que
significa que debemos preguntar a todos los que viven en Bennett que no
vinieron de Lakeside.

—¿No le aullaste a otra policía?

—Envié una foto del hombre a cada departamento de policía que


pude contactar. Incluso lo envié a la caseta de comunicaciones para
enviarlo a la policía en Lakeside, Isla Grande y Saltos de Talulah en caso
de que me equivoque acerca de que él venga de esa zona del Noreste.

—¿Aguas Dulces también? —preguntó Virgil—. Hay un pueblo


humano cerca de allí.

Había pensado que Aguas Dulces estaba demasiado lejos del camino
y demasiado al Oeste, pero en las historias fronterizas, los forajidos a
menudo elegían lugares que estaban fuera del camino y pasados por alto.
Así que Virgil tenía un punto. El pueblo humano cerca de Aguas Dulces
se llamaba Endurance. Si ese no era un nombre para un lugar escondido,
ella no sabía qué era.

—Enviaré la foto a Jackson Wolfgard. —Jana miró cuando Candice


entró en la oficina.

—Sheriff —dijo Candice con cautela.

Virgil miró a Candice, luego señaló a Jana.

—Habla con ella. —Entró en su oficina y cerró la puerta.


—¿Estoy en problemas? —preguntó Candice—. No quise que
mataran a ese hombre. Es solo que él… —agitó una mano en dirección a
la oficina de Virgil—… me asustó.

—Tiende a hacer eso.

Candice le dedicó una sonrisa vacilante.

—Apuesto a que su ladrido es peor que su mordisco.

—Perderías esa apuesta —dijo Jana en voz baja—. Mira,


encontramos otro cuerpo. Creemos que fue uno de los hombres que
estuvieron en el rancho Dixon. Algunas cosas que dijiste sobre tu ex me
hicieron pensar, así que... —Sacó la foto de la escena del crimen que
había recortado a una foto.

421
—Ese es Charlie —dijo Candice después de un momento—. Charlie
Webb. Supongo que vino a buscarme después de todo.

—No creo que él supiera que estabas en Bennett. Estaba con otros
tres hombres cuando llegó al rancho. ¿Era lo suficientemente fuerte como
para ser el líder de una pandilla?

—No. Después de conocerlo por un tiempo, tuve la impresión de que


hablaba en grande, pero tenía miedo de quien daba las órdenes. Creo que
por eso fue duro conmigo; necesitaba demostrar que era un hijo de puta
aterrador porque tenía miedo.

Tenía motivos para tener miedo, pensó Jana. Quien lo atrapó no es


solo un hijo de puta aterrador; el que está afuera disfruta infligir dolor tanto
como disfruta matando.

—¿Charlie mencionó algún nombre? —preguntó Jana.

Candice sacudió la cabeza.

—Siempre tuvo cuidado con eso, incluso cuando se jactaba. —


Frunció el ceño—. Un par de veces al principio dijo cosas sobre las
personas con las que estaba trabajando. Llamó a uno el Jugador y llamó
a otro el Cuchillo. Entonces una noche vino y estaba realmente asustado.
Esa fue la primera vez que me golpeó. Pero nunca usó esos nombres en
clave después de esa noche.

—Bien, gracias.
Candice apenas había cerrado la puerta exterior cuando Virgil salió
de su oficina.

—Este Charlie Webb corría con una manada —dijo Virgil.

—Suena así.

—¿Crees que huyó del ejecutor de la manada llamado Cuchillo?

Según Abby, el clan Blackstone era una familia de jugadores y


estafadores. Dalton Blackstone, el hermano de Abby, había estado en el
rancho Dixon cuando otro hombre atacó a Melanie Dixon. Charlie Webb
se había estado recuperando de una herida de bala antes de que alguien
lo encontrara y lo matara. Las probabilidades eran buenas de que le
hubieran disparado mientras se alejaba del rancho, y eso lo conectó con

422
Dalton Blackstone.

Tendría que preguntarle a Abby si su padre era conocido como el


Jugador. Si lo era, alguien más en ese grupo se llamaba Cuchillo… y
estaba cerca.

—Antes de venir a Bennett, eras el ejecutor dominante para tu


manada, ¿verdad? —preguntó Jana.

Lo miró a los ojos y se preguntó si los Lobos sufrían de culpa del


sobreviviente.

—Sí —respondió Virgil, un gruñido de advertencia debajo de la


palabra.

—Si las acciones de un miembro de la manada hubieran puesto en


peligro al resto de la manada, ¿qué habrías hecho? No me refiero a
cometer un error, sino a un acto deliberado.

—Los ejecutores expulsarían a ese Lobo de la manada. Pero si ese


Lobo continuara siendo una amenaza, lo cazaría y le arrancaría la
garganta.

No tan diferente de Cuchillo, entonces. Una vez que fuiste aceptado,


no traicionabas a la manada. Y como la mayoría de las manadas
generalmente estaban formadas por miembros de la familia...

¡Dioses! ¿Qué pasaría si se dieran cuenta de que Abby estaba aquí


y había sido quien identificó a Dalton Blackstone?

—Tenemos que decirle a Tolya sobre esto.


Virgil asintió.

—Nos está esperando.

Por supuesto que sí. Ella seguía pensando que Virgil era tan nuevo
en el trabajo policial como ella, pero eso no era cierto. Los elementos
humanos del trabajo eran nuevos para él, pero tenía mucha experiencia
en la protección de una manada.

Lo miró, atónita, no lo había visto hasta ahora.

Él era experimentado. Y es por eso que se había dado cuenta esta


mañana de que un ejecutor humano del clan fuera de la ley ahora estaba
invadiendo su territorio.

423
424
Moonsday, messis 27

Tolya escuchó a los cuatro hombres de negocios decir tonterías


sobre que los salones son lugares donde los hombres pueden “soltarse”
después de un duro día de trabajo, y cómo ellos son los que pueden llevar
ese entretenimiento a Bennett y hacerlo bien. Lo que sea que eso
signifique.

No era extraño a los tratos comerciales que involucraban a los


humanos, había manejado acuerdos entre los Terréanos y los humanos
cuando vivía en el Courtyard de Toland. Pero Bennett era un tipo
diferente de lugar con necesidades particulares y reglas muy estrictas, y
si estos extraños hubieran sido realmente hombres de negocios
“inteligentes”, lo habrían sabido.

Lo que significaba que había algo raro en estos hombres y su charla


de oportunidades de negocios en el Medio Oeste. Las únicas
oportunidades que estos hombres podían proporcionar en la mayoría de
los pueblos del Medio Oeste eran comidas fáciles para los Terráneos que
ocupaban esos lugares.

Aun así, escuchaba porque le daba tiempo para estudiar al otro


depredador de la habitación: Parlan Blackstone. El hombre no había
dicho nada después de las presentaciones, y daba la apariencia de ser un
asociado, un empleado, de los otros cuatro hombres. No lo era. Tolya no
estaba seguro aún de cómo o por qué estaba conectado con los hombres
de negocios, pero estaba seguro de que Blackstone no era el que recibía
órdenes. No de esos hombres.
Tolya esperó hasta que los hombres finalmente dejaron de hablar,
habiendo dicho las mismas cosas un par de veces, demostrando que no
entendían cómo trabajaba Bennett o con quién trataban.

Los cuatro hombres se miraron entre ellos, y luego a él.

—¿Qué piensa usted, señor Sanguinati? —preguntó Hombre


Papada—. Podríamos endulzar un poco la olla. Ayudar a financiar su
próxima campaña para la alcaldía y hacer seguro que serás reelegido, si
entiendes lo que quiero decir.

—No hay necesidad de lo que quieras decir ya que no hay elecciones


—respondió Tolya—. Soy el líder de este pueblo.

—¿Qué pasa si alguien no está de acuerdo con sus políticas y quiere

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una oportunidad de dirigir las cosas? —preguntó Hombre Flaco.

—Entonces habría una lucha por el dominio. —Sonrió, mostrando


una pizca de colmillo para recordarles que no estaban tratando con otro
humano—. Pero es poco probable que se produzca tal lucha. Los
Sanguinati están aquí por invitación mía y están a cargo de los negocios
que más les interesan a cada uno de ellos.

—¿Así que los Sanguinati están a cargo de...? —preguntó Parlan


Blackstone.

—El banco, la estación de tren, la oficina de correos, el hotel, y —


Tolya levantó una mano para indicar la sala de conferencias y el resto del
edificio—, el gobierno.

—¿Y el sheriff?

—Wolfgard. Prefiere morder a los humanos a hablar con ellos, lo que


lo hace excelente para hacer cumplir las leyes del pueblo. —Tolya se
reclinó en su silla—. Caballeros, está claro que están bajo algún
malentendido sobre cómo se concede el permiso para reabrir un negocio
o empezar una nueva empresa. Simplemente, para dirigir un negocio
aquí, deben vivir aquí. Deben trabajar en el negocio que han elegido. Todo
el mundo aquí tiene un propósito. Nadie está ocioso. Si tienes
compañeros y descendientes mayores, se espera que trabajen en sus
profesiones preparadas, o, si esas profesiones ya están llenas de
personal, encontraremos otro tipo de trabajo para ellos que se ajuste a
sus habilidades de alguna manera.

»Como parte del paquete de reasentamiento, se les da la propiedad


del negocio y sus activos actuales, así como una casa, que pueden elegir
de cualquiera que esté dentro de los nuevos límites de la ciudad y que no
esté ocupada actualmente. Firmará un contrato y aceptará residir en
Bennett durante cinco años, asumiendo que no infrinja ninguna ley seria
y termine siendo asesinado o comido. Si debe salir para atender otros
negocios en otras ciudades, informará a mi oficina de su destino y cuándo
espera regresar. Tu familia no se va contigo a menos que dejes a Bennett
para siempre. Si no regresa en la fecha prevista, perderá su derecho al
negocio y a la residencia y no se le permitirá regresar.

Tolya vio a los hombres ponerse pálidos o sudar. Sólo Parlan


Blackstone parecía tranquilo y ligeramente interesado.

—Este no es un pueblo controlado por los humanos —dijo con una

426
suavidad que hizo que todos se estremecieran, incluso Blackstone—.
Esta es una comunidad mixta gobernada por Terráneos. Los
depredadores que puedes ver son los más cordiales de los que vigilarán
lo que hacen. Pero incluso te mataremos sin dudarlo si te consideramos
una amenaza para el pueblo o sus otros residentes. —Esperó un poco—.
¿Les gustaría hablarlo y darme su respuesta mañana? Los visitantes
pueden quedarse hasta cinco días. Si su negocio aquí requiere más
tiempo, puede solicitar una prórroga.

—¿Qué? —Hombre Papada se puso nervioso—. ¿Nos echarías del


hotel?

—Nos deshacemos de lo que no se ha consumido, sí.

Se alegró de que ni Stavros ni Vlad estuvieran cerca para oírle hablar


como un gánster vampiro en una película hecha por humanos,
amenazando a sus posibles víctimas. Vlad podría estar horrorizado.
Stavros probablemente se reiría tontamente antes de aplaudir. Por otra
parte, Stavros había jugado a menudo con el estereotipo de vampiro que
se encuentra en los libros y películas humanas como una manera de
desviar a la presa de darse cuenta de lo que ser llamado el solucionador
de problemas del Courtyard de Toland realmente significaba.

Los cuatro hombres de negocios salieron corriendo de la habitación,


y Tolya esperaba que estuvieran en el próximo tren que saliera de
Bennett.

Parlan Blackstone le dio una mirada de medición y permaneció


sentado.
Sintiendo un zumbido de anticipación, Tolya esperó.

Jugué la mano equivocada, pensó Parlan. Debería haber entrado por


mi cuenta, jugando la primera carta de respetabilidad, en lugar de usar a
esos fanfarrones como hombres de paja. Ahora el trato podría estar
agriado más allá de la salvación.

Un clan de jugadores Intuyes y forajidos tenía todas las razones para

427
evitar tratar con los Terráneos. Demasiado peligro con poco o ningún
beneficio.

Así que nunca conoció a ninguno de los Sanguinati. Había oído


muchos susurros, seguro. Pero eso no era lo mismo que mirar al otro
lado de la mesa y tener la oportunidad de juzgar a su oponente.

—¿Tenía una pregunta, señor Blackstone? —preguntó Tolya.

Parlan se encontró con los ojos de Tolya. Si estuviera sentado en la


mesa de póquer de este... hombre... ¿podría fanfarronear en su camino a
una mano ganadora o reconocería a un peligroso adversario y se
retiraría? Tenía la fuerte sensación de que no se necesitarían más de una
mano o dos para que el vampiro fuera capaz de detectar los tipos más
sutiles de tratos creativos, y sospechaba que la respuesta a cualquiera
que fuera sorprendido haciendo trampas sería letal.

Debería llamar a Judd y Lawry y organizar otro lugar de encuentro.


Pero, maldita sea, este era el único pueblo viable en toda el área que tenía
acceso al ferrocarril así como a las carreteras. Era uno de los pocos
pueblos en la Región Norte del Medio Oeste que tenía una población en
crecimiento y oportunidades de tener un negocio sin necesidad de capital.
Era el único lugar que había visto últimamente donde sentía que tenían
la oportunidad de desaparecer en el resto de la población por un tiempo,
después de que encontraran a la persona que había conectado a Dalton
con Cooke y Webb y que era responsable de que su nombre estuviera en
ese maldito cartel.

—¿Ha viajado por el Medio Oeste, señor Blackstone? —preguntó


Tolya.
—Un jugador profesional es como un artista profesional —dijo
Parlan con una sonrisa—. Moverse es parte del negocio. Era parte del
negocio. Ahora quiero asentarme, tener mi propio lugar.

—¿Gestionándolo con esos otros hombres?

—Gestionarlo con mi familia. Esos hombres estaban buscando una


inversión. No tenía el dinero para comprar un negocio, así que… —Parlan
se encogió de hombros—. Pero suena como si lo que se necesitara fuera
trabajo físico, no el dinero.

Tolya asintió.

—Lo entiendo.

428
¿Lo hacía? Parlan no estaba seguro de lo que el vampiro entendía.

—Estamos tratando de identificar a dos hombres que vinieron a


Bennett recientemente —dijo Tolya—. ¿Estaría dispuesto a mirar fotos?
Tal vez se haya cruzado con uno o ambos durante sus viajes y podría
darnos un nombre.

—Le daré toda la ayuda que pueda.

Tolya abrió un estuche de cuero delgado y sacó una carpeta.

—Estas son fotos de la policía. ¿Entiende?

Parlan asintió. ¿Había previsto Judd que el cuerpo sería encontrado


tan pronto?

—Está este. —Tolya tomó una foto de la carpeta y la puso en la mesa


frente a Parlan.

Charlie Webb. Sólo una foto de la cabeza, así que no había forma de
saber cómo murió, pero eso tenía que ser obra de Judd.

—No lo reconozco. Lo siento.

—Luego está este. Sabemos que atacó a la hija de un ranchero que


vive al norte de Bennett. También amenazó a una joven que vive en el
pueblo.

Parlan se enorgullecía de no tener ningún indicio, al menos ninguno


que un blanco pudiera detectar, pero no pudo evitar inhalar cuando Tolya
puso la otra foto sobre la mesa. La media cabeza colocada en el capó del
auto hablaba de un salvajismo que ni siquiera Judd podía igualar.
—¿Lo conoce? —preguntó Tolya.

—No. —Parlan tragó con fuerza—. ¿Qué le pasó?

—Los dientes y garras de Namid lo encontraron.

—¿Qué hacía tan lejos de la ciudad?

—No estaba tan lejos. Todavía estaba dentro de los viejos límites de
la ciudad pero fuera de los nuevos. Aquí, puedes cruzar al país salvaje
simplemente cruzando la calle. Y tan pronto como cruzas esa línea, eres
una presa. —Tolya volvió a meter las fotos en la carpeta—. Por supuesto,
incluso dentro de la ciudad, donde la ley humana se aplica hasta cierto
punto, los humanos que se comportan mal son vistos como presas.

429
Se dijo tan casualmente, que Parlan se preguntó si Tolya Sanguinati
sabía quién era y esperaba que se resbalara e indicara de alguna manera
que conocía a Cooke y Webb, porque si conocía a esos hombres, también
conocería a Dalton Blackstone.

Blackstone no era un nombre común, pero si se le obligaba, podía


admitir a un pariente lejano llamado Dalton Blackstone, alguien que era
una década mayor y tenía un hijo con su nombre. Pero eso significaba
que su propio hijo definitivamente necesitaba cambiar su apariencia y
llegar a la ciudad usando un alias.

Necesitaba tiempo para conocer este lugar, para tener una idea de
lo que debía hacer. Necesitaba averiguar si Dalton estaba en peligro de
ser perseguido por lo que sea que haya matado a Cooke.

—Me gustaría echar un vistazo y pensar en reabrir uno de los


salones por mi cuenta —dijo Parlan—. Me di cuenta de que el Salón Jaula
de Pájaross estaba abierto para el negocio, así que ¿tengo razón al pensar
que no se opone al negocio en sí?

—Tiene razón. —Tolya no dijo nada más por un momento—.


¿Todavía está considerando mudarse a Bennett, señor Blackstone?

—Lo estoy. Thaisia ha cambiado y, como dije, es hora de sentar


cabeza. Como jugador profesional, puedo asegurarme de que los juegos
de azar en mi salón estén limpios, y mi hermano puede manejar el bar.

—¿Le gustaría ver los salones que están disponibles?

Parlan agitó la cabeza.


—Primero me gustaría pasar un poco de tiempo en el salón que ya
está en funcionamiento, para tener una idea del tipo de entretenimiento
que la ciudad está buscando.

—Nuestro entretenimiento le parecerá bastante pequeño.

Se obligó a sí mismo a sonreír.

—Tal vez. Por otra parte, lo pequeño todavía puede ser rentable para
todos.

—Tengo entendido que tiene su propio vagón de tren.

—Sí. Los hombres del tren lo trasladaron a un apartadero antes de


que el tren pasara a la siguiente estación, pero nadie que trabaje en esta

430
estación sabe nada sobre el bombeo del depósito de residuos o el llenado
del depósito de agua limpia. —O eso dijeron. Sólo había visto a dos
personas trabajando en la estación. Una se ocupaba de las entregas y la
otra del mostrador y la pequeña tienda—. Me gustaría alquilar una
habitación en el hotel, si eso está bien.

—Informaré al gerente del hotel que se registrará. —Tolya empujó


su silla y se puso de pie, una clara señal de que la reunión había
terminado—. ¿Dejó su equipaje en la estación? Nicolai lo llevará al hotel
por usted.

—Gracias —dijo Parlan mientras seguía el ejemplo de Tolya.

Tal vez esto era lo mejor. Los empresarios fanfarrones, por no hablar
de sus esposas, se habrían cansado muy rápidamente. Si no hubieran
vuelto ya a la estación de tren, intentando comprar billetes en el siguiente
tren a cualquier parte, él rompería su acuerdo de negocios perdonándoles
la deuda mientras dejaban la ciudad. Luego pasaría unos días
considerando las posibilidades mientras se familiarizaba con la ciudad y
sus funcionarios.

También consideraría otras cosas. Después de todo, ya no había


muchos lugares para que alguien huyera.

—¿Hay un joyero en el pueblo? —preguntó Parlan.

—Lo hay —respondió Tolya—. Su tienda está al final de la calle,


junto a la librería.

—Me alegra escucharlo. Tengo un par de piezas familiares que me


gustaría evaluar.
—Es bueno evaluar las piezas familiares de vez en cuando.

Mientras Parlan caminaba por la calle hacia el Salón Jaula de


Pájaros, tuvo la incómoda sensación de que Tolya no había estado
hablando de joyas.

Tolya miró por la ventana, pensando en este último grupo de


humanos mal informados. ¿Cómo pudieron entender tan poco y aun así
lograron sobrevivir? ¿O habían entendido tan poco sobre Bennett porque
el trato no les interesaba para empezar? ¿El plan era engrasar las palmas

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de las manos adecuadas, hacer el trato, y luego desaparecer, dejando a
su “socio” para dirigir el salón?

Podría haber funcionado si hubieran estado tratando con otro


humano.

Una lucha por el dominio. Había visto ese destello de interés en los
ojos de Parlan Blackstone cuando se mencionó. Si Blackstone realmente
tenía la intención de establecerse en Bennett, no tardaría mucho en
irritarse por las restricciones de la ciudad y empezar a pensar, como los
humanos lo hacían a menudo, que podía cambiar las cosas para
adaptarse y a su manada.

Si alguien creía que una forma humana significaba pensar como un


humano, si alguien no entendía lo que le pasaría a este pueblo si los
Sanguinati y Wolfgard no gobernaban aquí...

Sería bastante simple eliminar a Blackstone. Los Sanguinati podrían


entrar en su habitación esta noche y darse un festín mientras duerme.
Pero este era el adversario que podían ver. Los otros miembros de la
manada podrían ser más difíciles de encontrar una vez que el líder fuera
asesinado. Y si mataban a un miembro de la manada, tenían que
matarlos a todos.

«¿Yuri?», llamó Tolya. «Un humano llamado Parlan Blackstone ha


llegado a la ciudad. Estará visitando la taberna».

«Yo vigilaré», respondió Yuri.

Tolya pensó por un momento. «¿Está Lila Gold trabajando hoy en la


taberna?».

«Lo está».

«Pregunta si algunos de sus libros o periódicos hablan de luchas por


el dominio en las ciudades fronterizas».

«Virgil, un humano Blackstone ha llegado a la ciudad», dijo Tolya. «No

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es el que se identificó en el dibujo de Esperanza Wolfsong. Este es un
hombre mayor. Tal vez el macho dominante de esa manada. Ciertamente
un depredador».

«¿Es él el Cuchillo?». Virgil luchó para evitar que sus colmillos se


alargaran hasta el tamaño de un lobo ya que Becky Gott le hablaba de
los botones y no quería asustarla.

«No, creo que este es el Jugador. Él negó conocerlos, pero puedo decir
por el cambio en su olor que reconoció a los dos hombres que fueron
asesinados y el que fue asesinado por un humano no lo sorprendió».

«Así que todavía tenemos que encontrar el Cuchillo. Muchos lugares


sin reclamar donde un depredador humano podría esconderse, siempre y
cuando permanezca escondido». Al ver que Jacob Gott se dirigía hacia
ellos, Virgil se dio la vuelta y se alejó.

Cachorro humano o cachorro de Lobo, la solución era la misma:


cuando un adulto se cansaba de jugar con un cachorro, se alejaba.
«Dónde está el Jugador ahora?».

«Preguntó por la tienda de Kelley y el Salón Jaula de Pájaros.


Sospecho que se dirigirá a una u otra.

«Revisaré la tienda. ¿Vas a decírselo a Scythe?».

«Le dije a Yuri. Vigilará a nuestro visitante. Pero alguien tiene que
mantener a Abigail Burch lejos de la plaza del pueblo y de nuestro
visitante. Y hay que vigilar de cerca a nuestro cachorro profeta».
«Kane se ha mantenido cerca de la cachorra Maddie. Le diré a Jana
que vigile a Abigail y a Barbara Ellen».

«¿Le dirás a Jana?».

El humor en la voz de Tolya hizo que Virgil gruñera. —Ella trabaja


para mí». Y era la tercera en la manada de la policía. La tercera.

Pero la lobezna era la hembra dominante de su manada.

Virgil suspiró. Las manadas de especies mixtas eran más difíciles de


manejar que los Lobos.

Se detuvo en la oficina del sheriff y llevó a Rusty al otro lado de la


calle a su lugar de orinar. Cuando la llevó de vuelta a su jaula y el

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cachorro lo miró con ojos tristes, le rascó detrás de las orejas.

—Tú y yo saldremos a la plaza a correr antes de que tu madre te


lleve a casa.

La puerta de la oficina se abrió. Rusty trató de pasar corriendo para


recibir a la persona que estaba en la puerta.

—La saqué —dijo, sosteniendo al cachorro. Escuchó botas


moviéndose por el suelo, y la sintió a su espalda. La lobezna caminaba
silenciosamente para un humano, excepto cuando no lo hacía, y eso,
sospechó, fue deliberado—. Ella debería tener una buena carrera. Ha
estado en la madriguera demasiado últimamente.

La lobezna suspiró y se agachó para dar palmaditas y aceptar


lametazos.

—Lo sé. Desearía poder llevarla conmigo cuando monto a Mel.

—¿Por qué no lo haces? El caballo que no es carne no le teme a un


cachorro.

Parecía que iba a discutir con él sobre el caballo, pero no lo hizo.


¿Una lobezna pasiva? ¿Eso debería preocuparle?

—¿Crees que ella estaría bien, estaría a salvo, sin la correa? No hay
mucho tráfico en la plaza, pero están los autobuses y taxis y algunos
vehículos personales.

—Los cachorros siguen a los adultos. Así es como aprenden. —Virgil


se encogió de hombros—. Cabalga. Ella y yo correremos. Y ella aprenderá.
Jana asintió.

—Está bien. —Ella empujó a Rusty de vuelta a la jaula y cerró la


puerta—. La persona que mató al hombre que encontramos el otro día...

—Está cerca. Así que el Blackstone llamado el Jugador.

—Los Blackstone son la familia de Abby.

Virgil asintió.

—Ella necesita esconderse.

Jana miró su reloj.

—Llamaré a Barb y veré si sabe dónde trabaja Abby esta tarde. Pero

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si alguien la ve antes de que la encuentre y la sigue hasta su casa...

—Kane está mirando a la cachorra Maddie. Si un extraño aparece


en la calle, aullará por nosotros.

Virgil esperó un minuto después de que Jana se fuera. Luego cruzó


la plaza hasta la joyería para ver si podía sacar a su presa.

Con el corazón acelerado, Abigail se agachó a la vuelta de la esquina


y presionó su espalda contra la pared.

Oh dioses, oh dioses, ya estaba aquí. Su padre estaba en el


mostrador de registro, registrándose en el hotel.

Había sido tan fácil convencer al joven que había sido asignada para
limpiar las habitaciones de huéspedes transitorias para que la ayudara.
Normalmente hacía otros tipos de mantenimiento en el hotel, pero hoy
estaban cortos de personal porque dos de las chicas habían llamado para
avisar que estaban enfermas. Una de ellas estaba realmente enferma y
había estado en la consulta del médico cuando Anya llamó para
confirmar que estaba realmente enferma. La otra chica no había querido
venir ese día y ahora estaba luchando por encontrar otro empleo antes
de que la pusieran en un tren que se dirigía a un destino arbitrario.

El joven le dijo esto con una voz llena de asombro. Lo que parecía
una mentira inofensiva para tener un día libre extra se había convertido
en una dura lección de cómo los Terráneos se diferenciaba de los
empleadores humanos.

Abigail hizo ruidos de simpatía, pero se preguntó cuántas veces la


chica había jugado la carta de “estoy enferma” para salir del trabajo.
Sonaba como si hubiera sido demasiado una vez que Anya llamaba a los
médicos para comprobar la salud de los empleados.

El servicio de limpieza para el que trabajaba estaba dirigido por un


humano, y a un buen trabajador se le daría cierta libertad de acción,
principalmente porque había más trabajos que trabajadores en este
momento. Aun así, la dulce Abigail no se apartaba de su trabajo a menos
que un amigo necesitara ayuda.

Seis habitaciones. Seis piedras. Mientras el joven se ocupaba de los

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baños, Abigail usaba una navaja para cortar cada colchón cerca de la
cabecera y empujar una de las piedras negras en la rendija antes de hacer
cada cama. La disonancia en las piedras envolvería a la persona mientras
dormía, e incluso algo que parecía de buena suerte tendría un aguijón.

Habían terminado y ella estaba a punto de irse cuando vio a su


padre.

Tan cerca. Unos minutos antes y podría haberla visto salir de una
de las habitaciones. Ahora...

Su teléfono móvil sonó. Lo sacó de la bolsa que usaba para sus


objetos personales, una cosa bordada sin forma que le quedaba bien a la
dulce Abigail.

—¿Hola? —susurró.

—¿Abby? Soy Jana. ¿Dónde estás?

¿Dónde se suponía que iba a estar esta tarde? ¿Y dónde podría decir
que estaba ahora?

—Estoy... estoy en la lavandería de monedas cerca del hotel.

Un momento de silencio desconcertante en el final de la línea de


Jana, pero era el único lugar cercano que Parlan Blackstone no visitaría
y en el que Abigail podría esconderse.

—Quédate ahí —dijo Jana—. Y mantente fuera de la vista. Voy a


buscarte.
Así que la aspirante a oficial sabía que Parlan estaba en la ciudad y
se refería al peligro. Podría trabajar con eso.

Después de todo, no tenía que fingir tener miedo.

La joyería parecía más bien una casa de empeño especializada en


vidrio que se hacía pasar por piedras preciosas y adornos reales que
ningún ladrón que se precie se molestaría en llevarse. Oh, lo

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suficientemente bonita para las mujeres que no podían notar la
diferencia, pero una decepción para él. Aun así, si eso es lo que vendían
en Bennett, Lawry ni siquiera tendría que hacer una estafa para cambiar
la basura por joyas de alta gama.

Parlan estudió al hombre que estaba detrás del mostrador de atrás,


el único lugar que tenía unas cuantas piezas decentes con piedras
preciosas reales. Treinta y pocos años, cabello rubio y delgado, con
demasiado peso para su cuerpo. Un hombre suave.

Pero en otras manos, la tienda podía ser una forma útil de mover
joyas y piedras preciosas que fueron adquiridas por medios menos que
legales. Lawry podría preferir eso a trabajar en un salón, y sería un lugar
para guardar bienes para los socios. Sí, eso sería mejor que todos ellos
trabajaran en el mismo negocio. Diversificar para establecer rápidamente
las raíces.

—¿Vende piezas a comisión? —preguntó Parlan.

—Esas dos cajas tienen joyas que fueron traídas por la compañía de
salvamento. Obtienen un porcentaje de las ventas.

—Joyas de fantasía. Baratijas. —Me costó mucho trabajo no


burlarme de la basura—. ¿No traen nada con gemas?

Una vacilación. Algo en los ojos.

Parlan juró en silencio. El joyero era un maldito Intuye. Y


desconfiaba de que hiciera preguntas.

—Todo lo que se considere valioso se guarda para posibles


herederos. Pero no aquí.

Ni siquiera estaba siendo sutil al decirle que no había nada que


robar.

—No me di cuenta de que los Intuye vivían en esta ciudad —dijo


Parlan, sonando casual pero dándole sentido como una amenaza. Los
Intuye que vivían en una ciudad humana podían ser muy complacientes
a cambio de que alguien guardara su secreto. Pero no hubo ninguna
reacción por parte del joyero. No hubo cautela.

Eso significaba que los Intuye no escondían ese sentido extra que
había sido la razón de generaciones de persecución. ¡Maldita sea!

—Esta es una comunidad mixta —respondió el joyero—. Muchos

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Intuye se han establecido aquí.

No es lo que quería oír. Siempre había evitado las comunidades


Intuye porque eran malas para los negocios. Pero...

—¿Ha escuchado hablar alguna vez de un Intuye que pueda


emparejar una piedra con una persona? No sólo que un granate, por
ejemplo, sería una buena piedra para una persona, ¿sino que también
podría escoger un granate de un montón de piedras que resonaran con
la persona de la manera correcta? Una persona así podría tener una
fuerte reacción a las piedras que supuestamente disonaban con quien las
manipulaba.

—Nunca he oído hablar de un joyero que pudiera hacer coincidir de


forma tan precisa la piedra con el cliente. Debe ser una habilidad rara, si
no es sólo una fanfarronada para impulsar el negocio.

Debido a su propia habilidad, Parlan sabía cuando alguien estaba


fanfarroneando o mintiendo y el joyero acababa de revelar su mano.
Abigail, la perra engañosa y desleal, estaba en la ciudad. En algún lugar.

—Bueno, ya sabes cómo es. La gente exagera las habilidades Intuye


para justificar sus propios errores.

El timbre de la puerta sonó. El joyero parecía aliviado.

Parlan se apartó del mostrador y se enfrentó al recién llegado.

Las canas del cabello estaban demasiado bien mezcladas con el


negro para ser causadas por la edad, especialmente cuando se combinan
con el rostro y el cuerpo de un hombre en la flor de la vida. Los ojos de
color ámbar que estaban fijos en él mantenían un enfoque
desconcertante.

Ropa informal: vaqueros, zapatos, camisa de cuadros. Y una estrella


clavada en el bolsillo de la camisa.

—Usted debe ser el sheriff Wolfgard —dijo Parlan, esperando que el


Otro se sorprendiera de que lo supiera.

—Tú debes ser Blackstone —respondió Wolfgard—. El Jugador.

Por todos los dioses oscuros, ¿cómo había sabido eso? ¿Había estado
Charlie Webb en la ciudad hablando antes de que Judd lo encontrara?
¿O el alcalde lo había identificado así, sabiendo que era un jugador
profesional? De cualquier manera, aquí estaba el sheriff corriendo para

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ver al extraño que había llegado a su ciudad.

Se encontró con los ojos del Lobo. Había mirado fijamente a muchos
hombres, especialmente a los que eran tan tontos como para llamarlo
tramposo. Pero esto era diferente. Los ojos ámbar no miraban hacia otro
lado; los labios se retiraban, revelando dientes que no eran humanos; y
el sonido que salía de esa garganta...

Parlan miró hacia otro lado, reconociendo el dominio del Lobo.

—¿Si me disculpa, sheriff?

Esperó hasta que el Lobo se hizo a un lado. Le molestaba que


quisiera apurarse, que quisiera correr.

La maldita bestia hacía que su piel se erizara.

Parlan se dirigió al salón. Quería, necesitaba, un trago. Y quería


tiempo para considerar lo que el clan necesitaría hacer para reclamar a
Bennett.

—¿Sheriff?

Virgil miró a Kelley. El olor a miedo había estado en la tienda antes


de que él entrara, así que sabía que él no era la causa.

—¿Qué?
Kelley se limpió una mano en la frente.

—Ese hombre dijo un par de cosas que me hicieron pensar que


estaba buscando información sobre Abby.

Virgil gruñó.

—¿Dijo su nombre?

—No. —Kelley se movió de un pie al otro—. Pero dijo algunas cosas


que me recordaron como Abby había actuado alrededor de algunas
piedras preciosas justo antes de que nos mudáramos a Bennett. Eso...
causó algunos problemas entre nosotros. Me hizo ver las cosas de manera
diferente. Sólo porque nuestro matrimonio se haya terminado no significa
que quiera que ella salga lastimada.

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—Está tratando de olfatearla.

—Sí, creo que sí.

—Entonces tendremos que olfatear el resto de su manada antes de


que la encuentre.

Dos hombres estaban sentados en una mesa, bebiendo cerveza y


jugando a las damas.

Otros dos hombres, vestidos casi idénticamente con lo que Parlan


consideraba un uniforme de trabajo, estaban de pie a ambos lados de la
barra. El camarero tenía el cabello negro, ojos oscuros y piel color oliva.

Sanguinati. Dioses, ¿ninguno de ellos era rubio y de ojos azules? ¿O


habían criado algún otro color fuera de su especie?

El otro hombre tenía cabello castaño medio, ojos verdes y una


sonrisa fácil.

Joven, con ese afán del primer trabajo real. Viéndole barajar una
baraja de cartas y añadir un poco de exhibición al trabajo manual antes
de repartir dos manos de cartas, Parlan sonrió.
El Sanguinati lo miró.

—¿Puedo traerle algo del bar?

—Whisky de tu mejor botella.

Mientras el vampiro sacaba la botella y el vaso, Parlan se acercó al


otro hombre.

—¿También trabajas aquí?

—Soy el jugador profesional del salón.

De ninguna manera eres eso. Se necesita más que unos pocos


movimientos elegantes para ser un profesional.

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Indicó las cartas en la barra.

—¿Es un juego cerrado? —Aprendería más jugando un par de


manos, y perdiendo así estarían más ansiosos porque volviera, que
haciendo preguntas.

—No, podemos añadir otro jugador. Soy Freddie, y él es Yuri. —


Freddie recogió las cartas que acababa de repartir y las barajó de nuevo
para incluir a Parlan.

Yuri puso el vaso de whisky delante de Parlan y puso la botella en


la barra justo fuera del alcance de Parlan ayudándose a sí mismo. Luego
metió la mano debajo de la barra y sacó un molde de metal para pasteles.
Lo puso en la barra, lo abrió, y...

—¿Sueles apostar a tus clientes? —preguntó Parlan mientras Yuri


colocaba pilas de monedas frente a cada uno de ellos.

—Todavía estoy aprendiendo este juego, así que esto es sólo para
practicar —respondió Yuri.

—Al final, todas las monedas vuelven a la caja.

¿Estaban bromeando? Aparentemente no.

—Muy bien, caballeros, apuesten. Vamos a jugar al stud de cinco


cartas. —Freddie repartió las cartas.

Parlan miró un par de nueves. No había nada más con lo que


trabajar, pero puso una moneda de 25 centavos en el bote.

Freddie apenas miró sus cartas antes de señalar con el dedo al


vampiro y reírse.

—Cejas levantadas es una señal, amigo mío. Señales de que te han


dado una buena mano... tal vez una muy buena mano.

—O, sabiendo que un humano pensaría eso, podría ser un farol y


estoy tratando de engañarte para que pienses que tengo una muy buena
mano cuando no tengo nada —respondió Yuri con una pequeña sonrisa.

Freddie estudió al vampiro.

—No puedo entender si estás fanfarroneando.

—Tal vez porque no lo estoy. Llamaré a tu moneda y recaudaré otra.


—Yuri tiró dos cuartos al pozo.

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—Huh. Ya veremos. —Freddie miró a Parlan—. ¿Te apuntas?

—Estoy dentro. —Parlan igualó la apuesta y maldijo en silencio.


Freddie era otro jugador Intuye, uno que reconocería a otro con su
particular habilidad.

—Y el crupier está dentro. ¿Cartas?

El chico era bueno con sus manos, inteligente con su lenguaje y no


hacía trampas. Por supuesto, no tenía sentido hacer trampa cuando se
jugaba por monedas, lo cual era ridículo.

El salón no iba a ganar dinero, y un jugador no iba a ganar lo


suficiente por el tiempo invertido.

Su lugar sería para los jugadores serios, no para estos niños gallina
que juegan a ser hombres con sus juegos de centavos.

Jugaron unas cuantas manos. El vampiro no tenía sentido del juego,


y su decisión de apostar o retirarse no parecía tener relación con las
cartas que tenía, ya que se retiró un par de veces cuando tenía la mano
ganadora... algo que Freddie explicó cuando dio vuelta a las cartas de su
amigo.

Freddie, por otro lado, tenía habilidades decentes en el póquer y era


igual de bueno que un repartidor de blackjack. Al menos, ese era el
sentido que tenía Parlan de las bromas entre los dos hombres.

De su charla, dedujo que el lugar tenía otro barman y unas cuantas


chicas que daban a los clientes algo bonito que mirar. Ninguno de ellos
mencionó a la persona que realmente dirigía la taberna, lo cual le pareció
interesante.

—La última mano —dijo Yuri—. Parece que estamos empezando a


tener clientes.

Freddie no se movió, sólo sujetó las cartas con los nudillos blancos
antes de poner el mazo en la barra.

—No. Hemos terminado. —Dio un paso atrás—. Hemos terminado.

—¿Freddie?

Parlan vio al vampiro cambiar de camarero cordial a depredador en


un abrir y cerrar de ojos.

Freddie agitó la cabeza.

442
—No quiero repartir esta mano. Hemos terminado.

Se fue corriendo, dirigiéndose a los baños, si el cartel de la pared


trasera era correcto.

Curioso por lo que había asustado al chico, Parlan buscó las cartas.

Fue entonces cuando algo salió de la oficina junto al bar. Mujer, con
cabello dorado con rayas rojas y azules y ojos negros que, cuando los
encontró, le produjo un momento de mareo.

¿Qué era esa cosa?

—Señora. —Parlan se dio la vuelta. Manteniendo su mano en la


barra, esperó a que pasara el mareo antes de salir de la taberna.

No agregaron agua al whisky, eso fue todo. ¿Había habido algún tipo
de olor en el lugar que le afectara, algo que no hubiera notado?

Como se sintió bien a los pocos momentos de estar fuera, Parlan


descartó el mareo y se paseó por la plaza, echando un buen vistazo al
principal distrito de negocios mientras consideraba las posibilidades.

Scythe vio al extraño salir del salón, sus pasos un poco vacilantes.

—¿Tal vez tomaste demasiado? —Yuri comentó mientras él también


observaba al hombre.

—Apenas un sorbo de su energía vital. Lo suficiente para animarlo


a que se fuera.

Miró hacia los baños.

—Freddie está disgustado. ¿Por qué?

Yuri sacudió la cabeza.

—El hombre Blackstone no hizo nada sospechoso ni trató de hacer


trampa. Después de que Tolya me advirtiera que estuviera atento al
hombre, Freddie y yo decidimos hacer una señal por si percibía algo. Pero
no dijo las palabras.

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—Algo lo inquietaba. —Y no fui yo.

—Las cartas.

—Pero él no las vio.

Yuri miró fijamente la baraja.

—No, no lo hizo. Y sin embargo... —Repartió las cartas como Freddie


lo habría hecho, girándolas boca arriba para que pudieran ver cada
mano—. Habría tenido cuatro corazones. Creo que si hubiera descartado
la jota de espadas y sacado otro corazón, habría tenido una buena mano.
Tal vez una mano ganadora.

—¿Mejor que la de Freddie? Tenía tres mujeres.

—Juego para ser agradable y porque parece ser una parte esperada
de un macho que trabaja en un salón de la frontera, pero no presto tanta
atención a lo que gana y lo que no, así que no puedo decir si mi mano
hubiera ganado a la suya. —Yuri golpeó un dedo en la última mano—.
Así que esta debe ser la razón por la que Freddie se asustó.

Scythe frunció el ceño a las cartas negras, dos ochos y dos ases.

—¿Por qué?

—No lo sé. Pero me pregunto cómo habría reaccionado el señor


Blackstone si hubiera visto esas cartas.
Parlan se detuvo en las tiendas y habló con la gente que trabajaba
allí, dando su misma charla una y otra vez, que estaba pensando en
reasentarse en Bennett, había oído que era un lugar que tenía tanto
aventuras como oportunidades, incluso para un viejo jugador como él,
que había amado las historias de la frontera cuando era un niño. Los
comerciantes parecían agotados y un poco asustados, pero todos tenían
grandes sonrisas. ¿Aventura? Sí.

444
¿Oportunidades? Definitivamente. ¿Mucho trabajo? Más de lo que
se podría meter en las horas en un día, todos los días.

Fue a la cafetería y pidió café y una comida para tener una razón
para sentarse un rato sin que nadie pensara nada al respecto.

Bennett era como una ciudad en auge de los días de la frontera,


cuando mucha gente se reunía en un lugar y los negocios brotaban como
la maleza. La mayoría de la gente no había estado en la ciudad, o incluso
en esta región de Thaisia, hace un mes, y cada día llegaba gente nueva,
buscando trabajo, buscando un lugar para asentarse, buscando un
amortiguador entre ellos y los Terráneos. Los que buscaban un
amortiguador normalmente tomaban el siguiente tren después de
encontrarse con el alcalde y ver al sheriff. El resto se ocupaba de poner
en marcha los negocios, ocupándose de los lugares que existían. Sin
necesidad de pagar a los dueños anteriores. Estaban muertos y
desaparecidos, reemplazados por ovejas que harían lo que los
depredadores dominantes querían que hicieran.

Pasó el día mirando alrededor. Pasó la noche en su habitación de


hotel pensando.

La respetable estafa no iba a ser suficiente. Este lugar iba a ser un


imán para oportunistas y forajidos que, como él, necesitaban un lugar
donde refugiarse por un tiempo. Llegarían, todos fanfarroneando y con
una actitud como la que habrían tenido hace un año. Pero muchas cosas
habían cambiado, y lo que podrían haber conseguido antes causaría
terribles problemas ahora. No lo verían, no lo aceptarían, y tan seguro
como que todos los dioses oscuros sonreían en los esfuerzos turbios,
nunca se echarían atrás por un sheriff que se ponía peludo y aullaba a
la luna. En lugar de crecer y prosperar, la ciudad se desmoronaría, a
menos que los oportunistas y los forajidos conocieran a la gente que la
controlaba, a menos que esa gente ya tuviera reputación y fuera temida.

Era como en las historias de la frontera, cuando los forajidos eran


exprimidos, eran acorralados por hombres de la ley y las reglas hasta que
los únicos lugares en los que podían vivir eran lugares no aptos para los
humanos.

Tenía la sensación de que sólo había una forma de que el clan


prosperara en Bennett.

Llamó a su hermano Lawry.

445
—Tenemos que tomar el pueblo —dijo en voz baja.

—¿Estás borracho o loco? —Lawry también habló en voz baja, pero


eso no diluyó su asombro—. HPU trató de eliminar a los Otros, y mira lo
que pasó.

—Trataron de destruir a los Lobos y arrastraron a todos los


Terráneos a la lucha. Vamos a jugar con sus reglas y a ganar.

—¿Cómo?

—Una lucha por el dominio. —Había pensado durante horas en el


comentario de Tolya Sanguinati sobre cómo podría cambiar el liderazgo—
. Desafiamos a los líderes existentes para ver quién controlará el pueblo.
Cuando ganamos, nos convertimos en los gobernantes. No nos metemos
con los pequeños cambiaformas. Ellos pueden quedarse. Y no nos
metemos con lo que vive en el país salvaje. Según mis cálculos, hay un
puñado de Sanguinati y un par de Lobos controlando la ciudad. Si los
derrotamos, ganamos. —Incluso consideró cómo presentar su argumento
para que Tolya Sanguinati ayudara a que eso sucediera.

—Hasta que encontremos a Sweeney Cooke y Charlie Webb, no


podemos enfrentar tantos oponentes, ni siquiera con las habilidades de
Judd.

—Cooke y Webb están fuera de escena. Muertos. Lo sé con certeza.


Pero tengo el presentimiento de que muchos otros asociados estarán aquí
pronto, e invitaremos a algunos de ellos a estar con nosotros para formar
un nuevo gobierno.

—¿Qué quieres que haga? El chico y yo estamos metidos en una


letrina casi en la frontera que divide el norte y el sur de las Regiones del
Medio Oeste.

Parlan frunció el ceño.

—¿Por qué estás tan al sur? Se supone que nos reunimos aquí.

—No hay elección. El lugar más cercano al sur de Bennett es un


pueblo llamado Pradera de Oro. El maldito lugar es un nido de Intuyes.
No podía colar a nuestro chico en el motel de la parada de camiones, y
no podía comprar provisiones para dos personas porque la perra de la
tienda general me miraba demasiado, viendo demasiado parecido entre
yo y algo que había visto en alguna parte.

El maldito cartel de búsqueda. Un parecido familiar bastaría para

446
dar a algunos Intuyes una sensación sobre Lawry que podría llevar a la
captura de Dalton.

—¿Quieres que nos dirijamos hacia ti ahora? —preguntó Lawry.

—Sí. Y dame cualquier noticia que escuches sobre alguien de interés


que se dirija hacia aquí.

—Escuché que Flaco Ilusionista está montando los trenes —dijo


Lawry—. Pero también escuché que un par de pasajeros fueron bajados
de un tren recientemente y comidos, por lo que no creo que siga viajando
en los trenes mucho más tiempo.

Al final de la llamada, Parlan llamó a Judd y le contó el plan.

—El HPU demostró que los Lobos no eran inmunes a las balas, pero
los vampiros podrían ser más difíciles de matar —dijo Judd.

—Más difícil, pero no imposible —respondió Parlan—. En forma


humana, deberían morir como cualquier otra cosa. —No estaba seguro
de eso, pero sonaba razonable—. Además, una lucha por el dominio no
tiene que ser una lucha a muerte. Si se lo digo al alcalde de la manera
correcta, podríamos hacer esto con alguna fanfarronada y un par de
disparos al aire para mostrar nuestras armas superiores y dejar que
entreguen el campo y dejen la ciudad. No necesitan a Bennett. Los
humanos sí.

—¿Y después de este simulacro de lucha?

—Yo me convierto en el alcalde Blackstone y tú en el sheriff McCall,


y mantenemos nuestro buen pueblo a salvo de cualquiera que se
aproveche de los pequeños cambiaformas y de los humanos que
hundieron todo lo que tenían para llegar aquí y ahora no tienen a dónde
ir. Así que los cuidaremos y pondremos un borde afilado en la ley en caso
de que se olviden de estar agradecidos.

Judd rio suavemente, un sonido escalofriante.

—Puedo ponerme detrás de eso.

Por supuesto que lo haría. Judd era tan bueno con los cuchillos
porque le gustaba usarlos. Pero era igual de eficiente con un arma cuando
el trabajo lo requería.

—Puedo comunicarme Frank y Eli Bonney —dijo Judd—. Lo último


que supe es que no estaban lejos de aquí. Lo mismo que Durango Jones.

447
—¿Lo conozco?

—Lo conoces por otro nombre. Cambia de nombre más a menudo de


lo que cambia de ropa interior.

—Ah, sí. Él. —Tonto fanfarrón con demasiado amor por la botella y
un amor igual por crear problemas, pero muy bueno con un arma a pesar
de sus defectos. El tipo de hombre que necesitaría sentir el borde afilado
de la ley una vez que hubieran tomado el pueblo—. Diles que tengo la
intención de ser el próximo alcalde, para que todos vengan a la ciudad
como ciudadanos honrados. Tenemos un plazo de cinco días antes de
que los visitantes se comprometan a trabajar en la ciudad. Pueden jugar
a ser turistas sin que nadie haga demasiadas preguntas.

—Haré correr la voz.

Parlan esperó, sintiendo que el otro hombre tenía más que decir.

—Encontraron el maldito cuerpo demasiado rápido —dijo Judd—.


No sé qué hacían esas cuadrillas tan lejos de la ciudad principal, pero
encontraron el cuerpo demasiado rápido.

—Lo sé. El alcalde me mostró una foto de la escena del crimen.

—Bastardo.

—Me mostró otra foto de un problema resuelto.

Judd lo entendió.

—¿Qué lo mató?
—Nada humano. —Parlan pensó por un momento. Si el sheriff
supiera que él es el Jugador, entonces...—. Tengo el presentimiento de
que el sheriff sabe que te llaman el Cuchillo. Ten cuidado.

—Hay ojos en todas partes. Puedo sentirlos. Pero hay unos cuantos
ocupantes ilegales que viven en casas vacías. Son suficiente camuflaje.
Es fácil para mí escabullirme por la noche y asaltar las casas cercanas
en busca de suministros, como ellos. No se quedan más de unas pocas
noches en una zona. Luego se mudan a un par de cuadras y se establecen
de nuevo. Sólo hay que tener cuidado con las cuadrillas que vienen a
desvalijar los lugares.

—Llamaré cuando el resto del clan, y cualquier asociado, llegue a la


ciudad.

448
—Lo espero con ansias.

Sí, Judd McCall lo esperaría con ansias. Y él también.

Más tarde esa noche, cuando el pueblo estaba tranquilo, Tolya fue a
la casa de Yuri.

—¿Tenía Lila Gold alguna información? —preguntó.

—Le dije que te interesaba leer sobre las luchas de dominio en las
ciudades fronterizas. —Yuri dudó.

—¿Y? —incitó Tolya.

—Dijo que tenía la sensación de que deberías hablar con Jana, que
lo que buscabas tenía que ver con la percepción y no con la verdad
histórica.

Una distinción interesante. ¿Hizo Parlan Blackstone la misma


distinción?

Tolya fue a la puerta principal y miró al otro lado de la calle. Las


luces seguían encendidas en la casa de Jana y Barbara Ellen, así que
alguien seguía despierto.

—Será mejor que le haga una visita a nuestra oficial —dijo Tolya.
—¿Te vas a quedar aquí esta noche? —preguntó Yuri.

—Sí. —A diferencia de los humanos de la ciudad, no necesitaba


preocuparse de cruzar el camino con uno de los Antiguos, pero quería ver
cualquier información que pudiera reunir lo antes posible.

Se paseó por la calle. Había visto a Virgil al final de la cuadra, y Virgil


lo había visto. El Lobo no hizo ningún comentario sobre su visita a las
dos hembras, y no ofreció ninguna explicación.

Entonces Virgil aulló, alertando a toda la calle y probablemente


despertando a la mitad de los humanos que vivían allí. Y luego Rusty
aulló, respondiendo al líder de la manada e ignorando la orden de Jana
de callarse.

449
Y luego algo en Elder Hills aulló y ese sonido hizo que Tolya se
estremeciera.

Arriba y abajo de la calle, escuchó puertas que se habían abierto


para dejar entrar el aire fresco de la noche cerrarse silenciosamente.

—¿Señor Sanguinati?

Jana se paró en la puerta, mirándolo a través de la pantalla.

Tolya sonrió.

—Me disculpo por aparecer en tu casa, pero Lila Gold me sugirió que
te hablara de historias de la frontera.

—Oh. —Agarrando el collar de Rusty, abrió la puerta—. No soy una


erudita como Lila, pero tengo algunas novelas ambientadas en los días
de la frontera.

Al entrar en la casa, Tolya permitió que el cachorro lo olfateara


mientras saludaba a Barbara Ellen, quien se sonrojó, una reacción que
decidió que tenía más que ver con su escasa cantidad de ropa que con él.

—¿Te estabas preparando para dormir? —preguntó cuando Jana lo


llevó a otra habitación y encendió la luz de arriba.

—¿Por qué lo pregunta?

—La ropa de Barbara Ellen. —Y la tuya.

Jana asintió.

—No esperábamos compañía. —Le hizo señas con la mano a la


estantería—. ¿Qué estabas buscando?

Así que iban a fingir que llevaba su ropa de oficial. Él podría hacer
eso.

—Una lucha por el dominio en una ciudad fronteriza.

—¿Una pelea en una historia del tipo “este pueblo no es lo


suficientemente grande para los dos” o algo así?

—Una pelea entre dos manadas. —Tolya observó el rápido latido de


su pulso. Sabía exactamente dónde poner su boca en el cuello de ella
para beber profundamente.

Fuera de la ventana, escuchó un suave gruñido. Virgil nunca

450
consideraría tomar a un humano como pareja, pero eso no significaba
que no protegería a un miembro de su manada incluso si no era Terráneo.

Jana dudó, entonces seleccionó un libro y se lo entregó. La portada


estaba dominada por una placa y lo que los humanos llamaban una
pistola de seis cañones. El fondo era tierra dominada por colinas.

—Este es el único. —Sonaba desconcertada por razones que él no


entendía.

—¿Por qué?

—Los elementos de la portada eran parte de un mensaje críptico que


me llevó a Lakeside y a la feria de empleo. Mi padre adoptivo leía mucho
esta historia en particular. Es sobre una lucha por el control de un
pueblo. No era su historia favorita de la frontera, pero pensó que contenía
una importante lección, especialmente para una chica que quería ser
oficial de policía.

Tolya pensó que sabía lo que un padre le diría a una niña. Sonrió.

—¿La justicia prevalece? ¿Los buenos ganan?

Jana no devolvió la sonrisa.

—No. La lección fue que a veces los buenos no ganan o sobreviven.


451
Windsday, messis 29

Tobias miró el ganado muerto y juró ferozmente hasta que recordó


que el peón del rancho que cabalgaba con él hoy era una chica. No es que
“Ed” Tilman apreciara la etiqueta, pero lo que había aprendido de su
madre sobre lo que era apropiado cuando se trataba del sexo femenino
no se encogiera sólo porque Ed quería ser uno de los chicos.

—¿Crees que los Antiguos hicieron esto? —preguntó Ed en un


susurro excitado.

—Los Antiguos no usan ni necesitan armas para derribar nada que


viva aquí o en cualquier otro lugar —respondió Tobias, y luego añadió en
silencio, incluyéndonos a nosotros.

Ed frunció el ceño ante las dos docenas de cadáveres.

—¿Por qué alguien dispararía al ganado y luego lo dejaría?

—Maldad o sólo querer causar problemas. —O tal vez la intención


era robar el ganado hasta que los ladrones se dieron cuenta de que no
había ningún lugar a donde ir con ellos. Todo el ganado llevaba la marca
Pradera de Oro, así que llevarlos a Bennett para venderlos sería inútil.
Una llamada telefónica al sheriff mantendría el ganado fuera de los
vagones de ganado conectados a cualquier tren de salida. Los cuatreros
no podían venderlas a los ranchos vecinos porque la gente de esos
corrales se conocía entre sí. Dioses, el rancho Skye era el siguiente más
cercano, y Truman había trabajado para él hasta hace un par de
semanas.

¿Y mover un rebaño a través de la tierra salvaje sin al menos uno de


los terratenientes en el equipo? No quedaría ni una vaca, ni un caballo,
ni un hombre para cuando el pueblo más cercano estuviera a la vista.

Así que quien había robado el ganado había matado a los animales
por despecho, porque robar no era rentable, sino totalmente peligroso.

Tobias levantó la vista y vio un halcón en lo alto. Sin estar seguro de


si estaba mirando a un halcón o a uno de los Halcones, se quitó el
sombrero, lo sostuvo sobre su cabeza y lo agitó en un amplio arco un par
de veces. Esperó unos segundos y volvió a agitar el sombrero.

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El halcón no prestó atención. O bien era un Terráneo que había
decidido ignorarlo, o era sólo un simple halcón.

Tobias se colocó el sombrero en la cabeza. Había valido la pena


intentarlo.

El golpe de algo grande contra el suelo detrás de él hizo que los


caballos saltaran hacia delante, queriendo correr.

Haciendo girar su caballo, Tobias alcanzó su revólver, luego apartó


la mano de su arma y miró fijamente al Águila, que lo miró fijamente
antes de convertirse en un macho humano. La cabeza todavía tenía
plumas en lugar de cabello, y las piernas tenían casi forma humana pero
estaban sostenidas por pies de águila de tamaño humano que tenían
garras muy grandes.

—Misericordia —susurró Ed, mirando a su silla en lugar del macho


desnudo que estaba delante de ellos.

—Buenos días —dijo Tobias, ignorando a su joven y ruborizada peón


de rancho.

—Sí —respondió el Águila—. Es de día. —Una pausa—. ¿Eso es un


saludo?

—Lo es. —Sonrió—. Pero también es la hora del día.

Los humanos lo complican todo.

Las palabras no fueron pronunciadas, pero el Águila dejó clara su


opinión. Luego señaló al ganado.
—Están muertos.

Tobias asintió.

—Disparo. Probablemente anoche o muy temprano esta mañana.


¿Han visto los Terráneos algún extraño por aquí?

—Vi algunos antes, pero no vivos. No están lejos de aquí. —El Águila
pensó por un momento—. No está lejos para mí.

Tobias echó un vistazo a Ed, que se había puesto pálida. Todo fue
una gran aventura hasta que una persona cometió un error. No quería
amargarle la vida a la chica, no le preguntó cuántos extraños estaban
siendo comidos o si alguien necesitaba ocuparse de un vehículo o de los
caballos.

453
Devolvió su sombrero.

—Bueno, tal vez podría pasar la voz de que hay carne aquí para
llevar.

—¿No lo quieres para tu propio... rebaño? —preguntó el Águila.

—Normalmente, me encargaría de llevar algo de carne al rancho o


de llevar algo al pueblo, pero tengo otras preocupaciones ahora mismo.

—Defendiendo el territorio.

—Sí. Y comprobar la familia. —Y advirtiendo a los otros ranchos que


podría haber más ladrones de ganado o de caballos en la zona.

—Le diré al resto de los Terráneos sobre la carne —dijo el Águila.

—Si ve más extraños cerca del rancho o del pueblo, le agradecería


que me avisara. O adviértale a mi madre.

—La Jesse que enseña a Rachel Wolfgard.

—Sí.

El Águila levantó los brazos como si fuera a inflar las alas y a volar.
Luego se detuvo.

—¿Todos los extraños son enemigos?

Cuidado.
—No. Algunos son sólo personas que pasan o se detienen porque
tienen algún negocio en Pradera de Oro. Pero algunos podrían ser un
peligro para otro humano. —O incluso algunos de ustedes. Lo cual no es
algo que diría ahora mismo. Había escuchado lo que le pasó al hombre
que había sido llamado humano Cyrus y no quería ser responsable de
que alguien más muriera de esa manera.

El macho volvió a su forma de Águila y se fue volando.

Tobias esperó un minuto, y luego miró a Ed de nuevo.

—¿Estás bien?

—Nunca he visto a uno de ellos con ese aspecto. —Exhaló—.


Supongo que te acostumbras.

454
—Después de un tiempo, lo haces. —Revisó la tierra y no vio nada.
Pero tuvo la sensación de que algo muy grande, algo que no podía ver, se
estaba moviendo hacia ellos—. Vamos. No hay nada que podamos hacer
aquí, y necesito volver al rancho.

Mientras regresaban a la casa del rancho, Tobias se preguntaba


cuántas aves montando las termales lo estaban vigilando.

Armada con el delgado directorio que había encontrado en el


escritorio de Kane y la lista que Anya Sanguinati había proporcionado del
registro del hotel, Jana pasó un par de horas llamando a los
departamentos de policía y a las oficinas del sheriff situadas en ciudades
de toda la Región del Medio Oeste, tratando de averiguar si alguno de los
hombres que se habían registrado recientemente en el hotel era conocido
como socio de Sweeney Cooke o Charlie Webb. Lo que descubrió fue que
en pocos de esos pueblos todavía había residentes humanos. Los seres
que habían respondido a los teléfonos le gruñían o aullaban o gritaban
mientras intentaban formar palabras humanas. No podía entender a
ninguno de ellos, pero les daba a todos el mismo mensaje: si necesitaban
ayuda, podían llamar a la oficina del sheriff en Bennett. No estaba segura
de qué ayuda podían dar ella o Virgil, pero quizás, si alguien intentaba
ser la ley en esos pueblos, bastaría con que alguien les explicara el
procedimiento, suponiendo que la entendieran mejor que ella.

Tomó notas sobre los pueblos que aún tenían una población
humana y los humanos que hacían cumplir la ley. Cuando terminó sus
llamadas, abrió el mapa de la Región del Medio Oeste y rodeó esos
pueblos en rojo.

Tan pocos.

Los hombres del otro extremo de la línea se sintieron aliviados al


recibir una llamada de Bennett y tener la confirmación de que el pueblo
iba a volver, y que los humanos iban a volver con él. Los hombres se
sorprendieron cuando supieron que no era una despachadora o
secretaria sino una oficial real que llamaba en nombre del sheriff. Y se

455
sorprendió cuando se dio cuenta de que a esos hombres ya no les
importaba el género de un oficial de policía mientras la persona que
llevaba la placa fuera humana y supiera cómo hacer cumplir la ley, y
tuviera cierta capacidad para tratar con los demás.

Los dientes y las garras de Namid habían sido muy minuciosos en


cuanto al adelgazamiento de los rebaños humanos en esta parte de
Thaisia.

Aun así, esos agentes de la ley reconocieron los nombres de algunos


de los visitantes que se habían registrado ayer en el hotel y le dieron una
lista de otros que no podían considerarse ciudadanos honrados.

Los nombres y “ocupaciones” le hicieron pensar en las historias de


la frontera que le gustaba leer. De hecho, estaba segura de que algunos
de esos nombres habían sido tomados de la historia de la frontera. Flaco
Ilusionista era un tahúr; Frank y Eli Bonney robaban bancos, gasolineras
y casi todo lo demás por diversión y beneficio y a menudo tenían un
puñado de hombres cabalgando con ellos; Durango Jones era a menudo
un pistolero a sueldo; William y Wallace Parker eran cuatreros y ladrones
de caballos que podrían estar más interesados en los caballos que en el
ganado en este momento, ya que los caballos podían viajar donde los
autos no podían. Y luego estaba el clan Blackstone, del que se
sospechaba de muchas cosas pero que nunca había sido acusado de
nada.

No te metas con Judd McCall. Le gusta demasiado su trabajo.


La mitad de los hombres que mencionaron al clan Blackstone le
habían dicho eso.

Trata con el clan si debes hacerlo, pero mantente alejado de McCall.

¿Sería capaz Abby de decirle algo sobre el hombre?

Cuando sonó el teléfono, Jana lo contestó, todavía centrada en la


lista.

—Soy Tobias. ¿Tienes un minuto?

—Para ti, tengo dos. —¿Sonó como si estuviera coqueteando?


Esperaba que no. No estaba en un estado mental de coqueteo.

—Perdí algo de ganado anoche o esta mañana temprano —dijo

456
Tobias—. Sospecho que los cuatreros trataron de escaparse con parte del
rebaño y dispararon a los animales cuando se dieron cuenta de que no
había ningún lugar al que pudieran ir.

—Ya perdiste algo de la manada durante los ataques del HPU, ¿no?
¿Qué le hará esto a Pradera de Oro?

—Estaremos bien. Tenemos un montón de bisontes en los


congeladores de... —Jana escuchó gritos, gente gritando por Tobias.

—Querida, tengo que llamarte luego.

Dejó salir a Rusty de la caja para que el cachorro pudiera deambular


por la oficina, olfateando a Virgil y Kane. Cuando oyó a Rusty ladrar, el
sonido se elevó hasta una nota de frustración y agitación, abandonó el
teléfono por un minuto para averiguar qué había en el área de la celda y
se preguntó quién había encerrado al Vaquero Bob en la celda de Tiempo
para mí, dejando al peluche apoyado contra la pared.

—Está bien, está bien, le soltaré —murmuró, volviendo al gancho


que tenía las llaves. Pero el teléfono sonó de nuevo, y se apresuró a
contestar justo cuando Virgil entró en la oficina—. ¿Tobias?

—Todo está bien aquí —dijo Tobias.

—Excepto por el ganado muerto.

—Excepto por eso. Pero invité a los Terráneos a hacer uso de la


carne. Los Antiguos han sido muy amables al no cazar ni comer el
ganado, así que quería que todos supieran que este ganado podía ser
tomado. Supongo que decidieron ser amigables también, porque algo dejó
caer uno de esos novillos fuera de la casa del rancho. ¿Te gusta el filete?

—Sí, me gusta el filete. —Un sonido la hizo mirar por encima del
hombro. Virgil se estaba lamiendo los labios de una manera que no era
humana—. También a Virgil.

—Les llevaré algo de carne la próxima vez que vaya de visita.

—¿Necesitas que alguien vaya allí e investigue? —No había estado


en Pradera de Oro y tenía curiosidad por saber cómo era un pueblo
Intuye. Por otra parte, sólo había estado en Bennett un par de semanas
y habían pasado tantas cosas que no había tenido la oportunidad de
desempaquetar todos sus libros, así que visitar un nuevo lugar no estaba
en su lista por el momento.

457
—No es necesario. La gente que hizo esto no lo volverá a hacer.

Fue la forma en que lo dijo, le dijo por qué no lo harían de nuevo.

Miró su escritorio, tratando de pensar en algo que decir, y notó dos


nombres en la lista que había compilado de hombres menos destacados
que practicaban profesiones dudosas.

—Esas personas podrían no haber sido toda la pandilla, y podría


haber otros... profesionales... pasando por tu ciudad.

—No son buenas noticias. Le dejé un mensaje a mi madre sobre los


cuatreros. Ella correrá la voz por Pradera De Oro. Y he estado llamando
a los otros ranchos que han sido reubicados. Los llamaré de nuevo con
una actualización.

—Si alguien ve algo, déjanos saber.

—Lo haré. Tengo que irme, cariño. Tengo que hacer algo con esa
carne antes de que Ellen intente hacerlo por su cuenta. Intentaré llamar
esta noche.

—Bien. —No quería hablar con él, quería verlo. Quería que estuviera
a salvo.

—¿Qué? —gruñó Virgil en cuanto colgó.

Le transmitió el mensaje de Tobias, así como la información que


había recibido de los pueblos con los hombres de ley humanos.

—Freddie Kaye es un jugador. —Miró la lista que había hecho.


Jana se preguntó qué haría él si le hiciera unas tarjetas de visita
como una broma que dijera “Tiene dientes, muerde”.

No. No tenía que preguntarse qué haría él.

—Ser un jugador no es igual a ser una mala persona —respondió—


. Freddie ayuda a crear el ambiente de un salón fronterizo, y su manejo
de los juegos los mantiene dentro de los límites del entretenimiento en
lugar del verdadero tipo de juego de perder el cheque de pago.

—Blackstone quiere el verdadero tipo de juego.

—Siempre habrá humanos que quieran apostar mucho. Supongo


que no podemos obligar a la gente de aquí a ser prudente si Blackstone
abre uno de los otros salones y ofrece juegos de apuestas altas.

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—¿Por qué no podemos forzarlos? Somos los ejecutores. Es nuestro
trabajo disciplinar a los miembros de la manada.

—No puedes impedir que alguien haga algo estúpido si no está


también infringiendo la ley.

—Huh.

Ese gruñido de desacuerdo la hizo sospechar que Virgil ya había


dado a algunos ciudadanos algunas razones de peso para seguir sus
reglas.

Por supuesto, cuando se trataba de seguir sus reglas...

—¿Por qué encerraste al Vaquero Bob en la celda de Tiempo para


mí?

—Le dio al cachorro una golosina no autorizada.

Él dijo eso con una cara seria, así que ella lo miró a los ojos y dijo:

—Huh.

Mamá, anoche dispararon al ganado. Los hombres responsables


están muertos, pero podría haber otros por aquí. Tengan cuidado.
Jesse ignoró el dolor de su muñeca izquierda mientras observaba a
los dos extraños que habían entrado en su tienda unos minutos después
de la llamada de Tobias. Tuvo tiempo de vaciar la caja registradora de la
mitad del dinero, llevar a Cory-Cutie al cuarto trasero y decirle a Rachel
que se quedara con el cachorro, sin importar lo que pasara.

—Conté el dinero de la caja —dijo Rachel mientras Jesse metía los


billetes en una gaveta de su escritorio—. Dos veces —se quejó
suavemente—. ¿Lo hice mal? ¿Es por eso que tengo que quedarme aquí
atrás?

—No, cariño, lo hiciste muy bien, pero tienes que hacer lo que yo diga
hoy. Exactamente lo que yo diga.

Rachel miró la muñeca de Jesse.

459
—¿Tienes sensaciones? ¿Sobre mí y Cutie?

Es tan fácil para algunas personas pensar en algo como prescindible


porque llevaba piel.

—Sí. Creo que será mejor ahora mismo si te quedas aquí atrás y te
quedas callada. Y no contestes el teléfono. ¿De acuerdo?

—Pero si estoy aquí, ¿quién te ayudará a proteger nuestro territorio?

Era tentador agarrar la escopeta que había metido debajo del


mostrador en un estante que su abuelo había construido para ese
propósito hace décadas, pero no sentía ese tipo de amenaza por parte de
los dos hombres. De hecho, no sentía ninguna amenaza de ellos. Habían
sido educados desde el momento en que entraron en su tienda, se habían
impresionado por la cantidad de bienes que todavía tenía en sus estantes,
y habían tomado dos de las cajas que ella había indicado que estaban
disponibles para que la gente las usara para empacar sus compras.

—Mucho trabajo para una persona, dirigiendo un lugar como este


—dijo uno de ellos mientras colocaba cajas de munición en el mostrador.
Dos cajas eran del calibre de los revólveres que llevaban ambos hombres.
La otra caja de municiones contenía las mismas balas que usaba para su
propio rifle.

—Tengo ayuda a tiempo parcial, y los amigos me ayudan con el


trabajo pesado —respondió Jesse.

—Eso es todo —dijo el segundo hombre, llevando una caja al


mostrador. Parecía avergonzado cuando el primer hombre miró fijamente
las dos bolsas de chocolates y la bolsa de caramelos que descansaban
encima de la caja—. Soy goloso —le dijo a Jesse—. No he visto bolsas
como esta en un tiempo. Espero que no le importe.

—Es mejor que alguien los compre y los disfrute a que se vuelvan
rancios —respondió Jesse. Registró las compras y esperó que Rachel se
quedara callada en el cuarto de atrás un poco más.

—Noté que tienen un banco, pero no estaba abierto —dijo el primer


hombre.

—Abre tarde los windsdays —respondió Jesse. En realidad, no tenía


ni idea de por qué el banco no estaba abierto.

Sacó un clip de dinero del bolsillo delantero de sus vaqueros y le dio

460
un billete de cien dólares.

—Quédese con el cambio.

—Entonces mi caja no va a cuadrar.

Se encogió de hombros.

—Entonces ponlo en un frasco de caridad como agradecimiento por


satisfacer el gusto por los dulces de mi primo.

Jesse dudó, y luego asintió.

—Está bien. Lo haré. Te lo agradezco.

El teléfono sonó.

La miró, esperando. El primo goloso también esperaba.

—Cuídese, señora —dijo el primero. Levantó la segunda caja, y los


hombres salieron.

Jesse agarró el teléfono.

—Tienda General Walker, habla Jesse.

—¿Mamá? ¿Estás bien?

Tobias.

—Acabo de recibir un par de visitas.

—¿Estás bien? ¿Lo está Rachel?


—Estamos bien. Bueno, le dije a Rachel que se quedara atrás y se
callara, y ella y el cachorro están demasiado callados...

Un gruñido bajo le dijo la opinión de Rachel sobre eso.

—Pero están bien. —Miró a la joven Lobo, que estaba de pie a un


lado de la puerta, mirándola con un ojo. Jesse imaginó a Rachel mirando
desde detrás de una roca o un árbol de la misma manera que miraba a
su presa.

Mientras escuchaba a su hijo transmitir la información que había


recibido de Jana, colocó el teléfono contra su hombro y observó, como si
estuviera conectado a alguien más, su mano derecha sobre su muñeca
izquierda.

461
Cuídese, señora.

Había sonado como algo que cualquiera diría al salir, pero había sido
una advertencia y Jesse supo de repente por qué el banco no estaba
abierto.

Stanley Weeks, que dirigía el pequeño banco de Pradera de Oro, debe


haber tenido la sensación de que el banco necesitaba estar cerrado hoy.

Y tuvo la repentina sensación de que...

—Tobias, tenemos que irnos.

—¿Mamá?

—Rachel y yo tenemos que salir de la tienda. Ahora mismo. Llamaré


tan pronto como pueda.

Colgó, tomó la escopeta y puso el cartel de “Regreso en 10 minutos”


en el mostrador. En un pueblo tan pequeño como éste, no sería extraño
que la tienda estuviera vacía cuando la persona solitaria que la dirigía
necesitara un descanso.

—Rachel, cariño, tenemos que irnos. Ponle la correa a Cory.


Saldremos por la parte de atrás. —Jesse fue al cuarto trasero, tomó su
mochila, y luego vaciló, inexplicablemente resistente a irse cuando sabía
que debían irse.

Abrió la caja fuerte de su arma y cambió la escopeta por su rifle y


sintió que la resistencia se desvanecía. Al cerrar la caja fuerte del arma,
salió por la puerta de atrás, agarrando la bandera roja del paragüero al
salir.

Rachel la siguió de cerca, llevando el cachorro.

Caminó rápidamente, sosteniendo la bandera roja, la señal para los


Terráneos de que había problemas en Pradera de Oro.

—¿Debería aullar por Morgan y Chase? —susurró Rachel.

Lobos. Hombres con armas.

Jesse sacudió la cabeza y deseó que Tolya estuviera allí. No sabía si


los Sanguinati eran impermeables a las balas, pero pensaba que no había
mucho que pudiera herir a uno en su forma de humo.

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Dejó caer la bandera roja, metió una bala en el rifle y miró a Raquel.

—Voy a echar un vistazo. Si la calle está despejada, vamos a cruzar


al otro lado y entrar en la biblioteca. —Dudaba que quien estaba
produciendo esta sensación estuviera interesado en irse con una bolsa
de libros.

Oyó el auto antes de llegar a la parte delantera del edificio. Lo oyó ir


más despacio y se insultó a sí misma por no prestar atención. ¡Se arrastró
por el lado del maldito banco! Pero después de ese momento de
vacilación, el auto siguió unos metros más y se detuvo frente a su tienda.

Tenía sentido. El dinero estaba bien, pero incluso los ladrones de


bancos necesitaban comer, y las provisiones eran ahora un tipo de
riqueza diferente.

Jesse se arriesgó a mirar a la vuelta de la esquina. El auto seguía en


marcha para una rápida huida. Estaba a punto de retirarse y decirle a
Rachel que se quedara quieta cuando vio a Phil Mailer... y él la vio a ella.
Antes de que pudiera levantar la mano o gritar un saludo, ella sacudió la
cabeza y se puso un dedo en los labios.

Phil la miró, y luego miró a su tienda. Se retiró dentro de la oficina


de correos. Esperaba que llamara a otros negocios para decirle a la gente
que se quedara dentro y que no intentara reunir una partida.

Tal vez fue porque Rachel sintió algo. Lo más probable es que fuera
porque el recuerdo de lo que había pasado la última vez que los enemigos
humanos llegaron a Pradera de Oro era todavía demasiado agudo,
demasiado crudo. Cualquiera que fuera la razón, la joven Lobo aulló.
Jesse no sabía si era una advertencia o un grito de ayuda. De cualquier
manera, quienquiera que estuviera dentro de su tienda y esperando en el
auto tenía que haberlo oído. Podrían ignorar un solo aullido, podrían no
reaccionar con la alarma, o algo peor.

Entonces todos escucharon un aullido que no pudo provenir de algo


tan pequeño como un Lobo Terráneo, un sonido profundo y salvaje que
estaba demasiado cerca como para ser reconfortante. Ese aullido le
levantó el vello de los brazos y la nuca y le enseñó lo que significaba la
palabra “espeluznante”.

Mirando a la vuelta de la esquina otra vez, vio a un hombre salir


corriendo de su tienda y correr alrededor del capó del auto hacia el lado
del pasajero. Abrió la puerta de un tirón, tiró un saco al suelo y miró

463
hacia arriba. Sonriendo ferozmente, sacó su revólver, apuntó al cielo y
disparó dos veces. Luego saltó al auto y el conductor salió disparado
mientras el auto corría por la calle, saliendo de la ciudad.

El Águila cayó del cielo y golpeo la calle justo delante de ella.

—¡No! —gritó Jesse mientras ella corría a ayudar. Cayendo de


rodillas, dejó caer su rifle para alcanzar al pájaro, sabiendo que era
demasiado tarde.

—¿Jesse? —Phil Mailer se agachó a su lado—. ¿Está...?

—¿Muerto? Sí. Trae una de las sábanas planas de la tienda.

Tan pronto como Phil se apresuró a la tienda, Rachel, en forma de


Lobo, corrió a su lado y le lamió la cara. Jesse pensó que el gesto era
tanto para recibir seguridad como para ofrecerla.

¿Había estado el Águila volando sobre la ciudad por alguna razón, o


había sido pura mala suerte? ¿Habría recibido esos disparos si el aullido
de algo que era mucho más y peor que un Lobo no le hubiera dado una
razón para huir en ese momento?

—Rachel, cariño, me gustaría que llamaras a Morgan y Chase para


que me digan lo que hay que hacer ahora.

Rachel aulló de nuevo. Jesse no sabía si un Lobo aullando en


Pradera de Oro podía ser escuchado en el asentamiento Terráneo, o cuán
lejos los Otros podían comunicarse usando su forma especial de
comunicación.
Sólo esperaba que Morgan y Chase respondieran para que otras
formas de Terráneos no lo hicieran.

Cuando Phil regresó, envolvió el Águila en la sábana, la llevó a la


tienda y la puso en una canasta de lavandería. Phil cogió su rifle y la
siguió, inhalando cuando vio la tienda. No fue la caja registradora abierta
y el cajón de dinero vacío lo que le hizo maldecir. No fue ver cuántas cajas
de munición faltaban lo que hizo que su propio temperamento se
disparara. Era la destrucción gratuita de los suministros. El ladrón había
tomado lo que quería; luego había tirado bolsas de harina y arroz y fideos
al suelo, rompiendo los paquetes al pisarlos, dejando un desastre para
que ella lo limpiara. Dejando a la gente del pueblo con un poco menos de
comida.

464
Ella tenía mucho almacenado en el cuarto de atrás. Había comprado
provisiones porque tenía el presentimiento de que el pueblo las
necesitaría y Tolya había financiado esos gastos porque estaba de
acuerdo con ella. Pero eso significaba...

Jesse se apresuró detrás del mostrador, deteniéndose bruscamente


cuando vio la caja de cerillas de cocina encima de un fajo de toallas de
papel del rollo que guardaba cerca del mostrador para limpiar derrames
de todo tipo. Miró tres fósforos gastados y las toallas parcialmente
quemadas.

—Las toallas de papel y el resto de los fósforos no se quemaron —


dijo suavemente. Deberían haberlo hecho. Un edificio en llamas habría
distraído a todos en la calle de prestar atención a los extraños que habían
robado la tienda.

—¿Querías que se quemara?

Phil gritó y se tambaleó hacia un estante, tirando un frasco de


pepinillos con eneldo.

Jesse miró fijamente al macho cuyo cabello rojo tenia las puntas
amarillo y azul. Sabía de los Elementales. Había visto a Aire. Así que
entendió que la criatura que estaba al otro lado del mostrador era mucho
más peligrosa que un hombre con un arma.

—¿Silenciaste... el fuego? —preguntó.

—Sí. ¿Debí dejar que se quemara?


—No. Salvar la tienda fue una amabilidad para todos nosotros, y te
agradezco por hacerlo.

Fuego miró alrededor de la tienda.

—Tienes muchas cosas que pueden arder.

—Eso es cierto. —¿Qué más podría decir? No había mucho en la


tienda que no se quemara—. Debería llamar al sheriff Wolfgard y contarle
esto.

—¿Por qué?

—Porque esos hombres probablemente están en camino a Bennett.

Fuego sonrió y las entrañas de Jesse se convirtieron en agua. Se

465
necesitó cada gota de valor para mantenerse en pie y no ensuciarse. Se
había enfrentado a un Antiguo cuando se llevó a los jóvenes humanos y
a los Terráneos a las colinas para esconderlos de los hombres que
pertenecían al movimiento Humanos Primero y Última, pero no estaba
tan aterrorizada por esa amenaza invisible como lo estaba ahora.

—Sabemos cómo es el auto. —Fuego se alejó del mostrador. Justo


antes de desaparecer, dijo—: Los autos también pueden arder.

Jana borró un correo electrónico que anunciaba un producto que


prometía aumentar el tamaño de su pene y se preguntaba cómo quien lo
había enviado había sobrevivido cuando tantos negocios legítimos no lo
habían hecho. Luego borró un e-mail sobre una crema especial que te
rellenaría y reafirmaría los pechos para el deleite de tu pareja.

Dioses, era tentador imprimir esa y dársela a Virgil.

Nada urgente en el resto de los e-mails. Algunos sheriffs de otras


ciudades le habían enviado información adicional sobre los hombres que
consideraban forajidos, incluso si la ley no tenía ninguna prueba de la
maldad que se sostendría en la corte. Ella, a su vez, prometió
mantenerlos informados cuando esos hombres dejaran la ciudad y en qué
dirección se dirigían.
Cuando cerró el programa de correo electrónico, sonó su teléfono.

—Oficina del sheriff.

—Necesitamos ayuda. Por favor, necesitamos ayuda.

—¿Quién es? ¿Dónde está?

—Truman Skye. Rancho Skye. Vimos el fuego y fuimos a investigar.


Encontramos a la mujer. Está en mal estado.

—¿Quemada?

—No. —Truman dudó antes de susurrar—: Creo que los Antiguos


mataron a su marido. Por favor, vengan.

466
—Estaremos allí tan pronto como podamos. —Jana colgó y corrió a
la puerta de la oficina. Si iba a tener que gritar cada vez que necesitara a
Virgil, iba a encontrar un megáfono. Entonces vio algo mejor, un Halcón
encaramado en el poste de enfrente de la oficina.

Cruzó corriendo la calle y dijo:

—Hay problemas en el rancho Skye. Necesito a Virgil ahora mismo.


—Miró fijamente al Halcón. No tenía ni idea de dónde patrullaba Virgil,
ya que intentaba cubrir toda la ciudad por su cuenta. Kane seguía
vigilando a Maddie, en parte para mantener a la profeta de la sangre a
salvo de humanos cuestionables y también porque todavía estaba
curándose y no tenía la velocidad o la resistencia para salir a patrullar.
Y ella estaba en la oficina y patrullando la plaza del pueblo para que uno
de ellos estuviera cerca del hotel y el banco y los otros negocios que
pudieran ser vulnerables a este enjambre de extraños que habían llegado
en los últimos días.

Al darse cuenta de que ambos no podían irse, dijo:

—No importa. Llamaré cuando pueda.

Corrió adentro, encerró a Rusty en la jaula y llamó a uno de los


médicos.

—Alguien en el Rancho Skye necesita atención inmediata. Me dirijo


allí ahora. Puede que necesites la ambulancia para esto.

Agarró su equipo, saltó a su vehículo y casi gritó cuando vio que el


Halcón se instaló en el área de carga.
—Por todos los dioses, ¿qué estás haciendo ahí atrás? —¿Y cómo
había entrado cuando las ventanas estaban cerradas?

Estando en forma de Halcón, no se molestó en responder. Tampoco


hizo ningún esfuerzo por salir.

—No tengo tiempo para discutir. —Se dirigió hacia el sur, tratando
de alcanzar la mayor velocidad posible tan pronto como se alejó de la
plaza del pueblo, y casi se salió de la carretera cuando humo fluyó
repentinamente desde el asiento del pasajero y se trasformó en Yuri
Sanguinati.

—¡Dioses! —gritó Jana—. ¿Intentas asustarme para que tenga un


fallo cardíaco?

467
—No esperaste a Virgil —respondió Yuri—. Yo… —Miró al Halcón—
. Estábamos disponibles para ayudarte. —Hizo una pausa antes de
añadir—: No eres el tipo de cazador que debería salir solo.

¿Porque era humana? ¿Porque era una mujer? ¿Porque los policías
de las ciudades humanas suelen tener un compañero cuando responden
a una llamada?

Bajó la velocidad a una velocidad sensiblemente rápida mientras


buscaba a tientas sacar el teléfono móvil de su soporte en el cinturón. Se
lo dio a Yuri.

—No cerré la oficina. Alguien debería estar allí. Todavía tenemos un


almacén lleno de armas sin catalogar, y tenemos algunos recién llegados
a la ciudad a los que les encantaría ayudarse con ese tipo de botín, si
creemos todo lo que me han dicho sobre ellos.

Condujo mientras Yuri hacía la llamada. Basándose en su lado de


la conversación, ella adivinó que él estaba hablando con Tolya.

—Se lo diré —dijo Yuri justo antes de terminar la llamada.

—¿Decirme qué?

—Virgil está... molesto... contigo por haber corrido sin él.

—Virgil puede besar mi trasero sin pelo —dijo Jana—. La


información que me dieron indicaba que debíamos responder lo antes
posible. Él no estaba disponible, así que usé mi iniciativa.
Cuando Yuri no dijo nada, apartó la vista de la carretera por un
segundo.

—¿Qué?

—No creo que besar sea lo que tiene en mente. Y no creo que quieras
sus dientes cerca de tu culo sin pelo.

—¿Te estás riendo de mí?

—Sí. —Yuri asintió—. Sí, lo estamos.

¡Maldita sea! Se había olvidado del Halcón montado en la parte de


atrás, escuchando todo.

El silencio llenó el vehículo por el resto del viaje, dándole tiempo

468
para reponerse para lo que encontrara en el Rancho Skye.

Cuando ella y Yuri entraron en la cocina de la casa del rancho,


dejando al Halcón para encontrar el lugar del incendio, Jana sabía que
algo más, y peor, había pasado desde que Truman Skye hizo la llamada
pidiendo ayuda.

—El doctor y la ambulancia llegarán pronto —dijo.

—Ya no los necesito —respondió Truman—. No para ella. —Se


levantó y se balanceó como si estuviera borracho. Luego encontró su
equilibrio—. Por aquí. Dejó una nota.

Oh dioses.

—Nunca pensé. —La mujer de Vida Simple que Jana imaginó como
cocinera y ama de llaves se veía devastada—. Ella estaba de luto, sí, y lo
que pasó fue terrible, pero nunca pensé...

—Llegaremos a eso. —Jana se centró en Truman—. Muéstrame.

Dos frascos abiertos de pastillas en la mesilla de noche.


Aparentemente más que suficiente para hacer el trabajo.

—La trajimos aquí para que descansara hasta que usted llegara —
dijo Truman.

—Ella...

Jana recogió la nota que estaba en el suelo junto a la cama. Sencilla.


Críptico. Escalofriante.
Vi lo que mató a mi marido. Está ahí fuera, mirándonos. Siempre
mirándonos.

Miró a Truman.

—¿Te dijo algo? ¿Algo sobre lo que pasó?

—¿Podemos...? —Salió de la habitación. Jana y Yuri lo siguieron


hasta la cocina.

La mujer de Vida Simple no estaba allí, pero había un plato de


galletas en la mesa, junto con mantequilla y mermelada de bayas, todo
bajo una malla para alejar las moscas. A Jana no le interesaba la comida,
pero reconocía la costumbre de proveer el sustento para que los
sobrevivientes pudieran continuar.

469
—Ella y su esposo trataban de encontrar una forma de llegar a su
hija, que vive en un pequeño pueblo de la región suroeste —comenzó
Truman—. No sé cuánto tiempo habían estado viajando o de dónde
habían partido, pero estaban en un cruce, el que se dirigía a Bennett o a
Pradera de Oro, cuando fueron obligados a detenerse por un auto que
bloqueaba la carretera. Dos hombres con armas. Robaron el coche de la
pareja y los dejaron con el otro coche. El auto tenía gasolina y arrancó,
así que decidieron ir al norte, a Bennett, para informar del incidente y
entregar el auto a la policía.

»El ataque fue tan repentino que la mujer no sabía lo que estaba
pasando. En un momento estaban conduciendo, sin nada propio excepto
su gran bolso, que los pistoleros habían tirado de su auto, y lo siguiente
que supieron, algo los sacó de la carretera y fueron sacados del auto. Su
marido trató de decirle a los Otros que no era su auto, que no se habían
involucrado en lo que había pasado, pero... —Truman tragó con fuerza—
. Destruyeron a su marido delante de ella. Entonces un hombre pelirrojo
montado en un caballo marrón apareció de la nada. En el momento en
que tocó el auto empezó a arder. Una vez que el auto empezó a arder,
dejaron ir a la mujer y simplemente... desapareció.

—Vimos el humo. Cuando salimos a investigar, la encontramos


tambaleándose en medio de la carretera. La trajimos de vuelta aquí, y te
llamé.

—¿Tenía las pastillas encima? —preguntó Jana.

—No lo sé. No llevaba nada cuando la encontramos, así que puede


que haya encontrado las pastillas en el cajón. Todavía estamos
ordenando y arreglando todo. No revisamos los cajones, no pensamos que
ella...

Truman se frotó el rostro con las manos.

—Esa mujer. Su marido. No le hicieron daño a nadie.

—Crees que su compañero fue asesinado por error —dijo Yuri.

Truman miró a Jana y a Yuri de forma sombría y asintió.

—¿Crees que será un consuelo para su hija si la encuentras?

470
—Es lamentable, pero los errores ocurren —dijo Tolya. ¿Quién había
llamado a Jesse para hablarle de estos humanos, y por qué?

—¿Los errores ocurren? —La voz de Jesse tenía una fría condena—
. Dos personas inocentes murieron, ¿y eso es todo lo que puedes decir?

—¿No es eso lo que los humanos dicen cuando hacen algo similar?
—espetó Tolya—. Los dientes y garras de Namid han estado poco
expuestos a los humanos excepto cuando se requiere matar. El vehículo
que fue visto era el mismo vehículo que conducían los humanos que
sentían que eran un peligro, de los que te escondiste, que trataron de
quemar tu tienda.

—El vehículo era el mismo; la gente no lo era. Fueron víctimas,


Tolya, más que yo. Los Antiguos mataron a ese hombre delante de su
esposa.

—Y los humanos nunca han hecho tal cosa.

Estaba enfadado con ella, con los Antiguos, y especialmente con los
hombres que habían causado este repentino cisma entre los aliados
humanos y los Terráneos.

—No vas a ver el lado de nadie más que el tuyo, ¿verdad? —dijo
Jesse.

—Podría decir lo mismo de ti. —Le colgó, en parte porque su


ingenuidad le molestaba. Habiendo vivido toda su vida en un pueblo
aislado, debería entender mejor lo que vivía fuera de la vista, excepto en
los últimos momentos en los que aparecía justo delante de ti. Pero la otra
razón para terminar la llamada fue que Jana y Virgil entraron en su
oficina, ambos con un aspecto sombrío.

—Eran personas inocentes —dijo Jana—. Víctimas.

—Un aliado había sido amenazado —respondió Tolya—. Los


Antiguos y los Elementales respondieron para eliminar la amenaza.

—¡Nadie fue amenazado por ese hombre y su esposa! No hicieron


nada malo, y ahora están muertos.

—Mire a su alrededor, oficial —dijo Tolya fríamente—. Vives en un


pueblo lleno de gente que no hizo nada malo y aun así terminó muerta.
—Habiendo agotado su paciencia hablando con Jesse, se volvió contra

471
Jana—. ¿Qué debería haber hecho los Terráneos? ¿Rechazar el rastreo
del vehículo que retenía a los humanos que representaban una amenaza?
¿Debería haberse quedado atrás Fuego y ver arder la tienda de Jesse?

—¡No, pero no tenían que matar a esa gente! Podrían haberlos


detenido y esperado a que llegáramos.

—Mataron a un Águila —gruñó Virgil—. Ellos tenían armas.

—¡Ellos, ellos, ellos! —gruñó Jana de vuelta—. Los que mataron al


Águila e intentaron quemar la tienda de Jesse eran ladrones armados, no
dos personas de mediana edad que intentaban encontrar a su hija. Creo
que hasta los Antiguos podrían notar la diferencia.

—Ten cuidado, humana —dijo Virgil.

—¡Sí! Soy humana. Lo siento, no tengo colmillos y piel.

—Ni la mitad de lo que sentimos nosotros.

Dio un paso atrás y miró al Lobo como si acabara de hacer una


herida que resultaría fatal.

Y Tolya, demasiado enojado con su especie para negar su instinto


depredador, fue por la matanza verbal.

—¿Sabes por qué a los Sanguinati no les importa vivir cerca de los
humanos? Porque son nuestra presa preferida. Pero los Antiguos los
miran y ven una plaga, una enfermedad que estropea el mundo.
Consideran la proximidad a los humanos como una contaminación, pero
algunos de ellos tienen que estar contaminados ahora porque
demasiados de los cambiaformas que solían ver a los de tu clase fueron
asesinados por el movimiento Humanos Primero y Último, así que la
elección, tal y como lo ven los Antiguos, es estar lo suficientemente cerca
para alguna interacción forzada o eliminarlos a todos ustedes.

—El único humano bueno es un humano muerto —gruñó Virgil.

—Los Antiguos hicieron lo que entendieron que era correcto. Pero


quizás tengas razón, oficial Paniccia, y sólo los humanos deberían tratar
los conflictos entre humanos de la forma que tú creas conveniente, y los
Terráneos tratarán con cualquier cosa que sea una amenaza para
nosotros.

—Pero... —comenzó Jana.

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—Funciona para mí —dijo Virgil.

—Y para mí. —Tolya miró fijamente a Jana—. Eso es todo, oficial.

La vio salir tambaleándose de su oficina. Luego miró a Virgil.

—¿Qué hay del cachorro profeta? —preguntó Virgil—. Ella puede ser
usada contra nosotros. Si no la protegemos, tenemos que destruirla.

—Ella es la creación de Namid, tanto maravillosa como terrible. La


protegeremos.

—Sigue siendo una humana.

—Ella no es como el resto de ellos. —Escuchó el alivio en el suspiro


de Virgil.

—¿Qué vas a hacer con Jana?

—Todavía es una oficial que trabaja para el pueblo, pero ella y el


cachorro tendrán que ser su propia manada. Como dijiste, ella tiene que
lidiar con los problemas de los humanos y nosotros lidiaremos con el
resto.

Ahora que su ira se había desvanecido, Tolya consideró a los


extraños que habían llegado recientemente. Demasiados de ellos venían
a la ciudad desde que apareció Parlan Blackstone, y ninguno de ellos
parecía interesado en encontrar trabajo. Lo que significaba que estaban
aquí por otra razón.

—Si la mata un humano... entonces, ¿qué...?


Virgil lo miraba con esos ojos de color ámbar.

—Entonces volvemos a matar todos los problemas sin que nadie se


queje de que cometemos errores. ¿Verdad, Tolya? Nunca es un error
derribar a un enemigo o derribar a una presa. Si hubiéramos matado a
más humanos cuando hablaban de causar problemas en vez de esperar
a que los causaran, habría habido muchos menos humanos en esta parte
de Thaisia y más cambiaformas habrían sobrevivido.

Tolya estudió al Lobo.

—No te crees la historia. Por eso estás enfadado con Jana. No crees
que esos humanos eran inocentes.

—No fueron ellos quienes robaron a Jesse Walker o intentaron

473
quemar su tienda, pero los Antiguos no habrían matado al varón humano
como nos dijeron que hicieron a menos que hubieran olido algo en él o
escuchado algo que no estaba bien.

—¿Y la mujer?

—Sabes qué forma de Antiguo vio.

—Sí, lo sé. —Lo había visto la noche en que los Antiguos


establecieron los límites finales de la ciudad. Era una forma muy antigua,
una pesadilla que caminaba en dos piernas.

—¿Eligió suicidarse sólo porque vio esa forma de Terráneo? ¿O eligió


una forma humana de morir porque sabía que los Antiguos tendrían una
razón para venir a buscarla y ahora tenían su olor?

—¿Vas a decirle eso a Jana?

Virgil sonrió con gravedad.

—¿Para qué? Hasta que no acepte lo que significa vivir en esta parte
de Thaisia, no escuchará.

—Querida, no quiero discutir contigo —dijo Tobias.


Jana sostuvo el teléfono tan fuerte que le dolió la mano.

—¿Estás de acuerdo con Virgil y Tolya?

Silencio.

—¿Tobias?

—Ya he hecho este baile con mi madre, que estaba tan agitada que
no piensa con claridad. Y tú tampoco.

—¿Entonces está bien que los Antiguos maten a alguien porque esa
persona estaba en el auto equivocado?

—Jana, los Antiguos matan a los humanos todo el tiempo. —La voz
de Tobias estaba llena de impaciencia—. Fueron a la guerra contra los

474
humanos y eliminaron la población de pueblos enteros. Ellos y los
Elementales han arrojado trenes de pasajeros fuera de las vías y mataron
a todos los que sobrevivieron al accidente. La gente se sube a un auto y
se dirige a otro pueblo y nunca se vuelve a saber de ellos. Tal vez sea
diferente en los pueblos del Este, donde no tienes que mirar la verdad a
los ojos todos los días, o tal vez aprendí mucho de Joe Wolfgard en el poco
tiempo que lo conocí. ¿En resumen? Mataron a esa gente, y tal vez eso
sea una pena.

—¿Tal vez? ¿Cómo puede ser otra cosa que una tragedia?

—¿Encontraste alguna identificación?

—El bolso de la mujer estaba todavía en el auto cuando se quemó.


¡Pero ella y su marido fueron obligados a cambiar de auto con los
ladrones!

—Esa es la historia que ella contó. —Tobias respiró profundo—. Eres


policía, cariño. Sé que esto te golpeó duro, pero tienes que empezar a
pensar como un policía que trabaja aquí.

—¿Qué significa?

—Truman te contó la historia tal como se la contaron antes de que


esa mujer se quitara la vida. ¿Verdad?

—Correcto —dijo Jana.

—¿Quién estaba contigo cuando fuiste al rancho?


—Yuri Sanguinati y uno de los Halcones. No puedo distinguirlos. —
Casi podía sentir a Tobias hacer una mueca. Obviamente un Intuye con
un sentido de los animales conocía a los otros emplumados por su
nombre, junto con los nombres de sus parejas y los polluelos que aún
estaban en el caparazón.

Y estoy siendo una perra porque estoy cansada y asustada y me


siento muy sola en este momento.

—¿Preguntaste a alguno de los Terráneos si alguno de ellos vio el


intercambio de autos? Puede que no entendieran todo lo que estaban
viendo, pero sabrían la diferencia entre un acto agresivo y la cooperación.

Intercambio de autos. Las palabras le hicieron pensar en una


entrega.

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—¿Crees que podría haber sido una reunión escenificada? —
preguntó.

—Estaban en el país salvaje, Jana. Créeme cuando te digo que


cuando estás ahí fuera, no hay nada que haga un humano que no sea
observado por alguien. Ya no. ¿Mi suposición? Los Antiguos observaron
lo que pasó entre los dos hombres que robaron la tienda de mi madre y
la pareja de mediana edad que murió y concluyeron que eran una sola
manada. Y habiendo decidido eso, atacaron al objetivo fijo.

—Estaban conduciendo hacia Bennett —argumentó Jana, pero ya


no había convicción en sus palabras.

—¿Salieron a ver el auto?

—Sí. Fue... en el cruce de caminos. —Ella había escuchado las


palabras cuando Truman contó la historia pero no había absorbido el
significado en ese momento—. Si los ladrones los detuvieron en el cruce
y estaban conduciendo hacia Bennett cuando los Antiguos atacaron, ¿por
qué seguían en el cruce?

¿Y qué se había dicho cuando pensaban que no había nadie para


escuchar?

Exhausta, Jana se hundió en una silla.

—No eran inocentes.


—Si realmente hay forajidos reuniéndose en Bennett, creo que es
más importante hacer las paces con Virgil que discutir la culpa o la
inocencia de la gente que ya se ha ido.

Más tarde esa noche, mientras Jana escuchaba los aullidos de los
Lobos, se preguntó cómo una Loba se disculpaba con el líder de la
manada y cuánto tendría que arrastrarse una hembra humana para ser
aceptada de nuevo en la manada policial.

476
477
Thaisday, messis 30

—Bennett es el territorio de Virgil. —Morgan Wolfgard echó un


vistazo a la pequeña nevera escondida detrás de los asientos—. ¿Por qué
tengo que ir contigo?

—Necesito llevarle esta carne a Jana antes de que se vaya a trabajar,


lo que significa estar en la carretera antes de que amanezca —respondió
Tobias—. Estás aquí para decirle a los Antiguos por qué estoy doblando
la regla de viajar sólo durante el día.

—¿Por qué necesita carne de ti? ¿No tienen carne en Bennett?

—Ella y Virgil pelearon. Esta carne fresca es su forma de decir que


lo siente.

—Huh. —Otra mirada a la nevera—. ¿Así que te arriesgas a que te


coman para llevarle a Virgil algo de carne para que no se coma a la
hembra humana?

—Ella trabaja para él, así que no se la comerá. —Dioses, espero que
no esté tan enojado como para empezar a pensar así.

—¿Es buena carne?

—Un hígado de vaca y un asado de buen tamaño. —Viendo la mirada


melancólica, Tobias luchó por mantener la cara seria—. Te envolví el
corazón como agradecimiento por venir conmigo.
Morgan se lamió los labios y se volvió para ver el camino.

Supongo que no necesita vigilar la nevera ahora que sabe que tendrá
su parte de la carne. Lo cual era bueno porque Tobias realmente quería
la atención de Morgan sobre lo que sea que esté mirando el auto y
decidiendo atacarlo.

Pasaron el cruce. El auto quemado estaba a dos kilómetros de la


carretera. Lo más probable es que ahí fuera donde había aterrizado
cuando fue golpeado por lo que el Antiguo que sea había atacado primero
al vehículo.

Morgan se sentó más recto.

—Estos humanos, los forasteros.

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—Forajidos —corrigió Tobias.

—Son una raza humana, como los humanos Cyrus...

La pregunta lo dejó helado.

—No lo sé bien. ¿Qué hizo el humano Cyrus? —Había oído lo que le


había sucedido al hombre de Bennett, pero aún no sabía exactamente lo
que el primer “humano Cyrus” había hecho para merecer ser asesinado
de esa manera.

—Robó a la Chica Palo de Escoba y la hirió —respondió Morgan—.


Los humanos Cyrus son enemigos de la Cassandra de sangre y los
Terráneos. La enseñanza aún no ha llegado tan lejos, así que es todo lo
que sé. —El Lobo miró fijamente a Tobias y añadió en voz baja—: Es todo
lo que necesitamos saber.

Tobias condujo durante unos minutos, pensándolo bien.

—¿Por qué es tan importante esta chica? —Cuando Morgan gruñó,


dijo apresuradamente—: No digo que no deba serlo, pregunto por qué.
Me gustaría entenderlo.

—Ella vio el peligro. Trató de advertir a todos los Wolfgard. Muchos


no escucharon la advertencia a tiempo y murieron, pero muchos
escaparon de los humanos HPU porque sangró... y vio.

Profeta de la sangre. A través de su madre, y por algunas cosas que


Jesse le había dicho en estricta confidencia, conocía las localizaciones de
las dos Cassandra de sangre cuya visión había salvado no sólo a algunos
de los Wolfgard sino también a Pradera de Oro.

—¿Vive la Chica Palo de Escoba en Aguas Dulces o en Lakeside?

Un suave gruñido de advertencia antes de que Morgan dijera:

—Lakeside.

Dioses, ¿qué había oído el Terráneo?

—¿Se permitiría a un humano escuchar la historia de la enseñanza


sobre el humano Cyrus?

Morgan inclinó la cabeza.

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—¿Por qué necesitan escuchar nuestra historia? ¿No tienes historias
de enseñanza propias?

—Las tenemos, pero no estoy seguro de que nuestra historia de


enseñanza sobre la Chica Palo de Escoba y el humano Cyrus viajara tan
lejos de Lakeside.

—Es una historia importante.

No se atrevió a decirle a Morgan que una joven secuestrada podría


no ser considerada noticia importante si el secuestro se produjo en otra
región.

—Es una historia muy importante tanto para mi gente como para la
tuya. Pero las noticias ya no siempre viajan entre regiones. —No es del
todo cierto, ya que los Antiguos no habían eliminado los medios para que
los programas de radio y televisión se extendieran por el continente de
Thaisia. Pero últimamente había habido demasiado, y nada que decir,
especialmente cuando los humanos finalmente entendieron que los Otros
también escuchaban lo que se decía en la radio y la televisión.

—Cuando haya aprendido la historia, te la contaré —dijo Morgan.

—Gracias. —Pensando que sería más fácil caminar por un nido de


serpientes de cascabel, Tobias respondió a la primera pregunta de
Morgan y esperaba que no estuviera simplificando demasiado las cosas—
. Cuando alguien habla de los forajidos, pienso en las historias de la
frontera. Los forajidos eran los humanos que robaban bancos o tiendas.
Robaban ganado y caballos. Y el sheriff y los oficiales atrapaban a esos
humanos y los metían en la cárcel porque violaban la ley humana. —
Pensó por un momento—. Si los Terráneos ven a alguien que creen que
es un forajido, deberían capturarlo y aullar por el sheriff y dejar que el
sheriff lleve a ese humano a la cárcel.

Morgan asintió.

—Capturamos a los forajidos. —Pensó por un momento antes de


agregar—: Pero si nos atacan, nos los comeremos.

Jana entró en la oficina de Virgil, puso una pequeña sartén en su

480
escritorio y levantó la tapa. Cuando el Lobo no dijo nada y no hizo nada
excepto mirar fijamente el contenido de la sartén, ella dijo:

—Es una disculpa.

—Parece carne.

—Es carne. Me imaginé que te gustaría eso más que los chocolates
o las flores.

—Lo hago. —Ahora, finalmente, la miró—. ¿Por qué te disculpas?

—Este es mi primer trabajo como oficial. Voy a cometer errores.

Él asintió.

—La carne es una disculpa ¿por qué error?

¿Había tenido más de uno? ¡Maldita sea!

—La muerte de la mujer me perturbó.

—¿Pero no la muerte del hombre?

—Sí, pero no lo vi. La vi a ella. Y como se suicidó, acepté su versión


de los hechos tal y como los relató al señor Skye. Debí haber preguntado
si alguno de los Terráneos había visto algo. Debí ser más respetuosa
cuando intenté explicar por qué sentía que esas personas debían ser
detenidas en vez de asesinadas. Estaba pensando con mis sentimientos
en vez de con mi cabeza.
Su última declaración pareció confundirlo hasta que respiró
profundamente.

Luego se concentró en la carne que estaba delante de él y se lamió


los labios.

—¿Quieres volver a unirte a la manada de la policía? —preguntó.

—Sí. Señor. Sí, señor.

La miró fijamente.

—Está bien. Puedes volver a unirte a la manada. Sólo recuerda que


hay enemigos entre los humanos que viven en esta ciudad.

—Lo recordaré. —Ella mantuvo sus ojos enfocados en el escritorio.

481
Sumisa. Sin ofrecer ningún desafío.

—A trabajar —dijo Virgil.

Jana se lanzó hacia la puerta. Antes de que ella cruzara el umbral,


añadió:

—Tobias Walker querrá besar tu trasero sin pelo, pero si me desafías


de nuevo, te disciplinaré como a cualquier otro miembro de la manada y
sentirás mis dientes. ¿Entiendes?

—Sí, señor.

De vuelta en su propio escritorio, encendió la computadora y puso


el bolígrafo y la libreta de papel al lado del teléfono para tomar los
mensajes del día, y notó cómo le temblaban las manos. De alivio. Sí. Sus
manos temblaban de alivio porque no tenía que manejar los conflictos
humanos por su cuenta.

Se lo dijo a sí misma hasta que se lo creyó. ¿Pero esa otra cosa?

Besar su trasero sin pelo. Sí, eso es. Debió saber que Yuri o el Halcón
le diría a Virgil lo que ella había dicho. Y, si le preguntaban, porque uno
de ellos tenía que preguntar, podía decirles que Tobias no le había besado
el trasero.

Claro que esta mañana podría haber hecho algo más que besarla sin
sentido si Barb no hubiera entrado en la cocina medio dormida y gritando
despertando a toda la calle cuando encendió las luces y encontró un
extraño lobo comiendo un gran corazón.
Eso seguro que había hecho que la sangre bombeara de una forma
diferente.

Barb había tratado de disculparse por los gritos, trató de decir que
sabía que el Lobo tenía que ser amigo de Virgil y sólo gritó porque tenía
sueño y se asustó y no quería molestarlo mientras desayunaba, pero el
Lobo sólo le gruñó. Podría haber sido un desagradable enfrentamiento si
Tobias no hubiera abierto la puerta trasera y la hubiera mantenido
abierta para que el Lobo pudiera agarrar el resto del corazón y disfrutar
de su comida en el patio.

Después de que Tobias le explicara quién era Morgan y por qué


había estado en la cocina, no hubo tiempo para que ella hiciera más que
agradecerle antes de apresurarse a prepararse para el trabajo.

482
Pero pensando en el beso que compartieron en su habitación antes
de que todo el ruido de la cocina la hiciera sentir agitada en el buen
sentido.

Llamó al número del celular de Tobias.

—He sido aceptada de nuevo en la manada de la policía.

—Bien por ti.

Podía oír la sonrisa en su voz.

—¿Tienes algún recado que puedas hacer mientras estés aquí?

—Podría tener uno o dos. ¿Por qué?

—No estaba segura de cómo iban a salir las cosas con Virgil, así que
dejé a Rusty en casa. Iba a tomarme un descanso para almorzar
temprano para dejarla salir. Y Barb seguirá trabajando.

—No lo digas. Bueno, tal vez podría pasar por ahí, dejar algo de
comida.

Jana sonrió.

—Tal vez podrías. Te llamaré cuando vaya a la casa.

Cuando Virgil salió de su oficina, ella le dio su mejor y más alegre


sonrisa. Él le dio esa mirada de Lobo por un momento o dos, y luego se
fue sin decir una palabra.
Parlan revisó las etiquetas de las botellas detrás de la barra. Luego
miró de nuevo a su alrededor.

El bar del vecindario. Un abrevadero local. Casi todo lo que había


encontrado en el corto menú era comida cocinada en grasa. Una rápida
mirada en el área de preparación lo hizo alejarse de la comida podrida o
mohosa.

483
La compañía de salvamento no había llegado a este lugar o no había
llegado a esta calle.

Parlan seleccionó una botella de whisky, usó un pañuelo limpio para


limpiar el polvo de un vaso y se sirvió una medida saludable. No es un
matarratas, pero no es el mejor. Este no era el tipo de lugar que serviría
las mejores mezclas.

Había una sala separada para fiestas o reuniones. Los juegos de alto
riesgo se podían llevar a cabo allí. Pero...

Parlan bebió el whisky y pensó que todavía saboreaba el polvo hasta


que miró al suelo. Tal vez fue el olor a zurullos de ratón lo que interfirió
con el sabor del whisky.

Se necesitaría mucho trabajo para hacer este lugar presentable, más


trabajo del que él quería hacer, especialmente cuando había un salón en
la plaza del pueblo que ya estaba funcionando y tenía exactamente el tipo
de ambiente que él quería, y su personaje de jugador fronterizo se
deslizaría justo en ese lugar. Por supuesto, una vez que desafiara a Tolya
y ganara la lucha por el control de la ciudad, tendría que mantener el
juego de bajo perfil en público y podría tener que encontrar a alguien
para manejar el lugar junto con Lawry. No esa otra con el cabello extraño.
Ella tenía que irse. Y podría necesitar hacer otros cambios de personal.

La puerta se abrió. Dos hombres se pavonearon hasta el salón.

El más alto dijo:

—Llénalos cantinero.
—Frank. —Parlan tomó dos vasos de debajo de la barra y no se
molestó en limpiarlos antes de servir el whisky. Puso un vaso delante de
Frank y el otro delante del hombre más joven y bajo—. Eli.

Frank y Eli Bonney eran forajidos en el verdadero sentido fronterizo


de la palabra. Les encantaba robar. No eran Intuyes, no tenían ese
sentido especial, pero eran muy buenos en su trabajo. También eran un
poco locos, lo que los hacía demasiado impulsivos para los trabajos
sutiles. Como no iba a haber nada sutil en la toma del liderazgo del
pueblo, y como matar cosas era la segunda actividad favorita de los
chicos, Parlan había acordado con Judd negociar con ellos para esta
toma. Si la impulsividad y el toque de locura los hacía difíciles de manejar
más tarde, entonces Judd se encargaría de ellos.

484
—¿Planeas instalarte aquí, Parlan? —Frank bajó el whisky y miró a
su alrededor—. Habría pensado que apuntarías a ese lugar elegante en
el centro de la ciudad.

—Lo estoy. Pero tengo que aparentar que estoy mirando lo que hay
disponible para que nadie piense demasiado en que me quede.

—¿Ese lugar elegante tiene alguna chica? —preguntó Eli.

—Una burla —respondió Parlan—. Nada que haga más que eso. Y
no pienses que puedes usar cualquier persuasión aguda para obligarlas.
El último hombre no hizo más que hablar de ese juego y aun así terminó
muerto.

—¿Burdel? —preguntó Frank.

Parlan agitó la cabeza.

—Un puñado de Sanguinati y un par de Lobos dirigen esta ciudad,


y no aprecian que sea un negocio necesario.

—Mamá puede preparar uno rápido y hacerlo bien —dijo Eli—. Ella
tiene un don para ese tipo de cosas.

—¿Dónde se hospedan? —preguntó Parlan.

—Instalados en una casa en el lado sur de la ciudad —respondió


Frank—. McCall dijo que hay muchas casas vacías que aún tienen
comida, y que deberíamos mantenernos al margen hasta que todos
lleguen. Hablando de llegadas, mamá y papá ya deberían haber llegado.
¿Escuchaste algo?
—No. —Parlan les sirvió a todos otro whisky—. ¿Hiciste arreglos
para reunirte?

—Tenía algunos negocios al sur de aquí. Nos encontramos en un


cruce y cambiamos de auto. Deberían estar un par de horas detrás de
nosotros a menos que el auto les haya fallado.

—No debería haberlo hecho —dijo Eli—. Y deberían tener suficiente


gasolina en el tanque para llegar aquí.

Las manos de Parlan de repente se sintieron frías, y dijo que algo no


estaba bien.

—Vamos al Salón Jaula de Pájaros. Es uno de los mejores lugares


de la ciudad para recoger los chismes. Si tus padres tuvieran que parar

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en un rancho por alguna razón, uno de los camareros lo sabría.

Me encanta hacer ganchillo. Es una actividad calmante, y terminas


con algo bonito y útil. Podría enseñarte.

Scythe miró fijamente las instrucciones que Lila Gold había dejado
tan amablemente en su escritorio. Si Lila Rebotadora era el resultado
final de una actividad calmante, Scythe no veía el punto. Además, estaba
tranquila. En su mayoría. No había cosechado a nadie desde que llegó.
Bebió a sorbos, sí, pero no se había dado un festín. Incluso los Sanguinati
se alimentaban discretamente de los humanos que vivían en el pueblo.

Por otra parte, realizar una actividad humana y discutir esa


actividad la ayudaría a integrarse. Tal vez aceptaría la oferta de Lila e iría
con ella a la tienda donde se vendía el hilo. Si nada más, visitar la tienda
sería una excusa para merodear por las calles. Había extraños en la
ciudad en los que Tolya y Virgil no confiaban. Y un humano en el que no
se confiaba no era más que una presa.

Sacó una carpeta de un cajón del escritorio, la abrió y revisó el


horario de trabajo del resto de la semana para confirmar cuándo
trabajaría Lila. Deslizando la carpeta de nuevo en el cajón, salió de su
oficina para hablar con Yuri, que estaba trabajando detrás de la barra.
Como dueña del salón, sintió que era importante hablar con los otros
depredadores que trabajaban allí.
Como no creía que a Yuri le interesara el ganchillo y ya había
preguntado por Pájaro Amarillo cuando llegó esa mañana, no se le ocurrió
nada más que hablar excepto el horario de trabajo.

Se había ido detrás de la barra, y Yuri se había vuelto hacia ella


cuando Virgil entró. Ambos podían hablar con Virgil, y así ella no
parecería tonta al preguntarle a Yuri sobre los horarios.

—¿Dejaste que la oficial Jana se reincorporara a la manada policial?


—preguntó Yuri.

—Trajo buena carne como disculpa —gruñó Virgil.

Yuri sonrió, mostrando sus colmillos.

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—Y al dejar que se reúna con la manada, podrás jugar con el
cachorro de nuevo.

Virgil enseñó los dientes y mostró sus colmillos.

Scythe se tensó.

Yuri miró su cabello y dijo:

—Esto es una broma, una burla. Mostrar los colmillos no siempre


es una amenaza.

Scythe se miró en el espejo detrás de la barra. Cabello azul con


amplias rayas rojas, empezando a rizarse. Tantas cosas que luchaba por
entender. Pero la Cosechadora que vivía en el Courtyard de Lakeside
había tenido que aprender estas cosas también.

—¿Mostrar colmillos cuando alguien está... burlándose... no es una


amenaza? —preguntó, queriendo que se aclarara.

—No entre nosotros. —Yuri hizo un círculo con una mano que la
incluía a ella y a Virgil—. Si esas palabras fueron dichas por alguien que
no fuera considerado un amigo...

—Mis dientes habrían estado en su garganta —terminó Virgil.

—Ah. —Scythe se relajó.

—La lobezna hizo mal y necesitaba aprender —dijo Virgil.

—Ser excluida de su manada fue un castigo suave —añadió Yuri.

—Ser excluido no siempre se siente suave —dijo Scythe en voz baja.


La miraron; luego se miraron el uno al otro.

—Supongo que no lo hace cuando se prolonga demasiado. —Yuri


miró hacia la puerta—. Tenemos clientes.

—No estoy vestida para el trabajo. —Scythe dio un paso atrás, con
la intención de subir a su suite y ponerse uno de sus trajes. Entonces vio
a sus clientes y se quedó detrás de la barra.

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Virgil no reconoció a los dos hombres que entraron con Parlan
Blackstone y no pudo captar su olor. No es que eso importe. Se movían
como depredadores.

«¿Morgan?», llamó.

«¿Qué?».

«¿Dónde estás?». —Sabía que Morgan no estaba en la ciudad para


desafiarlo, así que ¿por qué el otro Lobo sonaba intranquilo?

«Estoy en la librería. Tobias Walker me está ayudando a comprar un


libro para Rachel».

Huh. Bueno, traer un regalo a una pareja potencial tiene sentido.


¿Pero por qué Morgan sonaba intranquilo? John no era tan dominante
como para ser un rival, y él... no, no consideraría tener otra pareja
mientras viviera tan cerca de los humanos. Nunca más. «¿Olfateaste en
la tienda de Jesse Walker después de que los malos humanos mataran al
Águila?».

«Sí».

«Ven a la taberna. A ver si reconoces el olor de los machos humanos


que acaban de entrar».

«¿Dónde está este lugar?».

«Tobias Walker lo sabrá».


Parlan Blackstone se acercó al bar y asintió a Yuri.

—Cantinero.

—Señor Blackstone —respondió Yuri—. ¿Qué le gustaría? —Sonrió,


mostrando deliberadamente un toque de colmillo.

—Whisky de tu mejor botella —dijo Blackstone. Miró a Virgil—. ¿Le


invito a un trago, sheriff?

—Tomaré lo de siempre —dijo Virgil.

Yuri sirvió tres whiskys antes de poner un vaso de chupito con un


líquido dorado delante de Virgil.

—¿Qué es eso? —preguntó Parlan.

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—Lo de siempre. —No vio ninguna razón para decirle a un enemigo
potencial que le gustaba el jugo de manzana. A los humanos les gustaban
demasiado los venenos.

—Bonito lugar —dijo el forastero más alto mientras miraba a su


alrededor.

—Mi lugar —dijo Scythe.

Sonaba ligeramente territorial, y cualquiera que no conociera las


señales de advertencia, el cabello rizado ahora dividido por igual entre
amplias rayas rojas y azules con unos pocos hilos de negro, no se daría
cuenta de que estaba muy lejos de la calma.

Ella también reconocía otros depredadores, independientemente de


la especie.

—Les estaba diciendo a Frank y Eli que estoy buscando abrir uno
de los salones del vecindario y espero arreglarlo, aunque sea la mitad de
bonito que este salón.

Parlan miró a Scythe pero no la miró a los ojos.

—Debes haber puesto un buen trabajo en este lugar cuando lo


adquiriste.

—Sí. —No ofreció nada más. Miró más allá de todos ellos.

Tobias Walker entró con Truman Skye, seguido por Morgan.


Tobias miró hacia los hombres de la barra, luego puso un brazo
alrededor de los hombros de Truman e intentó llevar al otro humano a
una mesa cerca de la parte trasera del salón.

—No pude dormir anoche —dijo Truman—. Seguía viendo ese auto,
seguía pensando en...

—Nada que pudieras haber hecho —dijo Tobias en voz alta, con la
mano apretando tan fuerte el hombro de Truman que el hombre lloriqueó.

«Yo lo mantendré callado». Scythe agarró una botella y vasos y se


acercó a la mesa.

«Si cosechas un poco demasiado, puedo ponerlo en la celda Tiempo


para mí», dijo Virgil. «No creo que ninguna de las hembras me moleste lo

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suficiente como para necesitarla«.

—¿Qué es esto de un auto? —preguntó Parlan Blackstone,


pareciendo preocupado.

—El auto se salió de la carretera cerca del rancho Skye —respondió


Yuri—. Se incendió. Algunos de los trabajadores del rancho se
apresuraron a intentar ayudar, pero llegaron demasiado tarde.

—¿Qué hay de la gente en el auto? —preguntó el más alto, Frank.

—Murieron.

Virgil vio a Morgan rozarse con los dos desconocidos, olfateando al


pasar. Los humanos parecían haber sido pateados en la cabeza y ni
siquiera notaron al otro Lobo.

«Su olor estaba alrededor de la tienda de Jesse Walker», dijo Morgan.


«Mataron al Águila.

«El olor no es suficiente para satisfacer la ley humana», les recordó


Yuri.

«Mataron a uno de los Eaglegard, no a otro humano», gruñó Morgan.


Luego dudó. «Pero había aromas de más que estos dos extraños en la
tienda».

«Si matamos al par de humanos equivocado, podríamos empezar una


estampida», dijo Virgil.
Algo se sentía mal en estos humanos, más mal que los otros
extraños que habían llegado a la ciudad. Quería arrancarles la garganta
y terminar con ello. Desafortunadamente, sabía cómo reaccionaría la
lobezna ante eso. Decía algo tajante como Nadie hace tarjetas de pésame
de “Siento haberte matado por error”, y entonces él tendría que morderla.
Y luego no le dejaría jugar con el cachorro. Y no podía culpar al Vaquero
Bob por la mordedura porque el Vaquero Bob no tenía dientes.

Llegar a esa conclusión le hizo sentirse suficientemente hostil con


los humanos en general y con estos machos en particular, así que se
centró en el problema.

«Esperamos. Tan pronto como otros humanos los vean rompiendo las
reglas, los matamos».

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«Tobias Walker dice que los humanos que rompen las reglas son
llamados forajidos y se supone que deben ser capturados y puestos en la
cárcel», dijo Morgan.

¿Por qué? No había ningún lío que limpiar si los matabas fuera, y
una celda no era lo suficientemente grande para todos los depredadores
que quisieran alimentarse de la carne disponible.

A los hombres les dijo:

—Terminen sus bebidas y luego vayan a la oficina del sheriff a


entregar sus armas.

—¿Renunciar a nuestras armas? —dijo el más pequeño, Eli—. Vete


a la mierda.

Frank puso una mano en el brazo derecho de Eli.

—¿Por qué? —le preguntó a Virgil.

—No se permiten armas de fuego dentro de los límites de la ciudad


—respondió Virgil—. Entréguelas o váyase.

Parlan Blackstone miró fijamente a Tobias Walker.

—No veo que le cuentes esa regla.

—Tiene un permiso especial para llevar un arma. —Virgil no ofreció


una explicación.

Blackstone puso dinero en la barra.


—Supongo que deberíamos ir ahora, si hay alguien en la oficina.

—Yo te llevaré.

—¿Todo tú solo? —Eli estrechó la mano de Frank—. ¿Tres contra


uno? ¿Esas probabilidades no te preocupan?

Antes de que Virgil decidiera cómo responder, ya que los humanos


con armas eran motivo de preocupación, Yuri se rio y dijo:

—Virgil puede ser el único que veas, pero no será el único que te
acompañe. —Cualquier pretensión de humor dejó la cara del
Sanguinati—. Si algo le pasara a Virgil y uno de ellos se ofendiera... —
Metió la mano debajo de la barra, y luego sostuvo una caja de cerillas.
Con movimientos deliberados, sus oscuros ojos fijos en los humanos,

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encendió un fósforo y lo usó para encender el resto de los fósforos de la
caja.

Ardiendo. Ardiendo. Ardiendo.

Mirando a los hombres, Yuri sonrió.

Se necesitó toda la intimidación sutil que Parlan pudo soportar y un


manejo no tan sutil por parte de Frank para mantener a Eli bajo control
el tiempo suficiente para que entregaran las armas y se alejaran de la
parte de la ciudad que tenía demasiadas cosas vigilándolos.

Volvieron al salón del barrio donde se habían reunido. Parlan


hubiera preferido ir al hotel pero se dio cuenta de que cualquier cosa que
Eli dijera que se escuchara por casualidad podría poner fin a su intento
de asumir el liderazgo de la ciudad y establecer el clan en Bennett.

—Mataron a mamá y papá —gritó Eli—. Ese bastardo colmilludo dijo


que el auto había sido incendiado deliberadamente y ellos murieron.

Pero los Otros no dijeron que las dos personas habían muerto en el
incendio, pensó Parlan. Tenía la sensación de que Frank había oído lo
que no se había dicho, pero Eli estaba demasiado conmocionado para
entender que él y Frank habían sido al menos en parte culpables. Habían
intercambiado autos con sus padres. Los Otros habían rastreado el auto
y no sabían o no les importaba que fuera conducido por diferentes
humanos.

No creyó ni por un momento que el auto había sido incendiado


porque los chicos habían robado una tienda. ¿Pero matar al Águila?

¿Quién había apretado el gatillo? ¿Y qué haría el otro una vez que
entendiera que matar al Águila era la razón por la que el anciano Bonney
había muerto?

No se hacía ilusiones de que las armas que le entregaron a Wolfgard


eran las únicas que llevaban consigo. Tenía que hacer su movimiento
pronto y desafiar a Tolya Sanguinati antes de que los hombres que se
reunían para luchar contra los Otros comenzaran a volverse unos contra
otros.

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493
Firesday, messis 31

Dina condujo más allá de los nuevos límites de la ciudad a una calle
que no estaba marcada para el rescate. Zeke tenía la sensación de que
necesitaban quedarse dentro de la ciudad por un tiempo, ignorando el
hecho de que muchas de esas casas ya habían sido tomadas por nuevos
residentes u ocupantes ilegales que se embolsaban el dinero que
encontraban, y eso incluía asaltar las alcancías de las habitaciones de
los niños. No es que los culpara, exactamente, pero tenía el hábito de
complementar su paga metiendo unos cuantos billetes grandes en el
bolsillo trasero de sus vaqueros cuando estaba revisando una casa.

¿Fue por eso que Zeke había sido tan malo, tan insultante, esta
mañana?

¿Porque estaba enojado porque ella se separó un poco en la parte de


arriba? ¡Como si no lo hubieran hecho todos!

—¿Qué carajo estás haciendo, Dina? —Había dicho Zeke—. Tienes a


tu hombre, lo alejaste de su esposa.

—No se necesita mucho atractivo. —Respiró profundamente y sus


impresionantes pechos se volvieron aún más impresionantes. No es que
tuviera ningún efecto en Zeke. La había contratado como parte de su
tripulación porque tenía un don para encontrar escondites secretos y joyas
de oro, y al principio pensó en él como algo más que una oportunidad de
trabajo, pero su interés inicial se desvaneció, todo porque una noche
coqueteó con Fagen sólo para probar las aguas.
—Estabas allí para ayudar a Kelley a tomar la decisión, ¿no? ¿Pero
ahora quieres hacer un baile erótico con Larry cuando antes no podías
molestarte con él? ¿Por qué? ¿Porque le pidió a Sarah Gott que fuera al cine
con él este fin de semana? En el momento en que él está interesado en
alguien más, ¿estás ardiendo para tenerlo?

—Eso es grosero, Zeke.

—Tienes toda la razón. ¿Jugaste al juego de Qué tan casado está? en


lugar de ¿Dónde eres? Bueno, no juegas a ese juego si quieres trabajar
para mí. No necesitamos ningún problema aquí, y no quiero trabajar con
alguien que quiere ver si puede pasar la cremallera de cada hombre casado
de la ciudad. Y no creas que no me doy cuenta de cuánto has estado
sacando de las casas a escondidas.

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Ella le había dado su sonrisa de “no soy del tipo de chica de sexo
vainilla”.

—Pero no se lo has dicho a nadie.

Parecía enfadado y triste y, lo que es peor, decepcionado.

—Sí, Dina, lo he hecho. Le di a Tolya Sanguinati una lista de las casas


en las que has trabajado por si los abogados que revisan los inventarios
de objetos de valor reportan que falta algo que deberíamos haber
entregado.

Maldito bastardo. Era tentador iniciar un rumor de que la única


razón por la que Zeke y Fagen no estaban interesados en acostarse con
ella era porque se estaban acostando entre ellos, pero Fagen estaba
interesado en Lila Gold y no lo mantenía en secreto, y había demasiados
otros Intuyes en la ciudad que la contradecirían y la acusarían de
intentar crear problemas.

Pero si ella tenía que entregar todo en los trabajos oficiales,


necesitaba aumentar sus ingresos en las casas que Zeke no tocaba.

Se dio vuelta en una entrada, salió del auto, y revisó la casa.

Le gustaba Kelley. Le gustaba. Era un buen tipo. No fue su culpa


que él pensara que agregar un poco de salsa de chocolate al sexo vainilla
era totalmente aventurero mientras que a ella le gustaba un poco rudo y
sólo un toque de maldad. Ya que no iba a conseguir eso de Kelley, ¿por
qué no podía rascarse ese picor con otra persona? Era sólo sexo, después
de todo. Y no se había desviado con ella, ¿así que cuál era la diferencia?
Sacando dos cajas de banco del asiento trasero, Dina estudió la casa
de nuevo. Luego miró la casa de enfrente y dos puertas más abajo

... y sabía que ahí es donde encontraría lo que estaba buscando.

Al oír que un auto se metía en una entrada cercana, Judd fue a la


ventana delantera y corrió la cortina a un lado. Reconociendo el logo
pintado en las puertas delanteras, juró en voz baja. Salvamento. Había

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elegido este lugar porque tenía la fuerte sensación de que los rescatadores
no se desviarían tanto después de encontrar el cuerpo de Charlie Webb,
pero parecía que esta vez se había equivocado.

Vio a la mujer... una mujer... salir del auto. Vio cómo recuperaba las
cajas del asiento trasero. La vio mirar la casa que él había elegido y
dirigirse hacia él.

Sin otros autos. Sin otras personas. Qué tontería, venir aquí sola.

Pero incluso la gente tonta sabía cosas. Además, demasiados ojos


podían verle durante el día, y había muchas horas antes del anochecer.

Podía pensar en algunas formas en que ella podía entretenerlo.


Después, tomaría el auto y elegiría otra casa a un par de calles de
distancia. El auto, con su logo, le proporcionaría camuflaje y le ayudaría
a entrar en la ciudad sin ser visto cuando Parlan desafiara al vampiro por
el liderazgo de Bennett.

Esta lucha por el dominio era un riesgo, seguro, pero Judd había
trabajado con Parlan el tiempo suficiente para saber que el hombre había
considerado las probabilidades, había calculado el mejor enfoque que les
daría la mano ganadora.

Además, estaban apilando la baraja con cada banda de forajidos que


conocían que pudieran llegar a Bennett a tiempo para el enfrentamiento.

Al oír a la mujer que trabajaba en la cerradura de la puerta principal,


Judd miró alrededor de la habitación para asegurarse de que había
tenido cuidado. Nada fuera de orden, nada que perturbara el polvo y
alertara a alguien de que alguien se estaba quedando allí.
Se movió en silencio, volviendo a la cocina y sacando los suministros
que necesitaba del cajón donde los había guardado. Mucha cuerda. Una
mordaza que había hecho pasando un fino collar a través de una pequeña
pelota que debía ser un juguete para perros. Un sacacorchos. Un
cuchillo. Un encendedor y un tenedor. Los puso en la mesa de la cocina,
y luego tomó posición en el lugar exacto que la mantendría ciega a su
presencia hasta que fuera demasiado tarde.

La puerta principal se abrió y se cerró. Movimientos sigilosos, lo que


significaba que ella no debía estar aquí. ¿No era perfecto? Si ella no debía
estar aquí, nadie pensaría en buscarla aquí.

Cuando ella se acercó, él se movió, golpeando rápido y lo


suficientemente fuerte para aturdirla, lo suficientemente fuerte para

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mantenerla confundida mientras la arrastraba a la cocina y la aseguraba
a las patas de la mesa de la cocina.

En el momento en que ella trató de gritar, le puso la mordaza de bola


en la boca y la aseguró detrás de su cabeza.

Agarrándole el cabello, giró su cabeza para que ella pudiera verlo por
encima de su hombro.

—¿Estás limpia?

Ella lo miró fijamente, aterrorizada.

—Voy a jugar contigo un rato. Hay muchas cosas que puedo usar
además de mi polla si tienes alguna enfermedad. Así que te lo preguntaré
una vez más. ¿Estás... limpia?

Ella asintió.

—Bien. —Judd pasó una mano suave desde su hombro hasta su


cadera—. Ha pasado mucho tiempo desde que tuve la oportunidad de
darme un capricho como este. Mucho tiempo.

Dina no sabía cuánto tiempo había pasado. ¿Unos pocos minutos?


¿Horas?
Le había hecho... cosas... Cosas terribles. Tenía la sensación de que
algunos lugares dentro de ella estaban rotos ahora, tal vez para siempre.

Lo escuchó regresar a la cocina. Quería llorar, quería gritar el miedo.


Pero sabía que no debía hacer ningún ruido, sabía lo que él haría. Lo que
había hecho.

Lo escuchó moverse hacia el fregadero. Escuchó agua corriendo.

Su mano se puso a la vista, y en su mano...

—¿Lo quieres? —preguntó.

Agua. Un tazón de perro lleno de agua.

Le dejó beber un poco de agua antes de poner el cuenco en el suelo,

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fuera de su alcance. Otro tipo de tormento.

—Es hora de que hablemos.

No dijo nada.

Se rio suavemente.

—Buena chica. Haré preguntas. Tienes permiso para responder.


Levantas la voz... bueno, no serás tan valiosa para mí sin tu lengua,
¿verdad? ¿Entiendes?

Dina asintió.

—Di “Sí, señor”.

—Sí, señor. —Su voz se quebró.

Apenas se aferró a las preguntas lo suficiente para darle respuestas.

No podía recordar lo que había dicho un momento después. Pero le


dijo todo lo que sabía sobre los Sanguinati y los Wolfgard y esa oficial.

—¿Algo que quieras decir? —preguntó—. Esta es tu oportunidad.

Es extraño que no recordara el colgante de cuarzo rosa y turquesa


hasta ese momento, no se hubiera dado cuenta de la cadena, que ahora
se sentía como si se estuviera cortando en su cuello.

—Abby tenía razón —susurró.

Se inclinó hacia ella.


—Dilo otra vez.

—Abby tenía razón. Dijo que este colgante atraería cosas oscuras
hacia mí.

Él suspiró, un sonido tan lleno de satisfacción que ella esperaba, oh,


como esperaba, que terminara con ella, que la dejara ir para que pudiera
encontrar ayuda porque había cosas dentro de ella que estaban rotas.

—Cuéntame todo lo que sepas sobre Abigail —dijo—. Todo.

Mientras sus manos realizaban pequeñas torturas, ella le dijo todo


lo que sabía sobre Abigail Burch. Cuando no pudo pensar en nada más,
él la amordazó. Justo antes de salir de la cocina, ella sintió un fuerte
pellizco en la parte interior de su muslo. Escuchó la ducha mientras veía

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un charco rojo formarse lentamente debajo de ella.

Él volvió y se agachó a su lado, con cuidado de evitar el charco.

—¿Todavía aquí? —Sonaba... alegre—. Sabes, tengo la sensación de


que, excepto por el último corte, si esta hubiera sido tu idea en vez de la
mía, lo habrías disfrutado.

Una puerta se abrió y se cerró. Un auto arrancó.

La luz se desvaneció.

—Me preguntaba cuándo tendría noticias tuyas —dijo Parlan,


luchando por quitar cualquier indicio de impaciencia o ira de su voz.
Nadie regañaba a Judd McCall.

—Tenía cosas que hacer hoy —respondió Judd—. Encontré una


fuente fiable que confirmó que la ley consiste en dos Lobos y una oficial.
Uno de los Lobos fue herido en una pelea no hace mucho tiempo y todavía
está cojo. Y la mayoría de los residentes humanos piensan que la oficial
es una broma, pero a mi fuente no le gustó la oficial, así que esa opinión
podría estar sesgada.

—Así que tenemos tres tipos de policías y seis Sanguinati. —Eso


coincidía con lo que había observado.
—También hay una Pantera y un niño salvaje que podrían unirse a
la lucha. Y un Lobo dirige la librería.

Y estaba esa criatura que dirigía el salón.

—¿Crees que la Pantera y el Lobo ratón de biblioteca serán un


problema?

—Creo que necesitarán ser eliminados para asegurarse de que


permaneces en el poder —respondió Judd—. La mayoría de la gente que
vive aquí nunca ha manejado un arma, y mucho menos saber cómo usar
una. Si no se opusieran a que un chupasangre dirigiera el pueblo, no se
rebelarían contra ti.

—Bueno, sé que mantendrá a todos a raya, sheriff McCall.

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—Eso haré. ¿Cuándo nos vamos?

—Mañana. Lawry está aquí con mi hijo, quedándose fuera de la vista


en una de las casas abandonadas. Y los chicos Bonney están aquí y
buscan infligir algún daño a cualquier cosa que se interponga en su
camino.

—¿Quién más viene?

—Flaco Ilusionista y Durango Jones han tomado habitaciones en el


hotel. William y Wallace Parker también están aquí. Jones trajo a algunos
de sus hombres. Están reunidos al norte de la ciudad. Se suponía que
los Parker se reunirían con sus hombres, pero los hombres nunca
aparecieron.

—Puede que los hombres de Parker no hayan aparecido, pero hay


muchos otros que sí lo han hecho, y se unirán a nosotros. Establecerse
por un tiempo se ve cada vez mejor para la mayoría de estos chicos. Así
que los números están a nuestro favor.

Los números estaban a su favor. Entonces, ¿por qué sentía que


alguien más estaba repartiendo las cartas? No podía hacer nada excepto
jugar la mano que le tocó.

—Vamos a tratar esto como una elección humana con muchos


golpes de pecho y bravuconería, sólo que nadie va a votar. Los Otros
agitan sus armas; nosotros mostramos las nuestras; ellos retroceden
porque han aprendido lo que las armas pueden hacer... y nosotros nos
quedamos con el bote.
Judd resopló.

—No van a ceder.

—Probablemente no. Pero nos verán como un desafío justo y dando


a los Otros la oportunidad de dejar la ciudad. Lo que pase después de eso
es su culpa, no la nuestra.

—Bien entonces. Parece que mañana por la noche dormiremos en


nuestra propia ciudad.

—Sí, lo haremos.

500
Abigail dejó el edificio de oficinas con el resto del equipo de limpieza.
Después de ver a su padre en el hotel, había seguido el consejo de Jana
de mantenerse alejada de la plaza del pueblo, pero no le gustaba limpiar
las casas, y no había muchos negocios abiertos que no estuvieran en la
plaza o en las calles adyacentes a la plaza. Como no quería que todo el
mundo supiera que era la hija de Parlan Blackstone, no podía explicar
por qué no podía trabajar en los edificios que había pedido
específicamente cuando se unió a la empresa de limpieza. La mujer que
dirigía la compañía era una Intuye y había empezado a darle miradas
extrañas, como si la dulce personalidad de Abigail empezara a
desentrañarse.

Había pasado los últimos días limpiando y renovando sus piedras


de protección y prosperidad hasta que volvieron a ser fuertes. Hasta que
se sintió protegida de nuevo de toda disonancia.

Hoy se había presentado a trabajar y había dado respuestas vagas


sobre lo que había estado haciendo, dando a entender que la lesión que
Barb Debany había recibido cuando fue abordada por ese hombre había
sido más grave de lo que había dejado ver, y que había necesitado mucha
más ayuda de la que nadie se había dado cuenta.

Siendo su amiga, Abigail, por supuesto, había intervenido para


ayudarla.

Eso podría haber satisfecho al jefe de Abigail por un día o dos más
si Barb no hubiera sido vista ayer montando a Rowan por la plaza del
pueblo. Así que Abigail volvió al trabajo con la tripulación habitual,
conteniendo la respiración cada vez que se abría una puerta.

A la hora de irse, salió del edificio de oficinas con el resto de los


hombres y mujeres, y casi se encontró con su padre cuando éste esquivó
a dos mujeres que estaban demasiado ocupadas chismorreando como
para quitarse de en medio.

La miró a los ojos, le tocó dos dedos hasta el borde de su sombrero


negro, dijo “Señora”, y siguió adelante.

Abigail se quedó de pie en la acera hasta que alguien la empujó


mientras intentaba alcanzar el autobús que llevaría a la primera oleada
de trabajadores a casa.

501
Sus piernas temblaron cuando subió las escaleras y casi se rindió
antes de encontrar un asiento.

No la había reconocido. Ella lo conoció en el momento en que lo vio,


pero él no la reconoció. ¿Había cambiado tanto en tres años?

Abigail dio un gran suspiro de alivio. No se quedaría mucho tiempo


en un pueblo como Bennett, y una vez que se fuera, ella estaría realmente
a salvo.

Parlan siguió caminando por la calle para su encuentro con Tolya


Sanguinati. Inclinó su sombrero ante las mujeres de Vida Simple que
esperaban el autobús; sonrió a la chica rubia que estaba sentada en una
mecedora fuera del salón, abanicándose; y se preguntó quién era el dueño
de los ponis que pastaban en la plaza, unos ponis que no se parecían a
ninguna raza que hubiera visto antes.

Ningún movimiento, ninguna mirada, ningún gesto, traicionó su


rabia. Pero mientras caminaba y sonreía, un solo pensamiento lo llenó:
Te encontré, perra.
—Las Águilas y los Halcones me han dicho que dos manadas de
humanos se están escondiendo en las casas más allá de los límites de la
ciudad —dijo Virgil—. Uno al norte y otro al sur. Grandes manadas. —
Miró a Tolya, que estaba apoyado en el escritorio del alcalde, y luego a
Aire—. Creo que están siendo apretados entre nosotros y los Antiguos, al
igual que los perros malos fueron apretados y luego cazados.

—¿Crees que esos humanos van a atacar el pueblo? —peguntó


Tolya.

502
—No el pueblo. A nosotros. Nos van a atacar, y no podemos
sobrevivir a manadas de humanos con armas. Una vez que nos hayamos
ido, la ciudad será su territorio.

—No será de ellos —dijo Aire—. Nunca será de ellos. Los Antiguos y
los Elementales no lo permitirán.

—Pero seguiremos estando muertos —gruñó Virgil.

Tolya pensó en el libro que Jana le había prestado, el libro que ahora
estaba en el cajón de su escritorio. Los buenos no habían ganado, y la
mayoría no había sobrevivido, porque los villanos habían sido astutos,
habían hecho promesas que no eran más que mentiras.

¿Fue Parlan Blackstone parte de esto, o fue su llegada y la llegada


de estas manadas humanas tan poco después dos cosas separadas? Lo
sabría muy pronto.

—¿Saben los Antiguos sobre estas manadas de humanos? —Tolya


apuntó la pregunta a Virgil pero miró a Aire.

Virgil se encogió de hombros, pero Aire dijo:

—Ellos saben.

Y no han hecho nada. Después de ver a algunos de los Antiguos que


vivían en las colinas, no estaba seguro de querer que hicieran nada, pero
tampoco quería ver a Virgil, Kane y John muriendo como murió Joe
Wolfgard.
—Esos humanos no han cruzado a nuestro territorio —dijo Virgil—.
Todavía no.

—Pero han enviado exploradores. —Tolya mostró la lista de


huéspedes del hotel que Anya había proporcionado. Dos de ellos
afirmaron estar en el negocio del ganado y estaban en Bennett buscando
comprar algunas acciones. Uno era un jugador que no se burlaba de los
límites de apuestas que se habían establecido para el juego en el Salón
Jaula de Pájaros, y por alguna razón, eso hizo que Freddie Kaye se
sintiera muy incómodo.

Otro que había pasado tiempo en el salón no parecía tener una


profesión, pero Yuri creía que el humano era un depredador que esperaba
su presa elegida.

503
—Y luego está Parlan Blackstone, que parece estar aquí sin el resto
de su manada.

—Vendrán si no están ya aquí y se esconden —dijo Virgil.

Tolya asintió.

—Blackstone pidió una reunión y debería estar aquí en cualquier


momento. —Miró a Aire—. ¿Podrías quedarte, en silencio?

—¿Y luego decirle a los Antiguos lo que se dice? —preguntó.

—Sí.

—No me necesitas aquí —dijo Virgil. No era una pregunta.

—No. —Tolya estuvo de acuerdo—. Pero dependiendo de lo que diga


Blackstone, deberías prepararte para una pelea.

Virgil le dio una mirada extraña.

—Me prepararé para una pelea sin importar lo que diga. Pero te diré
ahora, si los humanos empiezan una pelea, seguiré matándolos hasta mi
último aliento.
Parlan había pensado en cómo acercarse a Tolya, cómo jugar esta
mano. ¿Debería ir como el líder duro que tenía la fuerza detrás de él para
tomar el control o el hombre que hubiera preferido una vida tranquila
pero sentía que tenía que defender a su pueblo?

No podía leer al maldito Sanguinati, pero recordando la última vez


que se encontró con Tolya en esta oficina, decidió entrar suave.

—Aprecio que me recibas —dijo Parlan mientras se instalaba en la


silla de los visitantes.

—¿Ha decidido qué salón le gustaría dirigir? —Tolya empujó un bloc


de notas amarillo al centro de su escritorio y levantó un bolígrafo.

—Ah. Bueno. Eso podría no suceder por algún tiempo.

504
—¿Oh? —Tolya puso el bolígrafo en el bloc.

—Tiene un problema, señor Sanguinati. El pueblo tiene un


problema. Nada que no pueda ser resuelto, pero hay que hacer algunos
cambios.

—¿Oh?

Deseaba tener una idea de lo que este vampiro estaba pensando.

—La gente, los humanos, necesitan un lugar para vivir.

—Por eso hemos permitido que algunos humanos regresen a


Bennett —respondió Tolya.

—Y los humanos necesitan ser gobernados por otros humanos —


dijo Parlan, observando al vampiro—. Podemos volvernos un poco locos
cuando empezamos a sentirnos como ganado en un corral.

—Pero usted es ganado en un corral, señor Blackstone —dijo Tolya


amablemente—. Bennett puede ser un gran corral sin vallas visibles, pero
sigue siendo un corral que proporciona algún refugio del país salvaje. Eso
es cierto para todos los pueblos de Thaisia. Incluso es cierto para las
ciudades. Siempre ha sido así. Los humanos que piensan de otra manera
son tontos o delirantes.

—No podemos vernos como animales de presa —respondió Parlan


con dureza—. No somos animales de presa para ser sacrificados por
capricho.

Silencio, excepto por un reloj haciendo tictac en algún lugar cercano.


—¿Qué has venido a decirme? —preguntó Tolya.

—Los humanos han sido expulsados de tantos lugares en el Medio


Oeste, que no hay ningún otro lugar donde puedan ir. Así que vienen
aquí. Pero necesitan vivir en una ciudad humana gobernada por
humanos. —Parlan respiró hondo y lo dejó salir en un suspiro—. He
hablado con algunos de estos hombres, he escuchado a los ciudadanos
que están estableciendo hogares y negocios. Algo tiene que cambiar, o las
cosas se pondrán feas. Por eso, señor Sanguinati, yo y algunos hombres
de ideas afines vamos a desafiarlo a usted y a los otros líderes de la
ciudad a luchar por el dominio.

Tolya parpadeó.

—¿Perdón?

505
—Mis antiguos socios deben haber estado hablando después de
dejar a Bennett sobre cómo los humanos podían tomar el control de los
Sanguinati. —Parlan dudaba que los fanfarrones recordaran el
comentario, y mucho menos que dijeran algo, pero ya se habían ido, así
que podía afirmar que habían dicho lo que él quería que dijeran—. Y, de
alguna manera, los hombres que han estado viniendo a la ciudad
últimamente están pensando que voy a ser el próximo alcalde, que los
humanos defenderán la ley humana en Bennett.

—¿Así que las manadas de hombres que se han reunido en casas


más allá de los límites de la ciudad están aquí porque creen que se puede
participar en una lucha por el dominio y ganar? —Tolya se sentó en su
silla—. Eso es... desafortunado. Bastante lamentable.

—¿Qué quieres decir? —Las manos de Parlan estaban frías—.


Dijiste...

Tolya se sentó hacía adelante, con las manos cruzadas descansando


sobre el bolígrafo y el bloc de notas.

—Mi querido señor Blackstone, esos hombres me malinterpretaron.

Frío, frío, frío. Tan frío que sus dedos casi no podían doblarse.

—A mí me pareció bastante claro.

—Cuando dije que la lucha por el dominio era la única manera de


cambiar el liderazgo, me refería entre un grupo de Terráneos y otro. Los
humanos no pueden desafiarnos por el dominio.
—¿Por qué no?

Tolya le dio una sonrisa comprensiva.

—No puede suceder porque los Antiguos permitieron a los humanos


regresar a Bennett y reasentar la ciudad con la condición de que la ciudad
estuviera bajo el control de líderes que fueran Terráneos. El día que eso
ya no sea cierto, la ciudad dejará de existir. La estación de tren cerrará
porque no se permitirá que los trenes lleguen a la ciudad. Nada entrará
y nada saldrá. Nada. A cualquiera que viva aquí no se le permitirá viajar
a través del país salvaje. Ese es el territorio de los Antiguos, y para ellos,
no eres más que una presa.

Tan frío. Tan jodidamente frío. ¿Cómo había cambiado su suerte


tanto y tan rápido?

506
Una idea se le ocurrió y la rabia lo calentó lo suficiente como para
considerar cómo salir de este lío.

No podría salvar a todos los hombres que se habían reunido en las


afueras, pero aun así podría salvar al clan.

—No hay forma de detenerlo —dijo Parlan con pesar—. Va a haber


una pelea. Pero podemos mantenerla como una muestra de fuerza, en
cuyo momento mi gente y yo cederemos y retiraremos nuestro desafío.

—¿A cambio de qué?

—Que a mí y a mi familia se nos permita permanecer y abrir nuestro


salón y convertirnos en ciudadanos de Bennett. —Parlan se inclinó hacia
adelante—. Mira, no pedí representar a este grupo de personas, pero
tengo suficiente reputación como para tener alguna influencia sobre
ellos. Si mi delegación y yo nos reunimos contigo y con los tuyos, y nos
ven cediendo después de reconocer que son los líderes más fuertes, los
otros hombres tendrán que estar de acuerdo o irse. Y, francamente,
evitará una masacre en ambos bandos.

Tolya dudó.

Te tengo.

—¿Así que este desafío se hará sin que usen armas humanas? ¿Esto
se hará sin que se haga un solo disparo? —Tolya lo miró fijamente—.
¿Entiendes lo que pasará si acepto esto y un solo Terráneos es herido o
muerto? Un disparo, señor Blackstone, y todos ustedes mueren.
—Lo entiendo. —Si tenía que vender al resto de los hombres que
vinieron aquí para mantener a su familia viva, que así sea.

—Debo pedir opiniones y le responderé esta noche con una decisión.

—¿Pedir opiniones? Tú eres el líder.

Tolya lo estudió.

—Estoy sorprendido por la habilidad humana de ser ciego


voluntariamente. ¿Cómo puedes venir a un lugar como este y no entender
lo que hay ahí fuera? —Se puso de pie—. Tendré una decisión esta tarde
sobre tu falso desafío. Mientras tanto, tal vez deberías animar a los
hombres que puedes influenciar a que se vayan lo más lejos posible de
aquí antes del anochecer.

507
Parlan sonrió sombríamente.

—¿Irse para que no mueran?

—Oh, todavía van a morir. Pero no estarán aquí para disparar el tiro
que te matará a ti y a tu familia.
508
Firesday, messis 31

Aire llevó a Trueno hasta Elder Hills, los cascos del corcel
tambaleando la tierra, un heraldo de la tormenta que se avecinaba.
Cabalgó hasta el lugar donde los dientes y garras de Namid se
encontraban con los Elementales cuando se requería una decisión.

Los Antiguos ya estaban allí, esperándola.

«Una manada humana va a desafiar a los Sanguinati y Wolfgard por


el control de Bennett», dijo Aire.

«Eso es una tontería», dijo una Antigua. «Permitimos que los


humanos regresaran porque los Sanguinati y Wolfgard gobiernan ese
lugar».

«El macho que es el líder de los humanos afirma que no sabía que los
humanos no podían participar en una lucha por el dominio». Aire miró a
los Antiguos.

«Montones de humanos se han reunido para esta lucha. Tienen el tipo


de armas que mató a los Wolfgard antes». Ella dudó. «No sé si los
Sanguinati pueden sobrevivir a tantos enemigos. Los Wolfgard saben que
no pueden».

Aire esperó mientras los Antiguos consideraban lo que iba a pasar


en el pueblo que bordeaba su casa.
Los Elementales tenían su propia conexión con el mundo y cuidaban
del mundo a su manera. Rara vez interferían, para bien o para mal, con
las criaturas que vivían en el mundo, y normalmente eran indiferentes a
la ayuda o al daño que causaban a las especies más pequeñas, excepto
cuando ellos o los Antiguos eran necesarios para remodelar un pedazo
del mundo. Entonces trabajaron con los dientes y garras de Namid para
adelgazar las manadas que habían crecido sin control, o para eliminar
una especie que se había convertido en una amenaza demasiado grande
para el resto de las creaciones de Namid.

Se habían unido a los Antiguos de todo el mundo para eliminar una


cierta raza de humanos, así que Aire esperaba ahora el mensaje que
llevaría a Tolya y que luego compartiría con el resto de su familia.

509
«¿Por qué los Sanguinati no eliminaron al enemigo cuando este
humano llegó por primera vez?». La Antigua parecía preocupada.

«El humano no causó problemas, no ofreció ningún desafío»,


respondió Aire. «No era diferente de los otros humanos que han hablado
con Tolya sobre la vida en el territorio de los Sanguinati».

«Hasta ahora».

«Hasta ahora», estuvo de acuerdo Aire. «El humano prometió desafiar


y luego ceder, reconociendo el dominio y control de los Sanguinati sobre
Bennett. Prometió que las armas humanas que matan no serían usadas».

«¿Debemos creerle a este humano?», preguntó un Antiguo.

«No», respondió otra voz masculina.

Aire sintió el cambio en el resto de los Antiguos. Este no había


tomado una forma de dos piernas recientemente, cuando se había
tomado la decisión de asumir una forma humana para cazar a los
humanos que vivían en Bennett. Cualquiera que sea su verdadera forma,
la forma de este Antiguo era de dos piernas, pero no había nada de
humano en ella. Era una forma antigua, con colmillos y pelaje y terrible
en su fabricación... y, como Aire notó, temida por el resto de los Antiguos.

Que estuviera aquí, ahora, fue una elección que encontró


interesante. Pero podía permitirse el lujo de encontrar a este Antiguo
interesante. Ella y su corcel eran los únicos seres aquí a los que él no
podía hacer daño.
«La manada humana no es el mismo tipo de humanos que los que
viven entre los Terráneos», dijo. «Los humanos de las manadas cazan
otros humanos. Y se aprovecharán de los pequeños cambiaformas. Lo han
hecho en algunos de los lugares vacíos que los pequeños cambiaformas
reclamaron, y hemos matado a suficientes para alejarlos».

«Ahora están aquí», dijo la hembra.

«Ahora son presas para ser destruidas».

Ahora Aire lo entienda. Los Antiguos que se habían reunido para


adelgazar las manadas humanas se dispersaron de nuevo, cazando y
moviéndose dentro de sus territorios mientras las presas se movían para
alimentarse. Pero aquí, en estas colinas, había muchos Antiguos... más

510
que suficiente para destruir este tipo particular de humano.

¿Qué le había dicho Tolya al hombre de Blackstone? Ganado en un


corral. Sí.

Sabiendo que había muchos Antiguos aquí, estos humanos que


cazaban a su propia especie habían sido arreados hacia Bennett. Hacia
este Antiguo en particular.

«Los humanos a los que se les permitió entrar en el territorio de


Wolfgard no son nuestra lucha», dijo el terrible. «Si el líder humano y su
pequeña manada desafían a los Sanguinati y luego se rinden y abandonan
el territorio de los Sanguinati, esa no es nuestra lucha. Mientras ningún
Terráneo sea herido o muerto, nos quedaremos en nuestro territorio. Pero
si algún humano en el territorio de Wolfgard usa la explosión que mató a
los Lobos, entonces este desafío se convierte en nuestra lucha, y
adelgazaremos las manadas humanas de nuevo».

«Mi familia y yo ayudaremos si se nos pide», dijo Aire. «De lo


contrario, no interferiremos».

Estaba decidido, entonces, o tan decidido como cualquier cosa


podría estarlo cuando los humanos se involucraran. Los Antiguos y los
Elementales evitarían que las manadas humanas que se encontraban en
el país salvaje entraran en la lucha, y Tolya permitiría al hombre de
Blackstone desafiar y ceder para evitar una lucha que mataría al
Wolfgard en Bennett.

Mientras cabalgaba de vuelta a Bennett para dar la decisión de los


Antiguos a Tolya y luego reunirse con su familia, Aire se preguntaba si el
hombre Blackstone cumpliría su palabra. Y se preguntó qué humano iba
a romper las reglas y hacer que los mataran a todos.

Parlan registró su habitación de hotel, y luego la registró de nuevo.


Durante la tercera búsqueda, finalmente encontró la hendidura en el
colchón... y la piedra negra que había sido colocada dentro.

¡Maldita perra, tratando de amargarle la suerte con una de sus


malditas piedras!

511
Pero, ¿cuándo se había colado en su habitación? ¿O encontraría una
piedra similar en otras habitaciones del hotel? ¿La fortuna de quién más
había amargado Abigail? No la gente que buscaba quedarse en Bennett.
Ella no necesitaría jugar esa estafa con ellos, no al principio. Pero había
un número limitado de habitaciones disponibles para los huéspedes
transitorios. ¿La perra había puesto una piedra disonante en cada una
de esas habitaciones? Si lo hubiera hecho...

William y Wallace Parker. Flaco Ilusionista. Durango Jones.

Todos se alojaban en el hotel.

A pesar de ser un Intuye, Judd no creía que las piedras preciosas


pudieran traerle buena suerte a una persona o amargarle la suerte. No
creía en la afirmación de Abigail de reconocer qué piedra podría alterar
el destino de una persona. Siempre había dicho que ella estaba jugando
una estafa dentro de una estafa mientras hacía su discurso con Lawry.

Pero Parlan creía que tenía que haber algo real en su habilidad... y
por eso empezó a sudar mientras estudiaba la piedra negra que ahora
estaba posada en la mesilla de noche.

Ahora sabía por qué sus reuniones con el vampiro se habían vuelto
amargas.

La perra de su hija le había tendido una trampa para que fracasara


incluso antes de que llegara.

Parlan se movió cuando el teléfono sonó.

—¿Hola?
—Esta es la recepción —dijo una voz femenina—. Al señor
Sanguinati le gustaría verle lo antes posible.

—Gracias. —Colgó. Un par de minutos después, dejó el hotel y


caminó hasta el edificio de al lado—. Pensé que ibas a pedir opinión —
dijo Parlan cuando entró en la oficina de Tolya.

Tolya sonrió.

—Lo hice.

—Eso fue rápido. —Y le hizo preguntarse si el vampiro había


intentado jugar con él.

—A veces lo es. —Tolya se paró frente al escritorio—. Tu propuesta

512
de desafiar y luego ceder ha sido aceptada. Tú y tu delegación y yo con la
mía nos reuniremos en la plaza del pueblo. Una vez concluido el desafío,
mientras no se dispare ningún arma y ningún Terráneo sea lastimado, se
les permitirá salir de la ciudad en auto o en tren.

—Acordamos que yo podría tomar uno de los salones —protestó


Parlan.

—Lo hicimos, pero los Antiguos anularon ese acuerdo —dijo Tolya
en voz baja—. Si te quedas en Bennett, no sobrevivirás mucho tiempo.
Tu familia no sobrevivirá.

—¿Es eso una amenaza?

—No, eso es una declaración. Ahora debo irme. Tengo otros asuntos
que atender esta noche.

Parlan salió del edificio del gobierno, Tolya a su lado.

Un Lobo aulló, en algún lugar cercano. Luego otro aulló a unas


pocas cuadras de distancia. Luego un tercero.

Y luego otra cosa aulló. Algo que hizo que la piel de Parlan se erizara
sólo por el sonido.

—¿Qué es eso? —susurró.

Tolya Sanguinati se estremeció.

—Eso, señor Blackstone, es una advertencia.


Parada fuera de su casa, Jana temblaba, congelada por el sonido de
ese último aullido. El que no pertenecía a un Lobo.

Barb se paró justo dentro de la puerta de la pantalla, mirando la


calle.

—¿Qué crees que significa?

Nada bueno.

513
—Voy a ver a los vecinos.

—Pero la cena está casi lista.

—No tardaré mucho.

Jana corrió por la calle hasta la casa de los Gotts. Estaban en casa
y la cena estaba en la mesa. Declinó una invitación para unirse a ellos, y
luego dudó. No era una Intuye, pero estaba aprendiendo a ser policía y a
confiar en sus instintos.

—Quédate en casa mañana —le dijo a Hannah—. Todos ustedes.


Manténganse alejados de la plaza del pueblo.

—¿Problemas? —preguntó Hannah, mirando hacia Elder Hills.

—Tal vez.

Subió la calle a la casa de Maddie y habló con Evan, pidiéndole que


él y Kenneth se quedaran en casa con los niños mañana.

Ese algo aulló de nuevo y llegó dentro de ella más allá del lugar de
pensamiento racional. Pero no... no podía permitirse tener demasiado
miedo de pensar.

Los Ravengard habían reportado avistamientos de extraños


mudándose a casas dentro de los límites del pueblo, pero Craig y Dawn
Werner, como agentes de la tierra del pueblo, no habían emitido ningún
papeleo para las casas de esa calle.
Cuando ella se lo dijo a Virgil, él no la dejó comprobarlo y amenazó
con encerrarla en la celda del Tiempo para mí si lo desafiaba.

Esto tenía algo que ver con los forajidos, con los hombres llegando a
la ciudad estos últimos días. Pero hasta que alguien rompiera la ley, ella
no sabía qué hacer al respecto.

Parlan compró una botella de whisky en el salón y volvió al hotel.


Necesitaba comer, pero primero necesitaba un par de tragos fuertes para
asentarse.

514
—Parlan.

Se dio la vuelta y esperó a que Flaco ilusionista, Durango Jones y


los Parker se le unieran.

—Creo que podríamos conseguir unos vasos más si quieren subir a


tomar una copa conmigo.

William Parker fue al comedor del hotel y regresó con una bandeja
de vasos.

Parlan no quería la compañía, no quería a ninguno de ellos en su


habitación, y esperaba que ninguno se diera cuenta de la piedra que
había encontrado en el colchón, que había dejado a la vista.

—Te vi en la mesa de póquer—dijo mientras servía un vaso para


Flaco.

—Las cartas no me acompañaron en absoluto esta noche —


respondió Flaco—. Me alegró que jugaran por pequeñas apuestas. Si no
lo supiera, diría que estoy maldito.

La mano de Parlan tembló un poco mientras servía la bebida de


Durango.

—¿Nos preparamos para el enfrentamiento? —preguntó Durango—.


Mañana, ¿no? Judd me llamó y me dijo que había llevado mercancía a
un par de casas al norte de las vías. En ese lugar, la mercancía tendrá
fácil acceso a la estación de tren y a otros lugares de ese lado de la plaza.
¡Maldita sea! Más hombres dentro de la ciudad significaba más
posibilidades de que alguien tuviera picazón y cometiera un error.

Sirvió bebidas para William y Wallace Parker, y finalmente una para


él mismo.

Lo vio en sus ojos. Si les decía que iba a desafiar a los Sanguinati
sólo para echarse atrás, lo matarían ahora e irían en su lugar, sin saber
qué pasaría cuando se hiciera el primer disparo.

Incluso si les decía lo que iba a pasar, seguirían luchando con las
armas en alto. Los forajidos se estaban convirtiendo en una raza humana
en extinción que no podía sobrevivir en ningún entorno excepto en las
ciudades controladas por los humanos, y también estaban siendo
expulsados de esos lugares. Estos hombres necesitaban a Bennett, y no

515
se iban a marchar.

Pero él podría ser capaz de convencerlos de que tenían una


oportunidad, y mantenerlos creyéndolo el tiempo suficiente para que él
se fuera.

—Llamaremos al alcalde y al sheriff mañana —dijo, levantando su


copa—. Por los nuevos comienzos.

Brindaban, bebían, hablaban, pero Parlan tenía la sensación de que


ninguno de ellos confiaba ya lo suficiente en él.
516
Watersday, frais 1

Despertando sorprendida, Jesse agarró el teléfono de su mesita de


noche.

—¿Hola?

—¿Jesse Walker? —Una joven voz femenina. Temblorosa.

—¿Rachel? —Sabía que no era Rachel pero no podía pensar en quién


más la llamaría a esa hora de la mañana.

—No, es Esperanza. Esperanza Wolfsong.

Jesse se sentó, su corazón repentinamente palpitaba.

—¿Esperanza? ¿Pasó algo en Aguas Dulces?

—Estamos a salvo aquí.

Eso no respondió a su pregunta.

Encendiendo la luz, Jesse miró el reloj.

—Cariño, ¿dónde estás?

—En la caseta de comunicaciones de los Terráneos. Amy Wolfgard


está conmigo. Por favor, escucha. No creo que haya mucho tiempo antes
de...
Jesse escuchó el agudo y ansioso lloriqueo de Amy y adivinó por qué
no había mucho tiempo.

—¿Jackson no sabe que dejaste la cabaña Wolfgard?

—No, pero eso no importa. Tienes que escuchar.

Un escalofrío pasó por Jesse.

—Hiciste un dibujo.

—Le estaba enseñando a Amy a dibujar, pero nos quedamos


dormidas, y Amy dijo que me levanté de la cama y empecé a dibujar. —
Un sollozo reprimido—. Algo malo va a pasar.

—¿Puedes enviarme el dibujo en un e-mail? —preguntó Jesse.

517
—No hay tiempo.

Ella balanceó sus piernas sobre el lado de la cama.

—Dime.

—Hice un dibujo de dos ciudades. Un pueblo se ve desde la cima de


una colina o tal vez desde lo alto como lo vería un Halcón o un Águila.
Tiene un largo rectángulo en el centro con árboles y pasto y un estanque.

—Eso suena como Bennett.

—Una sombra roja se arrastra por la ciudad, consumiéndola pieza


por pieza. Amy dice que me corté un dedo para hacer el rojo. Por eso... —
Una duda—. El otro pueblo parece abandonado. Un cartel encima de un
edificio dice Tienda General Walker. Las ventanas están rotas, y hay
escombros en la calle, como si no quedara nadie para limpiarlo.

Otro escalofrío pasó por Jesse.

—Esperanza, cariño, ¿dónde está Jackson?

—Él y Grace salieron a correr. Se molestarán cuando regresen y…


—Esperanza inhaló.

Jesse no había oído el aullido, pero otro agudo gemido de Amy le dijo
que Jackson había encontrado el dibujo y ahora llamaba a los Wolfgard
para encontrar a su profeta de la sangre desaparecida.

—Jackson necesita hablar con el alcalde de Bennett, necesita


enviarle el dibujo.
—¡No! —Respiración en pánico—. Si Jackson envía el dibujo, el
hombre sabrá de mí. ¡Por eso te llamé!

Algo no estaba bien.

—Cariño, Tolya Sanguinati ya sabe de ti. Ya ha recibido dibujos de


Jackson antes.

—¡Pero no será el único que lo vea!

La muñeca izquierda de Jesse palpitaba.

—¿Quién más vería el dibujo?

—El hombre hecho de piedras negras.

518
—No te olvides de esto, Tolya —dijo Jackson—. Esperanza hizo este
dibujo. No es una advertencia ociosa.

Tolya se frotó la frente, y luego sintió asco por haber adquirido ese
gesto humano.

—No le estoy restando importancia, Jackson, ni voy a descartar lo


que Esperanza vio. Simplemente no sé qué hacer al respecto. Los
Antiguos y los Elementales se ocuparán del enemigo en su territorio, pero
no hay suficientes Sanguinati y Lobos para ganar una pelea con
Blackstone y sus aliados si realmente luchamos.

—¿Confías en que mantendrá su palabra?

—Por supuesto que no. Es un humano que engaña a los suyos. No


va a ser honesto con nosotros.

Silencio. Entonces Jackson dijo:

—¿Qué puedo hacer?

—No dejes que cachorro Esperanza envíe ningún dibujo o llame a


nadie hasta que sepas de mí o de alguien en Pradera de Oro. Voy a
destruir todo lo que me has enviado que pueda decirle a alguien como
Blackstone lo que es y dónde encontrarla. —Y tendría que averiguar qué
hacer con su propio cachorro profeta.

—Ten cuidado —dijo Jackson—. Los humanos son tramposos.

En el libro de Jana, los buenos no ganan, y la mayoría no sobreviven,


porque creyeron el trato que habían hecho con los villanos.

—Te llamaré.

Tan pronto como colgó el teléfono, Tolya se comunicó con Yuri,


usando la forma de comunicación de los Terráneos. «Ve a la casa de
Maddie. Asegúrate de que todo esté tranquilo allí».

«Nada está tranquilo», respondió Yuri. «Me dirijo hacia allí ahora.

519
También Jana, Barbara Ellen y los Lobos. Maddie está... molesta».

«¿Sangrando?».

«No lo sé. Kenneth despertó a Jana, pidiendo ayuda. Nos llamó a


Virgil y a mí». Un momento de silencio. «Veo a Jana. Lleva su cinturón y
su pistola sobre la ropa de dormir».

«Vamos a luchar contra el clan Blackstone por el control de la ciudad.


Reúnete conmigo y el resto de los Sanguinati en la oficina del alcalde una
vez que hayas ayudado a Jana y a Virgil». Pensó por un momento, y luego
añadió: «Los Lobos también necesitan estar en esta reunión».

Mientras se alejaba de su escritorio para mirar por la ventana, el


teléfono sonó de nuevo.

—¿Hola?

—¿Por qué estuviste tanto tiempo al teléfono? —exigió Jesse.

—Negocios —respondió Tolya—. ¿Por qué llamas tan temprano?

—Estás en problemas. Tobias me va a recoger. Llegaremos tan


pronto como podamos.

—No. Aléjate de Bennett hoy.

—No puedo. —Respiración pesada—. Esperanza Wolfsong me llamó.

Jackson no lo había mencionado, probablemente porque Esperanza


había "olvidado” decirle lo de la llamada telefónica.
—Esta no es tu pelea, Jesse.

—Sí, lo es. Tengo la sensación de que soy el comodín. Tu adversario


no tiene razón para pensar que la Pradera de Oro tiene tanto interés en
lo que pasa en Bennett.

—Creo que mi adversario es un Intuye, así que puede sentir más de


lo que tú crees. Y no puede haber comodines en esta lucha. —No la quería
allí, no quería un amigo más cerca de este lugar si realmente tenían que
pelear.

Silencio. Entonces Jesse dijo:

—¿Tolya? Cuento con que tú y tu gente ganen esta pelea. Pero ten
en cuenta esto: Si pierdes, el nuevo líder no mantendrá el pueblo por

520
mucho tiempo porque le meteré una bala en el cerebro.

Tolya se puso tieso, alarmado por sus palabras.

—Su manada te mataría.

—Sí. Pero aun así se iría, y mi gente estará más segura por ello.

—Habla, profeta, y te escucharemos —dijo Jana por sexta vez. No


estaba segura de que Maddie escuchara sus palabras o si la chica estaba
hablando la profecía lo mejor posible.

Maddie levantó su brazo tembloroso, su mano en forma de pistola.


Señalando a Kane, gimió:

—¡Bang! ¡Bang! —La mano se movió para apuntar a Virgil—. ¡Bang!


—Luego a Jana—. ¡Bang! ¡Bang! —Luego al resto de ellos: Barb, Yuri,
Kenneth, Evan, incluso su hermano Mace—. ¡Barb! ¡Bang!

—El doctor nos dio un sedante oral para ella —dijo Evan—. Se
supone que la calmará lo suficiente para romper el ciclo cuando está así.
¿Debería...?

Jana asintió. La chica no se había cortado y por lo tanto no tenía el


velo de la euforia para proteger su mente de las visiones. Maddie estaba
siendo torturada por lo que estaba viendo, y Jana no creía que la chica
fuera capaz de hacerse entender mejor que esto.

Cerró sus manos sobre las de la chica.

—Entendemos, Maddie. Te hemos oído y lo entendemos.

Tal vez sus palabras habían atravesado el terror. O tal vez el cuerpo
de Maddie no podía aguantar más. De cualquier manera, Maddie se
desplomó tan repentinamente, que Jana apenas tuvo tiempo de atraparla
antes de que la cabeza de la chica cayera al suelo.

Dejando a Evan y Kenneth para ocuparse de Maddie y el resto de


sus hijos, Jana salió de la casa con Virgil, Kane y Yuri.

521
—Vamos a luchar contra el clan Blackstone por el control de la
ciudad —dijo Yuri.

—¿Cuándo? —preguntó Virgil.

—Hoy. Tolya quiere que los Sanguinati y Wolfgard se reúnan en la


oficina del alcalde tan pronto como terminemos aquí.

Virgil miró a Jana.

—Ponte tu ropa de oficial. Tú también vienes.

No se molestó en decirle que no se había duchado todavía. Lo más


probable es que pudiera oler la diferencia.

No era importante. No hoy.

Cruzó la calle hacia su casa, casi tropezando con Rusty cuando


entró.

—Lo sé, cachorro. —Dejó a Rusty en el patio trasero, luego se dirigió


a su dormitorio para vestirse, dudando cuando oyó sonar el teléfono.

—Yo atiendo —gritó Barb.

Un minuto después, Barb tocó la puerta del dormitorio y la abrió


parcialmente.

—Era Zeke. Kelley lo llamó hace unos minutos. Dina no vino a casa
anoche y Kelley está preocupado. Zeke cree que ella anda por ahí, si sabes
a lo que me refiero, pero no quiso decirle eso a Kelley. Y Zeke está más
enojado porque ella tomó un vehículo ayer y no registró a dónde iba.
Jana se abotonó la camisa y se la metió en los vaqueros.

—¿Te dio el número de matrícula del vehículo que Dina sacó?

—Sí. Lo escribí para ti. —Barb esperó un poco—. ¿Qué puedo hacer?

—Deja que Rusty vuelva a entrar y aliméntala. Y si alguno de


nuestros vecinos emplumados está en casa y disponible, pídele que se
ponga en contacto conmigo si ven el vehículo.

Jana pasó por delante de Barb y fue al baño a lavarse los dientes.

—Deberías alejarte de la plaza del pueblo hoy —dijo mientras se


cepillaba y enjuagaba.

—¡Pero tengo que alimentar a los animales!

522
—Tendrán que pasar hambre hoy. Quédense en casa, ¿de acuerdo?
—Jana miró a su amiga. Todo se reducía a elecciones—. No soy una
Intuye. No tengo sensaciones de esa manera. Pero va a haber una pelea,
y tienes que estar preparada. Empaca una bolsa de viaje para ti. Comida
y agua para ti, Rusty y Buddy. Convence a Evan y Kenneth de que deben
empacar bolsas de viaje para ellos y los niños ahora mismo. Sospecho
que esta no será la primera vez que necesitan salir de prisa. Si hay algún
indicio de que vamos a perder esta pelea, todos ustedes se amontonan en
su coche y se alejan de Bennett tanto como puedan.

—¿E ir a dónde?

Sólo hay un lugar al que podían ir.

—A las colinas. Conduzcan tan lejos como puedan, y luego vayan a


pie. Dile a lo que sea que te detenga que Maddie es sangre dulce y que
necesitas llevarla al asentamiento de Jackson Wolfgard en Aguas Dulces.

Antes de que Barb pudiera protestar, Jana dijo:

—Maddie no puede quedarse aquí. El clan Blackstone y algunos de


los otros hombres que han venido a la ciudad en los últimos días son
peligrosos. ¿Te imaginas lo que harían con, y a una, profeta de la sangre,
incluso una tan joven como Maddie?

Barb tragó con fuerza.

—Haré lo mejor que pueda.


—Lo mejor de ti será genial. —Jana se aseguró de tener todo lo que
necesitaba antes de salir por la puerta.

No quiero llegar tarde a mi primer tiroteo.

Pero se preguntaba si el dedo índice de Maddie ya había revelado el


resultado de esa pelea.

Después de escuchar la recapitulación de Tolya de su “acuerdo” con

523
Parlan Blackstone y luego la descripción del dibujo de la cachorra
Esperanza, Virgil miró a su oficial humana. Jana olía un poco a almizcle,
lo que en realidad era agradable, pero la cara pálida y el olor a sudor
ácido que también estaba en su piel le hizo preguntarse si estaba
enferma.

—¿Así que todos vamos a conocer al clan Blackstone y sus aliados?


—preguntó Jana—. ¿Una muestra de fuerza, un par de gruñidos y
levantan las manos y se rinden porque prometieron hacer eso?

Algún otro mensaje pasó entre la lobezna y Tolya. Virgil gruñó


suavemente al ser excluido. Era su oficial y no debería tener secretos. No
de él.

—No todos nosotros —respondió Tolya después de un momento—.


Nicolai permanecerá en la estación de tren. Stazia vigilará el banco, Anya
se quedará en el hotel, e Isobel vigilará el otro lado de la plaza. También
Joshua Painter. La delegación que se reúna con los Blackstone estará
formada por Yuri, Virgil y yo.

—¿Dónde estoy posicionada? —gruñó Jana.

—Vas a estar disponible si alguien pide ayuda —respondió Virgil—.


Asegúrate de que el aullador de la policía esté estacionado lejos de la
plaza para que el enemigo no te vea alejarte.

—¿Me estás excluyendo? —Jana lo miró fijamente—. ¿Por qué?


¿Porque soy humana? —Ella miró a Tolya—. Tres de ustedes se van a
enfrentar a... ¿cuántos?
—Cuatro de nosotros —gruñó Saul Panthergard.

Virgil se preguntó quién le había dicho a Saul lo de la reunión, y


luego decidió que no importaba. Necesitaban a todos los grandes
depredadores que vivían en Bennett.

—Bien —dijo la lobezna—. Cuatro. ¿Contra cuántos?

—Los números no importan —dijo Tolya—. Las armas humanas no


pueden ser utilizadas, y Blackstone ya ha accedido a ceder.

—¿Y cuando algo salga mal? —insistió.

—Entonces mataremos a tantos humanos como podamos —


respondió Virgil.

524
—Antes de que mueras.

—Sí.

Parecía disgustada por algo que él ya había aceptado.

—No estás siendo excluida —dijo Tolya—. Eres la siguiente línea de


defensa. También lo son Anya, Stazia, Isobel y John. Kane protegerá a la
cachorra Maddie, pero necesitará ayuda si ella tiene que huir y
esconderse.

—Ya me he ocupado de eso —dijo Jana—. Barb ayudará a Evan y


Kenneth a llevar a los niños a un lugar seguro.

No tenían tiempo para que la lobezna siguiera discutiendo, así que


Virgilio la pisó y le gruñó:

—Cuando cazamos, yo decido tu posición, y te he dicho lo que he


decidido.

—Van a hacer trampa. —Sus manos se convirtieron en puños.

—Nosotros también.

Virgil encontró los ojos de Tolya. El Sanguinati entendió


perfectamente por qué no quería que la oficial humana estuviera cerca
para ver la pelea. En su forma de Lobo, los Wolfgard eran grandes. En su
verdadera forma Terranea, eran aún más grandes y no podían ser vistos
por ojos humanos. Podían ser disparados y asesinados en su verdadera
forma, pero matarían a muchos más enemigos antes de que eso
sucediera.
Virgil miró a Saul.

—¿Estás seguro de estar en la lucha?

Saul miró fijamente a Virgil como un felino.

—Joshua se despertó temprano esta mañana, soñando con trampas


metálicas de dientes dentados disfrazadas de conejos. El chico y yo
lucharemos.

—Sigo esperando que Parlan Blackstone tenga tanta influencia en


los otros forajidos como él cree y pueda convencerlos de que se alejen de
esta lucha y dejen la ciudad —dijo Tolya—. Pero pase lo que pase, los
forajidos no tomarán el pueblo. —Le sonrió a Jana—. Nuestra última
defensa se encargará de eso.

525
—¿Yo? —Sonaba chillona.

—No —dijo Virgil—. La Cosechadora es nuestra última defensa. Hay


buenas razones por las que Jinete de la Peste es otro nombre para la
forma Terranea de Scythe.
526
Watersday, Frais 1

Jana encontró dos cargadores de repuesto más en el almacén. La


maldita habitación aún contenía suficientes armas para contener a un
ejército, o suministrar un ejército, y no sabía qué hacer al respecto. Llevó
los cargadores rápidos y dos cajas de municiones a su escritorio, luego
regresó por una escopeta y una caja de proyectiles.

No había encontrado ningún chaleco. O no eran un problema


estándar aquí o los policías que habían vivido en Bennett los usaban
cuando los Antiguos entraron y mataron a todos. De cualquier manera,
no había encontrado nada que pudiera usar como protección en un
tiroteo.

Cuando se dirigió de nuevo al almacén, Virgil dijo:

—¿Cómo puedes correr rápido si llevas todas esas cosas? ¿Y cómo


puedes usar alguno de ellos cuando los llevas todos?

—Pensé que podría esconder un par de ellos o... algo. —Jana cerró
los ojos. La idea de tener escondites de armas había sido atractiva... y
más como un tiroteo en una historia fronteriza, hasta que consideró lo
único que nunca había estado en esas historias—. Algunos de los
hombres con los que vamos a luchar son Intuyes y luchadores
experimentados. Si “perciben” las cosas en una pelea, podrían tener la
sensación de dónde podrían encontrar armas adicionales.

—Sí. —Virgil estudió las armas que llenaban la parte superior de su


escritorio. Señaló las cajas de municiones—. Estos son el peligro. Sin
ellos, esto —señaló la escopeta—, es un palo de metal. Puede doler,
incluso matar, pero el enemigo tiene que estar lo suficientemente cerca
como para golpearlo o lanzarlo. Y si el enemigo está tan cerca, está lo
suficientemente cerca como para que los colmillos y las garras lo maten.
—Consideró las armas por otro minuto—. Deberías tener un cuchillo.

Se agachó, sacó la navaja de su bota y la levantó para que él la viera.

—Tengo uno.

Ella no podía decir lo que estaba pensando, pero podía adivinar.

—Sé que esta es mi primera pelea, pero no te defraudaré. No voy a


ahogarme, congelarme o... lo que sea.

527
Virgil sonrió.

—No me importa lo que dice Tolya, sigo pensando que uno de tus
antepasados se apareó con un lobezno y de alguna manera tuvo algunos
jóvenes.

No estaba segura si eso significaba un insulto o un cumplido.

Su sonrisa se desvaneció.

—Una vez que John y yo pasemos a la forma de Lobo, no podremos


hablar contigo.

Ella asintió. Los Lobos podrían comunicarse entre sí y con el resto


de los Terráneos, informando las posiciones de los enemigos.

Ninguno de ellos llevaría teléfonos móviles, y ninguno de ellos podría


permitirse los segundos necesarios para cambiar a una forma que
pudiera hablar con ella.

Una brisa repentina revolvió el cabello de Virgil.

—Puedo entregar mensajes a la oficial Jana —dijo Aire, tomando


forma cerca de la puerta de la oficina—. Los Elementales acordaron
ayudar si se nos pide.

—Entonces estoy pidiendo. —Virgil se volvió hacia Jana—. Si


necesitas decirnos algo, llama a Aire. Y si necesito que vayas a algún lado,
ella te lo dirá. ¿Entendido?

Tan pronto como Jana asintió, Aire desapareció… o ya no era visible.


—Necesitamos ocultar la munición —dijo Jana—. Tienes razón en
que, sin balas, las armas largas no son más que palos de metal y las
pistolas no pueden hacer más daño que una roca.

Virgil comenzó a decir algo, luego sacudió la cabeza.

—No hay tiempo. Los humanos de Blackstone se están reuniendo en


la plaza para desafiar a Tolya. —Se quitó la ropa y se movió tan rápido
que ella tuvo una extraña imagen en destello de su cuerpo humano
desnudo que la dejó insegura de haberlo visto realmente.

Metió dos de los cargadores de velocidad en la bolsa especial en su


cinturón de servicio, recogió la escopeta y un puñado de proyectiles, luego
siguió a Virgil hasta la puerta.

528
—Mamá, lo diré de nuevo. No me siento tranquilo de que estés en
un tiroteo.

Jesse miró a Tobias, que había estado conduciendo a una velocidad


temerariamente alta desde que la recogió en su casa.

—Hijo, tampoco me resulta fácil que estés en esta pelea, pero


tenemos tanto en juego como las personas que viven en Bennett. —Y no
conduces tan rápido para proteger a los Sanguinati o los Lobos.

—¿Crees que nuestras dos armas harán la diferencia?

No sus armas, sino su presencia, alterarían la lucha. Ella podía


sentirlo.

Jesse cerró los ojos cuando su mano derecha se cerró sobre su


muñeca izquierda.

—Sí. Haremos la diferencia.


Parlan colocó los dos revólveres en sus fundas antes de cargar la
derringer con su única ronda. Puede llevar solo una bala, pero esa bala
puede derribar un caballo o volar la pierna de un hombre… o un Lobo.

Por supuesto, todas las armas eran para mostrar, pero no podía
lanzar el desafío sin ellas.

Estudió a Judd McCall, que parecía extrañamente eufórico.

Había tenido que contarles a Judd y Lawry sobre el trato que había
hecho con Tolya Sanguinati. Lawry se había preocupado por lo que
sucedería en el camino si otros asociados se enteraran de que Parlan
había traicionado a los hombres que habían venido a Bennett para
ayudarlo a asegurar la ciudad. ¿Y Judd? Era como si Judd lo hubiera
esperado, había estado esperando el día en que la suerte de Parlan se

529
agotara y traicionara a todos para salvar su propia vida.

Aun así, Judd miró a Durango Jones mientras cargaba sus armas,
una confirmación silenciosa de que cuidaría de Durango si Parlan
mantenía el trato con el vampiro y sacaba al clan de Bennett con
seguridad. Parlan y Lawry manejarían a los Parker si fuera necesario.

—¿Dónde está Flaco Ilusionista? —preguntó.

—Tomará una posición dentro de las puertas del salón para


emboscar a quien intente usar el lugar para cubrirse —dijo Judd.

Por supuesto, para hacer eso, Flaco necesitaría matar a la cosa que
dirigía el salón. Y eso haría extraño el trato, suponiendo que Flaco
disparara antes de que la cosa lo matara.

¿Por qué Judd no había matado a Flaco rápido y callado? ¿O lo había


hecho, y esta era solo una forma de explicar la ausencia del otro hombre?
No había forma de saberlo y ni tiempo para preguntar.

—Mis hombres se harán cargo de la estación de tren y dispararán a


cualquiera de los Otros que todavía están allí —dijo Durango.

Las manos de Parlan se congelaron. Tomar el control de la estación


no era parte del plan. No su plan, de todos modos.

—¿Y los chicos Bonney?

Los otros hombres se miraron y se encogieron de hombros.

—Supongo que se ocupan de sus propios asuntos —dijo William


Parker.

—Tenemos suficientes hombres, ya sea que Frank y Eli aparezcan o


no. —Judd le dedicó a Parlan una sonrisa fría, como si ya hubiera puesto
en marcha la recuperación de la inversión para el doble cruce anticipado.

Parlan recordó a la otra persona que no estaba en la habitación.

—¿Dónde está Dalton?

—Probablemente vaya a hablar con su hermana perra —respondió


Judd—. Descubrí que estaba en la ciudad y donde vivía.

—¿Y le dijiste? —No le había dicho a nadie que había visto a Abigail
en la ciudad porque no había querido que nadie de la familia se distrajera

530
con esa noticia.

Judd sonrió.

—Lo hice. Supuse que le debía más de lo que me debía a mí.

Parlan contuvo su ira.

—Podría haber esperado hasta después de la pelea.

La sonrisa de Judd se volvió burlona.

—Tenemos suficientes hombres para esta pelea. La ganaremos sin


él.

Durango Jones y los Parker estaban viendo esto juego con creciente
sospecha. Si Judd McCall se estaba volviendo contra Parlan Blackstone
justo antes de una pelea, algo estaba muy mal.

Tratando de recuperar la ventaja, Parlan dijo:

—¿Tienes la sensación de que vamos a ganar?

La sonrisa de Judd se agudizó.

—¿Tú no?

Incluso los ladridos salvajes de Rusty no podían competir con los


golpes en el marco de la puerta de pantalla.

Corriendo hacia el frente de la casa, Barb agarró el collar del


cachorro y miró a Kenneth Stone, que estaba allí retorciéndose las
manos.

—¿Maddie? —preguntó, esperando que él dijera que no. Todavía


estaba preparando suministros de emergencia. No estaba lista para huir
si eso era lo que Kenneth había venido a decirle.

—No. —Kenneth vaciló—. Tengo la sensación de que los médicos


necesitan estar en el hospital hoy. Es un presentimiento muy fuerte.

—Apenas hemos abierto el hospital y solo para emergencias —


protestó Barb.

531
—Va a haber una emergencia. —Sus ojos le suplicaron—. Evan dice
que debería llamarte porque Jana es tu compañera de casa. El doctor
pensará que estoy exagerando, pero él te escuchará. Por favor.

Los Intuyes estaban seguros de que iba a haber una emergencia.


Oh, dioses

—Llamaré. ¿Has empacado por si acaso...?

—Casi, pero Kane está inquieto por algo y sigue interponiéndose en


el camino. Casi me mordió cuando vine a hablar contigo. No quería que
me fuera de la casa.

—Vete a casa. Permanece en el interior. Haré la llamada.

Al mirar por la puerta de la oficina del agente de tierras, Jana no


podía ver el otro lado de la plaza, no sabía cuándo los hombres saldrían
y tomarían las posturas que, con suerte, no terminarían en una pelea
real.

—¿Hay algo que debamos hacer? —preguntó Dawn Werner mientras


abrazaba a su cachorro para mantenerlo en silencio.

—Quédense adentro y aléjense de las ventanas hasta que esté todo


despejado —respondió Jana.

Sintió una bocanada de aire contra su cuello un momento antes de


que Dawn jadeara.

—Oficial Jana, un Halcón dice que hay un extraño husmeando en


la casa de Maddie —dijo Aire—. El extraño tiene una pistola. Kane se
queda adentro para proteger la sangre dulce.

Lo que dejaba a todos los demás en la calle desprotegidos.

—Dile a Virgil que me dirijo a la casa de Maddie para respaldar a


Kane.

Jana salió por la puerta trasera de la oficina del agente de tierra y

532
corrió hacia su vehículo. Había estacionado en la calle en lugar de en el
estacionamiento detrás de la oficina del sheriff. Ahora estaba contenta
con la precaución adicional ya que podía irse sin que nadie en la plaza
fuera testigo.

—Ya voy, Kane —susurró—. Espera.

Abigail metió un vestido y dos conjuntos de ropa interior en un


pequeño bolso de mano. Agregó sus piedras de prosperidad y de
protección y todo el dinero que pudo encontrar en la casa, incluido el alijo
que había encontrado en un sobre pegado a la parte inferior del cajón en
su mesita de noche.

Tenía la sensación de que tenía que salir, tenía que alejarse, tenía
que irse ahora.

Metió una botella grande de agua, un frasco de mantequilla de maní,


una caja de galletas y una cuchara en el bolso.

Salió corriendo por la puerta principal y se congeló cuando una voz


dijo:

—Perra. Tú eres la razón de que mi nombre esté en un cartel de


búsqueda.
Barb escuchó al médico decirle con creciente impaciencia que no iría
al hospital hoy, que tenía horas de oficina hoy, que no había razón...

—Doc, ¿eres un Intuye? —interrumpió Barb.

Un silencio ponderado.

—Sí. Lo soy.

533
—Entonces entiendes que algunas cosas no deben descartarse.

—No es una Intuye, señorita Debany.

—No, pero me pidieron que te dijera que era importante, vital, que
trabajes en el hospital hoy. —Tragó saliva, recordando la mano de la
pequeña Maddie señalando a todos como un arma—. Algo malo va a
suceder. Necesitas ir al hospital ahora o no podrás llegar allí y ayudar a
las personas que lo necesiten.

Respiración fuerte. Luego el médico dijo:

—Haré algunas llamadas y llegaré al hospital tan pronto como


pueda.

—Gracias.

Colgó y comenzó a llamar a Jana. Antes de que terminara de marcar,


escuchó a alguien afuera decir en voz alta:

—Perra. Tú eres la razón de que mi nombre esté en un cartel de


búsqueda.

Tolya salió del edificio del gobierno, Yuri a su lado. Virgil, en forma
de Lobo, lo estaba esperando en la plaza. John también estaba en la plaza
cerca de la fuente, vigilando a cualquier humano que pudiera estar
haciendo algo a escondidas. Los otros Sanguinati estaban en posición, al
igual que Scythe.

«Alguien se escabulle por la casa de Maddie», dijo Virgil. «La lobezna


se dirige allí para ayudar a Kane».

Eso sacaba a Jana de la pelea o la enfrentaba sola, ya que Kane


protegería a Maddie.

Parlan Blackstone salió del hotel, flanqueado por dos hombres y


seguido por otros tres.

Virgil se enfocó en el hombre parado a la izquierda de Parlan.

«Ese es el ejecutor dominante. Ese es el que se llama el Cuchillo.

534
Conozco su aroma de la casa donde ese hombre fue asesinado».

«¿La mayor amenaza?», preguntó Tolya.

«Sí».

Una ráfaga de informes de los Terráneos que vigilaban. Los humanos


escabulléndose por la parte trasera del banco y el salón. Humanos
escabulléndose hasta la estación de tren. Más humanos escabulléndose
hacia el Templo Universal y el centro comunitario.

Demasiados humanos escabulléndose si Parlan Blackstone tenía la


intención de cumplir su palabra.

Los Cuervos se reunieron en los árboles de un extremo a otro de la


plaza, actuando como centinelas e informando sobre los movimientos de
los humanos. Halcones y Águilas volaban por encima, rodeando la plaza,
listos para atacar. Los Coyotes vigilaban las calles laterales. Saul estaba
en algún lugar de la plaza, en su verdadera forma, avanzando
silenciosamente hacia la manada de Blackstone.

Tolya sonrió, mostrando un toque de colmillo.

—Señor Blackstone. ¿Hay algo que quieras decirme?


Sus pasos llenaron la tierra con un silencio extraño y terrible
mientras avanzaban por los senderos anchos y planos que los humanos
habían construido. No importaba si estos humanos fuera de la ley se
escondían dentro de las guaridas o si trataban de escapar en las cajas de
metal que rodaban por estos senderos planos. El enemigo sería cazado y
destruido.

Aceleraron sus pasos, salivando ante la idea de la próxima fiesta.

Parlan estudió al Sanguinati. ¿El vampiro quería que se viera como

535
un tonto? ¿Cómo se suponía que debía ceder ante una fuerza más fuerte
cuando Tolya había traído a otro vampiro y un Lobo y estaba tan
claramente superado en número?

No le gustaba que Judd estuviera a su izquierda, no le gustaba que


la mano del cuchillo estuviera en posición para golpear la espalda o las
costillas. No le gustaban muchas cosas sobre este acuerdo, y se
preguntaba exactamente cuándo este juego se había alejado de él.

Y se preguntó si Judd McCall estaba trabajando para sí mismo en


estos días o si había tenido negocios con otra persona.

Por ahora tenía que jugar esta mano y hacer todo lo posible para
ganar.

—Creo que esta ciudad estaría mejor atendida si tuviera un alcalde


humano y un sheriff humano —dijo Parlan, alzando la voz para que
cualquier persona escuchando en la puerta del hotel o escondiéndose en
las otras tiendas cercanas—. En lenguaje fronterizo, te desafío, señor
alcalde, pero lo hago de la manera que tú dijiste que era necesario para
un cambio en el gobierno. Te desafío por el dominio, y los humanos
residentes de Bennett están detrás de mí.

Tolya miró a los hombres con Parlan.

—No veo residentes, señor Blackstone. Veo extraños que han venido
a la ciudad en los últimos días. Vagabundos. Forajidos.

—Humanos buscando un nuevo comienzo —respondió Parlan.


—Humanos que no han hecho ningún esfuerzo por venir a mi oficina
y preguntar por los trabajos disponibles.

Igualo y subo, pensó Parlan.

—Humanos que tomarán su lugar en la sociedad de Bennett tan


pronto como haya un gobierno humano.

—No habrá un gobierno humano —dijo Tolya—. Esta ciudad existe


con el permiso de los Antiguos, y seguirá existiendo solo mientras esté
gobernada por los Terráneos. Si logras formar un gobierno humano,
condenas a todos los humanos que viven aquí, incluidos tú y tu
delegación.

¿Qué hacer? Parlan sintió la tensión en Lawry, tuvo la sensación de

536
que los hombres detrás de él ya no lo respaldaban.

Tolya lo estudió.

—No puedes ganar. Tu única opción es...

Al escuchar una voz femenina familiar proveniente de la dirección


de la entrada trasera del banco, Stazia Sanguinati fluyó sobre el
mostrador y cambió a la forma humana de la cintura para arriba.

—No creo que estén abiertos. —La mujer sonaba sin aliento y
asustada—. No creo... oh. Hola.

Uno de los limpiadores que trabajó con Abigail Burch. Una mujer
tímida que venía todos los firesday a cobrar su cheque de pago y
depositaba una pequeña cantidad en una cuenta de ahorros. Usualmente
ella venía sola. Hoy, cuando no debería estar aquí, entró con dos
hombres. El más alto tenía una mano envuelta alrededor del delgado
brazo de la mujer.

—El banco está cerrado hoy —dijo Stazia, y se preguntó cómo


habían entrado cuando estaba segura de que había cerrado las puertas
delantera y trasera.

—Está bien —dijo el más alto—. No somos clientes.


Cuando el más bajo levantó su arma y disparó, Stazia cambió la
parte superior de su cuerpo a su forma de humo. Ese cambio podría
hacerse en unos momentos.

Pero esta vez, ella no fue lo suficientemente rápida.

Disparo. Cruzando la calle. Un disparo.

Los humanos miraron hacia el banco.

537
En ese momento, cuando el Cuchillo miró hacia otro lado en lugar
de mirarlo, Virgil cambió a su verdadera forma y corrió. Una bala zumbó
debajo de su cola, pero el Cuchillo no pudo verlo, ya no tenía idea de su
tamaño o su velocidad.

Blackstone y los otros enemigos disparaban ahora a cualquier cosa.

Todo.

Virgil golpeó a uno de los hombres a toda velocidad, derribando al


enemigo. Rasgó la mano, la muñeca. Desgarro en la cara y la garganta.
Luego saltó mientras otros enemigos disparaban a sus propios
compañeros mientras intentaban dispararle. Pero se había ido otra vez,
corriendo, cargando, cortando.

Más enemigos entraron en la plaza, disparando a todo. Sangre y


plumas en el suelo cuando otros Terráneos entraron en la lucha. Un
Coyote gritó de dolor.

No pensaba en Tolya o Yuri. No pensaba en Kane ni en la lobezna.


No podía. Demasiados enemigos ahora, y él estaba luchando solo,
separado de su manada.

Pero seguiría luchando, seguiría matando, hasta que el enemigo


tomara su último aliento.
—¡Me engañaron! —lloró Abby—. Me engañaron para que les dijera
tu nombre.

Barb dejó caer el teléfono y corrió hacia la puerta principal,


olvidando lo que su hermano le había dicho acerca de encontrar refugio
en situaciones peligrosas… solo pensando en ayudar a una amiga que
estaba en problemas.

Cuando llegó a la puerta de pantalla, dudó y vio los siguientes


momentos como un montaje de pesadilla.

¡Bang! Abby cayendo, una flor roja extendiéndose sobre la parte


delantera de su vestido.

Kane irrumpió a través de la puerta de pantalla de la casa de Maddie

538
tan rápido que el hombre no tuvo tiempo de darse la vuelta y disparar
antes de que los dientes del Lobo se cerraran en un brazo y tiraran al
hombre hacia abajo.

¡Bang! El arma se disparó cuando el hombre cayó.

Kane atacando al hombre, cerrando los dientes en la garganta del


hombre al mismo tiempo que el hombre puso su mano debajo del vientre
del Lobo, y…

¡Bang! ¡Bang!

Silencio.

Silencio y...

Había un agujero en la puerta de pantalla lo suficientemente grande


como para dejar entrar a las moscas. ¿Por qué había un agujero en...?

En el momento en que escuchó el disparo, Tolya supo lo que


sucedería.

Lo que tenía que pasar.

Él y Yuri se volvieron humo y corrieron al árbol más cercano un


instante antes de que Parlan y los otros hombres comenzaran a disparar.
Un Cuervo voló hacia ellos.

«Los humanos se esconden con los cab…».

Un disparo desde la dirección dla caballeriza. El Cuervo cayó.

Disparos al final de la plaza, donde Saul y Joshua habían estado


vigilando. Más enemigos debieron haberse deslizado a la ciudad y los
rodearon.

No llamó a los otros Sanguinati. Algunos de ellos no responderían,


y él no quería saberlo. Pero sentía un odio por los humanos que era más
profundo y más negro que cualquier cosa que hubiera sentido antes.

Manteniéndose cerca del suelo, él y Yuri cruzaron la calle corriendo

539
y se abrieron paso entre las plantas de bajo crecimiento que salpicaban
el área entre el establo y la herrería. Al llegar al establo, fluyeron
alrededor del edificio y sobre el alféizar de una ventana abierta en la pared
del fondo.

Los dos hombres con rifles que usaban las puertas del establo para
cubrirse nunca se dieron cuenta de que los Sanguinati estaban allí hasta
que Tolya y Yuri cambiaron a la forma humana de la cintura para arriba
y arrancaron las gargantas de los humanos.

Scythe escuchó el primer disparo y abandonó las servilletas que


había estado doblando, una actividad humana inútil que Candice
Caravelli le había asegurado que daría la impresión de que estaba
ocupada por una tarea necesaria si alguien entraba en el salón. Después
de ordenarle a Candice que fuera a su camerino y se quedara allí, Scythe
había tomado una posición al final del salón.

Ahora, bajo el sonido de disparos en la plaza, escuchó el leve sonido


de una bota en el piso de madera, proveniente de la salida trasera del
bar.

Su cabello se volvió completamente negro y enrollado mientras se


movía silenciosamente en posición.
El arma y la mano del arma entraron primero en la habitación
principal. Luego el brazo.

Finalmente el resto del hombre apareció a la vista… y la vio.

Ella lo miró a los ojos y absorbió cada gota de su energía vital antes
de que cayera al suelo.

Muerto. Completamente cosechado. Todavía…

Recordando cómo se hacía en las historias fronterizas, Scythe pisó


su arma y la movió fuera de su alcance.

Estaba saciada, una sensación que no había disfrutado en mucho


tiempo. Se sentía delicioso, pero... ¿tal vez estaba un poco demasiado

540
saciada? Si más presas se cruzaban en su camino, no sería capaz de
absorber suficiente energía vital para hacer más que un pequeño daño, y
había muchos enemigos luchando con los Lobos y Sanguinati.

Miró el arma. De seis rondas al igual que en las historias fronterizas.


Retiró el martillo, apuntó al hombre ya muerto y disparó.

El sonido lastimó sus oídos, pero la acción fue bastante simple.

Mientras se movía hacia las puertas de entrada del salón, su cabello


negro ganó algunos hilos rojos. Estaba demasiado llena para ser
instantáneamente letal si alguien la miraba, pero aún podía tomar
suficiente energía vital para confundir a su enemigo, y el arma haría el
resto.

Jana giró hacia su calle y apretó los frenos cuando Kane entró por
la puerta de la casa de Maddie y atacó al hombre armado.

¡Bang!

¡Bang! ¡Bang!

Tirando la palanca de cambios a estacionar, Jana salió del vehículo


y usó la puerta del coche para cubrirse mientras sacaba su propia arma
y gritaba:

—¡Policía!
Sin sonido. Sin movimiento. Nada.

Abby también estaba en el suelo, pero Jana corrió hacia Kane y el


hombre, necesitando desarmar al asaltante en caso de que estuviera
herido pero aún con vida.

Tal vez su presencia fue percibida como una señal de que estaba
bien salir. O tal vez había pasado tan poco tiempo que la gente acababa
de sacudirse el miedo. De cualquier manera, cuando llegó a Kane y vio
que el asaltante se había desangrado por una garganta desgarrada,
Hannah y Sarah Gott corrían hacia ella, y Evan y Kenneth se
apresuraban a ver a Abby.

Enfundando su propia arma, Jana tocó el hombro del Lobo mientras


miraba a los ojos sin ver.

541
—¿Kane?

Ya ido.

Muerto en el cumplimiento del deber. No estaba segura de que eso


fuera un consuelo para nadie, y se le ocurrió que la primera vez que tenía
que notificar a un pariente más cercano, le estaría diciendo a Virgil que
su hermano había muerto.

Después de sacar a Kane del hombre lo suficiente como para


asegurar el arma, miró a Evan y Kenneth.

—¿Abby?

Evan sacudió la cabeza.

Algo no estaba bien. Más que los tres cadáveres. Alguna cosa…

Los frenéticos ladridos de Rusty finalmente llegaron a ella.

—¿Barb? —gritó—. ¡Barb!

¿Cuántos disparos habían sido disparados?

Jana corrió hacia su propia casa, abrió la puerta de pantalla y...

—¡Barb!

Llegando justo detrás de Jana, Hannah se quitó el delantal, lo dobló


rápidamente y se agachó junto a Jana, diciendo:

—Usa esto para la herida. Está recién lavado.


Presionó la tela contra la herida.

—Tenemos que llevar a Barb al médico. —Excepto que el edificio


médico estaba en la plaza del pueblo, justo en el medio de la pelea.

Evan se apresuró.

—Teníamos un presentimiento, así que Barb llamó al médico justo


antes de todo esto... al menos uno de los médicos estará en el hospital
hoy.

Los muertos tendrían que esperar.

—Ayúdenme a cargarla en mi vehículo. No podemos esperar a la


ambulancia.

542
Evan y Kenneth llevaron a Barb mientras Jana mantenía la presión
sobre la herida lo mejor que podía.

—Iré contigo —dijo Hannah—. Sarah llevará a tu cachorro y al


pájaro a nuestra casa, y limpiará...

—¿Algo que podamos hacer? —preguntó Evan después de que él y


Kenneth lograron que Barb se acomodara en la parte de atrás con
Hannah ahora aplicando presión sobre la herida, mientras que Jana se
limpiaba las manos en sus vaqueros, manchándolos con sangre antes de
ponerse al volante.

—Llamen a los vecinos y asegúrense de que nadie más haya


resultado herido —dijo Jana, poniendo el coche en marcha—. Y quédense
adentro hasta que esto termine, a menos que tengan que correr.

Luego volvió a poner el vehículo en estacionar y salió gritando:

—¡Aire! ¡Aire, necesito que envíes un mensaje!

Aire apareció. Miró al Lobo en la calle.

—Virgil está luchando.

—No es necesario que le digas nada a Virgil. —Jana señaló hacia


Elder Hills—. ¿Puedes enviarles un mensaje?

—Sí. Pero están tratando con humanos que están en su territorio.


No están luchando dentro de los límites de la ciudad.

—Diles... —Jana luchó para respirar más allá de un repentino


torrente de ira hacia los seres que ignoraban los límites siempre que les
convenía, pero que ahora no podían molestarse—. Diles que si no quieren
que muera el resto de los Lobos, será mejor que... ¡a la mierda los límites
y que peleen!

Se subió a su vehículo y se fue.

Oh dioses, oh dioses, oh dioses. ¿Realmente dijo eso? Bueno, los


Antiguos no reconocerían la palabra con M, ¿verdad? ¿Y qué diferencia
habría si lo hicieran? ¡Necesitaban dejar de olfatear sus propias colas y
hacer algo!

Mientras corría hacia el hospital, Jana se dio cuenta de que Virgil


no era la única notificación que tendría que hacer ese día. Tendría que
contarle a Kelley sobre Abby. Y mientras conducía, rezó para que no
tuviera que enviar ese tipo de mensaje al oficial de policía de Lakeside

543
Michael Debany.

Sus pasos llenaron la calle de un silencio extraño y terrible mientras


avanzaban sin ser vistos hacia los cuerpos, Wolfgard y humanos.

No habían necesitado a Aire para entregar un mensaje. Habían


estado lo suficientemente cerca como para escuchar el aullido de esa...
hembra... que se atrevió a desafiar los dientes y las garras de Namid. No
entendieron todas las palabras, pero entendieron el tono.

¿La hembra no quería límites? Entonces no habría límites. Y el


primer humano con el que tratarían...

El terrible olisqueó los cuerpos y aspiró el aroma de esa hembra. No


necesitaban seguir el rastro de la caja de metal, por lo que se unirían a
la lucha en el centro del territorio Sanguinati y Wolfgard. Tarde o
temprano esa hembra vendría al abrevadero... y él la encontraría.

—Tenemos compañía. —Tobias quitó el pie del acelerador y tocó el


freno.

—No tenemos tiempo para esto —espetó Jesse. Entonces vio lo que
Tobias debió de sentir momentos antes: el caballo y el jinete en medio del
camino.

—Hagamos tiempo para él. —Detuvo la camioneta y bajó la


ventanilla.

Sí, pensó Jesse mientras observaba a Fuego y un caballo marrón


con una melena y una cola gris tormenta moverse junto a la camioneta.

Fuego se inclinó para mirarlos a los dos.

—No quieren ir a Bennett hoy.

544
Jesse se inclinó sobre Tobias.

—Tenemos que. Una pelea va a suceder hoy.

—Ya ha empezado.

Oh dioses ¿Cuánto del dibujo de Esperanza Wolfsong se hará


realidad?

—¿De dónde vienen los otros humanos? —preguntó Tobias—. ¿Cuál


dirección? ¿Norte o sur?

—Ambos. Los Sanguinati y Wolfgard son muy pocos para luchar


contra tantos humanos.

Jesse estudió al Elemental.

—¿No puedes ayudar?

Fuego la miró a los ojos.

—Si se nos pide, ayudaremos. Ese fue nuestro acuerdo con los
Antiguos.

Se trataba de salvar Pradera de Oro, no solo el pueblo sino el rancho


y las granjas que formaban parte de él. Se trataba de salvar a Bennett y
los amigos que vivían allí. Se trataba de tomar una decisión que le
arañaría el corazón y destrozaría su sueño durante años, si no para
siempre.

—Una bengala roja significa que necesitamos ayuda —dijo en voz


baja—. Eso es correcto, ¿no?
Fuego asintió. Su corcel se movió a un lado del camino para dejarlos
pasar.

—¿Por qué le preguntaste sobre la bengala? —preguntó Tobias un


minuto después cuando dobló por una calle que estaba a un par de
cuadras del Templo Universal, luego se estacionó frente a una casa—.
¿Mamá? ¿Qué estás pensando?

Jesse no dijo nada, solo cargó la bengala roja antes de deslizar la


pistola de bengalas en su mochila. Luego tomó su rifle y salió de la
camioneta.

Dándole una mirada preocupada, Tobias cargó una bala en su


propio rifle tan pronto como se unió a ella.

545
—Tenemos que evitar que los refuerzos lleguen a la plaza del pueblo
—dijo.

La más breve vacilación.

—Entonces será mejor que nos movamos.

Se dirigió al templo y Jesse se preguntó si su hijo sabía lo que estaba


a punto de hacer.

Tolya fluyó a lo largo de las ramas de los árboles, buscando a Parlan


Blackstone. Los humanos se habían dispersado, escondiéndose en los
portales y a lo largo de los lados de los edificios, disparando sus armas
al azar a cada ser peludo o emplumado. Cuervos, Halcones y Águilas se
habían convertido en brumas y plumas sangrientas. Al menos un Coyote
estaba muerto cerca del estanque.

Y los forajidos seguían llegando.

No sabía dónde estaba Virgil o Saul, pero había visto a algunos


humanos tratando de alejarse de la plaza con los vientres desgarrados o
los isquiotibiales cortados por dientes afilados. Tampoco sabía dónde
estaba Yuri.

Nicolai no le contestaba. Tampoco Stazia. ¿Muertos? ¿O demasiado


concentrados en la caza para responder?

Al ver a uno de los machos que había estado con Parlan Blackstone
cuando el humano había hecho el desafío, Tolya fluyó por el lado oscuro
del tronco del árbol más cercano a su enemigo. Luego dudó. ¿Por qué un
enemigo simplemente se quedaría allí a menos que...?

Invirtiendo la dirección, Tolya regresó al árbol y vio a uno de los otros


humanos esperando que uno de los Terráneos intentara que el hombre
actuara como cebo. El humano con el rifle estaba tan concentrado en
disparar lo que venía por el cebo que no notó el humo en la base de un
árbol, no notó que se movía por su pierna, moviéndose en una larga
rasgadura en los vaqueros del hombre.

El humano no notó nada hasta que se tambaleó por la rápida

546
pérdida de sangre.

Ese fue el momento en que Tolya fluyó por el árbol, formó manos y
antebrazos sólidos, y rompió el cuello del cebo.

Un disparo. Una picadura.

Tolya soltó el cuerpo y corrió hacia el árbol para cubrirse de las


ramas, y vio parte de su dedo tirado en la hierba de abajo.

Malditos vampiros, pensó Parlan mientras extraños focos de niebla


comenzaron a llenar la plaza, convirtiendo una pelea que había durado
más de lo que debería en un juego de escondidas lleno de balas. Tenían
que terminar esto, tomar el control de la ciudad. Todo lo que tenían que
hacer era matar al alcalde y al sheriff… y no podía encontrar ninguno de
ellos.

Y tenían que terminar esta pelea antes de quedar tan confundidos


por la niebla que comenzaran a dispararse mutuamente por error.
Jana se alejó del hospital. Ambos médicos estaban allí, así como la
enfermera/partera. Había otros autos en el estacionamiento, junto con
una camioneta que pertenecía a Fagen.

Esperaba que esos autos no pertenecieran a personas que habían


resultado heridas.

Esperaba que Barb no necesitara más ayuda de la que los médicos


podrían proporcionar.

Luego dejó de esperar sobre cosas en las que no podía influir y puso
toda su energía en llegar a la plaza del pueblo a tiempo para ayudar a
Virgil.

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Tobias se agachó detrás de un automóvil abandonado y abrió y cerró
la mano cuatro veces.

Veinte hombres en el estacionamiento detrás del Templo Universal


y el centro comunitario, listos para moverse y unirse a la lucha en la
plaza del pueblo.

Veinte hombres. Veinte vidas contra el destino de dos pueblos, y


todos los demás humanos que dependían de esos pueblos existiendo.

Jesse sacó la pistola de bengalas de su mochila.

—¿Mamá? —susurró Tobias—. ¿Qué estás…?

Su hijo era un buen hombre. Ella no quería esto en su conciencia, y


no quería que él la detuviera. Por eso estaban aquí. Esto es lo que
marcaría la diferencia.

Se puso de pie y apuntó la pistola de bengalas al centro


comunitario… y disparó la bengala roja que era una llamada de auxilio.

Se dejó caer al suelo cuando algunos hombres comenzaron a


dispararle.

Luego dejaron de disparar porque...

—Bájate, Tobias. ¡Abajo!


Jesse se presionó contra el suelo y tomó la mano de su hijo. Lloró
mientras escuchaban a los hombres gritar.

Mientras escuchaban a los hombres arder.

Dejando el auto cerca del establo, Jana corrió hacia la plaza del
pueblo.

Los disparos esporádicos significaban que no quedaban muchos de

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los forajidos en la pelea o estaban dudando porque las corrientes de
niebla que se concentraban en la plaza dificultaban distinguir a un amigo
del enemigo.

¿Fue un gruñido familiar? Sacando su arma, Jana se movió hacia el


sonido.

Mientras rasgaba y rasgaba la carne de los enemigos, el terrible


captó el aroma de esa hembra. Un leve aroma, pero ninguno que él
olvidaría.

Arrojando a un lado la carne, entró en la plaza del pueblo.

Finalmente, finalmente, había acorralado al retador, la razón de toda


esta miseria.

Gruñendo, Virgil cambió a su forma de Lobo porque quería que este


enemigo viera lo que le arrancaría la garganta. Se acercó a Parlan
Blackstone, quien dejó caer sus armas y retrocedió.
John se acercó a la derecha de Virgil, y los dos Lobos se centraron
en empujar al enemigo hacia atrás y hacia atrás y hacia atrás.

Entonces el viento cambió, llevando el olor de un enemigo detrás de


ellos.

¡Trampa!

«¡Corre!», le gruñó a John, saltando a un lado cuando Parlan sacó


una pequeña pistola y disparó.

Virgil rodeó un árbol y corrió directamente hacia el hombre bajo que


había estado en el bar con Blackstone y había aullado de abandonar sus
armas. Golpeó al hombre con tal velocidad y fuerza, cuando sus
mandíbulas se cerraron sobre un brazo y usó su propio peso para arrojar

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a la presa al suelo, sintió el hombro de la presa desgarrarse.

Dos armas dispararon en rápida sucesión. Una bala cayó al suelo


justo al lado de su pata delantera derecha. La otra…

Vio caer a otro enemigo, oyó a Jana gritar su nombre.

Y escuchó otro disparo.

Esa pequeña derringer podría volar la pierna de un caballo… o un


Lobo. Parlan observó al Lobo luchando por levantarse sobre sus tres
patas restantes.

Se había quedado sin municiones, pero la pelea había terminado.


Tenía que haber terminado.

Luego vio que el maldito sheriff derribó a Eli Bonney, vio que el
disparo de Frank Bonney erraba al Lobo cuando Frank recibió una bala
en el pecho.

Entonces vio el humo, percibió un olor a algo que le hizo pensar en


ferias rurales cuando se encendían esas enormes parrillas para cocinar
un montón de carne.

Parlan lo supo entonces. Tenía que salir de esta jodida ciudad.


Se dio la vuelta, con la intención de correr hacia el lugar de alquiler
de autos al lado de la estación de tren, y miró a los ojos negros de una
mujer con el cabello negro en espiral que tenía finas rayas rojas. Luego,
un agotamiento repentino lo puso de rodillas.

Jana vio a Virgil tirar a un hombre al suelo. Vio a otro hombre


apuntar al Lobo.

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Cuando levantó su arma y disparó contra el hombre, gritó:

—¡Virgil!

Algo la golpeó en el costado y la derribó. Le quitó el arma de la mano.

Trató de alcanzar su arma, pero su cuerpo no se movía bien.

Jadeando, miró al hombre que se le acercó con una sonrisa en su


rostro y una pistola apuntando a su corazón.

El aire detrás de él brillaba, como el calor. Entonces…

Él debió de sentirlo, trató de girar y disparar. Pero fue demasiado


rápido, tan rápido, y lo agarró por el torso y los muslos, lo levantó como
si un hombre adulto no pesara nada y...

Cuando era una niña, tenía un conjunto de cuentas pop: cuentas de


colores que se podían juntar y separar para hacer muchas combinaciones
de collares y pulseras, y cuando las separaba, formaban un distintivo
sonido de estallido

Escuchó ese sonido ahora mientras la columna vertebral de un


hombre explotaba, cuando su cuerpo se partió por la mitad.

La sangre inundó ese cuerpo, formando un charco. Rojo rojo rojo.

El Anciano que tomó una forma visible se paró sobre dos patas:
peludo y con colmillos, con garras y enorme. Una pesadilla que los
humanos nunca deberían ver. La miró mientras sostenía las dos mitades
del hombre.
Esto es lo que esa mujer vio cuando mató a su esposo, pensó Jana.
Por eso se suicidó.

Mostró sus dientes y sintió que su gruñido retumbaba en el suelo


debajo de ella.

Dio un paso hacia ella, todavía sosteniendo a su presa.

Entonces Virgil estaba allí, de pie sobre ella, gruñendo en desafío


mientras enfrentaba al Anciano.

—Virgil —susurró—. Corre. —Ella no podía ayudarlo, y no podía


escapar. Lo mejor que podía hacer por el resto de los cambiaformas era
alejarse de un depredador que podía romperlo tan fácilmente como
destrozó al hombre—. Corre.

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Por supuesto, Virgil, siendo Virgil, no corrió. Él solo gruñó más
fuerte.

Estúpido Lobo.

Lo último que vio antes de que su visión se desvaneciera fue el pie


de Virgil demasiado cerca de su cara… y ese terrible Anciano que se
alejaba con su presa.
552
Frais 1, watersday

—Hembra estúpida. Crees que eres una gran depredadora que


puede ignorar las armas y desafiar a los dientes y garras de Namid. Pero
tú no eres una gran depredadora. Eres una pequeña depredadora inflada
de coraje.

Oh, cielos, pensó Jana mientras se daba cuenta de los sonidos, y el


dolor, de nuevo. Virgil está despotricando.

—… inflada de coraje.

Peor aún, la diatriba parecía estar en un bucle continuo.

—¿Qué pasó? —preguntó ella, apenas capaz de escuchar sus


propias palabras.

El rostro de Virgil estuvo repentinamente cerca del suyo, sus ojos


ambarinos parpadeando rojos de ira.

—Tú. Recibiste. Un. Tiro.

Se acordó de eso. Recordó el dolor, el hombre que iba a terminar


matándola, y la pesadilla peluda que caminaba sobre dos piernas.

—Lamí la herida para limpiar —dijo Virgil.

Bien, no iba a pensar en eso, sobre todo porque se sintió desfallecer.


Agotada.
—¿Por ambos costados?

—¿Qué?

—¿La bala me atravesó?

—No. Se quedó atorada en ti. La saqué.

—¿Cómo? —¿Por qué estaban los últimos pensamientos de su vida


siendo alimentados por el morbo?

—Con. Mis. Dientes.

Ella lo miró fijamente cuando él mostró los dientes. Tenía algo


atrapado entre ellos, como un poco de verduras. Excepto que no era
lechuga o espinacas o cualquier cosa benigna. Parecía carne. Carne.

553
Suya.

—¡Jana! —Virgil ladró su nombre y esperó, observando.

Su hermana de manada había desfallecido de nuevo. Ida.

Se inclinó más cerca. Sintió la respiración poco profunda en el


rostro.

—¡Jana! —Otra voz llamándola por su nombre.

Miró hacia arriba y vio a Tobias corriendo hacia ellos.

El hombre se arrodilló, inclinó su cara a la de Jana. Dolió ver la


expresión de alivio en el rostro del humano.

—Ella todavía está con nosotros —dijo Tobias, mirando a su


alrededor.

—La mayor parte de los Wolfgard estaban muertos cuando Kane y


yo volvimos a la sala después del ataque de los humanos de HPU —dijo
Virgil suavemente—. Los cachorros estaban muertos. Mi compañera…
lamí la herida, pero no sirvió de nada. No pude arreglar a mi compañera.
Todo lo que pude hacer fue quedarme con ella hasta que ya no estaba
allí. —Miró a Jana—. No puedo arreglar a mi hermana de manada
tampoco, pero me quedaré con ella hasta que ya no esté aquí.

—Virgil.

Virgil miró al hombre.

—Kane no contesta cuando llamo.

—Virgil, Jana no es un lobo. —Urgencia lleno voz de Tobias—. Jana


es humana, y el sanador humano está en el hospital ahora mismo
curando a las personas lesionadas en la lucha. Ayúdame a salvarla,
Virgil. Ayudarme a salvar a Jana.

¿Ellos podrían salvarla?

554
Virgil se levantó de un salto y corrió hasta el borde de la calle para
mirar a su alrededor. El caballo que no era carne sería capaz de correr
rápido al foso del sanador humano, pero…

Al ver la camioneta que venía hacia él, salió a la calle. La camioneta


se detuvo con un chirrido. El conductor se levantó a sí mismo a mitad de
camino por la ventana.

—Dioses, Virgil —gritó Zeke—. ¿Qué…?

Antes de que Virgil pudiera gruñir una orden o morder a los


humanos que miraban más allá de él, más allá de él, y ahora estaban
saliendo a trompicones de la furgoneta, oyó movimiento detrás de él y se
volvió a enfrentar la amenaza.

No era una amenaza. Era Tobias, llevando a Jana.

—Zeke, voy por las puertas —dijo Larry.

Zeke esquivó a Virgil, que le permitió esquivarlo, y corrió hacia


Tobias.

—Oh dioses —dijo Zeke, mirando a Jana.

—No se puede esperar a la ambulancia —dijo Tobias.

—¡Vamos, Larry! Pon algunas de esas sábanas que recogimos ayer.

Cuando Tobias y Zeke la levantaron en la furgoneta, Jana se quejó


de dolor.
Gruñendo, Virgil cambió a Lobo, listo para hacer frente a cualquier
humano que lastimara a la lobezna.

Entonces Zeke saltó de la parte trasera de la furgoneta y Tobias dijo:

—¿Virgil? ¿Vienes?

Él dudó. «¿Kane?». No hubo respuesta. «¿John?». No hubo


respuesta.

«¡Virgil!», llamó Yuri. «Candice Caravelli encontró un auto con las


llaves dentro. Estamos llevando a John al veterinario. Le falta una pata.
No sabemos… voy a protegerlo».

«Entonces, yo ayudaré a proteger a la lobezna, mientras que ella está

555
aquí».

«¿Jana…?».

No quería decir más, no quería pensar. Saltó a la parte trasera de la


furgoneta, con cuidado de no pisar a la madre humana de Rusty, que
sangraba de nuevo.

Zeke cerró las puertas. Un momento después, la camioneta se


sacudió hacia delante, casi tirando a Virgil de sus pies. Se tumbó en el
otro lado de Jana, dándole las únicas cosas que podía, calor y compañía.

Jesse se acercó a la plataforma de la estación. No había visto a Tolya


mientras ella y Tobias fueron desde el extremo sur de la plaza mayor de
Bennett hasta el extremo norte. Tobias se había dirigido hacia fuera para
ayudar a Jana. Ella continuó por su cuenta a la estación de tren.

¿Cuántos Terráneos habían luchado aquí? Le dio un rodeo a los


muertos, moviendo automáticamente las armas fuera del alcance de la
mano mientras caminaba. No creía que todas estas muertes habían sido
hechas por los Antiguos. Los cuerpos estaban demasiado intactos para
ser el trabajo de los dientes y las garras de Namid.
Alguien gimió dentro de la parte de la estación que almacenaba los
paquetes y otros tipos de carga.

A juzgar por las cajas rotas, una parte de la lucha había sucedido
aquí, y la lucha había sido feroz.

Encontró Halcones, Cuervos y Cornejos. Algunos estaban en su


forma de pluma. Otros estaban en su mayoría en forma humana, si no
mirabas a las cabezas con picos o los pies que tenían garras lo
suficientemente grandes como para destripar un hombre. Todos estaban
muertos por heridas de bala.

Luego encontró a Nicolai Sanguinati. Un lado de su cara estaba


enmascarada por la sangre, y su respiración era áspera. Él se quedó
mirándola y poco a poco le enseñó los dientes, dejando al descubierto un

556
colmillo que se había roto en algún momento.

—Nicolai. —Jesse mantuvo su voz firme, como cuando Tobias había


intentado montar un potro tierno y terminó con una pierna rota—. Soy
Jesse Walker. ¿Me recuerdas?

¿Podría un Sanguinati tener una conmoción cerebral? ¿O daño


cerebral? Nicolai parecía que había recibido un terrible golpe en la
cabeza, pero podría estar paralizado de alguna lesión que no podía ver. Y
lo que podía ver de él atormentaría sus sueños por mucho tiempo.

—Yo… recuerdo. —Cada sílaba tomó esfuerzo.

—Bien. Voy a salir por un minuto y encontraré ayuda. Entonces,


volveré y me quedaré contigo.

Un rápido vistazo alrededor confirmó que el teléfono que había


estado en el mostrador había sido aplastado y el cable había sido
arrancado de la pared. Jesse dio un par de pasos hacia el lado de
pasajeros de la estación, luego sacudió la cabeza. Incluso si el teléfono
funcionaba, tenía la sensación de que no habría nadie contestando el
teléfono hoy.

Parándose fuera de la estación, silbó, el sonido fuerte y agudo que


había dominado hace años para llamar a un niño para la cena.

Pájaros circularon por encima de ella. Ravengard tal vez. Buitres,


más probable. Pero los buitres eran pájaros ordinarios, no Terráneos, y
nada respondió a su silbido hasta que…
No reconoció al hombre y la mujer que se acercaron a ella con
cautela. No había heridas visibles, pero se imaginó que la mayoría de la
gente en Bennett no usaba armas de fuego y se habrían quedado fuera
de la pelea. No como en las historias de la frontera donde los ciudadanos
agarraron palas y horcas para ayudar a defender su ciudad. Pero la dura
verdad es que cualquier humano que hubiera recogido un arma hoy
habría sido visto como un enemigo.

—¿Quiénes son ustedes? —preguntó.

—Craig y Dawn Werner —respondió el hombre.

—¿Están heridos?

Ellos negaron con la cabeza mientras miraban todos los cuerpos en

557
la plataforma.

—Los necesito para encontrar a uno de los Sanguinati. Cualquiera


de ellos servirá. Prueben en el hotel, la oficina del alcalde, o el salón. Si
no pueden encontrar a uno de ellos en esos lugares, sigan buscando.
Diles que Nicolai está en la estación de tren y necesita un poco de ayuda.
—Nicolai necesita mucha ayuda, pero estaba segura de que Tolya
preferiría tener las lesiones minimizadas.

—Está bien —dijo Dawn—. ¿Hay algo que podamos traer para ti?

—Agua.

Salieron apresurados, y Jesse volvió rápidamente con Nicolai.

Sin saber lo que estaba mal con él, se quedó fuera de su alcance.
Pero también se quedó a la vista para que supiera que no estaba solo.

Unos minutos más tarde, Tolya entró.

Jesse sintió un momento de alivio, incluso de alegría, de verlo antes


de que ella registrara lo que estaba viendo, o no ver en sus ojos oscuros.

Este era un macho Sanguinati sin ninguna pretensión de la


humanidad. Oh, la forma era todavía lo suficientemente humana, pero
era un depredador quien la miraba.

—Nicolai necesita tu ayuda —dijo.

Él bajó la cabeza en el más mínimo reconocimiento, sus ojos nunca


dejaron su rostro, sin perder nunca el conocimiento de sus manos, y el
rifle que sostenía.
Mantuvo el arma apuntando hacia el suelo, se movió lentamente
hacia la puerta. Él giró con ella, manteniéndola a la vista, su atención
nunca vacilante.

Depredador. Otro.

Y ella era una humana, una de los que desconfiaba.

Le sorprendió lo mucho que dolió.

No quería creer que él y el resto de los Terráneos se hubieran


convertido en enemigos de los humanos que vivían en Bennett y la
Pradera de Oro, pero no estaba segura de que fuera cierto.

¿Qué le había costado al Terráneo ganar esta pelea, y qué habían

558
perdido los humanos?

Virgil salió del hospital. Lugar apestoso. Seguía haciéndole


estornudar.

Él podría haber ayudado a mantener la herida limpia, pero el


sanador humano no le permitió entrar a la sala de reparación, le dijo que
tenía que esperar.

Le habría destrozado la pierna al tonto si el sanador no hubiera


hecho esperar a Tobias fuera de la habitación también.

Fue a llamar a su hermano, luego se detuvo, ya sabiendo que no


habría respuesta. ¿Y John? Un lobo con tres patas no podría sobrevivir
en el país salvaje, incluso con la ayuda de la manada. No estaba seguro
de que John pudiera sobrevivir en este lugar humano tampoco.

Algo aulló. Un sonido profundo. Distante.

Virgil se estremeció. Incluso los cambiantes no querían acercarse a


esa forma de Antiguo. Pero no iba a permitir que el aullido quedara sin
respuesta, porque la lobezna había desafiado al terrible, había sido la
razón por la que los Antiguos habían atacado al enemigo dentro de los
límites de la ciudad. Si él no respondía ahora, los dientes y las garras de
Namid volverían a bajar de las colinas, y después de que todos los
humanos hubieran muerto, todos los Terráneos regresarían al país
salvaje y dejarían este lugar para los carroñeros.

Todos los seres humanos, entre ellos su hermana de manada. Eso


no lo permitiría.

¡Arroo! Estoy aquí. ¡Arroo!

Estoy aquí. Estoy aquí. Estoy aquí.

Solo.

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—Vamos, querida. Hora de despertar. —La voz de Tobias, cálida y
persuasiva.

—Hembra estúpida piensa que es un gran depredador… pequeña


depredadora… inflada de coraje. —Virgil. Todavía en una diatriba.

Jana trató de moverse. Gran error.

—Duele —susurró.

—¡Por supuesto que duele! —dijo Virgil desde algún lugar que no
podía ver—. Te. Dispararon.

Tobias miró hacia la puerta.

—No ayudas, Virgil.

Virgil simplemente gruñó.

Disparo. Sí. Ella recordó. Se había desmayado. Debilitada. ¿Ahora?

—¿Qué tan grave?

—Bueno, oficial, fue un poco más que una herida superficial. —


Tobias dijo las palabras ligeramente, pero ahora que podía concentrarse
lo suficiente para ver su rostro, podía decir que el esfuerzo por
mantenerlo ligero le estaba costando, porque no duró—. Has perdido
mucha sangre. Sin embargo, el Doc te curó y dijo que la bala no golpeó
nada vital. Estarás aquí por un día o dos para que el Doc pueda mantener
un ojo en ti, y luego te harás cargo del trabajo de oficina por un tiempo
una vez que regreses al trabajo. —Se detuvo—. Una cosa acerca de la vida
en torno al Intuye. Un montón de personas se presentaron en el hospital,
diciendo que tenían una sensación de que los médicos necesitaban ayuda
y los pacientes sangre. —Tobias alcanzó algo en la bandeja de cama
colocada sobre sus rodillas—. Podría haber habido preocupaciones sobre
el abastecimiento de sangre del hospital, pero mira lo que Fagen y su
equipo de salvamento de alimentos se encontraron para ayudar a los
pacientes en su recuperación. —Levantó un contenedor lleno de una
sustancia verde.

—¿Nadie asaltó las cocinas aquí y se llevó la gelatina verde?

—Nop. El hospital cuenta con su asignación completa de esas cosas.

560
—Hurra. —Bromas ligeras. Un esfuerzo por no decir nada
importante—. ¿Barb?

—Ningún Doc aquí es un cirujano, pero consiguieron sacar la bala.


Barb podría tener algunos problemas con ese brazo y el hombro, pero el
Doc espera que sane bien.

—El consultorio fronterizo.

—No fue tan malo. Instalación moderna, o tan moderna como un


lugar como Bennett podría permitirse tener, y un montón de gente para
ayudar. Ella va a estar bien. Al igual que tú.

—Su familia vive en Lakeside. Alguien debería decirles.

—Tolya se encargará de eso.

Oyeron a Virgil gruñir, un sonido que se intensificó varias veces


desde su habitual saludo hostil. Y escuchó a alguien decir:

—Es la hora de su medicamento para el dolor, así que mueve tu


peludo trasero.

Jana miró a Tobias. Tobias la miró. Ambos miraron hacia la puerta


cuando Sarah Gott entró en la habitación.

—En serio —dijo Sarah mientras se acercaba a la cama—. No va a


entrar, no se queda afuera. Él simplemente bloquea la puerta y asusta a
todo el mundo.
Jana entró y salió del sueño por el resto del día y la noche. Cada vez
que despertaba, Tobias estaba allí para hablar, sostener su mano, para
leerle hasta que volvía a dormirse. Y Virgil estaba allí, bloqueando la
puerta y dando la lata.

Pero cuando se despertó poco antes del amanecer, sintió algo debajo
de su mano y se dio cuenta de que Virgil debía haber entrado en la
habitación en algún momento. Y en algún momento, alguien debió
haberle explicado acerca de los gérmenes y mantener las cosas limpias
en un hospital, ya que lo que se encontró bajo su mano era el Vaquero
Bob cuidadosamente envuelto en una bolsa de plástico.

561
562
Frais 2, earthday

Jesse dio un golpecito en el marco de la puerta de la oficina del


alcalde.

—Jesse Walker —dijo Tolya, su voz fría y precisa—. Adelante.

—Creo que comencé esto al empujarte para hacer de Bennett una


ciudad viable de nuevo. Lo siento por eso.

—Esos humanos, los bandidos, habrían llegado tarde o temprano.

—Sí, lo habrían hecho. —Pero los habrías matado al momento en que


llegaron en lugar de permitir abrirte a una amenaza—. ¿Cómo está
Nicolai? ¿Necesita sangre? ¿Y tú?

—No. —Mordaz. Casi cortante.

—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?

Suave ahora.

—No. Gracias. Un sanador Sanguinati está llegando para evaluar


qué se puede hacer por Nicolai. Hasta entonces… —Lo dejó sin decir.

—¿Y tú? —preguntó Jesse.

Él levantó la mano derecha, mostrándole que le faltaba la primera


articulación del dedo anular.

—Una pequeña pero valiosa lección.


Se preguntó cómo los humanos iban a sobrevivir esa lección. Vio el
depredador, carente de sentimientos por otra cosa que su propia especie.
Pero tenía la sensación de que, con el tiempo, un cierto grado de amistad
podría ser aceptado de nuevo.

—Voy a hablar con Kelley. Oí que fue encontrado el cuerpo de Dina.

—Sí. La mató un humano.

Más que matarla. La torturaron. Violaron.

No había nada más que decir, así que se dio la vuelta para
marcharse.

—Jesse.

563
Miró hacia atrás.

Tolya la estudió con esos ojos fríos, ojos inhumanos que tal vez, tal
vez, contenían la más pequeña parte de la calidez recordada.

—Fuego me dijo lo que hiciste para ayudarnos.

—Para ayudarnos a todos nosotros. Mi gente y la tuya.

—Esa elección tendrá peso en todo lo que decidamos hacer con


Bennett.

Jesse asintió y se fue. Ella había sido moldeada por el país salvaje,
tanto como los Terráneos que vivían en Elder Hills, y ella podría ser tan
feroz y tan implacable cuando se trataba de proteger a los suyos.

Nada que pudiera hacer al respecto por los muertos, ni por Dina o
los hombres que habían sido quemados, así que ella haría lo que pudiera
por los vivos.

Tolya estaba detrás de su escritorio en la oficina del alcalde y se


enfrentó a Yuri, Isobel, y Anya.

—Somos la piedra angular del Terráneo aquí. Somos la forma más


adaptada a los lugares humanos. —Lugares urbanos, no lugares como
éste—. Si nos vamos, ninguna otra forma va a querer hacerse cargo de
dirigir esta ciudad. Si nos vamos, la mayor parte del Terráneo abandonará
la ciudad también.

—¿Se irá Scythe? —preguntó Yuri.

—Esto se convertirá en su coto de caza.

—¿Estás decidiendo esto sin preguntarle al abuelo Erebus? —


preguntó Isobel.

—Me dieron la tarea de asegurar la ciudad de manera que la estación


de ferrocarril no fuera tomada por los humanos que eran enemigos de los
Terráneos. La única manera de hacerlo era traer más Sanguinati y otras
formas de Terráneos, y humanos particulares. Pero yo fui demasiado
indulgente, permití demasiados humanos entrar demasiado rápido. Y

564
esperé en lugar de matar a Parlan Blackstone, cuando llegó por primera
vez. Pagamos un alto precio por mis errores.

Ellos no estaban de acuerdo con él. Habían perdido a Stazia. Nunca


sabrán lo que la había obligado a tomar una forma parcial vulnerable a
las armas humanas, pero ella no había sido capaz de cambiar totalmente
a humo antes de ser golpeada por una bala y dañada sin posibilidad de
salvar.

La habían llevado a Elder Hills y enterrado en un lugar secreto, y


habían acordado que no iban a reconocer a ningún humano que un
Sanguinati había muerto en la lucha porque los seres humanos podrían
ser capaces de averiguar cómo se había hecho y tratar de hacerlo con el
resto de ellos. Si alguien preguntaba, Stazia había dejado Bennett.

Nicolai, por el contrario… Jesse Walker era la única humana aún


con vida que había visto a Nicolai, era la única que sabía cuánto daño los
seres humanos podrían hacer a uno de los Sanguinati. Nicolai había
luchado, había matado a muchos, pero al menos uno de los enemigos le
había dado un golpe paralizante. Uno de los lados de su rostro parecía
aplastado, pero no podía cambiar de su forma humana. Tampoco podía
transformar un brazo y la mayor parte de su torso. Y las partes que eran
humo a veces casi se transformaban a humano o, por lo general, se
transformaba a la verdadera forma del Sanguinati.

Con la ayuda de un sanador Sanguinati, Nicolai encontraría su


camino de regreso a una sola forma o no lo haría. Si no podía, él también
tendría que dejar Bennett.

—Si nos quedamos, tiene que haber cambios —dijo Yuri.


—Si nos quedamos, los humanos que están aquí ahora estarán bajo
nuestra protección —dijo Tolya—. Los extranjeros que vengan a Bennett
serán presa. Humanos como Parlan Blackstone y su clan no se les
permitirá vivir el tiempo suficiente para convertirse en una amenaza.

—Si los Antiguos ahora consideran “fuera de la ley” como una forma
peligrosa de humanos que actúan de una manera particular, no habrá
muchos de ellos que vivan lo suficiente para llegar a Bennett —dijo Yuri.

—Todavía serán presa —dijo Tolya, sabiendo que incluso entre los
humanos que tendrían su protección, muy pocos de ellos no se
considerarían presa. Ya no. Hizo un pequeño gesto con la mano para
señalar a Yuri—. ¿Vas a hacerte cargo de la estación de tren?

Yuri negó con la cabeza.

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—Me quedaré en el salón. Saul Panthergard dijo que se encargaría
de la estación hasta que Nicolai mejore. Y Joshua se quedará en la librería
y ayudará a John.

Un Lobo de tres patas no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir en


el país salvaje, pero un hombre que había perdido un brazo todavía podía
hacer el trabajo y proveerse de alimento y refugio.

Tolya miró hacia los Sanguinati. Anya, Isobel, y Yuri se reunieron


con sus ojos y asintieron.

—Nos quedamos —dijo.

Cuando se giraron para salir, Anya dijo:

—Parlan Blackstone sobrevivió. ¿Dónde está?

Los labios de Tolya se curvaron en una sonrisa sombría.

—Esta con Scythe.

Parlan tenía una mala sensación de que la cuerda alrededor de su


pecho era la única razón por la que todavía era capaz de sentarse en la
silla. Los brazos y las manos no estaban atados. Ni sus piernas. No
importaba. Habían dejado de funcionar. Su corazón se mantenía
bombeando trabajosamente. Sus pulmones trabajaban para arrastrar
cada respiración.

—¿Dónde está mi hijo? —Jadeó, apenas reconociendo la voz débil y


temblorosa como propia—. ¿Mi hermano?

—Muertos —respondido la cosa—. Todos muertos.

—Proclamé un reto, todo correcto y apropiado.

—No hay nada sobre su desafío que fuera correcto o apropiado —


dijo—. Tú sabías lo que pasaría si alguno de los delincuentes mataba a
uno de los Terráneos. Y sin embargo, pensaste que podrías amañar las
cartas, que podrías hacer trampa en tus relaciones con nosotros y de

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alguna manera ganar.

—No es cierto. —Jadeó, luchando por respirar. Por supuesto que era
verdad. Debería haber funcionado, pero todo salió mal—. Si he hecho
mal, entonces yo debería ser juzgado.

—No hay necesidad de tales cosas humanas aquí. Además, Virgil y


Tolya ya han decidido qué hacer contigo. —Se paseó cerca de él y de
repente se inclinó hacia abajo, con la cara justo enfrente de él, no dándole
tiempo para mirar hacia otro lado—. Ellos te entregaron a mí.

No la miro más de un latido del corazón vacilante.

Mientras se alejaba, su cabello negro enrollándose, sintió la


sensación más extraña.

Él sintió que comenzaba a llover dentro de su cráneo.


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Frais 6, thaisday

—Con calma. —Tobias abrió la puerta de la camioneta y le tendió la


mano—. Deja que te ayude.

Jana no discutió acerca de recibir ayuda. Después de dos días en el


hospital y dos días en casa, estaba contenta de regresar al trabajo,
incluso si era trabajo de oficina.

Estaba contenta de estar viva.

De pie en la acera de madera, estudió el nuevo cartel en la ventana


de la oficina del sheriff.

—¿Hiciste eso?

Tobias negó con la cabeza.

—Virgil lo hizo. Él te llamó su hermana de manada, cuando pensaba


que te estabas… bueno, ya sabes.

Ella contuvo el fuerte escozor de las lágrimas. ¿Hermana de


manada? ¿De verdad? Ah, caramba.

Haciendo caso omiso de su callado sorbido, Tobias dijo:

—Te está extrañando. Él no te ha perdonado por pensar que eras lo


suficientemente grande como para detener una bala, pero te extraña.
Incluso llenó la pequeña nevera en la oficina con envases de gelatina
verde porque alguien en el hospital le dijo que era un alimento que a los
humanos le gusta cuando eran heridos y necesitan ponerse bien.

—Oh dioses —se quejó Jana—. Ahora voy a tener que comérmelas.

—Síp.

Jana pensó en eso.

—Barb va a volverse loca en casa, y todavía necesita un montón de


ayuda para hacer cosas. Y yo voy a tener que tomar descansos y
pequeñas siestas durante el día.

—Cariño, ¿por qué eso parece como si estuvieras a punto de tirar de


la cola de Virgil?

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—¿Por qué estas comenzando a conocerme? —Y si le daba a Virgil
una razón para gruñirle, él sabría que ella estaba mejorando.

Tobias se echó a reír.

Antes de entrar en la oficina, Jana echó otro vistazo al letrero y


sonrió.

ÉL TIENE DIENTES.

ELLA TIENE UN ARMA.

SOMOS LA LEY.

Virgil se quedó en el escritorio de Jana. Su vacío escritorio. Se


suponía que su hermana de manada iba a volver hoy. ¿Por qué no volvía?
No, su aroma estaba aquí y fresco. Un poco diferente porque no había
olor apestoso de medicina humana mezclada con él, pero sin lobezna
sentada en el escritorio. ¿Ya no quería ser más de la manada de policía?

Oyó voces apagadas procedentes de las celdas en la parte posterior.


Voces femeninas.
Se apresuró hasta allí atrás, y luego se detuvo en la celda Tiempo
para mí. Sólo se detuvo.

—Tobias Walker, ¿qué haces? —exigió.

Tobias se bajó de un taburete y levantó las manos.

—Hola, soy sólo un chico. Estoy haciendo lo que me dicen.

—Decidimos arreglar la celda de Tiempo para mí para que Barb y yo


podamos descansar cuando lo necesitemos —dijo Jana alegremente—. Y
Tobias pone las cortinas por nosotras para que podamos tener
privacidad.

Virgil observó los cambios. Cortinas lo suficientemente largas para

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casi rozar el suelo. Las varillas fueron aseguradas a las barras con apenas
una pata del espacio entre la varilla y el techo. Cubrieron los dos lados
de la celda que no eran paredes.

El catre, que había tenido un colchón delgado que se suponía que


era incómodo para fomentar el buen comportamiento, ahora tenía un
grueso colchón y una almohada grande con los brazos que se parecía a
la mitad superior de una silla inflada.

Barb estaba sentada en una silla mecedora que también tenía


cojines y almohadas, los pies sobre una otomana, y un brazo en
cabestrillo.

Él señaló la silla.

—Eso es peligroso. El cachorro puede conseguir que su cola quede


atrapada debajo.

—Hay un montón de espacio para ella —dijo Barb, señalando el


espacio debajo de la cama—. ¿Ves?

Rusty sacó la cabeza y le dio un yip de bienvenida, pero ella no se


acercó a saludarlo. No, ella se quedó justo al lado de la pierna de su
madre.

Traidora.

¿Quién se había acordado de traer su comida y llevarla a hacer pis?


¿Quién la había sacado para correr, que habían acordado, no iban a
mencionárselo a su madre?
¿Quién había regresado al apestoso hospital para rescatar al
Vaquero Bob después de que Jana ya no necesitaba más al peluche?

—Gracias, Tobias —dijo Jana, lentamente levantándose de la cama.

—En cualquier momento. —Dio un paso fuera de la celda, llevando


el taburete con él—. Las dejaré, damas para establecerse, y voy a estar
de vuelta en breve con algunos víveres.

Ante la mirada de Virgil, sin saber qué hacer, Jana tiró de la puerta
de la celda parcialmente cerrada y corrió la cortina todo el camino a
través de las barras, dejándolo a él a fuera.

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Jana oyó el lento clic de pezuñas en el suelo, de nuevo. Luego, la
vacilación y silencioso acercamiento, seguido de resoplido audible y una
nariz asomando bajo la cortina.

Cuando Virgil se retiró, de nuevo, Jana se levantó y movió la


almohada grande al otro extremo del catre, girándolo para que pudiera
sentarse con su cuerpo apoyado y sus pies en el suelo.

Lo había dicho como una broma, de modo como un gran tirón de


cola para molestar a Virgil, él sabría que ella estaba bien. Ella había
pensado que respetaría una cortina de privacidad durante unos cinco
minutos antes de empujarla a un lado y gruñirle. Pero no lo había hecho.
Él estaba actuando como si ese pedazo de tela fuera un muro de piedra
manteniéndolo fuera, una barrera que no podía cruzar.

Barb se movió y abrió los ojos.

—¿Necesitas algo? —preguntó Jana en voz baja.

—No.

El rápido clic de uñas. ¿Virgil había estado parado en la puerta de


la celda, esperando escuchar que una de ellas hablara?

Miró a Barb. Esperaron.


El resoplido audible. La nariz asomando bajo la cortina. Y luego…
un gemido.

Sonaba tan solo. Pero no quiso entrar en la guarida hecha para ella
y Barb.

Ella tiró de la cortina a un lado y miró al gran Lobo.

—Puedes entrar si quieres. Solo estamos sentadas aquí


pretendiendo que no nos dormimos cada diez minutos.

Se sentó en el catre para darle espacio. Además de la mecedora y la


otomana, Tobias había añadido una unidad de almacenamiento estrecha
que les permitía mantener los recipientes de agua y jugo en un estante y
una selección de libros sobre otra. No había parecido lleno, pero Virgil

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ocupaba la mayor parte del espacio disponible cuando se acostó.

Rusty salió de debajo del catre, mordisqueando con cuidado al


Vaquero Bob, y se acercó a saludar al Lobo.

Al verlos, Jana se preguntó si Virgil se había convertido en el peluche


favorito de Rusty, y cuántas actividades no autorizadas habían realizado
esos dos durante el par de días que había estado en el hospital.

Y se preguntó si había dormido algo desde la pelea, o si había estado


patrullando y dejado que ciertos Antiguos supieran que él todavía estaba
allí.

Mientras sus ojos se cerraban, Jana sintió que se relajaba contra


sus piernas. Ni siquiera se movió para desafiar a Tobias cuando el
hombre regresó, lo que le dijo lo agotado que Virgil tenía que estar. Y le
dijo otra cosa, que Virgil confiaba en ella para hacer guardia cuando él
no podía.

Tobias miró a Barb, que dormitaba de nuevo, después, a Virgil y


Rusty tendidos en el suelo, profundamente dormidos. Él le dio una
sonrisa y un guiño antes de retirarse en silencio. Cuando sonó el teléfono,
lo oyó responder y decirle a alguien que iba a tomar un mensaje.

Cuando las noticias sobre lo ocurrido en Bennett viajaron a


poblaciones humanas, Jana esperaba un mensaje en particular que
podría llegar hasta los Antiguos que gobernaban y protegían el país
salvaje.
Estamos aquí. Somos diferentes, pero estamos unidos para proteger
nuestro hogar. Somos diferentes, pero protegemos nuestras familias, ya
sean familias de sangre o de corazón. Somos diferentes, pero no estamos
solos. Nunca solos.

Estamos aquí.

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Había una vez una chica a la que le gustaba escribir
historias. Entonces ella lo hizo. Y ella se divirtió.

Entonces, un día, un pensamiento quedó atrapado


en su cabeza de que si no podía escribir una historia
realmente genial, no tenía mucho sentido escribir
historias. Entonces ella dejó de escribir.

Ella era joven y no sabía nada mejor.

La niña salió al mundo para ganarse la vida y


crecer un poco. Y esto estaba bien y era necesario.

Entonces, un día, varios años después, una historia sacó su pequeña cabeza del
depósito creativo y dijo: "¿Hola?"

Era una pequeña historia, y parecía bastante triste, por lo que la niña la formó con
palabras lo mejor que pudo para que pudiera salir al mundo.

La historia, que estaba muy feliz por esto, regresó al depósito creativo para
empacar sus maletas para su aventura en el mundo y les contó a todos sus amigos
sobre la niña.

No mucho después de eso, otra historia sacó su pequeña cabeza del depósito
creativo y dijo: "¿Hola?"
Entonces la niña lo formó con palabras lo mejor que pudo. Y la historia fue muy
feliz. También lo fueron las otras historias que vinieron después de esa.

Eran pequeñas historias. Eran muy educados.

Durante los años en que la niña estaba formando estas historias, comenzó a leer
libros y revistas sobre escritura (y, más tarde, sobre organización y gestión del
tiempo). Mientras trabajaba y leía, se volvió más hábil y pudo dar forma a historias
más grandes.

Luego llegó el día en que algo la tocó en el hombro. Cuando se dio la vuelta, no
era una pequeña historia educada, parecía triste y dijo: "¿Hola?" Fue una novela que

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le besó la mano, le sonrió y dijo: "Hola. Vamos a ser muy buenos amigos por bastante
tiempo ”.

Esa es la historia de cómo la niña terminó compartiendo su espacio vital con, entre
otras cosas, un exceso de papeleo y una gran cantidad de personajes..

Cuando no está metiendo en problemas a sus personajes, a Anne le gusta la


jardinería, la lectura y la música
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Written in Red (2013)

Murder of Crows (2014)

Vision in Silver (2015)

Marked in Flesh (2016)

Etched in Bone (2017)

Lake Silence (2018)

Wild Country (2019)

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