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Muñoz - Las Consignas Escolares
Muñoz - Las Consignas Escolares
Resumen
Las consignas de tareas escolares están presentes en todos los niveles del sistema educativo y
áreas disciplinares, constituyendo una de las prácticas escolares más corrientes pero a la vez
menos analizadas críticamente. Si bien éstas no determinan el accionar de los estudiantes,
abren un campo de juego particular, dentro del cual ellos ponen en marcha procesos de
pensamiento y entablan relaciones de interioridad o exterioridad con el conocimiento.
Es por ello que en el presente trabajo planteamos la relevancia de su estudio, compartiendo
aspectos abordados en el proyecto de investigación “Las consignas escolares como
enunciados mediadores de los aprendizajes en el área de Lengua y Literatura. Un estudio en
5° y 6° año de escuelas secundarias de la ciudad de San Luis”.
Dicho proyecto emerge de nuestra experiencia de trabajo en el campo de la formación inicial
y capacitación de docentes en servicio, recuperando la preocupación por las dificultades de
los estudiantes en la comprensión de consignas de tareas escolares. Consideramos pertinente
trascender perspectivas que les atribuyen el problema a ellos, para situarnos en la reflexión
sobre el accionar de los docentes, entendiendo que la elaboración de las mismas demanda un
trabajo intelectual cuya importancia es frecuentemente soslayada.
Considerar estos niveles permite orientar la reflexión sobre las tendencias más
generales de la enseñanza escolar y académica.v
Las cuestiones expuestas aquí, tienen implicancias directas en el aprendizaje,
particularmente si quien enseña se preocupa más por favorecer el pensamiento reflexivo del
aprendiz que por la incorporación simple y llana de un contenido.vi
A partir de estas reflexiones -y sus consecuencias para la enseñanza- la autora
propone algunas orientaciones prácticas:
o Posibilitar que los estudiantes experimenten el proceso de construcción del conocimiento
y la autonomía en el abordaje de los temas y problemas implicándose en su análisis y
solución.
o Facilitar la búsqueda de soluciones alternativas involucrándolos reflexivamente, en
experiencias de interacción social y en contextos realistas y relevantes.
o Poner en juego las propias experiencias y concepciones sobre los problemas sobre los
problemas, analizando posicionamientos, promoviendo el uso de diferentes formas de
representación de los fenómenos y enriqueciendo la mirada sobre la realidad de los
problemas y situaciones estudiadas.
o Propiciar la auto-conciencia sobre el proceso de pensamiento y la comprensión del
proceso seguido al aprender (actividades metacognitivas), valorando la individualidad,
afectividad y creatividad, ampliando los intereses de los estudiantes.
Como se puede ver, no hay una secuencia que implique la necesidad de resolver el
primer interrogante para luego responder el segundo. Esto podría constituir un obstáculo en su
realización ya que, como ha señalado Moro al analizar desde el plano textual las consignas
procesuales, “a menudo los estudiantes resuelven uno solo (el primero o el último)” (2008, p.
178).
En cuanto a la actividad intelectual que requieren, de las procesuales y compuestas,
siete de ellas consisten en actividades de "barrido" (Moro, 2008), es decir, aquellas en las que
el alumno debe seleccionar información puntual que se encuentra en el texto provisto, la
mayoría de ellas expresadas en forma interrogativa. En cuanto a las dos consignas restantes,
ambas pretenden la expresión de la opinión del alumno respecto a un tema. Analizaremos una
de ellas que presenta cierta particularidad vinculada al plano lexical:
Tema: El Debate
Consigna: Elaborar un informe de no menos de 15 renglones emitiendo su opinión
personal y usando los recursos argumentativos trabajados en la nota de opinión.
Consigna: Emite tu opinión sobre la temática. Utiliza al menos dos recursos
argumentativos para fundamentar tu opinión.
Podemos ver que en las tres consignas queda implícita la práctica de escritura, quizás
más comprometida su concreción en la segunda consigna. En estos casos, si bien, se infiere
que los alumnos deben producir algún tipo de texto, sus objetivos pueden verse
obstaculizados al no contar con los elementos que dan precisión y claridad a cada consigna,
obstaculizando así la comprensión de las mismas por parte de su destinatario. Algo diferente
ocurre con la siguiente:
Esta consigna resulta relevante por distintos aspectos. Se trata de una consigna
simple, en la cual la actividad intelectual solicitada es escribir, a su vez está conformada por
una serie de aspectos a tener en cuenta en el proceso de escritura. Estos aspectos constituyen
los elementos que Camelo (2010) considera para toda consigna que pretenda la producción de
un texto escrito. En este sentido, hay una situación comunicativa marcada por un destinatario
(los jóvenes), una finalidad (ser publicada en la red social), hay un tipo de texto solicitado
(nota de opinión), una intencionalidad del texto (argumentativa), procesos mentales
implicados (escribir con una finalidad, destinatario y tipo de texto determinado) y un
aprendizaje esperado (que los alumnos logren escribir una nota de opinión, con un buen uso
de los recursos argumentativos, un lenguaje adecuado según el destinatario y orientado hacia
una finalidad determinada).
Podríamos agregar desde el plano textual planteado por Moro, que, si bien no
constituye esta una consiga procesual, las indicaciones que conforman el enunciado podrían
actuar como obstaculizador al estar organizadas gráficamente todas en un mismo enunciado, y
así correr el riesgo de que el alumno “pase por alto algunas” convirtiéndose las orientaciones
así organizadas en un obstáculo textual. En cambio, su presentación gráfica como una
secuencia de ítems numerados, quizás permitiría al alumno una mayor organización en su
producción.
Por último, resulta relevante analizar algunas consignas desde lo pragmático. Moro
considera que las consignas también pueden presentar dificultades en el plano de lo
pragmático, es decir, cuando “el circuito de circulación de la consigna, del docente al
alumno, y su correspondiente feed-back en la resolución, entran en contradicción” (Moro,
2008:179) Teniendo en cuenta esto, analizamos las siguientes consignas:
Tema: El debate
Consigna: Debate con tus compañeros y profesora.
Consigna: Elabora una conclusión en conjunto.
Consigna: Buscar la biografía de los siguientes autores: Julio Cortázar, E.T.A
Moffman y Fran Kafka.
Vemos que en las tres situaciones la actividad intelectual requerida no refiere a una
acción “visible” sino mental, ante lo cual los alumnos pueden presentar cierto desconcierto o
bien quedar sin resolución al no explicitarse por ejemplo, qué se debe hacer con la
información recolectada y cuál es su finalidad, o qué implica el debate con los compañeros.
Con respecto a la carpeta de Lenguaje y cultura global, se analizaron las primeras
cinco tareas del ciclo lectivo, con dieciséis consignas en total. En cuanto a las modalidades
operacionales y teniendo en cuenta el número de pasos propuestos, predominan las consignas
simples (14) mientras que procesuales hay solo dos.
En cuanto a la actividad intelectual que se requiere en cada consigna, encontramos
aquellas que explicitan claramente lo que se pretende que el estudiante realice: ‘definir’,
‘elaborar’, ‘dibujar’ y ‘mencionar’; mientras que hay otras que desde su enunciado no es
posible visualizar lo que se solicita, ya sea porque la real demanda está expresada como un
interrogante, porque está implícita dentro de una supuesta consigna simple o porque su
enunciado presenta cierta ambigüedad.
En el primer caso tenemos los siguientes ejemplos:
Quizás tengan que ‘enumerar’ las funciones de los signos en la sociedad o, tal vez,
‘explicar’ dichas funciones. Si los propósitos del docente están vinculados a una significación
profunda del tema, quizás consista en ‘analizar’ (que implica una operación de pensamiento
más compleja que las dos anteriores).
Sea cual sea la intencionalidad de quien elabora la consigna, y como se ha observado
en el análisis de las carpetas anteriores, la forma de enunciarla obstaculiza la autonomía del
estudiante, ya que este debe recurrir al docente para que lo guíe en su resolución.
En el segundo interrogante, podría inferirse que se solicita la acción de ‘nombrar’ el
tipo de texto, pero para hacerlo, el estudiante debe primero ‘identificar’ características del
mismo en el texto, ‘contrastar’ con características de otros tipos de textos y finalmente
‘elegir’ el que considere más pertinente para nombrarlo.
Parece una pregunta sencilla, pero para responderla, el estudiante debe realizar varios
pasos que no se explicitan.
En el tercer interrogante, puede observarse la misma controversia que en el primero:
¿Cuál es la demanda del docente? ¿Que los estudiantes ‘enumeren’, ‘expliquen’ o ‘analicen’?
En el caso de demandas implícitas en consignas simples, tenemos el siguiente
ejemplo:
Tarea: Lenguaje formal, lenguaje popular
Consigna: Investigar acerca de la vida cultural de Argentina teniendo en cuenta
fragmentos de lenguaje formal y lenguaje comunicacional popular.
A modo de cierre
Al asumir que la enseñanza implica siempre una acción intencional por parte de
quien enseña y que esta acción sólo incide sobre el aprendizaje de manera indirecta, a través
de la tareas de aprendizaje del propio estudiante (Basabe y Cols, 2007, p. 128), reconocemos
que la relación entre enseñanza y aprendizaje no se da de manera causal sino en términos de
dependencia ontológica (Fentersmacher, 1986). En esta perspectiva, sostenemos que las
consignas no determinan el accionar de quienes aprenden pero abren un campo de juego
particular, dentro del cual los estudiantes ponen en marcha procesos de pensamiento y
entablan relaciones de interioridad o exterioridad con el conocimiento. Con Camelo González
(2010, p. 59) pensamos que el estudio de las consignas permite derivar conclusiones relativas
a las concepciones de los docentes sobre la enseñanza y el aprendizaje de la lengua escrita;
explicaciones sobre la orientación dada a los procesos comunicativos en el aula y sobre las
diferencias que se pueden evidenciar en los enunciados respecto de las intenciones formativas
del docente.
En esta línea de pensamiento se inscriben los supuestos que orientan nuestra
indagación: en primer lugar, consideramos que conocer y analizar las consignas aporta a
desnaturalizar representaciones y creencias de los docentes que atribuyen a los estudiantes las
dificultades y problemas para su resolución. En segundo lugar, consideramos que ampliar la
mirada sobre el papel que las consignas tienen en las relaciones con el conocimiento que los
estudiantes construyen en la escuela secundaria, inauguraría espacios para repensar las
mediaciones entre los estudiantes y el conocimiento que realizan los profesores y que es
propio de la tarea de enseñar.
Valiéndonos de las nociones teóricas como caja de herramientas para el análisis de
las consignas, podemos visualizar ciertos aspectos recurrentes en los dos primeros casos. La
actividad intelectual requerida explícita o implícitamente en muchas de las consignas
analizadas pareciera indicar que los aprendizajes esperados se encuentran en el nivel que
Davini denomina “aprendizajes de alta intensidad”, en tanto predominan actividades que
exigen comprensión y procesos cognitivos de orden superior vinculados con interpretar,
explicar, fundamentar, inferir, analizar, sobre aquellas relacionadas con reproducir
información explícita, transcribir ejemplos, reconocer, describir, es decir, actividades
orientadas a aprendizajes de baja o media intensidad. No obstante, nos preguntamos qué
sucede cuándo, las consignas que pretenden aprendizajes de alta intensidad no constituyen
enunciados que orientan con claridad las acciones de los alumnos.
En el tercer caso pudimos visualizar que predominan aquellas donde se trabaja sólo
sobre la significación del texto o la reproducción de información, pero no sobre la relación del
tema con el contexto o los estudiantes. De esta manera, no se visualizaron consignas que, por
ejemplo, propicien la elaboración de reflexiones personales ni la explicación sobre alguna
tarea a partir de la propia experiencia o vinculada con problemáticas actuales.
En un sentido general, no encontramos consignas que impliquen la reflexión sobre lo
que se aprende, desafíen o comprometan a los estudiantes más allá del contexto específico de
aprendizaje en el aula como tampoco consignas destinadas al abordaje o reflexión de lo que
implican ciertas actividades intelectuales complejas como “escribir”, “confrontar”,
“justificar”, “analizar”, la mayoría pertenecientes al campo lexical del área en cuestión.
Estas primeras aproximaciones realizadas, nos llevan a plantearnos dos hipótesis: la
primera, vinculada a la paradoja de consignas que categorizadas como “simples”, parecieran
ser portadoras de obstáculos de comprensión del enunciado y también para el desarrollo de la
autonomía de los estudiantes en sus prácticas de aprendizaje. La segunda hipótesis nos remite
a los obstáculos para entablar una relación de interioridad o compromiso con el conocimiento
que se generarían cuando el sentido de la tarea no trasciende los límites del aula y se restringe
a un mero hacer para cumplir.
No es objetivo de este trabajo producir conclusiones cerradas, sino que continuamos
en la búsqueda de una mayor comprensión sobre las consignas como objeto de estudio y su
vinculación con los procesos de aprendizaje de los estudiantes. En este sentido, y en el marco
del proyecto, se torna necesario considerar las voces de los docentes para enriquecer el
análisis y no caer en conclusiones que culpen a uno u otro sujeto, emisor o destinatario de las
consignas.
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Notas
i
Riestra (2008) define a las consignas como herramientas culturales mediadoras del aprendizaje y les atribuye
dos funciones: comunicativa y teórico-cognitiva. Desde el interaccionismo sociodiscursivo aborda su estudio en
una doble perspectiva: como texto y como acción mental.
ii
En el primer caso, el objetivo que se persigue es la constatación de conocimientos, supone operaciones de
pensamiento relacionadas con dar cuenta de conocimientos apropiados previamente abarcando tareas asociadas a
la repetición (selección, jerarquización, omisión de ideas) o bien, reformulación de tareas de comprensión (oral o
escrita), por ejemplo de clases expositivas, videos o lecturas previas. Las consignas de “barrido textual” en las
que los estudiantes deben rastrear respuestas que aparecen explícitamente en un texto, responden a este objetivo.
“Este tipo de consignas refuerzan las estrategias de cortar y pegar segmentos textuales que, muchas veces, no
tienen sentido por sí mismos, aislados del co-texto”, explica Moro (2008, 173).En el segundo caso, la consigna
constituye una herramienta para la construcción de nuevos conocimientos por medio de tareas de diversa
naturaleza (prácticas, experimentales, intelectuales), por ejemplo, las preguntas inferenciales que promueven el
reconocimiento de relaciones de causa-consecuencia, la recuperación de información que no está explícita.
iii Doyle (1983), Gimeno Sacristán (1988), Stodolsky (1991) y Rodríguez (2003), coinciden en que las tareas
académicas son elementos en los que se entrecruza la actividad de profesores y alumnos y en sus trabajos
indagan la relación entre éstas y los procesos de aprendizaje que promueven, proponiendo diversas tipologías
para su análisis.
iv Con Dewey fundamenta que la tarea más importante de la educación es ofrecer oportunidades para el
desarrollo del pensamiento reflexivo, abarcando no sólo el pensamiento como actividad lógica sino también el
desafío de pensar, revisar las propias creencias y enfrentar los dilemas éticos.
v
Davini advierte que la observación de situaciones concretas parecería indicar la presencia de aprendizajes del
primer y segundo nivel, mientras que el tercero suele ser menos frecuente.
vi Davini también destaca que el aprendizaje moviliza todas las áreas de la conducta (cognitiva, afectiva y
social) y advierte que aunque esté fuertemente orientado al logro de conocimientos el aprendizaje se verá
facilitado o inhibido si el sujeto siente atracción o rechazo por la tarea o bien, si tiene posibilidad de participar e
intercambiar con otros.
vii
Consejo Federal de Educación, NAP para el Campo de la Formación General en el Ciclo Orientado, Área
Lengua y Literatura, p. 1 y 2. Res. N 180/12 C.F.E.
viii
Se entiende a la tarea como la “secuencia de actividades (pertenecientes a una misma o distintas sesiones de
clase) donde se ha trabajado el mismo contenido temático” (Baena Cuadrado, 1999:109).
ix Teniendo en cuenta las “modalidades enunciativas” encontramos que prevalecen las imperativas (trece) sobre
las interrogativas (siete).
x
Seguido de la consigna se les proporciona una definición del concepto bullying.