Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
ESPÉRAME EN EL CIELO
CORAZÓN,
PERSONAJES
Hombre
Mujer Primera
Mujer Segunda
Voces en off
El Marido
ESCENA l
algunos
2
se escuchará el ruido de una gran rueda que se suelta y gira loca a toda
velocidad, así como la de una masa de enorme peso que se desliza. Cuando
caja cuyas proporciones deben ser mayores que las de un ascensor corriente.
peligrosos, a un metro del piso del escenario, siendo visibles las cuerdas de
baja.
le han hecho un peinado alto y demasiado rígido, que le da más años de los
MUJER SEGUNDA.- (De unos treinta años, posee una gran sensualidad y está
sugerir sus hermosas formas. También gritando.) ¡Santa María, Madre de Dios,
¡Ya está! ¡No se muevan! ¡Creo que nos salvamos! (Da un paso hacia un
(Tanteando el piso con cautela.) ¡Les digo que se detuvo! ¡Está trabado!
MUJER PRIMERA.- Pero algún vigilante habrá quedado. Los he visto por todos
HOMBRE.- Habrán bajado por el otro, tal vez creyeron que éste estaba fuera
(Todos gritan con voz en cuello hasta quedar agotados. Escuchan unos
segundos.)
HOMBRE.- ¡Nada!
ruidos exteriores.)
MUJER SEGUNDA.- ¡Se va a caer! ¡Nos vamos a morir! ¡Nos vamos a morir!
Está trabado. No nos vamos a morir. Los ascensores tienen unos ganchos que
en estos casos se abren y los sujetan por los cuatro lados. Debe haber fallado
MUJER PRIMERA.- ¡Estoy exhausta! ¡No me quedó una sola gota de aire en los
pulmones!
Vamos a intentar correr la puerta. Colóquense aquí. Las manos suyas aquí, y
(Los tres empujan con todas sus fuerzas, pero la puerta no se mueve.)
HOMBRE.- ¡No se movió ni un milímetro! ¡Vamos otra vez! ¡Uno! ¡Dos! ¡Tres!
6
HOMBRE.- ¿Qué?
MUJER SEGUNDA.- ¡No puedo morir así! ¡Soy católica! ¡Usted! ¡Usted será mi
confesor!
HOMBRE.- ¿Yo?
HOMBRE.- ¿Que no importa? ¡Lo único que haría sería arrimar tizones a su
MUJER SEGUNDA.- ¡No sea burro y no me haga perder tiempo! ¿No sabe que no
MUJER SEGUNDA.- ¡No están autorizadas a confesar! ¡No pierda más tiempo!
MUJER SEGUNDA.- ¡Puedo hablarle al oído! ¡Solo eso! ¡Solo tiene que
escucharme!
nos salvamos? ¿No pensó en ello? ¡Me convertiría en dueño de su vida! ¡De lo
que usted llama su alma! ¡No me conoce! ¡No sabe de lo que soy capaz! ¡La
HOMBRE.- ¿Vio? ¡Entonces, déjese de cosas! Con esa cara y ese cuerpo no
usted, casi todo! ¿Sabe qué? Mirándola, estoy pensando que Dios debe ser
mujer.
8
HOMBRE.- No llore. Alguien tiene que haber por ahí. Cuando vean que está
HOMBRE.- ¿Pero será posible que no dejen ningún vigilante en este edificio de
porquería? ¡Ahh, los ricos! ¡Recortes del presupuesto, seguro! ¡Cuanto más
MUJER PRIMERA.- ¡Un momentito, señor! ¡Cuidado con la lengua! ¡Mi marido
MUJER PRIMERA.- ¡Por favor! ¡Tiene cosas más importantes que hacer!
HOMBRE.- En fin. Estamos solos. Aquí no hay nadie, o están demasiado lejos
para oírnos.
HOMBRE.- ¡Ja! ¡Son todas muy feministas, muy liberadas, muy posmodernas,
MUJER PRIMERA.- No me negará que para algunas cosas son más fuertes que
HOMBRE.- ¡Que rompa la puerta! ¿No ve el espesor de este metal? ¿Quién cree
HOMBRE.- Está bien. Parece que están de acuerdo. Dos, en este caso, son
MUJER PRIMERA.- ¿Qué hace? ¿La está acariciando? ¡Un poco de energía,
hombre!
¡Ayy, ayy, ayy! ¡Me saqué el hombro! ¡Les dije, les avisé, pero ustedes
HOMBRE.- Me duele como la puta madre.¡ No hay caso! ¡Es mi estrella! ¡Ja! A
veces pienso que ni estrella debo tener. ¡Un balde! ¡Eso! ¿Cómo no se me
debe ser lo que protege mis días! ¡Ahh, y lo había hecho bien, eh? ¡Por
primera vez en mi vida lo había hecho bien! ¡Pero, no! ¡La fiesta no podía
terminar en paz! ¡No, señor! ¡Por favor, si me ven otra vez, apártense de mí,
suerte!
10
desahogue!
HOMBRE.- ¡Claro que voy a hacerlo! (Gritando.) ¡La putísima madre que me
(Pausa larga.)
putísima madre!!
MUJER PRIMERA.- No sea desagradecido. Su madre no tiene nada que ver con
esto.
(Pausa.) ¡Ahh, eso estuvo mejor! ¡El brazo casi no me duele ya!
roza.
así!
11
HOMBRE.- ¡Plan B!
película!
HOMBRE.- ¡Ja! ¡Pero de algo sirve la ficción! ¡A ver! ¿Por dónde escapan
HOMBRE.- ¡Exacto! ¡Por el techo! (Los tres miran hacia arriba.) Tiene paneles
de plástico que deben poder levantarse o descorrerse. (Da saltos para tocar el
LAS DOS MUJERES.- ¡Ay, ay, ay! ¡Quédese quieto! ¡Nos vamos a matar!
demasiado alto.
silenciosamente.)
ayudado de arriba?
HOMBRE.- ¡Claro! Ha recibido tanta ayuda por sus rezos, como reconocimiento
por sus confesiones! ¡Bah, bah, bah! ¿Qué cosa tan grave hemos hecho, para
que se nos castigue con una muerte así? ¿Acaso he violado, matado, torturado,
12
qué es necesario que toda la tierra, desde su corteza hasta el centro tuviera
los curas: (Con tono de sermón )Todo es voluntad divina, inmarcesible gracia
injusta es inmoral.
hacia arriba. ¿Sabe lo que hay arriba? ¡Cables! ¡Cables que están por cortarse
y cuando eso ocurra, nos vamos a hacer tortilla en el suelo, con la indiferente
sin sonido, sin cantos, sin rosa de los bienaventurados. ¡Más allá, nada!
13
HOMBRE.- Me callo. Pero esos rezos no van a hacer que salgamos de aquí.
MUJER PRIMERA.- ¡Qué descaro! (Al Hombre.) ¿Quiere mirarle los tacos a esta
mujer, señor?
Nosotros juntamos las manos, hacemos una sillita, usted se sube, descorre el
panel y me dice qué ve. ( A la Mujer Segunda.) Venga. Tómese con fuerza de
mis muñecas, yo de las suyas, nos agachamos, ella sube, y después nos
levantamos lentamente.
14
(La Mujer Segunda hace lo que el Hombre le indica.) ¡Vamos, arriba! (La
Mujer Primera sube una pierna.) ¡No, no, no! ¡Quítese los zapatos! ¡Cómo va
a mantener el equilibrio con semejantes tacos! (La Mujer baja y se quita los
MUJER SEGUNDA.- ¡Ufa! ( En voz baja, al Hombre.) ¡Cómo pesa esta gorda!
distrae, se cae! ¡Sobre nuestras cabezas! (La Mujer Primera logra subir.) ¡Eso
es! ¡Ahora levántese, despacito! ¡Ya está! ¡Apoye las palmas en el techo! ¡Eso!
MUJER PRIMERA.- Varias cuerdas de acero que sostienen el ascensor. Hay dos
cortadas.
HOMBRE.- No hay nada que hacer. Creo que tendremos que esperar hasta
mañana.
MUJER PRIMERA.-¡ Claro que sí! ¡Súbase por las cuerdas y pida auxilio!
HOMBRE.- ¡Já! ¡Ahora cree que soy el Hombre Araña! Pensé que podría trepar
por una de las paredes, pero son lisas y no tienen de dónde sujetarse.
que hay que tener para subir por ahí! ¡Hay que estar entrenado! ¡Haber vivido
sedentario! ¡Mis manos son más suaves que las suyas! ¡Han sido adiestradas
MUJER PRIMERA.- ¡Pues vénzalo, saque fuerzas de algún lado y suba! ¡Esta es
sillita.) ¡Arriba!
16
un superhombre! ¡Sigo siendo una porquería! ¡El mismo de siempre! ¡No vayan
( Se quita los zapatos y empieza a subir; cuando queda parado sobre las
quisieron! (Logra sujetarse del borde de uno de los paneles.) ¡Ya está! Si esto
resiste... (Las mujeres se sueltan. Ha quedado sujeto con uno de los brazos a
metal y de paneles de plástico que saltan por todos lados. El hombre cae
HOMBRE.- ¿No vio lo que pasó? ¡Las varillas son demasiado finas! ¡Ayy! ¡Un
fíjese!
pedazo de
HOMBRE.- ¡No sea tan insensible! ¡ Nada, porque no fue usted la que saltó de
MUJER SEGUNDA.- ¡No discutan más! ¡Hizo lo que pudo, es decir, nada.
MUJER PRIMERA.- ¡Son las ocho! ¡Vamos a esperar diez o doce horas en este
cajón!
(Pausa larga.)
MUJER SEGUNDA.- ¡Eso es! ¡Lo tengo! ¡Tenemos que hablar! ¡Si hablamos, nos
MUJER PRIMERA.- ¡Qué idea! ¡Hablar! ¿De qué vamos a hablar? Cuando la
gente habla, es porque tiene algo de qué hablar, y si tiene de qué hablar es
usted! Una situación límite tiene la virtud de igualar al millonario con la clase
Pausa
MUJER PRIMERA.-(Chillando.) ¡Le pedí perdón sinceramente! ¡No veo por qué
tensos. Como un resorte que se estira al máximo. En otras situaciones, tal vez
MUJER PRIMERA.- Usted dice que tiene mala suerte. Eso, porque no sabe nada
de mí.
HOMBRE.- ¡Ah, no! ¡No pretenda tener peor suerte que yo!
voy a usar, y vengo a buscar a mi marido. Les dije que trabaja en este
vine sin decirle nada. Llego, y me dicen que no está. “¿Cómo que no está?”,
contesta una secretaria antipática. “¡Soy su esposa!” digo yo. “Aunque sea la
reina, no puedo decirle dónde está, porque no lo sé”. ¡Dos años de casada!
haberse desencontrado. Es tan sencillo...usted entra por una puerta y él, sin
verla, y en el mismo momento, sale por otra...quizá lo que hizo fue salir antes
MUJER PRIMERA.- ¡Imposible! ¡Del trabajo vuelve siempre a casa! ¡En dos años
no ha habido negocios tan urgentes como para no haber tenido tiempo de una
HOMBRE.- Creo que sí. Pero lo que dice ella del desencuentro es una
desaparecido?
MUJER PRIMERA.- ¡No! Le repito que regresa siempre a la misma hora! ¡Nunca
en mi caso?
HOMBRE.- Francamente, no lo sé. ¡Ahh...! Creo que espera que le diga esto:
HOMBRE.- ¿Vio?
HOMBRE.- ¿No?
MUJER PRIMERA.- No. Solo eso, no tiene gracia. ¡Le voy a meter los cuernos, y
se lo voy a decir!
HOMBRE.- ¡Ah!
somos algo así como condenados a muerte que solo les queda esperar que
sinceridad, pero las mujeres como usted son unas románticas. Tienen un
plumas de pavo real. La idea de que las plumas sean pegadas las horroriza, y
se tapan la cara con las dos manos para no ver la verdad, hasta que una
encuentro disfrutable con alguien que no sea mi marido, hasta puede tener
MUJER PRIMERA.- Ámate a ti misma por sobre todas las cosas. El mundo está
fundado en el interés personal. Solo así los negocios salen bien. Todos actúan
de acuerdo con su naturaleza; esto es, hacen lo que les produce placer.
HOMBRE.- Por lo que veo, una mujer despechada, puede llegar hasta matar.
nuestros maridos, o los maridos a sus mujeres por infieles, somos homicidas.
estoy de acuerdo. ¿Y sabe por qué? Porque no veo que tenga prueba alguna.
Se ha erigido en juez. Bien. Pero los jueces solo condenan con pruebas
contundentes.
MUJER SEGUNDA.- Vea, señora. Dice que su marido la olvidó, ¿no es cierto?
usted?
aniversario!
MUJER SEGUNDA.- Puede que no haya olvidado eso, pero, ¿está segura de que
no olvidó nada? Me refiero a su vida. Es tan común la frase de que los maridos
MUJER PRIMERA.- ¿Y lo dice así, tan suelta de cuerpo? ¡No hay caso! ¡No se
MUJER SEGUNDA.- Puedo serlo. También. ¡Vamos, no ponga esa cara! ¡Es un
oficio como cualquier otro! Y más frecuente de lo que imagina. Usted misma
MUJER PRIMERA.- (Al hombre.) Usted tenía razón. ¡Tan mojigata! ¡Tan
MUJER SEGUNDA.- No hay nada que una mujer goce más, que triunfar sobre
otra mujer. Usted cree estar venciéndome, porque supone que nunca ha
daría vergüenza deambular entre cielo y tierra durante años con la misma
fisonomía moral, solo a cambio del miserable placer de encontrar a los demás
MUJER PRIMERA.- ¡Pues que esta mujer no me dirija más la palabra, por
favor!
pasa, sin saber cuánto más estaremos suspendidos entre el cielo y el infierno!
sus rezos y de sus intentos purificatorios, pues que rece y se salve, si puede.
HOMBRE.- Por mi oficio. Escuchen. ¿Puedo intentar que dejen de pelear? Les
HOMBRE.- Salvo que nos rescaten hoy, cosa que dudo, o prefieran seguir con
platos.
HOMBRE.- Ahora sí, hay unanimidad. Bien. Comienzo. Se trata de un lobo poco
peludas y afiladas del relato, se han convertido en manos lisas, suaves como
la seda, con uñas tan pulidas y delicadas como las de una niña.
descripción que he hecho no es gratuita. ¿Saben para qué tales manos? Para
abrir cajas fuertes, porque este lobo se especializa en cajas fuertes. No hay
del mundo, pero siempre las rechaza. Sabe que él nunca se equivoca, pero
como no puede responder por los demás, si actúa con otros, está seguro de
independiente y solitario.
medio de una pareja haciendo el amor, sin que lo adviertan. Puede estar
edificio. Con lentes, sin lentes, con bigote o sin él, barbudo o lampiño, rubio
horas, los que van a fumar en el corredor y con qué frecuencia, el horario en
comer los empleados y los jefes, y hasta los ratos en que se escapan los de
¿qué comprueba? Que cumplen una rutina aunque no lo sepan, y que ni los
Sabe que hoy hay una oficina cerrada por licencia del personal, pero que el
dinero en la caja. El lobo aparece unos quince minutos antes de cerrar, para
Sabe que como es viernes, todo el mundo está afanado en sus cubiles,
terminando su trabajo para mandarse mudar apenas den las siete. Abre la
una sala. Desde allí al lugar donde se encuentra la caja, hay pocos pasos. Pero
HOMBRE.- No.
HOMBRE.- Es cierto. Ve. Ve algo. También escucha, claro, pero lo que escucha
no tiene importancia.
tres cuerpos. Todo muy elegante. Sobre la mesa, bebidas a medio tomar, el
MUJER SEGUNDA.- Lo que quise preguntar fue a quién vio. ¿Los sillones
estaban vacíos?
MUJER SEGUNDA.- ¿Pues a quién vio? ¡Por Dios! ¡La ansiedad me está
matando!
28
HOMBRE.- ¡Qué falta de imaginación! ¡Si hubiera visto eso, no estaría aquí,
MUJER PRIMERA.- ¿Por qué no? Pudo haberlo reducido sin que se disparara un
solo tiro.
HOMBRE.- ¿No puede entender que éste es un lobo diferente? Recuerde, por
favor, que odia la violencia y está desarmado. No. Queda paralizado porque
en el sillón más amplio ve...a una pareja haciendo el amor. ¡El leñador
HOMBRE.- Por ahora, sigue inmóvil. Caperucita no puede verlo, ya que está
cubierta por el cuerpo del leñador, y si éste quisiera mirarlo, tendría que
MUJER PRIMERA.- ¡Los asesinó! ¡Sacó de entre sus ropas un cuchillo, y los
HOMBRE.- ¡Entonces, cállese, y déjeme crearlo, por Dios! ¡Lo está arruinando
todo!
HOMBRE.- ¡Cállese!
HOMBRE.- ¡La tumba de Drácula, con Drácula adentro! ¡Es de día y si sale, se
HOMBRE .- Continúo.
estoy contando es una historia real. Y las historias reales tienen un único
final.
30
HOMBRE.- ¡Cállese! ¡No piense! ¡ Por favor, no piense! ¿Arriesga el final, sí, o
no?
abierto
acertar, porque para ello tendría que ser maga, depongo mi rigidez y cuando
HOMBRE.- Es cierto.
31
momento se paralizó.
HOMBRE.- Sí.
HOMBRE.- Bien.
HOMBRE.- ¿Cuál?
MUJER PRIMERA.- Da media vuelta y sale por donde entró sin robar nada,
peligroso.
HOMBRE.- No.
HOMBRE.- No.
retroceder dio un paso hacia adelante. Esa era la pista que debía conducirla a
un paso, dos, tres, hasta que estuvo tan cerca de ellos, que casi podía
tocarlos. Ahí comprendió que la pasión no solo es ciega, sino también sorda.
bolsillos, y salió tranquilamente por donde había entrado, con dinero, joyas y
un reloj.
nadie al entrar, no fue visto por nadie al salir. Huellas digitales, no dejó.
huellas de los zapatos, pueden haber quedado en las alfombras, pero eso no
zapatos con esas características en la ciudad. Basta con que los queme. Así
HOMBRE.- ¿Qué? ¿Quién? ¡Ah, claro! ¡Pudo haber dos, pero estaban demasiado
ocupados!
MUJER PRIMERA.- ¡Qué castigo! ¡Saber que puedo estar muerta en cualquier
mercancía. ¡La mujer del sillón! ¡Y con qué descaro lo dice! ¡Creo que voy a
vomitar!
que no le gusten.
MUJER PRIMERA.- ¡Basta! ¡Deje de pensar que todo el mundo es como usted,
que también hay sobre la tierra mujeres decentes, y no intente salpicar a los
34
demás con su barro, porque le arranco los pelos! ¡Puedo exhibir mi vida como
oportunidad, querida.
HOMBRE.- ¡Basta, por favor, basta! ¡Si nos hacemos puré, usted va a dejar su
dejará de ser virtuosa. ¡En todo caso será un hermoso cadáver virtuoso!¡ No le
arriendo la ganancia!¡ Creo que tenemos cosas más importantes que discutir!
¡Cosas en las que está en juego nada menos que mi prestigio, mi orgullo
vio...
en el mío. Tengo oídos aguzados, pues las esposas pueden aparecer cuando
puerta!
MUJER SEGUNDA.- Es cierto. Cuando entró. Pero cuando salió ni siquiera nos
MUJER SEGUNDA.- Apenas de perfil. No podría jurar ante ningún juez que era
usted.
esposo!
MUJER SEGUNDA.- ¡Claro que no! ¿Ahora es usted quien perdió la sagacidad?
HOMBRE.- Entiendo.
HOMBRE.- ¡Caramba! ¡Qué casualidad, digo yo! ¡Que me haya visto allí y luego
MUJER SEGUNDA.- Si piensa un momento, verá que no. Hay dos ascensores. De
modo que contábamos con cincuenta por ciento de posibilidades de que nos
HOMBRE.- ¡Espere un momento! Hay algo que no encaja. Usted era la mujer
salía seguía oyendo que los jadeos continuaban y sin demora caminé hasta el
ascensor, no veo cómo... (Piensa.) ¡Ya está! ¡No tuvo tiempo! ¡No tuvo tiempo
HOMBRE.- ¡Ya lo sé, ya lo sé! ¡Lo que quiero saber es cómo lo hizo!
HOMBRE.- Sí.
MUJER SEGUNDA.- La abrió, salió y la cerró. Tres acciones. Pero no las realizó
de cualquier manera, sino muy lentamente, con mucho cuidado, no fuera cosa
de que el pestillo hiciera algún ruido que lo echara todo a perder. ¿De
acuerdo?
HOMBRE.- De acuerdo.
HOMBRE.- Dos, porque solo después que cerré la puerta, nunca antes, usted
MUJER SEGUNDA.- Lo acepto. Dos segundos. ¿De allí fue hasta el ascensor?
HOMBRE.- Sí.
correr.
Había gente que salía de las oficinas, y por nada del mundo deseaba llamar la
atención.
HOMBRE.- Es cierto.
37
HOMBRE.- Concedidos.
HOMBRE.- ¡Qué está mintiendo! ¡Que la mujer del sofá era otra, y que quiere
Usted ganó con ello y no le reclamo nada. Yo gané con lo mío y no se le ocurra
pieza. Paso la cabeza y los brazos, y el resto simplemente lo dejo caer. Dos
HOMBRE.- ¡Ayy!
MUJER SEGUNDA.- Los borrones del anterior, los quité en el camino con una
MUJER SEGUNDA.- No. Pero si todavía sigue con dudas, voy a darle una prueba
ejecutivos de estas oficinas usan rolex de oro, y si se los regaló alguien, llevan
MUJER SEGUNDA.- ¡Qué difícil de convencer! Pues bien. Escuche. ¿No lleva
además
pregunta?
HOMBRE.- Conozco cada hombre y cada mujer de este piso, pero a usted
nunca la vi.
MUJER SEGUNDA.- Pues si lo hubiera hecho antes... Vengo cada quince días.
39
HOMBRE.- ¡Ahh, claro! (Pausa breve.) Una sola pregunta más. ¿Por qué el
MUJER SEGUNDA.- El sillón no está mal. Si le agrega que le excita el sabor del
peligro, la aventura...y sobre todo que los demás ejecutivos sepan con
HOMBRE.- Es cierto.
MUJER PRIMERA.- Perdón, señor. Ella habló de un prendedor. ¡Me encantan las
Brillantes y esmeraldas.
HOMBRE.- ¡Cómo que no puede ser! Primero dice que es legítimo, y ahora
que no. ¿Se tomarían el trabajo de guardar esa joya en la caja fuerte si fuera
falsa?
40
MUJER PRIMERA.- Ahora no vale nada. Para usted no vale nada. Robó una joya
desconsoladamente.)
HOMBRE.- ¿Qué? ¿Otra vez metí la pata? ¡No digo que tengo mala suerte, yo?
MUJER PRIMERA.- (Ha dejado de llorar y mira furiosa a la Mujer Segunda.) ¡En
este ascensor hay una puta que no sale viva! ( Se arroja sobre la otra mujer y
manos!
que esta cosa se vaya al suelo! ¡Quieta! ¡Apártese! ¡No me haga hacer fuerza!
¡Me duele el hombro! ¡Le digo que se aparte! ( Logra separarla de la otra y
liberarse.)
MUJER SEGUNDA.- Esa soy yo. (Pausa larga.) Mire, señora. No soy la niña que
(Silencio.) Los ejecutivos de estas oficinas suelen contratar a damas como yo.
Y no solo hacen el amor con nosotras. También se confiesan. Como les gusta
ellas todo el tiempo. Ocurre que con las esposas, la pasión se va. Sus cuerpos
de amigas con las que van a clubes donde puedan ver a hombres desnudos. En
MUJER PRIMERA.- (Con furia contenida.) Perdóneme, ¿usted supo alguna vez
lo que es el amor?
de liceo que ni siquiera sabía dónde meter lo que tenía entre las piernas. ¡Qué
abuela que la cubre hasta la nariz, abra las piernas, vuélvase otra vez un
creer que lo fingido era real. Y así, fuimos olvidándonos de nuestro poder. El
hombre puede penetrar, hendir. Pero solo nosotras somos capaces de rodear,
dar y en el goce que va a recibir en cada uno de sus poros. ¡Goce! ¡Para eso
solo los cuerpos sino las sábanas, el colchón, las paredes, tengan el olor de
solo quiera dormir, descubrirá que puede hacerlo sin pastillas, y su marido
modos se va, no lo detenga, déjelo irse. Ese hombre no vale la pena. Usted se
MUJER PRIMERA.- Permítame dudar de sus palabras. No creo que por dinero se
para las esposas que se toman gratuitas, no para las amantes que solo se
Primera, pues desde que comenzó a hablar, solo tiene ojos para la otra.)
MUJER PRIMERA.- (Se enjuga las lágrimas y se limpia los mocos con un borde
otras...de veras, no lo sé. Una... cree no saber cómo pasa, ni por qué ha
pasado esto que ahora es tu vida y no lo has advertido por haber estado
de las vías, con cara de idiota y con la valija en la mano. Entonces es cuando
muchachito tan tierno que sabe tanto de historia del arte, y cuando lográs
reírte como loca, y pedís otra botella y terminás con tu bebé en brazos, como
podés más con tus párpados que pesan como troncos, y recién despertás al
otro día con un dolor de cabeza esta vez de verdad, un dolor que no le
Regresás a tu casa y lo único que deseás es estar sola, y agradecés a Dios que
habrá tenido su noche, con sus putas, y se habrá ido a trabajar, para algo es
el amo de la casa, aunque su ojo no cuide el ganado y el que tiene que traer
el dinero, claro, no siempre fue así, al principio todo era novedad, el vestido
blanco fue una gran novedad, aunque la noche anterior, después que tus
último novio, el único con quien creíste realmente haber gozado, lo llamaste
por teléfono y lo hiciste levantar sonámbulo, porque pasó tal vez toda la
querés es cojértelo por última vez, como si a partir del día siguiente solo
pudieras hacerlo con tu sacrosanto marido. Es por eso que llorás como una
Magdalena, pero cuando abrís la puerta del hotel, lo hacés con una bata y por
tu cuerpo, a la firmeza de tus senos y de tu cola, que para algo sirve la cirugía
y no es ningún pecado querer ser bella, y eso es lo que hacen los médicos, el
con tu cuerpo, digo, basta con soltar el cinturón, cosa de no perder tiempo...
(Pausa.) ¿Quieren saber el final? El final es otra mierda; después del polvo le
pedís que se vaya, estás deseando que se vaya de una vez, porque los dioses
comparar, a éste, que ya tiene barriga, con el otro, con aquél que te hizo ver
despedazó sacrificándote al dios que tenía entre las piernas, que te poseyó
con un deseo, con un ansia, como si fuera la última voluntad que le hubieran
nos vemos, sin atreverte a decirle que hasta tu marido de mañana cojerá
mejor que él. Y como estás ya preparada, el holocausto está hecho y el luto
bárbaro. No estás cansada, nunca estás cansada, querés todos los días, un
ejercicio demasiado duro después que pasa un mes, para él, digo, que no
puede fingir, nosotras, sí, gritamos, jadeamos, mordemos, y nos basta abrir
las piernas, pero a ellos se les para o no, eso es clarito; demasiado esfuerzo
cuando viene rematado del trabajo, aunque el trabajo no sea sino tomar
joder mejor al prójimo, con todo ese trabajo no vas a ser tan desagradecida
que hacía gimnasia, se veía en forma, leía a Faulkner y a Borges sin entender
nada, y se compraba ropa, zapatos sobre todo, cientos de zapatos, pero que
46
Venus, la diosa del amor, ha muerto. La hemos matado una y otra vez. Una y
pornográfica.
( Un largo silencio.)
viviendo.
zorro se corta la cola con sus propios dientes y corre a la libertad, aunque
un lado, y por otro una conciencia que nos hace cobardes, que nos hace
temer herirnos, porque de ningún modo queremos que sangre la más mínima
que en vez del aterciopelado y los colores que queremos ver resplandecer,
debajo encontramos llagas que sangran sin parar, aunque demos vuelta la
MUJER SEGUNDA.- Hay muchas más cosas en el cielo y en la tierra, de las que
duermo tranquilo. Así, puedo llegar hasta matar a una vieja de un hachazo en
muerte le hará un bien a la humanidad, será como aquélla, una vieja usurera.
a los quince años, no tiene sangre en las venas, pero el que sigue siéndolo a
colmo del cinismo, pero después comprendí que se estaba dirigiendo a mí,
que era a mí a quien le estaba diciendo aquella frase ¡Ja! ¡Sabía de memoria
barriga, y si acaso recordaba la escena del camión, temblaba como una vara,
y lo único que me importaba era cómo podía hacer para cambiar el auto. La
golpeó la cabeza contra los adoquines y me dijo sin dejar de apretar: “¡No
seas imbécil! ¡Hacé la tuya! ¿No los ves sueltos, no ves a los verdugos sueltos
por la calle? ¿No recordás esa cara? ¡Es falso que al final la verdad siempre
triunfe! ¿No te das cuenta de que estás solo? ¿De que todos ustedes están
asada sobre las parrillas, las regarán con vino, y volverán a votarlos!” (Pausa
breve)
Segunda.) Quería decir que cuando usted hablaba, no podía dejar de mirarla,
hacerle el amor. Discúlpeme si soy brutal. Pero es la verdad y nada más que la
verdad.
HOMBRE.- Sí, no me entienda mal, solo abrazarla. Rodearla con mis brazos.
¿Puedo?
a llorar.)
papel de madre! ¡Lo único que me falta es que los arrulle para que se
duerman!
HOMBRE.- Venga, que me sobra un brazo. Por ahora tengo dos. (La Mujer
UNA VOZ.- (Desde el exterior) ¡Eh, del ascensor! ¿Hay alguien, ahí?
va a salir bien!
gritando de alegría.)
50
Apagón.
ESCENA 2
HOMBRE.- ¿Cuánto?
no.
sacarme el estrés.
Apagón
51
ESCENA 3
Apagón prolongado.)
(El reloj vuelve a hacer sonar ahora cinco campanadas. Se repite el mismo
Apagón.