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Proyecto Piloto
I
1
(La representación anterior ha terminado y empieza otra. La Muerte de Cuello Blanco
recoge un periódico del suelo. Lo mira. Otras limpian el espacio y van haciendo aparecer los
elementos escenográficos).
MUERTE OPULENTA: Ustedes ven ahora este mundo vacío.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Ocupado únicamente por nosotras.
MUERTE RATA: Porque hemos ganado una batalla.
MUERTE MUERTE: Y hemos perdido la guerra.
MUERTE OPULENTA: Les puedo asegurar que yo me lo tomé en serio a pesar de mi infinita
experiencia.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Tenía todas las perspectivas de convertirse en algo extraordinario.
MUERTE RATA: Pero nada es seguro en este mundo.
MUERTE MUERTE: Ni siquiera la muerte.
(Hacen aparecer y desaparecer los muertos de la representación
anterior. Algunos incluso levitan como en un número de magia
circense).
MUERTE OPULENTA: Funcionamos desde el parto hasta el final.
MUERTE MUERTE: Y después del final, cuando el último suspiro se tapa con tierra...
MUERTE MUERTE: Volvemos a empezar.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: La vida de nosotras es una sola brega.
MUERTE MUERTE: Y... no se ve, no se nota...
MUERTE OPULENTA: Pasa, segundo a segundo, desapercibida.
MUERTE MUERTE: Pero nosotras, hoy.
MUERTE OPULENTA: Aquí.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: La vamos a mostrar.
MUERTE RATA: En algo que es ya una leyenda...
MUERTE MUERTE: Una leyenda perdida.
MUERTE RATA: Una oportunidad desperdiciada...
MUERTE MUERTE: Que logró reunirnos.
MUERTE OPULENTA: Y... lo que para ustedes es difícil de creer...
MUERTE RATA: Apasionarnos.
TEATRO INEDITO ENRIQUE BUENAVENTURA
MUERTE MUERTE: Golpea, hermana, tus secas palmas para que empecemos. (De todos
los muertos sólo han dejado dos, situados en las dos laterales del
escenario. Están un poco desorientados. Van, uno después de otro,
a centro y se miran en un espejo invisible. Se “reconocen”,
regresan a los lugares donde los dejaron).
2
PRESIDENTE: ¡Empecemos!
ESPOSA: Tengo miedo.
PRESIDENTE: ¡Animo! ¿Has perdido la confianza en mí? ¡Responde! ¿Has perdido
la fe en mí?
(El Presidente va al armario y se pone el uniforme de
entrenamiento, mientras la Muerte Opulenta y la Muerte de Cuello
Blanco se dan unos toques de damas del gran mundo y se reúnen
con la esposa).
MUERTE OPULENTA: Debes reconocer que no está improvisado.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Que es reconocido en el mundo entero por su lucha sin tregua contra
las ratas.
MUERTE OPULENTA: Y que si ha llegado a una conclusión hay que tomarla en serio.
ESPOSA: Sí, sí, creo que sí... Pero me asusta. (Desaparece. El Presidente
regresa y se dirige a las jaulas). ¿Cómo han amanecido mis
estimadísimas enemigas? ¿Mis odiosas y puercas amigas del alma?
(La esposa aparece).
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Sin ti, él no puede alcanzar su meta.
MUERTE OPULENTA: Es lo que es gracias a tu ayuda.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Y, por supuesto, a su inteligencia excepcional.
PRESIDENTE: (Se colocan los protectores, dispara hacia las jaulas, caen ratas, las
otras chillan. La Esposa se estremece, se cubre la cara. Las muertes
la han abandonado).
PRESIDENTE: ¿No te vas a cambiar?
ESPOSA: Dame un poco de tiempo...
PRESIDENTE: (Quitándose los protectores). ¿Qué dijiste?
ESPOSA: Que todavía no estoy decidida.
PRESIDENTE: (A las ratas). ¿Le entienden? ¿Entienden ustedes lo que dice? Yo no
le entiendo casi nunca.
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ESPOSA: Deberías seguir con tus venenos. Con tus experimentos para
controlar el descontrol de esas bestias.
PRESIDENTE: (Va al lado contrario del armario, donde hay unos anaqueles. Abre
un cajón, saca un frasco). ¿Te acuerdas de éste? Míralo, míralo
bien. (Ella no mira). ¡Qué mal gusto tienes! Es precioso. (A
público). Empecé a usarlo hace unos...
MUERTE RATA: Veinticinco años, exactamente.
PRESIDENTE: (Sin verla ni oírla). Sí, sí... Febrero de 1945... En la primera
invasión. (Alza el frasco, lo sacude, lo enseña al público). Licua la
sangre... la riega por todo el organismo, la hace brotar por los
poros...
MUERTE RATA: En los suburbios, en los tugurios, en los extramuros, en las
alcantarillas, donde yo presto de día y de noche, humildemente mis
servicios, aparecieron las charcas de sangre. Era una asquerosa
masacre.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: La municipalidad tuvo un arduo trabajo de limpieza.
MUERTE MUERTE: Y dificultades para recoger los miles, miles y miles de cueros
resecos, erizados de pelos, garras y colmillos.
PRESIDENTE: Cinco años después había desarrollado un antídoto. ¿Recuerdas? (La
Esposa ha desaparecido) ¡Dónde estás! ¡Nadie puede escurrir el
bulto! ¡Tú menos que nadie! ¡Eres la esposa del Presidente del Club!
(Va al anaquel, saca otro frasco). Yo les salí adelante con éste.
MUERTE RATA: Vuelve la sangre una masa. El cuerpo se hincha. Una pelota con
pelos. Los muchachos jugaban con eso al fútbol en los suburbios...
El era el arcángel exterminador y ellas los demonios que seguían
viviendo.
PRESIDENTE: ¡Regresa, mujer! (La Esposa aparece). Ven, siéntate, tranquilízate.
Tenemos que entrenar.
ESPOSA: Debías insistir...
PRESIDENTE: (Va al anaquel, abre otro cajón, saca una cajita). ¿Recuerdas éste?
ESPOSA: ¡Tienes que inventar más y más y más! ¡Tú puedes! ¡No te des por
vencido!
PRESIDENTE: (A público). Es un antimetabólico. Impide la conversión del
alimento en energía.
MUERTE MUERTE: Las mata prácticamente de hambre.
MUERTE RATA: Se chupan, se secan como pasas y quedan patas arriba, en el puro
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esqueleto.
PRESIDENTE: No me doy por vencido, querida. Me doy por notificado. (En voz
baja). Nos han declarado la guerra... (En secreto). Tienen un plan...
Nos irán enrateciendo poco a poco... Se nos alargará el hocico. Nos
saldrán pelos por todas partes y nos crecerá la cola... (Desaparecen
el Presidente y su Esposa).
MUERTE OPULENTA: Era la tercera invasión.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Había ya tres ratas por habitante.
MUERTE RATA: Y algunas, grandes como perros.
MUERTE OPULENTA: Se especializaban en devorar gatos.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Se deslizaban en parejas, o en familias hacia las avenidas.
Merodeaban cerca de las oficinas de los grandes negocios, donde yo
tengo mi dominio.
MUERTE OPULENTA: Trepaban una que otra los muros protegidos por alarmas y
guardianes.
Entraban curiosas a mi reino y entre la cristalería y las joyas
aparecían, de vez en cuando, temblorosos, los hocicos.
(Desaparecen las muertes. Penumbra. Poco a poco se ilumina una
pantalla. Tras la pantalla van apareciendo seres en proceso de
enratecimiento).
ENRATECIDO 1º: En primer lugar uno pierde el interés cuando empieza a crecerle el
pelo. El pelo es una protección y, con el pelo, uno, que antes estaba
desnudo y, a veces, calvo, sin hablar de los lampiños, se siente
seguro. (Desaparece).
ENRATECIDO 2º: Cuando uno deja de tener el sentido del deber, le crecen las orejas y,
a medida que uno oye consejos piadosos... (Voces). ¡No huyas! ¡No
corras! ¡No escapes! ¡No te deslices! ¡No te escurras! Se le van
poniendo las orejas rosadas y cuando logra el tamaño normal y el
color propio de las orejas, dice: a palabras necias oídos sordos.
ENRATECIDO 3º: Cuando uno siente el placer del enratecimiento, le crece el hocico y
en lugar de trepar, en lugar de subir, uno siente el placer de bajar.
(Se hunde un poco). Cada vez más. (Baja más). Hasta descansar.
(Más todavía). En el último nivel. (Sólo se le ve la cabeza). De la
escala animal. (Desaparece. Poco a poco se apaga la pantalla.
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una especie de gimnasia “rock” que las muertes comentan con una
canción).
MUERTE MUERTE: Da gusto...
MUERTE OPULENTA: Me estremece.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: Ver la vida estirándose.
MUERTE MUERTE: Retorciéndose.
MUERTE RATA: Saltando.
MUERTE OPULENTA: Tratando de fugarse.
MUERTE DE CUELLO BLANCO: De escapar a la gravedad.
MUERTE MUERTE: (En voz baja y ronca). A la gravedad.
MUERTE OPULENTA: De las cosas serias.
MUERTE RATA: Espantosamente aburridas. (Miguel se queda quieto. Silencio.
Avanza muy lentamente hacia las jaulas).
MIGUEL: (Muy bajo). Vengo de abajo, del hueco, de allá de donde vienen
ustedes.
MUERTE RATA: Su padre era un borrachito enratecido hasta la médula de los huesos.
MIGUEL: Mi madre era una santa. Eso sí lo puedo asegurar... aunque no la
conocí... Pero no tengo ningún parecido con ustedes... (Va al
“espejo”). Nada de hocico... Un bigote correcto, orejas que
armonizan con el resto... ¿Armonizan? ¿Realmente armonizan con
algo? Es una vergüenza que los seres humanos tengan estos
pabellones... o cartílagos, o lo que sea... La naturaleza debió
inventarnos algo menos elemental... Ojos hermosos, soñadores,
todas las mujeres están de acuerdo... No mucho pelo en pecho...
(Con un alarido gira sobre sí mismo, saca la pistola y apunta a las
jaulas. Chillido de las ratas, desaparecen y queda una sola). ¿Qué
pasa? ¿Me pueden explicar qué se proponen? Tú. Has quedado tú
solamente. Camina. Camina un poco... Así me gusta. Pareces una
reina de belleza. Camina como ellas. Te perdono la vida si no
cambias de caminao... Si conservas el ritmo.
MUERTE OPULENTA: Estás esperando que baile, que mueva las caderas. ¡Allí la tienes!
(La rata baila). Está haciendo un show para ti.
ROSA: Sí.
MARTA: ¿No es la primera vez que entras aquí, verdad?
ROSA: No.
MARTA: Has entrenado con él aquí varias veces... Siéntate...
ROSA: (Se sienta).
MARTA: Eres muy joven. (Le acaricia la cabeza, el cuello, los hombros.
Rosa le retira suavemente las manos). ¿Qué pasa?
ROSA: No sé...
MARTA: ¿Te doy miedo?
ROSA: Sí (se levanta). ¿Qué se propone?
MARTA: (Se sienta. Habla fríamente, tomándole las manos). Matar ratas,
eliminar enratecidos, acabar con el enratecimiento y vivir cada
segundo como si fuera el último.
ROSA: (Recorre el recinto como enajenada). ¡Aquí estuvo Miguel!
MARTA: Sí.
ROSA: Con usted.
MARTA: (Gritando) ¡Sí! (Rosa desaparece). ¡Ven acá! ¡Regresa! (Rosa
aparece). ¡Siéntate! Estás aquí por Miguel y eso no está bien. Debes
estar por ti misma. Debes asumirlo como algo personal. (Rosa
empieza a alejarse de ella).
ROSA: Si fuera una enratecida... ¿Usted dispararía contra mí?
MARTA: Sin pensarlo dos veces. (Rosa desaparece a medias). ¡Regresa! No
tienes nada que ver con una enratecida.
ROSA: ¡Es que no puedo aceptarlo!
MARTA: Hay que defenderse.
ROSA: Sí, sí... pero no es lo mismo... ¡No son lo mismo las ratas y la gente!
MARTA: ¡Por supuesto que no! ¡Hay que matar a las ratas y a los enratecidos
para salvar la gente!
ROSA: ¡Y dónde está la gente!
MARTA: Nosotros sabemos dónde está la gente. Una mente superior dirige
esto y nosotros compartimos sus conclusiones y las llevamos a la
práctica... ¡Vamos! ¡Levanta ese ánimo! ¡Cámbiate!
ROSA: No.
TEATRO INEDITO ENRIQUE BUENAVENTURA
(Cambio de escena. Volvemos al mundo cerrado del polígono, con furiosos chillidos de
las ratas. Mientras las muertes cambian la escena, con una luz que sube poco a poco, entonan
la oda a la lógica).
Oda a la lógica
MUERTE OPULENTA: No pierdan la razón.
Adelante mis valientes
cada día seremos más;
pues la causa que nos une
día tras día se extenderá.
No dudemos, no pensemos,
no se puede vacilar,
si seguimos y seguimos
y seguimos sin parar
nuestro ejemplo de pioneros
poco a poco cundirá
y esta lucha tesonera
crecerá y crecerá.
ROSA: (Apareciendo) ¡Miguel!
No hay nadie.
MUERTE OPULENTA: No, no hay nadie
MUERTE RATA: Tan sólo nosotras
MUERTE MUERTE: Que estamos siempre
ROSA: (Con un alarido) ¡Miguel!
MUERTE RATA: Alguien te está esperando.
MUERTE MUERTE: Alguien te desafía.
3
(Terminado el trabajo, salen las muertes. Queda el polígono solo, medio iluminado y,
poco a poco, aparece Miguel con el cadáver de Alfredo al hombro).
MIGUEL: Las comadres de ustedes lo mordieron. (Chillidos y agitación de las
ratas). Estaba tirado en el andén de una cantina de mala muerte... y
mordido. Tuve que acabar con él. (Aparecen el Presidente y la
Esposa. Miguel baja el cadáver de Alfredo, el cual cae en brazos
del Presidente).
PRESIDENTE: ¡Dios mío!
MIGUEL: Señor Presidente, usted conoció los síntomas... Este paciente los
TEATRO INEDITO ENRIQUE BUENAVENTURA
PRESIDENTE: Pero...
PRESIDENTE: Sí, tú... ¡Ya no hay remedio! ¡Nos enfrentaron entre nosotros
mismos! Era un plan infinitamente más refinado de lo que
sospechábamos. (Desaparecen).
5
TEATRO INEDITO ENRIQUE BUENAVENTURA
MIGUEL: Sí.
MIGUEL: Tenía que ayudarla y esa me pareció la forma más humana. (Las
muertes visten a Rosa de novia. La ponen de pies y Miguel se
coloca al lado de ella. La Muerte de Cuello Blanco hace una
pantomima de cura). Hubiera podido ocurrir si hubiéramos sido
otros... y, en ese caso, hubiéramos podido ser felices... o
espantosamente desgraciados... o una mezcla de las dos cosas.
Hubiéramos podido tener muchos hijos o ser completamente
estériles o... (Marta aparece y se lo lleva. Las muertes hacen
desaparecer a Rosa).
8
(De manera muy ceremonial las muertes colocan en el centro de escena la mesa y dos
asientos. Cubren la mesa con un mantel. Traen, luego, los frascos de veneno y los colocan en la
mesa. Ponen flores, todo como si se tratara de un banquete muy aristocrático. Desaparecen y
un instante después aparecen el Presidente y la Esposa, avanzan hacia la mesa despacio,
sigilosamente y se sientan).
PRESIDENTE: (Alzando dos de los frascos). ¿Cuál prefieres?
ESPOSA: Me da lo mismo.
PRESIDENTE: ¿Crees qué deberíamos usar uno para cada uno?
ESPOSA: Me da igual.
PRESIDENTE: O quizá el mismo, como quien dice: unidos hasta la muerte.
ESPOSA: Tú decides.
PRESIDENTE: ¿Te acuerdas de éste? Cuando lo inventé creí que era definitivo.
ESPOSA: Lo será ahora.
PRESIDENTE: Ya lo creo. ¿Y éste? ¿Recuerdas éste?
ESPOSA: No voy a abrir los ojos.
PRESIDENTE: Nunca los abriste.
ESPOSA: Ahora menos.
PRESIDENTE: Somos unas ratas de tamaño gigante.
ESPOSA: Las mayores de la especie.
PRESIDENTE: Y las más evolucionadas. (Sirve unas gotas de los frascos y luego
un poco de vino).
ESPOSA: Pero no nos salvamos.
PRESIDENTE: (Saborea). Un vino excelente. Prueba un poquito. (Ella niega con la
cabeza). ¡Salud! (Beben. Pasan unos instantes. Luego se levantan,
dan unas vueltas, aparecen las muertes y caen en brazos de ellas.
Desaparecen y luego aparece la Muerte de Cuello Blanco con un
periódico).
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MUERTE DE CUELLO BLANCO: Como recuerdo queda esta nota aparecida en el periódico local: “El
doctor Venenum y su digna esposa fueron víctimas en la lucha que
se libra contra las ratas. La ciudad les prepara un homenaje”. (Deja
caer el periódico. Oscuro lento).
FIN
~ ENRIQUE BUENAVENTURA