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La escena se desarrolla en un lugar neutro, vacio, despojado: podría ser el más bello
jardín, como la sala de espera de un hospital.
En escena, sólo hay dos sillas, que están separadas, en forma equidistante del centro.
El lugar está en penumbras. Con luz escasa, color caramelo, para así ambientar un
lugar oscuro, "vacío".
Nadie 1: (como si fuera a dar una conferencia, desde la silla) Vine en busca de mi
nombre. Me dijeron que aquí lo iba a encontrar (se produce un silencio). No sé quién
me lo dijo. Ni cuándo. Ni cómo. Ni por qué. (Afirmando) Pero lo escuché (se produce
un silencio, nuevamente).
En esta tierra de Nadies, de vez en cuando hay sorpresas y encontrás. . . (sin poder
explicarse, confundido) encontrás. . . (buscando la claridad) me refiero a otras cosas
que no sean la nada. (Se produce otro silencio. Con un leve malhumor) Al fin y al
cabo, tampoco sé qué valor tiene un nombre, ni qué es, ni para qué sirve. (Pausa.
Cambio.)
(Piensa, hace un gesto de haber encontrado lo que quería decir) Alguna que otra vez,
encontré fotos de hace años ¿Fotos? ¿Años? Eso escuché.
(Mientras dice este texto, se proyectará sobre el fondo una diapositiva de la foto)
Bueno, si, encontré fotos de hace años, (sin abandonar el frente, señala cada cosa que
nombra en la foto: los colores, etc.) en las que había muchos seres extraños. Juntos.
Reían. Reían profundamente, con verdad y afecto. (Lloroso) Se abrazaban unos con
otros, eran tan distintos entre sí. También había color. (Piensa) En su piel y en su
ropa. (Se observa) ¿Qué extraño? ¿No? ¿Cuándo habrá sido eso? Parece ser que en
otros tiempos. . . existían. . ., creían en un mañana. (Piensa) En cambio yo. En cambio
aquí, sólo quedamos dos. Yo y otro más. (Piensa) Lo sé por su respiración.
Constantemente la escucho. (Se para, va hacia él, comienza a tocarlo, sin mirarlo. Su
movimiento es mecánico.)
Cuando pienso mucho en ésto (divaga). Esto de otro, de que otro esté, de ser en otro.
Ser con otro. (Se produce una pausa, vuelve.) Me pasa algo tan extraño. . . Primero
mis ojos se humedecen y una vez cargados, me caen como gotitas, que ablandan mi
cuerpo (ríe). Mi alma. Creo que tengo. Es lindo. Me inquieta. (Ríe nostálgico)
¡¡Revoluciones interiores acontecen en mí!! ¡Uy! Como ahora. (Queda pensativo en la
columna, mientras Nadie 1, se sienta en la silla de Nadie 2.)
Nadie 1: ¿Dónde estoy? ¿No es mí lugar? (Investiga la silla por medio de sus sentidos)
Es necesario hoy, ahora, en este momento. Es fundamental encontrar a otro.
¡Sí! Aquí hay alguien. Alguien más que yo. (Reflexiona.) Entonces. . . no soy más
soledad. Descubrí a nosotros. (Como si estuviera dando una lección.) Al pronombre yo,
se le suma nosotros, somos dos ahora. Confirmé la verdad de la melódica respiración.
Aquella que escuchaba monótonamente. (Se refriega los ojos) ¿No será una absurda
esperanza para seguir? (Vuelve a la silla) Tanto tiempo esperando este momento.
(Busca) ¿Dónde estará? ¿Cómo será?
Nadie 1: (divagando) Dijeron. . . Las palabras son a las cosas, lo que las cosas a las
palabras. (Parafraseando)
Nadie 2: (mientras fuma) Casi nunca duermo. Es mi pasatiempo más eficaz. Yo cuesta
que duerma. Yo casi nunca duermo. El problema de dormir son los sueños:
representaciones en la fantasía de diversos sucesos. (Reflexiona) Digo problema,
porque surgen preguntas después de tenerlos. Yo no estoy preparado para responder,
para buscar respuestas. Yo no estoy educado para nada.
Los sueños son pureza. Abunda el juego. Son concretas señales del inconsciente. (Se
mira, se produce una pausa. ) ¿Por qué cuando me despierto soy así?
Nadie 1: (emocionado) Voy poder crecer. Voy a aprender. Voy a aprender con otro, de
otro.
Nadie 2: Tanto tiempo esperando. Tanta languidez. Por fin alguien vino a educarme.
Vino, yo, a darme vida.
Nadie 2: ¿Cómo?
Aún no dialogan concretamente, sus palabras son indiferentes de las que dice el otro.
Cada uno está en su mundo.
Nadie 1: (intentando un acercamiento) ¿Cómo te llamás?
Nadie 1: Eso significa que somos más parecidos aún, yo tampoco tengo nombre. (Se
produce un silencio, mientras sonríe) ¡Sería lindo que busquemos como llamarnos!
¡Qué entre los dos nos demos la identidad que nunca tuvimos!
Nadie 2: (con ironía) ¡¡Sssssíííííí!! (Pausa) No puedo más que desear un juego. (Se
produce un silencio) La escondida.
Nadie 1: (sorprendido, confuso) ¿No te parece que hace demasiado tiempo que te
venís escondiendo?
Nadie 2: ¿Aquí?
Nadie 1: ¿Cómo?
Nadie 1: Nuestra vida es una paradoja constante. (Nadie 2 lo mira sin entender)
Vivimos sin vivir, somos cadáveres en movimiento, indiferentes frente a todo, ya que
desconocemos el todo y lo bebemos también. Sabemos y no. Es todo tan superfluo. . .
Nadie 2: (tratando de entender) No sé muy bien a dónde vas. Pero creo que el
principio del cambio está en esto. (Se señala y lo señala) Nosotros dejamos de ser
indiferentes, a partir de mirarnos. A partir de darnos identidad aceptando la existencia
del otro. La unión es el principio.
Nadie 1: (dudoso) ¡Sí!
Nadie 1: No es eso. Creo que la falta de registro. Esto de no registrar al otro, es para
justificar la propia pertenencia de nuestro territorio. Siendo dos, tenemos que
compartir, que ceder. Nos cuesta. Por eso nos cegamos frente al otro. No nos podemos
imponer.
Nadie 1: Claro, vos porque no fuiste creando espacios aquí, teniendo todo servido. . .,
ya construido. Es fácil disfrutar de la compañía. Yo estoy desde el principio. Yo soy el
génesis.
Nadie 2: (observando todo el espacio) No veo más que a nosotros, no hay creación
anterior a nuestro encuentro. Al menos algo que sea visible, palpable.
Nadie 1: ¡¡Bahhhh!!
Nadie 2: Claro. . . Mucha filosofía, pero ahora te sentís usurpado. Si las cosas están,
porque están y si no están porque no están. Principio de la abundancia. Del
egocentrismo. De la avaricia.
Todo es cierto, todo lo que ambos decimos es cierto, pero con odio nada se logra. (Se
produce un silencio) Eso es. Nosotros vivimos sumergidos en el odio. Logramos
encontrarnos, cuando otro sentimiento fue mas fuerte.
Nadie 2: No. Lo que pasa es que vos querés hacer teoría. Yo intento disfrutar lo que
encontramos. Tradúzcase, la práctica. Lo que está pasando. No lo que dicen los libros.
Nadie 1: ¿Qué?
Nadie 2: La única diferencia que encuentro. . . Digo. Por lo único que podría creer que
el tiempo pasa, es por mis carnes, que cada vez se aflojan más.
Nadie 1: ¿Qué?
Nadie 2: (nostálgico) Seas vos, sea yo, seamos los dos, estamos hundidos en una no
existencia del existir.
Nada va a cambiar.
No sé, si era tan bueno descubrirnos. Era mejor saber del otro sin conocernos. El
misterio de las cosas es bello y deseable. Pero la realidad concreta derrumba ese
secreto. Nos desilusiona.
Nadie 2: (en otra cosa, mientras se toca la panza) Me hace ruido. Me parece que
necesito combustible. . .
Nadie 2: De la comida.
Nadie 1: No quiero enterarme que todavía tengo mucho por conocer. Quiero morirme
en este instante. Quiero desaparecer. . .
Nadie 1: (con estilo shakespeareno) ¿Cuánto ha de tener que esperar un ser humano
para nacer en su sabiduría?
A partir de este momento, se irán petrificando. Poco a poco, hasta llegar a ser dos
estatuas, con la expresión de su nada, de su ultimo suspiro, de su ignorancia. Abatidos
por la inconformidad. Quedando muertos en inmovilidad con su no existencia.
Nadie 1: Cada vez es más el cansancio que me invade, mi corazón tiende a detenerse.
Nadie 2: La de la victoria. . .
Nadie 1: . . .o la derrota.
Nadie 1 y Nadie 2: Protesto desde otra lógica: soy a la vez y contradictoriamente feliz
e infeliz.
Apagón final.