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Futuros puertos

A falta de un puerto, Urabá tendrá dos en el corto plazo, algo que dos décadas atrás era un sueño
que parecía imposible pero que sus líderes jalonaron hasta que por fin dio frutos.

Uno es Puerto Antioquia, que se construirá en el corregimiento Nueva Colonia, de Turbo, que ya
cuenta con la licencia ambiental y está a un paso de definir el constructor.

El otro se llamará Darién Internacional y se construirá en la vereda Río Necoclí, a diez kilómetros
del casco urbano de esta población del Norte de Urabá. Lo lidera la firma Conconcreto y en el
momento está tramitando la licencia ambiental ante la Anla.

Pero esas estructuras soñadas, aunque traen progreso y oportunidades, generan impactos, en su
mayoría ambientales y sociales y las comunidades están a la expectativa.

EL COLOMBIANO llegó hasta ambas zonas de la región bananera en busca de esas opiniones de las
comunidades directamente afectadas. En general hay positivismo y los ven como algo que debía
ocurrir y que les traerá, sobre todo, desarrollo, empleo y horizontes para la juventud, que crece
con anhelos diferentes a ser agricultores o pescadores.

Traslado en Nueva Colonia

Pueblo de pescadores y agricultores del banano, Nueva Colonia es un corregimiento que padece
múltiples necesidades. Está ubicado a casi media hora de la vía a Urabá, en dirección al Mar
Caribe, y tiene riquezas hídricas como el río León y el propio océano, pero muchas necesidades
insatisfechas: salud, educación, acueducto, alcantarillado y otros servicios aún son deficientes en
esta comunidad habitada, en su mayoría, por afrodescendientes.

Dice Adalberto Valderrama, que habita el lugar desde niño, que aunque la actividad de agricultor
se puede ver afectada por el puerto, son más las ventajas que trae esta obra que los perjuicios.

-Este puerto es algo positivo, los muchachos van a tener oportunidades, ya ellos no anhelan ser
campesinos sino trabajar en cosas grandes-, relata Adalberto, que ya fue trasladado de su anterior
vivienda a una nueva en el proyecto Guillermo Henríquez Gallo, que incluye 36 casas de 96
metros, la mitad construidos y la otra mitad para ampliación.

Todas las familias ya se fueron a vivir a las nuevas casas, pero hay dos pendientes: una es la de
Iván Borja, que lleva diez años en la zona y que pide una vivienda mejor.

-Son casas casi en obra negra y sin acabados, yo quiero algo más digno para mi esposa y mis tres
hijos-, afirma y aclara que no se opone al proyecto, porque “todo progreso es bueno”, pero las
familias de la zona no deben quedar peor que como estaban, advierte.

Adelaida Cuesta Torres y Espólita Vita, al contrario, se sienten satisfechas.


-Las casitas donde vivíamos eran incómodas, haga de cuenta ranchos, y esto es más digno, estoy
feliz-, afirma la primera. Espólita la respalda, pero sí siente que la casa está pequeña. ¡Claro!, solo
mira lo construido. El espacio libre es amplio y así lo reconocen Jorge Sotelo y Hernán de Hoyos,
ambos pescadores.

De Hoyos, de 40 años, aún se siente capaz de cambiar de actividad si le dan un empleo digno en la
construcción del puerto, como ha sido la promesa de Pío S.A.S., concesionaria del proyecto.

-Yo ya tengo 65 años y estoy enfermo, no podría trabajar en otra cosa que no sea pescar y como
eso se puede afectar, estoy esperando a ver qué me solucionan, porque no puedo parar la vida,
tengo hijos, familia para sostener-, advierte su amigo Sotelo.

A cuatro meses

El puerto se construirá en la vereda conocida como El Canal, aún con muchas plantaciones de
banano. La vida allí transcurre en total calma. El lote donde se hará el puerto está prácticamente
despejado y solo falta que lleguen las máquinas a remover tierra.

Andrés Felipe Bustos Isaza, gerente del proyecto, que fue adjudicado por el Gobierno Nacional el
año anterior, señala que en máximo cuatro meses se estaría iniciando obra.

En el momento, su empresa estudia las propuestas de dos finalistas elegidos entre cinco
consorcios que presentaron oferta.

-El pasado 24 de mayo recibimos la última versión revisada de las ofertas y viene la preselección
de dos firmas, se afinará la ingeniería de detalle y en tres meses tomaremos la decisión definitiva-,
explica.

Una vez cumplido este trámite, en cuestión de un mes se estará moviendo tierra, que es lo que los
urabaenses quieren ver. Este puerto, por lo menos, ya tiene el avance de la reubicación de las
viviendas y prácticamente es un hecho.

El costo será de 405 millones de dólares (casi $1,2 billones) y en la etapa constructiva generaría
1.500 empleos. La primera fase estaría lista para finales del año 2018.

El Darién Internacional

Conconcreto califica este proyecto como un puerto internacional de alto calado.

Sentada en una silla en las afueras de su casa a orillas de la playa en la vereda Río Necoclí, Dora
Vargas no ahonda mucho en este concepto.

El mango está en cosecha y hay tramos en los que hay que esquivarlos, porque están regados en el
piso. Ella bebe un jugo de la fruta y saca tiempo para añorar lo que ahora disfruta, porque siente
que puede perderlo.
-Estas veredas han sido muy abandonadas y las comunidades necesitan salir adelante, pero me da
dolor de la madre tierra, esperemos que el trabajo se haga de la mejor forma respetando nuestros
recursos-, dice Dora, que un día llegó de Medellín, como muchos paisas del interior, a buscar paz
en el apacible Necoclí, que es pura naturaleza, playa, mar y ciénagas que proveen el agua para el
municipio.

Como líder comunal, lucha por su pueblo. Y como sabe que negarse a un proyecto de desarrollo
que traerá oportunidades es imposible, reclama que se tenga en cuenta a los seres humanos que
han habitado y trabajado por la región.

-Hay que proteger los humedales, buscar que los impactos no sean tan fuertes y que podamos
seguir con nuestras vidas sin alteraciones.

La construcción de este puerto no implicará traslado de comunidades. Pero hay actividades que se
afectarán, como la de los pescadores.

-Yo creo que la pesca sí se va a perjudicar, porque aunque el pescado se ha reducido por muchos
factores, al menos da para subsistir, pero trabajando en las obras del puerto uno no sabe cómo
nos irá, pocos acá hemos trabajado construcción y cosas de esas-, advierte Víctor David Padilla, de
36 años, mientras afina los últimos detalles de una red que elabora a orilla de la playa.

Iván Darío Espinosa Peláez, antropólogo y quien adelanta la parte social del proyecto, despeja
dudas. Dice -y así lo admite la comunidad- que se han hecho más de 20 reuniones de socialización
con las comunidades afectadas, que son directamente 4 veredas y dos más por añadidura.

-Hicimos una primera reunión para presentarles el proyecto y otra donde escuchamos lo que
sabían, pensaban y esperaban del mismo, para analizar cómo todas sus inquietudes podrían ser
resueltas-, explicó Espinosa Peláez.

Señala que van en el camino de construir confianza, lo que advierte que no es fácil, y que hace 15
días se le entregó a la Anla (Agencia Nacional de Licencias Ambientales) el estudio de impacto
ambiental, que deberá ser resuelto en dos meses.

Si el organismo nacional da el visto bueno, la obra arrancaría casi de inmediato, pues Conconcreto
mismo lo construirá y ya tiene los diseños listos.

La obra tiene un costo de 1.000 millones de dólares (cerca de $3 billones) y su primera fase
también será puesta al servicio en 2018. Generaría también más de mil empleos, cuya principal
fuente de mano de obra será el propio Necoclí.

-Esto es una gran oportunidad para los jóvenes, que dejarán de ganar jornales de miseria de $22
mil para tener empleos dignos, con seguridad social, prestaciones y oportunidades-, sostiene
Fernando Gómez Mora, comerciante de Urabá.
El gerente del Puerto, Andrés Bustos, aún no especifica con precisión cuántos empleos se
generarán con la construcción del proyecto, pero adelanta que serán muchos, con prioridad para
los residentes en la región, primero los de Nueva Colonia y luego otros de localidades como Turbo,
Apartadó y Carepa.

El gran aliado, dice, es el programa Neo, donde se están preparando los jóvenes que laborarán en
los distintos frentes y labores del puerto.

Al inicio del programa, el año pasado, el coordinador general, Gustavo Londoño, subrayó que la
meta es tener, en tres años, a 13.660 jóvenes aprovechando las oportunidades laborales del
territorio. “Neo busca fortalecer competencias y habilidades y desde la educación brindarles a los
jóvenes entre los 18 y 29 años, orientación para las oportunidades que vienen”, comentó.

Su capital inicial fue de 6 millones de dólares, 75% aportados por sectores empresariales,
gremiales y educativos de Urabá, y 25% por el Fomín (Fondo Multilateral de Inversiones del BID).
Neo está en 10 países de Latinoamérica y Urabá es su piloto en Colombia.

La empresa constructora del puerto señala que también se han firmado alianzas y convenios con
las cajas de compensación, el Sena y el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, que están orientadas en el
mismo sentido: lograr desarrollos educativos a la par con el crecimiento del proyecto.

“El puerto y Neo van a ser para nosotros una gran oportunidad”, comentó Neila Doria, líder de
Nueva Colonia, en una visita de la Gobernación y los empresarios a su localidad.
Se presume que con toda la inversión hecha en Urabá en los últimos años, los indicadores de
pobreza, que eran los más fuertes de toda Antioquia, deben haber mejorado Aún no hay la
medición, pero Luis H. expone que “más allá de la medición, por mucho tiempo se hablaba del
desarrollo de Urabá, de su puerto y su vía, y en 2012 encontramos que la región había sido tratada
con mucha violencia por los grupos armados, además del olvido, sus sueños eran la vía y la
Universidad de Antioquia y eso ya llegó, estamos haciendo las cosas para que la gente pueda ver
otras alternativas, estamos seguros que ha mejorado la calidad de vida en la región”.

Para Pio, Urabá tiene una gran ventaja de desarrollo futuro, pues mientras en el Valle del Cauca
hay 280.000 hectáreas de tierra plana, la mayoría cultivadas con caña, en Urabá hay un millón, de
las cuales sólo unas 90 mil o 100 mil están ocupadas, “las demás están ahí para desarrollo del hato
ganadero, la agricultura y asentamientos de empresas e industrias”, dice Felipe Andrés Bustos.

En palabras del director ejecutivo de Fenalco Antioquia, Sergio Ignacio Soto, “entre Urabá y
Medellín se mueven anualmente $10 billones en intercambio comercial, pero con las vías y el
puerto esta cifra se va a duplicar”.

“Puerto Antioquia cuenta con una ubicación privilegiada respecto a otros puertos y con una menor
distancia de la mayoría de los centros de producción del país”, dice el gerente Bustos.

Aún así, no cree que será competidor sino complemento. Lo mejor está por llegar para Urabá.

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