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LA ECONOMÍA DE LA ÉPOCA
la producción, el comercio y las finanzas de Venezuela y del resto del mundo del tiempo
del dominio político del personaje central que nos ocupa en este simposio. Esta aclaratoria,
poder personal con frecuencia presentado por la historiografía venezolana en un plano que
opaca u oculta otros componentes del cuadro, aquellos que no responden de manera directa
a la acción del gobierno del presidente Antonio Guzmán Blanco. Hay dos premisas que
Primera: Esta premisa tiene una razón de ser metodológica. En historia los personajes,
incluso aquellos que parecen forjar la historia a su capricho, tienen límites en su accionar,
que son los fijados por las condiciones históricas locales, regionales y mundiales de su
tiempo. Esto significa que el análisis nunca puede centrarse exclusivamente en el personaje
y en su actuación sin considerar las determinaciones del tiempo, pero no como contexto,
capitalista que venía evolucionando en un largo proceso iniciado en la baja Edad Media y
entró desde el siglo XVIII en la fase industrial que fue envolviendo con poderosa energía al
mundo no industrializado. Esa fase envolvente llegó a Venezuela y al resto de América, en
la segunda mitad del siglo XIX, de modo que cuando comienza la época del Guzmán
Segunda: Por otra parte, si bien la economía de la época se inserta o intenta insertarse en el
oro en este período, forma el eje de la vida económica que es resultado de la actividad
trabajadores no propietarios.
Esto es importante resaltarlo porque más de medio siglo de una economía, la petrolera, en
gobierno, han creado una imagen disminuida del papel determinante de las fuerzas sociales
en la vida económica.
La época de Guzmán, entre 1870 y 1888, corresponde a una coyuntura de grandes cambios
con potencial y características que responden a las condiciones particulares de cada país.
¿Cómo eran las de Venezuela? Para muchos eran las mismas que había dejado la sacudida
de la independencia décadas atrás. Pero aunque la lentitud de los cambios hiciera difícil
apreciarlos, allí estaba el país con la preparación que sus capacidades le permitían para
iniciar el nuevo ciclo.
En 1863 se había firmado en la hacienda de Coche una paz que no fue total en los años que
siguieron, pero ponía fin a la segunda guerra larga que conoció Venezuela en el siglo XIX.
La primera fue la de independencia, largos años sin paz que concluyeron en 1823 cuando
fue vencida la última resistencia realista. Desde entonces, el país vivió una calma tensa y
resignada, interrumpida por varios episodios militares de corta duración que si bien
Tras la independencia Venezuela no conoció hasta 1858 las miserias de las guerras civiles y
las guerras internacionales que plagaron la historia de los otros países desprendidos del
mismo tronco colonial español. Casi todos experimentaron una violencia exacerbada:
México, Centroamérica, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, las provincias del Río de la
Plata, que no pudieron constituirse como nación -Argentina- hasta después de 1860, hasta
la idílica Chile que la historiografía presenta a menudo como una temprana isla de paz,
vivió intensos episodios de guerra, civil e internacional, a lo largo del siglo XIX.
Venezuela, en contraste vivió la paz tensa del conflicto entre los llamados liberales y
conservadores. Fue el único país latinoamericano que no enfrentó una guerra internacional,
y, haciendo un balance del tiempo que ocuparon las rebeliones y los que transcurrieron sin
encuentros militares, vivió una paz relativa e incompleta, porque la paz total en ninguna
parte existía.
Pese a que su geografía de puertos descentralizados creaba condiciones propicias para que
directa con los mercados externos y la desconcentración natural de los ingresos de aduana,
Zulia, las aspiraciones de poder de los caudillos tenían siempre como meta a Caracas, la
sede del poder central; ninguno pudo crear un movimiento separatista de bases duraderas,
registros de las aduanas y la Estadística Mercantil y Marítima, que dan cuenta de cómo
Como en todos los países de América Latina, en realidad como en toda América, incluida
América del Norte, las dificultades del transporte terrestre establecían formidables
una ventaja, que a veces extrañamente se señala como una desventaja, la multiplicidad de
puertos a lo largo de sus costas marítimas y de la corriente del Orinoco. El mar y los ríos
naviera, que era entonces, y lo sigue siendo, eficiente y económica. No todos los puertos
Caracas, en San Fernando de Apure, en Ciudad Bolívar, como lo señalan algunos viajeros,
no indica un país aislado o incomunicado, era un país que se mantenía integrado a pesar de
los formidables obstáculos de las distancias por tierra, un país disperso en una enorme
geografía.
dirigir el país a su antojo, como si fuesen, no los que habían luchado para abrirle camino a
la nacionalidad en ciernes, sino los dueños de la nación. Esa resistencia acumuló durante
tres décadas un contenido explosivo que finalmente estalló en la Guerra Federal; esta vez
un prolongado conflicto militar entre ejércitos formalmente constituidos que, sin embargo,
sólo se enfrentaron en dos grandes batallas en los cinco años que duró la contienda. En esa
guerra, tal vez no tan cruenta como la presenta la historiografía, surgió el liderazgo de la
federación, al que seguían peones de hacienda y pueblo en general, atraído por una lucha
que decían librar contra el poder y contra los ricos, sin atender o entender mucho, cualquier
otra motivación.
A este liderazgo perteneció Antonio Guzmán Blanco que aprovechó esa coyuntura para
crearse una carrera propia. Al concluir la Guerra Federal, ya no era el joven hijo de
Antonio Leocadio Guzmán, sino el General Antonio Guzmán Blanco, en la cuarta década
Falcón, cuya débil vocación política le permitió a Guzmán hacer su aprendizaje del poder.
El país que se negaba a desaparecer todavía le permitió al nuevo líder aprender en los
erráticos años sesenta, varias lecciones de indudable valor formativo, hasta que se rindió
Desde entonces, otra generación ocupó el centro de la política. Fue la primera que no había
acaso sólo al bronce de las estatuas. Y no fue porque la Guerra Federal o la Revolución de
de la ley biológica.
El poder quedó, así, en manos de hombres no siempre comprometidos con una visión
diferente del país, y a veces tampoco muy conscientes de que ahora el ejercicio del poder
les exigía algo más que las glorias del héroe y el ruido de las armas. Los países
entrañaba una noción diferente del poder a la que, sin embargo, los gobernantes
venezolanos de fines del siglo no honraron las más de las veces. La Venezuela de la
liderazgos.
2. La economía en 1870
¿Cómo eran las condiciones socioeconómicas del país en el que Guzmán Blanco comenzó
a gobernar en 1870?
En las cuatro décadas transcurridas desde 1830 el país aparentemente no había cambiado
existía desde 1854. En 1870 el trabajo de las haciendas venezolanas lo hacían los peones,
cuyas opciones de vida eran apenas mejores que las de los esclavos, pero eran sujetos
jurídicamente libres, libertad que ejercían para seguir las montoneras, o lanzarse al albur de
1.784.194 en 1873, un crecimiento que debía a la reproducción natural más que al aporte
inmigratorio. Era una magnitud comparable con la de Argentina, pero inferior a la de Chile,
aunque décadas atrás había sido mayor que la población de esos dos países.
De país cacaotero en decadencia, con una modesta producción de café que apenas pasaba
de 60 mil sacos en el año fiscal 1830-31, con su centro económico dinámico en la costa
central, había pasado a ser país cafetalero con una producción que llegaba a los 300.000
sacos a fines de la década de 1840, cifra promedio que se mantuvo estable hasta 1870 El
capita más que duplicó entre 1850 y 1870, aunque el valor total estaba entre los más bajos
de 94 millones en 1870.
volúmenes más o menos apreciables que no se exportaban en 1830 como el algodón, el oro
y el caucho.
Las cifras revelan un país de dimensiones y crecimiento modesto, más lento que otros
esencialmente distinto, no más atrasado, no más arruinado, o más inestable que el resto. En
En efecto, por debajo de la agitación epidérmica, que era más expresión de desorden en el
inconformidad con los cambios, que de indomable vocación guerrera, las cifras indican que
aun en la Guerra Federal, había un país ajeno a las exigencias del combate que sembraba,
recogía las cosechas, ensacaba el café y el cacao, lo transportaba, lo vendía; y había casas
comerciales, algunas abiertas unas décadas atrás, unas pocas sobrevivientes de la colonia,
que continuaban sus transacciones sorteando las dificultades; en los puertos atracaban
naves que embarcaban y desembarcaban productos y mercancías; había un país cuyos hijos
alcanzaban la edad adulta sin perder la vida en la guerra; había grandes secciones del
territorio, como los Andes, donde la Guerra Federal fue un suceso suficientemente lejano
como para que las familias que huían de las montoneras que asolaban los llanos, buscaran
refugio allí.
Como señala Arturo Guillermo Muñoz en El Táchira Fronterizo, esa sección de Los Andes
pasó de ser una parte casi despoblada en la Independencia, con 12 ó 13 mil habitantes a
tener una población superior a 83 mil habitantes en 1881. Caracas, por otra parte, mantuvo
en la Guerra Federal cierta normalidad como sede de los poderes nacionales y, a lo largo
del conflicto se realizaron esfuerzos por mantener la estructura y la autoridad del gobierno
central, bien que con magro suceso. Entonces podemos preguntarnos ¿era este país menos
importante que el de los caudillos cuyo espíritu levantisco nos ha transmitido la imagen de
Es posible, entonces decir que antes de la llegada de Guzmán Blanco al poder, la economía
y la población crecían, con ritmo lento, inseguro y modesto, pero crecían. Esto es
importante señalarlo porque a veces se atribuye a la gestión de Guzmán Blanco una especie
de capacidad mágica para sacar el país del caos más absoluto y colocarlo, mientras duró su
gestión, en un islote de orden y limitado progreso, del que volvió a salir para regresar al
caos en la última década del siglo XIX. En realidad, creo que no había tal caos, y aunque
Guzmán tuvo un talento como político y administrador muy poco usual, un talento que
además usó con audacia, no hizo milagros. Eso sí, su gestión fue más coherente y eficaz
que cualquiera en un siglo de muy magros resultados. Pero fue, como ocurre siempre en
3. El proyecto de Guzmán.
En abril de 1870, Antonio Guzmán Blanco derrotó al gobierno de los azules. Pero la suya
no fue una operación más de conquista del poder por las armas. Como primer presidente de
considera que Falcón era un niño cuando terminó la guerra), Guzmán Blanco estaba
inmejorablemente preparado para enfrentar los desafíos de la época, con una calificada
los mecanismos del poder. Además de su bien entrenado talento, tenía otra característica
sabemos, pero también tenía ambiciones para su país. Sabía que tener poder sólo para
sentirse poderoso o para usarlo contra los enemigos no lo diferenciaría de sus antecesores y
no sería mérito suficiente para ocupar el lugar en la historia que ambicionaba. Esto sólo
El fue el primer gobernante que se propuso dirigir el país con un proyecto coherente de
contenido modernizante que exigía algunas condiciones: la paz, dentro de una concepción
año 1870 no es una fecha convencional como para otros países, según la observación hecha
anteriormente.
El ideal venezolano de unas naciones que progresaran en paz, según el modelo idealizado
era parte infaltable del discurso público y constituía el propósito de organismos como la
Sociedad Económica de Amigos del País, cuya prédica en los años 1830 se perdió por falta
de condiciones y de padrinos. Guzmán Blanco hizo suyo el proyecto, y pudo darle un serio
gobierno. Es bueno mencionar que esto ocurrió porque para Guzmán no se trataba sólo de
un programa, bueno para acceder al poder y luego archivarlo, como suele suceder. Llegó al
poder con la convicción de que una economía próspera y un desarrollo político estable eran
aspectos complementarios de la misma meta; en consecuencia, adoptó una estrategia
3. Que el crecimiento económico, el orden y la paz debían tener un claro respaldo social y
político.
¿Qué significaba cada una de estas premisas? Veamos. La primera exigía dos cosas: 1)
Terminar con la tentación de las armas para resolver los conflictos, y 2) Ordenar la casa. En
otras palabras, esto suponía acallar la oposición disolvente y anular la capacidad de los
caudillos regionales para convocar a las armas contra el gobierno cada vez que, a su
criterio, los gobernantes no cumplían. Significaba también ordenar las cuentas de ingresos
y gastos. Vale decir: saber cuánto entraba en las arcas del gobierno, asegurarse de que
lo que se gastaba, para no gastar más de lo que entraba. Una cuenta de suma y resta, las
muy especialmente los caudillos dejaran de pensar en la guerra por estar ocupados en
debía concentrarse en producir más y producir mejor para los cada vez más exigentes
mercados de los países industrializados, vender más para comprar más, tener mayores
ingresos y aplicar ese ingreso al objetivo de vivir mejor. La función del Estado era legislar
para que esas condiciones fueran posibles. Pero ocuparse de aprovecharlas era tarea de la
sociedad. Es decir, que correspondía a la población producir y comerciar. Pero esto debe
para generar riqueza, solía decirse que en estos lados del mundo no existía "espíritu
empresarial". Por lo tanto correspondía a los gobiernos promover las iniciativas en materia
económica que despertaran ese espíritu. Sin embargo, es un hecho que los gobiernos, cuyos
ingresos venían fundamentalmente del producto de las aduanas y de algunas rentas como
las salinas, o las minas- tenían escuálidos recursos para iniciar empresas económicas. Por
lo que en definitiva fueron los particulares los que desarrollaron esas empresas en la
Así es que por defecto, el Estado terminó por hacer lo que se suponía debía hacer: dejar la
como estamos en Venezuela a vivir desde hace décadas bajo el sistema del Estado
petrolero, en el que el Estado legisla, aplica la ley y es dueño de los recursos económicos
del país, nos olvidamos que hasta 1940, la sociedad venezolana vivía de lo que ella misma,
no el Estado, producía. Es decir que eran los ricos y los pobres, los dueños del capital y los
dueños de la fuerza de trabajo, los que producían la riqueza nacional; en otras palabras,
hasta 1940, no hubo un sector público de la economía; toda la economía era privada. El
Estado vivía entonces de la nación y no al revés. Esto significa que para la historia anterior
El modelo de crecimiento económico que siguió Venezuela, como los demás países
latinoamericanos, en el período que nos ocupa, fue el que la historiografía económica llama
primario exportador, o exportador-importador, porque se basaba en la exportación de
ocurría dentro del marco general de la llamada división internacional del trabajo, entre
industrializados. Esto es, desde luego, una simplificación que no supone una estricta y
absoluta división.
La tercera premisa debía entenderse como que ningún gobierno podía imponer, bien por la
fuerza de las armas o de las leyes, aquello que la misma población, o la parte de ella que
tenía poder para tumbar gobiernos, no aceptara como su propio proyecto. Dicho de otro
modo, el apoyo social sería posible sólo si el proyecto convenía a los intereses de grupos
destacados de la población, es decir si tenía una medida importante de consenso, que desde
luego en esa época no era democrático. Desde la Revolución Francesa, todo gobernante
que no se resignara a ser condenado en los libros de historia, o aspirara a algo más que una
simple mención en ellos, debía tener presente que los gobiernos y los gobernantes que
ignoraran totalmente a sus pueblos tenían los días contados. Pero esto no siempre era
dominantes de la sociedad, incluidos sus adversarios, pero la propia debilidad de esa clase,
impidió que ese apoyo fuera todo lo efectivo que las circunstancias requerían.
A falta de un apoyo social muy extendido era necesario el apoyo político, o por lo menos,
la transigencia. Guzmán logró cierta compensación a la débil base social del proyecto, al
apoyo de sectores influyentes. Con excepción del tornadizo círculo de los guzmancistas,
los grupos mercantiles fueron los únicos dispuestos a aprobar más o menos
espontáneamente su programa, porque apreciaban su capacidad para abrirles canales de
exigencias financieras a que los sometían generalmente los gobiernos en apuros. Guzmán
Blanco parecía tener claros estos preceptos cuando llegó al poder en 1870.
Parece, sin embargo, cierto que la modesta capacidad de crecimiento económico del país
denotaba agotamiento al comenzar el septenio. Para Guzmán ese agotamiento era una de
las manifestaciones de la necesidad de los cambios que debían impulsarse desde el poder.
La débil constitución del Estado era claramente constatable en 1870. Esto podía entenderse
de dos maneras: 1. Que era fácilmente expugnable. 2. Que era necesario fortalecerlo.
Guzmán entendió que lo primero era una realidad en su favor y que lo segundo debía ser su
orientación que, por lo demás, nunca fue abandonada. Guzmán compartía esa idea, así
vemos que en 1867 escribía en la prensa … ¨Para que este país goce de un cambio radical y
de 1878, se reafirmaba que …" la experiencia ha demostrado que entre nosotros no puede
reformas para sanear las finanzas públicas, modernizar las funciones del Estado y eliminar
Es importante señalar que Guzmán fundaba su gestión económica en una estrategia que
vinculaba los negocios con la política. Pero aplicaba su criterio autocrático de la política,
según el cual no había sectores de poder que inspiraran más confianza a los inversionistas
extranjeros que su persona, en lo que, probablemente había una gran dosis de verdad. Por
algo, José Maria Rojas, uno de los pocos que se atrevía a hablarle claro a Guzmán le
escribía en 1883 en una carta personal: en Venezuela …"no hay sino dos hombres uno eres
tú el otro tu dirás". De modo que la única garantía de que las expectativas de ganancia de
los capitalistas no serían defraudadas era que Guzmán no sólo les diera su propio apoyo,
sino que también asegurara una participación en los negocios, en el entendido de que
Esto, que desde luego era muy conveniente para sus intereses personales, permite
que se apoya fundamentalmente en el Estado que a veces participa como socio en las
persona y los intereses de Guzmán, que, siendo la garantía más confiable para los
suficiente para actuar como tal, llegado el caso de que cambiara la orientación del
gobierno.
Por lo tanto, cualquier empresa económica debía contar con la bendición de Guzmán
porque si no la tenía no había forma de que sus intereses estuvieran seguros. Claro que
tampoco era conveniente que aparecieran muy ligados a los intereses del gobernante
ligada a él. La relación de los negocios con la política es siempre un arma de doble filo,
como hasta hoy lo sabe la gente vinculada a los negocios. Pero era cierto que Guzmán era
el único confiable para los capitalistas. Cuando él se alejaba del gobierno, la cotización de
los papeles del Estado caía y las ofertas de inversión disminuían. Entonces como ahora.
Pero veamos ¿Cuáles fueron las reformas que introdujo Guzmán Blanco y cuál fue su
efecto?
La contabilidad fiscal fue uno de los primeros asuntos de que se ocupó al llegar al poder. El
estado del erario era calamitoso y se había convertido en el mayor obstáculo para iniciar el
proyecto de paz, orden y progreso. Lo que salía de las arcas del gobierno excedía a lo que
insostenible. A esto se le sumaba la presión de las deudas. En los sesenta el país se había
mercantil de Curazao.
La deuda pública externa aumentaba por las exigencias de reclamantes extranjeros, cuyos
intereses supuestamente habían sufrido daños en el país. Esa era la deuda diplomática que,
según se demostró después, era en gran parte fraudulenta. Aquí hay que mencionar que
Guzmán formó la base de su inmensa fortuna personal al cobrar las comisiones de rigor en
la gestión del empréstito de 1864 por £ 1 millón y medio, operación que él mismo
reconoció públicamente diciendo que había ganado ese dinero con honor, y con habilidad
lo había multiplicado. Desde entonces Guzmán Blanco adquirió la fama de corrupto que
"Revelaré tus manejos, revelaré tus robos: ni una hoja de higuera habrás de hallar para
cubrir tu desnudez. A la faz de la Nación, a la faz del universo, se verá tu lepra toda entera,
y sobre tus espaldas las letras que has merecido: L-A-D-R-Ó-N ".
La deuda interna se nutría de una interminable lista de acreedores entre los que se contaban
las firmas mercantiles locales que, por razones de conveniencia, nunca se atrevían a negar
militares de la Guerra Federal que reclamaban pensiones y pagos vencidos. Falcón había
otorgado grados de general con generosidad poco responsable, como quien reparte
caramelos, quizá movido por lo que, como recuerda Manuel Caballero, …"se ha dado en
atrasados correspondientes a su alta jerarquía que haría este ejército de generales. Eran los
A fines de 1870, ya Guzmán tomó la primera decisión sobre este asunto, la que reveló cuál
hacienda pública a la burocracia del gobierno, creó por decreto la Compañía de Crédito de
Caracas, entidad que firmó un contrato con cinco casas mercantiles de la ciudad, que eran a
su vez acreedoras del Estado, las firmas eran: Eraso Hnos y Cía; H.L.Boulton y Cía; J.
Röhl y Cía; Santana Hnos y Cía; Calixto León y Cía. A ellas les confió Guzmán la tarea de
recaudar los fondos públicos de las aduanas y administrarlos para cubrir con ellos los
interés de éstos en que el esquema funcionase, porque así podían cobrarse sus propias
acreencias y obtenían ganancias, por cobros de comisión e intereses del dinero, eran para
comerciantes y buena para los intereses del Estado. El servicio que prestaba convertía a
esta sociedad mercantil en una mezcla de tesorería nacional y banco central. El contrato se
extendió hasta 1876, cuando la Compañía cesó en sus funciones que fueron traspasadas al
La otra gestión para restablecer el crédito público fue la renegociación de la deuda externa,
de la que Guzmán sacaría su beneficio particular, como lo hizo con las otras deudas (Esta
era una práctica tan conocida que un diplomático norteamericano con imprudencia y
arrogancia escribió que había dos formas de cobrar la deuda externa, una era con la
amenaza de barcos de guerra, otra dándole a Guzmán una participación. Ni que decir que al
hecho de que en Londres conocían mejor que en Caracas el monto de la deuda. Pero,
además, que según las cuentas de los acreedores de Londres, el monto de la deuda era muy
inferior (en casi £359 mil) al cálculo que hacían en Caracas, tanto porque el gobierno
como porque la suma de los intereses le daba al gobierno venezolano un monto mayor del
El hecho es que al finalizar el septenio la hacienda pública estaba en orden, por lo que se
atribuye a Guzmán el milagro de haber saneado el erario. El país estaba en paz, y se había
Estadística; y otras que tendían a reforzar el papel del Estado en la vida civil como la
país, al menos a Caracas y a sus alrededores. Pero la gran obra que se esperaba del
gobierno era la que debía facilitar las condiciones del transporte terrestre, sobre todo
caminos para el transporte sobre ruedas. Este era el clamor de los agricultores, los
al problema, se les atribuía el efecto mágico de abrir las puertas del progreso definitivo. El
ferrocarril ya existía en Venezuela, entre las minas de Aroa y Tucacas, pero Caracas no
tenía ferrocarril y eso mortificaba a Guzmán, porque el gobernante que en esa época no
construía ferrocarriles que llegaran a la capital era indigno de que se lo asociase con la idea
faltaban capitales.
primer proyecto de una línea, precisamente entre Caracas y La Guaira, fue hecho en 1824
junto con George Trevithick, que diseñó la primera locomotora sobre rieles. En los años
siguientes se hicieron otros estudios, que quedaron sin concretarse (M.E.G.D.p. 74).
ingeniería, pero también desde el punto de vista de las prácticas laborales que fueron
tenía una pobre dinámica y el ferrocarril antes que un sistema de transporte capaz por sí
solo de hacer milagros, era un negocio, el más importante del siglo XIX. Así es que, si no
había una economía fuerte que sustentara el negocio no había ferrocarriles. Cuando
Guzmán se retiró del gobierno y abandonó definitivamente el país para vivir en Europa la
construcción del moderno sistema de transporte apenas comenzaba, pero al final del
período ferrocarrilero había poco más de 800 Km. de vías férreas construídas. En contraste,
países como Argentina, Brasil, Chile y México tenían miles de kilómetros de vías férreas
en operación.
existían más de 1.200 km de líneas telegráficas y se había creado una Escuela de Telegrafía
gratuita, que, por cierto, en los noventa graduó la primera mujer telegrafista. A fines del
Maracaibo (Capriles, González y Gonzalo, Historia del Ministerio…, pp.40-41 ). Pero el servicio más
de la Oficina General de Correos. En 1881, había 150 oficinas postales en casi todo el país,
que despacharon más de 400 mil piezas de correspondencia para diversas localidades del
interior, y más de 50 mil para el exterior. Las líneas de correo prestaban servicio a cerca de
noventa localidades en los diferentes estados del país, en algunos casos el servicio se hacía
diario entre Caracas y Valencia, o Valencia y Puerto Cabello; o con frecuencia de una, dos
sin embargo reconocer, que la producción de café pasó de 800 mil sacos a fines de los
de las industrias locales, cuya importancia se conoce mal, era menos modesto de lo que
podría pensarse. En los años 1870 había fábricas de clavos, de dinamita, de jabón, velas,
famosa Petrolia del Táchira. Los telares de Valencia empleaban hasta 500 obreros y la
fábrica de tabacos "El Cojo", tenía 400 trabajadores ( Cf. M. Rodríguez Campos, "Federación,
Economía y Centralismo", pp. 84-85 ). De los ochenta datan la primera compañía de gas y la
primera planta generadora de electricidad en Maracaibo. Pero el país no entró en una era de
El esquema exportador -importador, no obstante, se mantuvo, por lo que hasta las élites de
provincia se permitían ciertos lujos sibaritas, de los que da cuenta un aviso de una casa
mercantil de Maracaibo de 1889, que ofrecía toda clase de alimentos y bebidas importadas
porque avisos similares se encuentran en la prensa de mediados del mismo siglo, lo que
pone en cuestión la extendida imagen de una Venezuela tan pobre que no perdonaba ni a
En conclusión
Que las medidas adoptadas por Guzmán no dieran el resultado esperado, es la prueba más
clara de que fueron insuficientes y que las resistencias internas al cambio eran todavía muy
verdad que Guzmán no desarrolló una política agraria que sacudiera las formas
tradicionales de la producción agrícola, poco capitalizada, rutinaria, y de bajo nivel
tuvo continuidad. Los sucesores de Guzmán hasta fines del siglo pudieron comprobar, con
demasiada frecuencia, que la habilidad con las armas seguía siendo importante, y en
ocasiones suficiente, para llegar al poder, aunque no para conservarlo. A fines del siglo
afloraban nuevamente con intensidad renovada las debilidades del país. En los doce años
que siguieron al bienio, hubo ocho presidentes y desde mediados de los 90, la caída de los
precios del café instaló una prolongada crisis en la que se entra en el siglo XX.
Bibliografía
• Briceño, M., Los "Ilustres" o la Estafa de los Guzmanes. Caracas, Ediciones Fe y Cultura,
s/f.
• Capriles, R., González, M.E., Gonzalo, M.. Historia del Ministerio de Fomento. Caracas,
IESA-FINTEC, 1993.
• Carrera Damas, G.. Venezuela: proyecto y poder social.. Barcelona, Crítica, 1986.
Historia, 1984.
•Pensamiento Político Venezolano del siglo XIX. Caracas, Publicaciones del Congreso de