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La prudencia

La prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, respetando


los sentimientos, la vida y las libertades de las demás personas, pero también es la
cualidad de comunicarse con un lenguaje claro, cuidadoso y acertado; con sensatez, con
moderación y reflexión.
La prudencia se encuentra asociada con la sabiduría, como la comprensión de los
eventos adversos de los cuales nadie está exento de padecer en el transcurrir de la
existencia humana y que requiere de la sensibilidad y acompañamiento de sus
congéneres antes que justificar posibles causas que nada resuelven ni ayudan.
La falta de prudencia hace que emitamos informaciones y comentarios no pedidos, que
debían guardarse con suma discreción y que por no seguir normas de solidario
entendimiento le damos rienda suelta a nuestros impulsos sin evaluar sus
consecuencias, donde no solamente se ve afectada la imagen de quien habla sin
precaución ni mesura, sino que se hiere el sentimiento de quienes sufren el rigor de una
determinada calamidad.
En ocasiones la falta de prudencia se manifiesta en personas que están convencidas de
que están actuando bien, y es aquí donde la humildad nos invita a no considerarnos el
centro del universo y guardar silencio en el momento indicado, y pronunciarnos cuando
debemos, pero con fundamento y sin menospreciar el punto de vista de los demás, de
tal forma que nuestro comentario rinda frutos en bien de una relación constructiva.
Para aprender a ser prudentes hay que estar atentos a las razones, pero más que todo
debemos controlar nuestras emociones, que son las que nos impulsan al error. Porque
generalmente somos dados a errar por apresurarnos en nuestros juicios, afirmando
cosas que no son claras al buen sentir, pero que estamos impulsados a expresarlas como
desahogo de nuestras pasiones.
El acto prudente tiene como base las palabras y los hechos acertados que ennoblecen a
la persona, donde se aprecia más la sabiduría que la astucia, porque no es tanto la
facilidad de las palabras sino la calidad y la sutileza para conseguir fielmente el cometido
con tan valioso resultado.
La prudencia, así como es apropiada para no desatar una guerra, también es importante
para emprender la paz y la reconciliación, en especial cuando priman más los
desacuerdos de una sociedad, cada vez más contenciosa, que los mismos acuerdos a
que puedan llegar las partes comprometidas en discordia.
La prudencia facilita tomar decisiones pertinentes en las diversas circunstancias de la
vida. Es el recto conocimiento de lo que se debe obrar. La prudencia tiene su verdadero
valor.
La prudencia es una virtud poderosa, y trabajar en observar y perfeccionar esta virtud
nos permitirá actuar de forma justa, adecuada, moderada, y así, poder enfrentar las
situaciones comunes de la vida cotidiana con una mayor conciencia.

Con prudencia, nuestra personalidad se modifica para mostrarnos decididos,


emprendedores, comprensivos y conservadores.
Nos reconocemos prudentes, cuando nos comunicamos con un lenguaje claro, literal y
cauteloso, respetando los sentimientos, la vida y las libertades de los demás. Así, desde
ese lugar, se ve la razón de cada persona, se logra discernir el verdadero bien para cada
uno, desarrollando la capacidad de elegir los medios adecuados para realizarlo.
En la Grecia Antigua, en La República de Platón, la prudencia era descripta como una
“virtud cardinal” junto con la justicia, la fortaleza y la templanza. Todas son los frutos de
la sabiduría basadas en el amor por la justicia.
Continuando a Aristóteles, Santo Tomás de Aquino la define como: “la regla recta de la
acción”.
Vale aclarar que, en la teología católica, las virtudes cardinales, son hábitos que
intervienen sobre la voluntad y el entendimiento para obrar según el juicio de la razón,
iluminada por la fe.
El obrar prudentemente es el resultado de poder “comprender” con total
responsabilidad, como el verdadero amor que se libera de las pasiones para llegar “al
conocimiento” como objeto de la vocación humana.
Es una virtud discreta, pero nos maravillamos observando a las personas que
habitualmente conservan la calma, y que aun en situaciones difíciles sostienen su
comprensión, su compostura, su temple.
Asumir con humildad nuestras limitaciones y aprender de nuestras experiencias nos
permite actuar con prudencia, y los verdaderos beneficios de hacerlo se ven reflejados
en la conservación de un estado de salud físico, mental y espiritual equilibrado.
Es decir que nuestras mejores decisiones para actuar provienen de la experiencia, del
entrenamiento de nuestras potencialidades, cada uno reconocerá las suyas.
Seamos prudentes con nuestros pensamientos, con nuestros deseos, y con todo aquello
que consideramos que debe ser lo mejor para nosotros.
Seamos prudentes con lo que el mundo nos ofrece y con lo que elegimos y de lo que de
él tomamos. Cada uno sabrá, íntimamente, qué puede beneficiarlo o perjudicarlo, y a
quiénes puede arrastrar con sus decisiones, porque si éstas se basan en el bien común,
no habrá de qué preocuparse, pero, si por el contrario sólo residen en nuestro interés,
los resultados serán bien diferentes.
Comencemos este año decididos a trabajar, con prudencia, en esos sentimientos
impulsivos que nos alejan de lo que amamos en todos los órdenes de nuestra vida.
Seamos prudentes recibiendo lo que nos ofrecen también. Todo tiene su justa medida,
estemos decididos a encontrarla, y con prudencia, aprendamos juntos a ser impecables
en cada momento.

La prudencia como virtud


La prudencia es considerada por el catolicismo como una de las cuatro virtudes
cardinales y es conocida como “la madre de todas las virtudes”. El catolicismo la define
como la capacidad de razonar con buen juicio para juzgar las acciones como buenas o
malas, y poder discernir qué camino tomar en cada circunstancia concreta.
La prudencia supone: tener memoria, para usar las experiencias del pasado; docilidad,
para aceptar consejos de otros; previsión e intuición.

Ejemplos de prudencia
1. Cepillarse los dientes luego de cada comida para evitar la formación de caries.
2. Como peatón, no cruzar cuando el semáforo tenga luz verde para los vehículos.
3. Expresarse con un lenguaje claro es un acto de prudencia, especialmente cuando se
comunican temas delicados o noticias desagradables.
4. No conducir si antes se ha bebido alcohol.
5. Mirar a ambos lados al cruzar una calle.
6. Observar la fecha de vencimiento de los productos que se compran.
7. Estudiar para una lección.
8. No conducir sin luces en el vehículo.
9. Usar casco cuando se monta una bicicleta o una motocicleta.
10. No exceder el límite de velocidad en autopistas y rutas.
11. Añadir poca sal al condimentar las comidas.
12. Colocarse cinturón de seguridad al subir a un automóvil.
13. Utilizar las sendas adecuadas cuando se circule en bicicleta.
14. Respetar la distancia de frenado.
15. Utilizar las luces de giro cuando se conduce un auto.
16. Usar preservativo en una relación sexual ocasional.
17. Utilizar guantes al estar en contacto con un elemento tóxico.
18. Llevar el control de nuestras finanzas.
19. No caminar cerca de un barranco.
20. No consumir demasiados alimentos con un contenido elevado de grasa
21. Cargar un abrigo por si baja la temperatura y hace frío.
22. No deambular por las calles de noche y sin compañía para evitar robos.
23. Probar una bebida caliente con cuidado.
24. Tomar días de reposo cuando tenemos fiebre.
25. No circular contramano.
26. Usar protector solar al estar en contacto con el sol.
27. Tomar desayuno.
28. Acudir a un chequeo anual en el médico.
29. Hidratarse.
30. Consultar con un médico ante una dolencia.
31. No cruzar la calle mirando el celular.
32. Tener un teléfono celular con batería por si es necesario hacer una llamada de
emergencia.
33. Si no se sabe nadar, es prudente no ir a piscinas cuya profundidad supere nuestra
altura.
34. Seguir las recomendaciones del gobierno cuando se está ante una catástrofe
natural.
35. Revisar que llevamos todo lo necesario a la hora de partir hacia un viaje.
36. Chequear el vencimiento de los servicios y tarjetas de crédito.
37. No consumir alimentos de envases abiertos.
38. Un arquitecto que construye una casa es prudente cuando tiene en cuenta el
terreno y el tipo de materiales que utilizará para la construcción.
39. Un deportista que entrena a diario para alcanzar su meta es un ejemplo de
prudencia.
40. Un estudiante que asiste a una clase y sale de su hogar con el tiempo suficiente para
llegar a horario, es un alumno prudente.
41. Un obrero es prudente cuando utiliza casco en su puesto de trabajo.
42. Un profesional es prudente cuando elige priorizar la calidad de su trabajo antes que
los honorarios.
43. Un hijo es prudente cuando piensa antes de reaccionar ante un reto de sus padres.
44. Cuando una persona va a invertir una suma grande de dinero en un negocio, es
prudente que evalúe todas las variables que pueden ocurrir.
45. Un trabajador que al cobrar su salario abona la totalidad de sus deudas e impuestos
antes que gastarlos en lujos y comodidades, es prudente.
46. Un viajante que debe tomar un avión y llega con el tiempo suficiente antes del
embarque, es una persona prudente.
47. Una persona es prudente cuando habla utilizando las palabras adecuadas antes que
callar o gritar.
48. Una persona es prudente cuando proyecta un futuro laboral y, en base a eso, se
capacita profesional y académicamente.
49. Una persona que evalúa la salida laboral de aquello que desea estudiar, actúa de
forma prudente.
50. Una persona que no tiene empleo y que controla los gastos actúa de forma
prudente.

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