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Contenido
Sinopsis 16. Sarah

Prologo 17. Adam

1. Sarah 18. Sarah

2. Adam 19. Adam

3. Sarah 20. Sarah

4. Adam 21. Adam

5. Sarah 22. Sarah


5
6. Adam 23. Sarah

7. Sarah 24. Adam

8. Adam 25. Sarah

9. Sarah 26. Adam

10. Adam 27. Sarah

11. Sarah 28. Adam

12. Adam 29. Sarah

13. Sarah 30. Adam

14. Sarah Sobre Nikki Ashton

15. Adam Créditos


Sinopsis
Ella es la chica que no quiere pero tiene que tener.

El miedo es solo una emoción que sé que no puedo quitarme de


encima.

Sarah Danes era la chica nueva en Maddison High School y estaba


huyendo de su pasado. Las cicatrices que llevaba le recordaban
constantemente lo que había sufrido, pero estaba decidida a seguir
adelante. Si tan solo el chico que gobernaba los pasillos de la escuela no la
odiara tanto.

6 Jugué, me burlé y fui a matar…

Adam Hudson era el capitán del equipo de fútbol de la escuela y el chico


que todas las chicas de la escuela querían. También era a quien temían,
pero ahora Sarah Danes estaba en su punto de mira. Ahora ella era la
chica que él quería romper, antes de que ella lo rompiera a él.

Chica conoce a chico.

La chica odia al chico.

El chico odia a la chica.

Y todos sabemos lo que pasa después... Hate Struck es una historia de


secretos, mentiras y miedo.

Este libro está basado en una escuela secundaria británica, termina en


suspenso y puede contener desencadenantes con menciones de
suicidio, violación y violencia. También hay algunas escenas de
bullying.
Prologo Traducido por Soes99
Corregido por Clau

Los ojos de la chica rubia en la cama se abrieron y luego se cerraron


de nuevo. Su madre contuvo el aliento, una mano presionada contra el
dolor en su pecho mientras esperaba que su hija se despertara. Cuando
los párpados de la chica volvieron a cerrarse, morados contra la piel
pálida, su madre dejó escapar un suspiro tembloroso.

—Por favor levántate, cariño —susurro. Hablándole a la pequeña


mano de su hija, acariciándola suavemente.
7 —Por favor.

La niña gimió y se agitó; su mano libre se aferró a las sábanas, pero


todavía no se despertaba. Sus brazos estaban delgados y desnudos en la
bata de hospital, todo excepto por el vendaje en su muñeca. Atado
firmemente, cubriendo el intento fallido de escapar de su pesadilla que
solo había resultado en una cicatriz irregular.

La madre de la niña pensó en la noche anterior. La había encontrado


desmayada en el piso del baño, pegajosa con sangre y un cuchillo de
cocina afilado junto a su flácida mano. Su otro brazo estaba cruzado sobre
su cintura, como si estuviera abrazándolo para contener el dolor. Esa
mano había estado envuelta alrededor de su cintura constantemente
durante los últimos meses, un intento desesperado por evitar
desmoronarse, pero su madre no se había dado cuenta. La niña había
pensado que estaba completamente sola.
El duelo las había tragado a las dos y luego las escupió como
pedazos rotos de angustia, miseria y dolor; se habían convertido en piezas
de un rompecabezas que nunca se podría volver a armar.

A medida que la niña se volvió más retraída, más se separaron sus


vidas, ninguna notó que la otra estaba luchando y, además, la madre de la
niña no notó que su hija estaba asustada y herida. No se dio cuenta de la
ira que se había acumulado dentro de la niña o del hecho de que se estaba
retirando de todo y de todos. Ya no bailaba y comenzó a odiar ir a la
escuela, pero la madre de la niña no vio lo que estaba sucediendo; ella
apenas sobrevivía a su propio dolor diario.

Si no hubiera estado lavando, nunca habría encontrado las bragas


rotas y ensangrentadas en el fondo del cajón de ropa interior de su hija.
Cuando lo hizo, un inmediato escalofrío frío de temor se apoderó de su
garganta y la comprensión comenzó a amanecer.

8 Los estados de ánimo, el silencio, la ira.

Había pensado que había sido el dolor de perder al hombre que


ambas amaban, pero ahora se dio cuenta de que su hija estaba llena de
miedo por algo más.

Buscó frenéticamente en las cosas de su hija, desesperada por algo


para demostrar que tenía razón, pero ansiosa por encontrar algo que
demostrara que estaba equivocada. Con los cajones al revés, los libros en
el suelo y los armarios vacíos, finalmente encontró las palabras que
destrozarían su corazón ya alterado.

Martes 9 de marzo,

El Sr. M pidió que lo ayudara a limpiar la sala de arte después de la


escuela hoy, así que me ofrecí y en realidad fue bastante divertido.
Charlamos sobre muchas cosas, ¡incluso sobre Real Housewives1! También
hablé de mamá, sobre cómo ella nunca está en casa desde que papá murió,
desde que fue asesinado. La extraño, pero a ella no parece importarle y
prefiere trabajar, por eso fue bueno hablar con un adulto. Fue agradable y
me sentí segura nuevamente.

Jueves 11 de marzo,

La sala de arte sigue siendo un desastre, pero casi hemos terminado.


Una noche más después de la escuela y creo que estará lista. Voy a estar
triste, de alguna manera he disfrutado tener algo que hacer y alguien con
quien hablar. El Sr. M incluso pidió pizza y Coca-Cola Light.

Martes 16 de marzo,

Me siento mal del estómago por lo que me hizo hacer. No quería, le dije
que no, pero él seguía diciendo que sería amable conmigo y que era la única
9 persona a la que le importaba. Sin embargo, no fue amable conmigo. No
pude hacerlo, seguí luchando contra él, por lo que se enojó y me arrancó las
bragas, rasgándolas, por un lado. Al final me obligó y me dolió, mucho.
Seguía diciendo que era porque era mi primera vez y la próxima vez sería
mejor, la próxima vez lo disfrutaría más. No quiero que haya una próxima
vez. Luego intentó besarme y me dijo que yo era su chica especial. Dijo que
debería guardar silencio porque la gente no lo entendería. La gente pensaría
que mi madre era una mala madre por dejarnos estar juntos. Dijo que me
alejarían de ella y aunque ya no se preocupa por mí, me preocupo por ella.
Ella es todo lo que me queda desde que mataron a papá.

Jueves 18 de marzo,

¿Cómo pude haber dejado que volviera a suceder? ¿Cómo pude dejar
que me hiciera eso? Me siento tan avergonzada. No fui a clases de arte, me
escondí en la biblioteca y esperé a que fuera el final de la escuela, pero

1 Real Housewives es una franquicia estadounidense consistente en varios reality shows


emitidos por Bravo. Documenta las vidas de varias amas de casa residentes de varias
regiones a lo largo de los Estados Unidos.
cuando me escabullí me vio y me dijo que tenía que ir con él a la dirección,
pero no me llevó allí, me llevó de vuelta a la sala de arte. Esta vez estaba
enojado, me dijo que era estúpida y que definitivamente me sacarían por
faltar a clases y por tener una relación con él. No estamos en una relación,
lo odio. Me violó en el almacén con el olor a pintura y trementina que me
arañaba la garganta y la nariz, y todo el tiempo me susurró lo especial que
era. Sé que tengo que decírselo a alguien, pero ¿y si tiene razón, y me alejan
de mi mama? Tengo mucho miedo y no sé qué hacer.

La madre de la niña leyó más páginas del diario. Las lágrimas


cayeron de su barbilla y aterrizaron en las páginas de abajo con un
chapoteo. Cada página era igual, hasta la última, que era del día anterior.

Jueves 10 de abril,

Finalmente me rendí hoy. No luché y no lloré. Me quedé allí y lo ignoré,


a él y al olor, así que canté una canción en mi mente, una que papá me
10 enseñó cuando era chica y de alguna manera me consoló. Todavía no dejé
que me besara, aparté la cabeza y eso lo enfureció. Dijo que tendría que
besarlo pronto, todos los enamorados se besan. No sé si puedo aguantar
mucho más. Me odio por ser débil y necesitar a mi madre porque si no lo
hiciera, diría que no y le diría a alguien, pero la verdad es que no tengo a
nadie a quien contárselo.

La madre de la niña cayó de rodillas y gritó, el dolor que sintió al no


darse cuenta de lo que le estaba sucediendo a su niña era como una daga
que se retorcía en sus entrañas, retorciéndose y curvándose antes de que
fuera sacada y luego apuñalada nuevamente.

Con gritos ásperos saliendo de sus pulmones, llamó a su hija, pero


no respondió. Le envió un mensaje de texto, pero ni siquiera parecía haber
sido leído. Incluso llamó a los amigos de su hija, pero ninguno de ellos
sabía dónde estaba y, de todos modos, no la habían visto mucho.

Todavía estaba sollozando cuando llamó a la policía y les dijo que su


hija había desaparecido y que sabía por qué. Su cara estaba pegajosa y
húmeda cuando llegaron dos oficiales para hablar con ella y obtener
cualquier información que pudieran sobre su hija para ayudarla a
encontrarla. Recordó que su corazón latía con fuerza al ver el auto de la
policía, porque la última vez que uno de ellos había aparecido en su casa
había sido con las noticias que cambiarían sus vidas para siempre.

Cuando su hija llegó a casa, mientras todavía lloraba y hablaba con


la policía, finalmente se dio cuenta de lo delgada que estaba. Vio que la luz
había desaparecido de sus ojos, incluso más de lo que el dolor la había
despojado. Vio cómo su hija se estremeció cuando el oficial le tocó el
hombro y reconoció el odio en los ojos de su hija cuando la miró.

A su hija le llevó casi una hora abrirse y decirles que había sido
violada, más de una vez, a partir del día después de su decimoséptimo
cumpleaños, y le tomó otros cuarenta minutos decirles quién era el
hombre que había tomado algo tan precioso de ella sin permiso ni cuidado.

11 La policía hizo todo lo que pudo, pero cuando fue a juicio, les dijo a
todos que había mentido y que el sexo fue consensuado. Dijo que habían
tenido relaciones sexuales dos veces y luego lo terminó, y esta era ella
tratando de vengarse de él. Era un buen mentiroso, convincente, mientras
que ella se puso nerviosa y se equivocó con sus citas y les dijo que le
gustaba hablar con él.

Al final, el jurado no le creyó, nadie le creyó, ni siquiera sus amigos


de la escuela le creyeron y la llamaron puta.

El perdió su trabajo en su escuela por tener relaciones sexuales con


ella, pero se le permitió ir a su casa exonerado de la violación de la que
había sido acusado. Ella se fue a su casa calificada de mentirosa y ya
había dejado de ir a la escuela semanas antes debido a los chismes y los
susurros. No tenía a nadie de su lado, pero no importaba que se odiara de
todos modos y no pudiera ver un futuro para ella sin el dolor de los
recuerdos. Esa fue la noche en que su madre la encontró en el piso del
baño con un charco de sangre pegajosa a su lado.
—Mamá —gimió cuando finalmente abrió los ojos.

—Estoy aquí, cariño, y todo va a estar bien.

12
1
SARAH Traducido por Soes99
Corregido por Clau

You are my sunshine, my only sunshine

You make me happy when skies are grey


13 You’ll never know dear; how much I love you

Please don’t take my sunshine away…

Cante la canción una y otra vez en mi mente para callar la voz de mi


madre que me contaba todo sobre la nueva escuela y lo genial que iba a
ser.

—Tiene un muy buen departamento de idiomas, cariño, te


encantará. —Eso me hizo cantar más fuerte.

I'll always love you and make you happy

If you will only say the same

But if you leave me and love another


You'll regret it all some day.2

—Sarah. —Mama golpeó su mano sobre el volante arruinando por


un momento su máscara de madre perfecta. Me estremecí impulsivamente,
y ella levantó la misma mano hacia su boca mientras las lágrimas se
deslizaban hacia sus pestañas—. Lo siento cariño, no quise gritar, yo…

—Mamá, está bien. —Mi voz sonó tan baja que dudé si ella me había
escuchado. Agarró mi mano, pero debió sentirme tensa, porque la retiró
como si hubiera hundido una mordedura de serpiente con colmillos en
ella.

—¿Estás segura de que no quieres que entre y te ayude a completar


los formularios? Puedo hacerlo si quieres.

Sacudí la cabeza y extendí la mano para desabrocharme el cinturón.


—Tienes que ir a trabajar. No puedes llegar tarde en tu segundo día.
14 —Lo sé, pero el señor Henry lo entendería. Eres mi hija y necesito
asegurarme de que estás bien.

Las palabras "¿cómo lo hiciste el año pasado?" estaban en la punta


de mi lengua, pero sabía que no me haría ningún bien verla alejarse
llorando, porque terminaría llorando. Tenía la capacidad de hacer eso:
hacer llorar a mamá. Todo lo que tenía que hacer era cantar en voz alta la
canción que actualmente circulaba por mi cabeza. La canción que mi papá
me enseñó cuando era niña.

—Honestamente, mamá, estaré bien. Son solo unos pocos


formularios de registro. Mi compañera Alannah me estará esperando de
todos modos.

Estábamos conduciendo por el centro de Maddison Edge, en las


afueras de Manchester, donde ahora vivíamos. Miré por el parabrisas a la

2Canción: You Are My Sunshine. Cantada por: Johnny Cash. Compuesta por: Charles
Mitchell / Jimmie Davis.
ciudad cansada y descuidada mientras conducíamos por la calle principal,
pasando algunas tiendas, un cine y el Ayuntamiento que bordeaba el
ancho camino. Sobre la calle colgaba una pancarta que decía "Maddison
Edge Britain in Bloom Winners". Había cestas colgando de los postes de luz
y docenas de flores en la calle que, según mi madre, estaban llenas de
jazmín de invierno y azafrán; pero cuando nos acercamos al enorme
edificio de la escuela de ladrillo gris, que se alzaba como una corona en la
parte superior de la calle, las pantallas se hicieron más pequeñas hasta
que apareció, como una mancha en el paisaje ya turbio.

Maddison High School.

Sera mi lugar, mi escape de casa durante los próximos seis meses.


La señorita Daniels, la directora había arreglado que yo tuviera un
compañero para ayudarme a instalarme. Aparentemente, Alannah Fitzroy
era una estudiante de calificaciones sobresalientes, artista talentosa y la
animadora principal del equipo de porristas de fútbol recién formado. La
15 señorita Daniels le había asegurado a mamá que sería la persona ideal
para dirigirme por las aguas tormentosas de Maddison High School.

Sí, ella sería la persona perfecta para informar si pareciera que estoy
a punto de volverme loca. Había una razón por la que me unía a Maddison
High School a mitad de año escolar.

Y esa era la razón por la que quería morir.


2
ADAM Traducido por Soes99
Corregido por Clau

Cuando Alannah Fitzroy pasó junto a mí con la nariz en el aire, no


pude evitar reírme. Le gustaba hacer que todos pensaran que era una
pequeña virgen inocente, pero yo sabía que era diferente. Había tenido sus
labios alrededor de mi polla en más de una ocasión y lo que le faltaba de
16 técnica, lo compensaba con entusiasmo.

—Alannah —grité, sosteniendo una mano contra mi pecho—. Me


heriste.

Me saco el dedo del medio por encima del hombro y todos los
muchachos se echaron a reír.

—Mierda, es caliente —dijo Tyler, girando una pelota de fútbol en su


dedo mientras inclinaba la cabeza hacia un lado y miraba su trasero—.
Necesito follar eso alguna vez.

Me miró y me guiñó un ojo, una petición silenciosa para que


compartiera. Asentí. Alannah puede decir que no al principio, pero pronto
la convencería de lo contrario. Sin embargo, solo cuando era el momento
adecuado, porque mi juguete actual era Mackenna White y todavía no
tenía la jodida intención de compartir o deshacerme de ella. Ahora ella me
daba una mamada increíble. Su técnica y entusiasmo eran insuperables,
especialmente porque le gustaba tocarse mientras lo hacía.
—Joder —gimió Ellis, mirando su teléfono mientras sonaba—. Mi
papá ha encontrado la botella de whisky vacía en mi habitación. —Sus
ojos se dispararon hacia los míos y su labio se curvó—. Te dije que te la
llevaras contigo.

Levanté mis manos en señal de rendición. —Fuiste tú quien la cogió


del gabinete de tu padre, no yo.

—Solo porque tú la querías.

—Y haces todo lo que te digo, ¿verdad?

Tyler y Kirk soltaron una carcajada. Sabían tan bien como yo que
todos hacían todo lo que yo decía. Todo lo que les dije que hicieran. Yo
gobernaba la maldita escuela y que Dios ayude a cualquiera que se le haya
olvidado. Maddison High School no era lo que llamarías un establecimiento
cortés y gentil. Desde mi primer día aquí aprendí que, si querías tener un
17 tiempo medio decente, entonces debías estar a cargo. Entonces, en mi
segundo día estaba vendiendo cigarros baratos a los formadores, incluido
Frankie Dawson, quien fue mi predecesor como "el mejor perro". Estuve
cerca de Frankie y sus compañeros, haciendo mandados para ellos o
robando chocolate de la tienda al final del camino a su antojo, peleando y
generalmente asegurándome de que los otros niños me odiaran o me
temieran hasta que Frankie se fue y fue mi turno para gobernar la escuela.

Ellis maldijo de nuevo y estrelló su puño contra un casillero. —


¿Cuánto tiempo hasta que podamos salir de este maldito agujero de
mierda, de todos modos?

—Cinco meses, dos semanas y tres días —contestó Kirk—. Entonces


estamos fuera de aquí y estaré en Leeds comenzando mi camino hacia una
fortuna.

—¿Pensé que ya sabías todo lo que había que saber sobre las
computadoras, maldito geek? —preguntó Ellis.
Kirk puso los ojos en blanco. —Todavía necesito un título, imbécil.
¿Quién carajo me emplearía solo porque les digo que tengo tremendas
habilidades de pirateo?

—Tiene razón —dije con un ojo puesto en Tyler mientras hacía


algunos trucos con el balón que parecía estar permanentemente unido a
él—. Es más probable que termine en prisión si lo admite.

—Lo que sea, todos saldremos de aquí pronto —dijo Ellis. Los tres
comenzaron a hablar de la unieversidad y golpeé mi casillero con la mano.

—¿Podemos callarnos acerca de la universidad, ya que mi maldita


madre quiere que consiga un trabajo?

—Ella no puede obligarte —dijo Tyler—. Solo solicita un curso


mediante la acreditación, si eso es lo que quieres.

18 —Lo haría —murmuró Kirk—. Si fuera una mezcla entre fiestas,


sexo, fiestas, más sexo y un poco de estudio, o conseguir un trabajo, le
diría que se joda a sí misma.

—Lo que sea, no importa de todos modos, en lo que a ella respecta,


es un maldito trato. Estoy atrapado en esta mierda de ciudad aburrida
hasta que sea inútil o esté muerto.

Respiré hondo y traté de dejar que la ira escapara. Cuando sentí una
brisa desde la dirección de la puerta principal, volví la cabeza hacia ella.

—Bueno, mira aquí —dijo Ellis, su concentración en la misma


dirección que la mía—. Creo que huelo carne fresca.

Vi como la chica rubia, vestida con jeans y un jersey holgado, se


abrió paso por la puerta y enganchó su mochila más arriba. Parecía frágil
debajo de la lana roja, pero mantuvo la cabeza alta mientras caminaba
hacia nosotros.
Cuando estuvo a mi nivel, saqué el pie y agarré su tobillo por encima
de su convers rojo, haciendo que tropezara un poco.

—Oye, mira lo que estás haciendo. —Su voz era ronca con un toque
de inseguridad y cuando se pasó un brazo por la cintura delgada,
prácticamente pude oler el dolor que llevaba con ella.

—Lo siento —respondí y me volví hacia Kirk—. Parece que la chica


nueva está perdida. Deberías llevarla a donde necesita ir.

—Estoy perfectamente bien —dijo mientras daba media vuelta


alejándose de mí.

Intenté agarrarla del codo, pero antes de que mis dedos tuvieran la
oportunidad de cepillar la lana de su manga, ella se apartó y se encogió
contra los casilleros del otro lado.

19 —No me toques.

Mis ojos se abrieron e hice el mismo gesto de rendición que había


hecho con Ellis unos minutos antes. —Solo intento ayudar.

Ella me devolvió una mirada desafiante. —Bueno, no necesito tu


ayuda. La oficina es por ahí, ¿verdad?

Una parte de mí quería advertirle quién era y que no debía cruzarse


conmigo, pero la forma en que su pecho se agitaba y cómo curvaba sus
delicados dedos en un pequeño puño, me excitaba. Nunca nadie me había
enfrentado así y, sin embargo, apenas había hecho o dicho algo. Ella no
estaba amenazándome o tratando de derrocarme como el poder en la
escuela; solo estaba siendo valiente cuando en realidad estaba asustada.

Cuando dejó escapar un pequeño suspiro, tragó saliva y luego se


lamió los labios, mi polla se contrajo. Diminuta y hermosa, su cabello se
sentaba como un halo dorado en la parte superior de su cabeza. Ella era
como la luz del sol. Ya sabía que la quería. Prácticamente podía saborear
cuán jodidamente dulce sería su coño y sabía que cuando la hiciera venir,
soltaría un pequeño gemido, demasiado asustada para dejarse llevar.
Sabía que con el tiempo la convencería de que su cuerpo era mío para
hacer lo que quisiera.

También sabía que ella podría ser mi maldita ruina y que nunca
dejaría que eso sucediera.

—Adelante, entonces —espeté y asentí en la dirección que tenía que


ir—. Y si no quieres que tu tiempo aquí sea lo peor de tu vida, entonces tal
vez mantente fuera de mi maldito camino. —Sonreí porque sabía que no
había forma de que la dejara hacer eso. Definitivamente la estaría
buscando en cualquier oportunidad.

Tyler siseó. —Quemada —rio e hizo rebotar el balón hacia mí. Lo


atrapé y lo tiré hacia atrás para que aterrizara con un empujón contra su
pecho.

20 —Ve pequeña chica —dijo Ellis y agitó los dedos hacia ella—. Ve a la
oficina.

La chica nos miró a su vez y finalmente me devolvió la mirada. Pensé


que me diría que me fuera al infierno, pero no lo hizo. Respiró hondo, se
subió la mochila al hombro y prácticamente corrió por el pasillo.

—Será muy divertido jugar con ella. —se echó a reír Ellis y asintió
para apreciar el desafío.

—Aww, es solo una niña pequeña —se burló Tyler mientras agitaba
las pestañas.

—Necesito cagar —agregó Kirk—, cúbreme, voy a estar ahí un rato.

Sacudí la cabeza y me volví hacia mi casillero. Justo antes de abrir


la puerta, no pude evitar mirar a la chica. A mitad del pasillo, tenía una
mano contra su estómago, su cabeza hacia atrás y sus ojos en el techo
mientras respiraba profundamente.
Sabía que era un problema. Sabía que iba a odiarla y sabía que iba a
quererla más que cualquier otra cosa que hubiera querido antes.

21
3
SARAH Traducido por Soes99
Corregido por Clau

Mi corazón retumbo en mis oídos mientras me alejaba del grupo de


chicos. Harían que mi vida fuera un infierno si no me mantenía fuera de
su camino como me habían dicho. Sabía que no los había engañado con
mi acto de no fácil de asustar, especialmente al que parecía ser su líder.
22 Me había observado cuidadosamente y sus ojos se habían centrado en los
míos. La sonrisa en sus labios carnosos me había dicho todo lo que
necesitaba saber. Me vio como una víctima.

No quería serlo. Quería ser tan valiente y fuerte como pensaba que
parecía, pero supongo que mi actuación no fue tan buena como pensaba.
Una vez que fui despedida por él, me detuve a mitad de camino por el
pasillo para enfocarme. Una cosa era que los imbéciles de la escuela
reconocieran que tenía problemas, pero no necesitaba que la chica dorada
de la escuela supiera y sintiera lástima por mí.

Puse mi mano sobre mi estómago y bajé la cabeza hacia atrás para


respirar profundamente, como Eleanor, mi terapeuta me había enseñado;
contando lentamente hasta diez y luego volviendo a bajar. Cuando llegué a
dos, pude sentir que mi respiración casi había vuelto a la normalidad y la
única evidencia de que casi lo había perdido fue el sudor de mis palmas.
Me las limpié en mis jeans y respiré hondo antes de continuar hacia la
oficina.
Cuando empujé a través de unas puertas dobles, una chica de mi
edad estaba afuera de la puerta interna de la oficina. Supuse que ella era
Alannah. Llevaba gafas con montura negra y llevaba tres enormes libros;
una mochila similar a la mía colgaba sobre su hombro. La longitud de su
falda era corta, y la tensión de su suéter, que era apretado, no gritaban
nerd sino perra. Tal vez la estaba estereotipando, pero en mi experiencia,
todas las perras de mi vieja escuela habían sido las que se acuestan y
usaban la menor cantidad de ropa posible, generalmente atuendos
similares a los que llevaba Alannah.

Cuando dejé que la puerta se cerrara, ella levantó la vista y sonrió.

—¿Sarah?

—Hola. —Le tendí la mano, aliviada cuando la tomó y no me miró


como si acabara de darle una mierda.

23 —Alannah, pero supongo que ya lo sabes. —Puso los ojos en blanco


y cambió los libros en sus brazos—. La señorita Daniels dijo que tú y tu
madre vinieron a verla durante el fin de semana. Ella me llamó a casa para
decirme.

Mastiqué el interior de mi boca y asentí, sin saber qué decir. El


hecho de que la directora llamara a Alannah a su casa debe haber
significado que estaban cerca de alguna manera, o al menos que había
confiado en Alannah para hacer este tipo de cosas antes.

—Maddison Edge es una ciudad bastante chismosa —dijo Alannah—


. Además, mi madre está en la PTA3.

Abrí mucho los ojos y solté un suspiro. —Oh, como que lees mi
mente allí.

3 Parent Teacher Association (Asociación de Padres y Maestros)


Alannah me dio una sonrisa brillante y noté lo bonita que era; sus
dientes eran perfectos y rectos. —Todo el que es nuevo aquí piensa lo
mismo.

—Entonces, ¿eres amiga de todos los chicos nuevos? —pregunté.

Su sonrisa vaciló un poco, pero pronto volvió a su lugar.

—Depende —respondió, encogiéndose de hombros.

—¿De qué tan jodidos están?

Cuando la boca de Alannah se abrió, mi corazón se hundió. Se


suponía que esto era un nuevo comienzo. Se suponía que no debía alienar
a la única persona que tenía en mi esquina el primer día.

—Lo siento —gemí—. Me siento un poco a la defensiva, con eso de


ser la chica nueva.
24
—No te preocupes por eso, lo entiendo. Estoy sorprendida de tu
honestidad. La mayoría de las personas que vienen aquí para un nuevo
comienzo tratan de actuar como superiores y se olvidan de por qué
terminaron aquí en primer lugar. Porque, admitámoslo, no somos la mejor
escuela. Todo el dinero del consejo va a la escuela secundaria Sexton.

Me encogí de hombros. —Nos mudamos aquí desde Kent, así que no


puedo comentar. Cuando mamá hizo la solicitud para cambiar de escuela,
esta era la única con espacio.

—Sexton es la siguiente ciudad —explicó Alannah—. Y es una


pequeña y linda ciudad de mercado, mientras que Maddison Edge es vista
como la mancha en el borde del norte de Manchester, ¿adivina qué escuela
obtiene todos los fondos y todas las solicitudes escolares?

Las dos nos reímos en voz baja y, aunque lo que había dicho no
había sido particularmente divertido, se sintió muy bien dejar salir el aire
viciado de mis pulmones por primera vez en mucho tiempo.
—Entonces, no solo eres la amiga ideal para los jodidos y
trastornados, sino que toda la escuela lo es.

Alannah arrugó su pequeña nariz y lo pensó por unos segundos


antes de finalmente asentir. —Supongo que sí. Ahora, ¿qué tal si te
registramos y luego te muestro los alrededores? Nos dieron las clases esta
mañana, así que puedo darte todos los jugosos chismes sobre este lugar
en detalle.

Sonreí y asentí, totalmente aliviada de que Alannah pareciera


agradable y genuina. Podría haber aterrizado tan fácilmente con una perra
que instantáneamente odiaba mis entrañas.

—Hablando de chismes —dije y asentí hacia las puertas dobles que


conducían al corredor—. Alguien me dijo que me mantuviera alejado de él
y sus amigos.

25 Las mejillas de Alannah se enrojecieron y se aclaró la garganta. —


Adam Hudson no debe ser molestado, Sarah, y él tiene razón. Mantente
alejada de él, de lo contrario, simplemente te absorberá y te escupirá
cuando haya tenido suficiente de jugar sus pequeños juegos contigo.
Créeme, ese no es un buen lugar para estar.

Apartó la vista y pasó a mi lado para llamar a la puerta de la oficina,


interrumpiendo cualquier conclusión que pudiera sacar sobre ella y ese
chico Adam. Cuando una voz del otro lado llamó para entrar, Alannah la
abrió.

—Oh, hola, señora Stubbs, tengo a Sarah Danes conmigo para


registrarse.

Me moví detrás de Alannah y vi a la señora Stubbs vacilar. Su mano


fue a su corazón y sus ojos buscaron los míos.

—Hola, amor —dijo, su voz llena de simpatía—. Pasen.


Obviamente sabía por qué había cambiado de escuela a mitad de
año, estaba escrito en toda su cara. Sentía pena por mí y odiaba que lo
hiciera, pero era mejor a que ella solo me odiara, que era lo que habían
hecho la mayoría de los maestros y el personal de mi antigua escuela. Solo
esperaba que mi tiempo aquí fuera diferente.

Alannah y yo estábamos en el comedor después de una mañana de


ella mostrándome la escuela. Habíamos pasado un tiempo en el
departamento de arte a pesar de que le había dicho a Alannah que no me
26 interesaba. Tan pronto como olí las pinturas y vi los contenedores de
pinceles alineados a lo largo del alféizar, mi corazón comenzó a acelerarse.
La única forma en que podía evitar correr era cantar mi canción en mi
mente, hasta que finalmente me tranquilicé y pude conversar con la
maestra, la señorita Hughes.

You are my sunshine, my only sunshine

You make me happy when skies are grey…

—¿Estás bien? —preguntó Alannah mientras empujaba mi ensalada


alrededor de mi plato—. Has estado callada por un tiempo.

Mis labios se torcieron en una media sonrisa. —Sí, es mucho para


asimilar, ya sabes.

—Estoy segura, pero no tienes que sufrir por mucho tiempo, pronto
nos iremos. Voy a ir a Swansea para Automotive Art & Design, ¿y tú? —
preguntó.
—Me voy a tomar un año libre —respondí, evitando el contacto
visual. No tenía ganas de hablar sobre los porqués de mi decisión, pero
nadie corrió con eso cuando les informé que no iba a la universidad…
todavía.

—¿En serio? —La voz de Alannah subió una octava.

—Sí —respondí y miré su cuchara a medio camino entre su tazón y


su boca—. No estoy segura de lo que quiero hacer, así que decidí que
tomar un año libre es la mejor opción.

Esperaba que discutiera, después de todo era la estudiante de grado


A, pero simplemente asintió. —Buena idea si no estás segura de tus planes
para el futuro.

Sorprendida por su respuesta, sonreí, y ella volvió a comer su sopa,


dejándome mirar alrededor del enorme espacio en el que estábamos. Era
27 mucho más moderno y en mejor orden que el resto de la vieja y descuidada
escuela. Los techos en el comedor eran altos con grandes luces de péndulo
redondas colgando de ellos. Además de unas pocas mesas redondas
dispersas, también había largas mesas tipo caballete con taburetes
redondos en ellas. Una de las paredes era de cristal que daba al campo de
fútbol y, de un extremo al otro, había una mesa alta tipo banco con
taburetes. Los pisos eran de madera clara, al igual que las paredes y al
frente del mostrador, todo parecía bastante nuevo. Incluso los hornos y la
superficie de servicio eran de acero inoxidable brillante.

—Todo parece nuevo aquí —dije, centrándome de nuevo en


Alannah—. ¿Ha sido restaurado?

—Digamos —dijo mientras apartaba su tazón—, que hubo un


incidente con la quema de libros que prácticamente diezmó el lugar. Todo
el comedor tuvo que ser remodelado.

—Mierda —jadeé—. ¿Qué pasó? Quiero decir, ¿quién prendió fuego a


los libros?
En ese momento, las puertas dobles se abrieron y se cerraron de
golpe contra la pared, dejando espacio para que los chicos con los que
había tenido problemas antes en el pasillo entraran, uno al lado del otro.
Mucha gente continuó comiendo y charlando, pero la mayoría de la
escuela se detuvo a mirar. Tenía que admitir que parecían gobernar el
maldito mundo, sin importar la escuela; eran geniales e intimidantes, y
pude ver por los rostros de todas las chicas y algunos chicos mirándolos,
que también tenían reputación de otras maneras.

Eché un vistazo a Alannah, que enfocó sus ojos vidriosos en ellos,


sus manos se aferraron a su servilleta que tenía forma de una bola
apretada.

El que pensé que Alannah había dicho que era Adam estaba un poco
por delante de los otros tres, solo un paso por delante mientras cruzaba la
habitación. Tenía una camisa de franela a cuadros roja atada alrededor de
su cintura, sus jeans eran oscuros y rasgados en las rodillas, y en sus pies
28 había un par de Vans blancos Old Skool. Una camiseta blanca cubría su
torso, aferrándose a sus músculos, y cuando levantó una mano para
pasarla sobre su sucio cabello rubio, la tela se estiró contra su bíceps.

Miré a los otros tres chicos, escudriñándolos ya que no me había


atrevido en el pasillo antes. Había otro rubio, pero su cabello era más claro
y su piel pálida. Recordé que tenía un puñado de pecas en la nariz. El que
me dijo que me fuera una vez que Adam me advirtió, tenía una piel de
color caramelo y un corte afro ajustado. Sus rasgos parecían estar tallados
en mármol, mientras que el tercero, al que le habían dicho que me llevara
a la oficina, tenía el cabello negro y dientes perfectamente blancos y lisos.

Como individuos, todos eran guapos, pero como una unidad, no


había forma de escapar del hecho de que eran hermosos; Sus razones para
llamar la atención eran obvias. Eran una colección de especímenes
perfectos que llamaron la atención de todos. Sin embargo, Adam era casi
perfecto con rasgos fuertes, labios carnosos y piel oliva. Era al que todos
miraban al principio y por más tiempo.
Mi mirada se volvió hacia Alannah, que todavía los miraba con
atención, sus ojos parpadeaban entre ellos detrás de sus lentes, pero se
detenían más en Adam. Cuando se acercaron a nosotras, mantuve mis
ojos firmemente en mi nueva amiga y tragué saliva. No necesitaba ni
quería que trajeran nada a mi puerta. Había prestado atención a la
advertencia de Adam porque mi vida era lo suficientemente mala como
estaba. Empujé mis manos hacia arriba del brazo de mi jersey y las yemas
de mis dedos encontraron la piel levantada en mi muñeca y la froté, de
arriba abajo, arriba y abajo.

You are my sunshine, my only sunshine

You make me happy when skies are grey…

Cuando vi un destello de tela roja a cuadros en mi periferia, bajé la


mirada hacia la mesa y comencé a contar los trozos de maíz en mi plato.

29 Once, doce, trece.

—Alannah —dijo una voz profunda—. ¿No nos presentarás a la chica


nueva? Se escapó antes de que tuviéramos oportunidad esta mañana.

No quería mirar hacia arriba, quería seguir contando el maíz, pero


sabía que si mostraba más signos de miedo de los que ya tenía, no solo los
cuatro Adonis harían que mi vida fuera un infierno, sino que también sería
el blanco fácil para el resto de la escuela. Mi papá me había enseñado eso.

Con mis dedos todavía frotando mi muñeca, levanté la cabeza.

—Bueno —dijo el chico de piel oscura—. ¿Cuál es tu nombre?

—Sarah y ¿cuál es el tuyo?

Le dediqué una sonrisa y moví mis manos entre mis piernas y


palmee mis muslos. No les mostraría mi miedo, probablemente lo olerían,
pero no podía dejar que lo mostrara si quería sobrevivir a este lugar; Esa
fue otra lección que aprendí el año pasado.
—Soy Ellis, y este es Adam, Tyler y Kirk.

El chico pálido, Tyler, sacó la lengua y la movió sugestivamente y


escuché a Alannah gemir. Todos sus ojos se dirigieron hacia ella y Adam
respiró tan profundamente que sus fosas nasales se aplanaron a ambos
lados.

—Alannah —arrastró las palabras—. ¿Le has dicho a Sarah cómo te


gusta chuparme la polla cuando tu nuevo escuadrón de animadoras y la
escuela se están volviendo demasiado y estás jodidamente estresada con
todo?

Volvió la cabeza lentamente hacia mí. Contuve el aliento y escuché a


Alannah gemir. Quería decirle que estaba bien, no me importaba lo que
hiciera o no hiciera y que Adam solo era estaba siendo un imbécil al
decirme, pero sus ojos azules atlánticos mantenían los míos cautivos y no
importaba cuánto lo intentara. No pude alejarme de él.
30
—Oh, sí. —rio Ellis—. Ella no ha probado la mía todavía, pero
joder…

Se detuvo abruptamente cuando Adam le dio un golpe en el


estómago.

—Pensé que te gustaría saber la compañía que tienes, Sarah. No


quisiéramos que ahora la señorita Prissy te corrompa, ¿verdad?

—Ella puede hacer lo que quiera —respondí mientras tragaba para


tratar de mantener la voz firme—. No juzgo a las personas sin importar sus
predilecciones.

Tyler silbó y Kirk levantó las cejas.

—Grandes palabras para una pequeña chica. —Adam dejó caer las
manos sobre la mesa para acercarse más a mí—. Debo decir que me
cuesta pensar en ti diciendo palabras como esas mientras yo… —Me guiñó
un ojo—. No, no creo que estés lista para saber lo que te haría. —Él se
enderezó.

—Esperarás mucho tiempo —susurré mientras sus brillantes ojos


azules llenos de desdén e incredulidad ardían en mi piel.

Adam se inclinó de nuevo, esta vez más cerca, su aliento susurrando


contra mi oído. —Veremos cuánto tiempo lleva antes de que me ruegues
que te folle, porque créeme, lo harás.

Se burló de mí y sin decir una palabra se alejó con su pandilla de


perchas en un par de pasos detrás.

Respiré hondo, agarré la mesa y traté de ignorar la forma en que mis


venas zumbaban con adrenalina mientras las palabras de Adam
continuaban resonando en mi oído.

31 pero…
—Yo no —dijo Alannah, forzando mi mirada hacia ella—. Bueno sí,

Sus ojos estaban llenos de lágrimas y su tez manchada de escarlata


mientras se mordía el labio inferior.

—Como dije, no es asunto mío. —Sintiéndome inquieta, le di una


sonrisa vacilante y tomé su mano—. Pero si te está obligando…

Un escalofrío me recorrió y me tragué la necesidad de vomitar.

Alannah sacudió la cabeza con fuerza.

—Él no lo hace. Lo juro. —La vergüenza envolvió sus rasgos


mientras respiraba hondo—. No puedo decirle que no, Sarah. Lo he
intentado, pero él es así. —Se quitó los anteojos, los tiró y luego empujó
las manos contra los ojos y gimió.
—Lo entiendo, lo hago —dije y me incliné sobre la mesa hacia ella—.
Pero ten cuidado, no conozco a ninguno de ustedes, pero parece peligroso
y malvado. Tengo miedo por ti.

Malo.

Peligroso.

Magnetizador.

Levantó la cabeza y me mira directamente a los ojos—. No lo


entiendes en absoluto, pero lo harás.

Miré alrededor del comedor y de repente me di cuenta, nadie había


venido a sentarse con nosotros. Nadie clamaba por hablar con Alannah o
descubrir quién era yo. La señorita Daniels no había elegido a Alannah
como mi amiga porque era buena con los jodidos y los trastornados; Ella

32 estaba jodida.

—¿Por qué lo entenderé, Alannah? —pregunté con voz suave y


vacilante.

Ella me dio una sonrisa triste y luego levantó la barbilla desafiante.


—Porque ahora estás en su radar. Puede que te haya dicho que te
mantengas fuera de su camino, pero lo vi en sus ojos. Él te quiere y no se
detendrá hasta que te tenga y te arruine, tal como lo hizo con el resto de
nosotras.

Ella escaneó la habitación y yo barrí mi mirada con la de ella. Luego


las vi, punteadas, y no fáciles de ver a menos que las estuvieras buscando;
cuatro o cinco chicas, todas sentadas solas y todas con los ojos puestos en
mí.
4
ADAM Traducido por Soes99
Corregido por Clau

Prácticamente tiré mi bandeja del almuerzo sobre la mesa, nuestra


mesa, y me senté, arrastrando mi taburete por el piso de madera con un
chillido.

33 —¿Qué tienes en el trasero? —preguntó Ellis mientras se sentaba a


mi lado.

Kirk y Tyler estaban jugando con una cucharada de puré de papa.


Tomó todo mi esfuerzo no ponerme de pie, inclinarme sobre la mesa y
golpear a los dos idiotas entre los ojos.

—Recuérdame de nuevo por qué nos juntamos con ellos —gruñí.

Ellis sonrió y sus ojos marrones brillaron. —El hermano de Kirk nos
proporciona hierba y la madre de Tyler está jodidamente caliente, y
cuando ella abre la puerta con su bata, puedo ver sus pezones.

No me sentía de humor para sus bromas de mierda, pero se las


arregló para hacerme sonreír. Ellis y yo habíamos sido amigos desde el
quinto año en la escuela, cuando nos mudamos aquí después de que el
novio de mi madre la dejó con montañas de deudas y un niño en el vientre.
En aquel entonces, Ellis siempre llevaba trenzas en su cabello y grandes
joyas de oro, porque en ese momento estaba loco por el Snoop Dog de la
vieja escuela, y me había saludado como un amigo perdido hace mucho
tiempo. Cuando tienes nueve años y comienzas una nueva escuela en un
pueblo extraño, alguien que es amable contigo se convierte en un amigo
para toda la vida. Casi nueve años después y todavía estábamos cerca; tan
cerca como lo estaría con alguien.

—En serio —dijo Ellis mientras se metía la comida a la boca—. ¿Qué


te está comiendo, porque no son solo esos patanes?

Empujé mi bandeja y miré hacia la mesa donde se sentaban


Alannah y la chica nueva.

Sarah.

Dije su nombre en mi cabeza, junto a una presentación de


diapositivas de imágenes de ella de rodillas mientras me chupaba la polla.

34 Ellis tomó mi rollo de pan intacto y arrancó un trozo con sus


dientes.

—¿Y bien?

Solté un suspiro y me volví hacia él. —Mierda habitual en casa.


Adam limpia tu habitación. Adam, sabes que se supone que debes estar en
casa a las diez en una noche de escuela. Adam chúpame la puta polla.

Ellis soltó una carcajada. —Sabes que puedes arrestarlo por eso —
dijo, salpicando migajas de pan medio masticadas sobre la mesa.

—Mamá no dice una palabra. Ella solo se para detrás de él con los
brazos cruzados, dándome esta mirada que dice; "No estoy enojada Adam,
solo decepcionada". Bueno, adivina qué madre, yo también estoy
jodidamente decepcionado. Estoy decepcionado de que te hayas casado
con un hombre que cree que me gustará si actúa como un padre.

Dejé caer la cabeza sobre mis hombros y cerré los ojos, dejando
escapar un gemido estrangulado ante la maldita injusticia de mi vida.
Muchas cosas jodidas me decepcionaron de mi madre, y Roger era solo
una de ellas.

Vivía con un padre que no respetaba y un padrastro al que odiaba.


Mi madre había conocido a Roger hace poco más de un año y medio, y se
casó con él seis meses después. Tan pronto como se casó con él,
prácticamente se desligo de criarme a mí y a mi hermana y se lo dejó todo
a él. Era como si hubiera estado jugando un partido de fútbol realmente
duro y hubiera estado trabajando rigurosamente en el campo, intentando
anotar, pero nada de lo que hacía era correcto. Luego el entrenador la
sustituyó por Roger y el jodido alivio estaba escrito en toda su cara.
Finalmente tuvo la oportunidad de sentarse y ver a Roger hacer todo el
maldito trabajo.

Cuando llegó, mamá me animó a llamarlo papá, como lo hizo con


todos sus novios. Sabía que la haría feliz si lo hacía, pero la molestaba
demasiado, por lo que solía gruñirle o llamarlo Roge, lo que sabía que
35 odiaba. La cuestión era que él no era mi papá, no importaba cuánto lo
intentara.

—No sé por qué no te divorcias de ellos o lo que sea —dijo Ellis,


concentrándose de nuevo en su comida mientras separaba los guisantes
de su maíz—. Podrías conseguir un trabajo después de la escuela y fines
de semana y luego alquilar un piso.

—Sí, como ofrecen muchos trabajos por aquí.

Ellis se encogió de hombros y siguió comiendo, así que tomé mi


teléfono para enviarle un mensaje de texto a Mackenna. Debería haber
estado almorzando ahora y necesitaba algo para liberar la tensión en mi
espalda, cuello y jodidos testículos.

Cuando comencé a escribir el texto, percibí movimiento en el rabillo


del ojo. Mi cabeza se levantó de golpe. Esperaba que fuera Mackenna, pero
no fue así, sino Alannah y Sarah, la chica nueva. Alannah tenía la cabeza
gacha y se movía lentamente por el comedor, pero Sarah levantó la cabeza
y abrió el camino.

Me pareció una cosa bastante segura de hacer, considerando que era


su primer día. La vi respirar profundamente con cada zancada y meter
mechones errantes de su cabello rubio detrás de las orejas; mi polla se
contrajo de nuevo.

Había algo en ella que me emocionaba. Me encantaría jugar con ella


cuando estuviera lista. Ella no tendría una jodida oportunidad. Todos esos
intentos de ser valiente no servirían de nada y para cuando terminara con
ella, deseara nunca haberme mirado. Eso fue lo que hice. Jugué con la
gente. Como un gato con un ratón, un perro con una rata. Jugué, me
burlé y luego fui a matar.

—Mierda —siseó Tyler—. ¿Ves a dónde van?

36 Observé fascinado cómo Sarah conducía a Alannah a una mesa


donde estaba sentada Amber Smith, sola. Amber había sido mi juguete el
último trimestre, pero tuve que humillarla delante de toda la escuela
cuando decidió que debería ser mi novia.

No tenía novias.

Jugué, me burlé, y entré por la jodida muerte.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Kirk estirando el cuello para ver


alrededor de Tyler.

Sarah se sentó junto a Amber y le tendió la mano. Alannah estaba


más tentativa, y no extrañé su mirada en mi dirección, pero luego echó los
hombros hacia atrás y se sentó al otro lado de Amber. Amber parecía
sorprendida cuando su mirada se movió entre las dos chicas, pero cuando
Sarah se acercó y le dijo algo, la cara de Amber estalló en una sonrisa.

—Pueden sentarse donde quieran —dije.


Fingí indiferencia, pero Sarah había realizado un desafío, lo supiera
o no.

—No es como si les dijera a todos que la ignoraran.

—Sí, pero, Adam, le dijiste a toda la escuela que había tenido un trío
contigo y con Ellis, y tú y otra chica, y que quería que la mearas por todo
el cuerpo —se burló Tyler cuando se volvió hacia mí—. Hacer que Kirk lo
muestre en cada computadora de la escuela tres veces en un día, significa
que ningún chico querrá salir con ella en caso de que huela a orina y
ninguna chica querrá ser su amiga en caso de que ella quiera saltar a la
cama con ellas y su novio.

Me encogí de hombros, tomé un trago de mi Coca-Cola Light y luego


sonreí.

—La parte del trío conmigo fue cierta —ofreció Ellis—. Aunque que
37 me chuparan la polla mientras miraba el trasero desnudo de Adam
bombear era un poco desagradable.

Todos nos reímos, pero mi atención volvió a estar en la mesa de tres


chicas, de hecho, borra eso. Estaba en una chica mientras se quitaba una
banda de su cabello y la dejaba caer sobre sus hombros, antes de volver a
colocarla sobre su cabeza y envolver la banda alrededor de ella. Tiró del
bollo y luego se pasó los dedos por el flequillo, todo el tiempo escuchando
lo que Amber y Alannah decían.

—Oye, Kirk —dije.

—¿Qué? —Se volvió hacia mí, sus ojos se entrecerraron porque sabía
lo que venía.

—Utiliza tus habilidades de piratería para saber qué puedes saber


sobre ella. —Levanté la barbilla en dirección a Sarah—. ¿Cuál es su
secreto y por qué se mudó aquí con menos de un año para salir?

—¿Qué te hace pensar que ella tiene un secreto? —preguntó Tyler.


—Todos tienen secretos —respondió Ellis sin apartar los ojos de la
cucharada de yogur que estaba a medio camino de su boca.

—Tiene razón —dije mientras me levantaba de la mesa—. Todos los


tienen y quiero saber cuáles son los suyos.

38
5
SARAH Traducido por Soes99
Corregido por Clau

Cuando abrí la puerta de nuestra casa después de la escuela, la


última persona que esperaba ver allí era mi madre. Llevaba solo dos días
en su trabajo y sabía que no terminaría hasta las cinco, así que salté
cuando salió de la cocina al pasillo.
39
—Oh Dios mío, mamá. ¿Qué haces aquí? —Dejé caer la mochila al
suelo y coloqué las palmas de las manos contra el estómago.

Ella sonrió y tiró la toalla de té que había estado sosteniendo sobre


su hombro. —El señor Henry sabía que era tu primer día en la nueva
escuela, así que me dejo irme temprano. ¿No es amable de su parte?

Sus ojos grises brillaban con las lágrimas que parecían haber estado
presentes durante el último año, y respiró temblorosa. Tentativamente, dio
un paso hacia mí y extendió su mano antes de tirar de ella nuevamente.
Sabía que debería haber ido con ella y consolarla, le decirle que había
tenido un gran día en la escuela, pero la oscuridad dentro de mí me dijo
que me quedara donde estaba, que viniera a mí, que la hiciera trabajar por
mi amor.

Cuando no me moví ni apreté un músculo, ella finalmente dio el


paso y me tomó en sus brazos.
—¿Estuvo bien? —susurró contra mi cabello.

Mis brazos cayeron a mis costados y asentí. —Sí, fue bueno.

—¿Y los profesores?

Sentí su cuerpo tensarse y el aire a nuestro alrededor se calmó con


anticipación mientras esperaba que respondiera. Mamá se encogió cuando
mi vacilación se convirtió en una larga pausa.

—Fueron amables —dije finalmente y me alejé de su fuerte abrazo.

Soltó un largo suspiro y se miró los zapatos; tacones de aguja de


cuero azul marino que había usado para el trabajo.

—Bien. Eso está bien —respondió, mostrándome una sonrisa rota—.


Así que, preparé pollo frito para la cena. —Se rio y señaló por encima del
hombro—. Bueno, cuando digo preparar. Llamé a KFC camino a casa.
40
Estaba en la punta de mi lengua decir que no tenía hambre o que
tenía demasiada tarea y que comería en mi habitación, pero se veía tan
expectante y ansiosa.

—Eso es genial —respondí—. Guardaré mis cosas.

Recogí mi mochila y me dirigí a mi habitación en la parte trasera del


bungalow4 donde mamá nos había mudado. Mi habitación daba al jardín
de tamaño medio y, además de una gran ventana, daba a un pequeño
patio. Estaba bastante segura de que era el dormitorio principal, ya que
tenía un baño completo, mientras que mamá solo tenía un baño, pero
estaba tratando de compensar el último año, así que obtuve la mejor
habitación. Me sentí un poco mal, la habitación de mamá era un poco más

4bungaló, búngalo o bungalow es un estilo de casa, generalmente de un solo piso y con


galería o porche en la parte frontal, aunque sus características pueden variar de unos
países a otros. Es muy popular en las afueras de muchas ciudades de América del Norte y
América Central.
pequeña y daba a la entrada principal, pero no tenía nada que ofrecer para
dejarla tenerla.

Lo habíamos pintado de una crema profunda con toques de violeta y


lo habíamos hecho juntas, lo que había sido un poco extraño. Mamá y yo
apenas habíamos hablado durante años y pasamos un día juntas,
pintando mi habitación, una al lado de la otra. Todavía teníamos poco que
decir y, a veces, la atmósfera se tensaba al evitar a los dos enormes
elefantes en la habitación, pero hicimos el trabajo y realmente nos reímos
cuando mamá pisó la bandeja de pintura y la volcó sobre su pie.

Con un suspiro, desempaqué mi mochila y apilé los libros en mi


escritorio, lista para hacer mi tarea más tarde. Entonces abrí mi armario y
tiré la bolsa adentro; No era una adolescente normal que dejaba las cosas
por ahí, odiaba el desorden y siempre lo había hecho. Era algo que recibí
de mi padre, tenía que ser la persona más ordenada que conocía… había
conocido.
41
Mientras las imágenes de él riéndose nadaban en mi cabeza. El dolor
en mi pecho que nunca desapareció realmente me dio un puñetazo en las
costillas, simplemente para recordarme que todavía estaba allí. Esto no era
una pesadilla de la que podía despertar y papá, un oficial de policía, había
sido asesinado en el lugar del robo de una joyería. Realmente se había ido.
El dolor nunca me dejaba olvidar.

El recuerdo aún logró cegarme y romperme el corazón de nuevo.


Agarré la puerta del armario, usándola para estabilizarme y exhalé un
largo suspiro a través de los labios fruncidos.

—Sarah, ¿estás lista cariño? —Escuché a mamá llamar—. Ya está


todo sobre la mesa.

—Un minuto.

Tomé otro aliento fortificante y me dirigí a mi escritorio, abrí el cajón


y busqué dentro la fotografía arrugada y con las puntas dobladas de los
tres cuando estábamos felices. Todos nosotros sonriendo a la cámara, el
mar detrás de nosotros y el sol brillando en el cielo cuando mamá se alejó.

—Te amo, papá. —Pasé un dedo a lo largo de la imagen de su


hermoso rostro con mi bajo susurro.

Era lo que hacía todos los días, ya fuera malo, bueno o indiferente.
Todos los días le decía a mi papá que lo amaba y le acariciaba la cara. Lo
puse cuidadosamente en su lugar, debajo de su copia preciosa y
maltratada de Catch-22, y luego cerré el cajón y fui a cenar con mi madre.

42
La cena había sido tranquila, pero no el incómodo silencio al que me
había acostumbrado durante el último año desde que papá murió. Al
menos mamá se sentó a la mesa conmigo y no se había escondido
trabajando hasta altas horas como había hecho cuando él se fue por
primera vez. Comprendí por qué necesitaba mantenerse ocupada, pero
había olvidado que tenía una hija de diecisiete años que la necesitaba.
Como resultado, me había quedado sola la mayoría de las noches con mi
duelo, mis pesadillas y mi dolor.

—Entonces, cuéntame sobre tu primer día —dijo mamá mientras me


pasaba el último plato para secar.

Teníamos un lavavajillas, pero papá siempre había insistido en que


limpiáramos los platos a mano. Dijo que era uno de los mejores momentos
para hablar, reír y agradecer a nuestra pequeña familia, razón por la cual
después de su muerte, siempre salía corriendo a mi habitación después de
la cena: nuestra pequeña familia no existía más. Esta noche, sin embargo,
mamá había insistido en que me quedara y secara. Supongo que era su
forma de intentar hacer que las cosas parecieran lo más normales posible,
un año demasiado tarde, pero al menos lo intentaba.

—Estuvo bien. —Me encogí de hombros—. Alannah es amable, los


chicos estaban bien y los profesores eran buenos.

Noté la forma en que se le hundieron los hombros y no estaba


segura de sí con alivio o tristeza, teníamos que hablar de que yo tenía un
nuevo grupo de maestros.

—Y Alannah te cuidó, ¿no?

Giró la cabeza para mirarme y una vez más vi tristeza donde solía
brillar la felicidad. Ella y papá no eran la pareja perfecta, pero se amaban y
nunca se acostaban discutiendo; siempre fue lo suyo. Habíamos sido una
pequeña familia feliz hasta ese día cuando respondió una llamada en su
43 radio de la Policía sobre informes de disparos en una joyería de alta gama
en el West End. Lo triste era que había sido su día libre, pero había ido a
tiempo extra para ayudar a pagar unas últimas vacaciones juntos antes de
que me fuera a la Uni.

—Sí, mamá, lo hizo. —Asentí y le di una pequeña sonrisa—. Es una


chica muy agradable.

—¿Había alguien más a quien conocer? ¿Alguna otra chica?

Me entregó un vaso, resbaladizo con espuma de jabón, y lo agarré


con fuerza para evitar dejarlo caer.

—Una chica llamada Amber —respondí mientras recordaba a la


chica tranquila y tímida que Alannah me había dicho que solía ser vivaz y
popular antes de que se conectara con Adam. No tenía detalles de lo que
había hecho, pero supuse que era algo malo porque cuando nos pasó al
salir del comedor, la mano de Amber comenzó a temblar y ella bajó la
mirada hacia la mesa de madera.
—Oh, eso es tan bueno, cariño —dijo mamá y me lanzó una
sonrisa—. Realmente bueno.

Continuamos con los platos en silencio, pero esta vez no fue


incómodo y comencé a sentir que mi tensión disminuía un poco. Mamá
finalmente dejó salir el agua y se secó las manos.

—¿Tienes tarea?

Suspiré. —Sí, pensarías que serían amables conmigo en mi primer


día, ¿no?

Mamá se rio en voz baja y me tendió una mano. Me quedé quieta


mientras trataba desesperadamente de no retroceder por el toque que
había extrañado por tanto tiempo, pero que ahora no era bienvenido. Sus
cálidos dedos tocaron ligeramente mi piel y sus ojos se suavizaron.

44 —Espero que este sea el comienzo de algo mejor para nosotras —


susurró.

Tragué saliva y asentí, incapaz de decir nada.

—Está bien —dijo mientras retiraba los hombros y daba un rápido


movimiento de cabeza—. Ve a hacer tu tarea y te prepararé una taza de té.
¿Eso suena bien?

Asentí y comencé a salir de la cocina cuando el teléfono de mamá


comenzó a sonar. Miré hacia donde estaba sobre la mesa y vi un nombre
que no había visto por un tiempo.

—Mamá —jadeé—. Es Miriam.

Mamá corrió hacia mí y agarró el teléfono, como si no creyera lo que


dije. Tenía los ojos muy abiertos mientras miraba la pantalla, y su
respiración se volvió pesada mientras la llamada de uno de los detectives
de la estación de policía en nuestra antigua ciudad natal continuaba
sonando.
—Deberías responder.

Ella me miró, casi en blanco, asintió y luego golpeó la pantalla.

—H-hola, Miriam, ¿cómo estás?

Desconecté la conversación unilateral y me concentré solo en la cara


de mi madre, observando atentamente y esperando. Finalmente, se quitó el
teléfono de la oreja y dejó caer la mano a su lado. Se puso pálida y había
humedad en sus ojos cuando me miró.

—Mamá, ¿qué es? —Instintivamente alcancé la piel levantada en mi


muñeca—. Dime.

Ella respiró hondo y presionó una mano contra su pecho.

—Joshua Mills ha regresado a la ciudad.

45 Inhalé bruscamente, desesperada por tratar de arrastrar un poco de


aire a mis pulmones demasiado apretados. Mi piel se erizó como si me
clavaran mil agujas, incluso mi cuero cabelludo latía con el dolor.

—¿Cuándo? —susurré.

—La semana pasada, es la primera vez que Miriam tiene la


oportunidad de llamarnos. Volvió a su antigua casa cuando la señora que
la alquilaba se mudó.

Ella se acercó. Esta vez sin ninguna duda. Me tiró hacia su pecho y
me abrazó con fuerza mientras hacía ruidos relajantes y nos balanceaba
suavemente hacia adelante y hacia atrás. Ella sabía cuánto me molestaba
cualquier mención de él.

—Miriam solo pensó que deberíamos saberlo.

—Lo sé y me alegro de que esté allí. Al menos no está cerca de mí.


La necesidad de sentir la piel de mi muñeca estaba desesperada
dentro de mí. Sentía que dejaría de respirar si no tocaba la cicatriz
levantada; Era una adicción que tenía que sofocar. Mis dedos temblaron,
pero mamá tenía mis brazos atrapados dentro de los suyos. Un gemido de
dolor escapó de mis labios mientras luchaba contra ella hasta que
finalmente me liberó. Acogiendo con aprobación el espacio, me aparté de
ella y me apoyé contra la pared, deslizándome hasta que mi trasero cayó
sobre las frías baldosas. Mamá inmediatamente se arrodilló y colocó sus
manos contra mis mejillas.

—Sarah, cariño, mírame. Está a cientos de kilómetros de distancia y


nunca más volverá a lastimarte. No lo dejaré, lo juro.

—Pero lo dejaste, mamá —susurré mientras el dolor me llenaba de


asco y veneno—. No estabas allí. Me dejaste sola y él me hizo daño.

La cara de mamá se arrugó y ella respiró temblorosa, pero sus


46 manos nunca dejaron mi rostro y sus ojos nunca dejaron los míos
mientras sacudía la cabeza.

—No, nunca más, cariño. Lo mataría primero, te lo juro.

—No quiero volver a verlo nunca más, mamá. —Se me quebró la voz
y tuve que tragar con fuerza para contener el vómito que amenazaba con
salir—. Pero tampoco quiero que nadie más pase por lo que yo pase.

Mi intestino se retorció. El sudor comenzó a rodar por mi columna


vertebral, al igual que el goteo frío de miedo cuando estaba atrapada en
esa habitación; la habitación con el pesado aire caliente que olía a pintura
y limpiador de pinceles.

Estaba allí de nuevo y mi pecho comenzó a agitarse con el esfuerzo


de respirar. Estaba atrapada sin ningún lugar a donde ir.

—Miriam dijo que lo vigilaría —continuó mamá, acariciando


suavemente mi cabello con su mano temblorosa—. Pero ella debe tener
cuidado porque él la denunció por acoso una vez. Sin embargo, el punto es
que ella sabe lo que él hizo y hará lo que ella pue…

—No. —Sacudí la cabeza y alejé a mi madre de mí—. Debe


asegurarse, no hacer lo que pueda. No puede hacerle eso a nadie más.

Las manos de mamá cayeron sobre mis hombros y los agarró con
fuerza. —Entonces le diré eso. Nos aseguraremos de que nadie más sufra
como tú.

Había una certeza en su voz que nunca había escuchado antes y un


destello de empatía por ella llenó mis sentidos. Había perdido a su esposo,
el hombre que había amado desde su segundo año en la universidad, el
hombre que era el padre de su hija y la había hecho sentir culpable por
llorar. Sin embargo, no cambió los hechos; ella no me había vigilado y me
había dejado vulnerable a un monstruo.

47 Joshua Mills había sido mi maestro de arte y había visto a la niña


perdida y afligida que había sido abandonada por su único padre restante.

Joshua Mills se había aprovechado de eso.

Joshua Mills me había violado y ahora estaba de vuelta en la ciudad


viviendo en su casa cuando tuve que dejar la mía.

Joshua Mills fue la razón por la que había querido morir.


6
ADAM Traducido por Rory
Corregido por Sanma

Abrí la puerta del refrigerador, agarré la botella de plástico de leche y


me la llevé a la boca.

—Adam, en serio.
48
Me di la vuelta para ver a mi madre arqueando una ceja y
extendiendo la mano. Odiaba cuando bebía de la botella.

—Prometo no enjuagarme —respondí e incliné la cabeza hacia atrás


para beber un trago.

Esperaba que me lo arrebatara y lo guardara. Como que quería que


lo hiciera. Simplemente pasó a mi lado, haciendo solo una pausa para
darme un toque cariñoso, un toque que me irritó.

—Nadie quiere tus gérmenes, amor —dijo, luego asomó la cabeza al


refrigerador y volvió a salir con un plato de chuletas de cerdo crudas—.
¿Qué tal tu día?

Dejé la leche y tomé una manzana, dándole un gran mordisco.


Mientras masticaba, vi como comenzó a preparar la cena.

—¿Bien? —preguntó dándome la espalda.


—Igual que cualquier otro día —mentí.

Excepto que este día una chica nueva había comenzado en Maddison
High School, una chica que me fascinaba, una chica que había decidido que
iba a arruinar. La chica que tenía que arruinar antes de que ella me
arruinara.

—Pensé que tenías entrenamiento de fútbol esta noche —dijo, y me


miró por encima del hombro.

—El señor Jameson lo cambió a mañana en su lugar. Su hijo


pequeño tiene una obra de teatro en la escuela o algo así —Me encogí de
hombros y le di otro mordisco a mi manzana—. ¿Dónde está Lori?

—Gimnasia. Roger la está recogiendo camino a casa desde el trabajo.

Mi hermana pequeña, Lori, era una típica niña de ocho años y

49 miembro de cualquier club que pudiera haber. Si no era gimnasia, era un


club de teatro o clases de baile. Estábamos bastante seguros de que algún
día terminaría en el West End, no porque fuera talentosa, sino porque era
una verdadera reina del drama.

—Oh, y él llamó para decir que recogió esas botas de fútbol que
ordenaste la semana pasada. —Me lanzó una sonrisa y supe que se
esperaba que le devolviera la sonrisa y dijera: "Guau, eso es muy amable
de su parte", pero yo solo asentí y murmuré un desagradecido—: Genial.

—Tengo tarea —dije, más alto—. Llámame cuando la cena esté lista.

Dejó caer la patata que estaba pelando en el fregadero y colocó la


peladora en el escurridor. —Estarán en casa pronto, ¿por qué no te quedas
aquí abajo y haces ese rompecabezas con Lori con el que está luchando
antes de la cena?

¿Por qué? Porque sabía que Roger, el padrastro número cuatro,


también estaba ayudando a Lori, y eso significaría que me sentaría en la
mesa del comedor con él y actuaría como si fuéramos una gran familia
feliz. La cuestión era que amaba a mi madre, era un gran padrastro para
mi hermana y también lo sería para mí si lo dejara. Pero odiaba el hecho
de que lo intentara demasiado conmigo, como comprarme un auto de
segunda mano para mi decimoséptimo cumpleaños. Sí, era mi orgullo y
alegría, pero era un imbécil por pensar que me sobornaría para ser amable
con él. Si eso no fuera razón suficiente para odiarlo, entonces él
echándome la bronca por mierdas que realmente no importaban, sí era.
Todos los adolescentes tenían habitaciones desordenadas, o llegaban tarde
a casa, o bebían siendo menores de edad, o eran sorprendidos follando a
una chica en la cama de sus padres. Sí, tal vez eso no tanto, pero me
dejaron solo en casa durante el fin de semana mientras visitaban a los
padres de Roger en los Lagos, ¿qué esperaban? Sin embargo, lo que más
odié fue que era el cuarto "padrastro" que había tenido en los últimos
nueve años desde que mi padre se fue. Sin embargo, estaba perdiendo el
tiempo, porque nunca dejé que nadie se acercara a mí, ni Roger, ni las
chicas ni, especialmente, Sarah maldita Danes.
50 —Tengo dos ensayos que hacer, mamá —suspiré, a pesar de que
podía hacerlos con los ojos cerrados. Era un aficionado a la historia y era
el único tema que realmente disfrutaba.

Cogió la patata y el pelador de nuevo y asintió. —Está bien, amor,


pero asegúrate de no dormirte con tus libros y de bajar a cenar.

Quería argumentar que no lo haría, pero no sería la primera vez que


fingía estar dormido sobre mi tarea para evitar tener que sentarme con ella
y Roger a cenar.

—Lo prometo.

Parecía feliz por eso, porque mientras caminaba hacia las escaleras
la escuché cantar.

Una vez que estuve en mi habitación me senté en mi escritorio y


encendí mi ordenador con la intención de comenzar mi tarea, pero como lo
hacía la mayoría de las noches, me quedé mirando la arrugada foto pegada
a mi pared al lado.

—¿Por qué no me llamaste, papá? —susurré, mientras miraba al


hombre con jeans, una camiseta negra y botas pesadas de motociclista.

Era la única foto que tenía de él. Aparentemente no nos habíamos


tomado fotos en familia, porque mamá solo tenía un puñado de mí cuando
era un bebé y tenía aún menos de ella y papá. Probablemente porque las
quemó cuando él se mudó, o debería decir que lo echó. Solo logré rescatar
la que tenía porque la dejó caer al jardín.

Observé la imagen y me sorprendió, como todos los días, que la


única similitud entre nosotros era el color de nuestro cabello, el resto de
mí era todo de mi madre y eso me molestó. Quería parecerme a él; Glen
Hudson, mi padre a quien apenas recordaba; excepto por el hecho de que
me enseñó a patear una pelota de fútbol con los dos pies y que me amaba.
51
Podría estar muerto por lo que sabía, no tenía idea. Mamá me dijo
que a menudo había hablado de irse a vivir a Escocia, así que tal vez allí
era donde estaba. Lo único que sabía era que mi madre realmente había
trabajado para asegurarse de que nunca volviéramos a tener contacto.

Cuando escuché un auto en el camino me puse de pie, fui a mi


ventana y bajé los listones de las persianas para ver que Roger y Lori
estaban en casa. Lori saltó del auto primero; vestía pantalones de chándal
azul claro, un top y tenía su cabello rubio recogido en un moño apretado
sobre su cabeza. Saltó al costado del auto mientras esperaba que Roger
saliera. Tan pronto como lo hizo y cerró la puerta, saltó a sus brazos,
envolvió los suyas alrededor de su cuello y le dio un beso en la punta de la
nariz. Cuando Roger le devolvió el beso mi pecho se contrajo con un dolor
sordo. Envidiaba el amor que se tenían el uno al otro, y el hecho de que
fue casi inmediato en el momento en que mamá nos presentó a su nuevo
novio. Lori tenía un gran corazón y era dulce, no tenía problemas para ver
la bondad en el hombre al que ahora llamaba papá. Lo odiaba y lo amaba
todo al mismo tiempo, porque no había tenido ese tipo de amor paternal
durante mucho tiempo.

Cuando sus cuerpos desaparecieron por el costado de la casa dejé


que la persiana volviera a su lugar, me tiré sobre la cama y me quité los
tenis.

Me llevé la mano al bolsillo, busqué dentro mi teléfono y presioné el


código para abrirlo. Fui a los mensajes y me desplacé hasta que encontré
el último de Mackenna, solo diez minutos después de que la escuela
hubiera terminado.

Mackenna: ¿Quieres que vaya después de la cena? Me siento


caliente.

Estaba a punto de escribir que sí, cuando mi puerta se abrió y un


cohete rubio entró precipitadamente, saltó a mi cama y cayó de rodillas.
52 —Adivina qué —gritó, dándome la más amplia sonrisa.

Hice un movimiento abdominal, tomé sus delgados brazos y


gentilmente la jalé a mi lado, así tenía su cabeza sobre mi estómago y sus
rodillas dobladas cerca de mi pecho.

—Supongo que encontraste una olla de oro en el almuerzo de hoy —


dije, pasando mi brazo sobre ella.

—No —respondió, con una risita—. Adivina otra vez.

—¿Supongo que viste a Daenerys montando su dragón?

—¿La mujer que te gusta de esa serie?

Asentí.

—No, pero eso sería genial —Se movió y me golpeó con su rodilla en
las costillas, haciéndome gemir—. Ups, lo siento.
—¿Te sientes cómoda, muñequita? —pregunté, y levanté una ceja
interrogante.

Se movió un poco más y luego suspiró. —Sí. ¿Quieres que te diga?

Fingí pensarlo y luego asentí lentamente. —Sí, creo que vas a tener
que hacerlo.

Sonrió de nuevo, incluso más ancho que antes. —Di un salto en la


barra de equilibrio. —Sus ojos se abrieron mucho y su pequeño puño hizo
una bomba.

—De ninguna manera —jadeé—. No te creo.

—Es verdad —respondió, su tono serio—. Maddie, mi entrenadora de


gimnasia, me aplaudió.

Wow, un aplauso por saltar en una viga de equilibrio. Maddie fue


53 generosa.

—Eso es fantástico. Estoy muy orgulloso de ti. —Levanté la mano


para que la chocara.

—¿Estás realmente orgulloso, Adam? —preguntó, su palma golpeó la


mía.

—De verdad.

Tiré de su cuerpo un poco más alto y besé su frente. Cuando sus


brazos agarraron mi cuello, como la había visto hacer a Roger, una
punzada de felicidad entró en mi corazón.

—Hola chicos.

Roger estaba en la puerta de mi habitación, y no pude evitar


endurecerme al verlo por encima de la cabeza de mi hermana pequeña.
Lori se retorció de mis brazos y se giró para mirarlo. —Papi, le conté
a Adam sobre mi salto y dijo que está orgulloso de mí.

Roger sonrió ampliamente, pero noté la cautela en sus ojos. No podía


culparlo. Lori era su todo, ella y mi madre, y sabía lo jodidamente idiota
que podía ser a veces; siempre era así con él, así que no me sorprendió que
se preocupara de que fuera así con su amada hijastra. Sin embargo,
nunca lo sería, porque amaba a mi pequeña Muñequita más que a nada en
el mundo. Era prácticamente la única luz en mi vida.

—Sí, cariño, lo hiciste genial —Se aclaró la garganta y levantó una


bolsa—. Tus botas de fútbol.

Le asentí y froté con una palma la espalda de Lori mientras se


revolvía para levantarse. Roger suspiró, casi imperceptiblemente y colocó
la bolsa al lado de la puerta.

54 —De todos modos —dijo, mientras Lori saltaba de la cama—. Mamá


dice que la cena está lista.

—Vamos, Adam —gorjeó Lori—. Son chuletas de cerdo y puré de


patatas, tu favorito.

Me lanzó una sonrisa y luego empujó a Roger, que todavía tenía sus
ojos en mí.

—También te compré unas nuevas espinilleras. —Hizo una pausa,


pero cuando no dije nada, se volvió para irse—. Tenían una oferta especial,
así que...

Mientras se alejaba, podría haberle agradecido fácilmente. No


tomaría mucho, pero no lo hice. Le di tiempo para bajar las escaleras hacia
la cocina y luego fui a reunirme con todos para cenar.
—Oye.

Respondí mi teléfono y metí la mano en la ducha para abrir el agua.

—No pude encontrar nada sobre la chica nueva —dijo Kirk, directo
al grano, pero sonando un poco distraído—. Sus archivos solo tienen su
vieja escuela, la dirección de su casa y alguna otra mierda.

—¿Cómo qué? —pregunté mientras metía mi teléfono entre la


55 barbilla y el hombro, y desabrochaba mis jeans.

—Como que... joder... es alérgica al plátano, hace que le pique la


garganta y se le hinche, aparentemente —gimió al otro lado y luego siseó—
. Si lo come, tiene encima penicilina o algo así en todo momento. Se
supone que alguien debe apuñalarla con eso... mierda.

—Por favor, dime que no te están chupando la polla mientras me


hablas.

—No —gritó—. No me están chupando la polla mientras hablo


contigo.

—Mierda, Kirk, lo estás haciendo, ¿verdad?

Me reí, dejé caer mis jeans y boxers al piso y salí de ellos cuando el
vapor comenzó a llenar mi pequeño baño.

—Tal vez. El punto es, Adam, que no tengo nada que revelar sobre
ella. Ni siquiera tiene cuentas de redes sociales, ni una... sola cosa. —Soltó
un gemido y supe que era hora de irme—. Mis habilidades para hackear el
sistema informático de la escuela son insuperables, así que, si no puedo
encontrarlo, es... Wow maldito infierno, Amy... no está ahí.

El maldito sucio bastardo.

—Te veo en la mañana. Y no te emborraches demasiado esta noche,


tenemos práctica mañana.

—Sí, capitán…

No lo dejé terminar y corté. Mi necesidad de ducharme fue más


inmediata que mi necesidad de escucharlo dejar salir su carga en la boca
de una chica.

Había considerado enviarle un mensaje a Mackenna y hacer que


viniera, pero por alguna razón, una vez que cené, no lo sentía. El

56 pensamiento de follarla era agradable, pero la idea de la mierda banal que


tendría que escuchar después del acto, no tanto. Ahora, la idea de los
labios de cierta rubia alrededor de mi polla, y la forma en que hacían
pucheros mientras trataba de actuar sin miedo a mí alrededor me hicieron
sentir las pelotas pesadas y mi polla cobró vida. Me podía imaginar
fácilmente sosteniendo ese pequeño cuerpo suyo y deslizándome en su
coño. Sabía que sería el nirvana.

Bajo el agua caliente suspiré de alivio. Me dolían constantemente los


músculos del cuello y la espalda, pero hoy no fue por una sesión de
práctica dura o un juego competitivo, hoy fue por estar tenso como un
maldito soldado de guardia todo el maldito día. La verdad era que todos los
días eran más o menos lo mismo. Me desperté sintiéndome enojado y
nervioso y me fui a dormir sintiéndome enojado y nervioso. Los días que
jugaba al fútbol eran los únicos en los que sentía cierta liberación de la
oscuridad que corría por mis venas.

Había estado así desde que mi papá se fue, desde que mi madre lo
echó. Ella me dijo que se iba; él besó mi cabeza, dijo que me amaba, que
me llamaría pronto y nunca lo volví a ver. Había sido todo para mí y ella lo
había hecho irse por una estúpida discusión sobre quedarse hasta tarde
en el trabajo demasiadas veces.

Mi cabeza cayó sobre mis hombros cuando dejé caer el agua sobre
mí. Apreté un poco de gel de ducha en mi mano y, pensando en Sarah,
busqué mi polla dura como el acero. Envolví mis dedos alrededor de mi
longitud y le di un tirón largo y lento. El placer fue instantáneo. Brillaba
alrededor de mi cuerpo, iluminando todas mis terminaciones nerviosas
como un fuego fuera de control, aliviando mi tensión con cada pulso.
Mientras tiraba más fuerte, enjabonando mi polla con la espuma de jabón,
un hormigueo comenzó en mi columna vertebral y se arrastró hasta la
boca de mi estómago. Cerré los ojos contra el agua que latía y abrí la boca
con un gemido mientras las olas de placer continuaban creciendo. El
siguiente tirón que le di a mi polla fue más duro, y cuando me corrí sobre
mi estómago una cara apareció detrás de mis párpados.
57 Esa cara era bonita, envuelta en cabello rubio y tenía los labios
chupadores de polla más jodidamente perfectos que había visto en mi vida.

—Sarah.
7
SARAH Traducido por Rory
Corregido por Sanma

Por un momento antes de abrir los ojos no sentí el dolor en el pecho,


ni vi las imágenes en mi cabeza. Sin embargo, el alivio fue de corta
duración. Las imágenes nadaban detrás de mis párpados cerrados, las de
un hombre con una pistola y mi padre acostado en su propia sangre.
58 Luego se mezclaron con las de un hombre, depredador, con ojos fríos y
grises. Imágenes vívidas que me recordaron el dolor que todavía estaba
dentro de mí; el dolor que nunca pensé que desaparecería.

Golpeaba constantemente contra mi pecho como un ariete,


golpeando un ritmo que se abrió paso en mi cabeza y estómago. La
ansiedad era mi compañera cada minuto de cada día y apenas podía
recordar la última vez que sentí paz. No tuve una relación perfecta con mis
padres, qué adolescente la tenía, pero era buena. Éramos una pequeña
familia que disfrutaba pasar tiempo juntos cuando no tenía mejores cosas
que hacer con mis amigos, o esa era la forma en que lo veía entonces.
Ahora daría cualquier cosa por poder ir al supermercado con mamá y papá
y luego llamar a McDonald's de camino a casa solo porque papá
encontraba estresante todo lo relacionado con la compra de alimentos.
Con mucho gusto iría al centro de jardinería con ellos, solo porque eso
significaría que él todavía estaba aquí, y mamá y yo no estábamos con el
corazón roto y a la deriva cada día, porque eso era todo lo que teníamos
energía para hacer.
Mamá me miraba como un halcón durante el desayuno, tal como lo
había hecho la noche anterior, revisándome cada cinco minutos mientras
intentaba hacer mi tarea; tal como hacía todas las noches desde que
descubrió lo que me pasó. Al final fingí cansancio y me fui a la cama,
tirando el edredón sobre mi cabeza para acostarme en la oscuridad e
intentar no pensar en Joshua Mills y lo que había hecho. La única forma
en que podía hacer eso era pensar en el hombre que mató a mi padre
reventándose los sesos. Las imágenes de un hombre que finalmente se
pegó un tiro en la cabeza eran preferibles a las de un hombre con una
sonrisa encantadora y palabras amable, pero fueron lo que me ayudó a
superar algunos de mis momentos más oscuros del año pasado.

Finalmente me quedé dormida, pero mi noche había sido perturbada


por pesadillas y miedo.

—Mamá —dije, exhalando un suspiro—. Deja de mirarme como si


fuera un jarrón de porcelana a punto de romperse en mil pedazos.
59
—Háblame entonces. Dime en qué estás pensando. Pareces ansiosa.

Parecía tan cansada como yo me sentía, con bolsas grises e


hinchadas debajo de los ojos y una opacidad en su piel, normalmente
brillante y clara.

—No dormí bien. —Negué con la cabeza—. Nunca duermo bien.

Mamá se recostó en su silla y asintió. —Lo sé. Pero debes dejar de


preocuparte por lo que él puede o no hacer a otras personas, no es tu
responsabilidad.

—Desearía no hacerlo, pero no puedo evitarlo.

Los ojos de mamá me estudiaron pensativamente mientras esperaba


que continuara.

—Necesito tratar de seguir con mi vida, mamá —le expliqué,


mientras el cuchillo que había estado sosteniendo para untar mi pan
tostado me mordió la palma de la mano y me apretó la piel. Lo dejé caer
con estrépito al plato mientras las lágrimas se acumulaban en mis
pestañas—. Lo digo en serio, mamá. No quiero saber. No quiero
preocuparme y pensar en él todos los días, pero no puedo parar —A
medida que mi respiración se aceleró, aparté mi silla de la mesa para
tratar de conseguir algo de espacio. La claustrofobia me envolvió en un
fuerte agarre—. Desearía que estuviera muerto, pero no lo está. Todavía
está allí, en la ciudad en la que debería estar viviendo. Probablemente se
esté riendo y hablando con la gente a la que solía llamar mis amigos.
Incluso podría estar haciéndoles lo mismo a uno de ellos. —Mis palabras
tartamudeadas se mezclaron con sollozos destrozados y tiré del cuello de
mi camiseta para tratar de conseguir aire fresco en mi caliente piel.

—Sarah, calma tu respiración cariño, te vas a enfermar. —Mamá se


levantó de la silla y se agachó frente a mí. Sus pálidos ojos grises miraron
intensamente los míos mientras acunaba mi rostro y respiraba
60 lentamente, rogándome en silencio que la copiara—. Por favor, Sarah,
respira, tal como Eleanor te enseñó.

—Miriam tiene que vigilarlo, mamá, tiene que hacerlo.

—Bien, bien. Se lo diré. —Limpió las lágrimas de mis mejillas con


sus pulgares, sus propios ojos reflejaban el miedo en los míos.

—Promételo —sollocé—. Promételo.

—Lo prometo, cariño. La llamaré hoy. —Me acercó y respiró, su nariz


enterrada en mi cabello. Nos abrazamos unos segundos antes de
empujarme al alcance de la mano y mirarme a los ojos—. Bien, quiero
verte respirando con calma.

La miré y me obligué a imitar su patrón de respiración hasta que


lentamente mis pulmones se calmaron y cayeron a su ritmo normal y
constante. Finalmente, la enorme bandada de pájaros dejó de batir sus
alas contra mi caja torácica. Mamá sonrió gentilmente.
—¿Por qué no vuelves a la cama y llamo a la escuela por ti?

—No —respondí sacudiendo mi cabeza—. Quiero ir; tengo que ir.


Tengo exámenes en un par de meses, no puedo permitirme perder más
clases.

—Lo sé, cariño, pero no has dormido bien.

—Estaré bien —Me levanté de mi silla, forzando a mamá a ponerse


de pie, y tomé mi plato con mi tostada a medio comer—. Ha arruinado mi
vida lo suficiente. No más. Voy a la escuela.

Mamá suspiró y sacudió la cabeza mientras colocaba sus manos


sobre mis hombros. —Sarah.

—No intentes detenerme. Solo quiero volver a ser una adolescente


normal.

61 Sus labios se separaron y un jadeo silencioso escapó de ellos, ambas


sabíamos que nunca volvería a ser una adolescente normal. Había pasado
demasiado, mi corazón tenía muchas cicatrices y mi alma estaba
demasiado ennegrecida.

—En cualquier momento que no puedas manejarlo llámame e iré a


buscarte. —Los ojos de mamá estaban acerados y sus manos me
apretaron con fuerza—. ¿Bien?

Asentí y esperé estar haciendo lo correcto.


Cuando vacié mis libros en mi casillero supe que alguien me estaba
mirando. Lo sentí en la forma en que mi columna se estremeció y mi cuero
cabelludo se erizó. No me di la vuelta, porque también sabía que iba a ser
alguien que no quería que me estuviera mirando. También sentí eso.

Traté de regular mi respiración. Nunca muestres miedo, mi padre me


lo dijo cuando tenía alrededor de cinco o seis años y los perros me habían
asustado. Me llevó a un centro de rescate para intentar ayudarme a
superarlo. Cuando entramos al patio de ejercicios y había unos diez o
quince perros corriendo, me congelé.

—Puedes hacer esto cariño —dijo, mientras me agarraba la mano—.


Nunca muestres tu miedo, porque tan pronto como lo hagas verán tu
debilidad y tratarán de dominarte.

Había dejado el centro ese día, no exactamente enamorada de los


perros, pero sin sentir miedo. Recordando la lección de vida de papá,
62 enderecé mi columna, empujé mis hombros hacia atrás y cerré la puerta
del casillero. Estaba decidida a pasar el día.

No había dado más de un par de pasos cuando sentí que algo me


golpeó la espalda. No fue fuerte y no me hizo daño, pero definitivamente
había sido dirigido con precisión. Decidí ignorarlo y continué por el pasillo,
pero tan pronto como lo hice lo sentí nuevamente. Debería haberlo
ignorado, pero en lugar de eso dejé que mi estado de ánimo cabreado se
apoderara de mí y me di la vuelta.

—¿Qué? —espeté, antes de siquiera registrar a quién me enfrentaba.

El hermoso rostro de Adam me sonrió mientras sostenía un trozo de


papel enrollado y lo agitaba frente a mí.

—Buenos días —dijo, y me arrojó el periódico.

Me estiré para intentar atraparlo, como si pudiera explotar si


golpeara el suelo. Lo golpeé en el aire un par de veces antes de atraparlo.
Adam soltó una carcajada cuando lo golpeé contra su pecho.
—Realmente no eres coordinada, ¿verdad? —dijo con una sonrisa.

—Y no podías decir buenos días como cualquier persona normal —


respondí mientras mi pecho se apretaba; mi corazón latía con fuerza.

Adam se encogió de hombros. —Tal vez no soy normal.

Con una rápida mirada sobre su hombro noté que su entorno


habitual no estaba a la vista, pero si bien era extraño, no estaba a punto
de iniciar una conversación. Necesitaba alejarme de él. Mis palmas
comenzaron a sudar, y pude sentir un tic bajo mi ojo.

Tenía que haber visto cómo me afectaba. Fue muy difícil ocultarle mi
miedo, cuando me miró con sus orbes azules sentí que estaba mirando
dentro de mi cabeza y podía leer todos los pensamientos que giraban en él.

—¿Qué quieres? Porque necesito llegar a mi clase de francés.

63 Mi mirada buscó alrededor, esperando desesperadamente que


Alannah apareciera para salvarme, a pesar de que probablemente tenía
tanto miedo de él como yo. No podía verla, así que tuve que enfrentar a
Adam sola cuando se acercó y sus ojos me consideraron, arrastrándose
lentamente, como si memorizara todo sobre mí.

—Quería darte una… —Hizo una pausa, y luego me dio una sonrisa
que apenas levantó los labios—. Una advertencia amistosa.

Con la cabeza inclinada hacia un lado, me miró atentamente


mientras un pequeño jadeo salía de mis labios. —¿A-advertencia? ¿Qué,
quieres volver a advertirme que me mantenga alejada de ti?

—No, quiero advertirte sobre la compañía que tienes. Puede crear o


destruir tu tiempo aquí. —Dejó caer el papel al suelo y luego cruzó los
brazos sobre su amplio pecho. Sus bíceps, con el toque de venas azul
pálido en cada uno, sobresalían de la manga de su camiseta blanca.
—No hay nada malo con Alannah —le dije, tratando de pararme con
la espalda recta—. Es dulce, agradable, y…

—Por favor, no dejes que Alannah te engañe haciéndote creer que es


dulce e inocente, Sarah. Porque te lo prometo, no lo es. Y ella no es de
quien estoy hablando.

Frotó la yema de su dedo alrededor del contorno de su boca abierta y


hubo risa en sus ojos mientras la punta de su lengua seguía el mismo
camino.

Fruncí el ceño. —¿Quién entonces?

—Amber. La chica con la que almorzaste ayer. Digamos que tiene


una reputación.

Amber no me había dicho nada sobre ella y Adam, pero no era

64 estúpida. Había visto lo ansiosa que la había hecho parecer. Supongo que
habían tenido algún tipo de relación, y después de escuchar lo que
Alannah dijo sobre él, estaba bastante segura de que había sido sexual. Mi
otra suposición fue que él era lo único que todas las chicas sentadas solas
en el comedor tenían en común.

—No estoy preocupada por la reputación de nadie —le espeté,


esperando que sonara más segura de lo que me sentía. Después de todo,
¿no había sido objeto de comentarios susurrados en los pasillos de mi vieja
escuela?

—Tal vez no —respondió Adam, y se inclinó más cerca de mi oído—.


Pero este soy yo diciéndote que te mantengas alejado de ella.

Sus palabras fueron silbadas con agudeza y sentí su aliento sobre


mi piel caliente.

—No puedes…
Puso un dedo contra mis labios. —Déjame ser claro, Sarah —dijo mi
nombre como si fuera una maldición, y sus ojos se llenaron de desdén—.
Te estoy diciendo que no te hagas amiga de Amber, ni de ninguna otra
persona que creas que pueda necesitar un amigo. Están tristes y solas por
una razón, y eso es generalmente porque se lo merecen.

Deseaba desesperadamente huir de este chico que me tenía


atrapada, pero estaba tan impresionada por el miedo, el odio y una
enfermiza sensación de anhelo que estaba petrificada en el lugar. Mi mano
fue a la correa de mi mochila y la apreté con fuerza, haciendo una mueca
cuando mis uñas se clavaron en mi palma.

—Dejaré pasar lo de Alannah —continuó—, ya que lo preparó la


señorita Daniels. Además, no querría que estuvieras totalmente sola en
esta gran y mala escuela, ¿verdad?

Contuve el aliento y lo retuve mientras esperaba que continuara,


65 pero no dijo una palabra más. Sonrió y se alejó. Fue solo cuando llegó a un
cruce en el corredor que noté a los otros tres muchachos de su pandilla
apoyados contra la pared esperándolo. Entonces me di cuenta que la
mayoría de mis compañeros estaban quietos observando nuestra
interacción. Cuando mis ojos se encontraron con los de dos chicas y un
chico acurrucados junto a un refrigerador de agua vacío, rápidamente
apartaron la mirada para ver a Adam mientras chocaba los cinco con cada
uno de sus muchachos y luego, sin mirar atrás, desapareció de mi vista,
dejándome sin aliento.
8
ADAM Traducido por Rory
Corregido por Sanma

Mi primera clase después del almuerzo fue Historia, y me alegré por


la paz, ya que ninguno de los muchachos la había tomado como optativa.
Necesitaba un descanso de la constante conversación de mierda y chistes
de mal gusto, sin mencionar el tamaño de sus putos egos. Sin embargo,
66 supongo que fue mi culpa, al ganarme mi lugar en el círculo íntimo de
Frankie les presenté a los tres. Con el tiempo nos hemos librado de
algunas personas, de modo que ahora solo éramos nosotros cuatro a
quienes todos escuchaban. Ayudó que todos fuéramos bastante duros y no
nos importara quién comenzara una pelea, siempre que terminásemos.

Arrojé mi bolso al suelo y saqué mi silla de debajo del escritorio,


hundiéndome y relajándome como si estuviera tomando el sol en una
jodida playa de lujo en el Caribe. Mis piernas se estiraron y golpeé mi
bolígrafo en el escritorio mientras todos continuaban archivando.

Algunas de las chicas me miraron, una o dos incluso sonrieron,


probablemente considerando si venían a sentarse en el asiento vacío a mi
lado. Me aseguré rápidamente que eso no sucediera por la mirada que
devolví; mi mirada penetrante de “no te quiero cerca de mí”. Y funcionó,
porque todas se desviaron de mí.
—Está bien, está bien —gritó nuestro maestro, el Sr. Raymond—.
Siéntense y tomen sus asientos. No es nada inusual lo que pido que
hagan, por lo que menos canción y baile al respecto sería apreciado.

Las sillas rasparon el suelo y las voces comenzaron a disminuir


mientras uno por uno todos se acomodaban.

—Vamos a seguir discutiendo sobre Napoleón hoy, así que, por


favor, vayan al capítulo seis de su libro de texto y lean la tarea de hoy de la
pizarra.

Raymond hizo una pausa para permitir que los gemidos resonaran
por la habitación. Estaba seguro de ser el único que no se unió. Me
gustaba leer sobre el pequeño francés y su ambición desde una edad
temprana.

—Quéjense todo lo que quieran, gente —gritó el Sr. Raymond por


67 encima del ruido—. Pero sus ideas refuerzan mucho de nuestro mundo
moderno.

—Oh, quién hubiera pensado que un vejestorio con un parche en el


ojo sería un fanfarrón. —Danny Roberts, el idiota de la clase, se rio de su
propia broma y le dio una palmada en la espalda a su mejor amigo,
Cameron.

—Ese fue Nelson, idiota con muerte cerebral —gruñí.

Toda la clase, menos Danny, se rio, y el Sr. Raymond hizo callar a


todos.

—Tiene razón, Adam. Sin embargo, si pudiera abstenerse de los


insultos sería apreciado.

Saludé a mi maestro y me volví hacia Danny. —No pretendía


ofender, pero debo decirlo como lo veo.
La clase estalló en carcajadas nuevamente, y justo cuando el Sr.
Raymond se movió a su escritorio la puerta se abrió. El sonido de la risa
cayó, seguido de susurros siseados. Miré para ver qué había causado el
repentino cambio en la habitación.

—Bueno, que me jodan —murmuré cuando Sarah entró por la


puerta y miró a mis compañeros con cautela.

—¿Puedo ayudarla? —preguntó el Sr. Raymond.

—Creo que esta puede ser mi clase —respondió tentativamente.

—¿Y quién podría ser usted? —preguntó el Sr. Raymond mientras


miraba el registro en su escritorio.

—Sarah —dijo ella—. Sarah Danes. Se supone que debo estar en


Historia.

68 —Bueno, señorita Danes, está en el lugar correcto. Por favor, tome


asiento.

Miró a su alrededor, y estaba a punto de dirigirse a una silla justo en


frente del escritorio del Sr. Raymond sin nadie a cada lado cuando pateé la
silla a mi lado y sonreí.

—Tengo un asiento aquí, a mi lado, señor Raymond.

Los ojos de Sarah se abrieron y respiró hondo, su cabeza se volvió


hacia nuestro maestro, que asintió hacia mí.

—Toma asiento al lado de Adam, él te dirá a qué capítulo debes ir.


Estamos hablando del gran Napoleón Bonaparte hoy.

—Puedo sentarme allí —dijo Sarah, y señaló el escritorio vacío.

Raymond comenzó a hojear algunos papeles. —Ve y siéntate con


Adam. Necesitarás a alguien que te ayude a ponerte al día. —Se volvió y les
dirigió una sonrisa a todos—. Bien, Monsieur Bonaparte.
Sarah abrió la boca para protestar, pero el señor Raymond la
despidió. Sus ojos buscaron en la habitación otro lugar vacío, pero solo
había uno a mi lado. Tragando saliva, caminó lentamente hacia mí. No
pude evitar notar que hoy llevaba un par de jeans ajustados, en lugar de
los holgados y sin forma que había usado el día anterior. Me sorprendió no
haberlo notado más temprano en el día cuando la había hecho retorcerse.
Sin embargo, me di cuenta ahora, gracias a la holgada sudadera con
capucha que colgaba de su hombro y se detenía por encima de sus jeans,
que tenía el trasero apretado y la cintura delgada.

—Encantado de verte de nuevo. —Sonreí cuando finalmente llegó al


escritorio vacío.

No respondió, pero sus labios se movieron y estaba seguro de


haberla escuchado cantar. Antes de poder entender lo que era, el Sr.
Raymond se dirigió a la clase y lo que sea que dijo provocó otro ataque de
gritos y conversaciones.
69
Pateé el respaldo del asiento del chico frente a mí.

—Oye, Eddie, ¿qué ha dicho?

Edward Stokes, el nerd de la clase, suspiró y se dio la vuelta. —


Tenemos que juntarnos y escribir el discurso de victoria de Napoleón para
la batalla de Austerlitz. —Se dio la vuelta y sacudió la cabeza cuando
Shannon Harper arrastró su silla junto a él—. ¿En serio? —dijo—. No
tienes idea de historia. ¿Por qué estás en esta clase?

—Porque —siseó ella—, me echaron de geología y necesito tres


niveles A para entrar a Liverpool, así que será mejor que hagas que este
discurso sea bueno.

—Bueno, ella es un encanto —murmuró Sarah.

Me reí. —Es una de las mejores de Maddison High, eso es seguro.


Cuando Shannon me enseñó el dedo sobre su hombro, Sarah
resopló. Alcé una ceja e incliné la cabeza hacia un lado para mirarla.
Cuando sus mejillas se pusieron rosadas no pude evitar preguntarme
cuánto de su cuerpo estaba cubierto por ese sonrojo.

—¿Qué? —preguntó, y sacó la lengua a un lado de su boca.

Apreté mis labios y lentamente sacudí la cabeza, mirando sus ojos


mientras miraba a cualquier lado menos a mí. Cuando no respondí, se
inclinó hacia delante y empujó a Shannon en el omóplato.

—¿Quieres intercambiar parejas? —preguntó.

Shannon frunció el ceño, me miró, miró a Sarah y luego, sin


respuesta, se volvió hacia Edward.

—Eso es un no, entonces —se quejó Sarah, y no pude evitar sonreír.

70 —Creo que estás juzgando mal mis habilidades —dije, mientras


abría mi libro de texto en el capítulo titulado La batalla de Austerlitz—.
Ahora, ¿vas a ayudar, o no?

Con un suspiro, miró mi libro y luego abrió el suyo en el mismo


lugar.

—Entonces, ¿cómo quieres hacer esto? —pregunté—. Voto porque lo


escribamos como un discurso de victoria pronunciado ante el Emperador
Alejandro y el Emperador Francisco.

—Pero son a quienes derrotó —dijo Sarah, mirando lo que el Sr.


Raymond había escrito en la pizarra.

—Como habrás visto —respondí, y la empujé con mi hombro—, dice


que sea lo más ingeniosa posible. Todos los demás escribirán una serie de
hechos aburridos sobre cómo ganó la batalla. Podemos incluir lo que esas
dos pollas hicieron mal.
—Sabes eso, ¿verdad? Porque no puedo decir que haya leído nada de
eso en este capítulo.

—Bueno, fueron estúpidos para empezar, creyendo que su flanco


derecho estaba debilitado. Exactamente lo que él quería que pensaran.

Sarah me miró asombrada, su boca se abrió en un silencioso oh.

—Cierra la boca, Sarah, sé que es un shock, pero en realidad tengo


cerebro.

El rosa volvió a sus mejillas y, mientras se inclinaba para sacar un


bolígrafo de su bolso, pude ver un poco de color en su clavícula, donde su
camiseta se abría.

—Entonces, ¿estamos de acuerdo? —pregunté, y me moví en mi


asiento, acercándolo a mi escritorio.

71 Sarah me dio el más leve movimiento de cabeza, alisó las páginas de


su libro de texto y se aclaró la garganta. —Escribiré. Entonces, ¿por dónde
crees que deberíamos comenzar?

Cuando salimos de clase puse nuestra hoja sobre las demás que ya
estaban allí. El señor Raymond me sonrió, y luego miró a Sarah.

—¿Adam te ayudó a ponerte al día con nosotros, Sarah?

—Sí, gracias —respondió, apenas mirándolo a los ojos.


—Creo que descubrirá que hice un buen trabajo con Sarah, señor
Raymond. —Le sonreí y moví las cejas.

Raymond sacudió la cabeza. —Ve a tu próxima clase, Adam, y ya


veremos qué tan buen trabajo hiciste cuando corrija tu trabajo. —Rodó los
ojos y sonrió—. Sarah, avísame si necesitas algunas pruebas antiguas o
notas de estudio para ayudarte a adelantar. Tus registros dicen que
perdiste casi dos meses de escuela antes de venir aquí.

Eso agudizó mis oídos. Cuando me di la vuelta para escuchar un


poco más, noté cómo el color había desaparecido de su rostro.

—Se lo haré saber —murmuró, y me pasó hacia el pasillo.

Así que había perdido un par de meses de escuela. Bueno, eso era
interesante.

72 —Puedo darle a Sarah cualquier ayuda que necesité, señor Raymond


—dije, con mi voz más sincera—. Viendo como perdió tantas clases.

El señor Raymond me miró por encima de sus gafas con montura de


metal dorado.

—Ve a clase, Adam.

—Pero…

—Adam. —Recogió la pila de papeles—. Si Sarah necesita ayuda,


preguntará. Creo que ahora tienes Matemáticas con la Sra. Baker, así que
vete.

—Está bien —suspiré—. Pero si puedo ayudar de cualquier


manera…

—Adiós, señor Hudson —gruñó.

Me reí y salí al pasillo, preguntándome cómo demonios podía


descubrir por qué Sarah Danes había perdido dos meses de escuela.
9
SARAH Traducido por Rory
Corregido por Sanma

No tenía ni idea de cómo Alannah me había convencido, pero me


había persuadido para que fuera a ver su práctica de porristas antes de ir
con ella a comer una hamburguesa a una cafetería llamada TJ’s, que,
aparentemente, tenía el estilo de un restaurante de los años cincuenta.
73
—Sabes que realmente podrías ayudarme —dijo con una mirada
rápida, sus ojos verdes mucho más brillantes sin sus gafas.

—Yo. —Solté una carcajada—. No lo creo. Me encanta bailar, pero


las porristas no son lo mío. No, de todos modos, tampoco tengo ninguna
experiencia. —No expliqué que la idea de pasar el rato con un grupo de
chicas en un solo lugar me provocaba salpullido.

—No tienes que unirte al equipo, pero todo esto es nuevo para mí,
para todos nosotros. Solo hemos tenido un escuadrón durante dos años, y
deberías haber visto los aros por los que tuve que pasar para que la
señorita Daniels, la PTA y el señor Jameson lo aceptaran. —Puso los ojos
en blanco y suspiró—. Cualquiera pensaría que pregunté si podríamos
darle al equipo un baile de regazo cada medio tiempo. De todos modos, la
cosa es que sé qué haces Street Dance5, y si pudieras mostrarnos algunos

5 Baile Callejero.
movimientos para agregar a la rutina, algo que combine con los saltos
habituales y los soportes de muslos...

Me detuve y golpeé una mano contra su estómago. —¿Cómo sabes


que hago Street Dance?

Si sabía eso, ¿qué más sabía?

¿Había leído las notas de mi última escuela?

¿Sabe lo que me pasó?

Alannah frunció el ceño como si fuera una pregunta realmente


estúpida, y ¿por qué no lo sabría?

—La señorita Daniels me lo dijo —respondió—. ¿Por qué?

Mi garganta se apretó mientras buscaba en su rostro cualquier señal


74 de que pudiera creer todos los rumores sobre que había provocado al Sr.
Mills, o que habíamos estado teniendo una aventura.

—¿No leíste mis notas?

Estaba siendo irracional. No había nada en mis notas, ¿verdad?

—No. No hay forma de que la señorita Daniels lo permita. Me


preguntó si conocía algún lugar que enseñara Street Dance por aquí para
que tal vez pudieras unirte.

Donde antes vivía, solo había estado a una hora de Londres, y había
tenido una gran cantidad de clases de baile disponibles para mí. El Street
Dance había sido lo que me atrajo y había entusiasmado, más que
cualquiera de los otros. Lo viví y respiré durante casi cinco años, incluso
entrenando para ser profesora calificada. Mi equipo y yo habíamos ganado
el campeonato nacional dos años seguidos antes de irme, y había hecho la
mayoría de las coreografías.
—¿Y hay alguno? —pregunté, un dolor inesperado por bailar otra vez
me golpeó.

Alannah se encogió de hombros. —Está Starline Dance School, al


borde del parque comercial, pero no creo que tengan Street Dance. En su
mayoría se trata de ballet, tap y una sala de deportes, pero deberías ir allí
y preguntar.

Asentí y seguí caminando con Alannah corriendo para alcanzarme.

—Entonces —dijo ella—. ¿Nos ayudaras?

Pensé que iba a decir que no, pero cuando abrí la boca salió la
palabra—: Sí —chilló emocionada Alannah y sentí una oleada de alegría al
pensar en volver a hacer algo que amaba con pasión hasta hace un año.

—De ninguna manera me uniré al escuadrón —recalqué—. Y, de

75 todos modos, no he practicado en años.

Alannah sacudió la cabeza. —No, de ninguna manera te preguntaría.


Tenemos un escuadrón completo y tres reservas de todos modos, así que,
lo prometo.

Ansiosa por comenzar, pero aprensiva, seguí a Alannah al pabellón


deportivo con pensamientos de Which-A-Way's y Scarecrows ya
formándose en mi mente.

Cuando entramos, con mis Converse chirriando en el pulido piso, el


escuadrón de porristas ya estaba allí, todas juntas hablando y riendo
sobre Dios sabía qué. Cuando Alannah se acercó, esperaba que se callaran
porque su "líder" había llegado, pero continuaron, apenas mirándola
mientras se acercaba a un gran altavoz junto a las cuerdas de escalar,
dejaba caer su bolso a su lado y lo encendía. Se quitó la sudadera con
capucha para revelar un sujetador púrpura debajo que combinaba con sus
leggins.
Mientras jugueteaba con su teléfono, me acerqué a una fila de sillas
alrededor del borde de la habitación y examiné al grupo de chicas. Me di
cuenta de que Amber estaba entre ellas, pero no estaba hablando, solo
escuchaba y sonreía ocasionalmente cada vez que una de las otras chicas
decía algo. Tenía los brazos apretados alrededor de su cintura y, si no
hubiera pasado el almuerzo con ella a principios de semana, habría dicho
que era tímida y callada. Solo habíamos hablado durante treinta minutos,
pero había sido divertida y atractiva, y tenía mucho que decir sobre las
fallas del nuevo centro comercial que se había abierto recientemente en las
afueras de la ciudad.

Mi mirada se dirigió luego a Alannah, quien, con su teléfono en la


mano, se acercó al grupo. Tosió para llamar su atención, pero cuando
continuaron parloteando se quitó un silbato del cuello y lo sopló.

Todas las chicas la miraron y, aunque la mayoría se detuvo y se


volvió hacia Alannah, otras dos o tres siguieron charlando, pero con las
76 cabezas juntas. Cuando Alannah volvió a sonar el silbato, finalmente se
detuvieron; una de ellas rodó los ojos.

—Está bien —llamó, mientras movía los pies—. Vamos a practicar la


coreografía que le hicimos a High Hopes, pero quiero agregar un Deadman
en medio, después de lanzar a Chloe. Primero calentaremos.

Después de la forma en que no la reconocieron cuando llegó


esperaba que se quejaran o sugirieran algo diferente, pero para su crédito,
cada uno de ellas accedió y se fueron al centro del pasillo, donde Alannah
las llevó a través de algunos estiramientos y ejercicios de calentamiento.

Durante un rato pude echarles un ojo y otro a mi libro de texto en


francés. Sin embargo, una vez que la música comenzó a sonar desde el
altavoz, le di toda la atención al equipo. Eran buenas, sin duda,
especialmente la chica Chloe, que era la voladora. Sin embargo, Alannah
tenía razón, era un poco… aburrida, nada que no hubiera visto antes en
YouTube o Gran Bretaña Got Talent. Cuando repitieron la coreografía dos
o tres veces, anoté algunos movimientos que pensé que encajarían y dónde
colocarlos. Estaba segura de que las chicas podrían llevarlos a cabo, y si
Chloe podía hacer una Funky Guitar en el aire, agregaría algo de diversión
a la rutina.

Finalmente, después de casi dos horas, Alannah llamó a las chicas,


todas sudando y respirando con dificultad.

—Eso fue genial; a todas les va muy bien con esta nueva rutina. La
práctica se cancela mañana, porque el equipo de fútbol tiene un partido
contra el Manchester Met.

—Entonces, ¿tenemos que venir aquí? —preguntó una chica


pequeña con una coleta alta.

Alannah sacudió la cabeza. —No, el señor Jameson no nos quiere


aquí. El partido es amistoso, por lo que puede mirar al equipo contra un
equipo más viejo, y ver cómo van. No quiere que los distraigamos —resopló
77 y sacudió su cola de caballo sobre su hombro—. Como si hiciéramos eso.

Una hermosa chica negra con un increíble afro rio a carcajadas. —


Sabes que lo haríamos. Cualquier posibilidad para que Tyler Jordan me
mire, lo haré. Son esas malditas pecas suyas, solo quiero saber dónde más
las tiene.

Todas las chicas se rieron, bueno, todas excepto Alannah y Amber,


quienes miraron al piso. Una ola de inquietud me invadió. ¿Qué demonios
les habían hecho Adam y sus amigos? Necesitaba averiguarlo,
especialmente porque Alannah parecía pensar que estaba interesado en
mí. Si él tenía tanto poder para hacer que estas dos chicas parecieran casi
invisibles para todos, entonces no quería ser su próxima víctima. Ya tuve
suficiente mierda el último año. No estaba segura de poder volver a
atravesar la oscuridad si llegara a mi camino.

—Está bien —dijo Alannah, y se aclaró la garganta—. Práctica a la


misma hora el jueves.
Cuando las chicas comenzaron a caminar hacia el vestuario, las
puertas dobles en el pabellón deportivo se abrieron y un grupo de
muchachos con equipo de entrenamiento se abrió paso. Estaban
sudorosos, jadeaban con fuerza y justo delante de ellos estaba Adam.
Llevaba una camiseta de fútbol, pantalones cortos y su cabello estaba
despeinado al frente; pero aparte del hecho de poder ver que estaba
mojado por el sudor, no parecía que se hubiera esforzado como el resto del
equipo.

—Alannah —El profesor que supuse era el señor Jameson la llamó—


. Supongo que has terminado tu práctica.

Alannah dio un paso adelante. —Sí, ya nos vamos.

—Bien, porque este grupo de señoritas necesita practicar un poco


más, ya que la mayoría de ellas parece haber olvidado que el
entrenamiento continúa durante toda la temporada y no solo hasta
78 Navidad. Demasiado chocolate y pavo, ¿es correcto, Walker?

Un chico realmente alto, con cabello negro y, por lo que pude ver, ni
una onza extra en él gruñó y se limpió la cara con su camiseta.

—¿Eso significa que aquellos de nosotros que pudimos completar la


sesión sin vomitar podemos ir a casa, Sr. Jameson? —preguntó Adam.

Miré para ver una sonrisa engreída en su rostro mientras estiraba


los brazos perezosamente en el aire.

—No —respondió el señor Jameson—. Son un equipo, y si uno falla,


entonces todos ustedes fallarán. Ahora pónganse un equipo seco y botas
brillantes, y regresen al campo en cinco minutos. Y tú, Capitán —le dijo a
Adam al pasar junto a él—, deberías saberlo mejor para hacer esas
estúpidas preguntas. Por eso te acabas de ganar un uno contra uno con
Walker, una vez que todos los demás hayan terminado.

No pude evitar la sonrisa que apareció, y cuando el Sr. Jameson se


quitó la gorra de béisbol y sacudió la parte posterior de la cabeza de Adam
con ella, solté una carcajada. Adam se dio la vuelta, y cuando sus ojos se
encontraron con los míos, se entrecerraron y me inmovilizó con una
mirada que, literalmente, me quitó el aire de los pulmones.

Era como si hubiera vertido cada parte negra de su alma en ella, y


un escalofrío recorrió mi piel a pesar del calor del pabellón deportivo.

—Debemos irnos —dijo Alannah, volviéndose rápidamente hacia


mí—. ¿Estás lista?

Tragué saliva y asentí. —Sí, tomaré mis cosas.

Eres mi brillo de sol. Mi único brillo de sol

Me haces feliz cuando el cielo está gris...

Con las relajantes palabras de la canción flotando en mi cerebro,


rápidamente empaqué mis libros en mi mochila junto con mi bloc de
79 notas. Todo el tiempo sentí los ojos de Adam sobre mí. No me atreví a
mirar hacia arriba, porque sabía que no habría duda de cuánto me
asustaba. Mi madre siempre decía que los ojos eran la ventana del alma y,
si eso fuera cierto, los míos definitivamente mostrarían miedo y ansiedad.

—Hudson —oí gritar al señor Jameson—. Ve a cambiarte, o ese


pequeño uno contra uno se va a alargar.

Cuando escuché el chirrido de las deportivas en el suelo, levanté


lentamente la cabeza para ver a Adam desaparecer en el vestuario.

—¿Alguien más viene? —pregunté a Alannah, con los ojos aún en la


puerta batiente.

—No, solo nosotras.

—¿Qué pasa con Amber?

Alannah no respondió, pero casi salió del polideportivo y, con una


sensación de inquietud en mi estómago, la seguí hasta el estacionamiento
hacia un Renault 500 negro con una calcomanía en forma de margarita en
el costado.

—Bonito auto —dije, y retrocedí para examinarlo.

No era particularmente nuevo, pero estaba cuidado, brillante y


limpio.

—Mi papá me lo compró para mi cumpleaños. Fue su forma de


disculparse por su aventura con su nueva asistente personal. Quiero decir,
¿qué cliché es eso?

—Oh. —Mi boca permaneció abierta mientras intentaba procesar lo


que había dicho. No estaba segura de cómo responder, solo habíamos sido
amigas por la suma total de dos días. No esperaba escuchar algo tan
personal de ella.

80 —No es un secreto, todo el pueblo lo sabía. Bueno, excepto mi


madre, que estuvo ausente durante seis semanas cuidando a mi abuela.
Solo duró un par de semanas, y él fue quien lo interrumpió y luego se lo
confesó a mamá. Aparentemente, se sintió descuidado. —Puso los ojos en
blanco e hizo comillas alrededor de la palabra descuidado.

—¿Tu madre lo aceptó de vuelta? —pregunté, cuando la barbilla de


Alannah comenzó a temblar.

Asintió. —Están locamente enamorados. La asistente personal fue


trasladada a una oficina diferente y él resulta ser un imbécil, pero me
encanta hacer que pague.

Su voz estaba mezclada con tanta ira que realmente quería darle
una bofetada.

—Todos cometemos errores, Alannah —espeté—. Y realmente


deberías apreciar a tu padre mientras lo tienes. No tengo al mío, y desearía
haberlo hecho cada maldito día.
Sentí que la emoción comenzaba a pinchar la parte posterior de mi
garganta, Alannah jadeó y dio un paso atrás.

—Oh Dios, Sarah, lo siento mucho. No lo sabía.

Sabía que no era culpa de Alannah. Mamá le había pedido a la


señorita Daniels que no se lo dijera a nadie, así no tendría que
experimentar su simpatía cuando se enteraran. Aun así, no lo hizo más
fácil.

—Se suponía que no supieras. —Envolví mi brazo alrededor de mi


cintura e intenté desesperadamente no doblarme con el dolor—. No quiero
la simpatía de todos, solo…

Me detuve para respirar hondo y no sollozar las palabras “solo quiero


que mi papá vuelva”.

81 Alannah se llevó una mano a la boca, pero la otra la colocó


suavemente sobre mi hombro. La expresión de su rostro era la misma que
mi madre tenía todos los días.

—No voy a desmoronarme —dije—. Sé que eso es con lo que eres


buena lidiando, los locos, los que tienen tanto equipaje que se doblan bajo
el peso, pero estoy bien, Alannah. Solo extraño a mi papá, eso es todo.

Antes de darme cuenta de lo que estaba pasando, estaba envuelta en


los brazos de Alannah y apretada.

—Amo a mi papá —me susurró al oído—. Lo hago, de verdad.


Lamenta mucho lo que hizo, casi lo destroza, pero solo quiero estar
enfadada un poco más.

Sorbió su nariz y apretó los brazos.

—Está bien. —Mi respuesta amortiguada en su apretón—. Pero


asegúrate de que sepa que, aunque estés enojado con él, también lo amas.
—Lo haré. —Me dejó ir, y me sostuvo con el brazo extendido—.
¿Quieres venir a cenar a mi casa en lugar de a TJ’s? Mi madre siempre
hace demasiado, olvida que mi hermana está en la universidad ahora.

—Está bien —me sorbí la nariz—. Todavía podemos ir, pero


preguntémosle a Amber también.

Alannah se mordió el labio, miró hacia la escuela y finalmente


asintió.

—Está bien —dijo, y me pasó su teléfono—. Yo conduzco, tú llamas.

—Gracias, Alannah.

—¿Por qué? —preguntó, y me dio una gran sonrisa.

—Por no hacer preguntas.

82 —Me dirás cuando estés lista. Ahora vamos, de lo contrario todas las
cabinas se habrán ido y tendremos que sentarnos en una mesa en el
medio. Ese es el peor lugar donde te puedes sentar.

—¿Por qué? —pregunté mientras presionaba la pantalla de su


teléfono para llegar al número de Amber.

—Porque —Suspiró—, ahí es donde se sienta el equipo de fútbol.

Mientras ponía el teléfono en mi oído las palabras de Alannah se


hundieron. El miedo y la emoción me invadieron en igual medida al pensar
en volver a ver a Adam Hudson.
10
ADAM Traducido por Rory
Corregido por Sanma

La práctica había sido tan mala que el Sr. Jameson nos había
retenido a todos, no solo a mí. Nos dividimos en dos grupos, e hizo que los
jugadores ofensivos trabajasen uno contra otro y los defensivos uno contra
otro, alentándonos a probar nuevos pases y movimientos que nuestro
83 compañero de equipo no tuviera idea. Para ser honesto, fue un jodido
desastre, y Lenny Kowalski, el respaldo de Ellis como arquero, cayó
torpemente después de intentar salvar un tiro de Tyler, que jugó como
lateral izquierdo. Al principio, Lenny parecía estar bien, pero en cuestión
de minutos su muñeca tenía el doble del tamaño del que debería haber
tenido, por lo que el Sr. Jameson decidió darlo de baja y la práctica
terminó antes de lo esperado.

—Necesito una hamburguesa doble con patatas fritas en este


momento. —Kirk se frotó el estómago—. Han pasado casi tres horas desde
la última vez que comí.

Todos lo ignoramos y entramos en TJ’s a través de la puerta giratoria


de estilo antiguo que Tony, el dueño, había rescatado de un elegante hotel
a las afueras de Manchester. Como de costumbre, el que estaba delante de
la línea dejó de caminar para que las puertas dejaran de girar, y Tyler casi
se caga en los pantalones. Se puso claustrofóbico, y todos pensamos que
era jodidamente divertido que tuviera un leve ataque de pánico cada vez.
Tyler golpeó a quien estaba delante de él en la parte posterior de la cabeza
y lo transmitieron hasta que llegó al culpable, quien esta noche resultó ser
Dylan Fuller, nuestro centro. El hecho de que Tyler fuera demasiado
estúpido para darse cuenta de que, si solo tomara la iniciativa, no
sucedería cada vez, solo se sumaba a nuestro disfrute.

Una vez que estuvimos adentro, un par de décimo grado que estaban
sentados en una de nuestras mesas levantaron la vista y nos vieron. Uno
era una mierda arrogante y saludaba con la mano, pero el otro sabía lo
que era bueno para él, agarró su comida y se movió. Cuando nos
acercamos, emitiendo algunas vibraciones cabreadas, no pasó mucho
tiempo antes de que el chico arrogante hiciera lo mismo.

Todos caímos en las sillas rojas de vinilo y me recosté en la mía,


buscando una camarera, solo para que mis ojos se posen en Alannah,
Amber y la jodida Sarah. ¿Qué demonios tenía esta chica, que quería estar
en mi jodida cara todo el tiempo? ¿No le había advertido que la vida sería
84 mucho mejor para ella si se mantenía fuera de mi camino? Mientras la
observaba, estudió algún tipo de cuaderno, garabateando ocasionalmente
en él, mientras Amber y Alannah conversaban. Todavía usaban su equipo
de entrenamiento de la práctica, pero Sarah vestía una camiseta y esos
jodidos jeans ajustados, con la sudadera con capucha que llevaba puesta
en clase doblada en el asiento junto a ella.

Cuando se inclinó hacia adelante su cabello cayó en una cortina, y


mi sangre se erizó con la necesidad de ir allí y volver a colocarlo sobre su
hombro para poder ver la expresión de concentración en su rostro. Las
yemas de mis dedos tamborilearon sobre la mesa mientras me movía en mi
asiento y trataba de lidiar con las necesidades opuestas que luchaban
dentro de mí.

Necesitaba tocarla.

Necesitaba romperla.
—¿No hay putas camareras aquí hoy? —agrupé y alcancé la sal,
girándola sobre la mesa azul pálido. Cualquier cosa para evitar que me
piquen los dedos—. Hemos estado aquí diez minutos.

—No, no es cierto. —Ellis frunció el ceño y miró por encima del


hombro—. Becca está en camino de todos modos.

Becca, la esposa de Tony, se nos acercó, con sus zapatos demasiado


altos y su uniforme de estilo de los 50 demasiado ajustado. Cuando nos
alcanzó, se inclinó sobre la mesa y le dio un beso en la mejilla a Kirk.

—Mamá, por favor no —gruñó, mientras se limpiaba el labial rojo.

—Te extrañé esta mañana, ya que tenía que entrar y recibir el


reparto con tu papá. —Se rio para sí misma y luego suspiró.

—Mamá, mis amigos y yo no queremos saber qué hicieron papá y tú

85 una vez que llegó el reparto. Solo, por favor, no dejes que haya pasado
sobre esta maldita mesa.

Todos nos estremecimos cuando Becca sonrió.

—Bien chicos, ¿lo de siempre? —Nos miró a todos a la vez,


esperando que asintiéramos—. Kirky, ¿quieres el doble?

—Por favor, mamá, me muero de hambre.

Becca metió su pluma detrás de la oreja y luego se alejó. Miré


alrededor de la mesa y sonreí mientras cada uno de nosotros, a excepción
de Kirk, por supuesto, miraba su trasero balancearse. Definitivamente era
una madre caliente, no tan buena como la de Tyler, porque ella era puro
material de pajas, pero de todos modos era caliente.

Incluso los pensamientos sobre la madre de Tyler no pudieron


distraerme por mucho tiempo, así que mientras el resto de los muchachos
sacaban sus teléfonos y comenzaban a desplazarse por cualquier mierda
de redes sociales que les interesaba, moví mi silla un poco para poder ver
la de Sarah sin que ella o los muchachos se dieran cuenta de que estaba
mirando. Para cualquier otra persona, estaba vigilando el mostrador para
ver cuándo nuestra comida estaba lista, pero sabía que la pequeña rubia
era la que me llamaba la atención.

Sarah estaba hablando con Alannah y mostrándole algo en su


cuaderno. Fuera lo que fuese, Alannah sonrió y aplaudió con entusiasmo.
Amber no estaba tan interesada, pero cuando Alannah se volvió hacia ella
y señaló algo en la página, Amber se señaló a sí misma y luego saltó arriba
y abajo en su asiento con una sonrisa brillante. Cuando las chicas
comenzaron a reír, algo se oscureció en mi corazón. Odiaba jodidamente el
hecho de que Sarah hubiera hecho eso por ellas.

Las había roto, y ella las estaba volviendo a arreglar.

Sarah se levantó para ir al baño, y empujó el cuaderno entre


Alannah y Amber, quienes continuaron leyéndolo con la cabeza muy cerca.
86
—Hey, muchachos —dije, y aparté la silla—. Voto porque nos
divirtamos un poco y vayamos a sentarnos con Amber y Alannah.

Cada uno de ellos se volvió para mirar hacia las cabinas, y sin decir
una palabra más, Kirk, Ellis y Tyler se pusieron de pie. Dylan también se
puso en pie, pero lo empujé hacia abajo con una mano firme sobre su
hombro, y sin decir una palabra entre nosotros se quedó dónde estaba.
Mientras caminábamos hacia la cabina, no estaba seguro de qué planeaba
hacer, pero lo que fuera tenía que joder la cabeza de Sarah. Si eso
significaba joder con Alannah y Amber también, maldición, que así sea.

Cuando llegamos a la cabina me aclaré la garganta. —Disculpen


chicas, ¿les importa si nos unimos a ustedes?

Alannah gimió y Amber se encogió en el asiento.

—¿Qué quieres, Adam?


—Ahora, Alannah, no hay necesidad de ser grosera. ¿Por qué no se
apretujan?

Kirk soltó una carcajada mientras agitaba una mano hacia Alannah,
actuando como una mujer. Cuando no se movió, suspiré, recogí la mochila
y la sudadera con capucha de Sarah y las dejé en el siguiente puesto.
Luego me senté y usé mi muslo para empujar a Alannah.

Amber se apresuró a moverse también, y cuando cada uno de


nosotros entró en la cabina con forma de herradura, la empujaron más
cerca del cuerpo sólido como una roca de Kirk, donde él se sentó al final.
Finalmente, todos estábamos apretados, con apenas espacio para
movernos.

—Vamos a tener que tomar turnos para levantar nuestras


hamburguesas —gimió Tyler, cuando Ellis le dio accidentalmente un
codazo en las costillas.
87
—Si nos dejas salir —sugirió Alannah—, tendrían más espacio.

—Está bien —le dije cerca de la oreja—. Ha pasado un tiempo desde


que pasamos el rato juntos.

Se movió incómoda y agarró su cuello, que tenía un sonrojo


arrastrándose. —Déjame sola, Adam. —Su voz era suplicante, y un mejor
hombre podría haber sentido lástima por ella; pero ni siquiera era un buen
hombre, mucho menos uno mejor.

—No estoy listo para hacer eso, todavía. —Moví mis cejas, tomé una
patata de su plato y la metí en mi boca.

Alannah lanzó otro gemido desesperado y dejó caer la cabeza entre


las manos.

—¿Qué está pasando? —Sarah había vuelto.


Se paró al final de la mesa y nos miró a cada uno de nosotros, pero
fijó su mirada en Alannah.

—¿Alannah?

—Se abrieron camino.

Me recosté y examiné la incomodidad que se apoderó lentamente de


Sarah al vernos a todos metidos en su mesa.

—¿D-dónde están mis cosas? —tartamudeó mientras acercaba su


brazo al pecho y comenzaba a frotar el interior de su muñeca.

—Oh, perdón —respondí, tomando un sorbo del Tango que había


estado en su lugar—. Los puse en el siguiente stand. Realmente no hay
espacio para todos nosotros.

—Pero yo estaba aquí primero —dijo, mientras miraba hacia donde


88 arrojé sus pertenencias—. Estuvimos aquí primero, y esa es mi bebida.

—Por favor, Adam —dijo Alannah, y presionó sus manos contra mi


brazo—. Déjanos salir.

No me moví. —No. Tú y yo vamos a comer juntos.

—Disculpa, ¿puedo salir? —La voz de Amber era tranquila y su


mirada se mantuvo fija en la mesa.

Cuando Kirk no respondió, Sarah colocó ambas manos sobre la


mesa y se inclinó más cerca de mí. —Déjalas, Adam.

Su tono era áspero, pero su voz tembló en mi nombre.

—Solo estamos comiendo algo, Sarah, eso es todo. Ahora, si no te


importa, nuestra comida está a punto de servirse, así que sigue adelante.

Todos se volvieron para ver a Becca acercarse a nosotros con una


enorme bandeja redonda llena de comida.
—¿Por qué demonios te moviste? —preguntó mientras acercaba un
soporte y colocaba la bandeja sobre él—. Nunca te sientas en una cabina.
Oh, hola, amor —dijo mientras miraba a Sarah—. Busca una mesa, estaré
contigo en un segundo.

Sarah sacudió la cabeza. —No, nosotras nos vamos, ¿no, Alannah?

—Oh, está bien —dijo Becca.

Comenzó a repartir todos los platos mientras Sarah esperaba que


Alannah respondiera. Vi la determinación en su rostro, y no había forma
de que la dejara ganar. Esta era mi puta batalla de Austerlitz. Deslicé mi
mano bajo la mesa, pasé un dedo por el muslo de Alannah y lo rocé sobre
su entrepierna. Sus bragas eran tan delgadas que podía sentir los labios
de su coño, y sonreí cuando tensó sus muslos y los apretó.

—Alannah —dijo Sarah con insistencia.


89 Cuando comencé a frotarla, Alannah dejó escapar un pequeño
suspiro. Empujó sus caderas hacia adelante y supe que no iba a ir a
ningún lado. Yo había ganado.

La sensación que me dio debería haber sido épica, debería haberme


golpeado el pecho porque era el hombre grande que había hecho que una
chica actuara bajo su mando con solo tocarla entre sus piernas. Sin
embargo, el sentimiento de victoria no estaba allí, solo era una gran bola
de nada. El vacío y el aburrimiento se sentaron en la boca de mi estómago
y comenzaron a supurarse mientras continuaba estudiando a Sarah.

—Iré contigo —dijo Amber, y luego miró a Becca mientras decía—:


Disculpa, Kirk. Me gustaría salir.

—Muévete, Kirky —dijo Becca, y empujó a Kirk—. La joven necesita


salir.

Mientras Kirk se movía miré a Amber, sabiendo que había usado a


Becca para su ventaja. Jodida perra astuta.
—Alannah —dijo Sarah otra vez.

Antes de que pudiera responder, moví mi mano hacia la cintura de


sus leggins y la metí dentro de sus bragas. Rápidamente entré con dos
dedos, y sonreí ante lo mojada que estaba antes de que apenas comenzara.

—Eso es todo, muchachos —anunció Becca—. Chicas, ¿están


seguras de que no puedo conseguirles nada más?

—No, gracias —respondió Sarah, y sonrió a Becca antes de darse la


vuelta para irse—. Vamos, Alannah.

—Sarah, déjala —dijo Amber—. Solo toma tus cosas y te llevaré a


casa.

Sarah me miró y me encogí de hombros. Sacudió la cabeza y se


volvió, tomando sus cosas y siguiendo a Amber fuera del lugar.

90 Nuestra mesa daba al estacionamiento, y una vez que vi a Amber y a


Sarah entrar en el viejo Fiesta de Amber, rápidamente saqué mis dedos del
coño caliente de Alannah.

Jadeó y giró la cabeza para mirarme. Había estado cerca de correrse,


pude sentir la forma en que sus músculos apretaron mis dedos, pero el
placer de Alannah no era algo que me importara.

Miré a los muchachos, que no estaban interesados en otra cosa que


no fuera su comida, y luego me volví hacia Alannah, puse mis dos dedos
en mi boca y los chupé. Un sonrojo le subió por el cuello y las mejillas,
pero sabía que la había excitado, porque su respiración, que ya era
pesada, se hizo irregular mientras me miraba. Cuando su boca se separó,
me incliné más cerca.

—Puedes irte ahora —susurré—. Necesito comer mi hamburguesa.

—Pero…
—Kirk —espeté—. Deja que Alannah salga, necesita irse.

Kirk gimió, y con su hamburguesa colgando de su boca, se levantó


una vez más. Alannah se movió rápidamente hasta que pudo balancear las
piernas sobre el borde del banco y luego ponerse de pie.

—Eres un bastardo —dijo entre dientes, con lágrimas en los ojos—.


¿Por qué no puedes dejarme en paz?

Sonreí, y luego rasgué mi hamburguesa con mis dientes e ignoré los


sollozos silenciosos de Alannah cuando casi se fue corriendo.

—Pásame el kétchup, ¿quieres?

Ellis lo empujó a lo largo de la mesa hacia mí, y cuando me moví


para obtener más espacio noté el cuaderno en el que Sarah había estado
escribiendo y mostrándoles a Amber y Alannah. Era una serie de

91 garabatos con palabras como espantapájaros, barrendero y pop and lock6.


Si bien no tenía idea de lo que significaba todo, no me importaba, porque
tenía algo que pertenecía a la chica que estaba empezando a atormentarme
y me preguntaba si podría usarlo para derribarla.

6 Pasos de baile como el Scarecrows (espantapájaros).


11
SARAH Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

Estaba segura de que Adam había querido verme desmoronarme y


llorar en la cafetería. Pero no tenía ni idea de la mierda por la que había
92 pasado, y hacer una patética escena de chico malo no me iba a dejar
tirada en el suelo.

Estaba enojada, sin duda, pero más con Alannah por caer en sus
estúpidos trucos. No estaba segura de cómo había conseguido que se
quedara, pero supuse que debía tener algo pendiente con ella. La están
presionando de alguna manera, y aunque me gustaba Alannah, ya que
éramos nuevas amigas, no me correspondía a mí decirle lo que tenía que
hacer.

Amber me llevó a casa, que estaba a oscuras y vacía porque mamá


había decidido trabajar hasta tarde ya que creía que estaría fuera. Una vez
que hice mis deberes me fui a la cama. No quería estar despierta cuando
ella llegará a casa y hablar de cómo había sido mi noche con mis nuevos
amigos. ¿Qué iba a decir?, ¡Oh, fue genial hasta que un caliente jugador de
fútbol que odia verme manipuló a mi nueva amiga para que me dejará!

Alannah no se presentó en la escuela al día siguiente, lo cual me


preocupó hasta que me encontré con la Srta. Daniels en el pasillo y me
dijo que su madre había llamado para decir que tenía un virus estomacal y
que no vendría por el resto de la semana. Se ofreció a buscarme otra
compañera por unos días, pero rechacé la oferta. Realmente no quería
pasar otro día teniendo una conversación incómoda con alguien que no
quería estar a mi lado.

La escuela no era genial. Nadie se esforzaba por hablarme en clase,


pero al menos tenía a Amber en el almuerzo. Empezó a mostrarse un poco
más abierta cada día y el viernes me contó todo sobre su hermano que
estaba en la Universidad de Plymouth, y que se iba a Nottingham a
estudiar enfermería.

Ahora, era fin de semana y estaba a punto de entrar al centro de


Starline Dance para preguntar sobre las clases de Street Dance. Ayudar a
Alannah con su coreografía para las animadoras había hecho que me
doliera el pecho por la necesidad de bailar de nuevo, y no quería
desperdiciar esa sensación. Durante demasiado tiempo había permitido
93 que las acciones del señor Mills me afectaran. Había ocultado quién era y
permitido que me tragara la culpa y la vergüenza de algo sobre lo que no
tenía control. Ahora era el momento de dar uno de los primeros pasos para
volver a ser yo misma.

—¿Puedo ayudarte?

La pequeña mujer, con el cabello recogido en un moño, con


pantalones de yoga ajustados y una camiseta recortada de gran tamaño
que decía Born to Dance en la parte delantera, no parecía ser mucho
mayor que yo, pero supuse que debía ser Clarice Kitchener, propietaria del
Starline Dance.

—Hola, siento molestarte, pero, ¿tú eres, la señorita Kitchener?

Asintió. —Sí, ¿y quién eres tú?

—Sarah Danes —respondí extendiendo mi mano.


Clarice la estrechó y luego volvió a empujar mechones de su cabello
sueltos dentro de la banda en la parte superior de su cabeza. —Entonces,
¿qué puedo hacer por ti, Sarah Danes?

—Me preguntaba si das clases de Street Dance, porque si lo haces,


me gustaría unirme.

Me examinó con la cabeza hacia un lado. —¿Sabes de Street Dance?

—Sí. También lo enseño, pero hace tiempo que no bailo, así que me
gustaría practicar un poco.

—¿Cuál es tu nivel de enseñanza? —El tono de Sarah no fue


exactamente de confrontación, pero fue directo y al grano como si no me
creyera realmente.

—Tengo un diploma de nivel tres en Instrucción de Baile. The

94 Imperial Society of Teachers of Dancing tenía un programa de verano, así


que mi papá me inscribió como regalo de cumpleaños. —No estaba segura
de por qué le dije a Clarice que mi papá me había inscrito, realmente no
tenía sentido en la conversación. Decirlo hizo que me doliera el estómago
con la nostalgia por su ausencia. La necesidad de conversar con él no
había disminuido a lo largo del año, por el contrario, se había vuelto más
intensa.

—¿Pasaste todo un verano aprendiendo a enseñar a bailar? —


preguntó, con un tono ahora incrédulo—. Sin estar tirada en la cama o
viendo Netflix.

—No, no estuve tirada. Me lo pasé aprendiendo a enseñar a bailar.

Tragué con fuerza y forcé las lágrimas, que amenazaban con


derramarse de mis ojos. Había sido un gran sacrificio por parte de papá y
mamá. No sólo les había costado una gran cantidad de dinero, sino que
habían renunciado a sus vacaciones de verano de ese año.
Que el último verano de papá se lo pasará trabajando o sentado en
casa y evitando la lluvia del verano británico, fue una de las partes de
culpa que llevaba conmigo. Tal vez fue parte de la razón por la que dejé de
bailar, o quizás fue simplemente que fui arrastrada tan profundamente en
la desesperación que ya no encontré la alegría en ello. Pero ya estaba lista,
quería volver a bailar.

—Debe haber sido un trabajo duro, conseguir el diploma en un


verano, normalmente lleva un año. —Clarice cruzó sus largos y tendidos
brazos sobre su delgado pecho e inclinó su barbilla—. ¿Tienes los papeles
contigo?

Abrí mi bolso, saqué el diploma que estaba doblado y se lo entregué.


Lo leyó cuidadosamente y luego me lo devolvió sin decir una palabra.

—Mi grupo de baile ganó el campeonato nacional dos años seguidos


—añadí, mi corazón se aceleró mientras esperaba que la información la
95 persuadiera para que me dejara unirme a su clase.

—No enseñó música callejera —dijo finalmente, alejándose de mí


para recoger una caja con sombreros y boinas de plumas.

—¿Sabes de algún lugar que lo haga? —pregunté mientras metía mi


diploma en el bolso.

—No —respondió y comenzó a dejar los accesorios en el cuarto de los


reflectores.

—Bien —suspiré, notando que mi nuevo entusiasmo se desvanecía—


. Gracias por tu tiempo.

Empecé a caminar hacia la puerta cuando una boa de plumas cayó


sobre mi hombro.

—Oye, cariño —llamó Clarice—. ¿A dónde vas?


Me di la vuelta, la boa de plumas flotando hacia el suelo y me
enfrenté a la mujer que encontré un poco intimidante a pesar de su
pequeña estatura.

—Sólo… —Me di media vuelta y señalé la puerta de salida—. Me voy


a casa.

Sus labios se volvieron hacia abajo y asintió sabiamente. —


Entonces, ¿no quieres enseñar Street Dance para mi clase?

Una sensación de punzada golpeó mi pecho mientras mi corazón se


agitaba ante la posibilidad.

—¿En serio? —pregunté, sin aliento.

—Bueno —dijo, inclinando la cabeza y evaluándome—. Depende de


si ese diploma es genuino o no.

96 —Oh, es genuino. —Le dediqué la mayor sonrisa que mis labios


habían sentido en un año y di un paso más—. ¿Cuándo quieres que
empiece?

Clarice extendió las palmas de sus manos. —Espera, cariño. Tal vez
deberías mostrarme lo que puedes hacer y conocer a tus alumnos primero,
y quizás deberías prepararte con algo de música antes.

Dejé escapar un aliento, causando que mi flequillo se agitara con la


ligera brisa. —Sí, lo siento, es que estoy tan emocionada con la idea de
volver a bailar.

—Bueno, no voy a preguntar por qué, y te ves muy en forma, pero si


ha pasado un tiempo, te sugiero que practiques y te prepares antes de tu
primera clase. ¿Qué tal si decimos dentro de dos semanas, pero mientras
tanto, vienes y observas cada una de mis clases? ¿Cómo suena eso?

Asentí con entusiasmo. —Sí, sí, eso suena increíble.


Clarice finalmente me dio una cálida sonrisa y me sentí físicamente
relajada con alivio. No sólo mis músculos, sino también mis huesos,
órganos y alma.

—Tengo una clase el martes a las seis, otra el jueves a las seis y
tengo dos clases hoy. Una es para niños de entre cinco y diez años,
después del almuerzo tenemos los de once años en adelante. Cada clase es
de una hora con quince minutos y seré sincera, sólo hay un niño. Se llama
Jasper, tiene trece años y es un cabrón de mierda, pero tiene que asistir
como parte de su terapia, de lo contrario lo mandarán a una especie de
reformatorio. —Se encogió de hombros—. Es una mala elección para el
chico, pero al menos cuando viene aquí, puede ir a casa todas las noches y
estar enfadado con su familia que lo quiere en vez de con un montón de
gente que probablemente no tiene suficiente tiempo o dinero para
ayudarle. ¿Crees que puedes manejarlo?

¿Manejar a Jasper? Dios, probablemente era el equivalente femenino


97 de él.

—Sí —dije rotundamente—. Puedo manejarlo.

—Bien, porque para ser honesta él no existe, eso fue sólo una
pequeña prueba, cariño. Jasper es un gran chico, un poco torpe para
bailar si soy sincera, pero se esfuerza y le encantan las boas de plumas, si
sabes a lo que me refiero.

Dios, esta mujer era confusa. Un minuto me estaba despidiendo y


luego me ofreció un trabajo en segundos y después me estaba probando
con niños imaginarios terriblemente furiosos. Tal vez todo esto también era
una prueba. No tuve oportunidad de cuestionar más las acciones de
Clarice porque la puerta se abrió de golpe y una manada de niños se
abalanzó, todos gritando y parloteando.

—Bien, bien —gritó desde el medio de la habitación—. Dejen de


hacer ruido o haré que limpien los baños del estudio otra vez.
El ruido cesó inmediatamente, cada niño se quedó quieto y la miró
con amplios y horrorizados ojos.

—Excelente —dijo Clarice con una sonrisa malvada y puso su mano


en una rubia y trenzada cabeza—. Cariño, te toca a ti elegir la música de
calentamiento. ¿Cuál es tu elección?

Creyendo que iba a ser confuso si llamaba a todos, me acerqué en


silencio a una fila de sillas que se alineaban en la única pared sin espejo.
Me coloqué en una de ellas mientras la linda y rubia chica se movía a
través del móvil de Clarice, supuestamente eligiendo su canción de
calentamiento favorita. No pude evitar sonreír mientras ella ponía su
angelical cara en forma concentrada y luego, finalmente, pasaba una de
sus trenzas por encima de su hombro y le sonreía a Clarice.

—¿Tienes algo para mí?

98 —Lo hago, Clarice. Es Jump Around de House of Pain. —Se veía


orgullosa con su elección y sacó el pecho cuando Clarice le dio un rotundo
asentimiento.

—Buena elección, cariño, muy buena elección.

Clarice me miró y arqueó las cejas inquisitivamente y asentí,


diciéndole que sí, que estaba dentro. Estaba lista para bailar de nuevo.
12
ADAM Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

Por mucho que amaba a mi pequeña hermana, su constante charla


me ponía de los nervios. Como se acercaba el cumpleaños de mamá, Lori
quería regalarle algo bonito, así que me ofrecí a llevarla al centro
comercial. Hasta el momento, habíamos estado en al menos diez tiendas y
99 aún no podíamos encontrar el regalo perfecto.

Roger se había ofrecido primero, pero mi humor era tan jodidamente


malo que decidí intervenir y ofrecerme a llevarla personalmente. Le dije
que también quería regalarle algo a mamá, lo cual era una mentira. No me
había molestado durante años y normalmente me las arreglaba para
conseguirle una tarjeta. Pero no estaba de humor para verlo llevar a mi
hermanita de compras como lo había hecho antes miles de veces.

—¿Y sabes que nuestra nueva profesora de baile tiene un cabello


muy bonito? —Lori se puso nerviosa—. Y dijo que quería intentar hacerse
trenzas como las mías.

—Sí, me lo dijiste, unas diez veces —respondí mientras la miraba a


los ojos.

Lori se detuvo y cruzó los brazos sobre su pecho. —¿Por qué eres tan
malo?
Me reí y la despeiné. —No soy malo, estoy jugando contigo,
Muñequita.

—Ah, muñequita, cariño, me gustaría que la gente me llamara por


mi verdadero nombre.

—¿Quién demonios te llama cariño?

—Clarice, mi verdadera profesora de baile. —La cara de Lori se


iluminó y cuando tomó un respiro, supe que estaba a punto de comenzar
una nueva ronda de conversación sobre la clase de baile.

Diez minutos más tarde, finalmente había dejado de hablar y estaba


mirando a un cisne de cristal de color rosado con un corazón rojo justo en
el medio de su pecho. Personalmente, pensé que era jodidamente feo, pero
mi pequeña hermana seguía suspirando y diciéndome lo hermoso que era.

100 —¿Cuánto dinero tienes? —le pregunté mientras sacaba un pequeño


monedero del bolsillo de su chaqueta.

Con la lengua entre los dientes, Lori contó su dinero en mi mano.

—Ochenta y diez más hacen noventa. —Finalmente me miró y su


labio inferior hizo pucheros—. Sólo tengo cuatro dólares y noventa
centavos. No es suficiente.

Miré hacia el feo cisne que regresó al exhibidor y pensé que mi


madre se lo merecía. Metí la mano en el bolsillo trasero de mis vaqueros y
saqué mi cartera. La abrí, tomé 20 dólares y se los entregué a Lori.

—Ve, paga y pídeles que lo envuelvan cuidadosamente.

Me rodeó con sus pequeños brazos alrededor de mis piernas para


abrazarme con fuerza. —Gracias, Adam, eres el mejor. —Se apartó y me
miró con el ceño fruncido—. Es sólo de mi parte, ¿verdad? ¿Vas a
comprarle algo más?
Miré al cisne y asentí con la cabeza. —Oh sí, mi pequeña Muñequita,
todo esto es de tu parte.

Con una nueva sonrisa, se dio la vuelta y tomó con cuidado el cisne
para llevarlo a la caja. Me paré junto a la puerta y vi a la vendedora
envolverlo mientras hablaba con Lori. Finalmente, regresó con una
pequeña bolsa en su mano.

—Ahora es tu turno —dijo deslizando su otra mano en la mía—. Pero


necesito hacer pis primero.

—Bien, y luego helado.

—En serio, oh vaya, gracias, pero ¿qué vas a darle a mami? —


preguntó mientras me miraba.

Me encogí de hombros porque no tenía ni idea, creo que tenía la

101 edad de Lori la última vez que le compré algo a mamá.

—No lo sé, quizás chocolates. —Me encogí de hombros de nuevo y


nos llevé a los baños públicos.

—Aburrido —suspiró Lori—. Pensaré por ti mientras orino.

No pude evitar reírme cuando me puso en la mano la bolsa con el feo


cisne dentro y luego corrió hacia el baño de damas.

—No hables con ningún extraño —grité.

—Conozco las reglas —respondió sin interrumpir el paso.

Intenté llevarla al baño de hombres antes, pero armó un escándalo


insistiendo que a los ocho años ya era lo suficientemente mayor para ir
sola. Había un banco frente a los baños, así que me senté a esperarla. Vi a
dos ancianas salir arrastrando los pies y luego a una chica que reconocí
del año siguiente al mío en la escuela, pero cuando un grupo de cinco
chicas risueñas salieron casi cinco minutos después, todavía no había
señales de Lori.

Le di otro minuto, porque si la conocía, puede que haya decidido


cantar una canción de Taylor Swift antes de darse cuenta de que había
terminado de orinar; era algo que hacía con frecuencia en casa.

—¿Dónde mierda está? —murmuré para mí mismo, me levanté y fui


a la puerta—. Lori, ¿sigues ahí?

No había ningún sonido aparte de la descarga de un inodoro y


suspiré.

—Vamos Lori, apúrate.

No respondió, pero una señora con un uniforme azul y una toalla en


la mano salió a la vista.

102 —¿Buscas a alguien, amor? —preguntó mientras se limpiaba las


manos.

—Mi hermanita, llegó hace unos cinco o seis minutos.

—No hay nadie aquí —dijo y miró por encima de su hombro—. Acabo
de revisar los cubículos y están todos vacíos.

Sentí que el color se me escapaba de mi rostro al mismo tiempo que


se me salía el corazón. —¿Estás segura? Sólo tiene ocho años.

Asintió. —Lo siento, amor, pero ella no está aquí. ¿En qué puerta
estabas esperando?

Fue entonces cuando noté otra salida en el extremo opuesto de los


baños.

Miré el banco en el que me había sentado, con la esperanza de que


Lori estuviera sentada allí riéndose de sí misma por haber salido por la
puerta equivocada, pero el asiento estaba vacío.
—Probablemente salió por la otra entonces —dijo la encargada—. Ve
al centro de informes, ellos pondrán un anuncio.

Mis ojos revisaron el centro comercial y las decenas de personas que


se agolpaban mientras intentaba desesperadamente ver a mi hermana. Me
sentía mal y mis manos empezaron a temblar cuando mis ojos volvieron a
los de la encargada.

—¿Puede comprobar de nuevo, por favor?

Asintió. —Claro, ve a informes y si ella está aquí te la llevaré.

Dudé al no estar seguro de si hacer lo que ella decía o esperar


mientras comprobaba.

¿Y si Lori estaba allí y esta mujer estaba tratando de evitar que


saliera hacia mí?

103 La empujé y corrí hacia los baños, abriendo la puerta de cada


cubículo con tal fuerza que golpearon fuertemente contra la pared.
Estaban todos vacíos, así que revisé la pequeña área de la oficina de la
mujer donde sólo había una silla, una radio y una pequeña mesa con una
botella, pero tampoco estaba allí.

—Te lo dije… —dijo ella detrás de mí.

—¿Qué esperabas? —dije enojándome—. Es mi hermanita. ¿Dónde


está el centro de informes?

Ya estaba a medio camino de la puerta cuando ella dijo—: En este


piso, gira a la derecha, es cerca de los ascensores.

Ni siquiera le di las gracias y salí corriendo en la dirección que me


dijo. Atravesé grupos de personas y casi atropellé a un hombre mientras la
adrenalina corría por mis venas. Cuando llegué a la oficina circular con
cristales sólo había una persona y ya había una cola de cuatro personas
que querían su atención. Sin importarme una mierda, empujé hacia el
frente y saqué a una mujer con un feo perrito bajo el brazo, fuera del
camino.

—Disculpe —gritó—. Estoy…

—Escucha —dije sin aliento—, mi hermanita está desaparecida.

—Bien —dijo el hombre detrás del mostrador—. ¿Dónde la viste por


última vez?, ¿cómo se llama? y ¿qué lleva puesto?

—En los baños de mujeres de este piso y su nombre es Lori, Lori


Bla, perdón Crawford, —respondí, casi olvidando que mamá había
cambiado el apellido de Lori por el de Roger—. Tiene el cabello rubio suelto
con los mechones atados con una cinta y lleva... —Cerré los ojos y traté de
recordar lo que Lori llevaba puesto—. Mierda, por qué no puedo recordar.

—Tómate tu tiempo —dijo la señora del perro y me puso una mano

104 en el brazo.

—Sí —añadió el hombre de informes—. Respire profundamente y


piense cuidadosamente.

Hice lo que me dijo y luego golpeé la mano en el escritorio. —Lleva


vaqueros, un top azul con un arco iris en la parte delantera y una
chaqueta vaquera rosa. Y, y... —Me pellizque el puente de la nariz—. Unos
Converse azules, sí, Converse azules...

El hombre asintió y cuando empezó a hablar en un walkie talkie, me


di la vuelta para ver el centro comercial por si Lori pasaba por allí. Cada
vez que una niña pequeña con cabello rubio aparecía a la vista, contenía la
respiración, esperando que fuera mi hermana, pero ninguna de ellas lo
era.

—Llamé a seguridad —dijo una voz detrás de mí—. El centro se


cerrará y control está revisando las cámaras de seguridad. ¿Quieres llamar
a tus padres? —preguntó.
Dejé caer mi cabeza sobre mis hombros y me lamenté. Mi madre y
Roger se volverían locos. Sabía que tenían que enterarse, pero ¿qué
pasaría si pudiera recuperar a Lori primero?

—Supongo que sí —gemí y saqué mi teléfono. Después de unos cinco


timbres mi mamá respondió—. Mamá, lo siento mucho.

Habían pasado casi quince minutos desde la última vez que vi a Lori.
Con cada segundo que pasaba, los latidos de mi corazón se aceleraban y
105 me sentía más y más como si estuviera a punto de vomitar. Mamá se
había vuelto loca por el teléfono, pero Roger parecía tranquilo cuando le
pidió hablar conmigo. Estaban en camino y como sólo vivíamos a un par
de kilómetros del centro comercial, los estaba esperando pronto. Según
Mike, el hombre de informes, los de seguridad subirían cuando llegaran.

No lo esperaba, porque si bien no era mi culpa, había sido


responsable de ella y sabía que debía haber insistido en que entrará a los
baños de hombres conmigo. Le dije todo eso a Roger por teléfono, en lo que
probablemente fue la conversación más larga que tuve con él, pero me dijo
que yo no tenía la culpa y que Lori era demasiado independiente para su
propio bien.

El anuncio había salido solicitando que Lori fuera a cualquier


empleado de la tienda o miembro de la seguridad y se estaba convirtiendo
en un maldito y horrible juego de espera, ya que con cada duro respiro que
tomaba esperaba que ella estuviera bien y viniera caminando.
Mike me había ofrecido un poco de agua, pero lo había rechazado.
Todo lo que me importaba era que mi hermana estuviera bien. La señora
con el perro se había ido, junto con las otras personas que habían hecho la
fila, dejándonos a Mike y a mí esperando.

A los veinte minutos y cuarenta y ocho segundos, casi me desplomo


en el suelo de alivio cuando Lori llegó corriendo al centro de informes con
un guardia de seguridad y nada menos que la maldita Sarah Danes.

—Adam —gritó Lori y corrió hacia mí, arrojándose a mis piernas—.


Te perdí.

Me arrodillé y la tomé en mis brazos, envolviéndola fuertemente.

—¿A dónde fuiste? —pregunté contra su cabello—. Estaba tan


preocupado.

106 —Salí y no estabas allí —dijo, su pequeño cuerpo temblando con


cada sollozo con hipo.

—Había dos puertas, Muñequita —dije, suspirando—. Estaba


esperándote en un banco y cuando no saliste, me asusté mucho.

—Lo siento mucho. —Olisqueó y apretó sus brazos alrededor mi


cuello.

—No tienes nada que lamentar, nada en absoluto.

—Sarah me encontró cuando te estaba buscando y me estaba


trayendo aquí cuando oímos mi nombre en el gran altavoz.

Miré por encima de su hombro para ver a Sarah hablando con un


guardia de seguridad y un policía que estaba escribiendo en un cuaderno.

—Me dijo que estarías preocupado y que deberíamos venir aquí


porque este era el lugar donde estarías —continuó Lori, sus sollozos
disminuyeron—. Es tan lista, Adam, tú estabas aquí.
—Sí —respondí—. Ella hizo un buen trabajo.

Fue en ese momento que mi mamá y Roger entraron corriendo y


cuando mamá vio a Lori en mis brazos, soltó un grito de dolor.

—Está bien. —Roger la tranquilizó y le puso un brazo alrededor del


hombro—. Ella está bien.

Mamá se alejó de él y corrió hacia nosotros y me arrancó a Lori.

—¿Cómo pudiste, Adam? —lloró, sobre el hombro de Lori—. Se


suponía que tenías que cuidarla.

—Ella estaba en el baño —protesté—. Se fue por otra puerta.

—Elouise, amor, no es culpa de Adam.

—¿De quién es, Roger? —Mamá se quebró, aplastando el pequeño


107 cuerpo de Lori contra ella—. Es un adulto o dice serlo. Ella es sólo un
bebé. ¿No puedes hacer nada bien?

Sus palabras me golpearon como un puño en el estómago y el dolor


repercutió en mi cuerpo. Durante muchos años me había decepcionado,
nunca le dije ni una vez cómo me había hecho sentir. Principalmente se
había burlado e insultado, pero no quería que sintiera el dolor en su
corazón tal como yo lo sentía. No quería que llevara la carga de ser una
madre de mierda, pero ella estaba feliz de cargarla sin parar.

Me puse de pie y di un paso hacia ella. —Lo siento mucho, mamá,


no sabía que había dos puertas y…

—No, Adam, no quiero oír tus excusas. —Se apartó de mí y se acercó


a Roger—. Quiero irme a casa, ahora.

Roger me miró y donde esperaba encontrarme con una decepción,


sólo había simpatía en sus ojos. No podía soportar verlo, así que dirigí mi
mirada a Sarah que estaba en la puerta. Estaba masticando su labio con
los ojos puestos en mi mamá y en Lori, cuando mamá empezó a salir por
la puerta, Sarah se puso delante de ella, haciendo que Lori levantara la
cabeza.

—Sarah me encontró, mamá —dijo Lori y le dio a Sarah una sonrisa


llorosa.

—Gracias —respondió mamá—. Aprecio que la cuides.

—Realmente no fue culpa de Adam —dijo Sarah con una rápida


mirada en mi dirección—. Hay dos salidas de los baños en este piso, me
perdí la semana pasada cuando estaba aquí con mi madre.

Mamá respiró profundamente. —Aprecio lo que dices, pero tiene


ocho años. Adam debería haber tenido más cuidado.

—Elouise —dijo Roger en un tono de advertencia.

108 Mamá lo miró y luego bajó la cabeza para besar la mejilla de Lori
antes de salir furiosa del centro de informes, pasando junto a Mike, el
guardia de seguridad y el oficial de policía que estaba hablando en voz
baja.

Roger se volvió hacia mí y suspiró. —¿Necesitas que te lleve, Adam?

Su simpatía provocó un incendio en mi interior y no pude agradecer


su apoyo. Todo era parte de su plan para atraerme, para conseguir que me
gustara, así no podría ver el dolor que tenía previsto provocarme una vez
que tuviera mi confianza.

—Tengo mi auto, ¿cómo demonios crees que hemos llegado hasta


aquí?

Los hombros de Roger cayeron en la derrota mientras dejaba salir


un largo suspiro. —Sabes, Adam —dijo en un tono bajo—. No soy tu
maldito enemigo y un día te darás cuenta de que odiarme a mí y a todos
los demás gasta demasiada energía y crea tanta negatividad en tu vida que
algún día te ahogarás en ella.

—Lo que tú digas, Roger —respondí y torcí mi labio.

—Te veremos en casa más tarde entonces. —Giró para irse y se


detuvo delante de Sarah—. Gracias de nuevo por cuidarla y darse cuenta
de que aquí es donde estaría Adam. Ambos lo manejaron bien. —Me miró
por última vez y sin esperar una respuesta de Sarah se fue a seguir a mi
madre, quien pude ver que estaba esperando en el ascensor con Lori aún
en sus brazos.

—¿Estás bien? —me preguntó Sarah mientras veía a mi hermana


hablar con Roger.

Me di la vuelta para enfrentarla y lo primero que noté fue que sus


manos temblaban a sus lados. Debió darse cuenta de que las había visto
109 porque las metió en los bolsillos de la enorme chaqueta que llevaba encima
de una blusa larga con llamas impresas.

—Estoy bien —gruñí—. Casi pierdo a mi hermana pequeña. Mi


mamá piensa que soy un desperdicio que no tiene importancia y mi
padrastro quiere que seamos mejores amigos, que vayamos a acampar y
cantemos canciones populares alrededor del fuego. ¿Qué piensas Sarah?

Mis fosas nasales se ensancharon mientras la miraba y doblaba mis


dedos con furia hacia dentro y fuera en un puño. El hecho de que ella
estuviera allí, y de que fuera la que la encontró, hizo que me hirviera la
sangre con ira, furia, y aun así anhelaba tocarla. Poner mis manos sobre
ella. Besarla.

No se movió, pero mantuvo sus ojos en mí y me sentí seguro de que


estaba esperando que entrara en erupción como un volcán inestable.
Estaba esperando, pero no podía moverse, veía el miedo en cada parte de
su cuerpo.
—¿Qué pasa? —pregunté, sacando mi teléfono y apuñalando la
pantalla.

Sarah sacudió la cabeza, pero aun así no se movió, incluso cuando


me acerqué a ella con el teléfono en la oreja. Cuando estaba casi a punto
de tocarla, respiró hondo y aguantó la respiración. Prácticamente podía
sentir sus músculos tensos.

—MacKenna, —dije cuando mi llamada fue contestada—. Estoy


caliente. Reúnete conmigo en el viejo parque BMX7 en veinte minutos.

Los ojos de Sarah se agrandaron y su cuerpo se elevó mientras


sonreía ante el argumento de Mackenna de que estaba sola en casa y que
podíamos tener sexo en su cama.

—Dije que nos encontráramos en el parque —respondí y me lamí los


labios mientras mi polla se ponía dura.
110 Sarah cerró momentáneamente los ojos y luego con un desafiante
levantamiento de su barbilla se giró y se fue. Mientras la veía irse y
terminaba mi llamada, sentía el calor de mi piel ante el hecho de que no
era el saber que me iba a tirar a Mackenna lo que me ponía duro, sino la
idea de follarme a Sarah Danes hasta que ella gritará que es toda mía.

Cuando llegué a los ascensores, sentí una mano en mi hombro. Era


la encargada del baño y sostenía la bolsa con el cisne dentro.

—Dejaste esto en el asiento —dijo ella empujándolo hacia mí.

La miré y sacudí la cabeza. —Guárdalo —le respondí—. No lo quiero.

La mujer miró dentro de la bolsa y mientras lo hacía, subí al


ascensor y me fui.

7BMX es una disciplina del ciclismo que se practica con bicicletas cross con ruedas de 20
pulgadas de diámetro. El BMX abarca dos modalidades: carrera, cuyo objetivo es
completar el recorrido en el menor tiempo posible, y estilo libre, cuyo objetivo es realizar
acrobacias.
13
SARAH Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

Me recosté en la cama y miré hacia el vacío techo. Las lágrimas


comenzaron a salir de las esquinas de mis ojos y bajaban por los lados de
mi rostro. En mi antigua habitación, en nuestra anterior casa, papá había
pegado unas luminosas estrellas cuando yo tenía seis años y aún estaban
111 allí cuando nos fuimos. Recuerdo a mamá riéndose porque se seguían
cayendo, pero papá estaba decidido hasta que finalmente se mantuvieron.
Pensé que era muy listo para hacer que se pegaran, pero entonces mamá
encontró un tubo vacío de súper pegamento y era obvio cómo lo había
conseguido. Mirando hacia arriba ahora, realmente extrañaba esas
estrellas; las cuales alguna otra niña pequeña estaría mirando cada noche.
Me hubiera gustado tenerlas para contarles mis secretos y miedos.
Susurrarles cómo cierto chico había empezado a hacerme sentir como si
estuviera perdiendo la cabeza.

No podía negar que mi encuentro con Adam en el centro comercial


me había inquietado. No podía creer cuando vi a la linda y pequeña Lori de
la clase de baile de Clarice deambulando por ahí sollozando y pareciendo
asustada. Inmediatamente me acerqué a ella y tan pronto como me vio,
como alguien a quien reconocía, su rostro se arrugó con alivio. Cuando me
dijo que había perdido a su hermano, Adam, ni por un minuto pensé que
sería él, así que cuando caminamos y vi a Adam Hudson, me quedé sin
palabras. Se veía tan preocupado y asustado, a diferencia del chico
malvado y violento que conocí durante mi primera semana en mi nueva
escuela. Luego cuando su madre lo culpó, bueno, fue cuando vi algo más.
Lo observé quebrado y adolorido, como si sus palabras fueran un cuchillo
cortándole la piel y todo en mí quería abrazarlo y decirle que estaría bien,
que le cubriría la espalda.

Quería hacerle ver que no era su culpa. Era algo que podría haberle
pasado a cualquiera, pero no le importaba lo que yo dijera. Todo lo que
Adam podía hacer, lo único que hacía hasta donde yo pude ver, fue
defenderse. En realidad, no se defendió, sino que siempre dio el primer
golpe. Estuvo constantemente a la defensiva, desesperado por golpear
antes de que pudiera resultar herido, y yo me había expuesto de par en
par a su ataque.

Sin embargo, al verlo así, me di cuenta de que no era negro por


dentro como quería que todos creyeran. Había sido suave y gentil con Lori,
nada como el duro matón que era en la escuela. Por lo menos demostraba
112 que tenía un corazón… en algún lugar.

Tenía que tener algo que lo redimirá, si no, ¿por qué iba a llenar
cada uno de mis pensamientos desde que vi su rostro arrugado por el
dolor ante las palabras de su madre? Me hizo pensar que no era tan malo
como quería que todos creyeran.

Tan pronto como llegué a casa, mamá quiso ver la ropa que había
comprado. No le dije que el encontrar a Lori me había distraído porque
entonces haría demasiadas preguntas, así que mentí y dije que no había
encontrado nada que me gustara. Le devolví el dinero que me había dado y
luego desaparecí en mi habitación para intentar no pensar en Adam
enrollándose con Mackenna. Tan pronto como los escuché por teléfono,
obviamente una conversación que él quería que escuchara, sentí una
inquietud en mi vientre. Me inquietaba y seguía haciéndolo desde
entonces.

Para evitar más pensamientos sobre Adam, pensé en qué podría


hacer el resto del día, y si tal vez debería empezar mi rutina de
acondicionamiento para mis clases de baile. Cuando mi teléfono vibró en
la cama de al lado, lo levanté y vi el nombre de Alannah en la pantalla. No
la había visto desde el incidente en el café y aún no estaba segura de lo
que sentía por ella y de cómo había dejado que Adam la manipulara.

Por un lado, quería decirle que estaba siendo estúpida y que


necesitaba ser más fuerte, pero por otro, estaba empezando a ver por qué
las chicas estaban tan fascinadas con él; ¿Acaso no estaba cayendo
también bajo su hechizo hipnótico? Había empezado a caminar por el
mismo camino rocoso que otras personas.

—Hola, Alannah —suspiré.

—Sarah, lo siento mucho —respondió de forma brusca—. Debí


haberle hecho frente y marcharme contigo, pero yo…

Esperé a que terminara de hacer una pausa, pero había un silencio


113 en la línea, así que le respondí.

—Está bien. Olvidémoslo. —La culpa que sentí por mi mentira me


hizo enfadar, realmente no estaba bien. Adam la había controlado, lo cual
estaba mal en todos los niveles, pero no sabía cómo decirle que estaba
equivocada porque entendía perfectamente cómo podía permitir que
sucediera. La suya era una luz en la que podía sentir que deseaba
disfrutar, aunque sabía que era peligrosa.

—Tienes que entender que Adam es…

—Alannah, realmente no quiero hablar de él —la corté—. Sólo dime,


¿cómo has estado? —pregunté cambiando de tema—. ¿Te sientes mejor?

Dudó un poco y adiviné que había tenido razón en que no estaba


realmente enferma.

—Mucho mejor, gracias, era un virus estomacal.


—Sí, eso dijo la Srta. Daniels. —Me quedé mirando mi techo sin
estrellas y masticando la uña de mi pulgar, buscando algo que decir—.
Entonces, ¿quieres ayuda para ponerte al día, para estar lista para
mañana?

—No, la Srta. Daniels dejó un trabajo con mi madre, gracias, pero


necesito tu ayuda en otra cosa.

Me levanté de la cama y apoyé mi espalda en el acolchado y plateado


del cabecero. —Bien, ¿qué es?

—Intenté recordar los movimientos que sugeriste, pero no pude. Me


gustaría ponerlos en la coreografía de la práctica de mañana, así que me
preguntaba, ¿vendrías esta tarde y los repasarías conmigo? Sé que es
mucho pedir, pero tenemos práctica mañana y es la última oportunidad de
hacerlo bien antes del martes.

114 —¿Por qué? ¿Qué pasa el martes?

—No estoy segura de que quieras saberlo —suspiró Alannah.

—¿Por qué no? —pregunté, sin estar segura de por qué pensaría eso.

—Bueno, porque el martes tendremos que mostrarle al equipo —dijo


con cierta duda—. Es una especie de regla que ellos miran cualquier
coreografía nueva y tenemos que estar de acuerdo antes de que la
presentemos en el partido.

—Oh Dios mío —chillé y me senté más derecha—. ¿Y a quién se le


ocurrió esa tradición arcaica y misógina?

—Creo que fue a la Asociación de Padres y Maestros, y al Sr.


Jameson —respondió con una risa silenciosa—. Para asegurarse de que no
los sorprendamos con ningún número de stripper en el medio tiempo.
Como si el equipo dijera que no a eso.
—Así que, me dices que Adam maldito Hudson, y sus estúpidos
compañeros de equipo, tienen la última palabra sobre lo que tu equipo
puede bailar. Mierda, Alannah, eso es una mierda. Tú eres la que
convenció a la escuela para que te dejen tener un equipo de animadoras.
—Sabía que estaba gritando, pero estaba tan enojada de que tuvieran
tanto control sobre algo que realmente no era de su incumbencia.

—Bueno, sí.

—Deberían concentrarse en lo que hacen en el maldito campo, no en


lo que pasa en las líneas laterales. —Cuando mi voz se elevó aún más, la
cabeza de mi madre apareció en mi puerta.

—¿Todo bien, amor?

—No mamá, no es así. —Sostuve el teléfono lejos de mi oreja—. Nos


hemos mudado a un pueblo que apoya la idea prehistórica de que los
115 hombres necesitan tomar todas las decisiones de la vida y, por mi parte,
estoy consternada.

—Bien entonces —dijo e hizo una mueca—. Bueno, te dejaré con


ello. —Desapareció tan rápido como apareció, evidentemente resolviendo
que esta era una batalla que podía pelear por mí misma.

—Alannah —gruñí—. Estaré en el entrenamiento y en la reunión del


martes.

—Sarah, no lo sé —gimió—. Realmente no quiero ningún problema.


Sabes que Adam es el capitán, ¿verdad?

—Por supuesto que sí. Por eso actúa como si tuviera derecho en todo
lo que hace. —Puse los ojos en blanco, aunque Alannah no me veía—. ¿Y
te parece bien que diga cómo bailas? —Dejé escapar un largo y agitado
suspiro.
Alannah aclaró la garganta y pude sentir que estaba irritada por mí,
la chica nueva, cuestionando una estúpida regla con la que no tenía
ningún problema.

—Sarah, no fue su idea, sabes —suspiró—. Eso no quiere decir que


no piense que es buena, pero no te quiero en la práctica si vas a causar
problemas. Sinceramente, no necesito más problemas de Adam Hudson y
su pequeña pandilla de idiotas. —Finalmente tomó un respiro—. ¿Está
bien?

No pude evitar sonreír a su descaro. Fue un alivio si soy honesta,


porque estaba empezando a pensar que era una persona fácil de
convencer, especialmente en lo que respecta a Adam.

—Sí —respondí en voz baja—. No te causaré ningún problema, pero


aun así me gustaría ir, si te parece bien.

116 Estuvo callada durante un corto tiempo. —Está bien, pero


prométemelo.

—Lo prometo. —No quería, pero ella tenía razón, no era su culpa y
era nueva en la escuela, así que no era asunto mío.

—Bien —respondió Alannah sonando aliviada—. Pero, ¿todavía


puedes venir ahora?

Me acerqué a la mochila que estaba en la silla de mi escritorio y la


abrí. —Sí, claro. ¿Está bien a las tres de la tarde?

—Perfecto. Oh, mamá dijo que puedes quedarte a cenar si quieres.

Pensé en decir que sí, pero mamá estaba en casa y había hecho un
gran esfuerzo para que cenáramos juntas todas las noches. Había
aprendido del error que cometió en el pasado de perderse en su trabajo
como contable, y ahora se aseguraba de cumplir con las horas normales
de oficina y estaba aquí para mí. Me sentiría mal si la dejaba sola cuando
me dijo que iba a hacer pollo asado para la cena.
—No puedo, lo siento. Tal vez otra noche, ¿si eso está bien?

Quería ser amiga de Alannah. Ella se había esforzado conmigo y no


importaba lo que yo pensara de su relación o lo que hiciera con Adam.
Amber y ella eran lo más cercano que tenía como amigas aquí. La idea me
recordó a las que había dejado atrás en mi antigua escuela Grace, Lily y
Harley. Todas creían que era una zorra.

—No hay problema —respondió Alannah, lo que me hizo apartar la


tristeza y la amargura de mi mente—. Te veo a las tres.

Me despedí y, emocionada ante la perspectiva de bailar más tarde,


busqué mi cuaderno en mi mochila. No estaba en el bolsillo interior donde
normalmente lo guardaba, así que saqué todo lo demás para comprobarlo,
pero no estaba entre todas las cosas.

—Mierda —murmuré y me pasé los dedos por el cabello—. ¿Dónde


117 diablos está?

Pensé en la última vez que lo había visto y me di cuenta de que


estaba en el café y se me revolvió el estómago. Debí dejarlo allí, ¿y si
alguien lo había recogido? O peor aún, ¿qué pasaría si Adam o uno de los
otros chicos lo hubieran tomado? No había nada incriminatorio en él,
excepto mi poesía y ¿ellos realmente entenderían lo que estaba tratando de
decir con ella?

La mayoría de la gente probablemente no, pero alguien con un alma


negra podría identificarse con las palabras, frases hostiles y darse cuenta
de que el dolor me arrastraba hacia abajo.

Alguien como Adam Hudson.


14
SARAH Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

Mientras las chicas se preparaban para presentar la nueva rutina al


equipo, pude ver lo nerviosa que estaba Alannah. No sabía si se trataba de
los nuevos movimientos que había introducido con mi ayuda, o a la idea
de que pudiera tener una tremenda rabieta por el hecho de que el equipo
118 tuviera la última palabra.

Realmente esperaba que dijeran que sí, porque en el entrenamiento


de la tarde anterior, las chicas habían estado increíbles y aceptaron todo lo
que Alannah había añadido después de lo que les había mostrado. Al final
de la tarde lo tenían listo, y se veía genial; era fresco y nuevo.

Mientras el equipo se alineaba y ocupaba sus lugares alrededor del


gimnasio, miré a Alannah que tenía los ojos firmemente puestos en su
escuadra. Me alegré de que no mirara a Adam, porque la sonrisa engreída
que tenía en su rostro cuando entró con un brazo alrededor del cuello de
su amigo Tyler, bien podría haberla alejado de su objetivo.

Me moví silenciosamente a un lado del pasillo y me senté en el suelo


cerca de una pila de colchonetas del gimnasio. Podía ver todo desde allí,
pero nadie me podía ver, particularmente Adam. Me las arreglé para
evitarlo desde el incidente en el centro comercial. El lunes había estado en
una excursión de Geografía y hoy se había perdido la clase de Historia
debido a una entrevista que tuvo que hacer para el Maddison Edge
Guardian sobre las posibilidades de ganar la próxima edición del
campeonato de escuelas para menores de 18 años de Maddison High
Eagles. Era la primera vez que lo veía en el gimnasio, y no pude evitar
pensar en lo guapo que se veía. Su cabello era sexy y desordenado, y
llevaba su habitual atuendo de vaqueros rasgados en la rodilla y una
camiseta de manga larga. La camiseta era azul cielo y el color hacía juego
con sus ojos resaltando su piel color oliva.

Hacía mucho tiempo que no me atraía alguien, Jason Jones me


había invitado a una discoteca para fin de año, justo el año anterior a la
muerte de mi padre. Habíamos salido durante unos tres meses, pero
cuando no quise tener sexo con él, me dejó por una chica de un año
menor. Después de eso decidí que había terminado con los chicos por un
tiempo hasta que alguien pudiera probarme que realmente significaba algo
para ellos, entonces el señor Mills apareció, y todo cambió.

Sin embargo, aquí estaba, observando a Adam y tratando de sofocar


119 la extraña sensación en mi vientre cada vez que sonreía. Su risa era fuerte,
y me costaba creer que era el mismo chico del centro comercial; el que
parecía que su mundo se había derrumbado. Cuando su madre dijo esas
palabras hirientes, sus ojos se llenaron de dolor. Pero ahora volvía a ser el
rey absoluto sentado en medio de todo el equipo, con una sonrisa
arrogante mientras hablaba y bromeaba con todos ellos.

Después de unos minutos de hablar en voz baja a su grupo, Alannah


se puso de pie delante de los chicos, se aclaró la garganta, y
sorprendentemente todos se quedaron callados.

—Si están listos —se dirigió a ellos—. Les mostraremos la nueva


rutina.

—Adelante, Alannah —respondió el Sr. Jameson y le hizo una rápida


elevación de su barbilla.

Alannah se giró rápidamente, haciendo que su corta falda de


animadora se levantara para mostrar los pantalones cortos de color
granate que todas las chicas llevaban bajo sus uniformes de color dorado.
Un par de chicos se burlaron hasta que Adam les lanzó una mirada.

Desde mi lugar, observé a Alannah respirar hondo y luego empezó la


voz estridente de Eminem diciendo que no tenía miedo. Mientras las chicas
empezaban a moverse, mi aliento se aceleró y mi corazón palpitaba por lo
bien que se veían. La coreografía tenía tanto poder ahora que Alannah
había cambiado a la canción que le había sugerido.

Mientras hacían una mezcla de gimnasia y algunos movimientos


clásicos de hip hop de Street Dance, el equipo y el señor Jameson miraban
en silencio embelesados, sus cabezas moviéndose al ritmo de la música o
subiendo la mirada mientras Chloe volaba por los aires. Cuando las chicas
hicieron un giro sincronizado en el centro, donde Alannah y yo habíamos
recortado en cuarenta segundos la canción Bring it Back de Travis Porter,
algunas bocas se abrieron y casi todos se desplomaron gimiendo y
agarrándose la entrepierna, murmurando sobre el calor que hacía. Casi
120 todos, excepto Adam, permaneció tranquilo y giró la cabeza en mi
dirección. Tenía miedo de que me viera, pero no sabía cómo podía hacerlo.
Estaba escondida en la elevada torre de colchonetas con mi espalda contra
la pared.

Su mirada se mantuvo en mi dirección y supe sin duda que era a mí


a quien buscaba, porque había sentido que estaba allí. Ese pensamiento
me excito, aunque el poco tiempo que estuve en el instituto Maddison me
había enseñado que debía tener miedo. Era un chico que podía
arrancarme la piel con sus viciosas palabras.

Sabía que estar atraída por Adam Hudson estaba mal y que eso sólo
acabaría conmigo siendo herida y traicionada de alguna manera. Debería
haber intentado alejarme de él, pero era como si fuera una polilla a una
luz; sabía que me iba a quemar como en el infierno, pero no podía dejar de
quererlo, porque el dolor y el sufrimiento merecían la pena.

Me sentía culpable por ponerme en una posición vulnerable ante el


señor Mills. Había sido yo quien le había pedido ayuda para limpiar la sala
de arte después de la escuela. También fui quien no lo reportó la primera
vez que me obligó a hacerlo. Soportaría cualquier agonía que el chico de
cabello rubio oscuro y labios carnosos me hiciera si me mantenía en su
punto de mira.

Sería todo un alivio para mí.

Podría ser mi liberación.

Disfrutaría de las marcas que él me causaría mucho más que las


que me hice yo misma, porque la excitación era más poderosa que el
miedo.

La mirada de Adam volvió hacia las chicas que bailaban delante de


él y dejé salir un largo aliento. Mi corazón empezó a dar golpes salvajes
cuando la música se detuvo y las chicas mantuvieron sus poses finales.

121 Los chicos que estaban mirando aplaudieron y algunos silbaron, y


me sentí aliviada al ver que el duro trabajo de Alannah había dado sus
frutos. Luego mis ojos se dirigieron a Adam, que estaba recostado con las
manos detrás de su cabeza.

Algo en su sonrisa y en la inclinación de su cabeza me dijo que iba a


decir que no, y cuando sus ojos volvieron a brillar en mi dirección, supe
que tenía razón. Lori le debe haber dicho que yo era la nueva profesora de
baile en Starline, y eso junto con los movimientos de Street Dance que
había hecho el equipo, debe haberse dado cuenta de que estaba ayudando
a Alannah.

Es decir, que no iba a ser su primera acción de condena hacia mí.

—Muchachos —dijo el Sr. Jameson—. ¿Qué opinan?

Alannah no parecía preocupada porque sabía que ella y las chicas


habían hecho un gran trabajo, así que se mantuvo firme con un aire de
confianza. Contuve el aliento esperando que se decepcionara y que la
aflicción de la culpa cayera sobre mis hombros.
—Me gusta —dijo Adam y se sentó derecho—. Algo diferente y
entretenido; un cambio de las habituales cosas aburridas que nos traes.

Mi vientre se revolvió ante la dureza de sus palabras y de cómo sin


duda lastimaban a Alannah. Era su forma de intentar causar mierda entre
nosotras. Quería que Alannah se sintiera resentida conmigo, pero me
sorprendió y probablemente a él también.

—Eso es porque he tenido algo de ayuda —respondió ella y miró


directamente a Adam—. No he estado haciendo esto por mucho tiempo y
no sé mucho, así que pensé que era mejor traer a alguien que nos
convirtiera de un buen equipo de animadores a uno más grande.

—Buen trabajo, bien hecho —dijo el Sr. Jameson—. Hay que ser una
persona madura para saber cuándo se necesita ayuda, así que fue una
buena decisión.

122 Los ojos de Adam se entrecerraron sobre Alannah, que rápidamente


miró por encima de su hombro hacia donde estaba sentada en las
sombras, dándome un rápido pulgar hacia arriba.

—Bueno, si quieres mi opinión —dijo un chico alto y regordete con


un toque de cabello rojo—. Creo que te hace ver vulgar.

—Davies —rugió Adam—. Cierra la maldita boca.

Adam estaba a medio camino de su asiento, cuando Ellis lo arrastró


de nuevo hacia abajo.

—Sí, Davies. Cállate, imbécil —dijo un chico que no reconocí,


mientras le tiraba una botella de plástico a Davies.

—Gracias, es suficiente —suspiró Sr. Jameson y señaló a Adam—.


Cuida tu lenguaje, de lo contrario te enviaré afuera.

—¿A mí? —protestó Adam—. Él es el que está siendo una mierda con
las chicas.
—Las chicas —dijo Davies con una risa—. ¿Desde cuándo nos
preocupamos por las chicas?

—Oye, Davies —gritó un chico con enormes guantes de arquero al


otro lado de la habitación—. Sólo porque te hayan echado los últimos
partidos, no significa que puedas actuar como un idiota.

Davies se puso de pie y señaló al guardia. —Ah, hablando de tu


hermana, Walker. Estaba pensando en cómo ella baila alrededor de
malditos y sucios hombres por dinero, ¿no es así?

En un instante, antes de que Walker se levantara de su asiento,


Adam se lanzó para aterrizar sobre Davies. Le dio un puñetazo en los
riñones y luego a su costado antes de que su compañero de equipo pudiera
tomar represalias.

—Hudson —ladró el Sr. Jameson—. Déjalo ya.


123 El Sr. Jameson corrió hacia ellos mientras Adam seguía en marcha,
como un perro terrier en pleno ataque. La roja niebla parecía haber caído,
y al parecer no escuchaba nada mientras ignoraba los gritos furiosos del
Sr. Jameson y continuaba lanzando puñetazos al delgado Davies. Mientras
tiraba de su brazo para volver a golpearle, el Sr. Jameson empujó a otros
cuatro chicos que habían rodeado a Adam y a Davies y puso un brazo
alrededor del cuello de Adam para alejarlo.

—Ya es suficiente —gritó y separó a los dos chicos.

—Discúlpate, imbécil —gritó Adam mientras escupía literalmente las


palabras, tratando de liberarse del señor Jameson.

Davies se echó atrás y estaba segura de que iba a intentar darle un


cabezazo a Adam, pero antes de que tuviera oportunidad, Ellis apareció y
le hizo una llave en la cabeza. Mientras lo hacía, Adam se liberó y le dio un
puñetazo en el ojo a Davies.
—Maldito bastardo —se burló y luego se tambaleó contra el Sr.
Jameson, sin aliento y con el rostro rojo.

La ira salió de él. La forma en que su caja torácica se movía, y


apretaba sus manos en puños, creó un enjambre de mariposas
emocionadas en mi vientre. Su poder y determinación para llegar a Davies
era embriagador y no podía apartar mis ojos de él.

—Sal de aquí ahora —rugió el Sr. Jameson y puso dos manos en la


espalda de Adam, forzándolo a alejarse de Davies—. Me importa un bledo
lo que dijo, no pones en peligro a tu compañero de equipo y desde luego no
les tiendes una emboscada. Byron, sal tú también.

Ellis dejó ir a Davies y levantó las manos. —¿Qué hice? Todo lo que
estaba haciendo era tratar de evitar que golpeara a Adam con la cabeza.

—Sí, sólo para que Hudson pueda golpearme —gimió Davies y puso
124 una mano sobre su ojo—. Este es un maldito y sucio grupo de cobardes.

—Llámame cobarde otra vez, Davies —siseó Ellis—. Y terminaré lo


que él empezó.

—Los dos, fuera. Davies tú también.

—Señor, no voy a ir con ellos —gritó—. Me matarán.

Mientras seguía observando el enfrentamiento desde mi lugar contra


la pared, Alannah apareció junto a mí y se dejó caer para sentarse a mi
lado.

—¿Estás bien? —preguntó, con los ojos aún puestos en la discusión


que se estaba desarrollando.

—Sí, y lo hiciste muy bien, por cierto —respondí, mi respiración un


poco desordenada por la emoción de la pelea.
Alannah sonrió tímidamente y luego miró a las chicas. —¿Crees que
nos vemos vulgares?

Me quedé sin aliento. —De ninguna manera te daría una coreografía


que te haga ver así. Davies es un imbécil.

Asintió y cuando volvimos a ver la discusión, vimos a Adam


caminando a zancadas por el pasillo y enderezando su camiseta.

—Mierda —dijo Alannah—. Parece que estaba listo para mutilar a


alguien.

Tenía razón, parecía un homicida mientras cruzaba el gimnasio


hacia las puertas y las abría.

—Alannah vuelve aquí —gritó el Sr. Jameson mientras le echaba un


vistazo a Davies—. Vamos a votar, todos excepto Davies y Hudson. Davies

125 pídele disculpas a Walker, ahora.

—Será mejor que me vaya —susurró Alannah—. Puede que


tardemos un poco, la última vez les llevó casi una hora ponerse de
acuerdo. ¿Estarás bien para volver a casa?

Alannah había decidido, ya que la había ayudado con la rutina, que


un favor merecía otro, así que ella iba a ser mi transporte de ida y vuelta a
la escuela. A mí me convenía, ya que no tenía auto y vivía a poco más de
cinco kilómetros de la escuela, pero no me gustaba quedarme por ahí
mientras un grupo de jugadores de fútbol discutían sobre si mis
movimientos hacían que las chicas parecieran vulgares o no.

—Estaré bien, pero escucha, si a alguno no le gusta, no me ofenderé


si sacas algunos o todos los movimientos.

Alannah agitó la cabeza y frunció los labios. —Ni hablar, nos


encantan tus movimientos. Se quedan.
Sonreí y me incliné para un rápido abrazo, lo que me sorprendió. No
había dado un abrazo físico a nadie más que a mi madre desde hace
mucho tiempo.

—Te recogeré por la mañana —dijo mientras se alejaba de mí,


ignorando la mirada de sorpresa en mi rostro—. Y muchas gracias por tu
ayuda.

Recogí mis cosas, dejándola para que se dirigiera al Sr. Jameson, y


las metí en mi mochila antes de salir a escondidas por la puerta del pasillo
que llevaba al vestuario y a la salida principal.

Cerré la puerta detrás de mí y me di la vuelta, casi gritando mientras


me encontraba cara a cara con Adam apoyado contra la pared con los
brazos cruzados sobre su amplio pecho.

—Oh Dios mío —jadee—. Casi me provocas un ataque al corazón.


126 —Así que, estabas allí.

—Bueno, bien por ti. —Conseguí pasar por delante de él—. ¿No eres
el listo?

—¿Eran tuyos esos nuevos movimientos? —preguntó y se empujó de


la pared, cayendo en el escalón a mi lado.

Me encogí de hombros. —¿Y qué?

—Son buenos, como dije lo hacía entretenido. Mejor que la aburrida


rutina habitual que ella hace.

Su mejilla estaba un poco roja y supuse que Davies debió haber


dado un golpe.

—Te atrapó —dije, señalando el rostro de Adam e ignorando su


comentario de mierda sobre las rutinas de animación de Alannah.
—Un puto golpe de suerte —suspiró y se acercó a la puerta—.
¿Necesitas que te lleven?

—¿Qué? —pregunté y mi respiración vaciló.

—Supongo que Alannah suele llevarte, y sé que todo lo que se vota


ahí va a durar por lo menos una hora.

—Pero dijiste que sí, eres el capitán, el rey de la escuela. Ellos dirán
que sí, ¿verdad?

Adam puso los ojos en blanco. —Por supuesto que lo harán, pero no
significa que no intenten actuar como un montón de idiotas y hacer sudar
a las chicas. Te prometo que pasará un tiempo. —Abrió la puerta y me hizo
señas para que la atravesara, pero yo dudé—. Mira, Sarah, no voy a
dejarte caminar sola a casa en un pueblo que apenas conoces, en una ruta
desconocida para ti, así que vamos.
127 —No soy estúpida. Puedo encontrar el camino a casa.

—Tal vez puedas, pero no te lo permitiré, así que vámonos de aquí.

Suspiró con impaciencia y señaló hacia el pasillo. Cada célula de mi


cerebro me decía que me negara. Si iba con él, encontraría alguna manera
de usarlo en mi contra, de herirme, porque eso era lo que hacía. Si era
sensata, llamaría a mi madre para que viniera a buscarme cuando volviera
del trabajo. Sabía que debía decir que no, y lo habría hecho si no hubiera
visto el amor y la ternura que le había dado a su hermana o el dolor y la
vergüenza que había sentido por las palabras de su madre.

Si no hubiera visto un Adam Hudson diferente, no hubiese permitido


que mi cerebro le hiciera saber a mi cuerpo que se sentía atraído por él;
pero lo hice, y así fue.

Asentí y pasé junto a él por la puerta y por el pasillo, odiándome a


mí misma porque me encantaba que sus ojos estuvieran sobre mí a cada
paso.
Tragué profundamente cuando me di cuenta de que iba a ser como
Alannah y Amber. Probablemente me iba a convertir en una de esas chicas
que se sentaban solas en el comedor de la escuela, pero en este momento
no me importaba.

128
15
ADAM Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

Mientras veía a Sarah caminar por el pasillo delante de mí, no se me


ocurría ninguna razón por la que decidí ser amable y ofrecerme a llevarla.
Bueno, sí sabía y era su maldito coño. No había hecho otra cosa que
pensar en entrar en su interior desde que se alejó el sábado de mí en el
129 centro comercial.

Me encontré con Mackenna y no voy a negar que se me paro, o que


no exploté mi carga, porque lo hice, soy un chico de diecisiete años, pero
me pregunté cómo se sentiría estar dentro de Sarah. Mackenna era un
buen polvo por ahora, pero cuando me cansara de ella, me aseguraría de
que no me volviera a molestar. Si soy sincero, estaba llegando a ese punto.
Cada vez que me hablaba o me tocaba, sentía como si miles de diminutas
agujas me atravesaran la piel y su voz era como las uñas en una pizarra.
Su tiempo casi había terminado.

—Sube —le dije a Sarah cuando llegamos a mi Volkswagen Golf rojo


y ella dudó en la puerta del acompañante—. Porque si crees que soy del
tipo de persona que te abre la puerta, entonces estás jodidamente
equivocada.

—No lo creo. No estoy segura de que deba ir contigo. —Metió la


mano en la manga de su grueso jersey y empezó a frotarse—. Creo que he
perdido la maldita cabeza.
—Depende de ti. —Me encogí de hombros y abrí la puerta—. Pero
está oscuro, así que, si quieres caminar los cinco kilómetros de vuelta a tu
casa, ve por ellos.

—¿Cómo sabes lo lejos que está mi casa? —Sus cejas se arquearon y


dio un paso atrás del auto.

Mierda, he bajado la guardia. Tendría que admitir que Kirk hackeó el


sistema informático de la escuela o acordarme de cómo supe que vivía en
Cedar Avenue sola con su madre.

—Supongo que vives en la nueva finca a un par de kilómetros de


donde vivo. Te vi yendo hacia allá con Alannah. La mayoría de la gente que
se muda fuera de la ciudad lo hace allí.

No fue exactamente una mentira. La había visto a ella y a Alannah


pasar por delante de mi casa en esa dirección, en el auto de Alannah con
130 la estúpida flor en el lateral, además era cierto que la mayoría de la gente
que se mudaba de fuera de la ciudad lo hacía a la nueva finca; a menos
que alquilaran una de las muchas casas con terraza alrededor de
Maddison Edge. Habíamos tenido suerte de que un viejo amigo de mi
madre, de hacía varios años, conociera a alguien que sabía de alguien que
se había ido a trabajar a China, así que nos dejó su casa independiente
con un alquiler bastante barato. Entonces, hace un año y medio, dejó caer
la bomba que estaba finalmente vendiendo porque no iba a volver y
necesitaba el dinero. Mamá había tratado de encontrarnos otra cosa para
alquilar, pero lo que había disponible era o bien demasiado pequeño, o
muy caro. Y entonces, por suerte, Roger apareció y antes de que nos
diéramos cuenta, nos mudamos con él. No es que mi madre no lo quisiera,
porque sabía que sí, pero ¿era el gran amor de su vida? Lo dudaba. ¿Era
un amor que provenía de cualquier cosa menos de la gratitud?
Sinceramente también dudé de eso.

—Bueno, de acuerdo, gracias. —La mano de Sarah se extendió hacia


la puerta tímidamente, pero una vez que la abrió, saltó rápidamente dentro
y se abrochó el cinturón antes de que me hubiera acomodado.
Arranqué el auto y la miré. Se había acercado a la puerta y tenía la
espalda presionada contra ella; sus nudillos estaban blancos mientras sus
diminutas manos agarraban la correa de su mochila.

—¿Qué crees que voy a hacerte? —pregunté, incapaz de mantener la


ira en mi tono.

¿Creía que era una especie de jodido desviado que la obligaría a


hacer algo? Manipulador tal vez, pero nunca eso.

—N-no —tartamudeó, su maldita mano desapareció en la manga de


su jersey otra vez. —Me pregunto por qué estás haciendo esto. Parece que
me odias.

Me eché a reír a carcajadas y sacudí la cabeza. —Odio a todos los


cabrones. Por favor, no pienses que te estoy dando una atención especial.

131 —No odias a tus chicos.

Sus palabras estaban cargadas de sarcasmo, pero seguía frotando


su maldita muñeca con la mano, mientras que la otra se agarraba a la
mochila. Una vez más, estaba desesperada por parecer valiente, como si
incluso el hecho de que respirara en su dirección no la asustara, y me
hacía sentir el pecho apretado. Quería protegerla, aparte de Lori, eso no
era algo que sintiera por nadie. Me protegí a mí mismo y me follaba a todo
lo demás, pero esta pequeña chica con el cabello dorado me hacía sentir
cosas con las que no me encontraba cómodo. También me hacía creer que
estaba siendo manipulado y controlado para hacer cosas que normalmente
no haría. Como si mi vida se hubiera convertido de repente en el puto
show de Truman.

Mientras conducimos a través de Maddison Edge, las luces de la


calle se encendían y el tráfico se había vuelto pesado con la gente que
viajaba a casa después del trabajo. Cuando me detuve en un semáforo en
rojo, en mi visión periférica noté que el cuerpo de Sarah se había relajado
un poco.
—Mi hermana cree que eres increíble, por cierto —dije mientras
tamborileaba mis dedos en el volante—. Dijo que les mostraste algunos de
tus movimientos de baile cuando te presentaron.

Sarah se movió en su asiento y cuando la miré, estaba sonriendo, y


mierda, se le iluminó la cara. Incluso en la penumbra del auto, pude ver
cómo la hacía pasar de bonita a hermosa.

—Sí —suspiró—. Sólo un par de cositas, pero todos parecían


dispuestos a aprender más en un par de semanas.

—¿Un par de semanas?

La luz se puso en verde y pisé el acelerador, dejando atrás a un viejo


en un Focus a mi lado.

—Estoy emocionada por empezar, pero Clarice quiere que recupere

132 mi forma física y me prepare bien primero.

Fruncí el ceño y maniobré el auto para girar a la derecha hacia la


zona donde ambos vivíamos.

—¿Por qué demonios necesitas ponerte en forma? —Agarré con más


fuerza el volante.

Había observado su trasero y visto su diminuta cintura cuando


ocasionalmente se descubre de esas grandes y holgadas ropas. No tenía ni
idea de que estaba hablando la profesora de baile de Lori.

—Hace tiempo que no bailo —respondió y se movió para aplanarse


contra la puerta otra vez.

—¿Por qué? —La miré y sentí que aumentaba la ira porque había
vuelto a sentirse amenazada y eso era porque no podía evitar abrir mi gran
boca—. Sarah, no necesitas sentarte prácticamente fuera del auto, no voy
a hacer nada, maldición.
Vacilante, se movió un poco al centro del asiento, no mucho, pero lo
suficiente para que soltara el aliento y sintiera que la tensión disminuía un
poco.

—¿Y qué?

—¿Y qué? —preguntó.

—¿Y por qué no has bailado durante un tiempo? ¿Por qué la


profesora de baile cree que necesitas ponerte en forma?

Cuando entramos a la propiedad donde vivía, la luz de la farola


iluminó sus rasgos y se mordió el labio inferior mientras miraba fijamente
al frente a través del parabrisas.

—Algunas cosas se interpusieron en mi camino —dijo en voz baja—.


No tuve tiempo.

133 Tragó y puso una mano contra su delgado cuello. Mis dedos se
movieron en el volante, queriendo acariciar su pálida piel. La necesidad de
tocarla se hacía más fuerte cada vez que la veía.

—¿Y ahora lo tienes?

Sonrió y dio un largo suspiro. —Algo así.

No me estaba contando todo, lo pude ver en la forma en que me


miraba con recelo. El hecho de que estuviera mintiendo, ocultando algo,
hacía que la oscuridad de mi alma apareciera. Era como si su mentira
hubiera roto la presa que había hecho para mantenerla alejada y pulgada
a pulgada el odio comenzó lentamente a filtrarse de nuevo, absorbiendo
cualquier positividad. Quería saber por qué había dejado de bailar. Era
algo enorme, lo suficientemente grande como para que no quisiera hacer lo
único que traía esa hermosa sonrisa a su rostro.

—Entonces, ¿qué te hizo estar tan ocupada que no pudiste bailar? —


pregunté.
Sarah se encogió de hombros. —No lo sé, sólo cosas. ¿Por qué estás
tan interesado de todos modos?

—Sólo trato de ser amigable.

Resopló y acercó su mochila a su pecho. —Nunca eres amigable. Ni


conmigo, ni con ninguna chica de la escuela.

—Alguien está salada hoy. Incluso después de haberte traído a casa.

—Sí, bueno, todavía estoy indecisa de por qué sentiste la necesidad


de ofrecerte —respondió.

Le eché un vistazo y me encontré con una mirada estrecha y


especulativa. Sus brazos estaban envueltos fuertemente alrededor de su
bolso como si fuera un chaleco salvavidas y eso le salvaría la vida,
mientras que su otra mano estaba escondida en la manga de su jersey.

134 —¿Qué le pasa a tu muñeca? —pregunté—. ¿Por qué siempre tienes


la mano en la manga?

La oí jadear y por el rabillo del ojo la vi acercar las piernas al


asiento. Mientras el tráfico iba disminuyendo, me volví para mirarla y vi
que todo su cuerpo estaba rígido. Sus hombros estaban encorvados casi
hasta las orejas y estaba mirando por la ventana a un Range Rover Evoque
blanco que estaba a nuestro lado. El conductor debió sentir su mirada y se
volvió hacia nosotros. Tenía más o menos nuestra edad y obviamente le
gustó lo que vio en Sarah porque saludó desde lo que probablemente era el
auto de mamá y dio una sonrisa que, como un chico, sabía que sólo
significaba una cosa.

—Imbécil —dije, y aceleré el motor.

—Ya ves —suspiró Sarah—. Odias a todo el mundo. Sólo estaba


siendo amigable.
—Sí, porque quiere meterse en tus bragas, Sarah —escupí su
nombre y luego giré el dedo hacia la polla del chico en el Evoque cuando el
tráfico empezó a moverse.

—¿Por qué dices mi nombre así? —Su voz era tranquila y tímida. El
cuero de su asiento chirriaba cuando se movía en él.

—¿Así cómo?

—Como si fuera un insulto, o te diera un sabor desagradable en la


boca cada vez que lo dices.

Me di la vuelta y le sonreí. —No estoy seguro de lo que estás


diciendo.

Dejó salir un largo suspiro, pero al final no respondió. Le eché una


mirada rápida y cuando vi que sus pechos se movían de arriba hacia

135 abajo, mi polla se movió en mis jeans.

¿Qué mierda era lo que tenía esta chica que hacía que mi cabeza
estuviera tan confundida? En un momento quería aplastarla, romperla y
detener ese acto de valentía que intentaba hacer. Al minuto siguiente
quería ponerla contra mí y besarla hasta que gimiera mi nombre y me
rogara que me la follara.

En este momento, en los confines de mi auto, quería hacer lo último.


No se me ocurría otra cosa que desnudarla y adorar cada centímetro de su
pálida y desnuda piel.

—La cosa es, Sarah —dije, repitiendo su nombre suave y


dulcemente—. Me interesas mucho.

—No —respondió con un pequeño temblor en su voz—. No hay nada


ni remotamente interesante en mí. Sólo debes mantener tu atención en las
otras chicas de la escuela.
—Tal vez no quiero —murmuré, no estaba seguro de si quería que
me escuchara o no.

Me escuchó. —Bueno, ciertamente no quiero tu atención, así que


déjame en paz. —Estaba siendo presumida y se parecía mucho a Lori
cuando Roger no la dejaba comer dulces antes de la cena.

—¿Dónde estaría la diversión en eso? —pregunté, amando que ella


se sintiera definitivamente incómoda con la forma en que se desarrollaba
la conversación—. Es mucho más entretenido hacerte enojar.

Su pierna se movió de arriba a abajo y se puso inquieta. Si no fuera


porque estaba consiguiendo llegar a ella sería irritante y me cabrearía,
pero sus acciones me hicieron ver que podría desearme tanto como yo la
quería.

No la deseaba como lo hacía a Mackenna, Alannah, o a cualquiera


136 de las otras chicas que había tenido. Eran fáciles y casi siempre
insatisfactorias que servían solo para una noche y por única vez. Pero ella,
la pequeña chica que quería que todos pensaran que era valiente, la que
constantemente temblaba como una hoja en el viento de enero, me hizo
sentir como si estuviera borracho. Cuando estaba cerca de ella, mi cabeza
flotaba y mi cuerpo se agitaba a cada momento del día desesperado por
verla; ansioso por tocarla.

Desesperado por verla; ansioso por salvarla.

—Déjame aquí. —Sus palabras fueron duras y cortaron el sofocante


aire dentro del auto.

Me asomé a través de la ventanilla para ver que todavía estábamos


en el extremo de la finca donde vivía.

—No —gruñí—. Te dije que está oscuro y te llevaré a casa.

—No quiero que lo hagas. Ahora detente.


La voz de Sarah se quebró cuando golpeó con la palma de la mano
contra el tablero y luego exhaló un aliento que sonaba como si estuviera
destrozada y desgarrada por el miedo.

Frené bruscamente, sin querer lidiar con la crisis de Sarah en mi


auto. Tan pronto como tiré del freno de mano, su puerta se abrió de golpe.
Se movió para saltar, pero aún estaba sujeta con el cinturón.

—Mierda —murmuró y agarró el cinturón.

Cuando finalmente logró desabrocharlo, lo dejó caer con fuerza y se


estrelló contra la puerta.

—Oye —grité—. Cuidado con mi puto auto.

Sarah no respondió, pero prácticamente se tiró al pavimento.


Tropezó y debió poner su mano sobre el concreto para evitar caer.

137 Mientras se tambaleaba hacia adelante, sus pies se engancharon en su


bolso y a pesar de todos sus esfuerzos, se lanzó de cara al suelo.

—Mierda. —Me desabroché el cinturón, salí del auto y corrí por


delante para alcanzarla.

—Déjame en paz —gritó.

Me arrodillé a su lado y puse mi mano en su brazo. —Sólo quiero


ayudarte, joder. —No esperé a que me respondiera, sino que puse mi otra
mano en su cintura y la alcé hacia arriba conmigo mientras me paraba.

Cuando se puso de pie, hizo un gesto de dolor y giró la mano para


estudiarla.

—¿Estás sangrando? —pregunté mientras miraba hacia abajo. En la


oscuridad no podía ver nada de sangre, pero veía un rasguño en la
superficie de su palma.
Mi mano aún estaba en su cintura y podía sentir lo pequeña que
era. De hecho, toda ella era pequeña. Su altura, su cintura y sus brazos,
pero no era tan delgada como esperaba. Podía sentir los músculos de su
bíceps y mi mano en su cintura descansaba contra la curva de una
cadera.

— ¡Ay! —Palpó la palma de su mano, siseando a su tacto.

—Necesitas un antiséptico y una tirita.

Sarah me miraba a través de largas y curvas pestañas que se


enroscaban en los extremos, y todo mi maldito cuerpo quería suspirar con
agradecimiento.

—Estoy bien. —Se giró para recoger su mochila—. Caminaré desde


aquí.

138 Cuando se alejó de mí, sentí una oleada de ira en mi pecho como un
maremoto. Era jodidamente terca y su necesidad de desafiarme de repente
ya no era tan tentadora. Le había dicho que la llevaría a casa y necesitaba
respetar eso. Gruñí su nombre y se detuvo, tirando de sus hombros hacia
atrás.

—Déjame en paz.

Dudé por un momento y me pregunté si debía exigirle que volviera al


auto, pero algo en Sarah Danes y su maldita actitud me dijo que tendría
mi día con ella, pero probablemente no fuera hoy.

—Bien, camina, si tienes alguna señal de adónde vas.

—Llamaré a mi madre si necesito ayuda.

Exhaló las palabras como si intentara dimensionarlas, diciéndolas


tímidamente en caso de que le hicieran daño. Cuando no respondí, sino
que simplemente seguí observándola, Sarah siguió alejándose.
Estaba casi en la puerta de mi auto cuando hice una estupidez y
miré hacia atrás para ver que cojeaba un poco y acunaba su mano cerca
de su pecho.

—Por el amor de Dios. —Empecé a correr hacia ella—. ¡Sarah,


espera!

Miró por encima del hombro y sacudió la cabeza antes de dar otro
paso lento e inestable.

—Eres tan jodidamente terca —gruñí.

—Déjame en paz, Adam. Estoy bien.

—Estás cojeando y tu mano está herida. Sólo mete tu trasero a mi


auto.

Me ignoró y continuó alejándose de mí, pero cuando la observé irse,


139 con los hombros caídos y una ligera cojera al paso, una fuerza me tomó el
pecho y me dio un golpe de adentro hacia afuera. Su poder me impulsó
hacia adelante; en dirección a ella.

¿Qué demonios me estaba haciendo?

Todo el odio que me impulsaba cada día, la oscuridad que me


permitía enfocar mi cerebro, se desvanecía cuando ella estaba cerca. Venía
como las olas; altas y peligrosas hasta que llegaban a la orilla y luego se
alejaban lentamente. Sarah Danes era mi costa.

—Sarah. —Extendí una mano—. Sólo detente.

Se balanceo y cuando miré su rostro, vi grandes lágrimas en sus


malditas pestañas. No sabía cómo lo había hecho, pero una mirada suya y
toda mi necesidad de hacerle daño se desvanecía. Ya estaba sufriendo y
tenía una extraña sensación en mis entrañas. La miré y me picaron los
dedos, me temblaban y un calor como el del sol me calentó la piel.
Me sentí torturado y confundido. Mis sentimientos por esta chica
cambiaban cada minuto, cada segundo, y no tenía ni puta idea de lo que
se suponía que debía hacer, o quien se suponía debía ser a su alrededor.

Una lágrima salió de su ojo y se deslizó por la mejilla. —No puedo


hacer esto —susurró—. No puedo ser la próxima persona a la que
crucifiques, Adam. Ya he tenido suficiente.

¿Suficiente?

Ni siquiera había empezado, no había tenido suficiente, pero eso no


era lo que quería, no en ese momento.

—Sólo quiero ir a casa. Déjame ir a casa.

Sacudí la cabeza, no.

—Me mantendré fuera de tu camino, por favor déjame en paz.


140
Sacudí la cabeza de nuevo y Sarah golpeó su pie en señal de
frustración, pero no le respondí. Estaba demasiado ocupado escuchando
su respiración y observando sus labios mientras se separaban ligeramente
con cada inhalación.

Mis dedos me picaban y temblaban.

La necesidad era demasiado grande, no podía detenerme por más


tiempo. La arrastré hacia mí, entrelazando mis dedos en su cabello y
envolviendo un brazo alrededor de su cintura. Sin pensar más que en
probarla, mi boca se estrelló contra la suya. Mi aliento se mezcló con el
suyo. Mi cuerpo se amoldaba a su cuerpo. Mi corazón golpeó al mismo
ritmo que el suyo.

La besé, y cuando Sarah Danes abrió su boca para dejar entrar mi


lengua, cuando me devolvió el beso, como granos de arena en un
temporizador, parte de mi dolor se desvaneció y la odié un poco más por
ello.
16
SARAH Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

Me sentí más viva de lo que me había sentido en más de un año.


Cuando la lengua de Adam tocó la mía, y me acercó a su cuerpo, todas las
partes de mí que habían estado muertas durante mucho tiempo se
despertaron y se estremecieron con una lenta sensación de excitación y
141 placer.

Desesperada por más, me puse de puntillas y jadeé contra su boca.


Su mano se arrastró desde mi cintura hasta mi trasero, instándome a
quitar cualquier centímetro de espacio entre nosotros. Sentí su dureza en
sus jenas y sólo podía pensar en que era por mí; yo le había hecho eso.

Me besó como si fuera a ser su última misión en la tierra y me sentí


audaz y con poder. No tenía miedo ni quería esconder mi rostro para que
su boca no encontrara la mía. Cada emoción que había despertado un
beso en el pasado desaparecía con cada golpe de su lengua.

Quería a Adam como nunca antes había deseado nada en mi vida,


las puntas de mis dedos se aferraron a su chaqueta de gamuza Trucker,
agarrándola fuerte y tirando de él hacia mí a pesar de que casi todas las
partes de nuestros cuerpos ya estaban unidas como si fueran dos mitades
de un mismo todo.

No sentí miedo en mis venas, sólo euforia.


No había amargura en mis labios, sólo dulzura.

No quería morir con su toque, quería vivir por más.

—Mierda, Sarah —gimió Adam y me levantó con mis piernas


envueltas en su cintura.

Tuve la sensación de que nos movíamos, pero estaba muy inmersa


en Adam para saberlo con seguridad hasta que una pared de ladrillos se
presionó contra mi espalda. Me sujetó con fuerza y una leve quemadura se
hizo evidente al empujar su dura polla cubierta con sus jeans hacia arriba
y me golpeó justo donde lo necesitaba.

Gemí y mi ropa interior se humedeció mientras mi placer se


intensifica. Adam empujó de nuevo y gimió cuando una de sus manos dejó
mi trasero y se movió entre nosotros. Sus dedos buscaron a tientas el
botón de mis jeans y por una fracción de segundo me congelé.
142 —¿Qué? —preguntó Adam contra mi boca—. ¿No quieres esto?

Podría dejar que mi pasado dominara mi vida. Que me llevara por un


camino que sólo me viera sumida en la miseria durante el resto de mi vida,
o dejarlo atrás, ahuyentar el miedo y permitirme sentir.

—Sí, quiero esto.

No pensaba en cómo me trataría después, no me preocupaba que me


convirtiera en una de esas chicas como Alannah y Amber. La codicia y el
hambre hicieron que no me preocupara por las consecuencias. Había
lidiado con cosas peores y podía hacer frente a cualquier castigo que Adam
Hudson eligiera darme por permitirle tenerme.

—Me vuelves jodidamente loco —dijo mientras me desabrochaba


hábilmente el botón y me bajaba la cremallera—. Así es, jodidamente loco.

Sonreí contra su boca, jadeando por aire mientras su mano


serpenteaba en mi ropa interior y un largo dedo me acariciaba lentamente.
—Lo sé con certeza —jadeé—. Eso no es un lindo enojo. Es una mala
locura, una que te hace querer hacerme sufrir.

—Absolutamente —dijo con una sonrisa, empujando un dedo—,


bien. —Adam entonces empujó un segundo dedo dentro de mí y comenzó a
bombearlos dentro y fuera al mismo tiempo con el ritmo de sus caderas.

Me tomé de sus hombros para buscar y montar su mano mientras


me volvía a besar. Con su boca en la mía y sus dedos dentro de mí, todas
mis inhibiciones volaron al límite de mi felicidad y moví mis manos de su
cabello a la entrepierna sobre sus jeans y lo froté.

—Mierda.

Adam sacó su boca de la mía y dejó caer su cabeza hacia atrás. Su


boca se separó con un jadeo, sus ojos se cerraron, y su pecho se agitó
rápidamente cuando desabroché sus jeans y metí mi mano en su ropa
143 interior. Estaba como el acero; tan duro y tan suave al mismo tiempo. Su
polla estaba caliente al tacto y cuando arrastré mi pulgar hasta el final, ya
podía sentir su presemen. Lo extendí sobre la cabeza y luego tiré
suavemente hacia abajo antes de empujar hacia arriba, repitiendo el
movimiento lentamente. Cada vez que subía, lo igualaba con un golpe de
mi lengua contra la suya y cada vez que bajaba, chupaba su labio inferior.

Era difícil concentrarme en mi propio orgasmo mientras intentaba


complacer a Adam y sabía que lo sentía porque apartaba su boca de la
mía.

—Primero te toca a ti —gruñó y empezó a bombear sus dedos con


más fuerza, añadiendo el pulgar para frotar mi clítoris.

No pasó mucho tiempo antes de que el calor me bañara todo el


cuerpo y el pulso que había empezado entre mis piernas se abriera en
abanico hasta que incluso mi piel sintió como si tuviera su propio latido
rápido y estruendoso.
—Oh, Dios mío —grité, sólo para que Adam lo amortiguara con otro
beso ardiente que prolongaba la sensación que se apoderaba de mi cuerpo.

La boca de Adam se movió hacia mi cuello y lo chupó con fuerza,


mientras su mano agarraba mi muñeca y la empujaba contra la suya con
fuerza. Necesitaba su propia liberación ahora ya que había tenido la mía,
así que empecé a bombear su polla mientras aún cabalgaba por el suave
descenso de mi orgasmo sobre su mano.

—Despacio —jadeó, apoyando su frente contra la mía.

Lo observé cuidadosamente e hice lo que me pidió, cambiando el


ritmo de mis movimientos. Subí y bajé, respirando pesadamente y
mirándolo a los ojos, retándolo a que me castigara por lo que habíamos
hecho. Mis ojos le decían que no me importaba lo que decidiera hacer
porque en ese momento cualquier cosa valdría la pena por lo que me había
hecho sentir.
144
A medida que la respiración de Adam se aceleraba, no pude evitar
aumentar la velocidad de mis golpes, pero cuando flexionó su cuerpo y
sentí su perfecto, alto y apretado trasero tenso bajo mis pantorrillas
envueltas a su alrededor, supe que él también estaba a punto de correrse.

Con dos golpes más, y con un suave y tierno beso, se corrió,


soltando su carga sobre su estómago y mi mano, con un grito que casi
sonó angustioso. Instantáneamente, su mano en mi cabello se aflojó y cayó
sobre mi cintura mientras sacaba lentamente la otra de mis vaqueros y
exhalaba un suspiro. Sus ojos estaban entornados, así que no tenía ni
idea lo que estaba escrito en ellos. No sabía si había arrepentimiento, odio
o satisfacción. Adam Hudson no me reveló nada y tendría que esperar para
saber mi destino.

—¿Estás bien? —preguntó finalmente mientras bajaba lentamente


mis piernas.
Se sentían como gelatina mientras mis pies tocaban el concreto y me
tambaleaba un poco. Su mano salió hacia mi codo para estabilizarme y
exhalé un suspiro, mayormente de alivio, pero también un poco de
satisfacción.

Había intimado con alguien y no había sido doloroso ni aterrador. Es


decir, había hecho algo que no creía que fuera capaz de lograr; había
permitido que un chico, un hombre, me tocara. No me sentía sucia o
avergonzada, aunque este chico, este hombre, tenía la capacidad de
hacerme sentir arrepentida con una simple mirada o un gesto.

—Tengo toallitas húmedas en mi mochila —dije mientras miraba su


estómago.

El semen se estaba secando en su piel con el aire fresco de la noche,


y supuse que querría limpiarse. No dijo nada, pero miró hacia abajo y
luego sobre su hombro. Mi mirada siguió la suya y vi que mi mochila
145 estaba en el pavimento, tirada de lado, donde debí dejarla caer en cuanto
me puso los labios encima.

—Espera.

Adam se alejó y me dejó apoyada contra la pared, dándome la


oportunidad de ver lo que nos rodeaba. Estábamos en un callejón entre
dos edificios, y si estaba en lo cierto era el nuevo Tesco Express y una
peluquería que formaban parte de un grupo de tiendas que habían sido
construidas específicamente para la finca en la que vivía.

Había una luz al final del callejón que conducía a una calle principal
en la parte trasera de los dos negocios. Estaba bastante oscuro, y Adam
me había llevado tan lejos que estaba segura de que no nos verían desde la
acera. Afortunadamente, su auto estaba aparcado de tal manera que la
vista del callejón estaba bloqueada desde la ruta, así que ningún
conductor nos habría visto, pero por alguna razón no me importó una
mierda.
Vi como Adam tomaba mi mochila y luego corría hacia mí. Me la
pasó, y me di cuenta de que sus jeans aún estaban desabrochados, al
igual que los míos. Busqué en el bolsillo lateral el pequeño paquete de
toallitas y saqué una, antes de dársela a Adam.

—Gracias —dijo, y tomó una con una pequeña sonrisa antes de


empujar el paquete de vuelta a mi mochila.

Los dos nos limpiamos lo mejor que pudimos y luego nos


abrochamos sin decir una palabra al respecto.

—Será mejor que te lleve a casa. —Adam finalmente rompió el


silencio y me quitó la toallita usada y la metió en el bolsillo de su chaqueta
con la suya—. ¿Se preguntará tu madre dónde estás?

Saqué mi teléfono del bolsillo, comprobé la hora y me sentí aliviada


al ver que no tenía llamadas o mensajes de texto sin contestar.
146 —No, ella sabía que iba a la reunión con las animadoras y el equipo.
No estaba segura de cuánto tiempo duraría, así que le dije que comiera
sola si no volvía a las siete.

Adam asintió y me di cuenta de que no me había preguntado por mi


padre.

—¿Cómo supiste que sólo éramos mi madre y yo? —pregunté.

—Sólo una suposición —respondió encogiéndose de hombros—.


Dijiste que llamarías a tu madre para pedirle ayuda cuando la mayoría de
las chicas llamarían a su padre si estuviera cerca.

La verdad en sus palabras hizo que mi pecho se abriera y permitiera


que un poco de dolor penetrara en mi sistema.

—¿Cuándo se fue? —preguntó con la confianza de un chico que


evidentemente había sido decepcionado por su propio padre en algún
momento. Sabía que el hombre que había venido al centro comercial era
su padrastro, así que asumí que su verdadero padre debía ser el que lo
abandono.

—No lo hizo. —Sacudí la cabeza, principalmente para quitarme de


encima las imágenes que inmediatamente se reprodujeron allí—. Fue
asesinado hace poco más de un año. Un robo a una joyería en Londres.

Me quedé sin aliento cuando me di cuenta de algo; ni siquiera le


había dicho a Alannah esa información.

Adam se echó atrás y me miró con la frente fruncida, como si no


supiera si creerme o no.

—Mi padre era policía de la Metropolitana y un día, cuando estaba


de servicio, alguien informó que había oído disparos y fue el primero en
llegar a la escena. Fue un robo a una joyería y cuando papá llegó allí el
hombre estaba a punto de subir a un auto que lo había estado esperando.
147 Mi papá trató de detenerlo, pero… —Hice una pausa para respirar
profundamente—. El hombre se dio la vuelta, le disparó a quemarropa y
luego… pasaron por encima de su cuerpo.

—Maldición —gimió—. Eso es… una mierda, Sarah, lo siento mucho.

Me levantó el cabello por encima de mi hombro y me estremecí ante


la ternura de su acción. ¿Era éste el verdadero Adam Hudson que estaba
viendo frente a mí? ¿Qué pasó con el chico enojado y manipulador que veía
deambular por los pasillos de la secundaria Maddison todos los días?

—Al dueño también le dispararon, pero sobrevivió —respondí.

—¿Y el hombre que cometió el robo?

—La policía lo encontró en una granja aislada en Surrey. Rodearon


la casa e intentaron que saliera, pero después de tres horas y al darse
cuenta de que no tenía a dónde ir, como el cobarde que era, se disparó a sí
mismo. —Tragué el sollozo que empujaba hacia mi garganta.
Adam jadeó. —¿Qué pasó con el que conducía el auto?

Me encogí de hombros. —La policía nunca lo encontró y Carl


Jenkins, el hombre que disparó a papá, estaba muerto, así que no podía
decirles nada.

—Y no tienes un maldito cierre —dijo Adam, pasando una mano por


su cabello.

—No, no lo tenemos. No hay cierre y no hay justicia. —Me estremecí


al recordar claramente lo que había sentido al ver al Inspector en Jefe de
papá en nuestra puerta y luego tener que oírle decir las palabras que
cambiarían nuestras vidas para siempre. Mientras mi corazón se sentía
como si hubiera sido apretado en un torno y luego destrozado, mamá y yo
gritamos y nos aferramos la una a la otra, con todo mi mundo
inclinándose debajo de mí.

148 —Mierda —gimió Adam—. Lo siento mucho. No habría…

—Está bien —dije al tragar profundamente—. No lo sabías.

Sintiendo que probablemente no quería hablar más de ello, Adam se


dio la vuelta y miró hacia el callejón en dirección a su auto.

—Ven, vamos.

—Puedo caminar.

—No. —Suspiró y sacudió la cabeza en señal de frustración—.


Hemos hablado de esto y mira cómo terminó.

Luego sonrió y mi vientre se revolvió preguntándome si era el


momento de volver a ser el engreído de mierda que gobernaba la escuela.
Inhalé bruscamente y me envolví los brazos alrededor de la cintura sólo
para sorprenderme cuando Adam los desplegó suavemente y tomó mi
mano en la suya.
—Por favor, Sarah —dijo, con la voz baja—. Entra al auto.

Asentí y seguí a Adam hasta su auto. Esta vez me abrió la puerta y


esperó hasta que entrara. Mientras caminaba lentamente por el frente
hacia su propia puerta, me di cuenta de que mi vida en el instituto
Maddison cambiaría de una forma u otra. La manera en que cambiaría
dependería del chico que acababa de darme la mayor dosis de felicidad que
jamás había tenido.

149
17
ADAM Traducido por P.A.S.
Corregido por Danita

El viaje a la casa de Sarah transcurrió en silencio, y tuve la


sensación de que ninguno de los dos sabía qué decir. En realidad, no sabía
qué decir, porque no tenía ni puta idea acerca de lo que habíamos hecho;
cómo se había deshecho bajo mis dedos, y cómo me había desmoronado
150 con su mano. No me arrepentía, pero tampoco sabía si había hecho lo
correcto. Le había dado sexo con mis dedos, dejé que me masturbara, y
había amado cada maldito minuto de ello. Quería hacerlo de nuevo, más
de lo que nunca había querido repetir con cualquier otra chica. Pero lo
peor era que no tenía esa roja niebla que oscurecía los pensamientos en mi
cabeza.

—Aquí estas —le dije al detenerme frente a su entrada.

Sarah me había dado la dirección, aunque ya la conocía, y me


sorprendió ver que era bastante compacta, la más pequeña de la calle,
supongo. Me pregunté si se habían tenido que achicar después de la
muerte de su padre, debido a que no tenía un seguro de vida, o porque no
le habían pagado por su muerte en el servicio activo. No tenía ni idea de si
eso podría suceder, sólo creía que debería ser así; pero, ¿qué sabía yo? Sin
embargo, su ropa, aunque demasiado grande y holgada, era costosa y su
mochila era de cuero Michael Kors, que según mi madre era bastante
buena. Así que me sorprendió que Sarah y su madre vivieran en una
pequeña casa escondida al lado de tres grandes viviendas unifamiliares.

—Bonita casa —dije mientras me estiraba para mirar por la ventana.

Se echó hacia atrás un poco en el asiento, alejándose de mi cuerpo.


—Sí, es bonita, lo suficientemente grande para mamá y para mí.

Asentí y me moví hacia atrás, mientras lo hacía, podía oler su


perfume y casi la volví a besar. Sus labios estaban suaves e hinchados y
su cabello estaba despeinado como si acabara de tener sexo salvaje. Al
retroceder el pensamiento me agarré al volante y encendí el motor.

—Entonces, te veré mañana en la escuela —dije, mostrando una


rápida sonrisa.

Asintió y recogió su mochila del suelo. —Sí, nos vemos mañana.

151 Con la mano en la puerta, dudó y suspiró como si quisiera decir


algo, pero cuando me aclaré la garganta, salió del auto y prácticamente
corrió hacia la puerta de la casa de color azul marino. Una vez dentro, di
un suspiro de alivio y miré fijamente a la línea de farolas que bordeaban la
calle. Un niño caminaba mientras rebotaba una pelota de fútbol y luego
cruzó la calle para golpear la puerta de una casa donde se había encendido
la luz de vigilancia. Observé mientras el niño, de unos diez u once años,
esperaba y seguía saltando hasta que la puerta se abrió y una señora de
cabello rubio lo guío al interior. Eso hizo que me preguntara qué habría
pasado si mamá no hubiera conocido a Eric, si mi vida hubiese sido como
la de ese niño; luciendo feliz mientras hacía rebotar mi pelota e iba a
visitar a un amigo. Si Eric nunca me hubiera golpeado hasta que tuviera
moretones en la espalda, sólo porque había tirado un vaso de la mesa, o
porque me había tomado la última leche que quedaba para el desayuno,
¿habría sido diferente? Tal vez si mamá realmente lo hubiera parado y no
se hubiese comportado como si no supiese lo que estaba pasando, yo
habría sido ese niño que iba a casa de Ellis a tirar penales, en lugar de
estar sentado en mi habitación planeando cómo arruinar la vida de
cualquiera que conociese. Ningún niño de nueve años de edad debería
sentirse tan cabreado.

—Mierda —gruñí para mí mismo, miré hacia la casa de Sarah, y


luego me fui.

Cuando llegué a casa mi mamá se sorprendió de verme. Sabía


cuánto tiempo podrían durar las reuniones con las animadoras y el
equipo, así que ella, Roger y Lori habían cenado y estaban viendo una
película juntos. Me dijo que había un plato de comida en el microondas
para mí, pero no podía comer. Lo único que tenía en mente era a Sarah y a
su maldito coño de bienvenida, y ciertamente no la tarta de pollo con
patatas fritas.

Le di una excusa de mierda sobre un dolor de cabeza y me escapé a


mi habitación. No era como si me echaran de menos viendo la tele juntos,
sin importar cuánto me rogara Lori para que me quedara. Mamá había
152 estado lejos de mí por un par de días desde que perdí a mi hermana, pero
ahora actuaba como si nunca hubiera pasado, como si nunca me hubiera
preguntado si podía hacer algo bien. Bueno, ella podría ser capaz de
olvidar, pero yo no.

En cuanto me puse los pantalones de chándal y una camiseta


limpia, abrí mi cajón y saqué el cuaderno de Sarah y me arrojé a la cama
con él en la mano. Estaba lleno de palabras; poemas, estaba forrado de un
solo lado, con palabras sencillas subrayadas o marcadas con un círculo y
no pensé que alguna vez leería algo tan crudo o real.

Me fijé en un poema que había leído cientos de veces en los últimos


días desde que tenía el cuaderno, y a pesar de que podía recitarlo palabra
por palabra, mis ojos pasaron por encima de la página.

El miedo es sólo una emoción que sé que no puedo quitarme de


encima.

Y con el miedo viene el dolor, un dolor que no se romperá.


Los negros ecos de los recuerdos me torturan y retuercen mi alma.

Lloro y grito en la oscuridad de la noche y sé que estoy sola.

Cada vez que lo leía, me invadía un escalofrío al pensar en el dolor


que Sarah debió sufrir en el momento en que escribió esas palabras, pero
ahora lo sabía. Era sobre la muerte de su padre que había sido asesinado
de la manera más horrible. No es de extrañar que se haya mudado al otro
lado del país durante parte del trimestre; todos los lugares a los que iban
debieron recordarle a ella y a su madre lo que habían perdido.

Pasé a otra página que tenía las palabras Sobreviviré a él grabadas a


lo largo de toda una página y subrayadas tres veces. Tal vez se trataba del
hombre que había matado a su padre, pero cuando en la siguiente página
leí: Ha tomado aquello que era mío, pero no le daré nada más, no estaba
totalmente seguro. Cuando lo empujé al fondo del cajón de mi escritorio,
me di cuenta de que sufría por su pasado tanto como yo.
153

A la mañana siguiente, cuando llegué a la escuela, Ellis y Kirk me


esperaban en el estacionamiento, pero no había señales de Tyler. No era
inusual, a menudo llegaba tarde, justo cuando sonaba la campana.

Ellis estaba apoyado en el auto de un chico con los brazos cruzados


sobre su pecho. Me sonreí al saber que de ninguna manera se apoyaría en
su propio auto, un dulce Audi TT azul eléctrico de diez años de antigüedad
que su padre había arreglado para él.
—¿Qué pasa? —pregunté mientras los golpeaba con el puño a
ambos.

Kirk sonrió y Ellis guiñó un ojo. —No hay nada de qué preocuparse.
Digamos que nos ocupamos de unos asuntos e hicimos algo que te va a
gustar.

—¿Qué? —Entrecerré mis ojos sobre ambos y me sentí intranquilo.

—Descubrí algo sobre la nueva chica —respondió Kirk mientras me


rodeaba el hombro con un brazo—. Hice un poco de investigación en su
antigua ciudad.

Mi sangre se enfrió y mi corazón intentaba salir de mi pecho


mientras las palabras de Kirk se filtraban a mi cerebro. —¿Qué hiciste?

—Digamos —dijo Ellis con una sonrisa engreída—. Toda la escuela

154 pronto sabrá por qué está aquí. Y, además, hemos torcido un poco la
verdad.

La bilis me subió a la garganta mientras miraba el camino hacia la


entrada principal donde cientos de chicos estaban entrando a la escuela;
cientos de estudiantes incluyendo a Sarah. La hermosa Sarah, que a pesar
de que no quería hacerlo, se había metido en mi cabeza y me había
sacudido el mundo la noche anterior.

Sin decir una palabra, me alejé de Kirk y corrí por el camino,


haciendo a un lado a todos sin disculparme. Me deslicé hasta la recepción
principal y giré a la derecha para el pasillo del sexto curso gritando a la
gente que se apartara de mi camino. Mientras corría, mis ojos parpadearon
tratando de ver lo que los chicos habían hecho, pero no encontré nada,
ninguno estaba interesado en nada en particular, no había grupos de
chicas chismosas o chicos riéndose.

Cuando finalmente llegué al banco de casilleros donde estaba Sarah,


respiraba con dificultad por el esfuerzo que había hecho y la adrenalina
corría por mis venas. Tan pronto como la vi, me deslicé hasta detenerme.
Estaba hablando con Alannah que sonreía y agitaba los brazos. Lo que sea
que hayan hecho los chicos no había entrado en juego todavía, lo que
significaba que podría tener tiempo para detenerlo. Me di la vuelta para
volver y encontrar a Ellis y Kirk cuando me choqué con Tyler.

—Hola —jadeé—. ¿Has visto a los otros?

—No desde que Ellis me recogió esta mañana temprano. —Bostezó y


luego sonrió—. Oye, tenemos una sorpresa para ti.

Mi corazón se hundió. Tyler no había llegado tarde; había sido el


idiota que puso en marcha la mierda que habían planeado.

—¿Qué hiciste, Tyler?

Sonrió y asintió a Sarah que estaba a punto de abrir su casillero.


Cuando lo hizo, dudó en poner sus cosas dentro y se volvió hacia Alannah

155 y le dijo algo. Alannah miró sorprendida y se inclinó sobre el hombro de


Sarah mientras ambas miraban algo. Sarah se derrumbó en el suelo con
un grito de dolor, Alannah la siguió inmediatamente y la acunó en sus
brazos.

Me sentí mal y me puse celoso. Enfermo por que habían hecho que
se angustiara y celoso porque era Alannah quien la consolaba y no yo. Los
sentimientos que nunca había sentido por nadie me amenazaron con
ponerme de rodillas. Me gustara o no, sabía que me importaba lo que le
pasara a la pequeña chica de cabellos dorados.

Todo el mundo empezó a agolparse a su alrededor y de Alannah,


mientras que otros las evitan y se fueron a sus propios casilleros. Uno por
uno los vi sacar un pedazo de papel, leerlo y luego todos se volvieron para
mirar a Sarah.

—¿Qué carajo hiciste? —escupí a Tyler que miraba fijamente al


grupo junto a Sarah oculta en el medio. Tenía una sonrisa en su rostro y
sus manos estaban metidas en los bolsillos de sus jeans—. Tyler.
Se giró hacia mí, metió la mano en su bolsillo trasero y me dio un
trozo de papel. Lo desdobló y leí, el miedo, la pena y la culpa me
envolvieron.

¿Sabías que el papá de Sarah Danes fue asesinado en un tiroteo con


la policía?

¡No!

Mierda, bueno, deberías saber que la policía disparó al padre de


nuestra nueva chica cuando intentó asaltar una joyería, todo porque no
tenía suficiente dinero para comprarle a nuestra compañera los pendientes
de diamantes que ella exigió que le comprara.

Debajo había una foto de una noticia, que supuse que era de su
padre siendo sacado de una joyería en una camilla con una bolsa para
cadáveres, con las palabras: Michael Danes, 46, muere en un robo a una
156 joyería por querer unos pendientes para su hija de 17 años.

Me di cuenta enseguida de que había sido modificada,


probablemente por Kirk y sus malditas y extrañas habilidades
informáticas, y me entraron ganas de vomitar. No se mencionó que su
padre fuera policía o que hubiera intentado arrestar al bastardo; todo era
retorcido y la única verdad era que había muerto en la escena.

—Esto no es jodidamente cierto —dije. El trozo de papel tembló en


mis manos.

—Sí, lo sabemos —se río Tyler—. Pero quién carajo va a hacer el


esfuerzo de comprobarlo. ¿Hicimos un buen Cap o no?

Me volví para enfrentarlo. En ese momento, quise arrancarle la


maldita vida de sus ojos y borrar la estúpida sonrisa de su rostro.
Entonces me odié por darle a él, a Kirk y a Ellis la munición para disparar
a la gente sin importarles nada.
Miré hacia atrás en dirección a Sarah. El grupo que la rodeaba se
había dispersado y ella se ponía de pie con la ayuda de Alannah. Mientras
se enderezaba, levantó la cabeza y me encontró mirándola, el estúpido
trozo de papel en mi mano. Su mano voló hacia su boca y sus piernas casi
cedieron otra vez. Incluso desde la distancia del pasillo sabía que había
odio en sus ojos.

157
18
SARAH Traducido por Pilar_GR
Corregido por Clau

—¿Cómo demonios han permitido que esto suceda? —Mamá


paseaba de un lado a otro en la oficina de la señorita Daniels, pasándose
una mano por el cabello—. Mi hija ya ha pasado bastante. Tener mentiras
como esta, especialmente sobre mi esposo, difundidas por la escuela es
158 inaceptable.

La voz de mamá se quebró ante la mención de papá y ella golpeó el


papel sobre el escritorio de la señorita Daniels. Sentándose en la silla junto
a la mía, agarró mi mano.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó con lágrimas en las pestañas.

Asentí y le di una sonrisa. No podía culparla por cómo había


superado las sucias mentiras de mierda que se habían extendido sobre
papá. Tan pronto como la llamé, ella dejó todo y salió corriendo de su
trabajo en la imprenta para la que trabajaba. Aunque el señor Henry su
nuevo jefe parecía agradable, ella ni siquiera había dudado. Sus palabras
habían sido “Estoy en camino”.

—Solo puedo disculparme, señora Danes —suspiro la señorita


Daniels—. Estamos haciendo todo lo posible para encontrar al culpable.
Moví mis manos debajo de mis muslos para que ninguna de las
mujeres las viera temblar. Sabía quién había sido responsable porque él
era la única persona a la que le había contado sobre mi padre y lo que
había sucedido. Podía verlo en su rostro cuando me estaba mirando en el
pasillo antes. Se veía como su amado Bonaparte supervisando su victoria.

—Bueno, asegúrese de hacerlo y quiero que todos sepan los hechos.


No dejaré que el nombre de mi esposo se vea empañado de esta manera —
respondió mamá con un tono áspero y bajo—. Me llevaré a Sarah a casa el
resto del día.

—No, mamá. —Agarré su antebrazo—. No voy a dejar que gane el


que hizo esto. No me avergonzaré yendo a casa. Ya tuve que abandonar
una escuela. —Sentí que el color de mi rostro subía y miré a la señorita
Daniels—. No seré expulsada de otra.

—¿Estás segura? —Mamá miró a la señorita Daniels con desafío en


159 sus ojos—. Porque si quieres irte a casa por el resto del día, no será un
problema.

—Honestamente, mamá. Quiero quedarme.

Y lo hacía. No dejaría que Adam Hudson y su pandilla de chicos me


avergonzaran para que me escondiera en mi casa, en mi habitación.

Mamá me dio otro apretón en la mano y luego volvió a mirar a la


señorita Daniels. —Si algo más sucede aquí para molestar a mi hija
acudiré a la autoridad educativa. ¿Ha quedado claro?

Vete mamá.

Nunca la había escuchado tan enojada antes. Cuando todo sucedió


con papá y luego el señor Mills, ella se derrumbó bajo el peso de todo. No
fue hasta que obtuvimos la fecha de la corte para mi juicio por violación
que finalmente salió de la niebla que había estado y comenzó a actuar
como una madre nuevamente.
—¿Quieres que llame a Alannah para que venga a recogerte? —
preguntó la señorita Daniels.

—No, gracias, señorita Daniels. Estaré bien.

No lo estaba. Me temblaban las manos. Me dolía el pecho y el


estómago me daba vueltas, pero tenía que parecer que no sentía miedo, tal
como me dijo papá.

—Puedes hacer esto cariño. Simplemente no muestres tu miedo,


porque tan pronto como lo hagas, verán tu debilidad y tratarán de
dominarte.

Mamá me dio un abrazo y me preguntó de nuevo si estaba segura,


pero me despedí y la dejé con la señorita Daniels, sin duda dándole más
mierda sobre lo que había sucedido.

160 Los pasillos estaban vacíos ahora, pero no hacía que caminar por
ellos sola fuera menos intimidante, sabiendo que solo un par de horas
antes habían estado llenos de alumnos que susurraban sobre mí y
chismorreaban sobre un montón de mentiras.

Di un paso vacilante mientras mis Converse chirriaban en el piso


pulido, queriendo pasar desapercibida en mi clase, sabiendo que, si podía
terminar inglés y luego almorzar, el resto del día sería más fácil.

Cuando doblé la esquina, salté y grité cuando Adam salió frente a


mí. Su rostro era una dura máscara de ira, sus puños apretados a sus
costados.

Eres mi brillo de sol, mi único brillo de sol.

Me haces…

—No fui yo —espetó, empujándome el papel—. Sé que piensas que lo


hice, pero no es así.
Mis extremidades no se movían. No podía hacer que mis piernas
trabajaran para alejarme de él o mover mis brazos para alejarlo. Ni
siquiera pude atrapar el papel que cayó al suelo y crujió bajo el pie de
Adam mientras se acercaba a mí.

—Sé lo doloroso que fue para ti, así que no usaría esto contra ti.

No respondí, me quedé quieta, contando hasta diez en mi cabeza y


esperando que él se rindiera y se fuera. Después de un período de silencio,
Adam se pasó una mano por la cara.

—Di algo, Sarah.

—¿Cómo qué? —Me encogí de hombros.

—Como que me crees.

Solo había visto un puñado de expresiones en el rostro de Adam


161 Hudson: superior, arrogante y… Pensé en su rostro la noche anterior,
cuando me había tocado con su mano, su rostro se había llenado de
placer, lo que solo había mejorado su belleza, pero nunca había visto la
expresión que llevaba ahora. Pudo haber sido culpa, tal vez simpatía o
incluso tristeza, pero fuera lo que fuese, era nuevo y me sorprendió.

—¿Por qué te creería, Adam? ¿No es esto lo que haces? —siseé—.


Utilizas cosas contra las chicas para humillarlas, avergonzarlas, para
poner al resto de la escuela en su contra.

Las fosas nasales de Adam se dilataron y exhaló bruscamente tres


veces antes de fijarme una mirada.

—Me estas jodiendo. —Su respuesta se desvaneció entre sus dientes


apretados.

—No importa si imprimiste las páginas y las publicaste en los


casilleros de todos. Le dijiste mi mayor dolor a cualquiera, y supongo que
esa persona fue uno de los idiotas que depende de cada una de tus
palabras.

Mi garganta se erizó y mi nariz se retorció cuando intenté contener


las lágrimas. Eran lágrimas de angustia, de miedo y de desilusión. Tenía
tantas ganas de que Adam fuera el chico que había visto la noche anterior.
El que me hizo olvidar. Sabía en el fondo, incluso en medio de mi orgasmo,
que esto sucedería, pero quería desesperadamente estar equivocada.

Mientras Adam me miraba, pude sentir el aumento de la presión en


mis pulmones a medida que el dolor comenzó a aumentar y amenazó con
ahogarme. Mi muñeca se estremeció y empujé mi mano por el brazo de mi
camisa y comencé a frotar la piel levantada.

—Sarah, detente. —Adam agarró mi mano que estaba en mi


muñeca—. Te he visto. Sé cuándo haces eso. No tienes nada de qué tener
miedo.
162
Él estaba equivocado. No estaba asustada. Era demasiado tarde
para eso porque ya había hecho lo peor, y no había sido tan fuerte como
pensaba. Cuando puso sus dedos dentro de mí, silenciosamente lo reté a
hacer algo para derribarme y lo hizo. Había hecho algo que me apuñaló
como un cuchillo en el corazón con mucho más dolor que todo lo que
Joshua Mills me había hecho, pero no podía dejar que ganara. No se lo
permitiría.

Inhalé y respiré profundamente.

—Solo déjame en paz, Adam —susurré—. Has hecho lo que tenías


que hacer, ahora ve a buscar a alguien más.

Pasé junto a él, mi hombro chocó contra su brazo duro y musculoso


y con las piernas temblorosas me alejé del chico que esperaba que fuera
mi salvador.
Mi madre me había enviado un mensaje para decirme que me iba a
recoger al final de la escuela y que íbamos a cenar una pizza. Mis
sentimientos hacia ella se estaban descongelando un poco e intenté dejar
de lado los pensamientos de que ya era demasiado tarde; ella estaba
intentando que todo fuera mejor.

La última vez que había visto a Alannah había sido en el primer


período después del almuerzo, así que rápidamente le envié un mensaje de
texto para decirle que no necesitaba un aventón a casa. Ella me devolvió el
163 mensaje para decirme que me vería en la mañana a la misma hora de
siempre, pero unos diez minutos después recibí otro mensaje para
preguntarme si podía parar en el polideportivo primero porque estaba
luchando con uno de los movimientos para la nueva rutina, parecía que
después de una hora de debatir la noche anterior, el equipo, como se
esperaba, había dicho que sí a la coreografía.

Le envié un mensaje de texto a mamá para decirle que llegaría unos


diez minutos tarde y me dirigí al pabellón deportivo. Cuando llegué allí
estaba desierto, no había señales de Alannah en ningún lado, ni siquiera
su bolso estaba en su lugar habitual al lado del gran altavoz que usaba.
Gruñí. Realmente no tenía tiempo para esperarla, pero no quería
decepcionarla porque creía que se lo debía. Supuse que sentía algo por
Adam a pesar de lo que le había hecho, le advertí que se mantuviera
alejada de él y luego ignoré mi propio consejo. La culpa que sentía era
inmensa. Sabía que eventualmente tendría que decírselo, solo esperaba
que ella todavía quisiera ser mi amiga cuando lo hiciera. Puede que solo
hayan pasado un par de semanas, pero me gustaba estar cerca de ella, y
en ese tiempo ella había sido más comprensiva que cualquiera de mis
viejos amigos. Todos se volvieron contra mí bastante rápido cuando
denuncié al señor Mills, a pesar de que nos conocíamos desde la
guardería.

Esperé un par de minutos más y luego le envié un mensaje a


Alannah para decirle que no podía esperar pero que podríamos ponernos
al día más tarde si ella quería. Cuando miré por los puntos, nada paso.
Supuse que debía estar ocupada y se retrasó, así que decidí irme y
reunirme con mamá. Estaba a punto de irme cuando escuché un ruido
proveniente de los vestuarios. Me preguntaba si era Alannah, así que
decidí ir a averiguarlo.

Tan pronto como abrí la puerta del vestuario de chicas, me enfrenté


a Adam Hudson por segunda vez ese día. Esta vez, no estaba parado frente
a mí, pidiéndome que creyera que él no era el responsable de tratar de
destruirme. Esta vez estaba recostado contra la pared, sus jeans
164 empujados hacia abajo y sus manos en el hombro de la chica de cabello
oscuro, arrodillada delante de él y chupando como un profesional. Su
mano estaba entre sus piernas y hacía ruidos dignos de una porno.

Jadeé y mientras lo hacía, Adam levantó la cabeza y me miró.

—Joder —espetó.

La chica ni siquiera se detuvo y su cabeza continuó balanceándose


arriba y abajo.

No me moví, contuve el aliento y miré a Adam a los ojos. Estaban


desprovistos de cualquier tipo de emoción. Estaban vacíos y sus rasgos
eran como una máscara sólida.

—¿Has visto suficiente?

La chica vaciló, evidentemente al darse cuenta de que no estaban


solos, pero Adam puso una mano sobre su cabeza y la animó a continuar.
Cuando lo hizo, no pude evitar jadear, casi asombrada por el poder que
tenía sobre las chicas. Un toque de él y esta chica estaba feliz de
degradarse a sí misma en el vestuario. La idea me hizo dar una sonrisa
irónica. Había sido esta chica la noche anterior, permitiéndole tener sus
dedos dentro de mí en un lugar donde podríamos haber sido vistos
fácilmente.

—Sí —exhalé la palabra—. He visto demasiado.

Adam soltó una breve carcajada y supe que él no era el chico que
necesitaba que fuera. Me di la vuelta para irme, con el corazón palpitante
en mi garganta, y corrí por el polideportivo hacia las puertas. Cuando los
abrí, Alannah apareció en el pasillo, caminando en mi dirección.

—Hey —dijo ella, mostrándome una gran sonrisa—. Creí que te


encontrabas con tu madre.

—Me pediste que te encontrara aquí. —Me ahogué con mis palabras
165 cuando el aire quedó atrapado en mi garganta.

Alannah frunció el ceño y sacudió la cabeza. —No, no lo hice. He


estado ayudando a Marnie a aprenderse la coreografía. El abuelo de Tessa
murió y su familia irá a Gales durante una semana, por lo que Marnie
debe intervenir.

Suspiré, no queriendo realmente discutir con ella, pero odiaba


cuando sabía que tenía razón y me contradecían. Saqué mi teléfono y le
mostré el mensaje.

—No envié eso —dijo, mirando de cerca la pantalla—. Sin duda eso
no vino de mí.

Le mostré y ella jadeó—: ¿A qué demonios está jugando?

—¿Quién? —Guardé mi teléfono de nuevo.

—Tiene que ser Adam. Tomó prestado mi teléfono en matemáticas


porque dijo que su teléfono había muerto. Debe haberlo enviado.
Todo tenía sentido, aparecía y no había señales de Alannah y luego
encontraba a Adam y esa chica en el vestuario. Él quería que los viera.
Todo había sido parte de su retorcido juego para mí, verlo siendo chupado
por una chica menos de veinticuatro horas después de haberle hecho una
paja.

—Te lo dije, Sarah —susurró Alannah mientras ponía una mano


sobre mi hombro—. Te tiene en la mira y debes tener cuidado.

Parecía genuinamente preocupada por mí e hizo que mi culpa


subiera de nivel.

—Alannah, está bien. No está interesado en mí.

—Esta mañana, ese tenía que ser él, y ahora esto. Tengo miedo por
ti, Sarah. No tienes idea de cuán manipulador puede ser.

166 Me mordí el labio mientras me preguntaba si era el momento en que


debía decirle, pero cuando abrí la boca, Marnie, una pequeña chica
saltarina de cabello castaño oscuro, entro corriendo por el pasillo.

—Lo siento, lo siento, lo siento —dijo mientras se detenía junto a


nosotras—. Srta. George me mantuvo en francés, aparentemente mi acento
es más personaje de comedia que una persona francesa nativa. —Marnie
se río y le dio un codazo a Alannah con el hombro—. Entonces,
¿empezamos ahora?

Eché un vistazo por encima del hombro al pabellón deportivo y me


pregunté si debería advertirles sobre lo que podrían encontrar, pero en ese
momento la puerta se abrió y Adam y la chica de cabello oscuro salieron.
Como una película porno de mierda ella se estaba limpiando las comisuras
de la boca mientras Adam se ajustaba en sus jeans.

—Señoritas —dijo con su sonrisa habitual.

Todas lo ignoramos y cuando nos pasaron, la chica miró por encima


del hombro y sonrió con picardía.
—¿Con quién estaba? —pregunté mientras trataba de ignorar la
sensación en mi estómago.

—Mackenna White —siseó Alannah—. Ella es su último juguete.

—Escuché que está en tiempo prestado —agregó Marnie mientras se


volvía de verlos desaparecer por el pasillo—. Jessica escuchó a Tyler decir
que Adam se estaba aburriendo de ella y estaba listo para un nuevo
juguete.

Alannah me miró con cautela y agarró mi mano. —De acuerdo,


Marnie, deberíamos irnos, tenemos mucho que aprender. ¿Te veo en la
mañana?

Asentí. —Sí, gracias. A la hora habitual.

—Buenas Noches, Sarah. —Marnie saludó y entro al pabellón

167 deportivo.

—Ten cuidado —susurró Alannah con un ojo en Marnie—. No


necesitas su mierda, Sarah.

—Estaré bien, lo prometo.

Le di una pequeña sonrisa y luego instintivamente le di un abrazo y


me dije que pronto le contaría lo que sucedió con Adam, una vez que
estuviera segura de que no dejara que volviera a suceder.
19
ADAM Traducido por Pilar_GR
Corregido por Clau

Desde el momento en que las multitudes se habían reunido


alrededor de los bordes del campo, y las chicas habían hecho sus nuevas
porras antes del juego, el ruido había sido el más fuerte que había
escuchado en cualquier juego anterior. Era una semana después de que
168 toda la mierda con Sarah hubiera continuado y estábamos jugando con
Sexton High, nuestros rivales más cercanos tanto en distancia como en
habilidad, y actualmente eran tres dos para nosotros con solo tres minutos
de tiempo adicional. Definitivamente estábamos jugando mejor que ellos;
ganando cincuenta y cincuenta tacleadas, siendo el primero en cualquier
bola suelta y saltando más alto para los encabezados.

Todo el equipo había dado el cien por ciento y había tenido uno de
mis mejores juegos de la temporada. Había marcado un gol, había
despejado uno de la línea y había puesto un centro desde mi posición en el
ala derecha que había aterrizado perfectamente a los pies de nuestro
delantero, Dante Duncan. Había sido jodidamente increíble y sin duda era
el hombre del partido. No había dejado de correr y abordar desde el saque
inicial y el segundo de sus dos goles, prácticamente había silenciado a los
fanáticos de Sexton High. Habían sido unos gritones durante los primeros
20 metros. Los partidarios de Maddison High se estaban volviendo locos,
nuestros sustitutos y el Sr. Jameson ya estaban celebrando, dirigidos por
Kirk cantando “Maddison… Eagles… Maddison… Eagles” y las porristas
gritaban igual de fuerte. Este iba a ser uno de nuestros mejores triunfos de
la temporada y estaba bastante seguro de que la fiesta de nuestro defensor
central, Brady O'Connor, sería una masacre.

Sin embargo, no estaba de humor para ninguna fiesta y ya tenía la


mitad de mi concentración en cómo iba a salir de ella. Todo lo que quería
hacer era ganar el juego, ducharme e irme a casa. Volviendo a pensar en lo
que estaba sucediendo en el campo, vi que Ellis tenía la pelota en sus
manos y supe que podía patearla hacia mí. Estaba dentro y con una
mierda de espacio. Solo quedaba alrededor de medio minuto de tiempo
adicional, y el Sr. Jameson probablemente me gritaría que me dirigiera a la
bandera de la esquina, pero a la mierda, su guardián estaba fuera de su
línea y sabía que podía derribarlo. Me aparté de su lateral izquierdo y grité
por el balón. Ellis me vio y pateó la pelota de sus manos, golpeándola
sobre la parte superior del mediocampo de Sexton y con un movimiento
alrededor de su centrocampista central. Dejé que la pelota rebotara y luego
169 golpeé una media volea dulce sobre su portero y en la parte posterior de la
portería. Sabía que entraría tan pronto como el cuero dejara mi pie y
navego por el aire con un zumbido satisfactorio. Cuando la red se hinchó,
pasaron solo unos segundos antes de que el resto de mis compañeros de
equipo saltaran sobre mí, golpeándome en la espalda y besándome como
un grupo de chicas a un cachorro.

—Vamos —gritó el árbitro—. Vuelvan aquí o pondré en reserva a


muchos de ustedes.

Con los cinco chocando, nos alineamos nuevamente en nuestras


posiciones y esperamos el silbato. Sexton High comenzó, con su delantero
pasando a su extremo izquierdo y justo cuando estaba evaluando un pase
para el delantero superpuesto, sonó el silbato final.

Con euforia corriendo por mis venas, dejé caer mi cabeza hacia
atrás, miré hacia el cielo y me golpeé el pecho, donde estaba debajo de mi
camisa granate y dorada mi tatuaje de Maddison Eagles, por el que había
mentido sobre mi edad. Todos se volvieron locos. Vencimos cuatro a dos a
nuestros mayores rivales.
El banco y el señor Jameson no perdieron el tiempo en irrumpir en
el campo para palmearnos la espalda y arrastrar a Dante sobre sus
hombros por su actuación. No creía haber visto a todos tan jodidamente
felices de haber ganado un partido antes. Se sintió bien vencer a Sexton
High, y se sintió aún mejor verlos descender del campo hacia los
vestuarios, sin parecer tan arrogantes como cuando llegaron en su
minibús antes. No los habíamos vencido, en casa o fuera, en dos
temporadas, principalmente porque tenían un delantero y un
centrocampista que marcó para más de un club profesional. Esta
temporada, ambos habían ido al mismo club de la Liga EFL, y Sexton
volvió a ser el promedio.

Una mano me golpeó la espalda y miré a mí alrededor para ver que


era Roger. Sabía que estaba allí porque había buscado en todos los rostros
de la multitud, además de que estaba en cada juego para apoyarme,
generalmente sin mi madre, como esta noche.
170 —Gran juego, Adam —me dijo y me dio una rápida sonrisa—. Ese
último gol fue increíble.

—Sí, gracias —respondí sintiéndome inusualmente magnánimo


hacia él—. Vi un espacio y lo tomé, aunque el señor Jameson
probablemente estaba cagando un ladrillo ya que no estaba en posición.

—Bueno, fue genial. —Él movió los pies y miró por encima del
hombro—. Me iré y les contaré a tu mamá y a Lori las buenas noticias.
Supongo que vas a la fiesta.

Fruncí el ceño preguntándome cómo lo sabía. Siempre les dijimos a


nuestros padres que nos dirigíamos a TJ's después de un juego.

—Estaba en el equipo cuando fui a esta escuela, Adam. Sé lo que


sucede después de una victoria, especialmente contra tus mayores rivales.
Alguien lo empujó, empujándome, y tuvo que agarrarse de mi codo
para estabilizarse. Quería golpearlo, para quitarme sus manos de encima,
pero realmente me sentía como un coño.

—¿Estás bien?

Él asintió y dio un paso atrás. —Sí, perdón por eso. De todos modos,
no llegues demasiado tarde, todavía tienes escuela mañana.

El coño en mí se escapó y dejó al Adam de mierda. —Sí, lo sé, y para


tu información ni siquiera voy a la fiesta.

—¿No vas? —preguntó, ignorando mi actitud.

Me encogí de hombros. —No.

Roger evidentemente sintió que nuestra corta tregua había


terminado y se alejó un paso. —Bien, nos vemos en casa.
171
No respondí, pero lo vi irse, preguntándome como siempre lo hacía,
por qué mi madre no había venido con él. No podía culpar a Lori porque la
señora de al lado se sentará con ella. Solo podía suponer que a ella no le
importaba una mierda nada de lo que hacía: la historia de mí jodida vida.

—Hey —gritó Kirk en mi oreja—. ¿Estás listo para la fiiiestaaa?

—Sí, te alcanzaré —mentí—. Mi mamá necesita que llame a casa


primero.

Kirk levantó la ceja. Sabía que rara vez hacía algo que mi madre me
pedía, pero no había forma de que le dijera que me estaba perdiendo el
alcohol y las chicas solo porque había una cara perdida de la multitud esta
noche, y no había sido la de mi madre.

Antes de que comenzara el juego, durante el medio tiempo, incluso


en los puntos durante el juego, busqué entre la multitud y miré todas las
caras, pero ninguna de ellas había sido de Sarah. Una mezcla de ira y
desilusión surgió a través de mí; la rabia acumulándose en mí,
preocupándome. ¿Por qué demonios estaría allí después del truco que hice
con Mackenna? Si no hubiera sido un idiota tan enojado y estúpido,
estaba bastante seguro de que podría haber hecho que me creyera. Ahora,
ella ni siquiera me miraba, no le importaba asistir a uno de mis partidos.

Prácticamente toda la puta escuela había estado allí, pero no ella.


Sarah se había alejado, y el lamento agriaba mis entrañas, sin darme
ninguna inclinación por ir a la fiesta. Por un lado, Mackenna estaría allí y
casi la había cortado desde ese día cuando había diseñado que Sarah nos
encontrara. Ni siquiera había pensado en hacer algo para avergonzarla y
que se alejara de mí. Le dije que todo había terminado y eso fue todo. Sin
embargo, Mackenna White no se daba por vencida fácilmente y me había
bombardeado con mensaje de texto y voz: sabía que no debía acercarse a
mí en la escuela, estaba demasiado asustada de lo que podría hacer o
decir si lo hacía. Ella no necesitaba saber que me importaba una mierda,
172 pero quién sabe, mañana era otro día de mierda, así que podría cambiar
de opinión. Todo lo que sabía en ese momento, era que mi cabeza estaba
llena de Sarah Danes y lo jodidamente hermosa que se veía cuando se
corría encima de mis dedos.

No estaba seguro de lo que Dios me estaba mandando, pero el


sábado por la mañana cuando mi madre me pidió que recogiera a Lori de
la clase de baile porque ella y Roger iban a comprar un sofá, casi me
rompo en una maldita bola de felicidad. Lori no se había callado sobre el
hecho de que iban a hacer un poco de Street Dance una semana antes de
lo esperado y que Sarah dirigiría la clase. Sería la oportunidad ideal para
hablar con ella y convencerla de que lo de su padre no tenía nada que ver
conmigo. No delataría a los muchachos, pero me aseguraría de que ella me
creyera. Por qué estaba tan concentrado en eso, no sabía, no era como si
me importara la opinión de alguien sobre mí, pero Sarah se había metido
en mi cabeza hasta el punto de que ni siquiera podía pensar en qué cereal
quería para mi desayuno.

Mamá me había dado instrucciones claras de no dejar a Lori fuera


de mi vista después del incidente en el centro comercial, pero Roger le
había dicho que lo dejara ir y me había dejado veinte libras para llevar a
Lori a TJ's después. Sin embargo, no se me escapó que Roger había llevado
a Lori de vuelta a las tiendas por otro de esos jodidos cisnes feos para el
cumpleaños de mamá hace unos días. Entonces, por todo lo que trató de
meterse debajo de mi piel, hacer que me gustara, no era estúpido, y no
sería engañado por otro de los hombres de mi madre. Todavía tenía un
bulto en la parte posterior de mi cabeza de Eric para recordármelo. Sin
173 embargo, estaba agradecido, porque si llevara a Lori a TJ's, tal vez podría
persuadirla de que hiciera venir a Sarah también. No sabía cómo haría
eso, pero lo lograría de alguna manera.

La mayoría de los padres y madres, o quienes habían venido a


recoger a los niños, esperaban en la recepción del edificio en sillas que se
alineaban alrededor del borde, pero aparte del hecho de que no quedaban
asientos y olía a café rancio y maldita miseria, quería ver a Sarah hacer lo
suyo. Caminé por el corto pasillo hasta donde había una puerta doble en el
estudio y una ventana de visión unidireccional con otra línea de sillas
contra la pared opuesta. Había un hombre allí, estaba jugando en su
teléfono, mientras que las dos mujeres charlaban sobre alguna mierda
relacionada con los tiempos de recolección de basura.

Agarré una de las sillas, me dejé caer sobre ella y apoyé mis brazos
en la repisa de la ventana, agachándome para que mi barbilla estuviera
sobre mis manos. Inmediatamente mis ojos encontraron a Lori justo al
frente, poniendo todo en los movimientos que estaba haciendo. No estaba
seguro de que lo estuviera haciendo completamente bien. Estaba subiendo
y bajando, doblada por las rodillas en un movimiento brusco y sus brazos,
doblados por el codo, hacían lo mismo. Fue solo cuando miré al niño al
lado de Lori, un niño que parecía tener un mejor talento para eso, me di
cuenta de que era el robot lo que estaban haciendo. Esbocé una gran
sonrisa mientras veía la concentración en el rostro de mi hermana
pequeña. A ella le encantaba, aunque no fuera tan buena; Según mamá,
ella tampoco iba a ser bailarina de ballet, aparentemente era demasiado
pesada.

No pude escuchar lo que se dijo en el estudio, pero todos los niños


comenzaron a aplaudir, y Sarah apareció en mi vista, mientras caminaba
hacia el frente de la clase. Entonces ella estaba frente a mí, frente a los
niños y tuve la mejor vista de su trasero perfectamente redondeado en
mallas negras y ajustadas. Gemí en voz baja, recordando que no estaba
solo, y me incliné más cerca del cristal, desesperado por verlo mejor.
Joder, era perfecto. Todavía llevaba una camiseta holgada, pero era corta y
174 me dio un vistazo de su piel pálida y supe que tenía que volver a tenerla.
Cuando se inclinó por la cintura y pude ver el tenue contorno de una
tanga, no había duda de que haría lo que fuera necesario para asegurarme
de tenerla nuevamente.

Mis jeans se sentían un poco apretados mientras la veía caminar un


par de pasos con su trasero balanceándose sexualmente y luego aplaudir a
todos los niños. Con los brazos levantados, se veía más piel y pensé que se
me iba a reventar la cremallera.

—¿Terminaron? —preguntó el tipo del teléfono.

—Sí —respondió una de las mujeres y se acercó a mi silla—.


Jasmine ha estado tan entusiasmada con esta clase. No ha dejado de
hablar sobre la nueva maestra y lo bonita que es.

—Puedo ver por qué —murmuró el tipo por lo bajo, pero lo escuché y
me di la vuelta en mi asiento para mirarlo.
Dio un paso atrás ante mi repentino movimiento y cuando lo
inmovilicé con los ojos entrecerrados, al menos tuvo la sensatez de sentir
pena.

—¿Tu hija está ahí? —le pregunté deliberadamente.

No parecía mucho mayor de veinticuatro o veinticinco años, pero


llevaba un anillo de bodas, así que debería haberlo sabido mejor.

—Sí, la más pequeña con el cabello negro en coletas. —Me ofreció


una pequeña sonrisa, pero ya lo había marcado como un asqueroso.

—Sí, mi hermana también y la nueva profesora de baile es mi novia.

Las palabras salieron de mi boca incluso antes de considerar lo


jodidamente estúpidas que eran. Sarah Danes y yo ni siquiera éramos
amigos, y mucho menos nada más. Tal vez habiendo tenido mis dedos

175 dentro de ella, inconscientemente pensé que tenía algún derecho sobre
ella, pero eso estaba lejos de la verdad. Ni siquiera estaba cerca de que ella
me perdonara lo suficiente como para hablar conmigo, y mucho menos
cualquier otra cosa.

El chico bajó la mirada al suelo como un perdedor cuando sonó una


fuerte explosión de charlas y risas, y me di cuenta de que los niños salían
del estudio. Miré por la ventana y vi que Lori estaba tratando de levantar
la cremallera de su chaqueta rosa, pero, como siempre, estaba luchando.
Con la rápida decisión que el tipo que había venido a recoger a su hija no
valía la pena, me dirigí a la puerta para poder entrar al estudio y ayudar a
mi hermana pequeña. Cuando llegue allí, algo me llamó la atención y me
hizo latir el corazón con fuerza contra la caja torácica.

Sarah estaba de rodillas frente a Lori y la ayudaba con su abrigo.


Lori habló y Sarah asintió o sacudió la cabeza en respuesta a cualquier
mierda que mi hermana pequeña hubiera sacado de su boca. Una vez que
se abrochó el abrigo, Lori extendió la mano y envolvió sus brazos alrededor
del cuello de Sarah y la abrazó con fuerza. Sarah dudó en abrazarla al
principio, pero cuando Lori no parecía querer soltarla, sus brazos se
levantaron y se envolvieron alrededor del vestido de rosa de Lori y la
apretaron con fuerza.

La determinación de hacer que Sarah me creyera estalló en la vida, y


sabía que mi hermana era definitivamente mi arma secreta.

Cuando entré en el pasillo, Lori entró saltando por la puerta con una
gran sonrisa en su rostro.

—Adam —gritó ella—. Estás aquí.

—Hey, Muñequita.

—¿Dónde está papá?

Miró detrás de mí como si Roger también pudiera estar allí, pero


debería haberlo sabido mejor que eso. Tampoco se me escapó la noticia de
176 que no estaba esperando a mamá; la mujer realmente había dejado de
criarnos a los dos.

—Han ido a comprar un sofá nuevo, así que te llevaré a TJ's.

Sus ojos se agrandaron. —¿De verdad? ¿Puedo tomar un batido y


una hamburguesa con queso y papas fritas?

Le revolví el cabello. —Puedes tener lo que quieras. —Miré por el


cristal de la puerta del estudio—. ¿Qué hay de Sarah? ¿Crees que le
gustaría venir en agradecimiento por ayudarte ese día en el centro
comercial?

Gracias a Dios, mi hermana solo tenía ocho años y no entendía una


mierda, porque eso no había sonado casual en absoluto.

—¿Le pregunto, o quieres hacerlo tú? —Lori saltó de un lado a otro


en el lugar con las mejillas hinchadas con su sonrisa.
—Puedes preguntarle tú, decirle que quieres que venga para dar las
gracias. Quizás no mencionar que fue idea mía.

Ella ni siquiera lo cuestionó. —Bien, espera un minuto. —Ella


levantó un dedo en el aire y desapareció.

Metí mis manos en los bolsillos de mi chaqueta mientras esperaba lo


que parecían horas. Ni siquiera miré a través del cristal de la puerta en
caso de que Sarah me viera e inmediatamente dijera que no. Sin embargo,
tenía mi arma secreta y si alguien podía persuadirla, era Lori.

Después de años sangrientos, Sarah empujó la puerta con mi


hermana haciendo pucheros detrás de ella. No parecía que estuviera
llevando a dos chicas por hamburguesas.

—Hey, Lori —dijo Sarah cuando Lori se acercó a ella—. ¿Puedes


llevarle esto a Clarice por mí? Está en la oficina. —Señaló con una llave a
177 una puerta a un par de metros de distancia.

Lori puso los ojos en blanco. —Pueden hablar delante de mí —


suspiró ella—. Tengo ocho años, no soy estúpida.

Quería reír, pero logré detenerme. —Lo sabemos, Muñequita, Sarah


necesita hablar conmigo sobre cosas aburridas de la escuela, así que ve y
lleva la llave a Clarice.

—Bien. —Ella suspiró de nuevo—. Oh, por cierto, ella dijo que no a
las hamburguesas, así que la próxima vez que quieras llevar a mi
profesora de baile a una cita, pregúntale tú mismo.

Tomó la llave de Sarah y me lanzó una mirada que decía que


también estaba comprando su helado y luego se fue corriendo a la oficina.

—No sé qué estás tratando de hacer —siseó Sarah cuando la puerta


se cerró detrás de Lori—. ¿Pero no me has lastimado lo suficiente ya?
—Te dije que no fui yo. He corrido la voz en la escuela de que era
una mierda y nadie volverá a mencionarlo.

—Bueno, no tienes por qué molestarte, la señorita Daniels se


asegurará de que todos sepan la verdad.

—Y se les advertirá que no lo vuelvan a mencionar.

Cuando un pequeño aliento escapó de sus labios, mis ojos se


sintieron inmediatamente atraídos por ellos; estaban llenos y rosados.
Recordé su sabor y lo hinchados que se habían puesto después de besarla.

—Deja de mirarme. —Ella entrecerró los ojos sobre mí—. Tu


pequeño juego no va a funcionar, Adam. Sé que tienes a uno de tus amigos
para publicar esos volantes y también sé que usaste el teléfono de Alannah
para llevarme al pabellón deportivo esa tarde. Por lo que escuché, es el
típico truco que haces para aplastar a una pobre chica que fue tan
178 estúpida como para caer en tu encanto.

El odio puro confundió su tono, y sus brazos se envolvieron


protectoramente alrededor de su cuerpo, como si estuviera tratando
desesperadamente de evitar que entrara. Sin embargo, se olvidó, de que ya
la había visto sin sus barreras. La había sentido desmoronarse sin miedo,
y le había encantado. Esta chica me quería tanto como yo la quería, se
diera cuenta o no.

—Admito que lo de Mackenna fue una mierda, pero estaba tan


malditamente enojado contigo.

Sarah pareció sorprendida y retrocedió. —¿Tú estabas enojado


conmigo? Estás bromeando, ¿verdad?

—No me escuchabas. Te dije que no fui yo, no lo hice y no le había


contado a nadie lo que le pasó a tu padre, lo juro. Vi tu cara cuando me lo
dijiste. Incluso yo no me regodearía y usaría el dolor que sientes contra ti.
No soy una buena persona, Sarah, pero tampoco soy malvado.
Hablé en voz baja y lenta, con la esperanza de convencer a Sarah,
porque me gustara o no, los pensamientos sobre ella invadían
constantemente el espacio en mi cabeza. Si no podía probarla o sentirla
nuevamente, sabía que solo se volvería peor. Tenía miedo de volverme
adicto sin ninguna esperanza de arreglarlo.

Sarah me miró especulativa e inhaló antes de soltarlo lentamente. —


¿Cómo se enteraron entonces?

Dudé, sin tener idea de qué decir porque podría dejar caer a Tyler,
Ellis y Kirk desde una gran altura si decía algo incorrecto. Sarah solo
necesitaría una visita a la señorita Daniels para que el jefe investigara más
a fondo y, quién sabe, podría descubrir fácilmente la mierda que Kirk hizo
con la computadora de la escuela y el circuito cerrado de televisión. Eso
derrumbaría todo el castillo de naipes, especialmente para Ellis, por
muchas otras razones. Solo esperaba que no hubiera algún tipo de cámara
en la oficina de la fotocopiadora de la Sra. Stubbs, especialmente si
179 combinaba mi cara con las fotos de trasero fotocopiadas que habían sido
publicadas en toda su oficina.

—Puedes decirme, Adam —suspiró—. No lo voy a decir a ninguno de


los profesores ni a nadie más, lo juro. Solo quiero saber por qué.

—Porque te hice un objetivo —respondí honestamente—. Y lo siento.

—Pero por qué. ¿Por qué lo sientes? —gritó mientras aplastaba sus
palmas sobre su rostro—. Así tratas a las chicas. Las manipulas y luego
las haces sentir mal por eso.

Ella dejó caer las manos y me miró y por un segundo pareció que
podía llorar, pero no lo hizo. Sus hombros retrocedieron y enderezó su
columna vertebral para mirarme de nuevo.

—Fui estúpida por hacer lo que hice contigo. —Se inclinó más cerca
de mí—. Fue un error estúpido de juicio, pero no volverá a suceder. No
seré otra de tus víctimas, Adam —dijo lenta pero segura—. Tuviste tu
oportunidad conmigo, ahora déjame en paz porque no me uniré a tu
pequeño grupo chupa pollas.

Se puso una bolsa de lona en el hombro y me empujó con la cabeza


bien alta. La vi irse y me di cuenta de que mi adicción acababa de
empeorar, por el jodido infierno si Sarah Danes diciendo chupa pollas no
era la cosa más sexy del mundo.

180
20
SARAH Traducido por Pilar_GR
Corregido por Clau

Aparqué el auto de mamá frente al Tesco Express y busqué mi bolso.


Eran casi las nueve de la noche, ella no se sentía muy bien, tenía dolor de
garganta y apenas podía hablar, así que me ofrecí a ir a buscar algunas
cosas que podrían hacerla sentir mejor y los ingredientes para ayudarla,
181 sopa de pollo. Era la receta de mi nana, otro miembro de mi familia a
quien extrañaba muchísimo. Ella era la única abuela que había conocido y
era la madre de mi padre. Afortunadamente para ella, había fallecido casi
dos años antes que papá, porque tener que experimentar la muerte de su
único hijo de esa manera le habría roto el corazón. Ahora mamá era todo
lo que tenía, así que a pesar de que sentía que me había decepcionado,
estaba decidida a cuidarla.

Cuando llevé mi carrito al pasillo de alimentos frescos, miré mi lista


para verificar lo que necesitaba y me dirigí a las verduras. Las zanahorias
fueron las primeras en la lista, así que las alcancé, solo para que una
mano grande aterrizara sobre la mía. Me sobresalté y retiré mi mano. Con
una sensación de malestar estomacal, me di vuelta para mirar a quien
había pensado que estaba bien tocarme.

—Tienes que estar bromeando —gemí—. Me estás siguiendo.

Adam levantó las manos en un gesto de rendición y luego señalo con


la cabeza hacia su propio carrito. —Mi mamá me envió. Aparentemente, no
es suficiente con cuidar a Lori la mayor parte del día, también tengo que
hacer esto, porque ella no tiene la energía para comprar comida después
de comprar muebles para la sala de estar.

Ignoré la amargura en su tono y miré su carrito. Tenía leche, pan y


queso y también tenía una lista en el frente, así que sabía que estaba
diciendo la verdad.

—¿Y esperaste hasta las nueve de la noche para hacerlo? —


pregunté.

—Lo pospuse todo el tiempo que pude, al final tuvo que enviar a
Roger para obligarme a venir. En cambio, él se ofreció a hacerlo, pero
bueno, sabes cómo me siento con respecto a él. Supuse que mataría una
hora un sábado por la noche.

—¿Ninguna fiesta a la que ir? —pregunté, entrelazando mis palabras


182 con sarcasmo.

Adam se encogió de hombros. —No que yo sepa. ¿Por qué? ¿Sabes


del alguna a la que podamos ir? —Él movió las cejas—. Podríamos ir
juntos.

—No —respondí rápidamente—. No me gustan las fiestas y, desde


luego, no me gustaría ir contigo. Ahora, si no te importa, tengo cosas que
comprar.

Adam se hizo a un lado y agitó el brazo. —Adelante entonces.

Empujé mi carrito más allá de él y noté que él se acercó a un paso


de mí. Significaba que mi brazo rozaba su pecho y no pude evitar oler su
loción de afeitar.

¿Quién diablos lleva loción para ir de compras?

Después de escapar de Adam, me moví rápidamente por los pasillos


arrojando las cosas que necesitaba en el carrito, con la esperanza de no
tropezar con él nuevamente. No quería verlo o estar cerca de él, me
inquietaba. Hacía que mi cabeza zumbara con posibilidades; si tan solo
fuera una mejor persona. Ya estaba empezando a creer que estaba siendo
honesto acerca de no tener nada que ver con la mierda que se había
escrito sobre mi padre y ese pensamiento me hizo sentir estúpida e
ingenua. Sabía qué tipo de persona era, y era exactamente lo que me
habían hecho creer que haría; el problema era que sonaba bastante
genuino cuando lo había visto en el estudio de baile antes.

Decidí no perder más pensamientos sobre él y fui al estante de


revistas pensando que a mamá le gustaría leer un par mientras estaba
acostada en la cama. Cuando doblé la esquina, gemí, Adam ya estaba
hojeando lo que parecía una revista de fútbol. Traté de maniobrar mi carro
de vuelta por donde había venido, pero lo hice demasiado tarde y Adam
levantó la vista y me vio.

—Ahora, ¿quién está siendo una acosadora?


183
Su sonrisa y la palabra acosadora enviaron un escalofrío combinado
por mi columna vertebral. Me sacudí físicamente para sacarlo de mi
cuerpo.

—Necesito algunas para mi madre. —Cogí las dos más cercanas.

Adam rio. —Tu mamá lee sobre autos y… —Se agachó para mirar la
portada—. ¿Pesca?

Lo miré para ver una gran sonrisa en su rostro. Una sonrisa que
arrugó sus ojos. Parecía feliz y despreocupado con sus brazos en el suave
jersey de lana sobre una camiseta blanca levantada para mostrar sus
fuertes antebrazos.

—Podría hacerlo —Me mordí el labio para detener mi propia


sonrisa—. Deberías verla lanzar una línea.

Adam se echó a reír y dejó caer la revista de fútbol en el estante y


buscó otra.
—Aquí, prueba esta —dijo y me la entrego.

—¡Adam! ¿De verdad crees que mi madre querría esto?

Ambos comenzamos a reír, y se sintió bien no estar en un


enfrentamiento con él o intercambiando insultos. Sentirse como un
adolescente normal que podría coquetear con un chico guapo en el Tesco
Express.

Todavía riéndome, miré la revista de Pole Dancing for Beginners,


preguntándome si Mama se lo tomaría como una broma, cuando sonó un
disparo y la voz de un hombre cerca de nosotros gritó.

—Ahora cierra esa maldita puerta.

Sin dudarlo, Adam se acercó a mí y me agarró de la mano,


empujando ambos carros hacia un lado.

184 —Vamos —susurró y tiró de mi brazo.

No podía moverme. El miedo y el pánico se estaban instalando y


comencé a temblar. El sonido del arma rebotó alrededor de mi cabeza,
recuperando recuerdos que no quería allí.

—Sarah, por favor, tenemos que escondernos.

Simplemente me quedé allí, mirándolo, mientras esos recuerdos y


recordatorios no deseados de la peor noche de mi vida seguían
golpeándome el cerebro.

Adam miró hacia el techo antes de que su mirada volviera a mí. —


Está bien, Sarah —dijo en voz baja—. Puedo ver el espejo de seguridad,
solo hay un hombre y él está cerca de las cajas. —Se acercó a mí y colocó
ambas manos sobre mis hombros y me miró directamente a los ojos—. El
gerente y el asistente están allá arriba, pero no creo que él sepa que
estamos aquí, así que podemos escondernos. Hay una oficina justo al final
de este pasillo. ¿Crees que puedes venir conmigo? Si está abierta, podemos
escondernos allí.

Miré por encima del hombro hacia donde quería que fuéramos y
contuve el aliento. Era solo una pequeña tienda, pero estábamos en el
último pasillo, por lo que posiblemente podríamos llegar sin ser vistos.

—Estoy asustada, Adam —me quejé.

—Lo sé. Y sé que esto debe ser lo peor que te pueda pasar, pero
estaremos bien. Lo prometo, cuidaré de ti. —Su voz era suave y persuasiva
y cuando su mano ahuecó mi mejilla, no pude evitar inclinarme en su
toque—. Bien, tómalo con calma y quédate lo más callada que puedas. —
Bajó la mirada a mis pies y sonrió—. Gracias a la mierda, eres de esas
chicas a la que le gustan las zapatillas y no esos malditos zapatos de
prostituta.

185 Ni siquiera podía sonreír ante su intento de broma, estaba tan


petrificada. Adam me dio un gesto de aliento y luego tomó mi mano entre
las suyas y comenzó a guiarme por el pasillo hacia la puerta donde dijo
que estaba la oficina. Ya casi estábamos allí cuando el hombre volvió a
gritar y disparó otra vez. Me detuve y grité, aullando como si hubiera sido
el único disparo.

Adam puso una mano sobre mi boca y me rodeó con un brazo


cuando mi cuerpo comenzó a convulsionarse con sollozos. Me acercó y me
hundí contra su amplio pecho, agradecida por la pequeña sensación de
consuelo que me trajo, a pesar del miedo que aún me arañaba.

Con todo mi cuerpo temblando y mi pecho agitado, no había forma


de que pudiera caminar. Adam debe haberse dado cuenta también porque
me arrastró a sus brazos y comenzamos a movernos de nuevo.

—Joder, deténganse donde están. —Una voz retumbó detrás de


nosotros.
El aire dejó mis pulmones mientras los brazos de Adam se apretaban
a mi alrededor, su gran mano protegía mi cabeza.

—Te cuidaré —susurró contra mi oído—. Estaremos bien.

—Ven aquí ahora.

—Está bien, está bien —dijo Adam—. Ya vamos.

Comenzó a moverse lentamente, sus brazos todavía me ocultaban en


la seguridad de su cuerpo.

—Muévete y bájala. Ella necesita caminar hasta aquí.

—Ella está asustada hombre —retumbó la voz profunda de Adam—.


¿No puedes ver eso?

—No me importa. Bájala.


186 Adam dejó de caminar y me susurró al oído. —Estaré contigo, te
tomaré de la mano, pero tienes que caminar, Sarah, ¿de acuerdo?

—No me sueltes, por favor. —Alejé mi rostro de su pecho para


mirarlo. Sus ojos eran tan suaves y cariñosos que inhalé bruscamente un
sollozo y mi pecho se agitó.

—Te tomaré de la mano todo el tiempo, lo juro.

Lentamente me dejó caer sobre mis pies y puso una mano firme
sobre mi cintura mientras levantaba las cejas en una pregunta silenciosa.
Asentí y sentí su mano envolviendo la mía. Cuando me volví para mirar al
pistolero, me sorprendió ver lo delgado que era, pero mis ojos pronto
dejaron su cuerpo y su rostro enmascarado para enfocar el arma en su
mano.

—No —lloré, cuando lo vi apuntándome—. No nos dispares, por


favor. —El ruido comenzó en el fondo de mi estómago, pero cuando la
pistola vaciló frente a mí, se fue acumulando hasta que se hizo enorme;
perforando mis orejas y destrozando la tierra.

Mientras gritaba mi miedo y la culminación del dolor que había


experimentado durante el último año, escuché a Adam gritar detrás de mí.
Su voz era ansiosa y fuerte, y sentí que me arrastraban detrás de él. A
través de mis lágrimas vi su espalda y sentí su brazo alrededor de mi
cintura y mi cuerpo siendo empujado contra el suyo.

Hubo más gritos y luego Adam se volvió, agarró mis hombros y me


dio una sacudida. —Sarah, tienes que parar —gritó—. Tienes que estar
callada.

—No quiero morir, Adam —grité—. No quiero seguir el mismo


camino que mi papá. Mi madre, ¿qué hará mi madre?

Adam cerró los ojos y respiró. Una vez más, me atrajo hacia él y me
187 dejó un largo beso en la frente.

—Por favor, Sarah —susurró—. Por favor, intenta detenerte. Juro


que estaremos en casa pronto, pero tu llanto lo está poniendo ansioso.
Tienes que estar callada.

—Lo digo en serio, hombre —bramó el hombre enmascarado—.


Cierra la maldita boca, o yo lo haré.

Adam se volvió bruscamente. —Bien, ¿no ves lo jodidamente


asustada que está? Lo estoy intentando. —Se volvió hacia mí y me sacudió
mientras me miraba fijamente—. Tienes que parar, Sarah. Lo digo en serio,
detente ahora.

Su voz no era áspera, pero fue lo suficientemente fuerte como para


darme cuenta de que necesitaba escucharlo. Lentamente, mis gritos se
calmaron hasta quedar en hipo y una vez que el ruido casi se detuvo,
Adam se agachó y ahuecó mi cara.
—Te he visto contando tu respiración, así que hazlo conmigo ahora,
¿de acuerdo? —Él asintió y comenzó a contar a tiempo con cada sacudida
de su cabeza.

—Nueve. Diez. Eso es… —dijo con orgullo como si acabara de dar
mis primeros pasos—. Mantén tu respiración así, lenta y profunda, eso es.

—Ven aquí —gritó el pistolero—. Ahora.

Adam dejó escapar un profundo suspiro y sus fosas nasales se


dilataron. Estaba agotando un poco su paciencia, en cualquier otra
situación, estoy bastante segura de que la habría perdido. Tal como lo
había hecho en el pabellón deportivo con Davies, el chico que había sido
grosero con la hermana de los guardianes.

—Ahora, dije.

188 —Ya vamos, bien. Vamos —me dijo y agarró mi mano con fuerza,
dándole un apretón tranquilizador.

Mientras caminábamos hacia el hombre de la máscara, mis pies


comenzaron a arrastrarse, pero Adam estaba allí animándome a dar cada
paso. Cuando finalmente llegamos al frente de la tienda, el hombre nos
empujó hacia donde estaba una pareja de ancianos, el gerente y una
asistente estaban sentados en el piso, de espaldas contra la pared.

—Ve allí con ellos. —Él hizo un gesto con su arma.

La asistente se estremeció y dejó escapar un chillido, pero el gerente


le puso una mano gordita y reconfortante en el hombro. Ella lo miró y
extendió la mano para unir sus dedos con los de él. Me alegré de que él
pudiera consolarla. Mi padre estaba solo cuando perdió la vida y esa fue
una de las cosas que más me perseguía. Había muerto sin que nadie lo
abrazara mientras la vida se drenaba de su cuerpo. Si iba a morir en un
Tesco Express, al menos tendría a Adam conmigo.
Cuando me llevó a sentarme al otro lado de la pareja de ancianos, lo
miré y sonreí. —Gracias —susurré.

Me devolvió una suave sonrisa, lo que hizo que sus ojos brillaran, y
dio su respuesta apretando mi mano nuevamente. Cuando nos tiramos al
suelo, se volvió hacia la pareja de ancianos y ambos estaban pálidos y
demacrados.

—¿Están bien? —preguntó.

—Estoy tan asustada —dijo la señora—. No parece estable.

—Joyce, estaremos bien. Solo quédate callada y haz lo que dice


amor, y todo terminará pronto. —Su esposo tomó su mano entre las suyas.

Mi garganta se contrajo con la sensación de que iba a vomitar. Sabía


que solo haría que el hombre se enojara más, así que respiré hondo para

189 tratar de calmarme. Puse mis manos en el suelo para estabilizarme e


inmediatamente el dedo meñique de Adam se unió al mío. Era su forma de
decirme que estaba allí sin decir las palabras.

—¿Dónde guardan el dinero? —le gruñó el hombre al gerente.

—Solo hay lo que está en la caja —respondió—. Voy a la caja fuerte a


las ocho todas las noches.

—Es cierto —dijo la asistente con un pequeño asentimiento—. Cada


noche.

—Estás mintiendo —espetó.

—Lo juro, no estoy mintiendo. Puedes revisar la oficina.

El hombre miró por la tienda hacia la oficina donde Adam y yo


íbamos a escondernos. Nos miró y luego finalmente a la puerta cerrada.
Parecía estar pensando en su mejor plan de acción y esperaba que eso no
incluyera matarnos.
—Tu —dijo, y apuntó con el arma a la asistente—. Toma el dinero de
la caja.

—Yo lo hare —dijo el gerente, moviéndose para ponerse de pie.

—No, ella lo hará. —Él volvió a apuntarle con el arma—. Ahora.

La asistente que llevaba una insignia que decía “Rita” en ella, se


puso de pie y se dirigió a la caja. Me sorprendió lo lenta y tranquila que
estaba considerando que había una pistola apuntando hacia ella. Miré al
pistolero y lo vi limpiarse una gota de sudor de la parte de la frente que no
estaba cubierta por la máscara, que en realidad era solo una bufanda de
lana atada a su cara.

Cuando Rita abrió la caja registradora y sacó todo el dinero,


tirándolo a una bolsa de plástico, sonó la bocina de un automóvil y todos
saltamos, el pistolero más que el resto de nosotros. Se acercó a la ventana
190 y miró a través, mirando el pequeño aparcamiento exterior.

Adam se inclinó más cerca de mí. —No tiene idea de lo que está
haciendo —susurró.

Mi boca se abrió por la sorpresa. Supe instintivamente lo que estaba


pensando.

—Adam no. —Sacudí la cabeza con los ojos muy abiertos—. Por
favor.

—Puedo con él, Sarah. Soy más grande que él, está drogado y es
jodidamente estúpido.

—Cállate —gritó el pistolero—. Te lo dije, no hables. —Se volvió hacia


Rita—. Qué mierda te está tomando tanto tiempo, date prisa.

—Ya voy —dijo ella con voz temblorosa—. Aquí tienes.


Ella le pasó el dinero al hombre que bajó su arma a un lado
mientras él miraba dentro de la bolsa. Adam se movió a mi lado y supe que
iba a tratar de saltar sobre él, pero no podía dejarlo. ¿Cómo podría verlo
tomando un disparo y muriendo? Nunca superaría la muerte de alguien
más en mi vida por unos cientos de libras.

—Vete —Mi voz salió más fuerte de lo que esperaba y llamó su


atención—. Tienes el dinero, así que vete.

Cuando el hombre volvió a levantar su arma y me miró, escuché a


Adam gemir a mi lado.

—¿De verdad crees que solo me voy a ir para que ustedes llamen a la
policía? —respondió—. ¿Piensas que soy estúpido?

Me recosté contra la pared y la mano de Adam agarró la mía.

191 —Lo siento —dije y agarré sus bíceps—. No podía dejarte intentarlo.
No podría verlo dispararte.

Exhaló lentamente y besó mi sien. —Está bien. Entiendo.

—Eso espero, porque me salvaste esta noche y solo quería salvarte.

La forma en que sus ojos brillaban mientras me miraba me


calentaron las entrañas con una profunda sensación que solo podía
suponer que provenía del miedo que me inundaba. Solo podía verlo a él y
todas las cosas que pensé que serían posibles si él fuera una mejor
persona, de repente parecían más alcanzables.

Alcé la mano y besé su mejilla. —Gracias por cuidarme.

—No vamos a morir, Sarah —dijo con una pequeña risa—. Nos
vamos a casa pronto.
—Dije que jodidamente no hables. —El pistolero nos acechó con la
bolsa en una mano y la pistola apuntando a Adam en la otra—. Necesitas
estar quieto a menos que quieras ser el primero.

—No —lloré levantando mis manos hacia él, con las palmas hacia
adelante—. Por favor no. Estaremos callados.

El hombre apretó el gatillo y lo apuntó, su mano temblorosa lo hizo


tambalear entre nosotros dos. Había desafío en su mirada inyectada de
sangre, y sabía que ya había tomado una decisión.

Cerré los ojos, contuve el aliento y esperé para unirme a mi papá.

Considerando que no hace mucho tiempo quería estar allí con él,
quería morir, pero ahora estaba mejorando cada día. Quería vivir, crecer y
seguir perdiendo el dolor alrededor de mi corazón. Tenía los ojos bien
cerrados, pero podía sentir en mis huesos que el frío acero del arma me
192 apuntaba. Sabía sin ninguna duda que la bala saldría del cañón e iría
directo a mi corazón. Yo era a quien elegiría matar primero.

Contuve el aliento e imaginé la cara de mi padre mientras me


preparaba para el olvido, pero el dolor y la negrura nunca llegaron, en
cambio el brazo de Adam fue arrancado de mi agarre. Mis ojos se abrieron
y grité cuando se arrojó sobre las piernas del hombre que sostenía la
maldita pistola con el cañón ladeado.

Cuando sonó el disparo, estaba segura de que Adam debía haber


recibido el disparo. Mi corazón se detuvo y todo a mí alrededor sonó
aletargado y distorsionado; como si el mundo fuera más lento mientras
ambos volaban por el aire hacia mí. Luego, sin previo aviso, mi pulso volvió
a la acción y los gritos se volvieron cristalinos cuando un par de ojos
muertos me miraron. Rita y Joyce estaban gritando, el gerente de la tienda
gritaba una y otra vez, mientras que todo lo que podía hacer era gritar y
agarrarme el cabello en silencio mientras miraba los dos cuerpos que
habían aterrizado a mi lado.
Después de una eternidad de tiempo que flotaba en el aire, Adam
finalmente rodó sobre su espalda, respirando pesadamente mientras
dejaba que sus brazos cayeran al suelo a un lado de su cuerpo. Mi pecho
se agitó cuando lo miré, esperando desesperadamente que hablara, o se
moviera de nuevo, para mostrarme que no estaba herido.

Cuando hizo una voltereta para sentarse, finalmente apagué la


angustia de mis pulmones.

—Adam. —Me acerqué a él y literalmente me arrojé encima de él—.


Estúpido idiota, ¿por qué hiciste eso? Oh Dios mío.

Me aferré a él y solté un sollozo, apretando mis brazos alrededor de


su cuello mientras él se movía hacia adelante.

—Estoy bien —dijo él contra mi cabello—. Excepto que no puedo


respirar.
193 Aflojé mi agarre. —Lo siento, pero tenía mucho miedo. Pensé… —Me
giré para mirar el cuerpo del pistolero.

—No, no mires. —Inmediatamente me atrajo hacia su pecho,


protegiendo mi vista—. No quiero que mires. Mantén tu rostro cerca de mí.
—Él nos maniobró a ambos para ponernos de pie, con sus manos fuertes y
apretadas sobre mí todo el tiempo.

—Creo que deberíamos llevar a todos a la parte trasera de la tienda


—escuché decir al gerente.

—Sí —respondió Adam y con mi cara todavía acunada contra él,


lentamente nos acompañó por el pasillo en dirección a nuestros carros
abandonados.

Una vez que nos reunimos, Joyce comenzó a llorar.

—Pensé que nos iba a matar a todos —sollozó cuando su esposo la


tomó en sus brazos.
—Gracias, hijo —le dijo el anciano a Adam—. Pero fue una maldita
estupidez lo que hiciste.

—No podía arriesgarme a no hacerlo. —Adam me miró y tragó


saliva—. Se estaba desesperando demasiado.

—La policía debería estar aquí pronto —dijo Rita sentándose en el


suelo—. Presioné la alarma de pánico cuando fui a buscar el dinero.

El gerente se pasó una mano por la cara. —Mierda, Rita, si te


hubiera visto.

—Bueno, no lo hizo, así que puedes dejarme tener el día de mañana


libre como agradecimiento. —Ella le sonrió, pero noté el temblor en su
barbilla.

—Es lo menos que puedo hacer.

194 Solo unos segundos después escuchamos sirenas y vimos el destello


azul que iluminaba las paredes y el techo; La policía había llegado.

Todavía estaba en los brazos de Adam cuando finalmente salimos al


estacionamiento que era un zumbido de actividad de la policía y los
paramédicos. Tan pronto como sentí el aire fresco de la noche en mi piel,
me apartó suavemente y me miró.

—¿Estás bien? —preguntó, pasando las manos por mi cabello, mis


hombros y mis brazos.
Con lágrimas rodando por mis mejillas, asentí. —Estoy bien, te
aseguraste de que estuviera bien. Te aseguraste de que todos estuviéramos
bien. Gracias.

Me acercó de nuevo y me abrazó. Me estremecí al sentir presionar


sus labios contra mi frente.

—Oigan, ustedes dos necesitan venir aquí y que los revisen —dijo un
oficial de policía—. Vean a los paramédicos, pero luego tendremos que
hacerle algunas preguntas, ¿está bien?

—Sí, claro —respondió Adam y cuando me estremecí de nuevo, me


abrazó con más fuerza—. ¿Tienes algo para calentar a mi amiga? Ella ha
tenido un gran shock, su padre murió en el robo de una joyería.

—Oh, cariño, lo siento mucho. —El oficial de policía me pasó una


mano por la espalda y lo extraño que noté fue que no me encogí por su
195 toque.

—Vamos —continuó—, vamos a calentarlos a ambos, tomaremos sus


declaraciones y luego podrán irse a casa.

Adam tomó mi mano entre la suya, y tal como lo había hecho


durante la última hora más o menos, no se apartó de mi lado hasta que
finalmente nos permitieron ir a casa con nuestros padres tres horas
después.
21
ADAM Traducido por Pilar_GR
Corregido por Clau

Me senté en la cama. Mi piel estaba empapada por el sudor y mi


respiración eran solo fuertes jadeos. Tuve una pesadilla y volví a la tienda,
solo que esta vez no lo ataqué y lo derribé, y fue Sarah quien recibió un
disparo en el pecho. Su cuerpo sin vida estaba apoyado contra el mío con
196 su mano aún sobre mi bíceps, pero no importaba cuánto la sacudiera o
gritara en su cara, ella no se despertaba. Había sido aterrador y se sentía
tan jodidamente real, que incluso grité su nombre cuando desperté,
sacudiendo las mantas mientras luchaba por qué despertara.

Me froté la cara con una mano abierta y me recosté contra las


almohadas mientras intentaba desterrar las imágenes de mi cabeza. Pude
mantenerme cuerdo en la estación cuando estábamos dando nuestras
declaraciones, pero en el momento en que entré a la casa después de que
mamá y Roger me llevaron a casa, corrí a mi habitación y cerré la puerta.
Roger llamó en silencio unos minutos más tarde, pero lo ignoré y fingí
estar durmiendo. Sabía que solo quería verme, pero prefería lidiar con todo
lo que había sucedido solo.

No pasó mucho tiempo después de que escuché a mamá llorar y


decirle a Roger que no debería haberme enviado a comprar, que podría
haber esperado hasta la mañana. Sin embargo, me alegré de haber estado
allí. Si no hubiera estado, no estaba seguro de que Sarah se hubiera
mantenido unida y el tipo que robaba el lugar era tan errático que sabía en
mi corazón que él le habría disparado, como en mi sueño.

Mientras yacía en mi cama, la casa se sentía demasiado tranquila.


Sabía que era temprano, pero no podía escuchar nada, ni crujidos ni
gemidos, ni siquiera el sonido de los suaves ronquidos de Lori flotando
hasta mi habitación. Me sentí agitado y no podía esperar a que saliera el
sol y que los ruidos habituales del desayuno sonaran. Cogí mi teléfono de
la cómoda junto a mi cama y miré la hora; 4 am. Me preguntaba si Sarah
estaría despierta, si las imágenes de la noche anterior también estaban
interrumpiendo su sueño. Tenía su número; Lo envié a mi teléfono cuando
usé el de Alannah, actuando como si el mío estuviera muerto. En ese
momento no estaba seguro de si alguna vez lo usaría, pero nunca había
considerado que, si lo hacía, sería para comprobar que estaba bien
después de que casi la mataran a tiros.

Cerca del final, cuando nos apuntó con esa pistola, mantuve mi
197 mirada fija en él todo el tiempo. Si iba a dispararme, me miraría a los ojos
mientras lo hacía, pero no había duda de dónde apuntaba su arma, y no
era a mí. Él iba a matar a Sarah y hacerme mirar, solo para probar un
punto en algún tipo de jodido concurso de meadas. Simplemente no podía
sentarme allí y mirar eso, así que me lancé por él. Gracias a Dios, estaba
loco por algo porque con lo errático que estaba, sus reflejos eran lentos, y
no me había visto venir cuando lo golpeé en la polla y lo envié volando. No
había necesitado mucho para apuntar desde el pecho de Sarah al suyo y
con todo el empujón había apretado el gatillo y… bang, estaba muerto.

—Joder —murmuré en la oscuridad cuando todo comenzó a jugar de


nuevo en mi cabeza.

No podía manejarlo, necesitaba salir de la casa, o al menos ver a


Sarah. Marqué su número y me sorprendió cuando respondió al tercer
timbre.

—Hola —susurró ella—. Adam, ¿eres tú?


Solté un suspiro de alivio y me senté. —-¿Como supiste?

—No estaba segura de quién más me podría llamar a las cuatro de la


mañana. ¿Supongo que obtuviste mi número del teléfono de Alannah?

Sonreí. —Sí. ¿Muy obvio?

—Un poco. —Hizo una pausa durante unos segundos, pero aún
podía escuchar su respiración—. ¿Tú tampoco puedes dormir? —preguntó
finalmente.

—Lo hice, pero tuve una pesadilla, supongo que ser asaltado en un
Tesco Express al conseguir leche te hará eso.

—Supongo. ¿El oficial que tomó tu declaración en la estación te dijo


que el hombre era un drogadicto?

—Sí —suspiré—. Dijo que él también estaba sin hogar. Todas las
198 mejores personas vienen a Maddison Edge.

Sarah se rio suavemente en el otro extremo de la línea y fue un gran


sonido, principalmente por el hecho de que ella todavía estaba aquí para
hacerlo.

—¿No volverás allí? —preguntó.

—No, aparentemente el CCTV 8 lo grabó todo. Estaba claro que


estaba tratando de… —Hice una pausa, pensando cuidadosamente en mis
palabras, no queriendo decir que estaba tratando de salvarle la vida. No
quería que pensara más en lo que podría haber sucedido. Estaba tratando
de resolver la situación.

—Eso es bueno —dijo en voz baja—. No sería justo. Nos salvaste.

8 Circuito Cerrado de Televisión


—Sí, lo principal es que estamos a salvo —respondí—. De todos
modos, ¿cómo está tu madre? Esto tiene que haber sido doblemente duro
para ella.

—Está bien. Lloró mucho y tuve que evitar que durmiera en la silla
al lado de mi cama, pero sobre todo está enojada. Además de estar en
peligro, ha resucitado mucho odio hacia el hombre que también le disparó
a mi padre. Lo trajo todo de vuelta y desenterró algunos recuerdos y
sentimientos de mierda.

Me moví de nuevo y cambié la posición de mis almohadas, quería


estar cómodo mientras hablaba con Sarah porque no quería que nada me
distrajera de tener una larga conversación con ella. En el camino a casa,
Roger me había rogado que hablara con él y con mamá al respecto, pero
me había callado, la única persona con la que quería hablar ahora estaba
al otro lado de la línea.

199 —Lo entiendo totalmente —respondí—. Es una maravilla que ella no


haya decidido encerrarte en la casa por el resto de tu vida.

Sarah hizo un suave gemido y pensé que tal vez iba a llorar, pero
siguió hablando, su voz llena de resignación.

—Me iba a disparar.

Su declaración me sorprendió. Pensé que siempre tendría que


ocultarle ese hecho, pero alguien debe haberle dicho.

—¿Alguien dijo algo? —le pregunté.

—No —suspiró—. Solo lo sentí. Cuando él agitaba el arma entre


nosotros y cerré los ojos, supe que sería yo. —Soltó el aliento y tuve la
sensación de que estaba tratando de ordenar sus pensamientos, así que
me quedé en silencio y esperé hasta que estuvo lista—. Quiero que sepas
algo, algo importante.
—Bien —respondí tentativamente—. Pero no tienes que decirme, ni
siquiera somos amigos, recuerda.

Sarah soltó una carcajada. —Creo que puedes decir con seguridad
después de esta noche y cómo me ayudaste, que somos amigos. Estoy
bastante segura de que estaría muerta ahora si no fuera por ti.

No quería mentirle y negarlo. No tuve ningún problema en mentirle a


la mayoría de las personas, pero de alguna manera no parecía correcto
hacerlo con ella. Lo quisiera o no, en cuestión de semanas Sarah Danes
había comenzado a cambiarme y no estaba seguro de estar listo para eso.
Tampoco estaba seguro de si podría cambiar totalmente o si era solo por
Sarah, la chica del cabello dorado que trataba de actuar de forma valiente
todos los días.

—¿No tienes miedo de que se los diga a todos? —pregunté, cerrando


los ojos y esperando que ella viera algo de luz en mí—. Sabes que no soy
200 una buena persona, Sarah.

Quería poder decirle que llevaría su secreto a la tumba, pero ¿y si el


odio negro dentro de mí significaba que lo usaría contra ella? No quería
hacerle eso, pero ¿y si no tuviera otra opción?

—Creo que eres una mejor persona de lo que crees que eres. —Su
voz sonó baja—. Y no tengo miedo de que lo hagas. Después de esta noche,
me di cuenta de que la vida es demasiado corta como para tener secretos,
particularmente aquellos que te retienen, los que te hacen ahogarte en la
miseria. Todo lo que haces es pasar tu tiempo escondiéndote de la vida e
intentando asegurarte de que nadie descubra tu verdadero yo. Es lento y
agotador.

Ella tenía un punto. Había pasado los últimos nueve años


guardando un secreto que pensé que haría que la gente, mis amigos,
piensen menos de mí. Sin embargo, para mantener ese secreto, me
convertí en el tipo de persona que a nadie le gustaba o le importaba una
mierda de todos modos.
—Si me lo dices, te daré un secreto mío a cambio —ofrecí mientras
levantaba el edredón contra el frío de mi habitación.

—No tienes que hacerlo —respondió Sarah—. Pero si quieres, estaré


encantada de hacer un pacto contigo.

—Oh sí —me reí—. ¿Qué sería?

—Si le cuentas a alguien mi secreto yo contaré el tuyo.

Mi primer instinto fue decirle que se fuera a la mierda, no podía ser


chantajeado, pero entonces el sentido común entro en acción. Era Sarah,
no era así, estaba tratando de aclarar el hecho de que ambos estábamos a
punto de hacerlo, decirle al otro algo que podía rompernos.

—Eso es un trato. Entonces, quieres que vaya primero. —Estaba


más que dispuesto a hacer eso para demostrarle que podía confiar en mí.

201 —No —exhaló—. Debo decirlo ahora antes de perder el valor.

—Bien, entonces dime.

Sarah se aclaró la garganta. —Y-yo, mierda, pensé que esto sería


más fácil.

—No tienes que decirme. —Mi corazón se retorció por ella; Era obvio
que, fuese lo que fuese, le causaba mucho dolor. El dolor que tuvo que
soportar además de eso lo sintió por la pérdida de su padre.

—Sí, quiero —continuó, y la escuché respirar profundamente—.


Intenté suicidarme hace tres meses.

Sus palabras me golpearon como una colisión frontal con un


monstruo gigante. Ella había querido morir.

—Sarah —susurré su nombre en la oscuridad. Mi garganta se sentía


llena de preocupación y arrepentimiento por cada cosa horrible que le
había dicho; el jodido truco de mierda que los muchachos le habían
jugado—. ¿Por qué?

Sentí la bilis crecer en mi garganta al pensar que podría haber sido


alguien como yo quien la había presionado para que tomara una decisión
tan desgarradora; una decisión que probablemente mataría a su madre a
su vez.

—Sarah, ¿qué pasó? ¿Por qué? ¿Fue por perder a tu padre?

—No como tal, pero —suspiró—, ese es otro secreto, pero supongo
que no puedo dar uno sin el otro.

Algo se estrelló dentro de mi cerebro. Lo que sea que fuera tenía que
ser demasiado grande para contarle a un estúpido idiota que disfrutaba
intimidando a las chicas y haciéndolas sentir como una mierda. —No,
Sarah, no tienes que decirme. No quiero que me lo digas.
202 Cerré los ojos contra las palabras que sabía que vendrían. Había
llegado tan lejos y si había aprendido algo sobre Sarah en las últimas
semanas, era que era valiente, y vería que no decirlo era de cobardes.

—Fui violada —dijo en voz baja—. Había un maestro en mi última


escuela y cuando mataron a mi padre, vio que estaba sola.

La escuché respirar y pude imaginarla frotando su muñeca o


envolviendo un brazo alrededor de su cintura. Todo lo que decía ahora
estaba allí, lo sabía. Estaba luchando para superar las cosas más horribles
que le podrían pasar a una mujer, todo el tiempo ella estaba afligida. Esta
chica, esta pequeña con el cabello dorado, era más valiente de lo que le
había dado el jodido crédito.

—Se aprovechó de mí, Adam. Vio que mi madre no estaba haciendo


frente y me había dejado mentalmente, y me hizo pensar que me estaba
cuidando, pero no lo estaba. Explotó mi infelicidad y me violó. Y luego —
dijo con una ligera risa—, trató de decirme que lo amaba, que nos
amábamos y que solo estaba asustada por la profundidad de mis
emociones.

—El jodido bastardo. —Acerqué mis rodillas a mi estómago cuando


un dolor agudo me golpeó—. Dime que está jodidamente muerto, Sarah, o
al menos en prisión.

Comencé a respirar con dificultad mientras esperaba que me dijera


lo que necesitaba escuchar, porque, aunque apenas la conocía, tenía una
gran necesidad de protegerla. Desde el momento en que la había visto, me
había fascinado hasta el punto de quererla más que a cualquier otra chica.
La traté como una mierda porque no podía expresar mis propios
sentimientos sin herir a los que me rodeaban. Era una vorágine de ira y
dolor. Todos quedaron atrapados en el tornado de mi vida y fueron
sacudidos hasta el punto de dolor por mi culpa. Sarah había sido una de
esas personas y, sin embargo, había intentado con todas sus fuerzas
hacerme frente, alejarse del vórtice, mientras que todo el tiempo lidiaba
203 con algo tan monstruoso que la había llevado a intentar quitarse la vida.

—N-no entiendo —tartamudeé—. ¿Cómo sobreviviste a todo? ¿Cómo


pasas cada día?

—Solo lo hago, tengo que hacerlo. Sé que apenas nos conocemos,


pero finalmente quería compartir mi secreto.

—Qué jodidamente irónico que quieras compartirlo conmigo, el


idiota que ha estado haciendo que tu vida sea una mierda desde que
llegaste aquí.

Hubo silencio en la línea, y me pregunté si Sarah se había dado


cuenta de que había hecho una mala elección al decirme, pero luego
escuché algo en el otro extremo de la línea.

—Sarah, ¿sigues ahí?

—Sí, lo siento, escuché a mi madre ir al baño, pensé que podría


venir a verme.
Miré hacia el techo sin poder ver nada en la oscuridad, excepto
imágenes parpadeantes de Sarah con dolor por la pena, el miedo y la
desesperación.

—¿Qué le pasó a ese bastardo, Sarah? —susurré.

—El jurado no me creyó —respondió, y mis entrañas comenzaron a


arder de ira—. Fue mi madre quien descubrió lo que estaba pasando y
llamó a la policía. Fue arrestado y tuve que testificar. —Sus palabras
fueron apresuradas pero claras como si necesitara sacarlas antes de que la
envenenaran—. Fue un testimonio anónimo dónde yo era la señorita A. y
él les dijo a todos que éramos amantes y que me enojé cuando terminó
nuestra aventura. El jurado le creyó, le creyeron cuando dijo que me había
guardado la ropa interior que me había arrancado del cuerpo como
recuerdo de nuestra primera vez y le creyeron que yo era solo una perra
vengativa.

204 Sarah sonaba derrotada y deseé haber ido a hablar con ella con
todas mis entrañas. ¿Cómo podría abrazarla y consolarla a dos millas de
distancia?

—Mierda, lo siento, Sarah.

—Se pone peor —dijo con un tembloroso aliento.

—¿Peor? —pregunté incrédulamente—. ¿Qué tan peor?

—Para mí lo fue. Perdió su trabajo, así que dejó la ciudad y yo volví a


la escuela.

—Eso es bueno, ¿no?

—No cuando casi todas las personas en la escuela me odiaban y se


aseguraron de que lo supiera. Era un maestro muy popular; uno de esos
geniales y fáciles, ya sabes el tipo.

—Sí, pero, aun así, él te violó —siseé.


—Según ellos, le había arruinado la vida, así que estaban decididos
a arruinar la mía.

—¿Qué hicieron los maestros al respecto?

—No mucho —dijo Sarah con la voz plana y desinflada—. La


directora le dijo a mi madre que el rumor eventualmente moriría. Algunos
de los padres de los niños de GCSE9 incluso se quejaron de mí, diciendo
que, si sus hijos no pasaban el examen de arte sin él, sería mi culpa.

—Jodidos coños.

Sarah se echó a reír. —Sí, bueno, esa es una palabra para ellos.

—¿Sabes a dónde fue?

—Ni idea, pero sé que está de vuelta en la ciudad.

205 —¿Dónde vivías?

El corazón me dio un vuelco porque lo primero que pensé fue que se


refería a Maddison Edge.

La escuché respirar pesadamente y deseé nuevamente poder ir a


verla.

—Sí, donde solía vivir. El pueblo del que me tuve que ir.

—Bastardo.

El silencio cayó entre nosotros. Quería llenarlo, pero no estaba


seguro de qué decir. Qué palabras se decían para algo tan horrible. No era
como si estuviéramos realmente cerca y no sabía cómo apoyarla, aparte yo
era un jodido joven de diecisiete años que no tenía idea de cómo tratar a
las personas, menos a las chicas hermosas y torturadas.

9 Certificado General de Educación Secundaria (General Certificate of Secondary


Education)
Finalmente, Sarah comenzó a hablar. —Lo odio, Adam. Odio que
siga adelante con su vida, más o menos, yo tuve que alejarme. Tuve que
ver a mi madre derrumbarse nuevamente y odio vivir con esos recuerdos
de mierda por el resto de mi vida.

—No puedo creer que se le permita regresar allí.

—En lo que respecta a la ley, no hizo nada malo, excepto que, según
él, tuvo una relación sexual con un alumno.

—Lo mataría por ti si pudiera. —Mierda, nunca había escuchado


nada tan desgarrador en toda mi vida. Ya había pasado lo suficiente y el
bastardo enfermo se había aprovechado de eso—. Estoy tan jodidamente
feliz de que no hayas logrado matarte, porque eso habría significado que él
gano.

—Sí, bueno —respondió—. Estoy tratando de ser más fuerte para


206 demostrar que no lo hizo. Fue un momento de debilidad y lo lamentaré por
el resto de mi vida.

—¿Cuándo? —pregunté frunciendo los ojos y haciendo una mueca—


. ¿Cuándo intentaste, ya sabes, suicidarte?

—Después del juicio… —Se aclaró la garganta—. Cuando mis amigos


y la mayoría de la escuela se volvieron contra mí. Cuando todos me
acusaron de mentir y creyeron su versión de los hechos. Se suponía que
era un secreto, no se informó ni se agregó a mis registros, así que no sé
cómo, pero alguien en la escuela se enteró y pensó que era su deber decirle
a todos.

Cómo se había desmoronado en los pasillos la semana pasada volvió


a mí. Tyler, Kirk y Ellis habían forzado una repetición de toda la mierda
por la que había pasado en su otra escuela. No era inocente en eso. Yo
había sido quien llamó su atención. Yo había sido quien le había puesto
un blanco en la espalda y la había señalado desde el momento en que
puso un pie en la escuela.
—Lo siento mucho, Sarah —gruñí—. Más de lo que nunca sabrás.

—Ya paso.

—No —me metí—. Me refiero a todo lo que te he hecho pasar.


Realmente deberías odiarme y lo entendería si lo hicieras.

—Te lo dije, creo que eres una mejor persona de lo que realmente
sabes, Adam, y me salvaste la vida, así que creo que te debo una.

—Solo hice lo que pensé era mejor.

—Sí, y eso fue para salvarme a mí y a todos los demás en esa tienda.

Nos quedamos en silencio por un rato, ninguno de los dos habló,


pero tampoco colgamos. Creo que los dos estábamos felices de tener a
alguien más al final de la línea. Alguien en la sala con quien compartir
nuestros pensamientos internos.
207
—Supongo que es mi turno ahora —dije eventualmente.

—Solo si quieres —respondió Sarah—. Pero tengo que decir Adam,


dudo que me superes.

El sonido de su diversión iluminó un poco mi oscuridad y en


cuestión de segundos me uní a ella en una carcajada y luego comencé a
contarle mi secreto.
22
SARAH Traducido por Pilar_GR
Corregido por Clau

—Tienes razón —dijo Adam—. No es tan grande como el tuyo.

—Si no quieres que la gente sepa, hay una razón para eso, una
razón que es tan importante para ti como la mía para mí.
208
Adam se rio al final de la línea. —Eres jodidamente increíble, ¿lo
sabes?

—No sé sobre eso. Sólo sé que mi padre hubiera querido que luchara
y me costó hacer lo que hice para darme cuenta de eso. Sabes, creo que él
me miraba con desprecio todo ese tiempo, especialmente esa noche que
traté de terminar con todo. —Sonreí al pensar en lo protector que siempre
había sido y posiblemente todavía era mi padre.

—¿Cómo fue? —preguntó Adam.

—Me corté una muñeca y luego me desmayé cuando vi la sangre.

—Yo, mierda, Sarah —dijo Adam con una suave risa—. Odio decir
esto, pero eso es…

—¿Irónico? —Me reí a pesar de hacer una mueca—. Sí, sé que por
eso me gusta pensar que fue mi papa quien me ayudó. Entonces, dime tu
secreto. ¿Qué es lo que te tiene despierto por la noche?
No estaba segura de cuánto tiempo más podría aguantar, porque
decirle a Adam todo me había exprimido como un trapo. Me sentía cruda y
cansada, pero sabía que era importante para él decírmelo.

—Ni siquiera estoy seguro de por qué nunca se lo dije a nadie,


bueno, sí, pero ahora parece bastante trivial.

—Nada es trivial si te molesta —susurré, acurrucándome más bajo


mis mantas.

—Bueno, mi papá se fue cuando yo tenía cinco años. Mamá lo echó


para ser más exactos y no tengo idea de a dónde fue. Recibí un beso en la
cabeza, me dijo que me amaba y luego se fue. Eso fue lo último que vi de
él.

—Eso debe haber sido horrible. Dios, Adam, ¿solo tenías cinco años?

209 —Sí, fue malo, y recuerdo haber llorado durante toda una semana,
pero mamá seguía diciendo que estábamos mejor sin él. Aunque no le creí.
El hombre me enseñó a jugar fútbol y a andar en bicicleta, me amaba y yo
lo amaba. Lo creas o no, eso no es lo que me tiene tan jodido en la cabeza.
—Suspiró y luego continuó—: Cuando se fue, mamá comenzó a salir con
todos estos hombres diferentes, el primero a largo plazo era un tipo
llamado Dean, él fue genial y me llevó a pescar o a partidos de cricket a
pesar de que ambos me aburrían. Duró alrededor de seis meses hasta que
no pudo soportar más el estado de ánimo de mi madre. Jimmy fue el
siguiente y duró mucho más. Se quedó por tres años y es el padre de Lori.
No me gustaba tanto, pero estaba bien y no me gritó ni me golpeó; en
realidad no se comunicó conmigo de ninguna manera para ser honesto.
Entonces mamá descubrió que estaba embarazada y Jimmy se fue. Se
llevó un montón de nuestras cosas con él, incluida mi Xbox, algunas de
las joyas de mamá y nuestro televisor, pero nos dejó algo; toda una carga
de deudas, oh y a Lori, por supuesto.

—¿Entonces eso significa que Roger no es el padre de Lori? —Me


sorprendió. Ella era muy parecida a él y parecían cercanos.
—No, Jimmy lo es, pero nunca la ha visto y no quiere verla. Le envió
un mensaje de texto a mamá para decirle eso justo después de que ella
naciera.

—Oh, Dios mío, no —susurré al sentir un dolor en el pecho al


pensar en alguien que no quería a la dulce y pequeña Lori.

—Sí, un verdadero encanto. Entonces, ese fue el “papá” número tres


desaparecido. O me gusta pensar en él, como el Stepdick10 Número 2. —
Adam soltó una carcajada vacía—. Eso también me molestó, que mamá me
hizo llamarlos papá. Lo odiaba jodidamente.

—Especialmente si todavía extrañabas a tu verdadero padre —


ofrecí—. No puedo imaginar llamar a nadie más papá, nunca.

—Sí, bueno, ella no lo entendió y pensó que solo estaba siendo un


idiota al respecto.
210 Adam dejó escapar un largo suspiro y tuve la sensación de que su
secreto estaba a punto de ser revelado. También tuve la sensación de que
era algo de lo que no debería avergonzarse.

—Así que mamá decidió que necesitábamos un nuevo comienzo y


una amiga suya le contó acerca de este pequeño pueblo a las afueras de
Manchester llamado Maddison Edge, donde un amigo suyo tenía una casa
para alquilar y también sabía que había un trabajo en la biblioteca local
porque un administrador y su amigo le habían ofrecido entrevistar a
mamá.

—Wow —respondí—. Qué suerte, mi madre tuvo que ir a Bidston


Green a una hora de distancia para conseguir su trabajo. Y tu mamá
estaba embarazada, fue mucha suerte que estuvieran dispuestos a
aceptarla.

10 Juego de palabras entre padrastro y polla.


—Sí —gimió Adam—. Estoy bastante seguro de que el amigo de
mamá era un hombre casado que solo la quería fuera de la ciudad, por lo
que involucró a su amigo, quien hizo algunas cosas. De todos modos, tenía
nueve años y mamá estaba embarazada de Lori.

—¿Y ahí es donde entra Roger?

—No, él es papá número cinco. Stepdick Número 4, puedes creerlo.


Él entró en nuestras vidas hace aproximadamente un año y medio y nos
mudó casi de inmediato. Él y mamá se casaron hace un año. El viejo Roge
que quiere ser mi padre, pero nunca lo será. Ninguno de ellos es lo
suficientemente bueno como para llenar sus zapatos.

—Pero aun así te dejó —susurré.

—Lo sé, y todo se debe a mi mamá. Ella quemó sus fotos, Sarah. Ella
le dejó muy claro que no podía volver a verme, no le importaba cómo me
211 afectaba que fuera una perra con él.

—Lo siento mucho, Adam.

—Está bien —respondió—. Me acostumbré a que él no estuviera


cerca, fueron todos los otros imbéciles con los que ella trató de
reemplazarlo por lo que la odiaba, especialmente Eric. Fue cuando
comenzó a trabajar en la biblioteca que lo conoció.

Adam se calló y lo escuché moverse y me pregunté si había


cambiado de opinión acerca de decirme.

—Adam, no tienes que hacer esto, sabes.

—No, quiero hacerlo. Me dijiste algo mucho peor y debería dejar de


ser un jodido cobarde al respecto. Entonces, nos mudamos aquí, conoció a
Eric y un mes después él se mudó y una vez más me animaron a llamarlo
papá; pero para entonces había perdido el respeto que sentía por mi madre
y no iba a hacerlo y se lo dije a Eric la noche que se mudó. Y esa noche…
—Hizo una pausa y tosió, y contuve el aliento esperando que su historia
no se pareciera en nada a la mía—. Bueno esa noche, cuando mamá se fue
a la cama temprano porque ya tenía seis meses de embarazo, me llevó a la
cocina, me lavó la boca con jabón y luego me dio un puñetazo.

Jadeé y me llevé una mano al pecho mientras imaginaba a un Adam


de nueve años siendo golpeado por un hombre que había sido traído a la
casa para ser una figura paterna para él.

—¿Le dijiste a tu mamá? —le pregunté empujando una mano contra


mi pecho tembloroso.

—Sí —respondió Adam en voz baja—. Le dije al día siguiente y me


quitó el balón por una semana por mentir.

—Oh, Dios mío, Adam.

Ahora entendía por qué era tan hostil con Roger. Probablemente no

212 confiaba en él para que no se fuera como los otros cuatro hombres que se
suponía que habían sido su padre.

—Ella nunca me creyó la segunda, tercera o cuarta vez, así que dejé
de decirle después de eso —continuó Adam—. Aunque a veces pienso que
ella lo sabía. Sin embargo, Eric trajo buen dinero a la casa, dijo que la
amaba y que cuando Lori nació, admitió que no tenía mucho interés en
ella, pero no odiaba que ella estuviera cerca. ¿Por qué mamá arriesgaría
eso por un niño bobo de nueve años? Me pegaba casi dos o tres veces a la
semana, a veces peor que otras, pero nunca donde se viera. La única vez
que pareció preocupado fue cuando me golpeó en la nuca con el cinturón y
la hebilla me abrió la cabeza. Era una cosa cuadrada fea y grande con su
inicial en el medio.

Me sentí mal al pensar en lo que había pasado. Había perdido a mi


padre de la peor manera posible, pero al menos me había amado y
apreciado durante los diecisiete años que lo había tenido. Lo que era peor,
Adam parecía seguro al respecto.

—¿El hospital lo denunció cuando te llevó a ser cosido? —pregunté.


—No me llevó; era un guardia de urgencias, así que siempre
teníamos mierda que había tomado de ahí tirada en la casa. Me remendó
con unos puntos de mariposa y me dijo que le dijera a mi madre que me
había caído en el jardín.

—¿Y nadie sospechó nunca? ¿Ninguno de tus maestros o amigos?

—No, me aseguré de usar siempre un chaleco o una camiseta debajo


de la camisa de mi escuela.

Mi estómago se revolvió cuando la línea quedó en silencio. Debe


haber estado tan asustado y nervioso todo el tiempo, siempre
preguntándose cuándo vendría la próxima paliza.

—¿Tu mamá nunca dijo nada?

—No, ella dijo que nunca lo supo porque Eric siempre lo hacía

213 cuando ella no estaba cerca. Sin embargo, debería haberse preguntado por
qué me había vuelto tan introvertido y de mal humor de repente. Incluso la
mamá de Ellis notó el cambio en mí, y solo habíamos sido amigos durante
unos meses. Sin embargo, como dije, tal vez el miedo a perder a Eric era
peor que la idea de que su hijo fuera golpeado.

Ese fue solo un escenario horrible, pero mi madre se había perdido


las señales también.

—Entonces, que sucedió al final. ¿Cómo se detuvo?

—El día que cumplí catorce años. Para entonces yo tenía casi un
metro ochenta de altura, así que cuando vino hacia mí, lo golpeé primero
—respondió Adam, su tono bajo y duro.

Y ahí estaba, “Lo golpeé primero”. Eso es lo que había estado


haciendo toda su vida desde entonces.

—No mucho después de eso —continuó Adam—, conoció a una


mujer en un viaje de chicos a Benidorm y nunca regresó. Dejó a mamá en
la estacada, pero al menos no me golpearon más y Lori no pareció
extrañarlo, pero él no hizo mucho con ella de todos modos. Una vez que se
fue, fue cuando mamá empezó a hacer preguntas y decidió creerme.

—Cinco años, Adam —lloré, mi voz se rompió en su nombre—. Te


golpeó durante cinco años y tu mamá dijo que no tenía idea. ¿Nadie más lo
notó o lo detuvo? —El teléfono tembló al lado de mi oreja cuando mi mano
comenzó a temblar cuando pensamientos de lo perdido y solitario que
debía haberse sentido pasaron por mi mente. Tenía solo nueve años y debe
haber estado tan asustado todos los días.

—Sí, cinco años, Sarah. Cinco años que actúe como un marica. Dejé
que ese hombre me pusiera las manos encima y lo escondí porque tenía
miedo de que si decía algo dejara a mamá, y entonces Lori no tendría un
padre, o peor aún, nos mandarían a casas de cuidado y Lori y yo nos
separaríamos. No habría sido capaz de soportar eso, y no quería tener que
mudarme de nuevo; me encantaba estar aquí. Era el primer lugar que se
214 sentía como un hogar desde que mi padre se había ido. Tenía amigos, los
niños me querían y… —suspiró—. Los niños me tenían miedo. Ya sabes lo
que dicen, el acosado se convierte en el matón, bueno, eso era cierto para
mí. Me golpeaban en casa, pero en la escuela, incluso entonces, yo
gobernaba los pasillos. Una vez que llegué a la escuela secundaria,
empeoré porque me junté con estudiantes de sexto grado que pensaban
que su mierda no apestaba, supongo que su actitud se me contagió.

Todo sobre Adam encajó en su lugar. Todas las razones por las que
trataba a las chicas como si no fueran nada. Por qué siempre daba el
primer golpe. Por qué humillaba a las chicas cuando terminaba con ellas.
Era todo lo que había conocido durante gran parte de su vida. Era la forma
en que su madre había sido tratada por todos los hombres con los que
había estado, aparte de Roger, y en cuanto a él, Adam simplemente no
confiaba en que no sería como todos los demás y finalmente los dejaría.

—¿Por qué mantenerlo en secreto ahora? —pregunté.


—Porque si no lo hago, todos la juzgarán —respondió con un
tembloroso aliento—. Todos dirán que es una mala madre y que debería
haber hecho algo para protegerme, y…

—Y ella debería —solté—. Es tu madre, es su trabajo, Adam.

—Sí, lo sé —espetó—. Pero ella es mi madre y solo yo puedo decir


eso de ella. ¿No puedes decir eso de tu madre también? ¿No dijiste que tu
mamá no te había vigilado?

Suspiré porque tenía razón. —Sí, tienes razón, ¿pero cinco años?

Me resultaba muy difícil creer que su madre no lo supiera. ¿Cómo


podría no haber sabido lo que le estaba pasando a su hijo debajo de sus
narices? Mi abuso ocurrió fuera de casa, por lo que mamá no tenía una
forma real de saber exactamente qué estaba mal conmigo, pero estaba
segura de que ella habría notado moretones en mí.
215 —Además, si la gente en la escuela descubre que me golpearon
hasta que mi espalda y mi estómago estaban negros y azules, ¿no crees
que alguien probará suerte conmigo y cree que está bien derribarme? Mi
credibilidad sería una mierda.

—¿Y qué? —grité—. Ser conocido como un matón no es increíble. No


es así como quieres que te recuerden. Si te permites ser tú mismo, te
sorprenderías de cuántas personas realmente querrían ser tu amigo
porque te quieren, Adam, no porque te tengan miedo.

—Y qué hay de mis amigos —gruñó él—. La gente les tiene miedo,
por mi culpa. Tienen a todas las chicas en la escuela detrás de ellos, por
mi culpa.

Me senté y saqué las piernas de la cama. —Entonces déjalos hacerlo


por su cuenta, pero no puedes seguir siendo el acosador. Tienes que parar
y solo ser tú. Solo sé Adam Hudson, el brillante jugador de fútbol y amante
de Napoleón Bonaparte. Sé el chico que realmente tiene un gran corazón si
solo lo dejara salir de vez en cuando.
Él resopló una risa vacía y dejó escapar un suspiro. —¿Cómo puedo
ser alguien diferente cuando toda mi vida está planeada para mí?

—No tiene que ser así —respondí mientras me levantaba y caminaba


hacia la ventana de mi habitación para bajar las cortinas a la oscuridad
silenciosa afuera—. No eres Eric y no eres su hijo. No tienes su mala
sangre dentro de ti.

—Quiero decir que estoy siendo forzado a conseguir un trabajo,


cuando en realidad quiero ir a la UCL y estudiar historia —se quejó—.
Mamá dice que no pueden permitirse enviarme, y ni siquiera se molestó en
rellenar mis formularios de préstamo estudiantil. Así que tengo que
conseguir un trabajo cuando realmente quiero aprender sobre el mundo y
lo que era y lo que podría llegar a ser. Quiero viajar y descubrir otras cosas
que no sean complejas jugadas de conjunto que podrían conseguirnos un
gol en un partido. Necesito seguir aprendiendo, Sarah. Necesito ver cosas
que cambiaron el mundo, necesito ir a la universidad para tener esa
216 oportunidad, pero no tengo ninguna maldita opción. ¿Cómo diablos
cambio lo que soy si no puedo ser lo que quiero o necesito?

Me detuve con las manos en las cortinas cautivadas por la pasión de


Adam por las cosas que no creía tener ninguna posibilidad de tener.

—Todo lo que ha sucedido en tu vida te ha convertido en la persona


en la que te has convertido y la mayor parte de eso no fue tu culpa; pero si
no paras, ¿cómo puede alguien simpatizar con tu situación?

—No quiero una maldita simpatía —soltó—. Solo quiero vivir mi vida
como quiero, pero si no puedo no veo cómo voy a cambiar.

—Cambiarás porque te mantendrás firme, Adam. Le dices a tu


mamá que vas a UCL. Les dices a las personas que ya han tenido su
juventud lo que quieres hacer con la tuya y te apegas a ello. Si no lo haces,
te convertirás en un producto de las circunstancias y eso te llevará por un
camino muy equivocado.
Solté un suspiro, no solo porque me había puesto nerviosa decir
esas palabras al chico que había acosado a mis amigas y había dejado
claro que tampoco le caía bien, sino porque yo también necesitaba
escucharlas. También eran mi mantra y necesitaba decirle a mi madre que
no iba a hacer idiomas en Lancaster después de un año. Tomaría ese año y
lo pasaría preparándome para la Universidad de Kingston y cursando una
carrera en enseñanza de danza y coreografía.

—Vaya, buen discurso. —Respiré aliviada por su tono ligero.

—Sí —respondí mientras me recuperaba en mi cama—. Es lo que


necesitaba decirme a mí misma también.

—¿Cómo?

—Solo digamos que mi madre y yo hemos tenido una conversación


similar sobre la Universidad de Kingston. Quiero estudiar danza y
217 coreografía para enseñar o trabajar en cine y televisión; ella quiere que yo
estudie idiomas y luego muera de aburrimiento como secretaria bilingüe.

Adam se echó a reír a carcajadas y me alegré porque no se hubiese


ofendido por mis palabras, porque realmente pensaba que era una mejor
persona de la que se daba crédito. No era demasiado tarde para que todos
los demás también lo supieran.

—Entonces, ambos podríamos terminar en Londres —dijo con un


tono coqueto.

Sonreí y no quería pensar en lo que podría significar esa declaración.


Lento, pequeños pasos eran lo que se necesitaba en esta amistad.

—Sí, y tal vez nos veremos para tomar un café alguna vez. Aunque
me estoy tomando un año, entonces podrías estar esperando por un
tiempo.

—¿Lo estás?
—Sí —respondí pesadamente—. Después del año que tuve, mamá y
yo estuvimos de acuerdo en que no estaba lista para la universidad.

—¿Y qué harás en ese año?

Me encogí de hombros a pesar de que Adam no podía verme. —No


estoy segura. No sé si estoy lista para viajar, especialmente porque tendría
que hacerlo sola, así que tal vez ayudaré a Clarice a tiempo completo; o
consiga un trabajo de algún tipo. Realmente no lo he pensado, ya sabes
con todo lo que sucedió.

—Entiendo —dijo Adam con voz suave y gentil—. Lo hago


totalmente.

—Bueno, todavía está oscuro, pero estoy completamente despierta,


así que creo que empezare por comer tocino y huevos para el desayuno.
¿Qué harás tú?
218 —Um, no estoy seguro, tal vez empiece esa nueva hoja y hago lo
mismo. Podría hacer el desayuno para todos. O tal vez seguiré actuando
como un imbécil por el resto del día y luego le diré a mamá y a Roger que
voy a intentar enviar una entrada tardía a UCL una vez que tenga mis
resultados.

—¿Crees que se lo tomarán bien?

—Ni idea. Solo sé que mamá piensa que soy una mierda en la
escuela y que solo soy capaz de tener un trabajo de mierda durante los
próximos cincuenta malditos años.

—Bueno, diles lo contrario. Hazles saber que eres un genio de la


historia y las matemáticas. Piensa en ello como tu Batalla de Austerlitz y
muéstrales cuán fuertes son tus flancos derecho e izquierdo.

Sonreí al escuchar la risa de Adam al otro lado de la línea. Lo que


había sido una noche horrible había resultado en algo positivo al menos:
Adam y yo teníamos una especie de amistad, y finalmente podría tener el
descaro de cambiar su futuro.

—Está bien —dijo y bostezó—. Puede que tú estés muy despierta,


pero creo que yo todavía tengo la capacidad de dormir un par de horas
más, así que te dejaré ir.

—Está bien y gracias por vigilarme.

Él suspiró. —Ningún problema, para eso están los amigos.

Nos despedimos, luego la línea se cortó y de repente no me sentí tan


despierta. La luna todavía proyectaba patrones plateados a través de la
ventana, así que quizás un par de horas más de sueño, no era una mala
idea. Me deslicé de regreso a la cama y me acurruqué, me quedé dormida
durante otras tres horas, hasta que el desayuno en la cama de mi madre
me despertó, a quien le di la más grande y brillante sonrisa.
219
23
SARAH Traducido por Pilar_GR
Corregido por Clau

Al entrar a la escuela el lunes por la mañana, estaba bastante claro


que todos habían escuchado lo que nos había sucedido a Adam y a mí.
Grupos de chicos se agruparon susurrando e interrumpiendo sus
conversaciones mientras me acercaba, algunos incluso me tomaron fotos
220 en sus teléfonos.

—Al menos esto significa que se han olvidado de la porquería de mi


padre —le murmuré a Alannah cuando entramos a nuestra clase de
francés—. O tal vez la amarga ironía de esto disparará aún más el chisme.

—No puedo creer lo tranquila que estás. —Me miró con cautela
mientras dejábamos caer nuestros libros sobre el escritorio—. Pensé que te
estarías volviendo loca y tal vez ni siquiera vendrías a la escuela hoy.

Llamé a Alannah para contarle lo que había sucedido, y ella fue la


que se había vuelto loca. Cuando mencioné que había sido Adam quien me
mantuvo a salvo, pensé que ella podría haberse desmayado, se quedó tan
callada. Finalmente, ella se aclaró la garganta y dijo: “Simplemente no
esperes que siga siendo una persona decente, Sarah, solo porque estuvo
frente a la muerte”. No le conté sobre nuestra conversación telefónica en
las primeras horas de la mañana. No quería una conferencia de ella, pero
tampoco quería tener que decirle de qué hablamos.
Adam y yo habíamos acordado que serían nuestros secretos, pero no
podía decir que no me preocupara que Alannah tuviera razón, y que el
volviera a ser el Sr. Cabeza de Mierda y les contara a todos, todo lo que le
había dicho en confianza. Estaba dudando de mi decisión y solo esperaba
no estar equivocada acerca de él.

—Estoy bien —le dije a Alannah.

No le dije que mamá había llamado a Eleanor, mi terapeuta, e


insistió en una sesión inmediata a través de Skype, o que la noche en la
tienda no había sido tan mala como ser violada por uno de mis maestros
porque había tenido a Adam conmigo.

—¿Estás segura? —preguntó ella, su tono suave y cariñoso—. Debe


haber traído tantos recuerdos.

—Fue difícil —admití—. Y estaba tan asustada en ese momento, pero


221 no sé, Alannah, me siento un poco… —Hice una pausa mientras trataba
de encontrar las palabras para transmitir cómo me sentía—. En paz
supongo.

—¿En paz? —Se levantó las gafas y arrugó la nariz—. ¿Cómo?

Me encogí de hombros. —No lo sé. Se siente como si hubiera


ayudado a cerrar un capítulo en mi vida. Como si fuera el final de las
cosas malas.

Alannah se sentó en su silla y miró el escritorio. Ella no me


entendió, lo sabía, pero no podía decirle que parte de mi limpieza había
venido de hablar de mi violación e intento de suicidio con Adam. Se sentía
como si me hubieran quitado diez pesas de los hombros, no solo una.

—No voy a mentir, Sarah —dijo Alannah eventualmente—. No


entiendo cómo no gritas en un rincón y te niegas a salir de tu habitación,
nunca, pero si te sientes bien, me alegro. Me dirías, ¿verdad? si alguna vez
sientes la necesidad de gritar en un rincón.
—Sí, Alannah, lo prometo.

Le di una sonrisa y me alegré de que ella hubiera sido la encargada


de cuidarme, porque se estaba convirtiendo en una muy buena amiga.

Había estado buscando a Adam toda la mañana, pero no lo había


visto ni a él ni a sus compañeros. Cuando me senté a almorzar con
Alannah y Amber, mi corazón falló al menos tres veces mientras entraba
en el comedor y me sorprendió. No me había dado cuenta del efecto que
222 estaba empezando a tener en mí. El hecho de que se veía caliente no
ayudó. Caminaba con sus jeans y camiseta habituales, pero hoy llevaba
un par de Adidas y una gorra de béisbol que había bajado por encima de
sus cejas.

—¿Cree que es una maldita celebridad o algo así? —preguntó Amber


con un resoplido de risa—. Escondiendo su rostro de los paparazzi.

Si tuviera que apostar por eso, diría que lo ha usado para verse aún
más sexy debido a toda la atención que seguramente recibiría hoy; pero
elegí callarme. Si Alannah no entendía cuánto Adam me había ayudado
esa noche, Amber ciertamente no lo haría.

Cuando los cuatro se acercaron a nuestra mesa, sentí que mis


piernas comenzaban a temblar y busqué debajo de mi jersey mi muñeca.
Estaba nerviosa acerca de cómo Adam se comportaría conmigo, si me
daría esa sonrisa arrogante y luego anunciaría a todos que quería
contarles mis más oscuros secretos.
Eres mi brillo de sol, mi único brillo de sol

Tú haces…

Adam me miró y cuando sus ojos se encontraron con los míos,


levantó la punta de su gorra y me dio la sonrisa más suave. Estaba lleno
de luz y energía y me hizo sentir esperanzada de que tal vez nuestra
amistad nos ayudaría a los dos de alguna manera.

Cuando se detuvo en nuestra mesa, contuve el aliento y esperé a que


mis esperanzas fueran diezmadas por él.

—Hey, Sarah, ¿cómo te sientes? —preguntó él con la preocupación


reflejada en sus ojos.

Me quede sin aliento, entre esperanzada y asustada.

—¿Estoy bien, tu?


223
Se encogió de hombros, se quitó la gorra, se alborotó el cabello y
luego se la volvió a poner. —Bien.

Su mirada permaneció clavada en la mía y supe que estaba tratando


de decirme mucho sin tener que decir las palabras. Estaba allí para mí,
había tenido otra pesadilla, no iba a dejar que ganara el hombre que casi
nos mata, y lo más importante es que mis secretos estaban a salvo con él.

—¿Vamos a almorzar o no? —gimió Ellis—. Me muero de hambre.

Adam puso los ojos en blanco y se volvió hacia él. —Sí, solo dame un
segundo.

—Oh, mierda. ¿Tenemos que jugar bien con ella ahora que los ha
unido un arma apuntando a sus cabezas? —dijo Kirk con una carcajada.

Adam se volvió hacia él. —Cállate, idiota insensible. ¿Tienes idea de


por lo que pasamos?
Todo el comedor quedó en silencio cuando Adam agarró la camisa de
Kirk.

—Me pregunto por qué soy amigo tuyo a veces. —Adam se enfrentó a
Kirk—. No eres más que un imbécil.

—Fue solo una puta broma. —Kirk retrocedió de Adam—. ¿Desde


cuándo no puedes tomar una broma?

—Vamos chicos —dijo Tyler mientras los separaba—. Ambos dejen


de actuar como idiotas y comamos algo.

Adam soltó la camiseta de Kirk y dio un paso atrás. —Vendré en un


minuto, y me sentare aquí.

Sin mirarme a mí, a Alannah ni a Amber, sacó un taburete de debajo


de la mesa y se sentó.

224 —Parece que tenemos una mesa nueva, muchachos. —Ellis golpeó la
espalda de Kirk—. Entonces, tomemos algo comida antes de que me coma
tu maldita cabeza grande y gorda.

—A ustedes chicas, no les importa que nos sentamos aquí, ¿verdad?


—Adam miró alrededor a los rostros silenciosos que miraban fijamente en
el comedor y luego levantó una ceja interrogante a un chico y una chica en
la mesa de al lado. Cuando volvieron a su comida y todos los que nos
rodeaban comenzaron a hablar de nuevo, se volvió hacia nosotras y me
dirigió una sonrisa.

—Entonces, ¿realmente has estado bien? —preguntó.

Asentí y tragué el enorme nudo en mi garganta. —Sí bien. ¿Tu?

—Bien, bien. Roger organizó algunas sesiones de terapia para mí,


pero no estoy seguro de necesitarlas.
Puse mi mano sobre la suya y nuestros ojos se encontraron cuando
algo tácito pasó entre nosotros. El aire estaba muy cargado, y tenía el
deseo de sentarme allí todo el día solo sintiendo el calor de su piel.

—Creo que deberías —dije en un trago—. Ve a la sesión de terapia.


No tienes idea de cómo algo así puede afectarte.

Se inclinó más cerca de mí y me susurró al oído—: Quise decir lo


que dije, Sarah, no le diré nada a nadie sobre lo que hablamos.

Se quitó la gorra de nuevo y la puso sobre la mesa. Su cabello


colgaba en sus ojos, lo que lo hacía lucir juvenil y lindo, y mi corazón dio
un vuelco.

Lamiéndose los labios, me dio una sonrisa tímida y justo cuando


comencé a sentir emoción por lo que iba a decir, dos bandejas aterrizaron
sobre la mesa.
225 —Te conseguí algo para almorzar —dijo Kirk hoscamente—. Ofrenda
de paz.

Adam lo miró y luego a la bandeja con una ensalada de pollo y una


manzana. —Gracias, pero también debes disculparte con Sarah.

—Oh, Dios mío —susurró Alannah—. ¿Qué demonios has hecho con
el verdadero Adam Hudson?

Le di unos ojos muy abiertos y me volví hacia Kirk. —Está bien. No


necesitas hacerlo.

Sacudió la cabeza y empujó un cuenco hacia mí. —Sí, necesito


hacerlo, así que te conseguí un budín.

—¿Qué es? —No era amante de los postres y esto se parecía a una
mancha marrón en medio de natillas.
—Jam roly-poly11, aparentemente —respondió Kirk con una mueca—
. No para mí, pero pensé que te gustaría.

En realidad, no me gustó su aspecto, pero había sido lo


suficientemente bueno como para disculparse, así que lo recogí de la
bandeja y lo puse delante de mí.

—En serio —dijo Alannah con el ceño fruncido—. ¿Estoy en coma y


soñando todo esto?

—No —respondió Amber—. Todo es extrañamente real.

—Puedes ir a sentarte a otro lado —ofreció Adam mientras tomaba


su cuchillo y tenedor.

—Estábamos aquí primero. —Alannah sonaba vacilante, pero lo miró


directamente a los ojos.

226 —¿Y por qué eso me impediría hacer que te muevas? —Se echo
hacia atrás.

Inhalé bruscamente y miré a Adam, que había comenzado a cortar


su pollo. La decepción que sentí al ver cómo era, después de todo lo que
nos habíamos dicho, parecía que un peso de plomo había caído en la boca
de mi estómago. Él nunca cambiaría, y yo era estúpida incluso al pensar
que podía.

Me volví hacia Alannah para sugerir que, de hecho, nos


separaríamos de ellos, cuando Adam me detuvo en seco.

—Estoy jugando contigo, Alannah. Decidí dejar de ser una idiota


alrededor de ustedes, chicas. Casi recibir un disparo cambia un poco a
una persona.

11El jamón roly-poly, el pudín de manga de camisa, el brazo del hombre muerto o la
pierna del hombre muerto es un pudín británico tradicional, probablemente creado por
primera vez a principios del siglo XIX.
Había dicho todo lo que quería en una frase y su ego debió pensar
que eso debería ser suficiente explicación. Aparentemente, él tenía razón,
era perfectamente suficiente, porque Alannah levantó silenciosamente su
cuchara y comenzó a comer su ensalada de frutas.

No para Amber, al parecer.

—En serio —siseó Amber—. ¿Eso es todo lo que obtenemos como


explicación para que pases de ser un idiota a un ser humano normal?

Adam se encogió de hombros. —No estoy seguro de qué más puedo


decir.

—Bueno, ¿qué tal una disculpa para empezar? —Los ojos marrones
de Amber brillaban de ira cuando se inclinó sobre la mesa más cerca de
Adam—. Hiciste de mi vida una miseria, y entonces ¿solo porque casi
recibes una bala en la cabeza, se supone que debemos perdonarte? Ah, y
227 para tu información, el hecho de que no te mataran a tiros es muy
desafortunado.

—Amber —jadeó Alannah al mismo tiempo que agarró mi


antebrazo—. No puedes decir cosas así.

Estaba tan sorprendida por el comentario de Amber que no pude


hablar. Me senté a mirarla con la boca abierta. Ni siquiera había pensado
en lo de mi padre hasta que Alannah casi me cortó el suministro de sangre
en el brazo. Me había sorprendido porque era algo tan vil decirle a alguien.

Adam me miró con la mano apretada sobre el tenedor y me miró con


cautela. Le di un guiño imperceptible y dejé escapar un suspiro largo y me
volví hacia Alannah.

—Está bien —susurré—. Ella no lo sabe.

—Por supuesto que lo sabe —dijo Kirk con una sonrisa—. Recibió el
mismo memorando que todos los demás.
—Kirk —gruñó Adam—. ¿Por qué no mantienes la maldita boca
cerrada?

—¿Qué? Yo no he dicho nada —dijo las palabras, pero la forma en


que entrecerró los ojos hacia Adam me dijo que sabía exactamente lo que
había dicho y la furia que ardía en los ojos de Adam me dijo que él
también lo sabía.

—Muévete —dijo Ellis mientras él y Tyler llegaban a la mesa con sus


almuerzos.

Kirk pasó al siguiente taburete, por lo que estaba frente a Adam.

—Lo siento.

Adam no respondió, pero afortunadamente la situación parecía estar


difusa cuando regresó a su almuerzo y Amber sacó su Kindle y con un

228 suspiro comenzó a leerlo.

Alannah se inclinó para susurrarme al oído. —Esto es tan extraño,


que tienes que admitirlo.

Miré alrededor de la colección de personas en la mesa y asentí. —Sí,


tienes razón.

No estaba segura de qué más hacer, tomé mi budín y metí una


cuchara, recogiendo un poco de la espesa gota junto con un poco de
crema.

Cuando lo puse en mi boca al principio no sabía tan mal, pero


cuando comencé a masticarlo sabía a masa grasa. Miré a Kirk, que me
estaba mirando con una sonrisa, y no quería parecer grosera después de
que él me lo consiguió, así que asentí y sonreí.

—Um, encantador.
Kirk continuó mirándome mientras comía dos cucharadas más y me
pareció extraño que estuviera tan interesado en lo que pensaba de su
oferta de paz, pero cuando sentí que la picazón comenzaba en el fondo de
mi garganta, supe exactamente qué había hecho.

Arrojé la cuchara hacia abajo y me agarré a la garganta. —¿Qué es


Kirk? —gruñí ya sabiendo la respuesta.

Adam levantó la vista y dejó caer sus cubiertos, extendiendo la mano


hacia mí. —Sarah. —Su voz se elevó—. ¿Qué pasa? No te ves bien.

Señalé el postre. —B-b… banano… alérgica.

Segundo a segundo, mi garganta se cerraba un poco más y luchaba


por respirar. Frenéticamente busqué mi mochila, pero todo se volvió
borroso y comenzó a nadar frente a mis ojos.

229 —Kirk, ¿qué demonios es eso? —gritó Adam mientras tiraba su


taburete y se arrastraba sobre la mesa, apartando las bandejas de comida.

—Qué… —Tyler estaba a punto de comer un tomate con su tenedor


cuando desapareció.

—P-p-p. —Me aferré a mi garganta.

—Oh Dios mío —gritó Alannah—. ¿Qué le pasa?

Todo se puso negro; Las voces se convirtieron en ecos distantes a


medida que se hacía cada vez más difícil respirar.

Estaba a punto de morir.


24
ADAM Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

—Kirk, maldito idiota, ¿qué hiciste? —grité a mi amigo, cuya cara


pasó de la sonrisa al pánico.

—No lo sabía —exclama—. Pensé que le picaría la garganta.


230
—Alannah, ¿dónde guarda su EpiPen12? —Mis ojos se interpusieron
entre ella y Sarah, mientras aguantaba mi agitada respiración.

Las manos de Alannah estaban agarrando su cabello. —No sé a qué


te refieres.

—Es alérgica. Dime, ahora, ¿qué coño es eso? —Señalé el budín


mientras buscaba la mochila de Sarah. Según Kirk, su historial indicaba
que la llevaba a todas partes—. Sarah, ¿dónde está? ¿Puedes decírmelo? —
Le agarré el rostro con las manos y rogué que me ayudara a salvarla.

—Es budín de plátano. —Kirk sonaba asustado, y debería estarlo,


porque ha sido la cosa más estúpida que ha hecho nunca.

12 Autoinyector de epinefrina (adrenalina) utilizado para tratar las reacciones alérgicas


graves o para prevenir el choque anafiláctico causado por algunos insectos, alimentos,
fármacos, el látex u otros alérgenos.
—¿Qué están mirando? —gritó Ellis a los grupos de estudiantes que
dejaron de comer y se reunieron a mirar—. Que alguien llame a
emergencias, o al menos a un profesor, joder.

—EpiPen —sollozó Amber—. Necesita EpiPen. Mi hermano tiene uno


para su alergia a los frutos secos.

—Joder —Agarré la mochila de Sarah, la abrí y vacié todo sobre la


mesa. Bolígrafos, cuadernos, reglas e incluso tampones se extendieron—.
¿Amber, qué coño estoy buscando?

Mis ojos volvieron a Sarah, su cara se puso de un color rojo intenso,


sus labios se hincharon y sus ojos se cerraron mientras se balanceaba en
su asiento.

—Es como una aguja enorme —Escudriñó rápidamente las cosas de


Sarah—. Tiene una gran pegatina amarilla en ella, como una señal de
231 advertencia.

—¿Dónde mierda está? —Agarré la mochila y miré dentro. Había un


bolsillo con cremallera, pero no estaba ahí. La palpé entera con mis dedos,
esperando desesperadamente encontrar el maldito EpiPen. Entonces,
gracias a Dios, lo sentí en un bolsillo lateral.

—¿Qué hago? —pregunté frenéticamente.

—Dámelo, yo lo haré.

Extendió la mano por el EpiPen, pero sacudí la cabeza. —Sólo dime


qué hacer. —Quería ser el que la ayudara, no confiaba en nadie más.
Tenía que ser yo, porque si no mantenía el EpiPen en la mano le rompería
la cara a Kirk por hacer esto.

—Quita el tapón, mantén su pierna quieta y empuña la aguja.


Clávasela en la parte externa del mulso y cuenta hasta diez —me gruñó las
instrucciones, cuando uno de los empleados de la comida vino corriendo
con el Sr. Raymond.
—Adam, ¿qué ha pasado? —El Sr. Raymond corrió a mi lado—.
¿Sabes lo que estás haciendo?

Respiré y asentí. Se lo clavé a Sarah en la pierna y conté hasta diez.

—¿Hizo clic? —sollozó Amber.

Asentí, saqué el EpiPen y lo sostuve frente a mí como si fuera una


especie de arma letal—. ¿Qué hago con él?

Me acercó el estuche de almacenamiento. —Vuelve a guardarlo, tiene


que llevárselo al hospital.

—Bien hecho —El Sr. Raymond suspiró y me apretó el hombro—. La


ambulancia debería llegar pronto.

Todos nuestros ojos se dirigieron a Sarah, que ya respiraba mucho


mejor. Su cara había perdido también el color rojo remolacha.
232
—¿Estás bien? —Le pasé una mano por el cabello.

Asintió, y sus ojos se dirigieron del budín a Kirk, antes de caer


contra mi pecho.

—Sarah —El Sr. Raymond se arrodilló junto a su silla y le puso una


mano en el hombro. No notó su estremecimiento, pero yo lo hice, y la
sostuve más cerca de mí—. Voy a hacer que la Srta. George vaya en la
ambulancia contigo, ¿de acuerdo?

Sarah asintió y miró a la Srta. George con alivio en sus ojos. Podría
besar al Sr. Raymond por sugerirlo.

Sentándome, con Sarah en mis brazos, vi moverse a Kirk por mi


periferia. Iba a huir, porque sabía lo que había hecho, pero antes de poder
decir nada Ellis lo empujó de nuevo a su asiento y me dio un asentimiento.
Mi mejor amigo sabía exactamente lo que necesitaría cuando esto
terminara.
Un par de minutos más tarde la Srta. George apareció con dos
paramédicos. Dejaron caer sus bolsas a mis pies y uno de ellos me sonrió
mientras el otro apartó a Sarah suavemente de mí.

—Bien hecho —me dijo el mayor de los médicos—. Probablemente le


salvaste la vida.

Dejé salir una enorme bocanada de aire, y sentí ardor en el cuero


cabelludo mientras pensaba en cómo casi la había perdido dos veces en
cuestión de días. Sabía que no era mía para perder, no todavía, pero sentí
que podría serlo algún día.

—Vamos a llevarla al hospital ahora —dijo el paramédico, después


de que terminar de revisarla—. ¿Quién va a venir con ella?

La Srta. George dio un paso al frente. —Esa sería yo.

233 —Valentina, llamaré a su madre —dijo el Sr. Raymond, y luego se


dio la vuelta para enfrentarse al resto del comedor—. Bien, gente,
volvamos todos a clase, la hora del almuerzo ha terminado.

Mientras el Sr. Raymond sacaba a todos del comedor, Sarah fue


puesta en una camilla y cubierta con una manta. Cuando los paramédicos
empezaron a sacarla, extendió una mano por mí.

—Gracias, otra vez —dijo, con una pequeña sonrisa llorosa.

—Es un placer, pero no vayamos por el tercer strike, ¿bien?

Le tembló la barbilla, pero aun así consiguió alzar los labios.


Mientras se alejaba, me costó todo no correr tras ella e insistir en que me
dejaran ir en la ambulancia. La idea de perderla de vista era paralizante.
Era como si la noche en el Tesco Express y el compartir secretos hubiera
creado un vínculo entre nosotros, y nadie más podía entrar en el círculo
que nos mantenía unidos.
Mantuve mis ojos en Sarah hasta que no tuve ninguna vista y luego,
con un suspiro, me di la vuelta para mirar a Amber y a Alannah, que
estaban poniendo todo de nuevo en su mochila.

—¿Qué vas a hacer con eso? —pregunté.

Los ojos de Alannah se deslizaron hacia los míos. —Se la llevaré a su


casa más tarde.

Asentí y me volví hacia Kirk, quien susurraba palabras acaloradas


con Ellis y Tyler.

—Eres un maldito idiota —Empujé el budín a través de la mesa, y se


las arregló para agarrarlo antes de que cayese por el borde de la mesa y
sobre sus vaqueros—. Sabías que era alérgica al banano.

—¿Cómo diablos lo sabías? —preguntó Alannah—. Ni siquiera me lo

234 había dicho.

Respiré hondo y mantuve los ojos en Kirk. —No importa. Él lo sabía,


los dos lo hacíamos.

—Eres un maldito imbécil —gruñó Amber, y no estaba seguro de si


iba dirigido a Kirk o a mí; probablemente a ambos—. Alannah, vamos.

Alannah recogió el bolso de Sarah y me dio una mirada de


advertencia. —No hagas nada estúpido, Adam. Es un imbécil, y tendrá que
vivir con ese conocimiento por el resto de su vida. Ese es su castigo.

Tyler y Ellis se echaron a reír, pero Kirk sacudió la cabeza.

—No tienen ningún puto sentido del humor —Hizo una mueca—.
Estaba bien, y la jodida ambulancia no habría sido necesaria si le hubiera
dicho a alguien dónde estaba su EpiPen.

—¿Tienes idea de lo que una reacción alérgica puede hacer a


alguien? —sollozó Amber—. No podía respirar, inútil.
—Relájate, Amber. Solo estás enfadada porque Adam parece preferir
que sea Sarah quien le chupe la polla.

Niebla roja cayó como una cortina delante de mis ojos, y no pude
detenerme. Alannah trató de agarrarme y Amber gritó mientras me
lanzaba sobre la mesa y enviaba las sobras del almuerzo volando. Los
taburetes volaron por la sala y la mesa se volteó mientras agarraba de la
camisa a Kirk por el cuello y tiraba de mi puño hacia atrás.

—Adam, no —gritó Ellis—. Piensa en esto.

Hice una pausa, pero Kirk decidió por mí.

—Vas a pegarme, a uno de tus mejores amigos, sólo por un par de


tetas y un coño acogedor.

—Muy cierto —siseé, y luego le golpeé.

235 La niebla roja se volvió negra, y con gritos y chillidos alzándose a mí


alrededor lo golpeé una y otra vez. Lo hubiera seguido haciendo si el Sr.
Raymond no me hubiera agarrado del brazo y la Srta. Daniels no me
hubiera gritado que me detuviera.
25
SARAH Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

Me sentía nerviosa al subir a la entrada de la casa de Adam, sin


estar segura de por qué. Sólo estaba aquí para agradecerle por salvarme la
vida… de nuevo. Bueno, para agradecerle y para pedirle a sus padres que
no fueran demasiado duros con él.
236
Alannah había venido a mi casa con mis cosas y me dijo que Adam
había sido suspendido el resto de la semana por golpear a Kirk.
Aparentemente, la Srta. Daniels quería que fueran dos semanas
completas, pero el Sr. Jameson le rogó que no lo hiciera, ya que los Eagles
tenían un partido el martes por la noche después de la escuela. Kirk, que
tenía un ojo morado y un labio hinchado, también había suplicado en
nombre de Adam, pero Alannah sospechaba que tenía que ver más con
Ellis y Tyler que con que Kirk se sintiera mal por lo que había pasado.

En cuanto a mí, bueno, me sentía bien. Después de un rápido


chequeo en el hospital, mi madre insistió en que me tomara el resto de la
semana libre de la escuela. Con el robo, y luego el incidente del budín, me
había puesto prácticamente bajo arresto domiciliario, por lo que no había
visto a Alannah hasta la noche anterior, cuando mamá finalmente la dejó
visitarme.

Adam y yo habíamos intercambiado algunos mensajes en los últimos


días, pero nunca mencionó su suspensión. Lo único que dijo fue que Kirk
era un imbécil, de lo contrario todas las conversaciones habían sido sobre
nuestro proyecto de historia, su próximo partido y el hecho de que Murray,
el hombre que manejaba el Tesco Express, nos había ofrecido a nosotros y
a la pareja de ancianos compras gratis durante un mes. Mamá había
puesto los ojos en blanco, pero estaba segura de que no tardaría mucho en
caer para aprovechar la amable oferta de Murray.

Me enderecé la camisa de franela azul de cuadros que llevaba con


pantalones cortos de lona, medias y botas negras gruesas, y llamé a la
puerta delantera negra.

Después de llamar por segunda vez vi movimiento a través del vidrio


esmerilado. No pude ver exactamente quién era, pero con la altura y el
pavoneo, supuse que era Adam. Cuando la puerta se abrió, se demostró
que tenía razón y, aunque lo esperaba, me quedé como una idiota con la
boca abierta.

237 Era una adolescente, y teniendo delante un chico guapo como un


dulce, vestido con sudadera gris, una camiseta blanca ajustada y el
cabello despeinado, no era de extrañar que me volviera catatónica por la
necesidad.

—Hola —dijo, su cara rompiendo en una cálida sonrisa—. ¿Qué


estás haciendo aquí?

Lo miré de arriba abajo y lo bebí. No creo haberlo visto nunca tan


condenadamente sexy. No había duda de que era guapo, pero había algo
diferente en él. Hoy tenía esa capa extra de algo especial. Sus ojos eran
más brillantes, su sonrisa más grande y su piel parecía tener algún tipo de
brillo.

—¿Has estado en un spa? —Me llevo una mano a la boca. Mierda, no


quise decir eso en voz alta.

Adam sonrío y pasó una mano por su ya desordenado cabello,


permitiendo la vista de un bíceps abultado. No es de extrañar que las
chicas estuvieran hipnotizadas por él, era hermoso cuando encendía su
encanto. Sin embargo, hoy no había una sonrisa descarada o el ego en la
pantalla, sólo Adam.

Ladeo la cabeza y junto las cejas mientras me miraba con una


sonrisa. —No, pero si quieres entrar, podemos pintarnos las uñas.

—Oh Dios, lo siento. —Deje caer mi cabeza sobre mi mano y me


lamente.

Adam se rio. —No te preocupes. Lo entiendo, estoy bueno.

Mi cabeza subió esperando ver la burla a la que me había


acostumbrado, pero estaba sonriendo, y definitivamente no estaba
tratando de ser un imbécil.

—¿Quieres entrar? —Se hizo a un lado.

238 —¿Está bien? No estoy interrumpiendo nada, ¿verdad?

—No, para nada. No podrías haber venido en mejor momento, estoy


aburrido, y la pizza está en camino.

Entre y sentí instantáneamente el calor de la calefacción en vez del


frío del viento de enero en el exterior. Había tomado prestado el auto de mi
mamá, así que no llevaba chaqueta, pero incluso unos minutos en la
puerta habían sido suficientes para enfriarme.

—Si no te importa quítate las botas —dijo, con un suspiro—. A


mamá no le gustan los zapatos de exterior en el interior.

—Oh Dios, mi madre es igual —Me incline para desatar los cordones
de mis Dr. Martens—. Se asusta si piso sus relucientes baldosas.

Cuando me puse de pie, Adam me miraba con las manos enlazadas


detrás de su cabeza, dándome un vistazo del rastro de vello rubio oscuro
que bajaba hasta sus pantalones de chándal. Era tan malditamente sexy.
Me lamente por dentro; era bello, por el amor de Dios. No tenía ni idea de
lo que me pasaba, aparte de que la inyección de epinefrina que me habían
dado con el EpiPen debió hacer algo a mis hormonas.

—¿Está tu madre en casa? —pregunte, mientras me observaba.

Adam fruncio el ceño y luego sonrío. —¿Por qué, Sarah Danes? No


me digas que me quieres a solas para que podamos besarnos.

Siento el calor en mi piel mientras los recuerdos de los dedos de


Adam dentro de mí revoloteaban por mi cabeza. Este chico tenía la
habilidad de convertirme en un tembloroso desastre si se lo permitía. Era
seguro de sí mismo y tenía experiencia, todo lo que yo no tenía, y él lo
sabía; pero también tenía la sensación de que le gustaba cuando actuaba
duro con él.

—Creo que ya hemos pasado por eso, ¿no? —conteste, tratando de


239 parecer indiferente—. No, en realidad quería hablar con ella.

—Mi madre —Levanto las cejas—. ¿Para qué demonios quieres


hablar con mi madre? —Se giro y empezó a caminar por el vestíbulo hacia
una puerta abierta que pude ver que conducía a una gran sala de estar.
Era acogedora y cómoda, con una alfombra de color gris cubriendo un
suelo de madera dura, un gran sofá gris en forma de L con cojines de color
ocre y todas las paredes del mismo color gris que el sofá. Había fotografías
familiares a lo largo de la chimenea, que tenía un quemador de leña en
ella, y en las ventanas había persianas de madera blanca.

—Esta es una habitación encantadora —dije.

—Gracias, estoy seguro de que mi madre se alegrará de que hayas


dicho eso. Le gusta decorar, ahora que tiene el dinero de Roger. —Puso los
ojos en blanco y se acercó a una mesa de café para coger el mando de la
televisión y apagar el televisor.

—No necesitas hacer eso. Si estabas viendo algo.


—Sólo era una mierda de reality show. Te dije que estaba aburrido.
Entonces, ¿por qué quieres hablar con ella? ¿Es sobre Lori y sus
inexistentes habilidades de baile?

Sabía que no debía, pero no pude evitar reírme. —Ella se esfuerza


mucho.

Las cejas de Adam se elevaron y puso una expresión de dolor.

—Esa es una forma de decirlo. Mi hermana pequeña tiene toda la


elegancia de un elefante en patines.

—Ahh pobre Lori, quiere tanto ser una bailarina.

—Quiere, pero sabemos que no está sucediendo. Así que, vamos,


dime de qué quieres hablar con mamá.

Me mordí el labio sin saber si debía decirlo. Se sentía estúpido


240 ahora.

—Vamos —dijo, y señala el sofá—. Siéntate, y una vez que me lo


hayas dicho, te traeré una bebida.

—Pero tu pizza llegará pronto. —Miré por encima de mi hombro


hacia la puerta, como si el chico de la pizza pudiera aparecer de repente.

—Sí, y te quedas, ¿verdad? Pedí suficiente para dos, debo haber


tenido la premonición de que vendrías.

Me dio una de sus sonrisas sexys y me calentó de adentro hacia


afuera.

—Así que, siéntate.

Hice lo que me dijo y me senté en la orilla, mientras él se dejaba caer


en la sección del sillón y estiraba las piernas.
—Bueno… —dije, mientras me mira expectante—. Quería defender
tu asunto.

—¿Mi asunto? —Empujé un dedo en su pecho.

—Sí, escuché que te suspendieron.

Suspiró y dejó caer su cabeza contra el sofá. —¿Alannah?

—Sí, pero, ¿por qué no querías que lo supiera?

—No es que no quisiera que lo supieras —respondió—. No dije


específicamente “no se lo digas a Sarah”, pero no te lo conté porque pensé
que ya habías tenido suficiente con lo que lidiar en las últimas semanas,
incluso en el año… —Se detuvo y me miró con cautela—. No es que te
importe lo que me pase.

Dios mío, Alannah tenía razón, este no era el verdadero Adam


241 Hudson. Este parecía inseguro y cariñoso, cuando al que había tratado
durante el último mes había sido duro y tosco. Esa noche en el Tesco
Express estaba destinado a cambiarnos, nadie tuvo un arma apuntando a
su cabeza y se quedó igual, pero Adam había dado un cambio completo.

—Sí importa, Adam —respondí—. Me salvaste la vida dos veces, así


que sería una amiga de mierda si ignorara el hecho de que te han
suspendido por mi culpa.

—No, Sarah —gruño—. Me suspendieron por Kirk y el hecho de que


es un idiota.

Su labio se curvó con desdén mientras exhalaba pesadamente. Esta


era la expresión de Adam Hudson a la que estaba acostumbrada, pero
ahora que había visto su otro lado me gustaba aún menos, así que decidí
continuar la conversación.

—En realidad, algo de lo que dijo Alannah me hizo pensar.


—Sí, ¿qué fue eso?

Todavía parecía enfadado, pero cuando movió la almohada de su


espalda y se puso en una posición más erguida, levantó su barbilla en una
inclinación desafiante. Sabía exactamente lo que iba a decir, pero no
necesitaba levantar sus paredes, la vida era definitivamente demasiado
corta. Así que mientras fuera honesto sobre el cambio, yo podría dejar
atrás el pasado.

—¿Cómo supieron Kirk y tú que soy alérgica al plátano?

Sacó pecho y me miró fijamente a los ojos. —Creo que sabes la


respuesta, pero supongo que debo decírtela de todos modos. —Asentí y
esperé hasta que finalmente soltó un largo suspiro—. Sabes que Kirk es
muy bueno con los ordenadores, ¿verdad?

—Escuché algo así, sí.


242 —Bueno, él hackea los ordenadores de la escuela todo el tiempo.

Debería haber estado enfadada, incluso sorprendida, pero con el


nivel de manipulación e intimidación que Adam y sus compañeros hacían,
tenía que haber algo que usara para impulsarle a hacer las cosas que hizo.

—Está en mis registros —dije con resignación.

—Sí. —Adam dejo caer su mirada de la mía por unos segundos,


luego empujo sus piernas del sofá y se inclinó hacia adelante—. Una cosa,
nunca mencionó lo que pasó en tu antigua escuela, y sé que dijiste que no
estaba en tus registros y que era privado. Sin embargo, me preocupa que
lo haya descubierto y que lo use en tu contra. De hecho, ni siquiera creo
que haya obtenido la información sobre tu padre de allí. Sólo hizo algunas
averiguaciones en el lugar donde vivías. Lo cual es otra razón por la que
me preocupa que lo sepa, pero que se lo guarde para sí mismo.
—Wow… —dije, levantando las cejas—. Realmente estás cambiando.
Que estés preocupado porque Kirk pueda usar algo que me haga caer no
es lo que me esperaba de ti.

—Esperaba, tiempo pasado. —Entrecerré los ojos—. Te lo dije Sarah,


estoy cambiando.

O era el mejor actor del lugar o estaba siendo honesto conmigo. Sus
ojos eran oscuros y había un juego en su mandíbula que decía que no
debía cuestionarlo, así que no lo hice. Todavía había una pequeña parte de
mí preocupada de que repentinamente se deshiciera de la nueva imagen
mejorada que estaba intentando, y usar todo lo que había hecho o dicho
en mi contra.

—Tienes razón, nada de esto está en mi expediente —respondí—. Y


por lo que sé, la Srta. Daniels es la única que sabe lo del Sr. Mills, aunque
podría habérselo dicho al resto del personal —Me encogí de hombros—. No
243 tengo ni idea, pero a menos que Kirk vuelva a mi antigua escuela y hable
con mis viejos amigos, no se enterará. Puedes dejar de preocuparte por
eso, Adam.

—¿Segura? —preguntó—. Porque tengo que ser honesto contigo. Si


hace algo para herirte, no estoy seguro de poder detenerme en tres golpes.

Me eché para atrás. —Woah.

—No me digas que te sorprende —dijo, mientras me miraba a través


de sus largas pestañas por las que la mayoría de las chicas morirían.

—Bueno, sí —contesté—. Es tu mejor amigo.

No creía que me estuviese defendiendo por encima de Kirk.

—Ellis es mi mejor amigo —dijo.


—Bien, pero ha sido tu amigo por mucho tiempo. Me conoces desde
hace un mes, y aun así dices que estarías de mi lado si Kirk tratara de
usar mi pasado en mi contra.

Los antebrazos de Adam descansaban en sus rodillas mientras me


contemplaba. —Sí, creo que lo haría.

El silencio cayó entre nosotros, y prácticamente pude sentir la fuerza


estática en la habitación. La energía que flotaba alrededor dificultaba la
respiración, y cuando los labios de Adam se separaron y aspiraron su labio
inferior, sabía por la forma en que me miraba que algo iba a suceder. La
determinación brillaba en sus ojos mientras me decía sin palabras lo que
quería.

Mi cuerpo zumbó con la posibilidad de ser sostenida en sus fuertes


brazos mientras sus largos dedos volvían a visitar los lugares donde ya
habían estado. Quería que su poderoso cuerpo envolviera al mío mientras
244 nos dábamos placer el uno al otro, necesitaba que sus hermosos ojos
azules miraran a los míos y me hicieran un montón de promesas cuando
las palabras no fueran suficientes. Estaba desesperada por sentir la
dureza de su suave longitud dentro de mí, dándome el poder de ser libre
con cada delicioso empuje de sus caderas.

—No puedo entender por qué me siento así —dijo Adam, su voz un
susurro silencioso junto al tic-tac de un reloj en la repisa y el suave
gemido de la calefacción—. Quiero decir, no se puede negar que eres
hermosa, Sarah, pero no se trata sólo de que me hagas poner duro… y
caliente. Esto es sobre ti haciéndome desear un cambio. Por la noche me
quedo despierto pensando en ti, desesperado por el amanecer, no sólo para
poder verte, sino para empezar a hacer cambios en mi vida y en mí. Tengo
que ser digno de ti antes de poder tocarte.

Mientras Adam se inclinaba hacia adelante, con una intensidad en


su mirada que nunca había visto antes, no pude evitar el agitado aire
saliendo de mis labios. Fue un suave suspiro de apreciación, y cuando vi el
tirón de pecho de Adam supe que lo había oído.
—Ya me has tocado —respondí, mis ojos nunca vacilaron de su cara.

—No debería haberlo hecho. —Sacudió la cabeza y respiró


profundamente—. No era la persona que necesitabas esa noche.
Necesitabas a alguien que te hubiera apreciado, alguien que supiera que
valías mucho más que un rápido trabajo de dedos contra la pared.

Sus palabras eran duras y groseras, pero fueron dichas con verdad y
dulzura.

—También lo quise.

Los labios de Adam se elevaron en una ligera sonrisa, pero pude ver
en sus ojos que recordaba lo caliente y sexy que había sido esa rápida
caída de diez minutos.

—Lo sé, pero eso no significa que no te merezcas algo mejor.

245 Cedí a lo que estaba diciendo, y me quedé en silencio mientras


continuaba disfrutando de su intensa mirada.

—No voy a mentir, Sarah, y decir que de repente seré el increíble


chico que te mereces. Tengo diecisiete años, soy un imbécil y un idiota
como pocos. He hecho cosas que no creo que ni siquiera mi madre me
perdone, así que por qué coño esperaría que lo hicieras, no lo sé. Mierda,
no tengo ni idea de por qué quiero que me perdones o por qué me haces
querer cambiar, se me ha frito el puto cerebro al pensarlo, pero lo haces.

Sus palabras se sintieron como un bálsamo para nuestras almas.


Sabía que no era perfecto, nunca lo había sido y nunca lo sería. Sabía que
estaba dañada, y que tenía problemas que siempre me agobiarían. Sin
embargo, sentía que me merecía algo bueno y quería ser así de buena en
mi vida. Instintivamente, me dejé caer del sofá y me arrastré hasta él,
poniéndome de rodillas. Nos miramos a los ojos cuando alcancé su cara en
mis manos, mis palmas frías contra su cálida piel.
—Has sido como un huracán en mi vida —susurré—. No te quería,
ni te daba la bienvenida, y cuando me quedé atrapada en ti pensé que me
destruirías, pero de alguna manera ha salido del otro lado y me siento más
fuerte por haber sobrevivido a ti.

Puso su mano sobre la mía y empezó a frotar el interior de mi


muñeca con su pulgar. Su dura piel alivió la cicatriz que tan a menudo era
mi consuelo.

—Estaba seguro de que iba a aplastarte —susurró—. Estaba


desesperado por hacerlo. Desde el momento en que te vi te deseé, y supe
que no podía dejarte entrar. No quería dejarte entrar, así que fue más fácil
hacer que me odiaras.

—Típico de Adam Hudson —dije alrededor de una risa suave—. Dar


el primer golpe antes de que alguien te haga daño.

246 Arqueó una ceja. —Ya ves lo bien que me conoces después de unas
pocas semanas. Mi propia madre no lo entiende, me ve como su mocoso
problemático que podría dirigir su lindo bote de vida doméstica hacia las
rocas.

La tristeza llenaba sus ojos, y sé que muchos de sus problemas y la


forma en que se comportaba con la gente eran resultado del
comportamiento de su madre, tanto con los hombres como con su hijo.

—Ella te ama —le digo, no estando del todo segura de decir la


verdad, pero sin poder seguir viendo la desolación en su cara.

—Sí, tal vez, pero se ama más a sí misma.

Sus palabras sonaron definitivas y decididas, así que decidí no


continuar la conversación sobre su madre. No la conocía, y no me
correspondía declarar lo que había obtenido de esa reunión en el centro
comercial, que era que Adam tenía razón.
—¿Cómo demonios me has hecho esto? —preguntó, su pulgar
todavía acariciando mi muñeca—. ¿Cómo me has hecho querer cambiar?
Era feliz siendo un idiota. —Ambos nos reímos, y el aire a nuestro
alrededor se iluminó.

—No lo he hecho —digo, acercándome un poco más para que


nuestros labios estuvieran a centímetros de distancia—. La buena persona
siempre estaba ahí dentro, simplemente se necesitaba casi morir para que
entendieras que no era un secreto que tuvieras que guardar más tiempo.
No te cambié, Adam, tú lo hiciste.

Si hubiera esperado algún anuncio por parte Adam de que iba a


besarme me hubiera decepcionado, pero sólo por un segundo, porque tan
pronto como sus labios tocaron los míos me sentí muy complacida.

Los dedos de una mano de Adam se arrastraron por mi cabello,


mientras que la otra me acarició la mejilla, nuestro aliento volviéndose
247 más irregular con cada movimiento de su lengua contra la mía. Cuando
sus dientes se clavaron en mi labio inferior, solté un gemido de necesidad
y me empujé hacia delante, forzando sus piernas a separarse más. Cuando
mi pecho tocó el de Adam cayó hacia atrás en el sofá y me levantó con él,
nuestras bocas permanecieron juntas todo el tiempo.

—Estabas equivocada —gimió Adam, mientras sus labios se movían


hacia mi cuello—. Me haces enojar.

Su mano llegó hasta mi trasero, y cuando me presionó contra él


pude sentir lo duro e hinchado que estaba debajo de su chándal. Con
avidez, encontré su boca con la mía y me agarré a su camisa, instándole a
que me besase un poco más. Cuando su otra mano se posó en mi trasero
para unirse a la primera, la necesidad de empujar mis caderas era
demasiado grande, y con una suave ola ondulante, me balanceé contra la
erección de Adam.
—T-t-tengo demasiadas capas —jadeé, mientras las caderas de
Adam se empujaban hacia arriba para unirse a las mías, creando la más
deliciosa fricción entre mis piernas.

Sin avisar, sus fuertes brazos me levantaron y voltearon para que mi


espalda estuviese en el sofá y él encima de mí. Sus antebrazos estaban a
ambos lados de mi cabeza mientras levantaba sus manos para cepillar
suavemente el cabello de mi rostro. Y mientras me miraba, no creo haber
visto nunca una vista más hermosa. Ojos llenos de calidez y del color de la
laguna más clara contemplándome con intensidad.

—Tienes que estar segura, Sarah —susurró—. Porque me detendré


en cualquier momento si lo necesitas, pero jodidamente me matará.
Prefiero esperar hasta que estés totalmente lista antes que comenzar y no
tener la oportunidad de adorar cada maldito centímetro de tu piel.

Estaba desesperada por su adoración, dos veces si era necesario,


248 pero tenía razón, era algo de lo que tenía que estar segura. No sería justo
para ninguno de los dos tener que parar. Sabía que la idea de tener a
Adam dentro de mí no me llenaba de miedo o temor. Había tenido sus
dedos, y ahora no se sentía suficiente. Estaba desesperada por cambiar
mis recuerdos de cómo era el sexo, qué sentimientos evocaba. No quería
que se sintiera sucio o degradante, quería saborear la liberación que traía
y disfrutar del máximo subidón. Quería tener sexo con Adam Hudson.

—Estoy lista —susurré—. Para todo.


26
ADAM Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

—Estoy lista para todo —dijo Sarah, sus labios rojos e hinchados
por mis besos. Si no hubiera tenido el anhelo de mi vida por estar dentro
de ella, habría arruinado el momento.

249 Se veía más allá de lo hermoso con su cabello rubio y soleado


extendido en abanico a su alrededor, y su boca abierta para que mi lengua
entrase y se deslizase contra la suya.

Mi polla estaba dolorosamente dura y empujando contra mis


pantalones de chándal. Sabía que probablemente ya hubiera líquido pre
seminal al final de esta que mostrase cuánto la necesitaba. Cuando la
mano de Sarah serpenteó por la parte de atrás de mi cima y raspó las
uñas en la curva de mis músculos, perdí todo el control que me quedaba.
Con un nivel de desesperación que no sabía que existía, alcancé el botón
de sus pantalones cortos y prácticamente los rasgué antes de tirar de su
cremallera. Mientras se los bajaba por las piernas, Sarah se levantó,
arrastrando la camisa por la cabeza sin desabrochar ninguno de los
botones, y la tiró a un lado.

Después del dolor y la humillación que debió haber sufrido con el


maldito animal que la violó, habría esperado que fuera tímida y consciente
de estar medio desnuda debajo de mí, pero me sorprendió. Con la
confianza de una chica que sabe lo que quiere y la determinación de
conseguirlo, se movió hacia atrás y extendió sus brazos sobre su cabeza.
No llevaba sujetador, y aunque sus tetas eran pequeñas, tenía los pezones
rosados más bonitos que jamás había visto. No era tan pequeña como su
ropa holgada la hacía parecer y, finalmente, al ver su delgada cintura que
se curvaba suavemente a la altura de sus caderas, reforzó que realmente
necesitaba dejar de esconderse.

Mientras me miraba con anticipación, me obligué a no meter su


pezón en mi boca hasta no tenerla completamente desnuda. Necesitaba ser
saboreada, no apurada como si no pudiera esperar para seguir adelante,
porque eso sería una mentira. La esperanza que había metido en mi alma
me hizo preguntarme si alguna vez querría dejarla. Enganché mis dedos en
la cintura de sus mallas, despegándolos lentamente de su piel y de los
extremos de sus piernas, y cuando los arrojé para unirlos a su camisa, no
pude evitar el gemido que se escapó de mi boca. Llevaba un par de bragas
de algodón blancas, tan simples y sencillas, pero tan sexys como el
250 infierno contra su piel cremosa.

—Eres tan hermosa —susurré, mientras bajaba y fijaba nuestros


ojos—. Más de lo que crees.

Con la mirada fija en ella, dejé caer un beso con la boca abierta en
su esternón, y sus pestañas revolotearon mientras dejaba escapar un
pequeño suspiro. No sé cómo diablos no me arranqué la ropa y sus bragas
y me metí dentro de ella, pero de alguna manera, en algún lugar, encontré
el control que necesitaba. No sólo quería tomarme mi tiempo con ella, sino
que necesitaba que fuera despacio, aunque no se diera cuenta. Sería su
primero desde él, y tenía que borrar esos los recuerdos.

Aun mirándola, besé su estómago hasta que mi boca estuvo al borde


de sus bragas, y cuando olí sus jugos, me sentí de tres metros de altura.
Le había hecho eso antes de ponerle un dedo encima. Mis labios y mi
lengua apenas la habían tocado, pero estaba mojada y lista para dejarme
entrar en ella voluntariamente.
Besé hasta el ápice de su muslo suave y tonificado, y cuando mi
dedo susurraba sobre el blanco algodón, escuché un suave y maullido
sonido.

—¿Te gusta eso? —pregunté, mientras tamborileaba un suave golpe


contra su sexo con dos dedos.

—Um hmm.

Incapaz de hablar, la cabeza de Sarah retrocedió, sus pezones duros


como una roca apuntando hacia el cielo y sus caderas empujando hacia
arriba mientras su espalda se arqueaba. Era más receptiva de lo que
esperaba, y no pude evitar sentir un nivel de orgullo que nunca antes
había sentido, ni siquiera cuando gané el premio al mejor jugador de la
temporada para todo el condado el año anterior.

Por todo lo que quería prolongar el placer de Sarah, también era


251 consciente de estar en peligro de avergonzarme a mí mismo. Estaba tan
jodidamente buena, que estaba bastante seguro de poder estallar como un
géiser con cualquier contacto, incluso si era un toque accidental de su
rodilla o codo. Así que, con entusiasmo, le bajé las bragas por las piernas y
las tiré para que se unieran al resto de su ropa. Tenía razón, estaban
empapadas, y su triángulo de vello púbico rubio brillaba con sus jugos en
la abertura de su coño.

Con mi polla deseando ser liberada, bajé del sofá y levanté las
piernas de Sarah para que descansasen sobre mis hombros. Estaba
demasiado metida en la madriguera del placer para cuestionarme o
preocuparse por lo que iba a hacer, pero sentí que lo necesitaba tanto
como ella. No había bajado con muchas chicas, no es que fuera un
chovinista ni nada de eso, pero, extrañamente, la mayoría de las chicas de
diecisiete años eran un poco tímidas a la hora de dejar que un muchacho
bajase. Nos encantaba, pero según el hermano mayor de Kirk, las chicas
aprenden a amarlo más a medida que crecen. Sarah, por otro lado, no
parecía tener ningún problema con ello, porque tan pronto como mi lengua
la lamió como si fuera el chupete más dulce que jamás hubiese probado,
jadeó y arrastró sus dedos por mi cabello, empujando mi rostro más cerca.

Joder, no sabía cómo el chupete más dulce, era el más dulce. Era
caliente, dulce y delicioso, y mientras mi lengua se movía arriba y abajo en
largos golpes, sabía que había encontrado el cielo.

Después de unos cuantos lametazos más, llevé el clítoris de Sarah a


mi boca y lo succioné, haciendo que se retorciese debajo de mí. Estaba tan
jodidamente mojada que era increíble, sus jugos goteaban hasta la raja del
trasero y no creo haber visto nunca un coño tan perfectamente rosado.

Los suaves y silenciosos sonidos que Sarah hacía mientras la lamía


y succionaba sólo me provocaron más y más, hasta que no pude
soportarlo y tuve que agarrar mi polla para aliviar el dolor de su
palpitación. Mis bolas se sentían pesadas y listas para explotar, y si Sarah
arrastrara sus uñas por mi cuero cabelludo una vez más, sé que lo haría.
252
—Adam —jadeo—. Te necesito.

Quería arrodillarme y dar una oración de agradecimiento, porque


aún con mis mejores intenciones, estaba caliente como el infierno y
necesitaba follarla.

Me retiré, y cuando los ojos de Sarah se abrieron para mirarme, no


pude evitar sonreír.

—¿Qué? —preguntó sin aliento, su tez sonrojándose.

—Tú —contesté—. Te ves completamente follada, y ni siquiera me he


puesto serio contigo todavía.

Sonrío tímidamente, pero dejó caer sus piernas más separadas,


exponiendo más de su coño a mí, una invitación silenciosa, una orden sin
palabras que no desobedecería.
—Debes estar desnudo primero —dijo con una sonrisa, luciendo tan
malditamente linda y sexy.

Alcancé detrás y me subí la camisa por encima de la cabeza. —Lo


que tú digas —respondí.

Sarah movió su mano, y supe cuando sus labios se separaron que le


gustaba mi tatuaje de los Eagles. Estaba en mi pectoral izquierdo, y si lo
flexionaba parecía que el ala se movía.

—Wow —susurró—. No tenía ni idea.

—Digamos que me torturó durante unas semanas, ya que usé una


identificación falsa para conseguirlo. —Le sonreí y busqué mi billetera en
la mesa lateral. Saqué un condón y luego me bajé los pantalones de
chándal y los bóxers, todo de una sola vez. Mi polla, dura y ansiosa, se
balanceaba contra mis abdominales, y tan pronto cuando la vio, los ojos
253 de Sarah se abrieron. No era enorme, pero era lo suficientemente grande y,
aunque lo dijera yo mismo, era una polla jodidamente bonita comparada
con la mayoría de las que había visto. Me gustaba mantener las cosas
limpias y ordenadas ahí abajo, y pude ver que Sarah estaba impresionada
ahora que estaba llegando a verlo y no sólo sentirlo en los oscuros
recovecos de un callejón.

Cuando salí de mi ropa mantuve mis ojos en ella, que sólo tenía ojos
para mi polla. Cuando su mano fue instintivamente a su pezón y comenzó
a rodarlo entre las puntas de sus dedos, gruñí. Joder, no tenía ni idea de
lo sexy que era o de lo atado que me tenía, y eso era antes de estar dentro
de ella.

—Sarah —susurré—. Mírame.

Cuando sus ojos se encontraron con los míos el rubor de sus


mejillas se convirtió en uno de vergüenza, así que tomé su mano y le besé
los nudillos.
—Nunca te avergüences por querer sexo —dije en voz baja—. Es la
cosa más sexy del mundo. Sólo quiero que me mires porque necesito estar
seguro de que esto es definitivamente lo que quieres.

—Sí —clamó.

—Sé que dices las palabras, Sarah, pero necesito verlo en tus ojos
también. Cuando me ponga este condón quiero seguir viendo ese deseo, y
cuando me acueste encima de ti y esté a punto de entrar, tengo que ver
qué quieres lo mismo.

No respondió, pero me arrastró hacia ella, y cuando nuestras caras


estaban cerca, me pasó los dedos por el cabello y me besó con un afán que
respondía todas las preguntas que tenía sobre lo que íbamos a hacer.

—Sabes a mí —dijo contra mi boca.

254 —Sí, y es jodidamente delicioso —Me eché hacia atrás y, con una
sonrisa, le pasé el envoltorio de papel de aluminio—. Hazlo tú.

Se veía un poco insegura, y sus ojos se alejaron de mí por el condón


en su mano. —No lo he hecho nunca.

—Te mostraré, sólo sácalo.

Mientras Sarah abría el papel de aluminio me agarré la polla,


doliéndome más de lo que creía posible, tanto que quería quitarle el
condón y ponérmelo para ahorrar tiempo, pero sabía que tenía que dejarle
algo de control. Después de lo que pareció una eternidad, pero que en
realidad fueron sólo segundos, se levantó para que su rostro estuviera al
nivel de mi polla. La miró con impaciencia y dejó caer un beso al final de la
misma. No fue la mamada completa que hubiera deseado, pero hizo que mi
corazón sonara más fuerte en mi pecho. Esta chica iba a ser
definitivamente la persona que más me jodiera, lo sentía en mis huesos.

Tentativamente, me agarró y luego colocó el condón en el extremo de


mi polla.
—Pincha el extremo —dije. Con su concentración aún en el condón,
le pasé una mano por el cabello y alrededor de su mejilla. Una vez que hizo
lo que le pedí, me miró, con los ojos llenos de preguntas—. Eso es, ahora
ruédalo lentamente.

Mientras sus diminutos dedos trabajaban el látex a lo largo de mi


cuerpo, me quedé sin aliento. Su toque era ligero y suave, y envió ondas de
necesidad arremolinándose alrededor de mi cuerpo hasta que pensé que
podría hacer auto combustión. Finalmente, cuando terminó, me miró y me
dio la mayor sonrisa, orgullosa de lo que había logrado. Para algunas
chicas envolver la polla de un chico no era nada, pero para Sarah lo era
todo.

—Te necesito ahora mismo —jadeé, mientras la sonrisa de Sarah se


iluminaba un poco más.

—Yo también —respondió, y me dejó caer una vez más cuando se


255 acostó en el sofá y abrió las piernas de nuevo.

—Joder —murmuré. Me agaché, poniéndome encima de ella.

Enganché una mano bajo su pierna, justo en el pliegue de su rodilla,


y la levanté. El instinto le dijo a Sarah que la quería en mi hombro y, con
sus bonitos dedos pintados de rosa apuntando, la colocó justo donde
quería. Su otro pie fue al suelo, lo que sólo la abrió más, y la vista fue
espectacular. Con un prolongado beso en la parte interna del muslo, no
pude esperar más, y me instalé entre sus caderas para empujar dentro de
ella.

Tan pronto como di mi primer empujón, supe que esta sería la mejor
sensación que jamás hubiera experimentado. Pasará lo que pasara, Sarah
siempre sería el mejor sexo que tendría por lo que significó para ambos;
fue el principio del fin de nuestro dolor.

Con cada empujón que daba, Sarah me atraía y se apretaba a mí


alrededor, incitándome a ir más fuerte y profundo. Nada se había sentido
tan bien, nunca me había sentido tan adicto, y cada vez que salía no podía
esperar a empujar de nuevo dentro de ella. Nuestro ritmo era constante,
pero no lento. Tenía que forzarme a no ir más rápido, a no asustarla, a
permitir que siguiera teniendo ese control; pero cuando le subí la pierna y
sus dedos se apretaron en mi cabello, no pude evitarlo.

Fui más rápido y duro, cuando Sarah comenzó a agacharse debajo


de mí. Sus caderas se movían salvajemente y con abandono, sentí que sus
paredes me apretaban.

—Adam —jadeo—. No… no te detengas.

No podría, aunque lo intentara. Ni siquiera podía hablar, así que mis


labios encontraron su clavícula y succionaron fuerte. Mientras Sarah
jadeaba y me tiraba con más fuerza del cabello, supe que estaba a punto
de llegar, pero ella tenía que llegar primero, tenía que darle eso. Así que
levanté mi pecho del suyo, dejé caer mi boca sobre su pezón y lo succioné
256 y lamí, lo pellizqué con mis dientes y le di la atención que sabía que Sarah
quería tener.

—Adam —gimió y se estremeció debajo de mí. Su cuerpo se tensó,


su cabeza retrocedió y un grito a Dios salió de su boca.

Mientras su calor continuaba pulsando a mí alrededor, usé el poder


de mis muslos para golpear mis caderas más rápido y fuerte, hasta que
mis bolas comenzaron a palpitar desde adentro y se apretaron. Con cada
golpe la sensación aumentaba y la anticipación crecía, y mientras mi
corazón latía, mi cuerpo se tensó y dejé escapar un fuerte gemido y exploté
en un mundo de éxtasis.

Ambos respirábamos con dificultad y se había formado un fino sudor


en nuestros cuerpos. Me di cuenta de que nunca había puesto tanto
esfuerzo en el sexo. Hacía lo que tenía que hacer para que ambos lo
sacáramos, pero con Sarah eso no había sido suficiente. Necesitaba que
entendiera que estaba listo para cambiar por ella, y saber que esto era
diferente para ambos. No era vulgar, sin sentido o no deseado, era sexo
entre dos personas que se preocupaban, que querían lo que el otro tenía
para dar. Es el tipo de sexo que marcaba el comienzo de algo.

—¿Estás bien? —pregunté, y le besé el cuello.

Asintió, pero no habló; estaba sin aliento y sin huesos mientras sus
brazos caían a los lados.

—Lo tomaré como un maldito infierno, sí. —Me reí y me levanté


sobre mis antebrazos, no queriendo aplastarla, pero sí mantenerla debajo
de mí el mayor tiempo posible.

Se rio y me miró. —No era lo que esperaba.

—Bien —respondí, y me salí lentamente de ella, agarrándome la


polla y el condón mientras lo hacía—. Eso significa que es como nada
anterior, lo que también significa que con el tiempo borraremos esos

257 recuerdos.

Se calló y me pregunté si había dicho algo equivocado al mencionar


lo que había pasado.

—Oye, lo siento —dije—. No quise molestarte.

Frunció el ceño y sacudió la cabeza. —No lo hiciste, es sólo que


dijiste con el tiempo.

Me senté en cuclillas y la miré, sorprendido cuando mi corazón dio


un vuelco. Se veía hermosa y había sido jodidamente increíble, pero los
sentimientos que me rodeaban eran raros. Tenía un fuerte deseo de
abrazarla y besarla toda la noche, y sabía que esto era mucho más que mis
relaciones habituales. Sentía que necesitaba poner una etiqueta sobre
nosotros, y que tenía que estar escrita con tinta permanente.

—Sí, con el tiempo lo haremos.

—Entonces, ¿quieres hacer esto de nuevo? —preguntó.


—Sí, ¿tú no?

—Por supuesto, pero depende.

—¿De qué? —pregunté encogiendo un hombro.

Sabía que estaba siendo una mierda al respecto, y que directamente


debería decirle “sí, y creo que deberías ser mi novia”, pero cambiar tu
personalidad de mierda a ser un ser humano razonable no ocurría de la
noche a la mañana.

Sarah me miró con recelo y luego, con un pequeño resoplido, se


apoyó en sus codos y me dio una vista espectacular de sus tetas.

—Eres realmente un idiota a veces —suspiró.

—¿Qué? —Me eché hacia atrás, y subconscientemente pensé en el


condón que aún estaba en mi polla—. ¿Alguna posibilidad de deshacerme
258 del envoltorio antes de que tengamos nuestra primera pelea?

Se sentó completamente y cruzó los brazos sobre su pecho, lo cual


me enojó, porque ya no disponía de mi espectacular vista—. No, no
puedes. Sólo sé honesto conmigo, Adam. ¿Me quieres como una amiga
para follar o algo más?

—¿Mi respuesta cambiará tu respuesta? —pregunté, y traté de no


sonreír. Como dije, todavía había un elemento de imbécil en mí.

—Sí —estalló—. Sabes que lo hará. Sabes que no importa cuán


asombroso sea el sexo contigo, no puedo ser sólo una compañera de sexo.
Te dije que no sería miembro de tu pandilla de chupa pollas.

No sabía cuándo dejarlo. —Oficialmente serás parte de mi pandilla


sexual. Oh, y apunta que el sexo fue increíble.

—Dios mío, maldito perdedor —Me tiró un cojín y me golpeó justo en


la cara. Fue un buen lanzamiento también, porque me lo tiró de
espaldas—. Bueno, esa fue la primera y última vez, así que chúpate esa,
imbécil.

Se levantó del sofá y buscó su ropa. Antes de que llegara muy lejos,
la enganché por la cintura, tirándola hasta que se puso a mi altura.

—Mierda, Adam, tu polla todavía está húmeda y está tocando mi


trasero —gritó.

No pude evitar la risa que retumbó desde lo profundo de mi


estómago, y cuando Sarah saltó y empezó a limpiarse el trasero con uno de
los cojines de mi madre se hizo más fuerte.

—Deja de reírte —dijo, y me fulminó con la mirada.

—No puedo evitarlo, pero asegúrate de no dejar demasiado esperma


en los muebles de mi madre.

259 Se detuvo y miró hacia abajo, horrorizada. —Oh no, tu mamá me va


a matar —gritó, y dejó caer el cojín como si fuera una patata caliente—.
Tenemos que lavarlo antes de que llegue a casa. —Se detuvo y miró el reloj
de la repisa de la chimenea—. ¿A qué hora debe llegar a casa? Tengo que
vestirme e irme. Oh, Dios mío, pensará que estoy en tu pandilla de chupa
pollas y que soy la chica nueva fácil que se baja las bragas sólo para hacer
amigos. Ella…

Estuve delante ella, tomando su boca con la mía, antes de que


tuviera la oportunidad de ponerse más ansiosa. El beso fue todo lo que
nunca pensé que un beso pudiera ser; fue dulce, cálido y acogedor. —Sigo
pensando que eres un idiota. —Hizo un puchero, sin aliento, mientras
rodeó con sus brazos mi cuello.

—Lo sé y lo siento —Hice algo que nunca había hecho antes y froté
mi nariz con la suya. Pensé que me sentiría estúpido haciendo algo así,
pero se siente bien e íntimo—. Eres demasiado fácil para terminar.
Parpadeó rápidamente tres veces, y me imaginé que estaría a punto
de ser golpeado de nuevo, así que salté rápidamente con otra disculpa.

—Otra vez, lo siento, y para demostrarte lo mucho que lo digo en


serio te diré exactamente lo que quiero para nosotros.

Sarah tragó con fuerza, y vi cómo la preocupación pasó por su cara.


Odiaba haber sido tan bastardo en el pasado que pensase que haría algo
de mierda después del increíble sexo que acabábamos de tener. Seguí
adelante, desesperado por tranquilizarla.

—Quiero que hagamos esto una y otra vez, pero no como follamigos
o un rollo semanal. Quiero que salgamos, que estemos juntos, que seamos
mutuamente exclusivos. Novia y novio. —Las palabras que salieron de mi
boca me sorprendieron, y tuve que admitir que me sentí un poco inseguro.
Nunca quise salir con nadie, y mucho menos ser exclusivos. No era yo,
pero Sarah me hizo quererlo, aunque sólo con ella.
260
Esperaba que sonriera o, al menos, dijera que estaba bien, pero se
quedó ahí parada y me miró fijamente. Sus dedos se entrelazaron juntos,
pero sentí una gran sensación de alivio al ver que no se frotaba la muñeca;
la cicatriz de su dolor.

—Sarah, di algo.

Me tocó a mí sentirme ansioso, y me sorprendió lo mucho que quería


lo que le había ofrecido. Si decía que no, no estaría seguro de cómo
reaccionaría. Probablemente como un idiota, porque después de todo era
un trabajo en progreso.

—¿Lo quieres? —preguntó, con su voz suave y baja.

—Sí, lo quiero.

El momento en que sonrió fue el momento en que realmente supe


que había caído por ella. El alivio estaba casi a la par con el que sentí el
día que Eric salió de nuestras vidas; así de importante era para mí saber
que Sarah iba a ser mía.

Se arrojó a mis brazos y me abrazó fuertemente antes de darme un


duro beso en los labios. Cuando sus manos se acercaron a mi cabello,
gemí y la aparté suavemente, ya que había notado que así era como decía
que estaba caliente.

—Sarah, tenemos que parar.

—¿Por qué? —preguntó, y miró el reloj otra vez—. Oh, mierda, ¿tus
padres llegarán pronto a casa?

—No, pero mi polla está nadando en un condón lleno de semen y


creo que la pizza está aquí.

Mientras se alejaba de mí, alguien golpeó la puerta y ambos nos

261 giramos hacia ella y reímos a carcajadas.

Agarré mi chándal y le tiré a Sarah su camisa. —La cocina está por


ahí, los platos están en el primer armario de la izquierda, y hay algunas
latas de Coca-Cola Light en la nevera. Voy y pago, mientras todavía tengo
puesto el maldito condón, debo añadir.

Sonreí y me saludó, y la vi entrar en la cocina, tirando de su camisa


sobre su cabeza, mientras me dio una gloriosa vista de su trasero.
27
SARAH Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

No pude evitar sonreír mientras veía a Adam comer pizza, era un


típico chico que tenía toda la delicadeza de un gorila a la hora de
alimentarse. Se metió casi un trozo entero en la boca, seguido rápidamente
de un trago de Coca.
262
—Ugh —gruñí—. Eso es asqueroso.

—¿Qué cosa? —dijo alrededor de un bocado de pepperoni.

—Beber mientras tienes comida en la boca. Mi padre solía comer


chocolate y beber café al mismo tiempo. Decía que ayudaba a derretir el
chocolate y los mezclaba.

Adam sonrió y se acercó para meter un mechón de cabello detrás de


mi oreja.

—No hablas mucho de él.

Sonreí mientras pensaba en mi padre, la punzada todavía estaba en


mi corazón.

—Duele, ya sabes. Además, no es que hayamos sido los mejores


amigos desde que llegué aquí.
Tomó otro trago de su bebida y sus ojos me examinaron como si
estuviera estudiando uno de esos rompecabezas de imágenes donde hay
cien gatos y tienes que encontrar al único conejo.

—¿Qué? —pregunté, y me limpié la boca con mi servilleta—. ¿Tengo


comida en la cara o algo así?

Sacudió la cabeza. —Sólo estoy tratando de averiguar por qué pensé


que podría destrozarte. Eres jodidamente fuerte y valiente, cualquiera
puede verlo.

Empujó la caja de la pizza lejos de nosotros y se estiró para llevarme


a su regazo. Su fuerza significó que me levantó como si fuera una niña
pequeña, y cuando me colocó a horcajadas sobre él, sentí mi estómago
lleno con mariposas recién nacidas de una nueva relación.

Habíamos pasado una tarde increíble, una vez que Adam me dijo
263 que su familia se había ido el fin de semana y lo habían dejado olvidado, y
que no tenía que preocuparme porque su madre nos encontrara. Hubo dos
rondas de sexo, lo que significó que tuvimos que recalentar la pizza, pero
disfruté especialmente hablando y conociéndonos mejor.

—Me alegra que pienses que soy valiente, porque tengo que ser
honesta, no me siento así la mayor parte del tiempo.

—Lo sé —respondió mientras me rodeó la cintura con sus brazos y


me apretó con sus antebrazos—. Pero el hecho de que hayas intentado
ocultarlo prueba que realmente lo eres. Te han lanzado tanta mierda este
último año y, aun así, intentaste batallar conmigo a cada paso del camino.

Dejé escapar un largo suspiro y me acurruqué más cerca de su


cálido cuerpo. —No podía dejar que me arrastraran de nuevo. Tenía que
tomar el control de mi vida y no dejar que otro hombre me manipulara.

Adam se sobresaltó y se alejó de mí. —No me parezco en nada a él.


Es un maldito violador.
Su voz fue baja y dura, y sus oscuros ojos estaban llenos de ira y
decepción mientras escupía las palabras. Su cara se curvó en una mueca
de desagrado y me pregunté si el fino hilo de gasa que ataba su bondad a
él podría haberse roto, permitiendo que la oscuridad volviese a entrar.
Preocupada por haber arruinado las cosas entre nosotros, le di una suave
sonrisa y le puse la mano en la mejilla. Cuando visiblemente se relajó,
sentí alivio y poder en igual medida. Este chico decía que lo tenía atado
con nudos, pero empezaba a pensar que estábamos atados por alguna otra
vida pasada. Todo había sucedido tan rápido entre nosotros. Tal vez era
demasiado y debíamos seguir siendo amigos por un tiempo más, pero no
podía ver cómo algo pudiera ser mejor que el ahora.

—No era eso lo que quería decir —dije, con mis ojos todavía atentos
a la cara de Adam—. Y lo sabes. Y si no lo sabes, entonces todo esto tal vez
fue demasiado pronto.

—No —respondió rápidamente—. No es demasiado pronto y lo sé.


264 Hablaste de nosotros dos en una misma frase, me sorprendió —Hizo una
pausa para respirar profundamente—. ¿Crees que es así como la gente me
ve, como una especie de monstruo?

Sus ojos estaban ensombrecidos por la culpa, donde normalmente


había confianza y desafío, y sabía que el matón manipulador había sido
todo un simulacro para ocultar al Adam que estaba viendo hoy. Como yo
había pretendido ser valiente, Adam había intentado ser alguien a quien
nadie se atreviera a desafiar. Estaba ese vínculo de nuevo; dos caras de la
misma moneda.

—Creo que la gente verá lo que tú quieras que vean —respondí, y le


besé suavemente en los labios—. Quieres que vea tu verdadero yo, así que
eso es lo que me das. Sólo espero que más gente lo vea también.

—Una cosa es segura —suspiró—. Ciertamente los sorprenderemos


en la escuela el lunes.
—Sobre eso —dije, tentativamente, queriendo expresar un
pensamiento que había estado meditando—. Sobre el hecho de que hasta
hace una semana éramos casi enemigos jurados, ¿crees que la gente
pensará que soy fácil por tener sexo contigo? ¿Crees que soy fácil? Oh,
Dios mío, ¿crees que pensarán que me he unido al grupo de chupa pollas?

Adam puso los ojos en blanco, pero no dijo nada mientras me veía
trazar con mi dedo su tatuaje del águila. Me fascinaba la delicada
complejidad de las plumas del pájaro. Sus garras, tan vivas, parecían
como si estuvieran realmente agarrando un balón de fútbol.

—No lo pienses demasiado —dijo. Me levantó la barbilla con su dedo


y me dio una amable sonrisa que hace sólo unas semanas nunca lo
hubiera creído capaz de hacer. Calentaba y aliviaba mis preocupaciones e
inseguridades—. Y, no, no creo que seas fácil. Sé lo difícil que debe haber
sido para ti.

265 —Pero precisamente es eso, Adam, no fue así —respondí—. Tener


sexo contigo se siente natural y fácil. En ningún momento entonces, o en
el callejón, tuve un flashback o un recuerdo que me hiciera querer parar.
Sé que han pasado nueve meses y que he estado haciendo terapia, ¿pero
estuvo mal que te quisiera así? Eres mi primera experiencia sexual desde
entonces y se sintió bien, ¿debería?

No tenía ni idea, así que no estaba segura de cómo Adam pudiera


saberlo, pero estaba siendo sincera cuando dije que nada me preocupaba o
me hacía querer parar. De hecho, mis pensamientos sobre Joshua Mills
habían sido mucho más infrecuentes las últimas dos semanas. Ni siquiera
había pensado sobre el hecho de vivir en el pueblo en el que prácticamente
me habían acosado. Ya no me sentía asustada, porque confiaba en que mi
madre me mantendría a salvo, confiaba en que yo me mantendría a salvo.
Más que eso, confiaba en que Adam me mantendría a salvo.

—¿Por qué piensas que está mal, hmm? —Besó mi frente y me rodeó
con sus brazos, envolviéndome con seguridad desde este mismo momento.
—Porque… —Luché por decir las palabras. No porque no pudiera
encontrarlas, sino porque estaba preocupada de que creyese que eran
ciertas—. Porque si estoy feliz por tener sexo contigo, queriendo tener sexo
contigo, ¿significa eso que también disfruté lo que me hizo? ¿No fue tan
malo si puedo hacerlo de nuevo tan sólo unos meses después?

Los brazos de Adam alrededor de mi cuerpo se pusieron más firmes.


Estábamos tan cerca que, prácticamente, podía oír sus latidos.
Definitivamente podía sentirlo bajo la punta de mis dedos en su pecho. El
ritmo constante y fuerte era el mismo que el de mi propio corazón, y me
maravilló una vez más cómo podíamos estar tan en sintonía el uno con el
otro. Estamos despreocupados juntos, lo cual era un milagro después de lo
que había pasado entre nosotros, y lo que ambos habíamos tenido que
soportar…

—La diferencia esta vez —respondió mientras jugaba con un mechón


de mi cabello—. Es que fue consensuado y tuviste algo de control de la
266 situación. Fuimos a tu ritmo, y si me hubieras dicho que me detuviera, te
dije que lo hubiera hecho, de inmediato.

Lo miré y sonreí. —En realidad, eres una persona bastante


agradable. Deberías dejar que más gente lo sepa.

Los ojos de Adam se entrecerraron. —No hay ni una maldita


posibilidad. Esto está reservado para ti, nena, y para nadie más.

Como la familia de Adam estaría fuera el fin de semana, fui a casa a


dormir el viernes por la noche, pero sólo porque mi madre nunca me
hubiera dejado quedarme. Pensaba que había estado en la biblioteca
poniéndome al día con los deberes escolares. No se le ocurrió que tenía
todos los libros de texto que necesitaba en mi mochila y un Mac e Internet
en casa, si realmente quería estudiar. Adam había bromeado con que
debería decirle que había estado estudiando biología, porque así no sería
una mentira. Me lo sugirió justo antes de que me fuera a casa, mientras
me hacía cosas que estaba segura habrían horrorizado a mi madre.

El sábado por la mañana me levanté más temprano de lo que era


aceptable para un fin de semana, pero estaba sustituyendo a Clarice y
haciendo una clase de Street Dance para ella mientras se tomaba un
descanso para visitar a sus padres en Birmingham.

Mamá todavía estaba durmiendo, lo que no fue una sorpresa, ya que


eran sólo las seis y media. Así que me arrastré por la casa después de
ducharme y vestirme, recogiendo mis cosas, incluyendo una muda de
ropa, ya que iría a casa de Adam después. En realidad, le dije a mamá la
267 verdad sobre eso, hasta cierto punto de todos modos; pensaba que algunos
de nosotros íbamos a hacer un proyecto de historia. Una vez más, no fue
una mentira total, Adam y yo podríamos discutir el mapa que tuvimos que
crear de las batallas más famosas de Napoleón, pero era poco probable. Me
emocionaba pensar que podría haber más lecciones de biología en la
agenda del día.

Estábamos en los primeros días de febrero con madrugadas frescas,


así que cuando salí y me subí la cremallera de mi chaqueta me sorprendió
ver el auto de Adam aparcado al final de nuestra entrada. Estaba apoyado
en el capó, mirando hacia abajo a su teléfono. Su cabello volaba con la
brisa, pero parecía caliente con su sudadera de los Eagles debajo de su
chaqueta vaquera, y habría hecho cualquier cosa para ir a su casa y
acurrucarme con él en el enorme sofá de su sala de estar.

—Hey, tú… —dije, mientras me acercaba al auto.

—Oh mierda, no te escuché. Lo siento, estaba enviando un mensaje


a Ellis.
Fruncí el ceño. —¿A las siete menos cuarto de un sábado por la
mañana?

—Sí. Quiere ir a Manchester a conseguir una chaqueta que ha visto


en una revista. Íbamos a salir a las ocho y media para llegar temprano, y
así poder volver a ayudar a su padre con algo.

—Oh bien, está genial —respondí, un poco decepcionada, pero


tratando de ocultarlo—. No tenías que venir a la casa para decirme que no
vendrías más tarde, podrías haberme mandado un mensaje.

Sonrió y agitó la cabeza. —Le estaba enviando un mensaje de texto


para decirle que no voy a ir. Voy a pasar el día contigo en su lugar.

Di medio paso atrás sin estar segura de haberlo escuchado bien. —


Dilo de nuevo.

268 Sonrió y me tiró hacia él hasta estar entre sus piernas.

—Pasaré el día contigo. Te dije que lo haría, así que eso es lo que voy
a hacer.

—¿No se lo prometiste primero a Ellis?

Se encogió de hombros. —Era un arreglo un poco flojo. Kirk también


va a ir, y no quiero estar en su compañía.

Mi corazón se hundió ya que podría tener a Adam en mi zona ahora,


pero realmente no quería hacer un enemigo de Kirk o ser la razón por la
que él y Adam dejaran de ser amigos.

—Hey —dijo Adam, agachándose para mirarme a los ojos—. Lo que


hizo fue peligroso, y hablar luego de ello, bueno, eso fue un truco de
idiotas. Pero deja de preocuparte, estaremos bien con el tiempo. Ahora
vamos, tienes una clase de baile que dar.
—Oh Dios, Adam —jadeé mientras bombeaba, las puntas de sus
dedos clavándose en mi trasero—. No te detengas.

Estaba desnuda de la cintura para abajo y siendo follada con fuerza


en el mostrador de la cocina de la madre de Adam; era todo lo que nunca
había sabido del sexo antes de conocerlo.

Mi parte superior estaba cubierta con una de sus camisetas de


fútbol estampada con su número siete y nombre, y era tan grande que el
269 cuello bajaba tanto que prácticamente se podían ver mis pezones. Para mí
tener que usar eso parecía bastante inútil, pero parecía que a Adam le
gustaba. Tuvimos sexo antes, después de volver de mi clase de baile, y me
la puse encima para ir al baño. No me dejo quitármela desde entonces.

Mientras la sensación de mi inminente orgasmo seguía creciendo y


recorriendo mi cuerpo, mis talones se clavaron en el estrecho trasero de
Adam. No quería pensar en cómo se había vuelto tan hábil en el sexo, pero
de todas formas no podía evitar estar agradecida. Mi cuerpo se sentía
como si hubiera sido adorado en los últimos dos días, querido y apreciado
casi hasta el punto del agotamiento. Era adicta a Adam y a cómo me hacía
sentir durante el sexo. Cada parte de mi piel cosquilleaba, mis pezones
estaban sensibles y tenía el más maravilloso dolor entre mis piernas.
Adam Hudson podía haber sido sólo un chico, pero me trataba como una
mujer y no me hizo sentir ni una sola vez asustada o insegura; era más
hombre de lo que Joshua Mills jamás sería.
—Mierda, Sarah —dijo a través de los dientes apretados mientras su
mano aparecía entre nosotros—. Necesito que te corras, voy a explotar en
cualquier momento.

Sus largos dedos alcanzaron mi clítoris, que estaba tan hinchado y


sensible que sólo se necesitaron dos golpes para encender fuegos
artificiales dentro de mí. Ola tras ola de sensaciones que eran placenteras
y dolorosas al mismo tiempo se precipitaron a través de mí como una
marea.

—¡Adam!

—Joder —gritó, y aceleró su ritmo.

Aceleró sus caderas y se aferró a mí hasta que finalmente gimió y se


estremeció contra mí. Nuestros pechos se elevaron al unísono y, cuando la
sonrisa de Adam arrugó sus ojos e iluminó su rostro, supe que, aunque
270 hubiera precipitado las cosas con Adam, no hubiera hecho nada diferente.
Sabía por experiencia que tu vida podía apagarse cuando hacías algo tan
simple como hacer tu trabajo, o podías sufrir un trauma tan grande que ni
siquiera querías vivir más. No me permitiría arrepentirme de ser una
adolescente y tener sexo con un chico que me gustaba.

—Nunca he tenido tanto sexo en un período de 48 horas —dijo


contra la piel caliente de mi hombro, antes de dejar caer un beso con la
boca abierta sobre él—. Mi polla podría caerse.

Le di un golpe y puse los ojos en blanco. —Bonita imagen.

—Sí, ¿y qué harías si lo hiciera? —preguntó con una sonrisa


irónica—. Tendría que empezar a usar mis dedos mágicos.

—Siempre puedo conseguir un chico que aún tenga su polla —


respondí, con un suspiro indiferente.
Adam se rio y salió de mí. —Sarah, ambos sabemos que uno de mis
dedos funcionará mejor que la polla de cualquier otro chico, así que no,
cariño, no lo harás.

Me dio un beso en los labios, se alejó y tiró el condón en el cubo de


basura de la cocina.

—Adam —siseé, saltando del mostrador—. Tienes que envolverlo en


papel. ¿Y si tu madre lo encuentra?

Me guiñó un ojo y me dio una de las sonrisas arrogantes a las que


estaba acostumbrada. —Entonces no deberían haberme dejado aquí como
castigo.

—Así que querías ir a visitar a los padres de Roger con tu madre, tu


hermana de ocho años y tu padrastro, que parece irritarte con sólo
respirar.
271 Lo pensó por un segundo y luego sacudió la cabeza. —No, porque
entonces no habría tenido la mayor cantidad de sexo que he tenido en
cuarenta y ocho horas. —Con una sonrisa, se inclinó para recoger sus
jeans y se metió en ellos junto con los boxers, que aún estaban dentro—.
Tal vez debería agradecerle a Kirk después de todo.

Me puse de puntillas para besarlo y le di una palmadita en la


mejilla. —Es bueno saber que ese cabeza de chorlito sigue ahí, en alguna
parte.

Se rio a carcajadas y me uní pronto a él, sorprendida por lo rápido


que habíamos caído en una relación fácil y despreocupada. Nadie nos
reconocería como los dos chicos de la escuela que se odiaban.

Cuando empecé a alejarme, decidida a cambiarme de ropa, llamaron


a la puerta.

—¿Has pedido más pizza? —pregunté.


—No. Aunque no es una mala idea.

—Te dije que cocinaría. Podemos ir y conseguir algo de esa comida


gratis de Murray.

Adam salió al pasillo conmigo y, mientras me movía hacia la


escalera, me azotó el trasero.

—Ni siquiera pienses en quitarte la camisa —gritó sobre su hombro


mientras abría la puerta—. No he terminado contigo todavía.

—Dios mío, es verdad.

La voz me hizo detenerme con un pie en el escalón inferior, mientras


mi corazón se hundía.

—Alannah —me susurré a mí misma, cerrando los ojos y esperando


que fuera sólo un sueño.
272
No lo era.

—No puedo creerlo —gritó—. ¿Cómo pudiste?


28
ADAM Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

Cuando le dije a Sarah que nunca había tenido tanto sexo en un fin
de semana como el que había tenido con ella, dejé fuera una gran
información: fue el mejor jodido sexo que había tenido. No sabía por qué no
se lo había dicho, quizás porque seguía siendo un imbécil de corazón o
273 porque estaba avergonzado de que las experiencias con las que tenía que
compararlo no fueran más que polvos sin sentido.

No había tantas, si era sincero. No sexo completo, de todos modos.


Sí, hubo muchas mamadas y cogidas con los dedos, pero sexo, bueno, sólo
había tenido cuatro parejas antes de Sarah, no tantas como ella pensaba.
Había que admitir que MacKenna y yo solíamos tener sexo cuando nos
enrollábamos, pero otras dos chicas, Tamsin y Meghan, habían sido
únicas. Tamsin había sido mi primera, y no había sido espectacular, en
una fiesta por el 15º cumpleaños de Ellis. Ella tenía 17 años, y aún menos
experiencia que yo. Por lo menos con Pippa Jennings, nuestra vecina, me
había dado una mamada y masturbado un par de veces. El verano era
aburrido cuando tenías catorce años y tus amigos tenían padres que los
llevaban de vacaciones. En cuanto a Meghan, era la chica con la que me
habían pillado en la cama de mamá y Roger a principios de año, una
mierda de sexo donde ni siquiera había tenido un orgasmo. Luego, hubo
un trío con Amber y Ellis, que tampoco pude decir que me hubiera gustado
mucho; no podía concentrarme en que Amber me montara mientras veía a
Ellis por el rabillo del ojo mientras le chupaba la polla.

El punto era que por eso no le había dicho a Sarah que el sexo con
ella era lo mejor, porque cualquier cosa antes de ella no contaba de todos
modos. Estaba bien enganchado y era un buen trabajo que no hablara con
Kirk, porque viendo mi mirada, con una sonrisa estúpida y sentimental,
me daría mierda todo el día.

El lunes, cuando llegué a la escuela y salté de mi auto, la primera


persona que busqué fue a Sarah. Nuestro encuentro del sábado con
Alannah la había disgustado, pero el domingo, cuando fuimos a
Manchester a la pista de patinaje y al cine, parecía un poco más feliz.

Alannah nos había gritado a los dos, pero sobre todo a Sarah, y yo
estaba muy cerca de traer al malvado Adam para advertirle. Las cosas que
había dicho no eran incorrectas; yo era un imbécil, un bastardo malvado,
274 un cabrón, quién sabría que Alannah tendría un vocabulario tan amplio, y
un abusón. No tenía ni idea de si volvería a mostrar esas tendencias, pero
sabía que no podía soportar la idea de herir a Sarah, nunca.

Cuando le dijo a Sarah que era una estúpida broma, me volví


totalmente loco. Fue entonces cuando la eché y le dije que si no podía
disculparse con Sarah tenía que irse a la mierda.

Lo que dijo Alannah había sido algo totalmente injusto, sobre todo
porque sabía lo que Sarah había pasado por ese maldito profesor suyo.
También estaba jodidamente petrificado porque su comentario hiciera que
Sarah se sintiera culpable. Sabía que Alannah no tenía ni idea de que
Sarah había sido violada, y probablemente no lo habría dicho si lo hubiera
sabido, pero no lo sabía, y lo hizo. Había vigilado de cerca a Sarah el resto
de esa noche y el día siguiente en la pista de hielo. Le pregunté cada pocos
minutos si estaba bien, y su respuesta siempre había sido sí, pero sus ojos
estaban helados y su voz vacía de sinceridad.
Llegué al pasillo de sexto curso sin encontrarme con Ellis, Tyler o
Kirk, y me alegré. Sólo había una persona a la que quería ver, y era
hermosa, rubia y llevaba ropa demasiado grande para ella. Cuando doblé
la esquina, allí estaba. Sentí que un peso se eliminaba de mis hombros.
Avancé con una gran sonrisa en mi rostro, pero vacilé cuando Alannah se
acercó a ella.

—Mierda —murmuré cuando vi los brazos de Alannah cruzados


sobre su pecho y su tensa postura. Corrí hacia ella y me detuve justo
cuando Sarah respiró profundamente, lista para hablar.

—Lo siento, Alannah, de verdad. Sé que debería habértelo dicho,


pero simplemente sucedió. No pensé ni por un minuto que Adam y yo...

—Oh, y aquí está —mordió Alannah —. Tu novio.

—Escucha, Alannah —gruñí, estando cerca de Sarah—. Cualquier


275 problema que tengas conmigo, está bien, pero no te desquites con Sarah.

Alannah empujó sus gafas por la nariz y frunció el ceño. —Ella sabía
lo que me hiciste.

—¿Qué Alannah? —grité—. ¿Qué demonios te hice que no quisiste


que te hiciera? Dime.

Sus fosas nasales se abrieron cuando consideró mi pregunta. —Lo


sabes, y me hiciste quedarme en TJ’s esa noche —Se volvió hacia Sarah—.
Hizo cosas para que me quedara. Él. Hizo. Que. Me. Quedara. ¿Piensas
que eso está bien?

Sarah me miró con recelo, y supe entonces que la había cagado al no


contarle todo lo que había hecho. Debí haber confesado, porque estaba
obligada a volver a odiarme una vez que Alannah le contara todos los
sórdidos detalles.

—Probablemente no me va a gustar, Alannah —respondió—. Pero le


voy a dar la oportunidad de decírmelo.
Casi me ahogué por el shock de que me fuera a dar una
oportunidad. No iba a creer inmediatamente a Alannah y luego echarme a
un lado. Respiré hondo, puse una mano en el hombro de Sarah y me miró.

—Necesitamos hablar. Debí haberte dicho algunas cosas durante el


fin de semana.

—Si no hubieran estado follando como conejos Duracell —respondió


Alannah, con su tono chorreando sarcasmo—, podrías haberlo hecho.

—Alannah —Sarah se quejó—. Realmente no estás ayudando.

Alannah sacudió la cabeza y me miró con unos ojos que contenían


toda una serie de maldiciones que quería lanzarme.

—¿Y qué hay de lo que él y su banda de idiotas le hicieron a Amber?


¿Sabías que le dijeron a toda la escuela que ella hizo un trío con él y Ellis y

276 que ella se lo pidió? —Me señaló con un dedo acusador—. ¿Qué le hiciera
pis encima? Es por eso por lo que pasa el almuerzo sola y no tiene amigos
en esta escuela.

Los ojos de Sarah se pusieron enormes. —¡Adam!

—¿Qué? —Me encogí de hombros—. Lo hicimos, ella lo hizo. Si se


avergonzaba de ello, no debería haber aceptado.

Sarah se alejó de mí. —Pero no necesitabas decírselo a todo el


mundo. Eso es desagradable, Adam.

—¿Y todavía quieres estar con él? —La cara de perra de Alannah de
repente se animó—. Vamos Sarah, vámonos.

Mi corazón se detuvo cuando Sarah se movió a mi lado. Mantuve los


ojos en Alannah, no pudiendo ver a Sarah irse, así que cuando una
pequeña mano se envolvió alrededor de la mía contuve la respiración.
—Alannah, sé exactamente qué clase de persona puede ser Adam,
pero está cambiando, y queremos ver cómo va esto entre nosotros.

Finalmente dejé salir el aliento que había estado reteniendo en una


exhalación extra larga, cerrando brevemente los ojos.

—No sé si funcionará —continuó Sarah—. Pero si no le doy una


oportunidad a Adam, nos doy una oportunidad, entonces no lo sabré.
Quiero que seamos amigas, Alannah, pero también quiero estar con Adam.

Las fosas nasales de Alannah se abrieron y sus gafas se volvieron a


resbalar. No dijo ni una palabra más, sino que giró sobre sus talones y se
fue furiosa, su falda roja de tartán se movía con cada paso que daba.

—¿Por qué no me hablaste de Amber? —preguntó una pequeña voz.

Me volví hacia Sarah, que estaba viendo a Alannah desaparecer por

277 el pasillo.

—No creí que fuera importante. —Sabía que era una respuesta de
mierda, pero no tenía nada más que ofrecer.

—Y una mierda —Me miró fijamente y jaló su mano de la mía—. No


me lo dijiste porque sabías que pensaría que eras una mierda por hacerlo.

—Sabías cómo era cuando decidiste venir a mi casa el viernes,


Sarah, así que no me vengas con esa mierda. Te di suficiente mierda para
que te dieras cuenta de que no era el chico bueno que querías que fuera.

Me miró fijamente y sacudió la cabeza. —Eres un idiota.

Luego siguió la misma dirección que Alannah, y sentí como si me


hubieran arrebatado el aire de los pulmones.
29
SARAH Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

Ugh, Adam Hudson era un completo imbécil y yo podría haberlo


estrangulado fácilmente, si hubiera podido alcanzarlo. Mientras entraba a
la clase de francés me encontré con las heladas miradas de Alannah y
Amber. Amber se adelantó, y yo levanté la mano.
278
—No, no me interesa, Amber. Entiendo que lo odies y que me
adviertas, pero a veces la gente cambia.

—Y a veces no lo hace —estalló—. ¿Sabes cómo me humilló delante


de toda la escuela?

Asentí. —Escuché, supongo que no toda la historia, pero sé lo que


dijo de ti.

—¿Recuerdas que me siento sola en el almuerzo, porque el maldito


Adam Hudson lo dice?

Dejé escapar un suspiro y supe que todo lo que ella decía era
verdad. Debería odiarlo por lo que les había hecho y por cómo me había
tratado con todo el asunto de Mackenna, pero no podía. Pensaba en él
todo el tiempo, quería estar con él todo el tiempo; ansiaba su sonrisa y
estaba enfadada con él. Sabía que había orquestado algunas cosas
horribles para que les sucedieran a las chicas de esta escuela, pero
conmigo era diferente. Me trataba con cuidado y respeto. Era gentil y
paciente, pero, ¿cómo se lo explicaba a las dos chicas que estaban delante
de mí, sin parecer que era como ellas y que él me controlaba?

Aunque ahora me había alejado de él, y ya no sabía lo que éramos.

—Cuando fui a tu casa el sábado y tu madre dijo que estabas en


casa de Adam haciendo tu proyecto de historia, casi me reí en su cara —
añadió Alannah, dando un paso más cerca de Amber y yo—. No tenía ni
idea de que te encontraría allí apenas vestida y oliendo a… sexo.

Miré con recelo por el aula, preocupada porque otras personas


estuvieran escuchando. Nadie parecía estar interesado, pero estaba segura
de que pronto se correría la voz.

—Podemos hablar de esto a la hora del almuerzo —suspiré y me


pellizqué entre los ojos.
279 Alannah miró a Amber y asintió, y luego ambas se fueron a sus
asientos.

Cuando entré al comedor, no tenía la sensación de que todo el


mundo hablaba de mí, pero eso no significaba que no lo hicieran. Miré a
mí alrededor para ver que Adam, Ellis, Tyler y Kirk estaban en su mesa
habitual, pero no parecían tener sus bromas habituales. Cada uno estaba
comiendo en silencio, excepto Tyler, que estaba girando una pelota de
fútbol en su dedo extendido. Luego vi que Amber y Alannah estaban
sentadas juntas, pero tampoco se hablaban. Con un suspiro me acerqué a
ellas y me tiré en un taburete frente a ambas.

Alannah levantó la vista lentamente y me miró por encima de sus


gafas. —¿Adam ya ha dejado tu trasero? —preguntó con una sonrisa—.
¿Te dijo que no te sentaras con él?

Eché un vistazo a Adam, que me había visto y estaba mirando con


atención, habiendo empujado su plato a un lado.

—Quiero sentarme con ustedes. —No había comprado comida, no es


que tuviera el estómago para ello de todos modos, ya que seguía
anudándose y desanudándose, sin dejar espacio para la comida.

—¿Has recuperado el sentido común? —preguntó Amber, sin


levantar la vista de su comida.

280 Fruncí el ceño, deseando que volviera a la tranquila y modesta


Amber.

—Escuchen —dije, y me incliné más cerca de ambas—. Sé


exactamente en lo que me estoy metiendo. Si todo esto sale mal, entonces
sólo me dolerá a mí. No les estoy pidiendo que se conviertan en sus
mejores amigas o que tengamos una cita doble, todo lo que les pido es que
acepten mi decisión. Incluso pueden decir que me lo dijeron si no
funciona, ¿de acuerdo?

Alannah respiró hondo y golpeó su vaso contra la mesa. Cuando me


miró, pude ver comprensión en sus ojos.

—Ten cuidado, Sarah. Puede parecer el Sr. Buen Tipo ahora, pero
una vez que se aburra de ti usará lo que pueda en tu contra. Si tienes más
secretos que lo que le pasó a tu padre, me aseguraría de que Adam no se
entere.
No tenía sentido decirle que él ya sabía mi secreto más oscuro, y yo
sabía el suyo. Tenía la sensación de que, si alguien descubriera lo que
compartíamos, Adam arreglaría esa mierda mucho mejor que yo.

—Puedes estar a punto de conseguir el suyo antes de lo que piensas


—resopló Amber, y asintió en dirección a la mesa de Adam—. Alguien se ve
picado.

Me volví para encontrarlo acechando hacia nosotras con una


sombría mirada de determinación en su rostro. Se acercó a nuestra mesa y
me miró con sus manos en las caderas.

—¿Es eso? —preguntó—. ¿Terminamos? ¿Así como así?

Le fruncí el ceño y no por primera vez aprecié lo guapo que era. La


ira infantil parecía convertirlo, porque sus labios eran un puchero y sus
ojos llenos de lágrimas como el de un cachorro.
281 —¿De qué estás hablando? —pregunté, empujándome sobre mis
pies.

—Se ha dado cuenta de que eres un idiota, Adam, ¿así que por qué
no vas y planeas su muerte?

Los dos miramos a Amber, que estaba empezando a molestarme.

—¿Es cierto? —preguntó Adam, volviendo su atención hacia mí.

—No —estallé—. Tuvimos una discusión, Adam. Si quisiera que se


acabara, te lo habría dicho. No soy el tipo de persona que juega.

Se estremeció y se pasó una mano por el cabello. —¿Y qué pasa,


Sarah? —preguntó en voz baja mientras se acercaba a mí—. ¿Por qué
estás sentada aquí?

—Porque eres un maldito idiota —gruñí y lo arrastré hasta mí por su


camiseta—. Necesitamos tener una charla seria, pero no hemos terminado.
Acerqué su boca a la mía y con jadeos y burlas, lo besé con todo lo
que tenía. Le pasé los dedos por el cabello y le mordí los labios,
asegurándome de que se diera cuenta que no habíamos terminado.

—Sarah… —gimió contra mi boca.

No le contesté, simplemente disfruté de sus manos en mi cintura, su


lengua en duelo con la mía y su dura polla presionando mi estómago. Mis
pezones se endurecieron y la humedad inundó mis bragas mientras la
droga que elegí me devolvía todo, y más. Era adicta a este chico, aunque
sabía que podía quebrarme. El hecho de que me hubiera salvado a su
manera y me hubiera ayudado a reparar mi alma rota significaba que no
me importaba.

Cuando nos quedamos sin aliento y no pudimos mantenerlo por más


tiempo, me alejé y le di mi mayor sonrisa.

282 —¿Responde eso a tu pregunta? —pregunté.

—Consigan una maldita habitación —gritó Ellis al otro lado del


comedor.

Adam asintió y me dio una última mordida en el labio. —Sí que lo


hace. Ahora, ¿vienes a sentarte y almorzar conmigo o no?

Miré por encima del hombro a Amber y Alannah, que estaban en


diferentes etapas de enojo.

—No, me quedo aquí.

—Sarah —gruñó.

Le di una palmadita en el pecho. —Vuelve con tus amigos y


supéralo, Adam.

Cuando sonrió, supe que habíamos vuelto a estar despreocupados,


la sensación de libertad invadiéndome. Éramos demasiado jóvenes para
que nos agobiaran los problemas que teníamos. Teníamos diecisiete años y
estábamos en la cúspide del resto de nuestras vidas; por el tiempo que
esto durara me esforzaría en disfrutarlo.

Adam volvió a su mesa con un suspiro. Me senté en la mía,


sintiendo como si finalmente pudiera comer algo.

—No te pongas demasiado cómoda —dijo Amber, con desdén en sus


ojos—. Porque te prometo que te hará sufrir de una forma u otra.

Sonreí, pero en algún lugar de los recovecos de mi ser sentí el


escalofrío de un dolor inminente.

283
30
ADAM Traducido por LetM Sleep
Corregido por Sanma

Era el día del partido e íbamos a jugar contra The Saints, del colegio
St. Jude. Dos puestos por detrás de nosotros en la clasificación de la
Primera División para el título del Noroeste, no dábamos nada por sentado,
sobre todo porque un nuevo delantero se había unido a ellos al principio
284 del último trimestre. Era rápido en el campo con el balón, y había marcado
en todos los partidos que había jugado. Había cambiado sus actuaciones,
llevándolos a tres puestos en la división hasta el cuarto.

El Sr. Jameson nos había hecho aprender algunas nuevas jugadas y


habíamos practicado todos los días durante la última semana, estaba
decidido a que no ganaran. Según el padre de Ellis, el Sr. Jameson tenía
mala sangre con su entrenador, algo que ver con una sucia jugada del Sr.
Riley cuando jugaban a nivel de menores de 18 años; el Sr. Jameson en el
City y el Sr. Riley en el United. El placaje fue alto y tuvo como resultado
que el Sr. Jameson se rompiera la pierna en dos lugares, prácticamente
arruinaron su carrera profesional.

—¿Estás listo para esta noche? —preguntó Sarah mientras


caminamos de la mano desde el parqueo.

Ella y Alannah se habían reconciliado, hasta cierto punto. Alannah


aún me odiaba y le advertía a Sarah sobre mí todos los días. La semana
pasada las cosas se habían calmado lo suficiente como para llevar a Sarah
a la escuela, pero siempre insistía en acompañarla a clase.

—Sí, como siempre lo hacemos. Estuve despierto hasta tarde anoche


viendo videos de su cuidador en YouTube. Creo que sé cuáles son sus
debilidades. —Me di un golpecito en la sien y sonreí.

—Por supuesto que lo sabes.

Puso los ojos en blanco de forma juguetona y luego metió la mano en


el bolsillo de sus vaqueros cuando su teléfono sonó con un mensaje de
texto.

Nos detuvimos y dejamos pasar a algunos chicos mientras Sarah leía


el mensaje y gruñía.

—¿Qué es? —pregunté, y miré por encima de su hombro.

285 —Es mi madre, olvidé que tengo una cita de terapia esta tarde. Me
recogerá en el almuerzo para ir allí.

Mi corazón se hundió con la decepción. —No vas a volver a Kent por


eso, ¿verdad? Eso significa que te perderás el partido.

Se giró para enfrentarme con una sonrisa. —Sería un camino muy


largo. No te preocupes, estaré allí. Eleanor tiene una oficina en Liverpool,
estará aquí unos días viendo a algunos de sus clientes en esta zona, así
que volveré con tiempo de sobra.

Asentí y dejé salir un respiro. —Bien, realmente quiero que me veas


jugar esta noche.

—Bueno, lo haré. Pero, aunque no lo logre, tienes otro partido el


martes.

—Sí, lo sé —respondí, un poco distraído.


No sabía lo que era, pero sentí que tenía que estar allí esta noche,
como si fuera mi amuleto de la suerte. Lo cual era algo estúpido, ya que
nunca me había visto antes. En la semana que estuvimos juntos nos
vimos todos los días en la escuela y la mayoría de las noches después.
Aunque, viendo que no teníamos a donde ir, todo había sido bastante PG13
después de nuestro fin de semana. No tenía ganas de que mi madre
supiera lo de Sarah todavía; no sentía que mereciera saber nada de lo
bueno de mi vida, ya que hacía tiempo que no se preocupaba por mí. No
había querido llevar a Sarah a la vieja casa club en el parque BMX donde
normalmente llevaba a las chicas, o incluso tener sexo con ella en mi auto,
porque se merecía algo mejor que eso. Eso significaba que teníamos que
limitarnos a besos calientes y fuertes, y a tocarnos con la ropa a tientas en
su habitación, con la puerta entreabierta, porque su madre había insistido
en ello; aparte del rapidito mientras su madre se bañaba.

Sarah había decidido ser sincera sobre nuestra relación con la Sra.
286 Danes porque ese era su trato, no más secretos, y para ser honesto, lo
tomó mejor de lo que esperaba. Me invitó a cenar, me dijo que no le hiciera
daño a su hija, y que cada vez que me acercara a la habitación de Sarah
debía dejar la puerta abierta. Al menos no nos hizo sentarnos en la sala de
estar y ver la televisión con ella.

Mientras Sarah puso su teléfono en su bolsillo, vi a Kirk caminando


hacia nosotros.

—Joder —murmuré—. Mejor que no diga nada de lo que se


arrepienta.

Sarah miró por encima del hombro y me tiró de la mano. —Sé


amable, es tu amigo.

No habíamos hablado desde el día en que le dio a Sarah el budín de


plátano. Fui suspendido por el resto de la semana, y la semana pasada

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Parental Guidance. Abreviatura de orientación parental. Se refiere a que contiene partes ligeramente
sexuales o violentas que los padres podrían considerar no adecuadas para niños pequeños.
hicimos lo que pudimos para evitarnos. Ellis y Tyler habían intentado que
nos diéramos la mano y lo olvidáramos, pero aun así tenía un moretón
alrededor del ojo, una costra en el labio y podría haber perdido a la chica
que empezaba a significar todo para mí. Era un imbécil en lo que a mí
respectaba, y se necesitaría un serio arrastramiento para que olvidara lo
que había hecho.

Sabía que era un hipócrita de mierda, porque había hecho algunas


cosas desagradables a las chicas de Maddison High; pero nunca habría
llegado tan lejos. Kirk no tenía ni idea de si realmente tenía el EpiPen, o
que cualquiera de nosotros sabría cómo administrarlo. Se arriesgó
demasiado para que yo perdonara y olvidara tan fácilmente.

—Oye —dijo Kirk mientras llegaba donde estábamos—. ¿Podemos


hablar?

Miró entre Sarah y yo, sus ojos vacilaron mientras su mano se


287 frotaba la nuca. Habíamos sido amigos durante nueve años, pero en ese
momento nuestro vínculo se había ido y había una pared invisible que nos
separaba. Las cosas que habían sucedido en las últimas semanas me
habían hecho reevaluar mi vida de muchas maneras, sobre todo mi
relación con Ellis, Tyler y Kirk. Y mi evaluación no había sido buena.
Actuaron como idiotas, y yo era el principal idiota que había instigado la
mayor parte de la mierda que habían hecho. No era de extrañar que
estuvieran empezando a sacar mierda de sus propias espaldas; les había
hecho creer que estaba bien ser un cabrón por ser quiénes éramos. No era
algo de lo que estuviera orgulloso, y sabía que era hora de dejar las cosas
claras. En lo que respectaba a Kirk, se había construido un muro entre
nosotros después de lo que le hizo a Sarah, y no estaba seguro de estar
listo para romperlo.

—Por supuesto —dijo Sarah brillantemente, saltando en sus pies y


mostrándome una sonrisa.
Le lancé una mirada, y no por primera vez me pregunté cómo coño
podía siquiera considerar perdonarlo; había estado encima de mí toda la
semana para hablar con el cabrón.

—Sólo quiero pedirte perdón, Sarah. Lo que hice fue estúpido y


peligroso, y no debería haberlo hecho.

Sarah giró sus labios entre los dientes y asintió, pero cuando Kirk se
volvió hacia mí, crucé mis brazos sobre mi pecho y lo miré fijamente.

—Entiendo por qué hiciste lo que hiciste —dijo, mientras pateaba el


camino—. Yo también me habría dado un puñetazo. Las cosas podrían
haber terminado de forma muy diferente si no hubieras actuado tan
rápido.

—¿Tú crees? —pregunté, acercándome hacia él—. Fue un


movimiento de mierda.
288 Kirk cogió aire y supe que iba a decir algo que no me iba a gustar,
porque cuando entrecerré los ojos, los cerró de nuevo.

—Bueno, gracias por disculparte, Kirk —dijo Sarah, y me dio un


codazo.

—Sí, lo aprecio —escupí.

Kirk se lamió los labios y metió las manos en los bolsillos de sus
jeans. —Así que, ¿ustedes dos son realmente una cosa entonces?

Puse a Sarah de mi lado, cada instinto que tenía quería protegerla de


uno de mis amigos más cercanos, aunque ya no estaba tan seguro de la
base de nuestra amistad. Mientras lo miraba, se me ocurrió que me había
sido útil, pero no había muchas otras razones por las que lo mantuviera a
mi lado. Ellis y yo éramos muy cercanos, pero Tyler y Kirk se vieron
arrastrados a nuestro plan de gobernar la escuela. Cada líder debía tener
sus malditos secuaces, yo los había hecho míos y ahora alguien que me
importaba había sido herido. No pude evitar sentirme culpable por haber
sido responsable de alguna manera. Como el imbécil que era, era mucho
más fácil culpar a Kirk; después de todo no le había dado a Sarah el
budín, él sí.

—Sí, así es —respondí—. Me di cuenta de muchas cosas mientras


estaba sentado en ese Tesco Express con un maldito loco sosteniendo un
arma, y una de ellas fue lo que siento por Sarah.

Se movió a mi lado y supe sin mirarla, por la dirección de la mirada


de Kirk, que me estaba mirando. No tenía ni puta idea de lo que había
hecho para merecer su perdón, pero se preocupaba por mí y por alguna
razón pensó que me había ganado la oportunidad de cambiar. Por la forma
en que la boca de Kirk se adelgazó, tuve la sensación de que no estaba tan
seguro de nada entre Sarah y yo.

Sarah aclaró su garganta. —Así que le prometí a Alannah que


repasaría algunas notas de literatura inglesa con ella, voy a correr y
289 encontrarla —Me besó la mejilla, forzando mis ojos a los suyos—. Te veré
cuando vuelva de mi cita, ¿de acuerdo?

No quería que se fuera, quería pasar los últimos minutos antes de la


campana besándola y sosteniéndola. Quería patear el pie en el suelo y
exigir que se quedara, pero no iba a actuar como un puto niño que hace
berrinches, especialmente no delante de Kirk.

—Está bien, te veré cuando vuelvas. No estaré en ciencias, el Sr.


Jameson ha llamado a una práctica de último minuto.

Me incliné y me importó una mierda que Kirk estuviera mirando,


tomé su boca en la mía y la besé largo y fuerte.

Cuando finalmente me alejé, se había dado la vuelta y estaba


mirando a su alrededor a cualquier lugar aparte de nosotros.

—Nos vemos —le susurré, y le di un último apretón de manos antes


de que corriera hacia el edificio principal.
—¿Estamos bien entonces? —me preguntó Kirk cuando me volví
hacia él.

Noté que su tono era un poco más duro de lo que había sido cuando
Sarah había estado allí, pero le di un solo asentimiento y con un poco de
duda le di la mano.

—Sí, estamos bien.

Le dio un apretón de manos, su mano firme alrededor de la mía. —


Mejor me voy, necesito cagar antes de que suene la campana.

—Sí, te cubriré —dije, manejando una pequeña sonrisa, pero cuando


Kirk se fue aún sentía la diferencia en nuestra amistad.

290

La mañana había ido bastante lenta, incluso nuestra sesión de


práctica se alargó. Conocía mis piezas de juego y sabía lo importante que
era el juego para el Sr. Jameson. Además, en la superficie, las cosas
parecían volver a la normalidad entre los muchachos y yo. Kirk se rio y
bromeó con nosotros, pero tuve que admitir que me costó mucho trabajo
no mirarlo de otra manera.

—¿Realmente estás bien con él? —preguntó Ellis, como siempre,


viendo a través de mí.

Mantuve los ojos en Kirk, que hablaba con el Sr. Jameson, y me


encogí de hombros. —No estoy seguro. Quiero estarlo, pero hay algo que
me lo impide.
—No me golpees cuando diga esto —Ellis se acercó—. Pero han sido
amigos por mucho tiempo, conoces a Sarah desde hace seis semanas,
como máximo, y por un mes de ese tiempo la odiabas.

Me froté el puente de la nariz y consideré las palabras de Ellis. —


Para ser honesto, no estoy seguro de haberlo hecho, hombre. Creo que
sentía algo por ella desde el principio, pero no quería admitirlo.

Se inclinó hacia adelante y su mirada siguió la mía. —Es un idiota,


todos lo sabemos, y sé que no estás tan unido a él y a Tyler como lo estás
a mí, pero no lo empujes por una chica de la que te aburrirás en unas
semanas.

Inhalé una respiración profunda por la nariz y traté de no voltearme


y darle un puñetazo como había predicho; ya había alienado a un amigo, y
ciertamente no quería hacer eso con Ellis también. Me imaginé que era
mejor no hablar y dejarlo llegar a sus propias conclusiones sobre lo que
291 significaba mi silencio.

—Parece que alguien está aquí para verte. —Señaló hacia la puerta
del pabellón de deportes y cuando seguí su gesto, mi corazón dio un salto
al ver a Sarah.

Miré el reloj y me di cuenta de que debía estar a punto de salir para


su sesión de terapia.

—Volveré —le susurré—. Cúbreme si el Sr. Jay pregunta.

Asintió y mantuvo los ojos en Sarah. No estaba seguro de lo que


pensaba de ella, o de nuestra relación, sólo sabía que me había apoyado.
Ni siquiera se había quejado cuando lo dejé para estar con ella la semana
pasada, lo cual había sido mucho; incluso había ido a mi primera sesión
de terapia conmigo. Era un buen amigo, y prometí pasar un poco más de
tiempo con él pronto; si tan sólo pudiera detener mi obsesión por mi nueva
novia.
Aprovechando que el Sr. Jameson estaba ocupado con Kirk, rodeé el
borde del pabellón de deportes hasta donde Sarah estaba esperando.

—¿Estás a punto de irte? —pregunté, llevándola al pasillo.

—Sí, mi madre está atascada en el tráfico, así que tengo unos


minutos antes de que llegue —Me miró y sonrió—. Sólo quería desearte
buena suerte.

—Pensé que habías dicho que volverías.

La decepción me golpeó como lo hizo antes, cuando me contó sobre


su sesión. Hice pucheros como un niño malhumorado.

—Lo haré, pero puede que no tenga la oportunidad de verte antes de


que empiece.

Una sensación de alivio me inundó y tomé su mano en la mía. —


292 Bien, eso es bueno. Vamos, te acompañaré al parqueo y esperaré a tu
madre contigo.

—De ninguna manera, tienes práctica. Vuelve a entrar y te veré más


tarde. Estaré aquí, lo juro —Me alcanzó de puntillas y me besó la mejilla—.
Vete.

—No. Necesito más que eso. —Me incliné y empujé mi lengua para
abrir su boca, buscando algo mucho más satisfactorio.

Mientras le agarraba el trasero, Sarah gemía y se empujaba contra


mi dura polla y me agarraba el cabello, tirando bruscamente.

—Joder —murmuré, sabiendo lo que eso significaba—. Sarah, tienes


que irte o tendré que llevarte al vestuario.

Su cuerpo se tensó y se apartó de mí, dejando caer las manos a los


lados. Cuando miró hacia la puerta, quise golpearme en las pelotas. Fue
donde me vio recibiendo una mamada de Mackenna.
—Sarah —gemí—. Lo siento, no lo pensé.

Cambió su expresión a una sonrisa débil y sacudió la cabeza. —Está


bien. Soy yo, sólo...

Noté que su mano subía por la manga de su jersey y la arrastré


hacia mí, besándola de nuevo, deteniéndola a mitad de la frase y evitando
que se frotara la cicatriz que le recordaba el infierno por el que había
pasado.

—No, no lo sientas —susurré cuando le dejé la boca libre—. Soy el


que debería lamentarlo.

Sacudió la cabeza. —No, fue antes de que estuviéramos juntos, y


necesito superarlo.

Le cepillé el cabello de los ojos y le sostuve la cara. —Las cosas son

293 muy diferentes ahora. Ambos tenemos mucho a lo que acostumbrarnos.


Probablemente seguiré siendo un imbécil de vez en cuando, pero lo
lograremos, Sarah, lo juro.

Finalmente, me dio una brillante sonrisa. —Lo sé. Mejor me voy y te


dejo volver a la práctica.

—¿Quieres que espere contigo?

—No, dijo que estaba a unos quince minutos, así que deberías
volver, pero te veré más tarde.

Dudé y casi estuve de acuerdo con ella, pero con una rápida mirada
al pabellón de deportes, sacudí la cabeza.

—Al menos te acompañaré al parqueo.

—Sé dónde está. —Se rio y me abofeteó juguetonamente en el pecho.

—Sí, lo sé, pero puede que quiera probar esos malditos y hermosos
labios tuyos antes de que te vayas.
Suspirando suavemente, extendió su mano y con gusto la tomé en la
mía, llevándola por el pasillo.

—¿Te apetece hacer algo después del partido? —Dejé ir su mano y le


puse mi brazo sobre su hombro.

Me miró con los ojos entrecerrados, considerando la situación. —¿No


es una fiesta o lo de TJ’s lo normal para ustedes después de un partido?

—Sí, pero no me apetece esta noche. Prefiero pasarla contigo.

Empujé las puertas dobles en el pasillo del sexto curso y me quedé a


un lado mientras un niño pequeño, evidentemente de siete años, si el
tamaño de su chaqueta era suficiente, pasaba corriendo por delante de
nosotros con un apresurado "lo siento".

—Mierda, ¿dónde está el fuego? —Miré por encima de mi hombro y

294 lo vi corriendo a toda velocidad.

Sarah se rio y me dio una palmadita en el pecho. —Realmente estás


cambiando. Hace unas semanas, habrías tenido a ese niño pegado a la
pared y advirtiéndole con "¿sabes quién soy?".

Me reí a carcajadas del tono brusco que puso. —¿Se suponía que era
yo?

Sonrió y asintió, y se veía tan linda que no pude evitar inclinarme y


besarla.

—Eres una cabrona muy graciosa, ¿verdad?

—Sí. —Hinchó el pecho con orgullo y pulió sus uñas en su suave y


pálido jersey gris que caía de un hombro.

Puse los ojos en blanco antes de tirar de ella hacia mí y besarle un


lado de su cabeza. —Ve a la terapia y te veré en el partido más tarde.
Con una enorme sonrisa en mi cara, abrí la puerta principal y dejé
que Sarah se fuera delante de mí. Estaba tan distraído por el movimiento
de su trasero en su ajustada y corta falda roja que no me di cuenta de que
se había detenido.

—Mierda —murmuré cuando me tropecé con ella.

—Adam.

Mi nombre fue un jadeo horrorizado, sonaba tan dolorido que mi


cabeza se elevó y mi brazo se envolvió instintivamente alrededor de su
cintura, tirando de su espalda contra mi pecho.

—Sarah, ¿qué pasa?

—No, no puede estar aquí. Dios, no.

Mientras miraba hacia el parqueo, su cuerpo empezó a temblar en


295 mis brazos mientras empezaba a quejarse de Joshua Mills. Mis ojos se
centraron en un hombre que caminaba hacia nosotros; una figura que
reconocí. Cuanto más se acercaba, más temblaba el cuerpo de Sarah y
más rápido mi corazón se estrellaba contra mi esternón. Finalmente, el
hombre se detuvo frente a nosotros, me miró directamente a los ojos y,
cuando sonrió, sentí que la bilis subia.

—Hola, hijo, ha pasado mucho tiempo. Sarah, que bueno verte aquí.

Continuará en
Love Struck…
Créditos

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