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Facultad de Letras
Taller de Análisis de Textos Literarios Hispanoamericanos
Cristóbal Cartes
Latinoamérica es una pregunta en sí misma, que al mirar hacia atrás intenta buscar
respuestas en su historia, pero que en cambio, al mirar hacia adelante, siempre se convierte
en utopía, pues nunca está satisfecha con ese pasado que le tocó vivir. Casi nunca ha sido
ella misma la gestora de sus hechos, sino que han sido proyectos fuera de las fronteras o
límites latinoamericanos los que la han formado. De allí que su identidad sea siempre tan
difícil de descifrar.
Los ideales externos son los que la forman y se vuelven parte de ella, pero las
consecuencias que conllevan esos ideales no son aceptables por violentas. Por ejemplo,
portugueses y españoles llegan con sus planes propios y destruyen la identidad indígena, la
mezclan, la vuelven mestiza. Aquellos hechos se pueden reconocer, pero nunca como
propios, por violentos, por ajenos, por sangrientos, por ser un choque entre dos
irreconciliables identidades. Luego España y Portugal, con el tiempo y tras la
independencia de cada uno de los países que ahora forman Latinoamérica, o como se
quiera/pueda llamar este lugar de la Tierra, alejaron sus utopías del subcontinente y dieron
cabida para que la que fue la primera nación independiente de América en 1776,
remplazara su rol.
Desde este reconocimiento de que somos un pueblo extraño, que en su formación implicó
un proceso violento, comienzan a vislumbrarse luego en su texto las ideas de un futuro que
rechaza ese pasado y que solo a partir del “alma propia” que implica su libertad, podrá
restaurarse.
Más adelante señalará que “Nuestras tierras son ahora, precisamente, motivo de
preocupación para los Estados Unidos. México y la América Central los preocupan” (17).
A grandes rasgos, este es el traspaso de roles con respecto a los que manejan Latinoamérica
desde la península Ibérica a Norte América, consecuencia de la independencia de las
naciones latinoamericanas. Son las primeras señales de la ideología imperialista que
persigue EE.UU.: “¿Dónde se vio león con dos cabezas, mirando con la una, todo azorado,
al norte, y la otra en la cola, abierta para tragarse al sur?” (18).
José Enrique Rodó, escritor y político uruguayo, es el segundo intelectual al que nos
referiremos. En su libro Ariel, Próspero, un viejo maestro, se está despidiendo de sus
discípulos antes transmite sus últimas palabras que son las que constituyen la mayor parte
del texto. Apela a la juventud como el espíritu de renovación que cambiará América. Incita
a los jóvenes a creer en sus fuerzas, a desarrollarse en plenitud, a que confíen en ellos pues
son el futuro del continente. Entre otras exposiciones, manifiesta una inclinación hacia la
enseñanza basada en la estética como base. A partir de ello es que se opondrá al
utilitarismo:
Si ha podido decirse que el utilitarismo es el verbo del espíritu inglés, los Estados
Unidos pueden ser considerados la encarnación del verbo utilitario… La poderosa
federación va realizando entre nosotros una especie de conquista moral. La
admiración por su grandeza y por su fuerza es un sentimiento que avanza a grandes
pasos en el espíritu de nuestros hombres dirigentes y, aun más quizá, en el de las
muchedumbres, fascinables por la impresión de la victoria” (33).
Como puede notarse hay dos advertencias. Una va en contra de los Estados Unidos como
nación, la otra va en contra de la admiración que puede causar en los hombres y la
tendencia a imitarlos que ella puede provocar. Tanto Martí como Rodó no pueden dejar de
advertir estas situaciones.
Como último intelectual, está Pedro Henríquez Ureña con su texto La utopía de
América. Este autor compara a Latinoamérica con la antigua Grecia, donde su gente está
unida por el espíritu, no por la fuerza o el poder económico. De esa forma se acerca mucho
a lo que señalaba Rodó -e incluso lo nombra más de una vez-, que para hablar de la
necesaria tendencia estética en la educación de los jóvenes, recurría a los griegos. Desde ahí
parte Ureña para creer en una utopía: “Grecia cree en el perfeccionamiento de la vida
humana por medio del esfuerzo humano” (7). Luego, al igual que los dos anteriores
pensadores a los que nos hemos referido, advierte la presencia de Estados Unidos, que al
llegar el siglo XX, ha hecho caer en sus redes imperialistas a los pueblos más débiles de
América. Otra vez se hace necesario manifestar una cita extensa:
La primera utopía que se realizó sobre la Tierra –así lo creyeron los hombres de
buena voluntad- fue la creación de los Estados Unidos de América…el gigantesco
país se volvió opulento y perdió la cabeza; la materia devoró el espíritu; y la
democracia que se había constituido para el bien de todos se fue convirtiendo en la
factoría para lucro de unos pocos. (10)
Este brevísimo repaso a solo partes de los tres textos que hemos señalado, sirve
como confirmación de que Estados Unidos, desde que España y Portugal dejaron de estar
presentes, tomó desde un principio el rol de país imperialista, además de pasar a ser un
ejemplo como utopía para muchos. Su externalidad que apunta con proyectos utilitarios
hacia América Latina y su gran influencia, es la causa de que los proyectos y utopías
internas no puedan lograrse concretamente para formar una identidad sólida. Esta constante
interrupción de la identidad latinoamericana llega hasta la época de las dictaduras militares
impulsadas por EE.UU. Una de las cuales fue la dictadura argentina.
El relato comienza con Emilio Renzi. Él narra que ha escrito un libro acerca de su
tío materno, Marcelo Maggi, al cual no conoce y de quien se contaban en su familia
numerosas versiones de su historia. El haber escrito ese libro, es la razón por la cual el
sobrino y el tío entablan una relación postal, en la que se van descifrando datos verdaderos
de la vida de Maggi. Conocemos también que este último, profesor de Historia, se dedica a
reconstruir el pasado y la vida de Enrique Ossorio, abuelo del que fue su suegro: el
(ex)senador Luciano Ossorio. Desde ahí, en la segunda parte de la obra, este ex senador,
anciano y en su habitación, manifiesta sus pensamientos e ideas acerca de Enrique Ossorio
en relación a él, además de ideas sobre la historia, el dinero, la herencia, la propiedad, etc.
Sobre esta narración hecha tanto de saltos en el tiempo como de saltos de voz en voz
entre personajes, en la que se conjugan muchas miradas acerca de diversos temas, se puede
entrever, como señala Donald L. Shaw citando a Colás en su libro Nueva narrativa
Hispanoamericana: boom. posboom. posmodernismo, que se “insiste en la necesidad de
interpretar la novela como <<una narrativa en código>>” que “constituye una respuesta al
discurso monolítico y totalizador del régimen autoritario de Videla” (353). Esta
interpretación del texto está dada a causa del estilo fragmentado en el que está escrito. La
historia de cada uno de los personajes se ve interrumpida para continuar con otra y no se
sabe a dónde nos llevará la narración.
Por otro lado, en algunas temáticas que se tratan en el texto o en algunas citas
reveladoras, se pueden notar referencias indirectas a la dictadura, como en esta cita de
Maggi en una de sus cartas a Renzi: “La historia es el único lugar donde consigo aliviarme
de esta pesadilla de la que trato de despertar” (19). La pesadilla del régimen militar que
vive Argentina, aunque no se nombre. La historia a la que refiere esta cita, además, es la
misma historia a la que se recurre para encontrar la identidad de América Latina, pero en
donde no se encuentra. Como señala Stefanie Massmann en una su artículo La ficción
acosada por la realidad: narrar la historia en Respiración artificial de Ricardo Piglia, el
personaje de la novela Enrique Ossorio, que por lo demás es también histórico -fue
secretario privado de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la entonces llamada provincia
de Buenos Aires durante los años 1829-1832 y 1835-1852- “intenta escribir la historia del
futuro, puesto que en el pasado ya se inscriben las direcciones del porvenir. Enrique busca
construir, a través de un relato proléptico, una utopía” (101). Igual que lo hacen los
intelectuales que nombramos.
La Junta argentina se destacó por saber mantener el equilibrio justo entre el horror
público y el privado, llevando a cabo las suficientes operaciones públicas para que
todo el mundo supiera lo que estaba pasando pero simultáneamente manteniendo
sus actos lo bastante en secreto como para poder negarlo todo (Klein 127)
Entre estas distintas operaciones Naomi Klein en La doctrina del shock nombra los
siguientes: un hombre que atado al obelisco blanco de Buenos Aires fue ametrallado a la
vista de todos los transeúntes; una pareja que fue secuestrada en el altar de su boda frente a
todos los invitados; prisioneros conducidos a campos de torturas; cadáveres en cubos de
basura; los <<vuelos de la muerte>> de la Junta, después de los cuales “aparecían cadáveres
flotando en la orilla del Río de la Plata, a veces hasta una docena a la vez. En algunos casos
hasta llovían desde helicópteros y caían en el campo de un granjero” (128), entre otros.
Queda claro que Ricardo Piglia en su novela no podía hacer ninguna alusión directa
a los horrores de los que sucedía en su país si es que no quería ser parte de alguna de las
operaciones de la Junta que hemos señalado. Al no poder nombrar nada de lo que nosotros
hemos indicado tan directamente, Piglia “atacó la estructura misma del universo en el que
el lector descansaba su mirada, intentando romperle su cosmovisión para desconcertar y
confundir y angustiarlo” (Dorfman 41). La estructura de la novela es igual a la estructura de
la identidad latinoamericana: desconcertante, confusa, angustiante. Respiración artificial
“es un protesta contra un mundo que trata de negar esa violencia, esperando tal vez que en
el bombardeo de bofetadas lingüísticas” alguien se percate de lo que existe detrás.
En conclusión y para este caso, como señala el mismo Piglia “La literatura es una
forma privada de la utopía” (Berg 43). Esa utopía de la que hablaba Rodó, Martí y
Henríquez Ureña, se refleja en la literalidad de la novela. Esta novela, en su temática y
personajes, busca historias pasadas que den sentido a su identidad, mientras que en su
estructura esconde el deseo de una utopía: la de que exista un futuro mejor que el presente y
el pasado, ambos violentos. Es una metáfora de la identidad latinoamericana en el sentido
de que detrás está siempre presente la externalidad que implica la influencia de Estados
Unidos en el territorio, la influencia siempre presente de un agente externo en nuestra
identidad, que es causa de violencia, de lo que no se puede nombrar con palabras. Por eso,
finalmente, nos atenemos a las palabras de Dorfman: la esencia de la literatura en
Latinoamérica está en “mostrar cómo la violencia ha creado un cosmovisión que no se
encuentra en ningún otro lugar” (9).
Bibliografía
Klein, Naomi. La doctrina del shock: el auge del capitalismo del desastre. Buenos Aires:
Paidós, 2008.
Massmann, Stefanie. “La ficción acosada por la realidad: narrar la historia en Respiración
artificial de Ricardo Piglia”. En Taller de Letras [artículo de revista].-- No. 34. 2004: p. 97-
104.