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CAPÍTULO V

TAFONOMIA FORENSE

5. INTRODUCCIÓN A LA TAFONOMÍA FORENSE. ANÁLISIS DEL DEPÓSITO


FUNERARIO Y GÉNESIS DE FENÓMENOS PSEUDOPATOLÓGICOS. ∗
Manuel Polo-Cerdá 1, José D. Villalaín-Blanco2 Elisa García-Prósper3

5.1 CONCEPTOS DE TAFONOMÍA. EXTENSIÓN Y LÍMITES DE LA TAFONOMÍA


ARQUEOLÓGICA Y FORENSE
En Medicina Legal y Forense se tratan con frecuencia los problemas tanatológicos,
pero todavía son escasos los estudios orientados hacia la tafonomía en el contexto
propio de la investigación antropológica forense (Etxeberria, 1990b).

En España algunos autores se han encargado de abordar el tema desde las


diferentes ciencias encargadas de la recuperación e investigación de los restos
óseos humanos. Entre estos trabajos, podemos citar los siguientes: en el ámbito de
la Antropología Forense (Serrano, 1982; Reverte, 1991; Villalaín, 1992;
Etxeberria,
1992, 1996a; Polo y cols., 1996; Polo, 1997; Etxeberria y Carnicero,1998; Polo y
Villalaín, 2000, etc.), en la Paleopatología (Campillo, 1977, 1994; Pérez-Pérez,
1990;
Etxeberria, 1990-1991a, 1990b, 1994, 1996b; Chiarri y cols., 1997; Rodes y cols.,
1997 y 1999; Botella y Alemán, 1998; Gil y cols., 1999; etc.), en la
Paleoestomatología y la Odontoantropología (Cloquell, 1996; Etxeberria y Rojo,
1994; etc.) y en la Arqueología (Diez, 1985; Pumarejo y Bernaldo, 1990a, 1990b;
Bernáldez, 1999; etc.)

Más recientemente, en el ámbito anglosajón, han visto la luz trabajos y


monografías
específicas sobre el tema (Hanglund y Sorg, 1997 y 2002), que ponen de manifiesto
el interés creciente por esta materia en sus aplicaciones arqueológicas y
forenses.

Texto revisado y ampliado de: Polo Cerdá, M. y Villalaín Blanco, J.D. (2000):
Tafonomía forense y
policial. En: Identificación Antropológica Policial y Forense. J.D. Villalaín
Blanco y F.J. Puchalt Fortea
(directores) Editorial Tirant lo Blanch, Valencia, pp. 305-340. España. ISBN
84-8442-158-9.
1
2
3

Médico especialista en Antropología Forense - e-mail: Manuel.Polo@uv.es


Catedrático de Medicina Legal. Especialista en Medicinal Legal y Forense
Arqueóloga especialista en Arqueología Funeraria
2

Con el objeto de ubicar el tema, recordemos que etimológicamente la palabra


tafonomía es un neologismo formado a partir de dos palabras griegas: taphos,
enterramiento o tumba y nomos, ley. Una primera definición de tafonomía, podría
ser:
ciencia que tiene por objeto el estudio del enterramiento y de los fenómenos que
le
acompañan.

Cada autor define desde su área de conocimiento esta disciplina, que no olvidemos,
constituye por sí misma una ciencia interdisciplinaria que interesa a
paleontólogos,
arqueólogos, antropólogos, geólogos, químicos, biólogos, edafólogos, botánicos,
especialistas en medicina legal y forense, médicos forenses, etc. Sirvan de
ejemplo,
las definiciones de Gaycor

(cit. Villalaín, 1992), ciencia que se ocupa de las

circunstancias y procesos que sufre un organismo desde su muerte al enterramiento,


así como de los avatares por los que pasa hasta la fosilización o hasta que se
encuentra ), y Turek y colaboradores (1988), ciencia que se encarga del estudio de
todo lo que acontece a los organismos después de su muerte hasta que afloran a la
superficie como fósiles ).

El término tafonomía fue propuesto, al parecer, por Efremov en 1940 (Villalaín,


1992), como una rama de la Paleontología que estudia la formación de los
yacimientos fósiles, es decir, de las leyes que rigen el paso de restos orgánicos
desde la Biosfera a la Litosfera.

En el campo de la Tanatología es donde se produce el encuentro entre la Medicina


Legal y Forense y la Tafonomía. Ambas, son ciencias que pueden aclarar
recíprocamente cuestiones aún no resueltas en relación a los procesos de evolución
postmortem. Luego, partiendo de este punto, podría hablarse de una Tafonomía
Forense o de una Medicina Legal Tafonómica, que se ocuparía de los procesos y
relaciones que se establecen entre el cadáver y su lugar de enterramiento.

El campo que abarca la tafonomía es complejo y extenso, comprendiendo el estudio


de las secuencias postmortem, la etiología y las modificaciones mecánicas y

químicas que afectan a los restos humanos. Excluiría, por tanto, los fenómenos
que
se originan en el cadáver en otros medios que no sean propiamente un
enterramiento. Estudiaría los restos humanos, incluso sus huellas, sean restos
aislados o conservaciones completas o incompletas, originadas por uno u otro
fenómeno transformativo, moldes o impresiones corporales, de manos o pies, huellas
de actividad humana (fenómenos antrópicos), coprolitos, restos alimenticios

rastros químicos de origen humano.


La Tafonomía Forense, el tema que nos ocupa, se puede definir, siguiendo la
definición de Efremov, como aquella parte de la Medicina Legal, y concretamente de
la Tanatología, que se ocupa de los procesos y relaciones que se establecen entre
el
cadáver y su lugar de enterramiento .

De una forma más sintética, la Tafonomía aplicada a la Antropología Forense se


encarga del análisis de aquellos procesos que experimentan los restos humanos
como consecuencia de la influencia de los factores del ambiente y del lugar del
enterramiento en el que han permanecido durante más o menos tiempo. El estudio
tafonómico constituye, sin lugar a dudas, un capítulo fundamental en toda
investigación antropológica y arqueológica forenses.

Es evidente, pues, que la Medicina Legal y Forense puede completar sus


conocimientos si se aprovecha la fuente de información que genera la tafonomía y,
al
mismo tiempo, los especialistas en Medicina Legal y Forense, por sus propios
conocimientos y experiencia, están en condiciones de intervenir como técnicos
cualificados en la propia recuperación y estudio de los restos óseos en su
tránsito
desde la Biosfera a la Litosfera (Etxeberria, 1996a).

Desde un punto de vista historiográfico, Hill (1975) y Behrensmeyer (1978) le


dieron
naturaleza, y desde entonces ha ido creciendo y aplicándose en multitud de
disciplinas. Como ya se ha comentado, en España no ha existido una tradición clara
en este campo, si bien en la primera mitad de la década de los noventa se
realizaron

dos reuniones científicas monográficas sobre Tafonomía y Fosilización, la primera


en
Madrid (1990) y la segunda en Zaragoza (1995), en las cuales se desarrollaron
problemas tafonómicos desde las diferentes disciplinas afines a la Tafonomía
(Paleontología,

Paleoantropología,

Antropología

Forense,

Paleopatología,

Arqueología, Medicina Legal y Forense, Geología, Biología, etc.) Recientemente, en


Valencia, tuvo lugar el Tercer Congreso Internacional de Tafonomía (2002).
5.2 LA TAFONOMÍA Y LOS PROCESOS DE EVOLUCIÓN POSTMORTEM

De particular importancia para las investigaciones arqueológicas y policiales son


los
estudios tafonómicos sobre las secuencias de desarticulación de los esqueletos, el
análisis de la descomposición y el medio en que esta tuvo lugar, el análisis de
las
alteraciones postmortem originadas por la actividad animal (por ejemplo, la
dispersión de restos por animales o por el medio ambiente), vegetal o antrópica,
el
estudio del envejecimiento de los huesos y supervivencia de las diferentes partes
del
esqueleto, en relación con agentes ecológicos y procesos sedimentarios que llevan
en ocasiones a originar falsas patologías óseas, etc.

Así pues, con el objeto de pormenorizar de una forma didáctica las cuestiones más
generales sobre tafonomía aplicada a la Antropología Arqueológica y Forense
seguiremos el siguiente esquema metodológico:

a. Interacción suelo-cadáver y evolución postmortem:


§

Edafología.

La evolución cadavérica.

Fenómenos

tafonómicos.

Concepto

definición.

Implicaciones

pseudopatológicas.
b. El depósito funerario:
§

Tipos de enterramiento

Gestos funerarios que evidencian el proceso de destrucción cadavérica.

5
5.3 INTERACCIÓN SUELO-CADÁVER Y EVOLUCIÓN POSTMORTEM

5.3.1 EDAFOGÉNESIS

El conocimiento del suelo, su formación y biología, es una cuestión primordial


desde
el punto de vista tafonómico, y de su estudio se encarga la Edafología, ciencia
que
estudia las modificaciones o alteraciones en composición y/o estructura que las
características físico-químicas de un suelo en particular pueden producir sobre
los
restos óseos.

Cuando un material biológico como un cadáver se encuentra en superficie, total o


parcialmente enterrado, es colonizado progresivamente por la vegetación herbácea,
luego arbustiva y, por último, arborescente. Al mismo tiempo que esto sucede, el
suelo se forma y evoluciona, tanto en su parte mineral como en la incorporación de
materia orgánica. Se forma el humus , primero conformando un nivel superficial y
posteriormente, un horizonte debajo de este, que aumenta poco a poco de grosor.

Este medio es muy complejo y comprende constituyentes minerales, orgánicos y


orgánico-minerales. Existe, por lo tanto, un paralelismo entre la sucesión de
niveles
edáficos, cada vez más desarrollados, y la sucesión vegetal y animal. Esta doble
evolución conduce a un equilibrio estable que caracteriza tanto a la vegetación de
un
lugar como al suelo del mismo, y que en definitiva es susceptible de afectar en
mayor
o menor medida a un cadáver. En consecuencia, el suelo es el primer factor que
debe tenerse en cuenta para determinar la fenomenología tafonómica.

La materia orgánica del cadáver se incorpora al medio, a través de un proceso


multiforme de transformación. En dicho proceso, parte de los componentes se
mineralizan hasta ácido carbónico, agua y amoníaco entre otros; otra parte se
transforma en compuestos orgánicos como son los ácidos orgánicos de bajo peso
molecular, aminoácidos, etc. y, al mismo tiempo, este fenómeno transformativo se

acompaña de la neoformación de sustancias de peculiar naturaleza denominadas


sustancias húmicas.

La transformación cadavérica varía mucho anualmente según las asociaciones


cadáver-suelo, los lugares y sus condiciones climáticas. Esa interacción de
factores
múltiples, siempre cambiantes, plantea un cuadro sumamente complejo que siempre
ha de estar presente en todo análisis tafonómico forense o arqueológico.

El suelo ya no se considera un medio inerte, sino un elemento dinámico de procesos


complejos interactivos. Cada nivel de suelo va a caracterizarse por una actividad
distinta, destructiva, reconstructiva, conservadora o transformadora, siempre
distinto,
y sujeto a la acción de los procesos climáticos, físicos, físico-químicos y
biológicos
particulares.

El hallazgo de restos humanos enterrados o superficie obliga, como primera medida,


para un correcto estudio, a diferenciar las características y niveles de
enterramiento,
la fracción

mineral,

la fracción orgánica y valorar los fenómenos de alteración,

transporte y dinámica del suelo.

Consecuentemente a la desaparición de la materia orgánica, los huesos se hacen


porosos y absorben soluciones minerales y se rellenan huecos. A menudo tienen
lugar recristalizaciones; así el aragonito se transforma en calcita y otras veces,
tras la disolución de la pieza ósea, esta se reproduce como un molde mineralizado.
Otras veces la sustitución se reemplaza por nuevos cristales o se origina una
incrustación que recubre al hueso con una capa de carbonato cálcico.

Las sustancias fosilizantes habitualmente suelen ser tres: el carbonato cálcico,


la
sílice y el sulfuro de carbono. Menos frecuentemente intervienen el fosfato
cálcico, el
sulfato cálcico o algún silicato, ya que la

fosilización

puede

realizarse por

carbonatación, silificación, fosilización piritosa, carbonosa y por fosfato


cálcico.

De todo lo expuesto, pese a que muy raramente va a enfrentarse el investigador


policial o forense a formas fosilíferas, estos conocimientos nos permiten plantear
los ciclos y elementos que debemos estudiar en los suelos de enterramiento, desde
el punto de vista conservador: solubilización, carbono, calcio, sílice, hierro,
fosfatos,
sulfatos y sulfuros.

Así pues, se deduce que Tafonomía y Edafología, son ciencias afines de especial
importancia en el contexto de toda investigación antropológica y arqueológica
forenses, y que van ayudar a conocer los procesos y relaciones que se establecen
entre el cadáver y el lugar de enterramiento, todo ello analizado desde una
concepción dinámico-reconstructiva de unos hechos (la evolución postmortem) tan
variables según cada caso.

En este trabajo, nos centraremos fundamentalmente, en el desarrollo de los


fenómenos tafonómicos y edáficos que pueden alterar los restos óseos, mediante
diversos mecanismos de acción, y consecuentemente dar lugar a lesiones
pseudopatológicas que pueden plantear dudas diagnósticas.

5.3.2 LA EVOLUCIÓN CADAVÉRICA

En el ámbito de la Antropología Forense, más que el estudio del hueso fosilizado,


que es ocasional, nos interesan todos los fenómenos que han originado la
transformación del cadáver hasta el estadio esquelético. Evolutivamente hay que
considerar dos fases distintas:
1. FASE CADAVÉRICA

El propio cadáver y los


evolucionar por

fenómenos bióticos

y abióticos la caracterizan. Va a

las vías tradicionales de la putrefacción

transformación

(momificación, saponificación, corificación, etc...), en función, primero,

de las

características del cadáver y, secundariamente, del medio ambiente.

2. FASE MEDIÁTICA

El proceso de degradación o conservación corporal va a determinarse básicamente,


en función de la biología del medio de enterramiento. Los restos pasan a ser
objeto
de fenómenos físicos de meteorización, arrastre y caída, de procesos químicos de
oxidación y disolución, recristalización y diagénesis y pasa a ser soporte y
fuente de
nutrición de otras especies. En superficie van a actuar los procesos bioquímicos,
en
profundidad los procesos físico-químicos.

5.3.3 LA FASE CADAVÉRICA


La Medicina Legal ha estudiado muy detenidamente tanto la muerte, como los
procesos subsiguientes que se originan en las primeras fases del enterramiento,
tomando como modelo la especie humana que, desde un punto de vista biológico,
vendría a corresponder a un mamífero de un tamaño mediano.

La destrucción del cadáver se inicia (como se comentó más ampliamente en el


capítulo de Intervalo Postmortem del presente texto) por las partes blandas, a
través
de un proceso muy complejo de autólisis, acción directa de los microorganismos,
flora y fauna, que en muchas de sus fases está aún por concretar.

Cualquier cuerpo, total o parcialmente conservado, tiene, necesariamente que haber


sufrido alguna alteración determinada por los fenómenos cadavéricos; la tendencia
natural es la destrucción progresiva y la conservación es un proceso complejo y
excepcional en el que estos fenómenos, normales y habituales se interrumpen y
modifican, unas veces por causas del propio cuerpo; la mayor parte de las veces,
debido a intervenciones naturales o artificiales extrañas al mismo; de ahí que no
se
produzcan dos casos exactamente iguales; cada uno vendrá determinado por las
circunstancias específicas que concurren en cada proceso.

En Medicina Legal se denominan fenómenos cadavéricos, a la serie de signos,


señales y procesos que aparecen como consecuencia de la muerte.

Esquemáticamente, este amplio capítulo de la Tanatología comprende dos grandes


grupos de fenómenos según Muñoz Tuero:

1. Negativos, demostrativos de la falta de vida:

a) Inmediatos, esto es, los signos que aparecen en los períodos más cercanos y nos
permiten afirmar la muerte como entidad.
b)

Consecutivos,

los

que

aparecen

poco

después

que
se

utilizan

fundamentalmente para determinar la cronología de la muerte (enfriamiento,


rigidez,
hipóstasis cadavérica y signos de deshidratación cadavérica).

2. Positivos o transformativos, consecuencia de la gran actividad biológica


sobreañadida que se desarrolla sobre el cadáver:

a)

Inmediatos o destructivos: putrefacción y fermentación cadavérica.

b) Consecutivos o transformativos: maceración, saponificación, corificación,


momificación, y fosilización.

Todos ellos, como es sabido, evolucionan, según determinadas pautas, en función


de toda la gama de factores endógenos y exógenos, con un claro predominio de los
primeros sobre los segundos cuanto más cerca de la muerte nos encontremos; de
ahí la relativa mayor fijeza de los primeros sobre los últimos en que, las reglas
evolutivas son mucho más aleatorias.
Los fenómenos abióticos inmediatos y consecutivos han sido estudiados de modo
amplio, aunque no exhaustivo, por los médicos legistas. La literatura científica
dedica
amplios

capítulos

su

consideración

porque

constituyen

la

base

del

tanatocronodiagnóstico o Intervalo Postmortem (IPM).

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Mucha más importancia tafonómica tienen los fenómenos destructivos que se


instauran progresivamente, primero un proceso autolítico y después la putrefacción
y
fermentación cadavérica que escinde las moléculas orgánicas en otras más sencillas
hasta que se origine una teórica mineralización del cuerpo.

El proceso es debido a todo un acúmulo de agentes que actúan sucesiva y


simultáneamente y que podríamos clasificar en varios grupos:

1. Autodigestión y autólisis.
2. Microorganismos (bacterias, hongos, etc.)
3. Actividad vegetal, especialmente de las raíces.
4. Actividad de la fauna necrófaga, inferior y superior.
5. Acción integradora del suelo.

La autodigestión y autólisis es un proceso, como es sabido, que consiste en la


demolición molecular de los elementos constitutivos de la célula, originada por la
intervención de los sistemas enzimáticos propios. Al cabo de un cierto tiempo, las
enzimas actúan sobre sí mismas destruyéndose y con ellas, las estructuras
celulares.

En consecuencia, el hallazgo de protoplasmas conservados en sílex, o bacterias


paleozoicas incluidas en cristales de sal, hablan de la interrupción casi
instantánea a
la muerte, del proceso de degradación por los sistemas tafoconservadores.

Las revisiones hechas, pueden aportar considerables datos complementarios, pese a


que han sido realizadas, preferentemente en sangre, L.C.R., líquido pericárdico y
humor vítreo, con vistas a una determinación de la data de la muerte y al
diagnóstico
retrospectivo de las enfermedades y causas de la muerte.

Obviamente, este proceso se modifica en función de toda una constelación de


circunstancias que ha sistematizado Borri en cuatro grupos:

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1. Circunstancias

enzimoplasmáticas:

ácidos

diluidos

que

transforman

al

prefermento en fermento activo.


2. Circunstancias dinamógenas o zimoexcitadores: como es la temperatura que
favorece la acción enzimática.
3. Circunstancias enzimoinhibidoras: como el frío y los álcalis, que frenan la
acción de las enzimas autolíticas.
4. Circunstancias enzimolíticas: como temperatura alta, ácidos fuertes o
microorganismos, que destruyen las enzimas.

En consecuencia, y debido a esa intensa actividad bioquímica, las alteraciones


humorales e histomorfológicas son de tal grado que hacen en la práctica imposible
la
conservación de finas estructuras celulares en los especímenes fósiles. Solamente
fenómenos como los de congelación de los mamuts siberianos y las bacterias
árticas, o de inclusión, sea en asfalto - como el célebre rinoceronte de los
Cárpatos -,
en petróleo, resinas o turba, permiten una conservación de partes blandas
suficiente.

La putrefacción consiste en un proceso fermentativo bacteriano. También ha sido


motivo de consideración por los médicos legistas desde que esta especialidad se
conformó como tal. Insensiblemente, los fenómenos autolíticos se imbrican con los
propiamente bacterianos: putrefacción y fermentación cadavéricos.

a) En medio aerobio, se origina la putrefacción, caracterizada por una oxidación


progresiva del medio que se transforma en gas.
b) En un medio anaerobio, se originan fermentaciones, a través de un proceso
predominantemente reductor, originándose como productos finales gases y
compuestos orgánicos del tipo de los alcoholes, ácidos aminados, péptidos, etc.
c) Habitualmente el proceso es mixto, con predominio de uno u otro, según las
circunstancias endógenas y exógenas de todo tipo y con interferencias diversas
entre uno u otro mecanismo. Por eso es imposible encontrar dos cadáveres en
una fase idéntica de destrucción.

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La materia orgánica se transforma así en una sustancia pastosa, rica en


carbono que cuando procede del hombre se denomina "sanies"; cuando es de
animales se denomina "sapropeles" y evoluciona a formar petróleos, con el tiempo;
cuando es vegetal, se llama "humus", que evoluciona a formar carbones como
productos finales.

Este proceso bacteriano va a manifestarse morfológicamente en una serie gradual de


cambios que han dado lugar a los llamados períodos de la putrefacción: cromático,
enfisematoso, colicuativo, pre-esquelético y esquelético, atendiendo al color,
infiltración gaseosa, reblandecimiento o estado de los restos cadavéricos. Un
análisis
del cadáver conservado, en función de estas fases, permite concretar el momento
tafo-cronológico y alguno de los factores concurrentes a la conservación.

La putrefacción va dando paso progresivamente a una intensa fermentación


anaerobia. Una y otra producen gases diversos que al combinarse con distintos
pigmentos orgánicos originan cambios de coloración, formando metahemoglobina,
coleglobina y sulfohemoglobina.
FACTORES FAVORECEDORES DE LA
PUTREFACCIÓN

FACTORES INHIBIDORES DE LA PUTREFACCIÓN

a)Factores intrínsecos:
Recién nacido (carece de gérmenes intestinales)
Volumen del cadáver, infecciones,
Enterramiento de miembros aislados.
b) Factores exógenos:
septicemias, gangrenas, mutilaciones,
heridas.
• Intoxicaciones (alcohol, Co, arsénico, ác.
cianhídrico).
b) Factores extrínsecos múltiples:
• Impregnación
corporal
por
antibióticos,
especialmente tetraciclinas.
Aireación y temperatura (óptimo 20-30 ºC.)
• Radiaciones ionizantes (de ahí la magnífica
conservación de los cuerpos en Esquivias,
Toledo). Terrenos compactos. Terrenos ricos en
compuestos arsenicales o de plomo.
• Sequedad intensa.
• Indumentaria.
• pH.
(conservación
en
las
turberas
centroeuropeas). Carencia de oxígeno (caso de
las momias Chiu-Chiu Bolivianas, gracias a la
acción combinada de la altitud, sequedad. Frío y
carencia de oxígeno).
Tabla Nº 1. Factores favorecedores e inhibidores de la putrefacción.
a) Factores intrínsecos:

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5.3.4 LA FASE MEDIÁTICA

Como resultado de la putrefacción y de la fermentación cadavérica el cuerpo se


transforma progresivamente en productos químicos simples. Productos que van a
pasar al medio que rodea al cadáver y que van a interaccionar o a sumarse a los
propios de éste.

La identificación de productos de esta naturaleza informa sobre el momento


destructivo o sobre la fase en que se produjo la interrupción del proceso. La
demostración en fósiles de glúcidos (glucosa y galactosa), el reconocimiento de
proteínas o de aminoácidos evidencian que la putrefacción se interrumpió en estos
casos, en una fase relativamente temprana.

En los suelos, por otra parte, se han identificado otra serie de sustancias
simples,
secundarias a la propia putrefacción.

Todos estos compuestos orgánicos simples, descubiertos por la moderna


investigación permiten suponer su participación en los procesos del suelo
(erosión,
disgregación de minerales, geoquímica, formación de estructuras) que tanta
importancia tafonómica poseen.

En líneas generales, los esqueletos se modifican progresivamente y a ritmos


distintos
por varias vías. El proceso de demolición habitualmente continúa con el hueso
desnudo. En cadáveres expuestos al aire, la putrefacción se completa a los 3 a 5
años; pero en ocasiones, cuando hay una fauna activa, este período no pasa de 3 a
4 meses o incluso días.

La propia putrefacción colabora a la resistencia ósea. Es posible que sea Tirelli


quien
haya estudiado primero el proceso putrefactivo en los huesos, en 1910, y las
modificaciones que experimenta con el tiempo la médula ósea (1911), aunque antes,
Carnot, en 1906, había descrito las variaciones que experimenta el hueso en cuanto

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a su peso. Los primeros trabajos sobre la evolución del hueso, si bien de


carácter
parcial fueron realizados por Mende, Reinhard, Kratter, Toldt, Neckermann, Muller
y
Dervieux, Bayle, Amy y Rodeau du Noyes, Beuman y otros. Estos trabajos
plantearon el problema dinámico evolutivo que demostraba el empobrecimiento
progresivo en la materia orgánica y mineral, cuantitativa y cualitativamente. La
primera revisión y estudio de conjunto fue desarrollada por Walcher y luego por
Berg
y Specht, realizada para fijar estos cambios en el tiempo.

En España se han hecho numerosos trabajos al respecto. Mata dedica un amplio


espacio al estudio de los restos óseos; Maestre y Piga Pascual estudiaron en 1912
las modificaciones que experimenta la médula ósea; el mismo PIGA estudió la
putrefacción en la cámara pulpar del diente, estudio que completará Calatayud, en
1944. En 1917, Lecha-Marzo estudió el contenido en grasa del hueso y sus
caracteres histológicos, encontrándola hasta 8-10 años tras la muerte; en 1942,
Maestre valoró el comportamiento del hueso ante el ácido ósmico; poco después,
Aznar estudió la pérdida de peso en relación a la antigüedad del hueso (1945) y la
conservación de los elementos formes sanguíneos en los canales de Havers, hasta
20 años después de la muerte. Castellano dedicó su tesis doctoral al tema (1976).
Por lo general, todos estos son trabajos ignorados en la literatura anglosajona.
En 1940, Müller resumía lo que se conocía hasta entonces en el siguiente cuadro:

1. Formación de una capa de moho en los sepultados en tierra, más de 2 a 4 años


postmortem.
2. Desaparición de las partes blandas en los enterrados en fosas: de 3 a 4 años
antes.
3. Desaparición de ligamentos y cartílagos en los sepultados en tierra, después de
5
a 10 años.
4. Desaparición de la grasa de los huesos, después de 10 a 15 años.
5. Empieza la destrucción de los huesos, después de 10 a 15 años.
6. Estado quebradizo, frágil y superficie porosa: más de cincuenta años.

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Tafonómicamente los procesos que puede sufrir un hueso son:

1. Se va haciendo más poroso, debido a la destrucción de la materia orgánica y a


la disolución del sustrato mineral que desaparece en un medio ácido.
2. Sufre transformaciones debidas a la acción química de la misma descomposición
o por acciones químicas del medio en que se encuentra.
3. O sufre un proceso de fosilización conservadora, por la impregnación de sales
minerales.

Según Berg, se producen tres modelos básicos de destrucción:


a. En medios ácidos

Máxima decalcificación con conservación de la matriz fundamental. Paralelamente se


expone el tejido conectivo, que pierde su protección. El hueso se hace flexible y
se
deforma con facilidad.
Si se produce una impregnación por sales de hierro o manganeso, esto no se
produce pero se acelera la desintegración de la matriz ósea, originándose
fragilidad
del hueso y su fragmentación, de modo que en pocas centurias un hueso queda
reducido a meras trazas.

Macroscópicamente se producen defectos superficiales, exfoliación y fisurización,


deterioro de los cóndilos, perdiéndose progresivamente la epífisis entera,
conservándose mejor el hueso compacto.

Microscópicamente se observa una desintegración pastosa de las laminillas


intersticiales, acompañada de una buena conservación de las láminas centrales de
los conductos de Havers.

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b. En suelos arenosos, pedregosos y secos o con limo

La sustancia mineral se transforma progresivamente en carbonato; el tejido fibroso


se contrae, la estructura exterior de hueso aparece lisa y la estructura esponjosa
epifisiaria se conserva durante décadas. Macroscópicamente el aspecto externo
parece intacto. Microscópicamente, la erosión micromorfológica se produce en un
período de 2 a 3 mil años. El interior del hueso parece desorganizado, semejante a
hueso calcinado, frágil, quebradizo, poroso, inactivo ópticamente, decalcificado
que
se desmorona fácilmente y que produce una intensa reacción carbonatada.

c. Otros modelos

En otros casos se produce una remineralización y endurecimiento, produciéndose


fosilización o petrificación. En estos restos es posible demostrar fibras
colágenas,
incluso en huesos muy remineralizados (Race y cols. Wyckoff y Dodereuz).

Los aminoácidos procedentes de la matriz ósea, son estables en el tejido óseo


durante mucho tiempo (Abelson), de tal modo que incluso en fragmentos óseos
anteriores al neolítico es posible su determinación (Ascenzi), en proporciones
variables según el lugar de origen.

La determinación, por tanto, de nitrógeno total, es otro elemento útil a efectos


de
datación del hueso (Heizer y Cook), de tal modo que ha llegado a ser aplicado a
los
fragmentos del cráneo de Piltdown Weiner, Oakley y Clark) junto con otros
procedimientos como el carbono-14, que como es sabido, se ha generalizado como
datador cronológico para grandes períodos de tiempo (De Vries y Oakley, Barker y
Mackey, Brothwell y Burleigh y tantos otros) junto con el estudio del flúor (Oakey
y
Montagu, Oakey, Bergmean y Karsten, etc.).

La determinación de otros minerales está adquiriendo un interés creciente, sobre


todo para estudiar determinadas características de la vida del sujeto:
investigación de

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plomo en posibles intoxicaciones clínicas o subclínicas (Grandjean y Holma;


Waldron, Mackie y Townshend, Waldron y otros), etc.

Desde el punto de vista medico-forense hay que tener en cuenta también que
huesos y dientes presentan cambios de coloración por precipitación de calcita
o sílice

(SiO2), haciéndose duros y resistentes al mineralizarse con el paso del

tiempo.

Por todo lo expuesto, el análisis de huesos humanos desde el punto de vista


policial
y forense exige considerar, previo al análisis lesional vital propiamente dicho,
las
posibles acciones por los agentes naturales de alteración y fragmentación:
a. Meteorización en superficie y erosión eólica antes del enterramiento:

1. Alteraciones y corrosiones atribuibles a la acción biológica de, por ejemplo,


raíces
vegetales.
2. Erosiones debidas a agentes sedimentarios: agua, barro, solifluxiones.
3. Erosiones debidas a mordisqueo, especialmente por roedores.
4. Señales de mordisco en el hueso, sobre todo en relación a las fracturas.
5. Otras fracturas debidas a termoclastia o por pisoteo, por presión o por
esfuerzos
tectónicos, consecuencia de la extracción o trabajos de laboratorio.

b. Factores modificadores:

Todo este proceso de destrucción-conservación, supone una acción dinámica en la


que intervienen multitud de factores que actúan mediante una suma o una
potenciación algebraica.

Los procesos modificadores y de alteración en superficie, son producidos en


general
por agentes atmosféricos o biológicos; las alteraciones superficiales,
fracturación,

18

dispersión selectiva son efecto de las cadenas tróficas y de condiciones


climáticas
precisas.

Las mismas fracturas de los huesos son indicativas de traumatismos en vida, pero
también

hay que tener en cuenta la acción mecánica de los animales, de los

arrastres y transportes postmortem, fenómenos de reasentamiento de masas o


aposición de láminas de sedimentación.

Al revés que en el caso anterior, las características de los restos actuarán de


modo
secundario; así, los restos óseos que tienen una determinada morfología,
deformidad
o textura son objeto de una diversidad de alteraciones y modificaciones,
absolutamente desconocidas en los detritos rocosos.

Normalmente, en cadáveres y restos abandonados, el enterramiento natural sigue a


las alteraciones superficiales y el despojo pasa a formar parte del suelo o del
depósito sedimentario. Este depósito, tampoco tiene por qué ser sencillo ya que
puede suponer, un arrastre y varias deposiciones en el suelo, una primaria, otras
secundarias y otra definitiva. La intensidad de las corrientes, los movimientos de
las
aguas lacustres, la proximidad o lejanía de las orillas, los regímenes pluviales,
etc.
son variables que dejan sus señales en los huesos y que se sabe actúan creando un
modo de cribado en el proceso de destrucción o de fosilización.

Por estas vías, la acción tafonómica va a oscilar entre la descomposición y


reducción mineral, y la fosilización con todas las gradaciones posibles entre uno
y
otro extremo.

La maduración y estabilización de la materia orgánica se produce por varias vías y


se modula tanto en función del ambiente como de la misma materia orgánica que se
integra.

19

5.4 FENÓMENOS
TAFONÓMICOS
PSEUDOPATOLOGÍA

EDÁFICOS.

CLASIFICACIÓN

Antes de comentar cuales van a ser los principales agentes tafonómicos y edáficos
que pueden incidir sobre los restos óseos, tiene que quedar claro que, cualquier
interpretación tafonómica debe tener una justificación individual y específica
ante el
número de variables que intervienen en el proceso postmortal. Se puede decir, que
no existen dos modelos de evolución postmortem iguales.

Con el fin de poder desarrollar este epígrafe de una forma lo más didáctica
posible,
se hace necesario exponer una clasificación de las variables o fenómenos
tafoedáficos. Entre las clasificaciones propuestas por otros autores citamos la de
Etxeberria (1996), que distingue tres grupos de fenómenos:
1. Agentes físicos y mecánicos: con capacidad de producir alteraciones
morfológicas.
2. Agentes químicos: con capacidad de alterar la composición de los restos.
3. Agentes biológicos: que alteran la morfología y la composición.

Nosotros proponemos y desarrollaremos la siguiente clasificación, de inspiración


hipocrática, que divide los fenómenos tafonómicos en dos grandes grupos (Tabla Nº
2):

ACCIÓN DE LOS ELEMENTOS


ACCIÓN DE LOS SERES VIVOS
El hombre: acción directa e indirecta.
Tierra: composición y presión.
Los animales.
Agua.
Los vegetales.
Fuego.
Los microorganismos.
Clima, aireación, temperatura y humedad
Radiactividad natural.
Tabla Nº 2. Clasificación de los fenómenos tafonómicos

Todos estos fenómenos tafonómicos actúan independientemente, aunque es muy


frecuente la acción conjunta de varios de ellos. De ahí, que desde el punto de
vista
del mecanismo de acción, los efectos que nos vamos a encontrar sobre la superficie
de los huesos van a ser mixtos por acción física, química, mecánica y biológica,
con
20

más o menos preponderancia de uno o más mecanismos según la acción de uno o


varios elementos o seres vivos.

Como ya comentamos anteriormente, nos centraremos en el desarrollo de los


fenómenos tafonómicos y edáficos que pueden alterar los restos óseos, mediante
diversos mecanismos de acción, y consecuentemente dar lugar a lesiones
pseudopatológicas que pueden plantear dudas diagnósticas. Para ello repasaremos
algunos de los fenómenos ya explicados.

5.4.1 ACCIÓN DE LOS ELEMENTOS

EFECTOS DE LA TIERRA

Las

características

del

suelo influyen enormemente

en

los procesos de

neoformación, descomposición de las sustancias orgánicas y en los mismos


procesos de conservación húmica.

Los procesos de superficie y subsuperficiales como la meteorización, oxidación,


desecación, gelifracción y fenómenos térmicos; la caída gravitacional, la
acumulación
de restos por deflección, los procesos edáficos, todo tipo de erosiones, digestión
por
organismos, el pisoteo o la manipulación, son circunstancias que van a influir en
el
estado y caracterización de los restos cadavéricos. Pero fundamentalmente son la
composición y la presión del suelo los principales mecanismos tafonómicos.
COMPOSICIÓN DE LA TIERRA

La forma de conservación de los huesos varía considerablemente no solo de un


suelo a otro, sino también de una zona de enterramiento a otra, debido a pequeñas
diferencias en su composición.

21

Por ejemplo, el hueso que se encuentra en las turberas tiende a mineralizarse y


adquirir la consistencia del plástico, sin embargo, si se seca, su estructura y
forma
pueden ser alteradas, lo que puede hacer pensar en una patología deformante que
no existe.

Conocer el terreno previamente permite deducir a veces a priori, la forma de


conservación de los huesos, así como deducir cual va a ser el método más
apropiado para limpiar y conservar los huesos.

Así, por ejemplo, las gravas no descalcificadas dan lugar a una buena conservación
mientras que las decalcificadas por acidez todo lo contrario.

La tierra de caverna, con frecuencia se trata de piedra caliza cementada con


arcilla y
carbonato cálcico que precipita sobre los huesos formando láminas estalagmíticas
que mineralizan y petrifican el hueso.

La tierra arcillosa suele producir una corrosión ósea por la acidez del suelo.

Las arenas calcáreas y de pH elevado conservan el hueso, mientras que si el pH es


ácido la conservación es deficiente. Asimismo, arenas calientes como las de Egipto
permiten la conservación de tejidos como la piel y el cabello por las condiciones
de
desecación.
PRESIÓN DE LA TIERRA

La deformación que produce la presión del suelo sobre los restos óseos puede
variar
considerablemente dependiendo de la composición así como del tipo de clima
existente en la zona. El cráneo ofrece una posibilidad de deformación mucho mayor
que el resto de los huesos, los cuales, a excepción del peroné, no suelen
deformarse
de forma perceptible.

22
Cuando nos encontramos con un cráneo con deformidad se debe establecer un
diagnóstico diferencial entre una plagiocefalia o una alteración de la forma de
origen
tafonómico. Asimismo, se debe también diferenciar las fracturas producto de la
presión de las producidas por otra etiología postmortal tafonómica (Tabla Nº 3).

DESPLAZAMIENTO
(observación in situ )
CICATRIZACIÓN
Signos de osteolísis
Formación de hueso perióstico
ASPECTO MACROSCÓPICO
Oblicuidad
Transversalidad
Borde redondeado
Borde cortante
Superficie ondulante
Superficie rugosa

FRACTURAS
PREMORTEM

FRACTURAS PERIMORTEM

FRACTURAS
POSTMORTEM
(TAFONÓMICAS)

+++

++

+++
+++
+++

+
++
+++
+++
++
+
----+++
+
+++
+++
+++
+++
+
Tabla Nº 3. Estudio macroscópico de las fracturas premortem, perimortem y
postmortem de etiología
tafonómica. Diagnóstico diferencial. (Tomado de Etxeberria y Carnicero, 1998)

EFECTOS DEL AGUA

El agua constituye un elemento tafonómico importante, dado que sus propiedades


físico-químicas alteran en gran medida la estructura ósea, simulando imágenes
patológicas de periostitis, cribra orbitalia, osteoporosis, etc.

Entre sus acciones destaca la decalcificación del hueso, que se produce en primer
lugar, por la acidez de las aguas (también de la tierra) que interacciona con el
carbonato cálcico óseo, que pasa a bicarbonato, el cual es hidrosoluble, por lo
que
tenderá progresivamente a desaparecer el hueso.

Por otra parte, la acción física del agua sobre los restos produce una serie de
estriaciones, fisuras y ondulaciones de tipo paralelo, semejantes a las
ocasionadas
en patologías óseas inflamatorias y traumáticas.

23

Por último, la composición química del agua da lugar a depósitos de metales,


florescencias salinas, etc.
EFECTOS DEL FUEGO

La forma en que se fragmentan los huesos con partes blandas adheridas por efecto
del calor es un proceso siempre constante que sigue las líneas de fuerza que les
ofrecen las trabéculas óseas, las cuales tienen siempre una dirección y
disposición
constante. Estas líneas de fractura constantes se producen en los puntos de menos
resistencia.

Sin embargo, no ocurre lo mismo si los huesos han sido quemados accidental o
criminalmente sin partes blandas, secos. Se establecen diferencias notables en el
aspecto de la superficie, la forma de fracturarse y hasta el color varía (Tabla Nº
4 y
fotografías Nº 1, 2 y 3), de donde podemos deducir como se quemaron aquellos
huesos.
TEMPERATURA (ºC)
COLOR
<200
Sin alteración
200-250
Ocre-azulado
250-300
Marrón
300-350
Negro, CARBONIZACIÓN
550-600
Gris
>650
Blanco, INCINERACIÓN
Tabla Nº 4. Coloración del hueso en función de la temperatura alcanzada

Fotografía Nº 1 <200º C

Fotografía Nº 2 300-500º C

24

Fotografía Nº 3 >600º C
Fotografías Nº 1, 2 y 3. Cambios externos de coloración y textura producidos por
la exposición
de tejidos óseos a diferentes temperaturas (Imágenes del Dr. Francisco Etxeberria
Gabilondo, MD.
Universidad del País Vasco)

Autores como Reverte, Etxeberria, Guillon y Ubelaker

llegan a conclusiones

semejantes. Los huesos frescos sometidos a la acción del fuego se fragmentan más
y con predominio de las formas transversales, mientras que los huesos secos lo
hacen longitudinalmente (Fotografía Nº 4).

Fotografía Nº 4. “A” Fracturas transversales en hueso fresco, “B” Fracturas


longitudinales en hueso
seco (Gráfico del Dr. Francisco Etxeberria Gabilondo, MD. Universidad del País
Vasco)

EFECTOS DEL CLIMA

Los huesos inhumados y expuestos a los diversos efectos climatológicos, sufren


procesos alterativos debidos a la humedad, frío, calor, lluvia, viento, aireación,
etc.,
ocasionando una meteorización ósea que se manifiesta en forma de fisuras y

25

resquebrajamientos especialmente a nivel diafisiario que no debemos confundir con


patología traumática.
La aireación es un efecto de gran importancia. El oxígeno es indispensable para la
respiración de la mayoría de los organismos y de las raíces. Por la misma razón
influye considerablemente en la destrucción del hueso (Rentoul y Smith). El
oxígeno
atmosférico estimula los microorganismos aerobios, especialmente los
nitrificantes;
por debajo de un 8 %, aparecen los procesos anaerobios. A una concentración
inferior al 10 %, el CO2 estimula la actividad de los hongos.

El clima ejerce su influencia directamente, a través del edafo-clima que genera


cambios indirectamente a través de la vegetación.

La

acción

combinada

del clima y de

la

vegetación

permite definir zonas

bioclimáticas con efectos sobre la putrefacción y/o conservación de los cadáveres


o
de sus partes, muy variadas. Se produce así, un proceso de transformación lento y
progresivo de envejecimiento .

La temperatura es otro factor esencial en la vida de los suelos, en la actividad


de la
microflora,

actividad y desarrollo

de

las raíces, germinación de semillas y

tubérculos, que sólo se realiza por encima de una temperatura propia para cada
especie (0 grados Cº para el trigo; 9 grados para el maíz; 8 grados para la
patata,
etc.)

Müller, Deharain y Demoussi, Fodor, Wolny, Kostichev y otros han comprobado


que cerca de 0 grados se produce una descomposición ligera; con el aumento de
temperatura hasta 35 grados, la intensidad del proceso crece, para disminuir,
luego,
si continuamos el incremento. A temperaturas por encima de 50 Cº, se observa
desprendimiento intenso de CO2, debido a la simple desintegración química de las
sustancias orgánicas .

26

La relación de la actividad microbiana y la temperatura se rige por la ley de Van


Hoff, propuesta para las reacciones monomoleculares. Según esta ley, al elevarse
la temperatura 10 grados, la velocidad de la reacción se duplica o triplica, según
la
fórmula:
v = C x at

donde v es la velocidad de reacción; C temperatura; a, coeficiente próximo a


la unidad y t, el coeficiente de elevación de la temperatura.

No obstante esta ley no es exacta, porque a bajas temperatura el coeficiente de


intensidad es superior y a temperaturas altas, es inferior, de tal modo que sólo
entre 15 y 20 grados puede considerarse constante.

La humedad es un factor climático esencial en la destrucción tafonómica porque


facilita la hidrólisis y la solubilización del hueso (ORTNE y cols.).
El crecimiento de algunos microorganismos (hongos, actinomicetos,

algunas

especies de algas) se observa a humedad que se aproxima a la hidroscopía máxima.


Conviene señalar que las células de muchos microorganismos, en especial hongos
y actinomicetos, la presión osmótica es muy alta, del orden de 200-250 atm. y, por
consiguiente, sobrepasa considerablemente la de la solución del suelo. Semejantes
diferencias en la presión osmótica permite la asimilación de la humedad, poco
asequible a las plantas superiores.

Los suelos hidromorfos se caracterizan por la saturación temporal o permanente


de los poros por el agua, lo que provoca un déficit prolongado de oxígeno. En este
caso, el régimen hídrico particular orienta los procesos evolutivos a través de
dos
posibles mecanismo: reducen y movilizan los óxidos de hierro, de diverso modo en
función del pH se suelen acompañar de un enlentecimiento de la descomposición de
la materia orgánica y de los procesos de humificación. Un suelo deficitario en
oxígeno, con un pH inferior a 5 y acompañado de un descenso del pH, ralentiza la
humificación y provoca una evolución turbiforme de la materia orgánica.

27

Al combinarse el frío con la humedad, la materia orgánica se descompone


lentamente y forma un primer nivel de gran espesor; los componentes hidrosolubles
agresivos y reductores, que se biodegradan lentamente, provocan la reducción y
movilización masiva del hierro, acompañadas, casi siempre de la degradación de las
arcillas por hidrólisis. Pese a las diferencias bioquímicas que se originan en la
evolución bioquímica de estos suelos existe un paralelismo entre ellos más o menos
acentuados, de tal modo que se pueden distinguir tres fases fundamentales: una
fase inicial en que la capa de agua es menos reductora, el medio poco ácido, la
movilización y segregación del hierro poco intensa y su reducción no es total. Se
sigue de una fase modal en que la acidificación es más acusada y el humus
comienza a deteriorarse produciéndose una segregación muy intensa del hierro; la
diferenciación del nivel superficial y el intermedio es muy acusada. Por último se
describe la fase de pseudopolsolización con degradación por hidrólisis y
complexolisis de las arcillas con liberación de aluminio, evolución turbosa y
acumulación de los óxidos de hierro en bandas horizontales más

o menos

endurecidas.

Las combinaciones de temperatura y humedad también influyen sobre los restos


óseos. Los

resultados de las experiencias realizadas por

Kostichev, Wollny,

Waksman y Guerretsen, permiten concretar:

1. La

intensidad más alta del proceso de descomposición de

las sustancias

orgánicas se observa a ciertos valores medios de temperatura (cerca de 30


grados) y humedad del suelo, próxima al 60-80 % de la capacidad hídrica total.
2. La evolución simultánea de la temperatura y humedad, al igual que su reducción
simultánea, en relación al punto óptimo, debilita la energía de descomposición
de las sustancias orgánicas.
3. A valor creciente de uno de los factores y la disminución simultánea del otro,
la intensidad de la descomposición de las sustancias orgánicas, lo mismo que
de

cualquier proceso fisiológico, se somete al factor que se encuentra en el

mismo.

28

LA RADIOACTIVIDAD

Aunque no produce pseudopatología tafonómica si que permite una mejor


conservación de los restos óseos.

5.5 ACCIÓN TAFONÓMICA DE LOS SERES VIVOS

5.5.1 ACCIÓN DEL HOMBRE


La acción humana se manifiesta, directa o indirectamente por el cultivo y su
acción
sobre

la

vegetación, abonado, riegos, drenaje, etc. que debe valorarse

cuidadosamente. Son característicos los fragmentos óseos abandonados como


restos de comida, utilización de huesos como materia prima para la fabricación de
utensilios (Guilda y cols, 1962; Potts y Shipan, 1981; COOK, 1988). Debe
considerarse también, la misma acción directa por pisoteado o debido a una mala
extracción de los restos.

5.5.2 ACCIÓN DIRECTA DEL HOMBRE

Durante el proceso de excavación se producen lesiones de carácter traumático,


como picoletazos, que no deben de confundirse con trepanaciones o lesiones por
instrumentos corto-contundentes.
5.5.3 ACCIÓN INDIRECTA DEL HOMBRE

El ajuar funerario (brazaletes, anillos, collares, monedas, etc.) origina


pigmentaciones
en la superficie ósea a causa del depósito de estos metales (por ejemplo, el
típico
cardenillo)

Los huesos en contacto con objetos de hierro, mediante la acción del óxido de
hierro,
se tiñen de un color rojizo y además se endurecen. Por otra parte, la acción
corrosiva
29

de las sales ferrosas pueden producir verdaderos orificios circulares, que se


pueden
confundir con trepanaciones.
5.5.4 ACCIÓN DE LOS ANIMALES

La fauna propia de los suelos es también numerosa y compleja. Está compuesta


por muy diversos tipos de

protozoos. Se encuentran abundantemente amebas,

ciliados, flagelados. Su papel aún está mal determinado. Las amebas se sabe que
consumen

un gran número de bacterias, y, en cantidades enormes. Heal ha

contabilizado varias decenas de miles de tecamebas por gramo de suelo.


La presencia de gran número de protozoos muestran relaciones antagonistas con
las bacterias y una estrecha dependencia con las condiciones
fermentos

colaboran

en

la

transformación

orgánica

del medio.

(Tracey).

Sus

Recientes

investigaciones mediante microscopía capilar han demostrado la existencia de una


numerosa población de invertebrados y protozoos (amebas, nematodos, ácaros y
otros) en compleja interacción con los microorganismos del suelo. Los principales
metazoos del suelo son:

1 Nematodos, tipo Nematelmintos.


2 Oligoquetos, tipo Anelido.
3 Gasterópodos, tipo Molusco.
4 Crustáceos, tipo Artrópodos.
5 Miriápodos, tipo Artrópodos.
6 Arácnidos, tipo Artrópodos.
7 Insectos, tipo Artrópodos.

El

papel de los insectos en la trituración del material

determinado: los invertebrados participan

en

la

está perfectamente

maduración

del
estiércol,

especialmente a partir de desperdicios, fragmentan los restos gruesos en una

30

masa porosa movediza. Forman sustancias humíficas en el propio intestino animal,


así la mezcla de restos orgánicos con elementos minerales en el intestino de los
animales con sustancias mucilaginosas permite formar agregados estructurales que
tienen una solidez excepcional, hidro-resistentes, incluso la formación de nuevas
formaciones, como ocurre con la calcita en el intestino de las lombrices de
tierra.

Los vertebrados también colaboran en el proceso de formación del suelo, mecánica


y fisicoquímicamente, especialmente todas las variedades de roedores, y topos.

La acción de la fauna de todo tipo es bien conocida en Medicina Forense. Toda la


gama de carroñeros primarios y secundarios colaboran en la destrucción del cadáver
y pueden dejar su huella en los huesos o en el material tafoconservado, La
destrucción originada por roedores de todo tipo, ratas, ratones, puercoespines
dejan
habitualmente su impronta en los huesos, sobre todo planos.

La acción de los pequeños carnívoros ha sido analizada por Nadrews y Evans


(1983), las huellas de grandes carnívoros por Haynes (1983), la acción de
predadores aéreos por Dodson y Wexlar (1979), la predación por pequeños
mamíferos (Korth, 1979; Andrews, 1990), grandes mamíferos (Sutcliffe, 1970; Brain,
1981; Haynes, 1982, Id. 1983), que no solo destruyen las piezas, según los
distintos
tipos y preferencias predatorias (Dodson y Wexlar, 1979; Andrews y Evans, 1983),
sino que las transportan, incluso a grandes distancias (Voorhies, 1969; Dodson,
1973; Behrensmeyer, 1975, Id. 1982) o dejan en ellas las huellas del proceso
digestivo, sean mamíferos (Andrews y Eans, 1983; Andrews, 1990), sean reptiles
(Fisher, 1981), según puede apreciarse al microscopio electrónico de barrido. Así
se
distinguen acciones comprendidas desde 1 a 5, desde pequeñas manifestaciones
superficiales a acciones intensamente dañosas.

A modo de resumen práctico podemos decir que:

31

Los insectos y artrópodos tienen una acción osteolítica que da lugar a orificios
que penetran en la cavidad diafisiaria.

Los animales carnívoros mediante la acción de sus caninos producen surcos


estriados y con los molares fisuran y trituran los huesos.

Los herbívoros fundamentalmente dispersan los huesos, aunque con sus dientes
posteriores pueden fragmentar levemente los restos.

Las aves remueven y cambian de lugar los huesos haciendo que en muchas
ocasiones buena parte de los restos se pierdan fácilmente. Además producen
pequeñas lesiones por el golpeteo repetitivo de su pico, que pueden hacer pensar
en patologías de origen infeccioso (orificios fistulosos...) o tumoral.

5.5.5 ACCIÓN DE LOS VEGETALES (LA FLORA)

Se conoce la acción erosiva sobre la piedra de los monumentos


1972),

(Krumbein,

la de las algas Cianoficeas (procariotas) y algas propiamente dichas

(eucariotas).

Otras

veces

forman

costras protectoras

contra

la

erosión

evaporación. Las diatomeas colaboran a la inmovilización de la sílice en sus


esqueletos.

Las raíces son otro elemento muy activo en la dinámica de los suelos. La
exploración radicular varía mucho según las especies vegetales, su naturaleza,
profundidad de los suelos y condiciones del mismo (Fotografías Nº 5, 6, 7 y 8).
Las raíces absorben iones y los iones que alcanzan estas raíces ponen en juego, a
su vez, los caracteres de los suelos, los de las especies iónicas, según su grado
de absorción y coeficiente de difusión y, como los movimientos de los iones se
efectúan en fase líquida, los parámetros hídricos, estado de humedad y movimiento
del agua.
La absorción rápida del agua y de los iones nutritivos establece gradientes en
estos contenidos en torno a las raíces. La difusión de los iones se manifiesta en
función del coeficiente de difusión de la especie iónica. En general, los cationes

32

alcalinos (sodio, potasio) difunden bien en el suelo; los iones fosfóricos


difunden
poco. Por otro lado, la difusión se altera considerablemente la sequedad del
suelo.

La transpiración vegetal induce el transporte de iones y así el flujo hídrico en


torno
a las raíces aporta los aniones no retenidos por el complejo absorbente (nitratos,
cloruros, bicarbonatos y una parte de los sulfatos) así como cationes retenidos,
entre los que predomina el calcio. Este transporte, sobre todo en suelos
cultivados
es sobreabundante en calcio.

Deben tenerse en cuenta también los casos de trituración mecánica de rocas


por raíces de plantas superiores y la disolución mineral por las secreciones
radiculares ya que en el contenido de estas secreciones entran una serie de
componentes que tienen propiedades quelatizantes (aminoácidos, ácidos orgánicos,
aminas y otros).

Las raíces también

penetran por los orificios naturales de nervios y vasos,

aumentando progresivamente de diámetro hasta hacer estallar el hueso. Corroen la


capa superficial mediante la liberación de sustancias químicas con propiedades
osteolíticas (auxinas, cinetinas y ácido indolacético).

Fotografía Nº 5
Fotografía Nº 6
Fotografía Nº 5. Raíz vegetal que ha invadido un arco costal
Fotografía Nº 6. Musgo y pequeñas plantas cubriendo la articulación de epífisis
próximal de cúbito
(Fotografías del Dr. César Sanabria Medina)

33

Fotografía Nº 7.

Fotografía Nº 8.

Fotografías Nº 7 y 8 respectivamente. Órbita y apertura piriforme de un cráneo


encontrado a campo
abierto, se puede observar la invasión de líquenes, musgo y pequeñas plantas
(Fotografías del Dr.
César Sanabria Medina)

5.5.6 ACCIÓN DE LOS MICROORGANISMOS

En los suelos, la presencia bacteriana necesariamente tiene que intercambiarse con


la propia del cadáver. Van a detectarse grandes cantidades de bacterias y
actinomicetos.

Renault ha demostrado la penetración bacteriana en el hueso y su colaboración a la


destrucción mediante un mecanismo semejante al de la caries dental. Esta
destrucción ha sido demostrada experimentalmente (Stoklosa, Pochon y Debarjac),
encontrándose Scheridia, Pseudomonas y Proteus y numerosas especies de Bacillus

Esta acción bacteriana directa va a caracterizarse, macroscópicamente por una


modificación de la coloración, que se hace blanquecina, modificando la dureza,
resistencia y estructura del hueso. Ofrece una imagen característica, formando
cavidades concéntricas en torno a los canalículos de Havers (BAUD); es el llamado
aspecto tarlato de Dell´erba o careto o de cacinosis focal de Thurner, Angeletti y
Feci, de cuerpos granulares de Salomón y Haas y de focos de Hackett, que se
pueden comprobar histopatológicamente.

34

Se sabe que la proporción de ácidos aminados, se modifica en función de la


actividad bacteriana y que la presencia de alananina y glutamina en el hueso tiene
una causalidad bacteriana, de tal modo que el cociente D/L que había sido
utilizado
para el cronotanatodiagnóstico, debe considerarse con recelo por cuanto los
Daminoácidos se asocian a esta presencia (Keddeñ y Dungwoth).

Por otro lado, las bacterias ambientales incorporan al hueso carbonatos exógenos
que modifican las dataciones mediante radiocarbono (Hassan, Termine y Hayes) e
interfieren otras valoraciones en relación a la posible dieta alimenticia del
sujeto
(Schoeninger y Deniro), enriquecen el hueso en uranio, que se acumula en las zonas
porosas bacterianas (Baud, Durif y Morgenthaler, Shumate, Strandberg y Parrot), lo
mismo que en torio (Brierley y Bierley).

Un posible enriquecimiento en flúor por acción bacteriana ha sido demostrado por


Baas-Becking, Jenkihns, Edgar y Ferguson, Luoma y Tuompo, tanto directamente
como a través del aumento de la porosidad del hueso (Wetherell, Deuntsch,
Robinson y Hallsworth), con lo cual, la datación por el flúor se hace también poco
fiable.

Los hongos heterótrofos eucariotas, pueden encontrarse tanto en forma unicelular


como

filamentosa. Unos son celulolíticos a través de sus complejos enzimáticos.

Otros tienen carácter lignolítico, otros son pectinolíticos. Igualmente se han


descrito
hongos en los huesos humanos por Morgenthaler y Baud, Locquin y Baud.

Desde un punto de vista tafonómico, Guillon describe tres grupos atendiendo a su


origen: contaminadores, sedimentarios y propios de hueso, ya que en un 20 % pudo
excluirse la contaminación ambiental. Se ha comprobado que colaboran en la
destrucción del hueso (Kolliker, Wedl, Roux) mediante un efecto lítico-enzimático
que
degrada la materia orgánica (Metha y Bhide), incluso son capaces de producir
perforaciones que se ha conseguido reproducir experimentalmente (Marchiafava,
Bonucci y Ascenzi), radiográficamente se demuestran con gran facilidad

35

Peor conocida es la micología cadavérica, aunque Heim, en 1893, detectó ya la


existencia de hongos en los cadáveres.

Recientes estudios histológicos de restos óseos antiguos han demostrado la


presencia de levaduras en el interior de los canales de Havers, las cuales liberan
ácido acético y enzimas que dan lugar a una destrucción progresiva y en sentido
longitudinal de dichos canales.

Por otra parte, el hecho de encontrar bacterias fosilizadas en los restos es


bastante
común, como consecuencia de los fenómenos putrefactivos. Estas pueden producir
una serie de alteraciones, como tunelizaciones paralelas semejantes a las que
existen en las periostitis.

Finalmente, los hongos ya comentados pueden contaminar el tejido óseo cuando


éste se expone a condiciones de humedad y producen pequeñas cavidades
semejantes a las producidas por tumores osteolíticos.

Pero también la acción propia de la materia orgánica constituye un efecto


tafonómico
sobre los restos óseos que cabe reseñar.

Los pioneros en este proceso son los microorganismos cuya intervención en el


ciclo del hierro, azufre, calcio, silicio, fósforo y otros elementos es esencial.
En
las complejas condiciones de la acción bioquímica de los organismos y el agua con
el oxígeno, ácido carbónico y sustancias orgánicas, se produce la descomposición
de los silicatos y alumosilicatos, la liberación de hidróxidos de hierro de los
compuestos ricos en protóxido de hierro, la formación de sales carbónicas
alcalinas
y alcalino-térreas, en su mayor parte solubles en agua, la precipitación de
coloides
de sílice, arcillas caolínicas y la destrucción de la unión de la sílice y alúmina
con
los metales.

36
En las publicaciones encontramos multitud de ejemplos que ilustran la posibilidad
de disolución de los minerales y sales por los productos de la actividad vital de
los
microorganismos, incluso minerales y rocas muy resistentes, caolín, feldespato,
silicatos, con obtención de sales de potasio solubles.

Contribuyen a este proceso, no solo las bacterias sino también las algas, los
líquenes, capaces de erosionar rocas cristalinas y los minerales aislados que las
constituyen.

Se conoce la gran capacidad aglutinante de las secreciones mucilaginosas de


estos microorganismos. Después de secarse la mucosidad sólo puede producirse
la ruptura aplicando una fuerza mecánica muy intensa. Se conoce también el
desprendimiento en forma de escamas de porciones minerales por acción de los
líquenes.

Las propiedades quelantes de las secreciones microbiológicas constituyen uno de


los mecanismos más efectivos, desconocidos hasta hace poco. Forman compuestos
complejos e intracomplejos con metales y metaloides. A este grupo pertenecen
muchos ácidos orgánicos procedentes de los líquenes, derivados de los ácidos
urónicos, algunos pigmentos, aminoazúcares, aminas, etc. Estas sustancias pueden
proceder de la misma descomposición, sin embargo mayoritariamente proceden del
metabolismo y resíntesis de líquenes, hongos y muchos grupos bacterianos.

Entre estos posibles efectos, intervienen las sustancias húmicas propiamente


dichas.
Sprengel señal la capacidad de descomposición
húmico,

con formación

de ácido

silícico;

de

los silicatos por el ácido

la acción destructora de los ácidos

crénico y apocrénico fueron demostradas por Berzelius, etc. Parece que el papel
más activo en la descomposición mineral pertenece a los fulvoácidos.

Los bosques de frondosas de cualquier tipo climático se caracterizan por la


fuerte actividad biológica del humus de tipo mull.

Va

a caracterizarse por la
37

movilización de los cationes que,


origina

un considerable

en el caso del calcio y del manganeso

enriquecimiento

de los humus de

superficie;

la

movilización química se reduce al mínimo.

Si se modifica la vegetación por influencia del hombre, los ciclos


pierden eficacia y se origina un
ambientes la

movilización química

biológicos

mull superficial poco activo; en estos


predomina sobre

la biológica y la parte

superior se empobrece en todos los elementos.

5.6 EFECTOS TAFONÓMICOS Y GÉNESIS DE PSEUDOPATOLOGÍA ÓSEA

Los fenómenos tafonómicos, como ya hemos visto, influyen sobre los restos óseos
originando procesos pseudopatológicos. En la Tabla Nº 5 se recoge el diagnóstico
diferencial de las lesiones más frecuentes verdaderamente patológicas y las
pseudopatológicas de origen tafonómico.
PATOLOGÍA ÓSEA

PSEUDOPATOLOGÍA

FENÓMENOS
TAFONÓMICOS

M: evolucionan como tumoración o


callosidad.
R: marcada reacción ósea
(aumenta la densidad).
R: ausencia de reacción ósea.

Tierra, fuego, calor,


hombre, carnívoros,
herbívoros, aves y
cangrejos.

M: únicos o pocos.
R: discreta reacción ósea.

M: numerosas por toda la superficie


ósea.
R: ausencia de reacción ósea.

Tierra, agua, fuego,


calor, clima, hombre,
carnívoros y
vegetales.

M: bordes regulares y lisos de


etiología fistulosa; trayecto abierto o
cerrado.
R: reacción ósea en la zona
periférica del orificio, surco o
tunelización.

M: generalmente bordes irregulares y


rugosos.
R: ausencia de reacción ósea.
H: posible presencia de bacterias y
levaduras fosilizadas.

Insectos, artrópodos,
carnívoros, vegetales,
bacterias y hongos.

M: neoformación ósea con


engrosamiento del periostio y
surcos corticales.
R: aumento de la densidad hueso.

M: adelgazamiento del periostio y


formación de surcos paralelos.
R: disminución de la densidad calcio.

Agua.

M: imágenes osteolíticas de bordes


irregulares.
M: igual a la patología.
H: posible presencia de levaduras y
bacterias fosilizadas.

Tierra, metales,
vegetales, bacterias,
hongos y levaduras.

OSTEOPOROSIS Y
DESCALCIFICACIÓN

R: mayor afectación del tejido óseo


esponjoso con disminución de la
densidad hueso.

R: mayor afectación del hueso


cortical.

Tierra y agua.

ALTERACIONES
MORFOLÓGICAS
Y DEFORMACIONES

M: imágenes típicas y
características de cada entidad
nosológica:

FRACTURAS Y
TRAUMATISMOS

FISURAS Y GRIETAS

SURCOS,
TUNELIZACIONES,
CAVERNAS Y
ORIFICIOS

OSTEÍTIS

OSTEOLISIS

M: deformidades y alteraciones
morfológicas que no guardan relación
con la supuesta patología.

Tierra y hombre.

38

* traumática: callo de fractura con


deformidad,..
* endocrina: enfermedad de
Cushing, etc.
* congénita: hidrocefalia, sífilis, etc.
*genética: cráneosinostosis.

NECROSIS ÓSEA

PIGMENTACIONES

M: no visible. Localización en zona


del hueso esponjoso con
vascularización terminal y sometida
a una carga importante.
R: Se ven sus consecuencias o las
alteraciones de su regeneración.

M: no apreciables y de localización
independiente de la vascularización y
de la carga. Presencia de tierra y
piedras en el hueso esponjoso.
R: aumento homogéneo de la
densidad en una zona bien
delimitada.

Tierra y pequeñas
piedras.

M: cambios de color dental y


ausencia de pigmentación ósea:
* fluorosis: variable entre blanco,
marrón y negro.
* tabaco: marrón ocre.
* plomo: ribete de Burton.

M: marcados cambios de color tanto


de las piezas dentales como de los
huesos.

Metales.

M: visión macroscópica

R: imagen radiológica

H: visión microscópica

Tabla Nº 5. Diagnóstico diferencial: patología y pseudopatología tafonómica

5.7 VALORACIÓN DEL DEPÓSITO FUNERARIO IN SITU


Con el objeto de que la valoración de fenómenos tafonómicos tenga un buen
rendimiento científico y pericial, estos deben estudiarse desde el mismo momento
de
la excavación y para ello es fundamental contar con técnicas que si bien son
empleadas en la arqueología tradicional, su aplicación es de vital importancia en
contextos forenses, permitiendo así obtener información vital para la
investigación
de las muertes.
El principal propósito que todo arqueólogo y antropólogo forense debe tener en
cuenta para desempeñar un buen trabajo de campo, consiste en: reconocer el
terreno, la excavación del esqueleto y su entorno inmediato, la correcta recogida
de
datos, la identificación de la deposición y tipo de enterramiento, hasta llegar a
la
consolidación, extracción y traslado de los restos al laboratorio.
Como síntesis de lo anotado, se refleja en la Tabla Nº 6 las principales pautas
empleadas en la arqueología convencional y muy útiles en el ámbito forense.

39

TECNICAS ARQUEOLÓGICAS DE EXCAVACIÓN

RECOGIDA DE DATOS

EXTRACCIÓN RESTOS

TRASLADO AL LABORATORIO

OBSERVACIÓN DEL CAMPO

EL LUGAR DE LA EXCAVACIÓN

DELIMITACIÓN DEL ÁREA

LA EXCAVACIÓN

CONSOLIDACIÓN RESTOS

DOCUMENTACIÓN
ficha arqueológica
ficha antropológica
FOTOGRAFÍA
PLANIMETRÍA: general y detalle

Tabla Nº 6. Pautas generales en el registro antropológico de campo

5.8 TIPOS DE ENTERRAMIENTO

En arqueología, la sepultura primaria se define como la colocación de un cadáver


fresco
en el lugar de la deposición definitiva, donde se lleva a cabo la

descomposición del cuerpo, de modo que los huesos permanecen en conexión


anatómica (Mallegni y Rubini, 1994). Las cremaciones primarias son aquellas donde
el lugar de enterramiento coincide con el de la cremación, bustum.
Por el contrario, la sepultura secundaria, consiste en colecciones de huesos no
articulados cuyo resultado puede deberse a varios procedimientos:

1. Como consecuencia de una remoción de la carne por medio de herramientas, o


por la descomposición natural fuera de la fosa.
2. Debido a una desintegración de los huesos por un tiempo reducido o tras escasos
años.

40

3. Como consecuencia de una reinhumación de los restos en otra fosa de forma


individual o colectiva (Ubelaker, 1989).

Como es de suponer en general la apariencia de los restos es un amasijo de huesos


sin conexión anatómica.

En el caso de las cremaciones éstas se llevan a cabo en un ustrinum o pira


funeraria,
siendo trasladados los restos a un lugar diferente denominado loculus.

Las sepulturas múltiples y colectivas suponen un nuevo reto en la excavación e


identificación de los restos óseos. Durante la excavación de una fosa común la
mayoría de los restos están dislocados y muy fragmentados; las conexiones, cuando
existen, se observan en un número muy reducido de huesos, hecho que complica la
identificación en comparación con los otros tipos de sepulturas.

Para comprender la dinámica de formación de la fosa es fundamental reconocer los


diferentes huesos de un mismo sujeto de modo que podamos individualizar en un
conjunto cerrado aquellos que pudieran pertenecer a un mismo individuo (Mallegni
y Rubini, 1994). Para facilitar esta tarea en el campo se llevan a cabo relaciones
de
segundo orden: Por ejemplo, si observamos varios fragmentos de un mismo hueso y
los pegamos con cola reversible, podemos individualizarlo e identificarlo con un
mismo individuo. Por otro lado, la identificación de patologías articulares pueden
ayudar a individualizar los restos dentro de una fosa común. De la misma forma, si
hay individuos de diferentes edades es posible identificar los esqueletos gracias
al
nivel de maduración de los restos óseos. En definitiva, la observación de estas
coincidencias durante el proceso de excavación, supone una ayuda inestimable para
la recuperación de la máxima información.

Con posterioridad, y formando parte del estudio antropológico de laboratorio, se


deducirá el número mínimo de individuos que consiste en la identificación del

41
segmento esquelético mayormente representado en la tumba y si se trata de un
hueso par se tendrá en cuenta la simetría para relacionarla con un mismo objetivo.
Al igual que las sepulturas colectivas o fosas comunes se encuentran los osarios,
sin embargo en estos casos la complejidad del trabajo dependerá sobre todo del
tamaño del osario. En este caso y al igual que en las tumbas colectivas se actuará
de
la misma forma haciendo especial hincapié en la determinación del NMI (Número
Mínimo de Individuos) en el laboratorio.

5.9 GESTOS FUNERARIOS EN EL LUGAR DEL ENTERRAMIENTO

Cuando se excava un esqueleto en el interior de una tumba, con toda probabilidad


lo
hallaremos cubierto de tierra, en este contexto y con la observación detenida de
los
restos óseos, podremos averiguar el medio físico en el que se descompusieron las
partes blandas durante el proceso de putrefacción del individuo.
5.9.1 DESCOMPOSICIÓN EN MEDIO VACÍO

Cuando el cadáver se ha descompuesto de forma natural dentro de un receptáculo


funerario, en una cista, o en un espacio vacío como una cueva, la destrucción de
los
ligamentos

articulares

han

liberado

progresivamente

los

elementos

óseos

convirtiéndose en móviles, pudiéndose algunos huesos dislocarse bien por efecto de


la gravedad, bien por otros factores que bien cabría anotar.

Por efecto de la gravedad los signos más evidentes son visibles en: dislocación
del
cráneo, caída de la mandíbula generalmente sobre el tórax, dislocación de la
articulación del húmero, apertura de coxales, caída de ambas rótulas o al menos
alguna de ellas, dislocación de la articulación cúbito-radio, etc (Fotografía Nº
9)

42

Estos signos son patentes cuando el esqueleto está en posición de decúbito


supino,
en cambio cuando está de decúbito lateral es posible al menos observar la caída de
la escápula y un coxal pudiéndose ocultar detrás del tronco (Mallegni y Rubini,
1994).

Tal y como se ha mencionado al inicio de este apartado, la alteración o


dislocación
de los huesos a veces puede producirse de forma intencionada por la acción
antrópica. Este saqueo , se detecta en forma de túneles, fosas o agujeros
realizados
sobre la tumba.

Fotografía Nº 9 Ejemplo de descomposición en medio vacío

5.9.2 DESCOMPOSICIÓN EN MEDIO COLMATADO

Por el contrario, si la descomposición se produjo en un medio colmatado, es decir


el
cuerpo se introduce en la tumba y directamente se le arroja tierra encima, no se
producirán ninguno de estos efectos, al no haber espacios vacíos, no se producirá
un
desplazamiento de los huesos, quedando en la misma posición que cuando se

43

enterraron. Este fenómeno es lo que se llama efecto pared (Mallegni y Rubini,


1994) y ésta puede tratarse del límite natural de la fosa, de la cámara funeraria
o la
pared lateral del sarcófago, impidiendo la caída de que cualquier material ya sea
hueso, cerámica u objeto metálico.

Por otro lado cuando nos encontramos con esqueletos en posiciones muy contraídas
y de máxima flexión no necesariamente significa que el individuo hubiese estado
amortajado con fuerza aprisionándole los miembros, o encerrado en un saco. En
ocasiones estas posiciones se deben a fenómenos de compresión transversal que se
dan cuando el cuerpo yace en decúbito supino en un contenedor estrecho (sudario,
fosa o receptáculo demasiado ajustado) (Fotografías Nº 10 y 11)

Fotografía Nº 10

44

Fotografía Nº 11
Fotografías Nº 10 y 11. Ejemplos de descomposición en medio colmatado

5.10 DEPOSICIÓN Y POSICIÓN DEL ESQUELETO

Al iniciar este apartado conviene matizar algunas diferencias entre posición y


deposición, en ocasiones no muy claras debido al uso-abuso de dichos términos
empleados casi siempre para explicar aspectos idénticos.
45

En este sentido, se denomina deposición a la disposición del individuo en el


interior
de la tumba. Las más habituales son: decúbito supino, decúbito prono, decúbito
lateral (derecho-izquierdo), fetal, reclinado y sentado entre otras.
En cambio, la posición hace referencia a la colocación de la anatomía del
esqueleto
en función de brazos, piernas y cráneo. Para las extremidades se emplearán los
términos de extendido semiflexionado y flexionado, principalmente.
1. Extendido: cuando las piernas están rectas, juntas describiendo un ángulo de
180º con respecto del tronco.
2. Semiflexionado: se aplica cuando el ángulo entre el eje del tronco y el eje del
fémur está entre 90 y 180º.
3. Flexionado: cuando el ángulo es de 90 o menos de 90º entre el eje del tronco y
el del fémur (Ubelaker, 1989).
Las posiciones de los brazos principalmente son las siguientes:

1. Extendidas junto al tronco.


2. Cruzadas a la altura de la pelvis.
3. Cruzadas a la altura del pecho.
4. Dispuestas por debajo de la cabeza.

Por último, para describir la posición de la cabeza se emplean los términos


mirando
u orientado a la derecha, a la izquierda, y de frente (Sprague, 1968).

La posición que adoptan las extremidades también viene condicionada por la


mortaja que aunque no suele conservarse, puede intuirse a través de la posición
del
esqueleto: las clavículas en forma de

indican que el individuo fue amortajado a la

altura de los brazos; las rodillas juntas señalan que pudieron haber estado juntas
por
ligaduras y al igual ocurre con los tobillos que en muchas ocasiones aparecen
juntos
a la altura de los tobillos o cruzados uno encima del otro.

46

5.11 CONCLUSIONES

De todo lo expuesto podemos formular las siguientes conclusiones:

1. Es una realidad que entre el cadáver y el medio se establecen intensas


relaciones
de reciprocidad, que las investigaciones modernas están estableciendo y que
deberán tenerse en cuenta, tanto desde el punto de vista médico-forense, como
antropológico y paleopatológico para conseguir buenas y correctas interpretaciones
en el estudio de los restos humanos.

2. El análisis de huesos humanos desde el punto de vista forense exige considerar,


previa al análisis lesional vital propiamente dicho, las posibles acciones por los
agentes naturales de alteración y fragmentación. Por lo que, además de las normas
habituales para la recogida de restos se exige que al patólogo o antropólogo
forense
que van a analizar el cadáver en la sala de necropsias se le envíe como mínimo la
siguiente información:

a) Determinar los niveles y características edáficas de ese terreno.


b) Posible meteorización en superficie y erosión eólica antes del enterramiento.
c) Características bioantropológicas del hueso.
d) Clima regional, grado de aireación, temperatura, pH y eH y humedad.
e) Posible actividad enzimática del suelo, y características de la materia
orgánica del
suelo.
f) Estudio de la flora y la fauna del suelo.
3.

Han

de

estudiarse

las

características

propias

del

hueso

afectado

tafonómicamente:

a) Alteraciones y corrosiones atribuibles a acción biológica tales, por ejemplo


raíces
vegetales.
b) Erosiones debidas a agentes sedimentarios: agua, barro, etc.

47

c) Erosiones debidas a mordisqueo, especialmente por roedores.


d) Señales de mordisco en el hueso, sobre todo en relación a las fracturas.
e) Otras fracturas debidas a termoclastia o por pisoteo, por presión o por
esfuerzos
tectónicos, consecuencia de la extracción o trabajos de laboratorio.
f) Posibles acciones humanas sobre el hueso.

4. Deben valorarse los indicios según criterios cronológicos, reconstructivos y de


diagnóstico diferencial. Los fenómenos tafonómicos inciden sobre los restos óseos
originando múltiples alteraciones en la estructura y composición, dando lugar, en
ocasiones, a falsas imágenes patológicas, que pueden llevar a interpretaciones
diagnósticas erróneas. Luego se hace necesario hacer un diagnóstico diferencial
entre lo verdaderamente patológico y la pseudopatología tafonómica, para lo cual
han de emplearse todos los estudios complementarios que estén alcance y al nivel
de la ciencia en el momento.
5. No obstante, cualquier interpretación tafonómica debe tener una justificación
individual y específica ante el número de variables que intervienen en el proceso
postmortal.
NOTA: La literatura referida en este capítulo se cita de manera independiente en
el
capítulo Nº 16, Referencias Bibliográficas de este texto.

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