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Adán Buenosayres

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Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal (1900-1970), es una de las máximas novelas de


la literatura argentina.

Fue publicada en 1948, aunque los primeros capítulos datan del segundo viaje a Europa de
Marechal, entre 1929 y 1931. La crítica contemporánea de la aparición reaccionó de
diferente forma frente a una novela experimental que aparentaba no tener tradiciones
nativas: una gran mayoría permaneció indiferente, otros se indignaron frente a la novedad
(entre ellos, varios de sus «ex-camaradas martinfierristas» que en juventud habían
participado con el autor de la bohemia de los Grupos de Florida y Boedo, y muy pocas
voces pudieron efectuar una crítica más ceñida a la cuestión literaria que a la política
(Marechal participaba en ese entonces como funcionario político del Gobierno del Gral
Perón. Entre ellos se destacan los trabajos de Julio Cortázar (bajo el seudónimo de Julio
Denis), la escritora y docente Graciela Maturo (firmado como Graciela Solá) y el profesor
Adolfo Prieto. La novela tuvo que esperar hasta 1965, fecha en la cual el autor publicó su
segunda novela El banquete de Severo Arcángelo para ver una segunda edición, de
bolsillo. El éxito de la segunda novela arrastró a la primera y la liberó del silencio a la que
había sido condenada luego del derrocamiento del gobierno de Perón, con quien Marechal
colaboró abiertamente. Estos episodios degeneraron en un proceso que el autor mismo
denominó «ostracismo interno», pues fue ésta una época en la que Marechal fue marginado
de la vida cultural de su país y visitado por pocos amigos. El autor vivió los años previos a
la publicación del Banquete de Severo Arcángelo prácticamente enclaustrado en el
apartamento en el que convivía con su nueva mujer -Elbia Rosbaco-, y dedicado a escribir.
El reconocimiento que adquirió después de la publicación de su segunda novela impulsó la
reedición de la primera y la aparición de numerosas publicaciones posteriores, al compás
del ingreso del autor en un estatus de novelista de fuerte significado para la literatura
argentina. Dolido por el rechazo, a veces muy hostil, de sus viejos compañeros de poética y
por la confusión que evidenciaban los académicos, Marechal se vio obligado a publicar sus
Claves de Adán Buenosayres donde deja aclarado que su objetivo primordial fue el de
confeccionar una novela contemporánea según las leyes de la epopeya clásica, ámbito en el
que el autor poseía gran dominio. El relato se divide en siete partes o «libros», según la
terminología del autor: los cinco primeros están narrados en tercera persona y describen las
peripecias de Adán Buenosayres en el lapso comprendido entre un jueves santo y un
domingo de resurrección transcurridos desde el 27 hasta el 29 de abril de un año
indeterminado sobre la década de 1920. Esta ubicación temporal resulta muy significativa
porque el argumento gira en torno al proceso interior del personaje cuando, deambulando
por las calles de la Avenida Gurruchaga, se encuentra con la Iglesia de San Bernardo y,
dentro de ésta, con el Cristo de la Mano Rota, eje del mundo que remueve sus cimientos
interiores y lo impulsa a buscar el Absoluto. Los libros VI («El Cuaderno de Tapas
Azules») y VII («Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia»), en cambio, funcionan como
apéndices y están contados en primera persona por el personaje central, el poeta Adán
Buenosayres, claro alter ego del autor, como si fuesen obras suyas.

La novela comienza con el entierro de Adán y describe su periplo simbólico por la


geografía urbana y arrabalera de un Buenos Aires transfigurado:

... desde su despertar metafísico en el número 303 de la calle Monte Egmont, hasta la
medianoche del siguiente día, en que ángeles y demonios pelearon por su alma en Villa
Crespo, frente a la iglesia de San Bernardo, ante la figura inmóvil del Cristo de la Mano
Rota.

Leopoldo Marechal, Adán Buenosayres


. Tratándose de un relato con mucho de autobiográfico, al protagonista lo acompañan en
algunas de las aventuras amigos y compañeros del grupo martinfierrista de los años 20 con
nombres en clave (Pereda es Jorge Luis Borges, Samuel Tesler es Jacobo Fijman, Schultze
es Xul Solar, el petiso Bernini es Raúl Scalabrini Ortiz, etc.). Así, la obra toca registros
impensados que van del humor a la epopeya y de la tragedia al sainete, con un lenguaje
eximio y por momentos deslumbrante. El propio Marechal declaraba:

Al escribir mi Adán Buenosayres no entendí salirme de la poesía. Desde muy temprano, y


basándome en la Poética de Aristóteles, me pareció que todos los géneros literarios eran y
deben ser géneros de la poesía, tanto en lo épico, lo dramático y lo lírico. Para mí, la
clasificación aristotélica seguía vigente, y si el curso de los siglos había dado fin a ciertas
especies literarias, no lo había hecho sin crear «sucedáneos» de las mismas. Entonces fue
cuando me pareció que la novela, género relativamente moderno, no podía ser otra cosa que
el «sucedáneo legítimo» de la antigua epopeya. Con tal intención escribí Adán Buenosayres
y lo ajusté a las normas que Aristóteles ha dado al género épico.

Leopoldo Marechal, en el Suplemento Cultura y Nación del diario Clarín, 29 de marzo de


1973.

Como en Ulises de James Joyce, las claves pueden rastrearse hasta La Odisea de Homero y
la doctrina judeocristiana (Marechal tuvo una conversión religiosa al catolicismo en 1931),
pero el último libro, el «Viaje a la Oscura Ciudad de Cacodelphia», es ni más ni menos que
una parodia del Infierno de La Divina Comedia de Dante Alighieri, con sus círculos y su
Virgilio particular (Schultze).

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