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Apuntes sobre Amor y juego: emociones y

lenguaje; política y autonomía

Ángel Alejandro Ávalos Torres*

R
esumen
Este trabajo retoma el contenido del libro Amor y Juego del epistemólogo chileno Humberto
Maturana Romesín, para plantear distintas problemáticas en torno a las implicaciones de las
culturas patriarcal y matríztica en la constitución de la subjetividad occidental histórica. Di-
chas problemáticas tienen que ver con las dificultades inherentes al planteamiento de la autonomía como
paradigma político desde una subjetividad atravesada por esquemas jerárquicos y violentos, característi-
cos de la cultura patriarcal occidental.
Palabras clave: Cultura patriarcal, cultura matríztica, lenguaje, autonomía, ideología

Abstract
This work takes up the content of the book Amor y Juego, by the Chilean epistemologist Humberto
Maturana Romesín, to raise different issues around the implications of patriarchal and matristic cultures
in the constitution of historical western subjectivity. These problems have to do with the difficulties in-
herent in the approach of autonomy as a political paradigm from a subjectivity crossed by hierarchical
and violent schemes, characteristic of Western patriarchal culture.
Keywords: Patriarchal culture, Matristic culture, language, autonomy, ideology

*
Pasante de la Lic. en Sociología por la Universidad de Guadalajara. Contacto: angelalejandro1@hotmail.com

Contextualizaciones Latinoamericanas
“Apuntes sobre Amor y juego: emociones y lenguaje; política y autonomía ”
Introducción Dussel llamaría la “proximidad originaria” i(Dussel,
Esta es la paradoja: 1996, pág. 46). Esto también se expresa en la organi-
decir que un cuerpo habla, zación social que se muestra armónica en el entorno:
y después excluirlo de lo que las palabras dicen,
con los otros seres humanos, con la naturaleza y el
como si el cuerpo no dijera nada.
León Rozitchner cosmos. El amor es, entonces, entendido como re-
lación biológico-cultural, como el “reconocimiento
Uno de los aspectos relativamente poco explorados del otro como legítimo otro en coexistencia con uno”,
desde las ciencias sociales es la dimensión emocional una “coexistencia no reflexionada” que sin embargo
del ser humano. El estudio de dicho aspecto, cuando atraviesa todos nuestros campos reflexivos (Matura-
se aborda desde un sentido cultural, colectivo, y no na Romesín & Verden-Zöler, 2011, pág. 43).
primordialmente individual, psicológico, necesaria- Lo anterior fue perfectamente posible en los
mente nos remite a la epistemología. En este trabajo pueblos europeos que practicaban la agricultura,
se busca establecer una primera familiarización con que coexistían con la naturaleza como parte misma
un texto particularmente útil para pensar las implica- de ésta y como parte de los ciclos naturales de vida
y muerte que en la naturaleza se presentan. Sin em-
ciones de la dimensión emocional del ser humano en
bargo, al surgir el pastoreo como forma de organi-
relación con el cambio cultural, con el fin de retomar
zación productiva generalizada de las comunidades
diversos elementos que puedan resultar útiles en la
humanas, comenzaron a darse situaciones en las que
reflexión en torno a problemáticas culturales que ire-
fue necesario reguardar los rebaños de bestias de
mos enunciando.
los otros depredadores, como los lobos. Entonces se
Exploraremos aquí el importante texto de
volvieron posibles los sentimientos de apropiación y
Humberto Maturana, titulado Conversaciones ma-
enemistad, y la necesidad de control sobre la natura-
trízticas y patriarcales, contenido en el libro Amor
leza. Dichas emociones fueron generalizadas al vivir-
y juego. Fundamentos olvidados de lo humano, des-
se de manera cotidiana en el hacer de los miembros
de el patriarcado a la democracia (2011), para pro-
de las distintas comunidades. Maturana sostiene, se-
blematizar sus importantes aportes. Dicho ensayo
gún información arqueológica, que, de estas dos ma-
contiene elementos importantes para dar un primer
nifestaciones básicas de la organización vital de las
esbozo al necesario acercamiento al problema que
comunidades europeas antiguas, surgieron las bases
representa la cultura occidental desde la perspectiva
de nuestra actual condición como cultura patriarcal.
de un horizonte que contemple otro mundo posible. Cabe señalar que debe entenderse este emocionar
El presente texto sólo es un breve estudio de dichos matríztico y el patriarcal, no como si el segundo fue-
elementos, y su propósito no es clarificar nada; se ra un resultado necesario del primero, sino como dos
trata, por así decirlo, de un intento por expresar un manifestaciones posibles de la vida comunitaria en
conjunto de incertidumbres, con la pretensión de in- determinadas condiciones geográficas de la Europa
tegrarlas al esfuerzo intelectual colectivo de pensar prehistórica. Sin embargo, sería la matríztica la re-
en el mundo de oscuridades que tenemos enfrente, y lación social básica humana por antonomasia. Con
cuya exploración y confrontación, sobre todo en esta este antecedente, Maturana aborda el problema de
y las generaciones venideras, representa un poco de la racionalidad para poder enunciar las importantes
la colosal tarea que tiene la humanidad por delante implicaciones del lenguaje en el desarrollo cultural.
para superarse –o preservarse— a sí misma. Maturana comenta que:
[…] al declararnos seres racionales vivimos en una
Consideraciones teóricas iniciales: historia y cultura que desvaloriza las emociones, y no vemos
lenguaje el entrelazamiento cotidiano entre razón y emoción
que constituye nuestro vivir humano, y no nos da-
Maturana expresa que, históricamente, en occidente
mos cuenta de que todo sistema racional tiene un
han confluido dos formas culturales básicas de exis- fundamento emocional. Las emociones no son lo
tir, una matríztica, originaria, y una patriarcal, pro- que corrientemente llamamos sentimientos. Desde el
ducto de un reforzamiento histórico de sentimientos punto de vista biológico lo que connotamos cuando
de agresión y dominio, eventualmente consensuados hablamos de emociones son disposiciones corpora-
les dinámicas que definen los distintos dominios de
dentro de las culturas europeas ancestrales, y en ne- acción en que nos movemos […] Lo racional se cons-
cesaria oposición a las culturas matrízticas origina- tituye en las coherencias operacionales de los siste-
rias. Sostiene que la relación social humana original mas argumentativos que construimos en el lenguaje
se sustenta en lo que llama la “biología del amar”, para defender o justificar nuestras acciones. (Matura-
na Romesín & Verden-Zöler, 2011).
una relación de afecto inconsciente corpóreo, mani-
fiesto en la relación madre-hijo, expresión de lo que
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Ángel Alejandro Ávalos Torres*

Es decir: una de las características de la cultura pa- samiento que legitime tal emocionar? En nuestra
triarcal occidental en la que ahora participamos es la cultura patriarcal occidental, devenida cristiana-ca-
racionalidad, pero no simplemente entendida como pitalista, donde es concebible la valorización de la
la capacidad de abstracción, sino entendida como el competencia y normalizada la enemistad ciega, lo ra-
sistema simbólico que expresa un estado de relacio- cional funge como la negación del lenguajear, el si-
nes corpóreas, y que, en nuestro caso, también encu- lenciamiento del otro en función de cierta forma de
bre relaciones de extrema violencia, al anteponerse organizar la producción de riqueza. Sólo así es conce-
a su fundamento emocional. Participamos en una bible una abominación cultural como, por ejemplo, la
cultura cuya relación básica es la dominación y la su- ya añeja imposición de un solo idioma en la creación
misión, la represión de los deseos en función de que de los Estados-Nación, o en el discurso globalizante.
cada individuo se vea inserto en un modo de produc- Vivimos, pues, en la negación de la conversación, del
ción que le explotará; las jerarquizaciones de man- diálogo, aparentemente silenciados.
do-obediencia implican el desconocimiento del otro Hablamos entonces del cambio cultural como
como legítimo otro, y su único reconocimiento como un cambio en los sistemas de coordinaciones de con-
competidor y, por lo tanto, como enemigo. En seme- versaciones consensuadas,ii dentro de las cuales se
jante cultura nos desenvolvemos y el lenguaje que en efectúa el lenguajear. Pero el lenguajear implica no so-
ella desarrollamos no es otra cosa que la negación del lamente un diálogo entre los individuos componen-
lenguaje mismo, la separación entre el lenguaje y su tes de la colectividad, sino toda una manera de sentir.
cuerpo fundante. Las coordinaciones de conversaciones consensuadas
Según Maturana, un verdadero lenguaje sólo no son otra cosa sino el contexto cultural que concibe
puede surgir en una relación de reconocimiento del ciertas maneras de emocionar. El emocionar implica
otro como legítimo otro en la convivencia. En otras una serie de sentimientos reproducidos y generados
palabras, sin amor no hay lenguaje, sino negación del en la convivencia cotidiana, pero no necesariamente
lenguaje. No hay reproducción de la vida humana, enunciados de manera explícita, sino aprendidos de
sino mera procreación bajo el único propósito ho- manera inconsciente en el hacer cotidiano (Maturana
mogéneo de reproducir la vida biológicamente ha- Romesín & Verden-Zöler, 2011).
blando; no hay un desenvolvimiento armónico con Las acciones cotidianas, motivadas por deter-
la naturaleza, sino una punzante y exponencial ne- minados sentimientos, dígase ira, odio, amor, tienen
cesidad de apropiación; no hay sólo una relación de lugar en una red de expresiones culturales que con-
mando-obediencia, sino relaciones de dominio mu- ciben tales sentimientos, y que los enseñan y repro-
tuo bajo cualquier costo (Maturana Romesín & Ver- ducen, ya sea como consensuales, generalizados, o
den-Zöler, 2011). como aberraciones, anormalidades. Esta actividad en
En las dinámicas del vivir confluyen tanto el la que los conocimientos y los sentimientos confluyen
emocionar como el campo de lo racional, y en esta constituye el lenguajear, actividad básica de la comu-
confluencia se construye lo que Maturana llama una nicación, compuesta tanto por el lenguaje simbólico,
coordinación de coordinaciones conductuales con- hablado, plasmado, como por el emocionar. Es el len-
sensuales, que se transforman conforme van cam- guaje que se dice con la piel y la sangre, con el hígado
biando las emociones que surgen en la conversación y el corazón. Por supuesto, esta construcción de redes
y viceversa. Esta conversación es el conjunto de emo- de conversaciones es de carácter histórico, cambian-
ciones legítimamente establecidas, y que dan paso a te mediante las acciones generalizadas que transgre-
las acciones que rigen la vida cotidiana en el convivir den la barrera generacional. Las acciones humanas,
con los otros, en cierta amalgama con el lenguaje, con las conversaciones y el emocionar, siguiendo ahora a
el sistema de símbolos utilizado para la comunica- Hugo Zemelman, son de carácter determinado-deter-
ción. En este sentido, el ser humano se mueve dentro minante (Zemelman, 2011).
de una dinámica que Maturana llama el lenguajear.
No es lo racional abstracto la característica intrínseca Lenguaje y Autonomía
de lo humano, sino el lenguaje, el diálogo (Maturana Buscamos hablar del cambio cultural, más necesario
Romesín & Verden-Zöler, 2011). que nunca para la supervivencia de la especie huma-
La racionalidad es parte de este lenguajear na. Y un cambio cultural implica un cambio en la con-
cultural humano, pero en occidente partimos de un figuración del lenguaje racional y del emocionar. Pero
cierto despojo de este lenguajear. Pues, ¿quién so- aquí también nos encontramos con otro problema: la
portaría una existencia cotidiana en condiciones de clásica escisión occidental entre el lenguaje y la emo-
extrema violencia, si no es por un paradigma de pen- ción, es decir, entre el decir y el hacer.

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“Apuntes sobre Amor y juego: emociones y lenguaje; política y autonomía ”

En otras palabras: la forma en que nombramos el […] el respeto mutuo, no la negación suspendida de
mundo y nuestro hacer en el mundo, a la vez que la tolerancia o de la competencia escondida, debe
haber sido su método cotidiano de coexistencia en
puede representar una cierta ruptura con viejas for- las múltiples tareas involucradas en el vivir de la
mas de decir y hacer, también implica una manera comunidad. El vivir en una red armónica de relacio-
de encubrir el emocionar que hay detrás. Esto se ve nes, como aquella que avoca la noción de la diosa,
claramente, por ejemplo, en las necesarias contra- no implica operaciones de control o concesiones de
dicciones que implica la construcción del llamado poder a través de la autonegación de la obediencia.
(Maturana Romesín & Verden-Zöler, 2011, pág.
pensamiento crítico.
40).
Existe un problema significativo en la adop-
ción de lo que llamamos paradigmas en el pensa- En cambio, el crecimiento del miembro de una cul-
miento crítico, entendiendo esto como la construc- tura patriarcal-capitalista, implica ser cercenados
ción de discursos críticos diversos a partir de la desde los primeros años de vida, ignorar por com-
asimilación de ciertas referencias culturales. El pro- pleto lo que es la vida en comunidad e ignorar por
blema surge cuando esto se hace sin la elaboración completo lo que implica el despliegue de la vida, la
correspondiente del choque que representa la in- construcción de los espacios de ésta, o lo que otros
serción de tal paradigma en determinado contexto. llamarían territorio. Ahora menciona Maturana
La cultura patriarcal que nos constituye, permeada que:
por relaciones de violencia, competencia, de man- Nuestra vida como pueblo patriarcal europeo, con
do-obediencia, etc., se manifiesta al plantearnos un todas sus exigencias de trabajo, de éxito, de produc-
cambio cultural, dígase de corte anticapitalista, anti- ción, de eficacia, interviene en el establecimiento de
patriarcal, antiestatal, o partiendo de cualquier clase una relación madre-hijo normal, y, por lo tanto, con
el desarrollo fisiológico y psíquico normal del niño
de necesidad vital frente a un contexto que la niega. o niña como un ser humano autoconsciente, con
Este problema está intrínseco en nuestra cultura oc- autorrespeto y respeto social. (Maturana Romesín
cidental: el lenguajear se lleva a cabo de una manera & Verden-Zöler, 2011, pág. 78).
incompleta, desgarrada, negada. Si bien la cultu- Aclarado lo anterior, podemos seguir con el proble-
ra matríztica originaria aún configura hasta cierto ma de la racionalidad frente a la pretensión de un
punto nuestro desarrollo individual en la mayoría hacer crítico. Al hablar de las culturas matrízticas,
de los casos, al crecer se va reemplazando esta rela- Maturana se refiere específicamente a los pueblos
ción por una atravesada por la negación sistemática de la Europa prepatriarcal, pero también pode-
de la ya mencionada “biología del amar” (Maturana mos reconocer la matríztica en las formas sociales
Romesín & Verden-Zöler, 2011). de corte comunitario, en el hacer cotidiano de los
Conviene detenerse aquí para exponer un pueblos originarios del mundo. Esto con todo y los
poco más lo que ocurre con tal desarrollo individual problemas evidentes que lleva consigo la relación de
en una y otra cultura. Siguiendo a Maturana, al cre- choque-asimilación que implica existir en el mismo
cer un niño dentro de una cultura matríztica, crecen planeta en el que existe el capitalismo como forma
sus responsabilidades, así como la conciencia de que social hegemónica, e históricamente con las formas
es un ser armónico con la naturaleza y la comuni- sociales patriarcales, pero cuyos fundamentos pode-
dad, de que forma parte de una red de participación mos descubrir aún en la actualidad, como necesario
y convivencia. Se incluye en el mundo; las relaciones proyecto de restitución de lazos comunitarios y de la
de proximidad amorosa se amplían, no se terminan autonomía humana, pero también en abierta guerra
en la vida adulta. El crecer en el emocionar matríz- contra el proyecto civilizatorio capitalista. De este
tico implica ampliar la capacidad de incidir en la modo, la autonomía como proyecto es importan-
reproducción de la vida colectiva, así como la con- tísima para occidente, como espejo opaco y como
ciencia del otro como legítimo otro en convivencia referente mundial de lucha, pues da una idea clara
con uno, en relaciones de respeto mutuo y autorres- de lo que puede ser la humanidad no capitalista, es
peto. Desde esta perspectiva se entiende mejor lo decir: la vida comunitaria y sus cosmovisiones. Son
que implica la autonomía en los pueblos indígenas, los pueblos originarios del mundo quienes confron-
por ejemplo. Dice Maturana acerca de los pueblos tan con mayor fuerza los proyectos capitalistas des-
originarios europeos: de su aparición colonial, y sus formas sociales son
esencialmente antagónicas.
Es bien sabido, por ejemplo, que los pueblos
originarios de México se encuentran resistiendo una
guerra de exterminio que no ha parado en quinien-
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tos años, pero es importante situar esta guerra capi- una nueva y más compleja forma de encubrimiento
talista no sólo como constante y permanente; en ve- de nuestras relaciones de dominación, perpetuando
ces abierta, en veces velada y, como hoy, recrudecida, el orden establecido con rostro crítico y autocrítico,
sino también como necesaria para la existencia del pues, así como vivimos en relaciones de dominación
orden capitalista; es preciso historizarla. Los pueblos y sumisión, éstas se revisten con un velo de tranqui-
mantienen expresiones culturales colectivas que, lidad y comodidad.
cuando salen a la luz, se vuelven ejemplos de organi- Destruir la racionalidad patriarcal, la violen-
zación que no son otra cosa que distintas formas de cia y la jerarquía, al tiempo que implica la recons-
esa resistencia ancestral. Tal es el ejemplo de la lucha trucción de nuestra humanidad y la construcción de
por la educación autónoma, o las autoridades y poli- una humanidad nueva, implica también destruirnos a
cías comunitarias. Y el despliegue de éstas no es una nosotros mismos. Por esto ocurre que, lo se constru-
cuestión nueva, si pensamos de manera lineal, sino ye con una mano, se derrumba con la otra. Ante esta
una expresión de organización vital de las culturas situación, adquiere vital importancia la reflexión en
no destruidas por el capitalismo histórico. Encontra- torno a lo que nos constituye originalmente como se-
mos también la apropiación de elementos, digamos, res humanos, fundamento que nos es negado en todo
de la cultura occidental, en función de la perpetua- espacio donde la forma social capitalista se desplie-
ción de la vida comunitaria y de la cultura autónoma ga.
de los pueblos del México profundo, constantemente La resistencia de los pueblos originarios, por
negados por el proyecto civilizatorio capitalista. su parte, implica la defensa territorial, la defensa de
los espacios en los que se despliega la vida comuni-
Autonomía e Ideología taria; tomando en cuenta la cultura, los cuerpos, la
Nosotros, mestizos, quienes no compartimos una naturaleza, la memoria, como espacios de resisten-
historia ancestral de lucha, formas colectivas de cia. Esto partiendo de las experiencias de las culturas
organización y autogestión, y muy por el contra- matrízticas, o neomatrízticas, sólo para diferenciar-
rio, partimos de paradigmas jerárquicos, violentos, las de las culturas de la Europa ancestral. Ahora, pen-
mediante los cuales no sólo están conformadas las sando bajo esta lógica, y situándonos desde la cultura
formas de organización de la producción y las ins- hegemónica patriarcal occidental capitalista que nos
tancias de participación, sino todos los aspectos de envuelve, se puede decir que la guerra y la violen-
la vida; en suma, todos los millones de habitantes cia constituyen nuestros parámetros de pensamiento,
de las grandes urbes modernas, no estamos exentos y esto sólo es posible tomando en cuenta que todos
del exterminio. Con el simple vistazo al acontecer los espacios concretos en los que se desenvuelve la
diario, alcanzamos a ver que nos movemos en un cultura patriarcal capitalista, por los que transitamos
ambiente de guerra abierta: el narcotráfico, el femi- diariamente y en los que desplegamos y constituimos
nicidio, el estado de sitio de facto, el asesinato en nuestro emocionar, son delineados en función de la
cantidades sin precedentes, fungen también un papel guerra y la violencia, en función de la reproducción
fundamental para sostener los espacios en los que se de relaciones de mando-obediencia, de la competen-
despliega el orden capitalista. cia, la apropiación y la exclusión; en suma, son deli-
Todo espacio del capital, es decir, las gran- neados en función de la perpetuación de la propiedad
des urbes por excelencia, son espacios de perma- privada como imperativo de cohesión –y coerción-
nente control a espacio abierto que hoy identifican a social.
toda vida humana como enemiga. Además, vivimos El emocionar matríztico que también nos
la desgracia humana de la conformación de subje- constituye, al ser éste, como hemos visto, memoria
tividades atravesadas por las relaciones patriarcales cultural y biológica de las relaciones de reconoci-
europeas, regidas por la competencia, la jerarquía y miento y proximidad, fundadas en el amor madre-hi-
la extrema violencia. Pero enunciar esto no tiene el jo, base de la vida social y negadas por la racionalidad
fin de bajar los ánimos, sino señalar que es necesario occidental, hoy es necesariamente traducido como la
empezar a vislumbrar los problemas que atraviesan construcción de nuevos parámetros de pensamiento
la vida cotidiana y la conformación de todos noso- en su sentido más amplio: de corte anticapitalista,
tros dentro del emocionar patriarcal-capitalista, del antipatriarcal, y puede imaginarse como utopía;iii
que no estamos libres por el hecho de pronunciar esto es, como necesidad de futuro y destrucción del
cierto discurso crítico o estudiar tal paradigma de presente, como construcción de realidades otras.
resistencia. Incluso por el contrario: somos capaces Pero, para poder comprender y realmente pensarlo,
de destruir cada discurso crítico convirtiéndolo en es necesario hacerlo desde espacios concretos, y el

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capitalismo, dice Zemelman, impide tal cosa, pues ta y lo que realmente queremos, que aquí y ahora
los espacios en los que se desenvuelve el sujeto críti- bien podría llamarse simplemente nuestra humani-
co están construidos no sólo como despliegue bélico dad.
y en función del dominio, sino como “sistemas de
necesidades” (Zemelman, 2011, pág. 103) que repro- Consideraciones políticas finales
ducen la estabilidad del sistema que hace sistema en Algo importante a considerar sobre Maturana es que
nosotros. Y este es otro gran problema respecto a la vemos en él una propuesta teórica que bien podría
construcción de un pensamiento y un hacer crítico llamarse crítica y radical, pues implica cuestionar las
que apenas abordaremos. Dice Zemelman: bases mismas de la racionalidad occidental, relacio-
“el nivel y la estructura actuales de las necesidades nándolas con la violencia pura y simple que las cons-
humanas crean un espacio social para el capitalismo tituye. Por eso puede confundir, por ejemplo, que, al
que no ha sido cuestionado hasta ahora. De mane-
ra que solamente se podrá alcanzar un menor espa- hablar ya de una propuesta política, apueste por una
cio legítimo para el capitalismo si somos capaces de forma de Estado matríztico retomando la experiencia
cuestionar las necesidades que el capitalismo genera occidental del Ágora, los centros de debate griegos
y satisface. En realidad, en el sistema de necesidades donde se discutían libremente los llamados “asun-
se encuentra el fundamento mismo de la dinámica tos públicos”, y que de hecho hoy se retoman como
económica y social en que se apoya la conciencia so-
cial de los hombres; de ahí que si pretendemos que conceptos en la teoría política y en la comunicación
se genere una conciencia histórica capaz de generar pública; prácticas que necesariamente remiten al Es-
alternativas, debemos saber y poder reformular el tado patriarcal antiguo, fundador de occidente.
mismo sistema de necesidades” (Zemelman, 2011, Encontramos aquí las limitaciones propias de
págs. 103-104). Maturana, propuesta que fácilmente puede ser discu-
Si no tomamos en cuenta los problemas enunciados tida contrastándola con las abundantes experiencias
hasta el momento, es más difícil comprender y, por de organización comunitaria latinoamericanas. Sin
lo tanto, revertir, el hecho de que el discurso más embargo, Maturana tiene el enorme mérito de que, a
crítico se vea de pronto atravesado por la racionali- pesar de moverse dentro de los parámetros estatales,
dad que lo vuelve incompatible con el hacer del su- quizá por seguridad incluso, una amplia gama de va-
jeto que lo enuncia; cuando algún proyecto de corte lores, como el de la “apropiación” o la “competencia”,
anticapitalista, aún pensado desde cierto territorio son repudiados por él en plena dictadura pinochetis-
concreto, termina siendo asimilado por el Estado, o ta. Los valores neoliberales promovidos por la dicta-
simplemente cuando las circunstancias del crecer en dura son los repudiados en su producción intelectual
el emocionar patriarcal nos alejan de la eterna bús- como valores patriarcales. Ahora, esto nos lleva a
queda de un lenguajear restituido, nuevo, un nuevo un problema nuevo, amplísimo. Ya lo hemos nota-
lenguaje que parta de la memoria de la “armonía es- do: los valores promovidos en nuestras escuelas ac-
tética del vivir” (Maturana Romesín & Verden-Zöler, tualmente como naturales, como necesarios para los
2011) y de la necesidad de amar, pero tomando en tiempos modernos, especialmente la competencia,
cuenta el carácter contradictorio de su origen. No es arduamente nombrada en todas las reformas univer-
la intención con esto retomar un paradigma, como sitarias, son valores impuestos mediante el proyecto
el de la autonomía, por ejemplo, como propio, y de- histórico neoliberal, aquel implantado en América
safiar nuestra cultura con máscara comunal, como Latina por medio de dictaduras militares genocidas
ocurrió con la experiencia de los manuales soviéticos comandadas desde el extranjero.
y buena parte de los exponentes del paradigma co- Aquí hablamos del cambio cultural tal y como
munista que encubrieron simples doctrinas de Esta- lo enuncia Maturana, de manera transgeneracional,
do. En todo caso, un paradigma es importante como casi imperceptible por las generaciones que crecen
referente cultural, pero si tal paradigma sustituye el en ambientes donde se ha normalizado cierta coordi-
monumental esfuerzo de rasguñar los cimientos de nación de coordinaciones de acciones, pero cuya va-
nuestra subjetividad hasta cimbrar la cantera que la lorización, digamos, originaria, implica el genocidio,
recubre, simplemente se trata de otro discurso dema- el epistemicidio, la masacre, la desaparición, la tortu-
gogo, aunque ciertamente esperanzador. No habla- ra. Esta imposición de valores, aunque hoy aceptados
mos de reconstruir las relaciones matrízticas origi- institucionalmente de la manera más inocente; esa
narias, aunque también estén presentes en el núcleo aparente imperceptibilidad de la violencia que impli-
humano de todo occidental, a pesar de su condición ca algo tan difundido como la competencia, no sería
occidental, sino de crear otra cosa. Y quizás aún no posible hoy sin el terror de ayer, sin la fragmentación
podamos hablar de crear, sino de empezar a ver, algo paralizante con que la guerra marcó a buena parte de
más claramente cada vez, lo que realmente nos fal-

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Ángel Alejandro Ávalos Torres*

las generaciones pasadas, llevándose a miles con ella.


La memoria es, entonces, vida para nuestros muertos
y total legitimidad para nuestro repudio, visceral si se
quiere, ante cualquier expresión de civilidad y orden,
y ante cualquier inocente discurso modernizador y
objetivo proveniente de instituciones públicas y pri-
vadas que hoy nos sonríen como viejos lobos disfra-
zados de simple cotidianidad.

Referencias
Dussel, E. (1996). Filosofía de la liberación. Bo-
gotá, Colombia: Nueva América. Obtenido de
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/
otros/20120227024607/filosofia.pdf URL

Maturana Romesín, H., & Verden-Zöler, G. (2011).


Amor y juego. Fundamentos olvidados de lo humano,
desde el patriarcado a la democracia. Buenos Aires,
Argentina: Ediciones Granica S.A.

Rozitchner, L. (2011). Materialismo ensoñado. Ensa-


yos. Buenos Aires: Tinta Limón.

Zemelman, H. (2011). Configuraciones críticas. Pen-


sar epistémico sobre la realidad. México D.F.: Siglo
veintiuno.

i
El ser humano […] nace en alguien, y no en algo; se
alimenta de alguien, y no de algo. […] Es la inmedia-
tez anterior a toda lejanía, a toda cultura, a todo tra-
bajo; es la proximidad anterior a la económica; es ya la
erótica y la pedagógica (Dussel, 1996, pág. 47).

“Un cambio cultural es un cambio en la configura-


ii

ción del actuar y el emocionar en los miembros de una


cultura” (Maturana Romesín & Verden-Zöler, 2011,
pág. 33)

Dice Zemelman: “La utopía no tiene lugar. La utopía


iii

es más bien una inconformidad por lo que se está dan-


do. Uno de los errores, quizá del pasado, coincidiendo
con las grandes utopías del siglo XIX, fue creer que la
utopía tenía forma que había que conquistar. Creo que
la utopía es una exigencia de lectura de la realidad,
simplemente desde la premisa de que la realidad no
está completa pero se puede completar” (Zemelman,
2011, pág. 50)

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