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El CAMPO DEL OTRO, Y RETORNO A LA TRANSFERENCIA DE LA INTERPRETACION A LA TRANSFERENCIA

del amor. Es aislamiento en el presente de su puro funcionamiento donde le aprieta el zapato*, sólo puede verse como un primer
de engaño. esbozo de la técnica de ia ubicación de la transferencia. Donde le
En consecuencia, podemos decir que detrás del amor llamado de aprieta el zapato en este caso es, por parte de Platón, el colmo de la
transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista ironía por encarnarlo en un hombre a la vez futil y absurdo, casi un
con el deseo del paciente. Es lo que Freud, con un rápido juego de bufón. Creo haber sido el primero en señalar que los versos sobre la
manos, presentó como engañabobos cuando dijo, a fin de reconfor- naturaleza del amor que Platón pone en boca suya son justamente la
tar a los colegas: después de todo, no es más que el deseo del indicación de una futilidad que linda con lo bufonesco y que hace
paciente. Sí, es el deseo del paciente, pero en su encuentro con el del tal Agatón el objeto menos apropiado, sin duda, para retener el
deseo del analista. deseo de un amo. Y asimismo, el hecho de que se llame Agatón,
es decir, que tenga el nombre al que Platón dio el valor supremo,
No diré que todavía no he nombrado ese deseo del analista
añade un toque de ironía quizá involuntario, pero irrefutable.
pues ¿cómo nombrar un deseo? Un deseo uno lo va cercando. Para
Entonces el deseo del amo, en cuanto se presenta en la historia,
esto la historia nos procura pistas y huellas.
Esa afinidad que encontramos entre la ética del análisis y la parece ser, por naturaleza, el término más extraviado. En cambio,
cuando Sócrates desea obtener su propia respuesta, se dirige a quien
ética estoica, cuando estamos dispuestos a meter las narices en el
asunto ¿no es muy singular? En el fondo la ética estoica no es otra no tiene ningún derecho de hacer valer su deseo, al esclavo. Está
cosa que el reconocimiento de la regencia absoluta del deseo del seguro que, del esclavo, siempre obtendrá la respuesta. La voz de la
Otro, de ese ¡hágase tu voluntad! que retoma el cristianismo. razón habla bajo, dice Freud en alguna parte, pero siempre dice lo
Quisiera disponer de tiempo para demostrárselo. mismo. No se repara en que Freud dice exactamente lo mismo del
Estamos llamados a hacer una articulación más radical. Se puede deseo inconsciente. También éste habla bajo, pero su insistencia es
hacer la pregunta por la relación entre el deseo del amo y el del indestructible. Tal vez haya una relación entre ambos. Debido a
esclavo. Hegel consideró que estaba resuelta, pero no lo está de cierta afinidad deberíamos fijarnos en el esclavo cuando se trata de
delimitar lo concerniente al deseo del analista.
ningún modo.
Como ya estoy por despedirme por este año y como la próxima
vez será mi último curso, me permitirán algunas indirectas como 3
indicación de la vía que tomaremos.
Si es cierto que al amo sólo puede situárselo mediante una rela- No quiero dejarlos hoy sin haber esbozado, para la próxima vez,
ción original con la asunción de la muerte, creo que es muy difícil dos observaciones fundadas en el deslinde que hace Freud de la
otorgarle una relación aprehensible con el deseo. Hablo del amo en función cte la identificación.
Hegel, no del amo de la Antigüedad, del que tenemos algún retrato, En la identificación hay enigmas, y los hay para el propio
en especial el de Alcibíades, cuya relación con el deseo es, por Freud. Parece asombrarse de que la regresión del amor ocurra con
cierto, bastante visible. Alcibíades viene a pedirle a Sócrates algo tanta facilidad en términos de identificación. Y esto además de los
que él mismo no sabe qué es, pero que llama agalma. Algunos de textos en que articula que amor e identificación son equivalentes
ustedes saben cómo lo utilicé hace cierto tiempo. Voy a retomar en cierto registro, y que narcisismo y sobre-estimación del objeto,
ese agalma, ese misterio, que en la bruma que envuelve a la mirada Verliebtheit, son exactamente lo mismo en el amor.
de Alcibíades, representa algo allende todos los bienes.
El hecho de que Sócrates le responda, no lo que le decía de
joven, Ocúpate de tu alma - sino más bien lo que corresponde a un * Occupe-toi de tes oignons: literalmente, "ocúpate de tus callos", es decir,
hombre maduro y endurecido - Ocúpate de tu deseo, y cada quien ocúpate de lo tuyo, no te metas en lo que no te importa. (T.]

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Freud se detuvo en esto - busquen, por favor, en los textos, los sujeto tiene una relación con su analista cuyo centro es ese signifi-
diversos clues como dicen los ingleses, los indicios, las marcas deja- cante privilegiado llamado ideal del yo, en Ja medida en que, desde
das en la pista. Creo que fue por falta de haber distinguido bien ahí, se sentirá tan satisfactorio como amado.
algo. Pero hay otra función que instaura una identificación de índole
En el capítulo de Massenpsychologie und Jch-Analyse dedica- muy diferente, y que el proceso de separación introduce. Se trata
do a la identificación, hice hincapié sobre la segunda forma de de ese objeto privilegiado, descubrimiento del análisis, cuya reali-
identificación para situar en ella y poner aparte el einziger Zug, el dad es puramente topológica, el objeto al que la pulsión le da la
rasgo unario, el fundamento, el núcleo del ideal del yo. ¿Qué será vuelta, el objeto que produce un bulto, como el huevo de madera en
este rasgo unario? ¿Será un objeto privilegiado en el campo del la tela, esa tela que, en el análisis, uno está zurciendo - el objeto a.
Lust? No. Este objeto sirve de soporte, en la pulsión, a lo que queda defi-
El rasgo unario no está en el campo primario de la identifica- nido y especificado por el hecho de que Ja entrada en juego del
ción narcisista, al cual refiere Freud la primera forma de identifi- significante en Ja vida del hombre Je permite dar su sentido al sexo.
cación. Es muy curiosa, por cierto, que la encarne en una especie de A saber que, para el hombre, y pecisamente porque conoce los
función, de modelo primitivo, ejercido por el padre, anterior a la significantes, el sexo y sus significaciones siempre pueden llegar a
propia investición libidinal de la madre - se trata sin duda de un hacer presente a la muerte.
tiempo mítico. El rasgo unario, en la medida en que el sujeto se La distinción entre pulsión de vida y pulsión de muerte es válida
aferra a él, está en el campo del deseo. Este campo, de todas mane- en la medida en que manifiesta dos aspectos de Ja pulsión. Pero con
ras, sólo se constituye en el reino del significante, allí donde hay una condición - la de concebir que todas las pulsiones sexuales se
relación entre el sujeto y el Otro. El campo del Otro es lo que articulan a nivel de las significaciones en el inconsciente, por cuanto
determina la función del rasgo unario, en Ja medida en que por hacen surgir a Ja muerte - la muerte como significante y sólo como
él se inaugura un tiempo mayor de la identificación en la tópica significante, pues ¿cabe decir que haya un ser-para-la-muerte?
que entonces desarrollaba Freud, la idealización, el ideal del yo. Les Las condiciones, las determinaciones por las que Ja muerte, signi-
mostré las huellas de este primer significante en el hueso primitivo ficante, puede surgir toda armada en Ja cura sólo pueden compren-
en el que el cazador hace una muesca y cuenta así las veces que ha derse con nuestra manera de articular las relaciones.
acertado. El sujeto, por Ja función del objeto a, se separa, deja de estar
En el entrecruzamiento por el cual el significante unario llega a ligado a la vacilación del ser, al sentido que constituye lo esencial de
funcionar aquí en el campo del Lust, es decir, en el campo de la la alienación. Muchos indicios, desde hace tiempo, señalan esta
identificación primaria narcisista, está el mecanismo esencial de la función. Oportunamente mostré que es imposible concebir Ja feno-
incidencia del ideal del yo. He descrito antes la mira en espejo del menología de Ja alucinación verbal si no se comprende el propio
ideal del yo, de ese ser que vio primero aparecer en la forma del término empleado para designarla - voces.
progenitor que, ante el espejo, lo tiene cargado. Aferrándose a la En tanto está presente en ella el objeto de Ja voz , está presente
referencia de quien lo mira en un espejo, el sujeto ve aparecer, no el percipiens. La alucinación verbal no es un falso perceptum , es
su ideal del yo, sino su yo ideal, ese punto donde desea complacer- un percipie'ns desviado. El sujeto es inmanente a su alucinación ver-
se consigo mismo. bal. Esta posibilidad debe llevarnos a preguntar por lo que tratamos
Allí está la función, el recurso, el instrumento eficaz que cons- de obtener en el análisis en Jo que respecta a Ja acomodación del
tituye el ideal del yo. No hace tanto tiempo una niña me decía percipiens.
gentilmente que ya era hora de que alguien se ocupase de ella para Antes del psicoanálisis, Ja vía del conocimiento ha sido siempre
parecer amable ante sus propios ojos. Así delataba inocentemente la de una purificación del sujeto, del percipiens. Pues bi<:;n, por nues-
el mecanismo que opera en el primer tiempo de Ja transferencia. El tra parte decimos que fundamos Ja seguridad del sujeto en su

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encuentro con la porquería que le sirve de soporte, el objeto a, cierto que introducir en lo más íntimo de la historia judía la
cuya presencia, puede decirse legítimamente, es necesaria. distinción radical, y del todo evidente, entre la tradición ·profética
Piensen en Sócrates. Su inflexible pureza y su atopia son corre- y otro mensaje, equivalía a convertir la colusión con la verdad en
lativas. A cada instante, interviene la voz daimónica. una función esencial para nuestra operación como analistas - Freud
¿Dirán que la voz que guía a Sócrates no es el propio Sócrates? estaba muy consciente de ello y lo escribió en todas las formas
La relación entre Sócrates y su voz es, sin duda, un enigma -un posibles. Pero justamente, sólo podemos fiarnos de ella, dedicarnos
enigma que por cierto tentó en diversas ocasiones, a comienzos del a ella, en la medida en que abdiquemos toda colusión con la verdad.
siglo XIX, a los psicógrafos, lo cual es muy meritorio, ya que hoy Como estamos, de cierto modo, en familia y, al fin y al cabo,
nadie se atrevería a menear el asunto. más de uno está al corriente del trabajo que se produce en el seno
Esto constituye un nuevo indicio al que hay que seguirle la pista de la comunidad analítica, puedo contarles algo muy divertido. Esta
para averiguar qué queremos decir cuando hablamos del sujeto de la mañana, escuchando a alguien que me contaba su vida y sus sinsabo-
percepción. No pongan en mis labios lo que no he dicho - el analista res, reflexionaba en lo entorpecedor que puede resultar, en una
no debe oír voces. Sin embargo, lean el libro de un analista de los carrera científica normal, ser director de estudios o encargado de
buenos, Theodor Reik, discípulo directo y allegado a Freud, investigaciones o jefe de laboratorio de un catedrático cuyas ideas
Listening with the Third Ear. Yo, en verdad, no apruebo la fórmula hay que tener en cuenta para progresar en su carrera. Es, desde lue-
pues me parece que bastan dos oídos para ser sordo. Reik, empero, go, uno de los mayores estorbos desde el punto de vista del desarro-
sostiene que ese tercer oído le sirve para escuchar cierta voz que lo llo del pensamiento científico. Pues bien, entre todos los campos
alerta sobre los engaños - es de la buena época, de la época heroica, hay uno, el del análisis, donde el sujeto sólo está para buscar su ha-
en la que se sabía escuchar lo que habla tras el engaño del paciente. bilitación para la investigación libre en el sentido de una exigencia
Desde entonces hasta ahora hemos podido adelantar mucho verídica, y sólo puede considerarse autorizado a ello a partir del
porque ya sabemos reconocer en esos sesgos, esos clivajes, al obje- momento en que opera en él libremente. Pues bien, mediante un
to a, sin duda, apenas esbozado. efecto de vértigo muy peculiar, se intenta reconstituir en este
campo, al máximo, la jerarquía de la habilitación universitaria, y
RESPUESTAS hacer depender la entrada en el escalafón de otro que ya está den-
tro. El asunto no se queda en esto. Cuando ya han encontrado su
P. KAUFMANN : - Hay cierta relación ¿verdad? entre lo que repitió usted camino, su modo de pensar, aun la manera de desplazarse en el cam-
respecto de Booz, de Theodor Reik, y lo que dijo en otra parte respecto del po analítico, a partir de la enseñanza de cierta persona, se van a
padre del comienzo del capitulo siete de Interpretación de los sueños. buscar a otros, de quienes piensan que son unos imbéciles, para
obtener de ellos la autorización, la calificación expresa de que están
Está clarísimo. Está dormido, sí, y está dormido para que noso- bien capacitados para practicar el análisis. Me parece que esto es una
tros lo estemos también , es decir, para que comprendamos tan sólo ilustración más de la diferencia y las conjunciones, de las ambigüe-
lo que allí hay para comprender. dades, entre el campo analítico y el campo universitario. Si se dice
Quería traer a colación la tradición judía para tratar de reanudar que los propios analistas forman parte del problema del inconscien-
las cosas donde Freud las dejó. Al fin y al cabo, no en balde cuando te ¿no les parece que est.o lo ilustra magníficamente y es una esplén-
la pluma cayó de su mano Freud estaba escribiendo acerca de la dida oportunidad de analizarlo?
división del sujeto, y no en balde, justo antes, con Moisés y ·el
monoteísmo , había hecho uno de los cuestionamientos más radica- 17 DE JUNIO DE 1964
les de la tradición judía. Por impugnable que sea históricamente la
índole de sus referencias y aun de su progresión, no deja de ser

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