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INTERCEDIENDO DELANTE DE DIOS

(Génesis 18:20-33)

Propósito:
Alentar a los hermanos de la célula a interceder por los perdidos

Introducción:
Ante un mundo lleno de maldad muchos cristianos deseamos que Cristo venga pronto
a llevarnos y que derrame su ira sobre la tierra, nos sorprendería darnos cuenta que Dios
todavía sigue amando a este mundo perdido; Dios es un Dios misionero que busca al
pecador para redimirlo y reconciliarlo con Él.
Como cristianos necesitamos tomar conciencia del propósito de Dios para cada uno
de nosotros frente a este mundo necesitado. Nuestra lección de hoy nos permitirá ver la
necesidad de interceder delante de Dios para que haya salvación en nuestras comunidades.

I. EL MUNDO ESTÁ BAJO LA AMENAZA DEL JUICIO DIVINO (Gn


18:20-23).

La Biblia nos dice en la primera mitad del capítulo 18 que Dios visitó a Abraham en
forma de tres varones. Después de haber comido juntos, el Señor le prometió a Abraham
darle un hijo en un plazo de un año; esa seguramente era la mejor noticia que Abraham y
Sara podían haber recibido después de esperar más de veinte años.
El panorama cambió completamente cuando el Señor le reveló a Abraham acerca de
sus planes con Sodoma y Gomorra. Dios le dijo a su siervo que había llegado el momento
de destruir estas ciudades debido a que habían colmado la medida de su maldad. Dios usa
las siguientes palabras:

Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de
ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra
según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. (Gn. 18:20, 21).

Estas son palabras muy duras, al leerlas se puede percibir que Dios ha esperado
pacientemente que estas ciudades se arrepientan de sus malos caminos, pero en vez de
arrepentirse han ido aumentando cada vez más su maldad; cada día que pasa la maldad se
aumenta. También nos hace pensar que la paciencia de Dios tiene un límite y estas dos
ciudades ya la habían agotado. Es impresionante que Dios no vea más remedio que la
destrucción.
Nuestro mundo no es diferente, basta con informarnos de la realidad de nuestro país
para convencernos que aunque Dios ha sido paciente con la humanidad, la maldad se
aumenta día con día. La destrucción sobre este mundo ya está anunciada. El apóstol Pedro,
por inspiración del Espíritu Santo anuncia lo que va a ocurrir:

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán
con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras
que en ella hay serán quemadas (2 Pedro 3:10).
El derramamiento de la ira de Dios está anunciado sobre este mundo ¿qué debemos
hacer como cristianos? El ejemplo de Abraham nos da una lección muy importante.

II. LA VOLUNTAD DE DIOS ES QUE INTERCEDAMOS POR LOS


PERDIDOS (Gn 18:24-33).

Abraham no se alegró de ver el destino de estas dos ciudades perversas, por el


contrario; Abraham reflexionó sobre el carácter justo de Dios:

Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo
tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo
que es justo? (Gn 18:25).

Abraham entiende que Dios es justo y que por lo tanto todo lo que Él hace es justo.
Por ese motivo Abraham comenzó a interceder por las ciudades, lo hizo del siguiente
modo:
En primer lugar pidió que Dios las perdonara si encontraba 50 justos; Dios le
prometió no destruirlas (v. 26).
Luego pidió que las perdonara si hubiese 45 justos, Dios aceptó la petición (v. 28).
Después por 40, luego por 30, siguiendo por 20 y finalmente por 10. (vv. 29-32).

Es cierto que Abraham tenía un sobrino llamado Lot que vivía junto con su familia en
la ciudad de Sodoma, pero Abraham nunca intercedió sólo por él; Abraham intercedió a
favor de toda la ciudad. El padre de la fe lo hizo sabiendo que la maldad de estas ciudades
era insoportable, pero su corazón se estremecía con sólo pensar en el castigo divino sobre
ellas. A él no le importó que los habitantes de Sodoma y Gomorra fueran pecadores, lo que
le importaba es que él estaba en la presencia de un Dios compasivo que perdona el pecado
si hay arrepentimiento.
Hoy en día no podemos negar que estamos en un mundo corrompido, quizá más que
Sodoma y Gomorra. Debemos aceptar que muchas veces hemos deseado que Dios les dé su
merecido a los malvados, pero esa no es una actitud cristiana. La voluntad del Señor es que
el pecador se arrepienta y viva:

Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y
viviréis (Ezequiel 18:32).

Si Dios no quiere la muerte del que muere, tampoco nosotros deberíamos.


Necesitamos tomar la actitud de Abraham y clamar por nuestra ciudad, nuestra colonia o
cantón; pidiendo por el arrepentimiento de los perdidos para que Dios los salve.

Conclusión:
Si como cristianos que somos no intercedemos por la salvación de los perdidos
¿quién lo hará? Dios no tiene muchas iglesias en el mundo, Él sólo tiene una de la cual
somos parte. Dios nos ha colocado en esta tierra para que sirvamos como instrumento de
salvación para los pedidos. Intercedamos ahora mismo.

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