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Johanna Berenice Contreras Lugo

Matrícula: 1628061
Grupo: L02
Literatura infantil y juvenil
Función de la crítica literaria en la LIJ

Aclarar, o al menos, intentar aclarar lo que es la literatura infantil y juvenil, es un proceso

necesario antes de adentrarnos a cualquier tipo de reflexión al respecto. No se trata sólo

de relacionar el nombre y presentar como literatura textos simples destinados a los niños

y adolescentes, sino de aceptar y reconocer que este tipo de obras pueden contener un

mensaje tan complejo como cualquier otra. La literatura infantil y juvenil no es simplicidad,

es una forma de atrapar la atención de un joven lector con historias que apelen a su

capacidad de reconocerse como individuo; es no subestimar su contacto con el mundo

real, su comprensión de este, con base sólo en su edad. Si se quiere entender realmente,

debemos olvidarnos de las fórmulas comerciales, de la condescendencia disfrazada de

narración, y de esa tendencia moralizante que empaña la calidad de las obras, pues,

aunque su intención sea el fomentar la lectura y la comprensión, no todo debe girar

alrededor de estos aspectos y dejar de lado lo que le convierte en literatura.

Culpar a las editoriales de esta visión tan problemática puede ser sólo

parcialmente correcto, pues son estas quienes tienen por objetivo la venta de un producto

y por lo tanto, buscan aquello que resulte exitoso en el ámbito comercial y no tanto en la

crítica. Terminan por ser un negocio que explota los gustos del público, y es que es este

último quien comparte parte del fallo cuando se trata de la producción de literatura infantil

y juvenil. Las personas suelen verse atraídas por las cosas simples, que funcionan, y en

el caso de los padres, estos tienden a querer rodear a sus hijos de un mundo simple con

el propósito de culturizarlos sin afectar su aparente inocencia, ignorantes de que incluso

los más pequeños son capaces de ver el mundo con ojos críticos. Son pocas las
editoriales y pocos los padres conscientes de estos errores, aunque existen y brindan la

oportunidad de conocer una verdadera literatura dirigida a diferentes públicos.

Una vez que se es consciente de que ambas categorías pueden ser tanto

diferentes como similares —debido a que no hay consenso al respecto—, y de que

escribir para niños y adolescentes no significa entregar una historia superficial, adornada

y carente de un significado real, se puede entonces ver que, como cualquier otra literatura

considerada seria, su importancia no recae en la edad de su público, sino que éste

complementa su valor. Una obra dirigida a los adultos como público principal no se

convierte en literatura por sí mismas, mientras que una obra infantil o juvenil no es

siempre un producto comercial, no cuando se respeta ese concepto tan importante al que

pertenecen: literatura.

Tal vez, esta mal interpretación de los conceptos es lo que hace que sea

aparentemente complicado definir, entonces, qué clase de trabajo crítico puede realizarse

en estas obras. Según Magdalena Vásquez Vargas en Fundamentos teóricos para una

interpretación crítica de la literatura infantil, uno de los problemas que se presentan al

intentar analizar las obras dirigidas al público infantil y juvenil, es la tendencia a ver como

un destinatario a aquellos a quienes va dirigida la obra, en lugar de tomarles como

receptores que es lo que realmente son; similar a lo que se ha mencionado antes, se

intenta valorar y juzgar un texto con base a sus lectores, considerándolos como simples

seres que leen mas no juzgan la totalidad del escrito, como se daría en el caso de los

adultos. Se les minimiza y esta generalización conlleva a una clasificación separada del

resto de la literatura que puede resultar problemática más que esclarecedora, y a pesar

de que no se trata de mezclar todo en un concepto, tampoco se debe separar como si

fuese un ente increíblemente diferente a los demás.

Si colocamos al principal objetivo de la literatura como el centro del estudio de la

crítica, entonces estaremos dando un paso en el camino correcto, pues según dice
Vásquez Vargas “algunas investigaciones que se han realizado en los últimos años sobre

la literatura infantil española se inclinan por la valoración del niño como elemento

definitorio de la semiosis textual, ya sea como receptor o como personaje” (p. 5). En el

caso de la literatura infantil, al tomar en cuenta la relación entre el niño y la estructura de

significación de la obra, se hace más fácil el poder realizar un análisis que pueda

considerarse hasta cierto punto objetivo, sin menospreciar una parte importante de su

esencia.

El crítico debe tomar en cuenta todos los aspectos de la obra, sin caer en una

visión parcial de esta debido a las distintas formas de acercarse a ella, y sin

entremezclarla con otras disciplinas ya que, como menciona Vásquez Vargas, el hecho de

relacionarla con la psicología, sociología o incluso con su aparente familiar cercano: la

pedagogía, se corre el riesgo de dejar de ver entonces a la literatura como un todo, para

terminar convirtiéndose en un instrumento que sólo sirve para complementar, al olvidarse

de su propio valor. Esto es un trabajo que requiere tiempo y esfuerzo como cualquier otro,

y una consciencia completa de lo que se intenta estudiar, del mensaje que se entrega y el

objetivo de este. Una verdadera literatura infantil y juvenil más allá de lo estético, presenta

la complejidad suficiente para poder ser analizada y no sólo juzgada.

Por lo tanto, la literatura infantil y juvenil, si se quiere tomar como un conjunto o

como conceptos separados, siempre lleva consigo una importancia que recae en su

contenido, y para que éste sea considerado verdadera literatura, no debe tratar al niño

como un producto o un ser que debe ser moldeado con base a la moral de la sociedad en

la que se desarrolla, mientras que tampoco debe simplificarse hasta volverse un simple

objeto que prepara a los jóvenes para un mundo literario real, cuando en realidad sólo se

preocupa por fomentar el consumismo banal. El crítico debe resaltar la importancia de un

equilibrio entre todo aquello que la caracteriza, desde lo estético hasta lo narrativo, sin

olvidar jamás que si bien su público objetivo no es un adulto, el que sea un niño o
adolescente no significa que no sea capaz de entender la complejidad de decenas de

situaciones, que el autor puede reflejar para él en la obra. Debe analizar desde una

perspectiva imparcial cada aspecto que le conforma, preocuparse en promover la obra y a

su vez, fomentar la creación de obras que atraigan por su calidad y no por su repetición

de fórmulas que apelan a un gusto más que al raciocinio.

BIBLIOGRAFÍA

Cervera, J. (s. f.). La literatura infantil en la construcción de la conciencia del niño Juan

Cervera. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Recuperado de

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/la-literatura-infantil-en-la-construccion-

de-la-conciencia-del-nino--0/html/ffbceca0-82b1-11df-acc7-

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Dehesa, J. I. (2010). La literatura infantil y juvenil: de la agenda secreta a la nueva

infancia. Casa del tiempo, 38, 8–15.

http://www.uam.mx/difusion/casadeltiempo/38_39_iv_dic_ene_2011/casa_del_tiem

po_eIV_num38_39_08_15.pdf

Vásquez, M. (s. f.). Fundamentos teóricos para una interpretación crítica de la literatura

infantil. Tecnológico de Costa Rica. Recuperado 11 de mayo de 2020, de

https://revistas.tec.ac.cr/index.php/comunicacion/article/view/1204/1111

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