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La psicología cognitiva
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memoria, el razonamiento, el aprendizaje, etc.). Es decir, que, dicho de
otra manera, este nuevo paradigma tiene como objetivo fundamental
el estudio de los denominados procesos mentales humanos. Y si bien
los inicios de esta corriente no se pueden fechar en ningún momento
preciso, hay algunos indicios importantes que indican que ya en la
segunda parte de la década del ’50 ya estaban ocurriendo, dentro y fuera
del ámbito de la psicología, ciertos sucesos que serían fundamentales
para el desarrollo de esta corriente. Por ejemplo, en esos años se
llevaron a cabo en universidades norteamericanas, importantes
simposios en los que participaban científicos de campos tan diversos
como la matemática, la ingeniería, la psicología, la informática, la
filosofía o la lingüística, pero que tenían algo en común: el interés
por el estudio del conocimiento, razón por la cual se denomina a
estos científicos, científicos cognitivos. Paralelamente, y por fuera de
la psicología, surgieron disciplinas como la cibernética (el estudio
y el control de los sistemas que se retroalimentan, lo que dio pie al
desarrollo de máquinas complejas como robots y computadoras), la
Teoría de la Comunicación de Shannon (que sugiere una analogía entre
la mente humana y los canales de transmisión de la información), a lo
que se sumó el desarrollo de disciplinas tales como la neuropsicología
(debido a las consecuencias de la segunda guerra mundial) que
dejó a muchas de sus víctimas con daños cerebrales que producían
afecciones como las afasias (perdida de la capacidad de producir o
comprender el lenguaje) o agnosias (deficiencias en la percepción
que impide reconocer los objetos), todas enfermedades relacionadas
con procesos cognitivos, respecto de los cuales la psicología debía
comenzar a dar respuestas. En 1956 también se publican algunos
trabajos fundacionales de este movimiento, como el artículo de
George Miller “El mágico número siete, más o menos dos. Algunos
límites de nuestra capacidad para procesar información”, en el que
el autor sostiene que los seres humanos poseemos una capacidad
limitada a siete elementos (más o menos dos) en nuestra “memoria
de corto plazo”, el libro de Noam Chomsky Tres modelos para la
descripción del Lenguaje, o el libro del psicólogo Jerome Bruner Un
Estudio del Pensamiento.
La “Metáfora Computacional”
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en la resolución de problemas, el aprendizaje o la memoria, surgió
inicialmente la propuesta de tomar a las computadoras como modelos
del pensamiento humano, como instrumento de trabajo para analizar
datos y para simular procesos cognitivos.
Este uso de comparaciones o metáforas, no es nuevo en Psicología.
Recordemos que una metáfora, en su definición tradicional, implica
la sustitución de una palabra por otra, con el objetivo de que se
produzca una nueva significación. En términos psicológicos, en
cambio, una metáfora puede tener una función cognitiva, ya que
permite pensar algo en términos de otra cosa, para tornar inteligible
aquello que en principio, resulta difícil de conceptualizar. Así, para
explicar el funcionamiento de la mente humana, los psicólogos han
recurrido a lo largo de la historia a distintas metáforas o modelos2,
-que serían algo así como una subclase particular de teoría- que
pueden servir para formular predicciones acerca del funcionamiento
de algo, en este caso, acerca del funcionamiento de los procesos
mentales. Lo importante es tener claro que de ninguna manera estos
autores, -y en este caso, los cognitivos- al construir estos modelos
están representando entidades reales u observables: solo están
organizando guías específicas para la investigación y el desarrollo de
las teorías. Las metáforas o analogías con simplemente un como sí,
muy abstracto (y limitado también) orientado a la respuesta de sus
interrogantes sobre algún campo de problemas, también limitado.
En este caso, al interior de la psicología cognitiva se podrían
encontrar distintos modelos, que se corresponden con distintas
metáforas destinadas a servir de analogías de la mente humana.
Puede ser que alguna de esta metáforas provoquen algún rechazo
(por ejemplo, aquella que compara al ser humano con un ordenador),
pero conviene recalcar, aún a riesgo de sonar reiterativos, que tales
metáforas son de muchísima utilidad a lo largo de la historia del
pensamiento a efectos de diseñar hipótesis y supuestos acerca de
mecanismos que no son directamente accesibles a la experiencia
directa. Las metáforas que desarrollaremos aquí son solo dos:
2 Desde otros marcos teóricos, por ejemplo, se han conceptualizado fenómenos mentales con
analogías tales como una “tábula rasa” (Locke), un “block maravilloso” o un “iceberg” (Freud),
un “canal de comunicación” (Shannon), etc. Son siempre analogías generadoras de hipótesis,
producto de la dificultad para acceder a procesos internos no observables de manera directa.
3 Si bien se puede distinguir entre una “versión fuerte” y una “versión débil” de la metáfora
del ordenador, las similitudes siempre se plantean a nivel del software, nunca del hardware.
La versión débil piensa que el ordenador es una analogía o herramienta formal para plantear
hipótesis de funcionamiento mental, pero nunca se pierde de vista que el sistema cognitivo
que se trata de explicar es el sistema cognitivo humano. La versión fuerte, en cambio, tiene
como objetivos la construcción de programas de ordenador que simulen comportamientos
inteligentes, sin tener en cuenta características humanas, como los errores, ya que se busca que
los programas funcionen correctamente. La versión fuerte es de poco interés para la psicología,
es más utilizada por disciplinas de las ciencias cognitivas (como la inteligencia artificial).
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Para la descripción de los procesos mentales, los psicólogos
cognitivos se centran inicialmente en cómo son elaborados los modelos
mentales acerca del mundo por el sistema cognitivo (y no los motivos
o el por qué). Una vez descripto el cómo, e identificados los pasos del
procesamiento, se puede explicar el funcionamiento mental y hasta
se puede llegar a la simulación del proceso en una maquinaria (como
por ejemplo un robot o una computadora). Esto significa que en este
tipo de arquitectura de la mente, el camino posible del procesamiento
de la información será siempre pautado y tendrá que seguir ciertos
pasos que obedezcan a reglas predefinidas, lo cual implica que para
la explicación de un fenómeno, como por ejemplo, la percepción del
formas o sonidos, se puede plantear una organización jerárquica, en
la que podemos encontrar “vías de entrada”, “pasos intermedios”,
“vías de salida”, etc. Y cuando se quiebra esta jerarquía, quiere decir
que el sistema “no funciona”. Por supuesto, esta forma de modelar el
funcionamiento del sistema cognitivo humano es actualmente criticada
por quedar apegada a una abstracta y rígida secuencialidad, pero es una
muy interesante herramienta formal para plantear hipótesis acerca del
funcionamiento cognitivo humano.
Veamos por ejemplo, las computaciones que realiza un ordenador
a efectos de comprender la analogía construida en el inicio del
movimiento cognitivo: En la práctica, un ordenador o computadora
toma datos de entrada (input) cada vez que apretamos una tecla en
nuestros teclados. Esos datos de entrada serán manipulados por el
sistema de acuerdo con alguno de los programas que tengamos en la
memoria de nuestra máquina (por ejemplo, un procesador de texto,
o una planilla de cálculo). El programa es ejecutado por el procesador
central, que extrae instrucciones de la memoria y las ejecuta. Y luego
del procesamiento, el sistema saca los resultados (output o salida), tal
como los vemos en la pantalla de la máquina.
Con respecto a la noción de “memoria”, ésta es medular en la
computación, y en este modelo psicológico, también se torna central
para explicar el funcionamiento de lo mental (de hecho la memoria
será uno de los temas más estudiados por el movimiento cognitivo.
Valiéndose de este modelo, se comenzó a derribar el mito de que
hay “una” memoria humana (como función monolítica), ya que los
cognitivos llegan a distinguir distintos sistemas, que reciben diferentes
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¿Qué estudia la Psicología Cognitiva, y cómo lo estudia?
58 + 67 = ¿?
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- Alumno: ...pues… Lo resolví sumando.
- Maestro: ¿sumando cómo?
- Alumno: Separando dígitos de la derecha y sumándolos después...
- Maestro: ¿y luego?
- Alumno: Sumé los dígitos de la izquierda...
- Maestro: ¿y luego?
- Alumno: Le añadí a éste resultado el uno, acordándome que la suma
inicial terminaba en cinco...
- Maestro: ¿Y cómo se suma ocho y siete?
- Alumno: ...y... Contando...
- Maestro: ¿y cómo se cuenta...?
A partir de este engorroso diálogo, quizá uno pueda comprender
un aspecto central de la mirada cognitiva acerca del funcionamiento
mental de las personas. Como se puede ver, para resolver esta operación
el alumno ha tenido que utilizar recursos de atención, de memoria,
aprendizaje, etc. La lógica de esta perspectiva es clara: Si conocemos
los procesos mentales que se emplean para efectuar una operación de
suma, podremos comprender mejor sus fallas y errores. En este caso,
vemos que el alumno, para sumar tuvo que prestar atención, tuvo
que contar (aunque este mecanismo, que alguna vez fue aprendido
por el niño, está ahora ya automatizado, y solo debe ser recuperado
de su memoria de largo plazo), tuvo que almacenar información en
la memoria a corto plazo para luego poder recuperarla, etc.
La perspectiva cognitiva supone un cambio con relación a
otros enfoques tradicionales en la psicología, que utilizan ciertas
denominaciones ligadas con la patología para explicar estos casos (como
Discalculia o Retardo Mental Leve), ya que el enfoque cognitivo no se
centra en el etiquetamiento de las personas, sino que intenta categorizar
los procesos que éstas realizan. No dice lo que el niño es, o lo que el
niño sufre, sino que trata de comprender y explicar lo que hace. De la
misma manera, el enfoque cognitivo intenta ser “neutral” en relación
al origen o las causas de las dificultades. ¿En dónde está la falla? ¿En la
atención, en el uso de los recursos de memoria? La psicología cognitiva
no dice si esas dificultades son producto de la biología, o de un medio
desfavorecido… No es ese el interés del psicólogo cognitivo, sino que
su interés es precisar qué funciones mentales están en juego, y, en todo
caso, si, favorecer la búsqueda de causas (pero no las establece por sí
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llamar una “segunda revolución cognitiva”. Como ejemplo principal
de esta corriente mencionaremos las ideas de Jerome Bruner, uno de
los fundadores del primer Centro de Psicología Cognitiva en Harvard,
quien en su libro Actos de Significado expresa:
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mecanismo que explica las distintas formas de “estar en el mundo”
que adoptan los sujetos.
Cuando nos comunicamos con los otros (o con nosotros
mismos, organizando una narración acerca del orden de las cosas
que, por ejemplo, hemos experimentado o imaginado) organizamos
nuestra experiencia y otorgamos, al mismo tiempo, significado al
mundo que nos rodea. Tendemos a organizar la realidad en forma
de relatos o historias en las que los personajes realizan acciones,
es decir, que no nos enfrentamos al mundo “acontecimiento por
acontecimiento” (de manera aislada, como si éstos fueran fotogramas
de una película) sino que éstos se enmarcan en estructuras mayores,
que les proporcionan contextos interpretativos, en los que se crean
y transmiten significados. Es ésta una postura donde la cognición
humana se concibe como la capacidad de crear un mundo intersubjetivo
de experiencias, atravesado por significados personales, que tienen
siempre un origen social.
Bibliografía