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EL CUERPO DE LA VIOLENCIA EN |

LA HISTORIA DEL ARTE COLOMBIANO* I


o CORPO DA VIOLENCIA NA HISTORIA DA ARTE COLOMBIANO g

THE BODY OF VIOLENCE IN COLOMBIAN ART HISTORY


Ö
Q

Luisa Fernanda Oj-dóñez Ortegón**

Ei artículo pretende ser un primer intento de aproximación al estado de la discusión sobre la historia de las relacio-
nes entre artes visuales, cuerpo y violencia política en Colombia. Se busca proponer un diálogo más directo entre
los distintos niveles de análisis sobre la obra de aquellos artistas dedicados de manera profusa a trabajar el tema
del conflicto armado en el país como un proceso de larga duración. El cuerpo opera como un concepto crítico que
interpela a historiadores y artistas en relación con la reflexión sobre la forma en que este problema circula en los
distintos dispositivos artísticos en los que se produce.
Palabras clave: artes visuales, conflicto armado en Colombia, historia del arte, gramática del cuerpo.

O artigo pretende ser uma primeira tentativa de aproximaçào ao estado da discussäo sobre a historia das relaçôes
entre artes visuais, corpo e violencia política na Colombia. Buscase propor um diálogo mais direto entre os distin-
tos níveis de análise sobre a obra daqueles artistas dedicados de maneira profusa a trabalhar o tema do confuto
armado no país como um processo de longa duraçào. O corpo opera como um conceito crítico que interpela a histo-
riadores e artistas em relaçâo com a reflexâo sobre a forma em que este problema circula nos distintos dispositivos
artísticos nos quai se produz.
Palavras-chave: artes visuais, conflito armado na Colombia, historia da arte, gramática do corpo.

The history of the relationship between visual arts, body and political violence in Colombia is discussed in this
article. It proposes a straighter dialogue between various levels of analysis about the work of those artists deeply
engaged in working on the issue of the armed conflict in the country as a long-lasting process. The body operates as
a critical concept, requiring historians as well as artists to reflect on how this problem circulates through different
artistic devices.
Key words: visual arts, armed conflict in Colombia, art history, body grammar

'* El presente texto surge provocado por mi trabajo como investigadora en los proyectos "Esperanza salvaje. Novela histórica para jóvenes "f
sobre la masacre de la UP en Colombia" (Universidad Nacional de Colombia-Instituto de Investigaciones Estéticas, Bogotá), y "Perder 'S
la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta latinoamericanos" (Red de Conceptualismos del Sur,financiadopor el Museo S
Nacional Centro de Arte Reina Sofía, España). ^
""" Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia; Profesional en Cobierno y Kelaciones Internacionales de la Universidad Ex- "Í
temado de Colombia. Dvirante los últimos dos años se ha encargado de la curaduría, inventario y catalogación del ardüvo del cineasta 5
Luis Ospina. Es docente de historia del arte en la Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá (Colombia). E-mail: luisaternanda2046@
hotmail.com

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NÓMADAS 38

Al igual que la mano no puede .soltar


el objeto ardiente sobre el que su piel
se funda y se pega la imagen, la idea
que nos vuelve locos de dolor, no
puede arrancarse del alma [...].
Paul Válery

I never saw the corpse of Tito, I just


read about it.
Claudia Salamanca

La imagen del cuerpo de las vícti-


mas de la violencia política en el país
circula de manera constante frente
a los ojos de cualquier ciudadano
común, sin embargo, la conciencia
sobre esta coiporalidad es poco per-
ceptible. Términos como masacre,
sicario u homicidio hacen parte del
vocabulario cotidiano de cualquier
colombiano y, más que palabras,
son prueba fehaciente de una car-
ga histórica sobre la imagen del
cuerpo en el país que ha tenido el
infortunio de forjar esta imagen por
el esquema fugaz y sensacionalista
que emiten los medios de comuni-
cación. El dolor del desconcierto
se minimiza con esta fugacidad y,
Bajo - Borhon | DAVID JARA COBO
mientras esto transcurre, miles de
imágenes se resguardan en el atlas para ser narrado. Estas imágenes superado su rol secundario dentro
de la infamia del acontecer colom- son sobrew'ientes de la indolencia de un coipns histórico escrito con
biano en la historia personal de cada que nos antecede y, muchas de és- letras mayúsculas (las de la historia
uno de sus habitantes. tas, desde La Violencia (1962) de política o económica), donde debe-
Alejandro Obregón, pasando por ría ser protagonista junto con otras
Esta imagen tiene una historia pa- Musa paradisíaca (1993) de José fuentes primarias como la prensa,
ralela en el arte colombiano. Lo que Alejandro Restrepo, basta trabajos los manuscritos o la memoria oral.
nos deben los medios de comunica- más recientes como Requiem NN
ción ha sido documentado por los (2007) de Juan Manuel Echavarria, El presente texto es un llamado
artistas nacionales: desde las repre- son tan ajenas para el citidadano co- para que desde la escritura de la
sentaciones gráficas y pictóricas del rriente como para el comtín de los historia, las imágenes de la historia
arte moderno hasta la inenarrabi- historiadores en Colombia. Para del arte sobre la violencia política
lidad del arte contemporáneo, han los historiadores de la violencia po- en Colombia —que es, inexorable-
sido múltiples los intentos de cristali- lítica, el arte no ha snperado el rol mente, una historia del cueipo—
zar la memoria del conflicto armado de la ilustración de un texto, para sobrevivan. Que no haya un corpus
en Colombia desde la plástica; to- los historiadores del arte parecie- extenso de literatura sobre el tema
dos éstos son, a su vez, fragmentos ra que la obviedad del tema es un no es más que el síntoma de la falta
de un cuerpo escindido qne pre- cliché del que es deber escaparse. de diálogo con la imagen del cuerpo
cisa de la reconstrucción histórica Infortunadamente, la imagen no ha de la violencia en Colombia, como

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LUISA FERNANDA ORDONEZ ORTEGÓN I EL CUERPO DE LA VIOLENCIA EN LA HISTORIA DEL ARTE COLOMBIANO

un concepto en el que reposa una inapelable peso de la muerte en un del cual hay vida en todo aquello en
memoria histórica que es además país como Colombia, por la presión que hay historia, aquellas están, de
de traumática, conflictiva. Nuestra de la culpa que reposa en el rol del alguna manera, vivas. Estamos habi-
noción de cuerpo está cargada del testigo pasivo que contempla la ima- tuados a atribuir vida sólo al cuerpo
tiempo transcurrido en cada una de gen. Alfinal,anota: "I never .saw the biológico" (Agamben, 2010: 51).
estas imágenes y, sin saberlo, la me- corpse of Tito, I just read about it".
dida de nuestra memoria del con- El cueqDO como el principal instru-
flicto armado está inevitablemente La mirada de la historia del arte mento en el que reposa la memoria
relacionada con la medida de nues- colombiano a un proceso tan doloro- histórica, su trauma y sus macabras
tra memoria personal. samente propio como el del conflicto variantes en algunos de los actores
armado interno es un campo de es- del conflicto, es un objeto de análisis
tudio relativamente reciente. Si bien que desde la historia del arte con-
EL CUERPO DEL DELITO podemos identificar una serie de temporáneo en Colombia no se ha
artistas que han insistido en seña- realizado profusamente, con excep-
La anticipación del fallecimiento de lar esta realidad, no es claro que ción de lo escrito por José Alejandro
Edualdo Díaz Salgado (Tito), alcalde exista un coqjus de carácter his- Restrepo en Cuerpo gramatical
del municipio de El Roble, Sucre, es tórico-critico que alionde en esta (2006) y Habeas corpus (Borja y
la crónica de una muerte anunciada. perspectiva. Así, referirse a la his- Restrepo, 2010). La capacidad de
El caso de Tito, como otros tantos, toria de las relaciones entre cuerpo, conmoción que puede causar la al-
circuló en los recuentos televisivos arte y conflicto armado en Colombia teración y el atentado contra la idea
de los noticieros nacionales y se per- no es tarea fácil: está primero el as- de cuerpo en el caso colombiano,
dió fugazmente entre el mar de imá- pecto de la longevidad inusitada del tiene un interrogante desde la pro-
genes que son emitidas sobre hechos devenir de la violencia política en ducción de la imagen, no así desde
violentos en el país. Colombia, que nos conduce de ma- las reflexiones criticas; las estrategias
nera inevitable a reconocerla como de visibilización que nos permiten
Un recuerdo de la niñez de la aitista un proceso de larga duración; y está, conocer que existe una copiosa pro-
Claudia Salamanca, en el que la pre- por supuesto, la relación análoga que ducción audiovisual y artística sobre
gunta por el significado de la muerte los artistas colombianos han llevado este tema, están aún en deuda con la
se desboca en la angustia de perder a con este proceso desde comienzos posibilidad de ampliar el espectro de
un ser querido, dialoga con los treinta del siglo XX. espectadores capaces de emancipar-
segundos que el expresidente Uribe se frente a estas imágenes del dolor.
otorgaba a los voceros de los muni- Esta relación ha pasado contadas
cipios de Colombia en los consejos veces —muchas, involuntariamen- Los lenguajes infringidos sobre
comunitarios transmitidos por televi- te— por la pregunta por el cuerpo: el cuerpo violentado en el caso co-
sión a lo largo de sus años de gobier- desde la pintura y el grabado en lombiano nos llevan a considerar
no. En una alocución desesperada. los años inmediatamente posterio- el cuerpo como ima categoría con-
Tito abusa del tiempo de que dispone res a la Violencia bipartidista, hasta ceptual para el análisis histórico y,
para reiterar que la presencia del pa- los procesos artísticos contemporá- por ende, a asumirlo como un he-
ramilitarismo en su región le valió la neos que cuestionan el estado actual cho político: el cueipo violentado es
suspensión de su cargo y es además la del conflicto armado, cada vez más un espacio de memoria en disputa.
antesala de su muerte. difuso por los sedimentos acumula- En este sentido, históricamente, las
dos a lo largo de su historia. Así, las expresiones artísticas en Colombia
En 30 Segundos, un video-arte rea- imágenes producidas por los artistas que se han enfrentado a esta condi-
lizado en el 2009, Salamanca dialo- colombianos son documentos vivos ción controvierten el riesgo de sim-
ga con la imagen del desconcierto: la e irrefutables fuentes primarias de plificar la violencia como un proceso
de Tito antes de su muerte. El video, la memoria histórica del cuerpo de monolítico, hacen reverberar la po-
reproducido y copiado múltiples ve- la violencia en Colombia: "Las imá- lifonía de las voces espectrales que
ces, desgasta la imagen a medida genes son, por tanto, nn elemento intentan construir unos relatos-otros
que la artista se pregunta por su pa- histórico; pero de acuerdo con el sobre un proceso en el que a veces
pel en la muerte del político, por el principio benjaminiano en virtud se cree, todo está dicho.

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EL CUERPO HISTORIOGRÁ- (Borja y Restrepo, 2010). Es posible histórico es cuidadosamente elabo-


FICO: HACIA UN DEBATE afirmar que la producción critica, rada por el autor; en el catálogo de
CONTEMPORÁNEO teórica e histórica de ambos auto- la exposición, las voces de diversas
res respecto al tema es nn intento de manifestaciones culturales (el cine,
El debate contemporáneo alrededor sacudir el pasado y hacerlo colecti- el teatro, la literatura) pusieron en
de la idea de cuerpo ha cobrado cada vo, a partir de la puesta en ejercicio evidencia los diversos criterios de
vez más relevancia dentro de las teo- —^voluntaria o involuntaria— de la representación de este proceso en la
rías del arte; la performatividad de estrategia benjaminiana de la ima- historia de las artes en Golombia.
las prácticas artísticas recientes y la gen dialéctica: tanto en el montaje
desmaterialización del objeto artís- curatorial como en el montaje histó- Gon respecto a la primera etapa de
tico dan cnenta de ello, pero en el rico escrito se establecen dentro del la periodización, "Arte y violencia
momento de transpolar estas prácti- arte colombiano relaciones paradó- bipartidista", nno de los ejes paradig-
cas al territorio colombiano, hay una jicas, tensas pero inevitables, en las máticos de la construcción del relato
problemática latente que merece que el pasado del confiicto entra en alrededor del tema qne nos concier-
especial atención: la relación entre tensión con el ahora. ne es para Medina, la publicación
cnerpo, arte y confiicto armado en la del libro La Violencia en Colombia
escritnra de la historia de las artes vi- En 1998, Alvaro Medina estnvo (Fais et ál., 1962) y sn coincidencia
suales en Golombia. a cargo de la curaduría de Arte y con el primer premio de pintura en
violencia en Colombia desde 1948, el Salón Nacional de Artistas otorga-
Si bien es posible dar cuenta de exposición realizada en el Mnseo do a Alejandro Obregón en 1962 por
una serie de textos que se pregun- de Arte Moderno de Bogotá. Allí, un cuadro del mismo nombre. Los
tan por este tema, sorprende que intentó elaborar un relato de lar- testimonios revelados por los auto-
la producción de debates acerca de go aliento sobre la relación entre la res del libro acerca de la sevicia y la
este aspecto no sea profusa. Pocos historia de la violencia política en el indolencia de los castigos coiporíües
han sido los ejercicios que nos per- país y la reacción de los artistas co- que cobraron validez durante la vio-
miten deducir el conocimiento que lombianos frente a ésta durante los lencia bipartidista no son solamente
generan las imágenes sobre confiic- últimos cincuenta años. Eran los testimonios escritos, las imágenes
to armado en el país, y a su vez, la tiempos del proceso de paz del go- publicadas allí tuvieron nn impacto
mediación del arte sobre éstas, en- bierno de Andrés Pastrana con las inusitado en la producción artística
tonces, el cuerpo de la violencia, EARG, y la cuestión era más que de los artistas de la generación con-
contado dentro del continuum de las fiagrante: si bien el arte colombiano temporánea: "El primer tomo de
artes en Golombia, es un relato en en las colecciones permanentes de la magna obra fne publicado en ju-
estado incipiente: esta condición re- los museos oficiales no da cuenta de lio de 1962, el mismo mes y año en
vela un relato no escrito, invisible en este relato, el proceso de las relacio- que Alejandro Obregón exhibió Vio-
las exposiciones de las colecciones nes entre arte y violencia en el país lencia y ganó el Salón Nacional, el
permanentes de los museos naciona- también es un proceso de larga du- premio de pintura. No es casual que
les, y, en consecuencia, ajeno, lejano ración que merece ser reconstruido. el gran libro sobre el tema y el que
y distante para los noveles investiga- sin duda es un gran cuadro, hayan
dores de la historia de las artes en Uno de los aportes más significati- coincidido" (Medina, 1999: 28).
Golombia. vos de Medina en la exposición fue
la premisa de dotar de una periodi- Años después, Medina desarrolló
Gabría destacar los trabajos de Al- zación a la relación histórica entre de manera más detenida el estu-
varo Medina y de José Alejandro el arte y la violencia en el país. En dio sobre esta icónica pintura. En
Restrepo; para ambos autores, la re- torno a cada uno de los ejes crono- un artículo publicado en la revista
lación de su trabajo con la escritura lógicos, las obras actuaron como Palimpsesto de la Universidad Na-
de la historia es simbiótico; tanto en fuentes primarias y articuladoras del cional, el autor describe cómo
la escritura como en la reahzación de relato curatorial. La descripción de
relatos cnratoriales emblemáticos, las circunstancias que marcaron su En La Violencia, el cadáver de la
como Arte y violencia en Colombia producción, el análisis formal y la re- mujer es al mismo tiempo nn pai-
desde 1948 (1999) y Habeas corpus lación de las formas con el contexto saje de montaña, como si su brutal

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LUISA FERNANDA ORDÖSEZ ORTECÓN ' EL C U E R P O ÜK LA VI0LENCL4 EN LA HISTORIA DEL ARTE COLOMBIANO

asesinato hiciera parte de la geo- narcotráfico, la instauración del pa- memoria de los euerpos de los desa-
grafía. Mujer yerta y madre tierra ramilitarismo y la violencia urbana parecidos es activada con el efímero
constituyen una sola cosa, impli- ratificada en todo nivel. Allí se hace aliento transmitido a un espejo des-
cando que la fertilidad primigenia evidente la abohción de la represen- de el cuerpo del espectador.
ha cesado. Ella, la figura, es en tación pictórica por estrategias más
sí misma el horizonte, horizonte conceptuales, este asunto, en sinto- Aunque Medina sólo llega hasta
aparentemente bloqueado, des- nía eon la inenarrabilidad explícita 1998 en el texto del catálogo, la pe-
esperanzador y sin futuro" (2003: de algunos hechos, devela un um- riodización que allí propone es una
132-133). bral en el que el discurso del arte guía de anáhsis fundamenta] para
y el conflicto armado contemporá- abordar las relaciones entre cueipo,
La segunda etapa de la periodiza- neos entran en debate, pues existe arte y conflicto armado en Colom-
ción, "La ^'ioIencia revolucionaria", una siniestra convergencia entre bia. Sin embargo, sobre el texto de
es un análisis detenido sobre las los dispositivos del lenguaje artísti- Arte y violencia en Colombia (1999)
implicaciones ideológicas que el
ambiente posterior a la Revolución
cubana tuvo en los aitistas colom-
bianos; por un lado, la militancia
política tomada de la mano con la
militancia artística; por el otro, la
gráfica y la nueva figuración como
los dispositivos idóneos para mediar
con las secuelas y las resonancias
que las imágenes de la violencia
del periodo anterior habían dejado
en la producción artística. En este
caso, serian casos emblemáticos las
obras Piel al sol ( 1963) de Luis Ángel
Rengifo, La cosecha de los violentos
(1968) de Alfonso Quijano, La ho-
rrible mujer castigadora (1965) de
Norman Mejía y El mariirio agi-
ganta a los hombres raíz (1966) de
Pedro Alcántara. En la obra de Ren-
gifo es apabullante la imagen de la
piel de una mujer desollada, secada
hteralmente al sol; en La cosecha de
B u í í - O I D.-VVID JARA COBO
los violentos, "la xdsta de la serie de
cadáveres ordenados es macabra; el
árbol lúgubre que protagoniza el pa- CO contemporáneo y los modos de quedan algunos cabos sueltos: el pri-
norama de la muerte no es una señal mostrar u ocultar la cruenta magni- mero, el rastreo por la pregunta más
de alerta, es una cruda resignación" tud de la violencia sobre los cueipos atrás de 1948, cuando la relación
(Ordóñez, 2009: s/p). de las víctimas y victimarios. Casos entre arte y violencia en Colombia
como el de la serie Thanatos, de existía, pero la circulación de las
La última etapa en la periodización Becky Mayer (1992), en el que las imágenes era más limitada que en
es la de la "Violencia narcotizada" y fotografías de cadáveres varian se- la segunda mitad del siglo pasado.
el arte colombiano que a partir de la gún el montaje entre transparencias El segundo, un análisis del cuerpo
década de los años ochenta se ha en- en cajas de luz hasta reproducciones como una metacategoría conceptual
frentado con un estado del conflicto de dimensiones métricas, contrastan que abraza tanto el componente po-
más difuso, complejo e irresoluble: con la sutileza y, al mismo tiempo, la lítico como el artístico: el cueipo de
la permeabilidad de la sociedad co- contundencia del mensaje de Alien- la víctima, el del desplazado, el del
lombiana frente a la cultura del to (1995), de Óscar Muñoz, donde la desaparecido, los cuerpos que ya-

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la obra de este artista: es el caso de


la serie América equinoxial, donde
se establece una relación dialécti-
ca entre la gráfica de la "Ceografía
de las plantas, o cuadro físico de los
Andes equinocciales y de los países
vecinos" (1808) de Alejandro Hum-
boldt con el túmulo funerario de la
Batalla de Palo Negro en la Cuerra
de los Mil Días. Este montaje pa-
radójico es señalado por Restrepo
como imprescindible: "[...] se hace
necesaria cierta crueldad contra el
sentimentahsmo de la mirada y bas-
tante humor contra la seriedad de la
dialéctica. Como problema de ópti-
ca, el problema de poder también
debe detenerse en cosas casi imper-
ceptibles" (2001: 52).

La apuesta de José Alejandro


Restrepo se fundamenta en un
diálogo entre fuentes primarias en-
contradas por él mismo o citadas
por violentólogos en sus libros, y
Zapallo Grande | DAVID JAKA COBO múltiples referencias teóricas a la
intelligentsia francesa: las voces
de Roland Barthes, Julia Kristeva
cen en los ríos, el silencio o el dolor, Sobre la obra de José Alejandro y Michel Eoucault discuten con las
la ausencia del cuerpo y los conse- Restrepo como artista, teórico y voces de las víctimas de las masacres
cuentes duelos pendientes son sólo curador, se ha escrito poco. Es im- paramilitares, Eernando Caravito o
enunciados en la descripción de las portante enunciar el texto escrito Laureano Cómez. Restrepo juega
obras analizadas. por José Ignacio Roca en el 2001 a en sus textos con las posibilidades
propósito de la exposición Transhis- didácticas del montaje en la escri-
Casi una década después de Arte torias, como preludio a la reflexión tura de la historia y con la noción
y violencia en Colombia, José Ale- que se desprende sobre el cuerpo y de intertextualidad, reivindicada
jandro Restrepo escribió Cuerpo el arte en Cuerpo gramatical (2006). anteriormente por Kristeva, pero
gramatical: cuerpo, arte y violencia En Transhistorias, una genealo- este juego puede convertirse en un
(2006). En este texto, la fragmen- gía del trabajo de Restrepo sobre arma de doble filo cuando un inves-
tación del cuerpo, una estrategia la idea de cuerpo, infiuenciado por tigador intente encontrar la voz del
tanto plástica como retórica, da pie sris estudios en medicina y luego artista sin la mediación de sus ami-
para problematizar los modos en en artes plásticas, devela un interés gos franceses, o peor aún, correr el
que se puede establecer una rela- por la violencia como una categoria riesgo de escuchar a Caravito con
ción paradójica entre el cuerpo y la genérica que alberga distintas he- la voz de Derrida cuando intente
historia de la violencia en el país; rramientas de anáhsis a partir del encontrar el testimonio de la vio-
la propuesta teórica de Restrepo se cuerpo como volumen irradiador lencia colombiana en una época
materializa en el 2009 con Habeas de la primera. El montaje como re- determinada.
corpus, una exhibición cuyo hori- curso creativo para la escritura de la
zonte curatorial sigue los postula- historia a partir del arte es un aspec- Sin embargo, la lucidez del diálogo
dos de Cuerpo gramatical to que no puede eludirse dentro de iiitertextual de Restrepo permite una

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LUISA FERNANDA ORDONEZ ORTEGÓN I EL C U E R P O DE LA VIOLENCIA EN LA HISTORIA DEL ARTE COLOMBIANO

lectura inédita entre las relaciones fragmentación, aquí se plantea como abordar el problema que nos com-
que vinculan arte, cueipo y violen- todo un cuestionamiento a la familia- pete desde distintas latitudes. En
cia en Colombia. La fragmentación ridad del cueipo, a su capacidad de Arte como presencia indéxica (2010),
del cueqDO como estrategia retórica perturbación y fascinación frente a Margarita Malagón se propone es-
para componer coipus críticos sen- cualquier espectador desprevenido. tudiar la obra de Beatriz Conzález,
sibiliza tanto en la lectura como en Así, las categorias que pautaron el Óscar Muñoz y Doris Salcedo en la
la memoria de los espectadores de relato de la exposición fueron las de década de los años noventa. El postu-
la exposición del 2009. El cuerpo al- cuerpo expuesto, una serie de imáge- lado básico de la presencia indéxica,
berga la cuestión de depósito de una nes en donde la idea de la desnudez de la idea de huella, de rastro, que
memoria poh'tica, de un mensaje que era puesta en cuestionamiento, atra- en la obra de los artistas estudiados
debe ser leído en clave gramatical. vesada por el concepto de género y, subvierte la idea de la representación
allí, reforzada con imágenes como y permite plantear nuevos modos de
Podría establecerse una "anato- Trata de blancas (ca. 1940), de Dé- disponer el diálogo entre las artes y
mía política" donde se vería cómo bora Arango; Violencia, de Alejandro la violencia, se confronta con algunos
estos cuerpos se ven censurados, Obregón (1962); y Femme, de Louise momentos de lapsns que contradicen
encerrados, domesticados, tortu- Bourgeois (2005). La segunda cate- algunas de las afirmaciones legiti-
rados, despresados, aniquilados, goria fue cuerpo octdto, en donde el madoras del libro. Por ejemplo, la
respondiendo a fuerzas históricas horror y el morbo conviven en la con- introducción tü texto plantea la cues-
y míticas, respondiendo a cier- frontación del espectador frente a la tión: "¿Ptiede uno representar algo
ta racionalidad pei-versa. Detrás exposición de huesos humanos, reli- que desafía el entendimiento? ¿El
de la barbarie "irracional", hay caiios y relatos de mártires políticos hecho de estetizar un acto de violen-
evidentemente toda una serie de y religiosos. Cuerpo fragmentado es cia distrae o disminuye su horror?"
razones políticas y económicas y, toda una disección en el montaje para (Malagón, 2010: 1).
sin duda, una conciencia sobre narrar las relaciones de cada una de
tácticas anatómico-políticas (Res- las partes del cuerpo con el pensa- En su pregunta por enriquecer el
trepo, 2006: 13-14). miento cristiano y la constmcción de debate sobre una posible función
memoria histórica; esta sección estu- social de las obras de aite, hacer
En el trayecto que va de Cuerpo gra- vo sustentada con objetos científicos; ciertas generalizaciones bloquea las
matical a Habeas corjms, las partes del obras de Louise Bourgeois, Beatriz posibilidades de diálogo entre las
cueipo aglutintm el entramado que se Conzález, Luis Ángel Rengifo; e ico- obras analizadas y la historia contem-
teje entre la teoria y los testimonios nos religiosos. Por liltimo, el cuerpo poránea, no sólo en términos políticos
del conflicto en el país. En Cuerpo nwrtificado, categoria soportada por sino también artísticos. Pese a ello.
gramatical, las obnis de arte no es- un entramado de obras e imágenes Arte como presencia indéxica es un
tán dispuestas para dialogiu- constan- en un diálogo simüar a los anteriores. ejercicio juicioso en el que se inten-
temente entre éstas, y está presente ta definir, en la convergencia de un
ante todo el diálogo del trabajo plásti- Habeas corpus es un ejemplo de momento liistórico y un momento
co de Restrepo con imágenes e iconos cómo el cuerpo y el arte se constitu- personal en el trabajo de los artis-
del aite religioso que demuestran la yen en fuentes primaiias para escri- tas, la transversalidad del discurso
herencia de ciertos castigos y marti- bir la historia. Aunque la exposición de la violencia, independientemente
rios católicos, manifiesta en masacres no se focalizó en el caso particular de los dispositivos elegidos por ellos.
paramilitares o toituras con una insó- colombiano, la presencia de obras El cuerpo del conflicto armado, que
lita justificación política. icónicas como Violencia o Piel al sol para la década en cuestión está llama-
consiguió la contundencia suficiente do constantemente a la desaparición,
Al contrario, en Habeas Corfms el para que la experiencia sensible en tiene una tonada constante en el libro.
espectro de posibilidad de que las relación con un relato histórico pu-
obras de arte de diversos artistas re- diese ser reactivada. Otra publicación contemporánea
verberen y dialoguen con objetos a esta última es Sitios de contienda:
históricos y memorias traumáticas es Adicional al trabajo de Medina y de producción cultural colombiana y
más latente. La estrategia curatorial, Restrepo, recientemente se han pu- el discurso de la violencia (2010),
planteada en sintonía con la idea de la blicado algunos textos que intentan escrito por Juana Suárez. El apor-

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te de este texto es la transversalidad fotografías, los videos, la conversión qne acaba de dar muerte al otro,
del discurso hacia prácticas artísticas de los relatos hablados en imágenes que yace desangrándose frente a
que superan el ámbito de la plástica: develan una serie de acciones políti- él [...].
el cine, la danza y la música hacen cas justificadas que cuentan una ver-
parte de la narración propuesta por sión de la historia. El título de este dibujo y el año en
Suárez. Este texto se resuelve a par- que se produce son inquietantes:
tir de la relación simbiótica que hay Corte de franela, 1916. El corte
entre los estudios cinematográficos MÁS ALLÁ DE LA IMAGEN de franela se popularizó en el pe-
y los estudios culturales en los que INTOLERABLE riodo de la Violencia (décadas de
está formada la autora, lo que im- 1940 y 1950) entre los partidos li-
pide la búsqueda de las relaciones En el capítulo "La imagen into- beral y conservador en Colombia:
que hay entre las producciones cul- lerable" de su libro El espectador consistía en degollar a la víctima
turales que analiza en su libro y las emancipado (2010), Jacques Ran- con un corte alrededor de cuello
fuentes primarias que podrian po- cière cuestiona la idea del testigo y que simulaba la forma del cuello
sibilitar un análisis que arroje una del espectador frente a produccio- de una franela o camiseta. Una
imagen más verosímil de la realidad nes visuales que confrontan y que al referencia de cuatro décadas an-
colombiana. En el caso de Sitios de mismo tiempo, son capaces de gene- tes de la época citada sobre esta
contienda, la pregunta por el cuerpo rar culpa: la tensión entre la imagen forma de crimen, implica que este
no queda del todo resuelta. justa, la contundencia de un hecho escabroso tipo de homicidio tiene
y la necesidad de explicitarlo se ven un pasado más remoto del que su-
¿Qué nos queda de todo lo ante- enfrentadas. Los acontecimientos ponemos (Ordóñez, 2009b: s/p).
rior? Esta pequeña antología de la del mundo contemporáneo son irre-
escritura de las relaciones entre ar- presentables por la ferocidad de las La demanda por la toma de po-
tes y conflicto armado en Colombia realidades que revelan y, entonces, el sición frente al estado de cosas
plantea cuestiones que deben ser artista, el fotógrafo, debe tomar dis- conñictivo que atraviesa la historia
resueltas, como la del papel de la tancia para poder acercarse a éstas. colombiana no puede ser una impo-
producción artística y de la imagen sición para los artistas colombianos.
violenta en la escritura de la histo- Son decenas de artistas los que en el No obstante, es preciso cuestionar la
ria nacional. En un país que prefiere caso colombiano han intentado res- agencia que la imagen puede tener
los medios a las letras, es la imagen ponder a lo intolerable de la imagen en la definición de la idiosincrasia
la que tiene el poder de construir en la violencia del país; la historia de nacional, y en este sentido, el arte
nación, así el cueipo y el arte como esta herencia iconográfica tiene res- puede acudir a un llamado: el de
fuentes primarias deberían asumir paldo desde hace casi un siglo. La producir la conmoción en los espec-
su lugar en el reparto de lo sensible a pregunta por el cuerpo, aunque no es tadores absortos de la realidad. En el
partir de la imagen como mediación. evidente en todos los casos, sí subya- caso de Rendón, la salida fue la ca-
ce y reverbera en cada intención plás- ricatura, sin embargo, mientras que
Para los historiadores del arte, no tica en la que la historia del conflicto en el trayecto de la historia del arte
puede ser ajeno que "un estudio so- armado ha sido sujeto de represen- del siglo XX diluye el paradigma de
bre la escritura de la historia colom- tación, interpretación o diálogo por la representación, el trayecto de la
biana no puede perder de vista las parte de los artistas locales. historia colombiana subvierte cual-
pretensiones que han tenido muchos quier posibilidad de pensar que tras
de los discursos históricos; es decir, En 1916, el caricaturista Ricardo los cuerpos violentados como prue-
la de afirmar un sentido de perte- Rendón publicó en un diario local ba reina de la representación del
nencia y cohesión de una sociedad " una imagen: conflicto hecho materia haya algo
(Betancourt, 2007: 23). La nación y más que decir que lo que estos mis-
la noción de pasado a través de la his- El victimario y la víctima, ambos mos dan cuenta. Entonces, ¿qué le
toria del arte colombiano deben ser, mulatos, son los protagonistas de queda al artista?
entonces, cuestionadas. Las fuentes esta escena. El primero, de figura
de las que se sirven los artistas e his- imponente, capa negra y manos Es cierto, las imágenes de la his-
toriadores sobre el tema, es decir, las grandes, sostiene un arma con la toria del conflicto colombiano

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LUISA FERNANDA ORDONEZ ORTECÓN ! EL CUERPO DE LA VIOLENCIA EN LA HISTORIA DEL ARTE COLOMBIANO

constantemente se encnentran en reproducidos, va descubriendo poco los victimarios frente a sus xactimas
llamas, reclamar al artista interve- a poco un procedimiento qne para por los actos cometidos. Estas imá-
nirlas, apropiarse de éstas, recono- nadie es ajeno: en la toma de las genes obsesivas y omnipresentes
cer sn papel en la construcción de huellas dactilares está la prueba de controvierten la intermitencia del
sujetos políticos es de por sí nna em- nuestra existencia material como in- espectador, pues reclaman una mul-
presa abrnmadora. Guando la cues- dixddnos. La sorpresa que horroriza tiplicidad de lecturas.
tión del conflicto armado es una al espectador es que la mano que
demanda del mercado, "muchos hace parte de esta toma de huellas El problema no concierne enton-
artistas erigen ini arte socialmente no tiene cnerpo, es el rastro de un ces a la validez moral o política del
comprometido como un acto puri- cadáver desmembrado de nn actor mensaje trasmitido por el disposi-
tano que redime y remueve la culpa del conflicto armado: esa mano rí- tivo representativo. Concierne a
que produce la oportunidad de po- gida, tétrica e intolerable es además ese dispositivo mismo. Su fisura
der practicar nn ocio creativo" (Os- la evidencia material de un estado deja aparecer que la eficacia del
pina, 2010), sin embargo, en el arte de cosas político inalterado, el de arte no consiste en transmitir
contemporáneo colombiano, existen un conflicto armado que persiste a mensajes, ofrecer modelos o con-
reiterados casos de artistas que han través de los años a pesar de los in- tramodelos de comportamiento o
trabajado el dilema de esta historia usitados niveles de transgresión de enseñar a descifrar las represen-
impronunciable: el cueipo, o la au- la condición qne ha alcanzado. taciones. Consiste antes que uada
sencia de éste es asumido como el en disposiciones de los cueipos
protagonista principal. Las nocio- Ese mismo año, Glemencia Eche- [...]. (Rancière, 2010: 57).
nes de víctima, victimario, despla- verri realizó la video-instalación
zado, desaparecido o desinovilizado Versión libre. En nn espacio oscuro, Aunque no es definitivo que esté
se controvierten y se alteran desde la el fantasma de la violencia se tra- en los artistas la responsabihdad
producción de la imagen espectral, dujo en la proyección de sn imagen única de activar nuevas miradas del
proyectada o material. espectral: el obsei"vador se encontra- conflicto, sí existe un entramado
ba atravesado por imágenes de tres histórico de imágenes producidas
Basta ilustrar con un ejemplo: en metros de alto de hombres encapu- alrededor de éste que demandan
el 2011, la artista Glaudia Salaman- chados que caminaban en el vacío. una Historia, con mayúsculas; para
ca realizó Evidencia material. Este Estos cuerpos que aunque estáticos, aprender a verlo, ella permitirá
video relata en ocho minutos las daban la impresión de desplazarse, que la imagen misma hable y sea
desventuras de un líder guerrillero eran desmovihzados del proceso de interlocutora de los testimonios
capturado por el GTI de la Eiscaha; Verdad, Justicia y Reparación lle- que allí reposan. Así las cosas, la
este relato se revela paulatinamente vado a cabo durante el gobierno relación entre cuerpo, arte y vio-
a medida que la imagen del video, de Alvaro Uribe, e iban relatando lencia en la escritura de la historia
intervenida por una interfaz que sus hazañas y desventuras, en algún del conflicto armado en Golombia
asemeja un punto negro distorsiona- momento, la pista sonora termi- no será solamente el resultado de
dor del nudo de los acontecimientos naba con la solicitnd de perdón de una sintonía con los debates con-

Cayapas- \lijlia / Cas( ada de San Miguel / El Alabado | D.VVID JARA C:ÜBO

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38 l ABRIL DE 2013 1 UNIVERSIDAD CENTRAL I COLOMBIA

temporáneos sobre el lugar del arte colombiano sobre ésta y a pro- cicio escrito como en el curatorial,
cuerpo en las prácticas artísticas pósito de sí misma, el poder de tur- exponer esa historia del cuerpo
contemporáneas; el nivel de la tra- bación que las imágenes televisivas que permita devolverle al espec-
gedia colombiana, transgresora y han perdido. Es deber de la escri- tador anestesiado la capacidad del
continuamente confusa, tiene en el tura de la historia, tanto en el ejer- desconcierto.

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