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CAPÍTULO XXIX

El afecto amistoso en los primeros siglos del cristianismo.

La mente humana se ha forjado dos rutas para llegar al conocimiento de la verdad. Los

helenos, se apoyaron en la razón y la lógica para resolver los enigmas de la naturaleza

y del propio espíritu.

Los hebreos, pueblo pastoril y guerrero, se tuvieron siempre por un grupo escogido para

realizar los designios de Dios, y antes que a la razón, confió a la contemplación la

búsqueda de la ciencia.

Los helenos fueron los padres de la ciencia y de las artes; los hebreos, los autores de la mística

y de los códigos de moral.

Cuando el espíritu semítico triunfó del griego, a lo largo del tiempo, con la implantación del

cristianismo, la fruta sazonada del árbol judaico, por fuera había de sufrir honda

modificación el concepto de la amistad. Como lo hemos anotado ya en uno de los

capítulos de esta obra, existió en el pueblo de Israel un antagonismo profundo e

instintivo contra el homosexualismo y el episodio de la destrucción de Sodoma y

Gomorra1 señala la sublimación de esa aversión, que forzosamente debía heredar la


1 Según el Génesis 19 del Nuevo Testamento Sodoma y Gomorra fueron dos ciudades destruidas por Dios tras
haber cometido un pecado. Basado en lo que se señala en el Génesis, se ha interpretado que las ciudades de
Sodoma y Gomorra, fueron destruidas debido a que los sodomitas habían intentado violar o participar en
relaciones homosexuales con los ángeles que visitaron la casa de Lot. (Medina, Graciela; Los homosexuales y el
Derecho a contraer matrimonio; Argentina; s.f, pp. 28-29)

Génesis 19: Hospeda Lot en su casa á los dos Angeles, los quales le sacan de la ciudad con su mujer y dos hijas.
Baxa cielo del cielo contra la Pentápolis, y son abrazadas sus ciudades, excepto la de Segór. Castigo de la
mujer de Lot. Incesto de Lot con sus dos hijas. Génesis 19:1-25: Y llegaron los dos Angeles á Sodoma al caer de
la tarde, y quando Lot estaba sentado á las puertas de la ciudad. El qual quando los vió, levantóse, y salió á
recibirlos: y adoró inclinándose ácia la tierra […] Y antes que se fuesen á acostar, los hombres de la ciudad
cercáron la casa desde el niño hasta el viejo, todo el pueblo á una. Y llamáron a Lot, y dixéronle: ¿En dónde
están los hombres, que entraron de noche en tu casa? Sácanoslos acá, para que los conozcamos. Salió a ellos Lot,
y cerrando tras de sí la puerta, dixo: No queraos, os ruego, hermanos mios, no queráis hacer tal maldad. Tengo
dos hijas, que aún no han conocido varón: os las sacaré y abusad de ellas como gustareis, con tal que no ha,gáis
ningún mal á estos hombres, pues han entrado á la sombra de mi texado. Pero ellos respondieron: Quítate allá. Y
aun añadieron; te has entrado acá, como extranjero; ¿será quizá para ser juez? Pues á ti, te tratarémos peor que á
religión del Nazareno. El silencio de su fundador a este respecto, es harto significativo.

Su terrible ira contra las torpezas humanas descargó sus más certeros golpes contra la

hipocresía y la mentira antes que contra los desfallecimientos de la carne. El caso de la

cortesana de Magdala2, de la Samaritana3 y de la mujer adúltera4 son palpables

testimonios de ello. 

La causa de la nueva actitud hacia el amor de los camaradas no finca tanto en la tradición

judeo-paulina como precisamente en el origen que siempre le atribuyen los sociólogos

y psicólogos: la reclusión de la mujer y su pasividad frente a la vida pública. Sendas

situaciones se dieron en el mundo helénico y, en general, en las naciones de Oriente.

Cuando Roma empezó a decaer, aparecieron toda suerte de perversiones sexuales; la

población disminuyó en consecuencia, y el hecho lo atribuyó sin duda el nuevo credo,

que tan en alto colocaba a la pureza. Al desenfreno de las pasiones aberrantes.

El contenido más novedoso del cristianismo fue el sitio excepcional que concedió a la mujer

en la sociedad, y esta reforma tan radical en las costumbres de la época, junto a las

consideraciones antes nombradas, cambiaron el centro de gravedad del amor: del

adolescente pasó a la mujer; el clan cesó de ser al mismo tiempo el núcleo primitivo de

la vida social, y su poderío fue a parar en la familia, en el hogar.

El vínculo entre los hombres dejó de ser una institución social que traía aparejado una

exaltación de los sentimientos afectivos; durante muchos años sufriría la amistad así

concebida, un tabú.

ellos. Y hacían grandísima violencia á Lot: y estaban ya á punto de forzar las puertas: Quando los hombres
alargáron la mano, y metiéron á Lot dentro, y cerráron la puerta. Y a los que estaban fuera hiriéron con ceguedad
desde el menor hasta el mayor, de manera que no pudieron atinar con la puerta. Y dixéron á Lot ¿Tienes aquí á
alguno de los tuyos? Yerno, ó hijos, ó hijas, todos los que te pertenecen, sácalos de esta ciudad. Porque vamos á
destruir este lugar por quanto se ha aumentado su clamor delante del Señor, que nos ha enviado para destruirlos
[…] Y el Señor llovió sobre Sodoma y Gomorrha azufre y fuego de parte del Señor desde el cielo: Y destruyó
estas ciudades y todo el territorio al contorno, todos los moradores de las ciudades, y todo lo verde de la tierra.
(La Biblia Vulgata Latina; Londres, Scio de S. Miguel, P. 1857, pp.14-15).
2 Referencia a un pasaje bíblico del Antiguo Testamento (Cantar de los cantares 1:1- 14:8).
3 Referencia a un pasaje bíblico del Nuevo Testamento (Juan 4:5-29)
4 Puede estar haciendo referencia a un pasaje bíblico del Nuevo testamento (Juan 7:53-8:11)
El ancho curso del amor heroico entre personas del mismo sexo, hubo de enfrascarse en un

arroyuelo, que muy luego debió ocultarse de la superficie social. 

No se agostó5 este sentir tan profundamente arraigado en la naturaleza humana, pero perdió su

real alteza, su antigua dignidad, y, ¿cómo no decirlo?, su encantadora poesía. 

Poco digno de mención ofrece la Edad Media, acerca de la idealidad amistosa; la religión

influye en todas las acciones y aleja al hombre de la pura e ingenua expresión de su

individualidad. 

No es cosa de sorprenderse de hallar las más hermosas manifestaciones del antiguo sentir,

precisamente en el sacerdocio y, entre los monjes, pues tanto unos como otros

estudiaban con diligencia a Platón, a Aristóteles y a Virgilio. 

***

Cabe afirmar que la novela más interesante del mundo es el relato de la vida íntima de un

alma grande. 

En el dilatado curso de la historia literaria, tan sólo tres hombres han procurado poner al

desnudo su alma ante el público: el africano Agustín de Tagaste 6, Juan Jacobo

Rousseau7 y el cardenal Enrique Newman8. El más interesante de los tres, por su

sensibilidad extraordinaria, su profunda inteligencia y su alma hondamente poética, es

Agustín. No conoce el recato en la expresión de sus emociones, y ello le hace un caso

excepcional para el estudio de la psicología humana.

5 Según la RAE este verbo transitivo posee varios significados: “1. Dicho del excesivo calor; 2. Consumir,
debilitar, o destruir las cualidades físicas o morales de alguien”.
6 Aurelio Agustín (Tagaste, 354 – Hippo Regius, 430) fue un escritor, teólogo y filósofo cristiano.
7 Jean- Jacques Rousseau (Ginebra, 1712 – Ermenonville, 1778), fue un escritor, filósofo, botánico y músico de
la ilustración francesa. En 1782 publica su obra autobiográfica titulada Las Confesiones, en la cual el autor
expone su vida.
8 Considerado una figura sui generis, John Henry Newman (Londres, 1891 – Birmingham, 1890) se destacó en
el ámbito de la filosofía y la teología. Llevó adelante una suerte de diario íntimo durante los años 1859 y 1879 en
el que registró y dejo constancia de toda su vida y sus descubrimientos.
Las Confesiones9 de este hombre sensitivo, que llegó a la meta de la espiritualidad, después de

atravesar las más variadas aventuras del alma, refieren con sencillez y humildad,

adornadas de un lirismo conmovedor, las sucesivas etapas de una vida que se entrega

como si fuera un acto de humillación a sí mismo, para servir de guía a otros pecadores.

Nada de lo que nos acontece es indigno de referirse, si va con ello una admonición para el

futuro, o posee importancia espiritual. Y de dieciséis años, los impulsos incontenibles

de los deseos carnales estremecieron su alma. Su novel y tierna virilidad se entrega a

una senda llena de acechanzas, de deseos que sólo puede satisfacer de manera

incompleta:

No tenía yo, a la sazón, otro placer que amar y ser amado. Mas no sabía yo

conservarme en los límites de una amistad pura y luminosa, y los vapores que

se elevaban del limo10 de mi concupiscencia11 y de los hervores de la juventud,

envolvían y oscurecían mi corazón, al extremo que yo no sabía distinguir entre

la serenidad de un afecto honrado y las tinieblas de una pasión infamante. Ese

doble deseo que se agitaba confusamente en mí, arrastraba a mi mocedad a

través de los precipicios de todas las pasiones12.

Y remata la confesión de sus yerros13, que se siente le roen el corazón, con esta flor retórica:

“¿En dónde me hallaba yo entonces, y a qué distancia estaba desterrado de las delicias de

vuestro tabernáculo, en mi decimosexto año señas de edad, en el cual cedí el cetro de

mi alma a la voluptuosidad?14”
9Obra escrita por San Agustín en la cual declara aspectos trascendentes de su vida: su juventud “pecadora” y su
posterior conversión a la fe.
10 Según la RAE, este término hace referencia al lodo
11 Según la RAE, concupiscencia en la moral católica, es el deseo de bienes terrenos y, en especial, apetito
desordenado de placeres deshonestos.
12 El autor no referencia esta cita en el cuerpo del texto, pero se cita allí un fragmento del inicio del capítulo 2,
del libro II de Confesiones
13 Según la RAE el término proviene de la palabra errar. Hace referencia a una falta o delito cometido, por
ignorancia o malicia, contra determinados preceptos y reglas de un arte y contra las leyes divinas y humanas.
14 El autor no referencia esta cita en el cuerpo del texto, pero al igual que en la cita anterior se refiere al capítulo
2 de las Confesiones de San Agustín Se cita allí el anteúltimo párrafo de dicho capítulo.
¿A qué excesos habría llegado cuando sus padres pensaron en desposarlo?

Más abajo describe Agustín aquello de la erección: “Una vez, estando yo en el baño, me vio

mi padre con señas de pubertad, como lisonjeándose ya con la esperanza de tener

nietos”15.

He aquí cómo juzga los maleficios de la amistad:

¡Oh amistad enemiga! Fuente impenetrable de seducción para las almas, placer

de hacer daño, nacido del juego y de la chanza, deseo de perjudicar a otros, sin

llevar en ello ningún interés personal, sin ninguna pasión de venganza. Mas

cuando se oyen estas palabras: ¡Eh! hagamos aquello, se tiene vergüenza de no

parecer tan imprudente como los demás.16

El eco de sentir urano vuelve a escucharse en este lamento sobre su conducta, cuando frisaba

los dieciséis años: 

“Mancillé las fuentes de la amistad con las inmundicias de la concupiscencia; yo ensombrecí

la pureza de aquella con los vapores de la pasión”17

No en balde, halló el hijo de Patricio 18 la luz del espíritu en la lectura de las obras de Platón; si

en la amistad encontró, en ciertas oportunidades, angustias, celos, sospechas, temores,

enojo y peleas, también le proporcionó ella, paz y descanso. En su corazón sentimental

desbordante de ternura, el amor se confundía fácilmente con la amistad. fue un amigo

tan exquisito que algunas de las descripciones de sus excelsos afectos suenan como la

melodía envolvente de la terneza femenina.

Fue toda su vida un incomparable ejemplo de la amistad apasionada y fiel hasta los umbrales

y, más allá de la muerte. 

15 En el texto original, aparece a continuación de esta cita la siguiente referencia bibliográfica: («Confesiones»,
libro II, cap.2). Aunque según las versiones de los textos trabajados, puede estar refiriéndose al capítulo 3 y no al
2.
16 En el texto original, aparece a continuación de esta cita la siguiente referencia bibliográfica: (II, cap.9)
17 En el texto original, aparece a continuación de esta cita la siguiente referencia bibliográfica: (III, cap.1).
18 Patricio es el nombre del padre de San Agustín.
De su estada en Cartago19, la gran metrópoli de África, datan sus amistades nobilísimas:

Alipio20, su coterráneo, obispo futuro de su ciudad natal, que le acompañó a Cartago y

a Milán, Nebridio21, dilecto camarada, al cual amó con exaltación, y sobre cuyo

prematuro desaparecer ha escrito páginas tan desgarradoras; Honorato22, que por su

culpa se convirtió al maniqueísmo; y aquel mozo misterioso, que amó apasionada y

locamente, el cual murió en Tagaste23 y cuyo nombre calla en sus memorias.

Esta aventura de su alma, que aún seguía el ímpetu de un misticismo pagano, merece citarse:

En la época que yo había comenzado a enseñar en mi ciudad natal, la

comunidad de intereses intelectuales me aquistó la amistad de un joven, que

me era infinitamente caro, mancebo de mi misma edad y semejante a mí en la

flor de la adolescencia. Habíamos crecido juntos, ido a la escuela de la misma

suerte y compartido los mismos pasatiempos. Empero, no era todavía a la

sazón el amigo que luego fue para mí; y, aun cuando se volvió amigo

verdadero, no puedo aseverar que existiera entre nosotros genuina amistad,

pues solo es cabal la amistad que vos cimentáis entre vos mismo, entre

vuestros siervos, mediante, esa caridad derramada en nuestros corazones por el

Espíritu Santo que nos es dado […]24

Bibliografía:
19 Cartago fue una antigua ciudad del norte africano (actualmente Túnez) fundada por emigrantes fenicios a
finales del siglo IX a.C.
20 Alipio fue un pastor y teólogo, discípulo y amigo de San Agustín.
21 Nebridio fue un íntimo amigo de San Agustín durante su juventud. Las únicas fuentes que se tienen para
conocer a esta persona son las cartas que intercambió con Agustín.
22 Honorato fue un amigo de San Agustín.
23 La ciudad de Thagaste (o Tagaste) ubicada en el actual territorio de Argelia, es el lugar de nacimiento de San
Agustín-
24 El autor no referencia esta cita en el cuerpo del texto, pero este fragmento se extrae del capítulo 4 del libro IV
de las Confesiones.
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utilidad.html#:~:text=Honorato%20era%20un%20amigo%20de,Honorato%20la%20definici

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