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PROPUESTA ARTÍSTICA
1. Nombre de la propuesta
2. Descripción de la propuesta
En “Tartas de perro", el joven narrador describe cómo suele acompañar a su madre a cazar perros y gatos para
hacer empanadas de carne. Empanadas que vende, humildemente, al frente de la iglesia, antes de que la mujer
sea detenida y él, y su hermano, sean enviados a un orfanato.
En “Madre”, un niño cadáver le habla a su madre enloquecida, describiendo su relación con ella y develando, poco
a poco, los pormenores de su muerte. y cómo la locura se ha ido apoderando de la mujer.
Ambos cuentos están atravesados por elementos socioculturales que conducen hacia una reflexión bastante cruda
sobre la maternidad, sobre la orfandad de quien debe sobrevivir el mundo a pesar de la miseria y la ausencia,
rodeado por desigualdades socioeconómicas que le conducen a la más honda desesperanza. El vínculo
materno-filial de los narradores de ambos cuentos señala esa necesidad de encontrar refugio en el otro para poder
armarse de valor, en contra de las condiciones más agrestes de una sociedad cargada de rumores y de vecinos
que señalan con el dedo, de una sociedad a la que no le importa devorar a sus propios hijos al estilo del Saturno de
los romanos. Y, al despuntar el sol de un nuevo día, ambas historias adquieren sentido ante la necesidad de quien
asume su maternidad contra todo y contra todos, contra la violencia y el abandono, y contra la incertidumbre de un
mundo que se cae a pedazos, algo de lo que bien sabemos en el sentido de nuestro ser latinoamericano.
Así, estas historias permiten que el lector pueda identificarse con ambos narradores, no desde una aproximación
externa a la sensación de soledad y una especie de pornomiseria, sino desde las tripas, desde el hambre, desde la
identificación empática con los personajes. Un distanciamiento brechtiano que le permite sentir, bajo la carne, el
dolor y el miedo impresos en sus voces. Un golpe al estómago que nos obliga a vomitar la intoxicación de un
mundo moderno que se nos mete en la garganta y amenaza con extinguir nuestros propios latidos, nuestra propia
sensibilidad.
Abordar estos temas, en tiempos convulsos como los actuales, es una aproximación a las madres de miles de
desaparecidos, con un terror que desconoce la obra de los más grandiosos novelistas, y casi que podríamos asistir
a los rituales del dolor que habitan sus corazones desde hace tanto, tan intensamente. Son cuentos para leer
mientras se dobla la ropa del hijo que nunca más volverá a casa, mientras se siente que hubiese sido mejor parir
hacia adentro, hacia el universo mismo que rodea al corazón de las madres, y no sembrar de sangre, al estilo de
García Lorca, un mundo que no resiste ya más escarceos con la muerte.
3. Soporte de la obra
TARTAS DE PERRO
“Era evidente que muchos de los perros más gordos del pueblo
Ambrose Bierce
Me gustan los animales. A mamá también le gustan los animales, pero ella me da
miedo. Huele raro. A Carlos no le gusta ir con mamá. Pelea y dice que no va. Mamá lo
amenaza con un palo, pero Carlos dice que no va, que no va. Entonces sale con el
garrote en una mano y me da la otra. Yo no quiero darle la mano a mamá porque mamá
huele raro, pero ella me mira feo. Me mira como mira a Carlos cuando le dice que no
quiere ir.
—Si viene alguien, no grite, no me haga pegarle como la otra vez. Me avisa, pero sin
gritar, ¿me entendió?
Yo digo que sí y me quedo ahí. Es de noche y hace frío. Ojalá Carlos estuviera aquí. A
mamá no le gusta que se quede en la casa porque es pequeño. Yo tengo doce y
Carlos, nueve. Yo quisiera ser como él. Él no tiene que bajar con mamá, puede
quedarse arriba, aunque mamá lo deja encerrado en la pieza. Pero yo podría quedarme
también en la pieza. Carlos puede correr más rápido, saltar más lejos. Carlos es
normal. Cuando yo tenía nueve yo no era como Carlos. Yo siempre fui así. Por eso, me
gustaría ser como él.
A mamá le gustan los animales. A mí también, pero a mamá le gustan más. En la casa
tenemos perros, gatos, conejos y palomas. A mí me gusta darle de comer a los
conejos, pero los perros me dan miedo. A Carlos no le gustan los animales, se queda
en la pieza llorando por las noches, encerrado. Yo salgo con mamá y volvemos a la
casa antes que amanezca. A mamá no le gusta que estemos afuera cuando es de día.
Tampoco le gusta que salgamos sin ella. A veces volvemos sin nada, a veces con un
gato o un perro. Cuando volvemos sin nada, mamá se pone triste y ya no me da tanto
miedo. Me gusta mamá cuando está triste, pero no me gusta Carlos cuando llora.
Dormimos hasta las diez. Mamá nos deja dormir hasta las diez porque dice que
tenemos que descansar. Desayunamos con huevo y pan. La casa huele a carne. A
veces la casa huele a carne, pero casi siempre huele a perro, a gato, a sucio. Carlos y
yo le cambiamos el periódico a las palomas y les damos agua. Mamá se encarga de los
perros porque a mí me dan miedo y Carlos es pequeño. Al mediodía mamá nos lleva a
Carlos y a mí a la iglesia. No entramos a la iglesia, solo nos sentamos ahí afuera con
las tartas de carne. Mamá vende tartas de carne, y Carlos y yo la acompañamos todos
los días.
—Muchas gracias, mi señora, que mi Dios le multiplique -dice mamá, y una señora se
lleva tres tartas de carne. Mamá se guarda las monedas en el delantal y mira para la
iglesia. Papá me contó una vez que mamá y él se casaron en esa iglesia, pero luego
papá se fue.
—Yo tengo que cuidarlos a ustedes -dijo mamá un día, —porque si yo no los cuido,
¿quién los va a cuidar?
Ayer unas personas vinieron a la casa. Estaban molestas con mamá. Le gritaban
cosas, y a Carlos y a mí nos dio mucho miedo. Entraron a la casa y gritaban cosas.
Abrieron la nevera y gritaban cosas. Entonces llegó la policía. Se llevaron a mamá, que
lloraba, y nos llevaron a nosotros. Las personas me dan miedo, el mismo miedo que
me dan los perros. Me gustan los animales, pero no me gustan los perros. Ni las
personas. No me gusta tampoco mi mamá, pero me hace falta. —Todo va a estar bien
—me dijo una señora esta mañana, pero no he visto Carlos desde ayer. No me gusta
que Carlos esté solo porque seguro está llorando. Ahora yo también estoy llorando.
¿Quién va a cambiarle el periódico a las palomas? Quisiera irme a casa.
MADRE