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tipo de planteamientos, digamos que más ra- emblema más conocido, el realismo
dicales. Esto se aprecia muy pronto, en 1978, mágico, y donde además titula uno de sus
en El cambio en la noción de literatura, de apartados con una pregunta muy reveladora Carlos Rincón, El cambio en la
Carlos Rincón3, que institucionaliza ya en la del problema que venimos tratando: «¿Muer- noción de literatura, Bogotá, Ins-
tituto Colombiano de Cultura,
crítica hispanoamericanista una serie de luga- te de la ficción?» En esta pregunta se concitan
1978.
res que vienen de los planteamientos de Fer- los aspectos clave de la consagración del testi-
nández Retamar y que serán motivos recu- monio en el campo de la crítica y de la posi-
bilidad de encontrar una vía de reinterpreta- Miguel Barnet, «La novela-testi-
rrentes en discusiones posteriores. Rincón monio: socioliteratura», en La
reitera el papel transgresor del género testi- ción y recuperación de la literatura colonial fuente viva, La Habana, Letras
monial y subraya su importancia como espa- desde nuevas perspectivas, como veremos un Cubanas, 1983, págs. 12-42.
por su parte, reivindicará en su relectura del autoridad»11. Esta larga cita expone los argu- mericana, 14, 2 8 , 1988, págs.
5 5 - 6 8 ; Mabel Morana, «Barroco
barroco la obligación de atender a la dinámi- mentos e implicaciones fundamentales de las y conciencia criolla en Hispano-
ca socio-cultural de la colonia a la hora de es- nuevas propuestas y la posibilidad de su apli- américa», Revista de Crítica Lite-
tablecer las singularidades del barroco de ul- cación a un mundo colonial que deja de ser un raria Latinoamericana, 14, 2 8 ,
1988, págs. 2 2 9 - 2 5 1 ; «Para
tramar, línea seguida también por John espacio homogéneo, tal y como quiere ser re-
una relectura del barroco hispa-
Beverley en su artículo «Nuevas vacilaciones flejado por la autoridad que emana del canon, noamericano: problemas críticos
sobre el barroco»10. En todos los casos, el ob- para convertirse en un ámbito lleno de fuerzas e historiográficos», Revista de
Crítica Literaria Latinoamerica-
jetivo es desligar la cultura colonial de la som- en pugna visibles en la fisonomía plural y an-
na, 15, 2 9 , 1989, págs. 219-
bra de la metrópoli y rastrear aquellas presen- tijerárquica del corpus. 2 3 1 ; John Beverley, «Nuevas va-
cilaciones sobre el barroco»,
cias en las que es posible detectar una alteridad No hay mucho tiempo ni espacio para ha-
Revista de Crítica Literaria Lati-
respecto a la hegemonía imperial capaz de cer valoraciones exhaustivas y complejas de noamericana, 14, 2 8 , 1988,
trasladar el dilema de la identidad hispanoa- toda esta problemática. Una primera conclu- págs. 2 1 5 - 2 2 7 .
mericana a tiempos anteriores a la indepen- sión evidente es que desde tales presupuestos
11
dencia. La colonia es así recuperada como un el análisis de la tradición hispanoamericana se Walter Mignolo, «Entre el canon
tiempo donde ya pueden rastrearse discursos enriquece al incorporar nuevos referentes y le y el corpus. Alternativas para los
de origen e identidad, para ello, sin embargo, dota de una mayor complejidad al tratar de estudios literarios y culturales en
y sobre América Latina», Nuevo
es necesario que la literatura pase un tanto a esquivar posibles reduccionismos. Sólo por
Texto Crítico, 2, 14-15, 1994-
un segundo plano, pues constituye en esa épo- esta razón estos ejercicios críticos merecen 1995, págs. 23-36 (pág. 25).
ca un espacio de producción discursiva fuer- ser atendidos y considerados. Ello, sin em-
bargo, no evita que, llevados al exceso, plan- 12
temente controlado por los mecanismos de Ibidem, pág. 30.
poder y hegemonía de esa ciudad letrada per- teen problemas que en muchos casos son los
fectamente dibujada por Ángel Rama. mismos que aquellos que manifiestan querer
El resultado inmediato es el de la amplia- eludir. Saúl Sosnowski, en el trabajo que citá-
ción del canon colonial (entre otros), en la for- bamos al comienzo, advertía del peligro de
ma en que lo propone, por ejemplo, Walter sustituir un paradigma por otro, lo que con-
Mignolo en su artículo «Entre el canon y el vertiría a un proyecto que pretende ampliar y
corpus. Alternativas para los estudios litera- enriquecer la visión de lo literario en un ejer-
rios en y sobre América Latina». Mignolo cicio igualmente reductor e incluso autorita-
propone la sustitución de la noción de canon rio. Algo de esto se percibe en algunas de las
reflexiones de Mignolo en este último artícu-
(«concebido en términos de estructuras sim-
lo. En determinado momento, al comentar el
bólicas de poder y de hegemonía») por la de
libro de Serge Gruzinski La colonization de
corpus («concebido en términos de estructu-
l'imaginaire. Sociétés indigénes et occidentali-
ras simbólicas tanto de poder y hegemonía co-
sation dans le Mexique espagnol XVI-XVII
mo de oposición y resistencia a través del es-
siécle (1988), señala: «Géneros discursivos no
pacio social») como objeto de estudio de la
canónicos tienen un lugar fundamental en es-
crítica. «De esta manera -continúa Mignolo-
te libro. Las relaciones geográficas, los títulos
el campo de los estudios literarios se concibe
primordiales, testamentos y litigios de tierra
más como un corpus heterogéneo de prácticas
despliegan un panorama de prácticas discur-
discursivas y artefactos culturales. El hecho de
sivas a través de fronteras culturales en los
que alguna de ellas o de ellos adquiere estatu-
que se entrecruzan aspectos de colonización,
to canónico es parte de la complejidad de de dominación, de resistencia que habían
fuerzas sociales en conflicto pero de ninguna quedado ocultos al literaturólogo encandila-
manera un fenómeno que naturalmente defi- do por las batallas de Ercilla, las delicias de
ne el campo de estudio y determina lo que es Balbuena y las tretas de Sor Juana»12. El que
necesario celebrar. Habría muchos otros as- nos encadilen las batallas de Ercilla no ha de Hacia la descolonización de la
colonia. Testimonio, crítica literaria
pectos que destacar, entre ellos la fuerte pre- llevarnos necesariamente a cerrar los ojos al y tradición ancilar latinoamericana
sencia de la escritura femenina, las tradiciones EDUARDO BECERRA
sentido imperialista que se despren- cuanto a su condición ficcional es la de Los in-
de de su por otra parte extraordina- fortunios de Alonso Ramírez, de Carlos Si-
rio poema épico; tampoco la fasci- güenza y Góngora. Curiosamente, la situa-
nación por la poesía de Sor Juana ción de enunciación del texto de Sigüenza y
tiene por qué provocarnos un esta- Góngora se mueve por parámetros muy simi-
dio hipnótico capaz de hacernos ol- lares a los de algunos textos testimoniales con-
vidar que, por ejemplo, su trata- siderados prototípicos, como sería el caso de
miento del mito de Faetón nos pone Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, o
en contacto también con «esos as- Me llamo Rigoberta Menchú, En estas obras
pectos de colonización, de domina- los testimonios de Esteban Montejo y Rigo-
ción y de resistencia» mencionados berta Menchú están marcados por la labor
por Mignolo. Las palabras del críti- mediadora de Barnet y Elisabeth Burgos. Sin
co, y las ideas generales que expone pretender una identificación total, el papel de
en su artículo, más que fomentar, Sigüenza y Góngora respecto al testimonio de
como defiende en el mismo texto, el Alonso Ramírez guarda no pocos paralelis-
diálogo entre críticos literarios y an- mos. Esta doble autoría tiene, en mi opinión,
Rigoberta Menchú. tropólogos, etnohistoriadores e his- unos efectos muy significativos en el texto,
toriadores del arte, parecen privile- que tienen que ver (sin que ello suponga una
giar el hecho de que sean esas otras áreas de consideración absolutamente novelesca) con
estudio las que mejor contribuyen al conoci- la presencia de una construcción de rango fic-
miento de las culturas y parecen invitar tam- cional de mayor grado que la de otros textos
bién a la autoinmolación del crítico literario. coloniales en prosa. Sin entrar en análisis pro-
El riesgo está en una posición demasiado ex- fundos, resulta difícil negar que la reinterpre-
clusivista dentro de esa post-literatura de la tación, o reconstrucción, por parte del letrado
que hablaba Beverley para, desde ella, más Sigüenza y Góngora de los avatares de Alon-
que invocar la cooperación de otras esferas so Ramírez provoca la inserción de la peripe-
culturales, se pretenda borrar casi por com- cia vital del personaje dentro del modelo fic-
pleto la presencia de lo literario. cional canonizado de la picaresca. Frente a
esta impresión, si atendemos ahora a la lectu-
La tentativa por descolonizar la produc-
ra que hace Mabel Morana de la obra en su ar-
ción colonial, sin que deba ser rechazada de
tículo «Máscara autobiográfica y conciencia
antemano, no debe obviar la realidad de una
criolla en Infortunios de Alonso Ramírez, de
cultura dependiente en muchos sectores de su
Carlos Sigüenza y Góngora», podemos com-
producción literaria (lo que no la convierte de
probar todo un ejercicio de deconstrucción de
inmediato y sin más en mero reflejo de la lite-
tales presupuestos. Este trabajo se sustenta en
ratura metropolitana) y en la que el peso de la
el análisis de la función del yo autobiográfico,
ciudad letrada y de los mecanismos de control
tratando en todo momento de desligarlo de su
ideológico de los centros de poder fue incon-
posible adscripción picaresca para descubrir
testable. Eludir esta realidad supone tener que
implicaciones y significados ideológicos que
rastrear en discursos que operan fuera de
suponen la constatación de una conciencia so-
enormes áreas de la producción literaria colo-
cial criolla cuestionadora de la ideología im-
nial, lo cual no deja de plantear problemas de
perial. Para demostrarlo, Morana afirma que
diverso signo. Además, en ocasiones puede
el modelo picaresco sólo funciona al comien-
distorsionar la visión de las propias obras lite-
zo (al abordar los orígenes familiares del per-
rarias al abordar su análisis desde presupues-
sonaje, supongo, pues no hace explícitas sus
tos ideológicamente muy condicionados de
razones), para posteriormente someterse a un
partida. Sólo tengo espacio para dar un ejem-
proceso de reinvención de tal modelo de ca-
plo muy concreto que, en mi opinión, ilustra
rácter deslegitimador. Sin embargo, considero,
este problema y refleja también algunos efec-
sin entrar en mayores matizaciones, que el
tos de la aplicación de los nuevos paradigmas
marco general del texto, según el cual el rela-
de la crítica que he venido analizando a los
to de Alonso Ramírez responde a la necesidad
textos de la colonia.
de justificar su situación y sus necesidades
Hacia la descolonización de la Dentro del muy debatido problema de la presentes, constata la presencia del modelo pi-
colonia. Testimonio, crítica literaria existencia o no de la novela colonial, una de
y tradición ancilar latinoamericana
caresco a lo largo de todo el relato (basta pen-
EDUARDO BECERRA las obras que mayores problemas plantea en
sar en el modelo del Lazarillo de Tormes). La la reformulación de la identidad lati-
negación de este rasgo resulta un paso previo noamericana desde nuevos paráme-
necesario para Mabel Morana a la hora de de- tros que insisten en cuestionar el pa-
mostrar cómo «la utilización del yo tiene en el pel demasiado relevante que se le
texto de Sigüenza y Góngora una importancia asignó a la literatura en tal proceso.
ideológica que nos remite a la dinámica social A este respecto señala Beverley en el
novohispana y que apunta a la constitución de ya citado artículo de «Post-Literatu-
lo que puede ya llamarse, a esta altura del si- ra»: «El problema [...] es que segui-
glo XVII, el discurso criollo»; su postulación mos sin embargo mirando a la litera-
-continúa más adelante- en función protagó- tura como si fuera el discurso
nica es la «instancia a partir de la cual la esfe- verdaderamente formador de la
ra privada se colectiviza, propiciando la socia- identidad y posibilidad latinoameri-
lización de la experiencia individual del canas [...]. La celebración que pro-
personaje»13. Para la autora, el yo de la obra, pone esta conferencia -señala más
que parte de una oralidad rastreable en el tex- adelante- añade una dimensión más
güenza y Góngora.
to, es un nosotros ideológico, y es en este a esta postura: la idea no tanto de la
punto, y en el de la subalternidad de Alonso literatura, sino de la crítica literaria
Ramírez recordada una y otra vez por Mora- como el discurso formador de una moderni- 14
ña en su artículo, donde este planteamiento dad latinoamericana»17. Aunque luego matice Elzbieta Sklodowska, Testimonio
recuerda a perspectivas de análisis del género algo este juicio, estas palabras reflejan con hispanoamericano. Historia, teo-
ría, poética, Peter Lang, Nueva
testimonial. Como nos recuerda Elzbieta exactitud la situación paradójica de este pro- York, 1992.
Sklodowska en su excelente estudio Testimo- ceso. Asumido el ejercicio crítico como un
15
nio hispanoamericano. Historia, teoría, poéti- trabajo descolonizador que busca romper los
John Beverley, «Anatomía del
ca1*, uno de los lugares comunes de la crítica sólidos muros de la autoridad de la ciudad le- testimonio», art. cit., pág. 15.
sobre el testimonio es la insistencia en la re- trada, el crítico académico (y por lo tanto ha-
presentatividad del personaje narrador, sea bitante de esta ciudad con todos sus derechos 16
La vinculación de las ideas de
ésta social, étnica, política o todas a la vez, y privilegios) se arroga (¿en un gesto autorita- Mabel Morana con los nuevos
que con su voz conscientemente supera el rio?, me pregunto) la capacidad de conformar paradigmas críticos expuestos al
comienzo de este trabajo no se
cerco individual de la simple autobiografía desde su ámbito los nuevos perfiles de la iden-
sustentan sólo en las coinciden-
para convertirse en portavoz de una colecti- tidad latinoamericana. Pero hay una cosa más, cias expuestas sino que surgen
vidad. «El testimonio -señala Beverley- es sorprende también ver cómo en el ámbito de desde esos nuevos planteamien-
principalmente una manera de dar voz y la literatura hispanoamericana del presente tos y se han ¡do haciendo más
estrechas con el paso del tiempo.
nombre a un pueblo anónimo»15. En el análi- discurren en paralelo una literatura que busca Así, en el año 2 0 0 0 , Morana fue
sis de Morana, el yo deja de ser una instancia obcecadamente desfundamentar el discurso la editora del libro Nuevas pers-
literaria impuesta por la canonización pica- identitario de las décadas pasadas y una críti- pectivas de/sobre América Lati-
na: el desafío de los estudios cul-
resca para conformarse como portavoz de ca que se aferra a esa búsqueda desde nuevas turales (2 9 ed., Universidad de
una identidad criolla de rango colectivo, por perspectivas que precisamente conllevan el Pittsburg, Instituto Internacional
lo tanto creo que los paralelismos son más arrinconamiento de lo literario. Para mí, en de Literatura Iberoamericana).
En el prólogo a este volumen,
que evidentes. Al mismo tiempo, Morana nos este punto, la literatura, como así ha ocurrido afirma: «Es indudable que los es-
invita a desliteraturizar el texto para descolo- siempre, se anticipa a la crítica y construye tudios culturales han realizado
nizarlo y así convertirlo en expresión de sig- una fisonomía del presente mucho más certe- ya, para el caso de América La-
tina, una intervención fundamen-
no identitario16. ra. De ahí que debamos preguntarnos: ¿para tal, quizá definitiva, en la mane-
Lo visto hasta aquí acerca de los nuevos qué acabar con ella entonces? ra de concebir la cultura y las
Hacia la descolonización de la
colonia. Testimonio, crítica literaria
y tradición ancilar latinoamericana
EDUARDO BECERRA