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Eduardo Becerra

Profesor titular de Literatura Hispano-


americana de la Universidad Autóno-
ma de Madrid y profesor invitado en
las universidades de Estudios Extran-
jeros de Pekín, New York University en
Madrid, Middlebury College en Ma-
drid, Universidad de Almería y Carle-
ton University (Ottawa-Canadá). Es
autor de los libros Rubén Darío y su
obra (2000) y Pensar el lenguaje; es-
cribir la escritura (experiencias de la
narrativa hispanoamericana contem-
HACIA LA DESCOLONIZACIÓN DE
poránea) (1995); y coautor, junto con
Teodosio Fernández y Selena Millares,
del manual Historia de la literatura
LA COLONIA. TESTIMONIO, CRÍTICA
hispanoamericana (1995). Asimismo,
ha sido editor de los libros Desafíos de
la ficción (Cuadernos de América sin
LITERARIA Y TRADICIÓN ANCILAR
Nombre, Universidad de Alicante,
2002), Farabeuf, de Salvador Elizon-
do, Editorial Cátedra, 2000; Líneas LATINOAMERICANA
aéreas (guía de la nueva narrativa his-
panoamericana), Editorial Lengua de EDUARDO BECERRA
Trapo, 1999, Poemas escogidos, de
Rubén Darío, Editorial McGraw-Hill,
1997, y Las lanzas coloradas, de Artu-
ro Uslar Pietri, Editorial Anaya &
Muchnik, 1995. En sus artículos y con-
ferencias ha abordado la obra de auto-
res como Mario Benedetti, Juan Rulfo, acontecimientos especialmente relevantes
Jorge Luis Borges, Julio Cortázar, Ma-
Aunque el título de este encuentro nos in-
rio Vargas Llosa, Severo Sarduy, Ri- vita a rastrear presencias de los periodos pre- dentro de este campo en las últimas décadas,
cardo Piglia, Mayra Montero, Héctor
Abad Faciolince, entre otros, y temas
colombino y colonial en la literatura hispano- Sosnowski defiende, por un lado, el papel cru-
como el cuento hispanoamericano, la americana posterior, me he permitido recorrer cial jugado por la producción y la recepción
poesía uruguaya del siglo XX, el 98 y un camino en cierto modo inverso: trataré de
el ensayo hispanoamericano, la novela
de la literatura testimonial y, por otro, subra-
cubana del exilio y la narrativa hispa- señalar cómo algunas circunstancias que se ya la importancia adquirida por los estudios
noamericana actual y su recepción en produjeron en el campo de la literatura y la
España.
coloniales y el rastreo de su estamento funda-
crítica hispanoamericanas, digamos que entre cional dentro de la tradición hispanoamerica-
los años setenta y noventa, abrieron la puerta na. Aunque el autor no vincule directamente
1
a una mirada retrospectiva sobre esta tradi- ambas parcelas, mi intención en lo que sigue
Saúl Sosnowski, «Cartografía y ción literaria, lo que tendría consecuencias será mostrar las relaciones que guardan tales
crítica de las letras americanas», muy significativas en el campo de los estudios
introducción a Lectura crítica de
propuestas.
ía literatura americana, Caracas,
literarios coloniales (entre otros). Este proce- Un buen punto de partida para empezar a
Ayacucho, 199ó (4 vols.), vol. I, so ha implicado a un buen número de actores dibujar este cauce pueden ser algunos de los
págs. IX-LXXXVIII. y de fenómenos y sus efectos han sido de gran artículos que escribe Roberto Fernández Re-
complejidad y diversidad; digo esto para ade- tamar en la década de los setenta, luego reco-
Roberto Fernández Retamar, Pa- lantar desde el comienzo que el panorama que gidos en su volumen Para una teoría de la li-
ro una teoría de la literatura his- ofreceré a continuación será muy general y teratura hispanoamericana2. Si en el trabajo del
panoamericana y otras aproxi-
por ello irremediablemente modesto y esque- mismo título, de 1972, destaca la condición
maciones, La Habana, Casa de
las Américas, 1975. mático. neocolonial de toda tentativa por establecer
En el prólogo de 1996 a los cuatro volú- un valor universal de la crítica y teoría litera-
menes recopilatorios de artículos críticos pu- rias, tres años después, en el artículo «Algunos
blicados por la Biblioteca Ayacucho bajo el tí- problemas teóricos de la literatura hispanoa-
tulo de Lectura crítica de la literatura mericana», señalará la tradición ancilar como
americana1, Saúl Sosnowski señalaba que, si la verdadera línea central de la literatura de
hubiera que establecer un punto de partida de Hispanoamérica (y recurre para demostrarlo a
las transformaciones operadas en los últimos los ejemplos de las crónicas, el ensayo y a dis-
tiempos en el campo de la crítica, este habría cursos y géneros como la poesía conversacio-
de situarse en los años sesenta, momento en el nal). El libro de Retamar encarna una tentati-
que la revolución cubana provoca una politi- va por, según sus propias palabras, lograr una
Hacia la descolonización de la zación de la actividad crítica que, entre otros imprescindible descolonización de la crítica
colonia. Testimonio, crítica literaria efectos, llevará a una profunda revisión del ca- que ha de pasar por su politización; y en este
y tradición ancilar latinoamericana
EDUARDO BECERRA
non. Un poco más adelante, al destacar dos último punto surge el testimonio como uno
de los buques insignia de estas propuestas, ya Las propuestas de Rincón implican
que constituye un signo central de la literatu- el sacar a la literatura de la esfera de
ra revolucionaria cubana. Descolonización, a la representación y mediación sim-
través de la defensa de una teoría consciente- bólica para reintroducirla en la esfe-
mente regional, y politización, mediante la re- ra de las prácticas sociales. El testi-
cuperación de la autoconsciencia del carácter monio vuelve a surgir así como
ancilar de la tradición de la que emerge esta li- discurso ejemplar sobre todo frente a
teratura, se proponen así, según Retamar, esa apoteosis de lo literario que en-
como las nuevas pautas a seguir para la conse- carnarían las obras de la llamada
cución de una expresión específicamente nueva novela de los sesenta o narra-
hispanoamericana también en el campo de la tiva del boom. En esta línea se inscri-
crítica literaria. ben las opiniones de Miguel Barnet
La irrupción y el auge de la escritura-tes- en sus trabajos tempranos, que trata-
timonio podría haberse considerado como ron de elaborar una de las primeras
otro capítulo, más o menos significativo, en la poéticas del género, como «La nove-
historia literaria de Hispanoamérica. Pero su la-testimonio: socioliteratura»4, don-
recepción crítica de inmediato condujo a otro de carga contra la nueva novela y su Miguel Barnet.

tipo de planteamientos, digamos que más ra- emblema más conocido, el realismo
dicales. Esto se aprecia muy pronto, en 1978, mágico, y donde además titula uno de sus
en El cambio en la noción de literatura, de apartados con una pregunta muy reveladora Carlos Rincón, El cambio en la

Carlos Rincón3, que institucionaliza ya en la del problema que venimos tratando: «¿Muer- noción de literatura, Bogotá, Ins-
tituto Colombiano de Cultura,
crítica hispanoamericanista una serie de luga- te de la ficción?» En esta pregunta se concitan
1978.
res que vienen de los planteamientos de Fer- los aspectos clave de la consagración del testi-
nández Retamar y que serán motivos recu- monio en el campo de la crítica y de la posi-
bilidad de encontrar una vía de reinterpreta- Miguel Barnet, «La novela-testi-
rrentes en discusiones posteriores. Rincón monio: socioliteratura», en La
reitera el papel transgresor del género testi- ción y recuperación de la literatura colonial fuente viva, La Habana, Letras
monial y subraya su importancia como espa- desde nuevas perspectivas, como veremos un Cubanas, 1983, págs. 12-42.

cio textual que invita al replanteamiento de la poco más adelante.


tradición latinoamericana y que al tiempo evi- Cuando, en los ochenta, comienza el auge Rene Jara y Hernán Vidal (eds.),
dencia la necesidad de un cambio de paradig- de los estudios sobre este género, en la mayor Testimonio y literatura, Institute
for the Study of Ideologies and
ma en los análisis literarios. Un cambio que parte de los casos se insiste en lo que el testi- Literature, Minneapolis, 1986.
tiene que ver con el abandono de la concep- monio supone de ruptura con las convencio-
ción esencialista e inmanentista de la literatu- nes básicas de lo literario y en la relación di-
ra, otorgada por la ideología burguesa de la recta de su discurso con la verdad. N o hay
modernidad, con el fin de incorporar el análi- tiempo para entrar en los debates y matiza-
sis de los procesos sociales como parte del ciones que ha provocado esta caracterización.
ejercicio crítico. No se trata de volver a una Me interesa a estas alturas simplemente resal-
sociología de la literatura al uso sino de reu- tar esa vinculación y los caminos que abre en
bicar los discursos literarios en el espectro ge- el terreno de cierta crítica hispanoamericanis-
neral de los discursos sociales y culturales en ta. Si atendemos, por ejemplo, a la recopila-
su conjunto, sin ningún privilegio ni jerarquía. ción editada por Rene Jara y Hernán Vidal en
Para el crítico colombiano, las formas narrati- 1986, Testimonio y literatura5, se aprecia de in-
vas documentales son las que mejor dan res- mediato lo que vengo diciendo. Ya en el pró-
puesta a esta nueva situación y el testimonio logo, Rene Jara nos habla de cómo en el dis-
surge así nuevamente como paradigma al curso testimonial encontramos la huella de lo
concretar en su discurso una poética estre- real antes que su representación, y, en idénti-
chamente vinculada con determinada praxis co sentido, Renato Prada Oropeza en otro ar-
política. tículo insiste en la consideración de la enun-
Este libro insinúa ya las transformaciones ciación testimonial como acto, afirmación que
que van a expresarse de manera más contun- entronca con las conocidas reflexiones de
dente a partir de la década de los ochenta res- Margaret Randall en las que defiende la na-
pecto a la necesidad de una nueva manera de rrativa testimonial como acción carente de
Hacia la descolonización de la
abordar los estudios literarios (si es que aún cualquier tipo de ambición teórica, o de Hu- colonia. Testimonio, crítica literaria
go Achugar cuando defiende su función prag- y tradición ancilar latinoamericana
puede utilizarse tal adjetivo a estas alturas). EDUARDO BECERRA
mática ejemplarizante6, o de John Beverley esa misma tradición. Por supuesto, la muy vi-
Renato Prado. Oropeza, «De lo
cuando insiste en su condición extraliteraria y gente discusión sobre el canon se encuentra en
testimonial al testimonio. Notas
para un deslinde del discurso- en la necesidad de mantenerlo fuera de los cir- la trastienda de estos planteamientos, y a ella
testimonio», en Rene Jara y Her- cuitos de la cultura letrada, puesto que el gé- habrá que referirse.
nán Vidal, ob. cit.; Margaret
Randall, «¿Qué es y cómo se ha-
nero testimonial «pone en tela de juicio la ins- Esta labor reinterpretativa, unida a la in-
ce un testimonio?», en John Be- titución históricamente dada de la literatura tención descolonizadora que la anima, se vie-
verley, y Hugo Achugar (eds.), La como un aparato de dominación y enajena- ne aplicando a parcelas muy diversas de la cul-
voz del otro: Testimonio, subal-
ternidad y verdad narrativa. Li-
ción. El deseo y la posibilidad de producir tes- tura de Hispanoamérica; no obstante, parece
ma -Pittsburgh: Latinoamericana timonios, la creciente popularidad del género lógico que uno de los objetivos fundamenta-
Editores, 1992; Hugo Achugar, quieren decir que hay experiencias vitales en les que se plantee sea el de «descolonizar»
«Literatura / literaturas y la nue-
va producción literaria latinoa-
el mundo hoy que no pueden ser representa- aquellas épocas donde la producción cultural
mericana», Revista de Crítica Li- das adecuadamente en las formas tradiciona- se encuentra más marcada por una situación
teraria Latinoamericana, 15, 29, les de la literatura burguesa, que en cierto mo- de dependencia. La colonia surge así como un
1989, págs. 153-165.
do serían traicionadas por éstas»7. periodo ahora lleno de posibilidades y se
Así, uno de los valores fundamentales del cuestionan algunas propuestas (entre las que
John Beverley, «Anatomía del testimonio vendrá dado por esta exigencia de se encuentra, paradójicamente, la del propio
testimonio», Revista de Crítica Li- salirse fuera de la literatura (categoría que a es- Fernández Retamar) que proponían la exclu-
teraria Latinoamericana, 13-25,
tas alturas aparece marcada por su origen bur- sión del periodo colonial del campo de la tra-
1987, págs. 7-16 (pág. 15).
gués y, añadiría, eurocéntrico y por ello neo- dición hispanoamericana por ese contexto de
colonial). En otro de sus artículos, Beverley dependencia desde el que surge. A partir de
John Beverley, «Post-Literatura»,
insiste en esta idea al señalar cómo el testimo- aquí, y a la hora de exponer las consecuencias
Nuevo Texto Crítico, 7, 14-15,
1994-1995, págs. 385-400 nio nos invita a entrar al territorio de lo que de estos planteamientos en la recuperación y
(pág. 398). él mismo define ya en los años noventa como auge de los estudios coloniales desde nuevas
post-literatura, idea que «sugiere no tanto la perspectivas, no es fácil trazar un recorrido ní-
superación de la literatura como forma cultu- tido del proceso, sólo trataré de mostrar algu-
Walter Mignolo, en «La lengua,
la letra, el territorio (o la crisis de ral sino una actitud más agnóstica ante ella. nas equivalencias que considero muy revela-
los estudios literarios colonia-
Como he señalado en otras ocasiones -conti- doras.
les)» en Saúl Sosnowski (comp.),
op. cit., págs. 3-29.
núa-, una de las lecciones que ofrece el testi- Considero algo más que una casualidad
monio es que hace falta leer hoy día no sólo que más o menos por las mismas fechas, la
"a contrapelo" como en la práctica de la de- década de los ochenta, en que se consolidan
construcción académica, sino contra la litera- estos postulados comience una recuperación
tura misma»8. crítica del periodo colonial desde nuevas po-
Recopilando algunas de las ideas que se siciones. La vinculación directa entre tales
han ido exponiendo, este nuevo campo de jue- procesos puede apreciarse en el artículo de
go crítico (que no es por supuesto el único) Walter Mignolo «La lengua, la letra, el terri-
afirma asumir una postura descolonizadora, torio (o la crisis de los estudios literarios co-
de marcado sesgo ideológico, y que parte de loniales)»9, de 1986, que comienza destacando
una idea de literatura considerada como una la toma de conciencia de la complejidad cul-
imposición colonial con la que es imprescin- tural de la colonia manifestada en una serie de
dible romper. La sustitución de la noción de estudios que comienzan a publicarse en esa
literatura por la de discurso, ya no marcado década y que se sustentan en la recuperación
estéticamente ni implicado en una labor de re- de discursos sin valor estético previo con los
presentación o mediación simbólica, se asume que se pueden así superar «las restricciones
como necesidad ineludible. Al lado de todo impuestas por la noción de literatura». Son los
ello, la recuperación de la idea de tradición mismos años en los que comienzan a aparecer
hispanoamericana como tradición eminente- las tesis de Mabel Morana y John Beverley so-
mente ancilar acaba de apuntalar estos nuevos bre el barroco y las de Rolena Adorno sobre
paradigmas. Lo más importante en estas nue- las nuevas perspectivas en los estudios colo-
vas posiciones digamos que «post-literarias» niales y sobre el sujeto social criollo. En todos
está en las posibilidades que ofrecen de reela- estos análisis el punto de partida supone la
borar la propia tradición, incorporando nue- puesta en marcha de nuevos paradigmas ins-
vos materiales antes eludidos y atenuando la critos en el proceso que venimos analizando.
Hacia la descolonización de la
colonia. Testimonio, crítica literaria representatividad de muchos de los hitos de la Así, Rolena Adorno comienza su conocido
y tradición ancilar latinoamericana
literatura hispanoamericana canonizados por artículo «Nuevas perspectivas en los estudios
EDUARDO BECERRA
coloniales latinoamericanos» resaltando la ne- orales y los productos culturales híbridos de 10
Rolena Adorno, «Nuevas pers-
cesidad de partir de la sustitución de la noción la colonia; todos los cuales ayudan a com-
pectivas en los estudios colonia-
de literatura por la de discurso, con el fin de prender la fuerza de un corpus que, en los es- les latinoamericanos», Revista de
desligar los análisis del rango europeo o euro- tudios literarios, había quedado oculto por Crítico Literaria Latinoamerica-
na, 1 4 , 2 8 , 1988, págs. 11-28;
céntrico de lo literario para abrirlos al domi- una noción de literatura que identificaba el ca-
«El sujeto colonial y la construc-
nio de la palabra y las voces no escuchadas non con el campo de estudios y que tenía en ción cultural de la alteridad», Re-
que el discurso permite oír. Mabel Morana, las historias de la literatura la expresión de su vista de Crítica Literaria Latinoa-

por su parte, reivindicará en su relectura del autoridad»11. Esta larga cita expone los argu- mericana, 14, 2 8 , 1988, págs.
5 5 - 6 8 ; Mabel Morana, «Barroco
barroco la obligación de atender a la dinámi- mentos e implicaciones fundamentales de las y conciencia criolla en Hispano-
ca socio-cultural de la colonia a la hora de es- nuevas propuestas y la posibilidad de su apli- américa», Revista de Crítica Lite-

tablecer las singularidades del barroco de ul- cación a un mundo colonial que deja de ser un raria Latinoamericana, 14, 2 8 ,
1988, págs. 2 2 9 - 2 5 1 ; «Para
tramar, línea seguida también por John espacio homogéneo, tal y como quiere ser re-
una relectura del barroco hispa-
Beverley en su artículo «Nuevas vacilaciones flejado por la autoridad que emana del canon, noamericano: problemas críticos

sobre el barroco»10. En todos los casos, el ob- para convertirse en un ámbito lleno de fuerzas e historiográficos», Revista de
Crítica Literaria Latinoamerica-
jetivo es desligar la cultura colonial de la som- en pugna visibles en la fisonomía plural y an-
na, 15, 2 9 , 1989, págs. 219-
bra de la metrópoli y rastrear aquellas presen- tijerárquica del corpus. 2 3 1 ; John Beverley, «Nuevas va-
cilaciones sobre el barroco»,
cias en las que es posible detectar una alteridad No hay mucho tiempo ni espacio para ha-
Revista de Crítica Literaria Lati-
respecto a la hegemonía imperial capaz de cer valoraciones exhaustivas y complejas de noamericana, 14, 2 8 , 1988,
trasladar el dilema de la identidad hispanoa- toda esta problemática. Una primera conclu- págs. 2 1 5 - 2 2 7 .

mericana a tiempos anteriores a la indepen- sión evidente es que desde tales presupuestos
11
dencia. La colonia es así recuperada como un el análisis de la tradición hispanoamericana se Walter Mignolo, «Entre el canon
tiempo donde ya pueden rastrearse discursos enriquece al incorporar nuevos referentes y le y el corpus. Alternativas para los

de origen e identidad, para ello, sin embargo, dota de una mayor complejidad al tratar de estudios literarios y culturales en
y sobre América Latina», Nuevo
es necesario que la literatura pase un tanto a esquivar posibles reduccionismos. Sólo por
Texto Crítico, 2, 14-15, 1994-
un segundo plano, pues constituye en esa épo- esta razón estos ejercicios críticos merecen 1995, págs. 23-36 (pág. 25).
ca un espacio de producción discursiva fuer- ser atendidos y considerados. Ello, sin em-
bargo, no evita que, llevados al exceso, plan- 12
temente controlado por los mecanismos de Ibidem, pág. 30.
poder y hegemonía de esa ciudad letrada per- teen problemas que en muchos casos son los
fectamente dibujada por Ángel Rama. mismos que aquellos que manifiestan querer
El resultado inmediato es el de la amplia- eludir. Saúl Sosnowski, en el trabajo que citá-
ción del canon colonial (entre otros), en la for- bamos al comienzo, advertía del peligro de
ma en que lo propone, por ejemplo, Walter sustituir un paradigma por otro, lo que con-
Mignolo en su artículo «Entre el canon y el vertiría a un proyecto que pretende ampliar y
corpus. Alternativas para los estudios litera- enriquecer la visión de lo literario en un ejer-
rios en y sobre América Latina». Mignolo cicio igualmente reductor e incluso autorita-
propone la sustitución de la noción de canon rio. Algo de esto se percibe en algunas de las
reflexiones de Mignolo en este último artícu-
(«concebido en términos de estructuras sim-
lo. En determinado momento, al comentar el
bólicas de poder y de hegemonía») por la de
libro de Serge Gruzinski La colonization de
corpus («concebido en términos de estructu-
l'imaginaire. Sociétés indigénes et occidentali-
ras simbólicas tanto de poder y hegemonía co-
sation dans le Mexique espagnol XVI-XVII
mo de oposición y resistencia a través del es-
siécle (1988), señala: «Géneros discursivos no
pacio social») como objeto de estudio de la
canónicos tienen un lugar fundamental en es-
crítica. «De esta manera -continúa Mignolo-
te libro. Las relaciones geográficas, los títulos
el campo de los estudios literarios se concibe
primordiales, testamentos y litigios de tierra
más como un corpus heterogéneo de prácticas
despliegan un panorama de prácticas discur-
discursivas y artefactos culturales. El hecho de
sivas a través de fronteras culturales en los
que alguna de ellas o de ellos adquiere estatu-
que se entrecruzan aspectos de colonización,
to canónico es parte de la complejidad de de dominación, de resistencia que habían
fuerzas sociales en conflicto pero de ninguna quedado ocultos al literaturólogo encandila-
manera un fenómeno que naturalmente defi- do por las batallas de Ercilla, las delicias de
ne el campo de estudio y determina lo que es Balbuena y las tretas de Sor Juana»12. El que
necesario celebrar. Habría muchos otros as- nos encadilen las batallas de Ercilla no ha de Hacia la descolonización de la
colonia. Testimonio, crítica literaria
pectos que destacar, entre ellos la fuerte pre- llevarnos necesariamente a cerrar los ojos al y tradición ancilar latinoamericana
sencia de la escritura femenina, las tradiciones EDUARDO BECERRA
sentido imperialista que se despren- cuanto a su condición ficcional es la de Los in-
de de su por otra parte extraordina- fortunios de Alonso Ramírez, de Carlos Si-
rio poema épico; tampoco la fasci- güenza y Góngora. Curiosamente, la situa-
nación por la poesía de Sor Juana ción de enunciación del texto de Sigüenza y
tiene por qué provocarnos un esta- Góngora se mueve por parámetros muy simi-
dio hipnótico capaz de hacernos ol- lares a los de algunos textos testimoniales con-
vidar que, por ejemplo, su trata- siderados prototípicos, como sería el caso de
miento del mito de Faetón nos pone Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, o
en contacto también con «esos as- Me llamo Rigoberta Menchú, En estas obras
pectos de colonización, de domina- los testimonios de Esteban Montejo y Rigo-
ción y de resistencia» mencionados berta Menchú están marcados por la labor
por Mignolo. Las palabras del críti- mediadora de Barnet y Elisabeth Burgos. Sin
co, y las ideas generales que expone pretender una identificación total, el papel de
en su artículo, más que fomentar, Sigüenza y Góngora respecto al testimonio de
como defiende en el mismo texto, el Alonso Ramírez guarda no pocos paralelis-
diálogo entre críticos literarios y an- mos. Esta doble autoría tiene, en mi opinión,
Rigoberta Menchú. tropólogos, etnohistoriadores e his- unos efectos muy significativos en el texto,
toriadores del arte, parecen privile- que tienen que ver (sin que ello suponga una
giar el hecho de que sean esas otras áreas de consideración absolutamente novelesca) con
estudio las que mejor contribuyen al conoci- la presencia de una construcción de rango fic-
miento de las culturas y parecen invitar tam- cional de mayor grado que la de otros textos
bién a la autoinmolación del crítico literario. coloniales en prosa. Sin entrar en análisis pro-
El riesgo está en una posición demasiado ex- fundos, resulta difícil negar que la reinterpre-
clusivista dentro de esa post-literatura de la tación, o reconstrucción, por parte del letrado
que hablaba Beverley para, desde ella, más Sigüenza y Góngora de los avatares de Alon-
que invocar la cooperación de otras esferas so Ramírez provoca la inserción de la peripe-
culturales, se pretenda borrar casi por com- cia vital del personaje dentro del modelo fic-
pleto la presencia de lo literario. cional canonizado de la picaresca. Frente a
esta impresión, si atendemos ahora a la lectu-
La tentativa por descolonizar la produc-
ra que hace Mabel Morana de la obra en su ar-
ción colonial, sin que deba ser rechazada de
tículo «Máscara autobiográfica y conciencia
antemano, no debe obviar la realidad de una
criolla en Infortunios de Alonso Ramírez, de
cultura dependiente en muchos sectores de su
Carlos Sigüenza y Góngora», podemos com-
producción literaria (lo que no la convierte de
probar todo un ejercicio de deconstrucción de
inmediato y sin más en mero reflejo de la lite-
tales presupuestos. Este trabajo se sustenta en
ratura metropolitana) y en la que el peso de la
el análisis de la función del yo autobiográfico,
ciudad letrada y de los mecanismos de control
tratando en todo momento de desligarlo de su
ideológico de los centros de poder fue incon-
posible adscripción picaresca para descubrir
testable. Eludir esta realidad supone tener que
implicaciones y significados ideológicos que
rastrear en discursos que operan fuera de
suponen la constatación de una conciencia so-
enormes áreas de la producción literaria colo-
cial criolla cuestionadora de la ideología im-
nial, lo cual no deja de plantear problemas de
perial. Para demostrarlo, Morana afirma que
diverso signo. Además, en ocasiones puede
el modelo picaresco sólo funciona al comien-
distorsionar la visión de las propias obras lite-
zo (al abordar los orígenes familiares del per-
rarias al abordar su análisis desde presupues-
sonaje, supongo, pues no hace explícitas sus
tos ideológicamente muy condicionados de
razones), para posteriormente someterse a un
partida. Sólo tengo espacio para dar un ejem-
proceso de reinvención de tal modelo de ca-
plo muy concreto que, en mi opinión, ilustra
rácter deslegitimador. Sin embargo, considero,
este problema y refleja también algunos efec-
sin entrar en mayores matizaciones, que el
tos de la aplicación de los nuevos paradigmas
marco general del texto, según el cual el rela-
de la crítica que he venido analizando a los
to de Alonso Ramírez responde a la necesidad
textos de la colonia.
de justificar su situación y sus necesidades
Hacia la descolonización de la Dentro del muy debatido problema de la presentes, constata la presencia del modelo pi-
colonia. Testimonio, crítica literaria existencia o no de la novela colonial, una de
y tradición ancilar latinoamericana
caresco a lo largo de todo el relato (basta pen-
EDUARDO BECERRA las obras que mayores problemas plantea en
sar en el modelo del Lazarillo de Tormes). La la reformulación de la identidad lati-
negación de este rasgo resulta un paso previo noamericana desde nuevos paráme-
necesario para Mabel Morana a la hora de de- tros que insisten en cuestionar el pa-
mostrar cómo «la utilización del yo tiene en el pel demasiado relevante que se le
texto de Sigüenza y Góngora una importancia asignó a la literatura en tal proceso.
ideológica que nos remite a la dinámica social A este respecto señala Beverley en el
novohispana y que apunta a la constitución de ya citado artículo de «Post-Literatu-
lo que puede ya llamarse, a esta altura del si- ra»: «El problema [...] es que segui-
glo XVII, el discurso criollo»; su postulación mos sin embargo mirando a la litera-
-continúa más adelante- en función protagó- tura como si fuera el discurso
nica es la «instancia a partir de la cual la esfe- verdaderamente formador de la
ra privada se colectiviza, propiciando la socia- identidad y posibilidad latinoameri-
lización de la experiencia individual del canas [...]. La celebración que pro-
personaje»13. Para la autora, el yo de la obra, pone esta conferencia -señala más
que parte de una oralidad rastreable en el tex- adelante- añade una dimensión más
güenza y Góngora.
to, es un nosotros ideológico, y es en este a esta postura: la idea no tanto de la
punto, y en el de la subalternidad de Alonso literatura, sino de la crítica literaria
Ramírez recordada una y otra vez por Mora- como el discurso formador de una moderni- 14
ña en su artículo, donde este planteamiento dad latinoamericana»17. Aunque luego matice Elzbieta Sklodowska, Testimonio

recuerda a perspectivas de análisis del género algo este juicio, estas palabras reflejan con hispanoamericano. Historia, teo-
ría, poética, Peter Lang, Nueva
testimonial. Como nos recuerda Elzbieta exactitud la situación paradójica de este pro- York, 1992.
Sklodowska en su excelente estudio Testimo- ceso. Asumido el ejercicio crítico como un
15
nio hispanoamericano. Historia, teoría, poéti- trabajo descolonizador que busca romper los
John Beverley, «Anatomía del
ca1*, uno de los lugares comunes de la crítica sólidos muros de la autoridad de la ciudad le- testimonio», art. cit., pág. 15.
sobre el testimonio es la insistencia en la re- trada, el crítico académico (y por lo tanto ha-
presentatividad del personaje narrador, sea bitante de esta ciudad con todos sus derechos 16
La vinculación de las ideas de
ésta social, étnica, política o todas a la vez, y privilegios) se arroga (¿en un gesto autorita- Mabel Morana con los nuevos
que con su voz conscientemente supera el rio?, me pregunto) la capacidad de conformar paradigmas críticos expuestos al
comienzo de este trabajo no se
cerco individual de la simple autobiografía desde su ámbito los nuevos perfiles de la iden-
sustentan sólo en las coinciden-
para convertirse en portavoz de una colecti- tidad latinoamericana. Pero hay una cosa más, cias expuestas sino que surgen
vidad. «El testimonio -señala Beverley- es sorprende también ver cómo en el ámbito de desde esos nuevos planteamien-

principalmente una manera de dar voz y la literatura hispanoamericana del presente tos y se han ¡do haciendo más
estrechas con el paso del tiempo.
nombre a un pueblo anónimo»15. En el análi- discurren en paralelo una literatura que busca Así, en el año 2 0 0 0 , Morana fue
sis de Morana, el yo deja de ser una instancia obcecadamente desfundamentar el discurso la editora del libro Nuevas pers-

literaria impuesta por la canonización pica- identitario de las décadas pasadas y una críti- pectivas de/sobre América Lati-
na: el desafío de los estudios cul-
resca para conformarse como portavoz de ca que se aferra a esa búsqueda desde nuevas turales (2 9 ed., Universidad de
una identidad criolla de rango colectivo, por perspectivas que precisamente conllevan el Pittsburg, Instituto Internacional
lo tanto creo que los paralelismos son más arrinconamiento de lo literario. Para mí, en de Literatura Iberoamericana).
En el prólogo a este volumen,
que evidentes. Al mismo tiempo, Morana nos este punto, la literatura, como así ha ocurrido afirma: «Es indudable que los es-
invita a desliteraturizar el texto para descolo- siempre, se anticipa a la crítica y construye tudios culturales han realizado
nizarlo y así convertirlo en expresión de sig- una fisonomía del presente mucho más certe- ya, para el caso de América La-
tina, una intervención fundamen-
no identitario16. ra. De ahí que debamos preguntarnos: ¿para tal, quizá definitiva, en la mane-
Lo visto hasta aquí acerca de los nuevos qué acabar con ella entonces? ra de concebir la cultura y las

paradigmas de cierta crítica hispanoamerica- relaciones entre canonicidad y


disciplinariedad, tal como éstas
nista, del papel del testimonio en estos cam- eran entendidas hasta la década
bios y de sus consecuencias para los estudios 13 Góngora», en Viaje al silencio. de los años 70» (pág. 14).
coloniales, esconde un problema de alcance Mabel Morana, «Máscara au- Exploraciones del discurso ba-
tobiográfica y conciencia crio- rroco, México, U N A M , 1998, 17
más general. Salta a la vista que, en buena me- lla en Infortunios de Alonso Ra- págs. 2 2 7 - 2 3 0 (págs. 219- John Beverley, art. cit., pág. 389.
dida, los postulados de la nueva crítica buscan mírez, de Carlos Sigüenza y 220).

Hacia la descolonización de la
colonia. Testimonio, crítica literaria
y tradición ancilar latinoamericana
EDUARDO BECERRA

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