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ABRAHAM COHEN
EL JUDAISMO
Y EL SURGIMIENTO
DEL CRISTIANISMO
La Bifurcación
de los Caminos
•
Traducción y Prólogo
de LEóN DUJOVNE
Edición del
DEPARTAMENTO CULTURAL
DEL CONGRESO JUDíO MUNDIAL
LONDRES - BUENOS AIRES
19 56
Título del original:
THE PARTING OF THE WAYS
JUDAISM AND THE RISE
OF CHRISTIANITY
Edición Argentina
Printed in Argentine
-·
Copyright by
WORLD JEWISH CONGRESS
LoNDON
PROLOGO
EL PROBLEMA DE LA SUPERVIVENCIA
4 Sanedrín, 21 b.
5 Succá, 20 a.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 23
6 Deuteronomio, xxx1n, 2.
7 De la disertación introductoria del autor en The Jews at the
(;lose of the Bible Age, 1926, págs. 37 y ss.
8 En las páginas 85 y ss. se examina este cargo.
EL JuoAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusnAmsMo 25
10 Levítico, x, 10 y ss.
11 n, 7
12 XII, 12.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIAJ...... ISMO 27
16 I Macabeos, n, 27.
EL JUDAÍSMO Y EL SuRGIMIEKTo DEL CrusTIAN1sMo 31
1) Angelología, y demonolog.ía.
do pensé cómo podía saber esto, fue fatigoso para· mis ojo:;;
hasta, que entré al Santuario de Dios, y consideré su fin. Cier-
tamente Tú los has puesto en deslizaderos; y los haces caer
en ruina total. ¡Cuán desolados fueron en un momento! Aca-
báronse en terrores".
En estas palabras se formula la respuesta judía ortodoxa
que debía ir al encuentro de la atormentadora pregunta. El
sufrimiento del justo y el triunfo del malvado son solamente
experiencias temporarias. Seguramente llega un tiempo de re-
tribución en el que cada uno recibe lo que merece. La argu-
mentación de esta naturaleza es un fenómeno nuevo en el
pensamiento judío, y una vez comenzado había de continuar.
Esta solución hubo de ampliarse, por ejemplo, para satisfa-
cer al hombre inquisitivo mediante el postulado de un más
allá para restablecer el equilibrio de esta vida, y esto, a su vez,
condujo a un definido desarrollo de las doctrinas de la resu-
rreccióp de los muertos, de la recompensa y el castigo, del
cielo y el infierno. 3
El monoteísmo ético, que es básico en el judaísmo, creó
en ese período un desgano, de atribuir a Dios lo que era apa.-
rentemente malo, aunque Él era el Creador de todo. En la
Biblia cabe comprobar un nuevo rastro de esta tendencia. En
II Samuel, XXIV, 1, el 'texto dice: "Y otra vez la ira del Se-
fior se derramó contra Israel, y El movió a David contra ellos
diciéndole: Anda, numera a Israel y Judá"; y la narración
cuenta las desastrosas consecuencias que afectaron al pueblo.
En esa temprana generación no se sentía ninguna dificultad
moral en considerar que Dios fuese en último término res-
ponsable por un acto hecho y un castigo infligido a aquellos
que lo hicieran. Pero, sin embargo, al ser incluido este ver-
4 I Crónicas, XXI, 1.
5 Exodo, XIX, 8 y xxiv, 7, donde "haz" precede a "obedecer",
literalmente: "escuchad".
6 Schabat, 88 a,
38 ABRAHAiv: CoHEN
7 Levítico, XVII, 7.
3 La traducción aramea de la Biblia.
9 XIII, 21; XXXIV, 14.
EL JUDAÍSMO Y EL SuRGIMIENTo DEL CrusT1AN1SMo 39
2) El más allá.
Uno de los componentes de casi todos los sistemas reli-
giosos se designa con el término "escatología", que significa,
literalmente, "la doctrina de las cosas últimas". Ofrece ense- ,
ñanzas sobre la suerte del ser humano después del falleci-
miento y el destino final de la humanidad. Con frecuencia
se ha comentado el hecho de que la Biblia hebrea dice muy
poco sobre este tema, y el Pentateuco absolutamente nada. El
hecho mismo no puede ser negado, pero, en cambio, es discu-
tible la deducción que habitualmente se extrae de ese silencio.
En el artículo sobre "Escatología" en la Jewish Encyclopedia
se afirma que en la Biblia "no hay rastro de una creencia de-
14 Schabat, n, 5.
15 Berajot 6a. Gi~bert Murray señala un paralelo griego en su
· Five Siages of Greek Religion (Thinker's Library ed., 1935), pág.
34, donde trae esta cita de un poeta griego desconocido: "Tocio el
aire se halla tan atestado de ellos, que no hay una sola hendedura
donde se pueda hacer entrar la punta de una brizna de hierba".
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 41
17 Números, XIX.
18 Deuteronomio, xxxxv, 6.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 43
19 XII, 7.
20 VII, 9.
21 lsaías, xxvr, 19.
22 XII, 2 .
44 ABRAHAM CoHEN
23 Génesis, XLIX, 2.
EL JuoAÍsMo Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 45
3) Etica.
En el año 333 Alejandro Magno destruyó el Imperio
persa y Judea se convirtió en parte de sus dominios. La cul-
tura de los griegos ha dejado una impresión persistente en el
pensamiento religioso judío. La enseñanza de Platón sobre la
inmortalidad del alma tuvo la consecuencia de estimular en-
tre círculos judíos el interés hacia esa doctrina y de conver-
tirla eventualmente en un dogma firme del judaísmo rabí-
nico. Otro efecto importante fue el de dirigir la atención a
la ética como una rama particular de estudio. La mente griega
era analítica y especulativa, y, así, un filósofo como Aristó-
teles pudo escribir un tratado elaborado sobre ética, para de-
finir la conducta buena y la conducta mala. Había distintas
escuelas éticas, como la de los estoicos y la de los epicúreos.
En el Pentateuc@ la ética se enseñaba en una serie de
preceptos específicos, como parte integrante del sistema reli-
gioso, pero no como algo separado de él. Esta característica
está bien ilustrada en el noveno capítulo de Levítico, donde
la regla áurea 1"Amarás a tu prójimo como a ti mismo" y prin- ·
cipios éticos como "Seréis santos porque Yo, el Señor vuestw
Dios, soy santo", "No maldigas al sordo y delante del ciego
no pongas tropiezo", "En justicia juzgarás a tu vecino", apa-
recen junto con la disposición según la cual una ofrenda de
paz debe comerse dentro de los dos días del sacrificio y no se
puede usar una ropa hecha de dos clases distintas de tela. El
judaísmo nunca consideró la ética como un compartimento
separado, como lo hicieron los griegos. Y es menester prestar
atención a este punto de vista.
La religión de los Soferim y de los Rabinos, basada en
las Escrituras, fue un conjunto amplio que concernía a la vida
en todos sus puntos. En teoría, por lo menos, no había una
línea divisoria neta entre lo secular y lo no secular; ambos
EL JunAÍSMO Y EL SuRGIMIENTO DEL Crus n ANISMO 47
LA LITERATURA DE LA EPOCA
1) La Septuaginta.
ENal lassurgimiento
producciones literarias de los dos siglos anteriores
del cristianismo, se descubren nuevas ten-
dencias en e1 judaísmo o un nuevo énfasis en las doctrinas
bíblicas que se han descrito en el capítulo anterior. También
sé advierten modos de pensamiento que ayudan a entender
la ruptura con el judaísmo al crearse una religión nueva.
Ante todo se ha de prestar atención al hecho de que en-
tonces existía una Diáspora considerable, particularmente en
Egipto, país impregnado de cultura griega y que hablaba la
lengua griega. A ese país se habían dirigido muchos judíos
para escapar a la captura por el invasor babilónico, ,y sus des-
cendientes se establecieron allí. La comunidad mayor habi-
taba en Alejandría y, como era de esperar, las irrupciones de
la influencia griega eran allí más profundas y más extensas
que en Judea. Los judíos alejandrinos abandonaron el hebreo
hasta que se volvió ininteligible para la mayoría de ellos, y
esto condujo a la traducción de las Escrituras al griego. La
versión se conoce como la Septuaginta, la traducción de los
"Setenta", llamada así en virtud de una leyenda según la cual
la obra fue hecha independientemente por tal número de
traductores (o, más bien, setenta y dos), cuyas versiones fue-
ron milagrosamente idénticas entre sí. La traducción se hizo ·
52 ABRAHAM CoHEN
2) Apocalipsis.
La Septuaginta contribuyó en gran medida a difundir el
cristianismo en la Diáspora, porque ayudó a divulgar I las ideas
apocalípticas entre los judíos helenísticos. Apocalipsis signi-
fica "revelación", y es el término aplicado a la literatura que
3) Apócrifos.
La literatura judía entre los dos Testamentos se distri-
buye en dos categorías principales, que se designan, respecti-
vamente, como Apócrifos y Seudoepigráficos. Se las ha de dis-
tinguir una de otra. La palabra apócrifo es griega y significa
"apartado"; es el término que se aplica a quince composicio-
nes literarias que en un tiempo debieron de haber sido consi-
deradas por algunos judíos como formando parte, o como me-
reciendo formar parte, de las Escrituras, pero . fueron excluidas
8 ·m , 14,29.
9 XII, 43, 45.
58 , AnRAHAM CoHEN
16 II Crónicas, xxx11, 2.
EL JunAÍsMo Y EL - SURGIJ\UENTO DEL CrusnAL,TJSMO 61
18 m, 1, 7.
19 V, 15, 23.
20 O "Sira''. En L, 27 el autor se designa a sí mismo corno
"Jeshua hijo de Eleazar, hijo de Sira", pero el texto hebreo inserta
"Sirneón hijo de" antes de "Jeshua". El otro título, Eclesiasticus (li-
teralmente, por excelencia El libro de "la Iglesia"), proviene de la
versión latina.
21 Ver, antes, págs. 29 y 30.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL Cru snANJsMo 63
22 XXXIX, 1, 8.
64 ABRAHAM CoHEN
23 IX, 10
24 Versículos 18, 20 y ss.
25 m , 21, 24; Jaguigá, 13 a.
EL JunA.ÍsMo ·y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANisMo 65
26 VI 24, 29.
27 vn, 29, 31.
28 XXXIV, 18 y 19.
29 XXXV, 12.
66 A BRAHAM CoHEN
45 VI, 4, 16.
46 m, 17, 18.
47 x, 7.
48 XXVIII, 1, 2.
49 VI, 36.
50 vn, 11.
51 n, 7.
52 XIII, l.
63 XLI, 13.
70 ABRAHAM CoHBN
4) Los pseudoepigráficos.
57
Parágrafo 139.
58 Parágrafo 207.
59 Parágrafo 227.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CmsnANisMo 73
62 xv, 9, l l.
63 XIX, l.
64 xxn, 1, 4.
65 XXII, 9, l l.
76 ABRAHAM CoHEN
66 LI, l, 2.
67 cm, 2, 8.
EL JUDAÍSMO Y EL SuRGIMIENTO DEL' CrusTIANISMO 77
68 XXXIX,4, 5, 7.
69 cvm, 2, 6.·
78 ABRAHAM CoHEN
72 XXII, 36 - 40.
73 T. !sajar, v, 2; VII, 6.
74 T. Dan, v, 3.
75 Ver págs. 124 y SS.
76 T. Leví, IV, 4.
80 ABRAHAM CoHEN
77 T. Naftali, vm, 3.
78 T. Ascher, vu, 3.
79 T. Benjamín, x, 5.
80 T. Gad, VI, 3 - 7.
81 T. Zebulun, VIII, 1 - 3.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 81
82 T. Gad, 1v, 6 - 7.
CAPÍTULO IV
1) Fariseos y Saduceos .
.pARA los tres primeros siglos del período que estamos con-
siderando no hay casi fuentes de información respecto
de la composición religiosa de la comunidad judía. En la me-
dida en que es posible juzgar la situación, el pueblo judío
permaneció como un cuerpo religioso homogéneo hasta la
época de la guerra de los Macabeos. Esto no significa que hu-
biese completo acuerdo acerca de todos los detalles del cre-
do y la práctica del culto. Debían de haber entonces diversos ·
tipos de individuos, como los hubo siempre desde entonces.
Algunos serían más prestos que otros para asimilar las nuevas
ideas que presentaban las escuelas del pensamiento coetáneo.
Aunque había sin duda cierto grado de diversidad, la comu-
nidad parecía un conjunto unido.
La primera brecha apareció como consecuencia de la cri-
sis que resultó del intento de Antíoco de someter enteramen-
te a Judea al Imperio Sirio y suprimir lo distintivo de los ju-
díos suprimiendo su religión. La resistencia a este plan pro-
cedió de dos motivos. De la mayor importancia fue la oposi
ci6n de los Asmoneos, inspirada solamente por la devoción al
judaísmo y la determinación de defenderlo con sus vidas. Es
discutible si hubieran llegado a la rebelión abierta si única-
84 ABRAHAM CoHEN
2
La Guerra Judía, I, v, 2.
3 Op. cit. II, vm, 14.
86 ABRAHAM CoHEN
4
Moore, Judaism, II, pág. 193.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 87
5 Antigüedades, XIII, x, 6.
88 ABRAHAM CoHEN
6 Loe. cit.
7 Antigüedades, XVIII, 1, 3-4.
_gL JunAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 89
2) Los Esenios.
1 º Berajot, v, l.
11 32 h.
12 El escritor romano Plinio, que vivió a comienzos de la era
cristiana, alude a los esenios en su Historia Natwralis y menciona
una colonia de ellos situada cerca del Mar Muerto. Su información
poco agrega a las que ofrecen Filón y Josefo.
13 Los extractos proceden de su tratado Quod · Omnis Probus
Liber, parágrafo XII.
92 ABRAHAM CoHEN
lO 11, VIII, 2.
96 ABRAHAM CoHEN
17 lbid., parágr. 5.
EL JUDAÍSMO y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO g-;-
1s !bid. parágr. 7.
19 !bid., parágr. 10.
2
º Ibid., parágr. 9.
98 ABRAHAM CoHEN
21 !bid., parágr. l l.
22 No confu,ndir con los Saduceos.
EL JunAÍsMO Y EL SURGIMIENTO DEL Crus TIANISMO 99
26 Taanit, 23a.
27 H. H. Rowley, en su The Zadokite Fragments and the Dead
Sea Scrolls, 1952, pasa revista a las desconcertantes conjeturas sobre
cada detalle e indica la vasta literatura suscitada por estos documentos.
102 ABR AHAM CoHEN
ALquefinallosdeldiferentes
capítulo precedente hicimos la observación de
partidos que surgieron en el pueblo
judío en los últimos dos siglos de la era precristiana perma-
necieron todos como parte integrante de la comunidad. Fue-
ron los ' segmentos que juntos formaban el círculo judío com-
pleto. Ahora hemos de considerar el surgimiento de un par-
tido que se distinguió de los otros en que condujo a un mo-
vimiento religioso que rompió abiertamente con el judaísmo.
La nueva religión tuvo su comienzo en un judío de Na-
zaret, llamado Jesús; y el problema crucial que ha de reda-
mar nuestro interés es su relación con el pueblo judío de su
tiempo. A este respecto un moderno estudioso cristiano h a
escrito: "Teniendo en cuenta el tremendo drama de sus sub-
siguientes relaciones, realmente podríamos esperar que la in-
compatibilidad entre la enseñanza de Jesús y la de sus adver-
sarios judíos hab~ía culminado en ' un choque neto sobre cues-
tiones fundamentales y en un inevitable cisma durante la vida
de Jesús mismo. Antes de la aparici6n de la investigación mo-
derna, la tradición cristiana efectivamente suponía que tal ha-
bía ocurrido .y que en ello estaba la causa de la crucifixión.
Esto parecía lo único adecuado a las cuestiones implicadas.
Pero semejante punto de vista está en desacuerdo con lo que
104 ABRAHAM CoHEN
ahora se reconoce cada vez más: Que Jesús vivió y murió co·
mo judío. Nuestro presente conocimiento del judaísmo fari-
saico también nos permite ver que en los principios de su en-
señanza, en su mensaje sobre la naturaleza de Dios y el hom-
bre, sobre el reino de Dios y sobre las relaciones de los hom-
bres entre sí y con su Padre en el cielo, nada hay que no
proceda de su formación judía o que no se encuentre anun-
ciado en el farisaísmo". 1
De manera similar, una autoridad como Julius Wellhau-
sen, expresó esta opinión en su conocido comentario sobre
los Evangelios Sinópticos: "Jesús no fue cristiano: fue judío.
No predicó una fe nueva, sino que enseñó a los hombres
hacer la voluntad de Dios; y en su opinión, lo mismo que en
la opinión de los judíos, la voluntad de Dios debía encon-
trarse en la Ley de Moisés y en los otros libros de la Es-
critura". 2
Afirmaciones como éstas sólo hacen más profundo el mis-
terio y toman más apremiante la pregunta: Si Jesús suscribía
los principios del judaísmo farisaico, ¿cuál fue la causa de Ja
ruptura? ¿A qué cuestiones se debió la bifurcación de los
caminos? Los Evangelios ponen en claro que hubo conflic-
tos entre Jesús y los dirigentes judíos coetáneos. ¿A qué se
referían esos conflictos? ¿Eran de una seriedad tal como para
hacer que él fuese fundador de una nueva religión? Y si es
así, ¿cómo se puede pretender que "Jesús vivió y murió como
judío" y que "Jesús no fue cristiano, fue judío"? Y si no,
¿qué aconteció entre sus secuaces después de su muerte y
que les indujera a apartarse de la comunidad en que su maes-
6 Ibid. x, 19.
7 Esto es, los escribas saduceos, XIV, 53; ibid., XII, 12.
s Ibid., II, 22.
9 Lucas, IV, 28-29.
108 ABRAHAM CoHEN
10 Mat.eo, v, 17-19.
11 Jbid ., xxm, 2-3.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 109
4) La pretensión al Mesianismo.
Para afirmar la verdadera razón de la crucifixión, es ne-
cesario examinar la pretensión de Jesús de ser el Mesías. En
la fase primera, no afirmó que fuese el Mesías, y los discí-
pulos evidentemente estaban en dudas en esta materia. Está
escrito: "Preguntó a sus discípulos diciéndoles: ¿Quién dicen
los hombres que soy yo? Y ellos le respondieron: Juan el
Bautista; y otros: Elías; 29 otros: uno de los profetas. Y él
les preguntó : ¿y vosotros, quién decís que soy? Pedro, res-
pondiendo, le dijo: Tú eres el Cristo. 30 Y él les prohibió de◄
cir esto de él a ninguno" 31 , esto es, que no debían revelar el
secreto de su condición mesiánica.
No existe ninguna referencia de que en este terreno hu◄
biera surgido un antagonismo entre él y los fariseos. En ese
tiempo, las expectaciones mesiánicas eran muy intensas. J04
sefo refiere que en aquella época apareció más de un seud04
mesías. Y no fue aparentemente una cuestión que suscitara
en los círculos fariseos controversias de una naturaleza tal
que pudiese provocar un sentimiento de encono. En el siglo
siguiente rabí Akibá aclamó a Bar Cojba, cuando éste enea◄
hezó la rebelión contra Roma, con las palabras: "Este es el
rey Mesías". Otros rabinos se negaron a reconocer a Bar Cojba
5) Después de la crucifixión.
Esta interpretación del acontecimiento está confirmada
por lo que aconteció después. La crucifixión fue un rudo gol-
pe para los secuaces de Jesús. Su fe debió verse severamente
sacudida. Pero prevaleció la esperanza y los sostuvo la con-
vicción de que reaparecería sobre la tierra para cumplir su
misión. Los que aceptaban esta creencia constituyeron un pe-
queño grupo dentro de la coqmnidad judía y se los llamó
"Nazarenos", es decir, creyentes ·en Jesús de Nazaret como el
Mesías. Ellos, o algunos de ellos, adoptaron una vida de aus-
teridad según la pauta esénica y se les llamó "ebionitas" (de
la palabra hebrea ebion, "pobre"). Aparte de que alimenta-
ran la esperanza del retomo de Jesús, no se les podía distin-
guir del sector farisaico de la comunidad. Se adaptaban fiel-
mente a las prácticas establecidas del judaísmo y nada estaba
más lejos de su espíritu que la idea de que la Torá había
sido abrogada por lo que había acontecido.
40 Marcos, VII, 27
41 Mateo, x . 5-6.
42 Hechos, x, 44 y ss.
126 ABRAHAM CoHEN
45 Yoma, m, 10.
46 Contra Apionem, rr, parágrafo 40.
47 La Guerra Judía, VII, m, 3.
128 ABRAHAM CoHEN
PAGINA
PRóLOGO 5
Capítulo I - EL PROBLEMA DE LA SUPERVIVENCIA
l) La comunidad judía en el siglo quinto antes de Cristo 17
2) Cómo el judaísmo sobrevivió al cautiverio babilónico 19
3) La autoridad de la Torá en la vida judía .. . .. .. . 22
4) La Knéset Ha-guedolá . . .. . .. . . . ... . . . . .. . . . . 25
5) La influencia de la Sinagoga . . ... ......... . . 31
Capítulo II - EL IMPACTO DE PERSIA Y GRECIA
l) Angelología y demonología . . ............. .... . 33
2) El más allá . . ... . .... .. .. .. .. . .... .. . .. . . . . 40
3) Ética .. . .. ... .. .. . ... ... ... ......... . ... . . 46
Capíntlo III - LA LITERATURA DE LA ÉPOCA
l) La Septuaginta ..... . ...... . . .. ..... ....... . 51
2) Apocalipsis ... .. ... . ... ,,. ... ... . . .. . . ...... . . 52
3) Apócrifos ............ ... ....... ... . . . . . ... . 54
4) Pseudoepigráficos ..... . ... . .. . .... ... ... . ... . 70
Capítulo IV - LOS PARTIDOS EN LA JUDEIDAD
l) Fariseos y Saduceos .... .. . . . .. ... .. . ....... . 83
2) Los Esenios . ... .. ... . . . ....... . .... . .... .. . 89
3) Los de la Nueva Alianza . . .. . ...... .. .. .. ... . 98
Capítulo V - EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO
l) Naturaleza del problema .. . . ............ . .... . 103
2) Los Evangelios como fuente de información .... . . 105
3) Jesús y el judaísmo de su tiempo . . ... ....... . . 110
4) La pretensión al Mesianismo .... . .. . . .. .. ... . 118
5) Después de la crucifixión .. .... . ..... .. ..... . 120
6) Motivo del cisma . . ... . .. .. . .. .. .. ... . .. ... . 124
E.PfLOGO ............ . . ...... . .. .. . . .. . ..... .. .. . . 131
Impreso en los Talleres Gráficos JULIO KAUFMAN S.R.L. ,
Avdo. Corrientes 1976, Buenos Aires, República Argentina .
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