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ABRAHAM COHEN

EL JUDAISMO
Y EL SURGIMIENTO
DEL CRISTIANISMO
La Bifurcación
de los Caminos

Traducción y Prólogo
de LEóN DUJOVNE

Edición del
DEPARTAMENTO CULTURAL
DEL CONGRESO JUDíO MUNDIAL
LONDRES - BUENOS AIRES

19 56
Título del original:
THE PARTING OF THE WAYS
JUDAISM AND THE RISE

OF CHRISTIANITY

Edición Argentina
Printed in Argentine

Queda hecho el depósito que


establece la ley N 9 l l.723

Copyright by
WORLD JEWISH CONGRESS
LoNDON
PROLOGO

D ESDE el advenimiento del cristianismo hubo no pocas


veces polémicas entre cristianos y judíos a causa de
sus religiones. Tales polémicas fueron, sobre todo, frecuen-
tes en los primeros siglos después de Cristo. Los cristianos, pa-
ra •afirmar la legitimidad de su religión, se creían en el deber
de sostener que era inadmisible la supervivencia de la de los
judíos. Estos, a su vez, para justificar la no adopción del cris-
tianismo, afirmaban que su religión era la genuinamente mo-
noteísta, y, por lo tanto, superior a la cristiana. También en
la Edad Media hubo polémicas entre prelados de la Iglesia y
rabinos de notable erudición. Pero en la Edad Media no fal-
taron casos de recíproca influencia entre pensadores judí~s y
cristianos, sin mengua de una perfecta fidelidad a sus respec-
tivos credos. En el período del Renacimiento hubo cristianos
que señalaron lo infundado de la hostilidad cristiana al ju-
daísmo, hostilidad que en más de una ocasión adquirió formas
bruscas.
En el siglo xvm, la crítica racionalista al cristianismo se
extendió también, con un tono particularmente áspero, al ju-
daísmo. En el siglo XIX, el deseo de comprender al judaísmo
como expresión religioso-cultural y como comunidad humana
inspiró esfuerzos fecimdos de numerosos investigadores, his-
toriadores y escritores cristianos. En general, los caracteriza una
actitud común que consiste en afirmar que con el advenimien-
to del cristianismo se ha cumplido el destino histórico del pue-
Ho judío y de la religión que creó.
En tiempos recientes ha habido y hay estudiosos cristianos
6 LEÓN DuJOVNE

de indiscutible objetividad y penetración de juicio en el estu-


dio del proceso de desarrollo del judaísmo y en la apreciación
de la realidad presente del mismo como dotado de plena vita-
lidad, y no como una supervivencia anómala. Entre ellos, co-
rresponde mencionar particularmente a R. Travers Herford, a
George Foot Moore y a James Parkes.
Por su parte, no son pocos los autores judíos que se han
mostrado capaces de comprender . al cristianismo, sin preven-
ciones y sin resentimientos por el hecho de que en nombre de
. la religión cristiana se hubiera, muchas veces, hostigado a los
judíos. Figuran entre· ellos investigadores y pensadores de di-
ferentes modalidades espirituales. Sin que pretendamos ofre-
cer una clasificación neta en grupos distintos, puede decirse
que unos se han ocupado, sobre todo, de describir y explicar
el proceso histórico que condujo al advenimiento del cristia-
nismo. Otros, en cambio, han prestado mayor atención a las
diferencias de doctrina entre cristianismo y judaísmo. Pero
ni éstos han descuidado los antecedentes históricos de la for-
mación de las dos religiones, ni aquéllos han omitido señalar
lo que en el orden de las ideas distingue a la una de la otra.
Entre los del primer grupo cabe mencionar especialmente a los
historiadores Heinrich Graetz, Simón Dubnow y Josef Klaus-
ner. Entre los del segundo grupo debe mencionarse particu-
larmente a Ajad Haam (Ascher Guínsburg), a Franz Rosen-
zweig y a Martín Buber.

E L historiador Graetz, en su, trabajo Sinaí y Gólgota, estu-


dia la aparición del cristianismo a la luz de las condicio-
nes del mimdo sometido al dorn.inio de Roma y de las circuns-
tancias en que entonces se encontraba el pueblo judío. Para
Graetz, el cristianismo surgió de la secta judía de los esenios.
PRÓLOGO 7

El cristianismo sería, entonces, una asociación de esenismo y


de ideas de origen no-judío. Graetz está persuadido de que
Jesús nunca quiso abolir las prácticas rituales judías. A su
juicio, cuanto hay en los Evangelios en favor de la abolición
de ellas, es adición posterior, obra de Pablo y sus discípulos.
Son los elementos no-judíos del cristianismo, por consiguiente,
los que explicarían el hecho de que el pueblo judío en su
gran mayoría no hubiera aceptado la religión nueva. Graetz,
tanto en el libro mencionado como en el tercer tomo de su
Historia de los Judíos, describe en una prosa de belleza nota-
ble el drama del Gólgota.
Simón Dubnow, en el último capítulo del segundo to-
mo de su Historia Universal del Pueblo Judío y en algunas
páginas de los primeros capítulos del tercer tomo de la misma
9bra, estudia el surgimiento del cristianismo y los primeros pa-
sos de si,, desarrollo. Dubnow describe las condiciones en que
vivían los judíos en la época del nacimiento de Jesús y su lu-
cha contra la dominación romana. A su juicio, el cristianismo
fue en la época de su surgimiento una religión preocupada
por la salvación del individuo, en contraste con la religiosidad
nacional del pueblo judío. En momentos en que este pueblo
combatía por su independencia, el cristianismo apareció como
un movimiento religioso adverso a esa lucha nacional. Dubnow
relata objetivamente la vida de Jesús y la historia de sus pré-
dicas. Describe las primeras etapas de la formación de una co-
munidad cristiana compuesta de ex -judíos y cuenta cómo con el
apóstol Pablo se produjo la definitiva ruptura entre cristianismo
y judaísmo. Para Du,bnow, entre lo individHal (el hombre) y
lo universal (la humanidad) está lo nacional, es decir, lo in-
dividual-colectivo. El cristianismo ignoró a este sector medio
y se desentendió de un pueblo que estaba en la plenitud de
sus fuerzas vitales y bregaba por su derecho a un desarrollo
8 LEÓN DuJOVNE

libre. El pueblo judío en su mayoría -dice Dubnow~ no pu-


do y no quiso seguir a la nueva doctrina, porque no quiso di-
luir su milenaria cultura espiritual. Dubnow hace justicia a
la figura de Jesús como personalidad moral de talla extraordi-
naria y subraya el papel excepcional que le tocó a Pablo en la
elaboración y en la difusión del nuevo credo . .
Josef Klausner escribió un libro titulado: Jesús de Naza
ret, su Epoca, su Vida, su Doctrina. Escribió otro sobre Pablo
que se titula: De Jesús a Pablo. Klausner relata la vida de
Jesús y la de Pablo. Estudia las circunstancias sociales y cul-
turales de la aparición de estas dos figuras. Con más simpatía
que a Pablo trata a Jesús. En la página final del libro que de-
dica a este último expresa que en la hora actual Jesús no pue-
de ser para el pueblo judío ni Dios ni el hijo de Dios, "en
el sentido en que se lo entiende en el dogma de la -Trinidad".
Para el judío, Jesús tampoco es el Mesías, porque el Mesías
aún no ha llegado. Y no es tampoco un profeta, porque los
profetas tenían im sentido político, y Jesús, a diferencia de
ellos, no había llegado para consolar a la nación desde el punto
de vista político o nacional. Jesús tampoco es para los judíos
iin legislador ni el fundador de una religión. "Pero -agrega
Klausner- Jesús es para la nación judía un gran moralista y
un artista en parábolas. Es el moralista para quien en la_vida
religiosa sólo cuenta la moral; ella lo es todo. La consecuencia
ele esta actitud intransigente es que su moral sólo es ideal pa-
ra algunos individuos, una suerte de "himno de los tiempos
futuros", un ideal para "los días del Mesías", para. el momento
en que llegará el "fin" del "mundo antiguo", de la sociedad
actual. No es una moral para las naciones y para las socieda-
des de hoy, en marcha hacia el futuro niesiánico en el sentido
del profetismo, hacia el "reino del Todopoderoso" de que ha-
bla el Talmud, que es "de este mundo" y que, poco a poco,
PRÓLOGO

en el curso de las generaciones, se ·convertirá en realidad:"


"Pero hay -continúa diciendo Klausner- en est(J moral ,.u na
riqueza y una originalidad de forma que no se encuentra en
ninguna otra moral hebraica. De igual modo es sin par su ar-
te maravilloso de las parábolas. La penetración y la sagacidad
de que son testimonio los breves proverbios, el brillo _de Jos
t:!pigramas, hacen que esta moral se _torne fácil_mente en, bien
.del pueblo. El día en que se habrá desembarazado de los re-
latos, de milagros y del misticismo, el libro de moral de Jesús
será una de las más preciosas joyas de la literautra judía de
todos los tiempos."
* *
*
AJAD Haam es uno de los autores judíos q,ue han estudia-
do las diferencias de doctrina entre el cristianismo y el
judaísmo. En uno de sus ensayos señala en qué se distinguen
la moral -cristiana y la moral judía. Lo publicó con motivo de
la aparición, en 1909, de un libro de Claude G : Montefiore~
Los Evangelios Sinópticos. Montefiore sostenía que lo que se
encuentra en los Evangelios se encuentra también en la litera-
tura talmúdica y afirmaba que aquéllos son en muchos puntos
superiores al Talmud. Sostenía también que los judíos debían
'{J.doptar los Evangelios como pertenecientes a su literatura. En
actitud polémica contra Montefiore, escribió Ajad Haam su
trabajo sobre las diferencias entre cristianismo y judaísmo. A
su juicio, el judaísmo, en contraste con el cristianismo, es
abstracto, no está ligado a una determinada personalidad con-
creta. Porque es así, pudieron judíos decir que si Moisés . no
hubiera traído la Ley de Dios a su pueblo, habría podido traér-
sela Ezra el Escriba. Otra diferencia h{J.y, y es que, mientras
el cristianismo es una religión y una moral del individuo, el
fudaísmo es social. La idea disti'J?,tiva de la moral cristiana es
lO LEÓN DuJOVNE

la caridad, mientras que la idea distintiva de la moral judía.


es la justicia. En el cristianismo se encuentran tendencias al as-
cetismo que no existen en la religión judía. Ajad Haam expli-
ca el cJcance de las distinciones indicadas y señala sus conse-
cuencias prácticas. Subraya, sobre todo, cómo la moral cristia-
na, que está fundada en la caridad, no ha contribuido al .des-
arrollo de una convivencia pacífica entre distintos pueblos.
Ello se debería a que los pueblos cristianos prescinden, en el
orden de sus relaciones mutuas, del principio de la moral in-
dividualista de la caridad y no se avienen a adaptar su con-
ducta al principio moral judío de la justicia.
Franz Rosenzweig, en su libro La Estrella de la Reden-
ción, se nos aparece como un hombre ampliamente versado .en
la filosofía de nuestro tiempo. Como otros filósofos que, desde
nicdiados del siglo pasado, han profundizado en lo íntimo de
la experiencia religiosa, Rosenzweig es adversario de la filoso-
fía de Hegel. Reprueba la filosofía hegeliana porque en ella
el yo se dil·uye y no puede entrar en una relación personal con
la divinidad, relación indispensable, a su juicio, en toda reli-
gión auténtica.
Rosenzweig hace notar cómo para el griego la realidad era
un conjunto de fragmentos, mientras que para el judío ha-y
una unidad fundamental en lo existente. Los dios~s griegos
tienen su asiento en el Olimpo y sólo accidentalmente descien-
den de él para entrar en contacto con el hombre. El héroe
griego -y esto concierne a la relación del hombre con el mun-
do- realiza un destino o se debate frente a la fatalidad, ence-
rr,ado en sí mismo. El mundo es para el griego algo aislado 4el
hombre y de Dios. El Dios del griego nunca es creador del uni-
verso. Para el judaísmo, en cambio, Dios, el hombre y el mun-
do no se hallan aislados el uno del otro. Se unen en la marcha
por un mismo "sendero". Dios creador del universo se reveló al
PRÓLOGO ll

hombre; el hombre colabora con Dios en el perfeccionamiento


del mundo y lo redime, porque el ser humano es redentor de
la creación. En la creación se define la relación entre Dios y
mundo, y en la revelación se manifiesta la relación entre Dios
y el hombre. La revelación es una expresión de amor, y es·
algo esencial a lo humano. En el Sinaí penetró Dios en los
destinos de la historia de la humanidad de una manera tal que
el hombre no puede mantenerse apartado de los otros inte-
grantes del Ser. El amor de Dios al hombre, según la concep-
ción judía, hace posible el amor del hombre a su prójimo. Pa-
ra el judaísmo son in.separables el "Amarás a Dios, a tu Dios"
y el "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Según Rosenzweig,
el judaísmo es una religión y, a la vez, representa a un "pueblo
santo". El pueblo judío es inseparable a su fe.
De las religiones que surgieron del séno del judaísmo, la
islámica sólo ha absorbido exterior y mecánicamente las ideas
fundamentales del monoteísmo judío y no ha sabido unificar
las ideas de Dios, mundo y hombre. Muy distinto es el juicio
de Rosenzweig sobre el cristianismo. Su obra ha sido, en este
sentido, calificada como el primero y más serio encuentro del
judaísmo con el cristianismo en los últimos tiempos. Para Ro-
~enzweig el judaísmo es la "llama" o la "vida eterna". El
cristianismo, a su turno, propaga por el mundo los "rayos"
que brotan de la llama. Base común para el judaísmo y el
cristianismo es la idea de revelación, idea que la religión mu-
sulmana no acepta. Hebreos y cristianos coinciden, según
Rosenzweig, en hacer de la revelación el fundamento de su fe,
y el Dios de unos y el Dios de los otros son, ambos, dioses de
amor. Para Rosenzweig se nace judío y se llega a ser cristiano.
Martín Buber ha señalado en varios de sus trabajos las
ideas, o, hablando más precisamente, las tendencias que carac-
terizan m. judaísmo como visión del mundo y de la vida hu-
12 LEÓN DuJOVNE

mana y como peculiar modo de concebir la divinidad. Según


Martín Buber, tres tendencias distinguen al judaísmo: ten-
dencia a la unidad, a la acción y al futuro. Dios es para el
hombre . judío el supremo interlocutor y la Biblia hebraica es
el relato del encuentro del "diálogo", del hombre con Dios.
En su libro titulado Dos tipos de fe, Buber indica las peculia-
-ridades que distinguen a .las religiones judía y cristiana. · El
origen, dice, de la fe judía -Emuná- se halla en la historia
de una nación; el origen de la fe cristiana -Pistis- se encuen-
tra en la historia de individuos. A estas diversidades de ori--
gen acompañan diferencias de contenido. En el examen de
ellas, Buber emplea su notable versación en la literatura ju-
día de la antigüedad y el conocimiento adquirido en casi cin-
cuenta años de estudio del Nuevo Testamento y una manifies-
ta simpatía y admiración a la personalidad de Jesús. Conside~
ra que "la crisis de nuestro tiempo es también la crisis de los
dos tipos de fe, Emuná y Pistis". Pero estas crisis son diferen-
tes, co-mo difieren, en naturaleza y origen, las dos religiones.
Buber describe, en lo que al_cristianismo se refier'!, sus carac-
terísticas de religión nacida, no "de las experiencias históricas
de las naciones, sino en las almas de individuos que creen que
un hombre crucificado en Jerusalem fue su salvador". Para
el autor de Dos tipos de fe (libro de sobresalientes méritos por
la agudeza de sus reflexiones y la belleza de su estilo), la fe
cristiana ikscansa sobre una base que, a pesar de su "irracio-
nalidad", ha de describirse como lógica: "la aceptación y el
reconocimiento como verdadera de una proposición pronun-
ciada sobre el objeto de la fe". Buber termina su libro con
estas palabras: "La fe del judaísmo y la fe del ·cristianismo
son, por su naturaleza, de especies diferentes, cada una ·en con-
formidad con su base humana, y continuarán permaneciendo
diferentes hasta que la humanidad se reúna desde los destie-
PRÓI OGO 13

rros de las "religiones" en el Reino de Dios. Pero un Israel


que persiga la renovación de su fe a través del renacimiento
de la persona y una cristiandad que persiga la renovación de
su fe a través del renacimiento de las naciones tendrían que
decirse el uno al otro algo aún no dicho y se darían el uno a.l
otro una ayuda difícil de concebir en el presente".

Entre los escritos de autores judíos sobre la relación en-


tre cristianismo y judaísmo ha de ocupar un puesto altamente
estimable el libro de A. Cohén El judaísmo y el surgimiento
del cristianismo: La bifurcación de los caminos. El Departa-
mento Cultural del Congreso Judío Mundial pone al alcance
de los lectores en español este libro, que en sus cinco breves
capítulos abarca todos los temas de un estudio sob~e cristianis-
mo y judaísmo, tanto desde el punto de vista histórico como
del sistemático. Relata el desenvolvimiento de la historia del
pueblo judío desde mediados del siglo V antes de la era co-
mún, es decir, desde la terminación del exilio babilónico hasta
el advenimiento del cristianismo. En las cien páginas bien in-
formadas y bien pensadas de su trabajo relata Cohén cinco
siglos de la v(da social y también de la vida espiritual del pue-
blo judío. Describe el desarrollo de las ideas judías originales
y las influencias que sobre el judaísrn,o ejercieron el pensamien-
to persa y el pensamiento griego. Es un modelo de claridad
la · exposición que Cohén ofrece del contenido fundamental
de la literatura judía "entre los dos Testamentos". No menoS'
valiosa es su descripción de las varias corrientes que actuaron
en el judaísmo antes y durante el advenimiento de Jesús y sus
discípulos. La versación sin flaquezas de Cohén abarca la li-
teratura antigua y la más moderna sobre los distintos aspee·
tos del tema de sii estudio. Inclusive se detiene en documen-
tos descubiertos en los últimos tiempos, en cuanto ellos pue-
den aportar un elemento de juicio para comprender de mane-
14 LEÓN DuJOVNE

ra adecuada el panorama espiritual del judaísmo de hace do$


mil años.
El estudio de Cohén puede figurar junto a los seis tra-
bajos de judíos a que nos hemos referido antes. Pero no se
confunde con ninguno de ellos. Con un método personal, con
ideas personales y con una forma de exposición llamativamen-
te precisa, ofrece al lector elementos de juicio decisivos para
comprender la supervivencia del judaísmo desde el exilio ba-
bilónico en adelante. También le permite apreciar los facto-
res esenciales que han determinado "la irreconciliable {l,iver-
gencia" entre cristianismo y judaísmo. Cohén se funda por
igual en fuentes cristianas y en fuentes judías. Ninguna de
~us afirmaciones es arbitraria. Todas ellas tienen una seria ba-
se documental y derivan del ejercicio de una perspicacia des-
plegada en razonamientos diáf a1~os. "La bifurcación de los
caminos" de las religiones judía y cristiana aparece como un
hecho natural. Ella se debió a que la segunda de las religio-
nes, la cristiana, prescindió de ciertos elementos de la prhne-
ra, vitales para la subsistencia del pueblo judío como una co-
munidad espiritual con una larga y fecunda tradición pro-
1-ria. En ningún momento aparece en las páginas que se lee-
1án a continuación algún reproche al cristianismo. Pero su au-
tor, eso sí, destaca cómo son de infundadas las objeciones que
suelen dirigirse a la religión judía. Así, demuestra que .carece
de asidero un juicio repetido con frecuencia y según el cual
el judaísmo sería un credo estrechamente nacional en contras-
te con lo universal del cristianismo. Cohén prueba que los ele-
mentos morales y universales se hallan tanto en una religión
como en la otra. Lo que ha ocurrido es que la religión cris-
tiana prescindió de los factores que en la religión madre po-
dían asegurar la perpetuación del rueblo en cuyo seno na-
ció Jesús.
PRÓLOGO 15

El libro de Cohén es una obra científica, pero no peca de


defectos frecuentes en trabajos de este género. Si en ningún
momento desciende a la vaguedad en la expresión, tampoco
incurre en el error de abrumar al lector de cu.ltura general con
el recargo de una erudición pesada. Se lee sin dificultad, pe-
ro no se lo puede leer con ligereza, porque no se puede leer
con ligereza un libro _rico en ideas y en información. Su lec-
tura será útil a los judíos porque les ayudará a comprender las
características de la vida de su estirpe en un momento crucial
clel destino de ella; les mostrará cómo las fuerzas morales del
judaísmo fueron suficientemente vigorosas como para que éste
conservara su personalidad frente a una religión que llegó a
tener repercusión universal. Y también será útil a los cris-
tianos este libro de un judío. En él se presenta con dignidad
y con inteligencia comprensiva el drama del encuentro en la
vida de las dos religiones, de las que la segunda tuvo como
fundador a un hombre nacido en el seno de la comunidad que
practicó y practica la primera. Para los judíos, este libro será
provechoso porque les enseñará a tener ideas claras sobre qué
es el judaísmo y en qué se distingue del cristianismo. A los
cristianos les enseñará cómo los judíos pueden pensar a la vez
con claridad y con amplitud sobre un problema que ha de in-
teresar por igual a los cristianos y a los judíos, en cuanto unos
y otros, a pesar de "la bifurcación de los caminos", aspiran a
una misma meta de superación moral de la humanidad.
LEÓN Du J OVNE ,
'
CAPÍTULO I

EL PROBLEMA DE LA SUPERVIVENCIA

1) La comunidad judía en el Siglo Quinto antes de Cristo.

LAtoHISTORIA bíblica concluye a mediados del siglo quin-


~ntes de la era cristiana. La descripción de la comu-
nidad en Judea con que las Escrituras Hebreas terminan es
de un carácter tal que puede suscitar presagios tristes acerca
de su futuro. Esta descripción se encuentra en el último ca-
pítulo del libro de Nehemías, y es como sigue: "En aquellos
días vi asimismo judíos que habían casado con mujeres de
Asdod, de Ammón y de Moab; y sus hijos hablaban la mitad
en la lengua de Asdod, y conforme a la lengua de cada pue-
blo, y no sabían hablar la lengua ·de los judíos. Y reñ~ con
ellos y los maldije y golpeé a algunos de ellos y arranqueles
1os cabellos, y les juramenté por el nombre de Dios: "No da-
réis vuestras hijas a sus hijos, ni tomaréis de sus hijas para
vuestros hijos, o para vosotros. ¿No pecó por esto Salomón,
rey de Israel? Bien que en muchas naciones no hubo rey co-
mo él, que era amado de su Dios y Dios lo había puesto por
:rey sobre todo Israel; mas aún a él hicieron pecar las mujeres,
extranjeras. ¿Y obedeceremos a vosotros para cometer todo este
ni.al tan · grande de prevaricar contra nuestro Dios tomando
mujeres extranjeras? Y uno de los· hijos de Joiada, hijo de
Eliaschib el Gran Sacerdote, era· yerno de Sanballat Horonita;
por eso lo ahuyenté de mí. Acuérdate de ellos, Dios mío, por-
18 AnRAHAM CoHEN

que han contaminado el sacerdocio, y el pacto del sacerdocio


v de los Levitas". 1
- Reprodujimos íntegramente esta cita, relato del episodio
histórico final en la Biblia, porque ella describe en colores.
vívidos la escena a partir de la cual comienza la presente in-
vestigación. Habían pasado menos de cien años desde que
Ciro, rey de Persia, dictara su proclama permitiendo volver
a su patria y reconstruir su vida nacional a los judíos deste-
rrados en Babilonia que lo desearan. Un total de 42.360 hom-
bres y sus familias aprovecharon de la oportunidad. Pero pa-
rece que la obra de reconstrucción de esos pioneros fue de
corto alcance. En un siglo había avanzado mucho el proceso
de desintegración. Como un cáncer que devora un órgano
vital en un ser humano, el matrimonio con extraños estaba
destruyendo el cuerpo de la comunidad judía y amenazaba
su existencia. Hasta la familia del Gran Sacerdote estaba
afectada por el mal; el estado avanzado de la enfermedad se
hacía visible en los niños, que hablaban, no la '1engua de los
judíos", sino la lengua de sus madres gentiles.
¡Cuán justificado habría sido en ese tiempo un presagio
de que el pueblo judío estaba inevitablemente condenado a
la extinción! Es verdad que Ezra y Nehemías habían hecho
esfuerzos heroicos para extirpar el cáncer, pero ¿traería la
operación una cura pem1anente? El síntoma nefasto era la
propensión de los judíos a apartarse de su religión ancestral.
¿Era posible contener esta tendencia? No habría sido extraño
que se contestara a esta pregunta con un grave sacudimiento
de cabeza. Sin embargo, los acontecimientos no se desarrolla-
ron en conformidad con lo previsible. Menos de tres siglo~
más tarde llegó un tiempo de prueba. La historia cuenta el
conmovedor espectáculo de un puñado de civiles judíos qu~

1 Nehemías, :xm, 23 - 29.


EL JunAÍsMo Y EL SuRGIMIEÑTo DEL CrusnAbi, SMO 19

desafiaron a las legiones del rey sirio Antíoco Epífanes en de-


fensa de su derecho de adorar al Dios de sus antepasados y
dispuestos a morir antes que ser desleales a la Torá. 2 ¿Cómo
se explica este notable fenómeno? ¿Por qué se hizo vigorosa
la adhesión del pueblo judío al judaísmo y no decayó en ese
lapso de tiempo?
A dos siglos de la lucha de los Macabeos volvemos a en-
contrarnos con fenómenos extraños y contradictorios. De un
lado comprobamos un intensivo desarrollo del estudio de la
Torá, que culminó en la compilación de la Mischná, el Tal-
mud y el Midrasch 3 , y la formulación del judaísmo, que fue
capaz de enfrentar una batalla de vida o muerte durante cerca
de dos mil años. Del otro lado, vemos el nacimiento de una
religión hija, que rompió con el judaísmo incorporándose doc-
trinas que eran extrañas e inadmisibles para la religión madre.
¿Cómo ocurrió eso? ¿Qué aconteció entre la. clausura de la
·Biblia hebraica y el comienzo del Nuevo Testamento, no en
el campo de la historia judía, sino en la evolución del pensa
miento religioso judío? Este es el tema del presente estudio.

2) Cómo el judaísmo sobrevivió el cautivereo babilónico.

Para comprender cómo nació dentro de la judeidad el


movimiento que no sólo la salvó de perecer hace mucho tiem-
po, sino que también le dio el secreto de una maniriesta eter-
nidad, debemos mirar hacia atrás y tomar nota de ciertos su-
cesos cruciales. A la muerte de Salomón su reino se dividió
en dos. Aunque pequeña, Tierra Santa fue el asiento de dos

2 Esta palabra fundamental se traduce habitualmente ;por "Ley",


pero su definición más correcta es "dirección", "instrucción'. Designa
la Revelación a Israel, con las leyes que habrían de regular la vida de
la comunidad.
3 Las partes principales de la literatura rabínica .
20 ABRAHAM CoHEN

monarquías separadas y a menudo en conflicto entre sí. Es-


taban el reino del Norte, que comprendía diez tribus, y el
reino del Sur, formado por las tribus de Judá y Benjamín,
con el agregado de los sacerdotes y levitas. En el año 722 el
reino del Norte fue invadido por los asirios, la monarquía
fue derribada y los habitantes conducidos al cautiverio, donde
desaparecieron como entidad ~parte. Es posible que pequeños
grupos hayan retomado al Sur y se hayan unido a sus her ·
manos; la mayoría, empero, se disgregó en el ambiente pa-
gano. Circulan distintas teorías acerca de la supervivencia y
los paraderos de las diez tribus perdidas. En todo caso, desde
el punto de vista judío, son tribus perdidas que desaparecie-
ron del escenario de la historia nacional.
A partir del tiempo de la invasión asiria, el pueblo ju-
dío fue un remanente, limitado a la población del reino del
Sur. Esta era la dura realidad de la situación que importaba
desde el punto de vista nacional. Considerado con este crite-
rio, el destino similar que alcanzó al reino del Sur -su inva-
sión en 586 por los babilonios y el traslado del pueblo al
destierro- creó una crisis de primera magnitud. Si estos cau-
tivos hubieran desaparecido en Babilonia como sus hermanos
habían desaparecido en Asiria, la historia del pueblo judío
habría llegado a su fin. Es verdad que en ese tiempo había
grupos de judíos establecidos en Egipto y en otros lugares,
pero no habrían podido conservar su individualidad si el tron-
co de la nación hubiera sido destruido. El hecho escueto es
que la cuestión de si la judeidad tendría un porvenir depen-
día del desenlace del cautiverio babilónico.
¿Por qué, pues, no sucumbieron los judíos en Babilonia
como habían sucumbido los judíos en Asiria? Los primeros
deben de haber poseído algo de que carecieran los últimos y
que mantuvo viva su conciencia judía en ambientes extra-
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusnANisMo 21

ños y preservó su individualidad como grupo. Lo que tenían


consigo era una colección de escritos hebreos que se convirtió
en el núcleo de lo que se conoce como la Biblia. Ella acom-
pañó a esos desterrados cuando fueron arrancados de su país.
Sus jefes consideraban que esa literatura nacional, compues-
ta en la lengua nacional, era el único vínculo concreto con
el pasado, que podía mantener vivos los recuerdos que debían
ser conservados si la comunidad había de pervivir. Consi-
guientemente, iniciaron en Babilonia un movimiento que creó
para los judíos la oportunidad de reunirse periódicamente con
el fin de leer y estudiar las Escrituras Hebreas. Los asistentes
a esas reuniones recibían una vigorosa advertencia de que
eran judíos domiciliados en Babilonia, pero no babilonios. De
sus filas salieron los pioneros que más tarde retomaron para
reconstruir Sion.
En esas reuniones ha de l:iuscarse el ·origen de la institu-
ción que hubo de desempeñar un papel tan importante en la
vida judía. Su nombre hebreo es Bet ha-Knéset, en arameo
Be Kenischta y en griego Sunagogue. Todos estos vocablos
tienen el mismo sentido: "lugar de reunión". Y la designa-
ción indica su finalidad primordial: no la de una "casa para
orar", sino "un lugar para juntarse". En su forma más anti-
gua, sirvió corno un centro de reanimación para una comu-
nidad sin hogar. Congregaba a judíos que estaban expuestos
a fuertes presiones asirnilacionistas y creaba para ellos una
atmósfera judía en la que se desarrollaba su voluntad de re-
sistir a las fuerzas gentiles que actuaban sobre ellos. Es po-
sible que, además de leer las Escrituras, se recitaran unas
pocas plegarias, y así se haya formado un embrionario servicio
religioso. De la práctica en el exilio babilónico surgió la "lec-
tura de la Torá" como el rasgo central del ritual de la Sina-
goga y persistió hasta el día de hoy.
22 ABRAHAM CoHEN

3) La autoridad de la Torá en la vida judía.


De la experiencia de los dos exilios, en Asiria y en Ba-
bilonia, se sacó una conclusión que tuvo un efecto profundo
sobr_e la actividad y el pensanúento judíos posteriores. Esta
conclusión fue claramente captada por un judío babilónico
que estaba destinado a desempeñar un papel decisivo en la
historia judía: Ezra el Escriba. Cuando hizo su visita a Jeru-
salem a mediados del siglo quinto y vio al pueblo en un
avanzado estado de desintegración, conforme se ha descrito,
concluyó que la medicina preventiva que se había mostrado
tan efectiva en Babilonia era la única cura que se debía ad-
ministrar. Su fogosa campaña contra el matrimonio mixto sólo
fue una preparación para el esquema de la reforma que ha-
bría de hacer de la Torá la base de la vida judía, tanto la
del individuo como la del pueblo como conjunto.
Los Rabinos dijeron más tarde que Ezra "fue digno de
que la Torá se hubiese dado a Israel por su intermedio, si
Moisés no lo hubiese precedido"4; y que "cuando la Torá
fue olvidada en Israel, llegó Ezra de Babilonia y la restauró". 5
Este elogio no es una exageración. Así como Moisés había
convertido una horda de esclavos dispersos en una nación,
haciendo de la Torá la constitución que los unía, así Ezra
restauró esa constitución para un pueblo moribundo y lo gal-
vanizó para la vida.
Esto resulta evidente en lo que se dice acerca de él en
el octavo capítulo de Nehemías. En el primer día del séptimo
mes, Rosch Haschaná, se reunió el pueblo, "y Ezra el sacer-
dote trajo la Torá ante la congregación, ante los hombres y
las mujeres ... y leyó de ella ... desde la mañana temprano has-

4 Sanedrín, 21 b.
5 Succá, 20 a.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 23

ta el mediodía ... y los oídos de todo el pueblo estaban atentos


al libro de la T orá". Se nos informa que los partidarios de
Ezra ''hicieron que el pueblo entendiera la Torá ... Y leyeror.
en el libro, en la T,orá de Dios, distintamente; y ponían el
sentido, de modo que se entendiese la lectura". Al día si-
guiente hubo una reunión de Ezra, los sacerdotes, los levitas
y "los jefes de las familias de todo el pueblo", y encontraron
escrita en la T orá la ordenanza relativa a la festividad de los
Tabernáculos. Resolvieron hacer una celebración nacional de
esta fiesta y anunciaron una proclama a ese efecto a través
del país. En el curso de la celebración, "también cada día,
desde el primer día hasta el último día, él (Ezra) leyó en el
libro de la T orá de Dios".
Está claro que lo que Ezra hizo fue volver a poner en
contacto al pueblo · de Judea con su literatura nacional, ha-
ciendo de ella un rasgo prominente de la observancia de sus
días sagrados. Pero esto sólo fue el medio para un fin. Su
finalidad está descrita en el siguiente pasaje : "Zangwill dijo
una vez: La historia, que es en gran parte un relato de la
fusión de minorías en mayorías, no recuerda un ejemplo de
supervivencia de un grupo no segregado en el espacio o no
protegido por una fe ardiente como por una frontera de fue-
go". Esta lección de la historia evidentemente la ofreció Ezra .
Comprendió que los judíos no podrían hallarse enteramente
segregados en el espacio. No sólo se debía considerar la exis·
tencia de r3?1as del árbol nacional en Egipto, Babilonia y
Persia, sino que tampoco se podía evitar en Judea misma el
contacto entre los judíos y sus vecinos. Entonces, si la nación
judía había de ser preservada, debía rodeársela "de la fe ar-
diente como de una frontera de fuego", según la metáfora
más adecuada, pues la Biblia misma habla de una ''ley de
24 .A B R A H A M e ·o H E N

fuego". 6 El judío debía tener una religión que no solamente


Jo distinguiera continuamente de los paganos, sino que tam-
bién debía ser para él un constante recordatorio de que era
miembro de la raza y la fe judías. El judío debía distinguirse
de sus vecinos, no meramente por el credo, sino por un modo
de vida. Su manera de celebrar el culto debía ser diferente;
su hogar debía ser diferente; aun en los actos comunes de la
vida diaria debía haber rasgos distintivos que constantemente
recordaran su judaísmo. Su vida en cada detalle debía ser
controlada por la Torá, por las leyes escritas del código mo-
saico y su desarrollo en la vida en común del pueblo, en con -
formidad con la mudanza que reclamaban las condiciones
cambiadas". 7
.Este principio de creación •de una vida peculiar para el
judío por medio de la T orá determinó el futuro del judaísmo
hasta hoy y explica algunos de sus rasgos especiales. Teólogos
cristianos y también, ocasion;llmente, teólogos judíos han cri-
ticado y condenado la política de Ezra como culpable de la
~strechez que, según alegan, caracteriza al judaísmo copio
religión, 8 Pero, a la mirada retrospectiva, aparece evidente
que esa política fue dictada por las circunstancias de su tiem-
po. El profesor G. F. Moore ha observado con acierto: "El
separatismo de los judíos fue una de las principales causas
de la animosidad contra ellos, especialmente durante la di-
versa fusión de pueblos y el sincretismo de religiones en los
reinos helenísticos y en el mundo romano; pero cumplió su
finalidad en la supervivencia del judaísmo, y por eso la his-

6 Deuteronomio, xxx1n, 2.
7 De la disertación introductoria del autor en The Jews at the
(;lose of the Bible Age, 1926, págs. 37 y ss.
8 En las páginas 85 y ss. se examina este cargo.
EL JuoAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusnAmsMo 25

toria lo ha vindicado". 9 Los hechos demostraron que la polí·


tica de Ezra fue acertada y qu,e ella logró su propósito.
4) La Knéset Ha-gued'olá.
Para la realización de ·ese propósito, se necesitaba algo
más que las lecturas públicas de las Escrituras en períodos
fijos. Si el pueblo debía familiarizarse con las ordenanzas de
la T orá, era menester preparar maestros para que · actuaran
como instructores, y la vida religiosa debía estar sujeta a una
autoridad firme. Para hacer que el judaísmo fuese cóexten-
sivo con la vida del judío en todo sentido, debían surgir cier-
tas cuestiones de las contingencias de la existencia diaria y
ellas debían recibir respuesta dentro del marco de la Torá.
Además, Ezra era sólo un ser mortal y debió tomar medidas
que aseguraran que lo que había puesto ert marcha no termi-
nara con él.
Las consideraciones de esta naturaleza no podían esca -
par a una mente de reformador práctico como era la de Ézra.
La tradición relata que antes de su muerte fundó un cuerpo
con esa autoridad, que se conoce con el nombre de Knéset ha-
Guedolá (la Gran Asamblea). Algunos historiadores dudan
de que una institución de esa especie haya existido alguna
vez, pero los hechos que se conocen son difíciles de explicar
sin presuponer su existencia. El esquema de Ezra no hubiera
podido ponerse en acción sin esa institución o sin algo pare-
cido a ella. Debía crearse una entidad para familiarizar al
pueblo con las prescripciones de la T orá y para que fuese
fuente de información y de guía en casos de duda. Así como
un Bet Din es esencial para la dirección de una comunidad
judía ortodoxa de hoy, así en el período a que nos referimos
fue indispensable un tribunal autorizado.

9 Judaism, 1927, 1, pág. 21.


26 ABRAHAM CoHEN

. Se han conservado pocos detalles acerca de las funciones


y de la actividad de la Knéset ha-Guedolá. Algunas de las
ordenanzas que se le atribuyen en el Talmud pueden deberse
a una tendencia a adjudicar antigüedad a leyes y a prácticas
religiosas que en realidad no eran tan antiguas como se pre-
tende. Ezra fue un sacerdote y también muchos de sus cola-
boradores fueron sacerdotes. Por eso cabe suponer que origi-
nariamente, y por algún tiempo después, los sacerdotes y los
levitas preponderaban entre los integrantes de la "Gran Asam-
blea". Tradicionalmente los sacerdotes fueron los maestros en
cuestiones de ritual. A ellos se les dirigió la exhortación de
que "hicieran diferencia entre lo sagrado y lo profano, y entre
Jo impuro y lo puro; y que enseñaran a los hijos de Israel
todos los estatutos que el Señor les ha dicho por intermedio
de Moisés". 10 Malaquías, el último de los profetas, expresó
el ideal de que "los labios del sacerdote guardaran la sabi-
duría y que buscaran la T orá de su boca; porque él es el
mensajero del Señor de los ejércitos".11
Por lo tanto, Ezra debió dirigirse a ellos para formar el
núcleo de sus ''hombres de la Gran Asamblea". Esos hom-
bres, con toda probabilidad, han de identificarse con los
soferim., término que se traduce deficientemente por "escri-
bas". El vocablo se aplicó a Ezra mismo, y designa al hombre
que se consagraba al estudio del texto de la Torá. Esta defi-
nición señala una tarea de gran preeminencia que se debía.
emprender, es decir, la de decidir cuáles escritos debían in-
cluirse en el canon de las Sagradas Escrituras. El Eclesiastés
expresa la queja de que "no hay fin para el hacer muchos
libros" 12 , y se sabe ahora más que antes que en el antiguo

10 Levítico, x, 10 y ss.
11 n, 7
12 XII, 12.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIAJ...... ISMO 27

Oriente hubo una gran productividad literaria. Los judíos dé


ese período indudablemente no eran una excepción, y el pue-
blo necesitaba una guía acerca de cuáles escritos se debían
aceptar como "inspirados" y cuáles no.
Por lo tanto, se ha de conceder crédito a la afinnación
talmúdica de que la Knéset lia-Guedolá decidió acerca de las
partes constitutivas de las Escrituras, aunque la clausura final
del canon bíblico ocurrió en el segundo siglo de la era común.
Los escritos entonces existentes y que fueron excluídos, no
habrían de sobrevivir; sin embargo se verá a su tiempo que
nos ha llegado de los siglos primero y segundo antes de Cristo
una considerable literatura judía de gran importancia para
nuestro tema, libros que fueron rechazados del canon como
sefarim jitzonim, "libros de afuera". 13
Una tarea paralela que recaía en la Knéset lia-Guedolá
era la del examen minucioso del texto de la Torá para ase-
gurar su corrección. Con respecto a esto, se han consenrado
17 ó 18 "enmiendas de los soferim". El objeto de los cambios
era eliminar frases que pudiesen sonar como violatorias de la
honra de Dios. Unos pocos ejemplos de ello son: en Génesis,
XVIII, 22: "Abraham permaneció de pie ante Dios", alte-
rado de un original que decía: "El Señor estuvo de pie ante
Abraham". En I Samuel, III, 13, Dios dijo a Samuel, con
referencia al sacerdote Elí: ":f:l conocía que sus hijos iban a
traer daño sobre ellos mismos y sin embargo no los reprobó",
mientras que el original decía: "Sus hijos trajeron daño para
Mí". Zacarías, II, 12 dice: "El que os tocó (a Israel), tocó la
manzana de su ojo", en vez del original: '1a manzana de
Mi ojo".
También se atribuye a los "hombres de la Gran Asam-

l3 Ver, más adelante, págs. 54 y ss.


28 ABRAHAM CoHEN

blea" los comienzos de la liturgia, como las "dieciocho bendi-


ciones'' en su primera forma y las bendiciones relacionadas
con el Kidusch y la Avdalá. 14 Como la institución de la Sina-
goga comenzó a desarrollarse en su época, con las lecturas y
la exposición de la T orá, es probable que los soferim hayan
sido los autores de los rudimentos del servicio que acompa-
ñaba a esta función central.
El parágrafo inicial de Pirké Abot, el tratado ético inclui-
do en la Mischná, indica los tres principios fundamentales
que guiaban la actividad de la Knéset ha-Guedolá con estas
palabras: "Ser prudente al juzgar, educar a muchos discípu-
los y formar un cerco para la Torá". Por "prudencia al juz-
gar" se quiere significar el peso cuidadoso de todas las razo-
nes en favor y en contra cuando se está por decidir una cues-
tión de la ley judía. Este proceso implicaba un examen minu-
cioso de los textos dei la Torá que se referían al asunto, a fin
de obtener una conclusión correcta. Este es el núcleo del cual
creció la vasta ciencia talmúdica, y la línea prosiguió por obra
de las autoridades del judaísmo rabínico. El "educar a muchos
discípulos" era esencial para la finalidad para la cual se ha-
bía fundado h Knéset ha-Guedolá. Los discípulos a que se
refiere debían ser los sucesores de las e)l..'istentes generaciones
de maestros. Si la T orá debía persistir como una fuerza vi-
viente en el judaísmo, la cadena de instructores fidedignos
no debía romperse por la falta de un eslabón.
El tercer principio fue de importancia para el desarrollo
del sistema rabínico. A su respecto, ha escrito un eminente
estudioso no judío la siguiente interpretación: "Formar un
cerco en torno de la T orá es una frase famosa que, como mu-
chos otros dichos rabínicos, fue a menudo entendida errónea-

14 Las oeremonias asociadas a la inauguración y a la termina-


ción del Sábado y de las Festiividades.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 29

mente. En verdad no implica una intención de hacer un sis-


tema rígido de preceptos en el cual se perdiera toda la liber-
tad espiritual de que disfrutaba el alma iluminada en la co-
munión con lo divino. Los rabinos nunca tuvieron esa inten-
ción y nunca supusieron que sufrieran semejante pérdida.
Esta idea sólo existe en las mentes de cristianos, que se equi-
vocan respecto de una experiencia que, como cristianos, nun-
ca han conocido. Los rabinos siempre expresan con "cerco en
tomo de la Torá" -y siempre . entendieron así el término-
la precaución tomada para evitar que la revelac;:ión divina su-
friera daño, de manera que el recinto sagrado, por así decirlo,
siempre estuviera libre y abierto para que el ser humano con-
templara lo divino. En cuanto la Torá consistía de preceptos
positivos y negativos, el "cerco", a su vez, consistía de adver-
tencias mediante las cuales el hombre pudiera a tiempo sal-
varse de la trasgresión, antes de que fuera demasiado tarde.
Los rabinos, siguiendo ei consejo de los hombres de la Gran
Asamblea, hicieron un "cerco" para la T orá, y realizaron su
obra de manera tan eficiente que, pese a todas las cosas que
le fueron arrebatadas a Israel en el curso de siglos crueles, la
Torá, en cambio, permanecía y aún permanece como el tesoro
peculiar del pueblo judío''. 15
Pirké Ahot continúa con la sentencia: "Simeón el Justo
fue de los sobrevivientes de la Gran Asamblea", lo que es
muy importante como clave para la fecha en que la institu-
ción dejó de funcionar. Desgraciadamente su valor está dis-
minuido por el hecho de que hubo dos Simeones, abuelo y
nieto, designados con el aditamento de "el justo". Los inves-
tigadores disienten en cuanto a la identidad de la persona de
quien se trata. El abuelo fue Gran Sacerdote de 310 a 29 l.

15 R. Travers Herford, Pirké Abot, 1925, pág. 21.


30 ABRAHAM CoHEN

antes de la era cristiana, o, según otros, de 300 a 270, mien-


tras que el nieto desempeñó el mismo cargo de 219 a 199.
Por esto se plantea la siguiente cuestión: ¿la Knéset ha-Gue-
dolá terminó alrededor del año 300 o alrededor del año 200?
El punto de vista que aquí se adopta favorece a la última
fecha, por la razón siguiente: A la Knéset ha-Guedolá siguió
lo que se conoce como los zugot o "pares" de rabinos mencio-
nados en el primer capítulo de Pirké Abot. El primer "par"
estaba formado por José ben Joezer y José ben Iojanán, de
la época de más o menos entre 200 y 160 antes de la era
común. Si Simeón el Justo debe identificarse con el abuelo,
significa que hubo un espacio de más de un siglo entre la
clausura de la Knéset ha-Guedolá y la aparición de los zugot.
Los que adoptan este criterio suponen que eminentes rabinos
individuales llenaron el intervalo, pero nada se ha preservado
de sus enseñanzas y ni siquiera se conservan sus nombres.
En cambio, la identificación de Simeón con el nieto sig-
nifica que la línea de los maestros fue continua y no inte-
rrumpida. En el siglo II llegaron a destacarse rabinos distin-
guidos; en consecuencia, no hubo un vacío cuando se llegó
a la era de los Macabeos, una generación después de la clau-
sura de la Knéset ha-Guedolá. En ese período los esfuerzos
de los soferim se hicieron manifiestos en los judíos que esta-
ban dispuestos, inclusive con el riesgo de sus vidas, a res-
ponder al llamado del anciano sacerdote Matatías: "Todo el
que es celoso de la Torá ... que me siga". 16
La lucha de los Macabeos y su desenlace victorioso mar-
ca un recodo en extremo importante en la historia del pueblo
judío y en el desarrollo del judaísmo. La derrota hubiera
podido traer la muerte para el judaísmo; la victoria le dio

16 I Macabeos, n, 27.
EL JUDAÍSMO Y EL SuRGIMIEKTo DEL CrusTIAN1sMo 31

una nueva y más vigorosa vida. El problema de la supervi-


vencia se había resuelto mediante la política de Ezra, con-
sistente en hacer de la Torá la base de la existencia judía.
0

5) La, influencia de la Sinagoga.

El judaísmo postexílico fue un desarrollo genuino del


judaísmo bíblico, condicionado por los acontecimientos. Se
habían producido cambios importantes. Sobre todo, como re-
ligión iba desempeñando un papel más íntimo en la vida
del individuo judío y ejercía una influencia más directa so-
bre todos los aspectos de su existencia. El Templo se erigía
cual centro espiritual del pueblo judío como conjunto, inclu-
sive el de la diáspora. Pero rápidamente ganó el favor popu-
lar un nuevo centro religioso que tocaba al judío de una
manera más personal y más frecuente: la Sinagoga. Se di-
rigía al Templo en las tres fiestas de peregrinación y en toda
ocasión especial en que debía traer un sacrificio. El Templo
estaba bajo la administración exclusiva de los sacerdotes y
levitas. En cambio, la Sinagoga era en cierto sentido una ins-
titución que pertenecía a los miembros de la comunidad ju-
día, a la que se dirigían a menudo y en la que tenían un in-
terés personal. El judío aportaba al Templo lo que debía
aportar; de la Sinagoga recibía una instrucción que influía
en su vida diaria, modelaba su pensamiento y dirigía sus as-
piraciones. En el Templo era un laico, apartado de los sacer-
dotes y levitas y colocado en un nivel inferior al de ellos y
en la Sinagoga hallábase entre sus iguales. Para emplear un
término moderno, la Sinagoga se asentaba sobre una base
democrática. Es verdad que el judaísmo de la Sinagoga de-
pendía de expertos en la Torá -particularmente en su aspec-
to de casa de estudio-, pero esos expertos no formaban un
grupo delimitado como los sacerdotes y levitas, cuyo privile-
32 AB RAHAM CoHEN

gio dependía del nacimiento. El judaísmo debía sentirse más


estrechamente unido a los maestros de la Sinagoga que a los
ministros del Templo.
En este sentimiento puede encontrarse una causa coad·
yuvante de un movimiento que más tarde desembocó en una
división en las filas judías y en la formación de dos partidos,
los fariseos y los saduceos. 17 La creciente vinculación de las
masas con la Sinagoga también tuvo el efecto de hacer que
el judaísmo postexílico no dependiera completamente del Tem·
plo que antaño había sido destruído y que habría de ser des·
truído de nuevo. Cuando la catástrofe ocurrió por segunda
vez, el judío sintió el golpe en forma aguda, pero no quedó to·
talmente desamparado. Se refugió en la Sinagoga como en un
hogar espiritual y en su recinto renovó su fe y su esperanza.
Este hecho es otra prueba de cómo fue crítico y decisivo
para el futuro del judaísmo el proceso que tuvo lugar du·
rante el período de menos de tres siglos que transcurrió entre
Ezra y los Macabeos.

17 Ver, más adelante, págs. 83 y ss.


CAPÍTULO II

EL IMPACTO DE PERSIA Y GRECIA

1) Angelología, y demonolog.ía.

DORANTE cien años después de la muerte de Ezra, Ju-


dea fue parte del ' imperio persa luego, por obra d~
y,

las victorias de Alejandro Magno, pasó al dominio de Grecia.


En ambos casos hubo _repercuciones que afectaron a la forma
y al contenido del judaísmo. Los judíos no podían quedar
aislados de ese ambiente ni eximidos de su influencia. Tenían
contactos personales con los persas y, después, con los griegos,
y llegaron a conocer sus creencias. Dadas las circunstancias,
era inevitable un cierto grado de asimilación. Así como el vo-
cabulario hebreo se incorporó entonces palabras persas y
griegas, así el pensamiento judío se incorporó ideas persa~
y griegas.
A este respecto se ha de señalar que, en cuanto a la asi-
milación de conceptos religiosos, se operó un proceso de dis-
criminación. Los maestros judíos lucharon contra la acepta-
ción de doctrinas que no armonizaban con las enseñanzas de
la Biblia, pero no resistieron la infiltración de creencias que
tenían una base en las · Escrituras. Como consecuencia <le
ello, ciertos dogmas que sólo aparecen confusamente en la
Biblia, se hicieron más pronunciados en el judaísmo rabíni-
co bajo el impacto del pensamiento persa y griego. Como eran
inherentes a la raíz del judaísmo, no fueron eliminados, sino
34 A B R A H A 111 e o H E N

que se les dejó crecer en su tallo. Durante la era persa, tuvo


lugar dentro del judaísmo un notable desarrollo de su ange-
lología y demonología. La fe judía es intransigentemente mo-
noteísta. Dios es el solo , y único Supremo Poder que controla
al universo. Cualquier problema qµe surge en la vida huma-
na, individual o colectiva, en conexión con la Divina Prnvi-
dcncia, ha de eni!"r solución en el contexro del mono-
XLV teísmo. En Isaías, XIY 6 y 7, aparece esta dec!!ración: _"Han
de saber desde la sa ida del sol y' desde el Occidente que no
hay ninguno fuera de mí; Yo soy el Señor y no hay ningún
ouo; Yo formo la luz y creo la oscuridad; Yo hago la paz 1 y
creo lo malo2 ; Yo soy el Señor que hace todas esas cosas".
Consiguientemente, todo ha de atribuirse a Dios, ya se tiate-
de una experiencia grata o ingrata. Este es el punto de vista
del cual el judaísmo nunca se apartó.
Pero en Persia los judíos se encontraron con una sdu-
ción_dualista para el problema del universo. La religión persa,
e] zoroastrianismo, postulaba dos poderes supremos: uno, el
dios del bien y la luz, Aura Mazda (más popularmente, Or-
r.mz), y el otro, el dios del mal y la oscuridad, Aura Mainyu
( o, también, Ahrimán). Ambos estaban bien dotados, eran
ig11 a1mente poderosos, y cada uno de los dos tenía a su Jis--
posici6n un ejército para realizar sus propósitos en h con-
tienda por el dominio en el mundo. El dios del bien estaba.
apoyado por una fuerza de ángeles; el dios del mal, por una
fuerza de demonios. Los hombres y las mujeres de bondad
, se unían a Aura Mazda y eran sus aliados en el conflicto; los
malvados era_n aliados de Aura Mainyu y le ayudaban a

1 El vocablo hebreo schalom significa aquí "condiciones felices,


estables",
2 El vocablo ra no se emplea aquí con u_n a connotación ética,.
'Sino que significa "calamidad, turbación", lo contrario de scha.lom.
EL JuDAÍSMO Y EL SunGil'vIIENTO DEL CRISTIA..t"'\lISM O 35

imponer su causa. En confonnidad con esta línea de pensa-


miento, se encontró una solución al desconcertante problema
de la existencia del mal.
Los judíos en ese tiempo no dejaron de estar influídos
por este sist~ma de pensamiento; conocieron el problema d~l
mal mejor de 'lo que lo habían conocido en la era preexílica,
y se sintieron compelidos a resolverlo sin violentar el <logma
fundamental de la unidad de Dios. En contraste con las Es-
crituras primeras, que callan relativamente esta cuestión, en
los escritos postexílicos ella figura en grado más destacado.
Los investigadores bíblicos modernos atribuyen a este período
la composición del libro de Job, que se ocupa totalmente del
problema y concluye afirmando que su comprensión esta más
allá del alcance intelectual del hombre.
Es probable que al mismo período corresponde un Salmo
como el setenta y tres. El autor describe su turbación mental
y espiritual en un lenguaje vigoroso': "Mas yo, casi s~ desli.-
zaron mis pies; por poco resbalaron mis pasos. Porque tuve
envidia a los arrogantes, cuando vi la prosperidad de los im-
píos. Porque no hay ataduras para su muerte, y hay forta-
leza en su cuerpo. No están ellos en la turbación humélna ;
ni son azotados como los hombres. Por eso la soberbia es co-
mo su collar; cúbrense de vestido de violencia . Sus ojos están
salidos de gruesos ... Solt~ronse y en maldad expresan violen-
cia; hablan con altanería ... Y dicen: ¿Cómo sabe Dios? ¿Y hay
conocimiento en el Altísimo? He aquí estos impíos".
El escritor piadoso contrasta entonces su propia posición:
"Seguramente en vano he limpiado mi corazón y he lava<lo
mis manos en inocencia; pues todo el día he sido flagelado y
mi castigo vino cada mañana".
Luego está su confesión de inquietud en su perplejidad,
seguida por el pensamiento que le trae paz al _espíritu: "Cuan-
36 ABRAHAM CoHEN

do pensé cómo podía saber esto, fue fatigoso para· mis ojo:;;
hasta, que entré al Santuario de Dios, y consideré su fin. Cier-
tamente Tú los has puesto en deslizaderos; y los haces caer
en ruina total. ¡Cuán desolados fueron en un momento! Aca-
báronse en terrores".
En estas palabras se formula la respuesta judía ortodoxa
que debía ir al encuentro de la atormentadora pregunta. El
sufrimiento del justo y el triunfo del malvado son solamente
experiencias temporarias. Seguramente llega un tiempo de re-
tribución en el que cada uno recibe lo que merece. La argu-
mentación de esta naturaleza es un fenómeno nuevo en el
pensamiento judío, y una vez comenzado había de continuar.
Esta solución hubo de ampliarse, por ejemplo, para satisfa-
cer al hombre inquisitivo mediante el postulado de un más
allá para restablecer el equilibrio de esta vida, y esto, a su vez,
condujo a un definido desarrollo de las doctrinas de la resu-
rreccióp de los muertos, de la recompensa y el castigo, del
cielo y el infierno. 3
El monoteísmo ético, que es básico en el judaísmo, creó
en ese período un desgano, de atribuir a Dios lo que era apa.-
rentemente malo, aunque Él era el Creador de todo. En la
Biblia cabe comprobar un nuevo rastro de esta tendencia. En
II Samuel, XXIV, 1, el 'texto dice: "Y otra vez la ira del Se-
fior se derramó contra Israel, y El movió a David contra ellos
diciéndole: Anda, numera a Israel y Judá"; y la narración
cuenta las desastrosas consecuencias que afectaron al pueblo.
En esa temprana generación no se sentía ninguna dificultad
moral en considerar que Dios fuese en último término res-
ponsable por un acto hecho y un castigo infligido a aquellos
que lo hicieran. Pero, sin embargo, al ser incluido este ver-

3 Este tema se halla tratado en las páginas 40 y siguientes.


EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 37

sículo por el compilador de los libros de Crónicas, en su ver-


sión lo alteró diciendo: "Y Satán se erigió contra Israel y de-
terminó a David a numerar a Israel". 4 La fecha de este libro
bíblico está ubicada entre el 300 y el 250 antes de la era
cristiana. Y ~ partir de entonces encontramos en el judaísmo
una angelología y demonología mucho más desarrollada que
en la era preexílica.
En la literatura hebrea de antes del cautiverio babilóni-
co hay muchas narraciones .en las que los ángeles aparecen
corno agentes divinos encargados de llevar a cabo ciertas ta-
reas. Por esta razón los maestros religiosos posteriores, los
soferim, no se opusieron al crecimiento de la creencia en án -
geles, que los judíos adoptaron bajo la influencia persa. La
creencia concordaba con el espíritu popular y no dañaba se-
riamente a la fe de la comunidad; y así ella comenzó a des-
empeñar un papel importante en el folklore judío. La litera-
tura de las dos centurias precristianas, de la que nos ocupare-
mos en detalle más adelante, está saturada con angelología,
y ella pasó a la literatura de los Rabinos.
De esta última fuente citaremos un ejemplo: "Cuando
los israelitas declararon que obedecerían aún antes de que
hubieran oído la Torá que se les revelaría, 5 sesenta miríadas
de ángeles ministrantes llegaron y dieron a cada israelita dos
coronas: una para la promesa de la obediencia y la otra para
la prestezcl¡ a escuchar. Cuando e] pueblo pecó haciendo el be-
cerro de oro, llegaron ciento veinte miríadas de ángeles de
destrucción y retiraron las coronas". 6
Aquí el T almuq da una forma metafórica a la idea que

4 I Crónicas, XXI, 1.
5 Exodo, XIX, 8 y xxiv, 7, donde "haz" precede a "obedecer",
literalmente: "escuchad".
6 Schabat, 88 a,
38 ABRAHAiv: CoHEN

quiere expresar; pero la forma que adopta, condicionada por


la mentalidad del pueblo, es la prolongación de la influencia
de los siglos quinto y cuarto antes de la era cristiana, cuando
Persia dominaba en Judea. Ella hasta entró en el libro judío
de oraciones, como en la plegaria previa al descanso: "En
nombre del Señor, Dios de Israel, que Micael esté a mi dies-
tra y Gabriel a mi mano izquierda, delante mío Uriel, detrás
mío Rafael; y por encima de mi cabeza, la divina presencia
de Dios". Es éste un ruego de que el durmiente pueda hallar-
se rodeado por la presencia, protectora de los arcángeles duran-
te la noche, cuando merodean espíritus dañinos.
Entre los pueblos primitivos era universal el temor a
<'sos espíritus daüinos y el empleo de medios para protegerse
frente a su malevolencia, y esto llega hasta el tiempo pre-
sente. La Biblia está singularmente libre de superstición y
ordena que los israelitas no sacrifiquen ellos mismos sus ofren-
. das, sino que han de traerlas al sacerdote en la tienda de
congregación, "y nunca sacrificarán sus sacrifici<_>s a los sáti-
ros, tras de los cuales se desvían". 7 La palabra que corres-
ponde a "sátiros" es traducida por el T arguni 8 como schedim '
( demonios). Hay otra alusión a esta práctica en Deuterono-
mio, XXXII, 17: "Ellos (los israelitas antiguos) hacían sa-
crificios a los demonios,,. La creencia de que espíritus mal-
Yados frecuentaban lugares en ruinas se menciona dos veces
en el libro de Isaías. 9
En lo que se refiere a Satán, un estudioso judío norte-
~1mericano escribió que "solamente es una figura alegórica, que
representa el mal del mundo, el mal físico y moral. Fue en-
viado por Dios a fin de poner a prueba al hombre para su

7 Levítico, XVII, 7.
3 La traducción aramea de la Biblia.
9 XIII, 21; XXXIV, 14.
EL JUDAÍSMO Y EL SuRGIMIENTo DEL CrusT1AN1SMo 39

propio bien; para desarrollarlo moralmente. 1:.l es "el espíritu


<.¡ne siempre quiere el mal, pero que termina bien", y por eso
en el libro de Job se presenta ante el trono de Dios como uno
de ]os ángeles". 10
Sin emhargo, el efecto del contacto judío con los persas
fue la profunda y difundida aceptación de la realidad de. es-
píritus del mal que llenan la literatura prerrabínica . Se cita-
rán ejemplos cuando tratemos estos escritos. Lo mismo que
en cuanto a 1a angelología, también en cuanto a la demono-
logía los rabinos sucumbieron ante la superstición predomi-
nante. En Pirké Ahot11 , entre los diez objetos que se declara
c¡ue fueron creados en vísperas del primer sábado están los
mazikín o espíritus dañinos. En el Midrasch 12 , el comentario
correspondiente aparece con referencia a Génesis I, 24 ("Y
elijo Dios: produzca la tierra seres vivientes según su géne·
ro"): "Estos son los demonios cuyas almas el Santo, Bendito
Sea, creó, pero cuando hubo de crear sus cuerpos consagró el
sábado, y no los creó". Por lo tanto, se pensaba sobre los
demonios como espíritus descarnados. Ha de señalarse que
los judíos atribuían su creación a Dios, no a una divinidad
malvada, corno los zoroastrianos. En una fuente judía mucho
más antigua, que se citará más adelante 13 , se ofrecerá un
rdato diferente respecto de su origen.
La demonología no quedó confinada en la Hagadá (fol-
ldore rabínico), sino que también invadió la Halajá (ley ju-
día). La Misch.ná establece: "El que extingue una luz (en
sábado) por miedo a un ataque de gentiles o ladrones o por

IO Kaufmann Kohler, Jewish Theology, 1918, pág. 190.


11 v, 9.
12 Génesis Rabá, VII, parági:afo 5.
13 Ver, más adelante, pág. 74.
40 ABRAHAM CoHEN

miedo a un espíritu dañino, está libre de culpa". 14 Cabe for-


marse una noción de la mentalidad de esa época a través del
siguiente pasaje talmúdico: "Si al ojo humano se le hubiera
dado el poder de ver los malos espíritus, nadie podría persis-
tir a causa de ellos ... Nos superan en número y nos rodean
tomo una loma en torno de un campo... Cada uno de . nos-
otros tiene un millar a su izquierda y miríadas a su diestra" 15
También el Nuevo Testamento ofrece una prueba de cómo
la creencia persistió; la Iglesia conservó una ceremonia de exor-
cismo. No nos corresponde aquí tratar este tema. Todo estu-
diüso de la literatura rabínica y del folklore judío reconoce
que eso que había existido en abundancia en el fondo de los
tiempos bíblicos pasó al primer plano como un legado del in-
tercambio persa-judío.

2) El más allá.
Uno de los componentes de casi todos los sistemas reli-
giosos se designa con el término "escatología", que significa,
literalmente, "la doctrina de las cosas últimas". Ofrece ense- ,
ñanzas sobre la suerte del ser humano después del falleci-
miento y el destino final de la humanidad. Con frecuencia
se ha comentado el hecho de que la Biblia hebrea dice muy
poco sobre este tema, y el Pentateuco absolutamente nada. El
hecho mismo no puede ser negado, pero, en cambio, es discu-
tible la deducción que habitualmente se extrae de ese silencio.
En el artículo sobre "Escatología" en la Jewish Encyclopedia
se afirma que en la Biblia "no hay rastro de una creencia de-

14 Schabat, n, 5.
15 Berajot 6a. Gi~bert Murray señala un paralelo griego en su
· Five Siages of Greek Religion (Thinker's Library ed., 1935), pág.
34, donde trae esta cita de un poeta griego desconocido: "Tocio el
aire se halla tan atestado de ellos, que no hay una sola hendedura
donde se pueda hacer entrar la punta de una brizna de hierba".
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 41

finida en la vida futura"; y en el artículo sobre la "Inmorta-


lidad del alma" está la afirmación: "La creencia en la inmor-
talidad del alma llegó a los judíos del contacto con el pensa-
miento griego y, sobre todo, a través de la filosofía de Platón,
su principal exponente".
Es en alto grado improbable que los hebreos, israelitas y
judíos hasta el período griego hayan ignorado completamente
el concepto de un más allá, y esto por dos razones. Uno de
los antropólogos orientadores - de nuestro tiempo~ Sir John
Frazer, famoso por su Golden Bough, hizo una investigación
minuciosa acerca de la creéncia en la inmortalidad entre los
pueblos primitivos y escribió una obra extensa sobre el tema.
Su conclusión es la siguiente: "Es imposible no sentirse im-
presionado por la fuerza, y tal vez podamos decir, por la uni-
versalidad de la creencia en la inmortalidad entre las razas
salvajes de la humanidad. Para ellas, una vida después de la
muerte no es asunto de especulación y conjetura, de espe-
ranza y miedo: es una certeza práctica de la que al individuo
se le ocurre dudar tan poco como se le ocurre dudar de la
realidad de su existencia consciente. La da por supuesta sin
necesidad de averiguarla y actúa sobre ella sin vacilación, co-
mo si se tratara de una de las verdades mejor afi-rmadas den-
tro de los límites de ]a experiencia humana". 16
En presencia de este juicio de una autoridad eminente,
¿cómo se explicaría que los israelitas -aun los grandes profe-
tas- dejaran de adquirir una concepción de una vida después
de la muerte, como se sostiene? La cuestión se toma aún más
desconcertante cuando se recuerda que en una etapa primera
de su existencia, los israelitas pasaron siglos en Egipto, país
donde el culto de los muertos se practicaba y donde casi toda

16 Belief in Immortality, 1, pág. 468.


42 ABRAHAM CoHEN

la religión tenía como centro los ritos relacionados con la pre-


paración del cadáver para el lapso de su existencia futura, El
pueblo · judío, a través de su existencia, desplegó una · ten-
dencia a · asimilar las ideas y prácticas ·corrientes. Por eso, es
inconcebible que hubiese permanecido enteramente no afec-
tado por las creencias de sus vecinos egipcios. Conocía, por
ejemplo, el arte de la momificación del cuerpo, pues se anota
en el último capítulo del Génesis que "José ordenó a sus mé-
dicos servidor:es que embalsamaran a su padre".
Más razona~le es la suposición de que el Pentateuco guar·
da silencio sobre el tema, no porque fuese desconocido para
los israelitas, sino más bien por la razón de que sabían dema-
si~do acerai. de él. La religión mosaica tendía deliberadamente
a evitar S\.l! degradación en un culto de los muertos, como ocu-
rría entre los egipcios. Se pensaba que el judaísmo fuese u!la
religión para la promoción de la vida justa, para la guía de
las actividades ·diarias de la comunidad y del individuo y la
propagación de ideales de bondad y justicia. Deliberadamente
tomó la forma de una religión de este mundo, para contra-
rrestar la tendencia a hacerse una religión del otro mu'J)do.
Con este fin estableció una ley según la cual el contacto fí-
sico con un cadáver, o el estar bajo un mismo techo con él,
causaba una impureza ritual que requería un proceso de pu-
rificación. 17 En este propósito posiblemente ha de encontrar-
se la razón de que se escondiese del pueblo el conocimiento
<lel lugar de sepultura de Moisés. 18 Si hubieran conocido su
ubicación, con seguridad lo habrían convertido en un relicario.
Tampoco es exacto que, aun en el Pentateuco, se guar-
de un silencio completo en cuanto al tema a que nos referi-
mos. El relato de 1~ creación del hombre enseña su compo-

17 Números, XIX.
18 Deuteronomio, xxxxv, 6.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 43

sición dual: sustancia del suelo galvanizada en uQa entidad


viviente por el aliento de Dios. El último implicaba un ele-
mento indestructible, como lo enseñó más tarde el Eclesiastés:
"el cuerpo retoma a la tierra, de donde viene, y el espíritu
retorna a Dios, que lo dio". 19 Un más allá puede igualmente
inferirse de la descripción de la muerte, en el Pentateuco, con
Ia fr ase : "Se umo · ' a sus pad res" , o "Se um"6 con su gente " .
En los escritos bíblicos hay referencias frecuentes al
Scheol, al mundo subterráneo, donde los muertos continúan
una forma de existencia espectral. Mucho puede discurri:rse
sobre el lamento de Job : "Corno una nube se consume y
desaparece; así aquel que desciende a la tumba no subirá más
de ella". 20 Es el estallido de un hombre en estado de intenso
sufrimiento físico y mental. Está también la confiada decla-
ración: "Tus muertos vivirán, mis cuerpos muertos se levan-
tarán ... y la tierra traerá a vida las sombras" 2 1, clara alusión
a la doctrina de la resurrección corporal. También en Pro-
Yerbios XII, 28 se dice: "En el camino del justo está la vida,
y en su senda no hay muerte (al-mavet)" , como una posible
referencia a la inmortalidad. Pero la frase h~brea empleada
aquí es desusada, y algunos manuscritos dicen el-mavet, se-
gún lo cual el sentidQ sería: "Pero hay un camino ( el del
mal) que es una s~nd4 a la muerte".
Más importante que todo esto es el versículo en Daniel :
"Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra desper-
tarán, algunos para una vida sempiterna y algunos para ser
reprochados y para una sempiterna abominación" 22 , lo que
es una alusión a la retribución personal como algo distinto de

19 XII, 7.
20 VII, 9.
21 lsaías, xxvr, 19.
22 XII, 2 .
44 ABRAHAM CoHEN

la retribución nacional, que es el rasgo común de la profecía


bíblica. Esta es la única referencia a este tema en la Biblia.
Los capítulos siguientes de Daniel son considerados general-
mente como de una fecha posterior; pero lo que aquí nos in-
teresa es aquello que en la Biblia indica que la doctrina fue
oficialmente aceptada como parte de la fe judía.
Así, se han señalado en la Biblia tres elementos escato-
lógicos: la vida después de la muerte, la resurrección física y
la retribución ., personal. Hay un cuarto, esto es, el destino úl-
timo del mundo y de la raza humana. En las bendiciones de
Jacob a sus hijos antes de su muerte 23 , y no pocas veces en
la literatura profética, se menciona lo que ha de ocurrir en
"el fin de los días". No se revela nada explícito, pero se dise-
flan cuadros luminosos de una era mesiánica, cuando la tie-
rra estará llena del conocimiento del Señor como las aguas
llenan los mares, cuando todos los pueblos reconocerán la so-
beranía de Dios y, por consiguiente, las espadas se tornarán
t":n arados y una paz permanente se convertirá en sino de la
humanidad.
En las Escrituras hebreas cabe descubrir todos estos con-
ceptos, por lo menos en una etapa elementa\. Sin embargo,
ha de admitirse que, con excepción del último, ellos perma-
necen en segundo plano, y no ocupan un lugar importante.
En la evolución del judaísmo entre los Testamentos, los dog-
mas crecieron en profundidad y prominencia y se los aceptó
abiertamente como ,parte de la religión judía. En la literatura
judía precristiana y en el Talmud alcanzaron una forma alta-
mente desarrollada.
Las doctrinas llegam11 a ser prominentes en el judaísmo
merced a la asociación con los persas y los griegos. En partí-

23 Génesis, XLIX, 2.
EL JuoAÍsMo Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 45

cular, en cuanto al problema del bien y del mal, se acentuó


en la era persa el dogma del juicio después de la muerte.
Para la posibilidad de la recompensa y .el castigo, era corolario
la creencia en la resurrección corporal, de modo que el justo
pudiese gozar la bendición y el malvado fuese afligido con el
castigo. Esto condujo, como consecuencia natural, a una creen-
cia en el paraíso (la palabra es persa) y en el infierno.
Extraemos de los libros sagrados de los persas unas pocas
sentencias que se refieren a este tema: "Los '. muertos se levan-
tarán, .la vida volverá a los cuerpos y adquirirán aliento ... To-
dos los buenos pensamientos y todas las buenas 1palabras y to-
dos los buenos actos llegarán al paraíso. Todos los malos pen•
samientos, todas las malas palabras y todos los malos actos
llegarán al infierno. Y todos los buenos pensamientos, todas
las buenas palabras y todos los buenos actos son la insignia
del justo para el paraíso ... 24 Que los hombres que piensan
y' hablan y hacen pensamientos y palabras y actos buenos ha-
biten el cielo como su hogar. Y que aquellos que piensan y
hablan y hacen pensamientos y palabras y actos malos moren
en el infierno. Pues el cielo y el mundo mejor pertenecen a
todos los que piensan buenos pensamientos, hablan buenas
palabras y hacen buenas acciones". 25 Nada parecido a esto
se lee en la Biblia, fuera del versículo que hemos citado de
Daniel. Pero hay mucho parecido a esto en la literatura judía
posbíblica, como resultado del siglo en que los judíos vivieron
bajo el dominio persa.

24 Readings froni World Religions, compilado por S. G. Charn-


pion y D. Short, 1951, págs. 86-87.
25 Op. cit., pág. 100.
46 A E R A H A M e o H E N

3) Etica.
En el año 333 Alejandro Magno destruyó el Imperio
persa y Judea se convirtió en parte de sus dominios. La cul-
tura de los griegos ha dejado una impresión persistente en el
pensamiento religioso judío. La enseñanza de Platón sobre la
inmortalidad del alma tuvo la consecuencia de estimular en-
tre círculos judíos el interés hacia esa doctrina y de conver-
tirla eventualmente en un dogma firme del judaísmo rabí-
nico. Otro efecto importante fue el de dirigir la atención a
la ética como una rama particular de estudio. La mente griega
era analítica y especulativa, y, así, un filósofo como Aristó-
teles pudo escribir un tratado elaborado sobre ética, para de-
finir la conducta buena y la conducta mala. Había distintas
escuelas éticas, como la de los estoicos y la de los epicúreos.
En el Pentateuc@ la ética se enseñaba en una serie de
preceptos específicos, como parte integrante del sistema reli-
gioso, pero no como algo separado de él. Esta característica
está bien ilustrada en el noveno capítulo de Levítico, donde
la regla áurea 1"Amarás a tu prójimo como a ti mismo" y prin- ·
cipios éticos como "Seréis santos porque Yo, el Señor vuestw
Dios, soy santo", "No maldigas al sordo y delante del ciego
no pongas tropiezo", "En justicia juzgarás a tu vecino", apa-
recen junto con la disposición según la cual una ofrenda de
paz debe comerse dentro de los dos días del sacrificio y no se
puede usar una ropa hecha de dos clases distintas de tela. El
judaísmo nunca consideró la ética como un compartimento
separado, como lo hicieron los griegos. Y es menester prestar
atención a este punto de vista.
La religión de los Soferim y de los Rabinos, basada en
las Escrituras, fue un conjunto amplio que concernía a la vida
en todos sus puntos. En teoría, por lo menos, no había una
línea divisoria neta entre lo secular y lo no secular; ambos
EL JunAÍSMO Y EL SuRGIMIENTO DEL Crus n ANISMO 47

hubieron de ser consagrados como parte del estilo judío de


vida y como la realización de la voluntad de Dios según está
revelada en la T orá. Acerca de este aspecto característico del
judaísmo escribe Travers Herford : "Todo el conjunto de la
Halajá tenía como objeto preparar al pueblo para hacer la
voluntad de Dios exactamente según el camino recto... En
el tipo de judaísmo (es decir, el rabínico) que estamos con-
siderando, se acentuaba al mayor grado el hacer. Hacer la vo-
luntad de Dios era lo esencial, por más que hubiera otras
cosas en la religión ... En cuanto la Torá fue la .revelación de
la voluntad divina, debía ser obedecida, y la Halajá fue la
múltiple dirección en cuanto a cómo se debía obedecerla. Y
porque la Halajá se desarrolló siempre en la dirección ética,
ella representó la unión de la Torá con la profecía". Concluye
su exposición sobre este tema con la afirmación : "Es de la
mayor importancia entender y tener presente el sentido
ético de la Halajá y comprender que ella nunca fue un sim-
ple código de reglas para ser aceptado ciegamente y llevado
a la práética de manera mecánica. Era parte de un gran es-
quema cuya finalidad fue el completo y fiel servicio de Dios
haciendo su voluntad en tódas las relaciones y actos de la
vida". 2 6
La verdad de que el espíritu del judaísmo está encerrado
en la Halajá fue expuesta en un brillante ensayo sobre Halajá
y Hagadá que el poeta judío Biálik escribió con el propósito
de rectificar la errónea opmión que se hacía corriente entre
sus contemporáneos y según la cual la I-Ialajá era secundaria
y la Hagadá era lo principal para la vida judía moderna. 27
Su tesis .es que las dos están inseparablemente entretejidas.

26 Talmud and Apocrypha, 1933, págs. 124 y ss.


27 En 1944 se publicó una traducción inglesa de Sir Leon Sí-
mon, con'l0 tirada aparte de Tlie New Judea, 1927.
48 ABRAHAM CoHEN

Biálik se planteó esta cuestión: "¿Debemos concluir -como


creen muchos- que la Halajá y la Hagadá son dos opuestos
irreconciliables?" Y su respuesta fue: "Aquellos que llegan a
esta conclusión co:ofunden el accidente y la forma con la
sustancia; es como quien declarara que el hielo y el agua en
el río son dos especies diferentes de materia. La Halajá y la
Hagadá son dos cosas que realmente son dos lados de un
mismo' escudo. La relación entre ellas es como la de la palabra
con el pensamiento y la emoción, o de la acción y la forma
sensible con el lengua_ie. La Halajá es la cristalización, la úl-
e
tima inevitable quintaesencia de la Hagadá; la Hagadá es
el contenido de la Halajá".
Siguiendo esta línea amplia, los sucesores de Ezra des-
arrollaron su concepción de la vida religiosa y moral judía,
y ella fue fielmente seguida en la era de los rabinos talmú-
dicos. Tenía su elemento de peligro, porque los judíos podían
ser meticulosos en el cumplimiento de la ley ritual y menos
escrupulosos en cuanto a conformidad con los principios éti-
cos. Tal tendencia se percibe a través de la demoledora de-
nuncia de los profetas contra aquellos que regulannente pa-
gaban sus obligaciones al templo y pensaban que con esto se
ganaban el favor divino, y al mismo tiempo vivían perversa-
mente.
En la Biblia está incluido un único libro, Proverbios, en
el cual se trata exclusivamente el tema de la filosofía moral.
En cambio, en el período entre los dos Testamentos se des-
arrolló una literatura ética de extensión considerable, estimu-
lada por la literatura similar de los griegos. Su última reli-
quia es_el tratado mischnaítico Pirké Abot, colección de dichos
y aforismos morales de las primeras escuelas de rabinos. Fuera
de este tra taclo, en el Talmud y en el Midrasch, la ética está
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 49

fundida con la Halajá hasta que llegamos a la Edad Media,


cuando, ha jo la influencia arábiga, volvieron a aparecer tra-
tados éticos.
CAPÍTULO III

LA LITERATURA DE LA EPOCA

1) La Septuaginta.

ENal lassurgimiento
producciones literarias de los dos siglos anteriores
del cristianismo, se descubren nuevas ten-
dencias en e1 judaísmo o un nuevo énfasis en las doctrinas
bíblicas que se han descrito en el capítulo anterior. También
sé advierten modos de pensamiento que ayudan a entender
la ruptura con el judaísmo al crearse una religión nueva.
Ante todo se ha de prestar atención al hecho de que en-
tonces existía una Diáspora considerable, particularmente en
Egipto, país impregnado de cultura griega y que hablaba la
lengua griega. A ese país se habían dirigido muchos judíos
para escapar a la captura por el invasor babilónico, ,y sus des-
cendientes se establecieron allí. La comunidad mayor habi-
taba en Alejandría y, como era de esperar, las irrupciones de
la influencia griega eran allí más profundas y más extensas
que en Judea. Los judíos alejandrinos abandonaron el hebreo
hasta que se volvió ininteligible para la mayoría de ellos, y
esto condujo a la traducción de las Escrituras al griego. La
versión se conoce como la Septuaginta, la traducción de los
"Setenta", llamada así en virtud de una leyenda según la cual
la obra fue hecha independientemente por tal número de
traductores (o, más bien, setenta y dos), cuyas versiones fue-
ron milagrosamente idénticas entre sí. La traducción se hizo ·
52 ABRAHAM CoHEN

durante el reinado de Tolemeo II, que reinó de 285 a 247


antes de la era cristiana. Probablemente ,se tradujo primero
el Pentateuco para la lectura en los días sábado en la sina-
goga, y, luego, siguió lo demás, hasta que se completó a fines
del segundo siglo antes de Cristo. Los rabinos del periodo
talmúdico fueron sensibles para las consecuencias desastrosas
que siguieron a la traducción griega y las compararon a la
formación del becerro de oro. 1
Dos males resultaron para el judaísmo. Primero, allí don-
de la versión griega se empleaba en reemplazo de la hebrea,
se detenía el desarrollo de la Halajá. ·Este desarrollo sólo podía
proceder de un minucioso examen del texto hebreo, del em-
pleo peculiar de una palabra o frase no reproducida en la Sep-
tuaginta. Consiguientemente, el judaísmo en la Diáspora he-
lenística se tornó estático en vez de ser dinámico, y decayó
rápidamente como un árbol cortado de sus raíces. La segun-
da consecuencia se halla descrita en estos términos: "El efecto
de estudiar las Escrituras en griego, y de no estudiarlas en
hebreo, fue importante para el judaísmo de la Diáspora. Gra-
dualmente, pero en fonna segura, los judíos comenzaron a
asimilar , las ideas religiosas del pueblo que los rodeaba, y a
considerar las Escrituras bajo la influencia de esas ideas". 2

2) Apocalipsis.
La Septuaginta contribuyó en gran medida a difundir el
cristianismo en la Diáspora, porque ayudó a divulgar I las ideas
apocalípticas entre los judíos helenísticos. Apocalipsis signi-
fica "revelación", y es el término aplicado a la literatura que

1 Soferim, 1, 7. La fábuia de cómo se hizo la Septuaginta apa-


rece extensamente relatada en Antigüedades, xu, u, de Josefo, y en
la Carta de Aristeas.
2 N. Bentwich, Hellenism, 1919, pág. 129.
EL J u DAÍsJ\,1 0 Y EL SuRGIM IE N TO DEL C RISTIAmsMo 53

manifiesta apartar el velo que esconde el futuro ante los ojos


humanos.
En particular en épocas de tensión e inseguridad na-
cional hay una tendencia a encontrar esperanza para el pre-
sente dirigiendo la mirada hacia un mundo más feliz que es-
pera nacer en la matriz del tiempo. Los profetas discurrie-
ron con frecuencia sobre la llegada de una era gloriosa para
Israel y la humanidad, pero hablaron de ello en términos ge-
nerales. · En la Biblia hay un único fragmento de carácter defi-
nidamente apocalíptico: la última parte del libro de Daniel.
El arcángel Gabriel se apareció a Daniel y le hizo una reve-
lación del futuro: "Setenta semanas están decretadas sobre tu
pueblo y sobre tu ciudad santa, para acabar la prevaricación
y concluir el ,pecado, y para expiar la iniquidad, y para traer
la justicia de los siglos y sellar la visión y la profecía y para
ungir el lugar más sagrado. Has de saber, y entender, pues,
que desde la salida de la palabra para restaurar y reconstruir
a Jerusalem hasta que haya un ungido, un príncipe, pasarán
siete semanas; y durante sesenta y dos semanas volverá de
nuevo a ser construida con amplia plaza y foso, pero en un
tiempo turbulento. Y después de las sesenta y dos semanas un
ungido será deshecho y no será más; y el pueblo de un prín-
cipe que vendrá destruirá la ciudad y el santuario; pero su fin
será con una inundación; y hasta el fin de la guerra será, ta-
Jada con asolamientos. Y hará un pacto firme con muchos
por una semana; y por media semana hará cesar el sacrificio
y la ofrenda". 3 Este es un ejemplo típico del estilo apocalíp-
tico en el cual se oculta la intención, de manera deliberada,
en alusiones oscuras.

3 IX, 24 - 27. Pasajes apocalípticos en la Biblia, de un carácter


menos específico, son Isaías, XXIV, xxxrv; Joel, m ; Sofonías, 1, 14-18;
Zacarías, XIV.
54 ABnAHAM CoHEN

Un pasaje crítico de esta especie ejerció una fuerte fasci-


nación sobre cierto tipo mental, y la sigue ejerciendo. Se pue-
de citar en esto un ejemplo relativamente moderno. El diri-
gente sionista de la generación pasada, Schmariahu Levin, re-
cordaba en su Autobiografía lo que había ocurrido durante
las persecuciones zaristas; "Los sabios comenzaron una vez
más a estudiar las profecías apocalípticas de Daniel... Hasta
en nuestra pequeña ciudad los ancianos se sentaban durante
horas en la Casa de Estudio de la sinagoga, hablando del Fin
que se acercaba y del Mesías, de acuerdo con las profecías de
Daniel". 4 Lo que ocurrió hace setenta años en los oscuros
días de la opresión rusa también había ocurrido durante crisis
t~les como el intento de Antíoco de suprimir el judaísmo, du-
rante la subyugación de Judea por Roma, durante la revuelta
de Bar Cojba, etc. 'Los rabinos lucharon contra esta tendencia
y condenaron severamente a "los calculadores del Fin", por-
que la gente se dejaba engañar y estimulaba a los falsos me-
sías. Pero en el período precristiano la imaginación se desman-
daba sin restricción y, así, apareció una cantidad de obras
apocalípticas.

3) Apócrifos.
La literatura judía entre los dos Testamentos se distri-
buye en dos categorías principales, que se designan, respecti-
vamente, como Apócrifos y Seudoepigráficos. Se las ha de dis-
tinguir una de otra. La palabra apócrifo es griega y significa
"apartado"; es el término que se aplica a quince composicio-
nes literarias que en un tiempo debieron de haber sido consi-
deradas por algunos judíos como formando parte, o como me-
reciendo formar parte, de las Escrituras, pero . fueron excluidas

4 Youth in Revolt, 1939, págs. 32-33.


tL JuoAÍSMo v EL SURG IMIENTO DEL CRISTIANISMO 55

de ellas por las autoridades religiosas. Se las incorporó a la


. Septuaginta, y desde esta fuente pasaron a la versión latina,
que fue adoptada, con algunas excepciones, por la Iglesia ca-
tólica, donde figuran hasta ahora como escritura sagrada.
En su mayoría se trata de escritos compuestos en hebreo,
-pero porque -con una sola excepción- fueron enteramente
desdeñados por: los I judíos rabínicos, el original no se conserva.
La excepción la constituye el Libro de Ben Sira, o Eclesias-
ticus, citado varias veces en el Talmud. 5 Durante generacio-
nes solamente era asequible la traducción griega, pero en 1896
el difunto profesor Schechter hizo su sensacional hallazgo de
fragmentos del texto hebreo en la Ceniza de El Cairo. Desde
entonces han salido a luz otros fragmentos y una parte con-
siderable del libro puede ahora leerse en su lengua original.
Su presencia en una Ceniza es pmeba de que lo _leían los
judíos en la Edad Media.
Algunos libros de entre los Apócrifos son obras históricas.
I (o III) Ezra recapitula, con variantes, la narración de los
últimos capítulos de Crónicas y 1de Ezra y Nehemías. Fue es-
·crito probablemente por un judío egipcio en la primera parte
del segundo siglo antes de Cristo. En sus capítulos III y IV
contiene una interesante interpolación que relata la historia
de los tres miembros de la guardia personal del rey Darío, que
inventaban respuestas a la pregunta sobre "la cosa única que
será la más fuerte". La respuesta del primero fue "el vino";
la del segundo, "el rey"; y el tercero, que es identificado con
Zerubabel, contestó: "Las mujeres son las más fuertes, pero
por encima de todas las cosas la verdad se lleva la victoria".
Cada uno defendió su respuesta ante una reunión distinguida,
que dio su veredicto: "Grande es la verdad, y fuerte por en-

Ci Ver S. Schechter, "Quotatians from Ecclesiasticus in Rabbi-


nic Literature'', Je1.vish Quarterly Review , rn (1 891 ), págs. 628 y ss.
56 ABRAHAM CoHEN

cima de todas las. cosas". 6 Hay un II (o IV) Ezra, que es de


carácter apocalíptico, pero como es posterior a la ·9estrucción
del Templo, no pertenece a nuestro período.
De ·gran valor histórico es I Macabeos, la fuente princi-
pal de nuestro conocimiento de los sucesos que condujeron a
la rebelión de los Asmoneos y su secuela, hasta la muerte de
Simón Macabeo. Posiblemente lo escribió un saduceo a fines
del segundo siglo. No tiene su continuación.,, en II Macabeos,
que es de un escritor diferente, un judío alejandrino, que lo
compuso en griego. Aunque contiene mucho material legen-
dario, es de interés en cuanto refleja las creencias religiosas
de los judíos al comenzar el primer siglo antes de la era cris-
tiana. Está allí presente la angelología, y la victoria de los Ma-
cabeos se atribuye m~s a la intervención divina que al valor
humano.
En este libro aparece la conocida historia del martirio de
Janá y sus siete hijos. En los discursos que aparecen pronun-
ciando se observa cómo la firme creencia en la resurrección
y en la inmortalidad les dio valor en la hora de la prueba. El
segundo hijo desafió al rey con estas palabras: "Tú n~s sa-
carás de esta vida, pero el Rey del mundo nos hará resurgir
a nosotros que habremos muerto por Sus leyes, a una vida
eterna". 7 Otro de los hijos declaró a su torturador: "Es bue-
no, al ser llevado a la muerte por hombres, confiar en que
Dios lo hará resurgir a uno de nuevo; pero en lo que se re-
fiere a ti, no tendrás resurrección para la vida". La agonizante
madre recomendó a su hijo más joven que se mantuviera fü-
me. "No temas a este verdugo, sé digno de ,tus hermanos, re-

6 1v, 41 . Las citas de los apócrifos hechas· por el autor se ba-


san principalmente en la Versión Autorizada inglesa.
7 VD, 9.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO . 5:7,

cibe tu muerte para que yo pueda, a mi vez, .re<,:ibirte en. la,


misericordia de Dios, junto con ;tus hermanos". 8
Al final del capítulo XII se cuenta cómo Judá descubrió.:
que los hombres de su ejército que caían en la. batalla, usa~
ban amuletos idolátricos. Envió una suma de dinero al T em~
plo como una ofrenda por su pecado, y oró por ellos. Se d1~e
luego: "Haciendo así (Judá) actuó bien y hono~able~ente,
en cuanto pensaba en la resurrección. Pues si no hubiera con-
fiado en que aquellos que eran muertos resurgirían, habría
sido superfluo y vano orar por los muertos. Y también en cuan-
to .pensó que aguardaba un gran favor a aquel1os que morían
piadosamente, fue un propósito santo y piadoso. Por lo cual,
hizo la propiciación pa'.ra los muertos, para que pudiesen ser
liberados de su pecado". 9
Es llamativo el contraste entre tales pasajes y la retice11~.
cia de la Biblia respecto de la resurrección y la inmortalidad;
este contraste pone de manifiesto que en el intervalo se est(l-
bleció firmemente el dogma.
Entre los Apócrifos figuran tres adiciones al libro bíblico
de Daniel en la forma de relatos edifican tes : La historia de
Susana; Bel y el dragón; y La plegaria de Azarías y el cantu 1

,de los tres jóvenes en el horno ígneo, que destacan, todos, la


moral de la lealtad a los principios religiosos amenazados. Tam-
, bién hay una adición de siete capítulos al libro de Ester.
También Judit, una obra de ficción, fue compuesta para
inspirar al pueblo a honrar las leyes del judaísmo en un tiem-
po en que se ejercía presión para apartarlo de la T orá. El
autor, con toda evidencia un judío observante, presenta a su
heroína como un modelo digno de imitación. Ubica el esce-
nario del libro en el reinado de Nabucodonosor, pero sin duda

8 ·m , 14,29.
9 XII, 43, 45.
58 , AnRAHAM CoHEN

lo escribió en un ulterior período de crisis. Algunas autoridades·


atribuyen la obra a la posterior era macabea, mientras otros
la ubican un siglo después, cuando Pompeyo entró en Jeru-
salem., en el año 63 antes de Cristo. La moraleja del relato se
expresa en estas palabras:
"Aquel que teme al Señor es continuamente grande.
¡Pobre de las naciones que se levantan contra mis
preferidos!
El Señor Todopoderoso se vengará en ellos en el día del
juicio, poniendo fuego y gusanos en su carne;
Y los sentirán, y Uorarán siempre". 10
Otra obra de ficción es el libro ele Tobías, escrito en
Egipto a fines del tercer siglo antes de Cristo. Es notable por
su mezcla de enseñanza ética con angelología y demonología.
Un ejemplo de lo p:dmero se encuentra en la forma de la
advertencia de Tobías a su hijo: "Ten presente al Señor nues· .
tr@ Dios en todos tus días, y que tu voluntad no te lleve al
pecado o a trasgredir sus mandamientos. Actúa rectamente a
lo largo de toda tu vida y no sigas los caminos del impío...
Da limosnas de tu caudal; y que tu ojo no sea avaro cuando
des limosna; no apartes tu rostro de ningún hombre pobre, y
eJ rostro del Señor no se apartará de tí. Si tienes en · abun-
dancia, da limosnas adecuadas; si sólo tienes poco, no temas
dar en conformidad con este poco''.11 Luego exhorta a su hijo
a elegir una mujer de su propio pueblo, a ser justo con sus
obreros, a evitar la ebriedad, y después le advierte: "No lo

lO XVI, 16, 17.


1l V, 5 y SS.
· EL JunAÍsMo -r EL SURGIMIENTO DEL CrusTIAJ."'1sMo 59

hagas a nadie a . guíen odies". 12 Es la forma negativa de la


regla dorada que corresponde a su última formulación por
Hilel : "Lo que no te agrade a ti mismo no lo hagas a tu
prójimo".
El hijo de Tobías hubo de emprender una misión, y lo
acompañó un ángel gue actuaba como consejero. Le enseñaba
cómo escapar al daño de los malos espíritus en su noche de
bodas. La prescripción dice: "Cuando llegues a la cámara nup-
cial, tomarás cenizas de especias y las colocarás sobre el co-
razón y el hígado del pez y harás de ello un hu1110. Y el dia-
blo lo olerá y desaparecerá y nunca más volverá". 13 Cuando
Tobías quiso recompensar al ángel por su bondad con su hijo,
reveló su identidad: "Yo soy Rafael, uno de los siete ángeles
sagrados, que presentan las plegarias de los justos y que mar-
chan delante de la gloria del Santo". 14 El diablo que fuera
arrojado por el método prescrito, era Asmo<leo, el príncipe de
los demonios, que aparece aquí por primera vez en la litera-
tura judía y que se convirtió en figura familiar en el folklore
posterior.
Tres libros apócrifos imitan el estilo profético de Baru.j,
que pretende haber sido escrito por el amanuense de Jere:
mías 15 con motivo de la catástrofe nacional producida por:
Nabucodonosor y Belshazar. Llamaba al pueblo a arrepentirse
de los pecados que eran la causa de su ruina, y anunciaba
que Dios traería confusión a sus enemigos y restauraría a Is~

12 lbid. 15. Los teólogos cristianos sostienen que la forma posi-


tiva expresada por Jesús (Mateo, vu, 12) .tiene un valor ético m~s
profundo. G. B. King ha hecho un examen crítico de esta opinión en
su artículo "The Negative Golden Rule" , The Journal of Religion,
vm (1928), págs. 268 y ss.
13 VI, 16y 17.
14 xn, 15.
15 Cf. Jeremías XXXVI, 4 y ss.
60 ABRAHAM CoHEN

rael. En su fom1a existente, la obra se compone de tres sec-


ciones distintas escritas por diferentes plumas. Mientras los
comentaristas más antiguos sostenían que el original es del
tiempo de los Macabeos, autoridades modernas descubren una
reflexión acerca de la rebelión judía de 66-70 de la era cris-
tiana e identifican a los gobernantes babilo~ios con Vespa-
siano y su hijo Tito.
La Epístola de Jeremías aparece como una exhortación
dirigida por el profeta Jeremías a los cautivos en Babilonia
pan,. que evitaran 1a idolatría que allí se practicaba. Aunque
no es un documento auténtico, pudo haber sido escrito en
hebreo a :' fines del cuarto siglo para los judíos que no se aco-
gieron al decreto de Ciro y permanecieron en Babilonia, don-
de se debilitaba su vinculación con el judaísmo.
La Plegaria de Manasé tiene la forma de un Salmo en
el que se presenta a Manasé, rey de Judá, como expresando
su contrición y un ruego de perdón después de haber sido
tomado cautivo en Babilonia. Se supone que el original fue,
escrito en griego y que su autor era un judío piadoso del
Egipto. Son inciertas las circunstancias que determinaron su
redacción. Su propósito pudo haber sido dirigirse a los- con-
temporáneos que reemplazaban las costumbres judías por cos-
tumbres griegas. Imitaban al rey cuando "hacía lo que es malo
a los ojos del Señor, según las abominaciones de las nacio-.
nes". 16 Sufrió por sus pecados; también ellos se atraerían la .
ira de Dios si persistieran en sus malos caminos. El documento
así interpretado refleja la piedad de un judío leal al que
preocupaba la asimilación que maduraba entre sus correli-
gionarios.
Otros dos libros, de valor sobresaliente, se han de men-

16 II Crónicas, xxx11, 2.
EL JunAÍsMo Y EL - SURGIJ\UENTO DEL CrusnAL,TJSMO 61

cionar: La Sabiduría de Salomón "gozó largo tiempo de la


fama de ser el libro más atrayente e interesante entre los
Apócrifos". 17 Su autor, un hombre profundamente religioso,
es desconocido. La fecha de la obra se ubica ahora general-
mente en la última mitad del segundo .siglo. Algunos estudio-
sos creen que fue un judío alejandrino, buen conocedor de
la cultura helenística; otros, en cambio, sostienen que era
un residente en Judea e influido por el tipo del estudio de la
Torá que era entonces corriente. Una divergencia similar exis-
te en cuanto a la cuestión de si el libro fue, en su original,
compuesto en hebreo o en griego.
Esta incertidumbre proviene del hecho de que la obra,
compuesta de partes distintas, se distribuye en tres divisiones:
I - VI, 8, que es de caráctev escatológico; VI, 9 - XI, 1, de-
·dicado ·a alabar la Sabiduría; y XI, 2 - XIX, que contiene
una revista histórica de Israel en Egipto y una condena de
la idolatría. Los contenidos permiten suponer que son obra
de más de un autor.
La primera sección está notablemente coloreada de pen-
samiento griego, particularmente en su referencia a la inmor-
talidad. De una belleza sublime es la afirmación:
"Las almas de los justos están en la mano de Dios; y no
llegará a ellas el tormento. A los ojos de los insensatos pare-
ció que morían; y su tránsito se miró como una desgracia, y
como un aniquilamiento su partida de entre nosotros; mas
ellos, a la verdad, reposan en paz. Y si delante de los hom-
bres han padecido tormentos, su esperanza está llena de in-
mortalidad. Su tribulación ha sido ligera, y su galardón será
grande; porque Dios hizo prueba de ellos, y hallolos dignos
de sí. Probolos como el oro en el crisol, y los aceptó como víc-

17 Edición de Charles, pág. 518.


62 •A B n AH A M C O· H E N

tima de holocausto; y al tiempo ,de su visitación brillarán· co-


mo centellas que discurren por un cañaveral". 18
La suerte del virtuoso y la del malvado aparecen contras-
tadas en este pasaje: "Los justos vivirán eternamente, su ga-
lardón está en e] Señor, y el Altísimo tiene cuidado d~ ellos.
Por tanto, recibirán de la mano del Señor un reino de gloria
y una brillante diadema; los protegerá con Su diestra, y con
Su brazo los defenderá. Pero para los impíos irán derecha-
mente los tiros de los rayos, los cuales serán lanzados de las
nubes como de un arco bien asestado, y herirán a un punto
fijo; y de la cólera, como de un pedrero, lloverán densos gra-
nizos. Embraveceranse contra ellos las olas del mar; y los ríos
los inundarán impetuosamente. Se levantará contra ellos un
furioso huracán, y en torbellino de viento serán destrozados". 19
En la Sabiduría de Jesús, hijo de Siraj 20 se conserva una
reveladora pintura de un judío, leal a la Torá, de comienzos
del segundo siglo antes de Cristo. En el libro que lleva su
nombre, se puede descubrir el judaísmo que se desarrolló du-•
rante los 250 años que habían pasado desde la muerte de
Ezra. Simeón el Justo, de Pirké Abot, si se lo identifica con
el nieto 21, fue contemporáneo de Ben Siraj. Mientras posee-
mos una sola sentencia de Simeón, en este libro se da un re
lato de la enseñanza de los Soferim, coloreada por la perso-
. nalidad del autor.
El fin que se propuso al escribir su libro se halla indi-

18 m, 1, 7.
19 V, 15, 23.
20 O "Sira''. En L, 27 el autor se designa a sí mismo corno
"Jeshua hijo de Eleazar, hijo de Sira", pero el texto hebreo inserta
"Sirneón hijo de" antes de "Jeshua". El otro título, Eclesiasticus (li-
teralmente, por excelencia El libro de "la Iglesia"), proviene de la
versión latina.
21 Ver, antes, págs. 29 y 30.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL Cru snANJsMo 63

cado por el nieto en su prólogo a la versión griega que com-


puso unos 70 años después de su redacción : "Que aquellos
que desean estudiar y son adictos a estas cosas puedan apro-
vechar mucho más viviendo en conformidad con la T orá".
El objeto de la traducción fue "ponerla al alcance también
de aquellos que en su residencia apartada quieran estudiar, es-
tando perfectamente preparados en sus maneras para vivir de
acuerdo con la Torá". Se ha de iaferir que Ben Siraj escri-
bió en hebreo para sus correligi~:marios en Judea; su nieto hizo
al libro accesible en griego para los judíos de la Diáspora.
Que el autor pertenecía a los Soferim es cosa que apa-
rece evidente de la descripción que ofrece de la actividad y
el propósito de ellos, que eran los suyos propios. El sófer ;
"entrega su mente a la T orá del Altísimo, y se ocupa en la
meditación sobre ella. Busca la sabiduría de todos · los anti-
guos y se ocupa con las profecías. Recoge los dichos de hom-
lJres famosos, y penetra las parábolas sutiles. Busca el sentido
oculto de los proverbios y estudia las parábolas oscuras... De-
rrama sentencias sabias, y en su plegaria da gracias al Señor.
Dicta consejo y conocimiento y medita en los secretos de Él.
Expone lo que ha aprendido y pone su gloria en la Torá del
pacto del Señor'·. 22
En este extracto se indica la poble función de los Sofe-
rim: Observar las profundidades y adquirir el tradicional co-
nocimiento de la T orá de maestros autorizados que la recibie-
ron de predecesores fidedignos, y trasmitirlo a su propia ge-
neración. Que él mismo fue jefe de una escuela es conclusión
que parece inferirse de LI, 23, donde dice: "Permanece cerca
mío, iletrado, y mora en la casa de instrucción". Así dice la

22 XXXIX, 1, 8.
64 ABRAHAM CoHEN

versión griega, pero el texto hebreo reza: "Y mora en mi casa


de instrucción".
Los investigadores sostienen que en el fondo del libro
hay una actitud antihelenística. Esto se evidencia de manera
particular en su inte1pretación del término "sabiduría". Para
la doctrina bíblica es verdad que "el temor de Dios es el co-
mienzo de la sabiduría". 2 3 Para Ben Siraj la "sabiduría" tiene
más una connotación ética que intelectual. En el primer ca-
pítulo escribió: "El temor del Señor es la corona de la sabi-
duría"; "La raíz de la sabiduría es el temor al Señor"; Si de-
seas la sabiduría, guarda los mandamientos, y el Señor será
contigo generoso; pues el temor al Señor es la sabiduría y la
instrucción". 24 •
En el Talmud se cita en su nombre, y aprobándola, su
oposición a la especulación metafísica, a la que algunos de
sus contemporáneos se hicieron adictos, con efectos dañinos
para los deberes prácticos que regían para el judío: "No in-
quieras las cosas que están sobre tu capacidad, ni escudriñes
aquellas que están más allá de tus fuerzas., Medita sobre aque-
llo '. que se te ha ordenado, pues no tienes necesidad de lo que
es secreto. No seas curioso en materias que están más allá de
tus propios asuntos, pues se te ha mostrado más de lo que los
hombres entienden. Porque la vanidad a muchos los ha desca-
ri:iado, y sus conjeturas han llevado al error su juicio". 25
El amor y la obediencia a la Torá son las bases y el nú-
cleo de su religión, en favor de cuya aceptación aboga ante
sus discípulos. Los pasajes que manifiestan su profunda de-
voción a la sabiduría, que para él es idéntica con la Torá, di-
cen: "Mete tus pies en sus grillos, y tu cuello en su argolla.

23 IX, 10
24 Versículos 18, 20 y ss.
25 m , 21, 24; Jaguigá, 13 a.
EL JunA.ÍsMo ·y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANisMo 65

Inclina tus hombros, y llévala a cuestas y no te sean desabri-


·dás sus cadenas. Arrímate a ella de todo tu corazón; y con
todas tus fuerzas sigue sus caminos. Búscala, que ella se te
manifestará; y en poseyéndola, no la abandones; porque en
las postrimerías hallarás en ella reposo, y se te convertirá en
dulzura. Y sus grillos serán para ti fuerte defensa y firme
base, y sus argollas un vestido de gloria". 26
Ben Siraj manifiesta una profunda reverencia hacia el
Templo, sus servicios y ministros; frecuentemente alude a la
-obligación de pagar los diezmos prescritos: "Con toda tu alma
teme al Señor; y i reverencia a sus sacerdotes. Ama a tu Crea-
dor con todas tu,§. fuerzas y no desampares a sus ministros.
Teme al Señor , y respeta al sacerdote y dale su parte como
te está mandado". 27
Pero siendo un moralista ardiente, a semejanza de los
profetas denunció a los hacedores del mal que ofrendaban sa-
·crificios en la creencia de que podrían sobornar a Dios para
que pasara por alto sus malas acciones: "Inmunda es la ofren-
da de aquel que ofrece sacrificio de lo ·mal adquirido; porque
no son gratas estas irrisiones de los hombres injustos. El Altí-
simo no acepta los dones de los impíos, ni atieode a las obla-
ciones de los malvados, ni por muchos sacrificios que ellos
ofrezcan les perdonará sus pecados". 28 "No le ofrezcas dones
defectuosos; porque no le serán aceptos. Y no cuentes para
nada un sacrificio in justo; porque el Señor es juez, y no tiene
miramiento a la dignidad de las personas". 29
El libro no se refiere a los ángeles y a los malos espíritus,
pero no es posible decidir si la omisión es deliberada o acci-

26 VI 24, 29.
27 vn, 29, 31.
28 XXXIV, 18 y 19.
29 XXXV, 12.
66 A BRAHAM CoHEN

dental. Se ha de recordar que el propósito de Ben Siraj fue


enseñar ética y religión. En consecuencia, tiene mucho que
decir acerca del tema del libre arbitrio y la responsabi-
lidad del hombre por sus acciones. Pasaje llamativo sobre este
tema es el siguiente: "No digas: Es por Dios que me mar-
chité, pues no debes hacer lo que :el aborrece. Tampoco digas:
f1 me ha inducido al error; pues no necesita El que haya hom-
bres impíos. Aborrece el Señor ~oda maldad, la cual no pue-
de ser amada de aquellos que le temen. Creó Dios desde el
principio al hombre, y dejole en manos de su consejo. Diole
además sus mandamientos y preceptos. Si guardando cons-
tantemente la fidelidad que le agrada, quisieres cumplir los
mandamientos, ellos serán tu salvación. Ha puesto delante de
ti el agua Iy el fuego; extiende tu mano a lo que más te agra-
de. Delante de] hombre están la vida y la muerte, el bien y
el mal; lo que escogiere le será dado... A ninguno ha man-
dado obrar impíamente, y a ninguno ha dado licencia para
pecar". 30
A partir de ahí sigue la enseñanza acerca de un día de
recogimiento: "No tengas ansia de adquirir riquezas injustas,
porque de nada te aprovecharán en el día de la calamidad". 31
"No te incluyas en la turba de los pecadores; acuérdate de
que la ira no tardará". :iz
En su actitud hacia la vida futura, Ben Siraj se adapta
estrictamente a la doctrina de la Biblia, y nada explícitamente
dice acerca de ello. Como maestro de la vida recta, se atiene
a la expresión del salmista: "Los cielos son los cielos del Se-
ñor: mas la tiena la dio a los hijos de los hombres. Los muer-
tos no alaban al Señor, ni ninguno de los que bajan al silen-

30 xv, 11, 20.


31 v, 8.
32 VII, 16.
EL JUDAÍSMO y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 67

cio''. 33 Los rabinos han interpretado esto no como una nega-


ción de la vida después de la muerte, sino como una indica-
ción de que la vida del hombre sobre la tierra debe emplearse
como su oportunidad para servir a Dios. Este era exactamente
el punto de vista de Ben Siraj cuando escribía: "No puede
alabar al Señor el muerto, como si nada fuese; el viviente y
sano alabará al Señor". 34
Finalmente, el libro subraya que la vida regida por la
Torá es vivida en un alto plano ético e ilustra la verdad con
un extenso número de máximas morales que imitan el esti-
lo del libro bíblico de Proverbios. Lo mismo que el autor de
Tobías, Ben Siraj destaca la virtud de la caridad: "El agua
apaga al fuego ardiente y la limosna expía los pecados." 35
"Emplea tus tesoros en limosnas y te librarás de toda aflic-
ción.'' 36
La cdnsideración por el pobre es para él un importante
principio de la vida judía: "Hijo, nQ defraudes al pobre de
su limosna; ni vuelvas a otra parte tus ojos para no verla. No
desprecies al que padece hambre, ni exasperes al pobre en
su necesidad. No aflijas el corazón del desvalido, ni dilates
el socorro al que se halla angustiado. No deseches el ruego
del atribulado, ni tuerzas tu rostro al menesteroso. Sé con
los huérfanos como padre y como un esposo de su madre". 37
''El que arrebata la hacienda de su vecino es como el que
degüella un hijo delante del padre. Es la vida de los pobres
el pan que necesitan y es hombre sanguinario cualquiera que
se lo quita". 38
33 Salmo cxv, 16, 17.
34 xvu, 28.
35 III, 30.
36 XXIX, 12.
37 IV, I, 4, 10.
38 XXXIV, 22.
68 ABRAHAM CoHEN

Alaba la vida familiar feliz, como una dicha sin precio:


"La gracia de la mujer alegra al marido, y le llena de jugo
los huesos... Lo que es para el mundo el sol al nacer en las
moradas altísimas del Señor, eso es la gentileza de la buena
esposa para el orden de la casa de su marido". 39 "Quien po-
see una esposa comienza a formar un patrimonio, tiene una
ayuda semejante a él, y una columna de apoyo. Donde no
hay cercado, la heredad será saqueada, y el que no tiene es-
posa gemirá en la pobreza." 40
Se ordena estrictamente el deber de la piedad filial:
"El que honra a su padre se hace perdonar sus pecados y el
que honra a su madre acumula tesoros. El que honra a su
padre se gozará en sus hijos y sus plegarias serán escuchadas.
El que honra a su padre tendrá largura de días, y el que obe-
dece al Señor será confortación para su madre." 41 "Honra a
tu padre con todo tu corazón y no te olvides de los gemidos
de tu madre. Acuérdate que no hubieras nacido si no fuera
por ellos. ¿Y cómo puedes corresponderles según lo que hi-
cieron por ti?" 42
Vigorosamente se inculca la importancia de la amistad:
"No cambies un amigo por una cosa indiferente, ni un her-
mano verdadero l?ºr el oro de Ofir." 43 No abandones un ami-
go viejo, porque el nuevo es comparable al nuevo vino; cuan··
do es añejo lo bebes con placer." 44 El amigo fiel es una de-
fensa poderosa; quien lo ha hallado, ha hallado un tesoro. Na-
da hay comparable con el amigo fiel; su valor es superior a

39 XXVI, 13, 16.


40 XXXVI, 24, 25.
41 III,3, 6.
42 VII, 27, 28 .
43 VII, 18.
44 IX, 10.
EL _luDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusnAmsMo 69

todo precio. Bálsamo de vida es el amigo fiel; y aquellos que


temen al Señor lo encontrarán". 45
Entre las virtudes que se han de practicar están la hu-
mildad y el perdón: "Hijo, haz tus cosas con mansedumbre,
y, así, serás alabado y amado de los hombres. Cuanto más
grande fueres, tanto más debes humillarte y hallarás gracia
en el acatamiento del Señor". 43 "La soberbia es aborrecida de
Dios y d~ los hombrns; y execrable toda iniquidad de las gen·
tes". 47 "El que quiere vengarse, experimentará la venganza
del Señor... Perdona a tu prójimo cuando te agravia, y así
cuando tú implores el perdón, te serán perdonados tus pe·
cadas". 48
Entre las diversas reglas de conducta que Ben Siraj en·
seña están las siguientes: "Si vieres algún hombre sensato,
madruga para oírle, y trillen tus pies las escaleras de su ca-
sa". 49 "No hagas escarnio del que sufre amargura en su cora·
zón, porque· hay Uno que humilla y exalta". 50 "A nadie re-
prendas antes de haberte informado de la verdad; primero
infórmate y luego juzga". 51 "El que tocare la pez se ensucia-
rá con ella; y a quien trata con el soberbio se le pegará la
so'berbia". 52 "La buena vida se cuenta por días; pero el buen
nombre permanecerá para siempre". 53
Ben Siraj es un rico tesoro de enseñanza moral que me-
rece se lo conozca más ampliamente. Fuera de su valor intrín-

45 VI, 4, 16.
46 m, 17, 18.
47 x, 7.
48 XXVIII, 1, 2.
49 VI, 36.
50 vn, 11.
51 n, 7.
52 XIII, l.
63 XLI, 13.
70 ABRAHAM CoHBN

seco, demuestra cuán fielmente se conservaron en el judaís-


mo de los Soferim los preceptos de la Biblia.

4) Los pseudoepigráficos.

Los Pseudoepigráficos forman un número de documen-


tos cuya paternidad, como la de algunas partes de los Apó-
crifos, se atribuye "falsamente" a personalidades famosas del
pasado, como Enoch, los Patriarcas, los Fundadores de las tri-
bus, Salomón, etc. En su mayoría, son de los siglos segundo y
primero antes de Cristo. Ni los judíos ni los cristianos
pensaron nunc~ en incluirlos en el canon de la Biblia. Su
conservación se debe al interés que en ellos tuvieron los pri-
meros cristianos; sin embargo, arrojan luz sobre algunos as-
pectos del pensamiento judío hacia fines del período que es-
tamos examinando. Ofreceremos un breve esbozo de los li-
bros Seudoepigráficos y luego consideraremos más amplia-
mente dos de esos libros, Enoch y Los Testamentos de los
Doce Patriarcas, que tienen una relación especial con la ges-
tación de la enseñanza del Nuevo Testamento.
El libro de los jubileos también se conoció, en tiempos
anteriores, bajo títulos como El pequeño génesis, Apocalipsis
de Moisés y la Vida de Adam. Lo escribió originalmente en
hebreo un ardoroso fariseo a fines de la última parte del se-
~ndo siglo, en oposición a las tendencias helenísticas. En ese
libro se relatan, con adornos midráschicos, los contenidos del
Génesis y del f.xodo hasta el fin de la esclavitud en Egipto.
Su título corriente deriva del hecho de que el autor tendía
a modificar el calendario en conformidad con el sistema so-
lar; el libro se basa en una teoría complicada según la cual
la historia en el pasado y, lo mismo, el advenimiento del
reino mesiánico en el futuro se adaptan a ciclos de siete ve-
EL JUDAÍSMO Y EL SORGIMIBNTO DEL CRISTIANISMO 71

ces siéte años. También ofrece un plan de reordenamiento


de las fechas de las festividades sobre la misma base. 54
Dos pensamientos principales se destacan en esta obra.
Primero, la eternidad y la supremacía de la T orá, que prece-
dió en mucho a la revelación en el Sinaí. Algunas de sus or-
denanzas, como la del Sábado, fueron observadas en el cielo;
y los ángeles fueron creados circuncisos, como indicación de •
la santidad de este rito. 55 Los patriarcas conocieron y practi-
caron los mandamientos. Segundo, la necesidad de una sepa-
ración estricta entre Israel y los gentiles, de modo que no
fuesen contaminados por sus hábitos paganos. En relación con
esto se destaca el mal del matrimonio mixto. 56 Es indudable
que el autor tenía presentes las condiciones dominantes en la
Diáspora helenística.
Frecuentemente se menciona a los ángeles y a los demo-
nios. Un ejército de los primeros residía en el cielo y ejercía
el contralor de los fenómenos de la naturaleza. Los últimos
eran la descendencia de ángeles caídos que pecaron por la
asociación con hembras humanas. Con Satán, su jefe, serán
suprimidos a la llegada del Mesías.
La Carta de Aristeas ofrece un relato legendario de la
traducción de la Biblia al griego. Data de comienzos del pri-
mer siglo y es una obra apologética de glorificación de la T orá
para impresionar a lectores helenísticos. La Carta explica el
origen divino y la perfección de la T orá. Notable es la des-
cripción de la Torá como ''habiéndonos cercado con reparos
inatravesables y con muros de hierro para que pudiésemos no
mezclamos con ninguna otra de las naciones y que perma-

G4 I, 29; VI, 32 y SS,


ó5 II, 18; XV, 27 .
56 XX, 4; xxn, 20; XXV, I y SS.
72 ABRAHAM CoHEN

nec1eramos puros en cuerpo y alma". 57 La enseñanza mora1


de la T orá como guía para las buenas acciones y -la realización
de la voluntad de Dios es uno de sus temas dominantes. En
una serie de preguntas y respuestas se expone la concepción
judía sobre la ética. La regla dorada aparece en esta forma :
"Así como no deseas que te sobrevenga el mal y en cambio
quieres participar en las buenas cosas, así has de actuar según
el mismo principio con relación a tus subordinados y a los.
que te ofenden". 5 8 El principio del amor a los enemigos está
contenido en esta sentencia: "Todos los hombres reconocen
que debemos mostrar liberalidad a aquellos que están bi_en
dispuestos hacia nosotros, mas yo pienso que debemos mos-
trar el mismo benévolo espíritu de generosidad a aquellos que
están contra nosotros". 59
Salmos de Salomón es una colección de dieciocho com-
posiciones según la pauta de los salmos bíblicos, escrita á me-
diados del primer siglo antes de la era cristiana. Su lengua
original fue la hebrea, pero la obra se conoce ahora solamen·
te en griego y en traducciones siríacas. Según una interpreta·
ción de los últimos años, los Salmos describen el conflicto en-
tre los fariseos, designados como "justos", y los saduceos, de-
signados como "pecadores". Hay referencias a un conquista-
dor del país que es identificado ;como Pompeyo; se puede su·
poner que a su muerte se alude en Salmos 11, 30 y siguientes.
Los salmos XVII y XVIII están dedicados a -la esperanza
de la llegada del "hijo de David" como el aguardado Mesías.
La doctrina del más allá se menciona en relación con el
destino del virtuoso y el del malvado: "El aniquilamiento del
pecador es por siempre, y no será recordado cuando el justo

57
Parágrafo 139.
58 Parágrafo 207.
59 Parágrafo 227.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CmsnANisMo 73

sea visitado. Esta es la porción perpetua de los pecadores por


siempre. Pero los gue temen al Señor ·, se levantarán para upa
vida eterna y su vida será en la luz del Señor, y nunca más
tendrá fin''. 60
Entre los Pseudoepigráficos hay un número de documen-
tos que datan del comienzo de la era cristiana y par eso no
ofrecen una contribución al estudio de nuestro asunto. Son
los Libros de Adam 1' Eva, Ascensión de Isaías, Asunción ·ae
Moisés, Los secreto; de Moisés, Apocalipsis de Baruj y IV
Macabeos. Los Oráculos sibilinos son en su forma actualmen-
te conocida, un documento cristiano, pero hay en ellos algu -
nos fragmentos judíos originales.
Los elementos principales de esta rama de la literatura
judía son apocalípticos y éticos, y los dos están estrechamente
entrelazados. En una edad de deterioro religioso y moral, el
creyente aguardaba una manifestación inequívoca de justicia
divina cuando su firme adhesión a la Torá fuese pública-
mente vindicada . Si el mundo habría de sobrevivir al cas-
tigo dei los pecadores por Dios y no habría de perecer toda la
especie humana de sobre la tierra, un retorno a Su camino
debía emprenderse sin demora. La moralidad debía nueva-
mente ser entronizada en la vida de los hombres. Para indu-
cir a este mejor estado de espíritu, algunos de los escritores
apocalípticos se refirieron gráficamente a los sufrimientos que
esperaban a los malvados y a las ricas retribuciones que aguar-
daban a los justos.
Notable entre estos últimos era el autor del Libro de
Enoch. Enoch es la persona enigmática a quien se menciona
en Génesis V, 24: "Y Enoch caminó con1 Dios, y no fue más,
porque Dios se lo llevó." Esta sentencia críptica inspiró a un
escritor judío en el período premacabeo la composición de una
60 m, 14, 16.
74 An RAHAM CoHEN

serie de visiones en las que Enoch relata sus experiencias. Se


trata de las experiencias que obtuvo cuando, conducido par
los arcángeles en un recorrido de todo el universo -tierra, ·cie-
lo e infierno- se le revelaron sus misterios. En su forma ac··
tual, el texto del libro se halla considerablemente ampliado
por obra de manos posteriores en un período de unos cien
años. Al texto se incorporaron partes de un Libro de Noé, que
no se conoce en su totalidad. ·
Es el más extenso y el más detallado de los apocalipsis
que se conservan. Escrito en parte en hebreo y en parte en
arameo, su original se ha perdido. El libro había desapare-
cido durante muchos siglos, hasta que, en 1773, un viajero
británico descubrió dos manuscritos de él en Abisinia, en una
versión etíope; desde entonces ha~ aparecido otros manuscri-
tos en esa lengua. Por eso se lo conoce como el "Enoch etío-
pe" para distinguirlo del "Enoch esloveno", obra diferente
que se encontró en Rusia y qne probablemente data del pri-
mer siglo de la era cristiana. También son asequibles ahora
fragmentos de una versión griega.
Este libro abunda en referencias a los ángeles y demo-
nios. Enoch h1vo una visión de los ejércitos angelicales: "Des-
pués de esto vi miles de miles y decenas de veces diez miL
Vi una multitud innumerable e incalculable que estaba de-
lante del Señor de los Espíritus. Y a los cuatro lados del Se-
fior de los Espíritus vi cuatro presencias, diferentes de los que
no duermen, y conocí sus nombres". 61 Los nombres de estos
arcángeles aparecen como Miguel, Rafael, Gabriel y Fanuel.
Una extensa sección relata la leyenda de los ángeles caí-
dos que, por su unión con mujeres sobre la tierra, engendra-·
ron una raza de gigantes que llenó el mundo con derrama-
mientos de sangre e iniquidad, y fueron respansables por el
61 XL , l , 2,
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 75

diluvio en los días de Noé, en el que perecieron. De sus cuer-


pos muertos salieron los malos espíritus que aún "afligen,
oprimen, destruyen, atacan, combaten y hacen destrucción so-
bre la tierra y causan turbación". 62 Estos demonios "que asu-
men muchas formas diferentes, contaminan a la especie hu-
mana y la descarriarán ... hasta el día del gran juicio". 63
En Enoch figura el "Scheol" de la Biblia, y su finalidad
se describe ·así: "Y desde allí fui a otro lugar, y él me mostró
en el occidente otra montaña grande y alta y de roca dura.
Y había en ella cuatro lugares huecos, profundos y anchos
y muy suaves... Entonces contestó Rafael, uno de los santos
:íngeles que estaba conmigo, y me dijo: Estos huecos fueron
creados con el propósito de que los espíritus de las almas de
los muertos pudieran reunirse en ellos ... Y estos lugares fue-
ron hechos para recibirlos hasta el día de su juicio, y hasta
su período designado, hasta que llegue para ellos el gran
juicio". 64 El ángel siguió explicando por qué había huecos
separados: "Fueron hechos tres para que los espíritus de lo$
muertos pudiesen ser separados. Y una división se hizo para
que los espíritus de los justos fueran apartados allí donde
está la luminosa fuente del agua. Y otra se hizo para los pe-
cadores cuando mueren y son sepultados en la tierra y no
~ ejecutó sobre ellos juicio durante su vida. Aquí sus espí-
ritus serán colocados aparte en este gran dolor hasta el gran
día del juicio, del castigo y del tormento de los que son exe-
crados para siempre y en retribución para sus espíritus". 65
La resurrección se describe de la manera siguiente: "Y
en esos días la tierra también devolverá lo que le fuera con-

62 xv, 9, l l.
63 XIX, l.
64 xxn, 1, 4.
65 XXII, 9, l l.
76 ABRAHAM CoHEN

fiado, y también el Scheol devolverá lo que hubiera recibido,


y el infierno devolverá lo que debiere. Porque en esos días
se levantará el Elegido y escogerá de entre ellos a los justos;
porque acercose el día en que serán salvados". 66
La sección sobre la suerte del justo y la del malvado dice:
"Conozco un misterio y he leído las tablillas y he visto los
libros sagrados y allí encontré escrito y anotado respecto de
ellos: Que todo bien y gozo y gloria están para ellos prepa-
rados, e inscrito para los espíritus de los que han muerto en
justicia, y que múltiples bienes os serán dados en recompen-
sa por vuestras . obras, y que vuestra suerte supera en mucho
a la de los viviente~. Y los espíritus de los que habéis muerto
en justicia vivirán y se regocijarán, y sus espíritus no pere-
cerán, ni desaparecerá su memoria de ante el rostro del Gran-
de por todas las generaciones del mundo ...
"(En cuanto a los malvados), sabed que sus almas serán
descendidas al Scheol y serán cuitadas en su gran tribulación.
Y vuestros espíritus ingresarán en oscuridad y cadenas y en
una llama candente, donde hay un juicio atroz; y el gran jui-
cio será para todas las generaciones del mundo. Pobres de
vosotros, porque ya no tendréis paz." 67
Aquí solamente podemos dedicar espacio al relato del
Paraíso y de la Guehena: "Y vi aquí otra visión, el lugar don-
de moran los santos y los lugares donde se albergan los jus-
tos . .Aquí vieron mis ojos sus moradas con los ángele~ de É],
y los lugares donde descansan con los santos. Y pedían e in-
tercedían y oraban por los hijos de los hombres, y ante elios
la justicia fluía como el agua, y la misericordia como rocío
sobre la tierra: Así es entre ellos por siempre jamás... Y to--
dos los justos y elegidos ante Él serán luces fuertes e ígneas,

66 LI, l, 2.
67 cm, 2, 8.
EL JUDAÍSMO Y EL SuRGIMIENTO DEL' CrusTIANISMO 77

y su boca será llena de bendición, y sus labios aclamarán el


nombre del Señor de los Espíritus, y los justos nunca desapa-
recerán de ante :t,1." 68
En cuanto a la Guehena, aparece su descripción en el
fragmento del Libro de Noé, agregado a la obra: "Los que
han obrado bien esperarán la llegada de esos días en 'que sea
el término de los que obran mal y el término de los trasgre-
sores. Y esperarán hasta ;que haya pasado el pecado, pues sus
nombres serán borrados del libro de la vida y de los libros
santos y su simiente será por siempre destruida, y sus espíri-
tus serán por siempre muertos, y clamarán y se lamentarán
en un lugar que es desierto caótico y en el fuego se quema-
rán. . . Y vi algo como una invisible nube, porque por su
profundidad no pude "alcanzar a verle; y vi una llama de fue-
go encendido y cosas como montañas resplandecientes, dando
vueltas rápidas de una parte a otra. Y dirigiéndome a uno de
los ángeles que estaban conmigo, le pregunté: ¿Qué es esta
cosa resplandeciente?; ella no es un cielo, sino la llama de
un fuego ardiente y la voz del gemido, y el llanto y el la-
niento y un fuerte dolor. Y me dijo: Este lugar que ves, es
el lugar donde están arrojados los espíritus de los pecadores
y blasfemadores y de los que obran maldad y de los que per-
vierten toda cosa que el Señor habló por boca de los I profetas,
aun las cosas que serán." 69
Los investigadores descubren en el contenido de este li-
bro extractos que algunos judíos tomaron de misterios reli-
giosos griegos de . la época. Las doctrinas evidentemente ejer-
cieron gran fascinación, pues · pasaron tanto al judaísmo rabí-
nico como al cristianismo.
De entre las obras Pseudoepigráficas es de extraordinaria

68 XXXIX,4, 5, 7.
69 cvm, 2, 6.·
78 ABRAHAM CoHEN

jmportancia Los Testamentos de los doce patriarcas, ~r una


razón que pronto pondremos en evidencia. El libro fue suge-
rido por las bendiciones de Jacob a sus hijos, en Génesis XLIX,
y por las bendiciones de Moisés a las doce tribus, en Deute-
ronomio XXXIII. Lo compuso un fariseo en lengua hebrea
en el .último decenio del segundo siglo. Contiene elementos
apocalípticos según las modalidades entonces corrientes con
referencia especial al Mesías, a la resurrección y a la demer
nología. El valor especial de la obra para nuestro presente
estudio se halla en su enseñanza ética, que es del orden más
elevado. Algunas de sus doctrinas morales guardan una no·
table semejanza con las máximas que se atribuyen a Jesús en
lo~ Evangelios. Una autoridad eminente como el doctor Char-
les afirma que "el Sem1ón de la Montaña refleja en varios
casos el espíritu y aun reproduce las mismas frases de nuestro
texto, que muchos pasajes en el Evangelio muestran sus ras-
tros y que San Pablo parece haber empleado el libro como un
vademécum". 70
Tan estrecha es la semejanza, que algunos investigado-
res cristianos suponen que esos pasajes fueron interpolados
más tarde en los Testamentos por un escriba cristiario. Pero,
como lo observa Travers Herford, son "de la misma textura
(}Ue el resto del libro; y si se los elimina, casi toda la ense-
ñanza ética resultaría eliminada... No hay por qué apartarse
de la posición de que el autor de los Testamentos fue un ju·
dío de dotes notables que escribió mucho antes de Jesús pa-
labras que se pensó que solamente podían ser cristianas; ellas
prueban cuánto discernimiento espiritual y cuánta nobleza
ética había en el judaísmo de ese tiempo". 71

70 R. H. Charles, The Apocrypha and Pseudepigrapha, n, pá-


ginas 291 - 292.
71 Talmud and Apocrypha, 1933, pág. 239.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 79

El más notable de esos paralelos es el siguiente. Un pa-


saje del Evangelio de Mateo dice: "Y uno de ,ellos, doctor de
la Ley, le preguntó para tentarle: Maestro, ¿cuál es el man-
damiento principal de la Ley? Y le respondió: Amarás al Se-
ñor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con
toda tu mente. Este es el máximo y primer mandamiento. Y
el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a
ti mismo. En estos dos mandamientos está cifrada toda la ley
y los profetas." 72 Los teólogos cristianos dicen habitualmente
que con esta combinación del amor a Dios y del amor al pró ·
jimo se dio al mundo un concepto enteramente nuevo y su-
blime de la religión, en contraste con el legalismo judaico.
Pero, si Jesús enseñó esto no hizo más que repetir lo que ha-
bía escrito un judío por lo menos un siglo y medio antes que
él. En tres pasajes de los Testamentos se asocian los mismos
dos mandamientos bíblicos: "Ama al Señor .y a tu vecino";
"Yo amaba al Señor como también a todo hombre con todo
mi corazón" 73 "Amad al Señor en toda vuestra vida y el uno
al otro con corazón verdadero". 74
También otra noción errónea se aclara en este libro : la
de que el judaísmo, por su concepción, es tribual o nacional,
mientras que el cristianismo es universal. Este argumento será
examinado con cierto detallismo más adelante. 75 Por el mo-
mento hemos de citar algunas afirmaciones pertinentes de los
Testamentos: "Y te será dada una bendición, y a toda tu si-
miente, hasta que el Señor visitará todos los gentiles con sus
tiernas misericordias por siempre"; 76 "Porque a través de sus

72 XXII, 36 - 40.
73 T. !sajar, v, 2; VII, 6.
74 T. Dan, v, 3.
75 Ver págs. 124 y SS.
76 T. Leví, IV, 4.
80 ABRAHAM CoHEN

tribus · aparecerá Dios sobre la tierra para salvar la casa de


Israel y' para' juntar a los justos de entre los gentiles'.'; 77 "El
salvará a Israel .y a todos los gentiles"; 78 "Guarda los manda-
miehtos de Dios, · hasta que el Señor revelará Su salvación a
todos los ·gentiles''. 79 ·
También se sostiene que el cristianismo trajo al mundo
el evangelio· del amor y del perdón. Y también en este punto
anteceden a su enseñanza soberbias sentencias de los Testa-
mentos, como estas: "Amaos el uno al otro desde el corazón;
y si ; un hombre peca contra ti, háblale plácidamente y no
tengas dolo en tu alma; y si se arrepiente y confiesa, perdó-
nale, y si lo niega, rio entres en ira contra él para que no
jure con el fin de evitar tu enojo, y así peque doblemente ...
Y·aunque lo niegue, si tiene un sentido de vergüenza cuando
se Ie censura~ no lo censures. Porque el que niega puede arre-
pentirse de manera de no volver a dañarte; hasta puede tam-
bién honrarte y estar en paz contigo. Y si es desvergonzado
y persiste en su mala acción, aun así perdónale de corazón y
deja para Dios la venganza". 80 ': Por eso, hijos míos, compa-
deced con misecordia a todo hombre, para que también el
Señor tenga compasión y misericordia hacia vosotros ... Porque
en la medida ·en que un hombre tiene compasión a sus pró-
jimos, en la misma medida le tiene compasión el Señor". 81
Agreguemos una cita más de este noble libro. Ella se
refiere al contraste entre el amor y el odio. El pensamiento que
inculca aparece eón frecuencia en el Nuevo Testamento. "Pues,
así como el amor vivifica aun a los muertos y hace retroceder a

77 T. Naftali, vm, 3.
78 T. Ascher, vu, 3.
79 T. Benjamín, x, 5.
80 T. Gad, VI, 3 - 7.
81 T. Zebulun, VIII, 1 - 3.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 81

los que están condenados a muerte, así el odio asesinará a los


vivientes y los que han pecado venialmente no soportarán la
vida. Porque el espíritu del odio trabaja junto con Satán, a
través de la impaciencia del espíritu, en todas las cosas, para
la muerte del hombre; en cambio, el espíritu del amor trabaja
junto con la ley de Dios en paciencia hasta la salvación de
los hombres". 82
En extractos como éstos se encuentra la enseñanza mo-
ral, básica en la Biblia, no solamente cultivada sino en plena
flor, un siglo antes del advenimiento de la era cristiana. No
sólo se desarrolló la halajá como guía del estilo judío de
vida, sino que junto con ella se desarrolló el contenido ético
del judaísmo. Se estudiaba la letra de la T orá, que se tomaba
en impulso de evolución religiosa y, así, se manifestaba el
espíritu de la Torá. Los dos fueron sintetizados por los pre-
cursores de los rabinos talmúdicos, corno se hallan entrelaza-
dos en las Escrituras hebreas. Tal fue la pauta en conformi-
dad con la cual los rabinos modelaron su exposición del ju·
.daísmo en los siglos siguientes,

82 T. Gad, 1v, 6 - 7.
CAPÍTULO IV

LOS PARTIDOS EN LA JUDEIDAD

1) Fariseos y Saduceos .

.pARA los tres primeros siglos del período que estamos con-
siderando no hay casi fuentes de información respecto
de la composición religiosa de la comunidad judía. En la me-
dida en que es posible juzgar la situación, el pueblo judío
permaneció como un cuerpo religioso homogéneo hasta la
época de la guerra de los Macabeos. Esto no significa que hu-
biese completo acuerdo acerca de todos los detalles del cre-
do y la práctica del culto. Debían de haber entonces diversos ·
tipos de individuos, como los hubo siempre desde entonces.
Algunos serían más prestos que otros para asimilar las nuevas
ideas que presentaban las escuelas del pensamiento coetáneo.
Aunque había sin duda cierto grado de diversidad, la comu-
nidad parecía un conjunto unido.
La primera brecha apareció como consecuencia de la cri-
sis que resultó del intento de Antíoco de someter enteramen-
te a Judea al Imperio Sirio y suprimir lo distintivo de los ju-
díos suprimiendo su religión. La resistencia a este plan pro-
cedió de dos motivos. De la mayor importancia fue la oposi
ci6n de los Asmoneos, inspirada solamente por la devoción al
judaísmo y la determinación de defenderlo con sus vidas. Es
discutible si hubieran llegado a la rebelión abierta si única-
84 ABRAHAM CoHEN

mente hubiera estado en juego la independencia política.


Otros judíos, sin embargo, se movían, no tanto por senti-
mientos religiosos como por la decisión de preservar la inde-
pendencia de su nación. Mientras la batalla rugía, estuvo aca-
llada la voz de la controversía porque todos eran bastante sen-
satos como para apreciar que la derrota hubiera significado
la destrucción tanto del Estado judío como de la religión judía.
Cuando llegó la victoria, apareció en el primer plano la
cuestión que dividía las opiniones y que hubo de turbar al
judaísmo durante un siglo y medio. La grieta se amplió has-
ta que se formaron dos partidos distintos para sostener los
diferentes puntos de vista: los fariseos y los saduceos. A me-
nudo se los describe incorrectamente como "sectas" dentro del
judaísmo, pero en verdad fueron igualmente fieles al Templo
y al código mosaico y ambos cumplían los ritos judíos funda-
mentales; y las celebraciones sagradas. Ninguno de estos par-
tidos se desgarró del cuerpo principal del judaísmo; ambos
permanecieron dentro del marco de la comunidad. El térmi-
no más adecuado para designarlos es' "partidos", y el punto
básico que los distinguía estaba en la posición relativa que
uno y otro adjudicaban a la religión y al Estado ·en la consti-
tución del pueblo judío. Esto se comprueba en las monedas
que acuñaron. Durante el reinado de Simón el Macabeo, que
perteneció al partido fariseo, sus monedas llevaban símbolos
religiosos, como el lulav y el etrog 1, mientras las monedas de
su sucesor, 'Juan Hircano, que se hizo partidario -de los sad~-
ceos, llevan coronas de laurel, emblema del gobierno pqlí-
tico. Estos puntos de vista diversos son importantes para com-
prender. la relación entre los dos partidos. _ _ _.
Es incierta la procedencia de los nombres _"fariseo" y
----
1 La rama de pahnera y la cidra _empledas en la F~stividad
de las Cabañas.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 85

"saduceo". Se ha sugerido una cantidad de orígenes para ellos.


Josefo es nuestra fuente principal de conocimiento acerca de
ambos partidos. Acerca de los fariseos escribió: "Son un cuer-
po de judíos más religiosos que otros y parecen interpreta1
las leyes más adecuadamente" 2 ; en otra parte dice: "Los fari·
seos son estimados como más agudos en la exacta interpreta-
ción de sus, leyes. 3 E1 verbo hebreo para "interpretar" es pa
rasch; de ahí una teoría según la cual el término designa "in·
térpretes (de la Torá)". Ciertamente fueron estrictos en la
observancia de las leyes de la T orá, y ·esta característica la han
discernido en su designación otros ' investigadores. El versículo
en Levítico XIX, 2: "Sed santos porque Yo el Señor vuestro
I;)ios soy santo" recibió este _comentario en Sifra, un midrasch
antiguo sobre esa sección del Pentateuco: "Así como Yo soy
un parusch, así sed peruscliim", siendo la inferencia que pa-
rusch es un sinónimo de kadosch (santo). Generalmente se
acepta la eA'Plicación de que la palabra significa "separado"
(otra acepción de parusch), es decir, que eran hombres que
procuraban mantenerse ritualmente incontaminados, evitando
el contacto con judíos que no fueran meticulosos en la obser-
vancia de las leyes bíblicas concernientes a la contaminación.
En este punto hace falta una breve digresión. El dic-
cionario inglés define al fariseo como "el que es más cuida-
doso de las formas exteriores que del espíritu de la religión;
un formalista", y "farisaico", como "hipócrita". Las palabras.
se emplean comúnmente en ese sentido, y por este empleo
son responsables los Evangelios, donde los fariseos son denun-
ciados invariablemente como hipócritas en lo religioso. Para
lo que estamos tratando, basta con prestar atención a esta

2
La Guerra Judía, I, v, 2.
3 Op. cit. II, vm, 14.
86 ABRAHAM CoHEN

cbservación de un sabio cristiano: "Si se tiene en cuenta la


subsiguiente historia del judaísmo, resulta inimaginable que
los fariseos como conjunto hayan sido hipócritas conscientes
y calculadores cuya ostentosa piedad fuera el ropaje de una
deliberada villanía secreta. Pues hubo en el partido fariseo
hombres que hicieron que el judaísmo superara las dos gran-
des crisis, de la destrucción de Jerusalem y de la guerra bajo
Adriano, y que en los subsiguientes tres cuartos de siglo con-
solidaron los trabajos de sus predecesores y les agregaron el
suyo propio para crear el tipo del judaísmo que este volumen
se propone describir e interpretar. El judaísmo es el monu-
mento de los fariseos". 4
En lo que se refiere a los saduceos, la interpretación co-
rriente vincula el término con Zadoc, que fue Gran Sacer-
dote durante los reinados de David y Salomón; de ahí ''los
descendientes de Zadoc". En el Talmud, tzaduquim se emplea
como equivalente a beitucim, ''boetoceos". En el tratado Abot
de rabí Natán, que es una elaboración de Pirké Ahot, se re-
lata, como comentario al aforismo de Antígono de Soco, que
recibió la Torá de Simeón el Justo, lo siguiente: No seas co-
mo los sirvientes que sirven al amo con la condición de re-
cibir una remuneración". "Se dice que Antígono tuvo dos
discípulos, llamados Zadoc y Boetus, y de la máxima de su
maestro sacaron la inferencia de que él no creía en otro
mundo y en una vida después de la muerte. Ellos fundaron
en el judaísmo un grupo que rechazaba esta doctrina, y el
grupo se llamó por el nombre de ellos." En verdad, como se
verá, ésta fue una de sus diferencias con los fariseos; pero el
relato no es histórico. En apoyo de la teoría aceptada hállase
la circunstancia de que los saduceos procedían principalmente

4
Moore, Judaism, II, pág. 193.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 87

de familias sacerdotales; pero no todos los sacerdotes eran sa-


duceos ni todos los laicos fariseos. También había una dife-
rencia social entre los dos partidos. Josefo observa que ''los
saduceos influían solamente sobre los ricos y no contaban con
ninguna masa. En cambio, los fariseos estaban respalda-
dos por la mu:ltitud." 5
A diferencia de los fariseos, los saduceos colocaban en
primer plano el Estado. Por eso, naturalmente debían estar
en favor del rey y de la corte. Aunque se había formado en
la tradición de los fariseos, Juan Hircano apoyó al partido
saduceo. Esta política la continuó su sucesor Alejandro Janeo,
que reinó de 103 a 76 antes de la era cristiana. La viuda de
Alejandro Janeo era una mujer profundamente piadosa. A la
muerte de su marido, ella amparó a los fariseos, que, desde
entonces, mantuvieron la supremacía. Su influencia se tornó
predominante cuando el general Pompeyo entró en Jerusalem
y sometió el país al dominio de Roma. En conformidad con
sus fines políticos, Pompeyo, como era natural, dio preferen-
cia al partido que colocaba la religión por encima de la polí-
tica. En consecuencia, los fariseos aumentaron en poder mien-
tras los saduceos decaían, hasta que no mucho después de la
destrucción del Templo desaparecieron del todo. De gran sig-
nificación fue el hecho de que en la Diáspora del período que
estudiamos no existieran prácticamente adherentes del período
saduceo, mientras era total la influencia de los fariseos, fac-
tor material en la supervivencia del judaísmo fuera de Judea
cuando el Templo y el Estado dejaron de funcionar.
Había diferencias doctrinarias entre los dos partidos. La
más crucial la formuló Josefo en estos términos: ''Los fari-
seos han entregado al pueblo una gran cantidad de prescrip-

5 Antigüedades, XIII, x, 6.
88 ABRAHAM CoHEN

ciones heredadas de sus padres, que no están escritas en 1a


Jey de Moisés; y por esta razón los saduceos las rechazaban
alegando que no ]as consideraban como prescripciones obli-
gatorias, como las de la palabra escrita, y que no debían ser
observadas las que derivan de la tradición de nuestros ante-
pasados; y concerniente a estas cosas surgieron entre ellos
grandes disputas y diferencias". 6 En otras palabras, los sadu-
ceos limitaban su adhesión al texto de la T orá y repudiaban
la Ley Oral que, según sus adversarios, hacía del código es-
crito ·una guía práctica para la vida judía. La experiencia ul-
terior demostró que en esta materia la verdad estaba del lado
de los fariseos.
De este desacuerdo derivaban otros puntos de divergen-
cia. Josefo trae un relato completo en la forma siguiente:
"Cuando ellos (los fariseos) dicen que todas las cosas ocurren
por el destino, no apartan de los hombres la libertad de actuar
como piensan; pues pensaban que agradó a Dios mezclar los
decretos del destino y la voluntad humana, de modo que el
hombre pudiese actuar virtuosamente o viciosamente. Tam-
bién creen que las almas tienen en ellas una facultad inmor-
ta], y que habrá bajo la tierra recompensas o castigos, según
que los hombres hayan vivido virtuosamente o viciosamente
en esta vida; las almas de los últimos han de ser mantenidas
en una sempiterna prisión, mientras las de los primeros ten-
drán la facultad de volver a vivir ... En cambio, la doctrina de
los saduceos es que las almas mueren ·con los cuerpos; no con-
siderar cosa alguna sino la Ley (es decir la Torá escrita) y
lo que ella les ordena". 7

6 Loe. cit.
7 Antigüedades, XVIII, 1, 3-4.
_gL JunAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 89

Si la gran mayoría del pueblo hubiese estado compuesta


de saduceos y hubiera vinculado su judaísmo exclusivamente
al Estado y ·al Templo, no habría sobrevivido a la destrucci6n
de estas instituciones. Las masas siguieron a _los fariseos, que
enseñaban que la existencia judía estaba unida a la T orá,
que era algo que los romanos no podrían destruir, y así si-
guieron viviendo como judíos después de la catástrofe. El pro-
fesor Moore resume bien la situaci6n en estos términos: "En
est~ reside la importancia histórica de los fariseos. Fueron p3-
ra el pueblo los mediadores para el conocimiento de la Ley,
le imprimieron con el precepto su autoridad y le ofrecieron
el ejemplo de una escrupulosa observancia de sus detalles.
Fueron. los más· capaces para hacerlo, al parecer, porque con-
taron con ese ambiente de la sociedad en el cual los movi-
mientos puritanos en todas las religiones han encontrado su
sostén principal". 8 Esto significa que el fariseísmo se apoderó
de la clase media y de la masa del pueblo.

2) Los Esenios.

Además de los fariseos y saduceos, existió otro grupo que


es de particular interés, porque algunos historiadores señalan
una conexión entre este gmpo y el nacimiento del cristianis-
mo: los esenios. Tampoco hay certeza en cuanto al origen <le
su nombre. Se ha relacionado la palabra griega empleada por
Josefo, esenoi, con el vocablo hebreo tzenuim (los humildes).
Josefo y Filón también los llaman esaioi, lo que sugiere, ::ifini-
dad con el hebreo jaschaím (los silenciosos) . El historiador
Graetz sostiene que esenios deriva del verbo arameo seja (ba-
ñarse). Aunque esta etimología sea dudosa, una de las carac-

8 Judaism, I, pág. 67.


90 · ABRAHAM CoHEN

ter{sticas de los esenios fue entregarse a frecuentes abludoncs


cürporales.
Eran un grupo extremo de los fariseos que concordaba
con la mayoría en la observancia estricta de la T orá, pero que
diferia de ]a mayoría en el modo de vivir riguroso para rre-
servar su pureza física y moral. La actitud de los fariseos ha-
cia la vida era eminentemente equilibrada; rechazaban las ten-
dencias antisociales. En conformidad con los Salmos, aboga-
ban por el principio de "servir al Señor con alegría", y se rehu-
saban a mirar como un mal en sí mismo aquello que con-
tribuía a la comodidad y al placer humanos. No ocurría lo
mismo con los esenios, que se apartaban de la vichi. normal
para eludir sus tentaciones. De ahí la descripción del sabio
cristiano Bousset, que los presenta como "la primera comuni-
_dad monástica organizada".
Ahora se acepta generalmente que tuvieron sus comien-
zos en los jasidim, los ultrapietistas que se distinguieron como
tales en el período macabeo. En el libro apócrifo de los Ma-
cabeos, por ejemplo, se señala: "Entonces vinieron a él (a
Matatías) una compañía de jasideos (jasidim) que eran hom-
bres vigorosos de Israel, a la vez que todos eran voluntaria-
mente devotos de la Torá'' 9 , para sumarse a las fuerzas de
la rebelión contra Antíoco. Es posible que fueron ellbs los pri-
meros en rehusarse a luchar en schabat y en dejarse golpear
sin resistencia. Algo se dirá más adelante sobre la estricta ob-
servancia del schabat por los esenios.
De las piadosas prácticas de los jasidim se conservaron
recuerdos en los siglos subsiguientes, y se los evocaba con ad-
miración. La Mischná, por ejemplo, menciona que "los jasidim

9 I Macabeos, rr, 42. Otra referencia en vn, 13. En II Ma-


cabeos, xrv, 6, se lo designa a Judá Macabeo como su "capitán" .
EL JUDAÍSMO Y BL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 91

de antaño acostumbraban esperar una hora (en meditación


silenciosa) y luego decían sus plegarias para dirigir su cora-
zón a su Padre en el cielo". 10 Referente a este pasaje dice
el Talmud: 11 "Los jasidim de antaño acostumbraban esperar

una hora, y rezaban una hora, y luego esperaban una hora
(en .meditación). Como dedicaban nueve horas del día a la
plegaria (y había establecidos tres servicios diarios), ¿cómo
estudiaban la Torá ~ cómo hacían sus trabajos? Mas como
eran piadosos, su Torá se preservó (sin el estudio constante)
y su obra fue bendecida (por Dios), de modo que no debían
dedicarle mucho tiempo". Quizá los esenios también fueran
idénticos con los vetikin, literalmente "piadosos" de quienes
se decía que ponían cuidado en terminar el rezo de la Schemá
con el alba. En la literatura rabínica se destaca su castidad,
su contralor sobre sí ,mismos y su empeño en evitar el pecado
en todas sus formas.
Nuestra fuente de información sobre los esenios está en
las obras de Filón, el filósofo judío de Alejandría, y de Josefo.
Ambos escribieron extensamente sobre el tema. 12 Filón 13 los
define como un grupo de hombres que vivían en Siria y Pa-
lestina, ''llamados esenios, en número, a mi juicio, algo mayor
de cuatro mil, y que derivan su nombre de su piedad, porque
están por encima de todos los hombres dedicados al servicio
de Dios, ino sacrifican animales vivientes, y que estudian para
preservar sus almas en un estado de santidad y pureza. Estos

1 º Berajot, v, l.
11 32 h.
12 El escritor romano Plinio, que vivió a comienzos de la era
cristiana, alude a los esenios en su Historia Natwralis y menciona
una colonia de ellos situada cerca del Mar Muerto. Su información
poco agrega a las que ofrecen Filón y Josefo.
13 Los extractos proceden de su tratado Quod · Omnis Probus
Liber, parágrafo XII.
92 ABRAHAM CoHEN

hombres, en primer lugar, viven en aldeas, evitando las ciu-


dades, debido a la habitual falta de respeto a la ley de parte
de los que las habitan; saben bien que la enfermedad moral
se contrae por la asociación con hombres malvados, como una
,enfermedad real puede proceder de una atmósfera ,impura, y
que esto podría imprimir un mal incurable a sus almas".
Por el relato siguiente se observará que deliberaclamente
aceptaban una vida de austeridad: "Esos hombres, de los cua-
les algunos cultivaban el corazón y otros se dedicaban a las
artes que son resultado de la paz, se 'beneficiaban a ellos mis-
mos y a todos los que vivían en contacto con ellos, sin acu-
mular tesoros de plata y oro ... Unicamente ellos de entre casi
todos los hombres que fueran originalmente pobres y despro-
" istos, más por sus hábitos y estilos de vida que por una real
deficiencia de buena fortuna, se consideraban muy ricos; juz-
gaban que el contento y la frugalidad son gran abundancia,
como en verdad lo son".
El relato cuenta que evitaban con escrúpulos todo tra-
bajo que fuese provechoso en la guerra, pues eran pacifistas,
lo mismo que evitaban el comercio y los negocios. Su vida co-
lectiva tenía como base el principio de la igualdad humana:
"No hay entre 'ellos un solo esclavo, sino que todos son libres,
se ayudan el uno :rl otro con un intercambio recíproco de bue-
nos oficios; condenan a los amos, no solamente como injustos,
sino porque corrompen 'el principio de la igualdad, y también,
como impíos, porque destruyen las ordenanzas de la natura-
leza, que los ha generado a todos iguales y los ha producido
como una madre, como ·si fueran todos hermanos legítimos,
no sólo nominalmente, sino en realidad y verdad".
Esto en cuanto a las condiciones de su organización en
lo material. Filón· también describe su vida intelectual y mo-
ral : "Dedicaban toda su atención a la parte moral de la filo-
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 93

sofía, empleando como instructoras las leyes de su país ... Ahora


bien, estas leyes se enseñan en verdad en todo tiempo, pero
más especialmente en el séptimo día. Y el séptimo día lo con-
sideran sagrado, por lo que se abstienen de todo otro empleo
y frecuentan los lugares sagrados que se llaman sinagogas y
allí se sientan según su edad, en grupos, los más jóvenes de-
trás de los de más edad, y escuchan con firme atención ...
Luego, uno de ellos toma el volumen sagrado y lo lee, y otro
de los de más experiencia, se adelanta y explica lo que no es
muy inteligible... Así se le enseña al pueblo la piedad y la
santidad y la justicia y el conocimiento de cosas que son na-
turalmente buenas, o malas o indiferentes, y a elegir lo que.
es justo y a evitar lo que es malo, empleando una triple va-
riedad de definiciones y reglas y criterios: el amor a Dios y
el amor a la verdad y el amor a la humanidad" .
Su manera de vivir era comunista en el sentido literal
del término: "No hay uno solo que tenga una casa que sea
de su propiedad privada al extremo que no pertenezca en al-
gún sentido ·a otro. Pues, además de que moran juntos en
compañía, la casa está abierta a todos los que tienen las mis-
mas nociones, que llegan a ellos de otros distritos; luego, hay
un solo almacén para todos ellos: sus gastos son en común;
sus vestidos les pertenecen a todos en común; su alimento es
común, pues todos comen rancho ... Lo que reciben como
sus salarios, después de haber trabajado, no lo retienen como
propio sino que lo aportan a la caja común y lo ofrecen a
cuantos quieren aprovechar de ello. Los que se hallan enfer-
mos no son descuidados porque estén inhabilitados para con-
tribuir a la caja común, pues la tribu tiene en su caja pública
medios para atender sus necesidades y ayudar su debilidad, de
modo que con sus amplios recursos los sostiene liberal y abun-
dantemente".
94 ABRAHAM CoHEN

En otra parte Filón agrega este fragmento de informa-


ción : "Entre los esenios no hay niños, ni jóvenes o personas
que no hayan llegado a la pubertad, porque las disposiciones
de tales personas son inestables y sujetas a cambio, por las
imperfecciones derivadas .'de su edad; sino que son todos hom-
bres maduros y hasta tendientes a la vejez, de manera que
no los desvía la impetuosidad de sus pasiones corporales, y no
están bajo la influencia de los apetitos ... Repudian el matri- ·
monio: y al mismo tiempo practican la continencia en un gra-
do eminente". 14
En general, ni los judíos mismos saben que semejante
cultivo de una vida sana de alto nivel existió alguna vez en
el seno de la judeidad. Esta razón justifica la cita de noticias
antiguas sobre los esenios en alguna extensión y que agregue~
mos al relato de Filón detalles suministrados por Josefo. En su
Autobiografía, Josefo cuenta que entre los dieciseis y los dieci-
nueve años se dedicó él mismo seriamente a la adquisición de
conocimientos referentes a los tres partidos, de los fariseos, los
saduceos y los esenios. En relación con estos últimos, recuerda:
"Se me informó que un llamado Banus vivía en el desierto,
que no acostumbraba emplear otra ropa que la que crecía en
los árboles y no tenía otro alimento que lo que brotaba espon-
táneamente, y se bañaba con frecuencia en agua fría, tanto
de noche como de día, para preservar su castidad. Me conver-
tí en adepto suyo y después de haber estado con él tres años
y cumplido mi propósito, regresé a la ciudad teniendo dieci-
nueve y empecé a vivir en estricta concordancia con las reglas
de la secta de los fariseos". 15 Banus fue evidentemente un
miembro extremista de los esenios que vivía en la soledad.

H De una obra de Fil6n sobre los judíos que sólo se conser-


vó en fragmentos y que Eusebio cita en su Praeparatio Evangelica.
1 5 Vita, parágrafo 2.
EL JunAÍsMo Y EL SuRGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 95

Josefo, durante su permanencia con él, aprendió mucho ress


pecto de la comunidad. En su obra La guerra judía, Josefo
incluye una larga descripción de la cual provienen los ex-
tractos siguientes: "Estos últimos (los esenios) son judíos por
nacimiento y parecen guardarse unos a otros una afección
mayor que la que se comprueba en las demás sectas. Rechazan
los placeres como vicio y estiman la continencia y la conquis-
ta sobre las pasiones como una virtud. Desdeñan el matrimo -
nio, pero eligen los hijos de otras personas, cuando aún son
moldeables y están en condiciones de aprender, y lo_s adoptan
como sus descendientes y los educan en concordancia con sus
propias maneras. No repudian en absoluto el matrimonio y la
continuación de la raza humana a través de él, pero se man-
tienen constantemente en guardia frente a la conducta . las-
civa de las mujeres". 16 Su opinión acerca de las mujeres era
más bien desfavorable.
Josefo trata luego de su régimen comunista y sigue con
detalles su vida diaria: "Su piedad hacia Dios es muy extraor-
dinaria, pues antes del amanecer no hablan una palabra so-
bre temas profanos, sino que ofrecen grandes plegarias que
han recogido de sus antepasados, como si suplicaran por la sa-
lida del sol. Después, los dirigentes envían a cada uno de ellos
a llevar a cabo la tarea en que es eficiente, en la que cada cual
trabaja con gran diligencia hasta las cinco; luego se reúnen de
nuevo en un lugar, y cuando se han vestido en ropa blanca ,
bañan sus cuerpos en agua fría; y después de esta purificación
se juntan en un apartamento en el que no puede entrar na-
die que sea de otra secta, y se dirigen puros al recinto de co-
mer, como a un templo sagrado. Y cuando se han sentado
calladamente, el panadero coloca ante ellos en orden rebana-

lO 11, VIII, 2.
96 ABRAHAM CoHEN

das de pan, y el cocinero trae un plato 'único de una clase de


alimento y lo coloca delante de cada uno de ellos. Y un sa-
cerdote ofrece una plegaria, antes de la cual es ilegal que
cualquiera pruebe el alimento; una vez terminada la comida,
ofrece de nuevo una plegaria, y cuando empiezan y cuando
terminan alaban a Dios ·corno el hacedor de su alimento. Des-
pués de esto dejan a un lado sus ropas de hilo como sagra-
das, vuelven a ' sus labores hasta el anochecer; luego vuelven
y toman la comida en la misma manera, y si hay extraños se
sientan con ellos. Ninguna algarabía o desorden hay en su
casa, y dan a cada uno permiso de hablar por tumo: y el
silencio general aparece a los de afuera como un misterio tre-
mendo, pero la causa de él es su perpetua sobriedad, y el he-
cho de que el alimento y la bebida que se les distribuye ape-
nas llegan a saciarlos". 17
Con extensión se relata cómo se llega a ser iniciado en
la comunidad de los esenios. Ofrecemos a continuación un
resumen. La in~ciación se produce por etapas. En el primer
afio el candidato era solamente un novicio, que vivía con los
esenios, pero estaba excluido de la plena participación en su
sociedad. Si había pasado este período de prueba satisfactoria-
mente y se lo consideraba como calificado para ser miembro,
se lo sometía a la purificación ceremonial, pero aún no era
un miembro pleno. Debían pasar dos años durante los cuale:-.
estaba bajo estrecha vigilancia para descubrir si tenía en grado
suficiente las calificaciones esenciales de carácter y de espíritu.
Si se lo juzgaba digno se lo admitía en la hermandad.
Josefo continúa: "Antes de que se le permitiera tocar su
alimento común (que era el signo de la condición de miem-
bro pleno) estaba obligado a unos juramentos tremendos. En

17 lbid., parágr. 5.
EL JUDAÍSMO y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO g-;-

primer lugar, de que ejercerá la piedad hacia Dios, luego de


que observará justicia hacia los hombres y que no dañará a
ninguno, ya sea por su propia determinación o por orden de
otros ... ; que nada esconderá ante los de la propia secta, ni reve-
lará a otros nada de sus doctrinas; ni aunque se tratara de com-
pelerlo a ello con riesgo de su vida . Además, juraba no comuni-
car sus doctrinas a nadie en forma distinta de la forma en
que él mismo las recibiera". 18
En cuanto a su organización, "están divididos en cuatro
clases; y a tal punto los jóvenes son inferiores a los más anti-
guos, que si a éstos los tocan jóvenes, deben lavarse, como si
hubieran sido contaminados por el contacto con un extraño". 19
Eran en extremo estrictos en la santificación del Schabat. N o
solamente preparaban su alimento la víspera, de manera que
no estuviesen obligados a hacer fuego en día sábado, sino que
en este día no movían una vasija de su lugar, ni tampoco ha-
cían lo más indispensable". 2° Creían "que las almas son in-
mortales y continúan por siempre, y que proceden del aire más
sutil y están unidas a los cuerpos como a prisiones, en las que
fueran arrojadas por una tentación natural; y cuando se li-
beran de los lazos de la carne entonces se regocijan y ascien-
den como si se hubieran salvado de una prolongada servidum-
bre. También piensan, como los hijos de los griegos, que las
almas buenas tienen sus moradas más allá del océano, en una
región ,_q ue no está castigada con tormentas de lluvia o nieve,
ni con calor intenso, sino refrescada por la suave brisa del
viento del oeste, que sopla perpetuamente sobre el océano;

1s !bid. parágr. 7.
19 !bid., parágr. 10.
2
º Ibid., parágr. 9.
98 ABRAHAM CoHEN

mientras que a las almas malvadas. les asignaban una caverna


lóbrega y fría, llena de castigos incesantes". 21
3) Los de la Nueva Alia,n za.
Hace unos cincuenta años una enumeración de los par-
tidos religiosos judíos en los albores de la era cristiana se ha-
bría limitado a los tres nombrados, a menos que se hubiera
hecho una referencia a los celotes, que eran en esa época los
nacionalistas fanáticos que soñaban con romper las cadenas
de la dominación romana y que colocaban la libertad política
por encima, de la religión. En ·cambio, ahora se ha de agregar
otro grupo religioso al cual se ha dado el nombre de "los de
la Nueva Alianza". Nuestro conocimiento de ellos se debe al
descubrimiento que en 1896 hizo en la geniza de El Cairo
el profesor Schechter, de un documento relacionado con un
l1asta entonces desconocido grupo de personas que se llama-
ban "hijos de Zadoc" 22 : de ahí que se lo designara como el
"documento zadoquita". La publicación de su texto en 1910
dio lugar a una acalorada controversia entre los estudiosos
acerca del período a] cual pertenecía. Schechter y otros esta-
ban convencidos de que era un documento premacabeo, de
la primera mitad del segundo siglo antes de la era cristiana;
en cambio el profesor Büchler, reverenciado maestro del au-
tor de estas líneas, sostuvo que el dpcumento estaba vincula-
do con la secta de los caraítas, y lo atribuyó al siglo VIII de
la era común; ¡una diferencia, pues, de mil años! La opinión
ahora predominante es que el documento se refiere .a un par-
tido político de Judea que temporariamente se trasladó a Da-
masco para escapar a la persecución y existió en el segundo
o en e~, primer siglo antes de la era cristiana.

21 !bid., parágr. l l.
22 No confu,ndir con los Saduceos.
EL JunAÍsMO Y EL SURGIMIENTO DEL Crus TIANISMO 99

En el documento zadoquita, que por ahora sólo se co·


noce fragmentariamente, hay alusiones a personas y a sucesos
coetáneas, pero no aparecen especificados, y su lenguaje e.;
enigmático. Como consecuencia de ello, los comentaristas es·
tán muy divididos en cuanto a su identificación. A los mielll-
bros del grupo se los describe como hombres "que entraron
en la Nueva Alianza" : de ahí el nombre con que se los llama
2hora: "los de la Nueva Alianza". Por el texto nos informa-
mos que se componían de cuatro categorías: sacerdotes, Levi-
tas, Hijos de Israel y prosélitos"; vivían juntos en "campa-
mentos" organizados y estaban sometidos a estrictas reglas de
disciplina. Los gobernaba un sacerdote que debía tener una
edad entre 30 y 60 años y ser bien instruido "en el libro de
Hagu", evidentemente un manual de regulaciones que gober-
naba al conjunto de la orden. Si no había un sacerdote con
estas calificaciones, se designaba para el cargo a un levita. La
suprema guía de toda la organización estaba en manos de un
Mevajer, un "superintendente". Al fundador del partido se
lo llama Moré Tzédek, "el maestro de justicia", y se lo des- -
cribe en el documento como un '(ungido ( es decir, un Gran
Sacerdote), descendiente de Aarón" que enseñó las leyes que
debían obedecer. Al parecer- había muerto al tiempo de com-
ponerse el documento y su retorno a la tierra era esperado
para "e1 f m
· de 1os d'ias":
El descubrimiento sensacional de los Rollos del Mar
Muerto' en la primavera de 1947 ha arrojado una inesperada
luz sobre el fragmento zadoquita. Algunos beduinos estaban
pastoreando sus ovejas en el desierto de Judea y bajaron a
una caverna de una roca empinada de la margen occidental
del mar Muerto, unas siete millas hacia el sur de Jericó. Al
entrar, encontraron un número de botijas en las que había
rollos de cuero envueltos en tela. Algunos de los rollos lle-
100 ABRAHAM CoHEN

garon con el tiempo a poder de la Universidad Hebrea, por


iniciativa del difunto profesor Sukenik, que reconoció en uno
de ellos un texto del libro de Isaías. Otros fueron adquiridos
por norteamericanos. Los manuscritos incluyen partes de la
Biblia hebrea y también escritos no pertenecientes a ella.
Son estos últimos los que ahora nos interesan. Entre ellos
están un comentario a los primeros dos capítulos del libro pro-
fético de Habacuc y dos textos a los que se ha llamado "la
Guerra de los Hijos de la Luz contra los Hijos de la Oscu-
ridad" y "el Manual de Disciplina". Al ser examinados el co-
mentario y los otros dos textos se encontró una notable coin-
cidencia que los vincula con el mismo grupo que es el tema
del documento zadoquita y completan sus datos. 23
En estos últimos textos se menciona a menudo al Moré
Tzédek. Se dice que fue un sacerdote a quien Dios "dio a co-
nocer todos los misterios de las palabras de Sus servidores los
profetas" y le encomendó revelarlos a sus discípulos que en-
traran en la Nueva Alianza. Opuesto a él había un llamado
"el sacerdote malvado". En el comentario sobre Habacuc 24 se
declara que "el sacerdote malvado persiguió al maestro de
justicia a tal punto que lo engulló en el calor de su ira". El
sacerdote malvado fue debidamente castigado por su ultraje.
A esto se alude en el comentario 25 en los siguientes términos:
"El sacerdote malvado, a causa de su pecado contra el maes-
tro de justicia y sus sostenedores, fue entregado por Dios a
las manos de sus enemigos para que lo humillaran aporreán-
dolo hasta la muerte, en la amargura del alma, porque había
cometido un crimen contra Su elegido".

23 En el mismo distrito se han encontrado desde entonces otros


documentos y probablemente se descubrirán más.
24 Sobre ll, 15.
25 Sobre 11, 8.
EL JuDAÍSMO Y EL SuRGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 101

Algunos autores vinculan el martirio del Gran Sacerdote


que fuera el jefe de los de ,la Nueva Alianza con el asesinato
del Gran Sacerdote Onías III, en el año 171 antes de Cristo,
instigado por Menelao, hombre de carácter inescrupuloso de
la tribu benjaminita. Menelao, obstinado adversario de
Onías, en razón de sul antagonismo a los helenistas, sobornó al
rey Antíoco para_ que lo designara para el sagrado oficio, aun-
que no era descendiente de Aarón. Merced a esta identifica-
ción, los documentos sé remiten a la época inmediatamente
anterior a la rebelión de los Macabeos. Otros investigadores
piensan, menos plausiblemente, en un período cien años pos-
terior y sostienen que el maestro de justicia fue un hom-
bre santo llamado Onías a quien se martirizó en 65 antes de
Cristo, y consideran como "sacerdote malvado" al rey sacer-
dote Hircano 11. Se supone que este Onías es el mismo Onías
"el dibujante de círculos" de quien el Talmud relata que en
un tiempo de dura sequía dibujó un círculo en torno suyo e
informó a Dios que no se movería de allí hasta que hubiese
caído una lluvia. 26
El asunto de los de la Nueva Alianza está envuelto en
una atmósfera de duda y especulación 27 y podrán pasar de-
cenios hasta que se haya alcanzado una interpretación unifor-
me, salvo que se descubran otros documentos que llenen los
vacíos · que ahora existen y eliminen las incertidumbres. Todo
lo que por el momento cabe decir con algún grado de segu-
ridad es que los sorprendentes hallazgos han traído a luz la
existencia entre los judíos de un partido hasta ahora desco-
nocido, que en general aceptaba el esquema farisaico del ju-

26 Taanit, 23a.
27 H. H. Rowley, en su The Zadokite Fragments and the Dead
Sea Scrolls, 1952, pasa revista a las desconcertantes conjeturas sobre
cada detalle e indica la vasta literatura suscitada por estos documentos.
102 ABR AHAM CoHEN

<laísmo y que iba más allá del farisaísmo en cuanto a estrictez


en algunos detalles. Así, por ejemplo, en él se prohibía la
poligamia, lo mismo que el casamiento de una sobrina con
el hermano de la madre de ella, cosa que se permite en la ley
bíblica y rabínica. Como organización, aparece teniendo al·
guna semejanza con la de los esenios; así, tenía una ceremo-
nia de iniciación que comprendía un juramento solemne de
secreto y de vida bajo una disciplina austera. Como la de los
esenios, su finalidad era alcanzar una vida físicamente y mo-
ralmente pura.
Un examen de los varios partidos religiosos qiie florecie-
ron en Judea antes de la presente era o en sus albores revela
que, con excepción de los saduceos, no había entre ellos dog-
mas fundamentales qiie los dividieran. La diferencia solamen-
te aparecía en u n sistema peculiar de vida y organización que
dos de ellos, los esenios y los de la Nueva Alianza, habían
adoptado. El punto importante a señalar es que todos, los sa-
duceos inclusive, se consideraban a sí mismos y eran conside-
rados· por los otros, como pertenecientes al seno de la comu-
nidad judía. Citando sé selló la suerte del Templo y del Es-
tado, los otros partidos decayeron hasta desaparecer entera-
mente de la escena, dejando sólo a los fariseos para que conti-
nuaran el judaísmo en el futuro. Al mismo tiempo ocurrió
una seria resquebrajadura que hubo de tener importantes con-
secuencias para el destino de la especie humana, lo mismo que
para la judeidad: Un cortante desgarramiento de las raíces
del judaísmo que determinó el crecimiento de un árbol nuevo:
la aparición, con el Cristianismo, de una religión separada.
CAPÍTULO V

EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO

1) Naturafoz:a del problema.

ALquefinallosdeldiferentes
capítulo precedente hicimos la observación de
partidos que surgieron en el pueblo
judío en los últimos dos siglos de la era precristiana perma-
necieron todos como parte integrante de la comunidad. Fue-
ron los ' segmentos que juntos formaban el círculo judío com-
pleto. Ahora hemos de considerar el surgimiento de un par-
tido que se distinguió de los otros en que condujo a un mo-
vimiento religioso que rompió abiertamente con el judaísmo.
La nueva religión tuvo su comienzo en un judío de Na-
zaret, llamado Jesús; y el problema crucial que ha de reda-
mar nuestro interés es su relación con el pueblo judío de su
tiempo. A este respecto un moderno estudioso cristiano h a
escrito: "Teniendo en cuenta el tremendo drama de sus sub-
siguientes relaciones, realmente podríamos esperar que la in-
compatibilidad entre la enseñanza de Jesús y la de sus adver-
sarios judíos hab~ía culminado en ' un choque neto sobre cues-
tiones fundamentales y en un inevitable cisma durante la vida
de Jesús mismo. Antes de la aparici6n de la investigación mo-
derna, la tradición cristiana efectivamente suponía que tal ha-
bía ocurrido .y que en ello estaba la causa de la crucifixión.
Esto parecía lo único adecuado a las cuestiones implicadas.
Pero semejante punto de vista está en desacuerdo con lo que
104 ABRAHAM CoHEN

ahora se reconoce cada vez más: Que Jesús vivió y murió co·
mo judío. Nuestro presente conocimiento del judaísmo fari-
saico también nos permite ver que en los principios de su en-
señanza, en su mensaje sobre la naturaleza de Dios y el hom-
bre, sobre el reino de Dios y sobre las relaciones de los hom-
bres entre sí y con su Padre en el cielo, nada hay que no
proceda de su formación judía o que no se encuentre anun-
ciado en el farisaísmo". 1
De manera similar, una autoridad como Julius Wellhau-
sen, expresó esta opinión en su conocido comentario sobre
los Evangelios Sinópticos: "Jesús no fue cristiano: fue judío.
No predicó una fe nueva, sino que enseñó a los hombres
hacer la voluntad de Dios; y en su opinión, lo mismo que en
la opinión de los judíos, la voluntad de Dios debía encon-
trarse en la Ley de Moisés y en los otros libros de la Es-
critura". 2
Afirmaciones como éstas sólo hacen más profundo el mis-
terio y toman más apremiante la pregunta: Si Jesús suscribía
los principios del judaísmo farisaico, ¿cuál fue la causa de Ja
ruptura? ¿A qué cuestiones se debió la bifurcación de los
caminos? Los Evangelios ponen en claro que hubo conflic-
tos entre Jesús y los dirigentes judíos coetáneos. ¿A qué se
referían esos conflictos? ¿Eran de una seriedad tal como para
hacer que él fuese fundador de una nueva religión? Y si es
así, ¿cómo se puede pretender que "Jesús vivió y murió como
judío" y que "Jesús no fue cristiano, fue judío"? Y si no,
¿qué aconteció entre sus secuaces después de su muerte y
que les indujera a apartarse de la comunidad en que su maes-

1 J. Parkes, Judaism and Christianity, 1948, pág,. 41.


2
Citado en J. Klausner, Jesus af Nazareth (traducción inglesa
de H . Danby), 1925, pág. 363.
EL JunAÍSMO Y l:¡L SuRGIMIENTO DEL Cru s TJANISMO 105

tro había nacido, se había formado y vivido, y constituir un


grupo religioso separado y distinto? Son éstas cuestiones que
han de ser investigadas.

2) Los Evangelios como fuente d·e información.

En la busca de una respuesta se encuentra una primera


2ificultad en el hecho de que las fuentes de información,
los Evangelios y los otros escritos neotestamentarios, son re-
lativamente tardíos y fueron compuestos en un tiempo en
que ocurría la división o ya había ocurrido. Por consiguien-
te, hubo en los autores una inevitable tendencia a in-
troducir introspectivarnente en la carrera de Jesús por lo me-
nos algunas de las diferencias entre el judaísmos y la nueva
1eligión que se habían intensificado en el tiempo de la com-
posición de esos escritos.
Por .eso desde el principio se debe decir algo acerca de
fa paternidad de los Evangelios y de la actitud de sus auto-
res. Hay cuatro evangelios; a los primeros tres se los designa
habitualmente como "Sinópticos", porque ponen de manifies-
to una general similitud en el contenido y en la forma y
son biografías paralelas de Jesús. El cuarto -el de Juan-
sigue un plan diferente. Las autoridades en estudios del Nue-
vo Testamento concuerdan en general en que Mateo v Mar-
cos emplearon material de una colección más antigua de
máximas de Jesús, a la que se designa con la letra "Q", la
inicial de "Quell", la palabra alemana que significa "fuente".
El criterio moderno es que ella fue compilada para la Igle-
sia primitiva de gentiles -cristianos en Asia Menor, en el
tiempo en que se aguzaba la controversia entre ellos y los
"judaizantes" en apoyo de lo que alegaba el grupo nombra-
do en primer término. En "O" se leen denuncias de Jesús
contra los fariseos como hipócritas, la crítica de las cargas in ·
106 ABRAHAM CoHEN

necesariamente pesadas que imponían al pueblo como parte


de su religión y el rechazo por Dios de los judíos y de Je-
rusalem.
En lo que se refiere a este último punto, contiene un
pasa je, que se relaciona al reino de Dios y que dice: "Habrá
llanto y un rechinar de dientes cuando (los fariseos) verán a
Abraham, a Isaac y a Jacob y todos los profetas, en el reino
de Dios, y vosotros seréis arrojados, y vendrán del oriente y
del poniente, del norte y del sur, y se sentarán en el reino
de Dios". 3 El sentido es que a causa de su rechazo de Jesús,
los judíos dejarán de ser el pueblo elegido de Dios y su lu-
gar será ocupado por los gentiles creyentes. De manera si-
milar, en cuanto a la ciudad santa, como centro religioso del
culto de Dios, se dice: "He aquí que vuestra morada va a
quedar desierta. Y os declaro que ya no me veréis más hasta
que llegue el día que digáis: Bendito sea el que viene en
nombre del Señor." 4 ¿Corresponde esto al tiempo en que vi-
vió Jesús o es posteri9r? He aquí una pregunta de prim~ra im-
portancia en nuestra investigación.
El más antiguo de los Evangelios es el de Marcos, escrito
alrededor del ;iño 65. En él no encontramos la severa censu-
ra a los fariseos que en otras partes es tan pronunciada. Je-
sús difería de ellos en algunos puntos de detalle halájico,
pero en esa versión no se recoge la impresión de un conflicto
serio. En general se lo representa como ajustándose a la prá~-
tica judía. Habitualmente asistía a la sinagoga en día sábado.
Después de curar a un leproso, le dijo: "Dirígete al sacer-
dote y ofrece por tu purificación las cosas que Moisés ordeuó,
para que les sea como testimonio." 5 Cuando un preguntón le

3 Lucas, xrn, 28-29.


4 · Ibid., versículo 35.
fi Marcos,· 1, 44.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 107

interrogó: "¿Qué he de hacer para merecer la vida eterna?",


repliéó: "Conoce los mandamientos", y le citó del Decálogo. 6
Su muerte es atribuída a la enemistad del "gran sacerdote, de
!os sacerdotes jefes, los ancianos y los escribas", 7 y los fari-
seos en ninguna parte están en ello implicados.
Se supone que este Evangelio fue escrito primitivamen-
te por gentiles y que lo empleó como Evangelio oficial la
Iglesia en Roma. Esto explica una declaración metafórica que,
contrariamente a lo que acaba de afirmarse, parece querer
enseñar la superación del judaísmo por la nueva revelación :
"Nadie ponga vino nuevo en odres viejos; porque romperá los
odres y se derramará el vino y los odres se perderán. Por tan-
to, el vino nuevo en pellejos nuevos debe meterse." 8 El dicho
refleja, no la edad de Jesús, sino una controversia religiosa
posterior, representando el vino nuevo la nueva fe y el odre
viejo representa al judaísmo.
Sigue luego en orden el Evangelio de Lucas, datado d-
rededor del año 75. Comparado con el de Marcos, presenta
un cuadro de una más profunda hostilidad de los fariseos hacia
Jesús. Mientras Marcos informaba que cuando Jesús se di-
rigía a congregaciones, los oyentes estaban "asombrados" de
lo que él decía, en Lucas "estaban todos llenos de ira en la
sinagoga, cuando oían esas cosas: y se levantaron y lo arro-
jaron de la ciudad y lo condujeron a la cima de la colina ... de
manera que pudiesen lanzarlo". 9 Aunque en este Evangelio
la relación de Jesús con los fariseos es mucho más tensa, tam-
poco Lucas los asocia con el proceso y la condena. Su Evan-

6 Ibid. x, 19.
7 Esto es, los escribas saduceos, XIV, 53; ibid., XII, 12.
s Ibid., II, 22.
9 Lucas, IV, 28-29.
108 ABRAHAM CoHEN

gelio fue escrito para gentiles, considerados como los verdade-


ros receptores de la herencia religiosa dejada por Jesús.
Aunque en el Nuevo Testamento el Evangelio de Mateo
se halla impreso como el primero, él es el último de los Sinóp-
ticos. Su fecha se halla ubicada entre los años 85 y 95. Su
forma difiere de sus predecesores en muchos puntos, debido
a que estaba dirigido, no a gentiles, sino a judíos cristianos,
término que en el momento oportuno explicaremos. En este
Evangelio, Jesús aparece estrechamente vinculado con las pro-
fecías del Antiguo Testamento. Hay doce pasajes en los que
se dice que determinados acontecimientos de su carrera cum ·
plen lo que habían anunciado los profetas hebreos. Aquí tam-
bién se destaca más claramente que en los otros Evangelios
la línea religiosa de demarcación entre Jesús y los fariseos,
conforme la presenta el autor. Por una parte, la actitud de
Jesús hacia la Torá se define en términos que expresan admi-
rablemente el punto de vista farisaico: "No penséis que he
venido para destruir la ley o los profetas: no he venido a
destruir sino a cumplir. Con verdad os digo que antes falta-
rán el cielo y la tierra que deje de cumplirse una jota o ápice
de ella. Y _así el que violare uno de estos mandamientos por
mínimos que parezcan y enseñare a los hombres a hacer lo
mismo, será tenido por el más pequeño en el reino de los
cielos; pero el que los guardare y los enseñare, será llamado
grande en el reino de los cielos". 1 º Hasta exhortaba a la mul-
titud de sus discípulos: "Los escribas y los fariseos están sen-
tados en la cátedra de Moisés. Practicad, pues, y haced todas
las cosas que os ordenen". 11 Luego viene el aguijón del ale-
gato: "Pero no sigáis con vuestros actos a los suyos, pues. ellos
dicen y no hacen" Continúa con una condena vehemente de

10 Mat.eo, v, 17-19.
11 Jbid ., xxm, 2-3.
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 109

la distinción entre la enseñanza y la práctica de los fariseos y


en lenguaje cruel pronuncia una serie de diatribas contra ellos
como hipócritas. El propósito evidentemente era mantener
con firmeza a los judíos cristianos en su nueva fe e incitarlos
contra los jefes religiosos de los judíos que persistían en su
repudio de Jesús.
El cuarto Evangelio se distingue de todos los otros.
Compuesto a fines del primer siglo, refleja la época en que
la nueva Iglesia se había separado completa y definitivamen-
te del judaísmo y se hubo producido un estado de abierta
hostilidad. Fue escrito para gentiles helenísticos y exhibe la
síntesis con ideas griegas 12 que determinó una de las divisiones
entre judaísmo y cristianismo. El versículo inicial, por ejem-
plo, con su doctrina del Logos, "En el comienzo era el Verbo,
y el Verbo estaba en Dios y el Verbo era Dios", hubiera sido
ininteligible para los judíos de Judea de ese tiempo. Su tono
es marcadamente antijudío, y atribuye la crucifixión entera-
mente a perversas maquinaciones de los "judíos", no a los
saduceos. La locución que constantemente aparece presenta
a "los JU · de Jesus.
· d'10s", como los adversanos '
De este breve examen se ha de concluir que los Evan-
gelios son lo que los sabios alemanes han llamado T endenz-
schriften, no documentos que se hubieran escrito con objeti-
vidad, sino textos de propaganda. A este hecho cabe atribuir
en parte las discrepancias entre los Evangelios. De ninguna
manera es fácil extraer de ellos la evidencia que pueda servir
de base a respuestas para nuestras preguntas, pues se ha de
tener en cuenta que todos los Evangelios son posteriores a las
Epístolas de Pablo, las cuales forman la parte más antigua del
Nuevo Testamento. Por consiguiente pertenecen a un período

12 Ver pág. 121.


110 ABRAHAM CoHEN

en que ya se había producido el cisma, en que ya se había


creado una nueva teología que en varios puntos difería de mo-
do fundamental de los conceptos del judaísmo. En esas cir-
cunstancias, fue inevitable que se antedatara ese antagonismo
con la creencia y la práctica tradicional que se había des-
arrollado. hasta entonces y que se lo presentara como si lo hu-
biera manifestado Jesús mismo en su asociación con sus con-
temporáneos. Este hecho torna difícil delinear un cuadro cohe-
rente y objetivo de la escena real, tal como existió durante el
tiempo en que Jesús vivía. Sin embargo, no es imposible
acercarse a la verdad y descubrir con precisión cuál fue la
causa de la ruptura.

3) Jesús y el judaísmo de su tiempo.


¿En cuál de las categorías religiosas de Judea se ha de
ubicar a Jesús? Sin vacilar, ha de excluirse la de los saduceos,
pues no se comprueban en él afinidades con ellos. Por lo de-
más, tal asociación sólo la ha sugerido un único estudioso,
R. Leszynsky, en ,su libro Die Sadducaer. El historiador judío
Graetz opinaba que Jesús fue un esenio. En su monumental
Historia de los judíos, escribió : "Aunque no se puede probar
que Jesús había sido formalmente admitido en la orden de
los esenios, mucho de su vida y de su obra sólo puede expli-
carse por el supuesto de que había adoptado sus principios
fundamentales". 13 Una opinión contraria expuso Kaufrnann
Kohler, destacada autoridad judía norteamericana. Su opinión
es: "La actitud de Jesús y sus discípulos es en su conjunto
antiesenia, de denuncia y desaprobación del rigor y del asce-
tismo esenios". 14 Esta última opinión probablemente esté más

13 Edición inglesa de la Jewish Publication Society of America,


I 893, II, pág. I 50.
14
Jewish Encyclopedia, V, pág. 232 a.
EL JuDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANI SM O 111

cerca de la verdad, y la apoya una razón decisiva. Los esenios,


se ha de recordar, atribuían la mayor importancia a la pureza
ceremonial; para lograrla se bañaban frecuentemente y evita-
ban el contacto personal con hombres que eran negligentes
en cuanto a estas reglas; hasta se cuenta que entre las quejas
de los fariseos contra Jesús figuraba la de que con el precepto
:' el ejemplo manifestó indiferencia frente a las reglas en esta
:materia.
Lo que deso.rientó a Graetz fue la circunstancia de que
cuando se formó la primera comunidad cristiana, influyó en
dla la práctica esenia en cuanto a la modalidad de la orga -
nización. Para citar a Kohler de nuevo: "Juan el Bautista
parece haber pertenecido a los esenios, pero al llamar a los
pecadores a regenerarse por el bautismo inauguró un nuevo
pacto que condujo al surgimiento del cristianismo. El silencio
del Nuevo Testamento respecto de los esenios es quizá la
prueba mejor de que ellos :suministraron a la nueva secta los
elementos principales tanto en lo que se refiere a las personas
como a las opiniones. La similitud en muchos puntos entre el
cristianismo y el esenismo es llamativa. Estaba el mismo co-
munismo; la misma creencia en el bautismo o la ablución y
e n el poder de la profecía; la misma aversión al matrimonio,
realzada por la firme creencia en el advenimiento mesiánico;
el mismo sistema de organización y las mismas reglas para los
hermanos viajeros delegados para obras de caridad; y, por so-
bre todo, las mismas fiestas de amistad o comidas fraterna-
les". 15
Si esto puede ser verdad en lo que se refiere a la Iglesia
cristiana primitiva, no concuerda en cambio con lo que se re-
lata acerca de Jesús mismo. Jesús, por ejemplo, asistió a la ce-

i:; Op. cit., pág. 231 b.


112 ABRAHAM CoHEN

lebración de una boda; no hay referencias a "comidas frater-


nales", fuera de la última cena, y ésta, con toda probabilidad,
no fue otra cosa que la observancia del séder de Pésaj. No
cabe, tampoco, equiparar las opiniones de Jesús sobre la lim-
pieza personal con las de los esenios. El comunismo de los
esenios estaba limitado a los miembros de su orden y no abo-
gaban en favor de él para personas que no pertenecieran a-
su hermandad. Jesús, a su vez, apareció como recomendando
la pobreza material como un ideal general. Lo hizo por una
razón completamente distinta, que debe ser tenida en cuenta
si se quiere entender la divergencia entre su ética y la doc-
trina farisaica.
Al comienzo de su carrera Jesús encontró a Juan el Bau--
tista, que predicaba el mensaje: "Arrepentíos, pues el reino
de los cielos está cerca". Era una época en la que el puño de
Roma oprimía pesadamente al vasallo Estado de Judea; y ar-
día un profundo y difundido anhelo de libertad. Estas condi-
ciones hacían que las esperanzas apocalípticas encontraran te-
rreno fértil para su desarrollo. En semejante atmósfera espi-
ritual, floreció rápidamente la creencia en la inminente lle-
gada de un redentor mesiánico y en la completa transforma-
ción del mundo. Juan el Bautista tuvo la convicción de que
el orden existente estaba a punto de experimentar un cambio
radical que traería el reino de los cielos a la tierra. También
Jesús compartió esta creencia que coloreó mucho de su ense-
ñanza. Convencido de que dentro de un breve lapso de tiem-
po se produciría, para emplear la frase de Nietzsche, "una
trasmutación de todos los valores", exhortó a los hombres a
encarar la vida en semejante perspectiva y encarnó su men-
saje en el Sermón de la Montaña.
Este Sermón aparece en dos versiones: · en los Evangelios
de Lucas y de Mateo; y entre ellas se advierten diferencias
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 113

notables. Proclamó dos doctrinas principales, de las cuales la


primera es la bendición de la pobreza. En la versión de Lucas,
dice: "Bienaventurados los pobres; porque vuestro es el reino
del cielo. Bienaventurados los que ahora teneis hambre, por-
que seréis saciados. Bienaventurados los que ahora llorais; por-
que reiréis ... Mas ¡ay de vosotros los ricos!; porque ya teneis
vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros los que andáis hartos, por-
que sufriréis hambre! ¡Ay de vosotros los que ahora reís!, por-
que os lamentaréis y lloraréis". 16 Estas son palabras de con-
suelo dirigidas a personas que en ese tiempo - obsérvese la
repetición de la palabra "ahora"- estaban sufriendo de pri-
vaciones; pronto su suerte sería completamente cambiada en
el reino que se acercaba. Esta es la versión más antigua; pero
pasaron años y el suceso predicho no se había realizado. En
consecuencia, Mateo corrigió el pasaje y en vez de "bienaven-
turados I los pobres", puso "bienaventurados los pobres de espí-
ritu" y reemplazó "bienaventurados los que ahora tenéis ham-
bre" con "bienaventurados los que tienen hambre y sed de
justicia". 17
El otro mensaje principal del Sermón de la Montaña es
la doctrina del amor y la no-resistencia: "Amad a vuestros
enemigos; haced el bien a los que os rodean, y orad por los
que os calumnian. A quien ,te hiriere en una mejilla, presén-
tale asimismo la oh·a. Y a quien te quitara la capa no le im-
pidas que te lleve aun la túnica. A todo el que te pida, dale ;
y al que te roba tus cosas no se las demandes ... y vuestra re-
compensa será grande y seréis hijos del Altísimo". 18
En lo que concierne a la enseñanza general sobre la acti-
tud hacia los enemigos, se han citado textos paralelos en fuen-

16 Lu:::as, v1, 20-25 .


17 Mateo, v, 3, 6.
18 Lucas, VI, 27-3 0 , 35 .
114 A B R A H A M ·C o H E N

tes precnstianas; pero en la última parte, Jesús adoptó una


línea distinta de la ética judía. El judaísmo enuncia la equi-
dad y la justicia como los criterios de la relación entre los.
hombres. Si una persona malamente despojaba a alguien de
alguno de sus bienes, podía el damnificado recurrir ante el
Tribunal para que el mal fuese reparado. Sólo sobre una base
así puede la sociedad llevar una existencia ordenada y, dicho
sea de paso, este es el procedimiento que rige hoy en paíseS-
que se profesan como cristianos. Jesús, en cambio, exhortaba
a sus secuaces a no preocuparse por la pérdida de su propie-
dad porque no valía la pena hacerlo en vista de lo que en
breve tiempo habría de ocurrir, es decir, el advenimiento del
1eino' del cielo, en el cual la propiedad perdería su valor. Algo,
similar ocurre con su enseñanza de la no-resistencia. ¿Para
qué ocuparse con injusticias y conflictos pasajeros? Pronto to-
do sería muy distinto. Investigadores del Nuevo Testamento
han coincidido en describir la moral del Sermón de la Mon-
taña como "un interregno ético", como principios de acción
que debían aplicarse durante el breve intervalo entre esa edad
y la nueva edad por venir. Un profesor cristiano de historia
de la religión en la Universidad de Harvard, declaró: "Mu-
cho en el Sermón de la Montaña es impracticable, al extre-
mo que numerosos estudiosos modernos piensan que es me-
nester salvar la reputación de Jesús en cuanto al buen senti-
do, tomando tales expresiones, no como reglas universales de
conducta sino como consejos de perfección para el pequeño.
grupo de sus discípulos en anticipación de la crisis inminente
que habría de culminar en el reino de Dios". 19
Después de esta digresión, volvamos a la pregunta: ¿A
qué partido religioso perteneció Jesús? Habiendo eliminado a

19 Moore, Judaism, II, págs. 151 y ss.


EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 115

los saduceos y a los esenios 20 , nos quedan los fariseos; ¿y có-


mo concordaría con ellos? A esta pregunta se han dado res-
puestas diversas. El profesor Salo Baron ha observado: "Jesús
aparece como un judío esencialmente farisaico. En verdad,
fue en primer término el vocero de ideas corrientes entre la
gente de la tierra, particulannente en Galilea, en cuanto esa
gente puede de algún modo distinguirse del conjunto de los
simpatizantes farisaicos". 21 Baron explica los conflictos con
los jefes religiosos con la teoría de que "las insistentes fulmi-
naciones contra los "escribas y fariseos" que se encuentran en
los Evangelios, aunque fueran genuinas, sólo revelarían la
desilusión de un reformador religioso impaciente (porque era
creador) ante las faltas de una conducción institucionalizada
. ,,.
en su propio campo .
Una opinión similar sostiene Travers Herford, autor de
un prolongado e intenso estudio del tema. Pero Herford pone
de manifiesto un análisis más penetrante de la divergencia en-
tre Jesús y los fariseos. Su argumento es: "Los principios de
los dos lados eran fundamentalmente irreconciliables: y mien-
tras ambos partidos hacían hincapié en el hacer la voluntad
de Dios como el deber supremo, uno de ellos, el de los fa-
riseos, sostuvo que la Halajá era el camino definido para ha-
cer la voluntad divina, basada en la Torá, que era la revela-
ción que Dios mismo había hecho de su voluntad; el otro,
Jesús, sostuvo que la conciencia individual era la guía única
para la recta ejecución de la voluntad divina". 22

20 Algunos comentaristas identifican a Jesús con el Moré


Tzédek de los de la Nueva Alianza; pero esta opinión es general-
mente rechazada. Ver H. H. Rowley, op. cit., pág. 55.
21 A Social and Religious History of the Jews, 1952, II,
pág. 67.
22 Judaism in the New Testament Period, 1928, págs. 206
y SS. _____ _ _ _ ,...1
w ••
116 AB RAHAM CoHEN

Con esto se indica la discrepancia esencial y cabe ilus-


trarla con las actitudes respectivas en cuanto a la observancia
del sábado. Se refiere que Jesús realizó ciertas curas en una si-
nagoga en día sábado. Los fariseos lo reprendieron. Y en otra
ocasión, cuando condonó una violación de la ley sabática por
sus discípulos, justificó su acción con el argumento: "El sá-
bado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sá-
bado". 23 Mas de ahí que para esta sentencia hay una exac-
tamente análoga en una temprana obra rabínica, la Mejilta 24 :
"El. sábado fue entregado a vosotros, y no vosotros al sábado".
En base a esto todas las leyes sabáticas pueden ser dejadas de
lado si se trata de salvar una vida humana.
El punto de diferencia entre ellos era el siguiente: los
Rabinos sostenían que aunque el sábado era sagrado, su ob-
servancia no debía llegar a implicar la muerte de un ser hu-
mano por la razón de que la vida también es sagrada. Jesús,
en cambio, sancionó el principio: "Mejor el día, mejor el
acto", y él mismo realizó y permitió a sus discípulos que rea-
lizaran en Sábado un acto que igualmente pudo haber sido
hecho al día siguiente. El inválido no estaba en peligro de
muerte como consecuencia de la postergación. Jesús, por lo
tanto, opuso su opinión · personal respecto de la ley a la de-
cisión colectiva de las autoridades reconocidas. Esto aparece
claramente en la expresión que se le atribuye: "He oído que
esto se ha dicho de antiguo ... pero yo os digo".
De los Evangelios también resulta evidente que Jesús
ponía el énfasis mayor en la ética y no en la halajá. En su
afán de asegurar la salvación para el individuo en el reino del
cielo, aisló la moral del marco de la halajá en el cual se ha•

'23 Marcos, rr, 2 7.


•2 4 Para Exodo, XXXI , 13 .
EL JunAÍsMo Y EL SURGIMIENTO DEL CrusnANisMo ll 7

llaba encuadrada. 25 A diferencia de los maestros fariseos, que


hacían de la Torá guía de la vida tanto para el individuo en
su condición de persona como para el individuo en cuanto
miembro de la comunidad judía, Jesús tendía a dar escasa
importancia a este último aspecto. Semejante actitud era con-
traria a todo el concepto de la Torá según lo habían expuesto
Ezra y sus sucesores durante más de cuatro siglos.
Es natural que esta actitud no ortodoxa respecto de la
Torá y la pretensión de sobreponer su propia interpretación
fueran motivo de resentimiento para las autoridades recono-
cidas. Si hubiera habido concesión en este punto, se habría
minado la cohesión de la comunidad y se habría llegado al
caos. La consecuencia fue que se disgustaron los círculos fa-
risaicos, pero no se creó una animosidad tan profunda como
para suscitar un deseo de desembarazarse de Jesús. Cualquie-
ra que haya sido la razón de la muerte de Jesús, ciertamente
no fue el antagonismo religioso y, como se señaló antes, según
los Evangelios sinópticos los fariseos no figuraron en el pro-
ceso y en la ejecución.
Aun el Nuevo Testamento ofrece la prueba de que los
fariseos, a diferencia de los saduceos, lejos de haberse mos-
trado vengativos respecto de los primeros judíos cristianos,
en verdad los defendieron. De '!Sto cabe citar dos ejemplos:
el deseo de los saduceos de ajusticiar a Pedro y a otros após-
toles por predicar su doctrina, lo que se frustró por la inter-
vención de "un fariseo, llamado Gamaliel, un doctor de la
Ley, hombre respetado de todo el pueblo"; 26 y una defensa
similar de Pablo. 27 Más concluyente que todo es la afirma-
ción: "En la misma hora vinieron algunos fariseos a decirle

!2 5 Ver, antes, págs. 4 7 y ss.


26 Hechos, v, 34.
27 lbid., xxm, 9.
118 ABRAHAM CoHEN

(a Jesús): ,Sal <le aquí y retírate a otra parte, porque Herodes


quiere matarte." 28 Le advirtieron el peligro del lado del rey
y evidentemente no quisieron dañarlo.

4) La pretensión al Mesianismo.
Para afirmar la verdadera razón de la crucifixión, es ne-
cesario examinar la pretensión de Jesús de ser el Mesías. En
la fase primera, no afirmó que fuese el Mesías, y los discí-
pulos evidentemente estaban en dudas en esta materia. Está
escrito: "Preguntó a sus discípulos diciéndoles: ¿Quién dicen
los hombres que soy yo? Y ellos le respondieron: Juan el
Bautista; y otros: Elías; 29 otros: uno de los profetas. Y él
les preguntó : ¿y vosotros, quién decís que soy? Pedro, res-
pondiendo, le dijo: Tú eres el Cristo. 30 Y él les prohibió de◄
cir esto de él a ninguno" 31 , esto es, que no debían revelar el
secreto de su condición mesiánica.
No existe ninguna referencia de que en este terreno hu◄
biera surgido un antagonismo entre él y los fariseos. En ese
tiempo, las expectaciones mesiánicas eran muy intensas. J04
sefo refiere que en aquella época apareció más de un seud04
mesías. Y no fue aparentemente una cuestión que suscitara
en los círculos fariseos controversias de una naturaleza tal
que pudiese provocar un sentimiento de encono. En el siglo
siguiente rabí Akibá aclamó a Bar Cojba, cuando éste enea◄
hezó la rebelión contra Roma, con las palabras: "Este es el
rey Mesías". Otros rabinos se negaron a reconocer a Bar Cojba

28 Lucas, XIII, 31.


29 Esto es, no el Mesías, sino su predecesor o heraldo; ver Ma◄
laquías, III, 23.
30 La traducción griega del hebreo meschíaj,_"Mesías".
31 Marcos, vm, 27-30 .
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 119

como Mesías, y uno de ellos replicó : "Akibá, crecerá pasto


sobre tus mejillas 32 y el Mesías aún no habrá venido". 33
Se ha de reparar en la expresión "rey Mesías" porque
ella ofrece la probable clave para lo ulterior. Pues, la masa
del pueblo en su situación de subyugamiento, esperaba al re-
dentor prometido y estaba dispuesta a conceder su fe a cual-
quiera que tuviera apariencia de desempeñar este papel. En
fuentes precristianas y rabínicas se enuncian conceptos di-
versos sobre la misión del Mesías, y esto refleja las condiciones
dominantes en los diferentes períodos. En días de opresión se
destacaba como su característica la de ser la persona que rom-
pería las cadenas de la tiranía. Por eso no es de sorprenderse
de que alrededor de la festividad de Pésaj (Pascua) cuando
surgían las esperanzas mesiánicas, la entrada espectacular de
Jesús en Jerusalem diese lugar a expectaciones fervorosas. Bre-
vemente se cuenta: "Por lo cual, conociendo Jesús que ha-
bían de venir y llevárselo por fuerza para hacerlo rey, volvió
a retirarse solo a la montaña". 34 Pero en esa Pascua fa tal no
pudo ya eludir la situación. La multitud proclamó : "Hosan'.l.
al hijo de David", atribuyéndole el título tradicional del
Me~ías.
Para los fariseos la demostración no fue de gran signifi-
cado, pero no ocurrió lo mismo con los saduceos, que estaban
ansiosos de mantener relaciones de amistad con el procurador
romano. Decidieron desembarazarse de uno a quien miraban
como un agitador político que podía ser la causa de un levan-
tamiento peligroso. Por consiguiente, lo arrestaron y lo acusa-
ron del cargo de pretender ser el conductor del pueblo en una
1evuelta contra la soberanía romana sobre Judea. Después de

32 Esto es, estarás en tu sepulcro.


33 Lamentaciones Rabá para 11, 2, parágrafo 4.
34 Juan 1 VI, 15 .
120 ABRAHAM CoHEN

su condena fue entregado al procurador, que1era el único que


tenía el poder de imponer la pena de muerte. Poncio Pilatos
lo interrogó acerca del cargo de que se le había acusado :
"¿Eres el rey de los judíos? Y Jesús le respondió: Tú lo di-
ces". 35 La respuesta fue equívoca y se la interpretó de mane-
ras diversas; pero está claro que la acusación solamente tuvo
jmplicaciones políticas y no encerraba cuestiones religiosas o
teológicas con los fariseos. Se lo ultimó con el método roma-
no de la crucifixión como pretendiente al reinado sobre el
pueblo judío; y cuando se lo condujo a la ejecución, los sol-
dados romanos irónicamente lo saludaron como "rey de los
· díOS ". 36
JU

5) Después de la crucifixión.
Esta interpretación del acontecimiento está confirmada
por lo que aconteció después. La crucifixión fue un rudo gol-
pe para los secuaces de Jesús. Su fe debió verse severamente
sacudida. Pero prevaleció la esperanza y los sostuvo la con-
vicción de que reaparecería sobre la tierra para cumplir su
misión. Los que aceptaban esta creencia constituyeron un pe-
queño grupo dentro de la coqmnidad judía y se los llamó
"Nazarenos", es decir, creyentes ·en Jesús de Nazaret como el
Mesías. Ellos, o algunos de ellos, adoptaron una vida de aus-
teridad según la pauta esénica y se les llamó "ebionitas" (de
la palabra hebrea ebion, "pobre"). Aparte de que alimenta-
ran la esperanza del retomo de Jesús, no se les podía distin-
guir del sector farisaico de la comunidad. Se adaptaban fiel-
mente a las prácticas establecidas del judaísmo y nada estaba
más lejos de su espíritu que la idea de que la Torá había
sido abrogada por lo que había acontecido.

35 Mateo, xxvn, 11.


36 Ibid., versículo 29.
EL JunAÍsMo Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIAJ\"'JSMO 121

Mas la escena se transformó completamente con la apa·


rición de un hombre llamado Saúl, conocido más tarde como
el apóstol Pablo. Era de un temperamento fogoso, y, como
un péndulo, osciló del extremo de una enconada oposición a
los Nazarenos, al otro extremo, de la fervorosa defensa de la
pretensión de Jesús a la condición de Mesías y de que había
resucitado después de su muerte sobre la cruz. Se dijo que
el cambio se debió a una visión que experimentara y cuyo
efecto fue inducirlo a dedicar su vida a la propagación de la
nueva fe que se le había revelado. 1

Pablo había nacido en Tarso, una ciudad del Asia Me-


nor, y en sus años de formación tuvo contacto con el pensa-
miento helenístico así como había estudiado con el famoso
Rabán Gamaliel en Jerusalem. No siendo nativo de Judea,
su repertorio mental era una amalgama de dos culturas, la
hebraica y la griega. Su manera de pensar también estaba in-
fluida por el hecho de que durante unos catorce años des·
pués de su conversión, cuando tenía 30, residió fuera de Judea,
principalmente en Siria y en Cilicia. Para llevar a cabo su
misión emprendió varios viajes a ciudades a lo largo de la
costa de Grecia v de Asia Menor a fin de difundir su evan·
gelio entre las ~omunidades judías establecidas allí. En lo
concerniente a la halajá, el judaísmo que se practicaba en esa
parte de la diáspora era más laxo que el judaísmo de Tierra
Santa. Además, había en esas regiones numerosos conversos
al judaísmo, a los cuales, después de habérseles enfriado el pri-
mer resplandor de la fe, el yugo de la T orá les resultaba gra-
voso. Además, Pablo tendía a hacer que la creencia que pre·
<licaba resultase aceptable para los griegos, incorporando a ella
conceptos, corrientes entre estos últimos, tales como la re•
dención del mundo mediante un salvador enviado desde el
cielo y la doctrina del Dios-hombre, un atributo adscripto a
122 ABRAHAM CoHEN

los reyes entre los griegos y romanos a partir del tiempo de


Alejandro Magno. Finalmente, el empleo de alegorías era co-
rriente entre los pensadores helenísticos, de los cuales Filón
el Judío es un ejemplo familiar.
Todos estos factores se combinaron para determinar la
línea de conducta que Pablo adoptó en su campaña misionera
e hizo inevitable, temprano o tarde, la creación de una nueva
religión, distinta del judaísmo. Hemos de citar una senten-
cia de su prédica que contiene el núcleo de su teología: "Por
él (Jesús, el mesías resurrecto), todo aquel que cree es justi-
ficado de todas las cosas de las cuales no sería justificado por
la ley de Moisés". 37 La intención es que hasta entonces el
judío lograba la salvación mediante la leal obediencia a los
preceptos de la T orá~ nias ahora la salvación estaba al alcance
de toda persona mediante la creencia en Jesús como el hijo
de Dios enviado por 1:.1 para redimir al mundo del pecado.
En consecuencia, las leyes antiguas debían ser reinterpreta-
das; en especial se debía reemplazar la circuncisión de la car-
ne, que ya no se exigía a los prosélitos, por la circuncisión del
corazón.
Aun en la Diáspora, la ·;enseñanza de Pablo provocó aca-
loradas protestas de sus oyentes judíos, a quienes sus palabras
sonaban como blasfemas, y en cinco ocasiones fue sentencia-
do a la pena de azotes. Desanimado por este antagonismo re-
solvió concentrar sus energías en la conversión del mundo no
judío. De una vez que se dirigió a la congregación en la sina-
goga de Antioquía de Pisidia, se cuenta: "(Los judíos) con-
tradecían con blasfemias las cosas que predicaba Pablo. En-
tonces Pablo y Bemabé hablaron con entereza y dijeron : A
vosotros debía ser primeramente anunciada la palabra de Dios.

37 Hechos, xm, 39.


EL JUDAÍSMO v EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 123

Mas ya que la rechazáis y os juzgáis vosotros mismos indig ·


nos de la vida eterna, noc; vamos a los gentiles". 38
La información respecto de la propaganda de Pablo llegó
a Judea y perturbó gravemente a los Nazarenos. Ellos no po-
dían aceptar una forma de religión que era en realidad un
repudio de la Torá. Eran judíos y la Torá era para ellos im-
perativa porque sus ordenanzas eran de una validez eterna.
Cuando Pablo regresó a Jerusalem el año 49 se produjo una
controversia vehemente; y en una reunión de un Concejo ce-
lébrado en Jerusalem se llegó a una solución de transacción
que era la más fácilmente aceptable para los Nazarenos por-
que tenía el apoyo de la enseñanza judía tradicional.
En varios pasajes del Talmud se encuentran referencias
a los "diez mandamientos de los hijos de Noé". Es un breve
código moral que enuncia- las exigencias esenciales al gentil
que desea lograr la aprobación divina. Inculca la práctica de
la equidad en _la conducta diaria y prohibiciones contra la
blasfemia al nombre de Dios, contra la idolatría, la inmorali-
dad, el derramamiento de sangre, el robo y la crueldad con
los animales. Con esta doctrina rabínica en la mente, Santiago
propuso "que no se inquiete (con todos los mandamientos de
la Torá) a los gentiles que se convierten a Dios, sino que
se les escriba que se abstengan de las inmundicias de los ído-
los y de la fornicación y de animales sofocados y de la san-
gre". 39 Cuando se hubo aceptado este arreglo, por un tiempo
la comunidad cristiana abarcó dos secciones divergentes: los
Nazarenos o Judíos-Cristianos, que reconocían la autori-
dad de la Torá, y los Gentiles-Cristianos, a quienes no
se exigía que se sometieran a ella . Es evidente que seme-
jante estado de cosas no podía durar y sólo fue cuestión de

38 lbid., versículos 45-46.


39 Hechos, xv, 19-20.
124 ABRAH.AM CoHEN

tiempo hasta que una de las dos secciones predominara y


desalojara a la otra.
Así ocurrió, y el suceso crítico que resolvió la situación
fue la destrucción del Templo y del Estado, en el año 70.
Una de sus consecuencias ·fue el traslado de la dirección cris-
tiana y su centro de Judea a los países helenísticos, particular-
mente a Siria. Desde ese momento los Nazarenos disminu-
yeron en número e influencia hasta que llegaron a una cifra
desdeñable. Jerónimo, Padre de la Iglesia, del siglo IV, ha
señalado que algunos de ellos continuaron existiendo en su
tiempo, pero, en verdad, desaparecieron de la escena al fina-
lizar el primer siglo, y el cristianismo helenístico dominó el
campo. Apareció una nueva religión, que aún retenía algu-
nos rasgos heredados de la religión madre, pero tan diferen-
ciada de ella en cosas fundamentales que se produjo entre
ambas un abismo insalvable. La causa de la ruptura se toma,
así, inconfundiblemente clara: el Cristianismo se apartó de, la
Torá, que es la raíz del Judaísmo.

6) Motivo del cisma.


Aún hemos de considerar una cuestión. ¿Cuál fue el
motivo fundamental que culminó en la formulación del cris-
tianismo paulino? Entre la mayoría de los investigadores cris-
tianos se ha hecho axiomática la afirmación de que el judaís-
mo fue una religión estrecha, nacionalista, casi totalmente
ocupada con la salvación de un pueblo, colectiva e individual-
mente. Jesús, así se sostiene, se abrió camino a través de este
ámbito confinado y proclamó una fe universal para la salva-
ción de toda la especie humana. Una investigación objetiva
de las pruebas revela que este contraste es injustificado por
dos razones: la concepción de Jesús no era universalista, y el
judaísmo se concebía a sí mismo como teniendo una misión
EL JunAÍsMo Y EL SURGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 125

universal y los judíos en ese tiempo estaban activamente em7


peñados, con considerable éxito, en diseminar su fe en el mun-
do gentil. A continuación reseñaremos los hechos que ratifi-
can estas dos afirmaciones.
En lo que se refiere al primero, se atribuye a Jesús dichos
que indican plenamente que él dedicó su misión únicamente
a los judíos y 'no a los gentiles. Según un relato evangélico,
cuando estaba en una casa en la ciudad de Tiro, una mujer;
descrita como griega, se le acercó con el pedido de que exor-
cisara un diablo que poseía a su hija. Su respuesta fue: "Que
primero sean satisfechos los hijos (es decir, los judíos); pues
no es justo tomar el pan de los hijos y arrojarlo a los perros
(es decir, a los gentiles)". 40 ·

Más explícitamente, recomendó a sus discípulos: "No va-


yáis por ningún camino de los gentiles y no entréis en nin-
guna ciudad de los samaritanos; mas, dirigíos a las ovejas de
la casa de Israel". 41 No es posible descubrir una nota uni-
versalista en estas expresiones. Los discípulos que estaban en
contacto personal con Jesús durante el tiempo de su vida, en
contraste con Pablo que nunca tuvo ese contacto, tuvieron
evidentemente la misma impresión, pues se cuenta: "Estan-
do aún Pedro diciendo estas palabras, descendió el Espíritu
Santo sobre todos los que oían la plática. Y los fieles circun-
cidados (es decir, los judíos cristianos) quedaron pasmados,
como muchos que habían venido con Pedro, porque también
~obre los gentiles se había derramado el don del Espíritu San-
to". 42 Su confusión pudo deberse a su creencia de que "el
don del Espíritu Santo" estaba reservado a aquellos que per-
tenecían al pueblo judío. Por eso se justifica la afirmación de

40 Marcos, VII, 27
41 Mateo, x . 5-6.
42 Hechos, x, 44 y ss.
126 ABRAHAM CoHEN

Klausner: "Jesús nunca soñó siquiera con ser un profeta o


un Mesías para los no judíos". 43
En cuanto a la segunda afirmación, hay una multitud
de pruebas que demuestran fuera de toda duda que en ese
período los judíos se empeñaban en la propagación del judaís-
mo en el mundo griego y romano. Sólo mencionaremos una
pequeña parte del abundante material disponible. En el co-
mienzo del primer siglo se escribió un manual llamado Didalté
(una palabra griega que significa "instrucción"). Durante lar-
go tiempo estuvo perdido y sólo. se conocía su nombre por
referencias en obras cristianas antiguas. Mas el texto fue des-
cubierto en Constantinopla en 1873. Aunque es cristiano en
su forma presente, los investigadores están de acuerdo en que
fue originariamente judío y luego lo ampliaron y modificaron
cristianos. El núcleo del libro es una colección de párrafos so-
bre "Los dos Camirios" y se admite generalmente que fue un
manual judío para la instrucción de futuros conversos. Si no
l)ubiera habido necesidad de semejante obra, su composición
sería inexplicable.
El Nuevo Testamento mismo ofrece .testimonio de misio-
nes trasmarinas emprendidas para propagar el judaísmo; ya
mencionamos la inclusi-5n de prosélitos en las congregacio-
nes establecidas en la Diáspora. Uno de los Evangelios hasta
contiene un dicterio dirigido a los fariseos: "Porque andáis
girando por mar y tierra para convertir un gentil." 44
Por las fuentes nos informamos de que en particular las
mujeres se sentían\ atraídas por el judaísmo. Entre los más no-
tables de los conversos de ese período estaba la familia real
de Adiabene, un pequeño país a orillas del Tigris. Sus go·

48 Jesús of Nazareth, pág. 363.


44 Mateo XXIII, I 5; también en Hechos, n, 10; VI, 5; XIII, 43,
se menciona a los prosélitos.
EL JunAÍsMo Y EL SuRGIMIENTO DEL CrusTIANISMO 127

bernantes eran Monobazos y su mujer Helena. Tenían un


hijo, lzates, al que enviaron a la corte de un rey vecino, y
casó con su hija. Frecuentaba esta corte un comerciante judío,
el cual, al mismo ' tiempo que mostraba a la princesa sus mer-
cancías, aprovechó la oportunidad para explicarles 'la ense-
ñanza del judaísmo. Esta enseñanza conquistó a muchos, in-
clusive a la mujer de lzates. Por influencia de ella, también
lzates adoptó la fe judía en el año 18 de la era cristiana. Por
una coincidencia, su madre, la reina ;Helena, se había con-
vertido independientemente; también su hermano, Monoba ·
zos 11, que ascendió al tt·ono a la muerte del padre de ellos,
adoptó el judaísmo. La Mischná 45 menciona los valiosos ob-
sequios que esta familia envió para adorno del Templo.
En el Imperio Romano, el número de conversiones au-
mentaba rápidamente. En su réplica a Apión, escritor romano
adverso a los judíos, Josefo observa: "Muchos han tenido du-
rante largo tiempo gran inclinación a seguir nuestras obser-
vancias religiosas; no hay ninguna ciudad de los griegos ni
ninguna ciudad bárbara, ni ninguna nación adonde nuestra
costumbre de descansar en el séptimo día no haya llegado, y
donde no se observen nuestros fastos y nuestro encender las
luces (en sábados y festividades) y muchas de nuestras prohi-
biciones en, cuanto a los alimentos." 46 En otra de sus obras
Josefo decía que los judíos "también hicieron continuamente
gran cantidad de prosélitos griegos y de esta suerte los hicie-
ron en cierto modo parte de ellos mismos". 4 7 Estas conver-
siones eran en ese tiempo numerosas a punto tal, que decía:

45 Yoma, m, 10.
46 Contra Apionem, rr, parágrafo 40.
47 La Guerra Judía, VII, m, 3.
128 ABRAHAM CoHEN

"Cualquiera que reflexione sobre su propio país y familia no


negará lo que yo digo". 48
Escritores romanos confirman el testimonio de Josefa. El
poeta Horacio, nacido en el año 65 antes de Cristo, menciona
en sus Sátiras 49 que la observancia del sábado judío era co-
rriente en Roma entre adeptos , romanos al judaísmo. Atestigua
la influencia: que la religión judía ejercía sobre sus paisanos,
pues al final de su cuarta Sátira del libro I escribía: ."Es éste
uno de mis pecados menores, al cual si queréis rehusarle vues-
tra gracia, los poetas vendrán en mi ayuda con gran vigor,
y como · los ·judíos os obligaremos a que os unáis a nuestra
compañía". Una alusión casual de esta clase ciertamente in-
dica que los judíos realizaban abiertamente una propaganda
misionera.
El historiador Tácito, que vivió en el primer siglo de la
era cristiana, incluyó en su Historia este pasaje: "Los más
degradados de entre otras razas, escarneciendo sus creencias
nacionales, les traían (a los judíos) sus contribuciones y obse-
quios". 50 La referencia alude a los prosélitos. Tácito sacrificó
la verdad histórica a la antipatía que sintió a los judíos cuan-
do habló dd "los más degradados de entre las otras razas". Se
conocían los nombres de algunos de esos conversos, que perte-
necían a las capas más elevadas de la sociedad romana.
Otro satírico, Juvenal, contemporáneo de Tácito, com-
pleta la "información acerca de las tendencias judaizantes en
Roma. Eri su sexta sátira cuenta que a Roma acostumbraban

48 Contra' Apionem, loe. cit. Cf. T. K. Cheyne, The Prophe-


cies of Isaiah, 1884, I, pág. 284: "La atracción ejercida por el ju-
daísmo en Damasco, a orillas del Caspio, en Asia Menor, en Grecia-
y en Roma es un hecho histórico cierto".
49 I, IX, líneas 6, 9 y ss.
50 V, parágr. 5
EL JUDAÍSMO Y EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO 129

ir mujeres judías como adivinas y que cuando lograban _en-


trar en los hogares de las damas romanas procuraban ganarlas
para el judaísmo. Su referen_cia principal aparece en la décimo-
cuarta sátira, ·y merece ser citada:
"Hay nacidos de esos padres fanáticos 51
que aclaman con júbilo su sábado sagrado;
Su plegaria no alienta ninguna semejanza divina,
y rinden culto solamente a las nubes y al aire
[insustancial 52
Estos, como sus señores, abominan la carne de cerdo,
La juzgan en cuanto alimento, tan execrable como la
[carne humana.
En sus viejos ritos de insensata circuncisión,
Miran los edictos de Roma con ánimo desdeñoso; .
Y todo lo que muestran los escondidos archivos de
[Moisés,
Lo acumulan en sus corazones y lo conocen prácticamente.
Esta banda egoísta, vil, dura,
Sólo puede sentir amor a un judío ...
Responsables son padres, que vanamente oran,
y borran de la vida cada precioso séptimo día". 53
Este extracto habla por sí solo y no necesita de comen-
tarios. Así, tenemos un fidedigno testimonio romano para con-
firmar a Josefo en cuanto a que en el último siglo del Estado
judío era considerable el número de los que abrazaban el ju-
daísmo.
De esta prueba resulta ineludible la conclusión de que
es infundada la opinión aceptada generalmente que caracte-
riza al judaísmo en los albores de la cristiandad como ha-

51 De romanos conversos al judaísmo.


52 Esto es, adoraban a un Dios invisible.
53 Esto es, santificaban el Sábado judío.
130 ABRAHAM CoHEN

hiendo sido nacional y exclusivista, en contraste con el uni·


versalismo de la nueva religión. Ambos, los fariseos y Pablo,
hacían prosélitos. La diferencia entre ellos era la siguiente:
los fariseos estaban dispuestos para recibir y estimar a los gue-
re tzédek (conversos justos), pero solamente si aceptaban el
judaísmo entendido como la religión de la T orá, siendo la
lealtad a ella un requisito sine qua non. Pablo y sus discípu·
los, por otra parte, estaban preparados para comprometer ~l
judaísmo en sus conceptos básicos en el afán de atraer pro-
sélitos. Para decirlo de otra manera: los fariseos levantaron
un cerco en torno de la Torá para mantenerla inviolable y
admitieron gentiles dentro del cerco si ellos estaban dispues-
tos a someterse a las condiciones del ingreso. Los_ cristianos
primitivos derrumbaron el cerco y llegaron al extremo de
abrogar la Torá con el fin de ganar gentiles a la fe en "el
resurrecto hijo de Dios". Aquí estaba la irreconciliable
divergencia que hizo imposible que el cristianismo continua-
ra dentro de la comunidad judía, y de este modo la división
se tornó completa y permanente.
EPILOGO

Nuestra tarea ha llegado a su término. De una manera


por lo menos sumaria hemos encontrado la respuesta a las
preguntas con que hemos comenzado nuestra investigación y
trazado el desarrollo religioso del judaísmo durante los
siglos cruciales que siguieron a !a terminación de la era bí-
blica. En ese período se tomaron decisiones que determina-
ron todo el curso de la vida judía a través de las edades suce-
sivas, hasta el pres@nte. Se desenvolvió una forma de judaís-
mo que ha resistido las tormentas de milenios y ha suscitado
la devoción de una generación tras otra de judíos que la custo-
diaron con sus vidas frente a los asaltos persistentes de un
mundo hostil y sufrieron por ella un martirio sin paralelo en
1
la experiencia humana.
Las conclusiones que fluyen con ineludible claridad del
esbozo diseñado en estas páginas referentes al pasado judío
pueden resumirse así: sin la reforma religiosa inaugurada por
Ezra, la renacida comunidad judía en el país de Israel se ha-
bría hundido por la infiltración gentil y el pueblo judío ha-
bría desaparecido; la prueba de una larga experiencia con-
firmó su doctrina, según la cual la Torá era la raíz única de
la cual la judeidad podía extraer la savia de su vida; la his-
toria judía demostró que solamente la definición farisaica de
la T orá tenía valor de supervivencia y que toda desviación
de ella conducía al debilitamiento y a la decadencia de la
identidad judía. De hecho, todo el asunto puede resumirse
en una frase familiar: "La T orá es un árbol de vida para
aquellos que se le unen".
SUMARIO

PAGINA

PRóLOGO 5
Capítulo I - EL PROBLEMA DE LA SUPERVIVENCIA
l) La comunidad judía en el siglo quinto antes de Cristo 17
2) Cómo el judaísmo sobrevivió al cautiverio babilónico 19
3) La autoridad de la Torá en la vida judía .. . .. .. . 22
4) La Knéset Ha-guedolá . . .. . .. . . . ... . . . . .. . . . . 25
5) La influencia de la Sinagoga . . ... ......... . . 31
Capítulo II - EL IMPACTO DE PERSIA Y GRECIA
l) Angelología y demonología . . ............. .... . 33
2) El más allá . . ... . .... .. .. .. .. . .... .. . .. . . . . 40
3) Ética .. . .. ... .. .. . ... ... ... ......... . ... . . 46
Capíntlo III - LA LITERATURA DE LA ÉPOCA
l) La Septuaginta ..... . ...... . . .. ..... ....... . 51
2) Apocalipsis ... .. ... . ... ,,. ... ... . . .. . . ...... . . 52
3) Apócrifos ............ ... ....... ... . . . . . ... . 54
4) Pseudoepigráficos ..... . ... . .. . .... ... ... . ... . 70
Capítulo IV - LOS PARTIDOS EN LA JUDEIDAD
l) Fariseos y Saduceos .... .. . . . .. ... .. . ....... . 83
2) Los Esenios . ... .. ... . . . ....... . .... . .... .. . 89
3) Los de la Nueva Alianza . . .. . ...... .. .. .. ... . 98
Capítulo V - EL SURGIMIENTO DEL CRISTIANISMO
l) Naturaleza del problema .. . . ............ . .... . 103
2) Los Evangelios como fuente de información .... . . 105
3) Jesús y el judaísmo de su tiempo . . ... ....... . . 110
4) La pretensión al Mesianismo .... . .. . . .. .. ... . 118
5) Después de la crucifixión .. .... . ..... .. ..... . 120
6) Motivo del cisma . . ... . .. .. . .. .. .. ... . .. ... . 124
E.PfLOGO ............ . . ...... . .. .. . . .. . ..... .. .. . . 131
Impreso en los Talleres Gráficos JULIO KAUFMAN S.R.L. ,
Avdo. Corrientes 1976, Buenos Aires, República Argentina .
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1
D EBE ,DEVOLVERSE ESTE LIBRO El.

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