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TIPOS DE SOCIEDADES 1

Hemos tratado varias veces el tema de la sociedad, hemos visto los elementos genéricos
que se pueden apreciar en cualquier sociedad humana, pero todavía no hemos afrontado
cómo son las sociedades reales.

Desde hace mucho tiempo, los filósofos primero y los sociólogos y antropólogos después,
han señalado que ha habido una evolución en los tipos de sociedades que han ido
apareciendo a lo largo de la historia. Apareciendo y no desapareciendo, al menos de modo
completo, pues todos los tipos de sociedad han demostrado un importante sentido de la
supervivencia resistiéndose a desaparecer del todo de la historia.

Uno de estos grandes clasificadores de las sociedades, quizás de entre los importantes el
más reciente, es el sociólogo norteamericano Gerhard Lenski. El punto de vista de Lenski
es el estudio de lo que él denomina evolución sociocultural, es decir, el estudio de los
cambios sociales que se suceden cuando una sociedad adquiere nuevos
conocimientos, sobre todo, los cambios tecnológicos.

Lenski, por tanto, se fija en cómo las sociedades se van transformando a lo largo de los
siglos conforme van consiguiendo un mayor control del entorno natural en el que se
desenvuelven, gracias a los artificios que van inventando.

Las sociedades que sólo disponen de una tecnología rudimentaria sólo pueden alimentar a
un número limitado de personas y tienen poco control sobre su entorno, lo que no es
necesariamente malo por otra parte. Por el contrario, las más avanzadas
tecnológicamente, lo que tampoco tiene por qué ser necesariamente bueno, tienen una
población mucho más numerosa, con ocupaciones muy distintas y con actitudes,
creencias, oportunidades y estilos de vida mucho más variados.

De esta forma, cuanto mayor sea el nivel tecnológico de una sociedad, mayor será el
ritmo del cambio social, mientras que las sociedades tecnológicamente simples cambian
muy lentamente.

Así que, siguiendo el enfoque de Lenski que toma como rasgo distintivo a la tecnología,
cinco serían los tipos de sociedades que vamos a ver en este artículo: las sociedades de
cazadores y recolectores, las primeras sociedades agrícolas y de pastores, las
sociedades agrarias, las sociedades industriales y las sociedades posindustriales.

Pero antes de empezar, debemos precisar más. En primer lugar, la tecnología no


determina la sociedad. Hay una correlación clara entre una sociedad y su tecnología pero
no hay una relación directa y automática entre el tipo de tecnología de que dispone una
sociedad y la forma de esa sociedad. La tecnología no se activa sola, necesita de personas
que la desarrollen, activen y empleen, y éstas pueden usarlas según distintos objetivos.
Poniendo un ejemplo claro, la Alemania nazi era una sociedad tecnológicamente avanzada
y, sin embargo, moralmente despreciable distinta de otras sociedades industrializadas que
no han llegado ni de lejos a tales niveles de depravación. Las tecnologías no son buenas o
malas, son neutras, son las personas las que les dotan de un propósito.

1 Barajas Martínez, Juan Carlos (2017). Los tipos de sociedades I: Las sociedades preindustriales.
Extraído y adaptado desde http://sociologiadivertida.blogspot.com/2015/04/los-tipos-de-
sociedades- i-las.html.
En segundo término, tampoco es automática la forma en que las sociedades se suceden
en la historia, sino que son procesos graduales que toman forma a través de
acontecimientos que se van acumulando. De hecho, unas no sustituyen del todo a las
anteriores, sino que se van acumulando como los estratos en un terreno. Las modernas
sociedades posindustriales conviven con elementos de la sociedad industrial y con
elementos de la sociedad agraria, y las sociedades de cazadores y recolectores – las más
antiguas - no han desaparecido del todo de la faz de la Tierra.

Las sociedades de cazadores y recolectores


Son las sociedades que se dedican a cazar animales y recolectar los alimentos silvestres
que la naturaleza proporciona. Desde el origen de la especie humana hasta hace unos
doce mil años, todas las sociedades eran de este tipo. Lo que quiere decir que el ser
humano ha evolucionado como especie en este entorno social durante doscientos mil
años, desde este punto de vista sería el tipo de sociedad más “natural” en los humanos.

Sin embargo hoy en día quedan pocas sociedades de este tipo, según Anthony Giddens,
hay todavía un cuarto de millón de personas que viven de esta manera – los aka, los
pigmeos o los bosquimanos, por ejemplo–, lo que supone un 0,001% de la población
mundial actual.

Los cazadores recolectores se organizan en pequeñas bandas de varias decenas de


individuos que viven relativamente alejadas unas de otras. Son bandas nómadas que se
desplazan siguiendo la ruta de los animales migratorios o según los recursos naturales de
la zona en la que se hallan.

Estas bandas están organizadas por vínculos de parentesco. De hecho, la estructura


esencial dentro de la banda son las familias nucleares – padre, madre e hijos de éstos –
que es la estructura permanente. La banda, por el contrario, es un agregado estacional,
extraordinariamente flexible en su composición, capaz de adaptarse a la abundancia y a la
escasez de los recursos, pero también de perder su efectividad en beneficio de la familia
nuclear. Para ser más claros, las familias nucleares se agrupan según vínculos de
parentesco para formar bandas en función de la abundancia o escasez de recursos. No
deja de ser curioso que el tipo de familia de los cazadores y recolectores sea el mismo que
el típico de las sociedades industriales.

La división del trabajo se hace en función de la edad y el género. Los más jóvenes y los
ancianos contribuyen en lo poco que pueden. Los ancianos – los hombres de más edad y
experiencia en la comunidad – son escuchados y tienen mucho que decir en las grandes
decisiones. No olvidemos que la palabra “senado” proviene de la palabra latina “senex” que
significa “viejo”, así que algo queda en nuestra cultura de aquellos tiempos. Los adultos
sanos tienen la responsabilidad de obtener los alimentos, los hombres la caza y las
mujeres se especializan en la recolección de frutas y alimentos vegetales.

Las sociedades de cazadores y recolectores son muy igualitarias. El hecho de que sean
tan importantes para la dieta los alimentos cazados como los alimentos recolectados hace
que
el papel de hombres y mujeres sea prácticamente equivalente, disfrutando de un estatus
muy semejante.

También son muy igualitarias en términos económicos, de estatus y mando. No existe un


poder político formal en este tipo de sociedades ni existe el concepto de propiedad más
allá de los objetos personales. Sí es corriente la existencia de un brujo o chamán que
puede tener cierto prestigio pero que no recibe ningún beneficio o compensación por serlo;
también tienen prestigio social los más hábiles en la caza o en la recolección de alimentos,
pero eso no les otorga el mando.

Como señala el antropólogo francés Leroi-Gourhan, su régimen demográfico presentaba


una fuerte mortalidad infantil, una esperanza de vida al nacer de unos 25 años y, si se
alcanzaba la edad de 20 años, su esperanza de vida subía hasta los 60 años.

Algunos autores, especialmente los influidos por la sociobiología, han relacionado la


preeminencia de la caza en estas sociedades con el impulso universal hacia la guerra pero,
en la mayoría de los casos conocidos, parecen poco belicosos. Al contrario, la dureza de
los entornos en los que viven, les obliga a cooperar estrechamente entre ellos.

A lo largo del siglo XX, por si tuvieran pocos problemas, se han visto amenazados por otras
sociedades más complejas tecnológicamente, que las van arrinconando es espacios cada
vez más reducidos. Algunos antropólogos como Marvin Harris mantienen que estos
contactos han provocado cambios de comportamiento hacia conductas más violentas, en
general, no se han resignado a la extinción y luchan por mantener su cultura y su estilo de
vida.

Para Giddens los cazadores y recolectores no son gente primitiva cuya forma de vida
carece de interés para nosotros sino que nos demuestran que algunas de nuestras
instituciones sociales están lejos de ser “naturales” en la vida humana. Sin idealizar este
modo de vida, la poca incidencia de las guerras, la ausencia de diferencias sociales y el
énfasis en la cooperación más que la competencia nos recuerdan que no todo lo que nos
ha traído la modernidad es necesariamente sinónimo de progreso.

Primeras sociedades agrarias y de pastores


Hace unos doce mil años la tecnología transformó a muchas sociedades de cazadores y
recolectores en las primeras sociedades agrícolas en lo que se ha venido a llamar
“revolución neolítica”.

Se desarrolló una tecnología agraria rudimentaria que permitía la producción de alimentos


a pequeña escala, conocida como “horticultura”, o cultivo de pequeños huertos para
sobrevivir. La herramienta más característica de esa época es la azada y pequeños
utensilios para cavar y recoger la tierra. Parece ser que es en las tierras fértiles de Oriente
Medio donde se origina esta tecnología y, por difusión cultural, se extendió por el resto del
mundo hace unos seis mil años. Esta transformación no fue inmediata ni generalizada sino
que los grupos humanos asentados en zonas ricas en caza y recursos alimentarios no
consideraron cambiar de estilo de vida.

Otras sociedades radicadas en regiones más áridas, desarrollaron otra tecnología, la del
pastoreo, y que supone la domesticación de animales. También hubo sociedades que
combinaron ambas tecnologías y empezaron a obtener alimentos de la horticultura y del
pastoreo.
La domesticación y la horticultura aumentaron la producción de alimentos, lo que permitió
alimentar a más personas con lo que estas sociedades incrementaron su población, de
decenas a cientos de personas.

Allí donde predominó el pastoreo, las sociedades siguieron siendo nómadas; en cambio,
allí donde predominaron las técnicas agrícolas las personas fueron asentándose de
manera más o menos permanente.

Con el incremento de la producción se empezaron a generar excedentes de manera que


algunas personas se pudieron dedicar a otras actividades distintas como la fabricación de
herramientas, un incipiente comercio, y al sacerdocio como arte de la interpretación de las
señales divinas.

Así que la sociedad se fue haciendo más compleja y eso trae consigo un mayor nivel de
desigualdad social. Empezó a surgir el concepto de propiedad y, cómo no, había familias o
clanes que podían producir más que otros, con lo que obtenían más prestigio e influencia.
De ahí a que comenzara a haber jefaturas y formas de gobierno rudimentario sólo faltaba
un paso. En principio estos gobiernos sólo podían imponer su autoridad sobre un territorio
pequeño y un número limitado de personas. Estas nuevas relaciones sociales trajeron
consigo un aumento de la conflictividad y, por tanto, una mayor incidencia de la guerra.

Sociedades agrarias, estados tradicionales


Hace entre cinco y seis mil años se produjo en Oriente Medio una nueva revolución
tecnológica que volvió a transformar la historia de la humanidad. Fue el descubrimiento de
la agricultura a gran escala debida al desarrollo del arado y el empleo de animales de
tiro, la invención de la rueda, la escritura, la numeración y el uso de los metales.

La tecnología del arado y el tiro permitió el cultivo de mayores extensiones de terreno y, no


sólo eso, permitía remover y airear la tierra y, por tanto, cultivar las mismas tierras durante
años y así crear asentamientos permanentes, es decir, el invento de la agricultura vino
acompañada del desarrollo de las ciudades por lo que a estas sociedades se las suele
llamar civilizaciones.

Los excedentes alimentarios y la posibilidad de transportarlos lejos supuso un aumento del


territorio y la población, con lo que fue necesario desarrollar estructuras de gobierno mucho
más elaboradas que en el caso de las sociedades anteriores. El término estados
tradicionales - distinguiéndolos de los estados modernos que empezaron alrededor del
siglo XVI - también se emplea para referirse a ellas. Estos estados tradicionales derivaron
en algunos casos en grandes imperios. Se ha calculado que en su período de mayor
esplendor, el Imperio Romano, tenía unos setenta millones de habitantes en una extensión
de unos cinco millones de kilómetros cuadrados.

Estas sociedades alcanzaron un mayor grado de complejidad social, las tareas se


especializaron y diversificaron. La especialización, la diversidad, la distancia, el comercio,
dejaron obsoleto el sistema del trueque y no tardó en aparecer el dinero y, por un efecto
de retroalimentación, la invención del dinero favoreció al comercio y, consecuentemente al
desarrollo de las ciudades que eran el centro de las transacciones comerciales.

Las sociedades agrarias eran terriblemente desiguales. El concepto de propiedad se había


desarrollado hasta el punto de que parte de la población pasó a ser propiedad de otros, las
economías en los estados tradicionales eran esclavistas. También había campesinado
libre. Ambos estamentos sociales, esclavos y campesinos, eran la fuerza de trabajo de las
elites que, libres del trabajo manual, podían dedicarse a la filosofía y las artes –
recordemos a la civilización griega - y, cómo no, al gobierno de la sociedad.

Se agudizaron las diferencias entre hombres y mujeres. Hasta el desarrollo de la


agricultura, el papel de la mujer en la alimentación de la sociedad era esencial, pero con la
invención del arado la producción de alimentos fue monopolizada por los varones y la
mujer – en las labores fuera de casa - quedó relegada a la limpieza de los campos o
transportar agua, tareas ambas secundarias; esto – según la mayoría de los autores –
produjo la subordinación de la mujer frente al hombre.

La religión reforzó el papel de las elites. Éstas se hicieron a medida con el fin de justificar la
idea de que las personas estaban obligadas moralmente a ejercer aquello trabajos que les
correspondían según su posición de nacimiento en la jerarquía social.

Tanto el poder político como el religioso, aquellos gobernantes por derecho divino, con
afán de demostrar su preeminencia abordaron la construcción de grandes obras, palacios,
templos, monumentos gigantescos cuyos vestigios han llegado en muchas ocasiones hasta
nuestros días como muestra del poder de que disfrutaron.

Y para regular sociedades tan complejas, estos estados tradicionales necesitaron de


incipientes administraciones – todavía muy lejos de las administraciones modernas-
formadas por servidores, encargados de administrar y controlar sus dominios, de forma
que, junto con unas nuevas economías basadas en el dinero y la división especializada del
trabajo, surgieron aparatos políticos y administrativos como esfera independiente de la
vida social.

Este tipo de sociedad se mantuvo más o menos inalterado - a pesar de cambios


importantes como la aparición del cristianismo, el feudalismo de la edad media o los
progresos del renacimiento, hasta que llegó la era industrial…

Sociedades industriales
La sociedad industrial es un término usado para describir el tipo de sociedad surgido tras
la Revolución industrial y que supuso el paso de la sociedad premoderna a la moderna. El
concepto es muy utilizado en la historiografía y en la sociología, denominándola también
esta última como sociedad de masas.

La aparición de este tipo de sociedad humana no fue homogénea. Los primeros países en
los que surgió fueron Gran Bretaña, parte de Europa Occidental y Estados Unidos. En otras
partes del mundo el proceso fue mucho más lento, e incluso según muchos especialistas
existen actualmente muchos países que aún viven en una estructura social pre-industrial.
El principal cambio generado en esta sociedad fue que la productividad se convirtió en lo
principal. La agricultura perdió importancia y los adelantos técnicos hicieron que el peso
económico pasara a las fábricas.

Por esto nacieron nuevas clases sociales, sobre todo la burguesía industrial, dueña de los
medios de producción; y la clase obrera o proletariado.

Antecedentes y aparición de la sociedad industrial


La sociedad industrial está estrechamente relacionada con la Revolución Industrial que la
hizo posible. Esta comprende un periodo muy amplio, ya que no se dio al mismo tiempo en
todos los países. La mayoría de los historiadores colocan su comienzo en las últimas
décadas de siglo XVIII.
El cambio que supuso afectó a todos los aspectos sociales: desde la economía hasta las
relaciones entre las distintas clases sociales.

La era pre industrial tenía a la agricultura, la ganadería, la artesanía y otros sectores


similares como ejes de la sociedad. Esto suponía que gran parte de la producción se
dedicaba al autoconsumo, con muy poca presencia del comercio.

La aparición de la burguesía y los avances técnicos que comenzaron a aparecer, hicieron


que esas características fueran cambiando poco a poco.

Cambios en la agricultura
Aunque la sociedad industrial tiene como principal elemento diferenciador la potenciación
de la industria, no podría entenderse el cambio de las relaciones económicas sin nombrar
también los adelantos en la agricultura.

En este sector empezaron a utilizarse nuevas técnicas, como la irrigación, los abonos o la
maquinaria. Esto hizo que aumentara la producción, con la consiguiente aparición de
excedentes que permitieran el comercio.

Además, parte de los trabajadores agrícolas pasan a ser innecesarios, teniendo que
emigrar a las ciudades y a trabajar en las fábricas.

Liberalismo económico
En el plano ideológico-económico, la aparición del liberalismo es uno de los elementos más
importantes que colaboraron en el nacimiento de la sociedad industrial y, a su vez, explican
parte de sus características.

La aparición del comercio implicó que cambiara la mentalidad económica. La producción


dejó de ser solo para el autoconsumo y el comercio o mercantilismo, y se convirtió en un
aspecto importante para la riqueza de las naciones y de los individuos.

Este proceso, que se inició tímidamente en el siglo XVII, se fue consolidando. Propugnaba
que el Estado debía dejar de intervenir en el mercado, dejando que este se regulara por sí
mismo.

La importancia que se le empezó a dar a la producción es uno de los elementos que


impulsó la Revolución Industrial. La ciencia y la técnica se pusieron al servicio del
incremento de esta producción, y las fábricas —mucho más rentables— sustituyeron al
sector agropecuario.

Los avances tecnológicos


Sin el avance de la tecnología nunca se hubiera llegado a la Revolución Industrial ni a la
sociedad que nace de esta. La creciente población y la búsqueda de la riqueza propugnada
por el liberalismo, obligó a que la producción tuviera que aumentar rápidamente.

Esto se logró introduciendo nueva maquinaria. Tanto en el campo como, sobre todo, en las
fábricas, cada vez se utilizan más máquinas para aumentar la productividad.

Por ejemplo, en sectores como el textil o el metalúrgico, estas innovaciones cambiaron


totalmente la manera de trabajar.
Características de las sociedades industriales
Los cambios que se produjeron al pasar a la sociedad industrial afectaron a todas sus
estructuras. Se generaron cambios socioeconómicos, culturales, de poder y tecnológicos.

Cambios tecnológicos y energéticos


Aunque lo que más suele llamar la atención dentro de los cambios producidos en la
sociedad industrial son los adelantos técnicos aplicados a la producción, también se
produjo una transformación en el aspecto energético.

Los combustibles fósiles, como el carbón o el petróleo, comenzaron a usarse mucho más.
Ya sea en el campo o en la industria, resultaron fundamentales para mantener el ritmo
productivo.

Conforme la población aumentó también lo hizo la mecanización, hasta llegar a la


sustitución de muchos trabajadores por las máquinas.

Cambios culturales
La investigación en todos los ámbitos conllevó un gran aumento de los conocimientos,
aunque en un principio estuvieron reservados a la pequeña parte de la sociedad que podía
formarse.

Por otra parte, se produjo un traslado de población del campo a la ciudad, unido al
aumento de la natalidad. Los adelantos médicos se tradujeron en el descenso de la
mortalidad, con lo que la demografía experimentó un gran crecimiento.

Cambios socioeconómicos
Una de las características más importantes de la sociedad industrial es la transformación
de las estructuras económicas y sociales que supuso.

La burguesía, que había aparecido con los gremios artesanos y la acumulación de riqueza,
pasó ahora a ser propietaria de las fábricas. Se convirtieron en una de las capas más
económicamente favorecidas de la población, lo que les llevó también a ocupar poder
político.

Al mismo tiempo, los antiguos campesinos que emigraron a la ciudad acabaron trabajando
en las fábricas, la mayoría de las veces en condiciones lamentables. Esto les llevó a
organizarse, con lo que aparecieron los primeros movimientos obreros.

Clases sociales
Como se señalaba anteriormente, durante el nacimiento de la sociedad industrial se
produjo un cambio en las relaciones sociales: aparecieron nuevas clases, muchas veces
enfrentadas entre sí. La desigualdad económica y de derechos fue una de las
características de ese período.

Burguesía industrial
La burguesía venía ascendiendo económica y socialmente desde la Alta edad media,
cuando aparecieron los gremios y las ciudades comenzaron a ser importantes. Con la
sociedad industrial alcanzó su punto más alto.

No era una clase compacta, ya que existían varios tipos de burgueses. Por una parte,
estaban los banqueros y los dueños de las grandes fábricas que, obviamente, tenían un
gran poder económico y político.
Por otra, los expertos hablan de una mediana burguesía. Esta estaba compuesta de
profesionales liberales, así como de comerciantes. Los dueños de las pequeñas tiendas y
los trabajadores no obreros formaban la última capa, la pequeña burguesía.

En cierta forma, sustituyeron a la antigua aristocracia como elemento dirigente en la


sociedad industrial.

Clase obrera
La clase obrera es otra de las que aparecieron al crearse la sociedad industrial. Parte de
ella la formaron los antiguos campesinos que, ya sea por la mecanización del campo o por
otras circunstancias, debieron buscar trabajo en las fábricas. Lo mismo les ocurrió a los
artesanos con producción pequeña.

Desde el momento en el que la industria pasó a ser la base de la economía y de la


sociedad, necesitó una masa de trabajadores para laborar en esta. La clase obrera se
define como los que no son dueños de los medios de producción y venden su fuerza de
trabajo por un salario.

Durante la primera etapa, las condiciones en la que vivían estos obreros eran muy malas.
No tenían derechos laborales y los sueldos solo llegaban para permitir una precaria
supervivencia. Esto provocó el surgimiento de los movimientos obreros y la aparición de
ideologías como el comunismo, impulsado por los escritos de Karl Marx.

Este tipo de ideologías pretendían el cambio en la propiedad de los medios de producción.


Estos pasarían a ser del Estado, terminándose la explotación del hombre por el hombre.

Sociología aplicada
TNS en Trabajo Social
Prof. Benjamín Romero Z.

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